Política, ganadería y recursos naturales en el trópico húmedo veracruzano: El caso del

municipio de Mecayapan

Emilia Velázquez Hernández Proyecto Sierra de Santa Marta

( iis-unam /universidad Carleton d e C a n a d á )

Introducción

El objetivo de este artículo es el de presentar y explicar los procesos políticos y los actores que han intervenido en ellos desde la década de los cincuenta hasta la actualidad en el municipio de Mecayapan, al sur del estado de Veracruz. La decisión de analizar la cuestión política se basó en la necesidad de conocer las princi­pales fuerzas y grupos políticos que actúan a nivel local, así como los vínculos que establecen con los de los niveles regional y estatal. Esto con la finalidad de identificar los diferentes intere­ses, conflictos y alianzas que ocurren en uno de los tres munici­pios que conforman la Sierra de Santa Marta para, de esta mane­ra, evaluar las posibilidades reales de trabajo del equipo pssm1 en esta zona, en relación a las propuestas de manejo de recursos naturales que se generen a lo. largo de la investigación global.

El período que abarca el estudio (1940-1991) se seleccionó con base en dos criterios: 1) el primero y más importante, se refiere a que en el sur de Veracruz fue a partir de los cuarenta cuando se consolidó el proceso de expansión de la ganadería, misma que se ha mantenido en ascenso hasta la actualidad, lo cual ha sido una de las

características más notables de la economía de esta región. La pertinencia de este criterio radica en el hecho de que los ganaderos y sus organizaciones han jugado un papel relevante en la estruc­tura de poder local y regional en dicho período, como lo demues­tran algunos de los estudios realizados por otros autores en la región.2

No obstante que la ganadería en el sur de Veracruz existió desde la época colonial y que era esa actividad económica una de las principales ocupaciones de las haciendas de principio del presente siglo, su desarrollo más rápido y espectacular se inició a finales de la década del cuarenta, bajo la presidencia de Miguel Alemán;3 fue entonces que se creó la Unión Ganadera Regional del Sur de Veracruz ( ug r sv ). Esta tendencia se consolidó en la siguiente década con la apertura de carreteras que facilitó la comerciali­zación del ganado,4y permitió la expansión de la actividad gana­dera hacia la Sierra, por lo que en 1951 se formaron las Asociacio­nes Ganaderas Locales (ag l) de Soteapan, Tatahuicapan, munici­pio de Mecayapan, y Pajapan.5

2) El segundo criterio para delimitar el período de estudio fue el de que la recolección de información en el campo, método de trabajo que se ha privilegiado en este trabajo, no permitía indagar mucho sobre épocas anteriores ya que la mayoría de los que podrían informarme al respecto han muerto. Tal situación se agravaba por el hecho de que es casi nula la bibliografía publicada que trate sobre la historia de este municipio.

Pareciera ser que frente a los acontecimientos impactantes de los municipios vecinos Soteapan y Pajapan, Mecayapan poco llamó la atención de los científicos sociales. En Soteapan fue notable la rebelión popoluca de 1886 para defenderse de los elevados im­puestos que debían pagar y del despojo de tierras de que eran objeto. En el siglo siguiente fue notable su participación en la rebelión de 1906 inspirada en ideales anarquistas. Pajapan por su parte, se distinguió por la lucha sostenida desde siglos pasados por conservar sus tierras comunales; lucha a la que en este siglo se le prestó especial atención a raíz de la expropiación que sobre parte

de sus terrenos comunales efectuó el estado mexicano, a principio de los ochenta, para la construcción del puerto industrial Laguna del Ostión. Sobre ambos poblados existen trabajos escritos que analizan su historia.6

La vida de Mecayapan, mientras tanto, parece haber transcu­rrido de forma apacible o, cuando menos, sin hacerse notar, lo que seguramente la ha hecho poco atractiva para los antropólogos y demás investigadores sociales que han trabajado en esta zona. La investigación que he realizado en este lugar, sin embargo, descubre dos aspectos interesantes:

1) La transición de una forma de gobierno tradicional, cuya base de poder era el status y el prestigio social, a un gobierno basado en el control de recursos económicos y en los vínculos que establece con actores políticos de los niveles regional y estatal.

2) La existencia desde la década del cincuenta de fuertes pugnas políticas tanto en la cabecera municipal como en Tatahuicapan, el poblado más importante del municipio; pugnas políticas ligadas en un principio a la expansión de la ganadería y el acaparamiento de tierras. Además, desde la década del sesenta, en varias ocasiones el acceso a la presidencia municipal ha estado precedido de constantes e intensas negociaciones entre los poderes local, re­gional y estatal. Muchas veces las negociaciones no han sido suficientes y se ha recurrido a acciones mayores: tomas de la presidencia municipal, llegada del ejército, represión selectiva para descabezar movimientos. Mecayapan es en este sentido, una muestra de lo que ha sido “hacer política” en el medio rural mexicano, así como de los cambios en las formas y estrategias políticas que se han generado a partir del parteaguas que significa­ron las elecciones presidenciales de 1988.

La investigación se centró principalmente en Mecayapan y en el poblado de Tatahuicapan, por ser aquí donde se dan las princi­pales luchas por el poder. En el primer caso, el hecho de ser la cabecera del municipio origina que sea este lugar el escenario donde actúan los diferentes grupos que pugnan por el acceso a la presidencia municipal. Tatahuicapan por su parte, es un lugar

privilegiado también para el análisis de la política local, por la presencia mayoritaria de dos fuertes grupos de poder económico: ganaderos y comerciantes. Estos grupos económicos, a nivel regio­nal, han sido dos actores principales de la estructura de poder en este nivel. En Tatahuicapan la situación no ha sido diferente: ganaderos y comerciantes -que muchas veces son los mismos- han estado activamente presentes en la lucha por el poder. También se realizaron recorridos por varias comunidades del municipio (Santanón Rodríguez, La Valentina, Pilapillo, Encino Amarillo, Ocotal Texizapan), en donde se recogió información sobre su actuación en la política municipal. La participación de estas comu­nidades en la formación de los grupos políticos que desde los años cincuenta se han disputado el poder municipal ha sido nula. Sin embargo, desde 1988 algunas de estas comunidades (Encino Ama­rillo, Santanón R. y La Valentina) han tenido una actuación relevante en las elecciones federales y estatales para apuntalar la posición de un partido de oposición ( pr d ) como la segunda fuerza política del municipio.

Quedó fuera del estudio un importante poblado del municipio de Mecayapan: la colonia Perla del Golfo. Esta se creó en 1956 con inmigrantes procedentes del centro del estado de Veracruz, cada uno de los cuales tuvo derecho a 100 hectáreas, a diferencia de los ejidatarios del resto de los poblados del municipio que fueron dotados en su mayoría con 20 hectáreas. Se trata de una próspera colonia de ganaderos y productores de chile pero que, por su ubicación geográfica, sus relaciones comerciales y políticas las establecen principalmente con Sontecomapan y Catemaco. La participación de La Perla en la política del municipio de Mecayapan es prácticamente inexistente, aunque son importantes los ingresos que este lugar genera con los impuestos que paga. El proyecto de construir una carretera que desviándose de la rúa que conduce a Soteapan, llegue a las playas de Tecuanapa y Perla del Golfo, puede cambiar significativamente la posición de esta última en relación a su integración al municipio al cual pertenece. También quedó excluido del estudio el poblado de Huazuntlán, por estar

este fuera del área de trabajo (la Reserva de la Biosfera). Tal poblado sin embargo, es importante en el aspecto político por ser aquí donde se inició y desde donde se difundió la presencia de la izquierda ( psum , pms, prd ) hacia la Sierra.

1. A lgunas consideraciones teóricas

El objetivo de este apartado es únicamente el de definir ciertos conceptos que se utilizan a lo largo de la presentación del mate­rial empírico. Conceptos que han sido de utilidad para explicarse los fenómenos observados en la realidad, o que han guiado la búsqueda de información de campo.

En el aspecto teórico resulta fundamental ubicar con precisión qué significado tienen en este texto los términos poder y estructura de poder. En el trabajo que aquí se presenta se concibe al poder como la capacidad que una clase o grupo tiene para imponerle sus propios intereses a otras clases o grupos. Estos intereses giran en torno al control de recursos estratégicos, lo cual se expresa en formas concretas de dominio y transformación del medio.7 Las relaciones sociales que se establecen en torno a la lucha por el control de tales recursos estratégicos son relaciones de poder. Estas conforman una estructura de poder que indica la correlación de fuerzas entre los grupos y clases que pugnan por mantener o acceder a los recursos estratégicos.

Otro concepto básico para entender algunas de las luchas políticas que han ocurrido en Mecayapan es el de faccionalismo. Tanto Luisa Paré (1976), como Hamza Alavi (1973) y Janet M. Bujra (1973) coinciden en considerar a las facciones como grupos políticos que incorporan a miembros de clases o grupos y sectores antagónicos, al interior de las cuales se dan relaciones asimétricas y transaccionales. Según Alavi, “el hecho central de esta forma política, a saber [es la de] que los alineamientos faccionales atravie­san los alineamientos de clase”.8 La relación que existe entre el líder o el grupo dominante de la facción y sus seguidores es de

clientela, en la que los primeros satisfacen ciertas necesidades de sus seguidores a cambio del apoyo político de los segundos, lo cual viene a legitimar y asegurar el poder del líder. De esta manera, hay una diferenciación entre conflicto faccional y conflicto de clase.

Otra característica significativa de las facciones, señalada por Bujra y Alavi, es su carencia de enfoque ideológico. Esto es consecuencia directa de que las facciones involucran a individuos con distintos intereses, es decir, que sus miembros “no forman una ‘comunidad moral’ que comparta los mismos valores e ideología”.9 En otras palabras, la pertenencia a una facción no está basada en intereses de clase comunes, ya que “aunque [...] los ‘centros’ de las facciones están típicamente compuestos por hombres de la misma posición social, los seguidores son reclutados de diversas secciones de la comunidad”.10Es por ello que en muchas ocasiones ocurre que los seguidores cambien con relativa facilidad de una facción a otra.

En relación al aspecto metodológico es necesario hacer refe­rencia a la manera en que se concibe lo político. Al respecto, se considera que esta esfera de las relaciones sociales tiene una dinámica particular pero que, a la vez, establece una relación inseparable con la esfera económica. El grado de intensidad de esta relación y los mecanismos por los cuales se da, puede variar de acuerdo a circunstancias particulares. Otra cuestión metodológica es la que se refiere a las distintas manifestaciones de los procesos políticos en cuanto al tipo de actores que intervienen, las estrate­gias que es posible desarrollar y el cariz que adquieren los conflic­tos. Para captar esta situación utilizamos como herramienta metodológica, siguiendo a Steward (1976), la concepción de nive­les de integración sociocultural, útil para entender las sociedades complejas. En éstas las relaciones sociales se dan a escalas diferen­tes y a distintos niveles de complejidad; cada nivel de integración mayor es más amplio que el anterior, en términos del número de elementos que lo componen y de su capacidad de establecer vínculos. También es más complejo por la multiplicidad y especificidad de las relaciones que cada elemento establece.11

Steward12 señala que las sociedades complejas son entidades extre­madamente heterogéneas, en las que los individuos y grupos de individuos participan solamente en porciones muy especiales de la cultura total. Cada una de estas “porciones” corresponde a un nivel de integración sociocultural, los cuales se articulan por las funcio­nes complementarias que les asigna una estructura de poder global.13

En este trabajo identificamos tres niveles en los que se desarro­llan los conflictos políticos: el nivel local o de comunidad, el regional y el estatal. En el primero los actores principales han sido los ejidatarios, quienes a lo largo del tiempo se han organizado para controlar dos recursos estratégicos para ellos: la tierra y el crédito. El acceso a estos recursos ha estado encaminado a desarrollar una forma específica de aprovechamiento del medio: la ganadería bovina de carácter extensivo. Pero para lograr esto los campesinos ejidatarios han tenido que establecer relaciones (de conflicto o de alianza) con actores e instituciones que actúan en los niveles regional y estatal, cuyos intereses son la mayoría de las veces de índole diferente a la de los ejidatarios. En estos niveles las relacio­nes que han establecido en diferentes momentos han sido con un cacique regional de fuerte influencia en el sur de Veracruz entre 1940 y 1970 (Amadeo González Caballero, primo del ex-presi- dente de la república Miguel Alemán Valdez), con la Unión Regional Ganadera del Sur de Veracruz, con el Comité Regional Campesino de la cnc , con otro cacique regional de fuerte influen­cia política a mediados de la década del ochenta (Cirilo Vázquez), con los diputados locales y federales, con la Secretaría de Gobier­no del estado y en algunos momentos con el propio gobernador estatal. Estas relaciones no las han establecido los ejidatarios en bloque ya que éstos no conforman un grupo homogéneo, por lo que la organizacióny acción política de los ejidatarios generalmen­te ha sido de tipo faccional.

2. E l ár ea d e estudio

Esta se ubica en el sur de Veracruz; es un área bastante heterogénea en la que en general se distinguen dos elementos en su economía: en el medio rural el desarrollo de la ganadería bovina y en el medio urbano el crecimiento de la industria del petróleo.

La industria de esta área se ha desarrollado en el corredor que conforman las ciudades de Jáltipan, Cosoleacaque, Minatitlán y Coatzacoalcos, en donde se encuentran refinerías, complejos petroquímicos, plantas de amoniaco, azufre y fertilizantes. Hay además otro tipo de industrias, como las fábricas de harina de maíz Minsa y Maseca en Jáltipan y Chinameca. Estos lugares fungen como centros receptores de mano de obra de los distintos munici­pios del sur de Veracruz.

Respecto a la producción primaria -además de la ganadería-, en algunos municipios de esta gran área es importante la produc­ción de maíz, tabaco y arroz. La sarh ha dividido al sur de Veracruz en tres regiones: San Andrés Tuxtla, Jáltipan y Las Choapas.14 Nuestra zona de estudio —la Sierra de Santa Marta— se localiza en la región que abarca el Distrito de Desarrollo Rural ( d d r ) “Jáltipan” de la sarh y en parte del de San Andrés Tuxtla. En la Sierra las actividades principales son el cultivo del maíz y la ganadería bovina de carácter extensivo, aunque en algunos pobla­dos del municipio de Soteapan lo importante es la producción de café. La población que en este lugar habita desde la época prehispánica es de origen zoque-popoluca (Soteapan) y nahua (Mecayapan y Pajapan), además de mestizos provenientes del centro del estado que han llegado a colonizar o a adquirir dere­chos agrarios que venden los ejidatarios originales.

La Sierra de Santa Marta también conocida como Sierra de Soteapan, es uno de los dos macizos montañosos que conforman lo que ha sido denominado genéricamente como Sierra de Los Tuxtlas; la integran los municipios de Soteapan, Mecayapan,

Pajapan y la parte oriental del de Catemaco. Sus límites naturales son por el norte y oriente el Golfo de México, al oeste la depresión en la que se encuentran la laguna de Sontecomapan y el lago de Catemaco; al sur la planicie costera del Golfo y al sureste la laguna del Ostión (ver mapa 1). Uno de los rasgos relevantes de esta Sierra en el aspecto biológico es que se trata de una de las últimas reservas de germoplasma de la zona cálido húmeda de México. Además, debido a su posición geográfica y diversidad de hábitats, en ella confluyen comunidades vegetales y animales de diferente origen, de tal manera que se encuentran ahí catorce tipos de vegetación. Es, por otra parte, un medio natural especialmente favorable para la reproducción de la fauna tropical y de algunas especies amena­zadas con la extinción.15

Tal riqueza biológica ha sido fuertemente dañada por la deforestación que desde la década del cuarenta ha propiciado la expansión acelerada de la ganadería extensiva, lo que ha ocasiona­do una reducción de la biodiversidad y una notable pobreza productiva. Esta última se manifiesta en bajos rendimientos en la producción de maíz (700 a 1000 kg. por hectárea, salvo contadas excepciones); pérdida en la diversidad de cultivos (anteriormente se sembraba además del maíz, algodón, caña de azúcar y arroz); bajo rendimiento de pastos (2 hectáreas por cabeza de ganado) y reses poco cuidadas. La Sierra, de ser una zona excedentaria de maíz ha pasado a ser deficitaria en algunos de sus poblados, o a mantener sólo un nivel de autoabasto probablemente amenazado por la expansión de la ganadería y la carencia de alternativas técnicas para el mejoramiento de la agricultura.16

En este contexto es en el que ocurren las luchas políticas que aquí presentamos; luchas que han tenido como eje el impulso y consolidación de una actividad económica: la ganadería.

LOCALIZACIÓN GENERAL DE LA SIERRA DE SANTA MARTA

Proyecto SIERRA DE SANTA MARTA

Instituto de Investigaciones Sociales UNAM

Universidad de Carleton, Canadá

Centro de Estudios Agrarios, A. C.

Kilómetros

^ LOCALIDADES

------ CARRETERAS

------TERRACERÍAS

CURVA DE NIVEL

3. E xperiencia , prestigio social y poder

Durante las primeras cuatro décadas del actual siglo el municipio de Mecayapan se encontraba gobernado por el presidente muni­cipal y un consejo de ancianos, el cual estaba constituido por aquellos hombres que tuvieran 70 años o más edad. El presidente municipal era elegido cada año y su función principal era la de cuidar el orden y, junto con los demás integrantes del Ayunta­miento, organizar los trabajos en beneficio de la comunidad.17 Por ello el nombre con el que se designaba al presidente municipal era tequigüa, que en náhuatl significa el trabajador.

En Mecayapan se recuerda que en esa época el Ayuntamiento no tenía compromisos con políticos del exterior (diputados o gobernadores), ninguno de los cuales se había presentado jamás en el municipio. Con el diputado local se tenía una relación formal, pues ante él debían registrar al presidente municipal pero no intervenía en la elección de éste. Cuando se iba a realizar el cambio de presidente municipal se convocaba a una asamblea de todo el pueblo, en la que el presidente saliente pedía que se nombrara un sucesor. Ocurría que algunas de las personas elegidas se negaban a desempeñar tal función, debido a que no había pago por ello y era mucho el trabajo que tenían que desempeñar. Cuando eso sucedía el consejo de ancianos presionaba moralmente al elegido para que aceptara la presidencia del municipio. Cuando un nuevo presidente asumía el poder, durante la toma de protesta le daban un bastón de mando que era de fierro con una cruz en la parte superior, y una silla para su uso exclusivo; para recibir el bastón debía de guardar más de un mes de abstinencia sexual.18

En Tatahuicapan también había un consejo de ancianos y un jefe del pueblo, tal como lo registraron en 1924 el arqueólogo Frans Blom y el etnólogo Oliver La Farge, cuando pasaron por este pueblo durantesu expedición hacia el área maya. En ese entonces escribieron “Los rumores habían precedido a nuestra llegada; así, pronto aparecieron el jefe del pueblo y su consejo de ancianos”.19

A finales de la década del treinta esta forma de gobierno empezó a entrar en contradicción con nuevas situaciones que se presentaron en la vida de los pueblos, lo que ocasionó que en las dos décadas siguientes se diera un proceso de cambios en el que fueron transformándose las formas de elección del presidente municipal, el período de funciones del mismo, sus vínculos con el exterior, y la finalidad del ejercicio del poder público. En Tatahuicapan las contradicciones surgieron en relación a la solici­tud de tierras ejidales, y más tarde con la introducción de la ganadería. En Mecayapan fue importante el interés del presiden­te de la recién creada Unión Regional Ganadera del Sur de Veracruz por controlar el acceso a las presidencias municipales de los poblados del sur del estado, con lo que buscaba crearse un grupo de autoridades incondicionales.

Por lo que respecta a Tatahuicapan, la posibilidad de una nueva forma de tenencia de la tierra ocasionó el surgimiento de otra autoridad en el poblado: el presidente del Comité Particular Ejecutivo Agrario y posteriormente, una vez hecha la dotación, el presidente del Comisariado Ej idal. En un principio no hubo alguna contradicción entre ambas autoridades; de hecho, el primer presi­dente del Comité Particular Ejecutivo Agrario que se constituyó en 1935 fue el Jefe del pueblo, don Policarpo González ( a c a m , exp. 2611). Dos años más tarde sin embargo, hubo contradicciones al interior del grupo de solicitantes de tierra y en 1937 don Melesio Castillo asumió la presidencia del Comité Agrario; en 1950 nueva­mente ocupó este cargo y se mantuvo en él hasta 1961 en que fue nombrado presidente municipal. Para entonces don Melesio se había convertido en el ganadero más importante de Tatahuicapan, con cerca de trescientas cabezas de ganado.

Melesio Castillo se convirtió en el líder político de Tatahui­capan, cuyo poder se derivaba de la actividad ganadera que enton­ces se iniciaba en este lugar y de los contactos políticos que estableció con personas de fuera, sobre todo con el cacique regio­nal Amadeo González Caballero. De esta manera ocurrió la

transición de una forma de autoridad y poder (representada por don Policarpo) basada en el prestigio personal y en la experiencia que da la edad, con un fuerte arraigo en la misma comunidad, a una autoridad (manifiesta en don Melesio) derivada de un poder sostenido en la acumulación de riqueza y cuyos apoyos se localiza­ban principalmente fuera de la comunidad.

Por lo que se refiere a la cabecera municipal, para la década del cincuenta la elección de presidente municipal ya no era cada año sino cada tres, aunque todavía quedaba la costumbre de otorgar el bastón de mando y la silla presidencial. El cambio más importante había ocurrido en relación a la forma de elegir al presidente municipal, pues ahora el pueblo se había dividido del p r i municipal, por lo que alguno de esos grupos había optado por afiliarse al p p s .

Para el trienio de 1956-1959 hubo tres contendientes para la presidencia municipal, uno de los cuales había sido elegido como candidato por la Asociación Ganadera Local de Tatahuicapan, ya que en ese entonces la ganadería no era significativa en la cabecera municipal. Según recordaba este candidato cuando se le entrevistó en 1992, él estaba desanimado ante la existencia de tantos aspiran­tes a la presidencia municipal, por lo que fue a hablar con el entonces presidente de la Unión Ganadera Regional del Sur de Veracruz (Taurino Ramos), quien lo tranquilizó y le aseguró que él sería el ganador, tal como sucedió.

Desde entonces, para acceder a la presidencia municipal ha dejado de ser necesaria la aceptación exclusiva de los pobladores del lugar, para volverse fundamental la capacidad de establecer los vínculos adecuados con los grupos políticos de los niveles regional y estatal.

4. G a n a d o , acaparamiento de tierras y poder

En un sistema democrático la ocupación de los cargos públicos debe ser decidida por elección de la mayoría de aquellos cuyos derechos e intereses van a ser defendidos y administrados por

quien quede al frente del cargo en cuestión. Sin embargo, esto ocurre de manera diferente en sistemas donde predomina el centralismo y el autoritarismo, como el que se ha vivido en nues­tro país bajo la fachada de un régimen democrático y de derecho.

En Tatahuicapan y Mecayapan la lucha y los conflictos en torno al poder en las últimas décadas han ocurrido en relación a un punto básico: el control de los puestos públicos, es decir, el comisariado ejidal, la presidencia y la agencia municipal. Esta lucha por controlar el acceso al poder público ha reflejado no sólo las diferencias económicas surgidas al interior del ejido, sino además, las contradicciones entre los núcleos de poder local, regional y estatal. Por otra parte, el acceso al poder público ha estado plagado de imposiciones de los niveles regional y estatal, aunque después de 1988 ha empezado a darse una recomposición de fuerzas que ha obligado a recurrir a las negociaciones más que a la imposición, aunque ésta no ha desaparecido.

4.1 El control sobre el comisariado ejidal

En un primer momento el control del comisariado ejidal tuvo que ver con el favorecimiento a un grupo de productores y su proyecto económico: la expansión de la ganadería con base en la concentración de tierras. Años después, el control de este cargo estuvo relacionado con el impulso (el caso de Tatahuicapan) o el retraso (el caso de Mecayapan) del parcelamiento de las tierras ejidales de uso comunal. Su control también ha estado relaciona­do con la introducción de proyectos productivos promovidos por agencias oficiales ( c o n a f r u t , b a n r u r a l ) . Para exponer las pug­nas que han ocurrido en relación al comisariado ejidal tomare­mos el caso de Tatahuicapan, por ser más antiguos en este lugar los conflictos por la presidencia del comisariado ejidal ligados a un proyecto ganadero.

En Tatahuicapan la lucha por el control de la organización formal relacionada con la tenencia de la tierra se remonta a la década del cincuenta, cuando aún no se resolvía la petición de

dotación ejidal. De 1950 a 1961 la presidencia del Comité Ejecu­tivo Agrario estuvo ocupada por el principal ganadero de entonces Esta situación era impugnada por otro grupo de solicitantes, quienes lo acusaban de usar su cargo público para retrasar la dotación ejidal y favorecer la concentración de tierras por parte de los ganaderos. Finalmente, en 1961 se nombró un nuevo Comité Ejecutivo Agrario, aunque la situación continuó siendo conflictiva, ya que al interior del poblado se habían formado dos grupos que argumentaban haber sido elegidos por la asamblea de solicitantes para ocupar tal cargo. Además, el ganadero que había controlado por once años el Comité Ejecutivo Agrario, para entonces había logrado, gracias a sus apoyos externos (el cacique regional Amadeo González y la Liga de Comunidades Agrarias) ser el presidente municipal de Mecayapan. Esto le permitía seguir interfiriendo en la conformación del nuevo Comité, al que en un principio se negaba a entregar los sellos y documentos correspondientes y un año después los orilló a renunciar ( a c a m , exp. 2611). Por esta época (1966) se ejecutó la posesión definitiva del ejido y el gana­dero local siguió a lo largo de esta década influyendo en la elección de los integrantes del com;sariado ejidal.

Después de la dotación ejidal, como las tierras no se parcelaron sino que quedaron para uso común, un pequeño grupo de ejidatarios aprovechó para cercar en conjunto hasta 200 hectáreas y meter ahí su ganado; otros pocos ejidatarios llegaron a cercar cada uno entre 100 y 300 hectáreas. El resto de ellos ocupaban en promedio 2 hectáreas para siembra de maíz, aunque pagaban la misma canti­dad de impuestos que los que acaparaban tierras. Sin embargo, en la primera mitad de la década del setenta un grupo de estos últimos ejidatarios pudo iniciarse en la ganadería debido a su participación en el programa de desarrollo ganadero impulsado por el Fideico­miso Ejidal Ganadero. Al poco tiempo estos nuevos ganaderos tuvieron necesidad de entrar en posesión real de sus 20 hectáreas, por lo que lucharon por acceder al comisariado ejidal para desde ahí promover el parcelamiento.

El control del comisariado ejidal por este nuevo grupo de pequeños ganaderos coincidió con la desaparición de la influencia del ganadero Amadeo González, fallecido a principio de los setenta y que había sido el principal apoyo del ganadero y cacique de la localidad. Este último, ya muerto Amadeo y efectuada la parcelación del ejido Tatahuicapan, trató de adquirir nueva fuer­za promoviendo la creación de un n c p e en terrenos del mismo ejido, que él aseguraba eran terrenos nacionales. Su audaz táctica no funcionó y lo que consiguió fue perder también el consenso y la tolerancia que había hacia él en la localidad.

Una vez concluido el parcelamiento en 1977, no hubo en los siguientes doce años fuertes pugnas en torno al comisariado ejidal, aunque éste fue importante ahora para poder acceder a la tierra y, por lo tanto, a la ganadería. Así por ejemplo, en 1978 se suspendie­ron los derechos agrarios de 26 ejidatarios ( a c a m , 2611), argumen­tando que durante dos años seguidos no habían trabajado sus tierras. En Tatahuicapan se recuerda que, al menos en dos de estos casos, se trató de un despojo de tierras por parte de ganaderos del lugar coludidos con el comisariado ejidal.

A finales de la década del ochenta surgió nuevamente un serio conflicto por el control del comisariado ejidal. El motivo fue ahora la negativa del grupo que ocupaba el comisariado a apoyar un programa de crédito ganadero promovido por el b a n r u r a l . En contraposición otro grupo de ejidatarios, entre los que se encon­traban los ganaderos surgidos en la década del setenta, pugnaba porque se aceleraran los trámites para la dotación de créditos, los cuales requerían necesariamente de la firma del comisario ejidal. Este último grupo, apoyado por la Unión Ganadera Regional del Sur de Veracruz ( u g r s v ) , consiguió finalmente el desconocimien­to oficial del presidente del comisariado ejidal electo en 1988.

Estos dos grupos tienen diferentes vínculos políticos externos y su conformación también es distinta. El grupo que ganó la comisaría ejidal en 1988 está relacionado con el Comité Regional Campesino ( c r c ) de la c n c y el diputado local. Forman parte de él

varios profesores bilingües, ejidatarios viejos que tienen ganado y originalmente estaban en ese grupo, algunos que no tenían ganado o que poseían dos o tres reses. Este grupo ganó en elección de asamblea general la comisaría, en un momento en que en la u g r s v

había un reacomodo de fuerzas después del encarcelamiento de su dirigente Cirilo Vázquez. El otro grupo está lidereado por los ganaderos surgidos en la década del setenta, que habían sido partidarios de Cirilo Vázquez y después de la caída de éste se convirtieron en seguidores del actual dirigente de la u r g s v . Para disputar la comisaría ejidal tuvieron que aliarse a un grupo de ejidatarios -entre ellos se encuentran varios maestros del sistema estatal-- quienes están en proceso de convertirse en ganaderos, a los que se les ofrecía la posibilidad de apoyo para ello.

En conclusión, durante todos estos años el control del comisariado ejidal ha sido fundamental para el acceso, el acapara­miento, o la redistribución de un recurso estratégico: la tierra para el desarrollo de la ganadería. Pues ser campesino y sembrar maíz en Tatahuicapan puede lograrse aún sin poseer tierra, ya que se puede conseguir prestado con algún conocido o familiar una pequeña superficie de terreno ejidal para sembrar. En cambio, para convertirse en ganadero es necesario ser propietario de un terreno, a no ser que se disponga de capital suficiente para rentar pastos y solventar los gastos de producción sin necesidad de crédito bancario. Ser ganadero significa la posibilidad de crear un capital, por pequeño que sea, que no se consigue con el cultivo del maíz. Por eso resulta tan atractivo acceder a una parcela y estar pendien­te de que alguien no trabaje durante dos años consecutivos su tierra para tratar de conseguir un derecho agrario. Y por eso, pese a que ya existe resolución presidencial definitiva y ya está parcelado el ejido, sigue siendo importante la elección y el apoyo otorgado a la persona que compite por ocupar la presidencia del comisariado ejidal.

4.2 El control de la presidencia municipal

La presidencia municipal de Mecayapan ha sido otro de los car­gos públicos alrededor del cual ha habido fuertes pugnas, las cuales han provocado importantes fracturas al interior del p r i .

Los apoyos que han determinado el acceso a la presidencia muni­cipal generalmente han provenido de actores sociales cuyo ámbi­to de acción sobrepasa el nivel de la localidad para insertarse en los niveles regional y estatal. Esto ha chocado en varias ocasiones con los intereses de grupos locales, ha provocado pugnas al inte­rior del p r i y en los últimos años, posiblemente el fortalecimiento de los partidos de oposición ( p r d ) o de pseudo oposición ( p f c r n ) .

Así, en la lucha por la presidencia municipal de Mecayapan se expresan nítidamente las contradicciones entre los grupos de poder de los niveles local y regional.

La historia que se pudo conocer con mayor detalle en relación a la presidencia municipal se retrae a la década de los sesenta, cuando de 1961 a 1964 este cargo fue ocupado por el mayor ganadero de Tatahuicapan, avalado por los señores Amadeo González y Taurino Ramos. Estos eran dos personajes que tenían un fuerte poder económico y político en la Sierra y a quienes la gente acusaba de ser caciques.20 Al terminar el período lectivo de este presidente municipal, nuevamente Amadeo González a tra­vés del diputado local de Coatzacoalcos, intervino en la elección del siguiente. Se escogió a un ejidatario de Tatahuicapan leal al grupo de Amadeo, lo cual fue impugnado por los priístas de la cabecera municipal. Las protestas de éstos sin embargo, no pros­peraron, pues el candidato de don Amadeo contaba con impor­tantes apoyos políticos en los niveles regional y estatal, tales como el mencionado diputado local de Coatzacoalcos, el presidente municipal de Jáltipan (hermano del gobernador) y el propio gobernador del estado.

En la década de los setenta las pugnas por la presidencia municipal continuaron. Nuevamente la decisión sobre quién había de ocupar este cargo se tomó fuera de la localidad. Otra vez fue

fundamental el apoyo que el diputado local —ahora de Acayucan- otorgó a un determinado candidato: el hijo del lider agrarista

Hilario C. Salas. Mientras tanto, en Tatahuicapan había surgido un nuevo grupo político formado por pequeños ganaderos priístas que querían poner a su propio candidato. Para luchar por ello se aliaron al Comité Regional Campesino ( c r c ) y se afiliaron al p p s

pero, aunque afirman haber ganado las elecciones, el presidente municipal fue el candidato oficial del p r i . En este período (1973- 1976) en la región hubo otros conflictos por las presidencias municipales, en las que los disidentes del p r i se afiliaron al p p s , hubo tomas de presidencias (Mecayapan y Jáltipan) y enfrentamientos entre dos actores del nivel regional: el c r c y la diputación local. Situación que permeó el conflicto entre los grupos políticos surgi­dos en el nivel local, los cuales para conseguir sus objetivos buscaron el apoyo de alguno de los actores del nivel regional.

En la década de los ochenta nuevamente hubo un enfrentamiento entre las fuerzas locales y regionales del p r i . En 1985, el comité municipal del p r i escogió su precandidato, el cual contaba con el apoyo de la mayoría de los pobladores de Mecayapan, pero desde Xalapa se decidió que el candidato fuera un profesor de Mecayapan que radicaba en Acayucan, quien contaba con la aprobación del nuevo cacique regional Cirilo Vázquez. Este, igual que antes había hecho Amadeo González, controló el acceso a las presidencias municipales de la región, nombrando para ello a gente que le fuera leal. Pero a diferencia de la época anterior, ahora en el comité municipal del p r i había surgido una nueva fuerza política: los profesores, quienes defendían su derecho político a participar en la elección de candidatos.

La estrategia que siguió el grupo local para lograr que se aceptara a su candidato fue la de acudir en varias ocasiones a Xalapa a platicar y presionar a las autoridades estatales del partido, pero ya estaba decidido quién sería el presidente municipal y no importaban los argumentos y señalamientos acordes con la ley electoral. Ante esto los priístas disidentes optaron por participar

de manera independiente en las elecciones: registraron su candi­dato, hicieron su campaña y ellos aseguran que ganaron en las urnas, lo cual no fue aceptado por el gobierno. Procedieron entonces a tomar el palacio municipal para impedir la imposición, a la vez que mantenían intensas negociaciones con las autoridades estatales del partido. Estos les proponían que aceptaran al presi­dente impuesto desde afuera y que ellos se quedaran con la suplencia de la presidencia y la propiedad y suplencia de la sindicatura y las regidurías. Todo esto en medio de fuertes presio­nes por parte de los dirigentes estatales del partido para que se disciplinaran a las decisiones del mismo. Finalmente, tuvieron que acceder a la propuesta del p r i estatal y aceptar al presidente que desde aquí se había apoyado. Una vez más el poder regionaly estatal se imponía a los intereses del poder local.

Para el siguiente período (1988-1991) la historia se repitió, pues el comité municipal del p r i , -en el que seguían participando de manera destacada los profesores-, escogió un precandidato, pero nuevamente encontraron que desde fuera se había elegido a otro que no residía en Mecayapan; los apoyos regionales de este candi­dato eran el c r c y el diputado local. Otra vez hubo un impuesto desde afuera y nuevamente la sindicatura quedó en manos del grupo disidente.

Pronto la actitud del presidente municipal dejó qué desear: casi no se presentaba en la presidencia, por lo que no había quién atendiera los asuntos correspondientes, y también se le acusaba de malversación de fondos. Un año después de asumido su cargo tuvo que renunciar ante las denuncias y presiones del grupo priísta opositor, quedando como nuevo presidente municipal el síndico del Ayuntamiento pues no se aceptó que tomara el puesto el suplente del presidente municipal. De esta manera, un integrante del grupo disidente del p r i ocupó finalmente la presidencia municipal. Los tiempos han cambiado, los acontecimientos de 1988 que han obligado al p r i a flexibilizar algunas de sus estrate­gias, la mayor participación de los grupos sociales y posiblemente,

la amenaza del fortalecimiento del prd en la región, influyeron para que por primera vez los grupos de poder local se impusieran a los poderes regional y estatal.

5. A ctores políticos

Por lo que se refiere al control sobre el acceso a la tierra en Tatahuicapan, en una época (década del cincuenta y parte de la del sesenta) fueron dos los grupos en conflicto: por un lado ganaderos apoyados por Amadeo González y, por otra parte, solicitantes de tierra. En un segundo momento (década del seten­ta) se gestó un enfrentamiento al interior de los ejidatarios: entre quienes pugnaban por el parcelamiento ejidal para con­vertirse en pequeños ganaderos y los ganaderos acaparadores; pero también hubo conflicto entre los que luchaban por el parcelamiento, ya que había dos propuestas diferentes para lle­varlo a cabo (ver Paré y Velázquez, 1991). En una tercera época (finales de la década del ochenta) las pugnas en torno al comisariado ejidal tuvieron que ver con la necesidad de fortalecer al grupo de ganaderos surgidos en la década anterior. A éste se aliaron aquellos ejidatarios que no habían tenido la oportunidad de poseer ganado pero que en tal momento, debido al crédito bancario, se les presentaba la posibilidad de acceder a esta activi­dad económica que les parece tan prometedora frente al cultivo del maíz.

Este es el grupo que a finales de 1991 tenía la hegemonía política. Sus líderes han mantenido una relación estrecha con la Unión Ganadera Regional, cambiando de posición de acuerdo a la filiación de quien esté en el momento en la presidencia de la Unión. Así, a mediados de la década de los ochenta fueron seguidores de Cirilo Vázquez, pero cuando este perdió su influencia política se volvieron gente del nuevo dirigente regional ganadero. Algo semejante ha sucedido con los ejidatarios que se inician en la ganadería: algunos de ellos primero pertenecieron a uno de los grupos en pugna por controlar el comisariado ejidal, pero una vez

que se dieron cuenta de que con éstos no se beneficiarían del crédito para ganado, se pasaron al otro grupo de ejidatarios. De esta manera, la lucha política en relación a la tierra en Tatahuicapan tiene un carácter faccional, en la medida que los grupos aglutinan a personas con diferentes intereses, lo que ocasiona que las alian­zas sean temporales y que la relación con los dirigentes sea de tipo clientelar.

En la década de los ochenta surgió una nueva fuerza política en el municipio: los profesores de primaria. La mayoría de ellos — originarios del mismo municipio- son jóvenes y su procedencia es campesina. En 1985 en la cabecera municipal un grupo de profe­sores creó la asociación municipal de maestros, con fines estricta­mente políticos. Entre éstos destacaban el fortalecimiento de uno de los dos grupos en los que estaba dividida la delegación sindical del s n t e a la que pertenecían, el apoyo a las campañas para diputados locales, y la organización de los profesores para insidir en la política del municipio y evitar la concentración del poder en el dirigente municipal del p r i . Varios de estos maestros eran integrantes del movimiento nacional de la juventud revolucionaria del p r i , por lo que su asociación la registraron en la c n o p , sin embargo, la asociación tuvo que disolverse porque en el s n t e los acusaron de formar una organización disidente, lo cual estaba prohibido por el mismo sindicato.

Hay dos grupos entre los profesores: los maestros del sistema bilingüe federal y los maestros del sistema estatal, aunque ninguno de los grupos incluye a todos los profesores de cada una de estas adscripciones. El proyecto político de los primeros podría conside­rarse conservador: son renuentes a los cambios y alianzas con otros grupos, buscan el poder para beneficiarse personalmente y para elevar su status social, algunos de ellos hablan del orgullo de ser indígena y son reticentes a los investigadores extranjeros “que vienen a robar parte de nuestras tradiciones y a exhibirnos en el extranjero”. Son militantes del p r i y actualmente sus apoyos polí­ticos en el nivel regional son el c r c y el diputado local. En 1988, el

grupo del que forman parte los profesores bilingües tenía fuerza política, lo que les permitió ganar el comisariado ejidal y la agencia municipal de Tatahuicapan, al frente de los cuales quedaron dos profesores bilingües; también consiguieron la presidencia munici­pal de Mecayapan. Sin embargo, varios errores cometidos por el comisariado ejidal y el presidente municipal fueron aprovechados por un grupo contrario para exigir en 1989 que fueran destituidos de sus cargos, lo que finalmente consiguieron en ambos casos.

El grupo de los profesores estatales milita también en el p r i y tiene un proyecto político que podríamos calificar como “modernizador”. Su programa de acción prevee el desarrollo técnico de la agricultura y la ganadería, la introducción de servicios en los poblados (agua entubada, luz eléctrica), la creación de escuelas y bibliotecas, y en Mecayapan impulsaron el parcelamiento del ejido. También plantean la revalorización de su cultura, la recuperación de su historia y el impulso de actividades recreativas y culturales. La mayoría de estos profesores en Tatahuicapan forman parte o son cercanos, al grupo organizado de los pequeños ganaderos con vínculos estrechos con la Unión Ganadera Regio­nal y el b a n r u r a l . Este grupo ha consolidado su posición en dicho poblado dirigiendo su estrategia de lucha al impulso de una activi­dad productiva como la ganadería. En Mecayapan el grupo de estos profesores se ha orientado más hacia la introducción de servicios, aunque también ha influido en la tenencia de la tierra, y actualmen­te están involucrados con el grupo de ejidatarios que buscan créditos para cultivos y facilidades para la comercialización agríco­la.

Por otra parte, en los inicios de la década de los noventa ha surgido una nueva fuerza política —el p r d - que puede obligar a nuevas negociaciones y concesiones. De hecho, la participación de este partido en la Sierra se inició en un poblado (Huazuntlán) del municipio de Mecayapan y, según las estimaciones de su represen­tante en Tatahuicapan y de miembros de una de las facciones del p r i , tiene seguidores en la mayoría de las congregaciones menos en

la cabecera municipal. Su presencia, nada desdeñable, ha hecho que para algunas cuestiones concretas una facción príista de Tatahuicapan haya buscado su alianza.

En Mecayapan las alianzas han sido diferentes. Aquí también un grupo de ejidatarios y profesores con un proyecto modernizado/' se han alejado del Comité Regional Campesino de la c n c , por lo que se han visto en la necesidad de buscar alianzas con otras organizaciones, y siempre cabe el peligro de que se acerquen a agrupaciones poco gratas para el gobierno. Tal vez por eso, en la misma secretaría del gobierno del estado -uno de los apoyos de este grupo en el nivel estatal— los han puesto en contacto con el Consejo Agrarista Mexicano ( c a m ). Este parece ser para el gobier­no una alternativa segura de canalización política de las inconformidades de los campesinos y, a la vez, puede servir de dique a la creciente aceptación del p r d .

Ahora bien ¿qué ofrece cada una de estas organizaciones para atraer a su clientela política? El c a m ha enfatizado su compromiso de promover créditos para maíz, frijol y ganadería, y también para gestionar la dotación de recursos dirigidos a la infraestructura (guarniciones y banquetas del programa p r o n a s o l ). El c r c , por su parte, ha movilizado a su gente para lograr la pavimentación del camino que va de la desviación de la carretera federal hasta Pajapan y mejorar las condiciones de un camino secundario de terrecería (Tatahuicapan - Piedra Labrada). Esta demanda sin embargo, no contempla el mejoramiento de la comercialización agrícola o la introducción de servicios que la gente considera necesarios, como la asesoría técnica y la salud. Tal parece que las acciones del c r c tuvieron más que nada la finalidad de tratar de mostrar en el nivel estatal que aún tienen fuerza, con el fin de favorecer su negociación por cuotas de poder en las elecciones de agosto y noviembre de 1991 para diputados federales y presidentes municipales.

Otra fuerza política que actúa en la Sierra, ligada al c r c , es la Unión de Ejidos “Hilario C. Salas”, cuyo dirigente -Máximo

Bautista— fue un colaborador cercano de Genaro Domínguez de la Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas ( c n p i ). La estra­tegia de la Unión ha sido la de fungir como intermediaria entre las instituciones que promueven programas para la producción y comercialización agrícola y las comunidades afiliadas a ella. Sin embargo, en Mecayapan hay desconfianza hacia Máximo por el manejo que ha hecho de algunos recursos, como el crédito que solicitó para fertilizante para la siembra de 200 hectáreas de maíz en Mirador Saltillo (su lugar de origen), cuando ahí sólo se iban a sembrar 30 hectáreas. El fertilizante sobrante lo ofreció a campe­sinos de otras comunidades, quedando como intermediario entre el programa del in i y las comunidades. En Mecayapan también se quejan de que Máximo desvía hacia su comunidad los principales apoyos y servicios. Así, parece serque esta organización circunscribe su fuerza política a ciertas comunidades (Mirador y Tonalapa, entre ellas), aunque tal fuerza no es desdeñable pues logra ejercer presión sobre algunas instituciones como el in i y c o n a s u p o .

Los actores políticos que actúan en el nivel regional son el Comité Regional Campesino, las diputaciones locales y federales, y la Unión Ganadera Regional. En algunas ocasiones el c r c y el diputado local se han enfrentado en el ejercicio del poder, y en otros momentos han establecido alianzas. La u g r s v por su parte, siempre ha sido poderosa, pues en varias ocasiones al frente de ella han estado ganaderos con fuerte influencia en la región, lo que les ha permitido colocar a su gente al frente de diputaciones, presiden­cias municipales y a veces también de comisariados ejidales. Ac­tualmente la UG RSV y el c r c están distanciados, por lo que cada una de estas organizaciones apoyan en la Sierra a grupos diferentes de ejidatarios.

La Unión Ganadera Regional es un importante apoyo político para cualquier grupo que actúe en el nivel local. Así por ejemplo, el anterior presidente de la Asociación Ganadera Local de Tatahuicapan enfatizaba la importancia de contar con el apoyo de la Unión para la realización de cualquier trámite en las diferentes

dependencias gubernamentales, aun cuando lo que se solicitara no estuviera directamente relacionado con la ganadería. El vínculo entre la Unión y la Asociación es muy estrecha, a tal grado de que quien presida esta última debe tener el visto bueno de la primera y, a la vez, la lealtad de la Asociación es importante para mantener la posición de fuerza del grupo que dirija a la Unión. Esta última ha sido la plataforma de importantes cacicazgos políticos en el sur del estado y escenario de encarnizadas luchas por lograr su control.

Las personas que se entrevistaron en Tatahuicapany Mecayapan recuerdan tres momentos relevantes en la historia de la Unión. El primero de ellos se refiere a la época de influencia de Amadeo González, que fue cuando se creó la Asociación Ganadera Local de Tatahuicapan,y era quien escogía a los presidentes municipales. En la década de los setenta, después de muerto Amadeo, la Unión estuvo bajo el control del señor Mario Colona Palacios, originario de San Andrés Tuxtla y con residencia en Acayucan. El decidía acerca de quién debía ocupar la dirección de la Unión y cómo se tenían que manejar los asuntos de ésta. Aparte estaba el grupo lidereado por Victoriano Andrade Ibarra que luchaba por contro­lar también la Unión. Ambos grupos tenían sus propios seguidores en la Asociación Local de Tatahuicapan. Las pugnas entre estos dos dirigentes eran sumamente violentas pues con frecuencia sus guardaespaldas se balaceaban en los lugares donde ambos perso­najes se encontraban. Una vez que Mario Colona regresaba de un viaje a Xalapa fue víctima de un atentado en la carretera, del cual resultó muerto.

Después de este acontecimiento, quien subió al poder no fue Victoriano Andrade sino Cirilo Vázquez, un personaje hasta entonces poco llamativo en la Unión, con lo que comenzó otra etapa singular de la historia de ésta. Para ganarse la confianza y el apoyo de las Asociaciones y las comunidades del sur de Veracruz, Cirilo recorrió pueblos donando dinero para la construcción de obras y regalando reses. En varios lugares construyó escuelas, puentes y caminos, para lo cual contaba con su propio parque de

maquinaria pesada. En Tatahuicapan construyó parte del local de la Asociación Ganadera y cinco aulas para una de las escuelas de educación primaria. Esta situación hacía que Cirilo tuviera mucho apoyo político en el nivel local, de hecho hay gente que lo recuerda como un gran benefactor. También tenía bastante influencia polí­tica pues era él quien decidía sobre las personas que ocuparían las presidencias municipales y la dirección de las Asociaciones gana­deras. Se dice que lo que pretendía era llegar a la gubernatura del estado, con el apoyo de las presidencias municipales, las Asociacio­nes Ganaderas Locales y las comunidades del sur de Veracruz, que no dudarían en elegirlo como gobernador.

El poder de Cirilo Vázquez en el sur de Veracruz era muy grande: no tenía rival y en el mismo Tatahuicapan todos se volvie­ron “cirilistas”. De hecho, constituía un poder paralelo al gobierno, situación que terminó al inicio del gobierno de Gutiérrez Barrios, cuando se le apresó y consignó bajo la acusación de narcotráfico. Actualmente, quien ocupa la presidencia de la Unión Regional Ganadera es el ganadero Heliodoro Merlín Alor, expresidente municipal de Cosoleacaque quien durante su gestión municipal recibió mucho apoyo de parte del gobierno estatal.

6. P olítica y recursos naturales

El uso que se hace de los recursos naturales tiene una dimensión económica, en tanto que de ellos se pueden obtener ganancias importantes, pero también tiene una dimensión política. Esta se refiere al poder del que los diferentes grupos sociales disponen para decidir sobre quiénes y cómo usan esos recursos. Hemos visto ya lo que ocurre respecto al recurso tierra pero en la Sierra hay otros con un uso menos restringido, ya que en relación a la tierra sólo están involucrados los ejidatarios. Tales recursos son principalmente el agua y la selva, aunque en Tatahuicapan tam­bién hay bancos de grava y de piedra. Según la información que hemos obtenido en el campo, en ninguna ocasión los campesinos

del municipio han intervenido en las decisiones de los programas de desarrollo acerca de cómo usar sus recursos. Su participación más activa ha sido en algunos casos para, —ante los hechos inmi­nentes- exigir a cambio de un uso de los recursos decidido desde afuera la obtención de ciertos servicios.

Así por ejemplo, en 1980 por decreto presidencial se declaró a la Sierra de Santa Marta, Zona de Protección Forestal y Refugio de Fauna Silvestre, sin que los habitantes del lugar tuvieran conciencia de las ventajas de esta medida. Situación que en algu­nos lugares provocó el temor de que tal decreto significara la expropiación de las tierras enmontadas, lo que propició la intensificación de la tala de la selva por los mismos campesinos. En la actualidad probablemente la mayoría de los habitantes del lugar desconocen que la Sierra está considerada una Reserva Especial de la Biosfera.

Algo semejante sucedió con la explotación de sus recursos forestales por el aserradero Santa Cruz, establecido en Tatahuicapan en 1979 por concesión otorgada a un particular por un año y cinco meses, para el aprovechamiento forestal de los desmontes autorizados en el ejido de Benigno Mendoza. El aserradero continuó trabajándolo el particular -pese al decreto- hasta 1983, explotando también la madera de los ejidos La Valentina, Santanón Rodríguez, Pilapillo, Ocotal Texizapan y Tatahuicapan, en el municipio de Mecayapan, además de otros ejidos de Soteapan. En 1983, por incumplimiento con el conve­nio establecido con el ejido de Benigno Mendoza, el jefe del Programa Forestal en el estado ordenó la intervención del aserradero, el cual pasó a ser propiedad de los ejidos participantes en el Programa de Desarrollo Forestal. Los mismos funcionarios propusieron que el antiguo administrador del aserradero conti­nuara al frente de éste, para facilitar la capacitación y el aprendi­zaje de los ejidatarios. Lo cierto es que: 1) el aserradero siguió trabajando hasta 1990, diez años después de emitido el decreto que “protegía” los recursos forestales de la Sierra; 2) no hemos

encontrado algún ejidatario que haya sido capacitado para traba­jar en él; y 3) los ejidatarios de estos lugares ignoran que durante estos años han sido “propietarios” del aserradero. En Tatahuicapan algunos ejidatarios piensan que el administrador del aserradero es el dueño de la empresa, otros consideran que es propiedad del Distrito de Desarrollo Rural de la s a r h . Tampoco se sabe dónde quedaron las ganancias que han resultado de la explotación de la madera.

Por otro lado, la selva para los campesinos no representa actualmente una fuente de ventajas inmediatas. Al contrario, la falta de alternativas reales para un uso racional y costeable del monte hace que éste se vuelva una carga para el ejidatario, por lo que muchos de ellos están ansiosos por tirar lo poco de selva que conservan en sus parcelas y convertirlo en pastizales. Los usos que la s a r h decreta para la madera están elaborados de acuerdo a criterios ajenos a los ejidatarios. Esto y otras causas, como el apoyo desmedido a la ganadería extensiva, la situación desventajosa de la agricultura, la obligada emigración a las ciudades, y el abandono de costumbres y técnicas de trabajo adecuadas al medio, están en el origen del “descuido” del recurso forestal por parte de los campe­sinos.

Otro recurso que se encuentra en la Sierra es el agua que corre por ríos y arroyos, o que brota de manantiales. Este, a diferencia de la selva, tiene una importancia inmediata para otras zonas de la región sur de Veracruz, por lo que su control posee un carácter estratégico. Tal es el caso del agua que se capta y potabiliza en la planta El Yurivia, localizado en terrenos del ejido Tatahuicapan, en el que ocupa una extensión de 3 hectáreas. La planta capta agua del río Texizapan, el arroyo Jonoapa y el manantial Tecomasuchiapa; tiene una represa con capacidad para bombear 1 m3/segundo, aunque se planea que para 1992 se duplique esta capacidad; su operación depende de la Comisión Estatal del Agua. Un 80% del agua de El Yurivia se destina al puerto de Coatzacoalcos y un 20% a la ciudad de Minatitlán, principal beneficiaría del futuro creci­

miento de la planta. La planta se empezó a construir a principio de la década de los ochenta, con la promesa de las autoridades estatales y municipales correspondientes de dotar al poblado de ciertos servicios, como retribución al uso del agua. Un grupo de profesores de Tatahuicapan convenció a la gente del pueblo de que un servicio necesario era la construcción de una escuela c e b e t i s

para la formación de cuadros técnicos que pudieran incorporarse al trabajo de las industrias de la región (Coatzacoalcos, Minatitlán, Jáltipan y Cosoleacaque), ya que la mayoría de los lugareños que iban a trabajar a esos lugares sólo podían emplearse como obreros, realizando los trabajos más pesados y peligrosos. Se pedía además, la ampliación del servicio de luz eléctrica del que aún carecían algunos puntos del poblado.

En 1983, después de muchos trámites y viajes a las ciudades de Xalapa y México, la promesa de dotación de servicios no se había cumplido; por tal motivo la mayor parte de los pobladores de Tatahuicapan, encabezados por los profesores, decidieron presio­nar a las autoridades de una forma efectiva. Para ello ocuparon las obras de la planta, impidiendo durante setenta y dos horas las labores de construcción; además, tomaron de rehenes al ingeniero encarga-do de la construcción y al comisario ejidal de Tatahuicapan (que había dado el permiso para la edificación de la planta). Con esta medida muy pronto llegaron de Xalapa representantes gu­bernamentales a entablar negociaciones, consiguiéndose la cons­trucción de la escuela secundaria y del bachillerato que hay ahora en Tatahuicapan, aunque no se llevó a cabo la ampliación de la red de luz eléctrica que había prometido el presidente municipal de Coatzacoalcos.

Las escuelas se construyeron pero el grupo de profesores que participaba en el movimiento -algunos de ellos como dirigentes- se desgastó y dividió a causa de las constantes presiones e intimidaciones que el gobierno estatal de esa época ejerció sobre ellos. Parecía inadmisible la existencia de un movimiento indepen­diente que exigiera con firmeza condiciones menos desiguales en

el intercambio de sus recursos. Finalmente, la creación de estas dos escuelas reforzó numéricamente al profesorado de Tatahuicapan, aunque no podemos afirmar que haya una relación directa entre este hecho y la consolidación de los profesores como fuerza política. Lo cierto es que la existencia de estas dos escuelas -sobre todo el bachillerato- ha hecho de Tatahuicapan un importante centro educativo de la zona, pues en ningún otro municipio de la Sierra, ni en la zona aledaña a ella, se puede cursar este nivel de escolaridad. De este modo, diariamente se trasladan a tal lugar estudiantes de Soteapan, Pajapan, Mecayapan, Chinameca, Oteapan, Chacalapa, Tonalapa, etcétera, o llegan a radicar aquí (en casas de familiares o conocidos) estudiantes del interior de la Sierra.

En 1988, nuevamente se utilizó el acceso a este recurso para solucionar un problema del pueblo. En este año los profesores del bachillerato no recibieron sueldo durante ocho meses, por lo que la permanencia de esta escuela y el año escolar en curso estaban en peligro. Los profesores y alumnos se organizaron y, apoyados por algunos padres de familia, una noche tomaron las instalaciones de la presa y cerraron la válvula que permite la conducción del agua a Coatzacoalcos. La medida fue efectiva pues al día siguiente llegaron funcionarios de Coatzacoalcos a negociar el problema y por la tarde avisaron que al otro día los profesores podían cobrar su sueldo. Después de esto, el gobierno mandó una partida militar a la presa para que la resguardara y desde entonces se encuentran ahí los militares.

En 1991, un grupo de ejidatarios de Tatahuicapan y otras comunidades de la Sierra, lidereados por el CRcy el diputado local, trataron en dos ocasiones de tomar la presa para exigirle al gobier­no estatal el cumplimiento de su promesa de pavimentar la carre­tera que va de Tonalapa a Pajapan, así como el mejoramiento del camino de terracería que se interna en la Sierra para comunicar a varios poblados de los municipios de Mecayapan y Soteapan. La acción sin embargo, no la han podido llevar a cabo por la presencia del ejército.

En conclusión, actualmente los pobladores de Mecayapan no tienen ningún poder para decidir el uso de sus recursos naturales. Los programas y las órdenes para ejecutarlo llegan de fuera y cuando se decide negociar en condiciones menos desventajosas el uso de algún recurso que existe en su territorio, el gobierno ha recurrido a su posibilidad de emplear la fuerza pública. De esta manera, los habitantes de este municipio participan de un inter­cambio bastante desigual de sus recursos: el aserradero tala su selva a cambio de construir un camino o un pequeño local para albergar una escuela, el agua de sus ríos satisface la demanda del rico municipio de Coatzacoalcos a cambio de servicios educativos que, de cualquier forma, el estado tiene la obligación de proporcionar.

Algo semejante ha sucedido con sus recursos culturales, como lo demuestra la expropiación que en la década de los sesentase hizo de la escultura del dios Jaguar. La piedra en la que estaba esculpida la deidad se encontraba en la punta del cerro San Martín Pajapan y los viejos de Tatahuicapan estaban seguros de que se encontraba ahí para proteger al pueblo y dar la lluvia para las cosechas, por eso es que los ancianos subían al cerro a ofrendarle flores. Pero un día llegaron unos arqueólogos de Xalapa a excavar en el cerro; después informaron que se iban a llevar la piedra al museo de antropología de esa ciudad. Los moradores del pueblo no aceptaban esto, aunque les dijeran que había una orden gubernamental para hacerlo porque la escultura era patrimonio de la nación. Entonces fue el gobernador López Arias, quien les explicó que su deidad estaría en un lugar donde mucha gente la iba a ver y que, a cambio de ello, mandaría construir caminos y escuelas. Los de Tatahuicapan aceptaron el trato y estuvieron presentes en la plaza del pueblo el día que bajaron la escultura, para verla por última vez y despedirse de ella. Una vez más, se cede un importante recurso a cambio de servicios que por derecho deberían tener.

Conclusiones

Las dos arenas donde se expresa la lucha política en el nivel local en Mecayapan son el comisariado ejidal y la presidencia munici­pal. En el primer caso, se manifiesta de manera más directa la relación entre lo político y lo económico, pues se trata de acceder al poder para controlar un medio de producción (la tierra) y desarrollar una determinada actividad económica (la ganadería). En la historia que hemos revisado, el control del comisariado ejidal ha servido para mantenerse como ganadero grande me­diante el acaparamiento de tierras, o para consolidarse como pequeño ganadero a través del parcelamiento ejidal, o para ini­ciarse en la ganadería mediante créditos bancarios. Los intereses que giran en torno a esta arena política se generan principalmen­te en el nivel local, entre los mismos ejidatarios, aunque se esta­blezcan alianzas con intereses de otros niveles.

En cambio, en la lucha por la presidencia municipal la relación entre política y economía es más indirecta pues su control ha perseguido sobre todo fines políticos (consolidar o aumentar el poder de un grupo), aunque esto beneficie una actividad o proyec­to económico. Un ejemplo de ello es el control de la presidencia municipal, primero por parte de Amadeo González y después por Cirilo Vázquez. Estos grandes ganaderos no tenían intereses económicos (renta de pastizales, ganado a medias, etc.) en Mecayapan pero era importante tener su adhesión política para aumentar su posición de fuerza en la estructura de poder regional. Esto por supuesto, les permitía aspirar a diferentes y cada vez más elevados puestos públicos pero también favorecía sus diversos negocios. De esta manera, los intereses que giran en torno a la arena política se generan tanto en el nivel local como en el regional y resultan fundamentales los vínculos que se establecen con el nivel estatal.

Otro aspecto relevante es el carácter faccional de las agrupacio­nes políticas, lo cual hace que las alianzas que se entablan no sean duraderas ni estable la conformación de los grupos. Esto segura­

mente dificulta el planteamiento de proyectos políticos de largo alcance. En Tatahuicapan por ejemplo, actualmente forman parte de un mismo grupo ejidatarios que en la década de los setenta se enfrentaron debido a que unos se negaban al parcelamiento ejidal y los otros apoyaban dos formas diferentes de llevarlo a cabo. Ahora sin embargo, el interés por tener un crédito ganadero ha hecho que se unan en un mismo grupo, con el cual ha establecido ciertas alianzas el p r d , cuyos seguidores en el pueblo en su mayoría no son ejidatarios ni ganaderos.

Otro factor notable es que en la estructura de poder local los campesinos sin tierra tienen una participación mínima, pese a que son mayoría, ya que las organizaciones campesinas y los progra­mas gubernamentales generalmente toman como interlocutores a los ejidatarios. Además, los campesinos sin tierra tienen pocas posibilidades de hacer demandas plausibles pues todos los terre­nos que no son inaccesibles están ya repartidos en ejidos y propie­dad privada, en tanto que las condiciones de su trabajo como peones no les permite identificar un patrón único y permanente. Probablemente, este sector de la población sólo pueda incorpo­rarse a agrupaciones que luchen por la dotación de servicios, a organizaciones de campesinos que soliciten tierras en otros luga­res, o sindicatos de obreros cuando deciden irse definitivamente a laborar en industrias de las ciudades.

Un aspecto más que resulta relevante en el nivel local es la aparición en la década de los ochenta de una tendencia, expresada en la participación de los profesores, de separación más clara entre actores dedicados exclusivamente a la política y aquellos que participan tanto en esta esfera como la económica. Muchos de los profesores no se dedican a la ganadería ni a la agricultura, aunque varios han incursionado en el pequeño comercio y algunos sí tienen ganado en terrenos de padres o suegros, o en potreros alquilados. Algunos de ellos se consideran una alternativa a los “políticos viejos”, a los que ven como gente poco dispuesta al cambio. Todos ellos saben que participar en política significa erogar importantes

cantidades de dinero, que deben poner de su bolsillo, para pagarse viajes y estancias en la capital del estado donde se encuentran los principales contactos políticos, sobre todo en la etapa de pre- campaña. Al interrogarlos sobre las causas de su participación y los fines que persiguen, las respuestas generalmente se refieren a la “pasión” o el “vicio” que tienen por la actividad política y su deseo de lograr cambios importantes para sus pueblos, para que su gente progrese. También señalan que algunos participan única­mente para elevar su posición social.

El surgimiento de este grupo político se debe a la formación en el medio rural de una “clase media”, producto de la dotación de servicios (escuelas y medios de transporte) que se desarrolló con mayor constancia desde la década de los sesenta, a la cual por la carencia actual de tierras para reparto ejidal sólo les queda parti­cipar en la esfera política para tratar de mejorar sus condiciones de vida.21

Por otro lado, el análisis de los procesos políticos que han tenido lugar en el municipio de Mecayapan, demuestra que el estado no es un aparato monolítico, sino que en su interior hay fuertes contradicciones y grupos en pugna. Situación que no se originó apenas en los acontecimientos políticos y electorales que a nivel nacional se dieron en 1988, sino que ha estado presente desde tiempo atrás. El 88, sin embargo, sí ha influido en que el estado ya no pueda recurrir impunemente a prácticas excesivamente autori­tarias, sino que deba inclinarse más por la negociación con los grupos de oposición como con la disidencia interna. Después del 6 de julio de 1988, en Mecayapan por primera vez el pri tuvo que realizar un plesbicito para seleccionar al candidato de este partido, situación que contrasta con la práctica anterior de imposición absoluta.

A consecuencia de lo anterior, en el último trienio ha habido un reacomodo de fuerzas en la estructura de poder regional: la Unión Ganadera Regional conserva su poderío político; el c r c pierde credibilidad y poder; aparecen otras organizaciones campesinas

( c a m ) ligadas al p r i como alternativa frente a la c n c ; el p r d

aumenta su influencia política que se expresa en el acceso a presidencias municipales (Pajapan, Oteapan) y regidurías (Soteapan, Zaragoza, Minatitlán, Coatzacoalcos y Jesús Carranza). En el nivel local se consolida el grupo de los pequeños ganaderos y el de los profesores, que no son contrarios al proyecto económico de los primeros, aunque sus fines son más políticos y culturales (democracia al interior del p r i , mejor distribución de recursos económicos, rescate y ravaloración cultural). De esta manera, el hecho de que a nivel regional y local los ganaderos tengan una posición de fuerza ventajosa, hace suponer que habrá una mayor expansión de la ganadería bovina. El carácter extensivo de ésta y el bajo rendimiento de los pastizales, significan un riesgo para los recursos forestales (mayor tala y poco interés en la reforestación) y para el cultivo de básicos (mantenimiento de la superficie culti­vada al mínimo necesario para el autoconsumo, o incluso su sustitución total por pastizales). Hay posibilidades sin embargo, de involucrar a los profesores en una política de conservación y uso sostenido de los recursos naturales.

N otas

1. El proyecto Sierra de Santa Marta (PSSM) es un grupo interdisciplinario para el

estudio de los recursos naturales y su aprovechamiento en la Reserva Especial de la

Biósfera de Santa Marta, Ver. La investigación es financiada por el Centro Interna­

cional de Investigación para el Desarrollo, de Canadá, y se lleva a cabo en el marco

de las actividades de tres instituciones: el Instituto de Investigaciones sociales de la

UNAM, el Centro de Estudios Agrarios A. C. y la Universidad de Carleton, Cana­

dá. El proyecto se realiza bajo la coordinación de la antropóloga Luisa Paré y la

asesoría de los antropólogos Jacques Chevalier y Daniel Buckles.

2. Jesús Mendoza M., “Ganadería y otras actividades económicas en el sur del estado

de Veracruz” (notas en una estancia de campo (inédito), 1983; Daniel Buckles J., Caitle, Com and conflict in the Mexican Tropics. Ottawa, Carleton University

(Departament of Sociology and Antropology) Ph. D. Thesis, 1989.3. Buckles (1989:34) señala que el boom de la ganadería en el sur de Veracruz comen­

zó a finales de los cuarenta y que, desde entonces, ha estado creciendo firmemente

debido a los cambios significativos en las técnicas de producción, mercados y siste­ma de tenencia de la tierra.

4. En 1950 se terminó de construir la carretera al sureste, en 1951 la carretera Pana­mericana, en 1958 la carretera interoceánica y en 1962 el puente Coatzacoalcos I (Nahmad, 1989).

5. Jesús Mendoza M., op. cit.

6. Sobre la lucha por la tierra en Pajapan se puede consultar a Buckles (1989), Cruz

(1989), Martínez (1991), Chevalier y Buckles (1991). Acerca de las luchas de

Soteapan hay información en Ramírez Lavoignet (1962), Báez-Jorge (1973), Azaola

(1982), Barrera (1987), Blanco (1989)7. Jaime Espín Díaz, Tiara fría. Tietra de conflictos en Michoacán. México, El Colegio

de Michoacán/Gob. del Estado de Michoacán, 1986.

8. Alavi Hazma, “Peasant Classes and primordial Loyalties”, in The Journal o f Pesant

Stiidies, V. I, No.2 1973, p. 43.9. Janet Bujra M., “The dynamics of Political Action: A New Look at Factionalism”,

American Anthropologist, V. 75, No. 1,1973, p. 136.10. Janet Bujra M., op. cit., p. 137.

11. Fernando Salmerón C., Proceso político y estructuras de poder en una micro-región

cañera de Michoacán: Taretan (1880-1980). Zamora, Mich., El Colegio de Michoacán,

Tesis de Maestría, 1987.12. Julián Steward H., Theoiy o f Culture Change. Urbana, University of Illinois Press,

1976.

13. De la Peña, “Los estudios regionales y la antropología social en México”, Relacio­

nes, vol.II, No. 8, Zamora. Mich., Colegio de Michoacán, 1981.14. Según esta regionalización de la SARH. la región de San Andrés Tuxtla comprende

los municipios de Saltabarranca, Lerdo de Tejada, Playa Vicente, Tesechoacan,

Santiago Tuxtla, Angel R. Cabada, Juan Rodríguez Clara, San Andrés Tuxtla, Catemaco, Isla. La región Jáltipan está conformada por los municipios de Hueyapan

de Ocampo, San Juan Evangelista, Acayucan, Soteapan, Mecayapan, Sayula, Oluta,

Soconusco, Pajapan, Jesús Carranza, Texistepec, Chinameca, Jáltipan y Oteapan.

La región de Las Choapas, por su parte, está integrada por los municipios de Zara­

goza, Cosoleacaque, Hidalgotitlán, Minatitlán, Ixhuatlán del Sureste, Moloacán, Coatzacoalcos, Las Choapas.

15. Fernando Ramírez R., Plan conceptual para el manejo y desarrollo de la Sierra de

Santa Marta como reserva de la biósfera., Xalapa, Ver., INIREB (inédito), 1984;

“Importancia ecológica de la Sierra de Santa Marta Veracruz, México”. Xalapa, Ver., CEA/UNAM/University of Carleton, (inédito), 1991.

16. José Luis Blanco R. y Florentino Cruz, Los hijos de Homshuk. De la autosuficiencia

al desabasto del maíz en el sur de Veracruz. Acayucan, Ver. Unidad Regional del Sur

de Veracruz de la Dirección General de Culturas Populares, 1990; Emilia Velázquez

H., y Hugo Perales, “Autosuficiencia de maíz en la Sierra de Santa Marta, Ver.,” Xalapa, Ver., CEA/UNAM/University of Carleton (inédito) 1990.

17. El trabajo en beneficio de la comunidad consistía en vigilar que se mantuvieran

limpios los caminos, veredas, calles y solares, o en la construcción de obras para uso

público. Además de las faenas que debía dar cada familia cuando así se requiriera, todo recién casado al día siguiente de la boda debía presentarse en la presidencia

municipal para desempeñarse durante un año como auxiliar de policía, cuya labor

consistía en llevar y traer el correo, y servir de mandadero.

18. Sobre la “dieta sexual”, como le llama la gente del lugar, hay dos versiones. Una de

ellas, relatada por el señor Teófilo Revilla, que fue presidente municipal en la

década del 50 y que aún le tocó recibir el bastón de mando, indica que antes de

recibir dicho bastón se debía de guardar abstinencia sexual por treinta y cinco días. Por su parte Hilario Martínez, promotor de la Unidad Regional de Culturas Popu­lares del Sur de Veracruz y originario de Mecayapan. en sus indagaciones sobre las costumbres de este poblado registra (comunicación personal) que a partir de que se

recibía el bastón se debía de guardar 157 días de abstinencia sexual. Es probable

que ambas versiones sean ciertas y que los cambios en el sistema de gobierno

antiguo, que se iniciaron entre finales de la década del treinta y la década siguiente, se hayan expresado en una reducción paulatina de los días obligatorios de abstinen­cia sexual.

19. F. Blom y O. La Farge, Tribus y Templos. México, INI, 1986, P. 59.

20. Mendoza (1983) da la siguiente información sobre Amadeo González “...ocupó

presidencias municipales, diputaciones, y la dirección de la Unión Ganadera Regio­nal en varias ocasiones. El brazo fuerte de Amadeo, don Taurino Caamaño Ramos, ocupó los mismos cargos” (:54). El mismo autor señala que este cacicazgo terminó

con la muerte de Amadeo en 1970. Sobre la fecha de su muerte en Mecayapan se

maneja una fecha posterior, aunque se ubica en los primeros años de esa década.21. La participación de profesores en los acontecimientos políticos de la región no es

nueva. Azaola (1982) registra que en la rebelión de 1906 en el sur de Veracruz

participaron, además de los campesinos que peleaban por sus tierras, obreros del ferrocarril, empleados públicos y también algunos profesores. En la década del

treinta, durante el movimiento agrarista, en Oluta (municipio popoluca) fue impor­tante el apoyo de profesores y estudiantes de la Escuela Normal Regional del Sur,

ubicada en Acayucan y clausurada en 1941 por considerarla un centro de agitación

socialista (Pérez, 1989). Es probable que profesores egresados de esta escuela ha­

yan trabajado en algún momento en la Sierra de Santa Marta, sin embargo; en el municipio de Mecayapan no hay noticias de una participación relevante de los

profesores en la política, antes de la década del ochenta.

F u e n t e s d e i n f o r m a c i ó n p r i m a r i a

La mayor parte de la historia política de Mecayapan de 1950 a 1990 se reconstruyó a partir de varias entrevistas con las siguien­tes personas: Félix Hernández, Ofelia Revilla, Máximo Hernández M., Roberta Revilla, Isabel Hernández, Isidro Castilla, Prof. Ubaldo González, Melesio Castillo, Calixto Gómez, Teófilo Revilla, Julián Cruz, Juan Luis Hernández, Pedro Hernández, Ramón Castillo, Prof. Nemorio Martínez B., Prof. Alberto, Prof. Gilberto Revilla, Prof. Bernabé Ortiz, Hipólito Bautista, Hilario Martínez R., Adrián, Hilario Ramírez, José Revilla, Lino Bautis­ta, Máximo Bautista, Pedro Cruz, encargado de la planta El Yurivia.

A rchivos

Comisión Agraria Mixta, exp. 2611 y 2299. Xalapa, Ver.Distrito de Desarrollo Rural de Jáltipan. Documentación sobre usos forestales.

B ibliografía

A lavi Hamza (1973) “Peasant Classes and Primordial Loyalties”, in The Journal o f Peasant Studies, v. 1, No. 1 pp. 23-62

A zaola Elena (1982) Rebelión y denota del magonismo agmiio, México, fce-sep/80.

B á e z -Jo rg e , Félix (1973) Los zoque-popolucas. Estmctura social México, sep/ ini No. 18

B a r r er a B. Jacinto (1987) El bardo y el bandolero. La persecusión de Santanón por Díaz Mirón, México, Universidad Autónoma de Puebla, Colee. Crónicas y Testimonios No. 5

B lanco R., José Luis (1989) Territorialidad y poder en Soteapan, ponencia presentada en el Taller de Historia Oral. Xalapa, Ver.

B lanco R., José Luis y Florentino C r u z (1990) Los hijos de Homshuk. De la autosuficiencia al desabasto del maíz en el sur de Veracruz, Acayucan, Ver. Unidad Regional del Sur de Veracruz de la Dirección Gral. de Culturas Populares.

B lo m , F. y O. La Farge (1986) Tribus y templos, México, in i .

Buckles J., Daniel (1989) Cattle, Com and Conflict in the Mexican Tropics, Ottawa, Carleton University (Department of Socio­logy and Anthropology), Ph. D. Thesis

Bujra M., Janet (1973) “The Dynamics of Political Action: A New Look at Factionalism”, American Anthropologist, v. 75, No. 1, pp. 132/152

Cruz M., Florentino (1989) Pajapan: el litigio por sus tierras, Cosoleacaque, Ver., Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz.

C hevalier Jacques and Daniel J. B uckles (1991) The Land Where Men are Dry. Power, production and destmction in the Mexican tropics, (inédito).

D e la P eña (1981) “Los estudios regionales y la antropología social en México”, Relaciones No. 8, Vol. II, pp. 43/93, Zamora, Mich., Colegio de Michoacán.

“Poder local (1986), poder regional: perspectivas socio- antropológicas”, en Jorge Padua y Alain Vanneph (comp.) Poder local, poder regional, México, El Colegio de México/ c e m c a , pp. 27/56.

E spín D íaz , Jaime (1986) Tie ira fría. Tie/ra de conflictos en Michoacán, México, El Colegio de Michoacán/Gob. del Esta­do de Michoacán.

M artínez L o r en zo , Isidro (1991) Agricultura tradicional y con­flictos agrarios en Pajapan, México, cnca/dgcp (Unidad Re­gional Sur de Veracruz)

M e n d o z a N., Jesús (1983) “Ganadería y otras actividades econó­micas en el sur del estado de Veracruz” (Notas de una estancia de campo en la región), México, u a m - i (inédito)

N a h m a d M., Daniel (1989) “Desarrollo industrial y grupos de poder en el sur de Veracruz”, Veracruz, un tiempo para con­tar, Memoria del 1er. Seminario de Historia Regional, i n a h /

U.V./CNCA.

P a r é Luisa (1976) “Caciquismo y estructura de poder en la Sierra Norte de Puebla”, en Roger Bartra et. al. Caciquismo y poder político en el México rural. México, Ed. Siglo XXI.

P a r é Luisa y Emilia V e l á z q u e z (1991) “Tenencia de la tierra y recursos naturales en la Sierra de Santa Marta: el caso de Mecayapan, Ver.”, Xalapa, Ver. CEA/UNAM/University of Carleton, (inédito).

P é r e z G a r c ía , Samuel (1989) Oluta: memoiia y recuerdo. Cróni­ca de un pueblo popoluca,. México, Ed. Temoayan/Diario de Sotavento.

R a m ír e z R ., Fernando (1984) Plan conceptual para el manejo y desarrollo de la Siena de Santa Marta como reserva de la biósfera, Xalapa, Ver. in ir e b , (inédito).

_______ (1991) “Importancia ecológica de la Sierra de SantaMarta Veracruz, México”, Xalapa, Ver., cea / u n AM/University of Carleton, (inédito).

R a m ír e z L a v o ig n e t (1962) “El problema agrario de Acayucan, Ver.”, Xalapa, Ver. Seminario de Historia (inédito).

S a l m e r ó n C., Fernando (1987) Proceso político y estructuras de poder en una micro-región cañera deMichoacán: Taretan (1880- 1980), Zamora, Mich., El Colegio de Michoacán, tesis de maestría.

S t e w a r d , H. Julián (1976) Theory of Culture Change, Urbana, University of Illinois Press.

V e l á z q u e z H. Emilia y Hugo P e r a l e s (1990) “Autosuficiencia de maíz en la Sierra de Santa Marta, Ver.”, Xalapa, Ver., cea /

u n AM/University of Carleton (inédito).