PCM, trayectoria y perspectiva

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PCM, trayectoria y perspectiva Autor: Arnoldo Martínez Verdugo

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PARTIDO COMUNISTA MEXICANO !J

TRAYECTORIA Y PERSPECTIVAS

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Primera edición, 1971 Primera reimpresión, 1975 Segunda reimpresión, julio de 1977

DR ©Ediciones de Cultura Popular, S.A. Filosofía y Letras 34 Col. Copilco-Universidad México 20, D.F. Teléfono: 548-03-72

Impreso y hecho en México

BIBLIGTEGA CENT.R.AL U. N. A~ .M.

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PCM. TRAYECTORIA Y PERSPECTIVAS •

CON motivo de la publicación del proyecto de Tesis sobre lol problemas del desarrollo del Partido Comunista Mexicano se desenvuelve en el último período una de las discusiones más iin· portantes en las filas del Partido y la Juventud Comunista. El debate ha rebasado los temas que se contienen en el proyecto y ha puesto a discusión las cuestiones principales de nuestra línea táctica y programática.

Por su importancia y por el momento en que se realiza, la actual discusión debe ser considerada ya como un antecedente directo del XVI Congreso del Partido, que este Pleno del Comité Central debe comenzar a preparar ..

La idea de promover una discusión general en torno a los problemas del desarrollo del Partido en su más amplia acepción, surgió de la necesidad, planteada hace tiempo en el Comité Central, de estudiar las cuestiones organizativas. Preparándonos para su examen, en el Presídium llegamos a la conclusión de que era preciso abordar los problemas de organización no en el sentido tradicional, sino a través del estudio de cuestiones más generales, las cuales han determinado que nuestro Partido no haya logrado todavía ejercer una influencia política decisiva, tanto en extensión como en profundidad, sobre los sectores fundamen­tales de la clase obrera y de todos los trabajadores. ·

Se trataba de examinar las causas profundas, determinantes de la debilidad orgánica y política del Partido, tanto en lo que se refiere a Sil situación actual, como desde el punto de vista histórico, es decir, estudiando el curso de su trayectoria de 50 años.

El Proyecto de Te si! no pretendía abordar en extenso las cuestiones del Programa del Partido, de la estrategia y táctica

"'Texto de/Informe al Pl~no del Comité Central del Partido Co­munista Mexicano celebrado del 9 al 14 de diciembre de 1970.

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políticas de éste, sino sólo el papel que han desempeñado los aciertos y errores en la formulación de su programa y su línea táctica, en la situación orgánica, la estructura, el funcionamiento y la capacidad de acción, pues los problemas de organización no se pueden examinar aislándolos de la política del Partido.

Trata de formar la conciencia entre los milirantes comunis­tas de que, para avanzar en la formulación de sus posiciones programáticas, estratégicas y tácticas, deben crearse en el interior del Partido las condiciones necesarias para una elaboración pro. pia, independiente y responsable de los problemas fundamenta. les que tiene hoy la lucha revolucionaria en nuestro país. Superar en definitiva una serie de concepciones y prácticas relativas a la función del Partido, a su papel y lugar en la lucha revoluciona­ria de México y en el movimiento comunista internacional, con. tribuye a la creación de las condiciones más favorables para desarrollar los aspectos programáticos y políticos de Ia actividad del Partido.

En el curso de la dis~sión iniciada en el Partido y en la JC con motivo de la publicación del proyecto de tesis se han presentado no sólo una serie de críticas al trabajo de la dirección nacional de ambos organismos, a los métodos de di­rección y de elaboración de la política, sino que se han plan­teado posiciones discrepantes en cuanto a aspectos importantes de la táctica que se aplica actualmente y al Programa del Par­tido aprobado por el XIV Congreso y corregido por el XV.· En particular se han puesto a discusión los problemas relativos al carácter de la próxima revolución y del Partido, al lugar que ocupan actualmente las distintas formas de lucha, a la línea de los comunistas en su trabajo de masas, y se han abordado otros de no menor importancia.

Se puede decir, por eso, que nuestro Partido marcha hacia una: discusión para examinar a fondo los principales problemas de la lucha revolucionaria actual, las tareas del movimiento obre. ro y de todas las fuerzas revolucionarias. De esta discusión es­tán necesitados el Partido y todos aquellos que, como él, aspiran a la transformación revolucionaria de la sociedad mexicana. En el proyecto de tesis elaborado por el Presídium decíamos: "sólo una intensa. vida política interna, que se caracterice por una dis.

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cusión viva y libre de todos los problemas del movimiento revo­lucionario, puede asegurar la firme unidad de acción de todos los comunistas y la atracción a las filas del Partido de los lucha. dores más avanzados de la clase obrera, de los campesinos, de la juventud y de la intelectuaiidad".

La experiencia de nuestra larga vida partidaria nos enseña que cuando las decisiones se adoptan sin que participen de la manera más amplia las organizaciones y los militantes del Par. tido, se corre el riesgo de caer en el subjetivismo y en la impro. visación, y de que la unidad partidaria se convierta en algo formal, inconsistente e inoperante para la actividad práctica, an. tagónka a la concepción marxista-leninista de esa unidad, la cual se levanta sobre bases estrictamente voluntarias y concien­tes, como corresponde a un partido revolucionario que se inte­gra por la coincidencia de objetivos y de principios.

Una verdadera discusión entre comunistas supone la apari­ción de puntos de vista distintos y hasta encontrados. No puede ser de otra manera. Nuestra organización sufrió graves daños cuando los puntos de vista opuestos a los de la dirección fueron reprimidos o cuando se ha impedido el indispensable debate de las ideas para encontrar la verdad y expresar con acierto los puntos de vista de una colectividad activa y militante, como debe ser la de los comunistas. Cualquiera que vea con objetivi. dad nuestra Tesis tendrá que reconocer que en ella se expresa una clara orientación tendente a renovar y hacer efectiva la de­mocracia interna del Partido. Y una de las determinaciones· de la democracia interna es la libertad de discusión, indispensable pa. ra asegurar la participación de todos en la elaboración de la línea y el programa del Partido.

Falsean la realidad de las cosas aquellos que piensan que debido a que hoy se expresan entre nosotros puntos de vista distintos, críticas abiertas a la labor de los órganos dirigentes y concepciones divergentes en torno a problemas tan importantes como el carácter de la revolución, nuestro Partido atraviesa por una crisis. En realidad lo que esa opinión revela es una idea falsa del carácter del Partido, una reminiscencia de pasadas épocas en ~ue predominaban entre nosotros las falsas v antileninistas ideas de Stalin al respecto. Estaríamos en crisis si pretendiéramos im.

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plantar en el Partido el monopolitismo ciego y la unanimidad forzada que no son sino los signos del aplastamiento de la ini­ciativa, la labor creadora y la experiencia propia de cada mili­tante. Estaríamos en crisis, por otra parte, si una incorrecta con­ducción de esta u otras discusiones nos llevaran a la división del Partido, fuera éste paralizado por luchas fraccionales o una política oportunista le extrajera su naturaleza revolucionaria. No estamos en niriguno de estos casos. ,

Al contrario, nuestro ,Partido ha iniciado una discusión que ten. drá resultados saludables, que lo fortalecerá y lo hará más capaz para cumplir con las tareas del momento.

Esto no quiere decir que no tengamos que hacer algunas ob­servaciones críticas sobre la discusión en curso. Las tenemos y con­sideramos que al fin de que este debate produzca benéficos resul­tados, debemos exponerlas ahora.

La primera se refiere a que ~lgunos camaradas del Partido y de la JC, cuando la discusión sólo ha comenzado y los puntos de vista vertidos están en proceso de estudio, convierten ya sus opi­niones en posiciones irreductibles, lo que significa que no las ex­ponen para que sean debatidas y examinadas, sino como posiciones definitivas. Si todos comenzamos a seguir este método, la discusión carecerá de todo contenido científico real y se transformará en lucha de posiciones.

En el curso de la discusión se han hecho críticas a una línea que no es la del Partido, deformando la que fue aprobada por el XV Congreso y los plenos posteriores del Comité Central. La deformación consiste en atribuir al Partido posiciones ya superadas y eliminadas. Se confunden, así, mezclándolos, elementos anterio­res de la línea del Partido con su posición actual. Se toman, por ejemplo, algunos aspectos del Programa aprobado por el XIV Congreso, haciendo a un lado las modificaciones que acordó in­troducir el XV; o bien se atacan concepciones sobre la táctica pro­pias del período anterior al XIII Congreso, como si se mantuvie­ran vigentes. Es claro que estos métodos de discusión deben ser rechazados.

También es posible advertir que en el curso de la discusión se revelan ciertos síntomas de desmoralización y desorientación que

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desembocan directamente en posiciones liquidadoras del Partido y la JC. El agobio que producen las dificultades para la acción de las fuerzas revolucionarias, la constante represión sobre las acciones estudiantiles desde 1968, aunados a las deficiencias del trabajo de dirección del Partido y de la JC, lleva a algunos camaradas a per. der confianza en la militancia en el Partido y a buscar soluciones que se apartan de la lucha difícil por crear un instrumento propio, de clase, basado en el marxismo-leninismo. Comienzan a pensar en soluciones aparentemente fáciles pero liquidadoras, tales como la de formar un partido "amplio", en el cual militen, junto -a los comunistas, los católicos progresistas, los demócratas de distintas tendencias y algunos grupos hostiles al Partido. Se confunden aquí los objetivos tácticos orientados a impulsar formas nuevas de alian­za y colaboración con los sectores avanzados que surgen a la lu­cha, con la necesidad de desarrollar un partido proletario de clase, libre de los vicios dogmáticos que ha padecido, capaz de conver­tirse en una fuerza de atracción para la clase obrera, la juventud y la intelectualidad revolucionarias.

Por último, entre Jos factores que a nuestro juicio obstruyen la discusión se encuentra el manifiesto descuido de numerosos camaradas y organismos en relación con los requerimientos bási­cos del marxismo para abordar los problemas. Desde que el socia­lismo se convirtió en ciencia debe ser tratado como tal, acostum­braba decir Lenin; pero ocurre que en el curso del debate con fre­cuencia se abandonan elementales principios metodológicos para tratar problemas tan importantes como el carácter de la revolu­ción, el trazo de la táctica, las formas de lucha, etc. Esto no podía menos que conducir a errores ya superados por el Partido, y· á sus­tituir la rigurosidad marxista por el estado de ánimo. Grave res­ponsabilidad cabe en ello a la dirección del Partido que no ha sabido educar a los cuadros comunistas en la utilización del mé­todo marxista, y no ha difundido bastante en los últimos años los fundamentos de su línea y los elementos científicos que se hallan en la base de sus conclusiones.

Podríamos mencionar aún otros elementos que distorsionan la discusión actual, tales como la concepción mítica del Partido y de la clase obrera, el artificial aislamento entre el Partido y la clase, etc., que impiden comprender !as tareas revolucionarias concretas

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de ambos, derivadas de la realidad. Mas estas cuestiones áún ha­bremos de discutirlas ampliamente, ya que forman parte de nues­tra lucha contra las formas dogmáticas que traban el desarrollo del Partido y de la lucha revolucionaria en general.

Pero por muchos errores que se hubieran cometido en el curso de la discusión, es necesario subrayar ahora, al hacer un balance inicial de ella, que su desarrollo está presidido por una honesta y profunda preocupación ante los problemas que obstaculizan la conversión de nuestro Partido en el instrumento capaz de dirigir a la clase y a las fuerzas revolucionarias hacia la transformación social del país.

El hecho de que en esta discusión estén presentes problemas no previstos, por lo menos en la forma en que se han planteado, debe llamar poderosamente nuestra atención sobre la impaciencia que en torno a la definición de esas cuestiones existe en nuestro Partido, en la Juventud Comunista y en las fuerzas que se han in. corporado a la lucha en el pasado reciente. Por ello este Pleno debe tomar las medidas necesarias para que esas inquietudes en­cuentren eco inmediato en la dirección del Partido, y ésta impulse su discusión por los cauces partidarios.

En cuanto a los problemas programáticos, la definición del carácter de la próxima revolución, etc., es preciso recordar que el XV Congreso acordó introducir al prograp1a una serie de modifi­caciones y decidió discutir otras en una reunión especial. El Pleno del ce de octubre de 1969 decidió que, ante la proximidad del XVI Congreso, no era preciso convocar a una conferencia para disniti1 exclusivamente las modificaciones al Programa. Es más ventajoso abrir la discusión sobre esas cuestiones en el Partido am­pliamente, para que el debate culmine en el Congreso. El Comité Central debe preparar de inmediato las propuestas de modificación del Programa y su fundamentación, para hacerlas públicas e ini­ciar su examen por el Partido, poniendo la mayor atención en que el debate se conduzca de la misma manera libre y democrática, como se han discutido las Tesis.

Para todos nosotros es explicable que en el Partido haya gran inquietud acerca de la linea de los comunistas en el movimiento de masas: ésta constituye parte medular de la política nuestra, y

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las experiencias derivadas del movimiento estudiantil-popular de 1968, han hecho obligatorio reexaminada con espíritu autocrítico. El Presídium ha resuelto proponer al Comité Central que en el período preparatorio del XVI Congreso se realice una discusión sobre el tema Diez años de lucha de masas, es decir del lapso que va de las luchas obreras de 19¡58-1959 al movimiento estudiantil y popular de 1968. Este es uno de los períodos más importantes de la historia moderna de México en lo que se refiere a la ac­ción de las masas, abarca un conjunto de acciones de la clase obre­ra, de los campesinos y de amplios sectores de las capas medias.

Un estudio detenido de la dinámica del movimiento de masas en nuestro país permitirá al Partido generalizar y sintetizar una riquísima experiencia y elaborar mejor su orientaéión en: el traba­jo de masas; comprender de manera más profunda la importancia que. en este período tiene la lucha política por la dirección real del movimiento general de masas, cuestión que evidentemente no ha sido asimilada a fondo por el Partido, lo cual trae como consecuencia que cada fracaso en esa gran tarea produzca desalien. to, confusión y, en no pocas ocasiones, dispersión.

El Partido y la Juventud han intervenido en todos los movi­mientos de estos últimos 10 años; en unos con mayor intensidad y fuerza que en otros. Por ello se hace absolutamente imprescin­dible, y podríamos asegurar que nos encontramos en retraso, hacer el examen autocrítico de la línea aplicada por los comunis­tas. Hacia ese fin está apuntada esta discusión.

Un debate de tal carácter enriquecerá sin duda alguna nuestra estrategia y nuestra táctica en el movimiento de masas y contri­buirá a la elaboración de una línea basada en la experiencia con. creta. Será también un aporte al XVI Congreso, que facilitará a éste el' concentrar sus esfuerzos en el examen de los problemas fundamentales de la estrategia y la táctica del período actual.

Dentro de la preparación del XVI Congreso que este Pleno debe emprender, el Presídium propone desde ahora, iniciar la elaboración de los documentos de discusión sobre problemas de estrategia y táctica del Partido. Junto con las Tesis, las propuestas para modificar el Programa del Partido y los resultados de la dis­cusión sobre Diez años de lucha de masas, los documentos a que nos referimos cubrirán todos los aspectos de la actividad de los

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comunistas. Y serán temas vivos que permitirán a los militantes del Partido realizar una discusión sana, libre y responsable de los problemas actuales del Partido y del movimiento revolucionario general, capaz de unir a todos los comunistas en torno a una línea colectivamente elaborada y aprobada.

"Discutir el problema, expresar y oir opiniones distintas, cono­cer el criterio de la mayoría de los marxistas organizados, estam­par este criterio en una resolución y cumplir honestamente esa resolución· --'-decía ya en su tiempo V. I. Lenin-, es lo que se llama unidad en todas partes del mundo y por toda la gente sen­sata". A este tipo de unidad es al que aspira nuestro Partido en el curso de la presente discusión, y en el de todo el amplio, vital debate que precederá al XVI Congreso.

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ALGUNOS RASGOS DE LA EXPERIENCIA HISTORICA DEL PCM

LA preocupación por encontrar las causas profundas de la debili­dad del movimiento obrero revolucionario y en particular del Partido Comunista es una de las características principales del es­tado de ánimo reinante entre todos los militantes del movimiento comunista en nuestro país. Esta preocupación se extiende a todas las personas y agrupaciones que buscan una salida democrática y revolucionaria a la situación actual, que la enfocan como debili­dad o crisis de la izquierda.

Esta inquietud se desarrolla a partir de la derrota del movi­miento estudiantil y popular de 1968 y de la desorganización y el desaliento que trajeron consigo los bárbaros actos represivos desencadenados por la burguesía. Situación similar se formó du­rante los años de la lucha interna de 1957 a 1960, coincidente con el ascenso del movimiento obrero y las grandes jornadas, pro. tagonizadas principalmente por los ferrocarrileros durante 1958 y 1959, que terminaron con la represión de marzo de 1959. Pa­recido ambiente se creó dentro del Partido y en el movimiento democrático general durante los años de 1939-40, cuando hacían el balance de la actuación del Partido durante el gobierno de Cárdenas.

No se trata, pues, de una situación nueva, surgida de impro­viso. En realidad ha estado latente durante los últimos 30 años de historia del movimiento obrero, democrático y antimperialis­ta de nuestro país.

Tanto en 1940 como en 1957-1960, el Partido realizó exá­menes autocrí~icos de su labor e intentó corregir los errores, las insuficiencias y las desviaciones que en esos momentos aparecían

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ante los ojos de la mayoría de los militantes como causantes de los reveses sufridos por el Partido y el movimiento obrero. Y sin embargo, no cesaron de operar entonces las causas que determi­naban la debilidad de las fuerzas partidarias del socialismo. y del movimiento democrático y antimperialista. Incluso en el periodo de 1940 a 1960, a partir del Congreso Extraordinario que intentó superar la crisis, se aceleró el debilitamiento de las filas del Par­tido y de la influencia comunista sobre las masas obreras y cam­pesinas.

Hay que concluir en que se trata de un fenómeno- histórico, y debe ser enfocado de ese modo, no como fenómeno temporal o ac;:cidental, defecto de los exámenes autocríticos que nuestro Par­tido realizó en el pasado. No ver el fenómeno en su conjunto, no abordarlo en todas sus dimensiones, no llegar a las raíces, es lo que ha impedido atacar las causas básicas y abrir el cauce verda.. dero a la superación histórica de la debilidad política, teórica y. organizativa del movimiento obrero revolucionario del país, que · es la debilidad del Partido Comunista. ·

Para localizar efectivamente las causas más generales y pro­fundas de la debilidad del PCM y del movimiento obrero, nece- . sitamos remitirnos a la historia de nuestta organización. Al ha­cerlo, somos candentes de que este examen podrá ser utilizado por aquellos que en alguna ocasión llamamos grupos parásitos porque. vegetan sobre el cuerpo vivo del Partido; lo mismo que por los agentes de la burguesía que viven· a cuenta de la lucha contra los comunistas en tanto que partido mexicano o movimiento in­ternacional. Pero no hay grado de comparación entre los benefi­cios que este examen autocrítico traer~ al moviminto revoluciona­rio, y las ganancias que saquen de él parásitos y enemigos de clase. - La historia del Partido Comunista Mexicano como la de cual­

quier otro partfcfo·· marxista-leninista . está ligada estrechamente a ra. del movimiento comunista internacional, del cual hemos sido y somos parte integrante.

El haberse mantenido desde el día de su fundación estrecha­mente unido al movimiento internacional de la clase obrera, par­ticipando de sus victorias y sufriendo también las consecuencias de sus derrotas, errores y desviaciones, no ha sido un defeccq, sino un mérito histórico de -nuestro Partido. '

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PARTICULARIDADES DE LA FORMACIÓN DEL PCM

El Partido Comunista Mexicano se fundó hace ya 50 años, más o ~ellos porelt!empo en que se-ér~i~nJ~_I_!:I_!!YPffC.q~lQü::.J!:~~9s miuícistas:leninísras ·aelos-pruses- capitalistas de~:,rroJ~s. Pero a dlfereriCiaTc-ésros,-erl'CM-flWerpñm.zr-pa!tiJo de ~@ obre-ra oue se organizaba en el aís no el resultado de la escisión d-;;' un·pam o sot1a · emócrata existente con anterioridad, como en los países de Europa. El Congreso Socialista de 1919, cuya mayó· rÍ!! s~~entó por la creación deun-Pi~Q,munisca, }].eL~ c.l!l.J!1J!!ación aei deslinde en el se_!l~unpa!!!._do oJ>~.SJliD:...laL.. posicio~~-~yoluoonarias yJ~_O.P()!t.!,!!li~t~t ~i e<;>_f1s~Ir:u.J~J!.Lfo!_O en qu_e_<;!_P.!E~~~~-~-!~!9.!!:!S~~n_a,Ei_?._~~P':I:t~pª'_la .. dir~_ción,.Jie la clase a los lTdétes. amarillos. Toa os loo intentos que se hicieron deSd~-eT siglo-p;;.saJ;¡,-;¡:a"organizar un partido socialista, termi. naron en el fracaso, por no existir entonces condiciones para la actividad de un partido propio de la clase obrera.

A quienes acostumbran remitirse a la historia del Partido para denigrado no les dice nada la circunstancia de que mientras los .R!l.!!!dos comunistas de Europa surgían con el ilf1tecedente g~)_DJ viejos. I!_a._r~!'i<?s socJallsrasE._~!<!_Q[.~~=:_tierrí.P!'-s-_c!~.la _ _I!Jg~io--11-nal y algunos de ellos en vida de Marx y Engels, la clase obrera mexicana no contaba con un parecido antecedente ~per¡enaa !~6rica, _ _pQlítica y organizativa.

~s,.t~"~~ una v~llEi~_x ¡¡_l_!f!!SI!W .. _ ._!it'lllJ'º"\In~_-_Hmitam_óQ. V. en.taja porque el "Pnf rió" ria~!ello _9~. un l?~Eti<.!~U2Si!Lc!$'ln!Í.Q:.!U-ª, que se hubiera cgrrompíao en d úlrjmo-péríodo de l.a,JI. I.ntt'rp¡¡. cicmal; aunque a fines de la segunda década del siglo también se creaban ya, en el plano sindical y político, las corrientes refor­mistas encabezadas por Luis N. Morones. Y una limitación. en cuanto que la clase obrera no había recibido la propaganda del marxismo que los partidos socialistas realizaban. En realidad lQL obreros mexicanos comenzaro.!!__a conocer de 1 Jl.~¡¡_!~Í~I!l()_J'~r pri. fil~!..~~~ de la I Jnrernaciona!, en vida de ~arx } Engcls, a_ través de las()r&IniZ¡i(font's}~.~~iódicos que diri. gían Francisco Vít{S.imeva y Juan de Maca Riverá.-pero fu~.:T~m desm¡jgas. ~E_r:a_Q_t~ _!~-~~o@._.PJ~sid~ndLd~....futfujp_ Oiái:.~v n•> llegaron a materializar en un partido obrero.

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1 De este modo, una primera particularidad de la formación de

nuestro Partido reside en que no surgió del seno de un partido socialdemócrata; fue el primer partido estable que organizó la

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clase obrera mexicana. La~9(l::ll, derivada de la anterior, reside en que su creación no fue prece4ida de . una extens¡¡ difusión d_e la teo.rí!l d~J .IIlarxismo. Estas dos particularidades explican qu,e el periodo de formación del Partido se extendiera por espaci6 de ~0-15 aP.os, de 1919 a 1935, aprÓximadamente. -Pero la fundación del PCM a fina~e~l2J9 obedes~a nece­sida~~~<~!i§as"f"~}~ e~~~~uní d;~~e maaurez alcanzaao _ll2r Ta Ciase obrera mexiCana:. hábtan comenza-~i~iié éñcu~r[!lr?:S-~eá~~~:a~Th~~QS)_eí~~!!is-ta§ .. como los-creados en Gua:Oajuato por Nicolás Cano, en Vera­;uz por Manuel Díaz Ramírez, en Michoacán por Soria y en la ciudad de México por José Allen, que dirigía el "GrupO de}ó:' v'enes ~octahstas Ro¡ogny edttaba el periódico "El Soviet" desde 1918; grupos y partidos que agrupaban obreros bajo principios burgueses o pequeñoburgueses, se crearon en ese tiempo; corrien­tes y hasta organizaciones obreras completas entraban en profun­da contradicción con la burguesía. Todo ello demostraba que las condiciones objetivas de la formación del partido obrero revolu-

. cionario estaban dadas. . ,:, ) ~lJl.~~tividad ~el movimie~to o~rero se un~a al desconten~o de '(las masas . campesmas, que vetan como des pues de haberse msta­

lado en el poder, la burguesía incumplía los ofrecimientos hechos en el curso de la revolución.

A los ojos de grandes masas la salida se hallaba en el ejemplo de los obreros y campesinos rusos, que resolvían al modo revol~ cionario las tareas que aquí la burguesía abordaba -del modo más limitadamente reformista. La gran revolución socialista de Octu­bre ejercía una influencia poderosa y llamaba a seguir el ejemplo de los bolcheviques. Lo mismo que en otros países, la Revo.lución de Octubre y la creación de la Internacional Comunista fueron factores poderosos que impulsaron a la parte más avanzada de la ~ase obrera a constituirse en partido político. ,

En el Congreso Socialista de septiembre estuvieron represen­tadas todas las corrientes que existían en el movimiento obrero mexicano: los anarquistas, los reformistas y los comunistas. La

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lucha de tendencias dentro del Congreso Socialista demostró que los problemas fundamentales que entonces exigían solución fue­ron correctamente resueltos por la mayoría de los delegados. Ellos eran el de la actitud ante la 11 y 111 Internacionales, ante la revo­lución socialista de Octubre y ante la necesidad de agruparse en partido propio. El Congreso realizó el primer deslinde de impor­tancia histórica al condenar el oportunismo de la 11_ Internacio­nal y decidir su adhesión a la Internacional Comunista, proclamar su simpatía hacia los principios de la revolución de Octubre y resolver constituirse en ·Partido Comunista, acuerdo que se llevó a la práctica en noviembre de 1919.

-?-Ante otros problemas, como la renuncia a partiCipar en elec­ciones, el Congreso Socialista adoptó decisiones equivocadas. Era indudablemente una reminiscencia anarquista y una reacción ante los métodos de la 11 Internacional, que había desprestigiado la participación de los obreros en los parlamentos burgueses.

EL PCM DE 1919 A 1940

Com~~_c>nc~s_l!~Judl~_ml,!Y.~om_pJeja en~_ue._~~~ la via nacional peculif!_r a través ~.eJa _c;uaJJe>s comunistas desarro­lla_b~g-el proc;esQ~g~ f!:l~lóti_-~J~j_<k!l~ _c()E:J!:l!tis~~--cQ~?vi­mien.t<tQQfero espontáneo: el comb~.o...p_QLla dirección ael proletaria,d;;!rente_á._ra· bu~J).!l_.Pl:fl!!tña b_w;gyJ:,sía. ~~e combate --que toma las formas más distintas y complicadas, des­éle-los.esfuerzos por la organización sindical y la propia confor­mación del Partido hasta la lucha armada-, constituye ~n rasgo esencial de la historia del PCM. , · --- ,-

~ -~Durante los~~ieron a su fundación, la vida del

PCM fue muy precaiia: el núcleo del Partido quedó prácticamen- . ., . te disuelto a consecuencia de la represión organizada por Obregón ~ " en mayo de 1921, y fue sólo hasta el 11 Congreso, en abril de 1923, que se integra una dirección estable.

A par!i! de entonces la lucha del Partido se mantiene sin l:!i.~!illa interrupción. En-_!!larzo de 1924 aparece-supriiñefpe­riódico estable, El Machete, (¡l.!eTievopor primerav]z1tgrtnoes ---......____ ----~--.....~~ --,.~~--·--"--·-·-·--~·-- . ·-

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m= d' la d"" oh~ y ddoo """!"';= ~<•ul<l_:_ ' 'f < - ,-xismo-lenil!!~~o, lps principi~~g~~-l!.~!!.~~!lal_~9~~~sta, /;: ~-lucha contra la influencia burguesa-, wresentaqQ_~n ~Q.n..cwistas del prif!!er Estado de_ obreros y campesmos ael ' 1 los añ~!- 20 por la CROM l el Partido _!:_~or~~-l:lasta1929, timndo. A partir d~ entonces jamás dejó de_ t;xisrir en nuest~o país ·, 12s comunistas tl;i§ier~n s;n ~~.e~~c~ot,~.J.a. ~2.1\{ una prensa comumsta que, pese a sus debthdades, denunctaba la 1 y de la CGT;eSta uDma, ¿!mgtda J22Ej.Q§ __ ª!lª-r<:oo.SJnaka·]·I· s. tas_. política de la burguesía e iba formulando una política propia de ~ Ya para ~ntonces. ~~i-ª)ogrado inte~rar_yna"!;ºrrie~te la ciase obrera. ~: ~i!!_qi~~_l_p~ia, 9ue se oponía tanm_aCa!>f§iJiss'o 'º!!''t at re-_

En este primer período de su vida, el Parti~o logr~ la derro!_a 1 i . fprmísmo. K ~¡¡rcJ:m·k~JJ.a.s;ig._. ~u agrupación ín4!:Rtn,qjente,J?~ d~I anarquismo como c.or_ri_e,ntC:__P.Q.Uti.m.~~~era,Jt:~sta ¡ Ia_~ei~U1~fe_nsa d~J.QUtuere~es ob,~~~----,, .-----~--~~t_tci iclSae. los.E!.lt; .S.!l~_J:irfuai desapan~t()?· ~~-_grl.lpos ~!l~s Túeron la 4 un smd1cahsmo clasiStjl. 'Fue ast como surgio¿ en febrero e 19 ,1 fuerza predomlñañreeñ""C! proletariaaocresae principios de siglo ¡ la 9>nfederación Sindical Unitaria de México, que dirigieron. los· hasta calumniar la revolución de 1910-1917, y salvo las acti- camaradas Vii.lenrín Campa y David Alfaro Siqueiros. Condena-vidades que transcurrieron bajo la dirección de Ricardo Flores da a la ilegalidad al poco tiempo de creada, la CSUM cubrió Magón y sus más cercanos compañeros, m~~~!~!!.,~...2.1?,2ftu- una importante etapa en la educación y organización sindical nismo, principalmente al actuar al través de la _5~_5~ del Qi?!.~f.() . de los obreros; y aunque durante el período de 5 años de la Mliñaíar-::=:que~-p--a~Ton l~J:>§rS!i~s!a' ~T§~~~~<?!.Ea.o~pe- ~ represión callista se redujeron considerablemente sus efectivos, su sinosrevoluCioilarios-, y al re.aJiZ.!:l.L.una lucha sin principios ·l lucha persistente condujo a que, al salir a.Ja legalidªd en I93J, roñttal:os.,primeros núéleÜsCc-:'CQil"lll~i~~;s:-ros .. restoréoñéempo. ··~ fuera UnO de los polos de atracción principales del resurgimiento raneos de'·aquelloir gfupos.Iüiií aemostrado más de una vez que . de la acción organizada del proletariado y una de las corrientes ya no integran ninguna corriente obrera, sino burguesa. Es falso, 1 más importantes que determinaron el proceso unitario de 1936. en consecuencia, que el anarco-sindicalisrno ha _a mater~li~~dQ en ¡· -s¡ El pCM fue el primer partidQ marxista léajojsra de América México la lucha por la indepen enCia. de ~_ll:5}_~~0~.!.~e · j Latina gue se planteó el problema de ~d~Lm<>:vi~ ;_l!!_Jiur~Sla. 1 Í !!.liento campesino por la clase--obrera, f eJ primero ejl:ffiromlar

~IJ'arrido_i_mmdqi<L~!l!Q!!.C.IOLC:!l la práctica del. mov!~~to 1 l / un progrruna agrario reyolucjonario U m rnm'Wjgas. c.rearoo. la~ obrero y revolucionario la concepción~.2:<:.LE!~~cter ~~~n~~~al ; primeras formas prácticas de alianza obrero-campesina, y Ic.0 de .. la-lif,c]l,á-=:_4e:CJii~f~t~iádo ... LSQ!íio~!~J~~gía _d~_f na~io- f dffupesinos pudieron intervenir en la lucha PQlítica contra el ñíillsmo gue la buq~ues[¡LY.J~-J~fQIIDISta$.)!~~J:>.lill._.l!,J!Lf.!!!!.S ! callismo como uno de los destacamentos revolucionarios prin-9f.J!iiJíbr;;~~ File Tá:""presencia de los comunist~s en _1~. arena ;, · _ cipales. política, sus compañas de solidaridad con la Rus1a Sov1et1ca, la ~ El Partido se esforzaba así por satisfacer u11o de los r~ri. creación de la Liga Antimperialis~a d~ las Américas Y otras o~- Ú ~i.ento~ leninist.as de. s. u f,ormación ·y·.· desarr. o. l. lo: -S§,ta-b,leCer la !Ji-ganizaciones, las campañas de soltdandad co~ Sacco Y Vanzettt, J rección política del proletariado sobre los campesinos, esen~i~ de con las víctimas de la represión y los persegutdos de otros países; fhtlañZa:-oó~ieCO:caiñpesiiiíí:'FirTás ·condido.ne~··~t"t&mo la ayuda constante a la lucha de Sandino en Nicaragua, al mo- .l -Mexico~-e~-¡;Tq~é'uñadeTas circunstancias históncas prop1a~_E._a vimiento obrero cubano y de otros países, lo que despertó el [~ 1 sidoJ~ existencia de un movimiento c~p_~Sifi_~Y:<il.i.lailli..Wo espíritu de solidaridad y la conciencia internacionalista de los '1· -cuya par~anzada y decisiváha--sido el semi-proletariado sectores más avanzados de la clase obrera y de nuestro pueblo. del campo-, sin que hay~-~~.r,gi9() \lfl pfir~idq_ campesi{l(), el J~~!l..~!~ al an!~ism-º:' nuestro P~rtido ~ cu~plimien~ d~q~rsito.,_~---~i_c;~~nyql_yiQ_p~L_p:!eciLo_q~,.J!l

entregó, desde SUS primeros años, a combatir al reformismo na. actividad, rurecta. a_e Tos COmuniStas hacia . e} ffiQ!ll!I!.C:,f!tQ •. C:a_mP..e-- · ·" sino,, y no en, el contacto y alianza con sus represent.all~. _polí ..

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_!kos. Al mismo tiempo que ello abría grandes posibilidades re­volucionarias al Partido, creó una situación en el seno de éste, que habría de influir en su futuro desarrollo, en el que cual­quier debilitamiento del núcleo obrero y de la ideología prole­taria conduciría inevitablemente a desviaciones "campesinistas", y al predominio de posiciones de derecha o de izquierda, según

. fuera el ambiente general· que rodeara al movimiento campesino. · -- Bajo la dirección del Partido se comenzaron a organizar en 1924 los primeros núdeos campesinos, las Ligas de Comunida­-q~_ ,Agrarias, que diero!J. b~se -ª.la creaci9n c!e la_ primera organi­zación campesina independiente y revqlucionaria en 1926, Ja Liga· Nacioiíál ~Campesina. ~a bt!~g¡.re:sía procedió a _ destrlli~a {¡_or_lª:_yíolencia en mayo de 1929. Sus d~dgentes j~_rincipales, 'como J. Gul!.JaTupe Rodríguez en Durango, Hípóllto- LánCíeio ·en Veracruz y or:ros, fu~ºº~sina_gQs,_ - De esa labor organizadora y de la defensa, no pocas veces heróica~ de los intereses· campesinos por los comunistas, parte la influencia que nuestro Partido cohquistó entre las masas campe­sinas revolucionarias; influencia que sufre altibajos, pero que se mantiene como una de las conquistas más importantes del proleta-riado revolucionario. ·

Los núcleos de cuadros estables de dirigentes comunistas se forman durante este periodo. }!n <Jiqembr(! de 1929, después del ~'leno de julio que hizo el balance dcl 'camino recorrido por el Partido en sus 10 años de existencia, asume la Secretaría General el camarada :tJernáQ_L..~~:J:>()rde, que hameritonces trába)aba en . el Buró Político y dirigía la-campaña electoral del Bloque Obre- -ro y Campesino. El Partido va adquiriendo importancia nacional y su influencia se extiende a otros núcleos de la poblaci6n, como la intelectualidad y los estudiantes. · · .;:::.¡ La idea ¿¡·Partido, la necesidad del partido revolucionario de la clase obrera, de su separación de la burguesía, arraigó entonces entre los trabajadores más avanzados.· En esto desem­pefiaron un papel importante lo~ .primeros dirigentes como el camarada José Allen, que encabezó la dirección desde su fun­dación hasta 1921; el camarada Manuel Díaz Ramírez, que fue secretario general hasta 1925, e incluso Rafael Carrillo, que después se pasó a las filas del lombardismo y que dirigió al Partí-

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do de 1925 a 1929. Cabe mencionar entre estos dirigentes a Julio Antonio Mella, el líder cubano que militó en nuestras filas de 1926 a 1929.

Pero el Partido no comprendió entonces la importancia de la teoría para el movimiento revolucionario de la. .. clase obrera y no supo estudiar las condiciones concretas de un país como México desde el ángulo de los principios del marxismo-leni­nismo. A consecuencia dé ello, los problemas de la definición del carácter de la sociedad mexicana y del tipo de revolución que se planteaba entonces se enfocaban siguiendo los esquemas que la· Internacional Comunista elaboraba para todo el mundo o para grandes regiones. En este sentido los comunistas. pa­saron por alto -y 'la orientación de la IC én aquel periodo ayudaba a ello-, las indicaciones que Lenin.hada en 1919 subrayando la necesidad de tomar en cuenta rigurosamente "la ·diversidad de condiciones en que tienen que luchar y ·actuar los distintos j:>ar_tídos para el trazo de su línea política y su progra­ma" (ver Condiciones de Ingreso a la IC, p. 17).

Fueron trasladadas mecánicamente a las condiciones de Mé- v xico las erróneas conclusiones del VI Congreso de la IC., que caracterizó a los países de América Latina como semi-coloniales y semi-feudales, contradiciendo la concepción leninista, según la cual la mayoría de los países latinoamericanos se ubicaban en un grupo intermedio, como países en que los movimientos nacionales habían pasado ya en la época de las guerras de in­dependencia y se mantenían como ·países independientes . polí­ticazvente, pero sujetos a la dependencia económica y financiera de las potencias imperialistas.

De 1919 a 1929 el Partido llamaba a la revolución soviétí-i ca, a la conquista de los soviets, como forma estatal de. la re-\ volución, tal como lo planteaba la Internacional Comunista para todos los países. El_ traslado de la consigna de los soviets, forma concreta de la dictadura del proletariado que había triun: fado en. Rusia, se e~plica a mi parecer por ese fenómeno que se da después de las· grandes revoluciones, cuando sus formas

. particulares y espedfica_s_ se conciben como universales. Esto se puede comprobar no sólo con el triunfo de la revolución rusa, sino posteriormente, con el triunfo de la revolución china y de

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~---" ~, ! _ , , J$ ~;4 """'"·~ ~ ~-7~ '"' -- ;~ s _e_: "-

la revolución cubana. Toda gran reyolución ejerce profunda influencia entre las masas y las lleva a tratar de imitar incluso sus rasgos específicos.

La consigna de los soviets en todo el mundo es, como se sabe, una idea de Lenin. Pero Lenin no la veía como un simple traslado de la experiencia rusa, sino de manera más profunda; para Lenin se trataba de la esencia y no del nombre. La-ídea_de los soviets implicaba que la vanguardia debería apoyarse en ,una amplia organizádón de las masas" sin partido o en la cual parti­cipaban representantes de oª'os partidos. Los soviets cqmplían el papel de órgl!llos legislativos y ejecutivos en representación de la inmensa mayoría del pueblo trabajador; eran lá expresión de ~la alianza de la clase obrera con los campesinos y las amplias masa$. Pero esta concepción no se comprendió cabalmente y la consigná de revolución soviética se tomaba como sinónimo de revqlucjón socialista, lQ qu~!lldudablernente no correspondía a las condiciones de aquel tiempo.

Poco después, hasta llegar al VII Congreso d~ la IC, la con · signa de los soviets se cambió por la de revolttción obrera y campesina, que expresaba una idea más profunda y adecuada a las condiciones de América Latina. Se trataba de una forma transitOria de poder, algo parecido a la dictadura democrático­revolucionaría del proletariado y los campesinos, como poder anterior a la dictadura del proletariado. Sin embargo, tantO la IC como una serie de partidos, entre ellos el nuestro, identifi­caban esta consigna con la de revolución socialista; se la veía como sinónimo de dictadura del proletariado.

En condiciones en que la revolución socialista no había ma­durado, esta consigna no ayudaba a agrupar las fuerzas reales capaces de intervenir en la revolución que maduraba efectíva­lll('llte. Por eso el Partido se encontró desarmado cuando se planteó la necesidad de dar una salida revolucionaria a la crisis ti1 que el país se vio envuelto en los años de 1929 a 1933, donde se conjugaban los efectOs de la crisis económica mundial ron el desprestigio de la dictadura callista y una profunda crisis agra1ia.

En julio de 1929 se realiza uno de los plenos del Comité C(JJtral que tuvieron mayor influencia en la vida del Partido.

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Se vivía el momento de virajé reaccionario del callismo, cuan­do el Partido y las organizaciones de masas que le eran afines, como la CSUM y la Liga Nacional Campesina habían sido de­claradas ilegales y -~11., el país se , desplegaba una , feroz . persecu­ct!:i~~~LI~~- El gobierno l:le 'Poires Gil había roto-1as relaciones diplomáticas con la Unión Soviética utilizando conio pretexto las manifestaciones de solidaridad que se realizaron en todo el mundo frente a las embajadas mexicanas en protesta por el asesinato de J. Guadal u pe Rodríguez y otros ditígentes cam­pesinos.

Bajo la influencia de las conclusiones del VI Congreso de la I~ realizaC!o meses antes, y de la línea izquierdista planteada

-Por Stalin, el Pleno adoptó "una serie de conclusiones de carác­ter sectario con las que se orientó la actividad del Partido du­rante el período de la ilegalidad de 1929 a 1934. Stalin plant~ó entonces su errónea tesis de que los partidos comunistas aeberían dirigir el golpe principal contra la democracia pequeñoburguesa; consideraba, que 'la socialdemocracia era el apoyo principal de la burguesía. La línea d~l frente único obrero, planteada por Lenin en el IV Congreso ,de la IC, fue dejada de lado. :fui MéxiC<:) uñ e~ror de este carácter tenía gran importancia, por cuanto en la estructura de clase"del pá1s tenía un peso enorme. la ~!l.eJ!i b~~~esía, espeeiálmentéen el campo, donde las clases no pro­fetarias constituían (y constituyen) una potente fuerza revolu­cionaria.

Estas tesis se trasladaron a México en un período en que el papel y la importancia de las capas medias crecían, y cuando comenzaba a destacarse un grupo de demócratas revolucionarios, que recogía las aspiraciones de los campesinos y de las capas medias urbanas y entraba en contradicción con la dictadura ca. llista.

Siguiendo las ideas del IV Congreso de la IC, la dirección del Partido no sólo no se proponía la unidad de -acción con las representantes de la pequeña burguesía radicalizada, sino consi~ deraba que éstos eran los enemigos más peligrosos. ASfPOr ejemplo, llamaba a concentrar la lucha contra el Partido So­cialista de las Izquierdas, que dirigía el coronel Adalberco Te­jeda, uno de los hombres más radicales de su tiempo, que pre-

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sentó su candidatura a la presidencia de la República contra el entonces candidato del PNR, Lázaro Cárdenas.

Por otra parte se encontraba incapacitado para enfrentar los problemas políticos que se derivaban de las luchas en el seno del partido gobernante, y revelando incomprensión del estado de ánimo que invadía a importantes sectores en el seno de aquél y de sus formas de expresión, caracterizó al plan sexenal de Cárdenas como "plan sexenal fascista".

No podría entenderse en nuestros días esta conducta del' ) Partido, de no tomarse en cuenta las condiciones en que se

! desarrollaba el movimiento revolucionario mundial. La. IC. se había formado como un partido internacional, y pertenecer a ella era, en las condiciones de su creación, la única forma de militar en el movimiel:ltO comunista. Por otra parte, el desarrollo del comunismo como fuerza internacional no tenía otra vía po.

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. sible: era: ésta la manera singular de impulsar la transformación del movimiento obrero. en partidos independientes del reformis-mo y del nacionalismo burgueses.

) 'L Pero precisamente en los años a que nos referimos, un as­; pecto de las normas de la III Internacional --el de la obligato­") ried~d de la línea general-, se había desarrollado unilateral­/ mente, en tanto que el otro --el de la comprensión e interpre.

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tación de las peculiaridades nacionales-, de hecho se había abandonado después de la muerte de Lenin. Y ello estorbaba al desarrollo de los cuadros nacionales y a ·la formulación de una ¡ línea comprensible para las· masas. En el caso concreto de Mé-

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xico, dific.ultaba extraordinariamente. la elabor. ación independien­te de la política apropiada :;. las cond:ciones del país y tendía a perpetuar la debilidad teórica del Partido, ya de por sí grave. ~elem~?S -la debilidad teórica y las tendencias en­

tonces predominantes en la IC-, ~ondp~artido a ple-~~esquema i~ernacional que ~o se ajusta~~~-!~~-con­gjcianes defpm:-"En?róDleiñiael tÍpo éie transformaciOnes que habían madurado en la sociedad, es decir, del carácter de la revolución, no fue resuelto acertadamente.

En el ~oda de la crisis económica mundial de 1929-1933 s~_p~ relie~_,~moi~~exisreocia,_de _l!!!U9Ec~p~~

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.. (' =~ ~~idd, q~ no "p<op>a do~~ é~~~innq~ re~ mdM• •

(11 • otros perío4os de la acttvidad del PartidO, acerca de la clase

f~. obrera mexicana. En los materiales del Partido se hablaba de la · clase obrera de aquel tiempo como si se tratara de la clase Gbrera .. ¿ europea o de un país capitalista de~arrolll1.d.<:>· ¡>_ero la clas~.o~re-

. ra de entonces, su núcleo .industrial, el que se to~ha en cuen!~ ·.i1 en los materiales del Partido, era un destacamento muy reducido,

. y muy inmaduro todavía. Hacia 1928 el número de obréros- in­dustriales no IIegaba a 200,000. En cambio tenían -~!1-.ll..Bran QO·

tencialidad los obreros agrícolas, las capas_c;ol9.'19!.adas no-proleta­rias de la ciudad, hacia 'las cüales no se orientaba la"actívidaa~aer Partido de-una-inaneracoñciente;-sino·espontanea~·:;e ac~ entre los campesinos, pero la línea de revoluCÍón socialista no podía canalizarlos hacia un movimiento político ae envetgaQ,Y!i_, nacional con reivindicaciones propias.

·r··· Al no establecer una firme alianza con las capas trabajadoras •· no prol~J\',t!i~Pórii'aüseñcía ·aeún programa concreto de. tr~ns-. formaciones revolucionarias, ur1. pr()_gram_a que di.erl1 res~l;lesta a

las necesidades reales, la burguesía pudo cáííalizar la ola revolu-

l cionaria mediante una serie de reformas y atraerse a las masas

descontentas. ~~ Todo esto repercutió negativamente en las relaciones entre

¡: el Partido y la clase obrera, entre el Partido y las masas trabaja. ·' doras no-proletarias. _ .... ·

.. Desde el-punto de vista de organización, el Partido se man. tuvo en este período como un grupo pequeño, que sólo llegó a superar el millar de militantes. Hasta 1926, se organizaba a base de las llamadas "locales", que eran la agrupación de los comu­nistas de la localidad determinada. El sistema celular se comenzó a aplicar hasta después del IV Congreso celebrado en 1926 .. En 1925 según los datos del III Congreso, el Partido contaba con 191 miembros organizados en 10 ciudades. Ya para 1927 con­taba con 600 miembros y más de 50 células de empresa. Para el período del Pleno de julio de 1929, al entrar a la ilegalidad, el Partido había elevado, junto a su influencia de masas, el nú. mero de sus militantes: contaba con 1,500 miembros, de los cuales el 70%' era de obreros, el 27% de campesinos y el 3% de intelectuales y empleados. Era evidente el proceso ascendente

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que el Partido había seguido desde su fundación en 1919 hasta el periodo de la ilegalidad que se inicia en 1929, en la extensión de su influencia entre la clase obrera y en el crecimiento de sus filas.

Las luchas internas en el Pattido se habían resuelto en bast< al mantenimiento de su umaaay· las divergencias de' opinión ño~.!~ trag!,lfÍ~~n en rompumentos. JifPTeno de iulio de J229 ex­J:!yJ~_..al grupottóts~~~--h~P-~_!<JQ_[~?!Pando~l2.J~~ dit.~fié!l .. ~ .. Qi~[~jyveJa, .! al lí<!_~. campesi~rsulo Galván, por su conducta oportun~gt__j!_nte la __ !_eE!esión del calhsmo. 15eSde entonces comenzó a actuar en México el trotskismo como agru­pamiento político.

Hoy los trotskistas y sus reivindicadores se remtien con 'fre­cuencia a los 50 años de existencia del PCM; pero no hay gran

- diferencia entre la edad del trotskismo y la de nuestro Partido; ya en 1927 comenzaron a conformar su fracción y en 1929 hicieron pública su plataforma de "oposición". Han pasado desde entonces más de 40 años; Trotski trasladó a México su cuartel general y desplegó contra los comunistas mexicanos una campaña calumniosa sistemática. ¿Y qué ha quedado del a;otskismo? ¿Cuál es su aporte al movimiento obrero y revolucionario del país? ¿Dónde están los cuadros del trotskismo en el movimiento obre­ro, campesino y popul~r? A excepción de sus reducidos grupos estudiantiles, e incluso a pesar de ellos, el trotskismo sigue siendo lo que siempre fue: un minúsculo grupo antí-partido, escisionista y antisoviético, incapaz de desempeñar cualquier influencia posi­tiva en el movimiento revolucionario.

}>ese __ a sus errores ~-_ q~rjgs!_el Partid_o_ , .sin_~-m bar~ continuó desarrollando su mHue_.ocia..en-1oi'ii1íoscréTaii,e~~s éé,Q:Qó-;:i¡~¡-(T929_á.l934). Era deter;ni1}~;,;_t;;· en ello su persis­tente labor"eii'trelilC1ase-o1>rera y los campesiñ08,(iue ince=ve­nían con Importantes acciones como en ningún otro período de la historia de Mex1co. En junio de 1930 el gobierno masacra una manifestación de campesinos y obreros agrícolas en Matamoros, Coah., contra la política de Ortíz Rubio y en demanda de tierras. 20 militantes comunistas caen asesinados. Del 25 de febrero al 20 de marzo de 1931 en los principales centros obreros del país se realizan grandes manifestaciones de sin-trabajo, convocadas

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por la Confederación Sindical Unitaria, como reacción contra el paro y la desocupación. Entre 1931 y 1932, por ejemplo, fueron reajustados 12,000 obreros ferrocarrileros.

En 1932, el 26 de febrero, fecha que la CSUM proclama como "Día de lucha contra la desocupación", una columna de sin-trabajo marcha de Puebla a la ciudad de México; a ella se unen numerosos obreros de la capital. En la manifestación de Monterrey partidpán 7,000 obreros y más de 2,000 en Jalapa.

El primero de mayo, la manifestación adquiere un carácter extraordinariamente masivo. En el D.F. desfilan cerca de 150,000 trabajadores, 16,000 de ellos bajo las banderas de la CSUM.

Las acciones campesinas se desarrollan sobre todo a partir de 1932. Con las armas en la mano, grupos numerosos de cam­pesinos invaden las propiedades de los terratenientes en los Es­tados de Guanajuato, M.ichoacán y Jalisco. En las plantaciones arroceras de Michoacán, más de 2,000 peones declaran la huelga.

Durante 1934 y 1935 el movimiento huelguístico llega a su punta culminante: según dato~ oficiales, en 1934 se realizaron

. 202 huelgas, es decir, 18. veces más que en 1933; para 1935 abarcaba a la mayor parte de las ramas industriales, el número de hnelgas se elevó a 642 y el de huelguistas a 145,212.

La lucha en el seno de la clase dominante se agudiza a me­dida que se desenvuelve el movimiento de masas, y en junio de 1935 estalla la crisis polftica con motivo de las declaraciones de Calles exigiendo el aplastamiento de las huelgas .. El movimiento obrero pasa a la ofensiva y se crea el "Comité Nacional de De­fensa Proletaria", que une a la gran mayoría de la clase obrera del país. El Partido comienza a recuperar su derecho a la actua­ción libre y sus dirigentes actúan abiertamente. El día de la aper­tura del local del Comité Central, bandas armadas lo ocupan, en un intento por impedir la acción legal de los comunistas. ~ B~o la presión del movimiento de masas, pero respondiendo también a las exigencias de la burguesía media y del pequeño capital afectados por la crisis, el gobierno de Cárdenas procede a cambiar la orientación de la burguesía gobernante en relación a la reforma agraria y da a ésta fuerte impulso, establece un clima de respetO a las libertades democráticas, y más tarde realiza las nacionalizaciones de los ferrocarriles y la industria petrolera,

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atendiendo al estado de ánimo en que se expresa un nacionalismo burgués renovado. En estas medidas gubernativas está presente también, sin duda, el objetivo de frenat el movimiento de masas o, en todo caso, de canalizarlo.

Pero el_mQrimiento obrero y campesino no se paraliza. Pro­sigue su ofensiva y defiende las posiciones conquistadas. ,Ant.e d riesgo de que el movimiento de masas caiga bajo la dirección de los _cardenistas, el Partido lanza en los primeros meses del goolerno de Cárdenas sus conocidas consignas de "Ni .con Cár- . deñas ni con CaUes" y un poco después "Con Cárdenl!s. no, con las masas cardeni!il:ás sí"' consignas cuyo contenido era la defensa del caráct~r independiente del movimiento obrero y campesino . revolucionario, y que expresaban una combativa tradición prole­-taria en defensa de la independencia de la clase.

Estas consignas, que ponían de manifiesto la sensibilidad. de los dirigentes comunistas ante el peligro real de que los refor­mistas tomaran en sus manos el control de las masas, fueron ca­lificadas después, bajo el inffujo de las conclusiones del VII Con­greso de la IC realizado en julio y agosto de 1935, •<:?IDO expre­siones de una orientación sectaria, y así se consideraron cl·uante mucho tiempo en los documentos partidarios.

El VII Congreso de la IC significó un viraje en las concep­ciones sectarias que habían impregnado la Hnea de sus congresos V y VI. Elaboró, como es sabido, l!l táctica .de frente popular antifascista y de frente popular antiimperialista, que tuvieron enorme significación para enfrentar y combatir en todo el mundo el peligro del fascismo y de la guerra. Se trataba .. de una táctica para unir fuerzas disímbolas -en primer lugar las del movi­miento obrero- para enfrentar el riesgo que significaba el asal­to del fascismo al poder y las pretensiones revanchistas y chovi. nistas del sector más reaccionario y agresivo del capital financiero internacional. Pretendí.a establecer condiciones para la CGnquista de la dirección del Estado por un bloque de fuerzas capaz de conducir a los pueblos por un camino de transfor.macjones socia­les que abrieran paso hacia el socialismo, pero que en lo inmedia­tolo cerraran al fascismo. El valor de esta táctica de corree-leni­nista se probó en sus éxitos en diferentes países y en las bases

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que puso para la derrota del fascismo en la guerra desatada por éste. ... Para México el viraje táctico se expresó en la conocida Carta d~la delegación mexicaná al· VII Congreso de la IC, que formu­laba un programa y una táctica adecuados a la situación concreta que vivía el país. Los errores cometidos en su aplicación -contra los cuales ya se prevenía en el documento-, y las deformaciones que le restaron eficacia no son atribuibles al principio que inspi-raba la Hrtea. ,

Como sucede en todo viraje, se. tendió entonces a juzgar la política del Partido desde una nueva posición unilateral, y lo que era defensa necesaria de la independencia de clase del movimien­to obrero y de las posiciones conquistadas por el Partido, comen­zó a ser considerado expresión de sectarismo.

Ello con~<!llS!~ .!.~~!....S2.~-tl.e.J~ . .más.úcas experien­cias de los comunistas mexicanos en la construcción del Partido r~~2~ticionario: ladefensa de la indepen~~ga, de- d~~set pro­~tariad()_fre~'ª,.ltl?J!tgy~_sía y la peql!_e,q~!?]M&l:t~~ía. Este rasgo esencial de la actividad del Partido, que había permitido la for­mación de una corriente revolucionaria en el movimiento obrero tras la cual comenzaban a marchar las fuerzas principales de éste, fue situado dentro de las concepciones sectarias. Tal carac­terización po~__s __ E_a~~AeJa_!ncapacidad p.ara..defender la in­de~~4.~!!cia de la _ _ilise...obre.ra .e impedía ~-ª-~~.f~~~­di~!?. .. !ltrae~_a.J.~Jge~!s__cl_e .. <;:l~s_<!~l,le aspir~!>~!l~J!a.nsfg...rm_ªcio­nes _ca,~a -~~z m_~_pro!_und~_9ü:igg!es_ f9fl!!~ _l~_P!l!S~:~!_a~n cuant_g_é..§~a~y(¡_lvie_;:_~~~!~~¿J-~C:~~-~~forrqas. ·

La lucha !#L.f-ª.ttid~dclensa.~de...sus.. posú;ionei-ifenre a l.9~Jmcim.$ Ae ~O!.!ef.Qtm~1~S.P9t$omete.r...aLmm:imieato--obrero y campesino a su control, se expresó muy claramente en el pro-6Téma de:Ia unid~c\..wdk¡¡J. Con base en las organizaciones afi­liadas al Comité de Defensa Proletaria se realizó en febrero de 1936 el Congr~~o.cle_J.Jnjfic;ación.Proletaria donde se constituyó la Confederación de Trabajadores de México (CTM). La CTM surgía como una organización clasista. Se fundían en utiasola organización las fuerzas dirigidas por el PCM, que estaban re­pre_~entadas por la CSUM, las que actuaban bajo la dirección de Lombardo Toledano y Fidel Velázque_b.. que se habían escin-

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dido de.Ja CRO.M: en octubre de 1933, agrupadas ~n torno a la Co!lfeder~ción General de Obreros y Campesinos (CGQCM), y una- serie de sindicatos independientes, como los de electricistas, ferrocarrileros, mineros y otros.

El grupo Lombardo-Fidel Velázquez intentaba por todos los medios frenar la creciente influencia que adquirí~!l1Ds4.comunis. ras en las filas de los sindicatos de la CTM y recurría para ello a todo tipo de maniobras. Desde la. fundación. de.Ja_.c.TM se d~l_e_gó l!!lalucha interna en st~ seno, caracterizada por el.in­rento lombardista de ·imponer a los sindicatos, contra la voluntad de la base, representantes de su corriente oportunista, que uti­lizaban los puestos para la politiquería burguesa, medrar con las cuotas y apaciguar a los trabajadores. Se presentaron conflictos como los suscitados en la Federación Regional de la Comarca Lagunera, la Federación de Nuevo León y la de Oaxaca. En las dos. pril!leras federaciones, .los trabajadores apoyaban a dirigentes comunistas como Dionisio. Encina y Tomás Cueva, pero Veláz-

. quez, apoyaao p()r Loiñbaid.o. trataba de imponer a elementos corrompidos de su cori-teñcé;· agentes de los gobkrnos locates.

Esta situación hizo. crisis...en abril de 19-31,-a un año de cons­tituida l_a, ~TM, cuando se_r~nía el IV Con~jc¿J~IiclanaLde la ~~mt Debido a las maniobras puestas en juego por el grupo lombardista, la CTM se escindió. Los sindicatos dirigidos por el J?artido_y:~poclíf!.e!es independientes como los que encabezaban el Sindicato Mexicano de Electricistas, abandonaron el Consejo.

Las estadísticas publicadas en la prensa de entonces muestran claramene que el grupo de sindicatos y federaciones que había abandonado el IV Consejo representaba la parte más importante de la clase obrera organizada, y que con Lombar~o y Velázquez se habían quedado los sectores más atrasados del proletariado.

En las condiciones del movimiento obrero mexicano, la uni­dad tenía que pasar a través de la lucha por la democracia interna y la independencia de los sindicatos, tenía que servir al desarrollo del propio movimiento y al despliegue de su potencialidad y no al sometimiento a los intereses de la burguesía.

La situación fue. resuelta por la interu:nción ..de Earl Brow­der, entonces Secretario General del Partido Comuoist11 de los Estooos~.tlnídos.'?f vicepresidente del Comité Ejecutivo .. de la In-

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ternacional Comunista, a cuya ayuda apeló Lombardo Toledano. No se trataba, naturalmente, de la persona de Browder, sino de que éste acmaba en nombre del Comité Ejecutivo de la IC. Uti­lizando esta posición, Brow_der presionó a los dirigentes dei Par­tido .para que reintegraran los sindicatos al seno de la CTM sin ninguna cqndición, e impuso la línea llamada de "Unidad a coda costa", que aprobó el Pleno de junio de 1937, a pesar de la re­sistencia de numerosos cuadros sindicales dei Partido.

A partir dc:~ese momento la influencia_!:!,~ PCM en.el movi­miento sindical comenzó a descender: los comunistas fueron des­alojados, uno ·;;¿--otro; ·ere -ros puestos de dirección donde los hablan colocado las propias masas, sin que estas· comprendieran la actitud de los comunistas. Años más tarde sería utilizada contra la dirección del Partido de entonces, y en particular contra los camaradas Laborde y Campa, la adopción de la llnea de "Unidad~ a toda cosca", cuando en realidad les había sido impuesta. Sin embargo, se continuó aplicando después del Congreso Extraordi . nario, no obstante su condenación formal.

Esta era una línea de capitulación elaborada en aras de man. tener la alianza con la burguesía. A su influjo el Partido se fue deslizando a una posición en la que se renunciaba a defender posiciones propias y se hadan cada vez mayores concesiones en aras de una unidad que no servfa al desarrollo de las fuerzas propias de la clase obrera. De este modo, en junio de 1939 el Comité Central resolvió suprimir las fracciones comunistas en algunos sindicatos. "¿Creemos que las fracciones son un obstáculo para la unificación completa de los trabajadores de la enseñanza? Pues suprimamos las fracciones", dijo el camarada Laborde en su Informe al Pleno.

Antes, en enero de 19.?9, el VII Congreso había aprobado una orientación que tenía como centro la tesis de que· el PRM era "el Frente Popular en las condiciones peculiares de México" y de que toda la labor de masas debía centrarse en la atención al PRM y no al Partido Comunista. Llevado por esta orienta­ción, el Congreso resolvió mantenerse al margen del problema fundamental que se deci~ía en ese momento: el de la sucesión presidencial. Con ello se dejó manos libres a los altos círculos

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del PRM y el gobierno, que acabaron imponiendo la candidatura derechista de Manuel Avila Camacho. Ante este problema se puso nuevamente de relieve el daño de una concepción de la unidad en la que se dejaban de lado los intereses de clase y que se mantuvo por el Partido durante largos años.

Todo se supeditaba al objeto de mantener la unidad éon las fuerzas principales de la burguesía gobernante, en aras de la "de­rrota de la reacción". Posteriormente, ya en el curso de la segun­da guerra mundial esta línea se expresaba en la consigna de "unidad nacional", concebida como supeditación del interés de cla­se del movimiento obrero a los llamados "intereses nacionales" o a los fines de la lucha contra el fascismo.

En las condiciones de la situación política de 1939, cuando se decidía el futuro inmediato del movimiento revolucionario, democrático y antimperialista del ·país, cuando ante las masas estaba planteado el dilema de si el país marcharía haCia la coro­nación de las tareas democráticas y antimperialistas, hacia un auténtico ascenso del movimiento revolucionario, o se entregaría el poder a los sectores derechistas de la burguesía; en esas con­diciones la concepción abstracta, sin sentido de clase y conciliado­ra de la unidad, causó los mayores daños al Partido.

Frente a la candidatura derechista de Avila Camacho había surgido de los círculos de izquierda más consecuentes, la candi­datura del general Francisco J. Múgica, el hombre que represen­taba en el gabinete de Cárdenas la corriente más avanzada, la más ligada al movimiento obrero, la que trabajaba en alianza más estrecha con el Partido Comunista. En torno de Mligica se habían unido los auténticos representantes de la democracia re­volucionaria, entre ellos Narciso Bassols. Pero no era eso lo más importante: el movimiento obrero y campesino, grandes masas de la pequeña burguesía se pronunciaban por un gobi~rrto que se colocar.a más a la izquierda que el de Cárdenas. Por otra parte, las fuerzas de la burguesía agrupadas en torno de Avila Camacho se planteaban claramente detener el curso a la izquierda y re­orientar la política del país en beneficio de sus exdusivos inte­reses, con la bandera de que se había entrado "a la. etapa cons-

tructiva de la revolución". El argumento de los conciliadores, que se convertía en un

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espantajo, era el peligro de la reacción, el fantasma de la divi. sión de "las fuerzas revolucionarias". En realidad, pocos meses antes, en mayo de 1938, al ser aplastada la rebelión cedillista, las fuerzas reaccionarias de la burguesía y los terra¡tenientes habían recibido un rudo golpe y existían las condiciones para rechazar una nueva ofensiva reaccionaria. En 1939, estas fuerzas se concentraron en torno de la candidatura de A vil a Camcho con la idea clara de inclinar en su favor la balanza del poder sin re. currir a la guerra civil.

Se presentaba aquí uno de esos casos de la historia en los que Marx, Engels y Lenin habían dicho que era preferible una de­rrota en la lucha, ya que de ese modo, el movimiento revolucio­nario hubiera mantenido sus banderas, sus propias fuerzas y las de sus auténticos aliados, aun cuando hubieran salido derrotados si sus fuerzas no resultaban superiores a las de la burguesía. Pero la línea de "unidad a toda costa" condujo a una derrota sin lucha, a lo que el mismo Cárdenas ·llamó muchos años después el entro­nizamiento de la "contrarrevolución pacífica".

Fue entonces cuando se produjo la desmoralización en el mo­vimiento obrero y campesino, la disgregación de las fuerzas de izquierda; cuando se inició el período de repliegue y descenso del movimiento revolucionario y la crisis prolongada del Partido Comunista.

A fines de 1939 llega a México una delegación de la Inter­nacional Comunista, encabezada por el camarada Victoria Codo­villa y en noviembre el Comité Central resuelve convocar un Congreso Extraordinario del Partido.

Para entonces se habían trasladado plenamente a la IC las deformaciones introducidas por Stalin en el PCUS en · cuanco a los métodos para decidir los problemas conflictivos en .el _seno del Partido y de la sociedad soviética. Se vivía el período de las represiones masivas contra los antiguos cuadros bolcheviques, que se hicieron extensivas a las direcciones de algunos partidos co­munistas, como en los casos de Polonia y Yugoslavia.

Por otra parte, la complejidad de los problemas nacionales había aumentado extraordinariamente; éstos no podían ser abor­dados con un conocimiento superficial de las cosas ni con esque-

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mas prefabricados, sino sólo por medio de una aplicación flexible y multilateral del método marxista, cuyas exigencias no eran se­riamente observadas en aquellos tiempos en la organizaciún in­ternacional.

En estas condiciones, la delegación de la IC no podía contri­buir a la realización de un examen objetivo de la labor del Par­tido en los últimos cinco años, ni a la realización de una autocrí­tica a fondo de los errores cometidos por la dirección a partir de 1937. No era capaz de dar eficaz ayuda a la elaboración de una línea acertada para el período que se iniciaba, de descenso del movimiento revolucionario y de consolidación de las posiciones económicas y· políticas de la burguesía.

El objetivo principal de la delegación, según lo demostró su actuación, consistía en "depurar" al Partido y principalmente en eliminar a los camaradas Hcrnán J.aborde y Valentín Campa de los puestos dirigentes y de las filas del Partido. Sólo así se explica que antes de iniciar la discusión en el Partido se instalara una Comisión Depuradora, cuya labor rue una de las expresiones más 'burdas de los métodos de arbitrariedad sobre miembros y organiza­ciones del Partido. La Comisión expulsó con base en acusaciones superficiales y sin que mediara una previa investigación, a muchos militantes y disolvió organizaciones enteras que agrupaban a miles de comuni~tas.

De este modo, en Jugar de que el Partido corrigiera los errores reales que había cometido su dirección en los tres últimos años, se sentaron las condiciones para la disgregación del Partido y su posterior escisión. -

'Los materiales preparatorios del Congreso señalaban acerta­damente algunos de los errores cometidos por el Partido en este período. El principal consistía. en no haber comprendido en todos sus aspectos la idea leninista de la hegemonía del proletariado en el movimiento democrático y antimperlalista que se había desarrollado, y consecuentemente en no haber sabido defender la independencia de clase y la autonomía política de la clase obrera cuando las circunstancias históricas habían abierto la coyuntura de la acción conjunta de la clase obrera con las capas radicaliza­das de la pequeña burguesía y con algunos sectores dP. ia burgue­sía democrática.

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Pero los materiales del Congreso Extraordinario no ar.uda­ban a corregir de raíz esta desviación y a hacer que el Partido y la clase obrera enriquecieran su ideología con base en la ex­periencia de sus errores, porque no adoptaron una actitud con­secuente y ·revelaron la presencia de las mismas desviac10nes que se querían corregir en los autores del material preparatorio y del informe al Congreso Extraordinario. Así, por ejemplo, se decía que "El Partido de la Révolución Mexicana reunía y reune las condiciones para transformarse en una verdadera organización de Frente Popular, teniendo en cuenta que en su seno existen las organizaciones sindicales . . . pero a condición de democratizarse y transformarse en un organismo de Frente Popular desde arriba hasta a:bajo". Y en seguida se planteaba que el Partido debía y debe luchar por ingresar en el PRM.

"Cometimos -dijo en su artículo autocrítico de marzo de 1940 el camarada Hernán Laborde-:- el error de subrayar el valor de la unidad en sí misma olvidando su contenido. Atenua­mos las diferencias de clase entre las fuerzas de la revolución democrática. Lanzamos la consigna de apoyar a "todo el.Gobier­no de Cárdenas", olvidando la crítica a sus inwnsecuencias y sobre todo a los representantes de las tendencias de ca¡:-itulaci6n ante el enemigo. Y exageramos el contenido revolucionario de la polltica de Cárdenas, dejándonos arrastrar por la demagogia de los elen~entos pequeño burgueses del gobierno, hasta afirmar que la introducción del trabajo colectivo en las tierras ejidales, el fomento de las cooperativas y las "administraciones obreras" constituyen anticipos de una etapa más avanzada del movimiento 'revolucionario y bases para facilitar y acelerar en el momento oportuno la transformación de la Revolución Mexicana hacia el socialismo ... " (La Voz de México, 3 de marzo de 1940).

Las viejas debilidades de la formación teórica del Partido volvian a causarle profundo.~ daños en momentos decisivos para el desarrollo de la lucha revolucionaria. Pero en las condiciones de 1939 y 1940 la experiencia de los errores, que es uno de los elementos de la formación de los cuadros de la clase obrera --que no se edur 'n en escuelas ni en círculos, sino en el proceso de la lucha-, no fue posible asimilarla y convertirla en patrimonio del movimiento. ·Fueron expulsados los dirigentes principales,

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Laborde y Campa, cuyo nombre estaba ligado a la etapa más importante de la formación del Partido, que habían cometido errores, pero que eran hombres fieles a la causa de la clase obrera y al marxismo-leninismo, como lo demostró toda su conducta política posterior.

LA CRISIS DEL PARTIDO

El Partido entró en una crisis prolongada, que parte propia­mente de 1937, con la adopción de la línea de "Unidad a toda costa". Esta crisis coincidió Zon el descenso del movimiento obre­ro y campesino, prolongándose hasta los años de 1957-59, cuando comienza un período de reanimación. Se sucedieron entonces una serie de luchas internas, que terminaban en escisiones (las de 1943 y 1948, por ejemplo), hasta que en 1950 se materializó la división formal del Partido, al constituirse el Partido Obrer.) Campesino Mexicano.

Durante los años de la crisis se entronizaron en el Partido los métodos burocráticos de solución a los problemas internos. Las divergencias que aparecían en el curso del trabajo entre cua­dros dirigente~ y simples militantes, se solventaban mediante prácticas administrativas y no a través de la discusión y el exa­men de las diferencias por todos los comunistas.

Estos métodos a la larga crearon la imagen de un Partido en el que no era posible conjugar la iniciativa del luchador .revo-_ lucionario que pone en juego su propia experiencia y sus cono­cimientos en un ambiente de discusión libre de las ideas, con la disciplina en la acción, como corresponde a una organización que existe para la lucha política

En este período se produjo un acontecimiento de especial importancia en el movimiento comunista internacional: en 19f'l, en el apogeo de la guerra antifascista, por acuerdo de su Comité Ejecutivo, fue disuelta la Internacional Comunista. La resolución del Presidium de la IC del 15 de mayo de 1943 establecía que "ya mucho antes de la guerra era cada vez más patente que a

,--~dida que se complicaba la situación de cada país, tanto interior

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como internacionalmente, la solución de los problemas del mo­vimiento obrero de cada país por cualquier centro internacional encontraría dificultades insuperables. La profunda diversidad de los caminos históricos del desarrollo de los diferentes países del mundo, el carácter distinto e incluso contradictorio de sus regí­menes sociales, la diferencia de nivel y ritmo de su desarrollo social y político y, finalmente, la diversidad del grado de con­ciencia y de organización de los obreros, impusieron también tareas diferentes a la clase obrera de los distintos países". ~

La disolución de la IC no significaba rompimiento de vín~ulos. entre los distintos destacamentos del movimiento comunista in­ternacional, aunque no se establecieran en la resolución las for­mas nuevas que debía adquirir la relación entre los partidos co­munistas. El movimiento comunista había llegado a una etapa de su desarrollo que exigía un tipo nuevo de relaciones, basado no en la dirección del movimiento desde un centro, sino en el inter­cambio de experiencias y puntos de vista y en la coordinación vo. luntaria de acciones colectivas contra el enemigo común. No se trataba de romper los vínculos internacionales que nacen del ca. rácter mismo de la clase obrera y de su situación en el mundo, sino de enfocarlos de manera nueva. En la búsqueda de estas nue.­vas formas, el movimiento comunista experimentó, al fin de la II guerra mundial, la creación del Buró de Información de 9 partidos comunistas y obreros, que acabó disolviéndose unos años después de fundado, en 1956. Esta nueva experiencia demostró que el tipo de relaciones entre los PC corespondiente a la época actual, no podía ser el de constituir organizaciones internacionales que en una u otra forma pretendieran dirigir al movimiento en su con­junto o a una parte de él.

La Internacional Conmnista desempeñó un papel esencial­mente positivo. Contribuyó a aglutinar a los elementos comunis­tas y a formar los partidos, a difundir la experiencia de la Revolución Socialista de Octubre y del partido bolchevique; con­tribuyó decisivamente al conocimiento de la herencia teórica de Lenin y a la coordinación de las acciones entre los distintos par­tidos comunistas de las más apartadas regiones. Fue la continua­dora de las mejores tradiciones internacionalistas forjadas por las primeras organizaciones comunistas que Marx y Engels fundaron.

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La III Internacional contribuyó enormemente a la denuncia y desenmascaramiento del oportunismo al que habían llegado los viejos partidos socialistas europeos, lo cual educó a los sectores más resueltos y combativos del movimiento obrero en la lucha por el poder y por el socialismo. Defender entonces al primer Es­tado de obreros y campesinos del asedio burgués no era poca cosa y valía la perla empeñar todas las fuerzas para mantener la primera gran victoria del proletariado internacional: era decisivo probar la posibilidad re3.l del proletariado de triunfar y mante­nerse en el poder

Al mismo tiempo, 1a IC C9meQÓ errores innegables, que no contribuyeron al despliegue del movimiento comunista. Entre ellos, y basándonos en la experiencia propia de nuestro Partido, po­demos se.üA!ar las métodos de e5Zsiv~~; centralización, Q.i1C ~­baban a elaboración de la e ia revolucionaria de cada Par­tido- y la búsqueda e sus propias vías de impulso al movimiento revolucionario. En algunos partidos, la elaboración de las tareas nacionales y de las formas de organización adecuadas al movimien-. to obrero era frenada por la difusión de esquemas generales que difícilmente correspondían a las realidades de cada país. Causa­ron dafios igualmente, las formas de intromisión en los asuntos internos de algunos partidos comunistas, incluso después de que su VII Congreso, celebrado en 1935, planteó al Comité Ejecutivo que al abordar todos los problemas ·del movimiento obrero "se basase en las condiciones y particularidades concretas de cada país, evitando como regla general inmiscuirse directamente en los asun. tos orgánicos internos de los partidos comunistaS".

11 Hoy está de moda, entre algunos círculos de la izquierda no comunista, la lucha contra la III Internacional y la deformación de su papel histórico. Pero sólo gente irresponsable o de espíritu nacionalista, puede negar la necesidad histórica y el papel que las organizaciones internacionales del proletariado desempeñaron en su hora. La lucha de Ja clase obrera desde que todos los países quedaron envueltos en una sola economía mundial, tiene el doble carácter de internacional y nacion~l y exige la coordinación de las acciones a nivel internacional, así como la actuación en los mar. cos de su propio Estado, de acuerdo con las peculiaridades nacio­nales.

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La restauración de una política internacionalista de los, des" racamentos de vanguardia del proletariado --que había sido sus­tituida por el chovinismo de los líderes de la 11 Internacional-, la necesidad de crear partidos de nuevo tipo en cada país rompien­do con el oportunismo de la socialdemocracia y de formar una Internacional distinta, revolucionaria, capaz de enfrentar las ur­gencias que se derivaban del auge de los años siguientes a la gue­rra y al surgimiento del primer Estado proletario, eran las tareas que resolvía la creación y existencia de la Internacional Comu-, nista.

La burguesía y los oportunistas de todos los países tetnían a la Internacional Comunista porque representaba una poderosa fuerza revolucionaria que combatía a la reacción internacional y al imperialismo y apoyaba al movimiento obrero y revolucionario de cada país en sus acciones. Los errores y equivocaciones que. en determinados períodos cometió la IC, como puede cometerlos cual­quier organización revolucionaria, no disminuyen su papel histó­rico y no tienen por qué ser ocultados¡ forman parte del proceso de formación y desarrollo del movimiento internacional de la clase obrera.

La disolución de la IC correspondía a los intereses del movi­miento obrero en su conjunto y a la situación mundial que 'sq ha­bía creado en el momento en que el Presídium adoptó el ttáscen­dental acuerdo.

Sin embargo, la creación del Buró de Información de los PC y Obreros en septiembre de 1947, cuatro afios después de la diso­lución de la IC, revelaba que la idea de dirigir el movimiento comunista desde un centro seguía persistiendo entre algunos par­tidos comunistas. Lo erróneo de esta orientación se reveló clara­mente cuando el 28 de junio de 1948 el Buró de Información adoptó la conocida resolución que condenaba al Partido Comu­nista de Yugoslavia y lo arrojaba de las filas del movimiento. Por cuanto nosotros, como todos los demb partidos comunistaS, apro­bamos esa resolución, cometimos entonces un serio error, del cual no se extrajeron las conclusiones correspondientes. De haberlo hecho, después de que el XX Congreso del PCUS, en 1956, revelara lo erróneo de la condenación del Partido yugos-

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lavo quizá se habrían evitado errores semejantes en el período posterior.

La resolución sobre Yugoslavia causó daños al Partido y al pueblo de ese país; sin embargo, el claño lo sufrió todo· el moví­miento comunista internacional, imbuido entonces por las erróneas concepciones de Stalin sobre las relaciones entre los partidos co­munistas y las formas y métodos de la edificación del socialismo en distintos países. En la Resolución del Buró de Información se acusaba a los dirigentes.del PCY de mantener una actitud antiso­viética, de apartarse de las posiciones proletarias y de la teoría marxista de la lucha de clases, de mantener una posición nacio­nalista; .finalmente, se Hamaba a las "fuerzas sanas" del PCY a cambiar a los dirigentes y promover una nueva dirección. Con posterioridad, en una nueva resolución, titulada "El PCY en ma­nos de asesinos y espías" se acusaba a Tito y a los demás dirigen­tes del PCY de fascistas y agentes a sueldo de los servicios de espionaje del imperialismo y se llamaba a su derrocamiento. Nues­tro Partido no puso en duda estas afirmaciones, difundió los ma­teriales del· Buró de Información y los suyos propios, contra la dirección del PCY. La Resolución de noviembre de 1949 sobre Yugoslavia contenía este párrafo: "El Buró de Información de los partidos comunistas y obreros considera ... que la lucha contra la camarilla de Tito, pandilla de espías y asesinos a sueldo, es un deber internacional de todos los partidos comunistas y obreros". (La Voz de México, Núm. 692, 28 de enero de 1950).

La base de la condena a ·los dirigentes del PCY es la misma que sirvió de motivo en 1968 a la intervención de las tropas de 5 países miembros del Pacto de Varsovia en Chescoslovaquia y a la eliminación de la dirección del PCCh encabezada por Alexan­der Dubcek, esto es, el intento de edificar el socialismo tomando en cuenta las particularidades nacionales, y el ejercicio de la in­dependencia y la soberanía del Estado y del Partido en la formu­lación de su política nacional e internacional.

Nuestro Partido abandonó la actitud hacia Yugoslavia hasta el Pleno de diciembre de 1956, después de que el XX Congreso del PCUS había revelado lo erróneo de la posción de Stalin con relación al PCY. Pero esto no podía menos de haber causado gra-

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ves lesiones al prestigio del mÓvimiento comunista y a las rela­ciones del Partido con las masas.

Desde la disolución de la Internacional Comunista quedó planteada la necesidad de elaborar nuevas formas de unidad del . movimiento comunista mundial que, sobre la base de las expe­riencias de la IC, de sus errores y aciertos, de sus conquistas, per­mitieran elevar la acción internacional de la clase obrera a un nivel cualitativamente superior, sin la creación de centro alguno de dirección. Una de esas formas son las conferencias internacio­nales y regionales de los partidos comunistas, los encuentros hila. terales y otras formas de ·intercambio de experiencias. Estas sólo pueden tener éxito si se respetan rigurosamente las normas y/prin­cipios de relación entre los PC, basadas en el réspeto a la inde­pendencia y la soberanía de cada Partido y en la medida en é¡ue se abandone la tendencia a la formación de uno o varios centros de dirección y todo intento de imponer a los partidos una forma de actuar -a menudo regida por el interés de Estado de uno o varios partidos en el poder-, lo que perturba con mucha frecuen­cia las relaciones interpartidarias y crea conflictos extraordinaria­mente agudos.

Las reformaS de Cárdenas, ht_ coyuntura económica favorable provocada por la entrada de los Estados· Unidos en Ja segunda guerra mundial y la política de contención de las huelgas que proclamó la dirección lombardista de la CTM y apoyó el PCM durante la II Guerra, crearon las condiciones para el fortaleci­miento de la burguesía mexicana y para la aplicación por el go­bierno de algunas medidas sociales, como el régimen de seguridad social, que incidían en el estado de ánimo de los obreros.

Estas condiciones y la ilusión en el carácter progresis.ta de la burguesía gobernante, así como la inmadurez teórica de la direc­ción del Partido y de éste en conjunto, hicieron.posible._.g_~pene­trara en el Partido la línea propugnada por Earl Browd~r en el Partido Comunista de los Estados Unidos. Sobre la base de los acuerdos concertados por la coalición antihitleríana formada por la Unión Soviética, Estados Unidos e Inglaterra, Browder defor-

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maba el carácter del imperialismo norteameri~ano y proclamába unas relaciones idílicas, de colaboración pacífica entre los regí­menes capitalista y socialista en el mundo de postguerra. El revi­sionismo browderiano proclamaba también la transformación de los partidos comunistas . en asociaciones de colaboración de dases y en auxiliares de la política burguesa. Esta línea penetró en la mayor parte de los partidos marxistas-leninistas de América Latina.

El IX Congreso del PCM, celebrado en mayo de 1944, adop. tó las concepciones fundamentales de Browder. Después del Con­greso, fueron disueltas las células de empresa y en su lugar se organizaron los comités de barrio. Esta medida contribuyó a debi­litar más la in.Buencia del Partido en el movimiento obrero, ya que disolvía los organismos a t.ravés de los cuales se establecía la ligazón directa con los obreros de las empresas. Si bien esta reso­lución, y todas las conclusiones del IX Congreso fueron rectifi­cadas uñ año y medio después, en diciembre de 1945, por el III Consejo ampliado del Comité Nacional, el daño había sido ya causado y muchas células de empresa no volvieron a reconstituirse.

No hubo entonces en el Partido una fuerza capaz de oponer­se a este curso. La aplicación del hrowderismo contribuyó a pro­fundizar el descenso del movimiento obrero y campesino.

En el periodo de post-guerra Vicente Lombardo Toledano y su ·corriente introducen cambios importantes en su línea reformis­ta. Hasta 1947 VLT se había mantenido siempre en las filas del Partido oficial, pero a partir de entonces comienza a trabajar por la creación de un partido propio. Antes, en 1944 había constitui­do la Liga Socialista Mexicana tomando como modelo la Asocia. ción Política Comunista con la que Browder sustituía al PC de los Estados Unidos, y pretendía formar, a partir de aquélla "el partido único de la clase obrera", con base en la asimilación del PCM y de otros grupos. Habiendo fracasado en estos intentos, logró que el Consejo Nacional de al CTM lo autorizara a crear un nuevo partido, con base en el apoyo de la central sindical. Con la idea de recabar apoyo para su idea de crear un nuevo partido, Lombardo lall%a la iniciativa de realizar una Conferencia de Mesa Redonda con el pomposo tema de "Objetivos y táctica del prole­tariado y del sector revolucionario de México en la actual etapa

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de la evolución histórica del país", de la que surge la idea de crear el Partido Popular.

La discusión de los problemas del estado del movimiento obre­ro y de la evolución política del país en la conferencia de Mesa Redonda, puso de relieve el avance del proceso de división del movimiento sindical, t

1. afianzamiento de las posiciones de la bur­

guesía y el nuevo ascenso en la penetración económica del im­perialismo norteamericano. Poco después de realizada esta reunión Lombardo Toledano fue expulsado de la CTM por Fidel Veláz­quez y su grupo, y hubo de buscar otros apoyos para formar su partido.

La creación del Partido Popular, aunque inicialmente no se presentara como competidor del Partido Comunista, contribuyó indudablemente a la confusión existente entonces, sobre todo por las vacilaciones de la dirección del PCM en cuanto a la actitud que deberían adoptar los militantes de éste ante la nueva agrupa­ción. Inicialmente, la dirección autorizó a que determinados ca­maradas formaran parte del PP, y aunque fue derrotada la ten­dencia que planteaba la adhesión de los miembros del PCM al PP y el X Congreso reafirmó la posición de que la tarea de los co­munistas consistía en fortalecer las filas del PCM y no de ningún otro partido, cierto número de militantes se mantuvieron en las filas del partido de VLT.

El movimiento más importante de la clase obrera en este pe­ríodo fue la huelga de los mineros de Nueva Rosita, Palaú y Cloete, que a principios de 1951 organizaron su histórica caravana hasta la ciudad de México. Fue una demostración de que la clase obrera lucha permanentemente desde que nace, pero no indicaba la aparición de una etapa de ascenso. Al ser derrotada la caravana el gobierno consolidó su situación de control en uno de los sin­dicatos nacionales, el de mineros y metalúrgicos, que más tardó en caer bajo el control absoluto de los "charros" sindicales.

Hacia mediados de los años 50 la burguesía había coronado el proceso de fusión de la camarilla sindical corrompida con el aparato del Estado. Las principales organizaciones sindicales ha­bían perdido su independencia de clase y con ello el carácter democrático de su vida interna. Esto hacia extraordinariamente

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difícil a Jos obreros emprender la lucha por sus reivindicaciones económicas inmediatas y casi imposible apoyarse en los sindicatos para influir en los asuntos políticos de acuerdo con sus intereses. Era evidente que se requería la elaboración de nuevas formas de trabajo de Jos comunistas en el movimiento sindical y de nuevas formas de organización de Jos obreros, a través de las cuales és­tos pudieran hacer valer sus auténticos intereses.

Estas formas las encontró y puso en práctica el propio movi­miento obrero y sindical de la base cuando maduraron las condi­ciones mínimas para un nuevo ascenso del movimiento obrero, campesino y popular de nuestro país.

A partir de la segunda mitad de la década de los 50, comen­zaron a advertirse signos demostrativos de que el período de auge económico tocaba a su fin. Los ritmos de crecimiento de la pro­ducción descienden y con ello las posibilidades de la burguesía para mantener como antes un elevado nivel de ocupación y las mismas posibilidades de maniobra. En el movimiento obrero y campesino comenzaba una reanimación, se abría una nueva etapa de luchas, que tuvo su expresión en el movimiento de Jos telegra­fístas, en la lucha de los maestros de la sección IX del SNTE, en las acciones de Jos ferrocarrileros de los años 1958 y 1959, así como en las luchas de Jos petroleros, los trabajadores de la indus­tria hulera y otros. Casi al mismo tiempo tomó impulso el mo­vimiento campesino por la tierra, sobre todo en el norte del país.

Las nuevas acciones obreras y campesinas tenían una parti­cularidad: los obreros dirigían el filo de sus acciones no sólo con­tra las empresas y no únicamente planteaban reivindicaciones eco­nómicas dire..:tas, sino que incluían desde su inicio o incorporaban en el curso de su movimiento la lucha por la independencia de sus organizaciones respecto del Estado y la burguesía y de manera concreta, se enfilaban contra las direcciones sindicales corrompi­das. La lucha por la democratización del régimen interior de Jos sindicatos y por la aplicación de nna política clasista comenzaba a ser una constante del movimiento. Las acciones de los campe­sinos iban acompañadas por Jo general del abandono de la organi­zación oficial, la CNC y planteaban la necesidad de una nueva agrupación, independiente del Estado y de los terratenientes.

Estos factores objetivos coincidieron con dos acontecimientos

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de importancia histórica en el movimiento comunista interna­cional.

El XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, reveló los daños ca:usados por el culto a la personalidad de Stalin y la violación de las normas de vida interna del Partido y de la democracia socialista; las conclusiones del XX Congreso estimu­laron el esrudio autocrítico de la actividad de los partidos comu­nistas y tuvieron una inmensa repercusión en las filas del nuestro.

El lo. de enero de 1959 triunfaba en Cuba la primera .revolu­ción auténticamente popular del continente, que se transformaba rápidamente en revolución socialista. La revolución cubana ejer­ció una pujante influencia en todo el continente; demostraba la posibilidad de derrotar al imperialismo y a sus pilares internos, las oligarquías reaccionarias, y la realización de las transformado, nes socialistas en América Latina. La hazaña de los revolucionarios cubanos se reflejó directamente en el estado de ánimo de los obre­ros, los campesinos y los intelectuales mexicanos.

Todo esto creó condiciones propicias para que nuestro Partido entrara en una nueva e~apa de su desarrollo. La renovación in­terna, la actualización de los elementos fundamentales de su polí­tica, la eliminación de los métodos viciados de vida orgánica y la superación de concepciones erróneas sobre el mismo partido, eran cuestiones que se hallaban planteadas con fuerza. Había para ello, además, las condiciones objetivas indispensables y algunos de los factores subjetivos necesarios.

A principios de 1957, después del Pleno de diciembre de 1956, en el interior del Comité Central comenzó a plantearse la nece­sidad del estudio autocrítico del último período de la vida del Partido, que se extendía desde el momento en que inició su labor la nueva dirección encabezada por el camarada Dionisia Encina, es decir, a partir del Congreso Extraordinario de 1940. Pronto resultó evidente que la mayoría de los integrantes del Comité Central y de la Comisión Política no comprendían, por una parte, la significación de los problemas planteados por el XX Congreso del PCUS para todo el movimiento comunista internacional y en particular para el PCM, y por la otra, el desarrollo de la situa­ción económico-social y política del país, que exigía una modifi-

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cación de aspectos esenciales de la línea aplicada por el Partido

desde el Congreso Extraordinario. A consecuencia de los errores cometidos el Partido había lle-

gado al punto más bajo de su desarrollo. Incapaz de compren­der los cambios que se hacían necesarios, la mayoda del Comité Central encabezada por el camarada Encina opuso tenaz resisten­cia a ellos. Surgió entonces una lucha interna muy aguda, cuya primera manifestación públi-ca fue la Conferencia de agosto-sep­tiembre de 1957 de la. organización del Partido en el Distrito Federal, y que c\Üminó en el XIII Congreso (mayo de 1960).

¿Cuáles eran los principales problemas que se debatían en el

periodo anterior al XIII Congreso? En el aspecto de la política y la táctica del Partido, lo prin-

cipal consistía en que la dirección seguía manteniendo la ccncer­ción de que estaba imbuido todo el movimiento demo.crático, sobre el desarrollo permanente de· la Revolución Mexicana bajo la dirección del gobierno. Durante un largo periodo posterior al Congreso Extraordinario, la dirección mantenía como línea estra­tégica fundamental, la de "desarrollar" o "impulsar" la Revolución Mexicana. No comprendía que ante la clase obrera estaba plan­teada la rarea de realizar una revolución completamente diferente, por su carácter y tareas, a la revolución democrático-burguesa de 1910-1917. Así se explica que la dirección no abordara el estudio del carácter del nuevo movimiento revolucionario y de la revolu­ción que estaba objetivamente planteada. El contenido principal de la estrategia del Partido se reducía a la idea de "impulsar la Revolución Mexicana hasta sus últimas consecuencias".

Hasta el Pleno de diciembre de 1956, la dirección seguía con­siderando a M~éxico como país semkolonial y semi-feudal, de conformidad con la vieja definición que había hecho de los países de América Latina el VI Congreso de la Internacional Comunista, base para que las tareas principales de la clase obrera se concen­traran en los aspectos de la lucha antimperialista y antilatifundis­ta, y se atribuyera durante mucho tiempo a la burguesía el carác­ter de nacional y progresista, dándole un papel relevante en las

tareas antimperialistas. La táctica del Partido ante el gobierno, consecuentemente con

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las concepciones anteriores, se expresaba en h fórmula de "apoyar los actos positivos del gobierno y criticar los negativos". Esta lí­nea la expuso con toda claridad el camarada Encina en sus res­puestas a La Voz de México el 11 de marzo de 1955:

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~~e~Í~-~~s~~?k~;~~~~g~;-k~~~~o~~~;~~r}!Jr~f~;~;~~ "!!l#f!lf.11Jiifíl:t111J;.fititJJiim~;.41Jtem;iitca.·•;¡¡;.¿pt/{{r~e:';''"';;~ · Debido a que la dirección adolecía del practicis~o tradicional; no le preocupaba la definición precisa del período del movimien­to por el que atravesaba el país, sin cuya definición es imposible trazar las ·tareas principales. No supo advertir que desde 1940 el país atravesaba por un periodo de reflujo, de descenso del movi­miento, lo que exigía concentrar las fuerzas en la educación de los cuadros y las masas. Y cuando en 1957 la situación comenzó a cambiar, iniciándose el movimiento de masas, no comprendió que empezaba un nuevo período, de acumulación de fuerzas, en el cual la acción entre las masas adquiría una nueva calidad y tareas diferentes a las del período anterior.

Esto podía verse con claridad por la forma como la dirección del Partido recibió las acciones de los maestros del DF y de los ferrocarrileros contra las direcciones corrompidas de sus sindica­tos y las instituciones estatales con las que contrataban. Mientras los maestros del DF, con el apoyo de los padres de familia y de una parte de los obreros ocupaban el edificio de la Secretaría de Educación Pública, después de haber realizado las más grandes manifestaciones del nuevo período, bajo la dirección del MRM, el Secretario General del Partido, camarada Encina, declaraba a un reportero de El Universal el 20 de mayo de 1958:

"Para mantener la unidad y a pesar de las mutuas ofensas, sean éstas justificadas o no, los maestros deben llegar a un acuerdo con el SNTE y presentar sus demandas a la Secretaría de Educa­ción o en caso necesario al Presidente".

En tanto la dirección del Partido llamaba a la conciliación de los maestros en lucha con la dirección corrompida del SNTE, los maestros comunistas y el Comité del Distrito Federal del Par-

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tido apoyaban decididamente la lucha de los maestros agrupados en el Movimiento Revolucionario del Magisterio.

La dirección mostró igualmente vacilaciones ante la acción de los obreros ferrocarrileros, sobre todo en el momento en que la inmensa mayoría de los trabajadores se había agrupado en torno de los Comités pro-aumento de salarios y se planteaba la desig­nación de una nueva dirección sindical a escala nacional y local. Los comunistaS ferrocarrileros, en esta situación, se veían obliga­dos, en su gran mayoría, a aplicar una linea diferente a la de

la dirección. En esencia, la táctica sindical aplicada por el Comité Central

preconizaba el legalismo e introducía ilusiones con relación al gobierno; seguía aplicando una linea de unidad en abstracto, des­ligándola de la lucha por la democratización y la independencia

de las organizaciones. Ante el movimiento campesino, la dirección del Partido adop­

taba una táctica que ya no correspondía a las nuevas condiciones creadas por el desarrollo capitalista del campo; seguía apoyándose fundamentalmente en los ejidatarios, es decir, en los campesinos con tierra, mientras desatendía los problemas de organización de los campesinos sin tierra .y no abordaba los relativos a los obrer<;>s agrícolas. Encina expresó su punto de vista contrario a la creación de la Central Campesina Independiente en una carta que dirigió al CC en vísperas del XIV Congreso del Partido, en la que el ar­gumento fundamental consistía en que los comunistas y demás fuerzas campesinas que integraban la CCI en su primera etapa deberían seguir trabajando en los marcos de la CNC. ·

Otra particularidad de la línea del Partido durante los años 1940-1960 se expresaba en una posición política incorrecta ante Lombardo Toledano y su corriente. Salvo cuando el grupo lom­bardista acudía al ataque directo contra el PCM, no se sometía a crítica su posición reformista; era considerado como un aliado

permanente y casi el único. En la vida interna del Partido se fueron desarrollando los

métodos antidemocráticos, de dirección unipersonal y arbitrarie­dad que conducían a la pasividad política de los militantes, a ma­tar su iniciativa y a esperar todo de las decisione¡¡ de los órganos

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superiores. El expulsionismo y el aplastamiento de los puntos de vista discrepantes profundizaban la escisión del Partido.

Para los años 1957-1960 estaban maduras las condiciones para .la unidad de las fuerzas del Partido Comunista y del Partido Obrero-Campesino; había un acercamiento real de posiciones po­líticas y un sector del POCM luchaba abiertamente por la unidad con el PCM. Pero· la dirección encabezada por Encina se obstinaba en mantener la escisión, lo que constituía un obstáculo para el desarrollo del Partido.

En el curso de la discusión que se realizaba principalmente en el Comité del Distrito Federal y en el Comité Central, apareció una tendencia claramente revisionista, que encabezaba José Re­vueltas. Desde sus primeras intervenciones en la Conferencia de agosto-septiembre de 1957, éste expuso su concepción liberal del centralismo democrático, según la cual en períodos de distusión cesaría toda labor de los órganos dirigentes, los que se dedicarían a "coordinar" la acción de las diversas tendencias. Poco después, ante el fracaso de sus posiciones, Revueltas intervino con su cono­cida "tesis" acerca de la "inexistencia histórica del Partido", que lo colocaba en el terreno del liquidacionismo. Cuando la Confe­rencia del Partido en el DF derrotó estas posiciones y declaró su incompatibilidad con la militancia en el Partido, Revueltas y su célula no se sometieron a estos acuerdos y renunciaron al Partido. Se trataba de una cuestión de principios, en la que no cabían coñ­cesiones: la cuestión de la existencia del Partido. Ya V. J. Lenin había dicho que "de suyo se comprende que el Partido no puede existir teniendo en su seno a los que no reconocen su existencia".

EL PARTIDO DEL XIII AL XIV CONGRESO

LA lucha contra estas dos posiciones, por la rectificación de la lí-. nea del Partido y la reorganización de su labor fue el contenido fundamental de la lucha interna de 1957 a 1960. Esta lucha se coronó en el XIII Congreso, realizado dtJ 27 al 31 de mayo de 1960. El Congreso restableció la unidad del Partido, aprobó una nueva orientación política combativa, restableció las normas de­mocráticas de vida interna, ratificó las decisiones del Comité Cen­tral que admitían en nuestras filas al núcleo del Partido Obrero

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Campesino que decidió reingresar (los restantes miembros del POC, como se recordará, decidieron poco después unirse al PPS, mostrando con ello su auténtica posición política), admitió la solicitud de reingreso del camarada Valentín Campa y reivindicó la memoria del camarada Hernán Laborde. El Congreso eligió una nueva dirección, de la cual formaron parte integrantes de la antigua, incluyendo camaradas que habían adoptado posiciones incorrectas en el curso de la lucha interna. Un mérito indudable del Congreso consistió en que a pesar de la profundidad de las divergencias y de la agudeza de la lucha interna que lo precedió, ningún miembro de la antigua dirección fue objeto de sanciones que afectaran a su militancia. El Partido había asimilado la expe­riencia de las luchas internas del pasado, que generalmente ter­minaban en escisiones, y supo mantener la unidad sin hacer nin­guna clase de concesiones en cuanto a problemas de principio y de línea política.

Que el XIII Congreso abría una etapa nueva en la vida de nuestra organización pudo comprobarse poco después, por la ac­titud de los comunistas ante complejos problemas de la situación que se presentaron a poco de realizado. Pese a la gran represión que siguió al aplastamiento de las huelgas ferrocarrileras de 1959, que dispersó algunas fuerzas y dificultó la acción del Parti­do, el movimiento revolucionario siguió en un proceso de ascenso derivado de la situación de las masas, el descontento con la polí­tica reaccionaria de la burguesía, el aumento de la conciencia po­lítica de la intelectualidad y muy especialmente el gran entusiasmo que producían los avances y la consolidación de la Revolución' Cubana.

En 1961 tiene lugar en México la Conferencia Latinoameri­cana por la Soberanía Nacional, la Emancipación Económica y la Paz, que propició la aglutinación de las fuerzas democráticas y antimperialistas del país. Las masas de campesinos pobres pasaron a la ofensiva y realizaron numerosas invasiones de tierras, entre las que cabe destacar la que encabezó Rubén Jaramillo en los ejidos del Valle de Michapa y el Guarín. En el curso de las labo­res de la Conferencia, las delegaciones de campesinos mexicanos asistentes realizan un intercambio de puntos de vista y forman un

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Comité cuya actividad culminaría con la creación de la Cc:;ntral Campesina Independiente. El 4 y S de agosto se constituye el Movimiento de Liberación Nacional, como forma específica de unidad de las fuerzas democráticas y antimperialistas. En 1963 se constituye la Central Campesina Independiente, en medio de una tensa situación política, derivada del hecho de que el gobier­no y las corrientes oportunistas, principalmente el lombardismo, veían que se desmoronaba la organización oficial y se abría una grieta en el sistema oficial de control de las masas. Poco después, ante las elecciones de 1963-1964, se constituye el Frente Electo­ral del Pueblo. El FEP respondía a una exigencia de los sectores más radicalizados de las masas, sobre todo de los campesinos, que veían en él un agrupamiento para oponerse a la política de la burguesía gobernante, incluso en el terreno electoral. La creación del FEP, sin embargo, revelaba ya que las divergencias políticas entre las fuerzas agrupadas en torno .al MLN hacían precaria la unidad lograda. Esta podía ser firme en torno a los problemas de la lucha antimperialista, pero se revelaba inconsistente cuando se trataba de los problemas internos, de la actitud ante la clase do. minante.

Durante la campaña electoral el Frente Electoral del Púeblo logró movilizar, en torno de la candidatura del camarada Ramón Danzós Palomino a las fuerzas principales de la oposición revo­lucionaria, revelando el incremento de los sectores interesados en una salida revolucionaria a la situación imperante.

En el período del XIII al XIV Congreso, el Partido demostró que los cambios en su orientación política y en su dirección lo capacitaban mejor para intervenir en el movimiento de masas con una línea independiente. La actividad general de los comunistas se reanimó. Poco a poco, el Partido iba conquistando mayores posiciones legales y salía de las condiciones de ilegalidad práctica a que lo sometió la persecución de marzo de 1959.

Pero el XIII Congreso no había resuelto todos los problemas que requerían un nuevo enfoque. No pudo aprobar, por ejemplo, la plataforma p.rogramática que había servido de preparación del Congreso y no :adoptó posiciones claras en torno a una serie de problemas esrra1:égicos y de táctica.

Al poco tiempo de realizado el Congreso, tuvo lugar la Con-

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ferencia de los partidos comunistas y obreros de 1960, donde se revelaron las divergencias entre el Partido Comunista de China y el Partido Comunista de la Unión Soviética, que culminaron con la más grave escisión de la historia del movimiento comunista internacional.. En el curso de la polémica internacional, nuestro Partido criticó las posiciones de la dirección del Partido Comu­nista de China, su apoyo a la creación de grupos fraccionalistas y su rompimiento de. la unidad de acción de todo el movimiento comunista. Sin embargo, la dirección de nuestro Partido mantuvo en este problema una posición unilateral y no hizo esfuerzos por salvaguardar sus relaciones con el Partido Comunista de China, aun cuando mantuviera con él una serie de divergencias.

Con motivo de la lucha emprendida por el Partido Comunista de China en el seno del movimiento comunista, .se presentaron en nuestro l'artido nuevos motivos de divergencias. Antes del XIV Congreso, tres miembros del Comité Central, Edelmiro Mal­donado, Camilo Chávez y Samuel López pretendieron arrastrar al Partido a las posiciones de la dirección del PCCh y fueron re­chazados. El primero renunció al Comité Central y los dos últi­mos fueron expulsados del Partido por el XIV Congreso, por acu­dir a métodos fraccionalistas. En el Comité del DF se formó en ese tiempo un grupo que pretendía imponer una serie de posicio­nes ultraizquierdistas y aventureras, saboteaba la actividad del Partido en el MLN e introducía métodos fraccionales de su acti­vidad. La mayoría de los integrantes de este grupo, que dirigían Mario Rivera y Guillermo Rousset, acabaron apartándose de la labor revolucionaria o incorporándose a diversos grupos ami­partido.

El XIV Congreso se realizó del 19 al 23 de diciembre de 1963. La tarea principal de este congreso era la aprobación del nuevo programa del Partido, tarea que había dejado pendiente el Congreso anterior. El nuevo programa representaba un gran paso en la tarea de aplicar los principios del marxismo-leninismo a la realidad de México. Hasta entonces, el Partido había trabajado con base en documentos programáticos que eran una enumeración de las tareas principales del Partido. Por eso podía decirse que por primera vez en su historia el Partido elaboraba un documento

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programático que estudiaba la realidad económica y política del país y demostraba la necesidad e inevitabilidad de una nueva revo­lución, cuyo carácter era definido como democrático, de liberación nacional. Con anterioridad, en el XII Congreso se había plantea­do ya la necesidad de un programa nuevo y de una nueva formu. lación del carácter de la revolución, pero no llegó a formularse. El Programa aprobado continuaba la lucha contra la ideología burguesa de la Revolución Mexicana iniciada por el XIII Con­greso y representaba un escalón en el proceso de profundización de los conocimientos del Partido sobre la realidad del país. Su idea principal consistía en demostrar la necesidad y la inevitabili­dad de una nueva revolución, en contraposición a todas las ten­dencias reformistas, de dentro y fuera del gobierrto, que sostenían y sostienen la "tesis" de la continuidad y desarrollo de la Revo­lución Mexicana.

Pero al formular con precisión el contenido y el carácter de la nueva revolución, como revolución democrática de liberación nacional, el Programa partía de un enfoque equivocado sobre la contradicción principal, que se exponía como "la contradicción entre el pueblo de México y el imperialismo". Este enfoque atri­buía cierto papel a la llamada "burguesía nacional", que iba en contradicción con el papel real que venía cumpliendo desde hacía tiempo el conjunto de la burguesía mexicana, Como es sabido, el XV Congreso corrigió estos enfoques y dejó planteada la tarea de actualizar el Programa con los nuevos elementos que el Partido había asimilado.

Tomando como base el desarrollo del movimiento de masas y de sus particularidades a partir de 1957, el XIV Congreso formuló una concepción más precisa de la tarea principal que planteaba la tendencia del movimiento obrero y campesino a romper con la ·estructura de dominio creada por la burguesía. Se formuló la tarea de reorganizar el movimiento obrero, campe­sino y popular de masas. Quienes criticaron esta línea lo hicieron siempre partiendo de una comprensión muy dogmática de la idea de Marx y de Lenin acerca de que los comunistas deben trabajar allí donde están las masas, independientemente de quie­nes estén en la dirección, desde los sindicatos reaccionarios hasta cualquier tipo de asociación donde haya trabajadores. Pero estas

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verdades, si no se aplican a cada situación concreta y, sobre todo, si no conducen a la elaboración de formas organizativas adecua­das para inflir sobre esas masas, se quedan en formulaciones ge-nerales.

Para que el trabajo del Partido en los sindicatos y organi-zaciones campesinas pueda pasar de la propaganda y la agitación a la acción, es necesario partir del estado real del movimiento sindical y campesino, de su particularidad, y no de generalidades. Y en México esta particularidad consiste, como lo definía el XIV Congreso, en que la burguesía, al poner bajo su control la mayoría de las organizaciones obreras y campesinas, utilizando todos los medios del poder, la compulsión y la violencia, acabó desnaturalizándolas. Las convirtió en apéndices de su aparato estatal. Así se explica que para poder luchar pot sus reivindica­coines, en la mayoría de los casos (pues también existen sus ex­cepciones), el enemigo inmediato con el que los obreros y cam­pesinos se enfrentan lo constituyen los dirigentes de las organi­zaciones respectivas, que forman un todo con el aparato estatal. Llegada a un determinado límite la influencia de las corrientes independientes en la base, se plantea inevitablemente el enfren­tamiento con las direcciones oficiales; sin este enfrentamiento no hay acción reivindicativa posible. A este problema es al que intentó darle una respuesta el XIV Congreso.

La creación de la Central Campesina Independiente obede­ció a que las propias masas campesinas, principalmente las ca­rentes de tierra y los sectores más pobres, así como los obreros agrícolas que actúan como solicitantes de tierra, abandonaban la central oficial y buscaban una nueva dirección. La CNC entró en su primera gran crisis. Y nuestro Partido procedió acertada­mente a luchar por unir en una organización independiente a todas las corrientes que se desgajaban del control oficial.

La burguesía no se quedó con las manos cruzadas, pues le i9a en ello la pérdida de uno de los pilares de sustentación de su dominio político. Puso en juego todas sus armas para liquidar a la CCI. Emprendió una política de engaño para: dar la impre­sión de que daba un nuevo impulso a. la Reforma Agraria; no de otro modo se explican los 16 y los 23 millones de hectáreas que los gobiernos de López Mareos y Díaz Ordaz, respectivamente,

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"repartieron" entre los campesinos, a base de distribuir cerros y tierras repartidas de antaño, y también, en el caso del segundo, acudiendo al fraude de consagrar las gigantescas haciendas ga­naderas capitalistas, en lugar de distribuir las tierras que aca­paran desde hace 25-30 años gracias a las concesiones de inafec­tabilidad ganadera que caducaron bajo ALM y GDO, y entre. gando a los campesinas sólo los excedentes de que Jos ganaderos quisieron desprenderse. Más no fue eso lo único que esos go­bernantes hicieron para conjurar la crisis de su sistema de opre­sión de Jos campesinos; procedieron también a la división de Ja nueva central, mediante métodos gangsreriles y el otorgamiento de puestos oficiales a los divisionistas, como Garzón, al que hicieron diputado; organizaron Ja represión contra los dirigentes de la CCI, hasta fraguar un proceso contra su Secretario Gene­ral, el de Organización y el de Propaganda; maniobraron con sus instrumentos oficiales para negar créditos a los campesinos afiliados a la nueva central; movilizaron a sus agentes, como Lombardo Toledano, para que le dieran hasta un sentido "mar. xista" a la lucha contra la CCI, calificando a sus organizadores de divisionistas, violadores de Ja Hnea "leninista" para el tra. bajo entre las masas, etc., etc.

Sorprende por eso que en el curso de la presente discusión haya camaradas que atacan la línea del Parrido en relación con la CCI haciendo abstracción de las circunstancias que conduje­ron a su debilitamiento actual. Efectivamente, la burguesía pu­do superar, en el curso de 2 ó 3 años, la crisis de su organización campesina y disgregar la organización independiente a base de una política intimidatoria, pero se crearon las bases para un tra­bajo de mayor profundidad y firmeza entre los campesinos po­bres. Un balance autocrítico del trabajo de los comunistas en el campo tiene que partir del reconocimiento de los factores que exigieron la formación de la CCI y de la lucha que contra ella desencadenó el gobierno.

Sin embargo no son sólo factores externos los que condujeron a la crisis de la CCI. Un factor decisivo lo representaron los errores y debilidades que cometimos desde su dirección. No de­finimos con precisión y claridad los límites de la acción de la nueva central y las particularidades de su táctica en las condi-

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dones impuestas por las formas de gobernar de la burguesía; no supimos encontrar los métodos de organización y de lucha de los campesinos, capaces de mantener una actividad sostenida y no pudimos prestar el apoyo material indispensable en cuadros y medios materiales como lo exigía una organización tan amplia como era la CCI en sus primeros tiempos.

Algunos camaradas proponen que dado el debilitamiento ac­tual de la CCI, lo mejor sería proceder a su disolución. Pero a esta conclusión puede llegarse sólo si se precede de la demos­tración de que las causas de fondo que dieron origen a la CCI han desaparecido: es decir, que las posibilidades de combatir abiertamente contra la opresión organizativa y política de los campesinos por la burguesía gobernante, han desaparecido; que las causas de las crisis internas en la CNC han sido conjuradas por la burguesía, cuando menos para un largo periodo. Creemos que los camaradas que asumen esa posición no podrán dar res­puesta positiva a estas dos cuestiones clave. Lo que corresponde es adecuar la actual CCI a las condiciones reales de su existen­cia y sin pretender convertirla rápidamente en una gran orga­nización; lo que corresponde es elevar la calidad de su trabajo, como centro orientador de la lucha de los campesinos pobres y como núcleo capaz de iniciar la coordinación, desde ahora, de las futuras luchas. Para esto es necesario profundizar en los aspectos programáticos formulados en el Informe al Primer Con­greso, que plateaba ya la orientación de su traba,jo hacia los campesinos pobres y semiproletarios y bosquejaba las tareas para encabezar la lucha sindical de los obreros agrícolas. Es necesario también realizar una paciente labor de organización en la base, de formación de cuadros y de educación política, en estrecha re­lación con los organismos del Partido en el campo.

La tarea de reorganizar el movimiento sindical la formula­mos desde el primer momento en forma tÓtalme.nte diferente a nuestros objetivos en el movimiento campesino. En este ámbito las posiciones del Partido se fueron definiendo hacia la creación de los consejos o comités de lucha en la base de los sindicatos y en las fábricas, con tareas diferenciadas, porque es diferente la situación de los distintos sindicatos. Además del examen de

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este problema que hizo el XIV Congreso, el VI Pleno del CC de PCM de 1966 elaboró las orientaciones fundamentles de la táctica sindical que ha seguido el Partido. Si algún cambio ha de producirse en esas orientaciones sería el de disminuir la im­portancia que se daba a lo que llamamos corriente sindical re­formista, importancia que correspondía a su desarrollo objetivo y a su actividad sindical. La influencia de esa corriente disminuyó en relación con el fracaso de la corriente reformista que se des­envolvió entre las fuerzas gobernantes, bajo la jefatura de Car­los A. Madraza.

La experiencia del trabajo sindical, sobre todo después de las acciones obreras de 1958-1959, nos ha demostrado que es imposible luchar contra su estructura actual sin éhocar al mismo tiempo con el poder político. Los sindicatos se convirtieron en una parte de la estructura política del régimen, en uno de los mecanismos de la dominación burguesa. Esto convierte la lucha por la dirección de los sindicatos casi en un problema de poder para la burguesía.

Es por esto y por razones más generales de principio, que nuestra táctica sindical debe consistir en la creación de un mo­vimiento organizado en la base de los sindicatos principales, del tipo del que se realiza entre los ferrocarrileros y los maestros, y que comienza a extenderse a otros sindicatos nacionales. Aquí lo principal es la agrupación de todas las corrientes obreras que luchan por la democracia y la independencia de sus organiza­ciones, y de todos los obreros dispuestos a defender sus intereses, sin diferencias de partido o de otra naturaleza. El modelo actual de organismos de este tipo lo representa el Movimiento Revo­lucionario del Magisterio, que basa su trabajo en la organización de los maestros en la base, y cuya fuerza le permite tener repre­sentantes tanto en los órganos locales como nacionales del SNTE. Sin embargo, el MRM no hace el centro principal de su labor, la conquista de posiciones en las direcciones, sino la organización de los maestros en la base y su orientación sindical y política, que los capacita para emprender las acciones necesarias en cuales­quiera circunstancias.

Una función parecida desempeña el Consejo Nacional Fe­rrocarrilero. Las debilidades de este organismo en los últimos

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años llevaron también a algunos camaradas a proponer su diso­lución. Que era una opinión superficial lo demostró la reanima­ción que se observa en los últimos meses en su lucha, después de la excarcelación de Campa y Vallejo. El decaimiento de la actividad de los Consejos ferrocarrileros obedece fundamental­mente al sectarismo con que se venía orientando su trabajo, ya que de organismos amplios y sin partido, se habían reducido casi exclusivamente a los ferrocarrileros comunistas. Pero no se trata de organismos del Parddo, sino de agrupaciones sindicales en las gue debe realizarse la auténtica unidad de acción que obs­taculizan las direcciones charras por su carácter gubernamental.

Nuestro Partido ha llegado a la conclusión de que el trabajo en el seno de la mayoría de los sindicatos debe hacerse con mé­todos secretos. Allí donde esta orientación se ha aplicado, se han obtenido resultados positivos. Actuando en alianza con obreros sin partido en grupos sindicales amplios, los camaradas del D. F. han logrado extender su influencia a algunos sindicatos de em­presa y anteriormente lo hicieron los camaradas de Nuevo León. La salida de algunos sindicatos de sus centrales plantea actual­mente la necesidad de estudiar la creación de formas de coordi­nación de su actividad y de apoyo mutuo, que impidan la disper­sión y eleven la calidad de su trabajo, al mismo tiempo que tomen en cuenta la situación represiva por la que atravesamos y la experiencia del pasado. Atención especial ha de merecer de nuestra parte el trabajo en las fábricas, en la organización más elemental de los trabajadores, que es la departamental, donde se agrupan éstos por la defensa de sus intereses más inmediatos y directos, y que, en cierta medida, escapa a la dictadura brutal de la burocracia sindical amarilla que predomina en el aparato de los sindicatos.

Con base en la orientación del XIV Congreso se creó tam­bién en este periodo la Central Nacional de Estudiantes Demo­cráticos.

Al llegar al XV Congreso, en junio de 1967, podía adver­tirse el incremento de la inconformidad con la política guber­namental. Acciones explosivas estallaban en Yucatán, cuyos pro­tagonistas eran los campesinos henequeneros; en Puebla, donde los lecheros apoyados por estudiantes y obreros, se lanzaron a

una lucha que determinó la caída del gobernador; en Morelia, enfrentándose a la elevación de las tarifas del transporte urbano; en Sonora, con motivo de la imposición de un candidato anti· popular a la gubernatura del Estado; en Guerrero, Nuevo León, Durango y Tabasco. Las formas violentas que adquirían estas acciones y la actitud del gobierno, mostraban un alto nivel de malestar y de inquietud social, localizados principalmente encre los campesinos, los estudiantes y las capas medias, y la estrechez cada vez mayor de los caminos institucionales para las reivindi­caciones de clase y populares.

La burguesía apelaba en todos los casos a la represión, con la mira puesta en el objetivo de impedir que estos movimientos se convirtieran en fuerza política permanente. En abril de 1965 los órganos represivos del gobierno consideraron llegado el mo­mento de ilegalizar a nuestro Partido y declararon públicamen. te haber descubierto un complot de los comunistas para levan. tarse en armas; asaltaron nuestras oficinas, las del FEP y de la CCI y aprehendieron a más de 70 dirigentes. Aunque la provo­cación gubernamental fracasó, la represión de 1965 limitó las posibilidades de acción abierta del Partido y evidenció el con­tenido fundamental de la política que aplicada el nuevo Presi­dente de la República, Gustavo Díaz Ordaz.

El Congreso fijó su atención en la tarea de precisar algunos aspectos del Programa y de la ·táctica del Partido con vistas a elevar el peso específico de las fuerzas de izquierda en la vida política, y se ocupó de formular la vía más probable de la revo­lución, que se desprende de las condiciones generale~ imperantes.

Ya desde el Pleno del CC que preparó los materiales del Congreso se propuso una modificación sustancial al Programa del Partido, como resultado de los cambios en la caracterización de la revolución, a la cual se proponía definir como revolución democrático-popular y antimperialista. "Por el tipo de Estado que crea, la nuevo revolución superará los marcos de la demo­cracia burguesa -se señalaba en el Informe-- y preparará el advertimiento de la democracia socialista. Por las transformacio­nes económicas que realiza, la nueva revolución debilitará las bases del capitalismo y creará las condiciones materiales para el paso al socialismo".

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Esta formulación de las tareas de la revolución estaba más en correspondencia con el grado de desarrollo alcanzado por el país y con el papel actual de las distintas clases. En correspon­dencia con ella, el Congreso adoptó para su discusión una nueva formulación del enemigo principal de la revolución, en la que se incluía a la gran burguesía mexicana y a, su cúspide oligárqui­ca, apoyo principal del imperialismo en la actualidad.

Las aportaciones del XV Congreso a la estrategia revolucio­naria expresan una continuidad en la lucha del Partido desde el XIII Congreso por encontrar, con base en el mayor conoci­miento de nuestra realidad, un enfoque programático acertado, capaz de movilizar al Partido en un sentido revolucionario. Ex­presaban, asimismo, la convicción del Comité Central, de que la línea del Partido debe estar en un proceso constante de me­joramiento, materializando las nuevas adquisiciones de la lucha de los comunistas y de las masas.

En el periodo posterior al XIII Congreso, el Partido logró obtener considerables avances en el sentido político, elaboró una concepción más exacta de la realidad nacional y dio un en­foque nuevo a los problemas de la nueva revolución; formuló su programa y situó de manera más clara sus tareas políticas inmediatas al destacar la importancia de la lucha por la libertad política, a medida que se fortalece el despotismo presidencialista.

En este periodo de su historia, el Partido definió con mayor claridad y precisión su actitud ante las distintas fuerzas actuantes, en primer lugar ante la burguesía gobernante, pero también ante grupos y partidos corno el Partido Popular Socialista y el Par­tido Acción Nacional. Elaboró una política para el movimiento de masas más acorde con la situación verdadera y con las ne­cesidades de independizar al movimiento obrero de la influen­cia burguesa; supo ver la importancia que adquirían las nuevas fuerzas que se incorporan a la lucha, especialmente la juventud y los estudiantes, así corno las corrientes democráticas del clero católico. No menor trascendencia tiene 1a formulación por el Partido de una postura de autonomía en el movimiento comu-nista internacional.

Estos avances constituyen una base importante para el ul-

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terior fortalecimiento de nuestra organización. Son puntos de apoyo que es necesario defender, porque representan conquistas colectivas que se apoyan en toda la experiencia anterior y parte fundamental del cumplimiento de las tareas que dejó trazadas el XIII Congreso NacionaL

Al mismo tiempo, es claro que en la actividad del Partido se expresaron en estos últimos 10 años debilidades, deficiencias y errores que no permitieron una capitalización efectiva de los logros anteriores y su transformación en fuerza organizativa e influencia política generaL Debernos encontrar las causas que los determinaron y emprender la lucha por eliminarlos.

Salta a la vista que el defecto principal en esta década, pero especialmente después de la represión de 1968, reside en las debilidades de la dirección política, que se expresaron funda. mentalmente en las deficiencias del Presídiurn y el Comité Cen­tral para elaborar la política correcta y para hacer del Partido un auténtico partido de acción.

De la capacidad de dirección política depende siempre que el movimiento avance, no sólo en periodos de auge, sino aún en los de calma o retroceso. Depende asimismo la posibilidad de obtener victorias parciales, que sirvan de punto de apoyo para seguir avanzando o bien impedir que las derrotas causen el mayor daño a las fuerzas del Partido y del movimiento revolu­cionario de las masas.

Los 10 años transcurridos han sido de ascenso de las luchas de las masas. Después de las huelgas ferrocarrileras aplastadas en 1959 en el país se desplegaron las acciones campesinas in­dependientes, movimientos populares como el de los médicos, luchas estudiantiles y populares como las de Morelia, Sonora, Puebla, Durango, Sinaloa, Nuevo León, el movimiento de los estudiantes por la democracia en 1968, y las acciones obreras del año en curso en la capital de la República. El rasgo común ca­racterístico de estos movimientos es su espontaneidad y su aplas­tamiento por la represión de la burguesía cuando llegaron a un grado de desarrollo, en el que nuevas fuerzas políticas podían fortalelecerse y adquirir gran peso en la política nacional. El Partido apoyó estas luchas sin vacilaciones y se esforzó por ase­gurar su victoria; combatió las tendencias oportunistas que fal-

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El Partido no supo conservar los avances que logró alcan­zar en los momentos de mayor ascenso de las luchas de las masas. Esto se muestra claramente en el movimiento campesino, donde de 1961 a 1963 se logró agrupar bajo nuestra influencia a una gran parte de los núcleos campesinos combatientes.

Lo mismo sucedió durante el movimiento estudiantil y po­pular de 1968. El gran ascenso del movimiento democrático se derrumbó ante los embates de la represión y no tuvimos la fuerza ni la capacidad para mantener la organización alcanzada. Faltó previsión en cuanto a lo que podría suceder y medidas orientadas a mantener la continuidad del movimiento, en las condiciones del Estado mexicano actual, .que cerca toda lu­cha importante con la represión policíaca y militar.

La dirección política depende de la formulación de una táctica para el periodo actual, que tome en cuenta lo caracterís­co de la política de la clase dominante, la situación y el movi. miento de las distintas dases y grupos políticos. Es verdad que nuestro Partido avanzó en estos últimos 10 años en la precisión de su táctica, pero esos logros fueron de tal manera limitados, que en general no nos permitieron superar los marcos de la dis­cusión de las cuestiones programáticas, la definición del carácter, contenido y tareas de la nueva revolución. Y aun esta elabora­ción no se ligó o se ligó poco al estudio de las cuestiones tácticas, a las formas para desarrollat· una fuerza política propia en el curso de la lucha presente. Esta ha sido una de las principales deficiencias de la dirección del Partido, del CC y del Presídium, principalmente, en el periodo posterior al XIII Congreso.

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Otra deficiencia fundamental ha sido la incapacidad para llevar a la práctica las orientaciones acordadas y para darle al trabajo una orientación concreta. Los órganos dirigentes el:: .Par­tido no han mostrado eficacia para movilizar a las organizaciones y miembros de base en el cumplimiento de las tareas que se trazan a nivel local y nacional Incluso aquellos avances princi. pales en la formulación de la estrategia no fueron Ilevac!os opor­tunamente al conocimiento de todos los militantes.

Esto obedece a la existencia de muy graves deficiencias en el funcionamiento del Partido como organismo, desde la direc­ción nacional hasta la base, así como a la dispersión de los es­fuerzos y la falta de una política de prioridades, única capaz de concentrar los esfuerzos de todos los militantes en las-tareas de las que depende el desarrollo general de la organización.

En el trabajo de la dirección nacional se manifiestan formas de burocratismo que obstaculizan su ligazón con las organiza­ciones de base y de éstas con las masas. El Partido en general es lento en la aplicación de las tareas concretas y no ha recupe­rado la iniciativa masiva para intervenir audazmente, promover y organizar la lucha de las masas a su alrededor.

Al pretender eliminar las formas mecanicistas de control de la aplicación de los acuerdos, el Presídium y el Secretariado no formularon nuevos métodos de control de las tareas y estas se dejan a la espontaneidad. No se realizan balances colectivos de trabajo, con excepción, tal vez, de la actividad en las cam­pañas económicas.

Estas no son las únicas defiCiencias, sino las que consideramos principales, aquéllas en cuya corrección depende en gran medida al encauzamiento del Partido hacia su desarrollo.

ALGUNAS CONCLUSIONES

Este sucinto examen de los aspectos principales de la experien­cia histórica del PCM, necesariamente esquemático e incompleto en muchos aspectos, pero que corresponde en líneas generales a la trayectoria característica del Partido, revela que desde el mo­mento mismo de su nacimiento, ha sido el partido que en nues­tro país levanta la bandera del socialismo y del internacionalis.

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mo proletario; que se ha esforzado por expresar las necesidades y las posiciones de la clase obrera y ha mantenido la lucha con­tra la burguesía mexicana y el imperialismo, guiándose por la teoría marxista-leninista.

Su permanencia en la lucha política, a pesar de los errores y deficiencias en su actuación ha determinado el lugar que ocupa hoy como el único partido de izquierda en México que cuenta c;on una organización nacionaL

Hemos dividido la historia del PCM en tres grandes perio-dos: el: rimero va de su fundación en 1919 a 193 7-1940..,,9.1),«:: .e~.el.

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En el curso de estos tres grandes periodos, el Partido comete errores y cae en desviaciones d~ distinto carácter, unas veces de naturaleza sectaria, sobre todo en el primer periodo, y otras de carácter oportunista. El estudio de estas desviaciones revela que se relacionaban principialmente con una incomprensión del pa­pel social de otras capas y clases de la sociedad y del carácter de las tareas revolucionarias que el desarrollo social objetivo planteaba en uno u otro periodo. Se relacionaban también con la concepción del papel propio a nuestra orgar-ización política, con la incomprensión de su carácter y de los métodos de su vida interna.

El Partido se esforzó siempre por corregir sus errores, por eli­minar las líneas sectarias u oportunistas que han estorbado su desarrollo. Sin embargo, puede advertirse a Jo largo de la historia

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del Partido la presencia de una serie de factores que seguían ope­rando en el fondo y no eran eliminados, ni aún en los momentos en que el Partido corregía una u otra desv¡ación de su labor dirigente. El estudio de estas causas es para el Partido una ur­gente necesidad, ya que de su eliminación completa, de su erra­dicación definitiva, depende el desarrollo sano del Partido y el despliegue de su papel revolucionario y de vanguardia entre la clase obrera y la sociedad. Hacerlo es parte del cumplimiento de un rasgo particular del partido marxista-leninista, que es su función autocrítica.

En determinados momentos, penetraron en el Partido desvia­ciones sectarias, como la relativa a que el enemigo más peligroso eran 'los elementos intermedios, vacilantes. Estas desviaciones tenían carácter internacional y no sólo las sufrió nuestro Partido; pero ¿por qué las adoptábamos?

Debemos estudiar estos fenómenos y extraer las conclusiones debidas, capacitándonos así para resolver los problemas más ge­nerales, históricos, que han interferido en la vida del P~rrido, y enfrentar los obstáculos actuales.

Sin la pretensión de agotar esta materia, que exige de todos nosotros un mayor estudio, podemos enunciar las siguientes causas generales:

l. La falta de tradición ,teórica del movimiento obrero mexi­cano y la indiferencia ante_d.deheule.dar-una..respuesta.J:ientí­f~~ .a las-euestiones. deLdesarrollo SQQa.LnaciQQ!il,' que han sido rasgos característicos en toda la vida del Partido, desde su crea­ción. En ocasiones esta deficiencia se justifica incluso mediante campañas abiertas o encubiertas contra los llamados "teóricos", que encubrían un menosprecio hacia la labor intelectual, teórica y creadora de los comunistas. Se ~xªh!!b.LeLpracricismo, lo que de hecho atentaba contra el verdadero carááer del Partido re­volucionario de la dase obrera, tal como lo concebían Marx, Engels y Lenin, es decir, como el portador de una ciencia y una teoría que exige que se le defienda y desarrolle y no como un

wimple aplicador de consignas; minimizaba el aspecto cognosciti­vo, de intelectual colectivo que el Partido debe asumir, seg{m la

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expresión de Gramsci, para ser el representante de una clase so­cial determinada y no un simple gr~po.

Esta realidad la revelaba claramente el camarada Hernán Laborde, al examinar autocríticamente la política aplicada du­rante el gobiernr de Cárdenas. "¿Cómo se explican todos estos errores de la dirección del Partido? --decía. Y contestaba- En gran parte, por nuestro empirismo tradicional, por nuestro "prac­ticismo estrecho", por nuestra debilidad teórica y política, por el menosprecio de la teoría revolucionaria ... "

¿Cómo iba el Partido a cumplir una de sus tareas esencia­les, la de introducir la conciencia socialista en la masa de los obreros, si él mismo no comprendía el papel de la teoría revolu­cionaria? Y no se trata sólo de comprender y difundir unos prin­cipios generales del materialismo dialéctico y el materialismo histórico, sino con base a ellos elaborar una teoría de la revo­lución a partir de las condiciones específicas de este país, que no son las que existían en vida de Marx, Engels y Lenin; pues funo~ dir el marxismo con el movimiento obrero significa que éste deja de actuar al modo espoatáneo y aquél deja de ser una teoría general, para materializarse en una estrategia, en _una táctica y en una organi:>:ación que actúan sobre ·la estructura de una so­ciedad determinada.

Por eso se dice en nuestro proyecto de Tesis: "La compleji­dad de la evolución económica, social y política de México en los últimos decenios, la profundidad que adquirió la difusión del reformismo burgués y del paternalismo, exigían de los comunis­tas mexicanos un gran esfuerzo para elaborar una teoría propia del desarrollo revolucionario de nuestro país hacia el socialismo, que el Partido no estuvo en condiciones de formular ... " Y al decir propia entendemos adecuada a las condiciones de este país. A veces se nos responde: "Pero, ¿es que no existe una teoría leninista de la revolución?" Existe, desde luego, como teoría general y como teoría de la revolución rusa. En sus dos aspectos, es nuestro patrimonio, nuestro punto de partida. Pero no es suficiente, pues esa teoría, como el mismo Lenin gustaba de re­petir, "da solamente los principios directivos generales, que se aplican en particular a Inglaterra, de un modo distinto que a Francia; a Francia, de un modo distinto que a Alemania; a Ale-

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manía, de un modo distinto que a Rusia". Y solamente esa apli­cación concreta, específica, nacional, es lo que corresponcfe al marxismo; es ella la que nos da el comunismo como corriente política y como fuerza organizada en partido que se apoya en el movimiento obrero, se nutre de él y lo hace fuerza conciente­mente revolucionaria:. Lo demás es talmudismo, escolástica, dog­matismo. Y a eso precisamente es a lo que conduce la incom­prensión de que el .Partido necesita formular su propia teoría de la revolución en México, del desarrollo revolucionario del país.

Este no es un hecho del pasado, sino una causa vigente y actuante, que tiene que ser superada todavía, que sigue siendo una causa esencial de las dificultades del Partido para avanzar. Y que tiene que ver, incluso, en la lentitud con que la dirección del Partido electa en el XIII Congreso y el Partido en conjunto, reelaboran el Programa y la estrategia. Esta es una de las causas principales que opera para el retraso evidente de nuestra direc­ción en la elaboración de los nuevos problemas que aparecen en el movimiento revolucionario mexicano, para apreciar los cam­bios en la estructura socio-económica del país y el papel de las nuevas capas que emergen con gran fuerza a la vida política, y para orientarse acertadamente en la compleja s_i_tuación del mo­vimi-ento obrero y comunista internacional.

2. "La causa de fondo, que ha influido del modo más nega­tivo en el desarrollo del Partido, por persistir duram,e un periodo prolongado de su historia, y que sigue ejerciendo influencia ac. tualmente a pesar de los esfuerzos que el Partido_ realiza para su superación después del XIII Congreso, se encuentra en las con­cepciones dogmáticas, que dejaron una huella profunda en roda ía actividaddel Partido", se dice en el Proyecto de Tesis.

La teoría se convierte en un dogma cuando no se la toma como una guía para la acción; se cae en el dogmatismo cuando se trasladan consignas y fórmulas generales a una realidad dis­tinta; cuando se dejan de lado las particularidades y las tradi­ciones propias y se ve sólo lo general. "Esta mala enfermedad que es el dogmatismo no se manifiesta solamente por el hecho de que los contaminados reproducen citas sin to_n ni son --de-

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cía el camarada Suslov en el XX Congreso del PCUS-; para ellos, el criterio supremo no es la práctica, sino las declaraciones de personajes autorizados sobre tal o cual cuestión. . . El más mínimo alejamiento de esas citas es considerado por ellos como una revisión de los fundamentos ... "

A veces se tiende a contraponer revisionismo y dogmatismo y a este último se le atribuyen hasta ciertas virtudes, en com­paración con el primero, pues la actitud dogmática se la iden­tifica con la actitud ortodoxa, de "izquierda" o "dura" como a veces dice. Es una falsificación. El dogmatismo genera toda cla­se de desviaciones, toda la gama que va desde la izquierda hasta la derecha extrema. Kautsky y Plejanov, para citar a dos persona­jes conocidos, mantenían una posición dogmática ante el mar. xismo y sin embargo, o por eso mismo, adoptaron una conduc­ta oportunista y revisionista, que los llevó a oponerse al bol­chevismo y en el caso del primero incluso a la gran revolución socialista de Octubre.

En nuestro paí~, las desviaciones principales de tipo sectario, "izquierdistas", de los finales de los años 20, lo mismo que las desviaciones oportunistas y revisionistas de los años 30 y 40, ante todo corresponden al traslado mecánico de formulaciones y tesis que proclamaban "autoridades" del extranjero. Las de los años 20 y 30 eran aplicaciones mecánicas de la línea de la In­ternacional Comunista; el browderismo se trasladó a México y a gran parte de América Latina porque su autor actuaba con la "autoridad" que le concedía su puesto en la dirección de la In­ternacional Comunista. No es casualidad que los errores come­tidos en el periodo de la segunda guerra mundial, errores de tipo oportunista, que condujeron al apartamiento de las posiciones de clase en aras de la "unidad nacional" antifascista, se hayan re­petido en muchos otros partidos comunistas.

3. Entre los factores subjetivos que han determinado la de­bilidad de nuestra organización, un lugar destacado le corres­ponde a las deformaciones en el carácter del Partido que se in­trodujeron en nuestras filas a influjo de las elaboraciones de S¡alin, contradictoras de la idea leninista sobre el Partido de la dase obrera. Estas concepciones nos afectaron especialmente a par-

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tir de 1939. Era la concepción basada en el centralismo buro­crático, que acababa con la iniciativa y la vitalidad del Partido al atribuir todas las divergencias y luchas de ideas al reflejo di­recto de los intereses de clases hostiles al proletariado y resol­verlas mediante la expulsión de los discrepantes y no mediante la discusión colectiva, libre y responsable en las filas del Partido. Su vigencia frenó la libre circulación de las ideas en las filas del Partido, la crítica libre de los errores, la exposición de las iniciativas de los militantes ante todo el conjunto del Partido, y sin esto no hay posibilidades de que el Partido se corrija a sf mismo con oportunidad y marche como un destacamento cons­ciente.

Criticando una resolución del CC del POSDR en la que se establecía que "en las asambleas del partido" se concede "plc:na libertad" para la expresión de opiniones personales y para la crítica, pero en las "asambleas amplias, ningún miembro del par­tido debe exhortar a la realización de acciones que contraríen las resoluciones del congreso", Lenin decía lo siguiente: "Los autores de la resolución han comprendido de manera completamente erró­nea la relación entre la libertad de critica en el seno del partido y la unidad de acción del partido. La crítica, dentro de los limi­tes de los fundamentos del programa del partido, debe ser abso. lutamente libre ... y, además, no solamente en las reuniones par­tidistas sino también en las asambleas amplias. Prohibir tal crí­tica o tal "agitación", ... no es posible. La acción política del partido debe ser única. Ninguna clase de "llamados" que atenten contra la unidad de determinadas acciones, deben ser admitidos ni en las asambleas amplias, ni en las reuniones partidistas, ni en la prensa del partido". (Obras en esp., T. X, págs. 436-437).

Como esta se pueden encontrar numerosas indicaciones de Lenin demostrativas de la rigurosidad con que luchaba por ga­rantizar una vida interna que permitiera la intervención de todos los militantes en la elaboración de las decisiones princi­pales del Partido. Muchos años de prácticas antidemocráticas y de formas despóticas de dirección, no sólo determinaron la es­cisión prolongada del Partido, sino la difusión de una imagen de Partido entre los obreros y los intelectuales, que los apartaba de él.

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4. Pero no sólo causas de orden subjetivo intervienen en la debilidad del Partido y en la situación del movimiento obrero. Existen causas en absoluto independientes de la voluntad del Par­tido, que ejercen una influencia contraria al fortalecimiento de cualquier tendencia revolucionaria. Ya Lenin decía, refiriéndose al origen de las desviaciones oportunistas, que "no es posible explicarse dichas desviaciones como meras casualidades o equi­vocaciones de tales o cuales personas o, grupos y ni siquiera por la influencia de las particularidades o tradiciones nacionales". Hay que encontrar las causas económico-sociales.

La base económica de la pasividad de la clase obrera, del desarrollo de concepciones reformistas y del seguidismo a los líde­res de la burgtLesía, en los últimos 30 años puede localizarse en los cambios de estructura que se operan en la. sociedad mexi­cana y que dieron impulso importante al desarrollo de las fuerzas productivas; cambios que por sí mismos no pueden ejercer esa influencia negativa, pero que realizados por la burguesía y en su n:lmbre, como lo fueron éstos debe situarse la reforma agraria de los años 1934-1940, y el crecimiento industrial del periodo de la Segunda Guerra Mundial. A las reformas del gobierno de Cárdenas siguieron dos décadas de "expansión" pacífica del capi­talismo (1940-1959) y una década, la actual, de desarrollo ate­nuado, pero todavía ascendente.

Con base en ese impulso, la burguesía pudo instaurar refor­mas de tipo social que momentáneamente satisfacían las necesi­dades de un proletariado recién salido del campo, que veía eleva­das sus condiciones de vida con el paso de su condición de cam­pesino sin tierra a su nueva condición de obrero de la industria.

Es necesario contar con la existencia de este reformismo como fenómeno objetivo y no pasar sobre él o pensar que todas las di­ficultades provienen de la política represiva de la burguesía o de los errores y desviaciones del Partido Comunista.

Esta constatación es necesaria, asimismo, para que la elabo­ración de las tareas del movimiento obrero revolucionario parta de la:s condiciones reales y no de fórmulas abstractas, para que la lucha contra el reformismo sea efectiva y no se reduzca a un conjuro o a meras ~ondenas.

De todo lo anterior se deduce, como lo señalaban las Tesis

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publicadas por el Presídium, "que la lucha contra la actitud dog­mática y por la aplicación de los principios generales del marxis­mo-leninismo a la realidad concreta de México, sigue siendo la tarea teórica más importante de nttestro Partido, y de cuyo cum­plimiento depende su propio desarrollo y el de un movimiento revolucionario antimperialista y socialista, capaz de ofrecer una alternativa viable al poder de la gran burguesía reaccionaria, aso-ciada al imperialismo". ·

La tarea no es fácil. Cumplirla exige un esfuerzo colectivo, conciente y continuado de todos los militantes del Partido.

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II

PROBLEMAS DE UNA ESTRATEGIA REVOLUCIONARIA ACTUAL

Por cierto, es necesario afirmar que no es lioy, con la pre­sente discusión, cuando nuestro Partido emprende esfuerzos serios para abordar el cumplimiento de esta tarea. Los materiales del XIII Congreso, el programa aprobado por el XIV y los docu­mentos del XV, así como los del Pleno de octubre de 1969, son escalones en la elaboración de una teoría de la revolución para nuestro pais.

ACERCA DEL CARÁCTER DE LA PRÓXIMA REVOLUCIÓN

En el curso de la discusión del proyecto de Tesis se ha vuelto a plantear el rema relativo al carácter del proceso revolucionario actual y a su perspectiva. Este problema no sólo se discute en nuestro Partido, sino en muchos otros partidos comunistas de América Latina. En torno a las cuestiones del carácter de la re­volución se realiza también Jª_of~-~~-!a~-~!>.!:Ei~~~~- hostiles a! movimiento comunista latinoamericano. ·· ------

Aunque el XV Congreso representó un avance en la elabo­ración de los problemas del carácter de la revolución se advierte que en la formulación de un criterio colectivo sobre esta materia, marchamos con lentitud. Sin embargo, nuestro Partido está en condiciones de avanzar firmemente, en su próximo Congreso, en la elaboración de una concepción más acabada v madura sobre: el proceso revolucionario actual.

Cuando caracterizamos a México como país capitalista de desa­rollo medio, dependiente del imperialismo, abandonando con ello

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la tesis que atribuía carácter semi-colonial y semi-feudal a la socie-dad mexicana, el enfoque de las tareas revolucionarias se hizo des-de una perspectiva más real. Para_~O!Ilj_Jl_c;!t?r el cuadro característico de nuestra. s.o~cied~ci_es p~~is~_~gregar_ que-eCcíc!o aeTaS!e~oJu­ciones burguesas o democrático-buJ,:guesas há~ierrninaCfoeií. México. ~ Este ciclo comprende desde la Guerra-de~íiitfepencfeiicla,algurias de cuyas tareas tenían ya un carácter burgués, pasa por la Reforma, que fue en esencia una revolución burguesa, continúa con la revo­lución de 1910-1917 y encuentra térmíno en las reformas estruc­turales de 1935 a 1939. Durante estos años, la burguesía se afianza en el poder, resue.lve en lo fundamental las tareas de la revolución burguesa, aunque deje pendientes rareas imp()rÚwt~i_~¿(_)}.lio-T~­d~pender¡cia. del imperialismo y el problema campesino. Cuando hablamos del término del d(:Jo"ae!as revofldQoñes-burgyesas, queremos destacar que, en adelante, la bt1rgu~s_Ífl_i_I:l~E~­tªr~s _m~diªm·~-r~(Qr~~~ desde arriba y no ya mediante nuevas reyQl~KiQnCS---- ----·· ·-·- -~---·---- ---·--------·

V. I. Lenin dijo lo siguiente acerca del sentido de la wlmi1la­áón de la revolución democrático-burguesa:

"En términos generales, esta fórmula puede ser entendida de dos maneras. Si se la emplea en un sentido amplio, puede com­prender la solución de los problemas históricos objetivos de la revolución burguesa, su 'culminación'; es decir, la eliminación del terreno mismo capaz de generar una revolución burguesa. En este sentido, por ejemplo, en Francia la revolución democrático­burguesa ct~lminó sólo en 1871 (y comenzó en 1789). En cambio cuando se emplea la expresión en un sentido estrecho, se hace referencia a una revolución determinada, a una de las revolucio­nes burguesas, a una de las «olas», si se quiere, que golpea al viejo régimen, pero no logra terminar con d, no elimina el terre­no para las posteriores revoluciones burguesas. En este sentido, la revolución de 1848 en Alemania, «culminó» en 1850 o en la década del 50, sin que por eso se eliminara el terreno para el ascenso revolucionario de la década del 60. La revolución fran­cesa de 1789 «culminó» digamos, en 1794, sin que por eso se eliminara el terreno para las revoluciones de liBO y 1 H4H". (V. I. Lenin, Olml.f en esp., t. XVI, pág. 196).

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En este mismo sentido puede hablarse de que se ha iniciado un nuevo ciclo de revoluciones, pero ya no de revoluciones burguesas o democrático-burguesas, sino de revoluciones socialistas, de em­bates del proletariado y sus aliados contra el régimen de la bur­guesía, por instaurar una sociedad nueva, socialista.

El problema principal que se les plantea hoy al Partido y al movimiento revolucionario y democrático consecuente, es el de encontrar los caminos adecuados para marchar hacia la revolu­sJQ!:! _s<;><:ütJig¡¡.

Sie9do el¿_q_~iali~J11~~~()E~llJ!l~~~'=..l?-.~~l~_<!e . (!~~e. I'eriodo b.istó.tica.-.cabe preguntarse si es posible marchar a la revoluCión ,._,_. socialista de una manera directa, como lo proponen diversos ca­maradas que intervienen en la discusión en curso y si ha dejado de ser necesaria una etapa intermedia, un régimen de transición que, sin ser todavía expresión de la dictadura del proletariado, permita la formación de las condiciones necesarias para el paso a ella.

Cabe pensar seriamente y resolver la cuestión de si la contra­dicción de clase entre el proletariado y la burguesía se encuentra ya en un grado relativo de madurez como para determinar el carácter proletario de la próxima revolución, entendida corno revolución política, y si las condiciones políticas plantean la po­sibilidad del establecimiento de la dictadura del proletariado u otro tipo de dictadura, es decir, de poder . .t\~_Lno se trata, pues, <k_ di!l!~~ar si aparte del §2d~1i~IDQ.!Íene perspectívamro ttpo­

-~-~-~e_5!1Er()f~?~ya que toda la_::cg~_t:!eEci~~ca~l-~-~~r!i~sf~~o ~ -~ n~~~~~~~~~- si~9~~.!d:!_ so_ciali~mo! la que puede -. resolVer nuestros problemas cruciales; se ii'ata-deltipo de poder, del.!ipo de _9_!s_~\!!:1.!.~_g!l_e __ ~s_J?,Osible conquistar en el periodo ac­

--~~lz_~()~O pas_oaL~~~-~li~mi?:--~---- -· ----~~-----------~~

Me parece que el planteamiento de revolución socialista in­mediata nos alejaría de este objetivo por un largo tiempo, en lugar de acercarnos. Nos alejaría si somos consecuentes con él y tratamos de conducir la acción política de hoy en aras de la re­volución socialista.

Creo que nosotros debemos plantear el problema más o_ menos como lo hacía el VII Congreso de la IC: "no la dictadura prole-

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taria, no el socialismo, sino un programa que conduzca a las masas a la lucha por lo uno y por lo otro".

Este programa...,.que es el que a grandes rasgos ha formulado nuestro Partido, podría sintetizarse y actualizarse en los siguien­tes puntos:

1. Derrocamiento de la oli~é{!~í;cZ-1e )~~TI :~a:uf reem-plazo por un gobierno de amplia r . 'n u~~-a~o~~!9l!isa..~ .. ~ll:ll'~~!l!tli~~~-)~.12Sia.!ist~s (la clase obrera, los campesmos, la intelectualidad, las capas medias urbanas), que represente algo así como lo que Lenin planteaba en 1905: la dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y los cam­pesinos; algo de lo que en China llamaban "la dictadura de la democracia popular" o lo que en Cuba representaba el primer gobierno de la revolución. Sería una forma de Estado transitoria, antecedente de la superestructura política socialista.

2. mas.

~~~~!~~<:ión_ ~~~ c~pjta] -~-~~~ll~iero en ~2~LLll~.ra~

3. Expropiación de los grandes monopolios nacionales en la industria, la banca y el comercio.

4. Establecimiento de plenas libertades democráticas, que incluiría: amnistía general para los presos y perseguidos políti­cos; garantías para el funcionamiento de todos los partidos polí­ticos; libertad sindical.

5. Eliminación de la ..E!~E.,P!~i~~ad d~J_a¿~ y su naci~­,~lizaci.<,in; reaucción de la pequeña propiedad a 20 Fiécfáreasen

\ los distritos de riego y su equivalente en tierras de otra calidad; organización cooperativa de los campesinos pequeños, sobre ba­

\ ses voluntarias; libertad de organización para los obreros agrícolas.

Estas tareas no son directamente socialistas sino democrático­revolucionarias. Pero esto no quiere decir que se enmarquen den­tro de la revolución democrático-burguesa. Dirigen su filo no so­lamente contra el imperialismo y los terratenientes, sino también contra una parte de la bprguesía, precisamente aquella que do­mina en el sentido económico y político: la oligarquía financiera. La democracia burguesa no puede resolver estas reivindicaciones,

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es necesaria una democraci~ de nuevo tipo, que se apoye en las masas del pueblo.

Sin embargo, liquidar la oligarquía financiera no sig~ifica, ni mucho menos, acabar~-Tá 6~rg¡:i~~í¡¡"éomÓ. c!~s~. quejiJ¡¡~!i~~­{Je larevóh~ci§':! ~(}c::ialj_~tª'. Aparre de la oligarquía existe en Mé­xico una enorme capa de burguesía no-monopolista, media y pe­queña, tantC' en la ciudad como en el campo, que integran cientos de miles e incluso millones de pequeñas y medianas empresas, ba­sadas en la explotación del trabajo asalariado, sin cuya liquidación en lo fundamental no puede hablarse, propiamente, de socialismo.

Pero el desarrollo alcanzado por el capitalismo, el nivel de las contradicciones de clase y de la lucha de clases y el temor de la burguesía a las transformaciones democráticas profundas, lo mismo que el rumbo general de las transformaciones que plan­tea la revolución, directamente enfiladas al socialismo, hacen que no sólo la gran burguesía, sino ésta fJ!.S.!! .. ~9_Qjl,l_!!f.91 .ll..c!<?El~.~J!!la_

.Jl9~.os1!L~J!Lt~YJ?.h!s!ón. Ya en el Informe al XV Congreso abordamos algunos de los temas fundamentales atinentes al papel actual, :real, de la burguesía y al que le atribuyen algunas concep­ciones tradicionales ~n el movimiento comunista latinoamericano.

Una de estas concepciones, la más extendida y que durant~ un periodo largo adoptó nuestro Partido es la del llamado blo­que de las cuatro clases (obreros, campesinos, pequeña burguesía y burguesía nacional), que se trasladó a nuestros países a partir de las discusiones de la Internacional Comunista sobre la revo­lución china. Este traslado partía de la identificación superficial de las condiciones de China y otros países del oriente con las de América Latina. El bloque de las cuatro clases podía operar en China en tanto su estructura económico-política era la de una semi-colonia, es decir, cuando el factor nacional. por su importan­cia, colocaba las contradicciones de clase en un lugar secundario, las subsumía, o bien las situaba en condiciones m11y específicas en otros países, por ejemplo, en una guerra por la independencia nacional, cuando los factores nacionales pasan al primer plano.

Como concepción estratégica, determinante de la alianza de clases, este esquema de las cuatro clases es inoperante y nocivo en las condiciones de la América Larina actual (aunque pueda temporalmente aplicarse a una situación histórica muy particular),

BIBLIOTECA CENTRAL U. N. A. M.

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y en especial para México, donde el factor nacional no es hoy el predominante, lo que no quiere decir que no pueda serlo en una coyuntura distinta, por ejemplo, en el caso de que un avance revolucionario lleve al imperialismo a la intervención armada. Pero mientras esto no suceda, lo determinante son los factores internos, las contradicciones de clase, que niegan la posibilidad de un bloque con la burguesía. La burguesía en general ha de­mostrado ya en los últimos treinta años que se une como un todo cuando se trata de combatir los embates de la clase obrera, de los campesinos pobres y de los estudiantes. Sus tímidos planteamien­tos antimperialistas no van más allá de exigir una reglamentación de inversiones extranjeras, "mexicanización" de las empresas, que no es sino una forma de asociarse a los monopolios yanquis. Esto no quiere decir que la burguesía mexicana en conjunto, sea entreguista; no lo es, por cuanto defiende sus propios intereses económicos, pero tampoco es antimperialista.

El desarrollo económico de los últimos aiios destaq. ya una capa de grarl'des burgueses, entre los que sobresale la oligarquía financiera. El rasgo particular de ésta consiste en la asociación de sus capitales con los norteamericanos. Juntos ocupan los pues­tos claves de la economía del país y afectan los intereses del resto de la burguesía, sobre todo de su capa media. Pero esto sólo no da a la burguesía media capacidad para formar un bloque con la clase obrera dirigido al derrocamiento del bloque gobernante y a la creación de un· régimen de transición hacia el socialismo. En todo caso, podría llevarla a una actitud temporal de neutralidad mien­tras sus propios intereses no sean afectados. For eso en el XV Con­greso hablamos de un bloque de fuerzas no-capitalistas.

~atticulaú.dades. de @es.tro ~afs. es.JJ1., existencia d~ _un movimi~lltO, calllP,~5_~!!o _son t~adici()f1~~. reyo!l;lc:~onarias:~La ludia·-ae lós campesinos tiene un contenido -que- no es"Clirecta­mente socialista, aunque una parte de ellos, los ·pobres, puedan acompañar a la clase obrera hasta la victoria del socialismo. Es justamente el socialismo el que asegura perspectivas reales a la pequeña producción campesina privada jr ejidal. El capitalismo ha demostrado que sólo ofrece a los campesinos una subsistencia miserable y la perspectiva de su completa proletarización. Sólo

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el socialismo puede asegurar al campesino pequeño y medio for­mas de organización de su producción que lo saquen del régimen explotador de los bancos oficiales y particulares, de los agiotistas aislados y del comercio privado o estatal. De esto hay que con­vencer a los campesinos, con base en los mejores ejemplos de la experiencia de solución del problema campesino en los países socialista.

Pero ¿es esta la perspectiva que tienen ya hoy las masas de millones de campesinos· sin tierra o con minúsculos pedazos que no satisfacen las necesidades más apremiantes de la familia campesina? NC>. es .. lJ: . b¡¡~t:-.4~Jil ... ~9.H~-ciqn,Y.li!-.PJ,.QP2g!J.J)~§!;t!;Á.3;, lista que las masas de. campesinos pobres Vl}.f1 a, )~Y~!l!~~~ _l;t.()y a :ltc,

··.,ta:revolücJ§ii Es· sábido'qú.e la pregunta de qué programa presen­, i:aí:.-aTós'C:ampesinos, Lenin respondía en vísperas de la revolución

de1905 que aquél que fuera capaz de levantarlos a la rev()luc}.QJ,l· Y.~~-programa.noe,s-h~uócTalís'ii}o:~---"~---·- -~~

Pero tampoco es el programa de la burguesía. Se trata de un programa que acerque a los campesinos pobr~ma­ciones socialistas EOr la vía de las trans.(Qt~~!lo:.á.t.k.as 4v_ª5z~dlis~qU"~-~~m!?.2ffinjñ_cl.sáciaii§JPJ?,. Este programa tiene 'ya un aspecto anticapitalista: se dirige contra la gran propiedad agraria capitalista, con base en su limitación y reducción a las proporciones de una explotación ipdividual, que se expresa en la consigna aprobada por el 1 Congreso de la CCI, de reducir la pequeña propiedad legal a 20 hectáreas en los distritos de riego y su equivalente en otro tipo de tierras.

En la primera etapa de la revolución deberá respetarse la pro­piedad privada de los campesinos y la explotación asalariada a nivel inferior; pues claro es que no son los pequeños campesinos individuales ni los campesinos medios los causantes de la miseria y la falta de tierras de la mayoría. La pequeña y mediana eco­nomía particular no es un freno al desarrollo de las fuerzas pro­ductivas, y puede establecerse con ella un acuerdo duradero y una alianza c,ontra. el régimen, y darle un lugar en la nueva so­ciedad que será estructurada con bases democráticas, avanzadas.

No se trata en nuestro enfoque de revivir caducos utopismos pequeño-burgueses, que hacían de la pequeña propiedad una pa­nacea. Sabemos que sólo la utilización de la técnica moderna, de

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los medios químicos y del trabajo cooperativo en grandes empre­sas, asegura el desarrollo de la agricultura. En este sentido es justa la opinión de economistas como J~Ji]JS Silva Herzog, que plantean como tarea.in.r.ne.dilita.~.coo.peracló!J.Jlgri~P!,av,Pero sa­bemos también por toda la experiencia de la construcción del socialismo en muchos países que éste es un proceso prolongado y que los campesinos se incorporan a él con base en el ejemplo y no mediante la coacción. tb~_t!JY1~formacióp soci¡¡,li,~ta,~m­po, entendiendo por ella la crea.dó!Lik .aJ!~tmig¡~J~l;¡cioJJ.~~ .. ,¡!e producción saci-ªlis~~ . ..un .•• proceso. prolong¡¡cip,,,,\Ll!~.l<r. E~.aJjza por .etªpas, si .no se quiere caer en.el abatimienro. cie .. lª.".I?X,.9.clPC-ción,.en la.anarquía.oen.el trabajo forzado.... · ··

No se puede, por eso jugar con los términos. 1as,t~;¡nsf.orc maciones maduras ... ril:nen .. c~XácJ:e.c • .d~o.c.r;iüs:o, cog Je!IU~"" no burgués, sino popular. ·

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EL triqofo dJe._g~reYoluci.ó.n . de!llo.crá,ti.<;Q; . .RQRl,l!~r.. L ap_~~rp~­rj¡¡J!st¡¡,,_c;0!oc!lría etl manos del nueY-9 ~Estad.Q,_l;ll})l_PitJª.nca eco- ~ t;~.Qm.,ka SQ!UJ.l.Jl.c4.apo.yo..se_comenzaría,"a P,asil,t a las transforma- . dones :;ocialistas.~Su triunfo liberaría a Ía clasT;;brera cte~Ia opresión política de la burguesía, que hoy opane grandes obstácu-los al despliegue de su energía revolucionaria.

De la prime~ti!Da..de la revolución comenzaría a p1sars·e a __1~--~~,gur;tda, a ... !~ ... ':~::P~2?SJ~_, tan rápidamente, como sean re­sueltas las tareas maduras hoy, se convierta en anhelo de las ma-sas revolucionarias la transformación socialista y la clase obrera -su ideología, su política- encarne ante ellas el papel dirigente, cuando, en fin, !~do avance social se identifiq~e con ~1 soci~).i~m<:u: ~· tQfiQ.r~tr<>ce$o c;grí~el Cápip¡í~mg,Eas revo1í.iciones democráticas del periodo actual enseñan que ante lit etapa democrática de la revo­lución y la soóalista media un periodo breve. Se trata en reali­dad de un régimen de transición hacia el socialismo, hacia la dic­tadura del proletariado. Así lo demuestran las experiencias de las revoluciones cubana y china, que triunfaron como revoluciones

. J:l:JpuJ.;ges, democráticas.y ll,!}#Jl11'et:iali~t!IU'"~~.~E~!.l.sf?r!TI~P2~ E~-pig.!Jgtente en revoluciones. socialistas. ' No '5ería~os'marilscas..Teñlñis'tás que partimos de. la realidad concreta, si no advirtiéramos lo que hoy está maduro y lo que

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está en proceso de maduración. Y Jo gudJ2Y.~~t~_pa<:luro es Ja ll!fPa_cof;!trll, )¡¡,.oligatquía. financieta,.rontra l,¡¡.,,qpresi2n imperia­lista, por rrªIJ..sf<:>JJ!l.!IÓOA~.S 4emgg¡1Ji~!is .. p~gfl!{ldll.s .. ~~.JII..S~S!PQ­

. ~i~I.~-nla pgJítifa. Y esto lo expresa nuestra consigna de revolu-ción democrático-popular y antimperialista como primera etapa de una revolución única, cuyo fin consiste en construir el socialis­mo y el comunismo en nuestro país.

Se trata, desde luego, de un esquema revolucionario, de un proyecto. Y ya sabemos que la vida es más rica que el mejor esquema. No·debemos, por eso, caer en la pedantería de tratar de prever todo el curso de. la próxima revolución. Nuestro deber consiste en elaborar una estrategia revolucionaria de lucha por un pbder nuevo y trabajar firmemente, sin vacilationes y sin titu­beos, por acercar .a las masas de la clase obrera y a todos los tra­bajadores a la revolución, a comprender la necesidad.del socia.lis~ ~o. como única vía .. de. desam:~Ug c;;n,,la,g!{e,.~e.J.e~Y.e!veA .l!§ ... n~ ~ cesidades auténticas de J¡~. iomeQS.\1 m~~Qda de la PQR}ª-c!ó.n,

"Para .que todos los descomemos por la dominación capita­lista se pasen al lado del socialismo, para que la oposición es­pontánea de otras capas del pueblo contra el capitalismo se con­viertan en una lucha concieute por el socialismo, la clase obrera y sus partidos tienen que luchar y trabajar, y no poco, en el te­rreno político, orgánico e ideológico", decía el camarada O. Ku­sinen. (Problemas de la Paz}' del Socialismo, No. 4, 1960, pág. 18).

~ del.t!ir:&t.2~Si.~.li§l!!Q .. ~sidt,sn.Jl!~e~jsrenci! de una conciencia socialist~tre las masas de la clase obrera. Es ffiesro"CToilaé·resfJé. T~·-¡~~ea ~;~de qué ~es't'fTíáffiadáa rea-. !izar el Partido. Sin esta labor, nuestras tareas inmediatas adquie.' ren un carácter economista. Por eso se dice en las Te.ris: "La falta de lucha conciente y sistemática contra esta desviación hace que mucho de nuestro trabajo actual entre la cla~e obrera y los cam­pesinos no rebase las limitaciones de la lucha económica, dejando en la sombra /«.,educación s9cialista de la clase obrera, la necesidad de su preparación constan~p;;;;;·raaisput;" del =poder a la bur-guesía".

El hecho de que una de las deficiencias fundamentales de la

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labor del Partido en el curso de su historia haya sido la escasa lucha por formar la conciencia socialista de los obreros, nos obliga a estudiar esta cuestión, con el objeto de adoptar una concepción clara de esta tarea que guíe la actuación práctica de todos los comunistas.

Es muy conocida la cita de Kautsky que Lenin reproduce en su libro ¿Qué hacer? para fundamentar su idea de que el socia­lismo es intr~l!c,j4oAespe l#!!fZ ~J¡¡s mas~~ o.~r~r¡¡.spor_~l J>ª!Jidq:

" ... El socialismo, como doctrina, tiene sus raíces en las• re­laciones económicas actuales, exactamente igual que la lucha de clase del proletariado, y, lo mismo que ésta, se deriva aquél de la lucha contra la pobreza y la miseria de las masas, pobreza y mi­seria que el capitalismo engendra; pero el socialismo y la lucha de clases surgen paralelamente y no se deriva el uno de la otra; surgen de premisas ·diferentes. La conciencia socialista moderna puede surgir únicamente sobre la base de profundos conocimien­tos científicos. En efecto, la ciencia económica contemporánea constituye una premisa de la producción socialista lo mismo que, pongamos por caso, la técnica moderna, y el proletariado, por mucho que lo desee, no puede crear ni la una ni la otra; ambas surgen del proceso social contemporáneo. Pero el portador de la ciencia no es el proletariado, sino la intelectualidad burguesa; es del cerebro de algunos miembros de esta capa de donde ha sur­gido el socialismo moderno; y han sido ellos quienes lo han transmitido a los proletarios destacados por su desarrollo inte­lectual, los cuales lo introducen luego en la lucha de clase del proletariado all( donde las condiciones lo permiten. De..modQqJJ.e . !.~ conc!fE.cia.. soc~aJi~m es. algo introducicl.o desde ªfw~ra .en la l.':l~ha de cla~e . ~e.l. PtQlet¡¡.ri¡¡do, .y. no algo que ha surgido. eswn­táneam~iíf~tdentro de ella". (V. l. Lenin, obras escogidas, T. l. págs. 156-157).

\!'-quí se expresa, indudablemente, u.n.aje .f.a!l~~~io,!l,e~,~~ll; .9.~te~.J!eLE~.~a: d~~.Sl&e.,JiQ,l:W,...cp.ncienc~,de S!.L.sitl!asión egJuQQ.e~ hacer concience. el movimient~ espon­tá~eo .en·er que p;micipao los o6iéros 'eil' su hidia' conti{ra:r>ur­gu~sía: ~ero no se trata de la difusión de fórmulas o categorías filosóficas y económicas, sino de una compleja labor ceórica en la que los procesos rt:ales son examinados a la luz de una teoría

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y un método de interpretación que los hace comprensibles. ante la masa de los obreros porque se identifican con su misma lucha.

El otro aspecto, no menos importante, y que dejan de lado algunas interpretaciones vulgares del leninismo, es el relativo a la experiencia propia de las masas, experiencia que no es capaz de sustituir ninguna propaganda, por elevada que sea su calidad y por extensa que sea su proyección. Y es que las masas de la clase obrera no se orientan hacia el socialismo por el camino li­bresco, sino a través de su propia experiencia, en la lucha de clases cotidiana. Una propaganda y una agitacion bien conducidas, lo más que pueden hacer es acel~rar la asimilación de la expe­riencia, ayudar a comprender la falsedad de la propaganda de la burguesía y el imperialismo, atraér a los sectores más atrasados.

" ... Para que realmente roda la clase, para que realmente las grandes masas de los trabajadores y de los oprimidos por el capital lleguen a ocupar esa posición, li_Jm>Jll-~QCla y )a, ~git¡¡: ~~.!!Lgor sí solas, son insuficientes. P~r1- c:J!c;t,s~.Pred~~J~.Er,C?pia ~ ~~SE.~~.Qet pQ!ít!C.ILHC:.J~~, . .Q}~~~· Tal es la ley li.inaamental de todas las graneles revoluciones, confirmada hoy con fuerza y relie· ve sorprendentes tanto por Rusia como por Alemania". (V. l. Lenin, La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunis-mo, Obras, t, XXXI, pág. 88).

,Sin lfkJ,~JJisia$1.,.y,._il.l~jgr,:t_ª~~!os 9Q.uspectos . .no.es.~­. cJl!t. por_.U.Q.a au~~~~i511: .P!~parafi9.!1. cie. la. ,clase_ohre~a }:lUa. b!

lucha.por.el social.i~mo.. · En la discusión de ·las T e'Jis algunos compañeros subestiman

este segundo aspecto al negar validez revolucionaria a la partici­pación de los comunistas en la lucha de las masas por las reivin­dicaciones de clase y por las reivindicaciones democráticas y antimperialistas y se pronuncian, al parecer, por una simpie pro­paganda de la necesidad de la revolución y de su carácter direc­tamente socialista.

Pero sin orgai:üzar esta lucha o sin participar en ella no es posible decir que se trabaja por preparar las condiciones para h1 lucha por el socialismo. Esto se convierte en simple charlatanería, en frases. Por eso no hemos estado de acuerdo con las tendencias que intentan reducir el papel del Partido a la simple educación, a la difusión de !.1 tt:oría.

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Al mismo tiempo, debe ser claro para todos que la deficiencia principal de nuestro trabajo, como se seña,la~ru;! proyecto, está precisamente. del lado .de la .l;:lb.Qk.,teórica. Pero tampoco aquí resulta adecuado corregir nuestros errores y deficiencias cayendo en el extremo contrario.

ALGUNOS PROBLEMAS DE LA TÁCTICA DEL PARTIDO

UNo de los rasgos distintivos del momento actual es la preompa­ción generalizada POI., ~nc;on.trar una. saliª,a, •. ~ .. J.a. c;ome,_leia m,a,;~ Jid~ •. ~LJ?.~.,No sólo exíste entre los círculos de la intelec­tualidad, entre grandes núcleos de estudiantes y entre los sec­tores más. inquietos del movimiento obrero. Se da también en nuestras filas, tanto en el Partido como en la Juventud Comurüsta.

Nosotros consideramos esta inquietud completamente leg!tima y justificada. Después del movimiento estudiantil del 68, de su aplastamiento por el gobierno y de la dispersión que se comenzó a producir sobre todo a partir del 2 de octubre, un sentimien­to de angustia se extendió entre diversos sectores del movimiento democrático del país. Esta angustia no la identificamos con el derrotismo ni con la desmoralización que acompañan siempre a la derrota de los movimientos populares. Sino con la insatisfac­ción y la conciencia de que es necesario buscar y encontrar formas eficaces de acción que den a las fuerzas democráticas y revolucio­narias, a la izquierda en su sentido más. auténtico, la posibilidad. de realizar una acción permanente, desplegar org.mizadamente sus fuerzas potenciales actuales y constituirse en un factor efec­tivo de influencia política en el país.

Es legítimo entonces preguntarse por la validez de los orga­nismos e instrumentos políticos actuales; es una tendencia acertada ir a las causas de la situación, reexaminar la línea de los partidos y srupos y en primer Jugar la del Partido Comunista. Hace tiem­po que hemos abandonado la idea de la infalibilidad de nuestro Partido de su carái:ter de vanguardia porque sí y otros mitos que nuestros enemigos siguen atribuyéndonos. No nos extraña, pues, que se "cuestione" al Partido, aunque esto se haga a veces con la superficialidad de una tnoda.

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El marxismo, el leninismo, ng_~on .. doctrinas paraJa jusrific~-~-~ión d~ U!l,a .. prácti~.!l:.Po]~tica. Son i_!!~~~t~s_.l?.¡j;E~.-el~-~i!~is

de lo existente, para abordar el estudio de los cambios, para ela­borar una teoría que corresponda a las auténticas necesidades del movimiento revolucionario de la clase obrera y de las masas ex­plotadas en cada periodo o región.

La situación de hoy es similar a la que surgió en el país du­rante 1960 y 1961, después que el movimiento obrero de enton­ces y en primer lugar el ferrocarrilero, había lanzado a la acción política a núcleos importantes de la intelectualidad, que se se­pararon por primera vez de la burguesía gobernante. rmbién entonces se hizo sentir con gran fuerza la necesidad de una salida, de una perspectiva clara para las fuerzas democráticas y revolu­cionarias del país. Y se encontró e1) la creación del Movimiento de Liberación Nacional. Este organismó représentó unit forma concréta'Jé'u'ñid;d de~ las fuerzas de la democracia avanzada en nuestro país; despertó el entusiasmo de importantes sectores de las masas, sobre todo campesinas, estudiantiles e intelectuales, y abrió las posibilidades de organizar amplios sectores del pueblo. ·

No hemos estudiado suficientemente la experiencia deL.MLN:,. para formular una idea completa de las causas de su desaparición. Sin embargo es posible afirmar, por los resultados que alcanzó durante su existencia, que esta forma se acerca bastante al medio idóneo de !!E.L<!~d delas fl!erz_!l_s_ ~:L~11.l.~J!!i~¡¡,~,.L.5."Y9!!!S!2!iN....iü en las condicionés .. ccinéretas de un país como México, donde no existen organizaciones estructuradas nacionalmente de las fuer­zas de izquierda, a excepción del Partido Comunista.

Con independencia de las causas que dieron origen a este fenómeno, su vida y experiencia constituye una respuesta a Jos rasgos particulares de la vida política mexicana, que deben ser tomadas en cuenta al elaborar cualquier perspectiva.

Hoy se formulan distintas ideas de las formas futuras de ac­ción y organización de las fuerzas de izquierda. Entre las princi-

pales están;

a) la [),~~~~i.~.!<iJi~.s:r.~_ll.L.l!!! P1lct:tJ4QJ?glític? de todas .las fuer­zas de izqiJierqa, que incluya lo mismo a loscomuri'istas queítros -~:arólicos de izquierda y a Jos demócratas de otras tendencias;

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b) Ja formación de uno o varios partidos de izquierda, al margen del Partido Comunista; en esta variante se inscribe la idea de organizar un "Partido ele la Juventud".

Para contribuir a la formulación de una perspectiva revolu­cionaria de todas las fuerzas democráticas, antimperialistas y so­cialistas del país necesitamos partir del examen de las fuerzas actuantes, d~ las particularidades de su acción y trazar una vía posi~e para su movilización revolucionaria.

(1...! Un primer rasgo, que está presente desde hace tiempo y r¡ue"puede definirse como una particularidad consiste en que en México, salvo excepciones, las jdferent~s clases y cfi'Pas d_e)t# Pº· ~~-11Q....S!f ~xpman a través de partidos .polifi~gs1

Resulta difícil, por tanto, pensar en términ9s de partidos cuando se plantea el problema de la unidad de todas las corrientes capaces de integrar un nuevo bloque de fuerzas para enfrentarlo al bloque dominante y abrir cauce a un nuevo proceso revolu­cionario que se enfile hacia el socialismo.

La unidad tiene que pasar hoy, mientras esta situación se mantenga, .a través de la acción en la base y por conducto de los distintos agrupamientos (sindicales, estudiantiles, campesinos, culturales y de otro tipo) que surgen en torno de reivindicaciones sectoriales o de posiciones políticas.

Partiendo de lo existente, nuestro Partido y otras fuerzas in­teresadas en ello, podrían desplegar una acción constante por la creación de comités de lucha tan variados y específicos como sea necesario, en los que se unan en torno de la lucha militantes de dis­tintas tendencias, trabajadores sin organización ni partido, que coordinen su acción en la solidaridad permanente con los núcleos obreros, campesinos y estudiantiles que se lanzan a la lucha y que a través de esta solidaridad vayan estableciendo las formas ne­cesarias de coordinación y de acción conjunta a escala nacional. Tales organismos tendrían la virtud de trabajar directamente en la base y de eludir los golpes de la represión reaccionaria.

En las condiciones presentes y mientras éstas no cambien, nuestro Partido no debería participar en la creación de otros partidos políticos, así sea con fines de intervención en campañas electorales. Estos agrupamientos distraen las fuerzas del Partido

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de la tarea principal de asegurar su propio desarrollo orgá~ico. Si otras fuerzas de carácter democrático se organizan en partido político con un programa definido de oposición al gobierno, no­sotros deberíamos realizar un trabajo orientado hacia la unidad de acción con ellos. Pero los comunistas han de tener como preocu­pación central la organización de su propio partido.

Nuestra aportación principal a la organización y unificación de las fuerzas democráticas y revolucionarias debe ser el forta­lecimiento y desarrollo del Partido Comunista Mexicano, que influiría precisamente en el proceso de cambio en la correlación de fuerzas a favor del movimiento democrático y revolucionario.

!;ie] .. o.~s.1t .. ~ .. d.:f~i~~~\~~~;~r~~~~;~~e~:~~;i~~::~:J~!n¡fíé~~:fJ~~ otros .sector~s. lÓs miembros del Partido deberían desplegar todas \ sus energías y establecer una firme y sincera colaboración con ) todos los elementos sin Partido.

2. La capacidad del Partido para acercar las condiciones de la derrota del bloque burgués gobernante tiene que expresarse en la definición y aplicación de una !=~L:~~.~a.Ps>~!tica de ~~Í9:1.1.~!1;~.· ~9SwS!l .esto de. la.~Q.I!C~~ip11, .• cleJ:tl.le.JlO.e$.,.J.m p~{Ii.cl9.....J.t() ~ es una sola clase, sj.nq un nuevo bloque. de fuerz!IS, el que pue- · · · cfe~sust1turr··a1 que. actualmente gobierna .. ÍgÍlahnente simplista A es pensar que el poder actual se sustenta únicamente en las fuerzas de la gran burguesía, como lo es creer que las fuerzas \..., solas del Partido Comunista o de cualquier otro agrupamiento,

puedan conquistar el poder sin un sistema de alianzas. La oligar- t quía gobernante se mantiene en el poder con cierta estabilidad, U aunque cada vez más precaria, porque todavía aglutina en su de- z rredor a las fuerzas fundamentales de la burguesía, de los terra- [\ tenientes, y aún a importantes sectores de la pequeña burguesía .. y de la clase obrera, atrapadas en las mallas de la ideología na:- S cicnalista y reformista de la burguesía.

D..e!mlar .. ~J.!:J;J~rza. exige la cr~a~i9l?-~.~~!1~~~2!~ . .!~za .. ~.<:l¡¡s~s que en t<?clos . .to.~ a~p~ct~~,d.(:)a.___yjaa socW.....reru:~~¡e ~ upa, ~ltcrnativa distinta, de. auténtiC() ~!QSti;.~Q, Es claro que Jo · primero consiste eitgan.ár a Iásc ampÍi¡¡.s masas de la clase obrera para 1a lucha por sus rc:ivindicadonc:s, para la acdún política y

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para ia ide'?. de la revolución, y contribuir a su organización autónoma. Estl:> obli[!J ¡¡] Partido a e&tudiar a fondo las condicio­nes pres~ntes de l,;. vida y el trabajo de los obreros, los cambios de estructur~. que se pro•:kcen en sus filas, sus nuevas necesidades e inquietudes. La clase obrera se ha convertido ya en la parte fundamental de la población económicamente activa, lo que ha elevado su papel económico y social y mejorado las condiciones materiales para el despliegue real de su papel hegemónico. Este papel lo podrá cumplir sólo si comprende que su lucha contra la burgue$ía, con todo y constituir el factor fundamental y decisivo de un cambio, está en relación con su capacidad para formar en torno suyo. un agrupamiento con las demás clases y cap~s de la sociedad que también sufren la opresión de la burguesía y el imperialismo. Estas son en primer lugar los campesinos pobres, las capas medias urbanas, entre ellas la intelectualidad y los es­tudiantes, y todos lo~~ .• ~uJ.i!. .. QPJ:..~-de los mqllQllQU.Q~ n~cignal~,t,_!~!?!~

Durante los últimos años, la política de nuestro Partido ha estiC:To orientada a!!~~ las_saJ?!!,,.YJl¡ts~s •. ~e.!~­Ü!~~--sociedad y en especial a tratar de formular una con­ducta hacia las nuevas fuerzas políticas que intervienen cada vez más vigorozamente contra el bloque dominante: las masas de la juventud y de la intelectualidad, y los sectores democráticos y socialistas del clero católico, cuyo influjo político sigue una línea de ascenso.\ Sin embargo, no hemos salido aún de las formula­ciones geiÍerales y todavía imprecisas sobre ti papel real y po­tencial de estas fuerzas en el contexto actual de la sociedad me' xicana. Para avanzar en su agrupamiento político, nuestro Partido debe profundizar en el estudio de sus particularidades y encontrar soluciones para el encauzamiento de su acción hacia el objetivo de la revolución.

La lucha política de los últimos años ha dejado la experiencia de que las alianzas temporales que el Partido realiza deben partir de un examen riguroso de las fuerzas con las que se establece la alianza. Debemos evitar la formalización de acciones conjuntas de carácter político con individuos o corrientes de dudosa solven­cia política, que acaban desprestigiando a quienes actúan junco ~el~ ~ 1

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<"\ En t:t:!'e~~l, nuestro Ptrricio debe apoyarse para una política \ de alianz¡.s estable en las fuerzas nuevas que surgen a la lucha;

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en las corrientes más avanzadas y consecuentes del clero católico, en las fuerzas de la juventud estudiantil, en la intelectualidad democrática, en las corrientes de izquierda del movimiento óbrero.

\,..,... La potencialidad revolucionaria del movimiento estudiantil actual y de la intelectualidad parte del acercamiento progresivo

{ de su situación social a las condiciones de vida de la clase obrera, por una parte, y por la otra, de su capacidad, acrecentada por el desarrollo de la información general y de la cultura, para com­prender con mayor profundidad la situación y las condiciones para la liberación de la clase obrera y de todos los trabajadores en el régimen capitalista. Esto las va convirtiendo en una fuerza motriz de la revolución, lo que exige que se abandone la vieja descon­fianza que era propia de Jos partidos proletarios hacia elhls y se las agrupe más estrechamente en el movimiento revoluciona-

ti~ de la clase obrera. L.,];; evidente que al hacerlo debe quedar bien claro oue cualquier

política revolucionaria, no puede considerar a los f'Studiantes y la intelectualidad -'Mm9. ~l. n,~sJ:e,~Jl.l.~~!l:.~!!,t~):!~~:i2.2-.Je-....ill}!. ~~~,~ambio- Este núcleo es hoy, con mayor fuerza que

nunca a_ntes, la.,flas~,gpr~~!~'!~ .. }9.~.!C,~Q.~).ai9:~ .. ~.·.~.c.; .. !!!!¡Y o papel económiCo y social se ha elevado más que mngún Ott!_?f Pero el movimiento obrero debe nutrirse del potencial que representan los estudiantes y la intelectualidad y formar con ellos, lo mismo que con Jos campesinos, un solo bloque. El movimiento estudian­til de 1968 demostró ya que las fuerzas más candentes de este sector ven su futuro precisamente en el trabajo junto a la clase obrera y los campesinos. Desde entonces se han creado las con­diciones indispensables para la unidad obrero-estudiantil en lucha contra la burguesía y el imperialismo.

El movimiento estudiantil adquiere hoy un carácter mucho más político que en el pasado. Y la tendencia, que todavía se expresa entre nosotros, a darle un contenido reivindicativo gre­mial a su lucha, choca con el desarrollo de Jos núcleos más activos del estudiantado, que tienden a la acción política general y no quieren mantenerse reducidos al marco de las acciones por la reforma educativa· y toda la problemática de la enseñanza. Pero

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como estos problemas constituyen la materia y el medio directo de la acción estudiantil y _de una parte de la intelectualidad, la solución no es abandonarlos o pasarlos a un segundo plano, sino abordarlos como parte de toda la problemática nacional y la lucha por un nuevo régimen. tos problemas de la educación, y de la cultura son parte integrante" de la lucha de la clase obrera por implantar condiciones de vida más humanas. \

Los últimos años han ido perfilando con mayor precisión las posiciones políticas de la parte del clero mexicano que trata de identificarse con el movimiento democrático y socialista. Nuestro Partido ha comenzado a pasar de los pronunciamientos generales a formas iniciales de ·colaboración y acción conjunta con la co-rriente que encabeza el <iliiseo J:I: ___ Cu;r!la'l_ac¡¡ -~5~11seño~ ~rgio .MC:miez Arceo. Es este un aspect<roe lá rnayor importancia en la lucha por conformar una fuerza de alternativa al régimen ac­tual. El retraso de la dirección del Partido en la formulación ca­bal de una política en relación con el movimiento de los sectores de izquierda del clero retarda los procesos de acercamiento entre católicos y comunistas. Esm vieja aspiración que tiene su ante· cedente en la lucha contra el fascismo cuando el movimiento comunista tendió la mano a Jos católicos, tiene todas las posibi­lidades de materializarse en el periodo actual en una gran fuerza de masas, a condición de que se formulen en todos sus aspectos una perspectiva de alianza duradera que llegue hasta la construc­ción del socialismo. t!:!L.e.ri_g¡~~Q_g~~---~!lec~~aricL~!J.C~! ,_ SQP. •. 1os ~iejos ,!~~i9JJJ;~s."d.~l!\CO~!!l2J qt,~e. jdenrificabanJ~ .. t.l1:ha .E~_I,lua Ja rehgiq_ll y el clero con la lucha por el . ptl)g~esQ, Que estas concepdoñes servían de hecho a la 6i.irguesla lo" cremuestra la ofensiva que despliegan los órganos de la "izquierda oficial", como el pcri<ídico El Dia contra las expresiones de la corriente avanzada de la Iglesia: el clero reaccionario viola la constitución con la tolerancia del gobierno y en cambio se esgrime la consti­tudón para hostilizar al clero progresista. Nutstro Partido debe realizar una lu<:ha ideológica constante para desenmascarar la demagogia anticlerical de la burguesía y para sentar las bases de una colaboración fru,·tífcra d'· los cutólicos con el movimiento revolucionario.

Destruir los ¡m:juirios antkomunistas sembrados por In je-

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rarquía católica reaccionaria entre la masa de los trabajadores católicos y despejar para siempre el horizonte de los católicos de las falsificaciones difundidas en el curso de muchos años acerca' de la actitud de los comunistas y del régimen socialista ante la religión y los creyentes, son hoy tareas de una inmensa impor­tancia en la lucha para una alianza duradera entre creyentes y ateos en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo. Mantenemos' en esto un gravísimo retraso, que es necesario superar a la ma­yor brevedad.

Somos representantes d~l ~~terialis:ffio,. ~i~.ntU ~el}lt~ísmo o. q~n#fi~.o y .como tales aspi~aroos ª]ige(a.~Jll hom)>~ <le .J99as ~ [email protected]~n.adones, .incl!!Ül\1-ll!.., •. rdigigsa.,.En materia de prin­cipios no necesitamos hacer ninguna clase de éoncesiones a las fantasías religiosas. Pero como materialistas sabemos que la causa actual de la religiosidad de las masas trabajadoras reside en el régimen explotador del capitalismo y que el problema se decide en el terreno de la lucha de clases y no en el de las formas de la conciencia social. Podemos, por eso, orientarnos firmemente a una alianza de largo alcance entre las fuerzas católicas que repudian el capitalismo y aspiran a un régimen sin explotación y las fuerzas del comunismo, asegurándole a cada persona el respeto consecuente a su libertad religiosa, y poniendo el acento en lo que une hoy y en el futuro a los trabajadores católicos y ateos.

La posibilidad de desplegar una fuerza social opositora al régimen. de la familia revolucionaria, capaz de representar una auténtica alternativa, teside hoy, entre otras cosas, en nuestra capacidad para desplegar en la base de los obreros y campesinos, fundamentalmente, una acción conjunta con los católicos. Esto exige de todos los organismos del Partido y la JC t0mar en sus manos la iniciativa, ligarse audazmente a las masas de católi· cos, llevar el diálogo a la base y transformarlo en acción. Hasta hoy, la mayoría de nuestros camaradas y. organismos no com­prenden la envergadura de esta tarea; no ve con profundidad las proyecciones que tiene y no se dispone a emprender con decisión la lucha por ligarse a las masas católicas. Los camaradas que han emprendido esta tarea en la práctica, como los de Chihuahua, han visto cómo esta relación facilita la acción en el movimiento

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obrero y campesino y la lucha por la libertad política. Han com­probado igualmente qlJ,e ésta no es una tarea fácil, sino muy compleja y llena de dificultades, q!:le se. derivan de distintas con­cepciones no sólo ideológicas, sino tal!lbién de táctica. Pero estas difi~l:!Jtades sólo se pueden superar en"el curso der traóajo conjunto. (j) Al colocar claramente entre sus concepciones la idea de

que ninguna capa de la burguesía puede ser considerada como fuerza impulsora de la revolución. y la necesidad de adoptar ante los sectores medios una línea de neutralización, nuestro Partido no ha dejado de poner atención a los procesos internos que se despliegan en el seno del partido gobernante. En el curso de la discusión han aparecido camaradas que intentan ridiculizar la preocupación del Comité Central por formular una actitud con­creta cuando han surgido fisuras o discrepancias en la filas del PRI. Presentan este desprecio como signo de revolucionarismo y de espíritu de clase. En realidad, evidencian una concepción sim­plista y sectaria de la lucha por formar una fuerza política con posibilidades para derrocar al régimen actual y una incompren­sión de lo que es el partido oficial. Se imaginan al PRI como un bloque monolítico y cometen en esto un serio error. Ante la demagogia y la falsedad de la argumentación de los oportunistas, que intentan justificar su política caracterizando al ~LSI'.T'LEJA .P.a.r,ríciQ.Jnw.rklP..~i~t~, donde lo determinante es el juego interno de diversas corrientes, voltean simplemente la moneda para negar cualquier posibilidad de sur~imiento de contradicciones y luchas en su seno. ~ido.,oft.si~h~-~~e?!íti::•.es" u? J'~!tido ~a &~ll.n.burgg~SIª, .l.!P p;¡,_t,t!,QQ,!.~~~CC::!Q~~WiL Pero aeDido a Sfr"'frayec­toría, agrupa todavía a otras capas de la burguesía, especialmente a la burguesía media e incluso a sectores ímportar.tes de la clase obrera y los campesinos. En realidad, los principales conflictos que han aparecido en el PRI en los últimos años, especialmente con la corriente que representaba Carlos A. Madraza, responden a las contradicciones de estos sectores con la política del grupo hegemónico en el PRI y en el Estado. Y es natural que a medida que el grupo dominante se desliza hacia una política cada vez más representativa de la oligarquía financiera, encuentre resis­tencia entre los sectores de burguesía medía y más aún entre los obreros y campesinos enmarcados en el PRI. Estos conflictos pue-

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den encontrar su expres10n en tendencias a la escisión como la que intentaba con vacilacicncs canalizar Madraza. La derrota de la corriente de Madraza y su posterior muerte, no pueden ter­minar con la existencia objetiva de contradicciones internas. Lo más probable, incluso, es que este aparato, surgido en condiciones políticas muy distintas a las actuales cuando las contradicciones de clase no eran can agudas y la burguesía gozaba todavía de cierta aureola democrática, se divida en corrientes e incluso en partidos opuestos. Aunque ésta no sea una perspectiva a corto plazo, sino una tendencia que puede adquirir cuerpo, los comu­nistas tenemos que mantener una política ante estas disenciones, pues no tiene nada de revolucionario y es completamente ajeno a la táctica del leninismo el dejar de tomar en cuenta lo que su­cede en la filas del enemigo.

Nuestro Partido no basa su línea en la espera de la lucha de facciones en el partido gobernante, sino en la . perspectiva cJe organizar independientemente .. a las masas y crear un bloque unido de fuerz~.uii>9.s~g.f.~g'cóií 'vistas a la revolución. Pero no pi.íea6aéspreciar el surgimlentOde coréieñtes que pc)d'iían aumen­tar las fuerzas que actúan contra la política reaccionaria del go­bierno y del partido oficial. La garantía contra las ilusiones de los trabajadores en el reformismo y la demagogia de cualquier corriente que surja en las filas del PRI sólo puede ser una lucha constante contra el oportunismo v el reformismo y una acción per­manente para organizar a las masas trabajadoras con independen­cia de la burguesía. Pero el sectarismo no representa ninguna garantía, sino al contrario, es la base para nuevas recaídas opor­tunistas, cuando no se explica a tiempo la verdadera situación en el seno del grupo dominante.

Nuestro partido debe saber utilizar las divergencias que apa­recen en el bloque gobernante y estar dispuesto a concertar acuerdos con tedas aquellas fuerzas que pasen a reforzar la oposición democrática al régimen. Apoyándose firmemente en su política propia, independiente y revolucionaria, el Partido no tiene nada que temer.

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III

ACERCA DEL PARTIDO Y SU ORGANIZACION

LA formulación de una estrategia revolucionaria de lucha por el poder es inseparable de la creación del instrumento organizativo · y teórico a través del._cuaUa.. .. patte~!\Ya.n~a..Jk.Ja.."dase~,--y de toda la sociedad- conduce su lucha d~ el~. Para los marxistas­leninistas está ya fue;~ de discusión y se. ha~~nvertido en axioma . que este instrumento es el,.Partido. · '·

No está de más reafitmarlo porque entre las teoríarcle moda -nacidas de la desesperación y el desaliento en unos casos, de los errores y desviaciones, en otros- una de las más socorridas en América Latina es la que niega la necesidad y la vigencia del Partido Comunista, y _q,u~coloc~ e'! su ~ugar unas veces.Ja glle­~rjll.,a,~,-~~'::~ el grupo sectario, y unas 1DáS_el•parti<iq)m;lpliQ'' •. de yarias clases y corrientes políticas.

k -·--E;¡~ñuéstro País ;par'e<:i~~ó;{ ~n distintos periodos, tendencias

encaminadas a liquidar al Partido. La de más peso fue la ten­dencia de la burguesía a la constitución del partido único de tipo nacional-reformista, planteada después de la constitución PNlt en 1929 y desplegada durante los años 40. Se trataba de disolver el PCM integrándolo a las filas del PNR. Después de su transfor­mación en PRM este planteamiento encontró cierto eco en las filas del PCM pero no llegó a materializarse. Resurgió años después, cuando el oportunismo lombardista creaba la Liga Socia­lista Mexicana y posteriormente el Partido Popular Socialista.

Nuestro Partido acabó rechazando estas presiones y supo derrotar en fin de cuentas --cualesquiera que hayan sido las va­cilaciones temporales de algunos dirigentes- las posiciones li­quidadoras. Si esto sucedió en el pasado, cua'ndo el bagaje teórico

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y de experiencia práctica de los comunistas era menor, podemos asegurar con toda seguridad que en el presente no existe terreno para que fructifiquen ninguna clase de tendencias liquidadoras. •"'· Pero naturalmente, a condición de que se despliegue una lucha consecuente contra ellas. ·

La base del surgimiento de las tendencias liquidadoras de los años 30 y 40 eran las necesidades de la lucha antimperialista, y la confluencia temporal de los intereses de la clase obrera con los de la burguesía pequeña y media, que resistía la presión del im­perialismo. En cambio hoy, las tendencias liquidadoras tienen una base distinta. Se pueden ver en ellas de una manera funda­mental, aunque no única, las dificultades por las que atraviesa el Partido, derivadas tanto del agobio que produce la represión de que es víctima, como de sus propias limitaciones para formular una alternativa inmediata de carácter político y organizativo.~ro hay otro motivo que actúa: los _obs~áculos existentes para integrar en __ uº solo . lllovimiento _políüco a 1.~ t~Pd$!1J;i!s.si~!!J2sr!E!E~~f socialistas que actúan en nuestro medio, cuya característica es la dispersión, la desorganización. Esto conduce a la idea de unir a todos en un solo organismo político.

Pero el hecho de que haya arraigado entre nosotros la idea de Partido, como conquista básica y punto de partida, no quiere decir que hayamos asimilado y ejerzamos en todas sus implicacio­nes la concepción marxista-leninista del partido revolucionario de la clase obrera, de su papel en la sociedad, de las particula­ridades de su dinámica interna y de las condiciones de su cons­trucción. D~bemos reconocer que esto fue estorbado también por las deformaciones introducidas durante el periodo en que imperó el llamado "culto a la personalidad" de Stalin, que se adoptaron sin crítica, disminuyendo en aspectos importantes la riqueza de la concepción y la práctica leninista sobre el Partido.

Durante muchos años, el examen de las causas de la debilidad orgánica del Partido, de sus dificultades para consolidar a los nue-vos miembros y para ligar a todas las organizaciones con el movimiento obrero, se han examinado desde el ángulo de las d~(;iencia..s ... pr.ácticas,.,.d:,1R"~""".méJ:qqQs de organi:z:!lCion y de ra:, ~ ~vi.d11.d concrefRt.de~.los órganos nacionales y)qcales de j:lirec­-~i_Q'!d~ste aspecto es, desde luego, importante, sobre todo si se man- :'\.

9H "'-r::;:: \ ; ~r ~,c~l i, - {

tien~ una política acertada. Cuando los métodos de trabajo interno, sobre todo el control de las decisiones y de los planes de trabajo han sido mejorados, por ejemplo en los años 1949 a 1953, el trabajo del Partido asciende desde el punto de vista cuantitativo. Pero estos avances son en la generalidad de los casos, temporales o inconsistentes, porque no se han resuelto las causas básicas, esen­ciales, de las que depende la construcción del instrumento político que necesita la clase obrera para ejercer influencia en la sociedad.

U na de las causas básicas de la debilidad orgánica de nuestra organización y de su reducida influencia en la clase obrera y en la sociedad, reside seguramente en que de manera tradicional en el Partido se puso ~L\!f~J;i!Q ~!_! ~L~~J'!~ct:ic!' 4.e su fgpción,. en g,!;..trimento .. del lado .teócico"O?,&QQ§f:jsiy,p~i~;g,.y_¡;~~ es inqi~l'~l!sable para cumplir la misión de organismo de van-~ílrdia, de ra parte 'mlscoclCienre, educadora y dirigente de la cl;se-~brera. En el nivel actual de desarrollo del movimiento obrero, la elaboración de la teoría y su introducción en el mO­vimiento espontáneo de los obreros, no las realizan personalidades aisladas, sino el Partido como colectivo, como cerebro y concien­cia de una clase social determinada. Y esta no es función de una dirección, aunque deba ser ella la exponente principal de este rasgo, sino del organismo en su conjunto.

Cumplir con esta exigencia de la lucha de clases, dotar a la clase obrera de una auténtica vanguardia, que lo sea porque comprende la situación en que se encuentra la clase en cada momento y porque sabe elevarla a la alrura de su responsabilidad histórica en el curso de cada combate, es la tarea que debemos resolver. Y ello requiere un tipo de funcionamiento que asegure la utilización de la experiencia y el saber colectivos, el ejercicio de~ un método científico para formular la estrategia y la táctica y formas adecuadas para dirimir las divergencias que surgen necesa­riamente al abordar todos los problemas que plantea la lucha de clases. Aquí es donde adquiere toda su magnitud el régimen in­terno del Partido, la relación entre democracia y centralismo, entre dirección y base, entre discusión y ejecución de los acuerdos.

"Nuestro cometido principal y fundamental -decía V. I. Lenin a este respecto-- consiste en coadyuvar al desarrollo polí­tico y a la organización política de la clase obrera. Quien relegue

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este cometido a un segundo plano y no subordine a él todas las tareas parciales y los distintos procedimientos de lucha, se sitúa en un camino falso e infiere grave daño al movimiento ". (El lf'abajo del Paf'tido entre las masas). El desarrollo político y la organización política de la clase obrera sólo puede alcanz¡use si el Partido trabaja sistemáticamente en las filas de los obreros y al mismo tiempo que recoge sus reivindicaciones y los conduce a la organización, les explica todos los acontecimientos de su exis­tencia en relación con los de la vida política y desde el punto de vista de sus intereses de clase, lo que implica realizar una elabo­ración constante de la línea política y hacer que ésta sea cono­cida por el grueso de los obreros y de las masas trabajadoras. Sin esto se retrasa necesariamente la adquisición de la conciencia de clase de los obreros y su separación de la b•1rguesla.

La experiencia de nuestro Partido muestra que su desarrollo no depende sólo de la elaboración de una estrategia y una táctica correctas, sino de una concepción del Partido nos haga compren­derlo como un organismo que reuna los requisitos de una autén­tica vanguardia, no en el sentido declarativo, sino en el de la responsabilidad que implica formular una E2l!ti<:~ . ...e~~ .~~Ja.. clase y representar sus. auténticos .intereses.

"La adecuada conducción de la vida interna del Partido, en el desarrollo de relaciones justas entre la dirección y la base, el carácter colectivo de la dirección y en general una aplicación acertada del centralismo democrático como principio rector de la vida interna del Partido, son algunos de los factores de que de­pende la capacidad de éste para desempeñar su papel en la so­ciedad", se dice en el proyecto de Tesis. Y en efecto, el Partido no podrá convertirse en el exponente teórico y político de la clase mientras no estructure su vida interna'de modo que todos sus militantes participen en la dirección de sus . asuntos y se ele­ven a la calidad de teóricos, propagandistas y organizadores de la clase obrera.

Después del XII Congreso, el Partido eliminó en lo funda­.mental Jos métodos autoritarios, la dirección unipersonal, las formas escisionistas de discusión, pero esto no es suficiente, por­que no se elaboraron nuevos métodos para asegurar la participa-

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ción del militante en todos los aspectos de la vida partidaria y especialmente en el relativo a la determinación de la línea y la conducta del Partido. Y esto es responsabilidad de la actual dirección.

Pero pata resolver estos problemas de raíz hay que cambiar las ideas que ven al Partido como ejecutor de decisiones tomadas desde arriba, y volcarlo hacia una vida interna rica, de estudio y discusión de los problemas polí1ticos, de desarrollo de la inicia­tiva 'y de lucha independiente por aplicar las ideas del marxismo­leninismo a la situación general y a cada caso concreto. Es decir, hay que hacer a un lado cualquier forma de paternalismo de la direc­ción, que hasta· hoy ha sido un obstáculo para la formación\ de

' cuadros políticos y teóricos entre la masa del Partido. Y hay que terminar con todas las formas dte burocratismo de la dirección, que anquilosan el organismo y l<! impiden advertir los cambios de situación, las nuevas necesidadles e inquietudes, y que son la base del rutinarismo y la repetición de viejas fórmulas ya vacías de contenido. Estos vicios son, de1sde hace mucho tiempo, frenos al desarrollo del Partido.

Otra de las causas que han ejercido influjo determinante en la debilidad del Partido, es la concepción mantenida dur.ante largos años (y no solamente por nosotros) acerca de la clase obrera, como una clase que se maLntiene siempre a la vanguardia del movimiento revolucionario y que sólo necesita atraerse a sus aliados naturales o ¡potenciales, como si desde el punto de vista de sí misma, todo o casi todo estuviera ya resuelto. Es verdad que esta concepción no expone abiertamente de manera tan clara, pero subyace c:~n los enfoques tradicionales del Partido y se expresa claramente· en su práctica con relación a la clase obre­ra. Y mientras la cues·.tión del trabajo entre la clase obrera no sea encarada de un modo nuevo y todo se siga reduciendo a llama­mientos esporádicos a la lucha, a apelaciones para que los pro­letarios ingresen al Partido o levanten reivindicaciones salariales o de otro orden, la clas:e obrera !;eguirá uncida, como está, al carro de la burguesía, al me nos mien.tras la coyuntura económica no la lleve a nuevos levant:amientos espontáneos. Esta actitud es un resultado directo del obrerismo vulgar, que tiene todavía no pocos partidarios en n.uestras filas.

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Si el cometido principal del Partido consiste, según la idea fk Lenin, el),~coadyuvar al desarrollo político y a la organización pplítica de la clase obrera, el tipo ~de Jluestro. trahai9 debe ade­cuarse a él. X en nue5tras condiciones, si tomamos en cuenta que el reformismo y la ideología burguesa predominan en la inmensa mayoría de los obreros, nuestra tarea consiste en intro­ducir en ella los elementos fundamentales de la conciencia so­cialista, en desplegar una labor paciente y prolongada para in­fundirle las nociones de la teoria que explica sus condiciones de vida y las vías para su liberación. Esta labor no es la que rea­lizan nuestros organismos que se ligan con la clase obrera, que a lo más que llegan es a orientarla para su acción sindical. Pero sin esta labor constante, todos los llamamientos caerán en el vacío.

No se trata de reducir las rareas del Partido a la propaganda de sus fines últimos o de las nociones fundamentales de la teoría, sino de enmarcar todo esto en una concepción de la l1,1cha polí­tica inmediata que abra a los obreros la perspectiva del socialismo. La situación concreta, lu,ne&~sidl!-des de. su luma .re.ivindicativa, las condiciones objetivas en general ayudan al obrero a ir com­prendiendo su situación, pero no crearán en él la conciencia socia lisra si no es mediante la labor directa del Partido.

Mientras el Partido hada el centro de su propaganda la denuncia del imperialismo extranjero como el enemigo principal de todo el pueblo -incluyendo en este concepto a una parte más o menos importante de la burguesía-, su contenido no podía ayudar a la clase obrera a comprender su situación en la sociedad, las causas de su miseria social y su opresión económica y política, la diferencia radical de intereses y fines y el antago­nismo histórico y actual, general y concreto, entre el proletariado y la bur&_uesía, así como la necesidad de la lucha contra ésta, contra su Estado, contra su ideología. Pero cuando el Partido puso las condiciones para volcar toda su atención en la estructura de clase del país al modificar su concepción del enemigo princi­pal, tampoco la propaganda y el contenido del trabajo se orientó concientemente hacia la explicación de las causas de la situación del obrero en la sociedad y las condiciones para su emancipación -sin eliminar naturalmente las que corresponden a la lucha

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contra el i'mperialismo--, sino que todavía se mantiene al nivel de la lucha sindical, y aún eso en pequeiia escala.

En resumen, creo que lo fundamental del trabajo que tiene que' desarrollar el Partido para colocarse en codiciones de des­plegar su influencia en la clase obrera y en toda la sociedad, y en lo que debe concentrarse el esfuerzo por estudiar las medidas prácticas para elaborar en todos los aspectos nuestra línea, c~­siste e_l}. ~::o.nDtr.,_¡:,on.:u~ .al!en:lativa, _poJític¡l J>f?Il~a OfÍE[l~! .. !l. !!-molución, que constituya la materia diaria del trabajo de todos ios--"militantes; en desplegar una concepción del Partido que elev.e_d.papel del militante y asegure una vida democrática inte~~a. que ponga en juego su iniciativa y su experiencia en" la élaboración colectiva constante de toda su línea y ,~!l. e!ll,bprar JJI!!L()ri~ptación. del trabajo hacia la clase obrera, centrada en lo fundamental, en la introducción de los elementos de conciencia y la perspectiva del socialismo, en ligazón estrecha con las tareas inmediatas, económicas y políticas del movimiento.

He aquí por qué colocat el acento en las deficiencias prác-

\

t.icas del .Partido y su dirección, significa en realidad reduc. ir. la autocrítica y mantenerse en la superficie de los fenómenos, no comprender qué es necesario cambiar primero para que la ener­gía, el enrusiasmo y el espíritu de sacrificio de los militantes que

1 luchan por engrandecer a su Partido no caiga en el vacío o se pierda en esfuerzos estériles.

AUTONOMÍA E INTERNACIONALISMO

EL desarrollo pleno de la capacidad de un partido para dirigir la complicada lucha de clases que se realiza en el país en las condiciones acruales, no sólo depende de sus conocimientos, de sus relaciones con las masas y de los métodos de su funcionamien-to interior, sino también en su capacidad para actuar de manera autónoma y para defender sus posiciones en el conjunto del mo­vimiento comunista internacional. Sólo con esta actitud el partido puede asimilar la valiosa experiencia que le brinda la lucha de otros partidos y la experiencia acumulada por nuestro movimie.nto.

" ... El movimiento socialdemócrata es, por su propia natu­raleza, internacional -decía Lenin, y agregaba- Esto no sólo

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significa que debemos combatir el chovinismo nacional. Esto sig­nifica también que el movimiento incipiente en un país joven, únicamente puede desarrolarse con éxito a condición de que lleve a la práctica la experiencia de otros países. Para ello, no basta conocer simplemente esta experiencia o copiar simplemente 1as últimas resoluciones adoptadas; para ello es necesario saber asumir una actitud crítica frente a esta experiencia y comprobarla por sí mismo. Todo aquel que se imagine el gigantesco creci­miento y ranúficación del movimiento obrero contemporáneo comprenderá la reserva de fuerzas teóricas y de experiencia polí­tica (así como revolucionaria) que es necesaria para cumplir esta tarea". (Obras Ese. en 3 tomos, Moscú, t. 1, pág. 144).

Durante los últimos años, a partir de la intervención de las tropas de los 5 países del Pacto de Vllrsovia en _Checoslovaquia, en el Comité Central y puede decirse que en todo el Partido se produjo una sacudida que trajo como consecuencia una compren­sión más profunda tanto de los deberes internacionales del Par­tido como de sus responsabilidades nacionales, una conjugación más armoniosa entre estos dos elementos que no pueden desligarse.

Nuestro Partido ha sido siempre un partido internacionalista; desde sus primeros años contribuyó más que nadie a formar los rasgos internacionalistas de los más activos militantes del movi­miento obrero y campesino, de la intelectualidad de nuestro país. Hoy muchas personas ·fuera del Partido comprenden la impor­tancia de la solidaridad del pueblo mexicano con los países que integran el sistema socialista, con todos los pueblos que luchan contra el imperialismo. Pero no ha sido siempre así. A principios de los años 20, por ejemplo, la misma palabra antimperialismo casi sólo la usaban los comunistas. Fuimos nosotros quienes hici­mos comprender a las amplias masas, desde los primeros años de la existencia del Partido, la importancia de la defensa de la Rusia Soviética de la política de agresión y aislamiento a que la sometían las potencias imperialistas.

En un periodo de casi 30 años la Unión Soviética existió en el mundo como el úníco país socialista y el internacionalismo estaba determinado c.asi esencialmente por la actitud hacia ella. No cabía ninguna vacilación en cuanto a apoyar al país del socialismo triunfante en su lucha heroica contra el cerco capi-

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talista. A partir de la terminación de la Il Guerra Mundial. o,tras revoluciones socialistas triunfaron en el mundo y se formó un grupo de Estados que comenzaron a construir el socialismo. Hoy existen 14 países socialistas, entre ellos dos de las grandes po­tencias mundiales, la Unión Soviética y la República Popular China.

En el movimiento comunista internacional -al margen de nuestro deseo y de nuestra voluntad- se han formado diversos centros de atracción, que se esfuerzan por arrastrar a los partidos y a otras fuerzas revolucionarias a sus propias posiciones ante aspectos fundamentales de la estrategia y la táctica. Es una reali­dad que no podemos soslayar y ante la cual la direcció? del Partido tiene que adoptar una posición firme, una posición inter­nacionalista, una posición de principios, que no sea circunstancial y que contribuya a fortalecer la unidad de nuestro movimiento y a crear mejores condiciones para superar Jos fenómenos de escisión que se han desplegado.

No sólo se trata de no adoptar una posición faccional que arras­tre al Partido a apoyar a un determinado grupo de partidos contra otro; tampoco se trata da adoptar una posidón neutral, lo que significaría no tener una posición propia ante los problemas que se debaten. De Jo que se trata precisamente es de que el Partido elabore y defienda, tanto en su país como en el movimiento comunista internacional su propia concepción de la estrategia y de la táctica, de que ponga en juego su interpretación de los principios del marxismo-leninismo y despliegue su propia inicia­tiva en la lucha por fortalecer la unidad de todo el movimiento y contribuya a elaborar las concepciones colectivas.

En 1961 nuestro Partido libró la lucha contra aquellos que pretendían arrastrarlo a las posiciones del Partido Comunista de China. Tampoco ahora debemos permitir que nuestro Partido sea arrastrado a posiciones parciales o a grupos de partidos que se oponen a otros.

Nuestro Partido debe mantener y desarrollar relaciones ver­daderamente libres, fraternales y camaraderiles con todos los

· partidos comunistas del mundo. Y al mismo tiempo debe defen­der su propia independencia de criterio. No puede permitir que se le arrastre a ninguna lucha contra cualquier partido hermano.

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Al mismo tiempo, como partido soberano e independiente, y en defensa de nuestro criterio sobre el curso general_del movi­miento debemos exponer nuestro punto de vista sobre todos los fenómenos actuales, que nos atañen directamente, sobre las rela­ciones entre partidos comunistas. Somos respetuosos de la inde­pendencia de todos los partidos comunistas y no podemos permi­tirnos intervenir en los asuntos internos de otros partidos. Pero esto no quiere decir que no expongamos nuestra propia opinión sobre los problemas de conjunto o sobre problemas que atañen directamente a nuestra causa común, a la defensa de los principios del marxismo-leninismo.

En nuestra revista se han escrito algunos artículos críticos acerca de fenómenos que consideramos negativos en la reorgáni· zación de la dirección del Partido Comunista de Checoslovaquia, exclusivamente en torno a dos cuestiones: las amenazas contra conocidos miembros de la direc~ión electa en enero de 1968 y la expulsión del camarada Alexander Dubcek de las filas del Partido.

Estas cuestiones tienen un doble aspecto: por un lado son problemas internos de un partido hermano, en las que él debe resolver con plena soberanía. Por el otro, atañen a todo el movi­miento comunista, porque no es posible desligarlas de la causa que les dio origen: la entrada de las tropas del Pacto de Varsavia en Checoslovaquia y las exigencias derivadas de este acto de fuerza contra un partido comunista y un país donde los comunis­tas s~ encuentran en la dirección. Los miembros del Partido, nuestros amigos y los sectores más atentos de la opinión pública con justa razón pueden plantear si son esos los métodos que los comunistas van a implantar al conquistar la dirección del Estado. Nosotros decimos categóricamente que no. Nos oponemos a esos métÓdos y los condenamos, aunque se realicen por la direc­ción de un partido hermano. Tenemos derecho de hacerlo y esta­mos seguros de que a la larga nuestra posición sera justificada.

Por lo demás, respetamos el derecho del Partido Comunista de Checoslovaquia a resolver sus problemas internos de acuerdo con sus propios criterios. Pero no estamos obligados a compartirlos.

El respeto a la soberanía y a la independencia de cada Partido no puede conducirnos a volver a situaciones ya superadas, en las

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que se mantenía silencio sobre fenómenos que causaron profun­dos daños a la causa de los comunistas en todo el mundo, no sólo del país donde estos fenómenos se desarrollaban. Tenemos en cuenta las violaciones a la legalidad socialista y a las normas del Partido que durante largos años se produjeron en la Unión Soviética en tiempos de Stalin. Al no desligarse de estos fenóme­nos, al justificarlos, nuestro Partido y todo el movimiento co­munista cayeron también en responsabilidad. Y esto no debe

repetirse. No pretendemos adoptar una posición de jueces ni de críticos

de los países donde ha triunfado la clase obrera. NuestrJ deber consiste en apoyar y defencler el socialismo triunfante en, cual­quier país de la tierra. Pero debería ser claro que ningún principio del socialismo nos obliga a justificar medidas que contribuyan al desprestigio de la causa común, al retroceso en la lucha general por la transformación revolucionaria del mundo.

Hay un aspecto de las relaciones internacionales del Partido en el que nuestra posición debe ser definida también claramente. Me refiero a la actitud de los partidos y gobiernos de los países socialistas hacia el gobierno de México y hacia las luchas de la clase obrera y de las masas populares contra la burguesía en el poder. Esta cuestión suscita preocupación de los miembros del Partido y se convierte en objeto de controversia en determinados

círculos. Nuestro partido tiene una posición bien clara ante el gobierno

y el régimen actual: combate su política y se plantea la lucha por su derrocamiento. Ed la medida de las posibilidades, tratamos de hacer comprender a nuestros camaradas de otros países esta posición del Partido y solicitamos su solidaridad hacia nuestra lucha. Esta solidaridad desempeña un papel de inmensa impor­tancia, máxime si tomamos en cuenta que la burguesía mexicana se ha esforzado por presentarse ante el mundo como portadora de una política democrática e independiente.

En primer lugar, nosotros agradecemos las muestras solidarias que las fuerzas progresistas del extranjero, principalmente los partidos comunistas y obreros, dan hacia la lucha de nuestro pue­blo contra el imperialismo y la burguesía.

Al mismo tiempo, no dejamos de observar que en determi-

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nadas ocasiones representantes de los gobiernos e incluso de los partidos de algunos países socialistas enjuician la política de los gobiernos de la burguesía mexicana de un modo que contradice la política de los comunistas mexicanos. La burguesía utiliza estos hechos en su propio beneficio, como expresiones contrarias a la lucha de nuestro partido.

Comprendemos que la lucha por establecer relaciones de co. existencia pacífica entre todos los países, hace necesario el man­tenimiento de relacion~s 4iplomáticas y comerciales entre los países socialistas y los gobiernos de la burguesía mexicana. Noso­tros mismos luchamos por el establecimiento de relaciones di­plomáticas con otros países socialistas, como la República Popular China, República. Democrática Alemana, la República Popular de Bulgaria, la República Socialista Húngara y otras. Y sabemos que las relaciones diplomáticas obligan a formas respetuosas de trato y a no intervenir en los asuntos internos del país respectivo. Pero esto es una cosa y otra muy distinta es adornar a la burguesía mexicana y a su partido atribuyéndoles una posición progresista cuando abiertamente han pasado a aplicar una política. reaccio­naria, represiva y antiobrera, con aplastamiento de los derechos más elementales en cualquier democracia burguesa.

TAREAS GENERALES Y PERSPECTIVA INMEDIATA

Tanto en el proyecto de Tesis como en el curso de este Infor­me, hemos tratado de presentar la magnitud de las tareas que. el Partido debe resolver para cumplir sus objetivos revoluciona­rios fundamentales y las dificultades con que tropieza en el curso de su lucha. Necesitamos tener noción clara de las grandes exi­gencias generales que se le plantean a un partido revolucionario, d~ la complejidad de la lucha política que debe desplegar una organización política proletaria.

Las tareas generales que se hallan implicadas en la misión histórica del Partido deben ser la guía constante de nuestra ac­ción: de esta manera se evita que los objetivos momentáneos se consuman en sí mismos y nos hagan perder el rumbo hacia el objetivo fundamental. Pero en cada periodo dado de su actividad, -por ejemplo, de un congreso a otro, pues ~on éstas las etapas por las que puede medirse la actividad partidaria- el Partido

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debe resolver determinadas careas, no puede plantearse resol­verlas todas, sino a riesgo de diseminar sus fuerzas y plantearse aspiraciones superiores a sus posibilidades. ¿Cuál es la tarea que la colectividad comunista debe proponerse cumplir en el periodo inmediato de su actividad, desde el punto de vista de las condicio­nes reales y a partir de su situación actual?

Esta cuestión debe ser respondida con la mayor precisión en el curso del debate previo al XVI Congreso. Debemos trazamos con claridad las metas a alcanzar en el lapso del XVI a] XVII Congreso. Sería ilusorio pensar que en 3 ó 4 años, el Partido pueda resolver todas sus careas pendientes. No puede, por ejem­plo, proponerse, sino a riesgo de marchar hacia el fracaso, el objetivo de convertirse en un gran partido de masas, por el nú­mero de sus militantes, la calidad de su organización y la influen­cia entre la clase obrera. Para ello no existen las condiciones internas, ni tampoco exteriores. En can breve periodo de tiempo no puede preverse un viraje decisivo en la actitud de la clase obrera hacia el Partido, sino a condición de que se produzcan eventualidades que no pueden entrar en nuestros cálculos. Pero el Partido sí puede proponerse extender su organización a nuevos sectores de la clase obrera; reorganizar sus filas para garantizar su organización frente a los golpes de la represión, y al mismo tiempo abrir nuevas posibilidades para la acción legal; puede proponerse elevar el nivel teórico de los militantes, consolidar sus avances en dos grandes sindicatos: el de ferrocarrileros y el de maestros y extender su influencia en otros sindicatos nacionales; puede por ese fin, aspirar a elevar la calidad de su dirección y a mejorar la labor organizativa y política de los órganos locales.

El Partido debe trazarse objetivos alcanzables en todos los frentes de su actividad y abandonar el método de manejarse sólo con tareas generales o metas históricas. En este sentido debe corregirse el proyecto de Tesis, para qp.~"a,d~más de los objetivos de i.lltgo alcance, exprese con mayor ~lár!g!ig 11!~ tareas- iruriedia• Jª~en las que debe_ concentrarse la actividad de todos los militantes,

UN PARTIDO A LA VEZ LEGAL Y SECRETO

El carácter de la actividad del Partido y las formas de orga­nización que le corresponden está determinado por las partícula·

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ridades del régimen político imperante, régimen que se carácteriza por la violencia contra toda fuerza de oposición que se aparte de las reglas del juego y que le dispute la dirección de las masas. En estas condiciones no es posible pretender que el Partido in­corpore a sus filas una importante cantidad de nuevos miembros en condiciones de una organización legal. Para poder crecer, el Partido necesita pasar su organización a la clandestinidad; es la única forma de asegurar una militancia eficaz y una garantía mínima para que el miembro del Partido pueda mantenerse en su centro de trabajo y desplegar una actividad política en las condiciones de la represión de la burguesla.

No haber comprendido esto a tiempo, es una de las causas del estancamiento que se operó en el crecimiento del Partido a partir de 1965 y de las consecuencias que tuvo para el trabajo la represión posterior a 1968.

Al mismo tiempo, el Partido necesita no descuidar la utiliza­ción de todas las formas posibles de actividad legal de sus mili­tantes, sobre todo en el movimiento de masas, a través del trabajo en las organizaciones existentes o mediante la creación de otras, aún cuando ello implique limitaciones derivadas precisamente de su carácter legal. Igualmente los comunistas deberán utilizar todos los medios legales a su alcance para hacer la propaganda de sus posiciones y para incrementar su acción abierta en todo tipo de instituciones, por ejemplo en las universidades.

La organización ilegal del Partido debe estar orientada a preservar sus fuerzas de los golpes del enemigo, a colocarlo en condiciones de desplegar mejor su actividad política y de masas. Hay que rechazar todos aqueflos enfoques sobre el trabajo clan­destino que reflejan una tendencia a la inactividad política y a la capitulación por temor a la represión y a la violencia del régimen ...

EL TRABAJO ENTRE LAS MASAS

El trabajo del partido entre la clase obrera y las masas debe adecuarse mejor a las exigencias de una combinación entre el trabajo legal e ilegal, que impone la política del régimen. Por una parte, es en el trabajo de masas .donde pueden encontrarse

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hoy las mejores posibilidades para una acción legal, siempre y cuando se definan con precisión los límites de la actividad de cada una de las organizaciones de masas en que los comunistas actúan. Por la otra es necesario también realizar en ciertas orga­nizaciones de masas una labor ilegal y secreta, sobre todo en aquellas dirigidas por fuerzas hostiles al movimiento revolucio­nario.

En el movimiento obrero, la orientación del Partido ha veni­do precisándose cada vez más hacia la aeación de una fuerza estable, independiente, a través de la formación de comités y movimientos en la base de los sindicatos, con la tarea de defender os intereses de los obreros, que las direcciones oficiales traicionan,

-/ de luchar por la democracia interna y la autonomía del movi-miento obrero respecto del gobierno y las empresas.

La función de estos organismos no es la de representar una extensión de la política del Partido; no se trata de crear agru­pamientos donde se reúnan los comunistas y los simpatizantes, sino de amplias organizaciones sin partido donde los obreros de todas las tendencias satisfagan las necesidades de una lucha ~in­dica! de clase que los burócratas sindicales oficialistas impiden. No existe otra posibilidad de desplegar una labor extensa en la masa de los obreros para producir una nueva activización de su lucha y una elevación de su influencia en la vida poHtica general.

La acción de estos organismos y su objetivo inmediato no puede ser la lucha por sustituir a la dirección sindical corrompida, sino la creación de un movimiento estable en la base, con capa­cidad propia de movilización. Cuando se entra, sin la preparación suficiente, en la disputa por los puestos sindicales, la represión no se hace esperar. Esto parte de la estructura del poder de la bur­guesía, que considera a los sindicatos como uno de los pilares fundamentales de sustentación del régimen. La defensa del apa­rato sindical corrompido forma parte de la defensa del régimen. En estas condiciones, la victoria de un movimiento sindical in­dependiente y la conquista de una dirección sindical (si se trata, desde luego, de sindicatos nacionales de importancia y no de pe­queñas agrupaciones) no depende de la fuerza de uno u otro movimiento aislado, sino de un cambio general en la correlación

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ele fuerzas políticas. En tanto este cambio se produce, la táctica revolucionaria debe consistir en defender los núcleos indepen­dientes de la represión, evitando aquellos enfrentamientos que los coloque en la mira de la represión policiaca. De otro modo, todo lo que se ha ido ganando en un trabajo paciente de orga­nización de los obreros, se pierde de repente como resultado de una ofensiva represiva. Esta es la historia de todos los movimien­tos independientes de las masas en los últimos 12 años, desde el movimiento ferrocarrilero de 1959, hasta el estudiantil y popular de 1968, pasando por las luchas campesinas.

La base del desarrollo de estos movimientos es la existencia y el trabajo eficaz de las células clandestinas del Partido en las empresas y fábricas. Como demuestra la experiencia, en ocasio­nes es preciso organizar, en empresas grandes, no una sola célula, sino dos o tres, desconocidas entre sí y cuyo trabajo se coordina por el organismo inmediato superior, a fin de asegurar que en momentos de represión esté garantizada la continuidad del tra­bajo de los comunistas en la empresa.

REQUERIMIENTO DEL NÚCLEO DIRIGENTE

Las exigencias que las necesidades del Partido plantean a la dirección central son múltiples; empero, deben definirse aquellas· de las cuales depende hoy un impulso efectivo al mejoramiento de la actividad del Partido. Creo que estas exigencias pueden resumirse en los siguientes dos grandes aspectos:

1 o. Capacidad para comprender con profundidad la situa­ción real del país y las particularidades de la evolución interna­cional y adecuar a ellas una acción política consecuente; y

2o. eficacia en la labor organizativa, que garantice la movi lización de todo el Partido hacia el cumplimiento de sus tareas inmediatas, y en la lucha directa por la construcción del Partido y el mejoramiento de sus vínculos con las masas trabajadoras.

Estas tareas forman parte de la lucha general, planreada ya con anterioridad, por formar un núcleo dirigente estable, cada vez más amplio, con la capacidad indispensable para encabezar un proceso ascendente de fortalecimiento del Partido en todas las direcciones. Y plantea de inmediato, la elevación de la res-

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ponsabilidad personal de los dirigentes en el cumplimiento de las tareas que tienen a su cargo y en el esfuerzo general por mejorar toda la labor del Partido; exigencia que implica el ba­lance periódico del estado de cada uno de los frentes de trabajo y la crítica oportuna de todas las deficiencias y lagunas que pro­ceden de la actividad de los cuadros encargados de cumplirlas; exigencia· que requiere, por otra parte, la vigilancia de la base en cuanto a la eficacia y competencia de cada· uno de los integrantes del Comité Cennal.

En el segundo punto de la orden del día se examinarán algu­nas propuestas encaminadas a mejorar la estructura de trabajo de los órganos del Comité Central y a descentralizar las diversas actividades del aparato central del Partido, con el objeto de ase­gurar una mejor operatividad y un desarrollo mayor de la inicia­tiva rl.e los camaradas que tienen a su cargo los distintos frentes de la actividad.

ELEVAR LA CALIDAD DEL TRABAJO DE ORGANIZACIÓN

En el proyecto de Tesis se señala que "el trabajo de organización no ha adquirido en la dirección nacional y en las organizaciones locales la envergadura y el nivel que le corresponden, como una especialidad del trabajo dirigente", que "el trabajo de organiza. ción sigue siendo una actividad rutinaria, que se ha estancado en formas que no propician la participación oportuna de los comunistas en el movimiento de masas".

La cuestión de adecuar las formas de organización al estado del movimiento, es una de las exigencias de la concepción leni­nista del Partido. Las formas de organización no están dadas de una vez y para siempre. En la actualidad, el problema concreto que se nos plantea es el de encontrar las formas de organización que faciliten la incorporación de los obreros más avanzados a la actividad partidaria. Desde hace muchos años nos atenemos, en cuanto a la organización de base, a una forma única que es la célula. Es claro que ésta seguirá siendo la forma principal de organización de los comunistas, pues garantiza un eficaz control del Partido sobre la actividad de sus miembros, la ejecución de las tareas y la transmisión de la línea política a las masas, a

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condición de que las células desempeñen ef.cazmente su come­tido y realicen una actividad múltiple, rica y atrayente, de carác­ter teórico y práctico y salgan del rutinarismo y el practicismo que alejan a los militantes o no les ayudan a su formación polí­tica. En este sentido es necesario fijar la atención en la elevación del papel y la calidad de los responsables políticos, cuestión de la que deben ocuparse no sólo los Comités Estatales o Regionales sino el propio Comité Central.

Pero en las condiciones de un movimiento obrero sin tra­dición de militancia política en el que el paso a la pertenencia al Partido Comunista le plant~a al obrero una serie de obliga­ciones que no está acostumbrado a desempeñar, es necesario en­sayar nuevas formas de agrupación básica que ayuden al nuevo militante a irse incorporando paulatinamente a una militancia regular y cada vez más intensa en la filas del Partido. Esta cues­tión debe ser estudiada en concreto, a fin de enriquecer los· Esta­tutos con nuevas formas de organización en el próximo Congreso.

Otra exigencia del trabajo organizativo, orientada a dar una atención más concreta y más concentrada al trabajo en las ciu­dades es la propuesta que se hace en las Tesis de crear c0mités del Partido urbanos, que dirijan el trabajo en las ciudades prin­cipales y dependan directamente del Comité Central. Esta pro­puesta permitirá atender mejor tanto el trabajo en las ciudades, que es principalmente trabajo obrero, como el trabajo en la zonas rurales, ya que en lugar de un solo Comité que diflcilmente puede abarcar la magnitud de todo un Estado, las fuerzas disponibles se concentrarían mejor y no sucedería lo que acaece actualmente: que los Comités Estatales se dispersan en un radio de acción de­masiado extenso. Esta medida contribuiría también a una mejor concentración de los esfuerzos en el proletariado urbano, sin descuidar el trabajo en otros sectores.

El CC deberá crear también comités por ramas de la indus­tria o para la labor en los grandes sindicatos nacionales.

En cuanto al DF, es ya hora de que lleguemos a una conclu­sión en cuanto a la forma más aficaz de organizar el trabajo de construcción del Partido. Con una ·población de 7 millones de habitantes, en la que se concentra la parte fundamental de la clase obrera industrial y los centros fundamentales de cultura,

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un comité dirigente difícilmente puede cubrir las exigencias de atención concreta a las zonas principales de concentración obrera y estudiantil. Seguramente convendría ensayar una forma nueva, creando por lo pronto 2 ó 3 comités, sobre bases territoriales, que se dividieran la ciudad y respondieran, cada uno indepen­dientemente del otro, de la labor del Partido en una zona deter­minada. De este modo podría concentrarse el trabajo de los cuadros en una zona más reducida y evitar la dispersión que hoy estorba la labor d~ un solo Comité del DF. Existiendo por lo pronto 2 ó 3 comités independientes, la labor de coordinación de las actividades generales podría estar directamente a cargo del Comité Central, que a partir de este Pleno debe asegurar la existencia de un fuerte aparato de organización, que responda directamente del desarrollo orgánico del Partido y del trabajo directo de los distintos comités locales.

Las anteriores son propuestas que, de aprobarse, se somete­rían al próximo Congreso del Partido, el cual tendría que intro­ducir las modificaciones pendientes en los Estatutos.

Una de las orientaciones principales del trabajo de organiza­ción que se phtntea en las Tesis, consiste en aplicar una verdadera política de concentración. Nuestro Partido tiene necesidad de utilizar de manera racional las fuerzas reducidas de que diapone, impedir la dispersión de sus esfuerzos y asegurar que se pro­duzcan resultados. En este sentido es preciso que el Comité Cen­tral no se plantee tareas que sobrepasen las fuerzas reales del Partido, porque ésta es una de las fuentes de la dispersión y la desorganización de sus filas. Esta orientación se plantea entre nosotros desde hace mucho tiempo, pero se queda en una genera­lidad y no se. traslada a los hechos. No es suficiente con proponer que el trabajo de construcción del Partido debe concentrarse entre la clase obrera, si'no que se requiere señalar con precisión en cada Estado y ciudad los centros concretos donde debe centrarse la actividad organizadora, propagandística y política. Pero cuando hablamos de política de concentración no nos referimos a la clase o sector social al que debe dársele la mayor atención, sino al con­junto de las actividades del Partido; caemos con frecuencia en el vicio de señalar todas y cada una de las tareas que un partido debería desarrollar y se pierde con ello la precisión y la búsqueda

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de aquello que es decisivo, de lo que depende un avance real, y la capacidad para abordar cada .vez mayor número de tareas.

Unn de estas tareas de concentración, que exige una solución a corto plazo, es el fortalecimiento del aparato del Comité Central. En los últimos 10 años, este ap:trato incluso se ha debilitado, espe. cialmentc a partir de 1968. Pero sin un aparato eficiente, aunque no sea muy grande, es muy difícil aplicar las decisiones y llevar una línea aprobada a las masas. El aparato del Partido no debe estar integrado por pu.r:os profesionales; en las condiciones actua· les, incluso no puede, por las dificultades materiales. Pero deben ser incorporados a comisiones nacionales una serie de cuadros que disponen de su .tiempo libre para dedicarlo al trabajo partidario y que pueden dar una eñcaz contribución para hacer más expedi­tivo el trabajo en los distintos frentes.

La utilización raciopal de las fuerzas del Partido exige una planeación regular de toda la actividad: del crecimiento del Par­tido, de la labor educativa y propagandística, de la obtención de fondos para el sostenimiento ~el trabajo local y nacional. Sin _ esta planeación se dificulta extraordinariamente balancear el tra. bajo y advertir los resultados con oportunidad. Sólo de este modo será posible terminar con la espontaneidad en que se mantiene el desarrollo del Partido.

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PCM, trayectoria y perspectivas ....... .

1 Algunos rasgos de la experiencia histórica del PCM ................... Particularidades de la formación del PCM ............................... El PCM de 1919 a 1940 .............. La crisis del Partido ................. El Partido del XIII al XIV congreso .... Algunas conclusiones ................

11 Problemas de una estrategia revolucionaria actual.' .............. -. Acerca del carácter de la próxima revolución .......................... Algunas problemas de la táctica del Partido .............................

III Acerca del Partido y su organización . Autonomía e internacionalismo ....... Tareas generales y perspectiva inmediata .......................... Un Partido a la vez legal y secreto .... El trabajo entre las masas ........... Requerimiento del núcleo dirigente ... Elevar la calidad del trabajo de organización ........................

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Partido Comunista Mexicano, tra­yectoria y perspectiva, de Arnoldo Martínez Verdugo, se terminó de imprimir el día 16 de julio de 1977, en los talleres de Offset Imagen, Oriente 49, Núm. 295, México, D. F. La presente reimpresión consta de 3 000 ejemplares más sobrantes

para reposición.

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