Poema del libro "Ameba maga" de Juan Salzano (inédito)

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no es en las muñecas ni en sus venas azules que hallamos que podemos hallar un arroyo frío desde donde nos miremos el cuerpo los huesos temblar como un bidón de vibraciones que sirviera que pudiera servir a un polizonte cualquiera para hacerlo estallar –al cuerpo– con la sola mirada espía pero liberadora de una llama líquida que creciera que pudiera crecer en las cuencas oscuras y marinas de un jabalí o de una muñeca que no dice mamá ni papá cuando se tira de la cuerda en su espalda cuando se tira cual clavadista –el cuerpo– a las cuencas oscuras y profundas del cráneo del jabalí que no son –las cuencas– tu puta madre ni es esa reluciente calavera el bufido de tu padre ni es éste el que pudiera volverte polizonte en un espacio cualquiera sino éste el que podría parirte –polizonte– como un huevo en llamas flotando entre las estrías de un arroyo frío que no brotara de las muñecas ni de sus venas en relieve de un azul profundo como el del plástico lejano del cuerpo de esta muñeca sin memoria sin historia que no dice lo que pasa o pudiera estar pasando en sus entrañas marinas y oscuras como la Luz que nos baña y contempla desde todos los puntos del espacio como una ubicua llama líquida desde donde nos miremos –polizontes de nos– el cuerpo temblar como un huevo que pudiera parir que ya estuviera pariendo un clavadista un bidón de vibraciones siempre a punto de zambullirse y estallar en las mareas de la Luz

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no es en las muñecas ni en sus venas azules que hallamos que podemos hallar un arroyo frío desde donde nos miremos el cuerpo los huesos temblar como un bidón de vibraciones que sirviera que pudiera servir a un polizonte cualquiera para hacerlo estallar –al cuerpo– con la sola mirada espía pero liberadora de una llama líquida que creciera que pudiera crecer en las cuencas oscuras y marinas de un jabalí o de una muñeca que no dice mamá ni papá cuando se tira de la cuerda en su espalda cuando se tira cual clavadista –el cuerpo– a las cuencas oscuras y profundas del cráneo del jabalí que no son –las cuencas– tu puta madre ni es esa reluciente calavera el bufido de tu padre ni es éste el que pudiera volverte polizonte en un espacio cualquiera sino éste el que podría parirte –polizonte– como un huevo en llamas flotando entre las estrías de un arroyo frío que no brotara de las muñecas ni de sus venas en relieve de un azul profundo como el del plástico lejano del cuerpo de esta muñeca sin memoria sin historia que no dice lo que pasa o pudiera estar pasando en sus entrañas marinas y oscuras como la Luz que nos baña y contempla desde todos los puntos del espacio como una ubicua llama líquida desde donde nos miremos –polizontes de nos– el cuerpo temblar como un huevo que pudiera parir que ya estuviera pariendo un clavadista un bidón de vibraciones siempre a punto de zambullirse y estallar en las mareas de la Luz