Primer Capitulo Historia de La Estupidez

7/25/2019 Primer Capitulo Historia de La Estupidez

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Historia de la Estupidez Humana

Paul TaboriI. La Ciencia Natural de la Estupidez

Este libro trata de la estupidez, la tontera; la imbecilidad, la in-capacidad, la torpeza, la vacuidad, la estrecez de miras, la !a-tuidad, la idiotez, la locura, el desvaro. Estudia a los est"pidos,los necios, los seres de inteli#encia men#uada, los de pocas lu-

ces, los d$biles mentales, los tontos, los bobos, los super!icia-les; los mentecatos, los novatos % los &ue cocean; los sim-ples, los dese&uilibrados, los ci!lados, los irresponsables, losembrutecidos. En $l nos proponemos presentar una #alera depa%asos, simplotes, badula&ues, papanatas, peleles, zotes, bo-do&ues, paz#uatos, zopencos, est'lidos, ma(aderos % ener#"me-nos de a%er % de o%. )escribir* % analizar* ecos irraciona-les, insensatos, absurdos, tontos, mal concebidos, imb$ciles... %

por a adelante.


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+Ha% al#o m*s caracterstico de nuestra umanidad &ue el e-co de &ue el Tesaurus de o#et consa#re seis columnas a lossin'nimos, verbos, nombres % ad(etivos de la estupidez,

mientras la palabra sensatez apenas ocupa una/La locura es !*cil blanco, % por su misma naturaleza la estupi-dez se a prestado siempre a la s*tira % la crtica.0in embar#o 1% tambi$n por su propia naturaleza2 a sobrevivi-do a millones de impactos directos, sin &ue $stos la a%an per-(udicado en lo m*s mnimo. 0obrevive, triun!ante % #loriosa.Como dice 0ciller, aun los dioses lucan en vano contra ella.Pero podemos reunir toda clase de datos de car*cter sem*nticosobre la estupidez, % a pesar de ello allarnos mu% le(os deaclarar o de!inir su si#ni!icado. 0i consultamos a los psi&uiatras% a los psicoanalistas, comprobamos &ue se muestran mu% reti-centes. En el te3to psi&ui*trico com"n allaremos amplias re!e-rencias a los comple(os, dese&uilibrios, emociones % temores; ala isteria, la psico-neurosis, la paranoia % la obsesi'n; % losdes'rdenes psico-som*ticos, las perversiones se3uales, los trau-

mas % las !obias son ob(eto de cuidadosa atenci'n. Pero la pala-bra estupidez rara vez es utilizada; % a"n se evitan sus sin'ni-mos. +Cu*l es la raz'n de este eco/ 4uiz*s, &ue la estupideztambi$n implica simplicidad... % bien puede a!irmarse &ue elpsicoan*lisis se siente desconcertado % derrotado por lo simple,al paso &ue prospera en el reino de lo comple(o % de lo compli-cado.He allado una e3cepci'n 1puede aber otras25 el doctor 6le-

3ander 7eldmann, uno de los m*s eminentes discpulos de7reud. Este autor a contemplado sin temor el rostro de la estu-pidez, aun&ue no le a consa#rado muco tiempo ni espacio ensus obras. Contr*stase siempre la estupidez, dice, con la sa-bidura. El sabio 1para usar una de!inici'n simpli!icada2 es el&ue conoce las causas de las cosas. El est"pido las i#nora. 6l-#unos psic'lo#os creen todava &ue la estupidez puede ser con-

#$nita. Este error bastante torpe proviene de con!undir al ins-


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trumento con la persona &ue lo utiliza. 0e atribu%e la estupideza de!ecto del cerebro; es, a!rmase, cierto misterioso proceso !-sico &ue coarta la sensatez del poseedor de ese cerebro, &ue le

impide reconocer las causas, las cone3iones l'#icas &ue e3istendetr*s de los ecos % de los ob(etos, % entre ellos.8astar* un li#ero e3amen para comprender &ue no es as. No esla boca del ombre la &ue come; es el ombre &ue come con suboca. No camina la pierna; el ombre usa la pierna para mover-se. El cerebro no piensa; se piensa con el cerebro. 0i el indivi-duo padece una !alla con#$nita del cerebro, si el instrumentodel pensamiento es de!ectuoso, es natural &ue el propio indivi-duo no merezca el cali!icativo de discreto... pero en ese caso nolo llamaremos est"pido. 0era muco m*s e3acto a!irmar &ueestamos ante un idiota o un loco.+4u$ es, entonces, un est"pido/ El ser umano, dice el doc-tor 7eldmann, a &uien la naturaleza a suministrado 'r#anossanos, % cu%o instrumento raciocinante carece de de!ectos, apesar de lo cual no sabe usarlo correctamente. El de!ecto resi-

de, por lo tanto, no en el instrumento, sino en su usuario, el serumano, el e#o umano &ue utiliza % diri#e el instrumento.0upon#amos &ue emos perdido ambas piernas. Naturalmente,no podremos caminar; de todos modos, la capacidad de cami-nar a"n se encuentra oculta en nosotros. )el mismo modo, siun ombre nace con cierto de!ecto cerebral, ello no lo convier-te necesariamente en idiota; su obli#ada idiotez proviene de laimper!ecci'n de su mente. Esto nada tiene &ue ver con la estu-

pidez; pues un ombre cu%o cerebro sea per!ecto puede, a pe-sar de todo, ser est"pido; el discreto puede convertirse en est"-pido % el est"pido en discreto. Lo cual, naturalmente, sera im-posible si la estupidez obedeciera a de!ectos or#*nicos, puesestas !allas #eneralmente revisten car*cter permanente % nopueden ser curadas.)esde este punto de vista, la !amosa !rase de 9scar :ilde con-

serva su validez5 No a% m*s pecado &ue el de estupidez.


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Pues la estupidez es, en considerable proporci'n, el pecado deomisi'n, la perezosa % a menudo voluntaria ne#ativa a utilizarlo &ue la Naturaleza nos a dado, o la tendencia a utilizarlo

err'neamente.)ebemos subra%ar, aun&ue parezca una pero#rullada, &ue co-nocimiento % sabidura no son conceptos id$nticos, ni neces-ariamente coe3istentes. Ha% ombres est"pidos &ue poseen am-plios conocimientos; el &ue conoce las !ecas de todas las bata-llas, o los datos estadsticos de las importaciones % de las e3-portaciones puede, a pesar de todo, ser un imb$cil. Ha% om-bres discretos cu%os conocimientos son mu% limitados. En rea-lidad, la e3traordinaria abundancia de conocimientos a menudodisimula la estupidez, mientras &ue la sabidura de un individuopuede ser evidente a pesar de su i#norancia... sobre todo si laposici'n &ue ocupa en la vida no nos permite e3i#irle conoci-mientos ni educaci'n.Lo mismo nos ocurre con los animales, los nios % los pueblosprimitivos. 6dmiramos la sa#acidad natural de los animales,

la vivacidad natural del nio o del ombre primitivo. Habla-mos de la sabidura de las aves mi#ratorias, capaces de allarun clima m*s c*lido cuando lle#a el invierno; o del nio, &uesabe instintivamente cu*nta lece puede absorber su cuerpo; odel salva(e &ue, en su medio natural, sabe adaptarse a las e3i-#encias de la Naturaleza.0i nuestra pierna o nuestro brazo nos o!ende e3clama conelocuencia 8urton en La anatoma de la melancola, nos es!or-

zamos, ecando mano de todos los recursos posibles, por corre-#irla; % si se trata de una en!ermedad del cuerpo, mandamosllamar a un m$dico; pero no prestamos atenci'n a las en!erme-dades del espritu5 por una parte nos aceca la lu(uria, % porotra lo acen la envidia, la c'lera % la ambici'n. Como otrostantos caballos desbocados nos des#arran las pasiones, &ue sonal#unas !ruto de nuestra disposici'n, % otras del *bito; % una

es la melancola, % otra la locura; +% &ui$n busca a%uda, % reco-


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noce su propio error, o sabe &ue est* en!ermo/ Como a&uel es-t"pido individuo &ue apa#' la vela para &ue las pul#as &ue lotorturaban no pudiesen allarlo...

8urton seala a&u una de las principales caractersticas de laestupidez5 apa#ar la vela- ao#ar la luz- con!undir la causa % ele!ecto. Las pul#as &ue nos pican prosperan en la oscuridad;pero nuestra estupidez supone &ue si no podemos verlas, ellastampoco nos ver*n... del mismo modo &ue el ombre est"pidovive siempre en la inconsciencia de su propia estupidez. Elombre realmente discreto lo es sin pensar. 0u mente no es la!uente de su propia sabidura, sino m*s bien el recipiente % el'r#ano de e3presi'n. El e#o &ue piensa correctamente no tieneotra tarea &ue la de tomar nota de los deseos instintivos. 6 losumo, decide si es conveniente o no se#uir estos impulsos enlas circunstancias dadas. Esta crtica no constitu%e una cuali-dad independiente del e#o pensante, sino desarrollo !inal de unproceso instintivo.

6ba(o5 duelo de onor entre caballeros


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Cuando cobra caracteres conscientes o superconscientes, !raca-sa. Como previene Hazlitt5 La a!ectaci'n del raciocinio aprovocado m*s locuras % determinado m*s per(uicios &ue nin-

#"n otro !actor. En los nios % en los pueblos primitivos seobserva &ue el pensamiento est* consa#rado casi e3clusiva-mente a la auto-e3presi'n % no a la creaci'n. Pues toda activi-dad creadora es siempre resultado del instinto, por muco &uenos es!orcemos por in!undirle car*cter consciente. E3isten indi-viduos en &uienes el instinto % el pensamiento est*n totalmente!usionados; en tal caso nos allamos !rente a un #enio, un serumano capaz de e3presar cabalmente sus cualidades umanas.Pero esto es posible "nicamente cuando el ombre no utiliza elpensamiento para disimular sus propios instintos, sino m*sbien para darles m*s per!ecta e3presi'n. Todos los #randes des-cubrimientos son !ruto de la per!ecta cooperaci'n entre el ins-tinto % la raz'n. )ice el doctor 7eldmann5En la pr*ctica m$dica a menudo observamos &ue los mediosde e3presi'n- el proceso de pensamiento- parece desplazar

completamente los instintos, monopolizando o usurpando el lu-#ar de $stos. El pensamiento es esencialmente una inibici'n, %si domina la vida espiritual del individuo, puede determinar lapar*lisis total de las emociones. En este caso nos allamos %aante una condici'n patol'#ica, relacionada con el sentimientode la anormalidad % de la en!ermedad, capaz de provocar su!ri-mientos % de obli#ar al ombre a ne#ar una de las m*s impor-tantes mani!estaciones de la vida umana5 sus emociones. Por

lo tanto, es posible alcanzar la sabidura por dos caminos5 abs-teni$ndose totalmente de pensar, % con!iando e3clusivamenteen los instintos, o pensando, pero s'lo para e3presar el propio%o. En su condici'n de seres emocionales, todos los ombresson i#uales, del mismo modo &ue s'lo e3isten pe&ueas di!e-rencias anat'micas entre todos los miembros de la raza uma-na. Por consi#uiente, el ombre est"pido es tal por&ue no &uie-

re o no se atreve a e3presar su propio %o; o por&ue su aparato


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pensante se a paralizado, de modo &ue no es apto para laauto-e3presi'n, de modo &ue el individuo no puede ver u orlas directivas impartidas por sus propios instintos.

Toda actividad umana es auto-e3presi'n. Nadie puede dar lo&ue no lleva en s mismo. Cuando ablamos, o escribimos, ocaminamos, o comemos, o amamos, estamos e3pres*ndonos. Cu*ntas muertes pro-vocaron las curas mila#rosas, cu*ntos cuerpos arruinados porlos eli3ires? Ho% m*s &ue nunca !lorece la !e cie#a en lasdro#as mila#rosas % en las terapias mentales. La e3istenciade los !alsos m$dicos de la !e % de los anuncios en los diariosindios 1en los &ue se o!rece curar, con el mismo producto, todaslas en!ermedades, desde los !or"nculos a la lepra2 demuestra&ue la estupidez umana no a cambiado.n tipo parecido de locura es el &ue ace la prosperidad del as-tr'lo#o % del palmista, del !also m$dium % del adivinador de la!ortuna. < cuando las actividades de estos individuos s'lo sere!le(an en las columnas de los diarios % en las !erias campesi-nas, podemos sonrer con tolerancia. Pero toda la estupidez % lasuperstici'n relacionada con la in"til b"s&ueda de medios &uepermitan al ombre penetrar el misterio de su propio !uturo, %

vincular con sus propias % min"sculas preocupacioneslos movimientos de las estrellas, toda esta e3traa mezclade seudo ciencia % pura carlatanera a provocado tra#edias %desastres su!icientes como para lle#ar a la conclusi'n de &ue sucosto es uno de los m*s elevados en el balance !inal de la estu-pidez umana. )e esto "ltimo a% s'lo un paso a la recurrenteisteria masiva sobre el !in del mundo, proclamado para o% opara maana. 4uiz*s el a#ricultor %a no descuida sus campos,

ni el artesano su banco de traba(o, como ocurra en si#los pasa-dos, pero el plato volador, los ensueos alimentados por el #$-nero de la ciencia !icci'n, % las manas reli#iosas % de otrocar*cter promueven desastres peri'dicos.stas son s'lo unas pocas mani!estaciones de la estupidez u-mana, pero su costo total en vidas % en dinero alcanza ci!ras as-tron'micas. No pretendo insinuar &ue a%a mucas posibilida-

des de &ue el costo disminu%a. Pero aun&ue poco nos aprove-


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car* para el !uturo, deberamos por lo menos no !or(arnos ilu-siones con respecto a nuestro pasado % a nuestro presente. )es-de el principio del mundo emos pa#ado el precio de nuestra

estupidez, % continuaremos aci$ndolo asta &ue eliminemos,mediante e3plosiones, toda !orma de vida de la super!icie de latierra...

Prueba de armamento at'mico en el 9ceano Pac!ico

Este libro intenta presentar por lo menos las principales !acetas

de la estupidez a lo lar#o del desarrollo ist'rico % en nuestrospropios das. No abri#a la intenci'n de deducir morale(as, % nisi&uiera de su#erir remedios. 0i bien es cierto &ue en ran 8re-taa a veces se condena a los delincuentes abituales a pero-dos de educaci'n correctiva, a nadie se le a ocurrido todavaobli#ar a los est"pidos a someterse a un curso de sabidura, nia intentado suministrarles un mnimo de inteli#encia.

astamos millones en la !abricaci'n de bombas at'micas, pero


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en todo el mundo los maestros son los traba(adores intelectua-les peor pa#ados. La conclusi'n &ue de todo ello puede e3traer-se es tan obvia, &ue creemos me(or de(ar &ue el lector lle#ue a

ella por s mismo.Entre las dos #uerras en Europa Central e3isti' un insulto !avo-rito, &ue adoptaba la !orma de una pre#unta. 0ola pre#untarse5)#ame... +duele ser est"pido/ )es#raciadamente, no duele.

0i la estupidez se pareciera al dolor de muelas, %a se abrabuscado ace muco lo soluci'n del problema. 6un&ue, a decirverdad, la estupidez duele... s'lo &ue rara vez le duele al est"-

pido. < $sta es la tra#edia del mundo % el tema de esta obra.

Caza % &uema de bru(as en la Europa Jedieval

La estupidez insiste siempre6lbert Camus

Primer Capitulo Historia de La Estupidez

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