Pregón Fiestas de San Juan 2017 (Santa María de Guía)

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PREGÓN DE LAS FIESTAS DE SAN JUAN 2017 María de la Cruz Benítez Molina

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PREGÓN DE LAS FIESTAS DE

SAN JUAN 2017

María de la Cruz Benítez Molina

Señor alcalde, señoras y señores

concejales del excelentísimo

ayuntamiento de Santa María de Guía,

señor cura párroco… presidente de las

Asociación de vecinos Santa Bárbara y

de la comisión de fiestas… señor

pregonero de la pasada edición:

muchas gracias por sus palabras…

Vecinos, vecinas de San Juan – Gallego

y Dehesa, medios de comunicación,

amigos, familia… muy buenas noches.

Quisiera, antes de nada, darles las

gracias por acompañarme en este día

tan especial para mí.

Permítanme que este pregón se lo

dedique de todo corazón a dos

personas muy especiales para mí, dos

personas que me hubiese gustado que

estuvieran ahí sentadas entre todos

ustedes, escuchándome, aunque sé

que ellas me estarán ayudando en

estos momentos… Mi madre y mi

hermana Paqui.

Como ya han dicho anteriormente me

llamo María de la Cruz Benítez Molina,

aunque todos me conocen como

“Cruci” o “Crucita”. Nací un 3 de Mayo

en el Gallego, hace ya unos cuantos

años. A los 3 añitos mis padres, por

motivos de trabajo, cambiaron de

residencia trasladándose al barrio de

San Juan, a la finca de Federico Pérez,

y desde entonces mi vida ha

transcurrido aquí.

Quiero hacerles una confesión: cuando

me dijeron que habían pensado en mi

persona para que pregonara las fiestas

de San Juan 2017, el mundo se me vino

encima… un color me iba y otro me

venía, me temblaban las piernas y no

sabía de qué color me ponía. Yo le

decía a Tito que fue quien habló

conmigo, que no, que en el barrio hay

gente mejor preparada para hacer el

pregón, que por mucho que me guste

un micrófono no estaba preparada para

hablar de este nuestro barrio. Él me

decía: “pero tú eres de aquí del barrio y

has estado metida en todos los

berenjenales y sabes cómo va esto de

las fiestas y también te has involucrado

en actos cuando no eran fiestas, con

los niños y niñas, con los jóvenes… yo

le volvía a decir que no y él me dijo:

“Piénsatelo esta noche… mañana

vuelvo y me dices sí o no”.

Esa noche no dormí nada. Por más que

lo intentaba no se me iba de la cabeza

lo que me habían propuesto.

Pensaba… esto es una responsabilidad

muy grande. No sé si podré. Pensé

tantas cosas… hasta que me acordé de

algo que me había dicho mi hija Betania

el año pasado aquí en esta misma

plaza: “Mamá, si a ti te dicen que hagas

el pregón de las fiestas, ¿lo harías?

Casi no la dejo terminar la pregunta. Le

dije que no, que yo no servía para eso…

y ya ven, aquí me tienen.

Según me quede sola ese día le

pregunté: “Betania, ¿a ti te han

comentado algo? Y ella me decía que

no, pero que como yo había estado

siempre involucrada en las cosas del

barrio, fiestas, niños, galas solidarias…

¿Por qué no podía ser algún día quien

pregonara las fiestas de San Juan?

Al día siguiente llegó Tito de nuevo…

Aún me daba vueltas la barriga y me

temblaban las piernas y me reí nada

más verlo. Él me miraba y se reía

también. Yo le decía… “No te rías por

favor que todavía estoy temblando”

bueno… aún sigo con el temblique. Él

me preguntaba: “¿Qué, ya lo tienes

pensado?” Y yo en lo mismo… ¿Por qué

no eligen a otra persona que pueda

hacerlo mejor? Yo no creo estar

preparada para esto. Y él me decía…

“Sí que puedes mujer… solo tienes que

contar tus vivencias en el barrio y en

las fiestas de aquí…” y yo con los

nervios más me reía. Él dio por hecho

que eso era un Sí y ya me ven… aquí me

tienen.

Antes que nada quiero pedirles

“Perdón”. Yo no soy de escribir y menos

de ponerme a preparar un relato para

exponer delante de tanta gente… lo mío

como ya saben son los hilos, las agujas

y el baile.

San Juan en el municipio de Guía nace

como topónimo a partir de la

construcción de la ermita de San Juan

en el año 1690. Convirtiéndose la

ermita en un hito, en un edificio clave

que marcará desde entonces el

territorio, y que será centro de

peregrinación anual de los vecinos de

la comarca.

Se instituye la celebración anual el 24

de junio de la fiesta de San Juan

Bautista, que conlleva para el fundador

prestigio social en la comunidad

vecinal y que, a su vez, trae consigo un

encuentro anual del vecindario entorno

a la ermita de San Juan.

Nace por tanto una fiesta popular que

desde entonces, y de manera anual

congrega a todos los vecinos de las

medianías, y a la que acuden, por su

cercanía, los vecinos de la propia Villa

de Guía.

El arraigo de la advocación a San Juan

es tal, que, a pesar, de ser la ermita de

propiedad privada, la participación del

vecindario en la festividad es intensa y

multitudinaria. El mismo hecho de que

la advocación de la ermita sea la de

San Juan, conlleva en la mentalidad del

campesino, del hombre de la tierra,

unos elementos simbólicos, que hacen

de la ermita un centro telúrico, pues

como es sabido San Juan es la fiesta

del fuego y el agua.

Como ya les dije anteriormente, nací en

el Gallego, en una humilde familia que

formaron mi padre Adolfo Benítez

González y mi madre Inmaculada

Molina Ojeda.

Mi padre trabajaba desde niño en la

agricultura y mi madre cuidaba de

nosotros… Éramos 3 hermanos, Juan,

Paqui y yo que fui la mayor de los 3.

Estudié en la Escuela Pública que

estaba en la casa donde hoy viven Juan

Padrón y Fefita Rodríguez. Allí

estuvimos hasta los 7 años. Luego nos

trasladaron a los Salesianos hasta que

se terminara el colegio “Carrero

Blanco” donde finalizaría primaria. La

verdad es que no era buena estudiante,

lo mío eran los deportes, atletismo,

voleibol, balonmano… con tal de no ir a

clases, en lo que Don Manuel Jiménez

me pusiera. Era una de sus “pupilas”

como decía él.

Me encantabas las manualidades y

como no, las labores. Porque en esa

época se hacían labores en el colegio.

Doña Consuelo Brito, una de las

profesoras que tuve con 8-9 años, le

decía a mi madre:” Estudiar… no

estudia mucho, pero las agujas se les

da de maravilla”. Cuántas cosas hice a

punto de cruz y cuantos pulovers y

rebecas a dos agujas.

El primer juego de agujas de tricotar

me las regalaron cuando hice la

primera comunión, con casi 7 años.

Recuerdo una bola de lanilla y las 2

agujas que eran casi más grandes que

yo. Me las regaló Sofiíta, mi vecina. Ella

fue quien me enseñó a coser a punto y

también a su nieta Rosa Delia que

estábamos casi siempre juntas. Ya

después mi madre me enseñó a coser a

punto de cruz. Yo, de atrevida, también

quería coser en la máquina donde ella

cosía. Bien de agujas partí en aquella

galería donde tenía su máquina de

coser, mientras que mis padres

dormían la siesta para volver al trabajo

por la tarde.

Ya con 10-11 años ayudábamos en las

labores de las tierras pues mi padre

después de terminar su jornada de

trabajo, seguía en un trozo de tierra que

le dejaba el dueño de la finca donde

vivíamos para que plantara algo para la

casa: papas, tomates, cebollas,

lechugas… así siempre había algo más

para la economía familiar.

Mis hermanos y yo después de llegar

del colegio nos cambiábamos el

uniforme escolar y merendábamos un

bocadillo con lo que había y teníamos

que ir a ayudar a mis padres en las

tierras hasta que llegaba casi la noche.

Después teníamos que hacer los

deberes para el día siguiente volver al

colegio y así, día tras día.

Cuando terminé 8º con 14 años como

no me gustaba, no quería seguir

estudiando… ya se me había metido el

gusanillo de coser pues en los meses

de verano solíamos ir a la costura.

Estuve un año sin estudiar, y mi padre

me puso a trabajar en la finca donde él

trabajaba. Pero aquello era mucho para

mí, desde las 7 de la mañana hasta las

12 del mediodía y desde las 2 a las 5 de

la tarde. Cuántos racimos de plátanos

tuve que sacar de esas plataneras,

cuántos sacos de piña en pleno verano

para preparar la deshojada que se

hacía un domingo por la tarde. Nos

reuníamos familiares y vecinos a

descamisar las piñas y ponerlas en la

azotea para que se secaran bien y

luego por último desgranarlas. ¡Qué me

gustaba darle a la manivela de la

desgranadera y que el millo me tapara

las piernas!, luego se recogía, se cernía

y se metía en unos bidones de lata o en

unos garrafones de cristal. De allí lo

sacaba mi madre para tostarlo y

llevarlo al molino de Amancia para que

lo moliera y nos hiciera el gofio.

Estuve un año trabajando en la finca

cuando hacía falta… casi siempre y por

la tarde en verano un ratito a la costura

o a coser con mi madre, que era lo que

a mí me gustaba.

En el siguiente curso me matriculé en

los Salesianos que era donde estaba

F.P y ahí estuve dos años haciendo

auxiliar administrativo. Después me fui

a estudiar peluquería en Las Palmas.

Como decía mi madre: “Yo era aprendiz

de todo y maestra de nada”. No tengo

titulaciones, pero eso no significa que

sepa menos que los que lo tienen… en

ocasiones sabía yo más que las que

tenían títulos académicos.

Los primeros recuerdos que yo tengo

de las fiestas de San Juan, son de muy

pequeña, cuando se ponía el escenario

en la calle Santa Bárbara, delante de la

tienda de “Susita y Maestro Pedro”

donde hoy es la casa de Pantón.

Recuerdo a Suso el Maipó y a René el

pintor colocando las banderas y las

bombillas, ellos siempre ayudaban en

esa tarea a los vecinos que hacían las

fiestas.

También recuerdo las casetas de tiros,

la tómbola que se ponía subiendo la

calle a la izquierda, entonces no habían

edificado algunas casas de las que

están hoy.

La gente paseando calle abajo, calle

arriba, los juegos infantiles, los discos

dedicados desde la caseta de control,

la rifa del arco con aquella ruleta de

madera…

Ya más grandita, con 9-10 años, solía ir

con mi padre a vender números para

las fiestas. Él estuvo muchos años

haciendo fiestas en el barrio junto a

muchos que hoy no están entre

nosotros como Juan Vega (el Pica),

Perico González, José González, Pepe

Benítez, Manolito Falcón, é de

“Teodorita”, y muchos otros que

también con mucho esfuerzo

organizaban las fiestas del Patrono.

Me acuerdo de salir con Teodorita a

casa de sus familiares en el campo,

como me decía ella, comíamos en casa

de una tía, después seguíamos

caminando para llegar a casa de sus

hermanos y hermanas. Yo no sabía ni

que pueblos eran aquellos y volvíamos

a San Juan ya casi de noche.

Con 13-14 años, ya empezábamos a

reunirnos la juventud de aquella época

y fue cuando se formó el grupo de

Scala-Hifi que fue uno de los primeros

por aquí en el noroeste junto con el de

Barrial y estuvimos formando parte de

las fiestas durante muchos años.

Recuerdo cual fue la primera canción

que hicimos en esa época, “Black is

Black” de May Kenedy y los Bravos. La

bailábamos Manola de la Ovidia, Marina

la sobrina de Estrellita y yo. Se hizo en

el teleclub y el escenario era el techo

de la oficina, yo, no podía levantar los

brazos para bailar, pues chocaban en el

techo, o aquello era muy chico o yo muy

grande. Ahí se hicieron unas cuantas

galas, tanto de variedades artísticas

como de Scala-hifi.

Años más tarde se hacía los actos en la

azotea del salón de Gonzalo Quintana,

donde tenía la exposición de muebles.

Se hacían las verbenas, los concursos,

etc. Ahí se hizo el primer festival de

Scala-Hifi donde hubo unos 5 o 6

grupos. Ya estaba de moda las Scala-

Hifi en todo el noroeste y casi todos los

barrios tenían grupito. Seguro que

muchos de ustedes se acuerdan a

quien me gustaba mucho imitar…

Isabel Pantoja.

Cuando ya se hizo el segundo piso del

teleclub que ya era Asociación de

Vecinos, y se empezaron hacer actos

allí, principalmente los de las fiestas de

Santa Bárbara, por ser ya más en

tiempo de invierno. Los actos de las

fiestas de San Juan se hacían en la

cancha del colegio, pues ahí el aforo

era más amplio y cabía más gente. La

verdad es que se hicieron muy buenos

actos arriba, concursos, festivales,

verbenas, juegos, campeonatos

deportivos, etc. Seguro que también se

acuerdan de que al terminar los actos

algunos y algunas teníamos que

recoger todo y tocaba coger cepillo y

escoba para dejar todo bien limpio y

organizado tal y como nos lo había

dejado, ya que el lunes había clases

otra vez y volvían los niños y niñas al

colegio.

Mi vida ha estado siempre vinculada en

el barrio haciendo algo… ¿Cuántos

chicos del barrio aprendieron a bailar

canciones de verbena en el garaje de

mi casa? ¿Cuántas niñas aprendieron a

coser a dos agujas o a dar sus primeras

puntadas en alguna prenda de vestir?

También aprendieron manualidades,

todo esto en los meses de verano.

Con casi 17 años mi padre nos dijo a mi

hermana y a mí que en Guía querían

formar de nuevo una rondalla, pues las

dos que había en el pueblo se habían

disuelto. Nos preguntó si queríamos ir y

a nosotras que nos gustaba más un

bailoteo que comer, ni lo pensamos y

dijimos que sí. Ya mi hermana estaba

aprendiendo a tocar la guitarra en el

colegio con “Sor Manuela”, luego

también empezaron a dar clase de

música aquí en San Juan a un grupito

de niños y niñas. A mí me gustaba y me

sigue gustando la bandurria, pero cada

vez que llegaba y veía a Maestro

Ignacio, me daba risa y no entraba.

Pero el grupo en Guía también querían

hacer un coro de baile y necesitan

gente y eso sí que me gustaba más. Y

me metí a bailar. Y ya llevo 37 años de

nada bailando en la “Agrupación

Folclórica Estrella y Guía” de la cual

estoy muy orgullosa y espero poder

seguir formando parte de esa familia

durante muchos años más. Mientras

empezaba con el grupo en Guía

seguíamos formando parte de la

comisión de fiestas todos los años.

Como dijes antes, mi padre formó parte

de estas comisiones muchísimos

años… así salimos mi hermana y yo tan

fiesteras. Veíamos como se reunían o

bien en el teleclub o en el bar,

cualquiera de los dos que había e

incluso en mi casa que también se

llegaron a reunir varias veces para

preparar la fiesta de ese año. Al

terminar, siempre decían lo mismo: “A

ver si el próximo año la hacen otros,

que ya nosotros no estamos para esto”,

y nos decía a la juventud. El año que

viene la hacen ustedes y nosotros les

echamos una mano, pero… otro año

más, lo mismo…

A 3 meses de Junio, nadie quería

hacerse cargo de organizar la fiesta, y

los de siempre tenían que ponerse a

trabajar. Entonces algunos de los

jóvenes ya colaborábamos con ellos.

Los mayores planificaban y preparaban

todo y cuando ya estaban impresos los

números, que era y es de donde se

saca el dinero para hacer la fiesta, nos

repartíamos en 4 o 5 grupos para ir los

domingos a vender los números. Una de

estas salidas fue al Valle de Agaete,

¡bien de cuestas para vender tan solo

20-25 números! Después de estar

subiendo y bajando todo ese Valle,

tuvimos que llegar caminado a Agaete,

pues como no llegaban a recogernos

nos fuimos caminando carretera abajo.

Nos recogió el grupo que venía de la

Aldea y ellos sí que habían vendido

bastante, ¡10-12 talonarios! Más

cabreadas llegamos nosotras a San

Juan ese día. Pero bueno, había

domingos que se nos daba bien y eso

nos alegraba. Parecía que

competíamos al ver que un grupo

vendía más. Después de todo, nos

gustaba participar y así, años tras año

hasta que ya los mayores dejaron de

hacer las fiestas y estuvo el barrio unos

cuantos años que solo se hacía la misa

el día de San Juan.

Recuerdo aquellas famosas carreras de

caballos que eran muy nombradas en

toda la isla y a las que se acercaba

tanta gente a verlas. Nosotros cuando

pequeños solíamos ir a verlas al

machón, donde está la palmera.

Cuando éramos más grandes nos

dejaban ir a verlas en la Ermita y ya de

mayores las veíamos de las azoteas de

algunos vecinos o en el teleclub.

Esta noche me viene a la mente

muchísimas personas que ya no están

con nosotros y que también formaban

parte de esas comisiones de fiestas.

Seguro que nos estarán viendo en un

lugar privilegiado, en las alturas. Un

beso para todos ellos y ellas.

A los 18 años empecé a dar catequesis

a los niños y niñas de San Juan, el

Gallego y la Dehesa. Miren que han

pasado niños y niñas conmigo en

catequesis para su primera comunión.

A ellos también los involucraba en el

tema de las fiestas, bien en la Scala-

Hifi, como en los juegos infantiles, en

los concursos, en algún pase de modas,

etc.

La víspera de la fiesta, algunos se iban

conmigo a preparar la Ermita para el

día grande de la fiesta, me ayudaban

con las flores, con el agua, con los

manteles, etc. A ellos les gustaba ir a la

Ermita, pues yo los llevaba de vez en

cuando por allí algún día de catequesis.

Mientras que las demás mujeres y yo

enramábamos a San Juan y a Santa

Bárbara, ellos correteaban alrededor

de la iglesia; algunos iban a traer más

agua a casa de algún vecino para poder

dejar todo bien bonito para el día

siguiente, algunos que otros se

peleaban para poder tocar la campana

mientras nosotras arreglábamos todo.

A las niñas les encantaba barrer las

escalinatas y ayudarnos a limpiar los

bancos. Alguna me llegó a decir:

“Cuando yo sea grande, quiero venir a

decorar la iglesia como tú”. Y sí, la he

llegado a ver haciendo lo mismo que

hice yo durante muchos años. Aunque

ahora mismo es imposible hacerlo,

pues ya ven todos el lamentable estado

en que está hoy en día la Ermita ¡Qué

pena! Hago público el deseo de todos

los habitantes del barrio: Que la

restauren cuanto antes.

Después de terminar todo lo que

hacíamos en la Ermita, solíamos ir a

bailar los papahuevos, bueno, yo más

que bailar iba a cuidar a los chiquillos

para que no se cayeran por donde

había algún peligro. Algunos más

pequeños le tenían miedo, pero una vez

le dije a uno de los cargadores que si

me dejaban bailarlo un rato para que

ellos vieran que no hacían nada. Creo

que fue el día que más me he divertido

bailando los papahuevos…Alguno

seguro que ya no volvió a tenerles

miedo. De hecho, lo he llegado a ver

bailando con uno de ellos, en concreto

el cocinero.¡ Qué tiempos!

En el año 1989 me casé o me casó...

Don Roberto Rivero con Juan Jesús

Martín y de este matrimonio tenemos

dos hermosas mujercitas: Betania y

Begoña .Ellas también han vivido las

fiestas del barrio desde bien pequeñas,

pues al estar yo metida en estos actos

también ayudaban en lo que ellas

podían…

Hace casi 12 de años que emprendí

una nueva etapa en mi vida, ya que me

arriesgué a montar un negocio en Guía

y desde entonces estoy un poco más

apartada del barrio.

Antes les decía que las fiestas de San

Juan tuvo unos años en que nadie se

quería hacer cargo de organizarlas.

Hasta que un año nos reunimos un

grupito de gente del Gallego y otros de

aquí de San Juan y volvimos a intentar

sacar adelante las fiestas de nuestro

barrio… Unas veces con más actos,

otras con menos, pero parece que ya

no han vuelto a quedar en el olvido.

Ahora mismo quien hace lo imposible

para que estas fiestas no decaigan es

la “Asociación de Vecinos de Stª

Bárbara” junto a un buen grupo de

colaboradores.

Yo no tengo ya el tiempo que quisiera

para poder ayudar y colaborar como lo

hacía antes. Pero siempre les he dicho

que en lo que yo pueda que cuenten

conmigo, que sí está en mis

posibilidades ayudarles, aquí estoy.

Muchas gracias a todos ellos por seguir

haciendo que San Juan Bautista tenga

sus fiestas en el mes de Junio.

Gracias por hacerme partícipe este año

en ellas pregonando las fiestas de mi

barrio.

A todos ustedes mil gracias por estar

aquí escuchándome, que sepan que

está todos invitados a disfrutar de las

Fiestas de San Juan 2017.

¡Paso lista en los diferentes actos que

tenemos!

¡¡¡ GRACIAS!!!