Premios y castigos

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Escuela de Padres

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Hay que partir de la base de que los niños y los padres perfectos NO EXISTEN.

Cualquier padre puede en un momento determinado dudar y preguntarse si lo

está haciendo bien. Muchas veces los hijos no se comportan como los padres

quieren, y cuando no logramos cambiar sus malos hábitos nos frustramos, nos

sentimos confundidos e incluso tendemos a tirar la toalla escudándonos en

argumentos como: “es que tengo un hijo muy difícil, con él las normas no

sirven”, “siempre ha de salirse con la suya, ya cambiará cuando sea mayor”,

“se portará mejor cuando crezca”,...

Está claro que nunca se tienen todas las respuestas. Pero, sí existen soluciones y

técnicas que resultan útiles para muchos padres. Aunque hay que recordar

que no se deben esperar resultados y mejoras demasiado pronto, sino que se

deben fijar metas. Los niños no pasan todos por las mismas etapas a las mismas

edades, ni son igual de maleables, y ya que cada padre es el que mejor

conoce a su hijo, debe fiarse de sus propios juicios y de su instinto.

PASOS PARA MODIFICAR EL COMPORTAMIENTO DEL NIÑO

1º.- DEFINIR EL PROBLEMA. Antes de hacer cambios hay que saber qué es lo

que se desea cambiar. Las etiquetas que solemos ponerles a los niños, “es muy

tozudo...”, “es un desobediente...”, no sirven de nada, son muy generales, y

además no se trata de cambiar a todo el niño, sino solamente su conducta o

actitud. Hay que ser específico y aislar el problema.

Actuando de forma desorganizada e improvisada no funcionamos bien en el

trabajo, ni en casa, y tampoco en la educación de los hijos. Tenemos que

preguntarnos ¿qué es lo que el niño hace o no hace repetidas veces y me

disgusta?, ¿qué es exactamente lo que quisiéramos que hiciera?. Lo mejor en

estos casos es plasmarlo por escrito. Dividir una hoja por la mitad y escribir,...

PREMIOS Y CASTIGOS: SU UTILIDAD PARA EDUCAR A NUESTROS HIJOS

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MENOS VECES MÁS A MENUDO

Dejar el cuarto hecho un lío. Poner la ropa en un cesto

Decir palabrotas Hablar con educación

En la primera columna haremos una lista de comportamientos o hábitos

concretos que queremos que el niño elimine o haga menos; y en la segunda

columna pondremos el reverso o paralelo de esas conductas, las que se

pretenda conseguir más a menudo. Cada punto debe tener su paralelo.

2º.- ENFOCAR LOS PROBLEMAS UNO POR UNO. Una vez se haya decidido

exactamente qué es lo que queremos cambiar, hay que centrarse en cada

problema por separado, y empezar a trabajarlos uno por uno, resolviendo uno

antes de pasar al siguiente. Conviene empezar por un problema de fácil

solución, que pueda resolverse con rapidez, para que todo el mundo

comience con sensación de éxito. Además, cada pequeño cambio obtenido

afectará también a la conducta general del niño en un sentido positivo.

3º.- HACER SABER AL NIÑO LO QUE SE ESPERA DE ÉL. Se debe elegir un momento

tranquilo para explicarle al niño lo que vamos a hacer. Hay que utilizar

palabras sencillas porque muchas veces se les habla a los niños en términos

generales, como “tienes que ser más responsable” o

“pórtate bien”, y esto a veces significa muy poco para los niños pequeños.

Conviene hablarles de lo que se quiere que hagan de manera muy concreta.

4º.- SER MODESTO, SER PACIENTE. Rara vez se soluciona el problema de un niño

de la noche a la mañana. Cada pequeño signo de progreso que se vaya

obteniendo debe ser reforzado y elogiado.

5º.- SER CONSECUENTE Y CONSTANTE. Para conseguir el éxito final hay que ser

consecuente y constante. El padre y la madre deben actuar de común

acuerdo y de la misma manera ante la conducta conflictiva del niño, y es de

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gran ayuda si profesores, cuidadores y otros miembros de la familia que

tengan un contacto regular con el niño actúan de la misma manera.

La constancia es fundamental, y para ello es conveniente llevar un registro

para medir y anotar los cambios, así se observarán mejor los progresos y nos

motivará a continuar.

6º.- SER POSITIVO. En general, hay que ver la educación con mentalidad

positiva. No todo lo que hace el niño está mal, sólo hay algunos

comportamientos que no son adecuados y queremos cambiar. Y, ante todo,

el niño debe saber siempre lo mucho que le queremos y reforzarle cuando se

esté portando bien. Recordad que con un comentario positivo se consigue

mucho más que con una crítica.

TÉCNICAS BÁSICAS

Después de seleccionar el comportamiento que se desea cambiar hay que

elegir la técnica o estrategia a utilizar. Vamos a comentar cuatro técnicas

básicas, que seguro muchos de vosotros conocéis y habéis puesto en práctica

alguna vez. Son: elogiar, ignorar, recompensar y castigar.

Veremos en qué consiste exactamente cada una de ellas, cómo y cuándo

deben emplearse, y qué requisitos deben cumplir para que sean realmente

eficaces.

¿CÓMO ELOGIAR?

Es muy fácil para los padres, y se hace sin darse cuenta, centrar la atención en

lo que los niños hacen mal, y no darse cuenta de lo que hacen bien.

Normalmente surge más rápida la crítica que el elogio. Y la crítica constante

combinada con pocos elogios no da buenos resultados.

Pensamos que la buena conducta está garantizada y sólo centramos la

atención en la mala, con lo cual la estamos reforzando, porque el niño lo que

quiere muchas veces es “llamar nuestra atención”. Los elogios suelen dar

resultados inmediatos, pero también hay que saber cuándo darlos.

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Hay que elogiar el comportamiento y no la personalidad. Si centramos el

elogio sobre la acción; “Me gusta como le has hablado a la abuelita”, el

niño entenderá mejor cuál es la conducta que debe repetir. Hay que usar

pues elogios concretos.

Elogiar los adelantos. Se debe elogiar cada pequeño paso que se dé hacia

la conducta deseada.

Elogiar inmediatamente. Los elogios son más eficaces, sobre todo en niños

pequeños, cuando se producen pronto. No debe pasar mucho tiempo

entre el comportamiento positivo del niño y la respuesta de los padres.

Combinar elogios con amor incondicional. Los niños buscan de manera

natural conseguir la alabanza y la aprobación de sus padres. Además,

cada vez que se hace un comentario positivo del niño, se está trabajando

también su autoestima, se le está dando una imagen positiva de sí mismo, y

se va a sentir más seguro. Pero, al mismo tiempo, y paralelo al elogio, el

niño debe saber en todo momento que se le valora y se le quiere de forma

incondicional. Que el niño sepa que no necesita “ganarse” el amor de sus

padres, porque ya lo tiene.

¿CÓMO IGNORAR?

Un modo eficaz de eliminar comportamientos específicos es ignorarlos. Puede

que al aplicar esta técnica os parezca que no estáis haciendo nada en

absoluto, pero si ignoráis sistemáticamente algunos comportamientos que

queréis eliminar comprobaréis que se consiguen resultados asombrosos, y que

el niño deja de actuar de ese modo determinado porque no obtiene a

cambio el resultado que esperaba.

La ignorancia sistemática consiste en ignorar los comportamientos que

desagradan y, prestar atención y reforzar, los que agradan. Nunca se debe

hacer una cosa sin la otra.

Es evidente que no se pueden ignorar conductas peligrosas como correr suelto

por una calle con tráfico, o subirse a lugares peligrosos,... La técnica de ignorar

funciona bien normalmente con comportamientos que siempre han

provocado la atención de los padres y que le han permitido al niño salirse con

la suya. Un buen ejemplo son las RABIETAS.

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¿CÓMO RECOMPENSAR?

Las recompensas o premios actúan como refuerzos, y además proporcionan

motivación a la persona para conseguir objetivos. Un reforzador es, en cierto

modo, una recompensa, una gratificación y si se aplica o administra al niño

fortalece/aumenta su conducta antecedente.

Las recompensas que utilicemos pueden ser materiales; si se quiere utilizar un

reforzador material conviene que el niño tenga carencia del mismo para que

pueda ser eficaz, pueden ser recompensas sociales; la atención, la alabanza,

las sonrisas, los comentarios positivos,...y las recompensas de actividad; ver un

programa de TV, ir al cine, salir a jugar, ir de excursión familiar,...

Lo primero que hay que hacer es definir con exactitud lo que queremos que el

niño haga más a menudo, y explicárselo a él de manera sencilla y clara.

Cuando ponemos en marcha un sistema de recompensas es muy importante

cumplir siempre. Cuando el niño ha alcanzado el objetivo propuesto debe

obtener su recompensa a poder ser inmediatamente. Nunca debemos hacer

promesas que no podamos cumplir y tampoco cambiarlas, porque esto crea

malestar e inseguridad en el niño y no entrará en el juego.

Recordad: SE NECESITA TIEMPO. Modificar la conducta de un niño requiere

tiempo y la motivación adecuada. Al principio hay que recompensar

cualquier progreso y a medida que se vaya implantando la nueva conducta

las recompensas se irán aislando.

Es muy eficaz utilizar gráficos para anotar y contabilizar las veces que aparece

la conducta deseada. Cuánto más pequeño es el niño más importantes son

las medidas visuales.

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¿CÓMO CASTIGAR?

Todos los padres usan, de vez en cuando, el castigo como una forma de

enseñar al niño.

Cuando se le manda a su habitación o se le restringe el tiempo de ver la

televisión o se le quita algún juguete,...estamos castigando.

El problema es que esta técnica se suele utilizar de forma indiscriminada. Una

misma conducta unas veces se castiga y otras no. Y, en ocasiones, castigamos

también sin tener muy claro lo que ha pasado. Así, el castigo pierde toda

efectividad y es absurdo seguir utilizándolo porque no se consigue nada.

Además el castigo solo no produce los efectos deseados, hay que combinarlo

siempre con refuerzos positivos.

El castigo solamente es eficaz cuando hace que disminuya la aparición de

una conducta inapropiada.

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Requisitos para que un castigo resulte eficaz:

Usar el castigo con moderación. Si se usa demasiado a menudo el niño se

habitúa y deja de ser eficaz.

Siempre se ha de combinar con técnicas positivas. Castigar la conducta

inadecuada y reforzar y elogiar la adecuada.

No hay que aplazar el castigo porque también pierde eficacia, y además

el niño puede no relacionarlo con la mala conducta que lo causó.

Explicarle siempre las consecuencias al niño. Debe saber qué conductas no

son adecuadas y lo que va a ocurrir si continúa con ellas.

No hay que amenazar en vano porque perdemos credibilidad. Si decimos

que vamos a hacer algo y luego no lo hacemos, mejor estar callados. Hay

que ser firmes.

No hay que poner castigos exagerados "Un mes sin salir", porque nosotros

somos los primeros que no los vamos a cumplir, además hay que darle

siempre al niño la oportunidad para demostrar sus ganas de mejora y

cambio.

Evitar el castigo corporal.

El ser padre o madre no se completa en un día y la educación no es un

esfuerzo intermitente sino un esfuerzo constante y consecuente, debiendo ser

al mismo tiempo muy cariñoso y afectuoso con el niño. Hay mucho que

enseñar a un niño; valores, creencias, normas, sentimientos,... y se requiere

mucho tiempo y esfuerzo, pero indudablemente merece la pena.

Bibliografía recomendada

"COMO CAMBIAR LA CONDUCTA INFANTIL" GUÍA PARA PADRES. Autor:

Antonio Vallés Arándiga. Editorial MARFIL

"PORTARSE BIEN" Soluciones prácticas para problemas comunes de la

infancia. Ediciones MEDICI, S.A.