Periplo

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Periplo "De hecho, cuando Japhy llegue a la cima de esa cumbre, seguirá subiendo, lo mismo que el viento que sopla. Pero este viejo filósofo se quedará aquí. -Y cerré los ojos-. Además - pensé-, descansa y no te inquietes, no tienes que demostrar nada a nadie" Jack Kerouac "Los vagabundos del Dharma" I Inicio mi periplo interno en lo que tomo un Express en un Café al aire libre. Leo un artículo sobre Kerouac recreando su iniciático viaje por el desierto mexicano. Al lado de mi mesa se encuentra un tipo ruidoso, muy en su mundo de seducción con pláticas cotidianas de dinero. Enfrente de mí, molestándome, se encuentran los dos libros de física que estoy leyendo desde hace varios meses. Una mujer etérea y virtual me espera en el otro lado del mundo. Enciendo un cigarrillo y me acuerdo de “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño, aún presente, quizá buscando muertos perdidos en algún universo poblado de hoyos negros y planetas imaginarios. Este es el primer escenario del inicio de mi viaje. Las palabras se me atragantan entre las bocanadas de humo de mi último cigarro. Espero el momento preciso en que alcance el recorrido de las metáforas, el trayecto de lo resuelto para solucionar el poema. Se encuentra un testigo de mi partida, anónimo, con un nombre que no me dice nada, esperando que me suba a las palabras para acelerar mi viaje. Me observa, como los fantasmas supongo que lo hacen, cuando nos miran inocuos sin alguna pasión saliendo de lo que pueden ser sus ojos.

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Reflexiones en prosa sobre un viaje interior

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Periplo

Periplo

"De hecho, cuando Japhy llegue a la cima de esa cumbre,

seguir subiendo, lo mismo que el viento que sopla.

Pero este viejo filsofo se quedar aqu. -Y cerr los ojos-.

Adems - pens-, descansa y no te inquietes,

no tienes que demostrar nada a nadie"

Jack Kerouac "Los vagabundos del Dharma"

I

Inicio mi periplo interno en lo que tomo un Express en un Caf al aire libre.

Leo un artculo sobre Kerouac recreando su inicitico viaje por el desierto mexicano.

Al lado de mi mesa se encuentra un tipo ruidoso, muy en su mundo de seduccin con plticas cotidianas de dinero.

Enfrente de m, molestndome, se encuentran los dos libros de fsica que estoy leyendo desde hace varios meses.

Una mujer etrea y virtual me espera en el otro lado del mundo.

Enciendo un cigarrillo y me acuerdo de Los detectives salvajes de Roberto Bolao, an presente, quiz buscando muertos perdidos en algn universo poblado de hoyos negros y planetas imaginarios.

Este es el primer escenario del inicio de mi viaje.

Las palabras se me atragantan entre las bocanadas de humo de mi ltimo cigarro.

Espero el momento preciso en que alcance el recorrido de las metforas, el trayecto de lo resuelto para solucionar el poema.

Se encuentra un testigo de mi partida, annimo, con un nombre que no me dice nada, esperando que me suba a las palabras para acelerar mi viaje.Me observa, como los fantasmas supongo que lo hacen, cuando nos miran inocuos sin alguna pasin saliendo de lo que pueden ser sus ojos.

Las letras desordenadas con las frases que se alargan por instantes en que el tiempo se contrae, me recuerdan el perifrico de la ciudad de Mxico.

La paz, es una palabra hueca; es subjetiva, anmica, con varias interpretaciones; me subo a ella, pero es como viajar a todas partes que me conducen al mismo sitio; es encontrar en esa bsqueda de la nada, una profunda salida en medio de un universo real, el viaje externo de las paradas al infinito, mientras el fantasma en otro lugar me recuerda que el tiempo no es la vida, que el tiempo no es el cuaderno sin notas

Al contrario:

Que el espacio es otra palabra que alberga paradjicamente el vaco.

Porque como escriba Octavio Paz en Posdata con otras palabras: Las cosas nos llenan de nada.

Fluyo en el diccionario, me reflejo en la seccin de palabras no dichas, Viajo con mis pensamientos a las mesetas alargadas, en donde el sol no puede esconderse de la noche.

Las historias me dejan, abandonan con rapidez el autobs que me conduce a la terminal de lo no resuelto.

Ellas se quedan con las palabras: vida, muerte, existencia, deseos, utopa, metas, objetivo y un centenar de sinnimos y frases compuestas.

II

He cambiado el Express cortado por un buen ron, el Caf con la brisa del mes de febrero en un lugar perdido cerca del mar, por un cuarto, en estos momentos, atosigante, en el que habitan los diccionarios y los electrones, los gusanos que en ocasiones se transforman en grillos y lagartijas, rodeado de imgenes que se desvanecen en este transcurrir de verbos y metforas (hay una fotografa en donde uno de los habitantes de este cuarto se encuentra rodeado de vendedoras juchitecas en un mercado que por ese entonces, la dulzura del zapoteco se confunda con las canciones de Silvio Rodrguez y posiblemente Don Genaro, Carlos o Don Juan se encontraban intercambiando algunas cosas de poder).

El piano de George Winston, Dead can Dance y Janis Joplin, tambin son un conglomerado de signos que el fantasma me proporciona para alcanzar a otras palabras.

Kerouac (el responsable de este periplo, tierra adentro) me recuerda el recorrido por las autopistas del rompimiento antes de que se convirtiera al budismo.

Me estaciono entre un sin fin de libertades que como mariposas en otoo, emigran a los sitios de poder que la droga invadi y la estupidez que abunda en todas partes.

Aqu tampoco se encuentra la palabra amor, solo el continuo vaivn de las partculas de la melancola que me regresa al tiempo en que caminar por las calles era sinnimo de ser libre, mientras se escuchaba Hey Jude por las ventanas, sin querer encontrar el camino de regreso a casa.

Aquellos das en que llevar el pelo largo no era solamente dejar crecer el cabello, y fumar un porro, un chuvi, o un toque, no era lo mismo que comenzar el atracn despus de un par de chochos para que al final no pasara nada.

La melancola era otro gusano que los diferentes sinnimos de libertad miraban con malos ojos.

Pero ponto abandon la terminal de las utopas y los cronopios, aquellos personajes tan reales que fueron descubiertos por Cortzar, me estaban esperando en la prxima estacin al infinito (como que si no supiera que tampoco exista).

Una lnguida voz de trompetas y sonidos onomatopyicos, se encontraban en la entrada, saban que la nada era la recompensa, o ese tiempo alargado, escurrido, como la cmara de niebla de Wilson de un experimento de partculas ridiculizado por los granos del polen.

Metforas tras metforas que se encontraban agazapadas, escondidas dentro del modelo para poder entender al mundo.

Que es la luz, me preguntaban. Que es el contrastante mundo de una tierra con nios murindose de hambre o sed? sin poder cuestionarse que es el tiempo, como pequeos cronopios que desmoronaban los principios de cualquier religin, de querer creer en otros mundos de la abstraccin de la idea, mentes vacas, pensar sin estar pensando y poder seguir preguntando lo que es (que se puede decir de lo que es) y tratar de comprender las expiaciones con un buen juego electrnico.

III

Escucho a Nirvana, a CoDoNa en su tercer lbum y me detengo en mi periplo. Tambin quiero abandonar el autobs junto con los cronopios (el cantante de rock y el chamn, el propio grito, ese lamento de Devorzhum en Dead Can Dance y un buen toque para olvidarse de las reumas mentales)

Sin embargo contino en este viaje interno, antipotico, antirecuerdos que no se han ido desde que no pude encontrar el camino a casa y emerge la magia con Blind Faith y estos aos que se detienen como sanguijuelas medicinales en esas persistentes ideas de lo que es efmero, y seguir el camino del matadero.

Hay una parada que me anuncia el conductor, otro cronopio que sali de un cuento de Cortzar, y es un lugar parecido al manicomio, donde se encuentran: mi otro Yo, el verdadero, mis amigos que el tiempo no pudo arrebatarles su existencia, que para efectos de interpretacin en este lado de la luna o el mundo en que se refleja, o se observa, pueden ser bluseros, poetas, prostitutos, marginados, guerrilleros, navegantes; miembros de Green Peace, cronistas de lo efmero (el Koyote se col en este relato), personajes de cualquier cuento, mariachis buscando la tocada a la salida de un antro en que tocan msica de Luis Miguel y RBD, etc.

La muerte, y no el fantasma que me acecha constantemente en este viaje, me advierte que no pudo bajarse y que al final, antes de alcanzar a mis competidoras y a pesar de los soles de otros universos paralelosella va a ganar.

El lamento (otra vez Devorzhum), la voz de un nio, las estupideces de los Bush, las mujeres, el idiota juego de las levantadas y los levantones, de las tocadas y las quedadas, la distraccin enajenante de las noticias fatdicas, las casiadiario, los premios Grammy, los Oskares, el reguetn, me quieren atrapar en un juego en que alguna pelcula mexicana de los setentas como Las Ficheras, es la que impone sus reglas.

El torbellino de palabras encontradas (alcanzadas), las interrupciones, mis novias inexistentes, palabras-objetos-norecuerdos, me presionan para entender que esto tiene que acabar y me evado del juego, por la nota de otra "cancin de las estrellas", me voy, no se de mi, viajo, no hay nadie, solo el testigo de la nada y por un instante como alguna vez con Boure (de Jethro Tull), me escapo con el humo del lamento de lo que no fuimos, ni somos, ni seremos