POPULISMOS LATINOAMERICANOS SIGLO XX: PERÓN Y CHÁVEZ
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POPULISMOS LATINOAMERICANOS SIGLO XX:
PERÓN Y CHÁVEZ
Autor: Txomin Fernández Brieba
Tutor: Juan Bosco Amores Carredano
UPV/EHU
Facultad de Letras
Grado en Historia
2014-2015
Juan Domingo Perón y Hugo Chávez han sido dos figuras políticas de gran
trascendencia y relevancia en la historia contemporánea de América Latina. Perón en
Argentina dio inicio a los gobiernos de carácter nacional-populista en las décadas 40-50,
y puso las bases de un nuevo modelo político, económico y social basado en una mayor
redistribución de la riqueza. Asimismo, Chávez en Venezuela, contribuyó a finales del
siglo XX a la creación de un neopopulismo de izquierdas, nacionalista y antiimperialista
y a la creación de grandes programas sociales que ayudaron a reducir las desigualdades
sociales. Perón y Chávez fueron dos figuras políticas coincidentes en varios aspectos,
origen humilde, ingreso en las Fuerzas Armadas, y una fulgurante carrera en el
estamento militar. Sus vidas se desarrollaron en contextos diferentes en el espacio
tiempo pero coincidentes al tratarse de etapas históricas de cambio, que ambos
protagonizarían, participando Perón en un movimiento contrario al gobierno imperante
y que se haría con el poder, y liderando Chávez un grupo de oficiales rebeldes, que lo
encumbrarían a la escena política. Pese a la participación de ambos en rebeliones
militares, coinciden en que obtuvieron la presidencia ganando unas elecciones
democráticas, desde dónde emprendieron grandes reformas sociales de cara a crear
nuevos modelos políticos y sociales.
Ambos gobernantes llevaron a cabo extensos programas sociales de cara a reducir la
pobreza, el desempleo, el analfabetismo, a extender la educación, sanidad. etc.
Coincidieron en crear un nuevo paradigma social, rechazando la beneficencia y la
focalización y apostando por programas de inclusión social y universalización. A pesar
de ello, las reformas sociales llevadas a cabo por sus respectivos gobiernos fueron
subsidiarias y dependientes de la economía, lo cual impidió un desarrollo autónomo y
eficaz de dichas políticas. En el caso argentino, el programa social promovido por Perón
se desarrolló gracias a las reservas de divisas generadas por la exportación de materias
primas, que una vez agotadas, y en una coyuntura económica desfavorable llevaron a la
reducción de las políticas sociales por parte del gobierno. En Venezuela las rentas
derivadas de la exportación de petróleo favorecieron la extensión de los programas
sociales; sin embargo, la dependencia de la economía venezolana sobre el monocultivo
del crudo podría llevar a la reducción de dichas políticas sociales en un contexto de
crisis económica, como está sucediendo actualmente. No obstante, las políticas sociales
llevadas a cabo por ambos gobiernos resultaron exitosas y son clave para entender la
popularidad de dos figuras políticas que han tenido gran influencia en todo el
continente.
Sumario
Introducción
1. El ascenso al poder
1.1. El ascenso de Perón: contexto nacional e internacional
1. 2. Chávez y la república Bolivariana
2. Estudio comparativo
2.1. Ascenso al poder y liderazgo
2.2. Semejanzas y diferencias en las políticas sociales
Conclusiones
Bibliografía
2
Introducción
La historia de América Latina en el siglo XX ha estado atravesada por profundos
cambios sociales, económicos y políticos. El comienzo del siglo vería un incipiente
proceso de industrialización que vendría acompañado por la aparición de nuevos actores
sociales, el nacimiento de una burguesía industrial, el surgimiento del movimiento
obrero y de los partidos de izquierdas, y el consecuente aumento de las tensiones
sociales. De este modo, en el contexto posterior a la crisis del 29 se desarrollarán de
norte a sur por todo el continente determinados gobiernos, de carácter nacional-
populista, que supusieron una ruptura con el modelo político y socioeconómico anterior.
Perón en Argentina, Vargas en Brasil o Cárdenas en México plantearían un nuevo
modelo basado en la soberanía nacional, la independencia económica –basada en la
intervención del Estado, el “desarrollismo” y la sustitución de importaciones– y el
despliegue de las políticas sociales (legislación socio-laboral, educación, salud, etc.)
sentando las bases de la extensión de los derechos sociales para gran parte de la
población que carecía de ellos. Así, entre 1930 y 1960 se instalarán gobiernos de amplia
base popular, con nuevos actores y nuevos paradigmas, caracterizados por una
conducción personalista del poder político.
Esta experiencia nacional-populista, que en la mayoría de los casos se inició con
algún golpe de fuerza, evolucionará y/o se verá truncada, desde los inicios de la década
de 1960, por regímenes militares –con la única salvedad de Colombia y Venezuela; en
México, el régimen del PRI también se endureció– que devinieron, ya en los setenta en
cruentas dictaduras.
Sin embargo, desde finales de siglo, tras la grave crisis de la deuda externa en la
década de 1980 y la consecuente imposición de duras políticas neoliberales de ajuste, se
incrementó notablemente la desigualdad estructural y el empobrecimiento de gran parte
de la población, lo que suscitará un resurgimiento del populismo nacionalista y
redistributivo frente al neoliberalismo. Tras la llegada al poder de Chávez en Venezuela
al finalizar el siglo, se producirá el ascenso de Lula en Brasil, de Evo Morales en
Bolivia, Correa en Ecuador, Néstor Kirchner en Argentina, etc. Este neopopulismo de
izquierdas coincide con el populismo clásico en su tendencia estatalista y en las
políticas sociales de inclusión, pero las diferencias son notables; entre otras, todos esos
gobiernos surgieron de elecciones democráticas y, a pesar de su visión monopolista o
monista del poder, mantienen mal que bien los sistemas representativos. El interés hacia
3
los nacional populismos y la nueva etapa en la que se encuentra América Latina, las
similitudes entre ambos fenómenos y la cotidianeidad del uso de la palabra populismo
en el día a día de nuestra política me han animado a realizar el presente trabajo.
Con el objetivo de advertir las similitudes y diferencias entre los populismos de una
y otra época, realizaré un estudio comparativo entre la experiencia de gobierno de Juan
Domingo Perón en Argentina (1946-1955) y la de Hugo Chávez en Venezuela (1998-
2013), centrada en dos aspectos básicos: la ascensión al poder y las políticas sociales.
1. El ascenso al poder
1.1. El ascenso de Perón: contexto nacional e internacional
Bisnieto de un emigrante italiano que se dedicó al comercio y nieto de un médico de
prestigio, Juan Domingo Perón nació en Lobos (provincia de Buenos Aires) en 1895. Su
padre, Tomás Perón, abandonó los estudios de medicina y se dedicó a la actividad
agropecuaria como arrendatario en Río Lobos (Patagonia), a donde se trasladó con su
mujer Juana Sosa, madre de Perón, una joven campesina mestiza, y sus dos hijos. Las
primeras impresiones de Juan Domingo niño, según su propio testimonio, se relacionan
con la dureza de las condiciones de vida y de trabajo de las gentes en esa tierra.
Con apenas nueve años fue enviado por sus padres a casa de su abuelo, en Buenos
Aires, para comenzar sus estudios primarios. Al cumplir los 15 años decidió ingresar en
el Colegio Militar, y en 1911 se convirtió en cadete. Dos años después se graduaba
como subteniente de infantería, arma elegida por los jóvenes de clase media baja, a
diferencia de la caballería que era elegida por los jóvenes de clase media alta.1Perón no
destacó como alumno brillante pero debido a su esfuerzo y dedicación en el trabajo
consiguió ascender; en 1915 fue promovido a teniente, en 1925 a capitán y en 1926
ingresó en la Escuela Superior de Guerra.2
Con el golpe militar del general Félix Uriburu del 6 de septiembre de 1930, que
derrocó al desprestigiado presidente radical Hipólito Irigoyen, el ejército inició su
presencia directa en el control de los gobiernos de Argentina hasta 1983. Uriburu puso
en marcha un gobierno de tinte fascista-corporativista, fuertemente represivo, que fue
apoyado por la cúpula militar y la oligarquía tradicional pero también por el sindicato
socialista. En noviembre de 1931 se celebraron elecciones que dieron la presidencia, en
1 Page (1984:32-36); González (1992: 11-16).
2 Martínez Díaz (1987:6).
4
medio de fuertes acusaciones de fraude, al general Agustín P. Justo. Ni uno ni otro
gobierno responderán a las expectativas del movimiento nacionalista, fascista y
defensores de las ideas corporativas que había crecido mucho en el país en la última
década.3
La crisis mundial de 1929 afectó gravemente a Argentina. Las exportaciones pasaron
de un valor superior a los mil millones de pesos de oro en ese año hasta los 570
millones de 1932. Esta caída afectó muy seriamente al sector ganadero, lo que llevó al
gobierno de Justo a firmar con Gran Bretaña el tratado Roca-Runciman (1933), por el
que el comercio de la carne quedó en manos de los ingleses al mismo tiempo que éstos
veían renovadas concesiones monopólicas sobre el transporte público de la provincia de
Buenos Aires, la red eléctrica y otros servicios públicos. La economía tradicional
agroexportadora argentina agonizaba y la crisis supuso el incremento de los reclamos
nacionalistas y proteccionistas.4
A pesar de la mayor dependencia de Inglaterra, la crisis se vio superada antes que en
otros países de la región. A ello contribuyeron, por un lado, medidas financieras como
la devaluación del peso, el abandono del patrón oro y el control de cambios, y también
una política económica de carácter estatalista: se creó el Banco Central de la República
Argentina y una serie de organismos reguladores (Junta Nacional de Granos, Junta
Nacional de Carnes, etc.) y empresas públicas (Fabricaciones Militares, Altos Hornos
Zapla, etc.). El descenso de las importaciones motivó el inicio del proceso de
industrialización en el cinturón de Buenos Aires que fomentaría el éxodo rural, al
mismo tiempo que supuso el fortalecimiento del movimiento obrero, del socialismo y
anarquismo. En 1943, la producción industrial superaría al sector agropecuario por
primera vez en la historia argentina. De todas formas, todo el periodo conservador de
los gobiernos de Uriburu, Justo (1933-38), Roberto M. Ortiz (un civil, 1938-40) y
Ramón Castillo (1940-43) ha pasado a la historia argentina con el calificativo de la
“década infame”, por los graves y continuados escándalos de corrupción económica y
política.5
En ese contexto Perón continuó su carrera: en 1931 fue ascendido a mayor y sirvió
como ayudante del jefe del estado mayor y ayudante de campo del ministro de guerra.
Pero destacó sobre todo como profesor en la Escuela Superior de Guerra, demostrando
3 Martínez Díaz (1987: 20-21).
4 Martínez Díaz (1987: 22-23).
5Cattaruzza, (2001: 101-133).
5
su valía para la docencia y su capacidad para la oratoria, además de publicar varios
libros de historia militar.6 En 1936 fue nombrado agregado militar de la embajada
argentina en Santiago de Chile, donde residió hasta 1938. El año siguiente, 1939, resultó
clave en su biografía: se trasladó como agregado militar a Italia, donde permaneció un
año, y a continuación realizó un pequeño periplo por diversos países europeos
(Alemania, Hungría, Francia, Yugoslavia, Albania y España). La estancia en Italia tuvo
mucha influencia en él, sintiéndose especialmente atraído por el fascismo. Como
escribiría años después: “El fascismo italiano llevó a las organizaciones populares a una
participación efectiva en la vida nacional, de la cual había estado siempre apartado el
pueblo”.7 Sin duda, tenía en mente el paralelismo con el caso argentino.
En 1939 el gobierno de Castillo tuvo que hacer frente al estallido de la Segunda
Guerra Mundial. Argentina se declaró neutral, lo que causó las reticencias de Estados
Unidos y dividió a la sociedad entre intervencionistas –sobre todo la oligarquía
tradicional, que reclamaba entrar en la guerra al lado de Gran Bretaña y Estados
Unidos– y neutralistas (la nueva burguesía industrial), en realidad simpatizantes del Eje.
Dentro del ejército, aunque había sectores adscritos al radicalismo y al liberalismo
conservador en el poder, la mayoría de los jefes y oficiales más jóvenes eran pro proeje
y cercanos al fascismo, como el mismo Perón, debido en parte a la influencia prusiana
en la formación de dichos militares, y también al repudio hacia los liberal-
conservadores de la “década infame”. Al mismo tiempo, la oposición al gobierno y al
Eje se uniría en un “frente popular” antifascista, la Unión Democrática, que incluyó a
socialistas, comunistas y radicales principalmente.8
En este contexto, la joven burguesía industrial, de tendencias nacionalistas y
simpatizantes del fascismo, buscaría en el ejército un apoyo político, que encontró en
los jóvenes oficiales nacionalistas, entre los que surgió, en 1943, el Grupo de Oficiales
Unidos o Grupo Obra de Unificación, más conocido como GOU. Perón, que a su
regreso de Europa en 1940 fue enviado a Mendoza para servir de profesor en una
escuela de instrucción de montaña, donde conocería al general Edelmiro Farrell y al
teniente coronel Domingo A. Mercante, se incorporó al GOU y en poco tiempo
consiguió hacerse fuerte en su dirección. El GOU, guiado por una visión nacionalista y
ligado al fascismo, rechazaba la guerra que se estaba desarrollando y pretendía frenar el
6 Page (1984:46); González (1992: 15).
7 González (1992: 17-18).
8Cattaruzza, (2001: 133-139).
6
estallido de una “revolución comunista "que, pensaban, acabaría provocando el corrupto
gobierno de Castillo. De este modo, el 4 de junio de 1943,un fuerte contingente militar
dirigido por el general Rawson obligaría a Castillo a renunciar, tomando el poder el
general Pedro P. Ramírez.9
El nuevo gobierno militar nació sin la participación civil, y desde el principio hizo
énfasis en la denuncia de la corrupción moral del anterior gobierno impulsando el
restablecimiento de la moralidad pública, y llevando a cabo la represión contra los
movimientos izquierdistas y sectores liberales. En el nuevo gobierno Perón, apoyado
por Farrell, obtendría la Secretaría de Trabajo y Previsión, cargo desde el cual llevaría a
cabo las reformas laborales y económicas que lo lanzarían a obtener el respaldo de gran
parte del movimiento obrero.10
El nuevo gobierno, del que formaba parte Perón, desde el principio reprimió y
persiguió al movimiento obrero y al sindicalismo, representado mayoritariamente por la
CGT, la cual estaba dividida entre socialistas y comunistas. El gobierno pretendía que
los gremios laborales dejaran a un lado las actividades políticas, así los gremios
empezaron disgregándose. Desde la Secretaría de Trabajo, Perón emprendió la labor de
atraer los sindicatos hacia el gobierno, iniciando contactos con sindicalistas y
gremialistas. Su objetivo, influenciado por las ideas corporativistas de la dictadura de
Primo de Rivera en España y el fascismo italiano, consistía en resolver los problemas
sociales mediante el acuerdo entre empresarios y trabajadores con la mediación del
Estado. Perón llevaría a cabo una política de conciliación que conduciría a la
transformación del sindicalismo: entre 1943 y 1945 logró que se firmara el mayor
número de convenios laborales de la historia argentina, que beneficiaron entre otros a
los obreros de sectores clave como los de la industria frigorífica o los ferrocarriles.11
Al
mismo tiempo, Perón emprendería una serie de reformas legislativas que cumplirían con
las reivindicaciones de la clase obrera: la indemnización por despido, aumentos
salariales, vacaciones anuales, mejoras en las jubilaciones o el Estatuto del Peón
Urbano, entre otras medidas. Incluso los trabajadores del campo experimentarían por
vez primera la protección del Estado con el Estatuto del Peón, gracias al cual verían sus
salarios duplicarse provocando la irritación de la oligarquía latifundista tradicional.12
9Martínez Díaz (1987: 33-34).
10Martínez Díaz (1987: 35-36).
11González (1992: 37-39).
12 Martínez Díaz (1987: 40-43).
7
De este modo, el prestigio y popularidad del coronel Juan Domingo Perón entre las
clases trabajadoras fue en aumento, al mismo tiempo que imprimía un carácter amable
al nuevo régimen y lo dotaba de cierta legitimidad. Perón tenía el respaldo popular y de
la nueva burguesía industrial, pero se encontró con la firme oposición de una coalición
de partidos que rechazaban su autoritarismo, abarcando desde la oligarquía latifundista
hasta los partidos tradicionales o el partido comunista, fuertemente castigado por el
gobierno militar.13
La fuerza de la oposición y la presión de un sector de los militares llevarían a Perón a
presentar su renuncia. Su marcha provocaría una fuerte crisis entre el gobierno y el
movimiento obrero, que apoyaba a Perón y salió en su defensa reclamando su retorno.
Perón fue detenido y enviado a la isla de Martín García y de ahí lo trasladarían al
Hospital Militar, en un contexto conflictivo en el que los partidarios de Perón se
enfrentaban a sus detractores. Así las cosas, la CGT no exenta de debate interno,
decidiría apoyar a Perón convocando una huelga general de 48 horas; las masas de
trabajadores salieron a la calle, tomaron el centro de la ciudad y se plantaron en la sede
del gobierno, en la Plaza de Mayo de Buenos Aires reclamando la vuelta de Perón. El
gobierno se vio obligado a ceder y Perón fue liberado. En la noche del 17 de octubre de
1945 Perón, trasladado al palacio presidencial, se dirigía a su adicta masa popular.14
A finales de 1945 Farrell convocaría elecciones para 1946 a las cuales se presentaría
Perón con el apoyo de Farrell. Sin embargo, Perón carecía del aval de un partido
político y tampoco tenía el apoyo mayoritario del movimiento obrero, dividido entre
comunistas y socialistas. La oposición, en cambio, fue a estas elecciones agrupada en la
Unión Democrática, formada por un amplio abanico contrario a Perón, en el cual
estaban desde la UCR hasta los socialistas, los comunistas y sectores de la derecha
tradicional. Dicha coalición gozaba de amplio apoyo de la sociedad argentina
presentándose como el dique de contención frente a lo que presentaron como tendencias
fascistas y nazis de Perón. A su vez, Perón conseguiría apoyarse en el Partido Laborista,
recién fundado por dos sindicalistas conocidos, y obtendría el apoyo de sectores
radicales y de grupúsculos fascistas. La balanza estaba, a priori, en el lado de la Unión
Democrática, pero el apoyo brindado a ésta por el embajador estadounidense Braden y
su oposición a Perón relacionándolo con el nazismo y el fascismo supuso una ayuda
inapreciable para Perón. Así, la actuación e injerencia externa del embajador
13
Martínez Díaz (1987: 44-45). 14
González (1992: 43-45).
8
estadounidense motivó un nacionalismo exacerbado y llevó a plantear las elecciones
como un duelo entre Perón y Braden. La coalición presidida por Perón obtuvo la
victoria con alrededor del 52% de los votos frente al 42% de la Unión Democrática,
siendo elegido Juan Domingo Perón presidente de Argentina.15
Juan Domingo Perón asumió la presidencia el 4 de junio de 1946 prometiendo
reformas sustanciales para la economía del país y para la clase trabajadora sin poner en
duda el sistema económico imperante.
1. 2. Chávez y la república Bolivariana
En 1958, el general Pérez Jiménez fue desplazado del poder en Venezuela y se dio
comienzo a una nueva etapa política que estaría marcada por el llamado Pacto de Punto
Fijo, acuerdo entre las principales fuerzas políticas del país –la Acción Democrática, de
tendencia socialdemócrata, dirigida por Betancourt, y el Copei democristiano liderado
por Rafael Caldera– que acordaron un pacto de gobernabilidad creando un sistema de
alternancia bipartidista de cara a mantener la estabilidad, para lo que también acordaron
excluir del sistema al partido comunista, que se había convertido en una fuerza
relevante. Se estableció así un régimen político revestido de democracia en el que se
garantizaría la estabilidad y los intereses de las élites del país, pero limitando seriamente
la creciente fuerza de los movimientos sociales y obreros. Este régimen bipartidista dio,
no obstante, estabilidad política al país por cuarenta años.16
En los años siguientes, hostigados por el ejército, en el contexto latinoamericano de
la Guerra Fría y fuertemente influenciados por la revolución cubana, los grupos
izquierdistas pasaron a la clandestinidad y optaron por la vía armada para instaurar el
socialismo en Venezuela. De este modo surgirían organizaciones como el Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR), las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional
(FALN) del partido comunista, el Partido de la Revolución Venezolana (1966) y otras
menores. En el seno de las Fuerzas Armadas también surgieron grupos y corrientes
internas que exigirían reformas sociales y un diferente modelo político y social. Estos
sectores militares progresistas, nacionalistas e incluso socialistas –mantendrán
relaciones con el partido comunista–protagonizarían asonadas y rebeliones contra el
Estado Puntofijista como el Guairazo o el Carupanazo en 1962. No obstante, tanto la
actividad guerrillera como las asonadas militares fracasaron y, faltas de apoyo popular,
15
Martínez Díaz (1987: 49-52). 16
Caballero (2003: 133-161).
9
llevaron a la izquierda a la ilegalidad y a debatirse entre continuar con la vía armada o
participar en la vía parlamentaria.17
Durante la segunda mitad del siglo XX las rentas derivadas de la venta de petróleo
generaron ingentes recursos, sobre todo en la década de los 70, que darían por
sobrenombre al país Venezuela Saudita. No obstante, a pesar del alto precio del crudo y
de las divisas generadas gracias a su venta, la deuda del Estado no paró de crecer y, tras
la llamada segunda crisis del petróleo –que afectó especialmente a los países
productores– estalló la crisis económica en 1983, que supuso una fuerte devaluación del
bolívar. La incapacidad del Estado para acabar con la dependencia petrolera, la
corrupción generalizada y el aumento constante de la deuda debilitaron la economía
venezolana. Para hacer frente a esa situación y bajo la subida imparable de la deuda
pública y privada, los gobiernos impulsarían fuertes medidas de ajuste bajo la tutela del
FMI, que condujeron al desmantelamiento de programas estatales, la desregulación
laboral, la reducción del presupuesto del gasto social o la privatización de los servicios
sociales. La implementación de estas políticas produjo un aumento progresivo de las
desigualdades sociales, de la exclusión social y de la miseria, especialmente visible en
los barrios pobres de la capital. Al mismo tiempo, el movimiento obrero, los
movimientos de izquierdas y el movimiento estudiantil se reforzaron y se enfrentaron a
la imposición de dichas políticas. El descontento social se expandió por todo el país y
derivó en el llamado Caracazo de 1989: el 27 y 28 de febrero miles de personas
marcharon protestando por las calles de la capital y fueron fuertemente reprimidas por
los militares, causando centenares de muertos. Irónicamente, uno de los oficiales de las
unidades militares represoras se llamaba Hugo Chávez.
Hugo Rafael Chávez Frías nació el 28 de julio de 1954 en Sabaneta, una pequeña
población del estado de Barinas, en Los Llanos venezolanos, en el seno de una familia
modesta; sus padres eran maestros de educación primaria. Tras realizar sus estudios
elementales y medios ingresó en 1971 en la academia militar. En 1974 viajó a Perú para
participar en la conmemoración del 180 aniversario de la batalla de Ayacucho; allí
conoció al presidente Juan Velasco Alvarado entrando en contacto con el nacionalismo
militar latinoamericano y con la corriente progresista que se estaba gestando en muchos
sectores del ejército. En 1975 se graduó como subteniente de artillería y licenciado en
Ciencias y Artes Militares. En 1992 alcanzó el grado de teniente coronel. Chávez
17
Caballero, M. (2011: 127-145).
10
destacó por obtener las más altas calificaciones y el primer puesto tanto en la academia
como en todos los cursos de especialización que realizó después. Desde el grado de
comandante estuvo siempre al frente de unidades militares consideradas de elite.
También cursó una maestría en ciencias políticas en la Universidad Bolivariana, y
consta que conocía bien las obras de Marx, Mao y Fidel Castro.18
Paradójicamente Chávez, como muchos otros oficiales jóvenes que le acompañarán
luego en su proyecto político, estuvo al mando de unidades que combatieron la guerrilla
y, según su propio testimonio, esa experiencia les llevó a palpar la realidad de miseria
que padecían muchos venezolanos y a cuestionar el sistema político, en el que se había
extendido la corrupción. Así, en 1982 funda, junto a otros compañeros de armas como
Francisco Arias Cárdenas o Jesús Urdaneta Hernández, el Movimiento Bolivariano
Revolucionario-200. Este grupo de oficiales, impregnado de ideología nacionalista,
tendría como objetivo tomar el poder para construir una nueva república de corte más
social y progresista, teniendo como referentes las figuras de Simón Bolívar –aunque el
Libertador pasa por ser el “padre” de los conservadores– o el líder romántico-liberal
Ezequiel Zamora19
.
La dura experiencia del Caracazo, reflejo evidente de la gran crisis social que
atravesaba el país, fortaleció las convicciones ideológicas del Movimiento Bolivariano
Revolucionario-200, que comenzó a desarrollarse como organización frente a la
injusticia, la corrupción y la dependencia extranjera. A pesar de la fuerte represión, las
protestas continuaron y se generalizaron por todo el país en los tres años siguientes. Los
movimientos vecinales tuvieron mucha visibilidad y el sector progresista del ejército fue
ganando peso. Así fue como, amparándose en la ineficacia económica del gobierno y la
corrupción, en 1992 Chávez y el grupo de oficiales pertenecientes al Movimiento llevó
a cabo un golpe militar con el fin de destituir a Carlos Andrés Pérez, líder del gobierno
de AD, y llevar a cabo su programa revolucionario y constituyente. Pero el golpe
fracasó y Chávez y sus compañeros fueron apresados. El golpe no tuvo participación
popular, pero los oficiales que lo llevaron a cabo recibieron luego el apoyo del pueblo,
sobre todo de los sectores sociales más desfavorecidos. De hecho, la popularidad
alcanzada por Chávez fue probablemente lo que llevó al presidente Caldera a concederle
el indulto en 1994. Desde ahí, Chávez se propuso desarrollar su proyecto político por la
18
Bonilla-Molina y El Troudi (2004: 54-93). 19
Ezequiel Zamora (1817-1860) fue un líder radical partidario de una extensa reforma agraria y uno de
los principales protagonistas de la Guerra Federal entre liberales y conservadores (1859-1863), en el curso
de la cual falleció.
11
vía civil y democrática. El MBR-200 continuó desarrollándose y ganando adeptos.
Chávez fundó entonces el partido político Movimiento V República. Esta formación fue
trabajando con otros partidos de izquierdas y con los movimientos sociales para formar
una candidatura liderada por Chávez de cara a ganar las elecciones presidenciales de
1998 e iniciar un nuevo proceso constituyente que incorporase los derechos sociales.
Así, la izquierda confluyó en la coalición Polo Patriótico en la que, con Chávez como
candidato a la presidencia, participaban el MVR, el histórico partido comunista (PCV),
el Movimiento al Socialismo (MAS) –escisión socialdemócrata del PCV fundado en
1971– y el nuevo partido social-populista Patria para Todos (PPT). Los partidos
tradicionales del régimen del Pacto de Punto Fijo, ante la posibilidad de que Chávez se
alzase con la victoria, confluyeron también juntos en una coalición, pero la coalición
liderada por Chávez obtuvo la mayoría, siendo elegido presidente de la república con
más del 56% de los votos. Otro claro resultado de esas elecciones fue el hundimiento
casi absoluto de los dos partidos tradicionales, el AD y la COPEI, con lo que, en
realidad, se ponía punto final a un régimen político que había durado cuarenta años.20
2. Estudio comparativo
2.1. Ascenso al poder y liderazgo
Al analizar la biografía tanto de Perón como de Chávez se observarán ciertas
similitudes. En primer lugar, tanto Perón como Chávez proceden de una familia de clase
media-baja y de entorno rural. Ambos, desde muy jóvenes, se trasladaron a la capital
para realizar sus estudios: los dos acabaron ingresando en el ejército, donde
desarrollaron una carrera brillante alcanzando todavía jóvenes el grado de teniente
coronel –el primero de la escala más alta de la oficialidad– y un claro liderazgo entre
sus compañeros de armas. Las fuerzas armadas de la mayoría de los países de América
latina, tanto en los años treinta como en los sesenta y setenta del siglo, se caracterizaban
por un fuerte sentido nacionalista, corporativista, de formación tecnocrática y con un
alto sentido de liderazgo nacional entre sus jefes y oficiales.21
Irónicamente, los dos participaron, como oficiales militares, en la represión de
grupos y movimientos de izquierda, aunque obviamente en contextos diferentes. Luego,
ambos participaron en grupos militares abiertamente opuestos al gobierno de sus
20
Bonilla-Molina y El Troudi (2004:72-103); Chávez Frías, H. (2012). 21
Rouquié (1984).
12
respectivos países (GOU y MBR-200). Los dos grupos coincidían en la denuncia de la
corrupción de los gobiernos vigentes, si bien el GOU respondía a los intereses de la
incipiente burguesía industrial argentina y el movimiento de Chávez representaba a unas
clases medias empobrecidas por las políticas de ajuste de los ochenta. Sin embargo,
mientras que el GOU era un grupo nacionalista afín al fascismo, el MBR-200 era más
proclive al socialismo, influenciado por las nuevas corrientes de la izquierda
latinoamericana.
Perón asumió en el nuevo gobierno la Secretaría de Trabajo, desde donde puso en
marcha las reformas sociales que le harían ganar popularidad, y luego ganó la
presidencia en unas elecciones con sufragio masculino. Al igual que Perón, Chávez
intentó alcanzar el poder mediante el golpe militar pero fracasó, y luego acabó llegando
al poder por la vía electoral. Aunque Perón logró su popularidad desde la Secretaría de
Trabajo de un gobierno militar-golpista, cuando se postuló a la presidencia no contaba
con un movimiento o partido político tras él, de modo que hubo de organizarlo de forma
rápida y provisional, y buscar el apoyo de otras fuerzas ya existentes. Chávez, por el
contrario, desde la intentona fallida de 1992 fue gestando un movimiento más sólido en
torno a su figura con un proyecto político definido que le llevaría a tener gran
popularidad entre los sectores más desfavorecidos y a ganar –más ampliamente que
Perón– las elecciones presidenciales de 1998 por sufragio universal.
En ambos casos jugó un papel relevante, de cara a ganar en popularidad, el origen
socio-familiar, mucho más claramente en el caso de Chávez. El líder venezolano era
mestizo–en concreto, zambo22
–, lo que le daba una mayor legitimidad en un país en el
que la mayoría de la población es parda o mestiza y ha sido tradicionalmente relegada
de las esferas del poder por los blancos. Aunque en Argentina no se daba el problema
socio-racial como en la mayoría de los otros países de la región –la mayor parte de la
población era de origen europeo y blanca–, Perón nunca ocultó e incluso no dejaría de
señalar en más de una ocasión que tenía sangre india –su madre era descendiente de
indígenas tehuelche–, y de hecho implementó políticas activas en favor de los olvidados
pueblos nativos del país.
En cuanto al proyecto político –aunque no es el tema de nuestro trabajo–, conviene
advertir que las diferencias son mayores que las similitudes, en buena medida debido a
la distinta configuración histórico-política de las dos sociedades y en dos épocas
22
Su bisabuela conocida como “la Negra Inés”, era negra. Chávez (2012: 23).
13
separadas por más de cuarenta años. En primer lugar, Perón era admirador de Primo de
Rivera o Mussolini, y fue un firme aliado de Franco, mientras que Chávez fue un gran
amigo y admirador de Fidel Castro y se declaró marxista. El modelo político de uno y
otro, por tanto, difería aparentemente por completo. Perón reprimió a los partidos de
izquierda, en especial el socialismo (el comunismo ya había sido duramente castigado
por los gobiernos anteriores) y domesticó el sindicalismo; el despliegue de su programa
político se hizo de arriba abajo. El Movimiento de Chávez, en cambio, mantuvo desde
sus inicios intensas relaciones con los movimientos sociales en auge en el país desde
dos décadas antes y extendió su acción propagandística a los amplios sectores
marginales de Caracas, hasta el momento completamente olvidados por las elites
políticas tradicionales.
Tanto Perón como Chávez denunciarán la injusticia social y la situación de los más
desfavorecidos, y plantearán una “nueva sociedad” y un nuevo Estado, donde “el
pueblo” pasaría a ser el verdadero protagonista. Pero mientras Chávez siempre tuvo en
su discurso referentes heroicos de la historia venezolana, muy especialmente al
Libertador –reinterpretando su figura, desde luego–23
, llama la atención la ausencia de
esos referentes en el discurso peronista, quizás porque la historia “real” de la nación
argentina era mucho más reciente y menos “heroica”. Junto a esto, los dos discursos
coincidían en su exacerbado nacionalismo que, en la América latina del siglo XX, es
casi sinónimo obligado de “antiimperialismo yanqui”: aunque más retórico que real, en
los dos países y en dos épocas diferentes fue un recurso efectivo para conectar con los
sentimientos de una mayoría de la población.
En su personalidad como líderes muestran mucha coincidencia. Los dos eran
personas de carácter enérgico y con una gran capacidad oratoria. Así definía Edgar
Hoover, fundador del FBI, a Perón en un informe de 1946:
"Habla con vivacidad y energía, sin cuidar el estilo o las palabras. Algunas
veces es violento, pero luego se calma y se ríe estentóreamente. Da la impresión
de poseer un permanente sentido del humor, y hace sentir a los demás que no
toma las cosas seriamente. Improvisa. Dice, sin prolegómenos, todo lo que
quiere decir (...)".24
En Hugo Chávez, la vivacidad, el discurso enérgico, la espontaneidad, los toques de
humor o la improvisación fueron también marcas que predominaron en su discurso, y en
23
Incluso él se vanagloriaba de ser descendiente directo de un caudillo revolucionario como Pedro
Pérez Delgado, más conocido como Maisanta. Chávez (2012: 120-125). 24
Martínez Díaz (1987: 70).
14
ambos casos supone un modo efectivo de conectar con la mayoría social. Los dos
utilizaron de forma intensa y hábil los media propios de cada época –la radio y la
televisión– de forma casi monopólica y constante para ganarse el favor del pueblo, de
manera que establecieron una especie de relación directa y plebiscitaria para obtener el
apoyo popular a sus medidas políticas. En definitiva, estaríamos ante lo que se llama un
discurso populista, fuertemente paternalista, de cara a atraer hacia su proyecto político a
las masas trabajadoras y más humildes de sus respectivos países.
Los dos (aunque en el caso de Chávez no ha transcurrido el mismo plazo de tiempo)
han quedado como referentes míticos para las masas de las políticas de “justicia social”,
es decir, básicamente redistributivas y “antielitistas”. Sin embargo, en Argentina tanto
la izquierda política como el centro-derecha tienen como referente a Perón, mientras
que en la Venezuela actual, la imagen de Chávez sigue marcando una diferencia neta
entre la izquierda y la derecha, en sentido amplio, polarizando la vida política del país.
2.2. Semejanzas y diferencias en las políticas sociales
La clave de la popularidad de Juan Domingo Perón fue sin duda alguna la política
social y laboral que comenzó a implementar a partir de 1943 desde la Secretaría de
Trabajo y que se vería reforzada de manera notoria durante su primer mandato
presidencial, de 1946 a 1951, en medio de una coyuntura económica favorable; en la
segunda legislatura (1952-55) la crisis económica y el aumento de las tensiones sociales
desembocarían en el derrocamiento de Perón.
El primer periodo de gobierno de Perón supuso la inclusión social de gran parte de la
población y la construcción de unos tímidos cimientos del estado de bienestar.
Favorecido por la coyuntura económica –sobre todo las enormes reservas de divisas
acumuladas como país proveedor durante la II Guerra Mundial–, las políticas sociales
implementadas por el gobierno motivaron alzas salariales, la jornada de 48 horas, las
vacaciones pagadas, la construcción de hospitales y escuelas, las ayudas directas a los
sectores más desfavorecidos, una atención directa del Estado hacia la infancia y la
mujer, etc. Más allá de los logros efectivos, con estas políticas el gobierno peronista
contribuyó al desarrollo de un nuevo paradigma y un nuevo sujeto. Frente a las medidas
asistencialistas y de caridad de los gobiernos anteriores, el gobierno peronista planteó su
política como una exigencia de justicia social, teniendo como objetivo la construcción
de una nueva subjetividad en la que la ciudadanía tiene derechos sociales que deben ser
garantizados por el Estado Social. La misma reforma de la Constitución realizada en
15
1949 reconocía los derechos del trabajador, la defensa de las condiciones de trabajo,
salario digno, seguridad social, así como los derechos de la familia, la ancianidad y
educación, en sintonía con la creación del nuevo paradigma de la justicia social.25
Las políticas sociales, amparadas ambas bajo el Primer Plan Quinquenal (1947-
1951), fueron coordinadas primero por la Secretaría de Trabajo y Previsión y más tarde
por la Fundación Eva Duarte de Perón, la popular esposa del presidente que se
convertirá en el icono del progreso social y de ayuda a los más desfavorecidos. Eva
Perón se instalaría en la Secretaría de Trabajo dónde se creó, el 8 de julio de 1948, La
Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón. La Fundación Eva Perón
tendría como objetivo ayudar los ciudadanos, poseedores de derechos sociales que
deben ser otorgados por el Estado en la construcción de la justicia social frente a la
anterior beneficencia, dónde las necesidades eran cubiertas por la filantropía, la caridad
y el asistencialismo.26
Por tanto, aunque a priori la Fundación pudiera continuar con la
rémora asistencialista y de caridad, a lo cual contribuye su denominación marcadamente
personalista y paternalista, en realidad buscaría ejercer una justicia redistributiva y
reemplazar la caridad por la ayuda social.
De todas formas, la Fundación funcionaba como una institución oficial en la que la
toma de decisiones correspondía casi exclusivamente a la propia Eva Perón, y sus
cuentas no estaban sujetas al control de los organismos oficiales competentes. Además,
los fondos de dicha institución provenían de distintas fuentes desde los aportes
obligatorios de los salarios de los trabajadores, parte de la recaudación de lotería,
casinos e hipódromos hasta donaciones de empresarios o expropiaciones realizadas por
el Estado. Aun así, es posible que en el plano asistencial hubiese entre la Sociedad de
Beneficencia y la Fundación Eva Perón más continuidades que rupturas. El cambio
fundamental se produjo en el rol que pasa a jugar el Estado en la protección al
desfavorecido, garantizando los derechos sociales de la ciudadanía.27
Uno de los mayores logros de la Fundación consistió en extender las ayudas sociales
a todo el país, llegando a las regiones más apartadas mediante el envío de grupos de
mujeres –denominadas “Células mínimas”– a las provincias para detectar las
necesidades, elaborar diagnósticos y estadísticas de la situación social para más tarde
planificar y determinar la ayuda a llevar a cabo.
25
Martínez Díaz (1987:69). 26
Carballeda (1995:7). 27
Moreno y Cacopardo (2005-2006: 103-104).
16
Una de las medidas de la Fundación con mayor impacto social fue la creación de los
“hogares”, centros sociales gestionados por la Fundación y el Estado destinados a la
atención de los más desfavorecidos. Había Hogares-Escuela, para la infancia más pobre,
hogares de la empleada, hogares de tránsito, de los ancianos y otros. En estos centros se
buscaba hacer del desfavorecido un sujeto activo y digno, frente al paternalismo de la
beneficencia. Los hogares rehuían de la uniformidad y de las normas estrictas. En
muchos casos, los centros de ayuda a la infancia por ejemplo, recibían ayudas
desmesuradas, lujos que Eva Perón justificaba desde su experiencia de la pobreza, como
un modo de restituir a unas personas que habían sido maltratadas por la injusticia social.
La Fundación promovió también las colonias vacacionales, y las donaciones y regalos
directos llevados a cabo con extremada generosidad: entrega de ropa, juguetes,
máquinas de coser, medicamentos, equipamiento sanitario, etc.28
Más allá de la función de los hogares, el programa de extensión de la sanidad y de la
educación fue muy importante durante este periodo. La educación constituyó uno de los
capítulos centrales del Primer Plan Quinquenal (1947-1951). La enseñanza primaria se
estableció como obligatoria y gratuita. El Estado proveyó la construcción de nuevas
escuelas, la ampliación y reforma de las ya existentes, la mejora de las comunicaciones
y ayudas para facilitar el transporte de los alumnos, suministro de libros y material
escolar, etc.29
Otro de los objetivos del primer gobierno peronista fue la extensión de la sanidad por
todo el país, hasta las zonas más alejadas del interior. El Primer Plan Quinquenal
estableció un plan de construcciones, habilitación y funcionamiento de los servicios de
salud por provincias, de hospitales generales y centros de salud urbanos y rurales,
unidades sanitarias y hospitales obreros, centros especializados –de maternidad e
infancia, alienación mental, neuropsiquiatría, toxicomanía, tuberculosis y lepra, etc.–
además del primer plan de socialización de la medicina (institución del médico de
familia y sistema asistencial abierto).
No obstante, tanto en el plano educativo como en el sanitario, la expansión de los
servicios sociales no fue un camino de rosas. Desde el principio, el gobierno tuvo que
hacer frente a serios problemas que retrasaron la implantación de estas políticas a lo
largo del país. Tanto en lo que respecta a la educación como a la salud, la falta de un
diagnóstico integral previo y de planificación acorde a las necesidades reales provocó
28
Carballeda (1995: 5). 29
Hirschegger (2009: 135-159).
17
retrasos. A ello se sumó la escasez de recursos económicos que provocaría el retraso de
las obras, la falta de maestros y profesionales cualificados, el déficit de camas en
hospitales y la falta de útiles, entre otros problemas. Además dicha situación se vio
agravada por la crisis de 1949, situación que obligó al Estado a reducir y reorientar sus
inversiones, sobre todo de carácter social, reduciendo sustancialmente las políticas
sociales llevadas hasta el momento.
En buena medida esos problemas se derivaron de la falta de recursos de las
autoridades provinciales, problema que fue superado en parte con la participación activa
y el apoyo económico de las familias y comunidades. El gobierno, siguiendo la idea de
la construcción del ciudadano activo y poseedor de derechos sociales, favoreció mucho
el asociacionismo: comisiones vecinales, juntas de fomento, cooperadoras escolares,
sindicatos municipales, etc. que debatían y planteaban sus intereses al gobierno nacional
y provincial.30
Esta fuerte expansión del gasto social, junto a otras medidas económicas discutibles
del primer gobierno de Perón –su obsesión por lograr la “independencia económica”,
eliminando la deuda externa, la costosa expropiación del ferrocarril, la estatalización del
petróleo, etc.– provocó el agotamiento de las reservas. Al mismo tiempo, el sector
agropecuario sufría los efectos de una política que aceleraba fuertemente la
transferencia de recursos hacia las zonas urbanas y la industrialización. También la
inflación aumentó de forma continuada, lo cual incidió en la ejecución de los planes de
obras públicas, siendo prioritario cubrir la pérdida de poder adquisitivo del salario del
personal. Perón confiaba en que la situación internacional –agravamiento de la Guerra
Fría, guerra de Corea, etc.– facilitaría un nuevo periodo de “vacas gordas” para las
exportaciones argentinas, pero eso no se produjo. Todo ello condujo a la crisis
financiera en 1950, que obligó a un relajamiento de la política de soberanía económica
de Perón, promoviendo la radicación de industrias extranjeras y la finalización del
monopolio extractivo de petróleo de YPF, así como el acudir de nuevo al mercado
financiero externo buscando ayuda.31
Por tanto, en la segunda etapa del gobierno Perón se dio un proceso de reducción y
limitación de las políticas sociales, dando un giro hacia otras más liberales y
conservadoras que contrastaban fuertemente con las de la primera etapa. Lo cual
señalaba la dependencia de la economía sobre un sector concreto, en este caso los
30
Hirschegger (2009: 138-154). 31
Moreno y Cacopardo (2005-2006: 108).
18
excedentes generados gracias a la exportación de materias primas, y los problemas de
edificar una política social fuertemente redistributiva dependiente de las divisas que
generaban las exportaciones.
Sin embargo, no pueden negarse los logros obtenidos por la política social
redistributiva y en materia educativa y sanitaria, reflejados en la casi desaparición del
analfabetismo –de todas formas, Argentina era ya en 1940 uno de los países del mundo
con un menor índice de analfabetismo– , descenso de mortalidad, infantil y general y de
las enfermedades infectocontagiosa, etc. Además, los derechos sociales y laborales
obtenidos por las clases trabajadoras durante su gobierno fueron claves para el
desarrollo del nuevo paradigma del “Estado social”, logros que han quedado como un
referente casi mítico en el imaginario popular argentino.32
Pese a las evidentes diferencias de contexto–geográfico, histórico, político,
económico y de la estructura social, aparte del temporal–,el gobierno de Hugo Chávez
puede compararse con el primer gobierno peronista en la búsqueda de un nuevo
paradigma de justicia social que suponía una clara ruptura con el orden socioeconómico
imperante. La principal diferencia entre los dos modelos es que, mientras Perón
buscaría atenuar las desigualdades sociales y la conciliación de clases, un planteamiento
cercano al corporativismo fascista, Chávez propondría un programa más radical e
igualitario, el denominado “Socialismo del siglo XXI”. Centraremos nuestro análisis en
las dos primeras etapas del gobierno de Chávez, de 1999 hasta mediados de 2007.
En primer lugar, como ya he señalado con el caso del gobierno Perón, uno de los
parámetros fundamentales de cualquier paradigma de política social es el objetivo
general que se propone. En el caso de Chávez, el principio básico será superar la
subordinación de la política social a la económica como planteaba el neoliberalismo.
Chávez también tendría como objetivo la construcción de la justicia social y la
integración social frente al paradigma neoliberal que buscaba la reducción de la pobreza
sólo por la vía de mayor liberalización de la economía y “más mercado”, como habían
practicado los gobiernos anteriores con unos resultados claramente negativos para, al
menos, la mitad de la población. Chávez plantearía que el desarrollo económico debía ir
parejo a la distribución social de la riqueza y a una búsqueda permanente de la justicia
social. Así, el objetivo de su gobierno fue el desarrollo de una ciudadanía a la que el
Estado debía garantizar los derechos sociales, como establecía la Carta Magna o nueva
32
Hirschegger (2009: 154).
19
constitución de 1999. La salud o la educación ya no se considerarían solamente una
obligación asistencial del Estado, sino un derecho social vinculado a las políticas de
calidad de vida y de pleno ejercicio de la ciudadanía.33
Y es que al igual que en la Argentina de la década de los 40, en Venezuela se partía
de una situación en la que las políticas sociales eran prácticamente inexistentes.
Mientras que los gobiernos de Caldera (Copei) y Carlos Andrés Pérez (AD) concebían
políticas sociales para garantizar un bienestar social sin poner en entredicho el sistema
neoliberal, esto es, medidas subsidiarias y compensatorias, Chávez tenía como objetivo
central de su política la justicia social y la erradicación de la pobreza.34
Por tanto, se observan similitudes entre la concepción que tenía Chávez de la justicia
social y la de Perón, aunque habría que añadir el cambio que se produjo en el chavismo
y que no sucedió con Perón. Como ya he relatado, Perón propondría una conciliación y
armonía entre las clases sociales, y en su segundo gobierno adoptó medidas de ajuste
de corte liberal. Chávez, por el contrario, llegó al poder rechazando el marxismo, pero a
partir del año 2006 lanzaría la idea del Socialismo del siglo XXI, rechazando
abiertamente el sistema capitalista y buscando crear y construir un nuevo modelo
económico y social inspirado en el socialismo marxista.
Sin embargo, en el primer periodo de gobierno de Chávez, de 1999 a 2003, la
política social continuó siendo subsidiaria del crecimiento y las magnitudes
macroeconómicas. Por ello, dicha etapa supondría, según algunos investigadores, una
continuación de las políticas implementadas por gobiernos anteriores, manteniendo una
economía de corte neoliberal junto con antiguas políticas sociales de redistribución. Es
decir, Chávez, que llegó al poder rechazando ser socialista, no plantearía inicialmente
una propuesta antisistémica o anticapitalista, viendo factible la posibilidad de reformar
el capitalismo para redistribuir más equitativamente los recursos generados. No
obstante, desde el principio sus políticas sociales se diferenciarán considerablemente de
las de los gobiernos anteriores. De hecho, como demuestra la aprobación de la
Constitución de 1999, Chávez ya mostraba visos de querer configurar una alternativa al
neoliberalismo. Esta intencionalidad se plasmará en medidas como el Plan de
Desarrollo Económico y Social de la Nación de 2001, la Ley de Hidrocarburos, el
33
Maingon (2004: 63). 34
Uharte(2007: 124).
20
desarrollo de la industria nacional, el aumento del presupuesto destinado a educación y
salud y la Ley de Seguridad Social, contraria a la privatización del sistema.35
La piedra angular de las políticas sociales en este primer periodo resultó ser la
Agenda Social 2000, la cual incluía el Plan Bolívar 2000, que constaba de cinco líneas
de acción: atención materno-infantil, vivienda, desplazados, empleo productivo y
participación social. Se pusieron en marcha medidas de asistencia pública para
responder, sobre todo, a las necesidades de la población en situación de exclusión
social: el mejoramiento o construcción de viviendas, de infraestructura educativa, la
extensión de la atención primaria a la salud, planes para crear empleo y acciones de
ayuda para combatir la pobreza extrema como el reparto gratuito de suministros,
medicinas y alimentos. Para llevar a cabo este programa el gobierno utilizó los recursos
de la estructura militar. Otro de los programas presentados dentro de esta Agenda fue el
nuevo Proyecto Educativo Nacional, orientado a construir una cultura de participación
ciudadana y solidaridad social a través de la vinculación de los contenidos
programáticos con la vida cotidiana. También, a finales de 1999 se creó el Fondo Único
Social (FUS), que funcionó hasta finales de 2001, cuyo objetivo fue garantizar la
ejecución y eficacia de los programas sociales destinados a la alimentación, educación y
salud, un organismo que centralizaría la financiación a estos programas.36
Al mismo tiempo, el Estado, para facilitar el crédito a la población más humilde,
promovió el sistema micro financiero creando el Fondo de Desarrollo Microfinanciero
en 1999. Sin embargo, este sistema se diseñó ignorando la participación de los fondos
sociales y de las cooperativas de crédito, pasando a ser un apéndice asistencialista del
Estado.37
Uno de los objetivos principales de la implantación de todas estas medidas sociales
fue la universalización, es decir, garantizar a toda la ciudadanía los derechos sociales
establecidos en la Constitución. Así, el Plan de Desarrollo Económico y Social de la
Nación apostaría por el modelo de universalización, frente a la focalización de la
asistencia y ayuda públicas de los gobiernos anteriores.38
El periodo 1999-2003 fue una etapa marcada por la inestabilidad política y la
agitación social –como el intento de golpe de estado de abril de 2002 o el paro petrolero
de diciembre de ese año demostrarían–que dificultó la implementación de gran parte de
35
Uharte(2007: 122). 36
Maingon (2004: 57-59). 37
Vera (2008: 116). 38
Uharte(2007: 125).
21
las políticas sociales, que además adolecieron de falta de planificación. Esta primera
etapa concluiría a partir de 2003 con la puesta en marcha de las denominadas Misiones
Sociales y con la rotunda victoria de Chávez en el referéndum revocatorio de 2004. Así,
desde el año 2003 el acelerado aumento progresivo de la renta de origen petrolero,
debido a la constante subida de sus precios en el mercado internacional, motivó un
crecimiento económico que permitió desarrollar nuevos programas sociales de mayor
amplitud, las misiones sociales bolivarianas. Además, el aumento de las divisas
generadas por la venta de petróleo vino acompañado por la nacionalización del sector:
el Estado tomó bajo su control la empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA) lo que
permitió desviar recursos hacia los programas sociales.
En el contexto de una coyuntura económica favorable, el gobierno implantó con
mucha rapidez dichos programas, los cuales se orientaron a los problemas sociales
prioritarios como la educación, salud, alimentación o vivienda. A diferencia de los
programas de carácter asistencialista de la etapa anterior, estos tuvieron una mayor
cobertura y mayor participación. Las “misiones” más relevantes fueron las de Barrio
Adentro y Mercal. El objetivo de la primera fue llevar atención primaria de salud a las
zonas más pobres del país con la ayuda de médicos cubanos y con la participación
activa de las comunidades. Podríamos señalar cierta similitud con el programa de
“células mínimas” argentinas, ya que el gobierno envió a médicos y enfermeros
destinados a las zonas más desfavorecidas y marginadas del país, como a los “cerros” o
barrios marginales de las grandes ciudades, especialmente Caracas. Por otra parte, el
objetivo de la Misión Mercal consistió en crear una red de distribución y abastecimiento
de alimentos de primera necesidad para las personas más desfavorecidas y con riesgo de
inseguridad alimentaria.39
Los programas sociales que se pusieron en marcha a partir de 2003 abarcaron otras
áreas como la educación, con los planes Robinson. El primero de estos tenía como
objetivo la eliminación del analfabetismo entre jóvenes y adultos; el segundo extender
la educación primaria a jóvenes y personas adultas que no habían podido recibirla; el
programa Ribas, a su vez, plantearía extender la incorporación del alumnado al sistema
educativo formal; y en lo que respecta a la educación superior, el gobierno también
contribuyó a favorecer la enseñanza de estudios universitarios con la misión Sucre que
buscaba la incorporación de nuevo alumnado, mediante becas y la reducción del precio
39
Vera (2008: 113-120).
22
de las matriculas a las universidades, y la misión Alma Mater, que relacionada con la
anterior planteaba la construcción y ampliación de universidades, como la creada
Universidad Bolivariana, para hacer frente a la demanda creciente. Además, la Misión
Vuelvan Caras se creó para facilitar los estudios y la capacitación técnica, mediante
becas, a las personas desempleadas de modo que pudieran acceder al mercado laboral.
Otra misión muy relevante y a destacar lo ha sido la Misión Vivienda Venezuela,
cuyo objetivo fue la construcción de viviendas equipadas de bajo coste para familias
necesitadas que vivían en barrios marginales en muy malas condiciones. Esto ha
supuesto la construcción de miles de viviendas y nuevos barrios y la consecuente
destrucción de muchas viviendas informales de los cerros y barriadas.
Por otro lado, en consonancia con el Ministerio del Poder Popular para los Pueblos
Indígenas se creó la Misión Guaicaipuro para defender y restituir los derechos de los
pueblos indígenas, dándoles tierras. A diferencia del gobierno peronista, las políticas
respecto a los pueblos indígenas llevadas a cabo por el gobierno Chávez fueron más
eficaces y fructíferas, si bien es cierto que la etapa del peronismo en Argentina supuso
el reconocimiento por parte del gobierno de estos pueblos, la institucionalización de sus
comunidades y en algunos casos, pese a ser limitados la concesión de tierras
expropiadas, incluyéndolos por primera vez los problemas indígenas entre los
problemas sociales.
Otro aspecto importante durante el gobierno de Chávez y que tuvo más relevancia
que en el gobierno de Perón fue la descentralización y la participación social, la
construcción de un estado basado en la democracia participativa. La misma
Constitución refrendaría dicha participación, al referirse a ella en 130 artículos de la
misma. Así, las nuevas organizaciones comunitarias surgidas como los Comités de
Salud, las Mesas Técnicas de Agua, los Comités de Tierras o los Consejos Comunales,
entre otros, son un ejemplo del aumento de la participación social y de la
descentralización, la acción compartida entre las comunidades y el Estado. Si bien cabe
señalar que dicha participación aumentó de forma notable en el segundo periodo del
gobierno Chávez, con la implantación de las Misiones Sociales. De este modo, parte del
éxito de las Misiones Sociales se debe a la participación conjunta entre el Estado y las
comunidades, que tomaron parte activamente en la extensión de estos programas.
Además, el gobierno chavista, tenía como uno de sus objetivos principales, a diferencia
del peronista, la inclusión de una ciudadanía activa en la política y en el modelo
económico. El socialismo del siglo XXI que propugnará Chávez a partir de 2006
23
incidiría en la democracia participativa y en la democratización de la economía y en una
mayor redistribución, con la creación de los Consejos Comunales y la expansión de las
cooperativas. De hecho hoy Venezuela es uno de los países con mayor número de
cooperativas, intentando crear un modelo en el que el trabajador es parte activa de la
economía productora en una economía social.
En definitiva, en medio de una coyuntura económica favorable, las Misiones Sociales
tuvieron éxito y se logró una sensible disminución de las desigualdades sociales y de la
pobreza. Si durante el primer gobierno Chávez, marcado por la inestabilidad política,
los programas sociales no lograron disminuir el desempleo y las cifras de pobreza
apenas descendieron, con la puesta en escena de las misiones, la pobreza se redujo de
forma considerable, de un índice superior al 50% en la década de los 90 se redujo a un
30% en el 2006, y en el mismo periodo la pobreza extrema pasó del 35% al 9%. De la
misma forma, el gasto social aumentó considerablemente, llegando al 13,6% del PIB en
el año 2006. El desempleo también fue disminuyendo desde la crisis del año 2003,
pasando a ser menos del 8%.40
No obstante, cabe señalar que todo el programa social del gobierno Chávez estuvo
limitado por la capacidad financiera del Estado. Es decir, las Misiones sociales se
llevaron a cabo en el contexto del boom del petróleo con el constante aumento del
precio de este que generó la acumulación de divisas. Por contra, y pese a los intentos de
desarrollar una industria no dependiente del sector petrolífero, el gobierno chavista no
supo crear una alternativa al monopolio del petróleo de cara a acabar con una
dependencia que a la larga podría limitar dicho crecimiento económico y por ende todo
el programa social. En la misma tesitura se encontró el gobierno peronista en 1950 que,
al ver agotadas las divisas del Estado por su política de “soberanía económica”, se vio
obligado en su segunda legislatura a reducir los programas sociales. El gobierno
peronista tampoco fue capaz de desarrollar una economía no dependiente de las
exportaciones de materias primas y ello condicionó su política social. En cierto modo es
lo que está ocurriendo en la Venezuela actual, tras el fuerte descenso del precio del
petróleo en el último año. Está por ver cuál será la evolución de las misiones sociales,
pero se observa que han sido subsidiarias de una economía dependiente del monopolio
petrolífero y ello genera contradicciones. Ese fue uno de los retos principales del
40
Uharte(2007: 129-133).
24
gobierno Chávez, pero el crecimiento constante del flujo monetario obnubiló una
economía que no supo buscar alternativas.
Conclusiones
En las páginas anteriores he reflejado las coincidencias y contrastes de dos figuras de
la historia reciente de América Latina que han tenido gran relevancia, no sólo en sus
respectivos países. Perón y Chávez nacieron y vivieron en el seno de una familia de
condición modesta; los dos siguieron la carrera militar con brillantez, convirtiéndose en
líderes dentro de unas fuerzas armadas en las que la vieja jefatura elitista daba paso a
una oficialidad joven imbuida de nacionalismo y sentido de la justicia social. En un
contexto político en realidad similar –a pesar de la distancia temporal y las evidentes
diferencias estructurales entre los dos países– de dominio excluyente de las viejas elites,
Perón y Chávez activaron organizaciones que plantearían cambios radicales en las
políticas económicas y sociales que lograron conectar con una clara mayoría de la
población de sus respectivos países. Los dos alcanzaron el poder de forma similar, a
través de unas elecciones democráticas, y tras haber sido protagonistas de un golpe
militar, exitoso en Argentina y fracasado en el caso de Chávez. Si Perón dispuso de la
Secretaría de Trabajo del gobierno de Farrell para alcanzar la popularidad que le llevó al
poder, Chávez forjó su liderazgo a través del Movimiento Bolivariano con un discurso
nacionalista y populista que acertó a difundir y caló entre una mayoría que se sentía
excluida y venía sufriendo las duras políticas de ajuste de los gobiernos de los partidos
tradicionales.
Una vez en el gobierno pusieron las bases de nuevos modelos políticos, enfatizando
en ambos casos las políticas sociales de inclusión, en materia laboral, de educación,
sanidad, vivienda, etc. basadas en el nuevo paradigma de los derechos sociales de la
ciudadanía, que quedaron amparados por nuevas constituciones. Estas políticas diferían
de las anteriores, focalizadas y asistencialistas, por su tendencia universalista. Sin
embargo, también fueron subsidiarias a la coyuntura económica y muy dependientes de
los ingresos del Estado provenientes de la exportación de materias primas. En el caso de
Argentina, la segunda legislatura de Perón estuvo marcada por la crisis económica fruto
del agotamiento de las reservas monetarias provocada tanto por la política de “soberanía
económica” de Perón como por la coyuntura internacional; igualmente, toda la política
social de Chávez fue subsidiaria de la renta petrolera, en fuerte auge durante su segundo
gobierno pero en serio declive actualmente, lo que ha puesto en sordina los ambiciosos
25
proyectos sociales bolivarianos. En ambos casos no se desarrolló una economía capaz
de acabar con la dependencia hacia un sector concreto que pudiera afianzar dichas
políticas. A pesar de ello, son innegables los logros en materia social que consiguieron
ambos gobiernos, reduciendo seriamente los niveles de pobreza, analfabetismo o
malnutrición, siendo estos logros sociales clave para la popularidad de ambas figuras. Y
a pesar del contexto temporal y espacial divergente y de las diferencias ideológicas, en
ambos casos han acabado por generar movimientos y corrientes políticas en Argentina y
Venezuela así como han influido en muchos movimientos políticos y gobiernos de toda
América Latina.
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