Poder Político y Caciquismo en España y Latinoamerica

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Poder Político (J. A. Piqueras Arenas): Cacicato en la Restauración Española. Comparación con el Clientelismo Latinoamericano. El rol de la Religión y sus condicionamientos en el caciquismo. INTRODUCCION: El papel que la religión juega en la formación de las actitudes sociales caciquiles, se halla originariamente presente en los estudios de Baumgarten, historiador especializado en España, tío y maestro de Max Weber. A partir de la lectura de la novela de Vicente Blasco Ibáñez, “Entre naranjos”, y de la capacidad de observación de la realidad que revela este autor, se examina el caciquismo rural en la España de la Restauración como el elemento más característico del sistema social y político de ese entonces. La pregunta que intenta responder este ensayo, es cual es la vinculación que existe entre catolicismo y caciquismo, examinados a la luz de estos dos autores, y de sus obras. La hipótesis requiere descender a aspectos filosóficos y psicoanalíticos, para entender porque en ciertos países católicos se dio el caciquismo en mayor medida, con rasgos propios y con mayor persistencia que en otros países de religiones distintas. En el trasfondo, la pregunta Weberiana también es, si el Sistema de Gobierno (Monarquía, Dictadura, Aristocracia, Democracia) y sus formas Parlamentarias o Presidencialistas, son sensibles a la religión practicada por los habitantes de un país, cristalizada en su ética secularizada. CACIQUISMO EN LA ESPAÑA DE LA RESTAURACION: El sistema canovista resultaba falsamente democrático, aún después de la implantación del sufragio universal en 1890. La ampliación del derecho electoral, que al dar posibilidades de participación a los más modestos podía tener importantes repercusiones, no puso nunca en peligro las ancestrales relaciones de dominio político, económico y social consustanciales a la región. Y es que el sistema tenía en el caciquismo su método de supervivencia y garantía de perpetuación de aquellas situaciones. Con partidos políticos formados por reducidos grupos de notables, una parte importante de la oligarquía agraria optó por la vocación política y por debajo de estos representantes elegidos, se situaban los caciques locales, diseminados por las poblaciones, quienes atraían el voto a la opción elegida por éstos, gracias a su preeminencia socioeconómica y llegado el caso, apelando a todo tipo de maniobras espurias. Siempre ganaba el partido que las convocaba, con riguroso respeto al sistema de turno pacífico de conservadores y liberales, funcionando esto hasta que la crisis de los partidos dinásticos introdujo una fuerte dispersión del voto. El cacique controlaba las elecciones de una manera u otra, encubierta, a través del encasillado o de forma fraudulenta a través del pucherazo. El caciquismo es entonces, en el aspecto electoral, la manipulación de voto de la población a través de los caciques, que controlan a la población de su zona, beneficiándoles o perjudicándoles según el voto. La política pues es poco representativa con el pueblo y como tal, empieza a surgir en consecuencia, una serie de nuevas ideologías

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Poder Político (J. A. Piqueras Arenas): Cacicato en la Restauración Española. Comparación con el Clientelismo Latinoamericano.El rol de la Religión y sus condicionamientos en el caciquismo.

INTRODUCCION:El papel que la religión juega en la formación de las actitudes sociales caciquiles, se halla originariamente presente en los estudios de Baumgarten, historiador especializado en España, tío y maestro de Max Weber.A partir de la lectura de la novela de Vicente Blasco Ibáñez, “Entre naranjos”, y de la capacidad de observación de la realidad que revela este autor, se examina el caciquismo rural en la España de la Restauración como el elemento más característico del sistema social y político de ese entonces. La pregunta que intenta responder este ensayo, es cual es la vinculación que existe entre catolicismo y caciquismo, examinados a la luz de estos dos autores, y de sus obras.La hipótesis requiere descender a aspectos filosóficos y psicoanalíticos, para entender porque en ciertos países católicos se dio el caciquismo en mayor medida, con rasgos propios y con mayor persistencia que en otros países de religiones distintas.En el trasfondo, la pregunta Weberiana también es, si el Sistema de Gobierno (Monarquía, Dictadura, Aristocracia, Democracia) y sus formas Parlamentarias o Presidencialistas, son sensibles a la religión practicada por los habitantes de un país, cristalizada en su ética secularizada.

CACIQUISMO EN LA ESPAÑA DE LA RESTAURACION:El sistema canovista resultaba falsamente democrático, aún después de la implantación del sufragio universal en 1890. La ampliación del derecho electoral, que al dar posibilidades de participación a los más modestos podía tener importantes repercusiones, no puso nunca en peligro las ancestrales relaciones de dominio político, económico y social consustanciales a la región. Y es que el sistema tenía en el caciquismo su método de supervivencia y garantía de perpetuación de aquellas situaciones.Con partidos políticos formados por reducidos grupos de notables, una parte importante de la oligarquía agraria optó por la vocación política y por debajo de estos representantes elegidos, se situaban los caciques locales,diseminados por las poblaciones, quienes atraían el voto a la opción elegida por éstos, gracias a su preeminencia socioeconómica y llegado el caso, apelando a todo tipo de maniobras espurias. Siempre ganaba el partido que las convocaba, con riguroso respeto al sistema de turno pacífico de conservadores y liberales, funcionando esto hasta que la crisis de los partidos dinásticos introdujo una fuerte dispersión del voto.El cacique controlaba las elecciones de una manera u otra, encubierta, a través del encasillado o de forma fraudulenta a través del pucherazo. El caciquismo es entonces, en el aspecto electoral, la manipulación de voto de la población a través de los caciques, que controlan a la población de su zona, beneficiándoles o perjudicándoles según el voto. La política pues es poco representativa con el pueblo y como tal, empieza a surgir en consecuencia, una serie de nuevas ideologías fuertes como el socialismo o el anarquismo, que tendrán un gran acogimiento en las clases inferiores y enorme impacto en el resto de Europa y América.Baumgarten, historiador especializado en España, se preocupa por mostrar la relación que existe entre las posiciones respecto a las medidas económicas y políticas y la mentalidad de los diferentes grupos sociales, en particular criticando al reaccionismo social que caracterizaba el espíritu de 'despotismo católico', es decir, la postura práctica de la Iglesia católica en asuntos políticos.Baumgarten, afirma que en aquel contexto el gran responsable de la desmotivación y por tanto del atraso de las clases populares se debe a su catolicismo. Sánchez Blanco al respecto afirma que eI carácter paradigmático de la situación española adquiere claridad al desencadenarse la guerra civil entre carlistas y cristinos, que representan las opciones políticas contemporáneas: “una sociedad de hombres desiguales en derechos y obligaciones, tal y como la desean el clero y la aristocracia, o una sociedad secularizada e igualitaria”. La labor de Baumgarten como historiador permite visualizar una decadencia ya preformada en la estructura social y la base espiritual del Imperio. Una monarquía que anula la representatividad popular, retiene los particularismos y las diferencias feudales, adoptando el sistema inquisitorial para velar sobre la inteligencia y la conciencia de sus súbditos, que termina con la paralización de las energías populares y con el aborto de cualquier intento renovador fundado en las luces de la razón, siendo el Siglo de Oro también otra muestra acabada del sistema político que él denomina 'despotismo católico'. 1 Baumgarten cree en que, en oposición a la mentalidad clerical y aristocrática, lo burgués y cívico es la nota positiva del nuevo pensamiento, es un modernista influido por las ideas de la Revolución Francesa.

1 La Revolución Española y el liberalismo Alemán del siglo XIX”: Hermann Baumgarten y la historiade España, Francisco Sánchez-Blanco, pp269-275

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Las consecuencias de la aplicación de esa lógica a las estructuras del Estado son la supresión de señoríos y de las jurisdicciones exentas (católicas y nobiliarias) provenientes de la época feudal, simplificación y unificación de los impuestos y finalmente, abolición de aduanas provinciales y locales. Baumgarten piensa que la revolución liberal, no es tal ya que los reformadores que no estaban imbuidos del materialismo francés no fueron oídos a tiempo en los países católicos. España es un ejemplo claro de que habría sido posible anticiparse a la revolución, si la Ilustración hubiera tenido más fuerza entre las clases dirigentes. Vemos aquí dos líneas de pensamiento que se clarifican en Baumgarten, por un lado citamos a Platón. Pareciera que comparten la misma escala de bondad respecto a las formas de gobierno.En función de lo dicho lo largo de la República, Platón realiza un análisis de las formas de gobierno, que irá graduando desde la mejor hasta la peor. En primer lugar sitúa la aristocracia, es decir, el gobierno de los mejores, que vendría representado por el gobierno de la República ideal; en ella los mejores son los que conocen las Ideas, los filósofos, y su gobierno estaría dominado por la sabiduría. La segunda mejor forma de gobierno la representaría la timocracia, el gobierno de la clase los guardianes, que no estaría ya dirigida por la sabiduría, sino por la virtud propia de la parte irascible del alma, que es la propia de dicha clase, abriendo las puertas al desarrollo de la ambición, que predominaría en la siguiente forma de gobierno; la oligarquía, el gobierno de los ricos, y cuyo único deseo se cifra en la acumulación de riquezas. Posteriormente encontramos la democracia, cuyo lema sería la libertad e igualdad entre todos los individuos y cuyo resultado, según Platón, es la pérdida total del sentido de los valores y de la estabilidad social. Por último, en el lugar más bajo de la escala, se encuentra la tiranía, que representaría el gobierno del despotismo y de la ignorancia, dominado el tirano por las pasiones de la parte más baja del alma, dando lugar al dominio de la crueldad y de la brutalidad.Por otro lado tenemos afinidad con el concepto de Democracia de Aristóteles que, en cambio, nos propone una teoría de las formas de gobierno basada en una clasificación que toma como referencia si el gobierno procura el interés común o busca su propio interés. Cada una de estas clases se divide a su vez en tres formas de gobierno, o tres tipos de constitución: las buenas constituciones y las malas o desviadas. Las consideradas buenas formas de gobierno son la Monarquía, la Aristocracia y la Democracia (Politeia); las consideradas malas, y que representan la degeneración de aquellas son la Tiranía, la Oligarquía y la Democracia extrema o Demagogia. Dentro de las buenas, la Democracia moderada o "Politeia" es considerada por Aristóteles la mejor forma de gobierno, que le hace rechazar, o considerar inferiores, las otras formas buenas de gobierno es su inadecuación al tipo de sociedad que imagina, considerándolas adecuadas para sociedades o menos complejas y más rurales o tradicionales; pero también el peligro de su degeneración en Tiranía u Oligarquía, lo que representaría un grave daño para los intereses comunes de los ciudadanos.En Baumgarten por tanto conviven el riesgo Aristotélico detectado ante la degeneración de la democracia en oligarquía, y el mejor gobierno Platónico posible, el de la Aristocracia iluminada. Es a partir de este esquema ideal, donde él comienza el proceso de crítica, comprensión y explicación, utilizando como herramienta a la religión.La historia del siglo XIX es la de la superación definitiva del Antiguo Régimen. La España antigua del despotismo pertenece definitivamente al pasado a pesar de la resistencia que oponen los carlistas y los más reaccionarios dentro del campo liberal. De alguna manera se afirma el principio de la representatividad y de la soberanía popular; en la economía, gracias a la desamortización; el mercado nacional se uniformiza a consecuencia de la supresión de aduanas y de la unificación de impuestos; el bienestar general de la población crece con el desarrollo de la industria y del comercio. Todo esto se hace realidad, independientemente de si los acontecimientos particulares fueron o no producto de la falta de visión o de las pasiones de algunos individuos. Lo que Baumgarten echa de menos en el proceso revolucionario español es la influencia moderadora de la moral burguesa, es decir, del amor por el conocimiento positivo, de la laboriosidad, de la honradez, del valor de la familia, etc. Señala que el catolicismo no favoreció una ética familiar, lo mismo que tampoco dispuso de un concepto positivo del trabajo en el contexto económico, ni fomentó el sentimiento de unidad del Estado nacional como lo hizo el protestantismo en Holanda y en Inglaterra (interesante visión luego retomada por su sobrino en La ética protestante y el espíritu del capitalismo). Mientras España no incorpore, pues, a su espíritu nacional elementos de la moral protestante no cristalizará el nuevo Estado, esta es pues la tesis que Baumgarten sostiene en un artículo dedicado especialmente a la cuestión religiosa en España. El catolicismo, tanto en la ciencia como en la política, se opone a toda novedad. El enfrentamiento entre las confesiones católicas y protestante no tiene lugar en el campo de la teología, sino en el de la política, y esto dentro de la discusión de si un liberalismo consecuente, como lo exigen los protestantes, puede servir de dique al movimiento revolucionario y al enfrentamiento de clases que se avecina. La mirada de Baumgarten ve a una España dominada desde sus orígenes como Estado, por la Iglesia y por una monarquía aliada, instrumental. De tal manera que el único camino para lograr su incorporación a la civilización europea consiste en el abandono de lo que llama la tradición de la monarquía católica, liberándose de un

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embrutecido clero y de unos gobernantes absolutos, creando así las circunstancias adecuadas para el desarrollo del individuo ético burgués. Este gobierno absoluto de la Edad de Oro, tiene su continuador en las prácticas caciquiles a mi entender, signo de la modernización tardía a la que hacía alusión Baumgarten. El impedimento del liberalismo consiste en que la tradición de la monarquía católica se había encarnado hasta tal punto en el natural de los españoles (modos de actuar, de hacer, ética, ascesis), alentando sus inclinaciones mas insanas, que los ha hecho en principio incapaces de juicio ético, sentido del deber, razón y tolerancia, apelando en los momentos de radicalismo y reacción política a todo un arsenal de violencia, fanatismo, inconstancia y superstición. La instauración de una monarquía constitucional para Baumgarten (Aristocracia Platónica) es la mejor de las existentes, pero necesita contar con un pueblo con existencia de fundamento ético-cultural y con una dinastía dedicada y capaz. España carece de lo primero y no tanto de lo segundo para Baumgarten, asumiendo una polémica que hizo furor tras 1870, la de la inferioridad de los pueblos latinos, afirmando en última instancia que en el fondo, la cuestión del futuro español es también el futuro de toda la familia latina, un futuro que depende de la medida en que el catolicismo sea capaz de conciliarse con el mundo moderno. Por ello el sostiene que lo sucedido en España en el siglo XIX afectará no solo a Europa, sino también a América.2

CATOLICISMO Y CACIQUISMO EN LA AMERICA LATINA DEL S.XIX:El matrimonio del Catolicismo con la política española, lejos de promover valores democráticos, y una religión dirigida por una pluralidad de personas, concentró el enfoque religioso en pocas personas. Tanto los gobernantes como la iglesia Católica alimentaban el caciquismo y el clericalismo. Enseñaban que este orden jerárquico era el orden de Dios (Amo=Señor=>Esclavo=Siervo). Promovían la idea de que los que estaban en el pináculo (los políticos o los clérigos), ocupaban ese lugar para el bien de la sociedad. La Iglesia enseñaba que toda verdad y toda gracia reposaban en ella, y que el individuo no tenía nada que aportar, sino debía llegar a la Iglesia para conseguir gracia. Las masas no formaban la Iglesia, sino debían acudir a ella. Durante siglos las sociedades latinas han sido condicionadas a seguir pasivamente a los líderes Católicos, y es bien sabido el poder y la autoridad que manejaban cualquier sacerdote de rango más bajo en el pueblo más remoto. Prácticamente tenía la última palabra en cualquier asunto.Por esto el acierto de Baumgarten es notable, ya que la influencia católica y caciquil en Hispano América, pareciera un calco de lo sucedido en la España de la Restauración.Veamos unos casos ilustrativos:Como nota de color, partimos de lo literario, en "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez se vislumbra el dominio de Macondo por Arcadio Buendía, siendo este gran libro el mas fiel correlato latinoamericano del caciquismo de los Brull en “Entre Naranjos”.Por otro lado autores de principios de siglo como Joaquín Costa y su “Oligarquía y Caciquismo”, tuvieron su correlato también en Perú por ejemplo, con José Carlos Mariátegui, con su libro “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana” en su referencia al gamonalismo como elemento caciquil en un país con un complejo entramado de elementos provenientes de la herencia colonial, apenas modificados superficialmente desde mediados del siglo XIX, y los nuevos elementos que con la implantación dominante del capital monopolista, de control imperialista, van produciendo una reconfiguración de las bases económicas, sociales y políticas, de la estructura de la sociedad peruana.3

El clientelismo como práctica política surge en América Latina durante la conformación de los Estados nacionales de tipo oligárquico, los cuales se caracterizaron por su estrecha base social y exclusión de las mayorías. Gracias a esto, el clientelismo encuentra su espacio y se desarrolla, sobre todo, en zonas aisladas, donde la presencia de este Estado en gestación es mínima o aún nula. En estos lugares olvidados y marginados por toda política pública, la función social es llevada a cabo por los grandes latifundistas, patrones que satisfacen las necesidades de sus “clientes” a cambio de alguna retribución en otro ámbito, ya sea trabajo, apoyo político y/o servicios personales. Los clientes, por su parte, ven en el patrón una figura confiable que los defiende y se preocupa por ellos (paternalismo); debido a esto le obedecen con complacencia, en el peor de los casos con apatía, casi nunca a disgusto. Toda relación de explotación y dominación queda así encubierta por los lazos de “amistad” o parentesco real o ritual que el patrón establece con sus clientes. Esto torna imposible el cambio, pues los clientes no pueden tomar conciencia de clase, ya que la “amistad” y la “familiaridad” pareciera impedir que surja el conflicto capital-trabajo, casi emparentado con una suerte de violación al estatuto familiar, donde psicológicamente la lealtad juega un papel casi edípico, donde la toma de conciencia a partir del conflicto latente en tal relación, es vista por ambos, casi como una violación incestuosa y profundamente insana. Lealtades

2 Razón de Historia: Estudios de Historiografía, Juan José Carreras Ares, Carlos Forcadell. Pp90-953 Mariategui Jose Carlos - Siete Ensayos de Interpretacion de La Realidad Peruana. Bibl. Ayacucho. p10.

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mutuas violadas, justo allí donde hay una relación de afinidad casi familiar…y como corolario ideal, una acentuación exagerada de la familia y de la pulcra obediencia sumisa gestada por el ideario católico. Se da así un tipo de solidaridad vertical que no permite la transformación de la sociedad, pues los intereses de clase quedan ocultos. Más aún, la constante pugna entre los diferentes anillos clientelares refuerza los lazos internos y establece una situación de equilibrio.Apelando a la lealtad -un elemento de la dominación de tipo tradicional-carismática en términos weberianos utilizado estratégicamente por los patrones- se puede generar consenso sin establecer coerción. Y en esto es de notar la gran diferencia entre la violencia generada en la Latinoamérica católica y el modelo clientelar de los países protestantes centrales, donde los casos de intimidación violenta, son menos numerosos en el senos de sus propias comunidades, no así hacia la periferia o fuera de sus fronteras nacionales.Es por ello que el clientelismo decae con la democratización de la política y la consecuente aparición –invocando nuevamente a Weber- de la dominación de tipo racional-burocrática que torna obsoleta estas prácticas y su consecuente reformulación. Quizás es por ello entendible como en una sociedad caciquil y clientelar, la explotación capitalista es mas fácil de realizar, y por medio de Dictaduras, se debilitó sistemáticamente la democratización política de estos países, para aumentar la rentabilidad explotadora de esta periferia, en el marco de políticas-militares de los países capitalistas centrales, implementadas a finales del s.XX, como fue la sangrienta Doctrina de Seguridad Nacional de EEUU, impuesta a todos los países del cono sur, con el fin de atrasar esta democratización y hacer visible, las contradicciones del modelo neoliberal.Esto puede ser una tesis para entender porque mas allá del régimen político Parlamentario, Constitucional, Monárquico o Independentista, la desmotivación del pueblo oprimido, sea ejercido a nivel local por un señor feudal, un clero inquisidor, un cacique, es moneda común en todos los pueblos hispanos y católicos, hasta entrado el siglo XX, y en gran parte producido por las manifestaciones de la religión católica en gran parte de la ciudadanía, que alentaba la intensa desmovilización política de la región, puesta de manifiesto en el elevado grado de abstencionismo sino también en la fidelidad al poder. Veamos el caso de Perú y el desarrollo de lo que se llamó “Gamonalismo”, estructura feudal heredada de los tiempos coloniales.4 En Perú la costa es moderna, de influencia española y mantiene un constante contacto con el exterior; mientras que la sierra es tierra feudal, atrasada, exclusivamente agrícola y de población aborigen. Debido a la mentalidad de los latifundistas, encontramos que tanto las áreas mineras como las de mayor perspectiva económica del país fueron abandonadas a la explotación de capitales extranjeros, mientras que ellos buscaban tan sólo mantener el monopolio de sus tierras y operaban como simples intermediarios para con los primeros. Los clientes, en su gran mayoría indígenas despojados de sus tierras, paupérrimos e ignorantes, eran apropiados por los latifundistas para el cultivo de sus haciendas. Dentro de ellas, el poder de los gamonales se legitimaba a través del paternalismo. “El y su gente conformaban una especie de gran familia donde podía ejercer, sin vacilación alguna, su autoridad y su despótica ternura paternal”.5

Respetuoso acérrimo de las costumbres, este patrón vivía con sus colonos aborígenes, compartía su cultura y rituales, formando parte de la comunidad. Además, su figura poseía un carácter mágico, lo que también constituía parte de la legitimidad de su dominación. En nombre del más ortodoxo tradicionalismo por las relaciones afectivas que mantenía con sus colonos, el gamonal perpetuaba su poder basándose más en el consenso que en la violencia, pues los aborígenes lo consideraban como uno de ellos y le brindaban su apoyo. Esto, sumado a otras prácticas menos nobles llevadas a cabo por los gamonales para el mantenimiento del orden vigente, tales como el cultivo del alcoholismo en los colonos y su rechazo a la educación, aumentando la imposibilidad de un cambio estructural.Estas prácticas, más violentas que las vistas en España, tenían su causa, entre otras, en la ineficacia relativa de la religión para cristianizar en la obediencia a Negros e Indígenas. Según Mariátegui, en el terreno de la razón y la moral, se situaba hace siglos, con mayor energía, o al menos mayor autoridad, la acción religiosa. La suerte de los indios no varió sustancialmente. 6 El poder de los terratenientes, en la lucha por aquéllas mejores tierras productivas, ha llegado hasta el extremo de eliminar al poseedor indígena por la violencia o masacrándolo, sin intercambio alguno de empréstitos, regalos o amedrentamiento, por tanto yendo directamente al fusil, sin reparar primero en la cruz.El catolicismo, por su liturgia suntuosa, por su culto patético, estaba dotado de una aptitud tal vez única para cautivar a una población que no podía elevarse súbitamente a una religiosidad espiritual y abstractista. La evangelización, la catequización, nunca llegaron a consumarse en su sentido profundo, por esta misma falta de resistencia indígena, cuando este pueblo que creía que el dominio político comprendía el dominio eclesiástico. Los misioneros no impusieron el Evangelio; impusieron el culto, la liturgia, adecuándolos sagazmente a las costumbres indígenas. El paganismo aborigen subsistió bajo el culto católico.

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5 Burga, M y Flores Galindo, A, “El consenso y la violencia”, en Falleti, T. Giordano, V. y Rodríguez, G. (comps.), Clientes y Clientelismo en América Latina, Bs As, 1997, pág. 24.6 Mariategui Jose Carlos - Siete Ensayos de Interpretacion de La Realidad Peruana. Bibl. Ayacucho. p159.

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La pasividad con que los indios se dejaron catequizar, sin comprender el catecismo, enflaqueció espiritualmente al catolicismo en el Perú, mientras que el esclavo negro prestó al culto católico su sensualismo fetichista, su oscura superstición.En resumen si el suntuoso culto y la majestuosa liturgia disponían de un singular poder de sugestión para imponerse al paganismo indígena, el catolicismo español, como concepción de la vida y disciplina del espíritu, carecía de aptitud para crear en sus colonias elementos de trabajo y de riqueza. Es por tal motivo que el catolicismo no fue un elemento tan primordial en el caciquismo Peruano como en el español, y al no serlo, la herramienta en su reemplazo fue la mayor coacción y coerción en Perú que en España, aunque persistiera en este último territorio, un recalcitrante medievalismo que lentificaba su transformación capitalista.Para Mariátegui, la experiencia de Occidente revela la solidaridad entre capitalismo y protestantismo. El protestantismo aparece en la historia, como la levadura espiritual del proceso capitalista. La reforma protestante contenía la esencia, el germen del Estado liberal. El protestantismo y el liberalismo correspondieron, como corriente religiosa y tendencia política respectivamente, al desarrollo de los factores de la economía capitalista. El capitalismo y el industrialismo no han fructificado en ninguna parte como en los pueblos protestantes. La economía capitalista ha llegado a su plenitud sólo en Inglaterra, Estados Unidos y Alemania. Y, dentro de estos Estados, los pueblos de confesión católica han conservado instintivamente gustos y hábitos rurales y medioevales. (Baviera católica es también campesina). Y en cuanto a los estados católicos, ninguno ha alcanzado un grado superior de industrialización. Francia e Italia, son en la época, más agrarios que Industriales. España, el país más clausurado en su tradición católica, que arrojó de su suelo al judío y al musulmán, presenta la más retrasada y anémica estructura capitalista de la Europa de la época. 7 En este diagnóstico Mariátegui coincide con Baumgarten.Pasamos ahora a otro caso, el del caciquismo Mexicano. Mientras el gamonal peruano se identificaba con un jefe rural, duro y caudillesco que basaba su legitimidad en el paternalismo, la violencia y no tanto en el disciplinamiento religioso; “el cacique mexicano es un intermediario que hace uso de de su posición estructural para establecer un dominio sobre la región, maniobrando, con poder e influencia en dos esferas simultáneamente.”8 Esto quiere decir que el cacique opera principalmente como negociante entre su comunidad y el poder supralocal. Esta tarea lo sitúa en medio de dos culturas políticas, por lo que debe mostrarle a ambas partes la conveniencia de su mediación.Con su gente se relaciona a través de lazos personales, de amistad y patronazgo. Es considerado en tanto organizador y unificador de la comunidad. No obstante, cuando no logra mantenerse en el poder mediante el consenso, puede apelar a la violencia. El cacique es, a su vez, cliente de miembros superiores del gobierno, relación que le primero aprovecha para aumentar su prestigio; así como intenta, al mismo tiempo, sacar tajada de cualquier negocio que caiga en sus manos. En tanto opera como bisagra entre los distintos grupos (y se beneficia con ello), busca a toda costa monopolizar la relación entre ambos y mantener la necesidad de su intermediación. En esto se equipara con lo analizado por J.A. Piqueras Arenas respecto a “Entre Naranjos”, cuando afirma que se puede retratar la importancia del funcionamiento del caciquismo tanto desde arriba de la estructura como desde abajo, acentuando el rol de intermediario gubernamental, del asistencialista, pero desde un ángulo negativo respecto a la justicia social y a la equitativa distribución de la riqueza estatal.Los caciques en México en realidad no toman el lugar del Estado, sino que dependen de él para satisfacer las demandas de su gente. Se ve así manifestado, en estos dos casos, la capacidad de los patrones de prolongar su dominación recurriendo a la alianza con sus subalternos, quienes, viendo satisfechos sus reclamos, justifican su poder y responden a su autoridad con conformidad. Este modelo de caciquismo es más similar al caso Español. En México los católicos mestizos desarrollaron una visión del mundo a partir de reelaborar ideologías de dominación y supremacía racial en el período colonial e independentista. Durante el período posrevolucionario, después del proceso de expropiación de las haciendas se transformaron en intermediarios de poder del Estado con los indígenas generando estructuras de dominio caciquil, a partir de los setentas se inicia en México un proceso de relativización del poder caciquil y comienzan a impulsarse políticas de cooptación política de lideres indígenas y mas adelante son francamente cuestionados por los indígenas de la Iglesia Autóctona. Imbuidos de ideologías racistas y segregacionistas pesan dentro de la Iglesia Católica impulsando políticas pastorales aculturadoras y asimilacionistas, después del Concilio Vaticano II, en términos formales habrían quedado sin respaldo doctrinal, mas allá de la secularización propia de la modernización, sin embargo tienen un fuerte peso institucional por sus capacidades económicas y sus relaciones políticas.9

7 Mariategui Jose Carlos - Siete Ensayos de Interpretacion de La Realidad Peruana. Bibl. Ayacucho. p274.

8 Salmerón CAtro, F., “Caciques. Una revisión teórica sobre el control político local, , en Falleti, Giordano, V. y Rodríguez, G. (comps.) pp.35-36.

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En el siglo XIX después de haber consumado su Independencia, México había dejado atrás sus fisonomías indígena y colonial; el nuevo México, que en el siglo XIX vivió un período de luchas intestinas, dos invasiones extranjeras (la francesa y la norteamericana) y una guerra civil que terminó con el triunfo de los liberales y el gobierno de Juárez. Éste implantó las Leyes de Reforma, las cuales negaban tanto el pasado indígena como el catolicismo colonial al promover la disolución de las asociaciones religiosas y la propiedad comunal indígena; proponían la separación de la Iglesia y el Estado; la desamortización de los bienes eclesiásticos y la libertad de enseñanza. Juárez quería fundar una nueva sociedad sustituyendo la tradición del catolicismo por una afirmación igualmente universal: la libertad e igualdad de todos los hombres ante la ley. Pero para los indígenas, que habían sido despojados de sus tierras, de su religión y de su cultura originaria, el catolicismo había sido un refugio, un consuelo y una vía de expresión y el liberalismo, al no ser más que una ideología, no consolaba ni ofrecía un punto de salida. Mientras el catolicismo fue la base de la cultura colonial, la igualdad y libertad fueron para los indígenas ideas vacías de contenido y así la Reforma fundó a México sobre una idea general del hombre y no sobre su situación real, y al sacrificar la realidad a las palabras se entregó el país a la voracidad de los más fuertes. El poder sería de quien lo tomase y Porfirio Díaz, en nombre de la ideología liberal, subió al poder e implantó una dictadura que duró 30 años.10

La misión de las oligarquías liberales de fines del siglo XIX, luego de haber triunfado sobre los conservadores, fue supeditar el fenómeno de las masas anárquicas. Se alcanzó así el establecimiento de un Estado fuerte de corte autoritario, un cacicato, cuyo origen se encuentra, una vez más, en una pereza colectiva. En el humanismo cristiano, se sugiere que la superioridad humana sólo puede darse en términos tales que no afecte la esencia del ser humano; habla entonces de superioridades morales, considerando a las multitudes anónimas, vulgares y mediocres que pueblan las ciudades, como la amenaza de la civilización. El valor de esta forma política reside en la opción que de que las personas de mayor inteligencia o de mayor mérito moral guíen a la sociedad, en una clara estrategia oligárquica y con actores ya conocidos como caciques.11

Resumiendo, las características propias de cada caso, España, Perú o México, todas ellas permiten abordar el estudio del clientelismo según las particularidades de cada región (mayor o menor incidencia de la religión en la cultura local, mas o menos actos de violencia intimidatoria por parte del cacique, etc) y como estas fueron determinando la estructura y el funcionamiento de las prácticas clientelísticas. Mas allá de esto, vemos como existe estructuralmente un mismo problema filosófico, un hilo conductor que podríamos delinear como perenne y universal en todas las formas de caciquismo, que es la dialéctica Hegeliana del amo y el esclavo , mas el conflicto capital-trabajo de Marx. En algunos casos donde la violencia es mitigada por la obediente sumisión de la religión católica, en mayor o menor grado, encontramos también elementos psicoanalíticos de relevancia, que se inscriben en la microfísica del poder.

MOTIVOS SOCIALES Y POLITICOS DEL ATRASO ESPAÑOL:Para conectar este origen de la desmotivación participativa con el caciquismo, apelamos a Joaquín Costa para iluminar el cuadro y contexto político. Las consecuencias de este proceso de Restauración, origina el movimiento regeneracionista que es una línea ideológica que se dio en España a partir de la crisis del 98. Expresa la situación de atraso y decadencia española y culpa al sistema imperante. El nuevo regeneracionismo cultural, en parte también político, tiene su líder en Joaquín Costa, que influyó fuertemente sobre esta generación. En lo político influyó en Maura y Canalejas (partido conservador y liberal), que siguieron lo que se llamó la “vía dinástica”; otros tomaron la “vía republicana”; un tercer grupo fueron los nacionalistas, proponiendo una estructura federal para España; y por último la “vía militar”, el “cirujano de hierro” que en Miguel Primo de Rivera con su dictadura, se plasmo en una vía para cumplir con esta última opción regeneracionista.En este contexto partidario y político, los actores tipificados en cuestión eran, por un lado los mencionados caciques, personajes importantes localmente, en lo social y económico, que jerarquizados, se distribuyen a nivel nacional; por otro lado están los oligarcas, políticos profesionales de la nación que necesitan del cacique para lograr sus fines. Los oligarcas residen en el centro de la Nación, Madrid, sede de la Monarquía, de las Cortes, sede principal de los dos partidos dinásticos.El funcionamiento de este sistema se apoya tanto en los oligarcas como en los caciques. El Gobernador Civil de cada provincia, en cuanto representante e instrumento del Gobierno central en ella, sirve de nexo entre oligarcas y caciques, organiza las elecciones y decide su resultado. Los oligarcas, agrupados en partidos que les representan en las Cortes, se reparten regionalmente la nación en áreas de influencia política y por ello, según Costa, ni los partidos ni las Cortes representan al país y la nación no

9 Elio Masferrer Kan. Red iberoamericana por las libertades laicas. Las tendencias internas de las Iglesias frente al Estado mexicano. ENAH-INAH México. p4.10 Sigal, Silvia. Historia de la cultura y del arte. Mexico en los Siglos XIX y XX. pp. 215-22111 Marco Urdapilleta. Entre el Conservadurismo y el Liberalismo: Rodó y Bunge en torno al hombre latinoamericano.UAEM. Cifra Nueva, Trujillo, 7, Enero-Junio 98. p7

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es libre ni soberana por estar prisionera de un régimen oligárquico y caciquil servido por instituciones aparentemente constitucionales y parlamentarias. En el sistema político, los intereses de los electores quedan subordinados a los de los que fraudulentamente han sido elegidos. Unos, abusando de su autoridad, y otros, aprovechándose de su posición y de sus riquezas, son los corruptores de un régimen que, falsamente representativo (no por incapacidad sino por conveniencia), ignora la voluntad de los que dice representar. Así, tras sufragios fraudulentos, se reparten y adueñan de todas las instituciones administrativas y de gobierno para actuar a través de ellas en beneficio propio.En España entonces coexisten dos realidades diferentes: una ficticia o aparente de monarquía parlamentaria, constitución y elecciones, otra real, ligada al caciquismo oligárquico.Costa, por defender el régimen parlamentario condena su perversión oligárquica, considerando que este sistema corrupto compromete la unidad de la nación y fomenta la autonomía y sectarismo político-territorial, perpetuando estancamente estas divisiones identitarias, en lugar de transformarlas simbólicamente y culturalmente como en otros estados nación de la misma época, con rasgos menos caciquiles. Los españoles comparativamente, con su secular atraso cultural, social y económico eran los menos aptos para tal transformación, modernización y unión nacional.Respecto al atraso español, hay una coincidencia en el diagnóstico con Baumgarten, siendo este, también el punto de partida que adopta (nuestro profesor de la UJI) W. Bernecker para afirmar que estos problemas centrales, zonas de conflicto y déficits estructurales, han afectado el desarrollo del país y que tras el fracaso de la vía democrática de la revolución burguesa, se ha desembocado en una crisis que incluso llevó a la larga dictadura franquista, muchos años después.12

Para reflexionar sobre la actualidad entonces, de tales confluencias de la oligarquía y de un pueblo desmotivado, sin participación política, podemos citar nuevamente a Costa en una faceta más política que religiosa, cuando afirma que si el pueblo no tiene voluntad, carece de sentido plantearse el que las elecciones la reflejen. El régimen parlamentario existente funciona sin necesidad de elecciones ni de electores, es un "gobierno parlamentario sin electores". En él las mayorías y minorías son manipulaciones del partido gobernante. La representación es inexistente de facto, los diputados representan a las diversas facciones dentro de la oligarquía (por ello el consenso es fácil entre todos los oligarcas o caciques).La solución es el régimen constitucional de separación de poderes del Estado ya que en el régimen oligárquico no existe una ciudadanía madura moral y políticamente. Costa finalmente sostiene la inevitabilidad de la europeización de España, algo similar a lo recomendado por Baumgarten. España debe adaptarse a la situación real que le circunda para no ser absorbida por las grandes potencias, al tiempo que debe asociarse a ellas en lo referido a la modernización. La europeización puede llegar para Costas, por la colonización económica de España por las grandes potencias europeas (situación que se evidencia luego de cien años tras la incorporación de España a la UE, condicionando su autonomía financiera y económica, tras la perdida de soberanía sobre el tipo de cambio de su moneda, al adherir al Euro, entre otros sometimientos) o porque España se modernice sin dejar de ser España. Interesante reflexión sobre la soberanía española, para analizarla incluso en el presente, en un estado secularizado pero con una ética católica persistente, con estadísticas que indican una participación popular en la política sigue siendo muy baja, desempleo estructural, sindicatos no representativos de la voluntad obrera, estudiantil ni intelectual, con un bipartidismo estanco y rancio, con una educación libre pero privatizada, inmiscuido en una profunda crisis económica liberal, con graves impedimentos en la exportación de sus manufacturas, sin una política de obra pública y de consumo que le permita salir de la crisis por aumento de la demanda interna, por sus ajustes estructurales recesivos para mantener un déficit fiscal al mínimo, como recomiendan los organismos internacionales de crédito, a las cuales adscribe en tanto receta política y económica única, principalmente impuesta desde otros estados acreedores, mucho mas poderosos como Alemania, Francia, Inglaterra y EEUU, y finalmente, volviendo a lo micro, con un corrupto caciquismo que preexiste aggiornado a las circunstancias en la vida cotidiana de las diversas regiones autonómicas.

LEY FERREA DE LA OLIGARQUIA Y FILOSOFIA DEL CACIQUISMO:Robert Michels, discípulo de max Weber realiza un estudio sociológico de la emergencia del liderazgo, la psicología del poder y las tendencias oligárquicas inevitables de cualquier organización, sostiene que hay una ley de hierro que lleva de manera automática al establecimiento de una oligarquía dirigente en toda organización, cuyos intereses acaban predominando frente a los objetivos que la organización defiende y a los deseos de sus participantes. Michels recoge de Weber la idea de que la sociedad contemporánea es la sociedad de las organizaciones, por lo que los grandes conglomerados humanos necesitan de una determinada estructura organizativa para poder actuar en todas las esferas de la vida pública, política o social. Michels sostiene que la masa tiene una necesidad psíquica y moral de ser conducida por una minoría, compartiendo así las tesis del elitismo político clásico de Vilfredo Pareto y Gaetano Mosca respecto a la imposibilidad de la democracia, y a

12 Historia Social de España en los siglos XIX y XX. Del Antiguo Regimen hasta la monarquía parlamentaria. Walter Bernecker. Suhrkamp - Ulrich Wehler

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postular finalmente la existencia de una única ley de evolución de las sociedades contemporáneas, sustentada en una visión cíclica y pesimista del hombre y de la historia.13

Ello obedece a dos tipos de causas: unas, psicológicas y otras, técnicas. Entre las causas psicológicas de las masas, este afirma que son "constitucionalmente incapaces de gobernarse" y que adolecen de una inmadurez objetiva y de una incurable incompetencia. La masa necesita contar con líderes en los que apoyarse y anhela reconocer su superioridad. Por ello, la dominación de los líderes no es algo impuesto a las masas, sino que existe un alto grado de aceptación e incluso de necesidad por parte de éstas, lo que planteará considerables problemas para su recambio. Aquí podemos entender un poco mas cierta tendencia de los pueblos como el Español, profundamente católico, en la tendencia psicológica a la tutela por el Amo-Señor, sea este un Cristo o un Cacique, funcionalmente con similares condicionamientos a la luz de lo que Hegel esboza en la Fenomenología del Espíritu sobre la dialéctica del amo y el esclavo. Ahí se nos viene a decir, entre otras cosas, que la relación entre ambos no es sólo la de sometimiento, sino también la de reconocimiento. Una breve ilustración podría ser esta: el amo es tal porque el esclavo lo reconoce como amo, sea por razón de su status, de su valía personal o de cualquier otro atributo, y el esclavo se convierte en esclavo desde el momento en el que el amo le asigna el papel de esclavo, lo reconoce como tal porque lo necesita y le trata como esclavo. El amo necesita del esclavo, y en esta necesidad pierde su independencia, y el esclavo, al ser puesto por el mismo amo como esencial, pierde su condición de "prescindible", quedando como lo más necesario, para que el amo se considere tal. Este reconocimiento mutuo es por tanto, también inverso, entonces el amo que depende del trabajo del esclavo termina siendo esclavo del esclavo y el esclavo es en cierto modo el amo del amo. Esta dialéctica no es circunstancial sino universal, es el preciso desarrollo de la conciencia humana en el proceso de conocer el mundo de las cosas, a si misma y a los otros sujetos de conciencia.14 La importancia de este reconocimiento aparece por tanto, en muchos grupos de trabajo en los que las relaciones no son simétricas. Como más adelante lo hará uno de los fundadores de la prestigiosa Escuela de Frankfurt, T.W. Adorno, el grupo desea ser gobernado por una fuerza ilimitada, siente una pasión extrema por la autoridad; en expresión de Le Bon, tiene sed de obediencia. El padre primordial es el ideal del grupo y éste gobierna el ego en sustitución del ideal del ego.15

Ahora bien, en cuanto a legitimidad de esta paternidad, y a la autoridad que emana de esta, es necesario apelar a Weber y a su concepto de Carisma.El diagnostico o punto de partida es similar, Michels parece compartir la contundente y pesimista tesis de la “jaula de hierro” (termino que popularizo Talcott Parsons refiriéndose al original de Weber: ‘férreo cofre”) de su profesor Max Weber , que afirmaba que la era del capitalismo victorioso había encerrado al ser humano en esta jaula asfixiante, simbolizando así nuestra fragilidad ante el inmenso y anónimo poder económico que nos rodea y por otro lado su carácter mecánico, carente de sustento espiritual y sometido ineluctablemente a la racionalización de la existencia.16 El proceso de “nacionalización” de la existencia en Weber habilita las condiciones mayores o menores de posibilidad de que exista esta tendencia a la oligarquización de las organizaciones, sean estas grandes y estatales, o pequeñas. La jaula es “de hierro” ya que las fuerzas constructoras son la ciencia moderna, el liberalismo, el capitalismo, la burocratización y el “nuevo hombre” forma parte de un colectivo mecanizado y empujado por arrolladores procesos técnicos y organizativos, como los que se siguen reproduciendo en el S.XIX en España. Sus triunfos son tan importantes y avasalladores que se han convertido en realidades irreversibles, pero paradójicamente son triunfos que se presentan vacíos de “valores espirituales y culturales”, ya que son acciones humanas en respuesta al apremio económico o a “pasiones puramente mundanas” en lugar de estar impulsados por ideales religiosos, éticos y políticos.17

Quizás en esto se pueda justificar el pasaje de un Personaje superior como el Amo-Señor feudal-Clero, a uno mas secularizado como el Cacique o el Político carismático. Siguiendo a Weber, podríamos suponer que la ética que se secularizo en la praxis caciquil, en el caso Español, fue la católica y que de cierta forma, como vimos en Baumgarten, permitió estas prácticas diferidas a las Protestantes, estén mas próxima a tipificaciones de sumisión y atraso económico.

13 Rafael Caparrós Valderrama. Robert Michels y las teorias elitista competitivas de la democracia.Revista Entelequia. 2008.pp2-314 Hegel. Fenomenología del Espiritu. FCE, 1966. Capítulo IV, "La verdad de la certeza de sí mismo".15 T.W.Adorno, The Culture Industry: Selected Esssays on Mass Culture, Routledge, 1991, pág.89.16 Max Weber, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism (London & New York: Routledge,1992), pp. 181-183. 17 Weber, The Protestant Ethic..., p. 182

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En esto podemos profundizar más aún, sobre el condicionamiento del pueblo español, mayoritariamente agrario del s.XIX, al cacicato, en un sentido no solo histórico, sino filosófico y psicológico, basados en la obra de León Rozitchner18 que extiende y particulariza en el cristianismo, el concepto marxista de desmotivación política por causa de la miseria religiosa como opio del pueblo. El propone una tesis, una pregunta, de porque las experiencias revolucionaras llamadas socialistas, antagónicas a las determinaciones antropológicas, económicas y sociales que se producen bajo el sistema capitalista, han terminado fracasando en su intento de construir un nuevo hombre, una nueva sociedad, nuevas formas de relaciones sociales, donde no hay clases, explotados ni explotadores; y lo argumenta porque esa acción política, no alcanzaba el núcleo duro donde reside el lugar mas tenaz de sometimiento.Según León, para que haya un sistema donde paulatinamente todas las cualidades humanas, hasta las más personalizadas, adquieran un precio-valor cuantitativo como “mercancía”, forma generalizada en la valorización de todo lo existente, fue necesario previamente producir hombres adecuados al sistema en un nivel diferente al de la mera economía. La tecnología cristiana, organizadora de la mente y del alma humana, antecede a la tecnología capitalista de los medios de producción y la prepara. La ley cristiana disciplina en el cuerpo la sustancia sensible, el goce, imponiendo la sustracción del plus gozar, habilitando así la extracción de plus valor. Este sistema religioso con su culto al hombre abstracto, posibilita el surgimiento del trabajo indiferenciado, motor de la producción de mercancías, sacrificando obedientemente el cuerpo a la plusvalía, al modo de acumulación y sometimiento capitalista, para obtener la gracia divina de la vida eterna del espíritu, en el pandemónium sicótico del reino de los cielos, mediante el cotidiano aniquilamiento radical del goce sensible de la vida, operación que permite inocular el terror cuantitativo en los cuerpos, meros restos, basura desechable del espíritu, verdadera alma mater de la escena, volviéndolos así, aptos para la explotación y sometimiento. Rozitchner le va a atribuir a la cosmogonía cristiana, a esta Santa Trinidad sin la más mínima objetivación de carne, la innovación psíquica en la construcción histórica de la subjetividad, habilitando el aniquilamiento radical del goce sensible de la vida. Esto se basa en una especie de determinismo patriarcal freudiano, donde el proceso de identificación que aspira a conformar el propio yo análogamente al otro, tomado como modelo, ya está atado de antemano con el ideal del padre. El niño quiere ser como su padre, siempre, quiso ser como su padre, nunca como la madre, a la cual solo quiere para gozar sexualmente, como mero valor de uso. El niño enfrenta al padre, que le cierra el camino, porque él también quiere ser la Ley, la única por cierto. La identificación, antes amigable, ahora hostil, estuvo desde siempre, como una especie de leyenda mitológica que nadie recuerda su origen pero que seguimos transmitiendo de generación en generación. El niño no quiere ser esclavo, quiere ser amo, como bien va aprendiendo de su cultura patriarcal, por eso se bate a duelo con su propio padre, que lo mata de forma canibalesca, porque en la fase oral el sujeto se incorporaba al objeto ansiado y estimado, comiéndoselo, y al hacerlo así lo destruye. Pero el amor que por otro lado también se le tiene al Padre hace que el niño le dé vida dentro suyo naciendo de este modo una nueva conciencia determinada por el súper-yo paterno, La Ley, y lo que aparece allí de algún modo es una nueva conciencia moral imponiendo un modo de ser con el otro y una forma de pensamiento, relegando la conciencia anterior, enlazada con la madre, unidad vivida y sentida. Esta es la intrincada lectura que extrae Rozitchner sobre la identificación en Freud, y como consecuencia de esto, cuando el niño le da muerte al padre y para luego volver a darle vida dentro suyo por culpa, éste retendrá la sumisión al padre y no podrá liberarse, ya mas de él. Esta ley Cristiana, ya no es más externa como en el Antiguo Testamento, donde los judíos circuncidan el pene del niño para insertar allí, un límite a todo el cuerpo que les prohíbe tomar a la madre como objeto sexual tras amenazando con castrarlo. El cristianismo en cambio hace su aporte innovador en las tecnologías de dominación: internaliza la Ley mediante la circuncisión del corazón, lo inmoviliza por culpa, lo desmotiva. Se peca incluso con el mero pensamiento sin siquiera llevar a cabo el acto. Entonces ahora, con la religión Cristiana, cada sujeto pasa a ser la Ley misma; es más, ya no hay más un “yo”, ahora solo hay Cosa, Cosa Cristiana que deviene en cosificación capitalista. Ya no hay más una ley exterior a cual se pueda desafiar y enfrentar para poder conquistar algún tipo de goce de liberación mediante la infracción subjetiva que se prolonga en el enfrentamiento colectivo y social contra las leyes opresoras. Vemos entonces una explicación, aquí en Rozitchner, como en la clasica dialéctica Hegeliana del amo y el esclavo, del origen de la sumisión, de una dominación que llevada a cabo por el Cacique, el Clero o por el moderno aparato burocrático-estatal, tiene por resultado la misma aniquilación de la subjetividad, de la democracia de sujetos.

18 La Cosa y la Cruz, Leon Rozitchner, Losada, bsas

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Rozitchner para entender los mecanismos de sumisión, le agrega algunos ingredientes mas, como desde lo religioso son la culpa y la resignación, y desde lo psicológico son la identificación con el Señor, la sumisión a este y la represión de las pulsiones liberadoras. Todas estas características parecen retratar y explicar las estructuras de dominación y explotación del caciquismo al pueblo de la España católica del SXIX.Es importante aclarar por último, respecto a la religión constructora de subjetividad de Rozitchner, que aunque no sea practicada masivamente o este en un proceso racionalizador de separación de la política, como dice Weber, persiste fuertemente en la sociedad española del S.XIX secularizada en la ética católica, tan criticada por Baumgarten.El individuo Weberiano, enjaulado en el aparato moderno burocrático-estatal que aparecerá en el siglo XX, se halla pues aislado y sólo; es un nuevo tipo de hombre que “considera que depende enteramente de sí mismo, en una terrible soledad, carente de todo poder mágico de salvación”.19 Weber estableció una relación causal entre el proceso de racionalización impulsado por la ciencia moderna, al estilo de la razón instrumental de Adorno y Horkheimer, y el consiguiente proceso de desencantamiento del mundo. La ciencia, afirma, ha derruido tradiciones y creencias religiosas, morales, y metafísicas, y ha insistido en la reducción de nuestro universo espiritual a términos racionalmente explicables, desnudando progresivamente de sentido nuestra existencia. Este mundo sin misterios y con efectos deshumanizantes como consecuencia de su desencantamiento, era rechazado por Weber ya que violentaba la necesidad (no racional y psicológicamente angustiante) que sentimos de hallarle un sentido superior a la existencia de un mundo irracional en la cual estamos inmersos, en formatos de sistemas racionalizados (formal y sustantivamente) de convicciones y creencias.Ante esta situación recomendaba practicar la ciencia como vocación para equilibrar la tensión permanente y agobiante de la burocracia capitalista que promovía la politica profesional como ordenadora del mundo. Esta solución era recomendada para no caer en “el abandono del intelecto” del irracionalismo como “salida” a esta situación, sea por medio de la adhesión a los mitos, al misterio, a lo religioso o a los valores morales “humanistas” que no se pueden sustentar científicamente.Para Weber la ciencia que ha racionalizado e intelectualizado y, sobre todo, desmitificado al mundo, provoco que los valores últimos y más sublimes hayan desaparecido de la vida. A pesar de ello esta ciencia no es que no tenga objeto alguno; sí lo tiene, y es el de enfrentarnos a este mismo destino con la educada capacidad y vocación para mirar de frente las realidades de la vida, soportarlas y estar a su altura.20

El desarrollo mismo de la racionalización, por tanto, depende de fuerzas que no son ellas mismas racionales; de ahí la importancia del carisma en el pensamiento de Weber: el carisma es una fuerza no-racional, ajena a toda regla; es un elemento revolucionario en la Historia.21, el refugio de la creatividad, la semilla de una posible salvación de lo más valioso en lo humano, y la posibilidad de “preservar un remanente de humanidad ajeno a la fragmentación del alma producida por el exclusivo dominio de la burocratización de la existencia”.22

Este carisma se aplica tanto al individuo político como al científico, como dice Wolin: “la ciencia es el carisma de un tiempo sin Dios y sin profetas”23, un carisma desplegado por personas con la necesaria vocación para soportar el hecho de que el mundo está desencantado, por personas capaces de enfrentarse descarnadamente a lo que Weber designó como “hechos incómodos” y que no tratan de escapar a la imperiosa necesidad de elegir.24

Ante la angustia del mundo desencantado, devenido en una creciente burocracia racional asfixiante, la acción politica no solo proviene de la organización racional sino también de posibles alternativas no-racionales al encierro, desplazando a lo religioso y mítico por una democracia carismática.Weber definió el “carisma” como “la cualidad particular de un individuo, en virtud de la cual su persona se coloca en una posición aparte de los hombres ordinarios, pues se le considera poseedor de características excepcionales. Con base a estas condiciones, el individuo en cuestión es tratado como un líder”.25

Weber analiza esta característica de la acción política en el SXX, pero es claramente atribuible a las relaciones de los caciques del SXIX, que sin renegar de la violencia, efectuaban procesos de identificación carismática con sus sometidos, logrando de estos la obediente correspondencia de considerarlos seres superiores, indispensables, extraordinarios, excepcionales, tutores; y lo lograban y mantenían gracias al dominio oligárquico.

19 Marianne Weber, Biografía de Max Weber, p. 33620 Weber, El Político y el Científico, pp. 17521 Véase, Giddens, pp. 67-6822 Arthur Mitzman, The Iron Cage. An Historical Interpretation of Max Weber (New York: Alfred A.Knopff, 1970) Palabras de Weber. p. 178 23 , Sheldon S. Wolin, “Max Weber. Legitimation, Method, and the Politics of Theory”, Political Theory, Vol. 9, # 3, 1981, pp. 41724 Weber, El Político y El Científico, pp. 215, 22225 Max Weber, On Charisma and Institution Building (Chicago: The University of Chicago Press, 1968), p. 48

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Weber enfatizó que el factor carismático tiene una naturaleza peculiar y no racional (cuasi afectivo-psicológico), que no permite su asimilación a los modelos de autoridad, legitimidad y dominación “racional-burocrático” o “tradicional” que fundamentan practicas de control rutinario y cotidiano de la acción social y se materializan en formas institucionales relativamente permanentes. La legitimidad del factor carismático, al contrario, surge de la creatividad personal, de la psicología del personaje, de su capacidad para dar respuestas, en determinado tiempo y circunstancias, a la cuestión del sentido de la acción, más allá de lo establecido y rutinario. El carisma irrumpe en la historia como fuerza creadora, dirigida a recuperar un margen de significado en medio del casi siempre avasallante predominio del desencanto del mundo. Sabemos del cacique que dentro de sus funciones, estaba la de dar respuesta a los problemas, a lo novedoso, y lo hacía mas allá de lo establecido muchas veces por la ley. Esto los estaba transformando en seres carismáticos que lograban lo que era casi imposible para un ser normal. Ellos se apropiaban del carisma de un parlamento no visible a los ojos de sus conciudadanos, en una suerte de carisma falseado sin pretensiones de salvar el resto de humanidad que quedaba en el mundo desencantado, pero carisma al fin.La identificación proto-carismática pues, con el cacique en el SXIX, con seguridad confluía en la necesidad no-racional del ciudadano, de salvación de lo más valioso en lo humano, que antes depositaba en la religión y ahora estaba en proceso de secularizado traspaso a los aparatos político-burocráticos.A diferencia de Marx donde el motor de la historia es la colectiva lucha de clases frente al conflicto “capital y trabajo”, para Weber el proceso histórico es concebido como el terreno de lucha entre la “innovación carismática” y la “racionalización burocrática”.26 La ciencia racional, la relación racional del hombre con la naturaleza y el Estado racional despojan la existencia individual de valores e ideales superiores y amenazan la civilización occidental con su osificación y parálisis. Si este dantesco panorama coincide con la visión marxista donde el capitalismo en su inevitable crisis, también aliena al hombre de la naturaleza, entonces podemos afirmar que como resultante de tal afinidad, el escenario decadente esta completo: el hombre se disocia de los valores e ideales superiores, del sentido de su existencia, de la naturaleza y de los demás hombres. Para Weber el antídoto contra este peligro y la explicación del cambio social humanizante se halla promovido en la acción de individuos excepcionales, representantes de la capacidad de iniciativa típica del individualismo clásico, y comprometidos con una “vocación” creadora27. Esto precisamente no es lo que sucedió con el caciquismo, y por ello el proceso degradante y decadente esta asegurado. Sin embargo es interesante ver como esta necesidad social, fue en ocasiones oportunamente cooptada falsamente y utilizada en beneficio propio por el cacicato español, aunque en otros casos del s.XX, como en Argentina, algunos líderes carismáticos bajo la caracterización de Populistas, fueron exitosos en su proceso de democratización no oligárquica, como en el caso de Juan Domingo Perón.Llegamos pues a la esfera específicamente política, al problema central de la era moderna para Weber, que es asegurar el control político sobre la burocracia y garantizar un liderazgo independiente frente a los valores exclusivamente instrumentales de un Estado rutinizado, así como ante las presiones niveladoras y espiritualmente esterilizantes de una democracia de masas igualitaria y anti-individualista. Weber crítica tanto al marxismo como a la religión, desechó la idea de la igualdad de todos los ciudadanos en una democracia igualitaria a favor de una teoría del liderazgo carismático. También rechazó la idea de la libre auto-determinación y auto-organización del pueblo soberano. En la práctica, Weber favoreció el gobierno por parte de una oligarquía calificada por el carisma dentro de un sistema formalmente constitucional-democrático.28 Al igual que Pareto, Mosca y Michels29, teóricos de la democracia elitista, para Weber lo que realmente importaba en política eran las élites conductoras; dicho en otras palabras, a su modo de ver la admisión del principio oligárquico, de la “ley de los pequeños números”, era algo inevitable aún en la democracia.La participación de las masas en los regímenes democráticos introducía un elemento novedoso en cuanto al método de selección de los líderes, ya que no se trata de que la masa políticamente pasiva produzca por sí misma un líder, sino más bien que el líder político recluta a sus seguidores y conquista las masas en virtud de su atractivo demagógico. Esto funciona así hasta bajo las constituciones más democráticas. 30 Esto es efectivamente lo que fue moneda corriente en las prácticas caciquiles españolas durante la Restauración, pero en el contexto de un falso sufragio universal, se da el tipo de dominio carismático que se

26 W. G. Runciman, A Critique of Max Weber’s Philosophy of Social Science(Cambridge: Cambridge University Press, 1972), p. 527 Wolfgang J. Mommsen, The Political and Social Theory of Max Weber (Chicago: The University of Chicago Press, 1989), pp. 61,62, 112, 150, 156 y 15728 Mommsen, Max Weber..., p. 40629 Irving M. Zeitlin, Ideología y Teoría Sociológica (Buenos Aires: Amorrortu Editores), 1982, pp. 181-31630 David Beetham, Max Weber and the Theory of Modern Politics (London: Polity Press, 1985), pp. 102 y 106

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oculta tras una fachada de legitimidad formalmente derivada de la voluntad de la mayoría, siendo el caso de que el líder reclute adhirientes, y no hay ocultamiento (atípico) si la masa lo produce y selecciona, como los ejemplos de liderazgo carismático como los del S.XX, en el caso de personajes como Fidel Castro y el Che Guevara.Weber nos coloca ante una disyuntiva, que presenta de este modo: “Sólo nos queda elegir entre la democracia caudillista de liderazgo carismático, o la democracia sin caudillos, es decir, la dominación de políticos profesionales sin vocación, sin esas cualidades íntimas y carismáticas que hacen al caudillo”.31

Esta disyuntiva no tiene solución, la jaula no se abre eligiendo uno u otro camino. El desarrollo mismo de la racionalización lo impide, solo hay paliativos frente al diagnostico, preservando los remanentes de humanidad frente al aumento de la organización burocrática del Estado que lleva aparejado el desarrollo del gobierno democrático, carismático o no. Esta elección por tanto no asegura el fin del dominio de unos hombres sobre otros, porque como afirma Giddens: “la ampliación de los derechos democráticos exige el desarrollo de la centralización burocrática, pero a la inversa no ocurre lo mismo”.32

Weber cuando enfatiza que el factor carismático tiene una naturaleza peculiar y no racional, nos retrotrae a la tendencia religiosa a seguir al Señor, que en el caso de las prácticas caciquiles, si estas se ejecutan produciendo carisma, permite su asimilación a los modelos de autoridad de legitimidad y dominación “tradicional-afectivas” aunque pretendiendo ser “racional-burocráticas”. En este engaño se sustenta el éxito y pervivencia de los cacicatos en el S.XIX, y ciertos casos en el S.XX, ante la imposibilidad de superar esta concepción, debido al condicionamiento de un pueblo sometido y atrasado ética, intelectual y económicamente.

CONCLUSION:En este resumen se destaca el proceso de construcción del cacicato y los medios de que se sirve, políticos, violentos, religiosos y a los que sirve, conformando una suerte de combinación de factores coactivos y de consenso, que llevan a la implicación directa de la administración pública, al uso del recurso de la violencia intimidatoria, a la práctica política corrupta, a la formación de un entramado asociativo de relaciones políticas oscuras e ilícitas, económicas y personales, en un contexto de falseamiento de los problemas y de la realidad misma.Es tan imperante este tema que podemos ver como en la actualidad casos más o menos desagradables, repiten el patrón del cacicato, más de un siglo después, más allá de las particularidades de cada país, de cada región. Situación para analizar una vez mas, de los condicionamientos filosóficos y sociológicos que conforman las condiciones de posibilidad de que tal desintegración de la democracia, siga tan vigente e impune como nunca. En España el caso más paradigmático de caciquismo hoy en día es el de Carlos Fabra, perteneciente a la familia con mayor tradición política de Castellón, pues pertenece a la quinta generación de presidentes de la Diputación, con casi 60 años en el poder desde 1855. Carlos Fabra está imputado por diversos delitos de tráfico de influencias, cohecho, negociaciones prohibidas, contra la Administración Pública y fraude fiscal. La Fiscalía Anticorrupción sigue diversos procesos contra él en la Audiencia Provincial de Castellón. En julio de 2008, el Tribunal Supremo desestimó el recurso de casación presentado por Fabra, contra la investigación judicial.33 La dudosa parcialidad del sistema Jurídico Español todo, evidenciado en el bochornoso alejamiento del Juez B. Garzón en el 2010 por parte del Tribunal Supremo, no permitió aun hoy el juicio y encarcelamiento del personaje, y dista de poder concretarse en el contexto jurídico y político actual del país, bajo la presión conservadora de la UE en la peor crisis económica de su historia reciente.Otros casos en otras latitudes, incluyen lo aberrante del crimen absurdo hacia inocentes, como en el caso de María Soledad Morales en Argentina, un crimen con rasgos crueles y atroces en Catamarca, una pequeña provincia del empobrecido noroeste argentino, donde fue hallado su cuerpo en una zanja con evidentes signos de violación y tortura, en una década infame de impunidad, clientelismo político, pobreza (mortalidad de 15.000

31 Max Weber, El Político y El Científico, p. 15032 Giddens, p. 2933El Supremo considera legal investigar las cuentas de Fabra El País, 29-7-2008 Carlos Fabra ingresó seis millones de euros sin justificar entre 1999 y 2004 El País, 26-9-2008 http://www.elpais.com/articulo/espana/Quien/encarga/caso/Fabra/elpepuesp/20080505elpepunac_24/Tes ¿Quién se encarga del 'Caso Fabra'? El juez imputa a Carlos Fabra por los presuntos delitos de cohecho y tráfico de influencias La Policía investiga en varios bancos de Castellón las cuentas de Carlos Fabra, 20minutos, 24 de septiembre de 2008. El Supremo avala investigar al líder del PP de Castellón por presunta corrupción, EFE, vía 20minutos, 28 de julio de 2008. Fabra cobró 841.000 euros por asesorar a siete empresas mientras ejercía su cargo de presidente de la Diputación de Castellón, 20minutos, 19 de mayor de 2007. Tras la senda de Carlos Fabra

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niños por año por causas evitables) y salvaje ajuste neoliberal llevado a cabo por los presidentes C. Menem, F. De la Rúa y el ministro de economía D. Cavallo. Los catamarqueños inmediatamente acusaron al todopoderoso clan Saadi, no solo de ser los causantes del crimen como consecuencia de una noche de descontrol extremo en una fiesta, por parte de uno de los hijos del poder caciquil local para con la víctima, sino por históricas prácticas de clientelismo político, que les permitió mantenerse en el poder más de 40 años. Los Saadi han consagrado el nepotismo como forma de gobierno en Catamarca, con más de 78 cargos oficiales respecto a los 79 adultos de la familia completa de los Saadi, en la época del crimen. El patriarca del clan, Vicente Saadi, luego de morir a los 75 años en 1988, dejo en su cargo de Gobernador a su Hijo Ramón Saadi que gracias al clientelismo, caciquismo y temor del electorado aseguraron una vez mas, la pervivencia del saadismo gracias sobre todo a los votos del interior de Catamarca.Para la hermana Marta Pelloni, Soledad "es el cordero inmolado". La monja directora del colegio católico donde asistía María Soledad, afirma que el crimen cometido en un exceso de confianza, en un contexto de otros delitos impunes que se venían realizando desde hace años por el clan, y que por ello se ha convertido el caso, en "una cuestión política. Es el reclamo de justicia de un pueblo sobre crímenes no esclarecidos, robos, extorsiones, droga y prostitución", donde las repercusiones políticas del caso Morales acabaron, años después de las movilizaciones populares, juicios y castigos a los culpables (a pesar de sus maniobras de impunidad), con las aspiraciones del gobernador Ramón Saadi de representar un papel político en el ámbito nacional.34

Desde un primer momento las investigaciones fueron demoradas y manipuladas; en esas condiciones un diputado nacional por Catamarca, Ángel Luque, implicado en la causa, había declarado que si su hijo hubiera sido el asesino, el cadáver no habría aparecido. El escándalo llevó a la intervención del Poder Judicial de la provincia y luego los poderes ejecutivo y legislativo, destituyendo a Ramón Saadi. Hacia 1996 se inició el juicio oral por el asesinato de María Soledad. Los imputados fueron Guillermo Luque y Luis Tula (ex novio de la víctima). Los gestos de los jueces acusados de parcialidad, fueron descubiertos y reiterados por los canales de televisión y produjeron un nuevo escándalo que llevó a la anulación del juicio. En 1998, se realizó un nuevo juicio. Las condiciones políticas en el país y en la provincia habían cambiado considerablemente, y el 27 de septiembre Guillermo Luque fue finalmente condenado a 21 años de prisión por el asesinato y violación de María Soledad Morales, en tanto que Luis Tula fue condenado a 9 años de prisión como partícipe secundario del delito de violación.35

El tribunal ordenó investigar el encubrimiento, pero nunca se hizo. El encubrimiento podría alcanzar a la plana mayor de la Policía catamarqueña, el ex gobernador Saadi, el subcomisario Luis Patti (exrepresor de la dictadura del 76, hoy enjuiciado y encarcelado por crímenes de Lesa humanidad) y al propio ex presidente Carlos Menem, aliado político de Saadi y cacique en su propia provincia, La Rioja.36

En resumen, hoy en día, la eliminación del caciquismo como forma de gobierno, solo podría darse idealmente minimizando la dialéctica del amo y el esclavo, en una sociedad democrática distinta a la retratada en la República por Platón, cuyo lema sería la libertad e igualdad entre todos los individuos y cuyo resultado implica la pérdida total del sentido de los valores y de la estabilidad social. Más bien, el desafío es apelar a todo lo contrario, para que la sociedad sea mas justa e igualitaria, minimizando tanto la cantidad de amos, como de esclavos, y la única forma es intercediendo y controlando lo que sustenta profundamente tal relación, el capital.

34 José Comas - San Fernando. Macondo en Catamarca. El clan Saadi, de origen árabe y filiación peronista, sospechoso del crimen de una colegiala. - 12/11/1990. Diario El País. España.35 Condenaron a 21 años de prisión a Guillermo Luque y a 9 a Luis Tula, Clarín, 28 de febrero de 1998. Arg.36 Diez años después empiezan a investigar el encubrimiento, Clarín, 27 de febrero de 2000. Arg.