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TEMA 9: Inmigración económica: teorías económicas y sociológicas. La inmigración económica en España PRIMERA PARTE: Los grandes movimientos de población a través del espacio geográfico han sido una constante en la historia de la humanidad. Sin embargo las causas de los desplazamientos, así como sus características y consecuencias, han sido muy variados a lo largo de la historia. La seña de identidad de las actuales migraciones es su carácter global. 1. LAS MIGRACIONES COMO PROCESO SOCIAL (Cap. 1) 1.1. CONCEPTOS, PROCESOS Y ELEMENTOS MIGRATORIOS El término “migración” es confuso, no existe una definición operativa que delimite claramente los movimientos de población que se inscriben en esta categoría. Nos vemos abocados a una situación de ambigüedad e indeterminación terminológica que dificulta su medida y explicación. Como ejemplo de definición ambigua podemos tomar la de la UNESCO, según la cual las migraciones son desplazamientos de población de una delimitación geográfica a otra por un espacio de tiempo considerable o indefinido (indeterminación geográfica y temporal). Observamos una dualización sistemática de los inmigrantes según su origen. Cotidianamente se reserva el término ‘extranjero’ para las personas procedentes de los países desarrollados, aplicando exclusivamente el concepto ‘inmigrante’ a los sujetos cuyo origen son los países más desfavorecidos económicamente. Lo más preocupante es la carga peyorativa y negativa que acompaña al concepto ‘inmigrante’. Según Jackson (1986), para que un traslado pueda ser considerado como migración debe reunir una serie de requisitos: a) Espacialmente, el traslado ha de producirse entre dos delimitaciones geográficas significativas; b) Temporalmente, el desplazamiento ha de ser duradero; c) Socialmente, el traslado debe incidir en un cambio significativo del entorno (físico, social). El proceso migratorio no es un simple movimiento geográfico (físico) de sujetos, se configura como un proceso social complejo. El proceso migratorio puede considerarse desde dos perspectivas: desde el punto de vista de la sociedad que es ‘abandonada’ hablaremos de emigración (y de emigrante al considerar al sujeto); si por el contrario observamos el proceso desde la sociedad receptora, aplicaremos el concepto de inmigración (refiriéndonos como inmigrante al sujeto que llega) al asentamiento de población foránea. Por supuesto, la migración no es un fenómeno irreversible, podemos hablar también de procesos de retorno a la sociedad de origen. 1.2. IMPLICACIONES DE LAS MIGRACIONES Como fenómeno complejo que es, podemos analizar las repercusiones de las migraciones en relación a cuatro dimensiones: demográfica, económica, social e identitaria y cultural.

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TEMA 9: Inmigración económica: teorías económicas y sociológicas. La inmigración económica en España

� PRIMERA PARTE: � Los grandes movimientos de población a través del espacio geográfico han sido una

constante en la historia de la humanidad. Sin embargo las causas de los desplazamientos, así como sus características y consecuencias, han sido muy variados a lo largo de la historia. La seña de identidad de las actuales migraciones es su carácter global.

1. LAS MIGRACIONES COMO PROCESO SOCIAL (Cap. 1) 1.1. CONCEPTOS, PROCESOS Y ELEMENTOS MIGRATORIOS � El término “migración” es confuso, no existe una definición operativa que delimite

claramente los movimientos de población que se inscriben en esta categoría. Nos vemos abocados a una situación de ambigüedad e indeterminación terminológica que dificulta su medida y explicación.

� Como ejemplo de definición ambigua podemos tomar la de la UNESCO, según la cual las

migraciones son desplazamientos de población de una delimitación geográfica a otra por un espacio de tiempo considerable o indefinido (indeterminación geográfica y temporal).

� Observamos una dualización sistemática de los inmigrantes según su origen.

Cotidianamente se reserva el término ‘extranjero’ para las personas procedentes de los países desarrollados, aplicando exclusivamente el concepto ‘inmigrante’ a los sujetos cuyo origen son los países más desfavorecidos económicamente. Lo más preocupante es la carga peyorativa y negativa que acompaña al concepto ‘inmigrante’.

� Según Jackson (1986), para que un traslado pueda ser considerado como migración debe

reunir una serie de requisitos: a) Espacialmente, el traslado ha de producirse entre dos delimitaciones geográficas significativas; b) Temporalmente, el desplazamiento ha de ser duradero; c) Socialmente, el traslado debe incidir en un cambio significativo del entorno (físico, social).

� El proceso migratorio no es un simple movimiento geográfico (físico) de sujetos, se

configura como un proceso social complejo. El proceso migratorio puede considerarse desde dos perspectivas: desde el punto de vista de la sociedad que es ‘abandonada’ hablaremos de emigración (y de emigrante al considerar al sujeto); si por el contrario observamos el proceso desde la sociedad receptora, aplicaremos el concepto de inmigración (refiriéndonos como inmigrante al sujeto que llega) al asentamiento de población foránea. Por supuesto, la migración no es un fenómeno irreversible, podemos hablar también de procesos de retorno a la sociedad de origen.

1.2. IMPLICACIONES DE LAS MIGRACIONES � Como fenómeno complejo que es, podemos analizar las repercusiones de las migraciones

en relación a cuatro dimensiones: demográfica, económica, social e identitaria y cultural.

A su vez estas repercusiones varían en función del sujeto o unidad considerada: a) la sociedad emisora, b) la sociedad receptora, c) los propios sujetos migrantes. Las implicaciones son presentadas sintéticamente en el siguiente cuadro reproducido del propio texto:

1.3. TIPOLOGÍAS DE LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS

2. INMIGRACIÓN EN ESPAÑA (Cap. 5) 2.1. LAS NUEVAS TENDENCIAS MIGRATORIAS � En los últimos años (a partir de los 80), España ha pasado de ser un país históricamente

exportador de mano de obra (América, Europa) a ser un país receptor de inmigración. A pesar de ello, todavía el número de extranjeros en España es moderado, si bien lo importante es constatar el cambio en sentido del flujo migratorio. Desde mediados de los 70 en España el volumen de emigraciones se reduce hasta alcanzar niveles ‘testimoniales’ en 1997 (2.000), mientras que el crecimiento de la extranjería se ha hecho notable a partir de 1985.

� No sólo es necesario recalcar la conversión de España en centro importante de recepción de

inmigración. Además este creciente flujo migratorio (en número y diversidad de origen) que tiene como destino a nuestro país está experimentando transformaciones importantes desde los años ochenta. Los cambios se orientan en las siguientes direcciones: a) La inmigración de origen comunitario, dominante en los años 80 (si bien manteniendo un porcentaje muy importante), está siendo desplazada por un nuevo ‘modelo’ en el que los inmigrantes de origen marroquí (que muestran las mayores tasas de incremento) y de ciertos colectivos latinoamericanos (cubanos, dominicanos, peruanos..., que previamente suponían colectivos ‘testimoniales’ de inmigrantes) están adquiriendo un volumen creciente. b) Se mantienen y consolidan los grandes núcleos de recepción de inmigrantes (Madrid y Barcelona) que ganan peso porcentual, pero al mismo tiempo, se produce un proceso de

diversificación de los destinos de los inmigrantes (el flujo incide en un mayor número de autonomías, aunque de manera muy diversa).

2.2. TRATAMIENTO INSTITUCIONAL DE LA EXTRANJERÍA � Numerosas incoherencias se producen en el seno de las sociedades receptoras occidentales,

inspiradas en la filosofía de los derechos humanos universales, y las políticas de inmigración adoptadas crecientemente restrictivas (en relación a las entradas y la obtención de permisos). Un ejemplo claro es el caso español. En el texto C. Blanco realiza una revisión eminentemente descriptiva y avalorativa/aséptica (y por tanto de relevancia sociológica limitada) con respecto a las elaboraciones legislativas relacionadas con la extranjería y de la política de inmigración Española.

� La política de inmigración Española durante los últimos años (80-90) ha tendido hacia una

homogeneización con los países de la Unión Europea, y se ha desarrollado fundamentalmente como una política de control de los crecientes flujos migratorios (de ahí surge la Ley de Extranjería del año 85) y en la que la dimensión de integración apenas se ha desarrollado (sólo ‘tardíamente’ en el año 1994 aparece un ‘Plan para la Integración Social de los Inmigrantes’, que pretende poner en marcha una política activa de integración social; plan eminentemente voluntarista).

� En la comunicación del Gobierno al Congreso de los Diputados del año 1990 (“Situación de

los extranjeros en España. Líneas básicas de la política de extranjería”) se constata la preeminencia de esta segunda directriz ‘de control’ o restrictiva: “España no puede recibir un flujo masivo y sin control de inmigrantes sin que se hipoteque gravemente su cohesión social y las posibilidades de integración de los extranjeros regularmente establecidos en nuestro país”, así aparece como objetivo esencial del Estado “dominar el volumen de los flujos y canalizar por tanto la presión demográfica creciente”. A pesar de este objetivo esencial, formalmente el texto afirma la necesidad de un programa coordinado que combine tres facetas: a) Política de inmigración e integración, b) Reforzamiento de las fronteras, c) Ayuda al Tercer Mundo.

� Pese al control fronterizo (relacionado a su vez con la ‘disolución’ de las fronteras interiores

en la Unión Europea, y la condición de frontera exterior de España), no se pudo evitar un volumen muy importante de inmigración clandestina, lo que forzó a la administración a habilitar distintos procesos de regularización de los inmigrantes ‘sin papeles’ (procesos de regularización insuficientes) para posibilitar su emergencia al mundo legal. Tales procesos posibilitaron una ‘redistribución’ por nacionalidades de los inmigrantes, dado que los inmigrantes clandestinos suelen tener como origen países poco desarrollados.

2.3. ACTITUDES SOCIALES, CREENCIAS Y OPINIONES EN TORNO A LA INMIGRACIÓN � Existe una percepción diferenciada de los inmigrantes y de la inmigración en función de su

procedencia (en términos de áreas de desarrollo económico). En concreto la inmigración procedente de áreas geográficas más desarrolladas es aceptada más positivamente que aquella procedente de áreas menos desarrolladas económicamente. El concepto ‘inmigrante’ se asocia exclusivamente con sujetos originarios de zonas deprimidas, mientras que los también inmigrantes de áreas desarrolladas son simplemente ‘extranjeros’ . Así, el término “inmigrante” adquiere para el ciudadano español connotaciones negativas, sin embargo el término “extranjero” se utiliza más neutramente. Se entiende que los ‘extranjeros’ (mundo desarrollado) vienen a “dar” (inversiones,

conocimiento...), mientras que los ‘inmigrantes’ (zonas no desarrolladas) vienen a “pedir”, cuando no a “quitar” (trabajo, servicios sociales, subvenciones...).

� Según C. Blanco, partiendo del análisis del volumen y distribución de inmigrantes legales

en el año 1991 (convendría constatar sus tesis a través de un análisis complementario en función de datos más recientes que incorporaran estimaciones sobre inmigración ilegal o clandestina y su posición en el mercado de trabajo), son los extranjeros que proceden de países más desarrollados, los que más puestos de trabajo ocupan en España (si bien el volumen total de extranjeros ocupados -legales, apreciaríamos nosotros- es ridículo sobre el total de la población española ocupada, 0,8% en 1991). Y termina resolviendo, en función de otras consideraciones, que quienes compiten con los españoles en el mercado de trabajo de forma más ventajosa no son los inmigrantes procedentes de los países menos desarrollados, sino los inmigrantes procedentes de países desarrollados.

� En general los prejuicios negativos sobre los inmigrantes (ampliamente extendidos entre la

población española) no parten de experiencias directas con este colectivo, sino del imaginario colectivo. El refuerzo de ciertos estereotipos negativos sobre los inmigrantes está liderado en muchos casos –según C. Blanco-, por los medios de comunicación de masas.

� Al ser preguntados en distintas encuestas, los españoles defienden mayoritariamente el

derecho a la libre circulación y establecimiento de los ciudadanos de cualquier país sin ningún tipo de restricción espacial (en cualquier Estado), pero lo hacen sólo como idea abstracta. Cuando se les pide analizar concretamente el caso español, se manifiestan también mayoritariamente a favor del establecimiento de medidas restrictivas: control del acceso, limitaciones y cupos.

� SEGUNDA PARTE: � El fenómeno migratorio ha de ser considerado como un proceso en el cual es difícil

establecer cortes. Para poder comprenderlo es necesario analizarlo en sus continuidades, en su dinámica. Esto se pone de relieve si consideramos manifestaciones concretas de este fenómeno en su devenir histórico. Así por ejemplo es un tópico ampliamente compartido el hecho de que España ha pasado de ser un país de emigración a uno de inmigración. Este argumento pierde su fuerza si consideramos por ejemplo los datos referidos a la inmigración francesa a España en los siglos pasados, o la inmigración portuguesa y caboverdiana a las minas del Bierzo.

� A la luz de estos fenómenos históricos, el autor establece una tipología de la migración

diferenciando entre migraciones locales (o a corta distancia, y sin perder el contacto con el país de origen), migraciones circulares (en las cuales hay un regreso al punto de partida tras un tiempo, o cíclicamente), migraciones en cadena (en las cuales el establecimiento de contactos y redes con personas y grupos en el país de destino facilita la incorporación al país) y, finalmente migraciones de carrera (o de determinadas ocupaciones como maestros o jueces en el ejercicio de su profesión).

� Otro aspecto crucial a la hora de analizar el fenómeno migratorio es su carácter sistemático

y global sólo comprensible desde una perspectiva a largo plazo. � Un aspecto significativo hace referencia a la relación entre los procesos migratorios y el

mercado de capitales. En muchos casos capital y emigración circularon en la misma dirección, mientras que en otras ocasiones lo harán en sentido inverso. Un ejemplo del

primer caso es el de la emigración dominicana y sur-coreana a EE.UU. en los años sesenta, momento en el que estos países presentan importantes signos de crecimiento económico.

� En otros casos el sentido es el inverso. Esto sucede por ejemplo en circunstancias de

inversión económica de un país rico en un país pobre. En muchos de estos casos las inversiones, en lugar de frenar la migración como reza uno de los argumentos más extendidos sucede que se fomenta la emigración hacia el país inversor (Sassen). Varias razones se pueden esgrimir para comprender este fenómeno, por ejemplo que a través de las inversiones de capital se destruyen estructuras tradicionales de trabajo y se incorpora a más miembros de la población al trabajo asalariado, o también que se crean lazos ideológicos y culturales entre el país emisor y el receptor. Lo mismo sucedería con la ayuda económica a los países en desarrollo. De cualquier forma, se constata que el flujo de inversiones y capitales trae consigo una movilización de la población en el lugar de partida y crea elementos ideológicos y culturales que favorecen la emigración.

� Como señala Portes (1990), la razón para que los movimientos migratorios se produzcan,

tiene sus raíces en la historia de las relaciones políticas y económicas entre países emisores y receptores. A través de estos procesos se moldean contextos que hacen inteligibles los cálculos costes-beneficios de la emigración.

� Pero este fenómeno no debe ser considerado únicamente desde el punto de vista de las

macroestructuras, es necesario también tener en cuenta las micro-estructuras, esto es, las redes de relaciones personales que se concretan en lazos de parentesco, redes de oportunidades económicas, etc. Las decisiones de emigrar generalmente no son individuales sino grupales.

� Por todo ello hay que considerar que el proceso migratorio es un sistema construido

socialmente que se autoperpetúa. � Por otra parte, es necesario analizar el impacto de la mano de obra inmigrante en los ciclos

económicos y en el mercado de trabajo. Varios son los trabajos que ponen de relieve que la recuperación económica de la Europa Central de los sesenta, tuvo su base en la inmigración y el trabajo extranjero. Una de las razones esgrimidas es la de que una oferta abundante de trabajo mantiene los salarios sin que se disparen las ganancias, por lo tanto, se crea un entorno favorable para la inversión, el aumento de la productividad, la baja inflación y un incremento del consumo. Además, también se argumenta que la mano de obra nativa es menos proclive a la movilidad geográfica, necesaria en muchas ocasiones, mientras que la mano de obra extranjera sí lo es. De esta forma, la evidencia empírica considerada (fundamentalmente en Francia y Alemania) pone de manifiesto que la llegada de inmigrantes extranjeros es un importante motor del crecimiento económico y de la creación de empleo.

� Otro de los tópicos al uso en torno a la emigración es también desmontado en este capítulo,

esto es, la creciente competencia entre trabajadores nativos y extranjeros por los puestos de trabajo escasos, incrementando de esta forma, las tasas de desempleo. Diversos estudios han puesto de relieve que la inmigración no tiene gran impacto ni en salarios, ni en el nivel de empleo de los nativos (ej. en EE.UU., estudio de G. Borjas). Bajo este argumento ‘tópico’ se ocultan varios errores. Uno fundamental es el hecho de considerar el número de puestos de trabajo como algo fijo a repartir (como un bien limitado), cuando en realidad el número de puestos de trabajo se puede ver incrementado precisamente por un aumento de la demanda de la población inmigrante. Otro error radica en pensar que la población activa y la inmigrante compiten porque son intercambiables, al respecto, diferentes estudios demuestran cómo inmigrantes y nativos se encuentran insertos en procesos diferentes en el mercado de trabajo y de movilidad en el mismo, al tiempo que cuentan con habilidades diferentes.

� Inmigrantes y nativos son complementarios en la producción y las posibles combinaciones

entre sustituibilidad y complementariedad son múltiples. � Por último, baste señalar que existe un mercado internacional de la emigración que pone de

relieve que la distribución de los emigrantes no es aleatoria y que hay procesos de autoselección y que los gobiernos y empleadores tienen sus “preferencias” de forma que se establece una especie de competencia entre países por “los mejores” inmigrantes que generalmente se traduce en los más fácilmente integrables.

Bibliografía � 1ª Parte: BLANCO, C. (2000): Las migraciones contemporáneas, Madrid, Alianza Editorial.

Capítulos 1 (pp. 14-33) y 5 (pp. 146-190)

� 2ª Parte: MARTÍNEZ VEIGA, U. (1997): “La inmigración, algunos elementos para su análisis”, en Cuadernos de Relaciones Laborales, nº 10, pp. 19-47