Pintura Flamenca

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LA PINTURA FLAMENCA (DE VAN EYCK A BRUEGEL): Los primitivos flamencos: todavía se usa el nombre de primitivos flamencos para designar a los pintores anteriores a la época renacentista o clásica de Flandes. El llamar “primitivos” a los flamencos del siglo XV y parte del XVI es totalmente inapropiado si por “primitivo” se entiende algo que está en sus comienzos y no ha llegado a su completo desarrollo, ya que la pintura flamenca, desde la primera mitad del siglo XV, se distingue por su refinamiento y su perfección técnica. El florecimiento de la pintura en Flandes coincide con la época de mayor esplendor del ducado de Borgoña, que desde principios del siglo XV tuvo su centro principal en los Países Bajos. El auge de la pintura flamenca fue en parte determinado por la famosa batalla de Azincourt, en la que el ejército francés fue derrotado por las tropas inglesas de Enrique V, quien se apoderó de Normandía. La nobleza de Francia quedó diezmada y al mismo tiempo creció el poder de Borgoña, sobre todo después del advenimiento de Felipe el Bueno, que anexionó a su ducado regiones importantes como Luxemburgo y Holanda haciendo de Borgoña una gran potencia. También obtuvo el condado de Flandes. Bajo el gobierno de Felipe, el ducado se organizó como un estado centralizado. Las ciudades industriales y comerciales de Flandes conocieron una prosperidad económica que hizo del país una de las regiones más ricas de Occidente. Ricos mecenas pertenecientes a la corte y a la burguesía favorecieron las artes y esto explica que la pintura encontrara el clima propicio para su extraordinario desarrollo. CONSIDERACIONES GENERALES El arte flamenco de los siglos XV y XVI se conoce aún imperfectamente y presenta problemas que han dado lugar a muchas discusiones. Los archivos de Flandes han conservado los nombres de muchos pintores, cuyas obras no se han identificado, y por otra parte existen millares de cuadros de autor desconocido. En muchos casos las atribuciones no pasan de ser hipotéticas, incluso en los pintores más importantes como Van Eyck, Van der Weyden, etc. Es relativamente poco lo que se sabe y muy pocos de sus cuadros

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LA PINTURA FLAMENCA (DE VAN EYCK A BRUEGEL):

Los primitivos flamencos: todavía se usa el nombre de primitivos flamencos para designar a los pintores anteriores a la época renacentista o clásica de Flandes. El llamar “primitivos” a los flamencos del siglo XV y parte del XVI es totalmente inapropiado si por “primitivo” se entiende algo que está en sus comienzos y no ha llegado a su completo desarrollo, ya que la pintura flamenca, desde la primera mitad del siglo XV, se distingue por su refinamiento y su perfección técnica.

El florecimiento de la pintura en Flandes coincide con la época de mayor esplendor del ducado de Borgoña, que desde principios del siglo XV tuvo su centro principal en los Países Bajos. El auge de la pintura flamenca fue en parte determinado por la famosa batalla de Azincourt, en la que el ejército francés fue derrotado por las tropas inglesas de Enrique V, quien se apoderó de Normandía. La nobleza de Francia quedó diezmada y al mismo tiempo creció el poder de Borgoña, sobre todo después del advenimiento de Felipe el Bueno, que anexionó a su ducado regiones importantes como Luxemburgo y Holanda haciendo de Borgoña una gran potencia. También obtuvo el condado de Flandes. Bajo el gobierno de Felipe, el ducado se organizó como un estado centralizado. Las ciudades industriales y comerciales de Flandes conocieron una prosperidad económica que hizo del país una de las regiones más ricas de Occidente. Ricos mecenas pertenecientes a la corte y a la burguesía favorecieron las artes y esto explica que la pintura encontrara el clima propicio para su extraordinario desarrollo.

CONSIDERACIONES GENERALES

El arte flamenco de los siglos XV y XVI se conoce aún imperfectamente y presenta problemas que han dado lugar a muchas discusiones. Los archivos de Flandes han conservado los nombres de muchos pintores, cuyas obras no se han identificado, y por otra parte existen millares de cuadros de autor desconocido. En muchos casos las atribuciones no pasan de ser hipotéticas, incluso en los pintores más importantes como Van Eyck, Van der Weyden, etc. Es relativamente poco lo que se sabe y muy pocos de sus cuadros tienen firma o documentación que los identifique con plena seguridad.

La técnica: se suele considerar que van Eyck fue el inventor de la pintura al óleo pero no fue así, sin embargo sí perfeccionó su técnica y que tanto él como sus contemporáneos y sucesores lograron con la pintura al óleo una calidad y una belleza que en vano han tratado de imitar pintores modernos.

Caracteres fundamentales de la pintura flamenca: la mayoría de las obras es de carácter religioso, fuera de algunos retratos o cuadros de tema histórico o decorativo. Durante el siglo XV los pintores trabajan sobre todo para una clientela religiosa. La mayor parte de las obras consiste en cuadros de altar o retablos de hojas móviles, llamados dípticos, trípticos o polípticos dependiendo del número de hojas. Los temas están tomados de los libros sagrados, particularmente de los Evangelios y de las vidas de los Santos. Esto quiere decir que los asuntos se repiten y que son tratados de acuerdo con una iconografía tradicional. La originalidad de los pintores no está, pues,

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en la temática o en la composición, sino en ciertos detalles significativos, en el sentimiento de las formas, en la inflexión de las líneas, y en la creación de emociones por medio de la armonía del color y la forma.

Caracteres de la pintura flamenca en sus detalles: se distingue por su extremada minuciosidad, tanto en los detalles como en la composición general: las figuras aparecen sobrecargadas de mil menudos motivos decorativos, como si el pintor temiera el vacío y deseara acumular sobre la tabla los innumerables dones de la Naturaleza.

Tres períodos en la pintura del siglo XV:

- Entre 1420 y 1445: dominan dos grandes figuras que inauguran el nuevo estilo, Van Eyck y el Maestro de Flémalle. Van Eyck es poeta de la luz y de lo real, de lo maravilloso y de lo humano, con una serena interpretación de los misterios de la fe. El Maestro de Flémalle, prendado de la singularidad de los objetos y las formas, para quien el detalle importa tanto como el conjunto pero ya de un amor de la tierra vista como un paraíso.

- Entre 1445 y 1470: los descubrimientos se amplían y se velan a la vez, como si se retrocediera al antiguo gusto gótico. En esta segunda época son más numerosas las grandes figuras. Roger van der Weyden es un pintor que por una parte se apega al simbolismo gótico de estilización lineal y profundamente religioso y por otra introduce en la pintura el elemento de la emoción, patética o ambale. Y crea un nuevo repertorio de formas que sirve de inspiración a todo el flamenco posterior. Sin embargo, Petrus Christus, ecléctico y de gran oficio, desarrolla un estilo personal.

- A partir de 1470: en pintores como van der Goes se percibe un regreso a van Eyck pero con toques de un expresionismo inesperado. Jerónimo Bosch, el Bosco, trae su extraña concepción del mundo y los pintores de comienzos del siglo XVI, aunque prolonguen aún los antiguos hábitos, muestran ya el influjo de las costumbres nuevas y la influencia italiana. Uno de los últimos primitivos es Pieter Bruegel el Viejo.

Jan van Eyck (1390 – 1441): estuvo al servicio de Juan de Baviera, Conde de Holanda. A la muerte del conde y a partir del año 1425, entró al servicio de Felipe el Bueno, duque de Borgoña de cuya protección y amistad gozó. Murió en 1441 tras una vida rica y gloriosa de pintor cortesano.

Entre sus obras más importantes está la Adoración del Cordero, cuya importancia en la historia de la pintura flamenca radica en que su autor rompe con ella con el estilo gótico internacional e inaugura de manera fascinante el nuevo estilo. El estilo gótico internacional se caracteriza por un simbolismo expresivo, una elegancia aristocrática y por el gusto conceptual de las formas, es precioso, decorativo, llano y lineal. No abundan los paisajes y cuando aparecen son una decoración de fantasía. Abundan los fondos dorados que exaltan la riqueza de las imágenes. Este estilo aprisionado en fórmulas demasiado rígidas no se adaptaba ya a los gustos nuevos de un país regido por una corte fastuosa y moderna. Van Eyck con su Adoración rompe con esto.

Van Eyck glosa el tema en estilo narrativo. Como es natural, no todo es completamente nuevo en el arte genial de van Eyck y aunque se aparta resueltamente del estilo gótico internacional, se

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vincula también voluntariamente al arte del pasado. Debe, por ejemplo, mucho a los sieneses, particularmente a Ambrogio Lorenzetti. La superposición de dos cuerpos o registros, simbólico el uno y narrativo el otro, inspirado todavía en la decoración escultórica de las catedrales góticas. Las tradiciones de los miniaturistas subsisten en el modo de tratar el paisaje, con perspectivas discordantes y un horizonte que toca casi el borde del marco. En el aspecto hierático de Cristo rey, se vislumbra una lejana reminiscencia de los convencionalismos del arte bizantino. Peor en otras partes se ve al van Eyck contemporáneo de Masaccio y en toda la obra se afirma un sentimiento de la pintura completamente original.

La originalidad de van Eyck en esta obra estriba en el nuevo sentido de representación de la vida. La Virgen y San Juan tienen el misterio de lo sagrado pero también el aspecto de seres vivientes de este mundo. En cambio el paisaje paradisíaco solo tiene vaga relación con un paisaje real.

La técnica de van Eyck: la técnica que eligió y perfeccionó está de acuerdo con su concepción de la pintura. Van Eyck pinta al óleo y se muestra habilísimo en su manejo y saca de él un partido sorprendente. El milagro de van Eyck consiste en pate en que domina la luz para extraer al color todos sus matices y su encanto.

El color recoge la luz, la absorbe sin destruirla hasta el fondo opaco que la devuelve viva y vibrante. Los tonos quedan determinados por su grado de luminosidad. Los planos, el modelado se indican sutilmente por las variaciones de luz y sombra, por el grado de intensidad de los colores. Las formas se sumergen entonces en la atmósfera, el espacio se hace sensible y la impresión de profundidad se logra no tanto por cálculo geométrico cuanto por la perspectiva aérea. La precisión del detalle añade la impresión de un sutil y mágico ensueño.

Otra obra importante de van Eyck es la Virgen del Canciller Rolin. Es la obra maestra de van Eyck en el género religioso. El más poderoso personaje de la corte de Flandes en la época de su apogeo, aparece arrodillado delante de la Virgen, estableciendo un contraste entre la fragilidad de los poderes terrenos y la permanencia de los valores eternos. Una preocupación por la verdad preside el dibujo, detallado de la arquitectura, de los capiteles, de la corona de la Virgen, del embaldosado del pavimento, etc.

Otras obras importantes de van Eyck: la Virgen del Canónigo van der Paele, el Hombre del Turbante, el Retrato de los Arnolfini y el retrato de su esposa, Margarita van Eyck.

El Maestro de Flémalle (Elbert Campin, 1380 - 1444): la identidad del llamado Maestro de Flémalle ha dado lugar a vivas discusiones. Se han formulado varias hipótesis: unos atribuyen las tablas del Maestro de Flémalle a Roger van der Weyden; otros en cambio, y son hoy la mayoría, lo identifican con Campin, maestro de Roger.

Menos genial que van Eyck, el Maestro de Flémalle, más arcaico que su contemporáneo, no llega en su arte al equilibrio armonioso, al trabajo exquisito, al cálido color y al sentido sutil de la atmósfer que admiramos en el autor de la Adoración del Cordero. Sin embargo, a pesar de su arcaísmo, crea una forma nueva de arte representativo. El Nacimiento, pintado hacia 1420 tanto

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por su composición como por su espíritu pertenece todavía en gran parte al estilo gótico internacional. Sin embargo tiene ya algo nuevo que es la realidad de los volúmenes, de las formas, de los rostros, pero el tema está concebido como un cuento encantador. El pintor contempla el mundo como un paraíso creado para la felicidad de los hombres cristianos. Lo humano y lo divino se unen en una poesía familiar, pues el mundo entero es la obra de Dios. Este amor religioso al mundo terrestre orienta al artista hacia una especie de realismo minucioso y mágico. Hasta tal punto está obsesionado por la belleza de las cosas que aísla figuras y objetos, como si el detalle tuviera la misma importancia que el conjunto. Se distingue también por su fuerza representativa.

Si bien no llegó tan lejos como van Eyck en el arte de matizar las apariencias de las formas bañadas de luz, fue en cambio de más fácil asimilación y tuvo una influencia más amplia sobre sus contemporáneos. Van Eyck no fue comprendido e imitado sino mucho más tarde.

Roger van der Weyden (1399 – 1464): fue el gran pintor flamenco formado por el Maestro de Flémalle. Aunque aprendió sin duda de van Eyck, el secreto de un estilo que desde 1445 dio una nueva orientación a la pintura flamenca, lo extrajo sobre todo de ciertas expresiones extremas del Maestro y de cierto gusto arcaico por la línea incisiva y el tono patético. Se instaló en Bruselas cuando la ciudad gozaba de gran prosperidad gracias a la industria de los paños y de la tapicería; los gremios son una poderosa organización y la corte reside allí. A pesar de haber estado un tiempo en Italia y conocer los frescos de Fra Angélico, su técnica, ya plenamente madura, no sufrió ninguna modificación.

Existe gran inseguridad en torno a la identificación de sus obras y esto se ha reflejado también en la apreciación de su estilo. Unos recalcan su patetismo y otros su dulzura. Para unos es el pintor violento y brutal de la Pasión; para otros, un espíritu ponderado, seducido por la distinción y la elegancia. En términos generales se puede decir que realiza, por su técnica, una síntesis del estilo del Maestro de Flémalle y de van Eyck. Es pintor de la luz y da al modelado una gran delicadeza; pero el conocimiento de los efectos luminosos sobre los tonos y sobre las formas le sirve, no para ligar las formas a la atmósfera sino como instrumento para exprersar la vida temblorosa de los rostros. Toma de van Eyck la saturación opulenta del color, la blandura y la transparencia de ciertos tonos. Ama la línea neta y dibuja con incisiva limpieza.

Se diferencia de sus predecesores por su mentalidad, más ascética que mística, reflejando también una tradición cristiana firmemente arraigada en su tiempo. Por los efectos del pecado, las cosas de este mundo aparecen viciadas y no tienen valor comparadas con las verdades y bellezas del mundo sobrenatural. Es el creador de una nueva fórmula del arte en la cual una nueva afectividad se mezcla a la antigua abstracción. El paisaje ocupa aún un lugar muy reducido en la obra de Roger, signo de regreso al arcaísmo.

Petrus Christus (? – 1473): se ignora su fecha de nacimiento. En 1444 se inscribe como ciudadano de Brujas. La ciudadanía era un requisito necesario para ejercer su oficio. Sufrió el influjo de van Eyck y de Roger. Es un pintor ecléctico pero dejó algunas obras que tienen un sello verdaderamente original. Su talento aparece en el cuadro de San Eloy recibiendo a dos novios. El

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santo vestido como un orfebre de la época se dispone a pesar en una pequeña balanza las alianzas de una pareja de novios. Los personajes no están unidos entre sí por ningún nexo profundo. La novia piensa en el anillo, él en su cariño y el joyero en su oficio. La pintura no sobresale ni por la representación del espacio, ni por el dibujo ni por la poesía de la luz pero en cambio vuelve a introducir en el arte pictórico la hermosura del mundo concreto, de los objetos, de la vida social y las costumbres. Es un magnífico artista del color. Otra de sus obras más importantes es el Retrato de una Mujer Joven.

Jerónimo Bosch, el Bosco (1450 – 1516): las obras de El Bosco no se parecen en nada a las de sus contemporáneos de la segunda mitad del siglo XV. En punto a originalidad de temas, nadie le puede arrebatar la palma. Su aparición es la mayor sorpresa del agonizante siglo XV. Con él entra en la pintura flamenca lo fantástico, lo extravagante, lo absurdo. Durante algún tiempo se pensó que era un artista simplemente humorista y burlesco. Pero hoy en día se ve al pintor de los deseos contenidos, de la soledad íntima y de los misterios del subconsciente. Tuvo la osadía de dar forma plástica a sus sueños y pesadillas acerca de las asechanzas del maligno, que tienta de mil maneras a los santos.

La diferencia entre las pinturas de Bosch y las de otros es que los demás procuraron pintar al hombre cual parece por fuera; solo El Bosco se atrevió a pintarlo cual es por dentro. Los cuadros del Bosco no son disparates sino unos libros de gran prudencia y artificio. Entre sus obras más importantes están las Tentaciones de San Antonio, El Jardín de las Delicias, y el tríptico del Carro de Heno.

Pieter Bruegel, el Viejo (1525 – 1569): el arte de los primitivos tiene su colofón en Bruegel. Se familiarizó con las alucinantes creaciones del Bosco que tanto influyeron en su obra. Su carrera comienza en Amberes a los dieciocho años, atraído por el brillo del nuevo centro económico del país. En 1552 viajó a Italia y este viaje tuvo gran influencia sobre la formación del artista, que descubrió un mundo nuevo en los paisajes.

Es considerado como el más auténtico representante del humanismo nórdico bajo su aspecto erudito y social. Pero si utilizó las innovaciones italianas y la lección de la antigüedad, su genio continuó siendo fundamentalmente flamenco. Comparado con otros contemporáneos suyos, parece un conservador. Huye de la imitación literal de los italianos, ignora sus temas, se desinteresa por la belleza ideal. Conserva el tono local en imágenes puramente flamencas. Toma frecuentemente sus tonos del Bosco e incluso prolonga a veces a van Eyck. So evoluciona y acepta el cambio de los tiempos, esto no se advierte tanto en su técnica pictórica cuanto en los temas que elige y en el modo de tratarlos.

Por otra parte, al descubrir y asimilarse las formas fantásticas de Bosch, Bruegel evoca alegóricamente los dramas de su tiempo. Esta sería la idea de sus grandes cuadros como el Triunfo de la Muerte, la Dulle Griet (Margarita la loca) y de otras de sus obras menos fantásticas como Cristo con la Cruz a Cuestas. Donde se muestra más moderno y más asequible es en sus cuadros de género y de costumbre y en sus paisajes.

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Lo moderno de Bruegel no está únicamente en sus temas sino en su arte de pintar. Si en sus primeras obras conserva las composiciones primitivas, las perspectivas inclinadas, los efectos de escalonamiento de las figuras, poco a poco se crea una visión propia, donde la belleza nace de una armoniosa alianza de las leyes de la perspectiva y del ritmo.