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Próximas piezas del mes: FEBRERO “Sorolla y La Habana” MARZO “El bargueño del salón de la Casa Sorolla” PIEZA DEL MES enero ‘11 | La Colección de Joyería

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Próximas piezas del mes:

FEBRERO

“Sorolla y La Habana”

MARZO

“El bargueño del salón de la Casa Sorolla”

PIEZA DEL MES

enero ‘11 | La Colección de Joyería

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Por Covadonga Pitarch

Sala III

Todos los jueves de enero a las 18.30 h.

Duración 30 minutos

[Asistencia libre]

“La colección de joyería”

PIEZA DEL MES | enero ‘11

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El Museo Sorolla guarda, entre sus fondos, una importante colección de joyería. La mayoría de las piezas que la componen pueden ser clasi-ficadas como joyería popular, puesto que, como es lógico, las joyas que pertenecieron a la familia se repartirían entre las hijas de Sorolla, a la muerte de su mujer, Clotilde.

El museo, sí guarda algunas piezas de joyería culta, como, por ejemplo, dos relojes de caballero: uno con las iniciales de Sorolla, otro de la mar-ca inglesa Higgs and Evans; un alfiletero de plata con forma de pajarito o una espátula de plata para pintar.

También se conserva una pequeña colección de joyería berebere o ma-rroquí, que seguramente se adquiriría durante el viaje de la familia a Tetuán, en febrero de 1917 y unos pendientes o alhorzas sefardíes.

La colección del Museo se compone principalmente de joyas popula-res de diferentes regiones del país. Por supuesto, existe una importante representación de joyas valencianas: pendientes, broches, peinetas y agujones. También son numerosas las piezas castellano-leonesas: tan-to los pendientes o arracadas, como los collares de La Alberca o los del traje de Charra, así como los botones de plata que adornaban los trajes masculinos. Conservamos algunas joyas: pendientes y un colgante de “galápago” típicos del traje de gallega; y numerosas piezas como me-dallas, relicarios o rosarios que son propias de todas las regiones de nuestro país.

LA COLECCIÓN DE JOYERÍA DEL MUSEO SOROLLA 4

La colección de joyería del Museo Sorolla:

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El origen de la colección. El encargo de la Hispanic Society of America:

Pero, ¿por qué adquirió Sorolla una colec-ción de joyería?.

El origen de la colección fue, por un lado, fruto de la personalidad coleccionista de Sorolla. En fotos de época, dónde aparece la habitación del matrimonio, se ve cómo tenían parte de esta colección colgada en la pared.

Por otro lado, y principalmente, surge del encargo de Archer M. Huntington para de-corar la biblioteca de la Hispanic Society of America, con el tema de Las Regiones de España.

El contrato entre Sorolla y Huntington, fir-mado el 26 de noviembre de 1911, en París, se conserva en el Museo. En él, Sorolla se comprometía a entregar, no sólo los cua-dros, sino, también, los trajes que utilizara para documentarse.

«Entregar una decoración pintada al óleo, de tres o tres metros y medio (si el motivo artístico lo requería) por setenta metros de largo, sobre motivos que se-rían tomados por representaciones de la vida actual en España y Portugal. Además prometo entregar a The Hispa-nic Society of America todos los bocetos que hube hecho, y los trajes que para este objeto utilizase (pero no los estudios)1».

Y, efectivamente, Sorolla emprendió una ingente labor de documentación y trabajo

para captar la verdadera “vida actual de España y Portugal” (aunque Portugal prácticamente quedaría fuera de la deco-ración) que duró desde 1912 hasta 1919.

También conocemos, por la corresponden-cia que mantuvo con su mujer, la insisten-cia de Sorolla en adquirir toda una colec-ción de trajes populares; que se conservan en el museo y que superan actualmente las 250 piezas.

Estos trajes aparecen representados en sus obras, como por ejemplo, en Tipos del Roncal o Tipos de Lagartera, y muchas veces conservan las manchas de óleo que atestiguan el trabajo de Sorolla.

Junto con esta colección textil, Sorolla de-

bió adquirir la joyería que lo complemen-taba, pues estos trajes no se comprenden completos sin la joyería que les es propia y que es, también, complemento y reflejo del gusto popular.

Así, en la carta de Andrés P. Cardenal a So-rolla, el 17 de septiembre de 1914, queda reflejado que se compraron los trajes junto con sus joyas. La finalidad era tanto do-cumentarse, como enviarlos a la Hispanic Society of America.

«Escribí a V. a Madrid, significándole los perjuicios que me irrogaba, el que V. de-cidiera, según apuntaba su última cata, no quedarse con el traje de albercana que por su encargo y para Mister Hun-tignton he adquirido. (…) Como en mi

LA COLECCIÓN DE JOYERÍA DEL MUSEO SOROLLA65

PIEZA DEL MES DE ENERO

Novios salmantinos

Óleo sobre lienzo

1912

Ním.de inv. 967

Novios salmantinos.

Detalle.

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anterior le decía, las prendas y alhajas compradas por mi, constituyeron un traje completo, clásico y rico de alberca-na con sus alhajas; y si estas no son hoy, en el número que las de que V. vió, pue-do adquirir las que faltan, en un plazo de dos o tres meses, en el momento en que V. me autorice a ello y con ello el encargo de Mister Huntington, quedará cumplidamente hecho y a precios más económico2. »

Ya en la carta del 14 de enero de 1915, Andrés P. Cardenal deposita tanto el traje, como las joyas en casa del pintor:

«Mi distinguido amigo: le dejo a V. en su casa el traje y las joyas de albercana, con la lista de todas las prendas y alha-jas. Asciende el total a 752,50 pts, que V me abonará como le sea cómodo. Estoy hoy a sus órdenes en el Hotel Imperial, calle de la Montera. Su amigo íntimo Andrés P. Cardenal3 »

Estas piezas aparecen, al igual que los tra-jes, representadas en sus cuadros, como, por ejemplo: el collar de galápago del cuadro Tipo de Galicia. Los botones do-rados que abotonan el cabezón de la ca-misa masculina festiva del cuadro Novios salamantinos y los múltiples collares que acompañan siempre al traje de vistas de novia de La Alberca. Los pendientes o arra-cadas típicas de la Novia lagarterana o las Vírgenes del Pilar que decoran la esca-rapela del traje típico de Ansó, que se ven en el cuadro Tipos de Ansó.

La joyería popular del Museo Sorolla:

La joyería ha sido siempre una parte fun-damental del adorno personal y está estre-chamente ligada, tanto a la indumentaria, como a la religiosidad y las creencias po-pulares.

Las joyas, además, son un elemento co-municador: muestran el estatus, el poder familiar o el estado civil de una persona: así existen pendientes de casada: como los pendientes asturianos de tipo calabaza que conserva el museo, pendientes de luto o pendientes de ama de cría.

La joyería, como los trajes, tienen peculia-ridades regionales: existen collares típicos de Salamanca, de Ibiza, de Galicia; y a su vez, existió un comercio, en ferias regio-

nales, que popularizó modelos por toda la Península, como el lazo cordobés.

Las joyas también reflejan las creencias. España, por ser un país con una cultura tradicional fuertemente religiosa, siem-pre contó en su joyería, tanto culta como popular, con numerosas piezas religiosas: cruces, medallas, relicarios, enseñas, es-carapelas, etc. En la joyería popular éstas se vuelven mayoritarias y se entremezclan con otro tipo de creencias mágicas.

Así, en la cultura popular, aunque ple-namente católica, permanecieron firmes ideas a cerca de los poderes de determina-das piedras, frutos, símbolos con los que se realizaban amuletos.

LA COLECCIÓN DE JOYERÍA DEL MUSEO SOROLLA87

PIEZA DEL MES DE ENERO

Tipos del Valle de Ansó

Óleo sobre lienzo

1914

Ním.de inv. 1047

Tipos del Valle de Ansó.

Detalle .

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El hombre ante las adversidades de la vida, las enfermedades, los fenómenos climato-lógicos incontrolables, ante la necesidad de sentir protección y un cierto control, se sirve de una infinidad de amuletos-joya.

Por lo tanto, no es extraño encontrar en-tremezcladas ambos tipos de pieza: las propiamente religiosas y los amuletos. Un ejemplo clarísimo de éste fenómeno es el cinturón mágico que se conserva en el mu-seo.

El cinturón mágico del Museo Soro-lla:

El Cinturón Mágico que conserva el Museo ha sido extensamente estudiado por Concha Herránz4. Tal y como ella indica, se trata de una banda de terciopelo a la que se sujetan 14 cadenas, de las que cuelgan los 14 dijes de plata, probablemente del siglo XVII.

Este tipo de cinturón fue tradicionalmen-te usado para proteger a los niños. Éstos son junto con las mujeres, los seres más indefensos, más expuestos a los peligros. Por ello, era costumbre llenarlos de dijes o amuletos protectores.

Los infantes de los Austrias aparecen re-presentados vistiendo estos cinturones de amuletos, como por ejemplo, los retratos de Bartolomé González entre los que podemos destacar el retrato de grupo: Infante Car-denal don Fernando, infante don Alon-

so y la infanta doña Margarita en Viena o el del Infante don Alonso y la Infanta doña Margarita en el Valencia de don Juan; en las Descalzas Reales, el de Pantoja de la Cruz Infanta María Ana con sonajeros.

También los niños de estratos más popula-res llevaron estos cinturones dijeros; el Mu-seo del Traje conserva un exvoto del siglo XVIII donde se puede ver la representación de un niño llevándolo.

El cinturón de nuestro Museo destaca por la cantidad de dijes, hasta 14 y por la mez-cla que se produce de amuletos y objetos religiosos propios de la tradición católica española.

Así, del cinturón penden: una garra de te-jón, un relicario, un perfumero, una me-dalla relicario con imagen de Santa Lucía, una medalla de Santiago Matamoros, una Virgen del Pilar, un cascabelero, una se-gunda imagen de la Virgen del Pilar, me-dalla de la Virgen del Carmen, una campa-nilla, una patena de forma cuadrangular, chupador cromático, una medalla relicario de la Virgen con el Niño y un Cristo de Bur-gos.

La garra de tejón normalmente engas-tada en plata, para poder ser llevada de una cadena, es uno de los amuletos más comu-nes en nuestro país. Aparece documentado desde el siglo XV, citado en el libro de Fer-nando Rojas La Celestina5, entre los breba-jes e ingredientes que guarda la Celestina en su casa.

La garra de tejón era usada por niños y por mujeres para prevenir, entre otros males, el mal de ojo.

El mal de ojo era la forma más común de encantar y embrujar en el Viejo Mundo. Es ancestral la creencia en el mal producido a través del ojo, del mal mirar. Éste era un poder propio de brujas y brujos. Para defenderse de la fascinación, de los daños producidos por la mirada aojadora, el pue-blo se vale de un sinfín de objetos. Princi-palmente, se emplearon objetos complejos, que distraían la mirada. Objetos mons-truosos y colores brillantes, como el rojo, el amarillo, el verde, el negro, el blanco, que impiden la concentración.

La garra de tejón reúne varias de estas características. Su forma monstruosa y puntiaguda, distraen al aojador, pues antes de lanzar la mirada maligna debe contar todos los pelos de la garra, lo que le haría perder la concentración.

De una forma parecida actúa el chupador cromático realizado en vidrio y decorado al filli, técnica de influencia veneciana de gran influencia en Cataluña. Los colores alegres divierten la mirada, distrayendo, de manera que no podía causar mal al por-tador. Estos chupadores sirvieron, también, para prevenir el dolor de encías, propios de la dentición infantil.

Lleva el cinturón, también, relicarios. España fue durante la contrarreforma una fiel defensora del culto a las reliquias. Con-

cluyendo el Concilio de Trento se ratificó el uso de reliquias: restos de un cuerpo u objeto sagrado; así como objetos que han estado en contacto con el santo, son dignos de veneración. El pueblo apreció especial-mente estas joyas que, o bien, llevaban en su interior restos sagrados, o bien habían entrado en contacto con algún santo vene-rable.

El cinturón tiene hasta cuatro relicarios, el primero, una cajita de plata; el segundo decorado con la imagen de Santa Lucía, patrona de la vista; el tercero con la Virgen del Carmen, patrona de los marineros; y el cuarto con una representación de la Virgen y el Niño.

Los perfumeros, esencieros o pomas sirvieron para contener líquidos muy apre-ciados por sus efectos curativos contra el mal de aire.

Por mal de aire se entiende, en contextos populares, los ambientes enrarecidos o infectos. Algunos productos de olor fuerte, como el ajo, el estiércol, también producen mal. Para contraatacar esto, se realizaban brebajes o bebedizos principalmente vege-tales, a partir de plantas como el laurel, las peonías o el romero. Los brebajes se lle-vaban en frasquitos de cristal como el del cinturón, aunque también de azabache o plata, como las pomas que se conservan en el Museo del Traje.

Es muy común encontrar en la joyería popular medallas con la representación

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PIEZA DEL MES DE ENERO

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de Santiago Matamoros. Santiago, el apóstol, patrón de España, aparece relacio-nado por las leyendas con la reconquista, principalmente con la batalla del Clavijo.

Es una imagen muy común en nuestra joyería, tanto en Salamanca, como en To-ledo, donde aparecen en brazaleras, dijeros o collares, o bien de forma independiente.

También se hicieron joyas de factura más cuidada con esta imagen, como la medalla (num. Inventario 70103), enmarcada con el águila bicéfala, emblema de los Reyes Católicos y del emperador Carlos V, que puede verse en la Sala III del Museo.

Otro de las imágenes más veneradas en todo nuestro país fue la de la Virgen del Pilar de Zaragoza.

La imagen que se conserva en el Basílica del Pilar se reprodujo en innumerables me-dallas, pero, también, en pequeñas imáge-nes de bulto redondo. Éstas frecuentemente llevan en el reverso un pequeño aplique, no sólo para colgarla sino, también, para coserlas sobre las escarapelas que adorna-ban los vestidos de Ansó. Probablemente esa fue la función de las otras tres Vírgenes del Pilar (num. Inventario 70108, 70109 y 70110) que se exhiben en la vitrina.

Otros elementos que identifican claramen-te este cinturón como un objeto infantil es la presencia del cascabelero y de la campanilla.

Los poderes del sonido han estado presentes

desde tiempos ancestrales.

El uso de campanillas y cascabeles como amuletos se remontan, tal y como indica Joaquín Díaz6, hasta por lo menos la An-tigüedad Clásica. El sonido ahuyenta a los malos espíritus y sirven, también, contra las enfermedades y el aojamineto. Por eso, es frecuente su uso en mujeres y niños.

El cinturón porta un cascabelero, con 16 campanillas y una campanilla cuyo vásta-go está compuesto por dos reptiles que se entrelazan, rematados por una corona.

Es de destacar, la frecuente asociación del sonido con animales monstruosos. Así, en la vitrina podemos ver hasta 3 sonajeros (num. Inventario 70002, 70003 y 70004) más, dos con la típica representación de la sirena. Animal monstruoso de la mitología clásica que presenta torso de mujer y cola de pez. Generalmente portan un espejo en el que se miran y van tocadas con una gran corona. Las sirenas encantan o fascinan con el sonido de su voz. El sonido de los cascabeles que penden bajo ellas y el espejo (en el que rebotaría el maleficio) protegen contra este tipo de males a lo largo de la vida.

Un tercer sonajero, en cambio, lleva la imagen de un santo con la cruz y, sobre él, el espíritu santo alzado en vuelo.

Otra pieza, de amplia difusión en la joyería popular y que pende de nuestro cinturón es la Patena.

La patena es una joya constituida princi-palmente por una o dos láminas de plata que suelen presentar decoración incisa, nielada, y a veces esmaltada. Son piezas que se remonta a la joyería del Renaci-miento (aparece citada e los inventarios de Isabel la Católica) y sin embargo, tuvieron gran éxito en los medios rurales. Así, ya en 1726 el Diccionario de Autoridades defi-nía la patena como: «una lámina ancha que antiguamente traían a los pechos con alguna insignia devocional, que al día de hoy tan solamente se usa entre las labradoras».

Las patenas fueron especialmente aprecia-das en Castilla y León, dónde los modelos se han venido repitiendo hasta la actualidad, y donde es habitual encontraras entre las grandes collaradas de La Alberca o siendo llevadas en solitario.

La patena que pende del cinturón, de for-ma cuadrangular, presenta una decora-ción grabada de simbología cristológica.

En la misma vitrina puede verse otros dos modelos. Una cuadrada (num. Inventario 70010) con motivos decorativos vegetales y otra redonda (num. Inventario 70009) que presenta una iconografía doble de Cristo Crucificado y Virgen con el Niño tradicio-nalmente conocida como Cristo Preñao, por el abombamiento que produce la posi-ción del Cristo sobre la Cruz.

Finalmente, cierra el cinturón una imagen del denominado Cristo de Burgos. Repre-

sentación de la imagen de Cristo que se encuentra, en la actualidad, en una capi-lla de la Catedral de Burgos, a donde fue trasladada en 1835 desde el convento de los Padres Agustinos de la misma ciudad.

A este Cristo se le atribuyen curaciones y milagros varios, de ahí que su culto esté muy extendido y no sólo por el norte pe-ninsular, sino también en Andalucía e His-panoamérica, si bien es cierto que, como muestran las cruces asociadas a la joyería tradicional, arraigó especialmente en la zona castellano leonesa.

La iconografía del Cristo de Burgos presen-ta, como características más destacadas, el faldón largo y con pliegues ceñido que cu-bre el cuerpo del Crucificado a partir de la cintura, y los dos huevos de avestruz (que en las cruces más pequeñas aparecen como dos simples óvalos) que ocultan los pies. La leyenda dice que estos huevos sustituían una parte de uno de los pies desaparecida en la boca de un apasionado devoto.

Además de la imagen que cuelga del cin-turón en el museo se conserva otro Cristo de Burgos de iconografía similar, aunque independiente (num. Inventario 70023) que aparece sobre una cruz muy trabajada y bajo los pies la inscripción “Burgos”.

Otras piezas:

Además de la importancia excepcional del cinturón mágico conservado en el Museo Sorolla, la colección destaca por otras pie-zas de gran interés.

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PIEZA DEL MES DE ENERO

Garra de tejón

Cascabelero

Chupador cromático

Perfumero, esenciero o poma.

Cristo de Burgos

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Son, por ejemplo, joyas propias del pueblo salamantino de La Alberca, donde sabemos que Sorolla hizo adquisiciones o las im-portantes piezas maragatas y charras. Se exhibe, además, en la vitrina de la sala III un interesante collar de estrás que ingresó en la Casa Sorolla adornando una Virgen Gótica.

En cuanto a las joyas de La Alberca, és-tas han sido exhaustivamente estudiadas por María Antonia Herradón Figueroa7

y siguiendo a esta autora diremos que se caracterizan por: el empleo de materiales como el coral y la plata, el trabajo en fili-grana, y un gusto por la acumulación y el recargamiento a la hora de llevarlas, que se explica, también, por el empleo de éstas como forma de acumulación de riqueza y muestra del bienestar familiar.

De entre las pieza de esta colección pode-mos destaca el collar (num. Inventario 70005). Este collar se puede adscribir a las collaradas maragatas. Los collares mara-gatos se caracterizan por el uso de coral, alternando con bollagras y alconciles. Las bollagras son bolas esféricas de plata o plata dorada decoradas con espirales de cordoncillo y salpicadas de esferillas. Los alconciles son cuentas tubulares que sue-len presentar motivos decorativos geomé-tricos realizados a base de calados. Nuestro collar, alternan las tres, intercalando entre ellas hasta 6 medallas y un largo colgante en el centro.

Las medallas presentan motivos decora-

tivos de Santiago Matamoros, que como hemos visto anteriormente, es uno de los más apreciados en Castilla y León y dos medallas de la Virgen del Sagrario, de la Catedral de Toledo, que se reconoce por la gran corona típica de su iconografía.

Del centro cuelga un complejo colgante a base de motivos geométricos y coral.

Dentro del aderezo maragato, las colla-radas son la pieza más valiosa, y buena muestra de ello es el considerable peso que alcanzan, hasta tres kilos.

Las collaradas formaban parte de las do-nas, el conjunto de regalos que los novios se intercambiaban antes de la boda.

Un segundo collar (num. Inventario 70006), presenta de nuevo una combina-ción de bollagras y cuentas esféricas de coral pulido. Sin embargo, éste presenta sólo dos medallones y de una prolongación central, dos pequeñas medallas y una gran cruz de filigrana.

Las cruces de filigrana se extendieron por todo el país. El delicado trabajo permitía crear piezas muy vistosas y a la vez muy ligeras y por lo tanto económicas, que hi-cieron que fueran muy populares.

En cuanto a las medallas, la primera con ventana octogonal presenta la imagen de una santa mártir. La segunda, en cambio, consiste en un medallón con el Santo Ros-

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PIEZA DEL MES DE ENERO

Collar astorgano de plata y coral

S. XVIII

Rosario salmantino con dos relicarios.

S. XVIII

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tro de Jaén que representa la imagen del icono bizantino custodiado en la Catedral de Jaén. Se trata de una imagen siriaca de Jesús Cristo, sobre un fondo dorado en el que en nuestro caso no aparece nada más, pero en el que, otras veces, pueden verse, el paño de la Verónica y los símbolos de la Pasión; como en los de la colección del Mu-seo de Traje.

Se trata de un objeto tocado un relica-rio sacralizado mediante el contacto con la imagen religiosa.

Un tercer collar se exhibe en la sala III. Éste, se trata, en cambio, de un collar rea-lizado con alambre metálico en el que se ensartan diferentes elementos: canutillos de hilo metálico, 12 pequeñas cuentas gra-nates facetados, falsas perlas con alma ma-ciza y vidrios, 5 de color granate y 3 verdes, estos facetados y sobre talcos, además de pequeñas placas de vidrio formando cua-dripétalas pintadas de oro. Faltan algunos espejuelos y hay fracturas en algunos y en perlas.

La tipología recuerda a los collares y cin-tillos de oro con gemas y perlas usados en España en la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII. Según los Inventa-rios del Museo Sorolla, años 1929 y 1930, formaba parte del aderezo de una imagen: “Virgen de talla policromada antigua con un collar de perlas falsas, otro de piedras y perlas, par de pendientes, reli-cario y medallas.”

Otra joya típica, esta vez, del traje de vistas a o traje de novia del pueblo salamantino de La Alberca, es la brazalera (num. In-ventario 70011). La brazalera es una joya que consiste en una o varias cadenas uni-das entre sí, de donde cuelgan un número variable de colgantes, que puede tener, o bien, un carácter religioso, o bien, un ca-rácter profano. Se coloca colgando vertical-mente de un ojal a la altura de los hombros y las hay del lado derecho e izquierdo.

La brazalera del Museo Sorolla se compone de dos colgantes: una trucha y un meda-llón.

Los peces o truchas articuladas de pla-ta parecen ser piezas realizadas exclusi-vamente por los plateros albercanos, no como otras joyas de la región que proceden de plateros leoneses o portugueses. Se ca-racterizan, como se puede ver en esta, por la búsqueda del naturalismo, tanto en la representación del ojo negro, como en las escamas y aleta cinceladas. Como ésta, sue-le abrirse ala altura de la cabeza.

De una segunda cadena cuelga una me-dalla con la representación de San Juan Evangelista, identificada por el águila, pro-pia de su iconografía.

También solían llevar las novias unas me-dallas con forma de corazón denominadas corazón de novia (núm. Inventario 70007). Podían llevarse colocado en colla-res o como pieza independiente.

La tipología de esta joya remite a la mis-

ma familia que las patenas, sin embargo, suelen presentar una decoración basada en múltiples combinaciones realizadas con círculos de cordoncillo, esferas e hilos.

Ésta se decora con 3 círculos de cordoncillo en los que se inscriben rosetas y otros 3 cír-culos más sencillos. Sobre ellos aparece por un lado la imagen del Cristo Crucificado, del otro la Virgen con el Niño.

Es, evidentemente, un elemento marcada-mente femenino y que por su iconografía remite a una doble funcionalidad. Por un lado, tiene una finalidad profana, para proteger y aumentar el amor conyugal y la fecundidad. Por otro lado, la iconografía cristiana no deja de remitir a elementos y costumbres religiosas católicas como el culto en procesiones y novenas al Corazón de Jesús.

Otra pieza, típica de la joyería albercana, son los grandes medallones-relicarios de-nominados Cristos Preñaos. La zona de uso de estos medallones ha pervivido en Salamanca, especialmente en la Sierra de Francia León y Zamora, así como en loca-lidades concretas de Ávila y otras provincias de Castilla y León.

Se trata de un modelo de medallón de grandes dimensiones (que solía llevarse en el collar denominado “vuelta grande” tal y como se ve en el cuadro de Sorolla Novios Salamantinos). Se denominan popular-mente “Cristo Preñao” por la forma cur-vada del Cristo que, inicialmente, seguía

modelos góticos y que, además, se debe a la adaptación a la zona convexa. Debido a esta singularidad, estos medallones, cuyo modelo original debe fecharse (según Leti-zia Arbeteta) en torno a 1500, se considera-ban favorecedores de la fertilidad femenina y el parto, por lo que se han repetido sin variaciones a lo largo del tiempo.

Por último, comentar el pendiente que puede verse en la vitrina. Se trata, en rea-lidad, de una Cruceta (núm. Inventario 70112). Las crucetas son cruces griegas, es decir, con los extremos de la cruz de la mis-ma longitud. Se caracterizan, además, por terminar los extremos de la cruz en forma de flor de lis. Sobre ella aparece el Crucifi-cado, dispuesto sobre tres clavos con paño de pureza. Estas cruces se fechan a partir de siglo XVI y aparecen con mucha frecuencia en los collares zamoranos y leoneses.

El museo conserva dos crucetas similares. La que se puede ver en la vitrina pende de un aro, probablemente para ser usada como pendiente. No se encuentra así, sin embargo, la otra cruceta (num. Inven-tario 70126) que tiene una tipología más común.

LA COLECCIÓN DE JOYERÍA DEL MUSEO SOROLLA”17

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LA COLECCIÓN DE JOYERÍA DEL MUSEO SOROLLA”2019

PIEZA DEL MES DE ENERO

Corazón de Novia.

Plata sobredorada y coral.

Núm. de inv.70007

Relicario

Plata sobredorada.

Núm. de inv.70008

Brazalera

Plata y cristal

Núm. de inv.70011

Sonajero

Plata

Núm. de inv.70004

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Notas:

1Archivo del Museo. Carta CS/40512Archivo del Museo. Carta. CS/32183Archivo del Museo. Carta. CS/32204 En el artículo: “Amuletos y talismanes en un cinturón mágico del Museo Sorolla”. Iberjoya, nº14, Madrid. P 50-55.5 En el capítulo primero: Pármeno: «E los vntos e mantecas, que tenía, es hastío de dezir: de vaca, de osso, de cauallos e de camellos, de culebra e de conejo, de val-lena, de garça e de alcarauán e de gamo e de gato montés e de texón, de harda, de herizo, de nutria».6 DÍAZ, Joaquín: Instrumentos populares. Valladolid. 1986.7 HERRADÓN FIGUEROA, María Antonia: La Alberca. Joyas. Madrid. 2005.

Bibliografía:

•ALARCÓN ROMÁN, Concepción: Catálogo de Amuletos del Museo del Pueblo Español. •ARBETETA, Letizia: El arte de la joyería en la colección Lázaro Galdiano. Segovia. 2003.•ARBETETA, Letizia: La joyería española de Felipe II a Alfonso XIII. Madrid. 1998.•ARBETETA, Letizia: Xoias tradicionais do Museo Provincial de Lugo. Lugo. 2009.•DÍAZ, Joaquín: Instrumentos populares. Valladolid. 186.•GUTIERREZ GARCÍA, María Ángeles: “Joyería doméstica, sentimental y religiosa. Fondos del Museo de Murcia”. Imafronte, nº 14, 1999, p: 95-108. •HERRANZ RODRÍGUEZ, Concha: Joyas Populares. Madrid. 1984.•HERRANZ RODRÍGUEZ, Concha: “Amuletos y talismanes en un cinturón mágico del Museo Sorolla”. Iberjoya, nº14, Madrid. P 50-55.•HERRANZ RODRÍGUEZ, Concha: “Joyería popular, sentimientos y creencias”. Conocer el Museo Sorolla. Diez apostaciones para su estudio. Madrid. 1986.•HERRADÓN FIGUEROA, María Antonia: La Alberca. Joyas. Madrid. 2005.

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