Principios éticos de la Evaluación de Impactos Ambientales
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Ambiente y Confortabilidad en el Ámbito Urbano
1. PRINCIPIOS ÉTICOS DE LA EVALUACIÓN DE IMPACTOS AMBIENTALES
El ambiente, probablemente sea uno de los conceptos más controvertidos y de más difícil
consenso: todo el mundo tiene en su cabeza un concepto de ambiente diferente. Mucha
gente tiende a considerar lo ambiental como algo alejado de ellos mismos y ligado a los
paisajes naturales y a la flora y a la fauna salvaje. Esto no es más que una visión simplista
de un problema mucho mayor. Para poder evaluar un ambiente determinado es necesario
determinar si se encuentran los recursos necesarios para cubrir las necesidades básicas del
ser humano (sin las cuales los demás no son tan importantes), pero donde además, se pueda
vivir de una forma digna.
El ambiente, visto como el ecosistema donde vive el ser humano, es un sistema de
relaciones donde es imposible cambiar alguna cosa sin alterar otras. Muchas veces se
relaciona el ambiente con algo estático, con cosas o seres, sin tener en cuenta las relaciones
dinámicas entre ellas. Sin embargo, debería considerarse al ambiente con un término más
parecido al de ecosistema o sistema de relaciones que afectan a los seres vivos. Esta visión
estática de la naturaleza, que también se observa en algunos Estudios de Impacto
Ambiental, es un error muy extendido y que tiene grandes repercusiones, ya que conduce a
falsos ecologismos y a antropocentrismos reduccionistas.
Por ello se piensa que la correcta evaluación de un determinado impacto ambiental pasa
necesariamente por una valoración del elemento ambiental afectado, del efecto producido
en dicho elemento ambiental y del efecto que tiene este cambio sobre la calidad ambiental.
La valoración, tanto del elemento ambiental como de la calidad ambiental, no puede ser
objetiva, mientras que la determinación del efecto ambiental producido es posiblemente el
único parámetro puramente objetivo con el que se cuenta para la valoración.
En todo proceso de evaluación de impacto ambiental se persigue un objetivo claro, que no
puede ser perdido de vista durante las distintas fases del proceso: valorar adecuadamente
las acciones sobre el entorno, de forma que puedan encuadrarse dentro del proceso de toma
de decisiones y poder decidir si la realización de un proyecto determinado es o no aceptable
desde un punto de vista ambiental. Para cumplir este objetivo, es importante no caer en la
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arbitrariedad y justificar estas valoraciones a partir de principios éticos generales y con un
consenso lo más amplio posible, para lo que son necesarias tanto la participación como la
información pública.
En una valoración ambiental, es necesario fijar los criterios valorativos que se van a utilizar
y las razones de esta elección; uno de los primeros criterios que se utilizan para valorar un
proyecto, es su viabilidad económica a corto plazo o si el proyecto produce un bien que
vale más de lo que cuesta su realización. Las valoraciones económicas pueden traducirse
muchas veces en valoraciones ambientales, aunque existen valores ambientales que no se
pueden traducir en dinero y esto ha llevado en muchos casos a no considerarlos
importantes.
En la evaluación de impacto ambiental es necesario resaltar el valor de estos elementos de
forma que se tengan en cuenta en la valoración de diferentes alternativas y en la toma de
decisiones. Cualquier valoración que se realice siempre estará basada en los principios
éticos que se utilizan de referencia, y según cuáles sean, los resultados pueden ser muy
diferentes. Por lo tanto, siempre será necesario indicar qué principios se están utilizando al
hacer una valoración. Estos principios se pueden separar en dos grupos:
Los principios éticos sociales o de dignidad: son los que deben de regir las relaciones
entre los seres humanos de forma que todos puedan vivir dignamente.
Los principios éticos ambientales o de supervivencia de la especie humana: son los
que deben regir las relaciones entre el ser humano y el medio en que vive. Si no se
cumplen estos principios, la capacidad de carga del planeta para la especie humana
disminuye.
1.1.1. PRINCIPIOS ÉTICOS SOCIALES
Las sociedades humanas están regidas por normas que se dictan generalmente en función
de unos determinados principios éticos, que pueden estar basados en alguna religión o
directamente en la ética. Existe un consenso bastante amplio en que uno de los más
importantes es el que se denomina principio de equidad, del que derivan otra serie de
principios:
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El principio de equidad
El principio de equidad se basa en que todos los seres humanos tienen los mismos derechos
fundamentales y, por lo tanto, no es lícito que nadie realice acciones que puedan perjudicar
a otro ser humano o, si lo hace, deberá compensarle de alguna forma.
Del principio de equidad aplicado a las generaciones actuales y futuras emana el principio
de sostenibilidad, que promueve la necesidad de mantener la calidad de vida de las
generaciones futuras y no perjudicarla con las acciones humanas actuales, para lo que es
necesario mantener la diversidad de seres vivos a todos los niveles. El principio de
responsabilidad y por lo tanto los de prevención, cautela e información pública, también
emanan del principio de equidad, sin el cual pierden su significado.
El principio de responsabilidad
Se basa en que los gastos derivados de un determinado daño ambiental deberá pagarlos
aquél que lo produce y no deben recaer sobre terceras personas. Este principio está presente
en todo el derecho internacional, especialmente en la política ambiental internacional y en
la legislación particular de muchos países.
El principio de prevención y el principio de cautela
El principio de prevención es la esencia misma de la evaluación de impacto ambiental,
cuyo objetivo es detectar los problemas ambientales que un determinado proyecto puede
producir, antes de que se produzcan, para evitarlos. Sin este principio no tendría sentido la
valoración previa de un proyecto, y el principio de equidad se podría cumplir únicamente
una vez que el daño estuviese hecho mediante indemnizaciones.
El principio de prevención es fácil de aplicar cuando se conocen las respuestas del
ecosistema a una actividad determinada, pero éste es un caso inusual en la compleja
realidad de los ecosistemas. Las respuestas de los ecosistemas pueden ser impredecibles,
por lo que resulta difícil demostrar sin lugar a dudas, que un determinado daño ambiental se
producirá con una determinada acción. El principio de cautela aparece para poder hacer
operativo el principio de responsabilidad y aplicando el principio de equidad, estableciendo
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que debe de ser el promotor de la actividad el que demuestre que ésta no va a producir
daños al ambiente y se comprometa a poner los medios necesarios para no producirlos.
Los principios de información y participación pública
Una valoración, sea del tipo que sea, siempre tiene un componente subjetivo. Cualquier
análisis que determine si algo es positivo o negativo, siempre dependerá del punto de vista
y de la escala en el que se esté realizando. Por este motivo, no sólo debe pasar por un
proceso de participación pública, sino que cuanto mayor sea esta participación, mejor estará
realizada la valoración final.
Sin un adecuado proceso de información y participación pública, el proceso de evaluación
de impacto ambiental se convierte en un trámite burocrático en el que un determinado
equipo de técnicos utilizan sus propios criterios valorativos (y no los de la sociedad) para
elegir la escala del estudio y su alcance, esto determina que sus resultados, puedan ser
privativamente arbitrarios y por tanto contrarios a la propia filosofía de la evaluación de
impacto ambiental.
1.1.2. PRINCIPIOS ÉTICOS AMBIENTALES
El ser humano, como especie, tiene una serie de requerimientos y necesidades a los que da
respuesta utilizando y modificando el ambiente en el que vive. Los principios éticos
ambientales son las normas de actuación basadas en los conocimientos científicos que se
tienen, que permiten ampliar, o al menos no reducir, la capacidad de carga del entorno del
ser humano. Algunas actuaciones que llevan a la destrucción de los recursos que son
necesarios para el mantenimiento de la humanidad, como el suelo fértil, o la diversidad,
pueden considerarse como contrarias a la ética, debido a que limitan el crecimiento de la
especie humana.
Los principios éticos ambientales son de necesaria aplicación sea cual sea el sistema social
que rija las relaciones entre los seres humanos:
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La conservación de la diversidad
La extinción, incluso a escala local, se considera como algo indeseable, debido a que se
pierde una de las posibles vías de flujo de materia, energía e información en el ecosistema.
Además, desde un punto de vista más utilitario, cualquier especie, aunque en la actualidad
parezca que no tiene ninguna función útil para el ser humano, tiene la potencialidad de serlo
en el futuro y por tanto debe de ser considerada como un recurso natural para las
generaciones futuras.
La desaparición de una forma de organización humana, sobre todo se encuentra atada al
medio en que vive, se considera también como una forma de extinción, ya que aparte de los
dramas personales que se generan en dicha población, se pierden para el resto de la
humanidad la cultura acumulada a lo largo de mucho tiempo y las técnicas necesarias para
adaptarse a un medio concreto.
La sostenibilidad y el desarrollo sostenible
La sostenibilidad se basa en la aplicación del criterio de equidad entre las generaciones
actuales y las futuras de forma que el desarrollo actual no comprometa el desarrollo y la
calidad de vida de las generaciones futuras. Hablar de desarrollo sostenible es referirse a la
mejora de la vida humana dentro del mantenimiento de la capacidad de carga de los
ecosistemas o a la integración del crecimiento económico y la protección ambiental.
Se definen tres tipos diferentes de sostenibilidad: la sostenibilidad social, basada en el
mantenimiento de la cohesión social (principio de equidad entre poblaciones actuales), la
sostenibilidad ambiental, que requiere que el capital natural o las funciones útiles de los
ecosistemas permanezcan intactas y la sostenibilidad económica, basada en que lo anterior
sea financieramente posible y rentable.
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Fuente: Garmendia, A., Salvador, A., Crespo, C., & Garmendia, L. (2005). Evaluación de impacto
ambiental. Madrid: PEARSON EDUCACIÓN, S.A