PNUD SegregaAportes para el desarrollo humano en Argentina / 2009

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Aportes para el desarrollo humano en Argentina / 2009 es parte central de las actividades de difusióndel enfoque de desarrollo humano que la Oficina del PNUD ha impulsado entusiastamenteen el país desde el restablecimiento de la democracia. Este enfoque se orienta a la expansiónde las capacidades de las personas para gozar de una vida larga y saludable, adquirir conocimientoy ser creativas, tener un nivel de vida decente, y ampliar las posibilidades de participación en lavida comunitaria.

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  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009segregACin residenCiAlen ArgentinA

    2Publicado por el Programa de lasNaciones Unidaspara el Desarrollo(PNUD)

  • Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2009Esmeralda 130, 13 piso, (C1035ABD) Buenos Aires, Argentinawww.pnud.org.ar

    Todos los derechos reservados. Queda prohibido reproducir, transmitir o almacenar en un sistema de recuperacin cualquier parte de esta publicacin, en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrnico, mecnico, fotocopiado, grabado o de otro tipo, sin autorizacin previa.

    El anlisis y las recomendaciones de polticas contenidas en este trabajo no reflejan necesariamente las opiniones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de su Junta Ejecutiva o de sus estados miembros. El trabajo es una publicacin independiente encargada por el PNUD y es el fruto del esfuerzo conjunto de un equipo de prestigiosos consultores y asesores y del equipo encargado de los Aportes para el desarrollo humano en Argentina / 2009.

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 Vii

    representante residente del pnud en Argentina y Coordinador residente del sistema de naciones unidas en ArgentinaCarlos Felipe Martnez

    representante residente Adjunta (programa)Cecilia Ugaz

    Asesor especial en desarrollo humano y gobernabilidadFernando Caldern

    Coordinadora del rea de desarrollo humanoMara Clelia Guiaz

    investigadores principalesGabriela Catterberg, Ruben Mercado, Ana Lourdes Surez

    Asistentes de investigacinAntonella Bonacina, Toms Bril Mascarenhas

    Asistente administrativaMara Cristina Rivero

    equipo de consultoresRal Fernndez Wagner, Fernando Groisman y Rubn Kaztman

    edicin, diseo y produccinIgnacio Camdessus; Marcelo Morn y Carlos Araujo; Sonia Jalfin

  • Viii Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    Segregacin residencial en ArgentinaLa investigacin estuvo a cargo de Ana Lourdes Surez (PNUD), Ral Fernndez Wagner (Universidad Nacional de General Sarmiento), Fernando Groisman (Conicet y Universidad de Buenos Aires) y Rubn Kaztman (Universidad Catlica de Chile), con la colaboracin de Antonella Bonacina, Toms Bril Mascarenhas y Alessandro Bua, del PNUD, de Mercedes Lentini y Delia Palero (Universidad Nacional de Cuyo), y de Carlos Buthet (Servicio Habitacional y de Accin Social, Crdoba). Mara Cristina Cravino (Universidad Nacional de General Sarmiento), Carlos Buthet y Fernando Groisman participaron mediante la elaboracin de los recuadros Villas miseria y asentamientos informales, Participacin comunitaria en asentamientos informales: el caso de la villa Obispo Angelelli y Barrios empobrecidos, bolsones de pobreza y mercado de trabajo, respectivamente.

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    Aportes para el desarrollo humano en Argentina / 2009 es parte central de las actividades de difusin

    del enfoque de desarrollo humano que la Oficina del PNUD ha impulsado entusiastamente en

    el pas desde el restablecimiento de la democracia. Este enfoque se orienta a la expansin de las

    capacidades de las personas para gozar de una vida larga y saludable, adquirir conocimiento y ser

    creativas, tener un nivel de vida decente, y ampliar las posibilidades de participacin en la vida

    comunitaria.

    En el PNUD trabajamos para que nuestras investigaciones y publicaciones, enmarcadas dentro

    del enfoque de desarrollo humano, reflejen rigurosamente la realidad del pas. Aportes para el

    desarrollo humano en Argentina / 2002, por ejemplo, dio cuenta de la crisis de 20012002 e intent

    buscar respuestas tanto a problemas estructurales de larga data como a las urgencias impuestas por

    la coyuntura. Argentina despus de la crisis: un tiempo de oportunidades, publicado en 2005, centr su

    anlisis en las creencias y aspiraciones de la ciudadana, as como en la situacin de las zonas ms

    vulnerables del pas, especialmente las provincias del norte.

    Como una continuacin de estas y otras publicaciones, tengo el agrado de presentar la segunda

    entrega de Aportes para el desarrollo humano en Argentina / 2009, con una de nuestras ms recientes

    investigaciones. En Segregacin residencial en Argentina, el lector encontrar un abordaje

    innovador de esta problemtica y de las consecuencias negativas que acarrea habitar en territorios

    segregados. Asimismo, en base a un riguroso anlisis de diversas fuentes de datos, la investigacin

    dimensiona el fenmeno en los mayores aglomerados urbanos del pas y aporta evidencia sobre la

    relacin entre la composicin social de los barrios y los logros laborales y educativos.

    preFACio

  • X Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    El bicentenario de la Argentina se avecina. A travs de estos documentos buscamos estimular la

    reflexin y el debate sobre una agenda para el desarrollo compartida, al tiempo que proponemos un

    temario lleno de desafos. As, aspiramos a colaborar con la generacin de ideas que hagan efectivo

    el desarrollo humano de las argentinas y los argentinos.

    Carlos Felipe martnezRepresentante Residente del PNUD en Argentina

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 Xi

    Prefacio IX

    Segregacin residencial en Argentina

    introduccin 2

    1. marco conceptual 3 El hbitat desde el enfoque de las capacidades 3 Dinmicas socioterritoriales recientes 4 Segregacin residencial y pobreza 5 Segregacin residencial y cohesin social 7

    2. la segregacin residencial urbana 10 Asentamientos informales 10 recuadro 1. Villas miseria y asentamientos informales 13 Urbanizaciones cerradas 16 Tendencias de la segregacin residencial 18 recuadro 2. Barrios empobrecidos, bolsones de pobreza y mercado de trabajo 22

    3. efectos de la composicin social de los barrios 24 Composicin social de los barrios y logros laborales 24 Composicin social de los barrios y rendimiento educativo 24 recuadro 3. La fragmentacin del Conurbano bonaerense 29

    4. polticas habitacionales 32 Las polticas de vivienda en Argentina 32 Intervencin estatal en relacin con los asentamientos informales 34 recuadro 4. Participacin comunitaria en asentamientos informales: el caso de la villa Obispo Angelelli 36

    Contenido

  • Xii Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    5. Conclusiones y recomendaciones 38

    Anexo 1. Efecto de la segregacin residencial sobre aspectos laborales 39Anexo 2. Muestra de hogares del Conurbano bonaerense 43

    notas 45Bibliografa 49

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 Xiii

    Expresamos nuestro reconocimiento a los miembros del comit asesor, cuyos aportes fueron de fundamental importancia: Lino Baraao (ministro de Ciencia, Tecnologa e Innovacin Productiva de la Nacin), Aldo Ferrer (profesor de la Universidad de Buenos Aires), Alfredo Garay (profesor titular de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires), Mara de los ngeles Gonzlez (ministra de Innovacin y Cultura de la provincia de Santa Fe), Bernardo Kliksberg (asesor principal de la Direccin Regional para Amrica Latina y el Caribe del PNUD), Bernardo Kosacoff (director de CEPAL en Argentina), Mara Cristina Perceval (senadora nacional por Mendoza), Claudia Pieiro (escritora), Margarita Poggi (directora de la sede regional del IIPE-UNESCO en Buenos Aires), Jess Rodrguez (director de Escenarios Alternativos), Marta Rovira (presidenta del Conicet) y Juan Carlos Tedesco (secretario ejecutivo de la Unidad de Planeamiento Estratgico y Evaluacin de la Educacin, de la Presidencia de la Nacin).

    De gran valor para la realizacin de esta investigacin fueron los aportes de Fernando Caldern (asesor especial y coordinador del informe de desarrollo humano del Mercosur de la Direccin Regional para Amrica Latina y el Caribe del PNUD), Luis Felipe Lpez-Calva (economista jefe de la Direccin Regional para Amrica Latina y el Caribe del PNUD) y Gabriel Kessler (investigador del Conicet y la Universidad Nacional de General Sarmiento).

    Agradecemos tambin a Mara Clelia Guiaz, quien se desempe como coordinadora del rea de desarrollo humano del PNUD/Argentina.

    Asimismo, extendemos nuestro reconocimiento a todas las personas que participaron en los diversos talleres y reuniones y tambin a quienes aportaron sus comentarios, opiniones y experiencias: Marta Aguilar, Mara Martha Ambrosoni, Andrea Balzano, Daro Bardi, Julin Bertranou, Mariana Calandra, Mariana Caminotti, Gabriela Catterberg, Marcelo Delmas, Silvana Fernndez, Alejandra Garca, Virginia Garca, Nora Goren, Nora Guledjian, Jorge Francisco Gutirrez, Anabel Inzaurralde, Mabel Jimnez, Marcela Kelly, Daniel Kotzer, Moira Mackinnon, Vicente Marreri, Rubn Mercado, Ana Mara Mereatur, Mnica Merino, Alejandro Miceli, Rafael Morales, Patricia Palenque, Ana Mara Pastor, Pedro Prez, Carlos Pisoni, Eduardo Revuelta, Hugo Rodrguez, Marcela Rodrguez, Mara Rodulfo, Laura Seoane, Valeria Serafinoff, Carmelo Sim, Claudio Tecco, Nicols Terrera y Pablo Vinocur.

    Expresamos nuestra gratitud a Sonia Jalfin e Ignacio Camdessus por su valioso asesoramiento editorial, y a Mercedes Lentini y Delia Palero, de la Universidad Nacional de Cuyo en Mendoza, Carlos Buthet, del Servicio Habitacional y de Accin Social (Crdoba) y Gustavo Rebord, de la Municipalidad de Crdoba, por su apoyo durante las visitas realizadas a sus respectivas provincias. Tambin agradecemos al Instituto Provincial de Estadstica y Censos de Santa Fe por los datos facilitados.

    Para finalizar, deseamos agradecer especialmente a todas las funcionarias y los funcionarios de la oficina del PNUD en Argentina, sin quienes esta publicacin no habra sido posible.

    AgrAdeCimientos

  • SEGREGACINRESIDENCIALENARGENTINA

  • 2 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    Introduccin

    Avanzar en el desarrollo humano de Argentina comporta comprender situaciones que perpe-tan la desigualdad social. Bajo esta premisa la presente investigacin aborda un proceso an poco transitado: la segregacin residencial.

    La segregacin residencial, entendida como una relacin espacial, refiere a la se-paracin o proximidad territorial entre per-sonas o familias pertenecientes a un mismo grupo social (Sabatini y Cceres, 2004).1 Su estudio permite comprender cmo las des-igualdades sociales se plasman en el espacio urbano mediante la relegacin de los grupos ms pobres a barrios con menor cobertura de bienes y servicios (por el bajo costo del suelo) y la autosegregacin de los grupos ms privi-legiados en barrios cerrados. Adems, ayuda a comprender una de las consecuencias de la segregacin urbana: situar a los grupos sociales en un contexto de socializacin e interaccin uniforme que propicia la natura-lizacin y la profundizacin de las diferencias y contribuye as a aumentar la vulnerabilidad de los grupos de menores recursos.

    Esta mirada sobre la segregacin residen-cial resalta la aparicin de nuevos grupos vul-nerables. Ayuda a comprender procesos que consolidan circuitos desiguales de obtencin de recursos, que vulneran derechos de los sujetos y reproducen o amplan condiciones sociales injustas. Estos circuitos desiguales consolidan y reproducen la pobreza, y am-plan la distancia social entre los grupos. La segregacin residencial, por tanto, incide ne-gativamente en la cohesin social y atenta contra la equidad de largo plazo.

    La segregacin residencial es un proceso paralelo al deterioro de los servicios y de los espacios pblicos. Redunda en la consolida-cin de servicios bsicos como educacin, salud, transporte y seguridad de calidad solo para aquellos que pueden adquirirlos en el mercado. A su vez los espacios pblicos se degradan y dejan de ser lugares que convocan

    a todos los sectores sociales. La ciudad mut al comps de la desaparicin de los espacios p-blicos y privados de interaccin entre grupos sociales. Para los sectores ms desfavorecidos, la creciente brecha espacial respecto del resto de los sectores sociales parece estrechar sus oportunidades. En los sectores medios y altos, algunos de cuyos miembros han migrado ha-cia barrios cerrados, el distanciamiento social tiende a favorecer las percepciones y prcticas estigmatizantes y discriminatorias. La faceta ms reciente y crtica de la segregacin resi-dencial es el aislamiento social de los bolso-nes territoriales de pobreza. Se muestra hoy en la indita superposicin de segregacin con exclusin de servicios (Kaztman, 2001).

    La segregacin residencial tiene efectos negativos, concretos y medibles, especialmen-te sobre los hogares ms pobres. No solo es consecuencia de la pobreza sino que es tam-bin un poderoso determinante de su repro-duccin. Por un lado afecta a los hogares ms pobres en su desempeo educativo. Por otro lado, incide negativamente en la insercin laboral y en la relacin con el mercado de trabajo. Ambos fenmenos reducen las pro-babilidades de movilidad social y restringen las oportunidades productivas.

    Este estudio se suma al esfuerzo que rea-liza el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) por ampliar el diagns-tico de la problemtica del desarrollo, crear conciencia sobre el tema y apoyar polticas pblicas que permitan superar las condicio-nes de privacin y de pobreza que inhiben el progreso humano en Argentina. Esta investi-gacin aborda la segregacin residencial prio-rizando su dimensionamiento y, sobre todo, un anlisis de sus efectos sobre la poblacin. Su objetivo es aportar a la discusin sobre polticas pblicas que propendan a la equidad en el pas, para lo cual abre el debate acerca de las estrategias diferenciadas para enfrentar situaciones cada vez ms desiguales.

    En la primera seccin de este trabajo se presenta el marco conceptual para abordar el tema; se discute la segregacin residencial desde el enfoque de las capacidades huma-nas, y su vinculacin con la pobreza, la co-hesin social y las tendencias recientes del ordenamiento urbano. En la segunda seccin

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 3

    se analiza evidencia emprica sobre la segre-gacin residencial en los cuatro aglomerados urbanos ms grandes del pas: Buenos Aires,2 Crdoba, Rosario y Mendoza; se recurre para ello a la evolucin de los dos extremos de la segregacin: los asentamientos informales y las urbanizaciones cerradas, y al anlisis de ndices de segregacin. En la tercera seccin se estudia la incidencia de la segregacin residencial en rendimientos educativos y logros laborales. La cuarta seccin hace foco en las polticas habitacionales. Por ltimo, se formulan recomendaciones. En el anexo se presentan los aspectos metodolgicos y las estimaciones que analizan el impacto de la segregacin residencial en aspectos laborales de los individuos. Completan este trabajo cua-tro recuadros: Villas miseria y asentamien-tos informales, por Mara Cristina Cravino; Barrios empobrecidos, guetos de pobreza y mercado de trabajo, por Fernando Groisman; La fragmentacin del Conurbano bonaeren-se, y Participacin comunitaria en asenta-mientos informales: el caso de la villa Obispo Angelelli, por Carlos Buthet.

    1.

    Marco conceptual

    La segregacin residencial se vincula con pro-cesos que perpetan y reproducen la pobreza. Esta investigacin propone un abordaje de la temtica desde la perspectiva del desarrollo humano e indaga en la bibliografa que dis-cute las dinmicas socioterritoriales recientes, las dimensiones de la segregacin residencial que afectan la pobreza, y la cohesin social.

    El hbitat desde el enfoque de las capacidades

    El enfoque de desarrollo humano que propone el PNUD concentra su atencin en las capaci-dades y los funcionamientos de las personas.3 Los funcionamientos refieren a los estados de una persona, en especial las cosas que pue-de hacer o ser. Las capacidades refieren a las combinaciones de funcionamientos que una persona puede lograr. Esta perspectiva rescata una visin de la vida humana como combina-cin de varios seres y quehaceres, conforme a la cual la calidad de la misma debe valuarse en trminos de la habilidad real de las per-sonas para lograr funcionamientos valiosos. As, el elemento constitutivo del nivel de vida y de pobreza de los individuos es la vida que pueden llevar y no los bienes o el dinero que poseen (Sen, 1988). Esta perspectiva habilita una visin del desarrollo humano que califica a la pobreza como privaciones injustas, o sea como la ausencia de funcionamientos centra-les para la vida. Las privaciones de desarrollo se conciben como la imposibilidad de realizar una vida digna. La pobreza as entendida no es solo una condicin socioeconmica sino una privacin de ciudadana, ya que remite a la falta de titularidad de derechos sociales y de participacin en el desarrollo.

    El hbitat es una dimensin bsica del de-sarrollo humano. El abordaje multidimensio-

  • 4 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    nal del desarrollo humano del PNUD destaca cuatro dimensiones bsicas: las posibilidades de gozar de una vida larga y saludable; de ad-quirir conocimiento y ser creativo; de tener un nivel de vida decente gracias al acceso a recur-sos materiales, y de expandir las posibilidades de participacin en la vida comunitaria.4

    Tanto la vivienda como el hbitat don-de est emplazada se vinculan directamente con la primera dimensin e indirectamente con las otras dimensiones. Habitar en vivien-das deficitarias, construidas con materiales precarios y con una deficiente provisin de servicios afecta la salud. Asimismo los secto-res que padecen marginalidad con respecto al hbitat y a las oportunidades que brinda la ciudad encuentran obstculos a la satisfac-cin de sus necesidades, al desarrollo de sus capacidades, a la participacin efectiva, y por ende al ejercicio real de derechos. Como lo expresan, entre otros, la Carta mundial por el derecho a la ciudad, de 2002, el hbitat es un derecho que se enmarca en otro mayor, el derecho a la ciudad; o sea, a vivir en un hbi-tat integrado a los servicios, la infraestructura y las oportunidades educativas y laborales. La segregacin residencial vulnera este derecho. Asimismo, al acentuar las distancias sociales y obstaculizar una interaccin abierta entre todos los grupos sociales, la segregacin re-sidencial afecta la dimensin del desarrollo humano referida a la participacin y el senti-do de pertenencia a una comunidad histrica y cultural amplia.

    Las condiciones materiales de vida que permite la vivienda y las posibilidades de inte-gracin social que brinda el hbitat son claves para evaluar de manera multidimensional el grado en que las personas y los grupos desa-rrollan sus capacidades y satisfacen sus ne-cesidades humanas con autonoma y como miembros de una comunidad econmica, social y poltica.

    Dinmicas socioterritoriales recientes

    Un recorrido por las grandes ciudades del pas a travs de sus autopistas y rutas muestra un paisaje de fuertes contrastes. La trama urbana presenta extensiones abiertas donde la pre-cariedad del hbitat es la nota dominante. Esta trama se corta abruptamente en algu-nas reas por la presencia de un muro que se extiende por cuadras e impide el paso. Lo que est detrs del muro es poco visible; sin embargo deja entrever que es casi una isla urbana de bienestar. Tres dcadas atrs este paisaje urbano era casi impensado.

    El recorrido evidencia que en las ltimas dcadas la diferenciacin socioespacial en los grandes aglomerados urbanos de Argentina se ha intensificado. La dinmica del mercado inmobiliario y la bsqueda de seguridad por parte de los sectores de mayores recursos for-man parte de los factores que explican la pro-liferacin de barrios cerrados. Paralelamente, el acceso al suelo urbano de los sectores de bajos ingresos a travs del mercado infor-mal conlleva el asentamiento y desarrollo de barrios que apenas se consolidan y tienen problemas ambientales y una dbil relacin con la estructura urbana y la ciudad formal. Estas dinmicas se asocian con el importante proceso de fragmentacin socioespacial que las polticas urbanas y habitacionales de las ltimas dcadas no parecieran poder frenar.

    As, la dinmica de la fragmentacin so-cioterritorial ha configurado una ciudad en la que los extremos de la estructura social tienden a polarizarse en enclaves y bolsones territoriales de pobreza. Enclaves entendi-dos como reas de concentracin espacial de miembros de una elite o posicin domi-nante, que se organiza espacialmente para defender esa posicin. Bolsones territoriales de pobreza entendidos como reas de concen-tracin que separan y limitan a la poblacin urbana sin capacidad de demanda inmobilia-ria (Arriagada, 2008). Entre los extremos de esta polarizacin se encuentra la amplia clase media argentina; su creciente heterogenei-dad, fruto de las transformaciones socioeco-nmicas de las ltimas dcadas, llev a que

    El hbitat es una dimensin bsica del desarrollo humano: quienes estn marginados de l encuentran obstculos a la satisfaccin de sus necesidades, al desarrollo de sus capacidades, a la participacin y al ejercicio de sus derechos.

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 5

    sectores de la clase media se empobrecieran y tambin pasaran a poblar los bolsones te-rritoriales de la pobreza.5

    Algunos autores sealan que hay un cambio de paradigma en la organizacin ur-bana. Se argumenta que la ciudad polarizada predominante a lo largo del perodo de in-dustrializacin sustitutiva en la regin ha abierto paso a la ciudad fragmentada (Borsdorf, 2003). Las diferencias entre ambos arquetipos se centraran en el modo en que se estructu-ran las ciudades. La fragmentacin implicara una nueva forma de separacin de funciones y elementos socioespaciales que se caracte-riza esencialmente por el amurallamiento. As, barreras espaciales tradicionales como ciudad ricaciudad pobre, zona habitacionalzona industrial se redefinen en una escala diferente. El dispositivo que lo hace posible es el muro, que asegura la coexistencia de islas o nodos de riqueza, fenmeno que se va extendiendo gradualmente tambin a los barrios de los sectores medios y bajos. La par-celacin del espacio urbano puede ser vista como una nueva forma en que se manifiesta la desigualdad, al reforzar el distanciamiento de grupos sociales entre s.

    El rasgo ms visible de este cambio ur-bano es la proliferacin de espacios residen-ciales cerrados. La pieza clave en esta nueva dinmica urbana ha sido la construccin de autopistas modernas que generan una dismi-nucin de los tiempos de traslado y reactivan el atractivo de las zonas perifricas y periur-banas para las clases medias y altas. Una de las principales razones que explican el surgi-miento de los barrios cerrados es la sensacin de indefensin frente al delito por parte de las capas medias y altas (Walklate, 2001; Caldeira, 2000; Svampa, 2001; Dammert, 2001). En el otro extremo de la estructura socioterritorial, proliferan los asentamientos irregulares.

    La idea de segregacin residencial6 es de utilidad para comprender los procesos de cambio en las ciudades en su doble dimensin: estticos o de separacin fsica, y dinmicos o relacionales. El primero designa no solo la concentracin de la poblacin en el territorio urbano segn su posicin social, sino esen-cialmente las oportunidades diferenciales de acceso a los bienes materiales y simblicos

    de la ciudad. En su acepcin dinmica, la se-gregacin hace referencia al tipo y amplitud de las relaciones que se instauran entre los diferentes grupos sociales, los diversos mo-dos de apropiacin del espacio pblico y de habitar la ciudad. Una de las consecuencias ms negativas de la segregacin urbana es la de situar a los estratos sociales en un contexto de socializacin e interaccin uniforme que propicia la naturalizacin y la profundizacin de las diferencias en la estructura social, si-tuacin que se agrava cuando la estructura urbanoproductiva favorece el aislamiento de algunos territorios.

    La homogeneidad social de los barrios cobra relevancia como aspecto problemti-co con el quiebre de la sociedad salarial. Los barrios obreros de las periferias urbanas del pas estaban poblados por personas de una condicin social muy similar. Sin embargo, funcionaba una sinergia positiva entre ba-rrio, fbrica y organizacin poltica. As, es-tos barrios contribuyeron a la conformacin de una identidad obrera o trabajadora. Al romperse en las ltimas dcadas esta sinergia positiva entre barrio y actividad productiva formal, se quebr esa relacin sistmica y la homogeneidad social se volvi un problema, porque va aparejada de una ruptura con el patrn de integracin social y por ende pro-duce aislamiento.

    Segregacin residencial y pobreza

    Enfocar la segregacin residencial permite una nueva mirada sobre la pobreza urbana y sus consecuencias. Conjuga dos dimensiones cla-ve que interpelan de forma distinta a las polti-cas pblicas; se refieren a: 1) la concentracin territorial de la pobreza y su influencia tanto en los mecanismos de socializacin como en la manera en que los residentes perciben las oportunidades que les ofrece el contexto, y 2) las posibilidades o limitaciones que brindan las estructuras productivas y de servicios de los territorios. La bibliografa especializada ha abordado estas dimensiones bajo diversas denominaciones: efecto barrio, activos y

    La parcelacin del espacio urbano puede ser vista como una nueva forma en que se manifiesta la desigualdad, al reforzar el distanciamiento de grupos sociales entre s.

  • 6 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    estructura de oportunidades y geografa de oportunidades, entre las principales.7 A conti-nuacin se ahonda en ambas dimensiones.

    El efecto barrioLas transformaciones en los mercados de tra-bajo y de vivienda aceleran la concentracin territorial de los hogares urbanos de meno-res recursos (y tambin de las capas medias y altas). Esta concentracin de la pobreza pareciera incidir en el agotamiento de la car-tera de activos de los pobres en la medida que afecta su capacidad de acumulacin de recursos significativos para garantizar estn-dares de bienestar; redunda asimismo en una creciente prdida de contacto cotidiano entre personas de distinta condicin socioecon-mica y en la fragilidad del soporte relacional entre los pobres marginados, profundizando as el aislamiento social de los ms pobres con respecto a los principales circuitos sociales y econmicos de las grandes ciudades.8

    Se puede hipotetizar que residir en reas segregadas tiene efectos negativos que van ms all de la cartera de activos de los hoga-res. Incide en logros educativos y laborales. Por qu vivir en reas con fuertes concentra-ciones de pobreza ejerce un efecto negativo sobre los cursos de accin de sus residentes? Responder a esta pregunta requiere acumular investigacin y evidencia que en Argentina estamos lejos an de tener. Podemos aven-turar algunas hiptesis en base a trabajos efectuados en otros contextos. En las reas donde la composicin social es muy homo-gnea se despliegan una multiplicidad de re-des de intercambio que como la bibliografa latinoamericana centrada en las estrategias de supervivencia ha mostrado, son eficien-tes para garantizar la supervivencia de los residentes (Lomnitz, 1975). Cabe preguntarse sin embargo sobre la posibilidad que ofrecen estas redes sociales de brindar recursos que ayuden a salir de la pobreza. Residir en reas socialmente muy homogneas pareciera po-nerle restricciones al tipo de capital social que sus residentes pueden acumular, y por lo tanto al tipo de recursos que se movilizan en las redes sociales en las que los residentes de estos vecindarios estn insertos.9 Las redes vecinales en reas homogneamente pobres

    se revelan como fuentes progresivamente irrelevantes para proveer el tipo de recur-sos que garantizan estndares de bienestar; por ejemplo se reducen las oportunidades de movilizar en beneficio propio la volun-tad de personas que estn en condiciones de proveer trabajos o informacin y contactos sobre empleos. Se activan de este modo si-nergias negativas en los vecindarios pobres vinculadas a actividades de subsistencia, que aumentan su marginalidad. Por ejemplo, la falta de perspectiva de integracin y progreso familiar puede propiciar actividades vincu-ladas a la ilegalidad, o de autodestruccin y adictivas (Kaztman, 2001).

    Por otro lado, en base a evidencia acumu-lada con abordajes centrados en los efectos barrio, podra decirse que ciertas caracters-ticas de la socializacin en contextos pobres y territorialmente segregados constituyen una de las principales razones por las cuales estos vecindarios operan penalizando a sus residentes. Esta bibliografa acadmica con fuerte peso en Estados Unidos evidencia di-nmicas de tipo cultural. Ahondar en cmo operan estos mecanismos en nuestra sociedad podra abrir puertas para comprender aspec-tos de la reproduccin intergeneracional de la pobreza.10

    El estigma es un importante mecanismo que atenta contra los residentes en reas se-gregadas y refuerza su marginalidad. Como seala Kaztman, dos procesos alimentan los estigmas vinculados a la segregacin residen-cial. Por un lado, la elevacin de los umbrales de tolerancia a las desigualdades. Este proce-so es el efecto directo de la disminucin de oportunidades de socializacin entre grupos sociales. Quienes forman parte de los circui-tos principales de la sociedad urbana van per-diendo su empata, es decir su capacidad para colocarse en el lugar de los que estn en los sectores ms desfavorecidos. El otro proceso que alimenta el estigma es el ya mencionado de la emergencia de subculturas marginales. Estas subculturas afectan la imagen pblica de esos barrios, ya que sus habitantes son designados con toda suerte de motes: gen-te peligrosa, sospechosos, marginales, villeros.11 El estigma es un mecanismo que opera negativamente para la obtencin de

    Las reas socialmente homogneas parecieran restringir el tipo de capital social que sus residentes pueden acumular. Las redes vecinales en reas pobres se revelan como fuentes progresivamente irrelevantes para proveer recursos que garanticen bienestar.

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 7

    ciertos recursos, por ejemplo empleo, con-tribuyendo a consolidar circuitos marginales de satisfaccin de necesidades.

    La geografa de oportunidadesLa segunda dimensin clave de la segregacin residencial son las oportunidades que brindan las ciudades a la poblacin de vecindarios con fuertes carencias. Bajo esta categora pueden incluirse los siguientes fenmenos negativos: elevadas distancias entre el lugar de residen-cia y los lugares de trabajo, y altos costos del transporte en tiempo y dinero; menores opor-tunidades locales de empleo, y limitaciones a la movilizacin de la fuerza de trabajo familiar ante la ausencia de servicios de cuidado infan-til y otros dficits. Cuando la homogeneidad social de los barrios va acompaada de estas limitaciones impuestas por el ordenamiento urbano y su sistema de servicios, la segrega-cin urbana adquiere su cara ms negativa.

    La conectividad, la accesibilidad y el des-acople (mismatch) entre la localizacin de los lugares de residencia y los lugares de trabajo son tres aspectos cruciales de la geografa de oportunidades que refuerzan los mecanismos por los cuales las reas segregadas tienden a dejar amplios sectores excluidos. En efec-to, el grado de conectividad y accesibilidad evaluado tanto a partir de las caractersticas de la infraestructura vial y ferroviaria como de las vas de conexin intra e interurbana inciden sobre el espectro de oportunidades que enfrentan los individuos. En el mismo sentido opera el conjunto de dificultades que la poblacin enfrenta para trasladarse a sus lugares de trabajo o a los centros educativos. El mal estado de las calles, la escasa oferta de transporte pblico y su frecuencia irregular acrecientan los problemas de accesibilidad, que se tornan particularmente agudos en los territorios ms degradados e inciden en la profundizacin de las desigualdades al inte-rior de los mismos.

    Asimismo, el desajuste espacial entre el lugar de residencia de los trabajadores y los centros de empleo (labor mismatch) tiene consecuencias evidentes sobre el bienestar de los hogares.12 Los efectos para los trabaja-dores segregados son numerosos y van des-de desocupacin o menores salarios hasta

    mayores tiempos de traslado hacia y desde los puestos de trabajo. La crisis industrial en Argentina parece haber mostrado algunos efectos compatibles con este proceso. En los grandes aglomerados urbanos de Argentina, los barrios obreros crecieron cerca de los ta-lleres y fbricas. A partir de mediados de la dcada de 1970, y con renovada intensidad en los aos noventa, se produjo el cierre de numerosos establecimientos manufactureros, con el consecuente decrecimiento relativo del empleo industrial, que dej a varios barrios obreros sin su principal fuente de trabajo. As, el fuerte descenso en trminos relativos del sector industrial implic un reordenamiento espacial de la demanda de empleo. A su vez, en un contexto de elevada oferta laboral, se fue incrementando progresivamente el nivel de calificacin demandado por las firmas, agudizando las dificultades para los indivi-duos con bajo nivel educativo.

    La desigualdad socioterritorial se ahonda an ms cuando la segregacin residencial va acompaada como suele suceder de fragmentacin en los servicios que tienen base esencialmente espacial (como la salud, el transporte y la educacin). En las periferias con altas concentraciones segregadas tien-den a generarse servicios colectivos locales de baja calidad, solamente utilizados por estos segmentos (Sorj y Martuccelli, 2008).

    Segregacin residencial y cohesin social

    El concepto de cohesin social ha surgido con fuerza como un concepto terico normativo propuesto por la CEPAL ante la persistencia de situaciones de desigualdad, discriminacin y exclusin social que caracteriza a los pases latinoamericanos. El concepto refiere tanto a la inclusin y participacin de todos los miembros de la sociedad en la vida econ-mica, social, cultural y poltica de nuestros pases, como al sentido de solidaridad y de pertenencia a la sociedad, fundado en el goce efectivo de ciudadana y en una tica demo-crtica (CEPAL, 2007). Desde esta perspectiva se incluyen tanto los mecanismos instituidos

    La desigualdad socioterritorial se ahonda an ms cuando la segregacin residencial va acompaada como suele suceder de fragmentacin en servicios como la salud, el transporte y la educacin.

  • 8 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    de inclusin social (el empleo, los sistemas educacionales, la titularidad de derechos, y las polticas de fomento de la equidad, el bien-estar y la proteccin social) como los com-portamientos y valoraciones de los miembros de la sociedad (confianza en las instituciones, capital social, sentido de pertenencia y solida-ridad, aceptacin de normas de convivencia y disposicin a participar en espacios de de-liberacin y en proyectos colectivos). El con-

    cepto de cohesin social ampla la perspectiva para analizar las complejas transformaciones que atraviesan las sociedades, as como para formular polticas pblicas que permitan en-frentar los principales y comunes desafos en materia de desarrollo social.

    La segregacin residencial, en cuanto proceso que refleja a nivel territorial la frag-mentacin y polarizacin social, incide en las mltiples dimensiones de la cohesin so-

    esQuemA 1dimensiones de la segregacin residencial que perpetan la pobreza

    Segregacinresidencial

    Aislamientosocial

    Geografa de oportunidadesTerritorios con problemas de: Accesibilidad/conectividad Escasa oferta de transporte pblico Desacople entre lugares de residencia y trabajo

    Concentracin territorial de la pobrezaHomogeneidad en la composicin social de los territoriosVecindarios con redes sociales entre pares, que no brindan oportunidades de acceso a buenos recursosEstigma

    Mecanismos culturales

    y de socializacin que

    refuerzan la segregacin

    Efecto barrio

    Mecanismos

    instrumentales

    que refuerzan

    la segregacin

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 9

    cial. A nivel macro, los sectores sociales van distancindose entre s, lo que redunda en que grupos sociales de tamao considerable sientan algn grado de identificacin con miembros de su propio conjunto y creciente distancia respecto de otros (CEPAL, 2007: 22). Este aspecto incide en la dimensin tica o de unidad moral de la sociedad que el concepto de cohesin social comporta. La unidad moral de la sociedad implica consensos bsicos en torno a la convivencia, la memoria histrica y el futuro y lleva a un sentido de pertenen-cia por el cual la existencia de la comunidad histrica y cultural es considerada un valor que no se reduce a la suma de trayectorias y destinos de las personas. Las amenazas a la cohesin social, en sntesis, provienen bsica-mente de una agudizacin de los diferenciales de vida entre sectores de la poblacin, lo que lleva a la cristalizacin no solo de circuitos de obtencin de recursos bsicos paralelos, sino a sentidos de pertenencia, percepcin de las instituciones e identificacin con la so-ciedad global muy dispares. La naturalizacin de estos procesos cristaliza en mecanismos de estigmatizacin y enajenacin social.

    A nivel micro la segregacin residencial tambin amenaza a la cohesin social, ya que, como seala Kaztman (2008), reduce y deteriora los mbitos que hacen posible el aprendizaje de la convivencia en la des-igualdad. En este sentido la socializacin y

    la convivencia en espacios socialmente muy homogneos puede afectar el tipo de redes sociales y los recursos que se obtienen a tra-vs de ellas, marcando escenarios muy dis-pares de trayectorias educativas y laborales, y de aprovechamiento de los mecanismos instituidos de inclusin social.

    Como marca el documento de la CEPAL, la efectiva pertenencia a la sociedad com-porta la titularidad de los derechos sociales, pues implica que todos los ciudadanos estn incluidos en la dinmica del desarrollo y go-cen del bienestar que el desarrollo promueve. Supone as un freno a las desigualdades eco-nmicas mediante la accin deliberada del estado. Supone asimismo un reconocimiento de todos los miembros de la sociedad sin dis-tincin de gnero, raza, etnia, edad, grupo socioeconmico o localizacin geogrfica (CEPAL, 2007: 23).

    Pero adems de una titularidad de dere-chos, la ciudadana tambin implica un com-promiso activo de cada persona con la conso-lidacin de la cohesin social. La ciudadana como sentido de pertenencia debe traducirse tambin en mecanismos de la sociedad civil que puedan fortalecer relaciones de solida-ridad y responsabilidad social, tanto dentro de los grupos como entre los grupos, y en la difusin de una cultura pluralista que per-mita mejores niveles de convivencia (CEPAL, 2007: 24).

    La segregacin residencial amenaza a la cohesin social ya que reduce y deteriora los mbitos que hacen posible el aprendizaje de la convivencia en la desigualdad.

  • 10 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    2.

    La segregacin residencial urbana

    Una forma de dimensionar la segregacin re-sidencial es observar la evolucin de los dos extremos del fenmeno: los asentamientos precarios y los barrios cerrados.

    La consolidacin de estos extremos re-fleja que en la produccin de la ciudad inter-vienen simultneamente diferentes lgicas que movilizan la accin de diversos actores (Coraggio, 2001; Abramo, 2003). Opera por un lado la lgica del mercado, segn la cual la vivienda es mercanca y la ciudad, mbito propicio de especulacin financiera e inmo-biliaria. Segn esta perspectiva, el mercado es el asignador por excelencia del producto vivienda. Por otro lado, opera la lgica de

    la necesidad, que impele a los ms pobres a instalarse espontneamente en el territorio y a producir el hbitat informal con ocu-paciones urbanas de terrenos e inmuebles. Adems de estas dos lgicas, que sustentan la consolidacin de urbanizaciones cerradas por un lado, y la de barios informales por otro, incide la lgica basada en la bsqueda de legitimidad poltica a travs de la provi-sin de viviendas y de infraestructura urbana (Lentini et al., 2008).

    Asentamientos informales

    Los asentamientos informales responden a la necesidad de los sectores populares de pro-veerse un hbitat. Son urbanizaciones con problemas de dominio, o sea sin escritura, producidas por los mismos sectores popula-res por fuera de las normas urbanas y/o de la legalidad.13 En Argentina los dos tipos prin-cipales se denominan villas de emergencia y asentamientos.14

    grFiCo 1

    Fuentes: Buenos Aires: Cravino et al. (2008); el % de 2006 para la Ciudad de Buenos Aires se estim en base a datos de Cravino et al. (2008) y a la poblacin total de la Ciudad de Buenos Aires (2005, deisministerio de salud de la nacin). Crdoba: Buthet, Baima y Calvo (2007). mendoza: estimaciones del Centro de estudios sobre Asentamientos humanos (CeAh, Facultad de Ciencias polticas y sociales, universidad nacional de Cuyo) en base a datos de la eph/deiemendoza. rosario: estimaciones de ipeC y Cceres y gurra (2006).

    Cantidad de villas y asentamientos en principales algomerados urbanos

    496

    376

    796

    23 4883 85 91 87

    158118

    Conurbano bonaerense Ciudad deBuenos Aires

    gran mendoza rosario Ciudad de Crdoba

    1991 1984 2007 2006 200720062001 1991 1996 20012006

    0

    500

    1.000

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 11

    En la actualidad alrededor de 1.300.000 personas del rea metropolitana de Buenos Aires (AMBA), del Gran Mendoza, de Rosario y de Crdoba residen en asentamientos infor-males. Representan aproximadamente el 8% de la poblacin de estas ciudades. La propor-cin ha ido en aumento en los ltimos veinti-cinco aos, como lo indican los grficos 1 y 2. El proceso ms fuerte se dio en el AMBA.15

    En el AMBA hay en la actualidad alrede-dor de 820 asentamientos informales en los que residen poco ms de un milln de perso-nas, con un promedio de 1.276 personas por barrio. La superficie que abarcan es de 6.484,2 hectreas, con una densidad bruta promedio estimada de 161 habitantes por hectrea (Cravino, 2008).16

    La poblacin en villas y asentamientos crece mucho ms aceleradamente que la poblacin total. Entre 1981 y 2006 creci en trminos relativos 220% frente a un 35% de incremento poblacional del Conurbano; en 1981 representaba el 4,3% del total, en 1991 llegaba al 5,2%, en 2001 a 6,9% y en 2006 al

    10,1%.17 El anlisis hace evidente el desajuste entre el crecimiento poblacional de la ciudad informal y el consumo de suelo urbano de la ciudad formal. Esto muestra las dificultades objetivamente crecientes de los sectores po-pulares para acceder a suelo urbano, lo que da como resultado una mayor densificacin de los asentamientos y villas que en pero-dos anteriores.18 Estos datos muestran que en Buenos Aires el acceso al suelo urbano para los sectores populares pareciera volverse cada vez ms difcil.

    En Crdoba las villas y los asentamien-tos estn ubicados en las zonas perifricas dentro de la ciudad.19 En la actualidad hay 63.778 personas en 118 asentamientos, lo que representa un 4,7% de la poblacin de la ciudad. La mayor parte de los asentamientos tienen entre seis y quince aos de antigedad, 42 de ellos tienen ms de quince aos y solo seis se conformaron recientemente (Buthet et al., 2007).

    La poblacin de los asentamientos infor-males de Crdoba fue en progresivo aumento

    grFiCo 2poblacin de villas y asentamientos en principales algomerados urbanos

    Fuentes: Buenos Aires: Cravino et al. (2008); el % de 2006 para la Ciudad de Buenos Aires se estim en base a datos de Cravino et al. (2008) y a la poblacin total de la Ciudad de Buenos Aires (2005, deisministerio de salud de la nacin). Crdoba: Buthet, Baima y Calvo (2007). mendoza: estimaciones del Centro de estudios sobre Asentamientos humanos (CeAh, Facultad de Ciencias polticas y sociales, universidad nacional de Cuyo) en base a datos de la eph/deiemendoza. rosario: estimaciones de ipeC y Cceres y gurra (2006).

    4,35,2

    6,9

    10,1

    1,21,7

    3,9 4,3

    2,2

    3,62,5

    8,8

    10,0

    2,33,0

    8,1

    4,7

    Conurbano bonaerense Ciudad de Buenos Aires gran mendoza rosario Ciudad de Crdoba

    1981 1980 198019842001 2001 20012007 20002006 2006 20071991 1991 19911991 1992

    0%

    2%

    12%

    10%

    8%

    6%

    4%

    % de la poblacin total

    La poblacin en villas y asentamientos crece mucho ms aceleradamente que la poblacin total: entre 1981 y 2006, 220% frente a 35% en el Conurbano.

  • 12 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    hasta 2003. Los datos del censo nacional de poblacin y vivienda de 1980 indicaban que el 2,3% de los habitantes de la ciudad residan en villas; en el relevamiento de 1991 repre-sentaban ya el 3% (o 4,16% segn el releva-miento del Servicio Habitacional y de Accin Social, SEHAS). En 2001 la cifra ms que du-plicaba a la de la dcada anterior. Segn el ltimo relevamiento efectuado por el SEHAS en 2007 supera el 4%. En la disminucin de la poblacin en villas incidi fuertemente el programa provincial Mi casa, mi vida, cuyo objetivo es erradicar las villas de la ciudad relocalizando a los pobladores en barrios de la periferia. En trminos de cantidad de villas definida por el aspecto dominial del terri-torio y de la poblacin que en ella reside el programa incidi positivamente. Sin em-bargo, se conformaron otros barrios margi-nales, en este caso provistos por el gobierno con la mnima infraestructura interna pero con igual composicin social e idnticos pro-blemas de acceso.

    En el rea del Gran Mendoza, al igual que en el resto de las grandes reas metro-politanas, en las ltimas dcadas los asenta-mientos informales tuvieron un importante incremento. Al promediar la dcada de los ochenta haba 48 barrios informales con 3.530 hogares. A principios de los noventa ambas cifras casi se haban duplicado. En 2004 la cantidad de barrios informales era similar a la de una dcada atrs; sin embargo se increment la cantidad de pobladores, o sea que hubo un proceso de densificacin de los existentes: el 3,7% de los hogares del rea residan en barrios informales. Desde 2004 se implementa el plan provincial Mendoza sin villas,20 que al igual que en el caso de Crdoba, impact en la disminucin de las cifras de la informalidad urbana. Para 2007, si bien el nmero de asentamientos informa-les se mantena relativamente constante, se haba producido una disminucin considera-

    ble de la cantidad de hogares que los habitan (Lentini et al., 2008).

    En Rosario, en 2006 haba 87 asenta-mientos irregulares que ocupaban una super-ficie de 357,60 hectreas, lo que representa un 8,8% ms que en 1996 (Cceres y Gurra 2006, en base a datos proporcionados por la Direccin de Ordenamiento Territorial). En 1992, el nmero de familias en asentamien-tos informales ascenda a 19.087 y el de per-sonas a 94.994 (el 8,8% de la poblacin de la ciudad). La reproduccin de estos asenta-mientos se profundiz en la segunda mitad de los noventa: en 2000 representaban el 10% de la poblacin.

    La mayora de los asentamientos se ubican en sectores cercanos a los lmites de Rosario: muchos estn junto a la Avenida de Circunvalacin, que conecta la ciudad con los accesos que provienen del sur de la provincia de Santa Fe, el norte y litoral del pas, y con la autopista a Buenos Aires. En menor medida, hay asentamientos en secciones vecinas al rea central. En los ltimos aos el progra-ma Rosario hbitat ha tenido un positivo impacto en la reduccin de asentamientos de la ciudad.

    Los datos presentados para las ciudades de las cuatro provincias muestran la rele-vancia que han adquirido los asentamientos informales. Son cifras menores a las de las grandes ciudades de Amrica Latina, pero han comenzado a mostrar una tendencia de crecimiento similar al patrn de la regin. Parecen constituirse as como una respuesta a la necesidad del hbitat que ni el mercado ni el estado proveen. La combinacin de falta de suelo disponible e insuficiente e inadecuada intervencin estatal pareciera incidir en la evolucin de los asentamientos informales. La situacin es particularmente aguda en el AMBA, por la magnitud de su poblacin y la dificultad para frenar el proceso pese a las intervenciones estatales.

    La combinacin de falta de suelo disponible e insuficiente e inadecuada intervencin estatal pareciera incidir en la evolucin de los asentamientos informales.

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 13

    Mara Cristina Cravino*

    Argentina es un pas con una informalidad urbana relativamente baja pero con una larga historia desde el surgimiento y consolidacin de estas formas de hbitat popular. Fundamentalmente, pueden encontrarse dos tipologas reconocidas: las llamadas villas o villas miseria y los denominados asenta-mientos o tomas de tierra. Estas formas son muy rele-vantes en nmero en el rea metropolitana de Buenos Aires, pero tambin pueden observarse tanto en las capitales provinciales como en las ciudades intermedias de todo el pas.

    En Buenos Aires, las villas surgieron en la dca-da de 1930, aunque su nmero creci a partir de los aos cuarenta, en el marco de intensas migraciones internas (fundamentalmente ruralurbana) y fue conco-mitante a la descomposicin de las economas rurales del interior del pas. Este proceso urbano est ligado a la etapa en que Argentina comenz la industrializacin sustitutiva de importacio-nes, actividad econmica concentrada en las grandes ciudades, que fueron lugar de atraccin de la poblacin migrante. Desde la dcada de 1970 y 1980 el tipo de migracin fue predominante-mente urbanaurbana.

    Las villas pueden ser calificadas como autour-banizaciones informales producto de ocupaciones de tierra urbana vacante o de la afectacin de tie-rras fiscales para asentar familias provisoriamente por parte del estado, con las siguientes caractersticas: a) producen tramas urbanas muy irregulares es decir, no son barrios amanzanados sino organizados a partir de pasillos irregulares, donde por lo general no pueden pasar vehculos; b) respon-den a la suma de prcticas individuales y diferidas en el tiempo; c) sus viviendas son construidas en su origen con materiales precarios o de desecho (con el tiempo sus habitantes construyen sus casas de mampostera, sin embargo las viviendas son siempre precarias); d) poseen una alta densidad poblacional, a diferencia de los asentamientos; e) sus pobladores fueron y son, por lo general, trabajadores poco calificados o infor-males, y f) sus habitantes son portadores de adscrip-ciones estigmatizantes por parte de la sociedad de su entorno.

    Los pobladores las consi-deraban en sus orgenes un hbitat transitorio hacia un anhelado ascenso social y mejores condiciones habita-cionales. Con el tiempo, las vieron simplemente como un

    lugar posible donde vivir en la ciudad, ms estable que otros.

    Las condiciones de vida precarias que se evidencian en las villas fueron objeto de reivindicaciones por parte de quienes las habitaban, quienes formaron un tipo de organizacin social que tuvo peso en la conformacin de su identidad urbana y en la construccin de demandas ante el estado para mejorar su situacin urbana.

    En los aos ochenta comenzaron a desarrollarse una serie de ocupaciones con caractersticas que las diferencian de las villas. Los primeros asentamien-tos aparecieron durante el rgimen militar que gobern Argentina entre 19761983, el cual provoc profundas transformaciones socioeco-nmicas que, sumadas al terrorismo de estado, arroja-ron como saldo ms visible el deterioro de las condicio-nes materiales de vida de la mayora de la poblacin del pas. La desindustrializacin, la destruccin del aparato productivo, el incremento del cuentapropismo, del subempleo y del desem-pleo estructural son claros indicadores de la progresiva pauperizacin de un amplio sector de la poblacin. A su vez, el cambio de la normati-

    Villas miseria y asentamientos informales reCuAdro 1

    *Universidad Nacional de General Sarmiento

  • 14 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    va urbana clausur la etapa de oferta en el mercado de lotes populares. Estos cam-bios impactaron sobre las estrategias que los sectores populares haban desarro-llado histricamente para acceder a la vivienda.

    Los asentamientos se dis-tinguen por a) sus trazados urbanos, que tienden a ser regulares y planificados, en forma de cuadrcula, mimeti-zando su trazado al del tejido circundante (y con espacio para la infraestructura comu-nitaria); b) la distribucin de lotes, decidida y organizada colectivamente; c) una estra-tegia colectiva que busca la mediacin del estado para su legitimacin, reivindican-do la posibilidad de pagar los terrenos y pasar a ser lo antes posible propietarios y no ocupantes ilegales, y d) los actores sociales, que tienen un origen urbano, ya sea en su ciudad o en otras localidades argentinas o de los pases limtrofes.

    Por parte de los pobla-dores, estos barrios son percibidos no como una solucin habitacional transitoria, sino como una mejora a corto y mediano plazo, luego de una etapa de sacrificios, carencias y esfuerzos para poder ejercer el derecho a la ciudad.

    La conformacin de estos asentamientos tiene mucha relacin con los mecanismos de reciprocidad

    de los sectores populares, que fueron estudiados por algunos autores clsicos de las ciencias sociales. Estos mecanismos de reciprocidad siguen estando presentes en los barrios, fundamen-talmente por medio de redes de informacin y de pequeas ayudas (cuidado infantil, prstamo de herra-mientas y/o alimentos y/o dinero). Estas prcticas se encuentran en tensin con la disputa por los recursos de los programas sociales y la apropiacin del espacio urbano disponible en los barrios, que ahora puede ser ofertado en el mercado inmobiliario informal para obtener recursos monetarios. Se destaca en la mayora de los barrios la presencia de mltiples organizaciones sociales, coordinadas fun-damentalmente por mujeres, que sostienen comedores comunitarios, centros de apoyo escolar o recreacin, instituciones religiosas, etc. y organizan buena parte de la vida cotidiana de los habi-tantes de los asentamientos informales.

    Las redes sociales barria-les siguen vigentes, pero se modifica su sentido. Algunas organizaciones locales decli-nan, otras se refuerzan y son ms permanentes, algunas cobran formas institucio-nalizadas (e incluso con personera jurdica), mientras otras cambian su sentido o

    contenido. Paralelamente, tambin se modifica cons-tantemente el entramado social de la economa barrial (en algunas villas o asenta-mientos son relevantes los talleres de costura o calzado, las ferias, etc.), al que se accede preferentemente por medio de vnculos sociales (en los barrios con fuerte presencia de migrantes de pases limtrofes tienen peso las distintas nacionalidades).

    En un estudio realizado en 2006 intentamos indagar el peso de las relaciones sociales previas en la elec-cin del barrio al que se mudaran quienes viven en asentamientos informales del rea metropolitana de Buenos Aires. Un 73,2% de los entrevistados de los asentamientos de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires conocan previamente de una a cinco personas en el barrio, contra un 29,2% entre los entrevistados del Conurbano bonaerense, lo que muestra la relevancia de las relaciones sociales de parentesco o amistad para decidir su lugar en la ciudad (dentro de las estrechas opciones disponibles). Estas redes son centrales a la hora de obtener un empleo, o de tener informacin sobre planes sociales, lugares de atencin de la salud, centros educativos, etc. Los habi-tantes de los asentamientos informales llegan all para

    salir de la pobreza, apelando al recurso que ms tienen a mano sus redes sociales pero quienes viven fuera asocian a estos barrios con la pobreza.

    Se observa una comple-jizacin de las relaciones sociales barriales y una metamorfosis de las organi-zaciones sociales locales a consecuencia de diversos procesos, entre ellos a) el crecimiento de la pobla-cin en cada barrio; b) los recursos de numerosos aunque insuficientes progra-mas sociales asistenciales focalizados; c) los ciclos eco-nmicos y su impacto en los ingresos de los pobladores, y d) las intervenciones urbanas del estado en los barrios. La presencia de algunos grupos dedicados al narco-trfico, en algunos barrios (no en la escala que quie-ren presentarla los medios de comunicacin) genera tensiones con el resto de los pobladores. La sociabilidad en estos asentamientos se constituye entonces a partir del entramado de actores, relaciones, experiencias y expectativas. En l se encuentran tanto relaciones de reciprocidad como de disputa, de identificacin como de diferenciacin o estratificacin y, ms recientemente, relaciones de mercado (de inmuebles dentro de los barrios).

    Por ltimo, vale resaltar la importancia de las organiza-ciones de los asentamientos informales del rea metropo-litana de Buenos Aires, que recurrentemente acuden al estado con el fin de mejorar las condiciones urbanas de vida. Las modalidades son diversas (comisiones vecina-les, juntas vecinales, cuerpos de delegados, mutuales, cooperativas, etc.). Aunque tambin cambiaron en los ltimos aos, lo que prima es la bsqueda constante del mejoramiento barrial de forma fragmentada o coordi-nada. Esto sucede tanto en relacin con la infraestructu-ra o el espacio pblico como con el espacio privado, siempre en funcin de las capacidades econmicas de las familias. Es decir, conviven tanto prcticas rei-vindicativas frente al estado como mecanismos autoges-tivos en relacin al hbitat y su vinculacin con la ciudad formal. Las reivindicaciones se centran en lograr una calidad urbana similar al resto de la ciudad y en el acceso al ttulo de propie-dad. En el caso de aquellos barrios que se encuentran en lugares centrales se pondera altamente la localizacin, crucial para obtener recur-sos por medio del mercado de trabajo as como para el acceso a centros educativos y de salud.

    reCuAdro 1

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 15

    va urbana clausur la etapa de oferta en el mercado de lotes populares. Estos cam-bios impactaron sobre las estrategias que los sectores populares haban desarro-llado histricamente para acceder a la vivienda.

    Los asentamientos se dis-tinguen por a) sus trazados urbanos, que tienden a ser regulares y planificados, en forma de cuadrcula, mimeti-zando su trazado al del tejido circundante (y con espacio para la infraestructura comu-nitaria); b) la distribucin de lotes, decidida y organizada colectivamente; c) una estra-tegia colectiva que busca la mediacin del estado para su legitimacin, reivindican-do la posibilidad de pagar los terrenos y pasar a ser lo antes posible propietarios y no ocupantes ilegales, y d) los actores sociales, que tienen un origen urbano, ya sea en su ciudad o en otras localidades argentinas o de los pases limtrofes.

    Por parte de los pobla-dores, estos barrios son percibidos no como una solucin habitacional transitoria, sino como una mejora a corto y mediano plazo, luego de una etapa de sacrificios, carencias y esfuerzos para poder ejercer el derecho a la ciudad.

    La conformacin de estos asentamientos tiene mucha relacin con los mecanismos de reciprocidad

    de los sectores populares, que fueron estudiados por algunos autores clsicos de las ciencias sociales. Estos mecanismos de reciprocidad siguen estando presentes en los barrios, fundamen-talmente por medio de redes de informacin y de pequeas ayudas (cuidado infantil, prstamo de herra-mientas y/o alimentos y/o dinero). Estas prcticas se encuentran en tensin con la disputa por los recursos de los programas sociales y la apropiacin del espacio urbano disponible en los barrios, que ahora puede ser ofertado en el mercado inmobiliario informal para obtener recursos monetarios. Se destaca en la mayora de los barrios la presencia de mltiples organizaciones sociales, coordinadas fun-damentalmente por mujeres, que sostienen comedores comunitarios, centros de apoyo escolar o recreacin, instituciones religiosas, etc. y organizan buena parte de la vida cotidiana de los habi-tantes de los asentamientos informales.

    Las redes sociales barria-les siguen vigentes, pero se modifica su sentido. Algunas organizaciones locales decli-nan, otras se refuerzan y son ms permanentes, algunas cobran formas institucio-nalizadas (e incluso con personera jurdica), mientras otras cambian su sentido o

    contenido. Paralelamente, tambin se modifica cons-tantemente el entramado social de la economa barrial (en algunas villas o asenta-mientos son relevantes los talleres de costura o calzado, las ferias, etc.), al que se accede preferentemente por medio de vnculos sociales (en los barrios con fuerte presencia de migrantes de pases limtrofes tienen peso las distintas nacionalidades).

    En un estudio realizado en 2006 intentamos indagar el peso de las relaciones sociales previas en la elec-cin del barrio al que se mudaran quienes viven en asentamientos informales del rea metropolitana de Buenos Aires. Un 73,2% de los entrevistados de los asentamientos de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires conocan previamente de una a cinco personas en el barrio, contra un 29,2% entre los entrevistados del Conurbano bonaerense, lo que muestra la relevancia de las relaciones sociales de parentesco o amistad para decidir su lugar en la ciudad (dentro de las estrechas opciones disponibles). Estas redes son centrales a la hora de obtener un empleo, o de tener informacin sobre planes sociales, lugares de atencin de la salud, centros educativos, etc. Los habi-tantes de los asentamientos informales llegan all para

    salir de la pobreza, apelando al recurso que ms tienen a mano sus redes sociales pero quienes viven fuera asocian a estos barrios con la pobreza.

    Se observa una comple-jizacin de las relaciones sociales barriales y una metamorfosis de las organi-zaciones sociales locales a consecuencia de diversos procesos, entre ellos a) el crecimiento de la pobla-cin en cada barrio; b) los recursos de numerosos aunque insuficientes progra-mas sociales asistenciales focalizados; c) los ciclos eco-nmicos y su impacto en los ingresos de los pobladores, y d) las intervenciones urbanas del estado en los barrios. La presencia de algunos grupos dedicados al narco-trfico, en algunos barrios (no en la escala que quie-ren presentarla los medios de comunicacin) genera tensiones con el resto de los pobladores. La sociabilidad en estos asentamientos se constituye entonces a partir del entramado de actores, relaciones, experiencias y expectativas. En l se encuentran tanto relaciones de reciprocidad como de disputa, de identificacin como de diferenciacin o estratificacin y, ms recientemente, relaciones de mercado (de inmuebles dentro de los barrios).

    Por ltimo, vale resaltar la importancia de las organiza-ciones de los asentamientos informales del rea metropo-litana de Buenos Aires, que recurrentemente acuden al estado con el fin de mejorar las condiciones urbanas de vida. Las modalidades son diversas (comisiones vecina-les, juntas vecinales, cuerpos de delegados, mutuales, cooperativas, etc.). Aunque tambin cambiaron en los ltimos aos, lo que prima es la bsqueda constante del mejoramiento barrial de forma fragmentada o coordi-nada. Esto sucede tanto en relacin con la infraestructu-ra o el espacio pblico como con el espacio privado, siempre en funcin de las capacidades econmicas de las familias. Es decir, conviven tanto prcticas rei-vindicativas frente al estado como mecanismos autoges-tivos en relacin al hbitat y su vinculacin con la ciudad formal. Las reivindicaciones se centran en lograr una calidad urbana similar al resto de la ciudad y en el acceso al ttulo de propie-dad. En el caso de aquellos barrios que se encuentran en lugares centrales se pondera altamente la localizacin, crucial para obtener recur-sos por medio del mercado de trabajo as como para el acceso a centros educativos y de salud.

    reCuAdro 1

  • 16 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    Urbanizaciones cerradas

    Las urbanizaciones cerradas se definen como asentamientos residenciales urbanos cerrados que son voluntariamente habitados por un grupo social homogneo y donde el espacio pblico ha sido privatizado a travs de la res-triccin del acceso mediante dispositivos de seguridad. Estas urbanizaciones estn proyec-tadas para proveer seguridad a sus residentes y evitar el acceso de no residentes. Poseen vi-viendas de muy buena calidad y tienen servi-cios e infraestructura de uso colectivo, utiliza-da exclusivamente por sus residentes, quienes deben pagar mensualmente por estos servi-cios y el mantenimiento del barrio. Existe en la mayora una asociacin de residentes que ejerce la administracin del asentamiento, controlando el cumplimiento de los cdigos internos de conducta y edificacin (Roitman, 2008). Este tipo de urbanizaciones incluye for-mas diferentes, como los clubes de campo (o country-clubs), los barrios cerrados, los clubes de chacra y los megaemprendimientos. Todas ellas marcan un nuevo patrn de apropiacin del espacio que acrecienta las brechas socia-les. El muro es el denominador comn de estos barrios. Su presencia evidencia la volun-tad de sus habitantes de establecer una clara separacin con los de afuera; se trata de una distancia fsica que redunda en el incremento de la distancia social.

    Los barrios cerrados se constituyen en en-claves exclusivos que se aslan de la ciudad y transforman barreras fsicas en barreras socia-les. Son propicios para el cultivo de sentimien-tos de intolerancia hacia la ciudad abierta y sus problemas sociales (Caldeira, 2000).

    Al igual que en varias ciudades del mundo,21 en Argentina estas urbanizaciones proliferaron en los aos noventa. En el AMBA el proceso ha sido mayor. Se dio una subur-banizacin de las elites, que comenzaron por primera vez a desplazarse hacia las periferias. A principios de los aos noventa haba alre-dedor de noventa emprendimientos. En 2001 sumaban cerca de 285. Seis aos ms tarde, eran ya alrededor de 54122 las urbanizaciones cerradas, ocupando una superficie de 35.000 hectreas es decir, casi el doble que la super-ficie de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires

    (Garay, 2007). Alrededor de la mitad de las urbanizaciones cerradas se sita en el tercer cordn del rea metropolitana, el ms alejado de la ciudad de Buenos Aires; un tercio est en el segundo cordn, y solo el 14% se sita en los partidos del primero (Fernndez Wagner, 2009). Recientemente saturada la zona nor-te, las urbanizaciones tambin se establecen, aunque en una proporcin an menor, en el oeste, y el sur. En el mapa 1 se observa la ubicacin de las urbanizaciones cerradas y los asentamientos informales en la regin metro-politana de Buenos Aires (RMBA).

    En el rea metropolitana de Crdoba, es-tos barrios estn en su mayora dentro de la ciudad, en su periferia. En 1991 exista solo una urbanizacin cerrada; en la actualidad son 29 en 4.107 lotes. En Mendoza hay en la actualidad ms de 150 de estos complejos urbanos en el rea metropolitana (Lentini et al., 2008); un nmero considerable de los mismos se encuentra en las reas periurba-nas de nivel socioeconmico ms alto y de mayor calidad ambiental, en los departa-mentos de Lujn y Maip.

    Cabe destacar que las urbanizaciones cerradas son solo un tipo de vivienda amura-llada. Desde los aos noventa proliferan tam-bin nuevas tipologas de vivienda colectiva en altura para sectores medioaltos y altos que incorporan equipamiento y servicios co-munes. Son los llamados countries verticales, que se desarrollan en parcelas relativamente grandes (y cerradas con muro perimetral) en las reas de mayor nivel socioeconmico de la trama urbana consolidada.

    El rpido incremento de las urbanizacio-nes cerradas en los aos noventa se da en forma paralela al cambio en la provisin de servicios e infraestructura para consumo y re-creacin. Con la apertura de la economa, se produjo una gran inversin de capitales ex-tranjeros en shopping centers, supermercados, hipermercados, hoteles de grandes cadenas internacionales, complejos de salas de cine y urbanizaciones cerradas. De esta manera, la transicin fue de un tipo de urbanizacin que segua un modelo europeo a un patrn ms similar a las ciudades de Estados Unidos. La multiplicacin de urbanizaciones cerradas se enmarca en este proceso.

    Los barrios cerrados se constituyen en enclaves exclusivos que se aslan de la ciudad y transforman barreras fsicas en barreras sociales.

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 17

    Desde la perspectiva de la cohesin social la proliferacin de urbanizaciones cerradas que contrastan con barrios pobres incide di-rectamente sobre el tejido social. Su presencia aumenta las distancias y las brechas sociales objetivas y subjetivas (Prvt Schapira, 2000).

    mApA 1Asentamientos informales y urbanizaciones cerradas en la regin metropolitana de Buenos Aires, 2008

    Fuente: instituto del Conurbano, universidad nacional de general sarmiento.

    0 2,5 5 7,5 101,25

    Kilometers

    Cdigo Municipio

    1 Ciudad de Buenos Aires2 Almirante Brown3 Avellaneda4 Berazategui5 Esteban Echeverra6 Ezeiza7 Florencio Varela8 General San Martn9 Hurlingham10 Ituzaing11 Jos C. Paz12 La Matanza13 Lans14 Lomas de Zamora15 Malv inas Argentinas16 Merlo17 Moreno18 Morn19 Quilmes20 San Fernando21 San Isidro22 San Miguel23 Tigre24 Tres de Febrero25 Vicente Lpez

    Asentamientos

    Lmite municipalFerrocarrilRuta

    Urbanizaciones cerradas

    AutopistaVyA sin identificar tipologaVillas

    1

    25

    8

    249

    10 18

    16

    22

    11

    17

    12

    56

    14

    13

    3

    2

    7

    4

    19

    15

    23

    21

    20

    Asentamientos Villas Villas y asentamientos sin identificar tipologa urbanizaciones cerradas lmite municipal

    1 Ciudad de Buenos Aires

    2 Almirante Brown

    3 Avellaneda

    4 Berazategui

    5 esteban echeverra

    6 ezeiza

    7 Florencio Varela

    8 general san martn

    9 hurlingham

    10 ituzaing

    11 Jos C. paz

    12 la matanza

    13 lans

    14 lomas de Zamora

    15 malvinas Argentinas

    16 merlo

    17 moreno

    18 morn

    19 Quilmes

    20 san Fernando

    21 san isidro

    22 san miguel

    23 tigre

    24 tres de Febrero

    25 Vicente lpez

  • 18 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    Tendencias de la segregacin residencial

    La evolucin de la segregacin a lo largo de la dcada que separa los ltimos dos cen-sos muestra una relacin con la dinmica del mercado de trabajo. Los dos ndices de

    segregacin ms utilizados para captar las principales dimensiones del fenmeno el de disimilitud y el de aislamiento registra-ron aumentos importantes en el Conurbano bonaerense y en la ciudad de Buenos Aires al computarse con un indicador indirecto de precariedad laboral.23 En los restantes aglo-merados ambos ndices registraron pequeos

    grFiCo 3

    Fuente: elaboracin propia en base a censos nacionales de poblacin y vivienda de 1991 y 2001 (indeC).

    ndices de disimilitud y aislamiento por cobertura mdica en principales aglomerados urbanos, 19912001

    ndice de disimilitud

    ndice de aislamiento

    Conurbanobonaerense

    Conurbanobonaerense

    Ciudad deBuenos Aires

    Ciudad deBuenos Aires

    rosario

    rosario

    Ciudad de mendoza

    Ciudad de mendoza

    0

    0

    0,50

    0,50

    0,40

    0,40

    0,30

    0,30

    0,20

    0,20

    0,10

    0,10

    20011991

    0,07

    0,23

    20011991

    0,15

    0,29

    20011991

    0,29 0,29

    20011991

    0,26

    0,39

    20011991

    0,25 0,26

    20011991

    0,290,33

    0,10

    1991 2001

    0,26

    0,32

    1991 2001

    0,50

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 19

    incrementos o permanecieron inalterados (vase el grfico 3).

    El ndice de disimilitud forma parte de los indicadores de igualdad; permite com-parar las distribuciones de dos grupos, uno de ellos el grupo minoritario o segregado. Con este ndice, conocido tambin como de Duncan, se calcula la diferencia entre la pro-porcin de individuos del grupo minoritario y la proporcin del resto de poblacin en cada unidad territorial de acuerdo con una variable de corte, en este caso la cobertura de salud (Flores, 2009).24 El ndice de aislamiento cap-ta otra de las dimensiones de la segregacin, que es la de exposicin; refiere al grado de contacto potencial dado por el hecho de com-partir un rea residencial. En contraste con la dimensin de igualdad captada por el ndice

    de disimilitud, el ndice de aislamiento no parte de la idea de una distribucin igual; intenta medir, en cambio, la experiencia de segregacin tal como es experimentada por residentes de los grupos mayoritarios y mino-ritarios. El ndice de aislamiento mide el gra-do en que miembros del grupo minoritario estn expuestos solo a una interaccin entre s ms que con miembros del grupo mayorita-rio (Massey y Denton, 1988: 287-288).25

    La tendencia al incremento en el ndice de disimilitud utilizando el indicador de pre-cariedad laboral sugiere que el incremento en la precariedad laboral no se distribuy homogneamente en el espacio. El hecho de que el incremento tambin lo haya exhibido el ndice de aislamiento indica la extensin generalizada de ese dficit.

    CuAdro 1

    * gBA 1: san isidro, Vicente lpez; gBA 2: Avellaneda, morn, ituzaing, hurlingham, general san martin, tres de Febrero; gBA 3: Quilmes, lans, lomas de Zamora, Almirante Brown, Berazategui; gBA 4: Florencio Varela, esteban echeverra, ezeiza, merlo, moreno, Jos C. paz, malvinas Argentinas, san miguel, la matanza, san Fernando, tigre.Fuente: elaboracin propia en base a censos nacionales de poblacin y vivienda de 1991 y 2001 (indeC).

    ndice de disimilitud por nivel de instruccin en principales aglomerados urbanos, 19912001

    grupo: jefes de hogar de 25 aos o mssubgrupo: hasta educacin primaria completa

    Ciudad de Buenos Aires 0,232 0,217 6,97% 4,91% 13,67% -64,07% 26,59% 36,06% -26,26%

    Conurbano bonaerense 0,276 0,266 3,53% 61,56% 80,32% -23,36% 56,47% 64,64% -12,64%

    gBA 1* 0,442 0,248 78,05% 3,23% 32,26% -90,00% 30,54% 41,11% -25,72%

    gBA 2 0,206 0,203 1,59% 45,45% 73,86% -38,46% 49,55% 59,53% -16,76%

    gBA 3 0,249 0,250 -0,13% 68,87% 81,91% -15,93% 57,49% 65,45% -12,16%

    gBA 4 0,227 0,228 -0,36% 78,23% 91,84% -14,81% 63,83% 71,76% -11,05%

    rosario 0,329 0,315 4,46% 57,32% 70,37% -18,55% 49,71% 56,90% -12,64%

    Ciudad de Crdoba 0,293 33,33% 38,99%

    Ciudad de mendoza 0,282 0,285 -1,03% 9,09% 9,09% 0,00% 28,83% 35,53% -18,85%

    % de jefes de hogar con educacin

    hasta primaria completa

    % de fracciones con jefes de hogar hasta

    primaria completa > 50%ndice de disimilitud

    2001 1991 Variacin 2001199119912001Variacin

    2001199119912001Variacin

    20011991

  • 20 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    Cabe concluir que en el AMBA los terri-torios segregados tienden a agrupar a traba-jadores con vnculos dbiles con el mercado de trabajo, y que este proceso pareciera ir en aumento. Las transformaciones en el merca-do de trabajo se suman as a los cambios en el mercado de suelo como determinante de la segregacin residencial.

    La segregacin residencial medida a tra-vs del nivel educativo hasta primario com-pleto aspecto clave de la estratificacin social del pas tambin creci en el ltimo perodo censal. Su crecimiento es menor al observado con el indicador de precariedad laboral. Sin embargo, su aumento sugiere que es un determinante de segregacin resi-dencial en los grandes aglomerados del pas. Dicho con otras palabras, en las ciudades los hogares de niveles socioeconmicos ms ba-jos tienden a concentrarse territorialmente, aislndose del resto de los habitantes.

    El incremento en el ndice de segregacin por nivel de instruccin del jefe del hogar se dio en Rosario, la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense (vase el cuadro 1). En este ltimo aglomerado, es notable el incremento en los partidos con mayor nivel

    La segregacin residencial socioeconmica pareciera tender a crecer vinculada con las dinmicas del mercado de trabajo y con aspectos de la estructura social del pas.

    grFiCo 4

    Fuente: elaboracin propia en base a censo nacional de poblacin y vivienda 2001 (indeC).

    ndices de disimilitud en principales aglomerados urbanos, 2001

    Conurbanobonaerense

    Ciudad de Buenos Aires rosario Ciudad de mendoza Ciudad de Crdoba

    0

    0,50

    0,40

    0,30

    0,20

    0,10

    no posee plan mdico/obra social nivel educativo hasta primario completo migrante pas limtrofe

    0,07

    0,260,28 0,28

    0,23 0,23

    0,310,29

    0,33

    0,220,26

    0,28

    0,34

    0,24

    0,29

    0,17

    socioeconmico. Es decir que en estos par-tidos la tendencia a la reclusin de los ms desventajados est creciendo.

    La segregacin residencial socioeconmi-ca, en conclusin, pareciera tender a crecer vinculada con las dinmicas del mercado de trabajo y con aspectos de la estructura social del pas. Cmo es la situacin de segregacin en la actualidad? cmo se comparan entre s los aglomerados urbanos? A los ndices de disimilitud construidos en base al indicador de precariedad laboral y nivel de instruccin, se le sum uno construido en base a la si-tuacin de migracin de pases limtrofes. En los cinco aglomerados considerados el Conurbano bonaerense, la ciudad de Buenos Aires, Rosario, Mendoza y Crdoba opera una lgica de segregacin residencial basa-da tanto en aspectos socioeconmicos como migratorios. Pueden observarse sin embargo algunas especificidades en las pautas segrega-torias de cada aglomerado.

    En el Conurbano bonaerense los valores de los ndices para los tres aspectos conside-rados alcanzan valores muy similares. En la ciudad de Buenos Aires la segregacin resi-dencial segn la condicin migratoria alcanza

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 21

    un valor levemente ms elevado que por los otros dos aspectos, mientras que en la ciudad de Mendoza la condicin migratoria registra el valor ms elevado con respecto al resto de los aglomerados y a los otros dos ndices de la ciudad. En Crdoba sucede lo contrario: la segregacin segn el patrn migratorio es menor al resto de los aglomerados y al valor alcanzado por los otros dos ndices de disi-militud de la ciudad. En Rosario se destaca el elevado valor del ndice de disimilitud segn nivel de instruccin; junto con el ndice de acuerdo con la cobertura de salud registran

    los valores ms elevados respecto de los otros cuatro aglomerados (vase el grfico 4).

    La persistencia de elevados niveles de segregacin entre 1991 y 2001 plantea el in-terrogante acerca de lo que pudo haber acon-tecido a partir de entonces, especialmente en la relacin entre el funcionamiento del mercado de trabajo y la segregacin residen-cial en el contexto de expansin econmica posterior a 2003. Interesa asimismo analizar sus efectos en los rendimientos educativos. Los resultados de dicho anlisis se presentan en la siguiente seccin.

  • 22 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    Fernando Groisman*

    La sociedad argentina ha sido testigo de un persisten-te incremento de diversas formas de segregacin espacial a lo largo de los ltimos dos decenios. El empobrecimiento de nume-rosos barrios, la proliferacin de asentamientos informales y la propagacin de urbani-zaciones cerradas muestran una fuerte fragmentacin espacial y social. Los facto-res que han influido en este cuadro de situacin son en gran medida los mismos que han conducido al deterioro distributivo y al aumento de la pobreza e indigencia en diferentes momentos del pasado reciente. Entre estos ocupan un lugar destacado los que se originan en un funcionamiento deficitario del mercado de trabajo.

    En Argentina, como en la mayora de los pases latinoamericanos, ante la ausencia de sistemas de proteccin social gene-ralizados la insercin laboral de las personas es una variable imprescindi-ble para comprender las oscilaciones en el bienestar de la poblacin ms vul-nerable. Los hogares de los estratos sociales bajos obtienen mayoritariamente sus ingresos monetarios de la actividad econmi-ca de sus miembros. El aumento del desempleo

    y de la inestabilidad labo-ral transiciones entre la ocupacin, la desocupacin y la inactividad conducen a prdidas de ingresos que afectan el nivel de vida de estos hogares. Entre otros perjuicios, aumentan las dificultades para afrontar los pagos relacionados con la vivienda, obligando a las familias ms vulnerables a la reubicacin espacial. Otros procesos operan en la misma direccin. Es el caso del cierre de establecimien-tos econmicos, que reduce las oportunidades laborales locales y ocasiona el empo-brecimiento territorial en el rea de influencia de esas firmas. La intensificacin de la concentracin de las elites de mayores recursos y las capas medias acomodadas en urbanizaciones cerradas completa el cuadro de ele-vada fragmentacin espacial. En suma, la segregacin urbana se vio impulsada en parte por el pobre desempe-o econmico y del mercado de trabajo.

    No obstante debe notarse que la relacin inversa no parece haber operado con similar intensidad. Entre 2002 y 2008 el produc-to interno bruto creci de forma sostenida y, aunque tanto el desempleo cuanto la pobreza se redujeron mar-cadamente, la segregacin residencial de los hogares de menores recursos no se

    modific en similar pro-porcin. Este panorama es consistente con la informa-cin proveniente de otros indicadores sociales. Por ejemplo al observar la des-igualdad de la distribucin del ingreso de los hogares se aprecia que si bien dismi-nuy sensiblemente al inicio de la fase expansiva, entre 2002 e inicios de 2004, luego exhibi un comporta-miento ms estable.

    Ante esta situacin cabe interrogarse acerca de la efectividad del mercado de trabajo como mecanismo pri-mordial para lograr mayores niveles de integracin social en las fases de recuperacin de la economa. Un primer elemento a destacar es el rol crucial de la demanda labo-ral. El mantenimiento de una fuerte demanda de empleo orientada a las personas de baja educacin para ocupar puestos de trabajo registrados en la seguridad social (que gozan de mayor estabilidad y proteccin) es una pieza clave para pro-pender a mayores niveles de integracin espacial. En efecto, la permanencia en el empleo acarrea previsibilidad sobre los ingresos futuros que recibir el hogar y, por lo tanto, facilita el acceso a la vivienda en vecindarios menos segregados. En este aspecto el dficit es rele-vante: segn informacin provista por el INDEC ms

    Barrios empobrecidos, bolsones de pobreza y mercado de trabajo

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 23

    de un tercio de los asala-riados se desempe en un trabajo precario en 2008.

    En segundo trmino conviene destacar que el propio entorno urbano en el que residen estos hoga-res impone restricciones a sus miembros para acce-der a los beneficios de la expansin econmica. La estigmatizacin que sufren los residentes de estos barrios por parte de algunas firmas (y de los hogares, en el caso del servicio doms-tico), la menor demanda de empleo en las zonas empo-brecidas por los procesos ya sealados, el fuerte dficit en el transporte pblico y los problemas que la seguridad acarrea para la circulacin en determinadas franjas horarias, entre otros, limitan una participacin plena de los miembros de estos hoga-res en el mercado laboral. La evolucin que mostr la segregacin residencial respecto del crecimiento econmico parece haber respondido en alguna medi-da a estos factores.

    En suma, la segregacin espacial requiere una aten-cin prioritaria justamente por su persistencia aun en contextos de recuperacin econmica. Es claro, ade-ms, que la continuidad de las personas en situacin de segregacin generar mayo-res perjuicios que si solo fuera una contingencia en sus trayectorias residenciales.

    La fragmentacin del espacio urbano, que en Argentina es de naturaleza eminentemente socioeco-nmica, ha reforzado el aislamiento social y ha acentuado la severidad de las fronteras sociales. La reciente recuperacin econmica de Argentina pone de manifiesto que un mayor aprovechamiento social de los beneficios del crecimiento econmico implica actuar sobre estos factores. Ello redundara en el mejoramiento de la equi-dad y elevara los niveles de integracin social.

    *Conicet y Universidad de Buenos Aires

    Barrios empobrecidos, bolsones de pobreza y mercado de trabajo reCuAdro 2

  • 24 Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009

    3.

    Efectos de la composicin social de los barrios

    El crecimiento de la segregacin residencial, evidenciado en el apartado anterior, importa principalmente por su relacin con el agra-vamiento y la reproduccin de la pobreza: constituye una amenaza a la cohesin social urbana. La segregacin residencial reduce y deteriora los mbitos que hacen posible el aprendizaje de la convivencia en la desigual-dad y debilita el sentimiento de pertenencia a la sociedad de los sectores polarizados. Residir en reas segregadas incide en los cursos de ac-cin de sus residentes (Kaztman, 2008).

    En este apartado se aborda la relacin en-tre la composicin social de los vecindarios y el desempeo laboral de los adultos y los ren-dimientos educativos de nios y adolescentes. Para ello compararemos barrios socialmente homogneos: llamaremos deficitarios a aquellos con alta concentracin de jefes de hogar de bajo nivel educativo y no defici-tarios a los que tengan una baja concentra-cin de jefes de hogar con esas caractersticas. Importa mostrar estas relaciones para eviden-ciar uno de los mecanismos que afectan la inclusin social. Desarrollaremos ms exten-samente los efectos sobre los rendimientos educativos de los nios ya que los dficits en la educacin se arrastran en la vida adulta, afectando a su vez el desempeo laboral.

    Relacionar la composicin social de los barrios con aspectos educativos y laborales es una tarea dificultosa dadas las limitacio-nes de los datos disponibles. Efectuaremos entonces un anlisis novedoso recurriendo a la Encuesta Permanente de Hogares para los aglomerados de Gran Buenos Aires, Mendoza, Crdoba y Rosario26 y al Operativo Nacional de Evaluacin de la Educacin.

    Composicin social de los barrios y logros laborales

    La composicin social deficitaria de los vecindarios se encuentra asociada a dficits laborales. Tanto las tasas de desempleo como las de empleo no registrado (en negro) son ms elevadas en estos barrios, lo cual se apre-cia incluso luego de controlar por el nivel so-cioeconmico de los hogares (aproximado a partir del nivel educativo del jefe de hogar). En efecto, aquellos individuos en hogares sin dficit en el nivel educativo del jefe muestran un desempeo laboral algo inferior si resi-den en vecindarios con homogeneidad social deficitaria, lo que avala la idea de que estos barrios ejercen una influencia negativa (vase el grfico 5).

    A travs de modelos de regresin que se detallan en el anexo se encontr una asociacin significativa entre residir en un vecindario segregado y cierta desventaja para el acceso a mejores puestos de trabajo. Residir en estos barrios tiene un efecto sobre deter-minantes laborales: implica empleos de peor calidad y menores ingresos.27

    Composicin social de los barrios y rendimiento educativo

    Los logros educativos de nios y adolescentes son un producto combinado de factores de socializacin de sus hogares, de sus vecinda-rios y de los establecimientos de enseanza a los que asisten (Kaztman, 2008). Cada uno de estos mbitos puede representarse, por un lado, como un conjunto de activos en capital humano, capital social y capital fsico y, por otro, como un conjunto de capacidades orga-nizacionales que facilitan en mayor o menor medida la transformacin de esos activos en recursos tiles para la socializacin de los me-nores y su transmisin oportuna.

    El peso de las familias, las escuelas y los barrios como contextos socializadores vara segn la etapa del ciclo de vida. Cada uno de esos mbitos contribuye a definir metas,

  • Aportes pArA el desArrollo humAno en ArgentinA / 2009 25

    grFiCo 5

    nota: barrio con homogeneidad social deficitaria se refiere a aquellos barrios que poseen alta concentracin de hogares con jefe de bajo nivel educativo.