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PROBLEMAS HUMANOS DE UNA CIVILIZACIÓN INDUSTRIAL

ELTON MAYO

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La reacción de la industria sobre el orden social. Desarrollo técnico y “anomia” http://mx.encarta.msn.com/encyclopedia_961534780/Anomia.html

Anomia, concepto sociológico formulado por el teórico social francés Émile Durkheim, es la ausencia de normas en el individuo.

En su obra La división del trabajo social (1893), Durkheim postuló que la anomia o anomía es el mal que sufre una sociedad a causa de la ausencia de reglas morales y jurídicas, ausencia que se debe al desequilibrio económico o al debilitamiento de sus instituciones, y que implica un bajo grado de integración. En El suicidio: un estudio sociológico (1897), analizó la relación del individuo con las normas y valores de la sociedad en la que vive, y su aceptación e interiorización. Para Durkheim, la anomia es mayor cuando los vínculos que unen a los individuos con los grupos sociales o colectividades no son fuertes ni constantes.

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La vida en un centro industrial moderno, ¿predispone a los obreros, de alguna manera inconsciente, a una reacción obsesiva?

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Robert E. Park, investiga la influencia cultural de un barrio de vivienda con toda la ciudad de Chicago.

Clifford Shaw, estudio de la distribución geográfica de los delincuentes de Chicago desde 1917 hasta 1927.

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Según Clifford Shaw, la delincuencia y el crimen son síntomas de la desintegración de las normas sociales (no se refiere a la fiscalización ejercida por otra persona, por un tribunal, o por un mandato legislativo.)

Se refiere a la coacción interior para pensar y actuar de una manera socialmente aceptable, coacción que a una comunidad ordenada la es impuesta por la tradición social.

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Durkheim afirma que los individuos están cayendo cada vez más en una continua agitación, en un desarrollo personal sin plan alguno: un método de vida que se destruye a sí mismo, porque los objetivos alcanzados ya no tienen criterio de valor; la felicidad está siempre más allá de cualquier objetivo alcanzado.

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El trabajo que un hombre realiza representa, probablemente, su función más importante en la sociedad; pero, si su vida no tienen alguna suerte de fundamento social integral, no puede siquiera asignar un valor a su trabajo.

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La respuesta al problema planteado por la división de investigación de Hawthorne -la vida en un centro industrial moderno, ¿Predispone de alguna manera al trabajador a una reacción obsesiva?- debe ser, a primera vista, afirmativa.

¿Qué implica esta afirmación a modo de tentativa?

Es de suponer que las investigaciones de Chicago son importantes, no solamente en lo que respecta a las encuestas sobre crimen y suicidio, sino también para los estudiosos de relaciones industriales, de psiconeurosis y de educación. Fuera de esto, es evidente que cualquier desorganización social, en tan gran escala, debe revelar una inestabilidad creciente del consumo económico.

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El problema del Administrador Se han llevado a cabo muchas investigaciones

sobre el factor humano en la industria o en conexión a ella:

a. Selección y dirección profesionales,b. Desarrollo de los test,c. Estudios fisiológicos sobre alimentación,

estado físico, postura.

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Los descubrimientos provisionales, sobre los que se informado, pueden resumirse de la siguiente manera:

No existe una única forma simple de fatiga orgánica: hay muchos tipos de fatiga. Los que hasta ahora han estudiado los fisiólogos son incapacidades orgánicas identificables cuya causa es:

a. Una capacidad deficiente del individuo. El individuo está, por ejemplo, "fuera de entrenamiento" para correr.

b. Alguna condición exterior que "interfiere" para imposibilitar la prosecución del trabajo. por ejemplo, una temperatura exterior de 35°C, con insuficiente movimiento de aire.

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La alternativa para estas deficiencias por fatiga es el logro de un estado de equilibrio que permita proseguir con la actividad casi indefinidamente.

Los estudios industriales de las "interferencias" que no sean de origen orgánico conducen a palabras tales como monotonía o hastío.

Hasta en los primeros trabajos de Vernon y Wyatt se descubrió que los factores "temperamentales" y sociales son tan importantes como las diferencias de tipo de trabajo o de capacidad mental.

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La investigación industrial permitió comprender claramente que los problemas de equilibrio y de esfuerzo humano no están enteramente contenidos dentro del terreno abarcado por la organización de la fábrica y el sistema ejecutivo.

Algunas fuentes de desequilibrio personal y, especialmente, la falta de resistencia ante los acontecimientos adversos deben ser atribuidos a la desorganización cada vez mayor en la actualidad.

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Un administrador ya no puede ocuparse exclusivamente de su función especial, con la suposición de que las normas establecidas por un código social en vigor continúan operando sobre los otros terrenos de la vida y acción humanas.

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Brooks Adams, autor italiano, expone la importancia de una alta calidad del grupo administrativo en relación con el mantenimiento del equilibrio social.

Observa que en cualquier sociedad, la dirección corresponde a dos tipos de élite, la gubernamental y la no gubernamental; a esta última compete la dirección de todas las actividades industriales y económicas

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Los problemas señalados por el presidente Hoover y por Sir Artur Salter, son problemas de colaboración humana. Cuando, dentro del grupo nacional, los hombres comiencen a trabajar juntos, por una finalidad común, la confianza se habrá restaurado.

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El primer problema es el del fracaso del esfuerzo cooperativo dentro de la nación. Este fracaso, considerado como síntoma de desorganización social, es mucho más significativo que la aparición de puntos oscuros de crimen o suicidio.

La incomprensión entre empleadores y obreros, que se observa en todos los países civilizados, ilustra perfectamente este fracaso.

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Mejores métodos para conseguir una élite administrativa, mejores métodos para conservar un buen estado de ánimo entre los obreros. El país que primero resuelva estos problemas se adelantara en la carrera de la estabilidad, la seguridad y el progreso

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Hay un aspecto importante, en el problema de las relaciones entre empleador y empleado, que ha persistido a través de un siglo de transformaciones en la organización industrial.

El problema puede resumirse brevemente en la afirmación de que desde la revolución industrial no ha existido nada que se parezca a una colaboración eficaz y sincera entre los grupos administrativos y obreros.

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Estos problemas fueron definidos durante un siglo en función de la economía, y de la clara lógica de la economía; no se tuvieron en cuenta los factores sociales y humanos.

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Se ha pasado rápidamente de un tipo sencillo de organización económica y social a una forma de organización industrial que supone que cada participante será un partidario de la economía sistemática y un lógico riguroso.

El obrero industrial, sea o no capaz de hacerlo, no quiere establecer una lógica de escuela que guiará su método de vida y de trabajo. Lo que quiere puede describirse, en primer lugar, más bien como un método para vivir en relación social con los demás y , luego, como parte de esto, una función económica y de valor para el grupo.

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Todo este importantísimo aspecto de la naturaleza humana ha sido temerariamente desatendido en nuestro "triunfante" progreso industrial.

Al acelerarse el ritmo del desarrollo industrial, se alejó indefinidamente la posibilidad de comprender al obrero, o de equilibrarlo de algún modo dentro de la masa. El sindicalismo vino a representar la esencia misma de la reacción conservadora: la resistencia de toda innovación de un código social agonizante. No había, una apreciación suficiente de los valores humanos contenidos en un código social de conducta, de manera que la tentativa por conservar los valores humanos y las innovaciones económicas entraron en conflicto.

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La mayor dificultad de nuestra época es el desmoronamiento de los códigos sociales, que anteriormente nos disciplinaban para una eficaz labor de conjunto.