Popularizadas en todo el mundo por la versión...

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  • Popularizadasentodoelmundoporlaversióncinematográficaquedeellashiciera en 1964 Walt Disney, las aventuras de MARY POPPINS son unclásico de la literatura infantil y juvenil. La institutriz que aparece volandoparacuidardeloshermanosBanksyquetransformaapartirdeentoncessuvida cotidiana en una realidad en que, mágicamente, cualquier cosa esposible, es la encarnación que llevó a cabo P. L. TRAVERS de esa hadabuenadecuyaprotecciónyvirtudestodoshemosdeseadogozar,ennuestrafantasía,algunavez.Lapresenteediciónseacompañade las ilustracionesqueparalaprimeraedicióndelaobrahicieraMaryShepard.

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  • P.L.Travers

    MaryPoppinsMaryPoppins-1

    ePubr1.2nalasss02.06.14

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  • Títulooriginal:MaryPoppinsP.L.Travers,1934Traducción:BorjaGarcíaBerceroIlustraciones:MaryShepard

    Editordigital:nalasssePubbaser1.0

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  • Amimadre1875-1928

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  • 1.Elvientodeleste

    SiqueréisencontrarlacalledelCerezo,loúnicoquetenéisquehacerespreguntaral guardia que hay en el cruce.Cuando lo hagáis, se ladeará un poco el casco, serascarápensativamentelacabezay,señalandoconunenormededo,enfundadoenunguanteblanco,osdirá:

    —Laprimeraaladerecha,luegolasegundaalaizquierda,despuésotravezaladerecha,yahíestá.Buenosdías.

    Ypodéis estar segurosdeque si seguís al pie de la letra sus instrucciones,ahíestaréis:enplenacalledelCerezo,consuhileradecasasaunlado,elparquealotroy,enmedio,loscerezosquebailanmecidosporlabrisa.

    Siandáisbuscandoelnúmerodiecisiete—ylomásprobableesqueasísea,puestodo este libro trata precisamente de esa casa—, bien pronto lo encontraréis. Enprimerlugar,porqueeslacasamáspequeñadetodalacalle.Y,además,porqueeslaúnica que está un tanto destartalada y a la que no le vendría nadamal una buenamano de pintura.Ocurre que el señor Banks, su dueño, le dijo un día a la señoraBanksquepodíatenerunacasabonita,limpiaycómodaocuatrohijos.Peronolasdoscosas,porquenoselopodíanpermitir.

    YlaseñoraBanks,traspensárselounpoco,llegóalaconclusióndequepreferíateneraJane,queeralamayor,aMichael,queeraelsiguiente,yaJohnyaBarbara,queerangemelosyfueronlosúltimosenllegar.Asíquedaronlascosas,y,poreso,los Banks semudaron al número diecisiete, junto con la señoraBrill, para que seocupara de hacerles las comidas;Ellen, para quepusiera lamesa, yRobertsonAy,paraquecortaraelcésped,limpiaraloscuchillos,sacarabrilloaloszapatosy,comosolíadecirelseñorBanks,«malgastarasutiempoymidinero».

    Yademás,porsupuesto,estabatataKatie,aunquelaverdadesquenosemerecesalireneste libro,porqueen laépocade laqueestoyhablandoacababade irsedelnúmerodiecisiete.

    —Sinpedirpermisoniavisar.¿Quévoyahacerahora?—dijolaseñoraBanks.—Ponerunanuncio,cariño—dijoelseñorBanks,mientrassecalzaba—.Y,por

    cierto,yapodíaRobertsonAyirsetambiénsinavisar,porquehavueltoalimpiarunabotaylaotranilahatocado.Vaaparecerqueandodesnivelado.

    —Esonotienenilamásmínimaimportancia—dijolaseñoraBanks—.AúnnomehasdichoquévoyahacercontataKatie.

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  • —No veo que puedas hacer gran cosa, dado que ha desaparecido—replicó elseñorBanks—.Pero,deseryoquien…bueno,quierodecirqueloqueyoharíaseríamandaraalguienaquepusieraunanuncioenelMorningStar,diciendoqueJaneyMichael,yJohnyBarbaraBanks,pornodecirnadadesumadre,necesitanlamejorniñera posible por el salario más bajo posible, y que la necesitan ya. Luego mesentaríaaesperaraquelasniñerasfueranhaciendocolafrentealapuertadeentradaymeenfadaríamuchoconellasporhaberinterrumpidoeltráficoyhabermeobligadoadarlealguardiaunchelíndepropinaportodaslasmolestiasquelehabíancausado.Bueno,yometengoqueir.¡Caray,sihacemásfríoqueenelPolo!¿Dedóndesoplaelviento?

    Ymientraslodecía,elseñorBanksasomólacabezaporlaventanaymirócalleabajoendirecciónalaesquinadondeseencontrabalacasadelalmiranteBoom.Eralacasamásimponentede lacalle,y lacalleenterasesentíamuyorgullosadeella,porqueestabaconstruida igualquesi fueraunbarco.Teníaunmástilenel jardínyunaveletadoradaenformadecatalejoeneltejado.

    —¡Ajá!—dijo el señorBanks, volviendo ameter rápidamente la cabeza—.Elcatalejodelalmiranteseñalavientodeleste.Justo loqueyopensaba.Tengoel fríometidoenloshuesos.Mepondrédosabrigos.

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  • YtrasbesardistraídamentealaseñoraBanksenunladodelanarizydeciradiósalosniñosconlamano,semarchóalaCity.

    LaCity era un lugar al que el señor Banks iba todos los días —excepto losdomingosy losdíasde fiesta,porsupuesto—yel tiempoqueestabaahí lopasabasentadoenunagransilla,delantedeunagranmesadedespacho,haciendodinero.Sepasabaeldía entero recortandopeniquesychelines,medias coronasymonedasdetrespeniques.Ycuandoacababa,selostraíaacasaenunacarteranegra.Aveceslesdaba a Jane y aMichael algunasmonedas para sus huchas, pero cuando no podíadesprendersedeninguna,lesdecía,«elbancohaquebrado»,yasíseenterabandequeaqueldíanohabíahechomuchodinero.

    Así pues, el señor Banks se fue con su cartera negra, mientras que la señoraBanks se metió en el salón y se pasó el resto del día escribiendo cartas a losperiódicos, rogándolesque leenviarancuantoantesalgunasniñeras,porqueellayalasestabaesperando.Entretanto,enelpisodearriba,JaneyMichael,asomadosala

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  • ventanadelcuartode losniños,sepreguntabanquiénvendría.SealegrabandequetataKatiesehubieramarchado,porquenuncaleshabíacaídobien.Eraviejaygorday siempre olía a agua de cebada. Cualquier cosa, pensaban, sería mejor que tataKatie,einclusomuchomejor.

    Cuandoel solcomenzóaponersepordetrásdelParque, la señoraBrillyEllensubieronadarleslacenayabañaralosgemelos.Despuésdecenar,JaneyMichaelse quedaron sentados junto a la ventana para ver venir al señor Banks, mientrasescuchabanelsonidoquehacíaelvientodelestealsoplarentrelasramasdesnudasde los cerezos de la calle. Envueltos en penumbra, los árboles se retorcían y sedoblaban, como si se hubieran vuelto locos y fueran a arrancarse de raíz de tantobailar.

    —¡Ahí viene!—dijoMichael, señalando de pronto hacia una figura que habíachocado contra la verja. Jane trató de distinguir algo en medio de la crecienteoscuridad.

    —Ésenoespapá—dijo—.Esotrapersona.Zarandeadaydobladaporlafuerzadelviento,lafiguralevantóelpasadordela

    verja,yentonceslosniñosvieronquesetratabadeunamujer,queibasujetándoseelsombreroconunamanoyagarrandounabolsaconlaotra.Mientraslaobservaban,Jane y Michael vieron ocurrir algo verdaderamente chocante. En cuanto aquellafigura estuvo dentro del jardín, el viento pareció levantarla por el aire y lanzarlacontralapuertadelacasa.Eracomosidespuésdehaberlaarrojadocontralaverja,hubieraesperadoaquelaabrieraparacogerladenuevoenvolandasylanzarla,bolsaincluida, contra la puerta. Los niños, que no perdían detalle, oyeron un tremendoestruendoy,mientraslamujeraterrizaba,lacasaenteraseestremeció.

    —¡Quécosamásrara!¡Nuncahabíavistonadaigual!—dijoMichael.—¡Vamosaverquiénes!—dijoJane,ycogiendoaMichaeldelbrazo,leapartó

    delaventanadeuntirónylearrastróporlashabitacionesdelosniñoshastallegaraldescansillo.Desdeallí siempre teníanunabuenavistade todo loqueocurría enelrecibidor.

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  • Ibasujetándoseelsombreroconunamanoyagarrandounabolsaconlaotra.

    Alcabodeunrato,vieronsalirasumadredelsalón,seguidadeunavisita.JaneyMichaelalcanzaronaverquelavisitateníaelpelonegroybrillante(«igualitoqueeldeunamuñecaholandesademadera»,dijoJaneenunsusurro).Yqueeradelgada,demanosypiesgrandes,yconunosojosazulesqueparecíanescrutarlotodo.

    —Yaveráquesonunosniñosencantadores—estabadiciendolaseñoraBanks.MichaellediounfuertecodazoaJaneenlascostillas.—Y que no dan ninguna guerra —prosiguió la señora Banks con un tono

    dubitativo,comosiellamismanosecreyeraloqueestabadiciendo.Oyeroncómolavisitadabaunresoplido,dandoaentenderqueellatampocoselo

    creía.—Encuantoasusreferencias…—continuólaseñoraBanks.—Tengo por principio no dar nunca referencias—dijo la otra mujer con tono

    firme.LaseñoraBankslamirófijamente.

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  • —Creía que era lo habitual en estos casos—dijo—. Quiero decir que… teníaentendidoquesiempresehacía.

    —Enmiopiniónsetratadeunaideaanticuada.Muyanticuada.Completamentedesfasada,porasídecirlo—laoyerondecirconvozsevera.

    Puesbien,sihabíaalgoquealaseñoraBanksnolehacíanipizcadegraciaeraque la tuvieran por anticuada. Simplemente, no lo podía soportar. Así es que seapresuróadecir:

    —Está bien. No tiene ninguna importancia. Si se lo pregunté fue por si acasousted,ejem,loprefería.Lashabitacionesdelosniñosestánenelpisodearriba…—Yabriólamarchahacia lasescaleras,sinparardehablarniunsoloinstante.YfueprecisamenteporesoporloquelaseñoraBanksnosediocuentadeloqueocurríaasus espaldas, pero Jane y Michael, que lo observaban todo desde el descansillo,pudieronvercontodaclaridadunacosaincreíblequehizoentonceslavisita.

    Comoesnatural,siguióalaseñoraBanksescalerasarriba,peronolohizodelaformaacostumbrada.Agarrando su enormebolsa con ambasmanos, se sentó en labarandilla y, con mucho garbo, se deslizó hacia arriba y llegó al descansillo almismotiempoquelaseñoraBanks.Esoeraalgo,JaneyMichaelestabansegurosdeello,quenosehabíavistonunca.Haciaabajosí,ellosmismoslohabíanhechomilesde veces, pero… ¿hacia arriba? Jamás. Se quedaronmirando con curiosidad a tanextrañovisitante.

    —Bien, entonces todo está arreglado—dijo la madre de los niños, dando unsuspirodealivio.

    —Completamente. Siempre y cuando, claro está, yo esté contenta—repuso laotramujer,secándoseacontinuaciónlanarizconungranpañueloblancoyrojo.

    —Peroniños,¿quéhacéisahí?—dijo la señoraBanks,aladvertirdeprontosupresencia—.ÉstaesMaryPoppins,vuestranuevaniñera.Jane,Michael,decidhola.Yéstos…—dijo,lanzandounsaludoconlamanoalacunadondeestabanlosbebés—sonlosgemelos.

    Mary Poppins los fue observando a todos de uno en uno, como si tratara dedecidirsilegustabanono.

    —¿Levalemos?—dijoMichael.—Michael,noseasmaleducado—dijosumadre.MaryPoppinssiguióobservandoatentamentea loscuatroniños.Luego,conun

    sonoroyprolongadoresoplido,queparecía indicarquehabía tomadounadecisión,dijo:

    —Mequedoconelpuesto.—Cualquierahubieradichoquenosestabahaciendoungranhonor—ledijomás

    tardelaseñoraBanksasumarido.—Bueno,puedequesí—dijoelseñorBanks,asomandouninstantelanarizpor

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  • detrásdelperiódico,paraluegovolveraretirarladeinmediato.Encuantosefuesumadre,JaneyMichaelempezaronaarrimarsepocoapocoa

    MaryPoppins,quepermanecíaquietacomounaestatuayconlosbrazoscruzados.—¿Cómohasllegadohastaaquí?—preguntóJane—.Parecíacomosielvientote

    hubieratraídoenvolandas.—Yasíes—respondióescuetamenteMaryPoppins.Actoseguidosedesenrolló

    labufandaysequitódelsombrero,dejandoesteúltimocolgadodeunodelospostesdelacama.

    EnvistadequeMaryPoppinsnoparecíadispuestaadecirnadamásalrespecto—aunque no paraba de dar resoplidos—, Jane decidió permanecer también ensilencio.PerocuandoMaryPoppinsseinclinóparadeshacersubolsa,Michaelyanopudocontenersemás.

    —¡Vayabolsamásrara!—dijo;yacercándosealabolsa,lediounpellizco.—Esdealfombras—dijoMaryPoppins,mientrasmetíalallaveenlacerradura.—¿Quieresdecirqueesparallevaralfombras?—No.Queestáhechadealfombras.—Ah,yaentiendo—dijoMichael;perolaverdadesquenoentendíanada.Cuando abrió la bolsa, Jane y Michael se quedaron sorprendidísimos al

    comprobarqueestabacompletamentevacía.—Pero¡sinohaynadadentro!—dijoJane.—¿Cómoquenada?—repusoMaryPoppins,incorporándoseymirándolacomo

    sisesintieramuyofendida—.¿Quénohaynadadentro,dices?Yalmomentosacódelabolsavacíaundelantalblanco,todoalmidonado,yselo

    ató a la cintura. A continuación, extrajo una gran pastilla de jabón, un cepillo dedientes,unpaquetedehorquillas,unfrascodeperfume,unapequeñabutacaplegableyunacajadepastillasparalagarganta.

    JaneyMichaellomirabantodocomohipnotizados.—Pero,siyolovi—susurróMichael—.Estoysegurodequeestabavacía.—¡Calla!—dijoJane,mientrasMaryPoppinssacabaunfrascobiengrande,con

    unaetiquetaenlaqueponía:«Unacucharaditaantesdeacostarse».El frasco llevabaunacucharaatadaalcuello,yMaryPoppinsvertióenellaun

    líquidodecolorcarmesíoscuro.—¿Estumedicina?—preguntóMichael,muyinteresado.—No,lavuestra—dijoMaryPoppins,alargandolacucharahaciaél.Michaella

    miróunmomentoy,luego,arrugólanarizyempezóaprotestar.—Nolaquiero.Nolanecesito.¡Nomelavoyatomar!Pero Mary Poppins tenía los ojos clavados en él y, en ese preciso instante,

    MichaelsediocuentadequeeraimposiblemiraraMaryPoppinsydesobedecerla.Habíaenellaalgoextrañoyasombroso,algoquedabamiedoy,alavez,resultabala

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  • mardeemocionante.Lacucharaseleacercóunpocomás.Contuvoelaliento,cerrólos ojos y tragó. Un sabor delicioso le inundó la boca. Rebañó con la lengua pordentroy,altragárselodeltodo,seleiluminóelrostroconunasonrisadefelicidad.

    —Heladodefresa—dijo,extasiado—.¡Más,más,más!PeroMary Poppins, cuyo rostro había vuelto a adquirir la expresión severa de

    antes, ya estaba vertiendo una dosis para Jane. Un hilillo de tonos plateados,amarillosyverdososcayóenlacuchara.Janeloprobó.

    —Refrescodezumodelima—dijo,relamiéndosedegusto.PeroalverqueMaryPoppinssedirigíahacialosgemelosconelfrasco,saliócorriendodetrásdeella.

    —No,porfavor.Sondemasiadopequeños.Nolessentarábien.¡Porfavor!MaryPoppins,sinembargo,nolahizonicasoy,mientrasfulminabaaJanecon

    unamirada de advertencia, inclinó la cucharilla hacia la boca de John. El bebé lachupó con ansia y, por las pocas gotas que cayeron en el babero, Jane yMichaeladivinaronque,estavez,lasustanciaquehabíaenlacucharaeraleche.LedioluegounaraciónaBarbara,queselatragóconungorgoteoyrebañódosveceslacuchara.

    Acontinuación,MaryPoppinsvertióotradosisy,conmuchasolemnidad,se latomóellamisma.

    —Ponchederon—dijorelamiéndose,mientrasponíaeltapónalfrasco.Los ojos de Jane y deMichael estaban a punto de salírseles de las órbitas de

    asombradosqueestaban,perono tuvieron tiempodeseguirmaravillándose,porqueMaryPoppins,trasdejaraquelfrascomilagrosoenlarepisadelachimenea,sevolvióhaciaellos,ydijo:

    —Yahora,corriendoalacama.E inmediatamente empezó a desvestirlos.Les llamómucho la atención que los

    mismos botones y corchetes que tanto se le resistían a tata Katie, Mary Poppinsconseguíaquesedesabrocharancasi sóloconmirarlos.Enmenosdeunminutoyaestaban metidos en la cama, observando a Mary Poppins a la tenue luz de lalamparillamientrasdeshacíaelrestodesuequipaje.

    De la bolsa salieron siete camisones de franela y cuatro de algodón, un par debotas,unjuegodeldominó,dosgorrosdebañoyunálbumdepostales.Loúltimoensalir fue una cama plegable —mantas y edredón incluidos— que Mary PoppinsdesplegóentrelascunasdeJohnydeBarbara.

    JaneyMichael,acurrucadosenlacama,nolequitabanojo.Todoaquelloeratansorprendentequenoselesocurríaquédecir.PerolosdossabíanquealgoextrañoymaravillosohabíasucedidoenelnúmerodiecisietedelacalledelCerezo.

    MaryPoppinssemetióporlacabezaunodeloscamisonesdefranelayempezóadesvestirse por debajo, como si estuviera metida dentro de una tienda. Michael,fascinadoconlallegadadetanextrañanovedad,nopudoseguircallado,ylallamó:

    —MaryPoppins,¿verdadquenonosdejarásnunca?

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  • Ningunarespuestasurgiódedebajodelcamisón.Michaelnolopudosoportareinsistióconansia:

    —¿Verdadquenonosdejarás?LacabezadeMaryPoppinsemergióporlapartedearribadelcamisón.Sucara

    teníaunaexpresiónferoz.—Si me llega de ahí una sola palabra más, llamo al guardia—dijo con tono

    amenazador.—Yo sólo quería decirte —empezó a decir Michael mansamente— que nos

    gustaría que te quedaras mucho tiempo con nosotros y… —Se sonrojó y, deconfundidoqueestaba,fueincapazdeseguir.

    MaryPoppins,sindecirniunapalabra,miróprimeroaMichaelyluegoaJaney,finalmente,diounresoplido.

    —Mequedaréhastaquecambieladireccióndelviento—selimitóadeciry,actoseguido,soplólavelaysemetióenlacama.

    —Bueno,estábien—dijoMichael,hablandoenparteparasíyenparteparaJane.Pero Jane no le escuchaba. Estaba pensando en todo lo que había ocurrido yhaciéndoseunmontóndepreguntas.

    AsífuecomoMaryPoppinssequedóavivirenelnúmerodiecisietedelacalledelCerezo. Y aunque a veces se echaban de menos los tiempos más tranquilos ycorrientes, cuandoera tataKatiequien llevaba lacasa, enconjunto, todoelmundoquedó contento con la llegada deMary Poppins. El señor Banks estaba contento,porque,alvenirporsuspropiosmedios,nohabíacreadoproblemasdetráfico,yasíélnosehabíavistoobligadoadarleunapropinaalguardia.LaseñoraBanksestabacontenta, porque pudo contarles a todas sus amigas que su niñera estaba tan a laúltimaquenocreíaquehubieraquedarreferencias.LaseñoraBrillyEllenestabancontentas,porquepodíanpasarseeldíaenterotomandotébiencargadoenlacocinayno tenían que presidir las comidas de los niños. Y Robertson Ay también estabacontento,porqueMaryPoppinssóloteníaunpardezapatosy,además,ellamismaseloslimpiaba.

    PeronuncanadiesupoquéeraloqueMaryPoppinssentía,porqueMaryPoppinsnuncalecontabanadaanadie.

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  • 2.Eldíalibre

    —Unjuevesdecadatresydosdeelloshastalascinco—dijolaseñoraBanks.LosojosdeMaryPoppinsledirigieronunamiradasevera.—Lagentemásdistinguidadaunodecadados jueves,yunodeelloshasta las

    seis.No pienso aceptar otra cosa, y si no…—Mary Poppins hizo una pausa, y laseñoraBankssedioperfectacuentadeloqueesapausasignificaba.Queríadecirquesinolograbaloquequería,MaryPoppinssemarcharía.

    —Estábien,estábien—seapresuróadecirlaseñoraBanks,aunquepensabaqueera un fastidio queMaryPoppins estuvieramuchomás al tanto que ella de cuáleseranlascostumbresdelagentedistinguida.

    DemodoqueMaryPoppinssepusosusguantesblancosysemetióelparaguasbajoelbrazo;noporqueestuvieralloviendo,quenoloestaba,loqueocurríaeraqueelparaguasteníaunmangotanbonitoquedabapenadejárseloencasa.¿Averquiénsedejaencasaunparaguasquetienepormangounacabezadeloro?Porotraparte,Mary Poppins era muy presumida, y le gustaba ir siempre impecable. De hecho,estabaconvencidadequesiempreloiba.

    Janelasaludóconlamanodesdelaventanadelcuartodelosniños.—¿Adóndevas?—lepreguntó.—Quieres hacer el favor de cerrar esa ventana —replicó Mary Poppins, y la

    cabezadeJanevolvióameterserápidamenteparadentro.MaryPoppinsbajóporelsenderodeljardínyabriólaverja.Unavezenlacalle,

    comenzóaandarmuydeprisa,comosi tuvieramiedodequefueraaescapársele latarde si no conseguía seguirla el paso. Al llegar a la esquina, dobló primero a laderechayluegoalaizquierda,dedicóunaltivosaludoconlacabezaalguardia,queledijoquehacíaundíamuybueno,yfueentoncescuandotuvoporfinlasensacióndequesudíalibrehabíacomenzado.

    Sedetuvojuntoauncocheaparcado,yayudándoseconelreflejodelparabrisas,seenderezóelsombrero,sealisóelvestidoyapretóconfirmezaelparaguasbajoelbrazoparaqueelmangoo,mejordicho,el loro,quedarabiena lavista.Trasestospreparativosmarchóalencuentrodelcerillero.

    Elcerilleroencuestiónteníaenrealidaddosprofesiones.Adiferenciadeloquesuelehaceruncerillerocorriente,élnoselimitabaavendercerillas,sinoqueademáspintaba cuadros en la acera. Alternaba entre uno y otro oficio, dependiendo del

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  • tiempoquehiciera.Sieldíaeralluvioso,vendíacerillas,puessisehubieradedicadoapintar,lalluvialehabríaborradoloscuadros.Encambio,sihacíabueno,sepasabatodoeldíaderodillas,pintandocuadrosenlasacerascontizasdecolores.Ytardabatan poco en hacerlos que, antes de que a uno le hubiera dado tiempo a doblar laesquina,yahabíapintadounaaceraenteraybuenapartedelaotra.

    Aquel día en concreto—un díamuy bueno, aunque algo frío— se encontrabapintando.Estabaapuntodeañadiruncuadrocondosplátanos,unamanzanayunacabezadelareinaIsabelalalargahileradecuadrosqueyahabíapintado,cuandoseleacercóMaryPoppinsdepuntillasparadarleunasorpresa.

    —¡Eh!—lellamóenvozbajaMaryPoppins.Peroélsiguióañadiendovetasmarronesaunodelosplátanosyrizosmarronesa

    lacabezadelareinaIsabel.—¡Ejem!—dijoMaryPoppinsconunatosecillamuyrefinada.Sobresaltado,elcerillerosediolavueltay,entonces,lavio.—¡Mary!—exclamó,ypor la formaenque lodijo era fácil deducirqueMary

    Poppinseraunapersonamuyimportanteensuvida.Mary Poppins bajó la mirada y frotó dos o tres veces la punta de uno de los

    zapatos contra la acera. Le dirigió luego una sonrisa al zapato, pero lo hizo de talmanera que éste no pudo por menos que darse cuenta de que aquella sonrisa, enrealidad,noibadirigidaaél.

    —Esmidía libre,Bert—dijoella—.¿Esqueyano teacuerdas?—Berteraelnombredelcerillero,aunquesunombredelosdomingoseraHerbertAlfred.

    —Claroquemeacuerdo,Mary—dijo—,pero…—secallóymiróapenadoasugorra. Estaba tirada en el suelo junto al último cuadro que había pintado y dentrohabíadospeniques.Larecogióehizotintinearlasmonedas.

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  • —¿Esoestodoloquehassacado,Bert?—dijoMaryPoppins,ysuvozexpresabatantaalegríaquenadiediríaqueestabadecepcionada.

    —Absolutamentetodo—dijo—.Hoynosehadadobienelnegocio.Quiénibaadecirque lagentenoestaríadispuestaapagarporverunoscuadroscomoéstos—dijo,haciendoungestoconlacabezaendirecciónalretratodelareinaIsabel—.Peroasí están las cosas,Mary—añadió, con un suspiro—.Me temo que hoy no voy apoderllevarteamerendar.

    MaryPoppinspensóenlospastelesdemermeladadeframbuesaquesolíantomarensudíalibre,yestabaapuntodeescapárseleunsuspiro,cuandosefijóenlacaradelcerillero.Congranhabilidad,se las ingenióparaconvertirel suspiroenunadesusmejoressonrisas,conambascomisurasbienvueltashaciaarriba,ydijo:

    —Daigual,Bert.Notepreocupes.Prefieronoiramerendar.Laverdadesquelameriendasiempremehaparecidounacomidademasiadopesada.

    Yeso,sisepiensaenlomuchoquelegustabanaMaryPoppinslospastelesdeframbuesa,fueungestomuybonitoporsuparte.

    Lomismodebiópensarelcerillero,porquecogióaMaryPoppinsdelasmanos,que llevaba enfundadas en unos guantes blancos, y se las apretó con fuerza. Acontinuación,sepusieronacaminaragarradospordelantedelahileradecuadros.

    —¡Mira,ésenolohasvistonunca!—dijoelcerillero,señalandoconorgullounapintura que representaba una montaña nevada, toda ella cubierta de saltamontesposadossobreunasrosasgigantescas.

    EstavezMarypudosoltarunsuspirosinherirlossentimientosdeBert.—¡Oh,Bert,esunaauténticamaravilla!—Yporlaformaenquelodijolehizo

    sentirqueelcuadropodía figurarcon tododerechoen laRealAcademiadeBellasArtes,queesunasalamuygrandedondelagentecuelgaloscuadrosquehapintado.Todo elmundo acude allí para verlos y, tras quedarsemirándolos durante un buenrato,sedicenlosunosalosotros:

    —¡Loquecuentaeselconcepto,amigomío,elconcepto!El siguiente cuadro al que llegaron era todavíamejor: se trataba de un paisaje

    campestre,todollenodeárbolesydehierba,enelqueseveíauntrocitodemaralolejos y, aún más al fondo, algo que guardaba cierta semejanza con el pueblo deMargate.

    —¡Caray!—dijoMary Poppins en tono admirativo,mientras se inclinaba paraverlomejor—.¡Pero,quéhacesBert!

    Y es que el cerillero le había cogido la otra mano y parecía estar muyemocionado.

    —¡Mary, tengo una idea! Una idea estupenda. ¿Por qué no vamos ahí? ¡Hoy,ahoramismo!Vamos ameternos en el cuadro, ¿eh,Mary?—Ycomo la tenía aúnagarradadeambasmanos,lasacódeuntiróndelacalle,apartándoladelasrejasde

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  • hierro y de las farolas, y lametió en pleno centro del cuadro. ¡Guau, allí estabanahoralosdos,metidosdentrodelcuadro!

    ¡Qué verde y qué tranquilo era todo aquello, y qué blanda y qué fresca era lahierba que pisaban! Les costaba trabajo creer que aquello fuera cierto, pero ahíestaban las ramas de los árboles, vibrando convoz ronca al doblarse sobre ellos yrozarsussombreros;ytambiénlasflorecillasdecolores,queselesenroscabanenloszapatos. Semiraron el uno al otro y se dieron cuenta de que los dos estabanmuycambiados.AMaryPoppins leparecióqueelcerillerosehabíacompradoun ternocompletode ropanueva,puesahora llevabapuestaunachaquetade rayasverdesyrojas muy brillantes, pantalones de franela blancos y, lo que era aún mejor, unflamante sombrero de paja. Estaba sorprendentemente limpio, como si le hubieranpulidodearribaabajo.

    —¡Caramba,Bert,estásestupendo!—exclamóllenadeadmiración.PeroBertparecíahabersequedadomudo;teníalabocaabiertaylamirabaconlos

    ojoscomoplatos.Finalmente,tragósalivaydijo:—¡Canastos!Eso fue todo. Pero lo dijo de tal forma, y la miraba tan fijamente y con tal

    embelesoqueMarysacóunespejitodelbolsoysemiróenél.Entonces se dio cuenta de que también ella había cambiado. De sus hombros

    colgabaunapreciosacapadesedaartificialconunestampadoonduladoy,segúnleinformóelespejo,lascosquillasquesentíaenlapartedeatrásdelcuellolascausabauna larga pluma en forma de rosca que pendía del ala del sombrero. Susmejoreszapatoshabíandesaparecidoy,ensulugar,habíaotrosmuchomásbonitos,conunashebillas de diamante, muy grandes y resplandecientes. Sus guantes blancos y suparaguas,sinembargo,aúnseguíanahí.

    —¡Diosmío,estosíqueesundíalibreentodaregla!—dijoMaryPoppins.Dirigiéndosemiradasadmirativaselunoalotroyasímismos,emprendieronla

    marcha por aquel bosquecillo y, al cabo de un rato, llegaron a un pequeño claroinundadodesol.Allí,sobreunamesaverde,había…¡unameriendapreparada!

    Unatorredepastelesdemermeladadeframbuesa,quelellegabaaMaryPoppinsporlacintura,selevantabaensucentroy,asulado,enungranrecipientedelatón,hervía el té. Pero lo mejor de todo era que también había dos platos llenos decaracolillosydosalfileresparasacarlosdelasconchas.

    —¡Carámbanos!—dijoMaryPoppins,quecuandoestabacontentasiempredecíaeso.

    —¡Canastos! —dijo el cerillero, utilizando la expresión que solía usar enidénticascircunstancias.

    —Siénteseseñora,porfavor—dijounavoz,y,aldarselavuelta,vieronsalirdelbosque a un hombre muy alto, que vestía chaqueta negra y llevaba una servilleta

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  • cruzadasobreunbrazo.Mary Poppins, sorprendidísima, se sentó con un ruido sordo en una de las

    pequeñassillasverdesquehabíaalrededordelamesa.Elcerillero,queestabacomohipnotizado,sedejócaerenotra.

    —Verán,yosoyelcamarero—lesexplicóelhombredelachaquetanegra.—¡Ah,ya!Pero,oiga,nolevienelcuadro—dijoMaryPoppins.—Verá,esqueestabadetrásdeunárbol—seexplicóelcamarero.—¿Por qué no se sienta con nosotros? —le invitó Mary Poppins muy

    educadamente.—Los camareros nunca se sientan, señora—repuso el hombre, aunque parecía

    muycomplacidodequeselohubierapedido.—¡Sus caracoles, señor! —dijo, empujando uno de los dos platos hacia el

    cerillero—.Y…¡sualfiler!—Lequitóalalfilerelpolvoconlaservilletayselopasóalcerillero.

    Sepusieronamerendar,mientraselcamareropermanecíadepiejuntoalamesaparaocuparsedequenolesfaltaradenada.

    —Al final sí que los vamos a comer —susurró Mary Poppins en voz alta,mientrascomenzabaadarcuentadelapiladepastelesdemermeladadeframbuesa.

    —¡Canastos!—asintióelcerillero,sirviéndosedosdelospastelesmásgrandes.—¿Té?—dijoelcamarero,mientraslesllenabalastazasconlatetera.Sebebieronsusrespectivastazasytomarondosmáscadauno.Luego,paraque

    lesdierasuerte,seterminaronlatorredepastelesdemermeladadeframbuesa.Unavezacabada,selevantaronysesacudieronlasmigas.

    —Notienenquepagarnada—dijoelcamarero,antesdequelesdieratiempoapedir la cuenta—. Ha sido un placer. El tiovivo lo tienen ahí detrás —añadió,señalandoconlamanounapequeñaaberturaentre losárboles, tras lacualseveíanunoscuantoscaballitosdemaderadandovueltasenunacaseta.

    —Escurioso—dijoella—.Tampocorecuerdohaberlovistoenelcuadro.—Ah,esqueestabamuyalfondo,¿sabes?—dijoelcerillero,aunqueéltampoco

    lorecordaba.

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  • Llegaronasualturacuandoeltiovivocomenzabaaaminorarlamarcha.Demodoque,pegandounsalto,sesubieronaél:MaryPoppinssemontóenuncaballonegroyelcerilleroenunogris.Ycuandolamúsicasonódenuevoyempezaronamoverse,sehicieronacaballotodoeltrayectodeidayvueltaaYarmouth,pueséseeraellugarquemáslesapetecíavisitaralosdos.

    Cuandoregresaronyaeracasidenoche,yelcamareroestabaesperándoles.—Señora,señor—dijo—,losientomuchoperocerramosalassiete.Lasnormas,

    yasaben.Permítanmequelesacompañealasalida.Asintieronconlacabeza,yelcamarero,blandiendosuservilleta,comenzóaabrir

    lamarchaporelbosque.—Estavez,Bert,haspintadouncuadroverdaderamentemaravilloso—dijoMary

    Poppins,enlazandosubrazoconeldelcerillero,mientrassesubíaunpocolacapa.—Bueno,lohicelomejorquepude—dijoelcerilleroconmodestia,aunqueno

    eradifícildarsecuentadeque,enrealidad,sesentíaorgullosísimo.En ese preciso momento, el camarero se detuvo delante de ellos junto a una

    puertablancaqueparecíaestartodaellaconstruidacongruesashiladasdetiza.—¡Yahemosllegado!—afirmó—.Éstaeslasalida.—Adiós,ygraciasportodo—dijoMaryPoppins,estrechándolelamano.—Adiós, señora —respondió el camarero, haciendo una reverencia tan

    pronunciadaquesedioconlacabezaenlasrodillas.Se despidió luego del cerillero, inclinando levemente la cabeza, y éste le

    respondióladeandolasuyayguiñándoleunojo,puesésaerasuformadedeciradiós.MaryPoppinsavanzóhacialapuertablanca,yelcerillerolasiguió.

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  • Ymientraslacruzaban,aMaryPoppinsselecayeronlaplumadelsombrero,lacapadesedade loshombrosy losdiamantesde loszapatos;y las resplandecientesropasdelcerilleroperdierontodosubrillo,mientrasquesusombrerodepajavolvíaaconvertirseenunaviejayandrajosagorra.MaryPoppinssediolavuelta,lemiróyenseguidacomprendióloquehabíaocurrido.Duranteunminutoeternopermanecióde pie sobre la acera sin dejar demirarle y, luego, su vista recorrió el bosque quehabíadetrásdeél, tratandode localizaralcamarero.Perodelcamareronohabíanirastro. En el cuadro no se veía a nadie. Nada se movía. Incluso el tiovivo habíadesaparecido.Allísóloquedabanlosárbolesylahierbainmóvilesy,alfondo,aquelestáticotrozodemar.

    Pero, a pesar de todo, Mary Poppins y el cerillero se miraron sonrientes. ¿Ysabéisporqué?Porquesabíanloquehabíadetrásdelosárboles…

    Cuandoregresódesudíalibre,JaneyMichaelsalieroncorriendoasuencuentro.—¿Dóndehasestado?—lepreguntaron.—Enelpaísdelashadas—dijoMaryPoppins.—¿YvisteaCenicienta?—quisosaberJane.—¿Cenicienta?¡Bah,quévoyaverla!—dijoMaryPoppinsen tonodespectivo

    —.¡Cenicienta,aquiénseleocurre!—¿OaRobinsonCrusoe?—preguntóMichael.—¡RobinsonCrusoe…pufff!—dijogroseramenteMaryPoppins.—Entoncesesquenohasestado.¡Ésenopuedesernuestropaísdelashadas!MaryPoppinspusocaradesuperioridadydiounresoplido.—¿Acasonosabíaisquetodoelmundotienesupropiopaísdelashadas?—dijo,

    comosisecompadecieradeellos.Y,trasdarunnuevoresoplido,subiólasescalerasyfueaquitarselosguantesya

    dejarelparaguas.

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  • 3.Elgasdelarisa

    —¿Estás totalmente segura de que estará en casa? —dijo Jane, en cuanto ella,MichaelyMaryPoppinsbajarondelautobús.

    —¿Acaso crees que mi tío me pediría que os llevara a merendar a su casa situvieralaintencióndesalir?—dijoMaryPoppins,alaque,evidentemente,aquellapregunta le había ofendido mucho. Llevaba puesto su abrigo azul de botonesplateadosconsusombreroajuego,ycuandoseponíaesaropaofenderlaeralacosamásfácildelmundo.

    LostresibanahacerunavisitaalseñorPeluca,eltíodeMaryPoppins,yhacíatantoque JaneyMichael aguardabanesemomentoqueahora teníanmiedodequefinalmenteelseñorPelucanoestuvieraencasa.

    —¿Por qué se llama así, es que lleva peluca? —preguntó Michael, mientrasacelerabalamarchaparanodescolgarsedeMaryPoppins.

    —SellamaPelucaporqueéseessunombre.Yno,nollevapeluca.Escalvo—dijoMaryPoppins—.Unapreguntamásynosvolvemosacasa—añadió,lanzandoacontinuaciónunodeesosresoplidosquesolíadarcuandoestabademalhumor.

    JaneyMichaelsemiraronyfruncieronelceño.Yloqueesegestoqueríadecirera lo siguiente: «Será mejor no hacerle más preguntas, no vaya a ser que nosquedemossinir».

    Al llegara laúltimaesquinaquehabíaantesde lacasadelseñorPeluca,MaryPoppinssedetuvofrentealescaparatedeunestancoparaenderezarseel sombrero.Eraunodeesosescaparatestancuriososquedevuelventresreflejosenlugardeuno,detalmodoque,quiensemiraduranteunbuenrato,acabaportenerlasensacióndenoserélmismosinovariaspersonasdistintas.PeroMaryPoppins,alvertresreflejossuyos,cadaunoconsuabrigoazuldebotonesplateadosysusombreroazulajuego,suspirósatisfecha.Leparecíaunaimagentanencantadoraquelehubieragustadoquefuerandoce,treintaincluso.CuantasmásMaryPoppinsmejor.

    —Venga—dijo con voz severa, como si ellos hubieran sido quienes la habíanhecho esperar.Doblaron la esquina y tiraron de la campana del número tres de lacalleRobertson.JaneyMichaellaoyeronresonardébilmentealolejosysedieroncuenta de que, dentro de uno o dos minutos a lo sumo, estarían merendando porprimeravezensuvidaconelseñorPeluca,eltíodeMaryPoppins.

    —Esosiesqueestáencasa—ledijoJaneaMichaelenunsusurro.

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  • Enesemomentoseabriólapuertayunamujermuymenudaydeojosllorososaparecióenelumbral.

    —¿Estáelseñorencasa?—seapresuróapreguntarMichael.—Te agradecería mucho que dejaras que fuera yo quien hablara —dijo Mary

    Poppins,fulminándoleconlamirada.—Encantadadeconocerla,señoraPeluca—dijoJane,muyeducadamente.—¿SeñoraPeluca?—dijolamujermenudaconunavozaúnmásmenudaqueella

    —. ¿Cómo te atreves a llamarme señora Peluca? ¡Ah, no! ¡Yo soy la señoritaPersimmonsinmás,yamuchahonra!¡SeñoraPeluca,vayaocurrencia!

    Parecía estarmuymolesta, y pensaron que bien raro debía ser el señor PelucaparaquelaseñoritaPersimmonsealegraratantodenoserlaseñoraPeluca.

    —Nada más subir, la primera puerta del descansillo —dijo la señoritaPersimmon.Y,acontinuación, sealejóa todaprisaporelpasillo, repitiendounayotravezconunavozmuyalta,muymenudaymuyindignada:«¡SeñoraPeluca,vayaocurrencia!».

    Jane y Michael siguieron a Mary Poppins escaleras arriba y, una vez en eldescansillo,MaryPoppinsllamóalapuerta.

    —¡Adelante! ¡Adelante! ¡Sed bienvenidos! —exclamó desde dentro una vozfuerteyalegre.Janeestabatanemocionadaqueelcorazónlelatíaatodavelocidad.

    —¡Síqueestáencasa!—decíalamiradaquedirigióaMichael.MaryPoppins abrió la puerta y les empujó para que pasaran primero. Frente a

    ellosseabríaunahabitaciónampliayalegre.Enunextremoresplandecíaunfuegoencendidoy,enmedio,habíaunamesaenormeconunameriendapreparada:cuatrotazas, cuatro platillos, y pilas y más pilas de tostadas con mantequilla, bollos ypastelesdecoco,ademásdeungigantescoplumcakeconunglaseadodecolorrosa.

    —Bueno, bueno, esto sí que es un verdadero honor—les saludó una vozmuypotente. JaneyMichaelmiraronasualrededorenbuscadeldueñodeaquellavoz.Peronoseleveíaporningunaparte.Enlahabitaciónnoparecíahaberabsolutamentenadie.EntoncesoyeronlavozdeMaryPoppins,que,enuntonomuyenojado,decía:

    —¡Ay,tíoAlbert,otravezno!Nomedigasqueestucumpleaños.Hablabamirandoaltecho,demodoqueJaneyMichaelalzaronlavistay,parasu

    sorpresa, vieron a un hombre gordo, orondo y calvo que flotaba en el aire sinagarrarseaningunaparte.Enrealidad,másqueflotarparecíaestarsentadoenelaire,puesteníalaspiernascruzadasyasuladohabíaunperiódicoquedebíahaberestadoleyendocuandoentraron.

    —Losientomucho,querida,perometemoquesíqueesmicumpleaños—dijoelseñorPeluca,sonriendoalosniñosydirigiendoaMaryPoppinsunamiradaconlaqueparecíaquererdisculparse.

    —¡Desdeluego!—dijoMaryPoppins.

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  • —Me acordé ayer por la noche y ya no había tiempo de enviarte una notadiciéndotequevinieraisotrodía.Vayaunengorro,¿no?—dijo,mirandoaJaneyaMichael—.Caray,seosveuntantosorprendidos—añadióelseñorPeluca.Yvayasiloestaban,labocaseleshabíaquedadotanabiertaque,dehabersidoelseñorPelucaunpocomáspequeño, se leshabríacoladodentroencasodehabersecaído—.Meparecequeserámejorqueosloexplique—prosiguióelseñorPelucaconcalma—.Veréis,setratadelosiguiente.Yosoyunapersonamuyalegreyderisafácil.Noospodéis ni imaginar la cantidad de cosas queme hacen gracia. Os aseguro quemepuedoreírprácticamentedeloquesea.

    YalinstanteelseñorPelucaempezóasubirarribayabajoporelataquederisaquelehabíaprovocadopensarenloalegrequeera.

    —¡TíoAlbert!—dijoMaryPoppins.ElseñorPeluca,dandounasacudida,paródereír.

    —Disculpa, querida. ¿En dónde me había quedado? ¡Ah, sí! Bueno, lo másgraciosodetodo,¡tranquilaMary,nomevoyareír,sipuedoevitarlo!,esquesiemprequemicumpleañoscaeenviernes,mevoyparaarriba.Sí,señor,arribadeltodo—dijoelseñorPeluca.

    —Pero¿porqué…?—empezóadecirJane.—Pero¿cómo…?—empezótambiénMichael.—Bueno,veréis,siemprequemeríoesedíaenconcretomellenotantodegasde

    la risaquemeresultacompletamente imposiblemantenermeenelsuelo.Bastaunasimple sonrisa para que ocurra. La primera cosa divertida que se me pasa por lacabezayyaestoyyéndomeparaarribacomosifueraunglobo.Yhastaquenopiensoenalgoserio,nopuedovolverabajar.

    ElseñorPelucasoltóentoncesunarisita,peroalfijarseenlacaraqueponíaMaryPoppins,secontuvo,yprosiguió:

    —Resulta un poco raro, ya lo sé, pero os aseguro que no es desagradable.Meimaginoqueaningunodevosotrososhapasadoestonunca,¿verdad?

    JaneyMichaelhicieronungestonegativoconlacabeza.—Yasuponíayoqueno.Pareceserunrasgopeculiarmío.Fijaos,unavez,que

    habíaidoalcircolanocheanterior,mereítantoque,¿mecreeréissiosdigoquemepasédocehorasaquíarribaynopudebajarhastaquesonólaúltimacampanadadelamedianoche?Luego,claro,caídegolpeporqueyaerasábadoysehabíapasadomicumpleaños.¿Verdadqueesraro?Aunquetambiéndivertido,nomedigáisqueno.Yahoraotravezesviernes,ymicumpleaños,yaquíestáisvosotrosdosyMaryP.quehabéisvenidoahacermeunavisita.¡Ay,Señor,teloruego,nomehagasreír!—Peroa pesar de que Jane y Michael no habían hecho nada más divertido que mirarleatónitos,elseñorPelucacomenzódenuevoareírseacarcajadasy,mientrassereía,noparabadedartumbosybotesporelaire,conelperiódicotemblequeándoleentre

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  • lasmanosylasgafasponiéndoseleyquitándoseledelanariz.Resultabatandivertidoverleflotaraladeriva,comosifueraunaenormeburbuja

    humana,mientrastratabadeaferrarsealtechooalastuberíasdelgas,cuandopasabajuntoaellas,queJaneyMichael,pormásqueintentaronmantenerlacompostura,nopudieronevitarhacer loquehicieron.Se rieron.Y se rieron.Y siguieron riéndose.Trataron de mantener la boca cerrada con todas sus fuerzas para que no se lesescapara la risa, pero no hubo manera. Y pronto estuvieron tirados en el suelo,retorciéndosederisa.

    —¡Perobueno!—dijoMaryPoppins—.¡Quémaneradecomportarseesésa!—¡Es que no puedo contenerme, no puedo! —chilló Michael, mientras salía

    rodando por el suelo hasta chocar con la pantalla de la chimenea—. Es paratroncharse,¿eh,Jane?

    PeroJaneno le respondió,porqueenesemomento leestabapasandoalgomuyextraño.Cuantomássereíamásligeraseibasintiendo.Parecíacomosiseestuvierahinchandodeaire.Erauna sensación tanextrañacomomaravillosa,yhacíaque leentraranaúnmásganasdereír.Depronto,pegóunboteyseencontródandotumbospor el aire. Michael, completamente atónito, la vio elevarse por encima de lahabitación. Al llegar al techo, se dio un pequeño golpe en la cabeza y, luego,pegándoseaél,avanzóhastallegaradondeestabaelseñorPeluca.

    —¡Vaya,nomedigasquetambiénestucumpleaños!—dijoelseñorPeluca,queparecíaestarigualdesorprendidoqueMichael.

    Janehizoungestonegativoconlacabeza.—¿Ah,no?¡Puesentoncesesqueseestánpropagandolosefectosdelgasdela

    risa!¡Eh,tú,altoahí,cuidadoconelmantel!—SelodecíaaMichael,quedeprontose había elevado sobre el suelo y, al surcar el aire, desternillándose de risa, habíapasadorozandolosadornosdeporcelanaquehabíasobreelmantel.

    —Encantadodeconocerte—dijo el señorPeluca,dándoleun fuerte apretóndemanos—.¡Aestosíquelollamoyoamabilidad!Envistadequenopuedobajar,hasdecididosubir tú—y,actoseguido,élyMichaelsemiraronalacaray,echandolacabezahaciaatrás,seempezaronareíracarcajadas—.Oye—ledijoelseñorPelucaa Jane, mientras se enjugaba los ojos—, debes de pensar que soy el ser másmaleducadodelmundo.Estásdepie,yunaseñorita tanbonitacomotútendríaqueestarsentada.Lomaloesquenopuedoofrecerteunasillaaquíarriba,perocreoyoqueencontrarásqueelaireesunlugarbastantecómodoparasentarse.

    Janehizolapruebayresultóquesíqueseestabamuycómodasentadaenelaire.Demodoquesequitóelsombreroylodejóasulado.Elsombrero,sinapoyarseennada,sequedóflotandoenelaire.

    —Estupendo—dijo el señorPelucay,dándose lavuelta,miróhacia abajoy ledijoaMaryPoppins:

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  • —Bueno Mary, aquí ya estamos todos instalados. Y ahora que ya puedoocuparme de ti, querida, permíteme que te diga que estoy encantado de daros labienvenida,atiyaestosdosjóvenesquehastraídohoycontigo.Pero,Mary…¿porquémemirasasí?Vaya,metemoque…ejem…quetodoestonotehacedemasiadagracia,¿verdad?

    ElseñorPeluca,señalandoaJaneyaMichaelconlamano,seapresuróadecir:—Lo siento, queridaMary. Pero yame conoces. Te puedo asegurar que nunca

    pensé que mis dos jóvenes amigos se contagiarían. ¡De veras que no, Mary! Meimaginoquedeberíahaberlesdichoquevinieranotrodía,ohaberpensadoenalgotriste,oyoquéséelqué.

    —Enmi vida había visto un espectáculo semejante. Y a tu edad, tío…—dijoremilgadamenteMaryPoppins.

    —¡Sube, Mary Poppins, sube! —la interrumpió Michael—. Piensa en algodivertidoyyaverásquéfáciles.

    —¡Anda,Mary,sébuena!—dijoelseñorPelucacontonopersuasivo.—¡Aquí arriba estamos muy solos sin ti!—añadió Jane, alargando los brazos

    haciaMaryPoppins—.¡Venga,piensaenalgogracioso!—¡Perosiaellanolehacefalta!—dijoelseñorPelucasuspirando—.Siquiere

    puedesubiraunquenose ría…ybien losabe—añadió,dirigiendounaenigmáticamiradadecomplicidadaMaryPoppins,quepermanecíadepiesobrelaalfombraquehabíadelantedelachimenea.

    —Bueno—dijoMaryPoppins—,todoestoresultabastanteridículoeindecoroso,peroenvistadequeestáistodosahíarriba,ynoparecequesepáisbajar,meimaginoquelomejorseráquesubayotambién.

    YantelasorpresadeJaneydeMichael,pególasmanosalcuerpoy,sinsoltarniunasolarisa,ysinquetansiquieraseapreciaraelmásleveatisbodesonrisaensurostro,saliódisparadahaciaarribaysesentóenelairealladodeJane.

    —¿Sepuedesabercuántasvecestehedichoquetequiteselabrigocuandoentresen una habitación donde haga calor? —la regañó. Y acto seguido desabrochó elabrigodeJaney,conmuchocuidado,lodejóflotandojuntoalsombrero.

    —Estupendo,Mary,estupendo—dijomuysatisfechoelseñorPeluca,mientrasseechabahaciadelanteparadejarsusgafassobreelmantel—.Yahoraqueyaestamostodoscómodos…

    —Hay maneras y maneras de estar cómodo —dijo Mary Poppins, dando unresoplido.

    —Podemos empezar a merendar —prosiguió el señor Peluca, como si no sehubiera percatado de su comentario. Pero, de pronto, se le puso cara de susto—.¡Dios bendito! ¡Qué horror!Me acabo de dar cuenta… La mesa está ahí abajo ynosotrosaquíarriba.¿Quévamosahacer?Esunatragedia…¡unaauténticatragedia!

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  • Claroquetambién…¡Caray…siesdivertidísimo!—Setapólacaraconelpañueloydescargósobreéluntorrentederisas.JaneyMichael,aunquenoqueríanperderselospanecillos y los pasteles, tampoco pudieron evitar reírse, pues la alegría del señorPelucaresultabalamardecontagiosa.

    ElseñorPelucaseenjugólosojos.—Sólo hay una solución posible—dijo—. Tenemos que pensar en algo serio.

    Algotriste,muytriste.Entoncespodremosbajar.¡Venga,todosalavez…una,dosytres!¡Algomuytriste,noloolvidéis!

    Porfinestabantodosjuntos,flotandoenelaire.

    Apoyaronlabarbillaenlamano,ysepusieronapensaryapensaryapensar.Michaelpensóenelcolegioyeneldíaenqueletocaríairallí.Pero,hoy,hasta

    esoleparecíagraciosoyleprovocabarisa.Jane pensó: «¡Dentro de catorce años ya serémayor!». Pero aquello, más que

    triste,leparecíabonitoybastantedivertido.Nopodíapormenosdesonreírseantelaideadehacersemayorydetenerqueusarfaldaslargasybolso.

    —EstálodelapobretíaEmily—pensóelseñorPelucaenvozalta—.Ésaalaqueleatropellóunómnibus.Unahistoriatriste.Muytriste.Insoportablementetriste.PobretíaEmily.Claroquealmenosconsiguieronrescatarsuparaguas.Tienegracia,

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  • ¿no? —Y antes de que se diera cuenta de por dónde iba, ya estaba palpitando,temblandoyreventandoderisadesólopensarenelparaguasdelatíaEmily.

    —Nohaymanera—dijo tras sonarse lanariz—.Me rindo.Yaquímis jóvenesamigos tampoco parecenmuy duchos en eso de ponerse tristes.Mary, ¿no podríashaceralgo?Queremosmerendar.

    Adíadehoy,JaneyMichaelsiguensinestarmuysegurosdequéfueloquepasóentonces.Loúnicoque sabenconcerteza esque, tanprontocomoel señorPelucapidió ayuda aMaryPoppins, las patas de lamesa que tenían debajo se pusieron atemblequear.Bienprontolamesaenteraestuvobamboleándosepeligrosamentehastaque,conunfuertetraqueteodelozaymientrasvariospastelessedesplomabansobreelmantel,seremontóenelairey,dandoungiroperfecto,seinstalójuntoaellosdetalmodoqueelseñorPelucaquedaraenlacabecera.

    —¡Buenachica!—dijoelseñorPeluca,dirigiéndoleaMaryPoppinsunasonrisallenadeorgullo—.Yasabíayoqueseteocurriríaalgo.Anda,Mary,hazmeelfavor,pontealotroextremodelamesaysirveelté.Yloshuéspedes,unoacadalado.Así,muybien—dijo,unavezqueMichael,avanzandoabotesporelaire,sesentóasuderecha. Jane, por su parte, se había sentado a su izquierda. Por fin estaban todosjuntos,flotandoenelaireentornoalamesa.Niunsolotrozodepanconmantequillayniunterróndeazúcarsehabíaquedadoabajo.

    ElseñorPelucasonriósatisfecho.—Según tengo entendido, lo normal en estos casos es empezar por el pan con

    mantequilla —dijo, dirigiéndose a Jane y a Michael—, pero, dado que es micumpleaños,vamoshacerlascosasalrevés;queparamísiemprehasidolamaneramáscorrectadehacerlascosas.Asíque…¡aporelpastel!

    Y,actoseguido,lescortóungrantrozodepastelacadauno.—¿Másté?—ledijoaJane.Peroéstanotuvotiempoderesponderle,porqueen

    eseprecisomomentoungolpesecoynerviososonóenlapuerta.—¡Adelante!—dijoelseñorPeluca.Al abrirse la puerta, apareció la señorita Persimmon con una jarra de agua

    calienteenunabandeja.—Penséquenecesitaríanunpocomásdeagua,señorPeluca,y…—comenzóa

    decir, mientras sus ojos rastreaban la habitación—. Pero… ¡esto es el colmo… elcolmo!—exclamóalverlosatodosflotandoentornoalamesa—.¡Enmividahabíavistocosaigual,entodoslosañosdemivida!Ciertoquesiemprepenséqueeraustedunpocoraro,señorPeluca,perohastaahorahabíahecholavistagorda,porqueustedpagaba puntualmente el alquiler. Pero este comportamiento suyo de ahora…merendandoenelaireconsusinvitados…permítamedecirle,señorPeluca,quemedejaustedatónita.¡Quécosamásindecorosa,yenunhombredesuedad!Amínuncameocurriría…

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  • —¡Puesalomejorleocurre,señoritaPersimmon!—dijoMichael.—¿Alomejormeocurre,qué?—dijolaseñoritaPersimmonconaltivez.—Pues que se contagie de gas de la risa, como nos pasó a nosotros—explicó

    Michael.LaseñoritaPersimmonechólacabezaparaatrásenactituddesdeñosa.—Sepausted,jovencito,quemerespetolobastantecomoparanoirdandobotes

    por el aire como si fuera una pelota de goma colgada de un bate—repuso—.Noseñor,comomellamoAmyPersimmon,quepiensoquedarmeaquí,biensujetasobremispropiospies,y…¡Ay,Diosmío! ¿Peroquées esto?Nopuedoandar,voya…¡Ay!¡Socorro!¡Socorro!

    OcurríaquelaseñoritaPersimmon,muyencontradesuvoluntad,sehabíaelevadosobreelsueloyhabíaempezadoadar tumbosporelaire, rodandodeun ladoparaotrocomosifueraunbarrilmuyestrecho,mientrashacíatodotipodemalabarismospara evitar que se le cayera la bandeja de las manos. Estaba tan acongojada que,cuando llegóa lamesaydepositóenella la jarradeagua,parecíaestarapuntodellorar.

    —Gracias—dijoMaryPoppinsenuntonomuytranquiloycortés.

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  • La señorita Persimmon se dio la vuelta y empezó a descender, murmurando:«Qué cosa más indecorosa… que a una mujer tan equilibrada y de uncomportamientotanintachablelepaseesto…Tengoqueiraveralmédico…».

    Encuantotocóelsuelo,saliócorriendodelahabitación,retorciéndoselasmanosysinmiraratrásniunasolavez.

    —¡Quécosatanindecorosa!—laoyerondecirconvozlastimeramientrascerrabalapuertatrasdesí.

    —¡PuesnodebellamarseAmyPersimmon,porquenosehatenidodepie!—lesusurróJaneaMichael.

    ElseñorPeluca,entretanto,sehabíaquedadomirandofijamenteaMaryPoppins;setratabadeunamiradabastantecuriosa,entreacusadoraydivertida.

    —¡VálgameDios,Mary,nodeberíashaberlohecho!Lapobrenosevarecuperar

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  • nuncadeésta.Ahorabien,hayqueverlograciosaqueestabamoviéndoseporelairecomounpatomareado…¡Diosmisericordioso,nomedigáisqueno!

    Ytantoél,comoJaneyMichael,seecharonotravezareíryempezaronagirarpor el aire, apretándose los costadosymedio ahogadosde la risa que les producíapensarenelaspectotancómicoqueteníalaseñoritaPersimmon.

    —¡Por favor! —decía Michael— no me hagáis reír. No puedo más. ¡Voy areventar!

    —¡Ay, ay, ay!—gritaba Jane, mientras trataba de coger aire y se apretaba elcorazónconlamano.

    —¡Diosbendito,benevolenteybamboleante!—rugíaelseñorPeluca,quecomono había conseguido encontrar su pañuelo, se estaba secando los ojos con losfaldonesdelachaqueta.

    —ES HORA DE VOLVER A CASA.—El sonido de la voz deMary Poppins se alzósobrelosalaridosderisacomosifueraeltoquedeunatrompeta.

    Alinstante,Jane,MichaelyelseñorPelucaseprecipitaronenelvacío.Conunestruendoenorme,aterrizaronenelsuelotodosrevueltos.Laideadequeteníanquevolveracasafueelprimerpensamientotristedelatardey,nadamáspasárselesporlacabeza,sevaciarondegasdelarisa.

    Jane y Michael suspiraron, mientras veían cómo Mary Poppins descendíalentamente,conelabrigoyelsombrerodeJaneenlamano.

    ElseñorPelucatambiénsuspiró.Fueunsuspirogrande,largoyprofundo.—En fin, qué pena, ¿no? —dijo el señor Peluca con sobriedad—. Es una

    verdadera lástima que tengáis que iros a casa. Nunca había pasado una tarde tandivertida,¿yvosotros?

    —Jamás—dijocontristezaMichael,queenaquelmomentosehabíadadocuentadeloaburridoqueeravolveraestarenelsuelosinteneryadentrogasdelarisa.

    —Nunca,nunca—dijoJane,quesepusodepuntillasyleplantóalseñorPelucaunbesoensussonrosadasyflácidasmejillas—.¡Nunca,nunca,nunca,nunca!

    Sentadosunoacada ladodeMaryPoppins, regresabanacasaenautobús.Losdosibanmuycallados,pensandoenlatardetanestupendaquehabíanpasado.Alcabodeunrato,Michael,convozsomnolienta,ledijoaMaryPoppins:

    —¿Cadacuántolepasaesoatutío?—¿Lepasa,elqué?—dijoMaryPoppinsconbrusquedad,comosipensaraque

    Michaellodecíaconintencióndemolestarla.—Puesesodedarbotesysaltos,ydereírseysubirseporlasalturas.—¿Subirseporlasalturas?—LavozdeMaryPoppinssonabamuyagudaymuy,

    peroquemuyenfadada—.¿Sepuedesaberquéquieresdecirconesodesubirsepor

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  • lasalturas?Janetratódeexplicárselo.—LoqueMichaelquieresaberessitutíosehinchadegasdelarisaamenudoy

    sisueledarvueltasybotesporeltechocuando…—¡Vueltas y botes! ¡A quién se le ocurre! ¡Vueltas y botes por el techo! ¡Lo

    próximoquemediréisseráquemitíoesunglobo!—dijoMaryPoppins, lanzandounresoplidodeindignación.

    —¡Pero si lo hemos visto! ¡Y eso es exactamente lo que hizo! —exclamóMichael.

    —¿Elqué,darvueltasybotes?¡Pero,cómoosatrevéis!Queosquedeestomuyclaro, mi tío es un hombre cabal, honesto y trabajador, así que haced el favor dehablar de él con más respeto. ¡Y ya está bien de morder el billete del autobús!¡Vueltasybotes,aquiénseleocurre!

    Sefueronarrimandoaellaysequedarondormidos.

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  • JaneyMichaelsesepararonunpocodeMaryPoppinsysemiraronelunoalotro.Ninguno de los dos dijo nada, porque ya habían aprendido que, pormás raro queresultaratodo,erapreferiblenodiscutirconMaryPoppins.

    Yloqueaquellamiradaqueríadecir,era:«¿Hasidorealono?¿QuiéntienerazónsobreelseñorPeluca,MaryPoppinsonosotros?».

    Peronohabíanadiequepudieradarleslarespuestacorrecta.Soltando un rugido, el autobús aceleró la marcha y se puso a dar tumbos y

    bandazos.MaryPoppins,sentadaenmediodelosdos,permanecíaensilencioconaspecto

    deseguirestandomuyenfadada.Sinembargo,alcabodeunrato,elcansanciohizomellaenlosniñosy,pocoapoco,sefueronarrimandoaellaysequedarondormidos,aunquenisiquieraasídejabandehacersepreguntas.

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  • 4.AndrewylaseñoritaAlondra

    LaseñoritaAlondraeralavecinadelacasadeallado.Conviene,sinembargo,queantesdeseguiradelanteosdigaalgosobrecómoera

    lacasadeallado.Setratabadeunacasamuygrande,conmucholamásgrandedelacalledelCerezo.Erabien sabidoquehastael almiranteBoomsentíaenvidiade laespléndidacasade laseñoritaAlondra,yesoque lasuya tenía toberasdebarcoenlugardechimeneasyunmástileneljardíndelantero.SiemprequepasabapordelantedelamansióndelaseñoritaAlondra,losvecinosdelacalledelCerezoleoíandecir:«¡Recontracanastos!¿Sepuedesaberparaquédemoniosquiereunacasacomoésa?».

    Lo que más envidia le daba al almirante Boom era que la casa de la señoritaAlondra tenía un jardín con dos puertas. Una para los amigos y parientes de laseñoritaAlondraylaotraparaelcarnicero,elpanaderoyellechero.

    Enciertaocasión,elpanaderoseequivocóyentrópor lapuertareservadaa losamigosyparientes,ylaseñoritaAlondraseenfadótantoqueledijoquenovolvieranuncaatraerleelpan.

    Alfinal,sinembargo,tuvoqueperdonarle,porqueeraelúnicopanaderoentodoel vecindario que hacía esos bollos aplastados que tienen una especie de ondasrizadas en la parte de arriba. En cualquier caso, después de aquello, ya nunca levolvióacaerbien,demodoqueelpanadero,encuantollegabaalacasa,secalabalagorrahasta casi taparse losojos,paraque la señoritaAlondrapensaraqueeraotrapersona.Peroellanuncasedejabaengañar.

    JaneyMichaelsiempresabíansilaseñoritaAlondraseencontrabaeneljardínovenía por la calle, pues llevaba tal cantidad de broches, collares y pendientes quetintineaba y cascabeleaba como si fuera una banda de música. Y siempre que seencontrabaconelloslesdecíalomismo:

    —¡Buenos días! —o «¡Buenas tardes!», si es que era después de comer—.¿Cómoestamoshoy?

    JaneyMichaelnuncaestabandeltodosegurosdesilaseñoritaAlondralesestabapreguntandocómoestabanellosocómoestabanellayAndrew.

    Demodoqueselimitabanaresponder:—¡Buenosdías!—o«¡buenastardes!»,porsupuesto,siesqueeradespuésdela

    horadecomer.Durante todo el día, estuvieran donde estuvieran, los niños oían a la señorita

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  • Alondradiciendoenvozmuyalta,cosascomo:—¿Andrew,dóndetehasmetido?O…—¡Andrew,nosalgassintuabriguito!O…—¡Andrew,venconmamá!Sinoestáismuyaltantodeestosasuntos,pensaréissindudaqueAndreweraun

    niño.Ynoesdeextrañar.Jane,sinirmáslejos,estabaconvencidadequeesoeraloquecreíalaseñoritaAlondra.Perolaverdadesquenoloera.Andrew,enrealidad,eraunperro;unodeesosperrospequeñajos,lanudosysedosos,quetodoelmundosueleconfundirconunaestoladepieleshastaqueseponenaladrar.Porque,cuandolohacen,yanohaydudadequesetratadeunperro.Nuncasehasabidodeningunaestoladepielesquehicierasemejanteruido.

    Puesbien,Andrew llevabaunavidade tanto lujoquecualquierahubieradichoquesetratabadelmismísimoshadePersiadisfrazado.DormíaenuncojíndesedaenelpropiodormitoriodelaseñoritaAlondra;acudíaencochealapeluqueríadosvecesporsemanaparaqueleecharanchampú;ledabannataentodaslascomidas,einclusoostrasaveces;y teníacuatroabriguitosdevarioscolores,unosacuadrosyotrosarayas. En resumen, queAndrew tenía a diario lo que el resto de losmortales sólotieneneldíadesucumpleaños.Y,porcierto,quecuandoerasucumpleaños,enlugardeunavelaporcadaañoquecumplía,leponíansiempredos.

    TodasestascosashabíancontribuidoaqueAndrewnofueramuyapreciadoenelvecindario.LagentesolíareírseaplacercuandoleveíansentadoenelasientotraserodelcochedelaseñoritaAlondra,caminodelpeluquero,conunaalfombrilladepielsobrelaspatasyluciendoelmejordesusabrigos.YeldíaenquelaseñoritaAlondralecompródosparesdebotitasdecueroparaquepudierasaliralparque,hicieraeltiempo que hiciera, todos los vecinos de la calle salieron a la puerta para verle y,cuandopasópordelante,setaparonlabocaconlamanoparapoderreírseagusto.

    —¡Bah, ese perro es un pánfilo! —dijo un día Michael mientras miraban a

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  • Andrewatravésdelavallaqueseparabaelnúmerodiecisietedelacasadeallado.—¿Cómolosabes?—preguntómuyinteresadaJane.—¡Lo sé porque se lo he oído decir a papá estamañana!—dijoMichael, y a

    continuaciónseriodescaradamentedeAndrew.—Noesningúnpánfilo,ynosehablemás—tercióMaryPoppins.YMaryPoppinsteníarazón,puesAndrew,comonotardaréisencomprobar,no

    teníanadadepánfilo.No se trata de que Andrew no respetara a la señorita Alondra, que sí que la

    respetaba.Inclusopodríadecirseque,aunquesinexcesivoentusiasmo,laapreciaba.Al finy al cabo, cómono iba a sentir cierto afectopor alguienquehabía sido tanbueno con él desde que era un cachorro, a pesar de que, para su gusto, se pasabadándole besos. En cualquier caso, de lo que no cabe ninguna duda es de que aAndreweltipodevidaquellevabaleteníamuertodeaburrimiento.Hubieradadolamitaddesufortuna,dehaberlatenido,porpodercomerseuntrozodecarnerojabiencrudaen lugarde laspechugasdepolloo loshuevos revueltosconespárragosquesolíandarleparacomer.

    Pues,enlomáshondodesucorazón,Andrewdeseabacontodassusfuerzasserunperronormalycorriente.Siemprequepasabapordelantedesupedigrí(queestabacolgado en la pared del salón de la señorita Alondra), sentía un escalofrío devergüenza. Y muchas veces había deseado no haber tenido ni padre ni abuelo nibisabuelo, para que así la señoritaAlondra no pudiera estar siempre a vueltas conello.

    Era este deseo de ser un perro corriente lo que hacía queAndrew eligiera susamigosentrelosperrosqueloeran.Ysiemprequeteníalaoportunidad,corríahastala puerta del jardín y se quedaba ahí sentado esperando a que pasara alguno paraintercambiarconélalgunoscomentariosnormalesycorrientes.Perobastabaque laseñoritaAlondraleviera,paraquesepusieraagritar:

    —¡Andrew, Andrew, entra en casa, cariño! ¡No te acerques a esos golfoshorribles!

    Yclaro,Andrewteníaqueentrar,porquesino,lapropiaseñoritaAlondrasaldríapara meterle dentro y le haría pasar una vergüenza horrible. Así que Andrew seruborizabaysubíacorriendo losescalonesparaquesusamigosnooyerancómo lellamaba«precioso»,«mialegría»,«miterroncitodeazúcar».

    ElmejoramigoqueteníaAndrewnoeraunsimpleperrocorriente,eraelperrocorrienteporantonomasia.DebíadeseruncrucedeAiredaleyRetriever,yparecíahabersacadolopeordecadaunadeesasrazas.Nohabíapeleacallejeraenlaquenotomaraparte;siempre tenía líosconelcarteroyelguardia;y leencantabameterelhocicoenlosdesagüesyenloscubosdebasura.Dehecho,eralacomidilladetodalacalle,ymásdeunavezsehabíaoídodeciraalguienlomuchoquesealegrabadeque

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  • eseperronofuerasuyo.Pero Andrew le quería mucho y siempre andaba buscándole. A veces sólo les

    dabatiempoaolisquearseuninstanteenelparque,perocuandoteníanmássuerte—locualsucedíaenmuyrarasocasiones—manteníanlargasconversacionesjuntoalaverjadeljardín.Graciasasuamigo,Andrewseenterabadeloscotilleosdelaciudad,y,ajuzgarporlaformatangroseraenquesereíamientrasseloscontaba,nodebíandesermuyelogiososquedigamos.

    Pero,depronto,seoíalavozdelaseñoritaAlondra,llamandoaAndrewdesdelaventana. Entonces, el otro perro se levantaba, le sacaba la lengua a la señoritaAlondra, lehacíaunguiñoaAndrewysealejabacontoneandosuscuartos traserosparaquequedarabienclaroqueaquellonoibaconél.

    AAndrew,porsupuesto,nuncaledejabansalirdeljardín,amenosquefueraparair a pasear por el parque con la señorita Alondra o a la manicura con una de lasdoncellas.

    AsíquepodéisimaginaroslasorpresaquesellevaronJaneyMichael,undíaqueiban paseando por el parque, cuando vieron a Andrew, completamente solo, pasardelantedeellosa todacarrera,con lasorejasechadashaciaatrásy lacolaerguida,comosianduvierapersiguiendoauntigre.

    MaryPoppinstuvoquelevantarelcochecitodegolpe,paraevitarqueAndrew,ensu loca carrera, lo tirara, y con él, a los dos gemelos. Jane yMichael le llamaronmientraspasaba.

    —¡Hola,Andrew!¿Dóndehasdejadoelabriguito?—gritóMichael,tratandodeponerunavoztanaflautadaypomposacomoladelaseñoritaAlondra.

    —¡Andrew,niñomalo!—dijoJane,ysuvoz,comoerachica,separecíamuchomásaladelaseñoritaAlondra.

    PeroAndrewlosmiróa losdosconairealtaneroysepusoa ladrarenun tonomuyagudohaciadondeestabaMaryPoppins.

    —¡Guau,guau!—dijoAndrewvariasvecesseguidasatodavelocidad.—Veamos.Creoquetienesquecogerlaprimeraaladerechay,unavezahí,esla

    segundacasaamanoizquierda—dijoMaryPoppins.—¿Guau?—dijoAndrew.—No,unjardín,no.Essólounpatio.Laverjasueleestarabierta.Andrewvolvióaladrar.—Noestoy segura—dijoMaryPoppins—,peroyodiría que sí.Suele llegar a

    casaalahoradelamerienda.Andrewechólacabezahaciaatrásypartiódenuevoalgalope.JaneyMichaellamirabanconlosojoscomoplatos.—¿Quédecía?—preguntaronansiososlosdosalavez.—Nada,estabadandounavuelta—dijoMaryPoppins,ycerrólaboca,apretando

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  • fuertementeloslabios,comosinotuvieraintencióndedejarqueningunapalabramássalieradeella.Desdeelcochecito,JohnyBarbaraempezaronagorjear.

    —¡No,noeraeso!—dijoMichael.—¡Nopuedesereso!—dijoJane.—Claro,vosotroslosabéistodo.Comosiempre—dijomuydignaMaryPoppins.—Tienequehabertepreguntadodóndevivíaalguien.Estoysegurodeque…—

    empezóadecirMichael.—Bueno,puessilosabes,¿porquémepreguntas?—dijoMaryPoppins,dando

    unresoplido—.¿Mehastomadoporundiccionario?—Michael,porfavor,silahablasasínonosdiránada—dijoJane—.Anda,Mary

    Poppins,dinosloqueteestabacontandoAndrew,porfavor.—Pregúntaselo a él. Seguro que lo sabe. ¡Para eso es don Sabelotodo!—dijo

    MaryPoppins,haciendoungestodespectivoconlacabezaendirecciónaMichael.—No,nolosé.Tejuroquenolosé.Anda,MaryPoppins,porfavor,dínoslo.—Lastresymedia.Horademerendar—sentencióMaryPoppins,y,dandomedia

    vueltaalcochecito,volvióaapretarloslabioscomosifueranunatrampilla.Durantetodoelcaminoderegresoyanovolvióadecirpalabra.

    JaneserezagóparaponersealladodeMichael.—¡Hasidoculpatuya!—dijo—.Ahorayanovaahaberformadeenterarse.—¡Me da igual! No quiero enterarme de nada —dijo Michael, mientras salía

    disparadoconsupatinete.Perolaverdadesqueteníaunasganasenormesdeenterarsedeloquepasaba.Y

    resultóque, tantoélcomoJane,y todoelmundodepaso, terminaronporenterarseantesdelahoradelamerienda.

    Justocuandoestabanapuntodecruzarlacalzadaparallegarasucasa,oyeronunvocerío que provenía de la casa de al lado y se encontraron una escena lamar decuriosa.Lasdosdoncellasde la señoritaAlondra corrían como locaspor el jardín,hurgando entre los arbustos ymirando hacia las copas de los árboles, como haríaalguienquehubieraperdidosumáspreciadaposesión.Colaboraba tambiénalguiendel número diecisiete, que no era otro queRobertsonAy, quien parecía estarmuyatareadoenperderel tiempo removiendoconuncepillo lagravadel senderode laseñoritaAlondra,comosiesperaraencontrareltesoroperdidodebajodeunachina.LapropiaseñoritaAlondracorríadeunladoparaotro,agitandolosbrazosydandovoces: «¡Andrew, Andrew! ¡Ay, se ha perdido! ¡Mi querido niñito se ha perdido!¡Hay que llamar a la policía! ¡Tengo que ver al primer ministro! ¡Andrew se haperdido!¡Ay,Diosmío,Diosmío!».

    —¡Pobre señoritaAlondra!—dijo Jane,mientras cruzaba corriendo la calzada.Nopodíaevitarsentirpenaviendoloacongojadaqueestaba.

    PerofueMichaelquienrealmenteconsiguióconsolaralaseñoritaAlondra.Justo

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  • cuandoentrabaporlaverjadelnúmerodiecisiete,mirócalleabajoy…—¡PerosiesAndrew!¡Eh,señoritaAlondra,ahíestá!¡Mire,allíabajo…ahora

    estádoblandolaesquinadelacasadelalmiranteBoom!—¿Dónde? ¿Dónde? ¡Señálamelo!—dijo la señorita Alondra, casi sin aliento,

    mientrasoteabahaciaellugarqueseñalabaMichael.Y,enefecto,ahíestabaAndrew,andandotanlentaytanparsimoniosamentecomo

    sinoleimportaracosaalgunaenelmundo;y,asulado,andandoigualdecampante,ibaunperroenorme,queparecíasermitadAiredalemitadRetriever,peroconlapeormitaddecadauno.

    —¡Ay, qué alivio! ¡Qué peso me he quitado de encima! —dijo la señoritaAlondra,dandounprofundosuspiro.

    MaryPoppinsylosniñossequedaronesperandoenlacalle, justodelantedelaverjadelaseñoritaAlondra,mientrasqueéstaysusdosdoncellasserecostabanenlavalla.RobertsonAy,por suparte,descansabadesus labores,apoyadoenelmangodelcepillo.TodoscontemplabanensilencioelregresodeAndrew.

    LapropiaseñoritaAlondracorriadeunladoparaotrodandovoces:«¡Andrew,Andrew!¡Ay,sehaperdido!».

    Los dos amigos avanzaban con paso reposado hacia el grupo, moviendoalegremente la cola y con las orejasmuy tiesas, pero lamirada que traía Andrew

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  • permitía adivinar que, fueran cuales fueran sus intenciones, se las tomabamuy enserio.

    —¡Esesehorribleperro!—dijolaseñoritaAlondra,alfijarseenelcompañerodeAndrew—.¡Fuera!¡Fuera!¡Veteatucasa!—gritó.

    Peroelperro,sinhacerlanicaso,sesentóenlaacera,serascólaorejaderechaconlapataizquierdaybostezó.

    —¡Largo!¡Veteatucasa!¡Fueratedigo!—insistiólaseñoritaAlondra,agitandofuriosamentelosbrazosdelantedelperro.

    —¡Y tú, Andrew, entra a casa inmediatamente!—prosiguió—. ¡A quién se leocurresalirasí,completamentesoloysintuabriguito!¡Metienesmuyenfadada!

    Andrewladrócondesgana,peronosemoviódesusitio.—¿Quésignificaeso,Andrew?¡Entraahoramismo!—dijolaseñoritaAlondra.Andrewvolvióaladrar.—Dicequenopiensaentrar—tercióMaryPoppins.LaseñoritaAlondrasediolavueltaylamiróaltivamente.—¿Quierehacerelfavordedecirmecómosabeustedloquedicemiperro?¡Pues

    claroquevaaentrar!Andrew,sinembargo,selimitóahacerungestonegativoconlacabezayasoltar

    porlobajodosgruñidos.—No,novaaentrar,amenosquetambiénentresuamigo—dijoMaryPoppins.—¡Valiente tontería!—dijomuyenfadada la señoritaAlondra—.Esonopuede

    serloqueestádiciendo.Comosiyofueraadejarqueesechuchoenormecruzaramiverja.

    Andrewsoltótresocuatroladridosmuyagudos.—Dicequehablaenserio—dijoMaryPoppins—.Y,loqueesmás,queseiráa

    vivirconsuamigosinodejaquepaseysequedeavivirconél.—¡PeroAndrew,cómo…cómopuedes,despuésdetodoloquehehechoporti!

    —AlaseñoritaAlondraestabanapuntodesaltárselelaslágrimas.Andrew soltó un ladrido y se dio la vuelta para marcharse. El otro perro se

    incorporó.—¡Ay,quelodiceenserio!—LaseñoritaAlondralloriqueóuninstantesobresu

    pañueloy,luego,sesonó,ydijo:—Estábien,Andrew.Merindo.Este…estechuchopuedequedarse.Acondición,

    claro,dequeduermaenlacarbonera.—Señora,Andrewinsisteenquenobastaconeso.Suamigotienequetenerun

    cojín de seda exactamente igual que el suyo y, además, dormir en su mismodormitorio.Encasocontrario,élseiráadormiralacarboneraconsuamigo.

    —¿Andrew, cómo te atreves?—gimió la señoritaAlondra—. Jamás consentirésemejantecosa.

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  • Andrewhizoademándemarcharse.Yelotroperroleimitó.—¡Ay señor, que me abandona! —chilló la señorita Alondra—. Está bien,

    Andrew.Seharácomotúquieras.Sequedaráadormirenmihabitación.Peroyoyanuncavolveréaserlamisma,nunca,nunca,nunca.¡Yoconviviendoconunperrotanvulgar!

    Seenjugólaslágrimasqueinundabansusojos,yprosiguió:—Nunca lo habría esperado de ti,Andrew. Pero no volveré a hablar del tema,

    pienseloquepiense.Yaeste…er…bicho¿cómohayquellamarle…chucho,perrocallejerooqué?

    Aloíraquello,elotroperromiróindignadoalaseñoritaAlondrayAndrewpegóunladridomuyfuerte.

    —DicenquetienequellamarleWilloughbyypunto.Porqueasíescomosellama—dijoMaryPoppins.

    —¡Willoughby! ¡Vaya un nombre! ¡Qué horror, qué horror!—dijo la señoritaAlondracondesesperación—.¿Yahoraquédice?—preguntó,puesAndrewestabaotravezladrando.

    —Dicequesisequedatienequeprometerlequenoleobligarániallevarabrigosniairalapeluquería;yqueésaessuúltimapalabra—dijoMaryPoppins.

    Duranteuninstantesehizoelsilencio.—De acuerdo —dijo finalmente la señorita Alondra—. Pero te lo advierto,

    Andrew,sitemueresdeunapulmonía…¡nomeechesamílaculpa!Ydichoeso,diomediavueltayempezóasubiraltivamente losescalonesde la

    entrada,mientrasselimpiabadeunresoplidolasúltimaslágrimas.AndrewladeólacabezaendirecciónaWilloughby,comodiciéndole:«¡Vamos!».

    Contoneándose y haciendo tremolar sus colas como si fueran estandartes, subieronjuntosporelsenderoyentraronenlacasadetrásdelaseñoritaAlondra.

    —Ya ves que, después de todo, no era ningún pánfilo —dijo Jane, mientrassubíanamerendarasucuarto.

    —No—asintióMichael—.¿PerocómoesqueMaryPoppinslosabía?—Niidea—dijoJane—.Peronuncanoslodirá.Deesosíqueestoysegura…

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  • 5.Lavacabailarina

    Jane,conelpañuelodecoloresdeMaryPoppinsceñidoalacabeza,estabaencamacondolordeoídos.

    —¿Qué se siente? —quisosaberMichael.

    —Es como si tuvieraarmas disparando dentro demicabeza—dijoJane.

    —¿Quéson,cañones?—No, pistolas de

    juguete.—¡Oh! —dijo Michael

    —.Y,porunmomento,casile entraron ganas de tenerdolordeoídos.Sonabamuyemocionante.

    —¿Quieres que coja unlibro y te lea un cuento? —propuso Michael, haciendo ademán de dirigirse a laestantería.

    —No, déjalo, no podría soportarlo —dijo Jane, apretándose las orejas con lamano.

    —Bueno,¿quéteparecesimesientojuntoalaventanaytecuentoloqueocurrefuera?

    —¡Ay,sí,porfavor!—dijoJane.Así es queMichael se pasó toda la tarde sentado en el poyete de la ventana,

    contándoletodoloqueocurríaenlacalle.Yloquelecontabaavecesresultabamuyaburridoy,otras,muyemocionante.

    —¡PorahívaelalmiranteBoom!—dijounavez—.Hasalidodesujardínybajamuydeprisapor la calle.Ahí llega.Tiene lanarizmás coloradaquenuncay llevapuestounsombrerodecopa.Ahoraestápasandopordelantedelacasadeallado…

    —¿Estádiciendo«malditasseanmismollejas»?—leinterrogóJane.—Nopuedooírle.Perosupongoquesí.Yallí,eneljardíndelaseñoritaAlondra,

    estálasegundadoncelladelaseñoritaAlondra.Yennuestro jardín,estáRobertson

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  • Ay,barriendolashojasymirándolaporencimadelavalla.Ahoravaasentarseparadescansarunrato.

    —Esqueestámaldelcorazón—dijoJane.—¿Cómolosabes?—Élmelohadicho.Mehacontadoquesumédicoledijoqueteníaqueprocurar

    nohaceresfuerzos.YelotrodíaleoíapapádecirquesiRobertsonAylehacíacasoalmédico, le despediría. ¡Ay, la cabezame va a explotar!—dijo Jane, y volvió aapretarselasorejas.

    —¡Caramba!—dijoconvozmuyemocionadaMichaeldesdelaventana.—¿Quéocurre?—preguntóJane,incorporándose—.Venga,dímelo.—Esincreíble.Hayunavacaenlacalle—dijoMichael,quesehabíapuestode

    piesobreelpoyeteyestabadandobotes.—¿Una vaca? ¿Una vaca de verdad, aquí, en pleno centro de la ciudad? ¡Qué

    cosamásrara!MaryPoppins—llamóJane—,quediceMichaelquehayunavacaenlacalle.

    —Sí,sí,yvaandandomuydespacioymetiendo lacabezapor todas lasverjas,comosiselehubieraperdidoalgo.

    —¡Yoquieroverla!—dijoJaneconvozlastimera.—¡Mira!—dijoMichael, cuandoMary Poppins se acercó a la ventana—.Una

    vaca.¿Verdadqueesraro?Mary Poppins lanzó una mirada penetrante a la calle y, al instante, dio un

    respingo,comosisehubierallevadounasorpresa.—¡Quévaa ser raro!No tienenadadeparticular—dijo,volviéndosehacia los

    niños—.Aesavacalaconozcoyo.Eramuyamigadelademimadre.Yosrogaríaquehablaraisconmás respetodeella—y, trasalisarseeldelantal, lesdirigióa losdosunamiradamuysevera.

    —¿Hace mucho que la conoces? —le interrogó Michael con voz muy suave,confiandoenquepodríaenterarsedemáscosassobrelavacasiutilizabasusmejoresmodales.

    —Desdeantesdequefueraavisitaralrey—dijoMaryPoppins.—¿Yesocuándo fue?—lepreguntó Janeenvozbaja, comoanimándolaaque

    hablara.MaryPoppinssequedómirandoalvacío,conlosojosfijosenalgoqueellosno

    alcanzabanaver.JaneyMichael,conteniendolarespiración,esperaban.—Fue hacemucho, mucho tiempo—dijoMary Poppins, con ese tono de voz

    evocador que suele emplearse cuando se va a contar una historia.Hizo una pausa,como si estuviera rememorando acontecimientos ocurridos cientos de años atrás y,luego, sin quitar la vista del centro de la habitación, pero sin mirar a nada enconcreto,prosiguiócontonosoñador:

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  • LaVacaColorada,asílallamaban.Ybienprósperaeilustrequeera(comosolíadecirmimadre).Vivíaenelmejorpradodetodalaregión;unpradomuygrande,llenoderanúnculosdel tamañodeunplatoydedientesde leónqueseerguían tiesoscomosoldados.Cadavezquearrancabalacabezadeunodeesossoldadosparacomérsela,crecíaotraensulugar,consuverdecapotamilitarysugorradepielamarilla.

    Toda su vida la había pasado allí; a mi madre, solía decirle que no recordabahabervividoenningúnotrolugar.Lasfronterasdesumundoeranlosverdessetosyelcielo,ydeloquehubieramásallá,nadasabía.

    LaVacaColorada eramuy distinguida, siempre se comportaba como toda unaseñora, y sabía diferenciar perfectamente lo que estaba bien de lo que estabamal.Paraellanohabíatérminomedio,lascosaseranoblancasonegras.Losdientesdeleónpodíanserdulcesoamargos;peronohabíaningunoquefueranormal.

    Llevaba una vida muy ajetreada. Las mañanas se le iban en las clases queimpartía a su hija, la Ternera Colorada, mientras que las tardes las empleaba enenseñarlealapequeñuelaatenerbuenosmodales,amugirytodaslasdemáscosasquedebeconoceruna ternerabieneducada.Después, llegaba lahoradecenar,y laVacaColoradalemostrabaalaTerneraColoradacómosedistinguíanlasbriznasdehierbabuenasdelasmalas;ycuandocaíalanocheysuhijaseibaadormir,ellaseretirabaaunaesquinadelpradoyseponíaarumiaryapensartranquilamenteensuscosas.

    Todos sus días eran exactamente iguales. Cuando una Ternera Roja se hacíamayoryseiba, llegabaotraparasustituirla.DemodoqueeraperfectamentelógicoquelaVacaColoradapensaraquesuvidaseríasiempreigualacomohabíasidohastaentonces;dehecho,estabaconvencidadequelomejorquepodíapasarleesquesusdíassiguieranasíhastaquellegaraalfinaldelosmismos.

    Peroinclusoenesosmomentosenquesehallabasumidaentalespensamientos,laaventura,comoellamismalediríamástardeamimadre,yaestabaahí,alacecho.Yunanocheenquelaspropiasestrellasparecíandientesdeleóndesperdigadosporelcielo y la luna una gran margarita rodeada de luceros, la aventura le salió alencuentro.

    HacíayaunbuenratoquelaTerneraColoradasehabíaidoadormir,cuando,depronto,laVacaColoradaselevantóysepusoabailar.Bailabacomounaposesa,ylohacía tan bien que a pesar de que no seguía ningunamúsica, en ningúnmomentoperdía el compás. Unas veces era una polca, otras un baile escocés y, de vez encuando,unadanzadesupropiacosecha.Yentredanzaydanzahacíaunareverenciatanpronunciadaqueacababapropinándolesunbuentestarazoalosdientesdeleón.

    —¡Ay,señor!—sedijoparasí laVacaColorada,mientrasiniciabalosprimerospasosdeunadanzamarinera—.¡Quécosamásincreíble!Siemprehabíapensadoque

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  • bailarera indecoroso,peronopuedeserlosiyoestoybailando.Porqueyosoyunavacamodelo.

    Así que siguió bailando y pasándoselo de maravilla. Sin embargo, finalmente,terminóporcansarseydecidióqueyahabíabailadobastanteyqueerahoradeirseadormir. Pero, para su gran sorpresa, se dio cuenta de quenopodía dejar de bailar.Cuando quiso tumbarse junto a la Ternera Colorada, sus patas no le obedecieron.Siguieronbrincandoydandocabriolasy,naturalmente, la llevaronconellas.Yalláquese fue,giraque tegiraporelprado,pegandosaltos,valsandoyponiéndosedepuntas.

    —¡Ay, señor! —murmuraba a intervalos con voz muy refinada—. ¡Esto esverdaderamentechocante!—Peroelcasoesquenopodíaparar.

    A la mañana siguiente, aún seguía bailando, y la Ternera Colorada tuvo quetomarse ella sola su desayuno de dientes de león, porque la Vaca Colorada noconseguíaestarselobastantequietacomoparacomer.

    Sepasótodoeldíadanzaquetedanza,pradoarribaypradoabajo,conlaTerneraColoradadetrásdeella,mugiendolastimeramente.Cuandollególasegundanocheyvioqueaquelloseguíaynohabíaformadepararlo,comenzóasentirsefrancamentepreocupada. Y cuando ya llevaba una semana entera bailando, creyó que se iba avolverloca.

    —Tengo que ir a ver al rey para hablarle de esto —decidió, sacudiendoenérgicamentelacabeza.

    Asípues,trasdespedirsedelaTerneraColoradaconunbesoydecirlequefuerabuena,cruzóbailandoelpradoysemarchóahablarconelrey.

    Hizotodoelcaminosindejardebailar,alimentándoseconpequeñosmanojosdehojasquearrancabadelossetosporlosquepasabayatrayendohaciasímultituddemiradasdeasombro.PeroningunodelosqueseasombraronalverlaloestabamásquelapropiaVacaColorada.

    Finalmente,llegóalpalaciodondevivíaelrey.Tiródelacuerdadelacampanillaconlabocay,cuandolapuertaseabrió,lacruzóbailando,ybailandosiguióporelamplio camino que, tras atravesar el jardín, desembocaba en el arranque de lasescalinatasqueconducíanaltronodelrey.

    Yallí sentadoestabael rey,ocupadoenelaborarunnuevopaquetede leyes.Amedidaque se le ibanocurriendo, su secretario las iba anotando, una auna, enuncuaderno rojo.Por todasparteshabía cortesanosydamasdehonor, suntuosamentevestidosyhablandotodosalavez.

    —¿Cuántas se me han ocurrido hoy? —preguntó el rey, volviéndose hacia elsecretario.Elsecretariocontólasleyesquellevabaescritasenelcuaderno.

    —Setentaydos,majestad—dijo,haciendounaprofundareverenciayponiendomuchocuidadoenno tropezarcon laplumadegansocon laqueescribía,quebien

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  • grandeera.—¡Hum!Noestámalparaunahoradetrabajo—dijoelrey,queparecíasentirse

    muyorgullosodesímismo—.Yaestábienporhoy.—Sepusodepieysearreglósucapa de armiño con un gusto exquisito—.Que vengami carruaje. Tengo que ir alpeluquero—dijoentonomayestático.

    FueentoncescuandovioalaVacaColorada.Elreysevolvióasentaryagarrósucetro.

    —Caramba, ¿qué tenemos aquí? —preguntó, mientras la Vaca Colorada seacercababailandohastaelarranquedelaescalinata.

    —¡Unavaca,majestad!—respondióellasimplemente.

    —Caramba,¿quétenemosaquí?

    —Esoyaloveo.Nosoyciego—dijoelrey—.¿Peroquéesloquequiere?Dese

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  • prisa,quetengounacitaconelpeluqueroalasdiez.Pasadaesahorayanomeesperamásynecesitocortarmeelpelo.Yporloquemásquiera,dejedebrincarydepegarbotes.Meestámareando—añadióirritado.

    —Le está mareando —dijeron todos los cortesanos como si fueran un eco,mientrasmirabanfijamentealrey.

    —Ése es precisamentemi problema,majestad. ¡Queno puedo parar!—dijo laVacaColoradaconvozlastimera.

    —¿Que no puede parar? ¡Tonterías! —dijo furioso el rey—. ¡Pareinmediatamente!¡Yo,elrey,osloordeno!

    —¡Parainmediatamente!¡Elreyteloordena!—corearontodosloscortesanos.LaVacaColoradahizounenormeesfuerzo.Puso talempeñoendejardebailar

    quetodosycadaunodesusmúsculosydesuscostillasseleresaltaronbajolapielcomosituvieraelcuerposurcadodecordilleras.Perofueinútil.Seguíabailandoalospiesdelaescalinataregia.

    —Loheintentado,majestad.Ynopuedo.Llevosietedíassinparardebailar.Ysindormir.Ysinapenascomer.Unoodosramilletesdeespino…esohasidotodo.Poresohevenidoapedirosconsejo.

    —Hum…muycurioso—dijoelrey,echándoselacoronaaunladoyrascándoselacabeza.

    —Muycurioso—dijeronloscortesanos,rascándosetambiénlacabeza.—¿Cómosesiente?—preguntóelrey.—Rara —respondió la Vaca Colorada—. Y sin embargo…—hizo una pausa

    como si tratara de encontrar las palabras exactas, y añadió—: la sensación resultatambién bastante agradable. Como si un chorro de risame recorriera el cuerpo dearribaabajo.

    —Asombroso —dijo el rey, y apoyando la barbilla en una mano, se quedómirandofijamentealaVacaColorada,meditandoquéseríamejorhacer.

    Depronto,sepusodepiedeunsalto,ydijo:—¡Diosbendito!—¿Quéocurre?—gritarontodosloscortesanos.—¿Peroesquenoloveis?—dijoelrey,quedenerviosoqueestabahabíadejado

    caerelcetro—.¡Quéidiotahesido,miraquenohabermedadocuentaantes!¡Yquéidiotashabéissidotambiénvosotros!—dijo,volviéndosefuriosohacialoscortesanos—.¿Esquenoveisquetieneunaestrellafugazprendidadeloscuernos?

    —¡Anda,esverdad!—exclamaronloscortesanos,alpercatarseporprimeravezdelapresenciadelaestrella.Ycuantomáslamirabanmásbrillantelesparecía.

    —¡Ése es el problema! —dijo el rey—. A ver, que los cortesanos traten dearrancárselaparaqueasíesta…ejem…damapuedadejardebailarytomaralgodedesayuno.Eslaestrella,señora,loqueoshacebailar—dijo,dirigiéndosealaVaca

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  • Colorada—.¡Venga,aquéesperáis!El rey hizo una seña al cortesano mayor, y éste, tras saludar muy

    ceremoniosamente a laVacaColorada, se puso a tirar de la estrella.Peronohabíaformadesacarla.Unotrasotro,todosloscortesanossefueronuniendoalcortesanomayor, agarrándosecadaunoa lacinturadelque leprecedía,hastaque finalmenteformaronunalarguísimacadenaquejugabaaltirayaflojaconlaestrella.

    —¡Cuidadoconmicabeza!—lessuplicabalaVacaColorada.—¡Tiradmásfuerte!—rugíaelrey.Y tiraron más fuerte. Tiraron y tiraron hasta que las caras se les pusieron tan

    coloradascomoframbuesas.Tiraronytiraronhastaquenopudieronmásysecayerontodos de espaldas, los unos encima de los otros. La estrella ni se había movido.Seguíafirmementesujetaaloscuernos.

    —¡Vaya,vaya!—dijoelrey—.Secretario,mireenlaEnciclopediaaversidicealgosobrevacasconestrellasenloscuernos.

    Elsecretariosepusoderodillasysemetióarastrasdebajodeltrono.Alcabodeunrato,saliócargadoconungranlibroverde,quesiempreteníanamanoporsielreynecesitabahacerunaconsulta,ysepusoapasarlaspáginas.

    —Nohayabsolutamentenada,majestad,sólolahistoriadelavacaquesaltóporencimadelaluna,yésa,sumajestad,selasabedememoria.

    Elreysefrotólabarbilla,porqueesoleayudabaapensar.Diounsuspirodefastidioy,mirandoalaVacaColorada,ledijo:—Loúnicoquesemeocurreesquepruebeustedtambiénahacerlo.—¿Hacer,elqué?—dijolaVacaColorada.—Saltar por encima de la luna. Puede que surta efecto.En cualquier caso, por

    probarnadasepierde.—¿Queyo…?—dijolaVacaColorada,mirándoleindignada.—Sí, usted, ¿quién si no? —dijo el rey, que estaba empezando a perder la

    paciencia.—Señor—dijo laVacaColorada—, le ruegoquenoolvide que soyun animal

    decente y respetable, y que, desdemimás tierna infancia, seme ha enseñado quepegarsaltosnoesunaocupaciónpropiadeunadama.

    Elreyselevantóy,blandiendoelcetro,ledijo:—Señora,havenidoustedaquíparapedirmeconsejoyyoselohedado.¿Quiere

    pasarseelrestodesuvidabailando?¿Quiereseguirconhambretodalavida?¿Quierepasarseelrestodesusdíassindormir?

    LaVacaColoradapensóeneldulcesabordeundientedeleónbienfresco.Pensóenlomullidaqueeralahierbadelpradoyenlobienqueseestabatumbadaenella.Pensó en lo cansadas que tenía sus piernas bailarinas y en lo estupendo que seríapoderlas dar un descanso. Y se dijo a sí misma: «A lo mejor, una sola vez, no

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  • importa,ynadie,aexcepcióndelrey,tieneporquéenterarse».—¿Cómodealtacreeustedqueestá?—preguntó,alzandolavozysindejarde

    bailarenningúnmomento.Elreylevantólavistahacialaluna.—Yodiríaque,porlomenos,unamilla.LaVacaColoradaasintióconlacabeza.Esoeraloqueellapensaba.Duranteun

    ratoleestuvodandovueltasalasuntoy,finalmente,sedecidió.—Nuncapenséquetendríaquellegaraesto,majestad.Miraquetenerquepegar

    unsaltoy,paracolmo,porencimadelaluna.Pero…lointentaré—dijo,inclinándoseconmuchogarbodelantedeltrono.

    —Estupendo.¡Sígame!—dijomuysatisfechoelrey,puessedabacuentadeque,despuésdetodo,síqueleibaadartiempodellegaralapeluquería.

    Elreyabrió lamarchaendirecciónal jardín,seguidode laVacaColoradaydetodosloscortesanos.

    —Bien—dijoelrey,unavezquehubollegadoaunterrenodespejado—,cuandosopleelsilbato…¡Salte!

    Sesacóungransilbatodeorodelbolsillodelchalecoylosoplósuavementeparaasegurarsedequenoteníapolvodentro.

    LaVacaColoradabailabaenposicióndefirmes.—¡Vamos…una!—dijoelrey.—¡Dos!—¡Ytres!Y,actoseguido,hizosonarelsilbato.La Vaca Colorada contuvo el aliento y, dando un salto monumental, salió

    disparada de la tierra a velocidad de vértigo. A lo lejos, alcanzó a distinguir lasfigurasdelreyydeloscortesanos,queseibanhaciendomásymáspequeñashastaque finalmente terminaron por desaparecer. Pero ella seguía ascendiendo por elespacio, rodeada de estrellas que giraban a su alrededor, como si fueran grandesplatos dorados. Al cabo de un rato, se vio envuelta por una luz cegadora y sintiósobresucuerpolosfríosrayoslunares.Alpasarporencimadelaluna,cerrólosojos,ymientrasdejabaatrásaquelresplandordeslumbranteysucabezavolvíaainclinarsehacia la tierra, sintió cómo la estrella se le desprendía de los cuernos. El astro seprecipitóenelvacíocomounaexhalaciónycayórodandoporelespacio.AlaVacaColoradaleparecióque,amedidaqueseibaperdiendoenlaoscuridad,emitíaunosgrandiososacordesqueretumbabanportodoelespacio.

    Unminutodespués, laVacaColoradahabíavuelto a tomar tierra.Para sugransorpresa,resultóquenoestabaeneljardíndelreysinoensupropiopradodedientesdeleón.

    Yademás…¡habíadejadodebailar!Tenía lospies tanfirmescomounarocay

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  • podía caminar con toda la parsimonia propia de una vaca respetable. Tranquila yserena, atravesó el prado, decapitando sus dorados soldados, y fue a saludar a laTerneraColorada.

    —¡Cuántomealegrodequehayasvuelto!—ledijolaTerneraColorada—.¡Mehesentidotansola!

    LaVacaColoradalediounbesoy,luego,sepusoamordisquearelprado.EralaprimeravezenunasemanaquetomabaunacomidacomoDiosmanda.Ysólodiosuhambreporsaciadacuandoyallevabacomidosvariosregimientosenteros.Despuésde aquello se sintió mucho mejor. Pronto empezó a llevar una vida exactamenteidénticaalaquellevabaantes.

    Al principio, sus hábitos regulares y sosegados le causaban un enorme placer.Estabacontentísimadepodertomareldesayunosinbailarydepodertumbarseenlahierba y pasarse toda la noche durmiendo en lugar de tener que estar haciéndolereverenciasalalunahastaelamanecer.

    Peronotardóensentirseinsatisfechayadisgusto.SupradodedientesdeleónysuTerneraColoradaestabanmuybien,peroellaqueríaalgomásynoteníaniideadequépodía ser.Por fin, se dio cuenta deque echabademenos su estrella.Sehabíaacostumbradotantoabailaryalsentimientodedichaqueleproporcionabalaestrellaqueloúnicoquelehacíailusióneraponerseabailarunadanzamarinerayvolveratenerlaestrellacolgadadeloscuernos.

    Comenzóasentirseinquieta,perdióelapetitoyseleagrióelcarácter.Amenudoseponíaallorarsinquehubieramotivoalgunoparaello.Finalmente,fueaveramimadre,lecontótodalahistoriaylepidióconsejo.

    —¡Pero,bueno,querida,nopensarásqueéstaeslaúnicavezquesehacaídounaestrelladelcielo!—ledijomimadre—.Segúnmehancontado,billonesdeellascaencadanoche.Pero,comoesnatural,caenenmuchossitiosdistintos.Nopuedesesperarqueeneltranscursodeunavidacaigandosestrellasenelmismoprado.

    —Entonces,¿túcreesque�