Per què es deixa de llegir?

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“Hay cierto prejuicio de los adolescentes hacia la lectura porque se asocia a algo muy académico, de buen estudiante”. “La lectura es una actividad compleja, que requiere esfuerzo y que necesitas ejercitar mucho para que te guste”. “La ficción se ha diversificado y los jóvenes tienen otros géneros co- mo el cine o los videojuegos para conseguirla”. “No tienen tiempo y sí otros intereses”. “En la escuela hay mucha lectura obligatoria”. “Padres y profe- sores tampoco leen”. Estas son sólo algunas de las muchas razones que aducen profesores, biblioteca- rios, escritores, editores y especialistas en literatura juvenil para justificar la pérdida de afición a la lectura en el paso de la niñez a la adolescencia. Las estadísticas indican que el 85% de los menores de 13 años lee por estudios y en su tiempo libre, y tres de cada cuatro lo hace a diario o semanalmente. En cambio, a partir de esa edad hay un porcentaje de entre el 28% y el 37% (depende del sondeo) que no lee nunca o casi nunca. “Hay dos grandes caídas de lectores que coinciden con el paso de la educa- ción primaria a la secundaria, a los 11-12 años, y con el paso al bachillerato, a los 15 o 16”, asegura Pedro César Cerrillo, director del Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil de la Universidad de Castilla-La Mancha. Teresa Co- lomer, directora del grupo Gretel de investigación en literatura infantil y juvenil y educación literaria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), explica que el primer descenso llega a los diez años porque “la punta de ilusión por leer se registra a los nueve con el final del aprendizaje lector, que es muy motivador porque ilusiona mucho socialmen- te; luego ya no se les valora tanto que lean”. No es algo que ocurra sólo en España. Un sondeo del National Literacy Trust realizado en 2012 con- cluyó que el 27,5% de los ingleses que tienen entre 12 y 16 años no lee, si bien había otro 30% que decía que leía cada día. Porque si al llegar a la pubertad muchos se apuntan a la máxima de que leer es un rollo, hay otro grupo que hace de la lectura su pasión. De ello da muestra la cantidad de blogs y A nueve de cada diez niños les apasionan los cuentos y saber leer. En cambio, prácticamente la mitad de los jóvenes de entre 14 y 24 años asegura que no lee libros o lee pocos porque no le gustan, no le interesa o no tiene tiempo. Hay múltiples razones que alejan a los adolescentes del placer de la lectura Texto Mayte Rius clubs de lectura creados por adolescentes (veáse información de apoyo), o los foros organizados en las webs de algunos autores de literatura juvenil como Laura Gallego o Jordi Sierra i Fabra. No menos que sus padres En realidad, dicen los expertos, en España nunca se ha leído tanto como ahora. “Los adolescentes sí leen, leen muchísimo, pero lo hacen sobre todo en pantalla y eligen textos multimedia o divulgativos, no literarios”, opina Carme Vidal, profesora de educación secundaria. Y enfatiza que los jóvenes de hoy no leen menos de lo que lo hacían los de generaciones anteriores, aun- que ahora tienen otras vías para satisfacer su nece- sidad de historias. “A los niños pequeños les gusta la ficción porque llega de la mano de los padres y de los maestros; los adolescentes también necesitan esas historias, pero acceden a ellas a través de otros géneros como el cine o los videojuegos”, comenta. Y enfatiza que la sociedad en general tampoco es muy lectora y ni padres ni profesores son modelos para los chicos porque muchos no leen ni les ense- ñan qué y cómo deben leer. “Fomentar el hábito de la lectura no es decirles que lean o darles lecturas obligatorias, es acompañarles, darles recursos para que sepan interpretar los textos y obtengan placer con ellos, porque eso es algo que no llega solo, que requiere esfuerzo”, indica. Antònia Caño, directora de la biblioteca La Munta- la, integrada en la red de la Diputació de Barcelona, enfatiza la importancia de este acompañamiento. “Hoy, cuando el buen gusto no responde a un canon sino al mercado, tiene más relevancia que nunca la figura del prescriptor, de alguien que conoce y recomienda lecturas en función de tus apetencias, del momento”, dice. Opina que los jóvenes de hoy no leen menos sino que leen de otra manera: “Leen en el móvil, en el ordenador, cuelgan fragmentos de lo que están leyendo en las redes sociales, inter- cambian comentarios con otros lectores, buscan una lectura social…; en realidad ahora hay más opciones de llegar a ser buenos lectores gracias a la amplia oferta y a internet”. Por eso Caño cree que para que los jóvenes se apasionen por los libros hay que acercarse a ellos con nuevas herramientas y con los formatos que les gustan. “No veo mal que lean series, siempre nos hemos enganchado a la lectura a través de las series; antes eran Los cinco los que nos cautivaban y a partir de ahí la bibliotecaria nos animaba a descubrir otros libros y autores; ahora empiezan por Juego de tronos o Harry Potter y cuando comienzan a aburrirse es el momento de ofrecerles otras cosas; porque la lectura es un proceso y si has leído series llega un momento en que ya puedes leer Dickens, Mark Twain o autores actuales más realistas; han cambiado las formas pero no el proceso”, resume. Competencia de intereses También Mireia Manresa, profesora de secundaria y de Didáctica en la UAB que dedicó su tesis a analizar los hábitos lectores de los adolescentes, cree que es importante promo- en familia ¿Por qué dejamos de leer? VETTA ES- 30 DE AGOSTO DEL 2014 16 17 EN FAMILIA

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Interessant article que explica els hàbits lectors entre els infants i més tard en els asolescents.

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“Hay cierto prejuicio de los adolescentes hacia la lectura porque se asocia a algo muy académico, de buen estudiante”. “La lectura es una actividad compleja, que requiere esfuerzo y que necesitas ejercitar mucho para que te guste”. “La ficción se ha diversificado y los jóvenes tienen otros géneros co-mo el cine o los videojuegos para conseguirla”. “No tienen tiempo y sí otros intereses”. “En la escuela hay mucha lectura obligatoria”. “Padres y profe-sores tampoco leen”. Estas son sólo algunas de las muchas razones que aducen profesores, biblioteca-rios, escritores, editores y especialistas en literatura juvenil para justificar la pérdida de afición a la lectura en el paso de la niñez a la adolescencia.

Las estadísticas indican que el 85% de los menores de 13 años lee por estudios y en su tiempo libre, y tres de cada cuatro lo hace a diario o semanalmente. En cambio, a partir de esa edad hay un porcentaje de entre el 28% y el 37% (depende del sondeo) que no lee nunca o casi nunca. “Hay dos grandes caídas de lectores que coinciden con el paso de la educa-ción primaria a la secundaria, a los 11-12 años, y con el paso al bachillerato, a los 15 o 16”, asegura Pedro César Cerrillo, director del Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil de la Universidad de Castilla-La Mancha. Teresa Co-lomer, directora del grupo Gretel de investigación en literatura infantil y juvenil y educación literaria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), explica que el primer descenso llega a los diez años porque “la punta de ilusión por leer se registra a los nueve con el final del aprendizaje lector, que es muy motivador porque ilusiona mucho socialmen-te; luego ya no se les valora tanto que lean”.

No es algo que ocurra sólo en España. Un sondeo del National Literacy Trust realizado en 2012 con-cluyó que el 27,5% de los ingleses que tienen entre 12 y 16 años no lee, si bien había otro 30% que decía que leía cada día. Porque si al llegar a la pubertad muchos se apuntan a la máxima de que leer es un rollo, hay otro grupo que hace de la lectura su pasión. De ello da muestra la cantidad de blogs y

A nueve de cada diez niños les apasionan los cuentos y saber

leer. En cambio, prácticamente la

mitad de los jóvenes de entre 14 y 24

años asegura que no lee libros o lee pocos porque no le gustan,

no le interesa o no tiene tiempo. Hay múltiples razones

que alejan a los adolescentes del

placer de la lectura

Texto Mayte Rius clubs de lectura creados por adolescentes (veáse información de apoyo), o los foros organizados en las webs de algunos autores de literatura juvenil como Laura Gallego o Jordi Sierra i Fabra.

No menos que sus padres En realidad, dicen los expertos, en España nunca se ha leído tanto como ahora. “Los adolescentes sí leen, leen muchísimo, pero lo hacen sobre todo en pantalla y eligen textos multimedia o divulgativos, no literarios”, opina Carme Vidal, profesora de educación secundaria. Y enfatiza que los jóvenes de hoy no leen menos de lo que lo hacían los de generaciones anteriores, aun-que ahora tienen otras vías para satisfacer su nece-sidad de historias. “A los niños pequeños les gusta la ficción porque llega de la mano de los padres y de los maestros; los adolescentes también necesitan esas historias, pero acceden a ellas a través de otros géneros como el cine o los videojuegos”, comenta. Y enfatiza que la sociedad en general tampoco es muy lectora y ni padres ni profesores son modelos para los chicos porque muchos no leen ni les ense-ñan qué y cómo deben leer. “Fomentar el hábito de la lectura no es decirles que lean o darles lecturas obligatorias, es acompañarles, darles recursos para que sepan interpretar los textos y obtengan placer con ellos, porque eso es algo que no llega solo, que requiere esfuerzo”, indica.

Antònia Caño, directora de la biblioteca La Munta-la, integrada en la red de la Diputació de Barcelona, enfatiza la importancia de este acompañamiento. “Hoy, cuando el buen gusto no responde a un canon sino al mercado, tiene más relevancia que nunca la figura del prescriptor, de alguien que conoce y recomienda lecturas en función de tus apetencias, del momento”, dice. Opina que los jóvenes de hoy no leen menos sino que leen de otra manera: “Leen en el móvil, en el ordenador, cuelgan fragmentos de lo que están leyendo en las redes sociales, inter-cambian comentarios con otros lectores, buscan una lectura social…; en realidad ahora hay más opciones de llegar a ser buenos lectores gracias a la amplia oferta y a internet”. Por eso Caño cree que para que los jóvenes se apasionen por los libros hay que acercarse a ellos con nuevas herramientas y con los formatos que les gustan. “No veo mal que lean series, siempre nos hemos enganchado a la lectura a través de las series; antes eran Los cinco los que nos cautivaban y a partir de ahí la bibliotecaria nos animaba a descubrir otros libros y autores; ahora empiezan por Juego de tronos o Harry Potter y cuando comienzan a aburrirse es el momento de ofrecerles otras cosas; porque la lectura es un proceso y si has leído series llega un momento en que ya puedes leer Dickens, Mark Twain o autores actuales más realistas; han cambiado las formas pero no el proceso”, resume.

Competencia de intereses También Mireia Manresa, profesora de secundaria y de Didáctica en la UAB que dedicó su tesis a analizar los hábitos lectores de los adolescentes, cree que es importante promo-

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si se le ayuda a compararla con series de televisión actuales”, ejemplifica.

Los profesores participan de esta controversia. La mayoría cree necesarias las lecturas obligatorias porque de otra manera muchos chicos no tendrían ningún contacto con la literatura o no tendrían suficientes referentes para definir sus gustos. “Al adolescente basta con obligarle a algo para que se ponga en contra; así que la lectura, que es algo que cuesta, si es obligatoria no les convida mucho a leer; pero de manera natural la mayoría tampoco leería y a veces es gracias a que les obligas que algunos se enganchan a los libros”, opina Núria Cot, profesora de lengua y literatura en el instituto Esteve Albert.

Lo que levanta más polémica es la forma en que se plantean esas lecturas. “A menudo el planteamien-to es: ‘Te doy un libro, te digo que has de leerlo, y te pregunto sobre él en el examen’, y eso les hace

nes, lo que permite ofrecer una lista abierta de libros para diferentes gustos. Lourdes Domenech dice que en lugar de un examen propone activida-des creativas, tertulias, foros de lectura on line y puntúa la actitud.

Libros puente Mireia Manresa cree que muchos de los estudiantes de secundaria y de universidad no conocen suficiente la literatura para poder definir lo que les gusta, y que precisamente el papel de los profesores ha de ser acompañarlos para ir encon-trando autores y géneros que no descubrirían por sí mismos. “El profesor debe conocer mucho al chaval, saber qué lee y qué le gusta, y a partir de ahí construir puentes entre lo que lee y lo que podría leer, ayudarle a progresar”, dice. Por eso rechaza recomendar títulos para cualquier adolescente, porque el libro más adecuado dependerá siempre de las habilidades lectoras de cada uno, de sus gus-tos y preferencias… Así, por ejemplo, considera que a los chavales que ya leen bastante hay que abrirles la puerta a otros géneros, mientras que a los que no leen hay que engancharles con lecturas fáciles, con novela gráfica o con álbumes ilustrados. “Yo tenía una alumna que leía de forma compulsiva pero sólo novela fantástica, y un día le propuse que probara con La voz dormida, de Dulce Chacón; le gustó, le emocionó y lo pasó a sus amigas”, dice Carme Vidal para explicar cómo contribuir a que progresen.

Pero para poder proponer libros puente hacia otros géneros hace falta que los profesores lean mucho y estén bien formados. “Los maestros no siempre son grandes lectores, y si tú no eres muy aficionado difícilmente vas a transmitir esta pasión”, comenta Colomer.

En la escuela y en casa La profesora Domenech ase-gura que existen muchas estrategias para fomentar la lectura pero pocas garantías de éxito, sobre todo

a la hora de enganchar a quien no lee. Apunta que una de las que mejores resultados da es convertir la lectura en un hábito cotidiano incluyendo media hora diaria de lectura libre en el horario escolar. “Leer todos en clase, en silencio, supone un estímu-lo para los que no leerían solos en casa, y permite comentar los libros y que unos animen a otros”, ex-plica. Otra fórmula que funciona, dice, es promover la lectura de las series de moda, como Divergente: “Tienen una proyección social y muchos los leen para poder hablar de ellos en la pandilla”.

Gutiérrez de la Torre cree que la poesía es otra posible vía de enganche. “Hay que introducirles cuanto antes en el lenguaje poético porque la poesía encierra mucha emotividad, como las canciones, y en plena crisis adolescente hay chavales que se pue-den sentir identificados con un poema y encontrar en los versos la clave de su problema”, apunta.

Pero que los jóvenes lean no depende sólo de la escuela. Es fundamental el papel de la familia. “Los que están acostumbrados a leer cuentos desde pequeños, a ver a sus padres con un libro en las ma-nos, a ir a las librerías, quizá pierdan el hábito en la adolescencia igual que cambian hábitos de higiene o de sueño, pero luego lo recuperan”, afirman Núria Cot y Lourdes Domenech a partir de su experiencia como profesoras y como madres.

Gutiérrez de la Torre cuenta que una estrategia familiar que funciona para despertar el placer de la lectura es la que denomina libros a cuatro manos. “Siempre recordamos con cariño las actividades que compartimos de pequeños con nuestros pa-dres, así que yo coloqué en casa un atril con Las mil y una noches, convoqué a toda la familia, y acorda-mos que cada noche uno leería un capítulo a los otros, y hoy mi hija asocia la lecturas a momentos placenteros”, resume. s

Enganchados a la novela y al blog

Hay jóvenes que dejan de leer en la adolescencia, pero tam-bién hay otros que en esa eta-pa se apasionan por la lectura y animan a otros a imitarles. Y en la era digital eso significa que no se conforman con comentar sus lecturas con los amigos sino que lo hacen en redes sociales y en internet.

En los últimos años han proliferado los blogs donde jóvenes lectores resumen los libros que leen, opinan sobre ellos, anticipan cuáles se van a publicar o incluso organizan campeonatos de lectura. Marta Botet empezó el blog Recomanacions de Llibres Infantils i Juvenils con 11 años

para compartir la diversión que ella encontraba en sus lecturas. Ahora tiene 14 y si-gue sin entender que alguien considere que leer es un rollo. “Creo que no tienen pacien-cia, que buscan algo rápido, visual, y no son capaces de aguantar hasta el final de una historia”, comenta.José Requena, responsa-ble de Adicción Literaria y estudiante de Periodismo, defiende que “leer es una de las sensaciones más placenteras que existen; es relajante, te ayuda a desco-nectar y te hace experimentar sensaciones que jamás sentirás (por desgracia o por fortuna) y viajar a lugares que jamás habrías imaginado; los gatos tienen siete vidas, pero

los seres humanos si leen pueden tener incluso más”. Y opina que si hay chavales que no leen es porque no han encontrado el título perfecto (su consejo es leer varios géneros e ir probando hasta encontrar el mejor para cada uno) o porque en el instituto se han topado “con libros infumables” por culpa de las lecturas obligatorias. Mela, de 16 años, estrenó hace un año el blog Monta-ñas de Libros y sostiene que la clave para engancharse a la lectura es dar con un libro adictivo, con el que sea impo-sible aburrirse. Para ella ese papel lo desempeñó Harry Potter, pero cree que ahora a muchos les llega la adicción con Los juegos del hambre.

muchos chavales ven en la lectura una obligación escolar

ver la lectura teniendo en cuenta sus intereses. Recuerda que leer es una actividad individual poco atractiva en una etapa donde una de las prioridades es el grupo, hablar, compartir, socializar. De ahí que para hacerla más interesante abogue por socializar-la, por fomentar que hablen sobre libros y reco-mienden los que les gustan y por crear comunidad a través de esta actividad.

“La socialización pesa tanto en los adolescentes que muchos de los que antes eran muy lectores se sien-ten aislados y acaban abandonando la lectura por la presión ambiental”, coincide Colomer. Lourdes Domenech, profesora de lengua y literatura caste-llana en secundaria y madre de adolescentes, cree que en este abandono influye que en la ESO tienen poco tiempo para leer. Según los datos recabados en 2009 por Manresa para su investigación, si en primero de ESO hay un 14% de estudiantes que no lee textos literarios en su tiempo libre, en tercero de ESO el porcentaje sube al 45%.

El presidente de la Asociación de Amigos del Libro Infantil y Juvenil y editor, José María Gutiérrez de la Torre, cree que el problema es que los chavales se sienten perdidos entre tanta oferta de libros y de ac-tividades: “Con las pantallas la lectura profunda se resiente porque están permanentemente invitados a picotear de una cosa y de otra, como en el bufet de una fiesta”.

En cambio, el escritor Jordi Sierra i Fabra rechaza el argumento de que los jóvenes no leen porque tienen otras aficiones y prioridades. “No comparto que la culpa sea de los videojuegos o de internet; llevo 42 años publicando libros y antes se culpaba a la televisión y a los vídeos; la clave es que los chicos asocian los libros con la escuela, y allí cuando les recomiendan una novela no es para que lo pasen bien, sino para que luego hagan un trabajo o se exa-minen, y eso se acaba convirtiendo en un suplicio; además, como se enfrentan a esas lecturas solos, muchos no entienden lo que leen, piensan que es culpa suya, que son burros, y para no sentirse mal dejan de leer”, indica.

Las polémicas lecturas obligatorias También Pedro César Cerrillo cree que las lecturas obligatorias escolares tienen mucho que ver con que algu-nas personas aborrezcan la lectura. “La lectura obligatoria debe existir porque forma parte de la formación del individuo, pero si les damos tres libros por trimestre para leer fuera del horario escolar hipotecamos el tiempo de lectura libre que puedan tener”, comenta. Y subraya que el proble-ma se agrava entre los estudiantes de bachillerato, a quienes se les prescriben libros que a menudo chocan con sus gustos y con las capacidades com-prensivas a esa edad. “No es cuestión de que no tengan que leer clásicos, sino de qué clásicos se les proponen, en qué momento y de qué manera; si a un joven de 16 años le damos La Celestina es muy probable que no encuentre placer en leer porque es una obra compleja y alejada de sus circunstancias; en cambio, igual disfruta con El Lazarillo de Tormes

aborrecerlo; en cambio, estas lecturas pueden ser una herramienta poderosa para involucrarlos en la literatura y que descubran cosas que no cono-cen”, indica Vidal. Cuenta que ella organizó una webquest (actividad de investigación a través de internet) sobre El Lazarillo de Tormes en la que los alumnos tenían que escribir un pequeño episodio imitando el texto original. “No les planteé que de-bían leer obligatoriamente el libro, pero para hacer el episodio era imprescindible entender la novela e imitarla con humor; les encantó, se rieron, com-prendieron la obra y se la apropiaron para hacer un trabajo creativo”, resume.

Cot reconoce que examinar de las lecturas de la ESO y ofrecer un único libro para todos puede ser contraproducente para cautivar a los alumnos, pero ve difícil hacerlo de otro modo y controlar qué han leído. Sin embargo, cada vez son más los profesores que se suman a la corriente de lectura sin exáme-

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Antònia CañoDirectora de la biblioteca La MuntalaCree que la mejor vía de entrada son las series. Las que ahora triunfan más son Juego de tronos, de George R.R. Martin (Gigamesh); Un verano en vaqueros, de Ann Brashares (Ediciones SM); Buenos días, princesa, Blue Jeans (Planeta); El ladrón del rayo, de Rick Riordan, de la colección Percy Jackson y los dioses del Olimpo (Salamandra); Aquí llega Lola, de Isabel Abedi (EDAF); Un pringao total, de Jeff Kinney, de la colección Diario de Greg (RBA); Manual de supervivència a l’institut, de Rachel Renée Russell, col. Diari d’una penjada (Estrella Polar); Amanecer, de Stephe-nie Meyer, de la colección Crepúsculo (Alfaguara); y Harry Potter, J.K. Rowling, (Salamandra).

MelaAutora del blog Montañas de LibrosAconseja las novelas de Rick Riordan sobre Las aventuras de Percy Jackson y la colección Los dioses del Olimpo (Salamandra). “Tienen mucho sentido del humor, muchas bromas, y son entretenidas porque hablan de mitología y semi-dioses”, resume. También aconseja otras series como Los juegos del hambre, de Suzanne Collins (RBA) y

Harry Potter, de J.K. Rowling (Salamandra). Y para quienes inician la ESO, las novelas de Laura Gallego.

Marta BotetAutora del blog Recomanacions de LlibresPara los más pequeños (10-14 años) ve muy atractivas las historias de la colección El equipo tigre (Ediciones SM), que narran las aventuras de unos detectives de esas mismas edades. “Engan-chan porque te mantienen intrigada con preguntas al final de cada capítulo que en realidad son pistas para que vayas descifrando el misterio”, resume.Otra de sus propuestas es La puerta de los tres cerrojos (La Galera), de Sonia Fer-nández Vidal, “un libro que combina fantasía y realidad, que cuenta la historia de un adolescente que se mete en un libro de física cuántica y la trama está llena de enigmas que hay que ir resolviendo”. Y para aquellos que se cansan de leer pero quieren adentrarse en la literatura distópica que tanto triunfa en las conversaciones del instituto, aconseja Legend, de Marie Lu (Ediciones SM). “Es mucho más corta que otras novelas de ese género, como Los juegos del hambre, combina aventura y una historia de amor, y en cada capítulo cambia el punto de vista alternando la narración

libros que combinen texto e imágenes como las novelas gráficas –Emigrantes o El ár-bol rojo, de Shaun Taun (Bár-bara Fiore), por ejemplo–, o los álbumes ilustrados –su-giere los de Anthony Browne, o La isla, de Armin Greder (Loguez Ediciones), Concierto para escalera y orquesta de Antonio Orlando Rodríguez e ilustrado por Carole Hénaff (Ekare), o La niña de rojo, una versión de caperucita para adultos de Roberto Innocenti (Kalandraka ediciones de Andalucía). Y a los aficiona-dos a las novelas juveniles de fantasía sugiere abrirles la puerta a otros géneros, como las novelas policíacas, los libros de fantasía épica como La pell freda, de Albert Sánchez Piñol (La Campana), algunos cuentos de realismo mágico de Pere Calders o los libros de Phillip Pullman.

Pedro César CerrilloDirector del Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura InfantilRecomienda lecturas que hablen de los problemas de los adolescentes, como Días de Reyes Magos, de Emilio Pascual (Anaya). “Es una novela magnífica (también para adultos) que relata la historia de un adolescente que se rebela contra la figura paterna negándose a leer (el padre es un gran lector) y se va de casa, pero encuentra trabajo precisamente como lazarillo de un ciego que sólo busca que le lean en voz alta”, resume este experto.

Lourdes DomenechProfesora de secundariaVe fácil atraer a la lectura con las novelas de Ana Alcolea –El medallón perdido o El retrato de Carlota (Anaya)–, de Marisol Ortiz de Zárate –por ejemplo La canción de Shao Li (Bambú)–, de Jordi Sierra i Fabra o de Fernando Lalana.

Núria CotProfesora de secundariaCree que, en general, es más fácil enganchar a las chicas con novelas de amor y desa-mor y a los chicos con tramas de misterio y ciencia ficción. Asegura que la lectura escolar que más unanimidad suscita entre sus alumnos es El valle de los lobos, de Laura Gallego (Ediciones SM).

el papel de la familia es esencial para impulsar el desarrollo del hábito

las series son vía de enganche y puerta de acceso a libros más complejos

de la protagonista y del protagonista”, explica.

José RequenaAutor del blog Adicción LiterariaPara los más románticos, aconseja Un beso en París, de Stephanie Perkins (Platafor-ma Neo), Bajo la misma es-trella, de John Green (Nube de tinta), Rubí de Kerstin Gier (Montena) y Amor inmortal, de Cate Tiernan (Editorial SM). Las dos primeras son novelas realistas y las otras de carácter fantástico.Para los que buscan aven-turas, propone las distopías de Los juegos del hambre, de Suzanne Collins (RBA) y Divergente, de Verónica Roth (Molino) y las historias fantásticas de Trono de cristal, de Sarah J. Maas (Al-faguara), Poison, de Maria V. Snyder (Harlequín Ibérica) y Cazadores de sombras, de Cassandra Clare (Planeta).Para quienes quieran llorar, recomienda Willow, de Julia Hoban (Ámbar), Frío, de Laurie Halse Anderson (Roca) y Ojos azules en Kabul de Anabel Botella (Platafor-ma Neo).

José M.a Gutiérrez de la TorrePresidente de la Asociación de Amigos del Libro Infantil y JuvenilApuesta por enganchar a los jóvenes con las novelas clási-cas de aventuras, como Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll (Alianza y otras), La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson (Ede-bé, Debolsillo…) o El buscón, de Francisco de Quevedo (Anaya, Edebé…).

Mireia ManresaProfesora de secundaria y de Didáctica en la UABApunta una serie de webs de referencia sobre literatura infantil y juvenil que pueden ayudar a elegir: Llibres al re-plà, Revista Faristol (apartado crítica), Los Fundamentales de Canal Lector, Gretel (recomen-daciones mensuales clasifica-das por edad), Revista Babar, Leoteca (comunidad lectora) y Què Llegeixes (comunidad lectora en catalán estructura-da por franjas de edad).Por otra parte, opina que a los lectores menos entusias-tas habría que ofrecerles se-ries y libros que enganchen, como los de Cornelia Funke o

libros que atrapan“Un no lector es alguien que aún no ha encontrado su libro”. Quien lo dice es la bibliotecaria Antònia Caño, pero es una idea bastante ge-neralizada entre los apasio-nados de la lectura. Por eso hemos pedido a profesores, jóvenes lectores, y expertos en literatura infantil y juvenil que sugieran algunos libros que pueden servir de gancho. Todos coinciden en que las recomendaciones han de ser personalizadas, en función de los gustos y las habilidades de cada persona, pero dan algunas pistas para escoger.

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