Piedras de agua caliza

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Poesía

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4 Erwin HErnándEz

Mtro. Jorge Aristóteles sAndovAl díAz

Gobernador Constitucional del Estado de Jalisco

lic. Arturo zAMorA JiMénez

Secretario General de Gobierno

drA. MyriAM vAchez PlAgnol

Secretaria de Cultura del Gobierno del Estado de Jalisco

dr. JuAn Arturo cAMAcho BecerrA

Presidente del Consejo Estatal para la Cultura y la Artes de Jalisco

lic. MónicA MArtínez Flores Secretaria Ejecutiva

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Erwin HErnándEz

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6 Erwin HErnándEz

Primera edición, 2014

D.R. © Erwin Hernández

Avenida Jesús García 720, Col. El Santuario, Guadalajara, Jalisco.C. P. 44260. Teléfonos: 01 (33) 36 14 68 55, 01 (33) 36 14 68 64. Fax: 01 (33) 36 58 00 26

Correo electrónico: [email protected]

Diseño de portada: PostofDiagramación: Grafisma

ISBN: ¿?iMPreso y hecho en México

printEd and madE in mExico

Esta obra se realizó con el apoyo del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Jalisco, luego de haber sido seleccionada en la Convocatoria CECA 2013, en la Disciplina de Letras en la categoría de publicación de poesía.

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El poema Pensé en las hojas rojas, las hojas altas y amarillas

es para mi padre.

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Asensores de la lluvia

¿Cuántas máscaras tiene el mar? Me pregunto al leer Pie-dras de agua caliza.

Porque la duración de la rostridad de cualquier ele-mento es muy relativa al cuerpo que aparentemente la contiene; como ese algo que aparece y desaparece en los poemas de Erwin, cuando intenta restaurar el instante en acontecimientos; la noche con el día, el mar con sus estre-llas, el cielo con sus peces, y el altamar con sus navajas.

Este libro nos lleva a traves de varios registros, pasan-do por permutaciones léxicas pero sin perder coherencia, conservando ese fulgor que nos arrastra a través de las pá-ginas de un buen libro de poesía.

No encontraremos el típico tono oscuro, el de un me-lodrama cliché y, menos a aún, un tono intimista metido con calzador.

Al contrario… este libro es un elogio a la misma inter-pretación de la oscuridad, de esa polución de la luz a favor de una zona intermedia, de una zona gris donde todos los fenómenos pueden interceder entre sí. Un campo de inma-nencia que no instaura ningún juicio entre sus elementos; al contrario, todo coexiste sin término medios, todo con sus respectivos atributos:

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Hay esceptisimo en el subsuelo, de hormigas que se adaptan a la caligrafía de la luz. Hay mapas, terrenos surcados de ausencia.

Y muertos en los túnelessi la quemadura de la nieveno nos alcanza a iluminar.

La videncia es algo que va abriendo regiones por don-de pasa lo que aún no se espera. La hendidura de las horas va llenando ese espacio-tiempo tan claro en su oscuridad, que cualquier interpretación es posible más allá del sentido que el poeta haya intentado darle.

Este libro es un umbral que se abre en una pared hecha de tiempo, a través de él nos será posible conocer aquello que está subjetivado más allá del nombre, pues convergen varios elementos como modulaciones entre diversas vidas, diversos animales, diversas noches, diversas calles etc…

Porque en la poesía no hay herrumbre que no tenga a la vez el tono que antes tuvo, estos poemas conservan el atributo de un origen (imperceptible muchas veces), y nos harán reflexionar sobre el instante muerto de los aconteci-mientos.

ÁlvAro luquín

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IPiedrAs de AguA cAlizA

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Mis cosas no me pertenecen, las llaves que traje ya no están aquí,la ropa que uso es el destierro de mi cuerpoy mi cuerpo irá a parar a un ríocuando las horas finales lo señalen,mi mujer me escuda del viento y la poseoen mínimas fracciones de tormentapero después de un tiempo me despuebla;me deja en los ínfimos estantes de la muerte,en ratos reciclados de casa y de trabajoque tampoco son de mí sino que caen en lentos copos de abandono,mi auto no me alcanza,son floraciones del infiernosus pisadas, su carne cubierta de aluminio.

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Soy el fantasmaque provee los días de acontecimientos,no tengo nada salvoel cielo y su nervadura de estrellasque de pronto estallanen la bóveda del cráneo,tengo el árbol plantado afuera de la casay su grafía perdida en el fondo de la noche,tengo el silbo de sus hojas,la raíz adentrada del consuelo,el ocio funeral de sus palabras,su silencio que huye en los ascensores de la lluvia,tengo el frío de noviembrecuando congelo de blancos la memoria,tengo el vicio,la orilla de una banca.

No es mía mi vida pero al nacer le robé al airesu extensión más larga que mi sombra en el crepúsculo.

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La duración del mar,la duración de algunas olasdespués de repetirsese parece a la del día,a la calle que reconstruímás allá del tiempo y de la infancia.

Pensé en lo que no existe,pero todo está allí:casas, coches, una llantaequilibrada en el desgaste,unas cintas y zapatosenredados en cablesque piden un cielo para el extravío.

La lluvia después que barre todo:lo que dura y lo que en tenues rompimientosse deshace.

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Al sangrar las encíasdel otoñolos árboles carecen,las púas del vientoalargan la hojarasca,la luz se cuela por unintersticio de máscarashasta llenarlo todo de oquedad,y desde los camposbaldíos se veque la niebla es tambiénleve en la distancia.

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En medio de la charla los cigarros,las cenizas que se aquietan arduamente,los trastes que se juntan en la mesay van pacientes a la tarjadonde alguien los ha de enjuagar.Entonces te preguntas,quién lava a los muertos?quién vaporiza la tinta de sus almas?cómo es que aparecenlas ánimas celestes de la infancia?los días hasta aquí en vilo recorridos?el armazón sin fin de la memoria?

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La calle se agitapor los sacudimientos,los ruidos de los cláxones,el calor, las avenidas.Los pasos son lámparasque anuncian la intemperie,y así como pasa la gentepasan las cosascon su vocación de desastre,igual las que caen a las sostenidasen las vigas del habla.Es una raya efímerala forma del día que desnace.

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Los pájaros son curvos en el aire,son granadas que explotanal primer canto del amanecer.Pero también hay otros ruidosen el acorde sutil de las mañanas,igual de purosy de imprescindibles:el tintineo del camiónde la basura al acercarse,las cortinas de los negociosal abrir, la fragmentariedadlatente de los vasosal chocar con otros vasos o la mesa.Y mientras oyes eso y te despiertaslas lápidas del cielo te abandonan,te dicen que aún y cuando la luzdeje de herir la superficiequedará la costra de lo invisible,la huella, el simulacro.

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Cierra con tu manoel telón de las auroras,porque los días que pasancolisionan con los que vendránpara formar la nube del instante.

Arde en la sustancia del frío,en el amor, después y antesde que el soplido de lo inciertonos deforme.

Restaura la corteza de la nochey no decaigas porque seguroyo estaré contigocuando la fluorescencia de mi árbolte fecunde.

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Ves un cuerpo que se ocultaa la sombra del tejido,en la urna de una casa.Ves que a veces las palabrasse ocultan como por imantación,para patentar quizáel destello de los nombres.Pero no ves la forma de escribirlas,por eso mejor te fijasen la absoluta calma del domingo:la ida al súper, al cine o a los parques,a la reunión con carne asaday con cerveza, con músicaque no se llega nunca a desgajar,y al final del día observas un punto fijoen el clóset o el armario,el rayo de piedra de la concentración,la argamasa de un poemao tú mismo en una foto que preparael inminente parpadeo de la nostalgia.

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Lo que circula en la periferiadel silencio, no el rumor,no las palabras, más bienun quiebre en la estatura detodo, una luzcon su propia santidad:la luz de los semáforosennegrecidosde las letrinas,de las bombillas taquerasy de los neones conescupitajos, la luzen la filiación nocturna de las moscas:belleza como un carbón aparecido,destellos en la vorágine del día,en el blanco filo del distanciamiento.

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Remolinos de basuraun domingo por la tarde,remolinos de hojas muertasy en el suelo pantallas de aguao charcos en esperadel último hundimiento,y más allá una legión de nubes:una extensión de gris deshabitada.Estancado en el grosor de estas cosasse llena el iris de una frágil permanencia.

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Las mariposas del exterminiote rozan en la calle, en el metro,en el doblez circunstancialde las esquinas.La multitud se pierde en argumentos,en la quietud vociferante del estío.Mientras tú subes a tu auto,ves que una mujer viene de compras,los aspersores del cieloriegan el cristal del parabrisas,la radio tocai´m gonna miss the windbeen kissing me so long another world another worldanother worldcomo unacampana múltiple en el tiempo.Sucede así de simple.La lluvia afueraes sólo un vaho a la deriva.

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Rastrillos para depurar la pielde la mañana, palomas quese filtran e la porosa láminadel cielo y abajo los mismostranseúntes que dejan en la camala huella digital del desperdicio:restos de sangre,saliva de mercurio,fluido y semende la última cisterna,cereal almidonado,bachichas de una bocaque entra en el sueñoal sonar las arpas del vacío.Entran en la bahía los alacranesdel odio y comienza en tu marlo imaginario, tu lengua de fractal.

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Pasó la noche con su abecedariode espinas, su baba silenteen las almohadas,entró el díay la luz se irrigó en sondas,abrió paisajes cancelados,latidos de prístina pureza.Pasó también el año y sentistealgo reventar en la crisálidadel alma, y al no saber qué erate preparaste un caféo lo compraste en la esquinatóxica de un Oxxo,en las blancas praderas del silicio.Y ahí estás otra vezfrente al espejo,pruebas la amarga lactanciadel dentífrico,oyes pasar un carro, ladrar los perros:la noche canta y al cantarse cimbran las paredes del olvido.

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27Piedras de agua caliza

No busques tu recuerdoen el visillo del ojo,ni en la ilusión de fugaal retratarte.No busques paz en la palabra,es un cuchilloen la epidermis de lo otro,una aguja en la diminutaleche del absceso,y tú no te resguardas en esa luz piramidal,ni en el amarillo liquendel miedo.No vengas a mi encuentroque en vísperas de abismoel dolor de estar aquí se balancea.

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Salías de los barescon la imagen de los mingitorios,del vómito violeta, y veíasque su brutal belleza se acentuabacon diez libélulas del alcohol.La realidad no es una espátulacontra el escombro del lenguaje,pero sí lo que a veces escribías,y escribías rosa, escozor de azufre,sí las veces que veíasque los árboles eran cardúmenes de mantis bajo el cielo.Había grietas en el solcuyas lenguas de fósforose apagaban por las tardes,había ciertamenteun escondrijo, un óxidoen el barniz azul del horizonte.Y todo lo mordíasa la espera del momento,la piedra de agua cáliza,la piedra quebradiza que auscultabas.

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Los pies no son del piso,—asidero de tu único esqueleto—los pies no son la vertebradel piso pues infinitamenteestás cayendo al caminar,al dormir, al copular,no te das cuenta de queel suelo o una cama te sostienen,te evitan el viaje verticalhacia la nada,por eso respiras, para gastarel porvenir de la materiay no tus huesos ni la pielque los contiene, por esola ausencia de alas al nacer,por eso el corazón, la voz:los instrumentos lacónicospara manifestarte,las manchas en la fermentaciónde la ira, el surco cerebralde la conciencia cuando duermesy destejes las señales recibidas,por eso los pies que no se apagan,los pies calzados con cenizas

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en las galerías del incendioy que son larvas para renombrarte,para detener la hemorragia del huecoque te habita.

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Cuando la débil pared del vientose deshagay el monótono rugido de la sangreya no se oiga al despertar,

cuando al final de esos díasllegue hasta tisin tener conciencia del follajeque me cubrey tachonado de miseria digahe llegado a casa,he llegado al reino de las excavaciones,

entonces, sólo entonceste pediré que veas al cieloporque más allá de la azoteala luna empezará con sigilo a relumbrar.

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En un desenfreno de dientesy monedas,de venas obturadas,en el rasgueo atemporalde las hojas,en los cuchillos del azar,en lo que pone énfasisen la fosforescenciay en las maquetas de la muerte,el amarillo intenso de la muerte,en el vidrio, asentamientode mareas,en el brillo cuando tus ojos seanuna sola gota menguantey veas que puede haber otra cosamás allá de las cosas,otro cielo en la plenitud del vacío.

I.

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I

Pensé en las hojas rojas, las hojas altas y amarillas: inves-tiduras tardías del otoño. Pensé en la ciudad y todos sus ruidos detenidos, cuando las nubes son hélices de silencio. Levadura lenta de tiempo son las tardes en que miro a tra-vés de mi reflejo. Veo arsénico en mis ojos. Es el contraste entre luz y opacidad, el monótono mosaico del instante. Oigo nubes: la nitidez de tu cara y del lenguaje. Un ani-mal atrás del ser es quien describe, describe pájaros y una lengua afilereada vigila la luz de la escalera. Un animal. Intuyo fiebre, intuyo un nombre, en el aceite de las calles tropiezan barcos de una límpida existencia, son barcos que van de mí a la oscuridad y en sus velámenes digo ruptura y me detengo. Digo mar, azul índigo del cielo. Un campo de neón es la ciudad cuando construyo. Veo a mi padre, y en sus fisuras descubro reminiscencias de futuro. Un campo aledaño de rabia y de cenizas mi padre, una premonición. En qué ríos fluyen las sales de tus deudos? En qué ríos la posteridad? Otra vez la luz en tu costado, yo escribía mis sueños en una libreta de apuntes, al amigo que me balaceó, la carne que enterraron: recuerdo mi canción en filamentos.

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II

Como navaja en altamar brillabas, como espigado temblor en la raíz. Fuiste el sastre parchando los óleos de la mente, las urnas de la resurrección. No vi los pájaros difuntos de los que me hablabas con una voz boreal. Pero tu hijo estaba ahí con sus sonidos, sus balbuceantes ráfagas de sueños. Cómo decir las férulas de tu cansancio, tu respiración copiada por estorninos y malvas. En ánforas de vida quisiste verter la incandescencia.

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IIePigrAMAs de tinieBlA

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En el caudal internoun agua inmóvil te refleja.Son labiosen la escarcha de la oscuridad.

En el filo del albase suicidan los gorriones,en el jardín de las desaparicionesquedan rotas las alas.

Queda el elogio de las palabras impuras.

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38 Erwin HErnándEz

Creciste hacia la inversa,en el umbral de las membranas,hacia el lugar donde engendrastememoria y precipicio,

junto a la noche que encendiótus epigramas de tiniebla.

Creció la noche,y en el lugar de las luciérnagastu voz era el sentido.

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39Piedras de agua caliza

Las cláusulas del fríose leen sólo en murmullos,en féretros de fierro dondeorinas en tu llanto

y lavas tu rostro de la sal.

La polución de tu rostro y tu mejilla.Tu rostro cuando se sumergees un caballo calcinado.

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40 Erwin HErnándEz

Desabrir los ojos, clausurarlosa la oración de la ictericia,al corte de la frente y de tu cara,tablón de oscuridad.

Detener, si puedes,la grava de los ojos,el sol en la pared de la retinacuando nos mires desde esa luz incierta.

Detener la lumbre, la penumbraque divide tu ser de lo restante.

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41Piedras de agua caliza

Con estos alambres de papelcava un pozo inacabado, cava en el cielo hasta que brotenesquirlas de negrura,

hasta que callar tengasu propio eco en las palabras.

Con estos alambres escarbatu garganta, hazte escupirasí residuos de existencia.

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42 Erwin HErnándEz

Calibrar el revólver del verbosin el guiónde las palabras,

sacar lo útil del sopory la inmanencia,

quitarle al ruidosu valor arancelariohasta que ebrio de limosnase sostenga.

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43Piedras de agua caliza

Animal que creces en vigilia,busca la tempestadde los cuchillos,

la estela de humo, la rompiente.

Recuéstate en las ruinas que nohabrás de conocer.

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44 Erwin HErnándEz

Hay escepticismo en el subsuelo, de hormigas que se adaptana la caligrafía de la luz.

Hay mapas, terrenos surcadosde ausencia.

Y habrá muertos en los túnelessi la quemadura de la nieveno nos alcanza a iluminar.

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45Piedras de agua caliza

Los que transitan debajode las lápidas y modulantu luminosidad,los que asisten a la libaciónde los ácidosy ven en la nada equivalencias,son ellos, paseantes del enigma,son ellos los que te hablandel hambre y su voracidad,y tú los oyes,saboreas el tajo que te invitan.

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46 Erwin HErnándEz

Asomarse a la ventana vitaliciadel invierno y ver un rostrocomo una piedra suavizadaen la niebla.

Probar su fruto,su fábula de imanes.Decir

sabe a ceguera la carne intactade la noche.

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47Piedras de agua caliza

Las tijeras del clima cortan el pulso de la tarde,dejando hojas, retazosde otros días,

en un rostro mirasque mil fogatas no sacianel solo fuego del rencor,tu herida masticadapor las ratas,réferis en el idioma.

Las balas no sacian,no te preguntan porel cuerpo que con combustibleno flamable incendiaste.

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Las tazas del luto se derraman,anónimas en la imprescencia,se dicen en blancos vocablos de veneno.

Piedad de perros, no nos levantes,no inventes la luz en el corazónde las mandrágoras, que ya la tienesposeída de vértigo en los lirios.

La hora eres, el claro de invidenteque se abre.

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49Piedras de agua caliza

La tinta del recuerdose esclarece en escritura,se destila en el suerodel error,el biombo de los ojosse abre y te divide

mientrasdescienden líneasen parábolasde firmamento.

Y abajo rueda tu cabeza,hasta la orilla, roja de significado.

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50 Erwin HErnándEz

Amaneció la luna entrecortada,las mónadas enfermas,vestigios de soly de la nieve:todo lo traducibleen estaciones.

En el intervalo entretensión y nerviosupiste calcular el peso neto de tu sombra,y ahí, en el invierno, supistecrepitar, darle salidaa la balanza.

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51Piedras de agua caliza

El cielo divididoen gajos de distancia,el descapotable techoa las estrellas,el ritmo de esto enterradoen la sepulturas de la sangre,en el cuerpo,materia de convalecenciadonde se inscribenlas defunciones parciales,las notariadas actas del llanto.

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La luz, la calle,los pájaros, los árboles:todo se parece al mundopero en mis labios destruyo la semejanza.

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53Piedras de agua caliza

IIIseis retrAtos

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55Piedras de agua caliza

El vaso brillaen el yodo de la mente,su boca,aljibe de cónica bajada,su vidriosin aura ni pigmentos,su agua hundidaen las variables del mar,en la miscelánea de los peces,

ya sea de agua, de vinoo de refresco,su olor translúcidose derrama,

puesto siempre en la cocina,en la mesa de las visitaciones,en la mano que evolucionópara retenerlo sin caídas,

así de claro, así de indefinible,

su boca, la mía que lo bebe:hendiduras de idéntico celaje.

1Vaso

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No vine aquí para ensuciartepero en tu mármolme enjuago de los vicios,de los gérmenes de la impaciencia,de los hábitos que cotidianamenteme enseñaron.Y no hay mancha,no hay abismo que te pertenezcaa pesar del sarroy de los cabellos estancadosen el fondo de tus tuberías,pues todo te vino de míy lo tuyo es el agua vibratoria,el jabón y la espumaque en tu cuando permanecen irisados.Tu desgaste es la purezaque mis manos te pedían.

2Labavo

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I

El don de estar aquí,de estar contigoy de besar la urna interna de tu vientre.El don de levantarmey sentir a un tiempotu cuerpo de cáliz y ceniza.Y arder en las puertas giratorias,a la entrada de ti.

3Cuerpo

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58 Erwin HErnándEz

II

Una jauría de voces son tus labios cuando callan. Una lengua en el acto de desdoblar anémonas tu lengua y una lámpara salina tu boca cuando inundas la habitación de espasmos y de lluvia. Y recorro islas, gaviotas a la orilla de blancos territorios. Hago de tu centro una armónica para mi sed de naufragio.

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III

Mi lengua es una gasapara la herida cóncava en tu cuerpo.Mi boca es el encierro,el candado en tu corona fugitiva.Eres espasmo de la salcuando la uva se hincha en el viñedo.Quedar así hasta que se hundanlos témpanos de graciay madruguemosigual que aves en la lentamigración de lo distante.Así hasta que el gradual derrumbedel polvo nos recubra.

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Como un anaquelpara los días te disfrazaste,andamio sin transparencia,en cada bloque,en cada hormigónde pasta y de centenodonde el viento amaneceinclinadoen la urbe de tu repetición,en tus muros,velos de cal y de emergencia,en los formularios del fríodonde estuviste,en tu patio,flotante y vertical.Huésped aéreaguardando la cristalidadde las avispas,inquilina de mis miedos,aquí te alabo,aquí te crucifico.

4Casa

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5 Basurero

Hay alquimistas del oroy de otros metales reflexivos,del verbo y de palabrasy quienes transforman la vidaen cuadros de luz continua y perdurable.Pero yo trabajo con la más sucia materia,la que está al borde de la restitución,con los restos de fluidos, de mierday de comida que apenas ayerpobres y ricos desecharon.Y recojo casi todo en bolsasde mortuoria palidez,pero a veces, al abrirlas,descubro un lustre en la envolturavacía de las cosas:la sombra incandescentede lo que un día tuvo contacto con el mundo.

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62 Erwin HErnándEz

Como si intermitentementeun silencio apareciera,detrás de ti,detrás de tu palabra,y así te borre,así te modifiquetu nula voz ausente existirá,ya que en tu voz se abrela sutura prolífica del mundo.

6Poema

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Piedras de agua calizade

erwin hernÁndez

Se terminó de imprimir en enero de 2014en Grafisma editores S.A. de C.V.

Jaime Nunó 670 / Colonia Santa Teresita, Guadalajara, Jalisco.El cuidado de la edición estuvo a cargo de los editores y el autor.

Su tiraje fue de 1,000 ejemplares y en su diseño, se empleó la familia tipográfica Palatino.