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| Domingo 23 De marzo De 2014 POLÍTICA | 9 política y justicia | el circuito del dinero informal El allanamiento que ordenó y después frenó Oyarbide puso en evidencia una trama de oscuros operadores con denuncias Una red de financieras sospechosas emerge atrás del caso Propyme El Gobierno afronta una disyuntiva tan sensible como incómoda. Acu- mula razones de peso para resguar- dar al juez federal Norberto Oyar- bide. Pero también para mantener silenciado lo que su denunciante, Guillermo Greppi, calla. Sabe de- masiado sobre la operatoria clan- destina de las cuevas que financian el “lado B” de la política, las empre- sas y los bancos. La causa quedó en manos de Luis Rodríguez, un par de Oyarbide en los tribunales de Comodoro Py, quien evalúa citar a declarar a En- rique Drzewko, quien se presenta como “empresario” y sostiene que, como Greppi, él también afrontó un pedido de coimas de la División Investigación Federal de Organi- zaciones Criminales (Difoc) de la Policía Federal. Greppi y Drzewko comparten más que esos supuestos pedidos de coimas. Ambos son referentes de la City paralela, los descuentos con cheques y el dólar blue. También comparten una escala común en Mendoza y, al menos en el caso del segundo, las ramificaciones llegan hasta el “caso Skanska”, a una so- ciedad vinculada al vicepresiden- te Amado Boudou y a cadetes que recorren la ciudad con mochilas repletas de millones de pesos, se- gún reconstruyó la nacion duran- te las últimas dos semanas sobre la base de testimonios judiciales, documentos oficiales y fuentes en la AFIP y en otros organismos pú- blicos. De todas las provincias, Greppi y Drzewko escogieron Mendoza para instalar sus sociedades bur- sátiles. Y ambos constituyeron sus domicilios fiscales en el local A2 de Galería San Marcos, en la calle 9 de Julio 1138 de la capital provincial. Allí funcionó, hasta hace dos años, el estudio contable Domínguez, al que ambos recurrieron. La firma de Greppi se llama Pro- pyme Bursátil, casi igual que la mu- tual –una financiera o cueva encu- bierta– que allanaron policías en Buenos Aires a pedido de Oyarbide. La de Drzewko era Investment Bur- sátil y en Mendoza terminó muy mal, pero el financista continuó su camino en Buenos Aires. Tanto en Mendoza como en la City, Drzewko unió fuerzas con Juan José Stemkauskas, Luis Rai- mundo y Víctor Hugo Raimundi. Juntos controlan tres firmas bur- sátiles –Mercado Único, Punto Bursátil y Miraflores–, y las socie- dades Treinta y Tres, Four Suns y Pro Gambling, además de un pool de mutuales y cooperativas, como las llamadas Torreón y Montecar- lo. Con un origen muy humilde, lle- garon a mover más de $ 6 millones diarios. Al igual que con Greppi, la ope- ratoria de Drzewko y Stemkauskas pronto quedó bajo la lupa de la AFIP y la Justicia en lo Penal Tributario, que ordenó varios allanamientos y tomó testimoniales. Entre otras, la del “mochilero” Diego Adrián Pre- mici, de 29 años. “Los jefes daban las órdenes de quién tenía que hacer los retiros de dinero. Esos retiros eran de mucha plata, aproximadamente un millón de pesos promedio, hasta dos mi- llones, depende la época, y debía- mos traerla en la mochila”, relató Premici, a mediados de 2012, según consta en la copia de su testimonial que obtuvo la nacion. “Nos pasábamos todo el día sa- cando plata. Al principio, del Ban- co Hipotecario, luego del HSBC”, también “del Nación y del Fran- cés”, rememoró el cadete, que tra- bajó para Drzewko y Stemkauskas entre 2008 y 2010. Relató cuando a un compañero le robaron “más de un millón de pesos en la puerta del HSBC”, lo que, de todos modos, no se denunció. “Lo que se decía era que la plata no figuraba en ningún lado”, agregó. Cada vez que Premi- ci y los otros “mochileros” volvían de los bancos se repetía la práctica. Le entregaban el dinero a Drzewko, que lo contaba mientras “unos 15 cadetes” esperaban para llevar a distintas “cooperativas y mutuales” los ladrillos de efectivo que les co- rrespondía por descontar cheques de terceros. La práctica en los bancos ya se había tornado rutinaria para Pre- mici. “Si eran unos 300.000 pesos, los cobrábamos en ventanilla; si eran más, íbamos a tesorería para acomodarlos en la mochila.” Para luego caminar por la calle, aunque a veces custodiados por “policías vestidos de civil”. ¿Cómo consiguie- ron ese servicio? El “mochilero” no lo sabía. O no lo contó. Una ex administrativa, Nadia Soledad Burrone, confirmó ante la Justicia el relato del “mochilero”, según su declaración. Contó cómo se descontaban los cheques y que “la caja del dinero la maneja Enri- que Drzewko”, aunque aclaró que quien se jactaba de ser “el cerebro” era Stemkauskas. Y que allí “hacían compra-venta de dólares en el mer- cado paralelo, o blue como ellos le llamaban”. Más importante, Burrone detalló que alguien –acaso el mismo con- tacto que les aportó la custodia de policías de civil– les avisó que la Justicia estaba por allanarlos por el “caso Skanska”. “Comenzó un revuelo terrible para esconder pa- peles y llevarse la plata en mochilas por la escalera”, recordó. El temor tenía asidero. Una do- cena de proveedores truchos de la multinacional sueca –entre ellos, Inargind, de Danimiro Kovacic– operaron con la red de Drzewko y Stemkauskas, según surge del auto de procesamientos del “caso Skan- ska” de diciembre de 2010 que co- tejó la nacion. En esa red, también, se descontaron cheques de Action Media, una de las firmas de José María Núñez Carmona, el socio comercial de Boudou. La sospecha de los investigado- res en el “caso Skanska” era qué funcionarios podían recurrir a intermediarios en cuevas como las de Drzewko y Stemkauskas. Hoy el interrogante se repite, con otros nombres: Greppi y Carlos Zannini.ß Con la colaboración de Pablo Mannino Hugo Alconada Mon LA NACION Orlando Andrada CORRESPONSAL EN CóRDOBA CóRDOBA.– El escándalo de la finan- ciera CBI Cordubensis, que cayó en debacle tras la misteriosa muerte de su vicepresidente, tiene a maltraer al gobernador peronista José Manuel De la Sota y al intendente radical Ra- món Mestre. Y también salpica al kirchnerismo, porque involucra al empresario Euclides Bugliotti, fuer- te aliado del gobierno nacional. Salpica a De la Sota y a Mestre un escándalo en Córdoba En medio del escándalo, De la Sota y Mestre dejaron atrás su distancia- miento y se reunieron a solas el vier- nes, más de dos horas, para recom- poner relaciones y acordar temas de gestión común. El tema de la finan- ciera no habría estado ausente. La financiera cerró sus puertas apenas apareció muerto su vicepre- sidente Jorge Suau, militante de De- mocracia Cristiana y ex secretario de Culto en el primer mandato de De la Sota. Su presidente, Eduardo Rodri- go (hoy imputado), reconoció que funcionaba una mesa de dinero. Suau fue hallado sin vida el 13 de fe- brero en su camioneta 4x4, cerca de la localidad de Rafael García, con sig- nos de intoxicación con monóxido de carbono y quemaduras. Se tejieron dos hipótesis; suicidio o crimen ma- fioso por su actividad en la financiera. Hasta ahora, el fiscal Emilio Drazile considera que fue un suicidio. En forma simultánea, llegaron al fiscal federal Enrique Senestrari y al camarista Ignacio Vélez Funes sen- das cartas atribuidas a Suau, en las que se reclamaba que se investigaran las maniobras ilegales en la financie- ra. Se mencionaban a miembros de CBI, funcionarios provinciales y mu- nicipales, empresarios, productores agropecuarios y dirigentes sindica- les, como presuntos operadores de la mesa de dinero. El primer trago amargo para el go- bierno provincial fue la relación de Suau con el presidente del Banco de Córdoba, Fabián Maidana, que inte- gró la financiera entre 2008 y 2009. Maidana afirmó que mientras estuvo en CBI “no había mesa de dinero” y que a fines de 2009 vendió a Rodrigo el 10% de sus acciones y se desvinculó. De la Sota rechazó que se politice el caso y defendió a Maidana, al afirmar que “no hay ninguna acusación”. El gobierno municipal de Córdo- ba también resultó salpicado. En la carta atribuida a Suau y en otros testimonios se habló de depósitos de la recaudación del servicio de trans- porte en CBI. Se mencionó al secre- tario de Transporte, Juan Pablo Díaz Cardheilac, y al secretario privado del intendente, Juan Pablo Ostanelli. Y La caída de la financiera CBI y una muerte dudosa implican a funcionarios y a un empresario K Millones, mística y contactos, la receta del polémico Greppi Guillermo Greppi, el hombre que pu- so al juez Norberto Oyarbide al bor- de un nuevo juicio político tiene dos rostros: el del financista expansivo, bonachón, cariñoso, verborrágico, e hiperquinético, y el de místico ex estudiante de teología amateur que decora con aforismos sus respuestas y hace de la lealtad a los amigos su credo de vida. Incluido Carlos Liuzzi, el segundo de Carlos Zannini, a quien terminó salpicando. Alumno pupilo de un colegio re- ligioso en su adolescencia, Greppi, de 58 años, es un católico ferviente y lo luce: un rosario grueso se advier- te con la camisa negra entreabierta junto con la medalla más gruesa aún de la Virgen que le fundió su amigo el orfebre Juan Carlos Pallarols. Dice que sólo él y el Papa tienen una me- dalla así. Confía en Dios para recu- perar la actividad económica de su mutual de crédito Propyme, donde denunció que policías federales lo coimearon con 300.000 dólares en nombre del juez Norberto Oyarbide para no allanarlo. Hoy está al 30% de su giro habitual. “No me interesa Oyarbide, quiero trabajar. Sufrí un abuso deshonesto fuera de toda ló- gica y un atropello”, se queja. Uno de sus dos celulares no para de sonar. Dice que los tiene protegidos por una empresa israelí para que no se los pinchen. Es del Mossad, susurra. Quien llama es Dany, de Once, un comerciante, a quien le aclara, como a todos los que lo llaman: “¡No estoy denunciado, no estoy procesado, yo denuncié, no tengo problemas con la Justicia, no tengo problemas con el Banco Central, no tengo problemas con el Gobierno, no tengo problemas con nadie. Mi empresa está funcio- nando!”. Greppi necesita de lugares reser- vados y amplios. Prefiere los bares de los hoteles, en Puerto Madero o en la City, más escondidos. Lo conocen en el Faena, donde se cruzó con Jorge Lanata, y en el I Fresh Market, donde Aníbal Fernández suele tomar café. Entra a un hotel de la calle Re- conquista y tras saludar al dueño y al contador, como un amigo más, se instala en la mesa más alejada. No para en las dos horas de charla de agitar su Rolex inmenso, dorado con cuadrante negro, y de mechar reflexiones espirituales con expli- caciones sobre su trabajo. “Lo mis- mo no es una financiera, no cambio dólares; la policía no encontró ni el billete de un dólar que se guarda en la billetera”, aclara. Tiene la necesidad de tocar a su interlocutor, tomarle el brazo, para enfatizar. Muestra cheques en un sobre de papel madera, son de sus clientes. Los descuenta, les da playa a cam- bio de una comisión. Como mutual goza de una reducción del 50% del impuesto al cheque y puede prestar dinero. “Nadie sabe el rostro espiri- tual, humano que hay detrás de este usurero”, bromea. En los cheques, se leen nombres de comercios. “No agarro cheques del Estado. No trabajo con esos clientes, des- pués viene el quilombo”, asegura, y menciona que antes de que estallara el caso de las viviendas sociales de las Madres de Plaza de Mayo, Sergio Schoklender buscó trabajar con él para que le cambiara los cheques que recibía del Estado, pero él se ne- gó a hacerlo. Sus conocimientos de economía llegan hasta el cuarto año de la facul- tad, pero es más lo que aprendió en la calle. Cambió cheques desde los 20 años en una cooperativa de la ca- lle Warnes, hasta que por cuestiones fiscales terminó armando Propyme, en 2000, donde trabaja el mayor de sus seis hijos. Durante el allanamiento policial del 19 de diciembre, pidió ayuda a to- dos sus amigos: “cueveros”, banque- ros, policías, comisarios (un tío suyo era comisario general de Juan Ángel Pirker, jefe de la Federal en el alfonsi- nismo). Hasta llamó a un funcionario judicial amigo. Pero fue Liuzzi quien logró parar todo luego de que llamó a Oyarbide para decirle que estaban extorsionando a su amigo. Greppi y Liuzzi se conocen desde hace 30 años. Greppi era su amigo de la mesa del café Tolón de Santa Fe y Coronel Díaz, en Palermo. En la década del 70 jugaban al truco, con dos amigos más que fallecieron. Se sumaba en ocasiones su abogado actual, el penalista Carlos Broitman, abogado también de Henry “Mi San- gre” Londoño, acusado de ser uno de los narcos más importantes. Broit- man y Greppi se peleaban con golpes de karate a los 13 años cuando prac- ticaban en el club GEBA. Esa amistad con Liuzzi, cuando ambos tenían un contrato para tra- bajar como inspectores municipales, la retomó en 2004 cuando se cruza- ron por la calle. Liuzzi no le falló, pe- ro ahora se ganó un reto de Zannini, y éste de Cristina Kirchner. Greppi se desvive por defender a su amigo, investigado por sus bie- nes y negociaciones incompatibles con su función: “Las dudas sobre su patrimonio son injustificadas, en el cálculo de crecimiento no se consi- deró que la primera cifra es sobre la valuación fiscal de sus propiedades y la segunda sobre la valuación fiscal, no se consideró la inflación”, afirma, y asegura que la empresa de Liuzzi nunca hizo negocios con el Estado. “Nunca funcionó”, dice. Hoy tiene custodia policial y sabe que corre riesgos. Sus amigos le ad- virtieron que este caso puede llevar años, pero debe seguir cuidándose. –¿Si las cosas no se hubieran dado así, hubiera hecho la de- nuncia? –Tenía pensado resistir hasta las úl- timas consecuencias, no sé qué hu- biera hecho, pero pensaban destruir mi vida. Pensé en denunciar. –¿Lo volvería a hacer? –Obvio que si para que el juez llegue a quien tenga que llegar y no me im- porta su raza, credo o color. –¿Para quién era la plata de la coima? ¿Quién lo extorsionó? –Creo que es una organización vasta. Lo mejor del diablo es que no se ve. Y mientras termina el sándwich de jamón crudo, tomate y huevo duro, recita “Desiderata”, el poema de Max Ehrmann.ß se vinculó al viceintendente Mar- celo Cossar, por una empresa que había constituido con Ostanelli. El intendente Mestre puso toda la do- cumentación a disposición de la jus- ticia federal y ayer dijo que confía en la inocencia de sus funcionarios. La tercera pata política es el em- presario kirchnerista Bugliotti, fun- dador de la cadena de supermerca- dos Libertad y dueño del emporio Dinosaurio, que posee desarrollos inmobiliarios, hipermercados, el superdomo Orfeo y un hotel que fue búnker electoral del kirchnerismo. Los dardos contra Bugliotti fueron lanzados por el presidente de CBI en su indagatoria, tras haber permane- cido oculto desde la muerte de Suau por “amenazas de un ahorrista”. Ro- drigo acusó al empresario de provo- car la caída de la financiera al retirar inesperadamente $ 40 millones de la mesa de dinero y exigirle la devolu- ción de los locales que la compañía alquilaba en el Dinosaurio Mall. El abogado de Rodrigo, Carlos Palacio Laje, anunció que pedirá el apartamiento del juez de la causa, Ricardo Bustos Fierro, porque se di- fundió una foto de una fiesta en la que aparece abrazado a Bugliotti. Rodri- go debería volver a declarar el miér- coles ante Bustos Fierro y el fiscal Senestrari. Aparte de Rodrigo, están imputadas otras nueve personas por asociación ilícita, estafa, evasión de impuestos y lavado de dinero.ß La cueva mendocina Greppi y Drzewko comparten más que causas por supuestos pedidos de coimas. Ambos ins- talaron sus sociedades bursátiles – Propyme Bursátil e Investment Bursátil en el local A2 de Galería San Marcos, en la calle 9 de Julio 1138 de la capital provincial. La declaración del “mochilero” En su declaración testimonial, Diego Adrián Premici, uno de los “mochileros” que trabajó para Drzewko y Stemkauskas, entre 2008 y 2010, contó cómo era la operatoria: “Nos pasábamos todo el día sacando plata”, dijo Premici. Las ramificaciones de la denuncia contra Oyarbide Greppi, amigo de la mano derecha de Zannini, y Enrique Drzewko, denunciaron intentos de pedidos de coima. Ambos utilizan la misma dirección en Mendoza. Un local compartido en Mendoza Hernán Cappiello LA NACION Zannini y Greppi

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| Domingo 23 De marzo De 2014 POLÍTICA | 9

política y justicia | el circuito del dinero informal

El allanamiento que ordenó y después frenó Oyarbide puso en evidencia una trama de oscuros operadores con denuncias

Una red de financieras sospechosas emerge atrás del caso Propyme

El Gobierno afronta una disyuntiva tan sensible como incómoda. Acu-mula razones de peso para resguar-dar al juez federal Norberto Oyar-bide. Pero también para mantener silenciado lo que su denunciante, Guillermo Greppi, calla. Sabe de-masiado sobre la operatoria clan-destina de las cuevas que financian el “lado B” de la política, las empre-sas y los bancos.

La causa quedó en manos de Luis Rodríguez, un par de Oyarbide en los tribunales de Comodoro Py, quien evalúa citar a declarar a En-rique Drzewko, quien se presenta como “empresario” y sostiene que, como Greppi, él también afrontó un pedido de coimas de la División Investigación Federal de Organi-zaciones Criminales (Difoc) de la Policía Federal.

Greppi y Drzewko comparten más que esos supuestos pedidos de coimas. Ambos son referentes de la City paralela, los descuentos con cheques y el dólar blue. También comparten una escala común en Mendoza y, al menos en el caso del segundo, las ramificaciones llegan hasta el “caso Skanska”, a una so-ciedad vinculada al vicepresiden-te Amado Boudou y a cadetes que recorren la ciudad con mochilas repletas de millones de pesos, se-gún reconstruyó la nacion duran-te las últimas dos semanas sobre la base de testimonios judiciales, documentos oficiales y fuentes en la AFIP y en otros organismos pú-blicos.

De todas las provincias, Greppi y Drzewko escogieron Mendoza para instalar sus sociedades bur-sátiles. Y ambos constituyeron sus domicilios fiscales en el local A2 de Galería San Marcos, en la calle 9 de Julio 1138 de la capital provincial. Allí funcionó, hasta hace dos años, el estudio contable Domínguez, al que ambos recurrieron.

La firma de Greppi se llama Pro-pyme Bursátil, casi igual que la mu-tual –una financiera o cueva encu-

bierta– que allanaron policías en Buenos Aires a pedido de Oyarbide. La de Drzewko era Investment Bur-sátil y en Mendoza terminó muy mal, pero el financista continuó su camino en Buenos Aires.

Tanto en Mendoza como en la City, Drzewko unió fuerzas con Juan José Stemkauskas, Luis Rai-mundo y Víctor Hugo Raimundi. Juntos controlan tres firmas bur-sátiles –Mercado Único, Punto Bursátil y Miraflores–, y las socie-dades Treinta y Tres, Four Suns y Pro Gambling, además de un pool de mutuales y cooperativas, como las llamadas Torreón y Montecar-lo. Con un origen muy humilde, lle-garon a mover más de $ 6 millones diarios.

Al igual que con Greppi, la ope-ratoria de Drzewko y Stemkauskas pronto quedó bajo la lupa de la AFIP y la Justicia en lo Penal Tributario, que ordenó varios allanamientos y tomó testimoniales. Entre otras, la del “mochilero” Diego Adrián Pre-mici, de 29 años.

“Los jefes daban las órdenes de quién tenía que hacer los retiros de dinero. Esos retiros eran de mucha plata, aproximadamente un millón de pesos promedio, hasta dos mi-llones, depende la época, y debía-mos traerla en la mochila”, relató Premici, a mediados de 2012, según consta en la copia de su testimonial que obtuvo la nacion.

“Nos pasábamos todo el día sa-cando plata. Al principio, del Ban-co Hipotecario, luego del HSBC”, también “del Nación y del Fran-cés”, rememoró el cadete, que tra-bajó para Drzewko y Stemkauskas entre 2008 y 2010. Relató cuando a un compañero le robaron “más de un millón de pesos en la puerta del HSBC”, lo que, de todos modos, no se denunció. “Lo que se decía era que la plata no figuraba en ningún lado”, agregó. Cada vez que Premi-ci y los otros “mochileros” volvían de los bancos se repetía la práctica. Le entregaban el dinero a Drzewko, que lo contaba mientras “unos 15 cadetes” esperaban para llevar a distintas “cooperativas y mutuales”

los ladrillos de efectivo que les co-rrespondía por descontar cheques de terceros.

La práctica en los bancos ya se había tornado rutinaria para Pre-mici. “Si eran unos 300.000 pesos, los cobrábamos en ventanilla; si eran más, íbamos a tesorería para acomodarlos en la mochila.” Para luego caminar por la calle, aunque a veces custodiados por “policías vestidos de civil”. ¿Cómo consiguie-ron ese servicio? El “mochilero” no lo sabía. O no lo contó.

Una ex administrativa, Nadia Soledad Burrone, confirmó ante la Justicia el relato del “mochilero”, según su declaración. Contó cómo se descontaban los cheques y que “la caja del dinero la maneja Enri-que Drzewko”, aunque aclaró que quien se jactaba de ser “el cerebro” era Stemkauskas. Y que allí “hacían compra-venta de dólares en el mer-cado paralelo, o blue como ellos le llamaban”.

Más importante, Burrone detalló que alguien –acaso el mismo con-tacto que les aportó la custodia de policías de civil– les avisó que la Justicia estaba por allanarlos por el “caso Skanska”. “Comenzó un revuelo terrible para esconder pa-peles y llevarse la plata en mochilas por la escalera”, recordó.

El temor tenía asidero. Una do-cena de proveedores truchos de la multinacional sueca –entre ellos, Inargind, de Danimiro Kovacic– operaron con la red de Drzewko y Stemkauskas, según surge del auto de procesamientos del “caso Skan-ska” de diciembre de 2010 que co-tejó la nacion. En esa red, también, se descontaron cheques de Action Media, una de las firmas de José María Núñez Carmona, el socio comercial de Boudou.

La sospecha de los investigado-res en el “caso Skanska” era qué funcionarios podían recurrir a intermediarios en cuevas como las de Drzewko y Stemkauskas. Hoy el interrogante se repite, con otros nombres: Greppi y Carlos Zannini.ß Con la colaboración de Pablo Mannino

Hugo Alconada MonLA NACION

Orlando AndradaCORRESPONSAL EN CóRDOBA

CóRDOBA.– El escándalo de la finan-ciera CBI Cordubensis, que cayó en debacle tras la misteriosa muerte de su vicepresidente, tiene a maltraer al gobernador peronista José Manuel De la Sota y al intendente radical Ra-món Mestre. Y también salpica al kirchnerismo, porque involucra al empresario Euclides Bugliotti, fuer-te aliado del gobierno nacional.

Salpica a De la Sota y a Mestre un escándalo en CórdobaEn medio del escándalo, De la Sota

y Mestre dejaron atrás su distancia-miento y se reunieron a solas el vier-nes, más de dos horas, para recom-poner relaciones y acordar temas de gestión común. El tema de la finan-ciera no habría estado ausente.

La financiera cerró sus puertas apenas apareció muerto su vicepre-sidente Jorge Suau, militante de De-mocracia Cristiana y ex secretario de Culto en el primer mandato de De la Sota. Su presidente, Eduardo Rodri-go (hoy imputado), reconoció que funcionaba una mesa de dinero.

Suau fue hallado sin vida el 13 de fe-brero en su camioneta 4x4, cerca de la localidad de Rafael García, con sig-nos de intoxicación con monóxido de

carbono y quemaduras. Se tejieron dos hipótesis; suicidio o crimen ma-fioso por su actividad en la financiera. Hasta ahora, el fiscal Emilio Drazile considera que fue un suicidio.

En forma simultánea, llegaron al fiscal federal Enrique Senestrari y al camarista Ignacio Vélez Funes sen-das cartas atribuidas a Suau, en las que se reclamaba que se investigaran las maniobras ilegales en la financie-ra. Se mencionaban a miembros de CBI, funcionarios provinciales y mu-nicipales, empresarios, productores agropecuarios y dirigentes sindica-les, como presuntos operadores de la mesa de dinero.

El primer trago amargo para el go-bierno provincial fue la relación de

Suau con el presidente del Banco de Córdoba, Fabián Maidana, que inte-gró la financiera entre 2008 y 2009. Maidana afirmó que mientras estuvo en CBI “no había mesa de dinero” y que a fines de 2009 vendió a Rodrigo el 10% de sus acciones y se desvinculó. De la Sota rechazó que se politice el caso y defendió a Maidana, al afirmar que “no hay ninguna acusación”.

El gobierno municipal de Córdo-ba también resultó salpicado. En la carta atribuida a Suau y en otros testimonios se habló de depósitos de la recaudación del servicio de trans-porte en CBI. Se mencionó al secre-tario de Transporte, Juan Pablo Díaz Cardheilac, y al secretario privado del intendente, Juan Pablo Ostanelli. Y

La caída de la financiera CBI y una muerte dudosa implican a funcionarios y a un empresario K

Millones, mística y contactos, la receta del polémico Greppi

Guillermo Greppi, el hombre que pu-so al juez Norberto Oyarbide al bor-de un nuevo juicio político tiene dos rostros: el del financista expansivo, bonachón, cariñoso, verborrágico, e hiperquinético, y el de místico ex estudiante de teología amateur que decora con aforismos sus respuestas y hace de la lealtad a los amigos su credo de vida. Incluido Carlos Liuzzi, el segundo de Carlos Zannini, a quien terminó salpicando.

Alumno pupilo de un colegio re-ligioso en su adolescencia, Greppi, de 58 años, es un católico ferviente y lo luce: un rosario grueso se advier-te con la camisa negra entreabierta junto con la medalla más gruesa aún de la Virgen que le fundió su amigo el orfebre Juan Carlos Pallarols. Dice que sólo él y el Papa tienen una me-dalla así. Confía en Dios para recu-perar la actividad económica de su mutual de crédito Propyme, donde denunció que policías federales lo coimearon con 300.000 dólares en nombre del juez Norberto Oyarbide para no allanarlo. Hoy está al 30% de su giro habitual. “No me interesa Oyarbide, quiero trabajar. Sufrí un abuso deshonesto fuera de toda ló-gica y un atropello”, se queja. Uno de sus dos celulares no para de sonar. Dice que los tiene protegidos por una empresa israelí para que no se los pinchen. Es del Mossad, susurra.

Quien llama es Dany, de Once, un comerciante, a quien le aclara, como a todos los que lo llaman: “¡No estoy denunciado, no estoy procesado, yo denuncié, no tengo problemas con la Justicia, no tengo problemas con el Banco Central, no tengo problemas con el Gobierno, no tengo problemas con nadie. Mi empresa está funcio-nando!”.

Greppi necesita de lugares reser-vados y amplios. Prefiere los bares de los hoteles, en Puerto Madero o en la City, más escondidos. Lo conocen en el Faena, donde se cruzó con Jorge Lanata, y en el I Fresh Market, donde Aníbal Fernández suele tomar café.

Entra a un hotel de la calle Re-conquista y tras saludar al dueño y al contador, como un amigo más, se instala en la mesa más alejada. No para en las dos horas de charla de agitar su Rolex inmenso, dorado con cuadrante negro, y de mechar reflexiones espirituales con expli-caciones sobre su trabajo. “Lo mis-mo no es una financiera, no cambio dólares; la policía no encontró ni el billete de un dólar que se guarda en la billetera”, aclara. Tiene la necesidad de tocar a su interlocutor, tomarle el brazo, para enfatizar.

Muestra cheques en un sobre de papel madera, son de sus clientes. Los descuenta, les da playa a cam-bio de una comisión. Como mutual goza de una reducción del 50% del impuesto al cheque y puede prestar dinero. “Nadie sabe el rostro espiri-tual, humano que hay detrás de este usurero”, bromea. En los cheques, se leen nombres de comercios.

“No agarro cheques del Estado. No trabajo con esos clientes, des-pués viene el quilombo”, asegura, y menciona que antes de que estallara el caso de las viviendas sociales de las Madres de Plaza de Mayo, Sergio Schoklender buscó trabajar con él para que le cambiara los cheques que recibía del Estado, pero él se ne-gó a hacerlo.

Sus conocimientos de economía llegan hasta el cuarto año de la facul-tad, pero es más lo que aprendió en la calle. Cambió cheques desde los 20 años en una cooperativa de la ca-lle Warnes, hasta que por cuestiones fiscales terminó armando Propyme, en 2000, donde trabaja el mayor de sus seis hijos.

Durante el allanamiento policial del 19 de diciembre, pidió ayuda a to-dos sus amigos: “cueveros”, banque-ros, policías, comisarios (un tío suyo era comisario general de Juan Ángel Pirker, jefe de la Federal en el alfonsi-nismo). Hasta llamó a un funcionario judicial amigo. Pero fue Liuzzi quien logró parar todo luego de que llamó a Oyarbide para decirle que estaban extorsionando a su amigo.

Greppi y Liuzzi se conocen desde

hace 30 años. Greppi era su amigo de la mesa del café Tolón de Santa Fe y Coronel Díaz, en Palermo. En la década del 70 jugaban al truco, con dos amigos más que fallecieron. Se sumaba en ocasiones su abogado actual, el penalista Carlos Broitman, abogado también de Henry “Mi San-gre” Londoño, acusado de ser uno de los narcos más importantes. Broit-man y Greppi se peleaban con golpes de karate a los 13 años cuando prac-ticaban en el club GEBA.

Esa amistad con Liuzzi, cuando ambos tenían un contrato para tra-bajar como inspectores municipales, la retomó en 2004 cuando se cruza-ron por la calle. Liuzzi no le falló, pe-ro ahora se ganó un reto de Zannini, y éste de Cristina Kirchner.

Greppi se desvive por defender a su amigo, investigado por sus bie-nes y negociaciones incompatibles con su función: “Las dudas sobre su patrimonio son injustificadas, en el cálculo de crecimiento no se consi-deró que la primera cifra es sobre la valuación fiscal de sus propiedades y la segunda sobre la valuación fiscal, no se consideró la inflación”, afirma, y asegura que la empresa de Liuzzi nunca hizo negocios con el Estado. “Nunca funcionó”, dice.

Hoy tiene custodia policial y sabe que corre riesgos. Sus amigos le ad-virtieron que este caso puede llevar años, pero debe seguir cuidándose.–¿Si las cosas no se hubieran dado así, hubiera hecho la de-nuncia?–Tenía pensado resistir hasta las úl-timas consecuencias, no sé qué hu-biera hecho, pero pensaban destruir mi vida. Pensé en denunciar.–¿Lo volvería a hacer?–Obvio que si para que el juez llegue a quien tenga que llegar y no me im-porta su raza, credo o color. –¿Para quién era la plata de la coima? ¿Quién lo extorsionó?–Creo que es una organización vasta. Lo mejor del diablo es que no se ve.

Y mientras termina el sándwich de jamón crudo, tomate y huevo duro, recita “Desiderata”, el poema de Max Ehrmann.ß

se vinculó al viceintendente Mar-celo Cossar, por una empresa que había constituido con Ostanelli. El intendente Mestre puso toda la do-cumentación a disposición de la jus-ticia federal y ayer dijo que confía en la inocencia de sus funcionarios.

La tercera pata política es el em-presario kirchnerista Bugliotti, fun-dador de la cadena de supermerca-dos Libertad y dueño del emporio Dinosaurio, que posee desarrollos inmobiliarios, hipermercados, el superdomo Orfeo y un hotel que fue búnker electoral del kirchnerismo.

Los dardos contra Bugliotti fueron lanzados por el presidente de CBI en su indagatoria, tras haber permane-cido oculto desde la muerte de Suau

por “amenazas de un ahorrista”. Ro-drigo acusó al empresario de provo-car la caída de la financiera al retirar inesperadamente $ 40 millones de la mesa de dinero y exigirle la devolu-ción de los locales que la compañía alquilaba en el Dinosaurio Mall.

El abogado de Rodrigo, Carlos Palacio Laje, anunció que pedirá el apartamiento del juez de la causa, Ricardo Bustos Fierro, porque se di-fundió una foto de una fiesta en la que aparece abrazado a Bugliotti. Rodri-go debería volver a declarar el miér-coles ante Bustos Fierro y el fiscal Senestrari. Aparte de Rodrigo, están imputadas otras nueve personas por asociación ilícita, estafa, evasión de impuestos y lavado de dinero.ß

La cueva mendocinaGreppi y Drzewko comparten más que causas por supuestos pedidos de coimas. Ambos ins-talaron sus sociedades bursátiles – Propyme Bursátil e Investment Bursátil en el local A2 de Galería San Marcos, en la calle 9 de Julio 1138 de la capital provincial.

La declaración del “mochilero”En su declaración testimonial, Diego Adrián Premici, uno de los “mochileros” que trabajó para Drzewko y Stemkauskas, entre 2008 y 2010, contó cómo era la operatoria: “Nos pasábamos todo el día sacando plata”, dijo Premici.

Las ramificaciones de la denuncia contra OyarbideGreppi, amigo de la mano derecha de Zannini, y Enrique Drzewko, denunciaron intentos de pedidos de coima. Ambos utilizan la misma dirección en Mendoza.

Un local compartido en Mendoza

Hernán CappielloLA NACION

Zannini y Greppi