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Vitoria enla Edad Media

Historia y desarrollo urbano

Sergio Martínez MartínezBeatriz Arizaga Bolumburu

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Autores: Sergio Martínez Martínez y Beatriz Arizaga BolumburuDiseño, maquetación y fotografía: Sergio Martínez MartínezEdita: B.A.B.Imprime: Tratamiento Gráfico del Documento, S.L. (Santander)ISBN: 978-84-617-8470-7

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Índice

Introducción .................................................................................................................... 7

2. Los antecedentes de la villa de Vitoria .................................................................... 21

2.1 El área de Vitoria en la Prehistoria ...................................................................... 23

2.2 Neolítico y Edad de los Metales............................................................................ 23

2.3 La época romana .................................................................................................... 24

2.4. Las invasiones germánicas.................................................................................... 27

3. Año 1181: concesión del fuero de Logroño a Vitoria ............................................ 35

3.1 El proceso urbanizador en Álava ........................................................................ 35

3.1. La fundación de Vitoria ........................................................................................ 39

3.3. La carta puebla de Vitoria .................................................................................... 40

3.4. Otros privilegios otorgados a la villa .................................................................. 44

4. El término municipal vitoriano y la organización eclesiástica ............................ 49

4.1 Campo y ciudad en la Edad Media...................................................................... 49

4.2. La formación del alfoz vitoriano ........................................................................ 49

4.3. La organización eclesiástica ................................................................................ 56

5. Las comunicaciones de la villa de Vitoria .............................................................. 59

5.1 Las comunicaciones en Álava en época romana .............................................. 59

5.2. Las comunicaciones de Vitoria en la Edad Media ............................................ 60

5.3. Mantenimiento y seguridad de los caminos ...................................................... 66

6. El espacio público de Vitoria en la Edad Media: el urbanismo .......................... 73

6.1. El recinto urbano .................................................................................................... 74

5

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6.1.1. El espacio intramuros ............................................................................................ 76

6.1.2. El espacio extramuros ............................................................................................ 94

6.2. El sistema defensivo .............................................................................................. 97

6.3. El abastecimiento de agua .................................................................................. 107

6.4. El espacio de la espiritualidad............................................................................ 110

6.4.1. La catedral de Santa María .................................................................................. 112

6.4.2. La iglesia de San Miguel ...................................................................................... 117

6.4.3. La iglesia de San Vicente...................................................................................... 118

6.4.4. La iglesia de San Pedro ........................................................................................ 119

6.4.5. La catedral de San Ildefonso ................................................................................ 121

6.4.6. Monasterio de San Francisco .............................................................................. 122

6.4.7. Monasterio de Santo Domingo ............................................................................ 122

6.4.8. Conventos femeninos .......................................................................................... 123

6.4.9. Hospitales ............................................................................................................ 123

6.5. El crecimiento posterior a la Edad Media ........................................................ 125

Anexo I al capítulo 6 (Hipótesis gráficas) ............................................................ 131

Anexo II al capítulo 6 (Planos históricos) ............................................................ 134

7. El espacio privado en Vitoria: las viviendas.......................................................... 141

7.1. Manzanas y solares .............................................................................................. 141

7.2. La casa urbana o “casa de villa” ........................................................................ 147

7.3. Las casas-torre ...................................................................................................... 152

8. Sociedad y economía en la Vitoria medieval ........................................................ 163

8.1 La sociedad ............................................................................................................ 163

8.1.1. La población.......................................................................................................... 163

8.1.2. Origen y estructura de la población .................................................................... 166

8.1.3. La lucha de bandos y la organización política .................................................... 173

8.2. La economía .......................................................................................................... 176

8.2.1. Los sectores de actividad en Vitoria .................................................................... 177

8.2.2. Vitoria como centro mercantil.............................................................................. 180

8.2.3. El abastecimiento de la villa y la medidas de protección y monopolio ................ 182

Bibliografía .................................................................................................................. 185

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Introducción

Entre las villas medievales de los territorios vascos, Vitoria es la que presenta un conjun-to urbano más completo, más variado y también mejor conservado. No por conocidasdeja de ser necesario recordar las palabras del literato francés Víctor Hugo cuando defi-

nía a la capital alavesa como “villa gótica, entera, completa y homogénea”. Vitoria es un caso espe-cialmente interesante porque cuenta con elementos tan diversos como: una aldea, Gasteiz, pre-via a la fundación medieval y mucho más desarrollada de lo que tradicionalmente se habíaconsiderado; una villa de nueva factura creada sobre Gasteiz a finales del siglo XII; una pri-mera ampliación realizada a comienzos del siglo XIII al Oeste; una segunda ampliación orde-nada a mediados de la misma centuria; y una serie de arrabales de factura más desordenadaalrededor del núcleo urbano. Si a todo esto unimos los restos de sus murallas, la gran cantidadde edificios religiosos y las casas y torres fuertes conservadas no puede negarse que estamosante un campo de estudio magnífico para entender el urbanismo medieval.

En el capítulo 1 del presente estudio se analiza la historia de Vitoria desde la época roma-na, prestando especial atención a las diferentes hipótesis sobre el origen del poblamiento enel entorno de Vitoria.

En el capítulo 2 se describe, en líneas generales, el proceso de urbanización del territoriode Álava en la Edad Media, centrándose el estudio a continuación en el caso concreto deVitoria, con especial atención a los aspectos jurídicos contenidos en su carta puebla y tambiénen otras concesiones posteriores.

El término municipal vitoriano y la organización eclesiástica son los aspectos que se tra-tan en el capítulo 3, dada su relevancia a la hora de entender el desarrollo de la capital alave-sa durante los siglos medievales.

El capítulo 4 se ocupa de las comunicaciones en el territorio de Álava durante la EdadMedia, con especial atención al caso concreto de Vitoria. Se analizan también otros aspectosmuy interesantes en relación con las comunicaciones, como el mantenimiento y la seguridadde los caminos.

En el capítulo 5 se entra de lleno en el urbanismo de Vitoria, desde los primeros asenta-mientos hasta la conformación de la villa medieval que aún hoy se conserva. Se estudianaspectos como los espacios públicos, las murallas, las edificaciones religiosas (con especialatención a la catedral), el abastecimiento de agua o el crecimiento posterior a la Edad Media.

Tan importante como el estudio de la conformación urbana es el análisis de las construc-ciones privadas. Éste es el tema que se trata en el capítulo 6, prestando atención tanto a edifi-caciones populares como a los magníficos ejemplos de casas-torre conservadas.

Por último, el capítulo 7 se encarga del estudio de los aspectos sociales y económicos enla villa, los cuales ayudan a comprender en su conjunto el desarrollo urbano de Vitoria en lossiglos medievales.

En conjunto, este estudio, que forma parte de una amplia investigación acerca del urba-nismo medieval del norte peninsular, presenta una completa imagen de Vitoria en la EdadMedia y nos ayuda a comprender su rica Historia y su complejo desarrollo urbano.

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Vitoria como ciudad tiene su nacimientoen el año 1181; pero previamente a esta

fecha el cerro sobre el que se asienta habíaservido de lugar de habitación a otros gru-pos humanos anteriores. En las líneassiguientes vamos a relatar la evolución delpoblamiento en el entorno de Vitoria desdelos momentos previos a la llegada de losromanos hasta la fundación de la villa.

1.3. La época romanaLa delimitación de los pueblosprerromanos en el entorno delactual País Vasco no es en absolu-to una tarea fácil, fundamental-mente por la imprecisión de lasfuentes escritas clásicas en rela-ción a este tema1. En todo caso,siguiendo al más tardío de losescritores que se ocuparon de estetema, Ptolomeo, podemos esta-blecer a grandes rasgos la distri-bución de los pueblos indígenasen el territorio alavés de lasiguiente manera.Cuatro eran los pueblos asen-

tados sobre la actual provincia deÁlava. El situado más al Oeste erael de los autrigones. Ocupaba elterritorio comprendido entre losríos Asón y Nervión en lasEncartacio nes de Vizcaya, asícomo las tierras del Norte deBurgos y la Bureba hasta los Montes de Ocay la Sierra de la Demanda. En la provinciade Álava ocupaba Ayala, Valdegobía y lasdos Riberas, lindando con el siguiente pue-blo, los caristios, en la Ribera baja y Treviño.Los caristios se extendían entre los ríos

Nervión y Deva por Vizcaya central yDuranguesa do y, en Álava, por tierras deZuya, Arama yona, Cigoitia y Cuartango.Más al este se encontraban los várdulos, queocupaban todo el actual territorio guipuz-coano, contactando al oeste con los vasco-nes; en Álava se extendían por la Llanadaalavesa oriental, algo de Treviño, Campezoy los valles orientales. Al sur de las sierrasde Cantabria y Toloño se localizaba el cuar-to pueblo: los berones, situados en territorioalavés sobre las tierras de la Rioja alavesa.

La separación entre los diferentes pue-blos indígenas, a pesar de las discrepanciasentre las fuentes, puede aceptarse a grandesrasgos, pero siempre teniendo cautela de noentender a estas gentes como grupos sepa-rados o aislados, sino como grupos huma-

1. Los antecedentes dela villa de Vitoria

VIZCAYA

ÁLAVA

GUIPÚZCOA

Mar Cantábrico

CANTABRIA

BURGOS

LA RIOJA

FRANCIA

NAVARRA

AUTRIGONES

CARISTIOS

BERONES

VÁRDULOS

VASCONES

Beatriz Arízaga y Sergio Martínez

0 10 20 Km.

SITUACIÓN DE LOS PUEBLOS PRERROMANOS

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nos muy cercanos en lo cultural. Estrabón(el autor que con más detenimiento abordael tema de las costumbres y modos de vidade los pueblos del Norte de la Península)comenta que galaicos, astures, cántabros ydemás pueblos hasta los vascones y elPirineo “tienen el mismo modo de vivir”. Apesar de sus multiples “generalizaciones”quizá exageradas, parece probado que estospueblos mantenían un modo de vida simi-lar, con los inevitables matices que son losque, precisamente, desprecia Estrabón2.A comienzos del siglo II a.C. Roma envió

al cónsul Porcio Catón a Hispania con unnutrido ejército. En su avance por el valledel Ebro sometió a los pueblos ibéricossituados entre este río y los Pirineos hastallegar a sus fuentes. Los pueblos indígenasanteriormente nombrados (autrigones,caristios, várdulos y berones) quedarondesde ese momento englobados dentro delárea de influencia romana, aunque con undominio bastante laxo3.Sería con las guerras sertorianas cuando el

territorio alavés quedase inmerso en las acti-vidades militares romanas. Uno de los líde-res de la facción popular romana, Sertorio,llegó a Hispania, se hizo fuerte entre losnativos y fijó su centro de operaciones enOsca (Huesca). En el año 76 a.C. los autrigo-nes y berones pidieron ayuda a Pompeyo(perteneciente a la facción de los optimates)al verse amenazados por Serto rio. Pompeyotomó el territorio vascón co mo centro deactuación frente a Sertorio4, al cual derrotófinalmente en Osca. Hasta las guerras cánta-bras (29-19 a.C.) nada vuelve a saberse delos pueblos asentados en Álava.Uno de los motivos esgrimidos por los

romanos en su lucha contra los cántabrosfue las frecuentes incursiones realizadas porestos sobre los cultivos de cereal de losautrigones. De ello puede deducirse que losautrigones al comienzo de las guerras cánta-bras ya estaban integrados en el Imperio, sibien se desconoce cuando se produjo este

hecho. Una posibilidad es que la incorpora-ción de várdulos, caristios y autrigones seprodujese a raíz de la intervención deValerius Me ssa la Corbino en la conquistadel sur de Aquitania, realizada entre losaños 29 y 27 a.C. como preparación para elasalto al pueblo cántabro.El caso es que, sin referencias directas a la

conquista del territorio alavés, a finales delsiglo I a.C. Álava aparece englobada dentrodel Imperio romano. Además, a diferenciade lo ocurrido con las provincias de Vizcayay Guipúzcoa, Álava va a ser un territorioprofundamente romanizado, similar a otrastierras del Levante y el Sur peninsular.Uno de los rasgos más destacables de la

romanización se produjo en el ámbito urba-nístico. Los tradicionales asentamientos enlugares altos, fácilmente defendibles, fueronabandonados por otros situados más bajo ygeneralmente en zonas llanas. Ello puedeexplicarse en relación a la pacificación delterritorio y al interés de estos pobladorespor asentarse en zonas más fértiles y accesi-bles. En concreto, en los castros de Henayo(Alegría), Peñas de Oro (Mur guía) o Castrosde Lastra (Caranca) se aprecia una rupturaen la continuidad de su poblamiento tras laconquista romana.En el siglo II d.C. el geógrafo Ptolomeo

relaciona una serie de civitas, pertenecientesa los pueblos que habitaban el territorio ala-vés. No debemos considerar, en todo caso,que este término haga referencia a verdade-ras ciudades, sino que probablemente desig-ne demarcaciones administrativas a las quese adscribía a los indígenas conforme a supropia organización gentilicia. Por tanto,estaríamos hablando de aldeas indígenasmás o menos desarrolladas.La mayor parte se localizaban (salvando

las múltiples localizaciones que en ocasio-nes se ha dado a alguna de ellas) en torno ala calzada Astorga-Burdeos, una de las víasprincipales de la Península.Entre todas las poblaciones citadas por

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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Ptolomeo hubo una que síalcanzó un desarrollo suficien-temente importante como paraser considerada una verdadera“ciudad”: se trata de Veleia(Iruña). El extraordinario em -plazamiento de esta po blaciónen un alto sobre el río Zadorraposibilitó el mantenimiento dela anterior ocupación indígena:el Castro de Arkitz, a diferenciade otras poblaciones que fue-ron desocupadas para trasla-darlas al llano. Veleia durantelos siglos I y II d.C. se dotó deedificios públicos y privadosde cierto relieve que colabora-ron a identificarla como núcleo“urbano”, dentro del predomi-nio rural del sistema económi-co y social romano.En este mundo rural las

explotaciones agrí colas o“villas” han dejado una huellanotable sobre el territorio,como los yacimientos de Espejo, Añastro,Foronda, Or doñana, Las Lombas oCabriana. De gran valor es, también, elhallazgo de un establecimiento en el trazadode una calzada romana en Arcaya, dentrodel término municipal vitoriano, que cuentacon un interesante conjunto termal5.Este mundo en paz y ordenado cambió

sensiblemente con la crisis de los siglos III yIV. Las dificultades internas del estadoromano y el hostigamiento de los pueblosgermánicos en las fronteras produjeron unclima de inseguridad que se materializó enla decadencia del mundo urbano y en unacreciente “ruralización” de la sociedad. Lasciudades pierden población y se amurallan,en ocasiones empleando materiales sacadosde edificios públicos. Álava no escapó deesta dinámica regresiva, de la cual es buenamuestra la decadencia urbana de Veleia,hasta su definitiva desaparición.

1.4 Las invasiones germánicasEl fin del Imperio romano y la llegada de lospueblos germánicos es un periodo muydeficientemente conocido, no sólo en Álavasino, en general, en toda la Península6. En el año 409 los pueblos suevo, vándalo

y alano rompieron la frontera del Pirineopara penetrar en la Península Ibérica emple-ando la vía romana de Astorga a Burdeosanteriormente mencionada. De este modo,Álava (cuyo territorio era atravesado poresta ruta) se encontró en medio de estosdecisivos acontecimientos.Poco después los visigodos entraron

también en la Península como federados deRoma para combatir a alanos, suevos y ván-dalos, labor que realizaron en principiodesde su capital en Aquitania (Tolosa) y, apartir del 507, en Toledo, al ser derrotadospor los francos en Vouillé. La situación de

1. Los antecedentes de la villa de Vitoria

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De los autrigones

De los caristios

De los várdulos

Vía Asturica-Burdigalam

Beatriz Arízaga y Sergio Martínez

0 10 20 Km.

Uxama Barca Veleia

Tullica

Tullonium

GebalaGabalaega

SegontiaParamica

SalionicaDeóbriga

SuestaniumAlba

Ciudades

“CIVITAS” NOMBRADAS POR PTOLOMEO

Y VÍA ASTORGA-BURDEOS

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Álava y del noroeste pirenaico a partir deestos momentos se convirtió, en palabras deJ. Caro Baroja, en “una especie de punto defricción entre la monarquía merovingia y lavisigótica”7.Una vez asentados como reino en la

Península, los visigodos emprendieron di -versas campañas militares contra algunospueblos “rebeldes” como los cántabros y losvascones. En el año 581 el rey visigodo Leo -vigildo comenzó una dura ofensiva contralos vascones; y para conmemorar su victoriadecidió fundar una ciudad a la que llamóVictoriaco, cuyo evidente pare ci do fonéticocon Vitoria ha dado lugar a una fuerte tradi-ción historiográfica que ha querido identifi-car aquella Victoriaco con la actual Vitoria.Se trata de un tema muy discutido que,

en todo caso, se incluye dentro de una largaserie de supuestos orígenes de la ciudad deVitoria que merece la pena recordar, aun-que sea brevemente.Como recoge A. Llanos Ortiz de Landa -

luce8, de Vitoria se ha dicho que fue la Bélicade época romana, famosa por sus hechosheróicos durante las guerras cántabras.Sobre sus ruinas, según el Cronicón deLuitprando, el rey visigodo Suintila edificóla ciudad de Victoria como forma de honrar

a Santa Victoria, por la quesentía gran devoción.También se dijo que fue laCa márica de los cántabros,la Vadina o la Tullica de losCaristios.El padre Juan de Viclara

afirmó con precisión queLeovigildo, en el año deci-motercero de su reinado,fundó la ciudad deVictoriaco, que se corres-pondería con la actualVitoria. Aguado, en suHistoria de España, sigue aViclara y dice “Leovigildoocupó gran parte de

Vasconia fundando la fortaleza deVictoriaco (Vitoria)”.Otras teorías eran mas deudoras de la

fantasía que fieles al documento, como la deFray Alonso Venero, historiador del sigloXVI, que afirmó que la ciudad de Vitoria sellamaba antiguamente Biscargis y que porun hecho de armas en el que intervinieronlas mujeres ayudando a los hombres, el reySancho de Navarra le cambió el nombre porel de Victoria. Este mismo hecho es acepta-do por los cronistas G. González Dávila y elPadre Francisco Rafael de la Torre, perocambiando el nombre de Biscargis porBilancio; Menéndez Silva, recogiendo erró-neamente este nombre, llegó a decir sobreVitoria que “en su principio quieren que se lla-mase antiguamente Bizancio, como Constan -tinopla, y conforme a esto, parece la fundaríangentes de esa Ciudad, viniendo a España e impo-niéndola nombre de su patria”.Otras muchas explicaciones fantasiosas

se han esgrimido para fundamentar el naci-miento de la villa vitoriana, la mayor partede las veces con el intento manifiesto deatrasar su posible origen a fechas anterioresa la fundación del año 1181. Sin embargo, laafirmación del Padre Viclara ha sido toma-da con mayor verosimilitud y ha dado

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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RUINAS DE ARCAYA EN EL TÉRMINO DE VITORIA-GASTEIZ

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lugar a una tradición histo-riográfica que vincula elnacimiento de Vitoria con lafundación realizada porLeovigildo en su lucha con-tra los vascones.El tema es, realmente,

complejo. Desde finales delImperio romano los nom-bres tradicionales de várdu-los, autrigones y caristioscomienzan a difuminarsepara dar lugar a un vago eindeterminado “vascones”.Según esto, podría tener sen-tido que la campaña deLeovigildo contra los vasco-nes se dirigiese hacia laLlanada Alavesa y que laVictoriaco de Leovigildo seidentificara con Vitoria o conalguna otra población de laLlanada, como Vitoriano. Autores como J. Á.García de Cortázar, E. Barrena, G. MartínezDíaz, C. Sánchez Albornoz, A. Barbero o M.Vigil dieron verosimilitud a esta hipótesis.Otro de los historiadores que apoya estahipótesis, E. Besga Marroquín, sintetizó en1993 los argumentos a favor de la misma9:“Vitoria [...] tiene más posibilidades que cualquierotro sitio (a excepción de Vitoriano) de ser esa ciu-dad visigoda, por la semejanza del nombre, porquefue fundada con el nombre de nova Victoria (locual, dado que Sancho VI no fundó ninguna otraVictoria, puede querer decir –si dice algo– que obien es una refundación, o que existía por lasinmediaciones una vetula Victoria) y porque laaldea sobre la que se fundó se llamaba Gasteiz,topónimo que parece indicar la existencia de forti-ficaciones”.Sin embargo, otros autores como G. Bal -

parda10 o J. Caro Baroja se opusieron a dichaidentificación aduciendo, fundamentalmen-te, que por aquella época Álava no pertene-cía al ámbito vascón sino al territorio deVardulia y Can tabria; la campaña de Leo -

vigildo se habría dirigido, entonces, sobre lacuenca de Pamplona y no sobre la Llanada.Otro punto de vista muy interesante a

este respecto, y en el que merece la penadetenerse, es el que mantiene AgustínAzkarate11.Como anteriormente señalamos, Caro

Baroja afirmó que en el tránsito entre elmundo romano y el medieval, Álava y elnoroeste pirenaico se convirtieron en “unaespecie de punto de fricción entre la monar-quía merovingia y la visigótica”. En todocaso, dicha afirmación tradicionalmente seha entendido como una influencia más omenos marcada de lo merovingio sobre unterritorio dominado por los visigodos.La teoría de Azkarate, apoyada en la

arqueología, viene a dar la vuelta a estasituación.El descubrimiento en el año 1987 de la

necrópolis de Aldaieta, en el término deNanclares de Gamboa, sacó a la luz más deun centenar de enterramientos en fosas sim-ples situadas en hilera y separadas por un

1. Los antecedentes de la villa de Vitoria

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ÁLAVA

GUIPÚZCOA

VIZCAYA

BURGOS

CANTABRIA

LA RIOJA

FRANCIA

VitoriaVitoriano

NAVARRA

Beatriz Arizaga y Sergio Martínez

M a r C a n t á b r i c o

CAMPAÑA DE LEOVIGILDO Y POSIBLES

LOCALIZACIONES DE “VICTORIACO” EN ÁLAVA

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amplio espacio; en todos los casos, los cadá-veres se acompañaban de un rico ajuar, den-tro del cual destaca poderosamente la profu-sión de armamento que puede fecharseentre los siglos VI a VIII d.C, esto es, dentrodel periodo considerado en la Penínsulacomo visigodo y en Francia como merovin-gio. Sin embargo, los enterramientos deAldaieta responden por su tipología y, espe-cialmente, por la presencia de armamento(hachas de combate, lanzas y scramasaxes oespadas de un solo filo), al mundo merovin-gio y no al visigodo. Todo el ajuar caracterís-tico de los enterramientos visigodos de otraszonas peninsulares (broches de cinturón deplaca rectangular articulada, fíbulas aquili-formes, broches bizantinizantes, jarritoslitúrgicos, botellas, cántaros) es inexistenteen estos enterramientos; y lo que está, elarmamento, es precisamente lo que en unainmensa mayoría de los enterramientos visi-godos falta, hasta tal punto que se ha llega-do a afirmar que las armas eran un tabú den-tro de los ritos funerarios visigodos.Tal hallazgo podría haber quedado como

una curiosidad de no ser por la posterior

aparición de otros enterramientos en tornoal Pirineo occidental ibérico que respondíanclaramente a esta tipología: Buzaga (Na -varra), Finaga (Vizcaya), Alegría-Du lant zi(Álava) y la reinterpretación de otros yaci-mientos aparecidos anteriormente: necró-polis de Pamplona y hallazgos alaveses enGuereñu, Salvatierrabide y Guereña.Con todas las reservas necesarias, según

Azkarate, puede afirmarse que este territo-rio estuvo, durante aquel periodo, bajo lainfluencia del Regnum Francorum, sin queello tenga por que suponer la existencia degrandes desplazamientos de poblaciónfranca sobre este área. ¿Habría ocurrido lomismo con Vitoria?Entre los años 1967 y 1968 J. Fariña, D.

Fernández Medrano y A. Llanos dirigieronunas prospecciones arqueológicas en elentorno de Villa Suso, la parte más antiguade la ciudad de Vitoria. En esta investigaciónno se encontró nada que pudiera llevar laantigüedad del poblamiento más allá delsiglo XIII, por lo que se afirmó que, a la luzde los resultados, el poblamiento de Vitoriaarrancaba de la aldea de Gasteiz (nombradapor primera vez en la Reja de San Millán de1025), cuya posible etimología “lugar jovenen una colina” parecía corroborar este hecho.Lo que no se afirmaba era el momento enque se produjo el nacimiento de Gasteiz.El caso es que, según Azcarate, los testi-

monios para averiguar la antigüedad delpoblamiento del cerro en el que se asientaVitoria habían salido a la luz bastante tiem-po atrás. Entre 1864 y 1883 se realizaron enEl Campillo de Vitoria tres obras en las quese produjo remoción del terreno: la edifica-ción de la Escuela Normal de Maestros, elderribo del Portal de la Soledad y la traídade aguas del Gorbea. Los materiales encon-trados fueron estudiados por historiadoresde aquella época y se encuentran hoy en díarepartidos en diversos museos de la ciudad.Estos objetos fueron adscritos a una crono-logía posterior al incendio sucedido en

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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ESPADAS DE GUEREÑU, GUEREÑA, ALDAIETA Y

VITORIA-GASTEIZ (SIGLOS VI-VII)Museo de Arqueología de Álava

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Vitoria en el año 1202. Sin embargo, segúnAzkarate, su tipología es la misma que la delas armas encontradas en los yacimientosanteriormente citados de Aldaieta, Alegríao Salbatierrabide. En concreto las espadasde un sólo filo de Guereñu, Guereña,Aldaieta y Vitoria son inequívocamentepertenecientes a una misma cultura.Por tanto, estos restos arqueológicos de

la cultura merovingia nos proporcionan dosdatos de gran interés. Por un lado, el cerroen el que se asienta Vitoria estuvo pobladodesde mucho antes de lo que se había pen-sado, como poco desde un arco cronológicoque va del siglo VI al VIII. Por otro lado,teniendo en cuenta que los materiales deesa época recuperados en Álava pertenecena una tipología merovingia, parece dudosoque la campaña llevada a cabo por Leo -vigildo en su lucha contra los vascones serealizase sobre un territorio del ámbito

merovingio; y con más razón aún habríaque dudar de la posibilidad de que fundaseuna ciudad en un territorio que, por lo queparece, no tenía bajo su control.Dentro de este mismo ánimo revisionis-

ta, hay que señalar, por último, las sorpre-sas que están deparando las obras en lacatedral de Santa María. A los pies de laactual catedral han aparecido potentescimentaciones de una iglesia románica, a lacual quizá perteneciera un sillar decoradocon rosáceas que se encuentra en uno de loscontrafuertes de la catedral. Por debajo deestas cimentaciones se encuentran unasestructuras excavadas en roca que, obvia-mente, pertenecen a un horizonte prerro-mánico y que se acompañan, entre otrosobjetos, con algunos fragmentos de sigillataque abarcan un arco cronológico del siglo Ial IV d.C. Por tanto, a la espera de resulta-dos definitivos, lo que apuntan los indicios

1. Los antecedentes de la villa de Vitoria

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HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS DE TIPOLOGÍA MEROVINGIA

ÁLAVA

NAVARRA

GUIPÚZCOA

VIZCAYA

BURGOS

CANTABRIA

LA RIOJA

ARAGÓN

FRANCIA

VitoriaAlegría

SalbatierrabideGuereña

Aldaieta

Finaga

Pamplona

Elorz

Beatriz Arizaga y Sergio Martínez

Guereñu

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es a una ocupación del cerro de Vitoriadesde épocas bastante más antiguas de locreído hasta ahora.Abandonando el campo de la arqueolo-

gía y centrándonos de nuevo en los docu-mentos escritos, la primera mención deGasteiz la encontramos en el año 1025. Eldocumento conocido como la “Reja de SanMillán” (cuyo autor fue un escribano delmonasterio riojano de San Millán de laCogolla) nos informa acerca de las pobla-ciones alavesas que aportaban hierro almonasterio en el siglo XI, las cuales tienencomo referencia fundamental la Llanadaalavesa, las Estribaciones del Gorbea yalgunas zonas de la Montaña alavesa. Yentre esas poblaciones aparece Gasteiz.De su posible morfología y del desarrollo

de la vida de sus habitantes es poco lo quepuede afirmarse con seguridad. Situ ada enun cerro con la cima plana y de forma elípti-ca, la aldea destacaba por ser un lugar degran valor estratégico, tanto por la altura dellugar sobre la llanura circundante como por

la presencia de un río, el Zapardiel, quelamía la base del cerro y funcionaba comofoso natural. Bordeando el conjunto de casasde los habitantes del cerro pudo existir unaempalizada de madera o quizá una murallade piedra, como parecen dar a entenderalgunos hallazgos recientes en las excavacio-nes de la catedral. En el emplazamiento de laactual catedral existió una pequeña iglesiaque atendía las necesidades espirituales delos habitantes de la aldea, en su mayor partededicados a las labores agrícolas. En el otroextremo de la población existía una iglesiadedicada a San Miguel –en el emplazamien-to de la actual– como señala el Fuero de 1181.En el apartado dedicado al espacio

público de Vitoria habrá ocasión de analizarcon mucho mayor detenimiento los antece-dentes inmediatos de la villa de Vitoria–alrededor del momento de su fundaciónen 1181– los cuales están empezando a serdescubiertos gracias especialmente a lasexcavaciones realizadas en la catedral deSanta María.

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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Notas.

1. Ver Gil Zubillaga, E.: “Protohistoria y Romanización”, en Vitoria-Gasteiz en el arte. Op.cit. p. 112.

2. Ver Azkarate, A.: “La Antigüedad”, en Los vascos a través de la historia. Op.cit. pp. 45-66.

3. Ver San Vicente, I.: “La época romana”, en Historia de Álava. Op. cit. pp. 67-85.

4. González Rodríguez, Mª.C.: “Indígenas y romanos en el territorio del País Vasco actual”, en

Congreso de Historia de Euskal Herria. Op.cit. pp. 145-162.

5. Ver Gil Zubillaga, E.: “Protohistoria y Romanización”, Op.cit. p. 134.

6. Ver Azcárate, A.: “Tardoantigüedad”, en Historia de Álava. Op. cit. pp. 89-109.

7. Caro Baroja, J.: “Álava en los orígenes de la historia vasca”, en Historia General del País Vasco. Op.

cit. p. 378.

8. Llanos Ortiz de Landaluce, A.: “Precedentes del poblamiento histórico”, en Historia de una ciudad.

Vitoria. I. El núcleo medieval. Bankoa, Vitoria, 1977, pp. 19-22.

9. Besga Marroquín, A.: “El concepto de vascón en las fuentes durante los siglos VI-IX”, en Letras de

Deusto, vol. 23, nº 51, p. 57 y ss.

10. Balparda, G.: Historia crítica de Vizcaya y sus fueros, t.I. Madrid, 1924. p. 131.

11. Azkarate, A.: “Tardoantigüedad”, en Vitoria-Gasteiz en el arte. Op.cit. pp. 137-157.

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En el mes de septiembre del año 1181, elmonarca Sancho VI El Sabio de Navarra

otorgó desde Estella el Fuero de Logroño auna población “a la que puse nuevo nombre, asaber, Vitoria, que anteriormente se llamabaGasteiz”.

Con este acto formal, la villa de Vitoriaentra de lleno en la historia, para pasar deser un pequeño poblado –Gasteiz– a uno delos núcleos urbanos más importantes delNorte peninsular.

La carta de población, o carta puebla, enla que se concede a la nueva villa el Fuerode Logroño no fue el único privilegio reci-bido por Vitoria; al contrario, con el paso delos años la villa fue acrecentando su statusprivilegiado mediante la concesión de nue-vos privilegios que colaboraron en suengrandecimiento. En todo caso, la fecha de1181 es suficientemente significativa por sísola, ya que a partir de aquel año Vitoriaserá siempre una población beneficiada yprivilegiada frente a la Tierra Llana, es de -cir, frente al espacio rural circundante.

2.1. El proceso urbanizador en Álava.Desde el siglo XII hasta bien avanzado elsiglo XIV los reinos de Castilla, León yNavarra van a presenciar un intenso proce-so de reorganización de sus estructuras depoblamiento, dentro del cual el nacimientode las villas o núcleos urbanos va a ser elfenómeno más evidente. Con anterioridad aeste periodo, el espacio situado entre elCantábrico y el río Duero había sido unespacio fundamentalmente rural, en el cuallas entidades básicas de población eran lasaldeas, siendo las ciudades elementos real-mente extraños1, aunque no inexistentes.

Sin embargo, los siglos siguientes van a versurgir una multitud de nuevas villas quevan a transformar por completo el panora-ma rural de este espacio. Las motivacionesson dispares pero pueden concretarse en lossiguientes tipos.

Por un lado, el desarrollo de los núcleosurbanos es deudor del crecimiento demo-gráfico. El aumen to de los rendimientosagrí colas en estos siglos propició un conse-cuente aumento poblacional, dando lugar auna concentración de población en determi-nados núcleos. Desde el punto de vista eco-nómico, el nacimiento de las villas es la res-puesta a la necesidad de articular el inter-cambio de productos apoyándose en unaserie de mercados periódicos distribuidospor el territorio. En tercer lugar, desde laóptica política, las villas suponen una nuevaorganización del poder en el que los monar-cas tratan de restar protagonismo a los seño-res gracias al apoyo de la incipiente socie-dad urbana.

Frente a las particularidades de otrasáreas peninsulares, al norte del Duero va aexistir un fenómeno que tendrá una extra-ordinaria importancia en el nacimiento delos núcleos urbanos: el Camino de Santiago.El descubrimiento a comienzos del siglo IXde los supuestos restos del apóstol Santiagoel Mayor en los confines de Galicia supusoel nacimiento de una vía de comunicaciónfundamental que ponía en relación el nortepeninsular con el resto de Europa. Alrede -dor de esta gran ruta europea fueron sur-giendo ciudades que proporcionaban y seaprovechaban a su vez de la circulación depersonas y bienes: Jaca, Pamplona, Puentela Reina, Estella, Logroño, Nájera, Santo

2. Año 1181: concesión delfuero de Logroño a Vitoria

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Do mingo de la Calzada, Burgos, Frómista,Ca rrión de los Condes, Sahagún, León, As -torga, etc. Dentro de esta circulación en di -rección Este-Oeste, el territorio del País Vasco(en especial las provincias de Vizcaya yGuipúzcoa) quedaba un tanto al margen.Aunque algunas de las rutas (incluso algunasde las más antiguas) discurrían por la costa(como prueba la profusión de iglesias dedi-cadas a Santiago) lo cierto es que el papel delas provincias costeras en el flujo social, eco-nómico y cultural propiciado por el Caminode Santiago debe calificarse de secundario.

El caso de Álava, por el contario, presen-ta notables peculiaridades. Durante los pri-meros siglos de existencia del Camino deSantiago, eran muy diversas las rutas segui-das por los peregrinos en su viaje aCompostela. Entre ellas, el camino principal,tras salir de Pamplona atravesaba por com-pleto la Llanada alavesa (de tránsito muysencillo) para dirigirse a continuación endirección a Miran da de Ebro. Será el monar-ca navarro Sancho III quien reformará en elsiglo XI el camino original para desplazarlohacia el Sur, dejando fuera del camino prin-cipal el territorio alavés.

Por tanto, en el desarrollo urbano nacidoen torno al Camino Jacobeo, Álava va aquedar un tanto al margen, sin beneficiarsedel crecimiento de las tierras recorridas porel camino.

Sin embargo, a partir de 1140 –con la fun-dación de la villa alavesa de Salinas deAñana por Alfonso VII de Castilla–, comen-zó un intenso proceso de urbanización (siexceptuamos el caso de Villafranca deEstíbaliz) que trans formó totalmente laorganización del espacio y la jerarquía delos núcleos de poblamiento en favor de lasvillas1. En los dos siglos y medio si guientesse crearon un total de 69 villas en el territo-rio vasco: 21 villas en Vizcaya, 23 en Álava(incluyendo Salinas) y 25 en Guipúzcoa.Este proceso se enmarca en una política depromoción urbana, programada por los

reyes de Castilla y Navarra en los primerossiglos, XII y XIII, mientras que al final delproceso las nuevas fundaciones se realiza-ron, en su mayor parte, a petición de los pro-pios pobladores del territorio.

El notable número de villas creadas no serepartió equitativamente por el territorio delas tres provincias, sino que lo hizo muydensamente en la zona limítrofe entre Viz -caya y Guipúzcoa y muy escasamente en elOeste de Vizcaya y Álava.

Centrándonos en el caso concreto de laprovincia de Álava, y siguiendo en líneasgenerales a C. González Mínguez2, puedenestablecerse con bastante claridad tres fasesen la creación de los núcleos urbanos, sepa-radas por dos periodos intermedios en losque, por distintas motivaciones, no se proce-dió a nuevas fundaciones.

El primer periodo se extiende entre lafundaciones de Salinas de Añana en 1140 yde Labraza en 1196. En 1140 el monarca cas-tellano Alfonso VII confirmaba los viejosfueros que le diera a la población de SalinasAlfonso I El Batallador en 1126, cuandomandó poblar el lugar. Se trata del únicofuero de esta primera fase que no sigue al deLogroño, sino que es particular de la villaalavesa. A continuación se abre una fase decreaciones urbanas realizada por el monarcanavarro Sancho VI El Sabio, interesado enproteger su territorio frente a la presión cas-tellana; de este modo, nacen Treviño (c. 1161),Laguardia (1164), Vitoria (1181), Antoñana(1182), Bernedo (en la misma fecha) y LaPuebla de Arganzón (1191), esta última atri-buida antiguamente al monarca castellanoAlfonso VIII. En 1196, por fin, es el monarcanavarro Sancho VII El Fuerte quien otorgasu carta de población a Labraza.

En este primer periodo expuesto la moti-vación principal de los monarcas navarrosfue la militar; ante la notable y continuapresión ejercida por el reino castellanosobre el territorio alavés, los monarcas pre-tendieron fortificar el territorio con la crea-

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ción de plazas fuertes en determinadoslugares estratégicos. En todo caso, losemplazamientos escogidos para la creaciónde los núcleos urbanos no fueron elegidosúnicamente por su función militar, comoprueba el hecho de que dos de esas villas(Laguardia y Vitoria) se convirtieron poste-riormente en importantes centros económi-cos y comerciales, pasando a ser, de hecho,las referencias de sus respectivas comarcas:la Rioja alavesa y La Llanada.

El segundo periodo de fundacionesurbanas se desarrolla entre los años 1242 y1312; como se aprecia, desde 1196 en que sefunda Labraza transcurrieron casi cincuen-ta años sin que ningún nuevo núcleo urba-no fuese creado en Álava. Este hecho debeponerse en relación con la conflictiva situa-ción de la provincia en aquel periodo histó-rico. Los nobles alaveses consideraron unalesión a sus derechos la fundación deVitoria por el monarca navarro Sancho VI yapoyaron al monarca castellano AlfonsoVIII en las campañas militares que culmina-ron con la incorporación de la mayor partede Álava a la Corona castellana. En recom-pensa al apoyo de los nobles, Alfonso VIIIdecidió no crear nuevos villazgos en Álavadurante el intervalo de 1196 a 1242.

En 1242, sin embargo, Fernando III ElSanto concede el fuero de Treviño a la villade Labastida, si bien en un espacio situadofuera del territorio de la Cofradía deArriaga, intentando, por tanto, no lesionarlas prerrogativas y el poder de la noblezaalavesa.

Alfonso X, hijo de Fernando III, será elque protagonice una nueva etapa fecundade creación de núcleos urbanos en el territo-rio alavés. Entre los motivos del monarcaestaban los de agrupar a la población dis-persa y favorecer el tránsito comercial. En1256 recibe su fuero Salvatierra, en plenocorazón de la Cofradía de Arriaga. La inten-ción del rey fue crear un núcleo urbano quefacilitase las relaciones comerciales entre el

interior peninsular y la costa guipuzcoana,al mismo tiempo que fortalecía sus derechosfrente a la nobleza alavesa. En ese mismoaño de 1242 se concede el fuero a Corres ySanta Cruz de Cam pezo, en el extremo orien-tal de la provincia. En el año 1295 Peñacerra -da aparece como villa de la HermandadGeneral de los Consejos de Castilla, sin quese sepa la fecha concreta en que fue aforada,aunque puede considerarse la de 1256. En1272 le llega el turno a una villa situada enel otro extremo de Álava: Arceniega. El moti-vo era favorecer la ruta que unía Vitoria conlos puertos de Castro Urdiales y Laredo através de Altube. En 1273 se otorga fuero alValle de Valderejo; se trata de un caso pecu-liar, pues con la concesión del fuero no sepretende la formación de un núcleo urbano,sino favorecer a cuatro aldeas: Rivera, Villa -mardones, Lalastra y Lahoz.

Alfonso X otorgó fuero también a Con -trasta (sin que se conozca la fecha exacta) ytrasladó a su definitivo emplazamiento alos habitantes de Salini llas de Buradón. Porfin, en 1312 Fernando IV concede el fuero

2. Año 1181: la concesión del fuero de Logroño a Vitoria

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PROCESO DE CREACIÓN DE VILLAZGOS EN ÁLAVA

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de Portilla de Ibda a Beran tevilla, dando tér-mino a este periodo.

Entre los años 1326 y 1338 se desarrollael último periodo de fundaciones urbanasen Álava.

Esta etapa, fue una época difícil paraÁlava, sumida en una profunda crisis eco-nómica, social y demográfica. Los noblesalaveses, cuyas rentas cayeron considera-blemente en este siglo XIV, acrecentaron supresión sobre las comunidades rurales, tra-tando de mantener los ingresos de épocasanteriores. Ante esta presión se produjeronpeticiones de los campesinos a la realezacon el fin de obtener un fuero que les per-mitiera escapar de la violencia feudal.

La primera villa fundada en este periodofue San Vicente de Arana, por Al fonso XI entre1312-1319. Del mismo monarca castellanorecibieron fuero Villa rreal (1333), Alegría(1337), Elburgo (1337) y Monreal de Zuya(1338). Con esta última población se cerrabael proceso de creación de burgos iniciadocon Salinas de Añana en 1140, dos siglosantes. En el siglo XV, concretamente en unarelación de villas del año 1515, aparece cita-da como tal la población de Lagrán, por locual algunos autores la consideran tambiéncomo una villa más.

2.2 La fundación de VitoriaLa concesión a Vitoria del Fuero de Lo groñose enmarca, como ya se ha señalado, dentrode la gran política urbana del monarca nava-rro Sancho VI el Sabio, fruto de unos añosrealmente conflictivos en las relaciones entrelos reinos de Navarra y Castilla, que mere-cen ser analizados con detenimiento3.

En el año 1163, aprovechando la minoríade edad de Alfonso VIII y la convulsión inter-na que vivía el reino castellano, Sancho VIinvadió gran parte de la Rioja y de la provin-cia de Burgos y algunas zonas de la actualprovincia de Álava, ocupando plazas fuertescomo Logroño, Entrena, Navarrete, Ausejo,Autol, Resa, Miranda de Ebro, Salinas de

Añana, Grañón, Cerezo y Briviesca, entreotras. Como forma de asegurar la nuevafrontera, Sancho VI otorgó el fuero de Lo gro -ño a Laguardia en el año 1164. Tras estoshechos de armas, en 1167 los reyes Sancho yAlfonso firmaron personalmente una treguade diez años en el monasterio navarro deFitero. Sin embargo, a los seis años se desata-ron de nuevo las hostilidades con la invasiónde la Rioja por Alfonso VIII en 1173, llegan-do cerca de las inmediaciones de Pamplona.Con el apoyo del monarca aragonés AlfonsoII, el rey castellano pudo continuar su pene-tración en los tres años siguientes, infringien-do serias derrotas al navarro, entre otras lapérdida del castillo de Leguín.

Ante esta tesitura, Sancho VI decidióabrir conversaciones de paz en 1176, llegan-do ambos monarcas al acuerdo de sometersus diferencias al buen juicio y arbitraje delrey Enrique II de Inglaterra. La resolucióndel monarca inglés, dada en marzo de 1177,ordenaba la devolución a Castilla de Lo -groño, Navarrete, Entrena, Autol y Ausejo ya Navarra de las poblaciones de Leguín,Portilla y el castillo de don Godín; además,ordenaba que el monarca castellano pagaseal navarro 3.000 maravedís anuales durantediez años. A pesar de la conjunta petición dearbitraje, ninguno de los monarcas quedósatisfecho con la resolución y, en definitiva,no la aceptaron.

Como consecuencia, Alfonso VIII estre-chó sus relaciones con Alfonso II, repartién-dose las áreas de expansión sobre el territo-rio islámico y prometiéndose ayuda mutuacontra el rey de Navarra, incluyendo la posi-bilidad de repartirse el reino entre ambos.Tales acuerdos suponían una seria amenazapara Navarra, por lo cual Sancho VI decidiórecurrir de nuevo a la vía del acuerdo entre-vistándose con Alfonso VIII en abril de 1179.Sancho VI entregó a Castilla las villas deLogroño, Entrena, Navarrete, Ausejo, Autoly Resa. Alfonso VIII, por su parte, entregó aNavarra Leguín, Portilla, el castillo de don

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Godín y Rueda. Por este tratado, la mayorparte del territorio alavés pasó a quedar den-tro del reino navarro. Como medio para for-talecer la nueva frontera con Castilla, SanchoVI decidió continuar con la política de fun-daciones urbanas dando fuero a Vitoria(1181), Antoñana y Bernedo (1182) y LaPuebla de Arganzón (1191); su sucesor en eltrono, Sancho VII, continuó el proceso con lafundación de Labraza en 1196.

Por tanto, el nacimiento de Vitoria debeponerse en relación a la imperiosa necesidaddel monarca navarro de defender sus fronte-ras frente al potente reino castellano, es decir,por una necesidad militar. Encaramada so -bre un cerro en el centro de la Llanada, laaldea de Gasteiz presentaba un emplaza-miento ideal para la constitución de unaplaza fuerte que defendiera el territorionavarro en fu turos conflictos.

No tardó mucho tiempo en ponerse aprueba su fortaleza. En el año 1197, aprove-chando las dificultades del reino castellanoen su lucha contra leoneses y almohades,Sancho VII rompió la paz con Castilla, sinconseguir con ello ningún éxito militar. Alcontrario, lo que consiguió fue fomentar laalianza entre Alfonso VIII y Pedro II deAragón, sucesor de Alfonso II; juntos infrin-gieron serias derrotas a Sancho VII, tomán-dole, entre otras, las plazas de Inzura yMiranda de Arga (por parte de Castilla), yBurgui y Aybar (por parte de los aragone-ses). En 1199, ya sin la colaboración aragone-sa, Castilla continuó su campaña militar ydiplomática por el territorio alavés. Vitoria,tras un asedio de varios meses de duración,cayó en manos del monarca castellano en losprimeros días de enero del año 1200, pasan-do toda Álava, salvo Laguardia, Bernedo yLabraza, al reino de Castilla.

2.3 La carta puebla de VitoriaEl fuero de Logroño, la base jurídica funda-mental de gran parte de los fueros urbanosdel País Vasco, fue el primer fuero de fran-

cos de Castilla y constituía una notableampliación de los de Estella y Jaca. Tras elasesinato de Sancho de Navarra en Peñalénen el año 1076 y la anexión de La Rioja aCastilla por Alfonso VI, el monarca castella-no va a tratar de atraer a esta nueva tierramediante la concesión de privilegios. Unode ellos fue el otorgamiento a la villa deLogroño de un fuero de francos, que desta-ca por su originalidad y por el gran radio deexpansión que logró.

El fuero de Logroño, estimulador de laactividad mercantil, fue otorgado a otrasmuchas villas a través de la concesión de lasrespectivas cartas-pueblas, en las cualespodían añadirse otras disposiciones com-plementarias al fuero original. De estemodo, el Fuero de Logroño dio origen aotra serie de fueros derivados como el deVitoria (que fue entregado en Álava a lasvillas de Salvatierra, Contrasta, Arceniega yS. Vicente de Arana, en Vizcaya a Orduña yen Guipúzcoa a Mondragón, Vergara, Villa -rreal, Azpeitia, Tolosa, Villafranca y Deva) oel de Laguardia (otorgado en Álava aAntoñana, Bernedo, Labraza y Corres). Portanto, partiendo de la base común del Fuerode Logroño, las villas alavesas recibieron,en su gran mayoría, un conjunto jurídicoque podríamos denominar como “Familiade fueros Logroño-Laguar dia-Vitoria”.

2. Año 1181: la concesión del fuero de Logroño a Vitoria

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OFENSIVA DE SANCHO VI DEL AÑO 1163

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Las cartas de población eran entregadaspor el rey en los territorios de realengo ypor los señores en los de Señorío. Previa -mente a la concesión de la carta-pueblapodía existir una petición de los represen-tantes de una determinada población, quebuscaba con el nuevo ordenamiento agru-par la población dispersa y centralizar lavida administrativa y económica.

Por ello, otorgar un fuero mediante unacarta-puebla no siempre debe considerarsesinónimo de crear, sino, más bien, de orde-nar. En muchos casos, la carta-puebla nosupone la creación de un asentamientourbano sino su transformación desde sunaturaleza rural a una nueva condiciónurbana privilegiada jurídicamente.

En gran parte de las villas fundadasdurante la Edad Media, previamente a laconcesión del fuero existía en el solar unaantigua población a la que precisamente sefavorece con dicho otorgamiento. El propiocaso de Vitoria nos lo confirma, con la exis-tencia de la aldea de Gasteiz, pero son muynumerosos los ejemplos: Bilbao en Vizcaya,Santander o Laredo en Cantabria, Nájera enla Rioja, Laguardia o Salvatierra en Álava,etc. Sin embargo, el hecho de que existierauna población anterior no debe hacernospensar que la concesión del fuero es sim-plemente una potenciación de un núcleo

preexistente, sino que se trata de un saltocualitativo que transforma por completouna pequeña entidad rural en una villa conlos privilegios y beneficios suficientes comopara desarrollarse e imponerse sobre elmedio rural circundante. Que ese éxito seproduzca o no dependerá de otros muchosfactores que contribuyen a hacer tan rico yvariado el estudio del fenómeno urbanomedieval.

En el caso de Vitoria, el otorgamiento delFuero de Logroño sí supuso un aconteci-miento determinante para la historia de lavilla4.

Mediante la carta-puebla de 1181 Vitoriava a recibir en bloque el derecho de Lo -groño: “Os dono y concedo el que en todosvuestros juicios, asuntos y negocios tengáis yconservéis siempre el mismo Fuero que tienen ydisfrutan los burgueses de Logroño”.

A pesar de esta remisión al conjunto delrégimen jurídico logroñés, la carta pueblaincluye una serie de excepciones, de lascuales la más importante es la cláusula quenivela a clérigos e infanzones con el resto depobladores de la villa: “Excepto que los cléri-gos e infanzones que os plazca acoger en vuestrapoblación, no tengan en la misma casas másinmunes que las vuestras, y que en todos vues-tros comunales tributen como vosotros”.

De este modo, Sancho de Navarra seganaba el favor de las clases medias y bajas,al colocar a todos los habitantes a un mismonivel a la hora de contribuir; conseguía,además, favorecer el aumento poblacionalya que los individuos no debían sentir mie -do a estar sometidos a ningún otro señorque el propio rey.

Este punto de la carta-puebla es de granimportancia para comprender por qué loscaballeros de la Cofradía de Arriaga alincorporar sus heredades a la Corona deCastilla en 1332 solicitaron “que los fijosdalgohaian el fuero de Soportiella para ser quitos ylibres ellos é sus bienes de pecho”. De estemodo, con la concesión del Fuero de Por -

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TERRITORIOS GANADOS POR ALFONSO VIIIEN LOS AÑOS 1199-1200

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tilla –que reconocía la exención fiscal de loshidalgos, en un momento en que la fiscali-dad real alcanzaba un gran desarrollo6– evi-taban que en su incorporación al realengose les pudiera aplicar la nivelación vista enel Fuero de Vitoria.

A los clérigos de Vitoria se les hace otraexcepción, en este caso favorable: “que elobispo no reciba sino la cuarta parte de los diez-mos en vuestras iglesias, a las que retengo para

mí como capillas propias; y que los clérigos enellas establecidos, reciban y disfruten en paz detres partes de los diezmos y todas las ofrendas delas iglesias”.

Tras esta disposición se realiza la enume-ración de las cláusulas del Fuero de Logroño,que pueden concretarse en las siguientesventajas:

-estímulos legales para la colonizacióndel término concedido a la villa, facilitando

2. Año 1181: la concesión del fuero de Logroño a Vitoria

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DESARROLLO URBANO Y FILIACIÓN DE LOS FUEROS ALAVESES

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la utilización de prados, tierras, agua,madera: “dondequiera que encontréis maderapara construir casas y leña para quemar, coged-la sin ningún reparo, excepto de las dehesasconocidas, de las que no está permitido coger”;“que vuestros bueyes, ovejas y bestias pazcandondequiera que encontréis hierva, y no paguéisimpuesto de herbaje, si volvieren a vuestros tér-minos esa misma noche”.

-protección penal y garantías procesales:inviolabilidad del domicilio, reconocimien-to de la credibilidad del acusado y supre-sión del carácter colectivo de la responsabi-lidad penal en los delitos que se cometieranen la villa o en su término: “Si un hombrefuere muerto en vuestra villa o en vuestros tér-minos, no paguéis por él impuesto de homicidioen común Concejo, pero si uno matare a otro ydos vecinos dieran fe de ello, el homicida pagarádosciento cincuenta sueldos...”.

-supresión de las cargas señoriales: pro-tección frente al merino y sayón reales,supresión de fonsadera, servicio, moneda,mañería, y reducción de las obligacionesmilitares: “si [el] merino entrare en vuestrascasas por la fuerza y sacare algo de allí con vio-lencia y fuere muerto allí mismo, no paguéis porél impuesto de homicidio”;

-incentivos al comercio y la industria:libertad de compra y venta de heredades,ropas, paños y bestias, ingenuidad de laspropiedades: “tengáis libres y francas las here-dades de vuestro patrimonio que ahora tenéis, odesde ahora podáis adquirir o habéis comprado, yno paguéis nunca por ellas la mortura ni ningúnotro impuesto, sino haced de ellas totalmentevuestra voluntad”; “tened libre potestad de com-para ovejas y animales para carne; y tambiénropa...”. De forma indirecta se anuncia laexistencia de un mercado semanal: “...el quevenga a vuestra villa con mercancía, no pague elimpuesto de lezda, sino en día de mercado”.

El articulado de la carta-puebla cuentacon algunas omisiones (que carecen deimportancia por cuanto a la villa se le con-cede al comienzo de la carta-puebla el

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FUERO OTORGADO POR SANCHO VI A VITORIAEN 1181 Y CONSERVADO EN EL ARCHIVO

MUNICIPAL DEL AYUNTAMIENTO VITORIANO

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Fuero de Logroño en su conjunto) y algu-nos otros añadidos, aparte de los dos men-cionados anteriormente, de los cuales losmás interesantes son los siguientes5:

–“Los antiguos labradores que estaban allíantes y quieran permanecer en el lugar a ellosasignado, tengan separadamente la mitad de lasheredades, y vosotros, los que sois nuevos, laotra mitad; y divididla entre vosotros”.

Esta división a partes iguales de los tér-minos de la aldea de Gasteiz, ahora la villade Vitoria, carece de igual en las cartas-pue-blas de Logroño o Laguardia. Con esta dis-posición se evitaba que los ya establecidosen la villa dominasen a los nuevos poblado-res, con lo que se favorecía el rápido creci-miento de la villa con gente foránea.

–“Tened siempre alcalde elegido de entrevuestros vecinos y si no fuere bueno y fiel, cam-biadle cuando queráis...”.

La elección del alcalde entre los vecinosde la villa y, especialmente, la posibilidadde deponerlo por los propios pobladorestampoco aparece reflejada expresamente enotras cartas-pueblas y nos indica un paso enla progresiva autonomía del concejo urba-no. El merino y el sayón son nombrados porel señor de la villa, aunque éste no podránombrar “merino o sayón extranjero, sinoaquél que tuvierais como vecino”.

–”Aquel de entre vosotros que compre unaheredad, cómprela con contrato, y tenga de ellotestigos y garantía”.

Se trata, de nuevo, de un precepto in -existente en fueros anteriores que suponeun gran avance en cuanto a las garantíasque debían presidir el intercambio de bie-nes inmuebles.

En resumen, el fuero de Vitoria suponeun avance sobre los precedentes fueros deLogroño y Laguardia y otorga a los pobla-dores de Vitoria un sustento jurídico sobreel que edificar su desarrollo urbano, social yeconómico. Pero no fue el fuero el único ins-trumento jurídico concedido a la villa; alcontrario, en los años siguientes Vitoria

asistió a una serie de mejoras que colabora-ron a su engrandecimiento y expansión.

2.4 Otros privilegios otorgados a la villaEn el año 1200, Vitoria, tras un largo asedio,caía en manos del monarca castellanoAlfonso VIII. Éste, lejos de castigar a lavilla, reconoció y confirmó los fueros otor-gados por Sancho VI ampliándolos con laexención del pago de portazgo, como cono-cemos por la confirmación realizada porEnrique I el 23 de junio de 1216. Tres añosmás tarde, concretamente el 15 de diciem-bre de 1219, Fernando III vuelve a confir-mar los privilegios vitorianos añadiendo laexención del pago de moneda forera6.

Otro apartado en el que Vitoria fue muyfavorecida por los monarcas castellanos fueel relativo al mercado. Enrique III, en undocumento fechado en Segovia el 17 deabril de 1399, concedió a Vitoria dos feriasfrancas anuales: una de dieciséis días entorno a la Ascensión (en mayo) y otra dedoce días en setiembre. Como se recoge enel preámbulo, Enrique III realiza esta conce-sión con el deseo de engrandecer y honrar aVitoria con esta importante ventaja econó-mica: “Porque a los Reyes e Príncipes pertenecede noblescer e honrrar en todas las cosas quepudieren buenamente las cibdades e villas de susRegnos; e porque dixeron los sabios antiguosque ordenaron los derechos, que las tierras elugares en que usan los omes levar sus mercade-rías son por ende más ricas e más abonadas emejor pobladas. Yo por esto aviendo voluntad denoblescer e honrrar a la mi villa de Vitoria e por-que en las cibdades e villas a do se fazen ferias esrazón e manera de usar e traher los omes susmercaderías e abastecimiento e complimiento delas cosas que non hay en las dichas cibdades evillas, de lo cual vienen los provechos e bienessobredichos que dixieron los sabios: e para quedeste e de otros bienes e provechos que dello sesiguen, goze e alcanze la dicha mi Villa deVitoria”.

El año 1431 la villa va a asistir a otro

2. Año 1181: la concesión del fuero de Logroño a Vitoria

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acontecimiento fundamental; Juan II conce-de a Vitoria el título de ciudad: “fago çibdata la dicha villa de Vitoria e quiero que de aquíadelante sea çibdat e sea llamada la çibdat deVitoria e aya e gose en quanto çibdat de todas lasprehimenençias e prerrogativas e previllejos quecada una de las otras çibdades de los mis reynose sennoríos por ser çibdades e en quanto çibda-des han e gosan e deuen auer e gosar”.

En el año 1457 el rey Enrique IV conce-dió a Vitoria una feria franca que debíaempezar el lunes siguiente a la fiesta delCorpus y durar quince días, favoreciendodesde ese momento aún más la actividadcomercial de la villa alavesa.

El 20 de febrero de 1466 el mismo mo -narca concede a Vitoria el título de leal y, sólo

dos días más tarde, crea un mercado francopara el jueves de cada semana, cuya tradi-ción se ha conservado hasta la actualidad.

Por fin, dos días después Enrique IVconcedía a Vitoria el título de “leal çibdat”en relación a la “lealtad y fidelidad” conque siempre había servido a la Corona.

Concretando, el año 1181 supone unatransformación radical en la historia deVitoria, que pasa de ser una minúsculaaldea rural a sentar los cimientos de unagran ciudad en la Edad Moderna, triunfan-do sobre el resto de núcleos urbanos de laprovincia de Álava. Sobre la base de los pri-vilegios concedidos y el esfuerzo de sushabitantes, Vitoria construyó su desarrollosocial, económico y urbanístico.

Notas.

1. Ver García Fernández, E.: “Clérigos, caballeros, “burgueses” y campesinos en la Alta Edad

Media”, en Historia de Álava, Antonio Rivera (dir.). Nerea, Madrid, 2003.

2. González Mínguez, C. y Pastor, E.: Las villas medievales alavesas, Vitoria, 1988, p. 198.

3. González Mínguez, C.: “La etapa medieval”, en Historia de una ciudad. Vitoria, t.I. El núcleo medie-

val. Banco Industrial de Guipúzcoa, Vitoria, 1977, pp. 23-44.

4. Ver Villimer Llamazares, S.: “El fuero de población de Vitoria”, en Historia de una ciudad. Vitoria,

t.I. El núcleo medieval. Banco Industrial de Guipúzcoa, Vitoria, 1977, pp. 139-161.

5. Ver Martínez Díez, G.: Álava medieval. Diputación Foral de Álava, Vitoria, 1974, pp. 148-152.

6. Ver González Mínguez, C.: “La etapa medieval”, Op. cit., pp. 23-44.

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El término municipal vitoriano no semantuvo invariable durante la Edad

Media, sino que cambió adaptándose a loscondicionantes históricos que a la ciudadalavesa le tocó vivir.

3.1 La formación del alfoz vitorianoCon el otorgamiento de la carta de pobla-ción los monarcas o los señores solíanentregar a la villa recién creada un términoterritorial más o menos extenso, dentro delcual tenían validez las cláusulas contenidasen la carta-puebla. Por lo general, estoslímites solían especificarse de forma deta-llada para evitar conflictos con otras villasya existentes o con territorios rurales ale-daños. En el caso de Vitoria, en cambio,Sancho el Sabio otorgó fuero a Vitoria sinespecificar concretamente cuál era el ámbi-to territorial perteneciente a la villa; la cartade población es muy poco precisa al res-pecto: “... a fin de retener mejor en la memoriavuestros usos y el Fuero dado, os hago donaciónde la villa que se llama, de nuevo nombre,Vitoria, con todos sus términos, poblados y yer-mos, que posee en el presente o poseyó en otrotiempo; con las pertenencias que le pertenecen ole deben pertenecer.”

Se trata de un hecho realmente poco fre-cuente en el ámbito del País Vasco y del cualpodemos extraer dos conclusiones inmedia-tas: en primer lugar, deberíamos entenderque los límites territoriales de la recién naci-da Vitoria serían los de la anterior aldea deGasteiz, pues sobre ella se funda; sin embar-go, la carta-puebla señala que “los antiguoslabradores que estaban allí antes y quieran per-manecer en el lugar a ellos asignado, tenganseparadamente la mitad de las heredades, y voso-

tros, los que sois nuevos, la otra mitad; y divi-didla entre vosotros”. Por tanto, en justicia, alos habitantes de la nueva villa de Vitoriasólo les pertenece la mitad de los territoriosanteriormente pertenecientes a la villa deGasteiz. En segundo lugar, la falta de unadefinición exacta de los límites dejaba a lavilla en una situación precaria frente a lanobleza rural, organizada algo más tarde entorno a la Cofradía de Arriaga.

Para zafarse de esta situación poco ven-tajosa, la villa de Vitoria empleó esfuerzo,tiempo y dinero en apropiarse progresiva-mente de un término territorial mayor queel concedido en la carta puebla, apoyándoseen su poderío económico y en dos disposi-ciones del fuero que rezan: “dondequiera queencontréis madera para construir casas y leñapara quemar, cogedla sin ningún reparo, exceptode las dehesas conocidas, de las que no está per-mitido coger” y “que vuestros bueyes, ovejas ybestias pazcan dondequiera que encontréis hier-ba, y no paguéis impuesto de herbaje, si volvierena vuestros términos esa misma noche”.

En definitiva, amparados por la ambi-güedad de la carta-puebla y el crecientepoderío económico de la villa frente a suentorno rural, los habitantes de Vitoria vana protagonizar durante el siglo y mediosiguiente una enconada lucha contra lanobleza alavesa en la que está terminaráderrotada.

De hecho, en su conjunto el nacimientode las villas alavesas, que ya fue visto ante-riormente, supuso la aparición de unnuevo poder frente a la nobleza, agrupadaen la Cofradía de Arriaga o de Álava, cuyanaturaleza conviene explicar aunque seabrevemente.

3. El término municipal vitorianoy la organización eclesiástica

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Desde los siglos XI y XII comienzan aaparecer en los documentos menciones a“barones de Álava” y milites alaveses, refle-jando a grupos nobiliarios con cierto presti-gio social y, probablemente, con algunas pre-rrogativas de tipo político. Sin embargo, noserá hasta el año 1258 cuando aparezca porprimera vez en la documentación la Cofra -día de Arriaga, aludiendo con esa designa-ción al lugar en que celebraban sus reunio-nes. Resulta arriesgado relacionar una reali-dad con otra, pero parece factible pensar quela Cofradía de Arriaga fue una forma de con-solidar la solidaridad de los nobles alaveses,especialmente tras la desestructuración terri-torial y política surgida tras la definitivaincorporación del territorio alavés a laCorona de Castilla durante el reinado deAlfonso VIII. El hecho de que en el primerdocumento conocido de la Cofradía, éstaaparezca ya perfectamente constituida pare-ce confirmar el indicio de una existencia bas-tante más antigua.

Aunque el núcleo principal eran los fijos-dalgo alaveses, la Cofradía de Arriaga noincluía únicamente a nobles; en ella participótambién el obispo de Calahorra, apoyandoasí el papel de la nobleza. La Cofradía seregía mediante un señor, elegido entre losmiembros de la propia Cofradía, que ejercíael señorío en nombre de ella, contando conatribuciones de tipo jurisdiccional, fiscal y dedefensa del territorio en el que los hidalgosalaveses tenían sus posesiones. Los límitesde la Cofradía en torno al año 1258 puedenidentificarse con los del documento conocidocomo Reja de San Millán (cuyo autor fue unescribano del monasterio riojano de SanMillán de la Cogolla), el cual nos informaacerca de las poblaciones alavesas que apor-taban hierro al monasterio en el siglo XI, lascuales tienen como referencia fundamental laLlanada alavesa, las Estribaciones del Gorbeay algunas zonas de la Montaña alavesa.

Desde la Puebla de Arganzón la fronteradiscurría por el Zadorra hasta llegar al Ebro,

río que le servía de límite hasta la altura deSalinas de Añana. Desde aquí se dirigíahacia el Norte, hasta la divisoria de aguascantábrico-mediterránea, la cual mar caba sulímite por el Norte. El valle de Ara mayonano se incluía dentro del territorio de laCofradía. Por el Este la Cofradía tenía sulímite con la frontera de Na varra. Desdeaquí, el límite lo establecían las villas deContrasta, An toñana y Treviño (ninguna deellas pertenecientes a la Cofra día) hastacerrar el recorrido en la Puebla de Ar gan zón.Dentro de este territorio existían dos encla-ves de realengo: los de las villas de Vitoria ySal vatierra con sus aldeas.

El nacimiento de la Cofradía de Arriagarefleja bien a las claras el temor de losnobles alaveses a que la creación de nuevosvillazgos pudiera mermar sus antiguas atri-buciones. De hecho, con la fundación deVitoria en 1181 y posteriormente de lasvillas de La Puebla de Arganzón, Treviño,Antoñana y Bernedo, la nobleza veía comolas viejas relaciones sociales y políticas delas que ellos se beneficiaban entraban enpeligro. Los nobles alaveses consideraronuna lesión a sus derechos la fundación deVitoria por el monarca navarro Sancho VI,razón por la cual apoyaron al monarca cas-tellano Alfonso VIII en las campañas milita-res que culminaron con la incorporación deÁlava a la Corona castellana. Como manerade recompensar el apoyo nobiliar, AlfonsoVIII decidió poner en suspenso la creaciónde nuevas villas en Álava, paralización queduró medio siglo. En 1242 Fernando III con-cede fuero a la villa de Labastida, pero lohace en un territorio que no pertenece a laCofradía. Caso muy distinto fue el deSalvatierra, villa a la que otorgó fueroAlfonso X, en pleno corazón de la Cofradíade Arriaga, como ya pudimos ver en elcapítulo anterior.

En el caso concreto de Vitoria el procesode crecimiento territorial a costa de laCofradía de Arriaga se desarrolló en torno

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a tres factores fundamentales, según JoséRamón Díaz de Durana: en primer lugar, elcreciente poder económico de la villa fren-te a la nobleza rural, basado sobre todo ensu poderío comercial y artesanal y proyec-tado hacia la compra de tierras en los alre-dedores de la población urbana; en segun-do lugar, el apoyo continuo de la realeza alas pretensiones de la villa, lo cual se plas-mó en tres ampliaciones consecutivas deltérmino territorial y en el otorgamiento deprivilegios que chocaban frontalmente conel sistema jurídico por el que se regían losseñoríos vecinos; en último lugar, la acti-tud de la hidalguía alavesa que, aún siendoclaramente hostil a la villa, en última ins-tancia prefirió retirarse a tiempo que caerderrotada estrepitosamente, como veremosa continuación1.

El primer paso en el crecimiento del tér-mino vitoriano tuvo lugar entre los años1181 y 1258. En este último año los noblesalaveses y el monarca Alfonso X realizan unconvenio concretado en un privilegio roda-do fechado en Segovia el 18 de agosto de1258. En el preámbulo de dicho documento

se señala cómo los miembros de la cofradíase habían enfrentado con los concejos urba-nos de Vitoria y Salvatierra, pues estasvillas compraban propiedades y cogíanvasallos dentro del territorio de la Cofradía.En el convenio, los caballeros de Álava deci-den “entregar” a Alfonso X dieciséis aldeas(con sus derechos y vasallos) para las villasde Vitoria y Salvatierra, quedando lasnueve “aldeas viejas” (Arriaga, Betoño,Adurza, Arechavaleta, Gardélegui, Olárizu,Mendiola, Ali y Castillo) para Vitoria y elresto para Salvatierra. Los caballeros quecontinuaron teniendo sus heredades en estasaldeas las podrían conservar libres y exentaspudiendo venderlas libremente a los vecinosde las villas o a otros gentes del señorío real.Los cofrades, además, cedían a las dos villasel derecho a comprar madera de los montesde Álava, así como a pescar en ciertos tra-mos aledaños a ambas poblaciones. Almismo tiempo, se concede que las viñas quetengan los vitorianos en ciertos lugares cer-canos a la villa sean libres y exentas, por jurode heredad para siempre. Para resolver losposibles problemas que pudieran surgir

3. El término municipal vitoriano y la organización eclesiástica

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LA REJA DE SAN MILLÁN Y LA COFRADÍA DE ARRIAGA

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entre las villas y la Cofradía se elige comolugar la ermita de San Miguel, actuandocomo intermediario un juez.

Estas importantes concesiones de losnobles obedecen al intento de limitar en loposible la expansión de ambas villas, fijandounos límites a partir de los cuales las villasno podrían seguir avanzando. En contrapar-tida, los nobles reciben el compromiso realde que los vecinos de Vitoria y Salvatierra nopodrían comprar, ni ganar, ni tener ningúnheredamiento en toda Álava, salvo en aque-llos lugares entregados por la Cofradía.

En realidad, la supuesta “donación” delos nobles a la monarquía no es sino la cons-tatación de una pérdida materializada conanterioridad. En concreto, en el año 1226dos sentencias arbitrales entre los clérigosde Vitoria y los de las aldeas señalan clara-mente que “saliendo la reja de Vitoria puedensembrar los heredamientos que los vecinosmoradores parrochianos de Vitoria tienen e anen las dichas aldeas...”; esto es, ya en el año1226 los vitorianos poseían fincas en loscampos cercanos. La “donación”, por tanto,no es sino la claudicación ante un hecho

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EVOLUCIÓN DEL TÉRMINO MUNICIPAL VITORIANO DESDE 1181 A 1332

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consumado. Como muestra del auge y elcreciente poder de Vitoria frente a la noble-za alavesa es suficientemente significativoel hecho de que a la villa le sea entregada laaldea de Arriaga, lugar donde la Cofradíarealizaba tradicionalmente sus reuniones.

En cualquier caso, la maniobra de lanobleza no iba a ser más que una dilaciónen un proceso irrefrenable.

Siendo infante todavía Sancho VI, ycomo consecuencia del enfrentamiento quemantuvo con su padre a fin de asegurarse eltrono frente a las aspiraciones de donAlfonso de la Cerda, Sancho trató de ganar-se el favor de las ciudades mediante la con-cesión de privilegios y ventajas. La villa deVitoria se benefició de esta política median-te la confirmación y ampliación de su fueroy la concesión de la aldea de Lasarte el 13de mayo de 1286, la cual le había sido entre-gada unos años antes por la Cofradía deArriaga. En esta decisión pesó, según pala-bras del monarca, “gran sabor de levar la villade Bitoria adelante e de les fazer muchamerçed”.

Este hecho crispó de nuevo las relacionesentre la villa y la Cofradía, de suerte que sehizo necesario un nuevo intento por calmarlos ánimos enconados de los nobles. En unconvenio firmado por el concejo vitoriano yla Cofradía en 1291 se pusieron en claro lasrespectivas competencias jurisdiccionales.En 1293 el propio monarca confirmó elpacto de 1258 en un intento por frenar (oaparentar frenar) las apetencias expansivasque mostraba continuamente la villa deVitoria. Su eficacia fue nula.

En el año 1331 otras cuarenta y cincoaldeas habían pasado, mediante compra, amanos de los vitorianos, indignando pro-fundamente a los nobles. Los cofrades seña-laban que el concejo de Vitoria “las tiene for-zadas, e que estas dichas quarenta e cinco aldease toda la tierra es e debe seer nuestra, así como lofue de aquellos onde nos venimos e tenemos edecimos que nos las deben desamparar et desem-

bargar”. El concejo vitoriano, por su parte,alegaba que tales aldeas “deben ser del Reynuestro señor e nuestras sin parte de los cofra-des de Alava, porque las compramos e ganamosasí como debíamos, de que tenemos dello cartas eprivillegios en como son e deben seer del dichoconcejo e que el conceio debe fincar con ellas”.

Dado que el acuerdo era difícil, ambaspartes decidieron nombrar un árbitro pararesolver el desencuentro, nombramientoque recayó en don Juan Martínez de Leiva,Camarero mayor del rey Alfonso XI. Un añodespués, concretamente el 8 de febrero, éstehizo pública su sentencia, dando la razón ala villa de Vitoria. De las cuarenta y cincoaldeas en disputa, cuatro quedaron para laCofradía (Zurbano, Aránguiz, Betolaza yArróyabe) y las otras cuarenta y una paraVitoria: Subijana, Zumelzu, Armentia,Gáceta, Berrosteguieta, Meana, Monasterio -gu ren, Gámiz, Bolívar, Ullívarri de los Olle -ros, Aberásturi, Gomecha, Argandoña, SanRomán, Lubiano, Oreitia, Ullivarri-Arazua,Doipa, Matauco, Betriquiz, Cerio, Jungitu,Ilárraza, Ascarza, Arcaya, Sarricuri, Otazu,Elorriaga, Arcaute, Ullivarri de Araca, Mi -ña no Mayor, Miñano Menor, Retana, Amá -rita, Gamarra Mayor, Gamarra Menor, Zua -zo, Crispijana, Gobeo, Lermanda y Abe -chuco). Estas aldeas quedaban para Vitoria,que las tendría “essentas e francas e libres equitas segunt el fuero e uso e costumbre de loscofrades dalava e que las aian las dichas aldeascon montes e con prados e con pastos e entradase salidas, con todas sus pertenencias que an edeven aver desde la foia del monte fasta la piedradel rio”. Pocos días después el propiomonarca confirmaba la carta en Valladolid.

El quebranto territorial sufrido por laCofradía ante el empuje vitoriano supusoun golpe muy serio a la integridad y alorgullo de la Cofradía. Por ello, el 2 de abrilde ese mismo año decidieron entregar elseñorío de la tierra alavesa al monarcaAlfonso XI ante la amenaza de ser total-mente absorbidos por las villas de Vitoria y

3. El término municipal vitoriano y la organización eclesiástica

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Salvatierra; los cofrades decidieron optarpor asegurar sus privilegios de la mejorforma posible: disolviendo la Cofradía yasegurándose su estatuto jurídico mediante21 peticiones. Aunque no todas fueronaceptadas, lo cierto es que la nobleza alave-sa consiguió mantener buena parte de susprerrogativas. Entre otras medidas, se lesconcedió el Fuero de Portilla que, al contra-rio que el de Vitoria, reconocía la exenciónfiscal de los hidalgos, en un momento enque la fiscalidad real alcanzaba un grandesarrollo2. Por otra parte, obtuvieron elderecho de persecución sobre los campesi-nos que abandonaran las tierras que traba-jaban en los solares de los hidalgos paradirigirse a las villas; de este modo, se fijabaa los campesinos a la tierra y los noblespodían fortalecer la base de su poder.

De este modo, en el año 1332 quedabacasi definitivamente configurado el territo-rio jurisdiccional de Vitoria. Con posteriori-dad se producirán pequeñas modificacionesmediante donaciones realizadas por losreyes castellanos, todas ellas fuera de loslímites definidos por las aldeas del alfoz. El26 de abril de 1360, Pedro I, como forma de

premiar la lealtad mostrada por los vecinosde Vitoria, concedió a la villa las aldeas deGalvárruli y Cellorigo, pertenecientes hastaese momento a Miranda de Ebro: “para quelas ayan por su término daquí adelante por jurode heredad et para siempre jamás, con vesinos emoradores que en ellas moran e moraren e con lospechos e derechos que solían pechar al conçejo deMiranda e con la justicia e sennorío que los de ladicha villa de Miranda avían en ellas e en cadauna dellas e con montes e prados e pastos e exidose con todos sus derechos e pertenençias que a ellasperteneçen e perteneçer deven, así de fechocommo de derecho e que las ayan al fuero e uso ecostunbre que an el conçejo de Vitoria e las otrasaldeas que an por su término”.

Las últimas donaciones se producirán entiempos de los Reyes Católicos. En 1484 seotorgan a Vitoria las villas de Elburgo yAlegría, nacidas ambas en 1337, y el valle deZuya, todos ellos territorios realengos. El 11de julio de 1490, por último, se otorga aVitoria la villa y valle de Bernedo. Aunquesobre el mapa puedan parecer anexionesinconexas, no lo son en absoluto; en concre-to, el valle de Zuya y la villa de Bernedo eranpuntos claves para el comercio con el puertode Bilbao y con Navarra, respectivamente.

3.2 La organización eclesiásticaComo acertadamente señala Ernesto GarcíaFernández, desde el punto de vista de laorganización eclesiástica se puede afirmarque una de las “épocas doradas” de Álavafue aquella en que existió un obispado contal nombre3. El obispado de Álava es resul-tado de la Reconquista, como necesidad deatender a los cristianos residentes en elterritorio y a los procedentes de otras áreasinvadidas por los musulmanes. Por desgra-cia no se ha conservado el documento fun-dacional de dicho obispado, siendo, ade-más, muy confusos sus primeros años deexistencia. Según los pocos datos existentes,sabemos que hacia el año 876 existía unobispo residente en Álava, dentro de la

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EXPANSIÓN DEL SEÑORÍO VITORIANO ENTRE LOS

AÑOS 1360 Y 1490

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órbita castellana; sin embargo,no va a ser hasta el año 987 cuan-do los datos referentes al obispa-do de Álava comienzan a hacer-se más fiables y seguros, a partirdel obispo Munio I.

La delimitación territorial delobispado de Álava no incluía latotalidad de la actual provincia,pues quedaban al margen lazona de Arceniega, los valles ala-veses, la Rioja alavesa y parte dela Montaña. En cambio, incluíaotros territorios exteriores, puesla diócesis se extendía hasta lacosta teniendo como límite occi-dental el río Nervión y oriental lacuenca del Deva, en Guipúzcoa.

La situación del obispado ala-vés fue siempre inestable, en pri-mer lugar porque no tenía a sufavor ningún título jurídico canó-nico, ya que Álava no había sidodiócesis en la época romano-visi-goda. En segundo lugar, al seruna zona de permanente conflic-to entre los reinos de Castilla yNavarra, el obispado de Álava estabaexpuesto a continuos vaivenes de naturalezapolítica. Así, con el definitivo triunfo caste-llano sobre las tierras de Vizcaya, Álava yGuipúzcoa, la continuidad del obispado deÁlava era en extremo complicada, pues lapolítica castellana fue recomponer el antiguoesquema episcopal de época romano-visigo-da. Con el obispo Fortún II, a finales del sigloXI , se pone fin al obispado de Álava paraquedar incorporado al de Nájera-Calahorra,coincidiendo con el paso a manos castellanasde una zona que hasta entonces había estadoen la órbita navarra. Lo mismo sucedió conel obispo de Valpuesta, cuya sede pasó alobispado de Burgos.

Desde mediados del siglo XII los territo-rios de Álava aparecen estructurados entorno a una serie de arcedianatos y arci-prestazgos pertenecientes a las diócesis deCalahorra y, en menor medida, Burgos. Unsiglo después sabemos que los arciprestaz-gos del arcedianato de Álava eran: Eguílaz,Gamboa, Cigoi tia, Vitoria, Léniz, Zuba -rrutia, Cuartango, Orduña, Ayala, La Riberay Treviño. Los arciprestazgos pertenecientesa los arcedianatos de Nájera (Miranda deEbro y Laguardia) y Berberiego (Viana,Bernedo y Arana-Arraya) incluían otra seriede territorios de la provincia alavesa.

3. El término municipal vitoriano y la organización eclesiástica

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ORGANIZACIÓN ECLESIÁSTICA EN LA BAJA EDAD MEDIA

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Notas.

1. Ver Díaz de Durana, J.R.: Vitoria a fines de la Edad Media (1428-1476). Diputación Foral de Álava,

Vitoria, 1984, p. 35 y ss. y González Mínguez, C.: “La etapa medieval”, en Historia de una ciudad.

Vitoria, t.I. El núcleo medieval. Banco Industrial de Guipúzcoa, Vitoria, 1977, pp. 23-44.

2. Ver De Orella Unzue, J.L.: “Las Instituciones Públicas de Álava. Desde la entrega voluntaria hasta

la Constitución definitiva de la Hermandad de Álava (1332-1463)”, en La formación de Álava. Op. cit.

pp. 323-324.

3. Ver García Fernández, E.: “Clérigos, caballeros, “burgueses” y campesinos en la Alta Edad

Media”, en Historia de Álava, Antonio Rivera (dir.). Nerea, Madrid, 2003, p. 145.

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Los diferentes grupos humanos que a lolargo de los tiempos han poblado el

territorio de Álava han dejado impreso elrecuerdo de las vías de comunicación queutilizaron para sus desplazamientos, susintercambios comerciales y sus actividadeseconómicas. Cuanto más tiempo nos separadel momento en que un pueblo utilizó undeterminado camino, mucho más dificulto-so resulta rastrear su exacta localización yconfiguración; en todo caso, la huella, aun-que débil, siempre suele perdurar.

Durante la Prehistoria el territorio quebordea a la ciudad de Vitoriasufrió procesos de ocupa-ción y abandono fundamen-talmente en función de lascondiciones ambientales. Enesta época la mayor parte delos desplazamientos estabanen relación con el movimien-to de los ganados desde lospuertos de altura del veranoa las zonas más bajas eninvierno, libres de los peoresrigores del clima. En todocaso, estos movimientos nohan dejado apenas constan-cia sobre el terreno aunquees evidente que las vías decomunicación posteriorestuvieron su base en estoscaminos trashumantes quebuscaban la mejor manerade comunicar diferenteszonas de pastos aprovechan-do los pasos más bajos y demejor accesibilidad.

5.1 Las comunicaciones en Álava en épocaromanaLa época de dominación romana se caracte-rizó por un extraordinario desarrollo de lasvías de comunicación y por la ingente cons-trucción y puesta en funcionamiento de cal-zadas aptas para el tránsito de personas,animales y carruajes. Los romanos construí-an sus calzadas fundamentalmente en fun-ción de la puesta en comunicación de luga-res con interés político, económico o militar.Por lo que respecta a las provincias norte-ñas del País Vasco (Vizcaya y Gui púzcoa)

4. Las comunicaciones dela villa de Vitoria

VÍAS DE COMUNICACIÓN DURANTE LA ÉPOCA ROMANA

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los romanos no debieron sentirse especial-mente atraídos por este territorio lo que seconcretó en un escaso desarrollo de la redviaria. En cambio, la provincia de Álava sídespertó el interés de los romanos, tantopor su cualidades intrínsecas como por sunaturaleza de lugar de paso y comunica-ción entre el interior peninsular y los pasospirenaicos hacia la Galia. La principal víade comunicación romana en la provincia deÁlava fue la calzada Asturica-Burdi galam(Astorga-Burdeos). La construcción de estacalzada comenzó en tiempos de Augusto yalcanzó un gran auge durante el siglo I d.C,localizándose numerosos asentamientos ensus márgenes.

Junto a la red principal, los romanosdesarrollaron una gran cantidad de víassecundarias que ponían en comunicaciónlas poblaciones y facilitaban la conexiónentre territorios cercanos1. Así, debieronexistir al menos dos rutas secundarias quecomunicaban la Llanada alavesa con elvalle del Ebro salvando el escollo de la laSierra de Cantabria, y otras vías que discu-rrían en dirección norte hacia el territoriovizcaíno. De la ingente labor de los roma-nos en el territorio alavés dan muestra los

puentes construidos para salvar los ríos; elde Mantible, en Assa, pudo construirse enla primera mitad del siglo II d.C. en una delas rutas secundarias desde el centro deÁlava hacia el valle del Ebro; el primitivopuente de Trespuentes, por su parte, favo-recía la conexión de Veleia con la calzadaAsturica-Burdigalam, siendo quizá algoanterior al de Mantible.

5.2. Las comunicaciones de Vitoria en laEdad MediaComo acertadamente señalan C. Gonzá lezMínguez y M.C. de la Hoz2, el estudio de lainfraestructura viaria de la Península Ibéricadentro del periodo medieval ha estado rela-tivamente abandonado, en especial en com-paración con otros temas que han gozado demayor aceptación.

A diferencia de las provincias de Vizcayay Guipúzcoa –que durante mucho tiempo semantuvieron un tanto al margen de los prin-cipales flujos económicos y comerciales delnorte peninsular– Álava fue durante toda laEdad Media, como lo había sido desde épocaprehistórica, un lugar de paso. Este hecho sereforzó sobremanera desde el momento enque el territorio quedo libre de las acciones

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RUINAS DEL PUENTE DE MANTIBLE EN EL TÉRMINO DE LANCIEGO

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de castigo o aceifas que los musulmanes lle-vaban a cabo con cierta frecuencia.

Una de las principales rutas que se desa-rrollaron en Álava en la Edad Media, y queinfluyeron decisivamente en la configura-ción de su territorio, fue el Camino deSantiago.

El hallazgo, a mediados del siglo IX, delos supuestos restos del apóstol Santiago enCompostela por Teodomiro –obispo de IriaFlavia– dio nacimiento a una corrientehumana, social, económica y cultural sinparangón en la Europa medieval5. El obispoTeodomiro informó inmediatamente delsuceso al rey Alfonso II el Casto, el cualordenó construir en aquel lugar una iglesiaen honor del apóstol.

Poco a poco la noticia del hallazgo delsepulcro de Santiago comenzó a difundirsepor la Cristiandad, acudiendo a venerar lasreliquias gentes peninsulares y otras proce-dentes de más allá de los Pirineos, escasas alprincipio y muy numerosas con el paso delos años6.

En sus primeros años de su existencia, noparece que existiera una ruta clara de pere-grinación a Santiago de Compostela; al con-trario, cada peregrino utilizaría la ruta quemás fácil le resultara. Es probable que losprimeros itinerarios a Santiago discurrieranen su mayor parte al norte de la CordilleraCantábrica, por cuanto el territorio situadoal sur podía ser atacado en las frecuentesincursiones o razzias llevadas a cabo por losmusulmanes. Con el alejamiento del peligromusulmán hacia el sur, el camino seguidopor los peregrinos fue tomando una derivamás meridional, dejando el abrupto y difi-cultoso terreno norteño por las más accesi-bles tierras de la meseta. En un primermomento la ruta discurrió por el interior deÁlava para desembocar en Miranda de Ebroy dirigirse desde aquí a Burgos7. Será con lafigura de Sancho III el Mayor de Navarra(1004-1035) cuando el Camino de Santiagoadquiera su trazado más típico, atravesando

las tierras navarras para dirigirse a Nájera,por aquel entonces capital del reino deNavarra, y desde allí a Burgos8.

La importancia del camino de Santiagoen la España medieval fue extraordinaria.En un territorio en lucha contra el podermusulmán, la figura de Santiago vino aconstituirse en el estandarte de los cristianosfrente a los árabes, en la “refulgente áureacabeza de España” que dijo Beato deLiébana años antes de que los restos deSantiago fuesen encontrados en Compos -tela9. Los monarcas no dejaron de aprove-char el valor icónico y simbólico de Santiagoy, por otro lado, comprendieron pronto lanecesidad de facilitar el tránsito de perso-nas, animales y mercancías hacia Santiagopor los indudables beneficios económicosque ese continuo movimiento producía.

Uno de los hechos de mayor relevanciay significación en este flujo humano delcamino de Santiago fue el nacimiento ydesarrollo de múltiples núcleos urbanos.Las villas y ciudades se convirtieron en ellugar idóneo para asistir a los peregrinosen diversos aspectos: aliviando en la medi-da de lo posible las penalidades del viajemediante la creación de centros asistencia-les (hospitales); proporcionando los me -dios para el sustento de los jacobitas (mer-cados, mesones, comercios); y ofreciendo elconsuelo espiritual para las almas de losperegrinos (ermitas, santuarios, iglesias)10.Algunas ciudades que con anterioridadhabían vivido un largo periodo de deca-dencia y abandono, se volvieron a poblar yresurgieron como centros organizadores desu espacio rural; otras surgieron de la nadacon la sola intención de favorecer al propiocamino que las daba vida.

Una de las rutas, por tanto, que mayorimportancia tuvo en el desarrollo urbanode Vitoria y en su relación con otras tierrasfue el camino de Santiago, tanto en su ver-tiente peregrina como en la económica ycomercial.

4. Las comunicaciones de la villa de Vitoria

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El camino de Santiago penetraba enÁlava por el límite con la provincia deGuipúzcoa a través del paso de SanAdrián, desde donde podía discurrir endirección a Vitoria a través de dos caminos:uno más al norte por Galarreta y Elorriagay otro más al sur por Salvatierra, Alegría yElburgo; a partir de aquí la ruta seguía unúnico camino hasta Armiñón donde seseparaba bien dirección a Miranda de Ebroo bien en dirección a la localidad riojana deHaro11.

Durante buena parte de la Edad Media,este camino fue el más importante de losque recorrieron la tierra alavesa, dentro delsentido general Este-Oeste que manteníanlas comunicaciones en el norte peninsular.Sin embargo, a partir del siglo XII la direc-ción marcada por el Camino de Santiago fuesiendo sustituida por una nueva direcciónSur-Norte que ponía en relación las tierrasdel interior peninsular con los puertos delCantábrico. A pesar de este profundo cam-bio, Álava siguió estando en el centro de losintercambios comerciales dada su posicióncentral entre ambas esferas económicas.

La ciudad que vino a centralizar losintercambios y las rutas de comunicaciónen este nuevo sentido de las relacionescomerciales fue Vitoria. Situada en el cen-tro de la Llanada, Vitoria se benefició tantodel Camino de Santiago como de las nue-vas rutas hacia las provincias de Vizcaya yGuipúzcoa.

Precisamente, en relación con la comu-nicación con Vizcaya se desarrolló una rutaque gozó de gran importancia. DesdeMiranda de Ebro la calzada se dirigía aVitoria para desde aquí alcanzar Villarrealy Ochandiano (ya en Vizcaya). Desde aquí,y tras superar el alto de Urquiola (de 713m. de altitud) el camino desembocaba en lavilla de Durango desde donde se podíacontinuar hacia Bilbao, por el curso delIbaizábal, o a Bermeo.

Bermeo fue la primera villa fundada en

la costa vizcaína (con anterioridad al año1236) y durante muchos años fue la única.Este hecho favoreció el tránsito de perso-nas y mercancías por la ruta recién descri-ta, dado que era la forma más sencilla dealcanzar la costa. Sin embargo, desde fina-les del siglo XIII fueron apareciendo otraserie de villas costeras que “poblaron” ellitoral y privaron a Bermeo de su posiciónhegemónica. De entre ellas la más podero-sa fue Bilbao.

Durante el siglo XIV las villas de Bilbaoy Bermeo se mantuvieron en disputa por elliderazgo en la costa vizcaína, pero a partirde comienzos del siglo XV la balanza sehabía inclinado claramente por el lado bil-baíno. De este modo el eje principal de lascomunicaciones sufrió un desplazamientode Este a Oeste en el afán por lograr laforma más rápida de conectar el interiorpeninsular con el puerto de Bilbao. Aunquelas rutas que discurrían por Vitoria conti-nuaron utilizándose, el camino que termi-nó por cobrar mayor protagonismo privó aVitoria del beneficio de ser una de las villasque lo acogía. Desde Pancorbo la calzada sedirigía a Santa Gadea del Cid y Puentela -rrá, donde se cruzaba el río Ebro. Inme -diatamente se accedía a Orduña tras des-cender el puerto de la Peña de Orduña, unmurallón calizo de más de 600 metros dedesnivel que suponía un serio impedimen-to cuando el camino se hacía en el sentidocontrario. Posteriormente, y ya de maneramás sencilla, se seguía por el Valle de Ayalay Llodio para desembocar en Bilbao a tra-vés del curso del Nervión12.

A pesar de las dificultades orográficascon que contaba esta ruta occidental haciaBilbao, fue finalmente la que triunfó, dejan-do la vía por Villarreal y Durango en unplano secundario. Consecuentemente, Vi -to ria quedó también en un segundo planoen este nuevo eje Sur-Norte (Burgos-Bilbao) que tanta importancia comercial yeconómica tuvo en los siglos siguientes.

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Desviarse hacia Vitoria desde Pancorbo notenía tantas ventajas como para compensarel tiempo adicional de viaje que había quesoportar.

Ante esta tesitura, Vitoria trató de man-tener su posición comercial haciendoesfuerzos permanentes por seguir centrali-zando el tráfico de mercancías desdeBurgos hacia la costa vizcaína y guipuzco-ana a través de la villa. La capital alavesasostuvo un largo pleito con los escuderoshidalgos de las aldeas de su jurisdicciónpara evitar que estos abriesen mesones yalojamientos para los mercaderes, con el finde logar que estos tuvieran que hospedarsenecesariamente en Vitoria. La sentenciasalomónica dictada por los Reyes Católicosen 1476 no resolvió en absoluto el conflicto,que tomó naturaleza recurrente: «los dichos

escuderos que biuen e moran e biuieren e mora-ren en la tyerra de la dicha çibdad que non aco-gan nin den posada nin meson de noche nin dedia a ningunos rrecueros que troxeren merca-durias qualquier de que se deuan pagar dere-chos a mi. E que en esto se guarde el dichopreuillejo, segund y como y so las penas que enel se contiene, saluo sy algund rrecuero llegarea qualquiera de las dichas aldeas en tiempo defortuna de noche escuro, y en tal caso que lepueda acoger el mesonero que para eso estuuie-re diputado para ello por la dicha çibdad, enqualquier de las dichas aldeas e non otro algu-no, so las penas contenidas en el dicho preuille-jo; e que luego otro dia, de manna[na], venga oenbie a esa çibdad de Bitoria el tal mesonero a lodenunciar al dezmero, e trayga consigo el rre-cuero, so la pena que por el quaderno de losdiezmos estan estatuydas a los que las yncubre-

4. Las comunicaciones de la villa de Vitoria

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VISTA DEL TÚNEL DE SAN ADRIÁN QUE COMUNICA LAS PROVINCIAS DE GUIPÚZCOA Y ÁLAVA

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ren. Pero que los otros rrecueros que no pasarencon bestias vazias e los otros viandantes queandudieren a pie e caualgando, que los puedanacoger libremente los dichos escuderos de lasaldeas que quisyeren tener mesones publica-mente para ello...»13.

Al igual que en el caso vizcaíno, las villasmantuvieron conflictos no sólo con su entor-no rural, sino también con otras villas cerca-nas por el intento de cada una de ellas deaprovecharse al máximo de los beneficiosdel comercio: tanto los ingresos fiscales

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CAMINOS MEDIEVALES EN ÁLAVA (SEGÚN DÍAZ DE DURANA)

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como la seguridad en el abastecimiento. Losconflictos que vemos entre Bilbao,Portugalete y Bermeo se personalizan enÁlava en villas como Vitoria y Salvatierra.Así, un documento emitido por Juan I en elaño 1408 permitía a los vecinos deSalvatierra pasar por la villa de Villarreal asu regreso de Bermeo o de otros lugares deVizcaya, sin tener que hacerlo obligatoria-mente por Vitoria: «el conçejo e ofiçiales e omesbuenos de Saluatierra de Alaua nos enbiarondezir que fue siempre vso e constumbre de uygrand tiempo aca que, quando algunos vezinosde la dicha villa ouiesen de venir de Bermeo o deotros logares algunos de Vizcaya para la dichavilla de Saluatierra con sus mercadurias, quevsaron e acostumbraron de venir por Villarrealde Alaua para la dicha villa, e que agora quevosotros, algunos de vos o otros algunos, que lescostrenides e apremiades que vayan por la dichavilla de Bitoria non seyendo su camino por y,porque sy por Bitoria ouiesen de venir que se lesseguia gran dapno e agrauio e seria contra la cos-tumbre que vsaron de grand tiempo aca, e otrosique se les faria el camino mas luengo...»14.

En sentido contrario –esta vez a favor deVitoria– una sentencia arbitral dada en1467 en un pleito entre Orduña y Vitoria,permitía a los vecinos de esta última acce-der con sus mercancías a Vizcaya sin tenerque entrar por Orduña ni pagar derechopor ello15.

Como resumen puede decirse que a pesarde los intentos vitorianos por monopolizar eltráfico comercial entre el interior peninsulary la costa cantábrica, los hechos terminaronpor alejar a la capital alavesa de su posicióncentral aún conservando un gran papelcomo nexo de unión entre territorios dispa-res y económicamente complementarios.

5.3. Mantenimiento y seguridad de loscaminosConstruir una calzada podía ser, y de hecho loera, una tarea costosa; pero mantener las víasen uso durante siglos era una labor aún más

gravosa, tanto que muchas veces los caminosse deterioraban inexorablemente por la faltade fondos con los que mantenerlos.

Los monarcas de la Corona de Castillamostraron interés por los asuntos relaciona-dos con la red viaria en diversos campos.Las cuestiones que, por lo general, más lesinteresaban eran principalmente las fiscales.Los monarcas trataron de reducir la presiónfiscal que afectaba al tránsito de mercancíascon el fin de favorecer las relaciones comer-ciales. Frecuentemente se decretaban exen-ciones y privilegios (tanto a mercaderescomo a villas u otros lugares) con el fin defacilitar la actividad comercial y el abasteci-miento de las poblaciones, una de las cues-tiones que mayores quebraderos de cabezaproporcionó a las autoridades medievales.

Alfonso X, a partir de obras legislativascomo el Fuero Real y Las Partidas, sentó labase de lo que debía ser la atención de losmonarcas hacia las vías de comunicación; enel Fuero Real se alude a la obligación gene-ral (ya que afectaba a todos los ciudadanos)de mantener libre la circulación por loscaminos en uso y a las penas en que incurrí-an quienes los cerraban de forma arbitraria.Por otra parte, en Las Partidas el rey Sabiorecogía la obligación de los monarcas de«labrar las puentes e las calçadas e allanar lospassos malos, porque los omes puedan andar elleuar sus bestias e sus cosas desembargadamen-te de un lugar a otro, de manera que las non pier-dan en los passajes de los rios ni en los otroslugares peligrosos do fueren»16. En variosapartados más se establecen disposicionesreferentes a la libertad de tránsito por ríos,puertos y caminos públicos, dado que perte-necen a toda la comunidad; a la financiaciónde las obras; o a la seguridad en los caminos.

En todo caso, no puede hablarse con pro-piedad de una política “caminera” de losmonarcas castellanos, dado que su labor secentró más en la resolución de problemasconcretos que en una planificación a granescala. Así, los Reyes Católicos (que fueron

4. Las comunicaciones de la villa de Vitoria

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quienes mostraron una mayor atención aestos temas) prestaron especial cuidado aevitar el establecimiento de abusos fiscalesen los caminos –las conocidas como “nue-vas ymposiciones”– y a garantizar la segu-ridad de los caminos; en cambio, otrosmuchos aspectos quedaron descuidadoscasi por completo. Varios años antes, entodo caso, el concejo de Vitoria y las JuntasGenerales de la Provincia ya habían tomadobuena nota de las quejas de los arrieros yrealizaron las gestiones oportunas parareparar aquellos tramos que se encontrabanen peor estado.

El trazado de una ruta está en relaciónfundamentalmente con dos condicionantes:los puntos que se desean unir y las dificul-tades orográficas que debían superarse(sobre todo ríos y montañas). Las condicio-nes climáticas eran un factor a tener tambiénmuy en cuenta, pues las zonas altas podíanestar cerradas al tráfico durante meses porlas nieves a la vez que las fuertes tormentaso el desbordamiento de ríos o arroyos podí-

an arruinar por completo el firme delas calzadas; como anteriormente seseñaló, estas obras de consolidacióny conservación eran en extremo gra-vosas. En un documento del año1491 al referirse a un tramo cercano aOchandiano del camino que uníaVillarreal con Durango se dice que«commo es montanna, en el tiempo delynbierno se fazen tantos e tan grandeslodos en el camino rreal por donde pasala rrecua para el dicho condado deBiscaya e ay otros arroyos e tan malospasos que en cada un anno muerenmuchos ganados de los que van carga-dos, que caen en los dichos pasos»17.

La mayor parte de los caminosalaveses medievales eran de tierra,lo cual derivaba en frecuentes des-perfectos sobre todo por efecto de laslluvias que causaban profundos sur-cos y baches en el camino. Los puen-

tes eran también seriamente afectados poreste motivo provocando no sólo que la cir-culación se entorpeciese, sino que se sus-pendiera hasta la pertinente reparación.Además, el hecho de que muchos de lospuentes fueran de madera no hacía sinodificultar aún más la situación. Por ello eramuy frecuente que en el trazado de las rutasse buscasen pasos o vados naturales paracruzar los ríos con el fin de evitar las incó-modas interrupciones al tráfico que suponíael derrumbe de un puente.

Ocasionalmente, los caminos podían serpreparados con dos hileras de piedras en losbordes de la calzada de las cuales partíanotras transversales que reticulaban la vía,rellenándose el espacio intermedio con cas-cajo; con ello se lograba, evidentemente, unacalzada de mucha mayor solidez y durabili-dad. En todo caso, estas vías fueron laexcepción, aún cuando la antigua vía roma-na de Astorga a Burdeos debió permaneceren uso durante mucho tiempo como ejem-plo de calzada bien construida.

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PÉRDIDA DE CENTRALIDAD DE VITORIA EN LA

COMUNICACIÓN ENTRE BURGOS Y BILBAO

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En general, los monarcas llevaron a caboun cierto control de las autorizaciones parala construcción o reparación de los caminospero sin participar directamente en lafinanciación de los mismos; por ello, lalabor de costear las obras recaía finalmenteen los concejos, al fin y al cabo los más inte-resados en la existencia y buena conserva-ción de estas rutas por dos motivos: asegu-rar el abastecimiento de mercaderías yaprovecharse económicamente del tránsitocomercial.

Los fondos para estas obras de manteni-miento provenían de dos fuentes de financia-ción fundamentalmente: los concejos y lascargas a los usuarios. Los fondos de los con-cejos se obtenían de los bienes propios, derra-mas, repartimientos, multas, etc18. Los veci-nos tenían la obligación general de participaren la financiación de estas obras, así como enel mantenimiento de murallas, fuentes, etc.De hecho, en el caso de Vitoria el no recono-cimiento de la inmunidad fiscal de los cléri-gos e hidalgos obligaba a estos a participar enlos gastos como cualquier vecino más.

Por lo que se refiere a la financiación através del cobro a los usuarios, ésta se reali-zaba a través del cobro de peajes, pontaz-gos, portazgos y otras imposiciones que,como quedó dicho, degeneraron finalmenteen flagrantes abusos. En el documento ante-riormente citado del año 1491 las JuntasGenerales de Álava solicitaron a los ReyesCatólicos que durante «algund tiempo limita-do que pudiesen echar a los caminantes algunapequeña contia con que obiesen de ayudar para elrreparo de los dichos caminos e puentes e calça-das, para que con aquello e con lo que los dichosconçejos ayudasen pudiessen ser rreparados losdichos camynos e puentes e calçadas e malospasos». Esa petición se hacía porque, según sealude, «la dicha villa de Villarreal, de cuya juri-diçion son los dichos caminos fragosos, diz que esde tan poca poblaçion e los vezinos que en ellabiben muy pobres, que paenas con todas susfaziendas se podrian rreparar los dichos cami-

nos». Aunque bien pudiera ser cierto, estetipo de reclamaciones tenían muchas vecespor objetivo hacer recaer el costo de lasreparaciones en los usuarios de los caminos,por lo que era frecuente realizar las pesqui-sas necesarias para determinar la capacidado no de los concejos para llevar a cabo lasobras. Ocasionalmen te, la realización deuna reparación debía contar con la previacompra de los terrenos afectados; así, en1501 el concejo de Vitoria debió compraruna serie de solares pertenecientes al con-vento de Santa Clara para proceder alensanchamiento del camino real que se diri-gía a la población19.

En lo que se refiere a la seguridad, loscaminos alaveses (como en general los cami-nos peninsulares) no gozaron siempre de lasnecesarias garantías para los comerciantes yusuarios en general. La mayor parte de lasveces la inseguridad era generada por mal-hechores feudales y bandidos como se reco-ge en un documento del año 1358 en el cualel monarca Pedro I afirma que «algunos vezi-nos de Bitoria se me enbiaron querellar e dizenque algunos del dicho lugar que andan los cami-nos que vien de Castiella a Nauarra e a otras par-tes con sus mercadorias e con sus bestias en quetrayen vino e otras cosas a la dicha villa deBitoria, por que la dicha villa es de acarreo, quequando van de Bitoria contra Nauarra e a otraspartes del mio sennorio con sus mercadorias e

4. Las comunicaciones de la villa de Vitoria

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ESTRUCTURA DE UNA CALZADA MEDIEVAL

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con sus bestias por alguno de los dichos caminoso vienen de Nauarra a Castilla, que sallen a ellosotros omes poderosos de y la tierra e otros omesque les toman e prender forçadament lo que lesfallan, contra su voluntad, deziendo que les dende cada bestia e azemila, çiertos dineros de guiaque dizen que an de aver. Et que por esta rrazonque non osan andar seguros por los caminoscomo deven, e an rreçebido e rreçiben danno eagrauio, et que los que solian andar por losdichos caminos que se non pueden mantener, etque se van a morar a otras partes, et por esta rra-zon que se despuebla la dicha villa...»20. Portanto, en general no son los marginadossociales los que llevan a cabo estos actos,sino más bien la nobleza de la region.

A medida que el tráfico comercial iba enaumento, los actos de bandidaje y saqueocrecían de forma notable. A lo largo del sigloXV los monarcas castellanos comenzaron atomar más en serio este problema y busca-ron el modo de pacificar el territorio comomejor solución. Enrique IV fue uno de losreyes que más hicieron por esta pacificacióncon la creación de la Hermandad General. Apartir de 1458 la fuerza de esta institución

fue en aumento y, gracias a la colaboraciónde las hermandades guipuzcoana y vizcaínacontra los Parientes Mayores, la paz y laseguridad en los caminos y en el territorioen general comenzó a hacerse notar.

El camino en todo caso no fue sencillo y apesar de los logros de la Hermandad losabusos y actos de bandidaje continuaron. Enel año 1502 un decreto de las JuntasGenerales «por cuanto en la dicha provinçiasuçeden muchas fatygas e fuerças por bexaçion degrandes e otros comercanos» se llegó al acuerdode que todos los que recibieran daño algunoen sus mercaderías contarían con la protec-ción de la Provincia, que se haría cargo de lamitad de las costas de los pleitos que se ini-ciaran por dichas agresiones21.

En definitiva, los caminos medievalesalaveses contaron con serias dificultadespara el tránsito de personas y mercancíasque sólo desde el siglo XV fueron resolvién-dose gracias a la voluntad real y a los deno-dados esfuerzos de las autoridades locales,las más interesadas en favorecer la actividadcomercial en su territorio.

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4. Las comunicaciones de la villa de Vitoria

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Notas.

1. Ver San Vicente, I.: “La época romana”, en Historia de Álava. Nerea, Madrid, 2003. p. 78.

2. González Mínguez, C. y de la Hoz, M.C.: La infraestructura viaria bajomedieval en Álava. Documentos

para su estudio. Universidad del País Vasco, Vitoria, 1991. p. 9.

3. Wade Labarge, M.: Viajeros medievales. Los ricos y los insatisfechos. Nerea, Madrid, 1992.

4. Ríu, M.: “Estado actual de la Arqueología Medieval en los reinos cristianos peninsulares”, Actas

del I Congreso de Arqueología Medieval Española. Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1986, tomo

IV, pp. 425-472.

5. Ver Vázquez de Parga, L.: “La peregrinación y el culto a las reliquias en la antigüedad pagana y

cristiana”, en Vázquez de Parga, L., Lacarra, J.M. y Uría Ríu, J.: Las peregrinaciones a Santiago de

Compostela, tomo I, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1948, p. 9 y García Turza, J.: “Lo

imaginario y lo real en la figura de Santiago”, en El Camino de Santiago y la sociedad medieval. Colección

Logroño, nº 25, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto de Estudios Riojanos,

Logroño, 2000, pp.15-30.

6. Plötz, R.: “La proyección del culto jacobeo en Europa”, en Las peregrinaciones a Santiago de Compostela

y San Salvador de Oviedo en la Edad Media. Oviedo, 1993, pp. 57-71.

7. Ver Portilla, M.C.: Una ruta europea. Por Álava a Compostela. Del paso de San Adrián al Ebro,

Diputación Foral de Álava, Vitoria, 1991.

8. Martínez Martínez, S.: Nájera. Origen y desarrollo de una ciudad medieval. Nájera. Encuentros

Internacionales del Medievo, 2005.

9. López Alsina, F.: “Cabeza de oro refulgente de España: los orígenes del patrocinio jacobeo sobre

el reino astur”, en Las peregrinaciones a Santiago de Compostela y San Salvador... Op.cit. pp. 27-36.

10. Ver Passini, J.: El camino de Santiago. Itinerario y núcleos de población. Ministerio de Obras Públicas

y Transportes, Madrid, 1993.

11. Ver Portilla, M.C.: Una ruta europea... Op. cit.

12. Sobre los caminos medievales en Álava ver Díaz de Durana, R.: Álava en la Baja Edad Media. Crisis,

recuperación y transformaciones socioeconómicas (c.1250-1525). Diputación Foral de Álava, Vitoria,

1986, pp. 238-243; y González Mínguez, C. y de la Hoz, M.C.: La infraestructura viaria bajomedieval en

Álava. Documentos para su estudio. Op.cit.

13. Ver González Mínguez, C. y de la Hoz, M.C.: La infraestructura viaria bajomedieval en Álava...

Op.cit. pp. 93-118.

14. Ver González Mínguez, C. y de la Hoz, M.C.: La infraestructura viaria bajomedieval en Álava...

Op.cit. pp. 50-53.

15. Ver González Mínguez, C. y de la Hoz, M.C.: La infraestructura viaria bajomedieval en Álava...

Op.cit. pp. 58-93.

16. Segunda Partida, Título XI, Ley I.

17. Ver González Mínguez, C. y de la Hoz, M.C.: La infraestructura viaria bajomedieval en Álava...

Op.cit. pp. 142-145.

18. De la Hoz, M.C.: “Principales caminos en Araba hasta el siglo XVIII. Su importancia y financia-

ción”, Ibaiak eta Haranak. Guía del patrimonio histórico-artístico y paisajístico, San Sebastián, Ed. Etor,

1990. pp. 113-128.

19. Ver González Mínguez, C. y de la Hoz, M.C.: La infraestructura viaria bajomedieval en Álava...

Op.cit. pp. 175-182.

20. Ver González Mínguez, C. y de la Hoz, M.C.: La infraestructura viaria bajomedieval en Álava...

Op.cit. pp. 41-43.

21. Ver Díaz de Durana, R.: Álava en la Baja Edad Media... Op.cit., pp. 243.

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La primera y más clara división quepuede realizarse dentro de una villa

medieval es aquella que diferencia los espa-cios privados (fundamentalmente las vi -viendas en las que habitan los ciudadanos)de los espacios públicos (aquellos que perte-necen al conjunto de los vecinos en cuan tomiembros de una sociedad urbana).

Espacios públicos son tanto aquellos quepueden usarse expresamente (calles, plazas,plazuelas, cantones), como aquellos quesiendo públicos pertenecen a una institu-ción (iglesias, ermitas) o aquellos que cum-plen una utilidad pública aun cuando losvecinos no los utilicen en sí (por ejemplo,las murallas).

5. El espacio público de Vitoriaen la Edad Media: el urbanismo

EL ESPACIO PÚBLICO DE VITORIA EN EL SIGLO XV

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Aunque las murallas suponen un límitebastante evidente en el aspecto físico de lasvillas medievales, fuera de ellas tambiénexistieron espacios públicos: los arrabales,de los cuales se tratará más adelante. Entodo caso es dentro de los muros de la villadonde la vida urbana se hace más evidentey auténtica, donde se palpa el verdaderoespíritu que diferencia el hábitat rural delpropio de las ciudades.El mundo urbano medieval es hoy en día

uno de los temas de mayor interés para losmedievalistas por su carácter múltiple y suextraordinario dinamismo. Estudiar la ciu-dad supone estudiar en principio algo con-creto (un espacio urbano) que esconde porel contrario una multiplicidad de realida-des. El estallido del mundo urbano enEuropa a partir del siglo XI (después desiglos de letargo) supuso un cambio revolu-cionario con consecuencias y ecos que lle-gan hasta la actualidad. La expansión de lared urbana y del comercio en aquellossiglos fue tan extraordinario que Robert S.López afirmó que «la revolución comercial dela Edad Media marcó un antes y un después enla historia del mundo moderno»1. En la mismalínea Carlo M. Cipolla apunta que «el creci-miento de las ciudades europeas en los siglos Xy XII representó un punto de inflexión en la his-toria de Occi dente y, para el caso, de todo elmundo»2.El mundo urbano debe estudiarse, por

tanto, desde una óptica múltiple que inclu-ye aspectos físicos, económicos, culturales,sociales y políticos, entre otros. A lo largode este capítulo vamos a centrarnos en elprimero de esos aspectos: la forma física, elaspecto de la ciudad. Aunque en principiopudiera parecer que el estudio del urbanis-mo no refleja más que una mínima parte dela vida urbana (su proyección física) lo cier-to es que el estudio de la forma de la ciudadaporta una ingente cantidad de informacio-nes acerca de temas tan diversos como lasactividades comerciales, las funciones polí-

ticas o representativas, o el carácter militar.El plano urbano no es una mera reliquiaque deba observarse con veneración, sinoun documento abierto que puede ser leídoy que es capaz de revelar muchas realida-des que los documentos escritos a vecesmantienen ocultas.

5.1 El recinto urbanoLa documentación urbana medieval es ricaen muchos aspectos, pero no especialmenteen el tema del urbanismo. De hecho, el pro-pio documento fundacional o carta-pueblasuele contener referencias a deberes y dere-chos de la comunidad, a la forma de resol-ver los conflictos o a los términos territoria-les pero es muy raro que contenga algunareferencia a aspectos urbanísticos, si excep-tuamos la obligatoriedad de construir lamuralla o la mención a alguna iglesia oermita preexistente. Por ello, junto al estu-dio de la documentación, el urbanismomedieval debe centrarse especialmente en elestudio del aspecto físico del plano urbano.El nacimiento de una villa o ciudad

puede deberse a multitud de causas. Por locomún, la ciudad es el resultado de lavoluntad creadora de una determinada per-sona, que puede ser un rey, un noble, unobispo, etc. Otras veces, las ciudades nacende forma espontánea en torno a un camino,un puente o una iglesia. En otras ocasiones,las ciudades medievales son pervivencia deantiguas ciudades romanas, debiendoadaptarse los vecinos de la villa al planourbano creado siglos atrás. En cualquierade estos casos (o de otros que pueden plan-tearse) lo cierto es que la configuración físi-ca de las villas medievales responde viva-mente a la función desarrollada. Una ciu-dad comercial se desarrollará por lógica deforma longitudinal a la vía principal decomunicación y en un lugar bien comunica-do y de fácil acceso; una plaza fuerte, encambio, se situará en un lugar alto y fácil-mente defendible. Todo ello da lugar a pla-

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nos urbanos muy diversoscon características propias.Así pues, el plano urba-

no para quien sabe mirarlocon atención revela unacantidad de informacionesde un valor incalculable,especialmente cuando lafalta de otro tipo de ele-mentos de juicio nos hacemuy difícil la comprensióndel pasado de dicha pobla-ción.El problema viene cuan -

do se plantea la duda de lafidelidad del plano actualcon el plano medieval. Hoyen día, cualquiera de lasvillas de origen medievalexistentes presentan ciertoselementos urbanos deaque lla época, como puedeser un lienzo de la muralla,una puerta monumental,una iglesia o un castillo;pero, vistas en conjunto, suaspecto dista mucho delque tuvieron en épocamedieval: los edificios sonsustituidos a medida quelas estructuras envejecen yen ocasiones manzanasenteras son derribadaspara construir en su lugar instalacionesmunicipales como pueden ser teatros, cineso polideportivos. En casos excepcionales (engeneral relacionados con grandes desgra-cias de origen natural o humano) el planourbano puede resultar por completo des-truido o reformado. Pero lo normal es quecuando un edificio se derriba se construyaotro sobre el mismo solar que ocupaba,manteniéndose por tanto el plano original.Y aún en el caso de que alguna construcciónocupe el espacio perteneciente a otrasvarias, suele resultar sencillo reconstruir la

tipología urbanística anterior. Es lo que sedenomina en palabras de P. Lavedan comoLey de permanencia del plano: los edificios sesustituyen; el espacio que ocupaban per-manece. Como señala J.I. Linazasoro3:“Frente al «mantenimiento» del plano en lamayoría de las ciudades vascas, la residencia, enprincipio jerarquizada estrechamente a suesquema organizativo, se revelará como un ele-mento cambiante en cuanto expresión de lastransformaciones sociales y de la propiedad delsuelo, y como elemento dialéctico de la cons-trucción de la ciudad”.

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El primer aspecto físico al que debe pres-tarse atención es la ubicación física o empla-zamiento de la villa.Vitoria se sitúa en un cerro alargado de

dirección Noroeste-Sureste en el centro dela Llanada alavesa. En la época medievaleste cerro (que se eleva una treintena demetros sobre el espacio adyacente) estabalamido en su base por el arroyo Zapardiel,actualmente canalizado bajo las calles de laciudad. A pesar de su reducida altura, elcerro contaba con una posición privilegiadasobre el espacio llano que se desarrollabaalrededor4. Se trata, por tanto, de un asen-tamiento muy similar al de Salvatierra yLaguardia, villas nacidas igualmente den-tro de un contexto bélico que imponía bus-car lugares altos y fácilmente defendibles.

5.1.1 El espacio intramurosLa mayor parte de las villas vascas medie-vales nacieron como respuesta a la volun-tad concreta de un noble o un rey y deacuerdo a un plan ordenador que a grandesrasgos puede resumirse en: un conjunto decalles paralelas dirigidas en el sentido fun-damental de la villa (normalmente un cami-no); uno o varios cantones que cortan longi-

tudinalmente estas calles; un muro de pie-dra que bordea el conjunto de las casas; yuna o más iglesias que suelen formar partedel conjunto amurallado.Este esquema se repite por doquier y son

muy escasas las villas que surgen de formaespontánea (un ejemplo es Salinas deAñana). De todas las villas fundadas en elmedievo, algunas llegaron a ejercer verda-deras funciones urbanas sobre el territoriomientras otras quedaron relegadas a unaposición prácticamente “rural”. En estoscasos, el espacio intramuros no sólo fuesuficiente, sino que en muchas ocasionesquedaban huecos dentro de las murallascomo resultado de la caída de la población.Cuando no era así y las villas prospera-

ban, tarde o temprano el espacio intramu-ros se quedaba pequeño y había que idearsoluciones para alojar a la población que nocabía dentro de la muralla; aunque sepodrían haber llevado a cabo “ensanches”ordenados, lo más común fue que el creci-miento fuera de los muros se concretase enla aparición de arrabales: barrios extramu-ros nacidos sin planificación y, por ello,notablemente desordenados. En el caso deBilbao, una de las villas con mayor desarro-llo urbano en la Edad Media en el PaísVasco, el “ensanche” no llegó hasta las pos-trimerías del medievo; anteriormente lapoblación se concentró en arrabales nacidosen torno a las puertas de la villa.En Vitoria encontramos una realidad

totalmente distinta. La capital alavesa desa-rrolló su estructura urbana a través de tresfases sucesivas y ordenadas: es decir, unrecinto fundacional y dos ampliacionesmedievales. Aunque Vitoria contó tambiéncon arrabales, lo extraordinario de su casoes que no basó su crecimiento urbano en eldescontrol y anarquía de los arrabales sinoen la planificación del parcelario. El resulta-do es la magnífica “villa gótica, entera, com-pleta y homogénea”, en las conocidas pala-bras del literato francés Víctor Hugo5.

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EMPLAZAMIENTO DE VITORIA

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Son muchas las fuentes de informaciónexistentes, tanto gráficas como escritas,para comprender y analizar el desarrollourbano de Vitoria en aquellos siglos medie-vales. Junto a los trabajos clásicos de Flo -ranes, Landázuri o Madoz, en este estudiohemos querido recoger la más ampliabibliografía sobre el tema, de modo que sepueda ofrecer la visión más completa deeste complejo fenómeno. Sobre estos traba-jos clásicos y los más modernos de CaroBaroja, Portilla, Linazasoro, Llanos o Gala -rraga, así como sobre los resultados de lasexcavaciones arqueológicas en el entornode la catedral, elaboraremos nuestras pro-pias hipótesis de trabajo. Al final de estecapítulo se muestran, además, los análisisgráficos que los diferentes autores hanhecho de la evolución de Vitoria en lossiglos medievales, así como los planos delos siglos XIX y XX que resultan fundamen-tales para el estudio de aquella realidadurbana.

Gasteiz.En el apartado dedicado a los anteceden-

tes de Vitoria ya hablamos brevemente delpoblado de Gasteiz. Tradicionalmente se haconsiderado que esta población situada enla parte aplanada del cerro debía ser depequeña entidad, con casas desordenadas,un muro de empalizada y una iglesia dedi-cada a San Miguel. Hoy, sin embargo, lavisión ha cambiado y parece que la “peque-ña” aldea de Gasteiz debía ser algo más.En los siglos XI y XII Gasteiz fue una

aldea grande y rica, con treinta casas paga-doras del tributo de la Reja al monasteriode San Millán y solar del apellido homóni-mo, documentado el año 1089 en AlbaroGon salboz de Gasteiz, fiador de la dona-ción a San Millán del monasterio deLasarte en Zuya6. Contaba este pobladocon una iglesia dedicada a San Miguel en ellugar de la actual y designada como jura-dera en el fuero de 1181: “vuestro vecino o el

extranjero que debiera prestar o recibir jura-mento, no jure en otro lugar, sino en la iglesiade san Miguel que está a la puerta de vuestravilla”; y con otro templo, seguramentededicado a Santa María, en el emplaza-miento de la actual catedral, según hansacado a la luz las recientes obras de res-tauración de la catedral. Estas obras hanpuesto de relieve, igualmente, que la mura-lla que rodeaba el caserío de Gasteiz (quepodía ocupar el espacio aproximado de laVilla de Suso) no debía ser de empalizadasino de piedra –al menos en algunos luga-res– lo que redundaría en una importanciabastante mayor de la aldea de lo que hastaahora se había considerado. Debía contartambién Gasteiz con un castillo segura-mente en el emplazamiento del castillomedieval de San Vicente, junto a la parro-quia de dicho nombre. Los alcaides del cas-tillo comienzan a documentarse nada másfundada la villa; así figura Pedro Ramiriz,«teniendo» la villa de Vitoria como jefemilitar, entre los nombres de los principa-les alcaides de los castillos navarros endiversos documentos de Sancho VI El

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Sabio a partir del año 1184 y hasta 1194;continúa después en los documentos deSancho el Fuerte, entre otros en el fuero deLabraza de 1196. Aunque no hay certeza,parece que esta fortaleza tan rápidamentedocumentada en la nueva villa, debía serun castillo anterior a la fundación de 1181que serviría para la defensa de la Llanadacomo lo hacían los de Zaldiarán, Arganzóny Záitegui. Ello explicaría, además, la pre-sencia de un muro de piedra bordeando elconjunto de casas de la aldea, algo verda-deramente sorprendente.La posible ordenación de la primitiva

Gasteiz es un tema bastante complejo, quesólo posteriores excavaciones arqueológicaspodrán ayudar a entender; teniendo encuenta que contaba con una cierta entidadderivada de sus dos iglesias, su castillo y sumuralla, es posible que el vecindario estu-viese ordenado, quizá en torno a algunacalle de dirección Noroeste-Sureste (posi-blemente la posterior calle de Santa María)teniendo como entrada a la villa una puertaentre la iglesia de San Miguel y el castillo yotra junto a la ermita de Santa María. Sontantos los datos como las incertidumbres,pero en el estudio de la última etapa deGasteiz y la primera de Vitoria están siendosorprendentemente relevantes los hallazgosarqueológicos de la catedral de SantaMaría, dentro de su compleja restauración.Por ello, adelantándonos un tanto al aparta-do en que se estudian los espacios religio-sos, conviene ahora detenerse en el análisisde este templo vitoriano en el tránsito entreGasteiz y Vitoria.La catedral de Santa María es el edifico

más rico, complejo e interesante de Vitoria; yes, sobre todo, el que más información puedeaportarnos acerca de la primitiva Gasteiz.Nos apoyaremos en las líneas siguientes enlos trabajos dirigidos por Agustín Azkarate,Leandro Cámara, Juan Ignacio Lasagabastery Pablo Latorre dentro del Plan Director deRestauración de la Catedral7.

La falta de restos romanos y altomedie-vales en el entorno de Vitoria mediante lossondeos y remociones llevados a cabo en elCampillo (como ya se señaló en el capítulo2), llevaron a la idea de la juventud delasentamiento de Gasteiz; ello se apoyó,además, en un errónea interpretación deltopónimo Gas teiz como “lugar de asenta-miento reciente”: gazte=joven). Sin embar-go, los datos que retrasaban el comienzo delpoblamiento en Gasteiz habían aparecidoya antes y se trataba de las espadas de unsolo filo o scramasaxes de las que tambiénhablamos en el citado capítulo y queremontaban los orígenes de la ocupacióndel cerro a un arco temporal entre los siglosVI y VII. Ahora las excavaciones han retra-sado aún más esa fecha.En las excavaciones de la catedral han

aparecido restos cerámicos de época roma-na de entre los siglos I y IV d.C., así comouna moneda del siglo IV. No parece quefuese una ocupación especialmente impor-tante, pero supone el primer paso conocidoen la historia de Vitoria.En la época tardoantigua las dificultades

se acrecientan notablemente. Las excava-ciones en la catedral han sacado a la luz unbuen número de enterramientos que podrí-an relacionarse con las armas –scramasaxes–hallados en las excavaciones del Campillo.Estas armas pertenecen a la misma tipolo-gía que las de la necrópolis de Aldaieta(Nanclares de Gamboa) adscribibles a lossiglos VI-VII; pero mientras en este yaci-miento los enterramientos contienen habi-tualmente ajuares personales y otros depó-sitos funerarios –práctica que desaparecedurante el siglo VIII por influjo del cristia-nismo– en los enterramientos hallados enla catedral de Santa María de Vitoria no seha encontrado muestra alguna de esta cos-tumbre funeraria. Por tanto, resulta másprudente llevar la fecha inicial al siglo VIII,donde las certidumbres se hacen algo másabundantes.

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Entre el siglo VIII y la fundación deVitoria por Sancho VI el Sabio en 1181 lasexcavaciones de la catedral han aportadointeresantes datos sobre dos aspectos: laarquitectura doméstica altomedieval y laprimitiva iglesia sobre la que se levanta enla actualidad la catedral de Santa María.En la perforación de la plaza de Santa

María se han documentado una notablecantidad de agujeros de poste, rozas y siloscon diversa funcionalidad, forma y dimen-sión. La elevada densidad de estos testimo-nios tallados en la roca (casi 200 en apenas350 metros cuadrados) muestra una intensaocupación del lugar de forma continuadurante varios siglos. Lo que nos muestranestas estructuras es la existencia de unaarquitectura doméstica realizada completa-mente en madera y otros materiales perece-deros, sin presencia de cimientos en piedra.Concretamente, en el sector contiguo a lapuerta de Santa Ana en el extremo orientalde la plaza se observa la existencia de unagran habitación construida sobre grandespostes de madera a la que resulta complejoadscribirle funcionalidad alguna dado queno ha sido excavada completamente.Una segunda fase comenzaría desde

finales del siglo X o comienzos del XI y secaracterizaría por la utilización de zócalosde piedra. En concreto, se han exhumadovarias estructuras habitacionales que com-parten rasgos comunes: su planta es aproxi-madamente rectangular, los zócalos son depiedra unida con arcilla, los alzados son demadera y ramas entrecruzadas rejunteadascon arcilla, las techumbres de material pere-cedero, los suelos de tierra apisonada y loshogares están en el interior de las estancias.En el extremo oriental pervive la gran estan-cia anteriormente descrita con hasta cuatrosuelos diferentes y hogares excavados.La tercera fase se documenta en el siglo

XI. Desaparecen las casas descritas y en sulugar se levanta una iglesia con su espaciode enterramiento. La única estructura que

pervive es la gran sala que, por su manteni-miento, parece ser un lugar especialmentesignificado. No sería descabellado pensar,según los autores, que los poseedores dedicho espacio hubiesen sido los promotoresde aquella primera iglesia.El templo contaba con una sola nave y

tuvo una torre exenta en el extremo surocci-dental. Posterior men te se amplió con dosnaves laterales, creciendo además en suentorno una necrópolis de la cual se hanexcavado ya numerosas tumbas. El final deesta tercera fase coincide con la fundaciónde Vitoria por Sancho VI de Navarra.

Sancho VI. La fundación de 1181.Las informaciones empie zan a hacerse

más abundantes a partir de la fundación .En este momento, urbanísticamente hablan -do, se cierra una etapa y se abre otra nuevaque –con altibajos– continúa hasta la actua-lidad. Y lo primero que cambia es el nom-bre, como dice el monarca navarro en la

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propia carta-puebla: “me place benévola yrazonadamente poblaros en dicha villa, a la quepuse nuevo nombre, a saber, Vitoria, que ante-riormente se llamaba Gasteiz”.Es de suponer que la anterior ordena-

ción del caserío (si es que existía) fuese sus-tituida por la nueva, teniendo como ejesfundamentales del ordenamiento urbano eltrazado de las calles y el reparto homogé-neo de los solares entre los vecinos. Elplano resultante responde al modelo queLinazasoro considera como “ciudades derecinto fortificado irregular, con dos parroquiasformando parte de la muralla”8. Según esteautor el esquema responde al modelo dePuentela rreina y se aplicó a ciudades fun-damentalmente destinadas a fines milita-res, y por tanto situadas en lugares estraté-gicos. Es el caso de Vitoria, Laguardia ySalva tierra, como anteriormente se señaló.Dada su situación en un cerro la topografíaobligaba a la construcción de un recintoirregular al que debía ajustarse el trazadointerior de las calles. La solución adoptada,según este autor, fue curvar las calles peri-metrales paralelamente al recorrido de lamuralla, permaneciendo intacto el trazadode la calle principal. Además, en las tresvillas se observa la incorporación de lasiglesias al recinto amurallado. Convienetraer a colación las palabras de Caro Barojaal respecto de estas fundaciones urbanasnavarras: “En conjunto, se puede decir que lasfundaciones viejas de Sancho el Sabio, quecorresponden a una época que oscila entre 1165y el final del siglo XII estan muy planificadasdesde el punto de vista de la forma, es decir, queasí como el fuero tiene una estructura legal muyclara, la forma de la ciudad tiene una estructu-ra plástica, física, también muy clara. Vamos apensar que se traza una línea de puntos extre-mos, uno será una iglesia, el otro punto seráotra iglesia; de una iglesia a otra se traza unacalle, después se trazan a los dos lados otras doslíneas paralelas que constituyen otras dos calles,de suerte que se forma una población que [...]

está constituida por un eje central que es la callemayor, o la calle principal, la calle dedicada aSanta María... a los lados quedan dos calles, ydespués atravesándolas en forma de cantonesunas calles que comunican un punto con otro enun sentido de perpendicularidad”9.El primer núcleo de Vitoria, efectiva-

mente, se desarrolló en torno a tres callesen dirección prácticamente Norte-Sur: laCalle de Santa María (la central) de trazadorectilíneo que unía las iglesias de Santa

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María (al Norte) y San Miguel (al Sur); y lasdos calles laterales denominadas hoy FrayZacarías Martínez (la del Oeste) y Calle delas Escuelas (al Este). Estas calles lateralesse curvaban al final de su trazado para con-verger con la calle de Santa María y desem-bocar en los dos pasos de la muralla abier-tos en el Norte y el Sur. En este paso sur, selocalizaba también el castillo que pronto ibaa contar con el acompañamiento de unaiglesia dedicada a San Vicente. La muralla,por tanto, bordeaba todo el conjunto urba-no, contando con 17 torres y abriéndose –almenos– en los dos mencionados pasos,aunque quizá también en la salida de loscantones que cortaban las calles: los llama-dos ahora de Gasteiz (al Norte) y Arrieta (alSur). Es posible que existiera otro cantón enla manzana Sureste, como señala CaroBaroja y se puede apreciar en el plano deCoello del siglo XIX, aunque también esposible que fuese una apertura posterior. Eltamaño total del recinto amurallado supe-raba ligeramente las dos hectáreas.La serie de manzanas centrales de la

nueva población eran de doble alineación,mientras las laterales eran sencillas y, pro-bablemente, apoyadas en la muralla, sinpaso de ronda entre las casas y el muro10.Como ya se ha señalado, Vitoria nació

como una plaza fuerte navarra en el centrode la Llanada; no tardó mucho en ponerse aprueba su fortaleza.En el año 1199, el monarca castellano

Alfonso VIII, aliado de Pedro II de Aragón,se lanzaba a la guerra contra Sancho VII deNavarra que se encontraba luchando contralos musulmanes en un intento de recabarfondos para sus maltrechas finanzas.Alfonso VIII puso sitio a Vitoria aprove-chando la ausencia del rey navarro y la villaresistió durante siete meses el asedio hastaque Sancho VII, ante la imposibilidad deayudar a Vitoria, decidió entregarla. De estemodo, pasaba Vitoria de manos navarras acastellanas en el año 1200.

Alfonso VIII y la ampliación de 1202.La historia de Vitoria dentro del reino cas-

tellano iba a comenzar con mal pie. En el año1202, cuando aún se recuperaba de las pena-lidades sufridas durante el asedio deAlfonso VIII, un terrible incendio asoló porcompleto la villa, destruyendo casi comple-tamente el caserío existente, como recoge el“Chronicon Burgense”11: “fuit Victoria com-busta et multi homines et mulieres in dia paresce-ve, noctem tamen proecedente”. Los motivosdel incendio son desconocidos –la tradiciónha querido ver reflejado en este trágico suce-so la confrontación entre los vecinos deVitoria y los del cercano lugar de Avendaño–pero las consecuencias fueron evidentes: lavilla original se hallaba destruida.Sin embargo, a pesar de este mal co -

mien zo, las cosas comenzaban a girar enfavor de Vitoria; la humilde villa surgidacomo un enclave militar estaba llamada aser un punto clave en el comercio entre elinterior castellano y la costa cantábrica, enla cual el mismo Alfonso VIII creará entre1203 y 1209 las villas de Fuenterrabía,Guetaria y Motrico en territorio guipuzcoa-no. Además, el monarca castellano –lejos demostrar cualquier actitud de revanchismocontra Vitoria– alabó su valentía y recono-ció sus privilegios.Como en otros casos en que una villa se

incendiaba, la decisión podría haber sidosimplemente la reconstrucción de lo incen-diado, pero Alfonso VIII ya pensaba enVitoria como una villa clave en su ordena-ción del territorio y decidió ampliarla con-venientemente. Junto a la reconstrucción delas casas y la muralla de la villa navarra (lavilla de Suso en el espacio conocido como“El Campillo”) se amplió el recinto urbanomediante el trazado de tres viales por laladera Oeste que descendían desde lo altodel cerro hasta el curso del arroyoZapardiel: las calles Correría, Zapatería yHerrería. Estas calles abrazaban a la antiguapoblación y se ajustaban al perfil de las cur-

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vas de nivel del cerro,tomando, por ello, unaforma ovalada. En el extre-mo norte las calles venían amorir prácticamente en eleje imaginario de Villa Suso(salvo por un pequeñoespacio que se deja para lainmediata construcción delconvento de Santo Domin -go), mientras en el extremoSur las calles se cortaban deforma recta en la línea demáxima pendiente entre laiglesia de San Miguel y elarroyo Zapardiel.Al igual que ocurría en

Villa Suso, la Villa de Yuso(o de abajo) se cortaba conestrechos cantones que da -ban acceso a la villa desdeel exterior y que permitíanuna rápida circulación delos vecinos por el interiordel recinto, evitando eltener que dar grandes rode-os. Estos cantones son –deSur a Norte– los de SanRoque, San Pedro (o de laSoledad), Anorbín (Oscuroo Angebín) y Aldabe o delas Carnicerías. Los cantones de San Pedroy Al dabe se comunicaban aproximadamen-te con los antiguos cantones de la Villa Alta:Arrieta y Gasteiz, respectivamente. El can-tón de San Roque desembocaba en suascensión hacia una manzana de casas paratorcer luego y comunicarse con la iglesia deSan Miguel. El de An gebín, por último,moría ante una manzana de vi viendas.Quizá existiese un último cantón más alNorte, el actual cantón del Semi nario Viejo,si las últimas manzanas de la calle ya esta-ban dibujadas, aunque es posible que no separcelasen hasta la construcción del con-vento de Santo Do mingo, poco después.

El nuevo recinto urbano se rodeó igual-mente de una muralla que partiendo de laiglesia de San Miguel cerraba la villa por elSur para luego seguir el curso del Zapardiel(“las Cercas Al tas”) hasta el extremo norte,donde el convento de Santo Domingo (a par-tir de 1225) ejercía de fortaleza sobre el pasoque se abría en la muralla hacia Vizcaya, unosólo para las nuevas calles de la ampliaciónoccidental y la primitiva villa de Suso; encambio, en el extremo Sur se abrían tres puer-tas (una por cada calle nueva) y cuatro en elextremo Oeste (una por cada cantón) que secontinuaban en puentes sobre el curso delZapardiel.

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El nuevo conjunto urbano de AlfonsoVIII quedaba definido, por tanto, por el por-tal de Vizcaya, al Norte; por el espacio abier-to ante San Miguel, al Sur; por Villa Suso, alEste; y por “las Cercas Altas” y el arroyoZapardiel, al Oeste. En total, unas 7,7 ha.que, sumadas al espacio de Villa Suso, vení-

an a conformar una villa de 9, 87 ha, mayorque cualquier otra villa de Álava o Vizcaya. Junto a las iglesias de San Miguel, San

Vicente (construida junto al castillo) y SantaMaría, el nuevo “ensanche” incorpora otraparroquia: la de San Pedro, formando partede la muralla, en el lugar que actualmenteocupa. Esta iglesia atendía las necesidadesespirituales de los nuevos vecinos quecomenzaban a llegar alentados por los pri-vilegios concedidos por Alfonso VIII paralos que fuesen a poblar la villa. Desde pron-to –quizá desde 1214- se asientan tambiénlos monjes franciscanos en el extremo Sur,fuera de la muralla, y los dominicos alNorte, desde 1225.Las manzanas centrales de la ampliación

adoptan el esquema de manzana do ble contraseras enfrentadas. Las manzanas de losextremos, en cambio, son simples: adosada ala muralla la más baja y dejando un espaciointermedio la superior, probablemente parasalvar el desnivel aquí existente12.Tradicionalmente se ha pensado que la

gran labor urbanizadora de Alfonso VIII secentró en la ampliación hacia el Oeste conlas tres nuevas calles de Correría, Zapateríay Herrería, pero hubo otro ámbito donde lalabor del monarca fue igualmente destaca-da: la iglesia de Santa María. Otra vez, lasexcavaciones en el subsuelo de la catedralhan sido las responsables de este nuevopunto de vista.A la vez que la ciudad crecía en tamaño

hacia el Oeste, Alfonso VIII tenía en menteuna reforma del extremo Norte de la villamediante la construcción de una gran iglesiaque cumpliera un doble objetivo: mejorar lasdefensas de la villa (tanto por que el incendiolas hubiese afectado como por la volumetríadel edificio proyectado) y dotar a la villa deun espacio monumental acorde con la impor-tancia que Vitoria empezaba a adquirir.Dicho proyecto –por su propia dimen-

sión– estaba llamado a ser un trabajo largoy costoso, y los vecinos debieron pensar que

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la reanudación del culto en el lugar podríadilatarse muchos años. Por ello, decidieronacometer al mismo tiempo la construcciónde la gran iglesia con la reconstrucción de laprimitiva iglesia de Gasteiz, seguramentearruinada por el fuego. No era infrecuenteen las ciudades medievales que de formaparalela al engrandecimiento de algún tem-plo, se mantuviese el culto en la primitivaiglesia, finalmente destruida cuando lanueva ya estaba lista para el culto; pero elcaso vitoriano es excepcional, dado que laantigua iglesia estaba derruida y lo que sepropone no es, por tanto, su mantenimien-to, sino su reconstrucción.Por tanto, la iglesia primitiva se recons-

truye para atender el culto y la nueva se ini-cia como un gran proyecto monumental.Aquí, la excavaciones han sido –de nuevo–esclarecedoras. Tradicionalmente, la histo-riografía había llamado la atención sobre unhecho: la contradicción entre el estilo góticode la iglesia y la planta de su cabecera, máspropia de otros estilos anteriores. Se dijoque ello respondía al carácter arcaizante desu diseño en planta; hoy se sabe que ese

presunto arcaísmo no es sino la existenciadel proyecto constructivo de época deAlfonso VIII que había pasado desapercibi-do hasta la actualidad.Siempre había llamado la atención el

aspecto rotundo de la iglesia de Santa María,especialmente en el flanco Norte, y las cau-sas se habían buscado en la construcción dela iglesia sobre la antigua muralla de SanchoVI. Sin embargo, las excavaciones sacaron ala luz bajo los absidiolos de la cabecera una

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RECONSTRUCCIÓN APROXIMADA DE LA PRIMITIVA

IGLESIA DE SANTA MARÍA HALLADA EN LAS

EXCAVACIONES DE LA CATEDRAL

Vista del flanco norte de la catedraldonde puede observarse el torreón ado-sado al crucero y perforado por saeterasa tres alturas.

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potente obra de mampostería que en princi-pio se interpretó como una cimentación; laaparición de vanos, sin embargo, puso derelieve que no se trataba de una cimentaciónsino de un muro. La aparición de estos vanosobligó a los arqueólogos a revisar todos lospaños de la cabecera, descubriéndonse enellos los mismos huecos. Pero ¿por qué habíapasado desapercibido hasta entonces estaestructura? ¿Afectaba sólo a la cabecera? ¿sedesarrollaba también en el alzado o sólo alnivel del suelo?El hecho de que los vanos de la cabecera

hubiesen pasado desapercibidos se debía aque había sido cegados en el interior por unnuevo muro de época gótica y por habersido tapados al exterior por las casas adosa-das a la catedral en la calle Cuchillería. Sinembargo, el crucero norte de la catedralestaba libre y en él si eran visibles los vanosrealizados en el mismo tipo de mamposte-ría y cubiertos al interior igualmente por unmuro de época posterior; el muro de mam-postería llegaba hasta la cota mas alta delcubo que forma el extremo nororiental de lacabecera. Lo que aparecía, por tanto, era ungran proyecto arquitectónico que abarcabala cabecera y el crucero de la iglesia. Pero¿proyecto militar o religioso?Su planta cruciforme (aunque no cerraba

totalmente el lado meridional ni llegabahasta los pies por el Oeste) y los absidiolosde la cabecera, hacía evidente su estructurareligiosa. Sin embargo, su remate en pasode ronda, los dos altos torreones de losextremos del crucero y las saeteras de losmuros ponían de relieve su intención defen-siva. El proyecto, evidentemente, pensabaen la construcción de un gran templo que,por su volumen, rotundidad y estructurasdefensivas sirviera para la protección delflanco norte de la población. Los vanos des-cubiertos en los absidiolos, por su parte,dado que aparecieron muy cerca del niveldel suelo y con un profundo derrame –loque los inutilizaba como saeteras– debían

estar pensados para la iluminación de unacripta que no llegó a realizarse.En definitiva, lo que las excavaciones

han descubierto es la existencia hasta ahoradesconocida de una gran iglesia iniciada enla época de Alfonso VIII con un doble carác-ter religioso y defensivo que, posteriormen-te, será profundamente renovada en épocagótica, entre otras cosas forrando con sille-ría muchos de sus muros y ocultando así ala vista el primitivo templo vitoriano. Suestructura y evolución la veremos en elapartado dedicado en concreto a la iglesiade Santa María.

Alfonso X y la ampliación de 1256.A pesar de contar con la villa original

navarra y el ensanche de 1202 recién dibu-jado, la villa de Vitoria comenzaba a des-puntar como villa comercial y la afluenciade nuevos pobladores no cesaba. Por ello,en el año 1256 el monarca Alfonso X estan-do en la ciudad de Vitoria decidió aumentarde nuevo la villa para conformar la segun-da “ampliación” o “ensanche”. Se sabe queel monarca Sabio estuvo en Vitoria en dichafecha porque desde allí emitió la carta defundación de la villa de Salvatierra. Elensanche se planteó en el extremo contra-rio, es decir en el Este, mediante el trazadode tres nuevas calles que compensaban lascreadas en el Oeste: Cuchillería, Pintoreríay Judería, de arriba abajo. Y al igual queCorrería, Zapatería y Herrería, las nuevascalles también se curvaban para adaptarseal terreno cerrando el “abrazo” que las dosampliaciones hacían sobre la primitiva villanavarra. En su recorrido las calles se encon-traban cortadas por dos líneas rectas: una alSur similar a la del primer ensanche, desdela puerta de San Bartolomé siguiendo lamáxima pendiente hacia el llano (actualcalle de San Francisco); y otra al Norte a laaltura del cantón de Urbina o de SantaMaría que desembocaba en dicha iglesia. Lacalle Judería, la más baja de las tres, proba-

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blemente no cerraba com-pletamente la curva y sólocontaba con las dos man-zanas más al Sur, hasta elcantón de Santa Ana y laiglesia de San Ildefonso,de la que en breve hablare-mos. Tampoco parece quese construyesen en esteensanche las calles finalesque cierran el óvalo por elNorte: Chiquita, SantoDomingo y Barren calle, dearriba abajo13.Cortando estas nuevas

calles del Este se dibujaronde nuevo estrechos canto-nes, que nombradas deSur a Norte son: cantón deSan Francisco Javier, quecomunicaba con el deArrieta en Villa Suso; can-tón de Santa Ana o SanIldefonso, que enlazabacon el de Gasteiz; y cantónde Santa María que daba ala iglesia.La anchura media de

las calles, tanto las de estenuevo ensanche como lasdel llevado a cabo a partirde 1202, oscilaba entre lostres y cuatro metros, permitiendo comopoco la circulación en un sentido o inclusoen los dos si se alcanzaban los cuatrometros. Algo más estrechos eran los canto-nes, aunque actualmente se encuentranmuy modificados por el ensanchamientodel que fueron objeto a partir de 1854 con elfin de facilitar los desplazamientos por elinterior de la villa. El tránsito, tanto por lascalles como por los cantones, debía resultaralgo complicado si tenemos en cuenta lafrecuente presencia de tablones delante delas puertas de las casas (para ofrecer mer-cancías) y la existencia de voladizos en los

pisos superiores para aumentar el exiguoespacio de las viviendas. En ocasiones,incluso, existían “pontisos” que uníanambos lados de la calle. Únicamente seconoce un permiso de construcción en estesentido, no permitiéndose más tarde estetipo de elementos urbanos14.Cerrando este nuevo conjunto urbano se

levantó una tercera muralla que cerraba lavilla por el sur desde el portal de SanBartolomé hasta la salida de la Judería, con-tando con un portal para cada una de lascalles; luego corría por el Este siguiendo laforma ovalada de la villa para cerrar el

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recinto junto al portal de Arriaga en la sali-da hacia Vizcaya. Aunque las callesChiquita, Santo Domingo y Barrencalle noestuviesen terminadas, al igual que laJudería, es probable que la muralla no seajustara al perfil de las casas sino que deja-se un espacio libre donde finalmente se

construirían estas nuevas manzanas. Dadoque por este lado no existía foso natural queprotegiese la villa (como hacía el Zapardielal Oeste), Alfonso X hizo traer en 1282 elagua desde Mendiola y Castillo para quecorriese por la “cava” o “cauce” construidojunto al borde de la muralla. El encargadode la obra fue Romero Martínez, quien reci-bió a cambio el privilegio de levantar moli-nos en el cauce por él construido, erigiéndo-se uno cerca de Santo Domingo y otro juntoa San Ildefonso15.Al igual que en el lado Oeste, las manza-

nas centrales se conformaron como dobles(con traseras enfrentadas) mientras las exte-riores eran simples, adosadas a la antiguamuralla de Suso las de Cuchillería y a lanueva muralla las de Judería.Si en el primer ensanche los nuevos veci-

nos habían visto cubiertas sus necesidadesespirituales con la construcción de la iglesiade San Pedro, en la ampliación del Oeste seconstruirá bajo la iniciativa de Alfonso Xuna iglesia dedicada a San Ildefonso adosa-da a la muralla. Con ello, eran cinco las igle-sias de Patronato Real en la villa: las deSanta María y San Vicente en el eje de laVilla de Suso, las de San Pedro y SanIldefonso de forma transversal cada una deellas en cada uno de los ensanches de lavilla y la iglesia juradera de San Migueldominando la plaza Vieja y el mercado queen ella se celebraba. El propio Alfonso Xindica en una carta dirigida al obispo deCalahorra en 1256: “Sabedes cómo las iglesiasde Vitoria son mías más que otras ningunasiglesias del Reino, e yo he en ellas patronazgo, eel otro año quando hi fui, mandé edificar en lanueva puebla de fuera una iglesia en vocación deSan Illifonso”. El día 14 de junio del añosiguiente la iglesia de San Ildefonso se uníaa las cuatro parroquias anteriores porCédula Real.El nuevo ensanche (contando las calles

Chiquita, Sto. Domingo y Barrencalle asícomo la totalidad de Judería en su parte

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más baja) venían a sumar casi 11 ha. con loque el total de la villa quedaba conformadopor unas 20, 7 ha., la mayor villa medievaldel País Vasco.Estudiando el plano, se observa que la

forma almendrada de Vitoria se cerraba per-fectamente en el extremo Norte, donde todaslas calles convergían hacia el portal deArriaga, mientras en el Sur las calles se cor-taban de forma recta dejando un amplio

espacio sin ocupar. GarcíaFernández e Iglesias Rouco16

consideran que esto suponeuna excepción en las rotundasformas de las plantas vascon-gadas y que podría obedecer ala falta de continuidad del cre-cimiento demográfico de Vito -ria que, de haberse producido,hubiese hecho necesario un ter-cer ensanche que completaríala planta urbana incorporandoademás el convento de SanFrancisco construido a partir de1214. Es posible que así fuera,pero nosotros mostramos unaopinión distinta, dado que laterminación recta de las callesen el extremo Sur dejó libre unamplio espacio donde celebrarlas ferias y mercados (la plazaVieja) abrazado por las callespero con mucha mayor ampli-tud que la que podía conseguir-se dentro de cualquiera de lasplazas de la villa, como ocurríaen otras muchas villas. Ello sincontar con el considerable des-nivel que existía entre VillaSuso y el llano en esta zona yque no fue urbanizado correc-tamente hasta bastante tiempodespués con la construcción de“Los Arqui llos” como habráocasión de ver.Este tema nos da pie, por

otra parte, para hablar del tema de las plazasy plazuelas, pues hasta el momento noshemos centrado exclusivamente en el estu-dio de las calles y cantones.En el urbanismo medieval la plaza es un

elemento extraño y, generalmente, pocodesarrollado. La importancia que en las ciu-dades romanas tuvo el espacio del foro o queen las ciudades modernas gozó la plazamayor, en las villas medievales quedó redu-

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cido a un papel meramente testimonial, lle-gando a ser inexistentes en algunos casos.Da la impresión de que los urbanistasmedievales se preocuparon exclusivamentede temas como la defensa, el trazado de lasmurallas y la división de las manzanas ensolares, pero no de la creación de espacioscomunes para los vecinos de la villa. Quizáello radique en el hecho de que las viviendasde las villas medievales contaban con unespacio que podríamos considerar como“semi-público”: el piso inferior de las casas.Los vecinos que se dedicaban a la actividadcomercial solían abrir la parte delantera desu piso bajo hacia la calle, colocando unostablones de madera que servían como mos-tradores para la venta de los productos; laparte trasera de este bajo servía como des-pensa, estando localizada la vivienda pro-piamente dicha en el piso superior. Portanto, aunque evidentemente hubiese resul-tado mucho más cómodo la creación deespacios abiertos para la oferta y venta de losproductos, los habitantes de estas urbesmedievales se conformaron con aprovecharestos mínimos espacios como mercado de lavilla. En todo caso, cuando existían, las pla-zas eran el espacio habitual para el inter-cambio, esto es, el lugar idóneo para la loca-lización del mercado semanal o incluso pa -ra la celebración de ferias anuales. Sin embargo, junto con la económica las

plazas cumplían otras importantes funcio-nes en la vida de las villas, como era servirde ámbito de reunión de la ciudadanía,lugar de celebración de fiestas y centro polí-tico de la comunidad, donde debían publi-carse las ordenanzas y pregones.Observamos que en muchas villas y ciu-

dades medievales la plaza no nace de formapremeditada, sino que es el resultado de uncruce no ortogonal de las calles, que deja unespacio libre sin urbanizar. Este mínimoespacio es el que aprovechan los vecinospara sus reuniones y para la instalación desus mercados y ferias. Sin embargo, en otras

ocasiones la plaza nace como resultado deuna voluntad de contar con algún ámbitoabierto en la villa. En Vitoria, en nuestraopinión, nos encontramos con la segundaposibilidad. Dado el perfecto ordenamientourbano de la villa y la falta de espaciosabiertos en el interior de los muros (dificul-tada además por la pendiente del terreno),la plaza de la villa se desplazó al exterior,donde no existían impedimentos orográfi-cos o por falta de amplitud. De hecho, en elinterior de la villa los únicos ámbitos queejercían como plazas eran los pequeñosespacios abiertos junto a las iglesias; otrasplazas actuales, especialmente en VillaSuso, son el resultado de posteriores modi-ficaciones urbanas.Resumiendo, la forma alcanzada por la

villa de Vitoria a través de su espacio funda-cional y sus dos ampliaciones –con suscalles, callejas, cantones y plazas– va a ser laque caracterizará durante los si glos siguien-tes hasta la actualidad.

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LA PLAZA DE LA VIRGEN BLANCA SE ASIENTASOBRE EL ESPACIO DE LA ANTIGUA PLAZA VIEJA

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Aunque el propio plano urbano es engeneral un fiel reflejo de su estructura me -dieval, resultan de excepcional interés dosvistas de Vitoria que muestran la ciudad endos momentos: a mediados del siglo XV yen el siglo XVII. La primera de ellas corres-ponde a Pedro de Medina (1493-1567) geó-grafo y cartógrafo autor de la obra Libro degrandezas y cosas memorables de España. Lasegunda de las vistas es una copia realizadaa la tinta china por D. Benito de Casas en1838 de un cuadro desaparecido del sigloXVII; posteriormente, el Concejo de Vitoriadecidió ampliarla en un cuadro al óleo rea-lizado en 1862 y conservado en el ArchivoMunicipal, que es el que nosotros reprodu-cimos.El uso de las vistas antiguas en el estudio

de las villas medievales es una prácticacomún de los medievalistas, aún cuando lasrepresentaciones más antiguas suelen ser,con suerte, de avanzado el siglo XVI. ¿Quéfiabilidad podemos otorgarles? ¿Nos ofre-cen una imagen real de las villas y ciudadesrepresentadas o son simplemente dibujosestereotipados?La respuesta no es sencilla, ni puede ser

general17. Existen buenos y malos dibujos,artistas más o menos rigurosos e informa-ciones mejor o peor contrastadas. En elestudio de las villas del Norte peninsularhemos podido observar dibujos que cuen-tan con una precisión asombrosa (como esel caso de San Sebastián dentro de la obraCivitates Orbis Terrarum, editada por el geó-grafo y deán Georg Braun entre 1572 y 1618en Colonia) y otros que cuentan con algu-nas incongruencias notables (como sucedeen la representación de Santander de lamisma obra). Hay que tener en cuenta queestas vistas se realizaban en ocasiones apartir de croquis o esquemas realizados porinformadores muy diversos, con el fin deque el dibujante no tuviera que desplazarsea todas las villas o ciudades representadas(en total, el Civitates incluye la asombrosa

cifra de 530 ciudades de todo el mundo).Braun señalaba que “las ciudades se deberíanrepresentar de forma que el lector pudiese vertodos los caminos y calles, así como los edificiosy espacios abiertos”18. Ésta es una máximaque podemos trasladar también a las otrasvistas y autores: por lo general, se trata derepresentar las ciudades de modo que seavisible su estructura urbana y sus principa-les edificios de la mejor manera posible; yello implica que en ocasiones las perspecti-vas, distancias o dimensiones se alterenpara favorecer no el realismo, sino la com-prensión del conjunto urbano.En el caso de las vistas de Vitoria nos

hallamos ante dos imágenes excepcionalesque muestran con gran lujo de detalles laestructura urbana de la ciudad. En todocaso, la vista de Benito de Casas peca deuna notable esquematización de las vivien-das, las cuales aparecen de forma estereoti-pada, frente al mayor realismo de la repre-sentación de Pedro de Medina, en la cual esposible ver, incluso, los modelos constructi-vos característicos de finales de la EdadMedia. Sin embargo, en la representaciónde las murallas de Villa Suso, la vista deBenito de Casas ofrece mayor lujo de deta-lles acerca de los cubos o torreones derefuerzo. En las páginas que siguen habráocasión de analizar ambas vistas con dete-nimiento para multitud de aspectos pues,no en vano, suponen la primera “instantá-nea” de Vitoria de la que disponemos y con-siguen aportar luz y claridad a descripcio-nes escritas que, a pesar del esfuerzo quepodamos poner, en ocasiones resultanfarragosas.Volviendo al tema de la evolución del

casco histórico vitoriano desde la EdadMedia hasta la actualidad, hay que señalarque los cambios más notables se han produ-cido en la zona del Campillo, donde la con-figuración primitiva de la villa ha desapare-cido casi por completo para dar lugar a unplano mucho más abierto con presencia de

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edificios públicos y palacios construidossobre manzanas anteriormente ocupadaspor viviendas. A finales del siglo XVII unviajero francés observaba la clara dicotomíaentre la puebla vieja y la nueva; a aquella seaccedía a través de la plaza Mayor, porque“se encuentra en lo alto [...] y ocupa una plata-forma en la que hay algunos jardines y algunasplazas casi inhabitadas y en varias de sus callescrece la hierba”. Otro viajero español acomienzos del siglo XVIII comenta en rela-ción a las villas de de Yuso y Suso que “todoel mundo deja esta última para ir a vivir a la pri-mera”19.En las otras zonas la estructura urbana

se ha mantenido más fiel al trazado medie-val y el cambio más notable ha sido la pro-gresiva sustitución de los antiguos edificiospor otros más modernos aunque mante-niendo por lo general el solar original, algoque habrá ocasión de ver en el apartadodedicado al espacio privado.Otro elemento que ejerció un continuo

papel “renovador” de la villa fue el fuego.Vitoria, como todas las villas medievales,estaba construida casi en su totalidad en

madera, por lo que era pasto frecuente delas llamas. El primer incendio documenta-do es el de 1202 –que destruyó completa-mente el espacio de Villa Suso– pero poste-riormente se produjeron nuevos incen-dios20 en los años 1208, 1240, 1390, 1423,1436 y 1443. Como señalaba el cronista delsiglo XVI Fray Juan de Vitoria: “Hase quema-do Vitoria muchas veces casi toda y hoy está poresto gran parte de ella yerma, y el quemarse erafácil por ser casi toda de tabla”21.

5.1.2 El espacio extramurosHasta aquí hemos visto el aspecto deVitoria dentro de los muros que la protegí-an. Pero fuera de este recinto amuralladotambién había vida, en algunos casos inclu-so más activa que la que se desarrollaba enel interior.En el exterior de los muros que bordean

y configuran la ciudad medieval se locali-zan unos espacios indisociables de la vidaurbana: los arrabales. Aunque en Vitoria,como hemos visto, el crecimiento se organi-zó fundamentalmente a través de sucesivasampliaciones ordenadas del recinto amura-

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llado, también existieron arra-bales. Los arrabales vienen acumplir una función de rela-ción entre el núcleo urbano y eltérmino rural22.Al contrario del carácter pri-

vilegiado de los recintos urba-nos, los arrabales son, por locomún, espacios marginales:tanto por su situación excéntri-ca como por el tipo de pobla-ción que acogen, normalmentelos individuos de menoresrecursos y más desfavorecidos.No obstante, los arrabales cons-tituían también una especie detrampolín para estos gruposdesfavorecidos que, desde suhumilde condición, podíanescalar posiciones para final-mente conseguir un lugar den-tro de la comunidad ciudadana;la intensa actividad económicaque acogían lo propiciaba.Otras veces, era el conjunto delarrabal el que terminaba porintegrarse completamente en lavilla gracias a su organizacióncomo parroquia y a su integra-ción dentro de los muros; fueun caso habitual, pero no enVitoria, donde los arrabalespermanecieron siempre comoespacio periférico.Las razones para que nazca un arrabal

son muy diversas, pero fundamentalmentese pueden resumir en dos: la incapacidadde la villa para acoger a una crecientepoblación dentro de sus muros; y la existen-cia fuera de estos de alguna actividad eco-nómica de relieve (un mercado, una ferre-ría) o algún espacio religioso (un santuarioo un monasterio) alrededor del cual se ibandesarrollando las viviendas.La forma de los arrabales es, igualmente,

muy variable, al no existir un planeamiento

previo del espacio en que se desarrollan.Pueden ser longitudinales, nucleares, dis-persos, alrededor de un arroyo, etc. Suforma, en definitiva, depende básicamentede la disposición de las casas que lo confor-man. Lo mismo podemos decir de los sola-res. Si en el interior de la villa los solaresson –al menos en principio– homogéneos,en los arrabales los solares más pequeñosconviven con otros de mayor tamaño, eincluso con grandes parcelas pertenecientesa monasterios o familias nobles.

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Por lo que respecta a su localización, lonormal fue que los arrabales se localizasencerca de las murallas, sobremanera junto alas puertas, donde el continuo paso dehombres, bestias y mercancías generabauna intensa actividad mercantil de la quelos habitantes de los arrabales se podíanaprovechar; ello siempre bajo la vigilanciaférrea de las autoridades municipales queejercían un intenso control de todas las acti-vidades que se llevaban a cabo en los arra-bales, no fuera que lesionasen las prerroga-tivas propias de la ciudad. Por otra parte,para que los arrabales pudieran desarrollar-

se las murallas debían contar con una fun-ción económica sustancial; si su únicamisión era la defensiva, resultaba difícil queun arrabal pudiera tener una mínima conti-nuidad. En Vitoria los arrabales comenza-ron a desarrollarse, por esta razón, cuandola villa dejó de ser sólo una plaza fuertenavarra para convertirse en una villacomercial castellana.Los arrabales de Vitoria fluctuaron

siguiendo los ritmos de crecimiento y estan-camiento de la villa: más boyantes cuandola población crecía y casi deshabitadoscuando la villa se paralizaba. El más impor-

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tante de ellos era, precisamente, el que lle-vaba el nombre de “El Arrabal”, al cual lasOrdenanzas de 1486 situaban en el “fondodel mercado”23. Este arrabal gozaba de unaexcelente localización junto al mercado dela villa, en la plaza Vieja que se abría antelas puertas de la villa en su extremo Sur.Además, se encontraba también muy cerca-no al monasterio de San Francisco. Junto al“rabal del mercado” las Ordenanzas hablantambién de “redovas”: pequeños asenta-mientos alrededor de la villa en los quehabitaban probablemente los labradores delos campos que se extendían alrededor deVitoria y también otros individuos dedica-dos a labores diversas. Las “redovas” fue-ron: San Ildefonso, al Este, junto a la iglesiadel mismo nombre y, por tanto, tambiéncerca del portal de la muralla por el queaccedían a Vitoria, entre otros, los peregri-nos que llegaban desde Galarre ta; Arriaga oSanta Lucía, al Norte, junto al portal deArriaga o de Vizcaya; el de Aldave, alOeste, inmediato a la puerta de la murallaque se abría tras el cantón así llamado; ySanta Clara o la Magdalena, en el entornode los dos monasterios que se localizaban alSuroeste de la villa.Junto a los arrabales, el espacio más

importante de los que se encontraban extra-muros de la villa era el mercado. Como yahemos señalado, el mercado se localizaba alSur de la población, frente al portal de SanBartolomé y abrazado por las dos amplia-ciones medievales. El estudio económicodel mercado se verá en un capítulo poste-rior, pero es necesario señalar también suimportancia urbanística como ámbito dereunión y relación de la ciudadanía fueradel estrecho espacio de las calles. La plazadel mercado fue la mayor de las plazas vito-rianas en la Edad Media y demuestra laimportancia que en las villas medievalestuvieron estos espacios intermedios entre elnúcleo amurallado y el ámbito rural, comolugar de relación entre ambos mundos.

5.2 El sistema defensivoLa ciudad medieval y la muralla son doselementos indisociables; la muralla es partede la ciudad medieval como lo son las calles,las casas o el fuero. Torres Balbás lo expresómaravillosamente: “La construcción de lacerca consagraba una agrupación como urbanaen contraste con el carácter rural de las abiertasaldeas. Las partidas del Rey Sabio afirman esteconcepto al decir que ciudad es toda poblaciónamurallada... Su labra corría a cargo de los veci-nos de la ciudad y de los de las aldeas inmediatasque además de los beneficios económicos que suproximidad les reportaban encontraban refugioen ella en caso de peligro. Durante toda la EdadMedia parte de las murallas destinábanse a con-servar y reparar los muros de la ciudad”24.La primera y más evidente utilidad de la

muralla es la defensiva; las villas nacidascon una función militar (como es el caso deVitoria y otras muchas villas del País Vasco)debían contar con un muro que las protegie-se de cualquier tipo de agresión externa; dehecho, como ha habido ocasión de ver,Vitoria –al poco de ser fundada– tuvo queresistir el asedio de las tropas de AlfonsoVIII y lo hizo durante siete meses, sin queéstas pudiesen tomar la ciudad por conquis-ta directa sino por la decisión de Sancho VIIde entregarla ante la imposibilidad de soco-rrerla. Por tanto, lo primero que puededecirse es que las murallas, si estabancorrectamente construidas, cumplían muybien con su misión: eran un elemento quehacían a las villas prácticamente inexpugna-bles por asalto directo.Pero las murallas no cumplían única-

mente una función militar; la segunda utili-dad era la económica: las puertas de lamuralla se convertían en el lugar idóneopara el cobro de aquellos impuestos o tasasa los que tenía derecho la ciudad. Todoaquel que quisiese acceder a la ciudaddebía hacerlo por las puertas que, además,sólo permanecían abiertas un tiempo deter-minado a lo largo del día. De la importancia

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económica de las puertas es buena pruebael que las familias más poderosas de lasvillas estableciesen sus casas sobre los por-tales de acceso, siendo las encargadas derealizar el cobro de los impuestos y tasas,obteniendo réditos de dicha actividadrecaudatoria. Dicha realidad queda bienpatente en el plano que muestra la localiza-ción de las casas-torre en Vitoria, en el capí-tulo dedicado al espacio privado.Las murallas tenían, por fin, una tercera

utilidad. Su perfil rotundo y poderoso esta-blecía una clara diferencia entre el interiorurbano privilegiado y el exterior rural; lasmurallas son un elemento “simbólico” quediferencia los diferentes estatutos jurídicosde los ciudadanos y los habitantes de la“Tierra Llana”. De hecho, las villas medieva-les solían tener una actitud despótica y desuperioridad sobre todo aquel que no vivíaen el interior de los muros, incluso si habita-ban en los inmediatos arrabales. Esta fun-ción simbólica de la muralla fue el factor quepermitió su mantenimiento como elementohabitual de las villas y ciudades durantesiglos, incluso cuando su función defensivaquedó ampliamente superada por las nue-vas técnicas militares de época moderna.Desde el punto de vista urbano, la mura-

lla impone forma a la ciudad, la hace apare-cer hacia el exterior como un cuerpo unita-rio, no como un simple conjunto de casas.Haciendo un ejercicio de abstración pode-mos imaginar la impresión que produciríala contemplación de una ciudad amuralla-da medieval –rodeada de campos de culti-vo y pequeñas aldeas– de cuyos perfil depiedra no sobresaldrían más que los campa-narios de las iglesias o, ya a finales de laEdad Media, alguna casa-torre de las fami-lias más poderosas. La muralla hacía evi-dente el hecho urbano mucho mejor quecualquier otra realidad.Pero todas estas ventajas que otorgaba la

muralla a la ciudad durante la Edad Media,se tornaron frecuentemente en impedimen-

tos con el paso de los años. Como hemosdicho, las técnicas militares de épocamoderna superaron con mucho la capaci-dad defensiva de las murallas y –salvo porsu función simbólica– muchos recintosurbanos pasaron a ser un estorbo en ciuda-des eminentemente comerciales y conganas de expansión. La primera medidaque solía tomarse (con la desaprobación delas autoridades municipales) era la ocupa-ción del paso de ronda por parte de los veci-nos para aprovechar este espacio público enla ampliación de sus exiguas viviendas.Una vez ocupado el paso de ronda y apro-vechado el muro como pared de las vivien-das, el siguiente paso consistía en la apertu-ra de vanos en la muralla, normalmenteventanas pero en ocasiones incluso puertas.Después de esta apropiación “privada”

de la muralla, el siguiente paso solía venirpor parte de los propias autoridades muni-cipales, las cuales podían decretar el derri-bo de lienzos de la muralla si estos estorba-ban el crecimiento de la villa. De este modo fueron desapareciendo en

la mayor parte de las ciudades y villaspeninsulares los recintos amurallados queun día las caracterizaron. Sólo en aquellasvillas que contaban con amplios espacios enel interior de los muros y que no crecieronexcesivamente podemos contemplar hoyrecintos amurallados en buen estado deconservación; en las demás debemos con-formarnos con restos más o menos abun-dantes. Éste es el caso de Vitoria, aunque,como veremos, en la capital alavesa elderribo de las murallas fue bastante tardío.Aunque la muralla es el elemento defini-

dor del mundo urbano, ello no impide queotras poblaciones pudieran tener recintosfortificados, especialmente si la situaciónbélica así lo exigía. Lo que resulta menosfrecuente o incluso inusual, es que dichaspoblaciones pudieran protegerse con murosde piedra, algo que, en principio, sólo serealizaba cuando se constituía una ciudad.

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El caso de Gasteiz, con todas lasreservas que implica el estado actualde los conocimientos y las excavacio-nes que se están realizando en la cate-dral de Santa María, parece ser unejemplo excepcional de poblado amu-rallado. Quizá por su situación en elcentro de la Llanada, quizá por sutamaño algo mayor de lo habitual,quizá por la presencia de un castillo enlo alto del cerro o, probablemente, porlas tres cosas, Gasteiz parece que dis-puso de un muro bastante más pode-roso de lo normal.El caso es que el siglo XI ya existía

un recinto amurallado al menos en elentorno de la antigua iglesia de SantaMaría, al cual se adosaba esta iglesia.Pero es muy probable que este murorodease por completo la aldea ya queel fuero de 1181 señala que la iglesia deSan Miguel “está a la puerta de vuestravilla” lo que viene a indicar que en estepunto meridional existía algún paso, sibien en este caso podía corresponder auna cerca de madera y no de piedra.En el estado actual de las investigacio-nes es algo complejo responder a estapregunta.Con la fundación de Sancho VI es

muy probable que se llevase a cabouna mejora de los muros de acuerdo ala condición urbana que la poblaciónacababa de adquirir. Se creaba –o semejoraba– así el recinto amuralladoque mejor se ha conservado hasta laactualidad, a pesar de que fue el pri-mero en ser construido. Este primerrecinto bordeaba el conjunto de lanueva población estructurada a travésde las calles de Santa María, FrayZacarías Martínez y Escuelas. Lascasas exteriores se adosaban, al pare-cer, directamente a la muralla sin dejarpaso de ronda. Lo que no se sabe aciencia cierta es el número de portales

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de este primer recinto amurallado: se espe-cula entre que fueran sólo dos: el de SantaMaría junto a la iglesia del mismo nombre;y otro entre la de San Miguel y el castillo deSan Vicente, conocido como portal de SanBartolomé. Aunque también pudieron serseis: los dos referidos y otros cuatro paradar salida a los cantones transversales: por-tales de la Soledad y Carnicerías –al Oeste–y de San Francisco Javier y Santa Ana –alEste–. Estos cuatro últimos portales pudie-ron existir desde un principio o abrirse des-pués a partir de las siguientes ampliacionesde la villa como modo de comunicar la villade Suso con la de Yuso. Teniendo en cuentael profundo carácter defensivo de la villa enel momento de su fundación y el clima deviolencia que se vivió en los años siguien-tes, es posible que la hipótesis más ciertasea la segunda.Las excavaciones y obras de restauración

realizadas en la catedral de Santa María hanofrecido recientemente nuevas e interesan-tes informaciones acerca de la morfología ydisposición del portal de la muralla en elextremo Norte de la villa, el conocido comoportal de Santa María25.El derribo de algunas construcciones

adosadas en el extremo Noroeste de la cate-dral han descubierto lienzos antes ocultos.El hallazgo más importante, con todas lasreservas que impone el estado actual de lasinvestigaciones, es la presencia de la jambaderecha de una gran puerta de acceso a lavilla, la más antigua conservada. Se ubicaen el exterior septentrional del primertramo de las naves; en la clave debía alcan-zar los 7 m. aproximadamente con 4,6 me -tros de luz. Lo más importante es que estapuerta, en planta, seguía una orientacióndistinta a la de la catedral, desviándoseunos 20º al sudeste y siguiendo, por tanto, agrandes rasgos la dirección de la iglesia ori-ginal de Santa María. Ello nos pone tras lapista de que esta puerta y el lienzo de mura-lla del que formaba parte existía con ante-

rioridad a la fundación de la villa. Cuandola nueva iglesia proyectada por AlfonsoVIII creció hasta los pies, la puerta fuederribada, pero no el lienzo, lo cual le da alpaño septentrional del pórtico esa extrañageometría trapezoidal que no se explicaríade otro modo.Una vez engullido este acceso a la villa

por la nueva iglesia, hubo de erigirse otroportal más hacia el Oeste, abriendo en elpaño de la muralla otra gran arcada de 6,4m. de altura y 5m. de cuerda. En su cons-trucción se emplearon los materiales delarco precedente. Cuando en la segundamitad del siglo XV se construye el pórticoque protege la puerta Oeste de la iglesiaeste vano también se ciega; su recuerdo haquedado impreso en la catedral, siendoobservables restos de jambas y dovelas. Elcierre de esta puerta planteó problemas alos vecinos de la villa. Un documento delaño 1539 presenta una petición de licencia ala Corona para hacer uso de una puerta enesta zona. Al año siguiente otro documentoseñala que habiendo sufragado las “dignida-des, canónigos y parrochianos” de Santa Maríauna puerta nueva y su calleja empedradaen las Burullerías (en la actualidad calle deFray Zacarías Martínez) y no pudiendohacer uso de ella (por algún problema conlas autoridades de la ciudad) se solicita a laCorona que vuelva a dar licencia de apertu-ra, ya que “los vezinos e moradores de esta çiu-dad que biben en las calles de la burulleria ecuchilleria e pintoreria e calle nueba [...] a causade estar la dicha yglesia apartada y en parte fra-guosa y en esta tierra hazer grandes inviernos aside aguas commo de niebes no podian gozar nibenir a las procesiones”. Por tanto, poco antesde 1539, probablemente en 1537, se constru-yó la tercera puerta de acceso a la villa enesta zona. La puerta permaneció en el lugarhasta el siglo XIX, pues del año 1825 se con-serva un “Plano de la Ciudad de Vitoria ysus barrios” en el que se observa la existen-cia de un portal de acceso a Villa Suso junto

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a la iglesia de Santa María,del cual aún hoy en díaexiste constancia materialen la esquina de FrayZacarías Martínez con elcantón de Santa María. Enun plano posterior del año1860 dicho portal ya noaparece.La siguiente fase en el

crecimiento del recintoamurallado de Vitoriacomienza con la amplia-ción de 1202 a raíz delpaso de Vitoria a manoscastellanas.Con la creación de las nuevas calles, el

espacio urbano de Vitoria prácticamente secuatriplica, quedando la mayor parte de lapoblación fuera de los muros. Por ello, deforma paralela a la ampliación de las callesse lleva a cabo la creación de un nuevorecinto amurallado que abraza la zona dereciente creación. El punto de unión con elprimitivo recinto navarro por el Sur se situóen el portal de San Bartolomé, en el accesoa Villa Suso. La iglesia de San Miguel debióquedar integrada ya en este momento den-tro del recinto amurallado, pues hastaentonces había estado extramuros.La unión por la parte Norte, sin embar-

go, resulta más problemática y depende delas interpretaciones de los diversos autores.Siguiendo a J. Caro Baroja26, debemos pen-sar que la nueva cerca debía nacer en elentorno de la iglesia de Santa María paradesde aquí dirigirse al Norte hasta el portalde Arriga, donde daría un brusco quiebropara tomar la dirección de las casas exterio-res de la calle Herrería. Según I. Galarraga,en cambio27, el tramo final de las callesCorrería, Zapatería y Herrería no se com-pletó en este momento sino a partir de lasiguiente ampliación de la villa en 1256.Ello supondría que la muralla pudo haber-se cerrado por el portal de Aldave y no por

el portal de Arriaga. A pesar de que es untema complejo, nosotros nos inclinamos porla primera posibilidad gracias a la informa-ción que proporciona la vista de Vitoria de1544 de Pedro Medina. En ella se ven unaserie de torres que parecen formar parte dela muralla y que descienden desde la iglesiade Santa María hacia el llano y no por elcantón de Aldave. Este lienzo debió quedarinutilizado con el siguiente crecimiento dela muralla por el lado Oeste pero es posibleque en 1544 aún no hubiese sido derribadoy por ello aparece en la vista.Esta muralla contaba con portales a la

salida de cada una de las calles por el Sur,dando a la plaza del Mercado, que quedabaextramuros. De ellos ha quedado constan-cia gráfica en las vistas de Pedro Medina yBenito de Casas y en algunas fotografíashistóricas en las que se aprecian aún en elsiglo XIX tanto las puertas de la murallacomo las casas-torre que junto a ellas selevantaban. Además de las puertas en lascalles, la muralla se abría también en la sali-da de los cantones de San Roque, Soledad,Anorbín y Aldave: portales de San Roque,San Pedro, Oscuro y de Aldave. Aquí difie-ren las vistas de 1544 y la del siglo XVII. Laprimera señala el portal de San Pedro perono el de San Roque, ni su puente sobre el

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LIENZO DEL SEGUNDO RECINTO AMURALLADO EN LA VISTA DE 1544

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Zapardiel. La puerta de salida de la He -rrería la muestra en chaflán. En cambio, eldibujo de Benito de Casas muestra puertasy puentes en la salida de los cantones deAldave, Anorbín, San Pedro y San Roque, sibien a este último le denomina como“Puerta de la Herrería”, aunque por suposición no puede ser el portal de salida deesta calle hacia la Plaza.La comunicación con Villa Suso se reali-

zaba mediante los portales de la Soledad yde las Carnicerías, abiertos en este momen-to si no lo estaban ya anteriormente.En el proyecto de Alfonso VIII, junto con

el crecimiento hacia el Oeste, se acometió lareforma del extremo Norte del antiguorecinto amurallado, como ya se señaló ante-riormente. Mientras se construía la nuevaiglesia, la antigua se reconstruía a partir delas cenizas del incendio de 1202. La nuevaiglesia, por sus dimensiones y su estructu-ra, estaba destinada a ser una pieza funda-mental en la defensa del extremo Norte dela villa y por ello por su crucero y cabecerase dibujó un paso de ronda que aún hoypodemos admirar. La vieja muralla quedóengullida por la nueva iglesia y finalmentefue derribada cuando su función defensiva

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desapareció. Hoy las excavaciones de la Ca -te dral la han vuelto a sacar a la luz.Con el ensanche proyectado por el

monarca Alfonso X y realizado a partir de1256 se produce el tercer crecimiento de lamuralla vitoriana. En este caso el crecimien-to se desarrolla por el Levante mediante eltrazado de las calles Cuchillería, Pintoreríay Judería. Por el Sur la muralla se abría úni-camente en la salida de las calles hacia laPlaza del Mercado. El punto de unión conla antigua muralla se realizaba en el entor-no del portal de San Bartolomé y del casti-llo de San Vicente, bastión defensivo de esteextremo Sur de Vitoria. Luego seguía lalínea curva de la calle Judería. Dado que lacalle Judería no se trazó completa –sino quese cortaba a la altura de la iglesia de SanIldefonso– y que las calles que cierran elóvalo por el Norte (Barrencalle, SantoDomingo y Chiquita) también fueron traza-dos algo después, surge la duda de si lamuralla se adaptó al perfil de lo creado o sídejó espacios libres en su interior dondefinalmente se establecieron las manzanasde estos viales. Parece más probable lasegunda hipótesis pues ya por entoncesestaba en construcción el convento de SantoDomingo que constituía un importe bastiónde la muralla y junto al cual se abría el por-tal de Arriaga o del Camino de Vizcaya,enlace natural entre los dos cinturones cre-ados en 1202 y 1256. Junto a este muro secreó un cauce o “cava” artificial a modo defoso, como ya anteriormente señalamos.De este modo se completaba el recinto

amurallado de Vitoria, dando forma perma-nente a la villa almendrada durante los si -glos siguientes. Es de destacar el hecho deque a pesar de que el nuevo recinto exteriorhizo innecesaria la muralla de Villa Suso,ésta no desapareció. Ello nos pone sobre lapista de algo que ya hemos comentadoanteriormente: el valor simbólico de lasmurallas en la mentalidad medieval. Comoseñala J.I. Linazasoro: “En Vitoria, ampliada

fuera de la muralla a partir del siglo XVIII, laconservación de las murallas primitivas hasta elsiglo XIX puede deberse a un problema exclusi-vamente jurídico, de división entre la Villa Altao Villa Suso y las pueblas de San Pedro y SanIldefonso. El recinto amurallado es, en definiti-va, un límite de tipo defensivo, político o simple-mente jurídico que representa un «freno» a laextensión de la ciudad, a la vez que un elementode su propia definición”28.Otro aspecto al que merece prestar aten-

ción –y que en nuestra opinión no ha sidodel todo bien estudiado– es el de la formaalmendrada de la villa en relación con surecinto amurallado. Las villas alavesas deVitoria, Laguardia y Salvatierra tienen lacaracterística común de asentarse sobre uncabezo plano y elíptico que determina laidoneidad de plantear la estructura urbanaa partir de una calle central y dos lateralescurvas y convergentes, como ya se señalóanteriormente; es un hecho que se repitetambién en otras villas como Azpeitia ySegura en Guipúzcoa. De nuevo J.I.Linazasoro lo resume así: “El hecho de quetodas estas acomodaciones a terrenos irregulareso elevados tengan una forma típica y repetida esconfirmación de la existencia de unas «técni-cas» y una serie de soluciones ya previstasprobablemente, y clasificadas según los casos.En este sentido, el primitivo «empirismo» que seapreciaba en el perímetro externo de Laguardiatiende a desaparecer en fundaciones posteriores,como en Vitoria o Mondragón, llegándose inclu-so –en poblaciones más tardías– a utilizar traza-dos que «no corresponden» a la situación topo-gráfica. Así, por ejemplo, la Puebla de Arganzónpertenece a un «tipo» con calles curvadas maspropio de lugares elevados que del terreno llanode su asentamiento, y se configuran así unaserie de formas de trazado independientes de susorígenes topográficos˝29.No nos oponemos frontalmente a esta

opinión, pero nos cuesta creer que los mis-mos urbanistas que durante siglos fueroncapaces de crear villas y ciudades tan extra-

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ordinariamente adaptadas al terreno de suasentamiento y a la función que debíancumplir (militar, económica, representativa)pudieran cometer la “torpeza” de trasladarsin más un plano urbano de forma irracio-nal a un emplazamiento para el que no esta-ba indicado. Al contrario, creemos quetanto Vitoria, como Salvatierra, Laguardia,Segura, Azpeitia o La Puebla de Arganzóncuentan con un plano similar por algúnmotivo más que su situación orográfica. Dehecho, si así fuera las calles de Vitoria debe-rían converger tanto en el Norte como en elSur, pero sólo lo hacen en el primero de lospuntos.Consideramos que la forma almendrada

de estas villas medievales puede estar másen relación con otro aspecto: la facilidad dedefensa y la economización de portalesabier tos en la muralla. En todo recinto amu-rallado el punto más débil es, siempre, lapuerta. Por ello, éstas solían construirse lomás sólidamente posible, reforzándolas almáximo para evitar que un posible asaltan-te pudieran forzar su apertura. La creaciónde un plano rectangular tiene siempre laventaja de un mejor aprovechamiento delespacio urbano, pero cuenta con la desven-taja de que las calles mueran frente a lamuralla si no se abre una puerta al final decada una de ellas. En cambio, la formaalmendrada permite concentrar las callesen un único portal, facilitando el acceso y lasalida a todos los viales urbanos, a la vezque se facilita la defensa de la ciudadmediante la apertura del mínimo númerode puertas en la muralla. De hecho, Vitoriase comunicaba a través de su extremo Norteúnicamente por el portal de Arriaga o delCamino de Vizcaya. Sin embargo, por el Surexistía un elemento que impedía la concen-tración de todas las calles en un sólo portal:la plaza del Mercado, que nacía precisa-mente de la ausencia de un cerramientooval de la villa. A esta plaza se abría la villaa través de siete portales, tres para cada una

de las ampliaciones y uno para las trescalles de la villa original navarra, nacidacuando la plaza aún no existía.Por tanto, consideramos que la estructu-

ra urbana de Vitoria, si bien debe mucho asu localización topográfica, también estáprofundamente influida por sus condicio-nantes funcionales, que llevaron a la crea-ción de un plano que auna los imperativosdefensivos con los comerciales.La muralla de Vitoria, en efecto, cumplió

durante la Edad Media una serie de funcio-nes que rebasaban el ámbito de lo defensi-vo. Sus puertas se convirtieron en el pasoobligado para todo aquel que quisieraentrar o salir de la población; por ello, lasfamilias nobles que se instalaron en la villa,

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especialmente a partir del siglo XIV, edifica-ron sus casas-torre junto o –incluso– sobrelos portales de la muralla. De este modocontrolaban el tráfico comercial que discu-rría bajo los portales. El linaje de Mendoza,por ejemplo, instaló su casa junto al portalde Arriaga, al norte de la población, cobran-do el derecho de portazgo de la fruta queentraba en Vitoria por este acceso30.Pero si las casas-torre se beneficiaban de

la presencia de la muralla y sus portales,también ellas colaboraban a mejorar el siste-ma defensivo de la villa, dado que sus reciasconstrucciones funcionaban a todas lucescomo “cubos” o baluartes de la muralla. Así,el Concejo urbano tenía facultad para ocu-par o utilizar estas casas-torres en caso deque en algún momento quedasen desocupa-das, como ocurrió con la casa de Abendañoen 1448 durante un pleito sobre su posesión.En concreto, el Concejo argumenta que, encaso de necesidad, la torre sea ocupada“para servicio del dicho Sr. Rey y guarda y con-servacion comun de la dicha çiudad durante lostales negoçios y neçesidades”31.Las iglesias, al igual que las casas torre,

eran también elementos de gran importan-cia en la defensa de la villa. Ya hemos anali-

zado el caso de Santa María(dotada incluso de un paso deronda por el crucero y la cabe-cera) pero semejante funcióncumplían las iglesias de SanMiguel, San Pedro, San Ilde -fonso y la iglesia-castillo deSan Vicen te. Durante el sigloXIII y buena parte del XIV superfil macizo y rotundo debíaser lo único visible por encimade la muralla para aquellosque se acercasen a la villa.El castillo de San Vicente,

existente con seguridad antesde la fundación de 1181, fuederribado por orden de losReyes Católicos a partir del

año 1484 para construir sobre su solar unaparroquia de semejante entidad a las otrascuatro de Vitoria.La construcción de las murallas suponía

un coste notable pero puntual; en cambio,su mantenimiento constituía una sangríaconstante para la comunidad ciudadanaque, si por una parte se beneficiaba de lapresencia de la muralla, por otro lado debíacontribuir para su correcto mantenimiento.En ocasiones, los monarcas concedían de -ter minados privilegios a las villas para quepudieran asumir estos costes. Así, en el año1360 Pedro I concedió al concejo de Vitoriaque los 2.000 maravedís anuales que paga-ba por la escribanía pública los utilizase“para rrefasimiento de los muros de la dichavilla”32.El interés y el esfuerzo mostrado por los

vecinos de Vitoria y los monarcas en el man-tenimiento de los muros de la villa fue remi-tiendo desde el comienzo de la EdadModerna, cuando las nuevas tecnologíasbélicas comenzaron a dejar obsoletos losantiguos recintos amurallados medievales.Aún así, su valor simbólico y económicomantuvo en pie la muralla durante variossiglos, aunque muy probablemente en un

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MURALLAS RECONSTRUIDAS JUNTO AL PALACIO ESCORIAZA-ESQUIBEL

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estado de conservación bastante peor al de laEdad Media.A este respecto resultan muysignificativas las solicitudes de licencia delos vecinos al Concejo para construir sobrelos muros, derribar parte de ellos o realizardiversos vanos. En 1525 se expide una licen-cia a Juan Pérez de Ajuria para que pudieseedificar su casa en la tercera vecindad queiba desde Santo Domingo a San Ildefonso,sobre el muro “de la manera que estan otrascasas en la misma calle” dejando libre la“andada” de la muralla. En los años siguien-tes se documentan numerosas peticionespara abrir vanos por “necesidad de luz”33.Desde comienzos del siglo XIX los muros

exteriores fueron derribándose para permitirel engrandecimiento de la ciudad. El año1854 fueron derribados los arcos o portalesque daban ingreso a las calles viejas, conmotivo (según se argumentó) de la epidemiade cólera, por salubridad. En un cuadro deeste año que muestra la plaza Vieja aún esposible observar los portales de Correría yZapatería (ver capítulo siguiente).Por lo que respecta al recinto de Villa

Suso, su flanco occidental es el que mejor seha conservado gracias sobre todo a que envarios puntos ejerce como refuerzo deltalud existente. En el lado oriental, por elcontrario, el muro terminó engullido por lasviviendas externas de las calles de LasEscuelas y Cuchillería.Hoy no perviven más que unos escasos

restos de ese recinto primitivo, sobre todoen el entorno de la iglesia de San Miguel.Junto al palacio de Escoriaza-Esquibel se“reconstruyó” un lienzo de la muralla aun-que colocando el cuerpo volado y las saete-ras hacia el interior, disposición que, evi-dentemente, nunca tuvo.En definitiva, las murallas de Vitoria son

hoy sólo un recuerdo del pasado, aunquesu presencia durante siglos como “cintu-rón” de la ciudad aseguró el mantenimien-to del plano urbano medieval hasta laactualidad.

5.3 El abastecimiento de aguaDentro de los aspectos “públicos” de lasvillas medievales, uno que cobra especialimportancia para la vida de la comunidades el abastecimiento y evacuación de lasaguas34. Debemos tener en cuenta que, enalgunos casos como Vitoria, las villas alcan-zaban un cierto desarrollo urbano quepodía dificultar el imprescindible abasteci-miento de agua para las más diversas labo-res, teniendo en cuenta, además, quemuchos de los oficios que se desarrollabanen las villas necesitan imperiosamente delconcurso del agua.Observando las fotografías aéreas y la

cartografía podemos ver como la inmensamayoría de las villas vascas se asentaronjunto a ríos o arroyos, salvo las costeras. Deeste modo se trataba de asegurar un abaste-cimiento sencillo de agua para los vecinos.Vitoria, asentada en lo alto del cerro, conta-ba con el arroyo Zapardiel al Oeste, LasTrianas al Este, y el Errekatxiki al Sur, con loque el aprovisionamiento de agua quedaba,en principio, asegurado.Pero con el crecimiento de la villa y el

aumento de la población es de suponer queel tema del acceso al agua debió de serregulado: así al menos lo dice el sentidocomún. Sin embargo, la tónica general enlas villas y ciudades del Norte peninsular–y Vitoria no es la excepción– fue un desin-terés de las autoridades municipales por elel abastecimiento de agua a las vecinos. Sonrealmente escasos los documentos medie-vales que nos muestran una preocupacióndel concejo por este aspecto, frente a la rele-vancia que cobran otros, como el abasteci-miento de alimentos, el control de la cali-dad de los productos, o la defensa de losprivilegios económicos de la villa. La entra-da del agua a la villa se realiza mediante unesfuerzo particular, es una empresa de res-ponsabilidad individual. El concejo noactúa hasta épocas tardías –normalmentehasta avanzado el siglo XV– y únicamente

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en el caso de plantearse la creación de unafuente, aunque tampoco de forma muy fre-cuente. Y a través de la documentación exis-tente, tampoco se percibe ningún tipo deproblema o malestar entre los vecinos por elhecho de tener que acarrear el agua hastasus domicilios.En las Ordenanzas municipales de

Vitoria del año 1486 se mencionan dos fuen-tes: la fuente vieja y la fuente nueva; de lasOrdenanzas se deduce que la primera esta-ba situada en los arrabales, pues es a losvecinos de los arrabables a quienes el con-cejo confía su custodia y vigilancia para quese mantenga limpia y no se utilice para ellavado, sino sólo para la extracción de agua:“Otrosi ordenaron e mandaron e dieron poder alos vecinos del rabal para que puedan prendar alas personas que dentro e la fuente vieja lavarenropa, ni trapos, ni tajadores ni escudillas niotras cosas, salvo sacar agua della”35. Es desuponer que todas estas labores deberíanrealizarse directamente en el río, labor nomuy complicada dada la cercanía delZapardiel por el lado Oeste y la cava artifi-cial creada por el flanco Este a partir de laampliación de la villa en 1256.De la fuente nueva no conocemos docu-

mentalmente su situación ya que lasOrdenanzas se limitan a prohibir su usoinadecuado, como en la anterior: “Otrosiordenamos e mandamos que ninguno sea osadode lavar tripas ni trapos sucios en la fuentenueva, so pena de dos maravedis”36. Sinembargo podemos conocer su ubicacióngracias al cuadro de Benito de Casas, en elcual aparecen representadas dos fuenteshexagonales en la plaza del Mercado, sibien aquí aparecen con el nombre de“Fuente Mayor” y “Fuente de Triana”. Noaparecen representadas, sin embargo, en eldibujo de Pedro Medina de 1544 cuando,por la fecha, ya debían existir.Estas fuentes hexagonales fueron más

tarde derribadas y sustituidas por una fuen-te neoclásica que fue igualmente demolida

en un intento de sacar agua mediante la per-foración de un pozo artesiano en el año1878. El ingeniero y geólogo francésAlphonse F. Richard, experto en pozos arte-sianos, dirigió la obra pero fracaso en suintento tras cuatro años de trabajo37. Ante elfracaso, la Corporación Munici pal optó portraer agua del Gorbea al depósito delCampillo, inaugurándose la traída de aguasen 1884.Volviendo a época medieval, el abasteci-

miento de agua limpia no se consideraba,por tanto, una empresa pública o colectiva.Cada vecino se procuraba el agua necesariapara el uso doméstico y lo acarreaba de lafuente o del río hasta su vivienda, normal-mente en brazos de las mozas. Esta activi-dad no generaba ningún problema colecti-vo, salvo la incomodidad individual delacarreo del agua hasta los hogares. No hayque olvidar, además, que esta actividad–reservada a las mujeres salvo cuando seejercía de forma profesional por los “agua-dores”– generaba en las ciudades unaforma natural de relación social en torno ala fuente, manantial o río.Tema muy distinto al del abastecimiento

de agua –que como hemos visto no atra íaapenas el interés de las autoridades munici-pales– era el de la evacuación de las aguassucias o residuales; prueba de ello es lainsistencia demostrada por los concejos encontrolar y reglamentar este aspecto. Si lasaguas limpias llegaban a la villa acarreadaspor los vecinos, no ocurría lo mismo con lasaguas sucias, que eran vertidas al espaciocomún: la calle. Y es aquí donde se produ-cen los problemas. El concejo se ve obligadoa intervenir contundentemente, reglamen-tando la limpieza de los residuos orgánicoso proponiendo formas de evacuar y canali-zar las aguas usadas, que permitan unamayor salubridad y un tránsito más agra-dable por las estrechas calles.Lo más inmediato, dentro de las preocu-

paciones del concejo, era evitar que los

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viandantes pudieran ser ensu-ciados por las aguas vertidasdesde las ventanas de lasviviendas. Podía prohibirse esapráctica, restringirla a un hora-rio específico (por las noches) oincluso obligar a los vecinos asacar los residuos a la puerta ydepositarlos en la vanela o cañosde aguas sucia que recorrían lascalles de la villa.Pero el problema no acababa

aquí: regulada la prohibicióndel vertido en altura, se trató decontrolar la suciedad en super-ficie: la producida en las trase-ras de las viviendas y la deposi-tada en las calles, que debía dearrastrarse hasta los caños cen-trales de los viales.Las cárcavas, albañales o ser-

vidumbres serán analizadascon mayor detenimiento en elcapítulo siguiente, pero pode-mos adelantar que se trataba deespacios libres en el fondo delsolar de las manzanas dobles,pensando en principio comoámbito de luz y aireación. Sinembargo, la presión demográfi-ca generó un aumento de lasviviendas que redujo considera-blemente estos espacios libres,convirtiendo las servidumbresen estrechísimos pasillos sinapenas luz ni aireación; su utili-zación más corriente, por elcontrario, era la de servir delugar donde arrojar las aguassucias e incluso la basura, con-virtiéndose en focos de malosolores o incluso de enfermeda-des. Cuando la acumulación debasura y agua era especialmen-te elevada, podía darse el casodel desbordamiento de estas

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servidumbres y la salida de las inmundiciasa la vía pública. En algunas villas, comoBilbao, el concejo llegó a obligar a los veci-nos a tapiar las servidumbres para evitarestos desbordamientos. En Vitoria, en cam-bio, estas servidumbres de aguas (denomi-nadas aquí “caños”) tuvieron una funcióncomunitaria mucho mayor que en otrasvillas vascas, al servir como verdaderopatio interior organizador de la manzana yno sólo como espacio de aireación; por ello,no fueron un foco de suciedad constantecomo ocurría en otras poblaciones.Por lo que respecta al segundo aspecto,

la limpieza de las calles, todos los concejosurbanos mostraban un gran interés pormantener limpio y aseado el espacio urba-no. La forma de plantearlo es común paratodas las villas: cada vecino debe limpiarregularmente el espacio correspondiente asu fachada; lo que varía es la frecuencia deesta limpieza. En las villas pequeñas podíaampliarse la periodicidad y así el concejo deHernani obliga a sus vecinos a limpiar lacalle cada 15 días; en Vitoria, en cambio, seobliga a realizarlo todos los sábados38.También cobra importancia el que no

existan impedimentos para que el aguasucia y la de lluvia corran por los canalescentrales, caños o vanelas de las calles, demanera que se puedan evacuar las aguasfuera de la ciudad. Vitoria ordena que selimpien los caños una vez al año, antes deSan Miguel, y prohíbe que se echen en ellos“basuras, ollas, ni tejas, ni tierra, ni piedras”39.En todo caso, Vitoria contaba con la ventajade su emplazamiento en un cerro que facili-taba la escorrentía de las aguas desde lo altohasta los arroyos que bordeaban la ciudad,cosa que no ocurría en las villas fundadassobre terreno llano.Los caños de las calles podían ser abier-

tos o cerrados, prefiriéndose los segundos.Desde finales del siglo XV la voluntad delconcejo es cerrar progresivamente los cañosde la villa: “que se faga cerrar los cannos desa-

gües alcantarillas cerrar porque iban abiertas yse veian las inmundicias detras las casas en lasalejadas porque esta fecho cosa deshonesta e lopaguen los vesinos de las tales calles donde sefisyere...”40.En definitiva, lo que la documentación

muestra es un interés de las autoridadesmunicipales por mantener limpia y salubrela villa frente a una despreocupación por elabastecimiento de agua a los vecinos, laborque se consideraba particular de cada unode ellos.

5.4 El espacio de la espiritualidadEn una villa como la Vitoria medieval cons-tituida casi completamente por pequeñosedificios de ladrillo, sillarejo y madera,había unos edificios monumentales queresaltaban por encima del resto de edifica-ciones, tanto en volumen y calidad como encontenido simbólico: los espacios de la espi-ritualidad.Los hombres y mujeres medievales fue-

ron seres profundamente creyentes, siendola religión una parte esencial de sus vidas.Por ello no es de extrañar que los edificiosdestinados a alojar el culto fuesen siemprelos de mayor dimensión y calidad construc-tiva. En poco lugares como en las iglesias ycatedrales se aprecia mejor la capacidad delas comunidades ciudadanas para unirse enun proyecto común. Frente a los edificiosciviles –endebles en la mayor parte de loscasos– los edificios religiosos estaban cons-truidos con materiales duraderos, funda-mentalmente piedra. Esto ha posibilitadoque hayan llegado hasta nuestros días en unaceptable estado de conservación; y cuandono lo han hecho –como veremos– no ha sidoprecisamente por su falta de solidez.Pero los edificios religiosos no eran sólo

el lugar destinado a acoger el culto de laciudadanía; al contrario, cumplían con otraserie de funciones para los vecinos. Por susolidez, las iglesias y monasterios eranempleados frecuentemente como parte del

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recinto defensivo, mostrando hacia el exte-rior rotundas paredes sin apenas vanos quehacían las veces de formidables fortalezas;así ocurría en Vitoria con las cinco parro-quias, localizadas directamente sobre lamuralla o junto a las puertas de la villa, ycon el monasterio de Santo Domingo quecerraba el acceso a la villa por su extremoNorte. Pero su valor simbólico también lesotorgaba un importante papel de represen-

tación, siendo lugares deencuentro y, otras veces, dedesencuentro, pudiendo aco-ger en su seno a una u otraparcialidad nobiliar en lasfrecuentes luchas urbanasentre familias banderizas. EnVitoria, durante las contien-das que mantuvieron losAyalas y Callejas (adictosrespectivamente a los ban-dos gamboíno y oñacino), losprimeros tenían la cabeza desu bando en la calle Correríay celebraban sus juntas o“cabildos” en la parroquia deSan Miguel; los Callejas, porsu parte, dominaban en laZapatería y se reunían en laiglesia de San Pedro. Portanto, los templos –llamadosa ser centros de entendimien-to y fraternidad– podían con-vertirse en el exponente másclaro y evidente de las desa-venencias urbanas.Las iglesias eran centros

de oración y piedad, perotambién lugares donde loscristianos recibían su des-canso eterno. En un princi-pio los enterramientosdebieron llevarse a cabodentro de las iglesias, pero elespacio interior pronto sequedó pequeño y los cemen-

terios se trasladaron al exterior. Entonces,sólo las familias poderosas y los eclesiásti-cos siguieron gozando del privilegio dedescansar en tierra “ad sanctos”.No fueron, en todo caso, las iglesias y

ermitas el único lugar sagrado de las villas.Muy pronto comenzaron a instalarse enellas los conventos de las órdenes mendi-cantes, las cuales unían a la función evange-lizadora de las parroquias una más amplia

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función educativa. Por último, tambiénexistían en las villas hospitales que cumplí-an una doble función de atención a lasalmas y los cuerpos, tanto sobre los pobrescomo sobre los enfermos. Para el hombremedieval los pobres eran la personificaciónde Cristo y ayudando a aquellos se dignifi-caba, en último término, al hijo de Dios. Lascuantiosas limosnas que recibían son buenamuestra del fervor religioso de aquellos ciu-dadanos medievales y, también, de suintento de purgar con dinero los pecadoscometidos.

5.4.1 La Catedral de Santa MaríaResulta tremendamente complejo describiraquí el templo de Santa María de formaindividualizada y esgrimiendo argumentosfundamentalmente de la historia del artepues, como hemos visto, la historia de estaiglesia está imbricada absolutamente con lahistoria de la ciudad de la cual es, por otraparte, su mejor y más potente fuente deinformaciones arqueológicas. La iglesia deSanta María ha aparecido en este trabajo enel estudio de la primitiva Gasteiz, en los orí-genes de Vitoria como villa y en el análisisdel sistema defensivo. No obstante, su valorhistórico no oculta su gran valor arquitectó-nico y artístico, del cual expondremos acontinuación algunas breves consideracio-nes teniendo en cuenta tanto los estudiostradicionales como los recientes descubri-mientos sacados a luz dentro del proceso derestauración de la catedral.Ya se ha citado en este estudio el punto

de la carta-puebla de 1181 en que se diceque “vuestro vecino o el extranjero que debieraprestar o recibir juramento, no jure en otrolugar, sino en la iglesia de san Miguel que está ala puerta de vuestra villa”, lo que –implícita-mente– viene a sugerir la presencia en lavilla de otra iglesia, hoy atestiguada por laarqueología.La primitiva iglesia –no sabemos, aun-

que suponemos– dedicada a Santa María

era un templo de una sola nave y tuvo unatorre exenta en el extremo suroccidental.Posteriormente se amplió con dos naveslaterales, creciendo además en su entornouna necrópolis. Dicha iglesia debió arrui-narse con el incendio de la villa de 1202siendo reconstruida más tarde mientras secomenzaban las obras de la iglesia que, coninnumerables altibajos, ha llegado a nues-tros días. La otra iglesia desapareció una vezque estuvo lista para el culto la principal.El proyecto monumental de Santa María

comienza con Alfonso VIII, que decidelevantar en el extremo Norte de la villa untemplo que sirva a la vez a las necesidadesespirituales y defensivas de la nueva pobla-ción. Este proyecto de Alfonso VIII –hastaahora oculto por obras posteriores– alcanza-ba toda la cabecera y el crucero. Es en épocade Alfonso X cuando el proyecto inconclusode Alfonso VIII se retoma, realizándose apartir de entonces en dos momentos cons-tructivos góticos que los arqueólogos deno-minan como Fases A y B41.En la fase A las obras comenzaron con el

“rechapado” interior de los muros de mam-postería de época de Alfonso VIII medianteun forro de sillería. También se procedió allevantamiento de las ventanas de los absi-diolos y de las de las capillas rectangularescontiguas. Los absidiolos y la girola se abo-vedaron, se comenzó el cerramiento de lanave de la epístola –aún libre en época deAlfonso VIII– y se levantaron parcialmentelos pilares de separación entre las naveshasta el segundo tramo. Dado que las bóve-das de crucería sólo cubrían los tres absidio-los y la girola, el resto del templo debíaestar cubierto con techumbre de madera,cerrándose con un hastial provisional a lospies. El posible proyecto de cripta en lacabecera no fue acometido.La cronología de esta fase A se corres-

ponde con el reinado de los monarcasAlfonso X (1251-1284) y Sancho IV (1284-1295), es decir, que la mayor parte de las

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obras son adscribibles a la segunda mitaddel siglo XIII.La construcción de la iglesia sufrió

entonces un parón, reanudándose las obraspoco después con nuevos modos construc-tivos (fase B). Esta segunda fase es la queotorgó a la iglesia aproximadamente suaspecto actual. El perímetro de la iglesia secerró levantando la portada de Santa Anaen el paño occidental del crucero Sur, lle-vando los pies hasta el punto actualmediante el añadido de nuevos tramos ycerrando estos con la extraordinaria porta-da que hoy observamos; se añadió otrapuerta al Norte hoy desaparecida; se levan-tó la capilla de Santiago en el extremo Surdel crucero; y, por último, se elevó el nivelsuperior de la iglesia con la construccióndel triforio.Para esta segunda fase la arqueología no

ha podido dar fechas exactas, pero sí apro-ximadas la historia del Arte. La portada deSanta Ana –con la que al parecer se inicia lafase B– ha sido fechada por Lucía Lahoz enel segundo tercio del siglo XIV; el pórticooccidental entre 1350 y 1370. La capilla deSantiago se funda en 1401 por el mercaderDon Martín Fernández de Abaúnza, cerrán-dose las bóvedas de la capilla en 1419. Portanto, el inicio de la fase B podría deberse alimpulso de Alfonso XI (1311-1350), inicián-dose en torno a 1330 y ocupando todo elresto del siglo XIV y comienzos del XV.El 7 de octubre de 1496 se otorgó la bula detraslación de la Colegiata de Armentia aVitoria. Su cumplimiento se retrasó hasta el14 de febrero de 1498. La hasta entoncessimple parroquia de Santa María se con-vierte, así, en Iglesia Colegial gracias a lapresión de la oligarquía vitoriana “para pres-tigiar su ciudad y convertirla en centro eclesiás-tico del territorio”; se trataba “en primer lugar,de destacar a Vitoria como un espacio urbano,un sujeto político y un espacio eclesiástico y, ensegundo lugar, de justificar la creación de laColegiata lo cual, a su vez, resalta todavía más

la grandeza de la propia ciudad que alcanza deeste modo, desde el punto de vista eclesiástico, elrango más próximo al de sede episcopal”42.Este importante acontecimiento históri-

co determinará un intento por engrandecery embellecer la iglesia, labor que se realizódesde finales del siglo XV y durante toda lacenturia siguiente. En este periodo se vanlevantando los tramos superiores de la igle-sia no rematados en fases anteriores y seprocede a substituir las bóvedas de maderapor nuevas bóvedas de piedra, a la vez quecomenzaban a construirse los arbotantespara soportar el empuje de éstas. Este cam-bio de cubrimiento de las bóvedas fue, enbuena medida, el causante de los proble-mas estructurales del edificio, que se hanmantenido hasta la actualidad.En conjunto se trata de un magnífico edi-

ficio gótico asentado sobre una fábrica ante-rior que le aporta el estilo “arcaizante” alque hasta ahora no se había encontrado res-puesta. La iglesia tiene planta de cruz latinamuy acusada orienta de Este a Oeste, contres naves, cabecera con deambulatorio ycinco capillas absidiales –hemidecagonaleslas tres centrales y trapezoidales las extre-mas– que se abren a los brazos del crucero.Estas capillas se iluminan mediante venta-nales que asoman al paso de ronda. La giro-la y las capillas se manifiestan escasamentehacia el exterior, no como el crucero que sedestaca poderosamente por la diferencia dealtura entre su nave central con las capillasy la propia girola. El crucero está compues-to por tres tramos en cada uno de sus bra-zos que dan acceso a las capillas y al deam-bulatorio. Se cubre con bóvedas de cruceríasimple, como las de sus capillas y las de lagirola.Las tres naves del cuerpo de la iglesia

cuentan con cinco tramos, siendo la navecentral mucho más alta que las laterales loque se manifiesta poderosamente al exte-rior. Las naves laterales tienen capillasencastradas y se cubren con bóvedas ojiva-

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les simples, al igual que la central salvo enel primer tramo de los pies, donde existeuna bóveda reconstruida en el siglo XVIIcon terceletes y ligaduras.Lo que más llama la atención del conjun-

to, en todo caso, es su magnífica decoraciónescultórica, especialmente la de las porta-das del Oeste y de Santa Ana.Esta última se abre en el brazo derecho

del crucero y estuvo durante algún tiempotapiada, lo que afectó a las esculturas, hastasu apertura en la restauración de los años1960-65. Su programa iconográfico se ocupade la doble naturaleza de Cristo.La portada de Poniente cuenta con tres

puertas ricamente decoradas: en la centralse narran los principales episodios de lavida de la Virgen; en el derecho el JuicioFinal con Cristo como juez, el premio de losjustos y el castigo de los condenados; en elizquierdo la vida de San Gil, santo estrecha-mente ligado a la monarquía. El tímpano dela portada central puede considerarse,según José María de Azkárate como uno delos conjuntos marianos más bellos del góti-co europeo en su fase manierista43. La ima-gen de la Virgen en el parteluz de la puerta

central y la de los profe-tas y santas de los pila-res completan y enri-quecen el excepcionalconjunto de esta porta-da occidental protegidadel exterior por un pór-tico construido en lasegunda mitad del sigloXV sobre el que selevantará entre 1577 y1583 el primer cuerpodel campanario porJuan de Elorriaga y Juande Masabel44; en elsiglo XVII se construyeel cuerpo de campanas.Por último, la capilla

de Santiago (actualparroquia de Santa María) se construyó enel extremo Sur del crucero. Es de una solanave con dos tramos y ábside hemidecago-nal con anteábside recto. A ambos lados dela nave aparecen cuatro capillas.La estructura de la capilla de Santiago

estuvo condicionada por la presencia delmuro del primer recinto, sobre el que seapoya estando la capilla extramuros. Dadoque se trataba de un lugar seguro –por lapresencia de un segundo recinto amuralla-do– pudieron abrirse grandes vidrieras típi-cas del gótico tardío.Según Micaela Portilla la clave con la

figura de Santiago jinete en la nave, y elescudo de Castilla y León puesto junto aldel fundador (Don Martín Fernández deAbaúnza) a los pies del templo señalan eltítulo jacobeo de la capilla, la identidad deldonante y el patronato real sobre las parro-quias vitorianas y sus parroquias anejas.En el lado oriental de la iglesia de Santa

María y la capilla de Santiago se adosa unconjunto de edificaciones de servicio de laCatedral, de las cuales la más importante esla sacristía barroca. Alrededor de esta hanido creciendo durante los siglos XIX y XX,

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PLAZA DE SANTA MARÍA HACIA 1960. LA PORTADA DE SANTA ANAAPARECE OCULTA POR EL MACHÓN DEL BRAZO SUR DEL TRANSEPTO.

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diversos espacios de administración, alma-cén y otros servicios relacionados con la ins-talación en Vitoria de la sede episcopal y laconversión de la anterior Colegiata en laactual Catedral en 1861.En sus muchos siglos de existencia la

catedral de Santa María ha sufrido numero-sos cambios y restauraciones que han con-formado el espacio complejo y múltiple queobservamos ahora. Las intervenciones his-tóricas han modificado la estructura de lacatedral incluso con la apertura de grandesvanos en la restauración llevada a caboentre 1960 y 1967 por el arquitecto ManuelLorente, la cual, en todo caso, no logró fre-nar los graves problemas de sustentación yequilibrio de la construcción. La amenazade ruina se apreció ya en el siglo XVII y noha cesado hasta la actualidad, estandodepositadas las esperanzas en el proceso derestauración comenzado con el cierre de lacatedral al público en 1994 y la elaboracióndel Plan Director de Restau ración.

5.4.2 La iglesia de San MiguelEn el fuero de Vitoria se nombra, como ya seha señalado, a la iglesia de San Miguel, tem-plo juradero “que está a la puerta de vuestravilla”. La tradición judicial de esta parroquiaincidió en el desarrollo de su iconografía yen otros aspectos, como la guarda delmachete vitoriano –símbolo del poder de lavilla– en el interior del templo. Así lo recogeMadoz: “á espaldas del altar mayor se conservael famoso machete vitoriano, ante el cual jurabasegún fuero el síndico procurador general desem-peñar bien su encargo, bajo la pena de que le cor-tarian la cabeza en caso contrario; y como el pue-blo le otorgaba sus poderes, tenia derecho á pro-testarle cualquier vecino de la ciudad”45.La obra que hoy se aprecia se levantó

desde finales del siglo XIV y durante el XV,apoyándose sobre la anterior construcción,que no ha pervivido.La iglesia de San Miguel parte de una

planta gótica tradicional de tres naves, cabe-

cera triple y capillas laterales rematadas conabsidiolos. A un periodo inicial parece res-ponder el pórtico y el primer tramo de lasnaves. Sin embargo, a medida que se desa-rrollan las obras se van añadiendo elemen-tos más modernos como los soportes cilín-dricos con capiteles florales en anillo, losvanos más cerrados o las complejas bóvedasnervadas, todo ellos indicadores de lo quese ha llamado impropiamente el “góticovasco”. En la clave central del tercer tramode la cubierta aparece el escudo de los ReyesCatólicos con la granada, lo que lleva sudatación más allá del año 1492; en el cuartoaparecen las figuras de dos burgueses vito-rianos, hombre y mujer, con la ropa caracte-rística de los años finales del siglo X, comorepresentantes de una clase social enriqueci-da y potente dentro de la vida urbana de laciudad; en las claves de las últimas bóvedasaparecen en consonancia los escudo deNarrias, Oñates, Adurzas, Lequeitios, Mar -quinas, Elorria gas y la marca de comercio dela familia Sánchez de Bilbao, todas ellaspoderosas familias burguesas enriquecidascon el trato comercial.Los accesos al templo son dos: el pórtico

de San Miguel al Sur (el más típico y una delas imágenes más queridas de los vitoria-nos) y la Puerta del Solar al Oeste.En el tímpano de la primera de las puer-

tas se realiza una hagiografía del Arcángel:en la primera banda se muestran escenasdel culto a San Miguel y al Arcángel pesan-do las almas; en la segunda, la milagrosaaparición del Arcángel en el MonteGargano; y en la tercera, la Trinidad con laVirgen y San Juan orantes a ambos lados.Este pórtico hacía las veces de juzgado y suiconografía responde a dicha función; elpeso de las almas y la Trinidad son, en esen-cia, un Juicio Final, imagen obligada enaquellos lugares destinados a acoger losprocesos judiciales46. Su conservación esbastante mala pero puede datarse aproxi-madamente en torno a 1385.

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La puerta del Solar, por su parte, es elúnico ejemplo de portada hispanoflamencaque se conserva en la ciudad; sigue elmodelo de la escuela burgalesa e iconográ-ficamente se ha relacionado con modelosdel área catalana.Presidiendo el pórtico del Sur se encuen-

tra hoy la imagen de la Virgen Blanca,patrona de la ciudad desde el año 1921. Sudevoción es de origen navarro y fue intro-ducida en Vitoria por Sancho VI. La imagenmonumental es del segundo tercio del sigloXIV y pudo ser exenta y colocada en el ladoEste del templo47 o pertenecer al tímpanode la portada de San Miguel48.

5.4.3 La iglesia de San VicenteEsta iglesia fue una de las más antiguas dela villa, junto a Santa María y San Miguel,estando localizada adyacente al castillo dela villa y dedicada al Santo Mártir Vicente,una devoción muy habitual en las iglesiasmedievales hispanas. A partir del año 1484comienza a edificarse la actual iglesia de SanVicente sobre el solar ocupado anteriormen-te por el dicho castillo y la anterior parro-quia de San Vicente, seguramente de peque-ñas dimensiones. Los Reyes Católicos orde-naron al alcaide de la fortaleza, D. Juan deMendoza, que entregase el castillo al conce-jo para que éste construyese un templo desemejante entidad al de las otras parroquias.Por tanto, se observa el interés de losmonarcas por favorecer el ornato y embelle-cimiento de la villa, siendo ésta la última delas iglesias góticos construida en Vitoria, apesar de su anunciada antigüedad.La iglesia, construida desde finales del

siglo XV y durante buena parte del XVI, esuno de los más claros exponentes vascos delas iglesias góticas con “planta de salón”(naves a igual altura), elevada mediantepilares cilíndricos sin capiteles y los nerviosapoyados directamente en la parte alta delos fustes, naciendo a modo de palmera. Laplanta es de tres naves, con cabecera ocha-vada y cubiertas góticas nervadas alterna-das con otras de terceletes. En las claves delas bóvedas aparecen motivos figurados quealuden a temas religiosos y emblemas herál-dicos que denotan la ayuda de determina-das familias en la construcción el templo.Del gótico clásico, pleno de luz y con

muros despojados casi por completo deconsistencia pétrea, se pasa en la parroquiade San Vicente a un nuevo modelo cons-tructivo más asentado en la tierra, en el cuallos muros vuelven a recobrar un gran valorsimbólico y ornamental. Aquí los grandesventanales han sido sustituidos por peque-ños óculos en lo alto de la pared que dirigenla luz sobre lo plementos de las bóvedas.

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PLANTA Y VISTA DE LA PARROQUIA DE S. VICENTE.

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Durante la guerra de Independencia laiglesia sirvió como almacén militar. En esemismo siglo XVIII, concretamente en 1860,se levanta la actual torre, comenzada por elarquitecto de Vitoria Pantaleón Iradier yterminada por Martín de Saracibar. En 1931se le añadió el pórtico, utilizando en granparte material reutilizado del tristementederruido convento de San Francisco (1930).

5.4.4 La iglesia de San PedroEsta iglesia fue la cuarta en ser creada en lavilla de Vitoria, a raíz del ensanchamientode la ciudad por el lado Oeste durante elreinado de Alfonso VIII.El templo, al igual que ocurre con Santa

María, formaba parte del sistema defensivode la villa, pero en el caso de San Pedro lasimplicaciones de este hecho sobre la fábricafueron mucho más notables y evidentes.La iglesia se levanta en la calle Herrería,

la más baja de las tres nuevas calles delinea-das en Vitoria a partir del año 1202, paraatender las necesidades espirituales de lanueva población. Del primitivo templo nohan quedado apenas restos. La fábrica actualdebe fecharse en los últimos años del sigloXIII y sobre todo en el siglo XIV. Su aspectodefensivo queda bien claro en lo recio yrotundo de su perfil, especialmente hacia elexterior, donde la iglesia parece un torreónlevantado sobre el río Zapardiel, actualmen-te canalizado bajo la calle Siervas de Jesús.Pero su condición de fortaleza y su situa-

ción junto al lienzo Oeste de la muralla ysobre el foso del Zapardiel iba a tener unaconsecuencia mayor: dado que la portadano podía abrirse hacia el Oeste –su posiciónlógica–, ni hacia el Sur (por ser un espaciomuerto entre la cerca y el cantón) el accesose colocó (insólitamente) en el lado de lacabecera. El acceso principal se localiza,pues, al Este, en el espacio que debía ocuparuna de las cinco capillas absidiales de lacabecera: solución extraña en el gótico perosabiamente resuelta.

La planta del templo es basilical, con cin -co naves de corto recorrido. Cuatro de ellasse rematan con capillas mientras la última,como decimos, acoge el llamado “PórticoViejo”. La capilla mayor es heptagonal y lasotras tres pentagonales. Las cubiertas sonnervadas decoradas con magníficas claves.La luz es un elemento fundamental de

esta iglesia, contrastando la rica y lumínicatracería de las capillas absidiales con losmás opacos muros de la zona de los pies, enconsonancia con su carácter defensivo.Al exterior el espacio más rico es el que se

ofrece a calle de la Herrería, especialmente elpórtico Viejo fechable en el segundo terciodel siglo XIV. Se trata de un conjunto escul-tórico excepcional presidido por la imagende la Virgen del parteluz y acompañado porel colegio apostólico a ambos lados de ladoble puerta. El tímpano, algo más tardío,cuenta también con un riquísimo programaiconográfico en cuatro bandas. En la primerase narran los principales episodios de la vidade la Virgen en relación con la infancia deJesús: la Anunciación, la Visitación, elNacimiento, la Epifanía y la Presentación delNiño en el templo. En las tres siguientes sedescriben los acontecimientos más impor-tantes de la vida de San Pedro: la vocacióndel santo mientras pescaba en el lagoTiberiades con su hermano Andrés y la con-cesión por Cristo de su primado sobre losdemás apóstoles como cabeza de la iglesia,en la primera; en la segunda, la salvación dePedro por Cristo en las aguas, la visión deJope, la predicación del Apóstol ante el cen-turión Cornelio, el bautismo de Cornelio consu familia y el juicio de San Pedro anteHerodes Agripa; en la tercera, por fin, la libe-ración de San Pedro de la prisión, su marti-rio y la ascensión de su alma al cielo –“tran-sitio animae”– llevada por los ángeles.El otro acceso se realizó por el lado Norte,

aunque reducido a la nave izquierda deltemplo. Su programa escultórico describe elciclo del Génesis: la Creación, el Pecado

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Original, la Reconven ción, la Historia deCaín y el Diluvio Universal. Esta puertadaba entrada al primitivo baptisterio y porello aparecen escenas de pecado y castigo49.Al igual que el resto de templos, la igle-

sia de San Pedro fue utilizada tambiéncomo recinto funerario, como se aprecia enla presencia de un nicho en la capilla mayorpara el panteón de la familia Álava.En el año 1708 se comienza la actual

torre sobre el pórtico Viejo. En los años1867-68 se llevaron a cabo obras de restau-ración ante el cedimiento de los cimientos.Por último, en el año 1897 se le añadió elpórtico neogótico obra del arquitecto vito-riano Íñiguez de Betolaza.La iglesia de San Pedro es, en conjunto,

una magnífica construcción que compaginala luminosidad y ligereza del gótico con larobustez de su construcción hacia el exte-rior de la villa, así como la perfecta adecua-ción de su planta y accesos a las condicio-nes del parcelario urbano.

5.4.5 La iglesia de San IldefonsoLa última parroquia en constituirse enVitoria fue ésta de San Ildefonso. La fábricade la iglesia fue ordenada por Alfonso Xcomo remate de su proceso urbanizador enla capital vitoriana, que había dado comoresultado la creación de las tres calles delOriente: Cuchillería, Pintorería y Judería, ydentro del momento de pujanza que vivía lavilla y que se manifestó igualmente en laconstrucción de las otras iglesias góticasvitorianas a partir de mediados del sigloXIII. A pesar de ser la última parroquia de lavilla, es muy probable que con su iglesia sediese inicio al estilo gótico en la villa, juntocon la reforma de la iglesia de Santa María.El templo fue demolido entre los años

1837 y 1839, sin dejar huella alguna de supasado. Con sus materiales de derribo seaseguraron los recintos militares de la ciu-dad, que en aquel momento rodeaba susarrabales de baluartes con baterías.

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5.4.6 Monasterio de San FranciscoLos monasterios son, junto con las iglesias,los espacios religiosos de mayor relieve enla Vitoria medieval. La presencia de monas-terios de las órdenes mendicantes en unavilla es un signo de su desarrollo por dosmotivos: en primer lugar, porque la instala-ción de estos monasterios o conventos pre-suponía que la comunidad ciudadana eracapaz de atender a su mantenimiento eco-nómico, cosa poco factible en una villapequeña o con poca actividad económica;en segundo lugar, porque estas órdenes ten-dían a instalarse en torno a núcleos urba-nos, a diferencia de los monjes benedictinosque solían hacerlo en el ámbito rural. Porello, la presencia de mendicantes en unaciudad es, indirectamente, una medida desu grado de desarrollo urbano.El Monasterio de San Francisco, hoy

desaparecido como el de Santo Domingo,fue una de las fábricas góticas de mayorvalor artístico de la provincia de Álava.Según dice la tradición, lo habría fundado elmismo santo en 1214 al pasar por la villa ensu peregrinaje a Santiago; así lo recoge uncronista de la Orden franciscana en el sigloXVI: “antes que el seráfico Padre pasase a laCiudad de Compostela fundó este convento en elpequeño templo que dentro de la ciudad edificócon la piadosa contribución de los fieles a SantaMaría Magdalena”; se trata en todo caso deuna tradición muy repetida con pocos visosde ser cierta. El caso es que la iglesia se cons-truyó junto al pequeño templo dedicado aMaría Magdalena, una de las santas demayor devoción dentro de las rutas jacobeas.Las obras de la iglesia progresaron gracias ala infanta Doña Berenguela López de Haroque costeó la obra con el propósito de fijarallí su sepulcro. Sabemos que en el año 1296aún no estaba conclusa porque en su testa-mento de dicho año mandaba recursos paraque la iglesia “sea acabada de facer”.La planta de la iglesia era la habitual en

las fundaciones franciscanas: de una sola

nave rematada en un ábside poligonal concinco ochavos rasgados con amplios venta-nales, de parteluces dobles y tímpanos cala-dos por rosetas inscritas en círculos, simila-res a los que podemos ver en la iglesia deSan Pedro. Su derribo se llevó a cabo en elaño 1930, tras una larga discusión sobre laconveniencia o no de su conservación.Sobre sus ruinas se urbanizó el solar com-prendido entre el primer tramo de la actualcalle Olaguibel, entre ésta y la calle Postas.Nada quedó tampoco del sepulcro de

Doña Berenguela, que se sabe que era exen-to y ricamente decorado; en aquel ámbitofueron enterradas otras altas damas de lasociedad vitoriana como Doña Leonor deGuzmán, mujer del canciller, la infantadoña Isabel y doña María de Mendoza50.

5.4.7 Monasterio de Santo DomingoEl convento de dominicos de Vitoria sefundó algo después que el de franciscanos,concretamente en 1225, sobre las casas que–según la tradición– fueron del rey deNavarra, cedidas para la construcción delconvento. Esta primera obra quedó arruina-da tras un incendio en 1240. Poco después sereconstruyó, pero ante la mala conservacióndel edificio se decidió ya en el siglo XVI sureforma, alterando la imagen gótica origi-nal. Junto a la iglesia se construyó un claus-tro renacentista abierto en arquerías de tím-panos calados por rosetas de radios abalaus-trados51. Como era habitual, el convento sir-vió para el enterramiento de personajes ilus-tres de los linajes alaveses. La obra fuepatrocinada por el Emperador Carlos I deEspaña y V de Alemania –cuyo escudoimperial presidía el coro– y financiada conlas limosnas de los feligreses.A comienzos del siglo XX el monasterio

fue derribado, quedando de él escasas imá-genes. Se sabe que tenía planta de cruz latina,cabecera pentagonal, nave de cuatro tramos,bóvedas de terceletes y estrelladas en cruceroy cabecera y capillas entre contrafuertes.

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Tanto el monasterio de Santo Domingocomo el de San Francisco jugaron un impor-tante papel dentro de la vida de la ciudadde Vitoria, especialmente en el conflictivosiglo XV; así, el monasterio de SanFrancisco era empleado para las reunionesdel concejo y también para la celebración de“ayuntamientos”52. En 1428, por otra parte,los labradores son librados del juramentoque habían hecho a sus procuradores en elmonasterio de Santo Domingo. Ello nosindica su cercanía a los grupos más popula-res, con cuyo favor contaron las órdenesmendicantes.

5.4.8 Conventos femeninosAún existieron en la Vitoria medieval dosconventos más, en este caso ocupados pormonjas: el de Santa Clara y el de laMagdalena. El primero de ellos se encontraba extra-

muros enfrente del posterior convento de laPurísma Concepción (fundado en 1591,levantado entre 1611-1621 y del que hoy seconserva únicamente su iglesia). Fue edifi-cado a expensas de un legado de la InfantaDoña Beren guela a partir del año 1296,

sobre el anterior beateriode San Damián que se ubi-caba en el lugar que–según la tradición– elmismo santo eligió para lainstalación de un monas-terio de monjas.El de la Magdalena,

también llamado de SantaBrígida, se hallaba a espal-das del anterior e inme-diato a él. No es conocidala fecha exacta de su fun-dación aunque en 1291 yaaparece documentado. Ensu origen, esta casa de laMagdalena o San Lázarofue un establecimiento debeneficencia, atendiéndo-

se a pobres y leprosos. En 1582 se instaló laorden de las carmelitas descalzas y en 1653las de Santa Brígida. No queda nada de estafábrica ni de la de Santa Clara.Sí pervive, en cambio, el monasterio de

la Santa Cruz, convento de madres domini-cas situado en la calle Pintorería y erigidoentre 1530 y 1547 sobre un beaterio anterior.Las obras las costeó el licenciado OrtuñoIbáñez de Aguirre, amigo del EmperadorCarlos V y oidor del Consejo Real deCastilla. La fábrica de la iglesia es de unasola nave con cabecera ochavada y capillaslaterales añadidas posteriormente. Cuentacon dos tramos, cubierto el primero por ter-celetes y con bóveda estrellada el segundo.

5.4.9 HospitalesAntes de adentrarnos en el tema concreto delos hospitales vitorianos en la Edad Media,merece la pena recordar las palabras con lasque Aymeric Picaud cerraba su LiberPeregrinationis, primera guía del Camino deSantiago escrita a mediados del siglo XII:«Todo el mundo debe recibir con caridad y respe-to a los peregrinos, ricos o pobres, que vuelven ose dirigen al solar de Santiago, pues todo el que

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ÁBSIDE DEL MONASTERIO DE SANTO DOMINGO

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los reciba y hospede con esmero, tendrá comohuesped, no sólo a Santiago, sino también almismo Señor, según sus palabras en el evangelio:“El que a vosotros recibe, a Mi me recibe”. Huboantaño muchos que incurrieron en la ira de Diospor haberse negado a acoger a los pobres y a losperegrinos de Santiago (...). Por lo que se debesaber que los peregrinos de Santiago, pobres oricos, tienen derecho a la hospitalidad y a unaacogida respetuosa”53.Durante la Edad Media e incluso duran-

te mucho tiempo después, la hospitalidadfue un derecho de los peregrinos, cosa queentendieron tanto estos como los que ofrecí-an la hospitalidad. Si en un principio elCamino a Santiago fue una ruta peligrosa yarriesgada, a lo largo del tiempo los centros

asistenciales fueron en claro aumento hastallegar a constituir una nutrida red de aloja-mientos (hospitales y alberguerías) especial-mente dedicadas al cuidado de los peregri-nos. Como señala García de Cortázar, laerección y mantenimiento de estos hospita-les debe ponerse en relación con la situaciónsocial del momento, en la cual los privilegia-dos –para evitar el enfrentamiento entrericos y pobres– utilizaban inteligentementeel instrumento de la caridad54.

A finales de la Edad Media existían almenos seis hospitales en Logroño, cuatro enNájera, 32 en Burgos, 17 en León ó 25 enAstorga, por citar algunas de las principalespoblaciones del camino francés; y práctica-mente en cualquier localidad del Camino,por pequeña que fuese, existía algún tipo deedificio para tal menester. Junto a la red asis-tencial de carácter público debió coexistiruna gran cantidad de establecimientos pri-vados que, aunque mal conocidos, debieroncumplir un papel fundamental. En todocaso, lo característico y mayoritario en elCamino de Santiago fue la asistencia públi-ca, fundamentalmente a través de los hospi-tales, los cuales venían a cumplir dos objeti-vos: alberguería de peregrinos y viajeros ycentros sanitarios en sentido estricto55. Estepapel doble fue el que jugaron los hospitalesvitorianos que ahora describimos.En el s. XV existían en Vitoria cinco hospi-

tales de diverso tamaño e importancia56.Probablemente el más antiguo de ellos

fuera el de Santa María (situado en elCampillo, en la plaza de la iglesia de SantaMaría), aunque los primeros datos docu-mentales no aparecen hasta el siglo XV; surenta propia alcanzaba en el siglo XVI lassesenta y cinco fanegas de trigo al año ynovecientos sesenta y nueve maravedís endinero. A finales del siglo XVI se realizabanobras en dicho hospital, entre ellas la porta-da plateresca que subsiste en el patio delantiguo seminario y que constituye el legadodel antiguo hospital.

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PUERTA PLATERESCA DEL HOSPITAL DE SANTAMARÍA EN EL PATIO DEL ANTIGUO SEMINARIO

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También de origen temprano era el de laMagdalena y San Lázaro, localizado extra-muros de la villa en el arrabal que se cono-cía ya en 1291 con el nombre de “SantaMaría Magdalena”. En este caso era un hos-pital dedicado especialmente al cuidado delos pobres, primero, y los leprosos, es decir,los afectados “por la plaga del Señor Lázaro”;en una carta de los Reyes Católicos a favorde este hospital se habla de los “lacrados deSeñor San Lázaro [...] que en la dicha Casa decontinuo ay”57. Este hospital recibió privile-gios reales y gracias papales en los siglosXV y XVI; así, en 1466 “el rector y los pobresleprosos” de la Casa pedían al papa Paulo IIque les eximiese del pago de los diezmos desus propiedades a las iglesias vitorianas, yaque era del cultivo de estas tierras de dondeobtenía el hospital su financiación58.Otros dos pequeños hospitales se locali-

zaban al Oeste de la villa. Uno en la calleHerrería, a espaldas de la capilla mayor dela parroquia de San Pedro, habiendo sidofundado por Garci Martínez de Estella en elsiglo XIV. Se conocía como “Hospital de SanPedro” y fue reedificado en 1502 por otrobeneficiario de igual nombre que el funda-dor59. El otro hospital, llamado “Hospitalde Belcha” por el sobrenombre de su funda-dor, se localizaba al final de la calleZapatería en su extremo Norte “sobre la por-tería de Santo Domingo”; según Juan deVitoria tenía “seis camas buenas para peregri-nos y viandantes”.Pero el hospital más importante de la

villa fue, sin duda, el Santa María delCabello, conocido más tarde como “deSantiago”. Fue fundado y dotado porFernán Pérez de Ayala –hijo del cancillerDon Pedro– y su mujer Doña María deSarmiento. El Ayuntamiento cedió al funda-dor en 1419 el terreno para su construcción,extramuros de la villa junto al convento deSan Francisco y la plaza del Mercado, en unlugar muy significado tanto religiosa comoeconómicamente. En la súplica elevada por

el fundador al papa Martín V para la apro-bación de su fundación, Don Fernán se refe-ría a los muchos pobres peregrinos y enfer-mos que el hospital iba a acoger. La cons-trucción se autorizó en 1420 y cinco añosmás tarde ya estaba construido. El 30 deagosto de 1425 una bula papal autorizaba alos frailes de San Francisco a administrar lossacramentos a los peregrinos y enfermos.En 1436, Don Fernán realizaba su testa-

mento y destinaba fondos al hospital parafabricar una cruz de plata dorada y esmal-tada, para vestir diez camas, así como trein-ta mil maravedís para la compra de unaheredad. Junto a los fondos de la familiafundadora, el hospital se nutría tambiéncon las donaciones y mandas testamenta-rias de los vecinos de Vitoria y las aporta-ciones de los “Cofrades del Santo Hospitalde Nuestra Señora del Cabello”.En 1507 sufrió un gran incendio que lo

destruyó. Su reconstrucción se hacía muynecesaria por encontrarse “fuera de losmuros, junto al camino de romeaje, lugar muyconvenible”, como se argumentaba tras suincendio. Don Atanasio de Ayala, sucesorde los fundadores y patrón del hospital, lotraspasó al Concejo de Vitoria en 1535 pormil seiscientos ducados de oro, acelerándo-se con ello la reedificación de la Casa para“acogimiento de los pobres y peregrinos [...] porestar en camino pasagero de los que vienen enrromería a Santiago”, como señala la provi-sión real del año 1535. Poco después seagregó al Hospital de Santiago de losIncurables de Roma y cambiaba su nombrede “Nuestra Señora del Cabello” por el de“Santiago de la Plaza”.

5.5 El crecimiento posterior a la EdadMediaUna vez conformado el espacio intramurosde Vitoria, la ciudad cambió muy pocodurante los siglos siguientes. El recintourbano vio nacer a su alrededor una seriede arrabales o “redovas” como acabamos

5. El espacio público de Vitoria en la Edad Media: el urbanismo

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de ver, pero en el interior los cambios fue-ron mínimos, sobre todo en lo que al traza-do de las calles y cantones se refiere.Durante el siglo XVI, Vitoria asiste al

extraordinario desarrollo de palacios rena-centistas, al socaire del del gran crecimientoeconómico que se registra en esta época. Elfin de las luchas de bandos propició lamodificación de las casas-torres para con-vertirlas en suntuosos edificios de caráctermás “civil”. Junto a ello, en el siglo XVI sellevan a cabo importantes obras en los edi-ficios religiosos de la ciudad, como la cons-trucción de pórticos o capillas renacentistasen las parroquias vitorianas.Una de las obras más interesantes de esta

época fue la construcción del palacio llama-do “de Villa Suso”, junto al ábside de SanMiguel. Al estar construido sobre un des-monte, las dificultades en la construcciónfueron grandes; por otra parte, el concejoimpuso la condición de no abrir puertas niventanas en las plantas bajas que daban alOeste, ya que quedaban fuera del recintoamurallado de Villa Suso. Así, la puerta prin-cipal se abre en el piso alto, con acceso desdeel interior de la muralla. No muy lejos seconstruía también el palacio de Escoriaza-Esquível, con un bellísimo patio porticado.En el poniente, entre las calles de la Zapateríay la Herrería se levantaba el palacio de losÁlavas, concluido en 1525. Al otro lado de lavilla, entre la Cuchillería y la Pintorería seconstruía el palacio de “Bendaña” en torno auna torre medieval anterior.En definitiva, Vitoria en el siglo XVI era

una villa en plena efervescencia constructi-va que renovaba su “contenido” sin tocarapenas el “continente”.El siglo XVII, en cambio, va a ser un

periodo mucho más pobre en materia cons-tructiva, coincidiendo con un periodo deestancamiento demográfico y económico enla ciudad. A pesar de ello, se realizaronalgunas obras de interés cuya descripciónno puede omitirse.

A partir de 1614 se levantó el Ayunta -miento junto a la plaza del Mercado, en ellado Sur de Villa Suso. Contaba con unabella fachada de arquería doble. Un añodespués, con motivo del paso por Vitoria delas princesas Ana de Austria e Isabel deBorbón (futuras reinas de España y Francia)se levantó la Puerta de Santa Clara, con unsolo arco, rematada con un frontón con fal-dones y acróteras de bolas. Justo enfrente seconstruía el actual convento de San Antonio–en su origen de la Purísima Concepción–que embellecía notablemente este rincón dela plaza del Mercado.Va a ser el siglo XVIII el que aporte las

mayores novedades a la villa medieval,propiciando el salto del cerro al llano. Dehecho, hasta las décadas finales del sigloXVIII las obras realizadas habían enriqueci-do el interior de la villa sin traspasar apenasel recinto amurallado que quedó fijado conla segunda ampliación de Alfonso X. El pri-mer paso en esta “ruptura” del recintomedieval para la conquista del espaciollano en derredor (proceso que aún no haconcluido) se produjo con la construcciónde la “Plana Nueva” y de “Los Arquillos”.En el año 1781 la Junta de Obras del

Ayuntamiento decidió ampliar la vieja ciu-dad gótica hacia el Sur con la construcciónde una gran plaza mayor ocupando buenaparte de la anterior plaza del Mercado. LaPlaza Nueva de Vitoria se realizó entre 1781y 1790 bajo la dirección del arquitecto vito-riano Justo Antonio de Olaguíbel. La plazaes un cuadrado perfecto rodeado en tres desus lados por viviendas particulares, y en elcuarto por el edificio del nuevo Ayunta -miento. El concejo corrió con los gastos deconstrucción de este último, mientras losedificios de viviendas eran costeados porlos particulares. La Plaza Nueva constituyóel arranque del ensanche vitoriano –desa-rrollado a lo largo del siglo XIX– pero aúnquedaba un escollo que había que salvarpara poner en relación la zona de nuevo

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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5. El espacio público de Vitoria en la Edad Media: el urbanismo

0 50 75 100 m.

B. Arízaga y S. Martínez

LA PLAZA NUEVA SE LEVAN-TA, EN BUENA PARTE, SOBREEL ESPACIO DEL ANTIGUO

MERCADO DE LA VILLA

LA CONSTRUCCIÓN DE “LOSARQUILLOS” SUPUSO UNA

INTELIGENTE SOLUCIÓN AL

PROBLEMA DEL DESNIVEL

EXISTENTE ENTRE EL CERRO

DE GASTEIZ Y EL ESPACIODEL MERCADO

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crecimiento con la vieja ciudad medieval: elsalto del cerro de Gasteiz al espacio llano dela Plaza. La solución vino, nuevamente, dela mano del genial Olaguíbel.“Los Arquillos” son en su concepción y

en su realización práctica una obra de sumacomplejidad que dio una solución imagina-tiva y útil al problema de salvar el gran des-nivel existente entre el cerro de Gasteiz ensu extremo Sur y el espacio que tradicional-mente había servido como mercado de lavilla. En esta obra, el desmonte se salvómediante cuatro niveles en descenso desdela parte más alta del cerro. La bajada de losdos pisos inferiores –la más complicada por

su desnivel– se consiguió con la creación deun paseo cubierto y arqueado construidosobre las casas del primer nivel, que abrensus puertas a la calle que bordea la colina.Por su parte, el dicho paseo se constituye enuna calle-plataforma cubierta, a la que seabren los portales de las casas del segundonivel, construidas sobre el propio paseo.De este modo, en el siglo XVIII la vieja

ciudad gótica –encaramada en el cerro yfosilizada en su estructura urbana desde elsiglo XIII– dejó atrás su pasado y se lanzó auna nueva época de crecimiento y expan-sión que ha dado lugar a la Vitoria que hoyconocemos.

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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Notas.

1. López, R. S.: La revolución comercial en la Europa medieval. El Albir, Barcelona, 1981.

2. Cipolla, C. M.: Before the Industrial Revolution: European Society and Economy, 1000-1700. Methuen,

Londres, 1981.

3. Linazasoro, J.I.: Permanencias y arquitectura urbana. Gustavo Gili, Barcelona, 1978.

4. García de Amenaga, Á.: Vitoria. Aportación al estudio de su geografía urbana, Vitoria, 1961. p. 52.

5. «C’etait en effet, quand après avoir tâtonné longtemps dans la ténebreuse spirale qui perce perpendiculai-

rement l’epaisse muraille des clochers, on débouchait enfin brusquement sur l’une des deux hautes plates-for-

mes innondées de jour et d’air; c’etait un beau tableau que se déroulait à la fois de toutes parts sous nos yeux;

un spectacle “sui generis”, dont peuvent aisement se faire idée ceuz de nos lecteurs qui ont eu le bonheur de

voir une ville gothique, entière, complète, homogène, comme il on reste encore quelques-unes.

Nuremberg en Bavière, Vitoria en Espagme, ou même de plus petits échantillons...»

Hugo, V.: Notre Dame de Paris, lib. III, cap. II (ed. París, 1865), p. 62.

6. Portilla, M.: Por Álava a Compostela. Una ruta europea: del paso de San Adrián, al Ebro. Diputación

Foral de Álava, Vitoria, 1991. p. 183.

7. Todas las referencias a las excavaciones realizadas en la catedral de Santa María de Vitoria perte-

necen al estudio de Azkarate, A.; Cámara, L.; Lasagabaster, J.I. y Latorre, P.: Catedral de Santa María.

Vitoria-Gasteiz. Plan Director de Restauración. Diputación Foral de Álava. Vitoria, 2001.

8. Linazasoro, J.I.: Permanencias y arquitectura... Op.cit. p. 62.

9. Caro Baroja, J.: Introducción a la Historia social y económica del Pueblo Vasco. Txertoa, San Sebastián,

1980, pp. 40-41.

10. Ver García Fernández, J.L. e Iglesias Rouco, L.S.: La Plaza en la ciudad. Galicia. Asturias. Cantabria.

País Vasco. Navarra. Hermann Blume, Madrid, 1986. p. 283.

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5. El espacio público de Vitoria en la Edad Media: el urbanismo

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11. Recoge la cita Martínez Taboada, P.: “Condicionantes históricos del urbanismo medieval alavés”,

en La formación de Álava. 650 Aniversario del Pacto de Arriaga (1332-1982). Ponencias. Diputación Foral

de Álava, 1984, p. 607.

12. García Fernández, J.L. e Iglesias Rouco, L.S.: La plaza en la ciudad. Galica. Asturias. Cantabria. País

Vasco. Navarra. Hermann Blume, Madrid, 1986. p. 283.

13. Caro Baroja, J.: “Una vieja ciudad: Vitoria”. Vasconiana, Txertoa, San Sebastián, 1974. p. 73.

14. Díaz de Durana, J.R.: Vitoria a fines de la Edad Media. Diputación Foral de Álava, Vitoria, 1984. p.

31.

15. Portilla, M.: Por Álava a Compostela... Op.cit. p. 186.

16. García Fernández, J.L. e Iglesias Rouco, L.S.: La plaza en la ciudad. Op.cit. p. 283.

17. Arizaga Bolumburu, B.: “La recuperación del paisaje urbano medieval: propuesta metodológi-

ca”, en La ciudad medieval, J.A. Bonachía (Coord.), Valladolid, 1996, pp. 13-33.

18. Martínez Martínez, S. y de la Fuente Royano, Mª T.: Museo Cartográfico Juan de la Cosa. Casa de

Cultura de Potes, Santander, 2006, p. 28.

19. Portilla, M.: Por Álava a Compostela... Op.cit. p. 211.

20. Ver Díaz de Durana, J.R.: Vitoria a fines de la Edad Media. Op.cit. p. 34, y Azkarate, A.:

“Tardoantigüedad”, en Vitoria-Gasteiz en el arte. t. I. Diputación Foral de Álava, Vitoria, 1997, p. 154.

21. Para las referencias a Fray Juan de Vitoria, consultar: Vidaurrazaga e Inchausti, J.L. de: Nobiliario

Alavés de Fray Juan de Victoria. Siglo XVI. Compendio histórico nobiliario de la obra “Comienzan los libros

de la Antigüedad de España, etc” de Fray Juan de Victoria, especialmente en lo tocante a la Provincia Alavesa

y a su capital de Vitoria. Ed. Separada del Volumen VI del Diccionario Onomástico y Heráldico Vasco.

Editorial “La gran Enciclopedia Vasca”, Bilbao, 1975.

22. Linazasoro, J.I.: Permanencias y arquitectura urbana. Op.cit. p. 85 y ss.

23. Díaz de Durana, J.R.: Vitoria a fines de la Edad Media. Op.cit. pp. 30-31.

24. Torres Balbás, L.: Resumen del urbanismo en España. Instituto de Estudios de la Administración

Local, Madrid, 1968, p. 138.

25. Azkarate, A.; Cámara, L.; Lasagabaster, J.I. y Latorre, P.: Catedral de Santa María. Op.cit.

26. Caro Baroja, J.: “Una vieja ciudad: Vitoria”. Op.cit.

27. Galarraga Aldanondo, I.: “Vitoria-Gasteiz: algunas nuevas hipótesis urbanísticas”. En Ayerbe, E.

(ed) Hiri Buruak. Sendoa, 1994. p. 72.

28. Linazasoro, J.I.: Permanencias y arquitectura urbana. Op.cit. p. 34.

29. Linazasoro, J.I.: Permanencias y arquitectura urbana. Op.cit. p. 72.

30. Ver Portilla, M.: Torres y casas fuertes en Álava, 2 volúmenes. Publicaciones Obra Cultural Caja de

Ahorros Municipal de la Ciudad de Vitoria, Vitoria, 1978, especialmente entre las páginas 1051-1077

del segundo volumen.

31. Portilla, M.: Torres y casas fuertes en Álava, Op.cit.

32. González Mínguez, C.: Documentos de Pedro I y Enrique II en el Archivo Municipal de Vitoria. Eusko

Ikaskuntza, Vitoria, 1994. p. 50.

33. Martín Miguel, Mª. Á.: “Algunas modificaciones urbanísticas en Vitoria durante el siglo XVI”, en

III Jornadas de Estudios Históricos Locales de Vasconia. Eusko Ikaskuntza, San Sebastián, 1993. pp. 57-67.

34. Las informaciones principales de este apartado han sido tomadas de Arizaga Bolumburu, B.: “El

agua en la documentación urbana del Nordeste peninsular”. El agua en las ciudades castellanas durante

la Edad Media. Fuentes para su estudio. Universidad de Valladolid, Valladolid, 1998. pp. 71-96.

35. Ordenanzas municipales de Vitoria de 1487. Publicadas por González Echavarri, en Alaveses Ilustres,

t.II. Vitoria, 1900. p. 401-465. Ordenanza 126. p. 447.

36. Ordenanza 127. p. 447

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Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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37. González de San Román, M.: “La Ciudad como Arte”. Vitoria-Gasteiz en el arte. t. I. Op.cit., p. 34.

38. Ordenanza 17. p. 408.

39. Ordenanzas 10 y 16. pp. 406 y 408.

40. Martín Miguel, Mª. Á.: “Algunas modificaciones urbanísticas ...” Op.cit. p. 63.

41. Azkarate, A.; Cámara, L.; Lasagabaster, J.I. y Latorre, P.: Catedral de Santa María. Op.cit.

42. Díaz de Durana, J.R.: “Una operación exitosa de la oligarquía vitoriana para prestigiar su ciu-

dad y convertirla en centro eclesiástico del territorio: el traslado de la Colegiata de San Andrés de

Armentia a Santa María de Vitoria”, Primer Congreso Europeo sobre restauración de catedrales góticas

(20-23 de mayo de 1968), (e.p.).

43. Azkárate, J.M.: “La Catedral de Santa María”. Catálogo Monumental. Diócesis de Vitoria. t.III.

Vitoria, 1977.

44. Portilla, M.: Por Álava a Compostela... Op.cit. p. 206.

45. Madoz, P.: Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus provincias de Ultramar. 1845-

1850. Reed. Ámbito, 1989. p. 204.

46. Lahoz, L.: “El arte gótico”. Vitoria-Gasteiz en el arte. t. I. Op.cit., pp. 266-268.

47. Lahoz, L.: “El arte gótico”. Op.cit., pp. 266-268.

48. Portilla, M.: Por Álava a Compostela... Op.cit. p. 193.

49. Portilla, M.: Por Álava a Compostela... Op.cit. pp. 190-191.

50. Lahoz, L.: “El arte gótico”. Op.cit., pp. 266.

51. Portilla, M.: Por Álava a Compostela... Op.cit. p. 205.

52. Díaz de Durana, J.R.: Vitoria a fines de la Edad Media. Op.cit. p. 34 y notas 41 y 42.

53. Bravo Lozano, M.: Guía del peregrino medieval (“Codex Calistinus”), Sahagún, 1989, pp. 87-88.

54. García de Cortázar, J.Á.: “El fortalecimiento de la burguesía como grupo social dirigente de la

sociedad vascongada a lo largo de los siglos XIV y XV”. II Simposio sobre Historia del Señorío de Vizcaya

sobre el tema genérico La sociedad vasca rural y urbana en el marco de la crisis de los siglos XIV y XV,

Bilbao, 1973, p. 307.

55. Sobre la hospitalidad en el Camino de Santiago ver el artículo de Martínez García, L.: “La hos-

pitalidad y el hospedaje en el Camino de Santiago”, en El Camino de Santiago y la sociedad medieval.

Colección Logroño, nº 25, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto de Estudios

Riojanos, Logroño, 2000. pp.97-110, así como el clásico y completo estudio de Uría Ríu, J.: “La hospita-

lidad con los peregrinos y el hospedaje”, en Vázquez de Parga, L., Lacarra, J.M. y Uría Ríu, J.: Las pere-

grinaciones a Santiago de Compostela, tomo I, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1948,

Op.cit. pp. 281-399.

56. El tema de los hospitales vitorianos se ha construido, fundamentalmente, con las informaciones

de Portilla, M.: Por Álava a Compostela... Op.cit. pp. 199-200.

57. Núñez de Cepeda, M.: Hospitales vitorianos. El santuario de la Sma. Virgen de Estíbaliz. El Escorial,

1931.

58. Ruiz de Loizaga, S.: “Documentación Vaticana referente al País Vasco y Rioja (siglos XIV y XV”),

en Scriptorium Victoriense, Vitoria, 1987.

59. Núñez de Cepeda, M.: Hospitales vitorianos. Op.cit.

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Adiferencia de la vocación comu-nitaria de los espacios públicos

que acaban de ser analizados, elespacio privado es, en esencia, elespacio de habitación: el lugar ocu-pado privativamente por cada fami-lia de la villa. Evidentemente existenexcepciones, dado que algunas vi -viendas podían tener un carácter“semipúblico”, como ocurría con loslocales comerciales: espacios priva-dos pero abiertos y ocupados ocasio-nalmente por el público.En la mayor parte de las ciudades

medievales de la Península, el espa-cio privado ha sido el aspecto urbanoque peor ha sobrevivido al paso delos años. Aunque disfrutamos aún deplanos urbanos muy bien conserva-dos, de iglesias y castillos en pie y deexcelentes recintos amurallados, elcaso de las viviendas es exactamenteel contrario: la existencia de vivien-das medievales en nuestras villas his-tóricas es algo anecdótico; con suerte, enalgunas ciudades se conserva algún ejem-plo aislado de casas del siglo XVI en ade-lante, siendo realmente raros los ejemplosanteriores.En Vitoria, por el contrario, junto a un

magnífico trazado urbano muy bien conser-vado subsisten extraordinarias muestrasarquitectónicas, sobre todo iglesias perotambién casas populares y torres nobiliares.Su detenido estudio, junto con el de otrosejemplos presentes en villas medievales delNorte peninsular, nos servirá para obteneruna imagen lo más fiel posible de la arqui-tectura civil de Vitoria en época medieval.

7.1 Manzanas y solaresDel entrecruzamiento de calles y cantones yde la disposición de las plazas y plazuelasnace la estructura de las manzanas o con-junto de viviendas unidas por medianeras.En la mayor parte de las villas medievales–dado su origen planificado– la forma delas manzanas tiende a lo cuadrangular; ade-más, puedes ser simples, formadas por unasola hilera de casas, o dobles: dos hileras decasas que contraponen sus zagueras. Si lamanzana es doble el espacio entre las trase-ras de las casas tiende a estrecharse progre-sivamente hasta quedar convertido en

6. El espacio privado en Vitoria:las viviendas

EL ESPACIO PRIVADO EN VITORIA

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muchos casos en un estrecho y oscuro pasi-llo que recibe el nombre de servidumbre deluces, servidumbre de aguas, cárcava oalbañal, paralelo a la calle y perpendicular alos cantones.El crecimiento medieval de Vitoria en

tres fases sucesivas dio lugar, como ha habi-do ocasión de comprobar, a un plano muyregular que auna el ordenamiento de losviales con la adaptación al terreno escarpa-do. La mayor parte de las manzanas sondobles y de forma cuadrangular (o ligera-mente curvadas en las que cierran las callespor el norte y el sur). En todo caso, la adap-tación al terreno o la presencia de determi-

nados impedimentos dio lugar también amanzanas sencillas o de forma irregular.Las manzanas sencillas aparecen sobre todoen las zonas de contacto con la muralla,dado que contra el muro no era habitualcolocar la fachada sino la trasera de lavivienda. Las manzanas aledañas a la pri-mera cerca de la villa, por su parte, son tam-bién simples, pero cuentan con ciertas par-ticularidades realmente interesantes.Por un lado, con la primera ampliación

de la villa, las manzanas adyacentes al muroOeste del primer recinto son simples y dejanun espacio de separación con el muro, amodo de paso de ronda. Algo similar debióocurrir en el lado Este, con la segundaampliación, pero en este caso la muralla ter-minó engullida por las edificaciones: lasviviendas se adosaron a la muralla y termi-naron por conformar una serie de manzanasdobles con la muralla en el lugar que debíanhaber ocupado las respectivas servidumbresde luces. Con el tiempo este muro fue desa-pareciendo y corresponde precisamente conlos pequeños espacios abiertos en las zague-ras de las edificaciones.Otro caso singular lo apreciamos en la

segunda manzana de casas de la calleHerrería; comienza siendo sencilla pero al irengrosando progresivamente cuenta conuna serie de solares que oponen sus trase-ras para conformar una manzana doble. Portanto, se aprecia que la distribución y formade las manzanas no sigue un esquema rígi-do sino que se adapta a las necesidades ocondicionantes concretos que se presentan.De la división de los manzanas en parce-

las edificables nacen los solares; el solar, portanto, es en esencia el lugar destinado a edi-ficar una vivienda.Dada la existencia de un planeamiento

previo en la creación de la mayor parte delas villas medievales del País Vasco, lossolares contaban con una cierta homogenei-dad. Es conocido el documento fundacionalde Villarreal de Urrechua en Guipúzcoa en

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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ESTRUCTURA DE LAS MANZANAS SIMPLES Y DOBLES

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el año 1373 en el que se mencionauna medida por solar máxima de 6x 8 brazas (aproximadamente 10 x14 metros)1; también es muy citadala mención en el fuero de Laguar -dia2 de que los solares debían tenerun tamaño de “XII estatos de casasIII longo et III in amplo”, es decir, 24x 8 metros, resultando una su -perficie de 192 m2; pero más elo-cuente aún es un documento de lavilla riojana de Santo Domingo dela Calzada del año 1162-1169. En él,Pedro, abad de Santo Domingo dela Calzada, entrega un terreno parael engrandecimiento de la villasiendo el responsable del planea-miento urbano un tal maestroGarsión, el cual dividió los solares“cum sua pertica”, encargándose elseñor de Cidamón de “proiecit sor-tes”. Por tanto, Garsión medianteuna pértiga o medida, reparte lossolares de forma homogénea entrelos nuevos vecinos, mientras elseñor de Cidamón “echa las suer-tes” para determinar los solaresque corresponden a cada cual3.Esta debió ser una práctica

habitual en la mayor parte de las villas denueva creación: el reparto justo y homogé-neo de los solares, dada la condición iguali-taria de los vecinos. Ya se comentó en elcapítulo tercero el artículo del Fuero deVitoria en el que se dice que “los clérigos einfanzones que os plazca acoger en vuestrapoblación, no tengan en la misma casas másinmunes que las vuestras, y que en todos vues-tros comunales tributen como vosotros”.Pero esta igualdad inicial duraba, por lo

general, poco tiempo. Con el paso de losaños unos vecinos terminaban por acumu-lar más riqueza que otros y eran frecuenteslas compras de solares adyacentes parapoder aumentar el tamaño de las viviendas.El caso contrario también podía darse: veci-

nos empobrecidos se veían obligados a ven-der parte de su solar, aprovechándose otrosvecinos para construir sus viviendas sobresolar y medio. La división en horizontal delos solares, una altura para cada vecino, eraun caso menos frecuente.Pero el solar también podía cambiar su

morfología sin el concurso de compras oventas. En un primer momento, las vivien-das no ocupaban la totalidad del solar: porel contrario, la parte trasera solía reservarsecomo lugar destinado a acoger un huerto ouna cuadra. Se trata de un “espacio verde”dentro de la villa que nos recuerda laimportante relación que mantuvieron losvecinos de las villas medievales con las pro-ducciones agrícolas, así como la importan-

6. El espacio privado en Vitoria: las viviendas

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CANTÓN DE SANTA MARÍA

Foto: Sergio Martínez

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cia que tenía el poseer un pequeño espacioproductivo que aligeraba en cierto modo ladependencia respecto al mercado. Sinembargo, la presión demográfica era un ele-mento poderoso en las villas medievalesque prosperaban, y estos espacios vacíos enel interior de las villas eran demasiadovaliosos como para permanecer desocupa-dos por mucho tiempo.Si la necesidad de espacio era muy impe-

riosa, el espacio libre en las traseras de lascasas terminaba por verse reducido a sumínima expresión, conformando las ante-riormente citadas servidumbres de luces ode aguas; aunque su función básica era per-mitir la aireación de las viviendas, su finali-dad terminó siendo la de lugar al que verter

las aguas sucias, convirtiéndose en focos desuciedad, malos olores o incluso infeccio-nes. En Vitoria, en todo caso, estas servi-dumbres de luces (denominadas aquí“caños”) tuvieron una función comunitariamucho mayor que en otras villas vascas alservir como verdadero patio interior orga-nizador de la manzana y no sólo comoespacio de aireación; ello determinó sumayor perdurabilidad y la inexistencia enVitoria de solares “de calle a calle”. Por lamisma razón, la presencia de huertas en lospatios traseros de las viviendas vitorianasfue mucho más rara que en otras villas delentorno4.El aumento de las casas en profundidad

dio lugar a las características casas de villao “de alforja” de la Edad Media, con facha-da muy estrecha y gran profundidad. Comoseñala J.I. Linazasoro, el esquema devivienda en las villas medievales era bas-tante estricto; por ejemplo, a pesar de lasposibilidades que ofrecían los solares situa-dos en las esquinas de las manzanas, estosnunca daban lugar a casa de dos fachadassino que el esquema de la casa de alforja semantenía prácticamente inalterable, salvoquizá la apertura de algún vano menor enla fachada que daba al cantón.Otro elemento de suma importancia en

esta configuración edilicia de las villasmedievales, en este caso Vitoria, es el muromedianero. En las casas urbanas de épocaromana existía en principio un espacio deseparación entre las viviendas que se cono-cía como ambitus y que tenía una dimensiónaproximada de metro y medio (75 cm. encada solar adyacente)5. El objetivo del ambi-tus era doble: favorecía la aireación de lasviviendas y, más importante aún, dificulta-ba la propagación del fuego en caso deincendio. Sin embargo, a medida que la pre-sión demográfica aumentaba, este espaciofue desapareciendo y el ambitus dio paso alparies communis o muro medianero, común ados casas contiguas. Este muro común, típico

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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TIPOS DE SOLARES MEDIEVALES

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6. El espacio privado en Vitoria: las viviendas

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de las villas medievales, tuvo dos conse-cuencias muy notables: en primer lugar,favoreció la propagación de los incendiossobre todo cuando estaba realizado enmadera, aspecto contra el que lucharonarduamente las autoridades municipales;por otro lado, dado su carácter común, elmuro medianero terminó por convertirse enun elemento “fosilizador” del plano urbano,dado que raramente era derribado, sino quese reutilizaba en las sucesivas reformas oincluso en las ampliaciones, manteniéndoseen ocasiones como muro interior.El resultado final del proceso de reduc-

ción y ampliación de los solares es una mul-tiplicidad de ejemplos prácticos, tanto enanchura de fachadas como en fondos edifica-dos. Se trata, no obstante, de un análisis com-

plicado teniendo en cuenta las muchas modi-ficaciones que los solares han sufrido a lolargo de los siglos. La villa de Suso, no sólopor el incendio de 1202 sino por otrosmuchos cambios posteriores, no conservaapenas recuerdo de la primitiva división ensolares; no ocurre lo mismo en otras zonasmás nuevas pero menos modificadas, comolos dos cinturones que en el siglo XIII rodea-ron la villa navarra original. Aunque estoscuentan también con tramos muy alterados–en los que los solares originales fueron sus-tituidos por casas nobles de gran fachada oincluso más recientemente por edificios queeliminaron por completo la división inicial–existen también otros tramos escasamentealterados que pueden servir para realizar unanálisis de la anchura media de los solares.

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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IMAGEN DE LA CALLE CORRERÍA EN LA QUE SE OBSERVA A LA PERFECCIÓN LA EXISTENCIA

DE SOLARES NACIDOS DE LA DIVISIÓN VERTICAL DE LOS SOLARES ORIGINALES

Foto: Sergio Martínez

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Así , la calle Correría ofrece una anchuramedia por solar de 4,85 m y Zapatería de6,45 m. El cinturón del Este, por su parte,cuenta con solares algo más amplios:Cuchillería, 7,47 m; y Pintorería 7,36 m, co -mo ejemplo. El solar tipo de Vitoria podríaestar aproximadamente en los 7 m. deanchura: algo más estrecho por tanto que elde Laguardia. Lo que es evidente en todocaso, es la frecuente existencia de solares queguardan las proporciones de 1/1, 1/2 y 3/2,esto es: solar, medio solar, y solar y medio6.

6.2 La casa urbana o “casa de villa”Después de haber estudiado los solares,toca ahora adentrarse en las edificacionesque sobre ellos se levantan: las casas urba-nas. La casa urbana difiere claramente de lacasa rural: en primer lugar, dispone de unespacio más reducido, dado que debe limi-tarse al solar correspondiente; en segundolugar, tiene casas a ambos lados, con lo cualsólo tiene una fachada al exterior y una tra-sera que normalmente se abre al menciona-do albañal o servidumbre de luces (salvoque la manzana sea simple). Por ello, la casaurbana –al adaptarse a los solares estrechosy contiguos del parcelario medieval– esigualmente profunda y estrecha, dado quees sólo en profundidad y altura hacia dondepuede expandirse.En un primer momento las casas no ocu-

paron todo el solar, sino que dejaron elespacio trasero dedicado a huerto, almacéno corral, como anteriormente señalamos. Lapresión demográfica terminó por eliminarestos espacios dando a las “casas de villa”su morfología más característica.Por lo que respecta a la altura, no existe

en principio regulación alguna que limite elcrecimiento, salvo la derivada de la propiaresistencia de los materiales y la pericia delos constructores. Lo normal fue que lascasas constasen de dos alturas más unsobrado bajo el tejado; de todos modos lascasas de tres alturas tampoco fueron raras7.

Los materiales de construcción emplea-dos en la construcción de la Vitoria medie-val, como en general los de todo el nortepeninsular, debían reunir tres característi-cas fundamentales: ser abundantes; estarcerca del lugar donde debían emplearse yno ser excesivamente costosos. El materialque mejor reunía esas tres condiciones erala madera. Los montes vascos fueron exce-lentes productores de madera de alta cali-dad, especialmente roble y haya: el robleera muy apreciado por su gran resistencia ala putrefacción, mientras el haya se buscabasobre todo por su ligereza y facilidad de tra-bajo. A partir del siglo XIV el corte de estasmaderas comenzó a ser más estrictamentecontrolado dado que se empleaban tambiénpara la construcción naval.Las cartas puebla de las villas medieva-

les del País Vasco otorgaban a los vecinosde las villas todas las facilidades para elaprovisionamiento de madera; como diceexplícitamente el Fuero de Vitoria: “donde-quiera que encontréis madera para construircasas y leña para quemar, cogedla sin ningúnreparo, excepto de las dehesas conocidas, de lasque no está permitido coger”. Dada la facili-dad para la obtención de la madera, lamayoría de las casas se construían con estematerial lo cual tenía sus ventajas pero tam-bién sus inconvenientes: el menor incendioque se produjese en cualquiera de estascasas podía provocar en pocos minutos unincendio voraz que asolara toda la villa,como de hecho ocurría frecuentemente.Ello impulsó a los concejos a regular más

el uso de materiales en las construcciones,recomendando el empleo de materialesignífugos como la piedra o el ladrillo.Además, existía otro problema: aunque lasreservas de madera en los montes erantodavía muy abundantes, a lo largo delsiglo XV se levantan voces de alarma seña-lando la progresiva degeneración de losmontes y la escasez de buenos árboles; aúnsiendo el material más abundante, la made-

6. El espacio privado en Vitoria: las viviendas

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ra comenzó a perder su carácter “popular”para convertirse en un material apreciado.Desde mediados del siglo XV comienzan

a introducirse en las villas vascas nuevosmateriales de construcción, como la piedra,que hasta aquel entonces había sido de usocasi exclusivo para las casas fuertes de losnobles. El ladrillo también hace su apari-ción, sobre todo en los arreglos de algunascasas-torre. Y, por último, aparece tambiénel “verganazo”, técnica consistente encerrar las paredes de las casas con ramastrenzadas (generalmente de avellano) quese recubrían luego con barro por ambascaras; el verganazo no se utilizó sólo paralos cierres exteriores sino que se empleóigualmente en las divisiones internas de lasviviendas, evitando la propagación delfuego de una estancia a otra en caso deincendio.

La utilización de la piedra y el ladrillo enlas casas tuvo otra consecuencia derivada: elaumento en la altura de las edificaciones. Alobligar las ordenanzas a los vecinos a cons-truir sus casas en “cal y canto” y a separarlas viviendas con muros medianeros de pie-dra, estos deciden amortizar sus obras edifi-cando mayor número de pisos en cada solar(lo cual, por otra parte, se ve favorecido porla mayor resistencia de estos materialesfrente a la madera).

Por lo que respecta a las cubiertas, ladocumentación medieval no es especial-mente elocuente. En principio debieron rea-lizarse completamente en madera, cubrién-dose con paja y barro para favorecer la esco-rrentía; desde mediados del siglo XV debiógeneralizarse el uso de la teja de barro sobreun entramado de madera.Otra característica de las casas de villa

medievales fue la proliferación de saledizosa partir del primer piso como forma deganar espacio a unas casas por lo comúnbastante exiguas. Los saledizos se apoya-ban generalmente sobre postes de madera yestaban construidos en el mismo materialpara evitar un peso excesivo. Sin embargo,las ventajas individuales que obtenían losvecinos con la construcción de estos saledi-zos se tornaban en desventajas para el con-junto de la comunidad por tres motivos: enprimer lugar, porque robaban luz a la víapública y generaban un aspecto lúgubre delas calles que redundaba en humedad yfalta de higiene; en segundo lugar, porquela dimensión de estos saledizos –cuando sedesarrollaban en ambas manos de lascalles– podía facilitar la propagación de losincendios al pasar el fuego de una manzanaa otra a través de estas construcciones; y, entercer lugar, porque podían llegar a entor-pecer el paso de carruajes cargados conmercancías. Por ello no extraña que en ladocumentación medieval de muchas villasmedievales el tema de los pleitos por la pre-sencia de estos saledizos sea habitual.Por lo que respecta a la estructura y

división interna de las viviendas medieva-les, los documentos no suelen ser especial-mente locuaces. En líneas generales pode-mos afirmar que la forma interna de la casaviene determinada en primer lugar por lapropia forma del solar y de la parcela edifi-cada: el resultado es un interior estrecho yprofundo. El alzado solía estar compuestopor una planta baja (dedicada a tienda oalmacén), una o dos plantas superiores

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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CIERRE CON VERGANAZO

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Como señalábamos al comienzode este capítulo, la pervivencia deedificios civiles en las villas medie-vales hasta la actualidad es algorealmente insólito, especialmenteporque, como se ha dicho, la mayorparte de ellos se construían casienteramente en madera. Por ello,resulta más importante aún la con-servación en Vitoria de un extraordi-nario ejemplo de arquitectura civilmedieval en el número 147 de lacalle Correría: “El Portalón”.Aunque existen dudas sobre su

datación exacta, se cree que el porta-lón es una construcción del siglo XVo incluso de finales del XIV, formadapor un conjunto de edificaciones8. Setrata de una casa de comercio de lasque debían abundar en aquellaVitoria medieval. Los materiales sonlos propios de un edificio pertene-ciente a una familia de comerciantes,probablemente acomodados pero enmodo alguno ricos: la madera y elladrillo. La piedra sólo se utiliza en elzócalo, como base firme sobre la quelevantar el edificio. El resto estáestructurado por vigas y viguetashorizontales y verticales que formanun entramado relleno por ladrillocolocado mayoritariamente en hori-zontal, aunque también en oblicuoen algunos detalles decorativos.La planta baja era el espacio destinado al comercio: constaba de tienda, taberna, almacén

para mercancías y taller; era, por tanto, un espacio privado pero de vocación pública. Laparte superior estaba dedicada a vivienda y contaba con algunas divisiones internas paraestructurar el espacio en salas o dependencias. Es de destacar como ejemplo muy claro de laarquitectura civil medieval la extensión del primer piso en voladizo como forma de ganarespacio y la proyección de los aleros apoyados sobre viguetas. Los vanos son aún pequeñosy puede observarse que los del piso inferior están pensados para la atención al público.

CORRERÍA, 147: “EL PORTALÓN”

CONJUNTO DE “EL PORTALÓN” EN LA ACTUALIDAD.

“EL PORTALÓN” EN 1950, ANTES DE SU RESTAURACIÓN.DIBUJO DE JULIO CARO BAROJA9

Foto: Sergio Martínez

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(para la vida de la familia) y un sobradoque servía igualmente de almacén o des-pensa. En un primer momento la plantabaja estuvo construida en madera, como elconjunto de la casa, pero este material sefue sustituyendo por la piedra o por “cal ycanto”, como ya se ha dicho. Generalmentecontaba con dos vanos: uno que daba acce-so a la tienda, almacén o taller y otro quecomunicaba con la escalera por la que seaccedía al piso superior. En algunos casosen que la parcela era especialmente estrecha–como ocurría cuando un solar se dividíaen dos– podía no haber hueco más que paraun sólo vano en la fachada.A través del primero de esos vanos se

sacaban a la calle unos tableros de maderaen los que se mostraban los productos parasu venta al público. Al fondo de esta plantabaja podían existir cuadras, corrales o bode-

gas. A veces la cocina se encontraba tam-bién en esta planta baja, aunque lo comúnera su presencia en el piso superior, dondese desarrollaba la vida de la familia. Estepiso solía construirse en materiales másligeros, como madera o verganazo. Lasdivisiones internas eran escasas y en lamayor parte de los casos no contaría másque con ligeros tabiques o biombos queseparasen unas estancias de otras. La estre-chez del solar determinaba unas casas alar-gadas con dificultades para su iluminación;los huecos a la calle –no muy grandes– secubrían con telas o papeles encerados quepermitían el paso de la luz, sustituyéndosea partir del siglo XV por cristales.El sobrado, por fin, podía ser utilizado

como lugar de almacenaje de los productoscotidianos de la vida diaria: linos, paja,fruta, cereales, etc.

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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VISIÓN IDEALIZADA DE UNA CALLE VITORIANA A FINALES DEL SIGLO XVDibujo: Sergio Martínez

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6. El espacio privado en Vitoria: las viviendas

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ESTRUCTURA DE UNA “CASA DE VILLA” MEDIEVAL

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6.3 La casas-torreEl crecimiento económico de las villas ala-vesas y las buenas perspectivas de enrique-cimiento favorecieron el éxodo de losnobles rurales desde sus solares de origenen el medio rural hacia las nuevas ciudades.Este hecho tuvo su inicio en el siglo XIIIpero se hizo especialmente notable a partirde mediados del siglo XIV. En 1331 sedisuelve la Cofradía de Arriaga y los noblesse dan cuenta de que la pujanza de la vidaurbana y del favor real a las villas, lesimpulsa irremediablemente a instalarse enlas ciudades. Los siglos XIV y XV van a sertestigos de este traslado de los hidalgosrurales al medio urbano10.Como señala M. Portilla, los Salvatierra,

Heali-Esquibel, Álava y otros linajes apro-vecharon la oportunidad que ofrecía Vitoriapara asentarse en el interior de sus muros,enriquecerse con el comercio, construir suscasas y dominar –muy a menudo– la vidamunicipal. Junto a ellos se asentaron en lacapital alavesa los Salazares, que domina-ban la Villa de Suso junto con sus parienteslos Ayalas. Los Mendozas, de la parcialidadoñacina, se instalaron en el extremo norte,junto al portal de Arriaga y las entradas deSanto Domingo. Los Abendaño, gamboí-nos, dominaban las puertas de la Herrería,los Sotos controlaban las de la Cuchillería yZapatería y los Nanclares, parientes suyos,el portal de la Correría. Los Maturanas,Iruñas y Guereñas-Colodros se localizabanal Oeste, en las puertas de la Herrería,desde el cantón de Anorbín al de Aldave.Los Mendoza se situaron en la puerta de laPintorería y los Landas, gamboínos, en lacalle Judería. Los Larrínzar, por último, seasentaron junto al Portal de San Ildefonso.La llegada de estos linajes, llenos de riva-

lidades y con gran facilidad para resolverlos problemas mediante el uso de la violen-cia, trajo muchos problemas a las pequeñasvillas vascas, más aún en villas con tantavitalidad como Vitoria. En esta villa los

artesanos terminaron por agruparse en elbando de los Ayala (gamboínos), mientrasla parcialidad más tradicional se encuadróen el bando de los Calleja (oñacinos). Lasituación se volvió tan difícil y violenta quelas casas y las entradas de las calles sedefendían con fosos, cadenas y rastrillos. Lalucha en el interior de la ciudad duró hastael año 1476 –como se analizará en el capítu-lo dedicado a la sociedad vitoriana medie-val– y marcó con su impronta la realidadfísica de Vitoria en aquellos siglos.Frente a la sencillez constructiva y la

pobreza de los materiales de las casas popu-lares, las torres, casas-torre o casas-fuertesdestacan en el caserío de las villas por suvolumen y solidez. La mayor parte de lascasas fuertes alavesas eran de mamposteríacon sillares labrados en los esquinales, dinte-les, arcos y jambas; más raro es el empleo desillares en toda la construcción. El materialque sí era frecuente era la madera, empleadaen ocasiones para la segunda planta de latorre y sobre todo para la construcción devoladizos. Estos voladizos solían sobresalir

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ESTRUCTURA DE UN CADAHALSO, APOYADO SOBRE

MODILLONES, EN UNA TORRE MEDIEVAL

Dibujo: Sergio Martínez

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entre ochenta y cinco centímetros y metro ymedio, sirviendo de defensa equivalente a lade los matacanes en los castillos o murallas.En contadas ocasiones la madera se sustituíapor el ladrillo, como podemos ver en la casade los Anda de Vitoria.Pero los voladizos no tenían siempre

carácter permanente; muchas veces se cons-truían cadahalsos o voladizos temporalesde madera apoyados a través de viguetasen modillones salientes del muro de latorre. La presencia de estos modillonessuele ser la prueba fehaciente de la existen-cia anterior de estas estructuras temporalesen las casas-torre, probablemente para serutilizadas en momentos concretos de peli-gro o violencia desatada.La planta de las torres vitorianas, frente a

la estrechez de las viviendas populares, ten-día más a lo cuadrangular, dado que ocupa-ban por lo general un espacio mayor al de un

solar, pudiendo ser solar y medio o inclusodos solares. Pero las torres no destacabansólo en planta: su altura solía exceder tam-bién la de las casas vecinas. Ya fueran más omenos grandes o más o menos altas, lastorres eran de gran robustez, contando conmuros de piedra cuyo grosor solía acercarseal metro o incluso superarlo. Este grosorgeneralmente disminuía en los pisos supe-riores con el fin de aligerar la construcción.Interiormente las casas-torre se construí-

an casi completamente en madera, median-te un entramado de vigas y viguetas. Enalgunas torres, como la “Casa del Cordón”de Vitoria, se aprecia la existencia de unpoyal o pie derecho como soporte del entra-mado interno. Sobre este pilar se apeabandos carreras cruzadas sobre las que descar-gan la viguería y el suelo del piso superior.Bastante más raro era el empleo de

cubiertas abovedadas, teniendo el mejor

6. El espacio privado en Vitoria: las viviendas

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TORRE MEDIEVAL ENGLOBADA

EN LA “CASA DEL CORDÓN”11

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ejemplo en la segunda planta de la mencio-nada “Casa del Cordón”. Esta bóveda seconstruyó en los últimos años del siglo XVa raíz de la transformación de la primeraplanta de la torre existente en la sala nobledel palacio del mercader vitoriano JuanSánchez de Bilbao, que se construyó alrede-dor de dicha torre. Se trata de una bóvedaestrellada apoyada sobre ménsulas con leo-nes en los ángulos, con una clave centralque contiene el escudo de los Reyes Cató -licos y otros motivos decorativos en las cla-ves restantes.De la distribución interior de estas torres

medievales es poco lo que se puede decir,dado que su construcción en madera hahecho imposible su conservación hasta laactualidad. En la planta baja se localizabanlas dependencias secundarias como coci-nas, caballerizas y almacenes, mientras elprimer piso estaba destinado a la vida delos propietarios. El piso superior se destina-ba a funciones militares. Las divisionesentre salas se realizaban con tabiques lige-ros de madera o verganazo; las escaleraseran de madera y se adosaban a alguno delos muros, generalmente al muro norte, quesolía ser el más grueso.Por lo que respecta a los vanos, la aper-

tura de estos estaba supeditada a las necesi-dades defensivas, por lo que solían ser esca-sos y de reducidas dimensiones. El pisoinferior solía contar únicamente con saete-ras y otros vanos menores y ocasionalmen-te con una puerta secundaria. El piso supe-rior –por el contrario– contaba con algunaventana de mayor tamaño y con la entradaprincipal a la casas, generalmente medianteuna escalera de patín adosada a la fachadaaunque también podía hacerse mediante unpuente tendido sobre un foso.Por último, en lo que se refiere a las

cubiertas, la mayor parte de las casas-fuer-tes alavesas se cubrían mediante un tejado acuatro vertientes bajo el cual se encontra-ban una hilera de saeteras (de carácter

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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defensivo). También podían presentar al -menas y matacanes si lo que primaba era elcarácter atacante.Como se aprecia, la estructura de las

casas-torre medievales respondía vivamen-te a unas necesidades concretas de la época,cuales eran la defensa y representación delos diferentes linajes. Sin embargo, el fin dela lucha banderiza en las postrimerías delsiglo XV hizo innecesarias estas torres mili-tares que terminaron por convertirse enpalacios urbanos. Algunas torres se derriba-ron para reconstruirlas desde los cimientoscomo palacios, mientras otras simplementese remozaron para eliminar el carácter mili-tar y dotarlas de un aspecto más “civil”. Ensustitución de los pequeños vanos de lastorres –en ocasiones simples saeteras– seabrieron ventanas, puertas y balcones másgenerosos, que permitían además unamejor iluminación de las estancias. De estemodo la ciudad dejaba atrás su aspectoguerrero para adquirir un carácter máspacífico, en consonancia con la época.Vitoria, dada su notable dimensión urba-

na y su inclusión dentro de las luchas ban-derizas tan características de finales delmedievo, contó con un gran número decasas-fuertes, como anteriormente se señaló.

De ellas algunas han pervivido (bastantemodificadas o incluso escondidas dentro depalacios renacentistas) y otras han sucum-bido al paso de los años, no quedando sinorecuerdo de su pasada existencia. Convieneacercarse ahora aunque sea de forma brevea algunas de estas casas-torre por la enormeimportancia que tuvieron en el discurrir dela vida de Vitoria en la Edad Media, asícomo por su relevente papel en la defensade la villa.

1. Torre de los Abendaño.En el flanco occidental de la villa de

Vitoria, en la salida de la calle Herrería,existió en la Edad Media una casa torre. Enuna sentencia arbitral del año 1448 acercadel litigio sobre la pertenencia de dichatorre entre Juan Hurtado de Mendoza yPedro de Abendaño12 se nombra “la casatorre y solar que son en la calle de la ferrería queson en un terreno junto al muro e çerca de ladicha ciudad y por otra parte a casas que son deherederos de pedro de heali y por la otra parte dela dicha calle de la ferrería”. Mientras duró elpleito la casa se puso en manos (“en secres-taçión”) de Doña María de Mendoza, encar-gada de resolver el litigio. Esta torre erarelevante no sólo para el linaje posesor sino

6. El espacio privado en Vitoria: las viviendas

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A LA DERECHA, TORRE DE LOS ABENDAÑO EN LA “CERCA DE LA HERRERÍA”. COPIA DE UN CUADRO DE 1868

Recogido en M. Portilla: Torres y casas fuertes en Álava

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para el conjunto de la ciudad, dada susituación junto a una de las puertas de lavilla. Por ello, en la sentencia arbitral se diceque el concejo de Vitoria tiene facultad“durante el dicho tiempo de la dicha secrestaçionde las dichas cassas torre y solar, si a nesçesidadbiniere de se guardar e baler esta dicha çiudad encomún, que con mi liçencia pueda entrar en ladicha torre y estar en común en ella para servi-cio del dicho Sr. Rey y guarda y conservacioncomun de la dicha çiudad durante los talesnegoçios y neçesidades”.Acabadas las luchas banderizas el inte-

rés por la torre decayó y fue cambiando demano a lo largo de los siglos hasta su defi-nitiva demolición en el siglo XIX con el finde ensanchar la villa más allá de los límitesde la muralla gótica hacia el oeste, en laactual calle de la Diputación.En el cuadro del siglo XIX que mostra-

mos aún se aprecia con toda claridad elaspecto macizo de la torre de los Abendaño,sólo modificada por la galería abierta en elúltimo piso.

2. Torre de los Anda.Esta casa es, junto con la de “El Cordón”,

el mejor ejemplo de fortaleza urbana me -dieval que se conserva en Vitoria13.Esta torre custodiaba el acceso a la igle-

sia de Santa María y a la villa de Susodesde el Portal de Arriaga. Se trata de unaconstrucción del siglo XV o principios delXVI destinada a la representación, control,seguridad y poder de una de las familiashidalgas de Vitoria, llegadas a la villadesde la localidad de Anda en el valle deCuartango.Aunque con el tiempo se han abierto

vanos que desfiguran su imagen primitiva,conserva aún acentuadamente su carácterdefensivo. La planta baja y el primer pisoestán construidos en mampostería, mien-tras los superiores se realizaron con unentramado de madera y ladrillo, ocultadoahora por el enlucido. En las esquinas con-taba con gruesos cubos cilíndricos de loscuales falta en la actualidad el del ladoNoreste.

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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ASPECTO DE LA TORRE EN TORNO A 1978Recogido en M. Portilla: Torres y casas fuertes en Álava

TORRE DE LOS ANDA EN LA ACTUALIDADFotografía: Sergio Martínez

LA TORRE DE LOS ANDA

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En la fachada norte –la que mira al portalde Arriaga– destaca el voladizo de madera yladrillo apoyado en tornapuntas y modillo-nes de triple curva. En la parte superiorexistía una galería alta de ladrillo con arcosde medio punto, en parte cegada en laactualidad. La puerta de esta fachada, tam-bién cegada, cuenta con un arco apuntadoligeramente alzado en el centro, semejandoal perfil conopial. Una saetera a la izquierdaparece defender esta puerta. Sobre la saete-ra, en el primer piso, vemos un ventanal conun dintel de corte mixtilíneo, muy caracte-rístico de los años finales del siglo XV.

3. Casa fuerte de los Ayala.Esta torre dominaba la entrada a la villa

por el extremo Sur, a través del portal deSan Bartolomé, entre las parroquias de SanVicente y San Miguel. La casa fuerte medie-val fue reformada más tarde para convertir-la en palacio, sirviendo también como cár-cel de la ciudad. Hoy no queda nada de lamisma.

4. Casas-fuertes de los Guevara.La casa alavesa de Guevara, del bando

gamboíno, dominaba la entrada a la calle dela Cuchillería con sendas casas-fuertes enambas márgenes. Su posición era excelentepara el dominio y control de la Cuchillería,una de las calles más activas de la parteoriental de Vitoria. Hoy no perviven restosde ellas.

5. Casas-fuertes de Hurtado de Mendoza.A pocos metros de las casas de los

Guevara –gamboínos– se levantaban lascasas de los Hurtado de Mendoza, de laparcialidad oñacina y, por tanto, enemigosde aquellos. Este importante linaje domina-ba la entrada Sur de la calle Pintorería consendas casas que, según refiere Fray Juande Vitoria14, aún estaban en pie a fines delsiglo XVI.

6. Torre de los Iruña o“de Doña Ochanda”.La casa del linaje de Iruña debió levan-

tarse a principios del siglo XV, momento enque la familia abandonó la torre de Badaya–cercana a Trespuentes– para establecerse enVitoria. Esta casa-torre dominaba el portal deAldave, paso de la muralla que comunicabael barrio de dicho nombre con la calleHerrería. En la vista de la ciudad del sigloXVII copiada por Benito de Casas en 1838,podemos observar a la perfección el Portal deAldave con el puente sobre el río Zapardiel y,a su derecha, dominando la entrada de lavilla, la torre de los Iruña.En un plano de 1840 copiado en el año

1967 aparece una referencia a un “cuartosobre el Arco de Aldabe” en el primer pisode la torre que desapareció en ese mismosiglo XIX15. Por tanto, la torre dominabapor completo este paso. En 1970 se llevó acabo una profunda reforma de la construc-ción, la cual conservaba poco de la torrefuerte medieval sobre la muralla. Sí se con-servaba, en cambio, el palacio del siglo XVI

6. El espacio privado en Vitoria: las viviendas

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CÁRCEL DE LA CIUDAD SOBRE LA CASA DE AYALAVista de Vitoria en el siglo XVII

Iglesia de S. Miguel

Plaza Vieja

Cárcel de la ciudad

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Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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TORRE DE LOS IRUÑA O “DE DOÑA OCHANDA”

PLANO DEL AÑO 1840Copia de 1967 del plano realizadoen el año 1840 por D. José Antoniode Garayzábal. Se observa la exis-tencia de un “cuarto sobre el Arcode Aldabe” en la planta principaldel edificio.

VISTA DEL SIGLO XVIICopia de un cuadro del siglo XVII reali-zada por D. Benito de Casas en 1838 yampliada por orden del Concejo deVitoria en 1862. Se ve el paso de

Aldave, el puente sobre el Zapardiel yla torre junto al portal.

LA TORRE DESDE LA CALLE “SIERVAS DE JESÚS” ARRANQUE DEL ARCO DE LA CALLE HERRERÍA

Foto: Sergio Martínez Foto: Sergio Martínez

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de mampostería en sus dos primeras plan-tas, ladrillo en las dos siguientes y un pisoalto, también de ladrillo, abierto en dosarcos hacia el exterior de las murallas y encinco hacia el interior.La torre que hoy se observa fue elevada

con la restauración, pues antes no sobresa-lía de la altura del palacio renacentista. Laparte superior se remató con una corona dealmenas en voladizo sobre modillones detriple curva semejante a algunas torressegovianas y, sobre todo, a las torres tosca-nas del bajo medievo.Otro resto de gran interés es el potente

machón apoyado en el muro de la torre queservía de sustento a un arco de entrada a lacalle Herrería. Por tanto, la torre de los Iruñao “de Doña Ochanda” defendía tanto elacceso al interior del recinto amurallado porel portal de Aldave como el tránsito a la calleHerrería desde el Norte de la población.

7. Casa fuerte de los Landa.El linaje de los Landa – de la parcialidad

gamboína– poseyó en la Edad Media el con-trol del portal de la calle Judería o calleNueva mediante sendas casas fuertes aambos lados de la misma. No se conservaen la actualidad resto alguno de dichascasas que ocupaban un excelente espaciopara la defensa y control de la parte orien-tal de la villa.

8. Casa de los Larrínzar.Señala Fray Juan de Vitoria que “tuvieron

los Larrínzar el portal de San Ildefonso”. Estacasa –gamboína– defendía uno de los prin-cipales accesos a la villa desde el Este ayu-dando a compensar, además, el peso oñaci-no de esta parte de la ciudad. No se han con-servado restos de la misma.

9. Torre del Palacio de López de Arrieta-Maestu o “de Bendaña”.Dentro del Palacio llamado actualmente

“de Bendaña” se conserva una casa fuerte

medieval que defendía el paso por el can-tón de San Ildefonso desde la cerca exteriorde la población hacia Villa Suso. Comoseñala M. Portilla, la defensa de estos can-tones en la época medieval debía ser funda-mental dentro de la lucha entre los diferen-tes linajes; así, algunas de las saeteras pre-sentes en la catedral de Santa María enfilanhacia el cantón de subida desde el portal deUrbina, cortando el paso de estos “atajos” através de los cuales se podía recorrer la villaen dirección Este-Oeste.

El palacio de Bendaña es un buen ejem-plo de palacio renacentista con reminiscen-cias góticas en la fachada. En la fachadaprincipal cuenta con una puerta rematadaen arco ojival con un cordón franciscanocomo orla y dos escudos en los flancos.Como señala Micaela Portilla, nada hacesospechar que dentro del palacio puedahaber una torre medieval; pero, de hecho,allí esta, concretamente en el ángulo N.O.Una de sus caras da al cantón de SanIldefonso, paso que fue remodelado para su

6. El espacio privado en Vitoria: las viviendas

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PUERTA DEL PALACIO DE BENDAÑA

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ensanche afectando también a la torremedieval. Desde este cantón se observa unmatacán apeado en tres modillones quedebía servir para la defensa del cantón, con-tando además con saeteras en las otrasfachadas.

10. Casa-fuerte de los Mendoza.El linaje de Mendoza poseyó una de las

entradas principales de la villa de Vitoria: elportal de Arriaga, al norte de la población.Como señala Fray Juan de Vitoria: “el portalde Arriaga y entrada de la calle Santo Domingode dentro, guarnecida con portal, puerta ymuro”. En el siglo XIV esta familia ya estabainstalada junto al portal porque cobrabanderechos de portazgo de la fruta que entra-ba en Vitoria por dicho acceso. No quedahoy resto de la misma.

11. Casa fuerte de los Nanclares.La familia de los Nanclares poseyó una

casa fuerte en el portal de la calle Correría.Esta casa, hoy desaparecida, puede obser-varse aún en algunos cuadros y fotografíasantiguas, como las que mostramos en el cua-dro adjunto. Concretamente, en el óleo–unos años anterior a la fotografía– se obser-va el torreón existente sobre el arco remata-do con un chapitel barroco y a la izquierdala casa fuerte con un matacán levantadosobre tornapuntas apoyadas en modillonessencillos. El aspecto de la casa es macizo ylos vanos reducidos, en consonancia con sufunción defensiva.

12. Casa de los Salazar.Relata Juan de Vitoria que “los Salazares

parientes de los Ayalas y de su bando [...] tenían

Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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CASA DE LOS NANCLARESEn estas tres imágenes puede observarse per-fectamente la evolución de la casa-torre delos Nanclares, a la salida de la Correría, entrelos años 1854 y 1877. En el cuadro de Sáez delaño 1854 se observa la casa-torre en la salidade la Correría, junto al portal de la murallacubierto por un chapitel barroco. En el año1875 se observa aún la casa de los Nanclarespero no el portal de la calle, derribado comoel de la calle Zapatería, ni tampoco la casaadyacente a la torre. Por último, en la foto-grafía de 1877 se aprecia el derribo de la pro-pia casa fuerte. Pocas veces puede observar-se –tan bien documentado gráficamente– unaevolución tan rápida de un espacio urbano.

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la fortaleza de la iglesia mayor y sus portalescomarcanos”; es decir, dominaban el acceso alrecinto interior de la muralla por el paso deSanta María, junto a la catedral. A su vez,sus parientes los Ayalas –como quedó dichoanteriormente– poseían su casa en el portalde San Bartolomé y en algunos momentosguardaban también la fortaleza de SanVicente. Se trataba por tanto de una situa-ción privilegiada la de estas dos familias aldominar los pasos del Norte y el Sur. Hoyno quedan huella de dicha casa.

13. Torre de los “Sánchez de Bilbao” o“Casa del Cordón”.Ya se ha hecho breve referencia anterior-

mente a la torre de la Casa del Cordón, unade las torres medievales más interesantes ymejor conservadas en Vitoria a pesar de estarenglobada en un palacio renacentista y enuna posterior casa de vecindad. En el año1960 se llevó a cabo la obra de restauracióndel palacio conocido como “Casa delCordón” –por el cordón franciscano quedecora la puerta de acceso– cuando, parasorpresa de todos, apareció una torre ante-rior al siglo XVI embutida en tres de sus cos-tados dentro del palacio de Juan SánchezBilbao. En la planta baja –dedicada a caballe-riza– se conservaba el poyal de madera quesostenía el suelo de la planta superior. Estepiso conservaba sólo las paredes originales,dado que la cubierta había sido sustituidapor completo para construir la hermosabóveda estrellada que aún puede admirarsey que anteriormente se describió. El motivode tan florido remate, se debe a que la plantasuperior de la torre se convirtió en la salaprincipal del palacio de Juan Sánchez deBilbao construido a partir de finales del sigloXV. El acceso a esta sala, desde la calleCuchillería, se realizaba a través de un puen-te tendido sobre un foso, actualmente recons-

truido. Adosado a la torre se encontraba unpequeño habitáculo que debió funcionarcomo cuerpo de guardia desde el que vigilarel acceso a la torre por la calle Pintorería.

14. Casas fuertes de los Soto.Los Soto eran un linaje burgalés que vino

a asentarse en la villa de Vitoria en la entra-da de la calle Zapatería, comprando poste-riormente las casas que defendían el accesoa la Cuchillería, pertenecientes a losGuevara, como antes se señaló. Contaban,por tanto, con el control de dos calles degran actividad comercial en la villa: una ensu parte Este y otra en la Oeste. No se con-serva en la actualidad resto alguno de estascasas-fuertes.

6. El espacio privado en Vitoria: las viviendas

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FACHADA DE LA “CASA DEL CORDÓN”

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Martínez Martínez, Sergio; Arizaga Bolumburu, Beatriz

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Notas.

1. Ver Arizaga Bolumburu, B.: Urbanística medieval (Guipúzcoa), San Sebastián, 1990.

2. Sobre el fuero de Laguardia ver Martínez Díez, G.: Álava medieval. Diputación Foral de Álava,

Vitoria, 1974, pp. 219-222 y González Mínguez, C.: “Los fueros de las villas medievales de la Rioja

alavesa: su contexto histórico”, en Rioja alavesa. Actas de las Primeras Jornadas de Estudios Históricos de

la Rioja Alavesa -espacio, sociedad y economía-. García Fernández, E. (Coord). Diputación Foral de

Álava, Vitoria, 2002. pp. 124-126.

3. Cartularios (I, II y III) de Santo Domingo de la Calzada. Edición de A. Ubieto Arteta, Zaragoza, 1978,

pp. 47-48.

4. Linazasoro, J.I.: Permanencias y arquitectura urbana. Gustavo Gili, Barcelona, 1978. p. 160.

5. Id. Ibid. pp. 99-103.

6. Mediciones realizadas sobre el terreno por los autores.

7. Sobre la arquitectura popular en Vitoria ver Arizaga Bolumburu, B.: “Medievo y mundo urbano”,

en Los vascos a través de la Historia. Comportamientos, mentalidades y vida cotidiana. Caja de Guipúzcoa,

San Sebastián, 1989. pp.97-122; y Begoña y Azcárraga, A. de: “Arquitectura doméstica y urbanismo”,

en Vitoria. Historia de una ciudad. I. El núcleo medieval. Bankoa, Vitoria, 1977, pp. 93-120. José Ramón

Díaz de Durana en su libro Vitoria a fines de la Edad Media. (Diputación Foral de Álava, Vitoria, 1984.

p. 34), señala: “No existen unas Ordenanzas concretas que regulen la construcción o, al menos, nos son des-

conocidas [...] Existía, en principio, una libertad total de construcción, aceptando el concejo los “planos” y

características que el vecino-constructor pretendía realizar, exigiendo –únicamente– que lo llevase a buen tér-

mino en los plazos indicados”.

8. Sobre “El portalón”, ver Lahoz, L.: “Gótico”, en Vitoria-Gasteiz en el arte, t.I., Diputación Foral de

Álava, Vitoria, 1997. p. 256.

9. El dibujo de Caro Baroja, J. está tomado del libro Cuadernos de Campo, Ediciones Turner-Ministerio

de Cultura, Madrid, 1979, p. 139.

10. El apartado de las casas-torre medievales de Vitoria se ha construido fundamentalmente a par-

tir de las informaciones del magnífico trabajo sobre el tema de Micaela Portilla: Torres y casas fuertes

en Álava, 2 volúmenes. Publicaciones Obra Cultural Caja de Ahorros Municipal de la Ciudad de

Vitoria, Vitoria, 1978, especialmente entre las páginas 1051-1077 del segundo volumen. En esas pági-

nas se describe la incorporación de la nobleza a la vida ciudadana de Vitoria en el Bajo Medievo y

cada una de las casas-fuertes documentadas en la ciudad; de dichas informaciones ofrecemos noso-

tros un breve resumen. Las informaciones que no han sido recogidas directamente de la obra de M.

Portilla se citarán expresamente.

11. Ver Apraiz, E. de: “El arte en Vitoria en tiempo de Adriano VI” en Boletín de la Institución “Sancho

el Sabio”, t. IV. Año IV. Vitoria, 1960; y “Restauraciones en Vitoria auspiciadas por la Caja de Ahorros

Municipal de la Ciudad”, en Boletín de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, núm. 73, 1971.

12. “Expediente de ingreso en la Orden de Alcántara de Don Juan Bernardino Hurtado de

Mendoza”, año 1622. Archivo Histórico Nacional. Leg. núm. 744. Recogido en Portilla, M. Op. cit.

pp. 1054-1055.

13. Ver Lahoz, L.: “Gótico”, Op.cit. p. 254.

14. Para las referencias a Fray Juan de Vitoria, consultar: Vidaurrazaga e Inchausti, J.L. de: Nobiliario

Alavés de Fray Juan de Victoria. Siglo XVI. Compendio histórico nobiliario de la obra “Comienzan los libros

de la Antigüedad de España, etc” de Fray Juan de Victoria, especialmente en lo tocante a la Provincia Alavesa

y a su capital de Vitoria. Ed. Separada del Volumen VI del Diccionario Onomástico y Heráldico Vasco.

Editorial “La gran Enciclopedia Vasca”, Bilbao, 1975.

15. Ver Portilla, M.: Torres y casas fuertes... Op.cit. pp. 1062-1064.

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Después de haber estudiado los aspec-tos físicos de la villa de Vi toria en la

Edad Media (tanto en la vertiente de losespacios públicos como de los espacios pri-vados) es necesario abordar ahora otros dostemas fundamentales para comprenderaquella realidad urbana: la sociedad y laeconomía.

7.1 La sociedad7.1.1 La poblaciónPara hablar de la sociedad de Vitoria hayque referirse en primer lugar al contingentedemográfico. Pero siempre que estudiamosel tema de la demografía en época preesta-dística nos encontramos con la dificultad dela escasez o falta de fiabilidad de los datosexistentes. Así es también en el caso deVitoria; ante la falta de fuentes de informa-ción directa, debemos recurrir a la utiliza-ción de aquellos datos que, de forma indi-recta, nos aproximen al conocimiento delvolumen demográfico de la villa1.Desde la fundación en el año 1181 hasta

la primera mitad del siglo XIV, Vitoria va avivir un acusado proceso de crecimiento,tanto físico como demográfico. Los indiciosque lo apuntan son varios.En primer lugar, desde 1181 hasta 1256 la

villa sufre dos ampliaciones sobre el núcleooriginal que conducen a multiplicar porsiete el espacio ocupado. Este hecho nosindica que la primitiva villa navarra funda-da sobre la colina de Gasteiz era insuficien-te para acoger la llegada de nuevos pobla-dores y el propio crecimiento interno de lapoblación vitoriana. Además de la amplia-ción del espacio urbano, otro dato bien sig-nificativo es la creación de nuevas parro-

quias. Así, junto a las dos iglesias existentesen el momento de la fundación (San Miguely Santa María) en Vitoria van a levantarsetres nuevas parroquias: la de San Vicente–junto al castillo–, la de San Pedro (en laampliación de 1202) y la de San Ildefonso(en la ampliación de 1256).En segundo lugar, junto a la ampliación

ordenada del caserío vitoriano, observamosel nacimiento de barrios extramuros queacogen a todas aquellas gentes que no pue-den residir en el interior de las murallas: losarrabales y redovas. Ya hicimos mención deellos en el capítulo dedicado al espaciopúblico y pudimos comprobar como susituación estaba en relación con puntos deespecial interés económico, como las puer-tas y los caminos.En tercer lugar, un indicador indirecto

del progreso demográfico de una determi-nado población es la presencia de conven-tos mendicantes; por su propia naturaleza,estos conventos sólo podían instalarse enaquellos lugares en los que existía un grupohumano en crecimiento y auge. En el casode Vitoria, vemos la instalación de las órde-nes mendicantes de Franciscanos (en tornoa 1215) y Dominicos (1225).En definitiva, en el periodo aludido

Vitoria vivió una fase de expansión demo-gráfica que pudo multiplicar su poblacióninicial por siete u ocho y que convirtió unapequeña villa –similar a muchas de las otrasfundadas en aquellos años– en la más gran-de de las poblaciones vascas de la EdadMedia.A partir de la mitad del siglo XIV los

datos, aunque confusos, se dirigen haciauna desaceleración del progreso demográfi-

7. Sociedad y economíaen la Vitoria medieval

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co o incluso hacia un descenso de los efecti-vos totales. Aunque en Álava son bastanteescasas las menciones a la peste negra y asus terribles efectos, se observa ya desde1343 un cambio en la tendencia demográfi-ca cuyo dato más significativo es la presen-cia del hambre. Así, Lope García de Salazar

en sus Bienandanzas e for-tunas señala para aquellaépoca que «morio muchagente de fambre que andan-do por los caminos se caianmuertas deziendo dad mepan»2.Los datos referidos a

este periodo en Vitoriason escasos y debemosentender que la evolu-ción fue similar a la deotras zonas del reino cas-tellano. Aun que a finalesdel siglo XIV y comien-zos del XV asistimos a lallegada a la villa de uncontingente de pequeñosnobles rurales (quepodría hacer creer en unnuevo periodo de expan-sión demográfica) lo cier-to es que esta llegada denuevos pobladores tuvomayor importancia cuali-tativa que cuantitativa(como luego veremos) yno fue capaz por sí solade vencer la dinámicaregresiva.Por otra parte, los

conflictos bélicos podíanagravar estas situaciones.Así, en el conflicto entrePedro I y Enrique II, esteúltimo concedió a la villay a sus aldeas una exen-ción en los tributos quedebían pagarle como

medio para evitar una mayor despoblación:«...E por quanto mal e danno passo la dicha villae las aldeas e terminos della e se despoblaron lasaldeas de la dicha villa e porque la dicha villa elas dichas aldeas se puedan mejor poblar de quíadelant de los que agora estan para ntro. servi-cio [...] que los ocho mil maravedis que nos avien

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a dar de cada anno las aldeas de la dicha villa etlos vesinos et moradores dellas por pecho foreroque lo non den nin paguen...»3.Durante el siglo XV seguimos careciendo

de datos directos sobre la demografía deVitoria, por lo que debemos recurrir denuevo a aquellos indicios que nos puedaniluminar y aclarar en la medida de lo posi-ble el oscuro panorama.La tendencia general nos habla de una

primera mitad de siglo marcada por elestancamiento demográfico (o incluso porla pérdida de efectivos) y una segundaetapa de recuperación. Aunque en líneasgenerales esta visión es aceptable, existenmatizaciones que no pueden obviarse y, porotra parte, hay que tener en cuenta que lasfuentes indirectas que nos hablan del des-censo de la población en la primera mitaddel siglo XV son muy frecuentemente inte-resadas.En la primera mitad del siglo XV, Vitoria

está inmersa de lleno en las luchas de ban-dos. La floreciente ciudad comercial diopaso a una villa fortificada y en continuoconflicto. Conviene traer aquí las conocidaspalabras de J. de Landázuri sobre el aspec-to guerrero que presentaba Vitoria en aque-lla etapa del siglo XV: “Tenía esta cidad todauna calle con sus fosos por medio y levantadossus andenes arto pegados a las casas, de modoque no podían andar por ellas sino en hileras,uno a uno, y no avia paso de la una cera a laotra, sino es por alguna estrecha entrada y esca-lones por el canal o foso de medio, por dondeandavan las gentes de a caballo. Todas las callesde la ciudad tenían fuertes con gruesas cadenasy puertas levadizas en las vocas de las calles. LaMuralla que da a la plaza es muy gruesa y altade lo que se infiere que esta ciudad, sin duda, enaquellos tiempos era fortísima y muy difícil parapoderse espugnar”4.El conflicto entre los bandos de Ayalas y

Callejas (que luego veremos con más dete-nimiento) provocó serias dificultades alnormal desarrollo de las actividades comer-

ciales en la villa. De hecho, los representan-tes de los cabildos artesanos de Vitoriaenviaron al rey una serie de peticiones queservirían de base a las Ordenanzas de 1423en cuya introducción puede leerse: «...consi-derando que por los males de nuestros pecados epor ocasión e causa de los Vandos Aiala eCalleja que de presente an sido e son en la dichavilla, muy amenudo entre los homes que quie-ren vivir en paz e sosiego por vandear los unose los otros se perece la justiçia de nro. Sennor elRey e vienen escandalos e muertes e lesiones delos homes e se pierden los homes e por no andarlos homes seguros en sus mercaderias e negociospor miedo de sus cuerpos por no poder travajaren sus lavores e ofiçios e vanse los homesdesamparando la dicha villa a vivir a otras par-tes del reino de Navarra e de Aragon e de otraspartes por las quales razones viene al rey grandespoblamiento e destruimiento desta villa... enon hay en la dicha villa la diezma parte de lacompaña que solía ver aunque se pudiere que-riendo remediar los dichos males venideros eponer paz e sosiego en la dicha villa e por tal quebiniese a población de buenas gentes por quan-to entendemos que no dexaran bandear los unosa los otros sin imposición de pena o depenas...»5.En general, puede decirse que esta pri-

mera parte del siglo XV fue una etapa deestancamiento o incluso de cierta recesión,pero no de “despoblación”. Para tratar depaliar esta difícil situación el concejo urbanode Vitoria puso en práctica una política deretención de sus vecinos, bien medianteayudas a los que ya estaban instalados, bienmediante el incentivo a los nuevos poblado-res. Gracias a ello y a la general recupera-ción que se vivía en Castilla, la segundamitad del siglo XV es una nueva época decrecimiento.Los primeros síntomas de esta recupera-

ción comienzan ya en torno a la década delos treinta de aquel siglo. Así, en 1476Fernando el Católico ordena que «...quantoal romper de los exidos e pastos fallamos... que

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todos los dichos prados e pastos e terminoscomunes que de quarenta annos a esta parte ansido tomados e ocupados por cualesquier vezi-nos de ña dicha çibdad de Bitoria e de su tierrasean tomados a uso e procomun de la dicha çib-dad e tierra para que todos los puedann pazercon sus ganados e aprovecharse dellos...»6. Estoindica que ya en aquellos años se estabanroturando nuevas tierras en el entorno deVitoria, síntoma claro de una cierta recupe-ración demográfica. También en aquelperiodo comienzan a repoblarse algunasaldeas del término que habían quedadovacías en los años anteriores.Por otra parte, el fin –al menos teórico–

de la lucha de bandos tras el Capitulado de1476 (que más tarde se estudiará) puso tér-mino a la principal causa del decaimientode la actividad comercial de la villa en laprimera mitad del siglo XV.El resultado es que la segunda mitad del

siglo XV fue un periodo de expansión urba-na y de crecimiento demográfico que secontinuará hasta mediados del siglo XVI.En efecto, en la Bula papal de 1496 queordena el traslado de la iglesia colegial deArmentia a Vitoria se señala para la ciudaduna población que podría superar los 5.000habitantes, a tenor de las más de mil casasque se dice existen sólo en el recinto urba-no: «...et opidum Victoria dicte diocesis abeodem loco de Armentia ultra duo millaria nondistans domino benedicte adeo populi multitudi-ne abundet ut in eo ultra mille domus habitan-tium existant...»7.Es a principios del siglo XVI, dentro de

un proceso general de expansión económi-ca y de estabilidad social, cuando Vitoriaalcanza su máximo demográfico: unos5.500 habitantes en el año 1560. A partir deaquí, la población va a fluctuar (siemprepor debajo de esa cifra) hasta finales delsiglo XVIII8:

Año Nº Habitantes1496 5.0001560 5.5001683 3.8001700 4.5001732 4.3001747 4.5001.768 5.4001786 6.300

Como se aprecia, el impulso que llevó aVitoria a convertirse en una gran ciudad seprodujo durante la Edad Media. Es enton-ces cuando se configura su casco urbano, suestructura económica e institucional y sufisonomía urbana hasta tres siglos después.Será a finales del siglo XVIII cuando Vitoriacomience de nuevo a crecer, para rebasarsus anteriores límites y desembocar en lagran urbe que hoy conocemos.

7.1.2 Origen y estructura de la poblaciónComo ya se ha señalado con anterioridad,en los siglos XI y XII Gasteiz fue una aldeagrande y rica, con treinta casas pagadorasdel tributo de la Reja al monasterio de SanMillán y solar del apellido homónimo,documentado el año 1089 en Albaro Gon -salboz de Gasteiz, fiador de la donación aSan Millán del monasterio de Lasarte enZuya. Existía en el poblado una iglesiadedicada a San Miguel en el lugar de laactual y designada como juradera en elfuero de 1181 y otro templo, dedicado aSanta María, en el emplazamiento de laactual catedral.En la carta de población de la villa de

1181 se dice: «...los antiguos labradores queestaban alli antes y quieran permanecer en ellugar a ellos asignado, tengan separadamente lamitad de las heredades, y vosotros, los que soisnuevos, la otra mitad; y divididla entre voso-tros». Por tanto, en el origen de Vitoriaencontramos un doble contingente pobla-cional; por un lado, los antiguos poblado-res de la aldea de Gasteiz que, como dice el

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fuero, son «labradores», esto es,dedicados fundamentalmente a laslabores agrícolas; por otro lado, los«nuevos» pobladores llegados aVitoria, a los que les corresponde lamitad de las heredades.Con este doble contingente, la

población de Vitoria comenzó prontoa crecer y a diversificar sus activida-des económicas. La aldea agrícoladio paso a la villa comercial y artesa-na. Pronto esta villa se vio pobladapor una variedad de personas dedi-cadas a las más diversas actividades.El primer hecho que confirma estarealidad es el nombre de las calles delas dos ampliaciones urbanas. Lastres calles creadas a partir de 1202–Herrería, Zapatería y Correría– nosseñalan con total claridad que setrata de calles “gremiales”, es decir,habitadas fundamentalmente porpersonas que comparten una mismaprofesión. Por otro lado, comienzan ahacer patente que las actividadesagrícolas estaban cediendo paso enimportancia a las nuevas actividadesmanufactureras y comerciales. Cuan -do en 1256 Alfonso X decide ampliar denuevo la villa, las tres nuevas calles se lla-marán Cuchillería, Pintorería y Judería,haciendo relación las dos primeras a otrossendos oficios y la última al origen de lapoblación que la habitaba, los judíos, comomás tarde analizaremos con detenimiento.Aunque esta diferenciación de la pobla-

ción de Vitoria en relación a sus diferentesoficios es la más pintoresca, no era la única.Existía otra división que separaba a loshabitantes jurídicamente en «pecheros» o«exentos», es decir, en perjudicados y bene-ficiados fiscalmente.

Los «pecheros».El fuero de 1181 iguala, en principio, a

toda la población desde el punto de vista fis-

cal, ya que señala –a diferencia del fuero deLogroño– que «...los clérigos e infanzones queos plazca acoger en vuestra poblacion, no tenganen la misma casas más inmunes que las vuestras,y que en todos vuestros asuntos comunales tri-buten como vosotros». Sin embargo, sí existíauna diferenciación, ya que los «pecheros»estaban obligados al pago de las derramas yrepartimientos tanto reales como concejiles,mientras los «exentos» sólo estaban obliga-dos al pago de los segundos.En el grupo de los pecheros estaba la

mayor parte de la población, desde los másricos individuos no pertenecientes a lanobleza a los más pobres habitantes de lavilla: jornaleros, labradores... pasando portodo el elenco de artesanos, comerciantes,profesiones liberales, etc.

7. Sociedad y economía en la Vitoria medieval

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CALLE HERRERÍA, UNA DE LAS CALLES «GREMIALES»DEL CASCO ANTIGUO DE LA CIUDAD DE VITORIA

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La nobleza y el clero, por su parte, for-maban el grupo de los «exentos»: si biendebían pagar los impuestos concejiles–mantenimiento y reconstrucción de lamuralla, calles, compra de tierras por el con-cejo, sueldo de los corregidores– estabanexentos del pago del «pedido» real. En lapráctica, esto suponía un considerable aho-rro para los exentos, dado que hasta el 65%de los gastos del concejo vitoriano se desti-naba a pagar los impuestos reales9.

La nobleza.Dentro de los exentos el grupo de la

pequeña nobleza urbana es el más numero-so. Se trata de un importante contingentehumano procedente de las aldeas anexiona-das por la villa hasta 1332 o de lugares cer-canas a las mismas. Esta nobleza no se des-prende de sus propiedades pero se despla-za a la villa para instalarse en su interior yasí beneficiarse de la lucrativa actividadartesana y comercial que ésta generaba.Pero estos nobles no se conforman sólo

con lucrarse de la actividad comercial, sinoque desde pronto van a tratar de monopoli-zar los puestos clave del concejo vitoriano através de un complejo sistema de reparto deestos puestos entre los dos grupos en dis-puta en la villa: las Ayalas (que contabancon el apoyo de los artesanos) y los Callejas(de carácter más tradicional y más pura-mente “nobiliar”). La nobleza no consiguióel monopolio absoluto de estos puestos delconcejo municipal, pero –en la práctica–dominó la política vitoriana con una mayo-ría abrumadora en la que, ocasionalmente,podía colarse algún pechero. Además con-taron, desde el siglo XV, con el control de laHermandad Provincial de Álava.

El clero.Aunque menos numerosos que la noble-

za urbana, el grupo de los clérigos contabacon una notable influencia en la sociedadvitoriana medieval. En Vitoria los clérigos

formaban el Cabildo de la Universidad deParroquias, integrado por las cinco parro-quias de la villa: San Miguel, Santa María,San Vicente, San Pedro y San Ildefonso. Lafinalidad de este Cabildo era defender susintereses y rentas de la competencia de losclérigos de otras iglesias y de los frailesmendicantes de los conventos de SanFrancisco y Santo Domingo, instalados enla villa desde comienzos del siglo XIII.

Desde finales del siglo XI Vitoria perte-necía a la Diócesis de Calahorra y ya en elfuero de 1181 se señala que «el obispo no reci-ba sino la cuarta parte de los diezmos de vuestrasiglesias, a las que retengo para mí como capillaspropias; y que los clérigos de ellas establecidos,reciban y disfruten en paz tres partes de los diez-mos y todas las ofrendas de las iglesias».Hasta el año 1256 existían en la villa las

dichas parroquias de San Miguel, SantaMaría, San Vicente y San Pedro. Sus rentasprovenían de los bienes propios, las ofren-das de los fieles y, especialmente, de losdichos diezmos. Estas cuatro primerasparroquias tenían un acuerdo según el cualtodas sus rentas eran repartidas comunal-mente entre el conjunto de los clérigos de lavilla. Sin embargo, la fundación de la parro-

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DISPUTA POR LOS DIEZMOS

ENTRE LAS PARROQUIAS VITORIANAS

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quia de San Ildefonso por Alfonso X en 1256–para atender a las necesidades de culto dela nueva ampliación urbana– alteró esteacuerdo, ya que su inicial pujanza atrajohacia sí un notable número de fieles quedejaban en ella sus diezmos y ofrendas, conla consiguiente merma en las otras parro-quias. Como solución a este problema, quepodía causar «gran escándalo e discordia»entre los clérigos de Vitoria, Alfonso X deci-dió en 1257 que la nueva parroquia de SanIldefonso se integrase en el Cabildo con lasotras cuatro parroquias y que sus rentas serepartiesen de forma comunal como sevenía haciendo tradicionalmente10.El obispo de Calahorra don Aznar esta-

bleció que el número total de clérigos fuesede cuarenta. La cifra aumentó hasta más cin-cuenta en el año 1272, incluyendo curas,beneficiados y capellanes, siendo reducidosa cincuenta en dicho año. En el siglo XV elnúmero había descendido sensiblemente: en1438 eran treinta y cinco, en 1462 veinticincoy en 1488 veintiocho. El resurgir tanto encantidad como en calidad de la clerecía vito-riana se produjo a partir del traslado de laColegiata de Armentia a la ciudad, a finalesdel siglo XV. Las dignidades eclesiásticas,canónigos y beneficiados de la Colegiataaportaron nuevos aires a este influyente sec-tor de la población vitoriana11.Por último, hay que referirse a los frailes

de las órdenes mendicantes de San Fran -cisco y Santo Domingo. Al contrario quelos benedictinos, los mendicantes no seretiraban del mundo sino que vivían enmedio de él tratando de lleva la fe y la cari-dad al interior de la nueva sociedad urba-na. Estos frailes recibían generosas limos-nas de los vitorianos, especialmente de lasgrandes familias que gustaban de disponersus enterramientos en las iglesias de losmonasterios. Con sus hábitos pardos yblancos daban una nota singular al ya depor sí variopinto panorama humano de laVitoria medieval.

Los excluidos: Los judíos.La población judía tuvo una importancia

fundamental, tanto en el aspecto socialcomo en el económico, en la vida de las ciu-dades de la Edad Media peninsular12.En la Corona de Castilla los judíos con-

vivieron con altibajos con las comunidadescristianas. Por un lado, se les toleraba por laimportancia que tenían para la monarquíacomo fuente de recursos financieros; porotro lado, sufrían una fuerte discriminaciónque se concretaba en diversos aspectos,como la obligación de vivir en barrios sepa-rados (conocidos como aljamas o juderías),muchas veces rodeados por una cerca, yotras muchas medidas que provocaban cla-ramente su segregación del resto de lacomunidad. En concreto, los judíos no par-ticipaban de los cargos del concejo, peroéste –en cambio– tenía capacidad para dic-tar ordenanzas que regulaban la relaciónentre judíos y cristianos.Los peores momentos para los judíos en

la Corona de Castilla se produjeron a partir

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VISTA DE LA CALLE JUDERÍA / NUEVA

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de mediados del siglo XIV y especialmenteen los años finales de dicho siglo. Los moti-vos fueron varios. En primer lugar, debemosconsiderar la difícil situación económica ysocial de aquellos años. Las agresiones con-tra los judíos (y contra su actividad presta-mista) fueron una «válvula de escape» pararelajar las frecuentes tensiones que estasituación producía. Por otro lado, las presio-nes contra los judíos y el asalto a sus barrioshay que ponerlos en relación tambiéncon el advenimiento de la dinastíaTrastámara al poder. El sentimientoantisemita de los partidarios de Enriquede Trastámara durante la guerra civilcontra su hermano Pedro I se unió a lafrustración por las dificultades econó-micas para desembocar en los progromoso asaltos a las juderías de finales del siloXIV. En estos asaltos muchos judíosresultaron muertos, algunos decidieronhuir, otros permanecieron firmes a suscreencias y otros prefirieron convertirseal cristianismo dando lugar al inicio delfenómeno «converso». El resultado fueuna disminución en el tamaño y laimportancia relativa de las juderías cas-tellanas.Durante el siglo XV la situación los asal-

tos se redujeron, pero a la vez se desarrollóuna cada vez más intensa política de«segregación» social contra sus comunida-des que culminó con la expulsión de 1492.Según el profesor Cantera Burgos, la

aljama de Vitoria fue una de las más impor-tantes del norte de la Península y, sin duda,la mayor de las localizadas en el PaísVasco13. La judería se localizaba en el extre-mo oriental de la villa, junto a la muralla,en una de las tres calles nacidas con laampliación de Alfonso X de 1256: la que lle-vaba por nombre precisamente «Judería».Limitaba al norte con la parroquia de SanIldefonso –nacida en el mismo momento deexpansión de la villa– y al sur con elmonasterio de San Francisco. Disponían

también de un espacio libre para enterra-miento –al que se conoció como Judi mendi–y de una sinagoga para sus celebracioneslitúrgicas. En el ordenamiento de Toledo de1284 se dice que todos los judíos debíanvivir apartados de los cristianos. Por ello,la calle de la Judería en Vitoria se tapiarápor la trasera de Pinto rería y tendrá unasola puerta de salida que comunica-ba con el Portal del Rey.

Según Floranes, fue el propio Alfonso Xel que introdujo a los judíos en Vitoria, noti-cia que hay que tomar con cautela dada lainexistencia de confirmación documentalpara dicha aseveración14. Según RicardoIzquierdo15, es probable que la comunidadjudía se asentase inmediatamente despuésde la fundación de la villa en 1181. El casoes que ya desde 1291 aparecen en la docu-mentación como una comunidad importan-te en Vitoria.En consonancia con la enunciado ante-

riormente para el conjunto de la Corono deCastilla, la población judía de Vitoria sufreun cierto descenso en el siglo XIV que, sóloen parte, se recuperará en el siglo siguiente.Los primeros datos fiables nos los pro-

porciona el Padrón de Huete de 1291, en elque la comunidad judía paga la cifra de

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EXPULSIÓN DE LOS

JUDÍOS EN 1492

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11.392 maravedís, cifra que la sitúa cerca delas juderías de Calahorra y Logroño y muypor encima de otras como Miranda. Elsiguiente repartimiento del que tenemosconstancia se realizó en 1439 en el que lacifra requerida a la comunidad judía deVitoria de 3.000 maravedís «por quanto losdichos judios eran poco e pobres...». Aunque laaljama vitoriana no sufrió hechos tan gra-ves como los acaecidos en otras ciudadescastellanas (incendios, matanzas) el climade desasosiego y descontento entre lacomunidad judía debió ser general en todoel reino provocando la emigración a otrastierras o las conversiones masivas al cristia-nismo. En los repartimientos de 1453 y 1474la cifra de los 3.000 maravedís se repite, loque nos habla de una estabilidad –o estan-camiento– de la población judía.Los judíos realizaban una gran diversi-

dad de actividades, a pesar de que la famo-sa es la de prestamistas –o usureros– yrecaudadores. Debemos pensar que estasactividades fueron minoritarias y que lamayor parte de los judíos se dedicaron aactividades similares a las de los cristianos:agricultores, comerciantes, artesanos... Eranafamados también como médicos, comoluego se verá.A lo largo del siglo XV las diversas orde-

nanzas van recortando las libertades judíasprovocando una profunda separación con lacomunidad cristiana; el objetivo, como seña-la Díaz de Durana, era discriminarles racial,social, política y económicamente. El conce-jo vitoriano –apercibiéndose del nulo respe-to que los judios hacían de los ordenamien-tos reales respecto de ellos– deciden acordaren 1428 una serie de ordenanzas que, entreotros asuntos, prohíben la entrada de muje-res o mozas cristianas a la judería, obligan alos judíos a portar «sennales coloradas» queles identifiquen o les prohíben labrar endomingo y otras fiestas señaladas, etc.A lo largo del siglo XV se mantuvieron

estas normas discriminatorias que tuvieron

su continuación en las ordenanzas de 1487.Aunque los Reyes Católicos intervinieron afavor de los judíos en algunos aspectos con-cretos de las ordenanzas que les resultabanespecialmente discriminatorios, lo cierto esque sólo unos años después, en julio de1492, estos mismos monarcas decidieron lacompleta y rápida expulsión de los judíosde España.Las consecuencias de la expulsión de los

judíos de Vitoria fueron diversas, aunqueno todas bien conocidas.La primera, y más evidente, fue la deci-

sión del concejo vitoriano de borrar delrecuerdo el propio nombre de la calle enque aquellos habitaban. Así, el 17 de agostoen el ayuntamiento «acordaron e mandaronque la calle de la juderia de oi en adelante non laayan de llamar salvo la calle de la puente del Reie se pregone asi publicamente por que ningunosea osado de la nonbrar nin llamar el dicho nom-bre que tenia de la juderia...»16.A los judíos que no se convirtieron al

cristianismo, se les obligó a vender sus bie-nes y abandonar la ciudad. Esto provocóserios problemas en algunas cuestiones,como la escasez de médicos, profesión ejer-cida principalmente por los judíos. El 29 deoctubre de 1492 –por tanto, poco despuésdel decreto de expulsión– el ayuntamientode Vitoria «conosçiendo la neçesidad en que ladicha çibdad e su tierra e comarcas estava de fisi-cos por la yda e absençia de los judios e fisicos dela dicha çibdad e de su comarcas, acordaron derrogar e rrogaron al liçenciado Maestre Antoniode Tornay, fisico, para que quedase e rresidieseen esta çibdad e usase de su ofiçio por este pre-sente anno...»17.También se dispuso que los judíos que se

convirtieran y permaneciesen en Vitoria nolo hicieran en la antigua calle de la Judería:«que ninguna persona de los que han venido abibir a esta çibdad que primera mente quandoheran judios bibian en la calle nueva de la dichaçibdad, que non biban en la dicha calle nueva esalgan a bibir de la dicha calle a otras calles de la

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dicha çibdad». Con ello se quería evitar quela calle anteriormente «judía» se convirtie-se, a partir de aquel momento, en una calle«conversa».A pesar de todo el dolor que a la comu-

nidad judía causó su expulsión de Vitoria(una ciudad en la que llevaban siglosviviendo) todavía hubo tiempo para llegara un acuerdo entre ambas poblaciones. Losjudíos «debido a lo bien que han sido tratados»decidieron ceder al concejo de Vitoria elterreno del cementerio (Judi mendi) «paraque se quede como pasto para beneficio de la ciu-dad...»18, evitando que el terreno fuesearado o construido. De este modo, renun-ciaban a la compensación económica por elterreno, pero aseguraban el respeto alrecuerdo de los antepasados que en aquellugar descansaban eternamente.

Los pobres y los marginados.Los estudios acerca de la sociedad en las

villas medievales inciden generalmente enaquellos grupos más significativos, como lanobleza urbana, los comerciantes y merca-deres, los artesanos, las profesiones libera-les, los religiosos o los judíos, este últimocomo elemento que incorpora una nota dis-tinta al panorama urbano. Pero es raro quese dedique espacio a otro conjunto de pobla-ción que en algunos momentos concretospudo ser muy numeroso: los pobres y losmarginados, aquellos individuos que no seadscriben a ningún grupo concreto y quetienen como denominador común su faltade recursos: empobrecidos, enfermos, mi -nus válidos, pordioseros, vagabundos, etc.No todo era triunfo en las ciudades: las

economías familiares eran muy frágiles enaquellos momentos, y podían quebrarsefácilmente por una causa coyuntural: unamala cosecha, un descenso en las ventas deltaller, la enfermedad o muerte del cabezade familia, etc.Por otro lado, las villas, por su relevancia

económica en el territorio, fueron, además,

un foco de atracción para otra serie de indi-viduos: vagabundos, pícaros, prostitutas ogitanos.La actuación hacia ellos por parte de las

ciudades tuvo un doble rasero. Por un lado,la ciudad se comportaba de forma solidariacon aquellos vecinos que (por alguna de lascausas antes expuestas) se viesen avocadosa la pobreza. Normalmente en su auxilioacudía su familia, la cofradía gremial a laque perteneciese el cabeza de familia, laparroquia o alguno de los conventos demendicantes. Como vecinos de la villa, reci-bían apoyo y solidaridad.La situación respecto a los «marginados»

era bien distinta. Por una parte, las ciuda-des atendieron sus necesidades más inme-diatas (comida y alojamiento) mediante lacreación de hospitales en los que eran aco-gidos, al menos temporalmente. De este

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LAS PARROQUIAS VITORIANAS EJERCÍAN LA

SOLIDARIDAD CON LOS VECINOS EMPOBRECIDOS.INTERIOR DE LA PARROQUIA DE S. VICENTE

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modo, además, los ricos podían limpiar susconciencias mediante el ejercicio de la cari-dad. Pero, por otro lado, esas mismas ciu-dades desarrollaban políticas tendentes aevitar, en la mayor medida posible, la pre-sencia de estos individuos indeseables en elinterior del recinto urbano, en ocasionescon dureza. Así, en las Ordenanzas Munici -pa les de Vitoria del año 1487 se obliga a quea quien se le requiriese «...que de razon de quése mantiene y aquel que los acoje que fagarelaçion a los alcaldes e regidores porque ellosprobean sobre ello et sy no lo hizieren que pagueen pena çient maravedis a los sobredichos et syfueren foranos que ninguno les de posada et syfueren foranos que no tubyere de que pagar queyaga nuebe dias en la cadena...». Por otro lado,«...hordenaron e mandaron que nynguno o algu-no que no trabaja en trato o en oficio conoçidoque dentro del terçero dia que fuere requerydosalga de la ciudad so pena de la ley deBerbyesca...»19.Fueron, en todo caso, medidas ineficaces

que no acabaron con la marginación en laciudad, o incluso la agravaron.

7.1.3. La lucha de bandos y la organizaciónpolítica

Probablemente el tema social de la EdadMedia del País Vasco que mayor interés hadespertado en los historiadores es el de lalucha de bandos. Aunque no es un fenóme-no exclusivo del País Vasco, sino que se pro-dujo también en otros territorios peninsula-res y europeos, en este espacio gozó de unavirulencia singular que lo hacen especial-mente interesante20.El nacimiento de las villas en el hasta

entonces mundo rural vasco supuso uncambio fundamental en la organizaciónsocial y política del territorio. A diferenciade Vizcaya y Guipúzcoa, con un grannúmero de villas ejerciendo verdaderasfunciones urbanas, en Álava el fenómeno seconcentró casi por completo en Vitoria y, enmenor medida, en Salvatierra. Casi desde

sus inicios las nuevas villas van a ser focosde desarrollo económico que llamará laatención de los nobles rurales, precisamen-te en un momento en que las rentas ruralescomenzaban a estancarse. El deseo de losnobles será doble: participar de la riquezade las villas y controlar su gobiernomediante el desempeño de cargos en laadministración concejil.Ya desde finales del siglo XIII los nobles

alaveses comenzaron a instalarse en Vitoria,proceso que se intensificó en las últimasdécadas del siglo XIV. A la capital alavesallegaron importantes linajes rurales comolos Iruñas, Maturanas, Ayalas, Hurtados,Esquíbeles, Healis, Adurzas, Colodros, Ála-vas, Salvatierras, Maestus, etc. Rápidamen -te, estos linajes se estructuraron en torno ados bandos enfrentados, fenómeno que noes privativo de Vitoria sino común en todoEuropa. Y también es común que uno de losbandos esté representado por el poder nobi-liar y otro por el poder artesanal y comer-cial, aunque –en ambos casos– la direcciónde los bandos recae siempre en miembrosde la la nobleza urbana. Así ocurrió enVitoria, donde la población se dividió endos bandos rivales, dirigidos cada uno deellos por los linajes de Ayala (populares) yCalleja (nobiliares).En la evolución de la organización políti-

ca de Vitoria podemos distinguir tres perio-dos estrechamente relacionados con lasluchas de bandos que hemos comenzado adescribir.

El «concejo abierto»: 1181-1352.El primer periodo se desarrolla entre la

fundación de la villa en 1181 y los primeroscambios en el gobierno de la villa en 1352.En este primer periodo, a pesar de la esca-sez de datos, todo parece indicar que elgobierno de la villa se lleva a cabo median-te la participación «abierta» de los vecinos,reunidos en Concejo. En este periodo seproducen, sin embargo, dos fenómenos que

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van a acabar con este sistema. Por un lado,la llegada de los nobles rurales; por otro, lasprofundas divisiones dentro del elementopopular de Vitoria en razón a su diferentepoder económico. Tanto los nobles como losartesanos y mercaderes enriquecidos pre-sionarán para obtener un mayor control delas decisiones del Concejo.

El «gobierno de los regidores»: 1352-1476.Entre 1352 y 1476 se desarrolla la segun-

da etapa. Asistimos, en este periodo, a ladesaparición del Concejo «abierto» y aladvenimiento del «gobierno de los regido-res», figura clave de la reforma administra-tiva realizada por el monarca Alfonso XI enalgunos concejos castellanos. El primerdato de la existencia de estos regidores esde 1352 aunque pudieron existir desdeunos pocos años antes.Mediante la introducción de los oficiales

se va a crear un nuevo órgano de gobierno–la Cámara de Oficiales, integrada por losregidores, alcaldes, procuradores, escriba-nos, etc.– que va a asumir la mayor parte delas competencias del Concejo. Desde esemomento, el cargo de regidor se convierteen uno de los oficios más codiciados por lasfamilias nobles y adineradas, pues a travésde él pueden controlar el gobierno de lavilla. Es en este momento cuando comien-zan las luchas de bandos por hacerse con elmayor número de estos cargos y gozar, así,de una posición preeminente en la villa. Yello es así porque el dominio sobre los ofi-cios concejiles implicaba, en último térmi-no, el control sobre la fiscalidad real y con-cejil. Por tanto, lo que resulta en definitivaes, según García de Cortázar, un intento pormantener el nivel de rentas a través de suapropiación exclusiva en unos momentosde dificultades económicas21.Los enfrentamientos por el control de los

cargos concejiles se hicieron enconados yprovocaron un clima de violencia e inesta-bilidad bastante notable en la villa. Fray

Juan de Victoria, en el siglo XVI, describíacon estas palabras los daños sufridos por lavilla con dichos enfrentamientos: «EnVitoria se padecía con los bandos de Ayala, gam-boíno, y de Calleja, oñacino, favoreciéndose cadauno de los comarcanos bandoleros, tiranizandola república y sus vecinos, robándoles con derra-mas, imposiciones, matándose y haciéndose todoel mal posible, usurpando los oficios de justicia,eligiendo cada bando alcalde, regidores, procura-dor, allende de la de los reyes, haciendo losAyalas sus juntas en San Miguel y los Callejasen San Pedro. Lo cual fue causa que Vitoria sedespoblase y sus vecinos se fuesen huyendo aotras partes»22.En el siglo XV el conflicto estaba en su

apogeo y provocaba serias dificultades alnormal desarrollo de la vida y la economíade Vitoria. De ahí que se tratasen de buscarsoluciones que pusieran fin a dichas tensio-nes.El primer intento lo encontramos en la

«Sentencia de Pedro Manrique», adelanta-do mayor del reino de León. De esta sen-tencia sólo se han conservado algunosextractos, no sabiendo siquiera la fechaexacta de su promulgación, aunque esseguro que fue antes de 1423 pues en aquelaño aparece citada en las ordenanzas de lavilla. En el momento de la Sentencia, laelección de los cargos municipales por losvecinos reunidos en Concejo ya no teníalugar y su causa hay que buscarla en loscontinuos conflictos que surgían en elmomento de la elección entre los bandosenfrentados: cada uno de ellos trataba de«colocar» al mayor número posible de alle-gados dentro del gobierno municipal. Estoprovocaba una situación insostenible que laSentencia trató de resolver, dividiendo losoficios del Concejo en dos mitades; cadauno de los bandos nombraría a treinta per-sonas, entre las que serían designados losoficiales de cada año. Al comenzar el año,los oficiales salientes convocaban a los veci-nos a Concejo para elegir a los nuevos ofi-

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ciales entre los designados por los bandos.Aunque en la teoría era una buena medida,en la práctica la Sentencia se incumplió porlas reiteradas presiones de los bandos, tantointernas como hacia la otra parcialidad.Un segundo paso en la búsqueda de

soluciones a la lucha de bandos y la inesta-bilidad política fueron las Ordenanzas de1423. Las Ordenanzas nacieron de las peti-ciones realizadas a la Corona por parte delos cabildos o cofradías de Vitoria, que reu-nían a las personas que ejercían la mismaactividad. Estas Ordenanzas buscaban tresobjetivos: reforzar la justicia en la villa utili-zando como herramienta el corporativismogremial; reforzar el papel del Concejo fren-te al gobierno de los regidores; y, por últi-mo, acabar con los fraudes fiscales que lle-vaban a cabo los miembros de la Cámara deOficiales aprovechándose de sus cargospúblicos.

Al igual que la Sentencia de PedroManrique, las Ordenanzas de 1423 se que-daron en su mayor parte en papel mojado yperpetuaron la inestabilidad y el conflictoexistente dentro de la sociedad vitoriana.

El Capitulado de 1476.Así se llega al tercer periodo dentro de la

evolución del gobierno vitoriano, que tienesu comienzo con el Capitulado de Fernandoel Católico de 1476.El 22 de octubre de dicho año, el monar-

ca aprobó un extenso Capitulado elaboradopor dos representantes del concejo vitoria-no (dos representantes de la nobleza urbanaenriquecida) y dos oidores reales. El objeti-vo que se buscaba era acabar de una vezpor todas con las interminables luchas entrelas parcialidades para lograr la ansiada pazen la ciudad. Entre otros aspectos, elCapitulado señala que: «De aquí adelante no

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se nombre ni aya en esa dicha çiudad de Vitoriaapellidos ni bandos de Calleja ni de Ayala niotros apellidos ni quadrillas, ni boz de otrasparentelas ni cofradías algunas que de estocorresponda nin se junten nin vos juntades aellas salvo que todos juntamente se llamen e vosllamades los vitoria-nos...»23. Por lo quese refiere al gobiernode la ciudad, se esta-blece que: «De aquíadelante para siemprejamás aya en la dichaçiudad de Vitoria quesea puesto un alcalde yno más pues el previle-gio de nuestra poblaciónno nos da más de uno yque aya dos regidores yun procurador de conce-jo y un merino y dosalcaldes de hermandad yun escrivano de concejoy no más y que estos sepongan para el día deSan Miguel de septiem-bre de cada un año y que duren sus oficios porun año continuo...»24.Este Capitulado supuso el fin –al menos

teórico– de las parcialidades, pero sobre todoconsolidó el control del gobierno municipalpor parte de la nobleza urbana y de loscomerciantes enriquecidos mediante la crea-ción de un órgano restringido: el Ayun -tamiento, compuesto por un alcalde, un pro-curador, dos regidores, un merino, dos alcal-des de hermandad y once diputados.Aunque el sistema de elección era el sorteo,en la práctica sólo podían participar en elsorteo los «hombres [...] más ricos e abonados ede buena fama...». En definitiva, como señalaDíaz de Durana, «son los descendientes de lanobleza urbana que anteriormente dominaba elConcejo quienes, orientados ahora por las direc-trices de una monarquía nacional fuerte en cuyoaparato burocrático pretenden instalarse median-

te lo que podríamos llamar un «golpe de mano»,consolidan su permanencia en los órganos degobierno del Concejo creando un Ayuntamientorestringido»25.El Capitulado satisfizo a la monarquía, a

la nobleza urbana y a los ricos comerciantes

(todos ellos interesados en la pacificaciónde la villa) y alejó a las clases más popula-res del control del gobierno municipal.El ejemplo vitoriano se extendió poco

después a otras villas vascas como Bilbao(1483), Azcoitia (1484), Vergara (1490), La -guar dia (1491), Mondragón (1492), Salvatie -rra (1492), Elgóibar (1502) y Motrico (1502)e inspiró los ordenamientos jurídicos deotras muchas.

7.2 La economíaA pesar de que el nacimiento de Vitoria res-pondió a unas motivaciones de carácterfundamentalmente militar, tras el paso amanos castellanas la villa comenzó a desa-rrollar una fecunda actividad económicaque la colocó como uno de los puntoscomerciales más importantes del Nortepeninsular. No en vano, su situación central

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EXTENSIÓN DEL CAPITULADO VITORIANO DE 1476

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dentro de la ruta dirección S-N que comu-nicaba el interior peninsular con el ámbitoatlántico europeo, la colocaba en un puestoprivilegiado para el desarrollo de las activi-dades comerciales.

7.2.1 Los sectores de actividad en VitoriaUna de las características que mejor definenel paisaje alavés y su aptitud para el apro-vechamiento agrícola y ganadero es lavariedad. Su posición de nexo entre las tie-rras abruptas del Norte y los espacios llanosdel Sur convierten a Álava en una tierra conmultiplicidad de ambientes, lo que se refle-jó en un muy distinto aprovechamiento delas tierras según zonas26.Podemos diferenciar el territorio alavés

en tres grandes sectores o áreas. En primerlugar, nos encontramos con el espacio mon-tañoso del Norte, en el límite con las provin-cias de Vizcaya y Guipúzcoa. Se trata de unárea de orografía bastante abrupta, convalles encajados y fuertes pendientes. Porotro lado, el excesivo régimen de lluvias y lastemperaturas dificultaban también las labo-res agrícolas, de lo que se derivó en la EdadMedia una preferencia por la ganadería y elaprovechamiento forestal, actividades éstaspara las que el territorio sí estaba dotado.Al Sur de la provincia encontramos otra

área peculiar: la Rioja Alavesa. Situada alSur de la Sierra de Cantabria y dentro de laDepresión del Ebro, la Rioja Alavesa tuvodesde bastante pronto una clara vocaciónvitícola por las especiales características desus suelos y de sus condiciones climáticasmediterráneas, con un régimen pluviomé-trico reducido y unas altas temperaturas enel verano. Aunque la expansión del viñedose produjo fundamentalmente desde lasegunda mitad del siglo XVI y el siglo XVII,su origen arranca en la Baja Edad Media.Entre ambas zonas de la provincia, apa-

rece por último un gran espacio central queabarca las comarcas de la Llanada Alavesa(la más amplia y poblada), los valles occi-

dentales alaveses, la Montaña (en el límitecon Navarra) y Treviño. En este espaciocentral, en el que se localiza Vitoria, es en elque vamos a centrar ahora la atención.Se trata de una zona con altitudes que

oscilan entre los 400 y los 800 metros. Por loque se refiere al relieve, frente al carácterabrupto de los valles cantábricos del Norte,en esta zona central (especialmente en laLlanada) los protagonistas son los espaciosllanos y abiertos. Estas características, ade-más de la presencia de suelos silíceo-arcillo-sos con buena cantidad de materia orgánicaconvirtieron a este sector en la zona másfértil de la provincia.El cultivo fundamental en la Llanada a lo

largo de la Edad Media fue el cereal: prefe-rentemente trigo, aunque también cebada,alfalfa y otros cereales secundarios. Lascondiciones climáticas también le eranfavorables, con primaveras y otoños húme-dos, veranos secos y calurosos e inviernosfríos pero no excesivamente duros por lainfluencia oceánica.Junto al cereal se cultivó también el lino

y la vid. A pesar de que las heladas inver-nales y las frecuentes nieblas no son las con-diciones más favorables para la vid, en laEdad Media este cultivo estuvo presente enla Llanada para evitar en la medida de loposible tener que abastecerse de él, dado sualto coste. Para su producción se escogieronpreferentemente las márgenes de los ríos.Por lo que se refiere a la ganadería, en

Vitoria como en el conjunto de la Llanada laexplotación ganadera quedó relegada fren-te a la agrícola, para la cual el territorio eramucho más apto. Los ganados aprovecha-ron por lo general áreas marginales másabruptas. Las principales especies dedica-das al consumo eran las aves y, después,puercos, ovejas, carneros y novillos. Ade -más, hay que tener en cuenta que los ani-males no se utilizaban exclusivamente paracarne, sino que también se empleaban algu-nos de sus derivados para la alimentación

7. Sociedad y economía en la Vitoria medieval

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(huevos, grasa, leche, queso) y tambiénpara diversas manufacturas: cuero, lana.Por último, los animales participaban acti-vamente en las labores agrícolas como fuer-za de tiro y transporte.En relación con la riqueza forestal, los

testimonios nos muestran un progresivoempobrecimiento de los montes cercanos aVitoria, tanto por las ferrerías como por elconsumo particular para procurarse leña ocarbón vegetal. Así, en el siglo XV se esta-blecieron multas para evitar la tala masivadel monte con estos fines: «...e los otros quesuelen faser carbon que ellos nin alguno dellosnon fagan carbon de aqui adelante en los montes

sopena de seyscientos maravedis e queyaga dies dias en la cadena...»27.Por otra parte, el monte ofrecía

otra serie de posibilidades, comoera el aprovechamiento de castañaso bellotas, madera para la construc-ción, etc. En Vitoria existieron leña-dores profesionales que se dedica-ban a la tala de árboles para abaste-cer a los vecinos de Vitoria y deotras zonas fuera del alfoz.Aunque la típica imagen medie-

val nos muestra una clara oposiciónentre los espacios rurales y losnúcleos urbanos, en realidad lasvillas medievales tuvieron unaintensa relación con su espaciorural adyacente. En el caso deVitoria, situada en la fértil LlanadaAlavesa, la importancia de su sectorprimario fue fundamental para eldesarrollo de la villa.En su conocida obra Vitoria a

fines de la Edad Media, R. Díaz deDurana28 realiza un meticulosoestudio de la división de la pobla-ción vitoriana por su sector de acti-vidad basándose en dos fuentes.Por un lado, las Actas Municipalesde 1428/29; por otro, la relaciónnominal de los vecinos pertenecien-

tes a la Cofradía de Nuestra Señora delCabello de 1433. En ambas fuentes se hacerelación a las profesiones de los vecinosvitorianos y, aunque son incompletas y enalgunos casos sesgadas, nos ofrecen unainformación fundamental para el conoci-miento de la villa en aquellos años.Tras una primera lectura, el cuadro pare-

ce confirmar la típica imagen a la que antesaludíamos: una villa centrada en sus activi-dades industriales y comerciales. Sinembargo, es necesario realizar una serie deaclaraciones. En primer lugar, los datosrecogidos en ambas fuentes hacen referen-cia a aquellas personas que viven dentro de

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la ciudad, sin tener en cuenta a los que noson vecinos o no viven dentro de la misma,lo cual limita la presencia de labradores, yaque muchos de ellos vivían en los arrabaleso redovas alrededor de la villa.Por otra parte, como señala Díaz de

Durana, es muy probable que muchos delos vecinos a los que se cita con diferentesoficios como cordeleros, herreros, etc. fue-ran a la vez propietarios de tierras en elalfoz, pudiendo ser ellos mismos los encar-gados de su cultivo o bien contratar a otraspersonas para que lo hicieran. En cualquiercaso, fuera de un modo u otro lo que estáclaro es que el número de labradores en laVitoria medieval fue bastante más numero-so que lo que las cifras de este cuadro indi-can.A pesar de ello, las actividades que

caracterizaron la economía de Vitoriadurante la Edad Media fueran las relaciona-dos con los sectores secundario y terciario.Por lo que respecta al secundario, las rela-

ciones de oficios de las Actas y de laCofradía de Nra. Sra. del Cabello nos mues-tran diversos ámbitos de actividad.El más numeroso fue el del metal, dentro

del cual se incluyen ferreros, caldereros,cuchilleros, cerrajeros, armeros, etc. Destacala importancia relativa de los ferreros, dedi-cados fundamentalmente al herraje de lasbestias de carga y a la fabricación de instru-mentos agrícolas.El segundo grupo en importancia fue el

de las actividades relacionadas con la piel:pelejeros, adobadores, zapateros, correros,etc. Estos profesionales trabajaban con lamateria prima en bruto hasta conseguir elproducto final. Como en otras muchas ciu-dades, su actividad iba unida a molestiaspara los demás vecinos (insalubridad, olo-res), lo que determinó que a fines de la EdadMedia las tenerías fuesen trasladadas alexterior de la villa, al igual que ocurrió conlos sogueros y con los hornos y fraguas,estos últimos por el riesgo de incendio.

Un tercer grupo es el de la construcción(pintores, carpinteros, canteros) cuya activi-dad se dirigía tanto a la construcción yreparación de viviendas como al manteni-miento de los muros de la ciudad.Los profesionales dedicados a las activi-

dades textiles tuvieron también un gran pesoen la villa. En todo caso, no se trató de unartesanado dedicado a la producción depaños para la exportación, sino sólo para elabastecimiento de la villa. Sin embargo, enel año 1497 sí se produjo un intento por ins-talar en Vitoria un verdadero artesanadotextil (con sesenta telares) que pudiesefabricar paños en tal cantidad que permitie-ra la exportación de los mismos. Este inten-to se enmarca dentro del contencioso quemantuvieron en Castilla los exportadoresde lana (interesados en sacar el productofuera de Castilla) y los artesanos textiles(que trataban de procesar ellos mismos lamateria prima). Aunque en el conjunto deCastilla los artesanos consiguieron hacervaler sus intereses, en el caso concreto deVitoria el intento por instalar la industriatextil no alcanzó todo su desarrollo precisa-mente por la presión en contra de los expor-tadores.Por último, dentro del sector secunda-

rio, podemos aludir a otra gran variedadde oficioos que incluyen plateros, sogue-ros, cesteros, veleros o albarderos. En con-junto, por tanto, la Vitoria medieval desa-rrollaba una intensa actividad artesanalque se manifiesta tanto en el porcentaje devecinos implicados en ella, como en lavariedad de los profesiones.Por lo que respecta al sector terciario,

resulta conveniente realizar de nuevo algu-nas aclaraciones. En las Actas del Concejode 1428/29 el grupo al que podríamosdenominar como “profesiones liberales”(escribanos, bachilleres, notarios, abogados,etc.) resulta muy abundante. Según indicaDíaz de Durana, es probablemente el únicocaso de profesiones en las que aparecen

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reflejados todos sus miembros. Ello se debeal prestigio que estos oficios poseían dentrode la villa y a su permanente presencia den-tro de los ámbitos de decisión de la misma:alcaldía, regimiento, escribanos del concejo,etc. Son en gran parte miembros de lapequeña nobleza urbana y utilizan su pres-tigio y su influencia tanto en el campo polí-tico como en el económico.Pero si la importancia de este grupo

podría estar exagerada, lo contrario ocurrecon otros sectores de actividad que apenasaparecen, como son los mesoneros, taberne-ros y, en general, los vecinos dedicados a lahospedería, a pesar de su presencia conti-nua en la documentación. Vitoria, por suposición privilegiada como cruce de cami-nos, desarrolló una continua actividad dehospedería para todos aquellos individuosdedicados al transporte de mercancías. Dehecho, la ciudad cuidó mucho de que lahospedería se realizase únicamente en elinterior de los muros, prohibiendo incluso alos habitantes de los arrabales que ejercie-sen dicha actividad.Entre los otros muchos oficios que se

citan en el sector terciario (criado, barbero,arriero, mercadero, especiero, campanero,montero) destaca el de los carniceros, condiez vecinos dedicados a esta actividad enlas Actas de 1428/29 y una más en laCofradía de Nra. Sra. del Cabello. Se trata-ba de un grupo no sólo numeroso sino tam-bién influyente, participando habitualmen-te en los cargos de oficiales del Concejo.

7.2.2 Vitoria como centro mercantilAl comienzo de este apartado sobre la eco-nomía, pusimos de relieve la importanciade la situación central de Vitoria en losintercambios del Norte peninsular. Aunquea grandes rasgos esta realidad se mantuvodurante toda la Edad Media, hay que reali-zar una serie de matizaciones que resultanfundamentales para comprende los diver-sos papeles que a Vitoria le tocó vivir.

Hasta el siglo XIII el Camino de Santiagofue la vía económica y comercial más impor-tante del Norte peninsular, en la cual Vitoria–si bien no estaba exactamente sobre el cami-no de peregrinos– participó activamente.Pero el momento clave para el despeguecomercial vitoriano se produjo durante elsiglo XIII, cuando el eje Este-Oeste es susti-tuido por otro nuevo Sur-Norte, que poníaen relación el interior peninsular con lospuertos de la Europa Atlántica. A esta nuevarealidad responde la institucionalización delHonrado Concejo de la Mesta en 1273 y lacreación de la Hermandad de la Marina deCastilla con Vitoria en 1296, en la cual parti-cipaban varios puertos de la costa cantábricay un único núcleo urbano del interior:Vitoria. Como señala E. Fernández de Pine -do: «Ambos fenómenos testimonian la estructu-ración de un entramado económico diferente alque había funcionado en la época en que florecíael llamado Camino de Santiago y que ahora teníacomo puntales a los ganados trashumantes, a lalana enviada a Flandes y al hierro vasco. A cam-bio se traían productos manufacturados, básica-mente paños»29. Según este mismo autor, lanecesaria colaboración entre los núcleos cos-teros y los interiores en las labores comercia-les tiene su base también en el camino deSantiago. En la época de florecimiento deesta vía de comunicación fueron las villasinteriores las que alcanzaron un mayor desa-rrollo económico y, por tanto, una más altaacumulación de recursos necesarios para elcomercio (capitales y técnicas). Cuando elEje E-O es sustituido por el S-N las villas cos-teras –hasta aquel momento poco desarrolla-dos– necesitaron del concurso de los capita-les de las villas del interior, las cuales con fre-cuencia impusieron duras condiciones a lospuertos costeros, tratando de mantenerlescomo meros “transportistas”.Durante la crisis del siglo XIV, el sector

que menos afectado se vio fue el del comer-cio exterior, como señala Díaz de Durana30.La presencia de comerciantes y mercaderes

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castellanos en las principales plazas europe-as comienza a hacerse frecuente y abundan-te; entre ellos figuran numerosos comercian-tes alaveses y, sobre todo, vitorianos, espe-cialmente en Inglate rra y luego cada vezmás en Flandes; en ambos casos en relacióncon la exportación de lanas castellanas.La posición de Vitoria resultaba altamen-

te favorable para consolidar su papel comocentro distribuidor de la lana hacia lospuertos del Cantábrico, especialmentehacia el vizcaíno de Bermeo y el guipuzco-ano de Deva. Así ocurrió hasta finales delsiglo XIV, porque durante el siglo XV elpanorama va a cambiar notablemente, co -mo ya se apuntó de forma somera en elapartado dedicado a las comunicaciones dela villa. El enfrentamiento entre la decaden-te villa de Bermeo y la pujante de Bilbao sedecidió finalmente a favor de la segunda.Este proceso había tenido comienzo en 1310cuando doña María López de Haro, señorade Vizcaya, obliga a que los que utilizasenel camino que desde Pancorbo y pasandopor Orduña conducía a Bermeo, a que pasa-sen por la villa de Bilbao31. Dado que lasalida de las mercancías por el puerto de

Bilbao acortaba en un día el camino dePancorbo a Bermeo, pronto los comercian-tes y mercaderes prefirieron utilizar aquelpuerto. Pero esta pujanza de Bilbao sobreBermeo tuvo también consecuencias sobreVitoria, dado que los comerciantes burgale-ses comenzaron a utilizar también la víaBurgos-Bilbao, frente a la más larga Burgos-Vitoria-Bermeo. Comien zan entonces en -fren ta mientos sin fin entre Vitoria y Orduñapor hacerse con el tráfico de las mercancíasdesde el interior peninsular hacia los puer-tos cantábricos, culminando el proceso en lasentencia arbitral de 1464 en la que se esta-blece que todas las mercancías que nodeban diezmos a la Corona puedan circularpor donde lo deseen, mientras el restodeberían hacerlo por Orduña. Esta senten-cia –como acertadamente señala Díaz deDurana– supuso para Vitoria el principiodel fin de su cuasi-monopolio sobre elcomercio castellano del Norte peninsular32.Lo que se materializó, en definitiva, fue eldesplazamiento en dirección Oeste del ejeinterior-costa, teniendo como puntos dereferencia a la ciudad de Burgos y la villa deBilbao. Poco después de la sentencia, en

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VILLAS PARTICIPANTES EN LA HERMANDAD DE LA MARINA DE CASTILLA CON VITORIA

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1466, Enrique IV hacía franco el tradicionalmercado de los jueves, lo cual –además depara favorecer el abastecimiento de la villa–puede estar en relación con un deseo defavorecer la posición de Vitoria como centrode intercambio a nivel regional e interregio-nal, una vez perdido su papel en el comer-cio exterior que, por aquellas fechas, alcan-zaba su mayor apogeo.

7.2.3 El abastecimiento de la villa y las me didasde protección y monopolioUno de los principales problemas al que sevieron abocados los concejos de las villasmedievales fue el del correcto abasteci-miento de sus habitantes. Lejos de la ideade la «autarquía» urbana, lo cierto es que

las villas y ciudades tuvieronsiempre dificultad para abastecer-se de aquellas materias que noeran capaces de producir. Aunqueel caso de Vitoria no era tan acu-ciante como el de otras villas delPaís Vasco (como Bilbao) donde elcereal era prácticamente inexisten-te, los problemas también se pre-sentaron. En el propio fuero serecogen una serie de normas quefacilitan la explotación de losrecursos del término, así como laactividad comercial, fundamentalpara un correcto aprovisionamien-to de mercancías. Pero la villa, porsu parte, generó una serie demedidas de tipo monopolístico yproteccionista con el fin de facili-tar su abastecimiento y, al tiempo,favorecer sus productos frente alos foráneos.Una de los problemas de abas-

tecimiento que más se repitió en laEdad Media fue el del vino. Vitoriano era capaz de producir todo elvino que consumía y, por ello,debía importarlo de otras zonas33.Así, en 1283 el infante don Sancho

reconocía que, desde tiempos de AlfonsoVIII, Vitoria traía el «vino e todo la otra viandaque aviedes menester de Navarra ed de los otroslugares de fuera del regno, por razón que vossodes poblados en cabo del regno e es tierra demontaña do no a viñas e bivides por acarreo».Dado que Vitoria fue creada como una fun-dación navarra, los vitorianos tenían la cos-tumbre de comprar su vino en Navarra.Pero al pasar a señorío castellano, los conce-jos productores de vino de Castilla protesta-ron contra la costumbre de Vitoria de traersu vino de Navarra, cuando la norma gene-ral prohibía traer vino de fuera de Castilla.Ello produjo pleitos sin fin entre Vitoria ylos concejos productores (sobre todo rioja-nos). Estos últimos buscaban proteger sus

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VISTA DE LA CALLE CUCHILLERÍA, UNA DE LAS

CALLES CREADAS EN LA AMPLIACIÓN DE 1248

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intereses (amparados en la normativa gene-ral) y Vitoria buscaba aprovisionarse devino al precio más barato posible. Tantocuando las disposiciones fueron favorablesa Vitoria, como cuando no, el caso es que lavilla alavesa importó de forma habitualvinos navarros, ocasionando continuos con-flictos con los concejos riojanos.Pero el problema del vino no se termina-

ba aquí. La villa, por su parte, ejercía unapolítica proteccionista con respecto a suspropios caldos, Así, a principios del sigloXV el concejo de Vitoria estableció unaordenanza que favorecía la venta del vinopropio (protegido) frente al foráneo. Apesar de las fuertes multas impuestas, loshidalgos vitorianos se negaron a cumplir lanormativa y protestaron ante el rey en 1409,aunque el resultado fue favorable a la villa.En todo caso, el problema no debió quedarresuelto pues en 1476 volvió a plantearse ensimilares términos.Los intentos por lograr el monopolio

comercial se plasmaron en diversos aspec-tos, entre ellos la obligatoriedad del paso delas mercancías por la ciudad, no pudiendodetenerse en las aldeas y, como consecuen-cia, tampoco en los mesones que los hidal-gos poseían en ellas. Este paso obligatorio(tanto para los mercaderes que llevaban sus

mercancías a Europa por los puertos cantá-bricos como para los pequeños comercian-tes regionales) suponía una jugosa fuentede ingresos para la ciudad a través delcobro de los impuestos correspondientes:alcabalas, diezmos de la mar, impuestosconcejiles, etc. Por otra parte, el paso obli-gado de los comerciantes favorecía tambiénlas actividades terciarias antes señaladas(mesones, hospederías) cuyos ingresosrepercutían en la villa.Como último punto –y de forma com-

plementaria a las medidas proteccionistas ymonopolísticas– cabe señalar también elcontrol sobre los pesos y medidas. Vitoriallegó a prohibir a los habitantes del alfoz –ymás concretamente a los escuderos– quetuvieran pesos de cruz para pesar hierro,acero, aceite, etc. Sólo se les permitía tenerpesos para los productos de consumo direc-to y de los que se abastecieran habitual-mente, pero no de cruz, sino con la romana,que permite un volumen de peso inferior.En definitiva, Vitoria se preocupó a lo

largo de la Edad Media de mantener correc-tamente abastecida a su población, al tiem-po que aprovechaba todos los recursosposibles –a veces al límite de la legalidad–para favorecer su posición económica y sucontrol sobre su entorno rural.

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Notas.

1. El capítulo se ha construido fundamentalmente con las informaciones de Díaz de Durana, J.R.. en

sus obras Vitoria a fines de la Edad Media (1428-1476), Vitoria, 1984. y Álava en la Baja Edad Media.

Vitoria, 1986.

2. Id. Ibid. p. 58.

3. Floranes, R.: Memorias y Privilegios de la M.N. y M.L. ciudad de Vitoria, Biblioteca de Historia Vasca,

Madrid, 1922. p. 54.

4. Landázuri Romarate, J.J.: Historia civil de la M.N. y M.L. Provincia de Álava, Vitoria, 1798. Reed.

Excma. Diputación Foral de Álava, Vitoria, 1976.

5. Vidaurrazaga e Inchausti, J.L. de: Nobiliario Alavés de Fray Juan de Victoria. Siglo XVI. Compendio his-

tórico nobiliario de la obra “Comienzan los libros de la Antigüedad de España, etc” de Fray Juan de Victoria,

especialmente en lo tocante a la Provincia Alavesa y a su capital de Vitoria. Ed. Separada del Volumen VI

del Diccionario Onomástico y Heráldico Vasco. Editorial “La gran Enciclopedia Vasca”, Bilbao, 1975.

pp. 163-164.

6. Archivo Municipal de Vitoria, Secc. 5, Legt. 23, nº 46 (1476). Recogido en Díaz de Durana, J.R..:

Vitoria a fines de la Edad Media... Op.cit. p. 61.

7. Villimer, S.: Documenta Alavae Latina, Vitoria, 1975, pp. 65-69, doc. nº 20.

8. Imizcoz, J.M. y Manzanos, P.: Historia de Vitoria. Txertoa, San Sebastián, 1998. p. 52.

9. Díaz de Durana, J.R..: Vitoria a fines de la Edad Media... Op.cit. p. 76.

10. González Mínguez, C.: “La fundación de villas y el desarrollo urbano en el País Vasco (siglos XII-

XV), en Historia del País Vasco. Edad Media (siglos V-XV). Hiria, San Sebastián, 2004. pp. 296-297.

11. Portilla, M.: Por Álava a Compostela. Una ruta europea: del paso de San Adrián, al Ebro. Diputación

Foral de Álava, Vitoria, 1991. p. 203.

12. Díaz de Durana, J.R..: Vitoria a fines de la Edad Media... Op.cit. pp. 80-86.

13. Cantera Burgos, F.: “Las juderías medievales en el País Vasco”, en Sefarad, XXXI, 1971, p. 294.

14. Floranes, R.: Memorias y Privilegios... Op.cit. p. 88.

15. Izquierdo Benito, R.: “Los judíos de Vitoria en el S. XV”, en Congreso de Estudios Históricos

Vitoria en la Edad Media. Vitoria, 1982. p. 653-663.

16. Rojo Tudela, E.: “La Aljama de Vitoria”, en Congreso de Estudios Históricos Vitoria en la Edad

Media. Vitoria, 1982. p. 747-760.

17. Izquierdo Benito, R.: “Los judíos de Vitoria en el S. XV”, Op.cit. p. 659.

18. Rojo Tudela, E.: “La Aljama de Vitoria”, Op.cit. p. 752-753.

19. Díaz de Durana, J.R..: Vitoria a fines de la Edad Media... Op.cit. pp. 86-87.

20. Para este apartado ver el interesante artículo de Díaz de Durana, J.R.: “La lucha de bandos en

Vitoria y sus repercusiones en el Concejo (1352-1476)”, en Congreso de Estudios Históricos Vitoria

en la Edad Media. Op.cit. pp. 477-500.

21. García de Cortázar, J.Á.: “El fortalecimiento de la burguesía como grupo social dirigente de la

sociedad vascongada a lo largo de los siglos XIV y XV”, en La sociedad vasca rural y urbana en el marco

de la crisis de los siglos XIV y XV. Bilbao, 1973, pp. 295-297.

22. Vidaurrazaga e Inchausti, J.L. de: Nobiliario Alavés de Fray Juan de Victoria. Op.cit.

23. Ver González Mínguez, C.: “La fundación de villas y el desarrollo urbano...” Op.cit. p. 301.

24. Id.Ibid. pp. 301-302.

25. Díaz de Durana, J.R.: “La lucha de bandos en Vitoria...” Op.cit. p. 483.

26. Para este apartado de la economía ver las obras de Díaz de Durana, J.R.: Vitoria a fines de la Edad

Media (1428-1476), Vitoria, 1984. y Álava en la Baja Edad Media. Vitoria, 1986.

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27. Actas municipales de Vitoria de 1428/29, nº 41 y 62, recogido por Díaz de Durana, J.R.: Vitoria a

fines de la Edad Media. Op.cit. p. 44.

28. Díaz de Durana, J.R.: Vitoria a fines de la Edad Media. Op.cit. pp. 66-75.

29. Fernández de Pinedo, E.: “Aspectos económicos y sociales de Vitoria y su entorno en la Baja

Edad Media”, en Congreso de Estudios Históricos Vitoria en la Edad Media. Op.cit. p. 65.

30. Díaz de Durana, J.R.. Álava en la Baja Edad Media. Op.cit. p. 249.

31. Arízaga Bolumburu, B. y Martínez Martínez, S.: Atlas de villas medievales de Vasconia. Bizkaia.

Eusko-Ikaskuntza. Bilbao, 2006. p. 27.

32. Díaz de Durana, J.R.. Álava en la Baja Edad Media. Op.cit. p. 250.

33. Ver González Mínguez, C.: “Algunos aspectos del abastecimiento de Vitoria en la Edad Media”,

en Congreso de Estudios Históricos Vitoria en la Edad Media. Op.cit. p. 565-602. y Díaz de Durana,

J.R.: Vitoria a fines de la Edad Media. Op.cit. pp. 45-46.

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