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    EL REFLEJO

    DE

    LO TRGICO.

    NOTA SOBRE

    l ANTGONA

    DE

    KIERKEGAARD

    Dara Gonzlez

    Una lectura del ensayo de

    SS Sren

    Kierkegaard sobre Antgona

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    1 8

    D Rlo GONZLEZ

    mediante ilimitada escicin3. El sujeto kierkegaardiano no deja

    de operar en funcin de una segunda inmediatez a la que da

    forma precisamente en

    laJe:

    la distancia presupuesta por la fe es

    infinita pero salvable infinitamente salvable. Aun cuando hay

    separacin desgarramiento distancia la necesidad que los go

    bierna no es un principio fatdico. No es el elemento trgico en

    definitiva el que se constituye en clave de una hermenutica de la

    existencia. A diferencia de lo que sucede en los autores mencio

    nados la tragedia no es vista por Kierkegaard a la luz de una fi

    lologa que fuese a su vez trgica. En Kierkegaard lo trgico

    es ledo desde otro lugar y sa parece ser justamente la condicin

    de lo que aqu

    se

    denomina lo trgico moderno. Y sin embargo

    su lectura no es estrictamente moderna. Es cierto que en el

    momento en que Kierkegaard se aparta de l tragedia en sentido

    griego -veremos la importancia que este punto de desvo tiene

    en su recreacin de Antgona- impide tambin que la tragedia

    genere e imponga su propia filologa sus propios cnones de

    lectura. Pero esto significa al mismo tiempo localizar el ncleo

    irreductible de lo trgico afirmar un cierto sentido de lo trgico

    como aquello que puede a lo sumo proyectar sus reflejos sobre

    la consciencia moderna sin confundirse con ella. El ttulo del en

    sayo de Kierkegaard nos permite de esta manera formular una

    hiptesis de trabajo que ser preciso desarrollar y confrontar con

    el texto mismo: hay un

    reflejo

    de lo trgico antiguo que no se

    identifica con el mero pasaje a la reflexin entendida sta como

    rasgo caracterstico de la modernidad.

    Cul es en particular el valor que Antgona puede revestir en

    relacin a esta tentativa de leer la tragedia griega desde fuera de

    la tragedia griega? Y si lo que hay en juego es otra hermenutica

    otro canon de lectura qu es lo que esa hermenutica le debe al

    ejemplo de Antgona qu es lo que puede extraer de l? Una vez

    constatada la diferencia entre la posicin de Kierkegaard y la

    3 bid. Notas sobre Edipo p.141.

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    EL

    REFLEJO DE LO TRGI O

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    del pensamiento trgico en efecto es sorprendente la proximidad

    que ciertos puntos particulares

    de

    esta lectura de Antgona guar

    dan con respecto a las proposiciones de una lectura trgica. Su

    puesto que el propsito de Kierkegaard no sea solamente el de

    trazar una distincin entre la tragedia antigua y la moderna sino

    ms precisamente hacer de algn modo visible el reflejo de

    aqulla en sta cabe presumir que la tragedia griega tiene todava

    algo que decir a la modernidad o que al menos la distincin

    misma entre lo antiguo y lo moderno podra ser redefinida en

    funcin

    de

    una cierta interpretacin de lo trgico. En este ltimo

    aspecto evidentemente Kierkegaard no se encuentra tan lejos de

    aquello que subyace

    l

    pensamiento trgico contemporneo:

    una

    crtica

    de la

    modernidad fundada en

    la

    revisin de los criterios

    de

    diferenciacin

    de lo

    moderno con respecto a lo antiguo

    El

    desvo que Kierkegaard opera con respecto a lo trgico antiguo

    responde de hecho a un gesto crtico y no simplemente a un

    inters histrico-descriptivo. No se trata slo de apartarse de lo

    antiguo segn el movimiento de la historia universal sino de

    volver a decidir

    en qu momento debe producirse el desvo asu

    miendo a partir de esa decisin una posicin esencialmente pol

    mica respecto de la modernidad misma.

    A primera vista cabra pensar que el resultado de este desvo

    no es ms que una

    variacin

    del mito tradicional de Antgona tal

    como es presentado en la tragedia de Sfocles.

    La estirpe de Lbdaco es pues objeto del encono de los dioses

    encolerizados. Edipo ha matado a la esfinge liberado a Tebas; Edipo

    ha asesinado a su padre y se ha casado con su madre y Antgona es el

    fruto de ese matrimonio. As son las cosas en la tragedia griega. Aqu

    me aparto. Para

    m

    todo sucede del mismo modo y sin embargo todo

    es diferente. Todos saben que Edipo h matado a la esfinge h

    liberado a Tebas y l vive respetado y admirado feliz en su matrimonio

    con y ocasta. Lo dems permanece oculto a los ojos de los hombres

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    DARO GONZLEZ

    ... ).Slo

    ntgona

    lo sabe 153)4. Doy por supuesto que Edipo

    h

    muerto. Antgona tena ya conocimiento de este secreto mientras l

    viva, pero no haba tenido el valor de confiarse al padre. Con la muerte

    del padre, se ve privada de la nica salida que le permitira librarse de

    su secreto. . .) Hay una cosa, sin embargo, que ignora: si el padre mis

    mo lo saba o no 159). Por lo dems, Antgona se ha enamorado, ..)

    est enamorada a muerte 160). Claro que mi Antgona no es una

    muchacha corriente, y por eso su dote es tambin extraordinaria: es su

    dolor. No puede pertenecer a ningn hombre sin esa dote 161). Su

    dolor

    h

    crecido ahora en virtud de su amor y del sufrimiento com

    partido con aquel a quien ama. Slo en la muerte puede encontrar paz;

    as, su vida est consagrada a la pena, y ha puesto, como si dijramos,

    un lmite, una barrera contra la desgracia que quiz fatalmente se habra

    propagado en la generacin siguiente. Slo en el instante de su muerte

    puede confesar la sinceridad de su amor, slo confesar que pertenece a

    su amado en el instante en que no le pertenece 162).

    Si supusisemos que para Kierkegaard todo consiste en el

    intento de apartarse de la versin griega de Antgona y del uni

    verso de pensamiento que la determina, de hecho, resultara fcil

    interpretar ese intento segn procedimientos que, en general, el

    texto parece autorizar:

    1

    entender la variacin kierkegaardiana

    de la

    Antgona

    griega fundamentalmente como un

    juego,

    un gra

    tuito ejercicio de re-escritura que podra ser valorado al margen

    de toda intencin exterior

    al

    juego mismo, de modo que incluso

    las intenciones reveladas por el autor seran simples pretextos o

    justificaciones;

    2

    subordinar totalmente ese juego

    al

    propsito de

    una confesin literaria de contenidos autobiogrficos

    5

    , confesin

    tanto ms efectiva en la medida en que, desde cualquier otro

    4. Los nmeros entre parntesis indican la paginacin correspondiente al

    primer volumen de

    Enten-Elleren

    la citada edicin danesa

    SKS2),

    de la que he

    traducido directamente las citas.

    5. Mortalemente enamorada, la Antgona de Kierkegaard debe renun

    ciar a Hemn del mismo modo en que Kierkegaard debe romper su compro

    miso con Regina Olsen, supuestamente en atencin a la melancola y al oscuro

    pasado del padre. Cfr.

    S ren KierkegaardsPapirer;

    Copenhague, Gyldendal,

    1968-78; IV A 107.

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    EL

    REFLEJO

    E LO

    TRGICO

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    punto de vista, la variacin parece ser completamente arbitraria;

    3

    suponer que Kierkegaard, situado frente a un testimonio de lo

    trgico antiguo,

    no

    hace otra cosa que asumir aqu

    la posicin de

    la modernidad por considerar que sta supera la evolucin

    anterior, trasladando el mito de Antgona, como entenda hacerlo

    tambin Ballanche en

    su

    propia versin, al seno de las creencias

    modernas6, en una suerte de apropiacin cristiana de

    un

    valor

    cultural clsico; 4) concebir la variacin kierkegaardiana de An

    tgona en base a otra variacin, una tmida variacin especulativa

    de las categoras que

    Hegel

    aplica en su interpretacin del mismo

    fenmeno. Hay algo de verdad en cada una de estas orientacio

    nes. Reducirse a ellas sera, sin embargo, renunciar a una tarea

    no

    menos importante: indicar

    qu

    es exactamente aquello con lo que

    Kierkegaard juega o parece jugar en este ensayo, cul es la di

    mensin de lo trgico que su variacin pone en juego, en qu

    momento preciso de la descripcin de la tragedia antigua debe

    Kierkegaard apartarse.

    Es cierto que la intencin de Kierkegaard es aqu demasiado

    explcita como para poder ser pasada por alto. Lo que el autor

    busca es introducir de lleno en la tragedia aquello que el drama

    griego, a causa de su propia falta de reflexin, conoci slo

    veladamente, a saber, el dolor. La propia necesidad de su destino

    habra dispensado al antiguo hroe trgico de un sentido pleno del

    dolor. Y a en este punto se advierte lo que parece ser la dife

    rencia entre la antigedad y la modernidad de lo trgico, fun

    dada en una diversa interpretacin de la culpa: en la tragedia

    ~ n t i g u la pena es ms profunda, el dolor es menor; en la mo

    derna, el dolor es mayor, la pena es menor. La pena contiene

    siempre en s algo ms de

    substancial

    que el dolor. El dolor in

    dica siempre una

    reflexin

    sobre el sufrimiento, algo que la pena

    desconoce 147; las cursivas son mas). Se trata, entonces, de

    tomar la Antgona clsica, hija de la pena, y proporcionarle la

    6. BALANCHE, Pierre-Simon,

    (Euvres;

    Paris,1830, t. 1,

    p.

    43.

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    D RO GONZLEZ

    dote del dolor 152), colocar el fruto de la pena en la bandeja

    del dolor 155).

    a

    Antgona

    de

    Kierkegaard sera, por lo tanto,

    una Antgona ms reflexiva que la antigua, capaz de recapacitar

    sobre su sufrimiento, una Antgona elevada por encima de la

    substancialidad de su sufrimiento. Pero el hecho de que se hable

    aqu en trminos de substancialidad

    y reflexin puede llevar

    a malentendidos. De hecho, en la medida en que la reflexin es a

    menudo indicada como caracterstica de una etapa ms avanzada

    de la evolucin del espritu en relacin a la mera substancialidad,

    podra parecer que se trata aqu, una vez ms, de establecer sola-

    mente la distincin entre lo antiguo y lo moderno o la modalidad

    de la transicin de lo uno a lo otro, esbozando a tal efecto las

    condiciones compositivas de una

    ntgona

    estrictamente mo-

    derna. En la medida en que el dolor es ahora el rasgo que la

    define, podra pensarse que esta

    ntgona

    es slo un ejemplo de

    la heroicidad adecuada a nuestra poca, una poca que, en

    comparacin con la griega, es ms melanclica

    y,

    por lo tanto,

    ms profundamente desesperada 141). Este malentendido se

    disipa, sin embargo, tan pronto como se observa el rol especfico

    que la reflexin desempea en relacin a la substancialidad

    de la pena en la

    ntgona

    de Kierkegaard.

    Lo primero que debe notarse a este respecto es que la distin-

    cin entre lo substancial

    y lo reflexivo se sita en el cruce de

    diversos ejes problemticos. Partiendo de la observacin aristo-

    tlica que hace de la otaVO a razonamiento, discurso) y del 1 80s

    carcter) las fuentes principales de la accin trgica, Kierkegaard

    recuerda que tambin para Aristteles la cuestin principal es el

    TEf...OS el fin de la accin, puesto que lo caracterstico de la tra-

    gedia griega es que la accin

    no

    procede solamente del carcter,

    que la accin no es subjetivamente reflexionada

    [reflekteret]

    de

    manera suficiente, sino que la accin misma tiene un relativo

    ingrediente de pasividad 142). All recurre Kierkegaard al con-

    cepto de substancialidad: El mundo antiguo no contaba con la

    subjetividad reflexionada

    [reflekteret]

    en s misma. Si bien el

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    EL REFLEJO DE LO TRGICO

    113

    individuo

    se

    mova libremente, reposaQa sin embargo sobre deter

    minaciones substanciales, sobre el estado, la familia, la estirpe

    143). El comentario crtico a los Escritos de S Jren Kierkegaard

    refiere acertadamente la aplicacin kierkegaardiana del trmino

    substancialidad

    al

    principio de la Filosofa del Derecho hege

    liana segn el cual el individuo, alejado de la familia, del estado y

    de la estirpe, pierde su substancialidad, y que el individuo

    puede ser persona substancial slo en el estad0

    7

    . El mismo

    esquema determina ya las clebres referencias a

    Antgona

    en la

    Fenomenologa del espritu de Hegel, contenidas precisamente en

    la seccin correspondiente a la eticidad8. Este es uno de los

    ejes problemticos que Kierkegaard parece tener en cuenta, desde

    el momento en que ntgona ejemplifica la cuestin de la

    relacin entre el individuo y el estado, por una parte, y entre el

    individuo y la estirpe, por otra.

    Tratndose tambin aqu de un principio de substancialidad

    opuesto al

    de la subjetividad reflexiva o reflexionada, conven

    dra prestar atencin, sin embargo, al uso que el propio Kierke

    gaard hace de estos trminos en el contexto

    de

    O lo uno o lo otro.

    Para comenzar, el primero de los estadios erticos inmediatos

    descriptos por Kierkegaard se caracteriza por un estar aprisio

    nado en un anhelo substancial comparable a la vida vegetativa

    86),

    mientras que el pasaje

    al

    segundo estadio supone que el

    deseo es arrancado de su reposo substancial en s mismo y que

    su objeto deja de caer bajo la determinacin de la substancia

    lidad 85, 86); luego, refirindose a la pera, se dice que en sta

    encuentra su expresin la pasin irreflexionada, substancial

    [ureflekterede, substantielle] 120); as, la angustia que hay en el

    Don Juan

    no es una angustia subjetivamente reflexionada en l,

    sino substancial 131). La nocin de substancialidad parece

    7. Kommentarer

    tU

    Enten-Eller; SKS,

    K2-3, 149; cfr. HEGEL, G.W.F.,

    Jubilaumsausgabe,

    Stuttgart,1964; vol. 7, p. 343, ss.

    8

    HEGEL,

    G.W.F.,Phiinomenologie des Geistes, Jubilaumsausgabe,

    vol.

    2,

    p

    340 ss.

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    D Rlo

    GONZLEZ

    aludir aqu a la condicin de inmanencia del deseo, a la indis-

    tincin entre lo objetivo y lo subjetivo indistincin tambin, por

    lo tanto, entre el deseo y su objeto).

    El problema planteado en estos pasajes de

    O lo uno o lo otro

    es, en definitiva, el problema esttico concerniente a la posibi-

    lidad de una representacin de lo substancial puro, la posibilidad

    de una expresin de aquello que se cierra a

    la

    reflexin. Esto se

    hace particularmente evidente

    n

    el ciclo de escritos al que

    pertenece el ensayo sobre

    Antgona

    y en los que la categora de

    la pena viene a sealar el lmite de la representacin artstica:

    Con ello no se negar en modo alguno que la pena pueda ser

    expresada artsticamente, sino que, para decirlo propiamente,

    llega un punto

    en el que es esencial plantear una contradiccin

    entre lo interior y lo exterior, la cual hace que la expresin de

    aqulla sea imposible para el arte 167, las cursivas son mas).

    El punto al que Kierkegaard alude en ese contexto es aquel en

    el que la pena se encuentra con la reflexin: la pena reflexiva

    [reflecterede Sorg] o reflexionante en oposicin a la pena inme-

    diata 167, ss) . Y esta oposicin es

    l

    mismo tiempo un dilema:

    en tanto que reflexiva, la pena no puede encontrar su objeto 176,

    185), lo ha perdido en la medida en que lo propio de la reflexin

    es buscarlo incansablemente; en tanto que inmediata, en cam-

    bio, la pena es indiscernible con respecto a su objeto.

    Es claro que el uso del trmino substancialidad en un regis-

    tro esttico

    no

    es, de todos modos, extrao

    l

    lenguaje de Hegel.

    De acuerdo l anlisis hegeliano, encontramos en el arte dram-

    tico la objetividad del epos unida en s l principio subjetivo

    de la lrica9; esto implica que la entera composicin y su

    ejecucin enfatiza por una parte lo substancial en los fines, con-

    flictos y caracteres, y hace por otra parte que la interioridad sub-

    jetiva, que la particularidad sea el punto centrallO. La relativa

    9. HEGEL,G.W.F.: Vorlesungen ber die Aesthetik I/I; Jubiliiums-

    ausgabe vol. 14, p. 479 .

    10 Ibid. 540.

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    EL

    REFLEJO DE LO TRGI O 115

    acentuacin de uno u otro de estos elementos estructurales le

    permita a Hegel explicar no slo la distribucin de los gneros

    de la poesa pico, lrico, dramtico), sino tambin la diferen-

    cia entre el arte dramtico antiguo y el moderno. Esta es, en

    efecto, una segunda vertiente de sentido que debe ser especial-

    mente tenida en cuenta, pues es a partir de all que Kierkegaard

    puede intentar esclarecer su propia posicin.

    Antes de continuar con el examen de dicha posicin, sin em-

    bargo, y sin hacer ningn tipo de concesin

    l

    gnero ya tradicio-

    nal de las comparaciones eruditas entre el hegelianismo y el

    pensamiento kierkegaardiano, conviene indicar en qu punto en

    particular se concentra el inters terico de Kierkegaard. Hemos

    observado aqu, por lo pronto, dos aplicaciones coherentes de la

    nocin de substancialidad en Hegel: lo substancial de la moral,

    en la Filosofa del derecho y en la Fenomenologa y lo substan-

    cial como contenido del

    epas

    en la

    Esttica.

    Tratndose de con-

    ceptos estrictamente ligados l mtodo hegeliano, no es sorpren-

    dente que los conceptos de substancialidad y de subjetividad

    encuentren aplicacin en diferentes puntos del sistema, sin que

    uno deba prevalecer sobre el otro. Ahora bien, es evidente que

    Kierkegaard tiende a separar aquellas dos aplicaciones. Kierke-

    gaard podra admitir fcilmente la idea de una confrontacin entre

    la substancialidad pica y la reflexin subjetiva como carcter

    estructural de la representacin dramtica. Lo que ya no puede

    decirse a partir de Kierkegaard, en cambio, es que esa confron-

    tacin corresponda l mismo tiempo a una dialctica totalmente

    determinada por una consideracin de orden

    tico tal como la

    que se desarrolla en la Filosofa del derecho o en la Fenome-

    nologa

    y que el drama griego

    se

    limite a expresar o ejemplificar

    dicha consideracin. Como veremos, lo que est aqu en juego

    para Kieikegaard es el

    carcter no exclusivamente tico

    de lo

    trgico. De esto no puede caber duda alguna tras una lectura

    atenta del ensayo sobre Antgona. Precisamente por esta razn,

    Kierkegaard parece abrigar en cambio ciertas esperanzas en lo

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    6

    DARO GON7LEZ

    que respecta a una consideracin esttica del problema en tr

    minos derivados del hegelianismo. Claro que a medida que cre

    cen las expectativas depositadas en el problema esttico se altera

    el sentido que la esttica misma reviste para Hegel. Breves

    alusiones contenidas

    en

    los

    Papeles

    de Kierkegaard confirman

    en un orden ms general la existencia de tales expectativas

    indicando al mismo tiempo la particular intencin a la que res

    ponden. Por ejemplo: Una observacin en aporte a la cuestin

    de la relacin entre la filosofa y la realidad segn la opinin de

    Hegel ya que a menudo se capta mejor a Hegel en las declara

    ciones que hace incidentalmente se encuentra en la

    Esttica,

    3

    D

    p. 24311. La sentencia de Hegel a la que se alude y que en rigor

    no tiene mucho de incidental- es indudablemente la siguiente:

    El pensamiento es slo una reconciliacin de lo verdadero con la

    realidad efectiva en el pensamiento; la creacin y la figuracin

    potica en cambio una reconciliacin en la forma si bien slo

    mentalmente representada

    de la apariencia real misma 12.

    Para

    Hegel tanto la filosofa como el arte expresan una suerte de

    reconciliacin de lo real con lo verdadero si bien es la filosofa la

    que provee la reconciliacin autntica. Ya en Sobre el concepto

    de irona, Kierkegaard discuta la idea de una reconciliacin est

    tica puesto que a travs de sta no tiene lugar ninguna transubs

    tanciacin de la realidad dada 13 . Lo que a Kierkegaard le inte

    resa defender a partir de aquel pasaje de la

    Esttica,

    por lo tanto

    no

    es el principio de la reconciliacin esttica como tal sino ms

    bien el hecho de que sta

    no

    sea inmanente

    al

    pensar y que

    no

    posea entonces pretensin alguna de definitividad. De esta ma

    nera el uso que Kierkegaard hace de lo esttico es inverso al que

    hace Hegel en su sistema: lo esttico est destinado a sealar en

    Kierkegaard no ya una reconciliacin sino una contradiccin

    11. Sr/Jren

    ierkegaards

    Papirer, ed. cit. III

    e

    31 p. 269; diciembre 6

    de 1841.

    12. HEGEL G.W.F. vol. cit.,

    p

    243.

    13

    S S

    1,331.

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    EL

    REFLEJO DE LO

    TRGICO

    117

    fundamental de la que el pensar

    no

    puede hacerse cargo. Kierke

    gaard hace en este registro, en definitiva, un uso

    negativo

    de las

    categoras estticas.

    Hecha esta aclaracin general, podemos ahora volver a con

    siderar el sentido que las nociones de substancialidad y refle

    xin adquieren en este ensayo de Kierkegaard. Anotaciones

    personales cronolgicamente prximas a la redaccin de O lo uno

    o lo otro confirman que Kierkegaard haba prestado especial

    atencin a los pasajes de la

    Esttica

    hegeliana en los que se hace

    referencia, por ejemplo, a la funcin del coro, el monlogo y el

    dilogo en el drama antiguo

    l4

    :

    el coro justamente, frente a los

    caracteres individuales y a su lucha interna y externa, expresa la

    mentalidad y las percepciones generales de modo que se vuelve

    tan pronto hacia la substancialidad de las sentencias picas como

    hacia el mpetu de la lrica; el dilogo, por

    su

    parte, es la forma

    dramtica completa, y slo en l pueden los individuos ac

    tuantes expresarse unos a otros su carcter y su fin tanto desde el

    lado de su particularidad como en atencina lo substancial de su

    pathos, y de ese modo llevar adelante la accin en un movimiento

    ms real. En el dilogo puede asimismo diferenciarse, a su vez, la

    expresin de un pathos subjetivo y objetivo15. Kierkegaard ra

    zona en los mismos trminos: La tragedia antigua .. ) no ha

    desarrollado tampoco el dilogo hasta tal grado de reflexin

    exhaustiva como para que todo

    se

    vuelque en l 142,143). En la

    moderna, el pensamiento se hace transparente en el dilogo

    146). La tragedia moderna es, por lo tanto, ms subjetivamente

    reflexiva. Gracias al dilogo, el pathos substancial puede ex

    presarse, y en esa expresin

    se

    diferencian el pathos objetivo y el

    pathos subjetivo. Teniendo siempre en mente la diversa consti-

    14 C f r S ~ r e n Kierkegaards Papirer III e 34,

    p. 27l

    15. HEGEL

    G.W.F.,

    ibid. p.

    498, 499. Traduzco aqu por mentalidad el

    alemn Gesinnung, sin olvidar que ste es el trmino del que Hegel se vale

    para traducir el griego Ota.Vota. en su cita del pasaje de la

    Potica

    de Aris

    tteles referido a las dos fuentes de la accin.

  • 7/21/2019 PD_39_06

    12/29

    8

    D Ra

    GON LEZ

    tucin de la culpa trgica en la antigedad y en la modernidad,

    Kierkegaard puede aplicar estas consideraciones estticas al

    formular su propio dictamen crtico respecto del drama moderno:

    Se trata seguramente

    de

    una falsa interpretacin de lo trgico, por

    lo tanto, cuando nuestra poca se esfuerza por hacer que todo lo fatdico

    se transubstancialice en individualidad y subjetividad. No se quiere

    saber

    ni

    decir nada sobre el pasado del hroe, se le carga su vida entera

    sobre sus espaldas como

    si

    fuese

    su

    propia obra, se lo hace responsable

    de todo; de ese modo, sin embargo, su culpa esttica se convierte en una

    culpa tica. El hroe trgico pasa as a ser malvado, el mal pasa a ser

    propiamente el objeto trgico, pero sin que el mal tenga inters esttico

    alguno sin que el pecado sea un elemento esttico 144).

    Podra parecer que lo que Kierkegaard critica en este pasaje es

    en primer lugar la preponderancia de lo individual y su aleja

    miento con respecto a la substancialidad moral. En la tragedia,

    por cierto, la culpa original, lo mismo que el pecado original, es

    una determinacin substancial, y ese algo substancial hace justa

    mente que la pena sea ms profunda 149). Suprimir la dimen

    sin supra-individual de la culpa es suprimir la entera substan

    cialidad moral que le sirve de base. Pero no es eso lo que ms

    preocupa a Kierkegaard aqu. El objeto de su crtica del drama

    moderno no es tanto el olvido de la substancialidad, sino la

    tran-

    substanciacin del destino de la estirpe en la historia individual.

    El problema que se seala consiste en que el elemento refle

    xivo, en este caso, no slo se diferencia de la substancialidad del

    pathos

    l

    intentar expresarla, no se desentiende meramente de ella

    adoptando un rumbo diferente, sino que

    reduce totalmente

    lo

    substancial adecundolo a los propios lmites de la subjetividad.

    Segn esta tendencia del drama moderno, no hay otra substan

    cialidad que aquella que encuentra expresin en la accin del

    hroe, no hay nada substancial que quede fuera del alcance de la

    transubstanciacin reflexiva. No hay, por lo tanto, algo substan

    cial que escape a la accin libre del sujeto. En otros trminos: en

    virtud de una reflexin que

    se

    supone exhaustiva, no hay

    restos

  • 7/21/2019 PD_39_06

    13/29

    EL REFLEJO

    DE

    LO TRGICO 119

    de lo substancial16. La posibilidad de una manifestacin de estos

    restos de la substancialidad en tanto que tales, sin embargo,

    es acaso la posibilidad trgica por excelencia. La estrategia de

    Kierkegaard tendera precisamente a rescatar esa posibilidad.

    Que todo dependa

    de

    la accin del hroe significa que la culpa

    en cuestin es exclusivamente una culpa tica Que la culpa haya

    llegado a ser, en el drama moderno, puramente tica, no esttica,

    implica que una cierta tensin entre lo esttico y lo tico ha sido

    suprimida. Este sera el efecto de la transubstanciacin aludida.

    Los conflictos que el drama representa son, en su totalidad, inte

    riores a la tica: tanto lo substancial como lo subjetivo son

    en realidad dimensiones de lo tico. Por eso la pena se aligera

    en la tragedia moderna en la misma medida en que el dolor

    crece. En la antigua, la pena es ms profunda porque la culpa

    tiene la ambigedad de lo esttico 147). El valor esttico de

    lo trgico residira siempre, de hecho, en el juego de dos elemen

    tos en tensin: La verdadera pena trgica exige oo.) un momento

    de culpa; el verdadero dolor trgico, un momento de inocencia.

    La verdadera pena trgica exige un momento de transparencia; el

    verdadero dolor trgico, un momento de opacidad 150). La

    pena dejara de ser trgica si en la accin no hubiese inocencia; el

    dolor dejara de ser trgico si

    la accin no estuviese rodeada de

    oscuridad. Pues bien, lo esttico aporta esa inocencia y esa oscu

    ridad en la medida en que se rehsa a la reduccin tica. En

    Kierkegaard, lo esttico da profundidad a lo tico: una profun-

    16. Aunque slo de manera operativa, Kierkegaard utiliza este trmino en

    Temor

    y

    temblor: La ocultacin y, como consecuencia de ella, el reconoci

    miento) es en la tragedia griega un resto pico que tiene su fundamento en un

    fatum en el que la accin dramtica desaparece, en el que sta tiene su

    enigmtico origen. A esto se debe que el efecto producido por una tragedia

    griega se parezca a la impresin que produce una estatua de mrmol, a la que

    le falta el poder de la mirada. La tragedia griega es ciega

    SKS

    4, 174). El

    contraste entre la fluidez de la accin dramtica la rigidez de la escultura, la

    imposibilidad de que sta pueda ser realmente integrada a aqulla, refuerza el

    sentido que intentarnos dar aqu al trmino resto.

  • 7/21/2019 PD_39_06

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    120

    D Rlo GONZLEZ

    didad, sin embargo, de la que la tica por s misma no puede

    hacerse cargo. Manteniendo as la tensin entre lo esttico y lo

    tico, Kierkegaard consigue mantener abierta la puerta que con

    duce de

    lo

    tico a lo religioso. Lo esttico, considerado bajo la

    ambigua luz de la tragedia, deba ya contener una alusin o un

    presentimiento de lo religioso. A travs de la diferencia histrico

    cultural entre el drama antiguo y el drama moderno, entre la

    antigedad y la modernidad -y lo que es ms importante,

    ms

    all de esa diferencia

    uno no puede dejar de advertir aqu

    la

    necesidad de una diferenciacin entre los universos pre-cristiano

    y cristiano. Suponer que esta ltima diferenciacin es irreductible

    a la primera, es decir, inconmensurable con respecto

    al

    contenido

    concreto de la evolucin histrica, es lo que hace posible adoptar

    una posicin crtica frente al drama moderno, desenmascarndolo

    en el momento en que se presenta como habiendo ya asumido

    plenamente los presupuestos del cristianismo. Se comprende por

    qu el pseudnimo correspondiente al ensayo de Kierkegaard

    sobre Antgona debe ser, no obstante, el de un autor esttico.

    Que en la modernidad todo se haya vuelto tico, que todo

    quede en manos de un individuo dueo de su propia capacidad de

    eleccin, como escriba recientemente Joakim Garff, es,

    si

    se lo

    ve con los ojos del esteta, ..) una moderna compensacin por la

    prdida de la significacin que antao -en la tragedia griega por

    ejemplo-le era conferida al sujeto cuando ste caa en manos de

    un gran poeta17 . La distancia entre las posiciones del eticista y

    del esteta en O

    o

    uno o

    o

    otro

    consiste en que solamente este

    ltimo es capaz de afirmar

    como problema general

    el diagnstico

    respecto de la modernidad en tomo al cual se construye el ensayo

    sobre

    Antgona:

    Nuestra poca ha perdido todas las determi

    naciones substanciales de la familia, el estado, la estirpe 148).

    Slo el esteta puede advertir, ms all del mero diagnstico,

    17. GARFF

    Joakim: Bagved 0iet ligger Sjrelen som et

    M Ilrke,

    en

    vv.aa.,

    Studier i Stadier;

    Copenhague, Reitzel, 1998.

  • 7/21/2019 PD_39_06

    15/29

    EL REFLEJO DE LO TRAGICO

    121

    la paradoja que esto envuelve: en la modernidad todo es tico,

    precisamente porque la tica, habiendo perdido su fundamento

    substancial, ha perdido tambin su infinitud

    l

    De ah que Kier-

    kegaard pueda valerse tambin de la mirada del esteta en su in-

    tento por enfocar la dificultad que la modernidad encierra desde

    el punto

    de vista religioso.

    l

    propsito al que tiende esta estrategia no es, por lo tanto, el

    de escoger simplemente lo esttico en lugar de lo tico, sino el de

    recrear la tensin entre ambos. Que todo se haya vuelto tico

    implica esencialmente que tambin la esttica de la modernidad

    responde a la exigencia de una representacin sin restos de lo

    tico. Volvemos as a un problema ya apuntado: el de la tran-

    substanciacin de la substancialidad tica19. Por ms que el

    drama moderno sea capaz de manifestar, a su modo, la con-

    tradiccin entre lo substancial y lo subjetivo, esa contradiccin se

    resuelve siempre en el interior de la tica. Incluso en su pre-

    tensin de haber incorporado los principios de una tica cris-

    tiana, expresando la culpa como pecado y el dolor del hroe

    18.

    En lo esencial, por lo tanto, no hay contradiccin entre esta concepcin

    de la tragedia, que invita a rescatar la profundidad esttica de lo tico, y la

    concepcin aparentemente opuesta que l propio Kierkegaard expone en

    Te-

    mor

    y

    temblor,

    donde el punto de vista del hroe trgico, considerado como

    plena expresin de la eticidad es decir, de una tica sin infinitud), es

    confrontado a otro tipo de hroe: el caballero de lo infinito. En este caso es la

    fe la que se hace cargo de la dimensin de ocultacin que antes dependa de

    la esttica.

    19.

    Isak Winkel Holm desarrolla una temtica anloga a la de la tran-

    substanciacin en el registro esttico cuando propone leer la posicin de

    Kierkegaard como una crtica de la transfiguracin esttica

  • 7/21/2019 PD_39_06

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    122

    DARa

    GONZLEZ

    como arrepentimiento (148), el drama moderno

    no

    puede hacer

    otra cosa que disolver la tensin entre la culpa del individuo y la

    dimensin substancial

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    17/29

    EL REFLEJO

    DE

    LO TRGICO 123

    encuentra suficientemente tematizado en el texto: no se trata de

    proveer trabajos coherentes o grandes totalidades, de trabajar

    en una torre babilnica para que Dios descienda en su justicia y la

    destruya, sino de reconocer como lo propio de todo esfuerzo

    humano el hecho de ser fragmentario

    150).

    El ensayo entero es

    ledo por su autor como un fragmento pstumo

    151),

    privado

    de la posibilidad de una totalizacin por la fuerza de la propia

    muerte. Hay en todo esto, obviamente, una serie de alusiones

    metafricas sobre las que ser preciso volver ms tarde: todo con-

    siste en la decisin de presentar

    restos.

    Pero no se trata solamente

    de un inocuo juego estilstico. Lo importante es que los frag-

    mentos que Kierkegaard hace corresponder a la Antgona clsica

    puedan ser interpretados al mismo tiempo como reflejos de un

    sentido de lo trgico irreductible a aquello que la consciencia

    moderna toma como su principal instrumento: la reflexin.

    a

    afirmacin de dicha irreductibilidad, como hemos visto,

    supone que el concepto de reflexin, tomado como criterio de-

    terminante en la concepcin del drama, ha pasado a desempear

    una funcin especfica en esta lectura de

    Antgona.

    La herona

    kierkegaardiana se sita, explcitamente,

    entre

    la substancialidad

    y la reflexin. El autor cree incluso justificar de ese modo la

    eleccin de una figura femenina: En tanto que mujer tendr la

    substancialidad suficiente como para que la pena pueda mostrar-

    se; pero, en tanto que pertenezca a un mundo reflexionante, ten-

    dr la reflexin suficiente como para obtener el dolor

    152).

    Esta

    caracterizacin de la figura de Antgona no contradice en modo

    alguno la ulterior distincin general presentada en el

    Diario de un

    seductor:

    La mujer es, en efecto, substancia; el hombre, refle-

    xin 419), ni la idea aparentemente caprichosa de concebir una

    Antgona de gnero masculin0

    21

    Dotada de cierta reflexividad,

    pieza que no necesita consumarse, puesto que lo esencial se encuentra ya dicho

    en ellos.

    21

    Cfr.

    S 9ren Kierkegaards Papirer

    III A 207, p. 82. Esa variacin es

    presentada por Kierkegaard, curiosamente, como aquello que permitira darle

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    124

    D Ra

    GONZLEZ

    Antgona participa todava de una substancialidad capaz de dar

    profundidad a su pena. La figura de Antgona se presta magn

    ficamente, por lo tanto, a la expresin de la contradiccin entre el

    elemento substancial y la subjetividad reflexiva. Pero no sera

    posible captar la significacin precisa que esta contradiccin tiene

    en Kierkegaard sin considerar en primer lugar los trminos en los

    que la contradiccin se concreta, a saber, los componentes de la

    culpa trgica: la pena y el dolor.

    Un

    anlisis de la relacin

    que estos dos trminos entablan en el ensayo kierkegaardiano

    permitira mostrar que

    no

    se trata solamente de aplicar a la tra

    gedia los conceptos de

    un

    sistema de esttica

    lo

    substancial por

    una parte, lo individual y reflexivo por otra-, sino de mostrar qu

    tipo de dialctica se establece entre lo substancial y lo reflexivo

    cuando la culpa es precisamente el punto de contacto entre

    ambos. Por lo que respecta a la diferencia entre lotrgico antiguo

    y lo trgico moderno, la determinacin de la culpa del hroe es

    propiamente el foco a partir del cual todo irradia en su diversidad

    caracterstica 146). Y ese foco [Brcendpunkt punto de igni

    cin] es justamente lo que se trata de localizar: lo dialctico

    donde se tocan entre s las determinaciones de la pena y del

    dolor 150).

    Podemos precisar del modo siguiente la pregunta que Kier

    kegaard parece intentar responder en todo este desarrollo: En

    qu punto, o de qu manera la pena substancial de Antgona pasa

    a la reflexin y por lo tanto, se reconoce como dolor? Qu tipo

    de pasaje a la reflexin es ste? Lo decisivo es aqu que el

    carcter reflexivo del medio en el que la herona se sita no la

    domine totalmente; que el soporte de la reflexin sea, en rigor,

    ms bien que Antgona misma, el mundo al que Antgona

    un final a su

    Antgona

    haciendo que el hroe muera en un duelo . Si a partir

    de esta consideracin volvemos a la Antgona finalmente escogida por Kier

    kegaard en su ensayo, la

    Antgona

    femenina, podemos decir que sta tiende

    precisamente a la representacin de un conflicto sin solucin, una accin sin

    final.

  • 7/21/2019 PD_39_06

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    EL REFLEJO DE

    LO TRGICO

    25

    pertenece. 153). El punto de ignicin de la pena es a la vez un

    punto de transformacin, el punto en el que la pena pasa a ser

    dolor sin que se salga de la pena misma. En otros trminos, la pe-

    na se muestra en el mundo de la reflexin como algo extrao a la

    reflexin misma, se muestra sin revelar su objeto, sin que se

    pueda reflexionar sobre su objeto. Por eso la pena no es asimilada

    ntegramente en un dilogo, forma superior del drama en la que

    el pathos subjetivollegara a diferenciarse del pathos objetivo.

    El punto dilctico, el punto de contacto y de distincin entre

    la pena y el dolor, entre la substancialidad de la pena y la refle-

    xividad del dolor, es sealado a travs de un par de metforas que

    merecen ser examinadas con atencin. Por un lado, el autor de-

    clara dar por ajuar a la hija de la pena la dote del dolor 152).

    El mismo motivo es aplicado en parte a otras figuras femeninas

    en O lo uno o lo otro: Mara Beaumarchais en el Clavigo de

    Goethe, Doa Elvira en el Don

    Juan

    Margarita en el Fausto, son

    para Kierkegaard novias de la pena, y stas deben aparecer

    reunidas para que la voz de la pena no enmudezca 209). Esta

    idea cobra sentido cuando se recuerda que en tanto que esposa la

    mujer alcanza su determinacin, y si se admite que slo po-

    demos ocuparnos

    e

    la mujer, en general, en la medida misma en

    que es puesta en relacin con esa determinacin 156). No hay

    una voz propia de la mujer ms all de la que le brinda la

    presencia reflexiva del esposo. Y sin embargo, la herona de

    Kierkegaard es ya esposa, esposa de la pena aun cuando no

    conoce varn alguno; es incluso, en sentido puramente esttico,

    una v.irgo mater que lleva su secreto bajo el corazn 156).

    Esposa aunque virgen, la herona habla, se expresa en virtud de la

    dote que el dolor constituye. Pero la dote misma sigue siendo

    algo extrao a su propia subjetividad, algo que recibe de su pa-

    sado substancial, un resto de esa substancialidad que ella lleva

    consigo aun cuando habita el mundo de la reflexin. En tanto que

    la herona habla en virtud del dolor, la tragedia da un lenguaje

    a aquello que no posee ni siquiera una voz. Pero esto significa

  • 7/21/2019 PD_39_06

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    126

    DARO GONZLEZ

    tambin que aquello que carece de voz pasa al lenguaje sin ser

    verdaderamente asimilado por ste en su capacidad reflexiva

    22

    .

    Una segunda alusin metafrica puede ayudarnos a precisar

    esta dinmica. Se trata, en realidad, de una comparacin muy

    puntual que Kierkegaard establece entre lo que podramos llamar,

    siguiendo la teminologa aqu presentada, el foco de tragicidad

    de la

    Antgona

    griega y el que corresponde a su propia variacin

    del mito de Antgona:

    y

    as como la Antgona griega no puede

    soportar que el cadver del hermano yazca sin recibir los ltimos

    honores, as siente [nuestra Antgona] cun duro habra sido que

    ningn ser humano conociese aquello que la angustia, que ni una

    lgrima hubiese sido derramada

    .. ).

    As, Antgona es grande en

    el dolor 156, 157). Nuevamente, lo que el autor tematiza en ese

    pasaje no parece ser otra cosa que la diferencia entre el drama

    antiguo y el moderno. En

    Antgona

    la culpa trgica se concentra

    en un punto determinado, que ella ha enterrado a su hermano pese

    a la prohibicin del rey 154). En la Antgona de Kierkegaard,

    en cambio, el elemento trgico estara dado por el hecho

    22. Alejndonos un poco de la intencin principal de Kierkegaard,

    diramos que hay aqu una alusin a una cierta palabra no-reflexiva de la

    tragedia, algo que para H61derlin la poesa haca posible en el poema, es la

    sensacin la que habla idealmente) y que, a propsito de Antgona, per-

    mitira pensar el carcter mediatamente fctico de la palabra trgica

    griega Holderlin, Fr., Ensayos ed. cit.,

    p.

    84 [Sobre la distincin de los

    gneros poticos];

    p.

    149 [Notas sobre Antgona]). Ms all del contraste,

    tambin tomado en consideracin por H61derlin, entre la forma dialgica y

    el coro p. 148), rganos sufrientes del cuerpo que lucha el combate di-

    vino p. 150), la esencia de la presentacin trgica est en la palabra

    fctica. Lo mediatamente fctico de la palabra trgica griega consiste en

    que se apodera del cuerpo que es ms sensible, mientras que la palabra se

    apodera del cuerpo que es ms espiritual. Por eso

    la palabra trgica griega

    es mortalmente fctica porque el cuerpo vivo del cual se apodera, mata

    efectivamente 149). Esta relacin de intimidad entre l palabra trgica y la

    muerte la irreductibilidad de esta relacin con respecto a las instancias repre-

    sentadas por el coro y el dilogo, es justamente lo que nos interesa destacar

    aqu como uno de los elementos de la tragedia antigua que, a partir de la

    lectura de Kierkegaard, podra darse como reflejo

    en

    la moderna.

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    21/29

    EL REFLEJO

    E LO

    TRGI O

    127

    subjetivo del dolor o la angustia de la herona. Pero en la medida

    en que, junto a esta diferencia, debemos considerar adems un

    reflejo de lo trgico antiguo en lo moderno, los trminos de la

    comparacin dejan de parecer inocentes. El autntico reflejo de lo

    trgico se proyecta precisamente a partir del punto dialctico

    que ha permitido establecer la comparacin. El oscuro pasaje de

    la pena al dolor de Antgona, aquello inasimilable para la refle

    xin, aquello que Antgona lleva sin embargo a la reflexin como

    resto

    de una insondable pena substancial, se expresa en el esbozo

    kierkegaardiano del mismo modo en que el

    factum

    de la muerte

    el

    cadver del hermano- se hace presente en la tragedia griega.

    Es aquello que no se transubstancializa, sino que permanece en

    su calidad de resto. A partir de all, lo verdaderamente trgico

    del mito de Antgona no es ya el simple choque entre la voluntad

    expresada por Antgona y la voluntad expresada en la prohibicin

    del rey, ni el conflicto entre divinidades rivales (las terrestres y

    las celestiales), sino que radica en otro conflicto, el conflicto

    propio de la relacin insistentemente sealada de Antgona mis

    ma con la muerte, la muerte como nico sitio en el que se pro

    duce -paradjicamente, por lo

    tanto

    el encuentro con lo divi

    n0

    23

    . Antgona no pertenece al mundo en el que vive; aunque

    sana y floreciente, su vida propiamente dicha es algo oculto, y si

    bien est viva, en otro sentido es una difunta (155). El nico

    pasaje de Sfocles que Kierkegaard cita en griego es el verso 850,

    precisamente la exclamacin que destaca esa contradiccin:

    Oh, desventurada, sin ser de los vivos, ni de los muertos, sin

    mo ada en la vida ni en la muerte . Kierkegaard aade: nuestra

    Antgona puede decir esto acerca de s misma durante toda su

    vida (157). En este sentido la Antgona de Kierkegaard no es

    una Antgona moderna, sino un reflejo tardo de la nica Ant

    gona posible, la Antgona trgica. O ms precisamente: un reflejo

    de lo trgico de Antgona. Pero permitir que ese reflejo se pro-

    23 Cfr. HOLDERLIN, F., Notas sobre Antgona, p 148.

  • 7/21/2019 PD_39_06

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    128

    D RO GONZLEZ

    duzca significa tambin interpretar la esencia de lo trgico de una

    manera determinada, sealar exactamente dnde est y dnde no

    est el punto

    de

    refraccin

    de

    lo trgico griego. Como dice Kier

    kegaard refirindose al acto del entierro del hermano: si se ve

    esto como un hecho aislado, como una colisin entre el amor de

    hermana y la piedad por un lado y una arbitraria prohibicin

    humana por el otro, Antgona dejara de ser una tragedia griega,

    sera un tema trgico completamente moderno 154). La colisin

    sera, en ese caso, interior a la tica. Pero lo verdaderamente tr

    gico, incluso en la tragedia griega, est en otra parte. Lo trgico

    no es solamente el choque de lo familiar y de la vida civil, sino

    tambin, ms profundamente, el extraamiento de lo familiar en

    lo familiar mismo, por ms que dicho extraamiento cobre una

    dimensin dramtica a partir de una confrontacin puntual con

    las exigencias de la vida civil. Por eso Antgona no encuentra una

    morada

    ni

    entre los vivos ni entre los muertos: no la encuentra

    bajo la luz de las deidades olmpicas, pero tampoco en un

    descenso a las divinidades subterrneas. No es que tales o cuales

    dioses entren en contradiccin con tales o cuales otros, sino que

    lo divino como tal se ha vuelto contradictori0

    24

    . No es slo que

    el individuo trgico aparezca como desgarrado entre dos obliga

    ciones ticas inconciliables, sino que una cierta contradiccin

    originaria -anterior a toda tica- se refleja en el individuo, y

    es solamente a partir de ese reflejo que la contradiccin misma

    puede cobrar una significacin tica. Es ese reflejo de una con

    tradiccin originaria el que hace que no haya morada y, sin

    embargo, tampoco una salida. La ntgona griega tena la

    virtud de expresar figurativamente esa doble imposibilidad: la

    reclusin de Antgona en una cmara mortuoria, sin salida, con

    firmaba por una parte su ajenidad con respecto al mundo de los

    vivos, pero tambin la imposibilidad de una permanencia junto

    24 sta es, por ejemplo, la conocida posicin de VERNANT y VIDAL

    NAQUET en Mythe t tragdie dans la Grece ancienne Paris, Maspero, 1973),

    p. 33).

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    EL REFLEJO

    E LO

    TRGICO 129

    a los muertos. El estar sin salida, o, ms precisamente, por

    todas partes sin salida

    1TavTo1TopOS

    a1TOpos,

    verso 360), es,

    como deca Heidegger en su lectura del primer coro de

    Antgona,

    una interpretacin del OElVOTaTov, del ser del hombre como

    lo ms pavoroso (versos 332-333), entendiendo aqu lo pavo

    roso

    [das Unheimliche]

    como aquello que nos arranca de lo fa

    miliar

    [Heimlichen]

    ... Lo pavoroso no nos deja estar en nuestra

    propia casa [einheimisch]25. Slo a partir de ese ncleo de esen

    cial extraamiento podemos entender tambin la condicin de los

    hombres como a1ToAlS (verso 370)26, sin un sitio histrico que les

    sea propio. Que el hombre pueda apartarse de la 1TOAlS como

    lugar de cruce de todos los caminos, presupone, en este caso, la

    falta de caminos

    como carcter determinante de lo trgico.

    Tal vez no debamos simplemente dar lugar aqu a una lectura

    como la de Heidegger, pero s intentar comprender, a la luz de

    sta, de qu manera la visin de la tragedia se altera en la medida

    en que la colisin entre la mentalidad familiar y la mentalidad

    civil deja de operar como criterio principal de interpretacin. Lo

    propio de un pensamiento trgico en sentido estricto sera, de

    un modo u otro, concebir dicha colisin como manifestacin del

    carcter esencialmente trgico de

    10

    humano. Este, como deca

    mos

    al

    comienzo, no

    es

    el caso

    de

    Kierkegaard. Pero es evidente

    que Kierkegaard no ha dejado tampoco de pensar la existencia en

    su estrecha proximidad con la

    posibilidad

    de 10 trgico. El ais

    lamiento del sujeto respecto de la substancialidad moral supone,

    tambin en Kierkegaard, la posibilidad de un aislamiento an ms

    profundo originario. De all la importancia de la Antgona cl-

    25. HEIDEGGER, M.,

    Introduccin a

    la

    metafsica;

    Buenos Aires, Nova,

    1980; p. 187. Mantengo la traduccin de Emilio Esti incluso en lo que hace al

    trmino clave: 10 ms pavoroso,

    das Unheimlichste,

    trmino que en otro

    contexto podra haberse vertido tambin como

    10

    ms siniestro. Ntese, por

    10

    dems, que la traduccin alemana del verso de Sfocles citada por Kier

    kegaard en nota aplica est misma raz para morada: 1m Leben nicht

    heimischnoch im Tode (Trad.

    J.J.

    Donner, Heidelberg, 1839).

    26. HEIDEGGER, M.,

    op

    cit.,

    189

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    130 DA

    RO GONZLEZ

    sica: el

    pathos

    de su aislamiento tiene, en efecto, una dimensin

    esttica que le da profundidad y universalidad, una ambigedad

    esttica que, en virtud de un elemento de tenebrosidad y de ino

    cencia, hace que ese aislamiento aparezca en escena como una

    posibilidad siempre presente, precisamente en la medida en que la

    accin representada no lo asimila, sino que lo presupone como

    lmite de toda accin humana

    27

    .

    Que la culpa inocente de la Antgona clsica sea ahora el

    punto crucial, y no ya el choque con la prohibicin de enterrar a

    su hermano, que esta prohibicin sea tan slo aquello que suscita

    la re-presentacin de un conflicto ms antiguo, permite pensar

    que el sujeto, ya como individuo, dispone

    de

    un cierto sentido

    para lo trgico, una forma de percepcin de su existencia que no

    le viene dada por su pertenencia a una instancia tica externa, sea

    sta la familia, el estado o el destino. Como Antgona, dotada

    de voz y expresividad pese a no haber ingresado totalmente al

    mundo de la reflexin

    pese

    a su virginidad, segn la metfora

    kierkegaardiana-, la existencia es capaz de captarse a s misma en

    su ser singular justamente en tanto que situada entre la subs

    tancialidad y la reflexin, anclada en un pasado substancial y, sin

    embargo, separada de ese pasado por el mismo sentimiento de

    extraamiento que la une indisolublemente a l. La dote del

    27 No se trata de desconocer la importancia que

    el

    conflicto tico tiene

    en la tragedia, sino de retenerlo como slo uno de los aspectos en juego. Una

    observacin de Vernant puede ayudarnos a entender esto. El momento trgico

    es aquel en

    el

    que se ha abierto,

    en

    el corazn de la experiencia social, una

    distancia lo suficientemente grande como para que se tracen claramente las

    oposiciones entre el pensamiento jurdico y poltico por una parte, y las

    tradiciones mticas y heroicas por la otra, y lo suficientemente pequea, sin

    embargo, como para que los conflictos de valor se sientan todava con dolor y

    para que la confrontacin no cese de efectuarse Op. cit. p.16 . Si bien la

    historia de la tragedia podra ser cabalmente comprendida a partir de la gran

    distancia y de la clara oposicin mencionadas por Vernant, lo trgico de la

    experiencia humana

    se

    nos escapara

    si no

    prestramos tambin atencin a la

    pequea distancia y a la incesante confrontacin que se produce a travs

    de ella. Podemos decir que Kierkegaard tiende a subrayar este ltimo aspecto.

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    EL

    REFLEJO E LO TRGICO

    3

    dolor se lo permite. Poseer esa dote significa, para el individuo,

    haberse apropiado de la pena sin que sta revele su objeto, sin

    que la pena, por lo tanto, pierda los rasgos

    de

    tenebrosidad

    y

    de

    inocencia que caracterizan a lo substancial en su choque con la

    reflexin. El sentido trgico del que hablbamos es justamente

    aquel que hace posible dicha apropiacin. Kierkegaard le da el

    nombre preciso: la angustia es el rgano mediante el cual el

    sujeto se apropia la pena

    y

    la asimila.

    La

    angustia es la fuerza

    motriz mediante la cual la pena ahonda en el corazn de alguien

    153). La angustia es efectivamente una reflexin o una

    determinacin de la reflexin 153, 154).

    La

    angustia es el

    nico rgano

    [Organ]

    el nico sentido mediante el cual el

    hombre podra captar la pena como

    su

    pena, el sentido de la sin-

    gularizacin de la pena en el individuo. Pero esta singularizacin

    no es un dejar atrs lo substancial, sino un hacerlo presente en el

    mundo de la reflexin al mismo tiempo como lo

    extrao

    lo

    inasimilable para la reflexin. Definida la angustia como una

    forma de reflexin, debe aadirse entonces que se trata de una

    reflexin paradjica

    reflexin sobre algo que se aleja en el

    momento en que se intenta tomarlo como objeto de reflexin. De

    all la comparacin con el deseo:

    As como una apasionada mirada ertica busca ansiosamente su

    objeto, as tambin mira la angustia a la pena, buscndola ansiosamente.

    s

    como una detenida e incorruptible mirada amorosa se ocupa del

    objeto amado, as tambin la angustia se ocupa ella misma de la pena.

    Pero la angustia contiene un elementQ adicional que hace que se aferre

    an ms fuertemente a su objeto, pues a la vez lo ama le teme. La

    angustia tiene una doble funcin; es

    por

    una parte el movimiento de

    descubrimiento que constantemente toca, mediante este tanteo des-

    cubre la pena, puesto que ronda en torno a la pena. O bien la angustia es

    repentina, poniendo toda la pena en un nico ahora, de manera tal, sin

    embargo, que este ahora se resuelve instantneamente en sucesin

    153).

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    132

    DARO GON LEZ

    Este

    estar constantemente descubriendo

    su objeto es el rasgo

    que nos interesa, pues implica que el objeto es captado siempre

    como posibilidad, como algo de lo cual es posible apropiarse.

    La apropiacin se relaciona siempre con un

    objeto no-asimilado,

    un

    resto

    al que a la vez ama y teme, puesto que est all como

    expresin de la extraeza de lo substancial. Por eso la angustia

    podr ser ms tarde calificada como una determinacin interme

    diaria entre la posibilidad y la realidad efectiva

    28

    . Ese momento

    intermedio es el que falta en la representacin de los conflictos

    externos que constituyen el contenido del drama. En virtud de su

    posicin intermedia, sin embargo, la angustia conserva aquello

    que la pura reflexin perdera en su intento de transubstanciacin:

    la profundidad de la pena, el fondo oscuro a partir del cual la

    pena vuelve siempre a ser descubierta. La pena se vuelve la pro

    pia pena del sujeto -apareciendo entonces como dolor en el

    sujeto-, simplemente porque ste

    no

    puede deshacerse de aquello

    que, en virtud de la angustia, todava no ha terminado de des

    cubrir.

    La angustia es, por una parte, la categora trgica que le per

    mite a Kierkegaard concebir una

    Antgona

    irreductible a la he

    roicidad antigua. La angustia es una determinacin de lo trgico

    moderno 153); pertenece esencialmente a lo trgico moderno

    154). El carcter reflexivo de la angustia explica suficientemente

    su filiacin a la modernidad. Sin embargo, cuando observamos

    la compleja estructura del acto reflexivo propio de la angustia,

    advertimos tambin que este acto no cumple con aquello que la

    modernidad esperara de la reflexin: indicar u es aqu y ahora

    aquello sobre lo que se reflexiona. Lo moderno sera que la re

    flexin misma se apropiara el contenido substancial de la pena.

    Aqu, en cambio, es el individuo el que carga con la pena sin

    pertenecer l mismo totalmente

    l

    mundo de la reflexin. La an

    gustia es reflexin desde el punto de vista de la forma: angustia

    28

    C f r B e ~ r e b e t

    A n ~ s t [El concepto de la angustia], SKS 4, 354.

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    EL REFLEJO

    E LO

    TRGICO

    133

    por algo o sobre algo; pero la angustia

    no

    puede indicar su objeto,

    la angustia no deja que su objeto sea un objeto de reflexin. Pa-

    radjicamente, el objeto de la angustia pertenece a lo subs-

    tancial, se halla hundido en un sustrato en el que lo subjetivo y

    lo objetivo no se han diferenciado todava. Esta misma paradoja

    puede ser explicada en otros trminos: la angustia comporta

    siempre de suyo una reflexin sobre el tiempo, pues no puedo

    angustiarme respecto de lo presente, sino slo por lo pasado o

    futuro, pero lo pasado y

    lo

    futuro, mantenidos uno frente al otro

    de manera tal que lo presencial desaparece, constituyen una

    determinacin de la reflexin29 154). No hay un objeto presente

    o representable de la angustia, o ms bien: el objeto de la angustia

    es el ausentarse de lo presente ante la demanda de la reflexin.

    Esto no sucede en la experiencia griega: la pena griega, como

    toda la vida griega, es presencial, por eso es mayor la pena y

    menor el dolor 154). Ya en el terreno del drama moderno, sin

    embargo, 10

    que se destaca aqu es el

    rol negativo

    de la reflexin,

    la reflexin como aquello que hace visible la falta del objeto de la

    pena y que de esta manera despierta, a

    10

    sumo, la interrogacin

    en relacin al objeto. Lo trgico en este sentido arraiga en la

    duda, en el presentimiento, en la inquietud. Por eso

    Hamlet

    es

    tan trgico, porque presiente el crimen de la madre.

    Robert le

    diable pregunta a qu se debe que l haga tanto dao. H(Jgne, a

    quien su madre ha concebido de un ogro, ve accidentalmente su

    imagen en el agua, y pregunta a la madre por qu su cuerpo ha

    llegado a tener ese aspecto 155). Como en el caso deHj1Sgne la

    reflexin subjetiva es slo la superficie sobre la que se refleja una

    silueta incierta, silueta a la vez amable y temible cuyos rasgos no

    pueden ser totalmente integrados a la representacin corriente de

    10

    familiar. As, la reflexin es slo un instrumento del extraa-

    miento. Lo que parece resultar decisivo para Kierkegaard, de

    29

    Traduzco el dans det Prcesentiske por lo presencial, slo para

    distinguir este trmino de la forma habitual det Ncerverende, lo presente.

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    134

    D Ro

    GONZLEZ

    hecho, es que la reflexin no alcanza a reconstruir la profundidad

    de lo substancial: no hay

    respuesta

    posible para la interrogacin

    del sujeto. En eso consiste el secreto de la Antgona de Kier

    kegaard: no es slo que sepa algo y no lo comunique, sino que

    aquello que sabe tiene la forma de una interrogacin que nadie

    responde. Es su interrogacin la que no tiene salida. La muerte

    del padre se ha interpuesto entre las preguntas de Antgona y toda

    posible respuesta

    cfr.

    159), como si la tragedia entera consistiese

    en una imagen invertida del encuentro de Edipo con la esfinge.

    As, ella comparte la muerte de Edipo, como los compaeros de

    muerte a los que se dirige el autor del ensay030. Antgona com

    parte la muerte del padre: no simplemente su haber-muerto, no su

    pertenecer al mundo de los muertos, no la muerte como pasaje a

    la universalidad, no el reposo o el abrigo de la muerte, sino la

    constante puesta en muerte, la muerte como acontecimiento

    descarnado, la muerte desnuda31. En este paralelismo de la

    muerte, de hecho, no hay ya dilogo, no hay ni siquiera una

    lrica que d representacin a la dinmica interna de la an

    gustia.

    Por una parte, el

    acontecimiento

    de la muerte es parad

    jicamente lo nico que mediatiza la relacin de Antgona con la

    estirpe, con el estado, con la familia. Por otra parte, y precisa

    mente por esta razn, la relacin con la muerte es aquello que no

    se deja desarrollar como representacin de un conflicto entre

    diversas configuraciones del mundo tico.

    Si

    la relacin con el

    30. El tnninode Kierkegaard es

    LUIl1tapaVE1CproIlEVOl,

    inspirado en la

    expresin 0lloVEKp0

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    EL REFLEJO

    E LO

    TRGICO

    135

    acontecimiento de la muerte define sin embargo lo que hay de

    propiamente trgico en este mito habr que concluir que lo

    trgico como tal desborda la representacin dramtica a la que

    da lugar. sta parece ser la presuposicin de Kierkegaard cuando

    escribiendo en la modernidad un ensayo capaz de retener los

    reflejos de la ntgona clsica descubre que stos o componen

    un nuevo drama.