PASTORAL APLICADA PASTORAL APLICADALa

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Quiero poner en tus manos jóvenes –dice el autor– un haz de páginas apretadas, cuajadas de textos breves, que quisieron ser aforismos, independientes los unos de los otros, espirituales y laicos, sin conse-guirlo del todo. Muchos de ellos nacieron de la atención respetuosa de algunos sig-nos que hoy enhebran la vida de las gen-tes. Más de uno se quedó aposta en simple insinuación para que tú le pongas carne y lo eches a rodar maduro y hábil para la vida. Quieren servir, uno a uno, de posibles pistas de arranque, fichas, mejor, trozos hu-manos, muecas y sonrisas, muerte y vida, amor, engaño, mujeres consagradas por amor o el cura que funge como capellán de un circo, todo es bueno para llegar a recomponer el rompecabezas que imagino regalarte para que hagas aparecer en él al Señor Jesús que hoy se echa de menos muchas veces.

Ignacio Rueda nace tierra adentro, en las estri-baciones pirenaicas, pero siempre se sintió atraído por el mar. El Cantábrico y el Mediterráneo fueron sus primeros confidentes. Cruzó el Atlántico por pri-mera vez el año 1963, y aquella embarcada le llenó la vista de gaviotas y marejadas. Aún ahora, ya definiti-vamente tierra adentro, se le sahúman los ojos de sales y de yodos al evocar las playas y aguajes del Pacífico. Vivió muchos años en la otra orilla y las costas de la Co-rriente del Niño le son casi tan familiares como la interame-ricana. Fungió de capitán de barco, que es un decir, de pira-gua, mejor, se hizo pescador de bajura, y aborreció siempre las piscifactorías que estrangulan los quiebros del delfín y de las orcas. Tiene un respingo nuevo para cada día, es creativo y le molan las inconformes salidas de tono de los jóvenes, generosas y rebeldes. Es poeta, amén de un mucho orate. Se identificó desde el primer día con el papa Francisco, y da gracias a Dios porque ve ahora que no estuvo equivocado con sus intuiciones de ayer. Dice que ya cum-plió los 68 años, ríe y añade que el orden de los factores no altera el pro-ducto. Total, que está hecho chaval. ¡A la orden, vejete!

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Ignacio Rueda Latasa

Las certezas del abueloPARA jóveneS InnOvADOReS

Diseño: Estudio SM

© 2016, Ignacio Rueda Latasa© 2016, PPC, Editorial y Distribuidora, S.A.

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Mi abuelo paterno trabajaba como conserje en un banco de provincias, y me guardaba los sobres de las cartas que llegaban a la entidad; yo desprendía sus sellos con cuidado y los llevaba a la escuela «para bautizar chinitos», como entonces nos decían; sin embargo, a los más limpios, con la huella del matasello casi imperceptible, les daba un destino más oscuro todavía, porque los hacía pasar fraudulentamente como calderilla, que entonces apenas circulaba; me llegaba a la pastelería Maxi, calle de San Nicolás, pedía un guirlache, por favor, esculcaba en el bolsillo, la dependienta dejaba el dulce sobre el mostrador, yo lo atrapaba rápido, dejaba los sellos y me las piraba raudo, no fuera a ser que el munícipe me echara mano y me encerrara en la Txipi por ladronzuelo. Aquellos sellos respondían a la manera que mi abuelo tenía de estar a mi lado: él era un hombre parco, burgalés, poco afectuoso, hecho de vientos duros y tierras pobres. Don Justo, cochero episcopal otrora, conserje luego y padre de siete hijos, no tuvo tiempo para excesivos arrumacos con sus nietos. Pero yo, a pesar de todo, le quería. Otros abuelos son diferentes, cariñosos, dicharacheros, juguetones, dulces, regalones, comunicadores de su sabiduría acumulada a lo largo de la vida; cuentan sus batallas, sus experiencias, sus convicciones nacidas del roce con la realidad. Yo hubiera querido tener un abuelo así, pero no; al otro, el papá de mi madre, ni lo conocí, ¡qué pena!, y es que cuando muere un viejo se quema una biblioteca. ¡Benditos abuelos!

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Pibe, si te embarcás en el puerto de Génova, dejate llevar

Génova, capital de la Liguria, se sitúa allá, al norte, gloriosa, por donde la bota de Italia llega al muslo de una bella amazona imaginaria. El mar Mediterráneo estuvo de siempre constreñido, taponado en la estrechez de las costas egipcias, el lugar por donde podría imaginarse una salida presumible, por el mar Rojo, a otros piélagos menos recoletos. El Mediterráneo se alimentaba por el estrecho de Gibraltar, pero su querencia estaba en el noreste, por donde las tumbas soterradas de los faraones, las pirámides, y eso. Más tarde, hombres poderosos, con Ferdinand de Lesseps al frente, hicieron en sus carnes costeras una rasgadura de 170 kilómetros, de Port Said a Suez, a fin de salvar 8.000 kilómetros africanos de navegación desde Europa a las Indias, ruta cansina y onerosa para el comercio.

El Mediterráneo, en comparación con otros mares, parece un charquito de aguas de lluvia; mide 3,50 kilómetros de ancho por 10,6 de largo. La mayor masa de aguas del planeta corresponde al océano Atlántico, 15.000 por 17.000.

El Mediterráneo es una nonada, pero en sus aguas han sucedido infinidad de maremotos, calimas, calmas chicha, batallas navales, tormentas y bonanzas. Ima­gínatelo como un aguamarina engastada en costas soleadas por donde en tiempos navegaron cretenses, fenicios, griegos, íberos, romanos, francos, árabes, amén de otros, Homero, por ejemplo, Safo y Píndaro, Sófocles, Eurípides, Heráclito, Sócrates, Platón, Aristóteles, Pablo de Tarso, Pedro el pescador, Alejandro Magno, Avicena, Averroes, Séneca y el Olimpo de los dioses, Zeus, Afrodita, Dionisos, Baco, Apolo, Juno y Artemisa. Sus olas aprendieron a leer en sus mareas y a contar uno a uno en sus aguajes; supieron pronto de cánones de belleza, del orden de los astros, de la naciente ciencia, del ius romano, de Cristo y de Mahoma; escondió sus saberes en abadías recoletas y brindó en sus aguas la belleza pétrea del románico y la filigrana de la ojiva; fue amigo del Renacimiento, acunó a la diosa Razón, acarició las nuevas culturas exóticas, coqueteó con el Imperio otomano, tomó parte en las pugnas de Oriente y Occidente, rezó y luchó con la Liga Santa y fue testigo de excepción en la batalla de Lepanto.

Pero, un día, este charco de agua, hastiado de su estreñimiento, se hizo mar adentro hacia otros desconocidos, grandes y encrespados, casi nunca hollados an­tes, y lo hizo en tres naos de juguete con nombres de mujer, La Niña, La Pinta y la Santa María. Durante dos meses largos de navegación, los hijos del Mediterráneo se aprendieron de memoria las aguas del Atlántico, y fondearon el 12 de octubre

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de 1492 en la isla de Guanahaní. Colón pensó encontrarse con las islas de Japón, y se topó, sin pretenderlo, con un mundo nuevo que haría cambiar las rutas de los hom­bres. Comenzaban los viajes transoceánicos.

Le gustó al Mediterráneo la experiencia y comenzó el trasiego de hijos de la vieja Europa a la otra orilla, con destino final, sobre todo, al Cono Sur y al norte, tierras de promisión. Italia y España coparon los primeros puestos en el ranking migratorio. Aquellos hombres y mujeres se llevaron consigo a Petrarca y a Cervantes, y, con ellos a una, su cultura, su alma, su fe, sus imágenes y fetiches, su ascetismo, su historia y sus tradiciones, igual que lo hicieran los pueblos primitivos con sus dioses lares cuando se ponían de camino a nuevas tierras.

Italia y España se habían ido forjando a golpe de invasiones migratorias, y apren­dieron al fin la lección vivida en propia carne: fletaron hijos y sueños fuera de la tierra que los vio nacer, desde el Mediterráneo, y dieron con América Latina. En el siglo xx, la población argentina era casi el 50 % de origen italiano, emigrantes ayer o nacidos ya muchos de ellos al otro lado; allá, las riberas del Po; ahora, el río de la Plata y el Paraná, el Riachuelo, Boca o la sabana, con audibles ecos dialectales del Piamonte, Liguria, Lombardía, el Véneto y Cerdeña, o Galicia, Asturias, País Vasco, Andalucía, Canarias, unos y otros, ítalos e iberos, haciendo una nueva patria.

Italia vivió durante casi un siglo (1870­1960) demasiados acontecimientos impor­tantes como para que no incidieran a la larga en su vida social, económica y produc­tiva. Las fuentes de trabajo se agostaron, la hambruna hizo acto de presencia: la unificación de Italia pagó muy alto precio, marginó la agricultura, y la aventura de Abisinia supuso un desgaste incuantificable, sin olvidar el desempleo tras la Primera Guerra Mundial. De 1946 a 1957, once años, Italia embarca hacia Argentina a casi 400.000 hijos paridos de sus entrañas.

Entre ellos un tal Mario Bergoglio, joven curtido, acuciado por un futuro nada halagüeño, pero lleno él de un gran sentido de la responsabilidad y del honor; va­liente, dispuesto a todo en tierra extraña con tal de hacerse con un cobijo y crear una familia. Había quedado atrás Portacomaro, la tierra chica en que nació.

Che, contame otra vez cómo es el Mediterráneo Imagina a los dos, babbo e figlio, a orillas del río de la Plata, Montevideo al fondo. El Mediterráneo, te lo he dicho muchas veces, es pequeño, casi de juguete, en compa­ración con el que ahora tenemos delante de los ojos. Ojalá puedas conocerlo un día. ¿Por qué no? Hay que soñar, pibe. Solo despiertan de verdad los que en vida se ha­cen amigos de los sueños. Lo importante no es dormir, sino soñar. Yo nací cerca del río Tanaro, afluente del Po, y los dos, de niño, me parecían grandes; luego se me fueron achicando y comencé a soñar con otras aguas. Me enamoré del Mediterrá­neo, y un día me eché en sus brazos. Vagamente estuvo en ello la tua mamma, che,

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tu madre, a quien conocí, también ella emigrante, y estuvieron en ello nuestros abuelos, mis papás, tus bisabuelos. A veces pienso que tú me harás abuelo un día. Claro que hay modos diferentes de ser viejo y de amontonar vivencias y seguridades. Tú verás. Yo me aventuré a soñar con algo más grande, y se me quedó corto el río Po, y me topé de pronto con el de la Plata y el Paraná; me percaté de que Buenos Aires era más grande que Asthi, Turín o que Alexandría, más que Génova. No crecen los ojos que no sueñan. Siempre adelante, pibe. Lo importante es soñar. El techo de nuestra casa es pequeño, pero nada me impide soñar con la cúpula de San Pedro, por ejemplo. ¿O no?

Habla la calle

Un día, el papa Francisco quiso que le entrevistara la gente de la calle. Las preguntas que aquí se ofrecen han sido en parte elaboradas por el autor del libro que ahora tienes entre manos con intención de situar en un contexto más o menos adecuado los textos ofrecidos del papa, cuya autenticidad afirmo.

Cierra los ojos e imagina al papa Francisco en diálogo contigo. Lee y escucha:

Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas cosas, pero, si no con­fesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia.

Invoquemos la intercesión de María, que es la mujer del «sí». Ella ha aprendido a re­conocer la voz de Jesús cuando lo llevaba en su vientre. Que María nos ayude a conocer mejor la voz de Jesús y a seguirla para caminar en el camino de la vida (papa Francisco).

Yo soy un niño

Y me han dicho que puedo preguntarte lo que quiera. Pues venga: abuelo, ¿es ver­dad que antes te llamabas Jorge? Me han dicho en la escuela que no hay que utilizar nombres distintos de los que nos pusieron en el bautismo, que no hay que jugar con motes o usar alias. Yo quiero verte siempre luminoso, blanco, transparente, que si­gas siendo amigo de los niños, y que las gentes te digan «papa Francisco» sin más. ¿Me permites que yo te llame abuelo, o Lolo Kiko, como en Filipinas? Me gustas mu­cho cuando sonríes, y con tu gesto me dices que sí. Gracias, abuelo.

Mirá, pibe, yo nací en San José de Flores, Buenos Aires, Argentina. Me pusieron el nombre de Jorge Mario. Lo de Mario por mi papá, tu abuelo. «Cuando los hermanos cardenales se fijaron en mí para que asumiera la responsabilidad de ser papa, me preguntaron: Qui

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nomine vis vocare?, es decir, “¿Con qué nombre quieres que te llamemos en adelante?” Y contesté enseguida: Vocabor Franciscum, “me llamarán Francisco”. Algunos no saben por qué el obispo de Roma ha querido llamarse Francisco. Hay quien pensaba que era por san Francisco Javier, o por Francisco de Sales, o por el de Asís. Les contaré la historia. Durante la elección yo tenía a mi lado al arzobispo emérito de São Paolo, el cardenal Claudio Hummes, ¡un gran amigo mío, un gran amigo! Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me daba ánimos. Y cuando los votos alcanzaron los dos tercios llega el aplauso de costumbre, ya que ha sido elegido el papa. Y él me abrazó, me besó y me dijo: “¡No te olvides de los pobres!”... Después, de inmediato, en relación con los pobres, pensé en Francisco de Asís. Después pensé en las guerras. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así vino su nombre a mi corazón. Francisco de Asís es para mí el hombre de la pobreza, el de la paz, el hombre que ama y custodia la creación... ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres...!» (A periodistas, en pleno vuelo a Brasil, 16 de marzo de 2013).(«Reconstruye mi Iglesia, que amenaza ruina», dizque dijo el Cristo de San Damián al Loquillo de Asís, enamorado de los pobres. Y Francisco se hizo albañil, cantero, se pringó las manos de cal y la frente de sudores. ¿Habrá escuchado también el papa Francisco el eco de aquel requerimiento? En tiempos de Francisco de Asís, la sociedad marginaba sobre todo a los leprosos. El santo sentía una marcada repugnancia hacia ellos, y los esquivaba porque apestaban, le producían bascas; pero un día se le plantó uno de ellos en medio del camino, harapiento, marginado de la sociedad, tifo de soledades y hambriento de que alguien le dijera: Buon giorno, amico; el caballero arrugó el ceño, quiso volver grupas, clavó sus calcañares en el vientre de la bestia, caracoleó su alazán, le tensó las bridas, obedeció el animal, echó pie a tierra el caballero, se acercó al leproso, le miró, escudriñó su rostro, le abrazó al fin, reposó la cabeza sobre su hombro, lo acarició y besó sin remilgos. Dicen que a partir de aquel momento se inició la andadura de su conversión. Más tarde, un puñado de jóvenes, gloriosamente locos como él, secundaron a Francisco y apuntalaron la Iglesia que entonces se venía abajo. Hoy también se necesitan jóvenes enloquecidos, dispuestos a sostener la Iglesia que a veces parece descuajeringarse. ¿Hace? Y echémosle una mano a este abuelo che, bendito soñador ante la cazoleta de un mate y ante los bostezos de millones de niños que le gritan sus hambrunas.)

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Soy un profesor de literatura

Con frecuencia, algunas iglesias huelen a viejo enrarecido por falta de ventilación; se mascan tufos agrios de inciensos ásperos y viejas vestimentas rituales enmoheci­das; un ambiente así no invita a dar un paso al interior para gozar de una quieta soledad contemplativa. Juan XXIII dijo que había que abrir las ventanas del Vaticano para que entrara por ellas el aire fresco del Espíritu...

«Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga se enferma en la atmósfera viciada de su encierro; es verdad que le puede pasar lo que a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Ante esta alternativa les quiero decir francamente que prefiero una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma. La enfermedad típica de la Iglesia es la autorreferencial, mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma, lo que nos conduce a mundanidad espiritual y luego nos impide experimentar la dulce y confortadora alegría de evangelizar» (En la asamblea plenaria de los obispos argentinos, 16 de abril de 2013).«Conoció todos los rincones de la parroquia [Beato José Gabriel del Rosario Brochero, argentino], no quedó en la sacristía a peinar ovejas». «Es el momento del mandato [...] id, salid de todo encerramiento para ir a todas las periferias».«No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia cuando tantas personas están esperando el Evangelio» (twitter escrito antes de iniciar su viaje a Brasil).«... es gravísima la rivalidad y la vanagloria cuando la apariencia, el color de los vestidos y las insignias de honor se convierten en el objetivo prioritario de la vida» (A la curia vaticana, Navidad de 2014).«La frescura, la fantasía, y la novedad [para no encasillarse] en las propias posiciones estáticas e inamovibles» (Audiencia a colaboradores, Navidad de 2013).«Una curia que no hace autocrítica, que no se actualiza y que no trata de mejorar es un cuerpo enfermo» (A la curia vaticana, Navidad de 2014).«Ir a buscar a los lejanos en las periferias para servir a Jesús en toda persona marginada, abandonada, sin fe, defraudada por la Iglesia, presa de su propio egoísmo [...] salir significa escuchar a quien no es como nosotros, aprendiendo de todos» (A las comunidades de Comunión y Liberación, 7 de marzo de 2015).

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«Si tú no sales de ti mismo, jamás tendrás cercanía. Ser cercano a la gente, a todos. No se puede evangelizar sin cercanía, incluso física. El problema de las homilías es que no hay cercanía» (A los estudiantes de los colegios pontificios, 12 de mayo de 2014).«Más que el temor a equivocarnos espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud de hambrientos y Jesús, que nos repite sin cansarse: “Dadles vosotros de comer”» (Evangelii gaudium 49).«Alzhéimer espiritual [...] lo vemos en aquellos que han perdido la memoria del encuentro con el Señor y dependen completamente de su presente, de sus pasiones, de sus caprichos y manías [...] convirtiéndose en esclavos de los ídolos esculpidos por sus propias manos [...] El religioso debe ser amable, sereno y entusiasta, una persona alegre que transmite alegría. ¡Qué bien hace una buena dosis de humorismo!» (A la curia vaticana, Navidad de 2014).«No hay que pensar que la comprensión de “sentir con la Iglesia” tenga que ser únicamente sentir con su parte jerárquica» (Entrevista en La Civiltà Cattolica, agosto de 2013).

Teólogo

Papa Francisco, quiero hacerme eco del aire nuevo que respiramos quienes trata­mos de ahondar en el misterio de Dios Padre, de su Hijo y de su Espíritu, los desafíos de la Palabra y la Tradición. Hasta hace poco, muchos teólogos y teólogas vivíamos la desazón de desenvolvernos en un clima de caza de brujas celosísima. Gracias por la bocanada de aire nuevo que nos estás regalando y que nos abre a una manera dis­tinta de gobierno de la Iglesia. Pienso que el Espíritu Santo también habla por boca y hechos del pueblo de Dios, de los pobres sobre todo.

«El tema no es cambiar la doctrina, sino que la pastoral tenga en cuenta las situaciones de cada persona».«Yo, en marzo pasado no tenía ningún proyecto para cambiar la Iglesia [...] Empecé a gobernar buscando poner en práctica todo lo que había surgido en el debate entre los cardenales de las diversas congregaciones».«Me gusta estar entre la gente, junto a los que sufren, y andar por las parroquias. No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del papa Francisco, cuando se dice, por ejemplo,

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que salgo de noche del Vaticano para ir a dar de comer a los mendigos de Via Ottaviano. Jamás se me ocurriría [...] Pintar al papa como si fuere una especie de Superman, una especie de estrella, me resulta ofensivo. El papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos, como todos. Es una persona normal» (Entrevista en Il Corriere della Sera).«Es hora de volverse a lo básico y soportar las flaquezas y las luchas de nuestros hermanos y hermanas [...] porque la Iglesia, en este momento de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer signos más evidentes de la presencia de Dios».«Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de los que opinan que se necesita tempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz» (Entrevista en La Civiltà Cattolica, agosto de 2013).

Monjas, frailes y otros

La vida consagrada está de actualidad. De noviembre a noviembre, años 2014 a 2015, se ha celebrado el año de la vida religiosa. Los religiosos y religiosas de la Iglesia ca­tólica suman más de ochocientos mil. Dedican su vida al seguimiento de Jesús a fa­vor de los otros, como contemplativos, apartados, de diálogo contigo, aunque tú no lo sepas, dinamizando el alma de la Iglesia en el mundo de la salud, la docencia, en las avanzadillas evangélicas, con los más pobres, drogadictos, enfermos psiquiátri­cos, presencia testimonial, embajadores de su Reino.

El papa Francisco está teniendo con los religiosos –hombres y mujeres– unas deferencias muy significativas. El 6 de junio de 2013 se reunía informalmente con los directivos de la CLAR (Confederación Latinoamericana de Religiosos) y les abrió el corazón sin ambages. No se grabó, pero, al término del encuentro, los mismos bene­ficiarios hicieron una síntesis del mismo, y ese texto es el que se filtró, no se sabe cómo, a la prensa, inicialmente a Reflexión y Liberación, lo que suscitó diversas reac­ciones. El Vaticano no ha dicho una palabra al respecto, por lo que deducimos que quien calla, otorga. Entresacamos algunas expresiones, a nuestro parecer, más signi­ficativas:

«¡Coraje! Avanzad para nuevos horizontes. No tengáis miedo de correr riesgos yendo a los pobres y los nuevos sujetos emergentes. [...] Se van a equivocar, van a meter la pata. ¡Eso pasa! Quizá hasta les va a llegar alguna carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe diciendo que dijeron tal o cual cosa... Pero no se preocupen.

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Expliquen lo que tengan que explicar, pero sigan adelante. Abran puertas, hagan algo ahí donde la vida clama. Prefiero una Iglesia que se equivoca por hacer algo que una que se enferma por quedarse encerrada. [...] Hay que dar vuelta a la tortilla. [...] Las computadoras no están hechas a imagen y semejanza de Dios, son un instrumento, pero no más. El dinero no es a imagen y semejanza de Dios. Hay que darle vueltas. Esto es el Evangelio. [...] No tengan miedo de denunciar, lo van a pasar mal, van a tener problemas, pero no tengan miedo de denunciar, esa es la profecía de la vida religiosa. [...] Hay en la Iglesia una corriente pelagiana... hay ciertos grupos restauracionistas. El Evangelio no es una regla antigua [...] Si mirás a las periferias, los indigentes, ¡los drogados!, la trata de personas, ese es el Evangelio. Los pobres son el Evangelio [...] Sí, es difícil. En la curia hay gente santa, de verdad, hay gente santa. Pero también hay una corriente de corrupción, también la hay, es verdad. Se habla del lobby gay, y es verdad, está ahí, y hay que ver qué podemos hacer. [...] Oren por mí, que me equivoque lo menos posible».

Cuando lo pequeño se hace grande

Hubo tiempos en los que la Iglesia se engolosinó consigo misma, satisfecha de su protagonismo en el entramado de la sociedad; era grande su poder de convocatoria, y se gustó, se regodeó en su preeminencia, tanto que no le quedó tiempo para mi­rarse hacia adentro, donde late humilde la semilla y se hace venero el hilillo de agua soterrada; se embriagó de honores y privilegios; dejó de saberse pequeña, se hinchó y se ancló complacida en un mundo suntuoso que no le correspondía. Mientras tanto, la sociedad, los laicos, su feligresía, se dejaba llevar por el simple dinamismo de la historia de los hechos y del pensamiento, al tiempo que la Iglesia seguía vi­viendo afincada en parte con las rentas mal habidas y su poderío. Comenzó el Espí­ritu, a una con el dinamismo de la historia, a soplar con otros vientos, y se hizo presente con ímpetu el libre pensamiento, la autoafirmación del individuo, el auge de las ciencias y el laicismo, que minó el estatus privilegiado de la Iglesia y su poder de convocatoria. Las veletas encimadas en sus campaniles comenzaron a dar paso a los aires de la rosa de los vientos, sensibles a los soplos renovados, libres y autóno­mos. La Iglesia, no sin resistencia, comenzó a aceptar las menguas, a simplificarse, a hacerse humilde, a vivir en ocasiones under ground, en las catacumbas, donde la po­quedad de Dios se acunaba en la pequeñez de una pesebrera. El ruido desarticula el susurro devoto de Dios y lo torna imperceptible.

Hoy la Iglesia sufre de afonía, bien porque se la escucha menos o porque casi nadie le pregunta nada. Algunos celebran semejante anomalía, porque ven ello un

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seguro camino de conversión. Dios, como el grano de trigo, se hace más fecundo pisoteado, bajo tierra, en las periferias, en lo pequeño, en lo deleznable, lo apenas, lo casi y mínimo; de otro modo, empinada no existe o tiene muy poco que decir.

«Los sacerdotes, ungidos en el Ungido, que es Cristo [...] hay que salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia redentora en las periferias, donde hay sufrimiento, donde hay sangre derramada, donde hay ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos amos malos [...] el sacerdote que sale poco de sí se pierde lo mejor de nuestro pueblo, lo que es capaz de activar la parte más honda de su corazón presbiteral [...] eso os pido, que seáis pastores con olor a ovejas, que esto se perciba» (Homilía en la misa crismal, 2013).«Cristo venció al mal de manera plena y definitiva, pero nos corresponde a nosotros, a los hombres de cada época, acoger esa victoria en nuestra vida y en las situaciones concretas de la historia de la sociedad».«Por favor, no os canséis de ser misericordiosos, no tengáis miedo a la ternura con los ancianos». «Abandonar a los ancianos en una residencia es pecado mortal». «¡Qué bonito sería que cada uno de vosotros, al caer la tarde, pudiera decir: hoy, en la escuela, en el trabajo, guiado por Dios, he tenido un gesto de amor a un compañero, hacia mis padres, hacia los ancianos, ¡qué bonito!» (Homilía V Domingo de Pascua, 28 de abril de 2013).«Benedicto es el primer papa emérito. Él es discreto, humilde, no quiere molestar. Algunos hubieran querido que se retirara a una abadía benedictina muy lejos del Vaticano. Y yo pensé en los abuelos que, con su sabiduría y sus consejos, fortalecen la familia; no merecen terminar en una casa de retiro. Es una institución».«La reforma de la curia romana es algo que pedimos casi todos los cardenales en las congregaciones previas al cónclave. Yo también la pedí. La reforma no la puedo hacer yo, estos temas de gestión... Yo soy muy desorganizado, nunca he sido bueno para esto. Pero los cardenales de la comisión la van a llevar adelante».«Es hora de volver a lo básico y soportar las flaquezas y las luchas de nuestros hermanos y hermanas, porque la Iglesia, en este momento de grandes cambios históricos, está para ofrecer signos más evidentes de la presencia de Dios».

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Soy profesora de infantiles

Dice Jesús: «Dejad que los niños se acerquen a mí»; me llena de alegría esa predilec­ción que tiene el Señor para los más pequeños, y asimismo se me agrían las encías cuando topo con hombres que aprovechan su dignidad sacerdotal para enlodar alma y cuerpo de jovencitos inocentes. Ellos nunca debieron haber sido admitidos en un seminario; sus manos consagradas ayer están ahora tintas en sangre; mancha­ron las vidas de los chicos y les inocularon un pus del que ya nunca podrán liberarse.

«Quiero decir dos cosas. Los casos de abusos son tremendos, porque dejan heridas profundísimas. Benedicto XVI fue muy valiente, abrió el camino y la Iglesia avanzó mucho. Tal vez más que nadie. Las estadísticas sobre el fenómeno de la violencia contra los chicos son impresionantes, pero muestran también con claridad que la mayoría de los abusos proviene del entorno familiar y de gente cercana. La Iglesia católica es tal vez la única institución pública que se movió con transparencia y responsabilidad. Y, sin embargo, la Iglesia es la única en ser atacada» (Entrevista en Il Corriere della Sera, marzo de 2014).«Las familias deben saber que la Iglesia no escatima esfuerzo alguno para proteger a sus hijos, y tienen derecho de dirigirse a ella con plena confianza».«Hacer todo lo posible por erradicar de la Iglesia el flagelo del abusos sexual a menores y adultos vulnerables, y abrir un camino de reconciliación y curación para quien ha sufrido abusos. [...] No es “dable” ningún otro tipo de consideración, de la naturaleza que sea, como por ejemplo el deseo de evitar el escándalo. En el ministerio sacerdotal no hay absolutamente lugar para los que abusan de los menores [...] A cuantos han sufrido y sufren a causa de abusos [...] todos deberemos comprometernos con claridad y valentía a fin de que toda persona, especialmente niños, sea siempre defendida» (A la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores, febrero de 2013).«El cura tiene la obligación de hacer crecer a un chico, una chica, en la santidad, en el encuentro con Jesús [...] o sea, son antropófagos» (Entrevista con la periodista Valentina Alazgreki en Televisa).

Una mujer

Soy una mujer, y estoy muy orgullosa de serlo; pienso que, en este momento, repre­sento a las miles y miles de mujeres que viven infravaloradas dentro de la Iglesia

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o fuera de ella. Yo sé que es un tema viejo, pero quiero decirle que esperamos mucho de su pontificado. La mujer que le alumbró a la vida debe de estar sintiendo ahora el gozo de una nueva gestación, próxima a romper aguas. Papa Francisco, ojalá sea usted el partero amoroso que acompaña el nacimiento de una Iglesia diferente.

«Es verdad que la mujer debe estar más presente en los puestos de decisión de la Iglesia [...] Hay que pensar que la Iglesia lleva el artículo femenino –la– y es femenina desde su origen. [...] el principio mariano guía a la Iglesia de la mano del principio petrino. La Virgen es más importante que cualquier obispo y que cualquiera de los apóstoles. La profundización teológica está ya en marcha. El cardenal Rylko, junto al Consejo de los Laicos, está trabajando en esta dirección con muchas mujeres expertas» (Entrevista en Il Corriere della Sera en el primer aniversario de pontificado).«Un mundo en el que las mujeres son marginadas es un mundo estéril, no solo porque las mujeres dan la vida, sino porque además transmiten la capacidad de ver más allá. [Saludo a las mujeres] que intentan cada día lograr una sociedad más humana y más acogedora [...] las mujeres permiten ver el mundo con otros ojos, sentir las cosas con un corazón más creativo y más tierno» (Día de la mujer, 2014).«Sufro, y, os digo la verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas instituciones eclesiales que el papel de la mujer queda relegado a un papel de servidumbre y no der servicio [...] aunque muchas cosas han cambiado en la evolución cultural y social, es un dato de hecho que la mujer da a luz a personas. [...] Dando a la mujer la maternidad, Dios ha confiado de una manera muy especial en el ser humano» (12 de octubre de 2013).«La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones [...] Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto a los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. [...] y en los diversos lugares donde se toman decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales [...] Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que le desafían y que no puede eludir superficialmente» (Evangelii gaudium 103 y 104).

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Índice

1 Pibe, si te embarcás en el puerto de Génova, dejate llevar ................... 7 Che, contame otra vez cómo es el Mediterráneo ................................. 8 Habla la calle .................................................................................... 9 Yo soy un niño .................................................................................. 9 Soy un profesor de literatura ............................................................. 11 Teólogo ............................................................................................ 12 Monjas, frailes y otros ....................................................................... 13 Cuando lo pequeño se hace grande .................................................... 14 Soy profesora de infantiles ................................................................ 16 Una mujer ......................................................................................... 16 Emigrantes ........................................................................................ 18 Soy un viejo sacerdote ....................................................................... 19 Trabajador ........................................................................................ 20 Soy un pecador ................................................................................. 21 Ignorancia ........................................................................................ 22 Opción por los pobres ....................................................................... 23 ¡Guerra! ........................................................................................... 24 Divino tesoro .................................................................................... 26 ¡Felicidades! ...................................................................................... 27 Medios de comunicación ................................................................... 30 Testigo .............................................................................................. 30 Abuelo, cuéntame un cuento ............................................................. 32

2 Dime cuál es el color de la esperanza .................................................. 36 Donde Dios se empecina en hacerse hombre ....................................... 37 «Para que se cumplan las Escrituras» ................................................. 39 El puzle ............................................................................................. 40

3 [Aforismos, apotegmas, dichos breves, apólogos, cuentos en mínimo, bonsáis, miniaturas...] ....................................................................... 44

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Pastoral Aplicada

1. La oración del girasol. Oraciones para cada día del año, Julio Martín Pastor

2. Subiendo a Jericó. Visión solidaria de la fe cristiana, Patxi loidi

3. Creer hoy en el Dios de Jesucristo. Cartas pastorales de Cuaresma de los obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria

4. Para que otro mundo sea posible, Martín ValMaseda

5. Comunidades para evangelizar, Cartas pastorales de Cuaresma de los obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria

6. Itinerario para una espiritualidad de la ternura, teresa CoMba / Joseba segura

7. Cómo trabajar con los evangelios, Patxi loidi

8. Jesús, maestro de vida. Ciclo A, Patxi loidi

9. Palabra interpelante. Ciclo A, Pedro olalde

10. Acompañar. El acompañamiento pastoral a los adolescentes en la escuela, ÓsCar alonso (2ª ed.)

11. Palabra interpelante. Ciclo B, Pedro olalde

12. Jesús, el Mesías escondido. Ciclo B, Patxi loidi

13. Retorno a la casa del Padre, Pedro olalde

14. Por una libertad liberada, rafael de andrés

15. Jesús, el Salvador. Ciclo C, Patxi loidi

16. Palabra interpelante. Ciclo C, Pedro olalde

17. La oración de la puerta, JuanJo fernández sola

18. Vivir con los niños el año litúrgico, antonio gonzález Paz

19. Celebraciones en torno a los difuntos, Jesús garCía Herrero

20. Celebraciones de Primera Comunión, Pedro olalde

21. Bienaventuranzas de la vida, Miguel ángel Mesa bouzas

22. Los evangelios y el Leccionario. Ciclo B, Juan Martín aguirre iruiñ

23. Vivir de la eucaristía: las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, Jesús fernández gonzález

24. Los evangelios y el Leccionario. Ciclo C, Juan Martín aguirre iruiñ

25. Sendas de vida con los jóvenes, José luis Pérez álVarez

26. Celebraciones de bodas y bautizos, Pedro olalde

27. Los evangelios y el Leccionario. Ciclo A, Juan Martín aguirre iruiñ

28. ¡Hola, alegría; bienvenida, libertad!, Juan antonio adánez (2ª ed.)