Personalidad Melancólica-

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PERSONALIDAD MELANCÓLICA 1 Big Man de Ron Mueck

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PERSONALIDAD MELANCÓLICA

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Big Man de Ron Mueck

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Índice

1. Introducción histórica......................................................................................... 3

2. Estado actual de la melancolía …...................................................................... 7

3. Personalidad melancólica ….............................................................................. 9

4. Tratamiento …..................................................................................................12

5. El transcurso de la melancolía expresado en el arte..........................................12

6. Conclusiones.................................................................................................... 13

7. Bibliografía........................................................................................................15

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1. Historia de la melancolía

El término melancolía deriva del griego (bilis negra) y aparece por primera vez en el escrito

Corpus Hippocraticum que se atribuye a Hipócrates, en donde ésta se describe como el resultado

del desequilibrio de los humores. La teoría humoral ha tenido en la melancolía un peso fundamental

ya que no es hasta el siglo XIX que deja de asociarse a ésta con el humoralismo.

Esta enfermedad, la primera en considerarse mental, se describía por la falta de apetito, desaliento,

insomnio, accesos de ira y malestar entre otro, sintomatología que actualmente comparte en gran

medida con la depresión.

Profundizando más en el humoralismo, éste relacionaba la melancolía con lo que formaban los

cuatro humores: la bilis negra, la sangre, la bilis amarilla y el flema. Éstos se relacionaban a su vez

con las cuatro edades del hombre (niñez, juventud, madurez y vejez), con los cuatro elementos

cósmicos (aire, tierra, fuego y agua) y con las divisiones del tiempo, lo que hoy correspondería a las

estaciones del año (primavera, verano, otoño e invierno).

Como se resalta, el número cuatro aparece repetidamente en sus escritos, lo que denota la relación

del humoralismo con la escuela pitagórica, siendo este número muy especial al vincularse con la

fuente tanto de la naturaleza divina como la del hombre. La comprensión de la salud como el

equilibrio de distintas partes sería otra influencia de los pitagóricos..

Cabe señalar que antes de Hipócrates, el primero en establecer una teoría psicosomática del

temperamento fue Empédocles, quien sostenía que las cuatro entidades cósmicas (cielo, mar ,agua

y sol) o como él las llamaba, fundamentos o principios, determinaba el carácter de los hombres en

función de su prevalencia, que fluctuaba según la estación. La combinación perfecta de estos

elementos daba lugar al entendimiento más agudo pero la participación desigual hacía al hombre

necio.

Hipócrates combinó todas estas ideas en un único sistema que predominó durante más de dos mil

años. Como antes se menciona, según la época del año y las edades del hombre predomina un

determinado humor que desencadena un temperamento específico de la persona.

Los humores describían estados psicológicos y aptitudes constitucionales, siendo estos el sanguínio,

característico de aquellas personas extrovertidas y cálidas, con humor muy variable y flexibilidad a

los cambios del ambiente; el colérico, donde predomina una voluntad fuerte y sentimientos

impulsivos; el melancólico, proprio de personas tristes y soñadoras y finalmente, el flemático para

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describir las personas lentas a la hora de reaccionar, apáticas y frías.

El temperamento melancólico es el más complejo de todos por dar lugar a perfiles analíticos,

perfeccionistas, pesimistas, o con gran variedad de talentos debido al predominio emocional. A

diferencia del sanguínio que era considerado el más sano, el temperamento melancólico estaba más

vinculado a la idea de enfermedad por el hecho de tener una patología más marcada y es lo que

conllevó posteriormente al aprofundimiento de la melancolía como enfermedad y al discernimiento

entre enfermedad y disposición o temperamento.

En el siglo IV a. C. tubo lugar una gran transformación de la idea de melancolía debido a la aparición de

dos grandes influencias.

Por un lado, la melancolía se convierto en sinónimo de ''estar loco'' englobando así la tristeza, depresión,

y toda una serie de características sombrías, y por otro lado, las explicaciones racionales propias del

razonamiento científico que empezaba a surgir se mezclaba con las interpretaciones simbólicas de los

mitos dando lugar a héroes con rasgos de melancolía patológica castigados con la locura por los dioses.

La disposición melancólica pasó a interpretarse como heroica y aún más después de la interpretación de

ésta por Platón, quien la catalogó como síntoma de exaltación espiritual que denominaba ''furor''. En

aquel momento, la melancolía se concebía como un síntoma de éxtasis divino que se relacionaba con la

locura.

Fue en la filosofía aristotélica del ''Problema XXX'' donde se agruparon por vez primera las ideas de

''locura'' y de ''furor'' asociadas a la melancolía. Surgió una nueva teoría de la melancolía en la cual

Aristóteles diferenciaba entre los hombres normales, expuestos a enfermedades melancólicas

transitorias, y los melancólicos por naturaleza, que los consideraba personas fuera de lo común debido a

su constitución natural. En función de la cantidad de bilis negra que se encontraba en el cuerpo y a la

temperatura a la que ésta estuviera, daba lugar a diferentes disposiciones en el melancólico que no se

encontraban en otros. Según Aristóteles, cuando la cantidad de bilis negra estaba por encima del

promedio y la temperatura estaba en un grado óptimo, el melancólico no era un loco sino un genio.

Distinguió de este modo la melancolía como enfermedad tanto de la melancolía como estado transitoria

en personas comunes como de aquella que hacía al hombre extraordinario pero que también podía

acabar por enfermar.

Con el paso del tiempo, esta concepción aristotélica se volvía menos aceptada. Entre los críticos a ésta

se encontraba Galeno, médico de la época, que otorgaba al otoño la existencia de este temperamento y

que describió tres modalidades de la melancolía: cerebral, digestiva y generalizada.

La atención pasó a focalizarse en la búsqueda de un único carácter puramente melancólico que dió lugar

a una nueva ciencia llamada ''fisiognomia'', centrada en estudiar el comportamiento de las personas a

partir de las características físicas. El surgimiento de esta ciencia produjo un cambio en la teoría de los

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humores, los humores pasaron a establecer diferencias de carácter y no solamente de disposiciones;

condescendió en una doctrina clara de los caracteres.

Por tanto, a partir de la antigüedad tardía, la melancolía como estado del alma o temperamento,

producía un tipo de carácter en el hombre que implicaba tristeza, reflexión y depresión por lo que

siguió relacionándose con la enfermedad en los hombre melancólicos por naturaleza y con el estado

de ánimo en aquellos casos temporales.

En este período, la melancolía aparare también relacionada con Saturno, debido fundamentalmentre

a las cualidades astrológicas y físicas atribuidas al planeta (frío, distante y seco) y por la relación en

la mitología griega entre el dios Kronos (tiste abatido y preocupado) y los melancólicos haciendo,

de este modo, una conexión entre el macrocosmos y el microcosmos.

En la Edad Media, las causas de la melancolía se ceñían entorno a la divinidad, los espíritus o los

magos. En esta época se describe la enfermedad de los monjes por Juan Casiano, una especie de

taedium vitae que se manifiesta mediante la conducta perezosa. En el siglo VII, San Isidoro

describe la melancolía como '' angustia del alma, acumulación de espíritus demoníacos, ideas

negras, ausencia de futuro y una profunda desesperanza'' (Domínguez, F., Manchón, M. y Soto, A.,

2009).

El concepto de melancolía se amplia en el Renacimiento. Mientras que Platter le atribuye un origen

cerebral, Robert Burton, en '' The Anatomy of Melancholy '' describe tres factores claves en la

melancolía siendo estos la herencia, la carencia afectiva en la infancia y las frustraciones sexuales.

(en Domínguez, F., Manchón, M. y Soto, A. 2009). Este autor también diferencia entre las causas

congénitas siendo éstas la vejez y el factor hereditario ya nombrado y las particulares, que

englobarían la mala alimentación; el aire viciado; los ejercicios inmoderados, la soledad y el ocio;

pasiones y perturbaciones de la mente; la afiliación, el miedo y la vergüenza (Burton, R. 1947).

Aún así, la presencia de la teoría humoral persiste en esta época con André du Laurens, quien aporta

que la bilis negra calentada conduce al hombre hacia la filosofía o la poesía y describe la melancolía

hipocondríaca cuyo origen está en un mal funcionamiento de los órganos abdominales Francisco

Vallés resalta la posibilidad de que la enfermedad causada por el humor negro pueda ser

desencadenada por variables ambientales.

Durante el Barroco, la melancolía se divide por Thomas Willis en universal y particular en función

de si la pérdida de razonamiento objetivo se da en todo los ámbitos o sólo en uno pocos.

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En 1725, concretamente, Richard Blackmore es el primero en utilizar el termino depresión para

referirse a melancolía.

El panorama cambia con el surgimiento de la psiquiatría moderna, dónde la melancolía se formaliza

y se ve dividida en subtipos. Pinel, quien también consideró como característica principal de la

melancolía el juicio falso, clasifica las enfermedad mentales en melancolía, manía, demencia e

idiocia. Esquirol, discípulo de Pinel, diferencia a su vez entre lo que denominó lipemanía del griego

lype, que corresponde a tristeza, de las monomanías, donde los delirios no son mantenidos por la

pasión y pueden ser tanto alegres como tistes.

En Alemania, Griesinger consigue que la melancolía sea vista como cuadro afectivo al diferenciar

en ésta tres subtipos: la melancolía hipocondríaca, la melancolía tradicional por pesadumbre y la

melancolía con estupor. Las formas atenuadas de la melancolía fueron estudiadas por Kahlbaum,

quien introdujo el término distimia para la variedad crónica de ésta, no relacionada con las formas

circulares de los otros trastornos afectivos (Domínguez, F., Manchón, M. y Soto, A. 2009).

Con Kraepelin la melancolía pierde su individualidad y protagonismo al ser englobada en la

psicosis maníaco-depresiva de origen endógeno.

Mar tarde, como contrapuesto a la depresión endógena, Reis propone la depresión reactiva a partir

de la noción de reacción psíquica de Jaspers para referirse a aquella depresión producida por un

acontecimiento vital negativo.

Todas las alteraciones del humor se van englobando dentro de los trastornos maníacos - depresivo,

quedando así relegada la melancolía a las denominadas locuras de involución de Krapelin. La

melancolía se menosprecia también por Schneider al ser considerada inmotivada, por lo que la

psiquiatria, cada vez más, se preocupó por las depresiones neuróticas o reactivas.

Aparece en esta época, de la mano del fisiólogo ruso Iván Pávlol, el novedoso papel del sistema

nervioso como modulador de las características del temperamento mediante sus tres propiedades:

fuerza, equilibrio y velocidad de correlación.

Como resumen, desde la aparición del concepto de melancolía, ésta se ha visto trasformada desde

su inicio como disposición a causa del desequilibrio de la bilis negra a ser considerada en términos

de personalidad. El siguiente avance fue su vinculación a la herencia y a las variables ambientales.

Con la psiquiatría moderna, la melancolía se divide en entidades menores y se abarca en la

depresión, a la vez que surge la importancia del sistema nervioso. Después de la segunda Guerra

Mundial, la psiquiatría americana se impuso a la tradición psiquiátrica europea y se pierden las

clasificaciones anteriores.

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2. Estado actual de la melancolía

Como se ha visto en el apartado histórico, la melancolía entendida como enfermedad se fue

desarrollando hasta englobarse dentro de la Depresión Mayor.

Por lo que respecta las clasificaciones de las depresiones, la aparición del DSM-III en 1980 produce

un cambio importante en éstas; aparece la depresión mayor y la distímia, encontrándose en ésta

última la melancolía como subapartado. En cuanto a la melancolía en sí, únicamente se especifican

unos criterios diagnósticos para el tipo melancólico.

En el DSM-IV, además de la distímia, se puede especificar la presencia de síntomas melancólicos

en un trastorno depresivo mayor y en un episodio depresivo mayor de un trastorno bipolar I y II

siempre y cuando éste sea el más reciente. Las características esenciales son la pérdida de interés o

placer en todas o casi todas las actividades y/o la falta de reactividad a los estímulos antes

placenteros; falta de mejoría ante un evento positivo (Criterio A). Además de éstas, también se ha de

dar al menos tres de los siguientes síntomas: una cualidad diferente del estado de ánimo depresivo,

la depresión es habitualmente peor por la mañana, con despertar precoz, enlentecimiento o agitación

psicomotores, anorexia significativa o pérdida de peso, o culpabilidad excesiva o inapropiada

(Criterio B).

La polémica sobre la categorialidad o dimensionalidad de las depresiones sigue dando de sí

habiendo, actualmente, tanto partidarios del modelo dimensional, que propone la existencia de un

continuo entre la depresión endógena y la reactiva, como del modelo categorial.

La melancolía tiene como síntoma clásico la tristeza vital en la cual no existe motivos, es profunda,

irreparable, se presenta con experiencia subjetiva de vacío y de no poder sentir emociones. La

melancolía se entiende también como un trastorno de origen interno al margen de los

acontecimientos externos aunque la influencia de éstos se contempla como un factor

desencadenante de una vulnerabilidad biológica interna. Es este concepto de endogeneidad de la

melancolía junto con sus características lo que llevó a concebirla como depresión endógena y por

esto, en el presente trabajo, melancolia y depresión endógena se consideran sinónimos a no ser que

e hable de la personalidad melancólica, caso en que se especificará.

En las nosologías actuales la depresión endógena es sólo un subtipo de los diez que contiene el

trastorno depresivo mayor, por tanto, la melancolía como trastorno del ánimo específico ha

desaparecido.

Se considera que la marginación de la melancolía en los actuales sistemas diagnósticos ha supuesto

un atraso en la clasificación de los trastornos del humor, ya que la depresión mayor se estima ser

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inconsistente pero se espera que ésta se vuelve a introducir (Colina, F. 2011).

Con la llegada del DSM-5, hay quien dentro de la psicopatología reclama un posicionamiento

diferente de la Melancolía, siendo ésta suficientemente consistente como para ser tratada como un

trastorno afectivo más la clasificación.

Los profesionales que defiende la melancolía diciendo que es inadecuadamente diferenciada de

otras formas de depresión, aportan evidencias clínicas y biológicas (Parker, G. et al. 2010).

Los aspectos clínicos propios de la melancolía serían los cinco siguientes:

– La alteración afectiva al responder de manera desproporcionada ante los estímulos,

reacciones emocionales bruscas, estado de animo inhibido y anhedonia generalizada.

– Alteración psicomotora expresada mediante enlentecimiento o mediante agitación

espontánea.

– Disfunción cognitiva que reduce la concentración y memoria de trabajo.

– Disfunción vegetativa que se manifiesto con sueño interrumpido, pérdida de apetito y de

peso y reducción de la libido.

– A pesar de que la psicosis no es una característica necesaria, sí que se puede presenta en

forma de pensamientos nihilistas de desesperanza, culpa, pecado o enfermedad.

Hay cambios biológicos que ocurren con más frecuencia en la melancolía que en otras formas de

depresión y son tres los marcadores que se conocen:

– La hipercortisolemia que se refleja en la prueba de la supresión de la dexametasona (DST) y

que no es tan común en los trastornos del estado de ánimo no melancólicos como lo es en la

melancolía.

– Disfunción psicomotora

– Perturbaciones de la arquitectura del sueño que se caracterizan por el aumento de la fase

REM y la disminución del sueño profundo.

A parte de las propiedades ya mencionadas, la melancolía cursa frecuentemente en episodios

(Parker, G. et al. 2010) lo que la convierte en un diagnóstico crónico, razón demás para considerar

estas características propias de una depresión homogénea separada del resto. A demás, también se

ha asociado la depresión melancólica a mayor número de intentos de suicidio (Grunebaum, M. et al

2004)

Asimismo, se ha propuesto que los pacientes con depresión melancólica podrían presentar un

umbral de tolerancia al estrés más bajo que explicaría por qué ciertos acontecimientos ambientales

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adversos leves podrían estar implicados en el inicio de un episodio depresivo melancólico. (Vallejo

Ruiloba, J. 2012)

Otros han afirmado que las características propias de un episodio melancólico consisten en

anhedonia profunda, estados de animo disforico inhibidos, culpa, apetito o perdida de peso,

insomnio, variaciones diurnas del estado del animo con rumiaciones matutinas y alteraciones

psicomotoras. (Rasmussen, 2011 )

Tellenbach también describe las características típicas de la Depresión Mayor ''Melancólica'' siendo

éstas la anestesia afectiva ante estímulos placenteros, el delirio de culpa relacionados con la idea de

haber transgredido las leyes de alguien o de haber infringido los mandamientos de Dios o de una

instancia moral superior y la pérdida de energía vital que se expresa con la sensación de

disminución de la vitalidad, de frescura, de integridad física y psíquica, de fuerza, de vivacidad;

sensación de cansancio (abatimiento), de debilidad, de fatiga o de malestar físico. (Ambrosini, A.,

Stanghellini, G. y Langer, A. 2011)

Se observa que hay un consenso entre los profesionales con lo que respecta las propiedad

específicas de la melancolía que la diferenciaría de la depresión mayor pero mientras que la

melancolía no obtenga una individualidad marcada, ésta se ve englobada en la depresión mayor o en

la distimia.

3. Personalidad melancólica

La melancolía como entidad propia, que se limita a las características melancólicas, sin ser vista

como trastorno depresivo o enfermedad sino como personalidad, ha sido estudiada por Hubertus

Tellenbach. En este apartado se pretende perfilar, igual que Robert Dick Gillespie con su concepto

de ''autonomía del humor '' cuales son las peculiaridades del melancólico que lo incapacitan

emocionalmente a responder ante las circunstancias del medio exterior y para ello haré uso de los

estudios de Tellenbach de la personalidad premórbida.

Hubertus Tellenbach describe el carácter melancólico con el desarrollo del concepto de Typus

Melancholicus para estudiar el papel de la personalidad premórbida en la aparición de la

Depresión Mayor '' Melancólica'' o depresión endógena.

Identificó, a partir de 119 pacientes depresivos hospitalizados, aquellas características

fundamentales de personalidad que forman un modo de ser con posibilidad a desarrollar una

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Depresión Mayor (Melancolía). Esta personalidad premórbida se entiende como una pre-condición

para la aparición de la depresión, es una estructura particular y estable a través de la cual se expresa

la vulnerabilidad a enfermar. Tellenbach describe qué caracteriza la personalidad premórbida y

cómo esta facilita la aparición de la depresión endógena. Como punto relevante, cabe señalar que la

endogeneidad es entendida como la concepción global del hombre en su relación con el mundo;

describe la tendencia del hombre a sincronizarse con el mundo, lo que Tellenbach nombra lo

Rítmico y la depresión endógena rompre este estado de equilibrio entre la conexión del tiempo

interior con el del mundo externo (Ambrosini, A., Stanghellini, G. y Langer, A. 2011).

El Typus Melancolicus (TM) está formado por las características estables que determinan el

concepto de personalidad, características que son las constituyentes de la vulnerabilidad hacia la

enfermedad y dan lugar a unos valores que regulan las acciones significativas, el estilo de vida de la

persona.

Las características claves de este TM y que forman una personalidad considerada como un factor

predisponente a la aparición de un episodio de depresión son la ordenalidad y la concienciosidad.

La ordenalidad la define como un orden acentuado en el terreno de las relaciones interpersonales,

tanto en el ambiente doméstico como laboral. La persona con esta particularidad se sobre-solicita

para no quedar en deuda con los otros. Los TM conciben el estar con alguien como un derecho que

hay que conseguir con empeño y no por puro placer. Defienden su particular estado de bienestar

mediante los limites de su orden en las relaciones que le aporta el sentimiento de poder ejercer

autonomía. Ésto está muy vinculado con lo que sería la segunda característica del TM, la

concienciosidad. Esta propiedad se manifiesta con la necesidad de prevenir el sentimiento de culpa

que conlleva un comportamiento motivado por buscar la aceptación de los demás, actúa conforme

la expectativa social. Con tal de preservan la armonía interior, los sucesos han de quedar dentro de

un orden pre-establecido y la concienciosidad es la expresión de este rigor excesivo en la gestión de

las relaciones personales y materiales; el confrontarse con algo imprevisto genera vulnerabilidad en

el individuo melancólico.

Alfred Kraus, analiza el TM y pone en evidencia que en esta personalidad no se es capaz de

distanciarse de la identidad del rol propia de la función social lo que conlleva una identidad del ego

carente de auto-determinación y hace al TM actuar de manera que su identidad se confirme

externamente. Kraus define este modus operandi como hiper/hetero-nomia siendo la hipernomia la

adaptació rígida a la norma y la heteronomia la acción guiada por criterios sociales; su actuación

impersonal.

Otra característica de esta personalidad pre-mórbida es la intolerancia a la ambigüedad que hace que

el TM viva sólo situaciones que están conformes con sus ideas prestablecidas lo que imposibilita el

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mantener relaciones auténticas. Se mueve como un actor social, a través de una empatía impersonal,

sólo siguiendo las reglas ya establecidas. Esta intolerancia también se vería relacionada con el

concepto de inmobilitimia de Shimoda (Ambrosini, A., Stanghellini, G. y Langer, A. 2011) que

indica la tendencia a aferrarse a un humor determinado, a ser y a hacer siempre de forma constante

que, según el autor, encaminaría a la tendencia de desarrollar patologías maniaco-depresivas.

El termino de situación que empra Tellenbach hace referencia a la tendencia del TM a situarse

dentro de relaciones y situaciones que lo caracterizan. Tatossian senyala que el TM no tiene un rol

activo en la constitución de la situación, no encuentran los eventos como suyos (Ambrosini, A.,

Stanghellini, G. y Langer, A. 2011). Por tanto, el TM se mueve a partir de una estructura de valores

caracterizada por la ordenalidad y la concienciosidad que hacen que el objetivo principal sea la

deseabilidad social.

Tellenbach, mediante casos de depresión port-parto, ha querido estudiar la fase pre-melancólica que

aparece entre el Typus Melancholicus y la enfermedad melancólica propiamente, cómo esta

estructura de personalidad se manifiesta en un evento existencial y hace de éste una situación

patógena. Ha distinguido tres momentos: la inclusión, la remanencia y la desesperación.

La constelación de la includencia indica una autocontradicción del TM porque por una parte se da

el impulso de mantener su orden pero por otra siente la necesidad de superar sus limitaciones al

aparecer una situación vital que lo requiere.

La constelación de remanencia se caracteriza por el sentimiento de no poder llevar a cabo lo

propuesto y sentirse en deuda.

El puente que une la fase pre-melancólica con la melancólica es el concepto de desesperación que

no indica pérdida de esperanza si no una disonancia cognitiva al ser incapaz de establecer

prioridades. Al no poder tomar una decisión definitiva el TM se ve oscilando entre dos bandos y

acaba suspendido, dando lugar a estancamiento psicomotor a causa de la incompatibilidad de los

objetivos.

Tellenbach diferencia el TM del trastorno obsesivo en donde el estándar individual se conserva

mediante acciones y pensamientos egodistónicos que conllevan significados simbólicos mientras

que el TM se basa en las expectativas de los demás y reacciona egosintónicamente.

Vemos que continúa existiendo en la literatura una parte de la melancolía como forma de carácter

que puede actuar como predictor para el desarrollo de una depresión endógena. Una nueva situación

que ponga en peligro el equilibrio existente en un individuo de Typus melancholicus puede dar

lugar, pasando por la fase pre-melancólica, a la inhibición psicomotora y posterior Depresión Mayor

''Melancólica''.

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4. Tratamiento

El tratamiento de la melancolía, que basculaba entre la magia y la terapia ambientalista con dietas,

paseos o música ha pasado, con el surgimiento de la biopsiquiatría y con su posterior integración en

la depresión endógena, ha pasado a ser de tipo farmacológico principalmente.

La terapia electro-convulsiva (ECT) obtiene resultados excelentes con los pacientes diagnosticados

de depresión melancólica. No hay evidencias en la literatura que indiquen que las depresiones

endógenas responden de manera pobre a la ECT por lo que hay profesionales que defienden este

tipo de tratamiento en los episodios de depresión melancólica. (Rasmussen, 2011)

Tres sistemas corporales son relevantes para la psiquiatría biológica: el sistema endocrino, el

sistema nervioso con los neurotransmisores y el sistema inmune (Shorter, E. & Fink, M. 2010) .

El desequilibrio de los neurotransmisores en la depresión endógena son tratados por la farmacología

pero el tratamiento específico para el sistema endocrino no ha tenido éxito.

Antes se ha hablado de la hipercortisolemia, que consiste en altos niveles de cortisol secretados por

la glándula adrenal. Un resultado positivo en el DST, test creado para detectar la anormalidad en los

niveles de cortisol, implica una depresión melancólica y junto con esta un mayor riesgo de suicidio

(Shorter, E. & Fink, M. 2010). Las criticas han sido duras con este marcador dada su falta de

especificidad, ya que también se obtuvieron resultados positivos con otros trastornos como el TOC.

La respuesta a estas críticas han sido que el test fue concebido sólo para la melancolía y no para la

depresión, lo que nos llevaría de vuelta a la polémica de ''independencia'' de la melancolía.

Además de diferenciar la melancolía de la depresión mayor en los aspectos clínicos y biológicos

como ya se ha visto en el apartado dos, ésta también se diferencia en cuanto al tratamiento. Los

pacientes melancólicos responden mejor a los antidepresivos tricíclicos de acción amplia que no a

los antidepresivos de acción estrecha como los ISRS (Shorter, E. & Fink, M. 2010 y Carroll, B. J.

2012). Los pacientes melancólicos responden bien ante la terapia de choque, ECT y en comparación

con los trastornos del estado de ánimo no melancólicos, responden débilmente a los placebos, las

psicoterapias o las intervenciones sociales (Parker, G. et al. 2010).

5. El transcurso de la melancolía expresado en el arte

La personalidad melancólica se ha visto representada durante toda la historia del arte, tanto en la

pintura como en la escultura.

La representación comienza en la Antigüedad clásica, allí donde surgió el concepto de melancolía a

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partir de la doctrina de los cuatro humores, y se interpretó la melancolía como un síntoma de éxtasis

divino relacionado con la locura que se ve plasmado en el arte a través de las figuras mitológicas de

Ayaz, Belerofonte y Heracles ( Soro, 2007). A partir de aquí el concepto va evolucionando hasta que

en la época helenística se consolida la doctrina de los cuatro temperamentos donde la melancolía se

interpreta como un tipo de carácter que abastece al individuo de tristeza, desesperación y

abatimiento. Durante este periodo, Saturno se convierte en el representante de los melancólicos

hasta finales del siglo XVII.

Este carácter melancólico o estado del alma se simboliza mediante la figura de un individuo sentado

y con la cabeza apoyada sobre su mano izquierda; una actitud de pensador que ha permanecido

hasta la modernidad.

Con la llegada de la Edad Media, la melancolía entró en decadencia y fue vista, a cauda del

cristianismo, como un pecado capital, hecho que se plasmó en el ámbito artístico.

El arte del Renacimiento rescató el temperamento melancólico como una forma de ser y este

carácter se manifestó en el arte por un lado como un estado del alma y por otro, como estado de

inspiración y éxtasis creador, símbolo del hombre sobresaliente que nos recuerda al genio

melancólico de Aristóteles.

Pero en el Romanticismo se abandona esta concepción palpable de la melancolía y se convierte en

un sentimiento perceptible e interpretable por los sentidos del hombre. Esta idea de melancolía se

expresó en las diferentes artes a través de representaciones de la natura; se buscaba la melancolía en

los atardeceres, en determinados espacios, etc.

Durante el siglo XIX, en el que surge la psiquiatría, la melancolía se concibe como una enfermedad

mental, concretamente como la depresión, y como resultado la melancolía se ve como un

sentimiento de tristeza que se interpretó en la pintura y la escultura como tal, haciendo uso de los

para poner tal en relieve.

6. Conclusiones

Mis intenciones iniciales fueron la descripción exhaustiva de lo que sería la personalidad

melancólica, desde sus comienzos hasta la actualidad. Dado que me he visto obligaba a cambiar el

rumbo por la extinción casi absoluta de lo que sería la melancolía como personalidad he añadido en

el presenta trabajo todo lo relacionado con la melancolía con el fin de ofrecer una visión global de

la situación actual que rodea la temática, desde su similitud con la depresión mayor hasta las

razones para ser vista como trastorno del ánimo a parte.

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Como se ha visto, la primera aparición de la melancolía en la literatura se le atribuye a Hipócrates a

través de su doctrina humoral de los temperamentos que con el paso del tiempo evoluciona hacia

una teoría humoral de caracteres, lo que convierte la melancolía en una propiedad estable del

individuo.

En la Edad Media se concebía la melancolía como angustia del alma atribuida a sus pecados que

hacía al hombre perezoso. Hasta el Renacimiento no empieza a surgir la idea de un origen cerebral

y es en este periodo donde aparece también la noción de herencia.

Durante el Barroco ya se hace la primera división de la melancolía por parte de Thomas Willis y se

emplea por vez primera el termino de depresión.

Con la psiquiatría moderna las divisiones de la melancolía proliferan hasta englobarse finalmente en

la depresión endógena que actualmente se encuentra dentro del Trastorno Depresivo Mayor. En las

nosologías contemporáneas, a demás de verse relacionada con la Depresión Mayor también se

puede vincular estrechamente con la Distímia.

Debido a esta ausencia de la melancolía en el panorama actual, en la literatura aparecen diferentes

profesionales que reclaman la consideración de la melancolía como depresión endógena; como un

tipo de trastorno afectivo independiente de la Depresión Mayor y para ello plantean una serie de

particularidades de la melancolía que le conferirían la independencia respecto a los actuales

trastornos del ánimo.

Las diferencias entre la melancolía y los actuales trastorno continua también en lo que respecta el

tratamiento de ésta, obteniendo excelentes resultados en la terapia electro-convulsiva y en los

antidepresivos tricíclicos de acción amplia pero obteniendo bajos resultados ante el placebo o la

psicoterapia.

En cuanto a la personalidad melancólica como características psicológicas del individuo sólo ha

sido estudiada por Tellenbach, quien empra el termino de Typus Melancholicus para designar una

serie de características que harían al individuo que las posee propense a desarrollar la melancolía

como enfermedad, depresión melancólica o endógena.

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7. Bibliografía

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