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  • Este documento est disponible para su consulta y descarga en Memoria Acadmica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunin, el registro, la difusin y la preservacin de la produccin cientfico-acadmica dita e indita de los miembros de su comunidad acadmica. Para ms informacin, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

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    Giannangeli, Liliana

    Cita sugerida Giannangeli, L. (1972) Contribucin a la bibliografa de Jos Mrmol [En lnea]. La Plata : Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin. Departamento de Letras. Instituto de Literatura Argentina e Iberoamericana, 254 p. (Textos, documentos y bibliografas ; 5). Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.16/pm.16.pdf

    Contribucin a la bibliografa de Jos Mrmol

  • D E P A R T A M E N T O D E L E T R A S INSTITUTO DE LITERATURA ARGENTINA E IBEROAMERICANA

    TEXTOS, DOCUMENTOS Y BIBLIOGRAFA - V

    L I L I A N A G I A N N A N G E L I

    CONTRIBUCIN A LA BIBLIOGRAFA DE JOS MARMOL

    LA FAMA DE JOS MARMOL por JUAN CARLOS GHIANO

    UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA

    FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIN LA P L A T A

  • IMPRESO EN LA ARGENTINA

    Queda hecho el depsito que previene la ley N 11.723 by Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin.

    (Departamento de Letras, Instituto de Literatura Argentina e Iberoamericana). Universidad Nacional de La Plata. La Plata, 1972

  • S U M A R I O

    Pg. GHIANO, JUAN CARLOS. La fama de Jos Mrmol 5 GIANNANGELI, LILIANA. Contribucin a la bibliografa

    de Jos Mrmol. Advertencia preliminar 31 Abreviaturas 39 Instituciones consultadas 41

    A) Obras del autor: I. Obras en libros y folletos;

    a) Poesa. Ordenacin cronolgica 43 b) Teatro 59 c) Prosa:

    i. Novela: Amalia. Ordenacin cronolgica 62 I I . Prosa varia. Ordenacin cronolgica 73 n i . Cartas aparecidas en publicaciones peridicas y li-

    bros. Ordenacin cronolgica epistolar 77 II. Hemerografa de Jos Mrmol:

    Nmina de las publicaciones ms importantes que fund o en las que actu como colaborador o redactor. Ordena-cin cronolgica 7o

    A) Redaccin y colaboraciones. I. Prosa. Ordenacin cronolgica:

    1.1. Publicada en diversos peridicos 83 1.2. ndice del peridico La Semana 90

    Seudnimos y alfnimos usados por Jos Mrmol IOS 2. Trabajos firmados con seudnimos, alfnimos y sin firma.

    Ordenacin cronolgica y por peridico 107 III . Prlogo a obra de otro autor 110

    I

  • IV. Textos de Mrmol en diversas antologas. Ordenacin cro-nolgica 111

    V. Traduciones de obras de Jos Marmol. a) Novela: Amalia 117 b) Poesa 117

    VI. Plagio de Amalia 118 a) Traducin al espaol 119 b) Traducin al ruso 121

    VIL Discografa 122

    VIII. Adaptaciones de Amalia: a) Poesa 123 b) Adaptacin musical y discografa 123 c) Adaptaciones para teatros. Ordenacin cronolgica .. 123 d) Adaptaciones para cine 124

    IX. Obra parlamentaria 125 X. Discursos 130

    Apndice: Amalia 131 Ultima palabra en "El Paran" 132

    B) Sobre Jos Mrmol. Crtica y biografa sobre el autor en ensa-yos generales, nacionales e historias de la literatura:

    I. Trabajos en libro de Jos Mrmol. Ordenacin alfabtica 135 II. Hemerografa sobre Jos Mrmol, con firma. Ordena-

    cin alfabtica 191 III . Hemerografa sin firma sobre Jos Mrmol. Ordena-

    cin alfabtica 224 IV. Crnicas de estreno. Ordenacin cronolgica 213 V. Iconografa. Ordenacin cronolgica 234

    VI. Poesas dedicadas a Mrmol por otros autores. Ordena-cin cronolgica 235

    VIL Noticias sobre su enfermedad, notas necrolgicas, home-najes postumos, aniversarios. Ordenacin cronolgica .. 237

    VIII. Bibliografas auxiliares. Ordenacin alfabtica 240 ndice onomstico 242

    I I

  • LA F A M A DE J O S M A R M O L

  • LA FAMA DE JOS MRMOL

    Jos Mrmol muri en Buenos Aires, su ciudad natal, el 9 de agosto de 1871. Al da siguiente el artculo necrolgico de La Nacin, en el estilo solemne de Bartolom Mitre, des-tacaba la condicin de vate en el poeta desaparecido: "aque-lla voz poderosa que tuvo el estampido del rayo que invocaba contra la tirana, extinguida para siempre en el hombre que paga a la naturaleza su mortal tributo, resonar por mucho tiempo en las estrofas que lanzaron contra el tirano Rosas una terrible profeca cumplida: Ni el polvo de tus huesos la Amrica tendr". El articulista le concede la ms alta ca-tegora a que aspiraban nuestros romnticos, la del vidente que se impone sobre sus das y otea el porvenir; se reconoce as al lrico que haba asumido la condicin de proscripto, condenando en nombre de Mayo los malos tiempos cados so-bre la repblica y augurando para su futuro una vida mejor. En reafirmacin del argumento central aparece el elogio abar-cador "Mrmol ha muerto, pero deja a la literatura, a la prensa y al parlamento la triple herencia de sus obras", para insistir en la condicin memorable del lrico: "No slo es uno de los primeros poetas americanos, sino uno de los ms po-pulares".

    En el discurso ledo en la Recoleta el da del sepelio Mitre subray la fama de Mrmol y asegur su perdurabilidad: "No es una elega sino un himno lo que debera alzarse en este momento. El poeta Mrmol desciende a la mansin del se-pulcro en el carro de la muerte, que es su carro de triunfo, con la frente plida e inanimada. . . pero coronado como Vir-gilio y cont el Tasso con el laurel sagrado que lo hace triun-far de la muerte misma y lo consagra a la gloria y al recuerdo

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  • de sus conciudadanos". A partir de una comparacin con Byron, dolo mayor de los primeros romnticos argentinos, el orador modul la definicin exaltada de su elogio, cele-brando a quien le ganaba a la muerte con la perennidad de sus estrofas. Otros de los oradores del sepelio coincidieron en el panegrico del poeta. Luis L. Domnguez, antiguo com-paero del destierro montevideano y entonces Ministro de Hacienda, record: "A la edad de 26 aos produjo Mrmol El Peregrino, el poema donde estn concentrados todos los sentimientos del alma argentina en aquella poca. All estn expresados en magnficas estrofas los pensamientos que a todos nos eran comunes, y todo lo que tenamos necesidad de decir en altas voces, para consolar a la patria en su mi-seria, para vindicarla en su ignorancia, para alentar sus espe-ranzas". Jos Toms Guido, amigo de aos, resumi la tra-yectoria moza del muerto a travs de su funcin de lrico: "Peregrino de la libertad, proscripto de su patria, cruz la juventud exenta
  • premiada una composicin del poeta hasta entonces desco-nocido. Al referirse a la misma, el informante discrimina: "La elegancia, la novedad, el frescor, la abundancia de sus ideas, sorprenden en la primera lectura y hacen casi olvidar los pecados contra el arte, que la fuerzan a flaquear ante los ojos de la crtica. Frecuente violacin de la sintaxis, y de la pureza de la lengua, inexactitud, aunque no tan comn, en la rima; quebrantamiento de las condiciones de versificacin, que el mismo poeta se impone; y algunas locuciones oscuras en extremo, son los defectos cjue, con pena del que lee, em-paan el terso brillo de las ideas y luchan con el entono ele-vado de esta pieza". Con trminos semejantes estos reparos se repetirn a travs de los aos, deslindando las condiciones naturales de Mrmol de las fallas de su educacin literaria y las prisas en la elaboracin de los versos.

    Un segundo juicio de Vrela, comentario a la aparicin del canto duodcimo de El Peregrino, fue impreso en la en-trega del Comercio del Plata correspondiente al 29 de agosto de 1846. Esta sntesis reconoce un avance en la produccin de Mrmol, que si no haba llegado a la perfeccin confir-maba una diferencia notable con respecto a las composicio-nes primeras: "Mrmol recibi del que distribuye las dotes de la inteligencia todas las necesarias para elevarse, como poeta, a la contemplacin seria de las grandes escenas de la naturaleza y de la vida social; para comprender a un solo golpe de vista, las grandes relaciones morales de todos los objetos entre s, de tal manera que los ms remotos y apa-rentemente inconexos se renan en un solo cuadro, con na-turalidad y sin violencia; para escoger, en fin, en la inmensa paleta del mundo visible, los colores que den a esos cuadros ms encanto, armona y verdad.. sas son las dotes naturales del poeta: Mrmol se sinti con ellas, y se aplica asidua-mente a cultivarlas; sus progresos son evidente; sus trabajos de hoy dejan atrs, a una distancia en que se pierden de vista, sus ms aplaudidos ensayos; y aunque estamos ciertos de que El Peregrino jams perder el puesto que ahora toma en la literatura nacional, tenemos fe en que su autor ha de colocar otras obras en puesto todava ms aventajado". A pe-

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  • sar del dogmatismo de la escuela literaria a que perteneca, Vrela caracteriz con exactitud los rasgos romnticos de la visin potica de Mrmol, ms importante para l que los deslices de idioma en que el autor incurra con frecuencia. Las faltas de su educacin idiomtica y sus modelos prefe-ridos en la literatura espaola, Espronceda y Zorrilla, mal podan guiarlo en la tarea de correccin, evidente en los ma-nuscritos que han podido estudiarse. No se trata pues del arrebato sin recaudos de la inspiracin, sino de las dificul-tades para respetar el significado y la prosodia de palabras que solan tentarlo por las resonancias emotivas y los re-clamos elocuentes.

    Los compaeros de Mrmol en el romanticismo, desde el tropezante versificador Esteban Echeverra hasta el intenso prosista Domingo Faustino Sarmiento, no se detuvieron en las menguas idiomticas; el entusiasmo los llev al arrebato que certifican sus elogios. En la Ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde el ao 37, que prologa el Dogma Socialista en la edicin montevideana de 1846, Echeverra reconoce de Mrmol: "Su Musa, reflexiva y entusiasta, descuella entre las coetneas por la originalidad y el nervio de la expresin; Rosas, la Patria y la Libertad, tienen en su labio yo no s qu mgica potencia". En el mismo ao Sarmiento fue ms lejos que el iniciador del ro-manticismo rioplatense al celebrar, en la tercera carta de sus Viajes, una lectura de El Peregrino escuchada a su autor en Ro de Janeiro. La abundancia fluminense tropicaliza la impresin hasta la desmesura: "es el raudal de poesa ms brillante de pedrera que hasta hoy ha producido la Amrica. Byron, Hugo, Branger, Espronceda, cada uno, no temo afir-marlo, querra llamar suyo algn fragmento que se adapte al genio de aquellos poetas".

    Echeverra y Sarmiento se alejaron de las cautelas del primer juicio de Vrela y de la certeza ecunime del segundo, atentos a un deslumbramiento que quiz se relacione con la recepcin oral de los textos, apoyada por la intensidad que en ellos pona el autor. Cualquiera haya sido el medio de aproximacin a los mismos, es indudable que uno y otro

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  • comentarista encontraron en Mrmol al versificador ardien-te que buscaba la generacin de exiliados.

    Un ao antes de las impresiones sarmientinas, Juan Ma-ra Gutirrez, el ms certero de los crticos romnticos ar-gentinos, tambin se haba dejado arrebatar por la abarca-dora composicin de Mrmol. El elogio, una carta fechada en Ro de Janeiro y febrero de 1845, fue utilizado por el destinatario como prlogo a la edicin montevideana de Can-tos del Peregrino, de 1847. Gutirrez se fija con insistencia en el contenido y olvida los escollos de la escritura, tal vez por considerarlos nfimos frente a las cualidades de fondo. El lector comienza por reconocer que los cantos se integran en la primera forma de las literaturas poticas en la Amrica de habla espaola; literatura que "nace, crece y se modifica a par del movimiento social": "A una literatura potica que fue lrica y guerrera cuando sus cantores vestan armas, como el ltimo de los ciudadanos; dogmtica y filosfica cuando amanecan las instituciones tras la noche formada por la humareda del combate; elegiaca, individual y cristiana, con el corazn en las memorias de lo pasado y la esperanza fija en el porvenir, cuando el fruto de los desrdenes doms-ticos se presenta en todo el amargor de su madurez". Cantos del Peregrino pertenece a la tercera etapa de ese proceso, a una generacin que tuvo como iniciador a Echeverra: "poe-tas, ufanos de su origen, atando con armonas el pasado glo-rioso a un porvenir todava ms glorioso, en que tienen fe; levantando los ojos desde el seno de la patria para fijarlos en Dios; cantando el suelo en que nacieron con ese amor en-tristecido y dulce con que amamos los bienes ya perdidos; maldiciendo a veces, y perdonando siempre; explicando, a favor de la filosofa, el bien que ha de nacer del nial; y con-fiando ms que nunca en el triunfo de las ideas del programa de Mayo, que han estudiado y convertido en evangelio so-cial". Esta excelente definicin de la Joven Generacin Ar-gentina respalda los argumentos literarios de la carta. La ca-racterizacin del protagonista del poema se apoya en refe-rencia a Childe Harold's Pilgrimage, la tan admirada compo-sicin de Byron: "Carlos es el Harold de la Patria y de la

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  • naturaleza. El hroe del poeta ingls arrastra su melancola entre sepulcros y recuerdos. El Peregrino slo baja la vista al suelo para admirar las flores; la mantiene a la altura de las montaas; en el cnit para cantar la luz. en las horas de su esplendor; en el horizonte para contemplar el nacimiento y el declinar del da, en las nubes para encontrar en ellas mineros inagotables de la ms lujosa poesa. El Peregrino consulta constantemente dos mundos de misterio dos fuen-tes que jams se apocan, el corazn y la naturaleza". Esta descripcin del protagonista apoya la variedad de temas de la composicin: "El Peregrino es un himno en loor de las magnificencias del Medioda Americano; la traduccin fiel de los ms ntimos sentimientos del poeta, del desterrado, del patriota., del amante, meditando sobre s mismo, o engolfado en el edn, o en el infierno de la variada naturaleza de nes-' tro Continente". Acorde con esta caracterizacin del conte-nido aparece el reconocimiento generacional: "Nosotros, que pertenecemos a la poca, a la Amrica, a la democracia, a la fe de la cruz; que esperanzamos en lo futuro, que alguna gota de ese roco del cielo que se llama poesa cae de cuando en cuando en nuestra alma, porque somos desgraciados, somos al mismo tiempo rama del rbol que todo l ha de conmoverse al soplo del Peregrino. Toda nuestra generacin hallar en l su historia, y toda ella bendecir a su autor. Bella y envi-diable suerte es la del poeta que alza el velo a los dolores para consolarlos!".

    Si Echeverra, Sarmiento y Gutirrez elogiaron al poeta, las representaciones montevideanas del dramaturgo haban tenido su apologista en otro de los jvenes expatriados; Juan Bautista Alberdi cumpli esa funcin, con entusiasmo que afirma el hecho de que sus contemporneos vieron en la pro-duccin de Mrmol formas ilustres de las modalidades ro-mnticas adoptadas por los argentinos. A propsito del es-treno de El Cruzado el 5 de noviembre de 1842, un artculo sin firma publicado en El Nacional del 12 del mismo mes ex-tiende las impresiones de Alberdi, a partir de esta salutacin ferviente: "El Cruzado ha visto la escena: salud al seor Mr-mol; los ttulos de poeta dramtico le pertenecen de derecho:

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  • el pblico se los ha discernido, el pblico, que en esto, como en toda materia de gusto, tiene nas votos que las academias y los crticos". Entre sus desbordes, el reseador acierta a ca-racterizar la escritura teatral del autor: "El fuerte del seor Mrmol en sus trabajos dramticos es el estilo, indudable-mente. Cuando el movimiento dormita en la accin, se con-serva en el lenguaje tan activo como un ser animado. Quizs procede esto de que ha cultivado ms el estilo que la accin dramtica; en tal caso ser de esperar que el ejercicio de este ltimo talento se desenvuelva en adelante hasta colocar todas sus facultades dramticas en el mismo nivel". Tam-bin es vlida la comparacin con El Poeta, estrenado el 20 de agosto del mismo ao: a pesar de las bellezas lricas, "El Cruzado ha agradado menos a la generalidad que El Poeta. El autor lo esper as, y este ejemplo ha acabado de conven-cerle que para sociedades como las de Amrica es totalmente inadecuado el drama erudito e histrico, y mucho ms si la historia que le sugiere alimento es del otro hemisferio y de tiempos que distan mucho del nuestro. La sociedad en que vivimos, esto es, la sociedad americana, con sus tradiciones, usos, caracteres, pasiones e intereses peculiares, ser en lo futuro el manantial en que tome sus inspiraciones el autor de El Cruzado". A pesar de su juventud entusiasta, el espritu crtico de Alberdi saba afirmarse en admoniciones que pro-baban su muy temprana conciencia de los alcances del arte social que exiga la actualidad americana.

    Desde 1851, y con mayor amplitud a partir de 1855, los admiradores de Mrmol pudieron encontrar nuevo apoyo a sus elogios en la novela Amalia; sorprende por esto que Mi-tre no la recuerde en sus exaltaciones fnebres y que tampoco la invoquen otros homenajes de entonces. Este silencio puede responder a una concepcin de la poca, muy extendida in-clusive entre quienes haban practicado la especie: las limi-taciones de los valores memorables de la novela frente a la perduracin definitoria de la poesa. Pero es posible tambin que en los aos de la. organizacin nacional pesara el cuestio-namiento de los valores histricos de Amalia, testimonio po-lmico del rosismo en una de sus pocas crticas. Lo prueba

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  • la correccin de Jos Toms Guido a un juicio de Mariano A. Pelliza, publicado a pocos aos de la muerte de Mrmol. En el volumen miscelnico, Crtica y bocetos histricos, Pelliza incluy un artculo de 1877, en el cual el elogio a Amalia se apoya en tres rasgos fundamentales: "Novela panfleto, narra y combate una situacin. Libro y espada a un tiempo, es un recurso del enemigo cado para herir al despotismo poniendo en manos de la mujer argentina el abominable drama de la tirana"; "es un libro esencialmente porteo, y americano por extensin; para juzgarlo es preciso un criterio nuestro, pues siempre valdr mucho ms para los conocedores del teatro de los hechos, que para los que, ignorando los caracteres, las costumbres y la topografa del cuadro aplican a su examen elementos generales de la crtica, y subordinan el conjunto como obra de arte a los preceptos de escuela". El carcter combativo de la obra, el americanismo de la misma y su alejamiento de normas preceptivas subrayan la originalidad del intento, en una especie que el comentarista considera des-tinada especialmente al pblico femenino. La condicin lti-ma puede explicar el concepto de la ficcin que abund en comentaristas de la poca, limitando ms los valores de la narrativa, a pesar de su validez testimoniante.

    Guido le sali al paso a Pelliza con un artculo recogido en sus Escritos; el replicante cuestiona el cuadro histrico propuesto por Amalia, novela publicada en oportunidad muy favorable para conseguir el xito popular. Guido opina que anda errado quien recibe la versin de Mrmol como "copia fiel de la fisonoma de Buenos Aires bajo la dictadura de Ro-sas": "Mrmol no distingui los Tirios de los Troyanos [ . . . ] . No debe confundirse ninguna tirana con la prostitucin de la sociedad entera". La abundancia de argumentos contra la pretendida fidelidad en la visin de la Buenos Aires de 1840 hace que Guido coincida con las objeciones tantas veces es-grimidas contra la novela histrica, parcializadora de las in-terpretaciones demostrativas del pasado que juegan en la ficcin. "Mrmol aparent ignorar que en medio de esos fe-derales a quienes pinta con colores tan caprichosos, haba ciudadanos ntegros, y tan puros como l; madres de familia

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  • ejemplares, hijas virtuosas. Ni ha existido en esta tierra hom-bre, ni gobernante alguno, completamente insensible al prestigio de esas calidades" argumenta el ensayista, desde una posicin en que afirma su probada amistad con el no-velista. Los reparos atacan la funcin esencial que Mrmol atribuy a los rasgos sociales y polticos del relato, puestos al servicio de una condena crtica del rosismo.

    Al margen de los reparos hechos al novelista, el prestigio de Mrmol poeta segua sostenindose en la dcada ltima del siglo XIX. Lo certifica as Juan Antonio Argerich en el panorama de la "Literatura Argentina" que escribi en 1890 para Amrica Literaria. Producciones selectas en prosa y ver-so, coleccionadas y editadas por Francisco Lagomaggiore; el volumen antolgico comprende visiones nacionales a cargo de estudiosos de los pases que integran la muestra. Argerich considera un fracaso los dramas de Mrmol y un xito rela-tivo Amalia; justifica en cambio al "poeta lrico". Su carac-terizacin abunda en las comparaciones y los deslindes de una poca en que se alarde con ingenuidad del acopio de lecturas ilustres: "No busquis all el arte de un Leopardi, el arte de un Carducci, el arte de un Sully-Prudomme, ni menos el arte de un Shelley. Es el poeta msico, el poeta sentimiento que suelta sus canciones con ingenuidad y con pasin, pero que siendo poeta as, puede serlo en grado altsimo, como cualquier otro de diferente manera. Es imaginativo y abun-dante de palabras, aunque a veces esclavo, msero esclavo del consonante y del sonido. Tiene reflejos de brillante, como ser en El Peregrino; resplandecen de cuando en cuando sus estrofas con chispeo de rubes y de perlas; pero, a veces las piedras y el engarce dorado son perfectos modelos de cha-falona. Tropicalmente imaginativo, incontinente de palabras, aunque espontneo y fresco, tal fue este poeta, simptico hasta en sus ingenuidades contra la tirana de Rosas, y en sus inge-nuidades de la vida diaria que le dan me refiero a las l-timas ciertos puntos de parecido con La Fontaine, sin que la aproximacin de nombres importe aproximacin de gran-dezas". La escritura de Argerich est anunciando la condicin intelectual de Buenos Aires, capital del modernismo hispa-

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  • noamericano a partir de 1896, ao de Los Raros y Prosas pro-fanas.

    El primer ataque frontal y demoledor a Mrmol, con el respaldo de una fuerte autoridad literaria, fue asestado en 1893 por Noticia histrica sobre la Biblioteca Nacional de Buenos Aires de Paul Groussac. Al resear la discutible ac-tuacin de Mrmol corno director de la Biblioteca historiada por el folleto, el expositor aprovecha una nota a pie de p-gina para descargarse contra el novelista y el poeta. "De la envejecida Amalia, no es ya soportable sino lo que menos nos interesara en el robusto Walter Scott o ese prodigioso hil-vanador de Dumas: la parte realmente histrica de Rosas y su tiempo". El juicio sobre el narrador resulta benvolo si se lo confronta con el dedicado al poeta: "me parece una mezcla de nfasis pretencioso y abrillantada vulgaridad, so-bre cuya trana comn se destacan algunos bordados de di-bujo feliz y TCO colorido. Por otra parte, hay tan poca origi-nalidad en el concepto como en la expresin: son ecos y re-flejos del romanticismo espaol, el cual proceda de Ingla-terra y Francia.. La imitacin de Byron, Hugo y Lamartine es all tan frecuente como en las peores pginas de Echeverra; y por lo que respecta a la de Espronceda y Zorrilla, casi equi-vale a una colaboracin". Groussac extiende a Mrmol el sistema que aplic a todos los romnticos argentinos de la generacin primera: la reduccin de sus obras a fuentes ex-tranjeras; en este caso todava con mayor fastidio, ya que los modelos se buscaron en el desnutrido parnaso espaol. Como ocurre en otras de sus sntesis enjuiciado!-as, el crtico no allega los elementos probatorios, abriendo un pleito que to-dava no han resuelto los estudiosos de Mrmol. Mientras algunos apuntan como guas decisivos a Byron y Lamartine, otros se fijan con insistencia en las relaciones con Espronceda y Zorrilla, mientras no falta quien limite el estmulo a la in-fluencia decisiva de Echeverra. La verdad equidistante de las tres posiciones no ha allegado an las pruebas textua-les, las nicas que permiten sealar filiaciones y destacar la originalidad con que un escritor recrea sus estmulos.

    La aparicin de tratados sistemticos sobre la literatura

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  • hispanoamericana oblig a revisar los aportes de cada uno de los pases de nuestra Amrica sobre conceptos ms am-plios que los aplicados hasta entonces a la produccin na-cional. Uno de los intentos ms ambiciosos correspondi a Marcelino Menndez Pelayo en los cuatro volmenes de su Antologa de poetas hispanoamericanos, impresos entre 1893 y 1895. El polgrafo espaol ley bastante y muchos de sus juicios son de primera mano, pero en otras pginas aprove-ch con honradez los trabajos parciales que se haban pu-blicado sobre los temas de su estudio. En el caso de Mrmol su sntesis trae ecos de comentarios ya habituales, aunque los fijara con nitidez y amplitud: "ingenio romntico, muy desali-ado y muy inculto, lleno de pecados contra la pureza de la-lengua, de expresiones impropias y de imgenes incoherentes; pero versificador sonoro, viril, robusto, superior a todos los contemporneos en la invectiva poltica, porque tena el alma ms apasionada que todos ellos, y dotado al mismo tiempo de grandes condiciones para la descripcin que pudiramos llamar lrica, para reflejar la impresin de la naturaleza, no en el detalle, sino por grandes masas". Sus impresiones asien-tan un deslinde que todava conserva validez para el lector comn, el ms afn a los romnticos de nuestro idioma: "Mr-mol, como todos los poetas de su temple, arrastra, deslumhra, fascina, y a su modo triunfa de la crtica, que slo en voz baja se atreve a formular sus reservas".

    Como un intento semejante al de Menndez Pelayo, pero ms abierto a los contemporneos, apareci entre 1919 y 1920 lo. Antologa potica hispano-americana de Calixto Oyuela. Sorpresivamente, este tardo representante del neoclasicismo en la Argentina se convirti en el ms desmesurado admira-dor del poeta Mrmol; lo prueba desde la introduccin a su semblanza del romntico: "Onorate l'altissimo poeta! Pare-cer extrao y paradjico, pero este verdadero prncipe de los lricos argentinos, uno de los mayores de nuestra Amrica y de nuestra lengua, no es an, a pesar de su relativa y par-cial popularidad, debidamente conocido ni apreciado entre nosotros".

    Oyuela escribe en el momento literario en que se disuelve

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  • el modernismo en la Argentina y comienzan los ecos de los movimientos europeos de vanguardia; su desconfianza de los modernistas, sobre la condena obstinada de sus fuentes fran-cesas, derivara en busca afanosa de los poetas autnticamente americanos. De esta posicin nace el reconocimiento del ar-gentinismo de Mrmol, propuesto como conclusin de sus anlisis: "Mrmol es nuestro gran poeta nacional. Todos sus sentimientos, toda su poesa es cosa nuestra, limpia de esa rapsodia de poetas franceses que como una plaga nos ha in-vadido despus: primero, brotando de la inmensa fuente de Vctor Hugo; ms tarde, de la zampona de Verahaeren y Ver-laine. Su amor de patria, hondamente sincero, se desborda con la ms avasalladora arrogancia". Si niega las deudas de Mrmol con sus lecturas europeas, repite en cambio los re-paros a sus faltas idiomticas, explicndolos por el impulso de la "inspiracin": "De este vuelo librrimo suyo nacen sin duda, muchas y grandes bellezas de sus poemas; pero tam-bin, por exceso vituperable, sus a veces irritantes excesos externos [ . . . ] . Rompe su lengua, alterando su sintaxis, y con mayor frecuencia su prosodia". Consignados los pasajes pro-batorios de esos deslices de su poeta preferido en nuestra Amrica, Oyuela se esfuerza en la caracterizacin de calida-des: "La facultad por excelencia de Mrmol es la imaginacin. Su opulencia y fertilidad son realmente geniales. Percibe ra-pidsimamente las ms remotas semejanzas y afinidades de las cosas, sin extravagancias ni sutilezas, y las pone de relieve ante nuestros ojos, llenas de luz y de color. Y en sus imgenes hierve la vida, porque no son lnea o luz sobre placas, sino idea y sentimiento, que llevando embebida el alma toda del poeta, se revisten de vida y de color al pasar por la regin de su fantasa, encendida por ellos mismos, como la vibracin solar al penetrar y difundirse en la atmsfera". Descontado el vocabulario de complicidad admirativa, Oyuela acierta en la definicin de los procesos poticos de Mrmol. Con pers-picacia igual distingue los dos temas centrales del autor: "Mrmol, como los ilustres colombianos Jos E. Caro [. . . ] y Julio Arboleda, es uno de los tres grandes poetas polticos de Amrica, sin que por suerte para ellos lo hayan sido exclu-

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  • svamente. En Mrmol, el otro gran sentimiento potico, la fuente de su ms alta poesa, fue el sentimiento de la natu-raleza, vivo, profundo, apasionado. l preserv su carcter, y su poesa de esa opaca tristeza, de esa tensin rgida y terca propias del perseguido y emigrado poltico que no respira otro ambiente, y que tan generalmente se reflejan en su estilo y su literatura". Los ejemplos aportados por el expositor, al-gunos analizados con inteligencia sensible, destacan el costado lrico de Mrmol, el menos invocado por los comentaristas anteriores, vueltos con insistencia al vocero del poeta poltico.

    Contra la misma limitacin objetada por Oyuela van los argumentos de Ricardo Rojas, en el Tomo III de La literatura argentina, dedicado a Los proscriptos y aparecido en 1920. Rojas comienza su semblanza con el reconocimiento de Mr-mol como el poeta por excelencia de su generacin, pero no nicamente un poeta poltico segn lo venan repitiendo la tradicin popular y los crticos: "Dramaturgo, busc la be-lleza teatral en El Poeta y El Cruzado; novelista, narr en su Amalia las aventuras de su poca, agitada por pasiones er-ticas y civiles; pico militante, dej en El Peregrino el poema de la emigracin argentina; lrico apasionado, expres en sus Armonas las emociones de su propia alma ante la naturale-za; ciudadano sincero, fulmin en El Pual y otros panfletos la tirana que pesaba sobre su patria".

    A pesar del desbordamiento elocutivo, el ensayo de Rojas acierta en la consideracin de los distintos aspectos que re-presentan literariamente a Mrmol, incluyendo los muy va-lederos del periodista. La variedad de gneros probada por el autor se concreta con felicidad en las dos obras ms persona-les, que el estudioso compara con las del autor de Civilizacin y barbarie por su influencia entre los exiliados: "Sarmiento, en prosa, es para los proscriptos de Chile y el Pacfico, lo que Mrmol, en verso, para los proscriptos de Montevideo y el Atlntico. El Peregrino es el poema del Ro de la Plata du-rante la tirana de Rosas, como la Amalia es su novela". La consideracin de la ms ambiciosa de las empresas poticas de Mrmol lo vuelve al argumento con que Gutirrez haba aceptado en su poca su valor generacional, simbolizado para

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  • Rojas en "un personaje arquetpico". La referencia a las com-posiciones civiles del autor estudiado destaca que Mrmol es "el poeta que supo infundirle ms ardorosa inspiracin, mo-vimiento ms libre, colorido de mayor realidad" a ese tipo de compromiso potico. Apoyado en la comparacin con los dos espaoles que segn muchos han sido los nicos maes-tros de Mrmol, Rojas abre una conjeturable relacin de ca-lidad: "Mrmol ha manejado, como Espronceda y Zorrilla, casi todos los metros de la lira romntica; en mejores condi-ciones de cultura y de ambiente hubiera superado a ambos poetas espaoles, pues tiene del primero la pasin, del se-gundo el colorido, y de ambos el sentimiento musical unido a la fantasa legendaria".

    El tratado de Rojas, clave de la historiografa literaria ar-gentina, consolid la situacin de Mrmol entre los escritores fundamentales del romanticismo argentino. El estudioso re-fuerza los argumentos favorables propuestos por Menndez Pelayo, a quien cita por extenso, a la vez que atempera los desbordes de Oyuela, quien frente a Mrmol depuso los ca-racteres de su rigor cauteloso.

    En Las ideas estticas en la literatura argentina de Jorge Max Rohde se revisan por extenso el poeta y el novelista Mr-mol; el primero en el Tomo I, de 1921, y el segundo en el III, de 1924. En la caracterizacin predominan las emociones del lector; as lo prueba la sntesis sobre Amalia: "a pesar de los defectos [ . . . ] , ostenta un crecido inters novelesco: las es-cenas que amontonan, sin mucho discernimiento ni arte, los captulos puestos en rimero, logran atraer la atencin de los lectores, y en algunos puntos impresionarlos vivamente. Claro es que en esta impresin entra muy mucho la trama folleti-nesca, condimentada con las sales acres de un partido pol-tico. Sea como fuere, es lo cierto que la obra libelo a ratos se lee de una sentada, y que en ella percibimos, si no un ho-rizonte ilimitado de nuestro pasado histrico, al menos un pedazo de cielo argentino: ya de celajes azules, claros; ya brumado por la lluvia que viste con un velo opaco el confn que toca al occidente".

    Catorce aos despus de la aparicin de Los proscriptos

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  • el revisionismo histrico y literario busc refutar irnicamen-te los argumentos de Rojas; el texto aparece en Vidas de muertos, divertida y arbitraria galera de Ignacio B. Anzote-gui. Defensor sin matices del rgimen de Rosas y detractor del romanticismo en sus manifestaciones ms peculiares de esta Amrica, el escritor va respondiendo a los argumentos centrales del captulo de Rojas, al que tom como punto de partida para sus juegos desintegradores. El eje de la burla se fija en la trayectoria existencial del personaje: "Como hom-bre trabajaba para desterrado. Como argentino trabajaba para procer". Tales condiciones engloban la visin caricaturesca del versificador: "No saba nada de poesa y se crea poeta porque escriba con ruidos. Le haca versos a la patria y lo mismo poda tratarse en ellos de la patria como de una aman-te con quien se hubiera peleado. A veces se pona sentimental y siempre terminaba por enojarse"; "A cada rato los pies se le enredaban en el alambrado de sus versos. Como era un desacatado no conoci el acatamiento de las cosas, que ne-cesitan los poetas"; "Mrmol no saba ni siquiera versificar. Sus recursos eran pobres, como era pobre su poesa. Estaba convencido d.e que la exaltacin patritica bastaba para jus-tificar cualquier cosa: no saba que la exaltacin es la madre de todas las importunidades". Anzctegui toma reparos an-tiguos hechos al poeta y los retuerce con parcialidad macha-cona; bastan las referencias a: El Poeta "Mrmol solo no tuvo la culpa. Le toc vivir en una de las pocas ms terri-bles del mundo. La gente de entonces peda precisamente lo que l era capaz de darle: la asquerosidad romntica"; Cantos del Peregrino "ejemplo de cursilera que infestaba la poca", y Amalia "la obra que ha hecho mayor mal a nuestra literatura. Sin ella nos hubiramos librado de la no-vela romntica y tal vez hubiramos podido empezar por los romances". A pesar de la virulencia irnica, Anzotegui ter-mina por explicar a su acusado en las circunstancias cultu-rales que le tocaron vivir; Groussac resulta ms eficaz en el recuento fro de las fallas que inhabilitaban para l al es-critor Mrmol.

    En 1945 la publicacin de Literary Currents in Hispanic

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  • America de Pedro Henrquez Urea concret al fin una gua abarcadura y sabia de las literaturas de esta Amrica. Las referencias a Mrmol sitan con nitidez al poeta romntico ms tpico de la Argentina, "tpico en sus cualidades como en sus defectos": "Tena autntico don lrico y una viva per-cepcin de la naturaleza, tierra, mar y cielo. Pero le faltaba paciencia, y todos sus poemas son improvisaciones sin alio, tan pronto brillantes como pesadas. Poeta nato, como no lo fue Echeverra, jams escribi un poema perfecto; donde ms se acerc a este ideal fue en su himno al Plata. Por lo general, leyndolo habremos de contentarnos con una estrofa o un verso herniosos, aqu y all, como cuando describe el paisaje tropical de Ro de Janeiro o cuando habla de la fra-ternidad de lgrimas, dirigindose a la condesa de Walewski".

    En 1946 Ezequiel Martnez Estrada, en un prrafo de Sarmiento, rehabilit el testimonio histrico de Amalia, si-tuando la novela junto a los textos para l ms valiosos del siglo XIX nacional: "En gran parte nuestra historia verdica est indita, pero en parte est escrita y no sabemos leerla. Est escrita en El Matadero, en Martn Fierro, en Amalia, en las Memorias de Paz, en veinte otras obras que leemos como los Viajes de Gulliver, en todo lo que escribi Sarmiento, que leemos como prosa bien hecha. Lo mal escrito no lo leemos y a lo bien escrito no le buscamos el sentido. Tambin escri-bieron buena historia Mitre, Lpez, Echeverra, Alberdi, Sal-das, Bilbao, Ramos Meja, J. A. Garca, J. V. Gonzlez, y no la entendemos". Este criterio profundiza el reconocimiento adelantado por Groussac y sita la novela de Mrmol junto a obras que ofrecen vlidas comparaciones ilustrativas, en especial las de Echeverra y Sarmiento.

    En un ensayo de 1960, "La literatura y la formacin de una conciencia nacional", recogido en Para una revisin de las letras argentinas, Martnez Estrada volvi sobre el tema, recalcando la originalidad de Amalia en la narrativa argentina de su centuria: "Los cuentistas y novelistas en el florecimien-to de la literatura ersatz, de 1870 a 1890, han parodiado un tipo de novela desconocida sino en especmenes muy repre-sentativos, al fin y al cabo. Por qu a quienes imitaban,

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  • fuera de George Sand, Vctor Hugo, Byron, traducido, y Ale-jandro Dianas? Amalia, tras las huellas de Nuestra Seora de Pars, sigue siendo una excepcin, como lo es algunos peldaos ms arriba El Matadero, de Echeverra. Lo que Echeverra hace en ese cuento vale para las letras argentinas ms que todo el resto de su importantsima produccin. Con Facundo y Recuerdos de provincia es todo lo que de grande tenemos en la primera mitad del siglo XIX. Podranlos poner-le el nombre de Balzac. No tena antecedentes ese realismo, esa manera firme y franca, ms de Zola que de Balzac, de contar. Qu hay despus de eso? Qu hay despus, o antes de Ama-lia?". Aunque las relaciones literarias anotadas por el en-sayista no sean convincentes, importa la situacin excepcio-nal que concede a la novela de Mrmol. En rbrica de su ar-gumento, otro pasaje del ensayo elogia los textos rebeldes, con su arquetipo en Martn Fierro, que permiten una lectura en profundidad del pas: "La grandeza de Facundo es del mismo gnero, entre Amalia y All lejos y hace mucho tiempo".

    Los estudios sobre Mrmol fueron renovados sustancial-mente por las investigaciones biogrficas y textuales de Ra-fael Alberto Arrieta: los dos volmenes crticos de Poesas completas, aparecidos en 1946 y 1947, el primero con una documentada reconstruccin de la vida del autor, y el captulo pertinente en el Tomo II de la Historia de la literatura ar-gentina dirigida por el mismo Arrieta, impreso en 1958. Los prlogos a la edicin de Poesas completas son escasos en anlisis y juicios literarios; slo en las pginas introducto-rias del volumen II aparecen apretadas referencias al poeta, "que por su propia modalidad y los hbitos de una poca de-jbase conducir por el ritmo sin preocuparse mayormente de la propiedad de los vocablos ni de la correccin de la sintaxis, y que slo en casos muy contados revisaba sus improvisacio-nes con nimo de retoque y perfeccionamiento". A este crite-rio, ya habitual, se suma otra apreciacin, tambin frecuen-tada por los estudiosos: "Felizniente, la posteridad tiene for-mado un juicio poco menos que inconmovible acerca de nues-tro poeta: fue un gran lrico, superior a su obra difusa, y cuya gloria se asienta definitivamente en pocas piezas".

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  • En el captulo de la Historia de la literatura argentina Arrieta matiza las valoraciones de las obras, sobre certeros anlisis. Se describen as los temas centrales del poeta: "La patria y la naturaleza fueron sus principales fuentes de ins-piracin. La patria, identificada con los principios de Mayo y despojada de ellos durante la tirana, es su culto y su tor-tura en el destierro [ . . . ] . La naturaleza no es el paisaje con-creto ni la regin con su flora y su fauna y mucho menos con su fisonoma social, en el sentido echeverriano. Es el da y la noche; son los elementos en su grandeza csmica corno instrumento de Dios [ . . . ] . Pero la intimidad, el recogimiento, la sumersin subjetiva, ni en el amor ni en el dolor, se ave-nan con sus vuelos expansivos y su voz de alondra, sembra-dora de alturas". En equiparacin con Zorrilla, reconoce Arrie-ta que Mrmol tuvo el privilegio engaoso de la facilidad, y trata de reconstruir el andante de su escritura potica: "El poeta cantaba y tena prisa. Detenerse a buscar el vocablo preciso, a evitar un ripio, a renovar una rima fatigosamente repetida hasta el abuso, a reemplazar por una palabra grave o aguda la que l haba alterado prosdicamente en su ga-lopante improvisacin le hubiera parecido traicionar los dic-tados de la musa, encadenar el viento, recortar la llama, so-meter el torrente devorador al cauce de la acequia laboriosa. Y amparado en las licencias del lenguaje potico de sus das, se permiti asimismo, ms de una vez, alterar (o no siempre deliberadamente?) el significado de algunas palabras y atro-pellar las ligaduras del idioma". Desde la mesura y la nitidez de su obra de poeta y crtico, Arrieta renueva los argumentos tradicionales sobre los deslices de Mrmol, sin arriesgarse a sealar las limitaciones de la educacin idiomtica del autor, quien encontr excusa fcil en el aferramiento a los recursos poticos de la poca, tan abundantes en sus modelos espao-les. La conciencia de esos tropezones reaparece en la sntesis final del estudioso: "Dotado con largueza para la creacin l-rica, acaso como ninguno de sus contemporneos en nuestra literatura, el estudio y la autocrtica hubieran engrandecido la riqueza que posea y que despilfarr en su obra, sta, no obstante, valiosa e impar dentro de su carcter y en su mo-

    l

  • ment". Reparos semejantes se extienden a Amalia: "El vigor y la vivacidad son innegables; los defectos de construccin y de elocucin hubieran podido ser subsanados sin mayor es-fuerzo".

    En 1954 apareci otro panorama sagaz de la expresin literaria de nuestra Amrica, el de Enrique Anderson Imbert, Historia de la literatura hispanoamericana; en las pginas dedicadas a Mrmol se juzgan el poeta, el novelista y el dra-maturgo. Al caracterizar la composicin de Cantos del Pere-grino el estudioso resume: "En el viaje [ . . . ] , no hay ms alma que la de Mrmol, que va cantando a los paisajes de fuera (cielos, costas, agua) y de dentro (nostalgia, indignacin, estremecimiento ante la belleza); y esa alma levanta todos los ternas a un alto punto de imaginacin. Sin duda Mrmol era verboso por la excesiva facilidad de su improvisacin, in-correcto en su variadsima versificacin, a veces prosaico, a veces declamatorio; pero su indisciplinado lirismo vale por-que esa imaginacin era extraordinaria". De Armonas se re-cuerda: "El estruendo de sus maldiciones poticas a Rosas ensordeci a los lectores que no oyeron el violn lrico, ms ntimo, que tambin formaba parte de la orquesta". En cuanto a Amalia, se define con exactitud la estructura temporal del relato y se valora el inters narrativo del texto: "A pesar de sus tintas exageradas, de los contrastes rebuscados, de la invencin calenturienta por la beligerancia, Amalia acert en el cuadro poltico que presentaba [ . . . ] . Diez aos separaban al novelista de lo novelado: pero cre la ilusin de una dis-tancia mayor hasta el punto de que hay crticos que consi-deran Amalia como novela histrica. El pasado era reciente, sin embargo; ms an: no era un pasado. El autor no miraba con perspectiva histrica, sino poltica; objetiv la realidad contempornea en forma histrica, no porque fuera en ver-dad historia sino porque desde el fondo de su corazn la declaraba caduca. El dilogo tiene extraordinaria vivacidad; los caracteres viven; y aunque muchas situaciones novelescas llevan la marca del folletn romntico, lo cierto es que se continan dinmicamente, y el lector, por mucho que sonra,

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  • no suelta el libro". En el teatro, se concede que Mrmol tuvo "menos fortuna".

    Otro tratado general, El romanticismo en la Amrica his-pnica, de Emilio Carilla y 1958, sita eruditamente la obra de Mrmol, aunque no incluya al autor en la galera "De los grandes romnticos", cuyos nicos integrantes argentinos son Domingo Faustino Sarmiento y Jos Hernndez.

    Fuera de los estudios de Arrieta, en los ltimos veinte aos se ha adelantado poco en el esclarecimiento de la obra de Mrmol, a pesar de algunos certeros ensayos parciales, como los excelentes anlisis del dramaturgo cumplidos por Alfredo de la Guardia en artculos aparecidos en La Nacin.

    El aporte ms importante en la discriminacin textual corresponde a la edicin critica de Cantos del Peregrino, 1965, a cargo de Elvira Burlando de Meyer, quien estudi y orden los manuscritos del poema, y recuper pasajes de los cantos que se daban como perdidos. La investigacin, abundante en deslindes eruditos, no entra en el anlisis literario.

    Frente a la adhesin reiterada de la mayora de los cr-ticos, o el rechazo tajante de unos pocos, el inters de los lectores comunes se ha fijado en una sola obra de Mrmol: Amalia. Varias generaciones de argentinos aprendieron de esta novela su apasionada, visin del rgimen rosista y del terror de 1840; elementos que encuadran uno de los pocos romances populares de nuestra tradicin literaria. Dos ver-siones cinematogrficas una muda y otra hablada, acep-taciones radiales y televisivas como canciones populares han extendido esa adhesin, ajena al sucederse de las corrientes literarias, aunque en la actualidad se haya atenuado en el favor de los ms jvenes. De los poemas, muy pocos conocen los lectores comunes; las antologas repiten los mismos pasajes de Cantos del Peregrino, algunos ya elegidos por Gutirrez para Amrica potica, y los apostrofes "A Rosas, el 25 de Mayo de 1843", que integran el acopio de versos repetidos con inters ms poltico que literario; los trmolos impreca-torios defienden a esta composicin, sobre rasgos semejantes a los que sostienen al ms exterior Almafuerte.

    Mrmol confi en que la posteridad lo reconocera por

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  • su intento ms ambicioso, Cantos del Peregrino, al que de-dic aos y desvelos, sin concluir el desarrollo de la compo-sicin; esta obra, una de las ms caractersticas del roman-ticismo en lengua espaola, ha quedado reservada a los es-tudiosos de la literatura. Se han defraudado as la esperanza del autor y el fervor de sus lectores primeros, a favor de Amalia, que cuenta con mayores atractivos populares. En su composicin polmica siguen funcionando los recursos del folletn, con las variantes incitadoras del suspenso. Algunos crticos han vuelto a estudiarla como novela poltica, con in-ters por las dimensiones del testimonio y la denuncia, que han fundado una constante de la narrativa argentina, recu-perada en las etapas crticas del pas y al margen de los cambios literarios. Su contenido testimonial sigue atrayendo a representantes de la nueva narrativa hispanoamericana; Miguel ngel Asturias lo ha sealado en relacin con sus ex-periencias de hombre poltico de nuestra Amrica. En la con-ferencia "Introduccin a la novela latino-americana', reco-gida en Amrica, fbula de fbulas, el autor de El Seor Pre-sidente apunta: "Entre los poetas influidos por la patria con-viene mencionar a Jos Mrmol, autor de una de las novelas ms ledas en Amrica: Amalia. Las pginas de este libro pa-saron por nuestros dedos febriles, sudorosos, cuando sufra-mos en carne propia los rigores de dictadores que han asolado a Centroamrica. Los crticos, al referirse a la novela de Mr-mol, sealan desigualdades, desalios, sin darse cuenta que una obra de esta ndole se escribe con el corazn saltando en el pecho. Pulsaciones que van a dejar en la frase, en el p-rrafo, en la pgina, esa taquicardia de la incorreccin vital que aquejaba a la patria argentina. Estamos en presencia de uno de los testimonios ms ardientes de la novela americana. Nos interesa cont documento humano, aparte de su valor literario, pues si sobre esto podra discutirse, en cuanto a lo que significa como mensaje es indiscutible. Para juzgar la novela de Mrmol me atengo a uno de los juicios de Sartre, cuando dice que el universo del escritor se revelar en toda su profundidad nicamente con el examen, la admiracin y la indignacin del lector. A travs del tiempo, Amalia, como

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  • las imprecaciones de Jos Mrmol, siguen sacudiendo a los lectores hasta constituir por ello, para muchos, un acto de fe".

    El panorama que ofrece la bibliografa de Mrmol des-pus de los cien aos de la muerte del autor contabiliza faltas evidentes en ediciones y en estudios. Fuera de las poesas, las otras obras no han merecido ediciones crticas, y de Amalia ni siquiera se ha respetado el texto que el autor prepar para la impresin portea de 1855. No se han estudiado las va-riantes de las obras dramticas, aunque existan los manus-critos de ambas. Se han olvidado los folletos polticos, tan interesantes para completar la visin del escritor, y se ha desdeado la revisin de los artculos periodsticos y de las intervenciones legislativas.

    A las tergiversaciones y los olvidos editoriales deben su-marse las limitaciones de muchos ensayos crticos, empea-dos en repetir con ordenada constancia los aciertos de los estudiosos primeros. Falta una clasificacin de los arquetipos ("el poeta", "el peregrino", "el tirano", "la mujer flor", "la mujer demonaca", etctera) y de los smbolos ("el mar", "la llanura ilimitada", "la noche oscura", "la bveda estrellada", etctera) que Mrmol torn de sus modelos europeos e his-panoamericanos para adecuarlos a sus interpretaciones per-sonales, con actividad caracterstica de toda su generacin. Un anlisis semejante esclarecera el sentido de las fuentes y los procesos con que el poeta elabor sus lecturas conse-cuentes.

    Para colaborar con los estudios que reclama la produc-cin de Mrmol, el Instituto de Literatura Argentina e Ibe-roamericana de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin de la Universidad Nacional de La Plata encarg a la Ayudante Diplomada Profesora Liliana Giannangeli una recopilacin bibliogrfica, que en su redaccin final cont con la ayuda de la Profesora Ana Mara Lorenzo, Jefe de Trabajos Prcticos del mismo Instituto. Las dificultades de la tarea no desanim a la investigadora, que ha registrado muchos textos olvidados o postergados, indicando los repo-sitorios donde fueron consultados.

    Esta importante contribucin a la bibliografa de Mrmol

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  • no pretende ser exhaustiva, pero s reclama el derecho de ser la ms completa y orgnica de las realizadas sobre el autor.

    JUAN CARLOS GHIANO

    Director del Instituto de Literatura Argentina e Iberoamericana

    LA PLATA, MARZO DE 1972.

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  • CONTRIBUCIN A LA BIBLIOGRAFA DE JOS MARMOL

  • ADVERTENCIA PRELIMINAR

    Comenc esta investigacin en setiembre de 1970, por indicacin del Director del Instituto de Literatura Argentina e Iberoamericana, Profesor Juan Carlos Ghiano, y surgi como un homenaje a Jos Mrmol en ocasin del centenario de su muerte.

    A fines de dicho ao el trabajo se hallaba casi terminado pero haba variado el punto de vista, ya que el contacto con nuevos materiales relacionados con la poca rosista hizo que se ampliaran las miras del mismo.

    Trabaj sobre todo en el Centro de Documentacin de la Biblioteca de la Universidad Nacional de La Plata, Biblio-teca de la Facultad de Humanidades de la misma Universidad, Biblioteca Nacional y de la Facultad de Filosofa y Letras de Buenos Aires, y eventualmente en bibliotecas de menor caudal bibliogrfico de ambas ciudades.

    Entregu casi la totalidad del resultado de la investiga-cin en febrero de 1971, pero posteriormente complet algu-nas fichas pendientes en la Biblioteca del Instituto Caro y Cuervo de Bogot (Yerbabuena), donde hall no pocas obras de difcil consulta.

    Slo en relacin con estos casos, al pie de cada refe-rencia sealo el lugar donde se halla la edicin.

    El trabajo se articula en dos grupos principales, A) y B), que responden a la bibliografa activa y pasiva de Jos Mrmol. La ordenacin de las fichas es algunas veces cronolgica y otras alfabtica, y ttulos y citas en las reseas personales fueron confeccionados respetando la ortografa de la poca.

    La primera parte, A) Obras del autor, incluye en el apar-tado /., Obras en libros y folletos, y abarca a) Poesa, b) Tea-tro (en verso), y c) Prosa, dentro de la que aparecen su novela

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  • Amalia, prosa varia y epistolar, con ordenacin cronolgica. En el apartado II., la hemerografa, con ordenacin cro-

    nolgica, presenta la Nmina de las publicaciones ms im-portantes que fund o en las que actu como colaborador y redactor, y en el II. a) se consignan sobre todo los editoriales de carcter combativo y las composiciones literarias y po-lticas.

    Una vez obtenidos los datos sobre los peridicos de la poca, (las Hemerotecas consultadas son las de la Biblioteca de la Universidad Nacional de La Plata, Legislatura de la Pro-vincia de Buenos Aires y en algunos casos la de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires) fueron confrontados con la obra de Zinny: Historia de la Prensa Peridica de la Repblica Oriental del Uruguay, 1807-1852, edicin de 1883, donde se ha-llaron innumerables variantes; en algunos casos se despren-dieron inexactitudes de la obra de Zinny, y en otros salv provisionalmente algunas omisiones en la bibliografa, ya que las colecciones de peridicos de la poca no se hallan com-pletas.

    El II. a) 1.2. incluye el ndice completo de La Semana (1851-1852), "peridico poltico y literario" redactado ntegra-mente por Mrmol. La tarea de fichaje y resea del conteni-do del mismo present dificultades, pues muchos artculos carecen de ttulo y aparecen reunidos en una verdadera mis-celnea. All el escritor combativo realiz una especie de co-media de las noticias sociales venidas desde el otro lado del ro, a la par que proclamaba los errores militares del rgimen.

    La Semana contiene datos importantes sobre su obra li-teraria, ya que en su folletn aparecieron Armonas, El Cru-zado y Amalia, hasta febrero de 1852. Quiz no hubo mayor momento histrico que diera al escritor la seguridad de estar luchando desde un bando justo. Posteriormente, las rencillas en el seno del gobierno de Buenos Aires quedaron consigna-das en los editoriales de El Paran, y tambin la persecucin de que fuera objeto. Al no tener que medir sus fuerzas con ningn enemigo de su talla, despus de vivir de manera in-tensiva un conjunto de problemas, se silenci. (En el "Apn-dice" a esta parte incluyo como ilustrativas las notas edito-

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  • rales pertenecientes al primero y ltimo nmero de este pe-ridico).

    A continuacin se tienen en cuenta seudnimos y alfni-mos usados por Jos Mrmol en estas colaboraciones, habin-dose desechado algunos alfnimos que dejaban duda sobre su procedencia.

    En el apartado 777., figura como nico prlogo a las obras de otro autor, la "Introduccin" a Obras de Estanislao del Campo, que tanta repercusin tuviera en su momento y a la que Pedro Goyena en Crtica literaria interpretara para el poeta como el abandono de la musa desde la cada de Rosas.

    AI apartado IV., Textos de Mrmol en diversas antolo-gas, le di ordenacin cronolgica por estimar que deba par-tir de Amrica Potica, y al observar que la preferencia en Ja seleccin de poemas por los antologistas no ha variado has-ta hoy, pues se trata en la mayora de los casos del mismo material que selecciona Juan Mara Gutirrez en la obra ci-tada, o Anita J. de Wittstein en Poesas de la Amrica Meri-dional, de 1866. Antologas de carcter escolar o textos de nivel secundario no son tenidos en cuenta, salvo el caso de Beltrn, excepcin que aparece debido a que ste incluye una carta de Mrmol.

    El apartado V., remite a las Traducciones de sus obras con las divisiones: a) Novela: Amalia y b) Poesa. El VI., al Plagio de "Amalia", de cuya edicin se encuentra un ejemplar en la Biblioteca de la Universidad Nacional de La Plata, as como tambin de la traduccin del mismo al espaol.

    En el VIL, Discografa, presenta una versin actual de su poesa. El VIII. contiene las distintas adaptaciones de Ama-lia: a) Poesa, de la que deriva b) Adaptacin musical y dis-cogrfica, y en c) y d) las adaptaciones para teatro y cine mudo y sonoro.

    En el apartado IX., su Obra parlamentaria, que fue fi-chada en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, arroja luz sobre sus intereses pblicos y actuacin en las Cmaras.

    B) En su segunda parte la bibliografa destaca principal-mente la Crtica y Biografa sobre el autor: en I., Trabajos en libro sobre los Mrmol, con ordenacin alfabtica por autor,

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  • que se apoya en diferentes ensayos e historias de la litera-tura (aqu realic reseas de los principales); en II., Hernero-grafa sobre Jos Mrmol con firma, de igual ordenacin, y en III., los artculos annimos que fueron ordenados con cri-terio cronolgico, ya que de haberlo hecho alfabticamente por ttulo, se habra interrumpido el eje que une circunstan-cias de carcter biogrfico, polmico y poltico y esclarece el contexto histrico en cuestin. Igual ordenacin se da a los apartados IV., Crnicas de estreno, con el material periods-tico que sita la suerte de la obra en su momento; V., Icono-grafa, en la que se incluyen los pocos retratos que corrien-temente se han reproducido; VI., que rene en un conjunto la poesa de otros autores dedicada a Mrmol, y VIL, que deja constancia de noticias sobre su enfermedad, notas ne-crolgicas, distintos homenajes, postumos y de aniversario, en los que se hallan las crnicas y discursos de ocasin.

    Finalmente, el apartado VIII. consigna las Bibliografas Auxiliares, con ordenacin alfabtica por autor, itinerarios recorridos que contienen algunos datos de inters, sin que ninguna posea carcter de orgnica ni especializada sobre Mrmol.

    La presente tiene como toda bibliografa su implacable carcter de incompleta. Es decir, su propsito es tender a la coordinacin de los materiales hallados para ofrecer apoyo al investigador especializado. Porque si bien la bibliografa se mantiene casi siempre en esa zona del puro encadenamiento de contigidad cronolgica o alfabtica de los materiales, al cabo stos se asocian para el conocedor, mostrando en una estructura su articulacin interna. Y el motivo por el que nos parece una investigacin fecunda no es el ejercicio tcnico que representa, sino porque como resultado de esta tarea de minuciosidad, se desprenden significativas conclusiones. En el caso de Mrmol se pone en evidencia la suerte de su obra potica: se percibe una obstinacin de la crtica que lo con-

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  • figura como poeta patritico en la seleccin a travs del tiempo de trozos y piezas para antologa, que forzosamente caen en ser los productos repetidos del romanticismo ame-ricano.

    En toda bibliografa se descubre su virtud problemtica: una primera reconstruccin proporciona las distintas conste-laciones de fichas que apuntan a sacar a luz las estructuras de la obra total de un autor, aprovechando todo lo que el bibligrafo conoce acerca del contexto sociohistrico en que aqulla se gest. Estas constelaciones estn destinadas a con-ducir al estudioso y a revelarle senderos y zonas para la ex-ploracin, a pesar de los materiales que aparentemente no tienen una relacin estrecha con la obra, sino tangencial. Asi-mismo, de la lectura de las fichas emanan las relaciones que esclarecen la ideologa del autor, las condiciones del mercado en que su obra se introdujo y las dems "series" que deben entrar en consideracin, como las estructuras narrativas: in-triga, tratamiento lingstico y estilstico, as como las es-tructuras poticas.

    Luego, una segunda reconstruccin por parte del inves-tigador "acomoda" los materiales adecuadamente en una trayectoria definida. Puede observarse por ejemplo, en el caso de la nica novela publicada por Mrmol, que la edicin de 1851 constituye las entregas encuadernadas del peridico La Semana, folletn incompleto, que como es sabido fue trun-cado a causa de las razones pacifistas que invocaba el autor al regresar a Buenos Aires despus de Caseros. All es impor-tante constatar cules son los captulos que quit para la edicin posterior, los que refundi y en ltima instancia, los que conserv y cuya sucesin definitiva constituyen la obra tal cual la conocemos ahora.

    El primer tomo de Amalia termina con la entrega del 29 de diciembre de 1851 en el n? 34 de La Semana. El segundo tomo se interrumpe el 9 de febrero de 1852 en el n? 40. Mr-mol en sus entregas ha considerado ya la realidad como con-tenido de una obra que se escribe peridicamente y en su relacin se sita desde una extraa perspectiva en la que los hechos polticos aparecen captados por la posteridad:

    35

  • esto le permite decir que los acontecimientos que se susciten a partir de febrero de 1852 La Semana n- 40, p. 390 le servirn para confeccionar el final de Amalia "con mayores detalles sobre el funesto mes de octubre de 1840", como de-clara al interrumpir las entregas y clausurar el peridico.

    En cuanto a la trayectoria de Amalia, puede continuarse en el hecho significativo de su plagio, aventura intelectual debida al folletinero francs Gustavo Aimard, que en el siglo pasado difundi su fbula (lo "novelesco") por otras civili-zaciones. sta fue traducida al espaol en una nueva versin sin que el traductor conociese lo absurdo de su tarea. Des-pus pas al ruso, aparentemente sin indicar procedencia, suscitndose en cierto momento las protestas indignadas de algunos intelectuales rusos, por lo que se crea el plagio de un plagio. (En la Hemerografa sobre Jos Mrmol, se con-signan el descubrimiento del mismo y la reaccin de los cr-ticos de Buenos Aires).

    En esta circularidad del plagio, Amalia queda como un segmento del crculo y esta movilidad ocasional del objeto literario es significativa desde el punto de vista sociolgico y lingstico. Al cambiar sucesivamente la materia misma del discurso literario, la fbula es desviada poco a poco de su trayecto y privada de su intencionalidad poltica concreta. De este modo, con el apoyo de los lectores europeos, los fo-lletines La Mas-Horca y Rosas (las dos partes en que Aimard seccion la obra de Mrmol) recorrieron el mundo sin que se conociera su procedencia inmediata.

    De Amalia se conserv la estructura "recurrente" o "cons-tante" que es patrimonio del folletn; pero debido a su tras-lado a otro contexto sociohistrico, modificse la relacin existente entre la estructura de la conciencia de un grupo so-cial (federales y unitarios) y la del universo del discurso de la obra del autor.

    La bibliografa recoge tambin las derivaciones popula-res de la obra, pero esta vez nacionales y contemporneas en el terreno del mito; desde la adaptacin para la poesa de Hctor Pedro Blomberg, hasta la utilizacin musical de la misma.

    36

  • En Eduardo Belgrano y Amalia, sus existencias superan la funcin argumental que ocupan en la novela, despojadas de la maraa poltica de la intriga. Amalia, personaje, que fuera configurada por Mrmol dentro de sus abigarradas ha-bitaciones, queda en la conciencia popular como una mera sombra de la que poco se dice. Se la recuerda como a la protagonista de un romance imposible y lo que perdura de la historia llega a la letra del vals por un proceso de sntesis. Asimismo, la figura de Eduardo Belgrano se desprende del. universo imaginario del escritor y se simplifica como la del hroe unitario de una poca algo borrosa (la del Restaurador), pero evocada con bastante nostalgia: toda una poca que pa-rece reinventarse de la nada. A travs de dicha configuracin, el pueblo manifiesta el vnculo que lo une con la herona. Pero el destino curioso de Amalia prosigue en la posteridad, hasta incurrir alegremente y con obstinacin en el error de afir-marse que la esposa de Mrmol se llam Amalia Senz de Olavarrieta.

    Al observar igualmente, y con intencin analtica los materiales crticos reseados, se obtienen importantes com-probaciones en el plano de la metodologa. Por eso, las trans-cripciones de algunas reseas que en esta bibliografa puedan estimarse como demasiado extensas ponen en evidencia las constantes de la crtica y los crticos afectivos, ya que es di-fcil hallar anlisis intrnsecos de la obra de Mrmol. Hasta hace poco, la crtica literaria se presentaba no como una cien-cia sino como una causerie, es decir se pasaba sin preocu-pacin de un tema a otro, desde la elegancia de la forma y las superficiales interpretaciones sicolgicas hasta las anc-dotas biogrficas y las consideraciones partidistas de la poca.

    Este tipo de crtica tampoco reconoce una terminologa precisa; el empleo desordenado de los adjetivos proporciona incoherencias y en el caso de Mrmol resultados decepcionan-tes. Cuando la crtica oscila entre resistas y antirrosistas (por-

    37

  • que la radicalidad del punto de vista de Mrmol imprime su mvil poltico preciso), o cuando llega al anodino panegrico, sin sacar a luz la totalidad de los significados a los que la obra remite. Esta advertencia ya fue formulada por Ezequiel Martnez Estrada al valorar Amalia entre las tres o cuatro obras importantes de la literatura argentina del siglo pasado y una de las pocas salvables del gnero "del patriotismo" en Latinoamrica.

    La presente debe considerarse una contribucin a la bibliografa de Jos Mrmol. Como siempre en estos casos, si se abandona la tarea no es porque sta quede agotada sino porque una vez recorridas sus principales instancias se debe retirar el asedio a los materiales. As, estn trabajo se articula como un corpus de significaciones con posibles desarrollos ulteriores.

    Quiero destacar la colaboracin tcnica que la profesora Ana Mara Lorenzo ha prestado al mismo, quien revis la ordenacin de los originales para la edicin, complet algu-nos datos pendientes, y confeccion el ndice Onomstico que recoge los nombres propios de autores, mencionados en la bibliografa. Asimismo, agradezco especialmente a las pro-fesoras Estela Rossi y Rosa Pisarello, del Centro de Docu-mentacin de la Biblioteca de la Universidad Nacional de La Plata, por la orientacin 3' apoyo que me dedicaron en todo momento.

    LILIANA GIANNANGELI

    38

  • ABREVIATURAS

    .abr.: abril

    .ag.: agosto Asoc: Asociacin BibL: Biblioteca Bibliograf.: Bibliografa Bolet.: Boletn Ca.: Compaa Colab.: Colaborador o colabora-

    dores Colecc: Coleccin 4ta.: Cuarta d ic : diciembre di rec: director ed.: edicin, editado, editorial ene.: enero

    EUDEBA: Editorial Universita-ria de Buenos Aires

    Fac : Facultad F. C. E.: Fondo de Cultura Eco-

    nmica feb.: febrero foll.: folleto, folletn grab.: grabado-s ilust.: ilustrado-a imp.: impreso, impi-enta Inst.: Instituto juL: julio jun.: junio im.: lmina-s

    mar.: marzo

    may.: mayo N a c : Nacional nov.: noviembre n?: nmero oct.: octubre pag.: paginacin p.: pgina pp.: pginas ler.: primer prl.: prlogo prolog.: prologado publ.: publicacin 5ta.: quinta retr.: retrato-s ref.: referencia Rev.: Revista secc.: seccin 2da.: segunda set.: setiembre seud.: seudnimo [SC]: as, de este modo 3ra.: tercera t.: tomo-s tall. grf.: talleres grficos trad.: traductor o traduccin Univ.: Universidad v.: volumen

    39

  • INSTITUCIONES CONSULTADAS

    Las maysculas marginales son las iniciales de los nombres de las bibliotecas donde pueden consultarse obras y peridicos de difcil cotejo mencionados en la presente bibliografa. En las publicaciones de circulacin corriente, este dato no va consignado. B. U. L. P.

    B. F. H.

    B. N.

    B. L. P.

    B. C. M.

    B. P. M.

    B. N. L.

    B. F. y L.

    B. P. P. B. C. C.

    E. K.

    Biblioteca de la Universidad Nacional de La Plata.

    Biblioteca de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin, Universidad Nacional de La Plata.

    Biblioteca Nacional de Buenos Aires.

    Biblioteca de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires.

    Biblioteca Central del Municipio de Buenos Aires.

    Biblioteca Popular del Municipio, Buenos Aires.

    Biblioteca Nacional de Lima (Per). Sala de Humani-dades.

    Biblioteca de la Facultad de Filosofa y Letras, Univer-sidad Nacional de Buenos Aires.

    Biblioteca Pblica de la Provincia. La Plata.

    Biblioteca del Instituto Caro y Cuervo en Yerbabuena (Bogot, Colombia).

    Editorial Korn de Buenos Aires.

    41

  • A) Obras del autor

    I. Obras en libros y folletos a) Poesa

    Ordenacin cronolgica

    Mrmol, Jos Pedro Crislogo (1817-1871). 1. A la memoria del joven patriota D. Francisco Muoz, comandan-

    te del 3er. batalln de Guardias Nacionales, muerto de dolencia adquirida en la lnea, frente del enemigo. Montevideo, 1840.

    Figura conjuntamente con la ofrenda fnebre de Esteban Echeverra para el mismo patriota. Ambos dirigieron sus piezas al ministro de Guerra, Coronel D. Melchor Pacheco.

    2. Al 25 de Mayo. (En: Certamen Potico. Montevideo - 25 de Mayo de 1841. Montevideo, Imp. Constitucional de P. P. Olave, 1841; pp. 21-30).

    Se trata del poema con epgrafe de Byron: "Where Chim-borazo, over air, earth, wave / Glares, [with~ his Titn eye, and sees no slave. (En la rejin donde el Chimborazo le-vantndose sobre el aire, la tierra, y las olas, abre sus ojos de Titn y no v un esclavo)". Fue una de las dos piezas que la Comisin consider dignas de una recomendacin especial, aunque no del mrito de las dos premiadas. Ocu-p el tercer puesto. Originariamente careca de firma y fue publicada sin ella; figura el nombre de Jos Mrmol en el informe de la Comisin y otros documentos incluidos en dicho volumen.

    B. F. H.

    3. Poesas de D. Jos Mrmol y D. Juan Carlos Gomes [sicj. Monte-video, Imp. del Nacional, 1842; 16 pp.

    Contiene: A mi amigo Juan Carlos Gmez, pp. 1-7 [por Jos Mrmol]. El mar. A mi amigo D. Jos Mrmol, pp. 9-16 [por Juan Carlos Gmez].

    B. N.

    43

  • 4. A Rosas el 25 de Mayo. Montevideo, 1843, 3 pp., texto a dos co-lumnas, foll.

    5. El pual. Ro de Janeiro, [1844], 8 pp. num., s/portada, s/cubier-ta, s/pie de Imp.

    Consta de 50 estrofas de 4 alejandrinos. All reclama la prioridad de la doctrina de Rivera Inclarte: "Es accin santa matar a Rosas" (en Rosas y sus opositores, 1843). Manifiesta: "Para salvar la patria la [misin] del pual es dable / porque si el medio es malo lo santifica el fin".

    6. A Buenos Aires. Montevideo, Imp. del Comercio del Plata, 1845, foll.

    7. El Peregrino. Canto Duodcimo. Montevideo, [Imp. del Comercio del Plata], 1846; IX + 60 pp.

    Contiene: Dedicatoria al Sr. Dr. D. Francisco Pico, por Jos Mrmol, julio 19 de 1846. Introduccin sin ttulo, del autor, pp. V-IX, en donde explica la razn por la que publica antes que ningn otro el ltimo canto. El Pere-grino, Canto Duodcimo, pp. 3-56. Las estrofas estn nu-meradas con cifras romanas. Figuran CXXXI. Falta es-trofa CXII. "Notas", pp. 59-60. Al pie, se lee: "A la pu-blicacin de toda la obra daremos el nombre de este Je-neral, y ratificaremos y aumentaremos esta nota: hoy nos es imposible, por carecer de nuestros papeles".

    Es la primera publicacin de un trozo del poema. B. U. L. P.

    8. Cantos del Peregrino. Montevideo, Imp. del Comercio del Plata, 1847; VIII + 198 pp. En dos entregas. Con un prefacio sin ttulo por Juan Mara Gutirrez.

    Contiene: [Prefacio] por Juan Mara Gutirrez, Rio de Janeiro, febrero de 1845, pp. I a VIII. "A mi patria", por Jos Mrmol, [dedicatoria] Montevideo, Mayo de 1847. Primera entrega: "Canto Primero. Canto del Peregrino. La Amrica", pp. 1-21. "Canto Segundo", [al] Sr. D. Luis Domnguez, Montevideo, abril 24 de 1847. "Canto del Pe-regrino. A Mara", pp. 43-72.

    Segunda entrega: "Canto Tercero", al Dr. D. Valentn Al-sina. "Canto Cuarto", a "un amigo ntimo"; esta omisin de nombre fue aclarada en carta a Toms Guido.

    44

  • El canto Tercero fue entregado por Mrmol a Gutirrez en Ro de Janeiro. Este ltimo le dej el prlogo para el poema y llev el manuscrito para la Amrica Potica, en preparacin. En esta edicin ya Mrmol haba modi-ficado el Canto Tercero. Estos cuatro cantos no fueron reeditados en vida de Mrmol.

    B. U. L. P.

    9. Armonas. Montevideo, Imp. Uruguayana, 1851, 198 pp.

    Contiene: Breve prefacio sin ttulo, por Jos Mrmol. Armonas: Recojimiento, pp. 5-10; Amor, pp. 11-12: Sue-os, pp. 13-17; Los tres instantes (El 4 de Octubre; El 4 de Noviembre; El 17 de Noviembre.) pp. 19-20; Cristbal Coln, pp. 21-26; Ayer y hoy, pp. 27; En un lbum, p. 28; Al sol, pp. 29-32; Adis a Montevideo (agosto 24 de 1843), pp. 33-35; En un lbum, al pi de una pintura que repre-senta la melancola, p. 26; Canto del Poeta, pp. 37-40; Ilu-sin, pp. 41-43. En la tumba de un nio montevideano, en 1847, p. 44; A Rosas, el 25 de Mayo de 1843 [correjida por su autor en 1851], pp. 45-52; Desencanto, A Carlos, (Rio Janeiro, Noviembre de 1844), pp. 53-64; Rfaga, pp. 65-68; El reloj, (Rio Janeiro 1844) pp. 69-71; Una lgrima de amor, p. 72; Canto del Peregrino, (Rio Janeiro) pp. 73-75; En la cartera de viaje de un amigo, p. 76; A Dios, pp. 77-81; A t, pp. 82-83; Canto del trovador, p. 84; A Buenos Aires, de-clarada la intervencin anglo-francesa [publicada en El Nacional] Rio Janeiro 1845, pp. 85-92; 5 de Enero. A Te-resa. (En el mar-Abril de 1846) pp. 93-100; Al sol de Mayo en 1847. Al poeta Arjentino D. Juan Cruz Vrela, pp. 109-119; En la lpida del Seor D. Florencio Vrela asesinado por orden de Manuel Oribe, en la noche del 20 de Marzo de 1848, p. 120; A . . . pp. 121-132; Melancola, pp. 133-138; En el lbum de la Seora Doa M. N. de E. pp. 139-140; Adis, pp. 141-144; A mis amigos de colejio. Montevideo-1849, pp. 157-164; Al 25 de mayo en 1849, pp. 165-172; Rosas. Mayo 25 de 1850, pp. 173-179; Canto de los proscriptos. Mayo 25 de 1850, pp. 180-185.

    Pensamientos a Teresa [en prosa] : Prefacio de Jos Mr-mol a Pensamientos a Teresa, [1851], p. 187; "Pensamien-tos a Teresa", pp. 189-198. Tabla de las Armonas.

    B. U. L. P.

    45

  • Poesas. Buenos Aires, Imp. Americana, 1854. Segunda Edicin, en tres tomos. T. 1: 194 pp.; t. 2: 174 pp.; t. 3, es de 1855: Dramas.

    Contiene: Primer tomo. Advertencia (sin ttulo) por J. M. suscrito en octubre de 1854, pp. I-V. "Armonas": Ira, Al 25 de Mayo de 1841, pp. 7-20 [esta composicin no figur en Amrica Potica de Gutirrez por pedido de Mrmol que deseaba corregirlo, y tampoco en Armonas de 1851. Aqu encabeza la obra y con una nota al pie explica los motivos de la tardanza]; 2da, Recojimiento, pp. 23-28; 3ra, Amor, 31-32; 4ta, Sueos, pp. 35-39; 5ta, Los tres instantes (El 4 de Octubre; el 4 de Noviembre; el 17 de Noviembre), pp. 43-56; 6ta. A Cristbal Coln, pp. 49-54; 7ma. Ayer y Hoi, p. 55; 8va. El un lbum, p. 59; 9na. Al sol, pp. [65] 68; lOma. Adis a Montevideo, pp. 71-73; l ia . En un lbum, al pie de una pintura que representa la melancola, p. 75; 12", Can-to del Poeta, pp. [81]-85; 13?, Ilusin, pp. 89-91; 14a, En la tumba de un nio montevideano, en 1847, p. 96. 15a. a Ro-sas, pp. 99-108; 17a. Desencanto, A Carlos, p. 111-122; 17a. Rfaga, 125-128; 18a. El reloj, pp. 131-133; 19a. Una lgrima de amor, p. 135; 20?, Canto del Peregrino, pp. 141-143; 21? En una Cartera. En la cartera de viaje de un amigo, p. 145; 22, A Dios, pp. 151-155; 23, A t, pp. 159-160; 24 Can-to del Trovador, p. 161; 25?, a Buenos Aires declarada la in-tervencin anglo-francesa, pp. 167-174; 26 A Teresa (5 de enero. A Teresa), pp. 177-184; 27? A la seora Condesa de Walewski, pp. 187-192; ndice de las Armonas del Tomo Primero, pp. 193-194.

    Segundo tomo. 28?. AI sol de Mayo en 1847, pp. 7-19; 29 En un lbum, p. 45; 30?. A . . . , p. 33-44; 32? Melancola, pp. 47-52; 33? En un lbum, En el lbum de la seora Doa M. N. de E., pp. 55-56; 34, Adis, pp. 59-63; 35?, Yo te per-dono, pp. 67-69; 36?, La noche, pp. 73-80; 37? A Pilar. El da de sus 15 aos, pp. 84-85; 38? A mis amigos de colejio, pp. 90-96; 39? Al 25 de Mayo de 1849 (Al 25 de mayo en 1849), pp. 99-106; 40?, Rosas, pp. 109-117; 41? Canto de los pros-criptos, pp. 121-129; 42? A Bolivia, pp. 133-148; 43? Brindis el 25 de Mayo de 1852, contestando a otro del Sr. Juan Mara Gutirrez, pp. 151-152. Pensamientos a Teresa, con declaracin, del autor que se encuentra en la edicin de Armonas en 1851, pp. 155-172. ndice de las Armonas del Tomo Segundo, pp. 173-174. En esta edicin incorpora la Introduccin [sin ttulo] y dos poesas: Al 25 de Mayo de 1841 y A Bolivia [Excluidas], y Brindis, el 25 de Mayo de 1852.

    B. U. L. P.

  • 11. "El poeta Mrmol al poeta Mitre. El Canto de la Patria". (En: Dis-curso del seor Gobernador Mitre al jurar la Constitucin Na-cional el 21 de octubre de 1860. Composicin potica del seor Don Jos Mrmol recitada en el mismo dia. Buenos Aires, Imp. Argentina del Nacional, [1860]; 8pp.)

    Contiene: Discurso, pp. 1-3; "El poeta Mrmol al poeta Mi-tre. El Canto de la Patria", pp. 5-8. Suscrita en Buenos Ai-res, octubre 21 de 1860.

    B. U. L. P.

    12. "Adolfo Berro". (En: "Guirnalda potica" a la 2da. ed. aumentada de Poesas de Adolfo Berro. Montevideo, Imp. Tipogrfica Va-por, 1864; 235 pp ) .

    Esta edicin contiene una introduccin por D. Andrs La-mas, publicada ya en la Ira. ed., pp. 7-37. Acta de la ju-ventud oriental, pp. 40-42; "Adolfo Berro", firmado: "Un oriental", pp. 44-46; "Guirnalda potica", por D. Jos M. Cantilo, D. Jos Rivera Indarte, D. Jos Mrmol y D. Fran-cisco A. de Figueroa. La composicin de Jos Mrmol, pp. 57-61, est tomada de El Nacional, n 855, 2 oct. 1841; es un poema de veintids estrofas de metros varios, y como las dems, se trata de una composicin de tono elegiaco dedicada al joven poeta muerto a los 23 aos: "El temblo-roso suelo en que viviste / si brota pechos como yerto ace-ro, / otros tambin sensibles fecundiza.. . / A orillas del Vesubio, entre ceniza, / crece la vid y el verde naranjero".

    B. U. L. P.

    13. Obras poticas y dramticas. Coleccionadas por Jos Domingo Corts. Pars, Bouret, 1875; 398 pp. Obras poticas y dramticas. Colecc. por Jos Domingo Corts, Caballero de la Orden de la Rosa del Brasil. 2a. ed. Pars, Libre-ra de Ch. Bouret; Mxico, Librera de Ch. Bouret, 1882; 398 pp. (Jos Mrmol-Datos bio-bibliogrficos, pp. 1-2). 3a. ed. Librera de la Vda. de Ch. Bouret. Pars, 1894; 396 pp. Obras poticas y dramticas. Coleccionadas por Jos Domingo Corts, Caballero de la Orden de la Rosa del Brasil. 3ra. ed. Pa-rs, Mxico. Librera de la Vda. de CH. Bouret, 1905; 396 pp. (Bi-blioteca de Poetas Americanos).

    Contiene: Nota bio-bibliogrfica, sin ttulo, pp. V-VI. Poesas, pp. 6-137: A Dios. Canto de los proscriptos. El re-loj. Ayer y hoy. En el lbum de L. H. de C. Cristbal Coln. . . . t. Melancola. Amor. Adis a Montevideo. Yo te

    47

  • perdono. Canto del trovador. La noche. A Rosas. El 25 de Mayo de 1843. Los tres instantes (El 4 de Octubre; El 4 de noviembre; El 17 de noviembre). Pilar el da de sus quin-ce aos. Teresa. Ilusin. la Condesa de Walewski, en 1847. Bolivia en 1846. mis amigos de colegio. Sueos. En un lbum. Buenos Aires declarada la intervencin anglo-francesa. Al sol. Recogimiento. Canto del Poeta. De-sencanto. Carlos. En un lbum al pie de una pintura que representa la melancola. En la lpida de Florencio Vare-la, asesinado en la noche del 20 de marzo de 1848, Rfaga. AI 25 de Mayo de 1849. En la tumba de un nio montevi-deano en 1847. Rosas. El 25 de Mayo de 1850.

    Obras dramticas: "El Cruzado", drama en cinco actos y en verso, pp. 140-263; "El Poeta", drama en cinco actos y en verso, pp. 265-394. ndice, pp. 395-396.

    El Poeta presenta una mutilacin en la escena VII y ca-rece de la escena VIII. Finaliza con: "Ests contento ya? Guarda esta carta", correspondiente a la escena VII. Al parecer de Gimnez Pastor, por un error de ediciones su-cesivas.

    B. C. M. y B. N.

    Obras de Jos Mrmol. Cantos del Peregrino. Poesas diversas. Buenos Aires, Flix Lajouane, Ed., 1889; 508 pp.

    Contiene: "Advertencia", por Juan A. Mrmol, suscrita en Buenos Aires, feb. 1889; pp. VII-XII. Cantos del Peregrino, con Introduccin de Juan Mara Gutirrez, pp. 1-13; "Can-to Primero". A mi Patria. Montevideo, Mayo de 1847, p. 15; Canto Segundo, p . 37; Canto Tercero, p. 65; Canto Cuarto, p . 99; Canto Quinto, p. 141; Canto Sexto, p. 179; Canto Un-dcimo, p. 219; Canto Duodcimo, p. 269; Notas de los Cantos del Peregrino, p. 316; Nota al canto Segundo, por Luis L. Domnguez, en Montevideo, abril 23 de 1847, pp. 320-321. Poesas Diversas: Introduccin, pp. 353-356 [por Jo-s Mrmol, Octubre de 1854]. Lamentos, pp. 357-358; La tar-de, pp. 359-360; Destellos de dolor, pp. 360-364; A Teresa, pp. 364-373; Al 25 de Mayo. En 1841, pp. 374-384; Adis, pp. 384-387; Despedida, p. 388; A Rosas. El 25 de Mayo de 1843, pp. 389-396; Montevideo. A mi amigo Juan Carlos Gmez, pp. 396-403; A Buenos Aires declarada la intervencin an-gio francesa. Al Sr. Don Valentn Alsina, pp. 403-409; A Dios, pp. 410-414; Al sol de Mayo, 1847. Al Poeta Argentino Don Juan Cruz Vrela, pp. 414-422; Una tarde en el Dac, pp.

  • 423-428; El suspiro, pp. 428-429; En la lpida de Florencio Vrela. Asesinado por orden de Manuel Oribe en la noche del 20 de Marzo de 1848, p. 429; El juramento, pp. 430-432; una seorita, pp. 432-433; Brindis. El 25 de mayo de 1852. Contestando otro del Dr. D. Juan M. Gutirrez, pp. 433-434; El poeta Mrmol al poeta Mitre: El canto de la pa-tria, pp. 435-438; la Condesa de Walewski, en 1847, pp. 438-442; Bolivia, en 1846, pp. 442-453; A mis amigos de co-legio, pp. 454-458; Sueos, pp. 459-462; Desencanto. A Car-los, pp. 462-471; En un lbum. Al pie de una pintura que representa la melancola, pp. 471-472; Rosas. El 25 de Mayo de 1850, pp. 472-477; Adis Montevideo, pp. 477-479; Al Sol, pp. 479-482; Recogimiento, pp. 483-487; Cristbal Coln, pp. 488-491; Los tres instantes (El 4 de octubre. El 4 de no-viembre, El 17 de noviembre), pp. 492-493; A . . . , pp. 494-501; A ella en su jardn, pp. 501-502; Melancola, pp. 503-505; El reloj, pp. 506-508. ndice, pp. 509-510. Once composiciones, de las treinta y cinco Poesas Diver-sas, no figuraban en las colecciones precedentes. "A una seorita", pp. 432-433, y "El poeta Mrmol al poeta Mitre: El canto de la patria", pp. 435-438, son posteriores a la 2da. ed. de Armonas.

    15. Obras poticas. Cantos del peregrino. Poesas diversas. Novsima Edicin. Ilustrada con artsticos fotograbados. Advertencia de Juan A. Mrmol. Introduccin de Juan Mara Gutirrez a Cantos del Peregrino. Buenos Aires, Casas editoriales Maucci Hermanos, Mxico. Jos Lpez Rodrguez, Habana; s/f; 268 p. ilust.

    Esta edicin deriva de la de Lajouane, 1889, y en su 3ra. ed. lleva un autgrafo de Juan A. Mrmol, suscrito el 16 de julio de 1903, autorizando a los Seores Maucci H. e Hijos para hacer una edicin de la obra Amalia de su seor pa-dre, y de sus diversas composiciones poticas.

    B. P. M.

    16. Armonas. Poesas. Ordenadas y con un prlogo de Carlos Muzzio Senz-Pea. Buenos Aires, Ed., "La Cultura Argentina", 1917; 243 pp. (Biblioteca "La Cultura Argentina").

    Contiene: Jos Mrmol [breve bio-bibliografa en el fren-te por tada] . Introduccin por Carlos Muzzio Senz-Pea, p . 7; Armonas: A Rosas, p. 19; Canto de los proscriptos, p. 27; A mis amigos de colegio, p. 33; Adis a Montevideo, p. 39; Lamentos, p. 43; A Buenos Aires, p. 45; A Bolivia, p. 51; A

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  • la condesa de Walewski, p. 63; Rosas, p. 67; Al 25 de Mayo (En 1841), p. 73; Al 25 de Mayo (En 1849), p. 83; Al Sol, p. 89; El reloj, p. 93; Rfaga, p. 97; La tarde, p. 101; La Noche, p. 103; Cristbal Coln, p. 109; Recogimiento, p. 115; Sueos, p. 121; Melancola, p. 125; En un lbum, p. 129; En la l-pida de Florencio Vrela, p. 131; Desencanto, p. 133; A Dios p. 143; Canto del poeta, p. 147; Del poeta Mrmol al poeta Mitre, p. 151; Al sol de Mayo, p. 155; Montevideo, p. 163; Ilusin, p. 171; Amor, p. 173; Canto del trovador, p. 175; Los tres instantes, p. 177; Ayer y hoy, p. 179; En el lbum de L. H. de C, p. 181; A .. ., p. 183; A t, p. 191; A Teresa, p . 193; A Teresa (5 de enero), p. 201; Yo te perdono, p. 209; Destellos del dolor, p. 211; A Pilar, p. 215; El suspiro, p. 217; Una tarde en el Dac, p. 219; El Juramento, p. 225; A una seorita, p. 229; Brindis, p. 231; La aroma, p. 233; Despedi-da, p. 235; Adis, p. 237. ndice, pp. 241-243.

    B. U. L. P.

    17. Armonas. Poesas. Ordenadas y con un prlogo de Carlos Muzzio Senz-Pea, Buenos Aires, Tall. Grf. Argentinos L. J. Rosso, s/f; 246 pp.

    Contiene: [Datos bio-bibliogrficos en el frente portada. All dice que la edicin de 1917 es menos incompleta que las precedentes.] Introduccin, p. 5; A Rosas. El 25 de ma-yo de 1843, p. 17; Canto de los proscriptos, p. 27; A mis amigos de colegio, p. 33; Adis a Montevideo, p. 39; La-mentos, p. 43; A Buenos Aires. Declarada la intervencin anglo-francesa, p. 45; A Bolivia, p. 51; A la condesa de Wa-lewski. En 1847, p. 63; Rosas. El 25 de Mayo de 1850, p. 67; Al 25 de Mayo. En 1841, p. 73; Al 25 de Mayo. En 1849, p. 85; Al sol, p. 91; El reloj, p. 95; Rfaga, p. 99; La tarde, p. 103; La noche, p. 105; Cristbal Coln, p. 111; Recogimiento, p. 115; Sueos, p. 121; Melancola, p. 125; En un lbum. Al pie de una pintura que representa la Melancola, p. 129; En la lpida de Florencio Vrela. Asesinado en la noche del 20 de Marzo de 1848, p. 131; Desencanto. A Carlos, p. 133; A Dios, p. 143; Canto del poeta, p. 147; Del poeta Mrmol al poeta Mitre. El Canto de la Patria, p. 151; Al Sol de Mayo, 1847. Al poeta argentino don Juan Cruz Vrela, p. 155; Montevi-deo, p. 163; Ilusin, p. 171; Amor, p. 175; Canto del tro-vador, p. 177; Los tres instantes (El 4 de octubre; El 4 de noviembre; El 17 de noviembre), p. 179; Ayer y hoy, p. 181; En el lbum de L. H. de C, p. 183; A . . . , p. 185; A ti, p. 193; A Teresa, p. 195; A Teresa. 5 de Enero, p. 205; Yo te per-

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  • dono, p. 213; Destellos del dolor, p. 215; A Pilar. El da de sus quince aos, p. 221; El suspiro, p. 223; Una tarde en el Dac, p. 225; El juramento, p. 231; A una seorita, p. 235; Brindis. El 25 de Mayo de 1852. Contestando a otro de D. Juan M. Gutirrez, p. 237; La aroma, p. 239; Despedida, p. 241; Adis, p. 243; ndice, p. 245-246.

    B. F. H.

    18. Cantos del Peregrino. Con una introduccin de Juan Mara Guti-rrez. Buenos Aires, Ed. "La Cultura Argentina", Tall. Grf. Argen-tinos L. J. Rosso y Ca.; s/f; 261 pp. e ndice.

    Contiene: Jos Mrmol (Breve bio-bibliografa) en el fren-te portada. Introduccin por Juan Mara Gutirrez, p. 7; Advertencia, de Juan A. Mrmol, p. 15; Cantos del peregrino: Canto Primero. La Amrica, pp. 19-36; Canto Segundo. A Mara, pp. 35-53; Canto Tercero. A Buenos Aires, pp. 54-78; Canto Cuarto. La noche obscura, pp. 79-110; Canto Quinto. Crepsculo. Desencanto. A Emilia, pp. 111-136; Canto Sex-to. A la Luna, A las Estrellas, En el Mar, Oracin del Pe-regrino, Splica, pp. 137-164; Canto Undcimo. Al Brasil, Adis al Janeiro, pp. 165-204; Canto Duodcimo. Al Plata, pp. 205-242; Notas de los Cantos del Peregrino, pp. 243-261. ndice.

    B. U. L. P.

    19. Poesas selectas. Buenos Aires, Sociedad Ed. "La Americana", 1920; 31 pp. (Biblioteca "El libro criollo", 5).

    Contiene: En la tapa, retrato de Jos Mrmol y rplica de su firma y par te de los ttulos del contenido: "Lamentos. La tarde. Destellos de dolor. Adis. Despedida, [sic] Ro-sas. El suspiro. Florencio Vrela. Brindis. Sueos. Adis a Montevideo. Cristbal Coln."

    Introduccin, por Jos Mrmol, oct. de 1854. Lamentos, pp. 5-6; La tarde, p. 7; Destellos de dolor, pp. 8-10; Adis, pp. 10-12; Despedida, p. 13; A Rosas. El 25 de Mayo de 1843, pp. 13-18; El suspiro, p. 19; En la lpida de Floren-cio Vrela. Asesinado por orden de Manuel Oribe en la noche del 20 de marzo de 1848, p. 19; El poeta Mrmol al poeta Mitre. El canto de la patria, pp. 20-22; Brindis. El 25 de Mayo de 1852. Contestando a otro del Dr. D. Juan M. Gutirrez, p. 23; Sueos, pp. 24-26; Adis a Montevideo, pp. 26-28; Cristbal Coln, pp. 28-31.

    B. U. L. P. 20. Poesas escogidas. Ed. crtica dirigida por Calixto Oyuela. Bue-

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  • nos Aires, Agencia general de Librera v Publicaciones, 1922; XII + 284 pp.

    Contiene: "Advertencia sobre esta edicin", p. IX [el autor ha "credo que deba incluirse todo lo que no fuese deci-didamente