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PEQUEÑOS PRODUCTORES Y VULNERABILIDAD GLOBAL AGROALIMENTARIA

DIRECTORIO

Dr. Ángel René Estrada ArévaloRECTOR

Mtro. Hugo Armando Aguilar AguilarSECRETARIO GENERAL

Dr. Pedro Urbano Gómez JuárezSECRETARIO ACADÉMICO

Lic. Mario Rebollo ArmengolSECRETARIO ADMINISTRATIVO

Dr. Roberto Villers AispuroDIRECTOR GENERAL DE PLANEACIÓN

Dr. Fernando Álvarez SimánDIRECTOR GENERAL DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA

Mtro. Lorenzo Franco Escamirosa MontalvoDIRECTOR GENERAL DE INVESTIGACIÓN Y POSGRADO

C.P. María Lidia Pascacio OrdóñezCOORDINADORA GENERAL DE FINANZAS

PEQUEÑOS PRODUCTORES Y VULNERABILIDAD GLOBAL AGROALIMENTARIA

EDITOR:Héctor B. Fletes Ocón

Universidad Autónoma de Chiapas

Red de Investigación Socioeconómica en Hortalizas, Frutas y Flores (RISHORT)

2010

Pequeños productores y vulnerabilidad global alimentariaPrimera edición 2010

D.R. 2010 Universidad Autónoma de ChiapasColina UniversitariaBlvd. Belisario Domínguez Km. 1081Tuxtla Gutiérrez, Chiapas

ISBN: 978-607-8003-63-1

Edición:Unidad de Divulgación Científica-UNACH

Diseño de portada:Bernardo Reyes

Formación editorial:María Beatriz Arévalo Dorry

Corrección de estilo:Elid Rafael Brindis Gómez

Hecho en México

COMITÉ CIENTÍFICO

Mtra. Alma Isunza Bizuet, UNACHDr. Bruce Ferguson, ECOSURDr. Daniel Dardón Monzón, UNACHMtra. Guadalupe Ocampo Guzmán, UNACHMtro. Guillermo Valdiviezo Ocampo, UNACHDr. Héctor B. Fletes Ocón, UNACHDr. Juan Francisco Barrera Gaytán, ECOSURDra. Lorena Soto, ECOSUR Dra. María de Lourdes Adriano Anaya, UNACHDr. Miguel Salvador, UNACH Dr. Pablo Liedo, ECOSUR

ÍNDICE

Presentación..........................................................................9

REESTRUCTURACIÓN AGROALIMENTARIA GLOBAL E IMPACTOS REGIONALES

La globalización y sus contradicciones: la producción de fruta fresca, calidad y empleo............................................15Alessandro Bonanno

Construcción de redes en la cadena de valor alimentaria. La agricultura campesina en Chiapas del Siglo XXI.....................38Ronald Nigh

La capacidad de influencia de los agentes intervinientes en la política alimentaria mexicana.........................................61Enrique David Gallardo García,Mauricio Federico del Real Navarro

La economía mexicana y la horticultura en la apertura neoliberal........................................................81Héctor E. Gaxiola Carrasco

Los pequeños productores ante la reconversión agroalimentaria. La experiencia en Zapotlán el Grande, Jalisco..................................................................97Alejandro Macías Macías

Posibilidades y limitaciones de los pequeños productores en la horticultura ornamentales: el caso del viverismo en Tetela del Monte, Morelos................................................121Kim Sánchez Saldaña, Adriana Saldaña Ramírez

Pequeños productores, biocombustibles y guerras por el espacio. La sustentabilidad agrícola cuesta arriba. Elementos para el análisis desde el Soconusco Chiapaneco.......146Francisco Rangel, Héctor B. Fletes Ocón

Jornaleros agrícolas en México y Estados Unidos......................166Florencio Posadas Segura

SUSTENTABILIDAD AGRÍCOLA Y SEGURIDAD ALIMENTARIA

Adaptación al cambio climático y sistemas productivos.............193Lorena Soto Pinto, Götz Schroth,Peter Laderach, Jan Dempewolf

Uso de plaguicidas en la producción hortícola en comunidades de Los Altos de Chiapas................................200Héctor Ulises Bernardino Hernández, Ramón Mariaca Méndez, Austreberta Nazar Beutelspacher,José David Álvarez Solís, Arturo Torres Dosal,Crispín Herrera Portugal

Caracterización de huertos familiares en la comunidadde Tziscao, La Trinitaria, Chiapas...........................................209Paola Torres Santana, José David Álvarez Solís,Noé Samuel León Martínez, José Nahed Toral, Ramón Mariaca Méndez

Desarrollo de un proceso de gestión del conocimiento para la restauración de la biodiversidad funcional en sistemas de producción hortícola en Ciudad de La Habana, Cuba..............................................224Yaril Matienzo Brito, Marlene Maydeline Veitía Rubio,Ana Ibis Elizondo Silva, Elina Masó Villalón,Ofelia Milán Vargas, Tais García Torriente,Antonio Fernández Almirall, Yaneisy Grana Rivero

Los mercados locales de alimentos orgánicos en México:hacia un cambio en la noción de producción y consumode alimentos......................................................................239Miguel Ángel Escalona Aguilar, Víctor M. Toledo Manzur, Jaime Morales Hernández

Datos básicos de la situación actual y perspectivas de las frutas y hortalizas orgánicas........................................261Manuel A. Gómez Cruz, Rita Schwentesius Rinderman, Javier Ortigoza Rufino, Laura Gómez Tovar, Ulises I. López Reyes, Cristina Torcuato Calderón y Blanca Morales Bautista

Perú: Algunas experiencias de articulación positiva de la pequeña propiedad agrícola a los mercados externos en el marco de la actual globalización.......................273Marcel Valcárcel Carnero

Producción orgánica de banano como alternativa para mejorar el ingreso de familias campesinas.......................285María de Lourdes Adriano Anaya, Isidro Ovando Medina, Alfredo Vázquez Ovando, Miguel Salvador Figueroa

Perspectiva comercial en México del café de comercio justo orgánico desde la mercadotecnia con causa....................300Karina Isabel Flores Cortés

TECNOLOGÍAS DE PRODUCCIÓN Y PROCESOS DE ORGANIZACIÓN

Evaluación de híbridos no convencionales de Tomate (Solanum lycopersicon L.) de tres formas de frutos, en invernadero...................................................................320Esteban José José, Arsenio Pinacho Hernández, José Cruz Carrillo Rodríguez, José Luis Chávez Servia

La producción de hortalizas bajo agricultura protegida en la región de Comitán, Chiapas..........................................339Tlillalcapatl Gómez CarretoÁlvaro Martínez Quezada

Evaluación del impacto económico de un programa de capacitación y asistencia técnica en los productores de limón de Colima.............................................................356Renato Francisco González Sánchez, Guadalupe Ocampo Guzmán

Producción tecnificada de flores tropicales de corte: Heliconias bajo riego y acolchado..........................................380Obdulia Baltazar Bernal, Sandra Hernández Nataren, Jesús Zavala Ruiz

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PRESENTACIÓN

Durante los días 13 al 16 de octubre de 2010 se realizó la VIII Reunión Internacional de la Red de Investigación Socioeconómica en Hortalizas, Frutas y Flores (RISHORT), en las instalaciones del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Autónoma de Chia-pas (UNACH), en la Cd. de Tapachula, Chiapas. El objetivo de esta reunión fue analizar las oportunidades y retos de los pequeños pro-ductores en el contexto de la vulnerabilidad global agroalimentaria, así como discutir las tendencias de la agricultura frente a las políti-cas de los Estados y los nuevos dinamismos de los mercados agroa-limentarios. Las investigaciones que se presentaron se organizaron en cinco temáticas: 1) restructuración regional, cadenas productivas y competitividad; 2) mercados de trabajo y migración; 3) sustenta-bilidad y sanidad; 4) producción orgánica y mercados alternativos; 5) nuevas tecnologías de producción.

El presente libro Pequeños productores y vulnerabilidad glo-bal agroalimentaria, comprende 21 trabajos presentados en esa reunión,2 que ofrecen resultados de investigaciones, algunas con-cluidas, otras en proceso y con avances consistentes, sobre la pro-blemática mencionada. Esta discusión es relevante en el sentido de

1 Universidad Autónoma de Chiapas, correo electrónico: [email protected] El tema general surgió en el marco del proyecto de investigación “El papel de los

pequeños productores en la agricultura y alimentación. La experiencia desde tres regiones agrícolas en México”, financiado por el Fondo Institucional de Fomento Regional para el Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación (FORDECyT), clave 117161, periodo 2009-2011, y desarrollado por la Universidad Autónoma de Chiapas, Universidad de Guadalajara y Universidad Autónoma de Nayarit, incorpo-rándose también El Colegio de San Luis, A.C. La reunión se pudo efectuar gracias al respaldo de la Universidad Autónoma de Chiapas, la Secretaría del Campo del Gobierno del Estado de Chiapas, y ECOSUR.

Héctor B. Fletes Ocón1

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que los procesos de transformación en la globalización, y sus impac-tos recientes en la crisis alimentaria primero, y en la financiera, des-pués (FAO, 2009), evidencia la necesidad de trascender las visiones productivistas y homogéneas de la agricultura y los alimentos. Estas esferas se deben entender tanto como un producto de condiciones biológicas y ambientales –en ello se encuentra una base de su parti-cularidad frente a otras industrias-, como un resultado de procesos sociales, económicos y culturales de gran envergadura. La dinámica de la producción de frutas, hortalizas y flores tiene base, y efectos, en tales dimensiones.

Como reflejo de ello, recientemente se han presentado análisis críticos en una variedad de temas como son: calidad y seguridad de los alimentos; relaciones sociales y de poder en la producción y comercialización de productos agrícolas; incrustación social de los procesos productivos y tecnológicos; impacto ambiental y vulne-rabilidad alimentaria en relación con el agronegocio; condiciones precarias de trabajo agrícola; diversidad de significados sobre el consumo de alimentos; además de análisis del dinamismo comercial y económico relativo a las frutas y hortalizas (McMichael, 2009; Bo-nanno, en este volumen; Appendini, et. al., 2008; González, 2007; Fletes, 2008; Pottier, 2007[1999]).

Es, quizás, la falta de atención oficial a esta complejidad, y la consecuente aplicación lineal de programas de desarrollo agrícola estandarizados, la que ha conducido a la acentuación de las des-igualdades en el campo, evidenciado en las restricciones de acceso a mercados, financiamiento, alimentos y opciones de bienestar social en general, en el sector de los pequeños productores. Las políticas con orientación neoliberal han tenido como principio la eficiencia y la competitividad. Tales principios, y los actores que aplican los programas, no han observado la operación social y cultural de los mercados, así como las desigualdades sociales y de poder entre los distintos actores involucrados en las cadenas agroalimentarias. El mercado no ha actuado solo, como establecería el principio rector de las políticas mencionadas, sino a través de actores, instituciones y regulaciones que están determinando la conformación de estos procesos. No hace falta insistir que los agronegocios están teniendo hoy un fuerte impacto en la economía, ambiente y cultura de las poblaciones locales productoras de alimentos (Jonasse, 2009; FAO, 2008a), quienes han recurrido a una diversidad de estrategias acti-vas (agrícolas y no agrícolas) para librar estas condiciones.

La mayoría de estas unidades de producción tienen menos de cinco hectáreas, situación que las coloca en desventaja frente al

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alcance económico de las corporaciones transnacionales. Mientras que los pequeños agricultores representan el 90% de la población rural pobre, unos dos tercios de los tres mil millones de personas en el mundo que habitan en el medio rural viven de los ingresos gene-rados por agricultores que gestionan unos 500 millones de peque-ñas explotaciones de menos de 2 hectáreas (FAO, 2008b:35).

Las transformaciones recientes de los mercados de alimentos han afectado la vulnerabilidad alimentaria de estas poblaciones. En primer lugar, porque muchos pequeños agricultores y trabajadores agrícolas son compradores netos de alimentos, dado que no poseen la tierra necesaria para producir lo que sus familias consumen (FAO, 2008a:75). En segundo lugar, porque el crecimiento de los precios de los alimentos reduce el poder adquisitivo de los hogares más pobres, los cuales destinan aproximadamente la mitad, o más, de sus gastos totales, en la compra de alimentos. Como consecuencia, países con un alto porcentaje de población que habita en el medio rural y de población ocupada en la agricultura, en los que se podría esperar fortalezas en materia alimentaria, pasan por graves proble-mas para satisfacer estas necesidades (Guzmán, 2008:32).

Estos procesos están generando una extensa inquietud tanto en el ámbito académico como en el de la política pública (World Bank, 2007; Food Security Policy Group, 2008; Barsky, 2009). Para abo-nar a esta discusión, el libro está organizado en cuatro apartados. El primero, denominado “Reestructuración agroalimentaria global e impactos regionales”, comprende ocho artículos. El trabajo de Alessandro Bonanno analiza las transformaciones de la globaliza-ción y las consecuencias que la demanda de fruta fresca de calidad en el Norte global tiene sobre el uso de mano de obra en el Sur global; mientras que el artículo de Ronald Nigh discute el papel de la agricultura campesina en este sistema agroalimentario en el siglo XXI. Los artículos que integran este apartado discuten las intervenciones del Estado en estos procesos, así como los diver-sos impactos regionales que la reestructuración agroalimentaria ha conllevado.

En el segundo apartado, titulado “Sustentabilidad agrícola y se-guridad alimentaria”, los autores analizan el papel y los retos de los sistemas agrícolas en la conservación de los recursos naturales, y en la salud humana, así como en la provisión de alimentos para las poblaciones locales. Se presentan análisis generales, así como estu-dios de caso en Chiapas y en Cuba.

En el tercer apartado, “Producción orgánica y mercados alterna-tivos”, los autores ofrecen un análisis de diversas iniciativas sociales

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dirigidas a la constitución de nuevas formas de producción y consu-mo de alimentos, así como presentan un panorama de las frutas y hortalizas orgánicas. Además, analizan algunas experiencias de pe-queños productores que están desarrollando producción orgánica y articulándose en mercados de comercio justo. Revisan, a su vez, los beneficios que estos productores están obteniendo de estos merca-dos, así como los retos que se les presentan.

El último apartado, “Tecnologías de producción y procesos de or-ganización” presenta un conjunto de cuatro artículos enfocados a la revisión y análisis de nuevas opciones tecnológicas de producción hortícola. En segundo lugar, se presentan experiencias de lo que podríamos entender como nuevas tecnologías sociales, en el sentido de la estructuración local y regional de procesos organizativos entre distintos actores sociales, públicos y privados, que repercutirían en el desarrollo agrícola de los pequeños productores.

En especial el último apartado, da clara cuenta de la perspectiva que se ha mencionado arriba, dado que los procesos agrícolas están vinculados estrechamente con lo social. De esta manera, la búsque-da de alternativas a la situación de los pequeños agricultores y a los rezagos crecientes en materia alimentaria –esto en un contexto de producción agrícola global incrementada- debe considerar las re-laciones sociales y de poder en la producción y distribución de los alimentos, así como la institucionalidad global y local que coordina su provisión.

Finalmente, el lector se dará cuenta que se han manejado en el libro dos formatos de los artículos, en respeto del trabajo de los autores, dado que, con el suficiente rigor académico, presentan sus resultados de manera distinta, lo cual obedece, tan solo en parte, a su orientación disciplinaria. De esta manera, ofrecemos una discul-pa al lector por este distinto formato que se maneja, no obstante te-nemos la seguridad que éste revisará de manera crítica el modesto aporte que mediante el libro ofrece la RISHORT a la comprensión de los procesos socioeconómicos del sector de las frutas y hortalizas.

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Referencias bibliográficas

Appendini, Kirsten, Raul García y Beatriz de la Tejera (2008) “Seguridad alimentaria y ´calidad´ de los alimentos: ¿una estrategia campesina?”, en García, Raul, Beatriz de la Tejera y Kirsten Appendini (Coords.) Instituciones y desarrollo. Ensayos sobre la complejidad del campo mexicano, CRIM UNAM, Universidad Autónoma Chapingo, El Colegio de México

Barsky, Osvaldo (2009), La volatilidad en los precios de los mercados mundiales de alimentos y el impacto en los pequeños productores, Documento preparado para el RIMISP – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural– Grupo Chorlaví para el Seminario en CEPES, Lima, 3 al 6 de marzo de 2009.

Bonanno, Alessandro, La globalización y sus contradicciones: la producción de fruta fresca, calidad y empleo, (en este volumen)

FAO (2008a), The State of Food and Agriculture. Biofuels: prospects, risks and op-portunities, Roma

FAO (2008b), El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo, 2008, Roma.

FAO (2009), El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo. Crisis económicas: repercusiones y enseñanzas extraídas, Roma

Fletes, Héctor (2008), La construcción de cadenas agroindustriales de mango en Chiapas. Diversidad y contingencia en la globalización, Tesis de Doctorado, CIESAS-Occidente, Guadalajara

Food Security Policy Group (2008), Pathways To Resilience: Smallholder Farmers And The Future of Agriculture, Food Security Policy Group Discussion Paper, November.

González, Humberto (2007), “Presentación. La gobernanza mundial y los debates sobre la seguridad alimentaria”, DESACATOS 25, Septiembre-Diciembre, CIE-SAS

Guzmán, Jesús (2008), “Orígenes de la crisis alimentaria internacional”, Rumbo rural, Año 4, Núm. 9, mayo-agosto

Jonasse, Richard (2009), Agrofuels in the Americas, Institute for Food and Develop-ment Policy, CA, USA

McMichael, Philip (2009), “A food regime genealogy”, The Journal of Peasant Studies 36(1):139-169

Pottier, Johan (2007[1999]), Anthropology of Food. The Social Dynamics of Food Security, Polity Press, Cambridge.

World Bank (2007), World Development Report 2008. Agriculture for Development, Washington, D.C.

REESTRUCTURACIÓN AGROALIMENTARIA GLOBAL E IMPACTOS REGIONALES

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LA GLOBALIZACIÓN Y SUS CONTRADICCIONES:LA PRODUCCIÓN DE FRUTA FRESCA,

CALIDAD Y EMPLEO

Alessandro Bonanno1

Resumen

Contextualizando el análisis en el marco de la globalización, esta ponencia investiga algunas de las oportunidades, pero también las contradicciones, que surgieron con la globalización (mundialización). En particular, se analiza las consecuencias que la demanda de fruta fresca de calidad en el Norte global tiene sobre el uso de mano de obra en el Sur global. Esta producción está destinada a satisfacer la creciente demanda de alimentos de calidad durante todo el año. Esta calidad está garantizada por parte de programas de certifica-ción y está requerida por las cadenas de supermercados globales. Teniendo en cuenta las declaraciones que la certificación no sólo mantiene la calidad del producto sino tutela el uso del trabajo, el estudio analiza las consecuencias que esta producción crea para los trabajadores y productores en el Sur global.

Introducción

Una de las características fundamentales de la globalización es la compresión del tiempo y del espacio. Ésta es la aceleración del tiem-po de rotación del capital y la reorganización del espacio social. Las relaciones sociales se llevan a cabo en un espacio más grande física-mente pero en un espacio social más pequeño. En términos espacia-les y temporales, la comunidad fue la pieza central de la existencia

1 Departamento de Sociología, Sam Houston State University, EEUU, correo electró-nico: [email protected]

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social en la era pre-moderna. Al comienzo del proceso que Giddens (2000) define como “distanciamiento” (o distanciation), espacio y tiempo se unificaban en la comunidad. Es decir, la vida y las relacio-nes sociales de los miembros de la “comunidad” se llevaban a cabo en gran parte - si no exclusivamente - en la propia comunidad. La evolución del capitalismo cambió esta situación mediante la crea-ción de mercados y la homogeneización concomitante del trabajo y procesos de producción. La organización del trabajo pasó de ser heterogénea y basada en los artesanos locales (y campesinos que trabajaban a su propio ritmo y empleaban sus propias formas de producir bienes) a ser homogénea y nacional para que obreros pu-dieran ser empleados en las fábricas. En este contexto, el tiempo tuvo que ser estandarizado lo que permitió la aceleración de las operaciones necesarias para la producción y el consumo de produc-tos básicos (compresión de tiempo) y su distribución y consumo a lo largo de un espacio mayor (compresión del espacio).

El resultado de la compresión del tiempo y del espacio y la ho-mogeneización de las prácticas laborales y de la mano de obra fue la creación de relaciones sociales que ocupaban diferentes dimen-siones espaciales y temporales que en la época pre-moderna. Las relaciones sociales se llevaban a cabo en una forma relativamente acelerada y existían en un espacio más grande. La sociedad que surgió de la crisis de la comunidad era la sociedad nacional o la so-ciedad del estado-nación (Arrighi, 1998; Giddens 1990).

Un cambio mucho más significativo se produjo después de la Segunda Guerra Mundial con la Guerra Fría y el comienzo del “Alto Fordismo” (Antonio y Bonanno 2006). El Alto Fordismo se caracteri-zó por el “capitalismo regulado” o la intervención sistemática del es-tado-nación en la organización del capitalismo y en la amortiguación de sus consecuencias no deseadas (Aglietta, 1979; Harvey 1989). El Fordismo principalmente significaba un intento de controlar el mercado y orientarlo hacia objetivos socialmente deseables. La so-ciedad Fordista fue una sociedad en la cual el desarrollo socio-eco-nómico se basó en la planificación con el objetivo de la acumulación de capital y, simultáneamente, el intento de justificar el crecimiento del capitalismo a los grupos subordinados que no se beneficiaban de este proceso (legitimación social). Se creía que con estas medidas la estabilidad social y las condiciones para el continuo crecimiento socio-económico se habrían podido mantener por un largo plazo. La dimensión espacial como temporal de la reproducción de las rela-ciones sociales pasó desde el contexto del mucho menos regulado laissez faire del comienzo del siglo hasta un capitalismo Fordista mucho más regulado.

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A nivel internacional, el espacio Fordista fue caracterizado por la división entre Oriente y Occidente y la división entre países desarro-llados y en vía de desarrollo generada por la Guerra Fría. El sector oriental fue controlado por la Unión Soviética y su versión del co-munismo. El occidente fue dominado por EE.UU. La Pax Americana que caracterizó las tres primeras décadas de la posguerra supuso el control y la intervención de los Estados Unidos en la organización del capitalismo y en el desarrollo de medidas para hacer frente a sus crisis. A pesar de las contradicciones existentes, los EE.UU. siguie-ron siendo el líder mundial, tanto en la economía y a nivel político, y mantuvieron el papel del modelo que tenía que ser emulado por otros países. En buena medida, las “distancias” económicas y cultu-rales entre los Estados Unidos y otros países definía el subdesarrollo. Y los conceptos de “sociedad moderna avanzada” y de “democracia moderna” se definían en términos de las condiciones existentes en los Estados Unidos. Mientras en Europa y otras partes del mundo se desarrollaron fuertes formas de intervención estatal socialmen-te orientadas, y se establecieron críticas al modelo estadounidense (Frank, 1979; Marcuse 1964, Mills 1959), la hegemonía estadouni-dense no fue realmente desafiada en el Fordismo (Marcuse 1964).

La hegemonía de EE.UU. caracterizó el desarrollo de las institucio-nes internacionales Fordistas. Instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) fueron creadas y operadas en gran parte como apéndices de los Estados Unidos. Sus interven-ciones internacionales en materia económica y social favorecieron los intereses de EE.UU., pero excepcionalmente alcanzaron sus ob-jetivos declarados de desarrollo (Goldman 2005). En realidad, fre-cuentemente, las intervenciones de estas instituciones se tradujeron en un deterioro de las condiciones socioeconómicas de las regiones menos desarrolladas y en el fortalecimiento del control de EE.UU. sobre los recursos locales, los grupos dominantes locales y la política de estos países. Sin embargo, la capacidad de esas instituciones de invertir fondos en estas regiones resultó en la creación de algunas infraestructuras necesarias y sirvió como regulador del mercado del trabajo y la disponibilidad de los productos básicos (Aboites, Bonan-no, Constance, Erlandson y Martínez 2006). Estos fueron resultados positivos del Fordismo mundial.

Durante el Fordismo, el estado-nación ha adquirido una importan-cia central. Hubo un crecimiento de las empresas multinacionales. Pero ellas mantuvieron una fuerte lealtad a sus estados-naciones, a pesar de sus actividades a nivel mundial. El estado-nación les propor-cionó ayuda económica y política, tanto nacional como internacional.

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El dicho “lo que es bueno para GM es bueno para los Estados Unidos”, definió el estado de ánimo de la época, y la política económica inter-nacional fue inspirada frecuentemente por los intereses corporativos. Sin embargo, el estado-nación estuvo siempre atento a las cuestiones sociales nacionales operando para redistribuir la riqueza hacia abajo y beneficiar – en varias medidas – las clases bajas. Si bien las diferen-cias de clase siguieron existiendo, la desigualdad social no se agravó a medida que la distancia económica entre las clases se mantuvo re-lativamente constante (Harvey 2005; Antonio, 2000). Debido a este fuerte papel intervencionista desempeñado por el estado-nación, el espacio Fordista se organizó en torno a “naciones” que fueron objetos no sólo de procesos de crecimiento socio-económico, sino también de subdesarrollo. Incluso las teorías alternativas de desarrollo (Frank, 1979; Cardoso y Faletto 1976; Wallerstein 1974) consideran la or-ganización espacial del capitalismo en términos de un sistema de estados-naciones en los que las naciones desarrolladas prosperaron a expensas de las menos avanzadas.

En el Fordismo, el tiempo necesario para reproducir la sociedad era cada vez más enmarcado por la intervención del estado-nación. La producción de mercancías, el consumo y la circulación global de capital eran muy afectadas por la planificación estatal y la in-tervención. El estado creaba medidas clave que frecuentemente resultaban en la pacificación de las relaciones laborales, el incre-mento de las inversiones para el desarrollo, mayor producción, ma-yor productividad, y la protección de las industrias locales contra la competencia internacional (Aglietta 1979). En casos específicos, el estado actuó directamente en la economía mediante la creación de empresas patrocinadas por el estado y/o a través de su participa-ción en asociaciones mixtas con capital privado. Esta forma directa de la intervención estatal en la economía caracterizó el desarrollo de una serie de países, particularmente en Europa Occidental, Amé-rica Latina y Asia. El estado también intervino para aumentar el consumo a través de la expansión del sistema de bienestar social y de políticas sociales que mejoraron las condiciones económicas y el poder adquisitivo de las masas (Harvey 1989). Esta intervención ha contribuido al crecimiento del consumo que se considera una de las formas más eficaces de control social de la época (Marcuse, 1964). Al mismo tiempo, estas condiciones económicas mejoradas permi-tieron a la clase obrera y otros grupos subordinados experimentar un nivel de calidad de vida más alto que en el pasado.

Los productos agrícolas son tal vez los ejemplos más típicos de la intervención Fordista del estado-nación. Los estados-naciones en todo el mundo intervinieron para regular la producción y los precios

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de los productos básicos con una serie de justificaciones y medidas. En los EE.UU., como en muchos otros países, la producción y venta de productos agrícolas fueron reguladas principalmente a través de programas de apoyo a los precios que aumentaban artificialmente los precios pagados a los productores y permitían las ventas a pre-cios más bajos. Medidas adicionales incluyeron programas para la disminución de la producción, cuotas de producción, disminución de tierra usada y otros. La intervención del estado en la difusión de innovaciones agronómicas, químicas y mecánicas también afectó la producción de mercancías y su circulación (Constance, Gilles y He-ffernan, 1990). Este proceso fue justificado por el objetivo de garan-tizar el bienestar económico de los productores y, al mismo tiempo, garantizar la disponibilidad de alimentos para la población urbana en crecimiento. Las nociones de autosuficiencia alimentaria nacional y de seguridad alimentaria fueron usadas frecuentemente como ra-zones para la intervención del estado. En la Unión Europea, medidas similares se practicaron también con especial atención a limitar la emigración rural (Fernández y Fernández, 1990). Mientras que los programas agrícolas se parecía a los que se desarrollaron en los EE.UU., su uso estaba justificado por razones diferentes, incluyendo la protección de la cultura local y las localidades, y la salvaguardia del medio ambiente.

Debido al carácter fuertemente social de la intervención estatal, la cuestión laboral fue marcadamente influenciada por las acciones del estado. La necesidad de mejorar la productividad, la disciplina y el control social, sino también la necesidad de mantener algunas formas de igualdad, oportunidades económicas y justicia social cali-ficaron el período. También produjeron prácticas e ideas de formas socialmente deseable de reproducción del uso de mano de obra. En consecuencia, la creación de una fuerza de trabajo disponible se vio condicionada por la existencia de niveles aceptables de educación (que ahora estaban obligatorios en casi todas las sociedades avan-zadas y también en muchos países en vía de desarrollo), conoci-miento de los mecanismos sociales y políticos mediante los cuales se consigue empleo, entendimientos de las condiciones y procesos necesarios para conseguir empleo, etc. Del mismo modo, el uso de la mano de obra suponía “tiempos” que estuvieron regulados mediante diversas formas de intervención del estado como los límites a la jor-nada de trabajo; la legislación que defina el uso de la mano de obra; contratos que establecían los salarios, estabilidad en el empleo, y beneficios, etc. Por supuesto, esto no era simplemente una acelera-ción del tiempo necesario para la reproducción del trabajo. Fue un reordenamiento del tiempo y del espacio basado en la introducción

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de niveles de regulación de las relaciones sociales que no tienen precedentes en la historia del capitalismo. Durante el Fordismo, el estado-nación se desarrolló como un agente de mediación entre los grupos sociales y también como un actor que intervino para contro-lar la evolución del capitalismo y sus consecuencias no deseadas.

El sistema Fordista entró en su crisis final a finales de 1960 y principios de 1970. Varios factores contribuyeron a esta crisis, sin embargo, las bajas tasas acumulación de capital, por un lado, y los crecientes gastos de la intervención social del estado, por el otro, se quedan como dos de los más importantes de estos factores (Antonio y Bonanno 2000; Harvey 2005; Robinson 2004). Además, el Fordism perdió legitimidad y se encontró con una oposición que llegaba de la izquierda progresista como también por los conservadores. Durante el final de los ochentas, la caída del Muro de Berlín y la crisis final del régimen soviético junto con la amplia adopción de políticas económi-cas neoliberales en todo el mundo marcaron el comienzo de la era de la globalización. Según lo indicado por la literatura (véase, por ejem-plo: Antonio y Bonanno 2006; Dicken 1998; Harvey 2005; Robinson 2004), la globalización puede ser definida como un proyecto - y las consecuencias de su aplicación – dirigido a revivir la acumulación de capital mediante la eliminación de los aspectos fundamentales del Fordismo. Se definieron como “rigideces” todas las características principales del Fordismo que regularon el capitalismo y redujeron sus resultados negativos. En consecuencia, las instituciones y las políticas que favorecieron a los trabajadores durante el Fordismo fueron los fo-cos principales de la reestructuración. Los sindicatos fueron derrota-dos y su tamaño y su fuerza considerablemente reducidas en todo el mundo. Las ganancias obtenidas por la clase obrera fueron borradas en gran medida, mientras gran parte de los programas estatales de orientación social que beneficiaron a los grupos subordinados fueron o reestructurados o eliminados. En resumen, la globalización implica tanto la crisis de las organizaciones de la izquierda histórica y de los grupos que la apoyaron, sino también la restauración del poder de la clase dominante (Harvey 1989; 2005).

La producción y el consumo se han alterado radicalmente en el contexto de la globalización. La producción se ha descentralizado y se ha acelerado mediante la creación de redes mundiales de pro-ductos básicos que trascienden las fronteras nacionales e eliminan de hecho la identificación de las empresas con los países de origen. Este proceso está facilitado por la adopción de posturas neolibera-les en casi todo el mundo que crea fronteras nacionales porosas y permite la aceleración de la producción y una más rápida movilidad del capital financiero. De manera más importante aún, las redes de

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producción reconfiguran el espacio de producción, ya que localida-des y trabajadores compiten por inversiones, mercados, y empleo en un espacio mucho mas grande. La búsqueda global (global sour-cing) de los factores de producción se ha convertido en la principal estrategia para aprovechar al máximo de la movilidad de capital. Las compañías buscan los factores de producción más convenientes en espacios reconfigurados y en tiempos acelerados. Las empresas transnacionales tienen la capacidad de seleccionar las estrategias que se adaptan a sus intereses con una libertad sin precedentes y ahora están cada vez más capaces de evitar las regulaciones del estado-nación. Esta descentralización está acompañada por una concentración del capital. El control de la producción está cada vez más limitado a un número relativamente pequeño de grandes cor-poraciones. Al mismo tiempo, se han desarrollado centros mundia-les de control, como las ciudades globales (Sassen 2007). Se trata de centros que ofrecen a las empresas la capacidad de dirigir y coor-dinar las redes de producción y las finanzas. Su dimensión espacial trasciende el espacio Fordista (es decir, los estados-naciones) y está determinada por procesos y decisiones que tienen muy poco a ver con las dinámicas nacionales (Harvey 2006; Sassen 2007).

El consumo también ha cambiado a través de la creación de re-des que trascienden los marcos espaciales y temporales que carac-terizan el pasado Fordista. A través del uso de nuevas tecnologías y técnicas (es decir, informática y comercio electrónico), junto con nuevas estructuras (es decir, super-centros comerciales), el consu-mo es ahora no sólo mucho mayor que en el pasado reciente, sino que ha asumido “cualidades” que no eran parte del pasado Fordista. En consecuencia, si bien es posible argumentar que el consumismo y sus consecuencias aumentaron, también es posible mantener que nuevas, y tal vez mejor formas de consumo se han desarrollado (es decir, el consumo reflexivo, el consumo respetuoso del medio ambiente y el consumo socialmente responsable). El desarrollo de estas nuevas dimensiones del consumo es en gran parte el resulta-do de la crisis de las instituciones Fordista. La centralizada y rígida forma de consumo controlada del Alto Fordismo ha sido sustituida por un consumo personalizado y flexible. Entre otros, Lash y Urry (1994) sostienen que a través de la disponibilidad de nuevas tec-nologías, los individuos son capaces de elegir caminos de consumo con mayor libertad que en el pasado. Esta libertad consiste en su capacidad de tomar decisiones sin la asistencia de las instituciones que jugaban un papel fundamental en el pasado. Por ejemplo, el in-ternet permite a los individuos comprar alimentos en lugares distin-tos, de empresas o tiendas distintas sin estar obligados a comprar

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lo que está ofrecido a nivel local. Al mismo tiempo, la disminución de las regulaciones estatales ha aumentado el poder de las corpora-ciones. Fredric Jameson (1994) argumenta que la mayor capacidad de los individuos para tomar decisiones de consumo es en realidad capturada por las corporaciones que aumentan sus ventas y el po-der de afectar a los consumidores. En su opinión, la libertad de los consumidores no es más que una parte de las lógicas empresariales de creación de nuevos mercados y ganancia. En este contexto del desarrollo de la globalización, en las páginas que siguen vamos a analizar las consecuencias a nivel laboral del desarrollo de la de-manda de alimento de calidad..

La Producción de Fruta Fresca y la Demanda de Productos de Calidad

En las páginas que sigue se ilustra el tema de la manera en que la fuerza de trabajo está utilizada en la producción de “fruta de cali-dad” y las maneras en que los actores más destacados operan en este proceso. Usando una metodología de estudio de caso, se es-tudia la manera en que la producción de alimentos de calidad para el Norte global genera consecuencias para la mano de obra en una región del sur global. Más concretamente, se analiza la producción de uva de mesa producidas en el noreste de Brasil y que están des-tinadas para la exportación a Europa y Norteamérica. Sin embargo, el concepto de calidad no se refiere a producciones específicas como los productos orgánicos o los naturales, sino a la producción de “ca-lidad” que se encuentra en los supermercados del norte y que está certificada por sistemas de certificación como GlobalGap.

La región estudiada es el Valle de San Francisco en el interior de la porción del noreste de Brasil. Conocida localmente con el nombre del Sertão, esta región forma parte del estado brasileño de Per-nambuco y se encuentra alrededor de las ciudades de Petrolina y Juazeiro. Es una región semi-árida históricamente asociadas con la sequía, la pobreza y la inmigración. Para estimular el desarrollo socio-económico, en la década de 1960 el gobierno brasileño invirtió para canalizar las aguas del río San Francisco para la producción de energía hidroeléctrica y proyectos de regadío. Concebida en tér-minos de un esquema de desarrollo de dos fases, el proyecto de riego fue diseñado para crear granjas para la producción de frutas y hortalizas. En la primera fase, esta producción fue destinada para la demanda nacional. En la segunda, inició la exportación a mercados más ricos en el Norte global. Implementada en la década de 1980,

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esta segunda fase coincidió con el crecimiento de las redes globales agroalimentarias (Cavalcanti, 1999). A finales de 1960s, las tierras de regadío se utilizaron principalmente para cultivar tomates y ce-bollas. El rápido éxito de estos cultivos dio ímpetu a la expansión de las tierras cultivadas y la producción. Sin embargo, las décadas que siguieron estuvieron caracterizadas por una serie de ciclos de “cre-cimiento y crisis” que limitaron severamente el entusiasmo inicial de los productores locales (Cavalcanti, 1999). La introducción de mangos, pero sobre todo las uvas de mesa durante la década de los 1980s, impulsaron la producción y permitieron el desarrollo de un flujo constante de mercancías hacia las cadenas de supermercados en el Norte global. El desarrollo de contratos para el consumo en el Norte estabilizó la demanda, pero también creó nuevos actores y consecuencias (Cavalcanti, 1999).

Entre estos nuevos actores los “brokers” juegan un papel impor-tante. Nacidos como intermediarios entre los productores y las cade-nas globales de supermercados, este grupo rápidamente asumió las funciones concomitante de garantes informales de la “calidad” reque-rida por los supermercados y ejecutantes de las nuevas prácticas de producción. Trajeron a los productores locales las normas y condicio-nes de la producción requeridas por los supermercados. Además, son los agentes que establecen los contratos mediante los cuales los pro-ductores pueden vender sus uvas. Los agricultores aprendieron rápi-damente que tenían que seguir las instrucciones de los brokers y los requisitos que ellos pedían, si deseaban que sus cultivos fueran inclui-dos en las redes de producción global. Los productores comenzaron a sentir la subordinación a los brokers y sus poderes de organización. En la actualidad, mientras que los productores se refieren constan-temente al “mercado abierto”, no hay un entendimiento de que los brokers son los actores que hacen de este mercado una realidad.

Un cultivador de tamaño medio comenta:

“Ellos [los brokers] van a todas partes y puede llegar a todos lados. Necesitamos quedarnos con ellos. Sin ellos, no sabemos con quién tratar y cómo. Ellos hacen posible la venta.

.... Si usted quiere vender en ese mercado mundial, es nece-sario quedarse con ellos.”

Al mismo tiempo, mientras que los brokers juegan un papel decisi-vo en la aplicación de requisitos de calidad, protegen a los supermer-cados que no se involucran directamente en interacciones con los ac-tores locales. De hecho, los productores y los trabajadores no ven las

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cadenas de supermercados como actores importantes en el proceso de producción global. Más bien, los brokers se ven como la principal fuerza detrás de la forma en que se organiza la producción.

Fruta, Hortalizas, Calidad y Trabajo

Algunas de las consecuencias más relevantes de las necesidades de los supermercados mundiales de usar fruta y hortalizas de calidad son los cambios en el uso de mano de obra. Se destaca entre éstos: el tiempo de producción, el tiempo de trabajo, la remuneración del trabajo, las condiciones de empleo, y control del trabajo. Vamos a analizarlos más en detalle.

Tiempo de producción

Que el tiempo empleado para la producción de productos agrícolas es una construcción social no es un asunto nuevo. En sus análisis clásicos Marx y Weber, entre otros, señalan cómo las relaciones la-borales son socialmente construidas. Marx, por ejemplo, analiza en detalle la manera en que los cambios en la productividad reducen el tiempo socialmente necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo. Identificando este proceso como la explotación relativa de la mano de obra, Marx sostiene que la introducción de innovaciones técnicas reduce el tiempo necesario para producir una determina-da cantidad de valor (Marx [1867] 1977:533-565). Por otra parte, y hablando de mano de obra agrícola, distingue entre “tiempo de trabajo” y “tiempo de producción” (Marx [1885] 1992: 316-325). El tiempo de trabajo está definido como el momento en que el tra-bajo transforma los factores de producción en mercancías. Tiempo de producción, por el contrario, se refiere al “tiempo completo... del proceso de producción” (Marx [1885] 1992: 316) e incluye los tiempos en que los factores de producción están inactivos debido a límites naturales, como, por ejemplo, los campos cubiertos de nie-ve en el invierno. El tiempo necesario para generar una mercancía “... puede ser acortado a menudo en una mayor o menor medida por la reducción artificial del tiempo de producción” (Marx [1885] 1992:317). Para Weber la aceleración del tiempo de producción se asocia con la racionalización de la sociedad (Weber, 1968: 164-6). Él afirma que el uso de la racionalidad formal en la organización de las instituciones y relaciones sociales y también el desarrollo de sistemas avanzados de producción, tales como la mecanización y también sistemas de contabilidad, crean las condiciones para una aceleración constante de la producción (Weber, 1968: 337-154).

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La producción agrícola de hoy ha superado muchas de las expec-tativas de los sociólogos clásicos y éste es ciertamente el caso de las redes mundiales de la producción agroalimentaria. Para seguir Marx, las condiciones “naturales” para la producción de uva en el Valle de San Francisco no supondrían ninguna diferencia entre el tiempo de trabajo y el tiempo de producción dato que la fruta se puede cul-tivar todo el año. Sin embargo, la presencia de actores poderosos crea (construye socialmente) los tiempos en que la producción es “posible” en el Valle. La demanda de los supermercados mundiales por una disponibilidad constante durante todo el año de fruta y la competencia de otros productores en otros lugares en el mundo (principalmente en California y Chile) contribuyen a la construcción social de “ventanas” de mercado. Estas ventanas son los tiempos en los que existe una demanda adecuada para la producción local. Y estos son también los tiempos en que la producción debería estar (y de hecho está) lista para ser enviada a los centros de consumo. Actualmente en el Valle de San Francisco, estas ventanas coinciden con dos períodos de ocho semanas en mayo-junio y noviembre-diciembre. Estos períodos son el resultado de un proceso de inte-racción dinámica en la cual los productores han tratado activamente de extender estas ventanas y/o crear otras nuevas. El poder de los supermercados ha hecho difícil este proceso de negociación para los productores. Uno de los productores argumenta:

“Podemos y queremos producir para períodos adicionales duran-te el año. Pero ha sido muy difícil, casi imposible, para nosotros vender la fruta en otras épocas del año. Aprendimos cuando es conveniente para nosotros producir .... así es ... y tenemos que aprovechar el tiempo disponible para exportar, aumentar su productividad y reducir los gastos.”

Tiempo de trabajo

Las tareas de producción llevadas a cabo por trabajadores contrata-dos aumentaron. Los requisitos de la certificación, tales como las ne-cesarias para alcanzar GlobalGap, establecieron nuevas reglas des-tinadas a averiguar la calidad de la fruta. Las firmas practican estas normas mediante la asignación de nuevas tareas a los trabajadores. En consecuencia, estas normas se traducen en la creación de una se-rie de nuevas componentes del proceso de producción que aumen-tan la cantidad de trabajo de la mano de obra asalariada. Se aplican a la preparación de los campos, pre-cosecha, cosecha y post cosecha y actividades que incluyen la poda, selección de la fruta, empaque y

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envío, pero también requieren una cierta experiencia en gestión, la rendición de cuentas y la trazabilidad del producto. En esencia, los trabajadores ahora tienen que realizar múltiples tareas y por lo tanto hay un proceso de recalificación de la mano de obra. Los trabajadores deben poder llevar a cabo estas diferentes tareas si quieren mantener el puesto de trabajo. Un trabajador asalariado indica:

“Tengo que asegurarme de que todas mis tareas están bien hechas. No solo tengo que cosechar la uva, sino también po-dar las partes del racimo que no son muy buenas. Tengo que ponerlos en la caja. Si se trata de uva sin semilla tengo que colocar los racimos en bolsas de plástico. Éstas son las bolsas que se encuentran en los supermercados. “

Estas nuevas tareas requieren nuevas habilidades y formación. Sin embargo, la formación resulta ser específica para cada empresa, no está remunerada, y casi siempre no se traduce en salarios más altos. Contrariamente a los argumentos ilustrados en la literatura que asocian nuevas habilidades con mejores salarios (por ejemplo, Attewell 1987; Reich 2008), esta nueva formación profesional en la producción de fruta se caracteriza por la explotación de mano de obra. La formación se realiza de manera informal apoyándose en los conocimientos y habilidades de otros trabajadores con más expe-riencia. Un entrenador (trabajadores de más edad) explica:

“Los nuevos trabajadores aprenden lo que se requiere y cómo funcionan las cosas aquí. Ellos saben que este es un lugar dife-rente y, por tanto, hay reglas diferentes. Luego hacen pregun-tas y les vamos a dar una amplia explicación, entonces tienen que trabajar y seguir las reglas.”

Remuneración del trabajo

Ni los entrenadores ni los trabajadores reciben un sueldo durante el tiempo de aprendizaje. Se trata de requisitos que para la mano de obra contratada son condiciones necesarias para obtener el trabajo y para los formadores son condiciones necesarias para mantener sus empleos. Firmas agrícolas y administradores de las cooperativas, así como los propietarios de granjas que emplean mano de obra contra-tada explican que tienen que seguir esta práctica para atender a las condiciones de los brokers y mantener los gastos bajos. Un productor local dice:

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“reducir los gastos laborales es lo que las empresas y agriculto-res familiares deben hacer para competir eficazmente.”

Trabajadores superabundantes y mal pagados están disponibles en la región. Como explicó un representante sindical, y como con-firman observaciones de campo, un gran número de los trabajado-res asalariados que trabajan en la zona son inmigrantes de zonas rurales de estados adyacentes. Éste es el resultado de un esfuer-zo orquestado para mantener los costos salariales bajos y para no contratar a los trabajadores de Petrolina y Juazeiro, ya que tienden a ser miembros del sindicato acostumbrados a salarios más altos y mejores condiciones de trabajo. Además, se han llevado a cabo esfuerzos para sustituir a trabajadores permanentes con trabajado-res temporales. La reducción de trabajadores permanentes es una estrategia conveniente para las empresas que no están obligadas al pago de beneficios a trabajadores temporales.

Un representante del sindicato explica:

“El pasado diciembre [de 2008] un gran número de trabajado-res solicitaron beneficios de desempleo. [Éstos son reservados únicamente a los que han estado empleados continuamente durante más de cinco meses.] Hubo una gran reducción del número de contratos indefinidos. La [nombre omitido de la em-presa], por ejemplo, por lo general emplea a 2200 trabajado-res temporales y 1100 trabajadores permanentes. El número de trabajadores permanentes se redujo a 400. Sin embargo, la cantidad exportada pasó de 70,000 [toneladas] métricas en 2007 a 80,000 toneladas en 2008.”

También de acuerdo con los representantes sindicales locales que fueron entrevistados, el Gobierno Federal se ha preocupado mas de proteger a las empresas contra la crisis económica que ayudar a los trabajadores. Consecuentemente, los gerentes de las empresas han utilizado la crisis como excusa para obtener más ayuda del gobier-no, imponer salarios más bajos y reducir el empleo.

El cambio más notable de las relaciones laborales es la difusión de la remuneración basada en el trabajo a destajo. Trabajadores contratados están pagados por el número de racimos que seleccio-nan y/o las cajas de uva que producen en lugar de recibir salarios por hora. Dada la creciente cantidad de tareas que cada trabajador tiene que cumplir, esta práctica aumenta la carga de trabajo sin au-mentar el salario. Un productor explica:

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“Todos los trabajadores tiene que cumplir con sus tareas de recogida y embalaje de 700 racimos de uva al día. Si pueden hacer más, ganan una remuneración adicional alrededor de 2 o 3 reales mas por día.”

Sin embargo, se trata de una cantidad tan pequeña que los tra-bajadores no quieren este trabajo adicional a pesar de la necesidad de empleo y un mercado de trabajo desfavorable.

Un representante del sindicato local indica:

“Durante la poda en un día normal de trabajo, un trabajador de sexo masculino recorta alrededor de 80 viñas y recibe 10 a 50 centavos por planta adicional. Otros ni siquiera ganan esto. Sin embargo, los trabajadores no muestran interés por el trabajo adicional porque la paga extra está muy baja.”

En el caso de las uvas sin semillas, por ejemplo, el tiempo de trabajo es mucho mayor, sin embargo la remuneración sigue siendo la misma.

Una trabajadora explica:

“La uva sin semillas es más pequeña y más frágil. No está así tan fácil cosecharla porque los racimos se rompen y tenemos que ponerlos en bolsas de plástico. Se necesita más trabajo.”

Las empresas han sido capaces de convencer a los trabajadores de aceptar esta nueva carga de trabajo con el argumento de que las uvas sin semillas tienen una estación de crecimiento más corta y que hay una nueva tecnología que ahorra tiempo. Se supone que se necesita menos trabajo.

Un productor explica:

“La uva sin semillas tiene un ciclo corto. Desde la primera poda de las viñas a la cosecha, se necesitan 100 días, mientras que para los demás se necesitan 120 días. Al principio pensamos que la uva sin semillas requería menos trabajo a causa del ciclo más corto. Pero como este es un fruto frágil y fino, la cosecha necesita mucho tiempo... En el caso de otras variedades, el fruto no se encuentra tan difícil. Sin embargo, hoy en día el uso de nuevas técnicas de poda realmente reduce la cantidad de trabajo necesario.”

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En el campo, sin embargo, la historia es contada al revés. Un trabajador lo explica claramente:

“La cosecha de uva sin semilla requiere mucho más trabajo.”

Condiciones de Empleo

La certificación de la calidad de la fruta implica términos que prescri-ben no solo el resguardo de condiciones aceptables de uso de mano de obra sino también la prevención de la explotación laboral (es decir, que se observen las reglas de GLOBALGAP). Sin embargo, los términos se entienden y se llevan a cabo de acuerdo con sus signifi-cados formales. En términos substanciales, la situación en el campo es muy diferente. Administradores de las empresas y productores han utilizado el proceso de certificación como un instrumento para “reducir el coste de la mano de obra.” Lo han unido a la “necesidad” para hacer frente a la crisis económica mundial para crear una es-trategia de legitimación que se ha utilizado para la reestructuración del empleo. Un gerente de empresa describe esta estrategia:

“La crisis es grave. Tenemos que hacer todo lo posible para mantener la competitividad... tenemos que recibir más apoyo por el gobierno ... [debido a esta crisis] nos vemos obligados a reducir los gastos y esto significa revisión de los costes labora-les. Tenemos que reducir el volumen de producción, el empleo y los contratos y limitar el número de puestos de trabajo per-manente en favor del empleo temporal.”

“En cualquier negocio agrícola, los que producen de manera

mas competitiva son los únicos que sobreviven”, dice un otro gerente.

Un administrador de la cooperativa explica:

“Servimos a los mercados más exigentes de Inglaterra y los Estados Unidos... desde que empezamos la cooperativa el ob-jetivo ha sido reducir los gastos ... y de concentrarse en la certificación de calidad ....”

Los sindicatos documentaron la estrategia utilizada por las em-presas para reducir los gastos laborales y la falta de apoyo que de mano de obra recibe por el Gobierno brasileño. Según los sindicatos, el gobierno estuvo más interesado en el apoyo de las empresas y

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mucho menos en los intereses de los trabajadores. Un representan-te del sindicato explica:

“El Ministerio de Trabajo no presta atención al impacto de la crisis sobre los trabajadores... crean medidas para proteger a las empresas y no hacen mucho para [proteger] el empleo, los salarios y beneficios para los trabajadores.... Las empre-sas recurren a la crisis y la certificación para obtener mejores acuerdos financieros y reducir los gastos laborales.”

Sin embargo, el gobierno brasileño ha expresado preocupación por la situación económica y se comprometió a aplicar medidas para ayudar a las empresas. Pero también ha insistido en que cualquier recuperación económica no debe ser pagada por los trabajadores. En efecto, la recuperación económica debe fomentar el empleo y mejorar las condiciones de trabajo. Un representante del Ministerio de Trabajo hablando localmente declaró lo siguiente:

“Las medidas destinadas a favorecer la producción de fruta deben crear nuevas oportunidades de trabajo y crear nuevos puestos de trabajo. La idea es ayudar a las empresas al fin de crear empleo. Los trabajadores se deben apoyar.”

A pesar de estos pronunciamientos, sin embargo, la ausencia im-portante del gobierno en la región y la relativa debilidad de los sin-dicatos, deja el control del mercado de trabajo en las manos de las empresas. Por ejemplo, los contratos han sido reestructurados para favorecer el empleo temporal y trabajadores han sido despedidos.

Una trabajadora dice:

“Recientemente, tuve un contrato de 5 meses para trabajar en una empresa, y esperaba que fuera un contrato de forma per-manente... Anteriormente había trabajado durante seis años para otra empresa. Ahora tengo un contrato por sólo un mes.”

Un representante del sindicato añade:

“Las empresas despiden trabajadores permanentes. Aquí es donde se puede reducir los gastos lo más rápidamente posible. Dijeron que la crisis ha creado inestabilidad en el empleo en la región. La situación del trabajo no parece que va a mejorar.”

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Un otro dirigente sindical explica:

“En esta área tenemos contratos de mayo a junio y de noviem-bre a diciembre. También los contratos de la cosecha de junio a octubre no dan a los trabajadores el derecho a las prestacio-nes por desempleo. Los trabajadores suelen tener 6 meses de desempleo, sin salario, sin beneficios.”

Control del trabajo

Las empresas locales utilizan el proceso de certificación para au-mentar el control sobre los trabajadores. Debido a que la certifi-cación requiere la verificación formal de la ejecución adecuada de las tareas laborales, los trabajadores están sometidos a un mayor grado de escrutinio de sus actividades de trabajo que en el pasado. Este control se encuentra en los procesos de “reconocimiento del trabajo” y “dirección de las actividades de trabajo.” Por lo que se refiere al reconocimiento del trabajo, en virtud de las normas de certificación, la ejecución de tareas de trabajo asignadas se conside-ra completa solamente cuando son oficialmente reconocidas por los supervisores de campo. Si bien existían en el pasado formas de su-pervisión de campo, la supervisión de los trabajadores relacionada con la certificación es diferente por lo menos en dos niveles. En pri-mer lugar, el poder de los supervisores está reforzado y legitimado por el conjunto específico de reglas formales que son dictadas por el organismo certificador. En segundo lugar y debido a lo anterior, los trabajadores se sienten impotentes en sus interacciones con los supervisores. Los supervisores están armados con las listas de ta-reas pendientes y niveles de rendimiento y avalúan las actividades laborales según estas listas. Comúnmente conocido como “estar en la lista,” el trabajo de los trabajadores existe formalmente solo si aparece en la lista elaborada por el supervisor. “Hay que estar en la lista de comprobación,” comentó un trabajador. El trabajo realizado se convierte como tal en tanto que está registrado en la lista.

Un trabajador explica:

“Estamos haciendo nuestro trabajo todos los días y tenemos que recoger un número determinado de racimos de uva. Más tarde, la supervisora de campo llega a registrar los resultados. Ella lo hace. Aunque sé lo mucho que trabajé, no estoy seguro de lo mucho que trabajé realmente hasta que se registra el número de racimos cosechados y empaquetado. Ella nos dice.”

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Legitimadas por la necesidad de cumplir con los requisitos de certificación, los trabajadores tienen ahora más y más instrucciones específicas sobre cómo ejecutar sus tareas laborales. Para asegu-rarse de que estas instrucciones son seguidas, los trabajadores per-manecen bajo estrecha vigilancia durante todo el día. Esta es una situación que contrasta fuertemente con las prácticas anteriores de trabajo a nivel local. En el pasado, los trabajadores se quedaron relativamente libres de utilizar su experiencia y conocimiento para completar una tarea, ya que estaban sólo moderadamente bajo su-pervisión. Existe una clara sensación de que “... los trabajadores aprenderán lo que se requiere y cómo funcionan las cosas aquí.” Los trabajadores necesitan aprender nuevos y más rigurosos pro-cedimientos asociados con la producción de uva. El conocimiento acumulado en el pasado - incluso en las recientes experiencias con otras empresas - debe ser olvidado.

Regularmente, los gerentes emiten directivas para normalizar y codificar el comportamiento en el campo. Un trabajador recuerda que, recientemente, a las mujeres se les pidió que “dejen de hablar” entre ellas cuando cosechan. Mientras hablar - como cantar - ha sido una práctica muy común durante la cosecha, ahora se considera una actividad “que distrae los trabajadores durante el desempeño de sus tareas de trabajo” como dijo un gerente. Que a los trabajadores se les pida limitar los intercambios verbales durante el trabajo no es un nuevo requisito. Se ha empleado no sólo para aumentar la producti-vidad, sino también para limitar la resistencia y la movilización políti-ca (Le Blanc 1999; Yates, 1994). Sin embargo, constituye una nueva dimensión (poco bien vista) en el contexto social relativamente poco racionalizado de los campos de uva de Brasil.

“Venimos de diferentes pueblos y barrios,” dice un trabajador, “no podemos llegar a conocernos bien durante los descansos o comida. Estos son cortos y estamos bajo presión para volver a trabajar y completar las tareas.”

Conclusiones

La conclusión principal de este estudio es que la demanda de ali-mentos de calidad en el norte crea consecuencias problemáticas para los trabajadores en el sur. El desarrollo de las redes de produc-ción de fruta fresca a nivel mundial ha impulsado resultados positi-vos para los varios actores y grupos sociales en la agricultura. Sin embargo, ha generado tambien desigualdades y contradicciones. El caso ilustrado en este trabajo revela algunas de estos problemas

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relacionados con el uso del trabajo asalariado. Las empresas locales han sido capaces de usar la certificación como un arma para aumen-tar la explotación de los trabajadores. En este sentido, se debería hacer un esfuerzo para limitar estos aspectos negativos y actuar para mejorar las condiciones de los trabajadores.

De manera más específica, el estudio muestra que la introducción de requisitos de certificación de calidad daña a los trabajadores. Genera procesos de producción en los cuales los trabajadores tra-bajan más por menos dinero, realizan tareas más sofisticadas, son empleados principalmente a través de contratos temporales, y so-portan formas nuevas y más avanzadas de control. Actualmente, la demanda y la producción de alimentos de calidad no son por sí mis-mos vehículos que conducen al mejoramiento de las condiciones de trabajo, a pesar de las afirmaciones progresistas asociadas al proce-so de certificación. Este caso, por lo tanto, apoya los argumentos de aquellos segmentos de la literatura que señalan que los requisitos de calidad de la producción no necesariamente se traducen en re-laciones sociales más justas en la producción de fruta. Existe una brecha entre algunos de los objetivos declarados de los programas de certificación de calidad y las condiciones reales de los trabajado-res. Debido a las consecuencias problemáticas de la aplicación de Globalgap, se necesitan estudios adicionales sobre el impacto que los programas de certificación tienen sobre diversos aspectos de la producción mundial agroalimentaria.

Dado que la preocupación de promover relaciones sociales más justas sigue siendo una característica de la literatura agroalimenta-ria contemporánea, este estudio de caso puede ser empleado para realizar una serie de puntos importantes en lo que respecta a la posibilidad de cambio. El primero de ellos se refiere al poder que los supermercados transnacionales tienen y que les permiten controlar a la producción local sin sufrir de muchas responsabilidades políti-cas. Los supermercados han introducido el tema de la calidad en sus tiendas para captar la creciente demanda de estos productos. En los campos, sin embargo, ellos emplean a un número de actores “inter-vinientes” para llevar a cabo sus planes industriales de una manera que los protegen de ser vistos como los que controlan este tipo de producción. A nivel local, los requisitos de calidad están definidos por los brokers que se aseguran que las condiciones de certifica-ción se cumplan. Además, los brokers son vistos como los actores que también establecen la cantidad de producción y negocian los contratos de producción con los productores. Los requerimientos de producción están controlados por los gerentes de las empresas

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agrícolas que también controlan el trabajo y las tareas de produc-ción necesarias. Y cuentan con el apoyo de las autoridades guberna-mentales que expresan su preocupación por las consecuencias de la crisis económica, pero identifican en una mayor competitividad y en la producción especializada los elementos para salir de la crisis.

El segundo punto se refiere a la oposición al poder de los su-permercados transnacionales por parte de los sindicatos. Dado que las cadenas mundiales de supermercados controlan el proceso de producción sin una presencia local, siguen siendo políticamente “in-visibles” a los trabajadores y los sindicatos. Los trabajadores no son conscientes de que los supermercados transnacionales son los actores responsables de la creación de los requisitos de producción y trabajo, los tiempos de producción, así como los requerimientos de la cualificación de la mano de obra. Éstas son vistas como con-diciones existentes que deben cumplirse para que los trabajadores conserven sus puestos de trabajo. Los sindicatos dirigen sus reivin-dicaciones a las empresas locales y el gobierno brasileño. Esta es una postura que reproduce los patrones de acción política tradicio-nales de los sindicatos locales y no cuestiona los acuerdos globales que caracterizan la producción agroalimentaria de hoy. Si bien no es difícil entender que los trabajadores no puedan tener un buen entendimiento del funcionamiento de la organización de las redes de producción global, es desconcertante ver a los sindicatos enfocar-se en una estrategia en la cual el Gobierno y las empresas locales están identificados como sus adversarios. En muchas ocasiones los sindicatos han denunciado la postura del Gobierno por ineficaz en lo que respecta a la protección del trabajo y la creación de puestos de trabajo. Han argumentado correctamente que ellos subestiman el impacto que la crisis tiene sobre el trabajo y las ventajas que genera para las empresas. La disponibilidad de nuevas y más acce-sibles formas de crédito, y el silencio del Gobierno sobre el uso de la mano de obra y las condiciones de trabajo a nivel local, han sido consideradas como pruebas de poder de las empresas. A pesar de declaraciones que subrayan la importancia de proteger y promover el empleo, el Gobierno del Brasil ha actuado principalmente en tér-minos de proporcionar asistencia financiera a las empresas a fin de mejorar su competitividad en el mercado mundial. El logro de esta mayor competitividad en el mercado ha sido visto como una herra-mienta para ampliar el empleo. A pesar de esta crítica precisa de las posiciones del Gobierno y las empresas, los sindicatos han visto en gran medida el mercado como un entidad ‘neutral” cuyos cambios y condiciones no deben ser atribuidas a cualquier actor en particular,

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sin hablar de los supermercados transnacionales. En fin, los sindica-tos han adoptado una visión reificada de las condiciones sociales de producción y dirigieron sus reivindicaciones a nivel local exclusiva-mente contra actores visibles, como las empresas y el Gobierno.

En tercer lugar, y en relación con lo anterior, los brokers siguen siendo poderosos actores en la escena local. Sin embargo, los sin-dicatos no han sido particularmente activos en desafiar su poder. El poder de los brokers de afectar el proceso de producción se basa en gran medida sobre su cuasi monopolio de la información sobre la producción. Ellos controlan la información sobre los requisitos, pla-zos y cantidad de los envíos y también la información sobre los con-tratos disponibles y los clientes. Llevan este conocimiento a buen término, ya que establecen contratos con los productores y exigen el respeto de los requisitos de calidad. Dada la complejidad de estos requisitos, el alcance de las operaciones comerciales, y la manera casi incuestionable en que estos requisitos se aceptan, los brokers surgieron como actores dominantes a nivel local. Como se indicó an-teriormente, son identificados por los trabajadores y las empresas como los que deciden la cantidad y la calidad de la producción.

Por último, y a pesar de la oposición de los sindicatos, las empre-sas utilizan los requisitos de certificación como una de las maneras más efectivas para controlar el trabajo. Además de las medidas de recorte de los gastos del trabajo, la certificación representa un ins-trumento importante para aplicar y justificar las estrategias de rees-tructuración. Las empresas han tenido éxito dado que la resistencia contra la mayor carga de trabajo, las nuevas tareas de trabajo y la reorganización de los contratos, ha sido marginal y, en general, ineficaz. Las empresas, sin embargo, siguen siendo subordinadas a los brokers. Aceptan la visión de los brokers y no han sido capaces de desarrollar alternativas viables a su poder de organización. Las pequeñas empresas tienen los mismos problemas. De un lado pue-den aprovechar los nuevos mercados mundiales de fruta de calidad. De otro lado, tienen que enfrentarse a la fuerza de los supermerca-dos transnacionales y de los brokers locales. Esta es una situación muy abierta que requiere más investigación.

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CONSTRUCCIÓN DE REDES EN LA CADENA DE VALOR ALIMENTARIA.

LA AGRICULTURA CAMPESINA EN CHIAPAS DEL SIGLO XXI

Ronald Nigh1

Introducción

Consideramos la cuestión del papel de la agricultura campesina en el sistema agroalimentario del siglo XXI, la cual se ha clasificado como sector ‘tradicional’, ‘pre-moderno’, y hasta ‘atrasado’. La agri-cultura de los campesinos es lo que se intenta eliminar con el ‘desa-rrollo agropecuario’, lo que se quiere modernizar con la Revolución Verde. Aquí exploramos otro enfoque. Intentamos comprender la racionalidad material de la agricultura campesina como institución central de las sociedades complejas contemporáneas. Una de las distorsiones de ver la agricultura campesina como ‘tradicional’ es no ver la gran variedad de sistemas y grados de intensidad que puede tomar, según las condiciones internas y externas de la unidad do-méstica. Nos urge entender la racionalidad campesina para enten-der las condiciones que conducen a su productividad, su diversidad y sus formas particulares de organización. Repasamos brevemente las ideas de la intensificación de la agricultura, empezando con la visión de la ‘intensificación energética’, posibilitada por la economía global del petróleo. Luego exploramos en las formas de agricultura campesina, otros tipos de intensificación basadas en el conocimien-to, las competencias y la memoria cultural.

Brondizio (2004) señala lo que llama la ‘invisibilidad’ que padece el campesino que, debido a prejuicios e ignorancia generalizados sobre sus sistemas productivos y su realidad social, su posición en los procesos de intensificación de la agricultura contemporánea es malinterpretada. Dove (1983) ha señalado que existe una serie de

1 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, correo electrónico: [email protected]

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mitos “ampliamente aceptados” con respecto a la agricultura campe-sina en lo que llama una “economía política de la ignorancia”, que fre-cuentemente surgen en las discusiones del ‘desarrollo’ entre funciona-rios, ‘expertos’ y académicos. Las variantes mexicanas de estos mitos incluyen la idea del ‘atraso’ y la ‘baja productividad’ de la agricultura campesina, lo ‘primitivo’ o lo ‘destructivo’ de los sistemas de milpa (“la milpa que camina”), o que la producción campesina es de ‘pequeña escala’ y que no contribuye mayormente a la economía nacional, entre otros. La ignorancia sobre el papel real de la agricultura campesina en nuestras sociedades perjudica a los campesinos, distorsiona la visión de los que hacen las políticas agropecuarias y nos impiden entender la naturaleza real de los procesos de intensificación.

A pesar de la marginalidad que ha padecido el estudio de la agri-cultura, se han forjado algunas herramientas conceptuales recientes de utilidad. Para el estudio de las relaciones comerciales en la agri-cultura, el enfoque de Cadena de Valor facilita la introducción de las dimensiones políticas y sociales de la producción y mercantilización en la agricultura capitalista (Fletes, 2008; Mintz, 1985). Este enfoque permite delinear las relaciones de poder entre los actores en una ca-dena y cómo se dividen las porciones del valor agregado que se gene-ra entre los actores. Pero es preciso no caer en la visión clásica que ve a la agricultura exclusivamente desde una óptica económica y técni-ca. Es un proceso socio-ecológico. La ventaja del enfoque etnográfico de la antropología es que permite rescatar prácticas sociales y cultu-rales ‘invisibles’ ‘escondidas’ o borradas por la mirada del ‘desarrollo’ moderno. Las prácticas campesinas con respecto a la organización de la producción y el manejo de los recursos naturales, son descontadas como ‘atrasadas’ y anticuadas por la visión oficialista de la ‘industria agropecuaria’. Ocultar las prácticas agropecuarias y forestales de los campesinos, impide a los consumidores comprender el origen de su comida. Fetichiza los alimentos y crea una gran brecha entre los pro-ductores y los consumidores. Para corregir esta distorsión, que nos afecta a todos en la sociedad industrial, necesitamos aplicar una ‘so-ciología de las ausencias’, en el sentido de Santos:

…el objetivo de la Sociología de las Ausencias es revelar la diver-sidad y multiplicidad de las prácticas sociales y hacerlas creíbles por contraposición a la credibilidad exclusivista de las prácticas hegemónicas… se trata de una versión amplia de realismo, que incluye las realidades ausentes por la vía del silenciamiento, de la supremacía y de la marginalización, esto es, las realidades que son activamente producidas como no existentes (Santos, 2005:166).

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Por medio de una sociología de las ausencias hacemos visible la experiencia vivida de los campesinos del ‘desarrollo’ y de la mal llamada ‘revolución verde’, silenciadas por los discursos oficiales del ‘progreso’ y la ‘modernidad’, globalización y ‘libre mercado’. Se es-tablecen las consecuencias de esta experiencia para las sociedades rurales y, en última instancia, para las sociedades en su conjunto, la experiencia vivida por las mayorías pero silenciada por el discurso del desarrollo y la modernidad.

El discurso oficialista oculta también, para la mayoría de la gen-te, la lucha que se libra actualmente para el control último del sis-tema alimentario mundial. Esta lucha confronta a los productores del mundo, en gran parte organizados en unidades domésticas, con unas cuantas corporaciones transnacionales. Es la última batalla en la larga guerra en contra de la subsistencia y del género vernáculo, del ámbito de comunidad, de la cultura popular, de la convivenciali-dad libre de relación con el dinero, fuera del ‘mercado’. La forma de lucha es la resistencia, por un lado, y la racionalidad material por el otro. Por una sociología de las ausencias hacemos visibles las prác-ticas nuevas y antiguas de los campesinos, para la conservación y la construcción de las alternativas formas de producir y comercializar alimentos (Nazarea, 2005).

Teorías de la Intensificación Agrícola

Hoy día, cuando se habla de la ‘intensificación de la agricultura’, nor-malmente se refiere al aumento del uso de agroquímicos, la meca-nización y el monocultivo con semillas ‘mejoradas’ o ‘transgénicas’ –o sea, la llamada Revolución Verde en alguna de sus variantes–. La característica central de este modelo es la aplicación de mayores insumos energéticos –directos o indirectos– por unidad de produc-ción. Para muchos promotores de las políticas oficiales agropecua-rios no existe otro modelo posible de intensificación. Sin embargo, la intensificación de la agricultura se define formalmente como la sustitución de la tierra por el trabajo o el capital con el fin de in-crementar (o sostener) el nivel de producción por unidad de tierra (Brookfield, 1972). Otro autor propone que la intensificación es “un proceso de aumentar la utilización o la productividad de la tierra actualmente bajo producción que contrasta con la expansión, o sea, con la extensión de la tierra cultivada” (Netting, 1993). O sea, con la intensificación se propone producir más con la misma tierra. La cuestión es “¿Más de qué?” y, por supuesto, “¿Cómo?” De entrada, esta definición nombra dos modelos muy diferentes con un mismo

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término, lo que conduce a alguna confusión sobre su sentido. Un aumento de mano de obra (y/o habilidades y conocimiento) por unidad de tierra, o sea, una estrategia de sustituir el trabajo por la tierra para aumentar la producción de cultivos es la estrategia de intensificación.

La sustitución de energía por tierra y por trabajo, es decir, la estrategia de intensificación ‘moderna’ de aumentar el uso insumos industriales en forma de combustibles, agroquímicos o “propiedad intelectual”, puede ser una vía de aumentar la producción agrope-cuaria por unidad de tierra. Normalmente, la intensificación así en-tendida resulta también en una ‘extensificación’ de la parcela agrí-cola, cuando la tecnología habilita un solo agricultor para cultivar superficies mucho más grandes. En otras palabras, muchas veces el resultado de la intensificación químico-energética es producir más y con más tierra. Pero queda la pregunta de ¿producir más de qué? Si la industrialización resulta en la extensión de tierras dedicadas a un monocultivo de valor comercial, puede ser que lo que se produce es más dinero con más tierra (y más contaminación), pero no ne-cesariamente más alimentos, en particular, más de una diversidad de alimentos sanos. En este caso la ‘intensificación’ se logra por la sustitución de mano de obra (p. ej., con maquinaria o con herbici-das), más que de tierra, por dinero, para producir más dinero. La mayor productividad por hectárea en un monocultivo puede resultar en una menor productividad total (de alimentos), al abandonar la diversidad de productos. A pesar de estas dificultades conceptuales, es este modelo de la Revolución Verde, o sea de la industrialización con agroquímicos y combustibles, que se entiende actualmente por ‘intensificación’ en agricultura.

Sin embargo, la intensificación energética no es la única vía de mayor productividad agrícola. Si adoptamos una visión de historia ecológica, la evolución de la producción campesina ha ocurrido den-tro de estrictos límites energéticos y es sólo en la época industrial, de la segunda mitad del siglo XX, cuando este modelo energético ha sido siquiera posible. Todo indica que no es sustentable y que ya se ha iniciado el retorno a una tecnología de mayor proporción. La intensificación, a lo largo de los 10,000 años de agricultura en la historia del mundo, se ha logrado por el aumento del conocimiento aplicado al manejo de los recursos naturales. Entonces, para com-prender los procesos de intensificación es importante comprender las estrategias de los campesinos y la historia de su relación con su entorno natural.

Tanto la teoría como los estudios empíricos en muchas partes del mundo sugieren que los agricultores sólo intensifican, o sea, sólo

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dedican más mano de obra (o más capital, si lo tienen) para au-mentar su producción, bajo ciertas condiciones muy específicas: 1) cuando se ven obligados a hacerlo, por la presión demográfica sobre la tierra y los otros recursos (Boserup, 1965, 1981) o por la coer-ción política o militar, o 2) cuando perciben algún beneficio concreto de aumentar la producción, por la disponibilidad de un mercado atractivo o del subsidio del Estado (Goldman, 1993; Netting, 1993; Pingali and Binswanger, 1988; Rawski, 1972; Smith, 1975). Una tercera situación, pocas veces reconocida en las discusiones de la intensificación, es la que podríamos llamar el ‘autoabasto’. Cuando los agricultores se encuentran en una situación de aislamiento ex-tremo en donde es necesario que produzcan en sus parcelas o en los ecosistemas aledaños la casi totalidad de sus necesidades, se ven obligados a invertir un insumo mayor de mano de obra. Esta situa-ción, ya poco común en Mesoamérica, fue la que caracterizó durante quizá tres siglos a los lacandones de la selva chiapaneca. Puede haber sido más común en otras épocas históricas, como después del derrumbe demográfico provocado por la invasión europea del continente americano, cuando poblaciones de campesinos se hayan quedado, o hayan buscado quedarse, aislados. Pueden ser períodos clave para la historia de la agricultura en que se intensifica por una vía de mayor conocimiento y habilidad de manejos integrales de un conjunto de recursos locales y una mayor diversificación de produc-tos y actividades a lo largo del año.

Shriar identifica lo que llama una situación de frontera que se caracteriza por una abundancia de tierra, mano de obra limitada, inseguridad sobre la tenencia de la tierra, condiciones pobres de mercado e infraestructura y carencia de apoyos técnico-científicos. Tiene en mente su experiencia del Petén y lugares similares en don-de se trata de un proceso de reciente colonización agraria. Espera-mos encontrar en estos casos una agricultura de baja intensidad, sistemas de ‘roza, tumba y quema’ de largo período de barbecho (20 años o más de descanso). Este autor no reconoce la situación de los lacandones, a pesar de que la de sus parientes, la experiencia de los Itzaj Maya del mismo Petén, ha sido similar con resultados si-milares de una agricultura de milpa sumamente diversa e intensiva de mano de obra y de conocimiento ecológico tradicional. Podemos identificar, entonces, un gradiente de intensificación en la situación de frontera agrícola con mayor intensidad en los extremos y menor en medio. Con el aislamiento más severo, la población se ve obli-gada a intensificar su actividad para la sobrevivencia. En cuanto aumenta la colonización y empieza a disminuirse el aislamiento y

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penetran las relaciones capitalistas de producción, las oportunida-des de trabajo asalariado pueden ser más remunerables que la agri-cultura de subsistencia, sobre todo si las posibilidades de mercado siguen difíciles. Puede haber, entonces, un proceso de desintensifi-cación. Finalmente, con la penetración de vías de comunicación y la mayor integración de la región, el mercado (y tal vez el crecimiento demográfico) incentiva otra vez la intensificación de la producción campesina mixta para venta y autoconsumo.

Un fuerte obstáculo a la intensificación en estas situaciones es que requiere de un insumo mayor de mano de obra (o de capital o de habilidad) que, normalmente, no es compensado en el mismo grado por el beneficio logrado, por lo menos en la economía-mundo capitalista. En la mayoría de los casos, la intensificación agrícola resulta en una reducción de la productividad de la mano de obra o del capital para el campesino. Por esta razón, la intensificación de la agricultura, sea cual sea su definición, frecuentemente se da en el contexto de importantes transferencias del Estado hacia ciertas partes de la cadena de valor, para compensar esta reducción de la productividad económica. Finalmente, aun cuando perciben algún beneficio neto posible, los campesinos pueden carecer de los recur-sos financieros, técnicos o de otra índole (p. ej., seguridad) como para arriesgarse en transformar su sistema productivo. En particular, pueden carecer de la fuerza política, ante los grandes comerciantes y procesadores como para garantizar que les toque una proporción significativa del beneficio potencial del aumento de la producción.

La intensificación resulta ser un proceso complejo que no pro-cede de una manera lineal dependiente de una sola variable, como ‘presión demográfica’ o ‘costo de oportunidad’. Intervienen factores tecnológicos, sociales, culturales, políticos, económicos y ambien-tales que interactúan con otras variables que operan en múltiples escalas desde lo local y de la unidad doméstica hasta el contexto político nacional y mundial. En líneas anteriores señalamos la ‘in-visibilidad’ del campesino en la sociedad y la serie de mitos de la ‘economía política de la ignorancia’. El tema de la intensificación de la agricultura provoca controversia con respecto a su relación con el desarrollo histórico de la sociedad. Nuevamente, se encuentran dos enfoques muy diferentes. Una explicación clásica argumenta que la intensificación de la agricultura provoca una explosión demográfica, un incremento en el consumo que repercute en un agotamiento de los recursos naturales. Este enfoque es el centro de un debate que ya abarca varios siglos, por los menos desde los tiempos del profe-sor británico Thomas Malthus y que no ha disminuido su ferocidad en nuestros tiempos (Davis, 2001). Se recurre a esta lógica para

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explicar la existencia de la pobreza o el deterioro ambiental. La ex-plosión demográfica provocada por el crecimiento agrícola incluso se ha señalado para explicar el origen mismo de la civilización, o sea el proceso de intensificación originaria que dio lugar a las pri-meras sociedades agrarias. El segundo tipo de explicación exami-na las condiciones demográficas, socio-económicas y políticas de la producción, enfatizando aspectos como el papel de la mano de obra doméstica, relaciones de género, relaciones de contextos institucio-nales y relaciones de poder y con el sistema-mundo. Las interpre-taciones más interesantes del tema combinan aspectos de los dos enfoques, como es el caso de Netting (1993) y los trabajos de sus estudiantes como Stone.

Por su parte, Netting sigue una corriente teórica abierta por el tra-bajo de Boserup (1965), quien identificó la presión demográfica so-bre la tierra como factor fundamental para motivar la intensificación de la agricultura, invirtiendo el argumento malthusiano. Por ejem-plo, en la situación de frontera que define Shriar (2000), el agricul-tor no estaría dispuesto a aceptar una reducción en la productividad de su trabajo que implica cualquier esfuerzo de intensificación, aun cuando mejore sus rendimientos en alguno de sus cultivos. Si bien ha sido ampliamente criticado por simplista, el esquema de Boserup ha servido como base teórica para ordenar las variables adicionales que explican la complejidad de los procesos de cambio de la agri-cultura campesina. Como señala Stone (2001), aun cuando no sea el único factor, la presión demográfica sobre una tierra limitada sí puede obligar a los campesinos a cambiar sus técnicas de cultivo.Entre las variables adicionales a la presión demográfica, podemos destacar una serie de factores sociales, políticos y económicos a las cuales las familias campesinas responden con gran sensibilidad y rapidez, desmintiendo la noción de que los agricultores pequeños sean reacios al cambio.

Destacamos tres de estos factores de cambio que pueden mo-tivar una intensificación, además de la presión demográfica, para propósitos de la actual discusión:

Los incentivos del mercado. Una oportunidad de mercado puede • vencer la barrera chayanoviana de la intensificación, al aumentar la rentabilidad del trabajo, motivando la dedicación de mayor esfuerzo y/o capital requeridos para incrementar la producción (Eder, 1991; Netting, Stone and Stone, 1989). Los campesinos casi siempre destinan una parte de su producción al mercado, aun en casos cuando la subsistencia domina su enfoque. Mayor participación en el mercado introduce importantes factores de

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riesgo y costos de transacción que también influyen en las deci-siones sobre intensificar o no su actividad.Capital social. Brookfield (1972) fue pionero en señalar a ‘la • producción social’ como una categoría entre la subsistencia y el comercio. La organización social o el ‘capital social’ (Pretty, Morison and Hine, 2003; Pretty, 2003) puede influir en los costos de transacción y las demandas de la producción agrí-cola sobre la familia campesina y, de tal forma, suele ser un factor a considerarse en el proceso de intensificación. La construcción del capital social y cultural puede ser parte de una ‘ganancia invisible’ que no toman en cuenta los econo-mistas que cuestionan la racionalidad del campesino.El subsidio. Los teóricos frecuentemente olvidan la importan-• cia de las transferencias estatales como incentivo al trabajo tanto de los campesinos como de los grandes agro-empre-sarios. Es dudable que haya existido, en toda la historia de la agricultura, un mercado agrícola sin subsidio del Estado, a pesar de la retórica liberal y neoliberal sobre el ‘comercio libre’. Desde un punto de vista económico, puede ser mucho más redituable (“racional”) para un campesino trabajar para atraer el subsidio que dedicar mayor tiempo a limpiar o ferti-lizar el suelo (Stone, 2001). (Podríamos ver a la coerción o la represión política como una variante, ‘un subsidio al revés.’)

Tal vez la laguna más grande en el importante trabajo de Netting y sus discípulos es la poca atención que prestan a las formas de or-ganización social de los campesinos –sean sus comunidades tradicio-nales o las empresas sociales más contemporáneas– y las evidentes implicaciones del capital social para la intensificación agrícola. La innovación en la agricultura no se restringe a la tecnología ni a la creación de nuevos cultivos sino también incluye novedosas formas de organización suprafamiliar y de relacionarse con el mercado y con el Estado (Nigh, 2002).

Es útil, con respecto a este punto, el tratamiento que da Guthman (2004) al concepto de la intensificación como una de tres dimensiones fundamentales de lo que llama la innovación agrícola. La intensifica-ción, en este esquema, se refiere, en términos generales, a cualquier intento de acelerar, acrecentar o reducir el riesgo de los procesos biológicos en la producción agrícola. Este enfoque combina varios de los aspectos de la intensificación señalados anteriormente, sea que se busque mayor producción de una parcela o mayor volumen por unidad de esfuerzo y/o capital. Guthman observa que, en nues-tros tiempos, las innovaciones para la intensificación intentan que la

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agricultura se asemeje más a la industria, que sea más predecible, más continua y más ‘flexible’ –y menos riesgosa para el productor–. Sin embargo, los intentos modernos de la intensificación provocan consecuencias no anticipadas. Por ejemplo, el intento de eficientizar la producción de proteína en las operaciones de confinamiento de bo-vinos, ‘reciclando’ en el alimento los desperdicios del rastro, provocó la difusión de la encefalopatía espongiforme –la enfermedad de las “vacas locas” –. De la ‘revolución ganadera’, hay muchos ejemplos por el estilo. La intensificación estilo industrial también contribuye a la sobreproducción y los bajos precios para los agricultores, provo-cando crisis periódicas en el sector.

Este punto nos conduce a la segunda dimensión de la innovación agrícola que señala Guthman, que se relaciona con las formas en que los diferentes actores a lo largo de la cadena productiva ex-traen valor, o sea, el proceso de la apropiación. Bajo el modelo de la agroindustria, este proceso consiste en cambiar el sitio de algunas actividades del campo a la fábrica, sea esto en cuanto a la manufac-tura de insumos para la agricultura (fertilizantes, control de plagas, semillas mejoradas) o en el procesamiento post-cosecha. El extremo de esta clase de apropiación es la agricultura de contrato, en donde prácticamente todas las fases redituables de la producción quedan en manos de la industria. Las empresas contratantes proporcionan todos los insumos, incluyendo semilla o animales, dictan las técni-cas y recogen la cosecha. El agricultor, que queda prácticamente como trabajador en su propio campo, asume todos los riesgos, los costos de la propiedad de la tierra, la mitad o más de la inversión en infraestructura y la responsabilidad legal por sus trabajadores y los impactos ambientales del proceso (Nigh, 1999). Los campesinos independientes, por su parte, organizan cooperativas de comercia-lización y desarrollan estrategias de apropiarse directamente del valor agregado de su producto como, por ejemplo, el mercado de productos orgánicos (Gómez Tovar et al., 2005; Nigh, 1997, 2002; Raynolds, 2000; Renard, 1999).

La tercera dimensión de Guthman es la innovación por la valoriza-ción del producto, o sea, la búsqueda del valor en la esfera del con-sumo. En el sistema agroindustrial, la valorización se hace a través de la marca y la propaganda. Lo atractivo del producto no queda ne-cesariamente en sus calidades intrínsecas –cada vez más deteriorado en los alimentos procesados– sino en “la manipulación de la fantasía y el deseo” (Harvey, 1989) a través de la publicidad. Sin embargo, es cada vez más común en nuestros tiempos que la valorización se convierta en estrategia campesina; se basa en una afirmación de que el producto tiene ciertas características de calidad, por su origen o

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su forma de producirse (orgánica, etcétera). Esta noción se expresa en el interés en ‘las marcas de origen’ o en los conceptos como el de terroir de los vinos franceses. En demasiadas ocasiones, los progra-mas de desarrollo agrícola de los gobiernos se preocupan exclusiva-mente por la ‘intensificación’, o sea, el aspecto tecnológico orientado a maximizar el rendimiento, suponiendo que las otras dimensiones se vayan a resolver por sí solas. Las dos últimas dimensiones de la innovación señaladas por Guthman, la apropiación y la valorización, han sido las más características de nuestros tiempos y volveremos a considerarlas más adelante.

Racionalidad Material de la Agricultura Campesina

El análisis de Netting de la producción del smallholder (pequeño pro-ductor campesino) se basa en una consideración amplia de las socie-dades agrarias de todo el mundo, y a través de la historia nos acerca a una comprensión más precisa de la dinámica de la intensificación de la agricultura. El smallholder o ‘campesino’ es un tipo ideal, según este autor. Al estudiar la expresión de este tipo en una gran gama de sociedades, ambientes, situaciones de clase y momentos histórico-sociales, Netting identifica un “conjunto limitado de factores socio-económicos que se asocian a un tipo definido de actividad productiva” (1993:2) y que da lugar a esta forma social. Stone (2001) resume lo que considera los más relevantes de estos factores:

Los campesinos frecuentemente viven bajo condiciones de • escasez, o sea, de marginalidad y de alta presión demográfica con respecto a los recursos a los cuales tienen acceso.Los campesinos no están aislados económicamente, sino par-• ticipan activamente en los mercados de productos agroali-mentarios y de mano de obra, según la oportunidad.La economía campesina ni es de subsistencia ni es exclusiva-• mente comercial sino combina los dos aspectos (por lo cual, la dicotomía “de subsistencia versus de mercado” no es útil para clasificar la actividad agropecuaria campesina).La agricultura campesina es sustentable, en términos energé-• ticos, ecológicos y agronómicos y es capaz de mantener a la familia campesina y a su contexto comunitario a largo plazo.Los campesinos emplean una amplia gama de tecnologías que • adaptan a sus necesidades según su situación.Los campesinos practican una agricultura intensiva de producción • concentrada a costo de baja productividad por productor o unidad de insumo. O sea, el trabajo del campesino es pesado.

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La agricultura campesina es de alta calidad y requiere de un • alto grado de disciplina individual, coordinación social, habili-dad física y conocimiento técnico especializado.Los campesinos valorizan altamente la seguridad de la te-• nencia de la tierra con derechos de venta y/o herencia, aun cuando tales regímenes de propiedad coexistan con formas colectivas de manejo de recursos.La agricultura campesina es una empresa doméstica y, aun-• que la estructura y función de la familia pueden variar mucho, las características mismas de la producción intensiva hacen de la unidad doméstica la institución económica y social central.

Observar la variación de estos factores en diferentes situaciones nos permite entender las diferencias y similitudes de la agricultura campesina en los distintos contextos socioeconómicos y ecológicos en donde se da. La centralidad de la unidad doméstica como base de la economía campesina, por ejemplo, es un rasgo de la organización social de los campesinos que resalta por doquier. Como señalamos en líneas anteriores, Brondizio (2004) sugiere otra característica que adquieren los campesinos en todas las sociedades en donde existen: la invisibilidad. Debido a los ‘mitos’ comunes mencionados y la consecuente mala interpretación de los sistemas productivos de los campesinos, la verdadera contribución de éstos a la economía y la sociedad no se reconoce.

Mencionamos que el mito muy difundido sobre los campesinos se refiere a su supuesta ‘irracionalidad económica’ al compararse con un empresario capitalista ‘moderno’. Se oye este argumento, precisamente, cuando se busca explicar el fracaso de programas de gobierno de convencer a los campesinos de aumentar su pro-ducción o cambiar a un producto no tradicional. Alguna iluminación sobre este tema la proporcionan los estudios que han aplicado las teorías de Chayanov (Chayanov, 1966) a la agricultura campesina. Este economista ruso estudió a detalle la situación de los campesi-nos de su país. (Chayanov fue descalificado como ‘reaccionario’ por el partido oficial del régimen de Stalin y, en 1932, fue arrestado y ejecutado.) Elucidó la lógica del “equilibrio económico doméstico”, para comprender la racionalidad campesina y porque ésta varía de la racionalidad del empresario capitalista postulada por los econo-mistas neoclásicos, según el modelo del farmer. La fuente de esta diferencia de enfoque, según Chayanov, surge de algunas de las características que retoma Netting: la marginalización y la pesa-dez del trabajo. Chayanov partió de la observación de las unidades campesinas que tendían a limitar su producción, a diferencia de las

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empresas capitalistas que buscan la producción, en teoría, sin lími-te. Buscó los factores que explicaban esta auto-limitación y conclu-yó que se trataba de una relación entre la pesadez del trabajo o la urgencia del valor producido por esfuerzo adicional de trabajo. De-sarrolló un método para calcular la curva entre estas dos variables. Un punto de ‘equilibrio’ se alcanza cuando la utilidad de una unidad adicional de valor disminuye, según se produce más, hasta llegar al punto donde la pesadez del trabajo hace que “ya no vale la pena” incrementar la actividad.

Esta acción del campesino no representa un rechazo a la racio-nalidad económica como han supuesto algunos, sino se puede ver en su actitud una respuesta racional de resistencia a su situación de marginalidad, pobreza y debilidad política. Cuando la familia cam-pesina se encuentra en condiciones extremas, por falta de dinero y hasta de alimentos, trabaja duramente para lograr un mínimo de subsistencia para la sobrevivencia, aunque su trabajo sea poco ren-table en términos –capitalistas. Más allá del punto de sobrevivencia, no está dispuesto a seguir ‘auto-explotándose’ –o dejándose explo-tar–con la misma tasa de rendimiento. Dependiendo de la urgencia que tiene de otros satisfactores, la familia aceptará trabajar por un rendimiento bajo hasta ganarlos, pero no más. Este punto consti-tuye una barrera a la intensificación de la producción agrícola cam-pesina, particularmente si es vista desde la perspectiva del Estado o de las empresas capitalistas en busca de contratos de producción. Hay un límite de esfuerzo que está dispuesto el campesino dedicar a una actividad de bajo rendimiento económico. Durrenberger (Du-rrenberger and Tannenbaum, 1992) ha demostrado la aplicación de las ideas de Chayanov a casos etnográficos de agricultores campe-sinos del sureste de Asia. Su análisis comparativo de dos pueblos de Tailandia demuestra la utilidad de los métodos de Chayanov, en particular la definición del ‘equilibrio doméstico’ para vincular los factores ‘globales’ de manera directa, a lo que podemos observar en las unidades domésticas de los campesinos; o sea, revela la racio-nalidad práctica del comportamiento del campesino.

Escribe Barkin de los milperos mexicanos:From the data available about maize production and other field-

work experiences in Mexico, it is clear that rural communities are actively involved in a complex process to construct their own social and productive alternatives to respond to the challenges of globali-zation (…) the persistence and strengthening of the ‘culture of mai-ze’ can best be interpreted not simply as a subjective reaction to a desire to preserve peasant traditions, but rather as a part of a co-llective search for mechanisms to reduce their vulnerability to many

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of the negative impacts of international economic integration. The rural communities are implementing their own strategies as part of their search for alternatives to protect and reinforce their own social structures and lifestyles (…) Their efforts to diversify their regional economics, to make rural society more viable, involve a broad range of specific productive and cultural projects that offer vivid testimony to the depths of the commitment of many ‘poorer’ economic groups to protect their unique societies in the face of a global process of economic and social consolidation and integration. Interestingly, a common thread of many of these strategies of diversification is a renewed emphasis on local sell-sufficiency and the construction of local networks of productive diversification (Barkin, 2002).

El esquema de Guthman (2004), discutido líneas antes, nos per-mite enfocar con claridad la lucha campesina actual por construir un alternativo futuro al modelo de la agricultura industrial por la “vía campesina” de la agricultura ecológica (Martínez Torres and Rosset, 2010). Nos hace ver que la diferencia no queda simplemente en las formas de intensificación –la tecnología de agricultura química versus la tecnología de la agricultura ecológica–. La lucha también se da en los campos de la apropiación y la valorización. Uno de los motivos principales de los fundadores indígenas de las cooperativas de café orgánico en el sur de México era, precisamente, lograr una mejor ubicación en el mercado con respecto al consumidor final y así apropiarse de mayor valor agregado. Esto se logró eliminando las primeras capas de intermediarismo (los “coyotes”) al entrar los productores en el proceso post cosecha y la exportación directa. Y se buscaron los mejores precios, no sólo con el control de calidad y la certificación orgánica de su café, sino también la proyección de la identidad indígena y su situación de pequeños productores inde-pendientes. O sea, los agricultores orgánicos indígenas entraron a la innovación agrícola en sus tres dimensiones (Hernández Castillo and Nigh, 1998; Nigh, 1997, 2002b; Renard, 1999).

Si examinamos las acciones de los campesinos en esas tres di-mensiones de innovación agrícola, entenderemos que en la intensi-ficación observamos una transformación tecnológica. Se ha encon-trado una alternativa al modelo de la Revolución Verde, basándose en principios que toman tanto de las formas tradicionales de la agri-cultura mesoamericana como de nuevos métodos que surgen de las investigaciones agroecológicas. Como resultado de estos esfuerzos los campesinos mexicanos han logrado aumentar su productividad, aun en las tierras marginales de temporal que los han dejado y han aumentado sus ingresos al encontrar nuevos mercados regionales

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e internacionales para sus productos. En este esfuerzo, los campe-sinos mexicanos no han laborado a solas, sino han participado de manera activa en un proceso que se repite en muchos países en desarrollo.

Barkin (2002) documenta el aumento de productividad del maíz que han logrado los campesinos mexicanos en las tierras de tem-poral, a pesar de una política oficial sumamente adversa a sus es-fuerzos. Pretty y su equipo, en una encuesta de 208 proyectos en 52 países, encontraron que estos aumentos de productividad por los campesinos no eran exclusivos a México. Por ejemplo, de los 80 proyectos con pequeñas parcelas (<5 ha) dedicadas a los ce-reales básicos, habían logrado un aumento promedio de 1.71 t por año (Pretty, 2003; Pretty et al., 2003). Estos avances se lograron a través de la aplicación de tecnologías de bajo costo y sensibles al medio ambiente, que eficientizaron el uso del agua, mejoraron la salud y la fertilidad del suelo y/o lograron el control de plagas sin el uso de agrotóxicos.

Estos resultados no son explicables dentro del paradigma tecno-científico que ha informado de las políticas de la Revolución Ver-de y la ‘modernización agropecuaria’. Las nociones de la produc-tividad, la fertilidad del suelo y la naturaleza de las plagas no nos permitirían concluir que la estrategia adoptada por estos millones de campesinos a través del mundo pudiera resultar en un aumen-to de la productividad agrícola desde los tiempos de la Revolución Mexicana. Sin embargo, así fue, y se da en un contexto en que los avances de la tecnología de la Revolución Verde empiezan a mermar (p. ej., Ronsegrant & Cline, 2003). Evidentemente, ya es hora de abandonar la visión industrial de la agricultura que dio sentido a la tecnología de la Revolución Verde para entenderla como un proce-so socio-ecológico. Pero los campesinos no sólo se han dedicado a transformar sus tecnologías de producción para ser más productivos y más sustentables. Una gran parte de su actividad se debe a la lucha por conservar una recompensa adecuada por sus productos ante los esfuerzos de algunos sectores de apropiarse cada vez más de la cadena de valor.

La Agricultura Orgánica y el Desarrollo Sustentable

Un ejemplo de las iniciativas campesinas independientes es la agri-cultura orgánica. Es un sistema de producción agropecuaria susten-table que busca proporcionar alimentos de alta calidad mediante un manejo ecológico de la tierra que fomenta los ciclos naturales de

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fertilidad del suelo, y que es verificable en todas sus fases de pro-ducción, procesamiento y comercialización del producto.

Hay varios elementos en esta definición que merecen comentario. Por “manejo ecológico” entendemos la aplicación, en el sistema pro-ductivo, de principios de diseño que buscan reproducir la estructura y función de los ecosistemas naturales. El principio de diseño más usual de un manejo agroecológico es la imitación estructural direc-ta. Se basa en la noción de que, al imitar la vegetación natural, se logra reproducir, por analogía estructural, las funciones ecológicas apropiadas al ambiente (Soulé and Piper, 1992). El ejemplo clásico de tal sistema en Mesoamérica es el cafetal orgánico (Moguel & To-ledo, 1999; Perfecto et al., 2003). El concepto de sustentable en la definición también se basa en el comportamiento de la vegetación; “sustentable” se refiere a la característica de la vegetación natural de perdurar aun ante perturbaciones periódicas (la resiliencia).

Otro aspecto importante de la definición de agricultura orgánica es el concepto de “verificable”. Lo que distingue a la “agricultura orgánica” de otros términos como “agroecología”, “agricultura sus-tentable” o “agricultura alternativa” es que tiene un conjunto de normas internacionalmente reconocidas, y organismos que certifi-can que los agricultores cumplan o no con estas normas y, última-mente, hasta legislación nacional en varios países que rige tanto la producción como la certificación de la actividad. En otras palabras, la agricultura orgánica se diferencia de las otras “agriculturas eco-lógicas” por su relación formal con un mercado y la garantía, hasta jurídica, de su práctica ante el consumidor.

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Importancia económica de la agricultura, ganadería y apicul-tura orgánicas, 1996-2007/2008

1996 1998 2000 2004/2005 2007/2008 TCMA(%)

Superficie (ha) 23,265 54,457 102,802 307,692 378,693 32.37

Número de productores 13,176 27,914 33,587 83,174 128,862 25.61

Empleo (miles de jornales)

13,785 32,270 60,919 150,914 172,293 26.73

Divisas generadas (US$1,000)

34,293 72,000 139,404 270,503 394,149 27.56

Fuente: Gómez Cruz et al., 2010.

Algunos Estados. Superficie agrícola orgánica, por cultivo, y tasa media anual de crecimiento, 2004/2005 a 2007/2008

ESTADO 2000 2004/2005 2007/2008

ha % ha % TCMA HA % TCMA

Chiapas 43,678.31 42.49 86,384.36 29.54 12 110,152.32 29.56 13.38

Oaxaca 28,038.25 27.27 52,707.85 18.02 11 64,495.01 17.31 10.97

Michoacán 5,452.00 5.30 13,245.06 4.53 16 48,717.36 13.07 31.49

Guerrero 3,667.00 0.47 16,834.00 5.76 29 18,306 4.91 22.26

Tabasco 383.00 0.37 16,628.86 5.69 87 17,305.26 4.64 61.02

Veracruz 2,036.3 1.98 5,887.32 2.02 19 14,840.93 3.98 28.18

Sinaloa 2,023.00 1.97 13,591.35 4.65 37 13,720.02 3.68 27.03

Jalisco 2,364.00 2.30 13,202.34 4.51 33 12,605.4 3.38 23.27

Fuente: Gómez Cruz et al., 2010.

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Chiapas. Superficie agrícola orgánica, por cultivo, 2004-2005

2004/2005 2007/2008

CULTIVO HA % HA %

Café 78,738.73 91.15 98,289 89.23

Varios frutales 880 1.02 4,798.5 4.36

Cacao 2,940.00 3.40 713.05 0.65

Hortalizas 1,803.80 2.09 1225.18 1.11

Con menos del 1% cada uno: granos y hortalizas, coco, mango, nuez de la India, limón, chile manzano, mamey, maíz, caña de azúcar, piña y otras frutas (total estatal 2007, 110,152.32 ha).Fuente: Gómez Cruz et al., 2010.

Un aspecto interesante de estas empresas es que se organizan de manera comunitaria tradicional, pero han logrado buen control de calidad, organización financiera moderna y competitividad en mercados muy exigentes. Ofrecen una clara prueba de que los que pregonaron que los campesinos mexicanos eran “obsoletos” para la economía global estaban equivocados. Estas empresas se denomi-nan “corporaciones asociativas” (Nigh, 1997) y son muy variadas en su forma. Van desde agrupaciones de productores individualistas, que se juntan exclusivamente para la comercialización, hasta gru-pos indígenas con fuerte organización colectiva y espíritu comunal. Algunas se parecen a las cooperativas agrícolas tan importantes en el agro de EUA, mientras otras tienen formas de administración ver-daderamente novedosas. Ofrecen una opción realmente interesante para la mayoría de productores en el campo mexicano.

Una parte importante de un modelo de desarrollo agroecoló-gico sustentable se debe a la asesoría, capacitación y fortalecimiento de estas nuevas organizaciones de productores que están jugando un papel clave en la solución de la descomposición socioeconómica de la sociedad rural en México. En el pasado, las agencias que pro-mueven el desarrollo rural intentaron imponer esquemas de empre-sas capitalistas que no toman en cuenta las características cultura-les de los participantes campesinos. Por ejemplo, en un estudio de programas financiados por el Banco Mundial a nivel internacional, se encontró que la falta de criterio cultural fue la principal razón por los fracasos. Proyectos juzgados como “culturalmente apropiados” por un panel independiente resultaron ser los más exitosos, incluso en términos financieros. Kottak (1985) comparó 68 proyectos de desa-rrollo rural del Banco Mundial de todo el planeta. Su conclusión más

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significativa fue que los proyectos de desarrollo económico, juzga-dos como culturalmente apropiados por un panel de antropólogos, eran dos veces más exitosos, medidos en términos financieros, que los juzgados como culturalmente incompatibles. Es más redituable trabajar con la cultura local que buscar introducir nuevas tecnolo-gías sólo porque parecen más “modernos” o porque dieron resulta-dos positivos en otro contexto social.

Es en el contexto social de la producción y consumo de alimentos donde la agricultura orgánica sentirá de manera más profunda la transformación que le provoca la experiencia latinoamericana. Por el lado de la producción, las sociedades latinoamericanas, en particu-lar en las zonas de población indígena, son portadoras de una anti-gua civilización agrícola, una experiencia milenaria que ha aportado y seguirá aportando valores fundamentales a la agricultura mundial. Por el lado del consumo, América Latina, como en países no occi-dentales, cuenta con formas de distribución y consumo alejadas de las formas occidentales basadas en el consumismo y el trato bursátil a los productos agropecuarios.

Los sistemas agrícolas tradicionales de las culturas americanas son el contexto de este proceso de creación. Estos sistemas eran en sí mismos, monumentos al genio y la creatividad de los antiguos habitantes del continente. Para tomar otro ejemplo de la tierra don-de vivo, la milpa mesoamericana es mucho más que un cultivo de maíz, que es como la caracterizan los economistas de las agencias de desarrollo. Más bien, la milpa es el eje ordenador de una estrategia de producción que integra un conjunto de actividades agrícolas y no agrícolas, comerciales y de subsistencia, económicas, culturales y sociales. La milpa, como espacio de policultivo centrado en el grano básico del maíz, guarda relaciones ecológicas complejas con otros espacios productivos –p. ej. los huertos– y con las áreas naturales que forman su entorno. Todo este conjunto de relaciones hacen de la milpa, más que un campo de maíz, todo un modo de producción.

En la milpa, y sistemas tradicionales afines, la agricultura orgá-nica encuentra un medio fértil para su desarrollo y una lógica su-perior para muchos de sus principios. La diversidad de plantas, por ejemplo, es una estrategia fundamental para el manejo ecológico de plagas en la agricultura orgánica. Para el monocultivo conven-cional esta diversificación es una desviación muy inconveniente de su tecnología y a veces representa un costo alto de la transición. En cambio, en la milpa tradicional, la diversidad es un elemento de seguridad ya elaborado y vinculado a los usos y gustos de un me-dio cultural. Para la agricultura convencional, el no uso de insumos

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químicos o de variedades híbridas de cultivos en la milpa tradicio-nal es un signo de atraso –para la agricultura orgánica representan ventajas. Donde trabajo, en el estado de Chiapas, la milpa se está convirtiendo en el eje fundamental de la transición a la agricultura orgánica –y la agricultura orgánica en la vía de modernización de la milpa–entre pequeños productores indígenas.

El contexto social de la producción de alimentos en América La-tina también está dando un impulso particular a la comercialización orgánica. En todas las sociedades humanas la preparación y con-sumo de alimentos es un evento social, pero en nuestras culturas me parece que la dimensión cultural y social de la comida llega a su máxima expresión. Los alimentos son una parte fundamental de la identidad en nuestros países, a tal grado que las invasiones de las transnacionales de la comida “rápida” y los polvitos instantáneos no tendrá un impacto duradero después de que pierdan su nove-dad. Aunque todavía es temprano para generalizar, sospecho que el contexto social de distribución y comercialización de los alimentos orgánicos también tomará otro rumbo diferente que en el Norte, como ha sido el caso en Asia.

Las Alianzas y las Instituciones Locales

La creación de un sistema agroalimentario alternativo orientado a la soberanía y la economía vernácula, requiere la reconstitución de la relaciones entre los diferentes sectores de la sociedad que cons-tituyen la agrocadena de valor (Acosta, 2006). En el medio rural de Chiapas y otras regiones vemos el inicio de estas nuevas alianzas entre los productores campesinos y otros actores en la cadena de valor, que los vincula con los consumidores finales de los alimentos que producen. A continuación presentamos a los principales actores en las alianzas que integran la red agroalimentaria local con que trabajamos en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas:

Red de Maíz Criollo de Chiapas.• Productores de maíz crio-llo orgánico.Mujeres y Maíz.• Elaboran tortillas y otros productos de nix-tamal a base de maíz criollo orgánico.Red de Productores y Consumidores Responsables Co-• mida Sana y Cercana. Opera el Tianguis de San Cristóbal de Las Casas y apoya a productores locales con la certificación participativa orgánica.Grupo Trigo Orgánico.• Panadería local (La Casa del Pan), apoya a productores de trigo orgánico.

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Red de Agroecología Comunitaria (CAN).• Alianza de téc-nicos y académicos que trabaja con las comunidades rurales en México y América Central para desarrollar prácticas agrí-colas y sistemas de comercio sustentables.

Conclusión – Las Políticas Públicas

Stone señala que las características de la lista de Netting de fac-tores socio-económicos que se asocian con la forma de producción campesina, podrían sugerir políticas de Estado que la favorecieran como, por ejemplo, garantías sobre la propiedad de la tierra, y la libertad de la unidad doméstica de programar su uso de mano de obra, la generación de sus insumos como diversidad de semillas y de garantías para reducir sus riesgos y asegurar la libertad de buscar su propia relación con los mercados. Sugiere también pro-gramas de asesoría técnica y la creación de nuevas tecnologías de escala apropiada para aliviar su labor y mejorar sus condiciones de salud ocupacional. Pero los estados, como hemos visto, más bien se avocan a la formulación de políticas directamente hostiles a los campesinos, que ignoran y desprecian los recursos naturales y hu-manos locales para basarse en tecnologías externas, intensivos de capital y enfocados exclusivamente hacia los mercados de exporta-ción. Al introducir tecnologías poco apropiadas y provocar depen-dencias de los créditos y los mercados lejanos, esas políticas casi siempre conducen al desastre, el desplazamiento de familias rurales y el deterioro de los recursos naturales, la economía y la seguridad alimentaria locales. El caso del café durante las últimas dos décadas es el ejemplo paradigmático.

En realidad, no pienso que el asunto de las políticas públicas para favorecer al sector campesino –y consecuentemente a toda la so-ciedad– sea tan difícil, sino que es una cuestión de sentido común. Sería un enorme error subestimar la importancia de los campesinos para nuestra seguridad alimentaria.

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LA CAPACIDAD DE INFLUENCIA DE LOS AGENTES INTERVINIENTES

EN LA POLÍTICA ALIMENTARIA MEXICANA

Enrique David Gallardo García1 Mauricio Federico Del Real Navarro2

Introducción

El problema de la pobreza en México ha sido analizado como un fe-nómeno multidimensional que comprende aspectos como la alimen-tación, las capacidades y el patrimonio (CONEVAL, 2009). Reciente-mente, el Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL), a través de los datos de la Encuesta Nacional Ingreso-Gasto de los Hogares (ENIGH) realizada por el INEGI (INEGI, 2008), dio a conocer que el porcen-taje de personas en condiciones de pobreza alimentaria aumentó de 13.8% en 2006 a 18.2% en 2008 (CONEVAL, ENIGH-INEGI, 2008). Esto se interpreta como un recrudecimiento de los niveles de pobreza de personas que ni siquiera alcanzan a cubrir las necesidades más elementales de alimentación diaria, lo cual les impide tener una vida sana y realizar las actividades cotidianas de trabajo y educación.

El problema es aún más grave cuando se ubican los focos rojos de los niveles de pobreza, pues por lo general siempre se localizan en las comunidades rurales (PNUD, 2006). Por eso la urgente nece-sidad de atender este problema mediante el diseño e implementa-ción de políticas públicas que contribuyan a disminuir estos niveles de pobreza que impiden el desarrollo de muchas regiones.

En el presente trabajo se construye una propuesta teórica de análisis de políticas; posteriormente, se hace un breve diagnóstico de los agentes involucrados en la política alimentaria mexicana y las posibles relaciones que se establecen entre ellos. Finalmente, se

1 Estudiante del Doctorado en Política Pública en la Escuela de Graduados en Admi-nistración Pública (EGAP), del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Correo electrónico: [email protected]

2 Estudiante del Doctorado en Ciencia Social con especialidad en Sociología, en el Colegio de México (COLMEX). Correo electrónico: [email protected]

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analizan algunas de las causas de la pobreza alimentaria y sus posi-bles consecuencias. Lo anterior, a efecto de contribuir al estudio de políticas públicas que buscan solucionar el problema de la pobreza alimentaria.

Agenda teórica

¿Por qué hacer una propuesta teórica cuando se está hablando de una política en particular? En la segunda y tercera parte de este tex-to se aborda directamente la política alimentaria mediante un diag-nóstico, pero antes se considera necesario realizar un esbozo teórico que sirva como base para el diagnóstico mencionado, así como para la ejecución de futuras investigaciones. Esto es muy importante por-que se sostiene que las políticas no sólo representan problemas de diseño institucional, sino problemas relacionales, donde inter-vienen distintas perspectivas, racionalidades y modos de hacer que no atienden a la misma lógica. Por ello, autores como Norman Long (2001) sugieren investigaciones, y más aún, el análisis de los pro-blemas cuando se quiere intervenir en ellos, desde la perspectiva del actor. Esto permitiría, en un momento dado, comprender por qué soluciones que están técnicamente bien fundamentadas, no tie-nen, por ejemplo, un impacto profundo en la solución, en este caso, del problema de la alimentación.

La propuesta de Long (2001), centrada en el actor, recoge una serie de críticas a los análisis deterministas que emanan del estruc-turalismo, pero también deja ver una aversión a los estudios de grandes agregados, donde se pierde la individualidad o la calidad de sujeto, lo cual termina repercutiendo en el ocultamiento de las prácticas de agentes que resultan importantes en la constitución del proceso de diseño, ejecución y evaluación de una política. Lo ante-rior adquiere particular relevancia si se formulan situaciones hipoté-ticas (que normalmente no lo son tanto) en las que los diseñadores de políticas, así como sus ejecutores, asumen interpretaciones de los beneficiarios con respecto a dichas políticas, cuando en la reali-dad estos últimos pueden tal vez sólo buscar el logro de otro tipo de intervenciones gubernamentales, lo cual termina impactando en los resultados que las políticas pretenden.

Ahora bien, la perspectiva del actor es relevante también para cuestionar los criterios neoinstitucionalistas utilizados para el aná-lisis de políticas y, sobre todo, para su diseño, pues no todo versa en visiones evolucionistas de las instituciones, ni mucho menos en perspectivas de las teorías de la modernidad escondidas en los cri-terios de evaluación de las políticas (North, 1973, 1990). Tampoco

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en la impronta de la búsqueda per se de la eficiencia, ya que esta última puede ser un medio para adquirir estatus, y especialmente, legitimidad que abra posibilidades de poder. Luego entonces, es me-nester identificar de dónde surge la normatividad y en qué contexto (DiMaggio y Powell, 1983).

El análisis relacional de las políticas, donde hay distintos actores intervinientes, también puede permitir comprender el punto más débil del neoinstitucionalismo: el origen de las normas informales, y con esto, cómo se conforman los intereses y preferencias de los distintos agentes involucrados en un proceso que abarca la vida entera de una política. Desde luego, esto no excluye la observación de las reglas formales y el carácter eminentemente institucional del fenómeno, ya que muchas veces las fallas se originan desde el pro-pio diseño de la institución y no tanto en la ejecución.

Dos son los puntos fundamentales de la agenda teórica hasta ahora planteada: 1. El análisis centrado en el actor, dando por hecho un estudio técnico previo y que es propio de cada política, permite considerar la posibilidad de la existencia de racionalidades diferentes en los actores intervinientes, las cuales podrían condicionar el éxito de la política, y 2. Los análisis de políticas centrados en la capacidad de acción de los actores involucrados tienen un gran potencial para dar cuenta de la conformación de las reglas informales, elemento teórico poco desarrollado en el neoinstitucionalismo.

Lo anterior abre el panorama del análisis de políticas para reubi-car el foco de atención. Ya no basta sólo con, exclusivamente, hacer revisiones al contenido de los ordenamientos normativos. Tampoco es suficiente hacer los reajustes técnicos necesarios para aprove-char mejor los recursos escasos. Lo que se necesita es comprender la naturaleza de los actores intervinientes y cuáles son las dinámicas relacionales construidas entre ellos. De esta forma es factible reali-zar ajustes más efectivos para la acción tanto de las organizaciones públicas gubernamentales, civiles, privadas, así como de actores individuales, todos ellos, involucrados en una política.

Ahora bien, ¿por qué es importante enfatizar la figura del actor? Long (2001) argumenta que es imprescindible redimensionar el va-lor de la acción humana y, en particular, de la conciencia. En este sentido, no se puede soslayar la capacidad con que cuenta cada ac-tor participante en la política alimentaria para reinterpretar la infor-mación que recibe, así como para emprender acciones que atiendan a alguna estrategia en particular que haya diseñado. En esta lógica, Crozier y Friedberg (1977) advierten que las organizaciones nunca van a funcionar como una máquina, sino que hay sujetos que em-prenden acciones para ajustar a su modo los elementos que tienen

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a su alcance, teniendo algunas veces como efecto la contraposición a los objetivos organizacionales. Es decir, teniendo la posibilidad de afectar, por ejemplo, la ejecución de políticas.

La idea de actor hace referencia entonces a individuos actuan-tes y pensantes. Sin embargo, es posible, quizá mediante una mala interpretación, que pueda ser comprendido como un concepto inte-raccionista en esencia, fundamentado en la presencia de relaciones cara a cara, o por lo menos, guiado por un cierto voluntarismo. Por ello, en esta agenda teórica se propone, en oposición a Long, la idea de agencia. Con esto se hace referencia a la capacidad del individuo para “hacer”, por tanto, para manifestarse corporalmente (Macmu-rray, 1957), pero no para ser consciente en todo momento acerca de la repercusión de sus acciones. En otras palabras, se recupera la ca-pacidad reproductiva del sujeto para manifestar lo que ha aprendido por el hecho de vivir en una sociedad, tiempo y espacio particulares.

El agente subsume dos capacidades. Tiene una potencialidad de actor, pero por otra parte, en algún grado, tiende a ser reproductor de prácticas. Dos autores dejan estas dos potencialidades particu-larmente claras. En un grado más cercano hacia el estructuralismo, Bourdieu (1994) refiere que el agente es aquel que muchas veces actúa sin conocer sus motivaciones de fondo, como incidido por algo que no logra comprender en su totalidad y que, sin embargo, ha incorporado en su comportamiento, pero el cual también, en otras ocasiones, tiene la capacidad de ser activo y actuante, por lo menos en un grado en el que su voluntad es factor de motivación. En el mismo sentido, Anthony Giddens (1984) argumenta que hay una conciencia práctica, originada por los saberes adquiridos socialmen-te, mientras que hay otra conciencia llamada discursiva, presente cuando se tiene capacidad de explicar la acción, representando la atribución humana para intelectualizar lo que se hace, en lo que subyace un alto grado de voluntad.

La perspectiva de la agencia le brinda entonces al investigador la oportunidad de sopesar la incidencia de las estructuras sociales pre-sentes en la acción de todo individuo, pero también representa un reto para vincular la coacción estructural con la libertad de acción. Así pues, hay una visión ontológica de las políticas donde no hay in-dividuos totalmente autónomos y desligados del contexto en el que les tocó vivir, pero que también tienen la capacidad para maniobrar a efecto de favorecer sus intereses. Con ello se quiere decir que la operación de las políticas y sus resultados también dependen de fac-tores que están más allá de los individuos intervinientes directamen-te, por lo que, una vez más, se advierte que los estudios técnicos, por sí mismos, no son suficientes, sino que también son necesarias

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evaluaciones a partir de estudios relacionales entre agentes. La consideración de las relaciones es fundamental en el estudio

de las políticas debido a que a través de ellas se manifiestan las prácticas sociales, pero también son el medio por el que se transmi-ten recursos de todo tipo, siendo éstos la condición necesaria para ejercer el poder. En fin, las relaciones sociales dan cuenta de la es-tructura que subyace detrás de ellas, sin confundirse con ésta (Lévi-Strauss, 1958). Por otra parte, no es complicado hacer un mapeo de relaciones entre agentes, pero lo más conveniente es considerar criterios que sirvan para atribuir ciertas determinaciones contenidas en esas redes de relaciones que se pueden construir. Por ello es fac-tible tomar en cuenta la fuerza de los vínculos (Granovetter, 1973), lo cual puede denotar control, empatía, lealtad, entre otras cuestio-nes, pero especialmente, significa frecuencia en el contacto entre agentes, lo que en una política se puede traducir en corrupción o, en caso opuesto, atención prioritaria.

También en la reconstrucción de una red de relaciones es factible dar cuenta de la posición de cada agente en función de la estructura de toda la red, lo que puede servir para inferir si tiene un rol central o no, y en este sentido, tener la capacidad para mostrar su impor-tancia. Así pues, es posible conocer el grado en que está conectado con otros agentes, es decir, el número de conexiones totales con que cuenta en el proceso de la política, lo cual sería indicativo, en algunos casos, de su capacidad para allegarse recursos. Freeman (1978) sintetiza el grado de conectividad haciendo referencia a la “actividad” potencial de cada agente.

También es posible conocer la capacidad de intermediación del agente, lo cual es muy importante, sobre todo cuando se trata de la implementación de políticas en las que participan organizaciones muy jerarquizadas como las del gobierno. Ahora bien, la intermediación representa las veces que un agente está ubicado entre dos más, sien-do imposible que éstos se comuniquen si no es a través del primero. En esta circunstancia, lo que se manifiesta es el control (Freeman, 1978) que puede llegar a ejercer dicho agente, en este caso, sobre los recursos implicados en el diseño o ejecución de una política.

Por último, es factible observar el grado de cercanía entre los agentes, especialmente cuando se tiene como referencia a algu-no de ellos para observar las ocasiones en las que necesariamente requiere, para algún procedimiento, de algún intermediario. En la medida que no tenga intermediarios irá aumentando su grado de independencia con respecto a otros agentes (Freeman, 1978). De esta manera es como se pueden ir imputando ciertas condiciones en función de la forma de la red y de la fuerza de los vínculos.

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Pero la construcción de las redes de relaciones no basta por sí mis-ma para enriquecer el contenido de su interpretación. Es necesario reflejar también las prácticas que prevalecen en dichas redes. Es decir, no soslayar los quehaceres o sistemas de acción que continuamente se manifiestan y que cuentan con una referencia socio-temporal, los cuales, además, pueden buscar el cumplimiento de ciertos resulta-dos, entre ellos, la respuesta de agentes concretos (Giddens, 1976; Abric, 1994), por ejemplo, para mejorar, adaptar, reinterpretar, ma-nipular o viciar las políticas, entre ellas la alimentaria.

En todo este marco, no puede faltar la consideración de la estruc-tura de la cual se desprenden las prácticas. Pero como antes se ha mencionado, la visión que aquí se sustenta no es aquella en la que las estructuras eran condicionantes de la acción; por el contrario, hay agencia, y en consecuencia, potencialidad para la manifestación de actores, pero también hay prácticas construidas social y tem-poralmente. Por ello, se asume que las estructuras se refieren a la existencia de sistemas de esquemas que denotan procedimientos aprendidos en los niveles más profundos de la conciencia, dando cuenta de la reproducción de prácticas en la visión bourdiana, pero también de las normas formales que son visibles y que cada agente respeta o no como miembro de una sociedad (Sewell, 1992).

Por otra parte, en la estructura también hay recursos, es decir, destrezas, bienes o cualquier otra herramienta utilizada por un in-dividuo para controlar o influir en el comportamiento de los otros (Giddens, 1976). De esta forma es como está presente el cambio potencial que es inherente a toda estructura, mecanismo por el que las prácticas se van modificando a través del tiempo y la agencia se manifiesta para realizar transformaciones en las circunstancias imperantes y bajo el criterio de la búsqueda de fines motivados por un sin fin de condiciones, entre ellas, la búsqueda del beneficio, la experiencia histórica, el bagaje cultural, entre otras.

En síntesis, en el estudio de políticas se pueden considerar ele-mentos relacionales y condiciones estructurales que permitan dar cuenta, de manera más clara, de los procesos internos de la ejecu-ción de una política en particular, y en otro escenario, del proceso completo de la política, es decir, de su diseño, implementación y evaluación. Aunque, desde luego, este tipo de análisis, como bien lo advierte Long (2001), no es para grandes agregados, más bien es para casos concretos, y tal vez, para un puñado de casos, donde lo que se busca es dotar de complejidad al análisis y no buscar los comportamientos promedio.

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Figura 1

Fuente: Elaboración propia con base en la teoría de la estructuración de Giddens (1976; 1984).

En la Figura 1 se sintetiza el esquema teórico que ha sido pro-puesto. Ahora bien, para adentrarnos en su utilización, por ahora, se realizará un breve diagnóstico relacionado con la política alimentaria en México. El ejercicio consiste básicamente en la identificación de agentes y el tipo de incidencia que pudieran tener en el proceso de dicha política, así como la identificación de algunas de las causas de su operación actual y posibles consecuencias. El objetivo es buscar plantear el panorama de tan importante tema para la seguridad nacional de este país, y encontrar algunos derroteros que pudieran guiar próximas investigaciones.

Análisis de involucrados

Para el problema de la pobreza alimentaria existen algunos grupos de interés que constituyen los principales involucrados y que tienen un papel relevante para solucionar el problema. Estos grupos son: los gobiernos estatales y municipales, el Poder Legislativo, las em-presas de la industria agroalimentaria, las Organizaciones No Gu-bernamentales (ONG), la sociedad civil, los partidos políticos, las agencias de desarrollo rural o local y la población en general. Cada uno de estos agentes tiene intereses diversos y muchos de ellos pueden participar mediante la regulación de la política alimentaria, mientras que otros pueden aportar recursos y otros más son afecta-dos directos de la crisis que en los últimos años se ha acentuado.

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Con base en la metodología de Marco Lógico y la revisión de dis-tintos documentos de diversos programas de la política alimentaria (Proyecto Estratégico para la Seguridad Alimentaria, Programa de Desarrollo Humano Oportunidades, Programa de Apoyo Alimentario y Programa de Abasto Rural), así como algunas evaluaciones de los mismos (Schwentesius, Durán, Gómez y Trujillo, 2007; González, 2008), se pudieron identificar de manera preliminar, como indica el siguiente cuadro, los intereses, los problemas percibidos y los re-cursos relacionados con cada uno de los grupos mencionados, de lo que se puede deducir una diversidad de perspectivas y factores que inciden en el problema de la pobreza alimentaria.

Cuadro I. Análisis de involucrados en la política alimentaria mexicana

No. Grupo Intereses Problemas percibidos

Recursos

1Gobiernos estatales y municipales

Justicia social, re-distribución y es-tabilidad política.

Falta de política ali-mentaria definida a nivel federal.

Recursos económicos insuficientes.Distribución de atri-buciones y competen-cias.

2 Poder Legislativo

Regulación de las actividades rela-cionadas con la alimentación.

Ausencia del derecho a la alimentación, como un derecho fun-damental en la Cons-titución.

Atribuciones constitu-cionales.Obligación de garan-tizar el derecho a la alimentación.

3 Industria agroalimentaria

Monopolio de la venta de produc-tos básicos.Modificación ge-nética de alimen-tos.Venta de insumos para la industria alimentaria.

Protección de los mer-cados del alimento.Alimentos genética-mente modificados sin certidumbre sobre sus efectos en la salud hu-mana.Contaminación de productos agrícolas tradicionales.

Cabildeo en las cáma-ras legislativas.Amparos ante las cor-tes judiciales.Cabildeo con gobier-nos estatales y muni-cipales.

4 Grupos políticos

Clientelismo polí-tico de beneficia-rios de programas asistenciales.

Pérdida de simpatizantes.

Uso del poder político para asignar o quitar a ciertos beneficiarios o grupos.

5Organizaciones

No gubernamentales

Contribución a la solución del acce-so y disponibilidad de alimentos.

Falta de recursos fi-nancieros, humanos y materiales.Desconocimiento del contexto.

Voluntad para parti-cipar sin intereses de lucro.Vinculación con los consumidores.

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6Agencias de desarrollo y

sector académico

Obtener recursos públicos para la investigación e implementación de proyectos de combate a la po-breza alimentaria.

Trámites burocráticos.Apatía de los benefi-ciarios.Presiones políticas y del gobierno.

Personal capacitado.Capacidad de auto-gestión. Conocimientos sobre mejores prácticas de agricultura.

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Sector productivo agrícola

(agricultores y pequeños

productores)

Acceso y disponi-bilidad de alimen-tos para el sus-tento diario.Conservación e intensificación del cultivo de alimen-tos tradicionales, en el caso de cul-tivos de traspatio.

Falta de apoyos en capacitación y uso de tecnologías adecua-das.Alta dependencia de alimentos importados o producidos en otras regiones.Productos transgéni-cos.Producción insuficien-te para el autoconsu-mo.Falta de recursos fi-nancieros, materiales y tecnológicos.

Recursos locales (tie-rra, agua, diversidad de recursos natura-les, germoplasma de granos básicos).Conocimientos sobre cultivos tradicionales.

8 Población en general

Acceso y disponi-bilidad de alimen-tos para el sus-tento diario.

Baja capacidad de compra.No hay acceso a mer-cados de alimentos.Sobre oferta de ali-mentos no nutritivos.

Recursos locales (tie-rra, agua y diversidad de recursos natura-les).

Fuente: Elaboración propia con base en la metodología de Marco Lógico.

Después de hacer un análisis exhaustivo de los intereses de cada uno de los grupos mencionados, se asigna un valor numérico (en una escala del 1 al 5, donde 1 indica muy baja incidencia y 5 refiere una muy alta incidencia), positivo o negativo (positivo cuando su incidencia tiene efectos benéficos, mientras que el negativo indica lo contrario), al nivel de incidencia que tienen en el diseño de políticas públicas que contribuyan a los intentos por solucionar la pobreza alimentaria.

En el mismo orden, se numeran los ocho agentes y con base en el análisis de sus intereses o expectativas, se indica la valencia (el va-lor numérico) y la fuerza (positiva o negativa), así como la resultan-te, es decir, el valor final de la incidencia potencial de cada agente. La siguiente tabla presenta los resultados de este análisis.

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Cuadro II. Capacidad potencial de influencia de los involucrados en la política alimentaria mexicana

No. Intereses o expectativas Valencia (+ o -) (V)

Fuerza (1-5) (F)

Resultante (V*F)

1 Justicia social, redistribución y estabilidad política. + 5 +5

2Regulación de las actividades relacionadas con la alimenta-ción.

+ 5 +5

3

Monopolio de la venta de pro-ductos básicos.Modificación genética de ali-mentos.Venta de insumos para la indus-tria alimentaria.

- 4 -4

4Clientelismo político de benefi-ciarios de programas asisten-ciales.

- 4 -4

5Contribución en la solución del acceso y disponibilidad de ali-mentos.

+ 3 +3

6

Obtener recursos públicos para la implementación de proyectos de combate a la pobreza ali-mentaria.

+ 3 +3

7 Acceso y disponibilidad de ali-mentos para el sustento diario. + 5 +5

8

Acceso y disponibilidad de ali-mentos.Conservación e intensificación del cultivo de alimentos tradi-cionales.

+ 5 +5

Fuente: Elaboración propia con base en la metodología de Marco Lógico.

Los resultados presentados nos ayudan a identificar con qué gru-pos se pueden encontrar puntos de coincidencia y con cuáles es necesario establecer otros mecanismos de negociación para adoptar la solución más factible. Encontramos que entre el gobierno, las ONG, la ciudadanía, las agencias de desarrollo y los campesinos se pueden construir sinergias puesto que tienen objetivos compatibles, mientras que la industria agroalimentaria y los grupos políticos son grupos que pueden oponerse a la intervención del gobierno en la búsqueda de soluciones.

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Entre los grupos que pueden favorecer, se encuentran los gobier-nos estatales y municipales, quienes juegan un papel importante, principalmente los municipios, ya que están más cerca de la gente y es en su espacio donde se genera la mayor parte de los problemas. Sin embargo, la regulación actual los subordina al centralismo de la política de desarrollo social, dentro de la cual se encuentra la aten-ción a la alimentación.

Ahora bien, la falta de recursos y la ausencia de planes de desa-rrollo impiden a los municipios brindar soluciones aun cuando son quienes padecen mayormente la pobreza alimentaria. Muchos de los recursos se transfieren a través de los estados, lo cual implica una serie de trámites burocráticos y triangulaciones, repercutiendo en serias deficiencias de la implementación de muchos programas municipales.

Por otra parte, el Poder Legislativo juega un papel indispensable ya que actualmente en los términos de la Constitución, en lo que a alimentación respecta, tanto el artículo 4º como el 2º se refieren a dos grupos vulnerables de la sociedad, que son los niños y los gru-pos indígenas. En el artículo 4º se establece el derecho de los niños y niñas a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, entre otras, para su desarrollo integral.

En el mismo sentido, en el artículo 2º, fracción III del apartado B, se hace énfasis en la creación de instituciones y el diseño de políti-cas; además, se menciona que los tres órdenes de gobierno deben garantizar la promoción de la igualdad de oportunidades, principal-mente para apoyar la nutrición, de manera particular, de los indíge-nas. Lo anterior, mediante programas de alimentación, en especial para la población infantil. Incluso, en la fracción VIII se hace refe-rencia a la atención en la alimentación, a través de la política social, de las familias de los migrantes de origen indígena.

Hay muchas organizaciones civiles que tienen la experiencia y la voluntad de contribuir a la solución de un problema público como es la pobreza alimentaria. Las Organizaciones No Gubernamentales llegan a cubrir los vacíos que el gobierno no puede cubrir; por eso, es necesario considerar la capacidad de estas ONG, porque pueden gestionar recursos de la iniciativa privada y de organizaciones inter-nacionales bajo mecanismos de rendición de cuentas y transparen-cia que los mismos financiadores les imponen, quienes son garantes del uso de los recursos en las actividades planeadas.

Otro de los agentes importantes es la sociedad civil, ya que, con-siderando la relevancia del gobierno en virtud de su función en la elaboración de políticas públicas, y siendo éstas resultado de proce-sos democráticos donde participan los diferentes sectores sociales

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en la búsqueda de soluciones a problemas públicos, es muy impor-tante involucrar a la ciudadanía en general, porque son ellos los principales afectados por la escasez de alimentos.

En muchas sociedades, la ciudadanía se ejerce de manera par-ticipativa en cada una de las actividades comunitarias y hay una fuerte presión de los ciudadanos en la toma de decisiones sobre los asuntos públicos. En estas sociedades es indispensable incluir la participación de los ciudadanos en todas las etapas de la política pública, porque con ello no sólo se obtiene la legitimación de las ac-ciones, sino que puede repercutir, en algún grado, en el uso eficiente y eficaz de los recursos disponibles, es decir, se puede hacer más con la misma cantidad de recursos públicos gubernamentales o de organizaciones internacionales y con los que la ciudadanía aporta.

Respecto a las agencias de desarrollo y el sector académico, que mediante convenios de concertación y colaboración con las diferen-tes dependencias gubernamentales operan ciertos proyectos o pro-gramas, juegan un papel importante pues se les otorgan estas con-cesiones justamente porque han demostrado la capacidad técnica y científica para llevar a buen fin la implementación de dichos proyec-tos o programas (FAO, 2008). La experiencia y los conocimientos sobre el tema alimentario de estas agencias pueden enriquecer el diseño y la mejora de la política alimentaria para obtener resultados que realmente disminuyan esos problemas. Al estar en contacto directo con la operación de los programas, conocen las deficiencias, los errores y obstáculos que pudieran encontrarse al llevar a cabo las acciones consideradas y cómo se pueden superar mediante el rediseño de la política.

Es importante involucrar a los campesinos porque es en el sector rural donde se concentran los mayores índices de pobreza en todas sus dimensiones. Los pueblos rurales poseen una riqueza natural en la diversidad de alimentos y cultivos tradicionales que por años han conservado, principalmente de maíz, frijol, calabaza, vegetales y raíces comestibles, aves y ganado (Carrasco, 2007). Su inclusión en el diseño de políticas públicas puede aportar la perspectiva cultural, sobre todo cuando se trata de comunidades indígenas y las impli-caciones que pueden tener en el contexto de sus particularidades (Orozco et al., 2008).

A nivel internacional, muchas empresas se dedican a diversas ac-tividades, entre ellas la producción de alimentos procesados, otros que están genéticamente modificados, incluso pueden tener el mo-nopolio de determinados productos básicos como los granos y ce-reales que constituyen la base de la alimentación de muchos países

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(Taddei, 2006). Algunas de estas empresas dedican una buena parte de sus recursos para financiar la investigación sobre cómo mejorar la producción de alimentos en calidad y en cantidad.

La presión de las empresas del ramo agroalimentario no sólo abarca la producción, comercialización y distribución de los alimen-tos, sino que se extiende a las cadenas productivas de la provisión de insumos como maquinaria, fertilizantes, granos y especies me-joradas para la agricultura y la ganadería. Sin embargo, los costos han sido muy elevados y esto afecta a los pequeños productores en regiones donde la orografía y las condiciones de infraestructura no son las más adecuadas para las actividades del campo.

Otro de los grupos con intereses negativos en soluciones reales de los problemas de pobreza alimentaria son los grupos políticos que manipulan los programas y los recursos públicos a favor de sus intereses, fomentando el clientelismo y la coacción del voto en pe-riodos electorales. Se han dado casos, como lo demuestra el estudio realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 2006, donde se ha hecho uso político de los programas sociales para favorecer los intereses de determinados grupos e in-ducir el voto de los beneficiarios a favor de sus candidatos.

De esta manera tenemos un panorama general que justifica la participación de los diferentes agentes involucrados en el diseño de la política alimentaria. Pero, ¿qué hay de la pobreza alimentaria?

Algunos problemas de la política alimentaria

A continuación se mencionan algunas de las causas y algunos de los posibles efectos del problema del aumento de personas en pobreza alimentaria (CONEVAL, 2010). Las causas encontradas son de dife-rente tipo, y van desde la falta de una política alimentaria definida hasta un uso inadecuado de los suelos por parte de los campesinos (Ortiz et al., 2005).

Tres son las causas que sería oportuno empezar a discutir pues de ellas deriva una serie de deficiencias y errores que agravan la si-tuación: la baja producción para el autoconsumo, la baja capacidad de compra de alimentos y la mala implementación de problemas alimentarios (Vizcarra, 2004; Rubio, 2006).

La baja producción de alimentos para el autoconsumo se origina por problemas como el uso de tecnologías inadecuadas y la baja pro-ductividad del suelo. La primera se debe a la falta de conocimientos sobre tecnologías innovadoras sustentables y la falta de insumos. La baja productividad de los suelos se debe a un mal manejo de ellos

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y a la escasez de zonas aptas para el cultivo. Lo anterior también es ocasionado por la orografía de las zonas rurales y la influencia de otros factores como la escasez de agua y la dificultad de llevar infra-estructura a estos lugares para solucionar este tipo de problemas. Todos los factores mencionados repercuten en el bajo rendimiento del suelo y la baja producción de alimentos.

Otra de las causas principales es la baja capacidad de compra de alimentos en las familias. La mayoría de los cultivos son temporales, es decir, se realizan sólo en época de lluvias y es una agricultura de tipo extensivo. Cada vez se deforestan más tierras donde se siem-bra, y además, a pesar de que se extienden los campos de cultivo, la producción ha disminuido por el desgaste de los nutrientes ocasio-nado por la sobreexplotación y, en algunas regiones, las pendientes de las tierras cultivadas.

Al ser actividades agrícolas de baja productividad, no hay exceden-tes para la comercialización y ni siquiera se alcanzan a cubrir las ne-cesidades de autoconsumo. Por otra parte, las personas que trabajan como jornaleros no perciben ingresos suficientes para sostener a sus familias, pues la actividad, al no ser rentable, genera salarios raquíti-cos que repercuten en la insuficiente adquisición de alimentos en el ho-gar (González, 2008). También, la falta de capacitación para procesar y dar valor agregado a los productos del campo los limita a no poder ser comercializados para mejorar los ingresos de los campesinos.

Como ya se ha mencionado, existe la ausencia de una política alimentaria dirigida por el Estado. Al no estar definida ésta no se tienen dependencias, planes, programas y proyectos que estén co-ordinados para combatir el problema de la pobreza alimentaria (He-rrera, 2008). Algunos programas actuales se ejercen desde la fe-deración, lo cual refleja todavía una organización administrativa de carácter centralista dejando fuera de participación a los gobiernos estatales y municipales. Además, como consecuencia de la ausencia de una regulación sobre los programas, éstos tienden a estar mal diseñados, no cuentan con un objetivo específico, sino que sirven para solucionar otros aspectos de la política social (por ej. Oportu-nidades, que también cubre educación, salud, adultos mayores y energía eléctrica). Por lo tanto, hay una implementación inadecuada y no se logra ninguno de los objetivos como se plantean.

Los posibles efectos de estas situaciones se centran en dos as-pectos relevantes: la desnutrición y la asignación inadecuada de recursos a los programas de combate a la pobreza alimentaria.

La insatisfacción de las necesidades fundamentales de alimenta-ción conlleva problemas de desnutrición que afectan el rendimien-to de las personas en edad escolar y en el aspecto laboral de los

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adultos. Al haber bajos rendimientos en las escuelas, se pueden generar deserciones, lo cual incrementaría el número de personas analfabetas que luego no podrían acceder a mejores empleos por la falta de preparación, y esto a su vez, se traduce en menos ingre-sos, retornando al ciclo de la falta de alimentos. Por otra parte, las personas están más propensas a enfermedades por tener defensas bajas al no contar con los nutrientes mínimos para gozar de buena salud. Esto influye en un aumento de los índices de mortalidad y morbilidad (González, 2008).

La falta de mejores niveles de educación y de capacidades de desarrollo personal y humano repercute en el ciclo intergeneracional de la pobreza, ya que cuando los hijos llegan a la edad adulta siguen el mismo patrón de conducta de los adultos por no tener las con-diciones para acceder a mejores niveles de vida (Barquera, Dom-marco y Gasca-García, 2001; Behrman, Hernald, Gertler, Neufeld y Parker, 2008). Esto es sólo una parte de las posibles consecuencias, pues existen otros problemas como la migración (González, 2008) que también, en parte, son consecuencia de la pobreza alimentaria, pero que no se abordan por el momento.

Por otra parte, al haber más pobres se requieren más recursos para sacarlos de su situación o por lo menos ayudarlos a sobrevivir y, como no hay una política definida, se hacen esfuerzos aislados que parecen terminar fomentando el clientelismo político, el pater-nalismo gubernamental y la dependencia hacia las transferencias monetarias de los programas. Al ser programas asistenciales, no se logran los objetivos de disminuir la pobreza, por el contrario, se generan nuevos problemas que podrían incidir en procesos de ex-clusión social e incremento de la desigualdad.

Al igual que el ciclo intergeneracional de la pobreza, el ciclo de las políticas viciosas se repite y se van reforzando unas a otras, lo cual implica el desperdicio de recursos financieros, humanos y materiales que no logran el objetivo para el cual fueron destinados. Finalmente, no se resuelve el problema de la pobreza alimentaria y se abona más al número de pobres y marginados que cada vez demandan más apoyos del gobierno.

En virtud de toda la problemática que ha sido descrita, es me-nester buscar marcos de análisis que puedan contribuir en alguna medida a disminuir el problema alimentario desde la base de la organización social. No sólo son de utilidad los análisis realizados desde el propio gobierno, sino que es fundamental involucrar a los agentes participantes para construir soluciones que sean un poco más incluyentes, y sobre todo, integrales. Por ello, aquí se propone

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una entre múltiples alternativas teóricas que pueden hacer factible la creación de nuevos y más precisos observables, pues al final de cuentas, estamos hablando de agentes que determinan el éxito o no de las instituciones.

Conclusiones

La alimentación es el requisito básico para que las personas puedan realizar sus actividades cotidianas, como estudiar, trabajar, ejercer sus derechos humanos y civiles, participar en el desarrollo y bienes-tar del país, entre otras cosas; por eso, una persona necesita un mí-nimo de alimentos y nutrientes diarios para realizar tales acciones; sin embargo, el acceso a los mismos no siempre está garantizado, por lo que una de las tareas del gobierno es garantizar el acceso a los alimentos que su población necesita, y que de esta manera se evite la inestabilidad en todas sus dimensiones.

Por lo anterior, en el presente documento se realiza un diagnóstico de los agentes que intervienen en la política alimentaria. Además, se tratan de identificar los balances y contrapesos que cada uno ejerce y los efectos que pudiera tener su poder de influencia en la toma de decisiones de las políticas públicas en la materia aquí analizada.

Es importante el planteamiento del análisis de los involucrados, ya que de esa manera se pueden conocer las causas que pudieran originar la pobreza alimentaria de una buena parte de la población en México. Ahora bien, lo relevante es que es un proceso relacio-nal. Por ejemplo, los agentes gubernamentales, y en particular el Legislativo, tienen que establecer un marco adecuado de la políti-ca alimentaria, además de facilitar la adopción de tecnologías y la cooperación con otros sectores (como el académico y la industria agroalimentaria) para mejorar la producción y comercialización de los productos agrícolas; por su parte, los campesinos necesitan de los apoyos del gobierno para garantizar la producción de ciertos productos en las regiones que pueden sostenerse del autoconsumo, o para que puedan vender sus excedentes y generar ingresos para otros alimentos. Es decir, el papel de cada agente es fundamental en esta red de intervenciones concretas, por ello la necesidad de plantear una política estratégica que considere estos aspectos y re-conozca la función que tiene cada uno de los agentes.

Así pues, resulta urgente adoptar mecanismos que contribuyan a un diseño de política pública apegado a la realidad y que identifique los orígenes del problema para entender sus procesos y plantear so-luciones factibles que permitan alcanzar el objetivo: la disminución de personas en situación de pobreza.

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En este trabajo, se hizo un análisis sólo de algunas de las dimen-siones que podrían causar la pobreza alimentaria; sin embargo, se pudo conocer a los principales involucrados y, con investigaciones posteriores, se podrán sugerir las rutas que sería factible seguir para plantear parte de las soluciones que lleven a una política pública que mejore el bienestar de muchas personas que padecen la insatisfac-ción de una de sus necesidades más básicas: la alimentación.

Para encontrar las rutas de investigación, se cree que es facti-ble enfatizar elementos teóricos como las estructuras sociales, los agentes que se mueven en ellas, las relaciones que construyen y las prácticas que reproducen. Todo ello en el marco de políticas, como la alimentaria, que doten de contenido a cada uno de los elementos teóricos mencionados para, en un marco de análisis relacional, ver a las políticas como un proceso, donde se intercambian recursos en el marco de esquemas concretos.

Por lo pronto, dos propuestas, desde el ámbito institucional, re-sultan muy claras: 1. La existencia de mayores atribuciones a los gobiernos estatales y municipales podrían generar estructuras ad-ministrativas y operativas de los programas alimentarios que ofrez-can mejores resultados en la disminución de personas en pobreza, claro, teniendo en cuenta que también deben establecerse reglas claras sobre la transparencia y el uso de los recursos; 2. Es necesa-ria la inclusión del derecho a la alimentación como un derecho uni-versal para todos los mexicanos y evitar los límites que actualmente existen y que garantizan este derecho sólo a grupos vulnerables de la población, como lo es la población indígena.

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Páginas de internet consultadas:

www.coneval.org.mxwww.inegi.gob.mx

81

LA ECONOMÍA MEXICANA Y LA HORTICULTURA EN LA APERTURA NEOLIBERAL

Héctor E. Gaxiola Carrasco1

Introducción

El cuantioso costo para México de la desviación del mercado de EU hacia ciertos productos canadienses propiciado por el Acuerdo de Libre Comercio (ALC), el fracaso de la promoción del gobierno mexi-cano por la Unión Europea (UE) y el apoyo del gobierno de Estados Unidos (EU) para su aprobación vía fast track propiciaron la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Para la agricultura mexicana este tratado sólo vino a formalizar el proceso de apertura de tales mercados, dado que ésta ya había sido em-prendida de manera unilateral desde mucho antes, en 1982.

Estados Unidos aceptó constituir el TLCAN, no para favorecer a sus socios, sino únicamente para defenderse de la guerra económica internacional que enfrentaba, pues este país desde entonces sólo ha buscado consolidar sus posiciones en el mercado mexicano. Esto ha quedado evidenciado con el trato no recíproco que el país del norte ha dado a México, pues mientras este país ha respetado el curso del tratado en lo que concierne al comercio con EU, este último ha hecho lo inverso con la importación de la hortaliza mexicana impo-niéndole miles de barreras, incluso en acuerdos ya signados en tal tratado, como es el caso del impedimento del tránsito en territorio de EU del transporte mexicano con mercancía mexicana.

EI gobierno de EU violó su propia ideología liberal, al sólo incluir en el TLCAN la liberación de los mercados que le eran convenientes, y la inclusión de la mano de obra que era lo único que podía compensar

1 Profesor e Investigador de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Uni-versidad Autónoma de Sinaloa, correo electrónico: [email protected]

82

a México la desechó,2 simplemente porque nunca fue intención de agenda en sus negociaciones (Margaín, 1995:28).

De acuerdo con la SARH (1992), con el TLCAN México esperaba, para su agricultura, garantizar el acceso de sus exportaciones a EU y Canadá, favorecer la capitalización del campo, obtener reciprocidad por las acciones de apertura comercial, lograr la integración vertical de las actividades productivas en el campo, y favorecer la interven-ción en el campo de los sectores sociales y privados así como de la inversión extranjera. A lo largo de este trabajo se demuestra que estas expectativas se han quedado muy cortas –al no lograr con la vigencia de este tratado un crecimiento sano de su economía, en particular de su agricultura, agravado éste por negativos desem-peños de su comercio exterior–, incluso en alto grado cortas para las exportaciones hortícolas de nuestro país, lo cual le invalida el carácter de “carta fuerte” que se les había conferido durante las negociaciones de este tratado.

La economía mexicana y la apertura comercial

A partir de la segunda mitad del presente siglo, México inició un largo período de cambios que empezó con el modelo de desarrollo estabilizador. Éste ha servido como un excelente referente compara-tivo para analizar desarrollos futuros de la economía, de la industria, de la agricultura, etcétera; pues ha sido en él en donde la economía ha tenido su mejor desempeño.

De acuerdo con cálculos de Gaxiola (2002:261) realizados has-ta 1995 y adicionalmente otros efectuados para posteriores años en el Cuadro 1 en el desarrollo de esta ponencia, tenemos que: el crecimiento del producto interno bruto mexicano durante el modelo de desarrollo estabilizador (1950-1970) ha sido el más sano que el obtenido en otros, pues no sólo promedió 6.47%, sino que además su producto agrícola creció en promedio 6.2% anual, aunque entre 1965 y 1970 bajó a 2%; en cambio, la producción industrial mantu-vo el ritmo por arriba del 6.3% hasta llegar al 7.9% en ese quinque-nio; fue menor durante el modelo de desarrollo compartido (vigente entre 1971 y 1976), pues su tasa promedió 5.96% que es inferior a la que experimentó durante su vida el anterior modelo, con un com-portamiento inestable en la agricultura e incluso negativo al final de

2 Sin el libre movimiento de trabajadores la teoría de la igualación de los precios de los factores se debilita, con perspectiva en cambio de conducir a México en el retroceso y desarrollo desigual.

83

éste (de -0.1); resultó aún algo más favorable durante el modelo de petrolización –vigente entre 1977-1982– al promediar 6.55%; sin embargo, a su final el producto agrícola decrece al situarse en -3.0%; de 1983 a 2009, con el modelo neoliberal, por lo general se han tenido inferiores tasas de crecimiento respecto de las obtenidas en los pasados modelos, llegando a promediar 2.17% en sus 27 años de existencia (para 2009) y aun con las grandes expectativas despertadas por el TLCAN, la economía mexicana tampoco mejoró con su operación, pues ésta promedió 2.35% en los 16 años que ya tiene de vida el tratado (hasta 2009). Incluso, en 1995 tuvo su pri-mera peor caída con -6.22% y recientemente en 2009 otra segunda muy similar, según Duarte (2010), de -7%.

Veamos unas comparaciones pertinentes: 1) de 1988 a 1993 la economía mexicana mostró una tasa media de crecimiento anual (TMCA) de 3.85%; entre 1994 y 2007 su TMCA fue 2.77%, es de-cir, en los cinco años anteriores a la entrada en vigor del TLCAN, la economía mexicana creció a un ritmo ligeramente superior a como lo hizo en los 13 años posteriores a su firma. Así, el TLCAN no favoreció a un mayor crecimiento de nuestra economía, como pregonaron sus impulsores que lo haría; 2) sectorialmente, sucedió lo mismo con el PIB agropecuario, silvícola y pesquero. Entre 1988 y 1993 éste logró una TMCA del 1.95%; entre 1994 y 2007 resultó del 1.85%. Es ne-cesario resaltar que estos resultados macroeconómicos negativos no se derivan sólo de la apertura comercial desventajosa; en mucho, son también consecuencia de una equivocada o, prácticamente, inexis-tente política agropecuaria mexicana, “aunque bien podría conside-rarse a esta inexistente o equivocada política como parte del proyecto aperturista neoliberal subyacente en el TLCAN”. López (2008) hace la anterior observación debido a que los impulsores del tratado argu-mentaron que un mayor comercio, devendría en mayor crecimiento.

84

Fuente: Cálculos propios con base en los sitios de Internet: http://www.mexicomaxico.org/Voto/PIBMex.htm y www.cefp.gob.mx/intr/e-

Cuadro 1: Evolución del Producto Interno Bruto mexicano (1994-2005)

AñoTasa de

crecimiento (%)3

Año PIB base 2003

Tasa de crecimiento

(%)

Variación Agricultura

(%)

Variación Indus-trias Manufacture-

ras (%)

1950-1970 6.47 * 1993 5,797.846 1.94

1971-1976 5.96* 1994 6,056.547 4.46 3.49 3.3

1977-1982 6.55* 1995 5,679.682 -6.22 1.43 -5.50

1983-2009 2.17* 1996 5,971.540 5.14 4.40 10.43

1994-2009 2.35* 1997 6,376.550 6.78 0.87 10.48

1981 8.53 1998 6,688.321 4.89 -0.04 7.20

1982 -0.52 1999 6,947.806 3.88 3.17 4.41

1983 -3.49 2000 7,406.511 6.6 -1.00 6.49

1984 3.41 2001 7,394.060 -0.17 4.60 -3.87

1985 2.19 2002 7,455.359 0.83 -0.86 -1.08

1986 -3.08 2003 7,555.804 1.35 2.70 -1.41

1987 1.72 2004 7,857.720 4.00 1.73 3.93

1988 1.28 2005 8,103.680 3.3 -5.43 3.56

1989 4.11 2006 8,501.258 4.91 8.77 5.92

1990 5.18 2007 8,809.891 3.63 1.5 1.17

1991 4.21 2008 8,929.455 1.36 1.19 -0.63

1992 3.54 2009 8,345.649 -7 2.63 -10.20

Resumiendo, la evolución del PIB mexicano del anterior siglo se dio a pequeñas tasas hasta los treinta, fue muy favorable hasta los setenta y ha sido más desfavorable en las recientes décadas, inclu-yendo la del nuevo siglo, siendo en el modelo neoliberal donde ha tenido su peor desempeño.

El desafortunado crecimiento presentado con el modelo citado siempre ha estado agravado por frecuentes desempeños negativos de su comercio exterior. Desde sus inicios en 1982, la balanza co-mercial en forma continua ha ido descendiendo sensiblemente, a tal grado que en 1989 llega a su nivel más bajo positivo equivalente a

3 Los asteriscos (*) significan los promedios acumulados de la tasa de crecimiento en cada uno de los períodos correspondientes a la duración de cada modelo económico tenido en México y en el último el promedio del período del TLCAN; los cálculos de las columnas 2 y 5 se hicieron con base en el primer sitio de Internet citado en esta fuente, en tanto que la información que aparece de las columnas 6 a la 7 sólo se plasmó como aparece en el segundo sitio citado de la fuente.

85

404 millones de dólares, después de que en 1982 y 1983, respec-tivamente, había sido de 8,245 y 14,880. Desde 1990 hasta 2006 casi ha prevalecido una balanza negativa, pues a partir de esos 17 años (ver Cuadro 2), en 14 resulta negativa; y de 1994 –año de inicio del TLCAN– a 2006, en 10 de ellos ha resultado negativa y sólo en tres positiva, cuando se había dicho que con este tratado el comercio mexicano mejoraría notablemente y que, por supuesto, sería muy sano.

El crecimiento del comercio puede analizarse descontando el co-mercio de las maquiladoras y del petróleo, toda vez que: 1) el pri-mero es un comercio casi enteramente intrafirma, y que éste co-rresponde a empresas transnacionales generalmente exclusivas de estadounidenses;4 y 2) el segundo es un comercio que ya se efec-tuaba anteriormente al TLCAN y que ha sido generado mayorita-riamente en el bloque geográfico en referencia, principalmente con EU, pues según la Universidad de las Américas (2003), para 2002 nuestro país le proveyó del 78% de su importación de petróleo. Así, si procedemos de acuerdo con tal análisis, entonces encontraremos que los saldos de la balanza comercial sin maquila y sin petróleo, respectivamente, resultan una cantidad superior de veces negativa que incluyendo a tales comercios.

4 Aunque en algunos estados del país (Guanajuato, Tlaxcala y Puebla) fueron insta-ladas maquiladoras, muchas de empresarios mexicanos, impulsadas por el TLCAN, su participación en los totales de establecimientos y de exportación no alcanza el 10%.

86

Año Exportaciones Importaciones Saldo Saldo s/maquila

Saldo s/petróleo

TC Exportac.

TC Im-portac.

1980 18,993 20,646 -1,653 -2,423 -12,094

1981 23,928 26,194 -2,266 -3,246 -16,839 20.7 26.9

1982 24,593 16,348 8,245 7,435 -8,223 7.3 -37.6

1983 26,363 11,483 14,880 14,051 -1,338 7.2 -29.8

1984 29,335 15,062 14,273 13,113 -2,328 11.3 31.2

1985 26,745 16,074 10,671 9,405 -4,096 -8.8 6.7

1986 21,803 16,784 5,019 3,724 -1,288 -18.5 4.4

1987 27,600 18,812 8,788 7,189 158 26.6 12.1

1988 30,691 28,082 2,609 272 -4,102 11.2 49.3

1989 35,170 34,766 404 -2,596 -7,472 14.6 23.8

1990 40,710 41,593 -883 -4,395 -10,987 15.8 19.6

1991 42,688 49,966 -7,279 -11,329 -15,444 4.9 20.1

1992 46,195 62,130 -15,934 -20,678 -24,242 8.2 24.3

1993 51,886 65,367 -13,481 -18,891 -20,899 12.3 5.2

1994 60,882 79,346 -18,464 -24,267 -25,909 17.3 21.4

1995 79,542 72,453 7,088 2,164 -1,334 30.6 -8.7

1996 96,000 89,469 6,531 115 -5,123 20.7 23.5

1997 110,431 109,808 624 -8,210 -10,700 15.0 22.7

1998 117,460 125,373 -7,914 -18,440 -15,048 6.4 14.2

1999 136,391 141,975 -5,584 -19,028 -15,512 16.1 13.2

2000 166,455 174,458 -8,003 -25,762 -24,386 22.0 22.9

2001 158,443 168,397 -9,954 -29,236 -22,352 -4.8 -3.5

2002 160,682 168,679 -7,997 -26,742 -22,474 1.4 0.2

2003 165,355 170,958 -5,603 -24,290 -24,236 2.9 1.4

2004 187,999 196,810 -8,811 -28,020 -32,478 13.7 15.1

2005 213,711 221,270 -7,588 -29,000 -40,000 13.7 12.4

2066 250,292

256,130 -5,838 ND ND ND ND

Fuente: Elaboración propia consultando a: 1) “Información revisada sobre la Balan-za Comercial de México durante enero de 2006”

en el sitio www.economia-snci.gob.mx/ (2/1/2008); 2) Consultores Internacionales, S.C., con datos de BANXICO;

3) Secretaría de Economía (2006; octubre 9) www.economia-snci.gob.mx/

Cuadro 2: Balanza Comercial 1980-2006(Millones de dólares)

87

Son varios los argumentos para descartar el saldo comercial de las maquiladoras de la balanza comercial mexicana. Uno nos lo da la definición de empresa maquiladora que hace Carrillo (2007), quien señala que estas “son plantas que importan materias primas, com-ponentes y maquinaria para procesarlos o ensamblarlos en México y reexportarlos, principalmente a Estados Unidos”.

Otro complementario nos lo dan Durán y Días (2003, diciembre) al referirse al comercio intrafirma, precisando que:

Es la relación de propiedad la que determina que la transac-ción sea considerada como efectuada al “interior de la misma empresa”. El problema de identificar el comercio intrafirma es similar, por lo tanto, a la determinación de la propiedad extran-jera en una empresa subsidiaria de la Empresa Transnacional (ETN). Cuando una ETN tiene 50% o más de la propiedad ac-cionaria de una empresa, las transacciones internas a ellas se-rán claramente intrafirma. Sin embargo, cuando la propiedad extranjera es minoritaria, se crea un área gris para la definición de comercio entre unidades relacionadas o independientes.

Así, de acuerdo con lo antes expuesto, es indudable que el tipo de transacción que permanentemente realizan las empresas maqui-ladoras es el intrafirma.

Finalmente, De la Garza (2007) señala que el problema radica en el hecho de que el modelo de maquiladoras “basa su expansión en las ventas que puedan realizarse en Estados Unidos, principal comprador de los productos maquilados y principal propietario de las empresas maquiladoras en México (el 88% de las maquiladoras son propiedad de norteamericanos)”.

Por otra parte, el comercio asociado al TLCAN no ha resultado tan cuantiosamente positivo como se ha presumido, pues tan sólo descontando la balanza comercial por maquiladoras en el período 1994 a 2005 se aprecia que habría un saldo extremadamente infe-rior al comercio asociado al TLCAN, declarado en la mayoría de cada uno de los años analizados en el Cuadro 3, y lo mismo se puede decir cuando se descuenta la balanza comercial del petróleo. Pero si simultáneamente se descuentan ambas balanzas (maquilas y petró-leo), resulta permanentemente negativa la balanza comercial mexi-cana asociada al TLCAN.

88

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1994

53.4

58.6

-5.2

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5-1

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3.3

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1995

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1996

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1997

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1998

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1999

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19.9

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2001

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2002

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2003

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89

En ese mismo cuadro se aprecia que el comercio asociado al TL-CAN, incluyendo ambas balanzas (maquila y petróleo), no ha sido suficiente para compensar el saldo permanentemente desfavorable que se ha tenido con el resto del mundo, al menos de 1994 a 2005, que es el período analizado en él, pues la balanza comercial global normalmente ha resultado negativa.

Finalmente, tampoco ha sido suficiente para alcanzar un creci-miento sano de la economía; ello, por lo siguiente: la importancia del sector externo en la economía mexicana, no se ha traducido en mayores índices de crecimiento, ni en una mayor diversificación de las relaciones comerciales del país debido a que las exportaciones están “desconectadas del resto de la economía, no tienen efecto de arrastre sobre sus cadenas productivas ya que prácticamente todo lo importan, son islas exitosas en un país estancado” (Arroyo, 2004).

La horticultura mexicana en el marco del TLCAN

Pese al desarrollo desfavorable de la economía mexicana y en parti-cular de su agricultura, ello contrasta con el reciente avance que las principales hortalizas de exportación mexicana han tenido en su par-ticipación en el mercado invernal de EU respecto de sus homólogos de Florida. Esto es en virtud del alto grado de complementariedad que significan para EU, pero sobre todo porque ha logrado mejorar en un elevado nivel su tecnología productiva y calidad de sus hortali-zas, así como aprovechar el estancamiento tecnológico de sus pares floridanos y las amenazas naturales –como las heladas y huracanes– que acechan frecuentemente a esta entidad; pero no por la operación del TLCAN, ni por mejoras generalizadas en la organización gremial y empresarial de sus horticultores para producir y exportar.

También, que pese a que el comercio de las hortalizas mexicanas con EU padecía serias desventajas absolutas antes de ser negocia-das dentro del TLCAN, tales como las siguientes: 1) ser más altos los niveles de productividad por unidad de superficie de EU que los de México, pues: a) en nuestro país no existía, en general, investi-gación sobre hortalizas, debido a que el grueso de los paquetes tec-nológicos del vecino país del norte tradicionalmente eran incorpo-rados a través de la agricultura de contrato; b) resultaba más caro producir hortalizas en México que en ese país, para luego comercia-lizarlos ahí mismo; pues ni aun en los tres importantes cultivos de hortaliza fresca de exportación, hasta antes del TLCAN, México se encontraba con ventaja en el porcentaje de los costos incurridos a partir de la cosecha respecto de su socio comercial norteamericano, que era en lo que también lo superaba en el resto de hortalizas;

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reflejándose esta situación mayormente en el jitomate (su principal producto de exportación), en calabacita y por último en pepino, aun cuando México aventajaba en el porcentaje de los costos incurridos en sus cosechas (en costos directos).

Así pues, sostenemos que esta actividad se sigue realizando con un relativo mayor éxito que antes del TLCAN, no por la operación de éste, sino debido a la complementariedad que para el consumo de este vecino país siguieron representando estos productos; pero, so-bre todo, por su clara superioridad en ventajas comparativas respecto de sus pares de Florida (mayor disposición de tierra y mano de obra a más bajos costos y mejores condiciones climáticas); y porque sus horticultores han combinado tales ventajas con la introducción opor-tuna de tecnología productiva diferenciada, pues dejaron de aplicar paquetes tecnológicos provenientes de aquel país, sustituyéndolos por tecnologías mejoradas de otro país y recientemente han incorpo-rado a su horticultura a la agricultura protegida (casa sombra e inver-naderos), para así poder reducir la de su campo abierto y aumentar la calidad de sus productos. Asimismo, porque se ha mantenido la cifra de distribuidoras sinaloenses destacadas en Nogales, Sonora –princi-pal punto de cruce hortofrutícola del país–, lo cual ha permitido una comercialización directa con cadenas de supermercados estadouni-denses que representan una mejor rentabilidad respecto del resto de agentes de comercialización de las hortalizas. Sin embargo, el éxito referido es relativo, pues ha sido en pocos cultivos y desafortuna-damente acompañado con pérdida de posición dentro del mercado estadounidense en sus más importantes hortalizas frescas.

Del primer aspecto destacamos que dentro del volumen horto-frutícola exportado hacia EU, entre 1990 y 1995, el grupo hortalizas es el que aportó un mayor porcentaje;5 su peso relativo creció en dicho período, pues de representar en 1990 el 64.6%, en 1995 se situó en 71.5%. En tanto el melón, la sandía y el pepino decrecieron en importancia relativa, ya que los dos primeros descendieron del 22.1% en 1990, al 15.1% para 1995.

Entre 1995 y 2007 las hortalizas siguieron aumentando tal peso relativo, pues de representar en el primer año el 71.5%, para el se-gundo pasa al 77.42%. Mención especial dentro de los cultivos que crecen su participación en ese período, son los chiles y la calabacita.

Después del TLCAN sólo 4 hortalizas incrementan su participación, pues de aportar en conjunto el 42.26% en 1994 pasan al 56.38% en 2007. En particular, el tomate pasa del 25.97% al 31.87%, los chiles

5 Lo integran jitomate, pepino, chile, cebolla, calabacita y zanahoria.

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picosos del 3.33% al 8.50%, el chile bell del 6.68% al 7.99% y la calabacita del 6.30% al 8.02%. También, después del citado tratado dentro de las frutas sólo la sandía incrementa su participación al pasar en 1994 del 7.37% al 11.87% en 2007; finalmente, el rubro de Otras frutas y hortalizas mantuvo participaciones muy similares antes del TLCAN, pero a partir de 1995 empieza a descender, pues de significar 13.45% en 1995 pasa a representar el 7.53% en 2007. Ello, como consecuencia de que los exportadores, después de tal acuerdo comercial, estuvieron dedicando sus esfuerzos a la expor-tación de aquellas hortalizas mucho más importantes

Las hortalizas mexicanas en el mercado hortícola invernal de EU, del ciclo 1962-1963 al de 1981-1982 mejora su participación respec-to de Florida, por orden de importancia en tomate, pepino, berenjena y calabacita y en el ciclo 1995-1996 llega a tener mayor dominio que la citada entidad en las dos primeras hortalizas y en la última, al si-tuarse en esas hortalizas por encima de esa entidad americana.

Por su parte, Florida, en los ochenta y hasta 1993, seguía ejercien-do un mayor dominio que México en ese mercado en tomate o jito-mate, pepino, chile bell, calabacita y sandía. En cambio, nuestro país mejora su participación a partir de ese año, pero en algunos casos sin llegar a lograr un mayor dominio que Florida. Lo dicho en primera instancia le sucedió al pepino, que ejerce dominio permanente desde 1993; también a la calabacita, pero desde 1991; y lo mismo recien-temente al tomate –desde 2001– y al chile bell –desde el 2005–.6 Contrario a lo expuesto, en sandía fresca México nunca había ejercido mayor dominio que Florida, pero en recientes años –en 2006 y 2007– la disputa de ese mercado fue muy pareja (ver nota al pie previa).

Adicionalmente, México, en 2007, ya es el primer proveedor del mercado de hortaliza fresca de EU en alrededor de una veintena de ellos; en seis ocupa el segundo lugar; en uno, el tercero y en otro el cuarto. Destacan en el primer lugar por mantener porcentajes por encima del 70%: los tomates tanto de cielo abierto como de inver-nadero, pepinos, pimientos dulces, calabaza, chiles picosos, lechuga

6 La información se basa en Servicio Nacional del Sistema Agrícola de USDA; Servi-cio de Investigación Económica de la USDA (Vegetable and Melons Situation and Outlook –Mayo 2008); http://usda.mannlib.cornell.edu/MannUsda/viewDocumen-tInfo.do?documentID=1212; http://www.cidh.org.mx/publico/plantilla/pl3.aspx?CveSeccion=608&Origen=pl5&Sec=313

Comité de Censos del Depto. de Comercio de EU; Servicio Nacional del Sistema Agrícola de USDA; Servicio de Investigación Económica de la USDA (Vegetable and Melons Situation and Outlook –Mayo 2008);

http://www.cidh.org.mx/publico/plantilla/pl3.aspx?CveSeccion=608&Origen=pl5&Sec=313

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romana, brócoli, cabeza de lechuga, berenjena, okra, ejote, rábanos y coles de Bruselas (ver nota al pie 6).

Dentro del segundo aspecto, esto relativo a la pérdida de la po-sición mexicana en el mercado estadounidense de hortaliza fresca, destacamos lo siguiente:

No obstante el éxito comentado en renglones anteriores, en otras investigaciones a través de calcular para el período 1980-2005 la Ventaja Comparativa Revelada (VCR)7 y el cambio en la participa-ción de las importaciones de EUA (89/94, 94/99 y 99/04) de cada una de las más importantes hortalizas mexicanas de exportación, en ellas se demuestra que la actividad hortícola mexicana al menos hasta el 2005, peligrosamente ha estado perdiendo posición en el mercado estadounidense en productos hortícolas tradicionalmente de alta competitividad (en cinco hortalizas de las más importantes –tomate, pepino, chile, calabacita y berenjena– así como en brócoli, espárrago y en flores), pero ahora frente a competidores externos en tal mercado. Resalta que tal pérdida de posición ocurra más pronun-ciada en al menos 8 de los últimos 11 años analizados de operación del TLCAN (hasta 2005; ver gráficas 1 y 2) y que ello sea confirmado en el Cuadro 4. En los gráficos citados se aprecia el declinar de la VCR en cada una de las hortalizas ya citadas, esto es la pérdida de participación de muchos de esos productos en tal mercado, debido fundamentalmente a que en dicho lapso analizado Canadá ha emer-gido como un importante proveedor del mercado estadounidense de jitomates (sobre todo de invernadero), pimientos, hongos y papas, así porque otros países han surgido como nuevos exportadores de esos mismos productos frescos hacia EU.

7 La expresión algebraica de la VCR es el siguiente doble cociente: (importaciones del producto j provenientes de México/importaciones totales de Estados Unidos provenientes de México) / (importaciones totales de los Estados Unidos del pro-ducto j/importaciones totales de los Estados Unidos del resto del mundo en todos los productos).

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Fuente: Maya (2007).

Gráfica 2. Ventaja comparativa revelada en la calabacita y en la berenjena mexicanas en Estados Unidos, 1898-2005

Fuente: Maya (2007).

Gráfica 1. Ventaja comparativa de tomate, pepino y chile mexicanos en Estados Unidos, 1989-2005

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Reflexiones finales

En el nivel macro, el TLCAN no ha impulsado la capacidad de creci-miento de nuestra economía. En el ámbito sectorial, tampoco indujo mayor crecimiento de la producción agropecuaria, silvícola y pes-quera. En materia de comercio exterior, promovió su intensificación sin aparentemente agravar nuestra balanza comercial. En particular, fomentó las exportaciones agropecuarias, pero a un grado insufi-ciente para compensar las importaciones correspondientes.

Por otro lado, el ritmo de crecimiento de la producción de jitoma-te y cebolla se desaceleró con el tratado, incumpliendo así con una de las principales promesas de la apertura comercial. Si EU respe-tara los acuerdos del TLCAN, como es el transitar con mercancía al transporte mexicano por su territorio; concedido EU y Canadá aper-tura total como permitir mano de obra mexicana en sus respectivos territorios, hubiera traído y traería beneficios para la economía y el comercio de México y para los mexicanos.

Cuadro 4: Participación de la horticultura mexicana en EU (1988 a 2004) y dinamismo de las importaciones del mercado de EU

México: cambio en la part. de las import. de EUA

Crecimiento de las importaciones de EUA

89/94 94/99 99/04 89/94 94/99 99/04

Total agricultura 0.3 2.2 0.5 4.3 6.9 7.5

1. Tomate -5 -20.7 0.1 8.4 14.9 8.9

2. Pimiento -4.4 -4.5 0.2 11.7 11.3 15.1

|3. Pepino -0.6 -6.6 -6.3 4.1 5.1 19.7

4. Calabacita -0.2 1.8 -3.1 12.3 8.9 13

5. Brócoli/ Coliflor -5.1 -6.3 -8.4 5 7.3 6.6

6. Cebolla -6.7 -9 2.3 16.7 0.5 6.1

7. Fresa 17 1.9 -9.5 9.2 13.1 5.1

8. Espárrago -11.5 -4.8 -17.8 19.2 19.8 9.8

9. Berenjena 0 -3.7 -9.8 15.6 2 17.4

10. Flores 0.5 0.9 -2.3 5.9 7.1 3.6

Fuente: Muñoz (2008), citando al Banco Mundial, institución que acopió datos del USDA.

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LOS PEQUEÑOS PRODUCTORES ANTE LA RECONVERSIÓN AGROALIMENTARIA.

LA EXPERIENCIA EN ZAPOTLÁN EL GRANDE, JALISCO1

Alejandro Macías Macías2

Introducción

En Zapotlán el Grande, al sur del estado de Jalisco, la agricultura ha sido la actividad económica más importante y sobre la que se funda-menta mayoritariamente el desarrollo regional. Aunque el porcen-taje de población económicamente activa dedicada a la producción agropecuaria, ha disminuido de 31% en 1970 a 6.94% en el año 2000 (INEGI, 1970, 2000), el desarrollo de las manufacturas, los servicios y el comercio son en gran medida derivados de ella.

La agricultura en el sur de Jalisco está sufriendo cambios impor-tantes en los últimos años, reflejo de una dinámica acorde con la inserción de México en la globalización. De hecho, aunque en este territorio la agricultura comercial se ha desarrollado desde el siglo XlX,3 la trayectoria histórica de los cultivos deja ver la manera como los distintos proyectos de desarrollo capitalista nacional se han im-plantado en él. Así, si bien es cierto que el maíz se sostiene como

1 El presente trabajo forma parte del proyecto de investigación “Los pequeños pro-ductores en la agricultura y la alimentación. La experiencia desde tres regiones agrícolas en México”, apoyado por el Fondo Institucional de Fomento Regional para el Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación (FORDECyT), del Consejo Na-cional de Ciencia y Tecnología, así como por el Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara, la Universidad Autónoma de Chiapas y la Universidad Autónoma de Nayarit.

2 Universidad de Guadalajara (Centro Universitario del Sur). Dirección para corres-pondencia: [email protected]

3 Ya en la década de 1970, Verónika Veerkamp (1981:33-34) hablaba de que, salvo una pequeña área coamilera en la sierra del Tigre, donde se sembraba maíz para autoconsumo, el resto de los productos en el valle de Zapotlán se destinaban al mercado.

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el principal producto sembrado en el municipio, paralelamente se han desarrollado otros como los productos forrajeros, que se culti-varon en cantidades importantes durante la segunda mitad del siglo XX, cuando estaba en boga el proyecto de crecimiento económico “hacia adentro”, llamado de sustitución de importaciones, bajo el cual se intentó impulsar en la región la ganadería. Igualmente, en los últimos años, con la incorporación en México al proyecto econó-mico de crecimiento “hacia afuera”, conceptualizado en el llamado neoliberalismo, la producción de frutas y hortalizas adquiere mayor relevancia en la agricultura regional.

En estos cambios, los pequeños productores cada vez resultan más afectados y desplazados de su actividad, pues una característica de los cultivos comerciales son las crecientes inversiones que requie-ren, mismas que los pequeños agricultores difícilmente pueden sol-ventar. Así, si las siembras extensivas de forrajes eran más caras que las de los cultivos de subsistencia, la producción intensiva de frutas y hortalizas exige inversiones mucho más cuantiosas. Además, es ma-nifiesta la pérdida relativa de valor en el mercado de muchos bienes que tradicionalmente se han producido en Zapotlán el Grande.

Las consecuencias de lo anterior son las condiciones apremian-tes en que se encuentran los pequeños agricultores, quienes hoy se debaten entre mantener la siembra de maíz para sustraerse parcial-mente del mercado; la incursión en los nuevos cultivos comerciales, aun con los altos costos y riesgos que conlleva; la venta o renta de sus tierras, o bien, la migración hacia otras actividades económicas o hacia otros territorios. En ese proceso, la agricultura local manifiesta características similares a lo que sucede en el resto de México, es de-cir, creciente concentración de tierras en pocos actores capitalizados; envejecimiento de los pequeños agricultores; incorporación crecien-te de insumos externos al proceso de siembra, con la consecuente vulnerabilidad ante cambios en el entorno; sobreexplotación de los recursos; desaparición creciente de tierras agrícolas que sucumben ante el crecimiento urbano de Ciudad Guzmán (cabecera municipal).

El presente trabajo tiene como objetivo mostrar cuáles están siendo las consecuencias que para estos pequeños productores agrí-colas en Zapotlán el Grande, está teniendo la creciente reconver-sión productiva de la agricultura, iniciada a mediados del siglo XX y profundizada en los últimos años con la incursión de la hortofru-ticultura. El documento está dividido en ocho partes. En la primera presento una revisión teórica sobre el actual modelo agroalimen-tario que predomina en el mundo y las dificultades que presenta para los pequeños agricultores. En la segunda señalo la estrategia

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metodológica para la obtención de la información del documento. En la tercera y cuarta parte caracterizo a la agricultura de Zapotlán y a sus productores, mientras que, en los apartados cinco, seis y siete, hablo de los principales fenómenos que hacen vulnerables a los pequeños agricultores y cómo éstos responden a los mismos. Finalmente, en el último apartado presento las conclusiones.

Los pequeños productores agrícolas ante la globalización agroalimentaria

Los orígenes del actual modelo agroindustrial global de producción de alimentos, que hoy se impone en todo el mundo, puede encon-trarse en el siglo XIX, cuando países como Estados Unidos y algunos europeos, incrementaron de manera considerable su capacidad de producción y distribución de alimentos gracias a los avances tecnoló-gicos que incorporaron (mecanización de los procesos de producción, uso de fertilizantes y otros agroquímicos), así como a la creciente incorporación de tierras a la agricultura (Roberts, 2009:60-62). El resultado de este proceso fue una agricultura menos orientada a satisfacer las necesidades alimenticias de productores y habitantes que circundaban las parcelas, y más enfocada a producir mercancías comercializables en cualquier parte del mundo con el fin de obtener beneficios mercantiles.

Después de la segunda guerra mundial, las políticas aplicadas por estas potencias en materia de subsidios, hicieron que generaran grandes excedentes agropecuarios (principalmente cereales), los cuales se acomodaron en el mercado internacional, en principio con una visión geopolítica (Rubio, 2008:32). La venta de estos cultivos a precios dumping (por debajo de su costo de producción), fortaleció a los grandes agronegocios transnacionales, que pudieron disminuir sus costos de producción, incrementando los niveles de rentabilidad y adquiriendo mayor poder económico y político.

En la medida que estas empresas se consolidaron y adquirieron mayor independencia en sus decisiones respecto de los Estados, fue surgiendo un modelo agroindustrial globalizado, llamado por Philip McMichael (2002) como corporate food regime, el cual se caracteri-za por una agricultura global orientada ya no tanto por estrategias geopolíticas, sino por los intereses mercantilistas de los agrobusi-ness (agronegocios), incluyendo en ellos a los grandes intermedia-rios minoristas, quienes controlan los complejos agroindustriales, dominando las decisiones sobre qué, cuándo, cómo y dónde produ-cir (Macías, 2009a:121-122).

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En este modelo, el elemento central es la búsqueda de crecientes utilidades, lo que genera una serie de características poco favorables para los pequeños productores, sobre los que continúa recayendo en buena medida el sostenimiento de las zonas rurales a lo largo y ancho de todo el mundo: Por un lado, los grandes agronegocios bus-can constantemente comerciar productos que les generen mayores márgenes de utilidad. Entre éstos, las frutas y hortalizas son consi-derados cultivos altamente especulativos en la medida que requieren de grandes inversiones, están expuestos a elevados riesgos de tipo medioambiental y de mercado, pero en contraparte ofrecen altas uti-lidades por hectárea sembrada, de manera que la siembra de estos cultivos es la que más ha crecido durante los últimos años a nivel mundial (2.14% promedio anual entre 1970 y 2008 contra 0.73% promedio anual de la superficie agrícola mundial) (FAO-Faostat).

Por otro lado, los grandes agronegocios buscan impulsar nue-vas zonas donde se presenten ventajas comparativas, las cuales les permita incrementar los volúmenes de producción con calidad a la vez de reducir sus costos unitarios. Ello ha originado la creciente desvinculación geográfica de la producción respecto del consumo, así como un marcado cambio en las áreas de producción4 y una in-tensificación del comercio internacional.5

Con el surgimiento de una zona agro-comercial, los nuevos cul-tivos, al ocupar las mejores tierras y los recursos más productivos, desplazan parcial o totalmente la producción de otros productos sin considerar su importancia estratégica para la seguridad alimentaria local y nacional. Además, el modelo está estructurado de tal forma que no es compatible con las características de los pequeños produc-tores. Y es que al estar enmarcado en una intensa competencia por ganar segmentos de mercado, los grandes minoristas buscan obte-ner ventajas sobre sus competidores a través de incrementar el valor agregado de sus productos a la vez de reducir los precios. Esto lo lo-gran exigiendo a los productores menores precios así como grandes volúmenes de abastecimiento para manejar economías de escala, a

4 En el caso de las frutas y hortalizas, su cultivo se ha trasladado paulatinamente de países desarrollados (como Estados Unidos o España, otrora potencias hortofrutí-colas) a países en vías de desarrollo, como México, Chile o Perú, que presentan ventajas medioambientales, bajo costo de mano de obra, así como políticas más laxas en materia de regulación social y ambiental (Macías, 2009b).

5 Las exportaciones mundiales de frutas y hortalizas se han incrementado 8.88% promedio anual entre 1970 y 2007, de manera que representaron 17.06% de todas las exportaciones agropecuarias entre 2000 y 2007, cuando entre 1961 y 1970 era 11.88% (FAO-Faostat).

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la vez que también demandan mayor valor agregado en el producto por medio de la calidad, inocuidad, variedad de presentaciones pero homogeneidad del producto, productos más frescos, abastecimiento durante todo el año, eliminación de variaciones por cambio de esta-ción tratándose de productos frescos perecederos, etcétera.

La dificultad para cumplir esas condiciones, sumamente comple-jas y que requieren elevados montos de capital, crece exponencial-mente en la medida que el agricultor es más pequeño, volviéndose incluso una imposibilidad para muchos de ellos, quienes no pueden entrar en el mercado de los nuevos cultivos, o habiéndolo hecho, son desalojados incluso antes de tener la posibilidad de empezar a recuperar las inversiones.

Estos productores, desplazados de su fuente de sustento, se ven obligados a incorporarse a la agroindustria naciente en condiciones de proletización o semiproletización (profundizándose con ello el ya de por sí altísimo nivel de transferencia del excedente campesino en beneficio del desarrollo industrial), cambiar de giro económico, o de plano, emigrar ante las condiciones de desarrollo limitadas que ofre-cen las zonas rurales, perdiéndose un conocimiento local empírico y artesanal construido durante muchas generaciones, a la vez que se generan procesos de desintegración familiar. Las consecuencias para las comunidades que esto trae, es la pobreza para muchos de sus habitantes, el desánimo y abandono de tierras, así como la con-centración de la riqueza en grandes productores, muchos de ellos no originarios de las comunidades.

A pesar de que las condiciones anteriores harían prever la des-aparición de los pequeños productores, muchos de ellos continúan en la agricultura, negándose a abandonar una actividad que tiene múltiples significados económicos y culturales para la subsistencia y reproducción de sus vidas y de sus familias. En el caso de Zapotlán el Grande, algunos pequeños productores están regresando a culti-vos más seguros, sobre los que tienen mayor dominio, mientras que otros se mantienen en la producción de frutas y hortalizas a través de la compleja combinación de estrategias, sobre las que hablaré más adelante.

Metodología

Para la obtención de la información presentada en este documento, entre el 3 de mayo y el 20 de junio de 2010 se aplicó una encuesta a los productores agrícolas de Zapotlán el Grande, la cual consistió de 74 preguntas sobre características demográficas, productivas y

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de alimentación.6 De acuerdo con los padrones de miembros propor-cionados por los comisariados ejidales, el padrón de productores de la zona federal colindante con la laguna de Zapotlán y el padrón de Procampo de 2008, la población de productores identificados fue de 1,308, que se distribuyen conforme se observa en el Cuadro 1. Con base en ello, se definió una muestra simple, con nivel de confianza de 90% y 5% de error muestral, aplicando la siguiente fórmula para poblaciones finitas (Fernández, 1996):

Donde: k = Nivel de confianza (90% = 1.65 en distribución nor-mal) d = Error muestral (5%) p = Probabilidad de que ocurra el evento (0.5) q = 1-pPor tanto, la muestra fue de 225 productores, los cuales se distri-buyeron equitativamente entre los distintos grupos de productores identificados, tal como se observa en el Cuadro 1.

6 Cabe señalar que la misma encuesta también fue aplicada en los municipios de Villa Comaltitlán, Chiapas y Ruiz, Nayarit, lo que permitirá realizar estudios com-parativos.

kp2pqNn= d2 (N - 1) + k2pq

Cuadro 1. Población de productores agrícolas en Zapotlán el Grande, Jalisco y muestra para encuesta

Número Miembros Muestra

Ejido Mesa Fresnito 94 21

Ejido Atequizayán 70 15

Ejido Ciudad Guzmán 450 97

Ejido Palos Verdes 16 4

Ala del Ejido Calderón 7 2

Posesionarios 172 --*

Zona federal 149 26

Pequeña propiedad 350 60

Total productores agrícolas 1,308 225

* Se encuentran ya incluidos en las muestras de los ejidos.Fuente: Padrón de ejidatarios y posesionarios ejidos Mesa-Fresnito, Atequizayán,

Ciudad Guzmán, Palos Verdes, Calderón; padrón de productores de la zona federal; padrón de productores beneficiados por Procampo en 2008, Sagarpa.

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Igualmente, entre marzo y abril de 2010 se aplicaron nueve en-trevistas a profundidad a los comisariados ejidales de los ejidos que existen en el municipio, así como a otros actores clave, como fun-cionarios en el municipio, de la Secretaría de Agricultura, Ganade-ría, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), autoridades municipales y de las delegaciones, etcétera. De igual manera, esta investigación se complementa con otra que, sobre la producción de aguacate en el sur de Jalisco, realicé entre 2008 y 2009.7

Cabe señalar que los resultados presentados en este trabajo son parciales, toda vez que el proyecto de investigación se encuentra to-davía en su etapa de procesamiento de la información. No obstante, los avances hasta ahora permiten establecer una serie de hipótesis que se manejan en el texto.

La agricultura en Zapotlán el Grande

Zapotlán el Grande se localiza en la región sur del estado de Jalisco, en el occidente de México (Mapa 1). Tiene una superficie de 295.29 km2, mismos que representan 0.37% de la superficie de Jalisco. La mayor parte de la superficie está conformada por zonas planas (46%) y semiplanas (16%) que se localizan en el centro. Las zonas accidentadas (38%) se localizan al suroeste del municipio en donde tienen vecindad con el volcán de Colima, así como en la parte no-roeste, dentro de la sierra de Tapalpa y al noreste, en las faldas de la sierra del Tigre (Mapa 1).

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Zapotlán el Grande tiene una superficie agrícola de 9,979 hec-táreas (ha). De acuerdo con el padrón de Procampo de 2008, el 58.09% de la superficie agrícola sembrada es propiedad privada, 41.1% propiedad ejidal y 0.81% corresponde a la zona federal co-lindante con la laguna de Zapotlán.

En este municipio se sembraron en 2008, 34 cultivos entre cícli-cos y perennes, los cuales abarcaron un total de 16,557 hectáreas. Esto significó un decremento de 17% respecto a la superficie sem-brada en 2001. De éstos, sólo cuatro cubrieron 84.4% de la super-ficie (maíz grano, pastos, maíz forrajero y aguacate), en tanto que los once principales abarcaron 96.4% del total (los cuatro anteriores además de sorgo grano, alfalfa verde, jitomate, avena forrajera, tomate verde, caña de azúcar y agave).

El principal cultivo que se siembra en el municipio es el maíz, que cubrió una superficie de 8,735 ha en 2008, es decir, 52.8% del total. De acuerdo con la encuesta aplicada, 59% de los productores entrevistados manifestaron sembrar maíz en 2009, ya fuera exclu-sivamente o en combinación con otros cultivos.

La producción de maíz ha sido tradicional en la región y en el estado de Jalisco desde épocas prehispánicas, siendo fundamen-tal no sólo en la economía regional, sino también en la dieta de la población y en su cultura. Sin embargo, la superficie destinada a él en Zapotlán, viene descendiendo durante los últimos años, pues en 2008 fue 35% inferior a 2002.

De la superficie sembrada con maíz, 6,695 ha correspondieron a maíz grano y 2,040 ha a maíz forrajero, considerando que varios productores agrícolas del municipio todavía tienen ganado. De igual forma, 96% del maíz que se siembra es en tierras de temporal, du-rante el período entre junio y diciembre. La mayoría de las tierras destinadas a su cultivo se localizan en las partes bajas del valle de Zapotlán, aunque también subsisten algunas plantaciones en las zo-nas altas.

El segundo cultivo en importancia en el municipio son los pastos debido a la actividad ganadera que se practica. En 2008 existían 4 mil hectáreas cubiertas con pasto, superficie que ha venido crecien-do, pues en 2001 era de 2,705 ha.

Considerando que el maíz forrajero es el tercer cultivo en impor-tancia, el cuarto es el aguacate, fruta cuya superficie se ha incre-mentado de manera considerable en toda la región sur de Jalisco durante la última década, al pasar de 282 ha en 1999 a 5,770 ha en 2009 (Macías, 2010). Zapotlán el Grande es el principal municipio productor de aguacate de Jalisco, manteniendo una TCMA de 38.4% entre 2000 y 2009, año en el que sumó 1,407 ha.

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Otros cultivos de importancia local son: a) sorgo, que en 2008 cubrió 690 ha, aunque manifiesta una caída de 21% promedio anual desde 2001, cuando se sembraba en 3,650 ha; b) alfalfa, que en 2008 totalizó 400 ha, superficie que se ha mantenido durante los últimos años; c) jitomate, sembrado en 251 ha, la mayor parte por la empresa Desert Glory Invernaderos (169 ha); d) avena forrajera (225 ha, 50% menos que en 2001); e) tomate verde (200 ha); f) caña de azúcar (123 ha, 44% menos que en 2001); g) agave (100 ha).

Igualmente, existen cultivos que aunque no tienen mucha super-ficie sembrada, sí han sido emblemáticos a nivel local: a) durazno, sembrado en las faldas del nevado de Colima, el cual fue muy desta-cado en las décadas de 1970 y 1980. Aunque este cultivo casi des-apareció de la zona por distintas circunstancias medioambientales y comerciales, en los últimos años han surgido nuevas huertas totali-zando 70 ha en 2009; b) hortalizas como calabacita, rábano, cilan-tro, betabel, brócoli, acelga, cebolla, col, coliflor, lechuga, etcétera, las cuales se siembran por parte de pequeños productores desde los años 70 del siglo XX en las inmediaciones de la laguna de Zapotlán. En 2008 había 197 hectáreas sembradas con este tipo de cultivos.

En cuanto a la ganadería, en el sur de Jalisco existe ganado bo-vino para carne y leche, actividad que es importante a nivel local. En bovino carne, el distrito de Ciudad Guzmán (que comprende toda la región sur de Jalisco) pasó de una producción de 75 mil tonela-das en 2002 a 67 mil toneladas en 2008, las cuales representan 19.2% de la producción estatal. Por su parte, en producción de le-che, hubo un incremento de 130.5 mil litros en 2002 a 136.8 mil litros en 2008, correspondiendo al 7.4% de la producción de Jalisco (OEIDRUS-Jalisco).8

En la encuesta aplicada, 31% de los productores de Zapotlán en-trevistados, manifestaron tener ganado bovino, existiendo un pro-medio de 26 cabezas por productor en el caso de ganado para leche y de 33 cabezas por productor en ganado para carne.

En resumen, en Zapotlán el Grande (y, en general, en todo el sur de Jalisco), hay un evidente cambio de orientación productiva en su agricultura, donde la superficie dedicada a granos y cultivos forrajeros, cada vez es más desplazada por la producción de frutas y hortalizas, en especial, aguacate. Igualmente, varias parcelas es-tán cambiando de uso de suelo a raíz del crecimiento de la mancha urbana de Ciudad Guzmán, o bien, están siendo abandonadas ante la poca rentabilidad que ofrecen a sus productores.

8 Considérese que en este estado, en la región de los Altos se localiza una de las cuencas lecheras más importantes de México.

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Perfil de los productores y de las parcelas agrícolas en Zapotlán el Grande

En Zapotlán el Grande, la edad promedio de sus productores agríco-las es de 58.7 años, lo que demuestra el proceso de envejecimiento que se vive en el campo de México, derivado del casi nulo acceso que tiene la población joven a las tierras, aunado a la pérdida de interés de ésta en la agricultura por las pocas oportunidades de de-sarrollo que ofrece.

Visto por cultivo, un estudio realizado por Sagarpa y SEDER (s/f), señala que la edad promedio del productor de maíz es de 54 años y 56 años para los de sorgo, mientras que en aguacate es de 46 años y en hortalizas de 29 años. Esto muestra que quienes están ingresando mayoritariamente a los “nuevos” cultivos son producto-res jóvenes, en tanto que los agricultores de mayor edad prefieren mantenerse en los cultivos tradicionales, lo que puede explicarse por el hecho de que las personas, entre más edad tienen, suelen ser más conservadores en sus decisiones, precisamente porque su es-pacio temporal a futuro y sus condiciones físicas van disminuyendo, de manera que les resulta más difícil reponerse de un descalabro económico.

En el Cuadro 2 se muestra cómo está distribuida la tierra de acuerdo con el padrón de Procampo de 2008. Aunque el tamaño promedio de los predios es de 15.46 ha y el tamaño por productor es de 17.86 ha, 65.5% de las parcelas tienen cuando mucho diez hectáreas y 88.6% tienen un máximo de treinta hectáreas, aunque sólo controlan 26.8% de la superficie. Por lo tanto, se puede señalar que en Zapotlán el Grande la mayoría de los productores agrícolas son pequeños, por lo menos considerando la superficie que tienen.

Visto por régimen de propiedad, mientras que la propiedad pri-vada tiene un promedio de 31.1 ha por parcela, en los ejidos es de 9.35 ha y en la zona federal, donde se cultiva la mayor parte de las hortalizas que se producen en el municipio, es de 3.92 ha.

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Cuadro 2. Características de los predios agrícolas en Zapotlán el Grande, Jalisco

Escala de superficie sembrada

No. Productores %

Porcentaje acumulado

(%)Superficie

(Ha) (%)

Porcentaje acumulado

(%)

Hasta 1 ha 7 1.0 1.0 7.00 0.1 0.1

Más de 1 hasta 2 ha 28 3.9 4.9 46.65 0.4 0.5

Más de 2 hasta 5 ha 163 22.6 27.5 667.03 6.0 6.5

Más de 5 hasta 10 ha 274 38.0 65.5 2,104.00 18.9 25.3

Más de 10 hasta 30 ha 167 23.2 88.6 2,988.79 26.8 52.2

Más de 30 hasta 50 ha 39 5.4 94.0 1,578.62 14.2 66.3

Más de 50 hasta 100 ha 32 4.4 98.5 2,140.23 19.2 85.5

Más de 100 ha 11 1.5 100.0 1,613.69 14.5 100.0

Total 721 11,146.01

Promedio superficie 15.46

Desviación estándar 22.87

Fuente: Elaborado con base en Sagarpa, Padrón Procampo 2008, Zapotlán el Grande.

La utilización de sistemas de riego en la agricultura de Zapotlán, ha crecido en los últimos años, aunque continúan predominando las tierras de temporal. De acuerdo con los productores entrevistados, sólo 28.5% manifestaron tener riego en sus parcelas. Visto por su-perficie, sólo 13.6% de las siembras de 2008 fueron en superficie con riesgo (OEIDRUS-Jalisco).

De los productores que dijeron sí tener riego, 83% señaló haberlo instalado después del año 2000, es decir, este tipo de infraestructu-ra, fundamental para los cultivos comerciales, se fue intensificando durante los más recientes años.

En Zapotlán el Grande, un fenómeno que se está presentando re-cientemente es el abandono de la agricultura de muchos pequeños productores. De esta forma, aunque en la encuesta que aplicamos, todas las personas entrevistadas estaban incluidas en los distintos padrones de productores agrícolas, sólo 83.1% de ellas respondió que actualmente realiza una actividad agropecuaria. Es decir, casi 1 de cada 5 productores hoy ya no se encuentra involucrado en la agricultura, sea por edad, porque se dediquen a actividades indus-triales o de servicios, porque vendan sus tierras para uso urbano, pero principalmente, por la inviabilidad que hoy encuentran en esta actividad productiva.

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La renta de tierras agrícolas. Fenómeno de nuestros días

La renta de tierras agrícolas y la consecuente concentración de las mismas, es un fenómeno cada vez más presente en Zapotlán el Grande. Así, entre los productores entrevistados que ya no están activos en la agricultura, pero todavía tienen tierras (86.1%), el 63.3% manifestó que renta sus propiedades. A su vez, entre los que sí continúan trabajando en la agricultura, 51% dijo haber rentado alguna parte de sus tierras en los últimos años, mientras que sólo 7.6% señaló haber realizado una venta.

La renta de tierras es una alternativa para los agricultores, pues a través de ello pueden acceder a recursos que les permitan tra-bajar otras parcelas, financiar otro tipo de actividad productiva, o bien, asegurarse un ingreso sin asumir los riesgos que hoy tiene la agricultura. Además, el precio de la renta se ha incrementado de manera importante a medida que crece la demanda por parte de los productores de aguacate. A manera de ejemplo, en el ejido Mesa El Fresnito, hoy considerada una de las mejores zonas para el aguacate, la renta de una hectárea para sembrar maíz era de entre 1,500 y 3,000 pesos por año, mientras que ahora, los empresarios aguacateros ofrecen entre 6,000 y 10,000 pesos.9

¿Por qué los agricultores prefieren rentar en vez de vender la tierra? En primer lugar, porque ello les permite conservar la propie-dad como parte del patrimonio familiar, lo que da mayor seguridad ante potenciales condiciones adversas futuras. Pero también, por-que la posesión de la tierra tiene un valor más que económico para el agricultor; para muchos refiere a los logros alcanzados por sus antecesores después de la revolución mexicana, en tanto que para otros, la tierra es una parte importante de los elementos materiales que configuran su identidad como agricultor, principalmente aque-llos que en la agricultura han construido su principal medio de vida y subsistencia, estableciendo una relación fraternal y no simplemente instrumental con la naturaleza.

Ahora bien, aunque el precio es un factor que ha motivado a algu-nos a rentar sus parcelas, sólo 6.25% de los entrevistados manifestó esta razón. Por su parte, 56.3% dijo hacerlo por la imposibilidad para

9 Entrevistas con ejidatarios de El Fresnito, 22 de marzo de 2010. Cabe señalar que, aun cuando los productores ven positiva la llegada de empresas productoras de aguacate y otras frutas (como arándano o fresa), por los ingresos que les generan, muchos de ellos manifiestan reticencias a vender sus parcelas e incluso a arren-darlas a los productores de aguacate que ofrecen contratos de arrendamiento por hasta por cuarenta años, lo que consideran como una virtual venta.

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trabajarlas ellos mismos (ya sea por edad, por la migración de los parientes o por dedicarse a otras ocupaciones), mientras que 12.5% señaló que la renta por incosteabilidad de la agricultura.

Por lo que respecta al tipo de comprador o arrendador, aunque se está extendiendo la renta de parcelas a productores de aguacate provenientes de Michoacán, todavía predominan las negociaciones con personas de la misma comunidad. Así, entre los que rentan, 68.3% fue a agricultores de la misma comunidad o ejido; 19.5% a agricultores de otra comunidad o ejido, mientras que 12.2% fue para un gran propietario o empresa agrícola.

El hecho de que las rentas tengan como principal destinatario los propios miembros de las comunidades, se debe a que entre ellos es más fácil llevar a cabo una negociación, por las relaciones sociales que existen y los altos costos sociales que pudieran implicar un in-cumplimiento o una actitud abusiva. No obstante, es evidente que el porcentaje de participación de empresas agrícolas como arren-datarios crecerá en los próximos años en la medida que continúe creciendo el interés por plantar huertas de aguacate.

La introducción de insumos externos y la dependencia de los pequeños agricultores

A lo largo del siglo XX, la agricultura en México sufrió la intensi-ficación en el uso de insumos externos cuyo objeto ha sido el de incrementar los rendimientos de los cultivos, así como combatir pla-gas y enfermedades en el marco de una agricultura con orienta-ción principalmente económica. Para el Estado posrevolucionario, la producción de excedentes agrícolas que bajaran los precios de los alimentos, se convirtió en una prioridad para industrializar al país sobre la base de salarios bajos (Warman, 1976:283). En ese contexto, era indispensable que los agricultores adquirieran los pa-quetes tecnológicos provistos por las empresas, incluso calificando como “irracional y atrasado” al que no lo hiciera.

La imposición de tales paquetes tecnológicos, a través del crédito público y privado y de otras medidas como la comercialización, ha sido paulatina en Zapotlán el Grande, sobre todo desde la segun-da mitad del siglo XX, cuando la concentración de tierras facilitó la irrupción de la agricultura empresarial (Veerkamp, 1982:105). En la actualidad son pocos los productores que todavía no utilizan maqui-naria e insumos industriales, que además se han vuelto necesarios ante la caída en la fertilidad de la tierra.

En el caso de maquinaria, 91.3% de los productores entrevis-tados manifestó utilizarla, principalmente tractor (23.8%), rastra

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(17.8%) y arado (17%). Cabe señalar que a pesar del creciente uso de maquinaria, existe también una proporción importante de tareas agrícolas que todavía se realizan con las manos o haciendo uso de machete o animales, ya que 56.9% de los productores realizan así labores de limpieza del terreno, siembra, abono y fumigación. El 36.2% de estos agricultores señalan que realizan tales actividades porque es más barato o porque el suelo es pedregoso, en tanto que 26.8% lo hacen por tradición o enseñanza de los padres. Sólo 26.8% lo hace por cuidado de la vegetación o del suelo.

Por lo que toca a la aplicación de fertilizantes, 83.1% de los agri-cultores entrevistados dijo sí hacerlo, aunque también algunos pe-queños productores (los menos) aplican fertilizantes orgánicos: es-tiércol, composta y humus.

En cuanto al uso de semillas mejoradas, que es uno de los ele-mentos clave que fomenta la dependencia de la actividad agrícola respecto a los dictados de grandes empresas, 76.9% dijo consumir este tipo de semillas para la producción, mismas que son fabrica-das principalmente por empresas transnacionales como Monsanto y Pionner. De éstos, 64.3% señalaron utilizar semillas mejoradas para incrementar la producción, en tanto que 11.1% dijo hacerlo para superar las dificultades generadas por plagas y 11.9% porque así se lo recomendó el proveedor.

Finalmente, 75% de los productores manifestaron aplicar agro-químicos para combatir plagas y enfermedades, destacando el her-bicida glifosato y el insecticida carbofuran. De los que contestaron que no utilizan agroquímicos, 66% dio como explicación su elevado costo o que no tienen dinero. Es decir, 91.5% de los productores de Zapotlán o usan agroquímicos o quisieran usarlos si tuvieran recur-sos para ello, de manera que la internalización de este tipo de pro-ductos en la actividad agrícola local es ya una realidad, siendo muy pocos los productores que no los utilizan por razones de cuidado al medio ambiente o de protección a la salud

El creciente uso de maquinaria e insumos industriales en la agri-cultura de Zapotlán, genera una serie de consecuencias frecuen-temente negativas para los productores más pequeños y para el territorio:

1. Porque la incorporación de estos insumos externos genera un círculo vicioso en la medida en que los mismos suelen deteriorar los recursos productivos territoriales o hacer resistentes a las plagas y enfermedades. Ante ello, los productores se ven en la necesidad de acrecentar cada vez más su uso para mantener el mismo nivel productivo, dañando a su vez a los recursos territoriales e incremen-tando aún más su dependencia de los mismos.

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2. Adicionalmente, las grandes empresas proveedoras de este tipo de productos, suelen comercializarlos en paquete (es decir, para que determinada semilla mejorada sea eficiente, éste requiere de aplicar fertilizantes y agroquímicos fabricados por la misma empresa), de manera que el agricultor se vuelve casi totalmente dependiente de las mismas, incrementando su nivel de vulnerabilidad sobre todo porque los precios de estos insumos suelen incrementarse más que proporcionalmente respecto al precio de los cultivos.

3. Para los recursos territoriales y para la salud de los propios agricultores y sus trabajadores, el uso de estos productos ha sido altamente perjudicial. Por ejemplo, en el caso de los agroquímicos, el carbofuran es uno de los plaguicidas más tóxicos que hoy existen tanto para animales, como para el ser humano, pues es un inhibidor reversible de la colinesterasa, que en condiciones de continua expo-sición puede incluso ocasionar la muerte.

Por su parte, el herbicida glifosato, producto estrella de la trans-nacional Monsanto, aunque es comercializado como un “herbicida perfecto para una visión de agricultura sustentable y de protección al medio ambiente” (Monsanto, 2010), en realidad es una sustancia tóxica incluso para el hombre, pues puede facilitar la propagación de distintos tipos de cáncer (Robin, 2008:121-133).

En resumen, la llegada de la “modernidad” al campo de Zapotlán el Grande, ha generado un cambio sustancial en la actividad agrícola y alimentaria de los pequeños productores. Mientras que muchos de ellos antes sembraban maíz criollo, realizaban las labores con bes-tias y una alta proporción de su consumo era de producción propia (tenían, además de ganado bovino, pollos, cerdos; producían maíz, arroz, frijol, alguna frutas y verduras; hacían sus propias tortillas, etc.), en la actualidad éstos trabajan con tractores, usan semilla mejorada y ahora requieren de mayores insumos externos, como fertilizantes y agroquímicos. Esto los hace más vulnerables a los cambios externos, como el alza de los precios y los daños al medio ambiente, situación que se agrava porque cada vez compran más alimentos del exterior.

La reconversión productiva en el siglo XXI

El proceso de reconversión agrícola derivado de las presiones nacio-nales e internacionales hacia la explotación de las ventajas compa-rativas, tiene en Zapotlán el Grande un reflejo en la intensificación de la siembra de frutas y hortalizas. Si bien es cierto que en las zonas limítrofes a la laguna de Zapotlán, se han producido diversas

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hortalizas desde hace casi cuarenta años (Veerkamp, 1981:33), o que en las faldas del nevado de Colima, las huertas de durazno fueron fundamentales para el desarrollo económico del poblado El Fresnito durante los años setenta y ochenta, este tipo de agricultura se rea-lizaba en superficies pequeñas y su producción era destinada princi-palmente a los mercados regionales. Por el contrario, hoy las nuevas explotaciones hortofrutícolas se producen en grandes superficies, in-corporan bienes de capital de alta tecnología, y su orientación es ha-cia la agroindustria, los grandes mercados urbanos y la exportación.

De entre este tipo de cultivos, durante la última década es la producción de aguacate la que sobresale en el sur de Jalisco, pues aunque las primeras huertas datan de la década de 1980, la super-ficie se ha incrementado notablemente a partir de 2001, de manera que para 2009 totalizaban ya 5,770 hectáreas, de las cuales 1,407 hectáreas estaban en Zapotlán el Grande (Gráfica 2), convirtiendo a este municipio en el mayor productor de Jalisco y en uno de los más importantes de México, exceptuando al estado de Michoacán.

Las primeras huertas aguacateras en Zapotlán el Grande, se lo-calizaron en la zona noreste del municipio, en las faldas de la sierra del Tigre (ver Mapa 2), ocupando espacios que desde mediados del siglo XX ya habían sido deforestados por la Compañía Industrial de Atenquique,10 y que se habían destinado a siembras de maíz, sorgo, otros granos, así como al pastoreo.

10 La Compañía Industrial de Atenquique, localizada en el municipio de Tuxpan, tuvo desde 1945 y hasta 1995, cuando fue una compañía paraestatal, la concesión ex-clusiva para explotar una superficie de 1’048,000 hectáreas de bosque en el sur de Jalisco y en Colima (Medina, 1998).

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No obstante, a partir de 2007 la mayor intensificación de huertas se da al suroeste del municipio, en las faldas del volcán de Colima (Mapa 2). El crecimiento de las plantaciones en esta zona, tiene dos razones básicas: 1) que en la parte noreste existen pocos espacios con aptitud alta para el aguacate, la mayoría de los cuales ya están plantados; 2) que la nueva zona tiene una elevada fertilidad de sue-lo para producir esta fruta. Cabe señalar que aunque la plantación en esta área, en su mayoría es sobre terrenos que ya se dedicaban a la agricultura, cada vez son más las huertas que se están instalado sobre superficie boscosa, siendo uno de los riesgos más importes que esta actividad puede generar para la región.

El boom del aguacate en el sur de Jalisco responde tanto a las oportunidades comerciales que se han presentado para esta fruta en el mercado interno y en el de exportación (luego de la apertu-ra del mercado de Estados Unidos de América a las importaciones mexicanas iniciada en 1997 y terminada de consolidar en 2007), como por la cercanía y condiciones agronómicas similares del sur de Jalisco con la zona aguacatera del estado vecino de Michoacán, donde en 2008 se concentró 84.7% de la superficie nacional dedi-cada a este cultivo.

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Ahora bien, ¿quiénes están participando en el cultivo de aguaca-te? Como puede observarse en el Cuadro 3, de los 82 productores que hasta 2009 tenían huertas, prácticamente la mitad son peque-ños, es decir, tienen menos de 5 hectáreas aunque sólo controlan 4.92% de la superficie. Por su parte, los productores medianos, con superficies superiores a 5 hectáreas pero inferiores a 50, represen-tan 36.5% del total, controlando 34.2% de la superficie. Finalmente se encuentran nueve grandes productores con más de 50 hectáreas, quienes controlan 70% de la superficie aguacatera municipal.

Por lo tanto, aunque en la producción de aguacate participan mu-chos productores pequeños que intentan encontrar una alternativa productiva para sus tierras, la tendencia clara es hacia la concentra-ción de esta actividad en pocos grandes agricultores, quienes tienen los recursos económicos y las relaciones con la intermediación para invertir en un cultivo costoso, riesgoso y de retorno a largo plazo.11

11 Una hectárea de aguacate cuesta alrededor de cien mil pesos hasta el tercer año y trescientos mil pesos al quinto año (cuando se instala infraestructura de riego), siendo que su recuperación se da en el mediano plazo, pues no empieza a producir sino hasta el tercer año, consolidando su nivel productivo hasta el octavo o noveno año.

Cuadro 3. Productores de Aguacate y Superficie Sembrada en Zapotlán el Grande, Jalisco

2009

Escala de superficie sembrada

No. Productores

Porcentaje%

Porcentaje acumulado

%

Superficie (Ha)

Porcentaje%

Porcentaje acumulado

(%)Hectáreas

Menos de 1 8 9.76 9.76 2.775 0.20 0.20

1 10 12.20 21.95 10 0.71 0.91

Más de 1 hasta 2 15 18.29 40.24 26.5 1.88 2.79

Más de 2 hasta 5 10 12.20 52.44 29.95 2.13 4.92

Más de 5 hasta 10 14 17.07 69.51 102.6 7.29 12.21

Más de 10 hasta 30 12 14.63 84.15 235.14 16.72 28.93

Más de 30 hasta 50 4 4.88 89.02 142.7 10.14 39.07

Más de 50 hasta 100 5 6.10 95.12 330.99 23.53 62.60

Más de 100 4 4.88 100.00 526.1 37.40 100.00

Total 82 1,407

Fuente: Elaborado con base en información de JLSVZG, 2010.

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Además, dentro de los grandes productores se encuentran per-sonajes con experiencia provenientes de Michoacán, los cuales cada vez establecen más huertas en todo el sur de Jalisco (entre los cuatro más grandes, dos son originarios de aquel estado). Aunque algunos de estos personajes han comprado predios en la región, la mayoría logra el acceso a la tierra a través de contratos de partici-pación (llamados sociedades “a medias”), por medio de los cuales se “asocian” con el dueño de la propiedad o bien rentan la tierra hasta por períodos de cuarenta años, de los cuales pagan una renta durante los primeros veinte años, mientras que para los siguientes veinte, ofrecen una sociedad con el dueño del predio, en que éste recibe un porcentaje de las utilidades.

Si bien es cierto que las rentas que pagan los aguacateros son atractivas para los dueños de la tierra, también constituyen para los empresarios arrendatarios un negocio redondo pues “conquistan” terrenos de alta fertilidad a un precio mucho menor al que cuesta en Michoacán, donde una hectárea se cotiza entre 60 y 70 mil pesos en arrendamiento.

Pero, por otro lado, para muchos pequeños agricultores locales no integrados en la siembra de aguacate, quienes solían arrendar tierras para sembrar maíz o para el pastoreo, esta nueva actividad les está repercutiendo negativamente, pues el aumento de los pre-cios de la tierra “arrastra” también a aquellas no aptas para la fruta, de manera que sus costos se están elevando a un punto tal que pierden rentabilidad.

Finalmente, con la renta y venta de tierras lo que se está gene-rando es la concentración de la superficie cada vez en menos manos y la salida de la agricultura de muchos pequeños productores, cuyo conocimiento empírico, forjado a través de varias generaciones, se está perdiendo quizá para siempre.

Como puede verse, la transformación que vive el campo en Za-potlán el Grande hacia los cultivos hortofrutícolas, está generan-do consecuencias poco halagüeñas para los pequeños productores, quienes ven cada vez más difícil obtener la subsistencia en la agri-cultura.

A pesar de ello, muchos buscan la manera de adaptarse a los cambios y de obtener de ellos beneficios, incursionando aunque sea marginalmente en estos cultivos “especulativos”. Para esto hacen uso de múltiples estrategias como: 1) el pluriempleo; 2) las redes familiares y sociales para financiar no sólo la nueva actividad, sino también el gasto diario del hogar en tanto empieza a haber pro-ducción; 3) la integración horizontal entre varios productores (esta

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acción la realizan principalmente las mujeres que están instalando algunos pequeños invernaderos de jitomate); 4) destinar al culti-vo nuevo sólo una porción de la superficie con la que cuentan, en tanto no comience a ser rentable; 5) intercalar cultivos, como por ejemplo, algunos productores de la zona de El Fresnito que plantan al mismo tiempo aguacate y durazno, de manera que las ganancias que obtienen con el durazno (pues el árbol comienza a dar fruto al año) sirva para financiar el desarrollo del aguacate; 6) asociarse con productores más consolidados a través de los ya señalados contra-tos de participación, etcétera.

El discurso de la reconversión agrícola

La mercantilización de la agricultura y su reconversión productiva de los últimos años, ha venido acompañada de un discurso que ca-lifica de emprendedor al que incursiona en los nuevos cultivos y de atrasado e irracional al que no lo hace. Así, entre los empresarios productores de aguacate se menciona constantemente como absur-do que en Zapotlán el Grande se siga sembrando maíz cuando éste ya no es rentable. Incluso, hablan de que los agricultores que siguen sembrando maíz son porque “le tienen miedo al cambio”.12

La postura de estos productores se encuentra impregnada por sus propios intereses, ya que buscan el convencimiento de los agri-cultores sobre las ventajas de cultivar aguacate a fin de que se aso-cien con ellos o les vendan su producción, y así poder aglutinar una oferta capaz de satisfacer los requerimientos de los compradores mayoristas.

Pero independientemente de lo anterior, es además una posición demasiado limitada, pues se basa exclusivamente en considerar al sector agropecuario con una visión económica mercantil, cuando la alimentación no es precisamente un fenómeno exclusivamente eco-nómico, donde el espíritu de utilidades monetarias sea el principal motor de las decisiones. Por el contrario, la producción de alimentos conlleva muchas otras circunstancias, incluso socioculturales, que de-ben ser consideradas antes de calificar de irracional cualquier tipo de decisión que no se basa en esta prerrogativa de utilidad capitalista.

En el caso del cultivo de maíz en el valle de Zapotlán, deben considerarse además de aspectos como el hecho de que producir maíz garantiza el alimento básico de la población rural en épocas de crisis, permitiéndole sustraerse parcialmente del mercado, y de

12 Entrevista con un productor de aguacate, 2 de mayo de 2008.

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elementos culturales, de tradición familiar y de solidaridad con la comunidad, que también existe otro tipo de condiciones que expli-can estas decisiones.

Una de ellas es el hecho de que en el valle la mayor parte de la superficie es de temporal, en una zona donde el agua además es es-casa. Adicionalmente, la mayor parte del valle está clasificado como de bajo potencial para producir aguacate, de manera que el maíz se convierte en el cultivo más seguro.

Finalmente, para muchos productores el cultivo de maíz no es autónomo, sino que forma parte de una serie de estrategias produc-tivas. Así, por ejemplo, en la comunidad El Fresnito, los pequeños agricultores combinan la siembra de maíz con la cría de ganado. El proceso mediante el cual obtienen los recursos para sobrevivir y mantenerse en la agricultura, es el siguiente: 1) siembran maíz principalmente como insumo forrajero, aunque también destinan una parte para el autoconsumo de la familia. Casi no venden por-que el precio no les conviene; 2) al ganado lo usan como factor de producción para la venta de leche (dado que se trata de ganado en campo, en temporadas de lluvias, la leche producida en la comuni-dad puede llegar hasta 15 ó 20 mil litros mensuales, mientras que en tiempo de estiaje se producen, cuando mucho, seis mil litros mensuales) y de crías de becerros; 3) sin embargo, también tienen al ganado como alcancía, de manera que cuando los tiempos son malos, entonces venden parte de éste para financiar los gastos del hogar y la siembra del siguiente período.

Por lo tanto, quienes descalifican a aquellos agricultores que no se “alinean” al modelo capitalista neoliberal y globalizador, lo hacen no con argumentos sólidos, sino con base en sus propios intereses o por un desconocimiento total sobre la realidad en que viven muchos pequeños agricultores.

Conclusiones

La agricultura en el mundo y en México está sufriendo cambios sus-tanciales hacia modelos poco favorables para los pequeños agricul-tores. En el estudio de caso presentado en este trabajo, nos damos cuenta cómo esta actividad cada vez es menos rentable para la ma-yoría, siendo que sólo unos cuantos, no precisamente los pequeños productores, están sacando provecho de la situación.

Si bien es cierto que el campesino ha sido históricamente la prin-cipal víctima del modelo de desarrollo capitalista industrial en Méxi-co (Warman, 1976), de manera que no puede hablarse que su situa-ción actual sea sólo consecuencia de lo sucedido recientemente, la

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realidad es que la implantación del neoliberalismo en la agricultura ha agravado el nivel de vulnerabilidad en que se encuentra.

Y es que la creciente mercantilización de la agricultura en todas sus fases, que hace cada vez más dependientes a los agricultores de insumos externos, controlados por grandes compañías; la desvalori-zación de los cultivos tradicionales que se han sembrado en México, sobre los cuales no se reconoce que su trascendencia va más allá de su valor agregado económico, involucrando elementos sociocul-turales, políticos y de estabilidad comunitaria y familiar; la concen-tración del poder en pocos grandes actores, la mayoría de los cuales se encuentran alejados de los territorios rurales; la cada vez menor atención del Estado hacia los pequeños productores, expuestos a un modelo de mercado asimétrico y agresivo; el envejecimiento de los pequeños agricultores y la falta de interés en el campo por parte de las nuevas generaciones, que no encuentran en él los medios para su desarrollo; todos son factores que hoy hacen que el pequeño agricultor, aquel que todavía sigue dependiendo de la agricultura para reunir la mayor parte del ingreso familiar, tenga una situación mucho más frágil.

Además, la vulnerabilidad de los pequeños agricultores también crea condiciones vulnerables para el propio país: 1) porque nuestro país es cada vez más dependiente de alimentos provenientes del exterior;13 2) porque la dependencia de insumos industriales para la agricultura, hace a ésta más vulnerable ante condiciones econó-micas y medioambientales adversas, además de que está dañando los recursos que el país tiene; 3) porque la falta de oportunidades en el campo está expulsando gente en mucha mayor proporción a la capacidad del sector industrial y de servicios para absorberla, ya no siendo viable la válvula de escape que hasta hace pocos años era la migración; 4) porque con la desaparición de muchos pequeños agri-cultores, México pierde un conocimiento empírico forjado durante varias generaciones, que ha permitido la subsistencia y la relativa estabilidad de muchas comunidades.

Por lo tanto, aunque los pequeños productores agrícolas en Méxi-co se niegan a morir y, por el contrario, buscan a través de un com-plejo juego de estrategias, mantenerse en el campo y subsistir con él, las condiciones cada vez son más adversas. Con esto, no sólo pierden ellos, sino todos nosotros, habitantes rurales y urbanos.

13 Sólo entre 1994 y 2009, México importó alimentos por 185,206 millones de dó-lares, de los cuales 127,030 correspondieron a productos agropecuarios (INEGI-BIE).

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POSIBILIDADES Y LIMITACIONES DE LOS PEQUEÑOS PRODUCTORES

EN LA HORTICULTURA ORNAMENTAL:EL CASO DEL VIVERISMO EN TETELA

DEL MONTE, MORELOS

Kim Sánchez Saldaña1

Adriana Saldaña Ramírez2

Introducción

Desde hace décadas, la horticultura ornamental ha sido promocionada por el gobierno estatal de Morelos como una alternativa de desarrollo para el medio rural, en especial para el pequeño productor, debido a su atractiva rentabilidad y a las condiciones favorables del estado, tales como posición geográfica, rutas de acceso, disponibilidad de agua y climas (Mundo, 2006:75). De acuerdo con un funcionario entrevistado, en el 2008 Morelos recibió un apoyo de 15 millones de pesos de los gobiernos estatal y federal debido a la importancia de su producción de ornamentales (FG, 31/07/2008).

Con el propósito de indagar sobre estas supuestas ventajas y aquilatar las posibilidades y limitaciones de los pequeños produc-tores, se realizó una investigación preliminar de esta actividad en Tetela del Monte, de agosto de 2008 a julio de 2009. Esta localidad periurbana de la ciudad de Cuernavaca, es uno de los espacios más importantes de la entidad en donde se producen flores y plantas de ornato bajo el sistema de vivero.

Para contextuar estos estudios se ofrece el panorama general de la producción de ornamentales en la entidad, su articulación con redes nacionales e internacionales de abasto y comercialización, así como la incidencia de las políticas gubernamentales en su desarrollo.

En este trabajo se resumen algunos resultados de esta investi-gación centrados en las principales tendencias de crecimiento del viverismo, la conformación de un sistema adoptado por el pequeño

1 Facultad de Humanidades, UAEMor, correo electrónico: [email protected] Centro Regional de INAH, Morelos, correo electrónico: [email protected]

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productor de origen campesino y los actuales retos frente a moder-nos proveedores y canales comerciales.

I. Orígenes y difusión de la moderna horticultura ornamental en Morelos

En la entidad, el punto de partida de la moderna horticultura orna-mental se identifica en los años cuarenta, con la llegada a Cuernavaca de Axel Wenner-Green, un empresario de nacionalidad sueca.3 En-tre otras actividades construyó el fraccionamiento residencial Rancho Cortés, para lo cual empleó a un jardinero japonés especializado, Ma-rio Z. Ogurí, quien se dedicó a introducir y adaptar diversas varieda-des de flores y plantas importadas. A finales de esa década, Wenner-Green y Ogurí fundaron el vivero “Jardín de Cortés”, con sucursales en la ciudad de México y Acapulco (Mundo, 2006:268). La experiencia de Ogurí se transmitió especialmente a su trabajador Fabián García, de Tetela del Monte, y se extendió más allá de Cuernavaca, pues al-gunos de sus primeros aprendices se trasladaron a Cuautla.

Estos hechos se enmarcan en la inmigración de un grupo de ja-poneses después de la Segunda Guerra Mundial a Morelos y Esta-do de México, quienes cumplieron un papel protagónico en difundir la llamada “floricultura moderna” (Castro, en prensa; Hernández, 1989:13; Mundo, 2006). El término “floricultura moderna” se asocia en general al carácter intensivo y especializado de la producción, en oposición a una “floricultura tradicional” caracterizada por trabajar en pequeñas extensiones en el mismo terreno donde vivía el pro-ductor y una limitada variedad de flores y plantas.

Después, en los años sesenta se reportó otra oleada de japoneses, al menos en ambos estados, de los cuales una gran parte se dedicó a lo mismo que sus antecesores.4 En Morelos, los recién llegados fueron apoyados por Ogurí que en ese momento ya era un productor consoli-dado. Por su parte, los trabajadores de éstos eran personas originarias o asentadas en zonas próximas a sus establecimientos, adquiriendo los

3 Axel Wenner-Green era un magnate sueco muy exitoso en ciertos negocios, entre ellos, los electrodomésticos. También estuvo implicado en la creación de Teléfonos de México. Además, hay autores que afirman que trabajó como espía para el “go-bierno alemán, a los fines de garantizar un flujo permanente de materias primas e hidrocarburos mexicanos” (Yankelevich, 2008).

4 Según Castro (en prensa), una parte de los japoneses que se encontraban en el país llegó a residir a Cuernavaca y Temixco con la intensión de producir arroz y flores. Algunos no encontraron las tierras adecuadas y se trasladaron a otras loca-lidades en el Estado de México, entre ellos, Villa Guerrero, en donde acontecía un desplome del cultivo de granos básicos y frutales (Castro, en prensa; Hernández, 1989:13).

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conocimientos necesarios para emprender sus negocios adoptando muchas de sus prácticas y las variedades introducidas.

En los años siguientes, todavía en los sesenta y hasta finales de los setenta, los productores locales se fortalecieron y multiplicaron. El incremento de los viveristas correspondió con el aumento de la demanda de plantas y flores, así como de servicios asociados a la jardinería de una población recién llegada, de alto poder adquisi-tivo. Cabe señalar que desde los cuarenta, Morelos, en particular Cuernavaca, constituyó un polo de atracción para cierto sector del Distrito Federal que buscó construir casas de campo o de descanso, que se caracterizaron por tener grandes jardines, donde se buscaba la tranquilidad lejos de la gran ciudad y un clima benigno. A esto se añade la vocación turística de la entidad que también estimuló el crecimiento poblacional, por lo cual se construyó una cantidad im-portante de fraccionamientos en municipios de Cuernavaca, Jiute-pec, Emiliano Zapata y Temixco (Delgadillo, 2000:33-34).

Paralelamente, algunos viveros –de inmigrantes y locales– exten-dieron sus actividades al Distrito Federal, Estado de México y Aca-pulco. Incluso, los viveristas morelenses tuvieron participación en los mercados mayoristas de Xochimilco, en el que se creó una sección para ellos. Esto ocurrió en el mercado Madre Selva, de Nativitas, fun-dado en 1976, luego de una división de floristas del mercado de Xo-chimilco. A finales de los setenta y durante los ochenta, los viveristas morelenses en éste eran aproximadamente 60 productores. Sin em-bargo, con el paso del tiempo muchos fueron traspasando sus locales a productores de diversos orígenes, y en la actualidad hay alrededor de 750 locatarios de diferentes lugares (Anónimo, 26/10/2008).

En los hechos ya existían viejos vínculos de productores locales con el mercado de Xochimilco, pues desde décadas anteriores había la costumbre de vender nochebuena, gladiola y otras variedades, en especial para la fiesta de la virgen de Guadalupe en diciembre (FC, 13/03/09). Pero a partir de los años setenta estos canales se diversifi-caron en la medida que maduró la moderna horticultura ornamental.

II. La consolidación de los productores locales y frustrados intentos de exportación

Los ochenta se puede considerar como una etapa que se caracterizó por diversos procesos que posibilitaron la consolidación de los pro-ductores locales, su desarrollo tecnológico y especialización. A pesar de que el gobierno intentó que incursionaran en el mercado externo, en los hechos el sector viverista reforzó su orientación a la demanda interna y a los vínculos regionales.

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Está ampliamente documentado que a nivel nacional el Estado promovió un giro de la política agropecuaria que, entre otras medi-das, se tradujo en la diversificación del patrón de cultivos al intro-ducir los llamados “cultivos de lujo” –como flores y hortalizas–, así como su venta en el mercado externo (Sarmiento, 1997:27).

Ya a finales de los setenta, la producción de exportación tuvo un impulso notable en varios estados, entre los más destacados, Mi-choacán con claveles y pompones y el Estado de México con rosas (INIFAP y PRODUCE, 2003). En Morelos, la exportación de flores comenzó en 1983, gracias al apoyo del gobierno de Lauro Ortega (1982-1988), quien impulsó varios proyectos florícolas. Se propició la construcción de invernaderos en diferentes puntos de la entidad con el propósito de obtener un producto con calidad de exportación. Así se creó la Unión de Productores de Flores, Follajes y Ornamen-tales del Estado de Morelos, S.A., que agrupaba a estos productores (Sarmiento, 1997:29). Se dio prioridad a las mujeres en el progra-ma “Cultivo de flores en módulos sociales”, en el que agrupadas se encargarían de nuevas variedades como clavel, miniclavel, rosa y gerbera (Corral, 2008:40).5

En esa etapa hubo una introducción considerable de ornamenta-les importadas de Francia, Holanda y Estados Unidos para aumentar la oferta. De acuerdo con uno de los informantes en campo de la localidad de Santa María, en esa época se exportaba alrededor de 90% de la producción y el resto era destinado al mercado nacional (II, 28/11/2008). También algunos productores morelenses parti-ciparon en viajes al extranjero organizados para que los floriculto-res mexicanos tomaran conciencia de esa oportunidad, siendo que México contaba con una diversidad de climas en los que se podían obtener distintas variedades y la ventaja que representaba ser veci-no de Estados Unidos (Ortega, 1989:7).

Sin embargo, la exportación representó varios problemas para los productores, quienes no pudieron satisfacer la demanda en calidad y volumen, a veces por sus deficientes condiciones de infraestructu-ra y la falta de conocimientos técnicos, que no fueron pensados por el Estado y que llevó a muchos a tomar decisiones contradictorias (Ortega, 1989:8).6

5 A juicio de Ana Sandoval (1992; citada por Corral, 2008:40), el fracaso de este programa se debe principalmente a que fue una decisión “desde arriba” que no tuvo arraigo en las comunidades elegidas por el gobierno.

6 Otro factor determinante en el fracaso de los proyectos, tuvo que ver con la salida de Lauro Ortega del poder y la llegada de Antonio Riva Palacio (1988-1994). Este último no tenía el interés de continuar con el esquema del gobernante anterior, aunque creó el Instituto de la Floricultura, que no tuvo mayor impacto (Sarmiento, 1997:29).

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Finalmente, la producción morelense continuó basada en el mer-cado interno pues su experiencia y prácticas estaban acordes con esos canales de comercialización. De aquellas iniciativas guberna-mentales los mayores logros fueron, en realidad, el aumento de variedades y técnicas, la especialización productiva en pequeña es-cala, así como la explotación intensiva de los viveros.7

De hecho, hubo una ampliación de la demanda en el estado, en correspondencia con el acelerado proceso de urbanización y de crecimiento demográfico. Sobre todo, fue a partir de los sismos de 1985 cuando un número importante de defeños se establecieron en Morelos. Entonces, el mercado de los viveristas se amplió a otros sectores de la población que buscaban flores y plantas a precios módicos, ya no sólo para los grandes jardines.

Por otro lado, se ramificaron los vínculos con viveristas e interme-diarios de regiones vecinas, a través de prácticas comunes de inter-cambio de variedades que en sus propios lugares no se producían, o bien para complementar sus pedidos. Tales relaciones favorecieron el intercambio de material vegetativo, de saberes y experiencias.

En ese contexto, Morelos vio llegar a familias viveristas de Xochi-milco, que producían y al mismo tiempo contaban con un espacio de venta en los mercados mayoristas. Su expansión a localidades mo-relenses tuvo justamente sus antecedentes en la compra de flores y plantas que no se obtenían en el Distrito Federal con el fin de comple-mentar su propia producción. Sin embargo, luego vieron la oportu-nidad de comenzar a rentar sus propios terrenos y, posteriormente, comprarlos, aprovechando mejores condiciones productivas (sobre todo clima y disponibilidad de agua).8 Así, fueron dejando sus vive-ros en Xochimilco y únicamente conservaron sus espacios de venta, de acuerdo con cierta división del trabajo entre los miembros de la familia: algunos permanecían en Morelos para cuidar la producción (siempre acompañados de personal local contratado), otros atendían la venta en Xochimilco y se dedicaban a conseguir plantas en diver-sas zonas para ampliar su oferta, especializándose y participando en distintos eslabones de la cadena, lo cual explica su prosperidad y

7 En cambio, en el Estado de México hubo un crecimiento acelerado de la floricultura empresarial basada en invernaderos, orientada a la exportación de flor de corte a Estados Unidos (Castro, en prensa).

8 Tales ventajas permiten que en Morelos se puedan obtener dos producciones al año, mientras que en el Distrito Federal solamente una. Aunque actualmente los entre-vistados reclaman que el agua es más escasa en estos lugares, por lo cual comien-zan a trasladarse al municipio de Jojutla, donde se dedican principalmente a la pro-ducción “en verde”, es decir, de plantas. Además, mantienen vínculos con viveristas de Acapulco y Colima (OP, 26/10/2008; Anónimo, 26/10/2008; O, 27/02/2009).

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permanencia hasta la actualidad. Estos viveristas se concentraron en los municipios de Cuautla, Emiliano Zapata y Jiutepec.

En menor medida, en esta fase se desarrollaron algunas inicia-tivas empresariales, tales como el vivero El Morro, en el sur de la entidad (municipio de Jojutla), que se especializó en follajes y viole-tas. Este gran vivero funcionaba vinculado a otros tres ubicados en Acapulco, Estado de México y Michoacán, que pertenecían al mismo dueño, a través de los cuales se manejaban distintas variedades, aprovechando los atributos climáticos de cada lugar.9 Esta empresa de capital nacional redujo de manera importante su actividad en las siguientes décadas, perdiendo espacios de mercado ante los nuevos competidores (BC, 18/03/09).

III. Tendencias de reestructuración productiva y diferenciación de los productores

El Censo Agropecuario de 1991 revela que Morelos era uno de los principales estados con mayor superficie dedicada a la producción de ornamentales: más de 700 ha sembradas en campo abierto, 200 ha en vivero y 80 unidades en invernadero (Mundo, 2006:74; INI-FAP y PRODUCE, 2003).

Los diagnósticos de instituciones de gobierno en Morelos conclu-yeron que para potenciar ese desarrollo era necesario organizar a los productores, modernizar sus sistemas de producción y comercia-lización, al tiempo de introducir una “filosofía empresarial” en el sec-tor. Las políticas que se siguieron de esta caracterización coinciden, en general, con propiciar mayor competitividad de los productores, aumentar su tecnificación y resolver la falta de integración de la ca-dena de ornamentales, los cuales se consideraron factores decisivos en la pérdida de posibles beneficios en un dinámico sector.

Paralelamente, estas políticas coincidieron con la llegada de gran-des empresas importadoras de material vegetativo al estado, alta-mente tecnificadas, que introdujeron prácticas empresariales e insu-mos varios, así como el imaginario del negocio moderno y próspero.

Sería conveniente contextualizar estas afirmaciones, debido a que la situación –y discursos– en el estado ha sido influida por dis-tintos fenómenos nacionales e internacionales, que aquí sólo men-cionaremos someramente.

9 La colocación en el mercado era realizada a través de su propia casa distribuidora ubicada en Xochimilco, desde donde se enviaban los pedidos a sus clientes, entre los que figuraron los pequeños y medianos viveristas como los de Tetela del Monte, hasta los supermercados como Comercial Mexicana.

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En primer lugar, el desarrollo agrícola capitalista presenta a esca-la mundial grandes transformaciones tecnológicas y organizativas, en el marco de una nueva estructura del mercado de productos primarios, dominada por empresas transnacionales. En México, en particular, el sector más dinámico ha estado vinculado con las ex-portaciones no tradicionales de hortalizas, frutas y, en menor medi-da, de flores (Lara y De Grammont, 1999). Su crecimiento se basó en varias estrategias como: la diversificación productiva, la descen-tralización de las estructuras productivas (asociación con producto-res), la creación de cadenas de comercialización, la movilidad de las empresas para producir en diferentes regiones de acuerdo con la demanda del mercado, el desarrollo de formas flexibles de trabajo, entre otras. Su competitividad no ha dependido estrictamente de los avances tecnológicos, sino de la capacidad de organizar y combinar los distintos elementos de la producción; en ese sentido, coincidi-mos con autores que caracterizan este proceso como reestructu-ración productiva de la agricultura más que de su modernización (ídem). Asimismo, dentro de esta versatilidad se puede observar que en muchos casos hay gran interés en controlar simultáneamen-te canales de comercialización en los mercados externo e interno.

En segundo lugar, y en contraposición a las oportunidades com-petitivas del sector hortícola mexicano de la región noroeste, la agri-cultura empresarial del sector florícola no tuvo suficientes condicio-nes para incursionar en el mercado mundial. En cambio, invierten en México grandes compañías extranjeras que producen e impor-tan material vegetativo (semillas, plántulas, bulbos, esquejes, etc.) para la floricultura y la horticultura, que funcionan como empresas globales que cuentan con la logística necesaria para moverse dentro y fuera del país. Algunas de estas empresas, como veremos más adelante, justamente se instalan en Morelos y adquieren un funcio-namiento caracterizado por su flexibilidad productiva (ibíd.).

En tercer lugar, hay que mencionar que a nivel mundial la actividad más dinámica y rentable ha sido la flor de corte (no de plantas vivas). Nuestro país está lejos de tener un lugar significativo en este merca-do (dominado en el continente por Colombia); sin embargo, la flori-cultura empresarial en el Estado de México, desde la década anterior, hacía esfuerzos por ampliar su participación en el mismo, haciendo fuertes inversiones en infraestructura, tecnología e incorporando cri-terios y formas que trataban de seguir los estándares internacionales. Las dificultades de competir en ese espacio, profundizado por la crisis económica nacional de mediados de los noventa, llevaron a que a la postre la floricultura mexiquense empresarial centrara su producción

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en el mercado interno.10 En este proceso, la producción de ornamen-tales había sufrido cambios importantes pues, fuera destinada para flor de corte o planta viva (en maceta), había muchos elementos en común y tendencias que habían ganado reconocimiento: diversifi-cación e innovación de variedades producidas, empleo de sustratos agroindustriales, control fitosanitario, asistencia técnica, inversión en infraestructura, intervención en la comercialización, entre otros. Desde luego, el grado y ritmo en que estas novedades podían ser aprovechadas dependía de los recursos disponibles y expectativas, pero aun los pequeños productores se encontraban ya en un escena-rio que definitivamente había cambiado.

En suma, desde la década de los noventa el viverista en Morelos se enfrentó a importantes cambios en la cadena de ornamentales que implicaron nuevos insumos, variedades, formas de producir y comer-cializar que precipitaron la polarización de los productores. En otro sentido, esto también significó la presencia de nuevos actores, tales como las empresas de material vegetativo señaladas, y una renovada intervención del Estado en su afán de “modernizar” la actividad.

Todo ello no ha llevado a una plena conversión del viverista tradicio-nal, más bien, éste tuvo que adaptarse a nuevas prácticas y adecuar las nuevas tecnologías según sus posibilidades, al tiempo que mantie-nen relaciones y espacios antes construidos donde puede persistir.

III.1 Grandes agronegocios de material vegetativo

Como se ha mencionado, en Morelos comenzaron a operar una serie de empresas altamente tecnificadas, la mayoría de capital extran-jero, que se encargan de distribuir material vegetativo importado a productores de diferentes municipios. Antes de esta década, en Morelos no había empresas que suministraran este tipo de materia prima para la horticultura de ornato, aunque en otras partes del mundo ya operaban como en Estados Unidos, Japón y Europa (FM, 10/10/2008).11 Entre éstas se encuentran Floraplant, Vivero Inter-nacional, Akiko, Stigma y Plántulas de Tetela. Asimismo, exportan parte de su producción a Estados Unidos, Canadá y Europa, lo cual ha sido para algunas su principal fuente de ganancias.

Por su magnitud e influencia entre los pequeños productores des-taca Floraplant. Esta empresa, fundada con capital transnacional, en

10 Para mayor información sobre el desarrollo de la floricultura mexiquense, véase Pablo Castro (en prensa).

11 En la actualidad, aproximadamente 90% del material vegetativo –bulbos, semi-llas, esquejes, plántulas– utilizado en el país, es importado.

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un principio producía esquejes para mercado externo y planta ter-minada para el interno. Al paso del tiempo, los esquejes y plántulas se comercializaron también en el país.12

Desde 1991 opera en la localidad de Tetecalita, en el municipio de Emiliano Zapata, a través del sistema de invernadero que le permite obtener la calidad necesaria para enviar los pedidos a su clientela en México, Estados Unidos, Canadá y otros países en Europa. Los distribuidores de la empresa se encuentran en Tenango de las Flo-res, Puebla; Atlacomulco, Estado de México; Xochimilco, Distrito Fe-deral; Tetecalita, Morelos; Zapopan, Jalisco, y Celaya, Guanajuato. Además, una empresa llamada Horticultural Marketing Associates (HMA) promueve sus productos en Estados Unidos y Canadá.

Floraplant ofrece material vegetativo –esquejes y plántulas–, planta terminada (sólo para mercado nacional) y otras innovaciones como arquitectura de paisaje en pisos y azoteas, lo último ya se desarrolla en algunos países de Europa y Asia.

Una empresa asociada con Floraplant es Floramundo que en rea-lidad es la misma, pero con distintas razones sociales. Floramundo se encarga de la comercialización de planta terminada y las sucur-sales se encuentran en Tetecalita, Morelos, que se hace cargo de los pedidos fuera de la ciudad de México; y Xochimilco, que controla los que se hacen al interior. Asimismo, vende ciertos insumos, como sustratos ecológicos que son traídos de Holanda y Canadá (peat moss, fibra de coco y “agroalita”); charolas importadas desde Ale-mania y macetas compradas en Michoacán.

En el país, su clientela cubre pequeños, medianos y grandes pro-ductores en distintos puntos como Cuautla, Tetela del Monte, Atlixco y Xochimilco, quienes compran esquejes y plántulas de distintas va-riedades, siendo la nochebuena la más significativa. Entre sus com-pradores también se aprecian grandes empresas como Home Depot que compra planta terminada. Aunque hay que decir que muchas veces Floramundo, para cubrir su cuota para aquel cliente, compra plantas a productores de Tetela del Monte y Xochimilco, a los que a su vez les había vendido las plántulas y esquejes.13 Home Depot manda a Floramundo la etiqueta con su marca, así como informa-ción sobre los cuidados básicos.

12 www.floraplant.com (consultada en mayo de 2009).13 Cabe notar que Floraplant recurre así a una estrategia de “subcontratar” al peque-

ño productor, reduciendo sus costos y riesgos para desarrollar el cultivo de cierto tipo de plantas.

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En Morelos, esta agroindustria ha generado una fuente de em-pleo importante en la región donde se ubican sus invernaderos. De acuerdo con el Servicio Estatal de Empleo, el personal que des-empeña las labores de producción son mayoritariamente mujeres, alrededor de 500, provenientes de localidades cercanas como Chi-concuac, Tepetzingo y Tetecalita. Mientras que el personal técnico, considerado como calificado, es de otros lugares.

Esta empresa de material vegetativo, fuertemente vinculada con otras en diversos países del mundo, hace llegar nuevas especies de flores y plantas hasta las manos de los viveristas en nuestro país. Además, introduce una amplia gama de insumos, tales como cha-rolas, sustratos industrializados, enraizadores y otros agroquímicos. En buena medida el éxito de este tipo de empresas se retroalimenta con las presiones del mercado por aumentar la calidad y variedad de flores o plantas, al mismo tiempo que tratan de formalizar el uso de patentes y pago de regalías. Por otro lado, coincide con el incre-mento de plagas y su control, ofreciendo normas fitosanitarias en el manejo del material vegetativo y otros insumos.

La tendencia al uso de tecnologías de punta (biotecnología y bio-genética) va de la mano con la mayor penetración de las agroem-presas en el ramo. El pequeño productor está prácticamente exclui-do de innovaciones tecnológicas para invernadero y otros productos de alto valor. Pero se ha vuelto inevitable la compra de plántulas y esquejes, agroquímicos, así como otros insumos que representan mayores costos de producción, pero en la medida de sus posibi-lidades se ajusta a estas exigencias pues su capacidad competi-tiva depende de la innovación constante de sus productos y en la presentación que se da a éstos. Entonces, los viveristas dependen cada vez más de compañías importadoras entre las que se encuen-tran Floraplant y otras no descritas aquí, como Vivero Internacional, Akiko, Nedermex, Plantec y Plántulas de Tetela, que son las que im-ponen en el mercado las variedades de “moda”. La mayoría de ellas, cuando introducen un nuevo producto, prestan la capacitación nece-saria durante un corto período de tiempo para que los productores lo conozcan, aunque éstos van adaptando aquellos conocimientos a su experiencia y recursos disponibles.

Cabe advertir que en el caso de Floraplant y Vivero Internacional, su localización en Morelos se ha visto motivada por su interés en re-ducir costos de producción, pues compiten en un mercado dinámico de escala mundial. El empleo de mano de obra barata, la disponibi-lidad de recursos y los privilegios institucionales explican en buena medida su desarrollo. Los pequeños productores viveristas no fue-ron, en principio, razón para establecerse en Morelos, ni actualmente

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son su principal clientela, pero en la práctica se han vuelto un canal atractivo de comercialización.

III.2 Organizaciones de productores

En cuanto a las organizaciones de productores, el logro de este tipo de asociaciones se debe a su esfuerzo para poder negociar unidos como grupo en la compra de insumos y tecnología, pero en gran medida también apoyados por programas gubernamentales para su consolidación, en especial del fideicomiso conocido como FIRA.14

Una de las más importantes de este tipo es Productores de Or-namentales de Morelos (POMAC) que inicia en 1995, integrada por 300 productores de diferentes municipios y que tuvo sus anteceden-tes en las asociaciones de floricultores y viveristas en Cuernavaca, Cuautla, Jiutepec, Cocoyoc y Acatlipa (Mundo, 2006:151). POMAC se dedica a dar asistencia técnica a través de talleres y seminarios organizados junto con FIRA; giras tecnológicas en países de América y Europa; la organización de exposiciones y ferias donde sus agre-miados pueden vender sus productos a precios más elevados que en sus viveros. Otra de sus funciones es la búsqueda de financiamiento de FIRA para los productores de plantas de ornato, proveedoras de insumos, transportistas y comercializadores agremiados.

En segundo lugar, se puede destacar otro tipo de organización de viveristas que tiene como meta la comercialización, formando las concentradoras o comercializadoras. Éstas tienen la finalidad de almacenar producción en un espacio destinado para ello, ofrecien-do a los clientes, flores y plantas en grandes volúmenes (Mundo, 2006:149). La primera de estas comercializadoras en el país se fun-dó en Morelos en 1991, en el municipio de Cuautla, llamada Orna-plant, con viveristas de Cuautla y Cocoyoc. El nuevo modelo comen-zó a imitarse. Prueba de esto es que en 1992 surge Ornamentales de Cuautla y, cinco años más tarde, el Instituto de Comercialización de Plantas (Icoplants), en Colima (ídem). Actualmente se cuentan otras más en Morelos como Proplant, Flora Cuautla, Unión de Pro-ductores La Palma, Centro Jardinero, Vida Plant, Agromor, Viveros Unidos de Cuautla, Mega Flores de Cuautla, Eco Cuautla, Innovaflor

14 “Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura en el Banco de México tiene como origen la determinación de solucionar algunos de los problemas que afectaban en el agro mexicano, por lo cual, en 1944 el gobierno federal asignó al Banco de México, a través de su Departamento Fiduciario, la responsabilidad de dar apoyo a la banca privada en la recuperación de sus créditos a la agricultura y asegurar a los productores agropecuarios en sus fuentes de financiamiento” (Pé-rez, 1989:177).

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y Floresser de Cuautla (Granada, 2007), la mayoría apoyadas por FIRA. Después de la formación de Ornaplant, la comercializadora más importante ha sido la Concentradora Nacional de Plantas Orna-mentales (Conaplor), que aparece en 2005, también en el municipio de Cuautla, y se anuncia como “la central de abasto de la flor”.15

Constituida en un principio por ciento setenta productores, tiene en la actualidad solamente alrededor de ochenta que, en general, producen en extensiones que van de las 2 a las 4 ha, sobresalien-do la empresa Floraplant con 50 ha. Esta asociación clasifica a los productores bajo dos categorías: socios y proveedores. Los socios son aquellos que se incorporan pagando una cuota mensual, con la libertad de comercializar la planta que deseen en un espacio de 120 metros cuadrados para exhibir su producción. Mientras que los proveedores buscan sólo un lugar de venta sin asumir mayores com-promisos, a quienes se les restringe en espacio, pidiéndoles que sólo aporten flores y plantas que los socios no tengan (alrededor del 10% del total de ventas). Cuando se tienen grandes pedidos, se favorece a los socios y si hay faltantes, llaman a los proveedores, a quienes dan las especificaciones de lo que se necesita. La mayoría de los que participan con Conaplor son productores del municipio de Cuautla y, en menor medida, de Jiutepec, Cuernavaca y Emiliano Zapata.16

Los clientes llegan desde diversos puntos del país como Ciudad Juárez, Monterrey, Xochimilco y Puebla, para comprar y después revender a otros productores o para vender en sus propios viveros. Entre sus consumidores más importantes se encuentran los gobier-nos de los estados, las empresas constructoras y hoteleras de More-los, la Riviera Maya, los Cabos y Acapulco Diamante.17

En síntesis, estas formas asociativas apoyadas por el Estado han facilitado efectivamente el acceso a insumos, infraestructura y tec-nología para la producción, así como resuelto problemas logísticos que aumentarían su capacidad de distribución. Sin embargo, por su

15 Iniciativas similares apoyadas por el gobierno se impulsan en el Estado de México, pues se considera estratégico concentrar la oferta de insumos, productos, equipos, infraestructura y servicios. Con ello se pretende proporcionar acceso a tecnologías modernas, a precios competitivos, para hacer más eficiente la cadena productiva y promover la cultura de calidad.

16 Además de la comercialización, tienen otro tipo de proyectos que han llevado a la incubación de tres empresas más que son: INIBE, que tiene la función de dar finan-ciamiento de FIRA; Proveeduría, para conseguir insumos e insecticidas a un precio más accesible, y SETO, para acceder a la asistencia técnica en el planteamiento de proyectos para obtener recursos a nivel municipal, estatal y federal.

17 Para su promoción, Conaplor y Ornaplant trabajaron intensamente con el munici-pio de Cuautla “embelleciendo” las obras que se realizaron con el motivo del Bicen-tenario de la Independencia: distribuidores viales, fuentes y jardines públicos.

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estructura y dinámica de funcionamiento, estas instituciones han promovido al productor competitivo y capitalizado, marginando en los hechos a la mayoría de los viveristas.

Por ejemplo, los apoyos de gobierno más relevantes para la infra-estructura son mejor aprovechados por los productores que cuentan con un capital significativo, pues se requiere que el solicitante in-vierta 50% del proyecto presentado.

El objetivo publicitado es lograr que pequeños productores pue-dan llegar a trabajar como lo hacen medianos y grandes viveristas, con criterios de eficiencia empresarial y diversas normas técnicas, basadas en el paradigma de la calidad. En ese sentido, a la par de es-tos recursos financieros se está apostando a la capacitación a través de diversas instituciones como centros tecnológicos, universidades, fundaciones y organizaciones, lo cual también presenta problemas, pues generalmente se basan en el uso de nuevas tecnologías, a la cuales la mayoría de los viveristas en la entidad no tienen acceso ni suelen interesarse, pues conlleva mayores gastos y responsabilida-des que saben que no podrán atender.

Entonces, los programas gubernamentales destinan recursos téc-nicos, financieros y propagandísticos que formalmente dan cabida a todos los productores ornamentales de la entidad, pero que en últi-ma instancia favorecen un amplio proceso de selección de viveristas empresariales.

Paralelamente, en la medida que las grandes compañías floriculto-ras pueden participar en esas instituciones y programas, obtienen una ventaja adicional, pues no solamente dominan el mercado de los insu-mos ornamentales para los productores, sino que también aprovechan tales canales para incrementar su inversión y clientela directa.

IV. El caso de los viveristas de Tetela del Monte

Tetela del Monte se ubica al norponiente del municipio de Cuernava-ca, un poblado de origen campesino que fue absorbido por la expan-sión de la metrópoli cuernavaquense, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX.18 El núcleo de viveristas constituye, junto con el de Santa Inés en Cuautla y Parres en Jiutepec, las tres áreas com-pactas más importantes de estos pequeños productores en Morelos (Mundo, 2006:75).

18 De acuerdo con el XII Censo de Población y Vivienda de 2000, Tetela del Monte cuen-ta con 3,156 habitantes. Es considerada localidad urbana de Cuernavaca y puede ser consultada en la base de datos SCINCE de INEGI, que incluye información por colonias (Subunidad 178-H). No existen datos actualizados del Conteo de Población 2005.

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Como se ha mencionado, pobladores de Tetela del Monte fueron los primeros aprendices de Mario Z. Ogurí y pioneros del viverismo ornamental en Morelos, dando inicio a una larga tradición que ya abarca tres generaciones. Este hecho circunstancial ofreció una al-ternativa de subsistencia que modificó sustancialmente su carácter rural y vocación campesina, para transformarse en un territorio pe-riurbano (Ávila, 2006), donde subsisten las prácticas agrícolas liga-das con la demanda de la población de las ciudades, así como una alta movilidad de las personas de un sector productivo a otro.

En la actualidad existen más de cien viveros, siendo distintivo el carácter familiar de su organización, la transmisión del oficio a las nuevas generaciones y manteniendo una estrategia de desarro-llo basada en el conocimiento empírico de esta actividad (Mundo, 2002). La habilidad y esfuerzo de las familias viveristas consolidaron su presencia en el mercado nacional, en el que ostentan con orgullo el sobrenombre de “capital de la nochebuena”.

Cabe mencionar que Morelos contribuye con la tercera parte de la producción nacional de 15 millones de plantas terminadas de noche-buena (sin considerar la producción de esquejes que son material vegetativo). A su vez, en el ámbito estatal, Tetela del Monte es el principal productor, con un total anual de un millón de plantas de nochebuena (FG, 31/07/2008).

IV.1 Momentos del viverismo montetelano

En Tetela del Monte se pueden apreciar las distintas fases de evolu-ción de la horticultura ornamental que hemos visto brevemente para todo el estado, destacando que en esta localidad el viverismo surgió vinculado al crecimiento residencial característico de Cuernavaca, dominado por pautas de consumo cosmopolita de altos ingresos.

Su ulterior desarrollo también se adecuó para cubrir un mercado cada vez más diversificado en Morelos, aumentando sus relaciones con Xochimilco y otros centros viveristas en regiones vecinas de México y Puebla. Hay que destacar que por su ubicación y caracte-rísticas climáticas (templado subhúmedo), se especializó en ciertas variedades de flores, en particular de nochebuena, así como belén, malvón, azalea, begonia, crisantemo, margarita y cempasúchil.19

Posteriormente, la década de los ochenta representó el auge de la actividad en el pueblo, expresado en la acelerada multiplicación de

19 Por las mismas razones, Tetela del Monte nunca fue lugar de interés para las familias xochimilcas inmigrantes, quienes prefirieron emplazarse en lugares más cálidos del estado.

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los viveros; si bien no existen registros de la cantidad que entonces había, algunos informantes estiman que eran ya decenas. Ocurre tanto la sucesión de la segunda generación de viveristas que amplían los viveros pioneros o de sus trabajadores que abren sus propios ne-gocios, así como la incursión de nuevos productores animados por el éxito de aquéllos. Muchos viveristas novatos comenzaron poniendo plantas en sus solares, cubriéndolos con malla-sombra.

En esta etapa el acceso a los servicios de agua, energía eléctrica y la modernización de las vías de comunicación representaron un gran avance en la producción y comercialización de los viveros. El empleo de bombas y mangueras resolvió el problema de escasez de agua fuera de la temporada de lluvias, reemplazando viejos depósi-tos rústicos en sus terrenos.

Así, la consolidación del viverismo pasó por la modernización de la infraestructura del poblado que permitió la producción intensi-va, mejorar la calidad de su producción y diversificar su oferta. Su progresiva especialización aprovechó diferentes oportunidades para hacerse de más especies adecuadas a las condiciones climáticas del lugar y adaptarlas a sus sistemas de producción, además de desa-rrollar variedades propias.

Todo ello fue dando fama al lugar y diversificó sus canales de comercialización, aun cuando en su mayoría dependían de interme-diarios externos, pues el crecimiento del viverismo se centró en las fases productivas y poco en desarrollar sus estrategias mercantiles. Al mismo tiempo, en el caso de Tetela del Monte es evidente que las iniciativas gubernamentales para formar figuras asociativas y fomentar la exportación no tuvieron acogida.

En suma, para los años ochenta el viverismo se había transfor-mado en una actividad económica atractiva que permitió mejorar el ingreso de los hogares y sus beneficios se reflejaron también en la comunidad. No obstante, a pesar de crearse condiciones para la producción intensiva durante todo el año, el carácter estacional de su mayor ingreso (la nochebuena) fomenta que muchos viveros se mantengan como actividades de tiempo parcial, junto con la diversi-ficación de ocupaciones en el seno de las familias; el crecimiento de la ciudad de Cuernavaca animó también estas alternativas.

La siguiente fase, que podría ubicarse desde la década de los noventa y hasta la actualidad, se caracteriza por un complejo pro-ceso que redunda en la diferenciación económica de los viveros y la emergencia de pequeños empresarios en Tetela del Monte. Se pue-den distinguir tendencias internas y externas a la comunidad que se venían construyendo desde etapas anteriores y sobre todo de la precedente, debido al giro de la economía nacional y a una política

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agropecuaria que favorece tanto a los cultivos suntuarios, como a las lógicas empresariales.

En cuanto a la cadena de ornamentales, en primer lugar, el fenó-meno más trascendente es la penetración indirecta de las grandes empresas que dominan el mercado de insumos. Por ejemplo, Flora-plant provee de esquejes y plántulas a muchos pequeños viveristas en Tetela del Monte. La entrega puntual –en sus propios vehículos– de esquejes o plántulas en charolas a cada vivero, está precedida por el pedido y pago anticipado a la empresa proveedora, lo cual le permite a ésta planificar flexiblemente su demanda global. Con la compra del material vegetativo se promueve una variedad de sustratos preparados y otros insumos industrializados que, como ya mencionamos, representan mayores costos de producción que los viveristas no siempre pueden realizar, o sólo ocupan en las varie-dades más rentables. Más bien, se profundiza una estratificación de los viveros de acuerdo con los recursos disponibles para invertir en estas modernas tecnologías.

Este fenómeno es más significativo si se considera que afecta la creatividad del viverismo tradicional, elemento fundamental de su historia. Es decir, hasta antes del manejo de material vegetativo por modernas empresas, el viverismo se desarrolló como un oficio arte-sanal con tecnología propia, fomentando la búsqueda y mejoramiento de especies. Así, por ejemplo, se reconoce el aporte original de pro-ductores montetelanos en crear nuevas variedades de nochebuena (Mundo, 2006).20 En cambio, ante el creciente control de patentes por grandes empresas transnacionales, esta creatividad se ve opacada e incluso se considera “piratería” la adaptación de productos al peque-ño vivero.21 Paradójicamente, algunos consideran que el primer “pi-rata” en la región fue un extranjero, Robert Poinset, quien se llevó a Estados Unidos la nochebuena (originaria de Morelos y Guerrero) en 1928 y décadas después creó la variedad en maceta o “enana”, cuya patente actual deben pagar los productores al comprar esquejes.

20 “… los viveristas de Tetela del Monte a través de los años han desarrollado una tecnología propia y produciendo hibridaciones de gran importancia; más aún, han logrado plantas que ni siquiera las transnacionales puntales en biotecnología han hecho, como la nochebuena rehilete” (Mundo, 2006:456). Además, el autor agrega la adaptación a la horticultura ornamental de la conocida Vara Blanca y las hibrida-ciones denominadas Superior y Valenciana.

21 De acuerdo con un representante de Conmexflor, muchas empresas extranjeras no quieren vender a México porque no se puede controlar la reproducción ilegal de plantas y flores. Según este funcionario, lo más común es que los trabajadores de grandes invernaderos se lleven a escondidas un poco de plantas para reproducirlas en sus parcelas (EGT, 29/08/2008).

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En segundo lugar, los programas estatales, como ya se ha seña-lado, han propiciado la diferenciación de los viveristas, con base en criterios “empresariales”, que no dan el justo valor a los conocimien-tos y a la capacidad desarrollados por estos pequeños productores para mantener su participación en el mercado. En ese sentido, con-sideramos inadecuado el diagnóstico de FIRA que, priorizando por cuestiones tecnológicas, define este viverismo como de “bajo nivel” (FIRA, 1996; citado por Mundo, 2002: 26-27) y asocia a ello otras supuestas “debilidades” características, tales como “ser reacios a organizarse” o “carecer de una filosofía empresarial”.

Por otro lado, los gobiernos municipales y estatales constituyen clientes ocasionales, pero muy significativos, para el mantenimiento de áreas verdes y espacios públicos. Sin embargo, pocos viveros pueden satisfacer estos pedidos pues requieren manejar grandes volúmenes de producción, calidad y precio atractivos, así como ca-pacidad financiera pues frecuentemente el pago no es inmediato. Además de los requisitos ya mencionados que permiten aspirar a tales licitaciones, también influyen las relaciones personales y reco-mendaciones con los funcionarios responsables.22

En tercer lugar, el productor de Tetela del Monte ha incursionado débilmente en sistemas de acopio y comercialización de asociacio-nes del estado, prefiriendo estrategias mercantiles pasivas e indi-viduales o en pequeños grupos familiares, y sobre todo, de pago inmediato y al contado de sus mercancías. En efecto, es notorio que sólo algunos viveristas del lugar participan en Conaplor u otras asociaciones establecidas en Cuautla, principalmente como provee-dores. Pese al relativo éxito de estas comercializadoras en Morelos, los viveristas de Tetela del Monte son escépticos en cuanto a sus beneficios, pues consideran que hay distintos inconvenientes. Los informantes expresaron varios motivos por los cuales no les inte-resaba su participación regular, entre los que se encuentran una serie de trámites complicados, la demanda en calidad y cantidad de lotes de flores, entre otras. Por ejemplo, un productor mencionó en una entrevista que anteriormente participó en una comercializa-dora, pero debido a que en ésta se le exigía surtir semanalmente

22 Otra medida de intervención estatal, aunque orientada con fines políticos dema-gógicos, fue que el gobierno municipal en el período 2006-2009, dio créditos a per-sonas que no tenían experiencia en la actividad y que fracasaron a la postre. Entre algunos viveristas de tradición, estas acciones y prácticas fraudulentas derivadas de ellas (por ejemplo, la venta de bombas para fumigar que recibieron gratuita-mente en ciertos proyectos), favorecen la emergencia de individuos y grupos que viven dedicados a conseguir recursos gubernamentales.

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entre 500 y 1,000 plantas, prefirió retirarse por su edad avanzada (FC, 13/03/2009). Frente a esta opción, han preferido la venta a múltiples intermediarios (mayoristas, minoristas y detallistas) que llegan a la comunidad.

IV.2 Estrategias de producción y reproducción

Por lo ya expuesto se entiende que el viverismo en Tetela del Monte se compone actualmente de una diversa gama de productores que dependen de una demanda estacional marcada y de la constante innovación de sus mercancías. Aun cuando predomina un nivel tec-nológico limitado, la calidad de su producción ha conquistado una amplia clientela nacional, especialmente en la flor de nochebuena.

Sin embargo, como parte del deterioro económico general de los hogares populares y de las tendencias específicas que dominan el sector de ornamentales, ha ocurrido un proceso de diferenciación social entre los viveristas. En el estrato superior, una minoría tiene superficies mayores a 3,500 metros cuadrados, siendo viveros relati-vamente intensivos en mano de obra, capital y tecnología, así como mercados más o menos consolidados de variedades tradicionales e innovadoras, algunas de alto valor (Mundo, 2002). En el extremo opuesto, una gran cantidad de pequeños viveros de escasa extensión (superficies de hasta mil metros cuadrados), baja tecnología y mer-cados inestables de variedades tradicionales de bajo costo (ídem).23

Habría que matizar la anterior referencia a los recursos tecnoló-gicos utilizados pues, salvo excepciones, todos los viveros carecen de infraestructura de punta y realizan su riego manualmente con manguera; por otra parte, el empleo de agroquímicos y sustratos industrializados entre otros, refleja el uso obligado de biotecnología para alcanzar sus actuales rendimientos y prevenir las plagas. Aun-que sin duda, los viveros con mayores recursos económicos tienen más posibilidades de invertir en tecnología, conocer los adelantos en materia de ornamentales y obtener asesoría especializada.

De forma similar a lo que se registra en San Lorenzo Tlacotepec, en el municipio de Atlacomulco, Estado de México (Bustamante y Bustamante, 2007), hay una tendencia a la estratificación de los

23 En 2001, Jaime Mundo (2002) realizó una amplia encuesta entre 44 viveristas de Tetela del Monte, como parte de su Tesis de Maestría en Desarrollo Rural por la UAEM. Incluyó varios indicadores referidos al historial del viverista, su infraestruc-tura productiva, infraestructura complementaria, recursos financieros, laborales, tecnológicos, comercialización, entre otros. Con base en sus resultados, así como en nuestro posterior trabajo de campo en el lugar, se sugiere esta somera caracte-rización de los productores.

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productores, si bien en el caso mexiquense existe un grupo con ca-pacidad económica, social y política para condicionar las pautas de la producción regional y su acceso al mercado. En el caso montetelano no hay grandes productores, ni la distancia económica y tecnológica entre viveristas es tan marcada, a la vez que las redes intrafamilia-res y las prácticas de reciprocidad frenan tal polarización. Pero, a la par de aquéllos, el viverismo subsiste como una actividad artesanal en la que participa la familia, al mismo tiempo que adaptan a sus posibilidades una agricultura intensiva en constante cambio.

En general, para cubrir sus requerimientos todo viverista necesita un hábil manejo de materia prima, infraestructura, tecnología y ca-pital disponibles, así como de recursos sociales fundamentales. Estos últimos incluyen trabajo, conocimientos y habilidades, pero también relaciones y prácticas de intercambio que permiten sortear las ca-rencias o sacar mejor provecho de las posibilidades de cada vivero.

Una faceta fundamental de los recursos sociales del viverismo tradicional reposa en el carácter familiar de su organización. Los diferentes miembros de la familia participan en labores centrales y secundarias (regar, deshierbar, trasplantar, podar, fumigar, etc.), de acuerdo con capacidades y posibilidades que combinan criterios pragmáticos (por ejemplo, disponibilidad de horarios) y culturales (por ejemplo, relación de parentesco).24

Este carácter familiar de la organización permite reducir los cos-tos de producción, toda vez que emplea mano de obra no remune-rada, al tiempo que redunda en la reproducción social del viverismo en sentido amplio. En correspondencia con el origen campesino de esta población, las familias viveristas integran unidad de producción y unidad de consumo, atendiendo al mismo tiempo sus posibilidades y las necesidades de todos sus miembros.

En esta lógica, otro aspecto de la administración de recursos del típico vivero de Tetela del Monte se refiere a la planificación anual de las variedades que desarrolla, lo cual se rige tanto por la de-manda esperada, la relación costo-beneficio de cada planta, como por la liquidez económica de la familia. Esto es, trata de combinar y alternar varios cultivos previendo obtener un ingreso regular para el sustento del hogar, para cubrir los costos de mantenimiento del vivero mismo, así como otros gastos importantes que debe hacer en distintos momentos del año (por ejemplo, la renta anual del terreno o la compra de material vegetativo).

24 La muestra analizada por Jaime Mundo (2002:94) mostró que sólo 2.3% de los encuestados no tenían ningún familiar que laborara en su vivero.

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Cada uno de estos viveros determina, de acuerdo con su expe-riencia productiva, manos disponibles y otros recursos, así como a la clientela prevista, cuáles son las especies que desarrollará en el año y la antelación con que deberá hacer la propagación y/o inversión de material vegetativo. Asimismo, son factores decisivos la duración del ciclo de reproducción de las distintas variedades y su precio en el mercado. De acuerdo con Bustamante y Bustamante (2007), el viverista en Atlacomulco, Estado de México, también combina los criterios de tiempo y costo para seleccionar las plantas que cultivará en el año, e incluso aquellas que prefiere comprar externamente pues le resulta más caro producirlas.

Por otra parte, es de notar que, a diferencia de otros productores agrícolas que se dedican a hortalizas comerciales en Morelos (Sán-chez, 2009), los viveristas no cuentan con créditos ni compras por adelantado por parte de los intermediarios.25 Esta relativa indepen-dencia tiene sus ventajas y desventajas. Los viveristas deben tener la liquidez suficiente para mantener el hogar y sufragar todos los gastos que a cada momento significa ofertar una gama de flores y plantas cuya comercialización es impredecible. En caso que no con-sigan vender toda la producción de determinada variedad, obliga al vivero a desecharla pues después de superar cierto tamaño co-mercial se consideran desperdicio; no es pues común, que éstas se aprovechen para obtener nuevas propagaciones.26

Evidentemente, esta competencia “abierta” refuerza la necesidad de mantener y mejorar la calidad de la producción, pero también la presión por innovar y seguir las modas del mercado.

En el mismo sentido, adquiere mayor significación comprender que sus clientes habituales son una red social cuyos respectivos in-tereses –como compradores o vendedores– les lleva a obtener ma-yores beneficios de cada transacción, pero a la vez, de preservar esa relación en el tiempo con un trato personalizado.27 Con mayor razón por parte del productor, quien no sólo trata de mostrar preferencias

25Con excepción de uno o dos de los viveros más prósperos que tienen una relación regular con Floraplant y Floramundo que incluye pedidos constantes y créditos.

26 De acuerdo con un informante, hay productores que suelen guardar la planta de nochebuena que no vendieron hasta el siguiente año para sacarle nuevos esquejes, pero considera que esta opción no es rentable debido a los gastos en insumos, riego y espacio requeridos, así como la debilidad de tales esquejes (JC, 18/11/2008).

27 Don Fidencio recuerda que a fines de los setenta: “…a doña Conchita (de Xochimilco) le llevaba fletes hasta tres veces a la semana… tenía ventas de seis mil pesos por via-je”. Cuenta que esto le hacía trabajar mucho porque todas las plantas eran de su vive-ro, y cuando en una ocasión completó el pedido con plantas de otro lado, doña Cochita se las regresó, pidiéndole que en adelante sólo le llevara suyas (FC, 13/03/2009).

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a compradores atractivos, sino también de darle un servicio eficien-te (lo que puede implicar canalizarlo hacia viveristas familiares o amigos cuando no tiene aquello que el cliente busca).

En tales circunstancias, la trayectoria de cada vivero puede asi-mismo condicionar la búsqueda de otros ingresos complementarios en los hogares, a través de empleos asalariados o en el pequeño comercio. Existen múltiples formas en que se complementan activi-dades e ingresos, lo cual también depende de las variaciones en la demanda anual de trabajo para el desarrollo de las plantas y de la composición del propio grupo doméstico. No obstante, también hay que considerar que la diversificación de ingresos deriva en una diná-mica involutiva en muchos viveros; ya sea porque la multiactividad de los hogares deteriora un oficio artesanal que requiere constancia y celo, bien sea porque las expectativas de las nuevas generaciones rompen la continuidad del viverismo tradicional.

Los hogares de viveristas prósperos con mayor producción son aquellos que aseguran hacer de esta una actividad especializada: tienen diferentes variedades todo el año, requieren de mano de obra familiar y asalariada para la producción (propagación y crecimien-to), y dedican también más tiempo para la comercialización.

Conclusiones

El sector de la horticultura ornamental, en particular el viverismo, es una de las actividades que al gobierno le interesa impulsar, con la visión de crear empresas de alta calidad, tipo Conaplor, ya que Morelos se ubica en los primeros lugares a nivel nacional.

Sin embargo, la dificultad para acceder a apoyos efectivos del Es-tado, lleva al pequeño viverista a depender de su habilidad y esfuerzo para mantenerse en un dinámico mercado. Los espacios periurbanos en Cuernavaca, Cuautla, Jiutepec y otros municipios han creado con-diciones para su desarrollo, a pesar de la disputa por recursos con las ciudades; la comercialización hacia Xochimilco, Acapulco y otros centros turísticos también ha favorecido estos y otros espacios de viveristas en Jojutla y lugares más cálidos del estado lejos de las ciu-dades. Los viveristas participan en una amplia red de zonas produc-toras de ornamentales que abastecen el mercado nacional, a través de distintas clases de intermediarios. La rentabilidad de las plantas y flores de ornato ha permitido la especialización de los productores, si bien están sometidos a la constante presión por el aumento del costo de sus insumos y deben disputar su presencia ante las influencias dominantes nacionales e internacionales de “libre mercado”, para construir tales nichos que permitan su reproducción.

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En el caso de Tetela del Monte, el viverismo implicó un cambio definitivo del patrón de cultivos en esta zona agrícola periurbana, adaptándose simbióticamente al particular crecimiento de la ciudad de Cuernavaca. Debido a ello, el viverismo ha contenido de alguna manera la expansión urbana, al mismo tiempo que la moderniza-ción de los servicios ha facilitado su propio desarrollo. Asimismo, esta actividad ha generado una importante fuente de ingresos en la comunidad y, dado su alto insumo de mano de obra permanente y eventual, ha desalentado la emigración de la población local.

La conversión de las actividades agrícolas precedentes –y la casi desaparición de las milpas– se explica además por la mayor ren-tabilidad de los cultivos de ornato, alentados por las nuevas políti-cas agropecuarias. De acuerdo con varios informantes, este tipo de productor rara vez se descapitaliza, pues en el peor de los casos su venta le permite recuperar lo invertido. Incluso, según afirma un es-pecialista en la materia, las ventajas económicas de estos pequeños productores se constatan en que la mayoría renta terrenos pues sus parcelas son ya insuficientes (FG, 31/07/2008).

Sin embargo, habría que matizar estas apreciaciones, si bien es cierto que el ingreso por superficie supera enormemente a otros cul-tivos (máxime a los granos básicos), también es un hecho que este mercado suntuario resiente el deterioro de la capacidad adquisitiva de toda la población y, en el mejor de los casos, motiva a que el viverista busque estrategias comerciales menos pasivas.28

De cualquier manera, este desarrollo está condicionado por las características de una actividad que, de un lado, depende de un mercado que concentra su demanda sólo en ciertos momentos del año y, por otro lado, exige la búsqueda constante de variedades y presentaciones innovadoras.

También hemos visto que el aumento de los costos de producción, aunado a las presiones competitivas dentro y fuera de la comuni-dad, ha profundizado en los últimos años el proceso de diferencia-ción económica y por tanto, a una estratificación de los productores, donde cada familia trata de sacar el mejor provecho de sus recursos y/o de ingresos complementarios.

28 Un viverista recuerda que los clientes “antes hasta se peleaban las plantas”, en cambio “a mis muchachos el año pasado se les quedó mucha planta, mucha la tuvieron que tirar” (LC, 12/03/2009). La competencia entre viveristas del lugar ha llevado a que algunos ya no baste “esperar que lleguen solos”, sino que “hay que salir a buscarlos”.

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Todo ello permite entender por qué Tetela del Monte se ha cons-tituido en una de las mayores concentraciones de producción de ornamentales en la entidad. Del mismo modo que los sistemas de producción, las prácticas habituales, su inserción en la cadena y su ubicación geográfica son algunas de las principales razones que revelan el perfil actual del viverismo en esta comunidad, así como su falta de interés en participar en las grandes comercializadoras de Cuautla.

Por último, cabe advertir que la heterogeneidad de los viveristas se profundiza en un contexto general de encarecimiento del nivel de vida, puesto que no sólo implica limitaciones para adquirir bienes y servicios, sino también para vender sus mercancías ya que éstas son finalmente de lujo.

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PEQUEÑOS PRODUCTORES, BIOCOMBUSTIBLES Y GUERRAS POR EL ESPACIO.

LA SOSTENIBILIDAD AGRÍCOLA CUESTA ARRIBA. ELEMENTOS PARA EL ANÁLISIS

DESDE EL SOCONUSCO CHIAPANECO1

Francisco Rangel2

Héctor B. Fletes Ocón 3

Introducción

La sustentabilidad agrícola, la demanda mundial de aceite de palma y la guerra por el espacio, constituyen tres elementos de análisis para caracterizar una serie de dificultades que los pequeños pro-ductores (PP) de Villa Comaltitlán, municipio localizado en la región Soconusco de Chiapas, tendrán que enfrentar para cumplir con la demanda de biocombustibles como una alternativa para revertir el calentamiento global. Los análisis indican que si bien el cultivo de palma tiene sentido tanto desde una perspectiva empresarial, por el bajo costo de acceso a la tierra y el control de su procesamiento y comercialización, como para la recaudación gubernamental de in-gresos, pues es más fácil recaudar impuestos de una empresa que genera beneficios en efectivo que recaudarlos de pequeños produc-tores que obtienen una parte significativa de sus ingresos en espe-cie o autoconsumo, éste ha causado enormes daños al medio am-biente contaminando recursos de los que los habitantes dependen para sus necesidades diarias. Si tiene esperanzas de mantenerse viva, la industria debe probar su sostenibilidad. Se enfrenta a una

1 El trabajo se basa en resultados preliminares de la investigación económica y an-tropológica en marcha, denominada “El papel de los pequeños productores en la agricultura y alimentación. La experiencia desde tres regiones agrícolas en México”, financiado por el Fondo Institucional de Fomento Regional para el Desarrollo Cien-tífico, Tecnológico y de Innovación (FORDECyT), del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) México. Participan en la misma la Universidad Autónoma de Chiapas, la Universidad de Guadalajara, la Universidad Autónoma de Nayarit, y El Colegio de San Luis.

2 El Colegio de San Luis, A.C., correo electrónico: [email protected] 3 Universidad Autónoma de Chiapas, correo electrónico: [email protected]

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batalla cuesta arriba, pues tiene que aceptar que la palma de aceite no es compatible con la biodiversidad. Los grupos ecologistas y los científicos necesitan trabajar con los productores para ayudar a mi-nimizar este impacto.

La situación que guardan los pequeños productores ante la de-manda mundial de aceite de palma equivale a reconocer que la sos-tenibilidad agrícola irá cuesta arriba. Con esto queremos decir que para cumplir con dicha demanda ellos enfrentarán una serie de difi-cultades de varios tipos, de las cuales queremos resaltar sólo tres. En primer lugar, porque el solo hecho de hablar de sostenibilidad agrícola implica reconocer que el valor de toda actividad agrícola depende de su capacidad para conservar la diversidad biológica de una manera suficiente para compensar los impactos ambientales de las extensas áreas de cultivo “industrial”.

En segundo lugar, porque al sacar a colación la existencia de una demanda mundial de aceite de palma observamos que la cuantía planetaria de las compras de bienes y servicios realizados o pre-vistos en dicha demanda, pertenecen a colectividades mundiales de grandes productores de las cuales, por supuesto, los pequeños productores no forman parte.

En tercer lugar, porque en el moderno proceso global que Zyg-munt Bauman ha denominado “la guerra por el espacio” –que con-siste en la faena de trasladar la empresa allí donde los accionistas descubren la posibilidad de mejorar los dividendos, y dejar a los que están atados a la localidad las tareas de lamer las heridas, reparar los daños y ocuparse de los desechos– la movilidad se ha convertido en el factor estratificador más poderoso y codiciado de todos.

¿Quién paga los costos de la insostenibilidad agrícola atribuida a la producción de aceite de palma? ¿A quién beneficia el negocio de los biocombustibles? ¿Qué están haciendo los pequeños productores para seguir las nuevas reglas del juego territorial del cual se ven cada vez más marginados y reducidos? La búsqueda de respuestas a estas interrogantes guía los puntos centrales de este trabajo.

Sustentabilidad agrícola. ¿Quién paga los costos de la producción de aceite de palma?

Dos de las expresiones más dramáticas que emergen de la retórica colisión entre la producción agrícola moderna y el medio ambiente, se materializan en la progresiva desaparición de especies y la cre-ciente contaminación del agua. Muchos estudios, que resulta inne-cesario numerar (véase, por ejemplo, Horrigan et al., 2002), han

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confirmado que la agricultura es una de las principales causas de es-tos problemas. En este sentido, en términos ideales –tan necesarios y rectores hoy en día–, y especialmente en el ámbito de conjunción entre agricultura, agroindustria y medio ambiente, la expresión sus-tentabilidad parece sentenciar, casi de manera natural, que el valor de toda actividad agrícola depende de su capacidad para conservar la diversidad biológica de una manera suficiente para compensar el deterioro ecológico causado por la agricultura “industrial”. No obs-tante, en el mundo real, ponderar el valor de la biodiversidad aso-ciada a las tierras productivas supone un costo muy grande para los grandes empresarios de la agricultura. Un costo que –da pena decirlo– nadie está dispuesto a pagar. Y un costo que casi siempre son otros los que deben soportar, generalmente los gobiernos y los ciudadanos comunes y corrientes de todo el mundo.

Este singular fenómeno de irresponsabilidad empresarial de par-te de los grandes productores agrícolas es parte de un proceso glo-bal, mucho mayor, bien conocido bajo el término “externalización de costos”, que revela al capitalismo como un sistema que tiene la necesidad imperiosa de expandirse para perseguir su objetivo principal, la acumulación incesante de capital; y que un elemento esencial de dicha acumulación es que los capitalistas, especialmente los grandes capitalistas, no pagan sus cuentas: es decir, no limpian los efectos y residuos negativos de su producción, ni invierten en la renovación de los recursos naturales utilizados, pues se trata de procesos demasiado costosos que les obligarían a reducir su produc-ción y sus ganancias. A esta “desatención”, Immanuel Wallarstein (1998:88) le ha llamado “el secreto sucio” del capitalismo.

La externalización de costos suele tomar diversas formas, yendo de las más simples a las más complejas: puede ir del mero –pero desafortunado– vertido ilegal y clandestino de residuos y desechos en distintos cuerpos de agua –y su consecuente contaminación–, hasta el recurso moral y legal de la “colateralidad”, cuya noción reside en excusar cualquier acción que cause daño, justificándola y eximiéndola de castigo sobre la base de que no fue intencional. El tema debatible, a propósito de los “daños colaterales” de la produc-ción capitalista, es si “inintencional” significa “imposible de calcu-lar” y por lo tanto “imposible de evitar intencionalmente” o implica simplemente “indiferencia e insensibilidad de parte de aquellos que hicieron los cálculos y no se preocuparon por evitar los daños” (Bau-man, 2007:160).

Cabe señalar que la mejor razón para traer a la discusión el tér-mino capitalismo –por muy desprestigiado que esté– es que, a final de cuentas, no hemos encontrado ningún otro que le sustituya. De

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acuerdo con Fernand Braudel (1985:53), “es indudable que [el ca-pitalismo] presenta el inconveniente de arrastrar tras de sí innume-rables querellas y discusiones; pero esas querellas, las buenas, las menos buenas y las ociosas, son en verdad imposibles de evitar, y no se puede actuar y discutir como si no existieran”.

En este sentido, aceptar la idea de que la conservación de la bio-diversidad es una meta global valiosa resulta un desafío realmente incómodo para la dinámica del capitalismo a la hora de idear estra-tegias social y culturalmente sensibles ante el crecimiento tenaz de la población y la expansión comercial. ¿Cómo lograr que los actores locales apoyen medidas de conservación de biodiversidad que, en el corto plazo por lo menos, pueden disminuir o limitar su acceso a recursos estratégicos social y económicamente valorados?

El ambientalismo implica una preocupación política y social por el agotamiento de los recursos naturales. Esta preocupación ha surgi-do con, y en oposición a, la expansión de un modelo cultural de acu-mulación incesante (el “desarrollismo”) formado por los ideales del industrialismo, el progreso y el sobreconsumo. Los peligros creados por el desarrollo han resultado condiciones necesarias para el sur-gimiento de nuevas percepciones del medio ambiente. La conserva-ción mundial de los recursos, y estrategias paliativas en las comuni-dades locales, son metas importantes. Si los recursos tradicionales y los productos van a ser destruidos, eliminados o colocados fuera de sus límites (ya sea para el desarrollo o la conservación) necesi-tan ser sustituidos por otras alternativas culturalmente apropiadas y satisfactorias.

En cuanto al papel que a los gobiernos compete en la dinámica del capitalismo, conviene recordar las palabras de Fernand Braudel cuando decía “el capitalismo sólo triunfa cuando se identifica con el Estado, cuando es el Estado. […] el Estado no ha creado al capita-lismo, pero sí lo ha heredado, de ahí que de pronto lo favorezca o desfavorezca, lo deje expandirse o le corte sus aspiraciones […] el Estado se muestra favorable u hostil al mundo del dinero según lo imponga su propio equilibrio y su propia capacidad de resistencia” (Braudel, 1985:72).

En el mismo sentido, resulta también válido retomar las ideas de Immanuel Wallerstein cuando afirma que “el sistema capitalista re-quiere una relación muy particular entre los productores económicos y quienes detentan el poder político […] Los capitalistas necesitan de grandes mercados, pero también necesitan de una multiplicidad de estados para poder obtener las ventajas de trabajar con ellos, pero también para poder evitar estados hostiles a sus intereses a fa-vor de estados amistosos a sus intereses” (Wallerstein, 1993:41).

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En el caso de la demanda mundial de aceite de palma, no cabe duda que ésta tiene sentido desde una perspectiva empresarial, so-bre todo cuando se considera el bajo costo de acceso a la tierra y el control del procesamiento y la comercialización. También tiene sentido para un gobierno interesado en la recaudación de ingresos, pues es mucho más fácil recaudar impuestos de una sola empresa que genera beneficios en dinero en efectivo que recaudar impuestos de un gran número de dispersos propietarios a pequeña escala que obtienen buena parte de sus ingresos en especie o autoconsumo.

Pero al poner bajo la lupa dicha demanda mundial de aceite de palma uno se da cuenta de que la cuantía planetaria de las compras de bienes y servicios realizados o previstos pertenecen a colectivi-dades mundiales de grandes productores de las cuales, por supues-to, los pequeños productores no forman parte. Los actores de esta red transnacional residen en los países ricos, especialmente en los gobiernos del G8, y muy particularmente en Inglaterra y Estados Unidos. Y su objetivo es simple: hacer dinero involucrándose en la agricultura mundial, especialmente del mundo en desarrollo. Por supuesto que para el caso de la palma de aceite apelan al fenómeno reciente del cambio global y presentan a los biocombustibles como la mejor alternativa para dicho fenómeno. “Hay que reducir nuestra dependencia en los combustibles fósiles y probar otras alternati-vas”, es la encomienda. Pero nunca muestran intenciones serias de cambiar el estilo de vida que lo causa y en lugar de ello se buscan soluciones tecnológicas que permitan mantener las ganancias de las empresas que se benefician de dicho modelo.

Demanda mundial de aceite de palma. ¿A quién beneficia el negocio de los biocombustibles?

En una carta escrita desde Teluk Intan, Malasia, y publicada en septiembre de 2007 en la revista estadounidense Science, bajo el elocuente título “Can Palm Oil Plantations Come Clean?” (“¿Pueden las plantaciones de palma de aceite salirse con la suya?”), Richard Stone relataba que mientras los operadores de las plantaciones y algunos científicos visitantes observaban el proceso de abono, su guía, Cheriachangel Mathews, gerente de la compañía Jendarata Plantations, advertía que en el grupo había un infiltrado: “Tenemos un periodista con nosotros”, decía. “Quiero que él y todos los demás sepan que aquí nada –nada– se desperdicia”.

Según Stone, Mathews tenía una buena razón para estar pre-ocupado por el mensaje que los infiltrados pudieran llevar a casa.

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Con sus elevados precios, el aceite de palma, el cultivo número de Malasia, recientemente había superado a la soya como el aceite ve-getal de venta más importante del mundo. El aceite exprimido de racimos de fruta de palma era ya un ingrediente en innumerables productos, desde helados hasta jabón, y estaba siendo considerado entonces como un biocombustible que podía detener la dependencia de combustibles fósiles.

No obstante, en su carta, Stone señalaba que la industria esta-ba siendo evidenciada en la prensa mundial. Grupos ambientalistas acusaban a los actores de estas plantaciones de arrasar los bosques para sembrar el lucrativo cultivo y sacrificar a los orangutanes que robaban y comían la fruta. Además, un estudio realizado por tres docenas de académicos, que recién había concluido, detallaba la dis-minución de especies en las plantaciones de palma de aceite –nativa de África occidental– que se habían convertido en una característica dominante del paisaje del sudeste asiático.

Por otra parte, Stone citaba las conclusiones de un documento de información sobre la Biodiversidad y la Palma de Aceite que sería presentado en una reunión en noviembre de ese año, en la “Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO)”, en la que fun-cionarios de la industria, científicos y otras partes interesadas en el tema estarían ultimando un sistema de certificación voluntaria para minimizar los daños al medio ambiente: “Es un hecho innegable que la sustitución de la diversidad de los bosques tropicales con un mono-cultivo exótico impacta significativamente la diversidad biológica”.

De acuerdo con Stone, los científicos, y los expertos de la in-dustria de ideas afines a ellos, esperaban con dicho informe fre-nar el crecimiento destructivo y obtener ayuda del mercado. Y es que, refería Stone, “El aumento del precio del aceite de palma está estrangulando la demanda de palma como biocombustible”, citan-do palabras de Edgare Kertwijk, director general del Grupo Biox, una compañía de energía renovable en Singapur, en un informe que este funcionario habría presentado ante el Congreso Internacional de Aceite de Palma, realizado en Kuala Lumpur, apenas en agosto de ese mismo año 2007. “Con el aceite de palma crudo ahora supe-rando los $700 dólares estadounidenses por tonelada, creemos que el aceite de palma no es un biocombustible a largo plazo", habría sentenciado Kerkwijk.

Ante tan sombrío panorama, continuaba Stone, un reciente re-porte parecía empeorar –¿aún más? – las cosas. Una red de investi-gadores dirigidos por Emily Fitzherbert, de la Sociedad Zoológica de Londres, presentaba documentos de investigación sobre los cambios

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en la biodiversidad dentro y alrededor de las plantaciones de palma de aceite. En Sumatra, por ejemplo, menos del 10% de las aves y los mamíferos que se encontraban en los bosques primarios vivían en las plantaciones, y se había perdido más del 75% de las especies de murciélagos; en Tailandia, sólo se habían encontrado 41 especies de aves en las plantaciones, en comparación con 108 especies en la cercanía de los bosques tropicales.

Sorprendido, y con justa razón, Stone resaltaba: “Y sin embargo, la industria, es muy popular. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la producción mundial de aceite de palma del año 2006, había sido de 37 millones de toneladas, 85% de Indonesia y Malasia. Los rendimientos de aceite de palma –2.8 toneladas por hectárea, en promedio– eran siete veces superiores a las del aceite de soya. Y con objeto de mantener los rendimientos aún más altos, el Centro Asiático de Tec-nología del Genoma en Kuala Lumpur, junto a Genómica Sintética, una compañía en Maryland (E.U.), en julio había anunciado una aso-ciación para secuenciar y analizar el genoma de la palma de aceite. Nada mal para un sector económico que intenta limpiar sus actos.

¿Por qué? ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Cómo puede algo tan potencialmente pernicioso ser tan demandado? ¿Quién se beneficia de esta complicación? Todas son preguntas igualmente destacadas pero complicadas. Trataremos de responder sólo una de ellas: ¿A quién beneficia el negocio de los biocombustibles? Para ello, repa-saremos la variedad de beneficiarios que Elizabeth Bravo, del grupo ambiental Acción Ecológica, publicó en el Boletín Mensual del Movi-miento Mundial por los Bosques, número 112, en noviembre 2006:

Los países europeos y Estados Unidos, que en su afán de cum-1. plir con sus obligaciones dentro del Protocolo de Kyoto, están empeñados en cambiar sus sistemas energéticos en base a combustibles fósiles por biocombustibles, pero su producción no les da abasto. ¿De dónde van a venir estos biocombusti-bles? Pues de regiones como América Latina, Asia y África. En todos esos países, se van a utilizar tierras con vocación agrí-cola o ecosistemas naturales para la producción de cultivos dedicados a la producción de combustibles, acentuando los problemas generados en todo el mundo por los monocultivos de soya, palma aceitera y caña. Y los problemas ecológicos y sociales de fondo, por supuesto, quedarán sin resolver.La industria biotecnológica, cuyo ejemplo más paradigmático 2. es la nueva asociación creada por la petrolera BP –sí, la British Petroleum, responsable del reciente derrame de crudo de 12

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semanas de duración en el golfo de México– y la biotecnológi-ca DuPont. Juntas van a desarrollar, producir y comercializar una nueva generación de biocombustibles para abastecer la demanda global de combustibles renovables para transporte. Las dos empresas han estado trabajando desde 2003 y van a introducir al mercado británico un nuevo producto: el biobu-tanol como un biocomponente de la gasolina. Estas empresas están aprovechando la capacidad biotecnológica de DuPont y la experiencia y know-how de BP en la elaboración de com-bustibles. Ellos esperan convertirse en los líderes mundiales del desarrollo de biocombustibles avanzados, que de acuerdo con sus proyecciones podría llegar al 20%, como mezclas con nafta para el sector transporte de algunos mercados clave.La industria petrolera. Las empresas petroleras, sobre todo 3. europeas, han decidido entrar en el negocio de los productos “ambientalmente amigables”, para satisfacer las necesidades de sus consumidores y para adaptarse a las nuevas metas de la Comisión Europea en materia de energías renovables. Algunas de las empresas que han sabido diversificar más su negocio son Total, BP y Shell. La francesa Total obedece a las políticas de su país que está promocionando con mucha fuer-za las energías renovables. Francia es el segundo productor de biodiesel y etanol en Europa (en ese país tiene 4,500 esta-ciones de servicio), y tiene un importante mercado en España e Italia, donde posee 1,740 y 1,400 estaciones de servicios, respectivamente. Hoy está planificando abrir nuevas plantas en África y América del Sur. Los casos de BP y Shell son di-ferentes, pues ni Holanda ni Inglaterra están empeñados en promover los biocombustibles (en automóviles), pero tienen estaciones de servicios en países donde los consumidores sí los demandan.Finalmente, la industria automovilística. Esta industria es la 4. responsable del mayor consumo de combustibles fósiles y del efecto invernadero a nivel mundial, pero también se está adap-tando a la nueva ola de los biocombustibles. Ya en Brasil, todas las grandes empresas internacionales de automóviles se han adaptado a la producción de vehículos que utilizan alcohol. La mitad de los vehículos vendidos en Brasil en el 2004 están di-señados para utilizar alcohol puro o en mezclas. En otras partes del mundo, estas empresas han entrado en asociaciones, joint ventures, y proyectos conjuntos con diversas empresas para mejorar su imagen, transformarse tecnológicamente y seguir

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en el negocio por mucho tiempo más. Tenemos por ejemplo el anuncio hecho por la empresa alemana Volkswagen AG de extender la garantía a los automóviles que utilicen biodiesel (B5) añadido al combustible.

Pero, ¿de dónde viene esta capacidad empresarial de prosperar en medio de la desarticulación?, ¿de ganar en un escenario ingana-ble? Para autores como Zygmunt Bauman la respuesta ha quedado clara:

Se trata de organizaciones que circulan en la cumbre de la pi-rámide del poder global […] tan ligeras, ágiles y volátiles como el comercio y las finanzas cada vez más globalizadas que las ayudaron a nacer y que sostienen su existencia nómada […] Se esfuerzan, aunque con éxito desigual, por seguir las pautas marcadas por Bill Gates, prototipo del éxito empresarial, de quien Richard Sennet des-tacó “su disposición a destruir lo que él mismo ha creado”, “alguien que prospera en medio de la desarticulación” y que se sabe posicio-nar “en una red de posibilidades” en lugar de “enquistarse” en un mismo lugar, en “un mismo trabajo concreto” (Bauman, 2005:12).

Guerra por el espacio. Los pequeños productores y las nuevas reglas del juego territorial

En las páginas menos destacadas de la edición del 28 de abril de 2010, perdido entre los protagonistas de las noticias que no sobre-pasan lo ordinario y lo común del diario El Orbe, uno de los periódi-cos regionales que circulan en la zona agrícola del Soconusco chia-paneco, el presidente del Consejo de Organizaciones Productivas de Chiapas denunciaba: “En días pasados, algunos medios de comunicación publicaban

que somos (los productores chiapanecos) el primer lugar na-cional en café, plátano, ganado de registro, y tantas otras co-sas; y que, de todas esas cosas, el Soconusco representaba el 80 por ciento del total. Entonces, ¿por qué tanta pobreza? ¿Por qué el reclamo de nuestras organizaciones?”

En esa misma edición, pero en una sección todavía más disimu-lada, otro líder agrícola revelaba:

“Quienes no cuentan con una porción de tierra en dónde culti-var otro tipo de siembras se las están viendo difíciles, ya que el mayor espacio lo tienen la ganadería, la caña de azúcar y la palma africana”.

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Más adelante, el mismo dirigente remataba:

“Los campesinos ya no tienen tierra para la agricultura de maíz, arroz, ajonjolí, y han quedado a la deriva, lo que implica la partida de campesinos jóvenes a otros estados del Norte (de México) en busca de una mejor vida”.

De esas declaraciones, en apariencia ordinarias, hemos extraído dos elementos problemáticos para conectar nuestra investigación con preocupaciones sociales de larga data y de sentido interés. Primero, que en la esplendorosa región del Soconusco chiapaneco existen la pobreza y el reclamo de pequeños productores agrícolas, proceso que delata la permanencia de desigualdades económicas y sociales en esta región histórica agroexportadora (Fletes, 2009). Segundo, que en la región la ganadería ocupa casi la misma proporción del espacio productivo que la agricultura (32 y 36%, respectivamente; INEGI, 2010a), y siendo económicamente importantes los cultivos de caña de azúcar y palma africana, ambos con problemas ambientales.

Para nosotros, tales elementos problemáticos están asociados con lo que se ha concebido como un sistema agroalimentario global, cuya conformación y dinamismo mantiene una relación estrecha con las acciones efectuadas por corporaciones transnacionales, cobijadas por intereses políticos y comerciales (McMichael, 2000; Biel, 2007:213). Sistema que se caracteriza, a su vez, por la concentración en las fa-ses de comercio, procesamiento, manufactura y distribución de pro-ductos agroalimentarios (Vorley and Fox, 2004:3, 6-8).

Tales elementos parecen dar cuenta también de lo que Zygmunt Bauman (2001) ha concebido como una auténtica “guerra por el espacio”, una ofensiva en la que los territorios y las prácticas locales y dispersas de los habitantes del mundo en desarrollo son sustitui-das por las industrias y los intereses económicos generales de los grandes empresarios y las correspondientes pericias administrativas y políticas de los Estados poderosos, que se traducen en la impo-sición de sistemas de gestión culturalmente externos, insensibles a los ecosistemas locales que los habitantes han manejado adecua-damente durante siglos, y mediante las cuales actores de distinta índole, algunos forasteros, exigen o toman control de ecosistemas locales, imponiendo acciones que los residentes de antaño pueden desdeñar, pero no siempre pueden combatir.

Esta pugna por la imposición de sistemas económicos y políticos externos en los ecosistemas locales agrega una dimensión interna-cional a la comprensión de problemas como la concentración econó-mica, la desigualdad social y el deterioro ambiental que acarrea la

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agricultura transnacional y sugiere ubicar las consecuencias socio-ecológicas del asunto en contextos más grandes, más profundos, y de mayor alcance en el tiempo y el espacio, que aquellos acer-camientos limitados de los años sesenta, que los especialistas en recursos naturales han desarrollado por décadas, aunque principal-mente con un enfoque naturalista, mayormente estadounidense.

Los cambios en la moderna dinámica agroalimentaria demandan, a la vez, cambios más generales en el enfoque territorial de una sola comunidad o “cultura”, percibida como aislada y única, a un enfoque en relaciones más profundas y flujos concomitantes de personas, tec-nologías, imágenes e información, que permiten reconocer el impacto de los poderes diferenciados del mundo moderno en las entidades lo-cales. En la nueva dinámica global, todo ha de verse en mayor escala. El enfoque principal ha dejado de ser el ecosistema local.

En consecuencia, hemos detectado, precisamente, que vinculan-do los citados elementos problemáticos de la agricultura comercial transnacional en la región chiapaneca del Soconusco con los ele-mentos centrales de lo que hoy se entiende por globalización, es posible divisar las oportunidades con que cuentan y sugerir los retos que los pequeños productores enfrentarán para lograr su sostenibi-lidad económica, social y ambiental.

Lo que entendamos por globalización es una parte central del análisis. En una ocasión, el presidente de Nabisco definió a la glo-balización como

“… un mundo del consumo homogéneo. Es un mundo en el que todos, sin importar en qué latitud o longitud se encuentren, co-men la misma comida, visten la misma ropa y obtienen placer de la misma fuente de diversión. Es el mundo de McDonald’s, Holiday Inn, las películas de James Bond, los zapatos Nike y la Coca-Cola (Citado en Norberg-Hodge, 1997:13).

Por su parte, el analista Noam Chomsky, en una conferencia en Boston College, describió la globalización como “…el nuevo rostro del capitalismo”. Es una red de poder centra-

da en los intereses corporativos y las instituciones financieras que controla el flujo de capitales a fin de promover los intere-ses financieros de quienes detentan el poder en detrimento de los demás. Las estrategias de la globalización tienen que ver con la centralización de todo el poder en el interés financiero, la reducción de todo el valor al dinero, y el sometimiento de los gobiernos a los intereses de las corporaciones” (Chomsky, 1999:13).

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Con base en este poder, las grandes empresas han extendido su control sobre las instituciones democráticas, los sistemas de co-municación y los productos básicos, en la medida en que controlan los medios de los cuales dependen las personas para ganarse la vida. En este moderno proceso de gerencia empresarial que Zyg-munt Bauman ha denominado “la guerra por el espacio” (Bauman, 2001:39-73), la movilidad se ha convertido en el factor estratifica-dor más poderoso y codiciado de todos. Y a los que ocupan la cima de la jerarquía, la libertad de movimiento les otorga muchas más ventajas que a los demás.

Entre todos los candidatos a tener voz en la gestión empresarial, sólo las personas que invierten –los accionistas– no están en abso-luto sujetos al espacio; pueden comprar acciones en cualquier bolsa y a cualquier agente bursátil, y la proximidad o distancia geográfica de la empresa será probablemente la menor de sus consideraciones al tomar la decisión de comprar o vender.

Según Bauman, la movilidad adquirida por las personas que in-vierten significa que el poder se distancia a un grado altísimo de las obligaciones con los empleados que provienen de la población local, retenidos al territorio por deberes familiares, propiedad de vivienda y otros factores afines, y que difícilmente pueden seguir a la empre-sa cuando ésta se traslada a otra parte.

El poder se desconecta de los deberes con los empleados, los se-res más jóvenes y débiles, las generaciones por nacer, así como la autorreproducción de las condiciones de vida para todos. En pocas palabras, se libera del deber de contribuir a la vida cotidiana y la perpetuación de la comunidad.

En consecuencia, aparece una nueva asimetría entre la naturale-za extraterritorial del poder y la territorialidad de la vida en su con-junto: que el poder –ahora libre de ataduras, capaz de desplazarse con aviso o sin él– es libre de explotar y dejar libradas las derivacio-nes de esa explotación:

Sacarse de encima la responsabilidad por las consecuencias es la ventaja más codiciada y apreciada que la nueva movilidad otorga al capital flotante, libre de ataduras; al calcular la efectividad de la inversión ya no es necesario tomar en cuenta el coste de afrontar las consecuencias.

Y sin embargo, y también como consecuencia de la nueva movi-lidad, el capital y las finanzas casi nunca se encuentran en el trance de tener que vencer lo inflexible, apartar los obstáculos, superar o mitigar la resistencia; si llegara a suceder, con frecuencia podrían soslayarlo a favor de una opción más blanda:

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Cuando el enfrentamiento con la “alteridad” requiere una costo-sa aplicación de la fuerza o bien fatigosas negociaciones, el capital siempre puede partir en busca de lugares más pacíficos. Para qué enfrentar lo que se puede evitar.

Muchos estudiosos han dado testimonio de amenazas reales a las personas que ellos estudian: tala comercial, contaminación, ra-dioactividad, racismo, discriminación y clasismo medioambiental, ecocidio. El mundo de hoy está lleno de acciones y actitudes neoco-loniales. Por tales razones, los estudiosos de estos temas deben prestar atención a las agencias, organizaciones y fuerzas externas (por ejemplo, gobiernos, las ONG, trabajadores migratorios, refu-giados, soldados, turistas, inversionistas y desarrolladores) que im-primen demandas en los ecosistemas locales y regionales a lo largo del mundo. Incluso en los lugares más remotos, la gestión de eco-sistemas involucra ahora múltiples niveles de análisis.

Y aunque nosotros esperaríamos que las personas se resistieran a proyectos que requieren cambios mayores en su vida diaria, sobre todo aquellos que interfieren con sus aspiraciones de subsistencia, pareciera que ellas normalmente quieren cambiar simplemente lo suficiente para conservar lo que ya tienen. En el caso de los peque-ños productores y campesinos, sus valores no son tan abstractos como el “aprender la mejor manera”, “aumentar la habilidad técni-ca”, “conservar la biodiversidad”, o “hacer el mundo más democrá-tico”. Los motivos para modificar una conducta vienen de la cultura tradicional y las preocupaciones de la vida ordinaria. Sus objetivos son más aterrizados y específicos. Las personas quieren mejorar los rendimientos en el campo, juntar recursos para una ceremonia, enviar un niño a la escuela, o pagar alimentos de fuera de la granja. Las metas y valores de los pequeños productores suelen diferir de aquellos valores de las personas que producen para acumular ca-pital, así como de los valores de la filosofía de intervención de los proyectistas del desarrollo.

Revisando los procesos socioambientales presentes y futuros de la inserción de la palma africana en Villa Comaltitlán

En Villa Comaltitlán (VC) existe un importante sector de pequeños productores agrícolas que, asentados en la región agroexportado-ra chiapaneca del Soconusco, han desarrollado una agricultura con sistemas de producción diversificados, de pequeña escala, con una lógica de desarrollo comunitario, y con mercados locales y naciona-les. La existencia de estas características es un aspecto relevante en

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el sentido de que presentan un marco para una resistencia social, cultural y económica a diversos proyectos que empresas y gobier-nos han establecido en la región. Uno de estos proyectos recientes ha sido la institucionalización de reglas de sanidad en la plantación del mango que comenzó en los noventa y que sigue conformándose, proceso en el cual no nos detendremos (consultar Fletes, 2008).

Esta resistencia, sin embargo, entra en cuestión cuando, como hemos dicho, existen necesidades de consumo cotidiano (alimenta-rio, de insumos agrícolas, de educación o recreación), que obligan a estos grupos de productores a participar en la economía de mercado y atender los mecanismos reguladores del Estado, si es que no de-sean quedar excluidos. De esta manera, se trata de pequeños pro-ductores en los que no podríamos asumir, en una postura romántica, que viven en una economía de autoconsumo. Al contrario, han sos-tenido vínculos mercantiles de distinto tipo, sea mediante las mer-cancías de consumo o por la inserción en el mercado de trabajo. Así pues, el empuje del gobierno estatal por la palma africana, alentado por la demanda de biocombustibles, y con la meta de instalar 50 mil hectáreas en el año 2010, es adoptado por los productores de este municipio. A continuación analizamos algunos de los procesos que se vienen dando, así como los retos que enfrentarán en el futuro.

Resalta en primera instancia el aspecto del problema de la des-igualdad en la tierra disponible por los distintos actores agrícolas, lo cual le da características especiales a la industria de palma. El minifundismo en la propiedad de la tierra viene creciendo, según constatamos al comparar los Censos Agropecuarios de 1991 y 2007 (INEGI, 1994, 2010b).4 Por otro lado, las empresas instaladas (cinco en el Soconusco, dos de ellas en el municipio de Villa Comaltitlán) reciben producción de prácticamente las 12 mil hectáreas plantadas en la región. Por esta razón, las economías de escala, condición ne-cesaria para la acumulación de capital en la agricultura industrial, no son logradas al interior de una empresa, sino mediante la dis-ponibilidad con que cuentan las empresas de una extensa base de proveedores de pequeña escala. Por su parte, a estos productores la palma africana sí les ha representado una importante opción de ingresos a lo largo del año.

Sin embargo, sólo una mínima proporción de estos actores de la industria tiene en cuenta sus impactos ambientales, mientras que el gobierno del estado no ha reparado en la sustitución que se viene

4 De acuerdo con estos censos, la superficie promedio de las unidades de producción municipales se ha reducido de 12.4 a 6.9 hectáreas en ese período.

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realizando en el municipio, de alimentos básicos como maíz y hor-talizas, por palma. Tampoco en el cambio en el uso del suelo, que ha implicado que las nuevas superficies instaladas se encuentren ya dentro del área de reserva de la Biosfera La Encrucijada. Finalmente, a la mayor parte de estas nuevas superficies se le aplica fertilizantes nitrogenados, que además de conducir a la pérdida de fertilidad de los suelos, contribuye en la eutroficación de los cuerpos de agua (Horrigan et al., 2002; notas de campo, y registros con GPS).

A lo antes señalado podemos agregar, como señala G. Manri-que (2010:128), que cada tonelada de aceite de palma genera 33 toneladas de emisiones de dióxido de carbono, 10 veces más que el petróleo. Hasta ahora las políticas que apoyan la producción de biocombustibles son muy costosas, considerando el relativamente limitado rol que tiene este tipo de combustibles en el suministro de energía a nivel mundial (FAO, 2008:7). La eficiencia técnica de los biocombustibles y su contribución a la reducción de emisiones a la atmósfera está siendo cuestionada. El impacto provocado por la ex-pansión de cultivos para biocombustibles, en recursos hidrológicos, suelo y biodiversidad, está llamando cada vez más la atención, en el sentido de cómo estos impactos contribuyen a la sustentabilidad (ídem; Financial Times, 13 junio 2010).

Se tiene también un impacto en los precios locales de alimentos, alentado principalmente por el cambio de uso del suelo. Constatamos en nuestro trabajo de campo, que los productores de VC que en los últimos cinco años instalaron palma (o mango), dejaron de sembrar maíz, melón, ajonjolí, plátano, naranja y guanábana, en las distintas áreas del municipio. En el mercado municipal de VC son pocos los alimentos que provienen del municipio o incluso de la región, exis-tiendo una serie de productos (cereales, frutas, hortalizas y mariscos) que son llevados desde el centro y norte de México, y hasta de otros países, lo que da cuenta que el municipio se encuentra inserto en cadenas de distribución de alimentos vinculadas con las centrales de abasto, y así pues, con las cadenas globales. Como confirma la FAO en el informe citado, los cultivos para producción de biocombustibles compiten con otro tipo de cultivos agrícolas, por lo tanto, los precios de los energéticos afectarán los precios de las materias primas usadas en la agricultura, dado que son los mismos. En ese sentido, el rápido crecimiento de la producción de biocombustibles afectará la seguridad alimentaria a nivel nacional y también en las familias a través de los precios de los alimentos y de los ingresos (FAO, 2008:39, 72).

Por otro lado, hasta ahora el dinamismo de los cultivos “orienta-dos” a biocombustibles en la región, no ha modificado la estructura de la distribución comercial de los productos agrícolas. En VC, un

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grupo de productores ha logrado el manejo, en calidad de como-dato, de una extractora de aceite crudo de palma, y se encuentran realizando sus propias ventas. El proyecto es alentador dado que la demanda es creciente. Sin embargo, más adelante en las cadenas, existen otras esferas sumamente competidas que los productores y las instituciones de desarrollo tendrán que enfrentar, entre los que se encuentra la escala y diversidad de productos que manejan las industrias extractoras competidoras, las cuales, además de aceite crudo, refinan el aceite para consumo humano.

Visto desde Villa Comaltitlán, el asunto de los biocombustibles no es ni económica, ni social, ni ambientalmente sustentable; especial-mente, no lo es para los pequeños productores agrícolas mexicanos del sur del país. Entre los productores del lugar se dice que las plan-taciones de palma de aceite han desgastado el suelo, y han dado lugar a la deforestación parcial. Las plantaciones carecen de verda-deros planes de gestión ambiental. Además, no respetan las zonas de amortiguamiento requeridas, y provocan degradación social y cultural. Por si fuera poco, existe la posibilidad (no explorada aún) de que las plantaciones estén deshaciéndose de residuos potencial-mente peligrosos en los distintos cuerpos de agua de la región.

Reflexiones finales

En los paisajes del Soconusco chiapaneco, particularmente en el municipio de Villa Comaltitlán y sus alrededores, se agrupan con-diciones naturales necesarias para el desarrollo de la palma africa-na, un cultivo muy preciado para la producción de biocombustibles como una alternativa al calentamiento global. Originaria de las In-dias orientales y el norte de África, su producción territorial nativa no ha alcanzado a cubrir la demanda mundial de aceite de palma, razón por la cual sólo ha quedado algo por hacer: producir más y en más lugares del planeta, y para eso se ha venido proyectando la producción de palma de aceite como una industria –y un mercado, vale decir– de alcance mundial.

De dicho quehacer –de la “glocalización” del aceite de palma, sólo para poner el asunto en términos más amplios– se han venido encargando los que más saben del tema: las organizaciones que circulan en la cumbre de la pirámide del poder global, y que en una auténtica “guerra por el espacio” lanzan los cultivos de palma afri-cana en una ofensiva contra los territorios y las prácticas locales y dispersas de los habitantes del mundo en desarrollo.

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Los países europeos y Estados Unidos encabezan la lista de trans-gresores, empeñados en cambiar sus sistemas energéticos, con base en combustibles fósiles, por biocombustibles, pero con una producción que no les da abasto. Les sigue la industria biotecnoló-gica, con la tremenda mancuerna formada por BP, responsable del mayor desastre ecológico de la historia, y DuPont, famosa por haber desarrollado materiales tan conocidos como el nylon, el neopreno y el teflón. En seguida, pero en un orden no menos importante, viene la industria petrolera, con Total, BP y Shell como principales repre-sentantes; y, finalmente, se encuentra casi el total de la industria automovilística, la responsable del mayor consumo de combustibles fósiles y del efecto invernadero a nivel mundial.

“Hay que reducir nuestra dependencia en los combustibles fósiles y probar otras alternativas”, ha sido la encomienda de los grandes beneficiarios de la industria de los biocombustibles. Pero hasta aho-ra no han mostrado intenciones serias de cambiar el estilo de vida que causa dicha dependencia, y en lugar de ello se han dedicado a buscar soluciones tecnológicas que permitan mantener las ganan-cias de las empresas que se benefician de dicho estilo de vida.

En el caso de Villa Comaltitlán, como en muchos otros casos al-rededor del mundo, especialmente en distintas regiones de Asia, América Latina y África, se han venido cambiando tierras con vo-cación agrícola diversa a tierras destinadas para el cultivo exclusivo de palma africana, acentuando los problemas generados antes en el lugar por los monocultivos de mango y caña de azúcar. Como ya se ha señalado en este trabajo, es un hecho innegable que la susti-tución de la diversidad de los bosques tropicales con un monoculti-vo exótico impacta significativamente la diversidad biológica, hecho que se ve reflejado en la progresiva desaparición de especies y la creciente contaminación del agua. Sin embargo, ante la necesidad de la gente, el riesgo del cultivo de la palma de aceite se ha visto rebasado por las oportunidades y promesas económicas y sociales aparentes detrás del mismo: apoyo del gobierno y la promesa de un buen negocio.

Ante esta problemática, nuestra investigación se ha tornado en la búsqueda de las condiciones necesarias para que los peligros creados por el desarrollismo que hay detrás de la demanda de bio-combustibles, deriven en el surgimiento de nuevas percepciones de la relación agricultura y medioambiente, en donde la conservación mundial de los recursos y las estrategias preventivas de las comuni-dades locales sean asuntos realmente importantes.

El principal reto para los actores de la industria de aceite de pal-ma es aliviar la tensión entre el éxito económico de su desarrollo y

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la sostenibilidad agrícola. De no reconocer y resolver esta situación, se volverá a presentar el conocido impacto histórico ambiental sobre el territorio y la vida de los pequeños productores locales (Fletes, 2008). La lógica de acumulación incesante que permea en las ca-denas de distribución mundiales de los productos ligados con los biocombustibles, ha mostrado impactos ya en una serie de países en América Latina, en particular Brasil. Estos procesos se vislum-bran ya en Chiapas y el Soconusco. Contaminación de suelo y agua, desabasto regional y local de productos alimentarios, incremento de los precios de los mismos, y desigualdad en las condiciones para competir en las cadenas de producción y comercialización, son sólo algunos de los aspectos de esta contradicción socioambiental. Tal organización de las cadenas no puede continuar, si se acepta, en el contexto de la globalización, la necesidad de transitar del progreso desenfrenado al bienestar sostenido.

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JORNALEROS AGRÍCOLAS EN MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS

Florencio Posadas1

Introducción

En lo general, la ponencia persigue explicar, entender e interpretar las posibilidades de una agricultura sustentable económica, ecológica y socialmente, en México y Estados Unidos, desde la perspectiva de los trabajadores agrícolas como actores centrales. En particular, se examinan las expectativas de solución de las principales demandas de los trabajadores agrícolas, alrededor de la legalización, salario, salud, seguridad en el trabajo, vivienda, educación y apoyo en los lugares de origen a migrantes temporales, como presupuesto básico de la sustentabilidad de la agricultura en el noroeste mexicano y el sudoeste estadounidense, especialmente en Sinaloa y California, en el corto y mediano plazo.

En ese sentido, el propósito general del trabajo busca contribuir por medio de conceptos teóricos, métodos y técnicas útiles para inter-pretar y proponer lógicas de razonamiento de los trabajadores agrí-colas, en tanto clases, estratos, sujetos y actores sociales, reflejados en la estructura social; la construcción de su subjetividad, identidad y voluntad colectiva; sus acciones colectivas y movimientos sociales. En lo particular, se exploran las posibilidades de una nueva alianza estratégica a corto y mediano plazo entre los principales actores, que privilegie a los trabajadores agrícolas como garantía de desarrollo sustentable agrícola. En lo singular, se tiene el propósito de llegar a propuestas, estrategias y escenarios futuros, capaces de impactar en la formación de recursos humanos de alta calidad, formación de

1 Universidad Autónoma de Sinaloa, correo electrónico: [email protected]

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redes internacionales de especialistas y solución a la problemática binacional de la agricultura sustentable, tanto en México como en Estados Unidos.

I. Orientación teórica

1.1 Justamente, en torno a la reflexión teórica es necesario subra-yar que en el debate internacional hay un grupo de conceptos en cuestión, entre los que destacan clase social, sujeto y movimiento social. Ellos no son equivalentes y las posiciones se dividen entre quienes los independizan y quienes los unen (Sonntag, 1993:63-65; De la Garza, 1993b:15-23; Zermeño, 1989:115-150; Touraine, 1993:39; González Casanova, 1999:21; Osorio, 2002:100-124). Desde la posición que los relaciona, que es la perspectiva más ade-cuada para nuestro objeto de estudio, la clase social aparece en un nivel de abstracción como el concepto de mediación entre la clase y el movimiento concreto al propio concepto de sujeto. En el caso de los sujetos y el movimiento obrero, es pertinente la relación con la clase obrera. Sin embargo, el problema de los sujetos no necesaria-mente pasa por la discusión sobre las clases sociales en el caso de los llamados nuevos movimientos sociales (De la Garza, 1993b:15-18; Kearney, 2000:13-16; Osorio, 2002:102-103).

La relación entre los conceptos de clases, sujetos, actores y mo-vimientos sociales, originarios de diversas perspectivas teóricas, no se contrapone sino que se complementa. Se trata de un enfoque teórico abierto (Touraine, 1993:39; González Casanova, 1999:3-25; Wallerstain, 1998:231-249) en el ámbito específico de los movi-mientos sociales de asalariados agrícolas.

1.2. Estructura social. Es necesario reivindicar la olvidada cate-goría de estructura de clases y conveniente partir del concepto de clases sociales en el campo. Sobre la base de diversas visiones, son tres las clases que constituyen la población trabajadora en el campo: campesinado, burguesía rural y proletariado rural (Coello, 1981:337-339, 1986:45-57; Besserer, 1999a:289-296).

El proceso de internacionalización del capital ha cambiado el pa-norama de las clases sociales en el campo, acentuándose la tenden-cia a largo plazo de la constitución proletaria de la fuerza de trabajo agrícola.

El modelo de desarrollo hacia el campo en México, desde princi-pios de los ochenta, ha modificado la unidad de producción agrícola doméstica. Ha puesto en primer término su papel como productor y reproductor de fuerza de trabajo internacionalizada y proletarizada.

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Los procesos de transformación capitalista conllevan la estruc-turación sectorial de un ejército activo y otro inactivo de fuerza de trabajo internacional. Las nuevas estrategias del capital internacio-nalizado implican renovadas formas de explotación que combinan el desarrollo de los medios de producción con la reducción real de los salarios, con lo que la fuerza de trabajo internacionalizada de los obreros agrícolas es explotada mediante la combinación de formas absolutas y relativas (Palloix, 1978:108-110). Sirve como base a los fenómenos anteriores, el incremento de la composición orgánica de capital y de la tasa de explotación vinculadas con la declinación y recuperación de la tasa de ganancia de los capitalistas (Marx, 1975, 1976, 1977; Mandel, 1985; Moseley, 1997).

La reestructuración productiva de la agricultura mexicana de los ochenta y noventa se inscribe en ese marco internacionalizado, pues a pesar de su modernización en medios de producción conserva la misma organización social, sexual y generacional del trabajo cam-biable, sobre la base de clases, fracciones de clase y segmentos no clasistas. El carácter cambiable del trabajo, incorpora al proceso productivo de acuerdo con la lógica empresarial de la demanda de fuerza de trabajo, además de hombres jóvenes y adultos mestizos, a los segmentos de mujeres, niños, ancianos e indígenas (Tohai-ra, 1985; Domínguez, 1986; Roldán, 1986:77; Coello, 1986:53-54; Clark, 1991; Garduño, 1991; Barrón, 1993; Barrón y José Ma-nuel Hernández, 2002:40; Guerra, 1998:105-126; Lara, 1998a, 1998b:152-156; Lara y Carton, 1999:62; Rodríguez, 1998:242-245, 2000:24-29; Besserer, 1999a; González, 2000, 2003a, 2003b; Velasco, 1998:187, 2002:18; Canabal, 2002:7). El reflejo concreto del razonamiento capitalista en el mercado de trabajo de un sector internacionalizado de la economía, activará o desactivará a la pobla-ción o superpoblación obrera agrícola, las fracciones de clase o los segmentos no clasistas.

1.3 Subjetividad. No existen sujetos sociales clasistas sin con-ciencia de clase o identidad de clase; sin proceso de identificación como subjetivación de las condiciones objetivas. Tampoco existen sin práctica de clase, es decir, sin reinterpretación de las condiciones objetivas, entendidas como la situación de clase en un momento histórico determinado. Los sujetos sociales deben ser contemplados en su proceso de constitución como acumuladores de historicidad, como producto del pasado y como presente que contiene la posibi-lidad del futuro (Durand y Cuéllar, 1989:33-34; Zemelman y Valen-cia, 1990:90). Además, el dinamismo de los sujetos sociales clasis-tas está ligado con el de otros sujetos sociales no clasistas (Durand y Cuéllar, 1989:36).

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Es adecuado argumentar posibles campos, parcialmente estruc-turados, que se movilizan en el proceso subjetivo. Exclusivamente para aquel proceso subjetivo más directamente relacionado con la conformación de una identidad, una voluntad, y una decisión colec-tiva para la acción previa a un movimiento social, en el que se ob-serva a un mismo oponente, una situación de conflicto, y se apunta un proyecto alternativo al del opositor. El reconocimiento de opo-nentes, conflictos y proyectos puede darse en diferentes niveles de especificidad y totalidad. La diferencia de niveles remite a su diver-sidad de importancia.

El campo del conocimiento, de los valores, de la personalidad, del razonamiento cotidiano o de la epistemología del sentido común y el del discurso, constituyen algunos de los campos incompletamente estructurados que pueden ponerse en juego en el proceso de cons-trucción de la subjetividad del sujeto (De la Garza, 1993a:41-42).

1.4 Identidad y voluntad colectiva. En calidad de manifestacio-nes de la sociedad civil y contiguos a las organizaciones clasistas se expresan grupos de interés, asociaciones diversas, movimientos de emancipación, grupos étnicos, de defensa de los derechos huma-nos, de liberación de la mujer, los movimientos juveniles, etcétera. La sociedad civil puede ocupar espacios de la sociedad política y el Estado sin atravesar por la mediación de los partidos políticos y otros aparatos institucionales. Sociedad civil y movimientos sociales clasistas o no clasistas se encuentran vinculados a la opinión pública a través de los medios de comunicación colectiva y en buena medida limitan su existencia.

La invocación de la sociedad civil implica una interpelación de los nuevos actores sociales. Los sujetos y actores sociales se forman so-bre la base de las clases o grupos sociales, las fracciones de clase o grupo social, los segmentos sociales no clasistas, las organizaciones que les son propias y entre su amplia manifestación los movimientos sociales clasistas y/o los nuevos movimientos sociales no clasistas.

Es factible hablar de diversos niveles de identidad, desde la más ambigua hasta la más comunitaria. La identidad, como la subjeti-vidad, no lograría manejarse en términos fijos. Dependiendo de las situaciones, un elemento de identidad puede desempeñar funciones diversas, incluso opuestas. Habría que rescatar la idea de identidad como capacidad de formación de ciertas configuraciones. Una iden-tidad es una figura específica. La constitución del sujeto práctico puede tener dos efectos sobre dicha identidad: primero su amplia-ción al extenderse la “rejilla” de identidad, y, segundo, la jerarquiza-ción, esto es, qué rejilla de identidad tiende a ocupar el lugar central (De la Garza, 1993a:43-44).

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Con relación a la identidad organizadora, el dinamismo de los suje-tos sociales clasistas está entrelazado con el de otros sujetos sociales que se organizan y actúan en oposiciones no económicas, como parte integrante de la sociedad civil (Durand y Cuéllar, 1989:36). Las for-mas de liderazgo y organización derivan mucho de la acción individual de los integrantes de la sociedad. En el proceso de reinterpretación, de construcción de su identidad los individuos u organizaciones expo-nen tanto su idea del orden existente como sus desacuerdos e imagi-narios. Los individuos cambian constituyéndose en colectivos más o menos organizados (Durand y Cuéllar, 1989:38-39).

Así también, el acceso de los sujetos y fuerzas sociales al estado de sujetos y fuerzas políticas se logra mediante la inclusión de los sujetos sociales en las organizaciones de la sociedad civil y el Esta-do, así como la cohesión interna de las organizaciones de acuerdo con intereses comunes económicos, culturales, religiosos, genera-cionales, políticos, etcétera (Zemelman, 1987:145-151).

Con respecto a la voluntad colectiva organizadora, el cambio del sujeto y fuerza social en sujeto y fuerza política, está mediada por la voluntad colectiva y por la existencia de fines políticos concre-tos mediatos e inmediatos. Dicha metamorfosis se manifiesta en la creación de corrientes de homogenización de opiniones que permi-ten la enunciación de fines compartidos, en ritmos de organización y de toma de conciencia o identidad. La voluntad colectiva es definida como la compleja red de prácticas de los diferentes integrantes de una misma clase o grupo social, en función de un fin compartido que siempre es de largo alcance. El análisis del concepto de volun-tad colectiva permite diferenciar el conjunto de acciones o práctica colectiva, los fines que orientan las acciones y el carácter mediato o inmediato de estos fines (Zemelman, 1987:154). El proyecto po-lítico es el fin, o dirección, propuesto por una voluntad colectiva en condiciones que lo especifican históricamente. Un proyecto político no es un conjunto de programas de acción definidos, sino un proceso de construcción de fines colectivos, resultado de las reacciones de las diferentes voluntades ante sus propias condiciones de desarro-llo. De ahí que un proyecto, en tanto concepción ideológica global, pueda contener diversos programas de acción política (Zemelman, 1987:159-161).

Sin embargo, el proyecto no aparece de inmediato. La identidad tendrá no sólo que detallarse para pensar en un sujeto constituido, sino convertirse en proyecto “idéntico”. En este sentido, los proyec-tos de los sujetos así como sus identidades, pueden ser de nivel diverso, social, temporal y espacialmente.

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Existen proyectos de tipo revolucionario, que no significa funda-mentalmente violencia física, que tratan de apropiarse del sentido de la transformación histórica como totalidad (Touraine, 1987:198). Indudablemente, estos sujetos sólo se encuentran en situaciones muy especiales y no son habituales en la historia. Sin embargo, desde esta situación extrema hasta los pequeños sujetos de identi-dades limitadas puede haber toda una graduación, de acuerdo con las pretensiones del proyecto o su posibilidad. En relación con la intención y la viabilidad de los proyectos, también se puede hacer referencia a una escala de los sujetos y proyectos desde lo subordi-nado hasta lo autónomo (De la Garza, 1993a:45-46).

La posibilidad de hegemonía es la capacidad de intervenir en la reconfiguración de las identidades de los otros a partir de una con-figuración que parece más fuerte, atractiva y viable. Es capacidad de identificación de los amigos, de los enemigos y del proyecto. La hegemonía no es simple subordinación de un proyecto y una iden-tidad con otro; es, sobre todo, interpenetración de identidades con dominio de una de ellas (De la Garza, 1993a:45-46).

La cuestión de la posibilidad de un sujeto y su proyecto no de-pende sólo de la fuerza de la identidad, ni siquiera de la energía de la voluntad colectiva autónoma, pues sobre la generación de ésta influyen tres grandes espacios: el de las experiencias inmediatas de los sujetos viables, los futuros espacios del movimiento colectivo y una serie de espacios sobre experimentales, que delimitan también la viabilidad de los sujetos y sus proyectos, y “presionan”, con me-diaciones diversas, sobre los espacios de experiencia directa (De la Garza, 1993a:47).

El concepto de voluntad colectiva interviene entre subjetividad-identidad y acción. No necesariamente se da en forma consecutiva, sino una junto a otra, con discontinuidad y sincronizaciones diversas. De cualquier forma, la voluntad colectiva, como el sujeto y la identi-dad, también puede reconocer niveles de decisión para la acción co-lectiva. Necesita, para empezar, un principio de identidad en combina-ción con un punto de ignición y posiblemente un catalizador, esto es, un elemento que sin ser central, contribuya a fermentar y acelerar la reacción para decidir actuar colectivamente (De la Garza, 1993a:48).

1.5 Movimiento social. Es evidente que en los países capitalistas desarrollados, por ejemplo europeos y norteamericanos, el plano de la discusión teórica sobre movimientos sociales se da básicamente en el contexto de la transición de una sociedad industrial a una po-sindustrial, aunque aún subsisten enclaves preindustriales (Posadas, 2005:95-110). En cambio, en los países capitalistas subdesarrolla-dos, latinoamericanos, por ejemplo, el nivel de la polémica teórica

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sobre movimientos sociales se desenvuelve fundamentalmente en el marco del paso de una sociedad preindustrial a una industrial y de manera general de una sociedad premoderna a una moderna, a pesar de que ya existen enclaves posindustriales y posmodernos. Está clara, también, la existencia de un vacío paradigmático en mo-vimientos sociales y la necesidad de construir una alternativa (Po-sadas. 2005:110-117).

No cabe la menor duda de que los estudios sobre movimientos sociales en México, salvo contadas excepciones, han estado muy re-zagados de las discusiones y teorías en América Latina y en el resto del mundo y, evidentemente, se ha experimentado un retroceso. Por ello, es necesario y urgente discutir la problemática a fondo de los sujetos y actores sociales y construir un paradigma alternativo, rescatando para ello diversos aspectos pertinentes de las teorías en crisis (Posadas, 2005:117-120).

En esta discusión, los conceptos de estructura, subjetividad, identidad, voluntad y movimiento social deben cuestionarse, de tal manera que nos permitan estudiar con rigor y originalidad científica los movimientos sociales de trabajadores asalariados agrícolas en México y Estados Unidos. Por consiguiente, la mediación entre la estructura y la acción colectiva es subjetiva. No basta entender esta subjetividad como identidad, sino que debe implicar una identidad de futuro y de proyecto. Tampoco esto es suficiente sin una voluntad colectiva autónoma, ni ésta será capaz sin acción colectiva y movi-miento social.

Sin embargo, también un movimiento social necesita como primer requisito de un punto de ignición, una ofensa percibida colectiva-mente, una injusticia incuestionable, una acción del otro, claramen-te ilegítimas; la segunda obligación es la comunicación; la tercera demanda es la organización, no necesariamente previa al inicio del movimiento (De la Garza, 1993a:45; Posadas, 2005:120-121).

En esta publicación se utilizan y relacionan conceptos tales como clases, sujetos, actores y movimientos sociales, provenientes de di-versos enfoques de pensamiento, pero que no se consideran exclu-yentes sino complementarios. Se trata de un enfoque teórico abier-to que pretende articular distintas unidades de análisis, intento que ya ha sido emprendido de manera fructífera en el estudio de movi-mientos sociales urbanos. Los estudios sobre movimientos sociales tradicionalmente se han ceñido al estilo de la crónica que convierte automáticamente a la clase en sujeto y actor. En cambio, en esta investigación se aborda la relación entre estructura y acción me-diada por los propios sujetos. Por ello, los conceptos de estructura, subjetividad, identidad, voluntad y movimiento social, así como los

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de clase social, segmento no clasista, sujeto y actor, no son exclu-yentes sino complementarios, en un enfoque teórico abierto, que en principio retoma las propuestas epistemológicas, teóricas, metodo-lógicas y técnicas de diversos especialistas en movimientos sociales (Zemelman, 1987:63-64, 141-167; Durand y Cuéllar, 1989:40; De la Garza, 1993b:15-18) y que estaría usando por segunda vez, en el ambiente de las acciones colectivas y movimientos sociales de asa-lariados agrícolas, después de una investigación exitosa (Posadas, 2002, 2005).

No obstante, las referencias teóricas generales corresponden tanto a la realidad latinoamericana como mexicana, porque el an-tecedente inmediato de esta investigación se sustenta en estudios de caso en el noroeste mexicano, como a la realidad norteamerica-na, particularmente a la del suroeste, hasta donde se ha extendido nuestra investigación sobre trabajadores agrícolas mexicanos.

II. Contexto histórico

2.1 Justificación histórica

Seleccionar la región del noroeste de México y el sudoeste de Es-tados Unidos para nuestros estudios de caso, se justifica históri-camente en función tanto de la similitud como de las diferencias de sus agriculturas intensivas más significativas. En el noroeste de México se localiza Sinaloa, con 26 mil 551 millones de pesos pro-ducidos anualmente y considerada la principal economía agrícola mexicana, en donde cabe destacar que Sinaloa es el principal abas-tecedor de hortalizas de invierno, tanto a escala nacional como in-ternacional, por alrededor de 12 mil millones de pesos (GOBSIN, Tercer Informe de Gobierno, 2007:99). Asimismo, ubicada en el su-roeste de Estados Unidos, California, con 32 mil millones de dólares producidos anualmente, es la primera economía agrícola del vecino país (Guzmán, M.; Runsten, D.; Strochlic, R.; Garza, J.; McIntyre, J., and Mason, N., 2007:4). Sinaloa y California son los estados con una agricultura capitalista más desarrollada, y, por lo tanto, más importante en México como en Estados Unidos, respectivamente. Además, en dichas entidades, de acuerdo con información oficial, se concentra la mayor cantidad de trabajadores agrícolas mexicanos, en cada nación: 207 mil en Sinaloa (INEGI, 2000:499); más de un millón en California (Villarejo et al., 2000:5), o bien, 648,000 que constituyen 36% de todos los trabajadores agrícolas empleados en Estados Unidos (Aguirre International, 2005:7).

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El período 1965-2007 también habla de su importancia históri-ca, porque coincide con el fin del Programa Bracero 1942-1964 y el principio de una gran migración de obreros agrícolas mexicanos, migrantes y no migrantes, temporales y definitivos a Estados Uni-dos, reforzada por el TLCAN; así como su participación en acciones colectivas y movimientos sociales diversos que se extienden hasta nuestros días, ante la oleada de trabajadores indocumentados, pa-sando por las elecciones en 2008 y en momentos en que la posibili-dad de un nuevo acuerdo migratorio, constituye un punto nodal en el calendario bilateral de las relaciones México-Estados Unidos.

2.2 Antecedentes históricos

Considerando que en el TLCAN como antecedente histórico inmedia-to, iniciado el 01.01.1994, las negociaciones sobre la mano de obra y el tema migratorio quedaron al margen del Acuerdo y ante la pro-blemática integral de carácter económico, jurídico, social, político, cultural e ideológico para un acuerdo migratorio global, en la situa-ción actual, después de que fue aprobada en el Senado norteameri-cano la construcción de un muro de 1,250 kilómetros entre Estados Unidos y México, y en Arizona se aprobó una ley antiinmigrante que amenaza con extenderse a varios estados, los mejores escenarios que se vislumbran giran alrededor de un acuerdo legislativo limitado a los jornaleros agrícolas migratorios mexicanos e ilegales, con ini-ciativas de ley tales como la Agjob. Se calcula que 57% de todos los trabajadores agrícolas en California es indocumentado(a) (Aguirre International, 2005:10), aunque el número real probablemente sea más elevado. Todo ello obliga a actualizar la reflexión interdiscipli-naria e interinstitucional alrededor de la importante problemática de los trabajadores del campo mexicano, que laboran tanto en México como en Estados Unidos y el estudio indispensable para la formu-lación de políticas públicas apropiadas de atención a trabajadores migratorios por parte de los gobiernos respectivos, a ambos lados de la frontera.

III. Resumen de estudios de caso en Sinaloa y California

La encuesta a la que se hace mención en este trabajo y que forma parte de un trabajo de campo más amplio, entre 2005 y 2007, se realizó entre una muestra representativa de 216 trabajadores agrí-colas asalariados, 117 en el valle de Culiacán, Sinaloa, y 99 en el Valle Central de California, distribuidos de la siguiente manera:

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En Sinaloa, hombres (46.15%) y mujeres (53.85%); niños de en-tre 9 y 14 años (28.21%), jóvenes de entre 15 y 34 años (49.57%), adultos de entre 35 y 64 años (19.66%) y ancianos de entre 65 y 102 años (2.56%); indígenas (11.96%) y no indígenas (88.04%). El re-sultado fue que se registró tanto a hijos (20.51%) e hijas (23.93%) de familia como a madres (29.06%) y padres (23.93%) de familia, sin llegar a establecer, en este caso, quiénes eran realmente jefes de hogar o trabajadores solos.

En California, hombres (75.75%) y mujeres (24.25%); jóve-nes de entre 15 y 34 años (38.38%), adultos de entre 35 y 64 años (52.52%) y ancianos mayores de 65 años (5.05%); indígenas (23.23%) y no indígenas (76.77%). El resultado fue que se registró tanto a hijos e hijas de familia (47.4%) como a madres y padres de familia (52%), pudiendo establecer, en este otro caso, que 39.7% de las personas eran personas solas y solteras.

3.1 Estructura social en Sinaloa y California

La investigación de gabinete y de campo realizada alrededor de los trabajadores asalariados agrícolas en México y Estados Unidos, de-mostró que son parte de la clase obrera rural y ésta ocupa un lugar preponderante con relación al empresario rural y el campesino, en el conjunto de la estructura social agraria. Los obreros agrícolas se dividen en fragmentos diversos de la clase laboral rural y campesina e inclusive son parte de segmentos diferentes de carácter no clasis-ta, especialmente migrantes, niños, mujeres e indígenas.

3.2 Subjetividad en Sinaloa y California

En el proceso de construcción de su subjetividad, entre los trabaja-dores migratorios del campo, prevalece el razonamiento diario sobre el no cumplimiento de sus derechos laborales y de sus derechos sociales y humanos en Sinaloa y California. Además, entre los asa-lariados agrícolas migrantes prevalece cierto sentido común sobre lo negativo o lo positivo, en relación con los temas de importancia nacional e internacional que los involucra desde el punto de vista económico, social, político y cultural. Especialmente, alrededor de los perjuicios o los beneficios derivados de su condición de trabaja-dores transmigrantes.

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3.3 Identidad y voluntad colectiva en Sinaloa y California

3.3.1 Demandas en Sinaloa y California

Los asalariados rurales migratorios poseen identidades diversas, pero se identifican principalmente alrededor de demandas de ca-rácter obrero, social, indígena, popular y binacional, y sólo de una manera secundaria, alrededor de las reivindicaciones agrarias y campesinas.

Por una parte, el trabajo de campo realizado en 2005, en Sinaloa, México, muestra la preponderancia de las reivindicaciones de ca-rácter obrero de los trabajadores agrícolas asalariados, sin parcela o con ella. Con relación a la demanda principal, de las respuestas efectivas, 77.94% de los trabajadores planteó diversas demandas de carácter obrero, entre las que destacan el aumento salarial, tra-bajo, educación y vivienda, servicios médicos, servicios públicos y mejor trato; 11.76% levantó reivindicaciones de otro carácter, y 10.3% manifestó no tener ninguna demanda. Predominan las exi-gencias obreras, mientras que las demandas campesinas e indíge-nas tienen escaso significado.

Por otra parte, el trabajo de campo realizado en 2007, en Cali-fornia, Estados Unidos, muestra la preponderancia mayor aún de las reivindicaciones de carácter obrero e internacional de los traba-jadores agrícolas asalariados, sin parcela o con ella. Con relación a la demanda principal, de las respuestas efectivas, 91% de los tra-bajadores planteó diversas demandas de carácter obrero e interna-cional, entre las que destacan el aumento salarial y la legalización; 3% levantó reivindicaciones de otro carácter, y 6% manifestó no tener ninguna demanda. Predominan abrumadoramente las exigen-cias obreras e internacionalistas y simplemente no aparecen las de-mandas campesinas e indígenas. Se muestra la preponderancia de las reivindicaciones de carácter obrero de los trabajadores agrícolas asalariados, con parcela o sin ella.

Los fragmentos diversos de la clase trabajadora agrícola transmi-grante, generalmente se han identificado y luchado por demandas de tipo obrero, como el sueldo, trabajo y organización diversa; se han identificado y movilizado también por exigencias de carácter internacional, tales como la reforma migratoria. Sin embargo, tam-bién se han identificado y movilizado por reivindicaciones de tipo étnico, como el respeto a los derechos y cultura indígenas, así como de orientación rural, por ejemplo, la tierra, créditos, buenos precios y subsidios.

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3.3.2 Organización y movilización de recursos en Sinaloa y California

1) En general, los trabajadores agrícolas migrantes no están for-malmente organizados. El trabajo de campo ejecutado en 2005-2007, en México y Estados Unidos, demuestra la preponderancia de las reivindicaciones de carácter obrero de los trabajadores agrícolas asalariados sin identidad organizativa formal, pues, en su mayoría las personas no pertenecen a una organización que los defienda.

En Sinaloa, 47.01% de los encuestados dijeron no pertenecer a una organización campesina, patronal o indígena; 42.73% externó su pertenencia a una organización gremial. El 10.3% de las perso-nas encuestadas no saben, o bien no respondieron, si pertenecen a una organización para la defensa de sus intereses. No obstante, la participación de los asalariados rurales migratorios no sólo en instancias gremiales, sino también en organizaciones de otro tipo de la sociedad civil e instituciones del Estado con las que se iden-tifican, es muy significativa. En tanto que en California los niveles de desorganización son mayores, pues 90.6% de los encuestados dijeron no pertenecer a una organización campesina, patronal o in-dígena y sólo 9.4% manifestó su pertenencia a una organización gremial. La participación de los asalariados rurales migratorios en instancias gremiales y de otro tipo de la sociedad civil e institucio-nes del Estado con las que se identifican, es poco significativa. En la desorganización de los trabajadores influye decisivamente la falta de respeto a sus derechos de libre asociación, especialmente, pero no exclusivamente, en el sector indocumentado.

2) Los trabajadores del campo transmigrantes, organizados en instancias gremiales corporativizadas o independientes, así como en las organizaciones de otro tipo de la sociedad civil e instituciones del Estado, generalmente se sienten identificados con ellas para la defensa de sus intereses en México, donde los niveles de organi-zación son mayores. Sin embargo, no se sienten identificados con ellas para la defensa de sus intereses, en Estados Unidos, donde los niveles de organización son menores.

En Sinaloa, 52.86% de las respuestas efectivas de las personas encuestadas aseguraron sí sentirse identificadas con las organiza-ciones porque defienden sus intereses; pero 47.14% dijeron no sen-tirse identificadas con las organizaciones porque no representan sus intereses. Mientras que en California, 60% de las respuestas efec-tivas de las personas encuestadas afirmaron no sentirse identifica-das con las organizaciones porque no defienden sus intereses. Pero

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40% dijeron sentirse identificadas con las organizaciones porque sí representan sus intereses.

3) Los asalariados agrícolas migratorios enfrentan dificultades enormes de estructuración, debido a las características de la agri-cultura y, por lo tanto, del trabajador agrícola temporal, así como a la oposición empresarial rural y del Estado a la libre asociación de los asalariados agrícolas. Sin embargo, al realizarse nuevas formas de agrupación y poder entre ellos, el proyecto de organización in-dependiente de los trabajadores rurales migrantes adquiere posi-bilidades de desarrollo importante, tanto en las organizaciones de corte clasista, como no clasista, social e indígena. Generalmente, los asalariados del campo se identifican con proyectos futuros de la organización independiente, de carácter gremial, social, político y cultural.

El trabajo de campo cumplido en 2005-2007, en México y Estados Unidos, ilustra la percepción de las posibilidades organizativas de los trabajadores a futuro. En Sinaloa, 66.67% de las respuestas efectivas de las personas encuestadas dijeron que tienen mejores posibilida-des de organizarse entre ellos mismos mientras que 33.33% indi-caron que no existen mejores posibilidades de organización futura. En tanto que, en California, 72% respondieron que tienen mejores posibilidades de organizarse entre ellos mismos y 28% indicaron que no existen mejores posibilidades de organización futura. A pesar de todo, los trabajadores agrícolas asalariados mantienen la esperanza de organizarse más y de mejor manera en el futuro.

3.4 Movimientos sociales en Sinaloa y California

3.4.1 Razón o causa de los movimientos en Sinaloa y California

A medida que las reivindicaciones de los jornaleros del campo trans-migrantes son bloqueadas por la estructura de mediación del Esta-do, nuevas formas de movilización independiente se construyen con respecto a los patrones agrícolas y el gobierno. En general, los asa-lariados rurales migratorios actúan en los movimientos sociales para conquistar sus demandas. La principal causa que puede provocar un movimiento de lucha entre los trabajadores agrícolas migrantes es el reclamo de sus reivindicaciones obreras e internacionalistas, falta de pagos y aumentos de salario, reivindican la falta de vivienda digna y exigen que sean tratados con respeto, es decir, que no sean objeto de malos tratos. Dentro de las reivindicaciones desencade-nantes por las que luchan se encuentran la falta de pago salarial, es

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decir, les adeudan parte o bien el total de su salario; la legalización de su condición migratoria, y los maltratos y discriminación de que son objeto.

La investigación de campo en México y Estados Unidos, en 2005-2007, comprueba la participación de los trabajadores agrícolas en los movimientos sociales de diversa índole. Se indican con detalle, de acuerdo con las respuestas efectivas, los motivos o causas prin-cipales para que los trabajadores agrícolas migrantes den inicio a un movimiento por la defensa de sus demandas: en Sinaloa, aumento de salario y falta de pago salarial, 63.1%; vivienda y otras, 21.43%; maltratos, 9.52%; trabajo pesado, 3.57%, y falta de servicios mé-dicos, 2.38%. Mientras que, en California, legalización de su esta-tus migratorio, 50%; aumento de salario y falta de pago salarial, 37.5%; maltratos y discriminación, 12.5%. Bajos salarios y la falta de pago salarial, así como su condición de indocumentados, cons-tituyen la causa primera que da origen a un movimiento social de los trabajadores agrícolas asalariados en México y Estados Unidos, respectivamente.

3.4.2 Tácticas y estrategias de lucha en Sinaloa y California

Los trabajadores agrícolas internacionales, tanto migrantes como no migrantes, esencialmente apelan a tácticas de lucha diversas y movilización de recursos para presionar a los antagonistas empre-sariales y gubernamentales, con el propósito de obtener sus reivin-dicaciones, lo cual trae como consecuencia la satisfacción o incon-formidad con el resultado de los movimientos.

La investigación de campo en México y Estados Unidos, en 2005-2007, evidenció el nivel de satisfacción de los trabajadores agrícolas con los resultados de los movimientos sociales. En Sinaloa se ilustra la posición predominante de los trabajadores agrícolas satisfechos con los resultados de los movimientos, con relación a los inconfor-mes con los resultados de las luchas. El 51.28% de las respuestas efectivas de las personas cuestionadas indicaron haber ganado y estar satisfechas ante la solución dada a los problemas que les pre-sentan al patrón y/o autoridades; 25.64% de las personas indicaron haber perdido y estar insatisfechas con los resultados que obtu-vieron, y 23.08% de las personas consideraron haber empatado o tienen diferentes puntos de vista sobre la situación en la que se encontraron después de los resultados de un movimiento social. Mientras que, en California, se comprobó la posición ligeramente predominante de los trabajadores agrícolas satisfechos con los re-sultados de los movimientos, con relación a los inconformes con los

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resultados de las luchas. El 53.6% de las respuestas efectivas de las personas cuestionadas indicaron haber ganado y estar satisfechas ante la solución dada a los problemas que les presentan al patrón y/o autoridades; no obstante, 46.7% de las personas indicaron ha-ber perdido y estar insatisfechas con los resultados que obtuvieron de su participación en un movimiento social. Obviamente, los ni-veles de satisfacción e insatisfacción de los trabajadores agrícolas asalariados se encuentran en razón directa de la causa principal de sus movimientos sociales: el salario y la legalización en México y Es-tados Unidos, respectivamente. Mayores salarios despiertan cierta satisfacción y la falta de legalización provoca alguna insatisfacción.

3.4.3 Papel de los empresarios agrícolas y del Estado en Sinaloa y California

Las demandas y movimientos sociales de los asalariados agrícolas temporales, son enfrentadas de manera unida y organizada por los diversos actores empresariales agrícolas, que cuentan con apoyo por parte del Estado y la élite dirigente en el poder político para oponerse a ellas, pero que, en virtud de que tal apoyo no es total, se han visto obligados a resolver una parte de las reivindicaciones de los trabajadores.

La intervención del Estado asume la forma de control político, más que de solución a las demandas diversas de los asalariados es-tacionarios del campo. La investigación de campo en México y Esta-dos Unidos, en 2005-2007, prueba la percepción de los trabajadores agrícolas sobre la intervención del Estado como forma de control político. Se pone de relieve el sentir mayoritario de los trabajadores que interpretan la posición del Estado como forma de control polí-tico: de las respuestas efectivas de los trabajadores agrícolas inte-rrogados al respecto, en Sinaloa, 63.46%, consideró la intervención del Estado como forma de control político, en tanto que 36.54% manifestó que no existía tal control político. En California, de las respuestas efectivas de los trabajadores agrícolas interrogados al respecto, 66.7% consideró la intervención del Estado como forma de control político, en tanto que 33.3% manifestó que no existía tal control político.

La intervención política, jurídica y judicial de las instituciones es-tatales, en general, favorece a los empresarios agrícolas, más que resolver los problemas laborales y de orden social de los peones ru-rales. Por consiguiente, las relaciones de los asalariados del campo transmigrantes con el Estado, no son buenas, tanto en México como en Estados Unidos.

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3.4.4 Estrategia de alianzas en Sinaloa y California

1) Aunque las posiciones a favor o en contra de alianzas entre los diversos tipos de trabajadores se dividen por la mitad, en general, se puede decir que los asalariados agrícolas migratorios, para es-tablecer alianzas y movilizarse conjuntamente por la solución de sus demandas generales o específicas. Por una parte, se unen prin-cipalmente con otros tipos de trabajadores del campo, y, de una manera secundaria, con los empresarios rurales y el gobierno, así como con otros actores sociales, políticos y culturales. Por otra par-te, se enfrentan con el desacuerdo de otros trabajadores del cam-po; mientras que la unidad de los trabajadores para luchar es muy significativa.

La investigación de campo en México y Estados Unidos, en 2005-2007, patentiza, por un lado, la unidad de los trabajadores agrí-colas como estrategia principal en la búsqueda de solución a sus problemas. Se subrayan las respuestas efectivas de una mayoría trabajadora que se apoya a sí misma frente a los que no se ponen de acuerdo. No obstante, las posiciones son muy equilibradas, dado que, por un lado, en Sinaloa, 51.25% de las respuestas efectivas de los trabajadores encuestados estimaron que los trabajadores agrí-colas se unen para luchar por sus demandas, mientras que 48.75% expresó que no hay dicha unidad trabajadora. Por otro lado, en California, se demuestra la falta de unidad de los trabajadores agrí-colas como estrategia principal en la búsqueda de solución a sus problemas frente a los que se apoyan a sí mismos. Se subrayan las respuestas efectivas de una ligera mayoría trabajadora compuesta por 55% que no se ponen de acuerdo. No obstante, las posiciones son muy equilibradas, dado que 45% de las respuestas efectivas de los trabajadores encuestados opinaron que los trabajadores agríco-las se unen para luchar por sus demandas.

2) Los asalariados agrícolas migratorios intentan aliarse con las instituciones educativas y con otras instituciones, para resolver sus reivindicaciones generales y específicas.

La investigación de campo en México y Estados Unidos, en 2005-2007, demuestra la búsqueda de alianzas de los trabajadores agrí-colas con las instituciones educativas como estrategia de solución a sus problemas. En Sinaloa se evidencia que 73.96% de las respues-tas efectivas de los trabajadores migrantes consideran que deben vincularse a las universidades y/o instituciones educativas para de-fender sus intereses y 26.04% piensa que no deben buscar ese tipo de relación con las universidades. En tanto que, en California, se corrobora que 88.9% de las respuestas efectivas de los trabajadores

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migrantes consideran que deben vincularse a las universidades y/o instituciones educativas para defender sus intereses y 11.1% piensa que no deben buscar ese tipo de relación con las universidades e instituciones educativas.

3) De manera contradictoria, por una parte, en México, donde predomina la Iglesia católica, los trabajadores agrícolas asalaria-dos rechazan las posibles alianzas con la Iglesia para resolver sus demandas, aunque la búsqueda de alianzas con la Iglesia es impor-tante y, por otra parte, en Estados Unidos, donde es hegemónica la Iglesia protestante, ellos buscan las posibles alianzas con la Iglesia para resolver sus demandas, mientras que el rechazo a alianzas con la Iglesia es muy poco importante.

La investigación de campo en México y Estados Unidos, en 2005-2007, justifica, por un lado, el rechazo a posibles alianzas de los trabajadores agrícolas con las instituciones religiosas como estra-tegia de resolución a sus demandas. En Sinaloa se pone en claro que 46.96% de las respuestas efectivas de los trabajadores agrí-colas piensan que no deben relacionarse con las iglesias para de-fender sus reivindicaciones, mientras que 33.33% son de la idea de que deben buscar ese tipo de vínculos con la Iglesia, encaminados a resolver sus terrenales demandas y 17.20% manifestó otro tipo de consideraciones. Por otro lado, acredita la búsqueda de posibles alianzas de los trabajadores agrícolas con las instituciones religio-sas como estrategia de resolución a sus demandas. En California se pone en claro que 88.9% de las respuestas efectivas de los trabaja-dores agrícolas piensan que deben relacionarse con las iglesias para defender sus reivindicaciones, mientras que 11.1% son de la idea de que no deben buscar ese tipo de vínculos con la Iglesia, encami-nados a resolver sus terrenales demandas.

4) El comportamiento político de los trabajadores agrícolas asa-lariados es ambivalente. Por una parte, los asalariados del campo transmigrantes, para ser dirigidos buscan principalmente líderes in-ternos y de una manera secundaria a dirigentes externos. En ge-neral, los jornaleros agrícolas prefieren ser guiados sobre todo por dirigentes surgidos de entre ellos mismos, y no políticos importados de otros grupos o instancias para resolver sus demandas. Los tra-bajadores del campo migrantes buscan ser guiados por sus propios dirigentes y en menor medida, aliarse para ser conducidos por par-tidos políticos, con el propósito de resolver sus demandas. No obs-tante, también los jornaleros agrícolas prefieren ser guiados sobre todo por los partidos políticos para resolver sus demandas. Los tra-bajadores del campo migrantes buscan aliarse con partidos políticos

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para ser conducidos con el propósito de resolver sus demandas, y en menor medida, rechazan la guía de partidos políticos.

La investigación de campo en México y Estados Unidos, en 2005-2007, por un lado, acredita la búsqueda de dirigentes internos de los trabajadores agrícolas y no tanto de líderes externos de los partidos políticos como estrategia de solución a sus problemas. En Sinaloa se advierte que 62.07% de las respuestas efectivas de los trabajadores agrícolas cuestionados, creen que para poder triunfar no deben ser guiados por partidos políticos, mientras que 37.93% perciben que sí deben ser conducidos por instituciones partidistas. Por otro lado, manifiesta la búsqueda de dirigentes internos de los trabajadores agrícolas y al mismo tiempo la guía de los partidos políticos como estrategia de solución a sus problemas. En California se advierte que 64.3% de las respuestas efectivas de los trabajadores agrícolas cuestionados, creen que para poder triunfar deben ser guiados por partidos políticos, mientras que 35.7% perciben que no deben ser conducidos por instituciones partidistas. Llama la atención el recha-zo a los partidos políticos en México, donde los trabajadores agríco-las asalariados tienen plenos derechos políticos y la simpatía a los partidos políticos, en Estados Unidos, justamente donde la mayoría trabajadora carece de los mismos, por su estatus de ilegalidad.

5) Los trabajadores agrícolas asalariados se sienten bien repre-sentados en las diversas instancias del Poder Ejecutivo.

La investigación de campo en México y Estados Unidos, en 2005-2007, manifiesta que los trabajadores agrícolas perciben estar ade-cuadamente representados en el Poder Ejecutivo para la solución de sus problemas. En Sinaloa es evidente una mayoría del 62.07%, entre las respuestas efectivas de los trabajadores migrantes que afirman sentirse bien representados en el Ejecutivo para resolver sus problemas, frente al 37.93% de quienes aseguran que no se en-cuentran bien representados. De manera similar, en California, una mayoría del 60%, entre las respuestas efectivas de los trabajadores migrantes afirman sentirse bien representados en el Ejecutivo para resolver sus problemas, frente al 40% de quienes aseguran que no se encuentran bien representados. Tanto en México como en Estados Unidos, los derechos laborales, sociales y humanos de los trabaja-dores agrícolas asalariados, en la práctica no se respetan, indepen-dientemente de su condición legal. Por ello, llama poderosamente la atención que los trabajadores se sientan bien representados en el Poder Ejecutivo, no sólo en México, sino también en Estados Unidos, país en donde la mayoría trabajadora migrante o no migrante, ilegal o legal, no participa en las elecciones, todo ello en la coyuntura de las elecciones de noviembre de 2008.

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6) En marcado contraste, por una parte, en México, los trabaja-dores agrícolas se sienten mal representados en el Poder Legislati-vo. Pero, por otra parte, en Estados Unidos, se sienten bien repre-sentados en el Poder Legislativo.

La investigación de campo en México y Estados Unidos, en 2005-2007, prueba, por un lado, que los trabajadores agrícolas perciben que no están adecuadamente representados en el Poder Legislativo para la solución a sus problemas. En Sinaloa, una clara mayoría representada por 63.64% de las respuestas efectivas de los traba-jadores migrantes indican no estar debidamente representados en el Legislativo para resolver sus problemas, contra una minoría equi-valente al 36.36% que dice estar bien representada porque ayudan a la gente. Sin embargo, evidencia, por otro lado, que los trabaja-dores agrícolas perciben estar adecuadamente representados en el Poder Legislativo para la solución a sus problemas. En California, una clara mayoría representada por 62.5% de las respuestas efec-tivas de los trabajadores migrantes indican estar debidamente re-presentados en el Legislativo porque ayudan a la gente a resolver sus problemas, contra una minoría equivalente al 37.5% que dice no estar bien representada.

Lo anterior da una idea, en calidad de aliados, por un lado, de la lejanía e inutilidad que adjudican al legislativo local y federal en la solución de sus justas demandas, en el caso mexicano, y la cercanía y eficacia que los trabajadores agrícolas atribuyen al legislativo local y federal en la solución de sus justas demandas, en el caso estado-unidense, de cara a un posible acuerdo migratorio.

IV. Conclusiones

Los trabajadores agrícolas asalariados en México y Estados Unidos desempeñan un trabajo considerado como el más peligroso y al mis-mo tiempo el más importante: la producción de alimentos. Sin la fuerza de trabajo de los 300 mil asalariados del campo en Sinaloa y el millón de trabajadores rurales en California, simple y sencilla-mente no sería posible la generación de la riqueza que tiene su ori-gen en el campo. Los trabajadores agrícolas constituyen la columna vertebral de la economía agrícola de Sinaloa, con un valor comercial por 2 mil quinientos millones de dólares y de California por 32 mil millones de dólares anuales.

Prácticamente, todos los trabajadores agrícolas asalariados en Sinaloa y California son mexicanos, nacidos en México o de origen mexicano. En Sinaloa, los obreros rurales constituyen más del 80%

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de la Población Económicamente Activa (PEA) en el campo, en don-de laboran trabajadores agrícolas locales y migrantes de casi todo México. En California, los trabajadores agrícolas asalariados rebasan el 90% de la PEA rural. Del millón de trabajadores agrícolas, sólo 4% son anglo o afroamericanos; 95% son latinos y 94% son mexicanos; 57% son considerados ilegales por las autoridades estadounidenses y 43% legales; 8% indígenas y 92% no indígenas. Sin los jornaleros rurales, la economía agrícola sinaloense y californiana colapsaría arrastrando en su caída al resto de los sectores de la economía

Los jornaleros agrícolas, hombres y mujeres; niños, jóvenes, adul-tos y ancianos; indígenas y no indígenas; migrantes o no migrantes; calificados o no calificados; con parcela o sin parcela; permanentes o temporales, construyen su propia subjetividad y perciben que sus derechos laborales, sociales y humanos no son respetados íntegra-mente; sienten la crisis económica y sus manifestaciones sociales, políticas y culturales; asumen la indefensión en que se encuentran por la falta de reforma y acuerdo migratorio en Estados Unidos y entre este país y México.

Los trabajadores agrícolas se identifican alrededor de reivindica-ciones básicamente proletarias y de corte internacionalista; la ma-yoría no están asociados en organizaciones gremiales, de la socie-dad civil o del Estado. No obstante, aproximadamente la mitad se identifica con las organizaciones por defender sus demandas y más de dos terceras partes considera mejores posibilidades de organiza-ción en el futuro.

Bajos salarios y la falta de pago salarial, así como su condición de ilegales o indocumentados, constituyen la causa primera que da origen a un movimiento social de los trabajadores agrícolas asala-riados tanto en México como en Estados Unidos. Las demandas y movimientos sociales de los asalariados agrícolas, son enfrentadas de manera unida y organizada por los diversos actores empresa-riales agrícolas, que cuentan con apoyo por parte del Estado para oponerse a ellas. La intervención del Estado asume la forma de control político, más que de solución a las demandas diversas de los asalariados del campo.

Las posiciones a favor o en contra de alianzas entre los diversos tipos de trabajadores se dividen a la mitad. Más de cuatro quintas partes buscan alianzas de los trabajadores agrícolas con las insti-tuciones educativas como estrategia de solución a sus problemas; donde predomina la Iglesia católica, la mayoría de los trabajadores agrícolas asalariados rechazan las posibles alianzas con la Iglesia para resolver sus demanda y, donde es hegemónica la Iglesia pro-

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testante, una gran mayoría busca posibles alianzas con la Iglesia para resolver sus demandas. Llama la atención el rechazo a los par-tidos políticos en donde los trabajadores agrícolas asalariados tie-nen plenos derechos políticos y la simpatía a los partidos políticos, justamente donde 57% de los trabajadores carecen de los mismos. Paradójicamente, los jornaleros agrícolas se sienten bien represen-tados en el Poder Ejecutivo, inclusive en un país en donde la mayo-ría no participa en las elecciones y todo ello en la coyuntura de las elecciones del 4 de noviembre de 2008. Así mismo, se sienten mal representados en las instancias legislativas mexicanas, pero bien representados en las instancias parlamentarias de Estados Unidos, justamente ante las expectativas de una reforma migratoria.

En ese contexto, los actores sociales involucrados en la compleja problemática de los jornaleros agrícolas asalariados, deben hacer su máximo esfuerzo para mantener el liderazgo de las principales eco-nomías agrícolas a ambos lados de la frontera, considerando no sólo su gran importancia en sí mismas, sino también su enorme impacto en la agroindustria, el agrocomercio y, en general, en todos los ám-bitos del sistema económico, así como sus consecuencias sociales, políticas y culturales.

Los protagonistas principales están llamados a preservar el dina-mismo de las economías agrícolas capitalistas de punta en Sinaloa y California, manteniendo el empleo y generando bienestar social; otorgándole un carácter definidamente competitivo económicamen-te, autosustentable ecológicamente, y socialmente justo.

Tanto los patrones agrícolas como los gobiernos de México y de Estados Unidos están obligados legalmente a respetar los derechos laborales, sociales y humanos, establecidos en la legislación de am-bos países y en el ámbito internacional y que actualmente no son cumplidos enteramente. Están obligados a enfrentar las manifesta-ciones de la crisis económica, social, política y cultural, así como ne-gociar el libre tránsito de las personas en ambos territorios. Deben, por lo tanto, resolver cabalmente las justas demandas principales de los jornaleros agrícolas migrantes y no migrantes:

1) En Sinaloa, México, aumento de salario mínimo en los térmi-nos señalados por la Constitución y estimado en el equivalente a tres salarios mínimos actuales y pago de salarios adeudados arbitra-riamente por los patrones, así como terminar con el trabajo infantil; construcción de vivienda digna para todos los trabajadores; respeto a los trabajadores por parte de los capataces y fin a la discriminación y hostigamiento contra indígenas y ciudadanos centroamericanos; seguridad en el trabajo, especialmente contra la contaminación por

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agroquímicos y servicios médicos universales para los trabajadores y sus familiares dependientes. Vigencia del derecho a la educación básica, pública y gratuita

2) En California, legalización de su estatus migratorio para los ilegales o indocumentados y la expedición de licencias de manejo; aumento de salario mínimo a 10 dólares la hora y el pago de salarios adeudado por patrones arbitrarios; respeto a los trabajadores y fin a la discriminación y hostigamiento de mexicanos e indígenas, ser-vicios médicos universales para todos los trabajadores y sus familia-res dependientes; seguridad en el trabajo, especialmente contra la contaminación por pesticidas y construcción de vivienda digna para todos los trabajadores.

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SUSTENTABILIDAD AGRÍCOLA Y SEGURIDAD ALIMENTARIA

193

ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO Y SISTEMAS PRODUCTIVOS

Lorena Soto-Pinto1

Götz Schroth2

Peter Laderach3

Jan Dempewolf4

Resumen

Existe un reconocimiento global de la urgente necesidad de miti-gación y adaptación al cambio climático, con el fin de proteger a la humanidad. La mayor parte del calentamiento de la Tierra en los últimos años proviene de la quema de combustibles fósiles; sin em-bargo, otra proporción menor, pero no menos importante, deriva del cambio de uso del suelo. Hay una preocupación entre organizacio-nes internacionales, gobiernos y organización civiles para encontrar formas de adaptarse a los cambios que se avecinan. El empodera-miento y participación en la toma de decisiones de grupos sociales locales, la comprensión, prevención y monitoreo de los impactos del cambio y la variabilidad climática, el fortalecimiento de las ins-tituciones encargadas de desarrollar las políticas para enfrentar las adversidades son algunas de ellas.

En el caso del café, una proyección para la Sierra Madre de Chia-pas prevé un incremento de la temperatura entre 2.1 a 2.2°C en la zona de café de esta región para el 2050, y un descenso en la precipitación anual entre 80 y 85 mm (4 a 5%) de la lluvia actual. Estos cambios traerían como consecuencia otros problemas en la agricultura y los asociados en el ámbito económico y social.

1 Investigadora de El Colegio de la Frontera Sur, Carretera Panamericana y Perif. Sur s/n, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 29290, México.

2 Conservation International, 2011 Crystal Drive Suite 500, Arlington VA, 22202, EE. UU.

3 Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), Apdo. LM-172, Managua, Ni-caragua.

4 Conservation International, 2011 Crystal Drive Suite 500, Arlington VA, 22202, EE. UU.

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En este artículo se hace una revisión bibliográfica de los riesgos del cambio climático y los retos para la mitigación y adaptación en la agricultura en México y un estudio de caso del café en la Sierra Madre de Chiapas.

Introducción

Hoy día, desafortunadamente el crecimiento económico es el que determina el tipo de desarrollo que prevalece en todo el mundo, un desarrollo de tipo consumista que ha tenido como resultando desnutrición, hambre, violencia; procesos de inflación sin control, desempleo y desigualdad social. La agricultura no es una excepción, en México se han privilegiado los sistemas agrícolas especializa-dos, orientados a la exportación, los cuales usan altas cantidades de energía e insumos que impactan fuertemente al suelo, el agua, los organismos vivos y la atmósfera. El impacto ambiental genera el desmantelamiento de la capacidad productiva, dependencia del mercado exterior, migración de la población, pérdida de la cultura y de la capacidad de alimentar a la población.

Hoy, México es uno de los 11 países más poblados del mundo, deberá producir granos, carne, leche, vegetales y fibras para ali-mentar a una creciente población de más de 100 millones de perso-nas, quienes tendrán que sustentarse con menos tierra y con menos agua y recursos.

Aunado a esto, los pronósticos del cambio climático prevén cam-bios fuertes en la agricultura con respecto a la imprevisibilidad del clima y la vulnerabilidad y el riesgo que esto traerá aparejado.

El contexto actual obliga a voltear la mirada hacia una agricultura multifuncional, en donde el conocimiento local, la ciencia y la tecno-logía contribuyan a incrementar la producción agrícola sustentable desarrollando cultivares adaptables a sitios específicos; mejoran-do acceso a recursos; mejorando el suelo, el agua, el manejo de nutrientes y garantizando la conservación; será ineludible no per-der de vista el manejo de plagas, diversificando e incrementando las fincas pequeñas, incluyendo productos orgánicos y de comercio justo; reforzando mercados locales, y redes de alimentos seguros, desarrollando cultivares adaptables a sitios específicos; mejorando acceso a recursos; mejorando el suelo, el agua, el manejo de nu-trientes y garantizando la conservación; será ineludible no perder de vista el manejo pre y post cosecha de plagas, diversificando e in-crementando las fincas pequeñas, incluyendo productos orgánicos y de comercio justo; reforzando mercados locales; redes de alimentos

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seguros. La innovación de sistemas agroforestales basados en los milenarios sistemas tradicionales pueden contribuir en la generación de alternativas para solucionar algunos problemas de producción de alimentos, producción de bienes forestales fuera del bosque, mante-ner el suelo y su fertilidad, reducir problemas de malezas y plagas, conservar la biodiversidad y reducir la competencia por distintos usos del suelo.

¿Qué pasará con el cambio climático y la agricultura?

Se ha reconocido que el cambio climático es un hecho, identificándo-se como el problema ambiental más importante de los últimos tiem-pos. Un fenómeno que impactará en las escalas global y regional en este siglo. Los efectos serán el calentamiento de todas las regiones del mundo, el aumento en intensidad de las lluvias pero también el aumento de la sequía en algunas áreas y las inundaciones en otras, y el aumento en el nivel de los mares.

Estudios previos indican que la incertidumbre relacionada con la temperatura es mayor que la relacionada con la precipitación. Estos estudios concluyen que lo más importante es el entendimiento de la respuesta de los cultivos a la temperatura para evaluar los impactos del cambio climático y los esfuerzos de adaptación de la agricultu-ra (Lobell y Burke, 2008). Estos cambios prevén disminución de la productividad, de los ingresos de los productores y de la seguridad alimentaria, lo que impactará el bienestar de las sociedades, espe-cialmente las más pobres.

Las regiones tropicales tendrán los primeros problemas por es-trés climático, sin precedentes.

Los resultados de estudios previos muestran que el sur de Asia y África serán los focos rojos o “hunger hotspots”, con impactos más severos por cambio climático. El cultivo con mayores impactos potenciales será el maíz, que hoy es la fuente más importante de calorías, y que se pronostica que sufrirá pérdidas de alrededor de 30% en 2030.

Los retos

El reto principal es la adaptación. Algunos autores señalan que es muy necesaria la investigación en genética, el mejoramiento y la selección hacia cultivos mejorados que toleren el incremento de temperatura. Sin embargo, se ha estudiado que aumentos de 1°C podría bajar entre 2 y 16% la productividad. La diversidad genética

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que tienen los pueblos será clave para la adaptación al cambio cli-mático, una por tener muchas opciones de las cuales echar mano, y otra porque puede ser la fuente potencial para el mejoramiento de nuevos cultivares adaptados a los cambios. Los paisajes agrícolas campesinos que mantienen una alta diversidad natural y genética jugarán un papel muy significativo en la conservación y manteni-miento del capital natural, tanto de cultivos de importancia local como de cultivos de importancia comercial.

Datos de otros estudios muestran que el estrés por temperatura podría causar reducciones en el crecimiento de las hojas y el llenado de grano de cultivos clave como el maíz y frutales; estrés del gana-do y reducción de la humedad del suelo, que puede incrementar el consumo de agua en la agricultura (The Rockefeller and The Kendall Foundations, 2007).

Se requiere de inversiones fuertes y rápidas para desarrollar agroecosistemas tolerantes al calor, sistemas de irrigación para agroecosistemas diversos, lo cual tendrá altos costos y requerirá de una priorización por parte de la política global y nacional (Battisti y Naylor, 2009).

Se sabe que en México existen alrededor de 600 acuíferos, de los cuales 101 están sobreexplotados. El 83% del agua se usa para rie-go (OCDE, 2003), el cual es ineficiente y costoso. El cambio climá-tico plantea que habrá necesidad de mayor consumo de agua para agricultura, pero la escasez de este recurso será cada vez mayor.

El caso del café en Chiapas

Mediante un modelo de predicción de cambios en la temperatura (Schroth et al., 2009) se hizo una proyección en la Sierra Madre para ver el comportamiento climático en las zonas cafetaleras. Se encontró que los modelos del clima muestran un incremento de la temperatura entre 2.1 a 2.2°C en la zona de café de esta región para el 2050. La precipitación anual bajaría en aproximadamente 80 a 85 mm, o 4 a 5% de la lluvia actual en tres rangos altitudinales estudiados.

Los autores plantean que estos cambios traerían como conse-cuencia el decremento de las áreas apropiadas para café debido al aumento de la temperatura en la zona cafetalera, lo que haría que el café tendiera a subir en altitud, invadiendo las reservas y dismi-nuyendo sustancialmente las áreas de café de especialidad.

Este cambio traería aparejada la incidencia de plagas y enferme-dades, por ejemplo la roya y la broca podrían incrementarse con las altas temperaturas (Lamoroux et al., 1995; Gay et al., 2006; Baker

197

and Haggar, 2007). Los riesgos, pues, se inscriben en disminución de la calidad y cantidad de café, mayores riesgos a la sequía, incen-dios y tormentas, costos incrementados para producción, cosecha y procesamiento del café, así como los altos costos potenciales del café en un mercado variable en cantidad y calidad.

En ausencia de inversiones de apoyo a los pequeños productores, habría poca capacidad para enfrentar estos cambios, lo que reque-riría de nuevas variedades de café, cultivos alternativos, control de erosión e incendios, infraestructura para procesamiento, servicios de capacitación y extensión para lidiar con las plagas, enfermeda-des y mercados.

Mientras mayor sea el riesgo para la producción cafetalera, las comunidades buscarán otras alternativas como la expansión de la ganadería, como ha ocurrido en algunas partes de Chiapas y Ve-racruz (Eakin, 2005), o el cambio a otros cultivos que puedan ser económicamente atractivos como la caña de azúcar (Hausermann and Eakin, 2008) o los biocombustibles.

¿Qué es necesario hacer? Zonificación del área y necesidades de adaptación 1. Producción de variedades adaptadas a altas temperaturas2. Promoción de café altamente diverso y estructuralmente 3. complejoDiversificación del uso del suelo4. Pago por servicios ambientales5. Reforestación de sitios degradados6. Promoción de manejo del fuego7. Promoción, apoyo e inversiones para usos del suelo alterna-8. tivosIncremento de la eficiencia del agua en la producción y el 9. procesamiento del caféFortalecimiento de la organización comunitaria10.

¿Qué se está haciendo en otros países?Algunas de las estrategias que se están siguiendo en otros países son las siguientes:

Captación de agua será clave para la producción hortícolaMantener y garantizar calidad del aguaAgricultura protegidaCambio de prácticas de manejo

198

Cambio de cultivos y mercadosMás investigación (inversiones fuertes)Combinar conocimiento científico con técnicoMejorar la eficiencia del uso del agua (formas y tiempos de apli-cación del riego)Cultivos de temporalVariedades resistentes a sequíaIncrementar sombra y protección contra el viento (sistemas agroforestales)Mejorar estructura del suelo para mejorar retención de humedadCaptación y re-uso del aguaReservorios de agua del verano para tener en el tiempo de secas

Consideraciones finales

Se prevé que el cambio climático impactará la agricultura, econo-mía y aspectos ambientales de la producción hortícola y frutícola del país; las condiciones de disponibilidad de agua y la tempera-tura serán muy variables, según estudios previos. Los productores necesitarán considerar estrategias de corto y mediano plazo. Las opciones dependerán de las percepciones del cambio climático y las amenazas y oportunidades que se presenten regionalmente.

Este escenario traerá como consecuencia, en el caso del café, el estrés de este cultivo por alta temperatura y descenso de la disponi-bilidad de agua en el suelo, lo cual puede cambiar el área adecuada disponible para este cultivo, lo que pudiera provocar el riesgo de invasión de las reservas, mayor incidencia de plagas y enfermeda-des, decrementos en la cantidad y calidad del café para el mercado, aumento de riesgos de incendios, sequías y sus costos asociados, así como el riesgo de cambio de uso del suelo a otras opciones que pudieran poner en riesgo la conservación.

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200

USO DE PLAGUICIDAS EN LA PRODUCCIÓN HORTÍCOLA EN COMUNIDADES RURALES

DE LOS ALTOS DE CHIAPAS

Héctor Ulises Bernardino Hernández1 Ramón Mariaca Méndez1

Austreberta Nazar Beutelspacher1

José David Álvarez Solís1

Arturo Torres Dosal2 Crispín Herrera Portugal3

Introducción

Los plaguicidas4 han sido empleados por el hombre desde la anti-güedad para el control de plagas5 y para evitar la pérdida de culti-vos, así como para alcanzar su máxima producción y calidad. México fue el primer país del tercer mundo que importó las tecnologías de la Revolución Verde para su desarrollo agrícola. El paquete tecnológico consistió en la selección genética de semillas (variedades de alto rendimiento), la maquinización de la agricultura, la explotación in-tensiva del suelo y principalmente la utilización masiva de fertilizan-tes y plaguicidas sintéticos también conocidos como agroquímicos (Pichardo-González, 2006:45-46), para estos últimos, su consumo a través de los últimos años ha aumentado gradualmente (Alpuche, 1991:20-31).

Albert (2005:1-17) menciona que en las zonas noreste y centro de México (Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Baja California, Guanajua-to y Jalisco), se consumen plaguicidas de todo tipo aplicados a la producción de granos, hortalizas y flores, en las zonas cañeras se

1 El Colegio de la Frontera Sur. Unidad San Cristóbal ([email protected]); ([email protected]); ([email protected]); ([email protected]).

2 El Colegio de la Frontera Sur. Unidad Villahermosa ([email protected]). 3 Universidad Autónoma de Chiapas ([email protected]).4 Se entiende por plaguicida, cualquier sustancia o mezcla de sustancias usada para

prevenir, destruir, repeler o atenuar alguna plaga que ataca a los cultivos o que son vectores de enfermedades. De acuerdo con el organismo sobre el cual actúa se tienen: insecticidas, herbicidas, fungicidas, nematicidas, etc.

5 Como plaga se entiende cualquier organismo que interfiere con la conveniencia o bienestar del hombre u otra especie de su interés.

201

aplican herbicidas e insecticidas, en las zonas de plátano se apli-can principalmente fungicidas, mientras que en las zonas destina-das para la producción de maíz se aplica todo tipo de herbicidas. También reporta que los plaguicidas de mayor uso en México son los herbicidas, ocupando los lugares uno, dos, cuatro y siete de los nueve plaguicidas de mayor venta, entre los que destacan paraquat y glifosato; seguidos de los insecticidas, siendo los organofosfora-dos los más usados destacando el paratión metílico, el metamidofos y el malatión; y finalmente los fungicidas, destacando el mancozeb y clorotalonil.

Según reportes de Cortines de Nava (s/f:15), hasta el año 2000, Chiapas ocupaba el segundo lugar en el uso de plaguicidas después de Sinaloa, le siguen Veracruz, Jalisco, Nayarit, Colima, Sonora, Baja California, Tamaulipas, Michoacán, Tabasco, Estado de México, Puebla y Oaxaca. Estos estados eran los principales consumidores de plaguicidas en México, se calcula que en dichas entidades se aplica 80% del total de plaguicidas usados en el campo mexicano (Alvarado-Mejía y González-Navarrete, 2007:6-7).

De acuerdo con lo anterior, Chiapas es uno de los estados con mayor uso de plaguicidas, distintos estudios se han enfocado a las regiones de la Frailesca y el Soconusco; sin embargo, existe poca información de la región de Los Altos, habitada por población indíge-na tsotsil. El objetivo de esta investigación es explorar el uso y ex-posición6 a plaguicidas en comunidades del municipio de Chamula, debido a que sus actividades agrícolas se han enfocado a la produc-ción hortícola con una alta dependencia a estos insumos químicos. El presente trabajo es resultado de un estudio piloto para comparar el uso y manejo de plaguicidas en varios sistemas de producción de la región de Los Altos, así como la percepción de riesgo y daños a la salud.

Materiales y métodos

Se realizó un estudio piloto en la comunidad de La Ventana, munici-pio de Chamula, Chiapas. Esta localidad se encuentra entre las coor-denadas 92°41’43” de longitud oeste y 16°45’56” de latitud norte, a una altitud de 2,240 msnm (Fig. 1); cuenta con una población total de 496 habitantes pertenecientes a la etnia tsotsil (INEGI, 2005).

6 Como exposición a plaguicidas se entiende el contacto directo (sea inhalado, ingeri-do y/o dérmico) y/o la ingestión de residuos en agua potable, hortalizas y produc-tos provenientes de animales que consumen alimentos contaminados.

202

Figura 1. Localización de La Ventana, municipio de Chamula, Chiapas; México.

A través de una asamblea de productores de la localidad, se so-licitó la autorización para la aplicación del instrumento de investi-gación, el cual incluía un total de 114 preguntas. Se solicitó infor-mación relacionada con las características y condiciones laborales, principales cultivos hortícolas, uso de fertilizantes y plaguicidas, así como morbilidad referida asociada al uso de plaguicidas.

Resultados

El estudio piloto se llevó a cabo en julio de 2010, se aplicaron un total de 12 entrevistas estructuradas a adultos dedicados a la pro-ducción hortícola (9 personas del sexo masculino y 3 del sexo fe-menino). La aplicación de cuestionarios se realizó entre las 10:00 y 16:00 horas. Se explicó a los distintos productores cooperantes lo que se pretendía realizar y los objetivos de la entrevista, se descartó a los productores que no proporcionaron su autorización debido a que solicitaban dinero a cambio de su cooperación.

De los entrevistados, 75% fueron del sexo masculino entre los 24 a 75 años de edad, el restante 25% fueron del sexo femenino entre los 47 a 48 años. 25% son analfabetas (hombres), 50% ma-nifestaron tener la primaria incompleta (2 mujeres y 4 hombres) y el restante 25% cuentan con la primaria completa (2 hombres y una mujer).

Los agricultores refirieron cultivar de manera reciente hortalizas como la acelga, el nabo, la papa, el perejil, el tomate verde, el brócoli, el rábano y la espinaca (con períodos de entre uno a cinco años), mientras que la lechuga, el betabel, el cilantro y la coliflor la cultivan desde hace 6 y hasta 30 años. Los cultivos se encuentran a

203

cielo abierto y próximos a sus viviendas en porciones de tierra que van de 10 hasta 2,500 m2. Los cultivos son básicamente de temporal.

La fertilización la realizan principalmente con gallinaza, urea y 18-46-00, solos o en combinaciones, sólo un productor mencionó utilizar aserrín como fertilizante. Cabe señalar que los agricultores siembran maíz como actividad agrícola de autoabasto (Cuadro 1). El destino de la producción hortícola es el mercado municipal ubicado en la cabece-ra del municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

Cuadro 1. Fertilizantes aplicados en la producción hortícola

Fertilizante Cultivo

Gallinaza Cilantro, lechuga, papa, maíz

Urea Cilantro, espinaca, maíz, rábano

18-46-00 Rábano

Gallinaza + urea Betabel, brócoli, coliflor, lechuga, tomate verde

Urea + 18-46-00 Betabel, cilantro, coliflor, nabo, perejil, maíz

Gallinaza + urea + 18-46-00 Brócoli, lechuga,

Aserrín Cilantro, rábano

Fuente: Trabajo de campo, julio 2010.

Con respecto a los problemas reportados por los agricultores, destaca la presencia de la gallina ciega y la mariposa blanca, el primero afecta los cultivos de betabel, cilantro, lechuga y rábano; mientras que la segunda afecta los cultivos de brócoli, coliflor, espi-naca, nabo y papa.

Los productores también manifestaron que en distintos cultivos las plantas se secan o se pudren, así como la presencia de babosas y la enfermedad conocida como tizón provocan daños en sus cultivos; debido a lo anterior, utilizan una diversidad de plaguicidas para su control (Cuadro 2).

204

Cuadro 2. Problemas reportados por los agricultores en los cultivos hortícolas

Cultivo Problemas reportados por los agricultores

Acelga Se seca la planta

Betabel Gallina ciega y gusano cogollero

Brócoli Mariposa blanca y gusano verde

Cilantro Hojas negras y putrefactas, gallina ciega

Coliflor Mariposa blanca, orugas, hojas con manchas amarillas

Espinaca Mariposa blanca

Lechuga Babosas, gallina ciega, gusano cogollero, hojas putrefactas

Nabo Mariposa Blanca

Papa Hojas enrolladas, mariposa blanca, tizón

Perejil Se seca la planta

Rábano Hojas amarillas, gallina ciega

Tomate verde Babosas

Maíz Monte (hierbas)

Fuente: Trabajo de campo, julio 2010.

Los agricultores reportaron el uso de siete plaguicidas que apli-can en la mayoría de sus cultivos, principalmente del tipo organo-fosforados y carbamatos; cabe mencionar que los aplican solos o en combinaciones para el control de los distintos problemas que ellos detectan; se observó el uso manzate y tamaron, principal-mente (Cuadro 3). Zaragoza-Martínez (2006:60), en un sondeo en otras comunidades del mismo municipio, observó el uso de folidol, tamarón, ridomil, ftalimida, paraquat y glifosato.

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Cuadro 3. Plaguicidas y usos reportados por los productores hortícolas

Nombre comercial Tipo Fórmula Clasificación

Uso reportado por los agricultores

Cultivo Problema

Calypso Insecticida Thiacloprid Cloronicotinilos Papa Mariposa blanca

Coloso Herbicida Glifosato Fosfonometil-glicina Maíz Hierbas (monte)

Lannate insecticida Metomilo Carbamato Brócoli, coliflor Hojas con manchas amarillas

Manzate Fungicida Mancozeb Carbamato

Acelga, betabel, brócoli, cilantro, coliflor, espinaca, lechuga, papa, pe-rejil, tomate verde

Gusano cogollero, mariposa blanca, ho-jas secas o podridas, tizón, orugas, babo-sas, tizón

Monitor 600 Insecticida Metamidofos Organofosforado brócoli, coliflor, to-mate verde,

Babosas, hojas con manchas amarillas

Previcur Fungicida Propamocarb Carbamato

Lechuga, betabel, brócoli, papa

Hojas podridas, gu-sano verde, hojas enrolladas, gallina ciega

Tamaron Insecticida Metamidofos Organofosforado

Acelga, betabel brócoli, cilantro, coliflor, lechuga, nabo, papa, rábano

Gallina ciega, hojas con manchas ama-rillas, hojas negras y putrefactas, hojas enrolladas, mariposa blanca, orugas, ba-bosas, gusano cogo-llero, tizón

Fuente: Trabajo de campo, julio 2010.

Es importante señalar que los agricultores aplican los produc-tos sin asesoría técnica, ningún productor manifestó haber recibido capacitación en la elección y manejo de los plaguicidas, lo anterior se puede observar al detectar que un fungicida lo utilizan para el control de insectos y un insecticida para el control de enfermedades de origen micótico como el tizón; así como las dosis que emplean son arbitrarias y por arriba de las recomendadas en las etiquetas de cada producto, esto puede relacionarse con la nula capacitación y la baja escolaridad de los entrevistados.

La preparación y aplicación de las mezclas de plaguicidas las rea-liza el hombre, es decir, aunque la mujer sea la jefa de familia, su esposo o hijo mayor es el que realiza estas actividades. No utilizan ninguna medida de protección, la vestimenta es la de uso diario: gorra, botas de hule, pantalón largo, camisa o playera que en oca-siones puede ser de manga larga, únicamente un productor mani-festó usar un pañuelo para cubrirse la boca durante la aplicación del plaguicida. Las razones manifestadas para no usar algún tipo de protección fueron diversas, destacando el desconocimiento de la

206

existencia de algún equipo de protección, además de que puede ser muy costoso y no tienen dinero para comprarlo.

La aplicación se realiza preferentemente en la mañana (entre 7:00 a 10:00 horas) aunque algunos productores mencionaron que dependiendo de sus actividades pueden realizar la aplicación a cual-quier hora del día, la aplicación tiene una duración entre una a tres horas. Con respecto a los envases vacíos, la principal respuesta pro-porcionada por los productores fue la quema como destino final.

Los productores mencionaron haber aprendido a utilizar los pro-ductos químicos a través de la observación y consejos de familiares (principalmente del padre), amigos y vecinos; además, destaca que no reciben ningún tipo de asesoría del vendedor donde adquieren estos productos. Con respecto a los motivos para usar plaguicidas, destaca la respuesta de obtener buenas cosechas al controlar las plagas y enfermedades que dañan a sus cultivos, por lo que si no usaran estos productos, se perderían sus cosechas. Además, des-taca que la mayoría de los productores creen que los plaguicidas son poco peligrosos o desconocen su peligrosidad, solamente un productor aceptó su peligrosidad y que su utilización puede estar dañando su salud.

Con respecto al probable daño a su salud, se exploró si los pro-ductores habían manifestado algún síntoma de intoxicación después de aplicar los plaguicidas; siete productores manifestaron haber presentado molestias después de sus labores agrícolas, los princi-pales síntomas reportados son: dolor de cabeza y de estómago, ar-dor y ojos llorosos, visión borrosa, mareos, fatiga excesiva, pérdida de apetito y resequedad de la garganta. Cabe señalar que sólo un productor asocia los síntomas que presenta al uso de plaguicidas, los demás desconocen a qué pueden deberse los malestares que sienten, o bien, lo atribuyen a la comida que ingirieron o a aspectos religiosos.

Conclusiones

El estudio piloto permitió observar el nulo o escaso conocimiento que prevalece en el uso y manejo de plaguicidas, lo que influye en el uso de una variedad de plaguicidas (principalmente organofosfo-rados y carbamatos) por los productores. Además, es preocupan-te que el contacto con estos productos durante largos períodos de tiempo, pueda estar afectando su salud o la de su familia; asimismo, que los productores no los consideren como peligrosos. Al contrario, los consideran como indispensables para la obtención de buenas

207

cosechas, a pesar de reportar síntomas de intoxicación asociados al uso de plaguicidas.

Destaca en todos los casos, la falta de información sobre la forma adecuada de aplicación de los distintos plaguicidas identificados, así como de los riesgos y probables daños a la salud que puede estar ocasionando su uso.

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CARACTERIZACIÓN DE HUERTOS FAMILIARES EN LA COMUNIDAD DE TZISCAO,

LA TRINITARIA, CHIAPAS

Paola Torres1 David Álvarez1

Noé León1 José Nahed1

Ramón Mariaca1

1. Introducción

El huerto familiar es el sistema agroforestal más extendido dentro del territorio nacional, de gran importancia tanto en aspectos cultu-rales como biológicos. La producción que se origina de los huertos, junto con la de la parcela, es la base del sustento rural. El huerto se convierte, en la mayoría de los casos, en la despensa básica a la que tiene acceso la familia a lo largo del año, el recurso más cercano para sobrevivir ante el riesgo ambiental y las contingencias o altiba-jos del mercado (Mariaca et al., 2007).

En contraste con otros sistemas agroforestales, la principal fun-ción del huerto no es la de optimizar la producción, sino la de ga-rantizar un mínimo de productos alimenticios que pueden funcionar como amortiguador en tiempos de crisis económica y/o períodos de desabasto.

Los animales domésticos son un componente importante dentro del huerto familiar. Éstos representan una fuente de producción de proteínas a bajos costos. Los animales pequeños como pollos, patos y conejos también proveen vitaminas del complejo B y minerales tales como calcio, hierro y fósforo. Asimismo, los huertos familiares son reservorios de biodiversidad local y domesticación de especies.

Por lo anterior, los huertos familiares cumplen una importante función social en regiones con alta pobreza, en donde generalmente existen grandes problemas de desnutrición. Además, el excedente de producción de los huertos es vendido en áreas urbanas aledañas a la comunidad, lo que provee de seguridad alimentaria tanto al área urbana como rural.

1 El Colegio de la Frontera Sur-Unidad San Cristóbal

210

Según Cuanalo y Guerra (2008), en un estudio de los huertos familiares mayas de la península de Yucatán, en la comunidad de Yaxcaba, encontraron que dichos sistemas agroforestales suplen importantes necesidades de las familias, tales como: proporcionar espacios de esparcimiento tanto para niños como para jóvenes y adultos, debido a la sombra que proveen los diferentes estratos ar-bóreos y que éstos, además, crean un ambiente fresco. Asimismo, los huertos proveen de espacios en donde los niños aprenden a correr y subirse a los árboles, además de que ahí se realizan diver-sas actividades domésticas como el lavado y colgado de la ropa. También encontraron que los huertos familiares son una importante fuente de diversidad de plantas, ya que se identificaron 59 espe-cies ornamentales, 42 especies de árboles frutales tropicales, 21 especies de vegetales y diversas especies de árboles maderables y plantas medicinales.

Según Montagnini (2006), los huertos familiares contribuyen a la seguridad alimentaria en tres aspectos importantes:

Proveen un acceso directo a una diversidad de alimentos nu-• tritivos.Incrementan el poder adquisitivo de las familias al tener la • posibilidad de vender los excedentes de la producción. Por ejemplo, en una comunidad de San José, Belice, los produc-tos alimenticios y maderables obtenidos del huerto represen-tan 62% del ingreso familiar (Levasseur y Oliver, 2000).Durante un período de escasez, la familia recurre a las provi-• siones de alimento dadas por el huerto.

Los huertos familiares son considerados como sistemas de uso de tierra saludables, eficientes y sustentables debido a que satisfa-cen las necesidades de la población local y mitigan la degradación ambiental; sin embargo, existen pocos estudios en donde se hagan análisis cuantitativos de la función del huerto, es decir, es mayor la percepción de que estos sistemas son sustentables, que la evidencia cuantitativa que se tiene (Torquebiau, 1992).

Según Gliessman (2002), un sistema agrícola sostenible debe al menos:

Tener el mínimo efecto negativo en el ambiente y no liberar • sustancias tóxicas o dañinas a la atmósfera y el agua super-ficial o subterránea.Preservar y reconstruir la fertilidad del suelo, prevenir la ero-• sión y mantener la salud del suelo.

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Hacer uso de los recursos dentro del agroecosistema, re-• emplazando los insumos externos con un mejor ciclo de nu-trimentos, adecuada conservación y amplio conocimiento ecológico, como el uso de abonos orgánicos, la asociación y rotación de cultivos. Valorar y conservar la diversidad biológica, principalmente la • de especies locales. Que las familias locales tengan el control sobre el ciclo de • producción agrícola, para poder crear así una red de comercio justo, en donde se beneficien productores y consumidores.

2. Justificación

En los últimos años, Tziscao ha presentado cambios importantes en la forma de vida de sus habitantes, debido a la relevancia que ha tenido el turismo en dicha localidad, entre otros factores. Esta acti-vidad ha representado la oportunidad de mayores ingresos, motivo por el cual han reorientado sus formas de vida con implicaciones en sus actividades agrícolas, el consumo alimenticio y la participación de los jóvenes en las actividades del campo.

Actualmente, dentro de Tziscao existen esfuerzos para contra-rrestar la pérdida de conocimientos ancestrales agrícolas amigables con el ambiente, de diversidad de especies cultivadas y criadas, de prácticas culturales, y de autonomía que las familias poseían y que se reflejaban en sus huertos familiares.

Estos esfuerzos han surgido dentro de los mismos habitantes que se han organizado con el objetivo de recibir asesorías externas, te-ner espacios de reflexión y adoptar innovaciones tecnológicas ade-cuadas a sus necesidades. En algunas ocasiones han sido apoyados por el gobierno a través de dependencias tales como la Secretaría de Economía, CONANP y SEDESOL; pero también organizaciones no gubernamentales e instituciones académicas los han asistido, como HEIFER, A.C., y ECOSUR.

Sin embargo, estas capacitaciones y asesorías han carecido de un análisis previo de la situación actual de la unidad de producción familiar y, de manera más específica, del huerto familiar. Se des-conoce la sustentabilidad actual de este agroecosistema, lo cual es muy importante para poder estimar las mejoras o no, la pertinencia y las repercusiones que tienen las innovaciones que se han venido aplicando.

Con el presente estudio se pretende conocer la condición actual y la importancia que los huertos familiares tienen para las familias de Tziscao a través de una caracterización de los mismos.

212

3. Objetivo

Conocer la importancia social, económica, ambiental y cultural que tienen los huertos familiares en la comunidad de Tziscao, La Trinita-ria, Chiapas.

4. Hipótesis

Se espera que la importancia que tienen los huertos familiares se refleje en la diversidad biológica tanto animal como vegetal, la pro-ducción de alimentos sanos, la transmisión de prácticas agrícolas ancestrales y los espacios de recreación familiar.

5. Metodología

El presente estudio se está llevando a cabo con 30 familias de la comunidad de Tziscao, interesadas en el mejoramiento de sus huer-tos familiares. De las familias que participan en el presente estudio, 25% pertenecen a una Sociedad de Solidaridad Social denominada “Lagos de Colores”, que lleva 20 años de formación, cuyo objetivo principal es la producción de café orgánico y que en los dos últimos año han colaborado con Heifer, A.C., sobre la aplicación de diversos proyectos encaminados a fortalecer la soberanía alimentaria de las familias. Otra organización que está presente en las familias parti-cipantes es la empresa de envasado de conservas denominada “Voz de la Selva”, que representan 25% de las familias que se dedican a la elaboración de mermeladas, almíbares, licores y conservas de frutas y verduras. 10% de las familias pertenecen a la organización “Flor de Montebello”, cuyo objetivo principal es la reproducción de orquídeas. Asimismo, otro 10% de las familias pertenecen al Frente Democrático Campesino y Popular de La Trinitaria, A.C., que como parte de sus objetivos como organización es la promoción de prác-ticas agrícolas amigables con el medio ambiente. El resto de las familias (30%) no pertenecen a ninguna organización.

Se realizó un diagnóstico de la unidad de producción familiar por medio de entrevistas estructuradas y observación en campo.

Se caracterizan los huertos familiares analizando los aspectos ambientales, tecnológicos, sociales y económicos por medio de en-trevistas y visitas de campo.

Los aspectos considerados para la caracterización de los huertos son los siguientes:

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Tabla 1. Indicadores agrupados por área de evaluación para la caracterización de huertos familiares en el ejido Tziscao

ÁREA DE EVALUACIÓN INDICADOR CARACTERÍSTICAS MÉTODO DE

MEDICIÓNUNIDAD DE MEDICIÓN

Tecnológica

Número de prácticas innovadoras adoptadas

Prácticas que les han sido enseñadas por medio de talleres y/o cursos y que realizan en su huerto tales como: secadores solares, vermicompostas, camas de doble excavación para hor-talizas, etc.

Cuantificación por medio de entrevista y observación. Se clasificarán en técnicas de bajo y alto impacto

Número de prácticas

Tipo de insu-mos utilizados en el huerto (fertilizantes y plaguicidas)

Insumos orgánicos Cuantificación por medio de entrevista de las siguientes prácticas:

Número de insumos

Número de prácticas agrícolas mágico-religiosas

Número de prácticas tecno-lógico-culturales aplicadas en el huerto por la gente que no son comunes en los manuales agrícolas, de acuerdo con la clasificación de Mariaca, 2003

Cuantificación por medio de entrevista de las siguien-tes prácticas:-Fases lunares-Castigo a árboles improduc-tivos-Indicadores bióticos y abióticos de fenómenos me-teorológicos-Función de arvenses-Cabañuelas- Buena o mala mano-Efecto de mujer embarazada-Canícula-Trapos rojos-Castrado de pollos-Selección de semillas

Número de prácticas

Económica

Herramientas y equipo

Número de herramientas ma-nuales y mecánicas y equipo utilizados en el huerto

Cuantificación por medio de entrevista

Número de herramientas

Productos vendidos

Cantidad por grupo de ali-mentos producidos en el huerto (hortalizas, frutales, animales, ornamentales, condimenticias, medicina-les) y vendidos por año

Cuantificación por medio de entrevista

Kilogramos o unidad local

Productos des-tinados al autoabasto

Cantidad por grupo de ali-mentos producidos en el huerto (hortalizas, frutales, animales, condimenticias, medicinales) y consumidos por año

Cuantificación por medio de entrevista

Kilogramos o unidad local

Valor de la producción

Precio que tienen los pro-ductos del huerto dentro de la localidad

Investigación en tiendas de la localidad

Pesos

Costos de producción del huerto

Gastos operacionales (se-millas, crías, alimentación, fertilizantes, insecticidas, medicamentos) y gastos estructurales (jornales) empleados en la producción del huerto durante un año

Entrevista Pesos

Margen neto/huerto/año, $

Valor de la producción del huerto menos los costos de producción

Cálculo financiero Pesos

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Ambiental

Degradación del suelo

Cantidad de materia orgáni-ca, la textura, la infiltración y la estructura del suelo

Obtención de muestra y aná-lisis de laboratorio

Factor K

Número de especies de fauna

Cantidad de especie de fauna por categorías antro-pocéntricas de uso según la clasificación de Mariaca, 2007

Cuantificación por medio de entrevista y observación

Número de especies de fauna

Número de es-pecies de flora cultivadas

Cantidad de especies de flora por categorías antro-pocéntricas de uso según la clasificación de Martínez Alfaro, 1990

Cuantificación por medio de entrevista y observación

Número de especies de flora

Densidad de flora

Relación entre el número total de individuos con la superficie del huerto

Entrevista y medición directa

Social

Consumo alimentario

Contribución del huerto a la alimentación familiar en frutas y verduras , huevo y pollo

Cálculo con datos de entre-vista

Porcentaje

Organización Número de organizaciones a las que pertenece

Cuantificación por me-dio de entrevista

Número de organizacio-nes

Participación Asistencia a las reuniones de la organización y del ejido

Entrevista con líder de la or-ganización

Porcentaje

Capacitación y asesorías

Número de cursos y/o talle-res que reciben en un año

Entrevista con líder de la or-ganización

Número de asesorías

Beneficiarios Personas que se benefician de los productos del huerto aunque no participen en las labores del mismo

Cuantificación por medio de entrevista

Número de beneficiarios

6. Área de estudio

El ejido Tziscao, La Trinitaria, Chiapas, es una comunidad de 1,376 habitantes con grado de marginación alto, pertenecientes a la etnia chuj, y se ubican dentro del polígono del Parque Nacional Lagos de Montebello. El ejido tiene una superficie de 3,238 ha y posee los lagos con mayor importancia turística (Montebello, Pojoj, 5 Lagos, Tziscao e Internacional).

El área de Tziscao registra un clima semicálido subhúmedo con lluvias en verano, tipo ACw1”(w)ig, de acuerdo con el sistema de clasificación climática de Köppen modificado por García (1981). La temperatura media anual es de 18°C y una precipitación anual de 1,836 mm (datos de CILA en Martínez, 1997). Los meses más fríos son diciembre y enero, con un promedio de 15.5°C y el más calu-roso es mayo con un promedio de 20°C. En cuanto a la distribución anual de la precipitación, enero es el menos lluvioso con 25 mm (promedio mensual), mientras que el mes más lluvioso es septiem-bre con 200 mm. Hay un gradiente altitudinal entre la parte oeste y

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este del territorio (1,640 y 850 m), por lo que el extremo este del ejido es ligeramente más cálido. Este gradiente altitudinal reúne las condiciones microclimáticas para que el ejido represente una zona de transición biológica.

A nivel nacional, pertenece a la región terrestre prioritaria 137 El Momón-Montebello (Arriaga et al., 2000), está dentro de una de las Áreas de Importancia para la Conservación de las Aves (AICAS, AICA SE-19, Lagos de Montebello; CONABIO, 2004), y en la región hidrológica prioritaria 88 Comitán-Lagos de Montebello (Arriaga et al., 2002).

A nivel internacional, se ubica dentro del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM) que a su vez está considerado como uno de los hotspots de biodiversidad en el mundo. Además de esto, el ejido Tziscao junto con el Parque Nacional Lagos de Montebello, es uno de los sitios RAMSAR que integra la Convención Internacional sobre Humedales.

La vegetación es bosque mesófilo de montaña o bosque de niebla y bosque de pino-encino-liquidámbar.

7. Resultados y discusión

Unidad de producción familiar

La unidad de producción familiar en la comunidad de Tziscao se com-pone de: 1. El huerto familiar: que es el espacio en donde habita la familia y algunos cultivos como: árboles frutales, hortalizas, plantas condimenticias, medicinales, ornamentales y árboles maderables. Algunas familias también tienen dentro de sus huertos siembra de café, maíz y/o frijol. Generalmente, los productos obtenidos del huer-to son para el autoabastecimiento familiar, pocos productos son para la venta, como sería el caso de plantas ornamentales, en específico las orquídeas, que tienen un alto valor para los habitantes de Tziscao. También en el huerto familiar se crían las aves de corral como las gallinas, que tienen un alto valor para las familias por el aporte de huevos y carne (proteínas). Algunas familias tienen otro huerto den-tro de la colonia, que les sirve para poder realizar algunas actividades que ya no pueden realizar en su traspatio por falta de espacio, tales como el cultivo de hortalizas, la crianza de gallinas, el cultivo de or-quídeas, o alguna plantación específica, como la siembra de pacaya. Generalmente, los sitios miden 50 x 50 m y se ubican dentro del área urbana del ejido. El huerto familiar, al ser un sistema con alta diversi-dad de especies cultivadas, también contribuye a la conservación de especies nativas, del suelo y de la fauna circundante.

216

2. Cultivo de maíz y frijol dentro del ejido: Generalmente se ubi-can fuera de la parte urbana del ejido. La superficie promedio de esta subunidad de producción es de 1 ha y dentro de este estudio, 25% de las familias no contaban con este espacio debido a que sus terrenos tienen otro uso, como el destinado a la producción de café. Debido a las condiciones ambientales, los terrenos del ejido no son los más adecuados para la producción de granos básicos por la baja fertilidad del suelo y la topografía accidentada. El rendimiento de maíz en esta zona es de 0.5 ton/ha. Este bajo rendimiento ha ocasionado que algunas familias dejen de producir maíz y/o frijol dentro del ejido.

3. Cultivo de maíz y frijol fuera del ejido: 15% de las familias dentro del presente estudio, con ciertas posibilidades económicas, pudieron adquirir parcelas en un ejido llamado Juncaná, que es ade-cuado para el cultivo de granos básicos. Este ejido se localiza a 40 min de Tziscao a orilla de carretera. En esta zona el rendimiento del maíz es de 3 ton/ha. El número de hectáreas de las parcelas oscila entre 2 y 6 ha y el uso de dicha producción es tanto para el autoabastecimiento como para la comercialización, debido a que en el ejido Tziscao existe fuerte demanda de granos básicos.

4. Cafetal: Los cafetales en Tziscao se ubican tanto dentro del área urbana como fuera de ella. Su superficie oscila desde 0.25 ha (los que se encuentran dentro del área urbana) hasta 4 ha. El ma-nejo es orgánico o natural. En los últimos años muchas familias han abandonado los cafetales debido a una serie de factores tales como: el bajo precio del café en años anteriores, el aumento del costo de la mano de obra, la incidencia de plagas tanto en café como en ár-boles de sombra (chalum), y a que han encontrado otras actividades económicas más redituables.

5. Ganadería: Algunas familias del ejido también realizan activi-dades ganaderas. Dentro del estudio, 25% de las familias practican dicha actividad. La superficie de los potreros oscila entre 4 y 50 ha. Debido a las condiciones climáticas, sólo el pasto nativo es el que crece adecuadamente en esta zona, los pastos mejorados no. La actividad ganadera en Tziscao radica en la producción y venta de be-cerros. Esta actividad empezó a tomar mayor relevancia desde hace una década debido a un incendio de gran magnitud que afectó seve-ramente a las zonas boscosas del ejido, convirtiéndolas en acahua-les. Esto, aunado al aumento del número de personas del ejido que migraban a Estados Unidos y al envío de las remesas, propició que se dieran las condiciones para la adquisición y crianza del ganado.

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Huerto familiar

Prácticas innovadoras adoptadas

Las prácticas innovadoras adoptadas se refieren a las prácticas que a las familias les han enseñado por medio de talleres y/o cursos y que han adoptado en su huerto, tales como:

Secadores solares: Son pequeños invernaderos construidos • con madera y nylon. Están presentes en 15% de las casas y se utilizan para secar café y ropa, principalmente. Estos seca-dores son muy pertinentes debido a las frecuentes precipita-ciones y alta humedad que prevalece en la zona. Compostas: La composta que se produce con mayor frecuen-• cia es la vermicomposta y se presenta en 30% de los huertos. Estos huertos corresponden en su mayoría a familias que se encuentran dentro de un grupo organizado, como “Lagos de Colores” y “La Voz de la Selva”, que han recibido capacitacio-nes al respecto y lo han adoptado a sus solares.Cultivo de hortalizas: Se encontró que 50% de las familias • practican el cultivo de hortalizas en sus solares, de las cuales 30% realizan tablones para dicho cultivo, mientras que el otro 20% no realiza esta forma de cultivo.

El 70% de las familias participantes en el presente estudio per-tenecen a organizaciones que promueven las capacitaciones; sin embargo, muchos talleres o cursos no han fructificado debido a la falta de coordinación entre el expositor y las necesidades de los participantes en los talleres con respecto a un tema. Otro aspecto es la falta de seguimiento del tema en particular en donde con sólo un curso no se logra abordar de manera adecuada y no se vuelven a dar asesorías al respecto, lo que impide que las familias puedan adoptar nuevas prácticas de manera exitosa.

Insumos utilizados en los huertos familiares

Básicamente, en los huertos no se utilizan insumos externos, sino más bien el manejo es de tipo natural o con algunas prácticas orgá-nicas como la utilización de compostas. Esto, principalmente porque los cultivos predominantes son frutales diversificados con fines de autoabastecimiento. Este es un aspecto importante, debido a que contribuye a que los huertos familiares sean un sistema agrofores-tal adecuado para la conservación del suelo y en la producción de

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alimentos sanos. Los huertos que utilizan agroquímicos son 25% y corresponden a familias que siembran también maíz y/o frijol en sus solares.

Prácticas agrícolas mágico-religiosas

Estas prácticas se refieren a las aplicadas en el huerto familiar que no son comunes en los manuales agrícolas y que, más bien, corres-ponden a costumbres que llevaban a cabo los antepasados de las familias que se han perpetuado hasta el día de hoy. Dichas prácticas se describen a continuación:

Seguimiento de las fases lunares como rectoras para realizar • alguna actividad agro-silvo-pecuaria. 90% de los huertos lle-va a cabo esta práctica y se aplica más recurrentemente en la siembra de guineo y cuando las personas cortan leña.Castigo de árboles improductivos. En 25% de los huertos es-• tudiado se observó esta práctica y se presenta con mayor frecuencia en el Sábado de Gloria, que es cuando algunas personas todavía guardan la costumbre de pegarle no sólo a los árboles, sino también a los niños.Observación y seguimiento de indicadores bióticos y abióti-• cos de fenómenos meteorológicos. Se encontró que 80% de las familias identifican cierto sonido de aves que les indican cuando deja de llover o cuando empieza a llover, según sea la época del año. El ave que sirve en la mayoría de los casos como indicador es la chachalaca.Categorización de la función de las arvenses en relación con • las plantas cultivadas. Se registró que 95% de familias rea-lizan una distinción entre las diferentes arvenses que crecen en sus huertos, distinguiendo las benéficas y de esta forma, cuando realizan sus labores de limpia en el solar, permiten el crecimiento de unas mientras que otras son removidas.Seguimiento de las pintas y las repintas (cabañuelas). La ma-• yoría de las familias (90%) que participaron en el estudio si-guen las cabañuelas para establecer su calendario de siembra. Sin embargo, un comentario generalizado es que a partir de años recientes las cabañuelas ya no son tan confiables como antes, porque el régimen de lluvias se ha venido modificando.El concepto de “buena” o “mala” mano en las actividades • agro-silvo-pecuarias. 90% de familias realizan esta práctica y es uno de los elementos a considerar cuando se dividen las actividades agrícolas entre los integrantes de la misma.

219

Efectos del paso de una mujer ingrávida junto a ciertos cul-• tivos. Se encontró que 50% de familias llevan a cabo esta práctica, en donde los cultivos que principalmente son más afectados negativamente son la calabaza y el pepino, debido a que se marchitan; aunque en algunas ocasiones también son afectados algunos frutales. Sin embargo, para algunas familias el efecto de una mujer embarazada es positivo, como es el caso de la milpa, que cuando empieza a “jilotear” es recomendable que una mujer encinta camine en medio del cultivo para que haya abundante producción.Uso de trapos rojos: Esto se lleva a cabo con la finalidad de • proteger al árbol o a un animal del huerto contra el “mal de ojo”. Se identificó 40% de familias que llevan a cabo esta práctica. Asimismo, los huertos familiares son importantes en la con-• servación de prácticas agrícolas ancestrales y culturales. Es-tas prácticas se van perdiendo a medida que las nuevas gene-raciones ya no se dedican a actividades agropecuarias, debido a que han encontrado otras actividades económicas fuera del campo; sin embargo, al existir aún el huerto familiar, dichas prácticas se conservan en alguna medida.

Herramientas y equipo

Las herramientas más utilizadas dentro del huerto familiar son: el machete, el azadón, la pala, el rastrillo y la piocha. La herramienta más abundante es el machete; en promedio, cada familia tiene 4 unidades. Asimismo, el huerto también permite seguir utilizando ciertas herramientas que de otra forma ya no se utilizarían, princi-palmente en los hogares en donde han encontrado otras actividades económicas diferentes a la agrícola, tales como los servicios turísti-cos y el comercio.

Especies de fauna

Los animales de traspatio encontrados en los huertos estudiados fue-ron los siguientes: gallinas (Gallus gallus), patos (Anas sp.), gansos (Anser anser), guajolotes (Meleagris gallipavo), conejos (Oryctola-gus cuniculus) y cerdos (Sus escrofa). Los patos, gansos y conejos sólo se encontraron en 5% de los huertos. Los guajolotes en 10% de los huertos y los cerdos en 20% de los huertos.

220

Las gallinas se encontraron en 90% de los huertos, siendo este el animal con mayor presencia. El número de gallinas por familia varía desde 4 hasta 100. Este animal es importante dentro del traspatio por su aporte de carne y huevos (proteínas) a la dieta familiar.

De las pocas actividades con fines económicos que se realizan den-tro del solar está la de la crianza de cerdos y son pocas las familias que la llevan a cabo que, por acuerdo del ejido, debe existir cierta in-fraestructura sanitaria como fosas para los desechos de los animales para evitar los malos olores debido a que el ejido es un sitio turístico. De las familias que tienen dentro de sus actividades productivas a la porcicultura, la mayoría se dedica a la engorda de lechones. Única-mente se encontró a una familia que se dedicaba a la producción de lechones y 4 que se dedicaban a la engorda de lechones.

Tabla 2. Datos económicos de la crianza de cerdos en el ejido Tziscao

COSTOS OPERACIONALES INGRESOS

Costo del lechón (40

días)

Costo total de alimento

Tiempo de

engorda

Venta de un cerdo

engordado

Ganancia por cerdo

Lugar en donde se lleva a cabo la

actividad

$500 $500 3 meses $1,500 $500 solar

221

Especies de flora

Las especies de flora encontradas en los huertos familiares son las siguientes:Plantas alimenticias:

Tabla 3. Plantas alimenticias encontradas en los huertos familiares de Tziscao

FRUTALES HORTALIZAS GRANOS NATIVOS INTRODUCIDOS

Guineo morado

Tomate guajillo

Maíz Malanga Nopal

Guineo blanco

Chayote Frijol Tomate de árbol

Caña

Guineo manzano

Cebollín Café Borbón

Tomate de enredo

Camote

Guineo enano Calabaza Café caturra

Mora Chaya

Guineo de cochi

Rábano rojo Café sol Pacaya Yuca

Plátano Pepino Malanga

Naranja crio-lla y de clase

Repollo Rábano blanco

Limón-mandarina

Zanahoria Rábano morado

Guayaba crio-lla y de clase

Lechuga Bushnaga

Durazno criollo y iamante

Acelga Hierbadulce

Aguacate criollo y hass

Cebolla Hierbamora

Papaya Chile jalapeño Coles

Anona Chile jocote Mostaza

Granadilla Ajo Bledo

Níspero

Maracuyá

Manzana

Pera

Ciruela

Piña

222

Plantas medicinales y condimenticias: epazote, hinojo, laurel, pi-mienta, ruda, hierbabuena, té limón, sauco, hierba santa, cilantro de monte, cilantro, tomillo, zábila, orégano, malva, chuncamé, alta-misa, verbena, santa Catarina, hoja de cáncer. Para las familias que participaron en el estudio son importantes las plantas medicinales porque aún se preservan algunas prácticas de herbolaria que son utilizadas en enfermedades no graves.

Árboles maderables: corcho, eucalipto, chalum, ciprés, cazueri-na, cedro, amate, pomarrosa, zapote, palo hueso, palo ardilla, za-potillo, maite, colorín, guarumbo, liquidámbar, pino, encino.

Plantas de ornato: orquídea, rosal, alcatraz, geranio, bromelia, crisantemo, mañanita, amanda, palma, henequén, gladiola, azuce-na, hortensia, quequeshtle, helecho, helecho arborescente, helecho cola de quetzal, ala de ángel, begonia, lirio, geranio, flor de mayo, platanillo, higuerilla, arete, mano de león, yasnich, anturio, maguey, gallina culeca, agapando, jutuz, barba de gato, estronónica, vara de san José. Para la mayoría de las familias de Tziscao las orquídeas tienen un alto valor, debido a que en la región han sido las flores más abundantes, además de ser muy cotizadas por los turistas. Sin embargo, también la mayoría de las familias han introducido plantas de ornato de otras regiones dentro de sus huertos familiares.

8. Conclusión

A partir de los resultados obtenidos se concluye que los huertos familiares contribuyen sustancialmente en la alimentación de la uni-dad familiar, en la diversidad de fauna y flora, en la permanencia de las prácticas agrícolas ancestrales y en el aporte de espacios de recreación familiar. Asimismo, el huerto familiar es un sistema agrícola que minimiza el uso de insumos externos, lo que propicia la conservación de suelo y la producción de alimentos sanos.

223

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224

DESARROLLO DE UN PROCESO DE GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO PARA LA RESTAURACIÓN

DE LA BIODIVERSIDAD FUNCIONAL EN SISTEMAS DE PRODUCCIÓN HORTÍCOLA EN CIUDAD

DE LA HABANA, CUBAYaril Matienzo Brito

Marlene Maydeline Veitía Rubio Ana Ibis Elizondo Silva

Elina Masó VillalónOfelia Milán Vargas

Tais García Torriente1

Antonio Fernández Almirall2

Yaneisy Grana Rivero3

Resumen

La regulación biótica de las plagas que inciden en los sistemas de producción hortícola, constituye un proceso que puede favorecerse mediante la adopción de prácticas que aumenten la biodiversidad funcional de interés para el control biológico de las plagas agrícolas. En el presente trabajo se expone la experiencia desarrollada en la provincia Ciudad de La Habana, para favorecer la conservación de artrópodos biorreguladores de plagas en sistemas de producción de hortalizas, bajo un modelo sustentado en la gestión del conocimien-to y la educación agroecológica de los actores relevantes. De acuer-do con la percepción de los agricultores, se consideraron impor-tantes para la conservación: el uso de barreras vivas, la aplicación de bioplaguicidas, el fomento de plantas repelentes de plagas, el mantenimiento de plantas florecidas, el fomento de especies fruta-les y las asociaciones de cultivos. Así también, los técnicos destacan que especies botánicas como Zea mays, Morinda citrifolia, Vigna unguiculata, Ocimum bassilicum, Cucumis sativus y Abelmoschus esculentus son frecuentemente visitadas por los artrópodos bené-ficos (biorreguladores y polinizadores), las que pueden brindar im-portantes servicios para su conservación. De forma general, el pro-ceso de gestión permitió una mayor valorización del conocimiento, fortaleció el intercambio de experiencias entre los diversos actores y

1 Los seis primeros autores pertenecen al Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal (INISAV), correo electrónico: [email protected]

2 Dirección Provincial de Sanidad Vegetal, Ciudad de La Habana (DPSV).3 Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (ACTAF).

225

consecuentemente, generó un mayor aprendizaje para favorecer la adopción de prácticas de conservación de la biodiversidad funcional en sistemas agrícolas urbanos.

Introducción

En la mayoría de los círculos agrícolas científicos se ha llegado a la percepción general de que la agricultura moderna enfrenta una crisis ambiental (Conway y Barbier, 1990), lo que está dado funda-mentalmente por la adopción de prácticas agrícolas intensivas ba-sadas en altos insumos que conducen a la degradación del medio ambiente en general.

Uno de los problemas más acuciantes en muchos sistemas agrí-colas convencionales, lo constituye la pérdida de la diversidad bio-lógica, lo cual hace que estos sistemas se tornen cada vez más vulnerables e inestables (Altieri, 1997; Pérez, 2004), y en este sen-tido, uno de los campos donde más se agravan las consecuencias lo constituye el manejo de las plagas agrícolas.

Este proceso alcanza su forma extrema en el monocultivo y su resultado no es más que un agroecosistema artificial que requie-re constantemente de la intervención del hombre, entre ellos del uso de los plaguicidas agrícolas que reducen la diversidad de los enemigos naturales de las plagas que habitan en los sistemas de producción.

En Cuba se han generado profundos cambios que representan un apoyo notable del Estado cubano respecto al manejo ecológico de plagas, y, a la vez, se han generado múltiples experiencias en diver-sos escenarios agrícolas del país (Pérez, 2004), lo que se traduce en el desarrollo de una fuerte tendencia agroecológica, como paradig-ma para el manejo de las diferentes problemáticas fitosanitarias que hoy afectan a los cultivos.

La diversidad de condiciones que actualmente caracteriza a la producción agraria cubana, hace que coexistan múltiples sistemas de producción, entre los que se encuentran: los actuales sistemas de agricultura urbana, caracterizados por una alta diversificación de la producción agrícola, bajo diferentes sistemas de cultivos maneja-dos agroecológicamente (Companioni et al., 2001).

Las alternativas a los problemas fitosanitarios que se manifiestan bajo estas condiciones, se sustentan en el desarrollo de prácticas que favorecen el manejo agroecológico de plagas, donde un compo-nente esencial lo constituye la conservación de la biodiversidad y el manejo de los enemigos naturales de los organismos que afectan a los cultivos.

226

En este sentido, dichos sistemas han sido escenario de nume-rosas investigaciones con relación a las prácticas que favorecen la biodiversidad de artrópodos biorreguladores de plagas (Rijo et al.,1999; Vázquez et al., 2008; Matienzo, 2008, 2010); sin em-bargo, la búsqueda de modelos agrícolas que reduzcan la vulne-rabilidad alimentaria y aumenten la sostenibilidad, necesariamente tendrá que considerar la interrelación de diversos actores sociales, su conocimiento, su participación y sus decisiones como elementos relevantes para la sistematización de prácticas agroecológicas que favorezcan la biodiversidad funcional.

De manera que el objetivo de este trabajo fue desarrollar un proceso de gestión del conocimiento para restaurar la biodiversidad funcional de artrópodos benéficos asociados a sistemas hortícolas urbanos de Ciudad de La Habana.

Materiales y Métodos

Para el desarrollo del trabajo se realizó un diagnóstico de la per-cepción de los agricultores y técnicos vinculados a la producción de hortalizas y otras especies, en sistemas agrícolas urbanos de los municipios: Plaza, Playa, Arroyo Naranjo, Boyeros, Cerro, Diez de Octubre, Marianao, La Lisa, Habana del Este y Cotorro, de la provin-cia Ciudad de La Habana, durante el período 2006-2009.

Para la recolección de la información se realizó una encuesta para conocer la visión y la experiencia del encuestado, la que estuvo formulada por diferentes preguntas con base en tres aspectos fun-damentales, a saber:

Exploración cognoscitiva sobre los artrópodos biorreguladores • de plagas agrícolas.Conocimiento y nivel de adopción de prácticas que favorecen • y/o limitan a los artrópodos biorreguladores de plagas.Medios de comunicación promisorios para la construcción de • procesos de aprendizaje exitosos en torno a la conservación y al manejo de los artrópodos biorreguladores de plagas.

Asimismo, se realizó un taller participativo con el objetivo de au-mentar la relevancia y socializar el conocimiento de los técnicos que, como facilitadores locales, visitan sistemáticamente las diversas uni-dades de producción e interactúan directamente con los agricultores.

De esta manera, mediante el uso de tecnologías de información y comunicación (TIC), los investigadores que participaron en el ta-ller documentaron experiencias exitosas y estimularon la reflexión

227

colectiva respecto a la función que realizan estas especies benéfi-cas, y a la necesidad de potenciar su conservación en los sistemas agrícolas.

Por otra parte, mediante el desarrollo de técnicas participativas, se conformaron diferentes grupos que estuvieron representados por un líder, quien expuso en carteles, el criterio y la visión colectiva al resto de los participantes. Los temas debatidos fueron los siguientes:

Frecuencia de aparición y reconocimiento en campo de artró-• podos benéficos (biorreguladores y polinizadores).Identificación de especies botánicas que funcionan como re-• servorios de los artrópodos benéficos.Identificación de las fortalezas, oportunidades, debilidades • y amenazas (FODA) que influyen en la adopción de prácticas conservacionistas a nivel local.

Se realizaron además, como parte de este proceso, diferentes acciones de capacitación (teórico-prácticas), en las que se conside-raron las necesidades actuales de los actores relevantes, a la vez que se abordaron temas necesarios para entender la necesidad de conservar y manejar agroecológicamente la biodiversidad de artró-podos benéficos.

Resultados y Discusión

Percepción de los agricultores sobre las prácticas que contribuyen a la conservación de artrópodos biorreguladores de plagas

El estudio cognoscitivo realizado indicó que los agricultores han ampliado sus conocimientos con relación a los hábitos alimentarios que pueden tener las especies que se asocian a sus cultivos, lo que les facilita el reconocimiento en campo de los artrópodos biorregu-ladores de las plagas agrícolas.

Al respecto, cabe destacar que los grupos taxonómicos que re-gulan poblaciones de fitófagos en sistemas agrícolas urbanos, están representados fundamentalmente por los órdenes Coleoptera, Hy-menoptera, Hemiptera, Neuroptera, Diptera, entre otros (Matienzo et al., 2005). Sin embargo, más del 80% de los agricultores reco-noce con mayor frecuencia en sus cultivos a Cycloneda sanguinea limbifer Casey (Coleoptera: Coccinellidae) (Fig. 1), lo que está dado fundamentalmente por su gran tamaño, coloración roja, así como por su alta plasticidad ecológica que le posibilita ser uno de los coc-cinélidos más distribuidos y conocidos en la región latinoamericana (González, 2006).

228

Figura 1. Artrópodos biorreguladores que los agricultores han observado en los diferentes sistemas de cultivos.

Como prácticas agroecológicas que se realizan en la agricultura urbana se encuentran: el intercalamiento de cultivos, el uso de las barreras vivas, de plantas repelentes; así también, se cultivan espe-cies de plantas que garantizan la presencia de flores en el sistema de producción (Fig. 2).

En este sentido, estudios realizados por Vázquez et al. (2005) se-ñalan que en la mayoría de las unidades de producción dichas prác-ticas se sustentan en la diversificación de plantas a nivel del sistema de producción, con un predominio de diferentes arreglos de plantas espacio-temporales que contribuyen al manejo de plagas.

Otras prácticas relacionadas con la utilización de insumos como los plaguicidas, fueron referidas por más del 80% de los agriculto-res, tal es el caso de la aplicación de bioplaguicidas. Sin embargo, en menor porcentaje resultó el uso de los plaguicidas químicos, de-bido a que bajo estas condiciones, sólo se permite cuando se justifi-ca económicamente (Fig. 2); aunque hay que destacar que muchos agricultores se han documentado acerca de las consecuencias del mal uso de los plaguicidas químicos sobre el hombre y el medio ambiente en general, lo cual ha contribuido, entre otros factores, a reducir su utilización.

229

*I. Cultivos: Intercalamiento de cultivos, AP. Químicos: Aplicación de plaguicidas químicos, B. Vivas: Barreras vivas, P. Repelentes: Plantas repelentes, Diver-

sif.: Diversificación, P. flores: Plantas con flores, V. Silvestres: Vegetación silvestre, Frutales: Especies frutales, C. Vivas: Cercas vivas.

Figura 2. Prácticas que se realizan en los sistemas agrícolas urbanos.

La percepción sobre las prácticas que favorecen la conservación y el manejo de los artrópodos biorreguladores de plagas se muestra en la Fig. 4. Se evidenció que muchos de los agricultores entienden que el enfoque de conservación está relacionado con diversas prácticas.

Cabe destacar que la mayoría expresó que no se trata de utili-zar solamente los productos biológicos para proteger a los enemi-gos naturales, de modo que consideraron importantes otras prácti-cas agroecológicas, a saber: el establecimiento de cultivos barrera (90%), la utilización de plantas con propiedades repelentes (84%), el mantenimiento de plantas en floración (82%), las especies fruta-les (78%) y las asociaciones de cultivos (73%).

La mayoría de los agricultores entienden que el uso inadecuado de productos químicos resulta nocivo para los artrópodos biorregu-ladores de plagas (Fig. 3); en cambio, muchos desconocen los ser-vicios que brindan las cercas vivas y la vegetación silvestre circun-dante para la conservación y el manejo de la fauna de artrópodos biorreguladores, aunque se pudo apreciar en algunos agricultores, cierto nivel de conocimiento sobre la contribución de estos arreglos, pues como señalaran (Alomar y Albajes, 2005; Molano y Quiceno, 2007), muchas plantas que crecen y se desarrollan de manera natu-ral constituyen sitios de refugio y alimentación para numerosas es-pecies de coccinélidos, sírfidos, crisópidos, véspidos y otros grupos taxonómicos de interés para la regulación biótica de fitófagos.

230

*I. Cultivos: Intercalamiento de cultivos, AP. Químicos: Aplicación de plaguicidas químicos, B. Vivas: Barreras vivas, P. Repelentes: Plantas repelentes, Diver-

sif.: Diversificación, P. flores: Plantas con flores, V. Silvestres: Vegetación silvestre, Frutales: Especies frutales, C. Vivas: Cercas vivas.

Figura 3. Percepción de los agricultores sobre las prácticas que favorecen la activi-dad de los artrópodos biorreguladores de plagas.

Con relación a los métodos de enseñanza, 73% de los agricul-tores tuvo mayor preferencia por las clases prácticas en el campo, seguida de las teórico-prácticas (67%). Al respecto, diversas ex-periencias sugieren el diseño de modelos de educación que lleven implícita la participación de los actores relevantes y el desarrollo de actividades con metodologías que faciliten el entendimiento de los agricultores (Geilfus, 1998; Vázquez et al., 2005), de hecho la mayoría señaló que de esta manera tendrán un mayor aprendizaje, pues las prácticas en el campo permiten un mayor acercamiento a las distintas relaciones que se establecen entre las plantas, los or-ganismos nocivos y los biorreguladores asociados.

Algunas sugerencias de los agricultores en torno a las actividades educativas se relacionan a continuación:

Intercambio de experiencias en el área de producción.• Charlas debajo de árboles en el campo.• Desarrollar sistemáticamente clases sobre control biológico • de plagas.Fomentar el trabajo en grupos de agricultores.• Utilizar muestrarios (colecciones) de organismos benéficos • para impartir las clases.Auxiliarse de fotos de insectos y otros organismos benéficos • en revistas.

231

Elaborar folletos y plegables ilustrados.• Elaborar programas para divulgar estos temas a la población • mediante los medios de difusión.

Los materiales ilustrados y las video-clases fueron referidos por

53% de los agricultores como uno de los medios de enseñanza de mayor importancia, porque les resultan de gran utilidad para el re-conocimiento de las especies de enemigos naturales en el sistema de producción, entender su funcionamiento y desarrollar acciones para su conservación (Fig. 4).

*C. Teóricas: Clases teóricas; C. T-P: Clases Teórico-Prácticas; C. Prácticas: ClasesPrácticas; M. Ilustrado: Manual Ilustrado o plegables; CD: Disco Compacto; V. Cla-

ses: Video Clases; T. Bolsillo: Tarjetas de bolsillo ilustradas.

Figura 4. Preferencia de los agricultores sobre los métodos y medios de enseñanza.

232

De forma general, los resultados indican que los agricultores en-tienden que la conservación de artrópodos biorreguladores como estrategia de control biológico, está relacionada con la utilización de diferentes prácticas con enfoque agroecológico, las que pueden realizarse mediante el manejo óptimo de la diversidad florística y la reducción e insumos agrotóxicos. Paralelamente, resulta importante el desarrollo de diversas acciones de capacitación sobre la base de un enfoque práctico que facilite un mayor aprendizaje.

Percepción de los técnicos sobre las especies botánicas que favorecen la conservación de la biodiversidad funcional

El resultado de un taller participativo, realizado con diferentes téc-nicos que promueven la agricultura urbana a nivel de los Conse-jos Populares, indicó que las especies botánicas que presentaron una mayor frecuencia de aparición de artrópodos benéficos fueron: Zea mays L. (maíz), Morinda citrifolia L. (noni), Psidium guajava L. (guayaba), Vigna unguiculata L. (habichuela), Ocimun bassilicum L. (albahaca blanca), Abelmoschus esculentus (L.) Moench (quim-bombó), Cucumis sativus L. (pepino) y Bidens pilosa L. (romerillo) (Tabla 1), lo que sugiere que estas especies pueden funcionar como reservorio de artrópodos biorreguladores de plagas, y, por tanto, una alternativa agroecológica para favorecer la conservación de es-tas especies por los agricultores.

Por otra parte, de los artrópodos benéficos que inciden en las diferentes especies botánicas que predominan en estos sistemas, los coccinélidos (Coleoptera: Coccinellidae) poseen una mayor dis-tribución en los cultivos referidos. De gran interés resultó el recono-cimiento de especies como los véspidos (Hymenoptera: Vespidae) y las arañas, dado que frecuentemente los agricultores desconocen la función que desempeñan las especies que pertenecen a estos grupos taxonómicos en la regulación de los organismos plaga; sin embar-go, los resultados indican que tales grupos de artrópodos abundan, conjuntamente con las abejas (Hymenoptera: Apidae), abejorros (Hymenoptera: Apoidae) y crisópidos (Neuroptera: Crysopidae). Las chinches (Hemiptera: Reduviidae), tijeretas (Dermaptera: Forfi-culidae), sírfidos (Diptera: Syrphidae) y taquínidos (Diptera: Tachi-nidae) fueron los grupos con menor frecuencia de aparición.

233

Tabla 1. Frecuencia de aparición de artrópodos benéficos en diferentes especies botánicas

Especie botánica/grupos de artrópodos

Co

ccin

ell

idae

Vesp

idae

Fo

rficu

lid

ae

Red

uvii

dae

Tach

inid

ae

Ara

neae

Ap

idae

Ap

oid

ae

Ch

ryso

pid

ae

Syrp

hid

ae

Frec. Apar. (%)

Habichuela (V. unguiculata) x x x x x x x 70

Quimbombó(A. esculentus) x x x x x 50

Berenjena(Solanum melongena) x x 20

Ají (Capsicum sp.) x 10

Pepino(C. sativus) x x x x x 50

Col(Brassica oleracea) x x 20

Acelga(Beta vulgaris) x 10

Calabaza(Cucurbita pepo) x x x x 40

Melón(Cucumis melo) x 10

Pimiento (Capsicum annuum) x x x 30

Tomate(Lycopersicon esculentum) x x x x 40

Espinaca (Spinacea oleracea) x 10

Guayaba(Psidium guajava) x x x x x x x 70

Cítricos(Citrus spp.) x x x 20

Noni(M. citrifolia) x x x x x x x x x 90

Aguacate(Persea americana) x x 20

Anonáceas(Annona spp.) x 10

Mango(Manguifera indica)

x x x x 40

Cocotero(Cocos nucifera)

x x 20

Café(Coffea sp.)

x 10

Frutabomba(Carica papaya)

x 10

234

Maíz(Z. mays) x x x x x x x x x x 100

Frijol (Phaseolus vulgaris) x x 20

Sorgo(Sorghum vulgare) x x x 30

Albahaca blanca(O. bassilicum) x x x x x x 60

Hinojo(Foeniculum vulgare) x 10

Cilantro(Coriandrum sativum) x 10

Anis(Pimpinella anisum ) x x 20

Orégano(Plecthranthus amboinicus) x 10

Girasol (Helianthus annuus) x x x x 40

Flor de muerto(Tagetes erecta) x x x x 40

Verdolaga(Portulaca oleracea) x x x 30

Romerillo(Bidens pilosa) x x x x x 50

Mar Pacífico(Hibiscus rosa-sinencis) x x 20

Escoba amarga(Parthenium hysterophorus) x x 20

Bledo(Amaranthus sp.) x 10

Yuca (Manihot esculenta) x x 20

Plátano(Musa sp.) x 10

235

Identificación de las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas para conservar y manejar la biodiversidad funcional

Fortalezas: Factores que favorecen el desarrollo de prácticas agroecológicas para la conservación de artrópodos benéficos.

Receptividad del agricultor.• Deseos de trabajar.• Conocimiento enriquecido a través de materiales divulgativos • (instructivos, plegables).Apoyo de organizaciones no gubernamentales como la Aso-• ciación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (ACTAF) y la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA).Adopción de prácticas agroecológicas como la utilización de • barreras vivas, plantas repelentes de plagas, asociaciones y rotaciones de cultivos.Se ha alcanzado en algunas fincas un equilibrio armónico en-• tre las diferentes especies que la habitan.

Oportunidades

Actividades de capacitación organizadas y realizadas por di-• versas instituciones.Apoyo brindado por organizaciones no gubernamentales que • facilitan el conocimiento de las prácticas agroecológicas.El desarrollo de proyectos de investigación y capacitación con • el objetivo de promover la conservación de especies benéfi-cas.

Debilidades: Factores que limitan el desarrollo de prácticas agroecológicas para la conservación de artrópodos benéficos.

Indisciplina tecnológica del agricultor.• Los productos biológicos no se aplican adecuadamente.• Aplicación de plaguicidas químicos sintéticos.• Eliminación total de la vegetación silvestre circundante.• Los productores no están capacitados suficientemente.• Tala indiscriminada de la vegetación arbustiva y arbórea.• No hay intercalamiento con fajas agroforestales.• Poco fomento de reservorios de enemigos naturales de las • plagas.Se necesitan materiales divulgativos, cursos y conferencias • para la capacitación de los técnicos y agricultores.

236

Amenazas

Agricultores y técnicos poco capacitados.• Prácticas agrícolas que atentan contra la conservación de ene-• migos naturales (inadecuado laboreo del suelo, inadecuado manejo del cultivo, aplicación inadecuada de agrotóxicos).

Así, cada día estamos más convencidos de la necesidad de for-mar a todo los actores comprometidos con el desarrollo agrícola en la ciudad. Por ello, sistemáticamente se realizan actividades edu-cativas que incentivan el interés de los agricultores, técnicos, ado-lescentes y niños por desarrollar acciones que garanticen la con-servación de la biodiversidad funcional, una mayor eficiencia en el uso racional de los recursos locales, y una alta contribución a la soberanía alimentaria.

Asimismo, hay que destacar que las nuevas generaciones tales como los niños y adolescentes de diferentes comunidades y escuelas han desempeñado un rol primordial como defensores e impulsores de la conservación de especies benéficas en general, los que unidos a los agricultores, técnicos, profesores, investigadores y otros acto-res, se esfuerzan por desarrollar una agricultura urbana sostenible.

Conclusiones

La gestión del conocimiento de los agricultores y técnicos aportó nu-merosas experiencias para la restauración de la biodiversidad fun-cional en sistemas de producción agrícola urbanos.

Los agricultores consideraron de mayor contribución para la con-servación de artrópodos benéficos: las barreras vivas (90%), la uti-lización de bioplaguicidas (86%), el fomento de plantas repelentes (84%), el fomento de plantas florecidas (82%), el fomento de fru-tales (78%) y las asociaciones de cultivos (73%).

De acuerdo con la percepción de los técnicos, las especies botáni-cas que presentaron una mayor frecuencia de aparición de artrópo-dos benéficos (biorreguladores y polinizadores) fueron: Z. mays, M. citrifolia, V. unguiculata, O. bassilicum, C. sativus y A. esculentus.

El proceso de gestión posibilitó un mayor aprendizaje para favo-recer la adopción de prácticas de conservación de la biodiversidad funcional en sistemas agrícolas urbanos.

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239

LOS MERCADOS LOCALES DE ALIMENTOS ORGÁNICOS EN MÉXICO: HACIA UN CAMBIO

EN LA NOCIÓN DE PRODUCCIÓN Y CONSUMO DE ALIMENTOS

Miguel Ángel Escalona Aguilar1

Víctor M. Toledo Manzur Jaime Morales Hernández

Introducción

En los últimos años, en México se ha visto la evolución de un modelo productivo basado en las supuestas ventajas competitivas que privi-legian la exportación de materias primas, de cultivos frescos (frutas y verduras) o de alimentos orgánicos, sobre la producción nacional de alimentos básicos que podrían garantizar la autosuficiencia ali-mentaria, lo que ha llevado al país a una dependencia de alimentos del exterior sin precedente. Hoy, por ejemplo, se importa alrededor de un tercio del maíz que se consume en el país,2 y una buena parte de los insumos para la producción de los cultivos de exportación. La segunda fuente de ingresos después del petróleo son las remesas que millones de mexicanos envían del extranjero3 al verse forzados a dejar sus tierras, toda vez que el gobierno decidió abandonar los apoyos para la investigación y extensión agrícola al incorporarse a un modelo económico neoliberal que favorece el establecimiento de agroempresas exportadoras, que en la mayoría de los casos impo-nen sus propias semillas y paquetes tecnológicos creando una gran dependencia tecnológica.

1 Facultad de Ciencias Agrícolas-Universidad Veracruzana, e-mail: [email protected] Tan sólo en el año 2008 se destinaron casi 4 mil 300 millones de dólares (hasta

noviembre de 2008) para importar cereales, un monto 52% superior al erogado en 2007. De ese monto, más de 2 mil 260 millones fueron para adquirir maíz, principalmente en Estados Unidos (61% más que un año antes) (Fernández-Vega, 2009).

3 Baste señalar que en el año 2008 el Banco de México registró el ingreso de 25 mil 144.5 millones de dólares al país por remesas familiares procedentes de Estados Unidos.

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Ante estos datos, las preguntas que se antojan son: ¿por qué, por un lado, el país se convierte en importador de alimentos de baja calidad que no aceptan en ningún lado y, por otra parte, los ali-mentos de alta calidad nutricional como los productos orgánicos se exportan? ¿Por qué llegan los productos que afectan a la producción local y lo mejor de la producción local se exporta? Probablemente, por eso ahora México se debate entre la desnutrición y la obesidad, lo peor de dos mundos.

En tales circunstancias, a nivel mundial están surgiendo iniciati-vas sociales que plantean un cambio radical en las formas de pro-ducir y consumir alimentos, asumiendo una mayor responsabilidad y poder de decisión. Vinculan lo social, económico y cultural local, con los ecosistemas que los acogen y plantean hacer frente a la ho-mogeneización y la colonización de la cultura urbano-industrial. Im-plícitamente, estas alternativas presentan, por un lado, una crítica a los sistemas alimentarios existentes y, por el otro, son una visión alternativa de relaciones socioecológicas incorporadas a la forma de producir y consumir los alimentos (Allen et al., 2003). El desafío radica, precisamente, en la articulación de pequeños agricultores con las comunidades urbanas, de manera que se pueda conciliar la necesidad de comercialización de los agricultores con las iniciativas de consumo solidario de los trabajadores urbanos (Bloch, 2008), protegiendo con ello la agricultura local y construyendo vínculos en-tre los actores involucrados.

Desde los 90, particularmente en el norte de Europa, en Estados Unidos y en algunos países latinoamericanos (Brasil, Perú y Costa Rica, entre otros), movimientos sociales que representaban a gru-pos de productores y consumidores o por organizaciones locales, se plantearon el objetivo de reapropiarse de la alimentación a nivel local. Así han surgido, por ejemplo, las Comunidades en Apoyo a la Agricultura (CSA en Estados Unidos, TeiKei en Japón y AMAP en Francia), el movimiento de mercados de agricultores (EEUU, Ingla-terra, Irlanda, Escocia), grupos locales de consumo, ventas directas de agricultores, círculos urbanos de alimentos (Friedman, 2007), ferias y/o mercados orgánicos en Brasil, Colombia, Costa Rica, Perú y México; Agricultura Urbana en Argentina y Cuba, etcétera.

En México, uno de estos movimientos sociales son los tianguis y/o mercados orgánicos (TMO) que nacen con la idea de acercar al pequeño productor con el consumidor y así intentar cambiar la noción sobre el origen y la calidad de los alimentos, no sólo desde la parte económica (valor de cambio), sino también desde la parte social y ambiental (valor de uso).

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El análisis que se presenta a continuación sobre los TMO en Méxi-co, es parte de una investigación más amplia que se realizó en 6 de los 18 mercados4 que existen en el país (ubicados en Veracruz, Estado de México, Tlaxcala, Morelos, Oaxaca y Chiapas), con el ob-jetivo de conocer la visión de los participantes sobre el papel que juegan en los procesos de producción y consumo de alimentos ofre-cidos localmente y cómo se han modificado sus actitudes durante dicho proceso.

Se describe el origen y las causas que han llevado a la formación de un tianguis y/o mercado orgánico, el proceso que se ha seguido y las debilidades y fortalezas desarrolladas a lo largo de su historia. Se concluye que hay factores que pueden estar limitando la conso-lidación de este tipo de iniciativas, como es el caso de la oferta en cantidad y diversidad de alimentos frescos que se ofrecen, así como un desconocimiento por parte del consumidor de lo que implica la producción orgánica de alimentos, el trabajo que hay detrás, que involucra un manejo biodiverso a lo largo del año. En los factores positivos se tiene que es posible, y desde las diferencias con que llegan los actores (productores y consumidores) ver en los TMO y en la propia Red Mexicana de Tianguis y/o Mercados Orgánicos (RE-DAC), una forma diferente de percibir la alimentación, de valorar la diversidad y la calidad de los alimentos, no por su presentación, sino más bien por la forma en que son producidos, en la gestación de estructuras de valoración y organización diferentes, como son los procesos de enseñanza y de certificación.

La información que lo sustenta se obtuvo a través de: a) la apli-cación de una encuesta a productores y consumidores, b) la reali-zación de entrevistas semi-estructuradas a coordinadores y/o pro-motores, con el fin de conocer las razones por las cuales se impulsó su creación, formas de organización y mecanismos que se siguen para garantizar la calidad orgánica de los alimentos que se venden, y c) la realización de talleres participativos, para que con base en la devolución de la información obtenida en la encuesta y de las entrevistas, los informantes clave de los TMO (productores, consu-midores, coordinadores y/o promotores) generarán propuestas que permitan consolidar las acciones que se vienen impulsando para el desarrollo de los mismos.

4 Los 6 tianguis y/o mercados son: Tianguis Orgánico Comida Sana y Cercana en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas; Mercado Orgánico El Pochote en Oaxaca, Oaxaca; Mercado Ecológico Ocelotl en Xalapa, Veracruz; Mercado Alternativo de Tlaxcala, en Tlaxcala, Tlaxcala; Tianguis Orgánico Cuexcomate en Cuautla, Morelos, y Tian-guis Orgánico Chapingo, en Texcoco, Estado de México.

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El texto concluye con una serie de reflexiones que permiten plan-tear que los TMO están incidiendo en un cambio de noción de los participantes en la forma de ver el trabajo colectivo, que incluso les permite incidir en políticas públicas, en apostar por la diversificación productiva y en la valoración de los recursos locales (biodiversidad biológica y cultural).

1. Los Tianguis y/o mercados orgánicos (TMO) en México, una experiencia de producción y consumo local que trabaja en promover un cambio social agroecológico.

Cuéllar (2008:48) define al cambio social agroecológico como el con-junto de procesos regeneradores del tejido social local, a partir del manejo ecológico de los recursos naturales y de mecanismos socioeco-nómicos de circulación solidarios, que fomentan las potencialidades intrínsecas de los actores implicados y la toma de conciencia de su capacidad para construir relaciones de solidaridad y de apoyo mutuo.

De este modo, las bases de cualquier cambio social, sugiere la autora, deberán partir de los modos de conocimiento que definan a cada comunidad y que son transmitidos y aplicados en la práctica cotidiana, en todas sus facetas. Sólo a partir del contacto y la com-prensión de estos modos endógenos de concebir los procesos tanto naturales como socioeconómicos, se podrán impulsar y fomentar procesos de cambio social que tiendan hacia la agroecologización de los territorios incorporando la distribución justa y equitativa de los costos y beneficios del proceso de producción y circulación de los productos tratando de rescatar, desde un punto de vista crítico, las formas de manejo propias de cada cultura; persiguiendo reducir las desigualdades en el acceso a los recursos productivos, y, buscando la rentabilidad económica en el largo plazo.

Los primeros TMO en México nacen de manera independiente y en contextos distintos, pero siempre en áreas urbanas y con base en las inquietudes de los consumidores, más que de los propios pro-ductores. Surgen a partir de una serie de preocupaciones sobre el riesgo que tienen para la salud las formas actuales de producción, procesamiento y comercialización de los alimentos, así como de los impactos sobre el medio ambiente que está provocando la agricul-tura industrializada.

Sin embargo, esta preocupación trasciende en las personas que intentan dinamizar los TMO, dejando de verlos como espacios donde se pueda acceder a la alimentación orgánica como el fin principal, pero también visualizándolos como una oportunidad para la forma-ción de redes solidarias entre ellos y los productores, soportando su

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propuesta en la defensa de las estructuras locales (socio-culturales, organizativas y económicas) de las cuales provienen y desde ahí impulsar el control sobre los diferentes campos de la vida cotidiana (Gerritsen y Morales, 2009). En este contexto, las cuatro prime-ras iniciativas que surgen en el país están encaminadas a invitar a pequeños agricultores y/o procesadores, que producen de manera individual o colectiva, provenientes tanto del ámbito rural como del urbano y periurbano y que casi en su totalidad no están certificados como operadores orgánicos,5 para que se sumen a estos proyectos y reciban un precio más justo por su producción, revalorando el es-fuerzo que hacen para ello.

Los TMO se originan, por lo general, de organizaciones sociales, grupos académicos, grupos culturales, grupos religiosos u organiza-ciones civiles, que comulgan con los principios antes referidos (Figura 1). Todo esto en el marco de una política pública que no acaba de reconocer la importancia de la producción orgánica y donde los pocos apoyos oficiales que había en ese momento y aun ahora, se destinan a favorecer a la agricultura ecológica de exportación, tratando de aprovechar los nichos de mercado y las ventajas comparativas.

5 La Ley de Producción Orgánica publicada en el Diario Oficial de la Federación de-fine como operador orgánico a aquella persona o grupo de personas que realizan operación orgánica.

Figura 1. Esquema que sintetiza el origen de los mercados y/o tianguis orgánicos locales en México.

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Por lo tanto, se puede decir que el deseo de organizar un TMO para adquirir alimentos frescos, va más allá de lo que Costa Neto (2004) y Caporal y Costabeber (2002) llaman un “consumo verde”, que se asocia a la noción individualista de adquirir alimentos orgáni-cos, como alimentos de calidad y que pueden dar un cierto estatus social; es decir, intentan, a partir del trabajo colectivo, desarrollar una acción colectiva que genere una resistencia agroalimentaria (Calle et al., 2009).

Éstos no integran necesidades que son sólo satisfechas con la adquisición de un alimento orgánico, sino que pretenden incorporar otros satisfactores como el de valorar el entorno natural, no como una acción aislada sino integrada a una forma de vida vinculada a reconocer a la persona que produce los alimentos. Así, el valor de los alimentos no sólo es por su “calidad” nutritiva, sino también por la historia que hay detrás de ellos; según Toledo (2008), la posibi-lidad que existe al momento de interactuar entre quien produce y quien consume no sólo es de reconocer el valor de cambio (como mercancía) de los alimentos, sino su valor de uso (saber quién y cómo se produjeron).

El punto de vista de uno de los promotores de una organización que participa en el Mercado Alternativo de Tlaxcala, permite enten-der mejor esta idea:

Los productores se sienten remunerados con lo que se les paga por su producción y motivamos para seguir produciendo y mejo-rando, atendiendo recomendaciones de la agricultura orgánica, y el consumidor se involucra en el proyecto de tal forma que com-prende y entiende situaciones difíciles de tiempo y éste se enseña a consumir lo que haiga (sic) en el momento; entonces yo, es hacia donde veo el asunto, que el mercado puede ser sustentable de esa manera, cuando equitativamente tengamos cada quien por nuestro trabajo, o por nuestro dinero lo justo, esa es la idea (P122).

Sin embargo, para que se cumpla dicho proceso, se ha concluido en los encuentros que se realizan en la Red Mexicana de Tianguis y/o Mercados Orgánicos6 (REDAC) que es muy relevante no con-cretarse sólo con las acciones de acercamiento entre productores y consumidores, ya que se corre el riesgo de que las relaciones, si bien cercanas, se concreten más al mero acto de la venta de alimentos

6 La Red Mexicana de Tianguis y/o Mercados Orgánicos surge en el año 2004, inicial-mente integrada por los 4 mercados orgánicos locales ya existentes en Guadalaja-ra, Chapingo, Oaxaca y Xalapa; en la actualidad agrupa a más de 20 mercados en 11 estados de México.

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orgánicos producidos localmente y no a otro tipo de relaciones, de ahí la importancia que tiene el lugar en donde se establece el TMO.

En el trabajo de campo se observó que casi todos los lugares que se consiguen para establecer el mercado local, tienen su origen con base en quien convoca; por ejemplo, en Oaxaca (para el caso del primer mercado orgánico de esa ciudad), un grupo cultural (Patro-nato Pro Defensa del Patrimonio Cultural-PROAX), que encabeza el pintor Francisco Toledo, es el que emplaza a su organización y es en las instalaciones de PROAX en donde se inicia este mercado. En cambio, en el caso del Tianguis Orgánico de Chapingo, en Texcoco, y el Mercado Ecológico Océlotl, en Xalapa, su origen es a partir de la iniciativa de grupos académicos y es en instalaciones de la Universi-dad Autónoma Chapingo y la Universidad Veracruzana, respectiva-mente, en donde se establecen, convirtiéndose este apoyo en una externalidad positiva que facilita el desarrollo de otras actividades adicionales a la venta de alimentos, como son: talleres, conferen-cias, videoconferencias, espacio para una biblioteca o centro de lec-tura, principalmente.

Estas acciones contribuyen a que el consumidor tenga más infor-mación sobre el cómo se produce y lo que implica su compra en luga-res como los TMO, trascendiendo del mero acto de compra a asumir un papel más activo y propositivo, haciendo posible que dichos espa-cios estén impulsando la formación de un consumo constructivo.

Por ello, el lugar donde se establezca el tianguis y/o mercado será muy importante, porque aquellos que no cuentan con un espa-cio seguro y adecuado para las actividades adicionales a la venta, suelen tener problemas sobre su permanencia, lo que dificulta que los consumidores se familiaricen con el espacio y se genere esa “complicidad” tan primordial para el fortalecimiento de la iniciati-va, convirtiéndose en una externalidad negativa que provoca que su consolidación se demore o que se genere una retroalimentación negativa.

No obstante, además del espacio físico y las facilidades con las que pueda contar, existen otros aspectos que resultan importantes para la consolidación de los TMO en México, mismos que se mencio-nan brevemente a continuación:

A. La calidad, oferta y diversidad de alimentos orgánicos que se ofrecen. De manera general, las personas que asisten a adquirir sus alimentos a los mercados locales, opinan que la calidad de los alimentos es buena o muy buena, identificándola por su frescura, sabor y consistencia; estos atributos son asociados no sólo a la for-ma en que fueron producidos (sin el uso de productos de síntesis química y en pequeñas unidades de producción), sino también por

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la poca distancia que han recorrido. A juicio propio, es importante que la gente asocie los productos que se ofrecen en los TMO con una calidad aceptable, porque de alguna manera es una forma de reco-nocer el trabajo y los recursos que utilizan los pequeños productores para tratar de ofertar productos de calidad.

Desde esta perspectiva, se rompen los estándares establecidos en los mercados convencionales y que muchas veces se asocian con una buena apariencia (tamaño, forma y color adecuados). Esos pa-rámetros dejan de ser, en el caso de los mercados locales, los princi-pales indicadores, porque en la dimensión local el consumidor puede conocer factores o condiciones que son limitantes y paradójicamen-te la buena apariencia, dependiendo del origen, se convierte en un criterio de desconfianza. Por ejemplo, en el caso de San Cristóbal de Las Casas, en Chiapas, muchas de las personas, de manera local, conocen el problema de que gran parte de las hortalizas que lle-gan al mercado público pueden estar regadas con aguas residuales (negras), y entonces, cuando ven una hortaliza grande y con muy buena apariencia, lo primero que van a preguntar es ¿en dónde se cultivó?, siendo para ellos verdaderamente el indicador de calidad el lugar y la forma en que fueron producidos.

Véase el ejemplo de un productor y su experiencia con una con-sumidora que desconfiaba del origen de sus hortalizas:

Ya tenemos ese problema encima, aquí nos está pasando, hace dos semanas vino una señora a comprar lechugas, y vio nuestras le-chugas y decía, ‘no, pues no es cierto, es que no puede ser orgánico esto’; ‘no, pues si son Esquipulas de Huitepec’. ‘No, pues yo sé que la gente lo trae a Huitepec y los de Huitepec los revenden, ustedes están revendiendo’, entonces invitamos a la señora a visitar nuestro huerto y sí fue y vio la composta, la forma en que estamos trabajando y así tomó confianza (P55).

Aunque se reconoce la calidad de los alimentos, también se men-cionó la carencia en la oferta de ellos, tanto en cantidad como en variedad, convirtiéndose en una de las principales debilidades pre-sentes en los mercados orgánicos locales. La dificultad de mantener una producción y diversidad de frutas y hortalizas continúa, y puede ser atribuida a varios factores, tales como: escasa habilidad técni-ca, impredecibles condiciones climáticas y desastres naturales, poca disponibilidad de semillas orgánicas, desconocimiento de técnicas de manejo del suelo, etcétera. Por lo que la producción de estos ali-mentos es limitada y en muchas ocasiones con bajos rendimientos. Con ese problema, la oferta se contrae y no puede crecer porque es imposible encontrar un mercado para productos que están disponi-bles únicamente por unos cuantos meses.

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Esto, sin duda, representa un problema importante, ya que los consumidores que llegan, al no encontrar un abasto suficiente, deci-den no asistir más y los productores, al no vender lo suficiente, em-piezan a abandonar la iniciativa para ir a vender a otros mercados o tiendas especializadas, en donde se repite el patrón de los grandes centros de ventas de menudeo, ya que en ocasiones se les paga menos y sólo después de varios meses (Figura 2).

Figura 2. Círculo vicioso que se puede desarrollar a partir de la baja diversidad y variedad de productos frescos que se ofrezcan en un tianguis y/o mercado

orgánico local.

Un claro ejemplo de esta problemática es el Tianguis Orgánico Cuexcomate, el cual estuvo a punto de desaparecer por la ausencia de productores y consumidores. Sin embargo, después de varios talleres participativos y con base en la construcción de sus principios y estrategias de trabajo, decidieron llevar el tianguis a la parcela de una familia de productores en Yautepec, Morelos. En la actualidad, y con base en su plan de acción, se organizan talleres, se intercam-bian experiencias entre consumidores y productores y se amplía la noción de los primeros sobre la forma en que se producen los ali-mentos que adquirirán. En el texto siguiente, escrito por una de las

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productoras, se percibe la fuerza de su convicción por un proyecto autogestivo, que aspira a ser autónomo y democrático.

A pesar de los pesares Cuexcomate se está extendiendo en Yautepec, producto de un trabajo y combinación de masas, esen-cias y cantera de todos, sólo que tomando un puntal muy valioso y necesario: el trabajo de herbaorgánica, ese trabajo metódico y disciplinado que admiro y agradezco. El vivero de Héctor y Ere es un pequeño universo, un derroche de vida y de hermandad del hombre con la tierra, se respira el amor cuando traspasas la cerca, así es como lo siento... En ese espacio realizamos los tianguis cada sábado primero de mes… y cada vez hay más productores que se quieren anexar y las cosas toman otra dimensión, cosas con las que no nos habíamos topado y otras conocidas que de repente se colaron sin permiso y que hay que regresarlas a su lugar, al menos en el que creemos que deben estar, por lo mismo se avecina una nueva revisión de principios y guías. Así que pasamos a otra etapa, no cabe duda! Hay coordinadora e Inge pa rato, Alma le está poniendo mucho trabajo, así que de lo que se trata es de estar al lado, paso a paso, codo a codo, hombro a hombro, espalda con espalda ... y esto se pone sabrosón más cada vez porque la cercanía también nos empioja, a ratos nos enojamos, nos decimos nuestras cosas y luego nos amamos nuevamente, las palabras mágicas que nos rondan y nos guían: confianza y cariño... (P20).

Se percibe que a pesar de que puedan existir diferencias de formas de pensar y actuar, son reconocidas como valores, donde no se anula lo individual y, por el contrario, estos dos elementos pueden potenciar lo social para la generación de satisfactores sinérgicos7 tratando, por lo tanto, de forjar procesos de interdependencia entre iguales, de tal manera que las formas de solidaridad prevalezcan por encima de la competencia, donde exista una mayor pluralidad y variedad de las formas de resolver sus necesidades, en donde se reivindique el dere-cho a disentir, y buscar el bien común reafirmando la diversidad y las diferencias (Max-Neef et al., 2004; Elizalde et al., 2006).

B. Biodiversidad. Con base en la relación entre el consumidor y productor, se amplía la exigencia de una mayor diversidad producti-va, lo que estimula la recuperación de materiales, la incorporación de otros nuevos pero en la lógica de un manejo diversificado, incidiendo

7 Max-Neef et al. (2004:35) señalan que los satisfactores sinérgicos son aquellos que por la forma en que satisfacen una necesidad determinada, estimulan y contribu-yen a la satisfacción simultánea de otras necesidades. Su principal atributo es el de ser contrahegemónicos en el sentido de que revierten racionalidades dominantes tales como las de competencia y coacción

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en la seguridad y soberanía alimentaria de los que intervienen en el proceso. Como ejemplo se cita la percepción recogida de unos pro-ductores de frutas y hortalizas que llevan parte de su producción a los mercados orgánicos de Xalapa y Coatepec, en Veracruz.

Antes, cabe mencionar que el manejo de la biodiversidad para ellos está ligado a elementos como la selección y conservación de las semillas o materiales de propagación, y a técnicas agronómicas como el injerto. Esto les permite ir acumulando, evaluando, des-echando e incorporando germoplasma a su unidad productiva, de tal manera que responda a sus necesidades alimenticias y comerciales.

Porque viera que yo injerto el manzano y el pero; yo le enseñé la injertada y casi todos me pegaban, pero con el ciruelo y el durazno me falla, le pegan más bastante a él, aquí harto palito injerto y ese injerto ya se lo llevan ellos, inclusive estuvieron llevando unos ár-boles a vender, sí. Porque les dije, les doy la idea, miren, metan al árbol al pilón y ahí injértenlo, tienen para vender y las llevan en el piloncito, […] les digo que aquí hay lugares buenos para viveritos, porque hay que buscar donde estén las partecitas más húmedas, que prenda la planta ahí, ya les enseñé que ahí yo hago los viveros para la pera, y le digo, no necesitan de andar comprando la planta, aquí nosotros la hacemos” (P144:Se).

Tan sólo el maíz, nosotros, yo siempre aparto mi semilla; por ejemplo, vamos a cosechar, entonces les digo, la mazorca más gran-dota, déjenle hojitas, nosotros la agarramos, la traemos aquí, la es-cogemos […] para semilla, ya cuando se llega el tiempo de sembrar, ya descolgamos a desgranar a seleccionar todavía el maíz, […] No-sotros escogemos el maíz que no esté muy olotudo, que no tenga el olote gruesote, que tenga un olote delgadito, porque ese es el maíz, maizote grandote, que da más rendimiento (P144:Se).

Yo selecciono los chiles, todo el más grandote lo agarro para la semilla […] les voy a enseñar cuáles chiles ocupo yo para la semilla, de todo el chilar el que yo vea mejor ese lo corto, me llevo a la casa, yo le digo a la mujer me sacas la semilla y lo rellenas para que los comamos, si no cuál es el chiste (P144:Se).

Así, la selección de semillas en maíz y chile, como se percibe, no sólo está ligada a criterios de rendimiento y productividad, sino también a cuestiones culturales de sabor y tradición de consumo.

De esta manera se van sumando criterios biológicos, culturales, de gustos por la comida en un proceso co-evolutivo, que va afian-zando una forma de vida y que se transmite de generación a gene-ración. Esta gran diversidad, por lo tanto, se expresa en el número de actividades y también en los períodos de cosecha que pueden

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prolongarse por muchos meses, garantizando así un ingreso que si bien no es elevado, es casi permanente.

C. Disponibilidad de semillas y estacionalidad de la producción. Se encontró que dentro de las hortalizas que más se ofertan se en-cuentran la acelga, el cilantro, espinaca, lechuga, jitomate y rába-no; una de las razones que se mencionó para ello es la falta de se-milla orgánica, porque no hay aún suficiente diversidad disponible, acudiendo en muchas ocasiones a la compra de semilla convencio-nal, dado que hay muy pocas variedades locales que se consuman tradicionalmente o sean “comerciales”. Esto se ha planteado como algo que se debe trabajar en la REDAC, para dinamizar procesos de producción e intercambio de semillas.

Por otra parte, la oferta a lo largo del tiempo está jugando en contra de los TMO y es reconocida como una debilidad por todos los participantes, acción que se vuelve como un boomerang, ya que precisamente las formas alienadas de consumo, son las que han ido en detrimento de la variedad y cuando las personas se vinculan a la producción y al consumo de alimentos orgánicos producidos localmente, se dan cuenta de que se tienen pocos materiales que producir y que consumir.

De ahí la importancia del comentario de una consumidora cuando intervenía en un taller participativo, donde recordaba que la variedad también depende de la estacionalidad de producción de las plantas y que es algo que también se nos ha olvidado desde el consumo.

Yo iba a comentar sobre la variedad de los productos; hemos escuchado mucho que no hay la suficiente variedad, pero también debemos entender una cosa, por ejemplo, las frutas, ahorita no es tiempo de melón, es tiempo de, por ejemplo, la tuna, la tuna está ahorita sabrosísima, cuando es temporada de melón, el melón es sabrosísimo, si forzamos a los productores a que tengamos fuera de temporada melón, papaya, sandía y otras cosas, nos va a pasar lo que en otros lados, estamos vendiendo productos madurados con carburo (P147).

La opinión es importante porque trae a la memoria que la diver-sidad se puede valorar desde dos dimensiones, de manera temporal y espacial dentro de las unidades de producción. A nivel espacial porque, como han señalado Altieri y Nicholls (2002), dinamizan un mayor potencial de producción, sin que haya problemas serios de daños por plagas y/o enfermedades, mientras que a nivel temporal, por la estrategia de rotación y asociación de cultivos en el diseño de la unidad productiva al intercalar cultivos perennes (por ejem-plo, frutales) con cultivos de ciclo corto, como hortalizas y cereales

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o legumbres. Planteamientos que, de acuerdo con Toledo (1993) y Sevilla (2004), es parte de la lógica de producción del campesino o del pequeño agricultor. Lógica que debe compartirse y reconstruirse entre todos los actores de este tipo de iniciativas.

D. Sobre la integralidad orgánica de los productos que se comer-cializan. Se encontró al momento de realizar las entrevistas a las personas que coordinan o promueven los TMO, que desde un princi-pio no todos los productos o materias primas eran orgánicas, crean-do el compromiso de transitar hacia el 100% en el menor tiempo posible (Tabla 1).

Tabla 1. Porcentaje de productores que cuentan con certificado de tercera parte en los 6 tianguis y/o mercados orgánicos que participaron en la investigación

Lugar donde se establece el tianguis y/o mercado orgánico

¿Está certificado? Chiapas Oaxaca Xalapa Tlaxcala Chapingo Cuautla

Sí 0.00 14.00 35.71 10.00 38.46 0.00

No 100.00 86.00 64.29 90.00 61.54 100.00

Fuente: Estudio propio.

De esta manera, y con el fin de ir dando certidumbre al consu-midor sobre el origen de los alimentos, en algunos TMO se cuenta con una clasificación de productos: como orgánicos (los que están certificados), naturales (limpios o agroecológicos), en transición y artesanales; inclusive, existe un sistema de colores para distinguir un producto de otro. Con ello se crea la oportunidad de reconfigurar un concepto sobre lo orgánico, no sólo desde lo que marca la nor-mativa, que se asume como importante, sino también con base en la reflexión interna sobre lo que se considera como primordial desde lo local. De ahí la importancia de conceptos como “alimento limpio” o “producido agroecológicamente”.

Traemos a colación la percepción de una productora que vende alimentos orgánicos en el Tianguis de Tlaxcala, ella es actualmente coordinadora general de la ONG “Proyecto de Desarrollo Rural In-tegral Vicente Guerrero, A.C.”, y trabaja desde hace 18 años en la gestión de proyectos agroecológicos en su región.

Porque la gente tiene que aprender a conocernos, aprender a valorar lo que son los productos ecológicos, yo todavía no les llamo orgánicos y ni me gusta llamar la palabra orgánica, porque tengo que entender la palabra perfectamente, para mí, conmigo va más lo

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agroecológico ¿no? Yo siento que la agroecología, bueno, el concep-to tiene que ver con la protección del medio ambiente y utilizando los recursos que son naturales y aparte que también tienes que ver con varias cosas, con ámbitos, que abarca desde lo ambiental, lo social, lo económico y lo cultural, que si es bien importante, yo creo que lo agroecológico abarca todos estos ámbitos y creo que para mí es la definición más idónea y que tiene que ver con nosotros como campesinos, que no tenemos mucha tierra, sino de los que tenemos poca tierra.[…] que la gente entienda que son productos sanos, sa-ludables, que nos ayudan, que no nos van a dañar […] es una venta más, este, ¿cómo le podemos llamar?, más social, más acertada, más en armonía con todo lo que nosotros hacemos (P112).

Otra característica importante relacionada con el origen orgáni-co de los alimentos, tiene que ver con la existencia o no de sellos; generalmente se encuentran productos con y sin él, y eso marca la evolución que seguirá la iniciativa.

Sólo en un caso (el mercado orgánico El Pochote, ubicado en Oaxa-ca) se encontró que la forma para dar certidumbre sobre lo orgánico de los alimentos, es a través de impulsar la certificación de tercera parte. En contraste, en la mayoría de los TMO se trabaja con la cer-tificación participativa (sistemas participativos de garantía) para lo cual se abocan a constituir comités locales de certificación, y a redac-tar instrumentos y mecanismos propios para lograrlo, funcionando independientemente de la forma en que se organicen a nivel local, como sistemas que buscan la participación conjunta del productor, el consumidor y técnicos, a partir de contar con elementos verificables de la manera en que se produce. Tan importante ha sido el trabajo que se ha realizado al respecto, que fue a partir de una propuesta de la REDAC que aparece en la Ley de Producción Orgánica de México, la certificación participativa como una forma válida de garantizar la integridad orgánica de un alimento dirigido a los mercados locales.

E. Precios. Se encontró que los precios están regulados al interior de cada TMO; la percepción general es que son adecuados, sobre todo en el caso de los productos frescos. No así en los productos procesados que, se piensa, son más caros que los que se ofrecen en otros lugares. Sin embargo, se está de acuerdo con que “el agricul-tor se va con el dinero en los bolsillos, no como con los intermedia-rios que pagan después y hay veces que no pagan”, lo que mejora la autonomía del agricultor en la planificación de su espacio que, con base en un intercambio continuo de información con el consumidor, le permite ir ajustando lo que produce, apostando por la diversifica-ción productiva, para así contar con una oferta e ingreso a lo largo del año.

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F. Readecuación de la relaciones de género. Las acciones que normalmente son responsabilidad específica de la mujer, como pue-de ser el huerto familiar, el procesamiento de productos, e inclusive la comercialización, pasan a ganar valor comercial, lo que permite una mayor inclusión de mujeres y jóvenes en la toma de decisiones, rediseñando las relaciones de género dentro de las familias.

Con respecto al consumo, la visión de la adquisición de alimentos trasciende de un acto de compra, tradicionalmente asignado a la mujer (cumpliendo su rol reproductivo) y pasa a ser un acto familiar en donde acuden, por igual, mujeres, hombres y niños.

La creación de relaciones solidarias, la proximidad entre el agri-cultor y el consumidor, permite el establecimiento de una nueva relación comercial que pasa por el diálogo, la negociación igualitaria y la relación de confianza; mientras que rompe lo impersonal y la oscuridad de los canales tradicionales de comercialización, visibili-zando el trabajo que realizan los miembros de la familia, valga el comentario que nos hizo una productora de Tlaxcala al respecto.

Lo que pasa es que nos organizamos desde la familia, yo creo que desde uno mismo como persona, ¿no?, porque no puedo ser súper mujer para hacer todo, es una mentira, todo es un trabajo, todo es un proceso y entonces lo que hacemos es organizarme jun-to con ellos; tengo dos hijos, una hija, mi esposo, mi cuñada y yo; entonces, lo que hacemos es trabajar en conjunto, trabajamos en conjunto, a ver si hoy nos toca preparar esto, a ustedes les toca lo otro y nos distribuimos las actividades de una manera equitativa, ni unos más, ni unos menos. Tratamos de hacerlo igual (P112).

Con esta valoración como persona, primero, y luego como fa-milia, salen a trabajar con las otras personas para construir juntos otras formas de vivir.

Desde este razonamiento, es posible retomar esta visión del em-poderamiento con base en la propuesta de León (1998, citado por Lopes, 2008), que sugiere los tres ejercicios del poder: el “poder para” en donde se están dinamizando estos cambios de actitudes, en donde no hay una persona que domina y otra que es dominada, sino que intentan construir propuestas de manera colectiva. El “po-der con”, que se manifiesta en forma en que colaboran los miem-bros de la familia, y el “poder dentro” con cambios personales que se comparten como propuestas para que, por ejemplo, los hijos ya no se formen asumiendo y reforzando un rol tradicional, la idea es inculcar esa actitud personal del trabajo colectivo y propositivo, que trascienda de adentro hacia afuera.

254

G. Las actividades de capacitación y formación. La capacitación y la formación son posibilidades para que las personas que participan en estos espacios de acción colectiva, tengan a su alcance informa-ción para reconfigurar una noción sobre lo que ocurre con los siste-mas industrializados de producción y abasto de alimentos. Es, así mismo, la oportunidad que se tiene para que a través de compartir lo que se sabe, la gente se acompañe en un proceso de liberación de estas fuerzas opresoras, que enajenan y les quitan la capacidad de reflexionar y pensar en otras formas de relacionarse.

Desde esta perspectiva, y asumiendo que hay una experiencia muy rica en todas las personas que participan en los TMO (campesinos, técnicos, profesores, investigadores, en algún momento consumido-res), se ve como la gran oportunidad para ir compartiendo el saber.

Este conocimiento puede venir del quehacer diario, de la con-tinua experimentación sobre el espacio productivo; conocimiento que nace y se desarrolla de percibir los cambios a veces sutiles de su agroecosistema. Pero también es posible que venga de las universidades o de centros de investigación, de aquellas personas que quieren que lo que se investigue tenga una utilidad inmediata y al ser compartido, se vaya incorporando, si es lo adecuado, a los sistemas de producción alternativos. Así, los TMO en muchos casos se convierten en lugares de convergencia entre el conocimiento tra-dicional, producto de la vida diaria, y el conocimiento científico que se desarrolla inclusive en las propias unidades de producción de los pequeños productores. Se convierten en espacios abiertos para el diálogo y el intercambio de saberes (Toledo, 2009).

Para Freire (2005:107) es necesario que los que así se encuen-tran, negados del derecho primordial de decir la palabra, recon-quisten ese derecho prohibiendo que continúe ese asalto deshu-manizante; palabra que, al pronunciar el mundo, los hombres la transforman, el diálogo se impone como el camino mediante el cual los hombres ganan significancia en cuanto tales.

Con base en la información que se fue recogiendo de las visitas, entrevistas y de la observación participante, se reconocieron 3 di-ferentes niveles en los cuales se realizan actividades de formación, tanto para los consumidores como para los propios productores: 1) las que realizan los productores, independientemente de la existen-cia del tianguis y/o mercado local; 2) las que son organizadas en estos lugares para los productores y/o los consumidores, y 3) las que son desarrolladas por la REDAC.

Se apuesta por procesos de formación más horizontales y menos verticales, en donde se reconozca que todas las personas tienen el mismo derecho a participar y que la verdad no puede estar sólo en

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un sector del grupo social en donde se desarrolla esta actividad. Al respecto, una de las compañeras del grupo promotor del Tianguis Orgánico Comida Sana y Cercana de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, compartió la importancia que ellas ven de los talleres en la toma de decisiones:

El proceso que estamos llevando con talleres ahora que inicia-mos, es esta visión como movimiento, principios, partir de eso, de por qué, por ejemplo, nosotras hemos, como equipo, trabajado esa parte, pero los productores y los tianguistas no. Bueno, la propues-ta de los talleres es ir hacia eso, ¿qué es lo que ellos ven?, incluso estos puntos débiles para la parte técnica y lo marcaron ellos, pero en el tianguis, qué era lo que veían fuerte y qué era lo que veían débil. Concientización, el precio, esas cosas y después la idea es ver si estamos hablando de algo similar o queremos todos apuntar para el mismo sueño. Y a partir de eso, pues ya se puede entonces ir avanzando en la construcción de los procesos, bueno yo también pienso que con la parte de estructuras, entre más horizontal sea más la idea (P51).

Por eso es importante, según la percepción de los entrevistados, que la formación no sólo sea técnica sino que también sirva para aprender cómo se debe trabajar de manera activa y participativa entre todos los miembros que integran un TMO. La gente lo plan-teaba como talleres sobre “relaciones humanas”, buscando evitar la formación de grupos y que no se polaricen las actitudes entre ellos, lo cual se puede convertir en un riesgo de desintegración o de una participación limitada.

Desde esta perspectiva, las actividades de capacitación y forma-ción que se dinamizan en los diferentes niveles observados, sirven como elementos que impulsan la revaloración de la producción y el consumo de alimentos orgánicos desde lo local, en donde el conoci-miento de los productores adquiere un valor similar al de profesores e investigadores. Reconocimiento que permite que la gente asuma que su experiencia es importante y que bien vale la pena compartir-la con sus semejantes.

Así, la parcela en el campo, el taller de procesamiento de produc-tos en ámbitos urbanos y periurbanos, el tianguis y/o mercado eco-lógico mismo, se convierten en las aulas, en los espacios de apren-dizaje, formándose un continuo flujo de información e intercambio de experiencias que resulta en un enriquecimiento del conocimiento de todos los que participan.

Por todo esto es que en aquellos espacios en los que no se pue-den realizar algunas de estas actividades de formación, las personas

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que colaboran en la coordinación lo ven como una debilidad, que se asume como un reto para trabajar colectivamente.

H. Participación e incidencia en las políticas públicas, impulsando la opción de producción y consumo de alimentos locales, y en con-tra de los esquemas productivistas de producción ecológica para la exportación. La posibilidad de conformar la REDAC ha permitido dar visibilidad a los proyectos locales que se organizan en diferentes partes del país, logrando que en la propia Ley de Producción Orgá-nica (artículo 24) se incluyan aspectos vinculados con la producción y consumo local de alimentos orgánicos, a través de los procesos de certificación participativa y que se tomen en cuenta sus puntos de vista en la redacción de los lineamientos técnicos para la operación orgánica agropecuaria.

Esto sirve como una fuerza que les permita tener una mayor in-cidencia en las políticas públicas, de tal manera que la agricultura practicada por pequeños agricultores, que no pueden acceder a la certificación de tercera parte, ya sea por los costos elevados o por-que su producción no lo amerita o simplemente no les interesa, pue-dan contar con un reconocimiento y apoyo por parte del gobierno en todos sus niveles (Escalona et al., 2008).

2. Reflexiones finales

Los TMO, como se ha visto, surgen de la necesidad de ir modifican-do las relaciones que se han impuesto a través del mercado, para que las acciones sean individuales y no colectivas, y favorezcan un consumo irreflexivo. Son espacios de interacciones, desarrollados por los ciudadanos, que cuando se encuentran en una acción de intercomprensión, no postula lo homogéneo, como lo haría el mer-cado convencional, sino por el contrario, se reconocen las diferen-cias como parte de las fortalezas (Laville, 2004), gestando modos alternativos de vida basados en la autogestión, la autosuficiencia, la diversidad, la democracia participativa y la equidad (Toledo, 2009).

Se propone que desde esta perspectiva se pueden estar favo-reciendo o dinamizando acciones de economía solidaria, entendida ésta como “el conjunto de las actividades que contribuyen a la de-mocratización de la economía a partir de compromisos ciudadanos (Laville, 1999:127, citado por Fraisse, 2004) y que están encami-nadas con base en las alianzas que se establecen entre productores y consumidores para diseñar estrategias que permitan consolidar espacios públicos de proximidad de carácter diverso y adaptados a las particularidades específicas de cada lugar en donde se estable-cen (Sevilla, 2004; Fernández, 2001).

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Se trabaja en la generación de propuestas alternativas, que al ser defendidas por todos sus miembros, son capaces de incidir en las políticas públicas a nivel nacional. Así, el trabajo de los tianguis y/o mercados a nivel local y de la red a nivel nacional, va dando visibilidad a estos proyectos locales, lo que permite pensar que otras formas de producción, certificación, comercialización y consumo son viables.

Se puede decir, con base en la información generada, que este proceso continuo de acción-evaluación-retroalimentación-acción, facilita una participación más amplia de todos sus miembros, que está sustentado en el trabajo solidario, en el apoyo mutuo y en el reconocimiento que desde las diferencias es posible alcanzar un objetivo común, de tal forma que al promover el protagonismo real y verdadero de cada persona que participa en los TMO, se podrán estimular las propuestas y soluciones creativas a los problemas que vayan emergiendo (Carpio, 2001).

No se puede asegurar que son procesos acabados, sino más bien en construcción, en donde aún persiste, entre algunos productores, la idea de que es posible obtener fuertes ganancias económicas y aprovechar los mercados locales para acceder a otro tipo de mer-cado y ampliar sus utilidades. Por parte de los consumidores, se pueden encontrar aquellos que piensan más en el consumo como una forma de cuidar su salud y la de su familia y proteger el medio ambiente, pero aun desde la perspectiva individual y no colectiva.

Por ello, es importante reconocer que los TMO están contribuyen-do a romper dichos esquemas; en el caso del productor, porque la posibilidad de diversificar en la unidad productiva, se convierte en una oportunidad de generar más ingresos, pero también para re-tomar, modificar o actualizar la forma en que se percibe la relación entre los componentes de la huerta o de la unidad productiva, o inclusive de la unidad de procesamiento. Ya no se trata de sembrar lo más posible de un solo cultivo y aplicarle la mayor cantidad de productos para mejorar el rendimiento y ser competitivo.

Tampoco se trata de traer la última variedad mejorada y homo-geneizar la producción. Se trata, más bien, de variar, de valorar lo local y de saber que poco a poco se puede reincorporar al gusto de la gente, un alimento que estaba en desuso o amenazado por la falta de consumo, con las ventajas de que a mayor diversidad en la unidad de producción, menor número de problemas fitosanitarios y mayor calidad de los productos, por las sinergias que se establecen entre los cultivos.

En el caso del consumidor, el reencuentro es con el sabor, el gus-to, los colores y aromas que parecen nuevos, pero que la gente ma-yor sabe que ya estaban y que ahora añora. Los TMO son un buen

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lugar para que ahí coincidan niños, jóvenes, adultos y gente mayor, para que intercambien opiniones sobre un producto en particular y algunos cuenten y los otros aprendan. Para que se entienda el por-qué de la estacionalidad de la producción, de los sabores diferentes de alimentos que han sido cosechados recientemente y que traen consigo todas sus propiedades nutritivas.

Se considera que es parte del papel que está jugando la REDAC, al promover esta interacción entre los actores a través de docu-mentales, folletos, recetas, talleres para impulsar el intercambio de productos, de experiencias y de vivencias que se comparten cotidia-namente y que no se quedan sólo en la experiencia de un solo TMO, sino que trascienden a los otros mercados locales y que en la suma de los esfuerzos de los participantes, se convierten en enseñanzas para seguir construyendo, en otros lugares, experiencias similares. De tal manera, la diversidad biológica y cultural se convierte ahora en una exigencia para tratar de impulsar la formación de un merca-do local, porque de lo contrario se corre el riesgo de que la iniciativa pierda pertinencia y caiga en un círculo vicioso.

En torno a estos ejes, en los que se privilegia a la persona por encima de lo económico y al trabajo colectivo sobre la acción indivi-dual, la diversidad biológica y cultural y el intercambio de productos y experiencias por encima de la homogeneidad y el intermediaris-mo, se configuran las acciones que promueven los participantes de la REDAC, en un proceso de constante comunicación, de intercambio de experiencias y de información; de buscar el consenso a través de la puesta en común de los objetivos, ideas, intereses y aspiraciones de cada uno, constituyéndose simultáneamente en una red política que dinamiza formas de percibirse como actores para apropiarse de los espacios públicos (Razeto, 1999; André, 2004).

Desde esta noción, es imprescindible terminar con una propuesta de lo que, se considera, puede ser un tianguis y/o mercado orgánico local:

Es un lugar (un micro-espacio) en el que se dinamiza el encuentro entre productores y consumidores, en un espacio público y de acce-so abierto, en donde el productor ofrece alimentos que provienen de sus propias unidades productivas y con un manejo limpio (orgánico) o en transición a ello, y en donde el consumidor encuentra alimentos de calidad y además puede conocer la historia de cómo se produjo el alimento que lleva a casa, así se le pone rostro y se revalora el trabajo que esto implica. Son también, en muchos casos, espacios de formación y de reflexión sobre el consumo de los alimentos; pero también una posibilidad para dinamizar otro tipo de relaciones más humanas y más cercanas, más solidarias.

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261

DATOS BÁSICOS DE LA SITUACIÓN ACTUAL Y PERSPECTIVAS DE LAS FRUTAS

Y HORTALIZAS ORGÁNICAS

Manuel A. Gómez Cruz1

Rita Schwentesius Rindermann1

Laura Gómez Tovar2

Javier Ortigoza Rufino3

Ulises I. López Reyes3

Cristina Torcuato Calderón3

Blanca Morales Bautista4

Introducción

El debate generado en torno a la pobreza, la soberanía y la segu-ridad alimentaria, la disyuntiva entre la producción de comestibles o combustibles, el cambio climático5 y la incertidumbre respecto a los posibles efectos que la utilización de OGM6 puede tener sobre la producción agrícola, la seguridad de los alimentos en la salud y, en general, diversos factores de carácter ambiental, social, económico, político y hasta cultural, han motivado el crecimiento de la agricul-tura sustentable, con especial énfasis en la agricultura orgánica,7 siendo esta reconocida como una alternativa ecológicamente sus-tentable, socialmente justa y económicamente eficiente para miti-gar los impactos negativos atribuidos en gran parte a la agricultura

1 Integrante del Programa Universitario de Investigación en Agricultura Sustentable UACh.

2 Departamento de Agroecología de la Universidad Autónoma Chapingo3 Integrante del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias para el Desarrollo rural

Integral (CIIDRI)4 Tesista de la Universidad Autónoma Chapingo5 La FAO en el estudio “Agricultura Orgánica, Ambiente y Seguridad Alimentaria”,

señala que la agricultura industrial aporta más del 20% de las emisiones globales de gas invernadero antropogénico. Más aún, la intensificación agrícola ha tenido impactos considerables en detrimento de los ecosistemas terrestres y acuáticos en todo el mundo.

6 Organismo Genéticamente Modificado.7 Un estudio realizado por el FIDA entre 2001 y 2002, sugiere que la adopción de

métodos de producción orgánica pueden tener resultados positivos en el ingreso de los pequeños agricultores y en el de los asalariados rurales, en sus niveles de salud, así como en el medio ambiente.

262

convencional y para complementar las funciones de ésta última en cuanto a la generación de alimentos.

En México esta actividad toma importancia a través de los años, según una serie trabajos de identificación, estadísticas, retos, opor-tunidades y tendencias del movimiento orgánico nacional, que des-de 1995 viene realizando el Cuerpo Académico de Investigación en agricultura orgánica del Centro de Investigaciones Interdisciplina-rias para el Desarrollo Rural Integra (CIIDRI) de la Universidad Au-tónoma Chapingo en el marco de convenios de colaboración con la SAGARPA y el CONACYT (Gómez, et al., 2009).

En México, la agricultura orgánica adquirió una dimensión parti-cular “la geografía de su producción” está estrechamente ligada a la geografía de la pobreza y de la biodiversidad. Aunque en su de-sarrollo participan también grandes agricultores y se ha priorizado su fomento a través de cultivos con potencial de exportación por los beneficios económicos más altos cuando se le conecta a los merca-dos mundiales, ésta se vincula mayormente a pequeños agriculto-res caracterizados por su estado de pobreza y de marginación (de los 128,862 productores orgánicos ubicados, 99.95% son pequeños agricultores, 82.77% pertenece a algún grupo indígena y el 34.6% son mujeres).

Las últimas estadísticas de México registran 378,693 ha de ali-mentos y materias primas orgánicas a lo largo y ancho del país, de las cuales se tienen un registro de 29 especies de frutales en 74,500 ha y a alrededor de 36,068 ha de hortalizas. Donde la incorporación de frutas y hortalizas al manejo orgánico se está convirtiendo en una actividad estratégica con grandes expectativas de desarrollo. Algunos de los atributos de esta estrategia es el potencial como abastecedor del mercado exterior, por su contribución a mejorar las condiciones de carácter social, económico de los productores que la han adopta-do, así como del ambiente en las regiones de incidencia.

La alta demanda exterior de frutas tropicales, de hortalizas de invierno, y de productos no tradicionales (frambuesa, zarzamora, vainilla, yuca, maracuyá, rambután y litchi), han sido un motor im-portante para la conversión hacia la producción orgánica.

Desde que en los años 90, Estados Unidos abrió paulatinamente la frontera para la entrada de aguacate, este se ha convertido en uno de los cultivos orgánicos más dinámicos ocupando 31,572.43 ha repre-sentando el 30.21% de la superficie respecto al convencional de este cultivo, este crecimiento es muy notorio pues en el ciclo 2004-2005 solo representaba el 2.6% de la superficie en ese periodo.

La superficie orgánica ha crecido desde 1996 a una tasa me-dia anual de 34%. Destacan los productos no tradicionales que se

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siembran en proporciones altas en comparación con su superficie convencional. Tal es el caso del rambután, cuya superficie orgánica representa el 80% de la superficie total, mientras que en los años previos no se había registrado por no existir su producción orgánica. Algo similar sucede con cultivos como el maracuyá (36.5%), la zar-zamora (7.8%) o el litchi (6.5%), cuyas superficies de producción orgánica muestran una tendencia creciente.

Respecto a las hortalizas, actualmente el 12% de las unidades de producción en México se dedican a la producción de hortalizas orgánicas con una superficie de 36,068.48 ha, que representa el 9% de la superficie orgánica nacional con un TMAC (Tasa Media Anual de Crecimiento) por arriba de 25%, y concentrada principalmente en el estado de Sinaloa. Se trata de alrededor de 25 cultivos: acelga, ajo, apio, betabel, berenjena, brócoli, calabaza, calabacita, cebolla, cilantro, col, coliflor, chayote, chícharo, chile, ejote, elote, espinaca, jitomate, lechuga, papa, pepino, tomate y zanahoria. Desde 2003 también el mercado doméstico está creciendo en forma importante y ha llegado a una demanda de tal magnitud que no se puede sa-tisfacer todavía.

Materiales y métodos

A fin de garantizar el cumplimiento confiable y satisfactorio del ob-jetivo que se plantea en la investigación, la metodología empleada fue definida según el ámbito de estudio y su desarrollo implicó un conjunto de actividades que involucró desde el acopio, la organiza-ción y el análisis de la información referente al diagnóstico y estado actual de las hortalizas y de la fruticultura orgánica mundial y nacio-nal, principalmente.

En el ámbito nacional, la principal fuente de información fue la generada por el Cuerpo Académico de Investigación del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias para el Desarrollo rural Integral (CIIDRI). La metodología del CIIDRI es una investigación in situ en el área geográfica donde existe una mayor presencia de agricultura orgánica mediante el diseñó de un cuestionario de gran visión cuyo contenido y estructura permite captar información sobre aspectos relacionados con el desarrollo de las frutas y hortalizas orgánicas aplicadas a representantes de organizaciones de productores orgá-nicos y fue complementada con la información obtenida a través de entrevistas a informantes claves.

Cada cuestionario contiene 56 interrogantes de hecho y opinión; las respuestas son abiertas, cerradas y dicotómicas. El cuestiona-rio es validado antes de su aplicación definitiva; para su llenado es

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mediante la visita a las unidades de producción seleccionadas. Tam-bién, se realizan focus groups, con el apoyo de entrevistas semi-estructuradas para recopilar información verídica y fidedigna que ayudara a cumplir satisfactoriamente con el objetivo planteado en el estudio.

De igual manera se tomo en cuenta la información proporcio-nada por las agencias de certificación: Certificadora Mexicana de Productos y Procesos Ecológicos, S.C. (CERTIMEX, S.C.), Asocia-ción para el Mejoramiento de los Cultivos Orgánicos (OCIA), Oregon Tilth Certified Organic (OTCO), California Certified Organic Farmers (CCOF), Guaranteed Organic Certification Agency (GOCA), BCS Oko Garantie, California Crop Improvement Association, Quality Assu-rance Internacional (QAI), Naturland y Certification of Enviromental Standards GmbH (CERES).

Finalmente se realizó el análisis del conjunto de indicadores dan-do como resultado datos cuantitativos de las frutas y hortalizas or-gánicas a nivel nacional.

Resultados

A nivel mundial, la Agricultura Orgánica crece rápidamente a una tasa promedio anual de 15% y actualmente está presente en 141 países. De 2000 a 2007, la superficie orgánica ha aumentado con-siderablemente. Los resultados preliminares sugieren que el área orgánicamente manejada se ha triplicado en todo el mundo desde 1999.

A finales de 2007, la superficie manejada bajo esta forma de producción, correspondía a 32,2 millones de hectáreas certificadas de acuerdo con las normas orgánicas en alrededor de 718,000 uni-dades de producción (Willer et al., 2008). (Figura 1).

265

Figura 1. Dinámica de la superficie orgánica en el mundo (millones de hectáreas)

Fuente: FiBL, 2009.

De mantener la tendencia, para el 2010 la superficie orgánica equivaldrá a alrededor de 48.4 millones de hectáreas en el mundo.

Mientras que para México las últimas estadísticas registran 378,693 ha de alimentos y materias primas orgánicas a lo largo y ancho del país. La ubicación geográfica de la mayoría de las unidades de produc-ción orgánica se localiza en 9 entidades con el 91.5% de la superficie orgánica, destacando los estados de Chiapas y Oaxaca, que son los principales productores de café orgánico; ambas entidades concentran el 46.9% de la superficie nacional bajo manejo orgánico (Figura 2).

Figura 2. México. Distribución de la superficie orgánica por entidad federativa, 2007/08 (porcentaje respecto al total nacional)

Fuente: Ortigoza, 2010.

266

La actividad dominante del sector orgánico mexicano es la pro-ducción agrícola; en ésta se concentra el 86.2% de la superficie y el 97.1% de los productores (Cuadro 1).

Cuadro 1. México: Importancia económica de la producción orgánica por sector, 2007 - 2008

Sector SuperficieProductores

(número)EmpleoDirectos

Divisas generadas(US$ 1,000))

Agricultura 326,436.50 125,031 167,566 390,603.00

Recolección 46,208.20 43 43

Ganadería 6,049.00 47 38 No exporta

Apicultura 37,455 colmenas 3,741 4,646 3,546.00

Total 378,693.70 128,862 172,293 394,149.00

Fuente: Gómez, et al., 2009.

Su dinamismo y su importancia de este sector crece respecto a la superficie y la diversificación, ya que mientras en 1996 se cul-tivaban de manera orgánica alrededor de 30 cultivos o grupos de cultivos en asociación, para 2008, ese número se incrementó a 81. Donde la incorporación de frutas y hortalizas al manejo orgánico se está convirtiendo en una actividad estratégica con grandes expec-tativas de desarrollo. Algunos de los atributos de esta estrategia es el potencial como abastecedor del mercado exterior, por su contri-bución a mejorar las condiciones de carácter social, económico de los productores que la han adoptado, así como del ambiente en las regiones de incidencia

Respecto a la situación de las frutas orgánicas en México, su tendencia se mantiene en un dinamismo y crece en importancia res-pecto a su producción según la superficie total y su diversificación, ya que mientras en 1996 se cultivaban de manera orgánica alrede-dor de 30 cultivos o grupos de cultivos en asociación de los cuales 9 eran frutales y representaban el 9.9% del total de la superficie orgánica, para 2008 el número se incrementó a 56 cultivos con pre-sencia de 29 productos frutícolas en 74500.47 hectáreas orgánicas (cuadro 2).

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Cuadro 2. Importancias de las frutas frescas y secas orgánicas en México

FRUTAS ORGÁNICAS HECTAREAS FRUTAS

ORGÁNICAS HECTAREAS

1. AGUACATE 31572.43 15. TUNA 65.00

2. MANGO 12464.70 16. NUEZ DE LA INDIA 62.00

3. UVA SILVESTRE 12032.00 17. FRAMBUESA 40.57

4. COCO 9031.00 18. MACADAMIA 28.00

5. CITRICOS 6023.61 19. MARACUYA 21.56

6. PIÑA 921.97 20. CHABACANO 18.00

7. PAPAYA 780.50 21. DURAZNO 17.80

8. GUAYABA 310.08 22. MANZANA 15.60

9. ZARZA MORA 238.44 23. RAMBUTAN 8.00

10. PLATANO 237.50 24. CIRUELA 8.00

11. FRESA 193.30 25. PERA 6.00

12. LITCHI 187.49 26. PITAHAYA 1.00

13. SANDIA 137.92 27. PITAYA ND

14. MAMEY 78.00 28. NUEZ PECANERA ND

29. NANCHE ND

TOTAL(HECTAREAS): 74500.47

En la década de los 90, el aguacate toma importancia por ser unas de las frutas con mayor crecimiento como consecuencia de la aper-tura paulatina de la frontera de los Estados Unidos para la entrada del aguacate, convirtiéndose en uno de los cultivos orgánicos más dinámicos. La superficie de este producto es de 31,572.43 ha repre-sentando el 30.21% de la superficie respecto al convencional de este cultivo, este crecimiento es muy notorio pues en el ciclo 2004-2005 solo representaba el 2.6% de la superficie en dicho periodo.

También destacan los productos no tradicionales que se siembran en proporciones altas en comparación con la superficie convencio-nal. Tal es el caso de cultivos como el rambután, cuya superficie orgánica representa el 80% de la superficie sembrada de manera convencional, mientras que en los años previos no se había regis-trado por no existir su producción orgánica; algo similar sucede con cultivos como el maracuyá (36.5%), la zarzamora (7.8%) o el lit-chi (6.5%), cuyas superficies bajo manejo orgánico muestran una tendencia creciente importante, como respuesta a la demanda que viene del mercado exterior, fundamentalmente. En los últimos tres años se han incorporado otros nuevos cultivos a la producción orgá-nica entre ellos el chabacano (Figura 3).

268

Figura 3. México. Participación de cultivos orgánicos no tradicionales con respecto a su superficie total convencional, 2007/08 (porcentaje).

Fuente: Ortigoza 2010.

Respecto a las hortalizas en México, se tiene que están presen-te en 12% de las unidades de producción con una superficie de 36,068.48 ha, que representa el 9% de la superficie orgánica na-cional con una TMAC (Tasa Media Anual de Crecimiento) por arriba de 25%, y concentrada principalmente en el estado de Sinaloa. Se trata de alrededor de 25 cultivos: acelga, ajo, apio, betabel, be-renjena, brócoli, calabaza, calabacita, cebolla, cilantro, col, coliflor, chayote, chícharo, chile, ejote, elote, espinaca, jitomate, lechuga, papa, pepino, tomate y zanahoria. Desde 2003 también el mercado doméstico está creciendo en forma importante y ha llegado a una demanda de tal magnitud que no se puede satisfacer todavía.

La ubicación geográfica de los principales frutas es la parte cen-tro y suroeste del país por ejemplo Michoacán destaca el aguacate y 18.5%; en Guerrero se encuentra la uva silvestre; y para las hor-talizas destaca el estado de Sinaloa.

La alta demanda de frutas, hortalizas de invierno, y productos no tradicionales, ha sido un motor importante para la conversión de la producción convencional a la orgánica y para su diversificación, sin embargo, los precios atractivos también explican el crecimiento sig-nificativo de la superficie de determinados cultivos. En el siguiente cuadro se muestra la evolución de las frutas y hortalizas en dos ci-clos, en los cuales en algunos cultivos son significativos la superficie orgánica respecto al convencional del mismo.

269

Cuadro 3. México: Importancia de la agricultura orgánica por cultivo seleccionado con respecto a la superficie convencional, 2004 - 2008

Cultivo

Superficie (ha)

(%)2

Superficie (ha)

(%)2Convencional 20041

Orgánica2004-20052

Convencional 2007

Orgánica2007-2008

Hortalizas1 498,265.35 24,724.86 4.96 620,304.62 35,414.32 5.71

Aguacate 101,876.32 2,652.09 2.60 104,507.36 31,572.43 30.21

Mango 176,781.06 2,132.42 1.21 181,525.00 12,464.70 6.87

Coco 14,712.30 8,400.00 57.10 140,000.00 9,031.00 6.45

Cítricos 508,034.58 1,608.35 0.32 511,762.00 6,023.61 1.18

Piña 30,318.50 252.54 0.83 27,916.00 921.97 3.30

Papaya 22,171.48 12.00 0.05 21,456.69 780.50 3.64

Guayaba 16,184.74 623.50 3.85 16,587.91 310.08 1.87

Zarzamora 2,270.10 229.00 10.09 3,074.30 238.44 7.76

Plátano 80,923.28 152.85 0.19 76,313.49 237.50 0.31

Chile 12,136.81 138.95 1.14 11,408.59 218.00 1.91

Fresa 6,465.85 141.60 2.19 6,403.15 193.30 3.02

Litchi 2,218.69 104.00 4.69 2,886.34 187.49 6.50

Sandía 38,392.87 40.00 0.10 45,600.68 137.92 0.30

Mamey 1,284.00 17.00 1.32 1,394.75 78.00 5.59

Tuna N.d. N.d. N.d. 50,762.91 65.00 0.13

Frambuesa 315.00 263.00 83.49 599.75 40.57 6.76

Maracuyá 90.00 4.00 4.44 59.00 21.56 36.54

Chabacano N.d. N.d. N.d. 372.52 18.00 4.83

Durazno 42,882.82 8.00 0.02 45,838.68 17.80 0.04

Manzana 62,673.35 253.69 0.40 59,825.62 15.60 0.03

Rambután N.d. N.d. N.d. 10.00 8.00 80.00

Ciruela 12,481.00 5.00 0.04 15,523.23 8.00 0.05

Pera 5,062.95 4.00 0.08 5,067.75 6.00 0.12

Pitahaya 734.00 1.00 0.14 444.34 1.00 0.23

Pitaya 996.00 15.00 1.51 933.50 N.d. N.d.

Fuente: 1 SIACON - SAGARPA, 2007 y 2 CIESTAAM, 2005; CIIDRI - CONACYT, 2009.1 Incluye 22 cultivos (acelga, ajo, apio, betabel, berenjena, brócoli, calabaza, cala-bacita, cebolla, cilantro, col, coliflor, chaya, chayote, chícharo, ejote, elote, espinaca, jitomate, lechuga, papa, pepino, tomate y zanahoria).2 Participación en el total convencional.

270

En cuando al mercado de los productos orgánicos se ha iden-tificado que responde a la demanda externa, que ha influido de manera significativa sobre la estructura y/o composición de la agri-cultura orgánica y a su vez ha despertado el interés de promover y apoyar la producción orgánica de exportación. Esto puede verse, en la estructura de cultivos establecidos desde sus inicios (tropicales y de invierno) para responder a la demanda creada en el exterior, así como en la tendencia hacia la diversificación de cultivos no tra-dicionales motivada por la misma razón, haciendo de la agricultura orgánica un sector exportador de alimentos orgánicos con potencial para la generación de divisas .

Para el 2009, este sector generó 294,149 millones de dólares de divisas, que representan el 7.7% del mercado mundial por ventas de productos orgánicos, principalmente de café, aguacate y hortali-zas que se caracterizan por ser cultivos netamente de exportación. En el cuadro 4 se muestran los principales destinos de las frutas y hortalizas orgánicas.

Cuadro 4. México: Destino de la producción de Frutas y Hortalizas orgánicas exportadas 2007/08

Producto Mercado de destino

Aguacate Canadá, Estados Unidos y Japón

Frutas frescas Alemania, Francia, Holanda, Inglaterra, Suiza, Estados Unidos, Canadá y Japón

Frutas deshidratadas Alemania, Holanda, Inglaterra, Suiza, Estados Unidos y Canadá

Hortalizas Alemania, Francia, y Estados Unidos

Fuente: Gómez, et al., 2009.

A la par con la producción de exportación, viene desarrollándose el mercado interno, fundamentalmente a través de la venta de ali-mentos orgánicos en mercados locales que van creándose en ciuda-des medias y grandes de México. Actualmente, en el país existen 22 Tianguis y Mercados Orgánicos, agrupados en la Red Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos A.C y existen siete iniciativas más de constituirse, en estos centros la oferta no satisface la alta demanda de los productos orgánicos principalmente de frutas y hortalizas.

La Red Mexicana de Tianguis y/o Mercados Orgánicos surge en el año 2004, inicial-mente integrada por los 4 mercados orgánico locales ya existentes en Guadalajara, Chapingo, Oaxaca y Xalapa, en la actualidad agrupa a más de 20 mercados en 11 estados de México.

271

Los Tianguis y Mercados Orgánicos se originan, por organiza-ciones sociales, grupos académicos, grupos culturales, grupos re-ligiosos u organizaciones civiles. Surgen a partir de una serie de preocupaciones sobre el riesgo que tienen para la salud las formas actuales de producción, procesamiento y comercialización de los ali-mentos, así como de los impactos sobre el medio ambiente que está provocando la agricultura convencional. De ahí, la intención de formar iniciativas para acceder a alimentos sanos, donde lo orgánico se convierte en una buena oportunidad.

La participación social en la producción orgánica, corresponde a los pequeños productores dado que representan el 99.9% del total de productores y concentran el 93.9% de la superficie con un pro-medio de 2.9 ha por productor. Estos pequeños productores están aglomerados en organizaciones de primer y segundo nivel según sea el caso, ubicados la gran mayoría en la zona centro y sur del País.

En contraste, se ubica un número reducido de productores gran-des con unidades de explotación mayor de 100 has, concentran el 6% de la superficie orgánica total. Estas se ubican principalmente en el norte del país, por ejemplo, en Chihuahua se encuentran 12 productores con un promedio de 240 has, 9 empresas en Guanajua-to con un promedio de 137 has, 34 productores en Sonora y Sinaloa con alrededor de 450 has promedio, 5 productores en Tamaulipas con 600 has cada uno y 2 en Baja California.

Finalmente podemos decir que actualmente, el cultivo de frutas y hortalizas orgánicas a nivel nacional representa una oportunidad de desarrollo para los pequeños productores orgánicos dada su con-tribución a mejorar las condiciones de carácter social, económico de los productores que la han adoptado, así como del ambiente en las regiones de incidencia.

272

Referencias Bibliográficas

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PERÚ: ALGUNAS EXPERIENCIAS DE ARTICULACIÓN POSITIVA DE LA PEQUEÑA PROPIEDAD AGRÍCOLA

A LOS MERCADOS EXTERNOS EN EL MARCO DE LA ACTUAL GLOBALIZACIÓN

Marcel Valcárcel Carnero1

Presentación

Este trabajo, que he denominado “Perú: Algunas experiencias de ar-ticulación de la pequeña propiedad agrícola a los mercados externos en el marco de la actual globalización”, persigue exponer dos casos particulares considerados exitosos. Nos referimos, en primer lugar, a la producción de café orgánico de los pequeños agricultores orga-nizados en una empresa cooperativa localizada en la selva central. En segundo lugar, a los pequeños agricultores de banano orgánico integrados en asociaciones en el valle del Chira, ubicado en la costa norte del país.

Las preguntas a responder con este trabajo son dos: ¿Qué as-pectos, en lo social y económico, han permitido el nacimiento y consolidación de organizaciones con fines productivos vinculados a mercados externos? ¿Qué factores, en lo técnico, han coadyuvado a que estas experiencias funcionen con un relativo éxito?

El trabajo descansa, en lo fundamental, en la revisión bibliográfica de dichas experiencias y en una comparación analítica entre ellas.

Café

En las líneas que siguen nos basamos, en lo fundamental, en el trabajo de la socióloga rural María Isabel Remy “Cafetaleros Em-presarios”, publicado en 2007 por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP).

1 Sociólogo. Profesor principal del Departamento de Ciencias Sociales. Pontificia Uni-versidad Católica del Perú (PUCP). Correo: [email protected]

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Situación nacional

El Perú ha logrado posicionarse como un país cafetalero, ofertar un café de calidad reconocida en los mercados más exigentes del mun-do y hacer de este cultivo el principal producto de exportación agrí-cola del país sin recibir apoyo del Estado. En el 2009 se exportaron 460 mil quintales de café con sello de Comercio Justo (CJ) por un valor superior a los US $73 millones. Este producto se ha convertido en la principal carta de presentación en los mercados solidarios de Europa y Estados Unidos (Diario El Comercio, 4/8/10).

Productores

En el Perú existen 150 mil familias de pequeños agricultores que tienen al café como medio de vida. Dichas familias y sus parcelas se encuentran ubicadas en lugares apartados de la geografía andina y amazónica.

Cuarenta y dos mil familias organizadas en cooperativas y aso-ciaciones han logrado, sobreponiéndose a adversidades políticas y económicas, largos años de violencia interna y a la crisis mundial del café, insertarse con éxito al mercado internacional, mejorar sus ingresos y dinamizar las economías locales.

El caso de La Florida

Aparece como emblemático en términos de los logros alcanzados por los pequeños productores integrados en la Cooperativa Agraria Cafetalera del mismo nombre (CAC La Florida), ubicada en la selva central en el departamento de Junín, provincia de Chanchamayo. Cuenta con más de 1,500 socios registrados, de los cuales alrede-dor de 700 son socios activos. Dispone de un local principal en La Merced y otro local en San Ramón, donde se ubican el centro de acopio, una planta de secado y dos grandes y modernas plantas de beneficio húmedo.

Esta cooperativa agraria cafetalera se funda en la localidad de La Florida el 30 de octubre de 1966, como resultado del empuje de 50 agricultores que arribaron como colonos a la zona, procedentes de cinco departamentos andinos, al decir de Remy, “cansados del atropello de los intermediarios”.

Luego de conseguir tierras y trabajar por su cuenta el café, el problema principal que afrontaron fue la comercialización del pro-ducto. En ese momento había un monopolio de grandes intermedia-rios quienes, aprovechando las dificultades para sacar el producto

275

de la zona y traer recursos básicos, pagaban precios muy bajo a los agricultores. La solución a este problema fue colectiva, pues lograr la comercialización individual era imposible por los costos y volúme-nes. Nace así la Cooperativa.de Servicios La Florida.

El objetivo de la cooperativa desde el comienzo fue lograr el de-sarrollo integral y ayudar a los socios, familias y los vecinos de la zona en todas sus necesidades: se construyeron escuelas, se abrie-ron más de 300 km de carreteras, se compró maquinaria, todo con el aporte de sacos de café de los socios. A mediados de los años 70, jóvenes voluntarios suizos, mayormente ingenieros agrónomos, vi-vieron un buen tiempo en la zona realizando tareas de capacitación productiva para mejorar los cultivos de café; de manera paralela, construyeron piscigranjas y crearon huertas familiares.

Posteriormente vendrá a la región la violencia política que afec-tará duramente a la población y a la cooperativa. Sendero Lumi-noso (movimiento subversivo de inspiración maoísta) quema sus instalaciones. Tiempo después volverán a ponerse de pie y crecer. Aquí juegan un papel importante los hijos de los primeros colonos convertidos en jóvenes profesionales quienes ayudaron a mejora la productividad, sanearon y ordenaron las cuentas de la empresa aso-ciativa y, paralelamente, trabajaron la entrada de la CAC al mercado internacional.

La idea era que la cooperativa saliera sola a exportar, sin brokers ni intermediarios. Al inicio se comercializó el café a través de la Cen-tral Café Perú, que tenía 70 cooperativas asociadas, pero esa central no cumplió su rol. En los años 90 el nuevo equipo dirigencial viaja a Suiza a explorar el mercado y logra un primer cliente, lo que le per-mitió conocer el funcionamiento del mercado internacional. A partir de entonces comenzó a abrir nuevos mercados, generó marcas pro-pias y se fue adaptando al nuevo entorno del mundo del café.

La situación mejora entre 1993 y 1994 cuando ingresan al co-mercio justo, logrando funcionar como una empresa formal con personal de planilla. En 1997 el nuevo gerente general puso como condición que se aceptara una reingeniería total de la empresa, que incluyó un cambio en las relaciones de los socios y los directivos con la cooperativa, así como exigencias concretas de compromiso con la empresa (entregas mínimas de café) por parte de quienes qui-sieran acceder a cargos directivos. No sin conflictos, la reforma es aceptada por la asamblea de socios de la cooperativa. 1997 fue el primer año con las cuentas en azul, lo que consolidó al nuevo equipo gerencial. Al año siguiente, sus promedios de venta fueron mejores que los de los comerciantes.

276

Remy concluye señalando que desde ese primer año hasta nues-tros días, la cooperativa ha continuado creciendo y capitalizándose.

Cuadro 1 Volumen de exportaciones de café sin descafeinar.

Cooperativa agraria cafetalera La Florida, 1994-2005(en kg)

Año Kg

1994 69,000

1995 483,000

1996 538,476

1997 735,609

1998 494,456

1999 8’114,567

2000 11’801,443

2001 11’837,732

2002 13’418,877

2003 13’227,908

2004 20’251,468

2005 16’939,347

Fuente: Elaboración IEP.

Banano orgánico

La otra experiencia de articulación positiva es la del banano orgáni-co, para la cual usamos el trabajo del economista Alan Fairlie deno-minado “Asociaciones de pequeños productores y exportaciones de banano orgánico en el valle de Chira”. Copla-CIES. Lima, 2008. En el Perú, la producción y la exportación del banano orgánico constituye actividades recientes, surgen en los años 90.

La producción se localiza en la zona norte del país, en las regio-nes de Tumbes, Piura y Lambayeque, donde existen 3,414 hectáreas certificadas (80% concentradas en Piura). La principal área de agro-exportación de banano orgánico en Piura está ubicada en el valle del Chira, cuyas tierras son adecuadas para la siembra de banano de-bido al clima tropical y húmedo, así como a la ausencia de sigatoka negra, plaga que afecta a este cultivo en otras partes del mundo, siendo las principales zonas productoras los distritos de Querecotillo y de Salitral, ubicados en la margen derecha del río Chira.

277

Llegada al banano orgánico

Sobre la conversión del banano criollo al orgánico, la mayoría de los productores y dirigentes resaltan la importancia de haber contado en los inicios con el apoyo de un programa estatal y de algunas em-presas exportadoras.

En efecto, las redes del Estado apoyaron a los primeros agricul-tores que se cambiaron a la producción orgánica a través el acceso a insumos (guano de la isla), el crédito y la capacitación. Sin em-bargo, existieron algunas limitaciones, como la rápida ruptura con el Estado al fracasar los intentos de exportación a través de una empresa pública.

En el valle del Chira, en la actualidad existen 13 asociaciones de productores de banano, integrando a 2,311 agricultores que traba-jan un total de 2,249 hectáreas. Se trata de minifundistas integrados mayormente a dos redes de productores, REPEBAN y CEPEIBO.

Se observa heterogeneidad entre las asociaciones con relación a las hectáreas promedio por agricultor, la tenencia de la certificación de Comercio Justo y la Central de Asociaciones. Del conjunto de las 10 asociaciones seleccionadas por el equipo de Fairlie para ser estu-diadas, 6 participaban en el Comercio Justo.

La edad de los agricultores de banano orgánico bordea los 50 años, siendo la mayoría de sexo masculino. Respecto a la carga fa-miliar, se constató que en promedio tienen bajo su responsabilidad económica a la esposa y los hijos menores de edad.

Las dimensiones de la superficie de la tierra de estos productores son muy pequeñas, lo que impide el aprovechamiento de economías de escala para volúmenes de producción significativos a nivel inter-nacional. Asimismo, existen deficiencias respecto a las condiciones del cultivo (agua, fertilizantes, etc.) y factores institucionales (cer-tificación orgánica) que parcialmente han sido solucionadas por las asociaciones. Problemas fundamentales los constituyen la educación y la limitada existencia de cuadros técnicos, que impiden el suficiente conocimiento de las técnicas de gerencia y de mercadeo internacional para que la exportación directa sea masiva, lo que en alguna medida contrasta con la experiencia de los cafetaleros de La Florida.

La actual ausencia de redes de apoyo estatales deja como única alternativa para el agricultor establecer redes con las empresas, las que no siempre resultan beneficiosas. En muchas oportunidades, las estrategias de conversión asumen la forma de iniciativa individual de los agricultores, pero con desventajas frente a las que cuentan con un mayor número de redes de apoyo.

278

El desarrollo de estrategias de conversión comprende diferen-tes resultados para los agricultores al aprovechar oportunidades y negociar limitaciones. La mayoría de agricultores utiliza las posibili-dades de acceso al mercado orgánico internacional como respuesta a las malas condiciones del mercado nacional. Las formas de con-versión movilizan redes con el Estado, con las empresas y entre los agricultores, y desarrollan estrategias de conversión por fracciones de hectáreas y con cultivos múltiples, por ser las más adecuadas, ya que exigen menos inversión de dinero y de tiempo y ofrecen una mejor productividad.

En el momento de la conversión tecnológica influyen la cantidad y la calidad de redes de apoyo que movilizan los agricultores. Las influencias se pueden expresar en dos grupos: uno con mejores y otro con peores resultados. El grupo menos favorecido ha sido el ca-rente de redes de apoyo de agentes externos. El grupo beneficiado manejó varias redes de apoyo estatal y de las empresas privadas durante la etapa de conversión.

Exportación de banano orgánico

Según datos de la Superintendencia Nacional de Administración Tri-butaria (Sunat), las exportaciones de esta fruta orgánica crecieron significativamente entre 2000 y 2007, tanto en términos de valor (de US$ 264 mil se pasó a US$ 31 millones), como de volumen (de 856 toneladas a 64,586 toneladas).

Entre los principales destinos de exportación se encuentran la Unión Europea (Holanda y Alemania), Estados Unidos y Japón, como podemos apreciar en el Cuadro 2.

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Cuadro 2Exportaciones peruanas de banano orgánico 2001-2007

(en toneladas)

País 2001 2002 2003 2004 2005 2007

Holanda 855 293 2,231 4,662 11,471 27,427

USA 6,743 11,073 13,538 12,207 26,367 17,861

Japón - - 128 3,394 4,442 7,797

Alemania - 3,330 - 439 4,371 6,468

Bélgica 56 3,908 2,206 6,116 10,028 4,523

Reino Unido 174 - - 166 - 313

Ecuador - - - 204 159 98

Italia - - - - - 60

España 52 - - - 195 20

Corea - - - - - 18

Francia 115 349 2 2

China 18 - -

Colombia - - - - 40 -

Portugal - - - - 20 -

Total 7,996 18,953 18,103 27,208 57,095 64,587

Fuente: Sunat. Tomado de Fairlie, 2008. Elaboración propia.

Es importante resaltar que el aumento de exportaciones de este producto involucra las zonas de menor desarrollo relativo de la pro-vincia y que crecientemente participan en el sistema de Comercio Justo.

Pero también hay factores exógenos como: el precio del guano, fijado por el Estado, los fertilizantes importados que aumentan de precio, y el retraso cambiario que merma sus ingresos. Esto hace que los márgenes de ganancia sean limitados, y que exista un con-traste con el margen mucho mayor que tiene el exportador y comer-cializador en Europa. En ese sentido, entrar al régimen de Comercio Justo con las condiciones que éste establece, constituye un avance importante para los productores. Pero también hay un porcentaje sustancial de ganancia apropiada por los intermediarios, que los productores exportadores buscan tener en el futuro. Las cadenas de articulación varían y también es muy diverso el rol de las asociacio-nes y de su participación en redes.

280

El éxito de la experiencia bananera orgánica

Hay una relación ingresos-costos positiva para el productor de ba-nano orgánico que participa del Comercio Justo superando los ren-dimientos que alternativamente da el banano convencional. Esto, gracias a una combinación de factores; de un lado, la eficiencia individual de los productores y del otro, la presencia de las aso-ciaciones y redes en las diferentes fases de la cadena productiva y de la experiencia exportadora. Pero también, cubriendo tareas del Estado, especialmente en los temas de salud, educación, capacita-ción y de satisfacción de necesidades básicas. Las asociaciones más avanzadas han logrado cumplir con éxito una cartera de actividades que abarca integralmente estos temas.

La dinámica de cada asociación parece responder adecuadamen-te a sus propias peculiaridades (número de socios, dotación de capi-tal y recursos de sus miembros, etc.), encontrándose coincidencias entre productores y dirigentes en la percepción y acciones a tomar sobre los principales problemas. Parece plausible un mayor nivel de coordinación entre los gremios de las asociaciones en torno a ob-jetivos y reivindicaciones mínimas, lo que aumentaría su poder de negociación frente al Estado y los intermediarios.

Una de las principales razones que explica la legitimidad de las asociaciones más avanzadas radica en haber proporcionado bienes y servicios que trascienden el proceso productivo y de comercializa-ción del banano orgánico.

Limitaciones y sugerencias

Las hay tanto en el manejo de la compra y administración de los in-sumos y la certificación, como en las alternativas que se plantean en torno a la comercialización. Hay factores legales/institucionales que a veces aparecen como una restricción fundamental. Para las aso-ciaciones menos desarrolladas, es muy difícil acceder a las certifica-ciones, pero, al mismo tiempo, se convierten en el factor moviliza-dor para pasar a un estado superior. Y para aquellos más avanzados, también existe un problema en la exportación directa debido a los contratos que los atan a las comercializadoras por un período deter-minado de tiempo, que se renueva (a veces automáticamente).

Alan Fairlie y su equipo muestran que el rol de las asociaciones frente al Estado, especialmente en lo referido a la compra de insu-mos, no ha sido tan significativo como en la fase de comercialización de esta fruta.

281

Con relación a los intermediarios, la situación es más compleja. Resulta diferente la situación en la que sólo la asociación tiene la certificación y el poder negociador de aquellas en las que también se ha descentralizado para los productores. Mucho depende del grado de desarrollo y avance de los productores en la cadena de valor del banano orgánico.

El autor de este estudio plantea que lo ideal sería que las asocia-ciones ayuden a que paulatinamente la provisión de bienes insumos y servicios de comercialización que hoy dan los intermediarios, sea sustituido por proveedores locales, bajo el control de los productores y sus asociaciones. Sólo en esa medida se podría tener la posibilidad de negociar con diferentes intermediarios, tratando de maximizar el premio por Comercio Justo.

Las asociaciones más avanzadas podrían transmitir su experien-cia sobre cómo lograron un manejo adecuado de los cultivos, de los costos y de la productividad.

En el caso del guano, abono natural bajo control del Estado, bas-taría una decisión política para reducir el precio de un insumo fun-damental y no parece tan difícil de conceder. Igualmente, se podría negociar conjuntamente el impulso de obras de infraestructura y mejoras en los servicios y en la provisión de bienes públicos por parte de los gobiernos locales y regionales.

Comentarios finales

Las experiencias revisadas de pequeños agricultores organizados para participar en mercados más exigentes y dinámicos, como son los de productos orgánicos, pueden ser consideradas como de desa-rrollo rural exitosos o de focos de desarrollo local. Exitosos también en términos de ampliación de capacidades organizativas (creación de cooperativas y asociaciones), y de negociación, que reditúa en la ampliación de la superficie cultivada y cosechada, en los volúmenes exportados y consiguientemente en mayores ingresos para los agri-cultores y sus familias.

Positivas también en tanto dan protección y mejoramiento al me-dio ambiente al trabajar con los preceptos de agricultura orgánica, contraria al uso de agroquímicos comprendidos en la lista de mate-riales prohibidos por Fairtrade Labilling Organizations International (FLO), un grupo de 24 organizaciones que trabajan para garantizar un trato mejor para los productores. Son dueños de la marca FAIR-TRADE, la etiqueta del producto que certifica que las normas inter-nacionales de comercio justo se han cumplido.

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Entre los factores que han coadyuvado a que estas experiencias tengan buenos resultados, los hay económicos, técnicos y sociales. Los cuadros siguientes pretenden resumirlos:

Cuadro 3Factores que han incidido en la producción y exportación

del plátano orgánico

Económicos Sociales Técnicos

Ingreso al comercio justo ha permitido:Crédito, capacitación

Y asesoría

Precio Mínimo y/o Mejores precios y

Mayores ingresos

Conformación de asocia-ciones de productores y redes con empresas y entre agricultores

Apoyo externo inicial del Estado y exportadores

Mayor nivel educativo coadyuva a un mej

Cambio técnico con apoyo inicial del Estado y empre-sas privadas

Mayor nivel educativo y es-pecialización

Introducción de banano orgánico

Mejora de la productividad

Fuente: Elaboración propia.

Cuadro 4Factores que han incidido en la producción y exportación del café orgánico

Económicos Sociales Técnicos

Ingreso al mercado justo permite la certificación

Precio mínimo, mejores precios y mayores ingre-sos

Actividades financieras

Crediflorida

Capital humano: jóvenes con más educación y vo-luntad de cambio

Consolidación de coopera-tivas de comercialización

Cambios en la cultura or-ganizacional

Apoyo técnico de coope-rantes suizos

Gerencias especializadas

Continuidad en los cargos gerenciales

Fuente: Elaboración propia.

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En lo social encontramos que en ambas experiencias la mejora de la educación ha jugado un papel importante en la formación del ca-pital humano, favoreciendo con ello la gerencia y administración de los recursos, en particular en el caso de la cooperativa La Florida.

El apoyo externo del Estado, empresas privadas y agencias coope-rantes, ha sido también, con diferentes matices, parte clave de estas experiencias, sobre todo en la incorporación al Comercio Justo.

La mejora de la infraestructura física, el cambio tecnológico que significó la entrada a la producción orgánica, permitieron el incre-mento de la productividad y, en lo económico, conseguir mejores precios y con ello ingresos superiores para los productores y sus familias, organizados en asociaciones y cooperativas.

Pero vale señalar que estos procesos no fueron fáciles para los productores orgánicos, diversos sacrificios tuvieron que pasar y ex-periencias no siempre fructíferas, en ocasiones duras y conflictivas. Hubo momentos en que los productores estaban desalentados como cuando los cafetaleros fueron víctimas de la violencia política, o en el caso de los bananeros en aquellas ocasiones en que estuvieron desconectados de las redes de apoyo y viviendo momentos de de desconfianza frente a la conversión productiva.

En suma, estas experiencias exitosas a nivel micro no han tenido un camino fácil; empero, como dice la autora de uno de los libros revisados, “los productores debieron volver a ponerse de pie y cre-cer”... y ahora están cosechando los frutos de su esfuerzo y el riesgo asumido que todo cambio implica.

Ello no significa que hayan desaparecido los problemas y limita-ciones, nuevos retos aparecen como la reciente crisis internacional que afecta el consumo de los productos orgánicos en los países ricos. Visto en un campo más amplio de reflexión en el terreno del desarrollo nacional, estas experiencias están atadas al modelo neo-liberal hegemónico que reprimariza la economía nacional al priori-zar las exportaciones de materias primas. Finalmente, el café y el plátano orgánicos son exportaciones no tradicionales con bajo valor agregado y con pocos eslabonamientos internos.

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Periódicos.El Comercio (4/8/10).

El trabajo de campo y el análisis de redes muestran que el rol de las asociaciones ha sido significativo, aunque menor en la fase de comercialización.

Foto

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PRODUCCIÓN ORGÁNICA DE BANANO COMO ALTERNATIVA PARA MEJORAR

EL INGRESO DE FAMILIAS CAMPESINAS

Adriano Anaya María de Lourdes * Ovando Medina Isidro1

Vázquez Ovando Alfredo1

Salvador Figueroa Miguel1

Resumen

Además de ser proveedora de alimentos, la agricultura es fuente de materia prima para un sinnúmero de actividades; sin embargo, es la actividad más desvalorada. Dicha situación se agudiza por lo costoso de los procesos agrícolas convencionales. Una alternativa es emplear procedimientos que disminuyan el empleo de fertilizantes y contro-ladores de enfermedades y plagas de origen químico. De todas las alternativas disponibles los procedimientos agrícolas que emplean biofertilizantes (materia orgánica en diferentes presentaciones) pa-rece la más apropiada para dar valor a los productos del campo. En este trabajo se demuestra que empleando biofertilizantes (compos-tas, biofermentos líquidos e inóculos microbianos) es posible obtener niveles de producción de banano, similares al proceso convencional, con la ventaja de que las características organolépticas del fruto son mejores, el suelo recupera su fertilidad y se puede obtener mayor in-greso al expender el fruto con el sello de orgánico. Lo anterior es una alternativa para obtener mayor utilidad por las cosechas.

Introducción

La transformación que la sociedad mexicana moderna ha experi-mentado, de rural a urbana, ha hecho que la actividad agrícola se vea como la menos rentable y la que ofrece menor estatus social. A

1 Centro de Biociencias. Universidad Autónoma de Chiapas, Carretera a Puerto Ma-dero Km 2.0. Tapachula, Chiapas. CP 30700.

Tel. y Fax: (962)6427972.*[email protected]

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pesar de lo anterior, la agricultura es, y seguirá siendo, la actividad humana más importante porque de ella se obtienen, entre otras co-sas, principios activos para medicamentos, fibras para el vestido y, sobre todo, los alimentos.

Sin embargo, las técnicas y procesos que se aplican, y domi-nan, en la actividad agrícola mexicana no se han desarrollado para responder a las características morfo-geofísicas y climáticas de la geografía nacional y menos para la dominante de la geografía chia-paneca. En este sentido, la tecnificación del campo chiapaneco ha sido lenta y la producción depende del empleo de fertilizantes y controladores de plagas y enfermedades de síntesis química. Estos últimos han dado como resultado el deterioro de la tierra y el au-mento en el costo de producción.

La fertilidad de los suelos de la región Soconusco de Chiapas ha permitido el florecimiento de diversos cultivos. El algodón fue el pri-mer cultivo comercial que se estableció en esta región. La rentabili-dad de ese cultivo “orientó” las decisiones agrarias en el Soconusco durante las décadas de 1960 y 1970, y diversas áreas arboladas fueron convertidas en campos de cultivo. Sin embargo, por la falta de un verdadero plan de desarrollo agrícola y la ausencia de desa-rrollo científico y tecnológico apropiado, el cultivo de dicha planta hizo crisis en la segunda mitad de la década 1970-1979. El algodón rápidamente desapareció de la superficie soconusquense dejando tras de sí áreas descampadas, suelos y mantos freáticos contami-nados con pesticidas (muchos de ellos de alta peligrosidad y de alta persistencia en el ambiente) y una pléyade de insectos dañinos para otros cultivos.

La desaparición del algodón dio paso al establecimiento del bana-no como cultivo principal del Soconusco. El área cultivada con este frutal alcanzó su máximo (20,000 hm2) a principios de la década 1990-1999. Nuevamente, la política agrícola inadecuada y la falta de desarrollo científico técnico, hicieron que este cultivo entrara en crisis y actualmente sólo se cultive 20% de dicha área (AAPP, 2009). La pérdida de fertilidad de los suelos (empleo de técnicas agrícolas inadecuadas), la aparición de variedades resistentes de microor-ganismos patógenos al cultivo (selección por el inadecuado uso de pesticidas) y el incremento en el costo de fertilizantes y controla-dores (por su dependencia del petróleo) son causas de la debacle del banano del Soconusco. Del costo de producción de este frutal, 75% se ocupa para controladores de enfermedades y fertilizantes y el resto en mano de obra (Anónimo, 2005). Los fertilizantes nitro-genados (350 kg hm-2 año-1) y de potasio (600 kg hm-2 año-1) son los de mayor demanda del cultivo (Soto, 1991).

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La alternativa viable para restituir la fertilidad del suelo y dis-minuir el uso de fertilizantes químicos, es emplear biofertilizantes. Esto último se puede definir como el uso de materia orgánica (de cualquier origen), procesada o no, y de microorganismos benéficos en los cultivos (Adriano et al., 2008). Además de mejorar las pro-piedades físicas, químicas y biológicas del suelo, los biofertilizantes inducen mayor resistencia a plagas y enfermedades a las plantas que en dichos suelos se desarrollan.

Tomando en consideración que agroclimáticamente el Soconusco, Chiapas, es apto para la producción de banano clon “Gran Enano” de calidad, el grupo de profesores del CenBio-UNACH desarrolló tecno-logía para producir diferentes biofertilizantes aptos para emplearse en la producción de dicho frutal. Por lo anterior, el objetivo del tra-bajo fue establecer la producción de banano clon “Gran Enano” bajo el enfoque orgánico.

Materiales y Métodos

Sitio de trabajo

El estudio se estableció en la cooperativa bananera sector de pro-ducción de Mazatán, R.S.M., (14º 49’ 304” N, 92º 27’ 893” O, 20 msnm), del municipio de Mazatán, Chiapas. La cooperativa se dedi-ca a la producción de banano clon “Gran Enano”. La cooperativa está conformada por 56 ejidatarios, quienes cultivan aproximadamente 150 hm2 de dicho frutal. En dicho lugar se establecieron dos trata-mientos: Tratamiento 1 (TB) se le aplicó biofertilizantes, y Trata-miento 2 (TC) se le aplicó fertilización convencional (química). Am-bos tratamientos se realizaron en una extensión de 1 hm2. En cada tratamiento se sembraron 1,200 plantas. En la siembra se utilizaron hijuelos tipo espada, proporcionados por la cooperativa.

Elaboración de los biofertilizantes

Elaboración de la composta tipo “Bocashi”: 80 kg de residuos orgá-nicos de la plantación (raquis y frutos de banano, previamente tri-turado) se mezclaron con 80 kg de estiércol de ganado vacuno y 80 kg de fibra de palma de aceite. Después de la homogeneización se adicionaron 1 kg de levadura, 100 kg de ceniza y 20 L de melaza. La mezcla de homogeneizó manualmente y se procesó por 2 meses.

Elaboración del biofertilizante líquido: En un recipiente de 200 L se mezclaron 50 kg de estiércol de ganado vacuno, 4 kg de ceniza,

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2 kg de levadura de pan, 4 L de melaza, 2 L de fermentado lácteo y suficiente agua. La mezcla se fermentó anaeróbicamente durante 21 días.

Aplicación de los biofertilizantes

Al momento de la siembra de las plantas en el TB, se empleó una mezcla de 1 kg de composta con 3 kg de suelo. Posteriormente se aplicaron 4 kg de composta madura cada 4 meses a una distancia de 20 cm, y alrededor, del pseudotallo. El biofertilizante líquido se aplicó tanto en el área foliar como en el área radicular de las plan-tas, cada 15 días. Para el área foliar primeramente el biofertilizante se diluyó (1:10 v/v) con agua y posteriormente, se le adicionó 1 L de inoculante microbiano (Streptomyces sp EPCH0497), producido en el laboratorio de investigación del Centro de Biociencias, 100 ml de aceite de palma y 1 L de extracto de nopal. Para el área radicular, el biofertilizante líquido se diluyó 1:4 con agua y posteriormente se adicionó 1 L del inoculante microbiano formulado con el diazotrofo 11B. De esta mezcla se emplearon 2 L por planta.

Muestreo

Muestras de suelo rizosférico (1 kg) se tomaron de 10 plantas, se-leccionadas sistemáticamente, en cada parcela: Las muestras se secaron a temperatura ambiente (25ºC), se molió y tamizó, para realizar los análisis respectivos. Los muestreos se realizaron cada 4 meses durante 24 meses de trabajo.

Variables evaluadas

De las propiedades físico-químicas del suelo

En cada muestreo se determinó el número de hojas, la altura y el perímetro del pseudotallo. Al suelo se le determinó N total (método de Kjeldahl), P soluble (método de Olsen y azul de molibdeno de Digman), K, Na, NH4, NO3 y Ca solubles (electrodos específicos ion meter), materia orgánica (método de Walkley y Black), pH y con-ductividad eléctrica (potenciómetro, agua 1:2). A las muestras de hojas se determinó N total (método de Kjeldahl) y P total. Para esto último primeramente 500 mg de hojas se calcinaron (500ºC) y a la ceniza se le determinó el P soluble empleando el método de Olsen y azul de molibdeno de Digman.

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De la vida en el suelo

Además, en el suelo se determinó, indirectamente, la población mi-crobiana mediante la determinación de actividad enzimática estera-sas (Inbar et al., 1991), invertasas (Trasar-Cepeda et al., 2008) y celulasas (Coughlan, 1985; Burke y Cairney, 1998).

De la cantidad y calidad del fruto

Para evaluar la calidad del fruto se determinó su calibre (mediante la determinación de la longitud de los dedos por la curvatura exterior desde el extremo de la flor hasta la base del pedicelo) y el diámetro en los frutos de la segunda mano del racimo. Así mismo, se cuanti-ficó el número total de manos presentes en el racimo, el peso total de éste y el número de dedos de la segunda mano.

El análisis bromatológico de los frutos se realizó mediante los siguientes métodos: determinación de humedad (método 925.09 AOAC, 1997), grasa (Método 920.39 AOAC, 1997), cenizas por cal-cinación (método 923.03), acidez titulable (AOAC, 1990), fibra cru-da por el método 962.09 (AOAC, 1997), proteína por el método 954.01 (AOAC, 1997), determinación de azúcares por el método DNS (Miller, 1959), ácido ascórbico por el método 2 6 diclorofenol indofenol.

A los frutos de banano de los tratamientos de este trabajo se les realizó evaluación sensorial con un panel entrenado. Los panelistas que participaron en dicha evaluación fueron 10 estudiantes de licen-ciatura (5 mujeres y 5 hombres), de entre 20 y 24 años. Los panelis-tas fueron seleccionados bajo los siguientes criterios: tener afinidad por el consumo de banano y/o derivados, poseer habilidad para la identificación de sabores básicos, no fumar, tener interés en formar parte del estudio y tener facilidad para expresarse al momento de emitir su juicio (Plemmons y Resureccion, 1998). Los miembros del panel participaron en 11 sesiones cada 3 semanas con una duración de aproximadamente 2 h. Ellos fueron entrenados mediante prue-bas sensoriales descriptivas y discriminativas. Las pruebas discrimi-nativas establecen las diferencias entre dos o más muestras y, en algunos casos, la magnitud o importancia de esa diferencia (Anzal-dúa, 2005). En las pruebas descriptivas se definen, de la forma más objetiva posible, las propiedades del alimento (Anzaldúa, 2005).

Durante la evaluación se presentó, a cada juez, una porción (2 cm de longitud) de un banano de cada tratamiento (convencional y bio-fertilizado) sin cáscara, seleccionado aleatoriamente, acondicionado

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a temperatura ambiente y bajo condiciones de iluminación natural. Todas las muestras presentadas a los jueces fueron codificadas con tres dígitos (Mestrallet y Carnacini, 2004). Los jueces realizaron la evaluación de los atributos y emitieron su juicio empleando escalas estructuradas.

Análisis de datos

Los resultados se analizaron mediante análisis de la varianza y don-de se encontraron diferencias se aplicó la prueba de Tukey (α = 0.05) empleando el programa InfoStat profesional versión 2008.

Resultados y Discusión

En el suelo

En el suelo del TB el pH y la conductividad eléctrica permanecieron, prácticamente, sin cambio (promedio 7.36 y 0.13 mS/cm, respec-tivamente), mientras que en el TC el pH tendió hacia la acidifica-ción (6.3) y la conductividad eléctrica mostró grandes fluctuaciones (0.1-0.42 mS/cm). La estabilización del pH en el suelo donde se aplicaron los biofertilizantes puede deberse, entre otras cosas, a que durante la degradación de la materia orgánica, además de libe-rar CO2 y iones OH¯ (Bautista et al., 2000), se incrementa el con-tenido de bases intercambiables, las cuales actúan atrapando iones H+ (Jiménez et al., 2004; Arrieche y Mora, 2005). Así mismo, la ca-pacidad reguladora de la composta (Mogollón et al., 2001) permitió mantener a los iones en una concentración más o menos constante en el suelo del TB. Por otro lado, la aplicación de fertilizantes de síntesis química, como el (NH4)2SO4, provocan la acidificación de los suelos (Lazcano-Ferrat, 1996) debido a que el ión NH+

4, por activi-dad físico-química o biológica libera H+. Así mismo, la adición de los fertilizantes químicos rápidamente incrementa la cantidad de iones del suelo, los que aunados a la poca capacidad reguladora (buffer o tampón) de dicho suelo pudiera llegar a los límites de toxicidad para la planta.

La adición de biofertilizantes en el TB permitió incrementar el contenido de materia orgánica en el suelo. La acumulación neta de esta variable se empezó a observar un año después de iniciado el trabajo y, al término del estudio alcanzo valores 210% mayor que en TC. Este valor fue superior a lo reportado por Jiménez et al. (2004), quienes reportan incrementos entre 22 y 50%.

291

Así mismo, en el suelo del TB se encontró 1.5 veces más NH+4, 2.3

veces más nitrógeno total, 1.7 veces más K+ (191.3 mg ∙ kgsuelo-1 del TC y 287.5 mg ∙ kgsuelo-1 del TB), respecto al TC, no encontran-do diferencias en el contenido de fósforo (0.48 mg ∙ kgsuelo

-1 en el TC y 0.46 mg ∙ kgsuelo-1 en el TB).

La acumulación de NH+4 en el TB se puede atribuir tanto a la me-

jora de las propiedades físico-químicas del suelo como a la inducción de las poblaciones microbianas endémicas. Se ha documentado que la adición de materia orgánica al suelo, compostada o no, mejora la transferencia de gases, la estructura del suelo y la retención de agua, las cuales, a su vez, mejoran la actividad microbiana (España et al., 2002). Por otro lado, la mayor concentración de nitrógeno total en el TB, puede deberse a que los materiales que contienen dicho elemento no se lixiviaron y/o volatilizaron. Así mismo, a pesar de que en el TC se emplearon fertilizantes químicos, el nitrógeno total no fue superior a lo encontrado en el TB. Lo anterior implica que en dicho tratamiento esta molécula se pierde por alguno de los procesos previamente mencionados. Así que, la materia orgánica adicionada al TB permite la retención de las diferentes formas quí-micas del nitrógeno, situación que fue también demostrada por Del-gado et al. (1999) con la aplicación de composta al cultivo de maíz, favoreciendo la liberación lenta de los nutrimentos y disminuyendo las pérdidas por lixiviación o lavado, especialmente en el caso del nitrógeno. Así mismo, la adición de los biofertilizantes fue suficiente para mantener en niveles adecuados de K+, sobre todo si se consi-dera que los residuos de las plantas de banano fueron empleados para fabricar la composta empleada en este trabajo. Finalmente, la concentración y la frecuencia de aplicación de los biofertilizantes adicionados al TB fueron suficientes para mantener valores de fós-foro similares a los alcanzados en el TC.

Actividad microbiana del suelo

Después de 24 meses de trabajo, la actividad de las endoglucanasas (18.5 pkat∙gsuelo

-1), de las celobiohidrolasas (4.5 nkat∙gsuelo-1), de las

invertasas (5.0 pkat∙gsuelo-1) y las esterasas (41.6 nkat∙gsuelo

-1) en el suelo del TB fueron, respectivamente, 1.8, 2.7, 12.27 y 4.5 veces mayor que en el TC. Así mismo, no se encontró diferencias en la actividad de las β-glucosidasas.

Los resultados demuestran que en el suelo del cultivo TB la acti-vidad microbiana, determinada como actividad enzimática, fue más alta que la del suelo del cultivo TC, confirmando con esto lo previa-mente reportado por Mäder et al. (2002), Van Diepeningen et al.

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(2006), Benítez et al. (2006) y Hopkins et al. (2008). Por otro lado, el incremento de la actividad de las enzimas en el suelo donde se aplicaron los biofertilizantes fue similar a lo observado por García-Ruiz et al. (2008) o por Trasar-Cepeda et al. (2008) en suelo no perturbado.

La acumulación de actividad endoglucanasa y celobiohidrola-sa observada en el suelo biofertilizado, puede ser explicado por el hecho de que la composta y el biofermento líquido mejoraron las condiciones fisicoquímicas del suelo rizosférico, lo cual permitió el desarrollo de las comunidades microbianas productoras de dichas enzimas. La actividad de endoglucanasa del suelo biofertilizado de este trabajo fue similar a lo encontrado en el suelo de viñedo (13.8 pkat/g de suelo) o cultivado con maíz (25.0, pkat/g de suelo) y menor que lo encontrado en suelos de sistemas menos perturba-dos [pradera (55.5 pkat/g de suelo), bosque de pino (63.8 pkat/g de suelo), bosque de eucalipto (66.7 pkat/g de suelo) o bosque de roble (63.8 pkat/g de suelo)], reportada por Trasar-Cepeda et al. (2008). Las diferencias encontradas pudieran estar correlacionadas con el tipo de suelo y con las condiciones ambientales, además, con el tipo de residuo orgánico.

Por otro lado, la falta de efecto en la actividad de β-glucosidasa (la enzima responsable de hidrolizar los dímeros de glucosa) con la adición de los biofertilizantes pudo deberse al hecho de que la mi-crobiota endógena productora de dicha actividad tiene tal tamaño de población, o produce tal cantidad de enzima, que la adición del material orgánico no impactó dicha actividad. En este último sentido, cabe puntualizar que la actividad β-glucosidasa del suelo de banano fue 10 veces mayor que lo reportado para otros sistemas. García-Ruiz et al. (2008) reportaron actividad del orden de 899 pkat/g de suelo cuando el olivo se cultivó de forma orgánica; así mismo, en sistemas convencionales de cultivo de maíz y uva, Trasar-Cepeda et al. (2008) reportaron actividades del orden de 200 y 125 pkat/g de suelo. Por lo anterior, la presencia de alta actividad β-glucosidasa en el suelo del cultivo de banano clon “Gran Enano” pudiera ser una condición particular del cultivo de banano.

Respecto al incremento de la actividad invertasas por el empleo de biofertilizantes, pudiera ser resultante del incremento en la bio-masa microbiana productora de esta enzima, debido a la constante presencia de moléculas de sacarosa adicionadas a través de los bio-fertilizantes, aunada al efecto de mejora en las condiciones fisico-químicas y biológicas del suelo. A pesar de lo anterior, la actividad de invertasas en el suelo del cultivo de banano clon “Gran Enano” fue menor a lo reportado para el cultivo convencional de maíz y uva,

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722.2 y 350 pkat/g de suelo, respectivamente (Trasar-Cepeda et al., 2008), o para cultivos manejados orgánicamente, 3.0 nkat/g de suelo o en suelos de sistemas no perturbados como en un bosque de pino o de roble, 1,711.1 y 1,905.5 pkat/g de suelo (Trasar-Cepeda et al., 2008). Esta diferencia notable pudiera deberse a que los sue-los empleados en el cultivo de banano son suelos arenosos.

Por último, se ha reportado que la adición de enmienda en base a corteza de pino la actividad esterasas (hidrólisis de FDA) fue inhibi-da. Por lo anterior, se cree que los fenoles, presentes en los tejidos del banano, son difíciles de metabolizar por los organismos del suelo o que posiblemente tengan un papel inhibidor de alguna fracción de la población microbiana. Así que el desarrollo de la fracción micro-biana capaz de metabolizar rápidamente dichos componentes pu-diera ser la respuesta a los datos encontrados.

En la planta

La altura, perímetro de tallo y número de hojas de las plantas del TB no fueron diferentes a las obtenidas en el TC. En este sentido, se encontraron 7.8 y 7.7 hojas, 129.9 y 125.9 cm de altura y 72.54 y 74.01 cm de perímetro del pseudotallo, en las plantas del TC y del TB, respectivamente. Resultados similares se han reportado en el crecimiento de cebolla (Ruiz et al., 2007), papa (Zamora et al., 2008; Gómez-Álvarez et al., 2008), tomate (Oyinlola y Aliyu, 2005), maíz (Arrieche y Mora, 2005), con la aplicación de diversas fuentes orgánicas como fertilizantes (compostas, estiércoles, pulpas, baga-zos, cáscaras, microorganismos, etc.).

Por otra parte, no se encontraron diferencias en el contenido de nitrógeno (N) y fósforo (P) de las hojas, entre las plantas del TC y del TB. La concentración de N en las hojas de las plantas del TC, fue de 3.72 mg ∙ kgtejido

-1, mientras que en las hojas del TB fue de mg ∙ kgtejido-1. Por su parte la concentración de P en las hojas del TC fue de 9.97 mg ∙ kgtejido

-1 y de 11.56 mg ∙ kgtejido-1 para el TB.El resultado encontrado muestra que los biofertilizantes emplea-

dos en el TB fueron suficientes para suplementar el N y P requeri-do para el desarrollo de las plantas de banano sin la necesidad de adicionar fertilizantes químicos. Lo anterior, debido a la concentra-ción de N en composta y biofertilizante líquido y posiblemente a la actividad de la bacteria diazotrófica 11B. En este último sentido, Delgado et al. (2000), Aguirre-Medina et al. (2007) y López et al. (2008), concluyeron que el empleo de microorganismos diazotróficos (diferentes al empleado en este trabajo), facilitan la absorción de nutrimentos en las plantas.

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En el fruto

El peso de racimo (14.8 kg), número de manos por racimo (5.7), número de dedos por mano (16.5), diámetro (3.0 cm) y longitud del fruto (13.6 cm) fueron similares entre el TB y el TC (p>0.05). Lo anterior indica que cultivar banano empleando técnicas de bio-fertilización produce frutos físicamente iguales a los obtenidos con fertilización convencional (es importante hacer notar que los raci-mos de fruto de mayor peso fueron registrados en el TB para las dos cosechas, primera cosecha 23.6 kg; segunda cosecha, 24.0 kg).

Echeverry (2002) ha señalado algunos de los beneficios que trae al fruto el uso de biofertilizantes, como el estiércol de bovino em-pleado en el cultivo de plátano Cachaco. Del mismo modo, Abd el Moniem et al. (2008) reportan incremento en el número de manos, número de dedos y peso del fruto de banano Williams, al aplicar abo-nos de origen orgánico (desechos de banano, gallinaza y extractos de alga). Efecto similar se han reportado en frutos de tomate (Oliva et al., 2009). Adriano et al. (2009) sostienen que la biofertilización favorece la diversificación de la vida microbiana provocando con ello mayor estabilidad al suelo. De forma paralela, la composta emplea-da propicia la capacidad de retener agua, lo cual es importante para el suelo y promueve la disponibilidad de nutrientes para mejorar las características de la planta y del fruto (De la Cruz et al., 2001).

El resultado encontrado en el TB puede también ser atribuido a la posible potencialización entre los microorganismos utilizados en este estudio (diazotrofo 11B y Streptomyces sp EPCH0497) y la microbio-ta de la composta, y, de esta forma, los nutrimentos estuvieran más disponibles para la planta, como lo demostró Millaleo et al. (2006).

Por otra parte, se ha probado ampliamente que el diazotrofo uti-lizado promueve el desarrollo de las plantas (Salvador et al., 2009), ya que dicha bacteria mostró resultados benéficos al mejorar el de-sarrollo de plántulas de maíz.

Por su parte, el contenido de humedad (78.3%), fibra (0.43%), proteína cruda (1.06%), grasa (1.23%), cenizas (2.91%) y vitami-na C (0.00058%) de los frutos del TB fue similar al de los frutos del TC. Únicamente se encontró diferencia significativa en el contenido de azúcares (12.88% en TB y 12.19% en TC). Los resultados en-contrados apoyan la hipótesis propuesta por Adriano et al. (2009), de que la aplicación de biofertilizantes incrementa el contenido de azúcares de frutos de banano clon “Gran Enano”.

Así mismo, los evaluadores de las pruebas sensoriales no encon-traron diferencia en la grumosidad, suavidad y color de los frutos

295

del TB respecto al TC. Sólo se encontró mayor dulzor de los frutos del banano del TB. Cabe mencionar que los jueces tuvieron mayor grado de aceptabilidad para el banano biofertilizado, ya que éste fue más dulce. Este juicio emitido por los jueces se puede apoyar con lo obtenido en la composición química, ya que el contenido de azúca-res encontrado en los frutos biofertilizados fue mayor que el encon-trado en los frutos fertilizados convencionalmente. Por lo tanto, los resultados obtenidos permiten interpretar de manera más acertada que el juicio de los evaluadores tiene el mismo valor que el obteni-do instrumentalmente. Dentro de este mismo contexto, Adriano et al. (2009) demostraron que los frutos de banano que recibieron los biofertilizantes antes mencionados, junto con fertilizantes químicos mostraron el mayor grado de aceptabilidad por parte de un panel de jueces no entrenados.

En el fruto de banano están presentes tres azúcares: sacarosa, fructosa y glucosa, de las cuales la fructosa es el más dulce, por lo que se puede atribuir que este azúcar se encuentra en mayor pro-porción en el fruto del TB, lo cual repercutió de manera notoria en la calificación que asignaron los jueces (2.0 veces el valor asignado a los frutos del TC). En suma, los resultados muestran que la biofer-tilización no tuvo ninguna influencia negativa en la calidad sensorial del fruto de banano clon “Gran Enano”.

Para el descriptor grumosidad (el cual determina la aceptabilidad del consumidor), en este estudio no hubo diferencia estadística en-tre los tratamientos, lo cual se puede correlacionar con lo obtenido en la composición química del fruto, toda vez que la grumosidad, entendida como la textura percibida por la lengua, encías y mejillas, está dada por componentes como grasas, azúcares, proteínas, et-cétera (Anzaldúa, 2005), y éstos, al mostrar igualdad en la compo-sición química, contribuyen con este descriptor de fruto.

Análisis económico

Tomando en consideración los datos reportados en Anónimo (2005), el costo (pesos, valor a 2005) de producción de un racimo de banano con fertilización convencional fue de $14.16 ($7.93 de fertilizantes, herbicidas, etcétera, $4.96 de mano de obra y $1.27 imprevistos).

Ahora bien, el empleo de biofertilizantes implicó el uso de toda materia orgánica presente en el predio (pseudotallo, hojas, raquís y hierbas), por lo que la cantidad de minerales extraídos del suelo que debieran reponerse son los presentes en el fruto (lo único que sale del predio). En este sentido, por cada racimo producido y ven-dido, salen de la tierra 32 g de nitrógeno, 2.7 g de fósforo, 66 g de

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potasio, 1.7 g de calcio y 3.8 g de magnesio (calculados con base en lo reportado por Soto, 1991). Estos minerales representan, en promedio, 12% del total requerido por la planta.

Así mismo, la composta es un buen controlador de hierbas y la sa-lud biológica inducida por el empleo de los diferentes biofertilizantes (los que incluyen inóculos microbianos) permite el restablecimiento del equilibrio entre las poblaciones del hábitat, por lo que aquellos organismos que dañan a la planta de banano son controlados (o son menos explosivos). Por lo anterior, los costos por este rubro deberán disminuir en, conservadoramente, 50%.

Por otro lado, la producción y aplicación de los biofertilizantes implica el empleo de mayor cantidad de individuos y dedicar una fracción de terreno para su producción. En este sentido, se estima que se requieren de 30 jornales en la fabricación y aplicación de los biofertilizantes.

Con todas las consideraciones previas el costo de producción de un racimo de banano orgánico será de $12.97 ($4.92 insumos, $7.4 mano de obra y $0.65 imprevistos). Sin embargo, en este costo habrá que considerar el que el suelo conserva por más tiempo la fertilidad, los mantos freáticos no se contaminan y los campesinos minimizan el manejo de sustancias tóxicas.

Por último, considerando que los propietarios son los responsa-bles del mantenimiento de los terrenos (autoempleo), la inversión por planta de banano sería de $5.52, lo que contrasta fuertemente con $9.2 del proceso químico.

Conclusión

Los biofertilizantes (al menos los empleados en este trabajo) son capaces de proveer todos los nutrimentos requeridos para el de-sarrollo de la planta, y producción de fruto, del banano clon “Gran Enano”, toda vez que plantas y frutos tienen características simi-lares a las obtenidas mediante la aplicación de fertilizantes y con-troladores de plagas elaborados por síntesis química; además de lo anterior, el empleo de biofertilizantes tiene la ventaja de mejorar las características biológicas del suelo.

NOTA FINAL. A un año de haber concluido el trabajo, la coopera-tiva cultiva 150 hm2 con el procedimiento de biofertilización. Para ello se le apoyó con el diseño, construcción y arranque de las insta-laciones para producir los biofertilizantes.

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300

PERSPECTIVA COMERCIAL EN MÉXICO DEL CAFÉ DE COMERCIO JUSTO ORGÁNICO

DESDE LA MERCADOTECNIA CON CAUSA

Karina Isabel Flores Cortés1

Introducción

El presente trabajo tiene el objetivo de estudiar el potencial de las certificaciones de comercio justo y orgánico de las cooperativas de café, como recurso para crear alianzas estratégicas en la comerciali-zación del café y como diferenciación y herramienta de venta al mo-mento de integrarse al mercado de café tostado molido en México, que es muy competido por las grandes empresas ya posicionadas.

Se trata de un trabajo de reflexión con base en la teoría y estu-dios previos del tema en el que se pretende enmarcar y señalar las lagunas en la comercialización de café de cooperativas, que pueden ser resultas mediante la aplicación de la mercadotecnia.

Si bien se ha logrado beneficio para los productores organiza-dos en la exportación de su café con la certificación orgánica y co-mercio justo, el reto es explotar el mercado nacional aprovechando esta filosofía de producción y comercialización. Este trabajo analiza el escenario y los principales actores en la comercialización de los productores certificados de comercio justo, para integrarlos en un esquema de mercadotecnia con causa que permite alcanzar un es-pacio en un nicho de mercado del consumidor “reflexivo”. Se trata de un trabajo teórico con base en datos secundarios y bases de datos electrónicas.

La mercadotecnia ha tenido una continua evolución y el enfoque más reciente es el de mercadotecnia social, dentro de éste se puede enmarcar la mercadotecnia con causa, que es una estrategia co-mercial de venta en la cual las empresas destinan una parte de sus

1 Universidad de Guadalajara, [email protected]

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ganancias a la solución de una problemática social. El marketing con causa toma fuerza y se presenta como una estrategia viable ante la tendencia de mercado donde el consumidor se hace más consciente y busca productos orgánicos, respetuosos del medio ambiente o que aporten alguna causa social.

Para integrar una alianza estratégica entre productores y empre-sas privadas con la estrategia de mercadotecnia con causa, se de-berá especificar y sobre todo difundir en qué proyectos de desarrollo social se aplicará el beneficio económico de la compra por la elección de ese café. La diferenciación en el mercado del café es compleja, ya que se puede dar desde su calidad, producción de origen, tostado etcétera. En este artículo se delineará una diferenciación de marca desde su beneficio medioambiental y social.

Análisis del entorno

Ante la problemática que viven los productores de café, el Estado, el sector privado y el denominado tercer sector conformado por las organizaciones no gubernamentales (ONG), y organizaciones de la sociedad civil llevan a cabo diferentes acciones.

El Estado

“Este sector se conoce como el regulador, legislador y patrocina-dor de los diversos programas sociales” (Romero, 2004:169). Como parte de la función del Estado o gobierno, de velar por el desarrollo económico y social de sus gobernados, se implementan programas de financiamiento y crédito a individuos organizados alrededor de cooperativas o empresas rurales con el fin de aliviar la pobreza en que se encuentran. El crédito y financiamiento de proyectos produc-tivos es ejecutado en diferentes países con buenos resultados: Brin-dando oportunidades tanto para una mejor subsistencia como para la elaboración de proyectos familiares o colectivos en producción, comercio o servicios. El microcrédito puede tener una aplicación casi universal; incluso en países europeos como Francia está constitu-yéndose como un instrumento significativo para combatir la pobreza (Medina Núñez & Florido Alejo, s/f:105).

A nivel nacional, el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 (PND) contempla el financiamiento mediante diversos programas en esta-dos del país a las Mypimes y empresas rurales, especialmente a las formadas por mujeres del campo buscando que tengan indepen-dencia económica, dentro de esto se contempla la capacitación y

302

la comercialización de sus productos. Específicamente en su obje-tivo tres, el PND determina financiar la capacitación y consultoría, comercialización nacional e internacional y el valor agregado a los productos agrícolas.

En el caso del café, la cadena agroindustrial se puede entender en 3 principales segmentos: la adquisición (campo), la transforma-ción (fábrica) y la comercialización (mercado). El primero de estos eslabones se refiere a los procesos de siembra, cultivo y cosecha de los productos. En el eslabón de fábrica se transforma la mate-ria prima y se resuelven los asuntos relacionados con el empaque, almacenamiento y transporte de los productos finales hacia los dis-tribuidores (Figura 1). En el eslabón de mercado se abordan cues-tiones relativas a las preferencias del consumidor, la segmentación del mercado, la previsión de la demanda, la fijación de precios, los canales de distribución y el análisis y gestión de las fuerzas compe-titivas (Ickis, Leguizamón, Metzger & Flores, 2009:109).

Figura 1. Producción del café

(Alcántar Martínez, 2004).

Según resultados de la tesis de Alcántar (2004), los productores de café no logran avanzar más allá en la cadena de producción, re-mitiéndose sólo a la producción de cereza y en el mejor de los casos llegan a la fase de beneficiado, agrupados en el Consejo Regional.

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Sector Privado

Es poco probable que los gobiernos por sí solos puedan mejorar la situación de pobreza de millones de personas. El reto para las em-presas consiste en asumir iniciativas de mercado que generen inclu-sión. Integrar a los pobres a la economía global con transparencia y justicia, como consumidores, proveedores o socios, puede resultar una fórmula para la transformación social (Márquez, 2007:59). El concepto de Negocios Inclusivos habla de integrar ya sea como pro-veedores o compradores a los Sectores de Bajos Ingresos SBI, como vía de integración comercial.

Aunque las alianzas con empresas de escasos recursos se deno-mine según el nuevo concepto de negocios inclusivos, son alianzas en las que se busca que ambas empresas se vean beneficiadas de alguna manera, es así que identificar a las alianzas es importante como: Las alianzas estratégicas asumen las formas de contratos de licencia o distribución, joint venture de riesgo compartido, consor-cios de investigación y desarrollo, y sociedades. Se establecen entre fabricantes; entre fabricantes y clientes; fabricantes y proveedores e igualmente entre fabricantes e intermediarios del canal de dis-tribución. Los mercadólogos de negocios integran alianzas estra-tégicas para impulsar lo que hacen bien asociándose con otros que tienen pericia complementaria para lograr ventajas como: Acceso a mercados o a tecnología; economías a escala que pueden conse-guirse combinando fabricación, investigación y desarrollo, o activi-dades de marketing; por último la entrada más rápida de productos nuevos en los mercados o bien por compartir el riesgo (Lamb, Hair, & McDaniel, 2002:189).

Las Organizaciones de la Sociedad Civil y Organizaciones No Gubernamentales

Las ONG y OSC o también denominadas el tercer sector, juega un papel importante para integrar las acciones de gobierno, empre-sas rurales en condiciones de pobreza (los beneficiarios) y al sector privado. Cabe mencionar que dentro de los recursos que destina el gobierno al desarrollo, las comunidades o sectores en desventaja dedicadas a esta labor son las instituciones u organizaciones no gubernamentales: Las ONG reciben parte del presupuesto guberna-mental para que se ocupen de algunas de las necesidades sociales bien definidas y obviamente se debe entregar un reporte que abar-que los indicadores sociales definidos por el sector gubernamental (Romero, 2004).

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Algunas de las ONG y OSC que están en la labor de integrar a los pequeños productores al mercado es el comercio justo. Esta certi-ficación de “comercio justo” vigila además de aspectos de respeto por la naturaleza, aspectos de índole social, certifica mediante un sello en el producto que dicho artículo está siendo remunerado de manera controlada a favor del productor con base en sus costos de producción y un precio fijo, dejando de lado los factores de oferta y demanda, es decir evitando la volatilidad de los precios fijados por el mercado. Los principales actores del comercio justo a nivel inter-nacional son las agencias certificadoras, las cooperativas de peque-ños productores, los importadores y el llamado consumidor reflexivo que, sin este último que compra los productos, no tendría éxito toda la estructura.

Algunas bondades y beneficios de la certificación es que los pro-ductores alcanzan mejores precios para sus productos y con un pago por adelantado, entre otros beneficios económicos como: Con la prima de comercio justo o premio social que se otorga a los produc-tores, pueden adquirir una mejor infraestructura, sobre todo con el fin de realizar la mayor parte posible de la transformación del café, darle un mayor valor agregado y almacenarlo en caso necesario. De igual manera, en ocasiones este sobreprecio se usa para proyectos de desarrollo local (agua potable, hospitales, escuelas, programas de apoyo a la mujer, etc.).

En palabras de Gómez (2003:93), el movimiento del comercio justo es el primer intento real y serio para que en el precio a los consumidores se reconozcan los costos ocultos de producción, tanto sociales como ambientales.

Café orgánico de comercio justo en México

La producción de café en México se diferencia en tres grandes ti-pos, de acuerdo con su cultivo puede ser convencional, orgánico y de comercio justo. “En el año 2002 el 10% de la producción estaba orientado al mercado especializado, 60% al policultivo y el restan-te 30% al café orgánico. Café orgánico es el que se produce con métodos que conservan el suelo y prohíbe estrictamente el uso de agroquímicos. Café de Comercio Justo es el que se compra directa-mente a las cooperativas de pequeños productores, garantizándoles un precio de contrato mínimo que asegura su sustentabilidad (Al-cántar Martínez, 2004).

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Las principales características del comercio justo son:

Los productos provienen de pequeños productores organiza-• dos, democráticos, transparentes e independientes. Los precios al productor cubren los costos de una producción • sustentable y reconocen su aportación al desarrollo integral. Se establecen compromisos de largo plazo entre los produc-• tores y las empresas del mercado. El mercado debe pagar oportunamente a los productores para • que no sean obligados a malvender a los intermediarios. Con el sello, al consumidor se le garantiza la calidad, el ori-• gen y la sustentabilidad de los productos (www.comerciojus-to.com.mx/ funcionamiento).

El café orgánico alcanza precios cercanos al 50% por encima del café convencional (Tabla 1).

Cosecha 1998/1999 1999/2000

Exportaciones (sacos de 60 kg) 126,223 158,281

Precios (US $/quintal)

Café orgánico 131.91 124.63

Café convencional 100.93 98.43

Diferencia en ingreso (orgánico/convencional)

30.7 26.6

(Alcántar Martínez, 2004:44).

Tabla 1. Exportación de café orgánico mexicano, precio promedio del café convencional

Los ingresos que perciben los productores por cumplir estas dife-renciaciones llegan a ser significativas, tomados del valor percibido en Oaxaca por una cooperativa que cumple con las diferentes cer-tificaciones se puede observar que se llegan a duplicar los ingresos cuando se oferta café orgánico en combinación con la certificación de comercio justo (Tabla 2).

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Tabla 2 Ingresos café orgánico y café convencional

Sistema de comercialización Precio/ quintal

Ganancia por quintal

Ingreso de la comercialización

Café convencional 419.85 -13.15 -78.91

Comercio justo y café conven-cional

1,175.58 742.58 4,455.46

Comercio justo y café orgánico 1,315.53 711.53 9,392.14

Síntesis de ingresos café orgánico y café convencional (García Muñoz, 2008:99).

Como se puede observar en la Tabla 2, los ingresos obtenidos por café certificado orgánico y comercio justo es significativamente mayor al obtenido por café convencional.

La estructura de comercialización de café orgánico y comercio justo está certificada y auditada por certificadoras nacionales e in-ternacionales. La Figura 2 muestra cómo es el flujo de café a nivel internacional.

Figura 2. Modelo a nivel internacional del flujo de café de comercio justo

(Doppler & Amalia, 2007).

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Aunque, como veíamos en la Tabla 1, los ingresos son mejores por las certificaciones logradas, aún es precaria la situación de los pequeños productores.

Los ingresos son distribuidos entre los participantes del sistema de valor, donde los productores logran obtener sólo 2.9%. Son los industriales (que efectivamente agregan valor en el procesamiento del café hasta el tostado y molido o elaboración de café soluble) y los dueños de las cadenas de cafeterías (quienes cuentan con polí-ticas de comercialización sustentadas en publicidad efectiva) quie-nes concentran más del 50% de las ganancias (Alcántar Martínez, 2004:17).

Tabla 3. Distribución de los ingresos por la venta de café entre los operadores de la red de valor

Operadores Precio Pesos/Quintal %

Productor LAB campo 450 2.9

Beneficio LAB beneficio 1,360 8.9

Exportador FOB 1,700 11.1

Importador CIF 1,800 11.8

Mayorista Mayoreo 2,140 14.0

Tostador LAB industria 3,430 22.5

Detallista Público 4,400 28.8

Total 15,280 100

(Alcántar Martínez, 2004).

En México, las presentaciones de café tostado y molido que están certificadas de comercio justo y por tanto portan el sello de certifica-ción en sus empaques, son de las mismas cooperativas de produc-tores que exportan, es de notar que no se encuentra ninguna marca comercial de distribuidores o tostadores de empresas privadas que lleve el sello de comercio justo en alguna de sus presentaciones. Es decir, no existen licenciatarios privados en México, sino que son las mismas organizaciones de pequeños productores (Figura 3).

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Figura 3. Flujo del café certificado de comercio justo en México

Fuente: elaboración propia.

Café Cemach, La organización, Tosepan, entre otros, son marcas de café que llevan el sello de comercio justo mexicano y por tanto, certificación de comercio justo con la certificación de la filial de FLO internacional en México Comercio Justo México, A.C. Son alrededor de 24 marcas de café directas de productor, café de muy alta calidad orgánico y de comercio justo que no ha tenido importante presencia en el mercado.

Figura 4. Marcas de café con sello de Comercio Justo México

Foto: www.comerciojusto.com.mx

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Un estudio de mercado realizado en 2004 en el DF encontró que: 87.50% de los entrevistados nunca ha oído hablar del comercio justo; solamente 4% conocen verdaderamente un lugar donde encontra-mos café garantizado por Comercio Justo México. La característica de los productos garantizados Comercio Justo que valora más para los consumidores, es el apoyo a los pequeños productores. 94.44% de las personas entrevistadas estaría dispuesta a comprar café ga-rantizado Comercio Justo. Consume el café en cafetería (24.79% del 84% que consume café), más de 12% compra marcas de cafetería (Starbucks, Vips, La Selva, Punta del Cielo, El Jarocho...), y más de 12% compra su café en cafetería. Pero la mayoría compra en tien-das de autoservicio con 74.20% (Dupont, 2006).

Con esto se refleja que en el mercado no se está encontrando el café de comercio justo en los anaqueles y puntos de venta, lo que refleja una debilidad en la red de distribución y de difusión de los mismos.

El sello de México en el esquema de comercio justo se está ex-cluyendo en el eslabón del comercializador; ese eslabón que si bien acapara una parte importante de la utilidad del producto, también éste ejerce una función importante que es la de poner el producto al alcance del consumidor. Caso contrario, en el esquema de expor-tación donde el exportador le vende a un importador y ésta a un distribuidor o licenciatario.

Es importante no ignorar la labor de los intermediarios:Los canales de marketing facilitan el traslado físico de los bienes

por la cadena de abastecimiento y abarca los procesos que intervienen en llevar el producto debido al lugar debido en el momento debido. Los miembros del canal (intermediarios, revendedores y mediadores) negocian unos con otros, compran y venden productos y facilitan el cambio de propiedad entre comprador y vendedor. La cadena de abas-tecimiento es la serie conectada de todas las entidades del negocio, tanto internas de la compañía como externas, que realizan o apoyan las funciones del canal de marketing (Lamb, Hair & McDaniel, 2002:380).

Esta relación de los miembros de canal se busca que sea de ma-nera inclusiva y de beneficio económico para todos los integrantes de la cadena comercial y especialmente para el pequeño productor.

310

Estrategia de mercadotecnia con causa en la administración de las cooperativas de café orgánico y comercio justo

Hay 5 conceptos de competencia bajo los cuales las organizaciones orientan su actividad mercantil: El concepto de producción; el con-cepto de producto; el concepto de ventas; el concepto de merca-dotecnia y finalmente, el concepto de mercadotecnia social (Kotler, 1993:13).

Históricamente, las empresas basaban sus decisiones en el cál-culo de utilidades inmediatas, pero empezaron a aceptar la impor-tancia a la larga la satisfacción de los deseos del consumidor y fue así como se introdujo el concepto de mercadotecnia. Ahora se están empezando a considerar los intereses de la sociedad en su toma de decisiones. El concepto de mercadotecnia social pretende lograr un equilibrio en las tres consideraciones. Se hace un llamado a los mercadólogos para que sopesen tres consideraciones en el estable-cimiento de sus políticas de mercadotecnia:

Las utilidades de la empresa• La satisfación de los deseos del consumidor• El interés público (Kotler, 1993)•

En la búsqueda de bienestar social se encuentra el enfoque de mer-cadotecnia con causa. “El objetivo principal del marketing con causas es el de contribuir al bienestar, crecimiento y desarrollo social de las comunidades sin descuidar el crecimiento de las empresas con fines de lucro.” Es decir, la mercadotecnia con causa se entiende como: una actividad comercial en la cual empresas y organizaciones sin fines de lucro forman alianzas para comercializar una imagen, un producto o servicio, en busca de un beneficio común (Romero, 2004).

En este caso la empresa se compromete a aportar un porcentaje de la venta del producto a la causa social elegida, así su marca co-mercial es presentada como portadora de solución a alguna causa social.

El sector privado ha encontrado en el marketing con causa un es-quema excelente de ganar-ganar, en el que por un lado se benefician los indicadores de desempeño de las empresas y por otro se contribu-ye a una causa de bienestar de la sociedad (Romero, 2004).

A diferencia del marketing social, el marketing con causa no pier-de de vista el fin de lucro de las empresas.

El marketing de causas sociales no es igual que el marketing social, ya que el marketing social pretende resolver problemas so-ciales sin la interacción del impacto económico para el agente de

311

cambio o empresa responsable de la campaña social; por su parte, el marketing de causas sociales se interpreta como la intervención del sector privado en la solución de diversos problemas sociales pero sin descuidar su actividad primordial de comercio y de lucro (Romero, 2004:60).

Es así que el integrar el apoyo a una causa social especificada en diferentes acciones de bienestar para los pequeños productores, sería una herramienta de relaciones públicas, de posicionamiento y de venta para las empresas participantes. Estudios han demostrado que en México como en otros países existe entre los consumidores un interés en comprar productos que beneficien alguna causa social preferentemente sobre los que no.

Una de las publicaciones de Direct Marketing muestra un estudio realizado en el año 2000 en Estados Unidos, con las siguientes ci-fras: “85% de las empresas emplean tácticas de marketing de cau-sas, 65% de las organizaciones no lucrativas participan en diversos programas de marketing de causas en asociación con empresas del sector privado. En esta misma investigación se encontró que 100% de las organizaciones que realizan obras de caridad, usan el logo-tipo de la obra de caridad como parte de la campaña social” (Ro-mero, 2004:83). Resultado de una investigación en UCLA entre 156 empresas determinó que las firmas más propensas a la filantropía obtenían tasas de retorno a sus inversiones, significativamente más altas. Se concluyó que “la filantropía corporativa puede, con el tiem-po, fortalecer el desempeño de los negocios” (Saucedo, 2004).

En México se realizó un estudio a nivel nacional en el que se apli-có un cuestionario a 1,350 clientes de centros comerciales durante el mes de junio de 1999 y que aunque no es representativo sí nos da un panorama de aceptación de los productos con causa. Dentro de los resultados encontramos que:

65% de los encuestados sí sabe de la existencia de alguna empre-sa que apoya a causas sociales; 91% estaría dispuesto a comprar los productos que patrocina una causa social; 76% cambiaría de tienda por comprar en las que sí apoyan programas sociales; 50% estaría dispuesto a pagar un incremento en el precio de entre 5 a 10%, so-bre el valor actual mientras que apoye a causas sociales; 85% siente que un producto que apoya a causas sociales ayuda al consumidor. También en este estudio se menciona el interés en apoyar las causas sociales siguientes: Seguridad 30.9%; educación 23.4%; combate a la pobreza 22.2%; salud 12.3%; otros (investigación, ciencia, medio ambiente y ecología, derechos humanos, desarrollo de las comunida-des, arte y cultura) 11.2% (Romero, 2004:68).

312

Perfil Promedio

Casos estudiados de Chiapas (16), Oaxaca (20), Veracruz (18), Puebla (17) y Guerrero (8). Con fecha del 22 dic. 2006 79

Edad 49

Escolaridad 4.9

Integrantes de familia 5.6

Años en cultivo de café 31.9

Ha 4.8

Número de trabajadores 2.6

Número de familiares migrantes 1.6

Gasto semanal 42.68

Ingreso semanal 51.13

(Escamilla, P. y otros, 2005:10-12).

Tabla 4. Perfil socioeconómico de los cafeticultores

En el caso de los productores de café en México, existen alrede-dor de 300,000 productores involucrados en este cultivo de los cua-les más de la mitad son indígenas, y se produce en las regiones del país con mayor índice de pobreza (Najera, 2006:69). Tienen ciertas características que nos presenta una problemática económico so-cial, su perfil socioeconómico muestra una problemática de pobreza, migración y baja escolaridad (Tabla 4).

La edad promedio de los caficultores orgánicos es de 49 años, lo cual muestra que su población está envejeciendo. Por otro lado, el número de familiares migrantes por productor, que en promedio es de 1.5, refleja la intensa migración, en particular hacia EUA. El promedio de escolaridad es de cinco años, que no finalizan el ciclo de educación primaria, de seis años, en el país. El balance entre el ingreso y el gasto semanal es negativo para el estado de Chiapas y ligeramente positivo para el resto de los estados. No obstante el liderazgo de Chiapas en el café orgánico, los productores de este estado presentan los niveles más bajos de escolaridad, la familia más numerosa y los ingresos más bajos en comparación con los productores de los demás estados. Con altos niveles de pobreza, en donde el grano es prácticamente la única fuente de ingreso econó-mico. No es casual que los principales estados productores de café en México sean también los más pobres del país (Escamilla, P. y otros, 2005:10-12).

313

Integrando a las cooperativas de productores al procesador, ya sea privado o cooperativo, y a los comercializadores en una alianza estratégica de canal de comercialización, ya sea certificada con un sello distintivo (comercio justo) o mediante una alianza empresarial joint venture, se crean líneas de productos con enfoque social y medioambiental que son bien recibidos y con mayor probabilidad de éxito en el mercado, según han mostrado los estudios de mercado realizados en México y Estados Unidos (Figura 5).

La alternativa es incluir el café tostado de las diferentes organi-zaciones que ya cuentan con equipo, y de hecho ya manejan alguna marca en el mercado, para que puedan buscar alianzas empresa-riales ya sea con empresas tostadoras y distribuidoras de café o comercializadoras de otro producto complementario, que de alguna manera ya están insertas en los supermercados e incorporen a su marca una línea gourmet-orgánica y de comercio justo con café tos-tado de estas organizaciones (Figura 6).

Como en el de Starbucks y Kraft, aunque no utilizaron estrategia de mercadotecnia con causa sí es un buen ejemplo de penetración de mercado bajo una alianza estratégica de canal de comercialización.

Estas empresas tienen un arreglo de licencia a largo plazo para abastecer de café Starbucks los anaqueles de los supermercados en todo E.U. Conforme a este arreglo, Starbucks con base en Seattle, tostará y empacará su café y Kraft lo comercializará y distribuirá en los supermercados, primero en EUA y, andando el tiempo en todo el mundo. Al formar una alianza estratégica de canal con Kraft, la marca de café Starbucks será vendida por 3 500 agentes de ventas de Kraft, uno de los mayores equipos de venta directa en la indus-tria alimentaria. La alianza permitirá que Starbuscks distribuya su café por medio de las tiendas de comestibles por toda la nación con rapidez mucho mayor de lo que hubiera podido hacerlo actuando sola (Lamb, Hair & McDaniel, 2002:388).

Cabe mencionar que las alianzas son utilizadas en diferentes ca-sos:

Las alianzas estratégicas de canal pueden ser por factores de mercado, de producto o de fabricante. Por lo general, los fabrican-tes con grandes recursos financieros, administrativos y de marke-ting están mejor preparados para usar canales más directos. Estos productores tienen la capacidad de contratar, capacitar a su propio personal de ventas, almacenar sus propios productos y extender crédito a sus clientes. En cambio las compañías más pequeñas o más débiles deben apoyarse en los intermediarios para que brinden estos servicios por ellos (Lamb, Hair & McDaniel, 2002:189).

314

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5.

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.

315

Figura 6. Estrategia de mercadotecnia con causa

Fuente: elaboración propia.

Con esto se aprovecha la experiencia y logística lograda por em-presas comercializadoras. Éstas, a su vez, logran mejor percepción en el mercado, y mayor rentabilidad.

La principal herramienta de promoción y diferenciación será el proyecto social que se esté financiando, que tiene previamente pla-neado y establecido la cooperativa a largo plazo. Puede ser alguna iniciativa para educación, salud, vivienda, seguridad alimentaria, aspectos propios de la problemática de los productores de café.

Cuatro atributos bien diferenciados en las empresas que partici-pan en programas sociales:

1. Identifican el tipo de problema que quieren patrocinar2. Definen el tipo de estructura de patrocinio3. Relacionan la fortaleza de su empresa con la causa a apoyar

316

4. Cuantifican los beneficios que recibirá la población objetivo (Romero, 2004:76)

Es decir, es importante cuantificar el beneficio económico, espe-cificar quién lo recibirá, en qué se aplicará, cuáles son las caracte-rísticas del proyecto a echar a andar ya sea de salud, educación, vivienda o alimentación, entre otros, qué grupo de productores de qué zona geográfica o de género se verá beneficiado.

Este proyecto ya lo tiene contemplado la cooperativa al momento de solicitar la certificación de comercio justo en México, ya que es parte de los indicadores para la certificación. Igualmente, esto sería requisito para aplicar la mercadotecnia con causa, es decir acotar y especificar el proyecto al cual se estará aportando parte de la com-pra del café como herramienta de promoción, relaciones públicas y de venta.

El café es de los ejemplos más completos sobre las estrategias de diferenciación para lograr mayor penetración en los mercados. Se tiene diferenciación por calidad: según la variedad, los arábicas son mejores que los robustas. Por las condiciones climatológicas (altitud y latitud) en que se produce, los cafés estrictamente altura y altura, superan a los que se producen a menos de 900 metros sobre el nivel mar. Por procesamiento se pagan mejor los lavados que los naturales. Por origen, a nivel mundial tienen sobreprecios los Blue Mountain de Jamaica, los kenianos, Pluma

Hidalgo, Coatepec, Jaltenango, Soconusco. Por sus bondades para la salud, tienen precio mínimo y premio ecológico los orgáni-cos. Porque preservan/ recuperan el medio ambiente, agua, suelo y biodiversidad, los cafés de sombra y amigables con los pájaros. Por su beneficio social y preservación del medio ambiente, los justos o alternativos (Gómez Moscoso, 2003:66).

Con la estrategia de mercadotecnia con causa se busca una dife-renciación de beneficio social.

Conclusiones

Si bien actualmente los industriales y distribuidores de café obtie-nen más del 50% de las utilidades del producto final, y el pequeño productor menos del 3%, eliminar por completo al procesador y distribuidor no da los resultados de mercado deseados por la poca cobertura de mercado que pueden alcanzar las cooperativas de pe-queños productores. Buscar que la relación empresa privada dis-tribuidora y cooperativa de productores sea de mayor equidad y

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de alianza es el objetivo deseado. Buscar el ganar-ganar ya sea mediante el sello de comercio justo o una alianza estratégica o joint venture en la tendencia administrativa de los negocios inclusivos. e al interés del consumidor que en México 76% de los encuestados cambiaría de tienda por comprar en las tiendas que sí apoyan pro-gramas sociales, y 91% estaría interesado en comprar productos con causas sociales.

El comercio justo es un esquema acertado por el sobreprecio o premio social que reciben los productores, el prefinanciamiento de su producción y por los esquemas de producción respetuosos del medio ambiente, sin embargo falta integrar a los “licenciatarios” del sello de comercio justo del sector privado.

Es importante hacer énfasis en los proyectos sociales y su reper-cusión en la comunidad, más que en el solo concepto de comercio justo que podría llegar a ser ambiguo para el consumidor poco in-formado.

En el mercado, las causas sociales con mayor apoyo por parte de los consumidores es la pobreza con 22% de interés entre los en-cuestados; educación, con 23% y salud con 12%.

El beneficio económico que los productores han logrado con la exportación de su café, por las ventas que le representa; el mismo caso y volumen de ventas se podría trasladar a la venta en Méxi-co mediante la mercadotecnia con causa, y con la participación de comercio justo o con alianzas estratégicas entre el sector privado y las cooperativas de productores. De esta manera, los recursos financieros aportados por el Estado a nivel nacional e incluso a nivel internacional, pueden tener mayor impacto a largo plazo.

Se abre una rama de especialización en mercadotecnia con causa para los mercadólogos que deseen trabajar como puente entre los productores rurales y los distribuidores o empresas procesadoras de manera que los productos sean socialmente responsables destina-dos a un mercado en crecimiento.

Así, el Estado financiando y capacitando a las empresas rura-les; el sector privado integrándolas como proveedoras y creando alianzas estratégicas y, finalmente, las ONG y OSC promoviendo la conciencia entre los consumidores para cerrar el círculo hacien-do crecer el nicho de mercado, se crearía una sinergia que tendría mayor impacto en la problemática económica y social que viven los productores de café en México.

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TECNOLOGÍAS DE PRODUCCIÓN Y PROCESOS DE ORGANIZACIÓN

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EVALUACIÓN DE HÍBRIDOS NO CONVENCIONALES DE TOMATE (SOLANUM LYCOPERSICON L.) DE TRES

FORMAS DE FRUTOS, EN INVERNADERO

Esteban José-José Arsenio Pinacho-Hernández1

José Cruz Carrillo-Rodríguez1

José Luis Chávez-Servia2

Resumen

Con el propósito de incrementar y aprovechar la variabilidad genéti-ca del tomate nativo mexicano, se integraron 34 cruzas simples (F1) a partir de 11 colectas poblacionales de tres tipos de frutos; cherry (3), saladette (6) y achatado con hombros o riñón (2), originarios de Oaxaca, Guerrero, Guanajuato y Estado de México. El objetivo fue evaluar el comportamiento de los híbridos F1 y sus progenitores, bajo condiciones de invernadero en Oaxaca, mediante catorce variables fisiológicas y agronómicas en el ciclo verano-otoño 2009. La distri-bución se hizo bajo un diseño de bloques completos al azar con tres repeticiones. Se determinaron diferencias significativas (P < 0.05) entre híbridos, en caracteres de vegetativos, fisiológicos y agronó-micos con excepción de altura de planta a los 30 días del trasplante, diámetro de tallo y peso de frutos por racimo. Todos los híbridos con progenitores de frutos tipo cherry produjeron racimos y formas de fruto cherry. El vigor híbrido fue evidente en altura de planta 60 días después del trasplante. En peso individual de fruto, los híbridos H-09 y H-024 tipo saladette superaron a sus progenitores. En número y peso de frutos por racimo sobresalieron los híbridos H-05 tipo cherry, H-01 tipo riñón, y H-09 y H-024 de frutos saladette con heterosis hasta del 46.5% respecto al valor medio de sus progenitores.

1 Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca (ITVO), Nazareno Xoxocotlán, Oaxaca, México. E-mail: [email protected]

2 CIIDIR-IPN, Unidad Oaxaca, Hornos #1003, Col. Nochebuena, C.P. 71230, Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca, México. E-mail: [email protected]

321

Introducción

En México, anualmente se siembran más de 55 mil hectáreas de tomate (Solanum lycopersicon L.) con una producción promedio de más de dos millones de toneladas (SIAP, 2009). Una parte impor-tante de esa producción se exporta a Estados Unidos. Sin embargo, más del 90% de la producción de tomate se genera con variedades mejoradas e introducidas y no registradas en el catálogo nacional de variedades vegetales (SNICS, 2009). Además, el alto precio de la semilla de los principales híbridos, que promueven las empresas transnacionales, impide su uso; por lo que varios agricultores utili-zan la generación F2 o más avanzadas de las variedades mejoradas en las parcelas comerciales (Martínez-Solís et al., 2005). El alto pre-cio de la semilla incrementa los costos de producción; por ejemplo, el precio de una semilla puede variar de 50 centavos a 3 pesos en función del tipo de material; una variedad sintética o híbrido (Hydroenvironment, 2010).

En el país existe una carencia de variedades e híbridos nacionales de tomate y de chile, entre otras especies hortícolas. Esto provo-ca dependencia de semillas extranjeras, baja calidad de la produc-ción por desadaptaciones, fuga de divisas debido a la importación y consecuentemente, encarecimiento de la semilla (Luján y Acosta, 2004). Aunque no se desdeña el incremento significativo en el ren-dimiento y calidad de frutos que aportan los programas de mejo-ramiento genético de tomate a través de la generación de nuevas variedades (Grandillo et al., 1999); no obstante, se ha documentado que esos programas tienen una base genética estrecha y tienden a generar menos variedades (Chen et al., 2009). Por ello, es necesa-rio explorar nuevas y novedosas estrategias de mejoramiento que ayuden a ampliar la base genética, y obtener variedades nacionales, adaptadas y económicamente de fácil acceso para los agricultores.

El uso de la hibridación para generar variedades mejoradas de tomate es una práctica común en la mayoría de programas de me-joramiento. Usualmente se explota la divergencia genética entre los progenitores para favorecer el vigor híbrido, la que se puede expre-sar en precocidad, incremento de la productividad, rápido crecimien-to y desarrollo de la planta e incremento en los niveles de resistencia a plagas y enfermedades (Gul et al., 2010). Las diferencias entre programas de hibridación radican en las fuentes de genes, ya que en cierto casos se generan híbridos inter-específicos al cruzarse es-pecies compatibles como Solanum lycopersicon, S. pimpinellifolium, S. peruvianum, S. pennelli, S. cheesmani, S. chilense y S. hirsutum, donde las especies silvestres aportan fuentes de resistencia a plagas

322

y enfermedades, mayor valor nutricional y más frutos por planta (Zamir et al., 1999; Zorzoli et al., 2008; Rodríguez et al., 2006; Scout y Gardner, 2007), generando también líneas isogénicas intro-gresadas (Gur et al., 2004).

En el país se registran diversos acervos genéticos de jitomate conservados ex situ (321 accesiones; Córdova y Molina, 2006) o in situ (Álvarez-Hernández et al., 2009; Juárez et al., 2009). Aunque el tomate nativo y tomatillo silvestre son muy populares en Tabasco, Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Michoacán, y Jalisco, entre otros (Lépiz y Rodríguez, 2006), poco se conoce de su poten-cial genético, nutricional y características de calidad de postcosecha. El objetivo de este trabajo fue integrar y evaluar 34 híbridos de cruza simple integrados con 11 muestras poblacionales de tomate de los tipos arriñonados (achatados con hombros), ‘cherry’ (forma cereza) y saladette (oblongo-alargado).

Materiales y Métodos

Sitio experimental y material vegetal

El trabajo se realizó bajo un invernadero del Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca, que se localiza al oeste del municipio de Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca, dentro de las coordenadas geográficas 17º 01’ N y 96º 46’ O y a una altitud de 1,550 msnm. Dentro del invernadero la temperatura promedio varía de 27.4 a 32.1ºC en otoño-invierno. En la región el clima es semicálido subhúmedo con lluvias en verano y la temperatura media anual es de 21ºC (García, 1988).

Los progenitores de tomate utilizados en el ensayo fueron 11 muestras poblaciones de tomate rojo nativos de Oaxaca (L-034, L-076 y L-063 de fruto cherry y L-020 saladette), Guerrero (L-111 y L-112 de fruto riñón), Guanajuato (L-107, L-108, L-109 y L-110 sa-ladette) y Estado de México (L-106 tipo saladette), que sobresalie-ron en características morfo-agronómicas en una evaluación previa (Vásquez, 2008).

Integración de híbridos no convencionales y obtención de semilla

Los materiales utilizados como progenitores, se sembraron en el mes de abril, a partir de la primera floración se comenzaron a integrar los cruzamientos directos y recíprocos, primero como progenitores maternos y después como progenitores paternos. En el proceso de hibridación se eliminaron las anteras para utilizarse como progenitor

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materno. La remoción de las anteras se hizo antes de la dehiscencia del polen sobre el estigma para evitar la autofecundación. Las prin-cipales diferencias con otros trabajos fue que no se integraron líneas y las líneas que se utilizaron tenían tres generaciones de autofecun-dación. Entonces se aseguró un cruzamiento población-x-población y tampoco se integró ningún esquema dialélico de cruzamiento de-bido a limitaciones del material vegetal. De todas las cruzas realiza-das entre las 11 muestras poblaciones, se obtuvo semilla híbrida de 34 cruzas. La semilla se separó de manera simple por extracción y enjuagado sin aplicación de productos químicos.

Evaluación de híbridos cruza simple

Se germinó la semilla de las 34 cruzas híbridas en charolas de po-liestireno de 200 cavidades y a los 35 días después de la siembra, se hizo el trasplante de los híbridos y sus progenitores bajo un arreglo de bloques completos al azar con tres repeticiones el 28 de agosto de 2009. El trasplante se hizo en una cama desinfectada con Busan 34w® (suspensión acuosa), Furadan® (suspensión acuosa) y Fu-radan granulado®. Se utilizó el sistema de riego por goteo (20 cm entre goteros).

Para la fertilización de las plantas se emplearon las fórmulas de fertilizantes: 12-43-12, 15-30-15, triple 18, tiple 19, 13-2-44 y ni-trato de calcio, para el desarrollo óptimo de las plantas y evitar defi-ciencias nutricionales. Para el control de plagas y enfermedades, se aplicó Captan®, Cupravit®, Daconil®, sulfato de cobre y productos a base de extractos vegetales (Viprot®, Exakint® y Bio-crak®); estos últimos se emplearon en la primera etapa de la plantación, posterior-mente se empleó Confidor® para disminuir la población de plagas.

Para la caracterización agronómica de los genotipos híbridos y sus progenitores, se evaluaron 14 variables de acuerdo con los des-criptores para el tomate (Lycopersicon spp.) del IPGRI (1996). Las variables evaluadas fueron: altura de planta a los 30, 60 y 90 días después del trasplante; diámetro del tallo; días a floración, fructifi-cación y maduración del primer racimo floral; número promedio de flores y frutos por inflorescencia o infrutescencia al quinto racimo; diámetro polar y ecuatorial del fruto; peso promedio de frutos entre el primero y quinto racimo; peso promedio del fruto, y número pro-medio de lóculos por fruto.

324

Análisis estadístico

Con los datos por parcela se hizo un análisis de varianza mediante el modelo lineal de bloques al azar para evaluar la diferencia entre los híbridos. Cuando se determinaron diferencias significativas entre híbridos, se hizo una prueba de comparación múltiple de medias por el método de Tukey (P ≤ 0.05).

La estimación de la heterosis entre los híbridos para altura de planta a los 60 días después del trasplante, peso medio de fruto, peso y número de frutos por racimo, se hizo con base en el progeni-tor medio, mediante la fórmula siguiente (Fehr, 1987):

Donde: H = Heterosis; F1 = La media de la primera generación de la cruza entre los dos progenitores; MP = Media de los progeni-tores.

Resultados y Discusión

Características de los progenitores

En el análisis de varianza, con la información de los progenitores, se detectaron diferencias significativas (P<0.05) en todas las varia-bles evaluadas, excepto en altura de planta a los 30 días después de trasplante y días a fructificación. De las 11 poblaciones utiliza-das como progenitores usados en la hibridación, los materiales tipo cherry muestran mayor vigor en cuanto a su crecimiento, follaje, mayor número de flores, número de frutos. Esto es una alta tasa de crecimiento y precocidad a la floración, fructificación y maduración de frutos. Específicamente, el progenitor El L-034 presentó mayor que los tipo riñón y saladette (Cuadro 1).

F1 — MPH= X100 MP

325

Cuadro 1. Promedios de caracteres vegetativos y fisiológicos en progenitores de tomate. Verano-otoño 2009

Progenitor Altura de planta (m) Diámetro Días a

30 ddt† 60 ddt 90 ddt tallo (cm) Floración Fructif. Maduración

Progenitor con frutos tipo cherry

L-034 0.87a†† 1.7ª 2.5a 1.50ab 29bc 36a 73d

L-063 0.69a 1.4bcd 2.2ab 1.59a 28c 35a 76cd

L-076 0.62a 1.3cd 2.3ab 1.48abc 34a 38a 83bcd

Progenitor con frutos tipo riñón (achatado com hombros)

L-111 0.78a 1.6ab 2.5a 1.49ab 32abc 37a 89ab

L-112 0.69a 1.5abc 2.1ab 1.46abc 30bc 36a 85abc

Progenitor con frutos tipo saladette

L-020 0.63a 1.1d 1.2c 1.37abcd 33ab 39a 91ab

L-106 0.66a 1.3cd 1.8bc 1.12cd 34a 37a 93ab

L-107 0.64a 1.4bcd 1.8bc 1.04d 32abc 38a 94a

L-108 0.73a 1.4bcd 2.0ab 1.41abc 30bc 35a 84abc

L-109 0.74a 1.6abc 2.3ab 1.19bcd 30bc 35a 85abc

L-110 0.68a 1.4abc 2.1ab 1.17bcd 32abc 38a 94a

†Días después del trasplante (ddt); ††En columna, las medias con la misma letra no difieren significativamente (Tukey, P < 0.05).

En cuanto al número de flores por racimo, L-063 presentó mayor número de flores y frutos por racimo, y fue más precoz a la floración que los tipo riñón y saladette. Para el caso de los materiales tipo riñón, L-111 presentó el mayor número de flores por racimo y el mayor número de lóculos. En los tipo saladette, L-020 se comportó como de crecimiento ya que presentó una altura de 1.11 m y 1.24 m a los 60 y 90 días después del trasplante, respectivamente. En cuanto al peso del fruto, peso por racimo y diámetro de tallo, diá-metro ecuatorial de fruto, el progenitor L-108 presentó las más altas expresiones entre los tipo saladette. Sin embargo, para el número de flores por racimo, L-106 presentó mejor esta característica, ade-más de ser el más precoz en los materiales saladette (Cuadro 2).

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Cuadro 2. Promedios de caracteres agronómicos en progenitores de tomate. Verano-otoño 2009

Progenitores Peso de fruto (g)

Peso frutos /racimo

Núm. flores /racimo

Núm. frutos /racimo

Diámetro de fruto (cm)

Núm. lóculos

Polar Ecuatorial

Progenitores con frutos tipo cherry

L-034 42cd† 0.519a-d 16ab 13ab 3.6ef 4.30d 3c

L-063 22d 0.320cd 17a 15a 3.2f 3.10ef 2c

L-076 20d 0.214d 12bc 11b 2.9f 2.77f 2c

Progenitores con frutos tipo riñón (achatado con hombros)

L-111 120a 0.809a 14ab 7c 4.1de 6.90a 11a

L-112 121a 0.699ab 9cd 6c 4.5d 6.43ab 8b

Progenitores con frutos tipo saladette

L-020 91ab 0.459a-d 8d 5c 6.6c 4.83cd 3c

L-106 68bc 0.407b-d 12bc 6c 6.0c 4.40d 3c

L-107 78bc 0.404b-d 8d 5c 8.6a 4.17de 3c

L-108 125a 0.660a-c 8d 5c 6.0c 5.70bc 3c

L-109 97ab 0.518a-d 8d 5c 7.7b 4.90cd 2c

L-110 75bc 0.375b-d 7d 5c 6.8c 4.50d 2c

†En columna, las medias con la misma letra no difieren significativamente (Tukey, P < 0.05).

Respuesta de híbridos no convencionales

Se determinaron diferencias significativas (P < 0.05) para todas las variables evaluadas, excepto para altura de planta a los 30 días después del trasplante (ddt), peso de frutos por racimo y diámetro del tallo (Cuadro 3). En cuanto a los coeficientes de variación se observó mayor variación (CV > 15%) en diámetro del tallo, número de flores y frutos por racimo, peso de fruto, peso de frutos por raci-mo, y altura de planta a los 90 ddt. Los resultados confirman la alta variabilidad presente entre los progenitores que dieron origen a los híbridos no convencionales (población-x-población), debido a que los progenitores no eran líneas con altos niveles de endogamia.

327

Cuadro 3. Cuadrados medios del análisis de varianza de 14 variables evaluadas en 34 híbridos de tomate. Verano-otoño 2009

Variable Cuadrado medio Coeficiente de variación Promedio

Altura a 30 ddt† (m) 0.010NS 13.8 0.64

Altura a 60 ddt (m) 0.072* 12.0 1.52

Altura a 90 ddt (m) 0.423* 18.3 2.11

Peso medio de fruto (g) 0.005** 16.2 58.00

Peso de frutos por racimo (kg) 0.020NS 22.1 0.39

Número de flores por racimo 9.103** 18.8 8.25

Número de frutos por racimo 8.050** 21.2 6.75

Diámetro de tallo (cm) 0.054NS 16.8 1.20

Días a inicio de floración 19.661* 10.5 28.51

Días a inicio de fructificación 18.553** 7.1 34.36

Días a inicio de maduración 82.166** 5.2 74.84

Diámetro polar del fruto (cm) 3.368** 4.6 5.05

Diámetro ecuatorial del fruto (cm) 1.861** 5.5 4.85

Número de lóculos 2.109** 15.1 3.06

NS = no significativo a P > 0.05; * = significativo a P < 0.05; ** = significativo a P < 0.01; † = días después del trasplante (ddt).

En la comparación de medias dentro de los grupos de híbridos por forma de fruto, se determinó que el híbrido H-01 presentó la menor velocidad de crecimiento del tallo y el híbrido H-13 fue pre-coz al inicio de floración y fructificación, y entre los más tardíos a la fructificación y maduración fueron los de tipo riñón (achatado) y saladette (Cuadro 4). Esto indica que, en general, los híbridos con frutos tipo cherry, que además provienen de un progenitor paterno cherry, fueron precoces a la floración, fructificación y maduración de frutos del primer racimo, en contraposición con los híbridos de frutos tipo riñón o saladette.

328

Cuadro 4. Promedios de caracteres vegetativos y fisiológicos en híbridos no convencionales de tomate. Verano-otoño 2009

Híbrido Altura de planta (m) Diámetro tallo (cm)

Días a

30 ddt† 60 ddt 90 ddt Floración Fructificación Maduración

Híbridos con frutos tipo cherry

H-010 0.63 ab†† 1.57 abc 2.05 ab 1.17 a 25.7 ab 32.0 abc 69.0 def

H-011 0.67 ab 1.51 abc 2.13 ab 1.20 a 25.3 ab 30.3 abc 64.3 f

H-013 0.64 ab 1.56 abc 2.32 ab 1.16 a 26.7 ab 32.3 abc 70.3 cdef

H-016 0.70 ab 1.56 abc 2.17 ab 1.21 a 22.0 b 27.7 c 68.7 def

H-017 0.67 ab 1.61 abc 2.51 ab 1.15 a 25.0 ab 33.3 abc 70.3 cdef

H-02 0.66 ab 1.54 abc 2.41 ab 1.50 a 31.7 ab 37.0 a 77.0 abcde

H-021 0.64 ab 1.61 abc 2.36 ab 1.16 a 23.3 ab 28.7 bc 65.0 ef

H-023 0.66 ab 1.63 abc 2.44 ab 1.17 a 30.0 ab 35.7 ab 73.0 abcdef

H-025 0.61 ab 1.55 abc 2.05 ab 1.05 a 25.3 ab 32.3 abc 68.3 def

H-026 0.63 ab 1.70 ab 2.85 a 1.49 a 28.7 ab 35.3 abc 73.3 abcdef

H-028 0.76 a 1.87 a 2.84 a 1.38 a 29.3 ab 35.3 abc 70.7 cdef

H-031 0.66 ab 1.59 abc 2.39 ab 1.23 a 28.3 ab 35.0 abc 73.3 abcdef

H-033 0.72 a 1.69 abc 2.64 ab 1.33 a 30.3 ab 36.7 a 78.7 abcd

H-034 0.60 ab 1.47 abc 2.00 ab 1.22 a 30.0 ab 35.7 ab 73.3 abcdef

H-05 0.67 ab 1.59 abc 2.40 ab 1.36 a 28.3 ab 33.0 abc 73.3 abcdef

H-08 0.68ab 1.71 ab 2.79 a 1.40 a 31.3 ab 37.0 a 75.3 abcdef

Híbridos con frutos tipo riñón (achatado con hombros)

H-01 0.43 b 1.10 c 1.61 ab 1.39 a 30.0 ab 37.3 a 83.7 ab

H-012 0.61 ab 1.31 abc 1.61 ab 1.12 a 28.0 ab 34.7 abc 74.7 abcdef

H-015 0.75 a 1.65 abc 2.03 ab 1.17 a 25.7 ab 31.3 abc 72.0 bcdef

H-019 0.67 ab 1.56 abc 1.76 ab 1.03 a 27.7 ab 34.3 abc 74.7 abcdef

H-020 0.63 ab 1.30 abc 1.61 ab 1.01 a 27.7 ab 34.0 abc 70.7 cdef

H-022 0.68 ab 1.53 abc 2.00 ab 1.18 a 30.0 ab 37.0 a 77.0 abcde

H-027 0.66 ab 1.59 abc 2.30 ab 1.25 a 31.0 ab 37.0 a 78.0 abcd

H-03 0.63 ab 1.60 abc 2.35 ab 1.35 a 32.3 a 37.7 a 84.3 ab

H-032 0.63 ab 1.54 abc 2.07 ab 1.11 a 27.3 ab 34.3 abc 78.0 abcd

Híbridos con frutos tipo saladette

H-014 0.62 ab 1.26 bc 1.46 b 0.96 a 26.3 ab 31.3 abc 71.0 cdef

H-018 0.58 ab 1.40 abc 1.78 ab 1.03 a 29.3 ab 33.7 abc 76.7 abcdef

H-024 0.65 ab 1.51 abc 2.04 ab 1.15 a 29.7 ab 35.7 ab 78.7 abcd

H-029 0.60 ab 1.49 abc 2.00 ab 1.20 a 31.7 ab 37.0 a 82.3 abc

H-030 0.68 ab 1.56 abc 1.82 ab 1.14 a 28.7 ab 34.0 abc 76.0 abcdef

H-04 0.54 ab 1.19 bc 1.47 b 1.15 a 32.3 a 36.3 ab 84.7 a

H-06 0.62 ab 1.42 abc 1.92 ab 1.12 a 31.0 ab 35.7 ab 80.3 abcd

H-07 0.60 ab 1.46 abc 1.89 ab 1.08 a 29.7 ab 34.0 abc 75.7 abcdef

H-09 0.60 ab 1.41 abc 1.85 ab 1.08 a 29.7 ab 35.7 ab 82.3 abc

†Días después del trasplante (ddt); ††En columna, las medias con la misma letra no difieren significativamente (Tukey, P < 0.05).

329

En el valor promedio de flores y frutos del primero al quinto ra-cimo, se encontró que los híbridos de frutos tipo cherry tienden a incrementar más el amarre de frutos que en los híbridos de frutos riñón o saladette. Esto quiere decir que en esos híbridos hubo mayor caída de flores y no lograron amarrar frutos. Este hecho se verifica en el Cuadro 5 donde se observan menores promedios de frutos que de flores por racimo en los híbridos con frutos riñón y saladette.

Cuadro 5. Promedios de caracteres agronómicos en híbridos no convencionales de tomate. Verano-otoño 2009

Híbrido Peso de fruto (g)

Peso frutos /racimo

Núm. flores /racimo

Núm. frutos /racimo

Diámetro de fruto (cm) Núm. Lóculos

Polar Ecuatorial

Híbridos con frutos tipo cherry

H-010 42.1 abc† 343.4 a 8.7 abcd 8.1 abcd 5.1 defghi 4.0 hijkl 2.3 bc

H-011 37.0 bc 315.7 a 8.6 abcd 8.2 abcd 4.3 jklm 4.4 ghijkl 2.3 bc

H-013 41.2 abc 265.9 a 7.5 bcd 6.3 abcde 4.5 hijklm 4.6 ghi 2.8 bc

H-016 34.6 bc 332.6 a 9.9 abcd 9.2 abc 4.0 lmn 4.2 ghijkl 2.8 bc

H-017 41.3 abc 285.2 a 7.9 bcd 6.6 abcde 4.7 ghijkl 4.6 ghi 2.7 bc

H-02 49.0 abc 424.8 a 9.7 abcd 8.5 abcd 4.4 ijklm 4.8 efgh 2.5 bc

H-021 29.3 bc 228.5 a 8.5 abcd 7.9 abcd 4.2 jklm 3.5 l 2.1 c

H-023 36.3 bc 286.7 a 8.2 bcd 7.9 abcd 4.5 hijklm 3.6 kl 2.4 bc

H-025 35.5 bc 258.2 a 7.7 bcd 7.6 abcde 3.9 mno 3.8 ijkl 2.3 bc

H-026 26.5 c 210.6 a 8.8 abcd 8.0 abcd 3.3 o 3.7 jkl 3.1 bc

H-028 50.8 abc 497.1 a 12.4 ab 9.9 a 4.0 mno 4.5 ghij 3.6 bc

H-031 43.0 abc 360.0 a 9.5 abcd 8.3 abcd 3.8 mno 4.6 ghi 3.2 bc

H-033 43.5 abc 366.6 a 8.7 abcd 8.0 abcd 4.2 jklm 4.9 cdefg 2.6 bc

H-034 46.6 abc 346.4 a 8.5 abcd 7.2 abcde 3.4 on 3.7 jkl 3.4 bc

H-05 46.7 abc 452.4 a 9.9 abcd 9.6 ab 5.6 de 4.0 hijkl 2.1 c

H-08 48.5 abc 396.5 a 7.8 bcd 7.9 abcd 5.5 defg 4.4 ghijkl 2.3 bc

Híbridos con frutos tipo riñón (achatado con hombros)

H-01 60.7 abc 429.8 a 7.2 cd 6.0 abcde 5.8 cd 5.7 abcde 3.2 bc

H-012 59.1 abc 298.2 a 6.6 cd 4.4 de 5.2 defgh 5.1 bcdefg 2.7 bc

H-015 78.4 abc 522.1 a 8.3 bcd 6.6 abcde 5.1 defghi 5.6 abcdef 3.2 bc

H-019 55.4 abc 360.1 a 8.2 bcd 6.6 abcde 5.2 defg 4.6 ghi 3.6 bc

H-020 63.6 abc 288.9 a 6.6 cd 4.6 cde 5.1 defghi 6.2 a 3.0 bc

H-022 80.5 abc 493.4 a 7.5 bcd 6.0 abcde 5.0 efghij 5.8 abcd 3.7 b

H-027 79.6 abc 511.a a 13.5 a 6.4 abcde 4.7 ghijkl 6.3 a 5.8 a

H-03 78.6 abc 628.0 a 8.6 abcd 7.8 abcde 4.8 fghijk 4.8 efgh 3.1 bc

330

H-032 65.3 abc 391.1 a 11.2 abc 5.6 abcde 4.3 jklm 6.4 a 5.9 a

Híbridos con frutos tipo saladette

H-014 61.0 abc 254.8 a 5.4 d 3.2 e 6.4 bc 5.9 ab 2.8 bc

H-018 81.1 abc 375.2 a 6.1 d 4.5 de 6.9 b 5.0 bcdefg 3.1 bc

H-024 105.6 a 541.0 a 6.6 cd 5.2 bcde 6.5 bc 5.8 abcd 2.5 bc

H-029 63.4 abc 415.2 a 8.4 bcd 6.5 abcde 5.2 defgh 4.9 cdefg 3.7 b

H-030 86.3 ab 521.5 a 8.2 bcd 6.0 abcde 6.6 b 5.1 bcdefg 2.8 bc

H-04 57.5 abc 326.6 a 5.8 d 4.2 de 5.1 defghi 4.6 ghi 3.1 bc

H-06 81.6 abc 486.6 a 6.6 cd 5.3 bcde 6.6 b 5.1 bcdefg 2.9 bc

H-07 62.6 abc 394.8 a 7.0 cd 6.0 abcde 5.6 def 4.5 ghij 3.0 bc

H-09 89.9 ab 532.2 a 6.5 cd 5.1 bcde 8.0 a 5.6 abcdef 3.3 bc

En la mayoría de caracteres agronómicos evaluados, los híbridos produjeron un patrón de expresión intermedia entre sus progeni-tores. Dentro del grupo de híbrido de frutos cherry, se determinó mayor peso de frutos que el de sus progenitores tipo cherry pero se mostraron intermedios en tamaño cuando la cruza era saladete-x-cherry o riñón-x-cherry. En general, los frutos de los progenitores tipo cherry presentaron un peso de 16 a 46 g y el diámetro polar del fruto fue de 2.8 a 3.7 cm pero los híbridos tipo cherry variaron de 26.5 a 48.5 g y de 3.3 a 5.6 cm, respectivamente. Es decir, fueron de mayor tamaño que sus progenitores cherry (Cuadro 5).

Rodríguez et al. (2006) en su trabajo de evaluación de híbridos entre Lycopersicon esculentum y L. pimpinellifolium, determinó un incremento hasta del doble en el número de flores por racimo res-pecto al progenitor materno saladette (L. esculentum); en promedio 5.2 flores en el progenitor y de 10 a 11.4 flores en tres líneas de la progenie. En este trabajo se observó un patrón intermedio en los híbridos producidos entre L. esculentum (saladette) y L. esculentum var. cerasiforme (tipo cherry): H-05, H-011, H-021, H-023, H-025, H-026, H-031 y H-033. Estos híbridos produjeron más de ocho flo-res por racimo floral pero no llegaron a diez, y los progenitores ma-terno saladette y paterno cherry, presentaron un promedio de 7.5 y 14.5 flores por racimo, respectivamente.

En tamaño de fruto (diámetro polar y ecuatorial) fueron evidentes las diferencias entre los híbridos con frutos cherry, riñón y saladette. Los frutos tipo saladette presentaron la mayor longitud de fruto de 5.1 a 8.0 cm y en diámetro ecuatorial sobresalieron los frutos tipo riñón de hasta 6.4 cm. Todo esto indica que se pueden generar va-riedades mejoradas en función de las preferencias del consumidor.

†En columna, las medias con la misma letra no difieren significativamente (Tukey, P < 0.05).

331

Por ejemplo, en los Valles Centrales de Oaxaca se presenta, en los mercados regionales, mayor demanda de tomates tipo riñón e inclu-so alcanzan un sobreprecio de 10 a 20% más que el precio del tipo saladette (Vásquez, 2008).

Los resultados de la evaluación en aspectos agronómicos de los híbridos no convencionales tipo saladette, de este trabajo, superan en peso promedio de fruto a los reportados por Martínez-Solís et al. (2005) quienes obtuvieron un promedio máximo de 55.6 g en nueve híbridos comerciales del tipo saladette. Sin embargo, en este trabajo los nueve híbridos de tipo saladette, el peso del fruto, en todos los casos, fue superior a 60 g, lo que sugiere la presencia de un gran po-tencial en los acervos genéticos nativos y es posible obtener híbridos potenciales mediante esta estrategia de hibridación no convencional población-x-población. Aunque deben evaluarse los pros y contras debido a la posibilidad de combinar caracteres no deseables.

Heterosis respecto al progenitor medio

En términos generales, la segregación expresada por la progenie F1 (población-x-población) en cada una de las variables evaluadas fue alta. En el Cuadro 6 se presenta la media de los progenitores para cada carácter y su segregación en los híbridos. En todos los carac-teres se observó cierto vigor híbrido en diversos híbridos ya que los valores máximos fueron superiores a la media de los progenitores, excepto en días a inicio de maduración.

332

Cuadro 6. Media de progenitores y su comparación con el promedio, mínimo y máximo de los híbridos de jitomate. Verano-otoño 2009

Variables Media de Progenitores Híbridos (F1)

Promedio Mínimo Máximo

Altura a 30 ddt† (m) 0.7 0.6 0.4 0.8

Altura a 60 ddt (m) 1.4 1.5 1.1 1.9

Altura a 90 ddt (m) 2.1 2.1 1.5 2.8

Peso individual de fruto (g) 78.0 60.0 30.0 100.0

Peso de frutos por racimo (kg) 0.49 0.39 0.21 0.63

Número de flores por racimo 10.6 8.2 5.4 13.5

Número de frutos por racimo 7.5 6.7 3.2 9.9

Diámetro de tallo (cm) 1.3 1.2 0.9 1.5

Días a inicio de floración 31.3 28.5 22.0 32.3

Días a inicio de fructificación 36.7 34.4 27.7 37.7

Días a inicio de maduración 86.0 74.8 64.3 84.7

Diámetro polar del fruto (cm) 5.5 5.0 3.3 8.0

Diámetro ecuatorial del fruto (cm) 4.7 4.8 3.5 6.3

Número de lóculos 3.7 3.1 2.1 5.9

†Días después del trasplante.

Uno de los aspectos más llamativos durante la evaluación fue que todos los híbridos donde intervinieron progenitores paternos con frutos tipo cherry, también produjeron frutos tipo cherry, lo que indica dominancia del carácter fruto cherry. En otros casos, cuando se cruzó un progenitor materno con fruto tipo saladette y un pro-genitor paterno de frutos tipo riñón (achatado con hombros), se produjeron híbridos con frutos de forma saladette pero con hom-bros o surcos en la parte basal del fruto y de aspecto casi cuadrado (redondo-alargado).

Con relación a la heterosis de los híbridos respecto al progenitor medio se detectó una expresión de mayor vigor híbrido en la altura de planta a los 60 días después del trasplante, y fue más evidente (más del 80% de los cruzamientos) cuando en las cruzas intervi-nieron progenitores cherry e indicativo de alta divergencia genética entre las poblaciones progenitoras y se expresó como un crecimien-to acelerado de la plantas (Cuadro 7). Esta aseveración coincide con los resultados de Maluf et al. (1983) quienes determinaron mayor

333

heterosis en cruzamientos de tomate cuando la divergencia entre las líneas era mayor.

En el peso medio de los frutos, sólo en los híbridos saladette H-09 y H-024 se observó un incremento de 6.1 y 26.9%, respecti-vamente, respecto al promedio de los progenitores. El mayor peso individual de frutos en los híbridos tipo saladette es muy convenien-te en términos comerciales, ya que competirían directamente con las variedades mejoradas actuales. En peso y número de frutos por racimo sobresalieron los híbridos H-05 tipo cherry, H-01 tipo riñón y H-09 y H-024 de frutos tipo saladette (Cuadro 7). Esto indica que la estrategia de formación de híbridos por cruzamiento de población-x-población puede generar híbridos con cierto potencial genético y comercial. Esto último, cuando se cruzan poblaciones divergentes de frutos tipo saladette. Esta estrategia de formación de híbridos no convencionales también ha demostrado su potencial en maíz (Mihm et al., 1988; Romero et al., 2002) y es una forma de ampliar la base genética en los programas de mejoramiento de tomate como lo pro-ponen Saavedra y Spoor (2002).

Cuadro 7. Porcentajes de heterosis entre los híbridos no convencionales de tomate, respecto al promedio de sus progenitores. Verano-otoño 2009

Híbrido Genealogía Altura de planta (60 ddt†)

Peso medio de fruto

Peso frutos /racimo

Núm. frutos /racimo

Híbridos con frutos tipo cherry

H-02 L-106xL-034 0.5 -10.9 -8.3 -9.6

H-05 L-107xL-076 16.9 -4.2 46.5 23.1

H-08 L-107xL-034 10.8 -18.8 -14.1 -9.5

H-010 L-107xL-063 13.7 -16.0 -5.2 -19.3

H-011 L-108xL-076 11.7 -48.8 -27.7 1.2

H-013 L-108xL-034 1.3 -50.5 -54.9 -29.7

H-016 L-108xL-063 13.3 -53.0 -32.1 -10.5

H-017 L-109xL-034 -2.6 -40.4 -45.0 -27.5

H-021 L-109xL-076 9.7 -49.8 -37.6 -2.6

H-023 L-110xL-076 18.3 -23.3 -2.7 -0.8

H-025 L-110xL-063 10.7 -27.1 -25.8 -25.7

H-026 L-111xL-076 14.2 -62.2 -58.8 -10.3

H-028 L-111xL-034 11.3 -37.2 -25.1 1.4

H-031 L-112xL-063 10.2 -39.9 -29.3 -21.8

H-033 L-112xL-076 19.3 -38.0 -19.6 -3.1

H-034 L-112xL-034 -8.3 -42.5 -43.1 -22.2

334

†Días después del trasplante.

Híbridos con frutos tipo riñón (achatado con hombros)

H-01 L-106xL-112 -22.9 -35.8 -22.3 2.5

H-03 L-106xL-111 6.7 -16.7 3.3 20.7

H-012 L-108xL-112 -9.0 -51.9 -56.1 -18.4

H-015 L-108xL-111 9.4 -36.0 -28.9 10.2

H-019 L-109xL-111 -3.9 -49.0 -45.7 9.3

H-020 L-109xL-112 -16.4 -41.6 -52.5 -16.1

H-022 L-110xL-112 4.4 -17.8 -8.1 11.8

H-027 L-111xL-112 1.3 -33.9 -32.1 2.7

H-032 L-112xL-111 -2.3 -45.8 -48.1 -9.8

Híbridos con frutos tipo saladette

H-04 L-106xL-020 -3.1 -28.1 -24.6 -24.3

H-06 L-107xL-112 -1.3 -17.8 -11.7 0.9

H-07 L-107xL-111 -3.6 -36.8 -34.9 4.0

H-09 L-107xL-020 13.5 6.1 23.3 5.9

H-014 L-108xL-020 1.8 -43.6 -54.4 -37.6

H-018 L-109xL-020 3.1 -14.0 -23.2 -12.5

H-024 L-110xL-020 19.0 26.9 29.7 3.8

H-029 L-111xL-020 8.2 -40.1 -34.5 9.6

H-030 L-112xL-020 19.5 -18.6 -9.9 12.5

Conclusiones

En la evaluación de los híbridos (población-x-población), se determi-naron diferencias significativas (P < 0.05) en caracteres vegetativos (altura de planta a los 60 y 90 días después del trasplante), fisiológi-cos (días a inicio de floración, fructificación y maduración de frutos) y agronómicos (peso de frutos, peso de frutos por racimo, número de flores y frutos por racimo, diámetro polar y ecuatorial de fruto, y número de lóculos).

Los híbridos con progenitores de frutos tipo cherry produjeron alta cantidad de flores y frutos del tipo cherry sólo que ligeramente más grandes que sus progenitores. En general, se detectaron híbri-dos que superaron a sus progenitores en todos los caracteres eva-luados, excepto en días a maduración de frutos en los tres tipos de frutos: cherry, riñón (achatado con hombros) y saladette.

El vigor híbrido producido por la heterosis entre los progenito-res fue evidente en la expresión de altura a los 60 días después del trasplante, principalmente en los híbridos con frutos cherry y saladette. En peso individual de fruto, los híbridos saladette H-09

335

y H-024 superaron a sus progenitores. En número y peso de frutos por racimo sobresalieron los híbridos H-05 cherry, H-01 riñón y H-09 y H-024 de frutos tipo saladette, con heterosis hasta del 46.5% res-pecto al valor medio de sus progenitores.

336

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LA PRODUCCIÓN DE HORTALIZAS BAJO AGRICULTURA PROTEGIDA EN LA REGIÓN

DE COMITÁN, CHIAPAS

Tlillalcapatl Gómez Carreto1 Álvaro Martínez Quezada2

Introducción

El objetivo de este trabajo es exponer las características que viene adoptando la producción agrícola en una región de Chiapas como es la de Comitán, definida por la ciudad que articula económica y políticamente a diversos municipios aledaños como son La Indepen-dencia, Maravilla Tenejapa, Las Margaritas, Comitán, La Trinitaria, Frontera Comalapa, Tzimol y Socoltenango. Esta región se había caracterizado mayormente por las actividades de subsistencia, pero en los últimos veinte años, en algunas áreas se agregan prácticas agrícolas que incorporan innovaciones tecnológicas, principalmente bajo formas de agricultura protegida.

En el trabajo buscamos analizar la experiencia desarrollada por dos organizaciones de productores en la región como son la “In-tegradora de la Frontera Sur” y “Hongos Comestibles Yalumá”. La primera agrupación de carácter empresarial, orientada a la pro-ducción y comercialización de jitomate y la segunda, una Sociedad de Producción Rural integrada por campesinos que se interesó en la producción de hongos comestibles bajo ambientes controlados.

El hilo conductor de nuestra reflexión está definido por el recono-cimiento de las estrategias que estas dos agrupaciones han adop-tado para insertarse en mejores condiciones, en el contexto de la globalización, en un mercado altamente competido, demandante de

1 Escuela de Ciencias Administrativas Campus VIII-Comitán. UNACH. [email protected]

2 Facultad de Ciencias Sociales, Campus III-San Cristóbal. UNACH. [email protected]

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productos sanos y que espera disponer de ellos en todo momento. Este reto ha significado para las organizaciones adoptar decisiones que a menudo han implicado logros y fracasos como lo mostramos en la ponencia. En razón de ello, en las conclusiones establecemos algunas de las condiciones que los productores deberán sortear para permanecer en este mercado.

La información que sustenta nuestro análisis es resultado de la aplicación de entrevistas directas a productores de hortalizas de la región durante marzo y abril de 2010, así como a funcionarios de instituciones de gobierno relacionadas. Del mismo modo, se incor-pora información obtenida de diferentes proyectos de investigación-vinculación desarrollados con las empresas entre 2007 y 2010.

La producción de hortalizas bajo el esquema de agricultura protegida en México

En los últimos años la producción hortícola de exportación en México, principalmente hacia Estados Unidos, ha tenido un importante auge. Se podría decir incluso que la tendencia más importante de la pro-ducción de hortalizas, es este mercado, llegando nuestro país a ser su principal proveedor. Según Gómez y Schwentesius (1993:100) apoyándose en reportes de USDA (United States Department of Agriculture), las principales hortalizas que se producen para este tipo de mercado son: calabacitas, pepino, berenjena, brócoli, jitomate, chiles, espárrago, sandía, melón y diversas variedades de fresas.

La razón fundamental que explica esta participación, está dada por la posibilidad de obtener una producción que garantice atender la demanda existente en ese país a lo largo del año. En México, a diferencia de lo que pasa en Estados Unidos y Canadá, el sector hor-tícola se caracteriza por mantener un ritmo expansivo, lo cual tiene como base el impulso que desarrollan los agricultores de diversas regiones del país para el establecimiento de sistemas de producción de hortalizas, ya sea a cielo abierto, o bien, de sistemas de agricul-tura protegida bajo invernadero.

La agricultura protegida se caracteriza por desarrollarse bajo una estructura cerrada, cubierta por materiales transparentes o semi-transparentes, a partir de lo cual se obtienen condiciones artificiales de microclima (invernaderos) para el cultivo de plantas o flores, fuera de estación y en condiciones óptimas. En la actualidad existen más de 5 millones de hectáreas de invernaderos en el mundo. Para el caso de México se reconocen alrededor de 10,500 hectáreas de agricultura protegida entre invernaderos y macro-túneles. Los es-tados que destacan son Sinaloa, Baja California, la región del Bajío,

341

Jalisco, así como Chiapas y Querétaro en la producción de flores (Márquez, 2008).

Según lo expresado por Dennis (2007:8), la producción hortíco-la bajo invernadero se ha acelerado en los últimos doce años por la situación que impuso el Tratado de Libre Comercio firmado en 1994. Es así como ha cobrado auge en estos años el uso de siste-mas protegidos, principalmente mediante el uso de diversos tipos de invernaderos, lo cual garantiza tres de los aspectos centrales que hoy en día considera un mercado exigente como son la inocuidad, la sanidad y la obtención de altos rendimientos del producto.

De acuerdo con lo establecido por Vargas (2010), son tres los as-pectos que definen hoy en día la tendencia de la producción hortíco-la para exportación: una producción agrícola que garantice atender la demanda a lo largo del año, el impulso de cultivos orgánicos para mercados selectos y el etiquetado que permita rastrear el producto hasta el sitio y día en que fue cosechado.

En torno al primer aspecto, diversas fuentes coinciden sobre el auge que ha tenido la producción de hortalizas bajo invernaderos en los últimos años en México, buscando una producción suficiente en razón de la demanda existente. Según Ocaña (2007), para el período 1999-2004 se estimó una tasa de crecimiento de 2.18% de la superficie agrícola bajo invernadero. Después de este período continúan realizándose importantes inversiones en la construcción de sistemas de invernadero en el país, ya sea con proyectos de alta o de baja tecnología.

A pesar del impulso a la producción de hortalizas bajo clima con-trolado en México, es necesario reconocer que este sistema significa una proporción bastante pequeña respecto al total. Es el caso del to-mate, uno de los cultivos más importantes en este grupo de alimen-tos, que a pesar de representar en el ciclo 2003-2004 el 73% como agricultura protegida, su participación en el total del país significó sólo 8% (Guantes, 2006, citado por Ocaña, 2007). No obstante, por la enorme cantidad de superficie bajo invernadero destinada a este producto (unas 7 mil hectáreas en todo el país), existe el riesgo de su saturación en el mercado, razón por la cual los agricultores han em-pezado a reconocer la necesidad de la diversificación (Arzate, 2009).

El auge de la producción protegida se explica, en parte, porque garantiza mejor calidad en el control de plagas, la nutrición de los cultivos, los rendimientos y el control del área. En cuanto al ren-dimiento, en términos generales se estima que la proporción de la producción bajo invernadero es de 5 a 1 en relación con la del campo. Por ejemplo, en el caso del tomate la producción estimada

342

por hectárea en el sistema a cielo abierto bajo condiciones de riego controlado, es de 50 toneladas pero en el invernadero se eleva a 250 toneladas. De este modo, la producción de hortalizas con este sistema garantiza participar de un mercado cada vez más competi-do y exigente en términos de tiempos de entrega así como de cali-dad y cantidad.

Un segundo rasgo de la producción hortícola está definido por la tendencia hacia los cultivos orgánicos destinados a un mercado selecto que exige poner atención al cumplimiento de un conjunto de normas que atiendan la calidad. El problema principal que tienen las empresas que incursionan en la producción orgánica es el de ga-rantizar un mercado establecido, ya que normalmente la forma para entrar en estos circuitos de mercado de manera regular, implica que los agricultores establezcan convenios con firmas determinadas las cuales definen los estándares de calidad requeridos.

La característica principal de este tipo de cultivos es la exigencia y compromiso que deben establecer los horticultores de generar un producto sano y libre de tóxicos, lo que implica no utilizar agro-químicos ni en la nutrición de la planta, ni en el control de plagas y enfermedades. Para ello se han puesto en práctica métodos diver-sos que implican el uso de sustancias orgánicas de origen vegetal (esencias de cebolla, ajo, tabaco y chile, entre otros) con resultados diversos. El impulso de estos sistemas implica, además, intrincados procesos de certificación, que a menudo resultan muy costosos para los agricultores.

Finalmente, como parte de la tendencia, está el control (rastreo) de la producción que se exporta mediante el diseño y aplicación de las llamadas etiquetas inteligentes, acividad que realizan sobre todo aquellas empresas que mantienen ya un importante posicionamien-to en los mercados y que según Vargas (2010), en la horticultura de Baja California ya están vigentes. Esta herramienta consiste en lo fundamental, en un código de barras que lleva cada una de las cajas que se empacan antes de sacar el producto de los lugares de pro-ducción. La característica de estas etiquetas es que contienen la in-formación básica que permite al comprador o importador conocer al detalle las referencias del producto adquirido, tales como la parcela o rancho donde se generó el producto y la fecha de su producción.

Bajo estos elementos de contexto, analicemos ahora las caracte-rísticas que adquiere la agricultura bajo invernadero en la región de Comitán, en el estado de Chiapas.

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La producción de hortalizas en la región de Comitán

Es importante señalar que la mayor parte de la población de la zona de estudio es rural, por lo que sus actividades están orientadas a la agricultura, en la que destacan cultivos como la caña de azúcar, maíz, frijol y frutas; como parte de su economía son importantes también la ganadería bovina, el procesamiento de madera y produc-tos de piel, la pesca de tilapia que es principalmente para autocon-sumo; la apicultura en baja escala y la industria manufacturera de petates, adobes, tejas, bloques, panela y queso.

Pese a la importancia que ha mantenido la producción campesina en los últimos años, diversos grupos de productores han venido in-corporando visiones y prácticas de corte empresarial con el objetivo de participar en mejores condiciones en un mercado que se define por ser cada vez más competido y exigente. Son dos las principales estrategias que estos productores impulsan: por un lado, la incor-poración de tecnologías orientadas al desarrollo de una agricultura protegida mediante la construcción de invernaderos, en los que pro-ducen principalmente tomate y cebolla para el mercado regional; por otro, la obtención de productos comestibles en instalaciones que garantizan un ambiente controlado, como es la producción de hongos, buscando con ello mejorar la dieta familiar y su comerciali-zación en las ciudades cercanas.

Es importante reconocer que en relación con el primer proceso, la producción de jitomate y cebolla se ha extendido gracias al fi-nanciamiento gubernamental otorgado periódicamente, el cual es orientado al impulso de sistemas de agricultura protegida median-te la construcción de invernaderos de diferente tamaño y nivel de tecnología. De acuerdo con entrevistas e información documental obtenida en la delegación regional de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), el financiamiento de estos sistemas ha tenido como propósito apoyar la producción de estas dos hortalizas por la alta demanda que tienen en el mercado. No obstante, durante el año agrícola 2009 se sub-vencionó también el cultivo de tomate verde.

Además de estas hortalizas ampliamente reconocidas en la re-gión por su importante valor comercial, se produce también lechuga, rábano, zanahoria, chile y hongos comestibles,3 por citar algunas,

3 Aunque no se cultiva en huertas, por su importancia y reconocimiento como ali-mento altamente nutritivo, las setas comestibles pueden incluirse en el grupo de las hortalizas.

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pero éstas se cultivan principalmente en el traspatio de los espacios domésticos. Cabe señalar que este sistema productivo al ser en baja escala, no resulta de interés para las instancias financiadoras y por ello, poco contribuye a la especialización hortícola de la región, por lo que se le considera más bien como una actividad para la subsis-tencia familiar.

El cultivo de hortalizas con fines comerciales en la región, inició a mediados de la década de 1980 con la llegada de personas del estado de Puebla con experiencia en la siembra de jitomate y otros productos como calabacita, pepino, repollo, chile jalapeño y chile poblano, quienes realizaban la siembra a cielo abierto. En el proce-so, sin embargo, tuvieron que aprender a proteger los cultivos ya que diversas plagas y enfermedades comenzaron a causar estragos en sus proyectos. A partir de ello se impulsó el uso del pabellón,4

mismo que después fue reproducido como técnica de protección de los cultivos por otros productores del municipio de La Independen-cia, lugar donde estas personas se habían establecido.

Esta forma de garantizar la protección de los cultivos de hortali-zas permitió que las cosechas fueran cada vez más exitosas, de tal manera que, paulatinamente, el uso del pabellón se fue extendiendo en ejidos y localidades vecinas de los municipios de La Trinitaria, La Independencia y Comitán. Esta y otras innovaciones hicieron que con el tiempo la producción de hortalizas se fuera haciendo una ac-tividad cada vez más refinada y cuidadosa, en particular en relación con el cultivo de tomate, hortaliza que en la actualidad alcanza los mejores precios y utilidades.

Para 2002, a instancias de la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR) de Chiapas la región inicia, con el establecimiento de diversos in-vernaderos, una nueva etapa en la producción de hortalizas, ahora bajo la estrategia de agricultura protegida. Con esta propuesta se empezó a impulsar un conjunto de iniciativas innovadoras que te-nían el objetivo de estimular la producción de las dos hortalizas que se consideraba tenían los mayores niveles de rentabilidad en la re-gión: la cebolla y el tomate. El Cuadro 1 nos permite ver el nivel de producción alcanzado por estos dos cultivos en 2009.

4 El pabellón no era una tela que anteriormente tuviera un uso agrícola. Su uso más extendido era como atuendo de las novias y para la protección contra los mosquitos y zancudos.

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Cuadro 1. SUPERFICIE SEMBRADA DE JITOMATE, TOMATE VERDE Y CEBOLLA (AÑO AGRÍCOLA 2009)

MUNICIPIO CULTIVOSUPERFICIE

Hectáreas sembradas /Hectáreas cosechadas

PRODUCCIÓNToneladas

RENDIMIENTOTonelada por

hectárea

La Independenciajitomate 390 13,650 35

tomate verde 25 175 7

Maravilla Tenejapa tomate verde 20 140 7

Las Margaritasjitomate 5 175 35

tomate verde 70 490 7

Comitánjitomate 90 3,600 40

cebolla blanca 85 2,380 28

La Trinitaria jitomate 405 12,825 65

Frontera Comalapacebolla blanca 25 750 30

tomate verde 50 1,000 20

Fuente: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA). Distrito de Desarrollo Rural 03. Comitán.

En la actualidad, según entrevistas a personal de SAGARPA y al representante del Sistema Producto Tomate de Comitán, se estima que en la región se cultivan alrededor de 1,200 hectáreas de horta-lizas, sin distinguir si son a cielo abierto o en condiciones de inver-nadero. Ellos mismos señalan que solamente entre 20 y 25 son de agricultura protegida.

En la cuestión tecnológica, en particular en lo que se refiere a la nutrición, manejo del cultivo y el control de plagas y enfermedades de las hortalizas, el aprendizaje ha sido un proceso un tanto lento; los productores han ido apropiándose de los conocimientos nece-sarios que son transferidos por parte de asesores que las mismas compañías vendedoras de productos mantienen en la región. Otra estrategia que utilizan es la contratación de técnicos especializados quienes diseñan paquetes tecnológicos y brindan a las empresas la asesoría necesaria para hacer eficiente la producción.

Con relación a los productores de hongos comestibles, en la región se produce y comercializa el hongo Pleorutos ostreatus.5 Aunque se reconoce que en la actualidad las localidades productoras no tienen mayor especialización en este sentido, lo cierto es que gradualmente

5 Hongos que preferentemente se cultivan en naves o recintos especialmente acon-dicionados con iluminación baja para favorecer la proliferación de los mismos. Por esta razón se consideran en el esquema de agricultura protegida.

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su producción y venta se ha ido extendiendo. Su fortalecimiento se ha visto favorecido por la actividad que realiza la Secretaría de Pueblos Indios (SEPI)6 en diferentes regiones de la entidad, que en la actualidad apoya a un total de 2,218 beneficiarios distribuidos en 232 grupos o sociedades. De éstos, en la región se identifica a 45 entidades productoras7 que generan un total de 1,557 kilogramos de setas al mes (ver Cuadro 2).

El impulso a la producción de hongos comestibles adquiere carac-terísticas diferenciales según el municipio. Por ejemplo, en La Trini-taria, de acuerdo con el informe del gobierno municipal, en 2008 se dedicaron importantes recursos financieros para “impulsar la pro-ducción de setas comestibles con el objeto de mejorar la economía familiar de las comunidades Flor de Mayo, Miguel Hidalgo, Nueva Esperanza, San Antonio Tzalani y Valle Alegre, como una alternativa alimentaria y de mejora económica de las familias de este munici-pio” (Gobierno Municipal de La Trinitaria, 2008).

En el municipio de Comitán, diversas instituciones de gobierno y no gubernamentales vienen apoyando procesos de organización para la producción y comercialización de micelios (conocidos también como “semillas para hongos”), para diferentes variedades de setas comestibles. Es el caso de la Organización para la Cultura y el Medio Ambiente, A.C. (ONCA), y del Instituto de la Mujer que promueven proyectos y apoyan en la comercialización de micelio a organizacio-nes como “Raíces Tropicales”8 o a productores individuales. No obs-tante, la producción de hongos todavía no es tan importante ya que ni siquiera existe un padrón de productores de hongos en el municipio.

6 SEPI, además de comercializar el micelio, tiene como objetivo fomentar en los campesinos la siembra de cultivos alternativos con el fin de mejorar su economía y contribuir al bienestar de su entorno natural.

7 En el Cuadro 2 se muestra a los productores identificados por SEPI, aglutinados en asociaciones de diverso tipo, por ejemplo, grupos de mujeres y cooperativas.

8 Asociación Civil ubicada en la cabecera municipal de Comitán y cuya actividad pre-ponderante es la producción y comercialización de micelio.

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Cuadro 2. PRODUCCIÓN DE HONGOS EN MUNICIPIOS DE LA REGIÓN DE COMITÁN (2009)

MUNICIPIO NO. PRODUCTORES

KG DE SETAS PRODUCIDOS

AL MES

ÁREA PARA LA PRODUCCIÓN

(m2)

Frontera Comalapa 4 135 82

Comitán 11 420 162

La Independencia 2 50 No disponible

Maravilla Tenejapa 1 30 40

Las Margaritas 12 400 228

Socoltenango 2 40 No disponible

La Trinitaria 12 452 No disponible

Tzimol 1 30 No disponible

Fuente: Secretaría de Pueblos Indios (SEPI). Diagnóstico Estimado de Productores de Setas por Delegación Regional en Chiapas.

En el caso del municipio de Las Margaritas también existe un programa por parte del ayuntamiento que brinda apoyo económico a pequeñas empresas orientadas a la producción de hongos. Éste se complementa con las actividades que realiza la Casa de la Mujer “Xocotzin” (MUSA) de esta ciudad, que cuenta con apoyo interna-cional orientado a programas relacionados con el cultivo de hongos comestibles.

Además, la SEPI tiene un área de proyectos productivos para esta hortaliza, así como programas específicos y módulos especia-les para el cultivo. Esta dependencia maneja desde 2005 un padrón de productores de hongos a quienes otorga capacitación técnica en aspectos como el tipo de sustrato que deben usar, la esterilización, siembra, condiciones ambientales que debe tener el módulo y algu-nas estrategias de comercialización. Los programas impulsados por SEPI si bien benefician a todos los interesados, tienen como rasgo que buscan beneficiar principalmente a las mujeres indígenas.

En relación con la comercialización, no existe un mecanismo sóli-do de mercadeo que les garantice el posicionamiento de su produc-to; los integrantes de las asociaciones lo ofrecen de forma acciden-tal o espontánea, sea a consumidores directos o bien a compradores de los centros urbanos más importantes de la región como Comitán, La Trinitaria y La Independencia. Esto se debe a que, en términos generales, existen muy pocos grupos de productores con visión em-presarial con relación a los procesos de mercado; de ese modo,

348

agrupaciones como Raíces Tropicales y Hongos Comestibles Yalumá han hecho esfuerzos para la construcción de un esquema de co-mercialización que les permita vender bajo contratos establecidos y ofertar volúmenes.

Todo lo expuesto anteriormente es relevante si se toma en cuen-ta que para el caso de este producto, el esquema ha evolucionado de la recolecta tradicional en campo al cultivo sistematizado y con la incorporación de ciertas técnicas que garantizan un volumen de producción que puede ser rentable para las familias. Desde la pers-pectiva de los productores, el proceso de producción es muy delica-do y lleno de riesgos por los peligros de contaminación y la pérdida del producto es frecuente, razón por la cual manifiestan resistencia a dedicarse única y exclusivamente a este tipo de cultivo. Sin em-bargo, se considera como una alternativa en la búsqueda de opcio-nes que ayuden a mejorar las condiciones de las familias y grupos sociales involucrados.

La experiencia de la Integradora de la Frontera Sur

Como parte de los procesos de organización para incorporar nue-vas visiones a la producción y comercialización de hortalizas en la región, es de reconocerse la experiencia desarrollada por parte de un grupo de productores que se han aglutinado en torno a la deno-minada Integradora de la Frontera Sur (IFS), organización que ha sabido aprovechar, de manera práctica, las ventajas de los financia-mientos y procesos de capacitación que en materia de producción y comercialización, les proporcionan diversas instituciones.

La IFS se constituyó como sociedad anónima en el año 2002 y está integrada por siete empresas de las cuales cinco son personas morales y dos físicas. Sus invernaderos están localizados en cuatro municipios: Tzimol, La Trinitaria, Comitán y La Independencia. Se dedican al cultivo y comercialización de hortalizas, especialmente el tomate, y han establecido contactos para las ventas principalmente en la región de Comitán con algunas incidencias en Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal de Las Casas. Ocasionalmente han logrado colocar su producto en el vecino estado de Tabasco.

La producción anual promedio de tomate por parte de esta agru-pación es de 518.5 toneladas (Integradora de la Frontera Sur, 2010). Una de las decisiones más relevantes que ha tomado la Integradora es la de transitar de un sistema de agricultura a cielo abierto al de agricultura protegida, mediante la construcción de diversos inver-naderos por parte de las empresas que la constituyen. Su figura

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jurídica y organizativa le ha permitido tener acceso a diversos apo-yos institucionales con lo que ha podido financiar la construcción de estas estructuras que le permiten proteger sus cultivos.

Las empresas que participan en la Integradora son propietarias de 14 módulos de producción que en total protegen una superficie de cultivo de 35,000 m2; buscan garantizar que la infraestructura de protección incorpore propuestas innovadoras, los invernaderos que han construido son de los tipos Aerocenital y Batitúnel. De este modo, el relativo auge que ha adquirido la agricultura protegida en la región, en la que la Integradora tiene una posición central, no de-pende totalmente de los apoyos otorgados por las instituciones. En ello ha tenido también mucho que ver la actitud de los productores quienes han debido tomar riesgos propios de los emprendedores para financiar con sus recursos propios, proyectos relacionados con la producción, administración y comercialización.

Figura 1. DISTRIBUCIÓN DE INVERNADEROS EN LA REGIÓN DE COMITÁN

Fuente: Manual de Bienvenida. Integradora de la Frontera Sur, S.A. de C.V.

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No se puede negar, sin embargo, que su figura jurídica como integradora les ha permitido acceder a importantes financiamientos para asesoría técnica especializada en materia de producción y ad-ministración empresarial. En este sentido han tenido la posibilidad de construir paulatinamente una percepción diferente a la que te-nían en años anteriores en torno a la gestión de una empresa. En ello ha jugado un importante papel la Secretaría de Economía del Gobierno del Estado, que con el respaldo de la Secretaría del Cam-po, promovió la realización de diversos talleres participativos en los que se buscaba generar un planteamiento estratégico mediante la construcción de la misión y visión de la agrupación, un esquema de valores y las líneas estratégicas de desarrollo, lo cual les ha permi-tido orientar en cierta manera las acciones emprendidas.

En relación con la comercialización, si bien no han logrado la meta de trascender los mercados local y regional, la generación de su marca registrada RIMCO (Red de Invernaderos de la Meseta Comiteca) y la construcción de una imagen corporativa a través de un logotipo y slogans, les ha permitido apropiarse de cierto conoci-miento de mercadotecnia que sin duda les ayudará a incursionar en otros niveles de mercado.

Para lograr lo anterior, han participado activamente en ferias co-merciales, especialmente la orientada a la exposición de productos no tradicionales que anualmente se organiza en Tuxtla Gutierrez, pues una de sus metas es transitar hacia el esquema de producción orgánica, como un valor agregado que pretenden darle a sus hor-talizas. Este tipo de iniciativas en proceso de construcción, son pro-puestas o estrategias de desarrollo empresarial que han generado a través de su participación en diversos espacios de capacitación, generalmente propiciados por instituciones públicas.

No obstante lo anterior, existen diversos problemas que deben sortear para garantizar su permanencia en el mercado de la región. Por ejemplo, la presencia de empresas transnacionales como la ca-dena Walmart en Comitán a partir de 2006, afectó las estrategias de comercialización que diversas organizaciones habían emprendido hasta ese entonces al introducir productos generados en otras la-titudes.9 Al instalarse Walmart en la región, el consejo de adminis-tración de la IFS exploró las posibilidades de colocar sus hortalizas,

9 En la región sólo existe una empresa, Grupo Agroindustrial Chiapaneco (GRACHI), que actualmente está comercializando con la cadena Walmart por ser el único gru-po que puede cumplir las exigencias de la cadena.

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especialmente el tomate, en sus anaqueles; sin embargo, el primer obstáculo encontrado fue la imposibilidad de garantizar el volumen requerido de 40 toneladas semanales, cantidad que además, debía ser entregada bajo su responsabilidad y propios recursos en el cen-tro de acopio de Villahermosa, Tabasco.

Otro impedimento para insertarse en esta dinámica fue la incapa-cidad económica para aceptar las condiciones de pago, sobre todo los plazos impuestos para los pagos que eran de 30, 60 y 90 días. Los productores describen, en sus propias palabras, esta situación como la tragedia de los pequeños productores, al ser el primer eslabón de la cadena productiva que les imposibilita llegar a los grandes merca-dos. No obstante, esporádicamente, la integradora ha podido colocar su producto en Walmart,10 pero preponderantemente siguen ofertan-do sus hortalizas en la Central de Abastos de Comitán o bien a los compradores que llegan directamente a los módulos de producción.

A pesar de las dificultades encontradas, la IFS se caracteriza por ser un grupo en constante búsqueda de estrategias y alternativas que permita a sus integrantes consolidarse como productores y co-mercializadores de hortalizas. Actualmente se encuentran en proce-so de análisis para verificar las posibilidades de consolidar el cultivo de otros productos (cebolla y chile) y promover su venta en el mer-cado local, del mismo modo como hacen con el tomate.

El caso de Hongos Comestibles Yalumá

Por lo que respecta a la producción de hongos, nos referiremos a la experiencia del grupo de productores Hongos Comestibles Yalumá, ubicados en la comunidad de Yalumá, municipio de Comitán. Su actividad de producción y comercialización generó hasta inicios de 2009, beneficio para 8 familias y su objetivo era logrado con el cul-tivo de la especie Pleorotus ostreatus, conocido en la región como “hongo orejita” o seta.

Inicialmente se constituyó una sociedad de producción rural de-nominada Alianza Yalumá integrada por 82 personas, la cual tenía el propósito de impulsar diferentes proyectos en la localidad. De estos proyectos, la producción de setas u hongos comestibles es el que más fortalecido se encontraba en 2007 junto con la caja de ahorro; el grupo Hongos Comestibles Yalumá, miembro de aquella alianza,

10 Estas ventas han sido más bien de oportunidad, pues no tienen contratos comer-ciales en donde puedan comprometerse en un período de tiempo y con la produc-ción solicitada.

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se dedicaba a esta actividad. Iniciaron en el año 2002 adquiriendo semillas de la SEPI lo que implicó capacitarse para la producción. Su volumen de producción fluctuaba entre los 30 y 50 kilos diarios, y desde el inicio, su meta fue comercializar el producto más que con-siderarlo elemento de autoconsumo.

Entre las decisiones más importantes que tomaron en materia de comercialización, se cuenta haber impulsado en 2007 un estudio de mercado a fin de conocer las razones por las cuales el público no consumía su producto en la medida que era deseable para ellos. El resultado determinó que los consumidores no conocían el proceso de producción ni sus ventajas nutritivas, razón por la cual no había confianza hacia el hongo. Sin embargo, la sociedad de productores no tuvo la posibilidad económica para realizar acciones de publici-dad y mostrar las bondades del producto.

Con todo y sus dificultades, el mercado iba siendo conquista-do muy lentamente pues de alguna manera habían logrado ubicar compradores fijos, especialmente en puestos de alimentos y res-taurantes. También lograron contratar a vendedores que colocaran y promocionaran el producto e intentaron mejorar la presentación en el empaque; también medidas modestas de publicidad fueron desarrolladas. El control de calidad consistía en el proceso de selec-ción por tamaño y tonalidades de los hongos, lo que proporcionaba elementos para la determinación del precio final de venta.

Diversos problemas posteriores que la organización no pudo su-perar, fueron marcando su declive como grupo. Por ejemplo, en el proceso de la producción misma, constantemente enfrentaron esca-sez de agua y rastrojo, este último, insumo indispensable para su cultivo. Aunado a lo anterior, la disponibilidad oportuna de micelio se constituyó en otro obstáculo que constantemente debían librar, pues sus proveedores, incluida la SEPI, no siempre tenían la capacidad de responder a sus demandas de compra.

Diversos conflictos, derivados de la organización y asignación de funciones no les permitieron seguir avanzando. Además, algunas decisiones erróneas en materia de higiene ocasionaron que en el año 2008 toda la producción de un ciclo se contaminara y por lo tanto, se declarara pérdida total. Algunos productores atribuían a la mala calidad de los micelios el origen de la contaminación. No obs-tante los intentos de algunos socios de rescatar el proyecto, hubo falta de voluntad y desaliento para intentar resarcir el daño.

Por esa razón, para el año 2009 se liquidó la sociedad y paula-tinamente se hizo del conocimiento de los interesados que Hongos Yalumá no produciría más hongos comestibles. Si bien algunos de

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los socios instalaron en lo individual naves de producción en sus hogares, la crisis vivida impidió el restablecimiento del proyecto que mantuviera vigente el interés social con que inició en 2002.

Como resultado de la desarticulación del proyecto, uno de los socios y principal promotor de ventas de aquel entonces decidió recientemente, a principios de 2010 para ser precisos, hacer una investigación sobre rendimiento de micelios obtenidos de diferentes proveedores. Su finalidad era rescatar los contactos y experiencia en producción y mercadeo que había logrado Hongos Yalumá. Con ello la producción de hongos comestibles entró en una nueva etapa, pero ahora no bajo una perspectiva de interés social, sino guiada por objetivos particulares propios de una empresa privada llamada Hongos Victoria, en proceso de constitución.

Esta empresa se ha dado a la tarea de impulsar nuevas iniciativas que en su momento Hongos Yalumá se planteó, como es la produc-ción de hongos con sustratos de base orgánica, como el cascabillo del café, lo que permitirá dar un valor agregado a su producto. Esta experiencia sin embargo nos lleva a cuestionarnos acerca de las posibilidades y retos que deben enfrentar los proyectos colectivos para garantizar que pueden resolver sus dificultades no solamente técnicas y de gestión administrativa, sino fundamentalmente las or-ganizativas que a menudo son las más complicadas.

Conclusiones

Los productores agrícolas chiapanecos forman parte del conjunto de 2,500 millones de personas que en países subdesarrollados dedican gran parte de su tiempo a actividades de cultivo para su subsistencia y mejora económica (FAO, 2005). No obstante, están todavía muy lejos de ser también parte de aquellos que se han visto beneficiados con los procesos de globalización; ni es posible contarlos entre los que pueden pensar en la posibilidad de insertarse en la dinámica de exportación pues esto implicaría de inicio afrontar costos de seguros, aduanas, certificados de origen y de buenas prácticas agrícolas.

La producción de hortalizas bajo esquemas novedosos de agricul-tura protegida se ha ido fortaleciendo en la región, con la participación de formas de organización diversas que desarrollan los productores. La dinámica y exigencias actuales, consisten más bien en desentra-ñar la forma en que podrían ir conquistando poco a poco el mercado local y regional mediante estrategias de producción y comercializa-ción que les permitan colocar sus productos en la preferencia de los consumidores, compitiendo a la vez con las hortalizas que ingresan de otros estados de la república e incluso de otros países.

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El fin último de estos grupos es vender sus productos obteniendo utilidades que les permitan mejorar sus condiciones económicas y las de sus familias. Si bien, existen elementos que están fuera de su total control, como las fluctuaciones de los precios y las manifes-taciones de la naturaleza que afectan los cultivos, existe otra serie de factores que pueden incidir en su beneficio como procesos de capacitación, gestión y quizá como punto nodal, la consolidación de sus estructuras organizacionales.

Los problemas de organización son vitales en procesos que in-volucran a sujetos con intereses similares. Los grupos sociales, que han incorporado enfoques de carácter empresarial en sus proyectos y que buscan participar de dinámicas de mercado, tienen ante sí la disyuntiva de tomar las decisiones que les permita dar respuesta a las situaciones que se les presenten. Sin embargo, las decisiones adoptadas siempre implican riesgos y márgenes de error, pero son las que finalmente determinan la sobrevivencia y/o consolidación de los grupos.

Lo importante es reconocer que las decisiones asumidas se hagan buscando sumar las voluntades de todos los involucrados en un gru-po, de tal modo que estas decisiones sean tomadas con la asesoría y conocimiento suficiente de sus implicaciones, pues sin duda, una decisión en materia de producción y comercialización, acertada o no, afectará a todo el grupo y puede implicar una dinámica de mayor fortalecimiento, o por el contrario, de un debilitamiento que puede llevar al desmembramiento y posterior desaparición del grupo.

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EVALUACIÓN DEL IMPACTO ECONÓMICO DE UN PROGRAMA DE CAPACITACIÓN

Y ASISTENCIA TÉCNICA EN LOS PRODUCTORES DE LIMÓN DE COLIMA

Renato Fco. González Sánchez1

María Guadalupe Ocampo Guzmán2

Introducción

Este trabajo presenta una estimación del impacto económico de las actividades de capacitación y asistencia técnica (CyAT), que realizan los técnicos Prestadores de Servicios Profesionales (PSP) en dife-rentes grupos organizados de productores que están asociados al Consejo Estatal de Productores de Limón de Colima (COEPLIM), A. C. Además de esta labor de CyAT, los técnicos del COEPLIM trabajan en la integración organizativa, establecimiento de alianzas estraté-gicas con los empaques, diseño, gestión y operación de proyectos de inversión y gestión de créditos con cajas de ahorro locales. Estas actividades se han operado de manera gradual por espacio de cua-tro años y presentan un claro ejemplo de cómo con el liderazgo del Consejo Estatal y la sinergia de las actividades de CyAT e inversio-nes en proyectos productivos, se genera un incremento en el ingre-so de los productores beneficiarios. Es importante mencionar que el servicio profesional se realizó con el apoyo del programa SOPORTE, de donde se obtuvieron los recursos que pagaron nueve meses de trabajo de cinco PSP.

1 Profesor Investigador de Tiempo Completo de la Facultad de Economía y titular del Centro Estatal de Evaluación de la Universidad de Colima. El autor quiere expresar su agradecimiento a los técnicos del COEPLIM por su apoyo para la realización de este trabajo, en particular al Ing. José Villagómez Almanza y al Ing. Gerardo Reyes. Correo electrónico: [email protected]

2 Profesor de Tiempo Completo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chiapas, correo electrónico: [email protected].

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Algunos aspectos de la capacitación y asistencia técnica agrícola

Las reformas estructurales de corte neoliberal de la política agro-pecuaria impusieron nuevas reglas a las formas de organizar y operar los procesos productivos agrícolas. Como afirma Appendini (2008:33), éstas “fueron desmantelando paulatinamente los apoyos estatales a la producción agrícola y poniendo en práctica nuevos programas más acordes con las exigencias de la economía interna-cional en la que México inspiraba insertarse”.

Los nuevos criterios de la competencia y la crisis del campo obli-gan a los productores agropecuarios a adoptar gradualmente nue-vas formas de organización dirigidas a los rubros de la producción y comercialización, sin dejar de lado la defensa de la propiedad de la tierra. A través de ésta los productores buscan adquirir mayor liber-tad en la gestión, participar activamente en la toma de decisiones que afectan a la unidad productiva, establecer estrategias competi-tivas e innovadoras y, sobre todo, retener sus excedentes (Ocampo G. y Fletes O., 2007).

Los productores de limón no han escapado de los ajustes estruc-turales que han afectado la economía del país desde comienzos de la década de los ochenta, cuando acciones como la integración de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y de Comer-cio (GATT), y la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (TLCAN), ocasionaron que se vieran inmersos en procesos de apertura comercial y de globalización. Actualmente los productores carecen de recursos para invertir en la producción y comercialización, situación que se ha agravado además por el retiro paulatino de los servicios y apoyos oficiales.

En este contexto el desarrollo rural se concibe como un proceso de cambio que se debe realizar en cuatro aspectos independientes: técnico, económico, sociocultural y político. Para lograr el desarrollo rural no basta la disponibilidad de tecnologías sino que se requiere: a) contar con la participación consciente y voluntaria de los produc-tores rurales en primer lugar y de las instituciones que apoyan al sector; b) atender de manera interdisciplinaria los problemas que limitan la producción y la productividad agrícola; y c) equilibrar los aspectos teórico-prácticos (investigación básica y aplicada), sin de-jar de reconocer y tomar en cuenta los conocimientos desarrollados por los propios productores (Galindo González, 2007:142).

Dentro de este proceso, la organización, la capacitación y asis-tencia técnica agrícola permiten la transferencia de conocimientos a los productores en diversos ámbitos de la actividad que facilitan

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la toma de decisiones, el diagnóstico, la solución adecuada de los problemas y el incremento de la producción. A las personas que realizan estas actividades, actualmente se les llama Prestadores de Servicios Profesionales (PSP),3 que son profesionistas dedicados a influir en los productores, sobre las decisiones de innovar en la di-rección que un servicio de asistencia técnica estime conveniente. Así, la capacitación y asistencia técnica se presenta como un vínculo entre la investigación y los diferentes servicios que ofrecen las ins-tituciones enfocadas al desarrollo rural.

En México han existido diversos programas de extensión con trans-formaciones importantes. En el año 2000 se creó el Programa de Extensionismo y Servicios Profesionales (PESPRO) a cargo de la SA-GARPA, que se concibió como un instrumento de apoyo a la oferta y demanda de los servicios profesionales de calidad para el desarrollo rural. A partir de 2002 el PESPRO se reestructuró para dar lugar a la Unidad Técnica Operativa Estatal, la cual coordinó los siguientes pro-gramas: Apoyo a Proyectos de Inversión Rural (PAPIR), Fortalecimien-to de Empresas de Organización Rural (PROFEMOR) y el de Desarrollo de Capacidades (PRODESCA) (ídem). Actualmente la SAGARPA ope-ra el Programa de Soporte que otorga apoyos para la capacitación y asistencia técnica agrícola. La cobertura de servicios de capacitación y asistencia técnica de los programas antes mencionados está muy re-lacionada con los recursos negociados y las estrategias adoptadas por los diferentes gobiernos estatales y organizaciones de productores.

La búsqueda de alternativas

Ante un escenario económico adverso a los productores primarios, es de vital importancia promover alternativas que eleven la compe-titividad de las cadenas agroalimentarias. Muchas de estas alterna-tivas están en los instrumentos de política de fomento, fiscal, co-mercial, regulatoria, etcétera, de los diferentes niveles de gobierno; otras alternativas deben ser promovidas por los agentes sociales de las cadenas. De acuerdo con Visser y Ayala Padilla (2004:3), estas alternativas pueden ser:

Bajar los costos de producción, transacción, acopio y distribu-• ción de todas las empresas al interior de la cadena.Ahorrar capital de trabajo reduciendo el costo financiero de • todas las operaciones en la cadena.

3 Antes conocidos como extensionistas.

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Mejorar el desempeño logístico de la cadena: la rapidez, con-• fiabilidad y flexibilidad de las entregas de productos básicos, intermedios y finales.Aumentar el contenido del servicio del producto vendido al • cliente, con el fin de aumentar el valor agregado.Entrar en nuevos mercados y canales de venta, aumentando • así el valor de las ventas y la participación en el mercado.Reducir efectos negativos de actividades de producción y dis-• tribución: contaminación, congestión, etcétera.

Estas propuestas deben considerarse en el contexto económico para la agricultura mexicana y ante las tendencias recientes que conforman el ambiente de negocios, sobre todo si se trabaja en propuestas para productores primarios de baja escala. Algunos as-pectos de este cambio son:

Concentración de la producción.• En México la rigidez del mercado de la tierra se refleja en la renta de la misma (bajo diferentes esquema contractuales), que han hecho de la agri-cultura mexicana comercial la fuente de alimentos del pueblo mexicano, no la agricultura campesina (González Estrada y Sánchez Ramos, 2008:9).Reforzamiento de cadenas productivas.• A través de dife-rentes esquemas de cooperación y creación de alianzas estra-tégicas entre agentes de cadenas o redes, para mantener o ampliar la participación en el mercado, ante las tendencias de la caída de precios de alimentos y materias primas (Brambila Paz, 2006:190-194).Soberanía del consumidor.• Los cambios socioeconómicos por la creciente población urbana, la participación de la mujer en el mercado de trabajo, la preocupación por la salud, el cuidado del ambiente, consumidores más informados y la migración inter-nacional, condicionan la demanda de productos agropecuarios y alimentos, así como la creación de nichos de mercado. Concentración del comercio al menudeo.• En países en desarrollo como México aumenta la participación de las cade-nas de autoservicio o supermercados en las ventas al menu-deo de alimentos; con esto se modifican las condiciones de proveeduría, en detrimento de la capacidad de negociación de los productores. Abatimiento de las barreras físicas al comercio.• La prolife-ración de tratados comerciales en países como México ha crea-do oportunidades y problemas para el sector agropecuario; así,

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aun cuando han desaparecido los aranceles, las barreras no arancelarias como sanitarias, inocuidad, técnicas, ecológicas y laborales se mantienen.Importancia de la biotecnología.• La biotecnología repre-senta una enorme oportunidad para alimentar a la creciente población mundial a precios accesibles, pero también resulta polémica en aspectos como la creación de patentes, la ero-sión de ventajas comparativas de países ricos en recursos, y la percepción del consumidor sobre alimentos saludables. Información y comunicación.• La información es la base de la toma de decisiones; con la disponibilidad de los sistemas de información geográfica y de bases de datos de precios, cli-mas, logística etcétera, se reducen los costos de transacción (comercio B2B); aunque cada vez es más patente la diferen-cia entre los negocios que poseen o no poseen información (Diez de Sollano Elcoro y Ayala Padilla, 2004:3-7).

Debe decirse que muchas de estas tendencias juegan en contra de productores campesinos o de baja escala,4 en particular si no están organizados entre ellos o no cooperan con otros agentes de la cadena; asimismo, estos elementos no pueden pasarse por alto para el diseño de políticas públicas. “Son también referencias básicas para orientar los esfuerzos hacia el desarrollo de la competitividad de las unidades productivas y, sobre todo, de los encadenamientos en su conjunto” (ibídem:7).

Este trabajo expone cómo algunas de estas acciones para elevar la competitividad de la cadena agroalimentaria del limón mexicano, son diseñadas y operadas por la dirigencia y el cuerpo técnico del Consejo Estatal de Productores de Limón de Colima (COEPLIM), A. C., tomando como referencia su Plan Rector y con el apoyo de di-ferentes programas gubernamentales, así como de aportaciones de productores y otros agentes de la cadena.

4 En este trabajo se entiende como productores campesinos a aquellos (ejidatarios, comuneros o pequeños propietarios privados) cuyas características difieren en va-rios sentidos de las que tienen los productores típicamente comerciales. Cuentan con unidades de producción muy pequeñas, la producción agropecuaria se basa en el trabajo familiar, la producción es de volúmenes poco considerables que des-tinan al consumo familiar y al mercado, ausencia de créditos para los procesos productivos, escasa infraestructura y equipo, carecen de capacitación y asesoría técnica, bajo nivel de organización, desconocimiento de los mercados y venta a intermediarios.

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El desarrollo de diferentes capacidades de estos productores, entre las que destacan las organizativas, las técnicas, administrativas y de gestión ha sido posible por las inversiones en materia de capacitación y asistencia técnica (CyAT), transferencia de tecnología y estudios de apoyo a la cadena, es decir por apoyos intangibles para la producción. Esta tendencia a trabajar con intangibles de las diferentes dirigencias que ha tenido el consejo es notable desde el 2004, aspecto que di-ferencia a estos productores de otras organizaciones. Es importante mencionar que estos apoyos intangibles se han complementado con apoyos para bienes tangibles como la compra de maquinaria, equipos (riego, procesamiento) y financiamiento, a través de los diferentes programas de concurrencia federal y estatal, desde la Alianza para el Campo hasta el presente.

“El avance en la competitividad de la ganadería o de la agricul-tura requiere de importantes mejoras en aspectos diversos como son el desarrollo empresarial, la eficaz transferencia tecnológica, el oportuno y costo razonable en el acceso al financiamiento, mejores estrategias de abasto y comercialización, [donde] son los diversos actores (de los diferentes sectores) los que deben considerar (articu-lar, negociar, coordinar y reestructurar) la cadena completa.” (Visser y Ayala Padilla, op. cit., 2004:5).

La hipótesis de esta investigación es que una balanceada combi-nación entre programas de CyAT y de fomento productivo, bajo la orientación de organizaciones de productores con visión empresa-rial, conducen a generar impactos económicos en beneficio de los productores.

Antecedentes del Consejo Estatal de Productores de Limón de Colima (COEPLIM)

El COEPLIM se constituyó en 20075 como una organización de pro-ductores de limón, conformada por cuatro asociaciones locales de los principales municipios productores: Tecomán, Armería, Manzanillo y Coquimatlán. En 2009 integraba poco más de 1,200 productores (de un total aproximado de 3,600), entre los que se encontraban dife-rentes grupos constituidos o no formalmente. En particular, ha tra-bajado en años recientes de manera muy intensa con 12 Sociedades

5 Su antecesor es el Consejo Estatal del Limón Mexicano de Colima (COELIM), A. C., constituido en el 2004, el cual intentó integrar a otros agentes de la cadena agroa-limentaria del limón en el estado, y se basó en estrategias similares de desarrollo de capacidades. La disolución de éste se debió a la pugna de intereses encontrados entre los agentes sociales de la cadena.

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de Producción Rural (SPR), y 9 grupos informales que integran 245 productores. Puede decirse que la población objetivo sobre la cual el Consejo incide es la de productores de bajos ingresos, pertenecientes al sector social (ejidatarios y pequeños propietarios minifundistas).

Ha ofrecido diversos servicios y apoyos a los productores, entre los que se pueden mencionar: capacitación, asistencia técnica, apo-yos para la renovación de huertas, gestión, asesoría y supervisión de apoyos para proyectos de inversión, gestión de créditos (princi-palmente con cajas de ahorro locales), integración productiva y un novedoso programa de proveedores de calidad, así como la gestión y realización de diferentes estudios y diagnósticos para la cadena, entre otros. Su base programática está definida en las líneas estra-tégicas de su Plan Rector (figura considerada en la Ley de Desarrollo Rural Sustentable), el cual se actualiza regularmente para reflejar las condiciones de mercado y productivas; véase Cuadro 1.

Cuadro 1. Síntesis de planes y programas del COEPLIM

Planes y programas Metas

Desarrollar un Plan Maestro del Sistema Producto

Contar con un programa que evalúe la situación de la ren-tabilidad del cultivo y de la cadena, la importancia del mer-cado, así como que también permita dar seguimiento a los proyectos estratégicos.

Programa de proveedores de calidad

Este programa busca que 1,600 productores se conviertan en proveedores de 8 empaques, para lo cual es necesario operarlo a través de la asistencia técnica y capacitación.

Programa para modernizar infra-estructura y equipo post cosecha

Se busca modernizar a los 8 empaques que participan en el programa de proveedores de calidad, con equipos como clasificadoras electrónicas, cuartos de pre-enfriado, entre otros.

Renovación de plantaciones con planta certificada

Reconvertir 2,500 hectáreas cada año; con lo que se puede elevar la calidad de la fruta y los indicadores de fitosanidad del cultivo.

Programa de tecnificación de sistemas de riego presurizado

Introducir sistemas de riego tecnificado a 500 hectáreas anualmente.

Elaboración de estudios de mer-cado y promoción comercial

Sobre el consumo de limón mexicano en Estados Unidos, Europa, Asia y México.

Programa de eventos de capaci-tación, intercambio y transferen-cia tecnológica e investigación

Diversos eventos sobre mejoramiento genético, paquetes tecnológicos, inocuidad, procesamiento, fertilidad, etc.

Proyecto de Fondo de Inversión y Contingencia para el Desarrollo Rural (FINCA)

Gestionar un monto de 10 millones de pesos para présta-mos a productores por un período de 4 años.

Fuente: COEPLIM, 2006, p. 13.

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Debe precisarse que como organización gremial ha velado princi-palmente por los productores primarios y que ha dado los primeros pasos hacia la integración de alianzas estratégicas con diferentes agentes de la cadena. Asimismo, que es una instancia rectora del cultivo, lo cual lo debe tanto a su actividad de gestión como a su capacidad organizativa. Acción que se demostró al haber sido capaz de hacer paros en el corte para impedir la caída de precios en ciertas épocas del año; aun cuando los resultados de estas acciones han sido muy controvertidos.

En el 2009 el Consejo contaba con una plantilla de aproxima-damente siete asesores,6 aunque también se apoya en consultores externos e instituciones de enseñanza e investigación. Para el pago a estos asesores o prestadores de servicios profesionales (PSP), ha gestionado apoyos a diferentes fuentes, tanto de la Alianza para el Campo en su momento, como actualmente del programa SOPORTE (en su componente de asistencia técnica y capacitación) y Organí-zate. Además, recibe aportaciones de los productores y de los vive-ristas (principalmente de aquellos que producen planta certificada para los programas de renovación de huertas), complementando así una bolsa con la cual se pagan los servicios de los asesores sobre una base anual que busca la formación de capital humano.

Según datos del COEPLIM de 2009, en el estado de Colima, 3,593 productores cultivaban 25,014 hectáreas de limón mexicano (las cifras oficiales de la SAGARPA arrojan 28,949 hectáreas), los cuales produjeron entre 500 y 600 mil toneladas anuales. En ese año, Co-lima contaba con 26 empresas empacadoras (aunque algunas tam-bién empacan otras frutas y hortalizas) con capacidad para empacar 300 mil toneladas para consumo en fresco, y siete industrias que procesaban 200 mil toneladas para la producción de aceites y otros derivados (jugos, cáscara seca y pectina, principalmente).

Entre la producción primaria y la agroindustrial se estima que 20 mil familias dependen de esta actividad, como productores y traba-jadores de tiempo completo o parcial. El valor anual de la producción de limón mexicano en el 2008 fue, según el COEPLIM (2009), de 1,400 millones de pesos (1,800, según SAGARPA), lo que representa 18% del producto interno bruto agrícola del estado. Si se considera el valor que agrega la agroindustria, se nota que el cultivo del limón mexicano es el más importante socialmente en el estado.

6 Los cuales han aumentado o disminuido (durante los años que tiene constituido el COEPLIM), así como rotado en el mercado de servicios profesionales para el campo, en función de los apoyos recibidos y aportes de los productores y las ne-cesidades de la cadena.

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Al igual que todo el sector agropecuario, el cultivo del limón mexi-cano en Colima no escapa a la polarización social entre empresarios y campesinos. Los empresarios agrícolas, que como agente social sólo representan aproximadamente 15% de los productores, para el 2003 poseían 50% de la tierra cultivada; en cambio los campesinos (con menos de 5 hectáreas) constituían 85% de los productores (González Sánchez y Silva Echevarría, 2005:54). Si se tuvieran da-tos más recientes que consideren la renta de la tierra, es probable que el porcentaje que manejan los empresarios sea mayor.

Además, otra ventaja de los empresarios agrícolas es que por tradición han incursionado en el procesamiento (principalmente de aceite destilado) y en el empaque para sacar la fruta a las centrales de abasto y para la exportación. Como cabe esperar, esta iniciativa de darle valor agregado no caracteriza a los productores minifundis-tas, quienes tradicionalmente han vendido a intermediarios y han sido objeto de todo tipo de abusos.

Esto explica que la problemática generalizada de los grupos de pro-ductores minifundistas (que son el objetivo de trabajo del COEPLIM) radica en aspectos como intermediarismo, bajos rendimientos, de-ficiente organización, incremento en los costos de producción, con-centración de picos de producción que provocan sobreoferta y baja calidad de la fruta (por la falta de recursos económicos para la apli-cación oportuna de un paquete tecnológico), que repercute en una baja rentabilidad del cultivo.

El gobierno (en sus diferentes niveles) ha implementado diversos esquemas, generales, focalizados, de apoyos directos e indirectos para resolver la problemática de este sector de productores, y en al-gunas ocasiones con fracasos sonoros como lo fue durante el sexenio de Echeverría. En este sexenio se creó una empresa con fines so-ciales, que contaba con empaques y procesadoras con lo último del estado del arte de su época (cámaras enfriadoras, seleccionadoras automáticas, instalaciones, etc.), que no funcionó y que culminó en el cierre y en la pérdida de los recursos invertidos (véase el libro de Martínez González, Cap. 8 y 9, por publicar). Aun con estos fracasos, el flujo de apoyos a este cultivo no ha cesado tanto a productores empresariales como a los campesinos, sin embargo, para los esque-mas de asistencia técnica y capacitación la inversión ha sido menos importante. Con todo esto, mucha de la problemática que se mencio-nó anteriormente ha seguido sin cambios en varias décadas.

En este sentido, este trabajo de investigación trata de documentar que la inversión en materia de CyAT, bajo la dirección de los Consejos estatales y en complemento con inversiones (privadas o con apoyos

365

gubernamentales) puede hacer frente a la problemática de los pro-ductores minifundistas del limón mexicano en Colima.

Materiales y Métodos

La evaluación del impacto económico está basada en el programa de trabajo de los PSP, el cual puede observarse en el Cuadro 2, cómo incluye además de la CyAT, actividades como gestión y puesta en mar-cha de proyectos de inversión (donde se encuentra la renovación de huertos y equipamiento con sistemas de riego), la gestión de financia-miento y la integración productiva, o como le conocen los PSP “Acopio y venta directa a empaques bajo contrato” o “proveedores de calidad”.

Para estimar el impacto económico de la integración producti-va, se propuso que los técnicos PSP levantaran bitácoras técnicas y administrativas durante un año a 10 productores minifundistas representativos, 5 de los cuales estuvieran integrados al programa “Proveedores de calidad” del COEPLIM y los otros 5 vendieran a los intermediarios. Con esta información se tuvo una reunión con los PSP a mediados de 2010 en donde se realizaron corridas financieras para ambos escenarios. Se empleó además el programa SIMETAR desarrollado por Richardson et al. (1998)7 para simular escenarios para 9 años y se obtuvieron algunos indicadores financieros. Con estos datos se realizó una expansión de los resultados al conjunto de productores involucrados en esta actividad.

Para las actividades de gestión y puesta en marcha de proyectos, se estimaron los montos de inversión que los productores realizaron y el número de hectáreas beneficiadas. Para la actividad de gestión de cré-ditos, se estimaron los montos, el número de beneficiados y hectáreas. Estos datos fueron confirmados por los documentos empleados para la gestión, como solicitudes, fichas técnicas y proyectos de inversión, y las entrevistas con la dirigencia del Consejo y sus asesores técnicos.

Resultados

El programa de trabajo de los PSP del COEPLIM

Este programa de trabajo está basado en el Plan Rector del Consejo Estatal, razón por la cual en el Cuadro 2 se presentan sus líneas estratégicas generales. Esto permite observar, por una parte, que el

7 Se emplearon programas en Excel basados en SIMETAR para este propósito. Lo im-portante es que con la información de los productores y los PSP se realizaron corridas financieras y simulaciones para proyecciones de indicadores financieros específicos.

366

programa de trabajo de los PSP obedece a una estrategia de desa-rrollo amplia en su impacto social y geográfico; y por otra parte que sólo constituyen un parte de las actividades del COEPLIM. También cabe mencionar que en el Cuadro 2 se presentan las metas progra-madas y alcanzadas, así como también el tipo de problemática que tienen los productores y que es parcialmente resuelta por el progra-ma de trabajo de los PSP. A continuación se muestra una descripción de las actividades del programa de trabajo de los PSP.

Cuadro 2. Características del programa de trabajo del COEPLIM 2009

Líneas estratégicas

generales

Líneas estratégicas del Plan Rector del

COEPLIM

Programa de trabajo de PSP en

SOPORTE

Metas programa-das/ realizadas del Programa de

trabajo

Problema general que resuelve el programa

IV. Perfeccionamiento del Proceso Productivo en los eslabones del sistema producto

Realizar eventos de intercambio de tecno-logía, experiencia, co-nocimientos, etc.

Capacitación en: Poda y Antracnosis, Diapho-rina y HLB, Análisis de suelo y Fertilización.Asesoría técnica en: control de plagas y enfermeda-des, nutri-ción, impulso al aná-lisis de suelo, hojas y agua.

Programado: 30 Talleres teórico-prácticos con 471 asistentes.Realizado: 43 talle-res y 821 produc-tores.Programado: Ase-soría a 1,200 pro-ductores con énfa-sis a 465.Realizado: 100%.

Aumento en el rendimiento y la calidad. Reducción de los costos de produc-ción.Prevención de en-fermedades (cua-rentena-rias).

VI. Encadenamiento productivo

Programa Proveedo-res de Calidad. Compensar el precio del limón industrial (precio objetivo).

Acopio y venta directa a empaques bajo con-trato (proveedores de calidad).

Programado: 6 Grupos proveedo-res de calidad.Realizado: 5 gru-pos.

Eliminación de intermediarios y mejora en el pre-cio pagado al pro-ductor.

VII. Desarrollo de infraestructura básica

Modernización de la infraestructura y equi-po postcosecha (clasi-ficadoras electrónicas, pre-enfriados, enma-lladoras, etc.). Plan de Tecnificar con riegos presuriza-dos huertos de limón mexicano.

Reconversión produc-tiva (renovación de plantaciones viejas).

Diseño y gestión de proyectos de equipa-miento menor a gru-pos de productores.

Programado: 300 ha para renovar con planta certificada y alta densidad.Realizado: 131 ha y 72 productores.

Programado: Sin meta.Realizado: 95 ha con sistemas de riego.

Aumento de ren-dimientos, cali-dad y tolerancia a problemas fitosa-nitarios.Incremento en la rentabilidad.Incremento en empleos directos en campo y en empaque.

IX. Desarrollo y per-feccionamiento de los mecanis-mos de financia-miento y cober-tura de riesgo.

Plan de Fortalecimien-to del FINCA (Fondo de Inversión y Contin-gencia para el Desa-rrollo Rural).

Financiamiento a tra-vés de la Caja 15 de Mayo (con el apoyo del Fondo de Garan-tía de FIRCO y otras fuentes).

Programado: 3 millones de pesos para dispersar cré-ditos de avío.Realizado: 100%.

Recursos para la adquisición de in-sumos, capital de trabajo y equipos agrícolas, para aplicar recomen-daciones técni-cas.

Fuente: Elaboración propia con información de Programas de Trabajo de PSP del COEPLIM.

367

Capacitación y asistencia técnica

Para este servicio, los asesores visitan un total de 2,320 hectá-reas pertenecientes a aproximadamente 1,200 productores. En vir-tud de que sólo 5 asesores trabajan con ellos, las visitas a huertos (que implica un monitoreo ocular en busca de síntomas de plagas y enfermedades o problemas de nutrición) son esporádicas y no sistemáticas. Por tanto, el COEPLIM hace el esfuerzo de que estos productores reciban los cursos de capacitación, los cuales son masi-vos, véase Cuadro 3. Existe un grupo de productores para quienes la CyAT realiza de manera periódica en los predios, por tanto inclu-ye un monitoreo de plagas y enfermedades más intenso. Los PSP realizan 2 visitas por mes a 246 productores integrados en los 10 grupos, a estos grupos se les insiste en que participen en el progra-ma de proveedores de calidad y entre ellos se dio el seguimiento a través de bitácoras técnicas y administrativas para 10 productores.

Las recomendaciones técnicas son muy amplias, e incluyen aspec-tos de nutrición vegetal (generalmente basado en análisis de suelo, y en algunos casos en análisis de agua y hojas), así como uso de biofertilizantes, y sus efectos, como ahorro de los fertilizantes quí-micos y reducción de costos, impactos en el ambiente, incremento de la calidad y el rendimiento que resultarían de su implementación. También se realizaron recomendaciones sobre aspectos de poda e inducción floral, detección y control de plagas y enfermedades.

368

Cuadro 3. Características de los cursos y talleres de capacitación del COEPLIM

Nombre del taller

Beneficios que promueven

No. de talleres Lugar Participantes No. de

asistentes

Poda y antracnosis

Mayor productivi-dad en meses de invierno y mayor calidad de fruta

10

Casas ejidales y particulares de los grupos de trabajo

Productores de los grupos y otros no aso-ciados

223

Análisis de suelos y

fertilización

Uso eficiente de fertilizantes, dis-minución de costo, aumento de cali-dad y rendimiento

1

Comunidad de Coa-latilla, Armería

Integrantes del grupo “la Pa-rota” de Coa-latilla y PSP de Coeplim

22

Diaphorina y Huanglo-bing

Prevención de la dispersión del HLB

23

Casas ejidales en municipios, casa de la cultura de Teco-mán, Armería; INI-FAP y Universidad de Colima

10 grupos de p r o d u c t o r e s del COEPLIM, y productores ejidales y de pequeña pro-piedad

460

Elaboración y uso de biofer-

tilizantes

Disminución de costo de produc-ción e impacto ambiental

4

Casa ejidal de: El Rosario, El llano, Eji-do Laguna de Alco-zahue y Cofradía de Morelos, Tecomán

Grupos de pro-ductores de lu-gares citados 53

Manejo y control de

ácaros

Mejorar calidad de la fruta, diminu-ción de costo de producción

4

Centro de acopio La Parota, casa ejidal El Rosario, ejido La-guna de Alcozahue y Cofradía de Morelos

Grupos de pro-ductores de lu-gares citados 47

Monitoreo, manejo y control de

mosca prieta

Controlar brotes de la plaga, costo de producción 1

Casa ejidal Laguna de Alcozahue

Grupo Laguna de Alcozahue y productores ve-cinos

16

Total 43 821

Fuente: Elaboración propia basado en el Informe Final del Programas de Trabajo de los PSP del COEPLIM.

Entre las actividades de los PSP se dio especial énfasis a la de-tección de síntomas de Diaforina y Huanglonbing, que se considera como la amenaza más importante para el cultivo de cítricos (por la enfermedad de HLB) y que se encuentra detectada en el sureste mexicano. Esta enfermedad es altamente destructiva por la rápida muerte de los árboles afectados. Debido a esto, tanto en la asesoría técnica como en la capacitación, se enseña a los productores sobre la dispersión de los vectores, los síntomas de los árboles y de qué manera cooperar con los organismos auxiliares de sanidad.

369

Gestión y puesta en marcha de proyectos de inversión y gestión de créditos

Dentro de la actividad de renovación de plantaciones se busca la eli-minación de huertas en malas condiciones productivas y de más de 10 años de edad, las cuales ya no son rentables por sus bajos rendi-mientos. El PSP debe realizar verificaciones en campo de la situación de las plantaciones, elaborar listas de raya y otros trámites de ges-tión para que los productores reciban el apoyo gubernamental. Para el año 2009 se tenía una meta de 300 hectáreas, las cuales no se pudieron establecer por insuficiencia presupuestal en los programas de apoyo, sólo se logró apoyar a 72 productores y 131 hectáreas.

El programa de renovación de plantaciones del gobierno del es-tado otorga 5,000 pesos por hectárea, que es para la compra de planta certificada con resistencia a ciertas plagas y enfermedades. El productor que decide participar en el programa invierte un aproxi-mado de 11,700 pesos por hectárea (para el derribo, preparación de terreno, trazo y plantación), y durante 2 ó 3 años no tiene ingreso por venta de fruta, dado que la planta está en desarrollo.

Para la adquisición de equipo e infraestructura de riego, a inicios de 2010 el Fideicomiso de Riesgo Compartido (FIRCO, organismo descentralizado de la SAGARPA) lanzó una convocatoria a los pro-ductores agrícolas. Los PSP del COEPLIM diseñaron y gestionaron un proyecto para equipar 95 hectáreas con sistemas de riego por micro aspersión. Los apoyos fueron por un monto de 1.1 millones de pesos, en beneficio de los 12 integrantes del grupo Santa Rosa, del ejido Ruiz Cortines de Tecomán, y los productores tuvieron que invertir un monto similar para el proyecto. Cabe mencionar que al ser los PSP del COEPLIM los que diseñan y gestionan los apoyos, en lugar de las casas comerciales que venden estos equipos, se in-crementa el número de hectáreas beneficiadas, debido a que está muy extendida la práctica de las casas comerciales de incrementar la cantidad de material y equipo, a fin de encarecer el proyecto y aumentar sus ventas. El productor generalmente no objeta esta práctica, debido a que recibe un subsidio gubernamental y apoyo técnico de las empresas de equipos.

La finalidad de los proyectos de gestión de créditos es el de apo-yar a los productores para la adquisición de equipos, implementos, tractores, sistemas de riego, entre otros; además de financiar al-gunas actividades como la poda, compra de insumos y otras inver-siones prescritas en el paquete técnico de la CyAT. Los créditos se realizan a través del fondo de garantía del COEPLIM y el convenio

370

que éste tiene con la Caja Popular 15 de Mayo de Tecomán. Con estos esquemas, en el 2009 se financió con un monto de más de 3 millones de pesos, en beneficio de 237 productores, entre los que se encontraban los productores que participan en el programa de proveedores de calidad. Asimismo, el COEPLIM incrementó el fondo de garantía con 1 millón de pesos más, lo que representa, junto con la aportación de productores, un incremento de 6 millones de pesos en créditos a productores para el siguiente ciclo productivo. Duran-te los últimos 4 años en que se lograron integrar estos fondos y el convenio con la Caja 15 de Mayo se han dispersado un total de 15 millones de pesos en créditos. Hasta el momento no se presentan problemas de consideración en la recuperación de cartera.

Acopio y venta directa de limón a empaques

Esta actividad es resultado del establecimiento de alianzas estraté-gicas, promovidas por la dirigencia del COEPLIM, y que permitieron que en 2009 cinco grupos de productores se convirtieran en provee-dores de limón de calidad a los empaques Grupo Coliman y Liteco. Los empaques pagan un diferencial de precios por un limón prese-leccionado en campo; este diferencial compensa el incremento de costo de producción en campo, que es absorbido por el productor.

En la Figura 1 se observan estas diferencias; sin embargo, cabe resaltar que para los meses con que se cuenta con datos, los empa-ques pagaron en promedio 28 centavos el kilo de limón por arriba de lo pagado por los intermediarios. Esta actividad también beneficia al empaque al bajar sus costos de producción en mano de obra y tiempo de procesamiento, y al aumentar la vida de anaquel de la fruta, con lo que les es posible esperar mejores precios o aumentar su participación de mercado.8

8 Estos argumentos son manejados por los empaques, pero en este trabajo no se presentan estimaciones económicas de este tipo.

371

Figura 1. Diferencias entre entregar a empaque o a intermediarios

Precio pagado al productor, pesos por kilo Costo de producción, pesos por kilo

Fuente: Elaboración propia con información de 10 bitácoras.

Para la realización de esta actividad, los PSP del COEPLIM en el 2007 hicieron una valoración de la capacidad productiva de los predios, con indicadores como buena poda y nutrición, así como buenas prácticas de cosecha. Por su parte, el COEPLIM organizó un centro de acopio para los productores propietarios de estos predios, y se sentaron las bases para la entrega de limón a los empaques, tales como el llenado homogéneo de las cajas, el tamaño del limón a cosechar, la entrega de fruta, forma de pago, entre otros. Una vez logrado el acopio se envió diariamente la fruta a los empaques. Con anterioridad se negoció el precio, condiciones de pago y el apoyo del transporte de la fruta.

Debe mencionarse que esta alianza estratégica entre el COEPLIM y los empaques es de difícil sostenimiento entre los productores. Para estos últimos siempre es una tentación romper sus contratos con los empaques, debido a que los intermediarios, que trabajan coordinadamente entre ellos, elevan momentáneamente el precio que les pagan a los productores sobre todo en los meses de mayor escasez de la fruta. Esto hace que los PSP estén continuamente tra-bajando con los productores para que no incumplan sus convenios con los empaques. En el 2009 estos convenios fueron verbales, des-pués de probar por algunos años que los contratos por escrito eran de difícil sostenimiento.

En este ejercicio se simulan algunos indicadores financieros en un escenario de 9 años a partir de 2009 para UPR con 5 hectáreas propias o ejidales, con un sistema de riego rodado de pozo profundo y que produce 24 ton/ año por hectárea, con un nivel tecnológico medio resultado de la asesoría de los técnicos del COEPLIM. Se tra-ta de “buenos productores” que estimulan floración, realizan una

372

adecuada fertilización, control de plagas y enfermedades; además, se trata de explotaciones en unicultivo, en virtud de que las asocia-ciones con coco cada vez son más escasas. Se levantó información sobre los costos de producción, el ingreso agropecuario y no agro-pecuario, el valor de activos y pasivos, así como el tamaño de la familia; donde el supuesto es que ambos grupos tienen similares costos y sistemas de producción y tecnología.

El ingreso neto es aquel que resulta de restar los costos de pro-ducción a los ingresos totales de la UPR. Como se observa en la Figura 2, existe una diferencia muy importante en el ingreso neto es-perado para las UPR que vende a empaques y a intermediarios. En el caso de los productores que venden a los empaques, tienen ingresos netos positivos y no existe probabilidad de que éstos sean negativos (panel b) para el período futuro simulado. En cambio, para el caso de los productores que venden a intermediarios, aunque la proyección de ingreso es positiva, es posible en 5% de probabilidad de que se observen ingresos netos negativos (en decir, pérdidas de ingreso) a partir de 2011 en adelante, si todas las condiciones no cambian.

Figura 2. Ingreso neto (ingreso menos costos) en efectivo para UPR de limón

Panel a). Productores que trabajan con intermediarios

Panel b). Productores que trabajan con empaques

Fuente: Elaboración propia con datos del COEPLIM.

Si se observan algunos indicadores financieros, como la tasa in-terna de retorno (TIR), valor actual neto (VAN) y beneficio-costo (B/C), son aún más claras las diferencias entre los 2 grupos de pro-ductores. Como se observa en el Cuadro 4, la TIR de los que venden a empaques es mayor en casi 3 puntos porcentuales que la de los que venden a intermediarios; además, por cada peso invertido, los

373

productores que venden a empaques tienen un beneficio de 26 cen-tavos, comparado con los 10 centavos que generan los que venden a intermediarios. El valor actual neto (de ingresos futuros) para el período de análisis es más del doble en los productores que venden a empaques que aquellos que venden a intermediarios.

Cuadro 4. Indicadores financieros de UPR de limón

UPR Tasa Interna de Retorno (TIR)

Beneficio/Costo (B/C)

Valor Actual Neto1/

Vende a intermediarios 0.1188 1.10 142

Vende a empaques 0.1490 1.26 344

1/ En miles de pesos.Fuente: Elaboración propia con datos del COEPLIM.

Como se observa en la Figura 3, el costo de producción y las transferencias (por diesel y electricidad) son las mismas en ambas UPR, pero en cambio el ingreso por limón es diferente. Esta figura muestra cómo el costo de producción más importante del limón es el corte (que absorbe 58% del total), seguido de costo asociado a fertilizantes (15%) y el combustible con 11%.

La ganancia por hectárea de vender a empaques que pagan por calidad diferenciada es de 7,200 pesos, o aproximadamente 28 cen-tavos por kilo. Esto es lo que hace la diferencia entre tener mejores indicadores financieros, y más rentable la UPR entre los productores que venden al empaque, comparado con aquellos que venden a los intermediarios.

374

Figura 3. Ingreso y costos para UPR de 5 hectáreas de limón

Panel a). Productores que trabajan con intermediarios1/

Panel b). Productores que trabajan con empaques 1/

1/ Los datos que aparecen en las graficas están en pesos, y son estimaciones para 2009.

Fuente: Elaboración propia con datos del COEPLIM.

Al estimar el impacto total de los 7,200 pesos adicionales por hectárea como ingreso del productor que vende a los empaques, para el total de hectáreas y productores que participan en esta acti-vidad en el ciclo 2008-2009, así como por PSP del COEPLIM, se tiene un total de 3.3 millones de pesos adicionales por la instrumentación del programa de proveedores de calidad, véase Cuadro 5.

Cuadro 5. Impacto total de programa de integración productiva del COEPLIM

PSP Entregando al empaque Ingreso adicional anual

Ha atendidas por PSP

No. de Productores

Por PSP o suma de ha Por productor

Andrés Morett Zambrano 150 35 1’080,000 30,857

Pedro Luis Cruz Ponce 65 9 468,000 52,000

José Inés Rodríguez Acevedo/Maricela Barba Reynoso

60 8 432,000 54,000

Rubén Michel Alcaraz 190 28 1’368,000 48,857

Total 465 80 3’348,000 41,850

Fuente: Elaboración propia con datos del COEPLIM.

375

Es necesario presentar algunas consideraciones sobre el ejerci-cio. Como se observa en el Cuadro 5, es muy importante el ingreso adicional que perciben los productores; sin embargo, algunos de ellos probablemente no noten estos datos agregados. Varios facto-res determinan esta situación:

Aunque se corta limón todo el año, las ganancias para el pro-• ductor se presentan en sólo una temporada (invierno); en el resto del año, los ingresos más seguramente pagan el compo-nente del costo de producción más elevado: la mano de obra para el corte de la fruta. Esto también los fuerza a adquirir crédito, principalmente para capital de trabajo.El tamaño del predio de estos productores es de 5 hectáreas, • si este tamaño aumenta, es más probable que el productor note estos cambios en el ingreso, pero si es más pequeña, el ingreso adicional es probablemente poco percibido. Esto hace más difícil la participación en este programa para productores con menos de 5 hectáreas. Si el tamaño de la explotación es pequeño (menos de 5 ha) • y/o el nivel de tecnología es menor (y por tanto la calidad de fruta es menor), estos huertos difícilmente podrán participar en el programa de proveedores de calidad. Esto explica el porqué productores con estas características (y que constitu-yen la mayor parte de los citricultores de Colima) no partici-pan en el programa.

Agregado de impactos

A fin de contar con una síntesis de los impactos del programa de trabajo de los técnicos del COEPLIM, se presenta el Cuadro 6. Lo im-portante del mismo no es el número de hectáreas o de productores atendidos (los cuales en ocasiones se trata de los mismos), sino el monto de los impactos económicos por cada actividad del programa de trabajo. Así, destacan los 3.35 millones de pesos que se disper-san entre 80 productores que participan en la actividad de provee-dores de calidad. Asimismo, se gestionó un total de 1.75 millones de pesos para la renovación de plantaciones y para establecer sistemas de riego, lo cual condujo a que los productores hicieran inversiones con recursos propios por un total estimado de 2.6 millones de pe-sos. Finalmente, aunque no menos importante, se gestionaron 3 mi-llones de pesos en créditos para productores en el ciclo productivo 2009-2010. Esto se realizó con un apoyo gubernamental de 440 mil pesos, que cubrió 9 meses de trabajo de 5 PSP del COEPLIM.

376

Cuadro 7. Impacto económico del programa de trabajo de los PSP del COEPLIM, 2009

Programa de trabajo Hectáreas Productores Beneficio

social1/ Apo-yos2/Inversión

de producto-res2/

Monto gestiona-do1/

Asistencia téc-nica y capaci-tación

2,320 821

Proveedores de calidad 465 80 3.35

Renovación de plantaciones 131 72 655.0 1,532.7

Gestión de fi-nanciamiento n.d. 237 3.0

Gestión de proyecto de sistemas de riego

95 12 1,092.5 1,092.5

Total 3,011 1,219 3.35 1,747.5 2,625.2 3.0

1/ En millones de pesos. 2/ En miles de pesos. n.d. no disponible. Fuente: Elaboración propia con datos del COEPLIM.

Conclusiones

Para hacer más rentable el cultivo del limón mexicano y competitiva su cadena agroalimentaria, el COEPLIM ha instrumentado un con-junto de actividades donde asocia a la CyAT e inversiones en proyec-tos específicos con alianzas estratégicas con los empaques de limón. El programa de trabajo de los PSP, que está acorde con las líneas estratégicas de su Plan Rector y tiene al menos 4 años de operación, es novedoso en el estado y rompe con una fuerte tradición de des-confianza y recelo entre los productores primarios del sector social y las empresas empacadoras de frutas tropicales del estado, así como con otros agentes de la cadena. Esta falta de acuerdos es la causa de la popularidad del instrumento de presión de los productores de no realizar cortes ni venta de limón en Colima durante algunos me-ses del año (generalmente en los meses en que se supone que va a estar más caro el limón pagado al productor), para presionar los precios al alza, pero en realidad, estos paros sólo benefician a aque-llos productores que sí están cortando, tanto en Colima como en su competidor más importante, Apatzingán, Michoacán.

Aunque este proyecto de proveedores de calidad puede consi-derarse como un piloto (y por tanto aún debe trabajarse para su continuidad), éste se complementa con otras acciones de gestión organizativa, de apoyos para inversiones y financiera y de CyAT para

377

los 1,200 productores organizados en el Consejo Estatal. Es claro que con el liderazgo de este Consejo de productores y la sinergia creada entre programas de fomento, es posible impactar económi-camente entre los productores; así como sentar las bases para el desarrollo de sus capacidades, elementos de crucial importancia en un ambiente difícil para los agronegocios, sobre todo si se trata de productores del sector social.

En este sentido, los tomadores de decisiones pueden considerar el ejemplo de este consejo en la operación de programas tales como SOPORTE, o en apoyo a Activos Productivos y de toda la política de fomento al sector agropecuario, así como en la conformación de las organizaciones gremiales de los productores.

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PRODUCCIÓN TECNIFICADA DE FLORES TROPICALES DE CORTE: HELICONIAS

BAJO RIEGO Y ACOLCHADO

Obdulia Baltazar Bernal1 Sandra de J. Hernández Natarén2

Jesús Zavala Ruiz3

Resumen

El artículo presenta los resultados de una investigación en produc-ción de flores de corte de Heliconia psittacorum, L.f ‘Anadromeda’, H. stricta ‘Las Cruces’ y H. wagneriana ‘Rainbow’ bajo acolchado y riego por goteo. El experimento se desarrolló en el campo experi-mental del campus Córdoba, del Colegio de Postgraduados. Se mi-dieron tres variables: altura de planta, producción de tallos vegeta-tivos y tallos florales. En H. psittacorum se encontraron diferencias muy significativas con el uso de acolchado y riego por goteo en la altura de planta: de 85 cm vs 50 cm sin acolchado y sin riego, y en el número de tallos vegetativos (9) y florales (2) en acolchado y riego contra 6 y 1, sin acolchado ni riego. En cambio, en H. stricta y H. wagneriana, aun después de 10 meses de establecido el cultivo, no se observaron diferencias significativas.

1 Ph.D. Profesora Investigadora. Colegio de Postgraduados. Campus Córdoba, Pro-grama de Floricultura Tropical. [email protected]

2 Q. A. Profesional de Investigación. Colegio de Postgraduados. Campus Córdoba, [email protected]

3 Dr. Profesor Investigador. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Escuela de Agrohidráulica. [email protected]

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Introducción

La producción agrícola es el cultivo de especies vegetales para el aprovechamiento humano, con fines alimenticios, económicos u otros, por ejemplo, la producción de granos, semillas, frutos, hor-talizas y plantas de ornato. Las especies de flores tropicales como las heliconias están incrementando su aceptación en el mercado nacional e internacional (Baltazar y Figueroa, 2009, p. 6), debido a sus colores exóticos y a sus exuberantes formas de belleza incom-parable (Berry and Kress, 1991, p. 17). Actualmente, el cultivo de flores está ganando importancia en las regiones tropicales como alternativa económica, debido a la caída de los precios del café y la caña de azúcar, además de otros factores. La producción de traspa-tio de flores se está convirtiendo en una producción comercial con superficies que van de 0.5 a 3 hectáreas por productor (Baltazar y Figueroa, 2009, p. 13). Sin embargo, existen desafíos por resolver para incrementar la calidad y el volumen de producción de tal forma que se fortalezca el mercado. Por ejemplo, ¿cuál es la producción potencial comercial del cultivo de heliconias?, ya que no existen es-tadísticas al respecto en la región ni (?) en México. A diferencia de los cultivos tradicionales en que se mide en unidades de peso por ha, en los cultivos ornamentales se mide de otra forma. Por ejem-plo, en rosas se mide en tallos o bonches (de 12, 25 ó 144 tallos) por hectárea por año y para heliconias se ha reportado como núme-ro de tallos/m2 y número de tallos/planta.

En la producción de heliconias se reportó que para H. psittacorum ‘Andrómeda’ fue de 160 tallos florales por m2 por año en campo para el segundo año de producción, y para invernadero se reportaron 175 tallos florales/m2 por año. Para H. psittacorum ‘Golden Torch’, fue de 84 tallos florales/m2 por año en campo, en el sur de Florida (Crilley y Broschat, 1992, p. 31-32). Pérez de León (2002, p. 36-37) estimó que la primera cosecha de H. wagneriana, a los 8 meses después de plantada produjo un rendimiento 6.5 flores/planta/año. En cua-tro cultivares de H. psittacorum (‘Choconiana’, ‘Parakeet’, ‘Sassy’ y ‘Golden Torch’) establecidos en invernadero se observaron gran-des diferencias en el número total de flores producidas. Los cultiva-res más productivos fueron ‘Choconiana’ (45.3 flores/m2) y ‘Sassy’ (40.9 flores/m2) y los menores fueron ‘Parakeet’ con 19.8 flores/m2 y ‘Golden Torch’ con 7.1 flores/m2 (Cid et al., 2003, p. 507-508). En otro estudio sobre la producción de H. orthotricha se encontró que el rendimiento durante el primer año de producción del cultivar ‘Eden Pink’ fue de 6.6 tallos/m2, para ‘Candy Cane’ y ‘Macas Pink’ fue de

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8.9 tallos/m2 y para ‘Garden of Eden’ de 9.4 tallos/m2 (Criley et al., 2003, p. 207).

La problemática de la cadena productiva del cultivo de las helico-nias como flor de corte en México está relacionada con la calidad de la flor, el manejo postcosecha, el manejo del cultivo y la producción, donde hay todavía mucho que investigar. Se ha encontrado que hay baja calidad y volumen de producción insuficiente para crear un fuerte mercado nacional y participar en el mercado mundial. El ob-jetivo de este trabajo fue introducir tecnología como el riego por go-teo y el acolchado como un primer paso para elevar la producción a un nivel económicamente redituable en tres cultivares de heliconias como flor de corte.

Materiales y Métodos

El experimento se realizó en el campo experimental del Campus Córdoba del Colegio de Postgraduados (Coordenadas: 18° 51’ lati-tud norte y 96° 55’ longitud oeste). Se establecieron plantas com-pletamente desarrolladas de Heliconia psittacorum L.f ‘Anadromeda’ (especie de porte bajo) y H. stricta ‘Las Cruces’ y H. wagneriana ‘Rainbow’ (especies de porte medio) el 16 de julio de 2009 (semana 29). El tratamiento consistió en un paquete básico de tecnificación: riego por goteo y acolchado color blanco y el testigo fue sin riego y sin acolchado. Se trasplantaron las plantas de H. psittacorum a 1.8 m entre surcos y 1.10 m entre plantas (5,050 plantas/ha). Para H. stricta y H. wagneriana, la distancia entre surcos fue de 3.6 m y entre plantas de 1.5 m (1,850 plantas/ha).

Se midieron tres variables: altura de planta, producción de tallos vegetativos y producción de tallos florales. En H. psittacorum, la frecuencia de muestreo fue semanal desde las diez semanas (se-mana 39 de 2009, 23 de septiembre) después de establecido el experimento y hasta la semana 22 de 2010 (26 de mayo) y en las otras dos especies de heliconias fue a partir de la semana 43 (20 de octubre de 2009) y hasta la semana 20 de 2010 (12 de mayo) porque presentan un desarrollo productivo más lento. Actualmente se sigue evaluando el experimento.

Resultados y Discusión

La altura de la planta de Heliconia psittacorum fue estadísticamente significativa (p<0.05) en casi todas las semanas evaluadas. Esta es-pecie bajo el tratamiento obtuvo casi el doble en altura de planta, en

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50% de las semanas evaluadas. Además, 95% de los tallos florales rebasaron los 60 cm de altura, considerada como la mínima altura comercial. Sin embargo, las plantas desarrolladas como testigo no alcanzaron la altura comercial (Cuadro 1).

En la producción de tallos vegetativos también hubo diferencias significativas (p<0.05) entre el tratamiento tecnificado y el testigo. Se obtuvo un aumento bastante considerable en el número de tallos vegetativos producidos: se duplicó después de la semana 48 del año 2009 y en la semana 8 del año 2010 se triplicó, ambos respecto al testigo.

La producción de flores también mostró diferencias significati-vas (p<0.05) en 76% de las semanas evaluadas. Además, hubo un adelanto de dos semanas en el inicio de la cosecha en las plantas establecidas bajo tecnificación. A partir de la semana 44 se duplicó el número de tallos florales respecto al testigo. El período de frío de noviembre a enero ocasionó que la producción en el testigo se mantuviera estable hasta la primera semana de febrero. En el tra-tamiento tecnificado hubo una disminución de más del 50% dentro de las semanas 2, 3 y 4 de 2010 comparada respecto a las ocho semanas anteriores (noviembre y diciembre). En H. psittacorum se obtuvieron 50 tallos/m2 en los primeros seis meses de producción tecnificada. Considerando que H. psittacorum seguirá aumentando su producción, la tendencia indica que al final del primer año la producción sobrepasará los 100 tallos/m2 y que para el final del se-gundo año, presumiblemente, la producción será comparable con lo reportado por Crilley y Broschat (1992, p. 31-32) en Florida.

Los cultivos de Heliconia stricta y H. wagneriana no presentaron diferencias significativas en la altura de planta, ni en el número de tallos vegetativos bajo tecnificación y sin ella. El número de tallos florales en éstas fue de dos a tres flores por planta, sólo en 20% de las plantas. La altura del tallo floral osciló entre los 60 cm y 1 m, que es menor a la altura comercial de 1.20 m. (Cuadros 2 y 3).

En H. stricta la cosecha de los tallos florales inició en la semana 6 de 2010 y en H. wagneriana en la semana 3 de 2010. La escasa floración y el bajo porte de tallos producidos tiene dos posibles ex-plicaciones complementarias: que el cultivo fue establecido tarde por lo que no alcanzó el inicio del ciclo de floración (que es de 8 meses), ni el desarrollo suficiente en el primer ciclo y la planta sufrió un letargo estacional por las bajas temperaturas y lo prolongado del período de frío en el invierno de 2009-2010. Por ello, la recomen-dación práctica inmediata sería establecer el cultivo a más tardar a principios de mayo.

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Los datos presentados son los resultados preliminares del expe-rimento multianual de producción.

Conclusiones

En Heliconia psittacorum se considera que es técnicamente factible establecer una plantación comercial tecnificada que iniciara la pro-ducción comercial a los tres meses de establecida porque 95% de los tallos florales alcanzó la altura comercial de 60 cm.

En H. stricta y H. wagneriana no hubo respuesta al riego por goteo y acolchado, posiblemente porque se estableció tarde el cultivo.

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Bibliografía

Baltazar-Bernal, O. y Figueroa-Rodríguez, K. A. 2009. Flores que atrapan tu mirada: Vida de florero de ornamentales tropicales de la zona centro del estado de Veracruz. Colegio de Postgraduados, Montecillo, Texcoco, México.

Berry, F. and Kress, W. J. 1991. Heliconia: an identification guide. Smithsonian Ins-titution Press. Washington and London.

Broschat, T. K. and H. M. Doselman. 1984. ‘Andromeda’ and ‘Golden Torch’ Helico-nias. HortScience. 19(5), pp. 736-737.

Cid, M. C. Díaz, M. A. Mansito, P. y Pérez, M. L. 2003) “Producción de Heliconias en Canarias: Influencia de las condiciones climáticas”. Actas de Horticultura, 39(10), pp. 507-508.

Crilley, R. A., and T. K. Broschat. 1992. “Heliconia: Botany and horticulture of a new floral crop”, en Janick, J. (Ed.). Horticultural Reviews, John Wiley & Sons, New York. (14) pp. 1-55.

Criley, R. A. Uchida, J. Y. and Fu, Z. Q. 2003. “Productivity and periodicity of flowering in Heliconia orthotricha cultivars”, en Blom, T.; Criley, R. (Ed.). Elegant science in floriculture, a proceedings of the XXVI International Horticultural Congress, Toronto, Canada, 11/17 August, 2002. Acta Horticulturae (624) pp. 207-212.

Pérez de León, Z. 2002. Factibilidad para Producir y Exportar Heliconias (Heliconia sp.) en la finca La Pasadita, Cobán, Guatemala. Proyecto Especial del Progra-ma de Ingeniero Agrónomo, Zamorano, Honduras.