Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

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Plantas cultivadas y animales domésticos en América equinoccial. Tomo IV: plantas introducidas Autor: Patiño Victor Manuel Edición original: Cali, Imprenta Departamental. 1963 Notas: En este tomo de la obra de Víctor Manuel Patiño se estudia la distribución, usos y origen geográfico de diferentes plantas y animales provenientes de Europa y otras regiones. INDICE Palabras Liminares Capítulo I. Introducción de plantas y animales enunciados Capítulo II Cereales Capítulo III. Granos y menestras Capítulo IV. Verduras, hortalizas Capítulo V. Especias, condimentos, temperos, colorantes culinarios, aromatizadores Capítulo VI. Feculentas Capítulo VII. Frutales Capítulo VIII. Oleaginosas 1

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Cuarto libro de la serie. Descargue los 4 valen la pena. Historias sobre la comida en Colombia

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Plantas cultivadas y animales domésticos en América equinoccial. Tomo IV: plantas introducidas Autor: Patiño Victor Manuel Edición original: Cali, Imprenta Departamental. 1963

Notas: En este tomo de la obra de Víctor Manuel Patiño se estudia la distribución, usos y origen geográfico de diferentes plantas y animales provenientes de Europa y otras regiones.

INDICE

Palabras Liminares

Capítulo I. Introducción de plantas y animales enunciados

Capítulo II Cereales

Capítulo III. Granos y menestras

Capítulo IV. Verduras, hortalizas

Capítulo V. Especias, condimentos, temperos, colorantes culinarios, aromatizadores

Capítulo VI. Feculentas

Capítulo VII. Frutales

Capítulo VIII. Oleaginosas

Capítulo IX. Sacarinas

Capítulo X. Estimulantes

Capítulo XI. Fibras

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Capítulo  XII. Medicinales, oficinales, toxicas, insecticidas

Capítulo  XIII. Esencias forestales

Capítulo XIV. Ornamentales

Capítulo  XV. Forrajeras

Apéndice I. Arroz en el Valle de Cauca en el siglo XVIII

Apéndice II. Introducción a Colombia de plantas aromáticas.

Apéndice III. Introducción de varias especies económicas.

Referencias bibliográficas

IV.  PLANTAS INTRODUCIDAS

   

A los primitivos pueblos euroasiáticos africanos y oceaníticos que domesticaron plantas y animales, y a los navegantes y viajeros, anónimos o conocidos, de cualesquiera nación, raza o religión, que los transportaron al Nuevo Mundo.

"Cuya verdad [que sí vinieron de España algunas cosas que se tenían por nativas de América a mediados del siglo XVIII ] me fue a mí muy fácil de alcanzar agora cuarenta años [1612] cuando hice diligencia en averiguarla, respecto de ser vivos algunos hombres que se acordaban de cuando se fundó esta ciudad de Lima y del tiempo en que ni en ella ni en toda esta tierra había estas plantas y animales europeos; y no pocos que también tenían en la memoria quién y en qué año trujo muchas destas cosas. Por lo cual, considerando yo que lo que hallé tan claro y notorio, podría andando el tiempo oscurecerse y aun reducirse a opiniones, como lo están ya casi todas las cosas de alguna antigüedad, me pareció escribir en este libro todos los animales y plantas que hasta este año de 1652, en que esto escribo, han traído los españoles a estas Indias, así de nuestra España, como de otras regiones del Mundo; como quiera que no dudo sino que por mucha diligencia que he puesto en recoger las que me ha sido posible, se me pasarán por alto algunas cosas de este género, a

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causa de ser esta tierra tan extendida e irse trayendo cada día nuevas plantas; pues casi no hay hombre curioso que destas Indias vaya a España, que a la vuelta no procure traer semillas y posturas de algunas frutas que todavía faltan en ella". COBO, Bernabé. Historia del Nuevo Mundo. 1956; I, 375

"No hay cosa tan difícil de resolver como los problemas de la migración de plantas útiles al hombre, especialmente desde que las comunicaciones se han hecho tan expeditas en todos los continentes. "

(Humbold. 1941. 1. Nueva España. 11, 31) "¡Ojalá que en todas partes se hubiese conservado el nombre de los que, en vez de asolar la tierra, la han enriquecido con plantas útiles al hombre! "

(Ibid. 44.)

 

PALABRAS LIMINARES

Dentro del proyecto concebido por el autor en 1947 para elaborar en veinte años —ya transcurridos —una historia de la industria agropecuaria en América equinoccial, corresponde tratar de las plantas cultivadas de origen eurasiático, africano y oceanítico introducidas a los países suramericanos situados al norte del Amazonas.

Se han seguido las pautas establecidas en los tres volúmenes anteriores, n sea, el estudio individual de cada especie, en orden taxonómico, agrupándolas dentro de la clásica  división de cereales, frutas, hortalizas, sacarinas, oleaginosas, etcétera. En cuanto a las plantas ornamentales introducidas, se estudiarán junto con las de origen americano, en un suplemento de los tomos III y IV, por las razones que sedarán en el capítulo XIV de éste último.

La primera redacción se hizo en Washington, D.C. y en Cambridge, Mass., durante los meses de marzo a Diciembre de 1956, en disfrute de una beca de la fundaciónJohn Simon Guggenheim de Nueva York. Se utilizaron los fondos de las siguientes bibliotecas: la del Congreso, de Washington; tres de la universidad de Harvard; la de la universidad de Florida Gainesville, y la del Jardín Botánico de Saint Louis, Missouri. Consultas recientes se han hecho en la Academia Colombiana de la Historia. Una redacción mejorada se hizo en Cali desd mediados de 1958 hasta fines 1959 y la definitiva allí mismo en 1967–1969. Por las escasas  facilidades que para fuentes de consulta

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presenta la capital del valle, no se han podido compulsar  algunas referencias bibliográficas que se utilizaron en la redacción inicial.

Lo relativo a enemigos naturales y a factores económicos y sociales que afectaron a cada especie en el transcurso de los últimos cuatro siglos, se tratará en obra separada, cuyo título provisional es "factores inhibitorios de la producción agropecuaria".

Durante el proceso de redacción, se ha publicado una versión abreviada de la parte del capítulo sobre plantas feculentas referente al plátano (Musa spp.), en el número V, 1959, de la REVISTA COLOMBIANA DE ANTROPOLOGÍA, de Bogotá.

El difunto doctor Carlos E. Chardón, de la Autoridad de Tierras de Puerto Rico, tuvo la amabilidad de leer el capítulo referente a la caña de azúcar, y de suministrar informes suyos, algunos manuscritos, sobre la introducción a Colombia de las variedades nobles de esa gramínea.

La sacada en limpio de los origínales, así como la elaboración de índices y lista bibliográfica, han. estado a cargo de la señorita Inés Calvo.

La edición se hace en la Imprenta Departamental del Valle, en virtud de lo dispuesto por la ordenanza No 144, de 26 de diciembre de 1968, aprobada por 1a Honorable Asamblea a iniciativa del diputado doctor Hernán Pérez Alvarez, y sancionada por el gobernador, doctor Rodrigo Lloreda Caicedo.

El autor agradece a las instituciones y personas aludidas, lo mismo que a las que concretamente se mencionen en el texto o en los apéndices documentales, la ayuda prestada.

Cali, 1960, 1967-1969.

CAPITULO IINTRODUCCION DE PLANTAS Y ANIMALES:ENUNCIACIÓN

 

Antes de hacer la historia pormenorizada de cada especie de planta o animal introducidos del Viejo al Nuevo Mundo a partir del primer viaje de Cristóbal Colón, conviene analizar, así sea esquemáticamente, el asunto de la introducción misma y de sus antecedentes, procedimientos y consecuencias.

Cuando se ponen en contacto dos pueblos de orígenes y cultura diferentes, aunque el contacto sea pacífico y amistoso, se presentan fenómenos de intercambio y aculturación que traen consigo

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automáticamente la destrucción o modificación total o parcial de técnicas, costumbres, creencias, gustos y modos de vivir, para permitir la fusión o sustitución de uno o varios elementos de la cultura material o espiritual de cada grupo. Cada uno toma del otro lo que está más de acuerdo con los valores preexistentes, fenómeno que los sociólogos llaman "compatibilidad" (Rogers, 1962, 126).

Cuando el contacto es violento, como en una guerra de conquista, y cuando las diferencias de cultura, costumbres y modos de vivir son tan antitéticas como ocurrió a raíz del descubrimiento de América, el traumatismo es mucho más dilacerante y perturbador. En tales casos, el pueblo que domina impone sus propias costumbres, concepciones y actitudes, de grado o por fuerza, tomando del vencido, por derecho de conquista, lo que le convenga, y destruyendo o tratando de destruir lo que estime inferior o indigno de aprecio. El hombre busca subyugar los gustos y voluntades de sus aliados o sujetos (Fermín, 1769, 1, 94). Esta destrucción de los elementos culturales del vencido, es característica del señorialismo, de las castas sociales, de la dominación de un grupo por otro (Lipschutz, 1963, 132-133).

La imposición de la cultura del grupo dominante al grupo vencido opera por las vías jerárquicas, o por las relaciones entre los sexos. Siempre hay jefes vencidos (mientras más jerarquizados más lo son) dispuestos a congraciarse con el vencedor, como ocurrió con muchos caciques americanos, que para estar en buenos términos con los europeos, extremaron la opresión sobre los indios de la masa. Asimismo, hubo indias que de grado o por fuerza se unieron a los forasteros, constituyéndose en muchos casos en el vehículo más eficaz para imponer las nuevas costumbres y concepciones. Ambos aspectos se tratarán mejor en obras separadas.

1. Pareceres encontrados. Posiciones radicales.

Al enjuiciar el descubrimiento y la conquista del hemisferio americano, se han polarizado dos tendencias: la de que el Viajo Mundo dio al Nuevo todo lo bueno o excelente, en aportes de cultura material y espiritual, sin recibir casi nada o dando muy poco en cambio; y la de que si bien el Nuevo Mundo recibió aportes fundamentales, pagó con creces lo recibido.

a) En el prólogo de su relación sobre la conquista del Perú, al encarecer la acción española que había dominado más tierra que la conocida hasta entonces, decía Francisco de Jerez en 1538, que tales proezas las habían hecho sus conterráneos, "manteniéndose con los mantenimientos bestiales de aquéllos [los indios], que no tenían noticia de pan ni vino; supliéndose con yerbas y raíces y frutas, han conquistado lo que ya todo el mundo sabe. . ." (Jerez y Sancho, 19I7, 5;-----: Vedia, I947, 1I, 319).

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En 1552 Francisco López de Gómara sintetiza en la siguiente forma las diferencias fundamentales en cuanto a civilización material que distinguían al Nuevo Mundo del Viejo: "Carecían [los amerindios] de bestias de carga y leche, cosas tan provechosas como necesarias para la vida; y así, estimaron mucho el queso, maravillados de que la leche se cuajase. De la lana no se maravillaron tanto, pareciéndoles algodón. Espantáronse de los caballos y toros: quieren mucho los puercos, por la carne; bendicen las bestias porque los relevan de carga, y ciertamente les viene dellas gran bien y descanso, porque antes ellos eran las bestias" (Gómara: Vedia, 1946, 1, 452). Es justificable que los españoles de esa época, correspondiente a la “Hispania Victrix”, señalaran con orgullo la magnitud de la obra que habían realizado en poco más de medio siglo, dispersando a lo largo de sesenta o setenta grados geográficos los elementos de que constaba la cultura, tanto material como espiritual de entonces.

En el siglo siguiente, Bernabé Cobo no sabe qué admirar más, si la iniciativa española y el interés de introducir plantas y animales a América, o la facilidad y rapidez con que unas y otros se habían difundido por las favorables condiciones ambientales (Cebo, 1891, 11, 343-344; -----, 1956, I, 375-379).

Ya no con este ánimo de sopesar con relativa imparcialidad los respectivos aportes de cada continente y de las civilizaciones del Viejo y del Nuevo Mundo, sino para fines políticos, o por el resentimiento de haber perdido las colonias, o por otras causas, algunos escritores peninsulares, a quienes corearon no pocos americanos que en sus propios países se sintieron ellos mismos inspirados por la mentalidad del conquistador, llevaron la cuestión hasta el grado de negar en absoluto a América o de minimizar sus aportes a la civilización universal, destacando en cambio los de Iberia.

Uno de los primeros en este movimiento fue el jesuíta español Ricardo Cappa. De él, quién más, quién menos, han bebido después los demás. Cappa sugería que se imaginara, quitando del virreinato peruano todo lo que trajeron los españoles cómo podría ser aquello, y asevera: "Parálisis mortal en todas las articulaciones del imperio incásico, fue lo que hallaron los españoles de la conquista, y movimiento y vida lo que dieron a América, realzando de este modo los primores que al Señor plugo depositar en ella" [la tierra americana] (Cappa, 1890, VI, 294-302).

Otros se refieren al enriquecimiento de América por los españoles, y destacan que el Nuevo Mundo carecía de los más valiosos y preciosos vegetales, y casi por completo de animales domésticos (Puente y Olea, 1900, 369; Latorre, 1919, 133; Real, 1944, 315-433; González Blanco, 1945).

b) Casi todas las opiniones opuestas se produjeron a raíz de la independencia de las colonias españolas. Algunas de talas opiniones

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son tan poco imparciales como las que se acaban do ver, y pecan por el extremo opuesto.

El nivel de la producción agropecuaria e industrial en las posesiones españolas era bajo, a pesar de las buenas condiciones naturales. Aun colonias pequeñas como las francesas e inglesas de las Antillas, estaban más adelantadas en el siglo XVIII, y mucho más en el XIX, en el ramo agrícola industrial, que las españolas. Recuérdese solamente lo que les debieron la tecnología azucarera y la difusión y cultivo del café.

Un sociólogo peruano, refiriéndose a la agricultura, después de enumerar los argumentos en pro y en contra de cada tesis, y de pronunciarse por la superioridad de la agricultura incaica sobre la española de su época, concluye: "1° quo no es justo, en el orden moral, exigir a los españoles hubieran hecho en beneficio de América, lo que ellos no practicaron en su propia patria; 2 |º, que es pueril sostener lo contrario, o sea que se preocuparon los españoles, con mayor solicitud, de la suerte económica de las colonias que de la metrópoli; 3º que los hábitos de trabajo de los indígenas y las riquezas naturales de la tierra conquistada explican el muy superior desarrollo de la agricultura entre los indios; al punto que pudiendo neutralizar, en parte, las costumbres refractarias de los españoles para esta industria, ofrece mayor prosperidad el Virreinato [del Perú] que la Península; 4° que, en el orden económico, son los españoles causantes del abatimiento de la agricultura en el Perú, sin dejar de reconocer, tampoco, que tropezaron con graves obstáculos, como la naturaleza del suelo, falta de brazos y de centros de consumo; contra lo que ellos, ineptos tanto para dedicarse a los trabajos agrícolas, como para comprender su importancia, no pudieron luchar como lo habían hecho los incas por la intuición del espíritu de su raza (Prado, 1941, I, 64-65; 59-66).

 

2. Planteamientos.

Hay que pasar revista a algunos hechos básicos, antes de pronunciarse sobre el diferendo.

I) Hasta donde han llegado las investigaciones sobre la materia, sólo se encontraban simultáneamente en el Viejo y en el Nuevo Mundo, en la época del descubrimiento de América, con absoluta certidumbre, el cocotero ( |Cocos nucifera L.); el algodón ( |Gossypium), aunque con especies diferentes en los dos hemisferios; y la calabaza ( |Lagenaria siceraria (Mol.) Standl.). Algunos autores incluyen en esta lista la batata (Ipomea batatas (L.) Poir) (Merrill, 1954, 194), cosa no suficientemente demostrada. De estas especies, el coco nunca se cultivó en Europa, como no haya sido en invernaderos; el algodón sólo cuando lo trajeron los árabes del oriente a España y al sur de

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Italia, quizá hacia el siglo VIII de la Era Cristiana. La calabaza fue conocida de antiguo en la ribera meridional del Mediterráneo (Ames, 1953, 86-90).

También había perros domesticados en el Nuevo Mundo, pero de especies distintas a las conocidas en el Viejo (Patiño, 1966, 182-185).

II) No hubo influencia de culturas foráneas en el proceso de domesticación por los pueblos aborígenes, de los vegetales sativos de origen americano, así como de los pocos animales que tuvieron la categoría de domésticos. Ese fue en América proceso local, autóctono. Los amarillos asiáticos -si son ellos los pobladores originales- pudieron haber traído a América su mentalidad, su arte culinario y sus técnicas mágicas; no sus plantas (Haudricourt et Hédin, 1943, 133-134; Métraux, 1950, 22-23).

III) La península ibérica fue incluída por Vavilov en el quinto foco de origen y domesticación de plantas, o sea la cuenca del Mediterráneo (Vavilov, 1951, 118-119). De las 84 especies que dicho autor cree originarias de allí o allí mejoradas como en un centro secundario, un número muy reducido pueden adscribirse a la parte más occidental de dicha área, y por consiguiente a España.

IV) La mayoría de las plantas útiles de gran cultivo, incluyendo varios cereales, frutas, viña, hortalizas y flores, fueron recibidos en la península ibérica de los pueblos asiáticos o norte africanos. Aun especies nativas, el olivo entre ellas, sólo cobraron importancia económica por el impulso catalítico de invasores como los fenicios. En general, tanto las plantas, como la agricultura del oeste europeo son introducidas (Haudricourt et Hédin, 1943, 124, 126, 127, 128; 116-130). Juan Cotarelo, en su "Manual de la Provincia de Madrid", trae esta lista de introducciones, que aunque no sea totalmente correcta en cuanto al origen de las especies, revela por lo menos que el grueso de ellas vinieron por préstamo de otros países: "Del oriente vinieron las uvas, la nuez y el ajo. De la India oriental o Asia, la granada, la naranja, las alubias, el castaño salvaje y el trigo. De Egipto, el anís, la cebolla, la berza y la lombarda [col morada]. De Africa, los melones y la almendra. Del Brasil (América) las patatas. De Persia, el melocotón. Del Asia Menor, las espinacas. De Cerdeña, el perejil. De Chipre, la coliflor. De Italia, las peras, nabos, zanahorias y lentejas. De Astrakán, el cardo. De Sicilia, el centeno. De la isla de Cos, la lechuga" (Cappa, 1890, VI, 393-394).

Lo mismo ocurrió en otros países de Europa occidental (García Badell, 1951, 216-217; Sauer: Thomas, 1956, 61; Heichelheim: Ibid., 166, 170; 175, 176; 178).

De los animales domésticos difundidos en el Nuevo Mundo, primero por España y Portugal y después por Inglaterra y Francia, casi ninguno fue domesticado en esos países.

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V) Al mismo tiempo, la península ibérica es un mosaico de endemismos raciales y lingüísticos. Sumado esto a las introducciones de elementos de distintas procedencias y en diferentes oleadas al través de los siglos, se tiene que aquí hizo clímax el carácter complejo y de préstamo de la cultura occidental (Ortiz, 1940, 160-161).

VI) Desde el punto de vista de estos dos elementos fundamentales de la cultura material, plantas y animales domésticos, los pueblos antiguos y modernos pueden dividirse en dos grandes categorías: la de los “domesticadores” y la de los “difusores”. La labor de los primeros es más lenta y difícil que la de los segundos, y presupone la existencia de ciertas dotes en grado excelso: capacidad de observar los fenómenos de la naturaleza; perseverancia y tenacidad; agilidad mental para concebir sistemas, descubrir relaciones e interrelaciones entre fenómenos de diversa índole, y habilidad manual para ejecutar trabajos que tengan por resultado el objetivo deseado. Es una labor anónima, ingrata, de sedimentación (Saner: Stone, 1959, I, 218). Un autor contemporáneo juzga que la domesticación de plantas para cultivo, es una de las realizaciones más grandes de la mente humana (Schwanitz, 1966, 2).

Que los aborígenes americanos de la porción ecuatorial poseyeron en grado excelso la capacidad de domesticar plantas, está demostrado por más de 200 especies que se cultivaban en América a la llegada de los europeos (Robledo, E., 1945, 169-170; Patiño, 1963, I; 1964, II; 1968, 111). Aun se ha llegado a afirmar con algo de exageración, que en los cuatrocientos años de dominación europea, ninguna nueva especie fue domesticada (Hooper, 1945, 161-162).

Como la historia conocida es la de los grupos o personajes dominantes y no la de los pueblos, no ha quedado constancia de quiénes fueron los domesticadores de plantas. El expediente más común, ya que no se podía minimizar la importancia de algunas plantas en la economía de los pueblos, consistió en atribuír su origen a divinidades, emperadores o reyes. Pero éstos no hicieron otra cosa que sancionar, consagrar o promover adquisiciones ya conocidas y utilizadas (De Candolle, 1883, 1-2; 4).

Los difusores toman este material vivo elaborado ya y lo dispersan por un ámbito geográfico mucho más vasto que el núcleo originario. Por esta razón, las formas primitivas se diversifican para adaptarse a nuevos ambientes, y se vuelven más complejas por las diferentes destinaciones y usos que se les dan. Los pueblos difusores tienen mayor habilidad política para aprovechar hallazgos y descubrimientos hechos por otros, llevándolos a sus últimas consecuencias, de acuerdo con fines preconcebidos; mientras que dejan como en la sombra, sin tocarlos, aquellos conocimientos o adquisiciones que no se presten a sus miras inmediatas. Por este motivo, ha sido siempre más espectacular el papel de la difusión que el de la creación. Fueron pueblos difusores -en cuanto importa al presente estudio- los fenicios,

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griegos, romanos, árabes, españoles y portugueses (Ficalho, 1957, 29), por una y los incas, aztecas y caribe-arawakos, por otra.

Características diferenciales de los pueblos difusores son el cosmopolitismo y la movilidad (Rogers, 1962, 29), ventajas innegables que los pueblos pastores tienen sobre los pueblos agricultores (Schwidentzky, 1955, 46, 61-62, 138-139).

Esto no quiere decir que la difusión no sea meritoria; pero presupone un esfuerzo anterior hecho por otros, sin el cual los últimos llegados no encontrarían la mesa puesta que les facilita saltar etapas.

VII) Tanto los imperios mejicano y peruano, como el español-portugués, en el momento de ponerse en contacto, estaban haciendo el papel de difusores de elementos culturales que todos ellos tomaron de pueblos que los precedieron en la ocupación de sus respectivos territorios. Algunos de estos pueblos son considerados por los antropólogos "tribus marginales" como todas las amazónicas, que en realidad parecen haber sido las que hicieron los primeros hallazgos de plantas económicas. La situación de los mejicanos y peruanos en el momento en que empezaron a sujetar a otros grupos, y a difundir dondequiera que alcanzó su influencia política- los elementos propios y los tomados a pueblos sojuzgados, es comparable a la que tenían los pueblos ibéricos cuando expulsaron definitivamente a árabes y judíos. Desde este punto de vista los hispano-portugueses, al difundir en América las plantas y animales, hicieron lo mismo que habían hecho los árabes cuando ocuparon la península. Todos fueron difusores, no domesticadores.

 

3. Móviles de la difusión.

Ya incorporados a su propio haber cultural las plantas y los animales domesticados o transportados por otros, los pueblos difusores llevan tales elementos de cultura material en sus desplazamientos, para asegurar en el nuevo ambiente o territorio las cosas de consumo a que están acostumbrados en el país de donde proceden (Robledo, E., 1945, 168; Cué Cánovas, 1960, 57, 58-59).

En el caso de América, los españoles empezaron trayendo a las Antillas todos los elementos de cultura material a que estaban acostumbrados: trigo, aceite, ganados. Fue a los principios muy difícil vencer la repugnancia de los peninsulares para aceptar los alimentos americanos (yuca, maíz, verduras), que a ellos les parecían insípidos (Anglería, 1944, 43, 107-108; Cobo, 1956, 1, xii: 165), y aun abominables (Garcilaso, 1945, II, 189). Muchos españoles no pudieron habituarse al régimen alimenticio, y regresaron a su patria.

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Aun tan avanzada la época colonial como el siglo XVIII, cuando se había operado una profunda aculturación y fusión de elementos, en muchas partes los españoles peninsulares no podían vivir sin importar vino, aceite y conservas. A la diferencia de alimentos se atribuía el poco éxito de la inmigración a las Antillas en 1699 (Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 354). Por falta de carne fue reducido el número de misioneros jesuítas en el Amazonas, pues los recién venidos no se podían habituar a los alimentos nativos ni prescindir de los tradicionales (Rodríguez, 1684, 411). De modo que al traer a los comienzos semillas, plantas medicinales y aun flores (porque el hombre quiere reconstruir en todas partes aun su paisaje nativo), sólo se quería prolongar en el nuevo escenario el sistema de vida tradicional.

El arzobispo de Méjico pedía en ........que se trajeran cosas de España para evitar que los españoles estuvieran "piando por Castilla" (Arias y Miranda, 1854, 95). Comentando el pasaje de Cieza de León en que manifiesta los altísimos precios que las cosas tenían recién conquistado el valle del Cauca, dice Garcilaso: "estos excesos y otros semejantes han hecho los españoles con el amor de su patria en el Nuevo Mundo, en sus principios, que, como fuessen cosas llevadas de España, no paravan en el precio para las comprar y criar, que les parecía que no podían vivir sin ellas". En otro pasaje, a propósito de la introducción de las vides, apunta: "porque las ansias que los españoles tuvieron por ver cosas de su tierra en las Indias han sido tan vascosas y eficaces, que ningún trabajo ni peligro se les ha hecho granda para dexar de intentar el efecto de su deseo". Aun objetos de poca importancia, con tal de ser peninsulares, adquirieron gran valor en un principio (Garcilaso, 1945, II, 258; 268; 277, 278; Arias y Miranda, op. cit., 94; Durand, 1953, I, 41-42).

Esto no ocurrió solamente con los españoles: los franceses e ingleses que colonizaron la costa oriental de Norte América, añoraban las plantas, aun las malezas, que conocieron en su juventud, y las hicieron llevar (De Candolle, 1855, II, 755).

Hubo, fuera de los móviles puramente egoístas, otros más elevados. Los españoles en muchos casos traían semillas por impulso difusor incontrolado e incoercible, en que no había metas económicas, sino más bien ansia de fama y aun vanidad. El jesuíta italiano Gilii observó que los "españoles quisieran- poner de todo en todas partes" (Gilü, 1955, 138), así fuera en algunos casos empeño manifiestamente inútil, por las disímiles condiciones ambientales.

En el siglo XVII, cuando ya se había atenuado el proceso de las introducciones, todavía se conservaba la noticia de quiénes habían traído primero plantas y animales, y algunos se preciaban de que aquello se debía a sus antecesores (Cobo, 1890, I, 332;-----1956, I, 155).

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El bienestar que los nativos americanos pudieran derivar de tales introducciones no se tuvo en cuenta, sino incidentalmente. En cédula de 15 de febrero de 1504 se permitió la libre introducción de abastos durante 10 años a la isla Española: "todos los mantenimientos de comer e beber e vestidos e calzado e ropas e ganado e bestias de carga e yeguas e otros animales e plantas e semillas e herramientas e otras cualesquier mercaderías e cosas que fueren menester para mantenimientos e proveimiento e trato de los vecinos e moradores <cristianos> de la dicha isla ... porque nuestra voluntad fue e es poblar e enoblescer las dichas islas de cristianos cuanto pueda ser..." (Navarrete, 1964, II, 307; 307-308). Es decir, la medida favorecía solamente a los cristianos. No se mencionan los indios, a quienes, no obstante, correspondía el trabajo de criar los animales y cultivar las semillas introducidas, como suficientemente se demostró en otra obra (Patiño, 1966).

Alguien ha sostenido que el beneficio recibido por los americanos con las plantas y animales introducidos, queda contrapesado con las enfermedades importadas y con la pérdida de sus valores culturales (Haring, 1939, 167-168). Otro es aún más radical al enjuiciar el asunto: "Los conquistadores y los colonizadores fueron animales de costumbres, como cualquier humano. Como animales de costumbres, para irrumpir en nuestras costas, se pertrecharon con alimentos, con caballos y cerdos, con armas y herramientas indispensables para la compostura de sus embarcaciones y de sus armas. En nuestras tierras, los dichos animales de costumbres no podían conformarse con sólo sus frutos (fréjol, papas, quinua, camotes, aguacates, guabas, guayabas, capulíes, maíz y sus variedades). Les era urgente necesidad la de paladear los alimentos elaborados con trigo, cebada, hortalizas, especies, y en consecuencia, por dicha necesidad vegetativa se vieron forzados a introducir las primeras semillas de dichas plantas. Entregadas las semillas a los indios, éstos se encargaron de los ensayos de cultivo y de su difusión; con su trabajo fue posible la aclimatación de tales plantas; para sí poco o nada cultivaron; Porque carecían de tierras propias y el producto de las que tenían era arrebatado por el encomendero, por el teniente, por el corregidor, por el cura doctrinero o por cualquier ladrón colonizador. Si por atender a sus necesidades trajeron. semillas, ¿cuál fue el bien concedido a la población aborigen si mientras nuevas semillas llegaban mayores eran los sacrificios que se le imponía para su trabajo en lugares de diversos climas, ausente de su hogar por largo tiempo y separada por grandes distancias? En las mismas ordenanzas de cabildos, de virreyes y de reyes, al tenor de las reproducidas en páginas anteriores, se determinaba el maíz como fruto vegetal de consumo, la coca como estupefaciente, y los demás productos de la tierra ¿quiénes los consumían?" (Pérez, A. R., 1947, 369-370; 369-373).

No dejó de tenerse en cuenta, sin embargo, por algunos ejemplares humanos excelsos de las naciones conquistadoras, el bienestar de los

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indígenas americanos. Especialmente se pidió a los principios con insistencia desde Méjico el envío de animales domésticos, para que se aliviara el trabajo de los indios en la conducción de cargas. Que este objetivo no se hubiera logrado (véase tomo V), no demerita los esfuerzos de gente como Ramírez de Fuenleal y otros esclarecidos españoles, tanto religiosos como laicos.

Siendo la cultura unitaria, las necesidades espirituales formaban parte del bagaje cultural traído por los europeos. Pan y vino en la religión cristiana, como originada en un país donde esos eran alimentos básicos, tenían importancia fundamental. Se atribuyó a Jerónimo Lebrón la introducción de vino y harina a Santa Fe de Bogotá, sabiendo que, por carencia de ambos elementos, no se decía misa allá, con el resultado de que entre la harina iban unas semillas, que habrían sido las primeras en llegar a esta parte del Nuevo Reino (Piedrahita, 1942, II, 157).

En resumen: los móviles que guiaron la introducción de todos los elementos de cultura material por parte de los europeos en el Nuevo Mundo, fueron: 1° la satisfacción de sus propias necesidades en aquellas cosas a que estaban acostumbrados; 2° como una consecuencia de lo anterior, la emulación personal por figurar como introductores de tal o cual elemento, con el consiguiente prestigio social, aunque no siempre económico; 3º la satisfacción de necesidades espirituales, que son en ciertos casos tan premiosas como las materiales, o se confunden con ellas.

Las creaciones del ingenio humano se difunden por una tendencia incoercible, aun en casos en que se intente monopolizarlas por parte de individuos o agrupaciones. A veces emigran más velozmente que los propios creadores (Schwidenzky, 1955, 84-85). Así, no es de extrañar que en pocas décadas se hubieran difundido por el Nuevo Mundo varios de los elementos aportados por los europeos, y aun llegaran hasta tribus remotas, antes de que los hombres blancos pudieran ponerse en contacto con ellas.

 

4. Agentes de la difusión.

En una época de gobiernos absolutistas como la del descubrimiento, el estado fue agente difusor de gran entidad. La reglamentación nimia de las cosas que se podían llevar al Nuevo Mundo está profusamente documentada en cédulas de. las primeras décadas a partir del descubrimiento. Unas veces la corona española ordenaba el embarque de plantas y animales (Haring, 1939, 157-159); otras veces lo autorizaba o permitía, con ciertas limitaciones.

Pero los particulares también hicieron introducciones por propia iniciativa, "pues casi no hay hombre curioso que destas Indias vaya a

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España que a la vuelta no procure traer semillas y posturas de algunas frutas que todavía faltan en ella" (Cobo, 1891, II, 343;-----, 1956, I, 375; II, 317; Prado, 1941, 102). Ex-profeso se dejó constancia de casos como el de Inés Muñoz y su segundo marido Antonio de la Rivera en Lima (Cobo, 1956, II, 431).

El carácter anónimo es el más acusado. Hay la tendencia a adscribir a una persona dada la introducción de tal o cual especie. Pero es más lógico que varios individuos se hayan interesado o hayan tomado parte en la introducción de plantas o animales.

Este carácter anónimo y popular impide hacer la historia de la introducción de algunas plantas, por no haber quedado registros oficiales del hecho. Así se dice, por ejemplo, de la traída de cítricos a América (Puente y Olea, 1900, 390).

Como es absurda la división de los humanos en ángeles y réprobos, inclusive los negreros acometieron a veces -aunque fuera por egoísmo- la introducción de elementos de cultura material. Ocurrió en algunas colonias inglesas, que varios tratantes de esclavos tenían establecimientos agrícolas, y traían en sus viajes plantas para aclimatarlas (Carrier, 1923, 282). El ñame ( |Dioscorea alata L.), el aki ( |Blighia sapida Koenig), la nuez de kola ( |Cola acuminata R. Br.), el sorgo ( |Sorghum spp.) y algunos pastos, éstos quizá no intencionalmente, fueron traídos a América desde el Africa en barcos negreros.

Los esclavos mismos, pese a las condiciones de absoluta impotencia en que viajaban a América, pudieron ser eventualmente portadores de semillas. Se atribuye a un negro esclavo de Pánfilode Narváez, llamado Juan Garrido, la introducción del trigo a Méjico.

La intervención de los piratas tampoco puede excluirse en este particular.

Expediciones hechas a propósito para la introducción de plantas, tienen un ejemplo en la del capitán Bligh, cuyas novelescas incidencias son sobradamente conocidas. Las de Bouganville, Baudin, La Bourdonnais y otros marinos, geógrafos y naturalistas, aportaron nuevas especies al llamado mundo occidental.

Por fin, la dispersión de plantas pudo haber sido en algunos casos fortuita y casual, sin intervención humana consciente. Casi todas las malezas han sido dispersadas en esa forma. Las semillas pueden viajar en el material de empaque de otros productos; en las bodegas ds de barcos; en las patas, el pelo, el tubo digestivo de los animales etc..

 

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5. Vías de la difusión.

En los tiempos iniciales del descubrimiento, la primera escala de todos los elementos de cultura material introducidos fue la isla Española o Santo Domingo (Cobo, 1891, II, 342). A medida que la navegación se fue diversificando, algunas cosas llegaron directamente al continente.

En el siglo XVIII las colonias francesas e inglesas (Guayanas, Trinidad, Jamaica etc.) sirvieron de escala para la penetración al continente de varias plantas, especialmente originarias de Asia.

Al hacer la historia de cada especie se dan detalles sobre esto.

 

6. Mecánica de la difusión.

Los granos y semillas se trajeron a América en vasijas de distintos materiales, especialmente en toneles o barriles de madera. Así, cuando Gil González Dávila se embarcó en San Lúcar de Barrameda en la armada que iba para Indias, que zarpó a las cinco y media de la mañana del 13 de septiembre de 1521, traía entre otros bastimentos, "13 botas y 73 barriles que van con los garbanzos y habas" (Cuervo, 1894, IV, 94). Las pérdidas de semillas en los primeros viajes fueron bastante severas. Los cereales debieron ser importados varias veces, pues se perdían en las largas travesías.

Las mudas, estacas y plantas ya prendidas, se traspusieron en tinajones y otras vasijas de madera, barro, loza (Cappa, 1890, V, 20; Puente y Olea, 1900, 393). En tinajones llegaron los primeros olivos al Perú en 1560 (Cabo, 1891, II, 382;-----, 1956, I, 393). Se recomendaba a principios del siglo XVII, que las guindas y cerezas, únicas frutas europeas que no se conocían todavía en Chile, se llevaran en barriles con tierra (González de Nájera (1614), 1889, 23). Pipas de vino aserradas por la mitad, que se ponían sobre cubierta, parece fueron usuales (Ministerio del Trabajo, Esp. 1935).

A la península se importaban en el siglo XVI matas ornamentales en vasijas. Para las plantas de cebolla o bulbo, un tratadista de la época recomendaba: "... se pueden pasar y traer de Italia, llevándolas en una caja con su tierra, que allí se conservan..." (Ríos, 1951, 54).

En la última mitad del siglo XVIII se difundieron otros sistemas para transportar plantas vivas a largas distancias. El botánico Hipólito Ruiz da cuenta de una hoja de instrucciones sobre el particular publicada en Inglaterra (Ruiz, 1952, I, 399), debida a John Ellis, quien escribió sobre esto en 1770 (Klose, 1950, 11). Probablemente se trataba del uso de musgo (Gómez Ortega, 1780, 32). En el siglo XIX se perfeccionaron los sistemas de empaque y transporte de plantas y

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semillas. Buenas muestras son las instrucciones que acompañan una carta del Secretario del Tesoro de EU, de 6 de septiembre de 1827 (Klose, op. cit., 142-145), y la invención por el médico inglés Natanel B. Ward en 1829, de las "cajas wardianas", de vidrio (Ibid., 47), en que se llevaron de América las semillas y plantas de quina.

Algunos animales valiosos eran transportados desde los puertos hasta su destino en el interior, o en algunas campañas conquistadoras, a lomo de indio (véase la historia de los perros y caballos en el tomo V).

 

7. Inventario de la difusión.

El proceso se entenderá mejor cuando se estudien las formas que adopté la difusión. Los españoles, 1º) Trajeron plantas y animales de Europa; 2º) Llevaron a Europa plantas y animales de América; 3°) Trajeron plantas de África; 4º) Llevaron plantas a Filipinas; 5°) Llevaron plantas a Oceanía y las trajeron; 6º) Dispersaron plantas de ambos subcontinentes americanos en los otros y en las Antillas. Varios de estos movimientos fueron simultáneos.

1° Los europeos trajeron a América, a partir del segundo viaje de Colón en 1493, y de allí en adelante con ritmo primero creciente y después decreciente hasta quizá fines del siglo XVII y principios del XVIII, cereales (trigo, cebada, arroz); granos (habas, arveja, lenteja, garbanzos); hortalizas (repollos, coles, nabos; cebollas y ajos; zanahoria y después remolacha; acelga); condimentos (culantro, perejil, eneldo, hinojo, anís); feculentas (ñame, plátanos); frutas (datilera, higuera, frutales de hueso y otras Rosáceas, cítricos, tamarindo etc.); oleaginosas (higuerilla, olivo, sésamo); sacarinas (caña de azúcar); bebidas (café, té); fibras (cáñamo, ramío, lino); medicinales (zábila, ruda, verbena, llantén, manzanillas etc.), Y forrajeras (alfalfa y tréboles).

2° Los españoles llevaron a España y dispersaron por otras partes de Europa que les estuvieron sujetas durante el siglo XVI Y parte del XVII, varias plantas americanas. Estos movimientos empezaron simultáneamente, pues en el retorno del primer viaje de descubrimiento en 1492, Colón llevó varias plantas a España, habiendo dejado algunas semillas de hortalizas en Fuerte de Navidad (Colón, H., 1947, 13). Insistentemente se pedía a los virreyes, audiencias y gobernadores en América que enviasen a la península semillas y mudas de toda planta útil o curiosa.

Dice Colmeiro: "En cambio de los muchos granos y semillas, árboles, plantas y animales útiles que los españoles esparcieron por la América (beneficio olvidado de aquellos que sólo tienen palabras para denostar a los conquistadores y pobladores de las Indias, acusándolos de avaricia y crueldad sin mezcla ninguna de virtud) recibimos el

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maíz cuya siembra empezó a generalizarse a fines del reinado de Felipe II. Antes se cosechaban el mijo y el panizo en nuestras provincias septentrionales, y ahora los reemplaza este cereal que también se propagó por Valencia y Murcia, como tan propio de las tierras frescas y regadías. Media España se sustenta hoy con maíz, añadiendo a los frutos conocidos de los romanos y los moros otro nuevo, sano, nutritivo, barato y en fin acomodado a las circunstancias que pide todo artículo de general consumo. Por el mismo tiempo también se enriqueció nuestra agricultura con lo patata, aunque- el cultivo de tan precioso tubérculo no se extendió hasta fines del siglo pasado [XVIII], y más aún durante la primera mitad del presente. Toda la nación debe regocijarse de ambas aclimataciones, y principalmente deben estar agradecidos los pobres, porque con el maíz y la patata remedian su necesidad, cuando el cielo envía cortas cosechas de otros frutos. Pasamos en silencio las legumbres, hortalizas, árboles frutales, aves de corral y ganado menor que vinieron a España por el mismo camino, que si cada cosa de por sí representa poco, todas juntas aumentaron el caudal de nuestra agricultura en compensación, siquiera fuese muy escasa, del desmayo y flaqueza general del cultivo" (Colmeiro, 1863, II, 85-86).

Al maíz y a la papa, que es a lo que se refiere Colmeiro, hay que agregar la batata, cuyo cultivo en el mediodía de España como uno de los principales renglones alimenticios empezó a principios del siglo XVIII (Boutelou: Herrera, G. A., 1819, 111, 229-233), y tomó fuerza a fines del mismo (Reynoso, 1881, 50).

Otros aportes valiosos de América al Viejo Mundo fueron el tomate y el ají; la yuca; varias clases de fríjoles; el girasol; Cucurbitáceas comestibles; vainilla; frutales (guayabas, papayas, chirimoyas, cactáceas, marañón y una hueste de frutas menores); Agav es y Fourcroyas; tabaco y quina; caucho etc..

Envíos de plantas medicinales y ornamentales se hicieron de América en diversos tiempos a Sevilla para el médico Laguna y otros (Alvarez López: RI, 1945, 221-228).

Finalmente entre los animales figuran el pavo y el cuí.

3º Las dos principales especies introducidas desde el Africa por los españoles, fueron el plátano y el ñame. Llegaron también el millo y el guandul; pero la introducción de estas dos parece haberse debido más a portugueses, ingleses y holandeses encargados de la trata de esclavos, puesto que España no hizo, sino muy a los principios, ella misma el transporte negrero. La sola importación del plátano a América bastaría para que los españoles merecieran un tributo de agradecimiento; pues ninguna de las plantas alimenticias introducidas se ha generalizado tanto y ha tenido tamaña importancia para la alimentación en las tierras calientes y templadas, que constituyen inmensa proporción en América intertropical.

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La caña de azúcar, aunque originaria de Asia, llegó a América desde Canarias, Azores, Madeira y la costa africana, aunque también se cultivaba en el mediodía de España en la época del descubrimiento.

4ºMenos importante para América fue la actividad de los españoles con el Asia, vía del Pacífico, que a la inversa. En efecto, a raíz del establecimiento del servicio anual de navegación entre Acapulco y Manila (1575), se reunieron todos los factores favorables para que España hubiera dotado a América tropical de gran número de especies útiles. No lo hizo. La mayor parte de las plantas filipinas, malayas, chinas, polinésicas y melanésicas que han venido a América, las trajeron primero franceses, ingleses y Holandeses a sus colonias del Caribe o de las Guayanas, y de aquí se comunicaron a la América española.

Entre las cosas traídas por españoles menciona Cobo una especie de toronja de gran tamaño, que podría ser |Citrus maxima, o sea un pomelo; una casta de gallinas y otra de perros, as como la costumbre de los gallos de pelea.

A la inversa, se llevaron, no siempre intencionalmente, plantas de Méjico a Filipinas, como lo atestiguan los nombres mejicanos para ellas que se conocen en gran pare de Asia (Merrill, 1945, 228-230; -, 1945: CB, X, 313-315).

5° Los contactos de España con las islas de Polinesia, Melanesia y Micronesia fueron eventuales. Aun la ocupación de Tahití sólo duró unos pocos años. Allá se llevaron semillas, plantas y animales del Perú y se trajo una especie de plátano (x |Musa acuminata Colla), y quizá otras especies de que no quedan testimonios fehacientes. Pero aunque se trajo de allá el árbol del pan al Perú, la introducción se malogró, y España se dejó arrebatar de Inglaterra esta iniciativa.

Ni siquiera introdujeron los españoles el búfalo de agua, cuya labor en los campos de arroz debieron apreciar en Filipinas, y que, sí no para América, hubiera aligerado mucho el trabajo de los cultivadores de arroz en Valencia (Reynoso, 1867, 209, 216-217).

En la expedición de Alvaro de Mendaña y Sarmiento de Gamboa que salió del Perú a las islas Salomón en 1567, se llevaron semillas (Torres de Mendoza, 1866, V, 212).

6º Los españoles aceleraron el proceso de dispersión de plantas útiles que estaba en marcha cuando ellos llegaron al Nuevo Mundo, entre los dos subcontinentes septentrional y meridional, así como entre la América ístmica y la insular. Tal proceso de difusión es mejor conocido en cuanto a las tribus caribe-arawaks que estaban llevándolo a cabo en el momento de arribar los europeos; pero también se operaba en el continente.

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Es natural que esto hubiese ocurrido así, primero, por la centralización de toda la América intertropical en una unidad lingüística y política; y segundo, por los medios más eficaces de di fusión que los europeos tenían en sus manos, como barcos de mayor capacidad, animales de carga etc..

Pese a esto, la intensificación del proceso tropezó también con ciertos obstáculos. De nada valió que el pueblo conquistador tuviera los medios y la capacidad de llevar todos los productos de una región a la otra dentro del continente americano. Porque si algunos elementos se difundieron, otros han quedado confinados hasta nuestros días a sus países originarios.

Entre los que viajaron, están en primer lugar las frutas. Papaya, aguacate, que eran continentales, pasaron a las Antillas, lo mismo que el cacao. El guajolote o pavo fue llevado al sur del istmo panameño, de donde no Había pasado en la época prehispánica.

Entre los que nunca se han generalizado, están algunos tubérculos altoandinos (ullucos, oca); granos cono tanwi, quinoas y cañahuas del hemisferio sur, y el chian del hemisferio norte; y ciertas frutas que no han salido de sus lugares de origen. Para no hablar sino de una sola familia, la de las Sapotáceas, el lúcuma del Perú ( |Lucuma bifera Mol. = L. obovata H.B.K.) nunca pasó al norte; ni fue al sur el canistel ( |Lucuma nervosa D.C.) |(1) .

 

8. Consecuencias de la difusión.

El contacto de las culturas trajo consecuencias insospechadas, que escaparon a la previsión de los difusores.

No se pudo trasplantar la mentalidad o la psicología respecto de plantas y animales introducidos, porque es muy difícil cambiar los hábitos de vida y de alimentación de un pueblo, ni aun en el curso de varios siglos. Hubo renuencia inicial de los indios a aceptar y cultivar plantas de españoles; lo hacían en muchos casos para poder pagar el tributo, o para el suministro compulsorio de los núcleos de población llamado "mita de alimentos"; pero continuaban usando las propias (Cappa, 1890, V, 82-83; J. de la Espada, 1897, 111, 84-85; 208).

Cosas que constituyen lo más importante de la subsistencia en España, como son pan, vino, aceite, carne de cordero o de oveja, son de uso muy restringido en América, con excepción del primero, que cobra importancia día a día. No se convirtieron los países americanos, ni aun los bien dotados para ello como Méjico, Chile y Argentina, en emporios trigueros durante la colonia, ni en asiento de una industria lanar poderosa. El incremento triguero de la Argentina, por ejemplo, data de la época republicana; obedeció a factores no tenidos en

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cuenta por el imperio español, y ni siquiera se basó en las variedades y tipos introducidos por los españoles (Vavilov, 1951, 228; 294-295).

Algunos autores han señalado el hecho, advertido primero por Humboldt, de que los colonizadores europeos fomentaron cultivos de lujo en América, o de cosas tenidas en algún tiempo como tales, y que poco a poco han venido a ser comunes y corrientes. Entre ellos pueden contarse el azúcar, el tabaco, el añil, el cacao (Haudricourt et Hédin, 1943, 166, 172-177). La yerba mate, bajo la influencia de esta misma mentalidad, pasó de la categoría de especie subespontánea a la de árbol cultivado, uno de los pocos casos de domesticación postcolombina que se conocen.

Cultivos tales como el café, que no fueron introducidos a América por los españoles, sino por los holandeses y franceses, y luego escapados a las posesiones españolas, han cobrado importancia qué nunca se soñó.

Lo mismo ocurrió en el caso de plantas americanas llevadas a otros continentes.

Humboldt, citando a Tessier y Desantoy, dice que el maíz y la papa hicieron desaparecer la miseria en las Canarias (Humboldt, 1941? I, 240). Un historiador de la agricultura en Europa y América destaca el papel de la papa en el mejoramiento de la alimentación de Irlanda (eras, 1946, 185-186).

No es sino mirar en un mapa la creciente extensión del cultivo de la papa y del maíz, no sólo en Europa sino en Asia, para darse cuenta de la tremenda importancia que las plantas americanas han tenido en la economía universal.

Así puede afirmarse del maní respecto del Africa; del girasol para Rusia; de la yuca para Indonesia y el Africa; de la batata para todas las zonas subtropicales y tropicales del mundo.

Si se pasa de los renglones alimenticios a los de pura satisfacción y lujo, se encontrarán el cacao enriqueciendo al Africa ecuatorial y a Indonesia; el tabaco, convertido en riqueza de naciones del oriente de Europa y del Asia menor.

El último aporte de América en el orden histórico ha sido el caucho. No podría concebirse la actual civilización del mundo sin él.

No se debe excluír la quina en esta enumeración, aunque haya sufrido tantos altibajos económicos.

 

9. Migración geográfica-económica de plantas cultivadas.

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Ciertas plantas, por razones no bien averiguadas, no alcanzan su máxima importancia en los lugares de origen sino en otros a donde han sido transportadas, dentro de ciertos límites geográficos y a un ambiente que sea más o menos semejante al original. Plantas del Asia Meridional, como la caña, aunque conserven allí su puesto de renglones básicos de la producción, mantienen esa categoría en naciones americanas, como Cuba, Brasil, Perú y ahora Colombia.

El café, de origen africano, ha encontrado en América intertropical su principal área de cultivo, a título de planta económica producida en grande escala.

El trigo continúa siendo importante en sus lugares de origen, pero no lo es menos en las dos zonas templadas del continente americano y en Australia.

El arroz es ahora casi tan imprescindible en los países tropicales y subtropicales de América, como en China, India e Indonesia.

A la inversa plantas americanas, ya comestibles, ya de lujo o industriales; han alcanzado su máxima expresión como cultivos fuera de América. El maíz es tan importante en ciertas regiones de Europa (España, Italia, Balkanes) como en América; la papa lo es más y abarca mayor extensión geográfica y tiene más importancia económica que en América.

El cacao se ha desplazado a Africa y al Asia suroriental corno producto cultivado en grande escala.

El tabaco comparte su valía entre Norte América y el Brasil, por un lado, y los Balkanes, Turquía y otras naciones asiáticas, por el otro.

El caucho Hevea, originario de América y domesticado en el término de pocas generaciones, se desplazó desde la región amazónica hasta Indonesia y Malaya.

 

10. Balance.

Es difícil, arriesgado y prematuro comparar especie por especie y grupo por grupo, entre las plantas de origen americano y las introducidas, lo mismo que entre otros elementos de civilización material.

Difícil, porque no en todos los casos los términos de comparación coinciden, teniendo en cuenta que las necesidades y tendencias que dieron origen a la domesticación y uso de cada especie o de cada grupo fueron diferentes. Por ejemplo, no se concibe en América el cultivo de plantas forrajeras, desde el momento que no hubo

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animales herbívoros de gran talla (excepto los auquénidos) que necesitasen pastos en cantidad y volumen apreciables.

Arriesgado, porque quizá en este mismo momento se esté gestando el cambio de condición de ciertas especies, que pueden desaparecer del cultivo como consecuencia del hallazgo de sustitutos químicos, tal como ocurrió con el añil, que tanto predicamento alcanzó en el pasado.

Prematuro, porque siendo tropical, o mejor ecuatorial, la vegetación predominante en América, y estando todavía sin catalogar en su totalidad, y mucho menos sin conocerse sus posibilidades, puede ocurrir que en el inmediato o remoto futuro surjan nuevas plantas alimenticias, industriales, medicinales o de lujo, que desequilibren el estado actual de nuestras adquisiciones y conocimientos. Europa dio todo lo que tenía; América no ha acabado de dar de sí todo lo que tiene. Como decía Pedro Mártir en los años que siguieron al descubrimiento, "nuestro Nuevo Mundo todos los días procrea y da de sí nuevas producciones sin cesar, por las cuales los hombres de ingenio y aficionados a las cosas: grandes, y en particular a las nuevas, pueden tener a mano continuamente con qué alimentar su entendimiento" (Agleria, 1944, 241).

Esto, sin tener en cuenta los aportes de piedras y metales preciosos americanos, cuya influencia en el mundo capitalista desencadenó procesos de tremenda significación, cuyo impacto continúa sintiéndose, pero que por las limitaciones temáticas, quedan excluídos de este volumen.

 

| Listas Parciales Pero hay que intentar aunque sea un esquema de comparación de aportaciones. Esto se hará en doble columna. Debe recordarse que se trata de plantas cultivadas solamente o de animales domesticados, y no se incluyen vegetales extractivos ni animales amansados, ni mucho menos salvajes.

| Elementosamericanos 

| N° de especies o grupos de especies

| Elementos de otroscontinentes

| N° de especies o grupos de especies

| A) VEGETALES | (2)

|Feculentas (tubérculos y otros): Papa, yuca, batata, arracacha; tubérculos menores: yautía etc., jícama oca

17 Plátanos; ñame; |Colocasia, árbol del pan

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| Cereales y 4 Trigo, cebada, avena, 8

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seudocereales: Maíz; quínoa, cañahua

arroz, sorgos etc.

| Granos y menestras: Fríjoles, pallares etc.

5 Arveja, lenteja, haba, garbanzo; guandul; soya; Vigna

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| Oleaginosas: Maní, girasol

2 Palma africana; higuerilla, ajonjolí etc..

10

| Hortalizas y verduras: Tomates, ajíes: zapallo etc.   

15 Espárrago, cebollas, remolacha, apio, berenjena, alcachofa, lechuga etc.

34

| Sacarinas: 0 Caña de azúcar 1 | Plantas de lujo; bebidas estimulantes: Tabaco; cacao; guaraná; mate (involucradas en el acápite siguiente)

Cafés; te, kola 4

| Medicinales: Quenopodio, bálsamo, barbascos, coca, cuassia, piñón de purga, molle; yerba mate, guayusa; guaraná; yoco; allamanda, tabaco, quina etc.

28 Zábila, cáñamo; ruibarbo; cañafístula; borraja; llantén,    saúco;    manzanillas etc.

29

| Condimentos, especias, aromáticos:  Vainilla. Pimienta dulce etc.

7 Vetíver, limoncillos; gengibre; pimienta; nuez moscada; canela; clavo; culantro; anís; romero etc.

34

| Cauchíferas: Castilla, Hevea, Manihot.

2

| Frutas: Pijibay; piña; chirimoya, guanábana, anon; aguacate, icaco; guamos; algarrobo Hymenaea; Casimiroas; marañon; ciruelas y hobo; mamoncillo; cacao; mamey; madroño; passifloras; papayas; nueces de Lecitidáceas; guayaba y otras Mirtáceas; nísperos y otras Sapotáceas; tomate; lulos; borojó; sicana.

113 Higuera; manzano, durazno y otras Rosáceas; tamarindo; cítricos; grosello; mango; vid; granada; pomarrosa y otras Mirtáceas; sandía y melón.

65

| Fibras: Iraca; Agaves y 12 Abacá, cáñamo, ramio, 9

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Fourcroyas; algodón etc lino, yute, kenaf | Tintóreas: Añil; achiote; chica; jagua  

3 0

| Avío y menaje: Calathea, totumo etc.

8 Estropajo 1

| Maderables: Lista no elaborada todavía. Va en otro volumen.  

? Ciprés, bambúes, Casuarina,eucaliptus, teca etc.

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| Ornamentales:Para suplemento. (Aproximado).

[400] Para suplemento (aproximado)

[400] 

| Forrajeras: Stenothaphrum, micay, imperial; guatemala; leguminosas y otras.

22 Pasto Rhodes, gordura, puntero, guinea, pará, kikuyo, pangola; alfalfa; treboles

33

238 274 | B) ANIMALES DOMESTICOS Pavo, peno, mudo, cui; llama

4 Gallina; aloma; perro; gato; caballo; vaca; ovejas; cabra; puerco

9

| C) TECNICAS DE PRODUCCION El balance de la tecnología agropecuaria aportada por cada grupo étnico en América, al través del tiempo y del espacio, se ha hecho en otra obra (Patiño, 1966).  

(1) Ya en prensa este trabajo, el autor vió en casa del señor Juan Baró, cubano de nacimiento, en Cereté, Córdoba, un ejemplar de canistel que fructifica abundantemente. Tiene unos 15 años

(2) Adviértase que algunas plantas pertenecen a dos o más grupos. Aquí no se han hecho repeticiones, pues a enda planta se la ha incluido en el acápite correspondiente a su principal aplicación.

CAPITULO IICEREALES

 

Si las frutas y los tubérculos parecen haber constituído los principales renglones alimenticios de los pueblos que habitaban la América equinoccial a la llegada de los españoles, no cabe duda de que ese papel correspondió entre los pueblos euroasiáticos, a los cereales y granos. Por tal motivo se estudiarán aquí en primer término.

 

ANGIOSPERMAS Monocotiledóneas GRAMÍNEAS

 

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001 -- |Avena sativa L..

Avena.

El consumo y el cultivo de la avena, parecen haber sido más tardíos que los de otros cereales en el Viejo Mundo (Vavilov, 1951, 81; 31-32). Como alimento humano, estuvo sometida en la antigüe dad a prejuicios peyorativos (Maurizio, 1932, 129, 197; 144; Jacob, 1945, 38-39).

Aun en España, de donde por lo menos dos especies parecen ser endémicas (Haudricourt et Hédin, 1943, 62, 116, 124), sólo se cultivaba una, y eso escasamente, a deducir del siguiente pasaje del geopónico Herrera: "Toda Francia y Alemaña usan mucho esto para las bestias" (Herrera, G. A., 1818, I, 133; 134).

No se ha encontrado ninguna referencia sobre la avena ni en la Nueva Granada ni en el resto de América equinoccial, durante la dominación española. Los autores consultados hasta aho ra no la mencionan como cultivo para ningún lugar de América tropical, en los primeros tres siglos que siguieron al descubrimiento. Cobo, tan explícito y minucioso por lo general, ni siquiera alude a la presencia de la avena en el reino del Perú. La razón de este desvío debe haber sido la que daba otro español, al ponderar la abundancia de forrajes en Chile: "No tienen allá centeno y avena, porque no hace para alguna cosa falta" (González de Nájera, 1889, 23).

Tampoco se ve mencionada en las listas de semillas que en distintas ocasiones se trajeron a las Antillas o a Tierra Firme. A mediados del siglo XVIII figuran en Méjico la avena y el vallico (Lolium temulentum L.), sólo como malezas de cultivos (Anónimo: Chevalier, 1950, 147).

En las márgenes del lago Chilcapán, al sur de Ibarra, a 2.763 Metros sobre el mar vio sembríos de avena un científico de la primera mitad del siglo XIX (Boussingoult, 1849, 11). Pero esto de bió ser cosa excepcional, pues en el Ecuador el cultivo de dicha especie ha sido prácticamente nulo (Martínez, 1905, 14, 19).

El consumo humano de la avena en esta parte del mundo es relativamente reciente. Toda la que se usa es importada. Una sola marca se ve en los mercados colombianos. No hay noticias de cul tivos de avena, por lo menos en escala comercial, en los Andes equinocciales.

De diez años a esta parte, se han introducido algunas variedades a la Estación Agrícola de Tibaitatá.

 

002 -- |Hordeum vulgare L.. |H. hexasticum.

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Cebada.

 

 | Area circuncaribe.

La cebada, forraje clásico en España (Abu Zacaría, 1802, II, 45-47, Herrera, G. A., 1818, I, 68; 114; Font Quer, 1962, 933-936), que se menciona a cada paso en la literatura y en la paremiología ("A burro muerto, cebada al rabo"), fue introducida al Nuevo Mundo antes de terminar el siglo XV (Anglería, 1944, 11). Por lo menos en las instrucciones sin fecha, libradas en Medina del Campo a Colón para su tercer viaje de 1497, se ordena que se lleven 50 cahices de cebada (Navarrete, 1954, I, 427-428; Cappa, 1890, V, 362-363; Puente y Olea, 1900, 376). Pero no debió darse en la Española, lugar de destino de aquél envío y quizá de otros que pudieron seguirle, pues todavía en 1515, contestando el licenciado Santiago del Riego a un cuestionario que se le sometió sobre fomento de la producción agrícola, sugiere el envío a la Española de labradores peninsulares, a quienes se declararía exentos de pagar derechos si se dedicaban, no a cultivar caña o yuca, sino trigo, cebada ...u otra semilla o planta que [ellos] trajere(n) de las de Castilla y que no hay en la isla" (Cappa, vol. cit., 11-12).

Ni siquiera en Puerto Rico parece haberse dado bien, pese a que se sembraba algo en la primera mitad del siglo XVII (Torres Vargas: BHPR, 1917, IV, 261 y nota).

Debía sembrarse algo en la altiplanicie costarricense, pues el licenciado Cristóbal Cacho de Santillán envió en 1606 desde Santiago de Alanje en Panamá, a traer de Cartago semilla de cebada y de trigo (Fernández, 1886, V, 140; 133-141).

La experiencia de las Antillas no desanimó a los españoles de sembrar cebada en climas cálidos, pues en las mercedes a los colonos que debían ir con Pedrarias a Castilla del Oro, se menciona como cultivo posible (Medina, 1914, I, 111; Serrano y Sanz, 1918, cclxxxv). Hacia 1550 no se daba. en los términos de Panamá (Cieza, 1924, 20; -----: Vedia, 1947, II, 355). Informaba la Audiencia en 1607 que en el istmo no se sembraban trigo ni cebada, pues no granaban (Serrano y Sanz, 1908, 148).

 

| Venezuela.

El panorama cebadero en Venezuela durante la segunda mitad del siglo XVI era como sigue: se empezaba a sembrar en Caracas (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85); en Trujillo sólo se cultivaba para el consumo doméstico (Arellano Moreno, op. cit., 98;

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Oviedo y Baños, 1885, I, 249); en Tocuyo se daba sólo en tierra fría, "y acude en unas partes más que en otras y en la parte que más acude da a quinze fanegas por fanega" (Arellano Moreno, op. cit., 150). En Barquisimeto no se había sembrado (Ibid., 128). A Maracaibo se llevaba de Pamplona y aun de Tunja (Ibid.196).

A Mérida debió llegar la cebada desde Pamplona (véase adelante). Ya para principios del siglo XVII era un cultivo bien establecido, y como ocurre en la actualidad, ocupaba menos tierra y daba menos molestias que el del trigo (Gutiérrez de Arce: AEA, 1946, XV, 1180-1181; Arcila Forías, 1957, 265; Zamora, 1945, I, 154).

 

| Nueva Granada.

Con base en un ambiguo pasaje de Castellanos, escrito en 1591, se ha venido sosteniendo que las semillas de cereales y hortalizas fueron traídas a la sabana de Bogotá por Jerónimo Lebrón en 1540 (Castellanos, 1955, IV, 348; Simón, 1953, III, 68; Flórez de Ocáriz, 1943, I, 4, 183); mientras otros autores aclaran que la cebada vino entonces, pero traída por los soldados y oficiales que acompañaron a aquél comerciante (Rodríguez Freile, 1935, 64, 233; Groot, 1889, I, 77). Quizá si se ahondara en el asunto, se pondría de manifiesto la contribución de gentes innominadas en la iniciativa eminentemente civilizadora de introducir semillas y plantas, que algunos historiadores quieren atribuír solamente a los capitanes o jefes de relumbrón. En su carta de 13 de febrero de 1547, dice del Nuevo Reino el licenciado Armendáriz: "Cógese cebada en tanta abundancia que no lo oso decir" (Friede, 1962, VIII, 309).

En 1569 bajó el precio por la copiosa cosecha (Ortega Ricaurte, 1957, 30, 35-36).

En la tasación de tributos que el obispo fray Juan de los Barrios hizo en 1555, se incluyen 6 hanegas de cebada entre los otros granos que como parte del tributo le debían sembrar a Hernán Vanegas, en la encomienda de Gachetá, sus indios encomendados. Por 1564 el licenciado Angulo de Castrejón visitó Tunja y Vélez para retasar los tributos, y dispuso que los indios hicieran sementeras de cebada, entre otras, para sus encomenderos. Aunque la Audiencia quitó el servicio personal, esto demuestra que para esa época la cebada era cultivo común y corriente en el Nuevo Reino (Aguado, 1916, I, 528; 503, 563; 1956, I, 420, 440), cosa confirmada por otras fuentes de fines del siglo XVI y principios del siguiente, para algunas localidades como Villa de Leiva (Castellanos, 1955, IV, 440; Torres de Mendoza, 1868, IX, 449), cercanías de Santa Fe (Simón, 1953, IV, 318), y Tunja (Arellano Moreno, 1950, 196; Torres de Mendoza, vol. cit., 394, 400, 401, 425; Simón, 1953, III, 63).

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Desde Tunja debió ser llevada la cebada a Pamplona muy a los principios de la fundación en 1549, pues en las sesiones del cabildo de 13 de marzo de 1555 y 22 de febrero de 1558, se establecieron penas para quienes, dejando ganado menor en soltura, perjudicaran los sembrados de trigo y cebada. Las actas del cabildo desde la fundación hasta 1552 se han perdido (Otero D'Costa, 1950, 126-128; 239-240). De Pamplona se enviaba a Maracaibo (Arellano Moreno, 1950, 196); lo que cesó, así como el tráfico inverso, cuando los indios quiriquíes bloquearon las riberas del lago (Simón, 1953, III, 315).

Aun en localidades que hoy se considerarían marginales, se dio cebada en el Nuevo Reino; tal La Palma de los Muzos (Latorre, 1919, 127).

 

Popayán

No se sabe si las de la cebada se deban incluir entre las semillas que se ha dicho llevó Belalcázar en su segundo viaje de Quito al Cauca, en 1538; o si más bien la pudo introducir de España cuando vino a encargarse de la Gobernación de Popayán en 1541 (Arroyo, 1907, 127, 173). El mismo Belalcázar calla sobre estos particulares en los documentos que de él se conocen. Inclusive no puede afirmarse que haya sido él quien introdujera esta y otras especies.

La siembra de dos fanegas de cebada forma parte del tributo que según la tasación hecha en 1559 por el obispo Juan del Valle, debían dar los indios de Coconuco, cerca de la capital de la Gobernación (Friede, 1961, JV, 229). A un patacón estaban obligados los indios de Popayán a vender la fanega de dicho grano (Olano, 1910, Doc. 22). Totoró llegó a ser con el tiempo importante zona productora (Serra, 1956, I, 130).

Cuando en 1583 el oidor Guillén Chaparro visitó el territorio de la Gobernación, constató el cultivo de la cebada en los siguientes sectores, de norte a sur: cerca de Cartago, ciudad que todavía permanecía en su primitivo asiento; copiosamente en las tierras frías de Buga; bastante en el valle de Cali; en algunos repartimientos de Popayán propio, y en Pasto (Guillén Chaparro: AIP, 1889, XV, 147, 151, 152, 153). No estará de más rastrear datos comprobatorios en otras fuentes.

Cieza de León pasó para el Perú en 1547, en la expedición de auxilio que llevaba Belalcázar a La Gasca. Halló entonces mucha cebada en la provincia de los Pasos, lo mismo que en el propio valle de Atrís, y en la parte alta de la cuenca del Mira, adelante de Tusa, cerca de donde llegaban los límites de Popayán y Quito (Cieza, 1924, 112, 113, 122; : Vedia, 1947, II, 386, 389). Así lo confirma un documento posterior (J. de la Espada, 1897, III, 34).

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En 1587 el cabildo de Pasto pide al gobernador Tuesta Salazar que dicte medidas para moderar el trabajo de los indios, porque se huyen al no tener tiempo para labrar sus propias sementeras, ecunados como están por los españoles, y se da cuenta de las grandes cantidades de cereales que cosechaban con indios algunos encomenderos. Entre estos cereales, que se enviaban a las minas de Almaguer, Cavasara y Patía, se menciona la cebada, que llegó a convertirse en uno de los principales alimentos de los indígenas. El nieto homónimo de Sebastián de Belalcázar tenía estancia en Mocondino, donde por los años de 1590 a 1610 cultivaba cebada (Sañudo, 1938, I, 84; 1939, II, 2 nota).

Los abusos de los encomenderos, que se puede creer fueron en la Gobernación de Popayán tan irritantes como en el resto de la Audiencia de Quito, a la cual perteneció aquélla durante largos periodos, encuentran un eco en la cédula de la Reina gobernadora, de 7 de noviembre de 1680, en que se habla de que los dueños de obrajes imponían crecidos precios por el grano de cebada, llamado "socorro", que se daba a los indios para alimentarse. Hacia 1728 las monjas del convento de Pasto tenían una estancia de cebada en Gualmatán (Ibid., 1939, II, 110; 1940, III, 29). A mediados del siglo XVIII las provincias del sur que comprendían toda la jurisdicción de Pasto, se destacaban de las demás de la Gobernación de Popayán como productoras de cereales (Alsedo y Herrera (1766), 1915, 18).

En las postrimerías de la Colonia la corona española, urgida como siempre por estrecheces fiscales, multiplicó los gravámenes, y para 1800 se dispuso que en Pasto pagase diezmo la cebada, que hasta entonces había estado excluída (Sañudo, 1940, III, 83). Por esta época, Caldas asignaba a la cebada en los climas fríos el papel de alimento primordial que en los templados y ardientes desempeñaba el plátano, y le señalaba el mismo límite inferior o piso térmico que al trigo, pero superior o igual al de la papa (Caldas, 1912, 93).

Rufino Gutiérrez dice haber enviado de Pasto a Bogotá en 1895, tres variedades de cebada (Gutiérrez, 1920, I, 207). En ese tiempo el cultivo se hacía principalmente en las proviencias de Túquerres y Obando (Herrera, L., 1393, 13).

 

Ecuador

Los historiadores ecuatorianos confiesan que no se sabe nada acerca de la introducción de la cebada al reino cie Quito (González Suárez, 1891, II, 251?; Jijón y Coamaño, 1936, I, 273). Dicho ce real no lo mencionan las actas del cabildo quiteño, en las cuales con frecuencia se habla de papas, maíz y trigo. Pero en 1547–1548 Cieza halló cebada en abundancia en Otavalo y en Quito, y anota que había sido tan rápida la aceptación de este cultivo entre los aborígenes serranos

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ecuatoriales, que aunque ellos tenían plantas nativas muchas y muy buenas, "conociendo el provecho y utilidad del trigo y de la cebada, muchos de los naturales subjetos a esta ciudad del Quito siembran de lo uno y de lo otro, y usan comer dello, y hacen brebaje de la cebada" (Cieza, 1924, 128, 132; -----Vedia, 1947, II, 390, 391, 392). Estos brebajes a que se refiere Cieza pueden ser la mallca, mencionada también por un viajero del siglo XVIII, quien dice "masca" (Serra, 1956, II, 183), y el "arroz de cebada", tan conocido en el Ecuador (Martínez, L. A. 1905, 16-17).

Para principios del tercer cuarto del siglo XVI, el cultivo de la cebada en la faja interandina estaba extendido desde Otavalo (1. de la Espada, 1897, III, 108, 114), a Quito (Ibid., 71). En Chimbo la sembraban los indios tributarios (Ibid., 141, 143, 144, 145, 146) así como en Cuenca y sus anexos Pueleusí, Pacaibamba y Santo Domingo Chunchi, sobre todo en este último lugar (Ibid., 174, 175; 178; 191). También se cultivaba en Loja (Ibid., 203).

 

Perú

Según un autor peruano, la introducción de la cebada allá puramente casual (Garcilaso, 1945, II, 267). Ello habría ocurrida "muy a los principios de su población". Se dio bien en las mismas tierras y lugares que el trigo, y aun en regiones frías del altiplano donde aquél no alcanzaba a prosperar. Se usaba principalmente como forraje (Cobo, 1891, II, 146; 415–417; -----1956, I, 408–409). Cuando Vaca de Castro llegó al Perú a hacerse cargo de la presidencia (1541), se cogía mucha cebada en Lima y en todo lo más de aquél reino (Cieza, 1884, 91).

Aunque Cobo dice que para sembrarla se preferían las tierras altas, un contemporáneo suyo afirma que se daba también en Lima, donde se cogía mucha (Anónimo, 1958, 50). Con los cambios económicos ocurridos, en el siglo XVIII se cultivaba poca cebada cerca a la capital, y más bien se introducía de Chile (Ruiz, 1952, I, g). La principal utilización era como forraje.

 

CERVEZA

Esta bebida, íntimamente asociada a la cebada, es de uso relativamente tardío en América equinoccial. Poca afinidad con ella debieron tener las "bebidas de cebada" que conoció el cronista Cieza de León en 1548, entre los indígenas quiteños (Cieza, 1924, 132). Aun en Europa la industrialización en grande sólo data del siglo XVIII (Maurizio, 1932, 273).

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Se cree que la primera elaboración más o menos para–industrial y no puramente casera que se hizo en la Nueva Granada, se debe al extranjero Francisco Stevenel (?), quien hacia 1841 o 1842 habría ofrecido al público santafereño esa bebida en establecimiento permanente (Camacho Roldán, 1923, 96-97).

Sin embargo, parece que la Cervecería Sayer fue fundada en Bogotá desde 1826 (Vesga y Avila, 1907, 60). La "Rosa Blanca" fue establecida en 1880 (Ibid., 59). La "Camelia Blanca", de Lino Casas, en 1896 (Ibid., 57). Por esta misma época inició operaciones "La Bavaria". Un economista de la época consideró favorable esta industria; que tendía a popularizar una bebida hasta entonces restringida a las clases altas (Samper, 1925, I, 180), y que utilizaba materia prima nacional (Ibid., II, 228-229). En 1904 se fundó la empresa "Germania". Todas las que se han mencionado presentaron muestras en la Exposición Industrial y Agrícola realizada en 1907, en la capital, con motivo de las fiestas patrias (Vesga y Avila, op. cit. 52-60).

Por lo menos una empresa de las mencionadas, la "Bavaria importó a principios del siglo semilla de la cebada cervecera Gambrinus, de la cual se presentaron muestras en la Exposición mencionada (Ibid., 55). Esta política continuó posteriormente (Ospina Vásquez, 1955, 310-311; 313, 314). Varias empresas menores fueron integradas en un Consorcio en 1930 (Ibid., 388-389).

El consumo creciente de la cerveza ha traído consigo que se ensanche el área cultivada con cebada en los países andinos. Trabajos de introducción y selección de variedades se han emprendido en los últimos años (Rico, s. f., 2-3; Rico y Sierra, s. f., 1-2).

 

003 - |Secale cereale L..

Centeno.

Este cereal, de aparición tardía en la historia de la humanidad (Jacob, 1945, 42; Maurizio, 1932, 129, 197; 495), fue considerado como mala yerba en la civilización mediterránea, aunque no dejó de cultivarse (Font Quer, 1962, 26-27; 932; Herrera, G. A., 1818, 1, 95). El grano lo consumía de preferencia la gente pobre (Anglería, 1944, 434-435; Vavilov, 1951, 60-73; 130).

Según el naturalista Cobo, con referencia al Perú, "el centeno se ha traído también de España, y aunque se da muy bien en esta tierra, se siembra en muy pocas partes, porque por la abundancia que hay de otras legumbres (sic), debe hacer ésta muy poca o ninguna falta" (Cabo, 1891, II, 417; -, 1956, I, 409; Cappa, 1890, V, 280).

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Ha sido casi desconocido en los otros países ecuatoriales (Martínez, L. A., 1905, 14, 19).

 

004 - |Triticum aestivum L. (2n = 42). |T. durum Desf. (2n = 28). |T. monococcum L.. (2n = 14).

Trigo.  

|A) |Introducción

La del trigo en la América tropical, cuando se haga exhaustivamente quizá demuestre cómo el hombre no se resigna a dejarse vencer por la naturaleza, aun a sabiendas de la inutilidad de sus esfuerzos. Cinco siglos de tentativas para cultivar el trigo en la región intertropical del Nuevo Continente, y para hacerlo comer a pueblos habituados a la yuca y al maíz, o más recientemente al plátano y al arroz, no han dado resultado distinto del que se vio ya en los primeros años de la colonización española, o sea, que no se da bien sino en ciertas altiplanicies especialmente dotadas y gue aun en las condiciones más favorables, no se ha producido trigo en la faja ecuatorial, en forma que le permita a ésta competir con las zonas templadas.

Aunque en otra obra se dio un vistazo general a los primeros ensayos de la agrirultura euroasiática en el equinoccio americano (patiño, 1936, esp. 304-305), en el caso particular del trigo habrá que decir un poco sobre las tentativas de cultivarlo en las Antillas, especialmente en la Española, como que de la experiencia adquirida allí se obtuvieron normas básicas, que después se aplicaron en el resto de América.

 

América insular

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a) Colón. trajo semillas de trigo e;: su segundo viaje, de 25 de septiembre de 1493 (Anglería, 1944, 11; Casas, 1951, I, 346). Parece que nacieron bien, según el memorial del Almirante a los Reyes Católicos, por conducto de Antonio de Torres (Torres de Mendoza, 1874, XXI, 542; Navarrete, 1954, I, 198; 198-199). Las siembras iniciales se hicieron en el Cibao, en enero o febrero de 1494, y las primeras espigas aparecieron a fines de marzo siguiente, con una precocidad que admiró a los españoles (Anglería, 1944, 29-30; Colón, H., 1947, 161). Pese a esto, el resultado no correspondió a las expectativas, y aunque la planta se desarrollaba bien, la producción de grano era irrisoria o nula.

A varias causas se atribuyó el fenómeno, ocurrido en los varios ensayos hechos durante los primeros años: 1?) que había demasiada humedad en las tierras cálidas, y por eso la mata se iba en vicio, recomendándose hacer la siembra en los lugares altos (Anglería, op. cit., 107-108, 263-264; 346); 2?) que las siembras no se hacían en la época oportuna (Casas, 1909, 6; 8; 19; 47).

Las expectativas de Colón de que para uva y trigo la Española "no hará mengua el (sic) Andalucía ni Sicilia", no fueron satisfechas, pues para el tercer viaje se manda que se lleven 550 cahices del último (Casas, 1951, 1, 436; Navarrete, 1954, I, 427-428; Puente y Olea, 1900, 376).

En 1509 se ordena a la Casa de Contratación que envíe 200 fanegas, y "porque el trigo mareado e algo dañado no aprovecha para sembrar, habéis de proveer que vaya en botas a muy buen recaudo" (Torres de Mendoza, 1879, vol. cit., 489-490; Puente Y Olea, op. cit., 380).

Otras dos ocasiones los Reyes Católicos muestran preocupación por los ensayos agrícolas, y recomiendan se lleve la variedad llamada tremés o tremesín, que se daba bien entonces en Andalucía (Torres de Mendoza, 1879, XXXII, 195; 255). Pero tampoco los resultados serían buenos, pues al hablar de la cebada se vio que para 1515 o poco después, todavía se proponía hacer mercedes a los labradores que se dedicaran a sembrar trigo y otras cosas introducidas; 1o que demuestra que las tentativas hechas durante los veinte años anteriores no habían tenido éxito (Puente y Olea, op. cit., 380; Cappa, 1890, V, 8, 12).

En 1568 dice el licenciado Echagoian que cosechó trago cerca a la Maguara, no obstante lo cual el abastecimiento de harina para la isla se siguió haciendo del exterior (Rodríguez Demorizi, 1942, I, 131; 219). Hacia fines del mismo siglo XVI existía el consenso de que no era posible obtener buenas cosechas de trigo en la Española y las otras Antillas mayores (Acosta, 1954, 111; Haring, 1939, 158).

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Para fines del siglo XVII se hizo nueva tentativa de cultivo cerca a Santiago, al parecer con idénticos resultados que en las anteriores, pues la harina se siguió importando (Rodríguez–Demorizi, 1942, I, 302; 355; 1945, I1, 167-168; 1957, III, 233).

b) Igual suerte corrió el trigo en Puerto Rico, donde también se hicieron ensayos recurrentes, acerca de cuyo resultado desfavorable afirma O'Reilly en 1765: "Se ha sembrado algunos años ha un poco de trigo en los partidos de Aguada y Manatí: ha llegado a dar de 150, pero la gente ya hecha a su plátano y casabe, y que ignoran el uso del arado y todas las ventajas del cultivo del trigo y la cebada, lo han dejado enteramente" (BHPR, 1914, I, 255-256; 1917, IV, 261 y nota; 1921, VIII, 123).

c) En 1529 se dispuso el envío de semilla de varias clases de trigo a la isla Fernandina o Cuba (Navarrete, 1888, IV, 80).

No obstante, desde mediados del siglo XVI, Cuba dependió irremediablemente de Méjico para el suministro de harina (Le Riverend, 1945, 49), pues aunque se intentó diversas veces la siembra en la isla, la producción fue irrisoria por las enfermedades (Arreste, 1949, 14).

d) En las Antillas menores ni siquiera se hizo el intento de sembrar trigo (Du Tertre, 1958, II, 79).

 

América continental

La dispersión de las plantas cultivadas es tan maravillosa en su sencilla manera de producirse y en los vehículos que utiliza, que no se ve la necesidad de acrecentarle detalles extraordinarios y fabulosos. Casi todos los pueblos tienen mitos para explicar el origen de las plantas útiles, como si se quisiera con una leyenda tardía justificar el descuido y la falta de justicia para rendir tributo a su hora a los anónimos domesticadores y transportadores. Estas leyendas sustituyen, pues, el conocimiento verdadero sobre los primeros hombres que domesticaron las plantas y enseñaron su uso.

Esto es comprensible y casi justificable cuando se trata de épocas remotas, en que los medios de expresión y trasmisión del pensamiento y los anales humanos eran muy deficientes, como ocurre con los primitivos pueblos helénicos que atribuyeron a Ceres por conducto de Triptolemo el conocimiento del trigo, o con los chinos que no le quieren ceder a nadie más que a su emperador Ching–noung la enseñanza del uso de los productos básicos. Pero no se puede atribuír a otra cosa que a la atracción que ejerce lo maravilloso sobre la mente humana, la explicación de la llegada del trigo a la

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parte continental de América, pues en cuanto a las Antillas respecta, parece estar bien averiguada.

 

Méjico y Centro América

Haciendo notar de paso la sospechosa similitud de los detalles con las versiones que se indicarán para el Ecuador y el Perú, se transcribe la que da Gómara sobre la introducción del trigo a Méjico: Un negro de Cortés, que se llamaba, según pienso, Juan Garrido, sembró en un huerto tres granos de trigo que halló en un saco de arroz; nacieron los dos, y uno de ellos tuvo ciento y ochenta granos. Tornaron luego a sembrar aquellos granos, y poco a poco hay infinito trigo(...) A un negro y esclavo se debe tanto bien (Gómara: Vedia, 1946, 1, 452; Saco, 1938, I, 181). Toscano parece deducir que la siembra fue ordenada o dispuesta por Cortés, y que el esclavo sólo sirvió de instrumento (Toscano: CA, 1946, XV, 143 - 158); pero del contexto no se deriva esa interpretación, ni Gómara hubiera dejado perder tal oportunidad para elogiar a Cortés. Por otra parte, tanto el negro Juan Garrido, presunto introductor del trigo, como Juan Guía, el portador de la viruela, llegaron a Méjico, no con Cortés, sino con Narváez en 1520 (Ortiz, 1940, 361).

En Guatemala había trigo desde 1527, pues allí lo introdujo el tesorero Francisco de Castellanos, que vino durante el segundo retorno de Pedro de Alvarado desde la península (Villacorta, 1942, 169; Meléndez Ch., 1958, 9).

 

Costa Rica

Cuando Juan Vázquez de Coronado llegó a la meseta costarricense en 1562, halló que en Cartago se daban "trigo y todas hortalizas" (Vázquez de Coronado, 1964, 13), que con toda probabilidad pudieron ser introducidos el año precedente por el licenciado Juan Cavallón (Meléndez Ch., 1958, 9).

Según Estrada Rávago, en 1572 se daban en Costa Rica "trigo Y plantas de Castilla" (Fernández, 1883, III, 8). Cinco años después el gobernador Diego de Artieda informa al rey: "Aquí se ha empezado a sembrar trigo y ha acudido medianamente" (Ibid., 1886, V, 86; Peralta, 1883, 548, 564). La difusión del cultivo tropezaba con el inconveniente de la falta de molinos. Se cogía alguno en 1587 (Peralta, op, cit., 611).

Parece que se continuó la actividad triguera durante el resto del siglo XVI para consumo interno; y a principios del XVII también para una incipiente exportación a Panamá y a Nicaragua (Fernández, 1886, V,

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140; 248; Vázquez de Espinosa, 1948, 244; Meléndez Ch., op. cit., 11-12). En 1631-1632 se hizo una información en la que consta que el cultivo era modesto, para subsistencia local y un poco para intercambio por ropa, cuando los malos tiempos no dañaban las cosechas (Fernández, 1907, VIII, 199, 200, 203, 204, 205, 207, 209, 210; 211, 213; Montero Barrantes, 1892, 62-63; Meléndez Ch., op. cit., 11-12).

La exportación a Panamá se hacía o por la vía de Suerre (Gage, 1946, 277, 279, 280), o por Nicoya (Ibid., 288).

Durante la segunda mitad del siglo XVII y en todo el XVIII, el cultivo se fue extendiendo gradualmente por las tierras frías, a medida que se producía la ocupación de nuevas áreas (Meléndez Ch., op. cit., 13-14).

Al final del período colonial, un informe establece: "En cuanto al trigo, como aquí poco comen pan y que la harina, ya por no ser superior ya por los costos que tiene su conducción a otras pro vincias, no tiene salida, no se hace de este grano abundantes cosechas, pero sí la suficiente para el surtimiento de este país y alguna poca que va a Nicaragua, MÁS por encargo que por comercio. De este grano hay dos cosechas al año, una por Febrero y otra por Agosto, y la que actualmente [31 de julic de 18021 se está segando me aseguran es regular" (Fernández, 1907, X, 280).

Con el impulso que tomó el cultivo del café en los primeros años del siglo XIX, se mermó el área destinada al trigo, hasta el punto de que por lo menos parte del cereal o de la harina para el consumo, debieron ser importados (Wagner y Scherzer, 1944, 199-200; Meléndez Ch., op. cit., 15-17).

 

Panamá

El 9 de noviembre de 1513 se embarcó trigo en las naves de la suntuosa expedición de Pedrarias, que salió al aio siguiente (Serrano y Sanz, 1918, I, cclxxxv; Puente y Olea, 1900, 381; Medina, 1914, I, 111, 180?; Alvarez Rubiano, 1944, 416). No se sabe si era sólo para el consumo, pues no aparece constancia de ninguna tentativa para hacer cultivos en Santa María del Darién. Si se hicieron, pronto el clima lluvioso se revelaría inadecuado para el crecimiento del trigo. Ni siquiera cuando las actividades oficiales se trasladaron a Panamá, de clima más seco, parece haber cambiado la situación. En 1550 todavía no se daba trigo allí, y la harina se importaba del Perú o directamente de España (Cieza, 1924, 20).

Hacia la misma época, Benzoni manifestó de modo categórico su opinión sobre el particular. Según él, el trigo sólo se daba abundantemente en Méjico, Guatemala, Comayagua y Gracias a Dios

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en Honduras, y en los lugares templados y fríos del Perú, especialmente en Quito. En cuanto a las tierras, lugares, islas y provincias de lo que ahora se llama el área circuncaribe, agrega que no se cogía un sólo grano de trigo. "Algunos dicen que en esta isla [la Española] nace bien el trigo, pero que se cosecha poco por la fertilidad del terreno, o que por haber mucho maíz no se curan de aquél; pero yo digo que no se coge mucho ni poco", y menciona los primeros ensayos que se hicieron para aclimatarlo. En su tiempo, Nombre de Dios importaba harina y bizcocho de España en los 14 o 15 navíos que llegaban anualmente, y a Fanamú venía un poco del Perú (Benzoni, 1572, f. 58, 109, 99v., 170, 171, 60v., 79v., 82v., 81v.). O sea, que los datos de Cieza están confirmados por un testigo no menos imparcial (Peralta, 1883, 533).

A principios del siglo siguiente no se sembraban trigo ni cebada, 'porque no llegan a granar" (Serrano y Sanz, 1908, 148, 198; Torres de Mendoza, 1868, IX, 114; 1879, XXI, 542). Se hicieron tentativas de sembrar trigo en La Caldera, a espaldas del cerro tenespaldas y no se prosiguió por la "flojera" de los españoles, aunque se alcanzó a decir misa con harina obtenida localmente (Ufeldre: Meléndez, 1682, 111, 384).

Hacia el segundo cuarto del siglo XVIII se intentó ensayar el cultivo del trigo en Darien, por iniciativa de Andrés de Ariza, al parecer sin que llegara a realizarse la idea (Silvestre, 1950, 48).

 

Perú

Garcilaso atribuye a María de Escobar, mujer de Diego de Chaves, la introducción intencional del trigo al Perú, y su propagación durante tres años. Otro autor peruano recoge esta versión como cierta (Garcilaso, 1945, II, 267).

Por su parte, Cobo dice que la primera persona que sembró trigo en Lima fue Inés Muñoz, mujer de Martín de Alcántara, medio hermano de Francisco Pizarro, con motivo de haber encontrado unos granos de dicho cereal en un barril de arroz, en ocasión en que Preparaba un potaje para obsequiar con él a su cuñado el marqués, por 1535, poco después de la fundación de Lima. Doña Inés habría sembrado los granos en una maceta, y habría cuidado amorosamente las matas hasta obtener la cosecha, perseverando en la propagación de la semilla y distribuyéndola entre los vecinos (Cobo, 1891, II, 411-413; -----, 1956, 1, 406-408). Por su Parte Cappa apartándose esta vez de Cobo, a quien sigue a menudo, y basado en una relación de '"antigüedad y servicios", dice que fue doña Beatriz de Salcedo, mujer del veedor García de Salcedo, la que sembró el primer trigo. Según esta versión los granos del cereal venían en una harina mal molida que se trajo de España para hacer hostias, y también fueron

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sembrados con todo cuidado y distribuídos entre los vecinos (Cappa, 1890, V, 250-251).

Andagoya se limita a decir: "La tierra es tan gruesa y tan grasa que del primer trigo que se sembró en Lima fue una escudilla y se cogieron ochocientas escudillas. y de una hanega ochocientas, y generalmente se cogen de una hanega trescientas, cuatrocientas" (Andagoya: Cuervo, 1892, II, 110). Dato éste que después malamente recoge Gómara, confundiendo la gobernación del San Juan con el Perú (Gómara: Vedia, 1946, 1, 278).

A la llegada de Vaca de Castro (1541), en Lima y en gran parte del territorio peruano se cosechaba mucho trigo (Cieza, 1884, 91).

 

Ecuador

Se ha atribuído la introducción del trigo a Quito a Fr. Jodoco Ricki | (1) , franciscano flamenco que murió en Popayán. Habría hecho sembrar los primeros granos en el sitio donde ahora está la plaza del convento de esa congregación (Córdova Salinas, 1957, 1035; Compte, 1885, 1, 1-26; 4; 209-210; González Suárez, 1891, II, 249-253). Hay que hacer notar que aunque fray Jodoco llegó de Nicaragua a Túmbez en 1531 (Trujillo, 1948, 53), sólo aparece con seguridad viviendo en Quito después del 6 de diciembre de 1534. La primera mención que del convento se hace en las actas del cabildo quiteño es de 1536, y la adjudicación de los solares en que se edificó aquél, es de 1537 (González Suárez, loa., cit.). Por otra parte, si fray Jodoco sembró trigo desde su llegada; si este cereal gasta seis meses en Quito para madurar, es claro que ya habría bastante semilla tres años después; pero cuando el 31 de abril de 1537 solicita el franciscano unas tierras a las espaldas del convento, "para que los indios que sirvan o servirán a la casa puedan sembrar sus papales y maíz" (Jijón y Caamaño, 1936, I, 270-271; 200, 199), perdió la mejor oportunidad de referirse al nuevo cultivo, o éste todavía no se había difundido entre los indígenas. Es verdad que en Guatemala había trigo desde 1527, pues allí -como se vio atrás- lo introdujo el tesorero Francisco de Castellanos (Villacorta, 1942, 169); y si fray Jodoco al llegar al Perú procedía de Nicaragua, dependiente de Guatemala entonces, pudo haber traído algunos granos; pero de todos modos. debieron haber sido sembrados primero en el Perú, pues Quito no fue conquistado hasta 1534.

Es notable, sin embargo, que en acta del cabildo de Quito de 20 de abril de 1541 se haga constar que "todavía no se vende pan en esta tierra", y que el 31 de octubre del mismo año se prohiba por la misma entidad la reventa del trigo, "hasta que se coja la sementera primera que se cogerá en esta ciudad" (Rumazo González, 1934, 1, 247; 297-

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298; Vargas, 1957, 51). En cambio, a partir de 1544, las menciones de trigo, pan y harina son frecuentes en las actas del referido cabildo.

Los datos anteriores se consignan a título de curiosidad; pero hasta que no aparezcan pruebas más concluyentes, cabe pensar que la introducción del trigo al Perú y al Ecuador, lo mismo que al occidente de Colombia, pudo deberse a varias personas y no a una. sola. Tal vez haya que resignarse, como en tantos otros casos de la misma índole, a ignorar para siempre los nombres de los introductores.

Antes de seguir adelante, cabe advertir que cuando se hable del arroz se tratará de explicar por qué en varios casos se menciona asociado con la introducción del trigo.

No se sabe si con semilla llevada de Quito o traída del Perú o de otras partes de América, en los valles interandinos ecuatoriales se difundió hacia mediados del siglo XVI el cultivo del trigo. La relación de Salazar de Villasante de 1571, señala como abundante la producción en Quito (J. de la Espada, 1881, I, 21); en Riobamba, donde había molino y se producía bizcocho para enviar a Guayaquil y a Tierra Firme (Ibid., 17); en Chimbo se empezaba a sembrar entonces (Ibid., 16). En 1576 el panorama triguero era el siguiente: Se daba bien en Otavalo, Caguasqui y Quilca Q. de la Espada, 1897, 111, 108, 114; 126); lo mismo que en Quito (Ibid., 3, 16; 71, 72) y en Cuenca (Ibid., 157, 159, 160). Se daba algo en Paccha (Ibid., 165), y no bien en Paute (Ibid., 169). En Pueleusí apenas lo sembraban los indios para pagar el tributo (Ibid., 174, 175; 177); se cogía mucho en Pacaibamba (Ibid., 178), así como en Cañaribamba (Ibid., 182, 186), lo mismo que en Santo Domingo Chunchi (Ibid., 191). En Loja rendía a 50 hanegas por una (Ibid., 203-204). Loja y Cuenca abastecían de harina y pan a las minas de Zaruma (Ibid., 229). Aun en la parte oriental de la Cordillera, en Valladolid o Yaguarzongo, se cultivaba algún trigo, aunque con frecuencia se perdían las sementeras (Ibid., 1897, IV, 43).

La adaptación del trigo a la región interandina, no evitó que en ciertas épocas se presentara escasez del grano, quizá por maniobras monopolistas o por otras causas económicas. Así ocurría en Ibarra en 1616 (Garcés G., 1937, 523; 526).

 

Popayán

No se conocen documentos fehacientes sobre la época y el responsable de la introducción del trigo a la gobernación de Popayán, pues la afirmación de que fue Belalcázar es inconsistente. Pero en los 12 años transcurridos entre la llegada de los primeros españoles (I536) y la salida de Cieza de León para el Perú (1547I548), la situación era esta: No se había sembrado trigo en Arma; no se había dado en Cali, "aunque dicen que en el valle de Lile que está de la

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ciudad cinco leguas se dará"; en Popayán ya se comenzaba a sembrar, y se cosechaba, como en España, en los meses de julio y agosto; abundaba en Pasto, y se daba en la cuenca del alto Mira (Cieza, I924, 65, 92, 101, I13, 122; -----: Vedia, 1947, II, 370; 379; 382; 386; 389).

Al sectorizar los datos correspondientes a la vasta región comprendida por la gobernación de Popayán, o sea todo el occidente de Colombia, se llega a la conclusión de que durante la segunda mitad del siglo XVI se cultivó trigo en varias regiones que después dejaron de figurar como productoras. Véase cómo:

a) En la tasación de tributos hecha en I559 por el obispo Juan del Valle, aparece que los indios de Guacaya (Anserma), tributarían una hanega de trigo al año (Friede, I961, JV, 239); luego debía sembrarse. Todavía en 1583 se cogía dicho cereal en unos valles a cuatro leguas de la antigua Cartago, actual Pereira (Guillén Chaparro, I889, I47).

A fines del siglo XIX, consumada la penetración antioqueña, se cultivó algo de trigo en Salento (Schenck, I953, 6I; Peña, 1892, 82).

b) En los primeros años a partir de la fundación de Buga en I559, se cultivaba trigo en esa jurisdicción, actividad que no se suspendió -como piensa un autor -con el traslado de la ciudad a los llanos en 1569 (tascón, T. E., I938, 47), pues consta que todavía en I576 Buga era "fértil de pan de Castilla" (J. de la Espada, I897, III, 3I), cosa confirmada en I583 por un testigo presencial (Guillén Chaparro: AIP, I889, XV, 151). Aun se ha pretendido que tal actividad perduró hasta principios del siglo siguiente (Simón, 1953, VIII, 207). Véase el inciso sobre |Molinos.

c) Desde 1578 parece que existía molino en Cali, pues en ese año el cabildo asignó doce indios mitayos para moverlo (Arboleda, 1928, 50). En 1583 abundaba el trigo en un valle vecino (Guillén Chaparro, op. cit., 15I). En 1588 los frailes agustinos de la misma ciudad tenían cultivos de trigo (BHA, 1946, XXXIII, 202-203). d) Según el pasaje de Cieza citado atrás, en Popayán propio el cultivo fue más antiguo de lo que supone el historiador Arroyo, quien fija el año de 1550 como el de la iniciación (Arroyo, 1907, 324 y nota). En una carta fechada en Santa Fe de Bogotá el 5 de julio de 1549, Pedro Cepero expresa que Popayán "es tierra que, si los indios sirviesen, dará trigo y maíz para tres pueblos" (Friede, 1985, X, 95). El cabildo de esa ciudad otorgó el 7 de julio de I550 al recién llegado obispo Juan del Valle, un solar para estancia de pan( Ibid., 285-286). Este mismo prelado, en I559, en la tasación de tributos de los indios de Coconuco, les impuso la siembra del trigo entre las obligaciones que debían cumplir (Friede, 1961, JV, 229). En I574 se cogían en jurisdicción de Popayán 2.000 hanegas (Arroyo, loe. cit.). Dos años después, esa ciudad figura como productora (J. de la Espada, 1897, III, 33; 264). Mucho trigo se cogía en los repartimientos de Popayán, así como en el valle de Pancitara,

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en 1583 (Guillén Chaparro, op. cit., 152, I53; Piedrahita, 1942, IV, I07). De este mismo año hay confirmación por otro viajero (Escobar: Jijón y Caamaño, 1938, II, Doc. 157). El cultivo continuó a principios del siglo siguiente (Vázquez de Espinosa, I948, 391).

e) Pasto se destacó desde su fundación en I538, como importante productor de trigo. Los datos de Cieza dados atrás, correspondientes a 1547, están confirmados por la relación de Quito de 1576, en que se señala la fertilidad de la región primeramente mencionada para este cereal, y la importante labor que en el cultivo del trigo desempeñaba la mano de obra indígena (J. de la Espada, 1897, III, 34). Esto continuó por el resto del siglo (Guillén Chaparro, op. cit., I53), y de allí en adelante (Vázquez de Espinosa, I948, 335; Piedrahita, I942, II, 20I-202; Serra, 1956, I, I30, 13I).

f) Las tentativas de cultivar trigo en Antioquia fueron más tardías, y datan de la administración de Mon y Velarde, quien propugnó la siembra donde pudiera haber posibilidades; pero en 1786 confiesa que los ensayos no habían correspondido a sus deseos (Robledo, E., 1954, I, 174; II, I72, 2.79; 305).

 

Nuevo Reino de Granada

Los datos suministrados atrás plantean la cuestión de si el trigo fue introducido primero al occidente de la Nueva Granada que a la sabana de Bogotá. Si no fue así, consta que el cultivo del trigo fue por lo menos simultáneo en ambas regiones, y que obedeció a introducciones independientes, por lo cual no es acertado seguir sosteniendo la tesis contraria.

Los historiadores colombianos han venido manteniendo unánimemente que el introductor del trigo al Nuevo Reino fue Jerónimo de Lebron. La fuente de donde todos han tomado la noticia es Castellanos, quien al hablar de la traída de harina en ese viaje, agrega:

"Entre la cual harina se llevabatrigo sano y entero, porque quierena suelo nuevo dar nueva semilla..."

Luego particulariza:

"...venía muy bien puesto,y por Maese de campo desta gente,el capitán Jerónimo de Aguayo,honrado caballero cordubense,primero que en (el) reino sembró trigoy repartió por muchos aquel fruto

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de su primer cosecha procedido;de donde resultó la muchedumbreque vemos en el tiempo que esto digo"

(Castellanos, 1955, IV, 348, 355-356). Esta versión la siguen todos los historiadores de los siglos XVII y XVIII (Simón, 1953, III, 68; 124: Piedrahita, 1942, II, 157, 159; Flórez de Ocúriz, 1943, I, 4, 183, 185; Rodríguez Freile, 1935, 64, 233; Zamora, 1945, I, 293), así como los posteriores (Groot, 1889, I, 77, 79).

En carta del mismo Lebrón al rey, fechada en Santa Marta el 16 de mayo de 1541, le dice que salió de esa ciudad para el interior, el 10 de enero del año anterior, y que llegó a Vélez el 29 de agosto y a la capital sabanera el 11 de diciembre de 1540 (Friede, 1960, VI, 75). Estaba de regreso en Santa Marta a principios de abril del 41, después de sus tentativas infructuosas para que los cabildos de Tunia y de Santa Fe, mangoneados por Hernán Pérez de Quesada, le reconociesen como gobernador (Ibid., 136145). Si Lebrón o su gente (que esto no aparece consignado en ningún documento conocido) trajeron entonces semillas, lo más probable es que fueran sembradas en marzo o abril del año 41.

Cuando Miguel Díez de Armendáriz le anuncia al rey, desde Santa Marta, el 8 de julio de 1546, que sale para el Nuevo Reino, advierte que examinará si se podrán hacer molinos "para que se coma pan de trigo, pues lo hay en abundancia" (Friede, 1962, VIII, 181; 161-183). A 13 de febrero de 1547, ya desde Santa Fe, avisa: "Cójese en la ciudad de Tunja razonable [cantidad?] de trigo, tanto, que muchos no comen otro pan. Es tal y tan bueno que no hace falta lo do España" (Ibid., 309; 294-326).

En la tasación hecha por Fr. Juan de los Barrios para los indios de Guatavita, encomienda de Hernán Vanegas, en 1555, se imponía a aquéllos la obligación de hacer una labranza de trigo de 8 hanegas de sembradura (Aguado, 1916, I, 528; -----, 1956, I, 420; 440). El cabildo de Bogotá representó a la Audiencia, el 22 de septiembre de 1564, sobre una arbitraria fijación de precios al trigo (Ortega Ricaurte, 1957, 24-25).

Prosiguiendo hacia el norte, con la penetración española, ya se vio que en Tunja fue donde inicialmente el trigo prosperó mejor y se produjo en abundancia. A raíz de la llegada de los oidores Góngora y Galarza en 1550, se comisionó al alcalde Juan Ruiz de Orejuela para visitar a Tunia en la tasación de tributos. Entre las preguntas de la encuesta que debía levantar, figuraban las labranzas de trigo, cebada, maíz y turmas que hacían los indios para sus encomenderos (Aguado, 1916, I, 503; -----, 1956, I, 404409; 406). En la retasa hecha para Tunja por el licenciado Villafañe poco después, el tributo en cuestión aparece rebajado a una hanega de trigo (beneficio, cosecha y limpieza) para cada veinte indios, dándoles el encomendero todo el

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aparejo de sembrar y coger que fuese necesario. Parece que la Audiencia no innovó en cuanto al trigo se refiere; pero de todos modos, los encomenderos juzgaron tan bajo el tributo, que provocaron una edición. Casi por ese mismo tiempo, el licenciado Angulo de Castrejón hizo el repartimiento y retasa de Tunja y Vélez, incluyendo las sementeras de trigo; servicio personal este que fue suspendido por la Audiencia (Aguado, 1916, I, 560-561; -----, 1956, I, 440).

Rodrigo Suárez Samaniego, hermano de Suárez Rendón, tenía molino en Cuítiva, y Sebastián Díaz uno en Tunia en 1572 (García Samudio, 1952, 239; 282, 368). En el último cuarto del siglo, Tunja aprovisionaba de harinas a Mariquita por medio de recuas (Guillén Chaparro: AIP, 1889, XV, 154).

En las postrimerías del siglo XVI los pueblos de Tibaquira, Sora, Cucayta, Saza, Furaquirá, por un lado, y Villa de Leiva, por otro, se destacaban como productores de trigo (Castellanos, 1955, IV, 440). En el corregimiento tuniano en la primera década del siglo XVII, se cosechaba trigo con rendimientos de 10 a 15 por fanega, y a veces de 40 y 50 (Torres de Mendoza, 1868, IX, 400, 401, 425). En Leiva se regaba algo de trigo, con una acequia tomada del río Cane (Ibid., 449). Esta última villa mantuvo su producción triguera por unas décadas (Rodríguez Freile, 1935, 218).

Al finalizar el siglo XVIII se pensaba que las harinas de Sogamoso, Bonza y Cerinza podrían ser enviadas a la Guayana (Amézaga Aresti, 1963, 288-293).

De ser cierta la versión del historiador Aguado, a Pamplona el trigo llegó mediante la acción de uno de esos anónimos dispersadores de semillas a que se ha hecho referencia en el capítulo I: 'el primer año que en él [valle] se sembró trigo [no lo apunta; pero la ciudad fue fundada en 15491, lo sembró un soldado como por cosa de burla, y de un cuartillo de ello que sembró cogió doce hanegas, y visto esto se dieron a sembrarlo todos, y así se cogió con mucha abundancia de ello" (Aguado, 1916, I, 589; -----, 1956, I, 465). Se han perdido las actas del cabildo de los primeros años, hasta diciembre de 1552, pero en las de 1555 y de allí en adelante, ha quedado constancia de medidas tomadas para proteger los trigos y otras sementeras de las incursiones de animales domésticos (Otero D'Costa, 1950, xi, 127; 240; 249-250; 329-330; 331). Se cosechaba dos veces al año, por agosto y por Navidad (Vázquez de Espinosa, 1948, 303). Las harinas procedentes de Pamplona se enviaban con regularidad a Maracaibo, vía Cúcuta (Ibid., 305; Arellano Moreno, 1950, 196).

En cuanto a Ocaña, fundada en 1572, proveía de harinas a los lugares mineros del bajo Cauca en la primera mitad del siglo XVII (Simón, 1953, IV, 254; Vázquez de Espinosa, 1948, 297). Este comercio a

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escala reducida se mantenía en 1778 (Rosa, 1945, 199; Cuervo, 1892, II, 176).

 

Sierra Nevada de Santa Marta

A veces no es fácil entender las causas de que en un área dada, aparentemente propicia para un cultivo, éste no exista. El litoral caribe fue lo primero que descubrieron y ocuparon los españoles, y en él, casi a pique sobre el mar, se yergue una sierra en cuyas sumidades existen condiciones adecuadas para los cereales euroasiáticos, como es la Nevada de Santa Marta. Sin embargo, los ensayos de cultivar trigo allí, fueron tardíos y no tuvieron éxito. Es que el cultivo de cereales requiere una mano de obra abundante y dócil, ya que los españoles, como se demostró en otro trabajo (Patiño, 1966), no se dedicaron en América a labores agrícolas por sí mismos. Y las tribus serranas fueron difíciles de someter, y prefirieron el exterminio a la claudicación. No obstante, fue vía Santa Marta como llegó el trigo al Nuevo Reino (véase atrás).

En 1530, recién fundada Santa Marta, se le dio licencia a An tonio Téllez de Guzmán para llevar de Sevilla dos botijas de harina (Serrano y Sanz, 1913, I, 36), y el año siguiente se le permitieron llevar otras 12 botas a un tal Sagredo (Ibíd., 86).

Parece que se cultivó algo en la propia Sierra, por lo menos hacia la primera mitad del siglo XVIII (Rosa, 1945, 171). La región más frecuentemente mencionada como asiento de la producción fue San Sebastián, arriba de Riofrío (Ibid., 208; 264). Esta actividad ha sido atribuída en parte a los misioneros capuchinos, quienes habrían hecho siembras en 1751 en San Sebastián de Rábago (Alcacer, 1959, 171, 175). Otros autores señalan como ejecutores a desplazados "lanudos" o sabaneros, hacia 1750 (Friede, 1963, Soc., 30, 34). Esto en parte fue debido a un intento colonizador patrocinado por el virrey Pizarro, a base de presidiarios, que huyeron, y aunque se insistió en el empeño, no se consiguió nada (Julián, 1787, 95-97). En 1778 todavía se ensayaba el cultivo, sin mayores perspectivas (Cuervo, 1892, II, 176-177; Ortiz, S. E., 1965, 20-21).

 

Cordillera Central

A principios del siglo XVII se daba trigo en la Cordillera Central, al oeste de Mariquita (Simón, 1953, IV, 59).

En acuerdo de 28 de mayo de 1557, la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá nombró a Asensio de Salinas Loyola para pacificar los indios rebelados, que habían asaltado a la recién fun dada Ibagué (1550),

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haciendo guerra a sus moradores, "quebrándoles los molinos e talándoles los panes" (Ortega Ricaurte, 1952, 3537). O sea que en el primitivo asiento de la ciudad, más o menos donde ahora está Cajamarca, se cultivó trigo. En 1602, los pijaos volvieron a asaltar esa localidad, llamada La Mesa de Ibagué, destruyendo las casas de trigo (graneros?) y quemando más de 500 fanegas de grano (Ibid., 1949, 5-6; 6-7; 14-15; 90; 89-92).

 

Venezuela Mérida

Como los conquistadores y pobladores de Mérida procedieron de Pamplona y otros lugares del Nuevo Reino, puede presumirse que de la ciudad del Tonchalá se llevó la semilla del trigo. Este parece que llegó a ser en Mérida un cultivo importante en el tercer cuarto del siglo XVI (Aguado, 1917, II, 298, 300; -----, 1957, II, 200, 201). Se exportaba harina de allí para Maracaibo y aun para Cartagena y otros puertos del Caribe (Arellano Moreno, 1950, 163, 165; 196; Simón, 1953, IV, 189; -----, 1963, II, 261).

En 1620 se reglamentaron los aspectos laborales en que intervenía la población indígena de Mérida. Indios molineros, sembradores de trigo, trilladores y aechadores, debían recibir un es tipendio adecuado, pues las labranzas de ese cereal eran de mucho trabajo (Gutiérrez de Arce: AEA, 1946, 1180, 1180-1181, 1181; Ancila Farías, 1957, 263; 265; 266; 266-267; Vázquez de Espinosa, 1948, 305; Zamora, 1945, IV, 278).

Otras localidades de la parte occidental de la Sierra donde se cultivó trigo, fueron Bailadores, La Grita (Simón; 1953, IV, 270; -, 1963, II, 264, 261), y San Cristóbal (Arellano Moreno, 1950, 196).

 

Trujillo

Si comunicada de la parte de Mérida (no siempre la rivalidad humana se extiende a las invenciones), o traída de otro lugar, ello es que la semilla de trigo se conoció también en Trujillo, fundada inicialmente por la misma época que Mérida. En 1579 sólo se daba allí para el consumo doméstico (Arellano Moreno, 1950, 38); pero en 1597 se exportaba harina hacia Maracaibo (Ibid., 196; Arcila Farías; 1946, 52), lo que continuó durante la primera mitad del siglo siguiente (Simón, 1953, IX, 202; , 1963, II, 539; Vázquez de Espinosa, 1948, 92; Oviedo y Baños, 1885, I, 249). Aun durante la época del monopolio de la Compañía Guipuzcoana, se siguió produciendo en Trujillo un poco de harina (Altolaguirre, 1908, 162).

 

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Tocuyo

La relación de Tocuyo de 1579 expresa: "trigo (no) se da en partes frías y tierra asombrada y se coje de dos vezes en el año" (Arellano Moreno, 1950, 150). Parece que el valle de Quíbor so bresalió por su aptitud para la producción de ese cereal (Simón, 1953, IX, 202; , 1963, II, 206; 669, Vázquez de Espinosa, 1948, 92; Oviedo y Baños, 1885, I, 192). Todavía a mediados del siglo XVIII se producían en las serranías unas 2.000 cargas (Altolaguirre, 1908, 160), y se exportaba alguna harina hacia Maracaibo (Ibid., 162, Arcila Farías, 1946, 177).

 

Barquisimeto

Hubo trigo en Barquisimeto, aunque poco por falta de mano de obra indígena (Arellano Moreno, 1950, 128). La decadencia la atribuyen otras fuentes a enfermedades (Altolaguirre, 1908, 120).

 

Caracas

Según la relación de Juan de Pimentel de 1582, se daban en Caracas dos cosechas de trigo al año (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85), aunque era reciente entonces esa actividad. Treinta y tres años después de fundada la ciudad, se exportaban por La Guaira 200.000 libras de harina (Arcila Farías, 1946, 63; 68), producto que llegaba hasta Santo Domingo (Rodríguez Demorizi, 1945, II, 167-168). Esto continuó por algún tiempo durante el siglo XVII (Simón, 1963, II, 508 y nota; Vázquez de Espinosa, 1948 84, 85; Arellano Moreno, 1950, 193).

 

B) Molinos

Datos complementarios sobre los orígenes del cultivo del trigo en América equinoccial, pueden deducirse si se enfoca la atención hacia el producto elaborado, o sea la harina, y por consi guiente, hacia los molinos en que se producía. Es indudable que la solidez de la producción se refleja en la instalación de empresas de beneficio, más que en cualquier otro aspecto.

Lo relativo al comercio de harina, se estudiará en otro volumen dedicado a la historia económica.

 

Antillas

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A raíz de la cosecha de las primeras espigas de trigo que hubo en América, el Almirante Colón, a principios de abril de 1494, "decidió hacer algunos molinos; pero no se hallaba salto de agua para tal efecto sino a legua y media de la población [Isabela]. En cuya obra y en todas las demás, para dar prisa a los artesanos, era necesario que el Almirante estuviese encima, porque todos huían del trabajo" (Colón, H., 1947, 162; Casas, 1951, I, 436).

 

Panamá

Dice la Audiencia de allí en 1607: "No ay molinos en Panamá, ni son necesarios no cogiéndose trigo, ni cebada en su prouincia, ni viniendo del Piru trigo en grano, sino en harina. Dizen que diez años antes avia traido vn vecino vna nave cargada de trigo, que para molerle fabrico vn molino, y el tiempo que lo uvo menester lo sustentó con muy gran costa y trabajo por causa de las muchas aguas, y que ansi lo deshizo" (Serrano y Sanz , 1908, 198).

 

Perú

Es un hecho que en el Perú había suficiente trigo en 1539, como para que se establecieran molinos. Cobo, después de dar la versión que se vió atrás sobre la introducción y las primeras siembras por Inés Muñoz, dice que a los tres o cuatro años de aquél suceso, había tanto trigo que se empezó a moler y a hacer pan: 'Porque el año de 1539 se hicieron los primeros molinos, y el siguiente de 40, por haber ya cantidad de pan de trigo para vender, hizo el cabildo su primera postura, y señaló el precio que se había de llevar por la molienda, que fue por cada hanega de trigo tres almudes de molienda, y a real la libra de pan". Siguen datos interesantes sobre precios en los años subsiguientes (Cobo, 1891, II, 413; -----, 1956, I, 407). Describiendo el mismo autor las acequias derivadas del río Rímac para diversos fines, anota que para mediados del siglo XVII había 9 molinos en el sólo perímetro urbano. "Y la primera licencia que hallo haber concedido el cabildo para edificar molinos es la que dio a Francisco de Ampuero, a 26 de julio de 1540..." (Ibid., 1956, II, 312-313). Francisco Pizarro dejó dos paradas de molinos en el mismo río (Zárate: Vedia, 1947, II, 499; Garcilaso, 1944, I, 264), "en cuyo edificio empleaba todos los ratos que tenía desocupados, dando industria a los maestros que los hacían".

Tuvo molinos allí el capitán jerónimo de Aliaga (Lizárraga, 1946, 50), entre ellos uno que era casi tan antiguo como la ciudad (Cobo, 1956, II, 312).

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Hay unas interesantes disposiciones oficiales sobre molinos y molineros en el Perú colonial (Lorente, 1867, 1, 80-81).

Andando el tiempo se establecieron también muchos molinos en Trujillo (Anónimo, 1958, 25).

 

Quito

El cabildo de Quito en sesión del lunes 20 de mayo de 1538 concedió sitios para hacer molinos a siete solicitantes, con la expresa condición de que dejasen las aguas libres, para que otros lo pudiesen hacer también. Para molinos de dos moleduras, a Juan Lobato, Diego de Torres, Juan Márquez; y para molinos sin especificar clase, a Alonso Fernández, Juan de Padilla, Juan Gutiérrez y Pedro de Valverde. Un investigador ha precisado la ubicación locativa de algunos de los sitios concedidos (Jijón y Coamaño, 1936, 1, 271-272; Rumazo, 1934, I, 99-101, 407-408). Casi todos los beneficiados eran funcionarios públicos (Pérez, A.R., 1947, 157).

Pero los peticionarios no debieron hacer uso de la merced, pues en la sesión del 19 de septiembre de 1541, al concederle el ayuntamiento un sitio para molino al alcalde Rodrigo Núñez de Bonilla, dicen los ediles que "porque les parece que es necesario y conveniente para el abastecimiento desta villa y vecinos della e de la demás gente que a ella vinieren, se inandó a pregonar que todos los vecinos a quienes se hubiesen concedido estancias para molinos, los poblasen dentro de los seis meses siguientes, so pena de darlos por vacos" (Rumazo, 1934, I, 2; 287-288). Estc, y el hecho de que en otras ordenanzas promulgadas el 20 de abril del mismo año, se diga claramente que todavía no se vendía pan al público, sino que cada uno lo hacía en su casa; y la manifestación expresa de que el 31 de octubre del mismo año se prohibiese la reventa del trigo que no fuera para amasar pan, "hasta que se coja la sementera primera que se cogerá en esta ciudad" (Ibid., I, 287-288, 247, 297), indican bien que no hubo hasta principios de 1542 trigo suficiente para justificar la elaboración de harina en molino. De todos modos, los primeros molinos en América equinoccial, como queda dicho, se establecieron en Lima y en Quito. Por lo demás, los molinos pudieron en un principio elaborar grano importado.

El 29 de marzo de 1544, el mismo cabildo quiteño estableció el siguiente arancel para molineros: dos tomines de oro por molinar una fanega (Rumazo, 1934, II, 29-30). En 1548 el mismo Núñez de Bonilla, que ya tenía molino en funcionamiento, pidió una estancia para pan (Ibid., II, 99).

En Machángara, cerca de la ciudad, había muchos molinos en 1572 (J. de la Espada, 1897, 111, 54; 68; Vargas, 1957, 255-257).

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(1) Fr. Jodoco o Josse (Justo) de Rycke de Marselaer según Jiménez de la Espada.

Cuenca

El primer molino lo montó en Cuenca el mismo Rodrigo Núñez de Bonilla, a raíz de la fundación de la ciudad en una de sus encomiendas, en 1557 (González Suárez, 1891, II, 453). Ya estaba en funcionamiento en 1559 (Pérez, A. R., 1947, 157; Ortiguera, 1909, 326-327).

 

Riobamba

Había un molino allí en 1571 (J. de la Espada, 1881, I, 17). A principios del siglo XVII existían cuatro molinos de una piedra; y otros cuatro en el vecino Ambato (Torres de Mendoza, 1868, IX, 490-491; 453). Los jesuítas después poseyeron otros (González Suárez, 1894, V, 251).

 

| Loja.

Había los necesarios en los ríos de la ciudad en 1571 (J. de la Espada, 1897, III, 202).

 

| Otavalo e Ibarra.

Desde 1586, se habían hecho cesiones para molinos en Carangues y Pimampiro, pertenecientes entonces a la jurisdicción de Otavalo (Pérez, A. R., op. cit., 158).

La fundación de Ibarra fue más tardía que las de otras del callejón interandino; pero en 1606 tenía allí un molino Juan Martínez de Orbe (Garcés G., 1937, 14; Pérez, A. R., 1947, 158).

 

Gobernación de Popayán Pasto

Cuando Cieza de León pasó por Pasto en agosto de 1547, halló un molino funcionando allí (Cieza, 1924, 113; -----: Vedia, 1947, II, 386). No se sabe si era el del primer teniente de gober nador por Belalcázar, Rodrigo de Ocampo, quien traspasó su molino a Andrés Gómez. No figura el año de la venta, pero debió ser entre 1541

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(llegada de Belalcázar) y 1545, pues en este último año, por orden del virrey Núñez Vela, se le dio garrote a Ocampo, corno sospechoso de entendimiento con los pizarristas (Sañudo, 1938, I, 28).

El 12 de mayo de 1559 el cabildo de Pasto "dio a Pero Alonso asiento para un molino de rodezno, cerca del río que viene de Pejendino" (Sañudo, 1938, I, 123). Bartolomé Chamorro es otro ve cino que figura como propietario de molinos; en junio de 1589 impuso sobre ellos una capellanía a favor de los frailes franciscanos, y el 8 de octubre de 1592 se le ordenó que entregara pesadas las harinas (Ibid., I, 65-66 nota; 99). Chamorro dio en 1601 su molino a los dominicos, reservándose el usufructo; en 1629 es arrendado a Miguel Frutos por dichos religiosos, bajo ciertas condiciones (Ibid., 1939, II, 79-80).

Figura un Alonso de Santander como propietario de molino, cerca del predio que tenían los dominicos en el Ejido, poco después de la fundación de su convento en 1572 (Sañudo, 1938, I, 70, 120).

La relación de Quito también menciona hacia 1571 molinos en Pasto (J. de la Espada, 1897, 111, 68).

Cristóbal Francisco de los Reyes había tenido asimismo un molino, que fue rematado en 1674 por los franciscanos, a cuyo favor se habían impuesto censos, y por no pago de éstos (Sañudo, 1939, II, 68). Felipe Pérez de Zúñiga, quien intervino en Pasto en la primera guerra civil de Tripitenorios y Pambazos, tenía uno que se menciona en su testamento de 1708 (Ibid., 1940, 111, 10 nota).

Varios molinos pastusos vinieron con el tiempo a poder de las codiciosas comunidades religiosas. En informaciones levantadas por el cabildo en 1728, aparece que los dominicos tenían dos dentro de la ciudad; los franciscanos, uno, llamado de San Francisco; los mercedarios otros dos, y las monjas un sexto, llamado de las Monjas (Ibid., 1940, III, 29-30). Como esto se relaciona con un importante aspecto de la evolución de la propiedad territorial, se tratará más a espacio en otra obra. A fines del siglo XIX la estadística de los molinos en jurisdicción de Pasto era como sigue, donde la primera columna corresponde al número de molinos, y la segunda a las fanegas diarias de harina beneficiadas:

Pasto 6 62 Tablón 5 10 Berruecos 3 6-8 San Lorenzo 2 ---- Funes 2 9

(Santander, 1896, 69, 145, 146, 151, 165). Por esa época en Túquerres y Obando se molía con molinos de piedra, y sólo en Pasto

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funcionaban algunos "extranjeros", sobre un total de cinco (Herrera L., 1893, 12).

 

Almaguer

Hubo por lo menos un molino allí, del portugués Alvaro Gudiño, quien lo vendió en 1593 (Sañudo, 1938, I, 116). No se sabe si fue en este mismo sitio donde hacia 1750 se permitió al genovés Luis Sánchez construír uno en Cequiona, según contrato hecho el 1" de abril de dicho año (Friede, 1944, 73; 102-103).

 

Popayán

Desde 1573 figura Popayún con molino (J. de la Espada, 1897, 111, 68). A principios del siglo XVIII, y concretamente desde 1710, parece haberse intensificado la producción de trigo, hasta el punto de hacer competencia a la harina de Pasto (Sañudo, 1940, 111, 29). Jacinto Mosquera, muerto en 1730, tuvo molino en las cabeceras del pequeño río así llamado (Arboleda, 1926, 408).

 

Cali

Ya se ha sugerido la posibilidad de que en Cali hubiera un molino hacia 1578 (Arboleda, 1928, 50).

 

Buga

Recientemente se han hallado en las montañas arriba de Buga hacia las cabeceras del río Tuluá, quebrada La Venta y Cerro Rico, piedras de molino que probablemente se usaron cuando la primitiva ciudad estuvo en tierra fría, al pie del Pan de Azúcar. Una de ellas se halla en poder del señor Francisco Villalobos (Informe del doctor Uriel Tabares).

 

Varios

En la época republicana se han establecido molinos en otros sitios de la parte occidental de Colombia. En secuencia geográfica, los datos son los siguientes:

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a) El molino de Dagua, población que empezó a surgir en 1912 cuando llegaba allí el Ferrocarril del Pacífico, es uno de los típicos de moler derechos de aduana. Lo estaban montando en 1918 los doctores Jorge Samuel Delgado (sic) y Ricardo Pérez; para fomentar el cultivo habían repartido gratuitamente semilla a los agricultores (Gutiérrez, 1921, II, 184). Este molino continúa funcionando al presente; pero siempre ha trabajado con trigo importado por Buenaventura.

b) En Boquía, sobre la Cordillera central en el paso del Quindío, había un molino en 1854 (Holton, 1857, 371). Al finalizar el siglo se registran tres o cuatro en Salento (Peña, 1892, 82).

c) Por esta misma época había uno hidráulico en Santa Rosa de Cabal (Ibid., 67).

d) Para principios del siglo actual, se establecieron molinos en Medellín y Sonsón, del mismo tipo -en cuanto al suministro de materia prima -que el de Dagua (Ospina Vásquez, 1955, 342343).

 

Nuevo Reino de Granada.

En santa Fe,

"... el que primero fabrico molinoel tesorero fue Pedro Briceño,antiguo capitán y señalado"

(Castellanos, 1955, IV, 356). Esta versión, como la de la introducción del trigo por Lebrón y compañeros, la repiten después todos los historiadores (Simón, 1953, 111, 124; Piedrahita, 1942, II, 158-159; Flórez de Ocáriz, 1943, I, 187).

Recuérdese que el 28 de julio de 1546 Armendáriz, desde Santa Marta, anunciaba al rey que ya había trigo en la sabana, y que pensaba al llegar allá establecer molinos (Friede, 1962, VIII, 181). El 13 de febrero del año siguiente, ya en santa Fe, indica que intentó poner en planta molinos en Tunja y en la capital, pero que "no me atrevo a ello, por ver que se requiere alguna costa y hasta ahora no parece que será mucho el provecho, aunque se espera serlo adelante" (Ibid., 309). El 17 de agosto de 1547 el escribano de santa Fe Alonso Téllez, entregó por inventario a su sustituto Juan Bautista Sardela, las escrituras y procesos que obraban en poder del primero, quien había ocupado el cargo de tres aros atrás. Entre tales documentos, figura un "pedimento de Céspedes sobre un molino" (Friede, 1963, IX, 92; 61-99).

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El 20 de diciembre del mismo año 1547, el licenciado Diez de Armendáriz escribe de nuevo al rey desde Tunja. si es verdad lo afirmado por él, de que en ese año había hecho dos molinos por cuenta del rey, carecen de fundamento las afirmaciones de Castellanos os y de cuantos lo siguieron, de que la iniciativa se debió a Pedro Briceño, aunque éste, en su carácter de tesorero, pudo ser el ejecutor. Dice Armendáriz: "Por la que escribí a 14 de febrero próximamente pasado haciendo relación a Vuestra Majestad del pan que en esta tierra se cogía, dije cómo no había osado hacer en esta ciudad y en la de santa Fe dos molinos en nombre de Vuestra Majestad, por no saber cómo se me tomaría. Dije asimismo que me detendría lo a mi posible en no dar licencia para que particulares lo hicieran, hasta que Vuestra Majestad otra cosa mandase. Hícelo así y he sido tan importunado que, o los hiciese o diese licencia por el bien de los indios de servicio, que son los que padecen el trabajo en moler, así el maíz como el trigo, que no lo pude excusar. No me atrevía a lo hacer por estar cierto que la costa sería mucha y el provecho poco. Hanse hecho, debajo de que si Vuestra Majestad fuere servido que sean suyos, lo serán, pagando el costo" (Friede, 1963, IX, 185; 166-202).

No dan indicio los documentos del sitio en que se hicieron los primeros molinos. Pero para los que hubo adelante sí hay datos. El 19 de diciembre de 1569, el cabildo de santa Fe condenó al procurador Pedro de Bolívar a pagar una multa de sesenta pesos, por haber vendido harina a mayor precio del permitido: "dixo que a tres tomines y medio la arroba y ques molida en el molino que tiene en su repartimiento de Lenguazaque" (Ortega Ricaurte, 1957, 31-32). Para principios del siglo siguiente, había muchos molinos en los doce pueblos de indios que tenía Santa Fe a dos leguas en contorno por la parte de la sabana. En la ciudad propia, los molinos se movían con las aguas del río san Francisco, "en lengua de la tierra Vicachá" (Simón, 1953, IV, 313-319; II, 138). Hubo una calle del Molino del Cubo en Bogotá (Groot, 1891, III, 416). Para mediados del siglo XVII legó a haber ocho molinos en el río san Francisco (Piedrahita, 1942, II, 133; Ospina Vásquez, 1955, 72 y nota).

A mediados del siglo XIX había dos molinos de trigo en el Boquerón (Holton, 1857, 220; 226). En 1858 una fábrica de papel establecida en Bogotá, fue convertida en molino de 'sigo (Camacho Roldán, 1893, II, 129).

El extranjero Sayer montó en 1868 el primer molino de trigo movido por vapor en todo el oriente colombiano (Ospina Vásquez, op. cit., 265). Para fines del siglo otro molino de vapor, el "san Jorge", mejoró la calidad de las harinas (Samper, 1925. I, 180).

A la Exposición Industrial y Agrícola celebrada en Bogotá en 1907 se presentaron muestras de la industria molinera sabanera (Vesga y Avila, 1907, 65-70; 7075).

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Tunja

Los mismos antecedentes que para Santa Fe pueden invocarse aquí. Diez de Armendáriz manifestoba sus temores en 1547 de hacer molino en Tunja, por el costo (Friede, 1962, VIII, 309). Quizá uno de los dos que se hicieron ese año lo fue en Tunja, aunque el pasaje es sibilino (Friede, 1963, IX, 185).

Por una cédula dada en Valladolid el 2 de septiembre de 1549, se comisiona a la Audiencia de santa Fe para que estudie la solicitud elevada por Hernán Suárez de Villalobos, vecino de Tunja, para que se le permitiera hacer un molino en un repartimiento de indios cerca a la ciudad (Friede, 1965, X, 122).

Había ya varios en jurisdicción de Tunja en 1571 (López de Velasco, 1894, 368; García Samudio, 1952, 239; 282, 368).

Para la primera década del siglo XVII, existían solo dos en los términos urbanos de Tunja; pero hasta un total de 60 en el corregimiento, que abarcaba casi todo el departamento actual de Boyacá. De ellos, sólo uno era de dos ruedas (Torres de Mendoza, 1868, IX, 397; 426).

En Villa de Leiva había en 1610 unos seis establecimientos. Esta población tenía entre sus propios un yacimiento de piedra apta para la fabricación de molinos (Torres de Mendoza, vol. cit., 449; 450). De esta cantera se proveía todo el reino (Simón, 1953, IV, 252).

En 1792 los indios de Pesca tenían un molino comunitario (Ots Capdequí, 1946, Bog., 312).

 

Ibagué

Ya se dijo que entre los motivos de nombrar a Asensio de Salinas Loyola como capitán, para guerrear contra los indígenas del primitivo Ibagué, en 1557, fue que ellos hacían guerra a los moradores, "quebrándoles los molinos e talándoles los panes" (Ortega Ricaurte, 1952, 35-37); luego había unos y otros.

 

Pamplona

En pocas partes está tan bien documentado el origen de la industria molinera colonial. El 13 de junio de 1554 el cura Alonso Velasco pide al cabildo que se le conceda un herido y sitio de molino, "e que ha

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traído oficiales que lo hagan". Le es concedida la solicitud (Otero D'Costa, 1950, 94-95). El cura Velasco parece fue hombre de armas tomar, pues ya el 4 de septiembre del mismo año el cabildo dispuso: "...que por cuanto en esta ciudad se ha fecho molino, e conviene que se le ponga tasa de lo que ha de llevar de molienda, mandaron que se pague de moler cada fanega, si quisieren pagar en oro, cuatro pesos de buen oro; y si no quisieren pagar en oro, paguen al medio y medio de trigo de lo que moliere" (Ibid., 105; 115).

Las condiciones iniciales impuestas al padre Velasco no fueron cumplidas satisfactoriamente, pues el cabildo en 13 de marzo de 1555 le ordenó que hiciera un puente en el desaguadero del molino (Ibid., 127). El 10 de septiembre de 1556, el cabildo fue informado por el procurador Andrés Martín Calvillo, de que el padre Velasco "ha mandado cerrar el molino, y no quiere moler si no le pagan en oro, y que es uso y costumbre en los molinos pagar trigo de las fanegas que llevan a moler, y pues en esta ciudad al presente no hay otro molino ni se ha hecho a causa del dicho Padre...", pidió que le obligaran a abrirlo. Los concejales así lo dispusieron: "donde no, que tomarán el molino y pondrán una persona que muela pagándosele su trabajo" (Ibid., 174). Nuevas maniobras del cura Velasco para hacerse pagar más de lo debido por la molienda, fueron denunciadas y coartadas por el cabildo el 24 de septiembre del mismo año (Ibid., 176-177). Ni aun cuando se estableció la competencia (véase adelante) el pugnaz cura dio su brazo a torcer, pues a fines de 1557 se le vuelve a acusar de elevación de precios por el servicio (Ibid.., 230-231). A 14 de abril de 1558 se insistía con el cura para que hiciera las obras de eliminación de agua sobrante y puentes sobre ellas (Ibid., 244, 245; 283, 285).

El 28 de diciembre de 1557, los vecinos Pedro Díaz y Juan Ramírez solicitaron permisos para hacer sendos molinos, y les fueron concedidos, siempre que el primero lo tuviera corriente y moliente dentro de un año (Ibid., 229-230). El 3 de enero de 1558 se queja Hernán Vásquez de que habiéndosele dado licencia para hacer un molino, se le había dado también sobre la misiva agua a Pedro Díaz (Ibid., 235-236; 237). Los cabildantes estaban divididos; pero al fin se decidió que se mantuviese la concesión a ambos litigantes, siempre que se hicieran obras complementarias que impidieran perjuicio a la ciudad por causa de las aguas corrientes (Ibid., 238-239).

El 10 de noviembre de 1558 se da cuenta de que existían ya en servicio tres molinos en los términos de la ciudad, pero parece que los propietarios se habían puesto de acuerdo en la gabela que debían cobrar a los usuarios, haciéndose necesario la intervención moderadora del cabildo (Ibid., 256). No debieron corregirse los abusos, pues el 29 de octubre de 1560 se insiste en el asunto (Ibid., 319).

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Todo esto confirma los datos de un historiador (1582) de que sobre el arroyo que corría por la ciudad, "se han hecho algunos molinos da pan" (Aguado, 1916, I, 589; -----; 1956, I, 465).

 

Sierra Nevada de Santa Marta

Ya se dijo que en la primera mitad del siglo XVII pudo h,^.berse producido trigo en las cercanías de Santa Marta, "y lo confirman las piedras de molino que se hallan en muchos plantajes antiguos, despreciadas como piezas inservibles por ahora" (Rosa, 1945, 171).

Uno había en San Sebastián de Rábago, en las cabeceras del Ariguaní, en la época del virrey Pizarro, quizá como consecuencia del impulso que ese mandatario quiso dar al cultivo del trigo cerca a la costa (Alcacer, 1959, 176).

Otros que se establecieron a principios del siglo actual en la Costa atlántica se abastecían de trigo importado Ospina Vásquez, 1955, 339, 343).

 

Venezuela Mérida

Como queda dicho en el paragrafo correspondiente, el cultivo del trigo en Mérida empezó poco después de la ocupación por españoles. Menos conocidos son los datos sobre los molinos. Debió haberlos, supuesto que se legisló en 1620 sobre las prestaciones debidas a los indios molineros (Gutiérrez de Arce, 1946, 1178). En La Grita, hacia el Táchira, hubo molinos a partir de la fundación de esa villa en 1575; algunos se derrumbaron en el terremoto del 3 de febrero de 1610 (Simón, 1963, II, 260; 271; -----, 1953, IV, 277).

 

Trujillo, Tocuye

En estas dos ciudades hubo hasta 11 molinos de agua en la segunda mitad del siglo XVIII (Altolaguirre, 1908, 163).

 

Barquisimeto

También allí se cultivó trigo, y hubo industria harinera, que estaba en decadencia en la segunda mitad del XVIII (Ibid., 120). Valencia.

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Se hallaban algunos en la misma época que en Barquisimeto (Ibid., 45). El célebre molino de San Mateo, en los valles de Aragua, figura en puesto destacado en la historia de la  independencia, por haber pertenecido a la familia de Bolívar (Humboldt, 1941, III, 81-83).

 

Caracas

No se han encontrado datos sobre la capital; pero si hubo trigo y se exportaba harina desde fines del siglo XVI y especialmente a principios del XVII, debió haber molinos.

 

Guayaras

En la fortaleza que se construyó por los ingleses entre 1734 y 1747 en la boca del rio Commewyne, se erigió poco después un molino de viento (quizá el primero en esta parto de América), para moler el grano de que se abastecia la guarnición. Es claro que el grano sería importado (Fermin, 1769, 1, 16, 15-16).

 

C) Variedades

Las variedades introducidas en un principio a América, debieron ser las predominanies en la peninsula ibérica (Téllez Molina y Peña, 1952, 41; 455-478; Herrara, G. A., 1818, 1, 65; 72-90).

En 1511 el rey católico recomendé el envío de la variedad tremesín o tremés, que se daba entonces bien en Andalucía (Torres de Mendoza, 1879, XXXII, 195; 255; Cappa, 1890, V, 8; Puente y Olea, 1900, 380).

A fines del mismo siglo, en la porción andina se conocían los trigos candeal; rubio y barbilla (Vargas Miachuca, 1599, 163v.).

La relación de Pamplona escrita a principios del. siglo XIX da estas precisiones: "El trigo que se siembra allí [valle de Suratá es de excelente calidad, se hacen dos cosechas al año, y, según pa rece, es de la especie, o variedad que llaman en Europa trigo sandial, o trimesino (Tríticum aestivum). Sólo los lugares templados son a propósito para este trigo, que por aquí llamamos trigo menudo, y se cosecha también en el valle de Labateca y otros sitios de temperamento medio. El trigo que se coge en los lugares más elevados, o de temperamento frío, corno Pamplona, Silos, Cácota de Velasco, Servitá y Cerrito, es el trigo rubión, o de invierno, más tardío, que da un pan moreno, menos crecido, pero de muy buen gusto" (Camacho: Caldas, 1942, II, 2-3).

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El trigo chamorro era conocido tanto en la sabana de Bogotá como en Tororó, Cauca (Hamilton, 1955, II, 16).

Para mediados del siglo XIX había decaído mucho la producción del trigo en Cundinamarca, por el polvillo y otras enfermedades. Se introdujeron semillas de Europa, al parecer sin buenos resultados. Pero al llevarse el trigo barcino, la situación mejoró notablemente (Camacho Roldán, 1892, 1, 652-653; -----, 1923, 82; 100). Para fines del siglo XIX había en los alrededores de Bogotá las siguientes variedades: barcino, pocho, barbillas, pelón, blanco, criollo, ecuatoriano, norteño o extranjero, Marengo, Faraón? (Ibid., 1893, II, 394). No obstante, no se logró una variedad ideal, y el cultivo siempre fue allí aleatorio (Ibid., 1895, III, 23-24).

En el sur de Colombia predominaban en la misma época, espelta blanco barbudo y espelta blanco sin barbas (Herrera, L., 1893, 13). De Pasto a Bogotá, se llevaron en 1895 cinco variedades (Gutiérrez, 1920, I, 207).

De 1947 en adelante, la Fundación Rockefeller ha introducido muchas variedades.

 

D) Sistemas de cultivo

Sobre las modificaciones auo sufrió la técnica agronómica peninsular al ser trasplantada a América, se ha dicho en líneas generales en otro lugar (Patiño, 1966, 304-305).

En cuanto respecta al trigo, a fines del período colonial un observador peninsular describe así el sistema seguido en Pamplona, que sería el usual en todo el reino: "La práctica general es preparar con el arado un terreno, regar a su tiempo a mano la semilla, y después taparlo con bueyes, y en otras partes con pala". Y propone la siembra en hoyo, echando unos tres granos en cada uno, a una tercia de distancia, para economizar semilla (Caldas, 1942, III, 7-11).

Un buen. resumen e interesantes consideraciones hace Humboldt sobre el cultivo del trigo en el intertrópico (Humboldt, 1942, V, 162-167).

Por la misma época, Caldas consigna la observación de que el cultivo del trigo en la Nueva Granada ocupa una faja cuyo límite inferior está a 2.182 m. y el superior a 3.000 m. sobre el nivel del mar. Considera como zona óptima para el cultivo, la altura intermedia entre esos dos extremos. El límite inferior es fijado -independientemente de otros motivos -por el ataque del "polvillo", que como todos los factores limitantes, se estudiará en obra separada. Ello es que, por esa o por otras causas, el cultivo del trigo, que hasta 50 años antes de la época

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en que escribía (1803) era frecuente cerca de Popayán, que sólo está a 1847 metros sobre el mar, ya no se practicaba allí. Eran excelentes los trigos de Chapacual y Pasto, e iban desmejorando en Buenavista, Poblazón, Coconuco, Puracé y Hatofrío, puntos de la jurisdicción de Popayán. En cambio, la mala calidad de los trigos obtenidos cerca al límite superior (Túquerres y -en general -la altiplanicie de los Pastos), parece que ya a principios del siglo XIX inducía a los labradores a cambiar este cultivo por el de la cebada (Caldas, 1942, I, 87-92, 90).

Parece que José María Cabal, a su regreso de Europa en 1808, se ocupó en estudiar las condiciones de algunas regiones del Valle del Cauca para este cultivo (Arboleda, 1926, 92; Tascón, T. E., 1930). Estos estudios no han sido publicados.

Es digno de notarse que las observaciones del ilustre Boussingault sobre el cultivo de cereales en América ecuatorial, donde permaneció desde 1824 hasta 1832, le permitieron después formular la ley de que la duración (ciclo) de la vegetación en las plantas cultivadas, está en relación inversa con las temperaturas medias. De los datos tomados en la hacienda de Simijaca, Sabana de Bogotá, comparados con los de otros lugares de América y de Europa, deduce que a una temperatura media de 14,7°C el trigo madura en 147 días, y que hay pocas diferencias en el ciclo vegetativo en latitudes tan apartadas como las de Bechelbron (Alsacia), París, Cincinati, Kingston y Simijaca (Boussingault et al, 1849, 158-164).

 

000 -- |Phalaris spp..

Alpiste.

Aunque se cultivan en América especies forrajeras, poco para usar los granos como alimento de aves. El estudio global se hará en el capítulo dedicado a forrajes.

 

005 -- |Oriza sativa L..

Arroz.

Arroz se vendía en Roma, traído del Oriente, poco antes de la Era Cristiana; pero su introducción como planta de cultivo al Mediterráneo, especialmente a Egipto, se debe a los árabes en e1 siglo VIII (Lippmann, 1941, I, 153; 262). A partir del siglo XIII, se importaba a Europa desde el Medio Oriente (Pirenre, 1961, 108). Son manifiestamente erradas las noticias de un reciente libro sobre fitomejoramiento, en que se afirma que el arroz se cultivó primero en

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Italia en 1468, y que llegó a América desde Madagascar en 1694 (Schwanitz, 1966, 147).

Es de todos sabido que el arroz y las técnicas de cultivarlo las introdujeron a la península ibérica los moros, quizá desde el siglo VIII (Font Quer, 1962, 927; Arias y Miranda, 1854; 134; Colmeiro,1863, I, 165, 183). Hay una codificación agronómica del siglo XII, en que se explica minuciosamente el sistema de cultivo usado por los árabes en España (Abo Zacaria, 1802, I, 24; II, 55-63). Aun prácticas que hoy se estiman como el sumo posible de la técnica, o sea el trasplante, ya eran viejas en Espana en aquella época (Ibid., II, 57). Más bien el cultivo declinó cuando los moros fueron. expulsados (Herrera, G. A., 1818, I, 189-197; Gómez Ortega, 1780,29-30).

En cuanto a Africa, allí desde remotas épocas se cultivaba la especie |Oriza glaberrima Steudel de la región sudanesa. Oriza sativa L., de origen asiático, fue introducida a la costa oriental de Africa por los árabes, en el siglo VIII, y a la occidental, sólo en el XVI (Schnell, 1957, 48. 82, 137, 140; 87, 157; 93; 146-147; 154; Ficalho, 1957, 25; Maurizio, 1932, 86-88).

No se sabe de qué especie era el que sirvió er Cabo Verde para aprovisionarse a los españoles de la expedición de Elcano, cuando regresaban, de su primera vuelta cl globo en 1522 (Pigafetta, 1954, 137).

 

A) Introducción y dispersión

Aunque Restrepo Tirado pretende que los quimbayas cultivaroz (Restrepo Tirado, 1929, 12), y otro tanto se haya pensado de los titiribíes y sinufanaes (Montoya y Flórez: RHA, 1922, 5-8), no hay constancia de que Oriza sativa fuese conocida en América antes de la llegada de los europeos. Otra cosa es que O. latifolia Desv. tenga, como tiene en realidad, una amplia dispersión en toda la América intertropical (Hitchcock, 1927, 419-420), pero sin que haya sido cultivado por los amerindios. Fue objeto de recolección en las formaciones espontáneas, por tribus del área Orinoco–Amazonas.

 

Santo Domingo

El "arroz de Castilla", como todavía se le llama en algunas partes de Colombia, fue uno de los cultivos introducidos por los españoles, que más rápidamente se propagaron en las tierras cálidas de América. Pero de todos modos, no debieron faltar las dificultades de implantación, desde que Fernando el Católico, en cédula fechada en Logroño el 10 de diciembre de 1510, recomendaba a la Casa de

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Contratación: "Yo envié a mandar al Almirante, e Jueces e Oficiales de la Española, que procurasen de hacer llevar a la dicha isla arroz, y trabajen como se crie e haga alla, debeisles enviar en estos primeros navíos que agora han de ir, algún arroz que sea muy bueno, e vaya de manera que no se pueda en el camino perder ...y debeisles enviar un memorial de la manera que han de sembrar el dicho arroz y acrezca, porque se críe e haga en la dicha isla" (Puente y Olea, 1900, 384 385; Real, 1944, 360). El interés por el arroz se debe a que llegaba en mejores condiciones de consumo, mientras que el trigo y la harina se dañaban con frecuencia durante las largas travesías esta es la explicación de por qué los primeros granos viables de trigo fueron al Perú y a Méjico entre granos de arroz (Ministerio del Trabajo, 1935, 46). La cédula mencionada podría interpretarse en el sentido de que las siembras hechas con las semillas traídas por Colón en su segundo viaje (Coll y Toste, 1914, 256), no se lograron.

Luis Jerónimo Alcocer, en su relación sobre la isla Española de 1650, da el arroz como cultivado allí (Rodríguez–Demorizi, 1942 1, 204), y lo mismo Fernando de Araújo y Rivera en la suya de 1699 (Ibid., 302).

 

Puerto Rico

Se cultivaba arroz en Puerto Rico ya en 1513 (Coll y Tost-1914, 244). En 1765 se exportaba desde la localidad de Añasco por valor de $ 400 anuales (O'Reilly: BHPR, 1921, VIII, 121). En 1788 se mantenían pequeños cultivos, para consuno invierno, e. varios lugares de la isla, como en el pueblo de Cangrejos (aqui cultivado por negros libres), y en Humacao (Abbad, 1959, 107, 108 110). "Su cosecha anual asciende a 80.386 arrobas" (Ibid., 162).

En1885 se conocían ya en puerto Rico las las maquinas de descascarar, limpiar y lustrar el arróz.

 

Cuba

El arróz fue uno de los primeros elementos introducidos que se hicieron en Cuba, a raíz de la ocupación española (Clement, D. L: referencia verbal).

Se cultivaba a principios del siglo XVII (Anónimo, 1958, 123), lo mismo que a mediados del XVIII, pero sólo para consumo casero (Arrate (1761), 1949, 14).

 

Jamaica

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Se cosechaba a principios del siglo XVII (Vázquez de Espinosa, 1948, 110).

 

Antillas menores

Se había empezado a cultivar, con buenos resultados, en la isla franco–inglesa de San Cristóbal, hacia mediados del sigla XVII (Du Tertre, 1958, 1, 80).

 

Tierra Firme

Entre los bastimentos que se trajeron en la amada de Pedrarias Dávila, llegó arroz a Santa María la Antigua del Darién, a mediados de 1514. Los víveres fueron recibidos por el factor Juan de Tavira, y consta que no se gastaron durante el viaje. Pero no hay dato que permita decir si se sembró por entones en el Urabá, sino cie que se vendió a altos precios en los primeros seis meses (Medina, 1913, II, 430-432, 184; Serrano y Sanz, 1918, I, cccxviii; Alvarez Rubiano, 1944, 443, 440; Friede, 1955, l, 55). Tampoco aparece arroz cultivado en Panamá propia en los primeros años que siguieron a su fundación (1519), pues en 1521 González Dávila embarcó en España, con destino a Nicaragua, dos quintales de ese grano, cosa que no hubiera sido necesaria si el cultivo ya estuviera generalizado en Panamá (Cuervo, 1894, IV, 94). Todavía en 1551 se importaba de España a Nombre de Dios (Montoto, 1935, XIV, 406).

Pero ya a del siglo XVII, el arroz era el único grano cuya producción excedía las necesidades del consumo local, hasta el punto de poderse exportar cada año al Perú unas 500 botijas, a 3 patacones la unidad (Serrano y Sanz, 1908, 148; 142, 170; Anónimo, 1958, 117). También se sembraba en Portobelo (Torres de Mendoza, 1868, IX, 114; Vázquez de Espinosa, 1948, 285). Indios y negros del istmo eran objeto de vejaciones por los españoles, en varias actividades, entre ellas el cultivo del arroz (Torres de Mendoza, 1872, XVII, 230-233).

Los piratas que merodearon a fines del siglo XVII por el golfo de Panamá, se abastecían del precioso grano en las pequeñas islas y en las bocanas de la costa (Dampier, 1927, 125; Lussan, 1693, 77). El 24 de octubre de 1686 saltó en la isla de Otoque una partida de aventureros, para coger el grano de las matas todavía en pie (Lussan, op. cit., 236).

En Panamá el arroz vino a constituirse para la segunda mitad del siglo XIX, como en el resto de América tropical después, en la comida consuetudinaria (Reclus, A., 1958, 119-120; 244; 250; 325). El cultivo

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en Chiriquí se había generalizado también entre los indios, por influencia de los negros y mulatos (Wagner, M., 1943, 263, 270).

A partir del segundo cuarto del siglo actual, se introdujeron a Summit muchas variedades, algunas enviadas por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, y otras traídas del Asia (CZG, 1924, 9; -----, 1928, 40-41; -----, 1930, 25).

 

Costa Rica

Se cultivaba algún arroz para el gasto en las guarniciones litares de Matina en 1780 (Ferndr.dez, 1907, X, 89). Las principales ZOnas productoras eran Esparza y el Río Grande (Ibid., 280; 303). De todos modos, la extracción era muy poca, pues no soportaba los fletes para llevar ni aun a Nicaragua (Ibid., 339).

A los indios bribrís de Talamanca les gustaba consumirlo, a fines del siglo XIX; pero el cultivo estaba en manos de una docena de negros que había en la región (Ibid., 1883, III, 382).

Se siembra un poco en Nicoya, sin quemar, de julio a agosto (Wagner, P. L., 1958, 217).

 

Venezuela

En la relación de Tocuyo de fines de 1578, se dice que entre Ics semillas traídas de España, "y (se) dan al presente en la comarca de esta ciudad", estaba el arroz (Arellano Moreno, 1950, 150).

La producción continuó allí durante la primera mitad del siglo siguiente (Simón, 1963, II, 206).

También se cultivó en Caracas por la misma época y producía en abundancia (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, op. cit., 85). Durante el siglo XVIII se sembraba arroz en Uramn, Nirgua: en 1764 se cosecharon allí 100 fanegas. También se producía en San Miguel de Acarigua de los Coyones (Altolaguirre, 1908, 71; 233).

Las fuentes contemporáneas del gobierno de los alemanes, no mencionan el cultivo del arroz en ia región de Maracaibo, donde habría sido introducido en 1528 (Besson, 1943, I, 234; 626). En Estanques, Mérida, lo cultivaban en sus haciendas los jesuítas a mediados del siglo XVIII (Oviedo, 1930, 212).

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La producción y los sistemas de cultivo, estaban declinando a principios del siglo XIX en la región de Chacao, en relación de lo que habían sido antes (Humboldt, 1941, 11, 326).

 

Trinidad

No se conocen las viceversas del cultivo durante la dominación española de la isla. A raíz de la introducción de coolies para trabajar en los ingenios de azúcar, aumentó el consumo de arroz, y fue necesario importar el grano del Asia. De los colonos franceses que se establecieron allí, uno introdujo la máquina para limpiar y descascarar (De Verteuil, 1884, 228; 229). El cultivo está envuelto en la misma atmósfera ceremonial que en las Guayanas, y es también una actividad en pequeño (Niehoff, 1960, 19, 27, 31, 36, 57, 167; 121).

 

Orinoco

Los misioneros jesuítas que empezaron a entrr en la cuenca del Orinoco a fines del siglo XVII o principios del siguiente hablan del arroz como de cosa ya establecida en la región (Acosta Saignes, 1961, 198). Hay que distinguir entre el arroz silvestre |Oriza latifolia Desv. (Gumilla, 1955, 347), y el aparentemente cultivado (Rivero, 1956, 421). El consumo entre los españoles del gran río era ocasional, en la época de cuaresma (Gilii, 1965, III, 69). Los misioneros fomentaron el cultivo entre los indios, como signo de intercambio pues estos poco lo consumían (Cuervo, 1894, IV, 215, 222, 223); la producción de todos modos era muy reducida. En 1783 se cogía mucho en el río Cabra (Amézaga Aresti, 1963, 26).

Aun en el flanco andino se cultivaba, como en el valle de Tenza (Oviedo, 1930, 49).

A fines del período colonial se seguió cosechando en la provincia de Guayana (Bueno, 1933, 6).

En Apiay se cultivaba algo a fines de la guerra magna (Rivero y Ustáriz, 1857, I, 84), y de allí en adelante (Camacho Roldán, 1893, II, 260). El sistema de cultivo era muy rudimentario, más o menos como se describe para Puerto Rico (Restrepo, E., 1870, 60, 62-63; 120-121, 130, 179, 180, 181-182; 185; -----, 1955, 112-113; 151-156). Había una piladora movida por rueda hidráulica, en la hacienda "Ocoa".

En vista de las anteriores referencias, no cabe duda de que Vejarano se equivocó al decir que el cultivo sólo data en esa región de los años 1906-1908, y que empezó por los lados de Restrepo, en una colonia penal dirigida por el general Mariano Ospina Chaparro. Para 1912

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había progresado tanto el cultivo, que Vejarano instaló, con otros, una trilladora, aprovechando las aguas del río Upín; en 1916 dio al servicio en Villavicencio otra instalación mecánica. En los primeros años, este fue allá un cultivo eminentemente democrático, al que se dedicaban los colonos más humildes (Vejarano: BHA, 1942, XXIX, 335-336: pp. 902-909).

Este carácter democrático lo ha perdido el arroz en la actualidad en todas partes, inclusive en los Llanos. Con la ocupación de tierras planas y el uso de maquinaria, sólo individuos o em presas con fuerte capital pueden dedicarse remunerativamente a este renglón.

 

Guayanas

El cultivo del arroz aumentó considerablemente con la introducción de trabajadores agrícolas de la India, Java, China y otras posesiones asiáticas de ingleses y holandeses.

 

Cayena

Se cultivaba arroz en la Guayana francesa en la segunda mitad del siglo XVIII. Se utilizaba el pajareo (Aublet, 1775, I, 320).

 

Surinam

La introducción de coolies hindúes y javaneses desde mediados del siglo XIX trajo consigo la intensificación del cultivo dei arroz. De 10.465 kg. en 1887 se llegó a 50.204.000 en 1949. Desde 1895 a 1915 se importó. En un principio predominaren_ las plantaciones en grande escala, ahora las pequeñas. Hasta tal punto ha proliferado el minifundio arrocero, pues cada jefe de familia cultiva el grano para consumo doméstico, que no hay posibilidad de hacer rotación (Panday, 1959, 146, 174; 196-197; 199; 206-207). Muchas prácticas culturales están imbuídas por las creencias religiosas del Oriente, como la de cortar espiga por espiga, y ciertas ceremonias durante la cosecha (De Waal Malefijt, 1963, 55, 56-58; Haudricourt et Hédin, 1943, 95).

El principal centro arrocero es New Nickerie, fundada en 1820 (Hiss, 1943, 29, 144-145).

 

Guyana

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A cada coolí introducido para trabajar en las plantaciones de caña, se le debían dar como ración, 13 libras de arroz por semana (Nath, 1950, 13, 14; 233-234; 235).

A pesar del intenso consumo, la producción se hizo sobre bases modestas. Parece haber sido introducido por los holandeses desde Carolina, a principios del siglo XVIII; el cultivo fue estimulado por el gobernador Gravesande. Las plantaciones fueron arrasadas cuando la sublevación de los esclavos negros. En 1848 lo cultivaban en Berbice negros africanos timimis. En 1853 se hizo un ensayo fallido de cultivo en Canal I. Se repitió por coolies montañeses (hill coolies) el ensayo en 1865, y esta vez resultó. También los chinos tuvieron éxito en el cultivo. Poco a poco fue aumentando la producción, y enjugándose el déficit de las importaciones que había que hacer. Cuando en 1881 se tuvieron que importar 50 millones de libras, en 1916 había unas 25.000 hectáreas bajo cultivo, y se exportaron 29 millones de libras (Ruhomon, 1947, 170-177; 275, 278). Durarte la pasada guerra mundial, el arroz era el segundo producto en importancia (Swan, 1957, 44-45; 63; 68-69).

 

Región magdaleno-caribe

La ciudad de Cartagena se surtía del arroz producido en Tolú para el abasto a principios del siglo XVII (Simón, 1953, IX, 200). Se cultivaba en 1787 por los negros enmontados que moraban en Caño Barco, cerca de Ayapel (Palacios de la Vega, 1955, 37), y años después en el canal del Dique (Torre Miranda, 1794, 26-27). El Sinú era centro productor en la segunda mitad del siglo XVIII (Cuervo, 1881, I, 174 nota).

A mediados del XIX se cultivcba algo en el río San Jorge (San Marcos) (Striffler, 1958, Mont., 125).

En las vecindades de Santa Marta, se produjo un poco, aunque el cultivo había declinado a mediados del siglo XVIII (Rosa, 1945, 171).

Se daba en algunas partes de la jurisdicción de Muzo hacia 1582 (Morales Padrón, 1958, 608), y algo después (Vázquez de Espinosa, 1948, 309).

También fue antiguo el cultivo en Mariquita: "arroz que se da maravillosamente y sin los trabajos que cuesta criarlo en el Reino de Murcia y Valencia de España, pues sólo lo siembran como el trigo, y sin más beneficio, crece y se sazona hasta cogerlo" (Simón, 1953, IV, 66). En 1789 se continuaba produciendo allí Para el consumo local, pues por la falta de vías no se podía sacar (Silvestre, 1950, 1511).

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Otras localidades donde se producía arroz a mediados del siglo XVIII fueron San Gil y vecindades; especialmente en Simacota (Oviedo, 1930, 49, 165, 179); Barichara (Ibid., 180); Neiva (Ibid., 240) e Ibagué (Ibid., 249, Alcedo, 1786, I, 217).

En la época en que empezaba la Gran Colombia, a lo largo de la cuenca del Magdalena, se cultivaba arroz en varios lugares: en las propias bocanas del río; en Honda, en Villeta, y en La Plata (Hamilton, 1955; I, 37; 38; 75; 79, II, 5). Bogotá se abastecía en 1864 del arroz procedente de Ibagué y Llanoqrande (Tolima), a través del mercado de La Mesa (Camacho Roldán, 1892, I, 577); pero en 1870 llegaba arroz de Bengala hasta Ambalema, por la dificultad de traerlo de los Llanos (Ibid., 1893, II, 320; , 1923, 139; Morales Puerta, 1857, 340).

Localidades de cultivo tradicional han sido Prado, Cunday, Valle de San Juan (París Lozano, 1946, 180).

 

| Valle del Cauca.

Había por lo menos una labranza de arroz, con irrigación artificial, cerca del río Tuluá en 1577, cosa que sale a relucir en el relato de un asalto hecho a varias estancias de la parte plana, por los indios pijaos bajados de la Cordillera, y que fueron entonces repelidos por el capitán Bocanegra (Simón, 1892, IV, 245; --1953, VIII, 209-212).

En la sesión del 18 de febrero de 1583, del cabildo de Buga cuando ya la ciudad había sido trasladada a orillas del río de Las Piedras, se dispone que la arroba de arroz se venda a 2 patacones, y la libra a un tomín (Tascón, T. E., 1938, 111).

Debió ser el arroz una planta corrientemente cultivada en el valle del Cauca, ya que en las ordenanzas del visitador Inclán Valdés, dictadas en Cali en 1668, y al parecer aplicables de modo especial a los indios de Caloto viejo y Candelaria, se prescribe que puedan pagar tributo de 7 patacones anuales como les sea más fácil, en oro o plata, o en sus productos de cosecha, como el arroz (Arboleda, 1928, 144). En la venta del ingenio de los Cobos, en jurisdicción de Buga, hecha en 1684 a Juan Martín Vallejo, figuran dos pilones para arroz entre los enseres de trabajo (Ibid., 181 nota). Había arrozales en la hacienda de Cañasgordas, cerca de Cali, por 1735 (Ibid., 294).

En 1739, cuando se dispuso el arreglo del camino de Sabaletas, tributario del Anchicayá, para facilitar las comunicaciones y el comercio con la costa, se impuso al alférez real, cuyo padre tenía recuas en dicha vía, entre otras cosas, un tercio de arroz, como contribución para los trabajos (Ibid., 306). Se llevoba al Chocó desde la plana del Valle; en 1754 una carga de arroz con ese destino aparece avaluada en 14 patacones (Ibid., 403; Ortega Ricaurte, 1952,

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250). Constituía uno de los principales entre los muy limitados renglones de la producción agrícola en el valle, según informaciones levantadas por el cabildo de Cali en 1765 (Arboleda, op. cit., 440).

En el Archivo Central del Cauca hay un expediente relacionado con el tema de este acápite. Es una solicitud (la tramitación transcurre entre el 2 de septiembre de 1752, hasta la misma fecha de 1764) hecha al doctor Antonio Suazo Mondragón, juez mayor de diezmos de Popayán, por el abogado Francisco Javier de Salazar, en nombre del arrendador de diezmos de Frisoles Viejos al Bolo y de El Bolo a Amaime, o sea en jurisdicción de Cali, para que se obligara a los productores de arroz a pagar el diezmo en grano ya beneficiado, como se hacía con el trigo y con otras cosechas que necesitaban manipuleo; los productores sólo estaban dispuestos a entregar de cada quince arrobas una (véase Apéndice 1). En Arroyohondo, cerca a Cali, se cultivaba arroz en 1794 (Arop. cit., 566).

Este papel predominante del arroz en la economía vallecaucana, se mantuvo durante la primera mitad del siglo XIX. En 1808 figura entre los principales productos agrícolas de Cali (Arboleda, op. cit., 629). En 1809, a raíz de la revolución de Quito, el presidente Tacón ordenó que se tomaran las providencias necesarias para anticipar las siembras de ese y otros granos (Ibid., 642). Con el fin de avituallar a las tropas de las Ciudades Confederadas, la junta de Cali solicita, el 28 de febrero de 1811, 40 o 50 cargas más al cabildo de Buga (Tascón, T. E., 1939, 397-399). El 21 de agosto de ese mismo año José María Cabal, jefe de las fuerzas patriotas, después de la batalla de Palacé, pide de nuevo al cabildc de su tierra natal que se le envíen "carnes y arroces, que son muy escasos en esta ciudad", o sea Popayán (Ibid., 413-414). El gobernador Vallecilla exhorta a todas las municipalidades del Estado del Cauca, en comunicación de 7 de julio de 1814, a que hagan sembrar, en particular arroz, "por ser mucho lo que este género va a necesitarse para el consumo del ejército" (García Vásquez, 1951, II, 351-352; Palacios, 1896, 33, 34, 36). Todavía se cultivaba bastante en Cali en 1819 (Mellet, 1823, 235). Popaydn se abastecía del arroz enviado desde el Valle, y se cultivaba especialmente al sur de El Bolo en 1824 (Hamilton, 1955, II, 54; 72). Los grandes arrozales de Cali habían desaparecido a fines del siglo XIX, y el grano se traía de Buga y de Quilichao (Palacios, op. cit., 45).

Pero las guerras civiles, con su tremendo cortejo de ruina y desolación, afectaron grandemente el cultivo del arroz, que decreció en relación con la época colonial. Cuando el botánico Hol ton pasó por el valle en 1854, se extrañó de hallar en San Pedro un pequeño arrozal con irrigación artificial, el único -dice -que pudo ver en su viaje de veinte meses por Colombia (Holton, 1857, 500-501). Las condiciones del hoy departamento del Valle le parecieron adecuadas para ese cultivo (Ibid., 385).

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Se cosechaba arroz en Cartago a fines del período colonial (Campo y Rivas, 1803, 29), pero en las postrimerías del siglo XIX se llevaba del sur del valle (Peña, 1892, 54). Después se cultivó un poco en Piedra de Moler, sobre el río La Vieja (Gutiérrez, 1921, II, 190).

En 1884 se empezaron a presentar casos de beriberi, que después adquirieron el carácter de epidemia, entre los obreros que construían el Ferrocarril del Paicífico, sector entre Buenaventura y Córdoba. Un insigne médico y naturalista vallecaucano lo atribuye al consumo de arroz alterado que se importaba en recipientes de paja, desde China y Japón, vía San Francisco de California, a Buenaventura (García, E., 1945, 86). Esto no debe extrañar, pues hacia 1895 se importaba también arroz de la China para la provincia de Darién, aunque aquí ese cereal podía dar dos cosechas anuales (Festa, 1909, 48).

 

Antioquia

En Santa Fe de Antioquia y en Cáceres se cultivaba arroz en el primer cuarto del siglo XVII (Vázquez de Espinosa, 1948, 315, 317). Es, pues, dudoso que la introducción se deba a los jesuítas en el siglo siguiente (Ospina Rodríguez: RHA, 1913, 5-8: 473). En su descripción de la provincia, hecha en 1788, el oidor Mon y Velarde dice que la gobernación se proveía de arroz de San Jerónimo, "pues aunque en todo su distrito o la mayor parte se consigue, no se aplican a su cultivo". Pequeños cantidades se sembraban también en Sopearán. El "Regenerador" propugnaba en otro documento, por la siembra del arroz y del trigo (Robledo, E., 1954, II, 304, 303; 374). Existe una interesante estadística de la producción de este renglón. en 1816 (Restrepo Sáenz, 1944, I, 369). Para 1913, San Jeronimo continuaba siendo centro de cultivo con irrigación, mientras en Valdivìa y Amalfi se sembraba de secano (Ospina, T., 1913, 51; Parsons, 1949, 122-123).

 

Chocó

En una representación de 1757, se dice de los indios de Lloró que "se emplean de continuo en la saca de arroz con que pueden subvenir a sus urgencias" (Ortega Ricaurte, 1954, 181).

En 1780 se producía mucho en Riosucio (Ibid., 239). Nariño.

En el último cuarto del siglo XVIII casi no se conseguía arroz en Pasto; pero se cultivaba en los esteros del Mira (Serra, 1956, II, 89; 153). En San Francisco, Patía, antes de llegar a El Bordo, se sembraba algo en 1876 (André, 1884, 738). Aunque un autor dice que en el Patía se daban cuatro cosechas anuales (Gutiérrez, 1920, I, 205), fuentes

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contemporáneas de fines del siglo XIX afirman que se cultivaba algo de arroz en ese valle y en algunas vegas profundas del Guditara (Herrera, L., 1893, 14). Sin embargo, se exportaba de Pasto para otras provincias (Santander; 1896, 71).

En Tumaco se regaba al voleo (Onffroy de Thoron, 1866, 48). Ecuador.

Noticias seguras sobre cultivo del arroz ea la cuenca dei río Guayas, sólo datan de la primera mitad del siglo XVIII, aunque la actividad pudo ser más antigua. Se daba a los tres meses, y el principal centro de cultivo era Babahoyo en 1741 (Alcedo y Herrera, 1946, 9, 26; 67; Montúfar y Frasco, 1894, 151). De allí se llevaba a las provincias interiores del Ecuador (Flores y Caamaño, 1925, 2; Cappa, 1890, VI, 184; González Suárez, 1894, V, 451).

Pedro Vicente Maldonado ensayó con buen éxito el cultivo del arroz en uno de los embarcaderos que hizo sobre el río Esmeraldas en la década 1730-1740 (Rumazo González, 1948, I, 248). Se rontinuaba produciendo a mediadas del siglo XIX (Onffroy de Thoron, 1866, 252).

 

Perú

El arroz parece se introdujo al Perú poco después de la conquistn, y se dio muy bien en las tierras cálidas; pero no hay precisiones sobre localidades (Cobo, 1891, II, 416; -----, 1958, 1, 408 409). Habíalo en Lima (Ibid., 1956, II, 315). En la primera mitad del siglo XVII se cultivaba en Pacasmayo, y de Saña se llevaba a Panamá (Calancha, 1639, 547; 851).

De Trujillo se llevaba a Lima en la segunda mitad del siglo XVIII (Feyjoo, 1763, 15). Fuera de Trujillo y Piura (Cappa, 1890, VI, 190-192), se daba en Chicama y en Santa (Ibid., 183, 184).

 

Amazonas

A principios del siglo XVII se cultivaba arroz en los Andes del Perú, o sea la vertiente oriental (Anónimo, 1958, 21, 96). Noticias más concretas sólo se hallan de mediados del siglo XVIII. En 1739 se daba en la tierra de los jíbaros, y para 1778 los canelos aculturados lo sembraban (Comete, 1885, Il, 66; 280). Esta actividad debió ser establecida algo compulsoriamente por los misioneros jesuítas, pues a los indígenas no les gustaba ese cultivo (Veigì, 1789, II, 35). Eran por lo general los muchachos Y mujeres de las misiones los encargados de las labores culturales en el sistema de rastrojo o purma. Casi siempre se trataba de pequeñas parcelas. Daba segunda

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cosecha y tercera cada cuatro meses; lo segaban a machete. Había que cuidar de los pájaros negros (Molothrus?) los granos caídos que servían para la resiembra (Uriarte, 1952, I, 147; 253).

De todos modos, se producía arroz en el Napo en 1754 (Montúfar y Frasco, 1894, 139), y en el Aguarico (J. de la Espada, 1889, 181).

Un misionero hizo sembrar arroz en algunas de las misiones del Putumayo en la década 1750-1760 (Serra, 1956, II, 227, 230, 231; 238). Se continuó esta actividad de allí en adelante, pero sólo entre los indígenas sujetos: "algunos de los reducidos a vida civil en nuestros pueblos, siembran arroz; y así lo ejecutan; por el mes de octubre espiga con vicio, y cojan tres, y hasta cuatro cosechas (prueba de la fertilidad de este terreno) como el que cerca de la boca de este Putumayo lo produce de suyo" (Cuervo, 1894, IV, 276-277; Zawadzky, 1947, 211).

También en Santa María del Caquetá un misionero franciscano lo cultivaba (Zawadzky, op. cit., 138).

Sobre la costa brasileña, había arroz cultivado a principios del siglo XVII (Silveira, 1874, 22, 28; Heriarte, 1874, 9). De Pará se enviaba a Portugal (Moraes, 1860, 192). Los solos carmelitas tenían para 1785 seis haciendas en Pará y en todas producían arroz (Prat, 1941, 152).

Sobre la quebrada Iritirí, sector de Maguari, cerca de Belem, el norteamericano Mr. Upton tenía en 1850 una piladora de arroz (Bates, 1962, 35).

En los últimos tiempos la colonia japonesa del Amazonas ha intensificado la producción (Normano y Gerbi, 1943, 43).

 

B) Variedades

No hay datos sobre las variedades de arroz que introdujeron los españoles al Nuevo Mundo. En la propia España, durante la dominación árabe, se sembraba de regadío (Abo Zacaria, 1802, II, 55-63). Los primeros cultivos de secano se hicieron en Valencia en el tercer cuarto del siglo XVIII (Gómez Orteqa, 1780, 29-30; Herrera G. A., 1818, I, 189-197). Por la misma época lo introdujo a la isla de Francia el explorador Poivre (Bouvier, 1946, 121).

Con el intenso intercambio comercial habido entre las colonias inglesas en Norte América y las Antillas y el área circuncaribe, se fue complicando gradualmente la mezcolanza de arroces de varias procedencias. Hay constancia de que a Carolina del Sur llegó por casualidad en 1699 en un navío procedente de Madagascar, una clase de arroz de grano más grande que el entonces conocido allí (Carrier,

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1923, 203-204). Antes de 1773 llegaron a esa misma colonia, procedentes de Cantón y de Cochinchina, los arroces "de altura" (upland), por el cual se interesó mucho Franklin, y el cochinchino (Klose, 1950, 12, 14).

Jefferson también se interesó por el arroz de secano que conoció en Piamonte, y lo hizo llevar a E. U., de Egipto y Africa ecuatorial (Ibid., 18). Otra introducción de la misma variedad de altura se hizo del Japón en 1862 (Ibid., 36-37).

Seaman A. Knapp introdujo en 1900 de la isla japonesa de Kiushu el arroz de su nombre, de cualidades molineras excelentes, que permitió extender el área de cultivo en Luisiana y Texas (Ibid., 118-119). Otras introducciones se hicieron de Sudán, Japón, India y Burma en la primera década del siglo actual (Ibid., 126-127). Con la inmigración asiática para las colonias inglesas, llegaron nuevas variedades. En Trinidad se cultivaba tanto en hoyo como al voleo. Se conocían dos clases: el nelou Kar, de la India, de color rojizo; y el nelou samba, de grano tan grande y blanco como el de Carolina; la mata del segundo era más robusta y cargadora (De Verteuil, 1884. 228).

En la hoya del Cauca, la producción, cuyas vicisitudes se han estudiado atrás, se confinó a principios de este siglo en GuaUna variedad de ese nombre se consideró por mucho tiem^o como el non plus ultra de calidad. En 1929, recién fundada la Estación Agrícola de Palmira, se introdujeron 42 variedades, de los cuales la llamada "Fortuna" gozó de gran predicamento durante más de veinte años, lo mismo que la "Guayaquil", que con la "Guacarí" eran las únicas cultivadas de tiempo atrás. Otras han sido introducidas después y han desplazado a las mencionadas (Molina Garcés, 1930, 32-34).

A la Zona del Canal se hicieron también varias introducciones. En 1924 había allí 25 variedades enviadas por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (CZG, 1924, 9). Otras llegaron del Oriente con posterioridad (Ibid., 1928, 40-41; 1930, 25).

Del arroz rojo, que hizo su "parición en Colombia hará unos 20 años, hablan los primeros españoles que viajaron por el Asia en el siglo XVI, como ocurre con Gcrcía de Loaiza en Java (Torres de Mendoza, 1866, V, 55; Navarrete, 1964, III, 245).

Una sola variedad de secano so cultivaba en los Llanos en el siglo pasado (Restrepo, E., 1870, 179).

 

C) Sistemas de cultivo

En 1788 se cultivaba en Puerto Rico el arroz usando los mismos métodos que para el maíz y el frijol: "Limpian el terreno que quieren

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emplear, cortando con los machetes a raíz de la tierra todas las yerbas que hay en ella. Luego hacen surcos con un palo puntiagudo, echan el grano y procuran enterrarlo con tan poco primor y cuidado, como el resto de las labores( ... )El arroz da tres [cosechas], y aún cuatro, si limpian las malas yerbas que se crían con él o lo sofocan; cortada la primera espiga vuelve a echar otra tan buena como la primera. Antes de mes y medio cortan ésta, y arroja la tercera sin diferencia en la buena calidad, y si el labrador es aplicado, que se toma el trabajo de limpiar la maleza para que no lo sofoque, produce cuarta espiga" (Ãbbad, 1959, 162).

A fines del período colonial se sembraba arroz con riego en las planicies de Chacao, en la costa venezolana (Humboldt, 1941, II, 326).

En los llanos orientales, para mediados del siglo XIX, se usaban dos sistemas de siembra. Uno era el común y corriente, de siembra con quema y a chuzo, que se ha descrito en otra obra (Patiño, 1966, 60-69). El otro, típico, empleaba como fuerza para la preparación del terreno y aun para enterrar la semilla, vacunos enclaustrados: "El hacendado cerca con estacones y varas que ata con bejucos, un pedazo de sabana, de una o media hectárea. Hecho el corral, encierra en él durarte veinte o treinta noches consecutivas cincuenta o cien reses, no con el objeto de abonar la tierra, rica de suyo en jugos vegetcies, sino para que el ganado se coma, pisotee y destruya hasta la raíz, la paja, y remueva con contante pisoteo, uno o dos centímetros de espesor de la capa superficiaria. Con esta operación se considera suficientemente preparada la tierra para recibir las semillas. Luego que cae el primer aguacero se procede a hacer la siembra. Si es arroz lo que se quiere sembrar, entra un peón al corral provisto de la semilla, y a puñados la riega en el recinto cercado. En seguida se hace entrar una partida de ganado y uno o dos peones a caballo. Se cierra la puerta del corral, y el jinete o jinetes, agitan al ganado azotándolo, para que recorra el corral en todas direcciones, con el objeto de que entierre el grano con las pezuñas. Hecho esto, se saca el ganado, se cierra la puerta del corral, y se declara hecha la siembra. A los cuatro meses se siega el arroz y se obtiene un producto de( ...)Vienen, en seguida, dos socas en el espacio de cinco o seis meses..." (Restrepo E., 1955, 112-113; 152-156).

 

006 -- |Sorghum vulgare (L.) Pers. var..

|Kaoliang, en China.

Sorgo, millo.

|Guan, en guajiro (Anotación personal cl 18 de febrero de 1952, en Maicao).

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Todos los sorgos pertenecen a le: especie, S. vulgare (L.) Pers., con. las siguientes variedades: |var. saccharatum Boerl. (Sweet); |var. technicum Koern. (de escobas); |var. sudanense (Piper) Hitchc. (Sudán dulce); |var. subglabrescens Schweinf. & Aschers (millo), y |var. caffrorum Retz (kaffir). Otras dos especies, |S. bicolor (L.) Moench. ex Snowden y |S. album (?), tienen una dispersión más restringida (Stehélé, 1956, 11).

La mayoría de los esclavos que llegaron a los dominios españoles procedían de la costa occidental de Africa. Figuran concretamente como consumidores de millo los biojoes, que preparaban o con él una bebida llamada "Po"; y los de Angola y Loanda, qur le daban los nombres de "mazafioli" y "mazamambala" (Sandoval, 1627, 43v, 59, 69, 80, 81, 86 86v.. Algunas veces los tratarles de esclavos hacían que las mujeres lo sembraran en los puntos de concentración, para alimentar a los prisioneros mientras los embarcaban. Millo era también casi todo lo que comían durante la travesía (Ibid., 1956, 67, 88; 107, Carrier, 1923, 246-247, 251).

Aun antes de que se regularizara el tráfico negrero, había millo en Canarias (Benzoni, 1572, 179v.), de donde fácilmente pudo ser introducido a América.

Desde 1650 se mencionan los millos o mijos en la isla Española (Rodríguez–Demorizi, 1942, I, 2C4; 303). Se conocieron en las Antillas el sorgo sacaroso y el sorgo grande; el último se usaba para aves de corral y para hacer cierta especie de pan (Descourtilz, 1833, VIII, 41-46). En la parte francesa de la isla, esta era la principal comida de los esclavos (Malagón, Mss., 51). Daba dos cosechas al año, y a veces salvó del hambre a la población, especialmente después de huracanes (Ibid., 87).

Sloane lo halló en Jamaica en 1689, cerca de plantaciones que usaban negros esclavos (Carrier, 1923, 251). En el siglo siguiente era allí corrientemente cultivado (Long, 1774, III, 761-762; Klose, 1950, 6).

Según Torres Vargas, para 1647 se había sembrado millo en Puerto Rico (Coll y Toste: BHPR, 1917, IV, 261). En 1882 don Fermín Martínez Villamil cultivaba la variedad de escobas (Colón, D., 1930, 252).

En las Antillas menores francesas, para mediados del XVII, toda clase de millo crecía como en su patria de origen (Du Tertre, 1958, II, 80).

También para fines del mismo siglo XVII, las islas ya holandesas de Curaçao y Bonaire eran centros de cultivo de millo (Lussan, 1693, 22; Hiss, 1943, 63; Dompier, 1927, 42).

La relación de Coro de 1768 dice que en el río de esa ciudad se sembraban el maíz Y el millo (Altolaguirre, 1908, 204). Entre los

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vecinos guajiros se convirtió en cultivo rutinario (Jahn, 1927, 154); de él hacen la chicha guanamá.

En Surinam se sembraba a chuzo, como el maíz, en el siglo XVIII (Fermin, 1769, I, 76).

En Trinidad se cultivaba poco en el siglo pasado; había de dos clases (De Verteuil, 1884, 229).

Con el nombre portugués de "milla" lo señala el alférez de la Rosa como cultivado en jurisdicción de Santa Marta en la primera mitad del siglo XVIII (Rosa, 1945, 170). En tiempos del obispo Celedón, los indios arahuacos de la Sierra Nevada lo sembraban como cosa común y corriente. Se ha incorporado a las costumbres y al folklore de la costa atlántica; de su carrizo se hacen flautas de cinco agujeros para las cumbiambas (Revollo, 1942, 174). Actualmente es el cereal más importante para los guajiros, ya que resiste mejor que el maíz las largas sequías de esa zona, como lo comprobó el autor durante un viaje en 1952.

En el Orinoco se conocían dos ciases de millo en la segunda mitad del siglo XVIII: "La que los tamanacos llaman "quatá–imu", esto es, padre del yucatano, de granos blancos. La otra, que los mismos llaman "acnaché–imu", padre del cariaco, los da rojizos. Oí decir que en otros sitios, lejos dal Orinoco, los españoles se sirven de este millo para criar palomos. Las dos plantas son muy semejantes al maíz común en todo, salvo el fruto y el tallo, que es más grueso y hasta tal punto alto, que supera dos o tres palmos al común, allí altísimo, como dijimos" (Gilii, 1965, I, 268-269).

Había ocho variedades en los jardines Experimentales de Summit en la época inicial (CZG, 1924. 8).

Dos variedades, entro ellas la Feterita, se probaron en el Valle del Cauca después de la fundación de la Estación Agrícola de Palmira (Molina Garcés, 1930, 49-50). En los últimos diez años se ha convertido en uno de los cultivos de mayor área Se han traído nuevas variedades.

En el Ecuador es desconocido en la sierra, y poco cultivado en la costa. A principios del siglo se importaban escobas de sorgo (Martínez, 1905, 19; 84).

Durante el viaje del botánico Ruiz por el Perú en la segunda mitad del siglo XVIII, constató que los indígenas usaban el grcno del "maíz de Guinea" para preparar ccancha y otros alimentos, en Pampamarca, Pueblo Nuevo y varios lugares de Panatahuas, Carapachos y Chalones (Ruiz, 1952, I, 355).

 

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007 -- |Coix Lachryma–Jobi L..

|Yava, de donde el nombre de la isla de Java (Lippmann, 1941, I, 314)

Adlay.

Lágrimas de San Pedro.

Lágrimas de Moisés.

Se conocía en España en el siglo XVI y se usaba por el graro para hacer rosarios (Font Quer, 1962, 588). Con el mismo uso o similar y quizá introducida de Filipinas, se menciona en América desde mediados del siglo XVII la variedad de granos córneas, Llamada "yerba de las cuentas", la mata, y "lágrimas de Moisés", los granos (Cabo, 1890, 1, 434; -----,1956, I, 197). También existía en el siglo XVIII en la Guayana francesa (Aublet, 1775, II, 847). Todavía los indígenas y jíbaros y canelas del oriente ecuatoriano la usan con el mismo fin indicado de adorno corporal (Karsten, 1935, 91).

Coix de la india se conocía en Jamaica a fines del siglo XVIII (Long, 1774, IlI, 831; Swabey, 1949, 1, 63).

Un pasaje de Gilii sobre cierta planta de huerto que daba unos globulitos "de color blanquecino y con vetas" (Gilii, 1965, 1, 179), quizá debe adscribirse a esta especie, supuesto que la había en la vecina Guayana.

Escapada del cultivo se halla en Acapatzingo, cerca de Oaxaca (Bukasov, 1930, 481).

La variedad Mayuen Stapf o una similar de cáscara delgada, fácilmente separable, conocida y cultivada en el Brasil (Correa, 1926, I, 536-538), fue enviada de allá a la Granja de Palmira por el doctor Carlos Uribe Echeverri hacia 1930.

El cultivo del adlay como planta alimenticia despertó entonces algún interés, por reflejo de lo que se hacía en el Brasil, y parece que hasta se recomendó utilizar el almidón en mezclas para Panificación. Después se dejó perder la semilla.

 

008 -- |Eragrostis tef (Zucc.) Trotter (= |E. abyssinica Link).

Tef, tief.

El 25 de septiembre, de 1968 se recibieron en Cali semillas de este cereal, enviadas a requerimiento del autor por el doctor Luis Ignacio Betancour E., encargado de negocios de Colombia en Etiopía, por

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conducto del doctor Bernardo Garcés Córdoba, ministro de Obras Públicas. Las primeras siembras se hicieron en la Granja de Roldanillo entre el 12 y el 14 de octubre de ese mismo año.

Continúan los ensayos de aclimatación por cuenta del Jardín Botánico del Valle.

CAPITULO IIIGRANOS Y MENESTRAS

 

FABÁCEAS

 

009 -- |Lupinus albus L.. L. |sativus L.. L. |luteus L..

Lupino.

Altramuz.

Chocho.

Los chochos o tarwis americanos se han estudiado en otra obra (Véase numeral 140, 1964, II, pp. 178-179).

Esta leguminosa se cultivaba en España como forraje o como abono verde, desde la dominación árabe, bajo el nombre de "basilas" (Abu Zacaria, 1802, II, 99-101). El grano se usaba como alimento animal, "y aun en los años estériles para la gente onde hay falta de otro pan" (Herrera, G. A., 1818, I, xl, 160-162). En la época de los descubrimientos ese grano se usaba como insecticida contra la chinche y como acaricida (Ibid., loc. cit.). Esto se debe a la presencia de alcaloides tóxicos, lo que explica que para el consumo humano haya que desaguar bien el grano.

En la actualidad, se está avanzando en la selección de tipos que -sin perder el gran contenido de proteínas- tengan un grado reducido de alcaloides, y otras condiciones de tipo agronómico, como tegumento menos espeso, plantas poco ramificadas etc. (Schwanitz, 1966, 66-75).

No hay constancia sobre la fecha de la introducción a Sur América. Aquí no tuvo predicamento, por la existencia del fríjol, el maní y otras leguminosas comestibles.

 

010 -- |Cicer crietinum L..

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|Chana; gram; bengal–gram, en la India (Randharva, 1958, 127).

Garbanzo.

En la época del descubrimiento de América, se conocían en España garbanzos de tres maneras: blancos, rubios y prietos. Siendo un grano típicamente español y particularmente castellano (los comentadores de Herrera dicen que los mejores eran los de Fuente de Saúco en Castilla la Vieja, y Mántrida, en Castilla la Nueva) (Herrera, G. A., 1818, II, 91-95; I, 145, 147), debió ser embarcada como vitualla en el primer viaje de Colón, y para propagar en el segundo de 1493, aunque no aparece mencionado por su nombre en las fuentes contemporáneas (Anglería, 1944, 11; Casas, 1951, I, 346, 351). Al regreso del primer viaje, el 4 de febrero de 1493, echaron suertes con garbanzos para escoger el romero que debía ir a dar acción de gracias, si salían con vida de la tempestad que los azotaba (Navarrete, 1954, I, 158). Las semillas traídas en el segundo viaje fueron sembradas en la Isabela, y estaban fructificando en marzo de 1494. "También se dieron garbanzos más gruesos que los que se habían sembrado" (Colón, H., 1947, 161).

No se sabe la suerte que pudiera correr el cultivo en los primeros años, y quizá no fue muy buena, pues todavía en 1520 se embarcaron 12 fanegas de garbanzos en la nave "San Juan", que zarpó de Sevilla el 15 de abril, conduciendo a las Antillas una colonia de agricultores de Antequera (Cappa, 1890, V, 19-20; Puente y Olea, 1900, 382-383). Otras 54 hanegas embarcó en la propia España Gil González Dávila, para Nicaragua, en 1521 (Medina, 1913, II, 184; Alvarez Rubiano, 1944, 160). Poco antes de esto, costaba la hanega en Cuba nueve pesos de oro (la de maíz dos), y a ese precio compró garbanzos Cristóbal de Olid cuando fue a aprovisionarse por mandato de Cortés, que estaba en Méjico (Gómara: Vedia, 1946, I, 406).

A fines de la época colonial se daban en el valle central de Costa Rica (Fernández, 1907, X, 303).

Había garbanzos en Caracas en 1578 (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 195G, 85), y en ese mismo año también en Tocuyo (Arellano Moreno, op. cit., 150). En el siglo XVIII se sembraban en Trujillo (Oviedo y Baños, 1885, I, 249).

En Mérida se cultivaban en el primer cuarto del siglo XVII, supuesto que la desyerba de "barbanzos" se menciona entre los trabajos hechos por los indígenas (Gutiérrez de Arce: AEA, 1946, 1182).

Este constituía parte del matalotaje de todas las expediciones, como la de Ibarquen y Vera a Trinidad en 1597 (Arellano Moreno, op. cit., 207).

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Las condiciones de clima templado y seco son las ideales para esta leguminosa. Así, no es raro que el cultivo sólo hubiera perdurado en las Cordilleras. Se dice que al Nuevo Reino lo trajeron los compañeros de Lebrón (Groot, 1889, I, 77). Se cultivaban a principios del siglo XVII (Vázquez de Espinosa, 1948, 299), especialmente en Leiva (Torres de Mendoza, 1868, IX, 449; Simón, 1953, IV, 251). De Santa Fe se enviaban a las minas de Mariquita (Simón, vol. cit., 68), y aun a Cartagena (Ibid., IX, 202; Zamora (1701), 1945, I, 154; Oviedo, 1930, 49, 50). Chocontá era gran centro productor en el siglo XVIII (Torre Miranda, 1890, 76). En esta época el Nuevo Reino figuraba como posible abastecedor de la Guayana (Amézaga Aresti, 1963, 293).

El extenso corregimiento de Tunia era buen productor (Torres de Mendoza, 1868, IX, 400-401, 425).

Una providencia de! cabildo de Pamplona de 1559 dispuso que garbanzos y habas se vendieran por peso (Otero D'Costa, 1950, 284).

Aun sectores donde ahora no se cultivan, fueron productores de garbanzos en el siglo XVI; tal La Palma de los Muzos (Latorre, 1919, 127).

La producción en Bogotá se mantenía hasta mediados del siglo XIX (Holtcn, 1857, 150).

Se cultivaron en San Sebastián de Rábago, Sierra Nevada de Santa Marta, en 1751 (Alcacer, 1959, 175).

Los indios de Anserma debían tributar anualmente media ha-nega de garbanzos y habas, en 1559 (Friede, 1961, JV, 239).

En un arancel aprobado en Popayán en 1754, se fijan de alcabala cuatro reales por cada carga de garbanzos (Olano, 1910, Doc. 21; Arboleda, 1928, 398). Queda la duda de si esto se refería a un producto traído de otro lugar, u obtenido localmente.

En las provincias del actual Nariño se producían y exportaban garbanzos a fines del siglo pasado. Funes era uno de los principales centros de cultivo (Santander, 1896, 71, 165). En 1895 se llevaron semillas de Pasto a la Sabana (Gutiérrez, 1920, I, 207). En lo que es hoy el Ecuador, especialmente en la parte andina, se produjo garbanzo quizá desde el principio de la dominación española; pero los datos asequibles sólo proceden de la segunda mitad del siglo XVI. Concretamente figura cultivado en Quito y Su jurisdicción (J. de la Espada, 1897, III, 3, 72, 73), en Otavalo (Ibid., 114); en Caguasqui (Ibid., 126); en Quilca (Ibid., 127), y en Loja (Ibid., 204).

Los españoles eran más dados a los garbanzos que a las habas; se consumían mucho y se cogían en diversas partes del Perú; pero no hubo allí la costumbre de comerlos tostados, como en la península

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(Cobo, 1891, II, 417-418; -----, 1955, I, 409). Eran particularmente afamados a principios del siglo XVII los de Tinges, a 4 leguas de Ica (Anónimo, 1958, 50; 109), cultivados en los maamaes o cochas (Calancha, 1639, 755).

En el norte del Perú, Pacasmayo (Ibid., 547), y sobre todo Trujillo, producían garbanzo. De aquí se llevaban a Panamá (Serrano y Sanz, 1908, 173; Vázquez de Espinosa, 1948, 365; Torres de Mendoza, 1868, IX, 292; Feyjoo, 1763, 15).

 

011 -- |Vicia faba L

Haba

Había en Castilla habas grandes pequeñas, prietas y blancas, a fines del siglo XV y principios del XVI. El haba de Sevilla y su subvariedad Haba de Agua Dulce, com 4 a 8 gramos por vaina, se menciona modernamente como uma de las mejores (Herrera, G. A., 1818, I, 152-154; Bois, 1927, I, 102).

Doce hanegas de habas llegaron a Santo Domingo en 1520, en la misma nave de que se habló con motivo de los garbanzos (Cappa, 1890, V, 19-20; Puente y Olea, 1900, 382, 383). Otras 24 hanegas embarcó para Nicaragua al año siguiente Gil González Dávila (Medina, 1913, II, 184; Alvarez Rubiano, 1944, 160). En las Antillas menores se daban algo a mediados del siglo XVII, aunque las gordas europeas casi no granaban (Du Tertre, 19`3, II, 78; 80-81).

Se cultivaban em Caracas en 1578 (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85 y en Tocuyo (Arellano, op. cit., 150).

Se atribuye la introducción al Nuevo Reino, junto con otra semillas, a los compañeros de Jerónimo Lebrón (Groot, 1889, I, 77). A raíz de la fundación de Pamplona se cultivaban allí (Otero D'Costa, 1950, 284). En Bogotá y jurisdicción también se producían (Vázquez de Espinosa, 1948, 299), y se exportaban a otros lugares del Nuevo Reino (Simón, 1953, IV, 318; 68; IX, 202). Se cosechaban en Tunia (Torres de Mendoza, 1868, 1X, 400, 401, 425) y em Villa de Leiva (Simón, 1953, IV, 251). El consumo era común y corriente en los climas templados del Nuevo Reino (Oviedo, 1930, 50; Holton, 1857, 150). Se proponía llevarlas de allí a la Guayano (Amézaga Aresti, 1963, 293).

Cultiváronse en la Sierra Nevada a mediados del siglo XVIII (Alcacer, 1959, 175).

Los indios de Anserma debían dar de tributo em 1559 media hanega de habas (Friede, 1961, IV, 239). En el arancel fijado em 1664 por el visitador Inclán Valdés, para los productos cultivados por los

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indígenas em Popayán y Jambaló, el almud de 47; Ibas se fijó a tres reales (Olano, 1910, Doc. 21; Arboleda, 1928, 1 141-147; Campo y Rivas, 1803, 29).

Al pueblo de Guanacas llegaron um día de 1756(?) dos religiosos, procedentes de La Plata: "Junto a la casa había uma cerca com un babar de habas tiernas muy bueno. Como nosotros mo habíamos visto em la India cosa parecida a las de España, al ver las habas tiernas el Padre Urrea saltó adentro y cogió um pañuelo lleno..." (Serra, 1956, I, 123). Hallazgo igual hicieron en Totoró (Ibid., 129).

También en Pasto se cultivaba y usaba (Ibid., II, 89). Cuatro variedades se llevaron de aquí a Bogotá em 1885 (Gutiérrez, 1920, I, 207).

Em las mesetas interandinas ecuatoriales se adaptaron muy bien las legumbres importadas. Habas consumían corrientemente los habitantes de Cuenca y Pueleusí (J. de la Espada, 1897, III, 3, 73, 157; 175). Esta era comida cotidiana de los indios em Quito em el siglo XVII (ibid., cxxv). También había em Villardompardo (Torres de Mendoza, 1868, IX, 492).

En Túmbez, o sea en tierra caliente, los indios sembraban habas en 1548 (Cieza, 1924, 292; -----, Vedia, 1947, II, 412). En este caso, parece que haba se refiere a "pallar" ( |Phaseolus lunatus L..), como suficientemente se dijo en otro lugar (Patiño, 1964, II, 176; 174-177). Sean cuales fueren, se exportaban a Panamá desde Lima y Trujillo (Torres de Mendoza, vol. cit., 292; Anónimo, 1958, 45; Feyjoo, 1763, 15).

Por resistir las heladas com más éxito que el maíz em las desamparadas mesetas altoandinas, se dieron muy pronto los indígenas al cultivo de las habas, sobre todo em jurisdicciones de Cuzco Y Chuquiabo (La Paz) (Cobo, 1891, II, 417; -----, 1956, I, 409).

 

012 -- |Lens esculenta Moench. (= |Ervum leas L..).

|Masur, en India (Randharva, 1958, 127).

Lenteja, lanteja.

Una hanega de ellas embarcó el varias veces mencionado Gil González Dávila para iniciar la colonización en Nicaragua (Medina, 1913, II, 184).

Se sugería em la segunda mitad del siglo XVIII que se llevaran del Nuevo Reino a la Guayama (Amézaga Aresti, 1963, 293), pues se

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daban excelentemente en las mesetas andinas (Zamora, 1945, 1, i54, Oviedo, 1930, 50; Holton, 1857, 150).

En la tasación de Inclán Valdés, cada almud debía ser vendido per les Indios en Popayán y lambaló, a cuatro reales (Olano, i910, Doc. 21; Arboleda, i928, 147).

El oidor Mon y Velarde dispuso (1788) que en Antioquia se sembraran lentejas donde se dieran (Robledo, E., 1954, II, 279).

Se producían en Pasto, Tangua y Funes a fines del siglo pasado (Santander, 1896, 71, 163, i65). De Nariño llevó en 1895 dos variedades a Bogotá un geógrafo (Gutiérrez, 1920, 1, 207).

Se cultivaban lentejas en Quite (l. de la Espada, 1897, III, 3, 73); Otavalo (Ibid., 114) y Loja (Ibid., 204).

Casi toda la que se consumía en Lima a mediados del siglo XVII se importaba de Chile (Cobo, 1891, II, 417-418; -----, 1955, 1, 409; 11, 315; Anónimo, 1958, 48).

 

013 -- |Lathyrus sativus L..

|Lakh, khesari, en la India (Randharva, 1958, 127).

Almorta.

Cicérula, cicercha.

Chícharo.

No era frecuente en España a fines del siglo XV; el geopónico Herrera la conoció en Italia. Mezclada con otros granos, se hacia de ella pan (Herrera, G. A., 1818, I, 171-172).

Chícharos se cultivaban en la meseta central de Costa Rica a principios del siglo XIX (Fernández, 1907, X, 303).

El "doncenón" o "guisante de olor" |Lathyrus odorata L.. se conocenoce en América como planta de adorno; pero no hay datos sobre la época de su introducción.

 

014 -- |Pisum sativum L..

|Matar, vatana, en la India (Randharva, loe. cit.).

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Arveja, alverja.

Eran de dos o tres maneras las arvejas en la época del descubrimiento (Herrera, G. A., 18i8, I, 172).

Dícese que al Nuevo Reino las trajeron los compañeros de Lebrón (Groot, i889, I, 77). Se mencionan desde principios del siglo XVII y de allí en adelante (Zamora, 1945, I, 154; Oviedo, 1930, 50; Amézaga Aresti, 1963, 293; Holton, 1857, 150).

En las Guayanas holandesa y francesa también so cultivaron (Fermín, 1769, II, 203; Barrere, 1743, 52).

A tres reales el almud de alverjas debían vender los indígenas de Popayán y Jambaló en 1668 (Olano, 1910, Dcc. 21; Arboleda, 1928, 147). Se producía de preferencia a fines del siglo pasado en la localidad nariñense de Tablón (Santander, 1896, 145).

En Cuenca y Pueleusí se cultivaban en la segunda parte del siglo XVI (J. de la Espada, 1897, 111, 175). Eran menestra de diario consumo por los indígenas quiteños (Ibid., cxxv). También se producían en Villardompardo (Torres de Mendoza, 1868, IX, 492).

Se daban en Lima "ervillas" y se consumían verdes y secas (Anónimo, 1958, 48). En Trujillo se cultivaban asimismo (Feyjoo, 1763, 15).

 

015 -- |Glycine soja (L..) Siebold & Zuccarini.

Soya, soja.

Esta leguminosa, nativa del Extremo Oriente, fue conocida per los europeos desde 1712, merced a Engelbert Kaempfer, quien la introdujo bajo el nombre chino de "daidsu", que es el de una variedad (Ames, 1953, 55). Fue traída a Francia en 1740 por misioneros jesuitas que habían estado en China; pero sólo se le em-pezó c prestar alguna atención hacia 1885 (Bois, 1927, 1, 128). Se introdujo a los Estados Unidos a instancias de Franklin (Klose, 1950, 14), en 1854 (Ames, loe. cit.); pero sólo desde 1900 con la introducción de tres variedades del Japón empezó en firme el cultivo (Klose, op. cit., 119). Varios miles de variedades han sido importadas desde entonces (Ibid., 134 -135). A Río de Janeiro se llevó soya a fines del siglo XIX, por el Jardin Botánico (Barbosa Rodrigues, 1908, 124).

La poca aceptación inicial quizá se debió a que las variedades introducidas, por ser de día corto, no se adaptaron bien; sólo cuando se utilizaron las variedades de Manchuria, neutrales, cuya floración no es influída por la duración del día, se obtuvo éxito (Schwanitz, 1966, 119-120).

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Los botánicos rusos hallaron soya cultivada en Guatemala Y en cl Estado de Chihuahua, Méjico, hacia 1925 (Bukasov, 1930, 541).

A la Zona del Canal se introdujo por la misma época, aunque con resultados poco alentadores (CZG, 1924, 9).

De ser cierto el dato de Hipólito Ruiz, el primer pais equinoccial donde se Introdujo la soya fue al Perú. El ilustre botánico halló en Huamalíes, cultivada, la que con la terminología científica de la época llamó |Dolíchos soja L. (Ruiz, 1952, I, 201).

"Esta leguminosa originaria de Asia, fue introducida por la Estación Agrícola [de Palmira] a Colombia a principios de 1929 mediante la importación de las variedades Biloxi, Otoo-tan y Barchel procedentes de la Estación Agrícola de Crowley, Luisiana, las cuales fueron sembradas en los campos de la Estación el 23 de marzo de 1929. Posteriormente el 16 de abril fue Sembrada la variedad Mammuth amarilla traída de Cuba por el ingeniero agrónomo doctor Rafael R. Camacho (...). El 23 de octubre de 1929 se efectuó la Segunda Siembra de las cuatro variedades". En el mismo año empezó la distribución de semillas al público. Posteriormente Se introdujeron las variedades Holly Brook, Aksarben y Laredo (Durán Castro: Molina Garcés, 1930, 47, 15).

La variedad Seminole Se introdujo de la Estación Experimental de Santiago de las Vegas, Cuba, el 21 de octubre de 1947, y Se reintrodujeron las ya conocidas Biloxi, Otoo-tan y Mammoth Yellow. Las variedades Palmetto y Dominicana vinieron de Turrialba el 23 de noviembre do 1947. El 28 de julio de 1948, del ministerio de agricultura de la Argentina Se recibieron las variedades Mukden, Virginia, O-too-tan, Trinitaria e Illini. El 14 de febrero de 1949, se recibió la variedad Bansey, enviada por el Office oí Foreing Agricultural Relations (Villegas Duque: García Vásquez, 1936, 28).

Otras introducciones sa han hecho a partir de 1950.

 

016 -- |Phaseolus mungo (L.) Mantissa.

|Urd, mash, kalai, en la India (Randharva, 1958, 127).

|Dau muoi, en Tonquín.

Grano negro (black gram).

Frijol mungo.

Esta leguminosa asiática fue conocida por los portugueses en la India, como "mungo o "mex" (Orta, 1872, 145, 147v.).

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Al Valle del Cauca la introdujo quien escribe, desde la Estacion de Pomicultura de Deodoro (Río de Janeiro) (Pestiño, 1945, 45)En Trinidad Se conoció desde principios de este siglo (Hart, 1902, 13).

 

017 -- |Phaseolus aconitifolia Jacq..

|Mat, moth, matki, en la India (Randharva, loe. clt.).

También introducido por el autor como planta forrajera desde1945 al Valle del Cauca (Patiño, loe. cit.).

 

018 -- |Phaseclus uurcus Roxburgh.

|Mung, mug, en la India (Randharva, loe. cit.).

Mungo

|Grano verde (green gram) ; grano dorado (golden gram).

La misión rusa halló esta especie ya implantada en Panamá y en Guatemala en 1925 (Bukasov, 1930, 541).

 

019 -- |Phaseolus calcaratus Roxb..

|Sutri, ghurush, en el norte de la India (Ames, 1953 57-58).

|Anatsamby, en Madagascar (Chevaler: RBA, 1939, mayo, 313 y sigtes.).

Fríjol arroz.

Lo hallaron los rusos cultivado en Campeche en 1925 (Bukasov, 1930, 541).

La Secretaría de Agricultura del Valle lo había introducido hacia 1943, para la sección de forrajes.

 

020 -- |Phaseolus angularís (Willd.) W. F. Wight.

Adsuki.

Kaempfer lo hizo conocer en Europa desde 1712 (Arpes, op. cit., 57).

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Al Valle del Cauca lo introdujo la colonia japonesa, y los primeros cultivos se hicieron en el segundo semestre de 1967.

 

021-- |Vigna sinensís (L.) Savi ex Hasskarl. |Vigna spp..

|Sítao, en chino (Merrill, 1945, 228).

Calavance, calabance.

|Macundi, en Africa (Ficalho, 1957, 139).

|Firigüelo, deturpación de |judihuela (Tascón, L., 1935? 148; -----, 1961, 208).

|Fríjol de vaca (cow-pea).

Estos, según algunos autores, serían los |Phaseolus de latinos y griegos, Y las "alubias" de varios pueblos del Mediterráneo, que se comían en la antigüedad con la vaina tierna, a modo de habichuelas (Haudricourt et Hédin, 1943, 129, 132; 135136). El origen sería sudanés, según los mismos autores, o de la India, según otros (véase adelante).

Sabido es que los fríjoles de las especies |P. vulgaris Lobel, |P. lunatus DC., Y |P. multíflorus Willd. Son americanas, y estaban ampliamente difundidas en gran parte del Nuevo Mundo a la llegada de los europeos. Al hablar de las plantas nativas en otra obra, se han señalado los datos disponibles sobre el asunto para el área objeto del presente estudio (Patiño, 1964, II, 165-178).

Casi todos los autores consultados hablan de la introducción: a América de por lo menos una especie de fríjol desde Europa. Dice Fernández de Oviedo: "Fésoles: estos se hacen acá [Santo Domingo] muy bien y es muy buena legumbre: danse en gran abundancia; llámanse en Aragón judías y en mi tierra arvejas luengas. Destos tampoco hay necesidad de traer más simiente, porque en estas islas y en la Tierra Firme se cogen muchas hanegas cada año..." (Oviedo y Valdés, 1851, I, 373; -----, 1959, II, 16).

Cobo dice que los "fríjoles pequeños, llamados en España "judihuelos", se han traído a esta tierra [Perú], y se dan dondequiera copiosamente". Y agrega: "Los fríjoles de Castilla nacen comúnmente en tierras calientes y templadas; gástanse en mayor cantidad verdes que secos; los cuales se suelen comer, cuando están tiernos, con aquella vainilla en que nacen, cocidos y con aceite y vinagre, porque desta manera suplen la falta que hay de espárragos" (Cobo, 1891, 11, 417-418; -----, 1956, I, 409).

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Como "calavance" se conocían en Jamaica en la segunda mitad del siglo XVII (Hughes. 1672, 17-18). De ellos dio una descripción otro científico: "Phaseolus erectus minor, semine sohaerico albido hilo nigro" (Sloane, 1707, I, 117); la descripción está acompañada con una figura. El nombre "calavances", ron que la identifica, es probable préstamo del "calaouana" o "calavana", del idioma caribe (Carrier, 1923, 247). Según Piper, esta especie de origen africano habría sido traída por los negreros (Ibid., 248). Herbert la menciona en 1826 de la India oriental (Ibid., 248). La temprana introducción hizo que se considerara americana (Bois, 1927, 1, 162).

En la Guayana francesa se conoció una planta que aunque se hace figurar como Dolichos sesquipedalis, era posiblemente un Vigna (Aublet, 1775, II, 764).

Quizá estas fueron las "habichuelas" conocidas en el Valle del Cauca desde fines del período colonial. Con el lenguaje tan impreciso que le es característico, un autor de Cartago dice que allí so daban "avichuelas" (Campo y Rivas, 1803, 29). Las primeras que vio un viajero europeo en la Nueva Granada en 1824, estaban en Quebrada Seca, al sur del río Palo (Hamilton, 1955, 11, 70).

Se cultivaban en Cali en 1808, entre otras clases de fríjoles pertenecientes a Phaseolus vulgaris L., los "firigüelos" (Villaquirán: BHV, 1939-1940,   6: 215-240; Arboleda, 1928, 629-630). Esa palabra es simple deturpación de "judihuelo", "judihuela" (rascón, L, 1961, 208).

A la recién fundada Estación de Palmira se introdujeron en 1929 algunas variedades, para ensayarlas a fuer de cobertura y forraje (Durán Castro: Molina Garcés, 1930, 48). El consumo humano no es tan común aquí como en la costa atlántica y en el valle del Magdalena.

En Trinidad se conocieron en el Jardín Botánico desde antes de 1870 por lo menos dos variedades de Vigna (Prestoe, 1870, 20); pero para principios del siglo adua'., este género se había adaptado menos que el fríjol mungo (Hart, 1902, 13).

Había en 1924 en los Jardines Experimentales de Surmit, Zona del Canal, cuatro variedades de cew-pea (CZG, 1924, 9).

 

022 -- |Psophocarpus tetragonolobus (L.) DC..

|Seguidillas.

Asparagus bean

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Consumido en la India y Birmania, esta especie fue sañalada inicialmente por Rumphius en 1750 (Bois, 1927, I, 173).

La especie |P. longepedunculatus Hassk., conocida con el nombre de " mabala", se cultiva en Amboiz, Libongo, Luanda, sectores de Angola, y en el Zambese (Ficalho, 1957, 140).

No se sabe cómo ha llegado a Colombia. El autor la halló cultivada en junio de 1955, en un puesto agrícola que en ese entonces tenía la Secretaría de Economía de Nariño, cerca a la estación ferroviaria de Espriella. Allí colectó semillas maduras que llevó a la Estación Tulio Ospina, de Medellín.

En el momento de entrar en prensa esta obra, el autor recibió del doctor Marco E. Campos, de Candelillas, Nariño, unas semillas de |Psophocarpus, por conducto del señor Silvia Parías, para el Jardín Botánico del Valle.

 

023 -- |Dolichos lablab L.. |D. índicus L..

|Bátao, en chino (Merrill, 1945, 228).

|Feijao cutelinho (Fríjol cuchillito), en Africa occidental (Ficalho, 1957, 14o).

Guisantes.

Algún autor se inclina a creer que los " fasiolum" cultivados en la Edad Media en Europa, eran del género Dolichos, cuyo desplazamiento se operó a raíz de la introducción desde América s los fríjoles |Phaseolus vulgaris (Maurizio, 1932, 134; 308-311).

En las Antillas francesas menores había a mediados del siglo XVII una de Ias dos clases de fríjoles de Angola, que era bejucosa, de flores blancas y con vaina ancha (Du Tertre, 1958, II, 81). Esta descripción corresponde a un |Dolíchos.

Esta mandatia habría sido llevada desde Africa al Brasil (Marcgrave, 1942, 33).

El "bonnivis" que había en Jamaica a mediados del siglo XVII (Hughes, 1672, 20-21), quizá era un |Dolichos. A fines del siglo se apunta la variante "bonavist" (Sloane, 1707, ldm. 113).

Se cultivaba |D. lablab en la Guayana francesa a mediados del siglo XVIII (Aublet, 1775, II, 763).

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En Trinidad se conocía el "frijol de Angola" a mediados del siglo pasado (Borde, 1882, II, 284; Prestoe, 1870, 20).

En Lima había |D. lablab en el último cuarto del siglo XVIII (Ruiz, 1952, I, 32).

Dos variedades de |Dolichos se ensayaron como plantas de cobertura y forraje a raíz de la fundación de la Estación Agrícola de Palmira. Además, aunque parece indicar que se tratase de otra planta, se habla de la introducción desde Estados Unidos, de 20 variedades de "guisantes" (Durán Castro: Molina Garcés, 1930, 48; 52-53).

|D. lablab y |D. hoosei se distribuyeron a partir de 1945, por la sección de forrajes de la Secretaría de Agricultura del Valle, al parecer con buenos resultados.

 

024 -- |Cajanus cojan (L.) Millsp.. (= |C. indícus (L.) Spreng.).

|Jindonge, en Africa Occidental (Ficalho, 1957, 140), aparentemente de la misma raíz que |katchang, del malayo, que asimismo habría dado origen al |quinchoncho, usado en la costa atlántica de Tierra Firme (Alvarado, L., 1953, 305).

|Arhar, en la India (Singh, 1960, 156; Randharva, 1958, 127).

|Tur, red–gram, en la India (Randharva, loe. cit.). Fríjol de año.

Guandú, guandul.

Esta especie cuyo origen es controvertido, debió llegar a América desde Africa, con motivo del comercio negrero. Las primeras menciones datan de mediados del siglo XVII.

De las dos clases de fríjoles de Angola que se conocían en las Antillas menores francesas en esa época, la segunda era, de arbolito, con horas de olor suave, flores amarillas pequeñas, semillas de color de carne punteadas de negro, y de buen gusto, pero difíciles de descascarar; la planta se usaba para setos (Du Tertre, 1958, II, 81-82). Los insulares los llamaban fríjoles de siete y de diez años, pues producían todo ese tiempo (Pelleprat: Montezon, 1857, 9).

Así, "frijol de siete años", se llamaba también en Jamaica (Hughes, 1672, 20-21), y después "pigeon" o "Angola pea" (Long, 1774, 111, 787).

En los dominios españoles se conocía por la :msma época. Una relación sobre la isla Española, correspondiente a 1680, debida a Domingo Fernández Navarrete, trae este pasaje: "...otro arbol hai de

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que tengo algunos pies en mi huerta: llámase guandul; su fruta son unas vainillas, mucho más pequeñas que algorrobas, de que también he visto en los campos; tienen deniro un grano algo menor que garbanzos, son de buen sustento y gusto, y el arbol alegre, y vistoso" (Rodríguez Demorizi. 1957, III, 23; 20-25). En 1699 los vuelve a mencionar Araújo y Rivera como ""grandules" , que durar algunos años fructificando" (Ibid., 1942, I, 303).

En la parte francesa de Santo Domingo se producía también este grano, que era buscado para preparar una pasta de harina con destino a la marina norteamericana. Los nombres registrados allí eran "pois d'Angole", "pois de Congo", "des pigeons", "de sept ans", "ambrevade" (Descourtilz, 1833, IV, 221-224). El nombre malabar era "thora–paeru". Los caribes lo llamaban "quingongi", bipican", "ouandou"; como so ve, todos deturpociones de nombres introducidos (Ibid., loc. cit.).

Aublet recomendó que el "ambrevade" se plantara en la Guayana francesa, donde era usado en su tiempo, como cultivo intercalar en los callejones de caña de azúcar (Aublet, 1775, II, Suppl., 59). Era común hallarlo en los mercados de Georgetown a mediados del siglo XIX (Schomburgk, 1922, I, 33).

Reporta el misionero Gilii a propósito del Orinoco, donde vivió casi cinco lusiros, a mediados del siglo XVIII: "Es maravilloso un arbusto de muchas ramas sutiles y de color entre verde y ceniciento llamado por los españoles fréjol arbóreo (fríjoles de Palo o quinchoncho). Se llena esta planta de bayas [?] pequeñas semejantes a las de la retama, y dentro de ellas se encuentran tres o cuatro semillas redondas, de pequeñas como los guisantes. Imitan muy bien su blandura, pero saben más a almorta que a guisante. Se comen frescos y cocidos al modo de fréjoles y son de un sabor exquisito. Esta semilla se cree llevada al continente americano por los negros" (Gilii, 1965, I, 183).

En Trinidad había este fríjol de Angola (Borde, 1882, II, 284), o "pigeon" o ,angola pea" (De Verteuil, 1884, 234).

El alférez de la Rosa habla de los productos de Santa Marta a mediados del siglo XVIII. Además de los fríjoles comunes [Vigna?], "hay otros llamados quinchonchos, equiparados a las lentejas. Otros redondos, que llarnan guandules..." (Rosa, 1945, 297). Luego quinchoncho y guandul aparecen como cosas diferentes. Hay en la costa la variedad guandú calentano (Revollo, 1942, 81).

Fuera de la costa atlántica, se ha usado poco en el interior de Colombia con fines alimenticios, como no sea para aves. La penetración ha sido lenta. La Estación Agrícola cultivó tres variedades a raíz de su fundación, en 1929-1930 (Durán Castro: Molina Garcés, 1930, 48).

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En Iquitos se le llama "puspu-poroto" (Pestiño, observación personal el 22 de agosto de 1952).

 

025 -- |Cyamosis tetragonoloba [?]

Guar. Esta leguminosa, originaria de la india, de cuya semilla se extrae una goma de uso industrial y cuyo follalo es forrajero, fue enviada por la casa Stein, Hall y Co., Inc., de Nueva York, el 20 de mayo de 1968, al señor Silvio París, de Cali, quien la cedió (variedad Hall) al Jardín Botánico del Vallo. El 3 de julio del mencionado año se sembraron unas pocas semillas en Cali, y entre el 12 y el 14 de octubre se hizo una nueva siembra en la Granja de Roldanillo. La adaptación de esta especie en las condiciones del Valle del Cauca ha sido buena

CAPITULO IVVERDURAS, HORTALIZAS

 

Los historiadores de Indias son por regla general ponderativos de la maravillosa adaptación inicial mostrada por varias de las hortalizas y verduras al ser llevadas a América (Anglería, 1944, 29-30; Colón, H., 1947, 161). Poco tiempo después, sin embargo, el entusiasmo empezó a enfriarse.

En efecto, bien pronto los españoles se dieron cuenta de que en América tropical la mayor parte de las hortalizas no producían semilla fértil: "Todas las yerbas de hortaliza que llevaron de acá se hacen muy lozanas; y tanto, que no granan las más, como sor, rábanos, lechugas, cebollas, perejil, berzas, zanahorias, nabos y cogombros" (Gómara: Vedia, 1946, I, 177; López de Velasco, 1894, 386). Una lista más detallada y analítica hace otro autor que fue testigo directo (Oviedo y Valdés, 1959, II, 16-17). Así, hubo necas:dad de estar importando la semilla de aquellas especies que no la producían. Esto trajo consigo una reducción numérica de las especies cultivadas, pues se prefirieron para el consumo —siguiendo la línea de menor resistencia —las hortalizas capaces de reproducirse sin nuevo aporte de semilla. Los españoles tuvieron que resignarse a prescindir de algunas a que estaban habituados en su tierra. La calidad de otras desmereció, como las zanahorias en la isla Española, que las producía "aguanosas y desgraciadas" (Oviedo y Valdés, loc. cit.).

Esta desventaja estuvo compensada por la producción de las que so adaptaron, sin sujeción al ritmo estacional de la zona templada. Hubo, pues, verdura en todo tiempo del año (Anglería, 1944, 580 [Jamaica]; Oviedo y Valdés: Vedia, 1946, I, 474; Cobo, 1956, 11, 317).

También fue notable la precocidad de las especies de corto ciclo, especialmente en el área circuncar ibe: Cibao, Urabá, Méjico, Jamaica y Cumaná (Anglería, op. cit., 29-30, 181; 391; 580; 602).

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La actitud de los indígenas americanos ante las hortalizas y verduras importadas no adoptó un patrón uniforme. La renuencia a usar plantas foráneas parece haber predominado entre las tribus tropicales que no se sometieron de grado, mientras; que la aceptación más o menos voluntaria de los elementos culturales nuevos, adquirió ritmo mas acelerado en las comunidades que se sometieron sin mayor dificultad, en virtud de su organización jerárquica (Véase capítulo I). Por otro lado, sometido permarnentemente o sólo por temporadas, el indígena fue la principal fuente de mano de obra, y entre los trabajos que tuvo que hacer para sus dominadores europeos, figuró el del cultivo de huertas (Patino 1966, 409-410). Esta actividad, o bien se hizo directamente para el encomendero, o bien por cuenta del indígena, pero para vender el producto al mercado local, a los precios impuestos por el cabildo, que estaba conformado por la clase dominante. En 1664, en. las ordenanzas de Inclán Valdés, se dispuso que los indígenas de la gobernación de Popayán sembraran en sus chacras hortalizas y hgumbres, para el sustento de sus familias (Olano, 1910). En 1674 se estableció en Cali mercado público, y se ordenó que todos los viernes salieran los indios de los alrededores a vender pescado, frutas y legumbres (Arboleda, 1928, 143, 154).

Por otra parte, ciertas tribus, especialmente del área andina, al tomar conocimiento de las nuevas plantas olerícolas, se adaptaron prontamente al uso de aquellas que -al mismo tiempo que podían cultivarse sin dificultad- tenían propiedades sápidas bien definidas, el repollo y la cebolla, por ejemplo, que las hicieron aceptas a gran parte de la población (J. de la Espada, 1897, 111, 114; 159). El resultado fue que muchas legumbres nativas, acerca de las cuales sólo se dispone de datos generales, cedieron el paso a las importadas (Patiño, 1964, II, 183-187).

Además, al intensificarse el mestizaje, el fenómeno social más acusado en América equinoccial postcolombina, el consumo de hortalizas, se fue haciendo cada vez más restringido, hasta casi desaparecer del todo en la era republicana. De esto hay varios testimonios (Gilii, 1955, 132-134; -----, 1965, III, 69; Serra, 1956, II, 37; Boussingault, 1900, III, 78; Holton, 1857, 90; Abbad, 1959 121-122; Wagner y Scherzer, 1944, 100; Concolorcorvo, 1946, 40).

Como causales de esta disminución, fuera del cambio de costumbres alimenticias, puede alegarse que las hortalizas fueron sindicadas de predisponer a ciertas enfermedades (Lizárraga 1946, 85).

Para el matalotaje del segundo viaje de Cristóbal Colón, compraron semillas de hortalizas en abundancia (Anglería, op. cit., 11; Casas, 1951, I, 351; Gómara: Vedia, 1946, I, 175). Otra tan da se embarcó el 9 de noviembre de 1513 en los navíos de la expedición de Pedrarias

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Dávila, que llegó a Santa María del Darién a mediados del año siguiente. Eran hasta doce y pico de celemines de "simiente de toda hortaliza", que se obtuvieron en la Casa de Contratación por conducto del labrador llamado Andrés, de Roa en Castilla (Puente y Olea, 1900, 385; Real 1944, 360; Alvarez Rubiano, 1944, 416). Debió tener poco éxito la introducción., pues en 1550 se mencionan pocas hortalizas en Panamá y en San Sebastián de Urabá (Cieza, 1924, 18-21; 34-38; -----: Vedia, 1947, II, 355; 360-361; Carletti, 1701, I, 56).

Se atribuye a la gente que salió de Bogotá con Jiménez de Quesada rumbo a la costa, y regresó con Jerónimo Lebrón en 1541, la introducción de varias hortalizas al Nuevo Reino (Groot, 1889, I, 77).

En 1550 había en Cali "legumbres de España y de la tierra"; las riberas de los ríos vecinos "están llenas de huertas". En Anserma, las legumbres se daban muy bien (Cieza, 1924, 92, 59). En Almaguer había en 1583 "buenas huertas de legumbres" (Guillén Chaparro: AIP, 1889, XV, 155).

 

LILIÁCEAS.

 

026 -- |Asparagus officinalís L..

Espárragos.

Eran de cultivo antiguo en España (Abu Zacaria, 1802, II, 322324; Herrera, G. A., 1819, III, 236-239; Font Quer, 1962, 898-900).

Se usaban habichuelas cocidas con aceite y vinagre en el Perú, en la primera mitad del siglo XVII, para reemplazar los espárragos, que eran escasos. "Solamente en esta ciudad de Lima y en algunos otros valles destos llanos he visto espárragos, ni tengo noticia que los haya en la sierra deste reino; y esos no los hay sino en cuál o cuál huerta adonde se han sembrado y se tiene cuidado de cultivarlos, y por haber muy pocos, valen tan caros que un manojito no mayor que cuanto pueden abarcar los dos primeros dedos de la mano, suele valer un real. Entrando yo en una huerta de las primeras que hubo en esta ciudad [Lima], adonde se sembraron los primeros espárragos que nacieron en este reino, y viendo hasta dos o tres docenas de matas de esparragueras, pregunté al dueño cuánto le valían los espárragos que de allí cogía; el cual me respondió que a su tiempo sacaba dos pesos cada día por los espárragos. Diferéncianse las esparragueras que aquí nacen de las de España en que allá (si bien me acuerdo) se hacen muy espinosas y en esta tierra no, sino que

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tienen las hojas blandas y tiernas como las del hinojo, sin que espinen ni ofendan a quien las toca" (Cobo, 1891, II, 418; 433-434; ----- 1956, I, 409; 416-417). Se trataría, no de |A. officinalís L., sino de la especie afín |A. plumosus BaK., muy difundida como planta ornamental?

En las Antillas menores francesas producían semilla fecunda (Du Tertre, 1958, II, 78).

En el siglo XVIII se conocían espárragos en varias partes de América equinoccial: Quito (Velasco, 1946, I, 96); Nuevo Reino (Zamora, I945, I, I58), aunque no en grandes cantidades, sino "casi para mostrar lo que puede producir la tierra" (Gilii, 1955, 133). Se daban también en Surinam (Fermin, I769, I, 203).

A principios del siglo XIX en Punta de Arenas de la isla Puná y en Isla Verde, en algunas partes se producían espárragos (Baleato, 1887, 54).

En los últimos diez años se han hecho reintroducciones de espárrago a Colombia, y se ha ensayado el cultivo en escala comercial, merced a la campaña de fomento hecha por empresas enlatadoras.

 

027 -- |AMum fístulosum L..

Cebolla de hoja.

 

028 -- |A. cepa L..

Cebolla cabezona.

El cultivo de la cebolla en España durante la dominación árabe estaba sometido a ciertas prácticas agromágicas (Abu-Zaccrria, 1802, II, 1-91-200), que quizá no desaparecieron del todo al restablecerse la dominación cristiana (Herrera, G. A., 1819, III, 79-81).

Donde parece se sembraron y cogieron las primeras cebollas en América, fue en la isla de Santo Domingo, a orillas del río Janique, cerca al sitio donde Cristóbal Colón mandó a construir la fortaleza de madera y tapias, que 11-amó de Santo Tomás. Lo dice un autor que tuvo allí heredad e hizo sacar oro del :mencionado río (Casas, 1951, I, 372), "el cual, sembrando cien mill granitos de semilla de cebollas, tuvo de renta por algunos días cien mill cuartos de a cuatro maravedís, porque a cuarto las vendía, hasta que ejercitaron la

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granjería otros" (Ibid., 1909, 24). Según Oviedo, en Santo Domingo las cebollas ni se daban tan bien como en España, ni producían semilla, que era necesario estar renovando. Las más comunes más bien se podían llamar cebolletas y cebollones (Oviedo y Valdés, 185I, I, 374; -----, I959, II, 17). Según esto, parece referirse más bien a A. fístulosum que a A. cepa. Gómara repite el dato de que no granaban las cebollas en dicha isla (Gómara: Vedici, 1946, I, I77).

A mediados del siglo XVII, en la isla francesa de San Cristóbal granaban las cebollas, aunque no completamente; se solía doblar el tallo, cubriendo con tierra la porción terminal florífera, y echaba muchas cebollas, aunque pequeñas (Du Tertre, 1958, II, 79).

En Panamá, se daban cebollas a mediados del siglo XVI (Benzoni, 1872, 81v.) y de allí en adelante (Torres de Mendoza, 1868, IX, 279, 305; Serrano y Sanz, I908, 148) aunque no bien (Ibid., Serrano, 73).

En Cartagena también se producían (López de Velasco, 1894, 386), así como en Santa Marta (Rosa, 1945, 170); en la Sierra Nevada (Alcacer, 1959, I75), y aun en tierras calientes como Mompós (Hamilton, 1955, I, 55).

Las relaciones geográficas de las provincias que hoy constituyen la república de Venezuela, mencionan las cebollas como cultivadas comúnmente durante la segunda mitad del siglo XVI, en las locnlidados de Caracas (Latorre, 1919, 85; Avellano Moreno, 1950, 85); Trujillo y Barquisimeto (Arellano, op. cit., 98; I27). Para I775 se llegaron a exportar desde Caracas (Arcila Farías, 1946, 270).

En el Orinoco se daban, pero no formaban bulbo (Gilii, I965, I, 203; III, 69).

En Surinam, aunque se sembraban cebollas, no producían cabeza. Las importaban los ingleses (Fermin, 1769, I, 202).

En el mercado de Georgetown se conseguían cebollas de hoja a mediados del siglo XIX; pero da la isla de Madeira se traían otras menos pungentes (Schomburgk, 1922, I, 33).

Al Nuevo Reino, fuera de la vaga sugerencia de Castellanos, de que la gente de Jerónimo Lebrón introdujo, con el trigo y la cebada (véanse)

"...otras diferencias de legumbres" (Castellanos, 1955, IV, 348; Groot, 1889, I, 77), no hay datos sobre la importación de cada especie en particular. El dato más antiguo sobre la cebolla es de Trinidad de los Muzos (1582) (Morales Padrón, 1958, 608). La relación de Tunja de 1610 las incluye en la lista de las hortalizas (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401, 425). A principios del siglo XVIII se conocían blancas y

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coloradas (Zamora, 1945, I, 165; Oviedo, I930, 50).

En Totoró registrólas como cosa rara un misionero (Serra, 1956, I, 130).

En Antioquia parece que apenas empezaron a cultivarse hacia I788 (Robledo, E., 1954, II, 300).

En los Andes equinocciales, mencionan cebollas cultivadas las relaciones de Otavalo (J. de la Espada, 1897, III, 114); Quito (Ibid., 73); Paccha (Ibid., I64); Pueleusí (Ibid., I75); Cañaribamba (Ibid., I85), y Quijos (Ibid., 1881, I, ciii). También se daban en Puerto Viejo y en Picoazá, región costera (Torres de Mendoza, 1868, IX, 279; 305).

La adaptación de las cebollas mostró en el Perú, como en el resto de América, diferencias con la de los ajos, a pesar de sembrarse en Europa las dos especies en igualdad de condiciones (Cobo, 1956, I, 415). Esto es rnás seguro que la afirmación inicial de que se daban ambas tan buenas como en España, si no mejores (Acosta, I954, 112). Una y otro se producían en jurisdicción de Lima (Anónimo, I958, 44). Se solían plantar, con otras hortalizas, en las tierras de illapa, para la venta al público (Poma de Arala" I944, 8I5).

En general, A. cepa hasta el presente no ha producido semilla fecunda en los climas cálidos de América equinoccial, y aun se importa desde Bermuda o de las Canarias, cuando se desea pro pagar. A. fistulosum, aunque prefiera como la primera los climas templados y frescos, se adanta bien a las tierras calientes, y se propaga fácilmente por división.

 

029 -- |Allíum satívum L..

Ajo.

Especie de cultivo antiguo en la península ibérica (Abu-Zacaría, I802, II, 200-205; Herrera, G. A., I819, III, 44-47).

Cuando Colón estuvo explorando la costa de Veraguas, llevaba ajos entre las vituallas de sus buques (Colón, H., I947, 297). Esto no quiere decir que fueran producidos en América, pues to davía en I514 se embarcaron en España ajos para la isla Española (Avala, 1930, X, 252).

Se daban en Panamá a fines del siglo XVI y principios del siguiente (Serrano y Sanz, 1908, 148).

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A fines del siglo XVII se exportaban de Esparza en Costa Rica (Fernández, 1907, VIII, 495).

En Caracas se producían "ajos sin dientes" en 1582 (Latorre, 19I9, 85; Avellano Moreno, 1950, 85). Sin embargo, en I564 llegaron a Borburata entre las mercancías importadas (Avellano Mo reno, I961, 307-510). Se llegó a exportar una pequeña cantidad en 1701 (Arena Farías, 1945, 158). Otras localidades venezolanas donde se cultivó ajo fueron Trujillo y Mérida, de donde se exportaban vía Maracaibo (Avellano Moreno, 1950, 98; 165). Los indios de Mérida eran los encargados de las labores culturales (Gutiérrez de Arce: AEA, I946, 1I82), y como arrieros los llevaban a Maracaibo (Ibid., 1177).

En el Orinoco se daban, pero no bien (Gilii, 1965, I, 203; III, 69).

Había ajos en Tunja (Torres de Mendoza, I868, !X, 425). Del Nuevo Reino se llevaban a Mariquita (Simón, 1953, IV, 68) y a Cartagena (ibid., IX, 202). Santa Fe era centro productor (Zamora, 1945, I, 165), y Chocontá se destacaba como tal en el siglo XVIII (Oviedo, 1930, 50; Torre Miranda, 1890, 76).

Dos fanegas de ajos debían dar como tributo los indígenas de Coconuco en 1559; luego era producto común (Friede, 1961, JV, 228).

Refiriéndose a Almaguer, dice un viajero de mediados del siglo XVIII: "Ví allí un diente de ajo del tamaño dei puño de un hombre, de donde inferí que era verdad lo que decían que en aquella tierra cada cabeza de ajos es poco menos que la cabeza de un hombre" (Serra, 1956, I, 138).

Por entonces se empezaban a producir en Antioquia (Robledo, E., 1954, II, 300).

En el Ecuador interandino se cultivaban ajes en Pueleusí (1. de la Espada, 1897, III, 175); Cañaribamba (lbid., 185); Loja (Ibid., 204), y Quito (Ibid., 73), lo mismo que en Quijos (Ibid., I881, I, ciii).

Aun en la vertiente amazónica se sembraron, como en el Naro, poro no echaban sino hojas, sin cabeza ni semilla (Uriarte, 1952, I, 90).

Comentando un autor la adopción por los indios de varias cosas introducidas, anota: "El ajo estiman sobre todo los indios, y le tienen por cosa de gran importancia, y no les falta razón, porque les abriga y calienta el estómago, según ellos; le comer. de buena gana y asaz así crudo como le echa la tierra" (Acosta, I940, 274; -----, 1954, 112). Cobo es más explícito. Señala que los ajos se dan en climas más fríos que la cebolla, y aun muestran tal resistencia a las bajas temperaturas, que le aconteció ver que en tiempos de heladas en el

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Collao, ellos solos permanecían indemnes, marchitándoseles nada más las puntas de las hojas, cuando todas las demás yerbas se abrasaban. "De todas las especies de hortalizas, de este capítulo [las de raíz o bulbo], concluye, en la que más han entrado los indios son los ajos, particularmente los habitadores de la sierra" (Cobo, 1891, II, 431; -----, 1956, I, 4I5). A esto debieron contribuir las propiedades medicinales que le reconocían los antiguos (Robledo, E., 1959, 80-81).

Se daban en Lima (Anónimo, 1958, 44), y en la sierra (Poma de Ayala, 1944, 815).

 

030 -- |Allíum porrum L..

Puerro.

Se cultivaba en Panamá a principios del siglo XVII (Serrano y Sanz, 1908, 148). Por la misma época se daban porros en Lirma (Anónimo, I958, 48).

Más tarde se registran en Surinam (Fermín, 1769, I, 203).

 

031 -- |Allíum ascalonicum L..

Iscariote.

También conocido en Surinam en la misma época (Ibid., 202). Este parece haber sido introducido de Ascalón por los cruzados (Brillant-Savarin, 1953, 307).

 

032 -- |Allíum schoenoprasum L..

Cebollín, cebolleta.

De introducción reciente. Unas pocas matas vio el autor después de 1950 en una finca de Bitaco, Valle del Cauca.

 

QUENOPODIACEAS

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033 -- |Beta vulgaris L., |var. alba DC. y |var. rubra DC..

Remolacha, romeracha.

|B. vulgaris L., var. rapa.

Betabes, betabel.

A mediados del siglo XVI decía de ellas refiriéndose a la isla Española un historiador: "Romerachas es una forma de raíces salvajes que parescon rábanos, las cuales yo comí en Roma e Nápoles e otras partes de Italia, y aquí asimismo muy buenas las he comido. No granan aquí, e por eso ha mucho que ya no las veo en esta isla" (Oviedo y Valdés, 1851, I, 374; -----, 1959, II, 17). En efecto, se ha dicho que fue introducida a España en tiempo de Carlos Quinto y de la dominación flamenca (Ortiz, 1940, 460-461). También se llevó a la Toscana (Bois, 1927, I, 407). Por la misma época llegó a Polonia (Maurizio, 1932, 110, 115-118; 227).

En las islas francesas del Caribe se daban betarrabas a mediados del siglo XVII, y aun producían semilla fecunda (Du Tertre, 1958, 1I, 78).

Los datos anteriores sobre difusión algo tardía en Europa de la remolacha roja, están confirmados por este otro: "En la ciudad de México vi en una huerta otra casta de acelgas, que me dijeron se llamaban " betabes", y que eran traídas de Flandes, cuyas hojas se comen y juntamente sus raíces, que son gruesas y coloradas como zanahorias (Cobo, I891, II, 434; -----, I956, I, 417).

Más reciente todavía es la difusión da Beta vul aris spp. esculenta L., var. altíssima L , o remolacha azucarara, originaria de Silesia (Schwanitz, I936, 150). Para los pueblos tropicales no es fácil de entender la enorme influencia que tuvo en la depresión mundial de los precios del azúcar de caña, a partir de I855. El desempleo que trajo consigo en los países cañicultcres, especialmente americanos, puede apreciarse sabiendo que en I863 el 40% del azúcar producido en el mundo era de remolacha (Panday, 1959, 72-74; 106).

 

034 -- |Beta vulgaris L., |var. cycla L..

Acelga.

Cultivada de vieja data en España (Abu Zacaria, 1802, II, 171I75;

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Herrera, G. A., 1819, III, 53-54).

En Urabá se daban a los diez días de sembradas, según fuentes quizá un tanto exageradas (Anglería, 1944, 18I). Su adaptación allí era buena (Oviedo y Valdés, 1853, III, 144).

En La Española se daban muy bien; pero no producían semilla fecunda, y había que estarla importando (Ibid., 1959, II, 17). En cambio, sí echaban semilla en San Cristóbal de los franceses (Du Tertre, 1958, II, 78).

A principios del siglo XVII se producían en Bogotá (Simón, 1953, IV, 318) y en Tunja (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401). Habíalas también en Quito y en Loja (J. de la Espada, 1897, III, 73; 204), así como en Lima (Anónimo, I958, 48), y en la sierra peruana (Poma de Ayala, I944, 8I5).

 

035 -- |Spinaca oleracea L..

Espinaca.

Era conocida en España desde la dominación árabe, lo mismo que en otros países europeos, pues fueron aquellos extraordinarios difusores de plantas quienes la trajeron del Asia Central

(Abu Zacaria, 1802, II, 160-161; Bois, 1927, I, 410). Arnaldo de Vilanova recomendó calurosamente su consumo en el siglo XIV (Font Quer, 1962, I58-159). A partir de su introducción a Europa, fue desplazando a otras plantas nativas que se usaban como hortalizas (Maurizio, I932, 118-119), Hay sin embargo, controversia sotire la época de su introducción, y aun algunos le atribuyen origen español (Prentice, 1946, 138).

Se daban en las Antillas francesas a mediados del siglo XVII (Du Tertre, I958, II, 78).

Lo mismo que las acelgas, se conocían en el Nuevo Reino de Granada a principios del mencionado siglo (Simón, 1953, IV, 318; Torres de Mendoza, I868, IX, 40I). También se registran en Loja (J. de la Espada, 1897, III, 204); en Quito (Velasco, 1946, I, 96) y en Lima (Anónimo, I958, 48).

Pero, en general, tanto de esta especie como de la arterior, hay que suscribir la afirmación de un naturalista: "Las espinacas y acelgas han cundido muy poco en estas Indias; porque, aunque nacen bien, no se les da mucho a los españoles por sembrarlas, porque con la

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abundancia que hay de otras hierbas y legumbres, así de las traídas de España como de las naturales de acá, no hacen ellas mucha falta" (Cobo, 189I, II 434;-----, 1956, I, 417).

 

AIZOÁCEAS

 

036 -- |Tetragonia expansa Murray.

Espinaca de Nueva Zelandia.

Las primeras semillas llegaron de Australasia en 1772 a Kew (Ames, 1953, 39-40).

La única mención en el área del presente estudio, es la de la introducción en I934 a los Jardines Experimentales de Summit, en la Zona del Canal, y su adaptación al clima ístmico (CZG, I934, 59; 1935 (1939), 30).

 

CRUCÍFERAS 037 -- |Nasturtium officinale (L.) R. Brown.

Berros.

Aunque pobres de hojas, los berros eran buenos en la isla de Santo Domingo; no producían semilla facunda (Oviedo y Valdés, 1851, I, 374; -----, 1959, II, 17).

Eran conocidos en Caracas (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85); en Surinam (Fermin, 1769, I, 202); en Tunia (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401) y en general en el Nuevo Reino (Zamora, 1945, I, 158).

 

038 -- |Lepidium sativum L..

Mastuerzo.

Daba semilla fecunda en las pequeñas Antillas francesas (Du Tertre, 1958, II, 78).

Habíalo en Caracas (Latorre, op. cit., 85; Arellano Moreno, I950, 85), y en Tunia (Torres de Mendoza, I868, IX, 40I).

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Se daba bien en el Perú cuando se sembraba; pero pocos entendían en ello (Cobo, 1891, II, 434; -----, 1956, I, 4I7).

 

039 -- |Brassica oleracea L., |var. acephala DC..

Berza, col.

 

040 -- |Brassica oleracea L., |var. capitata L..

Repollo.

La precocidad de las coles en Santo Domingo admiró a los primeros ocupantes españoles (Anglería, 1944, 29-30). "Coles o berzas de aquellas que llaman llantas: éstas son de la forma de las de Nápoles (pero no son tales éstas); y también hay repollos, que se dicen berzas murcianas, e hócense aquí muy bien; pero es menester que para se continuar se traiga la simiente de Castilla" (Oviedo y Valdés, 185I, I, 373-374; , 1959, II, I7; Gómara: Vedia, I946, I, 177). El licenciado Echagoian decía un poco más tarde, que las coles duraban hasta diez años, y se propagaban de rama (Rodríguez Demorizi, 1942, I, 128).

También las hubo en Puerto Rico (Latorre, 1919, 47).

No semillaban los repollos en las islas francesas; pero se multiplicaban por renuevos (Du Tertre, 1958, II, 79).

Coles o berzas se daban bien en Urabá después de la llegada de Pedrarias (Anglería, 1944, I81-182; Oviedo y Valdés, 1852, II, I44; -----, I959, III, 328).

También se daban repollos en Panamá propio, a mediados del siglo XVI (Benzoni, 1572, 81v.) y coles (Serrano y Sanz, 1908, 148; 73).

Las berzas se cuentan entre las pocas hortalizas que medraban en Cartagena (López de Velasco, 1894, 386), aunque con trabajo (Simón, 1953, IX, 200), lo misma que en Santa Marta (Rosa, 1945, 170). Aun por el Magdalena arriba, en la isla de Mompós, se cultivaba repollo a fines de la guerra de independencia (Hamilton, 1955, I, 55).

Caracas fue tierra de celes (Latorre, 1919, 85; Arellano More no, 1950, 85). Repollos se daban allí hasta de una arroba (?) (Vázquez de Espinosa, I948, 85) y se exportaban a Cartagena (Simón, 1953, IX, 202; -----, 1963, II, 508 y nota). Coles también se daban en Barquisimeto y en Maracaibo (Arellano Moreno, op. cit., 127; 162),

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como en Tocuyo (Ibid., 150), y en Trujillo repollos (Ibid., 98; Oviedo y Baños, 1885, I, 249). Asimismo en Duaca, valle de Aroa, se daban repollos, y ellos y coles en Coro en el siglo XVIII (Altolaguirre, 1908, I33; 207).

En Surinam se conseguían a mediados del siglo XVIII repollos amanzanados (pommés), blancos; rizados verdes, y los rojos (Fermio, 1769, II, 199). Un siglo después en el mercado de Georgetown se conseguía repollo (Schomburgk, 1922, I, 33).

En el Nuevo Reino de Granada, se daban coles y repollos en Tunja (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401), y en Bogotá repollos (Simón, I953, IV, 3I8; Groot, 1889, I, 77). Otros autores mencionan más adelante coles (Zamora, 1945, I, 165), y repollos (Oviedo, 1930, 50). "El alimento más grato a los hispanoamericanos es el repollo del cual se encuentran varias clases, y es sabroso y bonito. Muy alabados son los de la tierra fría de Pamplona y de maravilloso tamaño. Un sujeto muy respetable me asegura que un repollo muy apretado y consistente puesto en la balanza llegó a pesar quince libras españolas. Estos no son milagros de todos los días, pero este hecho aunque extraordinario, muestra a qué perfección llegan allá nuestras hortalizas( ... )Nadie me ha informado del repollo que nuestros toscanos llaman "broccoluto", y yo no recuerdo haberlo visto nunca en Santafé o en otro lugar. Tal vez los haya, pero los sontafereños y demás habitantes de Tierra Firme no cuidan de él ni de sus flores" (Gilii, 1955, 132-133). Se daban repollos en Servitá (Oviedo, I930, 186). Cáqueza es señalada como centro de producción (Amézaga Aresti, 1963, 293).

Coles se cultivaron en Trinidad de los Muzos en el siglo XVI (Morales Padrón, 1958, 608). Era una de las hortalizas cuya semilla se recomendaba llevar a los jefes de expediciones (Vargas Machuca, 1599, 50).

Otra localidad del valle del Magdalena señalada como productora de repollos es Iquira (Oviedo, op. cit., 244).

De la gobernación de Popayán escasean los datos referentes a estas Crucíferas, aunque debieron difundirse al mismo tiempo que en otros lugares. Coles se cultivaban en Totoró, Almaguer y Pasto (Serra, 1956, I, 129; 277; II, 37). En esta última ciudad se sembraban para dar como forraje a los cuíes, pues la gente no las consumía.

En Antioquia se conocieron algo tardíamente nabos y repollos (Robledo, E., 1954, II, 184; 300).

En el Ecuador interandino, las relaciones geográficas de la segunda mitad del siglo XVI dan cuenta de que se cultivaban coles en Otavalo

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(J. de la Espada, 1897, III, 1I3; 114); Paccha (Ibid., 164); Pueleusí (Ibid., 175); Cañaribamba (Ibid., 185); Loja (Ibid., 204), así como en Quito, donde también se daban repollos cerrados (Ibid., 73), y en Quijos (Ibid., 1881, I, ciii). Lo mismo ocurría en Guayaquil (Torres de Mendoza, 1868, IX, 25I); Puerto Viejo (Ibid., 279) y Picoazá (Ibid., 305). Col era conocida en clima templado en el siglo XVIII (Velasco, I946, I, 96).

Al consumo de coles en Lima se le atribuían algunas de las enfermedades hídricas que eran comunes (Lizárraga, 1946, 85). Coles y repollos se daban muy bien, tante en climas frescos como en los cálidos, aunque en ninguno producían semilla fecunda, por lo cual se apelaba a la reproducción vegetativa (Cobo, 1891, II, 430, 432; , 1956, I, 416; Anónimo, 1958, 44, 50; Poma de Ayala, 1944, 815).

En San Joaquín de los Omaguas, río Ucayali, un misionero hizo el ensayo de sembrar coles (Uriarte, 1952, I, 138; 275-276; 315; II, 15).

 

041-- |Brassíca oleracea L., |ver. bothrytis DC..

Coliflor.

Esta hortaliza llegó del Oriente a Italia a fines del siglo XVI (Prentice, 1946, 138).

Aparece mencionada en el Nuevo Reino de Granada, a principios del siglo XVIII (Zamora, 1945, I, 165; Oviedo, 1930, 50). Al misionero Gilii le informaron durante su permanencia en Santa Fe de 1743 a 1748, con referencia a Pamplona: "El coliflor importado ... se ha dado tan bien que florece a gran altura, produce flores al lado de cada hoja además de las de encima que son muy grandes" (Gil¡¡, 1955, 132-133).

También se conocieron en la sierra ecuatoriana (Velasco, I946, I, 96).

Se vendían coliflores en el mercado de Georgetown, Guayana inglesa (Schomburgk, 1922, I, 33).

 

042 -- |Brassica napus L..

Nabos.

En Santo Domingo unas veces se daban buenos, otras no; lo que se atribuía a la clase de semilla importada, descontento el cambio de

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condiciones climáticas (Oviedo y Valdés, 1851, 1, 373374; -----, I959, II, 17).

En el Cibao producían semilla, lo mismo que en el alto de Maguana (Casas, 1909, I7; 19).

Se daban también en Puerto Rico (Latorre, I919, 47), y en Jamaica (Morales Padrón, 1952, 28I).

Granaban, aunque no a la perfección, los nabos (raves) en las islas francesas (Du Tertre, 1958, II, 78-79).

Se daban nabos en Castilla del Oro, antes de que se fundara Panamá (Oviedo y Valdés, 1852, Il, 144; , I959, III, 328); pero también en ésta tiempo adelante (Serrano y Sanz, 1908, 148; 73).

Aunque con alguna dificultad, se obtenían en Cartagena (Simón, I953, IX, 200), y también en Santa Marta (Rosa, 1945, 171). Nabos había en Caracas (Latorre, op. cit., 85; Arellano Moreno, 1950, 85), y en Barquisimeto (Arellano, op. cit., 127).

En Surinam se usaban en el siglo XVIII (Fermin, 1769, I, 203). En Trinidad, los coolies chinos importaban la semilla directamente del Celeste Imperio (Hart, 1889, 21).

En el Nuevo Reino aparecen mencionados en Muzo (Morales Padrón, I958, 608) y por la relación de Tunia de 1610 (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401). El cronista Simón, escribiendo en Santa Fe, dice: "Hoy 14 de mayo de 1625 he comido yo nabos en la olla, que se cogieron ayer" (Simón, 1953, IV, 318; VI, 132). Siguen figurando de allí en adelante (Zamora, 1945, I, I65), y aun se utilizaba el aceite producido por la semilla, en sustitución del de olivas (Oviedo, 1930, 50-51).

En 1559 se estableció que entre el tributo de los indígenas de Coconuco, debían dar tres fanegas de nabos al año (Friede, 1961, JV, 228). Mucho después empezaron a sembrarlos en Antioquia (Robledo, E., 1954, II, 300).

Lo mismo que otras hortalizas de esta familia, se daban nabos en algunas partes del valle interandino ecuatorial: Otavalo (J. de la Espada, 1897, III, 113) y Quito (Ibid., 73; Velasco, 1946, I, 94), "que no se cultiva ni se apetece". La hoja se usaba en ensalada (González Suárez, 1890, I, 157).

No había cuidado en cultivar los nabos en el Perú, pues los que se vendían en el mercado de Lima eran tomados de los campos de trigo y por las acequias, pues se habían vuelto subespontáneos (Cobo, 1891, II, 430; -----, 1956, I, 415; Anónimo, 1958, 44). Este fenómeno

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del escape al cultivo, fue general para los nabos en toda la América (Acosta, 1954, 112; Anónimo: Chevalier, 1950, 147; Garcilaso, I945, 1I, 274).

 

043 -- |Raphanus sativus L..

Rábanos.

En la isla Española, hubo rábanos desde el principio (Arglería, 1944, 29); "buenos y cuasi en todo tiempo; pero mejores un tiempo que otro, y la simiente que hacen no es buena e es menester renovarla e traerla de Castilla" (Oviedo y Valdés, 1959, II, 17). Granaban en ciertas partes de la isla (Casas, 1909, 8).

También se dieron en Puerto Rico (Latorre, 19I9, 47).

Se daban en Castilla del Oro (Oviedo y Valdés, 1852, II, 144; -----, I959, III, 328). Un viajero los vio cultivados en Nombre de Dios a mediados del siglo XVI, "del grosor de la cola de una forja (bigornia)" (Benzoni, I572, 81v.). Se continuaron cultivando de allí adelante (Serrano y Sanz, 1908, 148; 73).

En Cartagena se daban, pero con trabajo (Simón, I953, IX, 200). Lo mismo en Santa Marta, desde los tiempos de García de Lerma (1530) (Friede, 1955, II, 117; Rosa, 1945, 171).

En la huerta de los dominicos en Cumaná, que fue destruída por los indígenas enfurecidos por las expoliaciones españolas, se dieron rábanos (Anglería, 1944, 602). Tiempo después se registran en Caracas (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85); Barquisimeto (Arellano, op. cit., 127); Tocuyo (Ibid., 150) y Maracaibo (Ibid., I62). Durante la fallida expedición al interior de Venezuela de Pedro de Silva (I570), después de andar perdidos en los Llanos, topó un soldado italiano llamado Bautista, "unas hojas de rábanos y lechugas", que les dieron indicios para localizar gente española cerca de Nirgua (Simón, 1963, II, 533-534; Oviedo y Baños, 1885, II, 103-104). En Duaca se daban bien (Altolaguirre, I908, 133).

Rábanos había en Tunja a principios del siglo XVII (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401). Esta era una de las semillas que se recomendaban llevar en las expediciones (Vargas Machuca, 1599, 50), quizá por la rapidez de la producción. Eran comunes en la parte fría del Nuevo Reine (Zamora, 1945, I, 165; Oviedo, 1930, 50), Y aun en Trinidad de los Muzos (Morales Padrón: AEA, 1958, XV, 608).

Medio rábano, un pan y vino, le dieron en Quito unas gentes

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compasivas al virrey Núñez Vela, el I0 de enero de 1546, cuando entró allí porra enfrentarse a Gonzalo Pizarro; al decírsele que era temeridad hacerlo por la mucha gente que seguía al trujillano, corno oyó aquello recibió tan gran desmayo que sin comer cosa alguna dello lo dejó caer y alzó las manos al cielo". Esto ocurría Ancas horas antes de que Núñez Vela fuera derrotado y muerto en Añaquito, y es Cieza quien pinta la escena con trazos esquilianos (Cieza, 1909, 208). Décadas más tarde, se da cuenta del cultivo de rábanos en Otavalo (J. de la Espada, 1897,111, 113) y Pueleusí (Ibid., 175), así como en Quijos (Ibid., 1881, 1, ciii).

También se daban en Guayaquil (Torres de Mendoza, 1868, IX, 251) y en Puerto Viejo (Ibid., 279).

Aun en las selvas amazónicas fueron sembrados, y se lograron (Uriarte, 1952, 1, 138; 275-276, 11, 15).

Benzoni vio en el Perú rábanos a mediados del siglo XVI (Benzoni, 1572, 171). Se daban tanto en Lima (Anónimo, 1958, 44), como en la sierra (Poma de Ayala, 1944, 815). Se habían vuelto sub espontáneos, invadiendo las tierras de labor. "En este valle de Lima suelen crecer de disforme grandeza, porque he visto algunos más gruesos que el muslo; y todos, chicos y grandes, son muy tiernos, dado caso que los muy grandes no tienen tanta agudeza como los otros" (Cabo, 1956, 1, 415). Otro autor, contemporáneo de Benzoni, había dicho que se hacían al principio tan gordos como el cuerpo de un hombre; pero que sembrados de la nueva semilla producida localmente, disminuyeron de tamaño (Gómara: Vedia, 1946, 1, 278). Otro tratadista de cosas de Indias afirma: "Rábanos más gruesos que un brazo de hombre, y muy tiernos, y de muy buen sabor, hartas veces los vimos" (Acosta, 1940, 273; , 1954, 112). Garcilaso habla de un rábano extraordinario, en cuyas ramas se podían amarrar cinco caballos (Garcilaso, 1945, 11, 274275; Cappa, 1890, V, 319-321).

Esto puede parecer exagerado. Pero existe una variedad de rábanos de gran tamaño, y en la isla japonesa de Sakurajima han sido señalados algunos de 15 a 17 kg. de peso (Vavilov, 1951, 2; 26). Estas variedades gigantes fueron conocidas en Europa desde el siglo XIII (Boswell: NGM, 1949, XCVI, 213).

Las pequeñas o rabanitos, llegaron más tardíamente (Schwanitz, 1966, 151).

 

MORINGÁCEAS

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044 -- |Moringa oleifera Lam. (= |M. pterygosperma Gaertn.).

|Malúngai, en el Pacifico sur (Merríll, 1945, 191; 158).

|Ben, aceite de ben, en varios países americanos.

Se usa como soporte vivo para el betel (Piper betle Lin.) en la India (Randharva, 1958, 197). Allí, en Birmania y en otros países asiáticos, la silicua tierna, y también las flores y las hojas, se usan como hortaliza, en encurtido (Bois, 1927, 1, 85).

Del mismo modo se usaban en las Antillas francesas en la primera mitad del siglo XIX (Descourtilz, 1833, I, 131-134), y en Cuba (Reynoso, I867, 158). En Trinidad lo había desde mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 25; Hart, 1890, 28).

Se halla esta especie en Colombia, especialmente en climas secos, como la costa atlántica, y un poco en el valle del Cauca; pero no se le da ningún uso.

De las semillas se extrae un aceite finísimo (Barret, O. W., I928, 422-423).

 

PAPILIONÁCEAS

 

045 -- |Sesbania grandiflora (L.) Persoon.

|Katúrai, en el Pacífico (Merríll, 1945; 157; 191).

|Cantagallo, en la costa atlántica (Revollo. 1942, 51).

|Gallitos, en el Valle del Cauca.

En la India el arbusto, que es altamente ornamental, se usa como soporte vivo goza el cultivo del betel (Randharva, 1958, 197). Las flores y las legumbres tiernas se usan con carácter de alimento verde en India e Indochina (Bois, 1927, I, 92). En América no parece que se aprecie desde este punto de vista.

 

MALVÁCEAS

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046 -- |Hibiscus esculentus L..

Gombo, quimbombo, quingombo.

|Ocra, okra.

Esta especie, cuya cápsula tierna se consume como hortaliza, es al parecer nativa del Africa, donde se cultiva desde tiempos remotos (Ficalho, I957, 97). En el Asia suroriental se mezclaba el jugo de esta planta al guarapo de la caña de azúcar, para purificarlo (Lippmann, 1941, I, 120). De todos modos, su dispersión en el Viejo Mundo parece haber sido temprana. Quizá fue conocida por los moros españoles con el nombre persa de "bámiyah> (Flückiger and Hanbury, 1879, 94, 94-95).

Pero a América debió llegar del Africa, a raíz del tráfico negrero.

En Jamaica lo halló cultivado Sloane, al parecer con dos nombres, "quingombo" (Sloane, 1696, 98-99), y "okra" de dos clases (Ibid., 1707, 1, 133). En dicha isla se continuó propagando (Long, 1774, 111, 715).

En Haití también se cultivaba con los nombres africanos de1 "gumbo", "quingambo" (Descourtilz, I833, IV, 165-170). Se conoce asimismo en las Antillas menores (Hodge and Taylor, 1957, 580).

Abundaba en Trinidad en la segunda mitad del siglo XIX (De Verteuil, 1884, 79; 234; Prestoe, 1870, 7).

No se sabe desde cuándo llegó a la costa atlántica surameri-cana. Los nombres que allí se dan son todos variaciones de la palabra africana: "chicombó", "chimbombó", "quimbombó" (Re vollo, op. cit., 50) o "candia". Quimbombo es conocido en Antioquia desde fines del siglo XIX (Posada Arango, 1909, 133). Aquél nombre es común también en Venezuela (Alvarado, L., 1953, 303).

En el Brasil, se menciona desde 1648 con 1os nombres de "quingombo" (portugués), "quillobo" (de Congo y Angola), y " quiabo", del habla popular brasileña (Marcgrave, 1942, xxxix, 3I).

En Surinam se conocía a mediados del siglo XVIII (Fermin, 1769, I, 206-207), lo mismo que en Cayena, donde se preparaba un alimento llamado caralcu o calalou (Aublet, 1775, II, 707).

En el mercado de Georgetown era común un siglo después

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(Schombugk, 1922, I, 33).

Se usaba en el Perú en la segunda mitad del siglo XVIII (Ruiz, 1952, I, 203).

En Nicoya se prepara con las semillas secas, un sustituto del café (Wagner, P. L., 1958, 24I, 244).

En el Valle del Cauca sólo se empezó a usar a raíz de la fundación de la Estación Agrícola de Palmira, en I928.

 

047-- |Hibíscus sabdaríffa Fic., van. (= |H. acetosella Welw.).

|Husa, en Africa portuguesa (Ficalho, 1957, 100).

|Azedas, en portugués (Ibid., loc. cit.).

Oseille de Guinée.

También de origen africano. A mediados del siglo XVIII se cultivaba en Surinam (Fermin, I769, I, 200-201), Cayena (La Barre, 1666, 29) y la Isla de Francia (Aublet, 1775, I, 707).

Era común en las Antillas (Du Tertre, 1958, II, 79; Descourtilz, 1833, I, 148-152), y todavía, sobre todo en las de influencia inglesa, muy común para preparar bebidas refrescantes con el cáliz de los frutos, que es ácido.

La había en la Estación Agrícola de Palmira en I940; pero no se difundió en el Valle del Cauca.

 

UMBELÍFERAS

 

048 -- |Apíum graveolens L..

Apio.

Esta especie fue de tardío aparecimiento en Europa, y se dice que sólo en el siglo XVII empezó a desplazar al apio antiguo de caballo (Prentice, 1946, 137).

Comenta Oviedo, refiriéndose a la isla Española: "esta hierba se trufo

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de España e hayla en muchas partes e casas desta cibdad e en los heredamientos; e no hay nescecidad de la traer más de España, porque se hace muy bien, e corno encepa una vez cerca de algunas acequias, e donde tenga agua, no falta apio" (Oviedo y Valdés, 1959, II, 16-17).

Se daba también apio en jurisdicción de Panamá (Oviedo y Valdés, I853, III, 144; -----, I959, III, 328; Serrano y Sanz, 1908, 148).

Apios de Castilla, para distinguirlos de la arracacha ( |Arracacia xanthorrhíza Bancroft), a que se llamaba también apio, había en el Nuevo Reino de Granada (Zamora, 1945, I, 158; Oviedo, 1930, 2829) y en las partes altas de Coro en 1768 (Altolaguirre, 1908, 207).

No era desconocido en Quito (1. de la Espada, 1897, III, 73). En la Guayana inglesa se daba bien a fines del siglo XVII (Berkel, 1942, 73), y en Surinam poco después (Fermin, I769; I, 203), lo mismo que en Cayena (Barrene, 1743, 52).

 

049 -- |Daucus carota L..

Zanahoria.

 

050 -- |Pastinaca sativa L..

Pastinaca, chirivía.

Sobre la isla de Santo Domingo se decía en la mitad del siglo XVI: "Zanahorias hácense acá; pero no tales como en Castilla, ni granan, e son aguanosas e desgraciadas" (Oviedo y Valdés, 1959, I1, 17). Otro autor que no estuvo allí, discrepa en cuanto a la calidad (Gómara: Vedia, 1946, I, 177).

Ellas y las chirivías se dieron bien en la huerta de los frailes dominicos en Cumaná (Anglería, 1944, 602). Producían semilla fecunda en las Antillas menores francesas (Du Tertre, 1958, II, 78). También se dieron en Puerto Rico (Latorre, 1919, 47).

Acenorias y pastinacas medraron en Panamá (Serrano y Sanz, 1908, I48).

En la parte interior de Venezuela sólo se mencionan en Tocuyo (Arellano Moreno, 1950, 150).

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En el Nuevo Reino, sólo en Bogotá (Simón, 1953, IV, 318), en Tunja, acenorias (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401), y en general, en las tierras templadas (Gilii, 1955, 134).

Se daban zanahorias en Puerto Viejo, costa ecuatoriana (Torres de Mendoza, vol. cit., 279).

También en Surinam sembrábanse zanahorias y pastinacas a mediados del XVIII (Fermin, vol. cit., 199).

La noticia sobre la bebida llamada [sanoria] (sic) que -según un viajero- se hacía en Cali en la época de la guerra de independencia de una raíz parecida a la yuca, pero amarilla (Mellet, 1823, 235-236), es algo ambigua, y pudiera adscribirse a la arracacha.

Según un autor, las zanahorias se daban en el Perú tan bien como en España (Acosta, 1940, 273; -----, 1954, 112), si no mejores. Pero, más críticamente, Cobo asevera que en tierras templadas se habían dado bien, sin escapar sin embargo al cultivo, como otras plantas introducidas. La calidad era buena en Lima, y solía utilizárseles sin extraerles el amago (Coto, I891, II, 430; -----, 1956, 1, 415).

 

SOLANÁCEAS

 

051 -- |Solanum melongena L.. Berenjena, berengela.

|Tongu (Angola) ; |macumba (Congo) ; |belingela (portugués); |melongela (latín) (Marcgrave, 1942, 24, xxxix) |Ngiló ( |S. melongena L., |var. inerme (Dunal) Hieron.), en Africa portuguesa (Ficalho, 1957, 229).

Oviedo pondera en 1526 la adaptación de las berenjenas en el área circuncaribe: " ... hay muchas, que se han hecho de la simiente de las que llevaron de España; pero las berengenas acertaron su tierra, y esles tan natural como a los negros Guinea, por que un pie de una berengena muchas veces se hace tan grande como un estado, y mucho más y comúnmente son las matas de ella más altas que hasta la cinta, y dan berengenas todo el año en un mismo pie o plantón de ella, sin la mudar, y las que están pequeñas hoy, cópenlas adelante, y nacen otras, y así prosiguiendo de continuo, dan fruto..." (Oviedo y Valdés, 1950, 506; -----: Vedia, 1946, I, 506). Años después se ratifica en lo dicho, y agrega "En fin, se hacen mejor que en parte alguna de España" (Ibid., 1851, I, 375; Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 128).

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También se dieron en las otras Antillas (Du Tertre, 1958, II 131; Descourtilz, 1833, 111, 163-166).

Las había en jurisdicción de Panamá (Serrano y Sanz, 1908, 148; 73).

En Cartagena también se cultivaron (López de Velasco, 1894, 386; Castellanos, 1955, III, 22), aunque con trabajo (Simón, 1953, IX, 200), lo mismo que en Santa Marta (Rosa, 1945, 170).

Las hubo en Caracas (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85); Trujillo (Arellano, op. cit., 98) y Maracaibo (Ibid., 162). En el Orinoco se daban, y producían semilla fecunda (Gilii, 1965, I, 202-203). Medraron en Trinidad y abundaban (De Verteuil, 1884, 234), así como en Surinam (Fermin, 1769, I, 207-208).

En el Nuevo Reino figuran desde temprana época en Trinidad de los Muzos (Morales Padrón: AEA, 1958, XV, 608), y después en Tunja (Torres de Mendoza, 1868, IX, 40I). En Mariquita era la única hortaliza que se daba bien (Simón, 1953, IV, 59). Asimismo se criaban en otras partes de la región de clima benigno (Zamora, 1945, 1, 167; Oviedo, 1930, 44; Gilii, 1955, 134).

En el occidente colombiano, si las hubo, su cultivo no despertó fervor hasta el presente, y sólo la población de origen extranjero las consume.

En el Ecuador se señalan en Quito (J. de la Espada, 1897, III, 73), Otavalo (Ibid., 114), Amboque y Pimampiro (Ibid., 131); Loja (Ibid., 204). En Zamora, sobre los Andes orientales, era casi lo único que se daba bien (Ibid., 1881, I, 6).

Prosperaban en Lima (Anónimo 1958, 45), y en general, en todo el Perú; pero la gente cuidaba poco de ellas. lo que se atribuía a la abundancia de carne (Coto, 1891, II 437; -----, 1956, 1, 418).

 

CUCURBITÁCEAS

 

052 -- |Cucumís satívus L..

Pepino, cohombro.

Se dieron cohombros a los 20 días en Isabela en 1494 (Colón, H., 1947, 160).

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Crecieron bien los cohombros en Cibao (Santo Domingo), Urabá Jamaica y Cumaná en los primeros veinte años del siglo XVI (Anglería, 1944, 29-30, 181-182; 580; 602). Los pepinos se establecieron bien en la Española, y producían semilla apropiada y abundante; mientras que aunque se daban los cogombros, había que estar renovando su semilla (Oviedo y Valdés, 1851, I, 377; -----, 1959, II 16, 17). Esto parece siguió en la misma tónica (Rodríguez_ Demorizi, 1942, I 128).

Pepinos medraron también en Panamá (Serrano y Sanz, 1908, 148; 73).

Pepinos y cohombros se conocían en Cartaqena en la segunda mitad del siglo XVI (Castellanos, 1955, 1I1, 22), y en Santa Marta desde 1530, en la época de García de Lerma, de unos y otros (Friede, 1955, II 117). Después sólo se mencionan pepinos (Rosa, 1945, 170).

Había pepinos en Tocuyo y Maracaibo en la segunda mitad del siglo XVI (Arellano Moreno, 1950, 150; 162). Cundían en los playones del Orinoco (Gilii, 1955, II 274; 277).  

En las Guayanas se registra también la existencia de esta Cucurbitácea: cohombros en Berbice y Demerara (Berkel, 1942, 73), y en Surinam (Fermín, 1769, I, 202).

En Trinidad de los Muzos había pepinos en 1582 (Morales Padrón, I958, 608) y en Tunia poco después (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401). En la parte templada del Nuevo Reino había pepinos cohombros y zocatos (Zamora, 1945, I 156; Oviedo, 1930, 44; Gilii; 1955, 134), más los dulces que son la especie americana Solanum muricatum Ait. Patiño, 1983, I, 411-415).

Lo mismo en Antioquia (Robledo, E., 1954, II 300), aunque en este caso también pueden ser los americanos mencionados atrás. En el Ecuador se registran en Quito (J. de la Espada, 1897, 111, 73); en Otavalo los de Castilla, para distinguirlos de los nativos (Ibid., 114); en Pimampiro (Ibid., 131); en Loja (Ibid., 204; Jaramillo A., 1955, 92), y en Zamora (1. de la Espada, 1881, I 6). Los datos sobre Caguasqui, Quilca y Paccha (Ibid., III 126; 164), tanto pueden referirse a la especie nativa como a la introducida. En la costa se daban en Guayaquil y Puerto Viejo (Torres de Mendoza, 1868, IX, 251; 279).

En cuanto al Perú, dice Cobo: "Los cohombros no los había en este reino, y de pocos años acá se han comenzado a sembrar y nacen tan buenos como en Europa". En cuanto a los pepinos, había muchos, pero sólo se usaban en ensaladas. y en general se hacía poco caso de ellos (Cabo, 1891, II, 437; 433-437).

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053-- |Luffa cylindrica (L.) Roem.. |L. aegyptiaca Mill..   

|Mamalongo, en Africa portuguesa (Ficalho, 1957, 184).

|Patola, tabobok, en las islas del Pacífico (Merrill, 1945, 149).

|Tzonayotli, en náhuatl (Hernández, 1942, I, 159), de donde |sonayote "calabaza cabelluda" (Robelo, 3° ed., 60). Cuazacamecate, de quah-zaca-mecatl, "zacamecate de árbol" o de mata (Ibid., 328-329, 330).

|Paste, estopa, en Costa Rica (Pittier, 1957, 176, 113).

|Estropajo, coladera, melocotón, calabazo, en Colombia (Pérez Arbeláez, 1947, 482).

|Cedazo, en el occidente colombiano.

|Bucha, en el Brasil.

No se conocen datos sobre la introducción de esta especie, cuyos frutos tiernos se consumen en Africa y Asia a modo de verdura. Que se sepa, esta costumbre no existe en América del Sur, como sí en partes de América Central (Bukasov, I930, 487, 532).

Se consideraba digna de registrar en Trinidad a principios del siglo actual (Hart, 1903, 10-11).

El uso tradicional en América tropical ha sido para estropajo y colador donde las costumbres indígenas fueron suplantadas por las europeas. Los adminículos para colar líquidos o pa ra tamizar se hicieron siempre y se continúan haciendo -como los manares del área orinóquica- de fibras nativas.

Los peruanos cernían y colaban el maíz en mantas de algodón. Los cedazos fueron introducidos por los españoles, junto con los cereales (Garcilaso, 1945, II, 177; Cebo, 1690; I, 345; -----, 1956, I 161).

 

000 -- |Lagenaria siceraria (Mol.) Stand..

(Véase numeral 170, 1964, II 243-251).

"Todas las calabazas de Castilla que nacen en este reino se gastan verdes en guisados y gran cantidad de conservas que se hacen

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dellas; y no se suelen secar para hacer calabazos en que tener vino y agua, como se hace en España, porque éstos se hacen de las calabazas de la tierra que no son de comer, aunque se Parecen mucho a las nuestras, y para este menester son mejores que ellas" (Cobo, 1956, 1418).

 

COMPUESTAS

 

054 -- |Cynara scolimus L..

Alcachofa, alcarchofa.

En el siglo XVIII Cobo dice haberlas visto en una huerta de Puebla, en Méjico, "y hasta ahora no sé que se hayan traído a este reino del Perú" (Cobo, 1891, I1, 433; -----, 1956, I, 416).

En el Nuevo Reino de Granada se mencionan desde principios del siglo XVIII (Zamora, 1945, I, 165; Oviedo, 1930, 50; Gilii, 1955, 133), aunque no se les prestaba atención.

En la Guayana se daban tolerablemente bien desde fines del XVII (Berkel, 1942, 73).

 

055 -- |Cynara cardunculus L..

Cardos.

Había cardos en la isla Española, "no buenos ni maduran bien, y amargan harto ... de mala gracia e para poca estimación" (Oviedo y Valdés, 1851, I, 373-374; -----, 1959, II, 17).

También se conocieron en Guatemala (Vázquez de Espinosa, 1948, 199).

La relación de Tocuyo de 1578 habla de "cardos de España (Arellano Moreno, 1950, 150).

Se daban en Tunja (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401), y en general en el Nuevo Reino, aunque sin ser muy estimados (Gilii, 1955, 133).

Hubo asimismo cardos en Quito (J. de la Espada, 1897, III, 73); pero

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se usaban poco o nada (Velasco, 1946, I, 96).

En el Perú se adaptaron, y cuando se cultivaban con cuidado, se daban buenos, "colorados, tiernos y dulces"; pero en general escaseaban y no se hacía cuenta de ellos. "En esta ciudad de Lima he notado que no los preparan como en España, sino envolviéndolos en hojas de otras plantas, dicen que por ser la tierra húmeda y pudrirse si los entierran; por eso los preparan desta manera (Cobo, 1891, 11, 433; -----, 1956, I, 416).

 

056 -- |Cichorium Intybus L..

|Chicoria, achicoria.

Semillaban bien en las Antillas menores (Du Tertre, 1958, II, 78).

Mencionan chicorias la relación de Tunia de 1609 (Torres de Mendoza, 1868, IX, 40I), y otras fuentes del siglo siguiente para la sabana de Bogotá (Zamora, 1945, I, 158; Gilii, 1955, 132). Por la misma época se conocían en la Guayana francesa (Barreré, 1743, 52) y en Surinam (Fermin, 1769, II, 203).

Desde el siglo XVI se registran en Otavalo (J. de la Espada, 1897, III 115).

 

057 -- |Cichorium endivia L..

Endibia, endivia.

Se hallaba en las huertas de Santa Fe de Bogotá (Simón, I953, IV, 3I7; Gilii, 1955, 132). Lo mismo en Quito (Velasco, 1946, I, 96).

También en Surinam (Fermin, 1769, I, 203).

 

058 -- |Lactuca sativa L..

Lechuga.

Las lechugas se dieron bien en Cibao (Santo Domingo), Urabú y Méjico para I520 (Anglería, 1944, 29-30; 181; 390). En las Antillas se daban bien, pero no semillaban en proporción (Oviedo y Valdés, 1851, I, 373-374; 1853, III 144; -----, 1959, 1, 17). Se aclimataron en

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la isla de Puerto Rico (Latorre, 1919, 47). En las Antillas menores producían semilla fecunda (Du Tertre, 1958, 11, 78).

Se adaptaron regularmente en el istmo de Panamá, aunque mejor en la capital que en Portobelo (Oviedo y Valdés, I959 III, 328; Benzoni, I572, 82v., 81v.; Serrano y Sanz, 1908, 148; 73; Anónimo, 1958, 1I7).

En Cartagena también se sembraban, aunque medraban con dificultad (López de Velasco, I894, 386; Simón, 1953, IX, 200).

En Santa Marta se dieron desde 1530 (Frigide, 1955, 11, 117); Pero después quedaron relegadas a las haciendas' vecinas (Rosa, 1945, 170).

Se daban en Caracas (Latorre, 19I9, 85; Arellano Moreno, I950, 85); así como en Trujillo (Arellano, op. cit., 98: Oviedo y Baños, I885, I, 249), y Barquisimeto (Arellano, op. cit., 127), especialmente en Duaca, valle de Ãroa (Altolaguirre, 1908, 133). Unas hojas sueltas de lechuga sirvieron de indicio a una partida de hopedicionarios españoles para llegar a seguro (Oviedo y Baños, 1885, Il, I03-104).

Habíalas en las Guayanas, francesa (Barreré, 1743, 52); holandesa (Fermin, I769, I, 203), inglesa (Schomburgk, I922, I, 33), y en la venezolana (Gilii, 1965, I, 202).

Se conocieron en el Nuevo Reino (Vargas Machuca, 1599, 50; Torres de Mendoza 1868, IX, 401; Simón 1953, IV, 318; Zamora, 1945, I, 165; Gilii, 1955, 132) y en Trinidad de los Muzos (Morales Padrón, 1958, 608). Se recomendaba enviarlas de Cáqueza a la Guayana (Amézaga Aresti, 1903, 275-276).

Fueron registradas de Anserma (Simón, 1953, VI, 60).

Aunque se daban muy bien en Pasto, se cultivaban sólo para darlas como forraje a los cuíes, pues la gente no gustaba comerlas (Sena, 1956, II, 37).

En el Ecuador se registran en Otavalo (J. de la Espada, 1897, III, 113, 114); Quito (Ibid., 73); Pueleusí (Ibid., 175); Loja (Ibid., 204) y Quijos (Ibid., 1881, I, ciii). También en Guayaquil (Torres de Mendoza, 1868, IX, 251) y Puerto Viejo {Ibid., 279).

En el Perú se daban muy bien y producían el año entero (Carletti, 1701, I, 72-73; Anónimo, 1958, 44; 50). Había todas las clases que en España, y se daban lo mismo en la sierra como en los llanos (Cobo, 1891, II, 432-423; -----, 1956, II, 416; Poma de Ayala, 1944, 815).

Se comportaron bien en San Joaquín de los Omaguas (Uriarte, 1952,

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1, 138; 275-276; 1I, 15).

 

059 -- |Lactuca escariola L..

Escarola.

Se cultivaban en Tunja (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401); en Bogotá (Simón, 1953, IV, 318), y en general, en las tierras templadas del Nuevo Reino (Zamora, 1945, I, 165).

También quedaban en Santa Marta (Rosa, 1945, 170).

En Quito no se les prestaba mucha atención (Velasco, 1946, I, 96).

Habíalas en Lima y se daban muy bien (Anónimo, 1958, 44; 50), aunque eran escasas (Cobo, 1956, I, 416).

CAPITULO VESPECIAS, CONDIMENTOS, TEMPEROS, COLORANTES CULINARIOS, AROMATIZADORES.

 

Las especias jugaron -como se sabe -papel muy importante en la génesis de los descubrimientos geográficos, a partir del siglo XIV. Todavía durante los primeros viajes de Colón y de sus inmediatos seguidores, aparece la preocupación por localizar especias, o por lo menos la vía para ir a las tierras donde real o supuestamente se daban.

Este Dorado especiero no desapareció del todo durante la época colonial, y aun hasta fines de ella el interés por la canela y la pimienta, en particular, tuvo ocasionales emergencias. Pero la búsqueda intencional se hizo menos intensa desde principios del siglo XVI, especialmente después de la penetración al Nuevo Continente, por dos razones primordiales. La una, el hallazgo de perlas, oro y plata en cantidades cada vez más crecientes, lo que desplazó el interés suscitado en un principio por las plantas aromáticas sustitutivas localizadas en el área circunscrita ( |Pimenta dioica, Canella alba etc.), cuyas propiedades fueron inicialmente exageradas: "Por desidia nuestra buscamos aromas extraños, de que no tenemos necesidad si usáramos los que se crían comúnmente en nuestras islas. Algún día se usarán, sin duda. Sólo el hambre cruel del oro se ha llevado el amor de los españoles; otras cosas verdaderamente preciosas y útiles se dejan abandonadas como de ningún valor" (Anglería, 1944, 501).

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La segunda razón fue que bien pronto el monopolio especiero cayó en manes de los portugueses, en virtud de la división del mundo entre las dos coronas peninsulares, hecha por el papa Alejandro IV en su célebre bula, división que los lusitanos supieron aprovechar en su favor. Se hicieron tentativas, pero no serias ni perseverantes, para romper este monopolio, apoderándose los españoles de las Molucas por algún tiempo.

El único sistema seguro de conseguir provisión abundante de especias, o sea el trasplante de las plantas productoras a América tropical, no se llevo a efecto. España tuvo oportunidad de enriquecer desde muy temprano a la América con muchas especies valiosas del Asia, no sólo durante las exploraciones de Magallanes y sus seguidores García de Loaiza y otros, sino especialmente a partir del último cuarto del siglo XVI, cuando se afianzó el dominio de las Filipinas y se regularizó el servicio de navegación Acapulco y Manila. No lo hizo.

Hubo un visionario que pronosticó la caída del monopolio portugués en manos de los holandeses. Pedro de Báez es un caso típico de cómo muchas veces las iniciativas de los conocedores se disuelven en manos de funcionarios sin imaginación y de burócratas ineptos (Baeza, 1611, 8v., 15v., l0v., s. n.).

A fines del período colonial, otro visionario sufre igual suerte en la Nueva Granada. Es casi conmovedora la tentativa de Francisco José de Caldas, para que se organizara y costeara en ese virreinato una expedición científica al Lejano Oriente. En su memoria sobre los productos que convendría aclimatar, Caldas despliega toda la fuerza convincente de su elocuencia, para inducir a las autoridades al fomento del cultivo de las especias (Caldas, 1942, III, 170-172). Los deseos del sabio no se han realizado.

Pero los españoles no fueron los únicos descuidados en esto. Aunque los portugueses tienen el mérito de haber introducido primero algunas especies asiáticas al Brasil, ello no ocurrió tan al principio. En 1563 el naturalista García da Orta se disculpaba de no poder dar descripciones y datos completos sobre el alcanfor, a causa de las pocas oportunidades y ninguna facilidad para viajar que tenía, mientras que los otros portugueses navegaban por el mundo sólo para averiguar cómo podrían vender sus mercancías, y qué podrían traer en cambio: "nao sao curiosos de saber as cousas que ha na terra, e, se as sabem, nam, dizem a quero lhas traz que le amostre o arvore, e, se o vem, nam o comparao a outro arvore nosso, nem perguntao se dá frol o ufruto, e que tal he" (Orta, 1891, I, 151). La prueba es que todavía en la segunda mitad del siglo XIX, el conde de Varhagem proponía que se hiciera por cuenta del Brasil una expedición como la que había querido Caldas (Orto, 1872, xvi).

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Pero no todo es negativo. El 28 de mayo de 1527 firmaba en Tenochtitlán (Temustican) Hernán Cortés, su pliego de instrucciones a Alvaro de Saavedra Cerón, quien debía embarcarse en Zacatula para ir por el Pacífico en busca de los expedicionarios que fueron en 1525 con García de Loaisa, de cuyo paradero no se tenían noticias. Entre tales instrucciones, figuran las de examinar 10 relativo a los países donde se daban y comercicban especias. "Procuraréis con mucha diligencia de saber la orden que los naturales de aquellas partes tienen en cultivar los árbores donde nace la especería y cada género de especia por sí; y sabido trabajaréis muy disimuladamente de enviar en los navíos algunas plantas en sus botas con tierra o en otra manera que a vos os paresca que pueden venir más sanas, para se plantar acá, y daréis cargo a algunas personas que las vengan curando, por manera que lleguen para se poder plantar acá..." (Navarrete, 1964, III, 259; 253-261; J. de la Espada, 1881, I, xxviii). Se ignora si es esta la misma representación que otro autor dice se hizo en Zaragoza en 1528, para la introducción de especiería de planta y simiente (Enciso, 1897, ix).

Hacia 1537 o 1538 se hizo un asiento con un tal Juan de Oribe, "que se obligó a criar y plantar [granjear dice la cédula original] en la Española, San Juan (Puerto Rico), Cuba y Tierra Firme, o donde le pareciere de las Indias, pimienta, clavo, canela, jenjibre, nuez moscada, sándalo, menjuí | (1) y aguila | (2) , para lo cual se le concedieron privilegios el 6 de diciembre". La cédula está fechada en 1538 (Ayala, 1929, I, 357-358, Cappa, siguiendo a León Pinelo, 1890, VI, 99-100). No se sabe qué resultado tuvo el intento, aunque probablemente fue negativo. Del contexto documental parece deducirse que en este, como en casos semejantes, la corona española no ponía sino el permiso, haciendo el interesado la introducción y el cultivo a sus expensas.

Esas tentativas, y otras que quizá se hicieron, no pararon en nada concreto. Las posesiones españolas fueron tributarias, primero de Portugal, y después de Holanda en materia de suministro de especias (Schurz, 1959, 33; 48). Lo curioso es que la mayor parte de las que se consumían en América, venían por la vía de Cádiz y sólo una mínima parte por Acapulco (Ibid., 142). En cuanto concierne a la América equinoccial, varias referencias ilustran esta dependencia del comercio especiero español al menudeo, del mayoritario portugués. El 25 de agosto de 1580, se concedió permiso por la corona española a Alvaro de Robledo, de Quito, para comprar al portugués Duarte Rodríguez, 50 libras de pimienta y 6 de clavo (Ayala, 1930?, IX, 388-400). Pimienta y clavo figuran entre los artículos recibidos en Cali en 1603 por el comerciante Eusebio de Goes de su colega quiteño Diego de Torres. En 1640 "especias Y otras muchas cosas" se compraban en Popayán para llevar a Cali (Arboleda, 1928, 63-64; 114-115).

La producción de especias en América se ha hecho en época tardía y fuera de los países de antiguo dominio español. La nuez moscada es

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monopolio de la isla de Grenada, excolonia inglesa. El clavo sólo se cultiva en el litoral paulistano del Brasil. La pimienta, en cantidades comerciales, después de la última guerra mundial, en el valle amazónico, por iniciativa de la colonia japonesa.

La canela todavía se importa de Ceilán.

 

GRAMÍNEAS

 

060 -- |Vetíveria zizanioides Stapf..

|Vetíver, vetiver, del tamil.

|Khas-khas, en el Indostán ( Stapf..).

A Guayana francesa fue importado en 1820 por Perrotet, según Poiteau (Camus: RBA, I928, VIII, 278). A principios del siglo actual se cultivaba en Antillas y Brasil (Stapf, 1909. 349). Debió llegar a Colombia y Venezuela desde el Caribe; pero se ignora la época exacta.

Hasta hace poco tiempo se usaba en el Valle del Cauca poner en los arcones de guardar ropa, algunas raíces de vetíver, como aromatizante y para ahuyentar polillas. A veces se halla una mata en huertas y solares; pero en general es escaso.

Semillas de dos variedades mejoradas, procedentes de la India, recibió el autor en Cali en julio de 1954, por cortesía del Servicio de Introducción de Plantas de los Estados Unidos. No germinaron (véase Apéndice II).

 

061 -- |Cymbopogon citratus (DC) Stapf.

|Sereh, malayo

limoncillo

Esta planta fue descrita por el jesuita Juan Eusebio Nieremberg en 1635, bajo el nombre tagaló (filipino) de "tanglat] (Nieremberg, 1635, 343). Es probable que llegase de las Filipinas a Méjico.

Habría sido introducido a Jamaica en 1799. De allí se propagó a las otras Antillas británicas y españolas. La Sagra en 1853 dice que en Cuba se cultivaba bajo el nombre de "yerba limón-, evidente

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traducción del inglés "lemon-grass". Grossourdy lo encontró cultivado en Puerto Rico (1864), con el nombre de "limoncillo" (Stapf, 1906, 325-326). Este nombre es común en el Valle del Cauca, mientras que en el vecino Ecuador se le llama "yerba Luisa" y en Venezuela "paja de limón".

A la Guayana francesa parece fue introducido hacia 1820 (Camus: op. cit., loa. cit.) La introducción al Brasil se habría debido a los portugueses (Peckolt, 1891, IV, 618-620; Stapf, op. cit.,326).

A principios de este siglo se cultivó en Barbados y se destiló para la extracción de aceite (Hart, 1903, 7).

Se ignora de dónde se introdujo a Colombia, ni la época de llegada. Ha alcanzado notable difusión, y puede decirse que casi en cada vivienda se cultiva por lo menos una mata, a causa de lo socorrida que es como planta medicinal. En el Valle del Cauca, quizá como hábito trasplantado del Asia (Stapf, op. cit., 329), el rizoma se ha usado para limpiar los dientes, antes de que se generalizara el uso de pastas dentífricas, y la hoja para aromatizar el "agua de panela", la bebida más popular y consumida en la región.

Últimamente se han hecho pequeños cultivos para destilar el aceite esencial.

 

062 -- |Cymbopogon llexuosus Stapf..

La especie de yerba aromática que en la nomenclatura comercial internacional se conoce como "Malabar o Cochin grass", espontánea en las costas de Malabar y Travancor en la India, parece que sólo se introdujo al cultivo a principios del presente siglo (Stapf, op. cit., 3I9-321).

Semillas de ella recibió el autor de esta obra, en septiembre de 1954 (véase Apéndice II). Se adaptó inicialmente muy bien a las condiciones del Valle del Cauca.

 

063 -- |Cymbopogon nardus Rendle.

Citronela.

La introdujo por primera vez a Colombia quien escribe, en I946, desde la Estación Experimental de Mayagüez, Puerto Rico. Por el largo tiempo transcurrido entre el despacho y la entrega, los rizomas perdieron su vitalidad.

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A Trinidad parece haber sido introducida a principios de este siglo (Hart, 1902, 7; -----, 1903, 7; -----, 1909, 16).

 

064 -- |Cymbopogon winterianus Jowit.

Citronela de Java.

La citronela de Java había llegado al continente durante los años de la primera guerra mundial, introducida a Guatemala por el señor Julio Samayoa, y la primera plantación industrial se estableció hacia 1930 cerca de Escuintla (Guenther, 1950, IV, 119).

En octubre de 1947 el doctor Ciro Molina Garcés, entonces Secretario de Agricultura del Valle del Cauca, de vuelta de un viaje por Centro América, trajo en su equipaje unos tallos de esta especie, que le fueron obsequiados por funcionarios de la United Fruit Co., de Honduras. El autor, a quien se confiaron los esquejes, obtuvo algunas matas que se distribuyeron a varias personas y entidades. Una porción se llevó a la Estación Agroforestal del Colima en 1947 (Patiño, 1948, 31).

El 18 de noviembre de 1954, por escritura pública No 4.174, otorgada en la Notaría 3a de Cali, se constituyó la sociedad "Aceites Esenciales Ltda.", para la industrialización de la citronela. Dicha sociedad fue modificada por escritura NQ 1.058, de 21 de marzo de 1956, bajo la razón social de "Sociedad Agrícola Industrial Aceites Esenciales de Colombia Ltda.".

 

065 -- |Cymbopogon caesius Stapf.

Inchippul.

Introducida al Valle del Cauca en las condiciones anotadas para C. flexuosus Stapf, en septiembre de 1954. Produjo semilla fecunda.

De Cali se enviaron semillas a la Estación Experimental de Mayagüez, Puerto Rico. Todavía quedan matas cerca de Cali.

 

066 -- |Cymbopogon martini Stapf.

|Rusá, en hindustaní.

Geranium grass.

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Tiene la misma historia del anterior. Pero las dos matas resultantes de la siembra, que el autor dejó vivas y empezando a florecer en octubre de 1955, cuando salió para Estados Unidos, no las halló a su regreso.

 

067 -- |Cymbopogon schoenanthus Spreng.

|Izkhir en árabe.

|Khavi, en hindustaní.

Camel hay.

Usado más bien como medicinal, y suplantado por otras especies del mismo género (Stapf, op. cit., 303-313).

Se conocía en Trinidad antes de 1870 (Prestoe, 1870, 92; Hart, 1903, 7), aunque pudo confundírsele con | C. citratus.

 

IRIDÁCEAS

 

068 -- |Crocus sativus L..

Azafrán.

El verdadero azafrán era cultivado en España desde antiguo (Herrera, G. A., 18I8, I, 198-202).

Figura entre las mercancías de un cargamento que llegó al puerto venezolano de Borburata en 1564 (Arellano Moreno, 1961, 309).

Dice Cobo que alguien llevó a Lima en 1604 hasta media docena de bulbos de azafrán; pero cuando las matas estaban prendidas, puso el dueño el hecho en conocimiento del público, por el entusiasmo que le causó el éxito (véase capítulo I); el resultado fue que anochecieron y no amanecieron las matas, sin que después hubiese noticia de ellas. En Méjico también se plantó y benefici5 azafrán a los principios, "y se debió de perder, pues no lo hay ahora" (Cobo, 1891, II, 438; -----, I956, I, 419).

No se han hallado datos sobre ensayos de cultivo en América ecuatorial, donde fue sustituido por el "azafrán de la tierra", |Escobedia (Patiño, 1964, II, 223-224).

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ZINGIBERÁCEAS

 

069 -- |Cúrcuma longa L..

Cúrcuma.

Se cultivaba en el Jardín Público de la isla de San Vicente en la segunda mitad del siglo XVIII (Long, I774. III, 912).

En Trinidad se conoce desde mediados del XIX (De Verteuil, 1884, 259; Hart, 1902, 9).

Hay un poco en la isla Dominica (Hodge et al, I957, 546).

El autor la ha visto cultivada en los alrededores de Pucallpa, río Ucayali, y la trajo al Valle del Cauca, hacia 1954.

Después fue reintroducida por alguna empresa interesada en producción de alimentos enlatados. Hay cultivos cerca de Tuluá.

 

070 -- |Zingiber oflicínale Roscoc.

Jenjibre, ajenjibre.

En su carta a los Reyes Católicos escrita per el rey Manuel de Portugal, el 29 de julio de 1501, para darles cuenta del viaje de Vasco de Gama, dice que en Calicud sólo se dan cañafístora, y jenjibre (Navarrete, 1964, II, 67).

Hay versiones dispares sobre la introducción de esta especie aromática a América. Inclusive los españoles que entraron a la isla de Guadalupe con Alonso de Ojeda por mandato de Colón, en el segundo viaje de éste en I493, creyeron ver allí gengibre (Colón, H., 1947, 148).

 

Puerto Rico

Se ha dicho que algunos españoles de los que pasaron de Santo Domingo a Puerto Rice en I509 con Juan Cerón, se dedicaron a sembrar jenjibre, del cual había producción cuando Cerón regre só al gobierno (Abbad (1788) 1959, 15; 57). Pero parece que en 1515 todavía no se había cultivado jenjibre en las Antillas, pues en ese año

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el licenciado Santiago del Riego lo incluye entre los cultivos "que no hay en esta isla" de Santo Domingo, al proponer medidas de fomento para nuevos renglones (Cappa, 1890, V, 10-12). Otros autores dicen que ya lo había en 1528 (Saco, 1938, I, 233).

El cultivo en Puerto Rico sólo debió empezar a fines del tercer cuarto del siglo XVI, pues la relación de esa isla debida al bachiller Lara, en 1582, declara: "de poco se empieza a sembrar jenjibre que se da muy bien, y hay aviso de España que es más fino que el de la isla Española" (Latorre, 1919, 42, 51). Estaba sólidamente establecido a principios del siglo siguiente (Vázquez de Espinosa, 1948, 44; Ordóñez de Ceballos, 1947, B. A., 309).

En I602 se prohibió la siembra de jenjibre en Puerto Rico, prohibición confirmada por pregón de 3 de enero de 1603, por creerse que este cultivo hacía ruinosa competencia al azúcar de caña; a pesar de lo cual la producción azucarera siguió declinando (Coll y Toste, I914, 254; 245). En 1644 era el jenjibre el principal cultivo de esa isla, pero dos años después empezó a declinar por las trabas (Ibid., 254). Cuando antes se habían cogido hasta 14.000 quintales al año, en 1646 sólo se cosecharon 4.000, según Torres Vargas (Ibid., 1917, IV, 260-261).

En la segunda mitad del siglo XVIII, a pesar de darse muy bien, nadie cuidaba de él (Abbad, or- cit., 241; 253).

 

Santo Domingo

Se vio en el subtítulo precedente que no había jenjibre en la isla Española en 1515. Es una de las especias que se comprometía a introducir y fomentar en América Juan de Oribe en 1538 (véase introducción de este capítulo). En la relación del licenciado Echagoian (1564?) se omite toda referencia al jenjibre.

En marzo de 1563 una cédula real solicitaba muestras del jenjibre cultivado en la Española, para apreciar su calidad. El cultivo en grande empezó hacia 1564, por Rodrigo Peláez, según este atestado de 1577, promovido por el interesado: "Si es verdad que habrá trece años poco más o menos, que de un poco de genjibre verde que vino a esta ciudad [Santo Domingo] de la isla de San-torné en un navío de negros que vino a José Pedrálvarez, que lo trujo Sebastián Rodríguez, el dicho Rodrigo Peláez hubo como tres orzas de él, e informándose cómo se sembraba, lo sembró en un arriate de su casa y, teniendo mucha cuenta y cuidado, haciendo muchas experiencias en sembrallo, en que gastó mucho tiempo y cuidado, por perseverar tanto tiempo, aunque muchas veces no se acertaba y no se cogía sino lo que se sembraba, vino a coger cantidad que lo pudo sembrar en el campo y dar a otros que lo sembrasen, por lo cual, entre el dicho

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Rodrigo Peláez y otros vecinos, labradores del dicho jenjibre en el año pasado de mil y quinientos y setenta y seis [1576] se sembró más de tres mil arrobas, de las cuales se ha cogido este año de setenta y siete cantidad de seis mil arrobas de genjibre seco y beneficiado, que [se enviarán] en las naos que de próximo están de partida para España, y sólo el dicho Rodrigo Peláez envía en ella dos mil y quinientas arrobas, que valen en España a seis ducados, poco más o menos, el arroba... " (Rodríguez-Demorizi: Sánchez Valverde, I947, 70-7I neta). Cabe observar que si Rodrigo Peláez obtuvo de los negreros sólo tres onzas de rizomas, otros vecinos pudieron obtener también material de propagación.

En las siguientes décadas, el jenjibre llegó a ser uno de los más importantes renglones económicos de la isla. Era -junto con la ganadería -la principal actividad en 1586, cuando el asalto de Drake (Rodríguez-Demorizi, 1945, II, 33; 45). En 1584, hubo un pleito cuantioso por los diezmos que producía (Ibid., 83). Se recordaba la intervención de Rodrigo Peláez en la iniciación del cultivo (Ibid., 78; I66, 168). En la flota de I587 se llevaron 22.053 quintales a Sevilla (Acosta, 1954, 114).

Para privar a los piratas de alicentes, el gobierno de la isla obligó a los vecinos costeños del norte a retirarse hacia el interior, con todos sus haberes; el cultivo del jenjibre también fue desplazado, contra el querer de los productores (Rodríguez-Demorizi, I945, II, 227). En 1606 se hizo un censo de los cultivadores, y resultaron 25 en Ozama; 8 en Leonera; 1 en Cabuyas; 11 en Higüero; 3 en Camba; 6 en Asavita; 2 en Cacique y Miho; 15 en Mendoza Y la Otra Banda; 8 en Buenaventura, y 5 en Isabela (Ibid., 425-428); Más 4 en Higuey; 4 en Ceibo; 9 en Cetui; fuera de 44 estancias mixtas en otras regiones de la isla (Ibid., 441; 442; 437-438; 440). La Española era entonces el principal productor (Gage, I946, 113; Ordóñez de Ceballos, 1947, B. A., 309; Vázquez de Espinosa, 1948, 38; Cobo, 1891, II, 449; -----, 1956, I, 424).

En 1650 se producían anualmente de 25 a 30.000 quintales (Alcocer: Rodríguez-Demorizi. 1942, I, 204). Para fines del mismo siglo XVII los franceses de la parte occidental do la isla se habían apoderado del trato del jenjibre (Ibid., 303-304).

En el siglo siguiente, apenas se sembraba para consumo doméstico, en forma de agua de jenjibre que se tomaba al desayuno (Sánchez Valverde, 1947, 70-71; 164, 195; Rodríguez-Demorizi, 1957, III, 337; Descourtilz, 1833, VIII, 182-I89).

 

Cuba

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No hay noticias tan detalladas sobre el cultivo del jenjibre en esta isla. A principios del siglo XVII abundaba allí (Gage, 1946, 111), y so menciona sin particular detalle a mediados del siguiente (Arrate (1761) 1949, 14).

 

Jamaica

Se cultivaba en el siglo XVIII (Long, 1774, III, 700-702). De allí adelante la isla se fue convirtiendo gradualmente en el primer productor mundial de la clase "Jamaica" (Bueno, 1933, 100; Trease, 1961, 198-200).

 

Antillas menores

El cultivo empezó en las islas francesas hacia mediados del siglo XVII. Por motivo de la guerra entre holandeses y suecos, se interrumpió el comercio con el mar Báltico, y los precios bajaron. Un misionero vio en 1656 en la isla de San Vicente pilas de jenjibre tan altas como casas, que se hubieran vendido a cualquier precio, de haber transporte (Du Tertre, I958, II, 89; Pelleprat, 1857, 9). Hacia 1700 se abandonó allí el cultivo, en beneficio del azúcar (Morales Padrón: AEA, 1960, 135).

 

Méjico

Dice Toscano refiriéndose al jenjibre: "De este último poseemos, por Torquemada, amplias noticias: según el cronista, la semilla fue sustraída de dichas islas [de la Especiería] por un compañero de Urdaneta, Guido de Labaceres, superviviente de la expedición de Ruy López de Villalobos (1545). Preso por los portugueses, sacó de allá -dice Torquemada- el jenjibre con gran secreto y recato por no ser sentido de los que lo tratan y manejan, que lo trajo con gran cuidado y lo llevó a Castilla y de allí lo trajo a esta Nueva España y se sembró en Quahnáhuac, en la huerta de Bernardino del Castillo, de donde ha procedido la gran cantidad que hay el día de hoy ... (Torquemada, lib. V, cap. XI, 608). Como este Labaceres regresó a las Filipinas en la expedición de Legaspi en I559, la fecha probable de la aclimatación del jenjibre debe situarse en las proximidades de 1550" (Toscano: CA, 1946, XXV, 157-158). Esta versión parece respaldarla un historiador mejicano (Cué Cánovas, 1960, 69).

Sin embargo, en una carta de Pedro de Ledesma a Felipe 11, escrita el 22 de mayo de I563 para proponer arbitrios con miras a acrecentar la hacienda real, se dice textualmente: "el gengibre que envió don

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Francisco de Mendoza se da tan bien como en Calicut..." (Montoto, I927, I, 382). Esta versión está patrocinada por el médico Monardes, quien afirma haber visto en 1563 jenjibre verde traído de la Nueva España a Sevilla (Monardes, 1563, 34), y once años después lanza la versión de que Francisco de Mendoza, hijo del virrey Antonio, llevó a la Nueva España no sólo jenjibre sino otras especias; pero con su muerte se perdió el negocio, quedando sólo el jenjibre, que ya se exportaba (Monardes, 1574, 99v; Flückiger and Hanbury, 1879, 636).

Durante su visita a Méjico entre I570 y I577, el protomédico Hernández afirma del jenjibre que se da en Haití y en la Nueva España, "donde cuidamos de pintarlo, y según creo, también a España, aunque no sé si ha prosperado allá". La figura que presenta es bastante más fiel de lo que suelen serlo las de este autor (Hernández, 1946, III, 1070-1072). También describe el que llama "ancoa" o "jenjibre macho", que los comentadores creen podría ser una forma de Zingiber officinale (Ibid., 1943, II, 470-472).

En 1580 se llevaron de la Nueva España al puerto peninsular de Vigo, dos pipas de "agenjibila" (Ayala, I930? XI, 272).

 

Sur América

En 1607 se cultivaba jenjibre en Portobelo (Torres de Mendoza, 1868, IX, I14), y en Panamá en el mismo año se incluye el gengibre entre las "raíces de la tierra" (Serrano y Sanz, 1908, 147).

Por la misma época se daba en Muzo, Nueva Granada (Simón, 1953, IV, 203). A mediados del siglo XVIII, en Santa Marta, "no es poco el jenjibre que se coge, pues también le traen a costales cuando se necesita para medicamento, pues como especia no se usa de él" (Rosa, 1945, 302). Las costumbres habían variado a mediados del siglo pasado, cuando la infusión de jenjibre con azúcar -como se vio que ocurría en Santo Domingo- era bebida común (Reclus, 1881, 168).

No hay constancia sobre la introducción al occidente colombiano, ni sobre la procedencia del material. A veces se encuentran matas en las huertas; pero se desconoce el procedimiento de beneficiar el rizoma. En el medio Patía y norte de Nariño se cultiva algo.

A fines del siglo XVII se conocía en la cuenca del Unare (Ruiz Blanco, 1892, 24; 26). Poco antes se daba en el Guarapiche (Pelle-prat, 1857, 107).

En Surinam lo había a mediados del siglo XVIII (Fermin, 1769, I, 219-221), lo mismo que en Cayena (Aublet, 1775, I, 2). En el Orinoco se daba muy bien el introducido; pero también había uno que se

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consideraba silvestre, muy socorrido en medicina, y a que los tamanacos llamaban "tinéme" (Gilii, 1965, I, 191; II, 88). Existía también en Trinidad (De Verteuil, 1884, 259).

El gengibre o agengibre era "bien conocida" en el Ecuador a mediados del siglo XVIII (Velasco, 1946, I, 72), y en la costa peruana parece que desde principios del siglo anterior (Calancha, 1639, 6I).

Tan pronto como los españoles empezaron a colonizar la parte amazónica a las espaldas de Quito, ya se registra en Maynas, en 1619, "ajenjibre mucho y bueno" (J. de la Espada, 1897, IV, cxlvi). Se daba mejor en Jéberos (Figueroa, 1904, 405, 406).

A lo largo de la cuenca amazónica se empezó a sombrar, aunque en pequeño (Silveira (1624), 1874, 31). En el Perú lo cultivaban indios. En 1725 la cicatera corona portuguesa recomendaba que el cultivo no se hiciera a costa de la real hacienda, pues salía muy caro (ABAPP, 1902, I, 218-219).

De todos modos, por la política económica rígidamente metropolitana de Portugal, se prohibió el cultivo en el Brasil, y nunca tuvo allí el jenjibre importancia económica (Amaral, 1940, II, 337; 443).

 

071 -- |Elettaria cardamomum Maton.

Cardamomo.

Esta especie, oriunda del sur de la India y de Ceilán, fue introducida a Guatemala hacia principios del siglo actual. Allí se ha desarrollado una modesta industria de producción de semillas y aceite esencial (Guenther, 1952, V, 94-96).

De una finca cerca a Retalulheu obtuvo el autor semillas en 1960, que fueron traídas a Colombia para el Instituto de Fomento Algodonero, y se sembraron en Tangareal, Nariño.

 

PIPERÁCEAS

 

072 -- |Piper nigrum L..

|Kali mirich, en la India (Randharva, 1958, 203-204).

Pimienta, pimienta negra.

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Dice el licenciado Suazo, en una carta escrita en Santo Dorningo el 22 de enero de I518: "E procurado de probar la especyeria, especialmente la pimienta... e thobe manera para ymbiar secretamente a Portugal por alguna pymienta que vyniese fresca, e de tres o cuatro libras que truxeron non oces [non ove?] sinon dos granos que fuesen buenos, e estos nacieron, e están los más ermosos del mundo, e la oxa como de yedra, e la rrama como de un bledo colorado que thiene muncha prescysién, e al pie de las oxas nacen unos granos de la pymienta con muncha cantidad. Espero en Dios que destos dos árboles, abrá symiente para toda la Ysla..." (Torres de Mendoza, 1880, XXXIV, 254; J. de la Espada, 1881, I, xviii). Debió perderse, pues no se vuelven a encontrar menciones de esta planta en las Antillas durante los siglos XVI a XVIII. También pudo introducirla a Méjico don Francisco de Mendoza, pero no perduró (Monardes, 1574, 99v-100).

En Santo Domingo se cultivaba algo a principios del XIX (Descourtilz, 1833, VI, 182-187). De allí parece haberse llevado a Cuba por el inmigrante francés Santiago Danger (Pérez de la Riva, 1944, 112; 146).

A Puerto Rico se llevó desde Trinidad en 1879, per don Santiago MacCormick, comisionado por la Diputación Provincial (Colón D., 1930, 252).

No sin dificultades al principio, pues todavía en 1775 no habían dado resultado los ensayos para aclimatarla, se estableció en la Guayana francesa (Aublet, 1775, II, Suppl., 87). Pero para fines de ese siglo debió tener éxito el cultivo, pues de Cayena se llevaron semillas y matas de pimienta al Paró; las primeras, por 1798, se perdieron, y sólo se debieron lograr las matas llevadas en 1809, cuando los portugueses se apoderaron de la Guayana (Ferreira Reis, 1946, 8; 13). Martius y Spix hallaron en Belem en 1820, la "verdadera pimienta de la India", aunque ellos dicen que llevada del archipiélago índico (Martius, 1843, 100). En los últimos 20 años, la cuenca amazónica se ha convertido en fuerte productora (Normano y Gerbi, 1943, 43).

En 1870 ya había pimienta en Trinidad, al parecer recién introducida del Asia (Prestoe, I870, 70). Era poca, y se tenía más por curiosidad, que por utilidad (De Verteuil, 1884, 259). Parece que se perdió, pues en la última década del siglo XIX se volvió a introducir (Hart, 1890, 28), y se empezó a propagar por rama (Ibid., 1893, 8, 9). Un año después fructificaba sin novedad (Ibid., 1894, 6). En los años iniciales del presente siglo, se continuó multiplicando, y llegó a darse bien, aunque en la finca de Saint Clair, en la parte oriental de la isla, la semilla era perseguida por los pájaros (Ibid., 1900, 8-9; -----, 1901, 12; -----, 1902, 8; -----, 1903, 8). De donde se deduce que sí pudo haber material para llevar a Puerto Rico en la fecha indicada.

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Se atribuye la introducción de la pimienta a Colombia, al señor Edward Nichollas, súbdito inglés de la isla Dominica, antiguo empleado de la compañía minera Malpaso Minning Co., de Mariquita, Tolima, por 1926 (Patiño, 1946, 119-120;----- 1947, 22). El señor Ricardo Galvis, de la misma ciudad, dice haber introducido diez años después otras dos matas, desde Trinidad. Estos datos no han podido confirmarse de modo fehaciente. Ello es que de Mariquita fue llevada la pimienta después de 1940 a la Estación Agrícola de Palmira; pero se perdió, no sin que de allí se llevaran unas matas en 1945 a la Estación Agro-forestal del Calima, donde fueron plantadas el 12 de octubre de ese año. Aquí también se perdieron las matas, después de haber producido, pues el 18 de diciembre de 1951 había un pie en plena fructificación (Patiño, Mss.).

El autor introdujo desde la Estación Experimental Federal de Mayagüez, Puerto Rico, el 30 de noviembre de 1957, cuatro ramas de pimienta de la variedad Kalluvalli PI-212641, una de las cuales se cedió a la Estación de Palmira el 6 de diciembre siguiente (Patiño, Mss.).

En Pichilingue, Ecuador, había en septiembre 3 de 1952, matas de pimienta, creciendo sobre apoyo de Spondias tutea (Patiño, obs. personal).

 

CANNABINÁCEAS

 

072-a -- |Humulus lupulus L..

Lúpulo.

Conocido en Europa occidental después de las invasiones bárbaras, se usó allá como condimento para aromatizar la levadura de pan y la cerveza. Los brotes tiernos se consumían como hortaliza. (Maurizio, 1932, 518, 525; 116).

Aunque se conoció en España en la época de los descubrimientos como sustituto del espárrago (Ríos, 1951, 70, Font Quer, 1962, 125-127), no parece haberse introducido a las colonias españolas. Sólo en este siglo las compañías cerveceras lo han hecho conocer en Colombia. Un cultivo hubo en Buga hace unos 30 años.

A la bahía de Masachussetts se llevaron raíces en 1628 por la expedición de Endicott; se cultivaba en Louisiana en 1758 (Carrier, 1923, 252). De Bavaria se llevaron en 1900 variedades que prometían ser superiores a las tradicionales (Klose 1950, 119).

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Page 134: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

 

MAGNOLIÁCEAS

 

073 -- |Illicíum verum Hook f.,

Badiana.

Anís estrellado.

Semillas fueron introducidas a la Estación Agrícola de Palmira en 1932; pero no se lograron arbolitos (Rivero: García Vásquez, 1933, 20).

En el mercado de Pasto se vende corrientemente, pero esterilizado, traído del Ecuador.

 

ANONÁCEAS.

 

074 -- |Canangíum odoratum Baill. (= |Cananga odorata Hook f.).

Ilang-ílang, kenanga, cananga.

Camia.

Se había introducido esta especie a Trinidad a principios del último cuarto del siglo pasado (Prestoe, 1870, 2). También la había en Jamaica entonces (Sower, 1892, 120).

Se trajo a los Jardines Experimentales de Summit, en la Zona del Canal de Panamá, a raíz de la fundación de esa institución (CZG, 1924, 10).

De allí fue introducida a Cali para el programa de arborización que se hizo con motivo de los festejos cuatricentenarios de la ciudad, en 1936 (Ramos Hidalgo: BHV, 1941-1942, VII, 394-405).

Su dispersión por todo el Valle del Cauca, exclusivamente como planta ornamental, ha sido muy rápida.

El autor vio en la región de Les Caies, Haití, en I957, una pequeña plantación para fines de extracción industrial del aceite esencial.

 

134

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075 -- |Monodora rnyrística Dunal.

Falsa nuez-moscada.

Nuez moscada de Guinea.

Nativa del Africa, donde se da en bordes de sabanas (Schnell, 1957, 93; 164).

Se introdujo a Trinidad en el siglo XIX ( |Monodora grandiflora) (Prestoe, I870, 3), y todavía se conservan a los árboles el Jardín Botánico (Williams et al, 1951, 223-224).

El autor recibió semillas enviadas por el Dr. Paul Allen, de la Estación Experimental de Lancetilla, Honduras, en I962. Hay varios árboles en el Valle procedentes de esta introducción.

 

MIRISTICÁCEAS

 

076 -- |Myristica fragrans Heutt..

Nuez moscada

Aunque difundida quizá a partir del siglo X en Europa y Asía, la nuez moscada parece que en un principio no la usaron como condimento los habitantes de las Molucas, de donde es originaria la especie (Flückiger and Hanbury, I879, 504). En todo caso, ya era objeto do un activo comercio, cuando los primeros europeos y entre ellos el cronista de la expedición de Magallanes, Antonio Pigafetta, tuvieron oportunidad de conocer los árboles, el 17 de noviembre de 1521, en la isla de Gilolo (Pigafetta, 1954, 114; 116). También fue vista por los integrantes de la expedición de Urdaneta en 1535-1537 (Torres de Mendoza, 1866, V, 52-55; Navarrete, 1964, III, 80, 81, 82). En las islas de Banda se producían anualmente unos 7.000 quintales de nuez y unos 1.000 de macia.

No obstante esto, en el asiento quo el año de I537 se hizo con Juan de Oribe, se incluyó la nuez moscada entre las cosas que se comprometía a introducir en América (Ayala, 1939, I, 357-356; Cappa, I890, VI, 99-100).

Los portugueses tampoco se apresuraron a introducirla al Brasil, a pesar de ser bien conocida por ellos, ya que monopolizaron durante un siglo el comercio especiero. El naturalista García da Orta, que vivió un cuarto de siglo en la India, dice de ella que "e a mais formosa

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couta de ver no mundo, guando as arvores estao carregadas" (Orto, I872, 129v131).

En la Guayaría francesa había sido introducida la especie a fines del tercer cuarto del siglo XVIII (Aublet, I775, II, Suppl.. 87); pero era escasa, hasta el punto de no conocerse en Cayena sino dos árboles en I798, en poder de un particular que los guardaba mucho; ese año apenas habían producido contadas semillas (Ferreira Reis, I946, 8, II). De allí debieron ser llevadas a Belem del Paró, durante la breve ocupación de Cayena por los portugueses hacia I809. En Belem la hallaron en I820 los viajeros alemanes Spix y Martius (Martius, I843, I09).

Pudo ser independientemente como llegó a las Antillas Y a otras posesiones inglesas. En San Vicente y Tobago existían árboles en 1774 (Long, 1774, III, 913). El capitán Bligh llevó un ejemplar en 1791 de Santa Helena a Jamaica (Marriot, 1920, 221). La Asamblea de esta isla dictó ese año medidas de fomento del cultivo (Parry, 1950, 34). No debió adaptarse bien, supuesto que en 1889 se enviaron a Jamaica desde Trinidad 6.000 semillas (Hart, 1889, 5).

En esta última isla se introdujo para el Jardín Botánico, en I824, desde San Vicente (Prestoe, 1870, 64; Watkins, 1952, 197). Sesenta años después crecía bien en Trinidad, aunque no se cultivaba comercialmente. En los jardines de Santa Ana daba a razón de unas I5 lb. por árbol (De Verteuil, I884, 69; 258-259). En 1893 se publicó un folleto de instrucciones sobre el cultivo (Hart, 1893, 8). Se hizo posteriormente un ensayo de propagarla por injerto (Ibid., 1901, 11; -----, 1907, 16).

Aunque un autor colonial español habla de que en I775 había nuez moscada en Puerto Rico (Myyares González, 1954, 104), debe tratarse da alguna otra Miristicácea confundida con la legítima nuez moscada, pues ésta fue introducida do Trinidad a Borinquen en 1879 por Santiago Ortiz MacCormick (Colón, D., I930, 252).

Hacia 1843 fue llevada a la isla de Grenada, al norte de Trinidad. Esa pequeña isla es actualmente uno de los principales centros mundiales de producción (Guenther, I952, V, 60, 63).

A los Jardines Experimentales do Summit en la Zona del Canal fue introducida desde Jamaica a partir de 1924 (Rivero, J. M., 1930, 9; CZG, I937, 29).

Aunque se ha dicho que el botánico Mutis cultivó nuez moscada en Mariquita, y que hacia 1790 tenía 200 arbolitos de un año de edad (Barras do Aragón, 1933, 592; Restrepo, V., I888, 240), no debió tratarse de la verdadera nuez moscada, sino de alguna otoba u otra Miristicácea nativa. Ello es que en Colombia parece haber muy pocos ejemplares, Hay uno en la plaza principal de Tumaco,

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Page 137: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

presumiblemente introducido desde la vecina costa ecuatoriana. Parece que en Ibague existen otros árboles (dato verbal del finado Ing. Agr. Aníbal Tobón Villegas).

 

LAURÁCEAS

 

077 -- |Cinnamomum zeyIanicum Nees..

|Rasse curunda, en Ceilán (Saver, 1392, 191).

Canela, canela de Ceilán.

Las tentativas desganadas del gobierno español para fomentar el cultivo de la canela en sus dominios españoles, no culminaron con éxito, a pesar de que hubo oportunidad de introducir desde Filipinas la especie |C. mindanense. A causa de no ser ésta de la calidad exigida por el gusto, se prefirió importar, comprándola a los portugueses y holandeses, la de Ceilán (Schurz, 1959, 44; 47-48). De todos modos, en el retorno del primer viaje de ese archipiélago a Acapulco en 1565, se trajo una pequeña cantidad (Ibid., 24). Hallándose en Butuán y Calagán, cerca de Maguindanao, en octubre de 1521, los sobrevivientes de la expedición de Magallanes, vieron el árbol, llamado localmente "cainmana", de "cain", madera, y "mana", dulce (Pigafetta, 1954. 102).

Por eso parece dudosa la afirmación de un geógrafo, de que los reyes españoles hicieron sembrar en Macas, oriente perú-ecuatoriano, canela de Ceilán (Villavicencio, 1858, 423).

Las introducciones a la América española durante el período colonial, fueron debidas a particulares; no al gobierno. El tratadista español Abbad y Lasierra, dice haber visto en Caracas, en poder de José España, en 1778, algunos arbolitos adquiridos de un barco holandés que aportó casualmente a La Guayra (Abbad, (1788), 1959, 241). En 1804 había en Panamá más de un centenar de arbolitos, cultivados por un sardo con semilla obtenida en Jamaica (Cuervo, 1892, II, 354). Los ensayos hechos por Mutis en Mariquita (Barras de Aragón, 1933, 596), lo fueron con canela de los Andaquíes. No obstante, hubo a fines del siglo XVIII canela de Ceilán cultivada en Laguna de las Canarias (Humboldt, 1941, I, 128; 225) y para principios del siglo siguiente en varios lugares del Nuevo Continente (Ibid., 1942, IV, 130).

Antes de 1762, le fueron enviados de la India al botánico Aublet, que entonces residía en la Isla de Francia, cinco caneleros de Ceilán, que produjeron drupas cinco años después de plantados. Se cultivaba

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posteriormente en Cayena, en el Jardín de Loyola y en varias residencias de la isla (Aublet, 1775, I, ix; 362-363; II, Suppl., 94).

De Cayena se llevaron a Belem del Pará en 1799, y en un principio los paraenses no se entusiasmaron mucho con el cultivo. En 1830 había allí un pomposo jardín de los Canelos, de donde más de un millar de arbolitos fueron llevados después a Olaria, y aquí fueron vistos por los científicos alemanes Spix y Martius (Ferreira Reis, 1946, 9, 10, 12, 13; Martius, 1843, 111-112). Las plantas que hubo en Río de Janeiro desde fines del siglo XVIII, desaparecieron (Barbosa Rodrigues, 1893-1894, iv, vii, xxii).

Al Jardín Botánico de Trinidad fue introducida la canela a mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 63), y se dio bien, aunque se cultivaba poco (De Verteuil, 1884, 69; 259; Hart, 1902, 9; ----- 1904, 8; -----, 1907, 15).

El cultivo de la canela en las Antillas inglesas provino de las plantas que -con otras especies importantes -fueron tomadas en un navío mercante francés que viajaba de la isla de Borbón a Santo Domingo (Haití), y que fue capturado por la corbeta "Flora", perteneciente a la escuadra de lord Rodney, en 1782. Los primeros pies fueron plantados en Jamaica (De Candoll-le, 1883, 116). También se cultivó en San Vicente (Long, 1774, III. 912).

Habíala en Haití (Descourtilz, 1833, VIII, 202-213; 203). De allí debió pasar a Cuba con los emigrados franceses, especialmente Santiago Danger (Pérez de la Riva 1944,112;146; Reynoso, 1867, 44).

A mediados del siglo XIX, el señor Juan Santamaría introdujo canela a Medellín; en su casa de "La Alameda" plantó un ejemplar que aun existía en 1919 (Zuleta: RHA, 1919, 3-4; 14). Otra introducción se debería al mismo señor Nichollas que trajo la pimienta (véase) a Mariquita, y hacia la misma época que ésta (Patiño, 1946, 119-120). Uno o varios arbolitos fueron transferidos por Nichollas al señor Ricardo Galvis, quien propagó la especie y vendió pies al gobierno y a los particulares. El señor Galvis dice que un sólo arbolito que obtuvo empezó a fructificar en 1931, y que en I0 años logró de él más de 80.000 plantitas. De allí procedieron los ejemplares que fueron traídos al Valle del Cauca en 1939 por el entonces Secretario de Agricultura, Manuel María Buenaventura. Se plantaron en las estaciones del Ferrocarril del Pacífico entre Cali y Cartago y en la Estación Agrícola de Palmira; pero no queda ninguno. Unos pocos ejemplares existen a la entrada de la colonia penal de Acacías, en el Meta. Del mismo origen es una plantación que se hizo en la Estación Experimental de Armero, Tolima. Algunos árboles también fueron cultivados en Bucaramanga por el señor José María Salazar Alvarez, quien dice haberlos introducido en 1928 (Salazar, carta 1956).

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El desconocimiento de la técnica para obtener y preparar la canela y el poco interés que por ello ha habido, han limitado la difusión de esta planta en Colombia.

 

078 -- |Cinnamomum camphora Sieb..

|Hon-sho. en Formosa (Guenther, 1950, IV, 280; 320).

Alcanfor.

En Belem del Pará había en 1820 alcanfor (Martius, 1843, 112), quizá llevado desde Cayena.

En Trinidad fue introducido a mediados del mismo siglo XIX (Prestoe, 1870, 63). En 1891 se recibieron semillas de Singapore (Hart, 1891, 31), y los arbolitos se dieron muy bien (Ibid., I902, 8), incrementándose la siembra (Ibid., 1903, 8; -----, 1904, 8; -----, 1907, 15).

A Apulo, Cundinamarca, parece fue introducido a principios del siglo actual. Independientemente, don Nicanor Restrepo de Medellín, lo introdujo, quizá de Oneco Gardens, Florida, entre 1908 y 1912. El doctor Gonzalo Restrepo Jaramillo, hijo de don Nicanor, regaló un arbolito a la Escuela Salesiana de Agricultura de Ibagué en 1937. De aquí se introdujeron varios ejemplares al Valle del Cauca, para la Secretaría de Agricultura, en 1945.

 

CAPARIDÁCEAS

 

079 -- |Capparis spinosa L..

Alcaparras.

Llegaban a Venezuela como mercancía de importación en 1554 (Arellano Moreno, 1961, 307-310).

A pesar de la antigüedad del cultivo en España (Abu Zacaria, 1802, II, 325-326; Herrera, G. A., 1819, III, 55-57), no hay constancia de su propagación en América.

 

|CRUCÍFERAS. 080 -- |Sinapis spp..

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Mostaza.

Figura entre las semillas embarcadas en 1520 para la Española, con la colonia de agricultores de Antequara de que se ha hablado varias veces (Cappa, 1890, V, 20; Ramos Pérez, 1947, 160).

Se introducía como artículo de comercio a Venezuela en 1564 (Arellano Moreno, 1961, 307-3I0); pero unos años después se cultivaba en Caracas (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85), Y en Tocuyo (Arellano Moreno, op. cit., 150).

También en el Nuevo Reino de Granada se cultivó sin dificultad (Zamora, 1945, I, 165; Oviedo, 1930, 50).

Se daba en Quijos (J. de la Espada, 1881, I, ciii).

Pero donde más se propagó en esta parte de América fue en el Perú. Allí llegó a convertirse en maleza de las sementeras, Y Se difundió tanto entre los indios reducidos como entre los salvajes. En Lima acostumbraban usar el tallo como leña, por la abundancia (Cobo, 1891, II, 437-438; -----, 1956, I, 418-419).

No llegó a tanto la naturalización de la mostaza en la cuenca del Cauca, por lo menos en las partes cálidas. Por lo demás, como planta de huerta, se usó meros para condimento, que con fines medicinales, puas las sinaipismos han sido muy socorridos en el pasado.

 

MALVÁCEAS.

 

081 -- |Hibiscus abelmoschus L..

Algalia.

Figura entre los productos aromáticos que se importaban del Oriente a Europa desde fines del siglo XVI (Baeza, 1611? 111, 2). En la segunda mitad del siglo XVIII ya era común en la Guayana francesa (Aublet, 1775, II, 707). Sin duda de allí se extendió por el interior del continente, pues a principios del último cuarto del siglo XIX (1879) lo cultivaban los indios del Putumayo en la frontera entre Colombia y Brasil. Probablemente lo recibieron por intermedio de los indios cucuyos de Guayana, quienes criaban la planta para hacer con las semillas una infusión con la cual bañaban a sus perros antes de salir a cazar jaguares. "El olor del almizcle, muy desarrollado en esta simiente, obliga al tigre a alejarse en el momento en que va a hincar los dientes en su presa. Después he sabido que esta planta -dice el etnógrafo Crévaux -conocida con el nombre de |ambarilla, se usa en

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perfumería. Si el aserto de los cucuyos es verdadero, y no lo pongo en duda, nuestros elegantes pueden cruzar impunemente las selvas vírgenes de la América del sur y quizás de Bengala. Por qué tendrá el [yauar] tal horror a este perfume? Sin duda porque todos sus enemigos huelen a almizcle: el pecari, al que no osa acometer cuando va reunido en manadas; las serpientes y el caimán despiden un olor de almizcle que les preserva de un verdadero peligro" (Crévaux: LTDM, 1879, 234).

Esta planta también fue conocida en las Antillas (Descourtilz, 1833, V, 217-220) y en Trinidad (Prestoe, 1870, 7; De Verteuil, 1884, 81; 260).

A fines del siglo XIX había sido introducida la algalia al Jardín Botánico de Río de Janeiro (Barbosa Rodrigues, 1893-1894, 30). En Buga se usaba en 1824 un emplasto de las semillas contra el veneno de la culebra equis (Hamilton, 1955, II, 89). A veces se sierra en el Valle del Cauca como planta ornamental.

La semilla se exporta en pequeñas cantidades para perfumeria, desde Guayaquil (Guenther, 1952, VI, 173).

 

MIRTÁCEAS

 

082 -- |Eugenia caryophyllata Thunb..

|Lavunga, en sánscrito.

|Meykuk, en persa.

|kerunpul, en árabe.

|Lung, en bengalí.

|Laung, en hindustaní (Saver, 1892, 219).

|Chaque, en el Africa (Sandoval, 1627, 26).

Clavo, clavo de olor, clavo de especia.

Lo mismo que se dijo de la nuez moscada, puede repetirse del clavo. Los españoles que navegaron por el Pacífico y el Indico durante la primera mitad del siglo XVI, tuvieron oportunidad de informarse bien de los lugares donde crecía, y del sistema de beneficio, como ocurrió desde I521 en Gilolo (Pigafetta, 1954, 115-116). Urdaneta en su relación del viaje a las Malucas (1535-1536), hace una estadística muy completa de la producción anual de clavo en las islas de Ternate,

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Page 142: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Tidore, Motil, Macuyán y Bachán. En ellas se producían anualmente entre 5 y 11.000 quintales (Torres de Mendoza, 1866, V, 61-62; Navarrete, 1964, III, 80, 81, 82). Los Welser, futuros conquistadores de Venezuela, compraron los primeros 480 quintales de clavo traídos en la nave "Victoria" que dio la vuelta al mundo, cargamento que pertenecía a Cristóbal de Haro (Friede, 1961, W, 90).

Con mayor razón los portugueses, que detentaron el monopolio de las producciones de las Malucas durante todo ese siglo. El gran naturalista portugués García da Orta, presenta en 1563 un cuadro muy completo de las noticias que en esa época se tenían sobre el clavo (Orto, 1891, I, 361-383). Pero ni españoles ni portugueses lo introdujeron a América.

Sólo cuando el tenaz Pierre Poivre obtuvo material de propagación y aclimató la especie en las islas de Mauricio y Barbón, pudo ser introducida al continente americano, primero a la Guayana francesa, donde al principio no se dio bien (Aublet, 1775, II, 87), y luego al Brasil. En 1798 se llevaron subrepticiamente de Cayena a Belem unas 200 o 300 maticas; a pesar de las fallas, quedaron ejemplares suficientes para multiplicar. En 1809 se pidieron ejemplares para enviar a otros lugares del Brasil (Ferreira Reis, 1946, 8, 9, 10, 11, 13). En 1820 vieron el clavo en el jardín Botánico de Belem unos viajeros (Martius, 1843, 113). A Río de Janeiro se llevó también a fines del siglo XVIII (Barbosa Rodrigues, 1893-1894, VII, X, xxiii).

La Asamblea de Jamaica dictó en 1791 medidas para fomentar este cultivo (Parry, 1950, 34).

De la isla de Francia vino a Cayena y simultáneamente a Martinica en 1775. A Cuba llevó el clavo el conde Fernandina; pero desapareció por los huracanes. En I865 su hijo envió de Bruselas varios pies, y en el mismo año introdujo otros Miguel de Aldana (Reynoso, 1867, 49-52).

En Haití también se sembró, y para el primer cuarto del siglo XIX había plantaciones en la parte sur de esa isla (Descourtilz, 1833, VIII, 215; 217-218).

A Trinidad se introdujo para el Jardín Botánico (Prestoe, 1870, 32), aunque nunca alcanzó allí gran predicamento (De Verteuil, 1884, 259; Hart, 1902, 9).

Parece que el señor Nichollas ya mencionado, importó clavo a Mariquita en la década 1920-1930, con resultados negativos (Patiño, 1946, 119). En agosto y septiembre de 1947 se recibieron en Cali, enviados por los doctores Henrique da Racha Lima y Karl Silberschmidt, del Instituto Biológico de San Paulo, Brasil, y procedentes de la localidad paulista de Ubatuba, sendas remesas de semillas de clavo que fueron sembradas con buenos resultados

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iniciales en Cal! y en la Estación Agroforestal del Calima (Patiño, 1948, 27-28). Diversas causas fueron reduciendo el número de arbolitos que quedaron en la última localidad, Basta su desaparición total.

 

UMBELÍFERAS

 

083 -- |Coriandrum sativum L..

Culantro, coriandro.

Semilla de culantro se embarcó en 1520, junto con otras enurneradas en varios pasajes de esta obra, con destino a la isla Española, en el mismo viaje en que llegaron los integrantes de una colonia de agricultores de Antequera (Cappa, 1890, V. 20; Ramos Pérez, I947, 160). Esa especie se adaptó muy bien en la isla, donde semillaba abundante (Oviedo Valdés 1851 I, 373; -----, 1959, II, 17).

Se daba en Caracas el culantro (Latorre, 1919 85 Arellano Moreno, 1950, 85), y también en Trujillo ("cilantro") y en Barquisimeto y Tocuyo (Arellano Moreno, op. cit., 98; 127: 150).

Era común en el Nuevo Reino (Zamora, 1945, I, 158) y en Santa Marta (Rosa, 1945, 170).

En Quito el culantro o coriandro tenía quizá más predicamento como planta medicinal, que como condimenticia (Velasco, 1946, I, 50).

En el Perú se adaptó muy bien (Cobo, 1891, II, 439; ----- , 1956, I, 419).

 

084 -- |Cuminum cyminum L.. Cominos, aliños.

En Tepanatitlán de Guatemala se cultivaba comino a principios del siglo XVII (Vázquez de Espinosa, 1948, 207), igual que en el Perú en la misma época (Lobo, 1891, II, 439; -, 1956, I, 419), y en el Ecuador un poco más tarde (Velasco, 1946, I, 72).

A pesar del intenso consumo que se hace de él para fines culinarios en Colombia, no hay noticias de cultivo de comino allí, ni en el pasado, ni en la actualidad.

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Page 144: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Se introducían a Venezuela en la segunda mitad del siglo XVI (Arellano Moreno, 1961, 307-310).

 

085 -- |Pímpinela anísum L..

Anís.

Este grano aromático se cultivaba en varias partes del Nuevo Reino de Granada a principios del siglo XVII (Simón, 1953, IV, 251; IX, 202), y de allí adelante (Zamora, 1945, I, 164). Se producía con especial abundancia en Tenza y Guateque, de donde se llevaba a Cartagena, Mompós y otras partes, lo que dejaba cuantiosas primicias a los curas de aquellas parcialidades. Tampoco faltaba en Tiribita, Sutatenza, Muzo (Oviedo, 1930, 29, 49; 129, 143, 144, 275), y en Guaduas (Gilii, 1955, 134). El virrey Montalvo quiso promover el cultivo en Ocaña, para que desde allí se llevara a Cartagena, evitando el largo viaje desde Tenza (Posada e Ibáñez, 1910, 703). Con posterioridad a la expedición por el visitador Gutiérrez de Piñeres de la "Instrucción" sobre aguardiente y tabaco, se contrató con vecinos de Guateque y Tenza la provisión de anís para todas las fábricas oficiales (Calderón, 1911, 511). En la misma época se sugería que del Nuevo Reino se podía exportar por Macuco para la Guayana y otras provincias orientales (Cuervo, 1893, III, 61-62; 62). En I864 había un pequeño foco de producción para exportar en La Mesa (Camacho Roldán, 1892, I, 577).

El oidor Mon y Velarde propugnó el cultivo del anís en Antioquia en el último cuarto del siglo XVIII, ofreciendo premios para los mejores productores; pero los resultados obtenidos no debieron ser alentadores (Restrepo Sáenz, 1944, I, 232; Robledo E., 1954, I, 174; II, 166, 168, 172; 279; 303; 342; 374). En la actualidad el cultivo es modesto, y está confinado a una fracción del municipio de Giraldo, sobre la vía a Urabá (Parsons, 1949, I22).

Se ignora cuándo se empezó a cultivar anís en la antigua gobernación de Popayán, aunque presumiblemente fue en la segunda mitad del siglo XVI. En un principio sólo se utilizó para fines culinarios y medicinales; pero cobró categoría industrial, cuando se regularizó y reglamentó la fabricación de aguardientes y anisados, de modo especial a partir del monopolio de este ramo por parte del Estado español.

En 1782 el virrey de la Nueva Granada exceptuó de gravámenes municipales las mulas que conducían anises y mieles para la fábrica de aguardiente establecida en Cali (Arboleda, 1928, 486). Se ignora si este anís se cosechaba en las vecindades de popayán, o si venía de más al sur o del Nuevo Reino. Del sur se traía a Cartago a fines del siglo XIX (Peña, 1892, 54).

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Page 145: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

De todos modos, el cultivo del anís en el occidente colombiano debe ser más antiguo en la región de los Pastos, de lo que cree un autor nariñense, quien atribuye al coronel Tomás España la introducción de esa semilla desde Chile, ya en la época republicana (Santander, 1896, 75). Para fines del siglo XIX figuraba el anís en lugar destacado entre los productos exportables de Pasto, y también se producía en Tablón, Tangua y Funes; en este último sector era el principal cultivo (Ibid., 71; 145; 163; 165). El más fino o "de Pasto", procedía de Funes, Tangua y La Vega; y el "de los pueblos", de Berruecos, Taminango, San Lorenzo y Tablón. Por causa de la revolución de 1876, se suspendió el envío al Cauca, y eso obligó a introducirlo al Valle desde el exterior (Herrera, L., 1893, 15; 65). Por 1893 se enviaban anualmente al Ecuador, desde las provincias del sur de Nariño, unos 4.000 quintales. "Por vía de Tumaco también se exporta bastante para las costas de Esmeraldas. En 1892 compramos en Funes varias partidas para la destilación de Punta Manglares, en el Pacífico, a $9 plata ($11,25 billetes) la carga de once arrobas; y en 1890 despachamos desde Cali algunas cargas para un amigo de la Mesa de Juan Díaz, compradas en Popayán a $34" (Gutiérrez, 1920, I, 199; 203).

En la actualidad la zona anisera de Nariño está concentrada en Berruecos y principalmente en San José de Albán. De allí trajo semilla en 1965 el autor para un ensayo en el Valle.

La relación de Quito de 1571 habla de la existencia de anís allí, "porque acaso se debió derramar a alguno" (J. de la Espada, 1897, III, 73). Se daba mucho en Otavalo, así como en Azogues (Ibid., 114; 175). De Otavalo es fácil que hubiera pasado a la provincia de los Pastos. En general, el anís era conocido en la parte alta del Ecuador en el siglo XVIII (Velasco, 1946, I, 72).

En el Peru también se adaptó desde temprana época (Anónimo, 1958, 24; Cobo, 1891, II, 439; -----, 1956, I, 419).

Figura el anís entre las mercancías introducidas a Venezuela, vía Borburata, en la segunda mitad del siglo XVI (Arellano Moreno, 1961, 307-310).

 

086 -- |Phoeniculum vulgare L..

Hinojo.

Se daba bien en las tierras frías y templadas del Nuevo Reino, en el siglo XVIII (Zamora, I945, I, 158, 164; Oviedo, I930, 29); a pesar de lo cual era "poco gustado también, porque la gente no aprecia el sabor de sus olorosos y tiernos tallos y comen solamente su semilla" (Gilii, 1955, 134).

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Se conocía en Surinam por esa misma época (Fermin, M9 I, 226).

Era común también en el Ecuador (Velasco, 1946, I, 96) En el Perú se adaptó muy bien, y alcanzaba gran aunque no se volvió subespontáneo (Cabo, 1891, II, 439-440; - 1956, 1, 419).

 

087 -- |Anetum graveolens L..

Eneldo.

Enesdo se daba en Caracas a raíz de su fundación (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, I950, 85).

Se señala en el   nuevo reino desde época temprana (Oviedo 1930, 29).

 

LABIADAS

 

088 -- |Rosmarinus officinalis L..

Romero.

Según documentos de la Casa de Contratación de 1520, se enviaron de Sevilla a Santa Marta, "ciertas matas de romero" (Puente y Olea, 1900, 413).

Habíalo en la parte templada del Nuevo Reino (Zamora, 1945, I, I59; Oviedo, 1930, 29). Se usó en Antioquia, junto con la altamisa (?), para dar tratamiento al gobernador loco Manuel de Benavides, en la segunda mitad del siglo XVII (Restrepo Sáenz 1944, I, 109).

Se conocía en Quito desde la segunda mitad del siglo XVI (J. de la Espada, 1897, III, 73; cxxvi), y en Achambo corregimiento de Riobamba (Torres de Mendoza, 1868, IX, 481).

En el Perú se daba frondosamente en llano y sierra: "Trajo su semilla el año de 1579 un caballero vecino de la ciudad de Lima y encomendero de indios, llamado don Alonso Gutiérrez, volviendo de España a este reino, al cual alcancé ye a conocer por algunos años, y murió el de 1614. Sembróla en una gran huerta que tenía dentro de su casa en esta ciudad, linde del monasterio de monjas de la Santísima Trinidad, la calle en medio; la cual huerta se ha convertido en casas, que de pocos años a esta parte se han edificado en ella. Estimóse tanto esta planta en aquel tiempo, que me contó el dicho

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don Alonso que, sabiendo el virrey don Francisco de Toledo que era nacida, vino a su huerta y hincándose de rodillas la besó. Desde esta ciudad se extendió muy en breve por todo el reino; mas hasta ahora no se ha hecho silvestre en alguna parte que yo sepa; solamente nace lo que se planta en las huertas y jardines; y es planta tan preciada, que no hay vergel adonde, entre las más preciosas y de estima, no tenga lugar. Nace tan a poca costa y trabajo, que hincando una ramita en la tierra, al punto nace, y así los más que se plantan es de rama. En algunas huertas crece con tanto vicio, que he visto romerales de dos estados de alto, y tan espesos, que un hombre a caballo se puede esconder en ellos" (Cabo, 1891, II, 406-407; , 1956, I, 404).

Como es frecuente para muchas plantas, no se hallan datos concretos sobre la introducción de esta y otras Labiadas a la porción occidental de Colombia, donde han sido usadas más con carácter medicinal que condimenticio; éste último uso es contemporáneo.

 

089 -- |Origanum vulgare L.

Orégano.

Se importaba a Venezuela en la segunda mitad del siglo XVI (Arellano Moreno, 1961, 307-310).

Se daba bien en el Perú, no sólo cultivado en huertas, sino escapado al cultivo (Cabo, 189I, II, 434; -----, 1956, I, 417).

 

090 -- |Satureia brownei (Sw.) Brig..

Poleo.

Ajedrea.

Como yerba hortense menciona el poleo la relación de Caracas de Juan de Pimentel en 1578 (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85).

También era común en la parte fría del Nuevo Reino a principios del siglo XVII (Simón, 1953, IV, 317).

El poleo se adaptó bien en el Perú, hasta el punto de escaparse al cultivo, dondequiera que las condiciones de suelo y humedad le fueron propicias (Cobo, 1891, II, 434; , 1956, I, 417).

 

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091 -- |Thymus vulgarís L..

Tomillo.

Esta planta condimenticia del Mediterráneo occidental apenas se menciona de cuando en vez en las fuentes Hispanoamericanas. En el Nuevo Reino era conocido a mediados del siglo XVIII (Gilii, 1955, 134).

Dice Cobo: "El tomillo no tengo noticia que hasta agora se haya traído a este reino del Perú, ni lo he visto en otra parte destas Indias más que en la huerta del arzobispo de México, que está una legua de aquella ciudad, adonde me dijeron que lo había hecho traer de España el arzobispo don Juan de la Serna" (Cobo, 1956, I, 417).

El tomillo se introdujo al Valle del Cauca hace pocos años, por una empresa de alimentos enlatados.

El "tomillo" que, según el alférez de la Rosa, había en el Morro de Santa Marta, a mediados del siglo XVIII (Rosa, 1945, 304), no debió ser el legítimo, sino otra planta. Una Bromeliácea aromática, que se da en las lomas pedregosas del Valle del Cauca, también es distinguida con ese nombre.

 

092 -- |Pogostemon cablin Benth (= |P. patchouli Pellet., var. |suavis Hook.).

|Dhalum wangi, tilam wangi, en malayo.

|Cablam, cablin, en Filipinas.

|Pachoi, pachulí, del hindustaní (Guenther, 1952, 111, 552-555).

De la India fue traído al Jardín Botánico de Trinidad, en el tercer cuarto del siglo XIX (Prestoe, 1870, 56).

Se ha cultivado algo en Brasil y Paraguay.

 

COMPUESTAS

 

093 -- |Carthamus tinctoríus L..

|Cártamo, alazor, azafrán romí.

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Quizá introducido por los árabes (De Candolle, 1883, 131), se cultivaba en España en el siglo XI como planta tintórea, oleaginosa y para alimento de palomas (Abu-Zacaría, 1802, II, 101-103). Se siguieron usando después las flores como colorante alimenticio (Herrera, G. A., 1818, 1, 202-206; Font Quer, 1962, 854-856), llamado "bermellón de España" o "laca de cártamo". Se cultivaba para ese fin en algunas partes de la Alcarria.

Se registra en Jamaica desde mediados del siglo XVIII (Long, 1774, III, 816), y en el Jardín Botánico de San Vicente (Ibid., 912). Lo había en el Perú en la primera mitad del siglo XVII, "pero casi no se hace caso dél" (Cobo, 1891, II, 438; -----, 1956, I, 419). En Chile sí se cultivaba, y se exportaba a Lima (Ruiz, 1952, I, 257; 269).

Se introdujo también a la Guayana francesa (Aublet, 1775, II, 794).

En la Nueva Granada no parece haber sido introducido, o sí lo fue, se dejaría perder, pues para fines condimenticios eran más socorridos el achiote y el azafrán de la tierra (véase tomo II, pp. 210-213 y 223-224).

Como planta oleaginosa, el autor introdujo el cártamo al Valle del Cauca, desde la Escuela Salesiana de Agricultura de Ibagué, en 1945. Se dio muy bien en Bolívar, y en Loboguerrero, Dagua. También se envió semilla a la Estación Agrícola de Palmira. Se ignora cómo llegó a Ibagué (Patiño, 1952, 73-74).

En la Granja de Armero se cultivaron por entonces algunas variedades.

La variedad Gila fue introducida por quien escribe desde Méjico, en 1962, para el instituto de Fomento Algodonero. Otra variedad fue recibida por el autor desde Etiopía, enviada por el doctor Luis Ignacio Betancourt encargado de negocios, y se probó en el segundo semestre de 1968.

(1) |Styrax benzoin Dryande. (2) |Aquilaria agalocha Robx.= lináloe.

CAPITULO VIFECULENTAS

 

La riqueza y diversidad de plantas feculentas americanas (Patiño, 1964, II, 11-91), no impidió que se introdujesen otras del Viejo Mundo. Algunas, como los ñames africanos y el taro o |Colocasia, han tenido difusión restringida, lo mismo que el árbol del pan; mientras que el plátano cundió en las regiones tropicales de América con una rapidez impresionante.

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CICADÁCEAS

 

000 -- |Cycas circinalis L.. |C. revoluta Thunb..

Como estas plantas se cultivan en América equinoccial solamente a título de ornamentales, se tratará de ellas en el capítulo respectivo.

 

PANDANÁCEAS

 

000 -- |Pandanus spp..

La misma observación anterior es pertinente.

 

ARÁCEAS

 

094 -- |Colocasia esculenta (L.) Schott., var. |antiquorum (Schott.) Hubb. & Rehd..

|Tálie, gábi, en las islas del Pacífico (Merrill, 1945, 149).

Taro, papa china, achín.

Una confusión casi imposible de aclarar se ha hecho en las fuentes escritas, entre las Aráceas de los géneros |Xanthosoma, americano y |Colocasia, del Viejo Mundo. Los nombres indígenas o vernáculos no ayudan mucho para superar la dificultad. Por ejemplo, aunque en general los datos sobre el Brasil se refieran a |Colocasia y |Alocasia, bajo el nombre general portugués de "inhame" Y se reserve para las plantas tuberosas del género |Dioscorea el apelativo genérico tupí de "cará", no siempre ocurre así, pues |Dioscorea es común al Africa y a la América tropical. Véase a propósito de la palabra "ñame", en el sentido de raíz o tubérculo en general, lo que se dijo en el numeral 120, tomo II de esta obra, páginas 26-30, y especialmente 28 y 29.

|Colocasia escuIenta desempeña papel fundamental en la alimentación de los pueblos polinósicos y melanésicos, sin hablar de los del Asia sur oriental, da donde parece originaria. Fue cultivada en Egipto desde época remota (De Candolle, 1883, 58-60; Hau. dricourt

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et Hédin, 1943, 135; 141; Schnell, 1957, 151, 157) y de allí comunicada a otras regiones del África. En Canarias se cultivaba algo a fines del siglo XVIII, para alimentación de la gente de pocos recursos (Humboldt, 1941, I, 225). Quizá del Continente Negro se trajo a América, con motivo de la trata de esclavos.

Como alimento de éstos se usaba en Cayena a mediados del siglo XVIII ("tayouc"), y las hojas para ensaladas (Barrere, 1743, 53). Con el nombre de "teié" se cultivaba en Surinam por la misma época (Fermín, 1769, I, 149-150).

Se conocía en la Cordillera Occidental de Colombia (Vijes) a mediados del siglo XIX (Holton, 1857, 538). Es frecuente en todas las viviendas de la costa del Pacífico, con el nombre de "achín".

Dos variedades vio el botánico Spruce en los Andes del Ecuador, cerca a Pumacocha; se usaba para forraje do cerdos (Spruce, 1908, II 243), con el nombre de "achín", deturpado por los indios jíbaros en "kachíni", pues ellos usan las hojas para cubrir la masa de yuca de que obtienen una bebida fermentada (Karsten, 1935, 339-340). En el idioma cañar aparece registrado el nombre "pelma" para esta especie (Jijón y Caamaño, 1941, II 25), si no es que se trate de confusión con |Xanthosoma.

 

DIOSCOREÁCEAS

 

095 -- |Dioscorea alata L.. |D. cayenensis Lam.. |Dioscorea spp..

|Ubi; tungo, tígue; tamis, en las islas del Pacífico (Merill, 1945, 149). El primer nombre tiene muchas variantes: |uébi, ubi, úwi, húwi; úi, úfi, pahúi (Ibid.. 224).

Ñame; ñame africano.

Se explicó que algunas de las muchas especies americanas de Dioscorea se cultivaron por sus tubérculos comestibles en América prehispánica (Patiño, 1964, II, 26-30).

Las fuentes del siglo XVI señalan inequívocamente que el ñame actualmente cultivado en el área circuncaribe en gran escala, fue introducido. El primer cronista de las Indias es muy enfático sobre la cuestión: "Nome es una fructa extrangera é no natural de aquestas Indias, la qual se ha traydo a esta nuestra Isla Española é a otras partes destas Indias: é vino con esta mala casta de los negros, é hase fecho muy bien, é es provechosa é buen mantenimiento para los negros (...) Córtanlos a pedazos, e siembran soterrándolos un palmo

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debajo de la tierra, e nascen. E así vinieron los primeros, e después, de la planta e rama que hacen, se han multiplicado mucho en las islas que hay pobladas de cristianos, e asimismo en la Tierra Firme..." (Oviedo y Valdés, 1959, I, 244). En los barcos negreros constituían comida diaria (Saco, 1938, III, 72).

Para Bahía, Brasil, un autor portugués dice en síntesis lo mismo: "Da ilha de Cabo Verde e da de S. Thomé foram á Bahia inhames que se plantaram na terra logo, onde se deram de maneira que pasmam os negros de Guiné, que sao os que usam mais d'elle..." (Soares de Sousa (1582), I938, I83). Allí tenía los nombres de "cará", "inhame de Sao Thomé" y "quiquoaquicongo" (Marcgrave, 1942, 29). A su vez, al Africa oriental habría llegado del Asia, siendo dispersado por los portugueses al Africa occidental (Schnell, 1957, 158-160). La introducción de plantas alimenticias americanas (maíz, yuca, maní, batata), desplazó algo el consumo de los ñames (Ibid., 82-83; De Candolle, 1883, 61-64; Haudricourt et Hédin, 1943, 134, 135, 140, 141; Merrill, 1954, 254; 333).

Los ñames se difundieron a las otras Antillas. En Jamaica se mencionan por autores ingleses desde el último cuarto del siglo XVII (Hughes, I672, 15-16; Long, 1774, III, 781-782).

Por lo meros dos variedades se señalan en las pequeñas Antillas francesas a mediados del siglo XVII (Du Tertre, 1958, II, 90; 113-114).

En 1793 se cultivaban en la isla de San Andrés (Serrano y Sanz, 1908, 317).

Era una de les raíces usuales en la provincia do Santa Marta (Rosa, 1945, 296; 171; 268) y en el Sinú (Torre Miranda, 1794, 23; 26-27). Ha quedado casi que confinado el cultivo a la costa atlántica (Holton, 1857, 151). Cuando en el interior del país son escasos los tipos que se cultiven aisladamente, en Sabanas de Bolívar es fácil hallar hasta una docena. Del tipo espinoso, las que llaman "cañuela", de tubérculo largo y delgado, y "burrón", de gran tamaño. Del tipo criollo o liso se distinguen las variedades "palomero", "manteca", "lagartija" (morado) y "catabrero" (bulbífera).

En Cali se cultivaba ñame a fines del período colonial (Arboleda, 1928, 629), aunque sería en muy pequeña escala, y sin haber seguridad sobre la especie. Lo mismo puede decirse de An tioquia (Robledo, E., 1954, II, 300) y de Cartago (Campo y Rivas, 1803, 30).

Se sembraban ñames en Coro (Altolaguirre, I908, 207). Ñames de varias clases se conocían en el bajo Orinoco, entre ellos uno de Guinea, con tubérculos aéreos (Gilii, 1965, I, 190-191; 191), que puede corresponder al "tabena" de los Llanos orientales colombianos (Restrepo, E., 1870, 51; 59; 60).

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Ñames africanos también hubo en Trinidad (Prestoe, 1870, 89; De Verteuil, 1884, 231-232).

En Cayena había en el siglo XVIII las especies |D. aculeata, D. alata y |D. bulbifera (Aublet, I775, II, 903-904).

 

MUSÁCEAS

 

096 -- |Musa spp.. |Musa x |paradisiaca L. ( |M. acuminata x M. balbisiana).

|Plátano. El deletreo y la pronunciación son variables: |plátano o musa (Anglería); |plátanos (Oviedo y Valdés, Cieza) ; |platano, plantano, plátano (Aguado) ; |platano, plátano (Acosta); |plátano (Cobo). Algunas de estas variantes pueden deberse a los copistas, pues en los siglos XVI y XVII la ortografía del castellano no estaba fijada. Algunos nombres indígenas americanos que se registran adelante, son evidentes derivaciones de plátano.

|Musa x sapíentum L..

|Banano, banana. Los bamanas, bananas o bambaras son grupos africanos del alto Niger (Bauman et al, 1948, 389). Aunque un autor dice que en la costa atlántica el término |banano sólo se conoce del presente siglo, introducido del Brasil (Revollo, 1942, 133), es en realidad antiguo en la Nueva Granada, donde aparece registrado ( |avenanas) desde el último cuarto del siglo XVI (Aguado, 1917, II, 175; -----, 1957, II, 114). En el Brasil figura desde principios del siglo XVII (Vázquez de Espinosa. 1948, 634), y en otros lugares a fines del mismo (Dampier, 1927, 217).

|Mampora, en la costa de Tumaco.

 

A) Consideraciones preliminares

1 -En cuanto respecta a gran parte de la América equinoccial, es puramente arbitraria la división que suele hacerse en los tratados sobre plantas alimenticias, entre plátano, hortaliza o vegetal feculento sustitutivo del pan, y banano, fruta de consumo como postre o golosina. En la mencionada área geográfica, tanto unos como otros se usan verdes, como hortaliza o por la fécula, al mismo título que los tubérculos o rizomas feculentos (papa, yuca, batata, ñame eta.); e igualmente ambos, cuando maduros, se consumen como fruta. El consumo de la pulpa cruda del fruto maduro puede ser

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directo, o indirecto bajo la forma de bebidas fermentadas. También ambos, plátanos y bananos, maduros, se pueden consumir cocidos o asados, en diversas formas, a modo de postre. En consecuencia, se estudiarán en conjunto como plantas feculentas, pues es éste el principal carácter que han conservado en el área geográfica del presente estudio.

Además, el cultivo del banano propio como fruta de exportación es reciente, pues data sólo de las postrimerías s del siglo pasado. Desde este punto de vista se darán noticias adicionales en el parágrafo E).

2 -Los especialistas en la genética del plátano y relativos, han llegado a la conclusión de que todas las cultivaricdades comestibles conocidas en América, proceden del cruce de las especies silvestres |Musa acuminata Colla y |M. balbisiana Colla, y que la península malaya es el probable centro de origen de ambas especies (Moore, 1957, 170; 176-177; 177-179; Simmonds, 1966, 85; 308309). Este último autor agrega que no hay evidencia directa de la presencia precolombina del plátano en América (Simmonds, op. cit., 313).

Es insostenible la afirmación de un autor chileno, de que "En ninguna parte del mundo se encuentran tantas variedades de plátano como en América" (Latcham, I936, 258; 255-267). Un resumen reciente presenta 134 clones de Asia y el Pacífico; 44 del Africa oriental, y sólo 29 de América, unidas la parte insular y la continental (Simmonds, op. cit., I24). Algunos de los clones introducidos a América en el presente siglo, lo han sido con el Propósito de estudios genéticos, especialmente en Trinidad y Jamaica. Los nombres de clones registrados en el período colonial en América son bastante reducidos (véase inciso D) y la introducción de algunos de ellos aparece registrada históricamente.

3 -Algunas cultivariedades del género |Musa de frutos comestibles, fueron introducidas desde el Asia por pueblos invasores o comerciantes, tanto a la costa oriental del Africa, como al Asia Menor y a las partes más cálidas de la cuenca del Mediterráneo. Quizá los primeros introductores fueron emigrantes indonesios que arribaron al continente africano vía Madagascar, a mediados del Primer milenio después de Cristo (Simmonds, 1966, 312). Los segundos fueron casi con seguridad los árabes, quienes dispersaron no sólo los plátanos (sensu latu), sino otras especies del sureste asiático, como los cítricos y la caña, por todo el ámbito de su dominio, tanto en Africa como en Asia menor, proceso este que parece tuvo lugar durante los siglos VIII y X de la era cristiana.. Hay registros para Mombasa de 1300 (Simmonds, op. cit., 311). Los portugueses hallaron el plátano en la costa oriental, y llevaron algunos clones a la costa occidental (Ficalho, 1957, 23 y nota, 24, 26), aunque varios ya habían sido transportados a través del continente por tribus migrantes (Simmonds, op. cit., 312). Los portugueses llevaron asimismo algunos clones a Canarias después de 1402 (Ibid., 313, citando a Reynolds; Bauman et al, 1948,

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235); pero allí el clima sólo permite la producción de pocos clones (Humboldt, 1941, I, 122). Desde mediados del siglo XVI los plátanos eran conocidos y cultivados en varias islas de la costa occidental africana, especialmente del archipiélago de Cabo Verde (Carletti, 1701, I, 8-10; Hawkins, 1933, 35-36; Dampier, 1927, 60). Los portugueses pudieron también haber introducido directamente otros clones desde la India a Africa o al Brasil (Orto, 1891, I, 332; 333-334).

También los árabes dispersaron algunos clones de Musa por el Asia Menor (Lippmann, 1941, I, 289; Boor: EB, 1967, XXI, 4: 335, 336), y por España (Abu Zacaria, 1802, I, 18 y nota; 394-396: 491-492; Herrera, G. A., 1818, II 457-458; Gómez Ortega, 1780, 29; Font Quer, 1962, 948). Aun se ha sugerido que la introducción a América no se hizo desde Canarias, como es lo comúnmente admitido, sino directamente de España (Herrera, G. A., loa. cit.). En cualquiera de los dos casos, serían clones adaptables a altas latitudes.

 

B) Introducción Antillas

Contrayéndose a las fuentes que tratan sobre América, con-viene apuntar que el cronista Pedro Mártir de Anglería conoció el plátano mucho antes que Oviedo o que cualquier otro autor que hable del asunto en el siglo XVI. "Vi yo muchas [frutas] de éstas, y comí no pocas en Alejandría de Egipto, cuando en nombre de mis Reyes Católicos ... desempeñaba mi embajada para con el Sultán( ... )Cuentan que primero la llevaron [al Nuevo Mundo] de aquella parte de Etiopía que se dice vulgarmente Guinea, donde es común y nace espontáneamente". Anglería estuvo de embajador ante el sultán Kansu en los años de 1501 y 1502. Esto es importante aclararlo, pues aunque los pasajes transcritos son de la Década 7a, escrita probablemente a fines de 1524 o a principios de 1525 (habla de una carta de Gil González Dávila de marzo del año primeramente citado), en ocasiones anteriores cl cronista había mencionado el plátano (Anglería, 1944, 548-550; xii).

Compulsando las afirmaciones de Oviedo se pueden tal vez encontrar nuevos rumbos para investigar la introducción del plátano a América. En el "Sumario", escrito en España y publicado en 1526, aunque Oviedo describe perfectamente la planta y sus usos, sobre la llevada a América consigna apenas de modo general: "Estos plátanos los hay en todo tiempo del año; pero no son por su origen naturales de aquellas partes, |porque de España fueron llevados los primeros | (1) , y hanse multiplicado tanto, que es cosa de maravilla ver la abundancia que hay de ellos en las islas y en Tierra Firme, donde hay poblaciones de cristianos, y son muy mayores y mejores, y de mejor sabor en aquellas partes que en orquestas" (Oviedo y Valdés: Vedia, 1946, I, 507). I.as observaciones consignadas en el "Sumario" son anteriores al 16 de septiembre de 1523, en que se embarcó Oviedo

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en Santo Domingo con Diego Colón para la península (Ríos: Oviedo y Valdés, 1851, I, xliii).

La primera edición de la "Historia Natural" salió en 1535. Los datos que trae la edición póstuma son los siguientes: "...segund he oído a muchos, fue traído este linaje de planta de la isla de Gran Canaria, el año de mill e quinientos diez y seis años, por el reverendo padre fray Tomás de Borlanga, de la Orden de los Predicadores, a esta cibdad de Santo Domingo; e desde aquí se han extendido en las otras poblaciones desta isla y en todas las otras islas pobladas de cristianos, e los han llevado a la Tierra Firme, y en cada parte que los han puesto se han dado muy bien (...) |Trujéronse los primeros, segund he dicho, de Gran Canaria, e yo los vi allí en la misma cibdad [Las Palmas] en el monasterio de Santt Francisco el año de mili e quinientos e veinte, e así los hay en las otras islas Fortunadas o de Canaria. E también he oído decir que los hay en la cibdad de Almería, en el reino de Granada, |e dícese que de allí pasó esta planta a las Indias | (2) , e que a Almería vino del Levante e de Alejandría, e de la India oriental. He oído a mercaderes genoveses e italianos e griegos que han estado en aquellas partes, e me han informado, que esta frutta la hay en la India que he dicho, e que asimismo es muy común en el Egipto, en especial en la cibdad de Alejandría, donde a esta frutta llaman "Musas"..." Al final del aparte repite: "y estas [plantas] vinieron acá por la diligencia y medio de aquel reverendo padre fray Tomás de Berlanga, al cual, méritamente, la Cesárea Majestad le hizo merced del obispado de Castilla del Oro, en la Tierra Firme... " (Oviedo y Valdés, 1851, I, 291-292; 293; -----, 1959, I, 248-250).

Como se ha podido ver, Oviedo, a fuer de historiador que Quiere ser imparcial, aunque acepta al final que la introducción del plátano se hizo desde la Gran Canaria por el fraile Berlanga, aclara que la información la hubo de oídas ("segund he oído a muchos"), y advierte que del mismo modo oyó decir que existía la planta en Almería: ("dícese que de allí pasó esta planta a las Indias"). Por las citas que Oviedo hace del pasaje de Pedro Mártir transcrito atrás, y de otras informaciones del viajero Ludovico de Vartenma, quien también le sirvió de fuente para sus informaciones sobre el cocotero (Patiño, I963, I, 67-69), y por su confesión de haber visto los plátanos en la Gran Canaria en 1520 -cuatro años después de la presunta introducción a Santo Domingo -queda flotando una duda sobre la exactitud de la opinión con la cual el primer cronista de las Indias acaba por casarse, no sin resistencia de su parte.

Las Casas, al referirse a una plaga de hormigas que hizo estragos en la Española, y especialmente en Puerto Rico por 1518 o 1519, se limita a decir desaprensivamente: "La causa de donde se originó este hormiguero, creyeron y dijeron algunos, que fue de la traída y postura de los plátanos" (Casas, 1951, III, 273). Esto es tanto más de notar, cuanto que Las Casas, dominico lo mismo que Berlanga, al cual se

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refiere sin nombrarlo y sin hacer mención de su llegada, estaría mejor informado que nadie del asunto (Ibid., I48). Fr. Tomás de Henríquez y Gómez, quien adoptó el nombre de Berlanga, por su ciudad natal, en Soria (Mena, 1958, 511; 56), llegó a Santo Domingo en 1510, con el P. Pedro de Córdoba, en calidad de comisario apostólico (Meléndez, 1681, I, 10-19; MartínezVigil, 1884, 104; Mega, 1958, 51; 55-56; Castillero, 1956, 48), y parece que regresó en 1516. Sin embargo, es sospechoso que el licenciado Suazo, en su carta de 22 de enero de 1518, que aunque breve constituye una razón muy completa del estado de la isla en ese tiempo, no mencione el plátano (Torres de Mendoza, 1880, XXXIV, 237-267). A unos frailes dominicos que estuvieron en la isla de septiembre a diciembre de 1544, les daban plátanos algunos vecinos caritativos (Ximénez, 1929, I, 289).

Para mediados del siglo XVI se había connaturalizado tanto el plátano en las Antillas, que el licenciado Echag oian, oidor de la Audiencia de Santo Domingo, en su relación sobre esa isla de hacia 1561, habla de él como de fruta de la tierra, al mismo título que la piña y el mamey: "...Los árboles son muy altos y de hermosa vista; llámanse platonales (sic) ... Es mantenimiento principal de aquella tierra; son más de doscientos mil árboles de estos los que están en la dicha ciudad, ingenios y estancias" (Torres de Mendoza, 1864, I, 13; Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 1?.8-129).

Los mismos frailes dominicos mencionados atrás, antes gua en Santo Domingo, tocaron en San Germán de Puerto Rico, sobre la costa sur, donde probaron los plátanos: "al principio éranos fruta muy asquerosa, parecía en la boca como unguento, o cosa de botica" (Ximénez, I929, I, 283; Rodríguez-Demorizi, 1942, I, I09). En dicha isla el viento norte, según una relación de I582, "derrueca los platanales ques una fruta que sirve de sustento a falta de pan". Se plantaban especialmente en el área de río Bayamon (Latorre, 1919, 38; 42). Algún autor llegó a atribuírle erradamente carácter de planta nativa (Abbad, I959, 26).

 

Antillas menores

La colonización propiamente dicha de las Antillas menores tuvo lugar un siglo después del descubrimiento, cuando por omisión. de los españoles, los súbditos de Inglaterra, Dinamarca, Fran cia y Holanda empezaron la ocupación efectiva. Pero no puede descartarse que los caribes de Dominica, al hacer sus incursiones a Puerto Rico, Cuba y Santo Domingo, no introdujesen plátanos en las Antillas menores a su regreso.

En San Vicente había plátanos y bananos a mediados del si-glo XVII (Du Tertre, 1959, II, 132-133).

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Méjico

Según Basaienque (llistoria de Michoacán), citado por Toscano, el plátano fue introducido a Méjico en 1537, cerca de Uruapán: "En esta visita que se llama Patuan (visita de Tingambato)... se dieron los primeros plátanos de la Nueva España, que los trajo de Santo Domingo el señor obispo don Vasco de Quiroga, y escogió este puesto y no se engañó, porque se dan muy lindos, y de cinco pies que puso se ha llenado la Nueva España" (Toscano: CA, 1946, XXV, 156-157). Otro autor también menciona como introductores a Vasco de Quiroga y a Ramírez de Fuenleal; pero sin especificar año ni lugar (Cappa, 1890, V, 34). Fuenleal llegó a Mé.. jico en septiembre de 1531 (1. de la Espada, I881, I, xxxiv). Es algo dudoso que el plátano entrara tan tardíamente a Méjico, y de una vez a Michoacán, en la costa del Pacífico, sin haberse difundido primero en la región del Caribe. Hay constancia de que existía en Tabasco en 1544-1545 (Ximénez, 1929, I, 327). Como quiera que sea, el protomédico Hernández, al describir el plátano, repite como un eco a Mártir de Anglería y a Oviedo: "Dicen que esta planta es extranjera en la Nueva España, y que fue traída de Etiopía o de las Indias orientales, de donde es original". Ya en su tiempo tenía un nombre náhuatl adaptado, [quauhxilotl", "que otros llaman plátano", quizá por alguna semejanza del fruto con el de |Parmentiera edulis D.C., que es la especie llamada propiamente con aquel nombre (Hernandez, 1943,II, 451-452; Patiño, 1968,III,434)

 

Costa Rica

Algunos pies de plátanos, quizá llevados de Panamá, había en la efímera ciudad de Badajoz, que se sostuvo precariamente en la parte baja del río Sixaola hacia 1540-1541 (Fernández, 1907, VI, 286).

Hacia 1590 los indios de Tucurrique, en la cuenca del río Reventazón, cultivaban plátanos junto con otras plantas introducidas y nativas (Ibid., 1907, VII, 386, 388).

También en el otro lado de la Cordillera, en Quepos, lo cultivaron los indígenas tempranamente (Peralta, 1883, 699; 771-772).

 

Tierra Firme

Si es verdad que la introducción a Santo Domingo tuvo lugar en 1516, debió transcurrir algún tiempo antes de que hubiera material de propagación suficiente para mandar al continente sur americano. No debe olvidarse la afirmación de Oviedo, testigo de vista por su larga

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permanencia en el istmo de Panamá, de que para 1523 ya había plátanos en Tierra Firme, "donde hay poblaciones de cristianos", o sea en Santa María la Antigua del Darién (despoblada el año siguiente da 1524), Acla Panamá y Natá. Después lo confirma, en la Historia, al decir que en Panamá había, entre las plantas llevadas de España, "plátanos de los que aquí llaman plátanos e no lo son, sino musas" (Oviedo y Valdés, 1853, III 143; -----, 1959, III, 327). En el subtítulo |Costa del Pacífico se verá que en 1527 ya se cultivaba plátano en las islas de Las Perlas del Golfo de Panamá. En los 31 años que median entre la fundación de Panamá (1519) y el de I550 en que Cieza de León terminaba la redacción de su Crónica, estaba ya el plátano tan naturalizado en América equinoccial, que al referirse a esa fruta en Panamá (así les pasaría después a Echagoian y a muchos otros) como podrá verse en el acápite |Presunto indigenismo del plátano en América, lo coloca entre las "frutas de la tierra" con las piñas, guayabas, caimitos y aguacates (Cieza, 1924, I9). Sobre esto se volverá después.

En la región de Chepo o Bayano el plátano se adaptó a las mil maravillas. Para mediados del siglo XVI, cuando Pedro de Ursúa fue encargado de reducir a los negros cimarrones, los es pañoles que hicieron esta larga y trabajosa campaña, y que -mediante una de las felonías más execrables -entraron hasta el recinto fortificado, pudieron constatar la existencia de grandes Platanales cultivados por los negros, cosa que explica en gran parte la tenaz resistencia que opusieron al invasor (Aguado, I919, II, 206, 207, 209, 213, 227; -----, 1957, IV, 119-132). Abundaban los plátanos en la isla de Bastimentos, cerca de Nombre de Dios (López de Velasco, 1894, 353).

Las tribus ístmicas lo adoptaron sin demora: los "plantanos constituían a principios del siglo XVII uno de los principales alimentos de los indios de Chepo y de la isla del Rey (Serrano y Sanz, I908, 2I6, 2I7). Los cunas o cuevas del Darién cultivaban esta planta, cuyos frutos fueron aprovechados por los piratas en diversas ocasiones (Ringrose, 1945, 266-267; 272; Dampier, 1927, 24; Wafer, 1888, 33; Cuervo, 1892, II, 258, 265, 268). Del mismo modo, los guaymíes y los doraces y zuríes de la porción más occidental del istmo, plantaban algunas matas a la entrada de sus viviendas, tanto con el propósito de hermosearlas, como para el congruo sustento (Serrano y Sanz, 1908, 37; 86; Rocha: Meléndez, 1682, III, 2, 357, 358).

Dice la relación de Panamá de 1607: "De las frutas de la tierra [véase lo dicho atrás al respecto] la más importante y de que ay mucha abundancia es el platano; es de mucho sustento; come se crudo, cocido, asado y guisado" (Serrano y Sanz, op. cit., 147; 74, 76-77). Contemporánea es también la relación de Portobelo, en la que se leen estas importantísimas noticias: "Las frutas de la tierra son: el plátano; su calidad es frío y ventoso, y dél proceden las enfermedades de los chapetones, comiendo muchos, por ser muy gustosos, y bebiendo agua sobre ellos, de que resultan calenturas y cámaras. Hay otros

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que llaman plátanos de Guinea, porque della s trajo la planta a Cartagena, y después a esta ciudad y a Panamá y a Lima, donde los llaman dominicos; son de mejor olor y gusto, pero de menos sustento y bondad" (Torres de Mendoza, 1868, IX, 114).

 

Costa caribe

Cieza dice que había plátanos -aunque sin atribuírles en este caso carácter indígena- junto con naranjas, en San Sebastián del Urabá, fundado, como se sabe, en 1535, y en donde Cieza estuvo dos veces; primero en 1536 hasta el de 38 en que se internó con Vadillo hacia el Cauca, y después cuando salió con Jorge Robledo a principios de 1542 (Cieza, 1924, 36).

En una carta del licenciado Juan de Vadillo, escrita en Cartagena el 15 de septiembre de 1537, expresa: "Aquí he hecho plantar...Plátanos. Antes, de nada se cuidaban" (Friede, 1956, IV, 345). Las demás referencias sobre esta región, son del último cuarto del siglo XVI y principios del siguiente (López de- Velasco, 1894, 386; Castellanos, 1955, III, 19). La producción quizá no estaba concentrada en los alrededores de la ciudad, sino en las tierras agrícolas de Tolú y el Sinú (Simón, 1953, IX, 200, 203: Palacios de la Vega, 1955, 25; Torre Miranda, 1794, 23, 25; Serra, 1956, I, 38; Piedrahita, 1942, I, 148-149; Striffler, I958, Cer., 2I).

Durante la gobernación de Luis de Rojas en Santa Marta -él llegó allí en 1570 -ya tenían plátano los indios bcndas (Castellanos, 1955, II 611-614; Simón, I953, VII, 48; VIII, 114). A los chimilas los descubrieron los españoles en una de las tantas incursiones que hicieron contra Santa Marta, por las cáscaras de plátano que dejaron regadas en el río Manzanares (Julián, 1787, 159; Rosa, 1945, 289-290; Cuervo, 1892, II 192).

Aun en la Guajira eran conocidos en el siglo XVII (Alcacer, I959, 22I).

 

Venezuela

Al describir Aguado los productos de Mérida, establece: "Después acá [o sea a partir de la última de las tres fundaciones que tuvo esa ciudad en 15551 los españoles han puesto ...platanos, todo lo cual se da muy bien" (Aguado, 1917, II, 300; -----, 1956, II, 201).

Juan de Pimentel dice sumariamente que había plátanos en Caracas en 1572 (Latorre, 1919, 83, 85, 91; Arellano Moreno, 1950, 82, 85). También se mencionan en Barquisimeto (Arellano, op. cit.,127, I28) y en Tocuyo (Ibid., 149). Los datos están confirmados para el primer

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cuarto del siglo XVII en cuanto a La Grita (Simón, I953, IV, 270; -----, I963, II 261), y en el siglo siguiente para Barquisimeto y Coro (Altolaguirre, 1908, 120; 206).

En la parte oriental de Venezuela, el dato más antiguo corresponde a Margarita:

"allí no falta índica placentani lo que llaman pan artolagano"

(Castellanos, I955, I, 596). De principios del siglo XVII hay noticias referentes al plátano en la cuenca del río Unare (Vázquez de Espinosa, I948, 70), confirmadas para fines del mismo siglo (Ruiz Blanco, 1892, 28).

 

Orinoco

A fines del siglo XVI ya los indígenas guayaneses cultivaban plátano (Arellano Moreno, 1950, 176). La penetración pudo hacerse tanto por la vía de Trinidad (Vázquez de Espinosa, 1948, 76-77), como por los altos afluentes del Orinoco (Acorta Saignes, 1961, 198-I99).

Las tribus del sector lo adoptaron sin demora. El plátano se convirtió en elemento alimenticio de primer orden, entre los guaiPunabis (Altolaguirre, 1908, 281); macos (Bueno, 1933, 67); betoyes (Gilii, 1965, III, 102); parecas (Ibid., II 148) y otras tribus Hasta cinco nombres se les dan en dialectos indígenas (Ibid., III, 180; I, 196-198; 271-275; 297-298). Eran cultivados por los paniquas (Cuervo, 1894, IV, 33I) del Guayabero; así como por otras tribus llaneras (Rivero, 1956, 5; I20; 162; 2I8, 236; 285; 326, 336-337 (en Ariari en 1696); 330; 340; 370 (betoyes); anibales (Ibid., 372, 375); río Cravo (Ibid., 42I).

 

Guayanas

El dato más antiguo es de fines del siglo XVII para un sector al sur de la actual Guyana (Berkel, 1942, 76).

En Surinam las noticias existentes son de mediados del siglo XVII (Fermin, 1769, I, 143-145; 146).

En Cayena los datos son asimismo tardíos (Aublet, 1775, II, 930-93I). Sin embargo, la Guayana francesa fue la primera región americana donde llegó el clon enano ( |M. cavendishi Lamb.), de tanta importancia en el panorama bananero mundial.

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Costa del Pacífico

A partir de la exploración del golfo de Panamá, como consecuencia de los viajes de Balboa y Becerra, y especialmente después de la fundación de la ciudad de Panamá en 1519, muchos elementos de cultura material que ya existían en la costa atlántica del istmo, debieron ser transportados al Pacífico. Entre la fundación de Panamá y el primer viaje de Pizarro al sur (1527), el plátano se difundió por el litoral meridional panameño y las islas adyacentes. Hay una prueba de ello. El capitán Montenegro, miembro de la primera expedición pizarrista, fue devuelto de Puerto del Hambre, en la actual costa del Chocó, para que llevara bastimentos. En efecto, así lo hizo, y regresó con avío, que incluía naranjas Y plátanos, procedentes de las islas de Las Perlas (Cieza, 1960, I, 147; 149; Oliva, 1895, 77).

En 1636 los idibaes de la costa chocoana (sector entre Nuquí y Bahía de Solano) cultivaban plátano (Córdova Salinas, 1957, 248, 249; Arcila Robledo, 1950, 52, 54).

Hacia 1575 Melchor Velázquez, vecino de Buga y fundador de Toro, hizo una expedición al río San Juan o Dochara, con 70 españoles:

"... entró con ellos siempre por caminosde gran dificultad, hasta que dieronen un gran río cuya travesíaera dos veces más en la distanciaquel río grande de la Magdalena,y en las riberas dél algunos puebloscuyos caminos eran por el agua,sirviéndose de barcas o canoasen todos sus negocios y contractos.Y en el primero pueblo que se vidoen la contraria banda situadohabía cuantidad de platanalesque las orillas frescas ocupaban,racimos sazonados y madurospendientes de las plantas, convidandoa los que se llegaron en canoas,en que vinieron del opuesto lado;y con decilles Melchior Velásquezque no llegasen a los platanales,no fuesen las Hespérides aquellasdonde el dragón guardaba las manzanas,con la codicia del suave fructofaltoles obediencia, y acometensin orden divididos, derribandoaquí y allí racimos a porfía,sin recelar el daño que tenían

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cercano, pues estaban emboscadosdentro del platanal bárbaros fieros,que cuando más los vieron embebidossalió la multitud y torbellinocon acometimiento furibundo,y del primero encuentro se llevarononce soldados con sus arcabuces"

(Castellanos, 1955, III 730-73I; Simón, 1953, VIII, 48).Más adelante se comentará esto. En Toro Viejo había plátanos en 1583 (Guillén Chaparro: AIP, 1889, XV, I50).

En cédula de 26 de septiembre de 1647, dirigida por el rey a la Audiencia de Quito, en solicitud de información sobre las actividades del jesuíta Francisco de Ruje, rebelde a los llamados de su superior el obispo de Quito, y del gobernador de Popayán, se dice que la renuencia se debía a codicia, "por hallarse muy arraigado [en Santa Bárbara de la isla del Gallo, real de Telembíl y bien acomodado con 60 indios, indias, muchachos que tenía ocupados en sacar oro y en hacer sementeras de maíz y plátano en que tenía considerable aprovechamiento" (Garcés, G., 1946, II, 456; 258-259). El plátano, con maíz y alguna caza, constituían los principales alimentos de las tribus costeras entre la bahía de Buenaventura y la isla de Gorgona (Coreal, 1722, Amst., I, 255; Jijón Y Caamaño, 1945, IV, 495, 498). En esta última había plátanos según Malaspina (1790) (Cuervo, 1892, II, 6; 143).

Los negros mineros de Barbacoas tenían platanales en el siglo XVII (Serra, 1956, II, 158).

En 1550 había en Puerto Viejo, costa ecuatoriana, "no poca cantidad de plátanos" (Cieza: Vedia, 1947, II, 400). En 1575 los negros rebeldes de la provincia de Esmeraldas, así como los indios de Atacamos, poseían "gran suma de platanales, criados con mucho cuidado" (Cabello Balboa, 1945, I, 16). En 1617 había en Coaques, "plátanos de muchas maneras" y en Cabo Pasao (Herrera y Montemayor: Vargas Ugarte, 1947, 69, 70, 81).

Al sur de la línea ecuatorial, hacia 1548 había "grandes platanales" en la costa peruana, entre Túmbez y Piura, dondequiera que se disponía de irrigación artificial (Cieza, 1924, 210; -----: Vedia, 1947, II 418).

Cobo sigue la opinión de Oviedo, al parecer ya corrientemente admitida en su tiempo, sobre la introducción del plátano común, del cual dice que se llevó al Perú, tan luego como ese reino se empezó a poblar, concretamente poco antes de 1543, "y se plantaron los primeros en una huerta media legua de esta ciudad de Lima". Que los mejores que vio en las indias eran los del valle de Ica, al sur de la capital, y que en todo el valle de la Ciudad de los Reyes, "no hay chácara ni huerta que no tenga su platanar". En cuanto a los que

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llama plátanos de Guinea, después de describirlos [véase] y de hacer notar sus diferencias con el común, agrega: "Pero ha mostrado la experiencia que deben de participar de algún veneno, según son dañosos y enfermos estos plátanos; los cuales se trajeron de Guinea a Tierra Firme, y de allí trujo consigo una postura a esta ciudad de Lima el año de 1605, una señora viuda que de la ciudad de Panamá se pasó a vivir a ésta. Hízose al principio grande estimación de estos plátanos, como de fruta nueva y de muy regalado sabor; plantáronse primero en esta ciudad, y con la priesa que se puso en criarlos, se extendieron muy en breve por todo el reino" (Cobo, 1891, II 261-262; 444, 447, 447-448;----- 1956, II, 301; 315, 317). Como puede verse, los datos de Cobo sobre la introducción a Tierra-Firme de una clase nueva de Musa, que pudo tener lugar a fines del siglo XVI o a principios del XVII, coincide con lo que dice la relación de Portobelo de 1607, citada atrás. Escritores contemporáneos de Cobo, confirman los datos dados por éste (Anónimo, 1958, 45-46; Vázquez de Espinosa, 1948, 423). En la costa peruana so plantaban con irrigación artificial.

Por lo menos otro clon de plátano fue introducido desde Tahití al Perú en I775. Dos años después se registran allí circo tipos distintos (Ruiz, 1952, I, 34; 461). En el subnumeral 096-a se darán detalles sobre esto.

Cappa, siguiendo a Acosta (Acosta, 1954, 114-116), supone que del Perú se pudo llevar el plátano a Chile, y que "en hojas secas de plátano, a falta de otro papel, escribió Ercilla parte de su Araucana" (Acosta, 1954, 116; Cappa, 1890, V. 327). Dando de barato que las condiciones climáticas del sur de Chile, donde ac. tuó Ercilla, permitieran el cultivo de esta Musácea, en parte alguna del poema puede encontrar asidero tal afirmación. Lo que el poeta dice en el prólogo de su obra, es: "...y así el que pude hurtar [tiempo] le gasté en este libro, el cual porque fuese más cierto y verdadero se hizo en la misma guerra y en los mismos pasos y sitios, escribiendo muchas veces en cuero por falta de papel, y en pedazos de cartas, algunos tan pequenos que apenas cabían seis versos, que no me costó después peco trabajo jun. tarlos..." (Ercilla, 1888,1).

En el siglo XVIII sólo se daba banano en las provincias chile. nas septentrionales, vecinas al Perú (Molina, 1776, 50).

Es muy inconsistente la tesis de un conocido autor chileno, sobre el indigenismo del plátano en ese país (Latcham, 1936, 111; 113; 255-267).

De los documentos pasados en revista, se deduce que en toda la periferia intertropical del continente americano, el plátano (sensu latu) estaba difundido en la segunda mitad del siglo XVI. Conviene ahora discriminar las informaciones correspondientes al interior continental.

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Valle del Atrato

Registrada la existencia del plátano por Cieza en Urabá, según se vio, no extrañarán los datos siguientes.

En 1622 hizo una entrada por el Atrato arriba Francisco Maldonado Saavedra, saliendo de Tolú, a donde volví", poco después en derrota, por las malas condiciones del terreno y la oposición de los indios. En San Sebastián de Urabá hallaron los famélicos expedicionarios un platanal con qué satisfacer el hambre (Simón, 1953, IX, 172).

En informe misional hecho en el Atrato el 6 de octubre de 1648, el franciscano Matías Abad dice que abundaba el plátano entre las tribus del sector (Arcila Robledo, 1950, 18). En otro viaje realizado partiendo de Urrao en 1670, por el bachiller Antonio de Guzmán, éste da cuenta del cultivo de plátanos por los indígenas del río Ocaidó, no lejos del Bebará, afluentes dore-chos del Atrato (Ortega Ricaurte, 1954, 112). En 1688, maíz y plátano eran las únicas comidas conocidas en Lloró (Ibid., 140). Tribus retiradas del cauce principal del Atrato, especialmente en sus afluentes Riosucio, Domingodó y Chitandó, tenían plátano, según una relación de viaje de 1780 (Ibid., 239). Un documento similar de fecha quizá contemporánea, señala a Arquía, en los actuales límites de Antioquia y Chocó, como productora de excelente plátano, que también era cultivado en Murrí (Cuervo, 1892, II, 316; 316-317); en Opogodó por los cazadores de manatíes (Ibid., 317, 323), y en Rio Sucio y Curbaradó. Las crecientes prolongadas dañaban las plataneras en el sector Lloró-Murrí, lo que no ocurría hacia abajo (Ibid., 323).

 

Valle del Magdalena

Historiando Aguado las expediciones de Juan de Avellaneda Temiño a los Llanos orientales, región del Ariari, empezadas en 1555, dice que dicho conquistador, después de fundar la efímera ciudad de Burgos en las estribaciones orientales de la Cordillera Oriental, con ánimo de salir a Sibundoy a buscar la fortuna que no había encontrado en San Juan de los Llanos, emprendió un viaje durante el cual se extravió, llegando impensadamente al alto valle de Duhagua, "en las vertientes del río Grande de la Magdalena, casi a los nacimientos dél". Avellaneda, por su larga experiencia en Indias, "reconoció luego haber sido estos tierra hollada y trillada de españoles, y así lo manifestó a sus soldados que luego vieron claros vestigios y señales de haber andodo gente española antes que ellos en esta tierra, y aun de estar cerca de donde ellos estaban, porque en ciertas rozas o labranzas de indios hallaron unos pies de plátanos, que es árbol que no lo hay entre los naturales, sino entre los que habitan cerca de

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pueblos de españoles" (Aguado, 1916, I, 853; -----, 1956, I, 636-637). Se cultivaba en Tocaima y alrededores (Aguado, 1916, I, 578; -----, 1956, I, 455).

La relación de La Palma de 1581 pone los plátanos, con racimos de 30 a 40 frutos, entre los productos autóctonos, pero advirtiendo "que son comunes a todas las Indias y notorios y vistos en algunas partes de España" (Latorre, 19I9, 123-124). La relación de la vecina Trinidad de los Muzos, hecha en 1582, dice que había muchos plátanos, y añade: "ase traydo el árbol de otra parte" (Morales Padrón, 1958, 608).

Aguado, refiriéndose a la ciudad de Vitoria, fundada a orillas del río La Miel, tributario izquierdo del Magdalena, en mayo de 1557, asienta: "Después que Vitoria se fundó han plantado los españoles en esta provincia ...plátanos, a quien más propiamente dicen llamarse avenanas, por quel platano, según afirman personas que lo han visto, tienen la hoja de hechura de una adarga, y éste arbol la tiene larga, según claro se ve, pues tan general es ya en todas partes ..." (Aguado, 1917, II, 175; -----, 1957, II, 114).

Había plátanos en la jurisdicción de Tunja en la primera década del siglo XVII (Torres de Mendoza. 1868, IX, 400).

El cronista Simón afirma que en Timaná (Simón, 1953, VI, 46) y en Zaragoza el plátano era "fruta de la tierra" (Ibid., VII, 223). Además, relatando la segunda campaña de los españoles de Quesada contra los ponches (1539?), en localidad que no se precisa, después de que los indígenas fueron desbaratados en una emboscada, resolvieron entregarse: como prueba da sumisión llevaron a los vencedores regalos de oro y frutas, entre las cuales incluye el cronista "plátanos de muchas maneras muy buenos" (Simón, 1953, II, 118). El historiador franciscano se consideró autorizado para completar con datos de su cosecha los de la fuente primitiva a la que sigue, o sea Castellanos. Esta, sin embargo, cuando relata la escena de sometimiento de los ponches, sólo dice:

"Vinieron, pues, algunos principales,con guamas, aguacates y otras frutas,y algunas buenas joyas de oro fino"

(Castellanos, 1955, IV, 264).

Los datos de Simón parecen haber sido repetidos por otros autores del Nuevo Reino, del siglo XVIII (Zamora, 1930, I, 30; -----, 1945, I, 149; Oviedo, 1930, 48).

 

Valle del Cauca

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Cuando el cronista Cieza de León salió para el sur de cali en 1547, había grandes platanales en jurisdicción de esa ciudad, a las orillas de ríos y acequias, junto con plantas importadas como caña dulce, cítricos, granadas y otras (Cieza, 1024, 92;

Vedia, 1947, II 379). En 1585, Guillén Chaparro incluye el plátano entre las "frutas de la tierra" de Cariago, Cali y Almaquer (Guillén Chaparro: AIP, 1889, XV, 147; 151; 153). En 1695 el plátano formaba parte importante de la alimentación de los indios entre Popayán y Cali, quienes lo plantaban en hileras; se preparaban con él pasteles y golosinas (Coreal, 1722, I, Amst., 417).

El historiador ecuatoriano Velasco, mencionando al cronista Cieza -a quien parece haber consultado en alguna edición italiana- del cual transcribe el pasaje anotado a propósito del istmo de Panamá, sostiene que había plátano en el interior del continente a la llegada de los españoles. Concretamente afirma: "En la provincia de Popayán tenía el plátano el nombre "julos; los Jungasy junquillos del Reino de Quito lo llamaban "tanda. El plátano maduro lo reducían a especie de vino o chicha fortísima, llamada "tanda-assuas; y este fue el primer vinagre que usaron los españoles en el Reino y lo usan hasta ahora. De todo lo dicho se deduce, que muchos escriben las cosas muy al aire; y que según In tradición constante solamente la especie del plátano "guineo] se conoce por extranjera, bien que varios lo contradigan" (Velasco, 1927, I, 75-76; -----, 1946, I, 89; II 185) Es oportuna recordar que "tanda no es más que la forma quiteña del quechua [tanta],"pan", "pan de trigo o de mayz" (Domingo de Santo Tomás, 1560, 173, 174; González Holguin, 1608, I, 337); y que en cuanto al vinagre, Juan de Salinas Loyola, autor mas cercano en el tiempo a la conquista, que Velasco, dice inexorablemente en su relación de Quito de 1573: "El vinagre se hace en la tierra de maíz y otras veces de miel de cañas" (J. de la Espada, 1897, III, 85).

Las afirmaciones de Velasco, no respaldadas por ninguna prueba, fueron admitidas y repetidas por otros autores (González Suárez, 1890, I, 158). Arroyo, a quien siguen Arbolada y otros historiadores, dice que los indios de la tribu que vivía en la margen derecha del Cauca frente a Jamundí (en otro lugar menciona vagamente como tales a los calacotos), ofrecieron a Ampudia y a Añasco y a la gente que los acompañaba, cuando llegaron a la plana del Valle a principios de 1536, frutos de la tierra, entre los cuales incluye específicamente los plátanos !bananos) (Arroyo, 1907, 99; viii; 284-285; 323; Arboleda, 1928, 8). No se sabe de dónde tomó Arroyo la referencia, pues Castellanos, que es el autor a quien sigue con más frecuencia, no enumera las frutas ofrecidas en tal ocasión, sino que habla lacónicamente de que las mujeres indígenas llevaban

"cesta de fruta sobre la cabeza"

(Castellanos, 1955, III, 357).

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Varias frutas, esas sí nativas, llegan a sazón en la plana del Valle en los primeros cuatro meses del año: enero, caimos, guaYaba, chontaduros; febrero, guayabas; abril, pitahaya, papayuelas, guanabanas, guayabas, coronillas (Guerrero, H,, 1946; Patiño, I963,- I, 37-38).

 

Ecuador interandino

Dice Juan de Salinas Loyola en su relación sobre Quito, de 1573: "Ansimismo hay unos lampazos todos cubiertos desde la raíz de unas camisas que crían las hojas; es árbol muy fresco y en lo alto se aria un racimo que lleva doscientas y trescientas frutas (?) tan largas como un palmo, las cuales llaman plátanos; tienen cada una una camisa o corteza que, quitada, lo de dentro tiene buen gusto estando hechos a comerla | (3) . Es fruta que la cojen verde y madura a quince o veinte días que se corta del árbol, el cual no lleva más de un fruto. Cria a la redonda de su misma cepa muchos hijos, los cuales, dentro de un amo o poco más, lle van su fruto. Estos plátanos se suelen pasar y tienen gusto a higos pasos; comiéndose verdes, no se puede apropiar su gusto" (J. de la Espada, 1897, III, 69). La relación de Otavalo d de I582 habla de los "plantanos" como de "frutas de la tierra", en Ics ríos Pizque y Guayllabamba (Ibid., 113). Con igual carácter Ics menciona la relación de Caguasqui del mismo año 82 (Ibid" 126), así como la de Cañaribamba, más al sur (Ibid., 185). Posteriores son las noticias sobre Yumbos (Ibid., ci) e Ibarra (Ibid., cxxvi).

 

Perú andino

Entre las frutas "que se crían en los Antis del Perú", Garcilaso coloca en primer lugar los plátanos, que son "arboles que se crían de suyo", o sea espontáneamente (Garcilaso, 1945, II, I84-185). Algunos de los datos están tomados de autores anteriores (Valera, 1945, 129-130; Acosta, 1954, 115-116; Poma de Ayala, 1944, 69). Blas Valera, a quien se ha atribuído -aunque no pueda deducirse de sus incompletos escritos conocidos- que sostuvo el indigenismo del plátano en el Perú, nació en Chachapoyas en 1540, o sea 9 años después de haberse producido la ocupación. española, tiempo suficiente para que el plátano se hubiera difundido de la costa al interior.

 

Vertiente y cuenca amazónicas

En Quijos había plátanos antes de 1608 (J. de la Espada, 1881, I, ci).

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La relación de Zamora de los Alcaides, del oriente ecuatoriano, correspondiente a 1619, menciona los plántanos entre las comidas de la tierra (J. de la Espada, 1897, IV, 20, 26). Asimismo la relación de Maynas del mismo año, habla de la existencia allí de "platanales; tómenlos maduros y verdes, cocidos y asados, y hacen brebaje dellos" (Ibid., cxlvii).

Cuando descendieron por el Napo al Amazonas Francisco de Orellana y sus compañeros en 1541, y Pedro de Ursúa y sus expedicionarios por el Marañón veinte años después, no mencionan los plátanos entre los alimentos usados por los indígenas ribereños. Pero en I639 cuando singló río arriba Pedro de Teixeira, así como el año siguiente quienes lo acompañaron en el viaje de regreso, hallaron que los indígenas conocían y usaban la planta (Teixeira: Jde la Espada, 1889, Teix., 87; Acuña, 1942, Bog., 91). Unos franciscanos que bajaron por el Napo en 1651, hallaron plátanos entre los indígenas de Anete (Montesdeoca, 1942, 21). Y los jesuítas que empezaron a evangelizar a lo largo del Amazonas y sus afluentes, hablan del consumo casi cotidiano de plátano por los indígenas (Figueroa, I904, 206, 207; Maroni: J. de la Espada, 1889, Mar., 115).

De la importancia del plátano entre las tribus selváticas se hablará en el acápite C).

 

Bolivia

La relación de La Paz de I586 menciona el plátano entre las frutas de la tierra (J. de la Espada, 1885, II, 67). Asimismo, Juan pérez de Zurita, en su relación de Santa Cruz de la Sierra del mis mo año, habla como de frutas nativas, de los plátanos, "muchos y muy buenos" (Ibid., 170).

A principios del siglo XVII había en el Paraguay los plátanos llamados "pacobas", que era lo que en Brasil llamaban bananas (Vázquez de Espinosa, I948, 634). En Bahía y Pernambuco, sobre la costa oriental brasileña, la pacoeira se consideraba no nativa (Marcgrave, 1942, 137-138; I38) (bananos).

 

Recapitulación

Haciendo un resumen de los documentos excm:nados, se ve que la penetración del plátano (sensu latu) se hizo de la periferia al centro. De la costa occidental suramericana, atravesando los Andes, llegó a la parte alta de Ias afluentes amazónicos y fue gradualmente bajando por el lecho del gran río, dede las regiones que -por lo menos teóricamente- estuvieron bajo el dominio de los españoles. En el

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estuario y parte inferior del Amazonas, el plátano seguiría un curso inverso, a partir de la introducción por los portugueses a las cosas del Marañón, Pernambuco y Bahía, donde existían por lo menos desde 1570 pacobas, consideradas frutas de la tierra (véase lo dicho sobre esto), con tres clones, y las bananas, introducidas de Sao Tomé (Soares de Scusa, 1938, 200; 7.07, 208).

 

C) Presunto indigenismo del plátano en América

Así como hubo en América caballos de un tipo primitivo, en épocas geológicas remolísimas, también pudo haber  algunas especies semejantes al plátano actual cultivado, que se extinguieron. Hallazgos de frutos o semillas fósiles de Musáceas se han reportado de tiempo en tiempo en América, uno en las cercanías de Bogotá (JSAP, I925, XVII, 374; SCIENCE, LXI, 1925, 522; RACC, 1953, IX, 115-116), que por otro lado ha sido considerado poco convincente (Merrill, 1954, 345). Pero ninguno de los documentos históricos conocidos sobre América se refieren a Musáceas como el plátano o el banano, cultivados, con frutos comestibles, a la llegada de los europeos. Por el contrario, abundan testimonios que señalan al Asia suroriental como la patria de origen de las Musáceas conocidas en América, así corno de la introducción intencional de algunos clones al Nuevo Continente.

No obstante la falta de documentos comprobatorios, algunos autores coloniales o republicanos, han defendido el indigenismo del plátano en América, por lo menos de un clon, el llamado "hartón" (Véase adelante).

Se podría encabezar la lista con Cieza de León, quien se refiere a los plátanos en Panamá (1550) como "frutas de la tierra". Asimismo las relaciones geográficas del Ecuador interandino, de hacia I582, se pronuncian en igual sentido, y son seguidas por un historiador de ese país (González Suárez, I890, I, 158; 190I, VI, 220). Para el occidente colombiano, el iniciador de la versión fue el historiador ecuatoriano Velasco, seguido en la época republicana por Arroyo y otros (Uribe Angel, 1885, 516; Cuervo Márquez, 1956, 3-4).

En cuanto al valle del Magdalena, el iniciador fue el cronista Simón (Simón, I953, II 118; VI, 46), seguido por otros (Groot, 1889, I, 77; Triana, M., 1912, 35).

Un autor habla de "cambures de diversas especies" entre las tribus indígenas venezolanas( Salas, J. C., 1908, 27).

En el Perú defendieron esta teoría Acosta, Garcilaso y Poma de Ayala.

Se han señalado como pruebas de este presunto indigenismo, 1ª la existencia del plátano entre tribus mediterráneas, cuando algunas

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expediciones de blancos llegaron a ellas, corno ocurrió con la entrada de Melchor Veldsquez al medio río San Juan; y 2ª la existencia de nombres para el plátano en varias lenguas americanas.

Sobre todo esto se producirán algunas consideraciones refutatorias.

1 |a Se ha visto que varios autores coloniales se refirieron al plátano en América como a "fruta de la tierra". Inclusive Cieza, tan concienzudo y responsable en sus afirmaciones, se equivocó en este particular. Los historiadores primitivos de Indias, que vieron en América en los primeros veinie o treinta años del siglo XVI, cuando realmente se operó la penetración al continente, Oviedo y Las Casas, se refieren al plátano como a planta introducida. Igual cosa hace Aguado para la Nueva Granada, en la segunda mitad del mismo siglo. En general entre los que llegaron tardíamente, hay la tendencia a considerar el plátano como especie arnericana. La razón es clara. Muchos de los que vinieron a América desde España no tuvieron oportunidad de conocer el plátano en la península, si no viajaron por Andalucía o se demoraron en Canarias, y sólo vinieron a conocerlo en América. La multiplicidad de descripciones del plátano y de sus frutos es un argumento, pues todo nuevo viajero, funcionario o bachiller que llegaba, se consideraba en el deber de describir una planta tan maravillosa que nunca había tenido la oportunidad de ve r en toda su opulencia tropical.

A la apariencia de indigenismo contribuyó el hecho de haberse generalizado en tiempo sorprendentemente rápido en toda la América intertropical (Camacho Roldán, 1923, 136; Sauer, 1948, 82). La facilidad con que el plátano puede propagarso por hijos o por cepas; su prolificidod; el enorme rendimiento en frutos, y las diversas formas en que éste puede consumirse, tanto verde como maduro, crudo como cocido o asado, son cualidades tan ostensibles, que lo hicieron aceptar de buen grado por todas las naciones indígenas que lo conocieron. Unas lo recibieron directamente de los europeos, por vivir cerca de pueblos fundados por éstos; otras por préstamo cultural, mediante tribus ya aculturadas. A ello contribuyó de modo especialísimo la propiedad fermentescible de la pulpa del fruto maduro, apta para preparar bebidas báquicas semejantes a la chicha, asunto sobre el que se volverá en otra oportunidad.

Esto explica la presencia del plátano entre tribus selváticas. Uno de los ejemplos más comúnmente citados para comprobar el indigenismo del plátano en América, es el pasaje del hallazgo he cho por los españoles que acompañaban a Melchor Velásquez al medio San Juan (Dochara) en el Chocó, en 1575, pasaje citado atrás (Castellanos, 1955, III, 730-73I; Simón, 1953, VIII, 48). Ese río es uno de los más caudalosos que hay en el continente suramericano por la costa dal Pacífico. Suponen algunos historiadores que la entrada de Velasquez fue la primera hecha por hombres blancos al sector, sin acordarse de las expediciones de los tenientes de Pascual de

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Andagoya, entre ellos Payo Romero. Por tres vías, por lo menos, han podido recibir el plátano las tribus del medio San Juan.

a -Había "platanales" y no sólo matas aisladas en la cuenca del Cauca, como se ha visto por el testimonio de Cieza, en I547, de manera que el cultivo debió haber empezado algunos años antes, casi-en seguida de la llegada de los primeros españoles en 1536. Las tribus de los gorrones y otras de la Cordillera Occidental, en el flanco que mira al valle geográfico del Cauca, tenían no sólo los mismos usos y costumbres que las del Chocó y costa occidental (con excepción de la vivienda palafítica impuesta para éstos últimos por la humedad reinante), sino que mantenían con ellos una cornunicación frecuente, como se vio al estudiar el maíz (Patiño, 1964, II, 131-145, y esp. 139-140). Datos confirmatorios se darán cuando se hable de la aculturación. Nada impidió, pues, que durante los 27 años transcurridos entre la salida de Cieza de León de Cali para el sur (1547) y la entrada de Velásquez al San Juan (1575), las tribus ya sometidas del valle geográfico del Cauca hayan comunicado a sus vecinos silvícolas del occidente este vegetal, cuya utilidad debieron apreciar tan pronto como la conocieron Lo raro es que no lo hubieran hecho.

b -Dando de barato que, o no alcanzó a haber plátano en Santa María la Antigua del Darién antes de 1524 en que fue despoblada y abandonada por orden de Pedrarias; o que si lo hubo, las tribus darienitas no se interesaron por él (y los testimonios de los piratas prueban que sí se interesaron mucho), y que las matas que pudieron haber quedado en el asiento de la ciudad primigenia del continente fueron ahogadas por la selva, de todos modos hubo plátano en San Sebastián del Urabá en el período 1536-1542 en que Cieza estuvo allí. Nada se opone, pues, a que el plátano fuera conocido y cultivado, a partir de 1535 en que Alonso de Heredia refundó a San Sebastián, por las tribus que ocupaban toda la cuenca del Atrato y que de aquí, por préstamo, pudiera pasar al San Juan, ya que no hay ningún obstáculo físico que impida el paso de uno a otro de tales ríos, par el istmo de San Pablo. En las condiciones de la selva pluvial chocoana, el plátano (hartón, que es el clon que los comentadores del historiador Arroyo consideran nativo del Chocó), florece a partir del octavo mes de plantado (el autor lo ha visto florecer a los siete meses en el río Cali ma). Calculando que el ciclo total sea de un año, habrían transcurrido desde 1542 (salida de Cieza por San Sebastián de Urabá con Jorge Robledo), hasta 1575 en que Velásquez hizo su entrada al San Juan, nada menos que 33 años, tiempo suficiente para que se operara el proceso de difusión por las tribus chocoes, cuyo parentesco lingüístico y cultural en ambos ríos, Atrato y San Juan, tanto como su tendencia expansiva, se han destacado suficientemente al hablar del maíz chococito.

c -Pero si se estima como improbable esta vía de penetración, por la distancia que hay del Urabá a la parte donde el San Juan es dos veces

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más ancho que el Magdalena (en el caso de que esa apreciación no hubiera sido exagerada, como parece lo probable, fíjese como tal la porción del San Juan comprendida entre la confluencia del Sipí-Cajón y la del Calima), nada impediría que la introducción del plátano hubiera tenido lugar vía Buenaventura. La bahía de Ziuz fue descubierta: por los compañeros de Andagoya, como se sabe, en 1540, y desde ese mismo año empezó a usarse el camino que por varias rutas se abrió desde allí hacia el valle del Cauca. Esta hipótesis no sólo es válida para el San Juan que por el istmo de Guineo se conecta muy fácilmente con Buenaventura, sino para Cali. Andagoya pudo traer plátano desde Panamá en 1540, o bien su hijo Juan o su cuñado Alonso de la peña el año siguiente, pues debe recordarse que desde 1527 se registra en las islas de las Perlas en el golfa de Panamá; También lo pudo haber introducido en 1-541 Belalcazar, quien entro a hacerse cargo de la gobernación de Popayán. A él Arroyo y otros historiadores le suelen atribuír la introducción de todas las semillas foráneas. No hay contradicción entre la introducción vía Buenaventura en cualquiera de los dos años citados o en alguno de los subsiguientes, y el relato de Cieza; pues éste no dice que halló plátano en Cali, cuando llegó a esa ciudad con Vadillo en diciembre de 1538, sino que sus afirmaciones deben referirse al año de 1550 en que terminó su obra, o en todo caso a 1547 nn que salió de Cali con Belalcázar, a luchar contra Gonzalo Pizarro en el Perú.

Cosa semejante ocurrió cuando Juan Alvarez Maldonado al entrar hacia I560, al oriente perú-boliviano en lo que es hoy la cuenca del río Madre de Dios, halló que los indígenas tenían plantanos (Alvarez Maldonado, I899, 51).

A veces la supuesta primera entrada de españoles estuvo precedida por atras que no aparecen registradas. Por ejemplo, los indios yurumanguíes, de las cabeceras del río de ese nombre, ofre cieron plátanos, entre otras frutas, al capitán Sebastián Lanchas de Estrada, el 6 de septiembre de 1768, ellos lo usaban cocido en grandes ollas que podían contener hasta dos arrobas de agua (Jijón y Caamaño, 1945, IV, 495, 498) y lo llamaban "cua" y "caluma" cuando estaba. maduro (Ortiz, S. E., 1954, 200). Pero es de saberse que desde 1753 había cura en Yurumanguí (Arbolada, 1928, 387). El aislamiento de las tribus costeras del Pacífico entre Buenaventura y la isla de Gorgona, en cuyo trayecto se halla el río Yurumanguí, había sido anotado por un viajero de fines del siglo XVII (Coreal, 1722, Amst., I, 255).

2 |a Tampoco es signo de autoctonismo el hecho de que algunas tribus lo hubieran puesta nombres al plátano y a sus clanes. Se ha visto que los mejicanos le adaptaron al plátano, por la similitud del fruto, el nombre de "cuajilote", "quauhxilotl" ( |Parmentiera edulis D. C.). En los idiomas chibchas de Costa Rica hay palabras distintas para el banano y para el plátano:

Cabécar Tiribi       Térraba   Brunka

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Banano Chimú    Kei-bing Bin-sigua   Brí-dwa Plátano Kru-bí I-bíng     Mwa

(Fernandez   1883, III 463, 480; 406, 449; 393; Pittier, I892: Anales. 94).

En el idiorna chokó, hablado por los indígenas de la región noroeste de Colombia donde está el río San Juan, lugar nativo de un clon de plátano, según algunos historiadores, las palabras para denominar el plátano son evidentemente derivadas del gloserna "plátano": "parta", "pata", "pata" etc. (Ortiz, S. E., 1954, 304-305), Lo mismo puede decirse del "pa'andama" de los jíbaros y del "palanda" quechua (Karsten, 1935, 123-124; 225).

Cosa semejante puede decirse de las palabras " paratuná" del saliva y el yaruro; "paruru" del tamanaco y el otomaco, y "ardta", del maipure, todos de tribus venezolanas (Gilii, 1965, III, 180).

En cuanto a los nombres "pacova", "bacoba", del tupí-guaraní, que algunos dicen correspondían a un clon americano del género Musa, los más serios autores consideran que es una denomina ción genérica para todas las Escitaminales, especialmente de los géneros |Phenakospermum, Heliconia y |Renealmia (Schomburgk, 1922, I, 238; 1923, II 37; 39; I65; 274; 295; fm Thurn, 1883, 93, 177; 180; 2I0; Hoehne, 1939, 98; Fermin, 1769, I, 146).

3 |a La facilidad con que se propaga el plátano: por su carácter de planta rizomatosa, pudo inducir a algunos autores a considerar como nativas de América algunas cultivariedades del género Musa. Los piratas que merodearon por América ístmica especialmente durante el siglo XVII, observaron que a veces cepas de plátanos, arrancadas por las crecientes de los ríos, arraigaban en las barrancas donde eran depositadas aguas abajo (Wafer, 1888, 33; Lussan, 1693, 429). En el informe del misionero fray Francisco de San José, escrito en 1703, sobre un viaje a la comarca bañada por el río Talamanca, que desemboca a la bahía del Almirante en la costa norte de Panamá, en los límites con Costa Rica, dice que halló entre los indígenas muchos platanares: "...había nueve días que comíamos plátanos asados solamente y algunas veces fueron guineos pequeñitos, porque como se andaba poco por lo cansados de abrir camino y poco sustento, se hallaban pocas ensenadas que es donde prenden los plátanos que traen las crecientes" (Fernández, I886, V, 423, 424). Otros observadores se han dejado desorientar por este fenómeno (Striffler, 1958, Cer., 21; Triana, Miguel, 1951, 35). El plátano no puede vivir en plena selva, sino donde el bosque primitivo ha sido destruído o donde, como en Ias orillas de los ríos, tiene acceso el sol (Beccaci, 1902, 611; 616), aunque el efecto letal de la sombra parece haber sido exagerado (Simmonds, 1966, 446).

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4 |a Tan notable como la adopción del plátano por las tribus indígenas del intertrópico americano, pero mejor conocido, es el fenómeno de la preponderancia que el empleo de ese alimento adquirió sobre comidas nativas, como el maíz, en grandes áreas de América. Este es el fenómeno, juzgado por algunos como peyorativo, de la "platanización".

Ninguno de los renglones alimenticios predominantes en el Asia suroriental y en Polinesia, algunos de los cuales, como el arroz, el coco y el árbol del pan, constituyen elemento nutritivo casi exclusivo en ciertas áreas, ha logrado en América la tremenda difusión ni el uso tan generalizado que alcanzó el plátano en los climas calientes y medios. Al estudiar la historia del cocotero se vio (Patiño, 1963, I, 74-76), y adelante en la del árbol del pan se verá, cuán tardía fue la incorporación de ambos a la dieta alimenticia en América equinoccial, y cómo han quedado restringidos a comunidades costeras o valles con especiales condiciones de ambiente. El arroz, aunque ha tenido una difusión mayor que los dos mencionados, no puede competir con el plátano en cuanto a la distribución tanto horizontal como vertical alcanzada.

Esto es verdad en líneas generales para Colombia y la América equinoccial; pero en particular para el Valle del Cauca. En efecto, en el valle del Magdalena la yuca le disputa al plátano el primer lugar como planta feculenta; y en la costa atlántica, especialmente en la región de las Sabanas, de consuno la yuca y el ñame. Pero en el Valle del Cauca, aunque hay y se consume mucha yuca, ni ella ni ningún otro renglón alcanza la importancia que el plátano. Parece que esto ha sido siempre así: Coreal, ordinariamente tan sumarlo en sus informaciones sobre plantas, se detiene en tres renglones para hacer notar las diversas formas en que se consumia y cómo se cultivaba en el Cauca para fines del siglo XVII.

La harina de plátano o "fifí", y los patacones fritos, jugaron importante papel en el aprovisionamiento de tropas durante todo el siglo XIX (García, E., 1945a, 39). Este fifí era la principal provisión que usaban los cargueros que hacían el paso del Quindío entre lbagué y Cartago. Consistía en plátanos verdes, todavía harinosos, cortados en tajadas longitudinales, secas al horno de manera que adquirieran el aspecto y la consistencia del cuerno. Para comer el fifí, se rompía con una piedra y se lo empapaba en agua. Tal preparación es inatacable por insectos, y una ración solo pesa una cuarta parte que el plátano fresco (Boussingault, 1903, IV, 145).

Esto es semejante a la "raspa" de la península de Nicoya (wagner, P. L., 1958, 243), y a otra preparación similar que se hacía en el Orinoco en el siglo XVIII (Gilii, 1965, II, 247-248).

Evaristo García, cuya autoridad corno médico e higienista nadie sería osado a desconocer, estimaba a fines del siglo XIX el consumo del

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plátano en el Valle del Cauca, a razón de 14 unidades diarias para los trabajadores del campo, y 4 para los habitantes de Cali, o sea un consumo promedio de 9 para toda la población. A esa tasa, calculaba que en el tiempo en que escribía (1898), los 200.000 habitantes del valle geográfico consumían.... l.800.000 plátanos diarios; y agregaba: "La escasez, la carestía o la abundancia en los mercados del Valle, se miden por la escasez, carestía o abundancia de plátano" (García, E., op. cit., 26-28, 27).

El valle geográfico del Cauca tiene ahora (1968) cerca de dos millones de habitantes. Aun con el creciente uso de la papa, el consumo del plátano, calculándolo apenas en la mitad de las uni dades estimadas como promedio por García, llega a cifras colosales. No han dejado de bajar a Puerto Mallarino las balsas cargadas de plátanos de la parte superior del Cauca, ni dejan de circular por todos los caminos rurales los pencos de los campesinos con su carga de racimos [en la actualidad poco se transporta en "micos" de 150 plátanos, a que se refería el autor citado (García, E., op. cit., 26, 27); pero ahora lo más del transporte se hace por ferrocarril o en camiones o en autobuses mixtos, que llevan pasajeros y "mancha", como ha dado en llamarse al plátano. El transporte ferroviario se usa especialmente para conducir a la plana del Valle el producto de la hoya del Quindío, y por consiguiente, sólo data de 1927-1929 en que llegaron las paralelas a Armenia. Por lo demás, el cultivo en la cuenca del río de La Vieja sólo empezó a fines del siglo XIX con la colonización antioqueña a partir de 1875; el plátano se bajaba en balsas hasta Cartago para el abastecimiento de esta ciudad en tiempos de escasez (Gutiérrez, 1920, I, 75).

Otra área donde se presenta el fenómeno de la platanización es la de Guayaquil. A mediados del siglo XVIII lo hacen notar Jorge Juan y Antonio Ulloa. El Guayaquil de entonces comprendía las actuales provincias de Guayas, Los Ríos, El Oro y Manabí (Juan y Ulloa, 1748, I, 235).

5 |a Pero quizá más importante que el consumo como alimento básico o como fruta, pudo ser la facilidad con que el plátano se presta para la elaboración de bebidas fermentadas, tan gratas a los americanos, lo que llevó a éstos a la adopción de dicha planta. Las bebidas de plátanos fueron conocidas en las Antillas (Exquemeling, I945, 65; Hughes, I672, 76); en Centro América (Levy, 1873, 300); en la cuenca del Orinoco (Gumilla, 1955, 352; Acosta Saignes, 1961, 198-199; GiIii, I965, II 245); en el Sinú (Palacios de la Vega, 1955, 25), y en el valle amazónico (J. de la Espada, 1897' IV, cxlvii; Uriarte, 1952, I, 247). También se usan en Africa y menos en Asia (Simmonds, 1966, 263, 265).

La distribución geográfica del uso, así como los procedimientos de preparación, quedan mejor en una obra en gestación sobre alimentos y alimentación.

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6 |a |Usos de la parte vegetativa.

En el complejo de los usos de las cultivariedades del género Musa, no debe pasarse sin mención el que los pueblos han dado a varias partes de la planta. Algunos de estos usos son comunes en todos los continentes; pero otros se desconocen en América, ya que -como se ha demostrado- los plátanos y bananos han sido introducidos allí.

a -En Nueva Caledonia y en las islas de la Lealtad se conoció un clon estéril cuyo rizoma o cepa se usaba como alimento carbohidratado (Simmonds, op. cit., 266-267).

b -En la India se ha empezado a estudiar la utilización del almidón existente en el seudocaule, en la proporción del 1-2% del peso fresco. Esto es lo mismo que se hace con carácter tradicional con las plantas del género |Ensete (véase adelante) (Simmonds, op. cit., 267).

c-El corazón del seudocaule, asimilado a un palmito, se consume como hortaliza en algunas partes del sureste asiático, y en otras más reducidas de Africa (Ibid., 267).

d -La "manzana" o conjunto remanente de la inflorescencia masculina, hervida y desaguada varias veces, es consumida como hortaliza en la India y en otros sectores del sureste de Asia. Se prefiere la de ciertos tipos menos astringentes, como la de Musa balbisíana. Lo mismo puede decirse de las flores masculinas y de los frutos tiernos en Africa (Ibid., 268).

e -El uso del seudocaule, y menos frecuentemente, de los pecíolos y aun de racimos tiernos, como forraje, tiene una amplia dispersión. Alcanza su plenitud en la región del suroeste del volcán, Kilimandjaro en Africa, donde la tribu de los chaggas o wachaggas alimenta su ganado en esta forma (Simmonds, op. cit., 271). En Malaya se les da el seudocaule hervido a los cerdos, por creerse que contribuye a combatir el gusano de los riñones |Stephanurus dentatus (Ibid., 271-272). Las referencias sobre este aspecto en América equinoccial, se desplegarán en el capítulo consagrado a las plantas forrajeras en este mismo volumen (García, E., 1945a, 48-49).

f -Pasando de los usos alimenticios a otros, entra en primer término el uso de la fibra que se halla en las tiras del seudocaule. Aunque hay especies, como |Musa textílis y |M. basjoo, definidamente adecuadas para este objeto, todas las demás en mayor o menor grado podrían ser susceptibles de aprovechamiento, dependiendo de las condiciones locales (Simmonds, op. cit., 268-269). A fines del periodo colonial se habló en la Nueva Granada de esta posibilidad industrial (Pombo, J. I., 1810, 127-151).

g -Tiras secas del seudocaule se han usado tradicionalmente en América, en estado cintiforme o retorcidas, como cuerdas para

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amarrar. Una información de la costa peruana de principios del siglo XVII dice: "Con la correa atan la hierba y el trigo y la leña y otras cosas" (Anónimo, 1958, 46). En Colombia es muy frecuente la confección de esteras y sudaderos de calceta de plátano (Sáenz, 1892, 18; 17-18; Uribe Uribe, 1908, 33; García, E., op. cit., 47). Otros usos corno rodetes para cargar en la cabeza; nidos de gallinas; vasijas para sembrar plantas etc., comunes en África (Simmonds, op. cit., 269), son también conocidos en América.

h -Las hojas se han usado para cubrir techos de ranchos o abrigos provisionales, tanto en África, en la región del lago Nyasa (Baumann, 1948, 236) y en Uganda (Simmonds, op. cit., 269); como en las islas de los Ladrones (Pigafetta, 1954, 6I), y en algunas partes de América, cuando no se dispone de otras especies. En Guayanas, se usaron las hojas de la |Musácea Phenakospermum (Schomburgk, 1922, I, 238; 1923, II, 39; fm Thurn, 1883, 2I0).

Para envolver, las hojas han tenido gran predicamento. Teas se protegían con ellas en Filipinas (Pigafetta, op. cit., 90, 168). En la península Malaya se prefieren con este fin las hojas de |M. balbisiana (Simmonds, op. cit., 269).

Evolución del mismo fenómeno, es el uso de vestidos hechos con hojas. En la región de los lagos de África, las mujeres usaron delantales de hojas (Baumann et al, op. cit., 2I9). Las indias costa rricenses de Talamanca hacían lo mismo (Fernández, I907, IX, 15, 24).

Los macos del Orinoco amortajaban sus muertos con hojas de plátano y los abandonaban en una troja (Bueno, 1933, 67). i -Uso al parecer típicamente americano, es el de la hoja fresca para escribir.

Al hablar de la introducción del plátano a Chile, se trajeron a cuento las afirmaciones sobre el presunto uso de la hoja como papel por el poeta Ercilla. El cura de Yurimaguas, oriente peruano, Silverio Mori, enseñaba a los muchachos del pueblo a escribir, utilizando hojas de plátano en calidad de papel (Spruce, 1908, II, I5). Esto fue común en la Nueva Granada, como lo atestiguan varios autores (Uribe Ángel, 1936, 27; García, E., 1945a, 47).

(1) Subrayo (VMP). (2) Subrayo (VMP). (3) Y sin estarlo, comenta el editor de la espada

D) Cultivariedades o clones

Por la descripción que hace Mártir de Anglería del plátano o Musa, podría pensarse que lo que él conoció en Alejandría fue alguna forma de |Musa x sapientum, aunque por las condiciones climáticas marginales de esa localidad seria muy aventurado sacar conclusiones. En efecto, dice que cada racimo echa unas 30 frutas, y algunas veces más. "Antes de sazonar son verdes; cuando maduran

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se ponen blancos(?) (...) La pulpa se asemeja mucho a la manteca fresca en lo blanda y en el sabor (?). La primera vez que se prueba no agrada, pero a los que se han acostumbrado les sabe muy bien" (Anglería, 1944, 549). La impresión que debieron formarse los europeos del plátano cultivado en el Mediterráneo no debió ser muy buena, supuesto que tampoco parece serlo la calidad. Acosta es contundente: "...aunque se han visto por acá, y yo vi uno en Sevilla en la huerta del Rey, no medran ni valen nada" (Acosta, 1940, 281; 1954, 114-115).

De la descripción difusa de Oviedo tampoco se puede sacar mucho en conclusión. Quizá él mezcló conceptos pertenecientes a diferentes tipos, pues dice que hay racimos con 20 o 30 y 50, y al gunos con 100 y más o menos frutos, cada fruto de cerca de un palmo( ... )La cáscara no es muy gruesa, pero correosa y fácil de romper o desollar, y de dentro es todo una medula que parece un tuétano de vaca. En la lámina 3 |a, figura 2 (tomo primero) presenta una mata con 6 hojas y con un racimo extendido en sentido horizontal, con cuatro manos de pocos frutos (no más de cinco), dispuestos en sentido perpendicular al eje, pero aparentemente con las puntas vueltas hacia abajo o ligeramente divergentes. El racimo tiene bellota o manzana persistente (inflorescencia masculina). Pero en otra ilustración de la hamaca aparece una figura mucho más estilizada que la primera, de una planta parecida al banano, con 15 hojas y un racimo con cuatro series decrecientes de manos, con los frutos hacia abajo, y formando el conjunto un aspecto muy regular (lámina I, figura 8). Fuera de que es casi imposible sacar deducciones de dicho material gráfico, queda la duda si las ilustraciones no las hizo el mismo Oviedo sino algún artista que puso en ellas algo de imaginación (Oviedo y Valdés, 1851, I, 291, lám. 39 fig. 2; lám. I, fig. 8). Cabe observar que en la ilustración de otro naturalista, Marcgrave, para los plátanos del Brasil, los frutos están dirigidos hacia arriba, y hay un ápice muy largo en el racimo (Marcgrave, 1942, 137). Véanse figuras 1 y 2. La relación del licenciado Echagoian sobre Santo Domingo, que se cree escrita en 1564, menciona dos variedades: "unos muy pequeños que llaman dominicos, y otros grandes, que son de hechura de un bolo" (Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 128-129). Acosta dice que hay unos pequeños, y más delicados y blancos, que en la Española llamaban dominicos a fines del siglo XVI, y otros más gruesos y recios y colorados (Acosta, 1940, 283). A principios del siglo siguiente, apenas se dice que había allí "plátanos de diferentes suertes" (Vázquez de Espinosa, 1948, 37). En I650 se habla de plátanos "de tres o cuatro géneros", y en 1699, de tres especies de plátanos (Rodríguez-Demorizi, vol. cit., 207; 301).

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Fig 1. Pie de plátano, según el cronista Fernandez de Oviedo. Notese el pedúnculo del racimo en posición horizontal. Sobre esta figura y la siguiente, véase discusión  en las páginas 191 y 196.

A fines del siglo XVIII se registran en la isla de Puerto Rico "hartones, congos, guineos, cambures, dominicos y otros de que suelen tener por regalo en la inmediación de las casas, cuyas matas sólo se diferencian de las de los hartones, en que son de un verde más claro, y el fruto es más pequeño; son más dulces, suaves y exquisitos" (Abbad, 1959, 236-237).

A Cuba introdujo el emigrante francés Santiago Danger, quince clases de plátanos, que utilizó en sombrío de cafetales (Pérez de la Riva, 1944, 146). En Nicaragua, a mediados del siglo XIX se conocían el plátano común y el patriota (Levy, 1873, 300), y a principios del actual, hasta una decena de clones, mal caracterizados (Ramírez Goyena, 1911, II, 935-936).

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Fig. 2. Ilustración de la hamaca, del cronista Fernandez de Oviedo. La planta de la izquierda, por su caraácter cespitoso y las frondes enteras, recuerda un banano, aunque idealizado, como todos los vegetales de la lámina.

Al presente, en la península de Nicoya se conocen los clones curare caribe, dominico y otro innominado para plátanos; y Gros Michel o patriota, cuadrado, guayabo, manzano y guineo del norte para bananos (Wagner, P. L., 1958, 228-229).

Ya se habló de la introducción a Panamá de un plátano de Guinea a principios del siglo XVII (Torres de Mendoza, 1868, IX, 114). En 1640 se conocían en el istmo, los de la tierra, que "suelen Ser muy grandes", y los de Guinea, "razimos hermossisimos, dulces  y sabrosos estando maduros en sazón que son pequeños ( Serrano y sanz,, 1908, 75 posteriormente se,habla son delppatritreota o banano (Mega, 1958, 56), y entre los cunas, del chino; que ha predominado por la facilidad de su cultivo (Puig, 19..., 13).

A partir de 1924 se introdujeron por los Jardines Experimentales de- Summit algunos clones: Lakatán (de Costa Rica), Congo; Chino, Datila y dos plátanos (CZG, 1924; 6); el primero de los nombrados era en realidad el bungulán de Filipinas (Ibid., 1928, 28-30; -----,1930, 15-16); varios de Hawaii, del grupo Maoli, conio Manaila y Eleele (Ibid (1931-1932), 1938, 12).

A principios del último cuarto del siglo XVIII, en jurisdicción de Cartagena se conocían hartones, hartones guineos, dominicos y dominicos guineos; siendo muy confusa la diferencia entre unos y otros (Serra, I956, I; 40).

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A mediados del XVIII en la de Santa Marta- Bebía hartones y dominicos, así corno guineos (Rosa, 1945, 289-290). Modernamente se registran para otras regiones de la costa atlántica, fuera del dominico (Revollo, 1942, 107) y del joro (Ibid., 144), el guineo largo o banano, el guineo corlo o manzano; maritú, dominico; cuatro-¡los, bocadito (Ibid., 133). El nombre "maritú" se registra en el Sinú desde mediados del siglo XVIII (Palacios de la Vega, 1955; 25). Es, pues improbable que se trate del iholena de Hawaii, aparentemente introducido a Puerto Rico a principios del siglo actual (Simmonds, I966; 12.2).

En la costa nororiental de Venezuela en 1690 había "tres especies, unos mayores que otros" pero no se discriminan nombres ni características (Ruiz Blanco, 1892, 27). En la segunda mitad del siglo XVIII para la misma área se habla de cuatro clases: los más grandes; sis. denominación especial dominicos; bananos y cambures (Caolín; 1841, 18-19).

En Barquisimeto en 1768 sólo se conocían el grande (hartón?), dominico y cambure (Altolaguirre, I908, 120), y en Coro en  el mismo año, sólo plátanos rnayores y menores (Ibid., 206).

En el Nuevo Reino de Granada, en 1701 apenas se mancionao" oo hartones, "por ser tan grandes como un codo", y dominicos, "por tener los hollejos pintados de amarillo y negro" (Zamora, 1930, 40; -----, 1945, I, 149). Un autor de mediados del XVIII consigna: ', Los hartones son mejores asados y cocidos en la olla, v frito; los otros son mejores crudos. De los hartones se beneficia;"los que llaman plátanos pasados con cocerlos con lejía y echarlos a" sol, y así duran meses. Los que llaman Tocaimas son muv regalados. Otros hay semejantes a éstos que llaman dominico; éstos no son muy gustosos, porque son como algunos jueces, que tienen duro el corazón (...) Los que llaman guineos se producen en todas tierras, esto es, cálidas y templadas, y los que se crían en las tierras templadas son más pequeños pero son más gustosos. Otra calidad de plátanos se produce en los Llanos, en particular en el pueblo de Morcote, que llaman cambuses, que son pequeñitos pero de especial gusto y dulzura..." (Oviedo, 1930, 48). Quizás basándose en este autor, otro de 1789 menciona para la Nueva Granada bananos, guineos, dominicos y cambuses (Alcedo, 1789, V, Voc., 154). A mediados del XIX la lista había aumentado: hartón, dominico; guineo cambure, y como frutas de postre, manzanos, habanos, bocadillos, pacíficos, resplandor y de miniatura (Camacho Roldán, 1923, 134-135). A fines del mismo siglo XIX, las principales variedades conocidas en Cundinamarca eran: hartón, dominico-hartón, dominico; jamaico o habano, manteco, guineo, manzano, resplandor, poncho o pigmeo, pacífico, blanco, banano (Sáenz, 1892, 16).

En 1681 el cabildo de Cali fijó de arancel que por cada racimo grande y bueno de plátanos dominicos, se cobrara un real, y siendo pepinos,

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medio (Arboleda, 1928, 172). En 1809 existían en esa ciudad sólo "dos o tres clases" (Ibid., 629). Pero ya en 1824 en Paimira un viajero registró el cultivo de dominicos, tahití, hartón, azafranado, mantequillo, negro y guineo; éste último se usaba paree la elaboración de vinagre (Hamillon, 1955, II 81). El "azafranado" en cuestión sería el conocido como "tafetán" o "negro", y esta la primera mención de ese clon en el área del presente estudio. A fines del siglo XIX ya se menciona el plátano enano en el Valle (Eder, 1959, 54I).

Un autor asegura que en Antioquia en 1760 sólo se conocían hartón, dominico y guineo; pero que a mediados del siglo XIX había nueve o diez variedades más. "Las nuevas se estiman como frutas agradables, pero no han entrado en competencia con las primeras, como elementos de la alimentación, ni podrán sostener esta competencia" (Ospina Rodríguez: RHA, 1913, 473).

En el Andágueda se conocían a fines del XIX los siguientes clones: hartón, dominico, dominica, tnhití, guineo, banano, carancho, Primitivo, pimiento, enano, maquendo, culipumpo (Brisson, 1895,-125). La mayor parte de estos nombres perdura en el Chocó, figuran en una colección de clones iniciada por el autor en el bajo Calima en 1962.

En la costa del Perú sólo había en la primera mitad del siglo XVII los comunes, y "los que llamamos de Guinea" (Cobo, 1891, 11, 447-448; -----, 1956, I, 421-424; Anónimo, 1958, 45). En cambio, en la segunda mitad del siglo XVIII se conocían cinco clases (Ruiz, 1952, I, 34; 461) (Véase subnumeral 090-a).

En la región. amazónica dominada por España, n mediados del siglo XVIII sólo se mencionan el guineo, el dominico y el hartón-bellaco o harta-bellaco (J. de la Espada, 1889, Mar., 115).

Pero ha sido en las hasta hace poco posesiones inglesas y francesas de América donde se ha introducido en las últimas décadas, el mayor numero de clones, con fines tanto industriales como de investigación.

En Trinidad había en 1870 las especies |Musa paradisiaca, |M. sapientum, |M. cavendishi, |M. vittata y |M. rosacea (Prestoe, 1870, 87). Catorce años después solo se mencionan tres clones entre los comestibles (De Verteuil, 1884, 229-230), y 5 o 6 de bananos (Ibid., 236). Que no era muy importante el cultivo allí entonces, se deduce del hecho de que se importaran de la vecina Venezuela unos siete millones de plátanos (unidades), por unos 53.000 dólares (Ibid., 230). En 1901 se había establecido en el Jardín Botánico de Puerto España un lote de Musas: se conocían el plátano común, y el Moko; y bananos Gros Michel, fig sucre, Governor's fig (= |M. cavendishi chino) y red fig (Hart, 1893, 15; -----, 1902, 11 ). En 1904 ya había 21 clones de banano (Ibid., 1904, 16). Sólo en 1920 empezó el botánico Cheesman la colección y estudio sistemáticos de material (Slmmonds, 1966, 44),

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y otras expediciones para acopiar material fueron hechas en 1949, 1951 y 1956 (Ibid., 415).

La introducción del clon enano ( |M. cavendishi) parece haber ocurrido en 1820, primero a Cayena (Haudricourt et Hédin, 1943, 199; Cheesman, 1940, 70-80; Simmonds, o;.. cit., 79-80)

 

Resumen

Como ha podido observarse por la rápida e incompleta revisión de las fuentes, durante la época colonial (mediados del siglo XVI a fines del XVIII), sólo aparecen mencionadas hasta dos cul tivariedades de plátanos y una o dos de bananos. El ingeniero agrónomo Cardeñosa Barriga y quien escribe, han sometido las referencias correspondientes a la dominación hispánica a una revisión crítica, de la cual -por la imprecisión de los pasajes -poco se puede sacar en limpio. Sin embargo, se ha llegado a las siguientes conclusiones previas: 1) que el concepto "dominico" se aplicó durante todo el período colonial no a un plátano, como ahora, sino a un banano, con toda probabilidad un clon "manzanos, del grupo AAB; 2) que este clon es el que pudo conocer Pedro Mártir en Alejandría a principios del siglo XVI, y el que quizá introdujo el fraile Berlanga (de ser cierta la especie); 3) que la ilustración de Oviedo, lámina III, fig. 2, puede corresponder al clon "guayabo", del grupo AAA; la horizontalidad de la inflorescencia se acentúa en épocas de sequía; 4) que las dos variedades mencionadas por Acosta, la pequeña de carne blanca correspondería a "manzano", Y la colorada y gruesa a "maqueño" o "hartón", del grupo AAB; 51)que el plátano "ordinario" de Cobo puede ser "maqueño", y el de tallo verde oscuro, "guineo" (de "Castilla") del grupo AAA; 6) que las equivalencias de las variedades mencionadas por Serra, serían "hartón"="hartón"; "hartón-guineo" = "maqueño"-"dominico"="manzano"; "dominico-guineo" = "guineo".

Por consiguiente, se puede decir que muchos de los nombres que figuran en el cuadro siguiente, elaborado con datos de cuatro autores, sólo datan de la segunda mitad del siglo XIX para acá. Los números entre paréntesis corresponden a páginas (cuadro en las páginas 198 y 199).

La incorporación de nuevos tipos de Musáceas comestibles al conocimiento y uso del pueblo, parece haber tenido lugar a partir de las guerras de independencia, cuando la comunicación más frecuente con las posesiones inglesas y francesas de las Antillas, permitió obtener material desconocido antes en América española.

Sin embargo, a fines del siglo XVIII se produjo la introducción directa de clones desde las islas del Pacífico sur a la costa occidental suramericana. El asunto es de tal importancia, que merece atención

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especial, por tratarse de clones como el "comino", del grupo AAB, y del "pacífico", del grupo ABB.

 

096a -- |Musa x balbisiana Colla..

Al referirse a la provincia de Barbacoas, en el suroeste de Colombia, a fines del siglo XIX, el geógrafo Rufino Gutiérrez dice hablando del plátano: "El que más se cultiva en el camino de Barbacoas, muy solicitado para el consumo en toda forma, es el llamado allí "cortajeta" por los negros, y por las gentes de alguna ilustración "otaheta", corrupción de Otahití, nombre que tomó el fruto de la isla de donde lo trajo el capitán Samuel Willis (sic) al Perú cuando, en 1767, tomó posesión de ella en nombre de Jorge III, rey de Inglaterra, y poco después el piloto José Amich, enviado a reconocerla en 1772 por don Manuel Amat, virrey del Perú. El cultivo se extendió pronto a toda la costa" (Gutiérrez, 1920, I, 205). Es de notar que cuando el naturalista André visitó esa región, sólo registra entre los plátanos el "maqueño" (André, 1884, 788).

Gutiérrez no indica las fuentes en que se basa para hacer la afirmación transcrita. Ni Samuel Wallis (no Willis), ni Bougainville, ni Cook, ni ningún otro viajero no español de los que toca ron en Tahití entre los años del descubrimiento (1767) hasta el de 1776 en que España, después de un corto período de ocupación, abandonó la isla, vinieron de Tahití a la costa del Perú al regresar a Europa. El capitán Samuel Wallis salió de Inglaterra el 22 de agosto de 1766 en la corbeta "Swallow" (Golondrina) y en la "flute" "Prince Fréderic; atravesó el estrecho de Magallanes entre el 17 de diciembre de ese año y el 11 de abril siguiente el 24 de junio descubrió Tahití, donde permaneció con su gente hasta el 27 de julio. En su diario de viaje no dice nada de haber embarcado cepas de banano para multiplicación, y ni siquiera menciona ninguna variedad en particular (Hawkesworth,1774, II, 2, 61,150).

El virrey Amat en su memoria de gobierno dice que la isla de Tahití se "descubrió" en 9 de noviembre de 1772 y que la expedición mandada a ello en la fragata "El Aguila", al mando de Domingo de Boenechea, había regresado a los seis meses de bobo, salido de El Callao (26 de septiembre). La segunda expedición compuesta por la misma fragata al mando de Boenechea, donde se embarcaron los frailes franciscanos Gerónimo Elota y Narciso González) y el paquebote "Júpiter") al mando de José Andía y Varela, salió del citado puerto peruano a 20 de septiembre de 1774. Los expedicionarios llegaron a Tahití el 27 de noviembre), echaron allí un ganado que llevaban) y dejaron semillas. Boenechea en enero de 1775. Los misioneros se quedaron en la isla. La fragata regresó a El Callao el 3 de abril siguiente) y a poco llegó el paquebote. El 27 de septiembre de 1775 salió por tercera vez la misma fragata al mando de Cayetano

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Langara, que regresó el 17 de febrero del año siguiente, con los dos religiosos que no quisieron quedarse en la isla; los tales, según el virrey, no se distinguían precisamente por su celo apostólico. Aunque Amat dice(sobre la base de los informes de sus agentes) que hay plátano "de Guinea" en Tahití y en las otras islas vecinas) no aparece mención de que se condujeran cepas para sembrar) aunque sí se detallan las muestras de maderas y otras cosas que se trajeron El virrey no menciona a Amich (Amat, 331-332; 333-335; 338-339, 338 nota.

En la relación diaria del primer viaje, debida a Boenechea, al describir las producciones naturales de la isla, se habla de tres clases de plátanos "de Guinea", largos, y otros amarillos como los de Guinea, tan largos como una cuarta y de 3 pulgadas de grueso que se comen asados, y a los cuales llama "mella" ["meta"]. Más adelante habla de cinco clases de plátanos, dos de ellas especialmente notables por su tamaño, siendo algunos de nueve pulgadas de largo y tres de grueso, aunque no agradables al paladar causa de su regusto resinoso; y otra parecida a los que se llamaban en Lima "de la tierra" [maqueño?], agridulces y muy gustosos. Narra los preparativos de la salida, que tiene lugar el 21 de diciembre. No se menciona otro embarque, sino el de cuatro nativos isleños para traer al Perú, con el fin de que aprendan la lengua (Corney, 1913, I ,295, 296; 327; 342).

En el diario de este mismo viaje por el alférez (ensing) Raimundo Bonacorsi, se mencionan asimismo tres diferentes clases de plátanos de una cuarta de largo y tres pulgadas de grueso, que se comen asados. En Tahití propio, vuelve a hablar de cinco clases de plátanos, en los mismos términos. Al regreso menciona la llegada de los cuatro isleños al Perú en buenas condiciones. Nada de embarque de plátanos (Corney, 1915, II, 41; 54; 63).

Aunque el virrey no lo dice en su Memoria, fue en el primer viaje de Boenechea en el que se embarcaron dos frailes del colegio de Ocopa, el italiano Juan Bonamo y el catalán José Amich. Por consiguiente, este no era piloto, como dice Gutiérrez (loc. cit.). Amich, en su descripción del viaje y de la isla, apenas menciona los plátanos sin especificar clases. Ni el más ligero indicio de embarque de cepas de plátano da al referir la salida, aunque sí habla de los cuatro isleños (Corney, 1915) II, 83; 87).

En cuanto a la segunda expedición, en su diario oficial el lugarteniente Tomás Gayangos consigna en varios pasajes que los nativos tienen plátanos, sin especificar clases; pero el 27 de enero de 1775 anota, al referir las disposiciones para el regreso: "a mediodía la chalupa trajo el último viaje de agua fresca, forraje verde y plátanos para el rancho; de modo que todo quedó liso para zarpar al día siguiente, en el momento en que el viento lo permita |(4) Zarparon en efecto al día siguiente. Los días 22-23, la chalupa había hecho varios viajes con agua) madera (leña?) y algún pasto verde para el ganado.

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El día 25 los isleños, observando la proximidad de la partida de los expedicionarios, "trajeron toda clase de productos para cambalachear con nuestra gente" |(5) . Como se ha visto ya, el arribo de "El Aguila" a El Callao tuvo lugar en esta ocasión el 8 de abril de 1775 (Corney, 1915, II, 172, 170, 185). Andía y Varela que, como está dicho, formó parle del segundo viaje (20 septiembre 1774 - principios abril 1774) suministra la descripción más detallada de los plátanos y bananos de Tahití: "Los víveres que se pueden sacar de esta isla son plátanos, que algunos de ellos duran de cincuenta a sesenta días (como yo lo he experimentado); de esta fruta he contado hasta veintiseis especies) unos más sabrosos que otros; entre ellos hay unos cuya carne es muy amarilla, de un gusto muy desabrido, pero muy sabroso para aquellos naturales, que tienen la particularidad de comunicar su color a la orina. Hay otros que parecen melones en su tamaño(?), pero de buen gusto. Los nombres con que los distinguen aquellos naturales son los siguientes: [orea", "hei] (éste es el que tiñe la orina), "taviriviri", "epapas", "apiri", "ehurau", "eynerima", "coa], "mapuapua", "etabara", "piabay", "piatoto", "eajusta", "eaumarey", "aivao", "taipua", "reraray", "pureciva", "poitia", "otavata", ceparafatu", "tayoura", "turitá", "prapia", "egeay", "paru""". En otro pasaje dice: "También hay abundancia de yerba, que se embarca seca y verde, como también troncos de plátanos para el sustento de los animales embarcados". Y más adelante: "Por haberse agravado en el viaje de Oriayatea el accidente que padecía el comandante Boenachea], esperando por instantes su muerte, fue preciso demorar ocho días en este puerto [Fatutira], en los que se repuso la aguada y algunos plátanos, cocos y puercos" (Andía y Varela, 1947, 56, 57, 82). Es decir, Andía y Varela no habla de embarque de cepas con miras a la multiplicación, sino de "troncos de plátanos" para forraje de los animales, que venían a bordo para el consumo, y parece que en el mismo sentido deba interpretarse el "green stuff" de la traducción del relato de Gayangos, cuyo original no ha podido consultarse.

| Sáenz (1892) | García (1898) | Uribe Uribe (1908)

| Cardeñosa (1954)

Maqueño (17) | M. paradisiaca L. normalis O. Kuntze: "Maqueño". Eq.: maqueño, truncho, dominico, largo (125).

Dominico (16)

Artón (16)

Dominico-artón (16)

Negro (17)Dominico (16 )

Hartón real (16)

Hartón común (16)Liberal (17)

Negro ( banano) (17 ) Dominico (16)

Hartón real (14)

| M. paradisiaca L.. "Negro" (128)."Troncho" (129) Eq.:dominico, largo, truncho."Madre del platanar" (Valle) (137)."Hartón" (160). Eq.: hartón, hartón de Castilla, hartón real. Posiblemente dominico-hartón.."Liberal" (150).

Pacifico (?) (16)

Resplandor (?) (16)

Pacífico y Topocho (19)

| M. balbisiana Colla| . "Cachaco". Eq.: cachaco, topocho, cuatrofilos, pacífico (?) (177)."Espermo" (188)."Maritú" (199). Eq.: Maritú, resplandor (?)

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(Ant.). | M. maoli Card.."Pombo" (210) Eq.: Pompo, comino (Caldas).

Plátano dátil (17)

| M. acuminata Colla."Bocadillo". Eq.: Bocadillo, dátil, papelillo, seda.

Habano, guineo, Jamaico(16,18)Banano (16)Guineo(16).

Habano, guineo, jamaico (16, 18)Banano (16)Guineo (16)Manzano (16)

Camburi o guineo común (18)quinientos o antioqueño(19).Guayabo (19)

Morado (?) (19)Camburí o guineo común (18)

Manzano (18 )

Banano o guineo y guineo propio (14,16).

Plátano morado (?) (19).Banano o guineo y guineo propio (14,16).Rosado o camburí (15).

Plátano manzano (17).

| M. sapientum L.."Banano" . Eq.: Banano. habano, guineo quinientano, guineo (237)."Guayabo". Eq.: Guayabo, tafetán verde (248)."Tafetán". Eq.: Tafetán, tafetán morado (259)."Guineo". Eq.: Guineo de Castilla, colicero    I (Camburi?) (270)."Manzano". Eq.:Manzano (281).

Poncho ó pigmeo (16)

Enano (19) Plátano enano (17).

| M.cavendishii Lamb.. "Pigmeo". Eq.: pigmeo) enano, indio portugués (292).

Manteco (16)Blanco (16)

Tahití (17)Santafereño (17).

Otahití? (17).

Banano de Cayena, b. de la India, b. capitán mayor (15). B. plata. B. de oro (16). B. mosquito. Davoa de S. Tomé (17). Samburá. Pico-verde (19).

Especies dudosas.

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La tercera expedición tuvo por objeto aparente averiguar los progresos de la evangelización de los isleños, aspiración que no pudo realizarse por las escasas dotes de renunciamiento de los dos religiosos, quienes fueron repatriados. El relato que se conoce de ella es del comandante de "El Aguila", Cayetano de Lángara. Este trajo las muestras de maderas a que se refiere el virrey Amat en su memoria de gobierno y reembarcó el ganado que quedaba pero no menciona los plátanos. En el diario del intérprete Máximo Rodríguez, que permaneció con los frailes en la isla, no se dice rada de embarque de cepas de plátano, durante los primeros días de octubre de 1775, hasta el 12 en que se hizo el zarpo; solamente menciona el reembarque de animales ordenado por el comandante Lángara, para evitar que se beneficiasen con ellos cualesquiera extranjeros que pudieran llegar a la isla (Corney, 1915, 11, 371-372; 372; 1919, III, 207-210).

Los datos de Andía y Varela sobre los plátanos son fidedignos, como se puede comprobar comparando su nomenclatura con la de Sidney Parkinson, dibujante de la expedición de Cook, anterior a la muerte de Parkinson en 1771, cuando los expedicionarios estaban en vía de regreso. De las dos especies |M. paradisiaca, llamada con el nombre global de "maya", y |M. Fehi, llamada "fe'i", registra las siguientes variedades:

|Maya: 12- Epute piste. |Fehi..   1- Orhea. 13- E hãuta 2- Ehuerao. 14- Pou ohoini 1- E pantea. 3- E'sulita 15- Malamatahi. 4- E'sivahi 16- Ohai. 2- Ove. 5- Aletoa. 17- Taapeape. 6- A a'a. 18- Mamalao. 3- Erhu ohevn. 7- Aivau. 19- Etapua. 8- Ehumalai 20- Orori. 4- Oa uli. 9- Ehuapoto. 21- Erenvai 10- Etorho. 22- E Gacohilli cohili. 5- E cohala. 11- Jayo ur'ha. 23- Palahatu

(Merrill, 1954, 344-345).

También hay alguna correspondencia de los datos de Andía con los que da el naturalista Cuzent, quien dice que los tahitianos conocen el plátano con la designación genérica de Meia, y que distinguen las siguientes variedades (téngase en cuenta que entre ambos documentos hay casi un siglo de diferencia): "Orea", planta de talla mediana, con frutos pequeños y poco azucarados. de pulpa color de salmón; "Avae", con frutos de carne blanca y azucarada; "Tameme", "Apiri", "Hapua", la última de las cuales vive en las montañas; "Pau", "Puroini", "Papai"; "Neineo"?, especie excelente; "Hai", "Aivao", esta

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común en Moorea; "Avaetahi", "Tivahi-paparua", "Toro"; "Fe'i", la cual vive en estado salvaje en verdaderas florestas, en las montañas y valles, pero siempre lejos de las playas, y cuya savia da una sustancia tintórea indeleble; "Papa", de fruto muy gordo, externamente de un bello color amarillo, y con carne firme y rosada, de gusto pronunciado a manzana (pomo-reinette); y finalmente, "Oio", "Ovata-vata", "Afifi" y "Rori" (Cuzent, 1860, 147-149).

Trece formas del grupo Fehi (Australimusa) se han reportado recientemente en Tahití. Algunos de los nombres recuerdan los registrados en el siglo XVII: "afara", "tati'a", "u'ururu", "poti'a", "a'ata", "ha'a", "oeoe", "paru", "mahani", "toro", "aiai" ("arapoi"), "rureva", "aiuri" ("arutu", "a'ai'a") (Simmonds, 1966, 67-73).

De los documentos pasados en revista se deduce que el capitán inglés Wallis no trajo el plátano de Tahití al Perú, por la sencilla razón de que nunca arribó a la costa peruana. Lo trajeron los españoles, aunque no está claro si lo hicieron intencionalmente con fines de multiplicación. De haberlo hecho, es imposible averiguar ahora si trajeron una sola cultivariedad o varias, ni qué criterio pudo guiarles en la escogencia. Pero es evidente que se embarcaron "troncos" o seudocaules de plátano, y es posible que algunos vinieran con una porción de cepa o corona, que al ser tiradas en la playa al regreso, pudieran haber sobrevivido, por más que en la costa peruana, como es sabido, no puede hacerse agricultura sin irrigación artificial. De todos modos la introducción ocurrió, pues el botánico Ruiz vio al llegar a Lima en abril de 1778, cinco "especies" de plátanos, entre el-los uno anaranjado de Tahití (Ruiz, 1952, 1, 34), de las cuales envió cuatro clases, cuya descripción da, a España, en 1784, en el navío "San Pedro de Alcántara" (Ibid., 460, 461). Humboldt, por su parte, observó en Lima a princi-ios del siglo XIX que en el mercado se vendía el llamado "plátano de Tahití", "porque de la isla de ese nombre llevó los primeros pies la fragata 'El Aguila' "; agrega que ese plátano era el "meiya" de los mares del Sur (Humboldt, 1941, III, 20).

El estudio de los nombres regionales tahitianos consignados por los autores, parece sugerir que la palabra "cortajeta" " que Gutiérrez equivocadamente considera como una corrupción del nom bre de la isla, Tahití u Otahití (para que lo fuera se necesitaría que el nombre predominante en las colonias españolas fuera la forma inglesa Otaheite), más bien correspondería a la variedad que Andía llama "otavata" y Cuzent "ovatavata". El nombre que se usa en Barbacoas no es el que indica Gutiérrez, sino " cortaeta" (observación personal).

En este inconsistente dominio lingüístico, quizá se encontrarían argumentos para los antropólogos que sostienen la posibilidad de migraciones polinésicas prehispánicas a la costa surame ricana del Pacífico. En efecto, como se ha visto, el nombre que daban al plátano los indios yurumanguíes era "cua", y "coa" es según Andía y Varela el nombre de una clase de plátano de Tahití. Ambos documentos, el

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vocabulario y la relación se produjeron con pocos años de diferencia, el primero por 1769 y el segundo en 1775. Otro argumento, es el nombre de " fifí" con que, según Boussingault, se conocía en el occidente colombiano un alimento deshidratado de plátano, y que se corresponde con el "Afifi" de una variedad de plátano, según Cuzent. Si se encontrara el origen de la palabra "mampora", con que se suele designar el banano en la costa de Tumaco, quizá se podrían plantear nuevas hipótesis. En la costa del Pacífico se llama "chifirí" la variedad de banano, que otros denominan "primitivo" o "jardinero", nombre aquél que contiene el sufijo "iri" que figura en uno de los nombres de Cuzent y en dos de los de Andía. Es notable que el mismo clon "primitivo" se llama en el Putumayo "chirario,> o "chiro" (apuntes personales).

Ahora bien, ha podido suceder que también esta Musa x o albisiana, como otras cultivariedades, llegara a la parte norte de Colombia desde las Antillas o de las Guayanas, inglesas o francesas, vía costa atlántica, istmo de Panamá. Consta que el capitan Bligh introdujo a Jamaica en 1793, un plátano procedente de Santa Helena y las variedades "Oraiah" ("a fine plantain") y "vaihee" ("a mountain plantain) procedentes de Tahití, y que de la "oraiah" dejó también 3 plantas en la isla de San Vicente (Marriot, 1920, 220, 221). Compárense los nombres que da Bligh con los de Ardía, Parkinson y Cuzent. El asunto requiere pesquisas más detenidas que las que es posible adelantar en una obra del carácter de la presente.

 

096-b -- |Mysore (grupo AAB).

El banano Mysore, del sur de la India, inmune o aparentemente inmune al mal de Panamá, llegó hacia 1900, procedente del Jardín Botánico de Kew, a Dominica, de donde se dispersó por el con tinente (Simmonds, 1966, 90-91; 313). Se introdujo a Colombia tardíamente, y donde primero se cultivó fue en la zona bananera del Magdalena. Cuando el autor estuvo en Trinidad en 1946, esta variedad le fue recomendada por el doctor F. J. Pound, por su resistencia a las enfermedades y por su rendimiento. Así es que en ese año algunas cepas fueron traídas a Cali desde la Estación Agrícola de Aracataca (Magdalena), adonde se habían importado no mucho antes desde Trinidad. En el Valle se plantaron primero en la hacienda "El Trejito", del doctor Ciro Molina Garcés, en Cerrito. Algún material se llevó de allí a la Granja del Calima en 1947 (Patiño, 1948, 28). A la Estación Agrícola de Palmira se enviaron también algunas cepas s por la misma época ( Cardeñosa, 1954, 120).

 

096-c --Clones |Annam, Calcuta y Selangor. Calcuta ( |M. acuminata, subsp. |burmanica)

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Este material fue propagado por semilla enviada desde el Colegio Imperial de Agricultura Tropical de Trinidad a Palmira (Cardeñosa, 1954, 221).

Nueva introducción de semillas de ambas formas hizo el propio agrónomo Cardeñosa, como resultado de un viaje de estudio por Africa y las Aritillas en 1958 (Cardeñosa, 1956, 1-958).

 

096-d --Clon |Ceylán.

A partir de 1946, el agrónomo Ricardo Cardañosa empezó una colección de Musáceas en la Estación Agrícola de Palmira. En 1954 registra la existencia del clon Ceilán, de |Musa x balbisíana (Cardeñosa, 1954, 172).

 

E) Banano como fruta de exportación

Parece que en 1866, al terminarse la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, un señor Frank, que poseía plantaciones de bananos en la zona del canal de Panamá, en construcción enton ces por los franceses, introdujo a Norte América algunos lotes de bananos por vía de ensayo. Si esto es verdad, el cultivo con fines de exportación y esta misma, serían anteriores a las tentativas en igual sentido, hechas en Jamaica en 1870 por el capitán de navío Lorenzo D. Baker, quien 15 años después, con otros elementos de Boston, donde estaba vinculado, fundó la Boston Fruit Compar.y, embrión de la actual United Fruit Company (Bois, 1928, II 556; Kepner et al, 1949, 41, Simmonds, 1966, 313-320).

Según otras fuentes, la introducción del cultivo del plátano roatán en Méjico (así se llama allá el banano), sólo tuvo lugar por 1879. La variedad Gros Michel se llevó de Martinica a Jamaica en 1834 (Martínez, 1914, 3; Adams, 1914, 35, 68; Swabey, 1949, I, 62; Simmonds, op. cit., 320).

Costa Rica exportó en 1893 cerca de 1.300.000 racimos (Samper, 1925, II 44; Simmonds, op. cit., 321).

Sea como fuere, entre las primeras plantaciones que se hicieron en el área circuncaribe con fines de exportación, figuran las de la costa colombiana, en la última década del siglo XIX. De la importancia del foco de producción situado en la zona fronteriza de entonces entre Colombia y Costa Rica, da testimonio la siguiente estadística, que tomó Evaristo García de la "Gacela de Panamá".

 

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| Racimos embarcados para Nueva Orleans en 1896:

Racimos Valor De Bocas del Toro   

2.076.551, (por oro amer.)

$ 1.183.611.27

De Cartagena,

1.657,   1.044.49

De Santa Marta,   

27.269,       15.143.33

Totales:  2.105.477 1.199.799.09

Racimos embarcados en 1897 para Mobile y Nueva Orleans, y en menor escala para Boston, Nueva York, Filadelfia y Baltimore.

Racimos Valor Por Colón . 173.456 (oro

amer.)   $ 366.138,50

Por Bocas del Toro:

2.033.774 1.023.575.15(6)

Totales: 2.207.231 $ 1.394.713,65

(García, E., 1945a, 41).

Parece que un especulador de Nueva York monopolizaba el banano de Gatún (Reclus, A., 1958, 327).

Plátano "jamaico" o "guinem se cultivaba y se exportaba de Bolívar, Magdalena y Panamá en 1892 (Sáenz, 1892, 18). Esos nombres, así como los de "nuevo", "norteño" o "antioqueño" con los cuales se conocía el banano en esa época, confirman el hecho ya establecido de que tal actividad económica empezó en la costa atlántica (Ospina, T., 1913, ?; Samper, 1925, II 158). Este sería el clon Gros Michel difundido en el área circuncaribe desde las Antillas francesas (Simmonds, 1966, 71-79). Desde 1883 algunos colombianos habían introducido a Santa Marta de Bocas del Toro, semillas de banano; esa primitiva empresa fue traspasada a la United Fruit Co. en 1911 (Ortega Díaz, 1932, III 229, 230-231, Ospira Vásquez, 1955, 337-338 nota).

Después de la separación de Panamá, el gobierno del general Reyes impulsó el cultivo del banano en el Magdalena. Raro ejemplo en la historia de Colombia de que un presidente se retire temporalmente de la primera rnagistratura, para recorrer el país estimulando nuevos renglones de producción, el que dio Reyes en 1908. En su recorrido de la zona bananera, estimó que había 5.000 hectáreas bajo cultivo, o sea que en ocho años se había más que Suplicado la superficie cultivada (Uribe Uribe, 1908, 81; Reyes, 1908, 8-12, 14; -----, 1920, 44-45; 45-49; Adams, op. cit., 91).

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Las estadísticas de racimos exportados por Santa Maria que Sa Uribe Uribe en 1954, discrepan de las de García Sin aquellas:

                          Racimos1892 .. .. .. .. .. ..171.8911893 .. .. .. .. .. ..201.8751894 .. .. .. .. .. ..298.7761895 .. .. .. .. .. ..155.845 Guerra civil1896 .. .. .. .. .. ..335.8341897 .. .. .. .. .. ..472.4541898 .. .. .. .. .. ..420.9661899 .. .. .. .. .. ..485.3851900 .. .. .. .. .. ..269.877 Guerra civil1901 .. .. .. .. .. ..253.1931902 .. .. .. .. .. ..314.0061903 .. .. .. .. .. ..478.4481904 .. .. .. .. .. ..787.2441905 .. .. .. .. .. ..863.7501906 .. .. .. .. .. .1.397.388    V/. a bordo $ 491.125.001907 .. .. .. .. .. . l.933.711= 56.739.924 kg.

$ 704.634.85

En 1906 el banano se cargó en Santa Marta en 63 vapores y en 1907 en 88, oasi todos de la Hamburg Amerika Line (Uribe Uribe, op. cit., 80-81; Ortega Díaz, 1932, III, 229-230).

El aumento de la producción a partir de principios del siglo XX, se debió en gran parte al perfeccionarniento de los métodos do transporte y conservación, como que fue en 1901 cuando la compañía bostoniana, ya reunida con la de Minor Cooper Keith de Costa Rica, bajo la razón social de United Fruit Co., empezó a utilizar los barcos de vapor especiales para transporte del banano con refrigeración (Bois, volt cit., 556; Simmonds, 1966, 317-318; 321-324; Ospina Vasquez, 1955, 337-338 nota). Un décimo del consumo de Estados Unidos procedía de Colombia (Camacho Roldán, 1923, 135).

A pesar de la creciente importancia de la zona bananera situada al oriente del río Magdalena, no se abandonaron del todo las tentativas para producir ese renglón en otros lugares de la costa atlántica. Por 1910 la compañía alemana Hamburg-Colombian Banana Aktien-Geselìschaft, en conexión con la Hamburg-American Steamship Line, obtuvo del gobierno la concesión de 12.000 acres (unas 5.000 hectáreas) de terrenos en el golfo de Urabá, para cul ivar banano. En 1914 un tercio de esa superficie estaba ya bajo cultivo (Levine, 1914, 105-106). Con el estallido de la primera guerra mundial sobrevino el fracaso de esta empresa. Posteriormente se ha reanudado en la región de Acandí la actividad bananera (CGR: Chocó, 1943, 632), y últimamente en las cercanías de Turbo.

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Con la apertura del canal de Panamá en 1914, desaparecieron las causas que aducía en 1908 Uribe Uribe para justificar su pesimismo sobre el fomento del cultivo del banano en la costa occidental colombiana (Uribe Uribe, op. cit., 108). Lo prueba el hecho de que el Ecuador, todavía más alejado de los grandes mercados consumidores, en 1956 exportó 22.874.311 racimos, por un valor de 547 millones de sucres, colocándose así en uno de los primeros lugares como productor mundial.

El doctor Sofonías Yacup trató de fomentar el cultivo del banano en la Costa del Pacífico, y consiguió que la Asamblea Departamental del Valle aprobara la ordenanza Nº 11, de abril 4 de 1929, "sobre fomento del cultivo del banano", y quizá también intentó hacer aprobar una ley en el mismo sentido (Yacup, 1934, 199-207). Hasta el presente, ninguna de estas disposiciones, ni otras que las hayan podido preceder o seguir, han dado resultados concretos.

En los años subsiguientes a la segunda guerra mundial se han hecho algunas tentativas para establecer cultivos de consideración en la costa de Nariño. En 1955, durante una exploración del río Rosario, el autor pudo observar las instalaciones abandonadas de una empresa establecida poco antes, y de la cual se carece de datos.

El consumo del banano como fruta se ha incrementado notablemente también en el interior de Colombia, y de modo especial en el Valle del Cauca. Tan corriente se ha vuelto el uso diario, que se ha incorporado al folklore. "Llenadores" llama la gente en el Valle a los bananos, y "más llenador que un banano", cuando se quiere ponderar la impertinencia de alguien.

 

099 -- |Ensete ventricosum (Welw.) E. E. Cheesman (= |Musa ensete Gmelin).

Plátano de Etiopía.

Esta especie no se ha usado en América con fines alimenticios. A diferencia de los otros grupos de Musdceas estudiados aquí, tiene sus reservas feculentas no en los frutos, sino en la médula de la base peciolar de las hojas (Jumelle, 1927, I, 146-147). Es conocida y cultivada desde antiguo por los egipcios y etíopes como alimento (Moore, 1957, 190-192; Haudricourt et Hédin, 1943, 135). Especialmente la tribu de los gallas obisínicos, preparan y consumen un pan débil y ligeramente ácido a partir de la sustancia farinácea depositada en el seudocaule (Schnell, 1957, 11; 104). La población de Sidamo, en la parte meridional de Etiopía, vive casi exclusivamente a expensas de esta planta (Simmonds, I966, 267-268).

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En América equinoccial sólo se la cultiva en climas medios Y fríos como planta ornamental. En Colombia se conocía ya en 1908 (Uribe Uribe, 1908, 20). Se ha atribuído a Pastor Restrepo la introducción de esta planta a Medellín; pero no se indican ni año, ni lugar de procedencia (Zuleta: RHA, 1919, 3-4: 622). Quizá llegó Primero a Cundinamarca, y de allí se difundió por la Cordillera Oriental.

Los pocos ejemplares que hay en Nariño y Cauca, pueden Proceder más bien del Ecuador, donde se le llama a la planta "musanceta (Toscano Mateus, 1953, 143, 460). "La vimos por primera vez en Quito, allá por 1892, cultivada por el diligente floricultor Benjamín Chiriboga, gobernador entonces de la provincia de Pichincha(Cordero, 1950, 159).

Otra especie africana del mismo género, |E. gílletti (De Willd.) Cheesm., cuya área de dispersión va de Sierra Leona a Angola (Moore, loc. cit.), no se sabe que haya sido introducida a América.

 

MORÁCEAS

 

098 -- |Artocarpus altiIis (Park.) Fosb..

| Urú, en Tahití (véase adelante).

| Pana; árbol del pan; fruta de pan.

Sorprende cómo transcurrió  tanto tiempo Para la llegada a América de algunas plantas asiáticas y polinésicas, que fueron conocidas por los europeos desde el siglo XVI. Una de ellas es el |Artocarpus, género con varias especies y con centenares de cultivariedades, lo mismo que con innúmeros nombres regionales y dialectales en el Pacífico y en el Indico.

Es dudoso, si, que el "pan de palo" que vieron los integrantes de la expedición de Urdaneta a las Molucas en 1537, abundante en las islas de Gilolo y Batachina (Torres de Mendoza, 1866, V, 63; Navarrete, 1964, III, 80), fuera este. Tal denominación pudo aplicarse, bien a la palmera |Metroxylon Rumphii (.= |M. sagu ? ), de los enclaves pantanosos en el Pacífico suroccidental (Merrill, 1945, 164), cuya primera información se obtuvo en la isla de Cebú por Magallanes y sus compañeros en 1521 (Navarrete, 1964, Il, 445-446); bien a alguna Cicadácea.

La primera descripción del árbol del pan aparece en la -elación de los viajes de Pedro Fernández de Quirós y Alvaro de Mendnña en 1595 a

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las islas Marquesas (Torres de Mendoza, 1866, V, 499-500; Bois, 1927, I, 450).

Dampier describió el árbol y da cuenta de cómo se preparaba el fruto en Guam (Dampier, 1927, 205; 209).

Cuando el capitán Wallis tomó posesión de la isla de Tahití en 1767, pudo observar el árbol del pan, que era comida de los nativos (Hawkesworth, 1774, II 134; 141; 153; 154-155). Dos años después llegó a la isla el capitán Cook, quien consigna igualmente la importancia de la fruta de pan entre los isleños (ibid., 11, 315; pl. 10; 404-405; 426; 446), hasta el punto de ser la comida principal (Ibid., 461), preparada en múltiples formas (Ibid., 462-463). El nombre era "e ooroo" (Merrill, 1954, 359).

Los españoles tuvieron oportunidad de conocer la importan-cia de esta especie, durante las expediciones enviadas del Perú a Tahití entre 1772 y 1776, mencionadas a propósito del Plátano en el subnurneral 096-a. En su relación correspondiente al segundo viaje, Ardía y Varela trae los siguientes informes: "hay varie dad de frutales no conocidas en la Europa ni América: entre ellas es la principal el "uru", que produce el árbol del pan, el que asa do es gustoso y suave". Sugiere quo, para las expediciones que se hagan en el futuro a Tahití, se debe llevar la leña desde Lima pues los nativos no consienten que se corte el "urú", por ser su principal alimento, fuera de que es madera fofa, "que no hace brasa estando seca" (Ardía y Varela, 1947, 56; 39).

Pocos años después de cerrado el ciclo de viajes de Tahití, el botánico Ruiz vio en Lima un sólo árbol del pan, que después fue comido por las mulas (Ruiz, 1952, I, 33), perdiéndose al parecer la introducción.

Los tahitianos tienen un mito sobre el origen del árbol del pan: "En un momento de hambruna, un padre llevó a sus numerosos hijos a una montaña y les dijo: 'Enterradme en este sitio y regresad mañana'. Habiéndolo hecho así, los niños quedaron sorprendidos cd día siguiente, al encontrar el cuerpo de su padre metamorfoserdo en un grande y bello árbol. Sus pies formaban las raíces; su cuerpo, otrora robusto, constituía el tronco; sus brazos extendidos se habían convertido en ramas y sus manos en hojas (se podría ver en esta fábula el origen del nombre "rima" que lleva este árbol = cinco o mano). Su cabeza, en fin, se había tornado en un fruto suculento". Sin duda por alusión a esta particularidad los indígenas llaman a los calvos "taata maiore" (taata = hombre; maiore = fruta de pan). Se conocían. a mediados del siglo XIX en esta isla cuatro tipos principales, subdivididos en más de cuarenta variedades (Cuzent, 1860, 177-178).

La introducción del |Artocarpus a América intertropical por navegantes franceses e ingleses, tuvo móviles egoístas: se buscaba

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un alimento barato, sano y abundante para los esclavos negros á las Antillas.

Durante su viaje en busca de La Pérouse (1790-1792), D'Entrecasteaux tomó en la isla Tongatabu varios ejemplares de árbol del pan, que llevados primero a Java y luego a la isla de Francia, llegaron a Martinica y Cayena (Bouvier, 1946, 121-122). Debe entenderse que esta es la variedad |seminifera (Ponenoe, 1920, 410).

Quizá de Cayena se transportaron subrepticiamente a Belem del Pará, Brasil, algunos ejemplares de árbol del pan, pues del Jardín Botánico paraense fundado en 1797 o cosa así, se enviaron a Portugal dos ejemplares, y consta que en 1798 se obtuvieron a la tapada en Cayena algunos más (Ferreira Reis, 1946, 7, 8). En 1820 Martins y Spix, al pasar por Belem, hallaron la especie perfectamente adaptada (Martins, en Ferreira Reis, op. cit., 13). anuel Ferreira da Camara promovió en el Brasil el cultivo de esta especie (Amoral, 1939, I, 382). La introducción a Río de Janeiro pudo tener lugar en 1809, o sea el mismo año en que llegó a la Nueva Granada (Barbosa Rodrigues, 1894, 1908, xiii; Haber: BMG, 1904, IV, 378-379). De Cayena debió propagarse también a la Guayana inglesa, donde era común a mediados del siglo XIX, y aun había plantaciones abandonadas en el río Pomerún (Schornburgk, 1922, 1, 33; 67-68; 1923, II 338).

No se sabe cuándo llegó a Trinidad; pero en 1870 estaba establecido (Prestoe, 1870, 69), aunque no se apreciaba mucho (De Verteuil, 1884, 230-231).

Unos pocos ejemplares había en la banda sur del Solimnes, frente a la confluencia del Rio Negro, a mediados del siglo XIX (Spruce, 1908, I, 233). En el Amazonas peruano se le dice "tanta" (pan en quechua) a la variedad inseminífera; es subsidio alimenticio después de inundaciones (Espinosa, 1935, 103).

Cuando Humboldt, al regresar de su viaje al Casiquiare, llegó en 1801 a Angostura, halló cultivado en el ingenio de don Félix Ferreras, un árbol que tenía más de diez años de edad y más de 40 pies de altura. El P. Andújar, misionero capuchino de Caracas, había llevado este árbol desde la Guayana venezolana a Barinas, y de allí se había propagado al Nuevo Reino de Granada (Humboldt, 1942, V, 479-480). Más conocidos son los episodios de la introducción del Artocarpus a las Antillas inglesas. El primer viaje del capitán Guillermo Bligh (1787-1790) a Tahití para recoger plantas de ese género, terminó del modo dramático popularizado por novelas y filmes, con el motín a bordo del navío "Bounty", en que se hizo la expedición. A su regreso a Inglaterra, Bligh fue comisionado para llevar a cabo el primitivo proyecto, y salió a principios de julio de 1791, en el navío "Providencia". Los días 18-19 de julio de 1792 se terminó en Tahití, el embarque de 2126 plantas de árbol del pan, 472 de otras especies, y 36 clases más de plantas curiosas. A principios de octubre tocó en Timor, donde recogió otras plantes. El 17 de diciembre llegó a la isla de Santa Elena, donde dejó 10 arbolitos de fruta de pan y uno de cada una de las cinco clases que llevaba, todas las cuales fueron plantadas desde ese día hasta el 23. El 22 de enero de 1793 llegó Bligh a la bahía de Kingston, en la isla de San Vicente, y en la mañana del 24 se empezaron a plantar los arbolitos que para ella venían destinados: 544 ejemplares (quizá incluyendo los de otras especies). El 5 de febrero llegó a Port Royal en Jamaica, donde dejó los últimos arbolitos, Y concertó con las autoridades de la isla la distribución a diferontes lugares y el trasplante. El día 20 recibe una carta de agradecimiento por el éxito de su misión. El árbol del pan puesto en Jamaica procedía en parte de Tahití y en parte de Timor. La estadística de lo plantado es:

Condado de 110

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Middlessex plantas Greenwich (para Surrey)

136 plantas

Port Morant (para Surrey)

268 plantas

Savannah (para Cornwall)

109 plantas

(Marriot, :920, 128; 206-207; 211-212; 214; 220-221; 216).

Estas plantas totalizan 623, número que difiere del de 595 que da el periódico "The Royal Gazette", No 6, correspondiente a los días febrero 2 a 9 de 1793, que el autor ha tenido oportunidad de consultar en la biblioteca pública de Kingston, Jamaica. Allí se dice que las frutas de pan, una de las cuales es de Timor, dejadas en Jamaica, fueron 347. Que como pocos árboles producen semilla fecunda, el procedimiento para propagar la especie es por renuevos de raíz. Da cuenta de que un tahitiano, de dos que venían en el navío de Bligh, deseaba quedarse en Jamaica para atender al cultivo de las plantas (The Royal Gazette, 1793, XV, 6: 16; 22-23; Swabey, 1949, 62-63).

De Jamaica se llevaron a Cuba ambas variedades (Reynoso, 1867, 2 1 -23).

En el primer cuarto del siglo XIX se conocía ya en todas las Anillas (Descourtilz, 1833, VIII, 28-36; Revert, 1955, 39).

Es a un prócer vallecaucano a quien corresponde la iniciativa de la introducción al oeste de Colombia: "D. José María Cabal, dice Caldas, cumpliendo de todos modos con las obligaciones de un buen patriota, condujo desde Jamaica con cuidados y fatigas considerables cuatro plantas útiles. El árbol del pan (artocarpus incisus Lin.) ... plantas del Asia(...) Este precioso presente que hace a su patria don José María Cabal, se ha puesto en depósito en manos de don José María Omaña. Este se encarga de ponerlos en climas análogos a los originarios de estas plantas, de cuidarlas can todo el esmero posible, y propagar sus especies por medio de semillas". Caldas inserta la traducción de un pasaje del "Voyage au Japon", de Thunberg, en el que se describen los Artocarpus y se dan las recetas de quince platos que se preparaban en el oriente con los frutos (Caldas, 1942, III, 17-20). La introducción ocurrió en 1809, cuando Cabal regresó de Europa. El 25 de abril desembarco en Santa Marta y en agosto de 1809 llegó a Bogotá (Tascón, T- E., 1930, 177, 179). Debieron ser de estos ejemplares traídos por Cabal, los que Mariano del Campo Larrahondo propagó en el Cauca (Arboleda, 1926, 129; Aragón, 1940, I, 136).

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Tanto la frase final de Caldas, como el hecho de que las variedades inseminíferas hayan sido desconocidas en Colombia hasta el presente siglo, indican que lo que Cabal trajo fue la variedad seminifera , un solo ejemplar de la cual procedente- de. Timor, figu ra entre las plantas desembarcadas en Greenwich, Jamaica, par el mencionado capitán Bligh (Marriot, op. cit., 221). Pero pudo ocu. rrir también que Cabal introdujo los dos tipos, y que el otro, como no se propaga por semilla, se extinguiera después por la ignorancia sobre los métodos de propagarlo.

Ello es que, cuando en 1824 el coronel Hamilton pasó por el Valle, encontró que se cultivaba árbol del pan en la finca del doctor Soto, cerca de Palmira (Hamilton, 1955, II 80). Pero parece que no se generalizó, pues en 1853-54, cuando Holton visitó el valle en sentido inverso que Hamilton, sólo pudo ver un ejemplar en la hacienda El Medio, actual municipio de Zarzal (Holton, 1857, 439; Eder, 1959, 215).

Es en la costa del Pacífico donde el cultivo de este árbol se extendió más (Pérez, F., 1862, 186). Para fines del siglo XIX, era uno de los principales renglones alimenticios en la provincia de Barbacoas (Gutiérrez, 1920, I, 205).

A la provincia mediterránea de Antioquia llegó más tardíamente. No se conocía, como es obvio, en 1760 (Ospina Rodríguez: RHA, 1913, 474); pero lo había ya en 1885 (Posada Arango, 1909, 133). A la ciudad de Antioquia lo habría llevado, en época no indicada, el señor José Pardo (Zuleta: RHA, 1919, 2: 759).

Poco antes de 1880 se había empezado a plantar árbol del pan en la Junta del Caño Sejebe, cerca a Ayapel (Striffler, 1958, Mont., 151).

Una de las numerosísimas variedades de fruta de pan inseminíferas habría sido traída a Mariquita, entre 1926 y 1936, por el súbdito inglés E. Nichollas. Pero los escasos ejemplares que hay en el Valle del Cauca reconocen otro origen. Pocos pies fueron introducidos por el doctor Ciro Molina Garcés para su hacienda de El Trejito, Cerrito, por 1935, de los jardines Experimentales de Summit, C. Z.. De aquí mismo se llevó poco después a la Estación Agrícola de Palmira (Patiño, 1945, 119, 120).

De la Estación de Palmira se llevaron unos 3 ejemplares, injertados sobre pie de |seminifera, a la Estación del Calima, en 1945. Allí se ha adaptado muy bien, habiendo empezado los nativos a emplear el fruto. Uno en la hacienda de El Trejitc, y otro en la hacienda de El Carmen, municipio de Cali (Cascajal), perduran de la introducción hecha por el doctor Molina Garcés. De la última hacienda se llevó un pie obtenido por brote de raíz, a la Estación del Calima. Quien escribe lo llevó persona Imente (Patiño, 1947, Mem. 22).

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(4) In the afternoon the launch brought off the last load of fresh water. green stuff, and plantains for sea-stock; so that I was now all ready to proceed to sea on the following day, at any moment the might permit.

(5) brought quantities of all kinds of produce to exchange with our people.

(6) Hay un error, en la cifra de lo exportado por Bocas del Toro que se ha corregido comparando los precios por racimos con el dato de exportación del ano anterior.

CAPITULO VIIFRUTALES

 

PALMÁCEAS

 

099 -- |Phoenix dactylifera L.

|Tamar, tamara, en idiomas semíticos (Goor: EB, 1967, 21: 324: Orta, 1872, 200).

Datilera, palma de dátil, palmera.

La datilera cualtivada en España de antiguo (Abu-Z.acario, 1802, I, 344-349; 491-492; Herrera, G. A., 1818, II, 372-390; Font Quer, 1962, 957-959), se adaptó bien en la isla Española, según datos correspondientes a la primera mitad del siglo XVI. Las palmas que había allí entonces, procedían de semillas traídas de la península. La fruta no era buena, lo que se atribuía a poca pericia para curarla y beneficiarla (Oviedo y Valdés, 1851, I, 288; -----, 1959, I, 246; -----: Vedia, 1946, I, 474). En su relación sobre la isla de 1650, dice Jerónimo de Alcocer: " . si se sembraran vbiera muchas. En la playa de la baja de Ocoa las ay del tiempo que llegauan alli las flotas de Nueva España y de las pepitas de los dátiles que comían los de la flota nacían tantas y dicen que son muy buenos los dátiles si los cogen en sasón" (Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 206). Todavía se mencionan a fines del mismo siglo (Ibid., 301).

En Méjico se habían aclimatado bien a mediados del siglo XVI (Motolinia, 1941, 218). Muy buenos se daban en Sacapulas de Guatemala durante el siglo siguiente (Gage, 1946, 167).

Pocos ejemplares habían llevado los españoles a la Tierra Firrae (Panamá); pero la fuente no indica si a la parte del Caribe o a Ia del Pacífico (Oviedo y Valdés, 1853, III, 142; -----, 1959, Ill, 327). Ello es que la relación de Panamá de 1607 no menciona la datilera entre los

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frutales cultivados de la época (Serrano y Sanz, 1908 146-147). A la Zona del Canal se llevaron tardíamente (CZG, 1928, 41).

La relación de Guayaquil de principios del sigla XVII, al enumerar "las frutas de la tierra", menciona las palmas de dátiles (Torres de Mendoza, 1868, IX, 250) En este, como en casos semejantes, no se sabe si se trata de alguna palma nativa a la cual se le veía alguna semejanza con la datilera, pues documentos pos teriores no hacen referencia a ésta.

Supone Cobo que la introducción de la datilera al Perú debió hacerse "muy a los principios" de la fundación de Lima (1581), donde en su época (mediados del XVII) no maduraban los dátiles tan bien como en los valles de Saña (Trujillo) y Camaná (Arequipa). Este autor admira la precocidad y abundancia con que la especie fructificaba en la costa peruana, y estima el promedio por cosecha por palma, entre 6 y 10 arrobas de frutos (Cobo, 1891, II, 386-387; -----, 1956, I, 895-896; II, 301). Ica y Saña eran los principales centros de cultivo (Caloncha, 1639, 755; 851). El botánico Ruiz vio en la hacienda de Chulquillo cuatro pies de dátiles, que no fructificaban por falta de macho (Ruiz, 1952, I, 345). En Chira, al sur de Piura, se daban igualmente (Spruce, 1864, 35; 43).

A mediados del siglo XVIII había en Cartagena palmas de dátiles "muy sasonados" (Juan y Ulloa, 1748, I, 68). Se sañalan como posibles productos exportables de Santa Marta por la mis ma época (Julián, 1787, 280). En ambos casos no pasaría de excesivo optimismo de los informantes.

Para el tercer cuarto del siglo XVI, en Tocaima "dan las palmas datiles a tres años de como se siembran" (Ibot León, 1933, 241; 1952, 824). Se dice que el primero que las plantó allí fue Antonio Portillo (Piedrahita, 1942, III, 203; Zamora, 1945, I, 136). A mediados del siglo XVIII se cultivaba dátil en los siguientes curatos del Nuevo Reino: Tequia o San Jerónimo de Málaga; Soatá ("hay muchas palmas de dátiles"), y Boavita ("hay huertas de palmas"), lugares todos de la jurisdicción de Tunja (Oviedo, 1930, 127, 128, 181). Los datos de Soatá están confirmados por otra fuente colonial (Gredilla, 1911, 658). Tenían buena fama entonces, pues Sansinenea sugería en 1783 que del Nuevo Reino se podían llevar a la Guayana, "dátiles superiores a los de Aravia" (Amezaga Aresti, 1963, 293). Las noticias de Oviedo las repita Alcedo, quien se refiere también a Chita, que "produce muchas palmas semejantes a las de Palestina y de Berbería, que dan exquisitos dátiles" (Alcedo, 1786, I, 245, 548).

En 1854 vio un viajero en Honda una palma de estas en casa del señor J. H. Jenney, y en la hacienda Chocho, cerca a Fusagasugá, otras todavía jóvenes (Holton, 1857, 97; 304). En una huerta de La Mesa, Cundinamarca, había en 1864, cuatro o cinco palmeras (Camacho Roldán, 1892, I, 576).

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No se ha encontrado mención de la datilera en el occidente de Colombia durante la época colonial. Hay unos pocos ejemplares de esta palma en Cali, Candelaria, Palmira, Roldanillo y otros lugares del Valle del Cauca. Probablemente han sido obtenidos por semilla de los dátiles importados para consumo. Por el porte de las que el autor conoce, no parece que ninguna tenga mas de cincuenta años.

En 1947-1948 el señor Bertoldo Klein importó del Cercano oriente un lote de semillas de la variedad Halawi, e hizo unos serrilleros en los terrenos del Hospital Departamental de Cali, para vender las plantitas. Se ignora el destino ulterior de esta introducción, de la cual quien escribe tuvo conocimiento por trabajar entonces en la Secretaría de Agricultura, entidad que fue informada del asunto, y en cuyos archivos deben reposar notas sobre el particular.

Desde 1885 se conocía la datilera en el valle de Medellín entre los frutales exóticos cultivados (Posada Arancio, 1909, 133; Zuleta: RHA, 1919, 8-4: 14).

Hay registro de la existencia de dátiles en la isla Margarita en el último cuarto del siglo XVIII (Abbad, 1959, 250). Había algunos ejemplares en Cumaná en 1800, y en La Vega, cerca de Antímano, las casas esparcidas adornadas con esta palma daban una impresión de bienestar (Humboldt, 1941, I, 399; III, 49). Unos pocos ejemplares vegetaban en la Guayana francesa (Aublet, 1775, II, 974). Lo mismo en Surinam (Fermin, 1769, I, 190191).

A Trinidad se habían importado varias especies de |Phoenix desde la segunda mitad del siglo XIX (Prestoe, 1870, 75). Otras variedades vinieron de Argelia a principios del presente (Hart, 1904, 7; -----, 1905, 6-7; -----, 1907, 18).

La historia de la introducción de la datilera a Estados Unidos a partir de 1880 y sobre todo los esfuerzos para introducirla y aclimatarla en Arizona, es una de las más fascinantes páginas de lo que puede hacer la ciencia al servicio de la economía (Swingle: Gatin, 1914, 219-220; Klose, 1950, 101-103; 121; 130-131).

 

MUSÁCEAS

 

000 -- |Musa spp..

Bocadillo?

Véase numeral 096, especialmente parágrafo E) y los subnumerales 096-a y siguientes.

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BETULÁCEAS

 

100 -- |Corylus avellana L..

Avellana.

Si se intentó cultivar en América durante la dominación es pañola no se logró, pues la que se consumía se importaba de la península (Acosta, 1954, 126).

En jurisdicción de la Ciudad Imperial, localidad de Voroa, en el sur de Chile, se registra para 1593, durante una acción de guerra contra los araucanos, "una pequeña montaña de obra de 30 arboles avellanos" (Vázquez de Espinosa, 1948, 690). En jurisdicción de Osorno había también avellanos (Ibid., 694); pero en ambos casos el contexto es ambiguo y parece referirse a alguna especie nativa.

 

MORÁCEAS

 

101 -- |Ficus arica L..

Higo, breva.

La higuera llegó a España bien temprano (Abu-Zacaria, 1802, I, 298-808), aunque algunas variedades fueron traídas de Italia en la época del Renacimiento (Herrera, G. A., 1818, II, 244-245, 260 nota). En la península la higuera ha inspirado una gran riqueza paremiológica (Font Quer, 1962, 121-125). A otros países europeos parece se introdujo en el siglo XIII (Pirenne, 1961, 108).

Las higueras se despojaban en Santo Domingo de las hojas en cierto período del año, "lo cual hacen acá muy pocos árboles". Las clases que se cultivaban en dicha isla eran "de los que en Castilla llaman godenes y en Aragón y Cataluña de burjacote (...)Son los más de simiente colorada o roxa, aunque algunos hay de simiente blanca..." Las plantas envejecían pronto en las Antillas, y debían ser renovadas cada seis o siete años (Oviedo y Valdés, 1851, 1, 288; -----, 1959, 1, 245-246).

Algunos españoles curiosos de Puerto Rico las habían puesto en sus haciendas; pero no abundaban (Abbad, 1959, 237; Latorre, 1919, 47).

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En Cuba había higos negros y blancos (Arrote (1761), 19 9, 13). Se compraron 190 estacas de higueras para la expedición de Pedrarias que salió hacia Tierra Firme en 1518 (Puente Y Olea, 1900, 393). Cerca de Panamá habíalas a mediados del siglo XVI (Cieza, 1924, 19), y así se confirma a principios del siglo siguiente (Serrano y Sanz, 1908, 147; Vázquez de Espinosa, 1948, 283).

Los frailes que se establecieron en la región de Chichirivichi y Cumaná de la costa venezolana entra 1518 y 1520, tuvieron higueras, que daban higos todo el año (Arellano Moreno, 1961, 40; Oviedo y Baños, 1885, II, 344). Sabido es que los indígenas rebelados por las crueldades de los españoles arrasaron estos esta blecimientos En Margarita se señalan a fines del siglo XVI (Castellanos, 1955, I, 593). Otras localidades venezolanos donde se cultivaban higueras en la misma época son: Caracas (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85; 198; Simón, 1963. 11, 508 y nota; Oviedo y Baños, 1885, II, 46); Tocuyo (Arellano, op. cit., 150; Altolaguirre, 1908, 160; Simón, 1963, II, 206); Trujillo (Arellano, op. cit., 98; Simón, vol. cit., 539; Oviedo y Baños, 1885, I, 249); Barquisimeto (Arellano, op. cit., 127, 128), donde casi era le único que se lcgraba, Coro (Simón, 1963, II, 668), y La Grita (Ibid., vol. cit,, 261).

El Nuevo Reino no se quedó atrás de otras colonias españolas, en la difusión de la higuera. En Cartagena había higos desde fines del tercer cuarto del siglo XVI (López de Velasco, 1894, 386), aunque se daban con dificultad (Simón, 1958, IX, 200). Hacia la misma época se registran en Tocaima (Aguado, 1917, II, 576; Simón, op. cit., III, 256); en Pamplona (Aguado, vol. cit., 589), y en La Palma de los Muzos (Ibid., vol. cit., 708), aunque aquí cargaban poco (Latorre, 1919, 126). También se conocían en la vecina Trinidad de los Muzos (Morales Padrón, 1958, 607).

La relación de Tunja de 1610 incluye los higos entre las pocas frutas de Castilla que se cultivaban en esa jurisdicción (Torres de Mendoza, 1868, IX, 400), especialmente en Leiva (Ibid., 449; Simón, 1953, IV, 251). En general, en varias partes templadas del Nuevo Reino se cosechaban; un autor dice haberlos comido recién cogidos en mayo de 1625 (Simón, op. cit., IV, 319; VI, 132; Zamora, 1945, I, 153). Timaná también los producía entonces (Simón, VI, 146; 46).

Respecto a la cuenca del Cauca, los datos más antiguos corresponden a 1573, cuando se indica que en Buga había algunas higueras (J. de la Espada, 1897, III, 31). Menciones más tardías señalan la presencia de la especie en Anserma Simón, 1953, VI, 60), Y en Popayán (Hamilton, 1955, II, 25).

A mediados del siglo XVI, un viajero que recorrió el valla. interandino, menciona higueras en Loja (Cieza, 1924, 187; Jaramillo Alvarado, 1955, 92). Más tarde, la especie estaba difundida a todo lo largo de esa vasta área; Otavalo, Caguasqui, Quilca y Pimampiro (J. de la

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Espada, 1897, III, 114, 126, 131); Quito (Ibid., 1881, I, 20; 1897, III, 55; 69, 70); Paccha (Ibid., 164); Arocxapa, en río Bolo (lbid., 165); Paute (Ibid., 168); Pueleusí, pocas (Ibid., 175); Cañaribamba o Cuenca (Ibid., 185, 186); Santo Domingo Chunchi y Alusí, lugares donde no medraban mucho (Ibid., 191, 194), y finalmente, Loja (Ibid., 208). Más tardías son las noticias sobre Patate, Guano y Villardompardo (Torres de Mendoza, 1868, IX, 461, 474, 491). En cuanto a la costa, se daban higueras en jurisdicción de Guayaquil, especialmente en Colombre, como también. en Puerto Viejo y Picoazá (Ibid., vol. cit., 251; 278, 279; 305).

Aun en la vertiente oriental de los Andes se dieron las higueras, como ocurrió en Zamora (J. de la Espada, 1897, IV, 5). En Avila y Archidona, los jíbaros rebelados en 1579 talaron como represalia contra los abusos de los españoles, todos los frutales, incluso las higueras (Ortiguera, 1909, 418-415). Más admirable es que medraran en la selva pluvial de los Maynas, centro de las misiones jesuíticas. Habían sido llevadas primero a Omaguas, y de allí a otros núcleos (Uriarte, 1952, I, 159; 275-276; 296; 353, 11, 47).

La higuera se llevó al Perú poco después de la conquista y de la fundación de Lima (véase adelante). En la segunda mitad del siglo XVI estaba difundida por todas partes de ese virreinato (Monardes, 1574, 113v-114; Acosta, 1954, 126, Carletti, 1701, 1, 73). Se observó que en algunas partes, ciertos árboles cargaban alternadamente, primero en un lado y después en otro (Accosta, op. cit., 127; Calancha, 1639, 891 eq.).

En 1652, según Cobo, todavía perduraban las primeras higueras que se plantaron en el Perú en una quinta a media legua de la capital. No precisa el historiador cuándo ocurrió la intro ducción, sino poco después de la fundación de Lima (1581). Se conocían en su época tres variedades: la más común, de higos negros, que llamaban en España "godires"; los "doñigales" y los "blancos". En todo tiempo se hallaban frutas maduras en las plantas. Los mejores higos pasos se hacían en Ilo (Arequipa) y en Quinga (valle de Pisco). No se daban bien en tierras calientes, como Santa Cruz de la Sierra (actual Bolivia), donde no sólo cargaban poco, sino que cuando de tiempo en tiempo lo hacían, los higos eran atacados por gusanos (Cobo, 1891, II, 388-389; -----, 1956, I, 896-397). Durarían, pues, en el Perú las higueras más de un siglo, o las que Cobo creía plantas madres serían más recientes de lo que pensaba? (Cobo, 1956, II, 801, 317). Autores contempordneos de Cobo alaban los higos de Lima; pero sobre toda ponderación los de Tenisaje en Trujillo (Anónimo, 1958, 44; 52; 24; Vázquez de Espinosa, 1948, 365; Feyjoo, 1763, 18) y los de Pisco (Vázquez de Espinosa, op. cit., 447). En el siglo XVIII predominaban los higos negros (Ruiz, 1952, I, 129).

Una bebida fermentada llamada "chimbango" se hizo en el Perú, especialmente en la región de Arequipa, a base de higos secos.

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Después de 1830 se empezó a destilar alcohol a partir de ese mosto. Los siconos que se echaban a perder, servían para cebar cerdos (Rivero y Ustdriz, 1857, II, 229-280).

En Arica, en la costa sur, se daban buenos higos, como lo constataron los filibusteros de fines del siglo XVI y principios dei XVII (Ringrose, 1945, 382; 384).

Aun en las Guayanas, a pesar de la humedad ambiental, se dieron higos durante la dominación europea. Tal ocurrió en Cayena (La Barre, 1666, 29, Barráre, 1748, 58), y en Surinam (Berkel, 1942, 75; Fermin, 1769, 1, 178).

 

102 -- |Artocarpus heterophylla Lam. (= A. |integrífolia L..).

Yaca.

Rima.

|Nángka, en ciertas islas del Pacífico sur (Merrill, 1945, 153).

|Pana, en sánscrito (Ibid., 228).

Aunque las primeras noticias sobre la yace datan de la Edad Media, al través de los relatos de viajeros como Fr. Jordão y Fr. Juan de Marignolli, Ibn-Batuta, Ludovico de Varthemna y otros, las mejores referencias se deben a García da Orta, quien la observó en la India (Orta, 1891, 11, 26-27 y notas; -----, 1872, 227v); a Carletti, quien la halló cultivada en Luzón, Filipinas (Carletti, 1701, I, 142-143), así como a otros viajeros (Dampier, 1927, 220).

A la isla de San Tomé, sobre la costa occidental africana, debió ser introducido este árbol por los portugueses desde la India, aunque no hay indicios sobre la época en que ello pudo ocurrir (Ficalho, 1957, 270).

A América llegó merced al capitán Bligh, quien capturó en 1782 una embarcación que conducía árboles, así como de mango (véase el numeral 138). Este material se llevó a Jamaica (Huber: BMG, 1904, 379; Popenoe, 1920, 416; Swabey, 1949, 68). Sin embargo, otras fuentes indican que la traída fue más temprana, pues en 1782 se llevó desde Martinica a Trinidad, ya que esa fruta había sido traída desde Tahití al mismo tiempo que la caña de este nombre (Borde, 1882, 11, 278-279).

A Brasil fue introducida en 1809, lo mismo que a la Nueva Granada Quizá de Cayena fue primero a Belem del Pará, luego a Bahía y a Río

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de Janeiro (Barbosa Rodrigues, 1898-1894, xxiii; Huber: BMG, 1904, IV, 879; Amaral, 1939, I, 382; 1940, II, 420; 421).

A mediados del siglo XlX era una de las frutas más comunes en el Rionegro (Wallace, 1989, 431). En Trinidad también había en la misma época (Prestoe, 1870, 69).

El introductor de la yaca a la Nueva Granada fue José María Cabal, quien la trajo de Jamaica en 1809, junto con el árbol del pan (Caldas, 1942, III, 17-20). No hay noticias sobre el destino ulterior de las plantas. Si no se extinguieron, el cultivo quedó res. tringido a las tierras medias y calientes de Cundinamarca, en la vertiente occidental de la Cordillera. A fines del siglo XIX se recomienda como árbol para sombrío del café (Sáenz, 1892, 18). Ello es que la única región donde se hallan ejemplares, es cerca de Sasaima. Suelen vender las frutas en la granja "La Isla", de los padres salesianos y en la vecina "Ceiba", perteneciente a los jesuítas. Probablemente los árboles de esa región provengan de unos que en 1905 fueron introducidos a la granja "Paloquemado", de Apulo, por el señor Pedro Charton (Patiño, 1946, 118).

La introducción de esta especie al valle del Cauca es mucho más tardía. A su hacienda "El Trejito", municipio de Cerrito, lo trajo de los Jardines Experimentales de Summit el doctor Ciro Molina Garcés; queda por lo menos un ejemplar de esa introducción. Del mismo origen es otro que había en el Huerto de la Estación Agricola de Palmira hasta 1958, quizá introducido después de 1935. De la mencionada finca "La Isla" de Sasaima, trajo el autor semillas al Valle en 1945 (Patiño, 1945, Mss.), y de allí mismo se volvió a traer otra porción colectada el 14 de enero de 1952 (Ibid., Mss.). Algunos de los arbolitos resultantes de la introducción de 1945 se llevaron a la Granja del Calima (Patiño, 1947, Mem, 24). En el mismo año había ejemplares en la Estación Experimental de Armero.

En Summit la hubo casi a raíz de la fundación de los Jardines Experimentales en 1924 (Rivero, 1930, 9).

 

103 -- |Artocarpus odoratissima Blanco.

|Marang (Merrill, 1945, 155).

Semilla de esta especie introdujo a Cali de su viaje por Honduras en 1947, el doctor Ciro Molina Garcés. Dos arbolitos fueron llevados a la Estación del Calima (Patiño, 1948, Mem. 31). Después se perdieron.

|A. Iakoocha Roxb. fue introducido a Trinidad en. la segunda mitad del siglo XIX (Prestoe, 1870, 69; Hart, 1902, 11). Se ignora su destino ulterior.

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PROTEÁCEAS

 

104 -- |Macadamia ternifolia F. Muell., |M. tetraphylla L.. Johnson.

|Kindal kindal, en Australia.

Queensland nut.

Macadamia.

Originaria de Australia, e introducida a Hawaii hacia 1885, se ha convertido allí en un importante cultivo (R. A. Hamilton and W. B. Storey, 1956, 94).

A los Jardines Experimentales de Summit trajo Higgins en 1929 unos ejemplares desde Hawaii En 1938 un árbol tenia once nueces (CZG, 1930, 16; -----, 1938, 53).

De allí debió traerse a la Estación Agrícola de Palmira en la década cercana al 40; pero los árboles no mostraron señales de adaptación.

El doctor Luis Guillermo Echeverri ha informado al autor que Macadamia crece muy bien en clima templado en Cundinamarca. Se ignora; la localidad exacta.

El 17 de noviembre de 1961 fue registrada, bajo el número 0399, la entrada de semillas de |M. ternifolia a la Estación de Palmira, procedente de Durban, África del Sur (Ríos: EAP, Mss.).

 

ROSÁCEAS

 

En líneas generales, puede decirse que las Rosáceas de zona templada no se han adaptado bien en la América intertropical; y que si se han cultivado algunas especies (manzana por ejemplo) con relativo buen éxito en tierras bajas, la mayor parte de ellas se adaptan mejor a climas frios y secos. Es indudable que el clima constante durante todo el año, sin alternativas notables, no constituye factor favorable para las plantas que necesitan un período de reposo.

No obstante, la adaptación vegetativa es buena. Ya se admiraban los primeros españoles que llegaron a Santo Domingo que las plantas de

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hueso nacieran en siete días (Colón, H., 1947, 161). Pero no producían fruto (Casas, 1909, 15; 81; Oviedo y Valdés, 1959, I, 245

 

105 -- |Amigdalus communis L.. (= |Prunus amygdalus Stokes).

Almendro.

Para la expedición de Pedrarias fueron comprados "quince [plantones] de almendro de cinco posturas" (Puente y Olea, 1900, 393). No se vuelve a tener noticia de ellos.

Había pocos en Indias (Méjico?) a fines del siglo XVI (Acosta, I954, 126).

El pirata Hawkins, que hizo el periplo por el subcontinente suramericano, dice que allí se dan todas las frutas europeas, menos las de hueso y los almendros, que no llevan fruto (Hawkins, I938, 106).

En el Perú había unos pocos almendros en los valles templados del Cuzco; la mayor parte de los que se consumían en el virreinato venían de Chile (Cobo, 189I, II, 401; -----, 1956, I, 402), aunque como la producción era de todos modos insuficiente, se importaban almendras de España.

En el primer cuarto del siglo XVIII se daban almendras en la Sabana de Bogotá (Simón, I953, IV, 3I9).

A mediados del siglo XVIII se consideraba que las almendras de Firavitoba, actual Boyaca, no eran inferiores a las europeas (Gilii, I955, 188). Había en Pasto hacia 1759 en una huerta "' un almendro muy coposo, pero me dijeron que jamás flora cía ni daba almendra alguna" (Serra, I956, II, 37).

 

106 -- |Prunus persica Sieb. y Zucc..

Melocotón; durazno; prisco; abridor.

 

107 -- |P. armeniaca L..

Albaricoque, albérchigo.

No se hallan referencias sobre el cultivo de estas frutas en las islas antillanas, ni en la Tierra Firme. La Audiencia de Panamá explicaba el

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fenómeno en I607: "Otros géneros se an procurado introducir y no an preualecido porque o la tierra y su clima no las lleuan, o las destruyen hormigas" (Smano y Sanz, I908, I47). Esto se aplica a todas las Rosáceas.

Los albaricoques de Guatemala, como empezaban a madurar cuando entraba el invierno o época de lluvias, eran desabridos a mediados del siglo XVI (Benzoni, 1572, I09). Se daban allí albaricoques y melocotones (Gago, 1946, 82); y en Apaneca duraznos (Fernández, I881, I, 19).

Se daban duraznos en Caracas a principios del siglo XVII (Vázquez de Espinosa, I948, 85). A fines del XVIII eran preferidos los de Maracao, en el extremo occidental del valle caraqueño (Humboldt, 194I, II, 826). Pero la mayor producción estaba en hnl' mano y en El Valle (Ibid., III, 50). También se daban duraznos en Mérida (Oviedo, I930, 207).

En el Nuevo Reino de Granada había muchos duraznos en el primer cuarto del siglo XVII (Simón, 1958, IV, 8I9). Recién cogidos los comió ese autor el 14 de mayo de 1625 (Ibid., VI, 132, -----, I968, 1, 37). Los había también en Tunja (Torres de Mendoza, I868, IX, 400) y algunos en Leiva (Ibid., 4-40). En general, se daban en las partes de clima benigno del Nuevo Reino (Zamora, I945, I, 148). Otro lugar de producción era Pamplona (Oviedo, I980, I86). Los melocotones se daban en tierras más cálidas (Ibid., 45). En el mercado de Bogotá se hallaban corrientemente melocotones a fines de la guerra de independencia (Hamilton, 1955, 1, 89) y poco después melocotones, albaricoques y duraznos, aunque esos últimos con  dificultad (Camacho Roldán, 1923, 141, 142).

Algunos duraznos hubo en el asiento de la ciudad de Buga, sobre la cordillera central (J. de la Espada 1897, 111, 3I). Pero desde muy temprana época venían de Quito a Cali dulces en conserva, "cajetas de membrillo y de durazno, facturadas a 3 tomines libra" (Arboleda, 1928, 68-64). A principios del siglo XIX Caldas señalaba duraznos cultivados en Coconuco, Puracé y Paispamba, aunque no todas las variedades que se daban en Quito en la misma época (Caldos, 19I2, 155, 87I). En I824 José Manuel Mosquera regaló a un visitante extranjero unos duraznos en su jugo, "superiores en bouquet y gusto a cuantos se encuentran en Europa" (Hamilton, 1955, II, 23). Al occidente de Cali se cultivaban también "delicados duraznos" en la misma época (Arboleda, op. cit., 630). En Cartago eran raros (Campo y Rivas, 1808, 29). Duraznos se cultivaban en la provincia del Quindío a fines del siglo XIX (Peña, 1892, 18).

Se daban duraznos en Vitoncó, sobre la Cordillera Central (Cuervo Márquez, 1956, 27).

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En Antioquia el cultivo del durazno fue tardío, y apenas empezaba a mediados del siglo XIX (Uribe Angel, 1885, 477; Posada Arango I909, 188; Ospina Rodríguez: RHA, 1918, 474).

Donde sí parece haber sido más antiguo y favorable el cultivo do Rosáceas fue en la altiplanicie nariñense. En las huertas de Pasto había a mediados del siglo XVIII priscos y duraznos (Serra, 1956, 11, 37).

Esas frutas debieron llegar del sur, pues desde la segunda mitad del siglo XVI se conocían duraznos en Quito (J. de la Es1897 , I11 , 3); Guaillabamba (Ibid., 55, 67, 70); Otavalo (Ibis., 113) Y sus anexos Caguasqui, Quilca (Ibid., I26, 127). En Cuenca había muchos "y se echan por allí" (Ibid., 160; -----, 1881, I , 86; Serra [priscos, duraznos, melocotones], 1956, II, 315), lo rnisrno que en los partidos de Paccha (J. de la Espada, 1897, III, 164); Arocxapa (Ibid., 165); Paute (Ibid., 168); Pueleusí (Ibid., 171, 174, 175); Cañaribamba (Ibid., 186); Loja (Ibid., 208); Ambato (Ibid., cxxvi; Torres de Mendoza, 1868, IX [duraznos y albaricoques] 454), y en los anexos de Riobamba, Patate (Ibid., 461); Ticaleo (Ibid., 466); Guano (Ibid., 474); Guanando (Ibid., 476); Pempe (Ibid., 478); Quinnia (Ibid., 480); Achambo (Ibid., 481); en Puni escasos (Ibid., 486); y en el propio Villardompordo, algunos (Ibid., 491). A mediados del siglo XVIII había en Quito duraznos, priscos, melocotones y albaricoques (Juan y Ulloa, 1748, I, 391). Como se dijo, se conocían allí muchas más variedades de duraznos que en Popayán (Caldas: 1912, 155, 871).

En Lima había a principios del siglo XVII melocotones, duraznos y albaricoques (Anónimo, 1958, 44), y duraznos en Yucay (Ibid., 95). Por la misma época se señalan en Trujillo duraznos y melocotones (Vázquez de Espinosa, 1943, 365; Feyjoo, 17c3, 13). Otras fuentes son más precisas sobre la época de la dispersión. Por ejemplo, el jesuita Cobo dice que cuando llegó a Luna en 1599, sólo se hallaba, uno que otro durazno en el mercado; se daban bien en la Sierra y poco en el valle o costa, aunque la fruta de ésta última procedencia, bien que más escasa, era más sazonada. Melocotones no los vio durante los primeros diez años que el naturalista pasó en el Perú, hasta que fue al Cuzco en 1609; después se generalizaron así en la sierra como en la cosa. Tenían fama los duraznos y albaricoques de Guamanga, csí como los albérchigos de Arequipa y los melocotones del Cuzco; pero siempre eran mejores en la costa. Sólo vio una casta de albaricoques y otra de priscos (Cebo, 1891, II, 398-895; -----, 1956, I, 399-400). En Méjico si vio los albaricoques damascenos, y priscos blancos y amarillos.

Desde luego que estas Lutas se dieron mejor en la zona templada austral, como en Chile (González de Nájera, 1889. 23), y ea la Argentina, donde In leña más común era la de durazno, que se cultivaba en los límites de las propiedades (Concolorcorvo, 1946, 40; 125).

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108 -- |Prunus divaricata Led. (= |P. cerassifera Ehrb. Lewinhson) |P. avium L..

Cereza.

 

109 -- |Prunus cerassus L..

Guinda.

 

110 -- |Prunus spinosa L..

Endrino.

No había guindas ni cerezas en ninguna parte de América afines del siglo XVI (Acosta, 1954, 126).

Tampoco cerezos en el Nuevo Reino de Granada a mediados del siglo XVIII (Gil¡¡, 1955, 138). Pero se señalan por un viajero en el mercado de Bogotá en 1824 (Hamilton, 1955, I, 89), aunque puede tratarse de un error de traducción.

En el Perú, un autor dice que fueron los guindas traídos primero a Buenos Aires en 1610, y por 1620 se habían llevado al Perú, donde so daban hacia los lados de la Sierra (Cobo, 1891, II, 404-405; -----, 1956, I, 403-404). Otro autor contemporáneo afirma que guindas faltaban en el Perú, pero que se daban ya traídas de Chile y presto serían vulgares (Calancha, 1639, 56), pronóstico que ro se cumplió. No se lograba que fructificaran en Lima, sino por acaso, guindas y cerezas (Ruiz, 1952, 1, 8); pero en algunas localidades del interior cono en Tarma, había ciruelas endrinas y un. guindo (Ibid., 75), así como en otros lugares ciruelas endrinas (Ibid., 129) y corezas (ibid., 129, 150). Pero aun a Chile debieron llegar tarda, pues las guindas y cerezas son las únicas Rosáceas comes titiles Europeas que no habían nacido a fines del siglo XVI, y se recomendaba introducir los pies en barriles (González de Nájera, op. cit., 23). En el primer cuarto del siglo siguiente, ya se daban guindas en Santiago (Vázquez de Espinosa, 1948, 678).

Un pirata observador afirma que en ninguna parte de las Indias vio cerezas ni guindas (plumbes and cherries) (Hawkins, 1933, 106).

Faltaban del todo los cerezos en Venezuela (Humboldt, 1941, II 326).

 

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111 -- |Prunus domestica L..

|Ciruela. La cereola de Columela y Plinio y |cerea prona deVirgilio, se transformó en la península ibérica en |cirorax, cirola, ciruela, cirgüela; pero en otras regiones hispánicas se usaron en el siglo X los nombres |nisum, |nixum, y |amacena, almacena, myxa, ameixa; y desde luego, |pruna, prunum y variantes (Menéndez Pidal, 1957, 26-28).

Estacas de higueras y ciruelos en número de 190 fueron comprads par llevar a la expedición de Pedrarias Dávila de 1513 ( Puente y Olea, 1900, 393). Con seguridad ninguna prosperó.

Había ciruelas en la Sabana de Bogota a principios del siglo XVII (Simón, 1953, IV, 319), y a mediados del XIX (Holton, 1857, 140; Camacho Roldán, 1923, 142).

En general, en todas las Indias, a fines del siglo XVI, las ciruelas se daban cortamente (Acosta, 1954, 126). Pavías se conocían en Caracas (Abbad, 1959, 237).

En Quito las ciruelas estaban recién puestas y todavia no habían dado fruto en 1572 (J. de la Espada, 1881, I, 4). A principios del siglo siguiente ya se conocían en Ambato "ciruelas de España" (Ibid., 1897, III, cxxvi). Más tarde se señalan en Guano (Torres de Mendoza, 1868, IX, 474); Penipe (Ibid., 478), y en Quinnia algunas (Ibid., 480). Todas estas eran localidades pertenecientes al corregimiento de Villardompardo o Riobamba.

En el Perú, según Cebo, no se habían dado bien a principios del siglo XVII, y por más quo el creciímiento era normal, la fruta obtonida era muy poca. Solamente conoció la variedad morada grande, que en España llamaban "chabacanas" o "hartabellacos" (Cobo, 1891, II, 399-400; -----, 1956, I, 401-402). En la época en que escribía Cobo, otro autor dice que se daban chabacanas en Trujillo (Vázquez de Espinosa, 1948, 365), y más tardiamente se habla allí de ciruelas, sin especificación de variedad (Feyjoo, 1763, 13). Pero en Lima, todavía en la segunda mitad del siglo XVIII, seguía siendo verdad lo afirmado por Cobo, o sea que la productividad de la ciruela era muy escasa (Ruiz, 1952, I, 8). Las endrinas sí se daban en Tarma (Ibid., 75, 129).

Roberto Restrepo habría introducido a Antioquia las "ciruelas claudias" (Zuleta: RHA, 1919, 3-4: 622).

 

112 -- |Cydonia oblonga Mill.. (= |C. maliformis Miller.).

Membrillo; marmelo; gamboa o zamboa.

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Se llevaron membrillos a la isla Española, pero no se daban bien (Oviedo y Valdés, 1851, I, 288; -----, 1959, I, 246). En 1551 se dice que sólo había seis árboles en la isla (Torres de Mendoza, 1864, I, 13; Rodríguez-Demorlzi, 1942, I, 128).

Doscientas estacas de membrillo y granado se compraron rara la expedición de Pedrarias Dávila a Castilla del Oro en 1513 (Puente y Olea, 1900, 393). En Panamá se plantaban; pero la conserva venía de Nicaragua (Serrano y Sanz, 1908, 73; 39).

Los membrillos de Caracas aparecen registrados como bien establecidos poco después de fundada la ciudad (Latorre, 1919 8d Arellano Moreno, 1950, 85; Vázquez de Espinosa, 1948, 85; Abbad 1959,237; Oviedo y Baños, 1895, II, 46). Posteriormente se exportaba la conserva a Margarita (Arellano, op. cit., 193), mientras que en 1564 se importaba desde la peninsula por la via de Borburata (Arellano, 1961, 307-310). Caracas llegó a exportar esta conserva hasta Cartagena (Simón, 1953, IX, 202; -----, 1963, II, 508 y nota). Todavia a fines del XVIII estaba perfectamente adaptado (Humboldt, 1941, II, 326). Otras localidades de Venezuela donde se cultivaba esta fruta fueron La Grita (Simón, 1953, IV, 270; -----, 1963, I, 261); Trujillo (Ibid., II, 539; Oviedo y Baños, 1885, I, 249); valle de Aroa y Tocuyo (Altolaguirre, 1908, 133; 152, 160), y Mérida (Oviedo, 1930, 207).

En el Nuevo Reino de Granada, las primeras informaciones sobre membrillos datan de principios del siglo XVII (Simón, 1953, IV, 319), referentes a Bogotá, a Villa de Leiva (Ibid., 251), y a Tunja (Torres de Mendoza, 1868, IX, 400). Se sacaban para las partes cálidas grandes cantidades de conservas (Zamora, 1945, I, 148). La excelencia de los membrillos de Pamplona es destacada por varios autores de mediados del siglo XVIII (Oviedo, 1930, 186; 42; Gilii, 1955, 138).

Ya se dijo que a principios del siglo XVII se importaban a Cali desde Quito, cajetas de dulce de membrillo y de durazno (Arboleda, 1928, 63-64). A fines de la guerra de independencia, en un huerto cercano a Palmira había membrillos, que se usaban para mermeladas y para curar la disenteria (Hamilton, 1955, II, 80). También se conocía más adelante en Antioquia (Posada Arango, 1909, 133).

En el Ecuador interandino se cultivaron membrillos desde mediados del siglo XVI, en Quito (J. de la Espada, 1897, III, 3; 70); Guaillabamba (Ibid., 55); Otavalo y sus anexos Pizque, Guayllabamba, Mira, Caguasqui, Quilca y Pimampiro (Ibid., 113; 126; 127; 131); Coanque (Ibid., 131); en Cuenca (Ibid., 160); Arocxapa (Ibid., 165); Paute (Ibid., 168); Pueleusí (pocos) (Ibid., 171, 174, 175); Ambato (Ibid., cxxvi). En Loja no se habían dado, y se traían de San Miguel de Piura (Ibid., 203). De esta localidad costera peruana se llevaba también la mermelada a la distante Zamora, al otro lado de los Andes (Ibid., IV, 5).

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A principios del siglo XVII ya había aumentado el número calidades andinas donde se cultivaban membrillos: Hambato (Torres de Mendoza, 1868, IX, 454); Patate (Ibid., 461); Ticaleo o valle Guache (Ibid., 466); Guano (Ibid., 464-465); Guanando (Ibid., 476; Ponipe (Ibid. 478); Quinnia (Ibid., 480); Achambo (Ibid., 481); Villardompardo (Ibid., 491).

En jurisdicción de Guayaquil, en la primera década del siglo XVII, había membrillos en Colombre y en Puerto Viejo, en la cabecera y en picoazá: aqui abundaban y eran podados cada año (Torres s de Mendoza, 1868, IX, 273, 279, 305).

En el Perú se daban muy bien dondequiera, tanto en la costa como en la sierra. Se dice que los primeros maduraron en la épo. ca del alzamiento de Gonzalo Pizarro. Ya se estableció que uno de los lugares de producción era Piura (J. de la Espada, 1885, II, 281). También s daban en Trujillo (Anónimo, 1958, 25; Feyjoo, 1763, 13). Sa cultivaban en Lima y cercanías (Anónimo, op. cit., 44; Cobo, 1956, 11, 301; 317). Eran afamados los de Lanoguan, cerca de Cañete 1956, I, 398; Anónimo, op. cit., 112), y los de Moquegua (Cobo, loa. cit.). En la sierra no se daban menos, especialmente en los valles vecinos al Cuzco, como el de Yucay (Anónimo, op. cit., 95; Cobo, loa. cit.). De esta especie sí se conocían en el Perú todas las variedades que en España, y no desmerecía en nada el sabor de la fruta ni su presentación. Atribuye Cobo equivocadamente el color amarillo de una variedad distinta a las de España, a un pretendido "injerto" (en el sentido de "cerca") con lúcuma, fruta nativa del Perú, de la familia de las Sapotáceas (Cobo, 1955, 1, 397898; Patiño, 1966, 347-348).

La exportación de conserva de membrillo era uno de los renglones más importantes del comercio exterior del Perú en la época colonial. Iba de preferencia a Panamá. No pocas veces los piratas que andaban por el Pacífico capturaron barcos donde se llevaba ese artículo (Ringrose, 1945, 298; Dampier, 1927, 75).

 

113 -- |Malus spp.. |Malus communis Desf. (= |Pyrus malus L.).

Manzano.

Camueso.

El hecho de que se importaran de Nicaragua manzanas a Panamá, quiere decir que no se daban en. el istmo (Serrano y Sanz, 1908, 39).

Pero sí se adaptaron en la Sierra Nevada de Santa Marta, de donde se llevaban a ese puerto (Rosa, 1945, 264, 265). Asimismo, en varias partes de Venezuela como Caracas, se daban manzar-as a mediados del siglo XVIII (Abbad, 1959, 237; Oviedo y Baños, 1885, II, 46;

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Humboldt, 1941, II, 326); en el valle de Aroa y en Tocuyo (Altolaguirre, 1908, 133), de donde se llevaban a Caracas (Ibid., 152, 160), lo mismo que camuesas (Ibid., 160). Los datos de Tocuyo están confirmados en otra fuente (Oviedo Y Baños, 1885, I, 192), que añada Trujillo a la lista de localidades productoras (Ibid., 249). En Mérida también las había (Oviedo, 1930, 207).

En el Nuevo Reino, se cultivaban a principios del siglo XVII manzanas (Simón, 1958, IV, 319) y camuesas (Ibid., loa. cit.,132). La producción fue avanzando (Zamora, 1945, 1, 148). Para mediados del siglo XVIII se distinguían como centros productores Ubaté, Chía, Boyacá, Viracachá, Pamplona (Oviedo, 1930, 96, 108, 140141, 141, 186). Eran alabadas las manzanas de Tunia (Gilii, 1955, 138), y de Chía (Serra, 1956, I, 369; Hamilton, 1955, I, 89; 115). En Bogotá había huertos caseros (Camacho Roldán, 1923, 141; Holton, 1857, 140).

En Antioquia el cultivo de la manzana fue tardío y escaso (Uribe Angel, 1885, 477; Posada Arango, 1909, 183; Ospina Rodríguez: RHA, 1913, 474).

En Cartago era rara la manzana a fines del período colonial (Campo y Rivas, 1803, 29), aunque las hubo en el Quindío algo más tarde (Peña, 1892, 18).

En Puracé, Coconuco y Paispamba, cerca de Popayán, se daban algunos manzanos a fines del siglo XVIII (Caldas, 1912, 155, 371; Hamilton, 1955, II, 23, 25). Perduraron en Vitoncó (Cuervo Márquez, 1956, 27), junto con los camuesas.

Había buenos manzanos en Pasto a mediados del siglo XVIII (Seria, 1956, II, 87); pero mejores en Potosí, cerca de Las Lajas (Ibid., 58, 62). El Tambo también se destacó como centro productor (Santander, 1896, 152).

Manzanos se cultivaban en Otavalo en 1582 (J. de la Espada, 1897,111, 118), y en algunos de sus partidos (Ibid., 118, 181). También se daban en Cuenca (Ibid., 160); en Ambato (Ibid., cxxvi); pero en Loja no producían fruto (Ibid., 203). Más tarde los había en Villardompardo (Torres de Mendoza, 1868, IX, 454, 491); Patate (Ibid., 461); Quinnia (Ibid., 480); Achambo (Ibid., 481). También deben mencionarse Quito (Juan y Ulloa, 1748, 1, 891), y Cuenca (Seria, 1956, Ii, 172; 815, como lugares productores.

A principios del siglo XVII so producían manzanas en Lima, lo mismo que camuesas, y asimismo en Lanaguan. De toda la costa se llevaban a Panamá; pero también se traían de Chile (Anónimno, 1958, 44; 112; 117; Cobo, 1956, II, 817). Se cultivaban camuesas en el valle de Yucay, cerca al Cuzco (Ibid., 95).

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Manzanas y camuesas se daban en Trujillo (Vázquez de Es. pinosa, 1948, 865; Feyjoo, 1763, 13).

Manzanas y camuesas producían en el Perú, en unas partes más que en otras. Eran afamadas las manzanas del valle de Lon go, cerca a Nazca, y las camuesas de Moquegua (Cobo, 1891, 11, 392-393; -----, 1956, 1, 398-399).

 

114 -- |Pyrus communis L..

Peral; pero, cermeña.

En la parte costera venezolana se cosechaban buenas peras en 1582 (Arellano Moreno, 1950, 193).

En el Nuevo Reino había cermeñas (Simón, 1953, IV, 319). En Bogotá se daban peras a mediados del siglo XIX (Camacho Roldán, 1923, 141), así como en Antioquia (Posada Arango, 1909, 138).

A principios del siglo XVII en los Andes ecuatoriales había perales en Hambato (Torres de Mendoza, 1868, IX, 454); en Guano (Ibid., 472); algunos en Quinnia (Ibid., 480), y en Villardompardo, peras pequeñas (Ibid., 491).

En el Perú se producían en Trujillo (Vázquez de Espinosa, 1948, 365); pero se llevaban la palma en calidad las de lcs valles de Vitor y Siguas, cerca a Arequipa, que producían todo el año (Calancha, 1689, 686). Sólo las cermeñas eran predominantes, que se daban razonablemente en lugares de clima abrigado. La variedad llamada bergamota empezó a conocerse hacia 1647, procedente de Chile, a donde a su vez había llegado de Buenos Aires (Cebo, 1891, II, 398-399; -----, 1956, 1, 401).

Debe tenerse en cuenta que aun en Europa, la pera de verano sólo fue introducida del Levante en tiempos de Luis XIV (Brillant-Savarin, 1953, 309-310).

No se conocían en Popayán a fines de la colonia, no obstante haberlas en el Ecuador (Caldas, 1912, 155, 371).

 

115 -- |Eryobotrya japonica Lindl..

Loquat, níspero del Japón.

Se cultivaba en el jardín Botánico cie Trinidad a mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 81).

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Existía ya en Antioquia en 1885 (Posada Arango, 1909, 133). "Las primeras semillas de níspero del Japón las envió de San Francisco de California, en 1880, Da. Mercedes Ospina, a Su padre el Dr. Mariano Ospina Rodríguez, quien regaló una de estas semillas y sembró otras en su quinta de El Poblado. El primer árbol de nísperos que hubo en Medellín y que aún existe [19191, es el que hay en la casa de D. Eusebio A. Jaramillo y proviene de las semillas que regaló el Dr. Ospina" (Zuleta: RHA, 1919, 3-4: 622; 14-15). Según otra versión, la Eryobotrya la introdujo a Medellín Nicanor Restrepo, entre 1908 y 1912, a su finca "La Margarita ", de El Poblado (Pestiño, 1946, 120). Pero la versión de Zuleta puede Ser la correcta. Ello es que donde más frecuentemente se halla esta especie en Colombia, es en las partes templadas de la región atravesada por el ferrocarril Medellín-Puerto Berrío.

Se cultivaba en el Uruguay en 1887 (Berro, 1914, 79; 154).

 

116 -- |Fragraría vesca L..

Fresa.

La europea habría sido introducida al Nuevo Reino hacia 1760-1761 por el virrey Messía de la Zerda, según el siguiente pasaje de un contemporáneo: "Me apresuro a hablar de las fresas recién importadas de España por el Excmo. señor don Pedro de la Zerda. Este muy ilustre señor que a mi salida del Orinoco [1766] regía con sumo acierto el virreinato de Santafé y de Quito, me dicen que cuando partió de España llevó consigo muchas de nuestras semillas para ensayarlas en aquel clima. Y sea lo que fuere del resultado de otras semillas, no estoy del todo informado, sé que las fresas lo tuvieron muy bueno, de tal manera que multiplicadas en poco tiempo, el dicho señor con otros las comían siempre al almuerzo. ¡Oh, qué bello país sería ese si fueran allá muchos señores de esa clase!" (Gilii, 1955, 134). Antes había dicho que la frutilla de Chile había sido importada de éste último país (Ibid., 131; Patiño, 1963, 1, 226-229).

Es probable que con el curso del tiempo, la fresa europea se haya cruzado con la frutilla de Chile. Lo que se cultiva actualmente son híbridos de varias especies.

 

CESALPINÁCEAS

 

117 -- |Tamarindus indica L..

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|Tumbi ( |toumbi), en Africa (Schnell, 1957, 125).

Tamarindo.

En una carta del boticario Pires al rey Manuel de Portugal, de 27 de enero de 1516, se dan informes sobre el tamarindo y su uso en Malabar, Coromandel y Java. Parece que la especie fue conocida de antiguo en el alto Nilo (Flückiger and Hanbury, 1879, 225; 224-227;  Ficalho, 1957, 154-155 y nota). García da Orta lo describió minuciosamente a mediados del siglo XVI. En ese tiempo se enviaba regularmente a Portugal, conservado con sal. También se hacía conserva en azúcar, y asimismo se consumía fresco (Orto, 1872, 200-201). No se han hallado noticias sobre él en América en ese siglo.

Parece que donde primero llegó fue a Méjico, quizá por la a de Acapulco. En 1615, el seguidor y comentador de Hernández, Francisco Ximénez, decía que los mejicanos no le habían puesto nombre español, "por auer pocos días que los truxeron a estas partes. Nace en el puerto de Acapulco, y en Cuernavaca no lejos de la ciudad de México, y en Goastepeque dentro del mismo Hospital, y en otras partes, y se hizo sembrar la simiente, y así mismo se lleuó a España, con esperanza de que en breues años a de aver muy grande abundancia desta nobilisima medizina" (Ximénez, 1888, Mor., 53-54). Autores que estuvieron en la Nueva España por esta misma época, dan informes corroborativos. En Chiapas había ya tamarinciales, y la especie se había traído de Filipinas (Vásquez de Espinosa, 1948, 192), lo mismo que en Nicaragua (Cobo, 1891, 11, 450; -----, 1956, I, 424; Cappa, 1890, V, 329; Vásquez de Espinosa, op. cit., 234-285).

En Santo Domingo se habla de él como de árbol común y corriente en 1680 y 1699 (Rodríguez-Demorizi, 1957 III, 22; 1942, 1, 301). La hoja se la ccmía el ganado (Descourtilz, 1883, III, 236241; 237).

Contemporáneas son las noticias sobre la presencia do la especie en Puerto Rico (Abbad (1788) 1959, 111; 244-245).

A fines del XVII se registra en Panamá (Wafer, 1888, 36). Las noticias sobre Cartagena son de mediados del XVIII (Serra, 1956, 1, 50; Gilii, 1955, 77; 44).

Hé aquí cómo se preparaba entonces en Santa Marta la jalea de tamarindo, que ha continuado siendo conocida y usada en la costa atlántica hasta nuestros días: "Sácase el tamarindo de su vaina y échase en agua aquella porción que se quiere hacer, Y con facilidad le desune entre las manos la pepita que tiene en el interior. Pónese luego a hervir al fuego con un poco de azúcar blanco, hasta que queda cocido. El punto de dulce hallado, y guardado en orzas, sirve al apetito del agua en las comidas. Sirve también desleída esta jalea en agua, para tomarla como los helados, a sus horas correspondientes. Sirve del mismo modo para mezclar el medicamento purgante, el

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restringente u otro que haya de tomarse, y para todos los demás usos a que se aplica" (Rosa, 1945, 305). Abundaban los árboles en las márgenes del Magdalena. De Santa Marta se mandaban botijuelas de conserva a Cartagena Y también en pequeñas cantidades hasta Santa Fe (Julián, 1787, 266; 117-118).

Desde luego que en todas las partes cálidas del Nuevo Reino (se supone que en el valle del Magdalena), ya existía tamarindo en el primer cuarto del siglo XVII (Simón, 1953, IV, 314). A principios de la segunda mitad del siglo XVIII había árboles rnuy grandes de estos en la plaza de Neiva (Serra, 1956, I, 11 l).

No es nativo del valle del Cauca como piensa un autor (Robledo, E., 1916, 65).

Se cultivaba a fines del siglo XVII en el valle del Cauca, al norte de Popayán (Coreal, 1722; Amst. I, 419). A principios del siglo XIX era una de las frutas más conocidas en jurisdicción de Cali (Arboleda, 1928, 629), y en Cartago (Campo y Rivas, 1803, 29). En 1824 se cultivaba en Palmira y en Buga; en esta última ciudad existía uno venerable que había sido admirado por Humboldt (Hamilton, 1955, II, 81, 87, 89-90).

Las noticias sobre Coro en la costa venezolana son de la segunda mitad del siglo XVIII (Altolaguirre, 1908, 210), aunque un poco anteriores las de Trujillo (Oviedo y Baños (1728), 1885, I, 28).

Se daba en todas partes en la Nueva Andalucía "cuyo original vino de la Africa y de la India Oriental, de donde lo llevaron los portugueses al Brasil y los españoles de las islas Filipinas a la Nueva España" Caúlin, 1841, 21). Algunos ejemplares quedaban en el casco urbano de Cumaná en 1801 (Humboldt, 1941, I, 399).

Por la misma época había ejemplares en San Fernando de Apure (Ibid., 1941, 111, 289), y aun en la misión jesuítica de Atures, en los raudales (Ibid., 1942, IV, 60-61).

En Surinam se registra desde mediados del siglo XVIII, indicándose una posible introducción desde las colonias españolas (Fermin, 1769, 1, 181-182). Dos filas había plantadas en la plaza de Paramaribo (Anónimo, 1788, 11, 21, 22).

Por la misma época se conocía también en la Guayana francesa (Aublet, 1775, I, 24-25), donde se le daban usos semejantes a los reseñados para Santa Marta.

Los médicos holandeses que estuvieron en el oriente del Brasil a principios del siglo XVII hallaron tamarindo cultivado (Marcgrave, 1942, 107-108; Piso, 1948, 38). Por la hoya del Amazonas se registra

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a mediados del siglo XIX, en Santarem y en la boca del Rio Negro (Spruce, 1908, I, 70; 246).

Se cultivaba tamarindo en Daule, jurisdicción de Guayaquil, en la primera mitad del siglo XVIII (Alcedo y Herrera, 1946, 76). En el propio Guayaquil era común un siglo después, y atraía muchos gusanos urticantes (Spruce, 1908, I, 246;-----, II, 72; 364).

A mediados del siglo XVIII había tamarindos en varias partes de la costa peruana, como Lambayeque (Sena, 1956, II, 348; 351) Y Huacho, cerca de Lima (Ruiz, 1952, I, 44).

 

118 -- |Ceratonia siliqua L..

Caroba, algarroba de Levante.

Cultivada en el sur y el levante de España desde la dominación árabe (Abu-Zacaria, 1802, 1, 246-248; Herrera, G. A., 1818, 11, 131-132), esta especie ha llegado tardíamente a América equinoc cial. Parece que en Antioquia se conocía desde 1885 (Posada Arango, 1909, 133); aunque puede ser confusión con el algarrobo |Hymenaea courbaril, muy común allá.

Existió un ejemplar en casa del doctor Ciro Molina Garcés en Cali, hasta hace algunos años.

Una empresa de enlatados del Valle del Cauca ha introducido semilla y tiene cerca de Tuluá algunas decenas de árboles, que ya empiezan a florecer.

 

OXALIDÁCEAS

 

119 -- |Averrhoa carambola L..

Una de las primeras informaciones sobre este género se debe a García da Orta: "... "carambola", que assi se diz em malavar; e ficounos em uso os nombres malavares, por ser a primeira terra que conhecemos [los portugueses] ...Chamase em canarim em decanim "camariz", e, em malaio, "balimba" ... muitas pessoas acham nellas muito sabor, em especial as que chamamos agras doces, porque estas sam hum pouquo mais azedas; fazse dellas huma conserva de agúcare muito graciosa..." (Orta, 1891, I, 161, 171).

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Un solo ejemplar de carambola ("karamboloh") fue plantado en la isla de San Vicente, en las Antillas inglesas, en 1793, traído con otras plantas por el capitán Bligh desde la isla de Timor (Marriot, 1920, 221).

Los franceses la introdujeron a Guayara, pues de allí, cuando fue capturada Cayena por los portugueses en 1809, llevaron estos a Belem del Pará, donde lo hallaron once años después los científicos alemanes (Ferreira Reis, 1946, 13; Martius, 1843, 28). Al Jardín Botánico de Río de Janeiro se introdujo a fines del siglo XIX (Barbosa Rodrigues, 1908, 80).

En Trinidad había carambola antes de 1870 (Prestoe, 1870, 15).A los Jardines Experimentales de Summit, en la Zona del Canal, se introdujo a raíz de su establecimiento en 1924 (CZG, 1928, 32). Hacia 1930 se trajo de allí a la Estación Agrícola de Palmira. Se ha adaptado muy bien en el Valle del Cauca, y se está generalizando en otras tierras cálidas de Colombia; pero todavía se le tiene más como planta llamativa u ornamental, que como frutal.

El único lugar donde se cultivaba en la costa ecuatoriana en 1924, era la hacienda "Payo", cerca a Naranjito, provincia del Guayas (Popenoe, 1924, 117-118).

 

120 -- |Averrhoa bilimbí L..

|Blímbling, bilimbi (Merrill, 1945, 153).

Otro ejemplar de "blimbing" trajo el capitán Bligh en su expedición mencionada a propósito de la carambola (Marriot, 1920, 221).

También de la Guayana francesa pasó al Pará durante la primera década del siglo XIX (Ferreira Reis, 1946, 13; Martius, 1843, 28; Huber, 1904, 379).

En Santo Domingo se usaba bastante para adobar otras comidas y preparaciones, a causa de su acidez (Descourtilz, 1833, V, 110-112).

Fue introducido a Trinidad quizá haca la mitad del siglo XIX (Prestoe, 1870, 15).

En Nicaragua se conoce con los nombres de " mimbro" y "sandillita", y se usa para pucheros, mermeladas y jugos (Ramírez Goyena, 1911, I, 241; II, 1007-1008). De una huerta en la ciudad de León de Nicaragua sacó el autor algunas semillas que trajo a Colombia, y cuyo destino ulterior desconoce.

 

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AURANTIÁCEAS

 

Las frutas cítricas eran conocidas por los españoles y portugueses para la época de los primeros descubrimientos, y fueron traídas por ellos al Nuevo Continente. La introducción a la península ibérica y en general a la cuenca del Mediterráneo, se debe a los árabes, empezando desde luego, por el Asia menor (Lippmann, 1941, 1, 289; Pirenne, 1961, 108). La llegada a España parece haber ocurrido durante el reinado de Abd-ur-Rahmán (Abderramán) (755788), desde Siria y de la India (Tolkowsky, 1938, 113, 113-115). Cidro, naranjo, bastambón o zamboa y limón, se cultivaban en EsPana en el siglo XI (Abu-Zacaria, 1802, 1, 314-324). En la época del descubrimiento de América, se conocían y cultivaban naranjos, cidros, limones, limas y azamboas (Herrera, G. A., 1818, II, 299-305). Otros nombres registrados entonces, algunos correspondientes más bien a variedades, son poncil, zamboa, çambra (Covarrubias, 1943, 876, 1017, 391). Tan vulgares eran estas frutas, que al hablar da la llegada de los restos de la expedición de Magallanes a las Moluces, después de la muerte de aquél jefe, los españoles identificaron en las cinco islas molucanas casi todas las cítricas: "En estas nombran los españoles limas, limones, naranjas, toronjas, cidras, cidrones, que se diferencian entre sí" (Anglería, 1944, 435).

Algunas variedades llegaron directamente del Asia, traída por los portugueses a su patria, y otras viniereron tardíamente  a América en la época republicana, del Asia propia o vía Europa.

No es improcedente consignar que también los árabes y otros inmigrantes habían introducido cítricos a la costa oriental de Africa, donde los hallaron los primeros navegantes portugueses que dieron la vuelta al Cabo de la Buena Esperanza; pero por razones culturales, sólo los negros islamizados, como los mandingas, cultivaron esos frutales, mientras que otras tribus han sido renuentes a sembrar plantas de rendimiento tardío (Ficalho, 1957, 23, 24; 18-109; Schnell, 1957, 140). De todos modos, algunos tipos pudieron cruzar por tierra el continente africano para ser cultivos en el occidente.

 

121-- |Fortunella margarita (Lour.) Swing..

|Kumquat; forma ovalada (Nagami?).

Originario del sur de China, y descrito allá desde el soglo XI; pero desconocido en Europa hasta principios del siglo XVII. Introducido a los Estados Unidos en 1850 (Webber et al, 1948, I, 342-347; 639-642). A la Estación Agrícola de Palmira se trajeron hacia 1934.

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122 -- |F. japonica (Thunb.) Swing..

|Kumquat (redondo) (Marumi ?)

Se introdujo a Estados Unidos a partir de 1885 (Ibid., 347-348; 640).

La variedad Meiwa, que tiene la misma historia de la anterior, se considera un híbrido de Fortunella y Citrus (Ibid., 354).

Se adaptan mejor a clima medio en las condiciones ezuatoriales.

 

122a --"Calamondín"

Parece ser también un híbrido basado en |Fortunella (Ibid., 357) y alguna mandarina. Se introdujo a Colombia para la Estación de Palmira.

 

123 -- |Citrus medica L..

Cidra, cidrón, limón poncil.

Se ignora el origen de esta especie; pero era conocida en Sumeria y Mesopotamia desde la más remota antigüedcd (Webber et al, 1948, I, 396-398, 631-639), y por los griegos desde la expedición de Alejandro al Asia, así como por los romanos. Se cultivaba en España de antigüo (Abu-Zacaria, 1802, I, 314-320; Herrera, G. A., 1818, II, 299-305; Font Quer, 1962, 434-437; Anglería, 1944, 435).

Preciada por sus reales o presuntas cualidades medicinales, tuvo amplio uso en Europa meridional en forma confitada, como diacitrón.

Semillas de cidra, como de otros cítricos, tornó Colón en la isla de Gomera de las Canarias, al recalar allí el 5 de octubre de 1493, cuando emprendía su segundo viaje a América (Casas, 1951, I, 351). Otro autor supone que eso se hizo directamente en España (Gómara: Vedia, 1946, I, 170).

Cidros había en la isla Española muy buenos a mediados del siglo XVI (Oviedo y Valdés, 1851, I, 288; -----, 1959, 1, 245; -----. Vedia, 1946, 1, 474).

A principios del siglo XIX se conocían en la parte francesa de la isla, cidra dulce y cidra de Saint Cloud (Descourtilz, 1833, V, 131-134).

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También hubo cidras en Puerto Rico (Latorre, 1919, 47; Abbad, 1959, 245), y en Jamaica (Sloane, 1696, 208).

En Tierra Firme, ya en 1523 se cultivaba cidra en Santa María la Antigua del Darién (Oviedo y Valdés, 1853, III, 142; -----Vedia, 1946, I, 485), y en Panamá poco después (Cieza, 1924, 19) Y a principios del siglo siguiente (Serrano y Sanz, 1908, 147; 73). En Cartagena se plantaban en la segunda mitad del siglo XVI (López de Velasco, 1894, 386).

Caracas también tuvo cidras en la misma época (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85; 193); así como Trujillo (Arellano, op. cit., 98); Barquisimeto (Ibid., 127, 128); Tocuyo (Ibid., 150), y Mérida (Aguado, 1917, II, 300; -----, 1957, II, 201).

En el interior del Nuevo Reino aparecen mencionadas desde la segunda mitad del siglo XVI, como en Muzo, donde se daban de "des o tres suertes" (Latorre, 1919, 126), lo mismo que en la vecina pobla ción de Trinidad (Morales Padrón, 1958, 607), y en Tocaima (Simón, 1953, III, 256). En Tunja se mencionan poco después (Torres de Mendoza, 1868, IX, 400; Zamora, 1945. I, 148). Una  industria de conservas se desarrolló con posterioridad, distinguiéndose Simacota, jurisdicción de San Gil (Oviedo, 1930, 45).

En Antioquia era común la cidra en 1885 (Posada Arango, 1909, 133).

En la parte interandina ecuatorial, la difusión de esta fruta estaba lograda para fines del tercer cuarto del sigo XVI, en Quito (J. de la Espada, 1897, III, 3; 69); en Caguasqui-Quilca (Ibid., 126); en Paute (Ibid., 168); en Cañaribamba (Ibid., 185; 186); en Alusí (Ibid., 194); en Loja (Ibid., 203); en Yumbos (Ibid., ci); en Zamora (Ibid., IV, 1897, 5, 20). Más tardías son las noticias sobre Hambato (Torres de Mendoza, 1868, IX, 454; Juan y Ulloa, 1748, I, 391).

En la costa se daban, especialmente en Puerto Viejo (Ibid., 279). En la porción amazónica también se cultivó algo, aunque las condiciones ambientales no serían muy propicias (Ortiguera, 1909, 413; J. de la Espada, 1889, Mar., 11 S), como sí en la costa de Maranhao (Silveira, 1874, 28).

También serían favorables en la costa del Perú, como en Tru jillo (Feyjoo, 1763, 13), y en Lima (Anónimo, 1958, 26, 48), donde la adaptación de la cidra fue óptima (Cobo, 1956, I, 400-401).

Abundaba escapada del cultivo(?) en Santa Cruz de la Sierra (Valdizán y Maldonado, 1922, III, 365).

 

124 -- |Citrus limon (L.) Burm..

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Limón; limón mediterráneo.

El primer nombre se aplica principalmente en América ecuatorial a

125 -- |C. aurantifolia (Christm.) Swing..

|Lima ácida, limón (véase numeral anterior,)

Por no ser bien clara en las fuentes la distinción, se agrupan las referencias correspondientes a limones y a limas en un conjunto. En cuanto respecta a Colombia, los verdaderos limones no fueron conocidos sino después de la fundación de la Estación Agrrícola de Palmira. Antes sólo se conocían las limas del tipo meji cano y el "limón real", de gran tamaño, y la lima de ombligo.

|C. limon, quizá originario de Burma superior o del sur de la China (Webber et al, 1948, I, 7-8, 9, 589), fue conocido en el sur de Europa después de las invasiones árabes (Abu-Zaceria, 1802, I, 323-314; Herrera, G. A., 1818, II, 299-305; Lippmann, 1941, I, 289), y 41 según otros sólo desde el siglo XIII, por influencia de los cruzados (Webber et al, op. cit., 589).

Semillas de limón fueron tomadas por Cristóbal Colón en la isla Gomera, en su recalada del 5 de octubre de 1493.. cuando emprendía su segundo viaje a América (Casas, 1951, I, 351). A fines del primer cuarto del siglo siguiente, se habían generalizado en el área circuncaribe (Oviedo y Valdés, 1959, I, 245), limones y limas, "y de todo esto que es dicho, mucha cantidad". En la isla de Santo Domingo se usaron bastante los setos de limoneros, especialmente después de la división da la isla con los franceses, en la parte ocupada por éstos (Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 284; 311-312; 364-365; Descourtilz, 1833, I, 31-33). Según este último autor, se usaba de preferencia para ese fin una variedad considerada como silvestre, de frutos redondos, con 9 lóculos (Ibid., 31-33). Esta misma, cuya descripción por otro autor francés con referencia a las Pequeñas Antillas, coincide bastante bien con Citrus aurantifolia, se usaba de idéntica manera en tales islas (Du Tertre, 1958, II, 163).

En Puerto Rico, había limas en el río Bayamén desde la segunda mitad del siglo XVI (Latorre, 1919, 42; Abbad, 1959, 246). En Jamaica el limón no era tan común como la lima; esta última se usaba contra el escorbuto (Hughes, 1672, 48-50; Sloane, 1696, 209), y también para setos como en las otras Antillas (Dampier, 1927, 205).

En Costa Rica había limones en 1565 (Fernández, 1883, 111, 15).

Sobre la costa suramericana del Caribe, en Castilla del Oro hubo a partir de 1513, limas y limones, y de estos últimos en una casa que tuvo en Santa María la Antigua del Darién el primer cronista de las Indias (Oviedo y Valdés, 1853, Ill, 142; -----, Vedia, 1946, I, 485). En

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Nombre de Dios y en Panamá había limones a mediados del mismo siglo (Benzoni, 1572, 82v., 8lv.). Limones y limas existían en la Audiencia a principios del siglo XVII (Serrano y Sanz 1908, 147). En 1640 una descripción más detallada habla de limones reales y dulces; limas y limones y limoncillos, ceutiles" (Ibid., 73). Limones y limas se daban en Portobelo (Anónimo, 1958, 121; Vázquez de Espinosa, 1948, 285) y Panamá. En la parte occidental del istmo los doraces y zuríes tenían limones a mediados del siglo XVII, pero sólo para olerlos (Rocha: Meléndez, 1682, III, 362).

Juan de Vadillo hizo plantar limas en Cartagena en 1537 (Friede, 1956, IV, 345). Parece que perduraron (López de Velasco, 1891, 386; Castellanos, 1955, III, 22) limas y limones (Serra, 1956, I, 91).

En Santa Marta había a mediados del siglo XVIII, "limas dulces y agrias y limones ordinarios. Otros hay grandes, de un agridulce muy apetitoso" (Rosa, 1945, 296). Los indios guajiros tenían limones en sus aldeas (Ibid., 277).

En Venezuela, desde la segunda mitad del siglo XVI, se registra en este particular lo siguiente: había en Caracas limas y limones (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85; 193; Oviedo y Baños, 1885, 11, 46); limas en Trujillo (Arellano, op. cit., 98) y en Barquisimeto (!bid., 127, 128); en Tocuyo limas y limones (Ibid., 150). En Mérida también se daban estos últimos (Aguado, 1917, 11, 300; -----, 1957, 11, 201).

Un seto de limones había en el fuerte Nassau del río Berbice en Guayana, a fines del siglo XVII (Berkel, 1942, 13; 74-75). Esta costumbre estaba difundida en toda la Guayana inglesa (Anónimo, 1788, II, 12, 21). En Paramaribo se conocían limoneros agrios y dulces (Fermin, 1769, I, 169, 170). Los limoneros se daban bien en Cayena (La Barre, 1666, 29). El jugo de limón se usaba para limpiar alfombras en Georgetown (Schomburgk, 1922, I, 41).

Limones y limas había en Belem del Pará unos cincuenta años después de la fundación (Heriarte, 1874, 22; Huber, 1904, 377), lo mismo que en Maranhão (Silveira, (1624), 1874, 28).

En el bajo Orinoco había limones pequeños y los llamados franceses (Gilii, 1965, I, 203). El uso de la limonada era frecuente (Ibid., 11, 29). Por eso, y por usarse el jugo contra el bicho o ; porikí, proceso disenteroido muy frecuente en la parte oriental de Sur América, se plantaban dondequiera, y los frutos se conservaban en verano entre arena, y cuando se estaba extinguiendo la reserva, se preservaba el jugo hervido (Ibid., 71-73; 83-85). Carichana era uno de los principales centros de producción; pero aquí y allá se hallaban colonias dispersas de limoneros (Torre Miranda 1890, 112; 118). Al ser abandonado por orden de Iturriaga el lugar de San Fernando de

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Atabapo en 1764, quedaron allí los limones que había plantado en su casa el fundador José Solano (Altolaquirre, 1908, 323).

Si del litoral se pasa al interior del continente, las limas Y limones se hallan mencionados tempranamente. Había limones y limas dulces y comunes en Muzo (Latorre, 1919, 126; Aguado, 1917, II, 708), así como en Trinidad limones y limas (Morales Padrón, 1958, 607).

La relación de Tunja de 1610 menciona los limones como existentes allí (Torres de Mendoza, 1868, IX, 400). Por entonces también había en Tocaima limones y limas (Simón, 1953, 111, 256). A fines del siglo XVII se conocían en el Nuevo Reino limones agrios y dulces y limas agrias y dulces (Zamora, 1945, 1, 148). Un autor posterior repite esa enumeración (Oviedo, 1930, 45; 35).

En 1548 había en Cali muchas limas y limones (Cieza, 1924, 92; -----, Vedia: 1947, II, 379). Los últimos tendieron a escapar al cultivo, aunque siempre en lugares habitados. En la sesión del cabildo ale Cali de 7 de junio de 1651 se pidió al teniente de gobernador; Juan Palomino Tello de Meneses, que dictara disposiciones para acabar con los "tunales y limoneros que van cerrando las calles y rondas del pueblo". Ese funcionario dispuso que viniesen treinta indios de Roldanillo con tal fin (Arboleda, 1928, 123). En 1688 se repiten las disposiciones, pues había calles donde el tránsito era muy difícil por la invasión de limoneros (Ibid., 185). Aunque la relación de Cali de 1809 no menciona entre los cítricos sino las naranjas (Ibid., 629; -----, 1956, III, 231), ello no quiere decir que se hubieran extinguido, pues documentos contemporáneos hablan de limones en Popayàn, en Palmira y en Buga (Hamilton, 1955, II, 52; 72, 81). En Cartago se conocían limas y limones dulces y ácidos (Campo y Rivas, 1803, 29).

En el Ecuador interandino el panorama era el siguiente en la segunda mitad del siglo XVI: en Quito había limas (J. de la Espada, 1897, 111, 3; 69); en Otavalo, limones, así corno limos en el partido de Caguasqui-Quilca (Ibid., 113; 125); en Paute, limas en, tres o cuatro huertas (Ibid., 168, 171); en Cañaribamba, limones (Ibid., 185, 186); en Santo Domingo Chunchi, limas y limones (Ibid., 191); en Alusí, limones (Ibid., 194); en Loja limas (Ibid., 203), y en Yumbos, ¡imas (Ibid.., ci). Limones reales y sutiles y limas tanto dulces como agrias eran comunes en Quito a mediados del XVIII (Juan y Ulloa, 1748, 1, 391).

Sobre la vertiente amazónica, había limones en Zamora (J. de la E., 1897, IV, 5), así como limas (Ibid., 20). Estas debieron ir descendiendo por )a cuenca del gran río con la penetración europea; los limones sólo empiezan a figurar al pie de los Ardes a partir del :i1 siglo XVII (J. de la Espada, 1889, Mar., 115; Magnin: RI, 1940, I, 156; Uriarte, 1952, I, 79; 138; 159; 275). No todos los habitantes, como es natural ponían el mismo cuidado en conservarlos, pues un misionero hizo cortar los limones grandes dulces que había en Napo delante de

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la casa misionera jesuita, "diciendo que impedían la vista al río". Como eran los únicos ejemplares de la misión baja se acabó la variedad (Ibid., II, 39). Hojas de limón se usaban para regar en las procesiones (Ibid., I, 101).

En la costa ecuatoriana, había en Puerto Viejo muchas limas en 1548 (Cieza: Vedia, 1947, II, 400). A principios del siglo siguiente se vuelven a registrar limones y limas en esa ciudad (Torres de Mendoza, 1868, IX, 279), lo mismo que en Guayaquil (¡bid., 251) y el lugarejo de Picoazá (Ibid., 305). En Guayaquil había limones Sutiles a mediados del siglo XVIII (Juan y Ulloa, vol. cit., 386, 391).

En la costa peruana, se conocían a principios del siglo XVII limones en Trujillo (Anónimo, 1958, 26), y cerca de Lima, limones dulces, sutiles, reales y limas (Ibid., 48). Más tarde, en Trujillo había limones y limas "de todas especies" (Feyjoo, 1763, 13). En Arica se daban limones (Ringrose, 1945, 332, 334).

Después de esta sumaria relación geográfica sobre la dispersión de las especies en cuestión, conviene acentuar que la adaptación del llamado limón (y debe entenderse por tal |C. aurantifolia var. mexicana) fue completa en América equinoccial. A mediados del siglo XVIII un viajero vio limonares en varios puntos del valle del Magdalena, al sur de Honda (Serra, 1956, I, 103, 105, 109, 114) sutiles cerca a Venadillo (Ibid., I, 395) y en Nare (Gilii, 1955, 365-366). En otras partes del Nuevo Reino se criaban limas y limones con suma abundancia, "formando montañas", aunque al concretar la localización, sólo aparece que en Barinas las limas y limones se producían sin sembrarlos (Oviedo, 1930, 45; 214).

En cuanto a variedades, algunos nombres se han registrado en el curso de la exposición. Un autor europeo que residió largos años en el Nuevo Reino de Granada sumariza: "Hay limones de toda especie; los que se llaman franceses, aunque más grandes, son semejantes a nuestras cidras y de un jugo muy suave; los chiqui-tos, que algunos juzgan naturales del lugar, por su condición -7recen casi venenosos. Con todo esto, si se usan parcamente son buenos para limonada, y para tratar las enfermedades del "bicho" son ciertamente los mejores" (Gilii, 1955, 62). Limones dulces vio un viajero en el Magdalena a mediados del siglo XIX (Holton, 1857, 74), pero en Cartago se conocían desde fines de la colonia (Campo y Rivas, 1803, 29). En el Perú a mediados del siglo XVII, "de los limones grandes llamados reales, no hay tanta copia como de los pequeños". El autor que lo afirma agrega: "Cuando yo entré en Lima [15991 no había en ella ni en todo el Reino [del Perú] limones dulces, pero ya los hay de veinte años a esta parte [1652], así de los grandes, llamados limones reales, como limones ceutíes; y cada día va creciendo su abundancia" (Cobo, 1891, II, 397-398; -----, 1956, 1, 400-401).

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En el sur de España se conocían a principios del siglo XIX limones común oblongo de Málaga, dulce oblongo, y otro globoso, amarillo (Herrera, G. A., 1818, II, 306).

 

126 -- |Citrus aurantium L.

|Khatta, en la India, y |narandj, naranj, en Arabia (Weber et al, 1948, I, 485).

Naranja agria, naranja de Sevilla, bergamota.

Fue introducida por los arabes primero al asia menor desde el siglo X, lo mismo que al Africa oriental (Ibid., 7), y poco después a la cuenca del Mediterráneo, incluyendo el sur de España (Abu Zacaria, 1802, I, 320-322), donde hubo por lo menos dos variedades (Herrera, G. A., 1818, II, 305).

Se han reseñado unas doce variedades de naranja agria y agria-dulce (Webber, vol. cit., 402-409; 485-500).

Por razones similares a las invocadas para el estudio en globo de limas y limones, se tratarán conjuntamente los datos referentes a este numeral y los del siguiente, haciéndose la distinción cuando los documentos consultados lo justifiquen.

 

127 -- |Citrus sínensis (L.) Osbeck.

Naranja, naranja dulce, naranja de China, china.

Hay no poca incertidumbre en las fuentes escritas acerca de la época en que esta especie fue introducida a Europa y Africa. Es evidente que un tipo de naranja dulce, que pudo haber sido una variedad de la especie |C. aurantium, se conoció en España mucho antes del descubrimiento de América (Pirenne, 1961, 108); pero tampoco puede descartarse que alguna variedad de |C. sinensís fuese introducida hacia el siglo XIV o más tarde (Webber et al, 1948, 1, 10-11), por intermedio de los comerciantes genoveses (Tolkowsky, 1938, 113 - 115; De Candolle, 1883, 148-149; Haudricourt et Hédin, 1943, 145), y era quizá similar a la que hallaron los portugueses en la costa oriental de Africa a fines del siglo XV (Ficalho, 1957, 23-24; Franga, 1928, 47), llevada por los árabes (Schnell, 1957, 140).

Pero en el segundo cuarto del siglo XVII se introdujo a Portugal por los navegantes de ese país otra variedad, que es la que se llamó "de China" o "de Portugal" (Webber et al, vol. cit., 14-15). Un autor de esa nacionalidad le atribuye la introducción a don Francisco de

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Mascarenhas en 1635, de China, vía Goa, para su jardín de Xabregas (França, op. cit., 45, citando a Duarte Ribeiro de Macedo, 1675). Siendo al principio muy apreciado, empezaron a exportarse plantas a Flandes y a Inglaterra, hasta el punto de que c ción 671 el príncipe regente Pedro II, había prohibido la exporta(Ibid., 46).

Semillas de naranjas -sin especificar clase -tomó Colón en la isla canaria de Gomera, a principios de octubre de 1493, cuando emprendía su segundo viaje a América (Casas, 1951, I, 351), juntamente con las de otras frutas cítricas de que se ha hablado en los numerales inmediatamente anteriores. Para mediados del siglo Siguiente había en la isla de Santo Domingo en abundancia, noranjas dulces y agrias (Oviedo y Valdés, 1851, 1, 288; -----, 1959, I, 245), hasta el punto de que por su excesiva prolificidad, se habían convertido en una. plaga de los campos adehesados (véase adelante).

Aun en el caso de que no se hubiesen seguido introduciendo semillas desde las Canarias o del sur de España, las traídas por Colón debieron nacer bien, y para el alborear del siglo XVI debía haber ya naranjos cargadores en la Española. De aquí pudieron llevarse semillas a Puerto Rico, Cuba y las demás Antillas, a medida que se iban conquistando y ocupando; pero también se irían introduciendo otras variedades, pues en 1561 se mencionan naranjas dulces, agrias, secas y cajeles (Rodríguez-Demorizi, 1942, 1, 132).

En Puerto Rico se registran después de mediados del siglo XVI (Latorre, 1919, 42, 47) y de allí adelante como frutas comunes (Abbad, 1959, 246; 111).

No menos ordinarias fueron en Jamaica, agrias y dulces (Hughes, 1672, 46-47), a veces como en Orange-Bay, en extensión de varias millas (Sloane, 1696, 210, 211).

También se adaptaron a las pequeñas Antillas, donde se observó que germinaba la semillas en el mismo tiempo en que empollan las gallinas sus huevos: 23(?) días (Du Tertre, 1958, II, 164).

Es bastante conocido el episodio de cómo se llevaron semillas de naranja a Yucatán, por Bernal Díaz del Castillo, y siempre se ha destacado la iniciativa del verídico historiador; pero no el papel que en la difusión tuvieron los indígenas. Díaz estuvo en Tonalá con Juan de Grijalba, entre el 12 y el 20 de julio de 1518 (Webber et al, 1948, I, 21-22). El lo cuenta así: "También quiero decir cómo yo sembré unas pepitas de naranjas junto a otras casas de ídolos, y fue desta manera: que como había muchos mosquitos en aquél río [de Tonala], fuime a dormir a una casa alta de ídolos, e allí junto a aquella casa sembré siete u ocho pepitas de naranjas que había traído de Cuba, e nacieron muy bien; porque paresce ser que los papas [sacerdotes] de aquellos ídolos les pusieron defensa para que no las comiesen hormigas, e las

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regaban e limpiaban. desque vieron que eran plantas diferentes de las suyas. He traído aquí esto a la memoria para que se sepa que estos fueron los primeros naranjos que se plantaron en la Nueva España..." Tonala pertenecía a la provincia de Guacacualco, donde después el cronista se avecindó: "fui por mis naranjos y traspúselos, e salieron muy buenos" (Díaz del Castillo: Vedia, 1947, II, 14). Cuando los frailes dominicos llegaron a Chiapas en 1545, ya abundaban las naranjas en varios lugares de esa provincia (Ximénez, 1929, 1, 308 (Champotón); 317 (Xicalango); 322 (río de Grijalba), 327 (YstaPan gajoya), y en poder de los indios (333); 349 (Chiapa)).

A Honduras, según la relación de esa provincia hecha en 1544 por Cristóbal de Pedraza, se llevaron cítricos desde Santo Domingo, por orden de Hernán Cortés (J. de la Espada, 1881, 1, xliv).

En la época de las expediciones de Ojeda y Nicuesa por Tierra Firme (1509), ya debía haber naranjos cargadores en Santo Domingo; pero se ignora si esos conquistadores trajeron semilla, aunque es poco probable. En Castilla del Oro hubo después de la expedición de Pedrarias varios cítricos. entre ellos naranjas. El cronista Oviedo dice que allí y en el resto del istmo había "naranjos dulces y agros", de lo cual [con cidros y limones] todo hay mucha cantidad en los asientos de los cristianos" (Oviedo y Valdés, 1853, 111, 142; -----: Vedia, 1946, I, 474; -----, 1959, III, 327). El túvolos en su casa de Santa María la Antigua del Darién, despoblada, como se sabe, en 1524 (Ibid., 1959, I, 144; López de Velasco, 1894, 394).

A medianoche del 21 de octubre de 1534 fuerzas de Pedro de Heredia al mando del capitán Alonso de Cáceres, se apoderaron de Acla, pueblo que había sido fundado en 1516, para llevarse prisioneros a Julián Gutiérrez y a su mujer, la india intérprete Isabel, a quien necesitaba Heredia para entenderse con los indígenas de la culata de Urabá. Ya se habían embarcado los raptores, cuando algunos soldados regresaron al pueblo, llevándose varias cosas, entre ellas naranjas (Matilla Tascón, 1945, 46; 43-48); demostración bastante de hallarse allí árboles adultos. Por esta misma época, o dos años después, estuvo en San Sebastián de Urabú el cronista Cieza, quien vio en esa lugar "muchos naranjales" (Cieza, 1924, 36; -----: Vedia, 1947, 11, 361). También hubo naranjas en Portobelo poco después (Benzoni, 1572, 82v.) y de allí en adelante (Anónimo, 1958, 121; Vázquez de Espinosa, 1948, 285). Entre Portobelo y Chagres había un Cayo de Naranjas, equidistante unas seis leguas de cada uno de aquellos lugares (1787?) (Fernández, 1907, X, 234).

Panamá fue fundada en 1519. Cerca de la ciudad y en las islas vecinas del golfo, debieron sembrarse de inmediato las frutas traídas Por los españoles, de las ya establecidas en Castilla del Oro. Un episodio notable arroja luz sobre esto. En 1527 le llevaron a Francisco Pizarro, quien empezaba entonces la exploración de la costa del Pacifico que lo llevaría años después a la conquista del perú, cuatro

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naranjas de albricias, cuando envió por refuerzos al capitán Montenegro a las islas de Las Perlas (Cieza, 1960, 150; Oliva, 1895, 78). Las semillas de estas naranjas debieron quedar, Pues, desde entonces en la costa norte del Chocó. Ya para mediados del siglo XVI, abundaban en Panamá las naranjas (Cieza, 1924 19; -----, Vedia, 1947, 11, 355; Benzoni, 1572, 81v.); dulces y 73 rias, según documentos posteriores (Serrano y Sanz, 1908, 147; 73).

Había naranjos en Costa Rica en 1562 (Fernández, 1883, III, 15).

En el otro extremo de la Tierra Firme, en la región de Cumaná y vecinas, se plantaron naranjos desde 1516-1519. Los dominicos a cargo de fray Pedro de Córdoba hicieron allí una huerta, "donde había naranjos de maravillosas naranjas" (Casas, 1951, 111, 375, 368). En 1520, según Las Casas, o el año anterior (Castellanos, 1955, 1, 564, 568, 569), los indios se sublevaron, mataron a los frailes [Montesinos y Garcés: (Martínez Vigil, 1884, 104; Meléndez, 1681, I, 16)]; quemaron el monasterio, y talaron la huerta. Los naranjos corrieron la misma aniquilación que las cañas y las gallinas que había en la huerta de Chiribichi Benzoni, op. cit., 35v.; Oviedo y Valdés, 1959, II, 196).

En 1537 el licenciado Juan de Vadillo hizo plantar naranjas en Cartagena (Friede, 1956, IV, 345). En la segunda mitad de ese sigl . ya eran comunes allí (López de Velasco, 1894, 386: Castellanos, 1955, III, 22). A mediados del siglo XIX (1848) se llevaban desde Montería, último punto habitado en el Sinú, naranjas a Cartagena (Striffler, 1958, Cer., 10, 186).

No hay constancia sobre la época en que empezó el cultivo en Santa Marta; pero a mediados del siglo XVIII ya se habían vuelto los naranjos subespontáneos (Rosa, 1945, 170), y también se cultivaban en la Guajira (Ibid., 277).

En Venezuela durante la segunda mitad del siglo XVI en Caracas había naranjas (Latorre, 1919, 85), que se llevaban a la isla de Margarita (Ibid., 91; Arellano Moreno, 1950, 85, 91; 193). También se producían en Trujillo (Ibid., 98; Simón, 1963, 11, 539), Barquisimeto (Arellano, op. cit., 127, 128), Tocuyo (Ibid., 150), y Mérida (Aguado, 1917, 11, 300; -----, 1957, 11, 201).

En el fuerte Nassau del río Berbice, en la Guayana, había a fines del siglo XVII una avenida de naranjos (Berkel, 1942, 13; 74-75). Naranjas de todas suertes se daban bien en Cayena poco antes (La Barre, 1666, 29).

Las calles de Paramaribo estaban adornadas con avenidas de naranjos, que florecían dos veces al año (Fermin, 1769, I, 25). Eran agrias, dulces y chinas (Ibid., 167-168; Anónimo, 1788, 11, 21). La industria citrícola nunca fue muy importante en Guyana (Panday, 1959, 193-196).

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La penetración de los cítricos por el Magdalena hasta el Nue vo Reino, debió tener lugar poco antes de mediados del siglo XVI. De allí adelante, se registran naranjas en Muzo (Aguado, 1917, 11, 175; 708) dulces y agrios (Latorre, 1919, 125-126); en Trinidad (Mo. rales Padrón, 1958, 607, 608) y en Pamplona (Aguado. 1916, 1 589)' A principios del siglo siguiente, había naranjas en Tocaima (Simón, 1953, 111, 256); en Mariquita agrios en general (Ibid., IV, 60), y en jurisdicción de Tunia, donde la elaboración de dincitrón, que es la conserva de frutas cítricas, constituía una de las actividades económicas más importantes (Torres de Mendoza, 1868, IX, 400). Un siglo después, se había enriquecido la diversidad de formas, y se mencionan naranjas dulces, agrias y unas que llamaban de la China, "mucho más grandes y dulces, que se producen en las tierras muy cálidas, como en Girón" (Oviedo, 1930, 45; 35).

Con estos datos se desvirtúan las sospechas de que la naranja existía en la cuenca del Magdalena, concretamente en Tamalameque, antes de la llegada de los españoles. Es verdad que cuando Ambrosio Alfinger llegó a esa población de la laguna de Zapatosa, a principios de 1532, halló que los naturales tenían, según la relación del testigo Esteban Martín, "muchas naranjas no tan perletas como las despaña, empero suplen por ellas y tienen muy lindo agro..." (Nectario María, 1959, 171; 498; Friede, 1961, W, 202). Pero lo que la necesidad y la imaginación hicieron aparecer como naranjos, era el nativo árbol que después se llamó y se llama todavía "naranjuelo", la Caparidácea |Crataeva tapia L.., de que se trata en el suplemento relativo a ornamentales americanas.

Lo mismo que en el Magdalena ocurrió en el Cauca. Los cítricos se difundieron en la década siguiente a la llegada de los prirneros españoles. Cieza de León dejó en Cal¡, cuando salió de allí en 1548, en la ciudad y acequias vecinas, "puestos muchos naranjos, limas, limones" (Cieza, 1924, 92; -----: Vedia, 1947, II, 379). En 1571 había en Buga "naranjas y todo agrio" (J. de la Espada, 1897, III, 31). A principios del siglo XIX había en esa ciudad naranjas (Arboleda, 1928, 629? -----, 1956, 111, 231). lo mismo que en Cartago (Campo y Rivas, 1803, 29). A fines de la guerra magna, quedaban naranjos en Popayán (Hamilton, 1955, 11, 25; 46). También habíalas en Palmira y en Buga (Ibid., 72, 81; 87).

A raíz de las guerras civiles, debió abandonarse en gran medida el cultivo de frutales. Hacia 1825 varios vecinos de Cartago, entre ellos Manuel Etayo, buscando terrencs donde sembrar sin temor a la langosta que hacía estragos en la planicie central, localizaron el asiento de la primitiva ciudad de Robledo, que como se sabe, fue despoblada en abril de 1691. Creciendo entre las ruinas había "naranios cargados de frutos" (Peña, 1892, 61 nota). Otro autor dice que era sólo un árbol, que crecía en el monte para ro dejarse ahogar (Arango C., 1927, 48).

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A mediados del siglo XIX casi desaparecieron los limoneros Y naranjos en las huertas del Valle del Cauca. Un viajero se quejaba de no haber hallado un naranjo entre Ibagué y Roldanillo, y en esta última localidad, sólo unos pocos pies en la casa de Ramón González, no obstante las buenas condiciones naturales de la re. gión para ese cultivo (Holton, 1857, 403). Había también, pero en número limitado, excelentes naranjos en Bugalagrande (Ibid., 459); en La Ribera (Ibid., 467) un solo pie; en San Pedro tan buenos como pudiera desearse (Ibid., 501), y en Cerrito, en la finca "La Aurora" de los señores Cabal (Ibid., 509).

Sólo en los últimos cuarenta años ha revivido la industria citrícola, mediante la introducción que se hizo de una colección de especies y variedades, después de fundada la Estación Agrícola de Palmira en 1928, desde Riverside, California, así como de Florida y de Summit. Algunas de tales variedades, y aun híbridos hechos por el horticultor M. J. Rivero, que no se conocían antes, se han difundido del Valle del Cauca a todo el país.

En la parte interandina del Ecuador, los cítricos sólo pudieron prosperar en los valles abrigados. En la segunda mitad del siglo XVI había naranjos en Otavalo y sus anexos Caguasqui y Quilca (J. de la Espada, 1897, 111, 113; 125, 126); en Quito (Ibid., 3; 69); en Paute unas pocas huertas (Ibid., 168, 171; 175); en Cañaribarba (Ibid., 185, 186); en Santo Domingo Chunchi (Ibid., 191); en Alusí (Ibid., 194); en Loja, aqria y dulce (Ibid., 203). Aquí se registraron desde 1548 (Cieza, 1924, 187). También húbolas en Yumbos (J. de la Espada, vol. cit., ci), como más tarde en Hambato, Patate y Guano (Torres de Mendoza, 1868, IX, 454; 461; 474); en Quito agrias y de China o Portugal (Juan y Ulloa, 1748, 1, 391).

Sobre la costa, desde mediados del siglo XVI se daban las naranjas en Puerto Viejo (Cieza: Vedia, 1947, 11, 400), y más tarde allí mismo, Guayaquil y Picoazá (Torres de Mendoza, 1868, IX, 279; 251; 305), aquí sólo dulces, no agrias. En 1617 había en el pueblo de Pasco naranjas dulces y agrias (Herrera y Montemayor, 1947, 81, 82, 83). En Daule, jurisdicción de Guayaquil, haba en el siglo siguiente "naranjas de Portugal" (Alcedo, 1946, 76). Las de esa localidad han tenido fama de ser excelentes (Baleato, 1887, 54).

Poco antes del 26 de junio de 1541 en que fue asesinado Francisco Pizarro, maduraron las primeras naranjas que hubo en Lima "Allegado Juan de Herrada [otros autores dicen Juan de Rada, uno de los conjurados almagristas] donde estaba el Marqués, hallolo en una huerta mirando unos naranjos que en ella tenía sembrados... e ya que se iba, estaba allí un loco que se llamaba Valdesillo, y díjole al Marqués: -¿Cómo no le das de esas naranjas a Juan de Herrada? -Y el Marqués le respondió: -Por Dios que dices bien, e yo no miraba en tanto. -Y entonces el mismo Marqués cortó con su mano media docena de naranjas del árbol, que eran las primeras que se daban en

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aquella tierra, e dióselas a Juan de Herrada" (Cieza, 1884, 100-102). Debieron ser plantadas por lo menos cinco años antes, o sea a raíz de la fundación de la ciudad. Otro autor atribuye la introducción de las naranjas c. Lima a uno de sus primeros vecinos, Baltasar Gago; en 1652 todavía se conservaban los arboles originales (Cobo, 1891, II, 398; - , 1956, I, 401; 400-401). Para principios del siglo XVII ya abundaban tanto en la capital del virreinato, que no se cobraba por ellas en los huertos (Anónimo, 1958, 48). En 1639 en el cementerio del convento de los recoletos dominicos había hileras de naranjos (Cobo, 1955, II, 427).

También las hubo desde los principios en Trujillo (Anónimo, 1958, 26), tanto dulces como agrias (Feyjoo, 1763, 13).

En Arica abundaban a fines del siglo XVII las naranjas (Ringrose, 1945, 332; 334).

A la hoya central del Amazonas, las naranjas, como todas las plantas introducidas, llegaron por dos vías: primero descendiendo de las vertientes de los Andes, a medida que se operaba la colonización de los españoles, que fue muy temprana, como se deduce de lo dicho en el párrafo siguiente, y desde el estuario hacia arriba, con la penetración portuguesa, que empezó en el primer cuarto del siglo XVII. En Belem del Paró, fundada en 1616, había naranjas cuarenta y seis años después (Heriarte (1662), 1874, 22; Huber, 1904, 377). En la calle principal de Moura, fundada en 1758. había una avenida de naranjos (Ribeiro de Sampaio, 1825, 97), lo mismo que en Barcelos sobre el río Negro (Ibid., 104). Los jesuitas tenian naranjas en 1760 en Vigía, en la finca Rocinha (Leite, 1943, 111, 281). Los datos sobre Belem y Barcelos se repiten a mediados del siglo XIX, y en cuanto al río Negro, se afirma que los naranjos con los bananos, eran los únicos frutales exóticos cultivados, a causa de que una vez plantados, se dejaban a su :verte y requ erían pocos cuidados (Wallace, 1939, 13; 231; 245; 487).

En la vertiente oriental de los Andes se difundieron los naranjos desde temprana época, como en Quijos (J. de la Espada, 1881, 1, ci), y en Zamora (Ibid., 1897, IV, 5; 20). En el levantamiento general de los jíbaros, talaron los huertos de naranjos y otras frutas en Avila y Archidona (Ortiguera, 1909, 413; 415). A orillas del río Marañon han quedado consagrados los naranjos que se cree fueron plantados por Francisco Pérez de Vivero, y que perduraron largo tiempo, hasta justificar que el lugarejo allí reinstalado posteriormente se llamara San Francisco de los Naranjos (Ibid., cxli; cxlii; cliii-cliv; González Suárez, 1901, VI, 117; 205), donde después se fundó San Francisco de Borja (Jaramillo Alvarado, 1955, 158; 168).

Los jesuítas difundieron naranjas en las misiones del Marañón y otros tributarios del alto Amazonas (Magnin: RI, 1940, I, 56; Uriarte, 1952, I,

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79 (Napo); 138, 275, 353 (Omaguas); 139 (Napeanos), 353 (Santa Bárbara), 296). La agria se usaba como remedio (Ibid., 180).

En cuanto a la cuenca del Orinoco, debieron llevarse frutas cítricas a San Tomé de la Guayana; pero no ha quedado constancia. Sólo se hallan mencionadas naranjas en la época de las misiones jesuíticas, a mediados del siglo XVIII (Gil¡¡, 1965, I, 203). Un lugar de producción era Carichana (Torre Miranda, 1890, 112). A principios del siglo XIX se conservaban en la misión de Atures naranjos plantados por los jesuítas (Humboldt, 1942, IV, 60-61), y aun en región tan remota como la peña del Cocuy, ya en la cuenca del río Negro, había bastantes ejemplares al parecer subespontáneos (Ibid., 253). Asimismo quedaban en la cuenca del río Apure (Ibid., 1941, 111, 289).

 

Difusión

Son unánimes los cronistas, historiadores y via;eros en pon - derar la rápida y total adaptación de las frutas cítricas, especialmente limones (entendiendo por tal las limas ácidas) y los naranjos dulces y agrios, a las condiciones de América intertropical. Esto se registró desde mediados del siglo XVI (Oviedo y Valdés: Vedia, 1946, I, 474). Un americanista, para ponderar la resi-tencia y adaptación de los negros en las Antillas, dice que se aclimataron como los naranjos (Casas, 1951, III, 275-276); que estos aun se convirtieron en plaga para los campos (Casas, 1909, 20), cosa que había interferido en la segunda mitad del siglo con el desarrollo de la ganadería, porque entre naranjos y guayabos invadían las dehesas e impedían el crecimiento de los pastos (Torres de Mendoza, 1864, I, 19; Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 128, 132).

A fines del mismo siglo XVI, un autor da a entender que algunas de las frutas cítricas habían escapado al cultivo: "De árboles, los que más generalmente se han dado allá, y con más abundancia, son naranjos y limas, y cidras y fruta de este linaje. Hay ya en algunas partes, montañas y bosques de naranjales, lo cual haciéndome maravilla pregunté en una isla quien había henchido los campos de tanto naranjo. Respondiéronme que acaso se había hecho porque cayéndose algunas naranjas y pudriéndose la fruta, habían brotado de su simiente, y de la que de éstos y de otros llevaban las aguas a diversas partes, se venían a hacer aquellos bosques espesos. Parecióme buena razón. Dije ser esta la fruta que generalmente se haya dado en Indias porque en ninguna parte he estado en ellas donde no haya naranjas, por ser todas las Indias, tierra caliente y húmeda, que es lo que quiere aquél árbol" (Acosta, 1940, 31; -----, 1954, 125-126). También se ha atribuido esta dispersión a la acción de los pájaros y otros animales (Hughes'  1672. 46; Bouvier, 1946, 44), en los casos de Jamaica y Puerto Rico. En Santo Domingo,

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Fernando de Araújo en 1699 habla de los cítricos en montes en el interior de la isla (Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 301). Fue este fenómeno tan acusado en Cuba, donde la naranja servía como forraje para criar cerdos (Arreste (1761), 1949, 14), y los troncos para leña en los trapiches e ingenios, que desorientó a científico tan informado como Humboldt, quien creyó espontánea la naranja en esa isla (Humboldt, 1941, I, 63; De Candolle, 1886, 370, Lippmann, 1941, I, 93).

En la costa suramericana del Caribe, se registra lo mismo en las cercanías de Santa Marta en el siglo XVIII (Rosa, 1945, 170), y en las vegas del río Cedeño y la falda meridional del cerro Cocollar, en la parte oriental de Venezuela (Humboldt, 1541, II, 30); así como en el alto Río Negro (Ibid., 1942, IV, 253).

A mediados del siglo XIX esto ocurría también en las planicies orientales de Bolivia, en la provincia de Santa Cruz de la Sierra, en espacio de leguas (Valdizán y Maldonado, 1922, !II, 365).

En el occidente de la Nueva Granada, un viajero observó un naranjal de más de una legua, entre Garrapatas y Sipí, afluentes del San Juan (Acosta de Samper, 1901, 72-73).

Ya se mencionó el caso del sitio de la primitiva ciudad de Cartago (Peña, 1892, 61).

En cuanto a los limones, Eduardo Andrá halló en el valle de Guachicono, afluente del Patía, un bosquecillo en 1867.

Otro indicio de la adaptación de los cítricos en América, lo constituye la abundancia de topónimos, como Naranjo, Naranjal, Limones, Limonar, etcétera.

La bondad de las tierras y del clima del Nuevo Mundo para las frutas cítricas, es expresada así por otro autor colonial: "Lo cual cuánta verdad tenga testifican las grandes montañas y bosques que se han hecho en estas Indias de naranjos, limones y los demás árboles deste género, naciendo en lugares desiertos e incultos, como si fueran plantas silvestres las que de suyo son tan domésticas y hortenses, que se plantan y cultivan en todo el mundo con gran diligencia y regalo" (Cobo, 1891, II, 396; -----, 1956, I, 400).

Acosta y Cobo exageran. Cuando escribieron, habían transcurrido largos períodos de ocupación y subsiguiente abandono de lugares, principalmente por la extinción de los indígenas, nervio de la vida económica; de modo que los naranjales y limonales al parecer espontáneos, en realidad pudieron en muchos casos ser relictos de una ocupación humana anterior. Gilii enfoca el asunto con su habitual moderación (Gilii, 1955, 61-62).

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Variedades

En la época de los descubrimientos, se conside raba en España que las naranjas de Córdoba eran mejores que las de Vera (Herrera, G. A., 1818, II, 301). Las cafeles que vio Clusio plantadas en la cartuja de Sevilla, eran muy doradas, de corteza comestible (Ibid., 306).

A mediados del siglo XVII Cabo trae estos importantísimos datos sobre el particular: "Hay ya en esta tierra todas las diferencias de naranjas que en España, unas de cáscara delgada y otras da gruesa, llamadas cageles; unas dulces y otras agrias; todas, finalmente, grandes y pesadas y muy llenas de zumo.. . " (Cobo, loc. cit.). Un siglo después, en Santa Marta había lo siguiente: "Na. ranjas de la China muy dulces y suaves; y de las ordinarias hay dulces, agrias y agridulces. Otra especie de naranjas llaman "caxeras": estas tienen los gajos pequeños y menas húmedos que las otras, pero los granos del tamaño de los de la cebada, y dulces con extremo: la cáscara delgada como la de China, y el casco grueso, blanco y de sabor suave, por lo que son estimadas para hacer dulces secos y de almíbar" (Rosa, 1945, 277). En general en el Nuevo Reino de Granada, por la misma época, había naranjas ordinarias de dos clases, dulces y agrias, y otras de la China, bastante más grandes y dulces

que las anteriores, se daban mucho en la región de Girón (Oviedo, 1930, 45; 35). Otro autor contemporáneo sólo rnenciona las agrias y las de Portugal (Gilii, 1955, 62).

Las naranjas llamadas de la China o de Portugal, que como sa vio no eran sino una variedad de naranja dulce, aunque pudieron haber llegado a la península a principios del siglo XVII (Webber et al, 1943, 14-15; 411-412), se mencionan en América mucho más tarde, no antes de mediados del siglo XVIII, como en Quito (Juan y Ulloa, 1748, I, 391); en Cuenca (Serro, 1956, II, 315); Nuevo Reino (Oviedo, 1930, loa. cit., Gil¡¡, 1955, loa. cit.); en Surinam (Fermin, 1769, 1, 168), y en el alto Amazonas (Uriarte, 1952, II, 47). El capitán Bligh introdujo en su célebre viaje en 1793 a Santa Helena una variedad de naranja de China (Marriot, 1920, 221). Un autor cree que sólo llegaron a Antioquia al finalizar las guerras de independencia, procedentes de Jamaica (Zuleta: RHA, 1919, 2: 758). Laranja de China se cultivaba en Belem del Pará en 1821 (Martius, 1843, 30).

En Trinidad había a mediados del siglo XIX las variedades Sevilla dulce, Prolific, Navel, Silver y Maltesa da sangre (Prestoe, 1870, 14). En 1897 llegaron 15 variedades nuevas (Hart, 1897, 16; de Florida se trajeron algunas, que como la Pinneaple y St. Michel se daban bien (Ibid., 1902, 9; -----, 1906, 12-13).

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A la Estación Agrícola de Palmira se introdujeron a partir de1932 y 1933, varias decenas de variedades que dieron origen a la moderna industria citrícola colombiana (Rivero: García Vásquez, 1935, 103-105). El primar huerto se hizo a fines de 1934 (García Vásquez, 1936, 43).

A la Estación Agrícola de Armero, fundada en 1936, se introdujeron también desde el Brasil algunas variedades (Patiño, Mss..).

 

128- |Citrus reticulata Blanco (= |C. nobilis Andrews; |C. deliciosa Ten.).

Mandarina, tangerina; naranja mandarina.

Originaria de Filipinas y del Sureste de Assa, es de introducción relativamente reciente cl mundo occidental (De Candolle, 1886. 141-150?; Huber, 1904, 378; Haudricourt et Hedin, 1943, 145, 143-144). En el caso de los Estados Unidos, la introducción selo data de principios del siglo XIX, para algunas variedades y de mediados o fines para otras (Webber et al, 1948, 1, 16; 414; 544-545). Esto explica ta ausencia de referencias sobre ella en la literatura colonial hispanoamericana. Se ignora si esta fue la naranja de China que trajo e? capitán Bligh en 1793 a Santa Helena (Marriot, 1920, 221).

En Santo Domingo hubo ya a fines del primer cuarto del siglo XIX naranjo mandarino, caracterizado por sus Bojas aladas (Descourtilz, 1833, V, 127-130), y en Jerez de la Frontera y la cartuja de Sevilla por la misma época, más apreciado por su extrañeza que por su mérito (Herrera, G. A., 1818, II, 306).

En Belem del Pará hallaron tangerina en 1821 los viajeros alemanes Spix y Martius, en dos variedades, una pequeña y una grande (Martius, 1843, 30). En 1895 la mandarina y la llamada tangerina [hoy limón] cravo o clavel, que es un híbrido, se cultivaban en el Jardín Botánico de Río de Janeiro (Barbosa 53) Rodrigues, 1908.

En el Jardín Botánico de Trinidad se informaba en 1891 que desde hacía tiempo la mandarina o tangerina se cultivaba con éxito en esa isla y en las Antillas menores (Hart, 1891, 19).

En 1885 la mandarina se enumera entre las frutas cultivadas en Antioquia (Posada Arango, 1909, 133). Otra fuente dice que a Medellín la introdujo de Europa a fines del siglo XIX don Nicanor Restrepo; "Quizá los árboles que produjeron primero aquí fueron Sembrados en "La Alameda", por don Joaquín Santamaría, a fines del siglo pasado, enviados por D. Pastor Restrepo" (Zuleta: RHA, 9, 3-4: 15).

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En la Exposición Industrial y Agrícola que se hizo en Bogotá para el 20 de julio de 1907, se presentaron unas plantas de mandarino (Vesga y Avila, 1907, 88).

A los jardines Experimentales de Summit fueron introducidas las variedades Satsuma y el híbrido Rangpur (CZG, 1936, (1939), 57).

Hacia 1894 el industrial tucumano Clodomiro Hilleret introdujo del Japón al norte de la Argentina, con éxito, el mandarino (Avila, 1923, 44).

Informaciones verbales del señor Francisco Córdoba Velasco al autor, indican que al Valle del Cauca habría sido introducida a fines del siglo XIX por el doctor Gonzalo Córdoba.

Después de la fundación de la Estación de Palmira en 1928, pero con más seguridad en 1934, se introdujeron algunas variedades, tanto de mandarinas puras como de híbridos, entre ellos el llamado limón o lima Calamondín, y el Rangpur, lo mismo que la mandarina King, que es otro híbrido.

Hay un dato del naturalista Cobo, que podría corresponder a una introducción temprana de esta última: "Después [de 16001 se trajo de la China otra casta de naranjas, que a mí, que he visto las unas y las otras [véase numeral 1261, me parece que son distintas de las primeras; y a la verdad, tengo para mí que estas segundas no son puras naranjas, sino algún injerto de naranja y cidra. Comenzáronse a dar en esta ciudad hacia los años de 1624; son tan grandes como medianas cidras, y en el olor, scbor y groseza de la cáscara se les parecen, salvo que la figura y talle es de naranja y la cáscara no tan gruesa corno la de la cidra, pero mucho más que la de la naranja común. Estímanse estas naranjas por su grandeza, pero ellas son más a propósito para conservadas que para aprovecharse de su zumo, salvo las dulces, que son buenas para comer, especialmente las que nacen en la tierra yunca, que salen muy grandes y dulces" (Cobo, 1891, II, 450-451; -----, 1956, 1, 424-425). Por ser esta una especie estrictamente tropical, no es de extrañar que no se diese bien en el clima de Lima.

 

129 -- |Citrus grandis (L.) Osbeck. (= |C. maxima (Burm.) Merr.; |C. pampemmos Pisso).

Pomelo; pamplemusa: shaddock.

Hay cierta ambigüedad en las fuentes respecto a esta especie y a la que se estudiará en el numeral siguiente, el grape-fruit o toronja. Aunque se ha dicho que es la misma zamboa, conocida en España desde la dominación árabe (Webber et al, 1948, I, 16-17)' bajo el

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nombre de bastambón o zamboa (Abu-Zacaria, 1802, l, 323), este último escrito también çamboa (Covarrubias, 1943, 1017, 391), es de saberse que la verdadera azamboa, zambos o gamboa era principalmente en España una Rosácea, de forma de membrillo, que viene identificada en obras del siglo pasado como Pyrus cydonia var. lusi.anica. Por similitud de forma debió aplicarse a una fruta cítrica, más relacionada con las cidras que con cualquier otro grupo (Herrera, G. A., 1818, 11, 299-305; 305-306), y por consiguiente, no al pomelo del sur del Asia y del archipiélago malayo, tal como ahora lo conocemos. La zamboa fue introducida a las Antillas desde el siglo XVI (López de Velasco, 1894, 95).

Durante la época de los grandes descubrimientos, los europeos conocieron especies y formas de frutas cítricas, distintas a las que habían sido introducidas por los árabes en el Mediterráneo. Uno, por ejemplo, vio en Cantón a fines del siglo XVI cítricas de varias clases, entre ellas una asperma (Carletti, 1701, 11. 178). De las Filipinas se conocían a principios del siglo XVII seis a ocho "especies", algunas de frutos tan grandes como melones o calabazas, y unas con carne blanca, otras con carne roja (Sandoval, 1627, 28v.29; -----, 1956, 46).

Al naturalista Bernabé Cobo se le debe la siguiente información: "De las islas Filipinas trajo un Padre de la Compañía de Jesús a esta ciudad de Lima, el año de 1600, cierta casta de naranjos, que dicen ser tan grandes en aquella tierra como la cabeza de un hombre. Sembráronse dentro de nuestro Colegio de San Pablo, y nació un árbol que a su tiempo dio fruto; mas, con la mudanza de temple y suelo, degeneraron estas naranjas, de manera que si bien el primero y el segundo año nacieron tan grandes como toronjas, después quedaron del tamaño de las nuestras" (Cobo, 1891, II, 450-451; -----, 1956, I, 424).

En el Brasil (Bahía) se conocían en 1587 las que "chamam azamboas, de que nao ha muitas na terra, por se¡ nao aproveitarem n'ella d'esse fruto" (Soares de Sousa, 1938, 181). En Marañón había zambas, al mismo tiempo que toronjas (luego no eran idénticas) a principios del siglo siguiente (Silveira, 1874, 28). No es fácil establecer la relación que estas frutas tengan con el shaddock, mencionado de Jamaica desde fines del siglo XVII (Sloane, 1696, 212; Cheesman, 1940, 77-78) y luego en Santo Domingo como "pampelmouse "chadec"; "citron des Barbades"; "cabeza-de-niño", del cual se conocían en esa isla cuatro variedades (Descourtilz, 1833, 111, 313-318), y con el "pampelmouse" de las Guayanas desde mediados del siglo XVIII, de carne roja y blanca (Fermin, 1769, I, 166-167), cuyo jugo se usaba en Georgetown para limpiar alfom. oras (Schomburgk, 1922, I, 41).

La pampelmusa era conocida en Antioquia en 1885 (Posada Arango, 1909, 133). A fines del siglo se llevó a Anapoima, en Cundinamarca (Rivas, 1899, 62).

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Algunas variedades, procedentes de las importaciones hechas a los Estados Unidos desde principios del siglo XIX Webber et al, 1948, I, 584-586; 585), se introdujeron a la Estación Agrícola de Pal. mira después de 1930.

 

130 -- |Citrus paradisi Macf..

|Toronja, grape-fruit. Este último nombre fue creado en 1814 por Lunan (Webber et al, 1948, 1, 418).

Como se vio al principio del estudio de esta familia de las Aurantiáceas, un cítrico se conoció en la España musulmana como toronja (Anglería, 1944, 435).

Con ese nombre se menciona una fruta cítrica en localidades tan distantes como Puerto Rico (Latorre, 1919, 47) y La Palma de los Muzos (Morales Padrón, 1958, 607), en el mismo año de 1582, y a principios del siglo XVII en el Brasil (Marañón) (Silveira (1624) 1874, 28) y en el Nuevo Reino (Zamora, 1945, I, 148).

A mediados del siglo XVII decía el naturalista Cobo refiriéndose al Perú: "De toronjas se dan cinco o seis diferencias, que discrepan unas de otras en la figura y tamaño; de las mayores se hallan algunas tan crecidas como cidras" (Cobo, 1891, 11, 397-398; -----, 1956, 1, 401).

También las había en Quito a mediados del siglo :VIII (Juan y Ulloa, 1748, 1, 391), y poco después en San Pablo de Napeanos, en el Amazonas quiteño (Uriarte, 1952, 1, 159). A principios del siglo XIX eran casi subespontánoas en Santa Cruz de la Sierra, orienta boliviano (Valdizán y Maldonado, 1922, 111, 365).

Se cultivaban toronjas en Mompós a fines de la guerra da independencia (Hamilton, 1955, 1, 54), y en Antioquia en 1885 (Posada Arango, 1909, 133).

En la hacienda Manuelita de Palmira, se cultivaba una variedad de grape-fruit desde fines del siglo pasado (Eder, 1959, 215). Las variedades modernas de grape-fruit, que han desplazado en Colombia a las toronjas antiguas (aunque estas perduren en algunos medios rurales), fueron introducidas primero a la Estación Agrícola de Palmira después de 1930.

 

131-- |Citrus ichangensis Swing..

|Ichang papeda, en China.

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Los frutos no son comestibles; Pero los de un híbrido de esta especie con mandarina se usan para perfumar habitaciones y alacenas (Webber et al, 1948, 1, 425-430). Fue introducido a la Estación de Palmira.

 

132 -- |Citrus hystrix DC..

De los archipiélagos malayo y filipino e Indochina y Ceilán. El fruto se usa para la extracción de aceite esencial y para lavado de cabeza y pies contra piojos y niguas. Un híbrido con limón Martin, es comestible (Webber et al; vol. cit., 442-444).

Fue introducido al Valle del Cauca en la misma época que el anterior.

 

133 -- |Poncirus trifoliata (L.) Raf.?

En Lima había dos matas de un |Límonía triphylla, que habían sido llevadas de China vía Panamá en 1776 (Ruíz, 1952, I, 31, 355).

 

BURSERÁCEAS

 

134 -- |commune L..

|Kánari; nali, en Filipinas e islas Salomón (Merrill, 1945, 187).

|C. Commune L. es de amplia dispersión en Asia e islas del pacífico sur. En Borneo es la comida predilecta de la cacatúa negra, Microglossum aterrimum Woll., cuyo pico está adaptado a romper la dura testa que protege las almendras (Wallace, 1947, 121-122.).

Ya crecía en Trinidad en 1870 (Prestoe, 1870. 17). Veinte años después se introdujo a esa isla el C. zeylanicum (Hart, 1891, 30).

A los Jardines Experimentales de Summit fueron traídas dos. especies, en 1928, por la expedición Armour (CZG, 1928, 40; 1933, 54; Rivero, 1930, 6).

Se introdujo de dichos jardines a la Estación Agrícola de Palmira, en la década 1930-1940; pero no se adaptó a las condiciones muy secas del valle del Cauca. A iniciativa de quien escribe, se trajeron varios ejemplares desde Summit a la Estación Agrícola de Armero en 1940, y

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allí sí se ha dado muy bien. Fun una magnífica sorpresa ver un ejemplar fructificando en 1951.

A la Estación del Calima se trajeron veinte arbolitos desde Summit en diciembre de 1945; pero no h-n han fructificado (Patiño, 1947, 23).

 

135 -- |C. ovatum Engl..

Pili, nuez de pili.

La nuez de pili se recibió de Almirante (40 arbolitos) en los jardines Experimentales de Summit (CZG, 1938, 54). Quizá se introdujo a Almirante desde Lancetilla, Honduras.

De Lancetilla se trajo a Colombia por quien escribe en 1960. para el Instituto de Fomento Algodonero; pero se ignora dónde fueron sembradas las semillas.

 

EUFORBIÁCEAS

 

136 -- |Phyllanthus acidus (L.) Skoels (= |P. Disticha Muell.; |ciccadisticha L.).

Iba, en Filipinas. Grosello.

Habíala en el Jardín Botánico de Trinidad a fines del tercer cuarto del siglo XIX (Prestoe, 1870, 66).

Se desconoce todo lo relativo a la introducción de esta especie malgache e índica, sólo utilizada para compótas y mermeladas, a causa de su acidez. Pero se puede conjeturar que su difusión continental suramericana empezó a fines del siglo pasado.

 

137 -- |Antidesma bunius (L.) Spreng.

Bignay.

Fue introducido desde Hawaii a Panamá (CZG, 1930, 17).

 

ANACARDIÁCEAS

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138 -- |Mangifera indica L..

|Amra, chuta, sahakara, rasala, en sánscrito (Single, 1960, 1-2).

|Man-kay o |man-gas, en tamil (Ibid., 5), de donde

Mango, manga.

Otros nombres en 43 idiomas pueden verse en la obra citada (Ibid., 14-15).

Como otras plantas cultivadas del subcontinente índico, el mango fue introducido por los árabes al oriente de Africa, aunque la aceptación por las tribus negras parece haber sido escasa (Ficalho, 1957, 23, 32-33; 122; Schnell, 1957, 172; Singh, op. cit., 8).

Garcia da Orta da completas noticias sobre el mango, tal como lo conoció en Goa en el segundo cuarto del siglo XVI. Usa el nombre "manga", y describe las varias maneras como se consumían las frutas: tajadas en vino; conserva en azúcar; conserva en vinagre con sal; rellenas con jenjibre verde y ajos; saladas, cocidas. Así justifica lo que dice al empezar: "Quanto mais dicerdes dessa Eructa no sabor tanto acertareis mais..." (Orta, 1872, 133v.136). Al fin del mismo siglo se cultivaba en Macao, al sur de la China (Carletti, 1701, 11, 179) y en Pulo Condore (Dampier, 1927, 266).

Parece que al sur del archipiélago filipino fue llevado por misioneros mahometanos en la primera mitad del siglo XV; pero al norte, que fue la porción ocupada por los españoles, sólo dos siglos después (Singh, op. cit., 8).

No se han podido hallar documentos para decir si el mango llegó primero a América desde las Filipinas, vía Acapulco (Popenoe, 1920, 90; Cué Canovas, 1960, 69). El médico Francisco Hernández, quien estuvo en Méjico en la época en que empezó a regularizarse la comunicación anual con Manila, no habla del mango, ni aun su comentador Francisco Jiménez que escribió en 1615. Tampoco lo mencionan Cobo y Vásquez de Espinosa, que estuvieron en la Nueva España y recorrieron las porciones tropicales en el primer cuarto del siglo XVII. Aunque se conocía en Guam a fines del siglo XVII (Dampier, 1927, 210), el galeón no pasaba por allí al regreso sino a la ida.

Las informaciones de Estacio da Silveira de que en el Amazonas existían mangas de la India y duriones de Molacca en 1624 (Silveira, 1874, 29), fueron evidentemente erróneas. Puede tenermás fundamentos -aunque no se han hallado documentos comprobatorios -la afirmación de Huber, de que a Bahía introdujeron el mango colonos portugueses a mediados del siglo XVIII (Huber: BMG, 1904, IV,

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378), y de que de allí se extendió por otras partes del Brasil y aun a Barbados. Pero a Belem del Pará sólo llegó desde Cayena en 1798 (Ferreira Reis, 1946, 8, 12; Martius, 1843, 33; Amaral, 1940, II, 420-421). Luego a la colonia francesa debió ser introducido después de 1775, pues Aublet no lo menciona.

Desde Belem fue sorbiendo poco a poco por el Amazonas y sus tributarios. A mediados del siglo XIX se cultivaba tan adentro como Manaquerí, cien millas arriba de la confluencia del Río Negro (Wallace, 1939, 13, 63, 102, 124, 124-125, 220; 231; Spruce, 1908, I, 246).

A principios del último cuarto del siglo XVIII ya había mango en la isla de San Vicente, de las Antillas menores (Long, 1774, III, 912).

En Guyana se registran desde la primera mitad del siglo XIX (Schornburgk, 1922, I, 33; 1923, II, 338; im Thurn, 1883, 4, 115).

Al fundarse el jardín Botánico de Puerto España en Trinidad en 1824, se introdujo esta especie; los ejemplares tenían 78 años en 1902 (Hart, 1902, 9). Seis variedades se habían introducido poco después de la mitad del siglo XIX (Prestoe, 1870, 17). Estas variedades, algunas injertadas, se habían traído de Martinica y Cayena (De Verteuil, 1884, 237). Otras vinieron directamente de Asia, especialmente de la India (Hart, 1889, 20-21; -----, 1890, 19; -----, 1900, 11, 12; -----, 1901, 12; -----, 1902, 9; -----, 1903, 11; -----, 1905, 6; -----, 1907, 17). A este flujo de introducciones debió haber contribuído la inmigración de coolíes asiáticos que no podían prescindir de sus frutas nativas, y traían con ellos las idea de veneración y culto por el árbol, que son características en su tierra natal (Niehoff, 1960, 120; 161; Singh, 1960, 1-3).

La difusión del mango al oriente de Venezuela debió operarse, de acuerdo con estos antecedentes, desde alguna de las vecinas colonias extranjeras, ya insulares, ya continentales. En 1800 había árboles cultivados en la hacienda de Félix Ferreros, cerca de Angostura, en el Orinoco (Humboldt, 1942, V, 479-480). Quizá al norte de Venezuela se llevó en el período republicano (Alvarado, L., 1953, 239).

Pero el mango introducido a la porción de Sur América situada al occidente de los Andes tuvo otro origen. Un navío francés que llevaba arbolitos de esta especie desde la isla de Barbón (Reunión) a Haití en 1782, fue capturado por los ingleses, quienes condujeron con todo cuidado los arbolitos a Jamaica, y los plantaron allí con buenos resultados (Popenoe, 1920, 90; Descourtilz, 1833, I, 121-126; 121). Once años después, el capitán Bligh, como resultado de su segundo viaje en busca de la fruta de pan (véase numeral 98), embarcó en la isla de Timor y trajo al Atlántico varios arbolitos de mango, que fueron distribuídos y plantados de la siguiente manera: isla de Santa Helena,

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2, San Vicente, 15; diversos lugares de Jamaica, 17 (Marriot, 1920, 221; The Royal Gazette, 1793, 23).

De aquí pudieron ser llevadas plantas o semillas a las otras Antillas. En el periódico "Aviso de la Habana", N" 82, de 1809, se ofrecen en venta a cambio de café, "30 matas de mango próximas a parir" (Pérez de la Riva, 1944, 50-51). Entre las exportaciones de Puerto Rico en el período 1815-1827, figuran 3.600 mangos. En 1846 se dispuso la tala de los árboles que crecían cerca a las casas, en San Juan, por relacionarlos con las fiebres palúdicas (Colón, D.. 1930, 92; 147).

Andrés Baleato, en su relación sobre Panamá, dice que en 1804, un natural de Cerdeña tenía 300 frutales de manga. Las semillas le llegaron de Jamaica "a donde se trasladaron del Asia por los ingleses" (Cuervo, 1892, II, 354). Esto es más racional y fehaciente que lo que se ha dicho sobre el indigenismo del mango en. Panamá (Rojas y Arrieta, 1929, 10). Para mediados del siglo XIX se había difundido hasta los límites con Costa Rica (Wagner, M., 1943, 264). La adopción fue particularmente notable entre los cunas de la provincia del Darién, en cuya alimentación desempeña papel importante (Wavrin, 1937, 59; Puig, s. f., 13-14). Al fundarse los jardines Experimentales de Summit en la Zona del Canal, se introdujeron variedades mejoradas y se promovió la propagación asexual (CZG, 1924; 5; 1926, 10; 1928, 12-22; 1930, 20-24; 1931-32 (1938), 14; 1935 (1939), 22; 1936 (1939), 54; Rivero, 1930, 5).

De Panamá se llevó a Guayaquil en 1820 (Baleato, 1887, 54). Del Guayas se exportaba la fruta a mediados del siglo XIX a Chira y Piura, para completar la producción deficitaria de esas dos lo calidades de la costa norte peruana (Spruce, 1864, 35; 43). Sólo en una hacienda del Guayas había ejemplares injertados al terminar el primer cuarto del siglo actual (Popenoe, 1924, 119-120).

La introducción del mango a la costa atlántica de Colombia debió tener lugar a principios del siglo XIX, supuesto que en localidades interioranas ya se conocía al terminar la guerra de inde pendencia (véase adelante). Los indios guajiros riohacheros lo cultivaban a mediados de ese siglo (Reclus, 1881, 235). Había árboles también en Santa Marta y en las bocas del Magdalena (Ibid., 119; 84). Por la misma época se hallaban pocos ejemplares en la boca de Gallina; pero sí abundaban en la de Jegua, del río San Jorge, tributario del Cauca-Magdalena (Striffler, 1958, Mont., 67). Muchas variedades, que son desconocidas en el interior de Colombia, se hallan en el Magdalena. En época de cosecha, el mango es en la costa atlántica uno de los alimentos diarios de la gente del campo, como lo vio el autor en Mompós en 1941-1942.

Se vendían mangos en el mercado público de Bogotá en 1824 (Hornilton, 1955, I, 89), probablemente cultivados en las partes cálidas de la hoya del río Bogotá, como todavía se hace. En 1854

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había árboles de mango en el huerto de la hacienda de El Chocho, abajo de Fusagasugá (Holton, 1857, 304). La Mesa se convirtió en centro de producción y distribución poco adelante (Camacho Roldan, 1892, I, 571, 575; -----, 1923, 141). El mango Julie fue importado a Mariquita de Dominica, después de 1926, por el señor Eduardo Nichollas, quien trajo también el Greyham, de Trinidad.

Se ha atribuído al señor José Lloreda la introducción del mango al valle del Cauca en 1838 (Palacios, B., 1896, 4 nota; Palacios, E., s. f., 62; Arboleda, 1926, 618). Otras fuentes indican que ello tuvo lugar mu ocho antes, pues en 1824 el viajero inglés Hamilton halló s en una finca cerca de Palmira (Hamilton, 1955, 11, 80), a donde se habían introducido de Jamaica. Otros documentos de la segunda mitad del siglo XIX lo mencionan también (Pérez F., 1862, 186; Eder, 1959, 215).

Una colección de las mejores variedades (Cambodiana, Sandersha, Paheri, Kavasji Patel, Saigón, Fairchild, Corozal, Champadan etc.) fue introducida a la Estación Agrícola: de Palmira hacia 1941.

El mango era desconocido en Antioquia en 1760 (Ospina Rodríguez: RHA, 1913, 474). A fines de octubre de 1825, al ilustre científico francés Juan Bautista Boussingault le ofrecieren los habitan tes de Titiribí, a una legua de la mina de El Zancudo (1596 metros sobre el mar), varias frutas de regalo, entre ellas mangos (Boussingault, 1903, IV, 104). Para que ello ocurriera, por fuerza la introducción de la especie debió ser hecha por lo menos. ocho o diez años antes, cosa que debe aplicarse también a los otros datos producidos para varias localidades de la Nueva Granada. En 1885 era ya común en Antioquia (Posada Arango, 1909, 133). La variedad N° 8(?) habría sido introducida a Medellín hacia 1853 por don Juan Santamaría, en cuya casa del barrio La Alameda el o los árboles iniciales duraron hasta poco antes de 1918. Un señor Upegui había hecho otra introducción (Zuleta: RHA, 1919, 2: 759; 3-4: 14).

Se ha fijado en 4.000 pies (1.200 metros) la máxima altura hasta la cual puede crecer el mango en los intertrópicos (Singh, 1960. 80), y a 600 metros la altura a que se puede cultivar comercialmente. Sin embargo, en América equinoccial el mango vive (aunque no produciendo en condiciones económicas), hasta los 1.600 metros, y el cultivo comercial puede llegar hasta los 1.000, como en el Valle del Cauca. Son famosos los mangos de Acaputzungo, cerca de Cuernavaca, en Méjico, a 1.600 metros (Bukasov, 1930, 480).

 

139 -- |Pistacia vera L..

|Alfóncigo, alfónsigo. Pistacho.

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Arbol del Medio Oriente y Asia Central, difundido en el Mediterráneo desde el principio de la era cristiana (Whitehouse: EB. 1957, 11, 4: 282-285). En España se conoció en las provincias meridionales desde la dominación árabe (Abu Zacaria, 1802, I, 265-268). aunque no era familiar a los castellanos mediterráneos (Herrero, G. A., 1818, 11, 436-438; Ríos, 1952, 65; Font Quer, 1962, 440-441).

A Estados Unidos se introdujo la especie a principios del siglo actual (Klose, 1950, 133; Whitehouse, op. cit., 291).

No se conocen datos sobre introducción a los países andinos (Posada Arango, 1909, 133).

 

140 -- |Spondias dulcis [Soland. ex] Park.. (= |S. cytherea Sonn.).

|Vi, E avee, en polinesio.

|Ehé, ehéu, loé, en islas de la Sonda (Merrill, 1954, 360; -----, 1945, 151-152).

Garcia da Orto describe una fruta de Goa, que el editor considera corresponder a esta especie. "Nam he fruta de que se uze em mézinha, mas he boa para temperar os comeres com azedo, fa zendoos mais apetitosos: em madura cheira bem, e com ser madura retem em si o azedo mais apetitoso. Chamamse cambares", e tem una armadura cartilaginosa, e tem amarella quando madura, e quando o nao he a sua cor he verde craro" (Orto, 1891, 1, 87).

Pero donde se reveló su importancia fue durarte los viajes a Tahití y otras islas de la Polinesia. Una de las primeras descripciones se debe al dibujante Parkinson, de la expedición de Cook (Mer rill, 1954, 360, pl. 91; Hawkesworth, 1774, II, 134, 141, 153; 426; 447).

El capitán Bligh, en el mismo célebre viaje para la introducción del árbol del pan, en el navío "Providencia", entregó en Port Royal, Jamaica, el 9 de febrero de 1793, once ejemplares de av'vee "a kind of apple" (Marriot, 1920, 220; The Royal Gazette, Vol. XV, 23). Dos arbolitos habían sido dejados previamente en Santa Helena, y otros 9 en San Vicente (Marriot loc. cit.) Quizá había sido introducida diez años antes (De Candolle, 1886, 203; Popenoe, 1920, 156).

En Trinidad existía ya a mediados del siglo XIAl Brasil (Belem) debió llegar a principios del siglo XIX, quizá Por intermedio de Cayena (Huber: 1904, 379).

En la provincia ecuatoriana del Guayas, donde se le llama "manzana de oro", había algunos ejemplares a principios del presente siglo (Popenoe, 1924, 120).

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En Colombia hay árboles aislados, cuya introducción ha debido tener lugar hace pocos años.

 

SAPINDÁCEAS

 

141 -- |Litchi chinensis Sonn.. (= |Nephelium litchi Cambess.).

Litchi, fichi.

Orta menciona elusivamente la lixia" de China (Orto, 1872, 151). El viajero italiano Carletti, durante su permanencia en Macao Y Cantón en 1598, conoció muy bien esta fruta, de la cual llevó semillas en Europa a su regreso en 1600 (Carletti, 1701, 11, 180-181).

De la Isla de Francia debió llevarse a las Antillas francesas, donde según una fuente, se cultivaba con cuidado por su aspecto ornamental y por la excelencia de sus frutos, a principios del siglo XIX (Descourtilz, 1833, V, 106-109; 107).

En Trinidad parece haber sido introducido a raíz de la fundación del Jardín Botánico (Prestoe, 1870, 12). Uno de los pies que había en esa institución produjo en 1888 algunos frutos, que eran muy perseguidos por los murciélagos. Posteriormente su producción siguió siendo irregular (Hart, 1889, 19; -----, 1893, 10; -----, 1905, 11).

En el Jardín Botánico de Río de Janeiro estaba creciendo en 1895 (Barbosa Rodrígues, 1908, 69).

Parece que a Colombia fue traído primero el litchi en 1905, a la granja de Paloquemado, de Apulo, por el francés Pedro Char. tón; de dos variedades introducidas, sólo fructificó una (Patiño, 1946, 118-120). Después, desde Florida lo habría llevado a Medellín don Nicanor Restrepo; algunos arbolitos fueron plantados en su finca "La Margarita", barrio de El Poblado (Patiño, 1946, loc. cit.). De Apulo se llevaron diez ejemplares a la Estación del Calima en 1945 (Patiño, 1947, 22). Hacia 1942 se introdujo a la Estación Agrícola de Palmira (Obs. pers.). En 1945 había unos ejemplares en la Estación de Armero (Patiño, mss.). Se ha adaptado bien a las condiciones del Valle del Cauca, aunque no se ha difundido.

A principios de este siglo fue llevado a la hacienda "Payo", cerca de Naranjo, Guayas, en el Ecuador (Popenoe, 1924, 121).

 

142 -- |Nephe ium lappaceum L..

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Rambután.

Esta especie del archipiélago malayo se cultivaba en la hacienda mencionada en el último párrafo del numeral anterior (Popenoe, loc. cit.).

Unas semillas fueron traídas por quien escribe desde Lancetilla en octubre de 1960 para el Instituto de Fomento Algodonero. Se ignora su suerte.

 

143 -- |Euphoria longan (Lour.) Steud

Longan.

Se recibió en los Jardines Experimentales de Summit desde MInisterio de Agricultura de los Estados Unidos (CZG, 1934, 34).

 

144 -- |Blighia sopido Koen..

Aki (akee).

Finzan.

Huevo o seso vegetal.

Esta especie de bello porte es originaria de la floresta umbrófila del Africa occidental, y habría servido de alimerto a los esclavos conducidos en caravanas al litoral para ser embarcados (Haudricourt et Hédin, 1943, 133; 138; 190). También se cultiva como árbol de sombrío en las islas costaneras occidentales de San Tomé y Príncipe, aunque allí no tiene nombre vulgar (Ficalho, 1957, 121).

Hay dos versiones sobre la introducción de esta especie a América insular. La primera dice que se trajo en un barco negrero a Jamaica en 1778, según William Harris (Popenoe, 1920, 332; Parry, 1953, 33; Swabey, 1949, I, 62-63). La segunda versión indica que fue el capitán Bligh, en cuyo honor se creó el género Blighia, quien lo introdujo a la mencionada isla desde Sta. Helena en 1793 según Sturtevant (Schomburgk, 1922, I, 68; Bois, 1928, 11, 141-142). No se sabe con qué nombre lo pudo introducir Bligh, pues en la lista que él mismo dio de las plantas que trajo en el año citado, no figura ninguna palabra parecida al nombre "akee", usado en Jamaica (Marriot, 1920, 220-2,21). En todo caso, durante el primer cuarto del siglo XIX se difundió por las otras Antillas, pues en Haití las damas usaban para cosmético el agua destilada de las flores (Descourtilz, 1833, VIII, 154-157).

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Por 1829 o 1830, después de su visita a Caracas, el almirante Elphistone Fleming regaló algunos árboles, entre ellos la especie en cuestión, al general Páez. Este los plantó en La Viñeta (Ernst, 1951, 1).

En Trinidad se registra desde mediados del XIX (Prestoe, 1870, 11).

También en el siglo XIX llegó a Antioquía el "bienmesabe", como parece se le llamó allá (Ospina Rodríguez: RHA, 1913 (1883), 474). Se atribuye al español Manuel María Bonis, que emigró a Jamaica después de la batalla de Boyacá, la introducción del árbol (Zuleta: RHA, 1919, 2: 759; 3-4; 15-16).

El nombre "seso vegetal" que se le da en Antioquia, parece provenir del francés "ris de veau", usado en las Antillas francesas, según Bois. En la costa atlántica, como en el Valle del Cauca, se le dice "huevo vegetal", nombre censurado, al parecer sin fundamento, por un autor costeño (Revollo, 1942, 136). La introducción al Valle es posterior a la fundación de la Estación Agrícola de Palmira en 1928. Hay pocos ejemplares, cultivados solo como ornamento. Poca gente sabe que el arilo es comestible.

Es escaso en la provincia ecuatoriana del Guayas 1924, 121-122).

RAMNÁCEAS

 

146 -- |Zizypus  mauritiana Lam.. (= |Z. juiuba Lam.).

|Ber, bor, vidara, maclira, en la India. Azufaifo.

Jujube o yuyube.

Orta conoció este árbol en Goa (Orto, 1891, 1, 118, 126; 1872, 40-41). Se encuentra en el Africa occidental y más frecuente. mente en la oriental, probablemente por una introducción antigua desde el Asia (Ficalho, 1957, 118-119). Era conocido desde la dominación árabe en el sur de España (Abu-Zacaria, 1802, I, 263-265; Font Quer, 1962, 460-462).

Poco interés despertaron entre los colonizadores españoles que vinieron a América las azufaifas: "...aunque se trujeron de España y nacen bien en los valles de la Sierra deste reino, se han plantado en muy pocas partes. Donde las vi la primera vez fue en las riberas del río Apurima, en los términos de la ciudad del Cuzco, en tierra inculta y desierta, que no sé con qué ocasión se plantaron en aquel lugar, si no es que antes de ahora haya habido en él alguna huerta que se haya dejado perder. Fuera deste valle de Apurima, no sé que las haya en

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otra parte más que en la provincia de Larecaja, diócesis de Chuquiabo" (Cobo, 1890, I, 405; -----, 1956, I, 404).

La yuyuba o azufaifo era conocida en Haití a principios del siglo XIX (Descourtilz, 1833, IV, 198-203; 199). Se cultiva en Guatemala (Standley, 1946, XXIV, 292-293).

Es común en el oriente de Venezuela, bajo el nombre de ponsigué. Al Valle del Cauca se introdujo de los jardines Experimentales de Summit, a partir de 1930. Poco se cultivo.

 

VITÁCEAS

 

146 -- |Vitis vinifera L..

Uva; parra.

Datos sobre vides silvestres americanas se comentarán en la obra dedicada a los recursos naturales. No hay evidencias de que los frutos de tales Ampelídeas fueran usados por los aborígenes americanos para obtener bebidas báquicas.

Lo relativo al vino de uva se estudiará en el capítulo correspondiente a bebidas, de una obra en preparación dedicada a alimentos y alimentación.

 

Introducción y dispersión

En el segundo viaje de Colón se trajeron a Santo Domingo vides (Anglería, 1944, 11; Gómara: Vedia, 1946, I, 170: [sarmientos]; Puente y Olea, 1900, 390-391). En el memorial enviado por el Almirante a los Reyes Católicos en 1494, les dice que las viñas han mostrado buena adaptación, y pide se manden más (Navarrete, 1954, I, 198; 198-199). A los dos años estaban comiendo uvas los españoles; pero por la excesiva frondosidad echaban pocos racimos las parras (Anglería, op. cit., 30; 264). No se daban como es lógico en todas partes de la isla (Ibid., 346). Pero el proceso climático culminó en. que la isla Española no se convirtió en comarca viñatera, pues sólo con cuidados se mantenían algunas parras para tener uva de mesa, no para vino (Ibid., 454; Casas, 1909, 46).

En la Navidad de 1516 se comieron uvas en la ciudad de Santo Domingo (Oviedo y Valdés, 1959, I, 93-94; 246-247; 262-263).

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En el segundo semestre de 1544, unos padres dominicanos en tránsito por Santo Domingo comieron uvas, "que no son allí poco preciadas" (Ximénez, 1929, I, 291; Rodríguez-Demorizi, 1942, 1, 121).Veinte años después todavía quedaban algunas parras en esa isla (Rodríguez-Demorizi, vol. cit., 128); aunque por descuido se habían dejado perder las más (Torres de Mendoza, 1864, I, 13).

En Puerto Rico se daban algunas parras en 1582 (Latorre, 1919, 47). A mediados del siglo XVIII perduraban pocas matas cultivadas por personas curiosas (Abbad, 1959, 237).

En Jamaica se hacía trabajar en parrales a los indios (Saco, 1938, I, 185). En 1527 se fabricaba allí un poco de vino (Oviedo y Valdés, 1959, I, 263; Morales Padrón, 1952, 281; 607).

En Cuba apenas se conocían escasas matas a mediados del XVIII (Arrote, 1949, 13).

En las Antillas menores ocupadas por franceses e ingleses había unas Focas parras; pero eran muy atacadas por pájaros y ratas, y la maduración era irregular: "no hay parte del mundo donde se ansíe más el vino por la falta que hay de él" (Du Tertra, 1958, 11, 129-130).

No se han hallado menciones sobre viñas de Castilla en la Tierra Firme (Panamá), en tiempos de la gobernación de Pedrarias. El Dr. Robles, oidor de la Audiencia de esa ciudad, en carta al Consejo de Indias, escrita el 20 de septiembre de 1539. se atribuía jactanciosamente el papel de iniciador del fomento agrícola en el istmo: "Incito a plantar viñas( ... )Soy el inventor de todo esto en la provincia ( ... ) De España traje muchas plantas y sernillas, y algunas prevalecen, especialmente las viñas" (Cappa, 1890, V, 34-35).

Prevalecer, en el sentido de sobrevivir, esa es la palabra, pues nunca constituyó la viña en el istmo renglón de importancia, como lo demuestra que para mediados del siglo XVI ni Cieza ni Benzoni la mencionen. La relación de la Audiencia, de 1607, informa que había uvas, pero aclarando que "en quanto a frutos es as¡ que en esta región no ay chacarras (sic) ni viñas, sino algunas huertas en que se cogen las frutas ... que queda dicho se dan en la tierra" (Serrano y Sanz, 1908, 142; 147; 170; Vázquez de Espinosa, 1948, 283). Se sostenían unos años después (Sanz, 73). El vino se importaba del Perú (Cappa, 1890, VI, 32; 44; Carletti, 1701, I, 56).

Hubo al principio unas pocas parras en Espada, 1881, I, xli; López de Velasco, 1894, 386).

"Hay uvas, a sus tiempos y sazones,de parras, que se dan allí muy buenas"

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(Castellanos, 1955, III, 22; Simón, 1953, IX, 200), aunque eran muy perseguidas por las hormigas. El vino de todos modos se importaba de España (Carletti, 1701, 36). De 1756 son estos apuntes: "Sólo en Cartagena vi una parra en una casa, la cual todo el año daba uvas" (Serra, 1956, I, 130).

Había parras en Tocaima en la segunda mitad del siglo XVI (Aguado, 1916, I, 576; -----, 1956, I, 455; Ibot León, 1933, 241; -----, 1952, 324; Zamora, 1945, I, 288; Simón, 1953, III, 256; Piedrahita, 1942, II, 11; III, 203). También se cultivaban parras en La Palma de los Muzos (Aguado, 1917, II, 708; -----, 1957, lí, 486; Latorre, 1919, 126). En Bogotá eran escasas, debido a la desidia de los moradores (Simón, 1953, IV, 319; 321). La relación de Tunja de 1610, al dejar constancia de la poca iniciativa de los habitantes, que no cultivaban frutas a pesar de la diversidad de climas, agrega: ',... y así pudiera haber muchas viñas, y no las hay; solamente en un pueblo que se dice Boavita, veinte leguas de la ciudad a la banda del Norte, se cogen unas pocas de uvas, que se traen a vender a ella, y vale la libra a medio peso; cópense por Mayo y Junio, y no hay otras en todo este distrito" (Torres de Mendoza, 1868, IX, 400). A mediados del siglo XVIII existían parrales en San Gil, Girón, Socorro (Oviedo, 1930, 43) y Leiva (Ibid., 155). Los jesuítas tenían algunas en su hacienda de Tena (Gilii, 1955, 69; 70).

A mediados del siglo XIX había unas pocas estancas de uva roja en El Chocho, cerca de Fusagasuga (Holton, 1857, 3,0:1). Sólo se producía para fruta de postre (Camacho Roldán, 1923, 141).

El señor José Giordana, de Villeta, Cundinamarca, importó en 1909 unas 25 variedades y en 1919 trajo otras 363 (Informe personal).

El italiano Minos Santi fracasó en su intento de establecer cerca de Cúcuta la industria vitivinícola (1840-1860) (Febres Cordero, 1950, 409).

En Mérida se daban. parras (Aguado, 1917, II, 300; ----- 1957, II, 201; Oviedo, 1930, 209). Para fines del último cuarto del siglo XVI, en Caracas se cultivaban sólo para comer y no para vino; {fructificaban dos veces al año, y de ellas se abastecían los navíos que venían de la costa cercana (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85; 91; Vásquez de Espinosa, 1948, 84, Simón, 1963, II, 508 y nota; Oviedo y Baños, 1885, II, 46). En Barquisimeto se habían plantado, pero las hormigas las perseguían mucho (Arellano, op. cit., 128). Se cultivaban en Tocuyo "uvas de parra" (Ibid., 150; Simón., 1963, II, 206). En Trujillo había también algunas (Simón, vol. cit., 539; Oviedo y Baños, 1885, I, 249); lo mismo que en Coro(Castellanos, 1955, II, 28; Simón, 1963, II, 668). Aunque quedaron parras en el primitivo asiento de Maracaibo ocupado por Alfinger, no se cultivaron de nuevo (Aguado, 1918, I, 49; -----, 1957, III, 45).

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En Caracas quedaban cepas a principios del siglo XIX (Humboldt, 1941, II, 326).

Sin duda la localidad venezolana más antigua donde se cultivó uva fue Cumaná, y especialmente las regiones de Chirivichi, donde se instalaron los frailes dominiccs, u. o de los cuales dice: "He comido yo dos veces de las nuestras de Castilla, en obra de cinco o seis meses, todas de unas mismas vides o parras", hacia 1519 (Casas, 1909, 53; Arellano Moreno, 1961, 40: Oviedo y Baños, 1885, II, 344). Como esto quedó destruído por los indios rebelados, la poca producción de algunas ciudades interioranas, y la escasa de Margarita (Castellanos, 1955, I, 593), apenas servía para un modesto consumo de fruta. Pasas, entre otras mercancías, se importaban por Borburata desde España en 1564 (Arellano Moreno, 1961, 307-310).

También en Angostura, sobre el Orinoco, había unas parras Gr. 1782 (Torre Miranda, 1890, 96).

En Trinidad eran escasas por causa de la hormiga (De Verteuil, 1884, 238).

En las Guayanas hubo vides europeas desde el principio de la dominación extranjera. Para Surinam los datos de fines del siglo XVII hablan de un parral, que producía tres veces al año, detrás del fuerte de Nassau (Berkel, 1942, 74). No obstante, el clima no era propicio para esta especie (Fermin, 1769, I, 182-183).

En Cayena la vid producía buenos racimos a Ics principios de la dominación francesa (La Barre, 1666, 29). A mediados del siglo XVIII aun quedaban parras, y se había observado que si se podaba la mitad de la mata, se podían obtener dos cosechas sucesivas (Barrere, 1743, 53-54; Aublet, 1775, 11, 707).

Cuando Cieza de León salió de Cali en 1547, todavía no se habían puesto en ella viñas (Cieza, 1924, 92; -----: Vedia, 1947, II, 379). En Anserma las había a principios del siglo XVII (Simón, 1953, VI, 60). La relación de Cali de 1809 da cuenta de que se cultivaban entonces allí dos variedades (Arboleda, 1956, 111, ?.31); y poco antes en Cartago parras para comer, en número limitado (Campo y Rivas, 1803, 9; 29). Al finalizar la guerra de independencia, se importaba vino de Chile a Popayán, vía Guayaquil (Humilton, 1955, 11, 23). A mediados del siglo XIX había en Buqa parras en los solares (Pombo, M., 1936, 95), y en el Quindío a linea del mismo (Peña, 1892, 18).

Escribía Rufino Gutiérrez desde Cali el 16 de enero de 1918: "Ha empezado a implantarse, aunque en reducida escala todavía, el cultivo de la vid con grande éxito. Los racimos da uvas que se dan a la venta, a precios relativamente bajos, ma parecieron rio muy inferiores a los que vi en los Estados Unidos y en Europa, y así los oí calificar a un español y a un inglés" (Gutiérrez, 1921, 1!, 111). Con la

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fundación de la Granja Vitícola de Bolívar en 1943, se importaron nuevas variedades y se le dio impulso definido a esta industria en el Valle.

En 1885 había vid en Antioquia (Posada Arango, 1909, 133). Se ha atribuido a don Pastor Restrepo la introducción de la variedad moscatel (Zuleta: RHA, 1919, 3-4: 622).

En el siglo XVIII tuvieron los jesuitas viñedos en el paso del Guáitara, conocido por los Méjicos o La Tarabita, que comunicaba a Pasto con Funes (Gutiérrez, 1920, 1, 161).

En la porción interandina del reino de Quito, se hicieron tentativas de cultivar la vid, casi a los principios de la dominación española. Cuando Cieza de León pasó por allí en 1548, apenas se empezaban a poner en Quito: "También se dan en estos valles viñas, aunque, como es principio, de sola la esperanza que se tiene de que se darán muy bien se puede hacer relación, y no de otra cosa" (Cieza: Vedia, 1947, II, 392). En Loja ya habían puesto los españoles algunas parras (Ibid., 410; Jaramillo Alvarado, 1955, 92).

A Rodrigo de Ocampo, teniente de gobernador en Quito, en la sesión del cabildo de esa ciudad celebrada el 18 de abril de 1544, se le concedieron 4 fanegas de sembradura, para una estancia de árboles frutales, viñas y algodón y para cosas de Castilla, en el río Cayambe, pasado el puenta hacia Otavalo (Rumazo, 1934 1, 2: 44). Ocampo fue también vecino de Pasto, donde tenía molino y otras granjerías [véase capítulo II numeral 004, B) Molinos, Pasto], y donde fue el primer teniente de gobernador por Belalcázar (Sañudo, 1938, I, 28). Cuando Benzoni salió del Perú en 1550, había pocas vides, que producían parcamente. Aunque algunos esperaban que se pudiera hacer vino, él se pronunciaba abiertamente en sentido contrario. Al hablar del Perú, parece referirse a Quito, por iniciativa de Francisco Ruiz y Alonso de Bastidas, pero los resultados iniciales no fueron alentadores (J. de la Espada, 1897, 111, 3; 26; 55; 70; Ortiguera, 1909, 325; González Suárez, 1891, 11, 252253; Vargas, 1957, 199). Para fines del siglo XVI esta actividad había periclitado, y el vino se introducía del exterior (González Suárez, 1892, 111, 448-449; Pérez, A. R., 1947, 164-168).

La única región que desde el principio se definió como productora de uva fue el valle del río Mira, donde la actividad parece haber empezado hacia 1570 (J. de la Espada, 1881, 1, 21). En 1576 haba unas 60.000 cepas, cultivadas por indios, aunque todavía no se hacía vino (Ibid., 1897, 111, 113, 114). Los abusos cometidos con la mano de obra indígena que se traía de otros lugares menos malsanos, para trabajar en los viñedos del Mira, suscitó la promulgación de una cédula, dada en San Lorenzo el 13 de mayo de 1589, dirigida a la Audiencia de Quito, y que es una radiografía donde se llama a las del Mira, "viñas o campos de sangre" (Garcés G., 1935, 1, 447-448; 544).

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El texto completo se ha transcrito en otra obra (Patiño, 1966, 421-422). En 1582 había apenas siete viñedos en Pimampiro, de los cuales 3 viñas en el valle de Amboque (J. de la Espada, 1897, 111, 131). Hacia 1659 los jesuitas cultivaban con esclavos indios y negros, una viña en Pimampiro, localidad situada en la parte alta de la cuenca del mismo río (González Suárez, 1893, IV, 449).

Hacia el sur de la línea ecuatorial, se registraron en 1582 algunas viñas en Cuenca (J. de la Espada, 1897, 111, 160); en Paute, aunque allí se helaban a veces (Ibid., 168; 169); en Ambato (Ibid., cxxvi), y en Loja (Ibid., 203).

A principios del siglo XVII sólo se cultivaban unas pocas parras en Guayaquil y en Colombre (Torres de Mendoza, 1868, IX, 251; 273). En Puerto Viejo, aunque había uvas, la fuente aclara que "no hay viñas, más de algunos parrales" (Ibid., 279).

Durante el período colonial, Perú fue el gran proveedor de vino para las colonias americanas del lado del Pacífico, pues las del Atlántico, hasta Portobelo, y Nueva Granada hasta La Plata, se abastecían directamente de España. Por eso importa saber cómo llegó la vid al Perú. Aunque Cobo es muy concreto (véase adete), quizá más de una persona introdujo sarmientos y mugrones desde los años que siguieron a la toma de Cajamarca. Ello se deduce de un informe que sobre los disturbios del Perú dirigió desde Méjico el 24 de septiembre de 1540, Francisco Bernardo de Quirós. Al solicitar que se le diesen para poblarlas las islas de Cocos (situadas frente a Costa Rica, por el Pacífico) y de la Gorgona, dice que plantó en la primera de ellas, muchos sarmientos que llevaba para el Perú (Cappa, 1890, V, 97; Medina, 1895, VI, 92). Cobo dice que el primero que introdujo la vid al Perú fue Herrando de Montenegro, quien cultivó parras en Lima; "y el primer año que cogió abundancia de uvas para vender, fue el de 1551, y se las puso el licenciado Rodrigo Niño, que a la sazón era fiel ejecutor, a medio peso de oro la libra, que montaba entonces doscientos y veinticinco maravedises. El cual precio pareció tan bajo al dicho Montenegro para la estimación que se tenía en aquel tiempo de fruta tan cueva y regalada, que, como de agravio manifiesto que se le hacía, apeló a la Real Audiencia... y es así que estimaban tanto las primeras parras, que era necesario guardallas con gente armada, para que no las hurtasen o cortasen sus sarmientos" (Coto, 1891, II, 378-379; -----, 1956, I, 391-393; 1I, 301; 317; 428).

Los ensayos en el interior del Perú quizá fueron más tardíos, como se deduce de un pasaje de la carta escrita a Carlos V el 20 de marzo de 1559 por Fr. Vicente de Valverde, primer obispo del Cuzco y quien tan discutida actuación tuvo desde el momento de la prisión de Atahualpa, hasta su trágico fin en La Puná: "es muy extremada la tierra [Cuzco] para viñas, a lo que a todos parece: espéranse ahora plantas, ansí de vides como de otros árboles que se traerán de Guatimala" (Cappa, 1890, VI, 100-101). Probablemente se refería, no

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al valle del Cuzco propio, situado a 3.400 metros sobre el nivel del mar, sino a las tierras yungas vecinas, como claramente lo establece después otro autor (Anónimo, 1958, 95). Para fines del siglo XVI, los valles más fértiles para viñas en todo el Perú eran Vítor, al oeste de Arequipa; Ica, al sur de Lima, y Caracaro, en jurisdicción de Chuquiabo o La Paz (Acosta, 1940, 313-314; -----, 1954, 126-127).

En todo caso, la cosa peruana, especialmente al sur de Lima, se convirtió en emporio enológico durante la mayor parte del Período colonial. En el sector norte, hubo parrales en jurisdicción de Trujillo, pero no viñas: "uvolas en su principio, i trocáronlas por caiñaverales. El vino se lleva de acarreto, i se permuta en trigo (Calancha, 1639, 485). Estos datos están confirmados para Tenisaje. Trujillo (Anónimo, 1958, 24, 26; Feyjoo, 1763, 13), y Lambay eque (Vázquez de Espinosa, 1948, 340).

Junto a la Sierra, a siete leguas de Casma la alta, había buenas viñas de que se hacía oloroso vino (Anónimo, 1958, 28). En Lima rnaduraban en diciembre y enero, pues el 26 de diciembre de cada año el segundo día de navidad cel virrey ofrecía un banquete a la audiencia y demás dignatarios  Y siempre había uvas y otras frutas colgadas de los árboles (Ibid., 44). Aun se producían pasas (Ibid., 52; Carletti, 1701, I, 73, 56).

El sector de la costa al sur de Lima era definidamente vinícola, en especial las localidades d e Nazca (Anónimo, 1958, 106), donde desplazó la viña al azúcar (Vázquez de Espinosa, 1948, 441); Chincha (Ibid., 445); Ica, donde se cogían 500.000 botijas de vino al año y mucha pasa, y donde se cultivaba con negros e indios, aunque éstos producían independientemente también (Anónimo, 1958, 106; 107; 108), por más que muchos preferían vender el mosto a mayoritarios (Vázquez de Espinosa, op. cit., 450; Calancha, 1639, 755); Lanaguán, cerca de Cañete (Anónimo, 112); Camaná y Vítor en jurisdicción de Arequipa (Calancha, op. cit., 686; Anónimo, op. cit., 105; Vázquez de Espinosa, 1948, 464-465).

También se cultivaban en Arica (Vázquez de Espinosa, on. cit., 481). Del Perú probablemente se llevó la vid a Chile, en época no señalada; los precios iniciales fueron fabulosos (Coto, 1956, I, 392).

De esta porción costera se exportaba vino a otras colonias españolas, aun a Centro América. El pirata Drake capturé una nave que llevaba ese artículo a Nicaragua (Castellanos, 1955, IV, 34). Ya se vio que Panamá se surtía del Perú (Carletti, 1701, I, 56; Cappa, 1890, VI, 32; 44).

En jurisdicción de La Paz o Chuquiabo, se cultivaba uva en 1586 (J. de la Espada, 1885, II, 68; Acosta, 1954, 126).

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Aun en el Amazonas pluvioso se hicieron tentativas de cultivar parras, especialmente por los misioneros jesuitas, en San Joaquín de los Omaguas, de donde se llevaron sarmientos a otras misiones (Uriarte, 1952, 1, 138, 275-276; 353; II, 77).

Más antiguas son las noticias para el Marañon costero, donde las vides daban todo el año (Silveira (1624), 1874, 23; 29). Al sur, en Pernambuco y Bahía, medraban cuando podían ponerse a cubierto de las hormigas (Soares de Sousa, 1938, 178-179; Marcgrave, 1942, 262).

 

Tecnología

Las variedades que se introdujeron al principio, debieron ser en número limitado, para probar la adaptación. Como es lógico, se preferirían para cultivar las que mejor se acomodaran al ambiente. Sobre el Perú dice un autor de mediados del siglo XVII: "La primera uva que se plantó en esta tierra y de que hay mayor abundancia, es algo roja o de color negro claro, por donde el vino            que se hace della es haloque; mas ya se han traído otras diferencias de uvas, como son mollares albillas, moscateles blancas y negras, y otras dos o tres diferencias dellas, y se ha comenzado a hacer vino blanco" (Cobo, 1891, II, 378-379;     -----, 1956, I, 392).

Los sistemas de cultivo y beneficio variaron algo respecto d,, los tradicionales en España. Las herramientas y útiles como "cuchillos bohemios de cabos colorados, que sirven para cortar la uv ' ; podones para podar viñas y parras; lampas para culpar o desyerbar las viñas, y azadas para cavarlas, todo se importaba de Europa (Anónimo, 1958, 131; 133).

Desde temprana época se vio que en América se podía inducir a las matas a producir varias cosechas en el año, de acuerdocon el modo como se podaran (1. de la Espada, 1885, II, 68; Vazquez de Espinosa, 1948, 450-451; 464-465; Cobo, 1955, I, 393; Garci laso, 1945, II, 269; Soares de Sousa, 1938, 178-179). En cuanto a la técnica enológica, también hubo aportes, aun de los trabajadores indígenas (Cobo, op. cif., 392; Patiño, 1966, 422-423)

Todos los cultivos eran irrigados en el Perú.

 

Política económica

La producción de vino en el Perú evolucionó por un conjunto de circunstancias, entre ellas unas naturales como el clima adecuado, y otras de orden fiscal, pues por estar sobre el Pacífico, no hacía

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competencia a los vinos peninsulares. Pero en otras colonias españolas con puertos sobre el Atlántico, hubo interdicción para producir vino, con el objeto de eliminar concurrentes en el mercado. Así ocurrió con el Nuevo Reino de Granada (Piedrohita, 1942, II, 11; Zamora, 1945, I, 153; Oviedo, 1930, 43; Cappa, 1890, VI, 15-50; Humboldt, 1942, V, 208; Silvestre, 1950, 35; Anónimo, 1950, 121; Ha ring, 1939, 158-159; González Suárez, 1944, nota 63; Torres de i ' doza, 1873, XIX, 160).

Aunque no se han hecho experiencias rigurosamente científicas sobre el particular, parece que las limitaciones no debieron ser sólo legislativas, sino que -si bien se da magnífica uva de mesa en la parte equinoccial de América -las variedades viníferas no se adaptan bien, sea por la longitud del día, o por otras causas

 

MALVÁCEAS

 

000 -- |Hibiscus sabdariffa Fic., var. (= |H acetosella Welw..)

(Véase numeral 047).

Algunos podrían incluir esta especie entre las frutales, por ser el cáliz carnoso de color púrpura el empleado para preparar una bebida ácida.

 

BOMBACÁCEAS

 

147 -- |Durio zibethinus Murr..

Durián.

Dos autores occidentales, uno italiano y otro español, que a fines del siglo XVI viajaron por la península malaya, describen el durián o durión, frutal preferido de los pueblos indonesios y malayos (Carletti, 1701, II, 210-211; Ordónez de Ceballos, 1947, B. A., 323; Wallace, 1947, 49). Posteriormente, a fines del siglo XVII, otro viajero inglés halló el árbol en Filipinas (Dampier, 1927, 219-220).

Fué traído a Trinidad para el Jardín Botánico hacia mediados del siglo XIX desde la India (Prestoe, 1870, 9); pero debió perderse y fue reintroducido de Dominica, donde sí parece se adaptó (Hart, 1899, 19; -----, 1903, 10).

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También se introdujo a los Jardines Experimentales de Summit (Rivero, 1930, 6).

De Lancetilla trajo el autor unas semillas frescas a Colombia, en octubre de 1960, para el Instituto de Fomento Algodonero. Se desconoce el destino que corrieron.

 

DILLENIÁCEAS

 

148 -- |Dillenia indica L..

Dilenia.

Desde principios del siglo actual figura en los anales del Jardín Botánico de Río de Janeiro (Barbosa Rodrigues, 1908, 5). Fue introducido al istmo de Panamá, a raíz de la fundación de los jardines Experimentales de Summit (CZG, 1930, 29).

En 1945 había unos ejemplares en la Estación Agrícola de Armero, introducidos de Panamá (Patiño, Mss.).

A la Facultad de Agronomía de Medellín fue traído desde Summit, después de 1950, por el ingeniero agrónomo Eduardo Ruiz Landa (Obs. pers.).

 

GUTÍFERAS

 

149 -- |Garcinia mangostana L..

Mangostán.

Aunque García da Orta, según propia confesión, no probó la fruta del mangostán, sí la conoció bien, pues la describe con acierto (Orla, 1872, 151-151v.; -----, 1891, l, 117, 125-126). Carletti la degustó en Malaca , fines del siglo XVI (Carletti, 1701, 11, 215).

Lo había en el Jardín Botánico de Puerto España, Trinidad, al finalizar el tercer cuarto del siglo XIX (Prestoe, 1870, 10). Fructificaba bianualmente, desde 1875, en los meses de octubre, noviem bre y diciembre, aunque la producción tenía tendencia a ser errá tica (Hart, 1890, 7; ------, 1893, 10; -----, 1898, 8; -----, 1899, 17; -----, 1902, 10-11; -----, 1905, 11).

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De Trinidad lo llevó a Puerto Rico en 1879 don Santiago Mac. Cormick (Colón, D., 1930, 252).

Aunque un autor francés asegura haberle visto en Santiago de Cuba en el primer cuarto del siglo XIX (Descourtilz, 1833, I, 116. 119); quizá confundió el mangostán con otra especie, pues un conocedor de la historia económica cubana, afirma que el primer ejemplar de mangostán fue plantado en la quinta del conde Fernandina, y fue derribado por un huracán antes de empezar a fruc tificar, pero que en 1863 quedaban allí otros tres árboles obtenidos por mergullo del original (Reynoso, 1867, 34).

Se cultivaba en el Jardín Botánico de Río de Janeiro a principios del siglo actual (Barbosa Rodrigues, 1908, 58).

El súbdito inglés T. P. Sharman, director que fue de la mina de Malpaso, cerca a Mariquita, introdujo el mangostán allí hacia 1896 (Patiño, 1946, 118, 119, Crease, 1952, carta al autor). Contra todo lo que dicen los manuales de fructificultura en relación con las exigencias del mangostán en cuanto a nivel freático, este árbol se adaptó en las lomas secas de Malpaso, como lo pudo comprobar quien escribe durante los días 16 y 17 de enero de 1952, en un viaje por esa región. En épocas de cosecha, que aunque no parecen ser muy definidas, predominan hacia el mes de marzo, se suele vender la fruta en el mercado de Mariquita. Hay también varios ejemplares en solares de esa ciudad.

Una introducción que se hizo a Apulo, Cundinamarca, en 1905, no se logró, pues los arbolitos, después de tres años, murieron (Patiño, loo. cit.).

En 1945 había varios árboles en la Estación Agrícola de Armero, quizá obtenidos de Mariquita. Fue introducida la especie a la Estación Agrícola de Palmira en dos ocasiones, pero los arbolitos murieron.

En 1924 había en el istmo de Panamá tres árboles, de 3 años de edad (CZG, 1924, 6-7), plantados en la localidad de Corozal. Dos años después había unos 100 ejemplares en distintos lugares de Panamá, y de 300 semillas de la variedad Perla que se habían traído de Filipinas en 1925, la sequía de ese año y del subsiguiente eliminaron casi todas las plántulas (Ibid., 1926, 13). El primer árbol, que había sido introducido por el doctor David Fairchild, fructificó en 1927, año en el cual la Expedición Armour introdujo otras especies de Garcínia (Ibid., 1928, 32: 40). De allí en adelante la adaptación pareció quedar asegurada (Ibid., 1931-32 (1938), 10-12; 1935 (1939), 21-22; 1936 (1939), 55-57; Rivero, 1930, 7).

Semillones de mangostán fueron introducidos de Summit, en diciembre de 1945, para la Estación del Calima, Buenaventura. A pesar del ataque de hormigas arrieras que arrasó la mayor parte de

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ellos, perduran cuatro ejemplares de desigual desarrollo, y dos han fructificado varias veces (Patiño, 1947, Mem., 23).

Se daba bien el mangostán en la hacienda "Payo", provincia del Guayas (Popenoe, 1924, 123). Algunos ejemplares crecen también en la provincia de Esmeraldas (Acosta Solís, 1944, 424.)

 

150 -- |Garcinia tinctoria (D. C.), W. F. Wight.

En diciembre de 1945 se introdujeron desde Suminit al bajo Calima unos ejemplares de esta especie. Quedan dos, que han demostrado buen crecimiento vegetativo, aunque fructificación escasa.

 

FLACOURTIÁCEAS

 

151 -- |Flacourtia indica (Burm. f.) Merr.. (= |F. ramonichi L'Her.).

|Bitangol, en las islas del Pacífico y Malaya (Merrill, 1945, 155).

|Ciruela del Gobernador (Governor's Plum).

Esta especie fue introducida de la India a Trinidad hacia mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 5; De Verteuil, 1884, 237).

Fue traída de los jardines Experimentales de Summit a la Estación Agrícola de Palmira, entre 1930 y 1940. Se adaptó bien a a las condiciones del Valle del Cauca; pero no se ha generalizado.

 

152 -- |Flacourtia inermis Roxb..

|Lovi-lovi, en el Oriente (Merrill, 1945, 155).

Ciruela de Batoko.

En 1930 fue introducida esta especie de Paradeniya, Ceilán, a los Jardines Experimentales de Summit (CZG, 1936 (1939), 55).

De aquí se introdujeron unos ejemplares en diciembre de 1945 a la Estación del Bajo Calima (Patifio, 1947, 23). Queda uno.

 

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153 -- |Dovyalis hebecarpa (Gardn.) Warb. (= |Roerla gardneri Glos.).

Kitembilla.

Se introdujo a la Estación de Palmira, por la misma época que la Fiacourtía indica. Se ha adaptado bien a climas calientes y templados en Colombia; pero no se ha difundido.

 

154 -- |Dovyalis cerffra Warb. (= |Aberia cerffra Harv. & Sonder.).

Umkokolo.

Existen unos ejemplares en la Granja "Tulio Ospina", de Copacabana. Se ignoran la procedencia y el año de introducción.

Quizá fue traído de los Jardines Experimentales de Summit, donde existía al principio del segundo cuarto de este siglo (CZG, 1935, 35).

 

PUNICÁCEAS

 

155 -- |Punica granatum L..

|Ruman, en árabe;

|rimmon, en hebreo de donde romá usado en Portugal y Brasil (Hoehne, 1939, 209).

|Rummán, rumán (De Candolle, 1883, 190).

|Balaustria, una variedad de flor grande, y nombre de la misma flor (Abu-Zacaria, 1802, 1, 273-280; 280-281). |Granada.

El granado, originario del Asia Central (Vavilov, 1951, 146-147; 151, 159), fue dispersado a la cuenca del Mediterráneo por los navegantes fenicios y los árabes (Font Quer, 1962, 399-401; Abu Zacaria, loa. cit.).

Se dio bien en la isla Española. Habíalos tanto dulces como agrios, en la ciudad de Santo Domingo y en las demás de la isla, así como en predios rurales (Oviedo y Valdés, 1851, I, 288). Esto continuó en la segunda mitad del siglo XVI (Torres de Mendoza, 1864, I, 13; Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 128). Se señaló una variedad enana (Descourtilz, 1833, I, 165-169; 169).

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Asimismo se dieron en Puerto Rico (Latorre, 1919, 47). Esto debió ser resultado de la orden de 27 de septiembre de 1513, luego a los principios de la ocupación de la isla, para que los españoles cultivaran por lo menos cuatro granados y otras frutas (Coll y Toste: 1914, 244). Pero andando el tiempo, apenas quedaron en las fincas de personas cuidadosas (Abbad, 1959, 237).

También se daban en Cuba (Arreste (1761), 1949, 13).

Se compraron 200 estacas de granados para los aprestos de la expedición de Pedrarias Dávila al Darién, en 1513 (Puente y Olea, 1900, 393). Debieron prender algunas, pues un autor que residió en el Darién, provincia Cueva, las menciona durante el priiner cuarto del siglo XVI (Oviedo y Valdés, 1853, 111, 142). En Panamá propio era una de las pocas frutas exóticas que se cultivaba a principios del siglo siguiente (Serrano y Sanz, 1908, 147; 73; Vázquez de Espinosa, 1948, 283).

El licenciado Juan Vadillo hizo plantar en Cartagena, antes de su viaje al Cauca en 1537-1538, granados y otros árboles frutales (Friede, 1956, IV, 345). Debieron perdurar, pues otros au tores las mencionan posteriormente (López de Velasco, 1894, 386; Simón, 1953, IX, 200).

También se daban granadas muy buenas en Santa Marta (Rosa, 1945, 296).

En varios puntos de la cuenca del medio Magdalena se registran en la segunda mitad del siglo XVI, como en Vitoria (Aguado, 1917, II, 175; -----, 1957, 11, 114); en La Palma (Latorre, 1919, 126); en Tocaima (Simón, 1953, 111, 256; Piedrahita, 1942, III, 203), y en Timaná (Simón, 1953, VI, 46).

Las granadas eran de las pocas frutas cultivadas en Tunia y Leiva a principios del XVII (Torres de Mendoza, 1868, IX, 400; 449; Simón, 1953, IV, 251). También se daban en otros puntos del Nuevo Reino (Zamora, 1945, I, 153), como en Soatá y Boavita (Oviedo, 1930, 43; 128). A fines de la guerra de independencia se vendían en el mercado de Bogotá (Hamilton, 1955, I, 89).

Quedaron árboles de granado con otras frutas de Castilla en el primitivo asiento de Maracaibo, hecho por Alfinger, cuando fue abandonado para pasarse al sitio actual (Aguado, 1918, 1, 49; -----, 1957, IIl, 45). Los hubo en Coro en tiempo de Ampíes (Castellanos, 1955, 11, 28). Los franciscanos y los dominicos tuvieron granados en sus conventos de Chirivichi y Cumaná, que fueron destruídos por los indígenas hacia 1519 (Arellano Moreno, 1961, 40; Oviedo y Baños, 1885, II, 344).

Durante la segunda mitad del siglo XVI, hay constancia de la existencia de granados en Caracas (Latorre, 1919, 85, 91; Arellano

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Moreno, 1950, 85, 91; 193; Simón, 1963, II, 508 y nota); Margarita (Castellanos, 1955, I, 593); Barquisimeto (Arellano Moreno, 1950, 128); Tocuyo (Ibid., 150; Simón, 1963, 11, 206); y en Trujillo (Arellano Moreno, op. cit., 98; Simón, 1963, 11, 539; Oviedo y Baños, 1885, I, 249); La Grita (Simón, 1953, IV, 270; -----, 1963, II, 261), y Mérida (Aguado, 1917, 11, 300; -----, 1957, II, 201).

En las Guayanas, los anglosajones y franceses introdujeron granadas a Cayena (La Barre, 1666, 29), y a Surinam (Fermin, 1769, I, 180-181).

No hay informes sobre la época de introducción a Trinidad, donde las perseguían mucho las hormigas, y por eso eran escasas (De Verteuil, 1884, 238).

La introducción a la cuenca del Cauca fue temprana, pues ya en 1548 había granadas en Cal¡ (Cieza: Vedia, 1947, II, 379) y vuelven a mencionarse allí a fines del período colonial (Arboleda, 1956, 111, 231), así como en Cartago (Campo y Rivas, 1803, 29). En Anserma crecían desde principios del siglo XVII (Simón, 1953 VI, 60).

En Almaguer se registran a principios del siglo XVII (Piedrata, 1942, IV, 107). A un viajero inglés le regalaron en Popayán en 1824 la que dice es la granada más grande que vio en su vida (Hamilton, 1955, II, 25).

El valle interandino ecuatoriano tiene condiciones propicias para el cultivo de la granada, y así, no es extraño que se cultivaran desde mediados del siglo XVI, tal como en Gualabamba, con riego, aunque a veces se pudrían (J. de la Espada, 1897, III, 55; 69; 70); en Pizque y Guayllabamba (Ibid., 113); en Caguasqui-Quilca (Ibid., 126); en Paute (Ibid., 168) y en Loja (Ibid., 203). Más tardías son las informaciones sobre Patate y Villardompardo (Torres de Mendoza, 1868, IX, 461; 491).

En el litoral ecuatoriano, se registran desde principios del siglo XVII en Guayaquil, Colombre y Puerto Viejo (Torres de Mendoza 1868, IX, 251; 273; 279).

A fines del siglo XVI, un autor apunta que en América sélo se habían dado las granadas dulces, no las agrias (Acosta, 1954, 126).

Según Cobo, se ignoraba quién introdujo el granado al Perú, ni en qué época, porque esta fue una de las plantas que se trajeron después de los primeros lustros a partir de la conquista, por particulares que no dejaron constancia, y que como se adaptaron tan bien y cundieron tan rápidamente, pronto se olvidaron los detalles de la implantación. Agrega que aunque se llevaron granadas dulces y agrias, las segundas "degeneraron y se volvieron dulces". Señala como los lugares más aptos para la producción, Saña y Catacaos, en Trujillo, y

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Pisco y Nasca, en Lima. Afirma Q9e las de Moquegua solían ser macizas, sin tabiques divisorios (Cobo. 1891, 11, 389-391; -, 1956, l, 397; 11, 301, 317). Por su Parte, Garcilaso dice que de las primeras granadas que se dieron en Lima (no puntualiza cuándo), una tan grande que "era mayor que una botija de las que hacen en Sevilla para llevar aceite a Indias' , fue puesta en las andas de una procesión del Santísimo Sacramento (Garcilaso, 1945, 11, 272; Cappa, 1890, V, 305-306). Un contemporáneo de Cobo registra como lugares ideales de producción, Trujillo, Lima y Lanaguán, cerca de Cañete, o sean todas localidades costeras (Anónimo, 1958, 25; 44; 112).

Para la parte norte del Perú (Trujillo), las referencias son reiteradas (Calancha, 1639, 190; Feyjoo, 1763, 13).

 

COMBRETÁCEAS

 

156 -- |Terminalia catappa Linn..

|Talísag; katápang, en idiomas del Pacífico sur (Merrill, 1945, 29; 156-157; 186-187).

|Aowiree, en Tahití (Merrill, 1954, 361).

|Mlirabolano, almendro de Andamán.

Almendro.

Como de mirabolanos con semilla comestible, se registran en la India (Orto, 1872, I48v-149; Ficalho, 1957, 179).

Este debió ser el "almendro" (almonds) que en su célebre viaje de 1793, introdujo a Jamaica, desde Santa Elena, el capitán Bligh (Marriot, 1920, 221; The Royal Gazette, 1793, 23). Era un solo ejemplar. Otros dos se dejaron en San Vicente. No debió ser otra la "especie de nuez" oriunda de Asia, que introdujo José María Cabal, con otras plantas útiles en 1809, desde Jamaica a la Nueva Granada (Caldas, 1942, III, 20). El "almendrón" estaba ya difundido en Antioquia en 1885 (Posada Arango, 1909, 133). Según referencia verbal del señor Francisco Córdoba Velasco, a Cal¡ habría sido introducido por el general Dolcey Patiño a fines del siglo XIX. Aunque está muy difundido en las tierras calientes de Colombia, no se usa como frutal, sino por los muchachos, y sí en cambio se cultiva mucho como ornamental.

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Aublet dice haber dejado en la Isla de Francia, cuando salió de allá a mediados del siglo XVIII, un " mirabolano" adulto, que todavia no florecía (Aublet, 1775, 11, Suppl., 94).

En el Jardín Botánico de Río de Janeiro se reportan ejemplares adultos desde 1854 (Barbosa Rodrigues, 1908, XXXIV, 233).

 

MIRTÁCEAS.

 

157 -- |Syzygium jambos Alston (= |Eugenia jambos L.).

|Jambu áyer, en el Pacífico sur (Merrill, 1945, 154). |Pomarrosa.

Esta fruta había sido descrita por un viajero italiano de fines del siglo XVI (Carletti, 1701, II, 214-215), y también por el naturalista portugués García da Orta (Orto, 1872, 111, ------, 1891, 11, 27).

El capitán Bligh trajo de la isla de Timor varios ejemplares de lo que -a juzgar por los nombres -son dos o tres especies de |Syzygium. En 1793 fueron distribuídos los arbolitos de la siguiente manera:

Jamaica Santa Helena

Saint Vincent

Greenwich Fort Morand

Jamblang(V. numeral 158)

10 7 8

Jambo Tremavah

4 5 4

Jambo Maree

2 9 13

(Marriot, 1920, 221; The Royal Gazette, 1793, 23).

Otro "jambo ayyah" (jambo áyer ?) trajo de Tahití (Marriot, loc. cit.).

En Canarias se conocía a fines del siglo XVIII, donde la habían visto otros viajeros (Hawkesworth, 1774, II, 446; Humboldt, 1941, 1, 135).

Estaba generalizada en Santo Domingo desde el primer cuarto del siglo XIX (Descourtilz, 1833, V, 49-52). En Trinidad ya figura a mediados del mismo siglo (Prestoe, 1870, 33).

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Er. el Pará la vieron los científicos alemanes Spix y Martius, "ex India introducta" (Martius, 1843, 32), y en el Jardín Botánico de Río de Janeiro se reseña con posterioridad (Barbosa Rodrigues, 1908,

2,17). A mediados del XIX ya se conocía en Guayana (Schomburgk, 1922, I, 34).

La pomarrosa debió ser introducida a la Nueva Granada en el período republicano, pues no aparece en las fuentes coloniales. En el "Epítome de los elementos de higiene", del médico José Félix Merizalde, publicado en 1828, se habla de la existencia de este árbol en Girón, Cúcuta y Leiva, "en donde las llevan las señoras por su fragancia igual a la de la esencia de la rosa. El señor Matiz no la conoce, ni yo he podido conseguir una flor para averiguar su clase y género" (Ibáñez, 1884, 70).

Pero ya en 1854 se cultivaba en la hacienda El Chocho, cerca a Fusagasugá, donde los murciélagos perseguían mucho el fruto (Holton, 1857, 304). En La Mesa se daba en 1864 (Camacho Roldán, 1892, l, 571; -----, 1923, 141).

En Antioquía, donde no se conocía en 1760 (Ospina Rodríguez: RHA, 1913, 474), ya existía en 1885, habiéndose observado que gastaba seis años para empozar a producir; la principal cosecha se daba de abril a junio. Los murciélagos perseguían las frutas, dispersandolas (Posada Arango, 1909, 133; 251).

 

158 -- |Syzygium cumini Skeels. (= |Eugenia jambolana Lam..).

|Yambolana, jambolán, dúhat (Merrill, 1945, 154).

Se había introducido al Jardín Botánico de Trinidad a mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 33), de lava y de la India.

La jambolana fue introducida a Colombia en 1947 por Ciro Molina Garcés, desde Honduras. A quien escribe le tocó hacer los semilleros en la Estación del Calima, de donde se trajeron después varios ejemplares al Valle, y algunos se plantaron en la Plaza de Armas de Cali, donde perduran y fructifican (Patiño, 1948, Mem., 19). Se ha dado en llamarlo "aceituno", con lo cual se sigue la tendencia iniciada en el siglo XIII por Ibn Batuta (Orto, 1891, II, 27).

 

159 -- |Syzygium malaccerse (L.) (Merr. & Perr.) (= |Eugenia malaccensis L.).

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|Yamelac, djambú, manzana de Malaya; pera de Malaca. Los "jambolones" de Malacca, de color blanco y rojo, se conocían en la India a mediados del siglo XVI (Orto, 1872, 111), aunque su introducción era allí relativamente reciente (Ibid., 1891, II, 27).

Este "ayyah" o "ohia" (Popenoe, 1920, 309), fue introducido por el capitán Bligh a Jamaica y otras islas del Caribe en 1793 (Marriot, 1920 221; The Royal Gazette, 1793, 23). (véase numeral 157).

En Trinidad existía ya a mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 33), y en Río de Janeiro para principios del presente (Barbosa Rodrigues, 1908, 217).

A Panamá sólo fue introducida después de la creación de los Jardines Experimentales de Summit, en la Zona del Canal, fundados en 1924 (CZG, 1930, 26; -----, 1938, 55).

El Yamelac lo introdujo desde Summit al Valle del Cauca como árbol ornamental, el agrónomo boliviano M. J. Rivero, hacia 1935, para utilizarlo en el parque Santander, de Buenaventura (Rivero, 1930, 9). Ahora hay varios ejemplares en la fosa central del Cauca.

Quizá sea la "pera" o "perilla", "introducida y plantada en Barranquilla hace 50 años", con fruta pequeña, roja, ácida, de for. ma cónico-truncada, a que se refiere un autor costeño (Revollo, 1942, 206).

 

APOCINÁCEAS

 

160 -- |Carissa carandas L..

Karanda.

Esta planta fue introducida al Jardín Botánico de Trinidad desde Asia (Prestoe, 1870, 50).

Con el fruto se hacía vino y se preparaba un encurtido en la India en el siglo XVI (Orta, 1891, I, 185, 191).

En la Granja Tulio Ospina de Medellín hay unos ejemplares. Se ignora su procedencia.

 

RUBIÁCEAS

 

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Page 274: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

161 -- |Vargueria edulis Vahl..

|Voavanga, en Africa.

Ya se conocía en Trinidad a mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 42).

 

CUCURBTTÁCEAS

 

162 -- |Citrullus vulgarís Schrad..

|Karanbodja, en sánscrito (Merrill, 1945, 228).

|Jace, balancia, melancia, en Africa y el Brasil (Marcgrave, 1942, 22; xxxix).

|Melancias (Soares de Sousa (1587) 1938, 183-184).

|Dalá o sandía, en España árabe (Abu Zacaria, 1802, II, 230-231).

|Nxibua o maxibua, en Africa ecuatorial. En Mozambique y Zambeze, |mavembe o pateta, éste último nombre derivado del árabe bateca. El nombre melancia se da a las formas cultivadas (Ficalho, 1957, 187; 185-188).

Zandía, en España (Herrera, G. A., 1819, III, 263-264). También se llama badea (Cobo, 1956, I, 418), nombre que se aplicó en Sur América a la |Passiflora quadrangularis L.. La forma sandilla se registra también (Ibid., lee. cit.). En América predominó la forma |sandía.

|Batía, en caribe insular (Breton (1666), 1900, 241; Henríquez Ureña, 1938, 106); |patía en arawak (Farabee, 1918, 233) ; |patía en tamanaco y maypure (Gilii, 1965, I, 186); |girivía, en otomaco (Ibid.. loe. cit.). Algunos autores dudan del origen americano de este nombre (Alvarado, L., 1953, 281), y le atribuyen que se deriva del árabe |batiya (Revollo, 1942, 202; 203; 300), de donde |patilla, que es vocablo muy difundido en el área circuncar)be; pero desconocido en el interior.

La patria de la especie es materia de discusión, pues aunque algunos autores sugieren por lo menos para ciertas formas el origen americano (Carrier, 1923, 64-65; 73), los más consideran la sandía aborigen del Africa del sur (Maurizio, 1932, 257; Haudricourt et Hédin, 1943, 73; 137), o del Africa y del Asia Central (Vavilov, 1951, 4).

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Las "belancias" de Africa, llamadas "patecas" en la India, eran diferentes de las "sandías" de Castilla, según un autor que tuvo harta experiencia (Orto, 1872, 224v-225).

No aparecen mencionadas las sandías, aunque sí los melones, durante la primera mitad del siglo XVI en las Antillas; puede ser que se les llamara simplemente "melones". Pero en 1650 sí se mencionan por separado las "patillas" o "zandías" en Santo Domingo (Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 204), y por el mismo tiempo en las Antillas menores, las sandías o melones de agua, que se consideraban nativos (Du Tertre, 1953, 11, 130-131; Descourtilz, 1833, V, 4-8). En Cuba también se mencionan sandías en el siglo XVIII (Arrate (1761), 1949, 13).

A principios del siglo XVII ya se cultivaban -sandías" en jurisdicción de Panamá (Serrano y Sanz, 1908, 147; 148; 73), y por la misma época en Cartagena (Simón, 1953, IX, 200), así como de allí adelante (Serra, 1956, 1, 92-93), hasta el punto de que un tratadista español del siglo XVIII asigna al vocablo "patilla", la equivalencia de "sandía en Cartagena" (Alcedo, 1789, V, Voz., 141). También habíalas en Barú (Torre Miranda, 1794, 22).

Se daban "patillas" en Santa Marta (Rosa, 1945, 296). Los guajiros son muy dados a cultivarlas, y aún comen las semillas tostadas (Jahn, 1927, 154).

En Tocuyo se cultivaban a fines del siglo XVI "melones de agua" (Arellano Moreno, 1950, 150). En Coro había "sandías" a mediados del siglo XVII (Altolaguirre, 1908, 204), y lo mismo en Cumaná (Ruiz Blanco, 1892, 24). A pesar de la aridez, en la península de Araya se daban patillas de 50 a 70 libras (Oviedo y Baños, 1885, 11, 46). Fuentes más tardías también las señalan en Caracas (Humboldt, 1941, II, 153).

En Surinam había a mediados del XVIII melones de agua, de carne roja y blanca (Fermin, 1769, I, 187). Desde fines del siglo anterior se conocían en Guayana (Berkel, 1942, 74), y más tarde en Cayena (Aublet, 1775, II, 887).

En cuanto a la cuenca del Orinoco, el siguiente dato de Gumilla es dudoso si se refiere a una Cucurbitácea nativa, como la Sicana odorifera, o a la verdadera sandía. Los orinoqueses, entre sus cultivos de maíz, intercalaban otras plantas, como caña de azúcar, varias raíces y calabazas, y de modo especial, sembraban "inmensidad de melones de agua, que son sus delicias: y son de otra especie muy diferente de los que hay en Europa y abundan ya en las Américas. Estos de que hablo, son propios de aquellos países, y más pequeños que los nuestros, su corteza más dura, y sus pepitas redondas, dei tamaño, hechura, y picante de los granos de pimienta; pero la suavidad de la sandía, no hallo con qué compararla; llámanse en su

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lengua "gibiria"; y es lo mismo tomar un bocado de ellas, que tomarle de un panal de miel" (Gumilla, 1955, 348). Según Sansinenea, en 1783, los indios regaban patillas o sandías cuando la bajada de las aguas del Orinoco iba descubriendo las playas, y así se mantenía abastecida la ciudad de Angostura (Amezaga Aresti, 1963, 285-286). Se daban buenas frente a la boca del río Paco (Bueno, 1933, 152, 153).

Con la llegada de coolíes orientales a Trinidad, se intensificó el cultivo de la sandía, especialmente en la región de Oropuche; ellas y los melones son los primeros frutos que se ofrendan a Brahma (Niehoff, 1960, 27; 35).

Tornando la atención hacia el interior de a Nueva Granada, desde principios del siglo XVII se conocían zandías blancas y coloradas (Zamora, 1945, I, 156). El nombre "patilla" empieza a figurar más tarde (Oviedo, 1930, 44; Camacho Roldán, 1923, 141). En Antioquia se cultivaban las sandías también en la segunda mitad del siglo XVIII (Robledo, E., 1954, 11, 300).

En Cali se mencionan a principios del siglo XIX (Arboleda, 1928, 629), lo que no significa que no se conocieran antes; así en Cartago (Campo y Rivas, 1803, 29).

A mediados del siglo XVII se cultivaban sandías en Ibarra (1. de la Espada, 1897, 111, cxxvi). Un siglo después también se daban algunas en las partes cálidas de Quito (Juan y Ulloa, 1748, 391).

En 1617 un viajero probó estas frutas en Coaques, costa ecuatoriana, y las vio cultivadas en Pasao (Herrera y Montemayor, 1947, 70; 82). En el siglo siguiente se producían abundantemente en Daule (Alcedo y Herrera, 1946, 76). Fueron famosas las del Rompido y de Santa Lucía, cerca de Guayaquil (Baleato, 1887, 54).

A principios del siglo XVII la sandía o sandilla se había generalizado y vuelto subespontánea en la costa del Perú. Por durar muchos días, se solía llevar en los viajes marítimos para refrescar. Se conocían las variedades blancas y coloradas; éstas últimas eran más dulces y apreciadas. Se utilizaban en conserva (Cobo, 1891, II, 436; -----, 1956, I, 418). La cosecha en Lima era por marzo y abril, aunque no faltaban en cualquier tiempo. En Tinges, a 4 leguas de Ices, las había de tal magnitud, que alcanzaban para dar de beber a un caballo (Anónimo, 1958, 48; 109). Se solían sembrar en los mahamaes u hoyas, descritas en otra obra, para utilizar terrenos áridos (Pestiño, 1966, 74), en Ices y Valverde (Calancha, 1639, 755). También se daban en Trujillo (Feyjoo, 1763, 13).

Aun en la Amazonia se cultivó sandía (Uriarte, 1952, I, 276; Bates, 1962, 340).

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163 -- |Cucumís melo L..

Melón.

Badea.

En la España árabe se conocían por lo menos ocho clases de melones, y había ciertas supersticiones para la siembra (Abu-Zacaria, 1802, II, 223-230). Alguna de las variedades olorosas fueron dispersadas por los romanos en su Imperio (Brillant-Savarin, 1953, 313).

El 29 de mayo de 1494, al regresar Colón a Isabela, halló melones para comer, a los dos meses de sembrados (Colón, H., 1947, 160).

No había necesidad de traer semilla de melón desde Castilla a la Española a mediados del siglo XVI, pues ya estaba perfectamente aclimatado (Oviedo y Valdés, 1959, II, 16). En la isla Mona los indios cultivábanlos excelentes, y los solían vender a los piratas franceses (Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 136; Simón, 1963, I, 147). Con el tiempo, en Santo Domingo hubo variedades españolas y francesas (Descourtilz, 1833, V, 69-73, 580)

En Jamaica se daban en todo tiempo del año (Anglería, 1944, 580).

También hubo en Cuba (Arreste, 1949, 13), y en las Antillas menores (Du Tertre, 1958, II, 130-131).

Se cultivaban melones en Panamá desde mediados del siglo XVI (Benzoni, 1572, 81v.), cosa confirmada por testimonios posteriores (Serrano y Sanz, 1908, 148; 73; Vázquez de Espinosa, 1948, 283; Acosta, 1954, 126; Anónimo, 1958, 117). Abundaban sobre todo en río Verde, en la costa sur (Cuervo, 1892, II, 78).

En Cartagena los hubo a mediados del siglo XVI (López de Velasco, 1894, 386; Simón, 1953, IX, 200). Más concretos son los datos sobre la iniciación del cultivo en Santa Marta, pues en carta de García de Lerma de 16 de enero de 1530, afirma que ya se daban (Friede, 1955, 11, 117), y los siguió habiendo en adelante (Rosa, 1945, 296).

En la parte oriental de Tierra Firme, en Chirivichi y Cumaná tuvieron rnelones los franciscanos y dominicos, cuando el fallido intento de conquista pacífica emprendida por Las Casas (Arellano Moreno, 1961, 40; Oviedo y Baños, 1885, II, 344; Ruiz Blanco, 1892, 24). En la segunda mitad del siglo XVI, se cultivaban en Caracas, de donde se exportaban a Margarita (Latorre, 1919, 85; 91; Arellano Moreno, 1950, 85; 91), aunque también se criaban en esa isla (Castellanos, 1955, I, 593).

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Los hubo en Tocuyo (Arellano Moreno, 1950, 150; Simón, 1963, II, 206; Altolaguirre, 1908, 152); en Carora (Simón, 1963, II, 538); en Coro (Castellanos, 1955, II, 28; Altolaguirre, op. cit., 204), y en Maracaibo, después de su definitiva fundación (Arellano Moreno, 1950, 162).

Se cultivaron en Surinam, el ordinario y el cantalupo (Fermin, 1769, I, 188-189); en Cayena (Aublet, 1775, II, 887), y en el bajo Orinoco (Bueno, 1933, 152, 153).

Habiéndose difundido tempranamente en la costa atlántica, no debió tardar en aclimatarse en el interior, a medida que la conquista española avanzaba. En el Nuevo Reino se daban en Tocaima (Aguado, 1916, I, 576; -----, 1956, I, 455; Piedrahita, 1942, III, 203; Simón, 1953, III, 256); en Muzo, donde los indios los apreciaban mucho (Morales Padrón, 1958, 608), y aun en Bogotá, donde fructificaban para finales del año (Simón, 1963, I, 37; Zamora, 1945, I, 156; Oviedo, 1930, 44; Hamilton, 1955, I, 89; Camacho Roldán, 1923, 141).

Los había singulares en Cali en 1548 (Cieza, 1924, 92;----- Vedia, 1947, II, 379). También se daban en Buga después de l592 (J. de la Espada, 1897, III, 31). En el siglo XVIII se cultivaban en Santa Fe de Antioquia (Robledo, E., 1954, II, 300), aunque erróneamente se pretendiera que esta era fruta conocida en la época prehispánica, por confusión con los zapallos (Robledo, 1916, 65).

Al finalizar el período colonial había en Cali amarillos, blancos y verdes "en su carne interior", y además unos pequeños, "que sólo sirven por su fragancia al gusto olerlos, de que hacen algunos dulces" (Arboleda, 1928, 629). También se conocían en Cartago por la misma época (Campo y Rivas, 1803, 29).

Avanzando hacia el sur, se daban melones en la parte alta del río Mira (Cieza, 1924, 122), en Caguasqui-Quilca (J. de la Espada, 1897, III, 126) y en Pimampiro, localidades de Otavalo (Ibid.,131); así como en Quito (Ibid., 73; Juan y Ulloa, 1748, l, 391); Ibarra (J. de la Espada, 1897, III, cxxvi), en Loja (!bid., 203, 204; Jaramillo Alvarado, 1955, 92), y en Cuenca (Serra, 1956, II, 315).

En la porción costera, se cultivaron melones y se daban razonablemente bien en Puerto Viejo (J. de la Espada, 1881, I, 10; 27; Torres de Mendoza, 18,,38, IX, 279), así como en Guayaquil (Torres de Mendoza, vol. cit., 251). Eran famosos los de Santay (Baleato, 1887, 54). Se registran también en Daule (Alcedo y Herrera, 1946, 76). Sobre la costa peruana, se señalan como lugares de producción Cotacaos (Piura) (Vázquez de Espinosa, 1948, 371), Lambayeque (Ibid., 370) y Trujillo (Feyjoo, 1763, 13).

En la costa sur, los de Ica duraban años, y se podían podar (Acorta, 1954, 113; 126). Por lo general se sembraban en los mahamaes

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(Calancha, 1639, 755). En Lima tampoco faltaban (Carletti, 1701, l, 73; Benzoni, 1572, 81v.; Anónimo, 1958, 48), aunque el fuete de la cosecha iba de octubre a mayo (Cobo, 1956, II, 317). Inicialmente se dieron "en el valle de Pachacama, cuatro leguas de esta ciudad [Lima], a donde en una huerta suya los sembró Antonio Solar, uno de los primeros pobladores desta ciudad...". A mediados del siglo XVII los había blancos y colorados, pero no inviernizos, y los mejores se estimaban ser los de Ica y Lambayeque (Cobo, 1891, II, 435-436; -----, 1956, I, 417-418).

CAPITULO VIIIOLEAGINOSAS

 

PALMÁCEAS

 

164 -- |Elaeis guíneensis Jacq..

| Dendé, | palma de aceite africana.

 

165 -- |E. poísonii Ann..

| Diwakawaka, palma de aceite de orejas.

Los negros traídos del Africa, especialmente de la provincia de Ambo en la costa occidental, asimilaron a su nativa palma de aceite, una (o quizá más de una) especie americana del istmo de Panamá, que casi con seguridad sería el "corozo colorado" Corozo oleifera (HBK) Bailey (Patiño, monografía inédita, citando a Oviedo y Valdés, 1959, l, 281). La confusión perduraba a principios del siglo XVII, pues la Audiencia de Panamá enumera entre los árboles nativos de la región la "palma de corozos de Guinea... que son árboles (si no matas), y dan fruta silvestre, que suelen comer indios y negros" (Serrano y Sanz, 1908, 147).

Pero no hay documentos para respaldar la temprana introducción de la legítima palma africana de aceite a América tropical, durante el siglo XVI. También es dudosa la introducción temprana al Brasil, pues aunque Estacio da Silveira decía en 1624, refiriéndose al Marañón, que se podía hacer aceite de las palmas de Guinea, "que as ha em quantidade" (Silveira, 1874, 31), pudo tratarse del "caiué" nativo del Amazonas, que es la misma Corozo oleifera, citada atrás para Panamá.

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Es evidente que la introducción de esta especie a América, estuvo vinculada con el tráfico negrero. A los esclavos antes de embarcarlos, los rasuraban y ungían con aceite de palma (Lacroix, 1952, 105). Durante la travesía, se les ungía diariamente con 6 centilitros del mismo aceite, para evitar la desecación de la piel (Ibid., 130). Sin embargo, este dato parece aplicarse a tiempos modernos, cuando mejoraron las condiciones del transporte, para reducir el número de muertes, y por consiguiente, de pérdidas. Pero de allí a sostener, como lo hicieron Spix y Martius, que la introducción se debió a los mismos negros, media alguna distancia, pues los esclavos eran embarcados desnudos (Amaral, 1940, II, 445), y lo que se sabe sobre su aversión a propagar especies de tardío rendimiento (Ficalho, 1957, 24, 54), y las mismas condiciones en que hacían el viaje, no abona la suposición. Los introductores debieron ser los propios negreros, como en el caso de otras plantas usadas por los negros.

Un autor bien documentado, sostiene que a América la primera introducción se hizo a Martinica, y la segunda, un poco más tarde, a Itaparica, en Bahía, Brasil (Ghesquiére, 1934, 343).

Es sabido que la primera descripción válida de lc: hecha por Jacquin, se basó en material colectado en América cretamente en Martinica (Jacquin, 1763, 1, 280; Patiño, 1948, 15-16).

En tiempos de Sloane (1696), era de introducción reciente a Jamaica (Sloane, 1696, citado por De Condollo, 1883, 345), y todavíaa mediados del siglo XVIII no era allí muy frecuente, usándose ex clusivomente por los negros para comer y corno medicine (Lorg q, 1774, 111, 740).

Esta avoira de Guinea se cultivaba en Santo Domingo a principios del siglo XIX, aunque les datos son confusos (Descourlitz , 1833, VI, 106-110).

También son ambiguos los datos referentes a la Gauyana francesa, que tanto pueden atribuirse a la palma africana, como a Corozo oleifera. No parece que estuvieran bien disociadas las especies en la mente del ilustre Aublet, pues una vez habla de la aouara de los caribes, que llaman "quioquio" al aceite sacado d.° la almendra, y otra de la "avoira", rsí: "El aceite de "avoira" y cl "thio-thio" se llevan de Africa a Europa, donde son conocidos bajo los nombres de aceite de Palma y mantequilla de Galaham" (Aublet, 1775, II, 975; Suppl. 97).

Al jardín Botánico de Trinidad fue introducida la especie, desde mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 76). Más tarde llegaron otras semillas de Calcuta y de Buitonzorg (Hart, 1890, 30, 31).

Para 1926 habla ya sido introducida al oriente de Venezuela; pero no se conocen ni el lugar preciso ni la época de introducción (Piatier,

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1926, 195). Una plantación industrial fue establecida en la cuenca del río Yaracuy, a partir de 1940, con semilla traída de Haití, a su vez procedente del Congo.

A los Jardines Experimentales de Summit en la Zona del Canal' llegaron del Oriente en 1927 tres variedades de alto rendimiento aceitero (CZG, 1928, 40). En 1934, el Dr. E. B. Stilz, envió r ins titución varias semillas de Lusambo, Corgo belga (Ibid., 1934, 33).

Por 1926 ó 1927 (aunque en aclaración posterior dice é1 mismo que en 1931), el doctor Armando Dugand importó a Barranquilla, de París, de la mundialmente famosa casa distribuidora de semi llas Vilmorin-Andrieux, unas de palma de aceite africana. Varias plantas estuvieron en potes en la casa del introductor en Barranquilla, hasta 1939 en que el doctor Dugand se trasladó a Bogotá para hacerse cargo de la dirección del Instituto de Botánica. Algunas palmas se plantaron en la hacienda "El Paraíso", situada a orillas del Magdalena, entre Palmar de Varela y Ponedera, pero por descuido se perdieron (Dugand, octubre, 27, 1956, carta al autor; Patiño, 1946, 20).

Así que la introducción efectiva a Colombia se debe al botá-nico belga Florentino Claes, quien vino al país primero por 1922 para estudios sobre el yagé, el yoco y otras plantas de la Amazonia colombiana (BACB, 1933, 565; -----, 1930, XXI, 1083-1084), y con quien hacia 1930 se gestionó por el ministerio de industrias la traída de semillas de palmas del Congo, cuyo cultivo él había recomendado para las regiones lluviosas del sur. Acaeció que cuando Claes hacia 1932 se dispuso a cumplir lo convenido, un señor José Moría Espinosa había obtenido que aquél ministerio prefiriera aclimatar el babassú brasileño y le adquiriese a dicho señor lotes de semilla de esa especie. Quien escribo da fe de haber visto hacia 1936 en que estuvo en la Granja de Palmira, los restos de un semillero muy grande de babassú que hubo en el sector aledaño a la vía férrea. Disgustado Claes por el incumplimiento, obsequió a Mgr. Gaspar de Pinell o Monconill, cuasipárroco de Florencia en el Caquetá, en 1933 (véase adelante), con algunas de las semillas de Elaels que había traído, las cuales fueron sembradas con buenos resultados por los misioneros de Florencia y Puerto Asís. En esas regiones se dio en llamar a la palma en cuestión, "chontaduro del obispo" y "palma del Congo". El último nombre es el predorninante en la actualidad. Correspondió a Fr. Ildefonso de Tulcán hacer los semilleros de Puerto Asís (Enríquez Córdoba: Patifio, 1946, 120-122), donde quedaban 91 ejemplares en 1948, en que el señor Pablo E. Daza B. hizo in situ una encuesta sobre el asunto. De las palmas plantadas en Mocoa, llevadas de Puerto Asís, sobreviven las que se encuentran en la casa cural y en la plaza principal de la población (Patiño, 1948, 12).

En 1932 (por consiguiente, al dato del señor Enríquez Córdoba está atrasado un año), el doctor Gonzalo Córdoba adquirió del botécnico Claes en Bogotá tres latas de semillas, dos de las cuales fueron

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enviadas a la Estación de Palmira, y la tercera a la hacienda "El Marañón", propiedad entonces del doctor Córdoba, al iesr de Cali. Las semillas de esta lata, o mejor las palmas resultan perdieron casi todas. Del semillero hecho en Palmira en mayo de 1932 se obtuvieron poco más de 300 plantas; 206 se pusieron en plantación en octubre de 1933. De Palmira, donde en un principio se llamaron "palmas Córdoba", se dispersaron por toda Colombia (Rivero: García Vásquez, 1933, 20-21; -----, 1935, 108109). Allí se hizo bajo la dirección de quien escribe un trabajo de selección de ejemplares matrices, desde mayo de 1945 hasta junio de 1950 (Pestiño, 1948, 12-13).

Otras introducciones se hicieron posteriormente, así:

l) En 1936 llegaron para la Granja de Palmira, del Jardín Botánico de Eala, Congo belga, semillas que -aunque etiquetadas como Elaeis Poisonii Ann., var. dura y var. Tenera -en realidad no correspondieron al rótulo, pues eran casi todas E. guíneensis dura y unas pocas tenera. De pocas de estas palmas queda descendencia en la Granja de Calima-Buenaventura (Rivero, M. J.: Patiño, 1946, 122).

2) En 1942 quien escribe obtuvo que el doctor Carlos Lozano y Lozano, embajador entonces en el Brasil, enviara a la Granja Agrícola de Mompós unas pocas semillas de dendé, procedentes del Jardín Botánico de Río de Janeiro. Quedaba todavía en 1952 un ejemplar de ese origen, sin ningún valor para fines de selección.

3) En 1946-1947 la Magdalena Fruit Co. introdujo de Centro América semillas del tipo Del¡ (dura), para establecer una plantación industrial, que está situada en la hacienda "Patuca", en Sevilla (Magdalena), hoy adquirida por el INCORA.

4) A fines de 1947 o a principios de 1948 el doctor Pedro Nel Ospina V., de Medellín, introdujo de Honduras semillas del tipo Del¡, para las plantaciones que empezó a hacer por esa época en el bajo Cauca (Caucasia).

5) En 1948 el autor introdujo de La Lima, Honduras, por gentileza del doctor V. C. Dunlap, de la Tela Railroad Co., semillas de los tipos Del¡ Java y Del¡ Sumatra; quedan unos pocos ejemplares en la Granja de Calima-Buenaventura.

6) Datos inconfirmados indican que el señor Daniel Zuluaga Arango, introdujo para su hacienda "La Paulina", de Villavicencio, hace poco más de diez años, algunas semillas que le habría remitido un señor Castillo, cónsul entonces en Bélgica (ref. verbal del I.A. Camilo Castro).

7) A fines de 1951 el Ministerio de Agricultura, desempeñado por el doctor Alejandro Angel Escobar, introdujo de Centro América semillas que resultaron en gran proporción Elaeis Poisonn Ann., de fruto

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pluricarpelar. Cerca de 200 ejemplares de esta introducción existen en las Granjas de Armero y Aracataca.

8) El mismo Ministerio recibió a principios de 1952 dos paquetes de semillas de un cruce dura x tenera de F.. guineensis procedentes de Yangambi, Congo belga. Las palmas resultantes, unas 30, estaban empezando a producir en la Granja de Frutales de Mariquita (Tolima) en 1958.

9) El Instituto de Fomento Algodonero introdujo en 1958 tres lotes de semilla, que fueron propagados en Armero. Uno de ellos, llegado en enero, procedía de la Estación Agrícola de Tingo María (Perú), con semillas de tipo dura. En febrero llegaron 500 semillas de un cruce dura x terrera, y otras 500 de un cruce dura x pisifera, originarias de la Estación Experimental de Dabou, Costa de Marfil. En julio, 500 semillas de un cruce tenera x dura y 500 más dura x pisifera, procedentes de Nigeria (Latorre Hoyos, E., 17 de julio de 1958: carta N° 03600 al autor). Otras introducciones se hicieron posteriorrnente por empresas particulares, pero los detalles se desconocen.

 

| JUGLANDÁCEAS

 

166 -- |Juglands regia L.

| Nogal, nuez.

Lo relativo al nogal- americano J. neotropica Diels, se ha estudiado en el numeral 11, volumen I, 1963, p. 194.

La circunstancia de haber hallado los españoles nogales en el Nuevo Mundo, quizá retrasó la introducción de las especies clásicas. A fines del siglo XVI un autor apuntaba: "Almendra, nuez Y avellana, va de España para gente regalada" (Acosta, 1940, 311;-----, 1954, 126). Pero en el siglo siguiente, sí se da cuenta de la existencia en Méjico, de las "nueces de Castilla", y la introducción debió haber sido temprana, "porque se ven nogales de mucha edad" (Cobo, 1956, I, 404). Esto hace nacer la duda si no se trataría más bien de especies nativas de la Nueva España (Gage, 1946, 82).

 

| CRUCÍFERAS

 

000 -- |Brassica napus L., var. Oleifera |B. campestris, L., var..

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(Véase numeral 042 en el capítulo IV).

| Colza, nabo.

No se sabe si la colza fue introducida por los europeos intencionalmente. Más probable es que lo haya sido de modo inadvertido, mezclada la semilla con otras plantas, siendo como es esta una que ha tenido el doble carácter de maleza y de especie mesícola (Vavilov, 1951, 84).

En América española, ya a fines del siglo XVI, se beneficiaban los paños con aceite de nabos, "que hay muchos" (Vargas Machuca, 1599, 150v).

De mediados del siglo XVII son las siguientes noticias: ""En algunas partes, como es en la provincia de Quito, se saca cantidad de aceite de la semilla del nabo, con el cual se benefician algu nas lanas para los paños que allí se labran, en lugar del aceite de oliva, y es mucho mejor para este menester que la manteca con que se benefician las lanas en todo lo restante de estas Indias" (Cotio, 1891, II, 430; -----, 1956, I, 415; Cappa, 1890, V, 295).

A fines del siglo XVII se hacía lo mismo en la Nueva Granada: "De la semilla del Navo sacan grandes cantidades de azeyte, que bien purificado sirve en las lamparas, por la falta que ay del de las Olivas. Inventaron los Indios esta traza, y para ello tienen prensas, en que lo sacan para el gasto de sus Iglesias, y del que les sobra llevan a vender a otros Pueblos..." Para este menester parecía más indicado que el sebo o la enjundia de animales (Zamora, 1945, I, 165-166). Los nabos se habían vuelto plantas invasoras de los cultivos, especialmente de cereales, en las tierras frías del Nuevo Reino (Oviedo, 1930, 50-51).

Con el cambio de costumbres y el avance tecnológico, esta fuente oleaginosa ha perdido su importancia en América equinoccial.

 

| MORINGÁCEAS

 

000 -- |Moringa oleilera Lam. (= M. pierygosperma Gaertn..).

Véase numeral 044 en el capítulo IV.

Aunque las semillas son ricas en un aceite finísimo (Barret, O. W., 1928, 422-423), nunca se ha extraído, que se sepa, en la parte tropical de América.

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Page 285: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

 

| LINÁCEAS

 

000 -- |Linum usitatissímum L.

| Lino.

Como el uso del lino en América tropical para ia extración de aceite ha sido escaso, y aún el mismo cultivo para fibra se ha intentado sin perseverancia, los datos pertinentes se verán en el capítulo XI, Fibras, numeral 185. De todos modos, se extrajo aceite en Otavalo (J. de la Espada, 1897, 111, 114), y en otras partes de América (Cebo, 1891, II, 418; -----, 1956, I, 409-410).

El autor recibió de Etiopía, del encargado de negocios de Colombia doctor Ignacio Betancourt C., el 25 de septiembre de 1968, semillas de dos variedades de lino. Fueron sembradas en Cali y Roldanillo en octubre 12-14 y los primeros frutos obtenidos en enerofebrero de 1969.

 

| EUFORBIÁCEAS

 

167 -- |Ricinus communís L..

| Cherva, alcherva, del árabe | al-kerua (Font Quer, 1962, 187).

| Catapucia.

| Higuerilla, tártago (véase), | higueras del infierno.

| Palma-christi.

Deben recnazarse como contraevidentes, las afirmaciones de algunos autores, que pretendieron que los indígenas americanos conocían y usaban la higuerilla antes de la llegada de los europeos (Guerra y Sánchez, 1938, 8; Uribe Angel, 1885, 516).

A mediados del siglo XVI esta planta se había vuelto un huésped indeseable en la parte intertropical de América: "Las higueras que llaman de infierno son muy comunes en todas estas isla y en la Tierra Firme. Estas, entre los médicos e boticarios y herbolarios, se llaman tártagos o cataputia mayor. No sé yo qué propriedades en la medecina se tienen; pero en cantidad, hay tantas destas higueras

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acá, que ocupan mucho, e no querrían tantas en el campo, ni mucho menos en esta cibdad [Santo Domingo], e aun dentro en los corrales de las casas, e a do quiera, hay acá muchas dellas" (Oviedo y Valdés, 1959, II, 15). Debe aclararse qu el verdadero tártago es otra Euforbiácea del Viejo Mundo, Euphorbia lathyris L. (Font Quer, op. cit., 187-188; 188-191).

En tiempos de Monardes, ya se usaba el aceite para dolores Y novedades del estómago, en Jalisco, Nueva España, y los indígenas -que no sabían obtener el aceite por expresión -lo obtenían por medio del agua hirviendo, rebañando el que sobrenadaba (Monardes, 1569, 13v.-16). Cabe advertir que en este aspecto, las tribus del área amazónica y del Orinoco, hacía siglos que habían resuelto el problema técnico de la obtención de aceites y otras sustancias por presión, con el célebre tipití que empleaban para sacar el aceite de seje (Jessenia polycarpa Mart.) y el mañoco de yuca (Rivero, 1956, 5). Para fines del siglo XVI, el uso del aceite de higuerilla como purgante ya estaba difundido en AmériCa (Acosta, 1940, 306; -----1954, 123; Descourtilz, 1833, I, 250257; 11, 242-247). Autores muy bien documentados pretenden que el uso como purgante empezó a raíz de recomendaciones hechas en un tratado por el médico Peter Canvane en 1764, como consecuencía de su experiencia en las Antillas, y que en 1788 fue aceptado como tal en la Pharmacopeia de Londres, empezándose a importar primero del Nuevo y después del Viejo Continente a las Islas Británicas (Flückiger and Hanbury, 1879, 567-568). Pero ya se vio que desde los tiempos de Monardes era usado para males estomacales.

El uso sí pudo originarse en América, pues aunque existe también higuerilla en Africa, allá el empleo como purgante es moderno y fue desconocido antiguamente (Ficalho, 1957, 256).

Higuereta o palma christi hubo también en Puerto Rico (Miyares González (1775), 1954, 104; Abbad y Lasierra, 1959, 244).

En las Antillas menores era ya común a mediados del siglo XVII. Indios y negros usaban el aceite: los primeros para ungirse el cuerpo, y todos contra los piojos (Du Tertre, 1958, II, 96; 331).

Se conocía en Jamaica a mediados del siglo XVIII (Long, 1774, 111, 712-714).

En Guatemala, por la misma época, el aceite tenía varios usos, entre ellos para quitar del cutis señales de barros y otras (Figueroa Marroquín, 1957, 141-142).

En Portobelo la relación de 1607 menciona la higuerilla del infierno, y habla de su toxicidad (Torres de Mendoza, 1868, IX, 113, 116). Contemporáneamente la Audiencia de Panamá informa: "...la semilla se cuece y de su cocimiento resulta un aceite que nada encima del

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agua; este recogen y dan de beber una onza dél en caldo. y purga flema con suavidad" (Serrano y Sanz, 1908, 150).

A fines del siglo XVI, un conquistador español de la Nueva Granada recomendaba que en toda expedición, en el matalotaje, se llevara para purgas: "azeyte de higuerilla y otras yerbas y raizes conocidas para tal efecto" (Vargas Machuca, 1599, 56). Había higuerilla en Tunia en 1610 (Torres de Mendoza, 1868, IX, 400). Un autor, que conoció y cita el pasaje referido del médico Monardes, dice que en el Nuevo Reino la higuerilla no sólo tenía las virtudes que le atribuía el médico sevillano, sino muchas otras, "que es la mejor medicina, que se ha descubierto en las Indias" (ZamOra, 1945, I, 143). Abundaba en las tierras cálidas, tanto en el interior (Oviedo, 1930, 26-27; Camacho Roldán, 1892, I, 651-652), como en Santa Marta (Rosa, 1945, 306).

Al valle del Cauca debió llegar muy temprano el ricino, pues ya se le menciona en un documento del legajo 1403 de la Sección Indiferente General, del Archivo de Indias de Sevilla, correspondiente a 1588. Se trata de una acusación o memorial de agravios que Fr. Luis Saavedra, prior del convento de los aqustinos de Cali hace en España, a donde viajó con ese fin, contra sus cofrades por diferentes abusos cometidos con los indios. El artículo 44 de dicho memorial dice que anualmente les hacen contribuir a los indios para vino y aceite, "empleando el dinero en otras cosas, pues para la lámpara del Santísimo Sacramento tienen que proveerla de aceite que sacan de la higuerilla" (Restrepo Tirado: BHA, 1946, 33: 202203). Para ubicar las circunstancias a que se refiere la información, baste decir que el convento de los agustinos se fundó en Cali en 1581, probablemente por fray Jerónimo de Escobar, autor de una relación sobre la gobernación de Popayán escrita poco después. Dicho convento estuvo situado en un principio en la acera septentrional de la plaza principal de Cali. A los agustinos Escobar, mencionado, y Jerónimo Dávila, los había traído a Popayán en 1578 el obispo Coruña (Arboleda, 1928, 50; Bueno et al, 1945, 28-30).

Un viajero halló higuerilla a orillas de la laguna de Sonso en 1824 (Hamilton, 1955, II, 91). Poco antes de 1917 el alemán Arturo Linkart estableció en el barrio Calvario, de Cali, una fábrica para obtener aceite de higuerilla por presión (García, E.: BHV, 1948, 80).

En el tercer cuarto del siglo XVIII, los habitantes de Antioquia se alumbraban en sus casas, por falta de sebo, con granos de higuerilla ensartados en varillas de caña (Posada Arango, 1909, 133; Ospina, T.: RHA, 1919, 2: 418).

El aceite de higuerilla sirvió a los indígenas de Surinam como sustituto del de canapa (Carapa guíanensís Aubl.), para disolver el rucú o achiote que se untaban en el cuerpo (Fermín, 1769, I, nota 45-46). En Cayena se usaba el aceite para purga de esclavos jóvenes; la dosis era de dos onzas (Aublet, 1775, II, 884-885). Por consiguiente,

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la introducción que se dice hicieron de la especie al Orinoco los jesuítas parece cuestionable, si en tan temprana época como mediados del siglo XVIII ya había higuerilla en las Guayanas (Gilii, 1965, II, 78; 300).

En Trinidad no se cultivaba (De Verteuil, 1884, 257).

En la cuenca amazónica, el "carrapato" se conocía también en la época mencionada (Monteiro de Noronha, 1768, 8). Era frecuente cerca de las malocas o ranchos de los indígenas, aunque estos no la usaban, sino los colonos europeos (Martius, 1939, 247).

En el Ecuador se conocía a mediados del siglo XVIII: "PreParadas [las almendras] son un buen purgante, y sin preparar es Peligroso para la gente, al paso que es veneno activo para los Perros,, (Velasco, 1946, I, 52).

Es notable la información de Cobo sobre el Perú, porque muestra que desde mediados del siglo XVII se había producido una aculturación del uso de la higuerilla por parte de los indígenas: "En algunos valles destos Llanos del perú suelen sacar aceite de su semilla [de la higuerilla del infierno] para que arda en las iglesias; pero esto sólo en pueblos de indios lo he visto hacer, que las iglesias de españoles, con aceite de olivas se alimentan ln.lámparas" (Cobo, 1890, I, 440; -----, 1956, I, 200). La costumbre, perduró (Serra, 1956, II, 370; Ruiz, 1952, I, 151).

Fuera del empleo de la semilla para aceite, que cuando es obtenido por presión deja en la torta o pasta residual los principios tóxicos (ricinina), y aun puede utilizarse y se utiliza en algunas pares en la cocina (Schwanitz, 1966, 41), la higuerilla sirvió para otros propósitos. En Africa, de donde parece ser originaria la especie (Haudricourt et Hedin, 1943, 136), las hojas se emplean para activar la secreción láctea y el parto (Ficalho, 1957, 257). Aun se :ha pretendido que la cocción de las hojas suministrada internamente sería galactogoga (Flückiger and Hanbury, 1879, 571).

En el Orinoco se usaban las hojas no contra el dolor de cabeza (Gilii, 1965, II, 78; 300), costumbre que tenían los caribes de las pequeñas Antillas (Descourtillz, 1833, I, 2551.

 

168 -- |Aleurites moluccana Willd

| Bancul, cay-lay (Annam).

| Lúmbang, en el Pacífico sur (Merrill, 1945, 61).

| Nogueira de Iguape, en el Brasil.

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Esta especie del Pacífico sur. estudiada por los botánicos de la expedición de Cook (Merrill-, 1954, 360-361), fue hallada por l los viajeros alemanes Spix y Martius, cultivada en el Jardín Botánico de Belem del Pará en 1821 (Martius, 1843, 20; Ferreira Reis, 1946, 13). De allí se difundió a otras partes de la costa brasileña, y para fines del siglo XIX se cultivaba en el Jardín Botánico de Río de Janeiro (Barbosa Rodrigues, 1893; 1908, xxiii). El nombre de " nogueira de Iguape", proviene de que en esta localidad de San Paulo se adaptó muy bien.

Había A. triloba en Trinidad a mediados del siglo XIX (Prestoe 1870, 67).

Hubo ejemplares cargadores en la Granja Vitícola de Bolívar Valle. La semilla procedió de los Jardines Experimentales de Summit, en la Zona del Canal (CZG, 1928, 41).

 

169 -- |Aleurites montana Wils..

| Cay trau (Indochina); | mon yeou (China).

Este sustituto del tung, originario de Indochina y de las provincias meridionales de China, se introdujo en 1947 a la Granja cafetera de Chinchiná. Su adaptación ha sido regular en la hacienda "Naranjal" a 1450 metros sobre el mar.

En la Estación Agrícola de Palmira, donde fue introducida hacia 1940, aunque la especie adquirió algún desarrolio vegetativo, la producción de frutos fue escasa, atribuyéndose a dificultados de polinización.

 

170 -- |Aleurites trisperma Blanco.

A la Granja de Palmira se introdujo con otras especies del mismo género, en la de cada 1930-1940 (Rivero, M. J., inf.). De allí llevó el autor semilla en 1940 a la Estación de Armero, donde se adaptó muy bien.

En Medellín se usa esta especie como ornamental, especinlrnente en la avenida "Juan del Corral".

No tiene mayor importancia como oleaginosa.

 

171 -- |Aleurites Fordii Hemsl..

| Tung, t'ung yu shu, en China central.

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Esta especie de la China fue introducida a los Estados Unidos hacia 1905, vía California, y se ha convertido con el andar del tiempo en cultivo importante en los estados surorientales, a partir de 1920, en que se hicieron las primeras plantaciones industriales (Klose, 1950, 135-136).

Como resultado de estos ensayos, se introdujo semilla a Argentina y al sur del Brasil, donde la especie se ha convertido también en un rubro destacado de producción. El autor tuvo oportunidad de conocer una plantacién en Santo Pinó, en la provincia argentina de Misiones, en 1944 (Pestiño, 1945, 259-260).

Se introdujo a Colombia, pero no ha medrado, por el clima uniforme. Esta especie, de la zona templada, necesita un período de reposo, durante el cual pierde las hojas.

 

| OLEÁCEAS

 

172 -- |Olea europea L..

| Zayit, en hebreo; en copto y árabe, | zait, zaitoun, de donde quizá

| Aceituno.

| Olivo, del griego | elaion, latín | oleum (Goor: EB, 1966, XX: 223-224).

Este árbol, oriundo al parecer del Asia menor, fue dispersado hacie el Mediterráneo occidental por agencia humana. Se ha dicho que los fenicios lo introdujeron a España (Colmeiro, 1863, 1, 29-30; que los romanos organizaron la producción de aceite (Ibid., 71; Arias y Miranda, 1854, 3); que los árabes repoblaron las plantaciones destruídas por la sequía del año 846 de la era cristiana (Colmeiro, vol. cit., 185), y que el cultivo fue tardío en la era cris. tierna (Ibid., 254, 255; Abu Zacaria, 1802, I, 225-245: Herrera, G. A., 1818, II, 331-347), y tuvo altibajos en la producción (Herrera, G. A., 1819, IV, 242; Font Quer, 1962, 741-745).

El olivo vegetaba admirablemente en Santo Domingo y en otros puntos de la isla Española, a mediados del siglo XVI, pero no daba frutos (Oviedo y Valdés, 1959, I, 247; Gómara: Vedia, 1946, I, 177). Esta misma cantilena se oirá en todas las referencias sobre la región intertropical del Nuevo Continente. La relación de Puerto Rico en 1582 expresa que se daban pero no fructificaban (Latorre, 1919, 47), ignorándose la causa del fenómeno (Acosta, 1954, 82).

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En agosto de 1531 se ordenó enviar olivos a Méjico; a fines de ese año se anunciaba que se había cumplido la orden (Puente y Olea, 1900, 391). Parece que la producción se orientó hacia la aceituna para encurtido (Montoto, 1927, I, 379; XII, 348-351); pues en cuanto al aceite, fue sustituído por la manteca de puerco (Cué Cánovas, 1960, 80). Sí llegó a haber olivos (Acosta, 1954, 127), aunque nunca parece haber adquirido importancia el cultivo. La producción actual está confinada a la Baja California.

En 1520 se compraron para enviar a Centro América, 250 estacas de aceiete (Puente y Olea, 1900, 396, 398-399); pero allí menos debió obtenerse resultado alguno, pues a Guatemala llegaban excelentes aceitunas del Perú en la primera mitad del siglo XVII (Gage, 1946, 105).

Pedrarias llevó a Castilla del Oro estacas de olivo en 1513 (Puente y Olea, op. cit., 393), con idéntico fiasco. Al istmo llegaban aceitunas del Perú como cosa corriente (Serrano y Sanz, 1908, 173, 176).

No se han obtenido datos sobre la introducción a Venezuela. Decía Humboldt, durante su visita de 1801: "Los olivos que vi en el patio del convento de San Felipe de Neri [Caracas] son grandes y hermosos; pero el lujo mismo de su vegetación les impide cargar frutos" (Humboldt, 1941, II, 326).

Al finalizar el primer cuarto del siglo XVII todavía no se Pro, ducía olivo en el Nuevo Reino de Granada, "por descuido" (Simon. 1953, IV, 321). Pero el asunto cambió al finalizar ese siglo, Pues en 1701 ya había olivares que daban excelente aceituna, "especialmente en las tierras de la villa de Leyva" (Zamora, 1945, l, 153). A mediados del XVIII, fuera de la localidad mencionada, se cultivaba aceituna en Sutamarchán, "donde las he visto en las haciendas de los Baños y de los Neiras, y si no hubiera prohibiciones de que se sembraran en este Reino se produjeran con suma abundancia (...)Uno de estos [Neiras], don Javier, me aseguró que aunque dicen tarda muchos años, en su huerta a los seis años comenzaron a fructificar, y el doctor Salvador me dijo que en su huerta al segundo año dieron fruto" (Oviedo, 1930, 155, 157; 43). Se creía entonces que las aceitunas de Leiva eran tan buenas como las de Sevilla (Alcedo, 1787, II, 566). Otra fuente contemporánea se refiere a los olivos de Leiva, y de un ejemplar en el huerto que fue de los jesuitas en Santa Fe, "de pocos y defectuosos frutos" (Gilii, 1955, 135). Se usaba sólo la aceituna (Silvestre, 1950, 135).

El naturalista Andrés Fosada Arango habría traído en 1872 de Europa a Antioquia unos tallos de olivo, que crecieron bien pero no fructificaron (Zuleta: RHA, 1919, 3-4: 14; 622). El mismo implicado calla sobre el particular, en su enumeración sobre las especies frutales introducidas a Colombia antes de 1885.

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En 1947 el doctor Benjamín Y. Morrison, de la Sección de Introducción de Plantas de los Estados Unidos, envió al Dr. Ciro Molina Garcés, una docena de plántulas de olivo, de raíz desnuda, que le tocó desempacar a quien escribe. Fueron entregadas a una congregación religiosa del Valle del Cauca. Aquí el olivo no frucfica.

No se habían llevado olivos al Perú en 1548 ( Cieza, 1924, 317; -----: Vedia, 1947, Ii, 451). En la década 1570-1580 se empezó a cultivar la especie en el Ecuador interandino. El primer olivo estaba ya grandecillo en 1571 (J. de la Espada, 1881, 1, 4), aunque otro autor dice que en 1573 todavía no se habían plantado en Quito (Ibid., 1897, 111, 70). En 1582, existían en el río Mira 1.500 pies, que aun no daban señales de producir fruto (Ibid., 113, 114; Ortiguera, 1909, 325).

Parece que tampoco allí alcanzó importancia la industria, pues aunque crecieron los árboles, nadie perseveró en el empeño, y el aceite casi no se usaba (González Suárez, 1892, III, 448-449). El presidente Montúfar hacía traer todos los años de sus haciendas en Arequipa, para el consumo doméstico, vino y aceitunas; pero se lo prohibió el gobierno por temor del contrabando (Ibid., 1894, V, 194).

No obstante, debieron quedar árboles aislados. Cuando el 7 de agosto de 1607 el procurador Antonio de la Canal, al fundar la villa de Ibarra, tomó posesión de los ejidos, pasó por un pantano y "arrancó y con la espada cortó muchas olivas y circes" (GarcésG., 1937, 62). En 1610 figura el convento de San Nicolás de los Olivos en esa villa (Ibid., 244). Todavía existe cerca a la ciudad el sitio de El Olivar. En Guano, jurisdicción de Villardompardo o Riobamba, había olivos, "pero no llevan ninguno" (Torres de Mendoza, 1868, IX, 473).

Se daba bien en Paute y Gualaceo, Azuay (Jameson, 1865, I, 265).

Hay dos versiones sobre la introducción del olivo al Perú. Cobo considera que fuá más tardía que la de la mayoría de los otros árboles, pues fue en 1560 cuando don Antonio de la Ribera logró llegar a Lima con dos o tres posturas, de muchas [Cappa dice que cien] que trajo del Aljarafe de Sevilla en 1dos tinajones; que se dio muy bien, hasta el punto de que ya para 1596 se vendía el almud de aceitunas a dos pesos, y para 1652 en que escribía, la hanaga se vendía a dos pesos. Añade que por la abundancia de los olivos, se dieron las gentes a utilizarlos como leña (Cobo, 1891, II, 382-386; 412; -----, 1956, I, 393-395; 11, 301; 428; 431).

Cappa, aunque usualmente sigue a Cobo, se aparta de 61 y prefiere en este caso adoptar la versión de Mendiburu, según la cual ya en 1542 Diego de Mora tenía en su hacienda de Chicama, Trujillo, mil árboles de olivo que le rendían 300 arrobas de aceite al año. Sobre el empleo de la madera como leña, trae datos confirmatorios, pero relativos al siglo XVIII. Agrega la importante observaciòn de que el

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poco consumo del aceite de olivas en el Perú se deba a la costumbre de guisarlo todo con manteca, aun en los días en que la iglesia prohibía el uso de carnes (Cappa, 1890, V, 96; 289-297).

Ello es que en la primera mitad del siglo XVII ya el olivo y sus productos eran comunes en varias regiones del Perú costero, empezando por Trujillo y Lambayeque (Vázquez de Espinosa, 1943, 365; 370; Feyjoo, 1763, 13; Anónimo, 1958, 26); Santa (Anónimo, 28); Lima (Ibid., 45, 51, 55; Vázquez de Espinosa, op. cit., 423, 424); Vitor, Siguas (Calancha, 1639, 686), y Arica (Ringrose, 1945, 332, 334).

Sin embargo, el cultivo y la producción tuvieron allí alternativas, dimanantes de la política colonial fiscal y económica (Acosta, 1954, 127; Haring, 1939, 158-159; 187).

 

| PEDALIÁCEAS

 

173 -- |Sesamum oriéntale L..

| Ajonjolí, sésamo, alegría.

Probablemente de origen africano (Haudricourt et Hédin, 1943, 136), se conocía en España durante la dominación árabe (Abu zacaria, 1802, II, 73-76). Herrera cita a Columela sobre el unto contra la sarna de los perros y aun de las personas, consistente en una mezcla de yeso y "una simiente menudilla que llaman agenjolí o alegría" (Herrera, G. A., 1819, III, 349).

Lo cultivan los árabes en la costa oriental de Africa, aunque no tiene mucha importancia, y el procedimiento de siembra es muy primitivo (Ficalho, 1957, 235-237).

El ajonjolí figura entre las semillas compradas para ser embarcadas en la nave '"San Juan", que salió de San Lúcar de Barrameda el 15 de abril de 1520, con una colonia de agricultores constan te de 34 matrimonios y otras personas, para la isla Española (Cappa, 1890, V, 19-20; Ramos Pérez, 1947, 160).

Se menciona el ajonjolí entre las cosas cultivadas en Portobelo y en Panamá a principios del siglo XVII (Torres de Mendoza, 1868, IX, 114; Serrano y Sanz, 1908, 147).

Tardías son las menciones para Jamaica (Long, 1774, III, 809), a donde habría sido llevado por los judíos; y en Cuba, donde los negros lo sembraban con azada en las guardarrayas y conucos (Reynoso,

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1867, 164). Se conocía y usaba para golosinas, cosméticos y otros en las Antillas francesas (Descourtilz, 1833, IV, 155-158).

Cultivaban ajonjolí los negros en los jardines de la Guayana francesa (Aublet, 1775, II, 665-666).

En Trinidad so cultivó un poco por los africanos (De Verteuil, 1884, 258).

Era uno de los granos corrientemente cultivados en Santa Marta en el sigio XVIII (Rosa, 1945, 297). En 1856, cuando Eliseo Reclus intentaba en la Guajira una empresa colonizadora, el vicecónsul francés en Riohacha hizo sembrar, en un terreno de 20 hectáreas cerca del promontorio de Mariangola, a 6 kilómetros al oeste de dicha población, medio millón de matas, cuyo producto pensaba enviar a Marsella. Pero la falta de lluvias acabó con la plantación y con las esperanzas que en ella puso su iniciador. Se puede esperar -concluye el gran geógrafo -igual resultado en gran Parte del territorio circunvecino (Reclus, 1881, 195).

El aceite de ajonjolí suplía al de almendras, que era difícil traer de España, según datos de fines del siglo XVII correspondientes al Nuevo Reino de Granada (Zamora, 1945, I, 165). Se ignora la época en que fue introducido. Se hubiera podido enviar de la altiplanicie Para Guayana vía Macuco (1783) (Cuervo, 1893, III, 61-62). Se ha sugerido que existía en Antioquía a fines del siglo pasado (Posada AraNgo, 1909, 133).

El cultivo en grande de esta oleaginosa en el valle medio del Magdalena, data de los años siguientes a la fundación de la Granja Agrícola de Armero. En 1945 había en esa institución las variedades criollo, chino-cuba y amarillo, que eran las más cultivadas, y se ensayaban las recién introducidas, Venezuela 4310 y 4315, breve-chico, español grande, nativo gigante y otras (Patiño, 1945, inf. inéd.).

En la costa ecuatoriana se producía ajonjolí durante la primera mitad del siglo XVIII, especialmente en las localidades de Puertoviejo (Alcedo y Herrera, 1946, 60; Montúfar y Frasco, 1894, 154; Rumazo González, 1949, VI, 87; Flores y Caamaño, 1925, 5), y en San Lorenzo de jipijapa (Castillo, 1931, nota 75). Sin localidad específica lo menciona otro autor de esa época (Velasco, 1946, I, 94). Se intercambiaba con los productos procedentes de la sierra.

Había ajonjolí en gran parte de las Indias a mediados del siglo XVII y se empleaba para confituras lo mismo que en España; "si bien no nace tanta copia de ajonjolí como de anís" (Cobo, 1891, 11, 439; -----, 1956, l, 419).

Fue llevado el gergelim por los portugueses de Africa al Brasil (Marcgrave, 1942, 21; De Candolle, 1855, II, 965). Hasta en las

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hámedas regiones del Amazonas y Maranhao se cultivo a mediados del siglo XVIII (Heriarte, 1874, 9; Monteiro de Noronha, 1768, 8).

CAPITULO IXSACARINAS

 

PALMÁCEAS

Unas cinco especies de palmas de diversas subfamilias se utilizan en el mundo tropical para la extracción de azúcar. La mayoría de ellas ha sido introducida a América, pero no con ese propósito, sino como plantas ornamentales. De todos modos, el valor potencial como plantas sacarinas continúa existiendo, y por eso tienen cabida en este capítulo. Aun se hizo el ensayo de introducir y aclimatar algunas, con destino a la húmeda y lluviosa costa colombiana del Pacífico (Patiño, 1946, 128).

 

000 -- |Phoenix sylvestris Roxb..

Datilera silvestre.

Existía en el Jardín Botánico de Trinidad desde principios del siglo XIX (Prestoe, 1870, 75).

Una introducción de semillas se hizo para la Estación del bajo Calima, donde unos ejemplares se plantaron el 18 de octubre de 1946 (Patiño, 1947, Mem., 26). Otros ejemplares quedaron en el antiguo vivero de la Escuela de Artes y Oficios de Cali, donde se hizo la propagación, y se distribuyeron a varias personas, sin que haya quedado registro.

 

000 -- |Caryota urens L..

|Aníbong, pugában, gendúru (Merrill, 1945, 182).

Toddy.

Palma cola de pescado.

Existía en Trinidad, introducida por el Jardín Botánico de Puerto España (Prestoe, op. cit., 74).

Aunque frecuente en la costa atlántica de Colombia quizá desde principios del presente siglo, al valle del Cauca la introdujo Quien

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escribe, desde Garzón, Huila, en 1951. Germinaron pocas semillas. Algunos ejemplares fueron transferidos a la Estación Agrícola de Palmira.

 

000 -- |Arenga pinnata (Wurmb.) Merr. (= |A. saccharifera L.).

|Hidiók, káong, kábong, arén (Merrill, 1945, 163-164).

Gomutus.

Arenga.

Palma de azúcar.

Estaba en Trinidad a mediados del siglo XIX (Prestos, op.76). Fructificó en 1890 y murió, pues ésta, como la especie anterior es monocárpica, y una vez que fructifica en sentido descendente,, se extingue (Hort, 1890, 9).

Semillas de Arenga, que es la palma de azúcar por excelencia r; fueron introducidas en 1930 o 1931 por el Dr. Armando Dugand a Barranquilla, de la casa Vilmorin-Andrieux, de París. Por ese mismo tiempo el agrónomo M. J. Rivero trajo la especie al Valle del Cauca, quizá desde los Jardines Experimentales de Summit, Zona del Canal. Un ejemplar existe en la plaza de Cayzedo, de Cali, probablemente obtenido de esta introducción.

Tres bultos de semilla de dicha palma, de cinco que envió desde Barranquilla a Cal¡ don Alberto Roncallo por cortesía del doctor Dugand, llegaron a la Estación del Calima el 2 de octubre de 1947. La semilla se preparó y sembró entre esa fecha y el 14. En el vivero de Cali se dejó el resto. La plantación de ejemplares jó. venes se hizo en el Calima durante los días 20, 21 y 22 de agoste de 1949 (Patiño, 1946, 122; -----, 1948, 28; -----, 1949, 71).

 

000 -- |Borassus aethiopum Mart. (= |B. flabellifer L., var. |aethiopum Warb.).

|Lóntar (Merrill, 1945, 163).

Palmira palm.

Fue introducida a Trinidad para el Jardín Botánico (Prestoe, op. cit., 74; Hart, 1899, l, 9).

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Se trajo también semilla para la Estación Agroforestal del Calima (Patiño, 1948, Mem., 30), pero no germinó. No hay notic` otra introducción de esta especie a Colombia.

 

GRAMÍNEAS

 

174 -- |Saccharum officinarum L.. |S. sinense Roxb..

|To, ko, en dialectos polinesios y filipinos iDerr, 1949 13, 14).

Caña de azúcar.

Para el mejor tratamiento del asunto, se divide en los siguientes parágrafos: 1) Introducción y aculturación; 2) Clones; 3) Tecnología agrícola; 4) Trapiches; 5) Tecnología industrial; 6) Productos y subproductos; 7) Asociación con otras actividades; 8) Comercio y transporte. Se verán en otro volumen lo relacionado con plagas y enfermedades; bebidas fermentadas y destiladas; estancos y legislación. Atisbos sobre la vinculación de mano de obra indígena y negra en la industria azucarera, se dieron en otra obra (Patiño, 1966, 418-421; 502-507), aunque hay bastante qué añadir

 

1) Introducción y aculturación A) Registro de introducciones

Hay discrepancia sobre la época exacta de la introducción de la caña de azúcar a España, pues unos autores hablan de principios y otros de mediados del siglo VIII (Lippmann, 1941, I, 281-282). En todo caso, se cree que ocurrió durante los primeros 50 años de la dominación árabe (Deer, 1949, I, 79; Colmeiro, 1863, I, 138; 184185; 165; Arias y Miranda, 1854, 90-91; 134; Verlinden, 1954).

En la península el cultivo de la caña alcanzó notable desarrollo (Abu-Zacaria, 1802, I, 390-393). Al verificarse la reconquista cristiana d sl Mediodía español, el cultivo se mantuvo por un tiempo, pero declinó, ya porque el español no era tan buen agricultor como el árabe, o por las medidas fiscales y económicas desacertadas del régimen católico, y también por la competencia del azúcar de las Indias (Colmeiro, 1863, 11, 95, 96-97, 363-364; Arias y Miranda, 1854, 155; Lippmann, 1941, 1, 429-430).

La isla de Madeira, a partir de su ocupación por los portugueses en 1400, se convirtió en la zona de cultivo más importante del occidente (Lippmann, 1942, 11, 12); pero un siglo después la industria declinó por varias causas, entre ellas plagas (Ibid., 13). De Madeira se llevó la

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caña a las Canarias, en el período 1480-14-91 (Deer, c;.. cit., I, 115), y también de allá llevó a la Gran Canaria los primeros técnicos el conquistador español Pedro de Vera, para ensea, el arte a los guaraches (Morales Padrón, 1951, 400).

Esto quiere decir que la caña de azúcar se cultivaba ya en Canarias cuando Cristóbal Colón, en su segundo viaje a América, introdujo la planta a Santo Domingo. Durante la primera mitad del siglo XVI, las Canarias continuaron siendo importante centro de Producción. Los Welser, primeros conquistadores de Venezuela, tuvieron en La Palma cuatro ingenios (Lippmann, 1942, II, 14; Friede, 1961. W., 88-89; 91); pero en 1530 una plaga atacó los cultivos. Los venecianos y genoveses desempeñaron un descollaste papel en el trasplante y adelanto de la industria azucarera por el Atlántico madeira y Canarias), así como había ocurrido en el Mediterráneo Verlinden, 1954, 46-53). A mediados del siglo XVI todavía se ha cía buena cantidad de azúcar en la Gran Canaria, y era objeto de activa exportación, en la cual tomaban parte destacada los genoveses (Benzoni, 1572, 10, 178; Rubio y Moreno, 1928? Catal. Fondos Arch. Sevilla, V, 1937, 57, 60, 161, 166, 170, 190, 200, 220).

No entra en el plan de este trabajo hacer la historia de la industria azucarera en las Antillas, porque son conocidas las obras de Oviedo (1959, I, 106-110), Las Casas (1909, 46) y otros historiadores coloniales que tratan del asunto, lo mismo que las modernas revisiones de Lippmann, Deer, Wright, Saco, Ortiz, Sánchez Guerra y otros. Sólo se dirá lo que competa para hacer más claro el panorama azucarero en Tierra Firme.

Tanto los trapiches de tracción animal como los hidráulicos, fueron instalados en las Antillas desde principios del siglo XVI, y para 1546 habla en la Española "veinte ingenios poderosos molien tes y corrientes y cuatro trapiches de caballos" (Oviedo y Valdés, 1851, I, 118-123; -----, 1959, 1, 110; Castellanos, 1955, l, 189, 217218), sin otros pocos en San Juan, Puerto Rico, uno hecho por el genovés Tomás de Castellón [Castiglione?] (Oviedo, 1959, II, 108); Jamaica (Ibid., lI, 184) y Nueva España.

Eran, pues, perfectamente conocidos los detalles, no sólo del cultivo de la caña, sino del establecimiento y manejo de un irgenio de azúcar en las condiciones de América tropical insular, cuando empezó la colonización del continente.

Aunque Cappa interpreta la relación de Puerto Rico de 1582 en. el sentido de que el canónigo Diego Lorenzo, de Cabo Verde, introdujo en Borinquen la aplicación del agua como fuerza motriz en los ingenios (Latorre, 1919, 48), presentando esto como cosa novedosa (Cappa, 1890, V, 17), la verdad es que este era un sistema conocido antes del descubrimiento de América, ya que lo empleó o aplicó

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Pietro Speciale en Sicilia a su invento llamado "trapeto" para moler la caña (Lippmann, 1941, I, 281).

 

Costa caribe Tierra Firme.

La caña de azúcar no aparece mencionada como planta introducida, ni por Ojeda, ni por Nicuesa, ni por instancias u órdenes de Pedrarias en los primeros tiempos de Castilla del Oro. Es verdad que parece se firmó en Sevilla una escritura entre Francisco de Arcos, Luis Fernández y Pedro Hortís, para constituir una "compañía de açúcares" que operaría en la villa del Darién; pero esto no parece haber tenido efecto, pues el primero de los nombrados cobraba a Fernández, según escritura de 19 de abril de 1515, otorgada en Sevilla, una suma de dinero que le había entregado para el susodicho fin (Rubio y Moreno, 1930. 44; Ortiz, 1940, 375).

No hay, pues, indicios sobre el año en que se introdujo la caña de azúcar al istmo panameño, asunto de la mayor importancia; pero no sería desacertado pensar que para 1521, en que se abrió y dio al servicio el camino entre Nombre de Dios y Panamá, ya había caña suficiente para alimentar a las recuas que debieron empezar a transitar por él. En 1523 se autorizó la introducción de 500 negros esclavos para trabajos en Castilla del Oro, con el propósito de facilitar la labor en las minas, en la extracción de palo de tinte y para la producción de azúcar (Saco, 1938, I, 218?).

El cultivo de la caña y la producción de dulce debieron ser surnamente restringidos en Panamá durante todo el resto del siglo XVI. Todavía en la primera década del siguiente el azúcar era im portado, pues la relación de la Audiencia de 1607 dice: "Hay tres trapiches de miel, que dan hasta doce mil botijas cada año. No se hace azúcar". Esta se introducía en gran parte del Perú, lo mismo que la miel, y ambas en menor proporción de Popayán (valle del Cauca), por el puerto de Buenaventura (Serrano y Sanz, 1908, 170; 173; 200; Torres de Mendoza, 1868, IX, 98, 97). Había cañas también en Portobelo (Vázquez de Espinosa, 1948, 285), y aun algunos ingenios entre Panamá y Chepo (Ibid., 287). En Darión, durante la época de los piratas, los indígenas sólo chupaban la caña, pero no la beneficiaban (Water, 1888, 34-35), y en San Blas la intercambiaban por artículos manufacturados (Dampier, 1927, 25). Andrés de Ariza intentó establecer en Darién 2 ingenios (Ariza: Restrepo, V., 1888, 7.21).

Procediendo hacia el occidente, en 1631 en el río Caymito había muchos cañaverales y numerosos trapiches donde se producía miel, que iban a cargar los barcos (Cuervo, 1892, 11, 26-27). En la provincia de Veraguas, según una carta escrita en Coclé el 6 de septiembre de 1603, por el gobernador Juan López de Si queiras, había "mucha caña dulce de que se haze azúcar y melado"

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(Fernández, 1886, V, 113). En la costa sur de Panamá los piratas tomaron en varias ocasiones trapiches, como en Alanje y cerca de la capital (Lussan, 1693, 107; 2.34).

También había cañas dulces en la provincia de Talamanca (Ufeldre: Meléndez, 1682, III, 409).

 

Costa Rica.

En una información para pedir la condonación de la alcabala hecha en 1631-1632, el procurador de la ciudad de Cartago insiste en que los testigos declaren que no había trapiches de hacer azúcar, lo que no quiere decir que no hubiera caña (Fernández, 1907, VIII, 199; 201; 203; 206; 208; 209; 213). Uno de los Testigos, juAN de Acuña, se aparta del contexto, al afirmar que no hay "trapiches de azúcar más de uno tan tenue y do tan poco fundamento que no sirve más de entre! tnimiento..." (Ibid., 204).

Varios trapiches y hatos hallaron en Esparza los piratas, cuan. do entraron en 1687 a esa ciudad que los habitantes habían abtindonado (Lussan, 1693, 266). En esta provincia de Punta Arenas, a principios del siglo XIX: "También se fabrica mucha azúcar, gua sería superior si la purgaran como en la Habana y cuidasen mejor los cañaverales, pero como es grandísimo el consumo que tiene la rapadura o panela, que aquí llaman "dulce", no perfeccionan el azúcar, por ser más pronta y menos costosa y laboriosa la facción de la rapadura y más segura su venta" (Fernández. 1907, X, 303).

 

Nicaragua.

En 1545 sólo había en Nicaragua un trapiche, de acuerdo con el informe del gobernador Francisco de Castañeda (Fernández, :977, VI, 202).

En la época de los piratas (fines del siglo XVII), entre la costa y la ciudad de León había varios trapiches, y la producción de azúcar con la ganadería vacuna eran los renglones económicos básicos (Dompier, 1927, 153, 154; Lussan, 1693, 116-1.17). Lo mismo ocurría en la ciudad de Granada (Lussar, op. cit., 155; 164-165, 174), y en Jinaridega (Ibid., 174).

 

Costa caribe-magdalenesa y Guajira.

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En las capitulaciones hechas con Pedro de Heredia en 1532 para la conquista de Cartagena, se le otorgaron exenciones y prerrogativas para el primer ingenio que allí se hiciera (Serrano y Sanz, 1913, I, 346; Friede, 1955, II, 280). Quizá por eso, los historia-dores colombianos le atribuyen la introducción de la caña a la costa atlántica (Robledo: BHA, 1954, 471.-472; 67). La verdad es que Heredia no se caracterizó por sus aficiones agrícolas. Preferió vender el ingenio de caballos que tenía en Azua (Santo Domingo), Para venirse a correr aventuras (Serrano y Sanz, 1916, 9; Gutiérrez de Piñeres, 1924, 17; Oviedo y Valdés, 1959, I, 109; Friede, 1965, X, 10; Simón, 1953, V, 80-81; Friede, 1960, VI, 213). No hay constancia de que Heredia hubiera hecho uso de las prerrogativas que le concedió la corona en este particular.

En cédula fechada en Valladolid a 7 de diciembre de 1537, se autorizó al licenciado Juan de Santa Cruz, "para que podáis llevar y llevéis a ella [Cartagena] las dichas cañas de azúcar... ", como lo había solicitado (Friede, 1956, IV, 272). En otra cédula, de 26 de septiembre de 1539, se deja constancia de que Santa Cruz: quien pidió una estancia para ello, "llevó al tiempo que fue a esa pro-vincia muchas cañas de azúcar, las cuales ha plantado en el arroyo y sitio que dicen) de Turvaco, para que se riegue del dicho arroyo..." (Ibid., 1957, V, 245-246). Por dificultades que ponían las au!oridades, Santa Cruz no pudo cumplir dentro del término concedido el compromiso de montar un ingenio, y así pidió prórroga, que le fue concedida por cinco años, mediante cédula de 6 de julio de 1543 (Ibid., 1960, VII, 40-41). Es de saberse que Santa Cruz llegó a Cartagena para residenciar a Juan de Vadillo, a mediados de 1538. Pero Todavía en 1550, por inconvenientes diversos, Santa Cruz no había podido cumplir con lo del ingenio (Friede, 1965, X, 260-261). A éste, pues, y no a Heredia, se le debería la introducción de la caña a Cartagena.

Un ingenio había en el camino a Barranca a cuatro leguas de Cartagena a fines del siglo XVI (Ordóñez de Ceballos, 1947, B. A., 63); quizá cerca de Mahates (Serra, 1956, 1, 56; Robledo, E.: BHA, 1954, 67). La escasez de dulce se suplía con remesas desde el intoricr, especialmente en forma de conservas.

La producción local en el interior de la provincia de Cartage-na continuó durante el período colonial (Robledo, E.: BHA, 1954, 67), especialmente en María la Baja (Gutiérrez de Piñeres, 1924, 69); en el San Jorge y el bajo Cauca (Palacios de la Vega, 1955, 39), y en Corozal, donde para fines del siglo XVII había unos 85 alambiques clandestinos (Torre Miranda, 1794, 35), ya que la mayor parte de la caña se utilizaba para la producción de miel y aguardiente. Esto continuó durante el período republicano (Striffler, 1958, Mont., 33-40; 39). De todos modos, por Cartagena se exportaba algún azúcar a fines del siglo XIX (Samper, 1925, I, 230), quizá proveniente del interior (Mompós).

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Son contradictorias las noticias sobre la importancia que la industria dulcera tuvo durante el período colonial en el sector del río Magdalena a que sirve de centro la isla de Mompós. En 1742 Mompós, Tenerife, Tamalameque y otras poblaciones y sitios de los ríos Cesar, Magdalena y bajo Cauca, se proveían de mieles, melados, azúcares, batidillos y conservas diversas, de la provincia de Ocaña (Rosa, 1945, 199). Pero un autor posterior indica que los momposinos intentaron para 1750 establecer el monopolio de la producción de aguardiente, cosa que fue impedida por el virrey Pizarro (Julián, 1787, 91-92; -----, 1951, 115-116). Ahora bien, para neficio haya hecho ese intento, sería necesario que el cultivo y bola caña fueran importantes.

No se conocen detalles sobre la introducción de la caña c Santa Marta, ciudad que fue fundada primero que Cartagena. Parece que el cultivo se concentró a orillas del Magdalena, "aunque en nuestra capital no se carece de ella" (Rosa, 1945, 310-311; 204). Se daba caña aun en las alturas de Cocuy, a 2.757 metros sobre el mar (Reclus, E., 1881, 335) y en otros lugares de la Sierra Nevada, y en Ciénaga (Ibid., 152; 287; 333; 101).

Aun hubo un ingenio importante cerca a Santa Marta (Samper, 1925, 1, 200), el de San Pedro Alejandrino (Reclus, op. cit., 161-162).

 

Venezuela.

No se sabe cómo llegó la caña de azúcar a Venezuela. Los alemanes, de la casa Welser, que tuvieron plantaciones en Madeira y las Canarias, deberían conocer el cultivo y la producción, aunque por 1520 hubiesen dado de lado este negocio (Friede, 1961, W, 79, 88 y nota 580, 88-91). Por conducto de su factor en la isla Española, pudieron enviar cañas a Coro, pues tuvieron la mitad del ingenio que perteneció a Juan de León en San Juan de la Maguana (Oviedo y Valdés, 1959, I, 109). También pudo haberlo hecho Juan de Ampiés, quien tenía un ingenio en La Vega [o en Nigua (Oviedo y Valdés, 1959, I, 108)1, Santo Domingo, que se le quemó en 1531 cuando Alfinger lo tenía preso (Nectario María, 1959, 91).

En 1550 el obispo de Coro, Ballesteros, pidió al rey que mandara a hacer un ingenio de azúcar en Borburata (Aguado, 1918, I, 790-791; Arellano Moreno, 1961, 268, 275). Que no hubiera todavía ingenio, no quiere decir que la caña fuera desconocida.

Un pasaje de la relación geográfica de Tocuyo de 1578 es ambiguo: había en la región un arroyo, "para abastecimiento de la tierra y cañaverales de azúcar e grande cantidad de algodón. Si se sembrase e beneficiase porque los que lo siembran lo cojan" (Arellano Moreno, 1950, 148). Pero más adelante sí dice claramente que había caña y algún azúcar (Ibid., 153). En cuanto a Caracas, por la misma época:

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"Ay ansimismo caña de azúcar y aunque no hay mas de un ingenio para el gasto de la tierra hay comodidad para albergar algunos" (Ibid., 193; Latorre, 1919, 193). En 1595 se dictaron providencias reales para prohibir la molienda de caña con indios en el valle de Caracas (Ancila Farías, 1957, 258-259; 360), donde la gramínea se producía bien (Simón, 1963, II, 508 y nota).

A principios del siglo XVII se señala producción en Carora (Simón, vol. cit., 538), y en Mérida, donde también fue restringida la utilización de mano de obra indígena en 1620 (Gutiérrez de Arce, 1946, 1170, 1171; Ancila Farías, 1957, 266; 269).

A mediados del siglo XVIII la producción abarcaba más Provincias. En todo el territorio venezolano había unos 329 trapiches, que producían 250.000 arrobas de azúcar (Altolaguirre, 1908, xxi)

En Tocuyo, en las vegas de su río, en espacio de 18 leguas, se producían azúcar, papelones o melotes, aunque en 1167 la industria estaba en decadencia por baja de precios (Ibid., 157). En Coro había por la misma época 40 trapiches que producían 75.000 arrobas de dulce (Ibid., 206). De todos modos, en 1720 apenas se producía para el consumo interno, y eso escasamente, pues casi todos plantaban cacao, por lo cual se pidieron exenciones a favor del azúcar en la época de la Compañía Guipuzcoana (Ancila Farías, 1946, 176, 269; Amézaga Aresti, 1963, 222).

En el extremo occidental, Maracaibo, en la segunda mitad del siglo XVI se aspiraba a traer azúcar desde Pamplona, por el río Zulia (Arellano Moreno, 1950, 161). En Perijá se habría producido alguno en 1779 (Besson, 1943, I, 628). Los jesuítas tenían trapiche en Estanques, cerca a Mérida (Oviedo, 1930, 212).

En el extremo oriental, en Guarapiche había caña desde mediados del siglo XVII (Pelleprat, 1857, 107). En esta región del golfo de Paria varios extranjeros, después de la ocupación de Trinidad por los ingleses, se pusieron a cultivar la variedad Tahití (Humboldt, 1941, 11, 148).

Una excelente descripción del cultivo de la caña y la elaboración azucarera en los valles de Aragua a fines del período colonial hizo Humboldt (1941, 111, 131-135; 1942, V, 161), tomando como base lo que vio en el ingenio de San Matea, célebre en los anales de la independencia.

 

Trinidad.

No se ha hallado mención sobre la época de la introducción de la caña de azúcar a Trinidad. Presumiblemente ello ocurrió durante la

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dominación española, a fines del siglo XVI. La isla se especializó en la producción de tabaco y de cacao. Al terminar la dominación española por la intervención de los ingleses, haba unos 150 trapiches en la isla (Borde, 1882, 1I 114; 277).

 

Llanos.

También los jesuitas tuvieron trapiches en sus misiones llaneras (Groot, 1890, II, 109). Uno estaba en Lengupá (Oviedo, 1930, 150), servido' por negros esclavos.

El carácter modesto de la industria continuó hasta la terminación de la dominación española (Bueno, 1933, 6).

Parece, sin embargo, que la zona más importante de producción estuvo al pie de los Andes orientales desde Barinas (Oviedo, 1930, 215), Cravo (Torre Miranda, 1890, 868); Upía (Groot, 1891, 111. 445); Casanare y Meta (Michelena, 1867, 285; Rivero y Ustáriz, 1857, I 10). En esta última fracción, apenas hacia 1870 se empezó a instalar un trapiche algo más perfeccionado que los tradicionales de madera, y el cultivo de la caña era únicamente para consumo lo. cal y eso incompleto (Restrepo, E., 1870, 192, 193; -----, 1955, 156-162).

 

Guayana venezolana.

Vía Trinidad debió llevarse la caña durante la

española, a San Tomé de la Guayana, y de allí difundirse por todo el Orinoco. La producción debió tender solamente al consumo local. Los indígenas la tenían apenas como golosina (Gumilla, 1955, 212; Gil¡¡, 1965, I, 188; 270; III, 102), y la plantaban intercalada con otras especies útiles (Gumilla, op. cit., 348, 351). Cuando llegaron las misiones capuchinas, se organizó la extracción de productos en dos trapiches en el territorio de Cacagual, cerca del río Caroní (Cuervo, 1894, IV, 215, 219, 221).

Se ha dicho que el primer trapiche montado en el alto Orinoco, Esmeralda, lo envió Manuel Centurión en 1770 con el alférez Manuel Astor (Tavera-Acosta, 1905, I, 193).

 

Guyana.

Habiendo sido más tardía la ocupación europea de las Guayanas orientales, es lógico que la introducción y el cultivo de la caña serían

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proporcionalmente retardados. Un tal Abraham van Pere aparece conectado en 1637 con el primer proyecto azucarero en el sector Mazaruni-Esequibo, bajo el sistema de "patroons", que incluía derechos territoriales con jurisdicción política, típico de la colonización holandesa (Swan, 1957, 33). La Compañía do las Indias Occidentales tenía unas haciendas de caña para la elaboración de azúcar y aguardiente (Ramos Pérez, 1946, 149). Otro tanto ocurría en el río Demerara (Ibid., 150).

El derrumbe azucarero sobrevino con las medidas de manumisión de esclavos, en la década 1840 (Swan, op. cit., 44; Nath, 1950, 47), que no permitieron sortear la competencia de Cuba, dondecontinuó la esclavitud. Un viajero que recorrió ese territorio poco después, comprobó el abandono de los cañamelares y de las instalaciones de los ingenios, que en 1841 totalizaban 213 (Scho:nburgk, 1922, 1, 24; 55; 62-63; 196; 1923, 11, 389).

 

Surinam.

Aunque pudo haber caña antes, el sistema de plantación, So estableció en 1651, con aporte humano de la isla de Barbad-s-Once años después se exportaba bastante azúcar (Williarnson, 1923, 152-153; 161-163; Panday, 1959, 11-15). Las exportaciones alcanzaron el pináculo hacia 1830-1855; pero desde entonces vino la decadencia, por la competencia del azúcar de remolacha y por la abolición de la esclavitud, hasta el punto de que en la actualidad se importa azúcar (Panday, op. cit., 72-74; 180). Los judíos tuvieron destacado papel en la industria azucarera surinamense (Anónimo, 1788, 1, 21, 22, 26-28; 48; 69; 142). Los terrenos bajos impusieron una técnica de cultivo especial (La Barre, 1666, 24).

Descripciones el cultivo y beneficio hace un autor colonial (Fermin, 1769, II, 11-20).

 

Cayena.

Ya había mucha caña en el Oyapoc cuando llegó allí en 1609 el francés Hartcourt, y luego en su segundo viaje e (Williamson, 1923, 44; 119-120).

Llegó a convertirse el azúcar en uno de los principales productos de exportación de esa colonia (Barrere, 1743, 46, S0, 85-86, 116-117: 1 18; Bajon, 1778, 11, 360-376; Aublet, 1775, 11, Mém., 57-64).

 

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Costa del Pacífico.

No hay noticias sobre el cultivo de la caña y la fabricación de dulce en la costa occidental colombiana durante el período colonial. La excesiva lluviosidad allí reinante, aunque propicie el rápido crecimiento de la gramínea, no favorece la concentración de los jugos (Pérez F., 1862, 144). Del Valle del Cauca se llevaba panela tanto al Raposo como al Chocó (véase adelante). De todos modos, hubo caña en la primitiva población minera de Toro, en la parte alta del San Juan, en 1583 (Guillén Chaparro: AIP, 1889, XV, 150).

Por causas opuestas, o sea el déficit de lluvias, fue igualmente Precaria la industria cañadulcera en la costa ecuatoriana, al sur del río Esmeraldas. La relación de Puerto Viejo de principios del siglo XVII es elocuente: "Hay un trapiche sólo de azúcar que lo trae un caballo y es de un particular que ocupa en él cinco esclavos no labra el azúcar en pilones, sino solamente saca la miel de las cañas; saca cada año cien botijas" (Torres de Mendoza, 1868, IX, 291). En 1765 la producción dulcera de Puerto Viejo valía aI año $ 1.800 pesos (Flores y Caamaño, 1925, 4).

En Guayaquil la situación fue semejante. Aunque en Daule habían se trapiches en el sigloXVIII (Montuar y Frasco, 1894, 153), sólo se producía miel, pues el azúcar se traía de Cuenca y de les puertos peruanos de Juanchaco. Cherrepe y Paita (Alcedo y rrera, 1946, 76, 9, 10, 78).

En 1835 azúcar y aguardiente figuraban como productos sociales de Guayaquil (Campos, 1894, 226).

 

Perú.

Se ha dicho que el propio Francisco Pizarro habría llevado la caña de azúcar al Perú (Verlinden, 1954, 55; Schlech, 1955, 48). No obstante, los mismos historiadores sobre cosas del Perú, más familiarizados con los documentos pertinentes, dan versiones con. tradictorias. Cobo afirma que las cañas "fueron traídas a este reino del Perú muy a los principios de su fundación"; que se dieron muy bien en las tierras yungas o cálidas, las cuales pudieron poblarse y beneficiarse por este medio, a pesar de ser malsanas (Co-bo, 1891, 11, 402-410; -----, 1956, I, 405-406). Garcilaso no estaba seguro sobre la introducción (Garcilaso, 1945, 1, 272-273). Feijoo, a quien sigue Cappa, supone que fue traída de la Nueva España, y que el primer ingenio perteneció al conquistador Diego de Mora, en el valle de Chicana, a seis leguas de Trujillo (Feyjoo, 1763, 54; Cappa, 1890, V, 283).

Sea como fuere, el primer dato seguro es de Cieza, quien, al pasar por Chicana en septiembre de 1548, encontró "gran cantidad de

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cañaverales dulces, de que se hace mucho azúcar y muy bueno"; y en general, en los valles de la costa peruana, "en muchas partes hay gran cantidad de cañaverales de cañas dulces (Cieza, 1924, 214, 221; -----: Vedia, 1947, II, 419; 421). Más tarde hubo un ingenio en Piura (J. de la Espada, 1885, II, 231, 234). El ingenio de Chicana seguía funcionando a fines del siglo XVI, y se empezaba a poner otro en el valle de Santa (Lizárraga, 1946, 41; 46).

En el primer cuarto del siglo siguiente, la costa peruana estaba definida como zona azucarera de primera importancia, de donde se exportaban azúcar y conservas a Panamá y a otras plazas (Anónimo, 1958, 25; 28; 51; 95; 117; Vázquez de Espinosa, 1948, 365).

Después de haber revisado los datos sobre introducción de la caña en la periferia continental, dentro del área de este estudio, compete analizar datos sobre el proceso de penetración hacia el interior, pues en este sentido se han hecho no pocas afirmaciones gratuitas.

 

Atrato.

Santa María la Antigua del Darién, la ciudad primigenia con tinental, estuvo situada desde su fundación en 1509 hasta el des mantelamiento ordenado por Pedrarias en 1524, no lejos do la desembocadura del río Atrato en el golfo de Urabá, y en la costa occidental de éste. Si hubo allí caña de azúcar, no lo dicen los documentos conocidos, y las primeras menciones son del siglo XVIII, aunque -como se vió en el acápite "Tierra Firme" -los indios cuevas o cunas de la región del Darién conocieron la caña mucho antes.

Atrato arriba, una relación anónima de mediados del siglo XVIII menciona cañaduzales y aun trapiches, entre Lloró y Samurindo (Cuervo, 1892, II, 307); en Neguá e Ichó (Ibid., 309, 310, 311); en Betá (Ibid., 312); Bebaramá (Ibid., 313); Bebará (Ibid., 314; 315), donde había un trapiche de bestias y otro hidráulico; Murrí (Ibid., 316); Jarepetó (Ibid., 318). Todos los cultivos estaban en terrazas fluviales (Ortega Ricaurte, 1954, 276).

 

Valle del Magdalena y Nuevo Reino de Granada.

Es difícil aseverar si la caña de azúcar penetró al valle del Magdalena por la costa atlántica o por la gobernación de Popa. yan, o por ambas vías.

Quizá la introducción tuvo lugar en la década 1540-1550. Una suerte de cañas dulces de 150 pasos en cuadro debían cultivar para su encomendero en Gachetá los indígenas de Guatavita en 1555

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(Aguado, 1916, I, 529; ----, 1956, I, 420). Esto es indicio de que había ya caña suficiente para multiplicar.

La Palma de los Muzos fue centro dulcero de alguna importancia. En 1582 había allí un trapiche de caballos (Latorre, 1919, 129). Aprovisionaba gran parte del Nuevo Reino (Ibot León, 1933, 241). En la vecina Trinidad de los Muzos había también mucha caña, y en 1582 "comiénzanse a hacer algunos ingenios de acúcar" (Morales Padrón, 1958, 607, 608; 614).

También en la región de Pamplona hubo caña dulce, a partir de la fundación de esa ciudad en 1555 (Aguado, 1916, I, 589; -----, 1956, I, 465). En 1579 se dice que a Maracaibo se podrían llevar azúcares de Pamplona, si el Zulia hubiese estado abierto a la navegación (Arellano Moreno, 1950, 161).

Esto ocurrió después, ya que en el primer cuarto del siglo XVII llegó a haber hasta 17 ingenios (Vázquez de Espinosa, 1948, 304, 305; Simón, 1953, 111, 315). En sesión de 29 de marzo de 1559, el cabildo de esa ciudad dispuso que miel y azúcar se vendieran pesadas (Otero D'Costa, 1950, 284; Piedrahita, 1942, IV, 67).

A principios del siglo XVII empiezan a destacarse por la producción de caña otras regiones de la Cordillera Oriental. La relación de Tunja de 1610 deja constancia de que la producción anual era de 1500 arrobas de azúcary 2000 de miel (Torres de Mendoza, 1868. IX. 427).

Vélez fue entonces otro centro productor con casi 30 ingenios, especializado desde temprana época en la manufactura de conservas (Simón, 1953, III, 57; IV, 321; Vázquez de Espinosa, 1948, 302; Julián, 1787, 90, 92, 94; 263; Oviedo, 1930, 163-165).

Lo mismo puede decirse de Ocaña, especialmente en las zonas ribereñas del Magdalena y en el piedemonte (Simón, 1953, IV, 254; Vázquez de Espinosa, 1948, 297; Rosa, 1945, 204, 199; Julián, op. cit., 92-94). En 1758 la producción allí se empleaba casi exclusivamente para la elaboración de aguardiente (Cuervo, 1892, II, 178). También Tocaima se distinguió por la producción mielera (Simón, 1953, III, 257; Piedrahita, 1942, II, 11; Julián, op. cit., 90).

Charry, a quien sigue García Borrero, atribuye al gobernador de Neiva Diego de Ospina, la introducción de la caña de Tahití al alto Magdalena. Según aquél, dicha variedad habría sido propagada en Remedios antes de 1613 por el sacerdote Jorge Ramón de Posada, y de aquél centro minero la habría obtenido Ospina (Charry, 1922, 132; García Borrero, 1935, 144). Se trata de un error, pues más adelante se verá que la caña de Tahití solo llegó a América a fines del siglo XVIII. En cuanto a la criolla, existía en el alto Magdalena desde los principios de la colonización. Esto se comprueba con la tasación que hizo en Timaná el 12 de febrero de 1559, el oidor de la Audiencia de

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Santa Fe, Tomás López Medel, con motivo de la visita realizada para reglamentar el trabajo de los indígenas. En dicha tasación se les impone a éstos beneficiar para sus encomenderos, "la caña dulce que tiene(n) una vez en el año en la cantidad que al presente tienen y de ella le muelan Y hagan miel la que suelen hacer" (Frigide, 1953, 270). O sea que la producción de dulce era cosa común y corriente en ese tiempo. Tres generaciones después, había en Timaná "algunos ingenios (Simón, 1953, VI, 45; Serra, 1956, 1, 304). Esto no quiere decir que los "cañaverales" que había en el asiento de la ciudad de Neiva, según el acta de la fundación de 12 de mayo de 1612, hubieran sido necesariamente cañaduzales (BHA, 1954, XLII. 483), pues la misma palabra se usó para formaciones sociales de guadua ( |Guadua sp.) o de cañabrava ( |Gynerium). Después sí produjo Neiva dulce para el abasto (Oviedo, 1930, 240).

Hacia 1590 o 1592, los picaos de las cercanías de Ibagué asal-taron esta ciudad, y en sus vecindades un trapiche, "robando mucha azúcar y todo lo que en él hallaron" (Simón, 1953, VIII, 238). En jurisdicción de esa ciudad se producía regular cantidad de miel y azúcar (Ibid., IV, 45; Serra, 1956, I, 111-112).

El 9 de agosto de 1603, en una campaña de españoles contra los picaos rebelados de Amoyá, se hizo una tala de sementeras de éstos, que incluyó "caña dulce", "lo cual hizo arrancar y cortar Sln dejar cosa en pie" (Ortega Ricaurte, 1949, 283).

Había trapiches en Calamoima, jurisdicción de Río Seco, en la actual ruja de Bogotá a Honda (Arcila Robledo, 1950, 445), a principios del siglo XVII.

En la misma jurisdicción de Bogotá (Apulo?) figuran ingenios a principios del siglo XVII (Vázquez de Espinosa, 1948, 229), lo mismo que en el valle de Tenza (Ibid., 301). En Pacho tenían los jesuítas un trapiche (Oviedo, 1930, 111), y también los había en Moniquircí (Ibid., 170). Se considera la caña de Boavita como la mejor (Ibid., 47). San José de Pare (Ibid., 169), Chitaraque, Suaita (Ibid., 170), y otros lugares de jurisdicción de Vélez (Ibid., 171), se destacaban como productores.

Había trapiches en muchos puntos del valle del Magdalena, arriba de Honda, como en el río Chimpalo (Serra, 1956, I, 90, 393). Otro en La Plata (Ibid., 120) y uno de indios en San Agustín (Ibid., 295).

Otro de los sectores productores fue Guaduas, acerca de la cual hay estadísticas importantes de la época colonial (Groot, 1890, II, 303-304; lxxxiv: 335). De allí y de Chaguaní se exportó azúcar para Inglaterra a fines del siglo XIX (Samper, 1925, I, xxii).

A Santa Fe se traía azúcar de El Espinal y Tena en el siglo XVIII (Gilii, 1955, 63-65).

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Valle del Cauca y Antioquia.

Suponen los editores del historiador Arroyo que la caña de azúcar fue introducida de la isla de Santo Domingo a la gobernación de Popayán, por el puerto de Buenaventura, y que los veci

nos de Cali y de Buga empezaron a hacer plantaciones en la fosa central del Cauca (Arroyo, 1907, 324; Robledo, E.: BHA, 1954, 67-68; Eder, 1959, 469). Varias observaciones se pueden hacer sobre el particular. Si la introducción se hizo por Buenaventura, no pudo ser antes de 1540 en que se descubrió la bahía de Siuz, a la que después se le cambió el nombre, por donde Pascual de Andagoya entre la primera vez del mar a Cal¡. No se ha podido comprobar que Andagoya llevase caña ese año, ni tampoco aparece constancia de que lo hiciese Sebastián de Belalcázar, quien entró utilizando una vía distinta el siguiente año de 1541. Aparte de esto, no se ve la necesidad de que la semilla viniese de Santo Domingo. Para 1536 en que el Valle del Cauca empezó a ser explorado por europeos, y con mayor razón en 1540 o 1541, debió haber ya caña en Panamá, aunque falten también documentos probatorios (véase el parágrafo |Tierra Firme). Aun en el caso de que realmente cualquiera de los dos conquistadores mencionados hubiera llevado tallos de caña desde Santo Domingo, transcurrió mucho tiempo entre la salida de esa isla y la llegada a Buenaventura. Las plantas pudieron sembrarse provisionalmente en Panamá, mientras se completaba el aprovisionamiento de las expediciones. En el caso particular de Belalcázar, casi nada de lo que llevaba se salvó de los incendios que sufrió, tanto en Nombre de Dios como en Panamá (Gercés G., 1936, 76-77).

No se sabe, pues, por quién ni cuándo se introdujo la caña en el Valle del Cauca, donde tan importante papel económico ha desempeñado en toda la historia. Lo único seguro es que al salir Cieza de León definitivamente de Cali para el sur en 1547, ya había en las estancias de los españoles cerca de esa ciudad, "grandes platanales y mayores cañaverales de cañas dulces" (Cieza, 1924, 92; -----: Vedia, 1947, II, 379). Por consiguiente, la introducción debió operarse dentro de la década anterior. Pasaría un tiempo más o menos largo, en que la producción se haría en pequeña escala, y sólo en la década 1550-1560 se empezó a organizar como gran industria (véase adelante).

Desde 1559 se cultivaba en Arma caña dulce, pues en ese año se les impuso como tributo esa tarea a los indios locales (Friede, 1961, JV, 242). En Anserma había también algunos ingenios para el suministro doméstico (Simón, 1953, VI, 60).

Se ha dicho que la caña de azúcar fue introducida a la ciudad de Antioquia durante la segunda expedición del adelantado Pedro de

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Heredia hacia el interior, en sus intentos de extender la jurisdicción de la gobernación de Cartagena hasta Antioquia, y que el cultivo prosperó considerablemente en esta última ciudad (Restrepo Euse, 1903, 76-77). No se conoce documento alguno que compruebe esa aserción. Heredia se apoderó por segunda vez de Antioquia, ya trasladada a su segundo asiento por Juan de Cabrera, en 1544. Lo más probable es que para ese tiempo ya hubiera matas de caña diseminadas por toda la cuenca del Cauca, no habiendo necesidad de traerla desde San Sebastián de Buenavista en el Urabá, ni mucho menos desde Cartagena. Aquí, como sa vio, la introducción se había hecho en 1538.

Según otra versión, la introducción a Antioquia se debería al capitán español Juan Vélez de Rivero, quien habría traído esqueJes de caña desde la isla de Jamaica, a mediados del siglo XVII para plantar en la región de Sabaneta, Envigado, de donde se extendió por todo el valle de Aburrá y por lo que es hoy el departamento de Antioquia (Montoya y Flórez: RHA, 1922, 568; Robledo, E., BHA, 1954, 68-69). Mucho antes hubo caña en Antioquia, Pues en Cáceres, bajo Cauca, en el primer cuarto del mencionado siglo XVI, había "cañas de agucar, ingenios, y trapiches de miel y açu' caí" (Vázquez de Espinosa, 1948, 317).

Por lo que se vio arriba, desde fines del siglo XVI hubo caña en Arma y en Cáceres. Con qué necesidad se traía caña de Jamaica, y por qué hubo que esperar hasta mediados del siglo XVII? Se justificaría la introducción si se tratara de una variedad nueva; pero hasta donde se sabe, ninguna distinta de la criolla llegó al Nuevo Continente hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVIII (véase adelante).

 

Andes ecuatoriales.

En 1576 se llevaban azúcar y confituras de Pasto a Quito, luego la industria azucarera estaría establecida en los valles calientes (Guaitara) de tiempo atrás (J. de la Espada, 1897, III, 16). Esto lo confirma un testigo presencial en 1583 (Guillén Chaparro: AIP, 1889, XV, 153) y otro a principios del siglo siguiente (Vázquez de Espinosa, 1948, 335).

Los historiadores ecuatorianos callan sobre la época en que tuvo lugar y sobre la persona responsable de la introducción de esta planta a la presidencia de Quito (Cevallos, 1870, II, 44-46). Tampoco mencionan las cañas dulces los dos primeros libros de los cabildos de Quito. Las noticias seguras, que hablan de una actividad ya establecida, sólo se conocen de principios del último cuarto del siglo XVI.

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En jurisdicción de Quito había dos ingenios en 1573 (J. de la Espada, 1897, 111, 82) y 9 años después se contabilizaban ingenios en varios puntos del valle interandino hasta Loja. Detalles sobre esto se verán en el acápite pertinente.

 

Alto Perú (Bolivia).

Cuando en 1546 Diego Centeno huía por la provincia de Paria, en la parte norte de la meseta alto-peruana, perseguido por Francisco de Carvajal, halló "unos mercaderes que traían cargas de frutas hechas de azúcar, comieron a su placer, llevando para el caMino" (Cieza, 1909, 240). Es difícil saber si el azúcar provenía de algún valle cálido de la región o era introducido de la costa.

La relación de Santa Cruz de la Sierra, de Juan Pérez de Zurita, de hacia 1586, dice que había caña y se hacía buena miel (J. de la Espada, 1885, 11, 17?.; Otero, 1942, 252: Ballivián, 1906, 57).

 

Amazonas.

Hacia 1582 se            azucar en Sun Juan de Chamato, a 7 leguas de Zamora de los Alcaides, en el oriente ecuatoriano (J. de la Espada, 1897, IV, 24). De modo que cuando los jesuitas entraron a empezar su misión evangelizadora en 1638, con la fundación de Borja, ya había caña entre los indígenas y se fabricaba miel localmente (Figueroa, 1904, 92; 218).

Pedro de Teixeira, cuando subió Amazonas arriba hasta Quito en 1638, fue regalado (?) en varias partes por los indígenas con productos de cultivo, entre ellos cañas dulces (J. de la Espada, 1889, Teix., 87). Cuando, al regreso, bajó con unos religiosos enviados para acompañarle por la Audiencia de Quito, se halló caña de azúcar difundida a lo largo del gran río (Acuña, 1942, 103).

Si desde 1582 había cañas de azúcar en la parte alta del Amazonas (cuencas del Marañón y del Napo-Pastaza), es presumible que la especie se fue difundiendo de tribu en tribu hacia el oriente.

La ocupación portuguesa del estuario amazónico, sólo empezó de modo firme en 1616, con la fundación de Bolem del Pará. De aquí, por agencia humana, pudo también introducirse la caña río arriba, por lo menos hasta el Tapajoz. Sobre el papel de la difusión se volverá en otro lugar.

Es verdad que en la costa meridional del Brasil hubo caña muy temprano. Los historiadores brasileños suelen atribuír a Martín

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Affonso de Souza la introducción a Bahía en 1531, aunque otros creen esto dudoso y establezcan como año probable el de 1534 al Marañón (Amoral, 1939, I, 202; 1940, 11, 63, 82). Desde 1526 la aduana de Lisboa cobraba derechos de entrada al azúcar del Brasil (Ibid., II, 64, 83). Mucho más temprano, en 1519, cuando la expedición de Magallanes tocó en la costa del Brasil, en el sector entre Río de Janeiro y San Paulo (23' 30' de latitud sur), se aprovisionó allí de cañas dulces (Pigafetta, 1954, 40).

 

B) Aculturación

En el resumen anterior, se han tratado de fijar las referencias sobre la introducción de la caña de azúcar, primero a la periferia del subcontinente suramericano, y luego hacia el interior. Se ha visto que son muy pocos los casos en que se conozcan con exactitud los años, los lugares, y los primeros pasos de la aclimatación de este cultivo. Cuando en la segunda mitad del siglo XVI se habla de la existencia de caña y de la fabricación de miel y azúcar en el continente americano, es como de un hecho tradicional. Esto indica que -sean cuales fueren los mecanismos de la introducción y aclimatación -la difusión de este elemento de cultura material aportado por los europeos, fue rapidísima.

En no pequeña parte, esto se debe a la adopción temprana que de la caña hicieron los indígenas. Casi sin excepción, ellos vieron las ventajas de la nueva planta, que se acomodaba al sistema de vida y de producción aborigen (Pestiño, 1966). Esto, aun en el caso de que no se llegara entre muchas tribus ni siquiera hasta la etapa casera de elaborar miel, sino que la caña servía sólo como golosina, para chupar, como entre los cunas del Darién (Wafer, 1888, 34-35). La adopción se hizo tanto por las tribus sujetas como por las no conquistadas.

Reconocía fray Toribio de Benavente que en la costa de Méjico no había tanta caña como en las Antillas; "pero podríase criar y mucho más que allá, porque además de muchos ingenios que hay hechos, son los indios tan amigos de cañas de azúcar para las comer en caña, que han plantado muchas y se dan muy bien, y los indios mejor a ellas, y las venden en sus mercados todo el año, como otra cualquiera fruta" (Motolinia, 1941, 224).

A fines del mismo siglo XVI un estratego recomendaba. "donde hubiere ingenios de azúcar, dejarlos gustar [a los indios] del guarapo que se hace de la miel, que no hay liga para ellos que así pegue, y haciendo que siembren los indios y caciques en sus labranzas, cañas dulces para su regalo" (Vargas Machuca, 1599, 122).

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Las tribus no reducidas o sólo precariamente, dispusieron de la caña lo mismo que las reducidas. Entre el 9 y el 12 de agosto de 1603, soldados españoles con indios "amigos", hallándose en Amoyá, pueblo pijao de la cuenca del Saldaña, valle del Magdalena, recorrieron los alrededores talando y esquilmando las rozas de yuoa, arracacha, plátanos y caña de azúcar de los indígenas rebelados (Ortega Ricaurte, 1949, 283).

Las tribus del Orinoco sembraban caña a mediados del siglo XVIII sólo para golosina y entretenimiento de los niños (Gumilla, 1955, 212), intercalándola entre el maíz y otras plantas, en el típico sistema de cultivo mixto (Ibid., 248), descrito con pormenores en otra obra (Pestiño, 1966, 120-122; 294-295). La caña se hallaba aun entre las tribus más alejadas del contacto europeo (Gilii, 1965, 1, 188, 269-270; III, 100), como los airicos, y varias del Marañón (Magnin: RI, 1940, I, 180), y del Caquetá (Zawadzky, 1947, 137; 138).

Lo mismo ocurría en el interior de Guyana (Schomburgk, 1923, II, 373); en el Río Negro, donde cada indio tenía a mediados del siglo XIX su cañozal y su alambique (Spruce, 1908, 1, 375); y con mayor razón entre los grupos de la Sierra Nevada, por vivir más cerca de europeos (Reclus, E., 1881, 152-153; Friede, 1963, 34).

Otros datos sobre el mismo tema se verán al tratar de los trapiches manuales.

 

2) Clones y variedades

Aunque, segun Lippman, en el "Libro de las plantas" de Abu Hanifa, escrito  en España en el siglo IX, ya se hable de cañas negra, blanca y amarilla, como clones conocidos por los árabes (Lippmann, 1941, I, W4; Saco, 1938, I, 190 y sigts.), quizá se tratase de formas de la "caña criolla" o "de la tierra", que fue la introducida al Nuevo Mundo por españoles y portugueses. Los Hstoriadores Oviedo y Las Casas, en cuyas informaciones se han basado to. dos cuantos han escrito después sobre los orígenes de la industria azucarera en las posesiones españolas, no especifican clones.

Se ignora de dónde tomó Sergio Arboleda el nombre "charí" que dice se aplicaba a la caña criolla en el Cauca (Arboleda, S., Mss.); ninguna otra fuente menciona ese nombre.

En cuanto a la caña llamada de Otahití, dice Humboldt: "James Cook (1728-1779) y George Forster (1729-1798) fueron quienes primero describieron esta variedad, pero, como se comprueba con el excelente trabajo del último sobre las plantas alimenticias de las islas del Sur, no reconocieron debidamente su valor. Boungainville (1766-1769) la trajo a la isla de Francia, donde por conducto de Martin llegó

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a Cayena, y desde 1792, por intermedio de Cossiqny, a Martinica, Santo Domingo y demás Antillas. El valiente y desventurado capitán Bligh la llevó con la fruta de pan a Jamaica; de Trinidad pasó a la costa de Venezuela". Luego se extiende sobre las ventajas de esta variedad, que no compete puntualizar aquí (Humboldt, 1941, III, 65-66; Saco, 1938, I, 198-199). Cabe observar que en la lista de las plantas traídas por el capitán Bligh en su expedición de 1792-1793, la caña de azúcar no figura en la lista de las desembarcadas en Santa Helena, San Vicente y Jamaica; pero entre las recogidas en la isla de Timor registra "Seereedown, Beetle luxury", de la cual se dejaron dos plantas en cada una de las islas mencionadas (Marriot, 1920, 221). Hay que advertir que el nombre impuesto a la variedad de que se viene tratando, no prueba que sea originaria de Tahití. Barber, en 1920, presumía que se encontraba en estado nativo en las islas de Malasia y Polinesia, tal vez en Nueva Guinea (Lippmann, 1942, II, 128; 1941, I, 100).

La caña de Otahití o Borbón habría llegado a Trinidad en. 1792 desde Martinica (De Verteuil, 1884, 238-241; Borde, 1882, 11, 114; 278-279) y en 1796 a Barbados y Guyana (Cheesman, 1940, 72-73). Los holandeses habían introducido directamente de lava a San Eustacio y Surinam desde 1780 las cañas llamadas Batavias, aunque algunas de ellas pudieran haber sido traídas mucho antes a Martinica (Ibid., 74). Es importante saber esto, pues las constantes relaciones del comercio de contrabando con las potencias vecinas en el oriente suramericano al norte del Amazonas, han podido Permitir la entrada a las posesiones españolas de elementos valiosas de civilización, entre ellos plantas de variedades superiores.

Según Sergio Arboleda (Mss.), la Otahití pasó de Trinidad a Caracas y de allí a Cúcuta y a San Gil, y luego se extendió el cultivo "a todos nuestros valles"; asienta que desde 1742 se había generalizado en las Antillas (Arboleda, S., Mss. cit.), cosa que, como se ha podido ver, es un error. Fue Humboldt quien insinuó la introducción de esta variedad al Valle del Cauca, como se deduce del siguiente pasaje del informe rendido por el doctor Luis Vergara, procurador de Cali, sobre el estado del distrito en 1809: "La feracidad de la tierra se manifiesta en sus producciones, acomodadas con diversidad de sitios no muy distantes unos de otros, a las que son de las calientes y de las templadas, producen mucha caña de azúcar, y la hay de dos especies, la antigua y la de la isla de Otahití, que dio a conocer el célebre barón de Humboldt, traída a este reino por los pudientes don José María Lozano Peralta, don Francisco José Arboleda, don Manuel de Caicedo Tenorio, del orden de la Concepción, y el doctor Miguel Cabal" (Arboleda, 1928, 629-630). Humboldt pasó por la fosa del Cauca en 1801 y el infor r,1e de Vergara, escrito en 1808-1809, da la Otahití como una variedad va conocida, pues al hablar de la hacienda de Cañasgordas, partido de Jamundí, dice que se cultiva "caña de la antigua y de la nueva de Otahití" (Villaquirdn: BHV, 1939, 61-66: 215).

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Este dato permite fijar entre los años de 1802 y 1808 la introducción; pero, sin nuevas investigaciones no puede saberse si se trajo directamente de Jamaica, isla con la cual había relación más o menos constante, o si vino del oriente colombiano (véase adelante). El término "caña antigua" que usa el informante, parece indicar una sola variedad; pero lo más probable es que se tratase de un "complejo" o tipo con formas diferentes.

Escribía Eloy Valenzuela en Bucaramanga el 10 de noviembre de 1808 una noticia sobre la variedad Otahití, en la cual dice: "La caña solera es una de aquellas plantas que de pocos años a esta parte han entrado en el Reino por casualidad, y por la mano de quienes menos se pudiera esperar; pero que se han recibido con anhelo y se han propagado con prodigiosa rapidez. Su primer asiento fue en Puerto Cabello y cercanías de Coro, y es sin duda que allí la recibieron de los extranjeros de las Antillas, que la trasPlantaron de Otahití, isla del mar del Sur muy frecuentada por los viajeros. Algunos trajinantes de lienzo y manta la traspusieron tierra adentro, al mismo tiempo que también la asemillaban en Cúcuta. Ultimamente la han conducido a San Gil, en donde ya se cultiva y se aplica a los trapiches. Los de mejor memoria han retenido el nombre con que la recibieron de caña de Otahití; otros, y son los más, no alcanzando a distinguir entre los navegantes que la comunicaron, se atienen a conjeturas, y la nombran ya inglesa y ya francesa (...)Por aquí se le conoce con el nombra de "solera", y esto significa algo más; porque ningún estanciero o labrador deja de distinguir, entre las varas de su casa, las vigas y la armazón; con lo que ya se ve que se da idea del desmedido tamaño y largo que hace el principal mérito y distintivo de esta apreciable caña(...) La mayor parte de estos datos son tomados de la que he cultivado en esta parroquia de Bucaramanga(...)Con un poco de atención se convencerá fácilmente que la caña solera es especie diferente de la otra, y aun de la que dicen de "Castilla", que igualmente da miel y azúcar y es tan oficinal como aquellas". Nótese que distingue entre "caña criolla" o "de la tierra" y caña "de Castilla" (Valenzuela: Caldas, 1942, I, 221-225).

A Antioquia la Otahití habría sido introducida en 1804 (Ospina Rodríguez: RHA, 1913, 473).

Las variedades cinta o listada y una morada de lava se introdujeron a Cuba en el primer cuarto del siglo XIX (Saco, 1939, I, 199). No hay datos sobre ellas en Colombia, con excepción de los que trae la siguiente nota de Sáenz, quien escribía en 1892: "existen ... en el interior de este país algunas especies y variedades, de las cuales las más importantes son: la "paipa" o extranjera, que parece ser la llamada en Cuba "de Borbón" (?), "Singapore" u " Otahití": tiene el tallo amarillo, los canutos largos, gruesos y resistentes, las hojas anchas y de un color verde pálido hermoso; es la más abundantemente cultivada y apreciada en el país; se desarrolla muy bien entre los 22°C y 30°C, y da, según la localidad y el cultivo, buena

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miel y azúcar; la "criolla" es de canuto corto, delgado y blando, alarga cuando más 1.60 centímetros, y sus hojas, cubiertas de vello áspero, son de un verde oscuro; parece esta una modificación de la variedad llamada de "Sarangore" o "Salangora", introducida por primera vez a este país, si no estoy mal informado, por la Compañía de Colombia en los años de 1873 a 1875; con la sola diferencia de que ésta crece más en todo sentido; se desarrollan ambas en terrenos calientes y húmedos. La "peluda" es semejante a la "criolla", pero de vello suave y sedoso. La "morada", llamada también caña negra de Java, Batavia o Jamaica, es una especie vigorosa, que viene muy bien en las tierras de poca temperatura (hasta 19°C); sus tallos son fuertes, duros, no muy gruesos, de un caldo morado; crecen rectos y en gran número en cada mata. Las otras variedades, cuyos tallos son más o menos largos no son tan fuertes y se doblan cuando pasan de cierta longitud(...). No sé si cultiven en otros lugares del país variedades distintas a las ya mencionadas" (Sáenz, 1892, 22).

Emiliano Restrepo dice que en 1870 cuando visitó el Meta sólo se conocían allí las cañas de Bengala y Otahití, y que él llevó después la Salangorem o Sarangore (Restrepo, E.. 1870, 193; -----, 1955, 160-161).

Humboldt vio en los valles de Aragua en Venezuela, en 17991800, la variedad Otahití, que se distinguía por su aspecto en los cañaduzales, e indica que la introdujeron de Trinidad Simón de Mayora, Martín Iriarte, Manuel Ayala y Andrés Ibarra (Humboldt, 1941, III, 65-66). Algunos extranjeros procedentes de Trinidad habían empezado el cultivo de ese clon desde fines del siglo XVIII en la parte oriental de la provincia de Cumaná (Ibid., II, 148).

El término "cañas nobles", que se usa ahora para distinguir las variedades obtenidas por vía sexual mediante trabajos genéticos, apareye ya, claro que con otra acepción, en una obra escrita en el siglo XVI. Es el "Sistema de gobierno de Akbar", el soberano mongol de la India, y una de las más grandes figuras de la humanidad, del autor persa Fazl Allami (1551-1602). Se conocían entonces en la India cañas ordinarias y cañas nobles ("paunda"), utilizándose las primeras para consumo directo y las segundas para la fabricación de azúcar (Lippmann, 1942, II, 276).

Cuando el agrónomo y micólogo puertorriqueño Carlos E. Chordón llegó a Antioquia en 1926, invitado por el gobierno departamental para estudiar el estado de la industria cañadulcera, encontró en la zona productora del valle de Aburrá las variedades "Castilla", que identificó como "caña blanca" u "Otahití"; alguna "sangre-de-toro" o "Cavangerie", y poca B-208, a la que se le llamaba localmente "Restrepo". Chardon sugirió que se importasen variedades mejoradas, y a principios de 1927 Edwin Mattei, agrónomo miembro de la comisión enviada a Medellín por consejo de Chordón, llevó de la Estación Experimental de Río Piedras, Puerto Rico, las variedades SC

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12-4, BH(10)12, D-1135, M-36 y P.O.J. 36, 228, 234, 826, 979, 1228, 2379 y 2725. En enero de 1930, Chardón envió a Medellín con Frank Picó, tallos de SC 12-4, P.O.J. 2878 y F.C. 916 (Chardon, 1936, Diario Mss., 29-32).

En cuanto al Valle del Cauca, las primeras variedades sintéticas fueron remitidas al ingenio "La Manuelita", por el Dr. E. W. Brandes, del Departamento de Agricultura de Washington, así: en junio de 1928, P.O.J. números 2714, 2725 y 2727; y en octubre del mismo año, P.O.J. 2878, P.O.J. 2883, Badilla y E.K. 28. Estas variedades, ya prendidas, fueron destruídas a insinuación del doctor Chardon, al descubrir este en Washington que en los invernáculos de donde habían salido esas variedades había plantas atacadas don Pokah boeng" ( |Fusarium moniliforme). En febrero de 1929, Char, contratado por el gobierno del Valle del Cauca para un reconocimiento agropecuario, envió por conducto del señor Angel Torres, desde la Estación de Río Piedras, Puerto Rico, las variedades P 0.1. números 228, 2878, 2714, 2725; Co. 281 y 213; FC 916, PR 543, Badilla CH(64)21, Cayena 10, B-417, BH(10)12, SC 12-4 y D-1135, que fueron encontradas vegetanlo en buenas condiciones en mayo de ese mismo año cuando los miembros de la Misión visitaron la recién fundada Estación de Palmira, donde aquellas variedades fueron plantadas. Asimismo, los agrénomos de dicha misión identificaron en los cañaverales de la fosa central otras variedades: Cristalina, Rayada, Calancana, B-1030, D-1135, BH(10)12, SC 12-4, P.O.J. 2714, P.O.J. 2725 y Uba. B-1030, Uba y D-1135 parece que habían sido traídas de Medellín en el año inmediatamente anterior, mientras que BH(10)12, SC 12-4 y las dos P.O.J. habían sido traídas de Cuba por la misma época (Chardon, 1936, 34-35, Mss., Durán Castro: Molina Garcés, 1930, 39; Ramos Núñez, 1949; 1956).

En un principio hubo mucha resistencia entre los cultivadores, y especialmente entre los dueños de ingenios y trapiches, para aceptar las nuevas variedades. Se repitió el caso de la Argentina, donde las cañas nobles fueron introducidas en octubre de 1907, cuando fueron mandadas en doce cajones por el doctor Kobus desde java a Tucumán las variedades 36, 234, 228, 100, 213 y 139. Después de algunos años de experiencias en la recién fundada Estación Agrícola, se hizo por ésta una declaración de que las variedades recomendables para las condiciones locales eran lava 213 y 36. "En la primera cosecha se quebró el trapiche del ingenio Florida, llegando éste y otros establecimientos a hacer saber a los plantadores que no recibirían más esa clase de caña. Por su parte, el administrador, señor Wuis, comentando el desastre ocurrido en la maquinaria del ingenio y llevado de sus nervios, aseguraba que convenía a los intereses generales colgar al Dr. Kobus y a don Alfredo Guzmán en la plaza pública, al primero por ser el que consiguió mediante la germinación de la semilla, los tipos de las cañas rompedoras de trapiches, y al segundo por ser el fundador de la Estación Experimental; en esos instantes todos conocían esos detalles; hoy que sólo se cultivan esas

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dos clases de caña y que la Estación es una autoridad científica, nadie recuerda los desvelos del doctor Kobus, para beneficiar a la humanidad ni los anhelos patrióticos del señor Guzmán para servir a su provincia" (Avila, 1923, 50, 66-67). Sin saberlo, este autor ha pintado la situación del Valle del Cauca.

Posteriormente se ha enriquecido la colección de cañas de la Estación de Palmira, durante los años 1933, 1935?, 1937, 1938, 1939, 1940, 1941, 1945, 1946, 1947, 1948, 1950, 1951, 1952, 1953 y 1954. con un total de 128 clones y variedades, la mayor parte procedentes de los Estados Unidos. La lista completa y las fechas de introducción, pueden verse en el Apéndice 111, preparado especialmente para esta obra por el ingeniero agrónomo Guillermo Ramos Nuñez (1956), cuya colaboración se agradece debidamente. La mayor parte de estas últimas introducciones fueron de híbridos obtenidos artificialmente.

En Trinidad se recibieron en 1890 las primeras cañas obtenidas por ese método (Hart, 1890, 7, 11; -----, 1898, fig.). Pero éste sólo empezó a generalizarse en Brasil en 1916-1917 (Freyre, 1943, 229230).

A la Zona del Canal de Panamá se empezaron a introducir y a distribuir cañas nobles a raíz de la fundación de los Jardines Experimentales de Summit (CZG, 1926, 19; 12-13; 25; 1931-1932 (1938), 14, 1932, 35-36; Rivero, 1930, 7).

 

3) Tecnología agrícola

Los métodos de cultivo de la caña de azúcar difundidos por los árabes en la cuenca del Mediterráneo, casi le daban el carácter de planta hortícola, por el meticuloso cuidado que se ponía en su propagación, regadío, defensa contra las plagas eic.. La quintaesencia en este sentido lo constituye el sistema que se utilizaba en Siria de plantar trozos de un solo canuto, de donde salían los dos brotes (Lippmann, 1941, I, 341). Aun en España durante la dominación árabe el cultivo era cuidadosísimo (Abu-Zacaria, 1802, 1, 390393; Colmeiro, 1863, 11, 95).

Es interesante saber cómo se hacía en Canarias a principios del siglo XVII: "An de regarse estas cañas dos o tres vezes cada semana, y no a de aver descuydo en limpiarlas y escardarlas. Desta manera, después de dos años enteros vienen a tener su devida sazon Y grandeza, y casi nunca passan de dos varas y media de largo...siembranse de pedagos dellas mismas, o de sus pimpollos enterrados atrabesados en la tierra, de las quales nacen las que llaman plantas, las quales cortadas vna vez para hazer el agucar, nacen otras luego, y en espacio de año y medio llegan a su sazon Y perfecta grandeza, y a estas llarnan Boca, y luego al cabo de vn año se aojen las que llaman regoca, las quales deuen guardarse Para la

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sementera, si acaso no fuessen tan fértiles por la comodidad de la tierra, y por el cuydado y diligencia con que se cultivan que sean suficientes, para sacar dellas açucar, y salgan finalmente otras en quarto lugar que sean buenas para sembrar..." (Ximénez, 1888, Mor., 83). Allí se hallan en germen los sistemas que se usan todavía en muchas partes. Aun la terminología (soca, resoca) no ha variado.

Las magníficas condiciones ambientales que encontró la caña en América tropical, hicieron su cultivo más fácil, sin tantas exigencias como eran de rigor en una zona marginal para esta especie como es la cuenca del Mediterráneo, Por otra parte, los españoles no se distinguieron en esto de estudiar los mejores métodos de cultivo. Como se verá adelante, casi todos los progresos tecnológicos hechos en las Antillas y en el Brasil, so deben a los co. lonos ingleses o franceses, y a los judíos, portugueses y holandeses. Son conocidas descripciones de los métodos empleados en el nordeste y oriente brasileños (Marcgrave, 1942, 82-85; Antonil, 1923, 105-114) y en las Guayanas (Berkel, 1942, 96-98; Aublet, 1775, II, Mém. 57-64; Bajon, 1778, 11, 360-376; Fermin, 1769, 11, 11-20; Barrere, 1743, 86-91).

Con estos antecedentes, no es de esperar que los progresos alcanzados en las posesiones españolas hayan sido muy grandes. Varió poco o casi nada durante toda la época colonial e incluso en la republicana, el sistema de cultivo de la caña. Con todo, no era tan atrasado como para que no se tuvieran en cuenta dos de los factores que los tratadistas consideran como inherentes o característicos de la agricultura más perfeccionada: el laboreo mecánico de las tierras, y la irrigación artificial. Así puede verse en los datos que siguen, que se toman como patrón.

Valle del Cauca.

En 1638 se hizo en Cali una compañía entre Antonia de los Arcos y Ríos y su hijo primogénito Rodrigo Quintero, para beneficiar el trapiche de Candelaria (véase adelante). En el contrato se estipulaba que se ararían las tierras para sembrar caña y maíz (Arboleda, 1928, 101-102). Figuran cuatro rejas y tres arados con sus yugos en la venta, hecha en 1683, del primer ingenio fundado en jurisdicción de Buga, de que se hablará en el parágrafo pertinente (!bid., 180-181); y tres puntas de rejas de arado y cuatro palas de hierro para desyerbar la caña en el mencionado trapiche de Candelaria, en 1679. Seis cabezas de arado y trece yugos tenía la hacienda de Arroyohondo cuando fue vendida en 1794 (Ibid., 566; notas 1 y 2).

En esta misma hacienda figura una acequia para riego. En una transferencia de propiedad hecha en 1648 en algún sector del actual municipio de Palmira, aparece el dato de que se usaba riego para las labranzas (Ibid., 118). Hacia fines del período colonial, disfrutaban de acequias de riego los trapiches situados entre Cal¡ y Meléndez que se enumerarán donde corresponda. La hacienda d° Cañasgordas tenía

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una acequia tomada del río Pance, "la más copiosa y bella como no la tenía ninguna otra de la comarca (Ibid., 627, 630).

Pero en general, puede decirse que la tónica es la expresada por Francisco Coreal: que visitó el Valle del Cauca y paso por Cal¡ en 1696, y al referirse a la caña dice: "los habitantes de Popayán [la gobernación] no se toman la molestia de cuidar de su cultivo (ne s'embarassent queres du soin de le cultiven') (Coreal, 1722, 1, 417-418).

A mediados del siglo XIX, dore Sergio Arboleda redactó unos "Ayuntamientos sobre el cultivo de la caña y fabricación del azúcar y del ron", síntesis, no sólo de las lecturas de un hombre que estaba al tanto de los adelantos de su época, sino de su experiencia personal en el cultivo y beneficio de la caña. En efecto, don Sergio fue administrador de la hacienda e ingenio de Japio, en la porción sur de la fosa central del Cauca, e hizo observaciones sobre el asunto en el Perú, a donde lo llevaron las vicisitudes de la azarosa política colombiana de la época. El capítulo 2 |o de este notable documento, que quien escribe ha podido consultar por gentileza de don José María Arboleda Llorente, está dedicado a tratar en detalle las operaciones del cultivo de la caña, en la secuencia indicada por los siguientes parágrafos: Elección del terreno para la siembra - Cercas para las labranzas - De la arada - Del surqueo - De la siembra - De las deshierbas y del modo de acollar las cañas - Del deshoje - De las plantas enemigas de la caña - Del agoste - De los insectos que atacan a la caña - Del corte - De los renuevos o socas - De la composición y reparación de las tierras - De la conducción de la caña al molino (Arboleda, S., Mss.).

Sobre los sistemas usuales para fines del siglo pasado en Cundinamarca, consúltese saaSáenz. rVale destacar que el sistema de "alineo de paja.-, dice haberlo usado el autor citado, bajo el nombre de "encallara, con buenos resultados (Sáenz, 1892, 24-28). También se usaba en el Valle del Cauca (Chardon et al, 1930, 140).

 

4) Trapiches

Los autores cubanos suponen que las primeras cañas fueron exprimidas en América en un utensilio indígena llamado "cunyaya" o "conyaya" (Ortiz, 1940, 68; -----, 1947, 387-388; Le Riverend, 1945, 31; Morales Padró"., 1952, 287). No se ha podido hallar noticia alguna convincente que confirme el origen amerindio del adminículo ampliamente usado en América intertropical para exprimir caña de azúcar, conocido con distintos nombres: en el Valle del Cauca "viaja"; en muchas otras partes "mordaza"; en el Tolima "matacho", '"chombo" en Bayano Y "rabo de yegua" en Chiriquí, Panamá (observación personal); tucutucu "; "chichaque" y chiquichaque" en Venezuela (Acosta Saignes, 1955, 33). Es un tronco con horqueta clavado en el suelo en posición inversa. En el lomo de la horqueta se tallan canales para que fluya el líquido exprimido. Encima del punto de inserción de la rama, hay un agujero que atraviesa el tronco de parte a Parte. Allí se introduce la caña, que se presiona y quebranta con un palo delgado a modo de palanca (véanse figuras 3, 4 y 5).

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Fig. 3. Dos tipos de "mordaza"  para exprimir caña de azúcar. Arriba: corte lateral y corte frontal de un trapiche observado en la salida de San Carlos para la Vega, Venezuela, en 1952. Abajo, izquierda: "chombo" visto en el río Ballano, visita, Panama, en 1958; abajo, derecha: un modelo usado por los indios guahibos del Vichada. Dibujos a pluma de Harold Rodriguez V. sobre esbozos del autor.

Autores concienzudos le atribuyen más bien origen africano (Nordenskiold, 1930, 80-84; fig. 39-43; Conzemius, 1932, 38). La mordaza se halla difundida, con muy pequeñas variantes de diseño, entre casi todas las tribus selváticas de América, ya en el Darién (Water, 1888, Restrepo: 126, manejada sólo por mujeres; en cada casa una); o allí y la costa de Esmeraldas, del Ecuador (Wavrin, 1937, 148-149); o en el interior de Guayana, entre los guaraúnos (Schomburgk, 1922, I, 139), o entre los caribes (Farabee, 1924, 137 plato Vc) y en Tunebia (JSAP, 1934, XXVI, 197) etc..

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Fig. 4. Facsímil del dibujo de un primitivo exprimidor de caña, de San Fernando de Apure, Venezuela, hecho a requerimiento del autor y firmado por el gran micólogo y agrónomo puertoriqueño desaparecido, doctor Carlos E. Chardón. Se reproduce como un homenaje a la memoria de quien tanto hizo por la industria azucarera de la América equinoccial.

El siguiente paso debió ser el uso del trapiche de dos mazas horizontales de madera dura o do palma, copiando el modelo usado en las Canarias a principios del siglo XVII: "muélense aquestas cañas en vnos yngenios o molinos, que tienen los exes grandes, el vno puesto sobre el otro, y despues de muy bien quebrantadas y molidas, se exprimen fuertemente en vna prensa de la misma manera y forma que en España los lagares, para exprimir las huuas. , ." (Ximénez, 1888, Mor., 83). Se hacen girar por medio de aspas colocadas en los extremos o en uno de ellos. Uno de tales e trapiches diseñó Mariano de Rivero en el bajo Meta en 1824 y Ustáriz, 1857, I, 109), y así se continuaban usando cincuenta años más tarde Restrepo, E., 1870, 61; 192-193; 1955, 159). En Trinidad ocurrió lo mismo (Borde, 1882, II, 114-115). En 1761 el cabildo de Puerto España decretó la abolición de molinos de mano para la fábrica de aguardiente (Ibid., 127).

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Fig. 5. Arriba: curioso trapiche de dos mazas, observado en  Puerto Umbría, Putumayo, el 16 de marzo de 1947. Las aspas de un extremo están sustituídas por un aro de bejuco. Abajo: mordaza de porte bajo, en Alegría, en Santander de Quilichao, Cauca (mayo 12 de 1969). Dubujos de Harold Rodriguez V. sobre fotografías del autor.

Al avanzar la organización industrial, mediante la utilización de fuerza animal, se hicieron trapiches de mazas verticales, movidos por caballos, mulas o bueyes.

Finalmente se llegó al trapiche hidráulico, y las piezas de madera, en parte primero o todas, fueron reemplazadas por piezas metálicas.

La sustitución de la fuerza animal o hidráulica por el vapor, constituyó una notable mejora técnica; pero esto fue tardío [véase aparte 5, inciso d)].

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A continuación se presentan datos sobre el tema en ordenamiento geográfico.

 

Panamá.

Se vio en el inciso 1) que en Panamá, a principios del siglo XVII, sólo había tres trapiches en que se producía miel: "El año pasado [16061 se prouó en un trapiche de Francisco Terin a labrar azúcar, y se hizieron como treinta panes. No solio tan bueno como el del Pirú. . . " (Serrano y Sanz, 1908, 170).

 

Costa atlántica.

Las demoras que tuvo el licenciado Santa Cruz para establecer en Cartagena el ingenio de azúcar para el cual se le concedió permiso (véase numeral 1, A), Costa atlántica), pospusieron la realización de esta empresa hasta una época de la cual no se tiene conocimiento. Ya bien avanzado el período colonial figuran haciendas de cañaverales en María la Baja (Gutiérrez de Piñeres, 1924, 69).

En el San Jorge había trapiches de madera; entre San Antonio Y Jegua se contaban 10, y en caño Mojana pasaban de 100 (Striffler, 1958, Mont., 33; 35; 39).

 

Venezuela.

Ya se vio que para 1550 el obispo Ballesteros pedía que se hicera un ingenio en Borburata, y que en 1578 se fabricaba "algún azúcar" en Tocuyo. En la última década del siglo XVI decía Nicolás de Peñalosa, procurador general de la gobernación de Venezuela, refiriéndose a Caracas: "Ay ansimismo caña de azúcar y aunque no hay más de un Ingenio para el gasto de la tierra hay Comodidad para albergar algunos" (Arellano Moreno, 1950, 193).

El dulce que se produjo en Venezuela fue siempre para consumo doméstico, pues estando los principales plantíos de caña ubicados en los valles interiores, especialmente el de Aragua, sin fácil salida al mar, el azúcar no podía competir en el exterior (Restrepo, J.M., 1943, III, 193).

 

Antillas menores.

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Desde la ocupación de Barbados por los ingleses en 1627, se tentó el cultivo de la caña y su industrialización. Inicialmente hubo fracasos; pero una misión de la isla viajó al Brasil para estudiar métodos de producción, y al regreso se estableció la industria sobre sólidas bases. Esta reforma ocurrió en 1642, y desde entonces, aun. que con viceversas, el azúcar se convirtió en el principal renglón de producción de la isla, desde esa época hasta principios del presente siglo. Fue entonces cuando se verificó una segunda reforma, mediante el cambio del equipo de beneficio de la caña, introducción de variedádes mejoradas y producción de ellas por hibridación, además de otras mejoras técnicas (Shephard, 1940, 48-49; 52-55; 60-62; 63; 64-67).

En Trinidad se estableció el primer ingenio importante en 1779, por Picot de Laperouse, compañero de Saint Lorent, cerca de Puerto España. Los negros libres que llegaban a la isla se concentraron principalmente en Naparima y fundaron ingenios. Había no menos de 150 en la isla al terminar la dominación española (Borde, 1882, 11, 155; 270-271; 277).

 

Guayanas.

1 -Ya se dijo que la primera empresa azucarera de magnitud se estableció por el sistema de "patroons", o sea concesiones territoriales con jurisdicción anexa, en la región Mazaruni-Esequibo, hacia 1637 (Swan, 1957, 33). A mediados del siglo XIX hubo que sostener la doble competencia de la producción cubana con trabajo esclavo, y la del azúcar de remolacha. Los métodos tecnológicos eran copiados de las posesiones vecinas (Nath, 1950).

2 -El sistema de plantación azucarera fue establecido en Surinam en 1651 con aporte humano de Barbados, por exceso de P0blación en esta isla (Williamson, 1923, 152-153). Siguieron unos años prósperos, en que llegó a haber unos 500 plantadores, de los cuales 40 a 50 tenían trapiches (Ibid., 161-162). En 1662 se exportaba bastante azúcar. Uno de los plantadores había instalado un molino de viento para su trapiche, ejemplo que era seguido por otros (Ibid., 162). Un observador de esa época describe el proceso de cultivo y beneficio, que no se diferenciaban mucho de los seguidos en las demás posesiones inglesas y holandesas (Berkel, 1942, 96-98; 106).

La colonia de origen judío tuvo mucha intervención en el desarrollo azucarero de Surinam (Panday, 1959, 11). Se hizo una aso. ciación para construir localmente ladrillo y calderas (Anónimo, 1788, I, 22). Algunos elementos emigraron a Barbados, con motivo de la ocupación inglesa en 1670 (Ibid., 27, 28). Al principio se establecieron río Surinam arriba; pero posteriormente se bajaron cerca a Paramaribo; sus cultivos de caña producían 6 veces más que los de

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azucareros de otras religiones (Ibid., 142). Casi todos los molinos eran de agua, pocos de caballos (Ibid., II, 11). En 1799 había 99 ingenios, que se movían con el agua del río Paramaribo, represándola o soltándola de acuerdo con las mareas. Se producían entonces unas 400 a 450.000 arrobas de azúcar (Rodrigues Barata, 1944, 94; 95).

3 -Había en Cayena un ingenio de azúcar tirado con bueyes, en 1664 (La Barre, 1666, 40). El cultivo de la caña, con el del urucú o achiote, era el principal de la colonia. A mediados del siglo XVIII se exportaba bastante azúcar. Estaba esquematizada la tecnología del cultivo y la producción (Barrere, 1743, 46, 85; 86-95116-117; Bajan, 1778, 11, 360-376).

En la región del Oyapoc ya había mucha caña cuando llegó Hartcourt en 1609 (Williamson, 1923, 44). En el segundo viaje del mismo colonizador, había más de cien colonos, dedicados a establecer empresas azucareras (Ibid., 119-120).

 

Amazonas.

Como es natural, el cultivo y beneficio de la caña fue más temprano en el Maranhao propiamente dicho, que en el Amazonas propio, supuesto que la colonización portuguesa avanzó de sur a norte. En 1624 se cultivaba caña en Maranhao (Silveira (1624) 1874, 28). El primer ingenio lo estableció en 1622 el gobernador Antonio Moniz Barreiros en el río Itapicurú (Berredo, 1849, 208-209). Poco después había allí dos ingenios y 6 molinetes de fabricar aguardiente (Heriarte, 1662, 10, 11). El ingenio de Itapicurú pasó a manos de los jesuitas en 1644 (Moraes, 1860, 234).

Los extranjeros (holandeses, irlandeses e ingleses), tuvieron plantaciones en la margen septentrional del Amazonas, en Comaú o Cumahú, en 1631 (Williamson, 1923, 129), actividad que había empezado mediante los empeños de Roger North en 1619-1621 (Ibid., 88).

En Belem había 6 ingenios en 1662, y uno más en Cametá (Tocantins) (Heriarte, 1662, 23, 26). A mediados del siglo XVIII llego a haber en el Pará 19 instalaciones (Berredo, 1849, 13-14). En el Tocantins los ingenios y cañaverales pertenecían a las autoridades civiles y Eclesiasticas (Moraes (1759) 1860, 457). En Marajó los jesuitas tenían un ingenio (Idid., 493), y en 176U, poco antes de   la expulsión, cañaverales e ingenio de azúcar y aguardiente en l hacienda Ibirajuba (Leite, 1943, III, 304; J. de la Espada, 1889, Mar., 440, 443).

Los carmelitas no se quedaron atrás, y en 1785 tenían en Pará 6 haciendas en las cuales producían azúcar (Prat, 1941, 152).

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El azúcar, pues, figuraba entre los productos del Pará (Figueroa, 1904, 335; Monteiro de Noronha (1768) 1862, 2; Montesdeoca 1942, 59; Uriarte, 1952, II, 152; ABAPP, 1902, I, 70-71; -----, 1905, IV, 57-58, 66-67). "Crece con grande facilidad [la caña], pero muy aguanosa, y el azúcar que labran los portugueses en el Pa: es el peor y más prieto que haya visto" (Moroni: J. de la Espada, I 1889, Mar., 81; 115).

En el alto Amazonas, ya se vio que desde fines del siglo XVI se producía azúcar en San Juan de Chamato (J. de la Espada, l5 IV, 24), y que para la época del viaje de Teixeira (1638), la caña estaba difundida entre las tribus ribereñas del gran río. En 1754 había un trapiche de mano en la misión jesuítica del Napo, para moler de cuando en vez la poca caña bajo cultivo (Uriarte, 1952 I, 126); otro había en San Joaquín de Omaguas (Ibid., 138). Poco después se hizo el primer trapiche con mazas de dientes y admi nículos más completos (Ibid., 149).

Hubo otro trapiche rudimentario en las misiones de predicadores del Putumayo (Serra, 1956, I, 182; II, 236).

En Río Verde (Pastaza) el botánico Spruce vio a mediados i del siglo XIX un trapiche hidráulico, con 20 a 30 trabajadores, que se dedicaban a la preparación de ron (Spruce, 1908, II, 160). En Macas los trapiches de mano se hallan en cada casa (Tufiño y Alvarez 1912, 48). Es, pues, falso, que el primer jugo de caña haya std" exprimido en Puerto Asís Putumayo por misiones de capuchinos (Anónimo, 1921, 52).

 

Valle del Cauca.

No se dispone de informaciones sobre las actividades  a que  dio lugar el cultivo y beneficio de la caña en la cuenca del C011 ca, desde 1547 en que Cieza abandonó la gobernación de POpayán, hasta que en 1572 se señala la existencia de por lo menos un ingenio a orillas del río Amaime.

El establecimiento de un ingenio fue siempre una empresa capitalista, por las grandes inversiones que implicó la instalación de máquinas, la mano de obra esclava para el cultivo y beneficio de la caña, las grandes reservas territoriales de zonas boscosas para el aprovechamiento de leña, terrenos para cultivos de subsistencia, dehesas para los animales de labor, etc. De esto no queda la menor duda leyendo los primitivos documentos sobre la iniciación de la industria azucarera en las Antillas. Ortíz, en su capítulo "Del capitalismo privilegiado que siempre ha sido el ingenio de azúcar-, ha analizado este aspecto con suficiente claridad para que sea necesario insistir sobre el particular (Ortiz, 1940, 374 y sigtes.). Confirma ese

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enfoque la documentación acopiada para este trabajo, que se utilizará en otra oportunidad.

Por tales razones, no debe extrañar que transcurriera tanto tiempo en el Valle del Cauca para que los productos y subproductos de la caña se beneficiaran en escala industrial. Ningún empresario se hubiera embarcado en una inversión de la magnitud que implicaba montar un ingenio, sin tener bien conocidas las posibilidades de éxito. Por consiguiente, es lógico suponer que hubo, antes del establecimiento de los ingenios de Amaime otras empresas, quizá trapiches pequeños o medianos, que aseguraran el abastecimiento de la escasa población de Cah, Buga, Popayán y los otros p ueblos de la hoya del Cauca. Esto se entenderá mejor cuando se estudie, en otro volumen, lo relativo a la población en cada época. El buen resultado que estas pruebas debieron dar desde el principio, como que el clima y los terrenos del Valle del Cauca son óptimos para el cultivo de la caña de azúcar, inducirían a algunos latifundistas y capitalistas a embarcarse en actividades de mayor envergadura.

En 1572 aparece la primera mención de la existencia de por lo menos un ingenio en jurisdicción de Cah, que --como se sabeterminaba en el río Amaime por la banda oriental del Cauca. En tal año ya habría azúcar y miel suficiente para el consumo interno, desde que los precios oscilaban y se consideraba necesario pedir la intervención del cabildo para estabilizarlos (Arboleda, 1928, 42, 39). Así, pues, el primer ingenio se estableció necesariamente antes de ese año; puede ser que en el libro de cabildos, que se abrió en 1567, haya alguna referencia relativa al período exacto en que aquello ocurrió. Otra fuente dice que los primeros trapiches del Amaime se establecieron entre 1560 y l565 (García Vásquez, 1951, 11, 145).

El historiador Gustavo Arboleda, de quien principalmente se toman estos datos, es sin embargo contradictorio sobre la instalación del primer ingenio. Primero dice que lo fundó Gregorio de Astigarreta en la margen meridional del Amaime, o sea en jurisdicción de Cal¡; y que poco después allí mismo fundó otro don Andrés Cobo, y más tarde el hermano de éste, don Lázaro, montó un tercero, pero en jurisdicción de Buga, o sea en la margen derecha del citado río. No obstante, después dice que el trapiche fundador de San Jerónimo en jurisdicción de Buga. fue fiado en 1644 por el nieto homónimo de Lázaro Cobo, que lo poseia entonces, a Germán Romero (Arboleda, 1928, 42, 119). rascón, por su parte, se limita a decir que don Gregorio de Astigarreta "montó un ingenio de azúcar a orillas del río Amadme" (rascón, 1938, 190). Sea como fuere, los tres historiadores citados están de acuerdo en que fue a orillas del río Amaime donde hubo el primer establecimiento que mereciera llamarse ingenio; es de importancia secundarla saber en cuál de las dos márgenes del río ello tuvo lugar, aunque sí es deseable para el futuro establecer el orden de precedencia. En 1584 aparece registrada la venta de un trapiche en

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Yumbo, propiedad de Bernardo Alfonso de Sao y su esposa (Arboleda, 1928, 180).

En el siglo XVII aparecen mencionados los siguientes establecimientos azucareros en jurisdicción de Cali: 1 trapiche en Candelaria, de Cristóbal Quintero Príncipe, quien al morir en 1638 lo dejó a su viuda, la mencionada Antonia de los Arcos y Ríos (Ibid., 101102). Antonio Rodríguez Migolla, alcalde ordinario de Cali, tenía en 1630 un trapiche de azúcar y miel en Cañasgordas, cerca de la ciudad (Ibid., 103). En Potrerillo (actualmente en jurisdicción de Palmira), artes de 1648 tuvo Gaspar jacinto de Astigarreta un trapiche en terrenos de propiedad de su cuñada Isabel Rivadeneira, y con permiso de ésta (Ibid., 118). Otro en lugar no especificado, pero presumiblemente en la cuenca del río Amaime, aparece incluído entre las anexidades que compró el capitán Juan Lorenzo de la Rocha por ese mismo tiempo. A mediados del siglo (1649), el regidor perpetuo de Cali, Alderete del Castillo, aparece como propietario de un trapiche en La Cruz, jurisdicción de Buga. Los jesuitas fundaron un trapiche en Aguaclara, río Nima, por 1670 (Arboleda, 1928, 119, 120, 150).

En el siglo siguiente hay informes de otro trapiche en Cañaveralejo, de propiedad de Juan Francisco Garcés. Al morir en 1759 el presbítero Nicolás Hinestroza, dejó en su testamento a los Jesuitas una hacienda de Viles, que incluía trapiches y cañadulzales, para propios de un colegio en Popayán. En 1765, con motivo del establecimiento del estanco de aguardiente, el cabildo prefirió pagar con el objeto de que aquél no fuera establecido en Cali, Y para ello echó una contribución entre los dueños de ingenios, que eran (se supone que los principales): el alférez real Manuel de Cayzedo y Tenorio; la hacienda de Vfjes de los jesuitas (dos años después fueron expulsados); Dionisio Quintero, Manuel de Caicedo, Luis Echeverri, Manuel de la Puente, María de Saa y A"gustín Ramírez. Se han colocado en esta enumeración de mayor a menor, de acuerdo con los gravámenes que les fueron impuestos. Para 1786 el sacerdote Tomás Ruiz Salinas, en la hacienda de Chipichape, en las afueras de Cali, tenía también trapiche que dio en qarantía de una manda para fines religiosos. Asimismo figura otro en la hacienda de Arroyohondo, y aparece expresamente citado en la venta de esa propiedad en 1794 por su dueña en ese tiempo, Josefa Salazar (Ibid., 362 nota; 414-415; 444; 509 nota, 566). A principios del siglo XIX se registra un ingenio en Meléndez, perteneciente a Jerónimo Escobar. La estadística de los trapiches existentes en jurisdicción de Cali en 1809, o sea a fines del período colonial, es la siguiente:

|De Cali a Cañaveralejo: Trapiches de José Fernández de Córdoba, Francisco Antonio de Coicedo y Domingo Pérez Montoya (Isabel Pérez)

3

|De Cañaveralejo a Meléndez: Agustina Abelenda 1 |Jamundí: Cañasgordas: 1 De Las Cañas a Timba: José Borrero: 1

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|Yotoco:    Entre Regina y Mediacanoa, 11: en Pampamá,11; Hatoviejo, 1; total

23

|Vijes: Borrero, 1; Francisca Javiera Caicedo (Mulaló),1; Doctor Vergara (Luis?), 1; Vijes propio, 5; total:

8

Total 37

(Ibid., 604, 630-631).

Como se ve, no entran en esta estadística los establecimientos que había en "la otra banda", o sea la margen derecha del Cauca, puesto que ya para esa época se había establecido el corregimiento de Llano Grande, y no se conocen noticias sobre él en las fuentes consultadas.

En cuanto a Buga, fuera del trapiche de San Jerónimo, en el Amaime, ya mencionado, aparecen reseñados los siguientes:

En el siglo XVII (1621), uno del licenciado Diego de la Monja Y Porras, probablemente en Sonso. No se sabe dónde quedaba, ni si era alguno de los que se han mencionado como de propietarios vecinos de Cali (porque algunas personas tenían doble y aun triple vecindad), el que tenía por 1644 Catalina de Camargo. Uno tenía en 1652 el capitán Fernando de Salazar Betancourt. En 1698, fraY Juan de Solarte, prior del convento de los dominicanos, aparece vendiéndole al doctor Marcos Maldonado, cura y vicario de Buga, un trapiche con todos sus anexos a orillas del río Guadalajara (rascón, 1938, 152; 1939, 24-25, 26, 63).

Para 1733 había trapiches en número no especificado, en los ejidos de Buga. En 1736 el cabildo, para cosas de utilidad pública, exPropió las casas y estancias de Francisco de Mesa y sus hijos, cerca del río Cauca, que incluían trapiche y medio almud sembrado de caña. Hé aquí la estadística, levantada por disposición del cabildo de los establecimientos que había que había en jurisdicción del distrito en 1779

| Del Bolo a Amaime: . . . . . . . . . . . . . .. . . .  . . . . . . . . . . . . . . 13| De Amalme a Paporrina: . .. . . .. .. . . . . . . . . . .. . . .  . . . . . . . 15| De Paporrina a Sonso:.. .. .. .. .. .. .. . . . .. . . .  . . . . . . . . . . . . .7| De Sonso a Buga: . . . .. . . .  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . .  . .27| De la quebrada Honda al río Tuluá: . . . .. . . .  . . . . . . . . . . . . 64|                                                                                                    126

(Tascon T. E., 1939, 251-253

Hay, como se ve, una solución de continuidad entre Buga y el río Tuluá, donde también había muchos ingenios, pues en la tributación

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impuesta para el ramo de aguardientes a los propietarios de trapiches y destiladores, los del sector mencionado figuran pagando más de una tercera parte de la imposición total para el distrito de Buga en 1779 (Ibid., 135-136, 147).

No se conocen datos de las postrimerías de la época colonial, aunque para 1808-1809 debió informarse a Santa Fe sobre el estado general del distrito.

Tampoco se conocen estadísticas semejantes, publicadas, para el municipio sureño de Caloto, ni para los norteños Cartago y Toro.

No hay muchos datos disponibles sobre las actividades industriales azucareras en la plana del Valle durante la primera mitad del siglo XIX. Las campañas libertadoras por un lado, y las excursiones represivas de Tolrá, Warletta y demás jefes realistas, por otro, desarticularon la economía vallecaucana. En la década del 40 al 50, las convulsiones sociales ocasionadas por las medidas sobre libertad de esclavos, a que habrá lugar de referirse en otra oportunidad, interfirieron asimismo sobre la producción agrícola en general.

Había por lo menos dos establecimientos hidráulicos en el Valle del Cauca en 1853. Holton vio uno de Miguel Cabal en "La Aurora", Cerrito, que era un verdadero ingenio, "'lo cual raramente ocurre aquí", y admiró la pericia de los acequieros vallecaucanos que pudieron conducir el agua, en condiciones en que "'inclusive estando terminado el trabajo parece increíble". Otro, que dicho autor considera quizá como el más antiguo molino de caña movido por fuerza hidráulica que hubiera en la región, se encontraba en la hacienda de Arroyohondo, cerca de Cal¡; las masas eran verticales, y la rueda de agua con arcaduces (tub-wheel); el conjunto mal ideado, y "nunca antes hallé que el cobre fuera más barato que el hierro" (Holton, 1857, 510, 524).

El señor Santiago M. Eder trajo, después de 1864 en que adquirió La Manuelita de Jorge Isaacs, un trapiche movido con rue' da hidráulica, ambos de hierro, "primeros elementos de su genero traídos al país" (Mayendorf, 1947, Mss.) y luego otros equipos mejorados (Eder, 1959, 210, 419).

Para fines del siglo XIX se reseñaron en los términos de Cartago tres trapiches de hierro; varios en Zaragoza, entre ellos uno de hierro, así como otros metálicos cuyo número no se especifica, en San Francisco, actual Jurisdicción de Toro (Peña, 1892, 54, 52, 70).

Como es lógico suponer, los mayores progresos tecnológicos se han registardo en el presente siglo. El 1º de enero de 1901 se logró poner en marcha el primer ingenio movido a vapor para producir azúcar centrifugada, en La Manuelita. El proceso de introducción de maquinaria empezó desde 1898, en una empresa que tiene pocos

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antecedentes en el país (Eder, op. cit., 482-485; 489-490). En 1912 tenia cuatro calderas de 80 H.P. cada una y podía producir diariamente entre 20 y 25 toneladas de azúcar. Nuevos adelantos y adiciones se le introdujeron al ingenio en 1918; otros en 1928, que lo colocaron a la cabeza de los que funcionaban en ese tiempo en el país, y nuevas reformas en 1939 (Mayendorf, op. cit.; Eder, op. cit., 581).

Los años de fundación de otros ingenios vallecaucanos y caucanos, aparecen en un cuadro especial en los apéndices.

 

Antioquia.

Don Fernando Lozurio Infante Paniagua, gobernador de esa provincia en el período 1651-1653, poseía un trapiche en la quebrada Oriora, en jurisdicción de Cartagena (Restrepo Sáenz, 1944, I, 106). Azúcar sólo se producía en los términos de la ciudad de Antioquia para 1816, según un informe rendido en noviembre de ese ano por el gobernador Vicente Sánchez Lima (Ibid., 369). Otros datos, que se darán cuando se hable del aguardiente, indican que había trapiches para elaborar productos de consumo domestico en la provincia.

 

Pasto.

No se crea que la cuenca del Cauca tuvo en el pasado como lo tiene ahora, el monopolio de la producción de azúcar y derivados. En el sur de la gobernación de Popayán esta industria se practicó intensamente, y en ciertas épocas la cuenca del Guáitara rivalizó en este sentido con la fosa del Cauca.

Entre los primeros pobladores de Pasto figura Rodrigo Guerrero; su hijo Miguel Sánchez Guerrero tuvo, en época no determinada del siglo XVI, aunque parece que fue a fines, un ingenio en compañía con Alvaro Arguello. Por 1571 aparecen como propietarios de un ingenio, que no se sabe si es el mismo ya citado, odrigo Guerrero y Hernando de Cepeda, hijo (Sañudo, 1938, I, 16, 17; 119, 124). Para fines del mismo siglo vuelve a figurar Cepeda, con Catalina Belalcázar, como poseedores de un ingenio de azúcar en Matacunchuy (Ibid., 124). Otros dos, en lugar no indicado, tenía para 1583 el licenciado Pedro Guillén de Ortega (Ibid., 17). Para 1573 se llevaba azúcar de Pasto a Quito (J. de la Espada, 1897, III, 82, 16). En 1583 en ese distrito había "ingenios de azúcar" (Guillén Chaparro: AIP, 1889, XV, 153).

Las monjas conceptas tenían en el Guáitara un trapiche que con los cañaduzales fue incendiado por los indios sindaguas en 1633 (Sañudo, 1939, II, 17). En Los Ingenios tenía trapiche en 1650 el

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arcediano Villota Paladines, quien lo traspasó ese año a un descendiente de Luis Ladrón de Guevara. En 1651 Miguel de Caicedo compró un trapiche en Consacá (Ibid., II, 36; 97).

En 1711 Felipe V ordenó la demolición de los ingenios que se hubieran hecho sin licencia real. No está bien claro si el mismo destruido por los indios, que pudo ser reconstruido, u otro distinto, tenían las monjas en Sandoná por 1720. Hacia 1782 el aguardiente que se consumía en Pasto se hacía en el trapiche que había sido de los jesuitas (Sañudo, 1940, III, 37, 29, 65).

Poco antes de la declaración de independencia (1807-1808) había productores de miel, que por consiguiente debían tener trapiches, en Yacuanquer, Ingenio, Matituy, Buesaco, Tablón, Taminango, San Lorenzo, Yeguas y hacienda Olaya (Ibid., III, 89). Merece especial mención el hecho de que era de bronce el trapiche que había en Ongoy, destruído en la explosión de la loma de ese nombre en 1811, trapiche que figura como "de Arguello", pero que no podía ser el mismo, por lo menos en cuanto a maquinaria, que se conocía desde el siglo XVI (Ibid., III, 80, nota).

 

Andes ecuatoriales.

Como se dijo atrás, se ignoran los hechos relativos a la introducción de la caña al reino de Quito. En la relación de 1573 hecha por luan de Salinas Loyola se dice que por esa época había dos ingenios en jurisdicción de esa ciudad: "Hay dos ingenios de azúcar; el uno muele y está en compañía entre Antonio de la Barrera y el heredero de Diego Méndez. Otro ha hecho un Mendieta, natural de Canaria, en la provincia de los Yumbos; entiéndese molerá mucha azúcar, si anda aviado; de presente no muele por falta de calderas y otros instrumentos; está de compañía con unos indios yumbos. Podríase hacer en Mira otro ingenio, pero valdría poco el fruto de todos ellos, por haber poca saca y demanda de azúcares y confituras". Tres años después, en 1576, los oficiales reales de Quito dicen que "hay tres ingenios de azúcar, donde se hace con- fitura y azúcar, miel y conservas; y en todo lo que se labra no hay para más de solamente el sustento deste pueblo ... de Pasto a esta ciudad se trae alguna confitura y azúcar..." (J. de la Espada, 1897, 111, 82, 16). Cuando en 1581 Toribio de Ortiguera era alcalde de esa ciudad, había cinco ingenios, fuera de trapiches de manos (Ortiguera, 1909, 325).

En 1582 vivían en Caguasqui, sobre el río Mira, dos españoles que tenían haciendas de cañas dulces, "de que hacen miel y conservas"; mientras que en Loja, aunque las condiciones eran propicias para poderse producir azúcar, no había ningún ingenio todavía en 1571 o 1572 (j. de la Espada, 1897, 111. 126, 207). Los jesuitas prácticamente monopolizaron la fabricación y venta de azúcar

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durante los dos siglos siguientes, hasta su expulsión (González Suárez, 1894, V, 258-259).

 

Magdalena.

En el alto Magdalena (Timaná y La Plata) había también trapiches en el siglo XVII (Friede, 1953, 161). Taxativamente mencionados aparecen "un trapiche de caballo", en Timaná; otro cuyo tipo no se especifica, en Garzón, y se deduce la existencia de tuco por lo menos en Suaza, aunque no aparezca en la referencia sino el término "moler caña y hacer azúcar y miel" (Ibid., 165, 169, 180).

Fue en La Palma donde la producción azucarera parece haber empezado en firme en la parte alta del Magdalena. Se dice en la relación de esa ciudad, correspondiente a 1581, con referencia a las pocas granjerías que había por falta de caudales: "...an comengado algunos vezinos a plantar caña de açucar y para su beneficio hecho molinos de caballos fauoresgidos para esto mas de sus yndustrias y exergigios que de los socorros y aprovechamientos que an tenido: y de las labores procedentes de aquel dulco . alivian algunas neçesidades . . . " (Latorre, 1919, 129).

 

Nuevo Reino.

Con el tiempo, debieron generalizarse los establecirnientos cañameleros en otras zonas del Nuevo Reino, en climas calientes y templados. Suárez Rendón tuvo ingenio en Guánica (García Samudio, 1952, 294, 379, 389). El estado de la industria dulcera en jurisdicción de Tunia está descrito en el siguiente documento da 1610: "los ingenios de agucar que hay en este distrito son doce y muelen poco, por que no muelen con agua, sino con caballos, y también por falta de jornaleros indios o negros, y porque no muelen todos cada año, sino cuando cada uno tiene la caña sagonada, y suele tardar en sagonarse de dos a tres años. Lábranse en ellas (sic) cada año mil y quinientas arrobas de açucar y dos mil botijas de miel. . . " (Torres de Mendoza, 1868, IX, 427).

En cuanto al tipo mismo de los trapiches, casi nunca se identifica en las fuentes consultadas. Cuando se mencionan, como ocurre en varios casos, los caballos trapicheros, se deduce que la mayor parte eran movidos por tracción animal. Un sólo "trapiche de agua" figura en Vijes, como de propiedad de José Borrero, en 1809 (Arboleda, 1928, 631; Holton, 1857, 524) aunque parece que desde 1790 se hicieron los de Arroyohondo y Cañasgordas (García, E.: BHV, 1948, 69). Es indudable que en los archivos notariales se encuentran datos del mayor interés sobre este y otros particulares.

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En Consacá había a fines del siglo XIX, 4 trapiches hidráulicos (Santander, 1896, 159).

El primer trapiche movido por agua en Cundinamarca lo introdujo Guillermo Wills en 1837 o 1838 (Camacho Roldán, 1892, I, 617; 1895, 111, 401; 1923, 119; Holton, 1857, 118, 315). Vicente Azuero, de tan influyente vinculación en la política colombiana, tuvo uno de estos abajo del Tequendama (Camacho Roldán, 1923, 108). Hubo otros 6 en el valle de Apulo (Ibid., 1895, III, 154).

Con excepción de un trapiche de rueda hidráulica llevado por Narciso Reyes y Federico Silva, todos los demás eran de madera tirados por bueyes en 1870 en que Emiliano Restrepo estuvo en los Llanos.

Los detalles más completos sobre la estructura y materiales de los trapiches en el siglo XIX, se encuentran en los mencionados apuntes de don Sergio Arboleda. Se recomienda el estudio de los incisos 111 y 112 del capítulo 3º.

Un estudio más detallado sobre el particular, entra de lleno en el camplo del folklore.

 

5) Tecnología industrial

Si empírico y rutinario fue el sistema de cultivo de la caña en las colonias españolas de América, no fue menor el atraso en cuanto se relaciona con la tecnología industrial (Amoral, 1939, I, 198-199). Del ingenio de Japio, administrado por los Jesuitas, so dice en una visita hecha en 1711, en que se censura al rector de la comunidad en Popayán, Juan Lorenzo Lucero por descuido, "ha estado sin hornillas mucho tiempo y se va pasando la caña (Jouanen, 1943, II, 61-63: 62).

Hubo algunos que comprendieron bien la necesidad de separar el aspecto industrial del aspecto agrícola (Torres de Mendoza1880, XXXIV, 144-145; Deer, 1949, I, 116), como el fraile Jerónirno Luis de Figueroa, presidente de la Audiencia de Santo Domingo en 1523 (Torres de Mendoza, 1868, IX, Saco, 1938, I, 216-217). La corona, los funcionarios -como siempre- hicieron caso omiso de las recomendaciones. Posteriormente el conde Pozos Dulces propuso separar la parte agrícola de la industrial (Guerra y Sánchez, 1938, 545).

 

a) Maestros de azúcar.

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Como quiera que la primera posesión española ultramarina donde se fabricó azúcar fue Canarias, mediante el entrenamiento de expertos de Madeira (Morales Padrón, 1951, 400), y genoveses

y venecianos (Verlinden, 1954, 1, 53-54), es lógico que aquellos y los canarios figuren como los primeros "maestros de hacer azúcar". Un tal Esteban Justinian, genovés, fue co-propietario de un ingenio en el río Hayna, cerca de la ciudad de Santo Domingo (Oviedo y Valdés, 1851, I, 120; -, 1959, 1, 108). Genoveses figuran como iniciadores de la industria azucarera en Brasil (Amoral, 1940, I1, 63, 82). Genoveses eran grandes contratantes en azúcar en 1522 (Rubio y Moreno, 1928, V, 57).

Las autoridades canarios se opusieron al éxodo de sus técnicos, y el 16 de agosto de 1519 se expidió cédula en Barcelona por la cual se les ordenaba que no entorpecieran la salida de maestros (Ortiz, 1940, 381), pues a Lope de Sosa en ese año se le instruyó que a su paso por Canarias llevara a la Española maestros de azúcar (Puente y Olea, 1900, 405). Recuérdese que uno de los propietarios de ingenio en Quito para principios del último cuarto del siglo XVI era canario. En Cuba los primeros maestros de hacer azúcar fueron portugueses (Guerra y Sánchez, 1938, 91).

"Maestros de hacer azúcar" quizá criollos, se citan en varias oportunidades y en distintos lugares de la gobernación de PopaYán. En Buga, Gregorio Garcés firma un contrato como tal, a razón de 80 patacones anuales, por 8 años, en 1652 (Tascón, T. E., 1939, 26). En Cali en 1603, figuran como peritos azucareros Pedro de Miranda, Juan Francisco y Rafael de Guerra (Arboleda, 1928, 63). Si se tiene en cuenta que cada ingenio grande debía tener su maestro, bien puede hacerse una estadística aproximada consultando la lista de establecimientos dada atrás, y calculando el número de los trapiches grandes en sólo el 5%. En Pasto figuran en 1585 los maestros Andrés López y Juan de Toro (Sañudo, 1938, I, 124).

Indios, mulatos y negros moledores y paileros y hacedores de azúcar, reemplazaron andando el tiempo a los europeos, como resultado del proceso de aculturación característico del Nuevo Mundo; así lo consignan documentos relativos al Valle de Caracas (Arcila Farias, 1957, 258-259; 360). Este aspecto se ha tratado con alaun detalle en otro lugar (Patiño, 1966, 418-421; 502-507).

 

b) procedimientos.

No se conocen descripciones sobre el proceso seguido en Ame rica durante el siglo XVI para la elaboración del azúcar, pero debió variar poco en relación con el usado en Canarias, descrito por el fraile Francisco Ximénez a principios de la centuria siguiente: "...el guino

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que sale [de las cañas] viene a caer por vna canal a vna pila que la llaman tanque, del qual despues que esta lleno se passa a vn baso o caldera de cobre que llaman receuidor, por que recibe el licor con este çumo que se llama miel, mezclando cucharadas grandes que dizen bombas de lexia fuerte, que para este effecto tienen aparejada [.] yerue poco a poco, la tina hasta que el tanque, se buelue a henchir otra vez segvn la grandeza del baso o caldera de cobre, y entonces lo despuman y quitan las partes sucias y excrementosas, y luego lo passan a los otros basas de cobre, donde se deja heruir hasta que de todo punto se limpie, añadiendole poco a poco lexía, para que la espuma se leuante, el qual licor y guino engrosado, y puesto en forma de miel, se passa al tanque percolatorio, hasta que se hinche, y de aqui se passa a las tachas o basas pequeños de cobre, que son tres, donde se pone mas espesso de la misma manera que en las tres primeras tinas, en que poco a poco se passa el licor [.] vasa el fuego moderadamente aumentando, y de aquellos basas que llaman tachas, solamente mecen el tercero, y por que no yerba y se derrame el licor, le rociar de quando en quando con manteca de bacas o azeyte, o otra qualquiera grassa, y luego que esta en punto, y llegado a estar tan espesso como conuiene, lo passar a los basas que llaman formas, y auiendo adregado el estrado con la riça y excrementos ponen las formas muy mojadas en agua, y tapados los agujeros hechan en cada forma vna repartidora de miel, liquida de aquella que llaman melado [.] la postrera tacha so reparte en nueue formas, las quales menean los oficiales con vna espatula grande encina, y las van hincando poco a poco, y restaurando el licor que se consume [.] El dia siguiente, passan las formas al lugar y sitio dedicado para la purgacion y quitando los tarugos con que estan tapados los agujeros, de las formas oradan por los mismos agujeros el agucar, y lo dejan purgar diez, o doze dias segun el tiempo que haza, y luego sacuden la forma con un maço, y si sacan algvn excremento que a quedado, ven si esta bastante purgado, Y las que no estan purgadas bastantemente las ponen otra vez en sus formas vntandolas con barro, lo qual se hallo ser vtil para emblanquecer el agucar, por que vnas gallinas hallaron ciertas formas de agucar que estaban blanqueando al sol, las quales teniendo los pies llenos de lodo, se subieron sobre ellas, y se vio claramente que por aquella parte que las gallinas pisaron el açucar, y lo ensuciaron con el lodo, adquirió vna admirable blancura, y 0551 quando hallan que no esta del todo purgado, lo dexan todo el tiempo que conuiene L.] finalmente lo embarran, y quitandole a su tiempo aquel barro le bueluen a poner otro segunda vez, y no lo osan poner mas por que no se consuma todo el agucar, aunque algunas vezes suele ser necesario ponerselo tres vezes...". (Ximénez, 1888, Mor., 83-84).

Fueron los holandeses y los judíos portugueses expulsados del Brasil en 1655, por la intransigencia religiosa y la estrechez de miras del gobierno portugués, quienes llevaron primero a la isla de Barbados y difundieron después a Martinica y a las otras Antillas, mejores técnicas de fabricación, y enseñaron a los colonos el modo de obtener

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azúcar seca y durable. De esa época viene la generalización del uso de la palabra "tacho", para las calderas especiales usadas en el proceso, pues lo que se entendía por tal en Canarias era otra cosa (véase adelante). Esas mejoras se introdujeron a Surinam en 1658 (Panday, 1959, 11-12) y a Jamaica en 1664 (Lippmann, 1942, 11, 114; Verlinden, 1954, 57; Long, 1774, 111, 435). Otros dicen que eran esclavos peritos de los judíos y no estos mismos (Freyre, 1940, 120-124).

Don Sergio Arboleda ha consignado al pormenor, en los capítulos 4°, 5° y 6º de los apuntes manuscritos varias veces citados, el proceso de elaboración tradicionalmente seguido en el Valle del Cauca. Otra descripción puede consultarse en las conferencias del señor José María Silva R. (Conferencias, Camacho Roldán, 1923, 110).

 

c) Utensilios.

He aquí cómo eran a principios del siglo XVII los enseres utilizados en la fabricación del azúcar de pan: "...las bonbas o cucharas de cobre, que hazen a diez, o a dote sestarios puestos en unos cabos de madera, siruen para passar las mieles de vnos basos a otros, las espumaderas son ciertas laminas de ojos de milan, agujereadas en forma de crina o rallo, las quales tienen sus cabos de palo de vna braga de largo, como las de las bonbas, con las quales limpian las mieles, y les quitan la espuma; remillores se llaman ciertas cucharas de cobre, que lleuan cada vna tres o quatro sestarios, los quales son para hechor la lexia, para que se mezc cle luego con el agucar que esta en las formas quando estan en la casa de purgacion. Las formas son vnos basas de barro, oradados por la parte ynferior, en los quales se purga el agucar, y assi tomo el nombre de su figura. Tendal se llama el estrado y lugar, el qual esta lleno de los excrementos de las cañas en que se Ponen las formas. Virandera se dize vn palo, redondo, con vna ciega o punta de yerro, con que hazen vn asiento en las cañas del tendal, para que las formas no se caygan. Paralbero se dize una olla grande puesta junto a las tachas en que se hecha aquella suerte de miel que llaman melado, y de allí se saca y se bu( a hechor en las tachas, tachas son vnos basos de cobre peque:: hechos en forma triangular, la postrera de las quales tiene vna-: ala donde se menea el agucar. Hornallo llaman a los ornos en que  se ponen las calderas. Repartidor llaman a vna cuchara, que es' puesta en vn palo de palmo y medio de longura, con la qual passan el agucar, y lo ponen en las formas, la qual en lo demos semejante a las bonbas. El barro con que se purga el agucar se 1!. ma Magapez, el qual es vn genero de greda, de color tirante (a) amarilla algo plomosso, que se halla en los lugares bajos y casi lagunas, y puesto al sol le guardan para todo el año..." (Ximénes op. cit., pp. 85-86).

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Los fondos de cobre para el cocimiento del guarapo, que , un principio se trajeron de España, empezaron a ser fabricadmuy pronto en la isla de Santo Domingo (Lippmann, 1942, II, 4, 1 Verlinden, 1954, 54), quizá con cobre cubano (Arrase, 1949, I, 15-1 Le Riverend, 1945, 34). Se ignora de dónde venían los que se u:ban en la fosa del Cauca, y que aparecen mencionados con fre cuencia en las transferencias de propiedad que se han citado aba a propósito de la estadística de ingenios. Se ha sugerido é . había yacimientos de cobre cerca de Vijes, y que se hacían pail (Holton, 1857, 526); pero lo más seguro es que vinieran del NuevoReino, pues desde la época colonial Manta (en actual territorio Boyacense), así como otros lugares, se destacaron por esta activi dad metalúrgica (Oviedo, 1930, 143; Restrepo, V., 1888, nota Fondos y mazas de trapiches fueron los primeros productos de la, Siderúrgica de Subachoque en la 6? década del siglo XIX (Osi Vásquez, 1955, 273).

El uso del densímetro Baumé y del termómetro, fue un adelanto to tecnológico debido a los franceses de las Antillas, especialmente el ilustre Duhamel de Monceau (Lippmann, 1942, 11, 141-142, 243). Desconocido en Colombia durante la dominación española, al recer sólo se empezó a emplear en el Valle del Cauca y quizá en Cundinamarca desde fines del siglo pasado.

 

d) Ingenios modernos.

El uso del vapor como fuerza motriz data de mediados del s glo XVIII (Lippmann, 1942, II, 141, 259). La máquina de vapor sólo se aplicó a la industria azucarera de Cuba en 1819 (Ortiz, 1940, ),pues en ese año se hizo la primera zafra (Guerra y Sánchez, 1938 244), y en Méjico en 1842 (Cué Cánovas, 1960, 277). En Puerto Ric sólo se empezó a hablar de ello en 1840 (BHPR, 1921, VIII, 174). E 1878 se aplicó el vapor a las turbinas o centrífugas purgadoras e el Brasil (Amaral, 1939, I, 386; Freyre, 1943, 197). Ya se vio que 4 primer ingenio movido a vapor en el occidente colombiano se instaló apenas a principios de este siglo. En Carabobo, Venezuela, se conocían desdo mediados del XIX ingenios de vapor (Micheleno, 1867, 82).

El ingenio de vapor de Papares, cerca a Santa Marta, de Manuel Julián de Mier, era importante a fines del mismo siglo que se acaba de mencionar (Samper, 1925, I, 200).

Informaba el presidente Reyes en 1908: "En el departamento de Bolívar está para terminarse la instalación de un ingenio [Sincerín] central para la fabricación de azúcar, del cual es propietario el laborioso, patriota y acaudalado Sr. Carlos Vélez Danies, quien con sus asociados ha comprometido en esta empresa un millón y medio de pesos" (Reyes, 1908, 27).

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En la isla Wakennan en Guayana había uro en 1853 (Schomburgk, 1922, I, 62-63).

 

e) Refinerías.

Las primeras refinerías de azúcar se establecieron en Amberes poco después de 1500; al principio consumían azúcar bruto de Madeira, San Tomé y Canarias, y después del Brasil. Las refinerías de Venecia se consideraban en el siglo XVI como una de las cosas notables de la ciudad, y eran mostradas como tales a los extranjeros (Lippmann, 1942, II, 34-35, 40). Azúcar refinada de Estados Unidos o Europa se empezó a conocer en Bogotá a mediados del siglo XIX (Camacho Roldán, 1923, 119).

Con estos antecedentes, causa admiración que la refinación del azúcar sólo haya empezado en América equinoccial a mediados del siglo actual. En la fosa del Cauca no se conocía el refinado en la época do la guerra magna (Hamilton, 1955, II, 74). Apenas se establecieron refinerias en los ingenios  "La Manuelita" en 1901, y "La Providencia" en 1928 y en 1932 la de  "Riopaila" (Eder, 1959, 589-590).

Inglaterra usó el sistema de sus colonias (Panday, 1959, 105)

 

6) Productos y subproductos

Una cédula sobre diezmos de 8 de febrero de 1539, consigna los nombres es de "azúcares blanco, refinado, espumas, reespumas, coras, mascabados, coguchos, clarificados, mieles y remieles" (Ortiz, 1940, 381), que son casi todos desconocidos actualmente en América española. "Espumas" se usó en Santo Domingo (Oviedo y Valdésrica, 1851, I, 122); y quizá corresponde a lo que en la fosa del Couces se llama ""cachaza"', que es cosa distinta de lo que conoCen Por tal en el Brasil, donde ha venido a usarse para la bebida a modo de aguardiente, que se saca de cierto tipo de miel (Marcgrave, 1942, 84; Andreoni, 1923, 97, 138-139, 145).

Ximénez, después de contar el proceso seguido para la elaboración del azúcar en Canarias a principios del siglo XVII, dice: "...el agucar preparado desta manera se llama "lealdado", y por otro nombre "açucar machos, y no se le deue hazer mayor preparación que esta, y el algún açucar sale menos blanco, le llaman "mazcauado", el qual se puede preparar mas exquisitamente si quieren. Ay otro genero que llaman "espumas", por que se suele hazer de las espumas que se recojan de todos los basos, las quales hachan en otra caldera, tanque o tina, y las purgan en otro baso, y las preparan de la misma manera

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que se a dicho del agucar, y otras que llaman "reespumas" o "açucar postrero", el qual se haze de las espumas como los demás, ay otro que se dize "panelas, las panelas se hazen de la miel que corre del açucar por la parte baja de las formas, la qual es peor y de menos ymportancia que las reespumas y se prepara de la misma manera... demas desto ay un genero de miel de que se hazen las panelas otro que se llama de "caras" que corre el agucar quando ya se purga con el beneficio del barro, el tercero genero de miel, es el que corre de las panelas, y del mismo açurar antes que se guaxe se llama "melado", llaman "raeduras" a la miel que se queda pegada a las canales, por donde se purga el açucar, del qual hazen miel, o açucar refinado" (Ximénez, op. cit., 84). Se hacían fraudes, vendiendo azúcar "de panela" por mascabado, como en un caso de 1580 (Ayala, 1930?, XI, 253).

En el Nuevo Reino se consumía menos azúcar que miel (Gilii, 1955, 65).

En el occidente colombiano, fuera de las bebidas a las que se dedicará capítulo especial en otra obra, las menciones más frecuentes para productos de la caña en las documentos coloniales, corresponden a la miel y al azúcar. El nombre "raspadura", quizá originado en las Azores y de allí llevado a Canarias (Toscano Mateus, 1953, 398), se menciona al hablar de envíos de víveres de Cali al Chocó por los años de 1574 (Arboleda, 1928, 403). En la historia de Buga sólo figuran los nombres "miel" y "azúcar", sin discriminación ni detalles. Aparece la palabra "rapadura", en una comunicación dirigida al cabildo de esa ciudad por la Junta Superior provisional de gobierno de los cabildos del Valle, suscrita en Cali el 19 de marzo de 1811, en demanda de víveres para las tropas patriotas que se aprestaban a marchar contra Tacón (Tascón, T. E., 1939, 399). La definición que da Alcedo de "raspadura" no corresponde a lo que se conoció por tal en el Cauca (Alcedo, 1789 Voc., 163; Juan y Ulloa, 1748, I, 401).

Cerca de Lima a mediados del siglo XVIII se producían "huarapo", "miel", "alfeñique" y "chancara" (Ruiz, 1952, 1, 5, 8). "Garapo" es nombre dado en Canarias al vino de dátiles (Herrera, G. A., 1818, 11, 386, 388).

"Panelas", en plural, se ha visto usado una sola vez, lo mismo que "alfandoques", en un arancel para cobro de alcabalas, confeccionado en 1767 por la Junta de Hacienda de Popayán, con anuencia del comercio, y aprobado por el virrey (Arboleda, 1928, 460). Doce onzas diarias de "panelas formaban parte de la ración usual de los trabajadores del Ferrocarril de Buenaventura al Cauca, en 1871 (Cisneros, 1878, 61). Para fines del siglo XIX, en la provincia del Quindío, la panela, la miel, el azúcar y el aguardiente figuran entre los principales renglones de producción (Peña, 1892, 20, 53).

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Panela era importante artículo de exportación de la Nueva Granada en 1879 (Nieto Arteta, 1942, 360).

El "papelón" llanero es una forma regional de panela (Michelena, 1867, 285).

Subproductos tradicionales de la caña en la cuenca del Cauca, que podrían incluirse dentro del rubro de la pequeña industria, son los siguientes:

I) Obtenidos de la miel a punto o de la panela derretida, sometidas a una manipulación prolongada: "blanqueado" o "moscorrofio"; "alfandoque"; "alfeñique"; "melcocha". Así los describía un autor colonial: "Cuatro puntos distintos toma la miel, y cada uno da su especie de dulce distinto. El primer llaman raspadura, tiene un punto menos que el azúcar. De esta masa meten en una tabla que tiene unos vaciados como unos platos, y allí se cuaja. Juntan después una con otra, y lo envuelven con vástago de plátano, y un envuelto de estos llaman allá una raspadura. Esto se suele comer a bocados, que no es muy duro, junto con pan y queso, que son los mixtos con quien mejor casa. El secundo es el alfandoque. Alfandoque es lo propio que la arropia, Y tiene dos puntos ya más bajo que el azúcar. El tercero es el alfeñique, que tiene medio punto más que el alfandoque. Y el cuarto es la melcocha, y ésta tiene dos puntos más que el azúcar, y se hace una masa muy vidriosa" (Serra, 1956, I, 57; 296).

II) Obtenidos del azúcar granulado o azúcar de pan, con adición de otras sustancias:

a) de origen animal (leche) y vegetal (Harina de arroz): |arequipe o |manjar blanco;

b) de origen animal solo (huevo): |suspiros o |merengues;

c) de origen vegetal solamente (por lo general frutas): |conservas, jaleas etc.

Una lista completa, con sus fórmulas culinarias y con otros detalles, entra de lleno en el campo del folklore.

 

III) |Miel de purga.

En su representación al rey, de 16 de noviembre de 1797, Nariño defendía la supresión del estanco del aguardiente, entre otros motivos, para permitir la utilización de la miel de purga, que en Cuba y otras Antillas usaban para elaborar el aguardiente (Nieto Arteta, 1942, 38-39). Ese subproducto se botaba, como en el Valle a mediados del siglo XIX (Holton, 1857, 512). Sólo en las últimas dos o

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tres décadas se le ha venido dando utilización como alimento animal, y para usos industriales.

IV) Ya se vio al hablar de las frutas, tanto de las americanas (guayaba, piña etc.) como de las importadas (naranja etc.), que ellas constituyeron, bajo la forma de conservas, uno de los más importantes renglones de comercio, en una región de vías de comunicación muy precarias. Conservas de durazno y membrillo se importaban a Cal¡ desde Quito en los siglos XVI y XVII (Arboleda, 1928, 63-64). Pero hechas con frutas propias de la región, especialmente de guayaba, se exportaban a su vez. En el mismo despacho de "raspadura" hecho al Chocó en 1754 se incluyen el "manjar blanco" y el "dulce de guayaba" (Ibid., 403). Aunque su calidad no se consideraba muy buena, se mandaban también a Panamá por Buenaventura, desde fines del siglo XVI (Serrano y Sanz, 1908, 173, 200; Torres de Mendoza, 1868, IX, 173, 200).

Más datos acerca de esto se ponen en una obra sobre alimentos y alimentación.

Las tendencias del consumo han variado con los tiempos; pero con los azúcares refinados surge a la mente la aserción de Beckmann, de que el gusto por el dulce está en razón inversa del grado de civilización (Prentice, 1946, 193-194; Lippmann, 1941, I, 21-23). Así lo consignaban las autoridades de Lima, en ordenanza del 29 de diciembre de 1542: "Por cuanto de hacer la dicha confitería viene daño a la república, y se hacen los hombres ociosos y vagabundos..." (Cobo, 1956, II, 317-318).

La confitería era arte típico de España y Portugal (Lippmann. 1942, II, 45).

 

7) Asociación con otras actividades.

a) Hubo relación entre el cultivo de la caña y el de otras plan tas, por cuanto los trabajadores y propietarios de ingenios y trapiches no podían subsistir sin alimentos suministrados por diversas especies (plátano, yuca, etc.), el plátano se requería para el empaque de la panela etc..

b) Pero con la industria pecuaria ha tenido la caña sus relaciones más íntimas e importantes en el área estudiada. En primer término el uso de la caña como forraje, que por su importancia se tratará en el capítulo XV.

Mulas y caballos trapicheros aparecen mencionados con frecuencia en las fuentes documentales sobre la fosa del Cauca. Los ganados de uno de los ingenios de Amaime, perteneciente a Juana

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Ponce de León, figuran en una ejecución hecha a esa dama en 1619 por sus acreedores (Arboleda, 1928, 94-95). Treinta y ocho mulas para transporte de miel y seis yuntas de bueyes con sus aperos son censados en el ingenio de Candelaria en 1627, acerca del cual se ha hablado en varias oportunidades (Ibid., 102). Ocho yuntas de bueyes y cuarenta caballos mansos y cerreros entran en la venta de un ingenio de la margen derecha del Amaime en 1682 (Ibid., 181 nota). Veintisiete caballos trapicheros y diez y ocho yuntas de arado y tiro se incluyen ese mismo año en el inventario de los bienes del ingenio de Candelaria con motivo de arrendamiento. También se alude, aunque indirectamente, a animales de servicio, en la hacienda de Vijes que el sacerdote Nicolás Hinestroza dejó a los jesuítas, al morir en 1759 (Ibid., 181-182 nota 2; 415). Datos conexos se verán en el capítulo sobre los transportes en otro volumen.

Desde distinto punto de vista, existió también vínculo estrecho entre caña de azúcar y animales: la industria porcina, si bien en el Valle del Cauca se benefició ampliamente con la caña, en ciertas ocasiones infirió daños a las plantaciones, como cuando los cerdos en soltura invadían y destrozaban las suertes de caña en los ingenios. Este aspecto se estudiará más detenidamente en otra obra.

Como la clarificación de las mieles se hizo durante mucho tiempo con albúmina de huevo, uso conocido en Chipre desde el siglo XV (Lippmann, 1941, I, 386), era considerable el gasto de éstos en los ingenios que producían azúcar de pan. Debe entenderse, pues, que si un ingenio no tenía su propio corral para subvenir a las necesidades de la industria, de todos modos adquiría los huevos necesarios, con el consiguiente estímulo a la producción, en los lugares aledaños. Sin embargo, no se ha encontrado mención de este uso en el occidente colcmbiano; si estuvo vigente en alguna época de modo predominante, se ignora cuándo dejó de practicarse.

c) Las vinculaciones entre aguardiente y tabaco lindan más con la historia de las costumbres y con las investigaciones folklóricas, , por lo cual se dan de mano aquí.

d) También con los recursos naturales ha tenido la caña estrechas vinculaciones. Los "maestros de azúcares" Bartolomé Cofity y Francisco Coupion son contratados en 1468 por el rey Jacobo para que entiendan en el beneficio de los azúcares de la isla de Pafos; se les entrega un tercio de la leña que se venía usando has. ta entonces, porque ellos se comprometieron a aplicar un nuevo sistema en que se gastaba menos combustible que en el antiguo método usado por los "maestros" sirios. Para 1550 los siete trapiches que laboraban en Valencia, España, consumían en 55 molinos de 96 calderas, 400.000 arrobas de leña, en cincuenta y más días de trabajo por zafra. La rapidez con que los portugueses devastaron las florestas de la isla de Madera por medio del fuego, cuando la ocuparon en 1440, quizá fue

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causa en parte de la disminución de la producción azucarera para mediados del siglo XVI (Lippmann, 1941, 1, 386, 431; 1942, 11, 12).

En Sackefeife, Augsburgo, Alemania, se estableció una refinería de azúcar hacia 1573, pero fue cerrada a causa del alto costo de la leña, "de la cual se gasta mucha en tal trabajo" (Ibid., 1942, II, 53, 104, 114, 125, 279). Dice Marcgrave en su obra citada, que la "caña molida dos veces es el bagazo, que se aprovecha para combustible, pero se necesitan aún, según la densidad del caldo, diariamente de quince a cuarenta carros de leña, y así se devastan bosques enteros" en el Brasil (Marcgrave, 1942, 85). El P. Labat, al historiar la industria azucarera de las Antillas, refiriéndose especialmente a Barbados, dice que como consecuencia de la intensa tala de los bosques, empezó en 1664 a sentirse la falta de leña y de agua y la sequía del suelo, lo que impuso la necesidad de replantar la caña cada dos años y en ciertos casos anualmente. En otras islas antillanas la escasez de leña por causa de la actividad de los ingenios tuvo consecuencias inesperadas: el azúcar servía en Haití para comprar casas de madera que llegaban listas de Norte América (Lippmann, 1942, II, 125). En Cuba, hacia 1775, las cajas de madera para empacar el azúcar de exportación, tenían que introducirse de Luisiana, no obstante que por mejoras técnicas que se introdujeron para fines del siglo XVIII se pudo reducir de 278 a 158 pies cúbicos la leña, en su mayor parte de naranjo y limonero, necesaria para la producción de cinco arrobas españolas de azúcar (Humboldt, 1840, 208). A principios del siglo XVIII se prohibió establecer en Java nuevos ingenios, entre otras razones, por el aniquilamiento a que habían sido sometidos los bosques (Lippmann, 1942, II, 279-280).

En tiempos de Marco Polo ya se utilizaba en China el bagazo como combustible para la fabricación de azúcar (Ibid., 1942, 11, 373), y en la India la primera referencia es de 100 años después de Cristo (peer, 1949, I, 44). Así, pues, los dueños de ingenios de la costa peruana no hicieron nada nuevo cuando, compelidos por la falta de leña, dieron en utilizar para ese objeto la hoja, el cogollo y el bagazo de la caña, una vez bien secos (Cobo, 1891, II, 408-410). Este uso tampoco debió ser desconocido en el Valle del Cauca; pero quizá se echó mano de él en escala limitada, por lo primitivo de los equipos, que dejaban en los tejidos del tallo una alta proporción de jugos. Para 1936 en que el autor visitó uno de los principales ingenios del Valle, todavía se usaba leña, y apenas se empezaba a hablar de la reciente introducción de una mejora para aumentar el rendimiento en calórico obtenido con la quema del bagazo. Se usó, pues, leña; y si por esta causa no aparece registrada ninguna consecuencia catastrófica para la vegetación natural en el Valle del Cauca, ello se debió a lo relativamente limilada y modesta que era la producción de dulce, como se deducirá del volumen de la población consumidora en otra obra.

Un detalle que confirma el carácter casi familiar que tenía la industria azucarera y su atraso tecnológico en el Valle del Cauca, en relación

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con otros lugares del mundo, es que sólo en este si glo se usó allí la hulla como combustible, no obstante la vecindad de los yacimientos y la facilidad de explotarlos. En Austria se usó hulla en las refinerías de azúcar de Trieste, Viena, Klosternneuburg y Oldenburg, en tiempos del emperador José II (1780-1790), para aprovechar las exenciones que María Teresa había prometido a quienes la usasen, por no estar todavía bien aceptada como combustible.

Se usaba También en Francia, y Duhamel de Monceau, que escribió en 1764 su monumental |L'art de raffiner le sucre, decía que se quemaba carbón, cuyas llamas sólo tocaban la porción inferior de los tachos. Según Venel ( |Instruction sur l'usage de la houille, Avignon, 1775), la refinería de Montpellier fue la primera que empleó carbón mineral, pero no fue imitada en su innovación, porque se creía que el azúcar refinado con hulla olía y sabia mal. Bauer ( |Das goldne Buch, Leipzig, 1848) muestra que ese prejuicio se prolongó hasta 1850. Se usaba la hulla en Alemania en las refinerías de Berlín; y las de Splittgerber para mediados del siglo XVIII tenían veinticuatro tachos grandes que empleaban carbón mineral, que hasta entonces no se había usado en la Marca de Hamburgo (Lippmann, 1942, II, 181, 244 y 266 nota 10; 251, 252).

En 1809 se señala la existencia de una mina de carbón en La Ferreira, arriba de Cali, que se había incendiado pocos años antes al prenderse fuego a unos pajonales; don José Borrero logró apagar el fuego (Arboleda, 1928, 630; Villaquirán: BHV, 1939, 6). .. 1908 el general Reyes desde la presidencia de Colombia, informaba al país el reciente "descubrimiento" y explotación de carboneras cerca de Cali, algunas de ellas pertenecientes a la Compañía del Ferrocarril del Cauca (Reyes, 1908, 20). Pero esta empresa sólo empezó a usarlo en las locomotoras pocos meses antes do enero de 1918 (Gutiérrez, 1921, II, 111). No hay constancia de que el carbón mineral se haya usado en los ingenios en el Valle del Cauca hasta nuestros días.

La industria dulcera en el occidente colombiano no puede entonces ser absuelta del todo de la acusación de haber contribuido, como una de las principales causas, al aniquilamiento de la vegetación natural de la fosa central y de los flancos de ambas cordilleras y de los valandinos, porque todavía hoy en algunas zonas, por lo menos una vez por semana, muchas hogueras y hornillas son encendidas para manufactura de miel y panela en pequeños e inadecuados trapiches; y apenas los ingenios mayores han suplantado el uso de la leña por el del bagazo en los últimos diez años. Se ha dicho que las hornillas paneleras queman un promedio de 70.000 árboles por cosecha (Mancini, M., 1954, tesis).

No sólo a los principios, sino todavía, la industria cañamellera ha aprovechado la vegetación natural con propósitos distintos de la obtención de combustible. En efecto, durante mucho tiempo se hicieron los dientes y aun las mazas de los trapiches, con maderas

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preciosas que la experiencia secular ha indicado como aptas para ese propósito. En el mencionado estudio de don Sergio Arboleda se dan los nombres de las distintas piezas de que se componía un trapiche de madera: cureñas, espinazo, cepos, teleras, agujas, tonto. En otra fuente aparecen mencionados el "guayacán trapichero" | (1) y el "tache" | (2) como las maderas que se usaban para las piezas más sujetas a desgaste (Pérez, R., 1942, tesis). En la costa del Pacífico se usa la palma "memé" [ |Weitinia quinaria (Cook & Doyle) Burret] para todas las piezas de los trapiches manuales, con excepción de las aspas, que se hacen de "chípero" (Zygia spp.). En el río Rosario, bahía de Tumaco, se usan unas Baberas u hormas para panela, excavadas a trechos regulares en un palo enterizo (Patiño, 1953-1954, 104).

Otras aportaciones vegetales han sido los mates y las calabazaso totumas usadas como espumaderas (susungas), y los de tomar el punto de la miel.

e) |Clarificadores. Para clarificar los guarapos se usaron en Asia los jugos de la malvacea | Hibicus esculentus L..(véase numeral 046) (Lippmann, 1941, I, 120). Esto mismo se proponía en la Guayana francesa a mediados del siglo XVIII (Bajon, 1978, II, 376)

En el occidente colombiano han sido utilizados el cadillo ( |Triumfetia sp., Tiliáceas; |Melochia spp., Esterculiáceas); la escoba ( |Sida spp., Malváceas), así como el balso tambor ( |Ochroma sp.), el surrundé ( |Trema micrantha Blume) y otras plantas.

| Area de cultivo.

En su estudio sobre la nivelación de las plantas en el Ecuador decía Caldas: "Si el plátano o el guineo, no se ve en ninguna parte al lado del trigo, la caña de azúcar pasa el término inferior del cultivo de aquél. Yo he visto en un mismo terreno estas dos plantas útiles, y bajo de un mismo techo el molino de trigo y el ingenio o trapiche. En Quitumbe y Santiago, cerca de Ibarra, se cultiva la caña de azúcar asociada con el trigo. El lugar más elevado en que he hallado esa planta, origen de nuestros placeres inocentes y también de nuestros vicios, está a 1.144 toesas (1 t = 2182 m = 2496 m.) sobre el mar; este es su término superior; y semejante al plátano, extiende hasta el océano su domicilio, y se mejora o deteriora en la misma proporción" (Caldas, 1912, 92).

Por su parte, Boussingault señala para la caña de azúcar como temperatura óptima la comprendida entre el máximo de 28°C y el mínimo de 22'C (Boussingault, 1849, 171). En el Cocuy se cultiva hasta los 2.757 metros (Reclus, E., 1881, 335). Estos cálculos están confirmados por Lippmann, quien dice que la caña vive mejor en clima subtropical, de 23 a 28°C, pero que se adapta a gran diversidad de situaciones climáticas y altitudinales, y en cuanto a éstas, alcanza en Colombia y en Méjico (sobre datos de Humboldt) 2.200 Y 2.400

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metros; en el sur del Deccan (India), hasta 2.500 metros; en Cabul (Afganistán), hasta 3.100 metros, y en las faldas orientales de la cordillera boliviana hasta 3.150 metros de altura (Lippmann, 1941) I, 97).

En la actualidad, la tendencia en Colombia es a concentrar en las planicies cálidas el cultivo tecnificado de la caña; pero todesvía quedan zonas importantes en la cuenca del Guáitara (tal vez entre 900 y 1.700 metros); cerca a Pereira (1.300 metros), y en otros lugares del occidente. Una estadística muy interesante para el Valle del Cauca levantó en 1952 el doctor Mariano Lugari por encargo de la Secretaría de Agricultura.

| 8) Comercio y transporte.

Para documentar este aspecto, baste tomar un ejemplo de cómo se operaba en las regiones mediterráneas de América equinoccial.

Por lo que se ha visto antes en relación con el establecimiento de ingenios, se puede inferir que en un principio sólo se fabricaban miel y panela en el Valle del Cauca, y que debieron transcurrir unos veinte o veinticinco años desde la introducción de la caña hasta la fabricación de azúcar de pan. También en un principio, la producción sería para atender las necesidades domésticas. No se ha encontrado constancia de que se llevaran productos de la caña al Nuevo Reino de Granada, supuesto que se sabe que en el Valle del Magdalena (La Palma, Timaná, Neiva) el cultivo de esa gramínea empezó asimismo muy temprano, y era mucho más fácil llevar la miel y la panela desde allí que desde el Cauca. Esto, sin contar con que también en la cuenca del río Bogotá, especialmente en jurisdicción de Tocaima, el cultivo y beneficio de la caña son muy antiguos, y aun al presente -a pesar de la competencia tecnificada del Valle del Cauca y del Tolima- constituye un renglón importante de la actividad agrícola. Hay que deducir, pues, que normalmente la producción de la fosa central del Cauca se dedicaba a abastecer los sectores mineros hasta Popayan, y por el norte a los núcleos de Arma, Supía, Caramanta, y en un principio inclusive a Antioquia, mientras pudo desarrollarse en esa ciudad una industria propia. A partir del siglo XVII, en que empezaron las explotaciones mineras del Chocó y Costa del Pacífico, los productos dulceros del Valle tuvieron permanente demande, por lo menos hasta el establecimiento de los estancos.

Con todo, hubo una modesta actividad exportadora a fines del siglo XVI y principios del siguiente, hacia Panamá, por la vía de Buenaventura. Se han señalado hasta ahora, concretamente, dos remesas, una en 1588, que calculando el precio por arroba en esa época a cinco pesos, serían unas 130 arrobas, según el derecho de almojarifazgo que pagaron (?): la otra, de 1593, fue de 180 arrobas, avaluadas a dos pesos cada una (Arroyo, 1907, 325 nota). Que la exportación fue más o menos regular, lo demuestra el hecho de que

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se mencione como tal en la citada relación de Panamá de 1607: "De la Buenaventura se trae azúcar, no tal como la del Pirú, conservas( ... )El azúcar y conservas que vienen de la Buenaventura no son tales como las del Pirú" (Serrano y Sanz, 1908, 173, 200).

El Valle del Cauca, a pesar de la menor distancia, no podía competir ventajosamente en Panamá con los azúcares peruanos, no sólo por su atraso tecnológico, sino por la condición mediterránea de la industria caucana, que imponía un aumento de gastos de transporte hasta Buenaventura, mientras la producción exportable del Perú estaba concentrada en los valles litorales de Trujillo y otros de la costa norte. Además, durante el siglo XVII, el cul' tivo de la caña y la producción de azúcar tuvieron en el Perú un desarrollo enorme cuando, a consecuencia de los terremotos de 1687, se abandonó en la costa el cultivo del trigo, que resultaba más barato traído de Chile, y se destinaron a la caña las tierras cercanas a Lima, estableciéndose también como consecuencia secundaria una competencia interna entre Lima y Trujillo (Cappa, 1890, VI, 70-71). Es más, las ventajas del Valle del Cauca para la producción dulcera, no impidieron que otras zonas de la goberncción de Popayán se hicieran presentes, aunque no fuera sino para el consumo local. Inclusive, llegó a ocurrir que la panela y el azúcar de la región de Ancuya, en Nariño, compitieran -pese a la distancia- con las del Valle en el mercado de Popayán a fines del siglo XIX (Gutiérrez, 1920, I, 204). Otros casos de competencia se verán al tratar del aguardiente en obra separada.

En el capítulo general sobre los transportes, lo mismo que en el acápite sobre el ganado equino en la historia de la industria animal, se demostrara que la conducción de productos en la fosa del Cauca se hacía principalmente en recuas. Para los de la caña esto está palmariamente demostrado. Treinta y seis mulas para conducir botijas de miel del ingenio de Candelaria hasta Popayán, figuran en el tantas veces mencionado contrato de una compañía celebrada en 1628 (Arboleda, 1928, 102). Es probable que en la misma forma se transportaran de Amaime a Popayán las cien botijas de miel que se dieron como indemnización de perjuicios materiales por un asesinato, según acuerdo entre las partes afectadas, hecho en 1643 en Buga (Tascón, T. E., 1939, 24-25). No hay muchos detalles sobre el material de que estaban hechas tales botijas; serían de cuero de vaca, supuesto que de él eran las pellejas usadas para llevar el aguardiente al Chocó. Las mulas que transportaban los anises y mieles para la real fábrica de aguardientes de Cali, fueron exoneradas de impuestos municipales por el virrey en 1782 (Arboleda, op. cit., 440, 486). En un principio se llevarían el azúcar y la panela de los ingenios de Amaime, en balsas por el Cauca abajo, a los núcleos mineros del actual departamento de Caldas (Supía, Arma, etcétera); pero cuando ya hubo trapiches en Cartago y Toro, debió reducirse este medio de transporte.

(1) Sapotáceas? (2) Myroxilon balsamum

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CAPITULO XESTIMULANTES

 

ESTERCULIÁCEAS.

 

175 -- |Cola acuminata Schott. et Endl.; |C. nitida A. Chev.; |C. vera Schum..

|Riquesú, muquesú, en Angola (Ficalho, 1957, 102). |Goro, en Sudán (Correa, 1931, II, 345).

|Bisi, bissi, bissy, en antiguas posesiones inglesas. |Kola, nuez de kola.

Es digno de notar el hecho de que dos especies africanas ligadas indisolublemente en el continente negro a la vida de la población, como son la palma de aceite y la nuez de kola, sólo ha yan sido introducidas a Colombia, país de fuerte influencia negroide, en el siglo actual. No sólo hay gran semejanza en el clima del Africa occidental húmeda, patria de la kola, con el de la costa colombiana del Pacífico, sino que esta tiene la tasa más alta de población negra, lo que normalmente debiera justificar la existencia de rasgos comunes en las costumbres. En otra oportunidad se harán nuevas reflexiones sobre la ausencia de varios elementos culturales africanos, entre nuestros compatriotas de la Manglaria, que tienen ese origen.

La nuez de kola, de amplio uso ritual en Africa, como árbol sagrado o fetiche (Schnell, 1957, 40, 57, 77, 175, 124-125; Ficalho, 1957, 102-104), fue conocida por los europeos desde las primeras exploraciones de los portugueses en la costa occidental cfricana durante el siglo XV. Su cultivo y comercio fueron fomentados luego por las potencias europeas (Haudricourt et Hédin, 1943, 89). Describiendo a principios del XVII el ilustre africanista P. Sandoval las tribus negras de la región occidental, dice que en el río de los Cerzes, "cada año llegan catorze navios a cargar cola, que os una fruta a manera de castañas, que se come antes de bever agua, porque sabe muy bien sobre ella: la qual los mandingasy zozoes dan en comer pareciendoles ser en la que pecaron Mandingas s rirneros padres y que quita el dolor de cabeça y estimanla en ucho, y sirvel2s de moneda como entre algunas partes de los nuestros se usa el Cacao" (Sandoval, 1627, 40; -----, 1956, 62). Dícese que el nombre de Venezuela es <ecla> (Correa, 1931, II, 344-345). Pero no aparece mencionada como planta introducida y cultivada en América durante el siglo XVI.

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Sloane la encontró bajo cultivo en Jamaica, en los campos del señor Bourden, con el nombre de "bichy", para fines del siglo XVII (Sicane, 1696, 154). Se dice que fue introducida a las islas británicas del Caribe a principios de ese siglo, por tratantes de esclavos que -sabedores del gusto con que utilizan los negros la nuez como masticatorio -querían asegurar a sus piezas de ébano condiciones de vida y de bienestar que les permitieran rendir buen trabajo. Uno de tales negreros, llamado Biche o Bassai, habría hecho la introducción entre 1630 y 1640 (Johnson, 1895, 4), aunque otros dicen que en 1680 (Swabey, 1949, 63). Parece haber algo de novelesco en esto, y quizá el nombre africano de la cola, bis¡, algo deformado, se le atribuyó graciosamente a un presunto introductor.

Al Jardín Botánico de Trinidad fue introducida a mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 9), y se adaptó bien (Hart, 1895, 11).

En Sur América continental la referencia más antigua sobre esta especie, indica que había nuez de kola en algunas haciendas dedicadas al cultivo del cacao en la costa de Venezuela: "En la Costa de el Mar, entre las Haciendas de Cacao, se da un Arbol que llaman Cola; hecha una bayna o mazorca grande, y dentro de ella un grano sólido mayor qua el de Cacao, la que es muy refrigerante para el Higado, hechado en el agua de bebar" (Cisneros, J. L. de., 1950, 24). No parece que el cultivo de esta especie alcanzara allí importancia económica; en lugares tradicionalmente productores de cacao, como Ocumare de la Costa y otros que el autor conoce, no hay nuez de cola en la actualidad. Pero es verosímil el dato de Cisneros, que escribía en 1764; pues las relaciones entre la costa venezolana y las Antillas, especialmente por el comercio de contrabando, fueron muy estrechas durante la colonia.

Se exportaba nuez de kola de Angola al Brasil mientras duró el tráfico de esclavos (Ficalho, 1957, 103-104). Desde 1896 la nuez de cola figura entre los árboles cultivados en el jardín Botánico de Río de Janeiro Barbosa Rodrigues, 1893-1894, xxiv; 38); pero aunque florecía, no fructificaba. En el Estado de Bahía el cuItivo empezó a iniciativa del señor Juan losé de Oliveira en 1914, con hasta 38 arbolitos que se plantaron en el municipio de Camamú, obtenidos de 500 semillas importadas de las posesiones inglesas de Africa. La producción empezó en 1921. En el año siguiente se señaló la presencia de las variedades "obi" y "orobó" (Bondar' 1922, 4-5).

A los Jardines de Summit se introdujo inmediatamente después de fundados (CZG, 1924, 10).

La nuez de kola fue introducida a Colombia por primera vez a la Estación Agrícola de Palmira, después de 1930.

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Aunque algunos ejemplares llegaron a florecer profusamente antes de extinguirse, pocas veces cuajó la semilla. Es evidente que el clima de la plana del Valle es deficitario en lluvias y en humedad relativa para esta especie.

Por el contrario, parece haberse adaptado mejor en la Estación del Calima, a donde se introdujeron por quien escribe hasta 20 ejemplares, que fueron plantados el 20 de diciembre de 1945, y cuyos primeros frutos se obtuvieron por los años de 1952-1954. Ambas introducciones, la de Palmira y la del Calima, se hicieron desde los Jardines Experimentales de Summit, C.Z. (Patiño, 1947, Mem. 23).

 

TEÁCEAS

 

176 -- |Camellia sínensis (L.) O. Ktze. (= |Thea assamica Mast.; |T. chinensís Sms.; |T. bohea L., |T. viridis Willd).

|Chá, en portugués, de una palabra originaria de la China. |Té, en español, también del mismo origen asiático.

En 1812 se trajeron de Macao al Brasil, por intermedio del capitán-teniente Joaquín Epifanio de Vasconcellos, comandante del brick "Vulcano", las primeras semillas de té (T. viridis L.), que ha biendo germinado, permitieron iniciar el cultivo en grande escala. En 1814 don Juan, regente del Brasil, hizo venir a Río de Janeiro una colonia de chinos para enseñar el proceso de elaboración. Este cultivo se desarrolló de tal manera que por mucho tiempo el té del Jardín Botánico, muy estimado en el comarcio, se vendió al por mayor. Trece años después la industria llegó a tal punto que a pesar de las perturbaciones ocasionadas por la guerra de independencia, se juzgó conveniente la exportación del producto, Y el 4 de septiembre de 1837 el ministro Manuel Alves Branco hizo mandar a Londres 34 libras de té Uchim, 26 libras de Hysson fino, 25 de Hysson ordinario y 25 de Hysson grueso, en total 100 libras. Pero al fin no hubo el éxito esperado. Fr. Leandro de Sacramento, primer director del Jardín Botánico desde marzo de 1824, estimuló el cultivo, y en Río llegó a beberse té preparado en el jardín. A Pesar de eso, con el tiempo decayó el interés, y para 1890 no quedaba en esa institución ni un solo pie. Además de la importación de Macao, se hizo por intermedio de Inglaterra otra de |T. Bohea Art.. T. |Sasanqua Thunb.(?) se importó en la misma época que el té verdadero (Barbosa Rodrigues, 1893-1894, iv, v, x, vi¡, xxiv, xxxiii; 48, 49; Martius, 1843, 60). Se hicieron otras tentativas, especialmente en Minas Gerais, y la

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segunda de la última década del siglo XIX tuvo éxito (Amaral, 1940, II, 437-439; Correa, 1931, 11, 205208). A principios del actual se abrió una nueva región tealera en el municipio de Registro, litoral paulista, por una colonia japonesa (Patiño, 1945, 191-194, 208-?.13), y en Iguapo (Normano y Gerbi, 1943, 38).

Era necesario hacer la historia sumaria de la introducción y cultivo del té en el Brasil, para sacar en limpio que el primer té llegado a Colombia procedía de Macao, vía Brasil. Hé aquí de qué manera: "La aclimitación del té en este departamento [Antioquia] data de 1834. Se debe a nuestro progresista gobernador Juan de Dios Aranzazu, quien hizo venir semillas desde el Brasil, por conducto de nuestro coterráneo general Juan María Gómez, encargado de negocios de Colombia en aquel país. Donde primero se sembraron fue en La Ceia, en la casa do doña María Antonia González, madre de Aranzazu, la misma donde éste nació. De allí se propagó por Rionegro, Marinilla y otros puntos de la Provincia de Oriente, en cuyos jardines lo cultivan por curiosidad, o puramente como adorno. De allí llevó el Dr. José Triana, en 1852 o 1853, en que estuvo aquí la Comisión Corográfica, un ramo con flor y fruto, para el Herbario Nacional de Bogotá" (Posada Arargo, 1909, 110). En el Herbario Nacional de Bogotá se conserva, bajo el N? 5426 (264), un material de Triana, con esta nota manuscrita: "Cultivado en Medellín i Rionegro. Introducido por el Sr. Aranzazu. Alt. 2.000: Mayo de 1852". Aparece al pie la identificación de Dugand |Camellia sinensis (L.) O. Ktze. En 1952 quien escribe estuvo en Rionegro buscando relictos de la mencionada introducción, pero nadie dio razón de conocer allí esa planta.

Pero que es cierta la introducción del té a Colombia en esa época, se deduce del siguiente pasaje de la biografía de Aranzazu: "Y al mismo tiempo que realizaba el censo de población en el año de 1835, y el cual dio un resultado de 157.517 habitantes para toda la provincia, repartía semillas de té para buscar la manera de introducir este cultivo en nuestras tierras. Quizás los resultados no fuero:i los esperados por Aranzazu, pues no sabemos de la existencia de semejante cultivo en Antioquia, pero ello sí fue ocasión para un curioso reclamo lugareño, que relieva el celo de nuestros pueblos por mejorarse. En EL CONSTI'T'UCIONAL leemos lo siguiente: 'Unos ciudadanos de Marinilla han pretendido censurar al jefe de la provincia por la distribución que hizo de algunas semillas de té que le vinieron del Brasil, según se informó al público en el número 54, en que expresamos igualmente la razón que que tuvo el señor Aranzazu para repartir las pocas semillas que llegaron sanas, en diferentes terrenos y temperaturas, confiándolas al esmero de sus amigos aficionados a la jardinería, pues que con este experimento sólo se ha tenido en mira la adquisición de una planta exótica. Parece que siendo muy pocas las semillas en estado de germinar y uno mismo el clima de Rionegro y Marinilla, suponiendo a sus habitantes igual

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afición al cultivo, no hubiera debido esta ocurrencia inocente despertar celos locales, ni dar ocasión a una censura por la imprenta, y mucho menos sobre un negocio particular en que el señor Aranzazu, que recibió las semillas por obsequio de un amigo, ha podido disponer de ellas a su arbitrio, sin responsabilidad alguna como funcionario'. En realidad eran bien pocos los motivos de oposición al señor Aranzazu, cuando sus malquerientes tenían que apelar a tan nimios incidentes para criticar su labor de gobernante" (Henao Mejía, 1953, 245-246).

A la Exposición industrial y agrícola del 20 de julio de 1870 se presentó una pequeña muestra de té, cuya identificación y procedencia no se indican (Camacho Roldán, 1893, 11, 398).

Parece que antes de 1919 se hizo otra introducción de semillas de té para la Escuela de Agricultura de Medellín, esta vez procedentes de Tocaima (?), de donde habrían sido enviadas por César Uribe Piedrahita (Zuleta: RHA, 1919, VI: 3-4, 13). Cabe observar que también en dicha población cundinamarquesa el té es desconocido.

En el presente siglo, que se sepa, quien introdujo semillas de té a Colombia, que son las que han dado origen a la industria actual, fue el señor Antonio Izquierdo, y ellas provenían de los Estados Federados Malayos. Una parte se utilizó para una plantación experimental cerca de Sasaima, y otra fue cedida al señor Carlos Piedrahita, propietario de una hacienda en Gachalá, donde se hizo una segunda plantación (Sanín Cano, carta). La introducción ocurriría en 1911, aunque otras fuentes dicen que entre 1930 y 1932 (Beltrán Pardo, carta sept. 2/50). Pero si el dato de Zuleta es cierto, y las semillas enviadas por Uribe Piedrahita a Medellín procedían de Sasaima y no de Tocaima (la confusión por similicadencia rímica es muy explicable), la introducción del té debió ser anterior, y en este caso el año de 1911 señalado por Sanín Cano sería correcto.

De la antigua siembra del señor Izquierdo tomé material de propagación el señor José Carulla Vidal, quien hizo cerca de Sasaima una plantación, continuada y ensanchada por su hijo José Carulla Soler. Este mismo se adhiere a la versión de que la importación tuvo lugar en época tardía, pues en un escriio suyo dice que las semillas fueron importadas de Ceilán, "hace unos diez años" (Anónimo: AT, 1948, IV, 2: 7; Cartilla Soler: 1950, VI, 6: 9).

Todas las versiones coinciden, sin embargo, en confinar los primeros cultivos industriales al departamento de Cundinamarca. En una obra de imaginación llevada a la pantalla se dice que la señora Margaret Rainer, muier de Peter W. Rainer, autor de "Green Fire", fue "la primera persona que cultivó té comercialmente en Sur América", y que ello ocurrió en la finca Las Cascadas, entre las quebradas Caño

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Blanco y Caño Claro, afluentes del río Guavio, frente a la mina de esmeraldas de Chivor (Rainer, 1942, dedicatoria). La ligereza de tal afirmación es evidente. La primera intentona de cultivar té en el occidente colombiano, se hizo por el agrónomo M. J. Rivero en la Estación de Palmira, en 1932, con cinco plantas, de las cuales sólo quedó una que después desapareció (Rivero: García Vásquez, 1933, 124).

Fig. 6 Facsímil de la carta enviada al autor el 6 de diciembre de 1950 por el maestro Baldomero Sanín Cano, para aclarar informaciones sobre la introducción del té a Colombia.

De la plantación de los señores Carulla en Sasaima, visitada por quien escribe por primera vez en 1945, y de la finca del señor Miguel Antonio Bernal, situada en las vecindades del paradero de San Miguel, del Ferrocarril de Cundinamarca, se trajo en 1946 por la Secretaría de Agricultura a Cali, "...una arroba de semilla ...la semilla se distribuyó para ser sembrada en varios viveros del Departamento, con resultados negativos. Solamente en el vivero de Cali se obtuvieron unas 50 plantas, que fueron distribuídas a Bitaco, Queremal y Buga, y en el Calima unas 30 que fueron sembradas allí mismo. Finalmente, se gestionó con el señor José Canilla Vidal... la adquisición de 900 plantas pequeñas, que llegaron por la vía aérea en los primeros días de diciembre [19461 y se distribuyeron gratuitamente, a personas interesadas en el nuevo cultivo..." Posteriormente, la Secretaría creó una Subestación de Té, que se empezó a instalar en enero de 1949 en la finca "La Solía", de Bitaco, en virtud de contrato con su propietario, señor Joaquín Llano (Notas Mss. Patiño).

Actualmente parte del consumo de té de la ciudad de Calf se abastece de la plantación de cerca de 50.000 matas que hay en "La

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Sofía", todas procedentes directa o indirectamente de Sasai ma (Patiño, 1947, Mem., 21-22; -----, 1948, 44-50; -----, 1950, 20 63-64; 77 y Mss.).

En 1806 se trajeron a Trinidad 192 coolies chinos, en una tentativa para producir té; pero el proyecto fracasó (Niehoff, 1960, 16). En el Jardín Botánico de Puerto España hubo sí la planta (T. viridis L.) (Prestoe, 1870, 10).

Menciones de té que se hacen en la literatura americana, se refieren a estimulantes distintos. Es claro que ellos, entre los cuales figura el llamado "té de Bogotá" que tantas expectativas despertó a fines del período colonial en la Nueva Granada, no son la materia de este artículo.

 

Ecuador.

Se han iniciado en el Ecuador algunas plantaciones de té en 1965, por la Compañía Ecuatoriana del Té, en Puyo, cuenca del río Pastaza.

 

Perú.

El primer intento de aclimatación de té se hizo en 1909, para el valle de La Convención; pero el cultivo en firme sólo empezó en esa región en 1928, mediante la asesoría de un técnico ceilanés (Liyanage, 1942, 11 ). Otro plantío se hizo en 1933 en Huallaga, con semilla introducida del Japón (Ibid., loa. cit.), concretamente de Yokohama (Patiño, Mss.).

En mayo de 1940 se estableció una plantación experimental en Tingo María (Informe; 1945).

 

RUBIÁCEAS

 

177 -- |Coffea arabiga L.. |Coffea spp..

|Bunc, bunnu, en Abisinia. de donde |bon, ban, en Egipto (Jacob, 1935, 49; 707).

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|Chauvi, caova, en árabe. de donde

|Café.

Como otras plantas económicas, el café, originario de Africa, no es utilizado por la mayoría de las tribus negras (Schnell, 1957, 115, 182). Los gallas de Abisinia no lo usan para bebida, sino para comida (Haudricourt et Hédin, 1943, 95). Las primeras plantaciones allí datan sólo del siglo XVIII, es decir, de la misma época en que empezó el cultivo en América (Ibid., 182). En la isla africana de Santiago (Cabo Verde) esto tuvo lugar con semillas llevadas de las Antillas (Ficalho, 1957, 198-199). También en Canarias se dio principio al cultivo tardíamente (Humboldt, 1941, 1, 225).

 

Introducción y dispersión Puerto Rico.

El cafeto fue importado a esta isla desde Santo Domingo eo1 1736; pero la plantación en grande escala sólo empezó en 1755, fomentado por Estenós, que había conocido el café en Cuba (Coll y Toste, 1914, 257; Colón, D., 1930, 64, 66). En 1765 se exportaba de las localidades de San Germán, Añasco, Ponce, Coamo y Guayama, por un total de $ 1.866 al año, siendo los dinamarqueses los principales compradores (O'Reilly: BHPR, 1921, VIII, 121; 123). Diez años después se cultivaba algo en Guayama (Miyares González, 1954, 88). En 1788 era el principal producto de exportación de la isla, aunque la cantidad que se llevaba a España era pequeña.

Se vendia en cáscara por no haber máquinas para limpiarlo (Abbad, 1959, 109; 112, 117; 142; 161; 167; 186, 206; 232-233).

 

Cuba.

También a esta isla se llevó el cafeto desde Santo Domingo en 1748 por el contador-mayor José Gelabert (Pérez de la Riva, 1944, 7; Guerra y Sánchez, 1938, I, 174-175). El impulso del cultivo se de bió sin embargo, a franceses desplazados desde Haití, por la rebelión de los negros (Posada e Ibáñez, 1910, 669-670). La introducción es, pues, anterior a 1768, contra lo que indica un autor (Saco, 1938, II, 227); pero la producción sólo cobró impulso a fines del siglo XVIII (Ibid., 227-229). En la provincia de La Habana era escaso en 1761 (Arrote, 1949, 14).

 

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Santo Domingo y Haití.

En 1768 sólo había dos plantaciones en la parte española de la isla y la producción era tan pequeña, que no alcanzaba para abastecer el consumo interno; abundaba más cerca de la parte francesa (Haití) (Sánchez Valverde, 1947, 61-62 y notas). Debe entenderse, pues; que de las posesiones francesas pasó a las españolas, ya que de aquellas se exportó café a la metrópoli desde 1740 (Jacob, 1935, 216). Los negros rebelados destruyeron cafetales en Haití, símbolos de su esclavitud (Ibid., 217, 231).

 

Jamaica.

El cafeto había sido introducido a Jamaica, al Temple Hall State de Saint Andrew, desde 1728, por sir Nicholas Lawes (Swabey, 1949, I, 63). Se daba bien, especialmente en el sur de la isla (Iong, 1774, 111, 681-682).

 

Providencia.

Se producía para el gasto en 1'193 (Parsons, 1956, 15), y era objeto do un pequeño comercio de exportación en 1820 (Acosta de Samper, 1901, 47).

 

Guayanas. Surinam.

Conviene advertir que en 1712 se vendió en Amsterdam el primer cargamento de café de 894 sacos procedentes de Java (Jacob, 1935, 274), y que a partir de 1700, Holanda dominó of comercio mundial de este grano (Ibid., 161).

En 1714 se enviaron plantas a Surinam, que deben haber sido las Primeras que llegaron al Nueva Mundo (Cheesman, 1940, 81). Desde 1720 se habían hecho los primeros ensayos de cultivos, con plantas que cierto Hansbach había traído del Huerto Médico de Amsterdam [Hartfink, p. 7411, aunque otros atribuyen este hecho a Mr. de Neale (Anónimo, 1788, I, 69). El cultivo se intensificó a partir de 1730 (Ibid., 71). En 1724 se exportaron 2.627 libras (Ibid., 11, 88; Panday, 1959, 18). En 1769 las plantaciones principales se hallaban en el río Surinam, arriba de la confluencia del Comowini, y por este afluente y el Cotica (Fermin, 1769, 1, 9, 10; 11, 14; 216-217; 11, 41-54). A fines del siglo XVIII había 312 plantaciones de café y de algodón en la colonia (Rodrigues Barata, 1944, 93, 95). En esta época alcanzó el

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pináculo de la producción, con unos 6.000 kg. de grano (Panday, op. cit., 184-185).

 

Cayena.

Se acepta que de Surinam el cafeto pasó a Cayena, subrepticiamente, en 1720, mediante un tal Morgue, por haberse negado el gobernador holandés a dar semillas (Barreré, 1743, 110; Chees man, 1940, 83). Otra porción llevaron en los bolsillos en el mismo año los miembros de un destacamento que vino de una a otra colonia a repatriar desertores (Cheesman, op. cit., 83-84). En un principio se perdieron muchas mudas por sequías prolongadas o por agua freática muy alta. En 1743 ya so exportaba un poco (Barreré, op. cit., 112-113; 85).

Llegó a ser el tercer renglón de exportación, después del azúcar y el achiote (Bajon, 1778, 11, 387-392). Detalles sobre el procedimiento seguido en el cultivo se dan en una obra clásica sobre esa colonia (Aublet, 1775, I, 154; 11, Suppl., 49-56).

 

Guyana.

Los datos sobre esta área son algo tardíos. En la colonia de Esequibo se cultivaba algún café en la época de la Comisión Española de Límites con el Brasil (1750-1760) (Ramos Pérez, 1946, 149), y en ese río y en el Demerara (Miravi) según un informe de 1761 (Cuervo, 1893, 111, 8-9). A fines del siglo XIX se producía café en Esequibo, Demerara y Berbice (Bueno, 1933, 99). En 1829, había 174 fincas cafeteras; en 1849, sólo 16 (Ruhomon, 1947, 9-10).

Con la manumisión de esclavos, este cultivo declinó, y para mediados del siglo XIX, muchas plantaciones, entre ellas una del río Pomerún, habían sido abandonadas (Schomburgk, 1922, 1, 24, 35; 185, 191, 192; 215-217).

El cultivo había sido empezado por los holandeses, quienes ocuparon primero que los ingleses la Guayana. De sus plantaciones quedaban todavía relictos en la segunda mitad del siglo XIX, en los ríos Esequibo y Rupununi (im Thurn, 1883, 21; 26). Inclusive entre los indios arawaks se conservaban algunos pies (Ibid., 204).

 

Trinidad.

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Se ignora la fecha de llegada del café a Trinidad (Borde, 1882, II, 279-280). En 1799 había 130 cafetales, y se exportaban 330.000 libras de gramo (Ibid., 277; 285).

Con las viceversas económicas, las enfermedades y el impulso dado a la producción azucarera, el cultivo del café se fue restringiendo al mínimo (De Verteuil, 1884, 158; 249-252).

 

Guayana venezolana; Llanos orientales.

Teniendo en cuenta que la actual Guyana, artes Guayana inglesa, fue ocupada primero por los holandeses que por los ingleses, y sabiendo que se producía algún café en el río Esequibo en la década 1750-1760 (Ramos Pérez, 1946, 149), no es difícil admitir que a la Guayana española y al curso inferior y medio del Orinoco, el cafeto debió llegar desde las vecinas colonias, con las cuales el contrabando era muy activo.

Afirma el misionero Gumilla haber sembrado con éxito antes de 1741 el cafeto en el territorio de las misiones de su orden, la jesuítica, en Casanare: "El café, fruto tan apreciable, yo mismo hice la prueba, le sembré, y creció de modo, que se vio ser aquella tierra muy a propósito para dar copiosas cosechas de este fruto" (Gumilla, 1955, 212). De allí a afirmar que fue ese religioso el primero en haber sembrado dicho grano en Colombia como lo hizo uno de sus cofrades (Ibid., 10-11 y nota), hay alguna distancia. Sin embargo, en testimonios contemporáneos y aun más tardíos, no se menciona el café como producto económico, sino como curiosidad. Otro cofrade de Gumilla, Gilii, quien permaneció de 1748 a 1767 en el Orinoco, es enfático al afirmar que aunque se conocía el cafeto, no lo utilizaban los indígenas, y sólo lo plantaban algunos españoles (Gilii, 1780, 1, 178; -----, 1965, I, 170).

Se dice que quien promovió el cultivo con bases más amplias en la Guayana española, fue el gobernador Centurión, hacia 1770 (Tavera-Acosta, 1905, 193). En 1780, un viajero español por el Orinoco, comprobó que aunque se daba la planta, poco se cultivaba por la desidia de los habitantes (Torre Miranda, 1890, 103). A fines del período colonial, otro testigo presencial afirma que se cosochaba un poco de grano en la Guayana (Bueno, 1933, 6; 96). Por el alto Orinoco, el cafeto debió difundirse desde la época de la Comisión de Límites. A mediados del siglo XIX se cultivaba un poco en la hacienda oficial "Menicia", de San Fernando de Atabapo (Spruce, 1908, I, 452), así como en Pimichín y Javita, sobre el AtabaPo (Wallace, 1939, 305; 334).

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A fines de la guerra magna (1824) viajeros observaron árboles de café en Cariben, confluencia del Meta y el Orinoco (Rivero y Ustáriz, 1857, I, 108). También lo había entonces en Apiay, lugar de 8 vecinos (Ibid., 84). Elementos colonizadores procedentes de Bogotá, empezaron a fines de la década de 1860-70 a hacer plantacioncs, y la primera en grande tenía en ese último año unos 50 a 60.000 árboles, próximos a dar su primera cosecha (Balderrama, 1955, 282-283).

Por esa época, los cafetales se empezaban a hallar bajando de la Cordillera, en Quetame. En la hacienda "Ocoá ', del doctor Narciso Reyes, había 70.000 pies entre uno y cuatro años de edad; en "El Buque", de Sergio Convers, otros 80.000 pies. Ambas haciendas estaban situadas cerca a Villavicencio (Restrepo, E., 1870, 39; 49; 102; 126; 132., 195-205).

 

Venezuela.

En Venezuela el cultivo del cafeto empezó hacia mediados del siglo XVIII. En 1740 las plantaciones eran insignificantes (Altolaguirre, 1908, xxxii).

En 1764 se daba en los valles interiores "café de muy excelente calidad", y en Nirgua "muy bueno, y lo estiman mucho los estrangercs" (Cisneros, 1950, 16, 40; 63). Tales extranjeros debían ser los holandeses de Curazao. Esto indica que había por entonces un comercio de exportación, aunque incipiente. Hacia 1784 se hicieron ensayos de cultivo en escala más amplia; pero sólo con la llegada de inmigrantes franceses de Haití, hacia 1793, cobró la industria verdadero impulso (Restrepo, J. M., 1943, III, 193; 285; Baralt y Díaz (1841), 1939, I, 386-367: 480).

En 1775 se exportaron solamente 4 quintales (Arcila Farías, 1946, 270). En 1795 hubo una baja de precios, por maniobras de los monopolistas (Ibid., 365).

A principios del siglo XIX, el cultivo y la exportación habían adquirido notable incremento, y el primero había empezado a practicarse en la porción oriental de Venezuela. Humboldt y Depons traen estadísticas de exportación y datos sobre la implantación del cultivo en Caripe y en otras zonas vecinas a Cumaná (Humboldt, 1941, II, 91, 148, 149; 326; III, 53-58; 1942, V, 161). Asimismo, Manuel de Cajigal y Macsugni, entonces intendente y después gobernador general, escribía en 1805: "El suelo de Caracas se halla cultivado, y corresponde al cuidado de sus aplicados agricultores; y así es que, en razón del tiempo, ha aumentado sus productos al grado de formar vecinos pudientes, y no escasea el de los que pueden llamarse

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poderosos. Hace poco se dedicaron al café u su último cultivo en el día balancea con el del cacao (Cappa, 1890, VI, 129).

Se ha dicho que desde 1779 se cultivaba café en Perijá, juris dicción de Maracaibo (Besson, 1943, I, 628).

 

Nueva Granada. Costa caribe.

El dato más antiguo sobre el cultivo del café en la costa atlántica colombiana es de 1758 y se refiere a Santa Marta y Riohacha. En una relación que sobre producciones y comercio de esa región hizo Antonio Narváez y de la Torre, refiriéndose a las dificultades y fracasos que se afrontaron al principio en los establecimientos para beneficiar el añil, apunta: "La misma suerte tuvo el café, gua como aquí no tiene consumo, porque toda la gente del país gasta el chocolate, ni tenía salida para fuera por la absoluta falta de comercio, aunque se coge de la misma calidad, y tal vez con más abundancia que en las islas españolas y extranjeras, que cosechan una cantidad prodigiosa, y hacen un comercio muy útil de este fruto |nunca se emprendió su cultivo por ramo de industria sino por curiosidad de algún (que) |otro sujeto, y aun en el día hay alguna mata y puede aumentarse su siembra cuanto se quiera" [Subrayo V. M. P.] (Cuervo, 1892, II, 183; Ortiz, S. E., 1965, 30). Esto indica que para mediados del siglo XVIII y antes que en Venezuela, se cultivó café en la porción más septentrional de Colombia, quizá procedente de las Antillas. Tenía, pues, razón Reclus al afirmar que Santa Marta fue uno de los lugares del Nuevo Mundo donde el café se cultivó primero. Ese ilustre científico cuando pasó por Barranquilla y Sabanilla en 1855, encontró que el café, con la cáscara de quina y el tabaco, se exportaban por dichos lugares; que la plantación de Minca, cerca de Santa Marta, era una de las más antiguas en el continente, y que sus productos eran tan célebres en toda el área circuncaribe, que los cafés de Cúcuta y Sierra Negra a veces le usurpaban el nombre. Cuando la visitó, sin embargo, halló la hacienda en el mayor descuido, y apenas presentaba señales de su esplendor pasado. Pocos años antes de la visita de Reclus a Santa Marta, los indios de la parte sur de la Sierra Nevada habían empezado a cultivar y a vender café, que era exportado. El éxito que tuvo el extranjero Dangon, quien plantó en Cerro Pintado, cerca de Villanueva, cien mil pies en 80 hectáreas de terreno, animó a otras personas de aquélla localidad, de Urumita y de la Sierra a plantar, como lo hicieron, más de 600.000 cafetos en seis años. Pero la planta no había alcanzado la misma difusión en la parte oriental de la Sierra: Reclus, que quiso establecerse como colono en San Antonio de Chirud, no pudo conseguir allí más de 300 arbolitos para la plantación que quiso hacer. Con profundo conocimiento de la realidad, calculó

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en medio kilogramo la producción promedia Por pie y por año, aunque se le decía que a veces se habían recogido 12 kilogramos de café en cereza por pie. En Santa Marta los cafetos estaban plantados en quincunce (Reclus, 1881, 69, 162, 166, 202, 250-252, 334, 165). Los informes de Reclus están en contradicción con otras fuentes, en lo que respecta a las primeras exPortaciores. Sáenz dice que para 1852 o un poco antes, se exportaban por Cúcuta pequeñas cantidades de café.. "y ni un grano del resto del país" (Sáenz, 1892, 5). Supuesto que Reclus escribe Por percepción directa en el teatro de los acontecimientos, no cabe duda de que ya se debió exportar algo por Sabanilla y Riohacha. La exportación de la Gran Colombia era anterior (Hamilton, 1955, I, 139).

 

Alto Magdalena.

Hay que desechar, por absurda, la afirmación do que en el siglo XVI bajaba café entre los productos que se conducían del interior de la Nueva Granada a la costa (Ibot León, 1933, 31).

Es raro que una planta económica quede confinada en una área reducida, si su fruto es objeto de consumo y comercio activos. Por consiguiente, no parecerá extraño que el café se cultivase tam bién en la cuenca del Magdalena desde fines del período colonial. Mon y Velarde da a entender que para 1788 se cultivaba en Ocaña, Socorro y La Palma de los Muzos (Robledo, E., 1954, II, 353). Aunque se ha atribuído a Mutis la aclimatación del cafeto en Mariquita (Hernández de Alba, 1953, 216; -----, 1957, I, xv), y éste en 1790 habla de los "plantíos que tiene hechos en ella [la Quinta de Mariquita] de numerosos arbolitos de café..." (Pérez Arbeláez, 1967, 104; Pombo J. I.: Ortiz, S. E., 1965, 217), en alguna otra región del Nuevo Reino debía ya existir la planta, pues a mediados de marzo de 1761, en la recepción del virrey Messía de la Zerda, en Santafé, se sirvió café un día y chocolate al siguiente (Ortega Ricaurte, 1957, 165).

En la región Muzo - La Palma, el cultivo debió ser anterior (Ots Capdequí, 1946, Bog., 268). Era allí tan relativamente antigua esa planta, que para 1810 un gran conocedor de los problemas económicos de la Nueva Granada y de su historia, José Ignacio de Pombo, lo consideraba indígena, "pues se ha encontrado en los montes, donde antes nadie había penetrado, y menos podido llevarlo a sembrarlo en ellos.. . " (Pombo, J. I., 1810. 72-75; -----1965, 214-218).

Por la misma época en que escribía Pombo, otra persona que le era muy cercana en los afectos, como lo ha venido a ser después para todos los colombianos, Caldas, en sus notas a la Geo grafía de las

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Plantas de Humboldt, decía: "Yo ha visto prosperar y recoger grandes cantidades de café a las 1.168 toesas sobre el mar", lo que quiere decir que ese cultivo estaba extendido en Nueva Granada en vísperas de la Independencia. A la edición del Semanario que hizo Acosta en París (1849), le agrega esta otra nota: "A la temperatura de 18° a 27°. En las latitudes de 0 a 10° se cultiva con ventaja en los lugares cuya altura varía de 390 m. a 974, y cuya temperatura oscila entre 21' a 24°, y según Caldas, hasta la altura de 2.230 m." (Caldas, 1942, 11, 158; 171). Se producía café en Guaduas y vecindades en 1824. El que tenía plantado el coronel patriota Olaya en La Mesa, se perdió con sus otros cultivos durante la Reconquista española. El café se plantaba en esa época en terrenos recién desmontados, a los cuales se les había sacado una cosecha de maíz (Hamilton, 1955, I, 78, 147, 146; Cochrane, 1825, II, 478). También se cultivaba entonces en purificación (Hamilton, vol. cit., 156). Los cultivos en Cundinamarca eran, pues, más antiguos de lo que creían Restrepo y la mayoría de los autores que han tratado sobre el tema (Restrepo, J. M., (1856) 1952, 6). Por consiguiente, no fueron Murillo Toro y Carlos Abondano los primeros (Sáenz, 1892, 5), que introdujeron ese cultivo a dicho departamento, aunque pudieron haberlo impulsado. A pesar del formidable beneficio que representó el café para el Brasil, Venezuela y las repúblicas centroamericana, las gentes de Cundinamarca y en general del Valle del Magdalena no se dieron a él, por falta de capitales, por ser cultivo tardío, y por las dificultades y alto costo del transporte; "sólo en Muzo -se dice- por una tradición inexplicable, se cultivaba el muy poco café que exigía el escaso consumo del interior" (Rivas, 1899, 313-314). Este y el de Ibague se consideraban los de mejor calidad (Morales Puerta, 1857, 349). Atribúyeso el primer cafetal técnicamente puesto en Cundina-marca, al súbdito inglés Tyrrel Moor, quien adquirió en Chimba, a la calda de la Cordillera hacia el Magdalena, un terreno con ese fin (Rivas, loe. cit.; Samper, 1925, I, 220). No se menciona la época, pero probablemente fue en el último cuarto del siglo XIX. Rivas da una lista d los primeros cafetaleros cundinamarqueses, así:

Año Cultivador Hacienda Localidad 1880 Alberto Williamson "San Jorge" Melgar 1889 Enrique de Argáez "San José Tibacuy 1890 Alberto Williamson "Santa Inés" Melgar 1890 A. y R. Williamson "Escocia" Melgar 1894 A. W. y J. Ma. Vargas V "Borneo" Pandi

(Rivas, 1899, 316).

En 1848 sólo se exportaron unos pocos quintales (Camacho Roldán, 1923, 121-122).

 

Valle del Cauca.

Se ha dicho que los jesuítas llevaron el café a Popayán en 1732 (Eder, 1959, 439). No se ha hallado la fuente de esa información.

Antonio de Alcedo, en su célebre Diccionario, de 1786, en la voz |Cartago, alude a acontecimientos tan recientes como el terremoto que había sufrido esa ciudad el año anterior, que hizo pocos daños en la ciudad merced al sistema de construir las casas con embutido. Afirma este autor, que "el café es de buena calidad" en la jurisdicción de la mencionada ciudad (Alcedo, 1786, I, 406). Un autor oriundo de la misma, dice que en sus términos se cultivaba café "de muy buena calidad" (Campo y Rivas, 1803, 29). Al terminar la guerra de independencia era uno de los principales productos de consumo en

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todo el valle, pues las dificultades de transporte impedían la exportación (Cochrane, 1825, II, 383).

Se daba "excelente café" en los términos de Cali por 1809, de acuerdo con la relación varias veces citada en este trabajo, hecha por el procurador Vergara (Arboleda, 1928, 629). Por consiguiente, si se da el cultivo como establecido en ese año (lo mismo que ocurre con Cartago para 1786), es porque había sido introducido de tiempo atrás, supuesto que el cafeto no empieza su plena producción, como es sabido, antes del cuarto o quinto años. De los datos anteriores se deduce que la especie fue introducida a la cuenca del Cauca por lo menos en el último cuarto del siglo XVIII.

En Popayán lo había en 1810 (Cuervo, 1894, IV, 66). Se ha dicho que de esa especie fue el primer árbol de la libertad plantado en la plaza de Cal¡ (Palacios, 1896, 45, 76; 27). El café se llevaba del Valle a las provincias del sur (Hamilton, 1955, II, 73).

Para 1819, no obstante los trastornos enormes ocasionados a la economía regional por la guerra de independencia, cuando el viajero francés Julión Mellet pasó por Cal¡, se cosechaba copiosamente el café (Mellet, 1823, 235). Si bien este comerciante no fue un naturalista ni siquiera mediano, como se puede notar leyendo su relato, en lo relativo a su profesión sabía dónde le apretaba el zapato.

Por razones potísimas, el café no podía tener en el occidente en el siglo pasado la importancia que ha alcanzado en el actual. La producción de las Antillas y del Brasil durante el siglo XVIII y gran parte del XIX, saturaba el consumo europeo, que no era tan grande entonces como ahora (Cappa, 1890, VI, 130). Además, regiones situadas al lado del Pacífico no podían competir con las del Atlántico en cuanto a transporte, antes de la apertura del canal de Panamá, o si se quiere cuando -como consecuencia del desplazamiento hacia el oeste operado en Estados Unidos a mediados del siglo últimamente citado, entre otras causas por la explotación de los placeres auríferos californianos -se intensificó el tránsito a través del istmo, que dio como consecuencia la construcción del ferrocarril de Panamá.

A aquellas causas generales se agregaban otros obstáculos de índole regional. Por las razones que se expusieron para el caso del cacao en el primer volumen, o sea la falta de caminos que facilitaran la exportación del producto desde el valle mediterráneo hasta Buenaventura (Cochrane, loe. cit.); el estado casi crónico de revolución en que se vivió durante la mayor parte de dicho siglo, y el escaso consumo interno, no podía haber alicente para el fomento del cultivo del café. Además, como renglones económicos predominaban en el interés del público, el tabaco como producic agrícola y la quina como género extractivo.

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Pero se producía café para satisfacer el limitado consumo local. En la hacienda del doctor Soto cerca de Palmira en 1824, se cosechaba diariamente el grano necesario para preparar el desayuno (Hamilton, 1955, II, 81), y se exportaba algo (Ibid., 73). En 1857, refiriéndose al del Cauca, decía Holton: "Yo no creo que se pueda dar mejor café que el de ciertas partes de este valle", con mientes quizá en el de la hacienda "Bolivia", de Vijes (Holton, 1857, 488, 538).

En 1874 salieron por el puerto de Buenaventura 889 bultos de café con peso de 63.675 kg. (Cisneros, 1878, 35; Pérez, F., 1862, 207208, 211, ?18). Para fines del siglo, se exportaba mucho de Cartagc (Peña, 1892, 20, 53). Claro que no todo el que se exportaba entonces procedería del valle o artesa central. Una parte saldría de Dapa, San Antonio y otros puntos de la Cordillera Occidental vecinos a Cali; pero también vendría de Pisoge, Tambo, Chapa y otros lugares de Popayán (Palau, 1889, 43).

En 1912 Evaristo García traza un cuadro de lo que eran el cultivo y la exportación del café en el Cauca y en el Quindío. Según sus estimativas, más de 30.000 sacos anuales subían por el Cauca para ser exportados por el Pacífico, y otro tanto o más salía por Mariquita para el Atlántico. "El cafeto, decía el ilustre naturalista, encuentra en el Cauca un suelo tan propicio para su desarrollo, que se reproduce silvestre, regada la semilla por los pájaros, a la sombra de los bosques. Los campesinos se disputan la recolección de cosechas silvestres en un punto denominado El Potosí, en la vecindad del río Fraile, distrito de Candelcria, en la provincia de Palmira" (García, E., 1945, 268-270, 2,76). Igual cosa sucedía en la región de Calabozo, cercana a Zarzal: las familias pobres iba^ al monte a recoger el grano que necesitaban (tradición familiar).

Un segundo período expansionista de la producción cafetera en el Valle del Cauca tuvo lugar durante los primeros quince años del presente siglo, y ha continuado hasta nuestros días. La diferencia fundamental con el anterior, es que operó obre los flancos de las Cordilleras, pues durante más de un siglo el cultivo se hizo de preferencia en la planicie. Otra característica es que esta etapa se debió casi exclusivamente a inmigrantes de origen antioqueño. Hacia 1930, los cafetales más viejos de ambas cordilleras, no tenían más de 25 años siendo de diez años el promedio de las  plantaciones. Para esa época sólo dos hacendados tenían cafetales de más de cien mil arbustos. El límite de la expansión antioqueña llegaba al río Guadalajara sobre la Cordillera Central, y a Dagua sobre la Occidental (Lugari, 1930, 9). Los problemas inherentes a la segunda etapa cafetera del Valle, por los aspectos de antropología social que llevan implícitos, se estudiarán en otra obra.

 

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Antioquia.

En esta sección el cultivo del café no había empezado en tiempos de Mon y Velarde, quien ponía como ejemplo a los antioqueños la industriosidad y aplicación al trabajo de la gente de Ocaña, La Palma y Socorro, que se dedicaba a este y a otros cultivos (Robledo, E., 1954, II, 353). Medio siglo después, continuaban en esta invitación al plantío del café eminentes hombres públicos como el historiador Restrepo y Mariano Ospina Rodríguez (Ospina R.: RHA, 1913, 473; Ospina Vásquez, 1955, 284-285).

Como la marea colonizadora antioqueña no llegó a los límites del antiguo Cauca (río Chinchiná) sino hacia 1880, los cultivos hechos en jurisdicción de la entonces provincia caucana del Quindío,y concretamente en Cartago y lugares vecinos, a que se refieren Alcedo, Peña y Palau, eran de caucanos. Recuérdese que el cultivo tenía allí una tradición da casi un sigo.

 

Nariño.

En la porción suroccidentol de Colombia, o sea en lo que es es hoy Nariño, el cultivo del café empezó en la última década del siglo XIX. En 1893 se calculaba el total de árboles plantados en 500.000, de los cuales apenas un cuarto estaban en producción (Herrera, L., 1893, 16-17). En 1895, sólo hacía dos años había empezado a desarrollarse, y para entonces la localidad de Samaniego detentaba la mayor producción (Gutiérrez, 1920, I, 204). Un año después, el café figuraba entre los productos de Pasto, Buesaco, Tablón, La Unión, San Lorenzo; en Tambo se empezaba a cultivar con entusiasmo; en Sandoná había unos 15.000 arbustos; en Tangua unos 1.000. Se cultivaba también en Funes (Santander, 1896, 71, 143, 145, 148, 151, 152, 154, 157, 159, 163, 165).

Por los datos pasados en revista, se ve cuán equivocada es la versión, trasmitida hace cerca de un siglo de generación en generación, de que fue la antigua provincia de Pamplona donde primero empezó a practicarse el cultivo del café en Colombia. Hubo el grano a principios del siglo XIX en los valles de Cúcuta (Camacho: Caldas, 1942, II, 13), y aun en 1813-1814 una plantación de 7.000 arbustos (Febres Cordero, 1950, 184-185). Se da como admitido que el P. Francisco Romero inició el cultivo en Salazar de las Palmas por 1808 (López de Mesa, 1934, 104). Osorio Lizarazo recoge una información de Fulgencio Gutiérrez en documento que no cita, según la cual un párroco del Rosario de Cúcuta estimuló el cultivo mediante el expediente de imponer como penitencia su cultivo; otro tanto harían los de Bucaramanga y de Salazar (Osorio Lizarazo, 1954, 176-177). Pero el cultivo por penitencia está implícitamento contradicho

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por Sáenz, quien cita el opúsculo de José Manuel Restrepo, que en 1856 registra la existencia de café en varios lugares de Colombia, y de superior calidad en Guaduas (Restrepo, J. M., 1952, 6). No había empresas de consideración sino unas pocas en los valles de Cúcuta, cuyos habitantes habían imitado a sus vecinos venezolanos de San Cristóbal, cantón enriquecido por este negocio, y comenzaron a seguir su ejemplo, con resultados que no pueden ser más satisfactorios" (Sáenz, 1892, 5). Si hubo, pues, un estímulo económico para cultivar el café, no se ve la necesidad de que haya sido impuesto casi a la fuerza; a menos que Sáenz se refiera a una época más tardía. Además, casi todo el café que se produjo en Colombia durante el siglo XIX se destinaba al exterior. Cúcuta era uno de los puertos de exportación ('Samper, 1925, I, 232; Camacho Roldán, 1892, I, 442). Además, la vecina provincia de Ocaña también producía (Schenck, 1953, 15). El incremento del uso del café en el país empezó en este siglo, y para 1906, apenas se usaba "algo" en Santander, Valle del Cauca y Llanos orientales (Uribe Uribe, 1952, 158).

 

Ecuador.

En 1760 se cultivaba café en Samborondón, costa guayaquileña (Cappa, 1893, IX, 156). Llegó a figurar entre los productos del comercio de Guayaquil, desde 1835 (Campos, 1894, 223; 226).

En 1893 Ecuador exportó café por $ 1.355.000 (Samper, 1925, II, 147).

 

Darién y Panamá.

Es probable que el café haya sido introducido al Darién por colonos franceses. Desde 1761 se habla de la existencia de café en el Darién, como algo ya establecido de antemano (Cuervo, 1892, 11, 252; 262). En un informe de 1790 se dice que el café de esa zona se las apuesta al de Moca (Ibid., 381).

En una relación sobre Panamá posterior a 1781, se dice que en Portobelo se cogía un poco de café en finca de Antonio de Ayarza; era poco cultivado, lo mismo que en el Chagres (Cuervo, 1892, II 372; 379).

Apenas a fines del siglo XIX se empezaba a cultivar en Veraquas y Chiriquí (Samper, 1925, 11, 442).

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Costa Rica.

Sáenz cita un pasaje de Emiliano Martínez cónsul de Colombia en Nueva Orleans, quien escribía en 1879: "Fue de Colombia, según me informa un documento oficial americano, de donde setrasmitieron hace unos cuarenta años lo sea por 16391 los primeros cafetos a Costa Rica, dando pie a vigorosa organización del ramo(Sáenz, 1892, 4; Osorio Lizarazo, 1954, 184). Pero los historiadores de la economía costarricense tienen otras versiones, más autorizadas desde luego, según las cuales en Costa Rica el cultivo del café fue tan antiguo casi como en Colombia. Meléndez Ch., siguiendo a Luis Felipe González dice: "Muy a principios del siglo XIX se Introdujo el café en Costa Rica, en un año en el que todavía los historiadores no se han puesto definitivamente de acuerdo. En el segundo decenio del siglo ya existían plantaciones, pues el padre Félix Velarde poseía en San José 'un solar sembrado de café'. Por 1820 se exportaba ya el producto a Panamá y en el año siguiente, viendo el ayuntamiento de San José la importancia económica del cultivo, acordó promoverlo más haciendo saber a los vecinos, por medio de un bando público, que dicho organismo estaba dispuesto a distribuír tierras para ser cultivadas de café. Esta iniciativa fue adoptada por el ayuntamiento cartaginés en el mismo sentido que el de San losé. La misma política en favor de los cultivos de café fue la de D. Braulio Carrillo, lo que decidió aún más a las gentes a cultivar ese grano. El libre comercio en todos los países adquiridos por el nuestro a raíz de la independencia política en 1821, estimuló la nueva actividad agrícola del cultivo del café que señalaba una riqueza económica en el futuro. Así, en 1832, se realizaron las primeras exportaciones de café a Chile, y en 1844 en el bergantín Monarch, al mando del capitán William Le Lacheur, so hizo el primer embarque del grano hacia Londres vía Puntarenas y Cabo de Hornos" (Meléndez Ch., 1953, 34-35; Wagner et al, 1944, 192-193 195, 196, 197). Justamente en 1856, José Manuel Restrepo ponía el ejemplo de Costa Rica, que con el cultivo del cafeto "aumenta diariamente su riqueza y pros peridad", para incitar a sus paisanos antioqueños a que lo cultivasen (Restrepo, J. M., 1952, 6).

 

Cuenca amazónica.

De la Guayana francesa pasó el café al Pará en 1723 y de aquí al Marafñon en 1732 (Barbosa Rodrigues, 1893-94,248_249, lacob, 1935, 291), aunque hay diversas versiones sobre el año. En 1731 se decretó por las autoridades de ese estado una exención de impuestos por 12 años para el café que so exportara, pues ya se había empezado a cultivar (ABAPP, 1905, IV, 117-118). En 1748 había en

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Pará unos mil arbolitos, y de aquí se extendió el cultivo por el Amazonas y el Río Negro (Ferreira Reis, 1946, 9-10; Berrado, 1749, 13). Se exportaba del Pará en 1743 (La Condamine, 1778, 17,1), y casi todo el grano que llegaba a mediados del siglo XVIII a Portugal procedía de allá (Moraes (1759), 1860, 192; 497; Amaral, 1940, 111, 18-38; 45-55).

La orden jesuítica tuvo cafetales en Vigía y en la hacienda ibarajuba (Leite, 1943, 111, 281; 304), hacia 1760.

Todavía en la segunda mitad del mismo siglo, el café seguir figurando entre :o:; productos del Pará (Monteiro de Noronha (1768), 1862, 2). El precio por arroba era en 1753 de ?.5780, contra 1$210 del cacao (ABAPP, 1902, II, 97-98).

Sobre el Río Negro, ya en 1775 había pequeños cultivos en Silves, Alvares, Moura, Poiares, Barcelos, Moreira y Thomar (Ribeiro de Sampaio (1774), 1825, 3-4, 5; 36; 97; 103; 104; 105, 108; 109). Para Serpa, Poiares y Barcelos los datos están confirmados por otro viajero de fines del mismo siglo (Rodrigues Barata (1799), 1944, 16, 19, 20).

Los indios de ese río llegaron a cultivarlo y usarlo, aunque en pequeño (Spruce, 1908, I, 244; 312; 444). Para el consumo general había que importarlo (Wallace: 1939, 486).

Los datos del sector amazónico arriba del Rio Negro, o sea el de mayor influencia hispánica, también revelan la temprana llegada del caféel  pie d los Andes. -Indicios sobre la época en que ocurrió y la procedencia de la semilla, se hallan en relaciones de las misiones jesuíticas.

Autores tempranos de esa orden, como Figueroa, Zárate, Lucero y Maroni no mencionan el café, durante la primera mitad del siglo XVIII. Poco después aparecen datos. Un informe de 1754 dice que en San Joaquín de los Omaguas se sembró café con semillas traídas de Portugal (léase Brasil); rodeando el jardín se pusieron los arbustos "que planté tiernos y fueron creciendo y estuvieron todo el año con flores y frutas" (Uriarte, 1952, 1, 138; 275; 315). También se plantaron en el río Nanay (Ibid., 353), y en Uramas, misión baja, 200 árboles (Ibid., 11, 12; 47). Pero el aprecio por la bebida allí era escaso, y así la producción era restringida (Veigl: Murr, 1785, 181; -----, 1789, 11, 51).

A mediados del siglo XIX había cambiado la situación, y el café se consumía a diario en el piedemonte andino amazónico desde Gualaquiza (Compte, 1885, II, 295) hasta Yurimaguas (Spruce, 1908, II, 17, 62; 89, 137) y las provincias de Sandia y Carabaya en Bolivia (Markham, 1880, 139, 140, 207, Marcoy, 1948, 69). Por la misma

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época lo plantaba algún elemento emprendedor de la tribu Pagé, cerca a Ega (Bates, 1962, 327). Las exportaciones de grano sólo empezaban a fines del mismo siglo (Samper, 1925, II, 162).

En Bolivia, a principios del siglo XIX, el café ya era '"mala yerba en las huertas de Santa Cruz, Yungas de la Paz y Mojos" (Bolo: Valdizar, y Maldonado, 1922, 111, 366).

 

00 --Tecnología

Queda suficientemente demostrado que el café como planta como cultivo existía  en Colombia mucho antes de la época (albores del siglo XIX) que se ha considerado la del inicio del cultivo comercial, por influencia de Venezuela. Sí parece que vinieron de aquella hermana república los métodos culturales practicado hasta mediados de ese siglo. Revisando la colección de memoriassobre el asunto que ha publicado en los últimos años el Banco de la República, se puede apreciar claramente la evolución de los sistemas de cultivo.

José Manuel Restrepo, como no era agricultor, según su pro pia confesión, se vale de los datos que lo suministraran Aníbal l Aristídes García Herreros, de Cúcuta, y José Gregorio Villafaïie. Aunque ya se habla del sistema usado en Caracas de desp ulpar of grano fresco, en Norte de Santander todavía se secaba primero el grano y luego se trillaba (Restrepo, J. M., 1952, 6, 9)

En 1872 se plantea la cuestión del sombrío, y Francisco

la resuelve con un acierto y clarividencia admirables. Ese autor, no librado del todo de la influencia venezolana, recomienda el cámbulo [ |Erythrina sp.] en climas calientes, y para los más frescos, el guamo rabo-de-mono [ |Inga sp.. ] También acepta como la mejor la despulpada en fresco, y dice que había en Colombia en el año en que escribe (1872) descerezadoras fabricadas en Cundinamarca a las cuales Ospina había introducido una mejora. Ya habían llegado las primeras descerezadoras Gordon (Ospina F., 1952, 25-30, 29-30, 38-40). Durante la visita que Emiliano Restrepo hizo a los Llanos en 1869, la hacieda "Ocoa" tenía descascaradoras, lavadoras, despergaminadoras y estufa, y la hacienda "El Buque", "las máquinas necesarias" (Restrepo, E., 1955, 117; 167).

Un paso de avance lo señala Ospina Rodríguez en 1880, al indicar la conveniencia del trasplante con pilón de tierra. Todavía no estaba muy convencido de la necesidad del sombrío; recomendaba que se ensayaran ambos sistemas; pero por último accede al parecer, y señala como indicados para ese fin el búcaro (perdura la influencia

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venezolana), el pizquín ("usado en Cundinamarca, semejante al piñón de Antioquia"), el chingalé y el guamo, prefiriendo a todas las especies de |Inga el guamo-bejuco (Ospina Rodríguez, 1952, 58-61, 66-67). Esto indica que ya había empezado a usarse en Cundinamarca la |Albizzia malococarpa. El piñón de Antioquia a que se refiere Ospina parece ser |Enterolobium cyclocar-um. Chingaló es el nombre que se le da en el Valle del Cauca al |Schizolobíum parahybum. Ospina Rodriguez ya ni siquiera menciona el sistema de secar el grano antes de descascararlo, sino que habla de la despulpada en fresco como de cosa generalmente admitida (Ibid., 51-73).

El de Sáenz es el estudio más completo sobre el café escrito en el siglo XIX en Colombia. Es el primero que habla de  enfermedades y plagas (que se verán en otro volumen), y lo que es más notable se ocupa detalladamente de varias cosechas que pueden hacerse en una hacienda cafetalera. En este sentido, se anticipa a cualquier programa de diversificación de cultivos. Quien conozca una finca cafetera del Quindío por ejemplo, donde el agricultor tiene que salir al mercado del pueblo cercano a comprar, procedentes de otras regiones, los principales artículos para su alimentación, porque el no produce otra cosa que café, se dará cuenta de la falla fundamental que aqueja a esta actividad agrícola, y estimará en lo que vale la Memoria de Sáenz (Sáenz, 1892).

  A partir de la creación de la Federación Nacional de Cafeteros en 1927 se intensificó el estudio técnico del cultivo (Mejía Franco, 1956, carta al autor).

 

000 --Variedades.

Una de las actividades más importantes desde el punto de vista de  la presente obra, es la introducción de variedades de |Coffea arábiga y de otras especies de ese género. En 1930, había en "La Platina", dé Tuluá, y en "El Medio", del Zarzal, café maragogipe creciendo en buenas condiciones y resistiendo mejor a la sequía que el arábiga (Lugar¡, 1930, 8-9). A La Esperanza (Cundinamarca), donde el autor las vio, en 1936, y a Chinchiná, ha introducido la Federación otras especies y variedades. En la Exposición Agropecuaria de Bogotá de 1954 se exhibieron algunas (observación personal).

Se ignora qué variedad introdujo de la isla de Santa Helena a Jamaica el capitán Bligh en 1793, según su diario de viaje (Marriot, 1920, 22 l).

|Coffea sienophylla G. Don se introdujo a Trinidad a fines del siglo XIX

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(Hart, 1896, 11; -----, 1898, grabado).

 

178 -- |Coffea liberica Hiem..

|Café de Liberia.

En 1883, ya el cultivo del café de Liberia gozaba de gran favor en Dominica (De Candolle, 1883, 336). En el Jardín Botánico de Río lo había a principios del siglo actual (Barbosa Rodrigues, 1893-1894, 254).

No tiene nada de raro que en Colombia se le haya dado tanta importancia al descubrimiento y se haya propugnado el cultivo de esta especie, supuesto que en un principio se usaban climas más calientes que ahora para el café, y se deseaba un tipo resistente a los muchos factores que en tales condiciones conspiran contra la normal producción de la especie arábiga. Esto se hizo Por imitación de los ingleses (Ficalho, 1957, 201-202).

Los informes de que dispuso Sáenz indicaban que los seriores Eustacio y José Manuel de la Torre fueron los primeros introductores por 1884 o 1886 de algunos pies vivos de café de Liberia, y que posteriormente el gobierno colombiano hizo venir semillas y las distribuyó entre varios agricultores; pero que sólo B. A. Martínez y Co., de Sasaima, lograron obtener algunos arbolitos. Las plantaciones más importantes de dicha especie en 1892 eran en su orden las de Eustacio de la Torre y la de la citada empresa Martínez y Co.; pero las plantas se habían desarrollado con mucha lentitud por haber sido puestas en regiones nada propicias. La casa de Sáenz estaba haciendo ensayos con buenos resultados en climas más calientes (Sáenz, 1892, 7).

Heraclio Uribe Uribe publicó en Antioquia dos artículos, traducidos del |Report of Kew de 1876, con una introducción. Colombia figura entre los países que recibieron semillas de café de Liberia en 1875, procedentes de aquél jardín Botánico inglés (Uribe Uribe, H., s. f. Medellín Don Heraclio fue el fundador de Sevilla, Valle, actualmente el municipio mayor productor de café en Colombia; pero hasta donde puede saberse, nunca se cultivó allí el café de Liberia, por lo menos en escala comercial. En la planicie central vallecaucana se conocía hacia 1912 (García, E., 1945, 269).

El autor ha visto usado este arbusto como poste vivo en las cercas del huerto de la hacienda "El Hatico", Cerrito, Valle del Cauca. De allí llevó semillas a la Estación del Calima, que fueron sembradas el 11 de marzo de 1945 (Patiño, 1947, 24). Esta especie, a diferencia de C.

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arabiga, fructifica en las condiciones de alta lluviosidad de la costa del Pacífico.

El libérico y el moka fueron introducidos a Puerto Rico desde Trinidad en 1879 (Colón, D., 1930, 252) a donde los llevó el Jardín Botánico (De Verteuil, 1884, 250, 252).

A la Zona del Canal se introdujo del Ecuador en 1925 (CZG, 1926, 20, -----, 1928, 37).

A Surinam fue introducido en 1880 y todavía se cultiva (Panday, 1959: 185. 183`. También en Guyana (Swan, 1957, 193).

CAPITULO XIFIBRAS

El hecho de que los indígenas de la América tropical cultívaran algodón y supieran aprovechar la cabuya, la pita y algunas fibras más, limitó el uso de las de otras latitudes.

 

LILIÁCEAS

 

179 -- |Phormium tenax Forst..

Formio, lino de Nueva Zelandia.

Los ensayos hechos con él en el sur de E.U. fallaron (Klose, 1950, 74; 107).

Desde mediados del siglo XIX se cultivaba en Trinidad (Prestoe, 1870, 88).

En Hill Garden, Cinchona, Jamaica, el formic floreció por primera vez en 1889 (BBD: 1891, 21: 11), hecho indicativo de que su introducción tardría lugar un poco antes.

Quizá de allí vino a Colombia mucho más tarde, aunque se ignora lo relativo al año de introducción y otros detalles. Aquí es escaso, y se planta solamente a título de ornamento, prefiriéndose para ello los climas frescos.

En el Ecuador se cultivaba como ornamental a principios del siglo actual (Martínez, 1905, 26).

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En la Argentina, hay cultivos de regular extensión en la zona del Delta (Patiño, 1945, 22.4-225).

 

180 -- |Sanseviera spp..

|Murva, en la India (Manava-Dharma-Sastra. 1924, 32). |Mapanare, en Venezuela (Alvarado, L., 1953, 241). |Víbora.

Hubo algún interés por el cultivo de esta fibra en Puerto Rico en varias épocas (Colón, D., 1927, 122; -----, 1948, 107).

En el Jardín Botánico de Puerto España hubo tres especies (Presto-, 1870, 88).

|S. zeylaníca Willd. figura entre los productos fibrosos de las Antillas inglesas, en una Exposición hecha en 1$90 (Cross: BBD, 1890, 17). En 1915 un autor francés dice que esa especie se encuentra en el río Magdalena (Michotte, 1915, 17, 20).

El mismo Michotte afirma que |S. guineensis, introducida a Colombia cor un señor De Castro(?), empezaba a ser cultivada hacia 1915 (Ibid., 40).

El ingeniero agrónomo Eduardo Ruiz Landa introdujo para la Facultad de Agronomía de Medellín, por 1952, |S. cylindríca Bojer, desde los Jardines Experimentales de Summit. En 1954 un ejemplar fue llevado a Cali por quien escribe y la especie se empieza a difundir en el Valle del Cauca.

Las Sansevieras se cultivan en Colombia sélo n título orna_ mental, especialmente |S. zeylanica, var. |Craigii hort..

 

MUSÁCEAS

 

181 -- |Musa textilis Nee

|Abacá.

Es difícil decir si las noticias que da Francisco Hernández sobre el abacá le fueron comunicadas por terceros y se refieren sólo a las Filipinas, o si ya había sido introducida la planta a Méjico en el tercer cuarto de l siglo XVI y el protomédico pudo verla (Hernández, 1943, II, 472). De todos modos, si hubo la planta en la Nueva España como consecuencia de la frecuente comunicación con las Filipinas, el hecho

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es que no hay constancia de que el cultivo hubiese llegado a tener importancia económica. De Filipinas, donde la fibra se usaba en distintos menesteres (Dampier, 1927, 217), sí se exportó jarcia de abacá a Méjico (Schurz, 1959, 46; 53; 196).

Se ha dicho que el cultivo comercial del abacá empezó en Filipinas hacia 1820, y la exportación de fibra en 1825, que se intensificó en 1830 como consecuencia del libre comercio y la abolición del monopolio por parte de España. Industriales norteamerícanos monopolizaron virtualmente la producción y la exportación de la fibra. La primera muestra de ésta se dice que fue enviada a Estados Unidos en 1824 por el lugarteniente John White; se empezó a utilizar en Salem y Boston. En los Estados Unidos fue donde primero se fabricó cordaje de abacá (Michotte, 1931, 61, 79).

Perrotet trajo abacá de Filipinas a Cayena en 1820 (Cheesman, 1940, 80).

En Trinidad fue también antigua la introducción (Prestoe, 1870, 87; Hart, 1890, 28; -----, 1891, 15).

El abacá se cultivaba en el Castleion Botanic Garden de lamaica en la última década del siglo XIX (BBD, 1891, 21: 10).

Por los años de 1920 se hicieron las primeras plantaciones de ensayo en la bahía del Almirante, Panamá, con material que obtuvo la United Fruit Company mediante la cooperación de ex ploradores de plantas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. Para 1941 los campos de propagación ocupaban cerca de 900 hectáreas. En Honduras la misma compañía empezó ensayos en 1936. El 3 de enero de 1942, con motivo del colapso de las Filipinas en la segunda guerra mundial, la United Fruit entró en contacto con el gobierno norteamericano y con la Corporación de Suministros para la Defensa (Defense Supplies Corp.), para encargars de acometer plantaciones de abacá en grande escala, que se hicieron efectivamente en Panamá, Costa Rica, Honduras y Guatemala (Dunlop: Wilson, 1945, 277-278).

Al istmo de Panamá se introdujo desde la fundación de los Jardines Experimentales de Summit (CZG, 1924, 4; -----, 1926, 14; 1928, 33-35; -----, 1937, 13).

Michotte dice que en Colombia el abacá se cultivó con ganancia; pero no indica el lugar donde ello ocurrió, ni la fuente de donde tomó su información (Michotte, 1931, 18). Aunque la Magdalena Fruit Co. es compañía subsidiaria de United Fruit, no parece que se hubiera intentado promover el cultivo del abacá en la zona bananera, a causa del clima, demasiado seco allí para dicha Musácea.

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"Las primeras cepas de abacá ... se introdujeron al Puesto Meteorológico [del Colima] y se sembraron al empezar los trabajos, el 8 de noviembre de 1945. El material procedía de la Estación de Palmira, a donde llegó de Puerto Rico en 1940" (Patiño, 1947, Mem. 21). "El 26 del mismo mes [marzo de 1947] se notó por primera vez la floración del abacá sembrado el 9 (sic) de noviembre de 1945. Sa ha observado que el crecimiento de la variedad cultivada (sin identificar) es bastante lento, aunque la floración a los 17 meses está dentro de lo normal de la especie en su habitat nativo. El 27 de octubre, a su regreso de un viaje por Centro América, el Dr. Ciro Molina Garcés trajo consigo unas cabezas de abacá, de las variedades Bungulanon y Maguindanao, que le fueron obsequiadas por el Dr. Wilson Popenoe, en Honduras. Ese material se tuvo en Cali en observación y se llevó a la Estación del Calima el 21 d noviembre Cabezas o bils de las mismas variedades las entregó el introductor  ;  a la Estación de Palmira" (Patiño, 1948, Mem. 21).

A la Estación Agrícola de Palmira se introdujeron semillas de de Ricardo Cardeñosa, de agosto 16 de 1958).

El autor introdujo desde Pichilingue en Ecuador, para la Estación del Calima, en octubre de 1965, unas cepas de la variedad Bungulanon.

Al Ecuador había sido introducida la especie desde Summit, Panamá, en 1930 (Acosta Solís, 1952, 14).

 

SALICÁCEAS

 

182 -- |Salix viminalis L

Mimbrera, mimbre.

Doscientas ramas de 5 años o quintaleñas se embarcaron para la isla Española en febrero de 1505 (Puente y Olea, 1900, 416).

El cultivo del mimbre nunca tuvo en América importancia económica. La planta ha quedado relegada a los climas frescos o a las zonas templadas, como curiosidad.

 

CANNABINÁCEAS

 

183 -- |Cannabis sativa L

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Cáñamo, marihuana.

Dice Ricardo Cappa: "El año de 1554 los oficiales de la Contratación de Sevilla avisaban al Consejo de Indias que 'en la proxima flota van al Presidente y Oidores del Perú, todas simientes de lino y cáñamo como V. A. manda'. No es de dudar que fueran, aunque no sepa yo la suerte que corrieron. Creo suponer con razón que el aviso dado desde Sevilla al Consejo, se refería a la cédula expedida en Ponferrada este mismo año, que dice así: 'Presidente y Oidores de la Audiencia de las Provincias del Perú: a nos se ha hecho relación que proveyendo que los indios de esa tierra se diesen a sembrar lino y cáñamo, y a hilarlo y tejerlo, sería cosa útil y provechosa... ; y porque acá ha parecido que esta es cosa conveniente y que es bien que se haga, porque el lino diz que se puede hacer en cualquier parte de (esa) (?) tierra y también el cáñamo, y que hay dos maneras de lino, uno vayal, que se hace en lo secano, y otro en regadío, envío a mandar a los oficiales que residen en Sevilla en la Casa de Contratación de las Indias, que vos envíen la simiente de lo uno y de lo otro'. Poco después, era a los 10 de diciembre de 1563, libró Felipe II cédula en Monzón para que esta industria echara buenas raíces. Dice así: 'Por la presente doy licencia y facultad a vos, Lorenzo Paje, vecino de Los Reyes (Lima), para que destos reynos y señoríos se os puedan enviar a las otras provincias del Perú y Tierrafirme y Chile, la semilla de cáñamo que quisiéredes, y por bien tuvieredes para lo sembrar en ellas, y hacer dello jarcia y otras cosas que fueren necesarias para los navíos que navegan de estos reinos a esas partes' " (Cappa, 1890, VI, 132-133; 134). La cédula aludida, citada en primer término, es del 13 de junio de 1554 (Cedulario, t. 30, fol. 177, N" 123) (Ayala, 1930? II, 384; Haring, 1939, 156).

Exagera un autor la difusión que esta planta tuvo en el Nuevo Mundo (Gómara: Vedia, 1946, I, 452).

Este cultivo no tuvo predicamento en América equinoccial. En 1607 la Audiencia de Panamá dice perentoriamente que en su jurisdicción, "ni se coge cáñamo, ni lino" (Serrano y Sanz, 1908, 170).

En una cédula fechada en Barcelona a 23 de abril de 1626, se le piden informes sobre la posibilidad de cultivar cáñamo en Panamá a Rodrigo de Vivero, gobernador y capitán general de Tierra Firme (Torres de Mendoza, 1872, XVII, 240-241; Montoto, 1929? V, 92; Schafer, 1947, II, 517). Iguales informes negativos que los de Panamá, se dan para Solongo en la costa ecuatoriana: "no se siembran lino ni cáñamo" (Torres de Mendoza, 1868, IX, 291).

En el Nuevo Reino de Granada el cultivo del cáñamo no tuvo mejor suerte. La descripción de Tunja de 1610 es cortante: "Cáñamo no se coge ninguno, ni lo hay en la tierra" (Torres de Mendoza, vol. cit., 428). Refiriéndose a Pamplona dice un autor doce años más tarde: "el cáñamo aun no ha tenido suerte de entrar en estas fierras" (Simón,

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1953, III, 315) -Aunque posteriormente se introdujo la semilla, el cultivo no pasó a mayores (Silvestre, 1950, 38).

Sacos de cáñamo inglés o francés se usaban para empacar el café de exportación de Cundinamarca a fines del siglo pasado (Sáenz, 1892, 47).

Recién fundada la Estación Agrícola de Palmira, se hizo allí a iniciativa del señor Ernesto Ponce de León, una siembra experimental en 1929, al parecer con buenos resultados (Durán Castro: Molino Garcés, 1930, 41-42). Diez años después, las conclusiones fueron que el cáñamo para fibra estaba de cortar a los 50 o 60 días en las condiciones del Valle del Cauca; pero no se habían podido resolver las dificultades de la extracción (Villegas Duque: García Vásquez, 1936, 31-32). En 1937, encontrándose el autor en la Granjaescuela de Buga, se hizo un ensayo de cultivo de cáñamo con buenos resultados.

Aunque hubo cáñamo en el Perú y se daba bien, no se cultivaba ni beneficiaba; el cordaje venía parte de Chile y parte de españa para el gasto de los navíos en el Pacífico (Cobo, 1891, II, 418-419; -----, 1956, I, 410; Vázquez de Espinosa, 1948, 422, 677; Ruiz, 1952, I, 257, 269). Para fines del período colonial debió decaer mucho la producción en el sur, pues el gobierno trató de es timular el cultivo y beneficio de esta planta, disponiendo que se repartiesen tierras y se librase de tributos a quienes lo sembraran, lo mismo que el lino. Inclusive se hizo circular un folleto que recomendaba el uso de una máquina inventada por dos médicos barceloneses para agramar tales fibras. Estos esfuerzos no tuvieron éxito (Cappa, 1890, VI, 134-136).

Tampoco lo tuvieron en otras regiones de América, a pesar de las exenciones decretadas en beneficio de quienes sembrasen cáñamo (Haring, 1939, 156; Besson, 1943, 621-622; Ots Capdequí, 1946, Bog., 233; 350-351; -----, 1946, S. Dom., 134; Ortega Ricaurte, 1954, 222).

Al parecer no dio resultado positivo la propuesta que hizo en 1704 el almirante Vicente Casalipio, para que se le permitiera introducir semilla de cáñamo y lino a Méjico, y que se le diera privilegio al solicitante para vender jarcia al gobierno de la Nueva España con destino a las flotas, y aun para el abastecimiento de la fábrica de papel de Génova (Ayala, 1930?, II, 384-385).

El cáñamo se cultivó en Nueva Inglaterra desde 1629. En Virginia se concedieron primas a quienes lo cultivaran y beneficiaran, mientras que se imponían sanciones a quienes se negaran a sembrarlo. Por 1847-1850 el vestido de los esclavos y esclavas en la zona algodonera del Sur se hacía de cáñamo; el de los primeros constaba de dos y el de las segundas de una sola pieza. En 1765 Edmundo Quincy, de Boston, escribió un trabajo sobre este cultivo, que fue publicado por orden de la Asamblea de Massachusetts. La decadencia

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del cáñamo como cultivo en grande escala, empezó desde 1848 al establecerse una factoría algodonera en Augusta, Georgia (Boyce, 1912, 35-36).

Otras informaciones sobre el cáñamo, considerado desde diferente punto de vista, pueden consultarse en el capítulo sobre plantas medicinales, páginas 405 y 406.

 

URTICÁCEAS

 

184 -- |Boehmeria nivea Hook et Arnott.

Ramio.

Se introdujo a Jamaica en 1854, y el año siguiente a E.U., donde en 1865 se trajeron semillas desde China. A Luisiana llegó de Méjico en 1867. Para fines del siglo XIX se impulsó algo su cultivo (Klose, 1950, 71-72; 59; 107).

A mediados del siglo XIX se hizo en Puerto Rico propaganda a este cultivo y al de otras plantas fibrosas (Colón, D., 1930, 122).

En la década de 1930-1940, el señor Ernesto Ponce de León promovió el cultivo y beneficio de esta planta en Colombia. Algunos ensayos se hicieron en la Estación Agrícola de Palmira (Villegas Duque: García Vásquez, 1936, 32). En 1936 quien escribe vio unas pocas plantas remanentes de un cultivo emprendido por el mencionado señor en una hacienda cerca del río Amaime.

Unas cepas fueron llevadas de la Estación de Palmira a la del Calima y plantadas a mediados de diciembre de 1946 (Patiño, 1947, Mem., 27).

En 1945 se cultivaba el ramio en la colección de plantas librosas de la Granja de Armero (Patiño, 1945, fnf. Inéd.).

 

PAPILIONÁCEAS

 

185 -- |Spartiurn junceum L..

Retama, gayomba, genista.

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Planta fibrosa europea, introducida tempranamente al Perú (1580) (Coto, 1956, I, 404-405).

Las ramas delgadas han sido utilizadas para varios menesteres domésticos. Se cita el caso de la cobertura de un puente con ellas en Agoyan, alto Pastaza (Spruce, 1908, II, 163). También se utilizan para escobas (Acosta Solís, 1952, 61).

 

LINÁCEAS

 

186 -- |Linum usitatissimum L..

Lino, linaza.

Cultivado de antiguo en España, escaseó a raíz de la expulsión de los moriscos (Abu Zacaria, 1802, II, 108-117; Herrera, G. A., 1818, I, 178-181; Font Quer, 1962, 411-413).

En el parágrafo destinado al cáñamo se han dado algunas referencias históricas sobre las medidas adoptadas por la corona española para estimular el cultivo del lino. Este parece que tuvo más fortuna, quizá por su doble carácter de planta fibrosa y oleaginosa. Lino llevó Pedrarias al Darién en 1514, y en 1520 se volvió a mandar por la Casa de Contratación. Al hablar del cáñamo so vió que los resultados fueron negativos (Cappa, 1890, VI, 132, 134136; Puente y Olea, 1900, 415; 382).

Juan de Salinas Loyola en su descripción de Quito de 1573 dice: "Hay mucho lino, aunque las señoras no hilan en aquella tierra" (J. de la Espada, 1897, III, 82). En la relación de Otavalo de 1582 se dice que se cultivaba allí la linaza (Ibid., 116). Las infor oraciones de Cobo confirman esta actividad: "El lino nace muy bien, así en las tierras templadas como en las frías deste reino, aunque se siembra muy poco, por no haberse aplicado las mujeres a hilarlo. En el reino de Chile y en las provincias de Quito y del Nuevo Reino de Granada, se labra ya [16521 algún lienzo, el cual sale tan bueno como el casero de España. Siémbrase la linaza en otras partes, no para hacer lienzo, sino para sacar el aceite desta semilla, que gastan los pintores y en las boticas" (Cobo, 1891, II, 418; -----, 1956, 1, 409-410; Calancha, 1639, 67; 382). Tarma, en la sterra, era lugar de producción (Ruiz, 1952, I, 75; 129).

Había lino en Tunja desde fines del siglo XVI (Lopez de Velasco, 1894, 367). Apunta la descripción de esa ciudad de 1610: "Lino se coge alguno, de que las mujeres hacen un poco de lienzo e hilo para coser (...) El [lienzo] que se labra de lino por ser poco no se vende, y cuando

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se vende alguno vale a 6 tomines 1_a vara" (Torres de Mendoza, 1868, IX, 428). En 1622 en Pamplona, "cógese mucho y muy buen lino de que se hacen buenas telas" (Simón, 1953, III, 315; Vásquez de Espinosa, 1948, 303; Piedrahita, 1942, IV, 67). A principios del siglo siguiente se cultivaba lino, se labraba la fibra y se extraía el aceite en el Nuevo Reino (Zamora, 1930, 49; -----, 1945, I, 163). Ya a mediados del XVIII, aunque había semilla, se ignoraba el beneficio (Silvestre, 1950, 38).

En Mérida se prohibió en 1620 que se metiesen indios en obrajes de lino (Gutiérrez de Arce, 1946, 1170), indicio de que quizá se cultivara. Parece que se sembró algo en Perijá en 1798 (Besson 1943, 1, 292., 621-622).

Por iniciativa de Benjamín Gálvez se cultivó lino en Pasto fines del siglo XIX (Santander, 1896, 71, 126; Herrera, L., 1893, 48-49; Gutiérrez, 1920, I, 206).

Parece no dieron resultado las medidas de fomento al cultivo en la Audiencia de Quito en 1638 (Montúfar y Frasco, 1894, 293). Chile fue el principal productor en Sur América (Vásquez de Espinosa, 1948, 677). De allí se exportaba mucho al Perú (Ruiz, 1952, 1, 257, 269).

Un ensayo efímero se hizo en el Oyapoc, Guayana francesa, después de la muerte del jefe colonizador Leight. Los últimos remanentes de la expedición se embarcaron en 1606 (Williamson, 1923, 39).

Se recibieron en Cali desde Etiopía en septiembre de 1968 sellas de dos variedades.

 

TILLIÁCEAS

 

187 -- |Corchoris capsularis L.. |C. olítorius L..

Yute.

Las especies |C. síliquosus y |C. olitorius aparecen registradas en la Guayana francesa en 1775 (Aublet, 1775, 1, 578). En Guyana también se han hecho ensayos de cultivo (Swan, 1957, 112).

Según Grisebach, estaba naturalizado en Jamaica (De Candelle, 1883, 103-106). En 1901 se reimportó a la Estación Agrícola de Puerto Rico, junto con sisal y cáñamo (Colón, D., 1930, 107).

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De Calcuta se trajo al sur de los Estados Unidos en 1869-1870 y en 1874; pero pronto se abandonó el cultivo por el costo de la desfibrada (Klose, 1950, 73-74).

Se ignora cuándo y de dónde se introdujo a Colombia. A principios de este siglo se dieron facilidades para importar la fibra (Ospino Vúsquez, 1955, 334). En 1945 se cultivaban ambas especies en la colección de plantas fibrosas de la Estación Agrícola de Armero. De allí quien escribe trajo semillas que fueron sembradas en la Estación del Calima en 1946 (Pestiño, 1945, Mss.; -----, 1947, Mem., 24). La planta se adaptó bien; pero hubo que abandonar el cultivo por la falta de personal para atender a las labores que domanda la extracción por enriado.

En el Brasil se conoce desde el siglo XIX (Correa, 1919, 119). En el Amazonas ha cogido auge el cultivo en mines de japoneses (Normono y Gerbi, 1943, 43).

 

MALVÁCEAS

 

188 -- |Hibiscus sabdariffa L., var |altissima?

Rosella, kenaf.

La especie sin especificación de variedad, se cultivaba en el Jardín Botánico de Río de Janeiro a principios del presente siglo (Barbosa Rodrigues, 1893-94, 31).

No se sabe cómo llegó a Colombia. En 1945 se propagaba en ía Estación de Armero.

Algunos ensayos se han hecho de cultivarla en la zona bananera del Magdalena.

 

189 -- |Hibiscus cannabinus L..

Cáñamo de Guinea.

Esta especie se cultivaba como ornamental en la Guayana francesa y en la Isla de Francia a mediados del sigla XVIII (Aublet, 1775, 11, 707).

 

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CUCURBITÁCEAS

 

000 -- |Luffa spp..

(Véase numeral 053)

CAPITULO XIIMEDICINALES, OFICINALES, TOXICAS, INSECTICIDAS

 

Aunque no se ha encontrado constancia, en los documentos y bibliografía consultados hasta ahora, de la introducción exprofeso de plantas medicinales al Nuevo Continente, no cabe duda de que desde los primeros viajes de descubrimiento y colonización (y algunas veces no es posible separar los dos conceptos), se trajeron, si no todas de una vez, la mayoría de las plantas medicinales usuales en el sur de la península ibérica y en el norte de Africa, en las postrimerías del siglo XV y en las primerías del XVI. Un estudio pormenorizado de las que en ese tiempo y en esa área geográfica se consideraban tales, tanto cultivadas como espontáneas, aparece en la obra del médico Laguna, recientemente actualizada (Font Quer, 1962).

La adaptación de las plantas introducidas a América parece haber sido tan rápida, que a vuelta de pocos años algunas fueron consideradas como nativas de la tierra recién descubierta. El trasplante al Nuevo Continente de las prácticas médicas y de las medicinas vegetales usuales en el Viejo, se confirma por un pasaje muy elocuente de la fotográfica relación de Panamá hecha en 1607: "Usase de los mismos remedios y modos de curar que en España, y hay muchas yerbas y medicinas de las de allá" (Serrano y Sanz, 1908, 200).

Por supuesto que esto no se aplica a todos los casos. Aunque es cierto que algunas plantas medicinales tienen especies homólogas o estrechamente semejantes en ambos continentes, no es posible en un estudio del carácter del presente, separar unas y otras en su totalidad. La cuestión se complica con la existencia de nombres vulgares que aplicaban los españoles a plantas americanas en que, por su morfología o por sus efectos, creían ver semejanzas con las que conocieron en su tierra nativa o en el resto de Europa; sin que en realidad exista entre ellas ninguna relación taxonómica. Como ejemplo, aquí va lo que dice sobre el particular el cronista mayor de las Indias: "Primeramente hay chicoria, o cicoria; cerraias que llaman los herbolarios rostrum porcinum; verdolagas o pertulaca; berbena o verbena; hierbamora o solatrum; llantén, al cual los médicos llaman plantago; pan y quesillo, alias bursa pas oris, altamisa, alias matricaria; escudete, alias nenúfar; albahaca u ozimum

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gariophiolatum, alias basilipo; lengua cerval o scoloprendia; culantrillo de pozo o capillus Veneris; poleo o politrique poli tricum; doradilla o ceteraque; diantos o adiantos; poleo montesino poligium agreste; persicaria o herva maculata; malvavisco o altea; polipodio o polipodium; muérdago de roble, aunque nasce acá so bre otros árboles, o viscus guerci; abrojos de mar o iribulus marinus. Bledos, o bletum, salvia o lilifagus; granos de amor o militisolis; juncia redonda o ciperus; trébol hidiondo o trifolium leporinum num. Todas estas hierbas hay acá, segund lo he entendido ci nuestros boticarios e herbolarios e yo he visto las más dellas en , estas Indias. Demos de las que he dicho, hay asimismo e son acá naturales, como en España, helechos muchos y de muchas mar ras en el tamaño dellos, hasta tanto que algunos árboles hay que e parescen deste género, o a lo menos de su hoja; manzanilla de la misma manera de Castilla y de las mismas flores y olor; zarzas d las mismas de España y de otras muchas maneras, e algunas másgruesas y de diferentes flores, y algunas dellas de muy buen olor; escaramulos de los mesmos que hay en Castilla, rojos y de la mes ma hoja, marrubios, pero no huelen a bien e son más altos que los de Castilla; tornasol o girasol o helitropia, mas no son muchos, que no echan aquella fructa o granos de que se hace la tintri azul, para iluminar las letras cardinales que suelen hacer los qw escriben libros de letra redonda o formada; malvas como las de España cuasi; pero dicen estos boticarios que en sus efetos son perfetas malvas; mastuerzo e culantro; estas dos hierbas tienen el mismo sabor que el mastuerzo e culantro de Castilla; pero son de otra manera de hojas, mucho más anchas, y las del culantro algo espinosas" (Oviedo y Valdés, 1959, 11, 17-18).

La relación de Panamá de 1607 es ilustrativa al respecto: "De las yeruas medicinales que se vsan en las boticas de España, se hallan en esta region las siguientes: polipodio, que aqui es ventoso

y se vsa poco; doradilla, culantrillo de poço, solatro, llanten, verdolaga, artemisa, saluia, cerrajas, gromma, nepita, tres especies de tithimato, absinthio, scila, maluavisco, bledos, tribulo terrestre, centauro, ruda, albahaca, scolopendra, acalua, pastinaca, parietaria, cieero, calaminto, cardo santo, China, çarçaparrilla, siempre villa, scordio(...) Ay otras yeruas sin numero, cuyos nombres ni calida-des no se conocen hasta aora" (Serrano y Sanz, 1908, 148-149).

También es elocuente la siguiente lista de medicamentos usuales, según las ordenanzas y estatutos para el hospital de Valencia, Venezuela, dictadas por el obispo Mariano Martí el 18 de mayo de 1782: "Que para la mayor economía y prontitud en la curación de los enfermos, tenga siempre prevenidos los simples o medicamentos que sin mayor costo se pueden conseguir en el país, que según la relación de dicho médico cirujano son las siguientes: Rosa, cebada, anís, romero, alhucema guayacan, raíz de china, polipodio, escorzonera, cañafístola, tamarindos, borraja, culantrillo, miel de abejas, flor de angelones, calabazas, semillas de ellas y que sean de ambas

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calidades, semillas de sandía y melón, enfundia de marrano, de león, de culebras e iguana, membrillos, sebo de carnero o macho, mechoacán, manzanilla, azafrán, cuerno de ciervo raspado o limado, acíbar crudo, cal viva sin templar, almendras, pasas, poleo, vinavina [viravira?], tacamahaca y otras diferentes hojas, flores, frutos y raíces que se cogen en sus respectivos tiempos (Los medicamentos que vengan de fuera que los solicite a Caracas o Puerto Cabello)" (Perera, 1951, 263).

En vista, pues, de la dificultad que presenta el estudio histórico de este grupo, únicamente se hablará de aquellas especies que no presenten mayores dudas sobre su identidad, y acerca de las cuales se disponga de noticias concretas y seguras. Cuando tales noticias falten o no hayan llegado a conocimiento del autor, simplemente se enumerarán en el orden natural para no romper la continuidad, las especies exóticas cuya existencia en América equinoccial sea evidente.

En el capítulo sobre plantas condimenticias y aromáticas se han estudiado algunas que son asimismo medicinales.

 

GRAMINEAS

 

190 -- |Lolium temulentum L..

|Ballico, vallico; cizaña.

|Joio, en portugués (Hoehne, 1939, 80-81).

Debió llegar a América como maleza acompañante de los cereales introducidos; pero como es natural, no aparece constancia de ello.

La sustancia venenosa temulina, que se ha clasificado como un alcaloide narcótico, se supone que se origina en un hongo que ocupa el espacio entre el endospermo y el perispermo, y que en ciertas circunstancias puede actuar sobre la materia proteica de la aleurona (Hofmeister: Winton & Winton, 1932, 1, 185).

 

000 -- |Cynodon dactylon Pers..

|Grama común o canina. Argentina.

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Del sur de Europa y norte del Africa hasta Abisinia (Fluckiger and Hanbury, 1879, 730). Los rizomas se usaban como diurético (Font Quer, 1962, 938; Maurizio, 1932, 84).

En América sólo se conoce como forraje (véase numeral 245).

 

LILIÁCEAS

 

191 -- |Aloe vera L.. |A. soccotrina Lamb.. |Aloe spp..

Zábila, acíbar; áloe.

Los moros tuvieron extensos zabilares cultivados en la provincia de Málaga. Al verificarse la reconquista, los Reyes Católicos otorgaron a esa ciudad los zabilares para propios, según privilegio firmado en Burgos el 20 de junio de 1497 (Font Quer, 1962, 885, 884--886). Es purgante; estomacal y aperitivo a pequeñas dosis. La sustancia se extrae por flujo, de las hojas cortadas de través.

Con estos antecedentes, no es raro que se hubiera introducido tempranamente al Nuevo Mundo (Oviedo y Valdés, 1535, XI, 1; -----, 1959, II, 17). La relación de Quito de 1573 de Juan de Salinas Loyola la menciona (1. de la Espada, 1897, III, 61) y la de Caracas de 1579 de Juan de Pimentel (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85). En el siglo siguiente, en Panamá había scauila" (Torres de Mendoza, 1868, IX, 149; Serrano y Sanz, 1908, 149), lo mismo que en Tunja (Torres de Mendoza, vol. cit., 401). Se daba también en la costa peruana (Cobo, 1891, 11, 439; -----, 1956, I, 419; Anónimo, 1958, 77), y en el Nuevo Reino de Granada (Zamora, 1701, 50; Oviedo, 1930, 33; Rosa, 1945, 304).

Asimismo en posesiones americanas de otras potencias europeas se propagó la zábila, aunque más tardíamente que en las colonias españolas. En Barbados hubo cultivos desde mediados del siglo XVII, igual que en Curazao (Fluckiger and Hanbury, 1879, 679690). En Surinam se producía para uso local (Fermín, 1769, 1, 229). En Haití se usaba además para curar gusanos en llagas de animales (Descourtilz, 1833, II, 261-262; 260-265).

Varias especies fueron introducidas desde mediados del siglo XIX a Trinidad (Prestoe, 1870, 88).

La producción industrial se ha concentrado en las islas holandesas de Curazao, Bonaire, Aruba, y últimamente en Venezuela (Hiss, 1943, 11; 119; Higbee and Lee: Wilson, 1945, 134-135; Trease, 1961, 33; 182-184).

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000 -- |Allium spp..

Varios lirios y cebolletas, así como las verdaderas cebollas Y Liliáceas afines del género |Allium, han tenido en el sur de Europa el carácter de plantas medicinales. Ya que en América la mayoría se utilizan sólo como ornamentales, se tratarán an el capítulo pertinente.

 

CANNABINÁCEAS

 

000 -- |Humulus lupulus L..

(Véase numeral 072-a)

Lúpulo.

Las referencias más seguras sobre su cultivo y empleo como ingrediente para conservar la cerveza, datan solamente del primer milenio de la era cristiana (Hehn, 1892, 432, 438).

No se ha encontrado dato alguno sobre el lúpulo durante la época colonial.

A Colombia parece que se introdujo la especie hacia fines del primer cuarto del presente siglo, por la Cervecería Bavaria de Bogotá. Donde mejor se ha dado es en climas medios, y especialmente en Arbeldoz, Cundinamarca (Pérez Arbeláez, 1947, 223). En la factoría que la mencionada empresa tiene en Buga, Valle, el autor vio una huerta de lúpulo por los años 1939-1940.

 

000 -- |Cannabis sativa L., var..

|Bang, banga, en la India. Riamba, en Africa occidental (Ficalho, 1957, 259-265), de donde |diamba, en el Brasil.

Maconha. Marihuana.

A fuer de planta fibrosa, se ha estudiado en el capítulo pertinente, numeral 183.

Se empezó a usar con fines terapéuticos a partir de 1840. Se ha registrado un súbito incremento del tráfico de esta yerba alucinatoria en los Estados Unidos, a partir de 1935-1936, aunque desde diez años

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antes se había señalado un tráfico restringido en los Estados del suroeste de aquella ración. En la legislación costarricense aparece la marihuana mencionada desde 1927 (Regallo Pereira, 1945, 168, 172).

Como otras plantas asiáticas, el haschich fue difundido por los árabes en Africa oriental, y de allí fue penetrando al occidente, aunque no hacia el norte. Del Africa occidental se propagó al Brasil, mediante el comercio de esclavos (Ficalho, 1957, 259-265; Martius, 1843, 121). Estos la plantaban clandestinamente (Correa, 1919, 30, 167, 170; Hoehne, 1939, 103-104).

Durante los años posteriores a 1945, la prensa colombiana ha venido dando de tiempo en tiempo noticias sobre el hallazgo de pequeños cultivos clandestinos, especialmente en la costa atlántica,

el norte de Antioquia, y el Valle del Cauca. Probablemente esta introducción moderna del uso del cáñamo inebriante, provenga de Méjico y de las Antillas, pues es en la región circuncaribe donde el consumo parece ser mayor (Meléndez Ch., 1953, 59; CZG, 1933 (1938), 16-20).

 

URTICÁCEAS

 

192 -- |Parietaria officinalis l..

Parietaria.

Se refieren a ella la relación de Panamá (Torres de Mendoza, 1868, IX, 148; Serrano y Sanz, 1908, 148), para Tierra Firme y Santa Marta, respectivamente (Rosa, 1945, 306).

 

POLIGONÁCEAS

 

193 -- |Rheum officínale Baill..

Ruibarbo.

 

RANUNCULÁCEAS

 

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194 -- |Aconitum napellus L..

|Atónito.

 

PAPAVERÁCEAS

 

000 --Sobre las amapolas consúltese el capítulo siguiente o suplemento dedicado a ornamentales.

 

PAPILIONÁCEAS

 

195 -- |Cassia fistula L..

|Caña fístula.

Este árbol originario de la India (Navarrete, 1964, II, 67, Orta, 1891, I, 193-199); aclimatado por los árabes en el sur de España (Abu-Zacaría, 1802, I, 246-248; Flückiger and Hanbury, 1879, 221-224), fue uno de los más tempranamente importados por los españoles al Nuevo Mundo. Como la pulpa de la legumbre tenía gran consumo en la época de los descubrimientos en calidad de laxante, y la especie se adaptó muy bien en las Antillas, pronto se generalizó su cultivo en el área circuncaribe. Las referencias que hay sobre ella son copiosas. En 1509-1511 ya se cultivaba en Puerto Rico (Abbad, 1959, 57; 251-252), y en 1514 los oidores de Santo Domingo pidieron franquicias para llevar a España la cañafístola producida en las tres islas, la Española, Puerto Rico y Cuba (Coll y Toste, 1914, 253).

Dice el licenciado Suazo en su carta de 22 de enero de 1518, informando al rey sobre el estado de la isla Española: "... ase dado de poco acá los cañafístolos, e el orixen dellos fue una pypita de una purga que se daba a un enfermo, e ay munchos e grandes árboles que thienen a ocho arrobas de caña fístola, todos con orcas que non pueden thener las ramas e el fondo (flor?) que thiene, que es cosa muy ermosa de ver, O la mexor cañafístola, ques, según discen los médicos que ay en el Mundo..." (Torres de Mendoza, 1880, XXXIV, 253). En 1517 los frailes jerónimos enviaron muestras que el rey agradeció (Puente y Olea, 1900, 402, 403; Saco, 1932, II, 354; -----, 1938, I, 183, 219). Otro autor atribuye la introducción a dichos frailes (Motolinia, 1941, 279-280).

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Oviedo dice que no se llevaron arbolitos sino semillas; y que el primor árbol que hubo se encontraba en el monasterio de San Francisco en Concepción de la Vega, isla de Santo Domingo; que es el cañafístulo uno de los árboles que pierde la hoja en cierta época del año, y que la hoja es paripinnada, presentando esto como una característica notable (Oviedo y Valdés, 1959, I, 246).

En 1532 fueron 2 navíos cargados (Navarrete, 1888, IV, 285). En 1533 llegaron a la península 4 naos con ese género (J. de la Espada, 1889, Cast., 28).

Como consecuencia de la disminución de los indios y de la imposibilidad de beneficiar las minas, se dedicaron los españoles en Santo Domingo y Puerto Rico a otras granjerías. Entre ellas se señala especialmente la siembra de cañafístolo, del cual "se pusieron muchas y grandes heredades"; pero en ambas islas cayó una plaga de hormigas que acabó con la mayoría de los árboles en el momento en que empezaban a producir; cuando la plaga cesó, "se han tornado a restaurar algunos cañafístolos" (Casas, 1951, III, 271-273). Los proventos económicos obtenidos fueron importantes (Monardes, 1569, 50v.-52; -----, 1574, 119-121; Rodríguez-Demorizi, 1942, I, 130; 204; 301-309; 1945, II, 138, 140, 166; Sánchez Valverde, 1947, 108).

En una nave que viajó de América a Espada en 1587, se embarcaron en Santo Domingo 48 quintales del producto (Acosta, 1940, 305; -----, 1954, 123).

También se dio en Cuba (Gage, 1946, 111; Le Riverend, 1945, 44) y en Jamaica (Vázquez de Espinosa, 1948, 110).

De los pocos renglones qua le dedica el protomédico Hernández a la materia, no puede deducirse sino que una que parecía ser la cañafístola se encontraba -no se sabe si cultivada o espontánea -en las partes cálidas de Méjico. El grabado tampoco da muchos indicios, como suele ocurrir con la mayoría de los de este autor (Hemández, 1942, I, 175-176). Pero es perfectamente admisible que para fines del siglo XVI la cañafístola se cultivara ya en el continente.

La relación de Panamá de 1607 habla de una poca cañafístola, doméstica, en jurisdicción de esa Audiencia (Serrano y Sanz, 1908, 149). No hay lugar a error, porque también se menciona la cañafístola nativa, probablemente |Cassia grandis L., o una de las muchas variedades geográficas que de ella parece haber. También la hubo en la costa peruana (Cabo, 1891, 11, 47; 449; 1956, I, 424; Anónimo, 1958, 24; Calancha, 1639, 59; Vázquez de Espinosa, 1948, 350 (Túmbez); Ruiz, 1952, 1, 44) (Huacho). Cañafístolas de España se daban en Tocuyo (Arellano Moreno, 1950, 149). Esta especie se cultivaba en el jardín de Loyola do Cayena (Aublet, 1775, I, 381).

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No se sabe cuándo fue introducida a Colombia. Al Valle del Cauca sólo llegó hacia 1936, bajo el nombre de "lluvia de oro" y se ha propagado exclusivamente como árbol ornamental.

La que se usa en la Farmacopea mundial en la actualidadprocede de Dominica, Martinica y Java (Trease, 1961, 414).

 

196 -- |Derris elliptica Benth..

Derris, barbasco.

Tuba.

A Panamá se introdujo de Buitenzorg, en 1930 (CZG, 1933 (1938), 13-15; -----, 1935 (1939), 12-13).

Durante la segunda guerra mundial, se importaron estacas de esta especie, y se propagaron en la Estación Agrícola de Palmira.

El autor también trajo unas de la Estación de Mayagüez en Puerto Rico, en 1946, y se plantaron en la Estación del Calima (Pestiño, 1947, 20).

 

RUTÁCEAS

 

197 -- |Ruta graveolens L..

Ruda, ruda de Castilla.

A sus propiedades hemostáticas, emenagogas y abortivas, se sumaron las de ser presunto anafrodisíaco, lo que propició su cultivo, sobre todo en los claustros (Font Quer, 1962, 426-429).

La relación de Caracas de Juan Pimentel menciona la <rrudal entre las yerbas medicinales introducidas de España a Venezuela (Latorre, 1919, 85; Arellano Moreno, 1950, 85). La había en Quito en 1650 (J. de la Espada, 1897, III, cxxvi). A principios del siglo XVII se halla mencionada en las relaciones de Panamá (Torres de Mendoza, 1868, IX, 148) y de Tunja (Ibid., 401), y más adelante, por autores del Perú (Cabo, 1891, II, 439, 440) y de la Nueva Granada (Zamora, 1701, 47; Oviedo, 1930, 28; Rosa, 1945, 307).

Era común en Surinam a mediados del siglo XVIII (Fermin, 1769, 1, 223).

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000 -- |Citrus spp..

Las plantas cítricas, algunas de las cuales o casi todas se usan con fines medicinales, se han visto ya en el capítulo de las frutas, numerales 121 a 133. Aun se habla de "cura de naranjas".

El limón es el más socorrido.

 

FLACOURTIÁCEAS

 

198 -- |Teraktogenos kurzii (King) Warb..

Chalmugra.

No se sabe si la legítima chalmugra de Birmania o alguna de las especies sustitutivas, de las cuales se extrae aceite empleado en el tratamiento de la lepra, introdujo a la Granja Agrícola de Paloquemado, Apulo, Cundinamarca, por 1920, el horticultor francés Pedro Charton (Patiño, 1946, 120).

Ello es que apenas por ese mismo tiempo el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos envió un explorador a Siam a obtener semillas del legítimo Teraktogenos. Esta semilla fue sembrada con buenos resultados en Puerto Rico, Hawaii y quizá también en algunos Estados del Sur, en Estados Unidos.

En 1924 se trajo a la Zona del Canal (CZG, 1924, 10), y otras chalmugras el año siguiente (Ibid., 1926, 15-17; -----, 1928, 35-37; -----, 1933 (38), 12-13).

A Cuba se enviaron tres arbolitos para la Estclcic)n Agronomica de Santiago de las Vegas en 1923 (RACT, 1923, V, 10-11).

No es seguro, pero quizá la especie importada por Charton a Cundinamarca, presumiblemente por la vía de Francia, fue |Hydnocarpus antihelminthica Pierre, utilizada como árbol ornamental en Saigón desde el siglo pasado (Chevalier: RBA, 1922, 140-143).

Sea la planta que se fuere (y no habiéndola visto en estado adulto y con frutos no es posible saber con certeza de qué especie se trata), varios elemplares de ella se llevaron de Apulo a la Esta ción del Calima, donde fueron plantados e. 11 de diciembre 1945 (Pestiño, Mem., 1947, 22). No se adaptó bien a las condiciones de dicho lugar, y los arbolitos perecieron unos años después.

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Page 395: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

 

MIRTÁCEAS

 

199 -- |Melaleuca leucadrón L

|Cayeput.

Se había introducido a Trinidad desde Amboina a mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 31).

Se ha traído varias veces a Colombia, entre ellas por el general Reyes a su hacienda "Andorra" de Cundinamarca, y se adc:            c ta bien en climas calientes (Pérez Arbeláez, 1947. 400). Quien escribe ha visto un ejemplar en la plaza de Caldas, Popayán, y varios en algunos puntos de la carretera Valencia-Puerto Cabello,Venezuela.

De unas semillas procedentes de la Estación Experimental Fe deral de Mayagüez, Puerto Rico, se hicieron semilleros en la Esta ción del Calima. Aunque la semilla germinó muy bien, las plántulas fueron diezmadas por alguna podredumbre, y sólo sobrevivió un arbolito, que fue plantado en septiembre de 1947 (Pestiño, 1948, Mem. 31) y todavía perdura.

En el Jardín Botánico de Río de Janeiro había a principios del presente siglo |Melaleuca parviflora y |M robusta (Barbosa Rodrigues, 1893-1894, 219, 220).

 

UMBELÍFERAS

 

200 -- |Conium

Cicuta.

 

APOCINÁCEAS

 

201 -- |Strophanntus sarmentosus D.C

Estrofanto.

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Page 396: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Unas estacas introdujo a Colombia hacia ¡947 el Dr. F. A. Mac Clure. Tratadas con hormonas, fueron enraizadas en la Estación Agrícola de Palmira, y por lo menos una planta resultante se plantó entre un huerto de cacao en dicha institución.

Desde el siglo pasado, habló en Colombia |de Strophantus hispidus el naturalista antioqueño Andrés Posada Arango, como usual en su tiempo (Posada Arango, 1909, 78). Se consideraba como cardíaco y diurético (García, E., 1945, 1 15).

 

ASCLEPIADÁCEAS

 

202 -- |Calotropís procera R. Brown (= |C. gígantea (Willd.) R. Br.).

|Mandara, de donde |cortex mudar.

|Algodón de seda.

Especie del Asia meridional, cuyas raíces se usan como alterativo, tónico y diaforético. Sus tallos dan fibra valiosa (Flückiger and Hanbury, 1879, 424-426).

Es frecuente en América equinoccial en regiones secas.

 

BORRAGINÁCEAS

 

203 -- |Borrago officianalis L..

Borraja.

En orden cronológico, se ha visto mencionada esta planta en las siguientes obras: "borrages", en la relación de Tocuyo de 1582 (Arellano Moreno, 1950, 150) y "borrajas" en la relación de Tunia de 1610 (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401). Era común en el Nuevo Reino (Zamora, 1701, 46; Oviedo, 1930, 28-29; Posada Arango, 1909, 133).

La borraja se usó también como verdura, aunque menos en América tropical que en otras partes.

 

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Page 397: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

VERBENÁCEAS

 

204 -- |Verbena officinales L.. |Verbena spp..

Verbena.

Es imposible saber si la verbena a que se refieren las fuentes coloniales es la europea o alguna de las americanas. De todos modos se habla de ella como de planta americana en el área circuncaribe (Oviedo y Valdés, 1535, XI, 2); confundiendo al parecer especies americanas con la introducida, en la relación de Quito de Juan de Salinas Loyola (J. de la Espada, 1897,111, 115); en el Nuevo Reino (Zamora, 1701, 50) y en Santa Marta (Rosa, 1945, 308).

"Beruena" menciona asimismo entre las plantas introducidas la relación de Tocuyo (Arellano Moreno, 1950, 150).

 

LABIADAS

 

Esta familia botánica es una de las que más especies medicinales suministró al Nuevo Mundo. De cuatro de ellas se habló en el capítulo sobre plantas condimenticias (Véanse numerales 088 a 091).

 

205 -- |Mentha sp.. |M. piperita L..

Yerbabuena, menta, menta piperita.

A la yerbabuena se refieren Oviedo y Valdés (1535, XI, 1; -.--, 1959, II, 16); la relación de Otavalo de 1582 (J. de la Espada, 1897, III, 115) y la de Quito (escapada) (Ibid., 70); la de Panamá de 1607 (Torres de Mendoza, 1888, IX, 149); las de Caracas (Latorre, 1919, 85), Trujillo, Barquisimeto y Tocuyo (Arellano Moreno, 1950, 85, 98, 128, 150). Se difundió igualmente en el Perú, hasta escapar del cultivo (Cobo, 1891, fi, 426; Anónimo, 1958, 50-51). Abundaba en distintas partes del Nuevo Reino (Zamora, 1701, 46; Rosa, 1945, 303; Posada Arango, 1909, 133). Había en Guayana |Mentha gentílis (Aublet, 1775, 11, 263).

De la variedad de menta que llaman en Chile "menta inglesa" introdujo quien escribe a Cali en octubre de 1954 unos rizomas: cedidos por el Departamento de Investigaciones Agronómicas de Santiago De Cali se mandó material de propagación a la Granja de La

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Florida, Popayán, en agosto de 1955, por conducto del señor Mariano Lugari.

 

206 -- |Mentha arvensis L., var. |piperascens Malinvaud. |Menta japonesa.

Fue introducida por la Secretaría de Agricultura del Valle er 1945, de la Estación de San Jacinto, por gestiones del entonces em bajador colombiano en Méjico, Jorge Zalamea. Se propagó en los viveros de Bolívar, palmira y otros de la campaña vitícola. Cor el cambio de programas de dicha entidad, parece que se dejó per der esta importante variedad industrial (Molina Garcés, 1946, 10-11).

 

207 -- |McYssa officinalis L..

Toronjil.

Oviedo y Valdés habla de él en el mismo sentido ambiguo clue de otras plantas europeas con especies homólogas en América(1535, XI, 10). Se refieren a él la relación de Tunja (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401); Cobo (1891, II, 426); Zamora (1701, 46) y Basilio Vicente de Oviedo (1930, 29). Con el nombre de "melisa" la distin que un médico antioqueño (Posada Arango, 1909, 133).

 

208 -- |Ocimun basílicum Willd..

Albahaca.

De la que parece ser la legítima y no las americanas, hablan Acosta (1940, 301); la relación de Tocuyo (Arellano Moreno, 1950, 50), Cobo (1891, 11, 426), Zamora (1701, 51) y de la Rosa (1945, 298).

Se conoció igualmente en la Guayana francesa (Aublet, 1775, II, 624) y en Surinam (Fermin, 1769, I, 227).

 

ESCROFULARIÁCEAS

 

209 -- |Digitalis Purpurea L..

guargüerones.

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Page 399: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Según Triana estaba recienternente introducido a Colombia a mediados dei siglo XIX (Pérez Arbeláez, 1947, 458).

 

ACANTÁCEAS

 

210 -- |Acanthus mollis L..

|Acanto.

 

PLANTAGINÁCEAS

 

211 -- |Plantago majori L..

Llantén

Esta planta la mencionan la relación de Panamá (Torres de Mendoza, 1868, IX, 148) y la de Tunja (Ibid., 401), y los autores Oviedo Basilio (1930, 29) y el alférez de la Rosa (1945, 306).

 

CAPRIFOLIÁCEAS

 

212 -- |ambucus nigra L..

Saúco.

Debe ser antigua la introducción de esta planta, muy socorrida en la medicina popular, pero no aparece mencionada en las fuentes coloniales. Se enumera entre las plantas comunes en 1885 en Antioquia (Posada Arango, 1909, 133).

 

COMPUESTAS

 

213 -- |Anthemis nobilis L..

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Page 400: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Manzanilla romana o verdadera;matricaria.

214 -- |Matricaria chamomilla L..

Manzanilla de Castilla.

Considerándola como planta americana, habla de ella Oviedo y Valdés desde 1535 (X1,2). La mencionan la relación de Quito de 1573 (J. de la Espada, 1897, 111, 70, 73); la de Caracas (Arellano Mo

reno, 1950, 85); la de Tunia (Torres de Mendoza, 1868, IX, 40), y Cobo (1891, 11, 424), Zamora (1701, 46), Basilio Oviedo (1930, 28) y José Nicolás de la Rosa (1945, 303).

 

215 -- |Chrysanthemum cinerariaefolium Trev

Piretro.

En los Estados Unidos se fomentó el cultivo de esta planta con la cual se obtuvieron buenos resultados en California (Klose, 1950, 92).

La introducción, al parecer varias veces intentada, de esta especie insecticida, es cosa reciente, y no data más de los últimos 20 o 30 años.

Ocurre lo mismo para el Ecuador; pero allí sí se ha convertido en cultivo de importancia económica.

 

216 -- |Arthemfsia absinthium L..

Ajenjo.

No se sabe si a él se refiera la relación de Panamá cuando menciona el "absintio", del cual señala tres especies diferentes Porres de Mendoza, 1868, IX, 148).

 

217 -- |Arthemisia spp..

Asimismo en este caso, es dudoso si las fuentes se refieran a plantas europeas o americanas. Por lo menos los siguientes nornbres aparecen mencionados: "altamisa" por Oviedo y Valdés, con idéntica salvedad que para los anteriores, o sea que la considera como planta americana (1535, XI, 2); por las relaciones de Quito y Otavalo (J. de la Espada, 1897, III, 70, 115), lo mismo que por la de Tocuyo (Arellano

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Page 401: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Moreno, 1950, 150), y por Zamora (1701, 47), Oviedo (1930, 29); "atamisa" por las relaciones de Cuenca (J. de la Espada, vol. cit., 160) y de Tunia (Torres de Mendoza, 1868, IX, 401); y "artemisa> por la relación de Panamá (Torres de Mendoza, 1868, IX, 148; Serrano y Sanz, 1908, 148) y por el alférez de la Rosa (1945, 303).

CAPITULO XIIIESENCIAS FORESTALES

 

Han sido pocas las especies introducidas intencionalmente a la América equinoccial con fines de utilización maderera. Algunas esencias forestales han venido a título de árboles ornamentales o curiosos. La abundancia y diversidad de las maderas americanas, y la excelencia de algunas de ellas para construcción y ebanistería, ha reducido la introducción de especies exóticas. Por otra parte, los datos relativos a este aspecto son escasos.

 

TAXÁCEAS

 

219 -- |Taxus baccatus L..

Tejo.

Bueno para talla (Herrera, G. A., :813, II, 462-463). Es de introducción reciente a Colombia (Prez Arbeláez, 1947, 93-94).

 

ARAUCARIÁCEAS

 

000 -- |Araucaria spp..

Parece de principios del presente siglo la introducción de A. excelsa (Lam.) R. Br., de Australia.

 

PINÁCEAS 219 -- |Pinus Spp..

Pinos.

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Las únicas menciones que se han podido hallar, se relacionan con permisos dados por la corona española para que ciertos navegantes y conquistadores pudiesen cortar algunos pinos en las Canarias con destino a expediciones de descubrimiento o conquista. Uno de tales permisos, que no tuvo efecto por no haberse verificado la expedición, se le dio en Valladolid el 7 de noviembre de 1526 a Martín Fernández de Enciso, nombrado gobernador de Cartagena (Medina, 1913, II, 106). Otro se dio a los alemanes que venían a Venezuela (Arellano Moreno, 1950, 19). En ambos casos los y cortarse en Tenerife.

Según una relación de 1582, había en jurisdicción de Otavalo en ese tiempo "pinos de España" (J. de la Espada, 1897, III, 114). Es muy probable que el autor de la relación, Sancho Ponce de León, haya tomado como tales los pinos nativos de los Andes equi. nocciales Podocarpus taxifolia HBK.. En América había "de los ne grillos de España" (Vargas Machuca, 1892, 11, 116).

A Lima los había introducido Diego Maldonado (Cabo, 1891, 11, 103; -----, 1956, 1, 403).

Se cultivan actualmente en las tierras frías de Colombia |P cembra L., |P. maritima Sam., |P. sylvestris L.; |Picea pungens Engelm. |Abíes spp. (Pérez Arbeldez, 1947, 94-95).

En los últimos diez años y de uno a otro se ha venido difun diendo en Colombia la costumbre del "árbol de Navidad", un injer to del gentilismo druidico del centro y norte de Europa en la cepa católica. Esto ha estimulado la introducción y cultivo de Coníferas Pero casi todas las especies introducidas en los últimos diez o quin ce años son americanas.

 

CUPRESÁCEAS

 

220 -- |Cupressus spp..

Ciprés, pino.

Se introdujeron cipreses de España al Perú: "El primero que hubo en este reino nació en el Colegio de San Pablo de la Cor. pañía de Jesús desta ciudad de Lima, el año de 1580, de unas agallas traídas de España; y siendo forzoso, porque impedía la tras del edificio de la casa, lo cortamos el año de 1613, y con ser de treinta y tres años, no había dado semillas hasta el mismo año en que fue cortado. Della se hizo un almácigo y nacieron más de doscientos, que se repartieron a muchas partes. Pero antes que I cortara eso!e primer ciprés, había ya plantados otros muchos en esta ciudad. En la Nueva España son más

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Page 403: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

generales estos árboles y crecen derechos y de lindo talle, por lo cual acostumbran plantarlos en los cementerios de las iglesias de los indios. En esta ciudad de Lima los tuerce el viento Sur, que es el que sopla ordinariamente, y así no suben derechos hacia arriba, sino inclinándo a do les impele el viento" (Cobo, 1891, II, 403-404; -----, 1956, 403).

En 1824 había en la hacienda de Japio, Cauca, cipreses traidos del Perú (Hamilton, 1955, Il, 68).

 

BAMBUSÁCEAS

 

221 -- |Bambusa spp.. 222 -- |Gigantochloa verticillata Munro. 223 -- |Dendrocalamus spp..

Bambúes.

En el Jardín Botánico de Trinidad existían a finales del tercer cuarto del siglo XIX, |Bambusa gigantea Wall., de |Burma y |B. regia Thons., de Birmania; |B. vulgaris Schard., y |B. sieberi Gris., de las Indias orientales y |B. spinosa Roxb, de Bengala (Prestoe, 1870, 92). Parece que el de Borbón había sido introducido a Trinidad desde 1782 (Borde, 1882, II, 278-279). Una especie por lo menos se había difundido por toda la isla (Crüger: De Verteuil, 1884, 409; Hart, 1899, grab.).

A Jamaica se llevó el bambú común (vulgaris) a principios del siglo XVIII, desde Haití (Swabey, 1949, 1, 63).

Del Japón se trajeron en 1908 a Estados Unidos algunos millares de plantas, de especies con turiones comestibles, y otras 3.000 llegaron el año siguiente, que fueron plantadas en California. Nuevas introducciones se siguieron haciendo en vista del éxito obtenido en los estados meridionales (Klose, 1950, 132). De Estados Unidos han llegado a Colombia la mayoría de las especies introducidas.

En los Jardines Experimentales de Summit había B. balcooa en 1924 (CZG, 1924, 9). Cuatro años después se introdujo de Paradeniya, Ceilán, el |Dendrocalamus giganteus (Ibid., 1928, 40). En 1936 había, fuera de las mencionadas, |B. polymorpha, |B. arundinacea, |B. múltiplex var. d |isticha, etc. (Ibid., 1936 (1939), 51-52; Rivero, 1930, 7).

A las Antillas francesas se trajeron fortuitamente por Mahé de la Bourdonnais, a su regreso del Asia (Revert, 1955, 39), a mediados del siglo XVIII.

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Page 404: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Algunas especies de |Bambusa fueron introducidas al Jardín Botánico de Río de Janeiro, en la época en que fue director Serpa Brandâo (Barbosa Rodrigues, 1893-1894, xxv).

En cambio, la introducción de bambúes a Colombia se puede decir que es contemporánea. |Bambusa vulgaris aureovariegata fue traída a la Estación de Palmira después de 1930. En 1945 quien escribe introdujo desde los jardines Experimentales de Summit a la Estación del Calima, |B. múltiplex, B. polymorpha y Dendrocalamus latiflorus (Patiño, 1947, Mem., 23).

Por cortesía del doctor F. A. MacClure llegaron a Cali en 1949 |B. tulda, B. textilfs, B. ventuosa, B. múltiplex, B. longispicullata, |B. vulgaris, |Dendrocalamus asper, |D. strictus y |Gigantochloa vertícillata. Este material (cepas) se plantó en la hacienda "El Trejito", donde subsiste en parte. Algunas especies fuero-. llevadas a la Estación del Calima (Patiño, 1950, 72-73).

El bambú amarillo (B. vulgaris Schrad. ex Wendl.), se usa mucho como planta ornamental, y se está difundiendo en los climas calientes y templados con gran predicamento. Como material de construcción es francamente malo.

 

GRAMÍNEAS

 

224 --Ar |undo dorux L..

Carrizo.

Esta especie es común en zonas templadas y frías. Probablemente la introducción date del período colonial.

Cobo habla de grandes carrizales que había en el camino de Lima al Callao (Cobo, 1956, II, 300), pero no se sabe si se refiera a la nativa |Phragmites communis Trin..

 

CASUARINÁCEAS

 

225 -- |Casuarína stricta (Dryand. In) Ait..

Filao, de Madagascar.

404

Page 405: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

226 -- |C. equisetifolfa L..

|Agóho (Merríll, 1945, 28, 29).

227 -- |C. glauca Sieber.

De Tahití vía Londres, se había recibido en la isla de San Vicente, para ensayarla, una |Casuarina de madera roja (Long, 1774, III, 913). A Jamaica llevó la de Australia en 1788, para establecerla en su jardín de Gordon Town, el señor Hinton East (Swabey, 1949, I, 63; 1946, 11, 74-75).

El Filao de Madagascar se adaptaba bien en la Isla de Francia a mediados del siglo XVIII (Aublet, 1775, II, Mem. 160).

En Trinidad se cultivaban a mediados del siglo XIX cuatro especies de |Casuarína (Prestoe, 1870, 70). Algunas se habían difundido por la isla (Cruger: De Verteuil, 1884, 408). |C. stricta sola figura poco después (Hart, 1889, 28).

A los Jardines Experimentales de Summit se introdujo en 1924 |C. equisetifolia, y poco después de Hawaii se trajo |C. torulosa Ait. (CZG, 1924, 9; -----, 1930, 16; Rivero, 1930, 6).

A la Estación Experimental de Puerto Rico se importó, en tiernpos en que dirigió esa institución O. W. Barret, a principios del siglo actual (Colón, D., 1948, 107).

Se ignoran la procedencia y la época de introducción de las Casuarinas a Colombia. Quizá ello ha tenido lugar en el último cuarto del siglo actual. Se ha usado solamente como árbol ornamental, menospreciando su madera, que es aceptable.

 

SALICÁCEAS

 

228 -- |Salix babylonica L..

Sauce de Babilonia.

Esta especie de la zona templada parece que sólo se ha adaptado a las mesetas frías de América equinoccial. No hay ningún dato sobre su introducción, excepto para el Ecuador, pues Cordero dice haberlo introducido a Cuenca.

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Page 406: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

En cambio, sí se encuentran referencias del cultivo prehispánico del sauce americano |S. chilensis Mol" que se verán en el suplemento sobre plantas ornamentales.

 

229 -- |Populus spp..

Alamo, álamo temblón, chopo.

A Co!ombia ha sido importado "por los viveros oficiales y por particulares de nacionalidad española" (Pérez Arbeláez, 1947, 211). Se usa el álamo escasamente, en climas templados y fríos, sólo con fines ornamentales.

 

PROTEÁCEAS

 

230 -- |Grevfllea robusta A. Cunn..

En trinidad habíala a mediados  del siglo XIX (Prestoe, 1870, 64).

Esta especie oriunda de Queensland y Nueva Gales del Sur en Australia, fue introducida a Jamaica a principios del último cuarto del siglo XIX (Swabey, 1946, II, 89-90).

En Colombia se propugnó el fomento del cultivo de este maderable, especialmente como árbol de sombrío para el café (Pérez Arbeláez, 1947, 227).

Los ejemplares más desarrollados y al parecer mejor adaptados que quien escribe conoce en Colombia, se encuentran en varias calles de Medellín cercanas a la plaza de Bolívar y en esta; no pueden tener menos de 35 años.

1950 Al Ecuador lo introdujo el botánico Luis Cordero (Cordero, 1950,18).

A la Zona del Cana: se trajo en 1924 (CZG, 1924, 9). Tampoco a la madera se le ha dado uso. LAURÁCEAS.

 

231 -- |Laurus nobilis L..

Laurel.

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Page 407: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Un árbol tan asociado a la vida y a las costumbres europeas(Herrera, G. A., 1818, II, 265-268), no es posible que hubiese dejada de ser introducido por los españoles; pero no ha quedado constancia de ello. Sí es seguro que Castellanos cometió un descuid al suponer que doña Inés de Atienza, querida de Ursúa, muer, por la gente de Lope de Aguirre en el Amazonas, fue enterrado bajo laureles (Castellanos, 1955, I, 648).

En Colombia es escaso, y ha quedado confinado a los climas frescos o fríos.

 

PLATANÁCEAS

 

232 -- |Platanus orientalis L..

Plátano, plátano de callejones.

Se ignora cuándo fue introducido a América equinoccial. En las zonas templadas es muy usado como árbol ornamental en calles y avenidas. Tal en el Uruguay (Bello, 1914, 79).

 

MIMOSÁCEAS

 

233 -- |Albizzia Lebbeck Willd..

|Languil, en el Pacifico Sur (Merrill, 1945, 157).

Lengua de mujer.

Llegó a Jamaica en 1782, en el mismo navío francés capturado en que venían arbolitos de mango (véase el capítulo VII, numeral 138) (Swabey, 1946, II, 75, 76).

Se cultivaba en el Jardín Botánico de Río de Janeiro a fines del siglo pasado (Barbosa Rodrigues, 1893-1894, iv, 158). El autor que ha visto unos ejemplares en la plazoleta de Santa Bárbara, Mompós, y en otras ciudades de la costa atlántica, lo introdujo al Valle del Cauca desde Puerto Rico en 1946.

 

234 - |Acacia spp..

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Page 408: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Acacias.

|A. dealbata y |A. decurrens se cultivaban en el Jardín Botánico de Río de Janeiro a principios del presente siglo (Barbosa Rodrigues, 1907, 57). En Bogotá se usa mucho con fines ornamentales A. heterophylla. Se ignora cuándo fue introducida.

 

CESALPINÁCEAS

 

235 -- |Sciacassia siamea (Lam.) Briton (= |Cassla siamea Lam.).

Cassia de Siam.

La madera es muy frágil, y sólo buena para quemar. Pero como árbol de sombrío y ornamento, se usa mucho en climas calientes. Se cultivaba en Río de Janeiro a principios del presente siglo (Barbosa Rodrigues, 1907, 146).

Otras especies de esto género se estudiardr. en el capítulo scbre plantas ornamentales.

 

MELIÁCEAS

 

236 -- |Meha azederach L..

|Nimba, en sánscrito (Flückger and Hanbury, 1879, 154-155).

|Paraíso.

Conocido de antiguo en España (Abu-Zacaria, 1802, I. 334-336; Herrera, G. A., 1818, II, 370-372; Casas, 1909, 35).

Se cultivaba en Cayena y en la Isla de Francia en los tiempos de Aublet (1775, I, 393), y en el Jardín Botánico de Río de Janeiro y el sur del Brasil mucho después (Barbosa Rodrigues, 1893-94, 74; Martius, 1843, 52). Sin embargo, por una excepción, Cobo registra un "paraíso" en América española desde mediados del siglo XVII (Coba, 1891, II, 109).

No se sabe cuándo ni de dónde llegó a Colombia. En 1885 se cultivaba en Medellín; a la langosta no parecía gustarle la hoja de este árbol, conocido con los nombres de "paraíso" y "acederaque"

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(Posada Arango, 1909, 95, 133). Triana lo colectó desde 1857 (Pérez Arbeláez, 1947, 334).

 

COMBRETÁCEAS

 

237 -- |Terminalia myriocarpa Harck. & Muell. 238 -- |T. edulis F. Muell..

Había en Trinidad a mediados del siglo XIX, fuera del almendro |T. catappa L. (véase numeral 156), las especies |T. bellerica Rosc., |T. rnauritania Lam., |T. Fatraea DC. y |T. laurina, de Mauricio (PrestOe, 1870, 35).

|T. myriocarpa llegó a los Jardines Experimentales de Summit en 1924 (CZG, 1924, 10). De allá quien escribe introdujo en 1946 semillas de esa especie, originaria del Himalaya y de Birmania, lo mismo que de |T. edulis F. Muell., de Australia (Patiño, 1947,

25).

 

MIRTÁCEAS

 

239 -- |Eucaliptus spp..

Eucaliptos.

Esta especie forestal es la que parece haber tenido mayor difusión en América intertropical con fines madereros. Sin embargo, es confusa la historia de su introducción, y relacionada con el interés que despertó en Europa a raíz de las expediciones marítimas por el Pacífico. |E. diversifolia Bonpl. [= |E. santalifolia F.. v. M..], fue traída de Australia o de Nueva Holanda a Francia por la expedición de Baudin, y se aclimató bien en el sur (Bouvier, 1946, 117, 117-118 nota). Otros dicen que se trajo primero a Argelia en 1854 (De Candolle, 1883, 365; Font Quer, 1962, 398), y a Europa el año siguiente (Font Quer, loc. cit.). |E. globulus floreció en la Granja de Barcelona en 1865 (Ibid., 397-399).

A Estados Unidos se trajo en la década 1860-1870. En la siguiente hubo fiebre de cultivarlo en el oeste (Klose, 1950, 76-77).

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Al Jardín Botánico de Puerto España en Trinidad se habían traído para mediados del siglo XIX, |E. corymbosus Herit. y |E. globulus Labill. (Prestoe, 1870, 32).

Se atribuye a Manuel Murillo Toro haber hecho una de las primeras importaciones de semilla a Guaduas, Colombia, en 1869 (Pérez Arbeláez, 1947, 144-156; Pulgar Vidal: EC, 1954). En 1867 el naturalista André halló en una hacienda de Soacha, Cundinamarca, un ejemplar de |E. globulus de tres años de edad. En un escrito de Liborio Zerda, de 1880, se dice que la Secretaría de Educación, "hará venir semillas de varias especies" (AIP, 1882, III, 144-156; Ibáñez, 1884, 164). En 1885 se había observado que a la langosta lo gustaba poco el eucalipto, y que más bien la ahuyentaba. Ya se conocían varias clases (Posada Arango; 1909, 95; 251; Zuleta: RHA, 3-4: 14).

Se atribuye la introducción de esta especie al Ecuador al dictador Gabriel García Moreno en 1865. Llegaron dos grandes cajones de semillas, enviados por la Sociedad de Aclimatación de París. Las semillas se sembraron en Ambato; pero sólo se obtuvieron un arbolito de |E. gigantea Hook F. y uno de |E. longifolia Link & Otto (Acosta Solís, 1949, 7-8; Uribe Uribe, 1908, 1, 210-212). Cuando André estuvo en Quito en 1879, este árbol estaba recién plantado allí (André, 1884, 831).

En el Brasil se indica la presencia en Río de |E. gigantea a fines del siglo XIX, y a principios del presente ya se habían introducido 22 especies (Barbosa Rodriques, 1893-94, xxiii; 1907, 212-214).

A Puerto Rico se hicieron también importaciones en 1901 (Colón, D., 1948, 107).

A la Zona del Canal se introdujeron algunas especies a partir de 1924 (CZG, 1924, 9; Rivero, 1930, 9).

 

VERBENÁCEAS

 

240 -- |Tectona grandis L..

Teca, tek.

Consta que el capitán Bligh desembarcó en 1793 en Greenwich, Jamaica, con destino al condado de Surrey, dos arbolitos de "tick or tallee, hard timber from Timor", tomados en la isla de éste último nombre (Marriot, 1920, 221). Aunque desde 1775 había thek d-: la India en la Isla de Francia, no se sabe si también fue introducido a Cayena (Aublet, 1775, II, Mem., 160). Se cultivaba en el Jardín

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Page 411: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Botánico de Belem a fines del siglo XVIII (Barbosa Rodrigues, 1893-94, vii).

En Trinidad existía a mediados del siglo XIX (Prestoe, 1870, 57); Pero se reintrodujo en 1913 (Ross: EB, 1959, 13: 30).

Al istmo de Panamá se introdujo la teca a raíz del es~ablecimiento de los Jardines Experimentales de Summit (CZG, 1924, 10; -----, 1933 (1938), 15; 16; -----, 1934, 35-37; -----, 1935 (1939), 23; -----1936 (1939), 43-49; -----, 1937, 15; -----, 1938, 50-53; Rivero, 1930, 12).

A Colombia llegó en nuestros días. La primera semilla que vino al occidente, se sembró en la Estación Agrícola de Palmira hacia 1940, durante los años iniciales de la segunda guerra mundial; al autor le consta haber visto la semilla germinando. Un ejemplar se encuentra en un ingenio panelero ubicado a orillas del río Fraile, al oriente del aeropuerto de Cali. En septiembre de 1946 se plantaron en la Estación del Calima unos arbolitos procedentes de sernilla que el autor introdujo desde las Antillas en ese año (Patiño, 1947, Mem., 25). También ha sido propagada la teca en la zona bananera del Magdalena.

Estos datos sobre introducción contrastan con los relativos al conocimiento y uso de esta madera por los españoles en el Asia, especielamente en las Filipinas, desde la segunda mitad del siglo XVI. La teka de Joló era la madera que más se usaba para construír los galeones que hacían el servicio anual entre Manila y Acapulco; se prefería para la quilla, las cuadernas, vagras y varengas en los astilleros de Cavile. A la resistencia de esta madera con que estaba forrada la obra muerta del navío "Nuestra Señora de Covadongá, se atribuye el hecho de que no hubiera sufrido daño sensible después de un cañoneo que soportó en 1734 por parte de buques mandados por el comodoro Anson, quien capturó el barco español (Lorente Rodrigáñez: RI, 1944, 109; 105-120).

Para el tráfico de coolíes se construían en Bombay y Coromandel, navíos de madera de teca: el "Thomas Sandback" duró más de cien años, y el "Amiral Devoulx" tenía 57 y estaba perfecto cuando se perdió por accidente. Damao, después de Bombay, eran centros reputados por sus navíos d e teca (Lacroix 1953, 212; 220).

 

BIGNONIÁCEAS

 

241 -- |Spathodea campanulata Beauv..

Sambi-sambi, tulipán africano.

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Esta especie de mala madera, pero muy ornamental, se intr o dujo de Africa a Ceilán en 1873 (Batter and Millard, 1937) No se ha podido hallar noticia sobre la época en que vino a América. Al Valle del Cauca se trajo hacia 1936, probablemente impordo de Panamá (Ramos Hidalgo: BHV, 1941-1942, VII, 394-405).

En la Zona del Canal existía desde 1930 (CZG, 1930, 27).

CAPITULO XIVORNAMENTALES

 

Al moverse el hombre sobre la tierra, consciente o inconscientemente, carga su propio paisaje consigo (Anderson, 1952, 12). Muy árido dicen que es el de las mesetas castellanas quienes las conocen; y los españoles de esta procedencia no parece que durante la época de los viajes colombinos ni en la primera mitad del siglo XVI, fueran muy dados al cultivo de flores y de plantas ornamentales. Esto podría explicarse, o por reacción contra los modos y costumbres de los moros, quienes sí eran muy amantes y entendidos en ornamentación vegetal, o por el contacto relativamente escaso que tuvo a raíz de la Reconquista la corte de Castilla con otros países europeos donde el cultivo de especies, desconocidas todavía en España, se practicaba ya regularmente. Un autor español, y como tal no sospechoso de parcialidad, dice que la flor no aparece, sino es rarísimamente, en la pintura española del siglo XVI, y pone como excepciones notables al Greco que llena de azucenas el cuadro de la "Asunción de la Virgen", que se guarda en San Vicente de Toledo, y a Alonso Vasquez y Antonio Mohedano. Se daba poca atención a las flores en Castilla (Amezúa: Ríos, 1951, xix, xxiii, xxii, xxiii). Esto se confirma también con la dificultad que tuvo Felipe II, ya en la segunda mitad del citado Siglo, para obtener entre los españoles jardineros hábiles, obstáculo que tuvo que superar importando especialistas hasta el número de diez y siete de Flandes y de Francia. Por el contrario, los andaluces tienen mucha afición por las flores (Cappa, 1890, V, 20). Sin duda tuvo que ver en ello la más profundo y demorada influencia árabe en el sur de España.

Por lo menos desde el punto de vista oficial y señorial (y en esto ias costumbres populares, como ocurre siempre, quizá diferían de las de las clases altas), la introducción y cultivo de plantas orna mentales sélo se incrementó a partir de 1550, cuando a 13 de marzo, el entonces príncipe Felipe dictó las primeras disposiciones sobre plantío de árboles en Aranjuez, seguidas por instrucciones complementarias durante toda la vida de ese monarca. Una segunda etapa de su interés por los vegetales, es la relativa al cultivo de los frutales que pudieran darse en el clima de la Casa de Campo; y la última es lo que Amezua llama la "antofilia" de Felipe, o sea su amor por las flores.

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Esta afición le llevó a importar muchas plantas ornamentales desde otros países, especialmente de Flandes y de Francia.

Probablemente de este impulso se originó la fundación de parques y jardines suntuosos en las propiedades de algunos grandes señores, que alcanzó su máxima expresión en el siglo XVII. "No lejos de Zaragoza, en Pedrola, tenían su posesión los duques de Villahermosa (de los Grandes de España), cuya ocupación preferida y tradicional entre ellos era el cultivo de las plantas y árboles exóticos y el cuidado de sus espléndidos jardines", también en tiempos de Felipe II (Pfandl, 1942, 104).

Este mismo monarca, a instancias del doctor Andrés de Laguna, mandó formar un jardín para plantas medicinales en Sevilla. Después hubo otros, entre ellos uno de Simón Tovar (Amezúa, op. cit.). El doctor Castañeda, corresponsal de Clusius, tuvo en Sevilla o en San Lúcar un jardín de esta clase, de donde enviaba regularmente plantas y semillas al gran botánico francés (Alvarez López: RI, 1945, 275-277). Aunque estos últimos eran jardines especializados en plantas salutíferas, en esa época se tenían como tales algunas que ahora sólo se consideran puramente ornamentales o inocuas.

Es claro que en los primeros años que siguieron a los descubrimientos, la monta tenía que ponerse en llevar a las Indias plantas útiles, especialmente de comer, mientras los españoles se adaptaban a consumir el maíz y la yuca indígenas. Cuando empezaron a embarcarse mujeres españolas o familias, ccmo algunas de colonos que fueron a las Antillas especialmente por el celo colonizador de Las Casas, quizá pasaron las primeras flores euroasiáticas a América. La constancia más antigua del embarque de rosas y lirios es de 1520 (véanse en sus parágrafos respectivos). Todavía para mediados del siglo XVI, Oviedo y Valdés sólo menciona entre las flores el "tornasol" o "girasol", que por la confusión del pasaje no se puede decir si sea el americano |Helliantus annus, que Ríos llama gigantas o flor del sol (Oviedo y Valdés, 1851, I, 2, 375; Ríos, 1951, 52).

La dificultad para el estudio de las plantas objeto de este capítulo, que fueron introducidas durante la época colonial, es tan grande como para las medicinales. a causa de los diferentes nombres locales para la misma especie, o del mismo nombre vulgar para especies y aun géneros distintos. Ambos aspectos se pueden ilustrar con el que algunos consideran el primer libro escrito en castellano sobre cultivo de plantas de jardín, publicado en 1592. Dice Gregorio de los Ríos, su autor, que "muchas diferencias hay en nombrar las plantas, y cáusalo la diversidad de naciones, que cada una de por sí tiene su nombre: y mucho más los españoles, que en Sevilla los llaman de una manera, en Madrid de otra, en Castilla la Vieja diferentemente y en Valencia diferencias también" (Ríos, 1951, xlii). El mismo es ejemplo de ello, pues al hablar de las azucenas, dice que las hay blancas, moradas y

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naranjadas; que las últimas tienen raíz y las dos primeras cebolla, por lo que se viene en conocimiento que las dos primeras eran en realidad Liliáceas, y la última no lo era (Ibid., 33, 37). Por este motivo, cuando no se disponga de otras informaciones, se pondrán aquí apenas los nombres vulgares con las referencias de los autores que los citan.

Tampoco es fácil saber cómo vinieron otras plantas ornamentales a partir de las guerras de independencia, época en que se incrementó la introducción, especialmente debido al estrecho intercambio económico que hubo con las Antillas, a donde tanto franceses como ingleses trajeron en una creadora emulación, gran número de plantas de otros continentes. Pero no ha habido tiempo de estudiar este aspecto, ni menos a fondo la historia colombiana del siglo XIX.

Esta corriente no deja de producirse en nuestros días, aunque como generalmente las personas que han viajado por el exterior se valen de medios subrepticios para hacerse a semillas o a ramas de las plantas que les llaman la atención, no se deja constancia de la traída. El que no se haya sentido inclinado a echarse al bolsillo material de propagación en esta forma, que tire la primera piedra.

NOTA. A continuación seguiría la historia discriminada de las especies ornamentales introducidas, que se omite por las mismas razones expuestas en el volumen III, con referencia a las plantas ornamentales americanas, o sea, que sin ilustraciones apropiadas -cuya obtención es difícil y lenta- poco ganaría el lector con listas desnudas. Ambos grupos de ornamentales se tratan en volumen separado, como suplemento, cuando puedan superarse las limitaciones aludidas.

CAPITULO XVFORRAJERAS

 

Cuando en el volumen III de esta obra se hizo la presentación dei asunto de las plantas forrajeras americanas, se dijo que no habiendo el hombre del Nuevo Mundo tenido animales domésticos herbívoros -excepto la llama de las altiplanicies andinas al sur de la línea ecuatorial, y en menor grado el cuí -no cultivó ex-profeso piensos, ni en el catálogo de su cultura y necesidades figuraron los forrajes. Los herbívoros introducidos por los europeos tuvieron que adaptarse a los pastos americanos espontáneos, cuando no utilizaron plantas de consumo humano, tales como maíz, yuca y otras. Al contrario, plantas heliófilas como las gramíneas, constituían un estorbo para el hombre americano, por la competencia que establecen a las especies cultivadas, difícil de contrarrestar con los implementos de trabajo que aquél tenía a su disposición (Patiño, 1968, 111, 401-408).

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Aun en las mismas regiones del Viejo Mundo donde la ganadería alcanzó el pináculo, Europa occidental por ejemplo, el cultivo intencional de praderas fue fenómeno tardío. En Inglaterra, como un reflejo de lo alcanzado en Holanda y otros países continentales, sólo empezó en el siglo XVI el uso de cercas y el cultivo de pastos, que permitían alimentar el ganado en invierno en vez de matarlo (Prentice, 1946, 196; 161, 224-). El cultivo de gramíneas y leguminosas en rotación, sólo empezó en Flandes en la época del Renacimiento, utilizando especies del Mediterráneo. De los Países Bajos pasaron aquellas técnicas y estas especies a Inglaterra, y de aquí a las colonias inglesas de Norte América (Carrier, 1923, 17; 223224; Maurizio, 1932, 110: Vavilov, 1951, 49; Haudricourt et Hédin, 1943, 166-172).

Si el cultivo de la alfalfa sólo empezó en el occidente europeo con la invasión árabe, que llevó esa planta desde Persia, otras especies fueron mucho más tardías en su domesticación. |Lolium perenne, |Phleum pratense, |Anthoxanthum odoratum. se empezaron a sembrar en los siglos XVII y XVIII (Haudricourt, op. cit., 169).

En España, todavía a principios del siglo XIX "los prados naturales son casi únicamente los conocidos en nuestro territorio", decía un tratadista especializado (Martínez Robles: Herrera, G. A., 1819, IV, 32-86; 34). "De pocos años a esta parte hemos adquirido la cebada negra que para forraje es preferible a la común y a la ramosa" (Ibid., 66).

En las regiones calientes de América, hubo por lo general suficiente yerba palatable para los animales introducidos. En las zonas templadas, avena, cebada, alfalfa y tréboles se adaptaron inicialmente muy bien. El cultivo intencional de pastos en grandes extensiones es fenómeno tardío, que sólo empezó a mediados del siglo XIX en el área de este estudio, y ha ido adquiriendo mayor importancia cada día. A medida que la pecuaria va perdiendo el carácter exclusivamente extensivo que tuvo en la época colonial, también se han introducido más especies forrajeras, en un intento de obtener pastos de mayor volumen y rendimiento y valor nutritivo más elevado.

El ejemplo más conocido de cultivo masivo de pastos en Colombia, es el que siguió a la quiebra del tabaco de Ambalema a mediados del siglo XIX, utilizando la guinea y el recién introducido pará (Camacho Roldán, 1923, 119-121; 1892, I, 649; Samper, 1925, I, 36, 212, 280). Aun prohombres de la sociedad colombiana, como Miguel Samper, se dedicaron a esta actividad, nueva entonces (Samper, 1925, I, xxv; 160; 281). Pero en general, el proceso fue tordío en todas partes, como en el Sinú (Striffler, 1958, Mont., 136-137), y en Antioquia (Ospina, T., 1913, 121-122). Los montes del valle de Risaralda, antiguo Sopinga, que han inspirado una conocida novela, sólo fueron abiertos para pastos en 1891 por Clemente y Tomás Díaz Mooken

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(Arboleda, 1926, 212). En el valle del Cauca, la siembra de pastos también empezó a generalizarse a partir de mediados del siglo XIX (Schenck, 1953, 56).

El cultivo intencional de pastos ha incidido sobre otras actividades económicas. Ya se quejaba un autor a fines del siglo XIX, de que los pastos sustraían área para la producción de artículos de primera necesidad, en la saban=a de Bogotá (Samper, 1925, 1, 160). También en el valle del Cauca 1a siembra de pastos se hacía en detrimento de las de maíz (Schenck, loo. cit.) y de cacao (Gutiérrez, 1921, II, 75). E1 cultivo en grande de gramíneas forrajeras, se ha considerado como el fenómeno económico más importante en la Nueva Granada desde 1821 hasta el fin del siglo (Ospina Vásquez, 1955, 446-447).

El sistema de siembra de pastos con cultivo "nodriza" de maíz, constituyó una innovación en las tierras calientes de Cundinainarca (Rivas, 1899, 35-36). El uso del fuego muchas veces era exagerado, ocasionando la ruina de los postales por degradación del terreno (Sáenz, 1892, 29). En Antioquia se usó el sistema de "siemebra de tapado" seguido para el maíz chococito (Ospina, T., 1913, 123; Patiño, 1966, 58-69).

 

GRAMÍNEAS

 

000 -- |Avena spp..

Avena.

(Véase numeral 001).

 

000 -- |Hordeum vulgare L..

Cebada

(Véase numeral 002).

Varias de las plantas que se estudiaron en el capítulo relativo a los cereales, se usaron en la zona templada desde época remotísima como forrajes. Particularmente la avena y la cebada, cuyo cultivo para uso humano es relativamente reciente (Herrera, G. A., 1818, 1, 114, 130-131; 134; Jacob. 1945, 38-39).

Ninguna de estas forrajeras clásicas de la antigüedad tuvo predicarnento en América, a causa de la abundancia de pastos

416

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notivos. De la cebada consta que se usaba como alimento de caballos y de puercos en Quito, según dice Salinas Loyola en 1573 (J. de la Espada, 1897, 111, 72), y en Méjico ella y la avena (Anónimo: Chevalier, 1950, 123; 147).

La avena alta (Arrhenatherurn (Avena) elatius L.) se empezó a cultivar como forraje en Estados Unidos en el período 1812-1824 (Piper, 1914, 190).

 

000 -- |Saccharum officínarum L..

Caña de azúcar

(Véase numeral 174).

Es verdad que los animales domésticos herbívoros pueden subsistir sin ella, y de hecho subsisten en regiones donde no hubo caña sino los pastos comunes o cultivados; pero dondequiera que la caña de azúcar ha sido conocida y cultivada, se convirtió en un alimento animal de printer orden, muy superior a las otras grarníneas.

En el Libro de Agricultura del árabe Ibn-al-Avam (Abu Zacaricr), escrito en Sevilla en 1150, se dice ya que los caballos aprecian mucho ni bagazo de caña y engordan con él (Abu Zacaria, 1802, I, 393). En tiempo de las Cruzadas, cuando Beirut fue sitiada por las tropas procedentes de la isla de Chipre, los caballos de los cristianos eran alimentados con la hoja y el bagazo, según Mas-LcIttrie, en su Historia de dicha isla. Scaligero, en las Excitationes adversus Cardanus, 1577, dice que los residuos del azúcar dados n los puercos en Santo Tomé, isla portuguesa del Africa occidental, vuelve la carne de esos animales tan tierra como la de gallina, de lo cual deduce que el azúcar debe ser un alimento excelente hasta para los enfermos. Buena ración para los burros es la espuma que se saca al clarificar los jugos, según Marcgrave, quien agrega que en el Brasil se usaba como forraje el bagazo. En la obra de síntesis Dissertatio de Saccharo, escrita por Hoffmann y Marderian en Leipzig (1763), se dice que en las islas productoras se engordaban caballos y puercos con los residuos; que por el contrario, el azúcar es veneno para los palomos, patos, lagartijas y ranas; que los canarios lo toleran, por lo cual reciben el nom bre de "pájaros del azúcar" (Lippmann, 1941, I, 285, 341; 1942, 11 74, 105, 138). Las cualidades forrajeras de la caña de azúcar y de sus produetos y subproductos eran, pues, conocidas por los españoles cuan do trajeron la especie a América. No cabe duda de que la rápida y admirable adaptación de la caña a las condiciones del Valle de Cauca, y en general, a todas las tierras calientes en América equinoccial, contribuyó al incremento de una vigorosa industria pecuaria. No sólo ha sido costumbre en Colombia usar el cogollo, la hoja y el tallo de la caña como alimento de equinos y de cerdos el

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último, sino aun de gallinas la parte suculenta del mismo re ducida a pequeños fragmentos. La panela o dulce cerrero se he usado tradicionalmente como alimento concentrado para cabalga duras.

Observaba un viajero del siglo XVIII por la Nueva Granado que el cogollo de caña mantenía a los bueyes o bestias de los trc piches muy gordos (Serra, 1956, I, 59). Otro del siglo siguiente anotó el sistema tradicional, todavía usado en muchas partes, para cortar el tallo en trozos o rodajas pequeñas, al sesgo, de manera que no quedara un nudo entero en una rodaja (Holton, 1857, 470).

En Panamá se usaba también el cogollo de caña como forra] (Wagner, M., 1943, 203).

El uso de cogollos de caña para bueyes, cabras, caballos fu conocido también en el Brasil colonial (Andreoni, 1923, 105, 114, 111 Además se aprovechaba allí la primera espuma al descachazar las mieles como alimento de toda clase de animales (Ibid., 137). Véase lo dicho sobre la miel de purga, en el inciso III del pá rrafo 6, "Productos y subproductos", del numeral 174.

 

000 -- |Sorghum vulgare (L.) Pers.. (= |Andropogon sorghum L.).

Sorgos, millos.

|S. sudanensis Stapf. Pasto Sudán.

Queda dicho en el capítulo II, numeral 006, que cano humano por el grano, el sorgo sólo ha sido utilizado en el area circuncaribe, y hace unos diez años en el interior de Colombia para alimento animal. Tampoco ha sido muy usado como forraje pór la paja.

Benjamín Franklin se interesó por el millo de escobas y envió semillas desde Francia a los Estados Unidos (Klose, 1950, 14). Para paliar una escasez de azúcar que se presentó en la década anterior a la guerra civil, se introdujo vía Francia, desde Shanghai, en 1851, el sorgo azucarado chino que había llegado primero a Francia en 1851. De allí en adelante se promovió el cultivo de esa variedad, que demostró ser resistente a la sequía (Ibid., 47-50). En 1857 se introdujeron 16 variedades de sorgos africanos, vía Inglaterra, por Leonard Wray (Ibid., 50). En 1868 se trajeron de China nuevas variedades del azucarado (Ibid., 86-87). Dos variedades del sorgo Durra se trajeron de Egipto a California en 1874. Otras variedades de diversos tipos siguieron llegando en las décadas restantes del siglo XIX y en la primera del actual (Ibid., 87), y entre ella y la segunda se introdujeron centenares de variedades (Ibid., 127-128).

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Existían en la Guayana francesa en el tercer cuarto del siglo XVIII |Holcus sorghum y |H. saccharatus (Aublet, 1775, 11, 932-933). Con fines forrajeros, la introducción fue tardía a otras partes. Por ejemplo, a la Estación Agrícola de Puerto Rico se introdujo entre otras gramíneas el pasto Sudán en el período 1912-1914 (Colón, D., 1948, 186).

Se ha dicho que a Colombia se trajo el sorgo de Kartún en 1909 (Pérez Arbeláez, 1947, 112). Zuleta llevó desde Ibagué a la Escuela de Agricultura de Medellín en 1918, el pasto sudán, que no se adaptó bien (Zuleta: RHA, 1919, 3: 641). Se ignora cómo llegó a Ibagué.

En 1929 se empezaron a propagar en la recién fundada Estación Agrícola de Palmira, dos variedades de millo, una de ellas la egipcia forrajera llamada Feterita. En 1930 la otra variedad había sido cosechada ya, y se hacían ensayos para utilizarla en la fabricación de escobas. No se indica en la fuente el lugar de procedencia de las semillas (Durán Castro: Molina Garcés, 1930, 49-50). Posteriormente se han introducido otras variedades.

La Secretaría de Agricultura del Valle en su Campaña de Pastos y Forrajes, por los años de 1943 y siguientes, también propagó Y diseminó algunas variedades.

 

000 -- |Coix Lachryma-Jobi L..

(Véase numeral 007).

 

242 -- |Agrostis alba L..

Agróstide.

Sólo aparece mencionado en Estados Unidos en 1807 (Piper, 1914, 171). Se ignora cuándo fue traído a los Andes equinocciales.

 

243 -- |Bromus inermís Leys., var.

Triguillo, bromo.

Este pasto, originario de Hungría y de Rusia, aparece mencionado por primera vez en 1769 (Ibid., 196) y se introdujo a Estados Unidos antes de 1889 (Klose, 1950, 108; 114). Se trajo a los Andes equinocciales hacia mediados del siglo XIX (Camacho Roldán, 1923, 82).

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244 -- |Chlorís gayana Kunth.

Pasto Rhodes.

En 1903 se introdujo a Estados Unidos desde cerca de Ciudad del Cabo (Klose, 1950, 128).

Este autor dice que ello ocurrió en 1909 (Klose, 1950, 128). De Norte América pasó al Brasil el año siguiente. Australia también despachaba semillas desde 1911 (Correa, 1926, 1, 541).

Decía en 1916 José Domingo Sierra S.: "Quiero decir unas pocas palabras acerca de un nuevo pasto no conocido aun en este Departamento [Antioquia]. Llámase este |chlorís abisinica o pasto rojo, nombre este último que le fue dado por el cura de S. Antonio en Cundinamarca, según nos refiere D. Antonio Lozano en sus espirituales escritos de propaganda de tal pasto, por ser este introducido y propagado por un hacendado liberal. Pasto rojo siguió llamémdcse a contentamiento de los rojos de aquella comarca. Yo hice pedir algunas semillas al Sr. Lozano por conducto de D. Eusebio A. Jaramillo, las que fueron despachadas gratis y a vuelta de correo" (Sierra, S., 1916).

En Panamá lo hubo al fundarse los Jardinas Experimentales de Summit (CZG, 1924, 8).

Consta que en 1929 se hicieron en la Estación Agrícola de Palmira semilleros con semilla obtenida en el país y traída de la Argentina (Molina Garcés, 1930, 47). En 1936 ya estaba perfectamente adaptado a las condiciones de la plana del Valle del cauca (García Vásquez, 1936, 29).

 

245 -- |Cynodon dactylon (L.) Persoon.

Argentina, pasto Bermuda.

A propósito de los usos medicinales de los rizomas de esta especie, véase el capítulo sobre plantas medicinales, página 403. Pasto de Bahama había en Trinidad, aunque no parecía introducido ex-profeso, afines del tercer cuarto del siglo XIX (De Verteuil, 1884, 78; 405). A Estados Unidos se introdujo en 1890 (Klose, 1950, 99).

Ya a mediados del mismo siglo la "grama dulce" se había establecido tan bien, que si no se cohibía su propagación, ahogaba a cualquiera otra planta en la costa norte del Perú (Spruce, 1864, 41).

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Se atribuye la introducción del pasto de Bermuda al Valle del Cauca, al señor Gonzalo Córdoba. No se indica el año de Introducción, pero debió ser antes de 1904 en que falleció aquél hijo y servidor del Valle (Arboleda, 1926, 181). Para 1912, se estaba propagando en la cuenca del Cauca (García, E., 1945, 264). Por lo visto todavía no se había hecho manifiesta su característica capacidad de invasión..

No se ha podido hallar explicación para el nombre "argentina" con que se ha conocido en el occidente colombiano el Cynodon, como no sea que se le atribuyese su origen, o que en realidad haya venido, de la gran república sureña. Pero allá los nombres que recibe son "diente de perro", "gramilla colorada" (?) "gramilla del tiempo" y "pata de perdiz" (Correa, vol. cit., 530).

 

246 -- |DactyIis glomerata L..

Pasto azul, orchoro.

de Inglaterra, se menciona en los Estados Unidos por primera vez en 1760 (Piper, 1914, 177; Klose, 1950, 7). Se ignora cuándo llegó a los Andes equinocciales (Ospina, T., 1913, 122). En Colombia sólo se hace alusión a él en el siglo actual (Uribe Uribe, 1908, 1, 24).

 

247 -- |Festuca elador L..

Cañuela alta.

la primera referencia histórica es de 1747, en Suecia (Piper, op. cit., 204).

 

248 -- |Lolium perenne L..

Rye-grass inglés.

249 -- |Lolium multiflorum L..

Rye-grasa italiano.

Estas gramíneas que sólo se cultivan en los Andes equinocciales en las tierras frías, se mencionan la primera en el siglo XVII y la segunda a mediados del XIX, en Inglaterra y en la región del Mediterráneo, respectivamente (Ibid., 211, 215-216). Tampoco hay datos sobre su introducción a la Gran Colombia, aunque quizá ocurrió a fines-del XIX (Uribe Uribe, 1908, I, 24).

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250 -- |Melinis minutiflora Beauv..

Gordura, yaraguá gordura.

251 -- |Hyparrhenia rufa (Nee) Stapf.

Faragua, puntero.

Se estudian en conjunto estos dos, por la confusión que reina' un tiempo sobre su legítima identificación. Decía Leonardo Tascón: "Yaraguá: En el Valle, como en toda Colombia, llamamos yaraguá al pasto gordura ( |Melinis minutillora), en vez de llamar así al |Andropogon rufus, que es el verdadero yaraguá" (Tascón, L., 1935? 286; -----, 1961, 387).

Aunque comúnmente se admite la tardía introducción de ambas especies al occidente colombiano (véase adelante), por lo menos el |Hyparrhenia existía en la Nueva Granada desde la época colonial, como se deduce del siguiente pasaje del historiador José Manuel Restrepo: "En la Nuera Granada se cultivan [1851] tres hermosas gramíneas como pastos artificiales. La más antigua llamada Punteno (sic), se dice fue traída de los Llanos de Casanare Y cultivada en Sogamoso, Hacienda de la Compañía por los Jesuitas, desde antes de su primera expulsión en 1767, es decir, que se plantó hace un siglo. La dehesa vulgarmente llamada Potrero, existe aún cubierta del pasto que se renueva cada año al tiempo de las lluvias creciendo tan alto que oculta los ganados y caballerías. Sin embargo de la bondad y abundancia de esta gramínea, ninguna otra persona lo ha cultivado; sólo existe la dehesa expresada que es de regular extensión plantada con ella, donde se mantiene doble o triple número de yeguas, ganados, del que podría alimentar aquel mismo terreno cubierto con los pastos naturales" (Rostrepo, J. M., 1963, II. 412-413).

A pesar de que las referencias consultadas concuerdan en atribuír la introducción de ambas especies de pastos al general Rafael Uribe Uribe, que cuando estuvo en el Brasil como ministro de Colombia, envió de allá en 1907 sendos paquetes de semillas, cabe advertir que del contexto del artículo escrito por el propio general Uribe, se deduce que lo que él envió fue una variedad de |Melínis, llamado "capim vermelho" o rojo, que ya había sustituído en Goyaz al antiguo "capim gordura" (Uribe Uribe, 1908, II, 239241). Desde 1891, los hermanos Peckolt mencionan dos variedades de "capim gordura" o "capim de Frei Luiz", una de tallos con nudos rojizos, otra con tallos verdeclaros, una olorosa, otra no tanto (Peckolt, 1891, 452-454). El rojo, pues, fue el enviado por el general Uribe, quien en su nota de 10 de marzo de 1907 escrita en Río de Janeiro, dice: "A ello [la diversificación del cultivo de pastos] deseo contribuir con la propagación del yaraguá, de que hoy empiezo a mandar semillas

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dentro de mi correspondencia, a falta de convenciones postales para el envío de paquetes por correo" (Uribe Uribe, vol. cit., 241; -----, Boletín de Agricultura Sociedad Nacional de Agricultura de Costa Rica. Año III, San José, 1° de noviembre de 1909, pp. 584-586). El predominio del nombre yaraguá para |Melinis pudo deberse a que |Hyparrhenia -quizá también introducido allí en la misma época -no se adaptó bien en Antioquia, y la gente prefirió el primero, a pesar del "olor de gallinazo" (Uribe Uribe, loc. cit., Zuleta: RHA, 1919, 34: 640). El |Melinís se llevó en 1912 a Amalfi, en el bajo Cauca. donde se dio muy bien (Sierra S., 1916, 8-9). La influencia que ha tenido en la ocupación de grandes áreas en Colombia ha sido tremenda (Parsons, 1949, 133-135; Ospina Vásquez, 1955, 354).

Como en la fosa central del Cauca los ganaderos fueron por lo general renuentes al cultivo de pastos artificiales distintos del para y la guinea, el gordura, bajo el nombre de yaraguá, primero, y el |Hyparrhenia, como puntero o Faegua, después, sólo empezaron a difundirse en época relativamente reciente. Los colonos antioqueños tienen predilección por ambos para los terrenos ondulados o faldas de las cordilleras que miran a la plana central, donde otras gramíneas más exigentes no prosperan bien.

El gordura fue importado a Estados Unidos desde Angola por el Departamento de Introducción de Plantas, en 1913 (Correa, 1926, 1, 568). Por el mismo tiempo llegó a Puerto Rico (Colón, D., 1948, 186).

 

252 -- |Panicum maximum Jacq..

Guinea, india.

El pasto de Guinen se conoció en Jamaica como tal antes de 1756 (Long, 1774, III, 767), y según otros desde 1745 (Swabey, 1949, I, 64; Parry, 1956?, 31), en Guadalupe antes de 1786: en Dominica antes de 1791, y en Cuba en 1864. De acuerdo con Trimen, sin embargo dicho pasto fue introducido a Jamaica en 1774 desde el Africa ecuatorial occidental por John Ellis, para utilizar la semilla como alimento de ciertos pájaros que había importado. De Jamaica pasó a la India en 1808. En los Estados Unidos ya crecía hacia 1813 en Natchez, Mississipi. Por otra parte, Browne dice que en Jamaica se cultivaba ya a mediados del siglo XVIII; y Swartz, que lo sigue, añade que procedía de Africa (Piper, 1914, 254-255). A ambos autores los cita De Candolle, y asimismo a M. Doell, quien en la Flora Brasilica habla de muestras de herbario procedentes de Nueva Granada (De Candolle, 1883, 92, 93).

Todo lleva a creer que esta gramínea se difundió rápidamente por el área circuncaribe, desde principios del siglo XIX, y en ciertos casos de modo involuntario, pues su semilla es muy pequeña, liviana y

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prolífica. Se atribuye la introducción de la guinea a Nicaragua, al señor Gregorio Bolaños (Levy, 1873, 186). En Trinidad ya estaba naturalizada en algunos lugares, y se conocían dos clases (Cruger: De Verteuil, 1884, 405, 412). Era también común en Panamá a mediados del siglo XIX (Simonds, 1854, 521-522).

Un autor afirma que a la Nueva Granada fue introducida la guinea desde 1797, junto con la caña de Tahití, desde Jamaica (Restrepo, J. M., 1963, II, 413). Aunque añade que parece el cultivo intencional empezó en la provincia de Neiva de 1820 a 1825 (loo. cit.), se cree que el primer introductor a la región de Gigante y Campoalegre fue el español doctor Agustín Santos de Mendibil, en 1806 (Charry, 1922, 60). Otras fuentes dan fechas más tardías para la introducción de este pasto a diversas provincias de la Nueva Granada: a Antioquia en 1825 (Ospina Rodríguez: RHA, 1913, 471), o en 1830-1840 (Restrepo Euse, 1903, 159), o a mediados del XIX (Zuleta: RHA, 1919, 2: 640; López de Mesa, 1934, 103; Ospina Vás, quez, 1955, 190-191 y notas); a Cundinamarca, hacia 1845 (Camacho Roldán, 1823, 119; -----, 1892, I, 649; 580).

Dice Belisario Palacios que poco después de 1808, en el lado oriental del hospital de Cali, había un solar sembrado de guinea (Palacios, 1893, 57). Según otra versión fray Fernando Cuero Y Caycedo trajo en 1825 o 1830 a su hermano José María, para la hacienda de Mulaló, las primeras semillas desde Cartagena (Mario de Caicedo L., 1948).

En 1853 había guinea como pasto artificial cultivado, con el pará, en la hacienda de Chaquiral, en los actuales límites de los municipios vallecaucanos de Zarzal y La Victoria; el ganado de ceba se echaba, a los 3 o 4 años de edad, a engordar en potreros de guinea durante seis meses antes de darlo al expendio (Holton, 1857, 398). Por consiguiente, la introducción debió ser anterior. En 1864 el señor Eder hizo sembrar potreros de este pasto en Palmiro (Eder, 1859, 88, 210). Era preferido para potreros en. el norte de la artesa central, do clima más seco que la porción sur (Schenck, 1953, 56; Peña, 1892, 19, 99). Se consideraba apto para la cría de. vacunos, potros y muletos (García, E., 1945, 264; Tascóm L., 1935? 163).

Medardo Rivas proponía lovantar una estatua a quien Introdujo la guinea a las "tierras calientes" de Cundinamarca; pero no sabía quien había sido. Oyó decir que en Santa Marta lo había introducido don Joaquín de Mier y sabía de cierto que las personas que primero se aprovecharon de él fueron los señores Constantino Guarnizo, de La Mesa, y Antonio Toledo, padre, de Tocaima (Rivas, 1899, 35; Febres Cordero, 1950, 186). Otra fuente indica la existencia de matas en vasijas cuidados en Guaduas hacia 1832 (Samper, 1925, I, xxv; 282). De todos modos, cuando en 1881 el Dr. Crévaux subió por el Magdalena para atravesar la Cordillera Oriental hasta salir al Ariari y por éste y el Guaviare al Orinoco, vio que los antiguos bosques de Ambalema, Guataquí y Purificación habían sido destruídos para

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sembrar ese pasto, al cual él llama "guineo". De los habitantes de Purificación dice que parecían haber jurado quemar hasta el ultimo árbol para hacer potreros (Crévaux: LTDM, 1882, XLIII, 234-235).

En 1854 la guinea florecía en el Caquetá a los dos meses de sembrada (Albis, 1936, 32).

A mediados del siglo se había difundido ya en los Llanos orientales (Restrepo, E., 1870, 59; 297).

Se atribuye la introducción de la "saboyas o "india" el Huila al altamirano Elías Díaz (Charry, 1922, 18).

Se dice que la "india" fue introducida a Colombia hacia 1857 Por Mr. Henry Plested, a quien envió las semillas desde las Indias Orientales Mr. R. S. Llingwoth [Illingworth?]. El primero de los nombrados sembró dicho pasto en su finca "Buenavista", en Santa Ana, Tolima. De ese departamento introducirían la "india" a Antioquia Lucio y José Domingo Restrepo (Zuleta: RHA, 1919, 2: 640; López de Mesa, 1934, 103). No se sabe en qué fuente se apoya Zuleta para hacer la afirmación. Aunque muchas veces las plantas han dado vueltas increíbles para llegar a un país, no parece necesario que esta variedad africana -como todas las de Panicum maximum- hubiera necesitado ir primero a la India para de allá venir a Colombia. Recuérdese el pasaje de Piper citado atrás, según el cual la guinea fue llevada de Jamaica a la India en 1804. Pero también puede ser que una de las decenas de variedades de guinea de que se tiene conocimiento haya llegado a Colombia en la forma indicada por Zuleta. Pasto de India "una hermosa y rica variedad de guinea", había en el Meta en 1870 (Restrepo, E., 1870, 297).

En 1892 en Cundinamarca entre los pastos más conocidos y aceptados estaban la India o Saboya y la guinea (Sáenz, 1892, 28-29), identificando las dos primeras como una sola, que ahora se, consideran en el occidente colombiano tipos diferentes. India había en el norte del Valle a fines del XIX (Peña, 1892, 19).

La guinea siempre verde ( |P. maximum Jacq., var. |gongylodes) la introdujo quien escribe a Cali en 1943, de la Sección de Agrostología, Estación de Deodoro, Río de Janeiro. Se adaptó muy bien en el Valle del Cauca. La Campaña de Forrajes de la Secretaría de Agricultura la distribuyó profusamente, y de ello queda constancia en informes oficiales (Patiño, 1945, 42, 44; Kuri, 1948, 45).

 

253 -- |Panicum purpurascens Raddi (= |P. b arbinode Trin.).

|Pará, paja de Páez, etcétera.

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Revollo califica como barbarismo la expresión "paja-Páez" que utilizan en la costa atlántica para referirse a este pasto, siendo lo correcto decir "paja de Páez". Explica que se llama así porque se le atribuye al general Páez la traída del pará a Venezuela, de donde pudo haber pasado a Colombia (Revollo, 1942, 193-194). El historiador José Manuel Restrepo, a quien suele atribuírsele la introducción de este pasto en la Nueva Granada (Marroqum: RHA, 1913, 428; -----: Mesa Ortiz, 1916, 1, 86; Restrepo, J. M., 1952, I, ix), en su dos veces citado artículo sobre los pastos artificiales, asevera: "El tercer pasto es el Pará, introducido en 1851. Parece por el nombre que traerá (sic) su origen del Brasil. El primero que dio notica de él en la Nueva Granada fue el General Carlos Soublette en 1849, diciendo que había sido enviado al General Páez en 1842 por u n Almirante Francés de 'a Martinica, y que Páez io sembró en la hacienda de la Trinidad (...) El que esto escribe rogó al General Soublette que hiciera traer plantas o semillas, tan pronto como fuera posible, luego que llegara a Santa Marta donde iba a establecerse. Mas halló que el señor Joaquín Mier las había recibido de Curazao y que principiaba a cultivarse el Pará. Efectivamente de Santa Marta lo trajo en el mismo año de mil ochocientos cincuenta y uno el señor Rafael Rivas, quien lo sembró y extendió desde la Mesa a todo el valle de Neiva. El General Soublette lo envió al autor Y habiéndolo plantado en Guaduas se propagó de allí a las provincias de Mariquita y Antioquia..." (Restrepo, J. M., 1963, II, 413-414).

Medardo Rivas cuenta que su hermano Rafael trajo desde Santa Marta algunos tallos de pará plantados en cajas de madera, que regaba diariamente durante la subida del Magdalena, y que llegaron sin novedad a Bogotá. No indica el año (escribe en 1899) Le regaló estolones al señor Alejo de la Torre, quien los plantó primero en su hacienda "El Peñón", de donde se difundió el pará en los limas medios y en los terrenos humedos de Cundinamarca. Considera digno de recordar que el señor Indalecio Forero, santandereano establecido en Apulo, sembró allí una manga de este pasto (Rivas, 1899, 97). O sea, que confirma el testimonio del historiador Restrepo.

Camacho Roldán y otros hablan de la introducción en 1850, sin indicar los nombres de los introductores ni las circunstancias de la introducción; pero destacando el valor económico que desde un principio adquirieron el pará y la guinea en la diversificación de la producción económica, a raíz de la quiebra del tabaco de Ambalema (Camacho Roldán, 1923, 83; 119; 181; -----, 1892, I, 649, 580; Nieto Arteta, 1942, 291). Aun personas de viso se dedicaron a cultivar este pasto y la guinea en tierras calientes del Magdalena (Samper, 1925, 1, xxv; 282). Era el pará muy conocido y usado en Cundinamarca ya en el noveno decenio del siglo XIX, y se recomendaba para sitios húmedos y cenagosos (Sáenz, 1892, 28-29).

Si la introducción se hizo en 1851 -como se deduce de la afirmación de Restrepo- la difusión en el territorio colombiano debió ser

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extraordinariamente rápida, supuesto que ya en 1853 se cultivaba, junto con la guinea, como pasto "artificial", o sea propagado intencionalmente, en la hacienda "Chaquiral" del norte del Valle del Cauca (Holton, 1857, 398). De entonces en adelante, la propagación fue intensa (Eder, 1959, 88; Schenck, 1953, 56; Peña, 1892, 19; 99).

Zuleta da distintas versiones sobre la llegada del pará a Antioquía. Afirma que en la hacienda "Túnez" (no indica dónde quedaba ubicada) se sembró la primera cuadra (no dice tampoco en qué año) que de esa yerba hubo en el departamento de la montaña. Los estolones originarios habrían sido llevados desde Bogotá (?) por los señores Vicente B. Villa, Marco A. Santamaría y Nazario Lorenzana (Zuleta: RHA, 1919, 2: 759). Si el introductor al país fue el historiador Restrepo, que era antioqueño, quizá se interesaría en que una adquisición como esa se conociera pronto en su tierra natal, como lo afirma él mismo. Los datos de Zuleta parecen referirse a una época tardía, pues los primeros introductores habrían sido Julián Vásquez Calle, Vicente B. Villa y Manuel Vélez Barrientos (Ospina, R.: RHA, 1913, 471). Se solía sembrar de tapado (Ospina, T., 1913, 123). Tuvo mucha importancia económica en Antioquia (Ospina Vásquez, 1955, 190-191; 447), a partir de la década 1830-1840 (Restrepo Euse, 1903, 159).

A Cúcuta habría introducido el pará antes de 1875 el señor Vicente Galvis (Febres Cordero, 1950, 186).

En 1867 había ya grandes extensiones plantadas de este pasto en Cabrera y alrededores, cerca de Maracay, pues en Venezuela se adaptó bien, hasta en terrenos secos (Michelena, 1867, 79).

También en los llanos de Casanare y Meta era ya conocido en la sexta década del mismo siglo (Restrepo, E., 1870, 59; 90; 297).

Como quiera que sea lo que haya ocurrido con la introducción del pará, se atribuye a este pasto, según el mismo nombre lo indica, origen brasileño. Pero en el Brasil lo llaman "capim de planta" y a veces "capim de Angola", aunque éste no es el verdadero pará sino lo que en el occidente de Colombia, y quizá en toda ella, se llama "janeiro" ( |Eriochloa spp.). Está tan poco estudiado el tema de las gramíneas forrajeras en América ecuatorial, y los escasos datos que hay se repiten de unos autores a otros sin examen y crítica, que la historia de estas plantas se dificulta enormemente.

Se ha dicho que el pará llegó a Tampico, Méjico, desde Cayena, en 1856-1857, y de Cuba parece que so hizo una reintroducción a Tabasco en 1872 (Itie: RSMHN, 1939; 29-30).

A Nicaragua lo habría llevado el señor Leandro Zelaya (Levy, 1873, 186).

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Page 428: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

 

254 -- |Pennisetum clandestinum (Hochst.) Chiov..

Kikuyo.

"En 1928 don Félix Restrepo, residente en Bogotá, leyó en el |Times de Londres una noticia acerca de este pasto, del cual se decía que había sido hallado en Africa; que es muy nutritivo; que lo comen con avidez los animales; que es muy resistente a la pezuña del ganado, y que soporta grandes calores y sequías. El autor de tal noticia ofrecía enviar a quien se las pidiese semillas de dicho pasto, gratuitamente. De acuerdo con don Marcos Jaramillo, el señor Restrepo escribió al autor de la referida noticia y semanas después recibió unos estolones de kikuyo, perfectamente secos, pero sanos. Una parte de esos estolones los llevó el señor Jaramillo a Ibagué y fueron sembrados a inmediaciones de la ciudad, en la hacienda de |El Horizonte, la cual ha venido a ser el semillero del kikuyo del Tolima. El mismo señor Jaramillo llevó luego estolones a Santa Rosa de Cabal y a Popayán, ciudad esta última donde los regaló a don Guillermo Valencia y en cuya región el kikuyo se ha propagado con el nombre de "pasto Valencia". En varias partes de la Cordillera Central tolimense existen ya potreros de esta yerba (...) Los más importantes se hallan en el Valle del río Hereje, región de Herrera, municipio del Chaparral..." El nombre del pasto lo han corrompido los campesinos en las formas "cocuy" y "cucuy" (París Lozano, 1946, 227). También se ha hablado de una introducción desde Kenya (Fals Borda, 1957, 180).

Hasta ahora no se conoce otra versión sobre la llegada del kikuyo a Colombia. Dicho nombre, aplicado a la especie |P. clandestínum descrita por Chiovenda desde 1903 (Annuar. Ist. Bot. Ro ma, VIII, 41, t. V, fig. 11), apareció por la primera vez en una nota preliminar en la cual se anunciaba la introducción de esa yerba al cultivo en la Estación Botánica de Groenkloof, Pretoria, Africa del Sur, en el Informe al Departamento de Agricultura de la Unión Surafricana, para 1910-1911, p. 241. En 1925 se había propagado artificialmente por medio de rizomas, en Sur Africa, Australia y Nueva Zelandia (Stapf: KB, 1921, 85-93; Watt: KB, 1925, 403).

Los primeros estolones llegaron del Africa del Sur (aunque el pasto es nativo de Kenya), a la isla de Madagascar, en 1924, mediante la iniciativa de un granjero de Antsirabé. Llegó a buen tiempo, para sustituír la"raketa" (Opuntia), principal forraje de la isla, que estaba siendo aniquilado por una plaga introducida el año anterior desde la isla de Mauricio (Francois E.: RBA, 1930, 287-292).

A Puerto Rico llegó en 1912-1914 (Colón, D., 1948, 186). Otro autor dice que ello ocurrió en 1923, y que el envío lo hizo el Departamento de Agricultura de la Unión Surafricana (Fernández García, 1924, 4).

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Page 429: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

 

255 -- |Pennisetum purpureum Schum..

| Napier, elefante, gigante.

La yerba de los elefantes africanos parece que solamente fue sometida a cultivo después de 1905, y fue introducida al Brasil en 1921 (Correa, 1926, I, 552-553). A la Estación Agrícola de Puer to Rico había llegado desde 1912-1914 (Colón, D., 1948, 186). Otros dicen que sólo desde 1922 (Fernández García, 1924, 3-4). En 1923 se habían introducido 3 clases de napier en Summit (CZG, 1924, 7-8), promoviéndose la industria lechera en el Istmo (Ibid., 1937 (1939), 13).

Este forraje llegó, con el pasto de Guatemala o gamagrama, de la Estación Insular de Río Piedras, Puerto Rico, a la Agrícola de Palmira, en marzo de 1929 (Molina Garcés, 1930, 48). De Palmira se diseminó por toda Colombia.

Una forma de elefante, de tallos muy leñosos y de porte elevado, recibe en el occidente de Colombia el distintivo de "gigante". Hasta cinco tipos diferentes se habían introducido y se cultivaban en el Valle para 1945, en que se llevaron todos a la Estación del Calima (Patiño, 1947, Mem., 22).

El 29 de marzo de 1949, de regreso de su viaje a Centro América, el doctor Ciro Molina Garcés trajo a Cali en su valija unas cepas del napier híbrido N° 4, procedentes de la Estación Agrícola de El Salvador. Se envió en agosto 31 a la Granja de Palmira, hacienda "El Trejito" y puesto agrostológico de Bugalagrande, y en septiembre 4 al Bajo Calima (Patiño, Mss.). Sa ignora la suerte que posteriormente haya corrido este pasto, apto para pastoreo, cuya multiplicación y difusión quedó a cargo de la Campaña de Forrajes de la Secretaría de Agricultura del Valle.

Quien escribe trajo de la Estación de Mayagüez, Puerto Rico, unos tallos del pasto Merkeron, forma de elefante. Fueron entregados a la Estación de Palmira en los primeros días de diciembre de 1957 (Carta de dio. 6;!57). (Véase Apéndice III).

 

256- |Phalaris arundinacea L..

Alpiste.

(Véase capítulo II, entre numerales 004 y 005).

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Page 430: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

A mediados del siglo XVII se conocía alpiste en el Perú, aunque el uso era muy limitado para alimento de pájaros (Cotio, 1956, I, 410; Anónimo, 1958, 52). Esto se refiere a las especies |P. Minor Retz y |P. canariensis L., que todavía se hallan en Perú y Bolivia (Hitchcock, 1927, 419).

En cambio, el alpiste sólo empezó a mencionarse en los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX ( |Piper, 1914, 230).

 

257 -- |Phleum pratense L..

Timoteo, timothy.

Conocido en los Estados Unidos desde mediados del siglo XVIII (Piper, op. cit., 12.3-124). Se ignora cuándo llegó a Colombia Qui zá a fines del siglo XIX o a principios del actual.

 

258 -- |Poa pratensis L..

Pasto azul de Kentucky.

Se encuentra en las mismas condiciones que el anterior (Piper, op. cit., 161; Klose, 1950, 7). Se menciona en la primera década de la centuria actual (Uribe Uribe, 1908, I, 2.4; Ospina, T., 1913, 122).

 

259 -- |Digitaria decumbens Stent.

Pangola.

Esta es una de las últimas aportaciones de gramíneas forrajeras hecha.; a Colombia. Su introducción tuvo lugar hacia 1950 (Varela M., 1959, 186). Según otra referencia, "el pangola fue imbortado a Colombia desde Estados Unidos por ganaderos de elevada visión económica y gran espíritu público(... )El pangola llegó y se cultivó primero en Antioquia y de ahí pasó a otras regiones del país, entre ellas al Valle, en donde hubo también importación directa de semillas del exterior. Nos llamó la atención desde un principio porque poseía cualidades nunca presentes en tan completa forma en cualquiera de las gramíneas conocidas" (Marulanda C.: RAG, 1956, 14).

Quien escribe trajo de la hacienda "Canaima", cerca de Acacias, Meta, a la Sección de Forrajes de la Estación Agrícola de Palmira, a mediados de 1955, algunos tallos de este pasto.

430

Page 431: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

 

260 -- |Brachiaria brizantha (Hochet.) Stapf. 261 -- |Brachiaria spp.. 262- |Ischaemum aristatum L.. |Ischaemum SI.

Piano grass.

Toco.

000 -- |?

| Nadi blue.

|B. brizantha fue enviada a la estación agronómica de Santiago de las Vegas, Cuba; en 1920, por C. V. Piper, agrostólogo del Departamento de Agricultura de Washington, quien recibió semillas de B. Harrison, de Burringbar, Nueva Gales del Sur, y del Rev. Vanderyst, de Kisanthu, Congo belga. El pasto es africano, y se encuentra desde Abisinia hasta Natal (Calvino: RACT, 1922, 4; -----, 1952, 94-97).

Dice el agrónomo Guillermo Ramos Núñez en una carta, refifiéndose a la Estación Agrícola de Palmira: "El 2 de mayo de 1953 regresé de las Antillas; asistí al 8º Congreso de Tecnólogos Azucareros que se reunió en Jamaica, Barbados, Trinidad y Guayana Británica (...) El mismo día sembré en el jardín de mi casa cuatro variedades de pasto que obtuvimos en Trinidad con el Ing. Agr. José Vicente Arboleda que también asistió (...). A pesar de que fueron unos pocos talllitos y cepas, todos brotaron muy bien. Cuando hubo suficientes tallos los entregué a la Sección de Forrajes para Su propagación y observación. Todos se han desarrollado muy bien y los dos primeros, que ya se han repartido, son muy promisorios. Aun están en su mismo sitio de mí jardín las cepas por lo menos de las Brachiarias, pues por su gran desarrollo y de vecindad de siembra destruyeron el Toco y el Nadi" (Ramos Núñez, oct. 11 de 1956, carta al autor).

|Brachiaria ruziziensis Germain & C. Evrard y |B. decumbens fueron introducidas hace pocos años.

|Ischaemum anagustifolium (Trin.) Hack- "bhabur grass", había sido introducido a Trinidad a principios del presente siglo (Hart, 1902, 9).

De Trinidad se llevó a Martinica en 1950 (Stehélé, 1956, 69, 1. aristatum, "piano grass".

 

|MUSÁCEAS.

 

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Page 432: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

000 -- |Musa spp..

(Véanse los numerales 096, 096-x, 096-b, 096-c, 096-d, 097 en el capítulo VI).

No se menciona el uso del plátano, y especialmente del banano, por su fruto, ya sancochado, ya crudo, en la alimentación de gallinas y cerdos, pues esto no es más que una prolongación del uso humano a ciertos animales. Pero sí cabe destacar el papel de plátanos y bananos como plantas forrajeras, en especial para el ganado vacuno y principalísimamente para vacas de leche, no ya por su fruto, sino por los frondes, el pseudocaule y aun el pedúnculo de los racimos (ambos a dos llamados |vástagos en el Valle del Cauca), y por las cáscaras de los frutos. Esto en. cuanto a la planta verde, de modo usual en cualquier tiempo, pero casi obligadamente en épocas de sequía en que se agostan los pastos.

Estos usos no son privativos del Valle del Cauca ni de la época contemporánea. A principios del siglo XVII los cabritos que deambulaban por las calles de Cartagena, se alimentaban de cáscaras de plátanos (Simón, 1953, IX, 201). Pocas décadas después, las escasas vacas que había en el real minero de Barbacoas vivían de lo mismo (Rodríguez, 1684, 168). El seudocaule y las hojas se consideraban buen forraje en la Nueva Granada (Serra, 1955, 11, 12). En algunas partes daban un racimo de plátanos a los caballos, como pienso (Holton, 1857, 372); esos animales son ávidos del coule (Ibid., 87). Recuérdese que durante las expediciones enviadas desde el Perú hasta la isla de Tahití y vecinas, a fines del tercer cuarto del siglo XVIII, se habla reiteradamente del embarque de tallos de plátanos, para alimentar con ellos al ganado que se consumía a bordo durante la travesía de cerca de dos meses.

En Indochina, las plantas que ya han dado fruto se utilizan como forraje de cerdos: los tallos se cortan en rodajas que se pilan y cuecen; a veces se agregan quebraduras de arroz (Quesnel: JAT, 1905, V, 314). Los chaggas, del Kilimandiaro, usan el plátano como forraje, lo mismo que en las Canarias (Simmonds, 1966, 271; 272). En el Paraguay se obtuvieron buenos resultados con el pseudotallo del banano para alimento de cerdos. Las gallinas devoran inclusive las plantas vivas hasta las raíces, a falta de otro forraje (Bertoni: JAT, 1905, V, 188). Como usado para vacas lecheras en Costa Rica, lo menciona otro autor de 1909 (Van der Laat: JAT, 1909, IX, 195).

 

MORÁCEAS

 

000 -- |Ficus carica L..

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Page 433: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

(Véase numeral 101).

Cuando por su abundancia los higos se echaban a perder en Arequipa, se daban a los cerdos para engorde (Rivero y Ustdriz, 1857, li, 230).

 

263 -- |Morus nigra L..

Moral.

264 -- |Morus alba L.,

Morera.

El moral fue introducido a España por los árabes y cultivado allí para sostener una próspera industria sericícola (Abu Zacaria, 1802, I, 2,89-292; Navarrete, 1954, 1, 63-64; Herrera, G. A., 1818, 11, 270-274; Colmeiro, 1853, I, 183; 11, 84; Font Quer, 1962, 117-120), y aun se utilizó corno medicina (Flückiger and Hanbury, 1879, 544-546).

La morera llegó al sur de Eurcpa más tardíamente que el primero (Colmeiro, 1863, 11, 361-362; Font Quer, op. cit., 120-121).

A mediados del siglo XVI ya se había implantado la morera en las Indias (Gómara: Vedia, 1946, 1, 394), por lo menos en Méjico, donde la industria de la seda adquirió inusitado esplendor (Puente y Olea, 1900, 427; 443; Haring, 1939, 159-160), especialmente en La Mixteca (Acosta, 1954, 127; Vázquez de Espinosa, 1948, 169; Cué Cánovas, 1960, 80; 358; Cobo, 1891, II, 402; -----, 1956, II, 467, 468).

Otras tentativas se hicieron en diversas partes del dominio español en América, como en la isla Española, a donde el gusano se introdujo en 1505 (Puente y Olea, op. cit., 443).

Las ordenanzas laborales de Mérida de 1620 prohiben usar indios en obrajas de seda (Gutiérrez de Arce, 1946, 1170), lo que indicaría que por lo menos hubo la intención de establecer la industria.

Desde fines del siglo XVI se habla de moreras en el Nuevo Reino (Vargas Machuca, 1599, 144), aunque sólo en el período republicano se hizo un intento en Antioquía de producir seda (Camacho Roldán, 1892, I, 613-618; 1893, II, 386-387; Arboleda, 1926, 566; parsons, 1949, 110-111; 125-126).

En Quito todavía no se cultivaba en 1573, aunque se pensaba que se daría bien (1. de la Espada, 1881, 1, 5).

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Page 434: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

También en el Perú se cultivó morera, traída de Méjico (Cobo, 1891, 11, 401-402; -----, 1956, 1, 402-403), pero no se perseveró en ello, dice alguno que porque al que lo quiso hacer le iba mejor meterse de pulpero (Calancha, 1639, 66). En el período republicano se intentó revivir la industria, y se repartieron estacas de la planta en Huánuco (Rivero y Ustáriz, 1857, 11, 191).

La colonia japonesa del Brasil creó la industria de la seda y cultivó morera en grande escala (Normando y Gerbi, 1943, 38). Más datos podrán verse en el numeral relativo al gusano de seda en el último volumen de esta obra.

 

URTICÁCEAS.

 

000 -- |Boehmería nivea Hcok et Arnott.

Ramio.

(Véase numeral 184).

En los últimos 15 años se ha venido usando en pequeña escala como forraje de cerdos.

 

POLIGONÁCEAS

 

265 -- |Rumex crispus L.

|Romaza, lengua de vaca.

Se ha afirmado que del Perú llegó al Valle y de aquí a Bogotá (Pérez Arbeláez, 1947, 121).

 

266 -- |Fugopyrum esculentum (L.) Moench..

Trigo sarraceno, alforfón.

La introducción de esta especie pudo tener lugar durante la ocupación española (Pérez Arbeldez, 1947, 233).

 

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Page 435: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

CESALPINÁCEAS

 

267 -- |Ceratonia siliqua L.

Carob, caroba.

Algarrobo del Mediterráneo.

Esta especie era conocida en España desde la dominación árabe (Abu Zacaria, 1802, 1, 246-248; Font Quer, 1962, 350-351).

Se introdujo en 1854 a los Estados Unidos (Klose, 1950, 53).

La primera introducción de esta especie al Valle del Cauca se debe al doctor Ciro Molina Garcés. No se conserva constancia sotire la fecha de introducción y procedencia de la semilla; el árbol matriz se encontraba hasta hace pocos años en la entrada de la casa de aquel gran vallecaucano, construida en el barrio de Granada de Cali hacia 1930. Pero fue talado.

Una empresa enlatadora del Valle del Cauca trajo semillas para una plantación cerca a Tuluá, donde los árboles emriezan a florecer. Otros ejemplares jóvenes existen en el Centro de Investigaciones Cafeteras de Chinchiná.

 

PAPILIONÁCEAS

 

000 -- |Lupinus srp..

Altramuz, chocho.

Ya se ha estudiado en el numeral 009, capítulo II. Por ser tóxico cuando está en floración, es forraje peligroso, aunque de alto valor proteínico Se trabaja en la creación de tipos inocuos (Schwanitz, 1966, 61-75).

 

268 -- |Medicago sativa L..

Alfalfa; mielga; alcacer.

Del Cáucaso y de la Media, fue introducida y cultivada tempranamente en la península ibérica a partir de la dominación

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árabe (Herrera, G. A., 1819, III, 106-107; 111; Font Quer, 1962, 367-368; De Candollo, 1883, 81-82; Haudricourt et Hédin, 1943, 167; Schwanitz, 1956, 87; 154-155).

Había alfalfa en Costa Rica en 1562 (Fernández, 1883, III, 15).

También se conocía en las Antillas menores a mediados del siglo XVII (Du Tertre, 1958, II, 80).

No se han hallado menciones de la alfalfa en el reino de Quito ni en la Nueva Granada en los primeros dos siglos de la colonia; pero es probable que fue introducida muy temprana. En la segunda mitad del siglo XVIII todavía no la había en Marinilla, Antioquia (Robledo, E., 1954, II, 172).

En la sabana de Bogotá el cultivo de la alfalfa debe haber em-pezado también en la dominación española; pero las primeras referencias conocidas son de la época de las guerras libertadoras. Viajeros europeos dicen haber visto esa forrajera cultivada comúnmente bajo irrigación (Boussingault, 1900, III, 77; Hamilton, 1955, 1, 134).

En el Valle del Cauca, a partir de 1929 en que se hizo un ensayo de aclimatación en la Estación Agrícola de Palmira (Molina Garcés, 1930, 46-47), se ha venido cultivando en pequeras parcelas por algunos ganaderos progresistas.

Hay indicios de que se cultivaba en la altiplanicie de los Pastos en las postrimerías de la dominación española, pues en 1800 se dispuso en Pasto que la alfalfa pagase diezmo, del cual estaba antes excluída (Sañudo, 1940, III, 83; Boussingault, 1903, V, 141; Herrera, L., 1893, 25).

En el Ecuador interandino la alfalfa se cultivaba desde el período colonial (Serra, 1956, II, 288). Caldas, quien estuvo en Quito en 1805, al describir las casas y hacer notar su desaseo, dice que "en el descanso de la grada es en donde se guarda en muchas casas la alfalfa que se conoce con el nombre de yerba" (Callas, 1912, 230). Había cultivos de ella en el Ecuador Ibarra y Quito (André, 1884, 825).

Quien primero trajo semilla de alfalfa al Perú fue el portugues e1 Baltasar Gago, compañero de Almagro; la sembró en una: huerta que tenía a media legua de la ciudad. La semilla procedía de Valencia. Para el tiempo en que escribía Cobo, la alfalfa se había difundido extraordinariamente, y muchos se dedicaban a propagarla en los alrededores de Lima, por el gran consumo que había de ella; los cultivos eran irrigados (Cobo, 1891, 11, 416-419; , 1956, 1, 410; 11, 301). Los datos están confirmados por otros testimonios contemporáneos y posteriores (Calancha, 1639, 407; 244; Vázquez de Espinosa, 1948, 423; Anónimo, I958, 50, 95; 133; Concolorcorvo, 1946, 105; Ruiz, 1952, I, 4; 28). La alfalfa y la caña de azúcar desalo-

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jaron al trigo en la costa central del Perú para fines de la dominación española (Cappa, 1890, VI, 185). También había alfalfares en Camaná (Vázquez de Espinosa, op. cit., 464) y en Arequipa (Cappa, 1890, vi, 58).

La alfalfa como cultivo forrajero importante sólo empezó en Estados Unidos a partir de 1854, en que se importó de Chile, aunque antes se habían hecho tentativas para cultivarla (Piper, 19I4, 306).

 

269 -- |Mellilotus spp..

Melilotos.

En el río Pastaza se daba |M. officinailis L. acarreado por las aguas desde la altiplanicie andina (Spruce, 1908, II, I59).

Esta era planta usada como medicinal en el Viejo Mundo (Font Quer, 1962, 368-369).

 

270 -- |Trífolium spp..

Carretón, trébol.

|T. pratense L. es espontáneo en Europa, norte de Africa y Asia Central; se cultivó primero en Flandes en el siglo XVI, y quizá antes. Los protestantes expulsados por los españoles cuando dominaron los Países Bajos, llevaron el cultivo a Alemania. Inglaterra también obtuvo la semilla de Fi-andes en 1633 (De Candolle, 1883, 8I-84). De las islas británicas pasó a los Estados Unidos (Carrior, I923, 155, 156; 223-224; Klose, 1950, 6-7).

Había carretón rojo en la Sabana de Bogota en el siglo XVIII (Giiii, 1955, 121), y en otras partes de la Nueva Granada más tarde (Camacho: Caldas, 1942, II, 5), aunque el nombre de Medicacgo corresponde a la alfalfa. Por lo menos una clase de carretón se dice que fue introducida a la Nueva Granada por Antonio Nariño (López de Mesa, 1934, 103; Fals Borda, I957, 180). Había trébol holandés en la Sabana en 1823. El 11-7 de mayo del año siguiente, los pocos extranjeros que vivían en la ciudad celebraron la fiesta de San Patricio, y algún trasnochador le regaló a un visitante extranjero un ramillete de trébol (Hamilton, 1955, 1, 134; 11, 127). Debió haber varias introducciones, pues a ellas se les atribuye en buena parte la mejora de la ganadería a partir de mediados del siglo XIX (Camacho Roldán, 1923, 82; Ospina, T., 1913, 122).

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Trébol a secas había en Quito entre las yerbas de los prados, según la relación de Salinas Loyola de I573 (J. de la Espada, 1897, III, 73), aunque sólo se apreciaba como ornamental (Ibid., III, cxxvi).

Ponderando Cobo la facilidad con que se dispersaron muchas de las plantas traídas por los españoles, y cómo a veces se encontraban lejos de los lugares habitados, o sea que su traslado en ocasiones fue involuntario, cuenta: "Lo cual quiero confirmar con un caso que sucedió a un vecino de esta ciudad de Lima, el cual tenía una chácara en la ribera del río que riega este valle; en la cual, por el gran cuidado que ponía en limpiar bien las semillas que había de sembrar, y porque 1_a regaba con agua sacada inmediatamente del río sin que hubiese pasado por otras labranzas, no había entrado en ella la pestilencia de las sementeras, que en es!a tierra es el trébol, de que estaba muy contento el dueño, viéndose libre de la costa en que pone a los labradores esta semilla, que tanto ha cundido en esta tierra. Pero un día remaneció toda la heredad llena de trébol. Echaba el dueño la culpa deste daño a su mayordomo, pensando se había descuidado en limpiar las semillas que había sembrado; el cual, como se descargase de la culpa que se le imponía y los dos contendieran entre sí qué podría haber sido la causa de haberse llenado tan breve de trébol la heredad, hallaron haberlo sido unas cabras que aquel año había el labrador comprado, las cuales, comiendo el trébol en otra parte, lo habían estercolado y sembrado en la chácara" (Cobo, 1891, II, 348, 347; -----, 1956, I, 378). Lo que quiere decir que esta leguminosa, hoy tan apreciada, se consideraba entonces  como una mala. yerba (Ulloa, 1944, 88). No es, pues, extraño que falten datos sobre ella.

 

271 -- |Trifolium repens L..

Trébol blanco.

Se atribuye su introducción a la Sabana de Bogo,(al general Antonio Nariño (López de Mesa, 1934, 103).

En los Estados Unidos se registró hacia mediados del siglo XVIII (Piper, 1914, 412).

 

272 -- |Pueraría thunbergíana Benth.. 273 -- |Pueraria pliaseoloides Benth..

|Kudzú.

Se cree que la primera de dichas especies sólo fue introducida a los Estados Unidos en el último cuarto del siglo XIX; pero su cultivo como

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forrajera es mucho más tardío (Piper, 1914, 563, 564). Probablemente de allá vino a Colombia.

La segunda especie la introdujo quien escribe al Valle del Cauca desde el Brasil en 1943. Quizás por este mismo tiempo o un poco antes, pudieron hacerse introducciones independientes, por distintos conductos (Patiño, 1944, 22, 44).

 

274 -- |Stizolobium deeringianum Bert., |S. aterriumum Piper & Tracy; |S. niveum (Roxb.) Ktze..

|Fríjol de terciopelo (velvet bean).

Se usa mucho en Surinam (Stehélé, 1956, 122).

Que se sepa, fue ensayado primero en la Estación Agrícola de Palmira, donde para 1936 ya se evitaba recomendarlo como cultivo de cobertura por temor de que se volviera maleza (García Vásquez, 1936, 28, 30).

 

ANACARDIÁCEAS

 

000 -- |Mangitera índica L..

(Véase numeral 135).

La pulpa del mango es consumida por varios animales domésticos. Así ocurría en la isla de Marajó (Wallace, 1939, 124-125).

APENDICE IARROZ EN EL VALLE DEL CAUCA EN EL SIGLO XVIII

 

Ilustrísimo Señor:

El Dr. Dn. Francisco Javier de Salazar, Abogado de los Reales Concejos y Reales Audiencias de Indias, como más haya lugar en derecho parezco ante V.S.I. y digo: que en virtud de tener a mi cargo el arrendamiento de diezmos de los partidos de |frisoles viejos al bolo, y del bolo a Amaime he procurado por el cobro de los frutos que en aquellos partidos se producen; y como en este estado me hubiese encontrado con la novedad de que el |arroz se resisten a pagar el diezmo, esto es a entregarme de diez arrobas una, pues sólo

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Page 440: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

quieren reducir el pago al de una por quince con el vano pretexto de que tienen los hacendados que beneficiarlo para ponerlo en perfección; siendo así que según el arancel de los diezmos que prescribe la ley Real Municipal, está prevenido que del arroz se pague el diezmo después de puesto en su perfección, con tal sólo de que vaya por él el diezmero a la casa del que lo debe, que es lo mismo que se ha acostumbrado siempre en esos territorios; ocurro a la justificación de V.S.I., para que dignándose mandar que se guarde el Real Arancel, se sirva declarar la obligación que tienen . los hacendados de pagar de diez uno el diezmo del arroz, después de puesto en perfección y limpio del mismo modo que sucede con los trigos y otros granos, que necesitan de beneficio; y mandar que se me dé testimonio del auto para que con él pueda requerir a los hacendados embarazándoles el fraude con que intentan proceder, en cuya atención

A Vuestra Señoría Ilustrísima pido y suplico se sirva proveer Y mandar según y como llevo pedido que así es de justicia que pido con el juramento necesario en derecho etc.

Otro si digo: que estando prevenido por el mismo Real Arancel al Parag. 6 que se pague diezmo del queso resisten hacerlo los hacendados de aquellos partidos por lo que suplico a V.S.I. se sirva declarar la obligación que tienen en este punto y mandar que se observe el arancel; sobre que pido justicia ut supra.-(fdo) Dr. Francisco Javier de Salazar.

Popayán y septiembre 5 de 1764.

Por presentada: en lo principal y otro si, traslado a los hacendados de los partidos que se refieren, y para que se les haga saber, y que en su conformidad comparezcan en el término de la orde nanza a usar de el derecho que les convenga bajo la pena y se. ñalamiento de estrados. Librese despacho cometido al cura vicario de la ciudad de Buga, con la facultad que se requiera y es necesaria.-(fdo) El Obispo.-Ante mi (fdo) Manuel Alonso González de Velasco, Notario Mayor.

Luego incontinenti yo el Notario Mayor hice saber el decreto de enfrente al Dr. Dn. Francisco Javier de Salazar, abogado de los Reales Consejos, doy fe:-(fdo) Velasco.

Es copia fiel de su original (Arch. Central del Cauca.-Sig 5136. Fols. 28 y 29).

José M. Arboleda Ll.

APENDICE IIINTRODUCCION A COLOMBIA DE PLANTAS AROMATICAS

 

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UNITED STATES DEPARTMENT OF AGRICULTURE

Division of  Plant Exploration and Introduction

Agricultural Research Service

Bureau of Plant Industry. Station   Beltsville, Maryland

January 19, 1954.

Señor Victor Manuel Patiño

Calle 20, NQ 7-65

Cali, Colombia, S. A.

 

Dear Señor Patiño:

Your letter of January 7 addressed to Mr. Erlanson has been referred to the undersigned for attention. Mr. Erlanson wishes to acknowledge receipt of the reprint that you so kindly sent him. We are happy to have this for our files.

We note your interest in oil grasses of the genus Cymbopogon. Actually, this Organization is concerned primarily with the introduction of crop plants which can be grown in the Continental United States. The genus in which you are interested is essentially tropical and there is no present interest in it in this country. Accordingly, we suggest that it would be much better for you to contact agricultural centers in India and arrange for a direct shipment of seeds of the varieties in which you are interested to be sent to you in Colombia.

The person to whom you should direct your request in India is the Director, Indian Agricultural Research Institute, New Pusa (Delhi), India. It would be advisable if you could have your reply forwarded on the official stationery of your own Ministry of Agriculture.

Actually, it might be possible to obtain certain varieties of oil grasses in this hemisphere. During the recent war certain varieties were grown by the United Fruit Company in Central America. It may be that some of these clones may still be available at the Lancetilla Experiment Station at Tela, Honduras.

Another possible source is the Federal Experiment Station at MaYaguez, Puerto Rico. Your request should be sent to the Director, Dr. Kenneth A. Bartlett.

441

Page 442: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

There is a remote possibility that we may be able to obtain some seed material in India ourselves. At the present time we have a plant explorer in that country, although by the time we write him he will have terminated his work in India and moved on elsewhere. In the event that we are fortunate in obtaining seed, we shall be happy to forward them to you.

Yours sincerely,

W. H. Hodge

Asistant Head 157

APENDICE IIIINTRODUCCION DE VARIAS ESPECIES ECONOMICAS

 

Cali, diciembre 6 de 1957.

Sr. Ing. Agr.

Enrique Llano Gómez,

director de la Granja Agrícola Palmira.

Estimado amigo:

Con la presente, remito a usted el siguiente material.

 

PLANTAS VIVAS:

1 --Una mata de pimienta negra ( |Piper nigrum), variedad Kallu valli PI 212641, procedente de la Estación Experimental Federal de Mayagüez, Puerto Rico.

2 --Nueve estacas del |pasto Merckeron, híbrido que tiene mucha aceptación en la región del Caribe, procedentes de la colección de forrajes del Colegio de Agricultura de Mayagüez, Puerto Rico.

Este material viene con el correspondiente certificado fitosanitario.

 

SEMILLAS:

3 --Calabaza de semilla comestible (Taxco), Méjico.

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4 --Calabaza de semilla comestible (Oaxaca), Méjico.

5 --calabaza de semilla oleaginosa (Mérida), Méjico.

6 --Capomo o ramón ( |Brossimum alicastrum), forrajera arborea muy importante (Mérida), Méjico.

7 --Canistel ( |Poutería sp.), árbol frutal, (Mérida), Méjico.

8 --Melón valenciano, Méjico, D. F.

9 --Zapote blanco ( |Casimiroa), Méjico, D. F.

10 --Zapote negro ( |Diospyros), Méjico, D. F.

11 --Tejocote ( |Crataegus sp.), Méjico, D. F.

12 --Llama ( |Annona), de Taxco, Méjico.

13 --Guaje, leguminosa de semilla comestible (Oaxaca) Méjico.

14 --Papaya variedad "Solo", de La Habana, Cuba.

15 --Pimienta de Guinea ( |Xylopia aethiopica), de La Habana.

16 --Pimienta dulce o de Jamaica ( |Pimienta officinalis), costa nortede Jamaica.

Le ruego avisarme recibo, y sin otro particular, quedo de Ud. atento servidor y amigo,

VICTOR MANUEL PATIÑO

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ABREVIATURAS:

 

| ABAWP = ANNAIS DA BIBLIOTHECA E ARCHIVO PUBLICO DO PARA. Brasil.

| AEA= ANUARIO DE ESTUDIOS AMERICANOS. Sevilla.

| AIP = ANALES DE INSTRUCCION PUBLICA. Bogotá.

| AT = AGRICULTURA TROPICAL. Bogotá.

| BACB = BULLETIN AGRICOLE DU CONGO BELLE. Bruselas.

| BBD = BULLETIN OF THE BOTANICAL DEPARTMENT. Kingston Jamaica.

443

Page 444: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

| BHA = BOLETIN DE HISTORIA Y ANTIGUEDADES. Bogotá.

| BHPR = BOLETIN HISTORICO DE PUERTO RICO. San Juan.

| BHV = BOLETIN HISTORICO DEL VALLE. Cali.

| BMG = BOLETIM DO MUSEU GOELDI. Belem do Pará.

| CA = CUADERNOS AMERICANOS. Méjico.

| CB = CHRONICA BOTANICA. Waltham, Mass..

| CGR = Contraloría General de la República. Bogotá.

| CZG = Canal Zone Gardens. Summit, Zona del canal de Panamá.

| EAP = Estación Agrícola. Palmira, Colombia.

| EB = ECONOMIC BOTANY. New York.

| EC = ECONOMIA COLOMBIANA. Bogotá.

| JAT = JOURNAL WAGRICULTURE TROPICAL. París.

| JSAP = JOURNAL DE LA SOCIÉTÉ DES AMERICANISTES DE PARIS.

| KB = KEW BULLETIN.

| LTDM = LE TOUR DU MONDE. Paris.

| NGM = THE NATIONAL GEOGRAPHIC MAGAZINE. Washington, D. C..

| RACC = REVISTA DE LA ACADEMIA COLOMBIANA DE CIENCIAS. Bogotá

| RACT = REVISTA DE AGRICULTURA, COMERCIO Y TRABAJO. La Habana.

| RAG = REVISTA AGRICOLA Y GANADERA. Cali.

| RBA = REPERTORIO HISTORICO DE ANTIOQUIA. Medellín.

| RI =    REVISTA DE INDIAS. Madrid.

| RSMHN = REVISTA DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE HISTORIA NATURAL. México.   D.F.

 

TITULOS

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Page 445: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

|  

| ABBAD Y LASIERRA, Iñigo (Fr.): 1959 Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista

de Puerto Rico. Estudio preliminar  or Isabel Gutiérrez de Arroyo. Ediciones de la Universidad de Puerto Rico. Méjico. Editorial Orión. cxxxii. 320 pp., mapa plegable fuera del texto.

| ABU ZACARÌA IAHIA Abone Mohamed bon Ahmed ebn el Awan sevillano: 1802 Libro de Agricultura. Traducido al castellano y anotado por don

Josef Antonio Banqueri. Madrid. Imprenta Real. Tomo Primero. (vii) + 62 + 698 pp.. Tomo Segundo. (iv) + 756 pp..

| ACOSTA, Joseph de: 1940 Historia Natural y moral de las Indias. Edición mexicana

preparada por Edmundo O'Gorman. México. Fondo de Cultura Económica. Imp. Manuel León Sánchez, S.C.L. (14 ed. Sevilla, 1590). lxxxv + (2) + 638 pp..

| ACOSTA, Joseph de: 1954 Obras del P... de la Compañía de Jesús. Estudio preliminar y

edición del P. Francisco Mateos, de la misma Compañía. (Bibl. de Aut. Esp. desde la formación del lenguaje hasta nuestros días, tomo 73). Madrid. Estades, Artes Gráficas. xlix + 633 pp..

| ACOSTA DE SAMPER, S(oledad): 1901 Biografía del general Joaquín Acosta, prócer de la

Independencia, historiador, geógrafo, hombre científico y filántropo. Libreria Colombiana. Camacho Roldán y Tamayo. x 502 pp..

| ACOSTA SAIGNES, Miguel: Elementos indígenas y africanos en la formación de la cultura venezolana.(En ACOSTA SAIGNES, Miguel y OTROS, 1955, I, pp. 9-40).----- y OTROS:

1955 Historia de la cultura en Venezuela. Ciclo de conferencias organizado por la Facultad de Humanidades y Educación. UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA. Instituto de Filosofía. Facultad de Humanidades y Educación. Caracas. Ediciones Edime. Impreso en España.Tomo I. 327 pp..

1961 Estudios de etnología antigua de Venezuela. 2ª edición. Universidad Central de Venezuela. Ediciones de la Biblioteca, 3. Colección Ciencias Sociales. II. Caracas. Imprenta Universitaria xxiv + 247 pp..

|ACOSTA SOLIS, Misael: 1944 Nuevas contribuciones al conocimiento de la provincia de

Esmeraldas. Quito. 1949   El eucalipto en el Ecuador. Quito. Editorial Ecuador. Julio. (2) +

49 pp..

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Page 446: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

1952 Por la conservación de las tierras andinas. La erosión en el Ecuador y métodos aconsejados para su control. Quito. Editorial Ecuador. (6) 187 pp, láminas y mapas plegables fuera de texto.

|ACUÑA, Cristóbal de (S.J.) 1942 Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, por el

Padre... Al cual fue y se hizo por orden de su Majestad el año de 1639. Bogotá.(En | MALDONADO Y ACUÑA, pp. 51-181).

|ADAMS, Frederick Upham: 1914 Conquest of the Tropics. The story of the creative enterprises

conducted by the United Fruit Co.. New York. Doubleday Page & Company. The Country Life Press. Garden City, N. Y. xii + 368 pp..

|ADRIAN DE SANTO TOMAS: | (Véase | UFELDRE, Adrián de). |AGUADO, Pedro de (Fr.)

Historia de Santa Marta y Nuevo Reino de Granada. Prólogo, notas y comentarios de Jerónimo Becker. Real Academia de la Historia. Madrid.

1916 Tomo I. 866 pp.. 1917 Tomo II, 826 pp..

Historia de Venezuela. Prólogo, notas y apéndices de Jeronimo Becker...Madrid.

1918 Tomo I, 812 pp..  1919  Tomo II, 619 pp |AGUADO, Pedro de:

Recopilación historial. Con. introducción, notas y comentarios de Juan Friede. Biblioteca de la Presidencia de Colombia, vols. 31 a 34. Bogotá. Emp. Nacional de Publicaciones.

1956 Primera Parte. Tomo I, 672 pp.. Tomo II, 585 pp.. Segunda Parte.1957 Tomo III, 526 pp..Tomo IV, 452 pp..

|ALBIS, Manuel María (Pbro.): 1936 Memorias de un viajero. Publicadas por José María Vergara i

Vergara y Evaristo Delgado (1854). Revista POPAYAN. Popayán, junio 1936, año XXVI, Nos. 163-165. pp. 28-32.

|ALCACER, Antonio de (Fr., O. F. M. cap.): 1959 Las misiones capuchinos en el Nuevo Reino de Granada, hoy

Colombia (1648-1820). Ediciones Seminario Seráfico Misional Capuchino. PP. capuchinos. Puente del Común (Cund.). 259 pp..

|ALCEDO, Antonio de: Diccionario geográfico-histórico de las indias Occidentales o América .Madrid.

1786 Tomo I. Imprenta de Benito Cano. 791 pp.. 1787 Tomo II. Imprenta de Manuel González. (ii) + 636 pp.. 1789 Tomo V. Imprenta de Manuel González. (li) + 461 + 186 7 pp.. 1789 Vocabulario de las voces provinciales de la América usadas en

el Diccionario Geográfico-Histórico, y de los nombres propios de plantas, aves y animales. Tomo V, pp. 1-186, con numeración separada.

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|ALCEDO Y HERRERA, Dionisio de: (Véase | ALSEDO Y HERRERA, Dionisio de): 1946 Compendio histórico de la provincia, partidos, ciudades,

astilleros, ríos y puertos de Guayaquil en las costas de la Mar del Sur. Madrid. Por Manuel Fernández. 1741. Ediciones Villaiz. Tipografía Clásica Española. (34) + 99 + 16 pp.. Observaciones y apéndice.

|ALCOCER: (Véase | RODRIGUEZ-DEMORIZI, 1942, I) |ALSEDO Y HERRERA, Dionisio de: (Véase | ALCEDO Y HERRERA, Dionisio de: 1915 Descripción geogr áfica de la Real Audiencia de Quito, que

escribió don... The Hispanic Society of America. Madrid. Imprenta de Fortanet. Prólogo de C. A. González Palencia. xxxvi + 101 pp., 1 plano de Quito en 2 lám. fuera texto.

|ALTOLAGUIRRE Y DUVALE, Angel de: 1908 Relaciones geográficas de la gobernación de Venezuela (1767-

68). Con prólogo y notas de... Real Sociedad Geográfica. Madrid. Imp. del Patronato de Huérfanos de Admón. Militar. li -!- 350 pp..

|ALVARADO, Lisandro: 1953 Glosario de voces indígenas de Venezuela. Voces geográficas

(Trabajo inédito complementario). OBRAS COMPLETAS, Vol. I. Edición oficial dispuesta. por el gobierno nacional de Venezuela en conmemoración del cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Barquisimeto. Caracas. Tip. La Nación. 422 pp..

|AlVAREZ, Eudófilo: (Véase | TUFINO, Luis G. y | ALVAREZ, Eudófilo, 1912). |ALVAREZ LOPEZ, Enrique: 1945 Las plantas de América en la Botánico europea del siglo XVI. RI.

Madrid. Año VI, Nº 20, pp. 221-288. |ALVAREZ MALDONADO, Juan: 1899 Relación de la jornada y descubrimiento del río Manu (hoy

Madre de Dios), por ... en 1567. Publícala Luis Ulloa. Sevilla. Imp. y Lit. de C. Salas. xxiii + 53 pp. y 1 mapa.

|ALVAREZ RUBIAMO, Pablo: 1944 Pedrarias Dávila. Contribución al estudio de la figura del "Gran

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|AMARAL, Luis: Historia geral da Agricultura brasileira no triplice aspecto político-social-economice. (BRASILIANA. Serie 5ª veis. 160 160A. 190B. Biblioteca Pedagógica Brasileira). Companhiá Editora Nacional. Sao Paulo. Río. Recife. Porto Alegre. Em preza Graphica da "Revista dos Tribunaes". Sao Paulo.

1939 Vol. I. xix + 461 PP.. 1940 Vol. II. 473 pp.. 1940 Vol. III. Viii + 332 pp.. |AMAT Y JUNIENT, Manuel de (Virrey dei Perú, 1761-1776): 1947 Memoria de gobierno. Edición y estudio preliminar de Vicente

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Rodríguez Casado y Florentino Pérez Embid. Pubiicaciones de la Escuela de Estudios hispanoamericanos de Sevilla. XXI. Sevilla. 845 pp. y mapas y láminas.

|AMES, Oakes: 1953 Economic annual and human culturas. Botanical Museum of

Harvard University. Cambridge, Mass.. 1939. Reprinted in 1953 without changa in test or pagination. (8) + 153 pp.. 5 pp. adicion, de dibujos por Blanche Ames.

|AMEZAGA ARESTI, Vicente de: 1963 Hombres de la Compañía Guipuzcoana. Prólogo por Pedro

Grases. BANCO CENTRAL DE VENEZUELA. Colección histórico-económica venezolana. Vol. IX. Caracas. Talleres Artegrafía S. A.. xxvi + 395 pp..

|AMEZUA, Agustin G. De: (Véase | RIOS, Gregorio de los, 1951, pp. viilxv). |ANDAGOYA, Pascual de: 1892 Relación de les sucesos de Pedrarias Dávila en la Tierra Firme y

de les descubrimientos en la Mar del Sur (abreviado). Años de 1514-1541.En CUERVO, Antonio B., 1892, II, pp. 77-125).

|ANDIA Y VARELA, José de: 1947 Relación del viaje hecho a la isla de Amat, porpor otro nombbre

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|ANDRÉ, Ed(ouard): 1884 América equinoccial. En AMÉRICA PINTORESCA. Descripción de

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|ANDREONI, Joao Antonio, S. J.: (Véase | ANTONIL, André Joao). |ANGLERIA, Pedro Mártir de: 1944 Décadas del Nuevo Mundo. Vertidas del latín a la lengua 

castellana por Joaquín Torres Asensio. Buenos Aires. Editorial Baje Artes Gráficas Bartolomé U. Chiesino. lii + 675 pp..

|ANONIMO: 1788 Essai historique sur la colonia de Surinam, sa fondation, ses

révolutions, ses pregrés, depuis son origine jusqu'a nos jours...A Paramaribo. S/pie de imp..Première Partie, xxxviii + 192 pp..Seconde Partie. 197 pp.. (Desde p. 112: Pièces justificativas, en holandés).

1921 Las misiones católicas en Colombia. Informes, años 1919, 1920, 1921. Bogotá. Imprenta Nacional. 136 pp..

1921 El cultivo y la elaboración del té. AGRICULTURA TROPICAL. Bogotá. Año IV, N4 2. Febrero 15, 1948. Pp. 7-10.

1950 Instrucciones a los hermanos jesuitas administradores de haciendas (Manuscrito mexicano del siglo XVIII). Prólogo y notas de Fraiiçois Chevalier... Univ. Autónoma de Mexico. Instituto ele

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1956 Ibid.. Biblioteca de la Universidad del Valle. Cali. Carvajal & Cía.T. III. 310 + (80) pp..

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|ARCILA ROBLEDO, Gregorio (Fr., O.F.M.): 1950 Las misiones franciscanas en Colombia. Estudio documental.

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1961 Documentos para la historia económica de Venezuela. Recopilación y prólogo de... Universidad Central de Venezuela. Facultad de Humanidades y Educación. Instituto de

449

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Antropología e Historia. Serie de Fuentes Históricas. Caracas. Imprenta Universitaria. 421 pp..

|ARIAS Y MIRADA, José: 1854 Examen crítico-histórico del influjo que tuvo en el comercio,

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|ARIZA, Andrés de: Comentes de la rica y fertilístma provincia del Darién, año de 1774. Representación. ANALES DE LA INSTRUCCION PUBLICA. Bogotá. Tomo V. Nº 29. Mayo de 1883. pp. 368-402. |ARRATE. José Martín Félix de: 1949 Llave dei Nuevo Mundo. Prólogo y notas de Julio J. Le Riverend

Brusone. México. Fondo de Cultura Económica. Gráfica Panamericana. xxxviii + 264 pp..

|ARROYO, Jaime: 1907 Historia de la Gobernación de Popayán, seguida de la cronología

de los Gobernadores durante la dominación española, escrita por... Primera parte -Conquista y Colonización. 1ª edición anotada por Antonino Olano y Miguel Arroyo Díez. Popayán. Imp. del Departamento. 370 pp..

|AUBLET, Fusée: Histoire des plantes de la Guiane Françoise, rangées suivant la méthode sexuelle, avec plusieurs mémoire sur dif-ferens objets intèresans, relatifs b la Culture & au Commerce de la Guiare Françoise, & une Notice des Piantes de l'Isle-de-France. Ouvrage orné de près de quatre cents planches en taille-douce ou sont représentées des Plantes qui n'ont point encore été décrites ni gravées, ou ui ne l'ont été qu'imparfaitement. A Londres, & se trouve Paris, chez Pierre-François Didot jeune, Libraire de la Faculté de Médecine, Quai des Augustins.

1775 Tome Premier. 32 + 621 pp..Tome Second. 622-976 pp. + 52 (tabla) + 48 (Supplement) + Mémoires (49-138) + Plantas isla Francia 139-160 pp..

|ÁVILA, Julio P.: 1923 Noticias históricas. La caña de azúcar en las Indias

Occidentales. Refutaciones. Tucumán. 98 pp.. |AYALA, Manuel Josef de: 1928? Nobiliario hispano-americano del siglo XVI. Colección de

Documentos Inéditos para la Historia de Ibero-América. Madrid.T. II. Madrid. Cía. Ibero Americana de Publicaciones S. A. 403 pp..Diccionario de Gobierno y legislación de Indias. Madrid. (Coi. Dcc. In. pa. ia Hist. de Ibero-América). Madrid.

[1928?] T. IV. CDIPHI. Director: Rafael Altamira. Cía. Ibero Americana de Publicaciones. S.A.

450

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1929 T. I. 411 pp.. De Abadia a Astilleros. 1929 T. IV de CDIPHI. Director: Rafael Altamira. Cía. Ibero

Americana de Publicaciones S.A.. 1930 T. IX. 401 pp.. 1930 T. X. Catálogo de los Fondos Americanos del Archivo de

Protocolos de Sevilla. 561 pp.. |BAEZA, Pedro de: 1611? Este Memorial se dio a su Magestad en su mano propia en la

villa de Madrid, a tres de Hebrero deste año de 609 y lo remitio luego con decreto particular al Conde de Lemos para que lo viesse... (Folios 20v-22v.). S. fecha y s. pie de Imp. (Siguen copias de dos cartas). [Probablemente impreso en Madrid en 1611]. Relación cierta y verdadera de la cornada que por orden de su Magestad hizo a las islas del Maluco don Pedro Brauo de Acuña ... Folios 11v.-20. S.f. y sin pie.

|BAJON: Mémoires pour servir a l'histoire de Cayenne, et de la Gulane Françoise, Dans lesquels on fait connoitre la nature du Climat de cette contrée, les Maladies qui attaquent les Européens nouvellement arrivés, & celles qui régnent sur les Blancs & les Noirs; des Observations sur l'Histoire naturelle du pays, & sur la culture des terres. A Paris.

1778 Tome Second. (x) + 416 pp. y 4 pl. de animales. |BALDERRAMA, Jenaro: 1955 El Meta y las llanuras de San Martín. Terrado de los Anales de la

Universidad de los Estados Unidos de Colombia. Vol. II. 1869- Banco de la República. Archivo de la Economia Nacional. 14- Bogotá. Imp. del Banco de la República.(En | RESTREPO ECHAVARRIA, Emiliano: Una excursión al Territorio de San Martín, pp. 279-320).

|BALEATO, Andrés: 1887 Monografia de Guayaquil, escrita por... en Lima, el ario de 1820.

Guayaquil. Imp. de La Nación. 87 pp.. |BALLIVIAN, Manuel V.: 1906 Documentos para la Historia geográfica de Bolivia, compilados y

anotados por... (Ministerio de Colonización y Agricultura. Sección de Estudios Geográficos). Serie 14 época Colonial. La Paz.T. I. Las provincias de Mojos y Chiquitos.

| BARALT, Rafael Marra y | DIAZ, Ramon: Resumen de la historia de Venezuela desde el descubrimiento de su territorio por los castellanos en el siglo XV hasta el año 1797... Reimpresión de la Academia Nacional de la Historia con motivo de su cincuentenario. Brujas. Paris. Impreso por Desclée, De Brouwer y Cía. Brujas.

1939 I. xii + 503 pp.. |BARBOSA RODRIGUES, Joáo:

451

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Hortus fluminensis, ou Breve noticia sobre as plantas cultivadas no Jardim Botanico do Rio de Janeiro para servir de guia aes visitantes. Por ... director do mesmo Jardim. Rio de Janeiro. Typ. Leuzinger.

1893-1894

xxxviii + 307 + x + x + xvi pp. y 1 plancha. Folio.

1908 Relação das plantas expostas elo Jardim Botanico de Río de Janeiro, por... director dó mesmo jardim. Exposição nacional de1908 Rio de Janeiro. Imprensa nacional  121pp..

|BARRAS DE ARAGON, Francisco de las: 1933 Documentos referentes a Mutis y su tiempo, recolectados en el

archivo de Indias de Sevilla. ElU, IV. Madrid, enero de 1933, 13 pp. 136-147. IV, 15-16, julio-octubre 1933, pp. 584597.

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1893 II.. Segunda serie. Negocios eclesiásticos. Mejoras materiales. Variedades. (4) + 583 pp..

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|CAMPOS, Francisco: 1894 Compendio histórico de Guayaquil desde su fundación hasta el

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1890 Tomo V. Madrid. Librería Católica de Gregorio del Amo, editor, 454 pp..

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|DE VERTEUIL, L(ouis) A(ntoine) A(imé):

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obra, John Esquemeling, presenció, como medico que fue de los piratas, las aventuras que relata. La cuarta parte que se refiere a las tropelías cometidas por los piratas en las cestas del Pacífico, débese a Basil Ringrose, piloto de uno de los buques piratas. Introducción Henry Powell. Buenos Aires. Edit. Colombia. Talleres Gráficos de Macagno, Landa y Cía.. 390 pp..

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|FEBRES CORDERO, Luis: 1950 Del antiguo Cúcuta. 21 edición. Bogotá. Editorial Antares.

Impreso en Editorial Iqueima. 429 pp.. |FERMIN, Philippe: 1769 Description générale, historique, géographique et physique de

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1883 T. III. San José. Imp. Nal.. xx + 488 pp.. 1886 T. IV. París. imp. Pablo Dupont. Subtitulo: Documentos

especiales sobre los limites de Costa Rica y Colombia. viii + 509 pp..

1886 T. V. Paris. Mismo subtítulo del anterior. Misma Imprenta. (4) + 506 pp..

1907 T. VI. Publícalos Ricardo Fernández Guardia. Barcelona. Imp. Viuda de Luis Tasso. 508 pp..

1907 T. VIII. Barcelona. Misma nota. Misma, imprenta. 510 pp.. 1907 T. IX. Barcelona. Misma nota. Misma imprenta. 622 pp.. 1907 T. X. Barcelona. Misma nota. Misma imprenta. 591 pp., |FERNÁNDEZ DE ENCISO, Martín: (Véase | ENCISO, Martín Fernández de). |FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martin: 1888 Colección de document0s inéditos relatives al descubrimiento,

conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de Ultramar. 2ª serie. Madrid. Tomo IV. Obras de ...Edición y estudio preliminar de D. Carlos Seco Serrano. Biblioteca de Autores Españoles desde la formación del Lenguaje hasta nuestros días (continuación). Tomos 75, 76 y 77. Madrid. Ediciones Atlas. Gráficas Orbe, S.L..

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1954 T. I. xlvi (Introducción). + 601 pp..

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1964 T. II. 681 pp.. 1964.  III. viii + 447 pp.. |FERNANDEZ DE PIEDRAHITA, Lucas: 1942 Historia general del Nuevo Reino de Granada. Minist. de

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|FIGUEROA MARROQUIN, Horacio: 1957 Enfermedades de los conquistadores. Segundo premio de

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|FRANÇA, Carlos: 1928 Subsidios para a historia de algunas plantas cultivadas. Por...

naturalista do Museu Bocage. Colecção "Natura". Soe. de Cienças Naturales de Porto. Porto. Araujo & Sobrinho, succes.. 65 pp..

|FRANÇOIS, Edmond: De l'emploi de l'Herbe kikuyo a Madagascar. Par... directeur du Jardin Botanique de Tananarive. REVUE DE BOTANIQUE APPLIQUE ET D'AGRICULTURE TROPICALE. Anné X. N° 105. Mai, 1930. Pp. 287-292. |FREYRE, Gilberto: 1940 O mundo que o portugues criou. Aspectos das relaçoes sociaes

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1943 Nordeste. Aspectos de la influencia de la caña sobre la vida y el paisaje del nordeste del Brasil. Traducido del portugués por:.  a Cayetano Romano. Buenos Aires. Espasa Calpe Argentina, S. A. Talleres Gráficos de Sebastián de Amorrortu e Hijos. 237 pp..

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1955 T. 1. (1509-1528)+ 396 pp.. 1955 T. 11. (1528-1532)+ 417 pp.. 1956 T. IV. (1533-1538). 393 pp.. 1957 T. V. (1538-1540). 41.6 pp..

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y protector de los indios: Estudio documental basado en investigaciones realizadas en les archivos de Colombia, España y El Vaticano. Prólogo del Dr. D. Manuel Giménez Fernández. Edición conmemorativa del IV centenario de la muerto del primer obispo de Popáyán, cuspiciada por el arzobispo de esta ciudad. Popayan. Editorial Universidad. (4) + 270 pp..

1951 Los Welser en la conquista de Venezuela. Edición conmemorativa del IV centenario de la muerte de Bartolomé Welser, jefe de la Compañía Alemana de Augsburgo. Cara cas-Madrid. Ediciones Edime. Madrid. Imprenta Juan Bravo. 656 pp. y XXXII lám. fuera texto.

FRIEDE, Juan: 1963 Problemas sociales de los aruacos. Tierras-Gobierno-Misiones.

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Sus diversas aventuras, y su vuelta por la provincia de Nicaragua hasta la Habana; con la descripción de la ciudad de México. tal como estaba, otra vez y cono se encuentra ahora (1625): unida una descripción exacta de las tierras y provincias que poseen los españoles en toda la América, de la forma de su gobierno eclesiástico y político, de su comercio, de sus costumbres, y las de los criollos, mestizos, mulatos, indios y negros. Prólogo de Sinforoso Aguilar. Biblioteca "Goathemala" de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala. Volumen XVIII. Guatemala, C. A., Tipegrafía Nacional. xviii + 332 pp..

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Sebastián de Benalcázar. 1535-1565. Descifrados y anotados por ... Prólogo de J. Roberto Páez. Publicaciones del Archivo Municipal. Volumen X. Quito. Talleres Tipográficos Municipales. xxiv + 590 + Apéndice e índice, liii pp..

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|GARCIA-BADELL, Gabriel: 1951 La Agricultura en la. Roma antigua. Panorama general de la

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|GARCIA BORRERO, Joaquín: 1935 El Huila y sus aspectos. El aspecto histórico o racial. El aspecto

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|GARCIA DA ORTA:  (Véase | ORTA, García da). |GARCIA SAMUDIO, Nicolás: 1952 Crónica del muy magnífico capitán D. Gonzalo Suárez Rendón.

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|GARCIA VASQUEZ, Demetrio: 1933 Informe del Secretario de Industrias y Agricultura al Sr.

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|GARCILASO DE LA VEGA INCA: 1944 Historia general del Perú (Segunda parte de los Comentarios

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I. 1 + 314 + (5) pp.. 1945 Comentarios reales de los Incas. Edición de Angel Rosenblat del

Instituto de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires. Prólogo de Ricardo Rojas. Con un glosario de nombres indígenas. Buenos Aires. Emecé editores. I. 293 pp.. II. 338 pp..

|GATIN, C.L.: Les Palmiers. Histoire naturelle et horticole des différents genres. Avec 46 figures dans le texte, la plupart originales et dessinées par l'auteur. Paris. 1912. 338 pp.. |GERBI, Antonello: (Véase | NORMANO J(oão) F(rederico) y | GERBI, Antonello, 1943). |CHESQUIÈRE. J.: |L'Eiaeis guineensis Jacq. est-il africain ou américain? (suite a la note de M. le Pr. Aug. Chevalier). REVUE DE BOTANIQUE APPLIQUEE & D'AGRICULTURE TROPICALE. Paris. 14° année. Bull. N° 153. Mai, 1934. Pp. 340-343). |GILIJ, Filippo Salvadore:

Saggio di Storia Americana o sia Storia Naturale, Civile, e Sacra De'regni, e delle provincie Spagnuole di Terraferma nell"America meridionale. Descritta, dall'abate... E consecrata alla Santitá di N. S. Papa Pio Sesto-felicemente regnante.

1780 Tomo I. Della storia geografica, e naturale della provincia dell'Orinoco. Roma. MDCCLXXX. Per Luigi Perego Erede Salvioni Stampator Vaticano della Sapienza. Con Licenza de’Superiori. xliv + 355 pp.; 1 mapa y iii figuras fuera de texto.

1955 Ensayo de historia americana o sea Historia Natural, Civil y Sacra de los reinos, y de las provincias de Tierra Firme en la América meridional, escrita por el Padre... y dedicada a la Santidad de N. S. el Papa Pio VI felizmente reinante. Estado presente de la Tierra Firme. Traducción del Pbro. Mario Germán Romero y del profesor Carlo Bruscantini. Academia de Historia. Biblioteca de Historia Nacional, voa. LXXXVIII. Bogotá. Editorial Sucre. xxvii +417 pp..

1965 Ensayo de historia americana. Traducción y estudio preliminar de Antonio Tovar. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, voas. 71, 72, 73. Caracas. Italgráfica, C. A.I. xxxiv + 327 pp..II. 343 pp..III. 359 pp..

|GIORDANA. José: Información personal.

|GOMARA. Francisco López de: 1946 Hispania Victrix. Primera y segunda parte de la historia gineral

de las Indias. con todo el descubrimiento, y cosas no tables que han acaecido desde que se ganaron hasta el año de 1551: con la conquista de Mexico y de la Nueva Esaña (En | VEDIA, 1946, I, pp. 155-294).

|GOMEZ ORTEGA, Casimiro:

470

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1780 Historia natural de la Malagueta, ó pimienta de Tavasco y noticia de los usos, virtudes y exención de derechos de esta saludable y gustosa. especia, con la lámina de su árbol...Escrita de orden del Rey por el Dr. D..., primer catedratico del Real jardín Botánico y de las Reales Academias de la historia, Médica, de la de Ciencias de París y de la Real Sociedad de Londres. Madrid. MDCCLXXX. Por D. Joachim Ibarra, Impresor de la Cámara de S. M.. 34 pp. I plancha doblada.

|GONZALEZ-BLANCO, Pedro: 1945 Conquista ,y colonización de América per la calumniada España

Méx ico. Ediciones Rex. 1275 pp.. |GONZALEZ DE NAJERA, Alonso: 1889 Desengaño  y reparo de la Guerra de Chile. Con una

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|GONZALLZ HOLGUIN, Diego: 1608 Vocabulario d e la lengva general de todo el Perv llamada

lengua Quichua. o del haca. Corregido y renovado conforme a la propriedad cortesana del Cuzco. Dividido en dos libros, que son ties Vocabularios enteres en que salen a luz cie nuevo las cosas q. faltauan al Vocabulario. Y la suai: de las cesas que s- aumentan se vea en la hoja siguiente. Van aludidos al fin. los priuilegios concedidos a les indios. Compvesto per el Padre... de la Compañía de Jesus, natural dé Caçeres. Dedicado ai Doctor Hernando Arias de Vgarte del Consejo de su Magestad. Oydor cl' la Real Audiencia de Lima. Impresso en la Ciudad de los ,oyes. Por Francisco del Canto. vii + 375 + 332 + iv pp..

|GONZALEZ SUAREZ, Federico: Historia general de la República del Ecuador. Quito. Imprenta del clero.

1890 I. xv + 318 pp.. 1891 II. 463 pp.. 1892 III. vii + 480 pp.. 1893 IV. vil + 437 pp.. 1894 V. vil + 532 pp.. 1901 VI. ix + 261 pp..

  |GONZALEZ SUAREZ, Federico: 1944 Páginas de historia de Colombia. Publicaciones dc la Academia

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New York. F. S. Crofts & Co., Publishers. The Vail-Bailou Press Inc. Binghanv,on, N. Y. xxvii + 493 pp..

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|GROOT, José Manuel: Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada. Escrita solire documentos auténticos. 2? edición. Bogotá. Editorial Medardo Rivas.

1889 T. I.(vi) + 7 7 ( v : numeradas xi a xv) + 54I pp.. 1890 T.II.4I9 + ciii pp.. 1891 T. III. 468+ cviii pp.. |GUENTHER, Ernst:

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1952 III. lndividual essential oils of the plant families Rutaceae anti Labiatae. xvi -r 777 pp..

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de la Compañía de Jesús de la provincia de Quito -en los dilatados bosques de dicho rio-. Escribíalas por los años de 1738 un misionero de la misma Compañía, y las publica ahora por primera vez... Madrid. Establecim. tipográfico de Fontanet. Impresor de la Real Acad. de la Historia. 676 pp..

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|LA CONDAMINE, (Charles Marie de): 1778 Relation abrégée d'un voyage fait dans l'intérieur de l'Amérique

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|LACROIX, Louis: 1952 Les derniers négriers. Derniers voyages de bois d'ebéne, de

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|LATCHAM, Ricardo E(duardo): 1936 La agricultura precolombina en Chile y los países vecinos.

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1681 Tomo Primero. M.D.C. LXXXI. (xivii. + 664 + (xxii de tabla) + (i de registro). (De los vltímos fines es sv precio).

1682 Tomo tercero... (Predicadores)...  Al M.R.P. Maestro Fr. Ivan de los Ríos sv Provincial. A la misma provincia peruana Y en su lugar al M.R.P. Maestro Fr. Lorenzo Muñoz Compañero de Nuestro Reuerendissimo. Por el Maestro... Natural de Lima, Hijo de la misma Prouincia, y su Coronista Regente del Colegio de la Minerua de Roma. (Arena es vil el oro

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nuestras Indias Occidentales, que firuen al ufo do la Medicina, y el otro que trata de la Piedra Bezaar, y de la Yerua Efcuerçonera. Copueftos por el doctor... Medico de Souilla. Impressos en Sevilla en casa de Hernando Díaz, en la calle de la Sierpe. Con Licencia y Priuilegio de fu Ma eftad. 140 f. sin numerar. Cosas que traen de las Indias: -78. Piedra bezaar y yerba emuerzonera.

1574 Primera y segvnda y tercera partes de la historia medicinal de las cosas quo fe traen de nuestras Indias Occidentales que firuen en Medicina. Tratado de la Piedra Bezaar, y de la Yerua Efcuerçonera. Dialogo de las grandezas del Hierro, y de fus virtudes Medicinales. Tratado de la Nieve y del beuer frio. Hechos por el doctor. ..Medico de Seuilla. Van en esta impression a Tercera parte y el Dialogo del Hierro nueuamente

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|NAVARRETE, Martín Fernández de: (Véase | FERNANDEZ DE NAVARRETE, Martín). |NECTARIO MARIA (Hno.): 1959 Los orígenes de Maracaibo. A la luz del estudio y análisis de los

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1891 Coloquios dos simples e drogas da India. Ediçáo publicada por deliberação da Academia Real das Sciencias de Lisboa. Dirigida e a anatada pelo Conde de Ficalho. Lisboa. Imprensa NacionalT. I. xii + 385 pp...  T. II. ?

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1932 T. III. La. última experiencia ferroviaria del país. 19201930. xvii + 371 pp..

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1946 El régimen de la tierra en la América española, durante el eríodo colonial. Cursillo dictado en la Universidad de Sano Domingo del 27 de noviembre al 13 de diciembre de 1944. 1° edición. Universidad de Santo Domingo. Vol. XLIII. Ciudad Trujillo. Editora Montalvo. 176 pp..

|OVIEDO, Basilio Vicente de: 1930 Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de Granada. Manuscrito

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|OVIEDO Y VALDES, Gonzalo Fernández de: La Historia general de las Indias. Con privilegio imperial. (Primera parte de la historia natural y general de las Indias etc.). La cual se acabó y imprimió en la muy noble Y muy leal ciudad de Sevilla, en la empresa de Juan Crornberger el postrero día del mes de septiembre Año de mil quinientos y treinta y cinco años. 193 folios. Historia general.   natural de las Indias, islas y TierraFirme del Mar Océano, por el capitán ... primer cronista del Nuevo Mundo. Publícala la Real Academia de la Historia ...el juicio de las obras del mismo, por D. José Amador de los Ríos. Madrid. Imprenta de la Real Academia de la Historia, a cargo de Jose Rodríguez.

1851 I. Primera Parte. Advertencia (i-viii)-Vida y escritos de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (ix-cxii). cxii (con equivalencia en numeración) + 520=632 pp. y 1 de erratas y 5 láminas.

1852 II. Tomo I de la Segunda Parte, segundo de la obra. vii, + 511 pp. y 3 láminas (incluyendo dos mapas).

1853 III. Tomo segundo de la Segunda Parte, tercero de la obra. viii + 651 pp. y 2 láminas.

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Page 509: Plantas Cultivadas y... T.iv Introducidas

Wherein is an Account of the Inhabitans, Air, Waters, Diseases, Trade, &c. of that Place with some Relations concerning the Neighbouring Continent, and Islands of America. Illustrated with The Figures of the Things describ'd, which have not been heretofere engraved; In Large Copper-Plates as big as the Life. By..., M. D. Fellow of the College of Physicians and Secretary of the Royal-Society. In Two Volumes.

1707 Vol. I. Many shal run to and fro, and Knowledge shall be increased. Dan. XII,4. London. Printed by B. M. for the Author, 1707. (xvi) + cliv -- introd. + 264 pp., 1 mapa, iii 1ám. + 156 tablas.

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