Popayán y Queretano: Comparación de sus clases … · Como es igualmente obvio que de ... de...
Transcript of Popayán y Queretano: Comparación de sus clases … · Como es igualmente obvio que de ... de...
Capitulo 1
UN VISTAZO DE LAS CIUDADES
INVESTIGACIÓN URBANA EN AMERICA LATINA
Varios informes acerca de la investigación social en América Latina han llamado la atención sobre la disparidad cada vez mayor en el conjunto de la información sobre los pueblos folk y aborígenes de América Latina, y la casi completa ausencia de datos, o aun de investigación, acerca de los aspectos urbanos de esta misma región (Wagley y Harris 1955: 439). Los famosos restos arqueológicos que han sido encontrados en la mayor parte de la región que va del Río Grande a la Tierra del Fuego han atraído excavadores, algunos más científicos que otros, en la misma forma que el tesoro de los Incas y los Aztecas atrajo a los conquistadores, y con el producto de su trabajo se han enriquecido nuestros museos y bibliotecas. Los pueblos de las junglas, los desiertos y las montañas que aún se conservan nativos han sido objeto de extensos escrutinios científicos y muchos de ellos han sido descritos con toda 'a fascinación de sus antiguas costumbres llenas de colorido: sus ceremonias y creencias, sus artes y ocupaciones, sus mutuas relaciones y los cambios que los han afectado. En años más recientes, quizás a causa de que las tribus aisladas y realmente primitivas han desaparecido, o han sido estudiadas, o han ido a la escuela o al mercado y abandonado sus formas originales de vida, los antropólogos han dirigido su atención al estudio de la vida en la aldea campesina. Como resultado, poseemos actualmente un conjunto significativo y creciente de informaciones acerca de cómo vive el pueblo del más típico sector de la sociedad latinoamericana. La mayor parte de estos aldeanos rurales o campesinos mantienen lazos que los ligan a sus ancestros, pero parece que una faceta mucho más importante de sus vidas es su vinculación a la telaraña de vías, en expansión, y a otras formas de comunicación que los in-
14 ] POPAYÁN Y QUERETARO
corporan cada vez más a la vida nacional y a un contexto cultural más amplio.
Se debe reconocer que el centro de este contexto que se an* plía y el factor clave que iiga a las aldeas entre sí y las involucra en la entidad mayor, que es el Estado, es la ciudad. Individualmente las aldeas retienen por regla general las características distintivas de su historia y cultura regionales y de sus adaptaciones ecológicas. Los rasgos que ellas comparten con las comunidades de otras regiones y la naturaleza de los cambios que están ocurriendo invariablemente dentro de ellas se derivan en gran parte de las ciudades. Con el advenimiento del transporte aéreo, el mejoramiento de Jas vías de comunicación y la ubicuidad del radio y la televisión, las ciudades de todo el mundo tienden notoriamente a parecerse entre sí. Es esta común influencia y este intercambio de bienes e ideas lo que se ha filtrado desde los centros nacionales de comercio y administración, pasando por las capitales de provincia, hasta las pequeñas ciudades mercantiles y centros administrativos, y finalmente a las aldeas rurales. Este proceso de filtración, como cualquier otro, deja la mayor parte de la materia sólida antes de que el residuo llegue a las etapas finales, pero no obstante sus efectos son claramente discernibles.
Mediante el contacto con la ciudad una vaga concepción del "progreso" se forma en las gentes de la aldea. El prestigio social y político se acrecienta mediante la adquisición de "maneras de ciudad" y "cosas de ciudad" y el cambio inmanente de la cultura principia a moverse en una dirección que es casi imposible revertir o aun torcer. El proceso de urbanización parece ser universal.
La importancia de conocer algo acerca de estas fuentes urbanas de aculturación es obvia. Como es igualmente obvio que debemos tener algún conocimiento de la cultura y la organización social de las ciudades por cuanto ellas son los puntos de contacto entre las naciones, las culturas latinoamericanas y el resto del mundo. Nuestra ignorancia de las sociedades urbanas latinoamericanas es casi tan grande actualmente como hace diez años cuando la Comisión para la América Latina del Consejo Nacional de Investigación la reconoció como una grave deficiencia en la investigación y
UN VISTAZO DE LAS CIUDADES [ 15
conocimiento de esa área. Se han hecho algunos progresos en ese lapso. Han aparecido algunos estudios excelentes sobre comunidades no indígenas: el estudio de Brand (1951) y el de Lewis en México (1951), el de los Services en Paraguay (1954), el de Fals Borda en Colombia (1955), el de Wagley en el Brasil (1953), el de Adams (1956) y el de Tumin en Guatemala (1952), el de Giüin en el Perú (1947), y otros; estos estudios tratan de pueblos cuya población fluctúa entre 1.000 y 5.000 personas; son todos rurales y ninguno de ellos puede considerarse como ciudad.
Se han hecho estudios en pequeñas ciudades de Puerto Rico y Brasil con una intención más bien periodística (Wagley y Harris 1955: 441) y no hay en ellos información suficientemente valiosa, y las primeras investigaciones de los Hawthorncs en Sucre (1948. 19-29) y de Hanson en Yucatán (en Redfield, 1941) han sido elaboradas solamente en forma preliminar o de resumen. Los únicos detalles sobre la vida de ciudad en Latinoamérica que han aparecido se encuentran en los intensivos estudios que sobre familias mexicanas hav en el reciente libro de Osear Lewis (1959). No hay allí la pretensión de que este sea un estudio completo de comunidad, pero es parte de un proyecto para continuar, del que se puede esperar dé información adicional profunda en la concerniente al complejo medio ambiente de la ciudad de México. También tenemos algunos estudios de tópicos especiales hechos por antropólogos y sociólogos en ciudades latinoamericanas (Hayner 1942: 489-497, 1948: 381-390; Lewis 1952: 31-41; Crevenna 1950) y han aparecido algunos compendios sobre el área en general que intentan sintetizar nuestro conocimiento actual de la cultura latinoamericana (Gillin 1949: 156-211; Beals 1953: 327-339; Wagley and Harris 1955). Estos han sido hechos sin ningún estudio urbano completo donde basarse o extraer datos y sus autores concuerdan en enfatizar que en toda la América Latina no hay algo como un estudio de iMiddletown, de Yankee Citv, de Deep South, o de Jones-ville.
La falta de estudios urbanos no significa que desconozcamos absolutamente la sociedad de las ciudades. Los científicos, tanto nativos como extranjeros, viven invariablemente en las ciudades al
16 1 POPAYÁN Y QUERETARO
menos por un tiempo, sus amigos y colegas son usualmente gente de ciudad, y sus hijos van a escuelas urbanas. Lo que ellos escriben sobre la ciudad se deriva de la experiencia y observación personal, pero no de un estudio detallado. Es cierto que sus observaciones penetrantes y sus juicios agudos y perceptivos pueden producir generalizaciones que ia investigación concienzuda solo demostrará que sustancialmente son correctas, pero sin evidencia tales generalizaciones no tienen mayor validez que "la percepción intuitiva" de un novelista sensitivo. Tales percepciones sugieren áreas para exa. minar, guías y problemas para investigar, pero, hasta que no se haya llevado a cabo la investigación, es importante recordar cuáles de nuestras generalizaciones se han basado sobre percepciones o intuiciones y cuáles sobre evidencias.
No es difícil comprender por tanto el que los antropólogos, particularmente, se muestren reacios a embarcarse en estudios urbanos, a pesar de todo lo deseables que sean. Lo que primero disuade es la inmensidad y la complejidad de la investigación urbana. Además, ella requiere un gran respaldo financiero, un buen cuerpo de investigadores, y un tiempo casi ilimitado. El tamaño mismo de las sociedades urbanas hará parecer como infuncionales las clásicas técnicas de entrevistar del antropólogo así como la observación participante. Parecerá entonces que sea absolutamente necesario para entenderlas el empleo de técnicas como el muestreo, el uso de datos censales, el análisis estadístico de los conjuntos de datos, pero su uso tiende también a despersonalizar la investigación y priva al in. vestigador de la experiencia más placentera, la identificación personal con la gente que está siendo estudiada. La investigación de que trata este libro se origina en dos proyectos de investigación urbana, ninguno de los cuales disponía de las ventajas antes enunciadas: tiempo ilimitado, personal y dinero, y ambos dependieron primariamente de las técnicas antropológicas usuales de entrevistas y de observación participante. Otras herramientas de trabajo, tales como formularios y rangos comparados (matched ratings) también fueron empleadas. Ninguna técnica de investigación es la mejor para todos los casos y cada investigador usa aquellas que conoce mejor y que le parecen efectivas para la clase de datos en que esté especialmente interesado.
UN VISTAZO DE LAS CIUDADES [ 17
ANTECEDENTES Y OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
La primera ciudad, Popayán (Colombia), fue estudiada durante los veranos de 1949 y 1950 y durante el año de 1951-1952. La segunda ciudad, Querétaro (México), fue rápidamente reconocida en 1955 y estudiada durante los cuatro primeros meses de 1958. Ambos estudios dependían del Museo Logan de Antropología del Beloit College y estaban bajo mi dirección y para los dos se emplearon estudiantes de antropología, aún sin graduar, en lo que fue, para ellos, un período de trabajo de campo, y para mí, una investigación social en la cual su contribución constituyó un factor de suma importancia.
El trabajo de Popayán se llevó a cabo con el intento de recopilar datos sobre la cultura urbana latinoamericana en una fuente que evidenciaba ser una sociedad tradicional, relativamente poco afectada por industrias extrañas o por turistas. Yo esperaba que tal información pudiese entonces ser usada como base para comparaciones con ciudades más industrializadas como Cali y Medellín, para inquirir algo sobre la naturaleza de los cambios que ocurrieron en ellas cuando llegaron las fábricas, se expandieron las ciu. dades, y la vida principió a aproximarse al ritmo y patrón de los centros industriales del mundo. Tales comparaciones no se hicieron, pero en todo caso se tomó el retrato de cómo era Popayán entre 1948 y 1952, lo que es valioso para arrojar alguna luz sobre el modo de vida en una ciudad latinoamericana de tamaño medio (White-ford, en preparación).
Cuando surgió la oportunidar de realizar una investigación algo similar en México se procuró buscar una ciudad parecida a fin de que se pudiera comparar con Popayán. Pronto hubo de aceptarse que a causa de las historias sociales diferentes de México y Colombia era prácticamente imposible descubrir una ciudad que fuese exactamente paralela a Popayán; pero un reconocimiento, que fue principiado en el verano de 1955 y continuó en 1957, reveló finalmente cinco ciudades en varias partes de México que compartían muchas características con Popayán y que bien podían proveer de datos comparativos interesantes y útiles. Hidalgo del Parral y Zaca-
i8 ] POPAYÁN Y QUERETARC
lecas, en el norte, eran aproximadamente del mismo tamaño que Popayán, ambas tenían nutridos recuerdos históricos que databan del período colonial, ambas eran centros administrativos importantes, y ninguna de las dos había sido afectada significativamente por el crecimiento de la industria moderna. Estos rasgos los compartían con Popayán. Ciudad Guzmán y Colinas eran otras posibilidades y aun ciudades mayores como Jalapa y Oaxaca poseían muchos puntos en común con la ciudad colombiana. San Cristóbal de las Casas en el distante Chiapas se asemejaba bastante a Popayán, ;pero, aunque era similar en muchos puntos, parecía carecer de su riqueza y aire señorial. Otras dos posibilidades eran las ciudades de Guanajuato y Querétaro en el Bajío al norte y occidente de la ciudad de México. En esta rica sección han florecido varias ciudades desde tiempos coloniales y, aunque existiesen en un relativo aislamiento hasta hace poco, han desarrollado ricas sociedades y ¡han jugado importantes papeles en la historia de la nación (Wolf 1957: 181-198).
Cuando llegó el momento de tomar una decisión final en la escogencia de una ciudad, entró en juego un nuevo factor, pues el Museo quiso llevar a cabo simultáneamente excavaciones arqueológicas en la misma área. Esto nos condujo de nuevo al Bajío por sus ricos antecedentes históricos y su prehistoria casi completamente desconocida. Un reconocimiento arqueológico indicó que había más lugares aprovechables en la región aledaña a Querétaro •que en la vecindad de Guanajuato, y allá fue hecha la elección.
N o es el propósito de este libro hacer una comparación completa y detenida de la organización social de Popayán y Querétaro. Está en preparación un estudio que incorpora todos los datos útiles de Popayán en un análisis más detallado, pero la investigación realizada en Querétaro, por ser de naturaleza limitad-a, era insufi. ciente para constituir un estudio completo de comunidad. A causa de las reconocidas limitaciones de tiempo y de personal, se decidió deliberadamente organizar nuestra investigación alrededor de un estudio de clases sociales. Varias razones nos indujeron a esta determinación específica. Primero, para el simple objetivo de la descripción, era necesario delinear los patrones sociales en la comuni-
*tf9$99£A!f?*!f!$^
MAPA N» 1
20 ] POPAYÁN Y QUERETARO
dad y determinar su "loci". Dentro de la heterogeneidad y complejidad de una ciudad no se encuentra un "popayanejo típico" o un "querétano típico". Hay series de tipos que deben ser descritos e identificados de acuerdo a sus posiciones relativas en la estructura total. Segundo, la comprensión de los varios modelos o formas de vida en la comunidad, y sus relaciones mutuas, constituyen los puntos de partida más importantes para el conocimiento de la sociedad total. Las ramificaciones de la clase social conducen finalmente a todos los aspectos concebibles de la sociedad, desde sus antecedentes históricos, sus actividades económicas y sus creencias religiosas, hasta la sociabilización del niño y las variaciones y constantes en las manifestaciones de la personalidad. El mayor problema en tal estudio es el encuentro de un punto lógico donde detenerse.
La tercera razón para escoger el concretarse sobre un estudio de clases sociales en Querétaro fue mi deseo de recolectar algunos datos que pudiesen compararse con los materiales de Popayán, donde la realidad de las clases sociales era tan dominante que doquiera llamaba nuestra atención. Al final llegaron a ser los puntos focales del estudio total. Cuarto y final, era el reconocer que si bien el énfasis sobre el estudio de las clases sociales en la antropología y la sociología en América durante los últimos años ha producido algunos estudios de campo excelentes, mientras se desarrollaba alrededor del concepto de clase un grado considerable de pulimento teórico (y algo de controversia), la mayor parte de los datos disponibles provenía de investigaciones realizadas en comunidades norteamericanas. Desgraciadamente se necesitan materiales adicionales sobre las ciudades latinoamericanas y de otras partes del mundo para propósitos comparativos y para un examen crítico posterior de las teorías en boga y de las controversias.
Este libro, entonces, no está encaminado a ser un estudio sobre dos comunidades, ni siquiera intentará compararlas totalmente excepto incidentalmente. Se hará énfasis en él sobre la estructura de las clases de dos cuidades: Popayán en Colombia y Querétaro en México. ¿Hasta qué punto existen las clases sociales en cada una de ellas? ¿Son fenómenos similares o diferentes en caso de que existan? ¿Hasta dónde podemos entender y explicar tales similitudes;
UN VISTAZO DE LAS CIUDADES [ 21
y diferencias que se puedan encontrar en estas dos sociedades urbanas latinoamericanas?
PARALELOS Y CONTRASTES HISTÓRICOS
Las ciudades, como las personas, nunca son exactamente iguales. Características que a primera vista parecen casi idénticas, después de un examen más minucioso, resultan claramente diferentes, y una comprensión más íntima descubre rasgos similares que hubiesen pasado desapercibidos en un reconocimiento casual. La mayoría de los pueblos latinoamericanos presenta un parecido superficial entre sí, ya se trate de Palmita en Colombia o de Salvatierra en México. Esto es, por supuesto, resultado de una tradición común histórica y cultural en el planeamiento urbano y en la arquitectura, y la plaza, la iglesia, el mercado y las casas de patios y ventanas enrejadas, con largas paredes que bordean los andenes, son reminiscencias inmediatas de dos siglos de dominación española. Esa herencia común ha producido otras similitudes numerosas que son menos obvias, pero que afectan íntimamente la vida de las gentes en los pueblos. Gillin ha esbozado los rasgos culturales comunes que son compartidos en la América Latina en varios de sus escritos (Gillin 1945b: 243-248, 1949: 156-211) y su marco de la "cultura latinoamericana moderna" fue aplicable en términos generales tanto a Popayán como a Querétaro.
Popayán y Querétaro son ambas ciudades coloniales; coloniales en el sentido de que su fundación data de la mitad del siglo XVI. Ambas fueron importantes centros administrativos y comerciales durante la expansión inicial del imperio hispánico en el Nuevo Mundo, y ambas guardan arte, arquitectura y tradiciones sociales que se remontan a esos tiempos. Popayán fue fundada en 1535 por Belalcázar, un lugarteniente de Pizarro, y Querétaro fue fundada por Fernando Tapia en 1531. Ambas figuraron entre las pocas privilegiadas a quienes la Corona española concedió título y escudos de armas y ambas llegaron a ser asiento de gobernantes de vastos territorios: Popayán como la capital de una Intendencia que se extendía desde el Ecuador hasta el Caribe, y Querétaro con tierras
22 ] POPAYÁN Y QUERETARO
tan lejanas en la frontera norte como Tamaulipas. A través de los siglos siguientes sus territorios disminuyeron, pero continuaron ambas como capitales de estado, asientos de universidades, e importantes centros en la jerarquía de la Iglesia. Popayán era todavía sede del Arzobispado del sudeste de Colombia. Querétaro no solo fue un Obispado sino que además impulsó las escuelas y misiones de las cuales misioneros tan dedicados como el Padre Junípero Serra llevaron la cruz a los salvajes del norte, hasta sitios tan alejados como Atizona y California. Fue también el centro administrativo de la diócesis franciscana de San Pedro de Michoacán, que se extendía por el norte hasta parte de Texas y Nuevo México.
Ambas ciudades desempeñaron papeles preponderantes en la historia de sus respectivos países. Dieciséis presidentes de Colombia han provenido de Popayán; sus familias produjeron numerosos arzobispos, obispos, embajadores y otros diplomáticos, y generales —algunas veces para bandos opuestos— en las guerras civiles del siglo XIX. Querétaro también tuvo altos funcionarios de la Iglesia y del Estado, pero sus más importantes papeles tuvieron lugar durante la guerra de la independencia; primero como la patria de ia famosa heroína "La Corregidora", quien descubrió que los planes para la revolución habían sido revelados a las autoridades y, con riesgo de su vida, despachó a Ignacio Allende para prevenir al Padre Hidalgo. Fue el escenario de complots y levantamientos, de firmas de tratados y celebraciones de victorias, y por un corto tiempo fue la capital de México. Su momento más romántico fue probablemente cuando la derrota del emperador Maximiliano y su ejecución en la pequeña colina que la bordea; pero su momento más positivo fue tal vez cuando el Congreso Nacional se reunió allí en 1916 y 1917 para debatir y aprobar finalmente la nueva constitución en la forma básica que todavía regía en 1958. Históricamente ambas ciudades fueron ejes de actividad política, de inquietudes filosóficas, y de riqueza privada.
En ambas ciudades los dignatarios de la Corona española levantaron edificios administrativos y residenciales fuertemente murados, con patios flanqueados de arcadas y pesadas puertas coronadas por escudos de armas esculpidos. Los artesanos indígenas bajo
UN VISTAZO DE LAS CIUDADES [ 25
la exigente mirada de los clérigos, levantaron templos abovedados y aprendieron de artistas importados cómo tallar la madera para los altares platerescos y cómo esculpir la piedra para las estatuas de las fachadas.
En Querétaro, el marqués de la Villa del Villar del Aquila construyó en 1735 el altivo acueducto de arcos que todavía lleva agua potable a la ciudad después de más de dos siglos. En Popayán, el Humilladero, puente abovedado sobre el río Molina, todavía subsiste como un ejemplo de las proezas de la ingeniería colonial. El pasado todavía vive en estas dos ciudades, y el orgullo por los antepasados se muestra por doquier en placas y monumentos que señalan que en esta casa o en aquel sitio murió o nació alguna figura heroica, se firmó un tratado, o se ejecutó un enemigo. La Plaza de Armas de Querétaro, flanqueada por las arcadas de piedra de grandes casas coloniales, todavía parece un rendez-vous para los señores y las damas españolas que deseasen reunirse bajo los frondosos árboles y las colgantes "bougainvillea" en las tardes apacibles y sombreadas. En Popayán, los vestigios del pasado son más sencillos pero menos desleídos por el presente. Falta completamente la exuberancia rococó de las gárgolas de piedra, los frontones ornados de espiras y flores y los balcones de las ventanas, los contrafuertes volantes, las cúpulas revestidas de mosaicos, y las fachadas recargadas de ostentosos adornos churriguerescos. En su lugar se encuentra un estilo nías simple y más macizo que impregna toda k ciudad, y une las iglesias, las casas y palacios en un homogéneo v atractivo estilo del pasado.
En el transcurso del período que va de su florecimiento colonial a su condición contemporánea, la historia trató a estas dos comunidades en una forma singularmente parecida. A sus territorios les recortaron vastas regiones, sobre las cuales ellas tenían algún derecho por razones de comercio o explotación, y fueron reducidos hasta tal punto que, a mediados del siglo XX, cada una era la capital de uno de los más pequeños y pobres estados en su nación respectiva. Aunque Querétaro está situada en la punta oriental de la rica región del Bajío, que ha sido llamada el granero ,'de México, solo una muy pequeña parte del estado yace en este fértil valle, y
24 I POPAYÁN Y QUERETARO
la mayor parte de su extensión es terreno montañoso y abrupto que produce pocos beneficios y es tan aislado que a casi su totalidad no se puede ¡legar en carro desde la capital. Existen recursos minerales, pero en su mayor parte están tan lejos o son tan escasos que su explotación ha resultado antieconómica. Cuando Popayán fue igualmente despojada de sus tierras más feraces, que entraron a formar parte de los nuevos y ricos estados vecinos, sus fortunas declinaron drásticamente. Sus prósperos y fértiles valles llegaron a ser el Valle del Cauca; sus minas, que un tiempo mantuvieron a la aristocracia en un tren de vida verdaderamente regio, pasaron a los departamentos de Nariño y Antioquia y aun sus regiones montañosas del sur, inexploradas pero potencialmente ricas, fueron in. corporadas al departamento del Huila. Quedó Popayán reducida a un área decimada, pequeña en tamaño, y compuesta principalmente de colinas circunvecinas y montañas inexploradas. El choque producido por la perdida, la sensación de empobrecimiento, condujo en ambos casos a la parálisis, a la inactividad, que desterraron e impidieron la completa y activa explotación y desenvolvimiento de aquellos recursos y potencialidades que aún quedasen. El resultado fue el estancamiento. A través de la mayor parte de la primera mitad del presente siglo, las dos ciudades añoraban su pasado, lamentaban su riqueza y prestigio perdidos, y languidecían. Los pa. peles importantes que habían jugado alguna vez en el comercio entre las regiones al norte y al sur de ellas, declinaron cuando se contruyeron nuevas carreteras y los ferrocarriles las dejaron de lado. Continuamente se encontraban más aisladas de sus capitales nacionales, y el tráfico con el mundo exterior disminuyó al mismo tiempo que otras ciudades fueron expandiendo su comercio c incrementando sus relaciones con otras regiones y otras naciones.
Popayán fue desplazada por Cali como ciudad principal del sur de Colombia y Querétaro se encontró contemplándose apaciblemente a sí misma mientras que ciudades tales como Celaya, León e Yrrapuato se hacían cargo del comercio del área y atraían cada vez más nuevas instalaciones industriales. La importancia local de Popayán y Querétaro en la distribución de los productos cosechados en la región y de los artículos manufacturados subsistió, como subsistió también un cierto y limitado poder y prestigio derivado
UN VISTAZO DE LAS CIUDADES [ 25
de su condición de capitales de estado, centros de educación y sedes eclesiásticas. Pero excepto por la aureola dorada de su gloria colonial, tanto Popayán como Querétaro han llegado a ser típicas capitales de provincia.
Los paralelos históricos y contemporáneos entre estas dos ciudades son tan atrayentes y significativos que es una tentación el querer ignorar las características altamente mportantes que diferencian a la una de la otra. Sin embargo, es un hecho que difieren y estas distinciones deben tenerse en cuenta al examinar las estruc. turas de clase de estas comunidades hermanas. Aun durante la época colonial, cuando ambas alcanzaron tan impresionantes pináculos de riqueza y poder, había importantes diferencias en los patrones de sus economías y sociedades. Los habitantes más importantes de Popayán eran administradores o terratenientes ausentistas que vivían en el delicioso clima de la aristocrática capital mientras que sus esclavos y mayordomos extraían los ricos minerales del umbroso Chocó y cosechaban caña de azúcar o levantaban grandes rebaños de ganado en el fértil valle del Cauca. A causa de las prohibiciones de !a Corona española, y a la falta de inclinación por parte de los opulentos terratenientes, no prosperó ninguna manufactura y los artículos y mercancías eran transportados por muía o caballo desde los puertos costeros de Buenaventura o Cartagena, o traídos de Quito, hacia el norte (Crist 1952).
Estos usos persistieron y en el tiempo de nuestro estudio no había ninguna manufactura, excepto algunos talleres de artes manuales que producían alfarería para uso local, ferretería, muebles tallados, y algunos sacos de fique (henequén). Las familias pudientes de Popayán todavía derivaban sus ingresos principalmente de grandes haciendas en las cuales vegetaban y se reproducían los rebaños de ganado que exigían un mínimo de atención e inversión.
El ferrocarril llegado de Cali en 1925 no fue bien recibido por algunos de los líderes intelectuales y sociales de la ciudad y, aun en años recientes, algunas compañías que consideraban el establecí, miento de fábricas en Popayán se descorazonaron por la glacial acogida y emigraron a otros lugares con sus equipos. Se hablaba perdurablemente acerca de una más adecuada explotación de los re .
26 ] POPAYÁN Y QUERETARO
cursos y de la apertura de una carretera al mar, pero, por lo menos hasta 1952 y después, se había hecho muy poco y la ciudad continuaba siendo una gema colonial: aristocrática, culta, refinada, y remota, como algunas ancianas patricias que, añorando las maravillas de su juventud, retienen un halo de elegante pasado inconta-minable por el vulgar modernismo.
En Querétaro también los principales miembros de la aristocracia colonial eran funcionarios españoles nombrados por la Corona, y poderosos hacendados cuyas inmensas posesiones comprendían todas las colinas y montañas; pero, en adición, aquí había características que no existían en Popayán. Ya hacia mediados del siglo XVI el Bajío había llegado a ser una rica zona agrícola sometida a cultivo intensivo. Los, alimentos y granos producidos eran enviados a muchas partes de México, pero principalmente destinados a alimentar la multitud de mineros y muías que estaban dedicados a la extracción de las más fabulosas riquezas del Nuevo Mundo en las minas de plata de Guanajuato. Wolf ha descrito la inmensa importancia de estas tempranas actividades mineras, el gran número de hombres y animales empleados para mantenerlas en producción, y los efectos ulteriores enormemente benéficos para el desarrollo de todo el Bajío (Wolf 1957: 181-198). Aunque los recursos minerales de Querétaro fueron insignificantes en comparación con los encontrados en Guanajuato, su papel como centro comercial y fuente de aprovisionamiento dependía notablemente de las minas.
Una segunda y muy importante característica de la vida coló. nial de Querétaro, que la distinguía de Popayán, era la presencia de algunos de los primeros telares del Nuevo Mundo. Los textiles de algodón eran un importante renglón del comercio con los nativos y los colonos ubicados en la frontera norte, y también se empleaba mucha tela en la factura de sacos para el transporte de la plata desde las minas de Guanajuato. Lo que pudo haber sido una tradición aborigen creció rápidamente, hasta el punto de que se estimaba que en 1793 había 1.500 tejedoras trabajando y muchas de ellas habían sido reunidas bajo un mismo techo con equipos de hilar y tejer por lo menos parcialmente impulsados por molinos
-
UN VISTAZO DE LAS CIUDADES [ 2"
de agua. La energía del agua, que era traída a la ciudad por canales que todavía funcionan, trajo también el desarrollo de molinos de granos, y hacia 1811 muchos de los productores de Coahuila y otros estados del norte se quejaban de que enviaban todas sus cosechas a Querétaro, donde era procesada y vendida de retorno a ellos a un precio exorbitante.
No es este el lugar para bosquejar el desarrollo industrial deL Querétaro colonial, pero es cierto que la ciudad era grandemente agrícola, que desarrolló cierto número de empresas para procesar materias primas y que algunos de los mayores telares de México funcionaban allí hacia mediados del siglo XVIII. Cuadro este bastante diferente del de Popayán.
Ambas ciudades sufrieron severamente a causa de las guerras civiles, particularmente durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Con la reducción de sus territorios y recursos, y con el ciclo, al parecer eterno, de batalla, ocupación, armisticio y guerra de nuevo, las artes y las industrias declinaron y muchas familias ricas y prominentes emigraron. De Popayán muchas familias importantes salieron para el Ecuador y Bogotá (Arroyo 1953), y de Querétaro se cambiaron por la comparativa seguridad de la capital, la ciudad de México. A pesar de estos paralelos, las repercusiones de la guerra fueron más grandes en Querétaro que en Popayán, porque ellas fueron parte de un cambio más fundamental. Las guerras civiles en Colombia atañían primariamente a diferencias en ideales políticos: los desacuerdos entre federalistas y centralistas. Las diferencias fueron agudas y eran sustentadas tan sinceramente por muchos individuos que una guerra seguía a otra, se dividían las familias, y todo el país estuvo inmovilizado y completamente exhausto por un siglo de contiendas. Sin embargo, se mantuvo una especie de estabilidad social interna. Las mismas familias aristocráticas controlaban la riqueza y poseían el poder, no importa de que o los liberales o los conservadores ganaran la guerra y tomaran las riendas del gobierno. Las familias que cayesen en desgracia políticamente no podían conseguir un empleo, los individuos eran a veces perseguidos, sus influencias y quizás sus ingresos se reducían temporalmente; pero, en la mayoría de los casos, no eran desposeídas. Ellas continuaban manejando las enormes pose.
• J
28 ] POPAYÁN Y QUERETARO
siones que habían heredado de sus antepasados conquistadores, su modo de vida no cambiaba sustancialmente en algunos aspectos importantes, y, un poco después de la terminación del conflicto, estaban de nuevo en capacidad de participar en el debate político y de asumir sus cargos acostumbrados en el manejo de la nación. Estas modalidades han continuado en el período contemporáneo, durante el cual Colombia cayó de nuevo en las guerras civiles que giran indefinidamente alrededor de las mismas diferencias políticas. Pero ha persistido la continuidad: las familias en Popayán que llegaron a la riqueza y al poder durante el período colonial todavía poseen haciendas y propiedades en la ciudad, todavía se casan entre ellas mismas, alternan en las posiciones políticas y aprecian la nobleza de sus linajes y el refinamiento de su sociedad. Había relati. vamente pocas familias cuyas fortunas y posición declinaran durante los años de turbulencia y derramamiento de sangre, y más pocas aún que sacaran suficiente partido de las guerras civiles para ganar nuevos puestos entre la aristocracia de la ciudad. Se me informó que en grandes ciudades como Bogotá y Cali los cambiantes triunfos políticos destruyeron algunas familias y elevaron otras a la fortuna y al prestigio; pero en lo principal, es seguro decir que la estructura social de Popayán se preservó a sí misma, en casi ininterrumpida continuidad a través de los años, y aun de los siglos, de la turbulencia y de la efusión de sangre.
No es este el caso de Querétaro. La historia de la Revolución Mexicana es una cosa bien distinta de las luchas civiles en Colombia. Es significativo que las guerras en Colombia son denominadas siempre por sus historiadores como "guerras civiles" y práctica, mente nunca como "rebeliones" o "revoluciones", los términos eternamente empleados en México. Después de que los criollos de los países andinos se unieron bajo Bolívar para librarse de España, se dedicaron inmediatamente a una incesante guerra entre sí. Siempre fue una guerra entre líderes y casi nunca un levantamiento de la población nativa o aun de la gente corriente. En Colombia no hubo nada que pudiera ser clasificado como "indigenismo" y los criollos ejercieron el poder en forma que poco lo estimulaba. En México los objetivos de la primera revolución se salieron de las manos de los criollos casi desde el principio y los líderes que habían
UN VISTAZO DE LAS CIUDADES [ 29
planeado que el levantamiento fuese un cambio en el poder, como había sucedido en otros países de América Latina, repentinamente se encontraron arrastrados por un impetuoso torrente de peones e indios para quienes la revolución significaba, no el poder y la ascendencia política, sino libertad y tierra. Es significativo que estes primeros levantamientos tuviesen lugar en el Bajío.
¿Hasta qué punto la población indígena mayor y las culturas pre-hispánicas más altamente desarrolladas tienen que ver con los levantamientos del pueblo campesino de México? Es un interesante tópico, pero no nos concierne. Lo realmente importante es que el hecho ocurrió y que eventualmente condujo a cambios pro. fundos en la estructura de la sociedad. En Querétaro los cambios no ocurrieron de una vez, ni siquiera en una forma continua. Cuando las primeras victorias republicanas, los gobernantes y otros fun. cionarios españoles desaparecieron, los primeros brotes de reforma agraria principiaron a inquietar a los hacendados, y la confiscación y el destierro quebraron el tremendo poder y la riqueza de la Iglesia. Durante casi un siglo los diferentes planes de redistribución de la tierra no pasaron de ser poco más que una petición de los peones, un sueño de políticos idealistas y oportunistas, y un horrible espectro en el horizonte para los hacendados. Excepto en unas pocas partes del país, el primer gobierno popular que derrocó a los terratenientes realizó poco. Esto no significa, sin embargo, que los mexicanos estuvieran en condiciones de descansar y gozar de su "independencia". Durante el medio siglo que medió entre el último virrey español en 1821 y la muerte de Benito Juárez en 1872, la condición casi constante fue de mantenerse en pie de guerra, y los hacendados fueron víctimas de ocasionales expropiaciones por parte del gobierno central, de frecuentes motines y sangrientos secuestros por parte de sus peones, y de depredaciones, extorsiones y capturas por los varios generales que encabezaban "ejércitos revolucionarios" o bandas de ladrones. Excepto por breves períodos, no hubo autoridad fuerte en el territorio. Las regiones del norte se perdieron en favor de los Estados Unidos, Maximiliano gobernó durante un intervalo, y Benito Juárez, el indio, puso fuera de la ley a la Iglesia y apuntó su dedo hacia los hacendados a fin de obtener tierra para el pueblo.
30 ] POPAYÁN Y QUERETARO
En Querétaro, como en otras partes del país, algunos de los terratenientes perdieron su tierra, o, temiendo perderla, la vendieron o la abandonaron y se trasladaron a las ciudades. Allí pudieron comprar propiedades urbanas que estaban menos sujetas al secuestro o a la confiscación, y pudieron encontrar solaz, entre sus amigos ricos o antiguamente ricos, lamentándose del estado del país y suspirando por el retorno de la paz y la seguridad. La estabilidad retornó con la muerte de Juárez, y persistió durante el siguiente largo período de Porfirio Díaz. Sin embargo, este régimen de paz no acabó con todos los problemas de los hacendados, porque se encontraron con sus tierras sujetas frecuentemente a pesados impuestos, confiscadas por el gobierno dictatorial, o concedidas a algunos de los allegados de Díaz o a amigos extranjeros. En Querétaro por este tiempo habían desaparecido muchas de las viejas familias coloniales y las que permanecieron fueron absorbidas por una nueva élite, cuya riqueza y propiedades fueron adquiridas con la asis. tencia o permiso de Porfirio Díaz.
Con la revolución de 1910 se acercaron los últimos días de los hacendados que persistían y, a través de las vicisitudes de una apropiación gubernamental a gran escala y de la división de la tiena en ejidos, casi todos ellos desaparecieron. De nuevo algunas de las rancias familias vendieron sus tierras y se trasladaron a las ciudades, pero aun de aquellas que fueron capaces de hacer el cambio con parte de su fortuna a salvo no todas sobrevivieron, la mayoría de ellas se arruinaron por reveses financieros o por una tendencia general a vivir como "gentlemen" sin valerse del trabajo "deni. grante".
El siglo y medio de intermitente beligerancia, la inestabüida.l política, la inseguridad de la vida y la pérdida de fortunas y la persistente presión de los peones por la tierra, que fue expresad i en decretos de elevado contenido y en las acciones de hombres como Guerrero y Zapata, a más de otros factores, produjeron en Querétaro y en la mayor parte de Méxco, una quiebra en la continuidad de la tradición social. Esto no quiere decir que todas las antiguis formas de vida y todas las viejas familias fueran cambiadas o expulsadas, como lo demostraré luego, ya que algunas han pcrd'j.
UN VISTAZO DE LAS CIUDADES [ 31
rado hasta el presente. Estas, sin embargo, fueron las excepciones más bien que la regla, y la estructura social contemporánea que ^e desarrolló en Querétaro fue afectada infinitamente menos por la fuerza de la tradición, como lo es en el caso de Popayán.
Este cambio, esta tendencia a romper con el pasado, era todavía apreciable en Querétaro en 1958 y sus más recientes mani festaciones marcan otro aspecto en el cual se diferencia de Popayán. Aunque la construcción de una vía férrea a través de Querétaro la coíocó en la línea que enlaza la capital del país con ciudades tan
' al norte como San Luis Potosí, todavía permanecía relativamente aislada. Carreteras pavimentadas la conectaban con las otras ciudades del Bajío y, por más de una década, era posible ir en carro a la ciudad de México por la vía de Toluca. Aunque se incrementara el transporte, había poco para exportar y la población de la ciudad declinaba.
Entonces, alrededor de 1950, el gobierno nacional principió pianes para construir la nueva autopista internacional que saldría de la frontera y pasaría por Saltillo, San Luis Potosí y Querétaro en ruta hacia la ciudad de México. Una energía nueva invadió la ciudad, parcialmente generada por inmigrantes y extranjeros. Se construyeron nuevos hoteles a lo largo de la carretera, aparecieron agencias de automóviles y estaciones de servicio, y se construyeron nuevas fábricas y plantas de transformación. Una fábrica de cereal Kcllog, una nueva y gran fábrica textil, una planta para preparar leche evaporada Encarnación, una fábrica de alimentos Purina, y una nueva planta de ensamblaje de máquinas de coser Singer dieron una impresionante apariencia industrial a la parte de la ciudad que queda al borde de la carretera. Enormes camiones y buses principiaron a rodar sobre las carreteras en un constante flujo y todo el movimiento de Querétaro llegó a ser un movimiento lleno de optimismo, de enérgico progreso. La próxima década verá allí muchos cambios y, dentro de un lapso relativamente corto, el Querétaro de la primera mitad del siglo XX habrá desaparecido. A pesar de q1ar: se deposite un orgullo considerable en los antecedentes histórico-; de la ciudad, queda por ver si sus remanentes no serán pronto más que antigüedades interesantes, o si algo del antiguo sabor se mantendrá latente en la vida de las nuevas y cambiantes generaciones.