Pastor de Hermas

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EL PASTOR DE HERMAS El «Pastor de Hermas» es un libro que fue muy apreciado en la primitiva Iglesia, hasta el punto de que algunos Padres llegaron a considerarlo como canónico, esto es, perteneciente al conjunto de la Sagrada Escritura. Sin embargo, gracias al Fragmento Muratoriano (un pergamino del año 180 que recoge la lista de los libros inspirados, descubierto y publicado en el siglo xv), sabemos que fue compuesto por un tal Hermas, hermano del Papa Pío I, en la ciudad de Roma; por tanto, entre los años 141 a 155. Otros catálogos eclesiásticos posteriores confirman esta noticia. Es el escrito más largo de la época post-apostólica. El libro refleja el estado de la cristiandad romana a mediados del siglo II. Tras una larga pausa de tranquilidad sin sufrir persecución, parece que no era tan universal el buen espíritu de los primeros tiempos. Junto a cristianos fervorosos, había muchos tibios; junto a los santos, no faltaban los pecadores, y esto en todos los niveles de la Iglesia, desde los simples fieles a los ministros sagrados. No es de extrañar, pues, que el libro gire en torno a la necesidad de la penitencia. Se trata de un escrito perteneciente al género apocalíptico: el autor presenta sus ideas como si le hubiesen sido reveladas (apocalipsis=revelación, en griego) por dos personajes misteriosos: una anciana y un pastor. Precisamente de este último personaje toma nombre todo el libro. En la primera parte, el autor ilustra la doctrina de la penitencia por medio de una serie de Visiones o revelaciones. Se le aparece una anciana matrona que va despojándose poco a poco de la vejez para mostrarse al final como una novia engalanada, símbolo de los elegidos de Dios. Esa matrona, como ella misma explica, es la Iglesia: parece anciana porque es la criatura más antigua de la creación, y porque la afean los pecados de los cristianos; pero se renueva gracias a la penitencia, hasta aparecer sin fealdad alguna. En la segunda parte, los Mandamientos, el ángel de la penitencia enseña a Hermas un resumen de la doctrina moral. En la tercera, llamada Comparaciones o semejanzas, se resuelven algunas cuestiones que inquietaban a los cristianos de aquella época. En las siguientes lineas se recogen dos textos de esta obra. En el primero, correspondiente a la tercera visión, la anciana explica a Hermas el significado de una torre que se construye con piedras, de las que algunas son desechadas. Es una bella imagen para señalar la construcción de la Iglesia, en la que los cristianos—como decía San Pedro— son piedras vivas edificadas sobre el fundamento que es Cristo. Y para ser piedra viva, tiene una importancia fundamental la penitencia por los pecados. LOARTE * * * * * El llamado Pastor, de Hermas, es un escrito complejo y extraño, compuesto en el género apocalíptico y visionario, probablemente hacia la primera mitad del siglo II, aunque pudiera haber en él elementos de diversas épocas. Consta de una serie de visiones, comparaciones o alegorías, algunas de ellas de sentido bastante confuso, que se refieren a diversos aspectos de la vida cristiana.

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EL PASTOR DE HERMAS

EL PASTOR DE HERMAS

El Pastor de Hermas es un libro que fue muy apreciado en la primitiva Iglesia, hasta el punto de que algunos Padres llegaron a considerarlo como cannico, esto es, perteneciente al conjunto de la Sagrada Escritura. Sin embargo, gracias al Fragmento Muratoriano (un pergamino del ao 180 que recoge la lista de los libros inspirados, descubierto y publicado en el siglo xv), sabemos que fue compuesto por un tal Hermas, hermano del Papa Po I, en la ciudad de Roma; por tanto, entre los aos 141 a 155. Otros catlogos eclesisticos posteriores confirman esta noticia. Es el escrito ms largo de la poca post-apostlica.El libro refleja el estado de la cristiandad romana a mediados del siglo II. Tras una larga pausa de tranquilidad sin sufrir persecucin, parece que no era tan universal el buen espritu de los primeros tiempos. Junto a cristianos fervorosos, haba muchos tibios; junto a los santos, no faltaban los pecadores, y esto en todos los niveles de la Iglesia, desde los simples fieles a los ministros sagrados. No es de extraar, pues, que el libro gire en torno a la necesidad de la penitencia.Se trata de un escrito perteneciente al gnero apocalptico: el autor presenta sus ideas como si le hubiesen sido reveladas (apocalipsis=revelacin, en griego) por dos personajes misteriosos: una anciana y un pastor. Precisamente de este ltimo personaje toma nombre todo el libro.En la primera parte, el autor ilustra la doctrina de la penitencia por medio de una serie de Visiones o revelaciones. Se le aparece una anciana matrona que va despojndose poco a poco de la vejez para mostrarse al final como una novia engalanada, smbolo de los elegidos de Dios. Esa matrona, como ella misma explica, es la Iglesia: parece anciana porque es la criatura ms antigua de la creacin, y porque la afean los pecados de los cristianos; pero se renueva gracias a la penitencia, hasta aparecer sin fealdad alguna. En la segunda parte, los Mandamientos, el ngel de la penitencia ensea a Hermas un resumen de la doctrina moral. En la tercera, llamada Comparaciones o semejanzas, se resuelven algunas cuestiones que inquietaban a los cristianos de aquella poca.En las siguientes lineas se recogen dos textos de esta obra. En el primero, correspondiente a la tercera visin, la anciana explica a Hermas el significado de una torre que se construye con piedras, de las que algunas son desechadas. Es una bella imagen para sealar la construccin de la Iglesia, en la que los cristianoscomo deca San Pedro son piedras vivas edificadas sobre el fundamento que es Cristo. Y para ser piedra viva, tiene una importancia fundamental la penitencia por los pecados.LOARTE* * * * *El llamado Pastor, de Hermas, es un escrito complejo y extrao, compuesto en el gnero apocalptico y visionario, probablemente hacia la primera mitad del siglo II, aunque pudiera haber en l elementos de diversas pocas. Consta de una serie de visiones, comparaciones o alegoras, algunas de ellas de sentido bastante confuso, que se refieren a diversos aspectos de la vida cristiana.Segn se desprende del escrito, Hermas, su autor, era un cristiano sencillo y rudo, pero lleno de preocupaciones religiosas y con una par ticular conciencia de sus propias faltas morales de diversa ndole. Pesa sobre l especialmente el remordimiento por no haber sabido mantener debidamente las relaciones familiares con su mujer y sus hijos, y por no haber sabido hacer buen uso de sus bienes de fortuna, que haba perdido. Correspondiendo a esta conciencia de culpabilidad, sobresale en el escrito el tema de la penitencia y del perdn que, contra lo que se supona en concepciones rigoristas, poda ser obtenido al menos una vez despus del bautismo, si uno se arrepenta sinceramente. Hermas, simple laico, tiene conciencia de que esto se opona a la enseanza de ciertos doctores de la Iglesia que no admitan posibilidad de perdn al que hubiere pecado gravemente despus del bautismo, y presenta sus ideas como un anuncio especial de un mensajero de Dios que se aparece en forma de pastor, y que es el que dio a este escrito su nombre.Adems del tema de la penitencia, es prominente en el Pastor, de Hermas, el tema de la Iglesia, la cual aparece balo la alegora de una torre en construccin, de la que pueden venir a formar parte diversas clases de piedras, que son diversos gneros de fieles. Algunas piedras son temporalmente rechazadas para la construccin, otras lo son definitivamente, representando los fieles que podrn o no a su tiempo hacer penitencia.Otros muchos temas van apareciendo a lo largo del escrito: de particular inters pueden ser los que se refieren al peligro de las riquezas, a las relaciones entre ricos y pobres, o a la necesidad de saber distinguir los signos de la influencia del bueno o del mal espritu en nosotros o en los dems. En este ltimo aspecto Hermas encabeza la copiosa literatura cristiana acerca del "discernimiento de espritus".El Pastor, de Hermas, muestra cierta audacia imaginativa, pero tiene en general poca profundidad teolgica y se mantiene ms bien en una actitud meramente moralstica. Sin embargo, es interesante como reflejo de los problemas religiosos y morales que poda tener entonces un cristiano ordinario.JOSEP VIVES* * * * *Visin Primera

[1] I. El amo que me cri me vendi a una tal Roda en Roma. Al cabo de muchos aos la encontr de nuevo, y

empec a amarla como a una hermana. Despus de cieno tiempo la vi bandose en el ro Tber; y le di la mano, y

la saqu del ro. Y, al ver su hermosura, razon en mi corazn, diciendo: Cun feliz sera si tuviera una esposa as,

en hermosura y en carcter. Y reflexion meramente sobre esto, y nada ms. Despus de cieno tiempo, cuando

estaba dirigindome a Cumas, y glorificando las criaturas de Dios por su grandeza y esplendor y poder, mientras

andaba me qued dormido. Y el Espritu cay sobre m y se me llev por un terreno sin caminos, por el cual no

poda pasar nadie: porque el lugar era muy abrupto, y quebrado por hendiduras a causa de las aguas. As pues,

cuando hube cruzado el ro, llegu a un pas llano, y me arrodill, y empec a orar al Seor y a confesar mis

pecados. Entonces, mientras oraba, se abri el cielo vi a la seora, a quien haba deseado, saludndome desde el

cielo, diciendo: Buenos das, Hermas. Y, mirndla, le dije: Seora, qu haces aqu? Entonces ella me

contest: Se me ha trado aqu para que te redarguyera de tus pecados delante del Seor. Le dije: Es acerca

de ti que me acusas? No, dijo ella, pero oye estas palabras que te dir. Dios, que reside en los cielos, y cre

de la nada las cosas que son, y aun las aument y multiplic por amor a su santa Iglesia, est enojado contigo,

porque pecaste contra m. Yo le contest y dije: Pequ contra ti? En qu forma? Te dije alguna vez alguna

palabra inconveniente? No te consider siempre como si fueras una diosa? No te respet siempre como una

hermana? Cmo pudiste acusarme falsamente, seora, de tal villana e impureza? Riendo, ella me dijo: El deseo

hacia el mal entr en tu corazn. Es ms, no crees que es un acto malo para un justo si el mal deseo entra en su

corazn? Es verdaderamente un pecado, y un pecado grande, dijo ella; porque el justo tiene slo propsitos

justos. En tanto que sus propsitos son rectos, pues, su reputacin se mantiene firme en el cielo, y halla al Seor

fcilmente propicio en todo lo que hace. Pero los que albergan malos propsitos en sus corazones, se acarrean la

muene y la cautividad, especialmente los que reclaman para s mismos este mundo presente, y se jactan de sus

riquezas, y no se adhieren a las cosas buenas que han de venir. Sus almas lo lamentarn, siendo as que no tienen

esperanza, sino que se han abandonado a s mismos y su vida. Pero ora a Dios, y l sanar tus pecados, y los de

toda tu casa, y de todos los santos.

[2] II. Tan pronto como hubo dicho estas palabras se cerraron los cielos; y yo fui presa de horror y de pena.

Entonces dije dentro de m: Si este pecado es consignado contra m, cmo puedo ser salvo? O cmo voy a

propiciar a Dios por mis pecados que son patentes y burdos? O con qu palabras voy a rogar al Seor que me

sea propicio? En tanto que consideraba y ponderaba estas cosas en mi corazn, vi delante de m una gran silla

blanca de lana como la nieve; y all vino una seora anciana en vestido resplandeciente, con un libro en las manos,

y se sent sola, y me salud: Buenos das, Hermas. Entonces yo, apenado y llorando, dije: Buenos das,

seora. Y ella me dijo: Por qu ests tan abatido, Hermas, t que eres paciente y bien templado, y siempre ests

sonriendo? Por qu ests tan cado en tu mirada y distante de la alegra? Y le dije: A causa de una de las

palabras de una dama excelente contra la cual he pecado. Entonces ella dijo: En modo alguno sea as en un

siervo de Dios! Sin embargo, el pensamiento entr en tu corazn respecto a ella. En los siervos de Dios una

intencin as acarrea pecado. Porque es un propsito malo e insano, en un espritu devoto que ya ha sido

aprobado, el desear algo malo, y especialmente si es Hermas el templado, que se abstiene de todo mal deseo y est

lleno de toda simplicidad y de gran inocencia.

[3] III. Con todo, no es por esto que Dios est enojado contigo, sino con miras a que puedas convenir a tu

familia, que ha obrado mal contra el Seor y contra vosotros sus padres. Pero por apego a tus hijos t no les

amonestaste, sino que toleraste que se corrompieran de un modo espantoso. Por tanto, el Seor est enojado

contigo. Pero l quiere curar todos tus pecados pasados, que han sido cometidos en tu familia, jorque a causa de

sus pecados e iniquidades t has sido corrompido por las cosas de este mundo. Pera la gran misericordia del

Seor tuvo piedad de ti y de tu familia, y te corroborar, y te afianzar en su gloria. Slo que no seas descuidado,

sino que cobres nimo y robustezcas a tu familia. Porque como el herrero trabajando a martillazos triunfa en la

tarea que quiere, as tambin el recto discurso repetido diariamente vence todo mal. No dejes, pues, de reprender a

tus hijos; porque s que si se arrepienten de todo corazn, sern inscritos en los libros de vida con los santos.

Despus que hubieron cesado estas palabras suyas, me dijo: Quieres escucharme mientras leo? Entonces le

dije: S, seora. Ella me dijo: Est atento, y escucha las glorias de Dios. Yo escuch con atencin y con

asombro lo que no tuve poder de recordar; porque todas las palabras eran terribles, que ningn hombre puede

resistir. Sin embargo, record las ltimas palabras, porque eran apropiadas para nosotros y suaves. He aqu, el

Dios de los ejrcitos, que con su poder grande e invisible y con su gran sabidura cre el mundo, y con su

glorioso propsito revisti su creacin de hermosura, y con su palabra estableci los cielos, y fund la tierra sobre

las aguas, y con su propia sabidura y providencia form su santa Iglesia, a la cual l tambin bendijo; he aqu,

quita los cielos y los montes y las colinas y los mares, y todas las cosas sern allanadas para sus elegidos, para

que l pueda cumplirles la promesa que haba hecho con gran gloria y regocijo, siempre y cuando ellos guarden

las ordenanzas de Dios, que han recibido con gran fe.

[4] IV. Cuando hubo terminado de leer y se levant de su silla, se acercaron cuatro jvenes, y se llevaron la silla,

y partieron hacia Oriente. Entonces ella me dijo que me acercara y me toc el pecho, y me dijo: Te gust lo que

te le? Y yo le dije: Seora, estas ltimas palabras me agradaron, pero las primeras eran difciles y duras.

Entonces ella me habl y me dijo: Estas ltimas palabras son para los justos, pero las primeras eran para los

paganos y rebeldes. En tanto que ella me estaba hablando, aparecieron dos hombres y se la llevaron, tomndola

por los brazos, y partieron hacia el punto adonde haba ido la silla, hacia Oriente. Y ella sonri al partir y, mientras

se marchaba, me dijo: Pnate como un hombre, Hermas.

Visin Segunda

[5] I. Yo iba camino a Cumas, en la misma estacin como el ao anterior, y recordaba mi visin del ao anterior

mientras andaba; y de nuevo me tom un Espritu, y se me llev al mismo lugar del ao anterior. Cuando llegu al

lugar, ca de rodillas y empec a orar al Seor, y a glorificar su nombre, porque me haba tenido por digno, y me

haba dado a conocer mis pecados anteriores. Pero despus que me hube levantado de orar, vi delante de m a la

seora anciana, a quien haba visto el ao anterior, andando y leyendo un librito. Y ella me dijo: Puedes

transmitir estas cosas a los elegidos de Dios? Y yo le contest: Seora, no puedo recordar tanto; pero dame el

librito, para que lo copie. Tmalo, me dijo, y asegrate de devolvrmelo. Yo lo tom, y me retir a ciesto

lugar en el campo y lo copi letra por letra; porque no poda descifrar las slabas. Cuando hube terminado las letras

del libro, sbitamente me arrancaron el libro de la mano; pero no pude vr quin lo haba hecho.

[6] II. Y despus de quince das, cuando hube ayunado y rogado al Seor fervientemente, me fue revelado el

conocimiento del escrito. Y esto es lo que estaba escrito: Hermas, tu simiente ha pecado contra Dios, y han

blasfemado del Seor, y han traicionado a sus padres a causa de sus grandes maldades, s, han conseguido el

nombre de traidores de los padres, y, con todo, no sacaron provecho de su traicin; y aun aadieron a sus

pecados actos inexcusables y maldades excesivas; as que la medida de sus transgresiones fue colmada. Pero da a

conocer estas palabras a todos tus hijos, y tu esposa ser como tu hermana; porque ella tampoco se ha refrenado

en el uso de la lengua, con la cual obra mal. Despus que t les hayas dado a conocer todas estas palabras, que el

Seor me mand que te revelara, entonces todos los pecados que ellos han cometido con anterioridad les sern

perdonados; s, y tambin a todos los santos que han pecado hasta el da de hoy, si se arrepienten de todo

corazn, y quitan la doblez de nimo de su corazn. Porque el Seor jur por su propia gloria, con respecto a sus

elegidos: que si, ahora que se ha puesto este da como lmite, se comete pecado, despus no habr para ellos

salvacin; porque el arrepentimiento para los justos tiene un fin; los das del arrepentimiento se han cumplido para

todos los santos; en tanto que para los gentiles hay arrepentimiento hasta el ltimo da. Por consiguiente, t dirs

a los gobernantes de la Iglesia, que enderecen sus caminos en justicia, para que puedan recibir en pleno las

promesas con gloria abundante. Los que obris justicia, pues, estad firmes, y no seis de doble nimo, para que

podis ser admitidos con los santos ngeles. Bienaventurados seis, pues, cuantos sufris con paciencia la gran

tribulacin que viene, y cuantos noiiiieguen su vida. Porque el Seor jur con respecto. a, su Hijo, que todos los

que nieguen a su Seor sern rechazados de su vida, incluso los que ahora estn a punto de negarle en los das

venideros; pero a los que le negaron antes de ahora, a ellos les fue concedida misericordia por causa de su gran

bondad.

[7] III. Pero, Hermas, no guardes ya rencor contra tus hijos, ni permitas que tu hermana haga lo que quiera, para

que puedan ser purificados de sus pecados anteriores. Porque ellos sern castigados con castigo justo, a menos

que les guardes rencor t mismo. El guardar un rencor es causa de muerte. Pero t, Hermas, has pasado por

grandes tribulaciones t mismo, por causa de las transgresiones de tu familia, debido a que no te cuidaste de ellos.

Porque t les descuidaste, y te mezclaste a ellos con tus propias actividades malas. Pero en esto consiste tu

salvacin: en que no te apanes del Dios vivo, y en tu sencillez y tu gran continencia. Estas te han salvado si

permaneces en ellas; y salvan a todos los que hacen tales cosas, y andan en inocencia y simplicidad. Estas

prevalecen sobre toda maldad y persisten hasta la vida eterna. Bienaventurados todos los que obran justicia.

Nunca sern destruidos. Pero t dirs a Mximo: "He aqu viene tribulacin (sobre ti) si t crees apropiado

negarme por segunda vez. El Seor est cerca de todos los que se vuelven a l, como est escrito en Eldad y

Modat, que profetizaron al pueblo en el desierto"

[8] IV. Luego, hermanos, un joven de extraordinaria hermosura en su forma me hizo una revelacin en mi sueo, y

me dijo: Quin crees que es la seora anciana, de la cual recibiste el libro? Y yo dije: La Sibila. Te

equivocas, me dijo, no lo es. Quin es, pues?, le dije. La Iglesi, dijo l. Yo le dije: Por qu, pues, es de

avanzada edad? Porque, me contest, ella fue creada antes que todas las cosas; sta es la causa de su edad;

y por amor a ella fue formado el mundo. Y despus vi una visin en mi casa. Vino la anciana y me pregunt si ya

haba dado el libro a los ancianos. Yo le dije que no se lo haba dado. Has hecho bien, me contest, porque

tengo algunas palabras que aadir. Cuando habr terminado todas las palabras, ser dado a conocer, mediante ti, a

todos los elegidos. Por tanto, t escribirs dos libritos, y enviars uno a Clemente, y uno a Grapte. Y Clemente lo

enviar a las ciudades extranjeras, porque ste es su deber; en tanto que Grapte lo ensear a las viudas y

hurfanos. Pero t leers (el libro) a esta ciudad junto con los ancianos que presiden sobre la Iglesia.

Visin Tercera

[9] I. La tercera visin que vi, hermanos, fue como sigue: Despus de ayunar con frecuencia, y rogar al Seor que

me declarara la revelacin que El haba prometido mostrarme por boca de la seora anciana, aquella misma noche

vi a la seora anciana, y ella me dijo: Siendo as que eres tan insistente y ests ansioso de conocer todas las

cosas, ven al campo donde resides, y hacia la hora quinta aparecer ante ti, y te mostrar lo que debes ver. Yo le

pregunt, diciendo: Seora, a qu parte del campo? Adonde quieras, me dijo. Yo seleccion un lugar retirado

y hermoso; pero, antes de hablarle y mencionarle el lugar, ella me dijo: Ir all donde t quieras. Fui, pues,

hermanos, al campo, y cont las horas, y llegu al lugar que yo haba designado para que ella viniera, y vi un sof

de marfil colocado all, y sobre el sof haba un cojn de lino, y sobre el cojn una cobertura de lino fino.

Cuando vi estas cosas tan ordenadas, y que no habla nadie all, me asombr, y me puse a temblar, y se me eriz el

pelo; y un acceso de temor cay sobre m, porque estaba solo. Cuando me recobr, y record la gloria de Dios, y

me anim, me arrodill y confes mis pecados al Seor una vez ms, como haba hecho en la ocasin anterior.

Entonces vinieron seis jvenes, los mismos que haba visto antes, y se quedaron de pie junto a m, y me

escucharon atentamente mientras oraba y confesaba mis pecados al Seor. Y ella me toc y me dijo: Hermas,

termina ya de rogar constantemente por tus pecados; ruega tambin pidiendo justicia, para que puedas dar parte

de ella a tu familia. Entonces me levant con la mano y me llev al sof, y dijo a los jvenes: Id, y edifica. Y

despus que los jvenes se hubieron retirado y nos quedamos solos, ella me dijo: Sintate aqu. Y yo le dije:

Seora, que se sienten los ancianos primero. Haz lo que te mando, dijo ella, sintate. Entonces, cuando yo

quera sentarme en el lado derecho, ella no me lo permiti, sino que me hizo una sea con la mano de que me

sentara en el lado izquierdo. Como yo estaba entonces pensando en ello y estaba triste, porque ella no me habla

permitido sentarme en el lado derecho, me dijo ella: Ests triste, Hermas? El lugar de la derecha es para otros, los

que han agradado ya a Dios y han sufrido por su Nombre. Pero a ti te falta mucho para poder sentarte con ellos;

pero as como permaneces en tu sencillez, contina en ella, y te sentars con ellos, t y todos aquellos que han

hecho sus obras y han sufrido lo que ellos sufrieron.

[10] II. Qu es lo que sufrieron?, pregunt yo. Escucha, dijo ella: Azotes, crceles, grandes tribulaciones,

cruces, fieras, por amor al Nombre. Por tanto, a ellos pertenece el lado derecho de la Santidad -a ellos, y a los que

sufrirn por el Nombre-. Pero para el resto hay el lado izquierdo. No obstante, para unos y otros, para los que se

sientan a la derecha como para los que se sientan a la izquierda, hay los mismos dones, y las mismas promesas,

slo que ellos se sientan a la derecha y tienen cierta gloria. T, verdaderamente, deseas sentarte a la derecha con

ellos, pero tienes muchos defectos; con todo, sers purificado de estos defectos tuyos; s, y todos los que no son

de nimo indeciso, sern purificados de todos sus pecados en este da.

Cuando hubo dicho esto, ella deseaba partir; pero, cayendo a sus pies, yo le rogu por el Seor que me mostrara la

visin que me haba prometido. Entonces ella me tom de nuevo por la mano, y me levant, y me hizo sentar en el

sof en el lado izquierdo, en tanto que ella se sentaba en el derecho. Y levantando una especie de vara reluciente,

me dijo: Ves algo muy grande? Y yo le dije: Seora, no veo nada. Ella me dijo: Mira, no ves enfrente de ti

una gran torre que es edificada sobre las aguas, de piedras cuadradas relucientes? Y la torre era edificada

cuadrada por los seis jvenes que haban venido con ella. Y muchsimos otros traan piedras, y algunos de ellos

de lo profundo del mar y otros de la tierra, y las iban entregando a los seis jvenes. Y stos las tomaban y

edificaban. Las piedras que eran arrastradas del abismo las colocaban, en cada caso, tal como eran, en el edificio,

porque ya se les haba dado forma; y encajaban en sus junturas con las otras piedras; y se adheran tan juntas la

una a la otra que no se poda ver la juntura; y el edificio de la torre daba la impresin como si fuera edificado de

una sola piedra. Pero, en cuanto a las otras piedras que eran tradas de tierra firme, algunas las echaban a un lado,

otras las ponan en el edificio, y otras las hacan pedazos y las lanzaban lejos de la torre. Haba tambin muchas

piedras echadas alrededor de la torre, y no las usaban para el edificio; porque algunas tenan moho, otras estaban

resquebrajadas, otras eran demasiado pequeas, y otras eran blancas y redondas y no encajaban en el edificio. Y

vi otras piedras echadas a distancia de la torre, y caan en el camino y, con todo, no se quedaban en el camino,

sino que iban a parar a un lugar donde no haba camino; y otras caan en el fuego y ardan all; y otras caan cerca

de las aguas y, pese a todo, no podan rodar dentro del agua, aunque deseaban rodar y llegar al agua.

[11] III. Cuando ella me hubo mostrado estas cosas, quera irse con prisa. Yo le dije: Seora, qu ventaja tengo

en haber visto estas cosas, si no s lo que significan? Ella me contest y me dijo: T eres muy curioso, al desear

conocer todo lo que se refiere a la torre. S, seora, le dije, para que pueda anunciarlo a mis hermanos, y que

ellos [puedan gozarse ms y] cuando oigan [estas cosas] puedan conocer al Seor en gran gloria. Entonces me

dijo: Muchos (las) oirn; pero cuando oigan, algunos estarn contentos y otros llorarn. Sin embargo, incluso

estos ltimos, si oyen y se arrepienten, tambin estarn contentos. Oye, pues, las parbolas de la torre; porque te

revelar todas estas cosas. Y no me molestes ms sobre la revelacin; porque estas revelaciones tienen un

trmino, siendo as que ya han sido completadas. No obstante, no cesars de pedirme revelaciones; porque eres

muy atrevido.

La torre, que ves que se est edificando, soy yo misma, la Iglesia, a quien viste antes y ves ahora. Pregunta,

pues, lo que quieras respecto a la torre, y te lo revelar, para que puedas gozarte con los santos. Yo le digo:

Seora, como me consideraste digno, una vez por todas, de revelarme todas estas cosas, revlamelas. Entonces

ella me dijo: Todo lo que se te pueda revelar, se te revelar. Slo que tu corazn est con Dios, y no haya dudas

en tu mente sobre las cosas que veas. Le pregunt: Por qu es edificada la torre sobre las aguas, seora? Ya

te lo dije antes, dijo ella, y verdaderamente t inquieres diligentemente. As que por tus preguntas descubrirs

la verdad. Oye, pues, por qu la torre es edificada sobre las aguas: es porque vuestra vida es salvada y ser

salvada por el agua. Pero la torre ha sido fundada por la palabra del Todopoderoso y el Nombre glorioso, y es

fortalecida por el poder invisible del Seor.

[12] IV. Yo le contest y le dije: Seora, esto es grande y maravilloso. Pero los seis jvenes que edifican,

quines son, seora?

Estos son los santos ngeles de Dios, que fueron creados antes que cosa alguna; a ellos el Seor entreg toda

su creacin para que la aumentaran y edificaran, y para ser seores de toda la creacin. Por sus manos, pues, es

realizada la edificacin de la torre.. Y quines son los otros que acarrean las piedras? Son tambin ngeles

de Dios; pero estos seis son superiores a ellos. El edificio de la torre, pues, ser terminado, y todos juntos se

regocijarn en el corazn (cuando estn) alrededor de la torre, y glorificarn a Dios que la edificacin de la torre

haya sido realizada. Yo inquir de ella, diciendo: Seora, me gustara saber con respecto al fin de las piedras y su

poder, de qu clase son. Ella me contest y dijo: No es que t entre todos los hombres seas especialmente

digno de que te sea revelado; porque hay otros antes que t, y mejores que t, a los cuales deberan haber sido

reveladas estas visiones. Pero para que sea glorificado el nombre de Dios, se te ha revelado y se te revelar, por

causa de los de nimo indeciso, que preguntan en sus corazones si estas cosas son as o no. Diles, pues, que

estas cosas son verdaderas, y que no hay nada apane de la verdad, sino que todas son firmes, y vlidas, y

establecidas sobre un fundamento seguro.

[13] V. Oye ahora respecto a las piedras que entran en el edificio. Las piedras que son cuadradas y blancas, y

que encajan en sus junturas, stas son los apstoles y obispos y maestros y diconos que andan segn la

santidad de Dios, y ejercen su oficio de obispo, de maestro y dicono en pureza y santidad para los elegidos de

Dios, algunos de los cuales ya duermen y otros estn vivos todava. Y, debido a que siempre estn de acuerdo

entre s, tuvieron paz entre s y se escucharon el uno al otro. Por tanto, sus junturas encajan en el edificio de la

torre. Pero hay las que son sacadas de la profundidad del mar, y colocadas en el edificio y que encajan en sus

junturas con las otras piedras que ya estaban colocadas; stos, quines son? Estos son los que han sufrido

por el nombre del Seor. Pero las otras piedras que son tradas de tierra seca, me gustara saber quines son

stos, seora. Ella contest: Los que entran en el edificio, y todava no estn labrados, a stos el Seor ha

aprobado porque anduvieron en la rectitud del Seor y ejecutaron rectamente sus mandamientos. Pero los que

van siendo trados y colocados en el edificio, quines son? Son jvenes en la fe, y fieles; pero fueron

advertidos por los ngeles que obren bien, porque en ellos fue hallada maldad. Pero los que fueron desechados

y puestos a un lado, quines son? Estos han pecado, y desean arrepentirse, por tanto no son lanzados a gran

distancia de la torre, porque sern tiles para la edificacin si se arrepienten. Los que se arrepienten, pues, silo

hacen, sern fuertes en la fe si se arrepienten ahora en tanto que se construye la torre. Este privilegio lo tienen

solamente los que se hallan cerca de la torre.

[14] VI. Pero, quisieras saber acerca de los que son hechos pedazos y lanzados fuera de la torre? Estos son los

hijos del libertinaje. Estos recibieron la fe hipcritamente, y no hubo maldad que no se hallara en ellos. Por tanto,

no tienen salvacin, porque no son tiles para edificar, por razn de su maldad. Por tanto son desmenuzados y

tirados por causa de la ira del Seor, porque le provocaron a ira. En cuanto al resto de las piedras que t has visto

echadas en gran nmero y que no entran en el edificio, de ellas, las que son mohosas son las que conocieron la

verdad, pero no permanecieron en ella ni se mantuvieron adheridos a los santos. Por lo tanto, son inservibles.

Pero las que estn resquebrajadas, quines son? Estos son los que tienen discordia en su corazn el uno

respecto al otro, y no hay paz entre ellos; tienen una apariencia de paz, pero cuando se separan el uno del otro, los

malos pensamientos permanecen en sus corazones. stas son las rajas que tienen las piedras. Pero las que estn

cortadas y son ms pequeas, stos han credo, y tienen su mayor parte en justicia, pero hay en ellos partes de

iniquidad; por tanto, son demasiado pequeas, y no son perfectas.

Pero, quines son, seora, las piedras blancas y redondas que no encajaron en el edificio? Ella me contest:

Hasta cundo vas a seguir siendo necio y obtuso, y lo preguntars todo, y no entenders nada? stos son los

que tienen fe, pero tambin tienen las riquezas de este mundo. Cuando viene la tribulacin, niegan a su Seor por

razn de sus riquezas y sus negocios. Y yo contest y le dije: Cundo sern, pues, tiles en el edificio? Ella

me contest: Cuando les sean quitadas las riquezas que hacen descarriar sus almas, entonces sern tiles a Dios.

Porque tal como la piedra redonda, a menos que sea cortada y pierda alguna parte de s misma, no puede ser

cuadrada, del mismo modo los que son ricos en este mundo, a menos que sus riquezas les sean quitadas, no

pueden ser tiles al Seor. Aprende primero de ti mismo. Cuando tenas riquezas no eras til; pero ahora eres til y

provechoso para vida. S til a Dios, porque t mismo tambin eres sacado de las mismas piedras.

[15] VII. Pero las otras piedras que viste echadas lejos de la torre y que caen en el camino y van a parar fuera del

camino a las regiones en que no hay camino, stos son los que han credo, pero por razn de su corazn indeciso

han abandonado el verdadero camino. De esta manera, ellos, pensando que pueden hallar un camino mejor, se

extravan y son gravemente afligidos, cuando andan por las regiones en que no hay camino. Pero los que caen en

el fuego y son quemados, stos son los que finalmente se rebelaron contra el Dios vivo, y ya no entr ms en sus

corazones el arrepentirse, por causa de sus deseos atrevidos y de las maldades que han obrado. Pero los otros,

que caen cerca de las aguas y, con todo, no pueden rodar al agua, quieres saber cules son? Estos son los que

han odo la palabra y quisieran ser bautizados en el nombre del Seor. Luego, cuando recapacitan sobre la pureza

requerida por la verdad, cambian de opinin y vuelven a sus malos deseos. As termin ella la explicacin de la

torre. Siendo yo importuno todava, le pregunt an si para todas aquellas piedras que fueron rechazadas y no

encajaban en el edificio de la torre haba arrepentimiento y un lugar en esta torre. Pueden arrepentirse, me dijo,

pero no pueden encajar en esta torre. Sern encajados en otro lugar mucho ms humilde, pero no hasta que

hayan sufrido tormentos por esta razn y hayan cumplido los das de sus pecados. Y sern sacados por esta

razn, porque participaron en la Palabra justa; y entonces sern aliviados de sus tormentos si se arrepienten de los

actos malos que han cometido; pero si stos no les llegan al corazn, no son salvos a causa de la dureza de sus

corazones.

[16] VIII. Cuando ces de preguntarle sobre todas estas cosas, pues, ella me dijo: Quisieras ver otra cosa?

Teniendo deseos de contemplarla, me goc en gran manera de poder verla. Ella me mir, y sonri, y me dijo: Ves

a siete mujeres alrededor de la torre? Las veo, seora, le dije. Esta torre es sostenida por ellas, segn orden

del Seor. Oye ahora sus ocupaciones. La primera, la mujer de las manos fuertes, se llama Fe, por medio de la cual

son salvados los elegidos de Dios. Y la segunda, la que est ceida y tiene el aspecto enrgico de un hombre, se

llama Continencia; es la hija de la Fe. Todo el que la sigue, pues, ser feliz en su vida, porque se abstendr de todo

acto malo, creyendo que, si se abstiene de todo mal deseo, heredar la vida eterna. Y las otras, seora, quines

son? Son hijas la una de la otra. El nombre de la primera es Sencillez; el de la siguiente, Conocimiento; la prxima

es Inocencia; la otra, Reverencia; la siguiente, Amor. Cuando t, pues, hagas todas las obras de su madre, podrs

vivir. Me gustara saber, seora, le dije, qu poder tiene cada una de ellas. Escucha, pues, dijo ella, los

poderes que tienen. Sus poderes son dominados cada una por la otra, y se siguen una a otra en el orden en que

nacieron. De Fe nace Continencia; de Continencia, Simplicidad; de Simplicidad, Inocencia; de Inocencia,

Reverencia; de Reverencia, Conocimiento; de Conocimiento, Amor. Sus obras, pues, son puras y reverentes y

divinas. Todo aquel que sirva a estas mujeres, y tenga poder para dominar sus obras, tendr su morada en la torre

con los santos de Dios. Entonces le pregunt, con respecto a las sazones, si la consumacin es ya ahora. Pero

ella grit en alta voz: Necio, no ves que la torre va siendo construida? Cuando la torre haya sido edificada, habr

llegado el fin; pero ser edificada rpidamente. No me hagas ms preguntas: este recordatorio es suficiente para ti

y para los santos, y es la renovacin de vuestros espritus. Pero no te fue revelado slo a ti, sino para que puedas

mostrar estas cosas a todos. Despus de tres das -porque t has de entender primero, y te encargo, Hermas, con

las palabras que voy a decirte- (a ti te encargo) di todas estas cosas a los odos de los santos, para que las oigan y

las hagan y puedan ser purificados de sus maldades, y t mismo con ellos.

[17] IX. Odme, hijos mos. Os cri en mucha simplicidad e inocencia y reverencia, por medio de la misericordia

del Seor, que instil justicia en vosotros, para que pudierais ser justificados y santificados de toda maldad y

perversidad. Ahora pues, odme y haya paz entre vosotros, y tened consideracin el uno al otro, y ayudaos el uno

al otro, y no participis de lo creado por Dios a solas en la abundancia, sino tambin compartid con los que estn

en necesidad. Porque algunos, a causa de sus excesos en la comida, acarrean debilidad a la carne, y daan su

carne, mientras que la carne de los que no tienen nada que comer es daada por no tener suficiente nutricin, y su

cuerpo es echado a perder. Este exclusivismo, pues, es perjudicial para vosotros los que tenis y no comparts con

los que tienen necesidad. Advenid el juicio que viene. As pues, los que tenis ms que suficiente, buscad a los

hambrientos, en tanto que la torre no est terminada; porque una vez que la torre haya sido terminada, desearis

hacer bien y no hallaris oportunidad de hacerlo. Mirad, pues, los que os alegris en vuestra riqueza, que los que

estn en necesidad no giman, y su gemido se eleve al Seor, y vosotros con vuestra [abundancia de] cosas

buenas hallis cerrada la puerta de la torre. Ahora, pues, os digo a vosotros los que gobernis la Iglesia y que

ocupis sus asientos principales, no seis como los charlatanes. Los charlatanes, verdaderamente, llevan sus

drogas en cajas, pero vosotros llevis vuestra droga y vuestro veneno en el corazn. Estis endurecidos, y no

queris limpiar vuestros corazones, y mezclar vuestra sabidura en un corazn limpio, para que podis conseguir

misericordia del Gran Rey. Mirad, pues, hijos, que estas divisiones no os priven de vuestra vida. Cmo es posible

que queris instruir a los elegidos del Seor, en tanto que vosotros no tenis instruccin? Instruos unos a otros,

pues, y tened paz entre vosotros, que yo tambin pueda estar contento delante del Padre, y dar cuenta de todos

vosotros a vuestro Seor.

[18] X. As pues, cuando ella hubo cesado de hablarme, los seis jvenes que edificaban vinieron y se la llevaron a

la torre, y otros cuatro levantaron el sof y se lo llevaron tambin a la torre. No les vila cara a stos, porque la

tenan vuelta al otro lado. Y cuando ella se iba, yo le ped que me revelara qu significaban las tres formas en que

ella se me haba aparecido. Ella me contest y dijo: Con respecto a estas cosas has de preguntar a otro, para que

puedan serte reveladas. Pues yo la vi, hermanos, en mi primera visin del ao pasado, como una mujer muy

anciana y sentada en una silla. En la segunda visin su rostro era juvenil, pero su carne y su cabello eran aosos,

y me hablaba estando de pie; y ella estaba ms contenta que antes. Pero en la tercera visin era del todo joven y

de extraordinaria hermosura, y slo su cabello se vea de edad; y estaba contenta en gran manera y sentada sobre

un sof. Y yo estaba muy deseoso de saber la revelacin de estas cosas. Y veo a la anciana en una visin de la

noche, dicindome: Toda pregunta requiere humildad. Ayuna, pues, y recibirs del Seor lo que has pedido.

As que ayun un da; y aquella noche se me apareci un joven y me dijo: Siendo as que insistes pidiendo

revelaciones, vigila que con tu mucho preguntar no daes tu carne. Bstente estas revelaciones. No puedes ver

otras revelaciones ms poderosas que las que has visto? Y yo le dije en respuesta: Seor, slo pregunto una

cosa, con respecto a las tres formas de la anciana: que me sea concedida una revelacin completa. El me dijo

como respuesta: Hasta cundo sers sin entendimiento? Es tu nimo indeciso que hace que no tengas

entendimiento, y que tu corazn no est puesto hacia el Seor. Yo le contest y le dije de nuevo: De ti, Seor,

sabr las cosas con ms precisin.

[19] XI. Escucha, me dijo, con referencia a las tres formas sobre las cuales preguntas. En la primera visin,

por qu no se te apareci como una anciana y sentada en una silla? Porque tu espritu era aoso, y ya decado, y

no tena poder por razn de tus debilidades y actos de indecisin. Porque como un anciano, no teniendo ya

esperanza de renovar su juventud, no espera nada sino caer dormido, as vosotros tambin, siendo debilitados

con las cosas de este mundo, os entregis a lamentaciones, y no echis vuestros cuidados sobre el Seor, sino

que vuestro espritu est quebrantado, y sois achacosos con vuestras aflicciones. Por qu, pues, estaba

sentada en una silla, quisiera saber, Seor? Porque toda persona dbil se sienta en una silla por causa de su

debilidad, para que sea sostenida la debilidad de su cuerpo. As que t tienes el simbolismo de la primera visin.

[20] XII. Pero en la segunda visin la viste de pie, y con el rostro ms juvenil y ms alegre que antes; pero su

carne y su cabello eran aosos. Escucha esta parbola tambin, me dijo. Imagfnate a un anciano que ha perdido

toda esperanza de s mismo, por razn de su debilidad y su pobreza, y no espera nada ms que su ltimo da en la

vida. De repente le dejan una herencia. Oye las noticias, se levanta y, lleno de gozo, se viste con energia, y ya no

est echado, sino de pie, y su espritu, que estaba quebrantado hace un momento por razn de sus circunstancias

anteriores, es renovado otra vez, y ya no est sentado, sino que se siente animoso; as tambin era contigo,

cuando oste la revelacin que el Seor te revel. Porque l tuvo compasin de ti, y renov tus nimos, y puso a

un lado tus dolencias, y te vino fuerza, y fuiste hecho poderoso en la fe, yel Seor se regocij en verte fortalecido.

Y, por tanto, El te mostr la edificacin de la torre; si, y tambin otras cosas te mostrar si de todo corazn tenis

paz entre vosotros.

[21] XIII. Pero en la tercera visin la viste ms joven y hermosa y alegre, y su forma hermosa. Porque tal como

uno que est lamentndose, al recibir buenas noticias, inmediatamente olvida sus penas anteriores y no admite

nada sino las noticias que ha odo, y es fortalecido por ellas en lo que es bueno, y su espritu es renovado por

razn del gozo que ha recibido, del mismo modo tambin vosotros habis recibido una renovacin de vuestros

espritus al ver estas cosas buenas. Y si la viste sentada en un sof, la posicin es firme; porque el sof tiene

cuatro patas y se mantiene firme; porque el mundo tambin es sostenido por medio de cuatro elementos. As pues,

los que se han arrepentido plenamente sern jvenes de nuevo, y afianzados firmemente, siendo as que se han

arrepentido de todo su corazn. Ah tienes la revelacin entera y completa. No pidas ms revelaciones; pero si an

te falta algo, te ser revelado.

Visin Cuarta

[22] I. La cuarta visin la vi, hermanos, veinte das despus de la anterior que haba tenido, y era un tipo de la

tribulacin inminente. Yo andaba por la Va de la Campania, hacia el campo. Desde la carretera (al lugar adonde iba)

hay unos diez estadios; el terreno es fcil de andar. Iba solo, y rogaba al Seor que completara las revelaciones y

las visiones que me haba mostrado por medio de su santa Iglesia, para que l me fortaleciera a m mismo y diera

arrepentimiento a sus siervos que han tropezado, para que su Nombre grande y glorioso pueda ser glorificado,

pues me haba considerado digno de mostrarme sus maravillas. Y mientras le daba gloria y accin de gracias, me

contest como si fuera el sonido de una voz: No dudes en tu mente, Hermas. Empec a preguntarme y decirme:

Cmo puedo dudar en mi mente siendo as que he sido tan firmemente afianzado por el Seor y he visto cosas

gloriosas? Y segu un poco adelante, hermanos, y he aqu, vi una nube de polvo que se levantaba hacia el cielo,

y empec a decirme: Es posible que sea ganado que se acerca, y levanten una nube de polvo?, porque estaba.a

un estadio de distancia. Cuando la nube de polvo se fue haciendo cada vez mayor, sospech que se trataba de

algo sobrenatural. Entonces el sol brill un poco, y he aqu, vi una gran bestia como un monstruo marino, y de su

boca salan langostas de fuego. Y la bestia tena unos cien pies de longitud, y su cabeza era como si fuera de

arcilla. Y empec a llorar y a rogar al Seor que me rescatara de ella. Y record la palabra que haba odo: No

tengas dudas en tu mente, Hermas. As que, hermanos, habindome revestido de la fe del Seor y recordado las

obras poderosas que l me haba enseado, cobr nimos y me dirig hacia la bestia. Ahora bien, la bestia se

acercaba con tal furia que podra haber dejado en ruinas una ciudad. Llegu cerca de ella, y aunque el monstruo

era enorme, se tendi en el suelo, y meramente sac la lengua y no se movi en lo ms mnimo hasta que yo hube

pasado por su lado. Y la bestia tena en su cabeza cuatro colores: negro, luego color de fuego y sangre, luego oro,

luego blanco.

[23] II. As pues, una vez hube pasado la bestia y avanzado unos treinta pasos, he aqu, vino hacia m una virgen

ataviada como si saliera de la cmara nupcial, toda blanca y con sandalias blancas, velada hasta la frente, y la

cobertura de su cabeza era un turbante, y su cabello era blanco. Saba por visiones anteriores que era la Iglesia, y

me alegr algo. Ella me salud y me dijo: Buenos das, buen hombre; yo la salud a mi vez: Buenos das,

seora. Ella me contest y me dijo: No has encontrado nada? Yo le dije: Seora, una bestia enorme, que

podra haber destruido pueblos enteros; pero, por el poder del Seor y por su gran misericordia, escap de ella.

T escapaste de ella, cieno, dijo ella, porque pusiste en Dios todos tus cuidados, y abriste tu corazn al Seor,

creyendo que puedes ser salvado slo por medio de su Nombre grande y glorioso. Por tanto, el Seor envi a su

ngel, que est sobre las bestias, cuyo nombre es Segri, y le cerr la boca para que no pudiera causarte dao.

T has escapado de una gran tribulacin por causa de tu fe, y porque, aunque viste una bestia tan inmensa, no

dudaste en tu mente. Ve, pues, y declara a los elegidos del Seor sus obras poderosas, y diles que esta bestia es

un tipo de la gran tribulacin que ha de venir. Por tanto, si os preparis de antemano, y os arrepents (y os volvis)

al Seor de todo corazn, podris escapar de ella si vuestro corazn es hecho puro y sin mcula y si durante el

resto de los das de vuestra vida servs al Seor de modo intachable. Echa tus cuidados sobre el Seor y l se har

cargo de ellos. Confiad en el Seor, hombres de poco nimo, porque El puede hacer todas las cosas, s, puede

apanar su ira de vosotros, y tambin enviar sus plagas sobre vosotros los que sois de nimo indeciso. Ay de

aquellos que oyen estas palabras y son desobedientes; sera mejor para ellos que no hubieran nacido.

[24] III. Le pregunt con respecto a los cuatro colores que la bestia tena sobre la cabeza. Entonces ella me

contest y me dijo: Otra vez eres curioso sobre estas cosas. S, seora, le dije, hazme saber qu son estas

cosas. Escucha, me dijo; el negro es este mundo en el cual vivs; y el fuego y el color del fuego y la sangre

muestran que este mundo perecer a sangre y fuego; y el dorado son los que han escapado de este mundo.

Porque as como el oro es probado por el fuego y es hecho til, as tambin vosotros [que habitis en l] sois

probados. Los que permanecen y pasan por el fuego sern purificados por l. Porque como el oro pierde su

escoria, as vosotros tambin vais a desprenderos de toda afliccin y tribulacin, y seris purificados, y seris

tiles para la edificacin de la torre. Pero la parte blanca es la edad venidera, en la cual residirn los elegidos de

Dios; porque los elegidos de Dios sern sin mancha y puros para la vida eterna. Por lo tanto, no ceses de hablar a

los odos de los santos. Ahora tenis el simbolismo tambin de la tribulacin que se avecina potente. Pero si estis

dispuestos, no ser nada. Recordad las cosas que han sido escritas de antemano. Con estas palabras parti, y no

vi en qu direccin haba partido; porque se hizo un ruido; y me volv atemorizado, pensando que la bestia vena

hacia m.

Visin Quinta

[25] Mientras oraba en la casa y estaba sentado en el sof, entr un hombre de rostro glorioso, vestido como un

pastor, envuelto en una piel blanca, y con su zurrn al hombro y un cayado en la mano. Y me salud, y yo le

devolv el saludo. E inmediatamente se sent a mi lado y me dijo: Me ha enviado el ngel ms santo, para que

viva contigo el resto de los das de tu vida. Yo pens que haba venido a tentarme y le dije: Por qu?, quin

eres? Porque s, le dije, a quin he sido confiado. l me dijo: No me reconoces? No, le contest. Yo,

me dijo, soy el pastor a quien has sido confiado. En tanto que me estaba hablando, su forma cambi, y le

reconoc como el mismo a quien haba sido confiado; e inmediatamente qued confundido, y el temor se apoder

de m, y qued anonadado por la afliccin de haberle contestado de modo tan malvado e insensato. Pero l me

contest y dijo: No te quedes azorado, sino s confirmado en los mandamientos que estoy a punto de darte.

Porque yo he sido enviado, dijo, para mostrarte de nuevo las cosas que viste antes, en especial las que sean

convenientes para ti. Ante todo, escribe mis mandamientos y mis parbolas; y las otras cosas las escribirs segn

te mostrar. Y me dijo: La razn por la que te mando que escribas primero los mandamientos y las parbolas es que

puedas leerlas sobre la marcha, y as puedas guardarlas. As que escrib los mandamientos y las parbolas, tal

como me mand. Por tanto, si, cuando las os, las guardis y andis en ellas, y las hacis con el corazn puro,

recibiris del Seor todas las cosas que l ha prometido; pero si, cuando las os, no os arrepents, sino que aads

todava a vuestros pecados, recibiris del Seor lo opuesto. Todas estas cosas me mand que escribiera el pastor,

el ngel del arrepentimiento.

Primer Mandato

[26] Ante todo, cree que Dios es uno, y que l cre todas las cosas y las puso en orden, y trajo todas las cosas

de la no existencia al ser, que comprende,todas las cosas siendo l solo incomprensible. Cree en l, pues, y tmele,

y en este temor ejerce dominio sobre ti mismo. Guarda estas cosas, y te vers libre de toda maldad, y sers

revestido de toda excelencia y justicia, y vivirs para Dios si guardas este mandamiento.

Segundo Mandato[27] Y me dijo: Mantn la simplicidad y la inocencia, y sers como un nio pequeo, que no conoce la maldad

que destruye la vida de los hombres. Ante todo, no digas mal de ningn hombre, ni tengas placer en escuchar a

un calumniador. De otro modo, t que escuchas sers tambin responsable del pecado de aquel que habla mal, si

crees la calumnia que oyes; porque, al creerla, t tambin tendrs algo que decir contra tu hermano. As que sers

responsable del pecado del que dice el mal. La calumnia es mala; es un demonio inquieto, que nunca est en paz,

sino que siempre se halla entre divisiones. Abstente, pues, de ella, y tendrs paz en todo tiempo con todos los

hombres. Pero revstete de reverencia, en la cual no hay tropiezo, sino que todas las cosas son suaves y alegres.

Haz lo que es bueno, y de todas tus labores, que Dios te da, da a todos los que estn en necesidad

generosamente, sin hacer preguntas sobre a quin has de dar y a quin no has de dar. Da a todos, porque Dios

desea que todos reciban de su abundancia. Los que reciben, pues, tendrn que dar cuenta a Dios de por qu lo

han recibido y a qu fin; porque los que reciben en necesidad no sern juzgados, pero los que reciben con

pretextos simulados recibirn el castigo. As pues, el que da es inocente; porque como recibe del Seor el servicio

a ejecutar, lo ha ejecutado en sinceridad, sin hacer distincin entre a quin da y a quin no da. Esta ministracin,

pues, cuando es ejecutada sinceramente, pasa a ser gloriosa a la vista de Dios. El que ministra as sinceramente,

pues, vivir para Dios. Por tanto, guarda este mandamiento que te he dado: que tu propio arrepentimiento y el de

tu casa puedan ser hallados sinceros, y [tu] corazn puro y sin mancha.

Tercer Mandato

[28] De nuevo dijo: Ama la verdad, y que no salga de tu boca otra cosa que la verdad, que el espritu que Dios

hizo residir en esta tu carne pueda ser hallado veraz a la vista de todos los hombres; y as el Seor, que reside en

ti, ser glorificado; porque el Seor es fiel en toda palabra, y en l no hay falsedad. Por tanto, los que dicen

mentiras niegan al Seor, y pasan a ser ladrones del Seor, porque no le entregan a l el depsito que han

recibido. Porque ellos recibieron de l un espritu libre de mentiras. Si devuelven un espritu mentiroso, han faltado

al mandamiento del Seor y han pasado a ser ladrones. Cuando o estas cosas, llor amargamente. Pero,

vindome llorar, dijo: Por qu lloras? Seor, le contest, porque no s si puedo ser salvo. Por qu?, me

dijo. Seor, contest, porque nunca en mi vida he dicho una palabra de verdad, sino que siempre he vivido

engaosamente con todos los hombres y he cubierto mi falsedad como verdad delante de todos los hombres; y

nadie me ha contradicho nunca, sino que se ha puesto confianza en mi palabra. Seor, cmo, pues, puedo vivir

siendo as que he hecho estas cosas? l me contest: Tu suposicin es cierta y verdadera, porque te

corresponde como siervo de Dios andar en la verdad, y el Espritu de verdad no puede tener complicidad con el

mal, ni afligir al Espritu que es santo y verdadero. Y le dije: Nunca, Seor, o claramente palabras semejantes. Y

me contest: Ahora, pues, las oyes. Gurdalas, para que las falsedades anteriores que dijiste en tus asuntos y

negocios puedan por s mismas pasar a ser crebles, ahora que stas son halladas verdaderas; porque tambin

pueden pasar aqullas a ser dignas de confianza. Si guardas estas cosas y, en adelante, no dices otra cosa que la

verdad, podrs alcanzar la vida para ti mismo. Y todo el que oiga este mandamiento y se abstenga de falsedad

este hbito tan pernicioso vivir para Dios.

Cuarto Mandato

[29] I. Te encargo, me dijo, que guardes la pureza, y no permitas que entre en tu corazn ningn pensamiento

con referencia a la mujer de otro, o referente a fornicacin, u otros actos malos semejantes; porque al hacerlo

cometes un gran pecado. Pero recuerda siempre a tu propia esposa, y no irs descaminado nunca. Porque si este

deseo entra en tu corazn, irs descaminado, y si entra otro alguno tan malo como ste, cometes pecado. Porque

este deseo en un siervo de Dios es un gran pecado; y si un hombre hace esta maldad, obra muerte para s mismo.

Mira bien, pues. Abstente de este deseo; porque all donde reside la santidad, la licencia no debe entrar en el

corazn de un hombre justo. Y le dije: Seor, me permites hacer algunas preguntas ms? Pregunta, me

contest. Y yo le dije: Seor, si un hombre que tiene una esposa que confa en el Seor la descubre en adulterio,

comete pecado el marido que vive con ella? En tanto que est en la ignorancia, me dijo, no peca; pero si el

marido sabe que ella peca, y la esposa no se arrepiente, sino que contina en la fornicacin, y el marido vive con

ella, l se hace responsable del pecado de ella y es un cmplice en su adulterio. Y le dije: Qu es, pues, lo que

ha de hacer el marido si la esposa sigue en este caso? Que se divorcie de ella, dijo l, y que el marido viva

solo; pero si despus de divorciarse de su esposa se casa con otra, l tambin comete adulterio. As pues,

Seor, le dije, si despus qve la esposa es divorciada se arrepiente y desea regresar a su propio marido, no ha

de ser recibida? Sin duda ha de serlo, me dijo; si el marido no la recibe, peca y acarrea gran pecado sobre s;

es ms, el que ha pecado y se arrepiente debe ser recibido, pero no varias veces, porque slo hay un

arrepentimiento para los siervos de Dios. Por amor a su arrepentimiento, pues, el marido no debe casarse con otra.

Esta es la manera de obrar que se manda al esposo y a la esposa. No slo, dijo l, es adulterio si un hombre

contamina su carne, sino que todo el que hace cosas como los paganos comete adulterio. Por consiguiente, si

hechos as los sigue haciendo un hombre y no se arrepiente, mantente aparte de l y no vivas con l. De otro

modo, t tambin eres partcipe de su pecado. Por esta causa, se os manda que permanezcis solos, sea el marido

o la esposa; porque en estos casos es posible el arrepentimiento. Yo, me dijo, no doy oportunidad para que la

cosa se quede as, sino con miras a que el pecador no peque ms. Pero, con respecto al pecado anterior, hay Uno

que puede dar curacin: El es el que tiene autoridad sobre todas las cosas.

[30] II. Y le pregunt de nuevo, y dije: Siendo as que el Seor me tuvo por digno de que permanecieras siempre

conmigo, permteme todava decir unas pocas palabras, puesto que no entiendo nada, y mi corazn se ha vuelto

ms denso por mis actos anteriores. Hazme entender, porque soy muy necio, y no capto absolutamente nada. El

me contest, dicindome: Yo presido sobre el arrepentimiento y doy comprensin a todos los que se arrepienten.

Es ms, no crees, me dijo, que este mismo acto es comprensin? El arrepentirse es una gran comprensin, dijo

l. Porque el hombre que ha pecado comprende que ha hecho lo malo delante del Seor, y el hecho que ha

cometido entra en su corazn y se arrepiente y ya no obra mal, sino que hace bien en abundancia, y humilla su

propia alma, y la atormenta porque ha pecado. Ves, pues, que el arrepentimiento es una gran comprensin. Es

por esto, pues, Seor, le dije, que lo pregunto todo minuciosamente de ti; primero, porque soy un pecador;

segundo, porque no s qu obras he de hacer para poder vivir, porque mis pecados son muchos y varios. T

vivirs, me dijo, si guardas mis mandamientos y andas en ellos; y todo el que oye estos mandamientos y los

guarda, vivir ante Dios.

[31] III. Y le dije: Todava voy a hacer otra pregunta, Seor. Di, me contest. He odo, Seor, le dije, de

ciertos maestros, que no hay otro arrepentimiento aparte del que tuvo lugar cuando descendimos ab agua y

obtuvimos remisin de nuestros pecados anteriores. El me contest: Has odo bien; porque es as. Porque el

que ha recibido remisin de pecados ya no debe pecar ms, sino vivir en pureza. Pero como t inquieres sobre

todas las cosas con exactitud, te declarar esto tambin, para que no tengan excusa los que crean, a partir de

ahora, en el Seor, o los que ya hayan credo. Pues los que ya han credo, o van a creer en adelante, no tienen

arrepentimiento para los pecados, sino que tienen slo remisin de sus pecados anteriores. A los que Dios llam,

pues, antes de estos das, el Seor les design arrepentimiento. Porque el Seor, discerniendo los corazones y

sabiendo de antemano todas las cosas, conoci la debilidad de los hombres y las mltiples aagazas del diablo, en

qu forma l procurar engaar a los siervos de Dios, y se portar con ellos perversamente. El Seor, pues, siendo

compasivo, tuvo piedad de la obra de sus manos y design esta (oportunidad para) arrepentirse, y a m me dio la

autoridad sobre este arrepentimiento. Pero te digo, me aadi, si despus de este llamamiento grande y santo,

alguno, siendo tentado por el diablo, comete pecado, slo tiene una (oportunidad de) arrepentirse. Pero si peca

nuevamente y se arrepiente, el arrepentimiento no le aprovechar para nada; porque vivir con dificultad. Yo le

dije: He sido vivificado cuando he odo estas cosas de modo tan preciso. Porque s que, si no aado a mis

pecados, ser salvo. Sers salvo, me dijo, t y todos cuantos hagan todas estas cosas.

[32] IV. Y le pregunt de nuevo, diciendo: Seor, como has tenido paciencia conmigo hasta aqu, declrame esta

otra cuestin tambin. Di, me contest. Si una esposa, le dije, o supongamos un marido, muere, y el otro se

casa, comete pecado el que se casa? No peca, me dijo; pero si se queda sin casar, se reviste de un honor

mucho mayor y de gran gloria delante del Seor; con todo, si se casa, no peca. Preserva, pues, la pureza y la

santidad, y vivirs ante Dios. Todas estas cosas, pues, que te digo ahora y te dir despus, gurdalas desde ahora

en adelante, desde el da en que me fuiste encomendado, y yo vivir en tu casa. Pero, para tus transgresiones

anteriores habr remisin si guardas mis mandamientos. S, y todos tendrn remisin si guardan estos

mandamientos y andan en esta pureza.

Quinto Mandato

[33] I. S paciente y entendido, dijo, y tendrs dominio sobre todo lo malo, y obrars toda justicia. Porque si

eres sufrido, el Espritu Santo que habita en ti ser puro, no siendo oscurecido por ningn espritu malo, sino que

residiendo en un gran aposento se regocijar y alegrar con el vaso en que reside, y servir a Dios con mucha

alegra, teniendo prosperidad. Pero si sobreviene irascibilidad, al punto el Espritu Saiito, siendo delicado, es puesto

en estrechez, no teniendo [el] lugar despejado, y procura retirarse del lugar porque es ahogado por el mal espritu,

y no tiene espacio para ministrar para el Seor como desea, ya que es contaminado por el temperamento irascible.

Porque el Seor mora en la longanimidad, pero el diablo en la irascibilidad. As pues, que los dos espritus habiten

juntos es inconveniente, y malo para el hombre en el cual residen. Porque si tomas un poco de ajenjo y lo viertes

en un tarro de miel, no se echa a perder toda la miel, y esto por una cantidad muy pequea de ajenjo? Porque

destruye la dulzura de la miel, y ya no tiene el mismo atractivo para el que lo posee, porque se ha vuelto amarga y

ya es inservible. Pero si no se pone el ajenjo en la miel, la miel es dulce y es til para su dueo. Ves [pues] que la

longanimidad es muy dulce, ms an que la dulzura de la miel, y es til al Seor, y El reside en ella. Pero la

irascibilidad es amarga e intil. Si el temperamento irascible se mezcla, pues, con la paciencia, la paciencia es

contaminada y la intercesin del hombre ya no es til a Dios. Quisiera conocer, Seor, le dije, la obra del

temperamento irascible, para que pueda guardarme de l. S, verdaderamente, me contest; si t no te

guardas de l t y tu familia has perdido toda esperanza. Pero gurdate de l; porque yo estoy contigo. S, y

todos los hombres deben mantenerse alejados de l, todos los que de todo corazn se han arrepentido. Porque yo

estoy con ellos y los preservar; porque todos fueron justificados por el ngel santsimo.

[34] II. Oye ahora, me dijo, cun mala es la obra de la irascibilidad, y en qu forma subvierte a los siervos de

Dios por s misma, y cmo les lleva a extraviarse de la justicia. Pero no descarra a aquellos que estn plenamente

en la fe, ni puede obrar sobre ellos, porque el poder del Seor est con ellos; pero a los que estn vacos y son de

nimo indeciso les hace descarriar. Porque cuando ve a estos hombres en prosperidad se insina en el corazn del

hombre, y sin ningn otro motivo, el hombre o la mujer es agraviada a causa de las cosas seculares, sea sobre

comidas o alguna cosa trivial, o algn amigo, o sobre dar o recibir, o sobre cuestiones de este estilo. Porque todas

estas cosas son necias y vanas y sin sentido e inconvenientes para los siervos de Dios. Pero la paciencia es

grande y fuerte, y tiene un poder vigoroso y grande, y es prspera en gran crecimiento, alegre, gozosa y libre de

cuidado, glorificando al Seor en toda sazn, no teniendo amargura en s, permaneciendo siempre tranquila y

dulce. Esta paciencia, pues, reside en aquellos cuya fe es perfecta. Pero el temperamento irascible es en primer

lugar necio, voluble e insensato; luego, de la necedad se engendra rencor; del rencor, enojo; del enojo, ira; de la

ira, despecho; entonces el despecho es un compuesto de todos estos elementos viles y pasa a ser un pecado

grande e incurable. Porque cuando todos estos espritus residen en un vaso en que reside tambin el Espritu

Santo, este vaso no puede contenerlos, sino que rebosa. El espritu delicado, pues, no estando acostumbrado a

residir con un espritu malo, ni con aspereza, se aparta del hombre de esta clase, y procura residir en tranquilidad y

calma. Entonces, cuando se ha apartado de aquel hombre en el cual reside, este hombre se queda vaco del espritu

justo, y a partir de entonces, siendo lleno de malos espritus, es inestable en todas sus acciones, siendo arrastrado

de ac para all por los espritus malos, y se ve del todo cegado y privado de sus buenas intenciones. Esto, pues,

ha sucedido a todas las personas de temperamento irascible. Abstente, as, del temperamento irascible, el peor de

los espritus malos. Pero revstete de paciencia, y resiste la irascibilidad y la aspereza, y te hallars en compaa de

la santidad que es amada por el Seor. Procura, por tanto, no descuidar nunca este mandamiento; porque si

dominas este mandamiento, podrs asimismo guardar los restantes mandamientos que estoy a punto de darte.

Mantente firme en ellos dotado de poder; y que todos estn dotados de poder, todos cuantos deseen andar en

ellos.

Sexto Mandato

[35] I. Te encargu, me dijo, en mi primer mandamiento que guardes la fe y el temor y la templanza. S,

seor, le dije. Pero ahora, insisti, quiero mostrarte sus poderes tambin, para que puedas comprender cul

es el poder y efecto de cada una de ellas. Porque sus efectos son dobles y hacen referencia tanto a lo justo como a

lo injusto. Por consiguiente, t confa en la justicia, pero no confes en la injusticia; porque el camino de la justicia

es estrecho, pero el camino de la injusticia es torcido. Pero anda en el camino estrecho [y llano] y deja el torcido.

Porque el camino torcido no tiene veredas claras, sino lugares sin camino marcado, tiene piedras en que tropezar, y

es spero y lleno de espinos. As pues, es perjudicial para los que andan en l. Pero los que andan en el camino

recto, andan en terreno llano y sin tropezar: porque no es ni spero ni tiene espinos. Ves, pues, que es ms

conveniente andar en este camino. Estoy contento, seor, le dije, de andar en este camino. T andars,

s, dijo, y todo el que se vuelva al Seor de todo corazn andar en l.

[36] II. Oye ahora, me dijo, con respecto a la fe. Hay dos ngeles en cada hombre: uno de justicia y otro de

maldad. Seor, le dije, cmo voy, pues, a conocer sus actividades si los ngeles moran en m? Escucha,

me contest, y entiende sus obras. El ngel de justicia es delicado y tmido, manso y sosegado. Por lo tanto,

cuando ste entra en tu corazn, inmediatamente habla contigo de justicia, de pureza, santidad, contento, de todo

acto justo y toda virtud gloriosa. Cuando todas estas cosas entran en tu corazn, sabe que el ngel de justicia

est contigo. [Estas, pues, son las obras del ngel de justicia.] Confa en l, pues, y en sus obras. Ahora, ve las

obras del ngel de maldad tambin. Ante todo, es iracundo y rencoroso e insensato, y sus obras son malas y

nocivas para los siervos de Dios. Siempre que ste entra en tu corazn, concele por las palabras. No s cmo

voy a discernirle, Seor, le contest. Escucha, dijo l. Cuando te viene un acceso de irascibilidad o rencor,

sabe que l est en ti. Luego, cuando te acucia el deseo de muchos negocios y el de muchas y costosas comilonas

y borracheras y de varias lujurias que son impropias, y el deseo de mujeres, y la codicia y la altanera y la jactancia,

y de todas las cosas semejantes a stas; cuando estas cosas, pues, entran en tu corazn, sabe que el ngel de

maldad est contigo. T, pues, reconociendo sus obras, mantente apanado de l, y no confes en l en nada,

porque sus obras son malas e impropias de los siervos de Dios. Aqu, pues, tienes las obras de los dos ngeles.

Entindelas, y confa en el ngel de justicia. Pero del ngel de maldad mantente apanado, porque su enseanza es

mala en todo sentido; porque aunque uno sea un hombre de fe, si el deseo de este ngel entra en su corazn, este

hombre, o esta mujer, ha de cometer algn pecado. Y si adems un hombre o una mujer es en extremo malo, y las

obras del ngel de justicia entran en el corazn de este hombre, por necesidad ha de hacer algo bueno. Ves, pues,

dijo, que es bueno seguir al ngel de justicia y despedirse del ngel de maldad. Este mandamiento declara lo que

hace referencia a la fe, para que puedas confiar en las obras del ngel de justicia y, hacindolas, puedas vivir para

Dios. Pero cree que las obras del ngel de maldad son difciles; as que, al no hacerlas, vivirs ante Dios.

Sptimo Mandato

[37] Teme al Seor, me dijo, y guarda sus mandamientos. As que guardando los mandamientos de Dios sers

poderoso en toda obra, y tus actos sern incomparables. Porque en tanto que temas al Seor, hars todas las

cosas bien. Este es el temor con el cual deberas temer y ser salvo. Pero no temas al diablo; pues si temes al Seor,

te enseorears del diablo, porque no hay poder en l. [Porque] de aquel en quien no hay poder, tampoco hay

temor; pero a aquel cuyo poder es glorioso, a ste hay que temer. Porque todo aquel que tiene poder es temido, en

tanto que el que no tiene poder es despreciado por todos. Pero teme las obras del diablo, porque son malas.

Cuando t temas al Seor, temers las obras del diablo y no las hars, sino que te abstendrs de ellas. El temor es,

pues, de dos clases. Si deseas hacer lo malo, teme al Seor, y no lo hagas. Pero si deseas hacer lo bueno, teme al

Seor y hazlo. Por tanto, el temor del Seor es poderoso y grande y glorioso. Teme al Seor, pues, y vivirs para

El; s, y todos los que guardan sus mandamientos y le temen, vivirn para Dios. Por qu, Seor, le pregunt,

has dicho con respecto a los que guardan sus mandamientos: "Vivirn para Dios"? Porque, me dijo, toda

criatura teme al Seor, pero no todos guardan sus mandamientos. As pues, los que le temen y guardan sus

mandamientos, tienen vida ante Dios; pero los que no guardan sus mandamientos no tienen vida en s.

Octavo Mandato

[38] Te dije, prosigui, que las criaturas de Dios tienen dos aspectos; porque la templanza tambin los tiene.

Porque en algunas cosas es justo ser templado, pero en otras no lo es. Dame a conocer, seor, le dije, en que

cosas es recto ser templado y en qu cosas no lo es. Escucha, me dijo: S templado respecto a lo que es

malo, y no lo hagas; pero no seas templado respecto a lo que es bueno, sino hazlo. Porque si eres templado para lo

que es bueno, de modo que no lo haces, cometes un gran pecado; pero si eres templado respecto a lo que es malo,

de modo que no lo ejecutas, haces una gran justicia. S templado, por consiguiente, abstenindote de toda maldad,

y haz lo que es bueno. Qu clases de maldad, Seor, le dije, son aquellas de que hemos de abstenernos

siendo templados? Oye, me dijo; del adulterio y la fornicacin, del libertinaje y la embriaguez, de la lujuria

perversa, de las muchas viandas y lujos de los ricos, del jactarse y la altivez y el orgullo, de la falsedad y hablar

mal y la hipocresa, la malicia y toda blasfemia. Estas obras son las ms perversas de todas en la vida de los

hombres. De estas obras, pues, el siervo de Dios debe abstenerse, siendo templado; porque el que no es templado

de modo que no se abstiene de ellas, tampoco vive para Dios. Escucha, pues, lo que ocurre a stos. Cmo!,

dije, hay otros actos malos todava, Seor? S, me dijo, hay muchos ante los cuales el siervo de Dios ha de

ser templado y abstenerse: hurtos, falsedades, privaciones, falsos testimonios, avaricia, malos deseos, engao,

vanagloria, jactancia, y todas las cosas que son semejantes. No crees que estas cosas son malas, s, muy malas,

[dijo l], para los siervos de Dios? En todas estas cosas el que sirve a Dios debe ejercer templanza y abstenerse

de ellas. S, pues, templado, y abstente de todas estas cosas, para que puedas vivir para Dios y ser contado entre

los que ejercen dominio propio en ellas. Estas son, por tanto, las cosas de las cuales debes abstenerte. Ahora

escucha, dijo, las cosas en que no deberas ejercer abstencin, sino hacerlas. No ejerzas abstencin en lo que

es bueno, sino hazlo. Seor, le dije, mustrame el poder de las cosas buenas tambin, para que pueda andar

en ellas, y servirlas, para que hacindolas me sea posible ser salvo. Oye tambin, me dijo, las cosas buenas

que debes hacer, de las cuales no tienes que abstenerte. Primero estn la fe, el temor del Seor, el amor, la

concordia, las palabras de justicia, verdad, paciencia; no hay nada mejor que estas cosas en la vida de los

hombres. Si un hombre las guarda, y no se abstiene de ellas, es bienaventurado en esta vida. Oye ahora las otras

que se sigue de ellas: ministrar a las viudas, visitar a los hurfanos y necesitados, rescatar a los siervos de Dios en

sus aflicciones, ser hospitalario (porque en la hospitalidad se ejerce la benevolencia una y otra vez), no resistir a

otros, ser tranquilo, mostrarse ms sumiso que todos los dems, reverenciar a los ancianos, practicar la justicia,

observar el sentimiento fraternal, soportar las ofensas, ser paciente, no guardar rencor, exhortar a los que estn

enfermos del alma, no echar a los que han tropezado en la fe, sino convertirlos y darles nimo, reprender a los

pecadores, no oprimir a los deudores e indigentes, y otras acciones semejantes. Te parecen buenas?, me

pregunt. Cmo, Seor! Puede haberlas mejores, le contest. Entonces anda con ellas, me dijo, y no te

abstengas de ellas, y vivirs para Dios. Guarda este mandamiento, pues. Si obras bien y no te abstienes de

hacerlo, vivirs para Dios; s, y todos los que obren as vivirn para Dios. Y de nuevo, si no obras mal, sino que te

abstienes de l, vivirs para Dios; s, y vivirn para Dios todos los que guardan estos mandamientos y andan en

ellos.

Noveno Mandato

[39] Y l me dijo: Aparta de ti todo nimo indeciso y no dudes en absoluto de si has de hacer suplicar a Dios,

dicindote a ti mismo: "Cmo puedo pedir una cosa del Seor y recibirla siendo as que he cometido tantos

pecados contra l?" No razones de esta manera, sino vulvete al Seor de todo corazn, y no le pidas nada

vacilando, y conocers su gran compasin, pues l, sin duda, no te abandonar, sino que cumplir la peticin de

tu alma. Porque Dios no es como los hombres que guardan rencores, sino que El mismo es sin malicia y tiene

compasin de sus criaturas. Limpia, pues, tu corazn de todas las vanidades de esta vida, y de las cosas

mencionadas antes; y pide al Seor, para que recibas todas las cosas, y no se te negar ninguna de todas tus

peticiones si no pides al Seor las cosas vacilando. Pero si fluctas en tu corazn no recibirs ninguna de tus

peticiones. Porque los que vacilan respecto a Dios son los de nimo indeciso, y stos nunca obtienen sus

peticiones. Pero los que estn llenos en la fe, hacen todas sus peticiones confiando en el Seor, y reciben porque

piden sin vacilacin, sin dudar; porque todo hombre de nimo indeciso, si no se arrepiente, difcilmente se salvar.

Purifica, pues, tu corazn de toda duda en tu nimo, y ten fe, porque es fuerte, y confa en Dios para que recibas

todas las peticiones que haces; y si despus de pedir algo al Seor recibes tu peticin con alguna demora, no

vaciles en tu nimo porque no has recibido la peticin de tu alma al instante. Porque es por razn de alguna

tentacin o alguna transgresin de la que t no sabes nada que no recibes la peticin sino con demora. Por tanto,

no ceses en hacer la peticin de tu alma, y la recibirs. Pero si te cansas, y dudas cuando pides, clpate a ti mismo

y no a Aquel que te lo da. Resuelve esta indecisin; porque es mala y sin sentido, y desarraiga a muchos de la fe,

s, incluso a hombres fieles y fuertes. Porque verdaderamente esta duda en el nimo es hija del diablo y causa gran

dao a los siervos de Dios. Por tanto, desprecia estas dudas del nimo y domnalas en todo, revistindote de fe,

que es fuerte y poderosa. Puesto que la fe promete todas las cosas, realiza todas las cosas; pero el nimo indeciso,

que no tiene confianza en s mismo, falla en todas las obras que hace. Ves, pues, dijo, que la fe viene de arriba,

del Seor, y tiene gran poder; pero el nimo vacilante es un espritu terreno del diablo, y no tiene poder. Por tanto,

sirve a la fe que tiene poder, y mantente lejos del nimo vacilante, y vivirs para Dios; s, y todos los que piensan

igual vivirn para Dios.

Dcimo Mandato

[40] I. Ahuyenta de ti la tristeza, me dijo, porque es la hermana del nimo indeciso y el temperamento irascible.

Cmo, Seor, le dije, es hermana de stos? Porque el temperamento irascible me parecer ser una cosa; el

nimo vacilante, otra; la pena, otra. Eres un necio, me contest, [y] no te das cuenta que la tristeza es peor

que todos los espritus, y muy fatal para los siervos de Dios, y ms que todos los espritus destruye al hombre, y

apaga al Espritu Santo, y por otro lado lo salva. Yo, Seor, le dije, no tengo entendimiento, y no comprendo

estas parbolas. Porque cmo puede destruir y salvar?, esto no lo comprendo. Escucha, me dijo: Los que

nunca han investigado respecto a la verdad, ni inquirido respecto a la divinidad, sino meramente credo, y se han

mezclado en negocios y riquezas y amigos paganos y muchas otras cosas de este mundo; cuantos, digo, se

dedican a estas cosas, no comprenden las parbolas de la deidad; porque han sido entenebrecidos por sus

acciones, y se han corrompido y hecho infructuosos. Como las vias buenas, que cuando se las abandona y

descuida se vuelven infructuosas por las zarzas y hierbas de todas clases, lo mismo los hombres que, despus de

haber credo, caen en estas muchas ocupaciones que hemos mencionado antes, pierden su entendimiento y no

comprenden nada en absoluto con respecto a la justicia; porque si oyen acerca de la deidad y la verdad, su mente

est absorta en sus ocupaciones, y no perciben nada en absoluto. Pero si tienen el temor de Dios, e investigan

con respecto a la deidad y a la verdad, y dirigen su corazn hacia el Seor, perciben y entienden todo lo que se les

dice ms rpidamente, porque el temor del Seor est en ellos; porque donde reside el Seor, all tambin hay gran

entendimiento. Adhirete, pues, al Seor, y comprenders y advertirs todas las cosas.

[41] II. Escucha ahora, hombre sin sentido, me dijo, en qu forma la tristeza oprime al Espritu Santo y le apaga,

y en qu forma salva. Cuando el hombre de nimo indeciso emprende alguna accin, y fracasa en ella debido a su

nimo indeciso, la tristeza entra en el hombre, y contrista al Espritu Santo y lo apaga. Luego, cuando el temple

irascible se adhiere al hombre con respecto a algn asunto, y est muy contrariado, de nuevo la tristeza entra en el

corazn del hombre que estaba contrariado y es compungido por el cto que ha cometido, y se arrepiente de haber

obrado mal. Esta tristeza, pues, parece traer salvacin, porque se arrepiente de haber hecho el mal. As pues, las

operaciones entristecen al Espritu, primero, el nimo indeciso entristece al Espritu, porque no consigue el asunto

que quiere, y el temple irascible tambin, puesto que hizo algo malo. Por consiguiente, los dos contristan al

Espritu: el nimo indeciso y el temple irascible. Ahuyenta de ti, pues, tu tristeza, y no aflijas al Espritu Santo que

mora en ti, para que no suceda que interceda a Dios [contra ti] y se aparte de ti. Porque el Espritu de Dios, que fue

dado a esta carne, no soporta la tristeza ni el ser constreido.

[42] III. Por tanto, revstete de alegra y buen nimo, que siempre tiene favor delante de Dios, y le es aceptable, y

regocjate en ellos. Porque todo hombre animoso obra bien, y piensa bien, y desprecia la tristeza; pero el hombre

triste est siempre cometiendo pecado. En primer lugar comete pecado, porque contrista al Espritu Santo, que fue

dado al hombre siendo un espritu animoso; y en segundo lugar, al contristar al Espritu Santo, pone por obra

iniquidad, ya que ni intercede ante Dios ni le confiesa. Porque la intercesin de un hombre triste nunca tiene poder

para ascender al altar de Dios. Por qu, pregunt yo, la intercesin del que est triste no asciende al altar?

Me contest: Porque la tristeza est situada en su corazn. Por ello, la tristeza mezclada con la intercesin no

permite que la intercesin ascienda pura al altar. Porque como el vinagre cuando se mezcla con vino en el mismo

(vaso) no tiene el mismo sabor agradable, del mismo modo la tristeza mezclada con el Espritu Santo no produce la

misma intercesin (que producira el Espritu Santo solo). Por consiguiente, purifcate de tu malvada tristeza, y

vivirs para Dios; si, y todos viven para Dios, los que echan de s la tristeza y se revisten de buen nimo y

alegra.

Undcimo Mandato

[43] Y me mostr a unos hombres sentados en un sof, y a otro hombre sentado en una silla. Y me dijo: Ves a

stos que estn sentados en el sof? Los veo, Seor, le dije. Estos, me contest, dan fruto, pero el que

est sentado en la silla es un falso profeta que destruye la mente de los siervos de Dios es decir, los de nimo

vacilante, no de los fieles. Estos de nimo indeciso, por tanto, van a l como un adivinador e inquieren de l lo

que les suceder. Y l, el falso profeta, no teniendo poder de un Espritu divino en s, habla con ellos en

concordancia con sus preguntas [y en concordancia con las concupiscencias de su maldad], y llena sus almas

segn ellos desean que sean llenadas. Porque, siendo vaco l mismo, da respuestas vacas a los inquiridores

vacos; porque a toda pregunta que se le haga, responde en conformidad con lo vaco del hombre. Pero dice

tambin algunas palabras de verdad; porque el diablo le llena de su propio espritu, por si acaso le es posible

abatir a algunos de los justos. As pues, todos los que son fuertes en la fe del Seor, revestidos de la verdad, no

se unen a estos espritus, sino que se mantienen a distancia de ellos; pero cuantos son de nimo vacilante y

cambian su opinin con frecuencia, practican la adivinacin como los gentiles y acarrean sobre s mismos mayor

pecado con sus idolatras. Porque el que consulta a un profeta falso sobre alguna cosas, es un idlatra y est

exento de la verdad y de sentido. Porque a ningn Espritu dado por Dios hay necesidad de consultarle, sino que,

teniendo el poder de la deidad, dice todas las cosas de s mismo, porque es de arriba, a saber, del poder del

Espritu divino. Pero el espritu que es consultado, y habla en conformidad con los deseos de los hombres, es

terreno y voluble, no teniendo poder; y no habla en absoluto, a menos que sea consultado. Cmo, pues,

seor, le dije, sabr un hombre quin es un profeta y quin es un profeta falso? Escucha, me contest,

respecto a estos dos profetas; y, como te dir, as pondrs a prueba al profeta y al falso profeta. Por medio de su

vida pon a prueba al hombre que tiene el Espritu divino. En primer lugar, el que tiene el Espritu [divino], que es de

arriba, es manso y tranquilo y humilde, y se abstiene de toda maldad y vano deseo de este mundo presente, y se

considera inferior a todos los hombres, y no da respuesta a ningn hombre cuando inquiere de l, ni habla en

secreto (porque tampoco habla el Espritu Santo cuando un hombre quiere que lo haga), sino que este hombre

habla cuando Dios quiere que lo haga. As pues, cuando el hombre que tiene el Espritu divino acude a una

asamblea de hombres justos, que tienen fe en el Espritu divino, y se hace intercesin a Dios en favor de la

congregacin de estos hombres, entonces el ngel del espritu proftico que est con el hombre llena al hombre, y

ste, siendo lleno del Espritu Santo, habla a la multitud, segn quiere el Seor. De esta manera, pues, el Espritu de

la deidad ser manifestado. Esta, por tanto, es la grandeza del poder que corresponde al Espritu de la divinidad

que es del Seor. Oye ahora, me dijo, respecto al espritu terreno y vano, que no tiene poder, sino que es

necio. En primer lugar, este hombre que parece tener un espritu, se exalta a s mismo, y desea ocupar un lugar

principal, e inmediatamente es imprudente y desvergonzado y charlatn y habla familiarizado en -muchas cosas

lujuriosas y muchos otros engaos, y recibe dinero por su actividad proftica, y si no lo recibe, no profetiza.

Ahora bien, puede un Espritu divino recibir dinero y profetizar? No es posible que un profeta de Dios haga esto,

sino que el espritu de estos profetas es terreno. En segundo lugar, nunca se acerca a una asamblea de justos;

sino que los evita, y se junta con los de nimo indeciso y vacos, y profetiza para ellos en los rincones, y los

engaa, dicindoles toda clase de cosas en vaciedad, para gratificar sus deseos; porque tambin son vacos

aquellos a los que contesta. Porque el vaso vaco es colocado junto con el vaco, y no se rompe, sino que estn de

acuerdo el uno con el otro. Pero cuando este hombre entra en una asamblea llena de justos, que tienen un Espritu

de la divinidad, y ellos hacen intercesin, este hombre es vaco, y el espritu terreno huye de l con temor, y el

hombre se queda mudo y se queda desconcertado, sin poder decir una sola palabra. Porque si colocas vino o

aceite en una alacena, y pones una vasija vaca entre ellos, y luego deseas vaciar la alacena, la vasija que habas

colocado all vaca la vas a sacar vaca. Del mismo modo, tambin, los profetas vacos, siempre que se ponen en

contacto con los espritus de los justos, despus quedan igual que antes. Te he mostrado la vida de las dos clases

de profetas. Por lo tanto, pon a prueba, por su vida y sus obras, al hombre que dice que es movido por el Espritu.

As pues, confa en el Espritu que viene de Dios y tiene poder; pero en el espritu terreno y vaco no pongas

confianza alguna; porque en l no hay poder, puesto que viene del diablo. Escucha [pues] la parbola que te dir.

Toma una piedra y chala hacia arriba al cielo, ve si puedes alcanzarlo; o tambin, lanza un chorro de agua hacia el

cielo, y mira si puedes penetrar en el cielo. Y le dije: Seor, cmo pueden hacerse estas cosas? Porque las dos

cosas que has mencionado estn ms all de nuestro poder. Bien, pues, me dijo, del mismo modo que estas

cosas estn ms all de nuestro poder, igualmente los espritus terrenos no tienen poder y son dbiles. Ahora

toma el poder que viene de arriba. El granizo es una piedrecita pequea y, con todo, cuando cae sobre la cabeza de

un hombre, cunto dolor causa! O, tambin, toma una gota que cae del tejado al suelo y hace un hueco en la

piedra. Ves, por consiguiente, que las cosas pequeas de arriba caen sobre la tierra con gran poder. De la misma

manera, el Espritu divino, viniendo de arriba, es poderoso. Confa, pues, en este Espritu, pero mantente lejos del

otro.

Duodcimo Mandato

[44] I. Y me dijo: Aparta de ti todo mal deseo, y revstete del deseo que es bueno y santo; porque revestido de

este deseo podrs aborrecer el mal deseo, y le pondrs brida y lo dirigirs segn quieras. Porque el mal deseo es

salvaje, y slo se domestica con dificultad; porque es terrible, y por su tosquedad es muy costoso a los hombres;

ms especialmente, si un siervo de Dios se enmaraa en l y no tiene entendimiento, le es en extremo costoso.

Adems, es costoso a los hombres que no estn revestidos del buen deseo, sino que estn enzarzados en esta

vida. A estos hombres, por tanto, los entrega a la muerte. Oh Seor, dije yo, ide qu clase son las obras del

mal deseo, que entrega al hombre a la muerte? Dame a conocer estas obras para que pueda mantenerme alejado de

ellas. Escucha, [dijo l], a travs de qu obras el mal deseo acarrea muerte a los siervos de Dios.

[45] II. Ante todo, el deseo de la esposa o marido de otro, y de los extremos de riqueza, y de muchos lujos

innecesarios, y de bebidas y otros excesos, muchos y necios. Porque todo lujo es necio y vano para los siervos de

Dios. Estos deseos, pues, son malos, y causan la muerte a los siervos de Dios. Porque este mal deseo es un hijo

del diablo. Por lo tanto, tenis que absteneros de los malos deseos, para que, abstenindoos, podis vivir para

Dios. Pero todos los que son dominados por ellos, y no los resisten, son puestos a muerte del todo; porque estos

deseos son mortales. Pero t revstete del deseo de justicia, y habindote armado con el temor del Seor,

resstelos. Porque el temor de Dios reside en el buen deseo. Si el mal deseo te ve armado con el temor de Dios y

resistindole, se ir lejos de ti y no le vers ms, pues teme tus armas. Por tanto, t, cuando seas recompensado

con la corona de victoria sobre l, ven al deseo de justicia, y entrgale el premio del vencedor que has recibido, y

srvele, segn ha deseado. Si t sirves al buen deseo, y ests sometido a l, tendrs poder para dominar al mal

deseo, y someterle, segn quieras.

[46] III. Me gustara saber, Seor, le dije, en qu formas debera servir al buen deseo. Escucha, me dijo;

practica la justicia y la virtud, la verdad y el temor del Seor, la fe y la mansedumbre, y otros actos buenos as.

Practicndolos, sers agradable como siervo de Dios, y vivirs para El; s, y todo el que sirve al buen deseo vivir

para Dios.

As complet l los doce mandamientos, y me dijo: T tienes estos mandamientos; anda en ellos, y exhorta a los

que te escuchan a que se arrepientan y sean puros durante el resto de los das de su vida. Cumple este ministerio

que te encargo, con toda diligencia, hasta el fin, y habrs hecho mucho. Porque hallars favor entre aquellos que

estn a punto de arrepentirse, y obedecern tus palabras. Porque estar conti