Pano Critico Eticas Mundo.vida

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35 REVISTA COLOMBIANA DE BIOÉTICA • VOL. 1 NO. 1, ENERO-JUNIO DE 2006 Panorama crítico de las éticas del mundo viviente Gilbert Hottois Resumen Esta presentación sobre las diversas y polémicas éticas del mundo vivien- te, o éticas ambientales, tiene un carácter filosófico y global. Los proble- mas, las inquietudes y los riesgos referidos al mundo viviente son cau- sados, directa o indirectamente, por la actividad humana; afectan el mundo humano y no humano y son susceptibles de ser prevenidos o resueltos, en parte o en su totalidad, por el hombre. Además, son cues- tiones sociales en un contexto sociológico, económico, tecnológico y político. La metodología de enfoque debe ser interdisciplinaria y plura- lista y tener en cuenta la complejidad y el carácter probabilístico o esta- dístico de los hechos, de los problemas y de los escenarios. Se trata de transmitir a las generaciones futuras el ingenio creador de nuestra espe- cie y la memoria de las experiencias pasadas. Palabras claves: Éticas del mundo viviente, ética ambiental, ecoética, macrobioética, antropocentrismo, ecología profunda, ecosofía. Presentación Esta presentación tiene un carácter filosófico y global. Su primera referencia es la ética ambiental, la cual tiene el desarrollo más rico y diverso entre las éticas del mundo viviente. * Traducción del francés: Chantal Aristizábal Tobler, M.D.

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    REVISTA COLOMBIANA DE BIOTICA VOL. 1 NO. 1, ENERO-JUNIO DE 2006

    Panorama crtico delas ticas del mundo viviente

    Gilbert Hottois

    Resumen

    Esta presentacin sobre las diversas y polmicas ticas del mundo vivien-te, o ticas ambientales, tiene un carcter filosfico y global. Los proble-mas, las inquietudes y los riesgos referidos al mundo viviente son cau-sados, directa o indirectamente, por la actividad humana; afectan elmundo humano y no humano y son susceptibles de ser prevenidos oresueltos, en parte o en su totalidad, por el hombre. Adems, son cues-tiones sociales en un contexto sociolgico, econmico, tecnolgico ypoltico. La metodologa de enfoque debe ser interdisciplinaria y plura-lista y tener en cuenta la complejidad y el carcter probabilstico o esta-dstico de los hechos, de los problemas y de los escenarios. Se trata detransmitir a las generaciones futuras el ingenio creador de nuestra espe-cie y la memoria de las experiencias pasadas.

    Palabras claves: ticas del mundo viviente, tica ambiental, ecotica,macrobiotica, antropocentrismo, ecologa profunda, ecosofa.

    Presentacin

    Esta presentacin tiene un carcter filosfico y global. Su primerareferencia es la tica ambiental, la cual tiene el desarrollo ms rico ydiverso entre las ticas del mundo viviente.

    * Traduccin del francs: Chantal Aristizbal Tobler, M.D.

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    Los problemas, las inquietudes y los riesgos referidos al mundo vi-viente son causados, directa o indirectamente, por la actividad huma-na; afectan el mundo no humano (particularmente las formas devida no humanas) y el mundo humano. Estos problemas son suscep-tibles de ser prevenidos o resueltos, en parte o en su totalidad, por elhombre.

    La tica en este campo se ha enriquecido mucho desde los aos 1960a 1970; es diversa y polmica, como lo indica el plural del ttulo.

    1. Una nueva tica?

    La idea de una tica ambiental o del mundo viviente enfrenta la re-flexin moral sobre vas profundamente nuevas? Un gran nmero desus partidarios as lo pretenden y algunos destacan la amplitud deesta novedad que exigira una ruptura con la tradicin tica, metafsi-ca y religiosa que domina a Occidente desde hace siglos, inclusomilenios. Arne Naess (ecosofa, ecologa profunda)1, Paul Taylor,Hans Jonas, Holmes Rolston III ( el giro ambiental de la filosofa2),ilustran esta postura en grados diversos. Un texto histricamente de-terminante fue el artculo de Lynn White Jr. en Science (1967): Lasraces histricas de nuestra crisis ecolgica. Lynn White afirma que bajola influencia de la filosofa griega y de la teologa judeocristiana, lasticas occidentales se hicieron antropocntricas, es decir:

    - su valor exclusivo o dominante es el hombre;- la naturaleza, entregada a la explotacin humana, est despro-

    vista de valor propio;- el campo de la tica es slo el de las relaciones interhumanas.

    Las ciencias y tcnicas modernas acentuaran esta perspectiva.

    1 Naess A. (1989), Ecology, Community and Lifestyle Outline of an Ecosophy, Cambridge UniversityPress; (1991), Ecology, Society and Lifestyle: Ecosophy T, Cambridge University Press.

    2 (1986), Philosophy gone wild, Prometheus Books; p. 9. As como otros han hablado de la curvalingstica de la filosofa.

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    Con el fin de romper con esta tradicin bimilenaria, sera indispen-sable una actitud tica nueva, sostenida por una reestructuracin delos postulados metafsicos y teolgicos con base en la representacindel hombre en la naturaleza y, al mismo tiempo, una remodelacinprofunda de la sociedad (comportamientos, estilo de vida, economa,poltica). Los puntos fuertes de esta renovacin tica que presta aten-cin al mundo viviente son:

    - (a) un nuevo objeto: el mundo natural no humano es digno deconsideracin moral, seala problemas de valores, hace partede la comunidad moral que agrupa a todos los seres con loscuales el hombre debe establecer relaciones ticas;

    - (b) una nueva temporalidad: las preguntas planteadas se refierenal futuro, incluido el futuro lejano (siglos e incluso milenios);

    - (c) una nueva escala espacial: involucra regiones inmensas eincluso la totalidad de la biosfera terrestre;

    - (d) una nueva calidad de la accin humana: por su amplitud,pero tambin por su intensidad: modificacin rpida e irrever-sible de los seres vivos y del orden natural: cambios radicalesecosistmicos, desaparicin y creacin de especies (transgnesis);

    - (e) un nuevo mtodo: en vez del enfoque racional de tipo anal-tico propio de la objetivacin cientfica y del dominio tcnico,se debe preferir un enfoque holista, que no separe las partes deltodo, el sujeto del objeto, el hecho y el valor, y que no se despo-je de toda emocin y de toda intuicin a favor del fro conoci-miento solo.

    Se ha discutido la novedad de los conceptos y valores introducidospor las ticas de lo viviente.

    El Occidente (no hablemos de las tradiciones orientales o, de formams general, no-occidentales) no es monoltico: en el seno del judas-mo y del cristianismo (por ejemplo, la doctrina de San Francisco deAss) se pueden encontrar valores ms o menos antropocntricos.Segn el filsofo John Passmore, no son los textos mismos de laBiblia, sino su interpretacin, bajo la influencia de la filosofa griega

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    al desacralizar la naturaleza, la que condujo a una lectura antropocn-trica de las Escrituras. Dos tradiciones menores coexisten con estalectura y se distinguen de ella: la de la conservacin de la naturalezaprimitiva y la de una humanizacin progresiva de sta a lo largo deuna cooperacin entre el hombre y la naturaleza, pendiente de noviolentarla en forma excesiva3.

    2. Cul es el valor de los seresde la naturaleza?

    2.1 Valores en s, intrnsecos, inherentes

    En relacin con la cuestin del antropocentrismo, otra pregunta filo-sfica se debate vivamente al interior de las ticas del animal y delambiente: es la pregunta del valor en s. Este debate pudo tomar untono escolstico y quisquilloso en cuyos meandros me introducir lomenos posible y me limitar a la evocacin de los principales dilemas.

    La pregunta fundamental es: el valor de los seres de la naturalezatiene como fuente y justificacin exclusivas la evaluacin realizadapor los seres humanos (como lo estima el antropocentrismo queslo reconoce el valor en s de los humanos), o existe en forma inde-pendiente de stos, es decir, de alguna manera, objetiva?4.

    Las ticas fundamentalistas del mundo viviente (como la ecologaprofunda de Arne Naess) afirman que la naturaleza es asiento devalores intrnsecos, independientes de cualquier evaluacin humana.Muchos filsofos no ven bien como conceder un sentido no contra-dictorio a semejante postura en la medida en que son, una vez msy como siempre, los humanos quienes plantean la existencia de valo-res intrnsecos. Pero la resistencia se debe sobre todo al universalismo

    3 (1974), Mans Responsibility for Nature, Charles Scribners Sons, New York.4 O tambin depende de las valorizaciones proyectadas por vivientes no humanos conforme a sus nece-

    sidades, sus finalidades, sus intereses: el pasto tiene valor para la vaca (independiente de su interspara el hombre).

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    dogmtico asociado a los postulados fundamentalistas. Si un valores intrnseco, objetivo, se impone a todos y no respetarlo es unerror, una falta o un pecado, condenable sin mayor discusin. Elproblema no reside en la existencia de individuos y de comunidadesque comparten creencias fundamentalistas. La sociedad pluralistapuede aceptarlos en la medida en que este fundamentalismo es esco-gido libremente por sus adherentes y no busca la conquista del poderpoltico con el fin de abolir el pluralismo, la democracia, las libertadesy los derechos individuales, en nombre de la Verdad y del Valorfundamentales. Infortunadamente, parece que la dinmica funda-mentalista, incapaz ella misma de ponerse en perspectiva crtica, noes compatible con la tolerancia y la preservacin de una sociedadpluralista y evolutiva. El riesgo de desviacin autoritaria est incre-mentado por el hecho de que numerosos problemas del mundo vi-viente slo tendran solucin a travs de medidas transcomunitariasimpuestas al conjunto de una sociedad, e incluso en el plano inter-nacional, porque se refieren, in fine, a la totalidad de la biosfera.

    La nocin de valor en s ha sido reinterpretada de dos maneras:

    - (a) en un sentido estratgico o retrico: la destruccin del mundoviviente por nuestra civilizacin sera tan grave y difcil de comba-tir en el seno de la filosofa antropocntrica, pluralista y demo-crtica, que es indispensable recurrir a la nocin de valor en sde los seres de naturaleza con el fin de imponer universalmentesu proteccin urgente mediante una poltica adecuada; El prin-cipio de Responsabilidad de Hans Jonas se acerca a esta postura;

    - (b) una vez ms, como siempre, es el hombre quien confiere unvalor en s mismo a los seres de la naturaleza; esto significa que lesconcede un valor diferente al instrumental (por ejemplo, esttico:la contemplacin o el disfrute de la naturaleza son un fin en smismos) o que los valora por ellos mismos, al favorecer su propiobien: su crecimiento, su florecimiento; Baird Callicott5 habla devalor intrnseco en este sentido.

    5 (1989), In Defense of the Land Ethic: Essays in Environmental Philosophy, Albany, State Universityof New York Press.

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    En resumen, el recurso al valor en s mismo incluye la protesta de lacivilizacin occidental moderna en dos niveles. Superficialmente: sedenuncia la instrumentalizacin, la explotacin excesiva y consumistade la naturaleza, pero no se abandona el antropocentrismo. Radical-mente: el antropocentrismo debe ser rechazado al igual que el especie-sismo asociado a l: la especie humana no ocupa, en el plano de losvalores, ningn lugar privilegiado en el seno de la naturaleza. Estaposicin radical es la de la ecologa profunda y se encuentra en pen-sadores como Paul Taylor o Holmes Rolston III.

    2.2 Quines son los titulares?

    La problemtica del valor en s mismo de los seres de la naturalezasuscita preguntas conexas; la primera es: cules son estos seres denaturaleza a quienes se les quiere conceder un valor intrnseco? Lospretendientes son muy variados: individuos particulares (cada animal,cada planta), especies vivas (nocin abstracta y general con respectoa la cual el individuo poco cuenta), poblaciones (colectivo concreto)pero tambin: ecosistemas, paisajes (los cuales con frecuencia inclu-yen a los humanos)...

    Una segunda pregunta es la de la justificacin: qu propiedades oqu criterios permiten identificar los titulares de los valores en smismos? Aqu tambin la discusin est candente.

    Para Tom Regan, un ser est dotado de valor intrnseco cuando essujeto de una vida y puede gozar de un bien para s mismo, detal manera que las acciones, las circunstancias, le causan beneficio odao, independientemente de cualquier otra consideracin6.

    Para varios autores, la nocin de inters es central. Un ser que tieneintereses (necesidades, inclinaciones, motivaciones, objetivos,)

    6 (1982), All that Dwell Therein: Animal Rights and Environmental Ethics, University of CaliforniaPress.

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    propios tiene valor propio. La nocin de inters puede entenderseen un sentido subjetivo. Est reservada, por tanto, a animales superio-res dotados, en grados diversos, de vida mental, lo cual limita bastantela clase de los seres vivos dotados de valor intrnseco (J. Feinberg).Pero, tener intereses puede entenderse tambin en un sentido objeti-vo: las plantas (incluso los ecosistemas) tienen, en este sentido, intere-ses (agua, sol,) y la falta de respeto hacia ellos puede conducir asu muerte.

    Los que reconocen un valor en s mismos a conjuntos complejos(ecosistemas, incluso la totalidad de la biosfera terrestre: ecocentris-mo, biocentrismo) subrayan la solidaridad de todas las partes quelos componen. La solidaridad bitica determina que cada parte esigualmente necesaria y reviste un valor propio, igual que el todo.

    2.3 Proteger y preservar lo viviente in situ o ex situ

    La inquietud de la proteccin de los seres vivos dotados de valor escapital tanto en el plano prctico como terico. Como no se puedeproteger-preservar-conservar todo, la pregunta acerca del hecho depriorizar y de la jerarqua de las entidades valorizadas es esencial.Los ambientalistas ms fundamentalistas deben reconocer que eligualitarismo estricto de las especies (incluida la especie humana) esinsostenible y que es imposible congelar todos los ecosistemas ocesar de intervenir en ellos de forma absoluta.

    La Convencin sobre la diversidad biolgica (Ro de Janeiro, 1992) pusoen el orden del da el problema de las modalidades de la proteccin(preservacin, conservacin) segn la alternativa: in situ / ex situ.

    Salvar in situ es decir preservar los individuos y las especies en suambiente (que incluye con frecuencia humanos con su cultura) slo es posible en una pocas situaciones. Preservar ex situ ofreceinfinitamente ms posibilidades y permite asociar constructivamentelas ciencias y las tcnicas a una empresa muy extendida de memorizar

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    las riquezas naturales y tradicionales. La conservacin ex situ cubreuna amplia escala de grados de materialidad y de alejamiento ms omenos grande con respecto a la realidad original a proteger. Com-prende los zoolgicos y los jardines botnicos, los museos, los centrosde conservacin de semillas, de tejidos, de genes, pero tambin todaslas formas de registros multisensoriales (desde el audiovisual hastala realidad virtual) que las tecnologas numricas no cesan de desarro-llar. Sin embargo, estas tecnologas permitirn guardar los ecosistemasen la memoria, cada vez de forma ms integral, con la posibilidadfenomenolgica de tener la experiencia como si se estuviera all.Tampoco contradicen la evolucin ineluctable del mundo: el aban-dono de las tradiciones y la transformacin de los medios naturales.

    No obstante, este triunfo de lo artificial es juzgado por numerosospartidarios de la tica del mundo viviente como el colmo del extra-vo moral.

    3. La cuestin del antropocentrismo

    El antiantropocentrismo frecuente en las ticas de lo viviente esuna posicin formalmente contradictoria: siempre son algunos hom-bres (y nunca todos) quienes afirman un valor, una norma, un puntode vista, supuestamente no (supra, extra) humanos. En tanto queestrategia (retrica) de filosofa poltica llamada a fundamentar dispo-siciones apremiantes de proteccin de la naturaleza y de los seresvivos, el antiantropocentrismo abre una brecha peligrosa por sutendencia fundamentalista y dogmtica- en los principios mismosdel debate pluralista.

    El problema procede en parte del prejuicio propio de numerosasticas ambientales segn el cual el antropocentrismo es siempre, einevitablemente, antiecolgico, instrumentalista, explotador. Empero,no hay ninguna necesidad: los hombres individuos y colectividades no cesan de valorar de forma espontnea o deliberada cosas, seres,situaciones como fines para favorecer, proteger, preservar. En cuan-

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    to a la naturaleza y los seres vivos, el antropocentrismo tomado enserio resalta toda la responsabilidad humana: son los hombres quienesdeciden, con base en razones y sentimientos, respetar, proteger, uti-lizar los vivientes no humanos.

    El antiantropocentrismo se expresa en forma de biocentrismo o deecocentrismo.

    Segn Paul Taylor, quien forja el trmino, el biocentrismo es el puntode vista apropiado para fundamentar el respeto a la naturaleza. Com-prende las siguientes creencias:

    - (a) los humanos son miembros de la Comunidad de la Vida dela Tierra;

    - (b) esta comunidad bitica es un sistema total de interdepen-dencias en el cual cada componente (cada especie, incluida laespecie humana) condiciona y es condicionada por la superviven-cia de las otras;

    - (c) todos los organismos son centros teleolgicos de vida quepersiguen, a su manera, su propio bien;

    - (d) los humanos no tienen ninguna superioridad con respecto alos otros seres vivos7.

    Otros, como Callicott, hablan de ecocentrismo. Este trmino resaltala realidad sistmica, compleja y holista de los centros naturalesde vida. As como los ecosistemas actan entre ellos y se encajan,todos dependen de un ecosistema supremo: la biosfera terrestre.Bajo el nombre mitolgico de Gaa (James Lovelock), la biosferaaparece al mismo tiempo como un organismo global vivo y comoun sistema homeosttico total muy complejo8. Gaa debe imponersea los humanos como el origen, el fin y el valor ltimos.

    7 (1986), Respect for Life. A Theory of Environmental Ethics, Princeton University Press; p.99ss.8 Que incluye muchos ms aspectos adems de los puramente biolgicos: tambin geolgicos, meteorol-

    gicos, astrofsicos (influencia de la Luna y, claro est del Sol)

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    Las posiciones antiantropocntricas desembocan con frecuencia enreivindicaciones a favor de los derechos, especialmente de los animalessuperiores9, pero tambin de las formas de vida ms elementales,vegetales, e incluso de ecosistemas. Para los defensores de los animales(etc), esta nocin de derechos de los seres vivos no es ms que laexpresin asumida por el hombre de las pretensiones reales legtimasde los seres de la naturaleza que no pueden hablar ni reivindicar susderechos naturales.

    Desde un punto de vista antropocntrico, esta nocin de derechosde los seres vivos no humanos slo es, en el mejor de los casos, unaficcin jurdica, quizs til, pero tambin fuente de confusin. Esmejor reservar slo para los humanos la nocin de derechos y agregarque, con respecto a los seres vivos no humanos, los humanos tieneno se adjudican deberes.

    4. La tica ambiental en perspectiva

    4.1 Problemas sociales complejos

    Las ticas ambientales producen con frecuencia la ilusin peligrosa-mente engaosa de que su objeto es, a ttulo principal, si no exclu-sivo, el viviente no humano, la naturaleza. Esto es totalmente falso:puesto que si, segn la hiptesis, los problemas son causados y debenser resueltos por el hombre, las reglas, normas y decisiones preconi-zadas se dirigen a la accin humana, individual y colectiva. Se tratede contaminacin, de explotacin de los recursos no renovables, delos derechos de los animales, de biodiversidad, de deforestacin,de experimentacin sobre animales, de organismos genticamentemodificados, etc, se encuentran en el origen de los problemas ycomo palanca de accin- instituciones, empresas, tecnologas, econo-mas, sistemas jurdicos, polticas. Se podra agregar: costumbres,

    9 Ver Peter Singer y Tom Regan.

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    valores, hbitos, estilos de vida, comportamientos sociales, morales,de tal suerte que la tica misma (o su ausencia?) aparece como unaspecto de los problemas y de su solucin as como el punto de vistadominante a partir del cual las preguntas deben ser evaluadas y resuel-tas. El abandono progresivo o masivo- del petrleo como principalfuente de energa o de la agricultura qumica en provecho de unaagricultura genticamente modificada presenta aspectos econmicos,tecnolgicos, sociales, polticos, ticos, totalmente determinantes.

    4.2 Una evaluacin pluridisciplinaria y pluralistade los costos y beneficios

    4.2.1 La cuestin del holismo

    La naturaleza social compleja de los problemas ambientales invita aconsiderar con ojo crtico el holismo tan apreciado por las ticas delmundo viviente. Estas tienen razn al resaltar la interdependenciasistmica en la naturaleza. Pero al focalizar los problemas exclusiva-mente sobre esta ltima, engendran, paradjicamente, un holismoparcial y parcializado. Una evaluacin autnticamente holista mues-tra que no se trata de salvar tal especie o su medio natural en formaabsoluta o de suprimir simplemente tal contaminacin, sino estimarcual ser el costo de tal accin eventual de proteccin desde el puntode vista de sus condiciones y consecuencias econmicas, administra-tivas, polticas, sociales... Una tentacin igualmente peligrosa asociadaal holismo ordinario es el recurso a la intuicin (es decir a los senti-mientos, las emociones, las impresiones, las evidencias) como prefe-rible a los esfuerzos de anlisis y de objetivacin. Estos se consideraninadecuados para la comprensin de entidades totales ya que la des-composicin en elementos simples las destruye o las hace incom-prensibles. En efecto, la racionalidad analtica sera, por va de lasciencias y las tcnicas, la fuente de todos los problemas. Tras estaestela, asoman tentaciones irracionales que acercan las ticas de loviviente a la controversia posmoderna y premoderna (retorno de lasreligiones, de las metafsicas) y se olvida que son precisamente las

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    ciencias y las tcnicas las que permiten identificar y medir los proble-mas. Por ltimo, existe el holismo excesivo: es abusivo pretender quetodo depende de todo, que todo est relacionado con todo, en elsentido de que cualquier accin local tendr necesariamente conse-cuencias globales (e incalculables). Las anteojeras, los prejuicios irra-cionales y los excesos asociados a los holismos ambientalistas puedentener consecuencias dramticas en la medida en que favorecen deci-siones (elecciones, sacrificios, prioridades) tecnolgicas, econmicas,sociales y polticas: ineficacia, desperdicio (de los recursos presu-puestales y humanos, si no naturales), consecuencias opuestas a lasque se esperaban.

    Un ejemplo: si los grandes temores de los aos 1960-70 con respectoa los efectos cancergenos del uso de pesticidas en la agriculturahubieran conducido a la supresin de estos, la disminucin de lascosechas de frutas y legumbres con la consecuente elevacin delprecio y el descenso del consumo habran causado un deterioro msgrave de la salud (especialmente en trminos de nmero de cnceres)que el muy bajo riesgo estimado asociado con el uso de pesticidas(sin hablar de las consecuencias econmicas) (Cf. Lomborg B. (2001),The Skeptical Environmentalist, Cambridge University Press: Ourchemical fears, p.215ss).

    4.2.2 Complejidad y exigencias metodolgicas de la evaluacin:el marco cientfico y utilitarista

    Cuando se est convencido de que el enfoque de los problemas y delos riesgos ambientales no debe renunciar a los esfuerzos de informa-cin objetiva y de anlisis razonado con miras al establecimiento delas prioridades y de la toma de decisiones, se impone un doble marcometodolgico y tico que tiene poco en comn con las nuevas ticasde los ecologistas tericos militantes: la metodologa y la tica de lasbuenas prcticas cientficas y el mtodo utilitarista del clculo de los costosy los beneficios. Dada la complejidad y la imprevisibilidad relativa delos problemas y de los riesgos, el establecimiento de los hechos y delas previsiones suele ser de naturaleza estadstica y probabilstica, de

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    tal manera que se est confrontado con un nmero ms o menoselevado de escenarios posibles, asociados a elecciones de accin dife-rentes y a anticipaciones igualmente diversas de sus consecuenciasfsicas y sociales. Los hechos y las probabilidades no se refieren sloal mundo fsico: la percepcin de los hechos y de los problemas porlos individuos y por la sociedad (opinin pblica) tambin constituyehechos (de otro tipo) que la encuesta cientfica estadstica permiteestablecer y que se deben tener en cuenta. La honestidad cientficaconsiste en no disimular esta complejidad cuando se privilegia, sindecirlo de forma expresa, un posible o un grupo de posibles de igualtendencia y dar la ilusin de casi certeza. Tampoco es legtimo seguirla heurstica del miedo jonasiano (o cualquier principio de precaucinvago y excesivo) al privilegiar el escenario ms catastrfico bajo pre-texto de la gravedad del riesgo supuesto, as sea muy poco probable.Porque se tiende, entonces, a borrar el costo (econmico, social,poltico) de la decisin a tomar sin otra forma de proceso razonado.Claro est, se puede escoger acercarse al riesgo cero, pero se debedecidir con pleno conocimiento de causa el precio a pagar y el carctermnimo de disminucin del riesgo que la decisin hiperprecavidaaporta. El establecimiento de los hechos, de las probabilidades y delos escenarios es una empresa interdisciplinaria que asocia a cient-ficos de lo viviente, economistas, ingenieros, socilogos, politlogos,etc. La evaluacin de los diversos escenarios depende de un clculode riesgo/beneficio igualmente interdisciplinario, pues se trata deevaluar y de comparar tecnologas, industrias, recursos naturales,formas de agricultura, tipos de energas, consecuencias sociales ypolticas (restriccin de ciertas libertades, compensaciones financierasconsentidas, presupuesto a favor del ambiente, pero en detrimentode la educacin o de la seguridad urbana o de la salud, etc). Cuandouno se esfuerza en tener en cuenta todos estos aspectos, la evidenciade las prioridades de la tica del mundo viviente se debilita singular-mente, sobre todo que rara vez se trata de un campo en el cual setengan certezas en cuanto a los riesgos y a los problemas.

    Si bien es cierto que se pueden cuantificar ms cosas de las que sepensaba en primera instancia, tambin es cierto que hay cosas que

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    es muy difcil, incluso imposible, cuantificar. Entre ellos estn diver-sos aspectos, subjetivamente variables, de la calidad de vida, elrespeto de los valores morales y de los principios, el apego a cosas yseres que no tienen precio, las utilidades simblicas (RobertNozick)... Nos referimos a elecciones, preferencias e inversiones exis-tenciales, ms o menos ltimas, a nombre de las cuales se debenconsiderar los valores en s de los cuales ya hablamos. Algunasobservaciones con respecto a las limitaciones del clculo utilitarista:(a) esta problemtica es casi tan antigua como el utilitarismo mismo,como lo demuestran las posiciones de los fundadores: utilitarismocuantitativo de Bentham y cualitativo de Stuart Mill; (b) siempre sepuede atribuir un precio a lo que no lo tiene: basta con consideraraquello que los interesados potenciales estaran dispuestos a ofrecero lo que se sacrifica, en trminos de ser, de hacer o de tener posibles,con el fin de preservar lo inestimable; (c) la biotica y la tica mdicaconocen bien estos problemas y se han formalizado en trminos deQALY, por ejemplo10. Si bien no permiten una solucin automtica,los esfuerzos sostenidos de objetivacin y de cuantificacin ayudana aclarar la complejidad de las elecciones y, con frecuencia, muestranque las cosas a las cuales uno se apega no son tan absolutas ni in-comparables como se pensaba. Pero, precisamente, muchos temental relativizacin y puesta en perspectiva.

    Sin embargo, es cierto que estamos confrontados a elecciones en lascuales los trminos no pueden ser cuantificados ni evaluados me-diante patrones y criterios universales compartidos. Por este motivo,la evaluacin de los problemas y de los riesgos relativos al mundoviviente no humano, en tanto que problemas sociales, debe ser noslo pluridisciplinario, sino tambin pluralista. La evaluacin, en lamedida en que no se puede objetivar de forma integral ni es cuanti-ficable, debe pasar por la discusin entre los representantes de todaslas partes interesadas. En un Estado democrtico, le corresponde al

    10 El QALY (Quality-Adjusted Life Years) es una medida de la duracin de vida teniendo en cuenta lacalidad de esa vida con base en cierto nmero de criterios definidos (Cf. Hottois G. et Missa J-N.(2001), Nouvelle Encyclopdie de Biothique, Bruxelles, De Boeck ; entrada: QALY .

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    poltico, in fine, ilustrado por la informacin pluridisciplinaria y ladiscusin pluralista, establecer las prioridades y los sacrificios, puestoque todo lo que es deseable no es posible hic et nunc (NT: aqu yahora). Esta metodologa de evaluacin de los problemas y de losriesgos se opone al deseo, latente en las tendencias fundamentalistas,de anteponer los valores en s mismos, las urgencias ambientales ylas nuevas ticas al respeto por los derechos y las libertades de lassociedades pluralistas, democrticas y evolutivas.

    La evaluacin responsable bebe de tres fuentes de informacionespara tomar decisiones: la informacin cientfica pluridisciplinaria,el mercado (indicativo de los costos que se deben sostener) y eldebate pluralista organizado por el poltico a escala nacional (e inter-nacional). La importancia concedida por esta metodologa a las cien-cias y a las tcnicas, al clculo utilitarista, a la economa, as como alpluralismo liberal es sospechosa a los ojos de varios partidarios de latica ambiental, porque ellos estiman que estos diferentes actoresson incapaces de aportar una respuesta a los problemas y a los riesgosy slo pueden agravarlos. Por este motivo, los militantes de la ticaambiental a veces denuncian este enfoque como inmoral. No obstan-te, sera importante salir del callejn sin salida que opone economay tecnociencias de una parte, y tica y proteccin de lo viviente deotra parte.

    4.2.3 Complejo de Casandra, moralismo y sospecha generalizada

    Bjrn Lomborg (The Skeptical Environmentalist, o.c.) denuncia lo quel llama la letana ambientalista. Con el apoyo de hechos y cifras,l muestra que la casi totalidad de los problemas y de los riesgosalegados (superpoblacin, hambruna, deforestacin, contaminacio-nes, pesticidas, energa, recursos no renovables, recalentamientoplanetario, lluvias cidas, biodiversidad, OGM, etc) se exageran de-masiado, se presentan en absolutos, de una forma unilateralmentenegativa (sin ningn clculo de riesgo/beneficio) y como muy proba-bles o incluso probados. En cambio, cuando con el tiempo se de-muestra que un riesgo no existe o es mucho ms bajo de lo que se

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    pensaba, el desmentido se calla11. Entre los numerosos ejemplos, elms espectacular se refiere a las predicciones de hambrunas mundia-les cataclsmicas debidas a la superpoblacin (especialmente, ThePopulation Bomb de Ehrlich, en 1968) para los aos 1970-80. Ascomo desde el comienzo del siglo XIX, Malthus no haba previstolas evoluciones positivas de la agricultura y de la industria, la llamadaRevolucin Verde -conjunto de tcnicas que transforman y decu-plican la produccin agrcola (y tambin la ganadera)12 alej elespectro de la hambruna mundial. Cuando una prediccin fechadaes desmentida por los hechos, otra manera de salvar el pesimismocatastrfico consiste en alargar el plazo. En efecto, el petrleo (almismo tiempo que otros recursos no renovables) no se agot antesde finalizar el siglo XX (como lo anunciaba los lmites del creci-miento del Club de Roma desde 1972), pero se agotar antes de lamitad del siglo como lo predice el mismo grupo en Beyond the Limitsen 1992. Se podra creer que con seguridad la prediccin del agota-miento de los recursos no renovables acabar por ocurrir; nada esmenos seguro. As, en 1864, se predeca el agotamiento del carbn.Pero a medida que la demanda se ha incrementado y ha inducidoun aumento del precio, las soluciones de sustitucin se han hechoms interesantes y la I&D (Investigacin y el Desarrollo) las hanhecho posibles, de tal forma que las reservas de carbn del globoson elevadas para este comienzo del siglo XXI13.

    Ms grave que el complejo de Casandra es tal vez la sospecha gene-ralizada lanzada sobre la experticia y la competencia cientficas y

    11 As, el argumento decisivo a favor de los bosques tropicales y ecuatoriales en los aos 1970 era queconstituan el pulmn de la Tierra: esto es falso porque la descomposicin vegetal consume tantooxgeno como el producido por el vegetal vivo. Hoy en da, el argumento decisivo es la biodiversidad:pero esta nocin es extremadamente difcil de determinar como lo es el ritmo real de su erosin (Lomborg,o.c., p.115ss). Tambin en los aos 1960-70, las alarmas graves por el cncer (y otros males) suscita-das por Silent Spring (1962) de Rachel Carson con respecto al uso de pesticidas y otros productosqumicos, demostraron ser totalmente exageradas (Lomborg, o.c., p.215ss).

    12 Seleccin de variedades ms productivas, irrigacin controlada, pesticidas y fertilizantes nuevos, ges-tin agrcola ms eficaz, The Green Revolution represents a milestone in the history of mankind, afantastic increase in food production en las antpodas de la apocalipsis demogrfica anunciada (Lomborg,o.c., p.62ss).

    13 Cf. Lomborg, o.c., p. 124.

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    tcnicas. Dada la complejidad efectiva de los problemas, dada sunaturaleza estadstica y probabilstica, dadas las mltiples dimensio-nes sociales y polticas, dados los intereses particulares muy impor-tantes que estn en juego (para todas las partes: cientficas, industria-les, defensores de los animales y ambientalistas, pases ricos, pasesen va de desarrollo), dadas las numerosas amalgamas (economa-capitalismo; modernidad-imperialismo; tecnociencia-capitalismo-e-imperialismo, etc), es fcil provocar y mantener la sospecha conrespecto a las personas y a los grupos expertos competentes. Estasospecha generalizada hace el juego de la ignorancia, de la incompe-tencia y del activismo demaggico que el profano de buena voluntadno logra distinguir del serio informado y prudente. El mayor peligropara el futuro de nuestra civilizacin (las generaciones futuras) es laerosin de la tica de la ciencia y de la tcnica sin la cual esta civili-zacin no es viable.

    El famoso principio de precaucin en cuanto que quiere expre-sar ms que una prudencia razonable no ocurre, desde este puntode vista, sin suscitar inquietudes y crticas legtimas. En efecto, elprincipio de precaucin14 invita a une evaluacin democrtica queobliga a los especialistas a una informacin transparente sobre losriesgos eventuales. Lo cual est bien, por lo menos en la medida enque la poblacin destinataria comprende la naturaleza exacta de es-tos riesgos. Pero no obliga a los opositores a explicitar y a justificar,hasta el final y con el mismo rigor que los cientficos, sus rechazos ysus alarmas. Para los crticos de las ciencias y de las tcnicas bastanlas impresiones, los sentimientos, las convicciones y creencias (in-cluso falsas o completamente no verificables); irracionales, las con-vicciones emocionales permanecen sin cambios y se repiten inclusocuando se han aportado todas las informaciones objetivas que ma-nifiestan su debilidad o su vacuidad. El principio convierte la cargade la prueba no slo en totalmente asimtrica, sino imposible: lo

    14 Este principio prev segn su versin ms autorizada que se deben tomar medidas de precau-cin incluso cuando ciertas relaciones de causa a efecto no estn del todo establecidas en elplano cientfico. En este contexto, el que propone una actividad, y no el pblico, soporta lacarga de la prueba. (citado en N. Agar, Liberal Eugenics, Blackwell, 2004; p.160).

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    que hay que demostrar es la inocuidad de una nueva empresa oposibilidad relacionada con la I&D; pero, esto es imposible por de-finicin (de la verdadera novedad) y porque el riesgo cero no existe.

    Lomborg subraya que es muy difcil criticar las alarmas y las ticasde lo viviente sin ser tachado en forma automtica de irresponsabi-lidad, incluso de complicidad activa con el mal. En efecto, cmono estar de acuerdo con prcticas de proteccin, de salvaguarda delambiente y de lo viviente en general? Las intenciones de las ticasambientalistas parecen, evidentemente, buenas y desinteresadas;la presentacin manipulada, simplificada o exagerada de los hechos,de los problemas y de los riesgos, slo es, en el peor de los casos, unaestratagema retrica til e incluso indispensable para combatir lasfuerzas del mal, la inercia y la indiferencia humanas. Defender losprogresos modernos y su porvenir parece moralmente indecente ypolticamente incorrecto: si hay alguna verdad, no sera bueno de-cirla. Semejante moralismo ambientalista es antidemocrtico, por lomenos en dos niveles: (a) disimula la informacin, calla el debate y,en el mejor de los casos, reserva la verdad para una lite sabia; (b)simplifica los problemas al volverlos absolutos y al aislarlos de todaevaluacin capaz de tener en cuenta todos los aspectos y de medirlos costos y beneficios, diferentes a los estrictamente ambientales.

    En la medida en que los enfoques utilitaristas de los problemas son deinspiracin cuantitativa y tienen en cuenta el mercado, se juzgan apriori malos, porque son cmplices de las fuerzas del mal (tecno-ciencia capitalista), cualquiera que sea su eficacia prctica (porquecolocarse de manera predominante desde el punto de vista de la eficaciaprctica ya es inmoral). Aunque se trate con frecuencia de cuestionesde responsabilidad, las ticas de lo viviente con frecuencia son ticasde la conviccin y no ticas de la responsabilidad (en el sentido de MaxWeber). El Principio de Responsabildad de Hans Jonas constituye, para-djicamente, dado su ttulo, el paradigma de esta orientacin15.

    15 Un ejemplo de moralismo: segn J. Rifkin, famoso militante ambientalista, la disposicin de la fusinnuclear como fuente de energa a la vez limpia, inagotable, confiable y barata, sera la peor de las cosasque podra suceder a la humanidad. Sera como poner una ametralladora en las manos de un nio

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    4.2.4 Generaciones futuras y desarrollo sostenible

    La expresin desarrollo sostenible se impone desde los aos 1980,especialmente bajo la influencia del Informe Brundtland (1987) quelo define as: El desarrollo sostenible es aquel que responde a losproblemas del presente sin comprometer la capacidad de las genera-ciones futuras para responder a sus propias necesidades. Desde siem-pre, los hombres han tenido la preocupacin moral del futuro encar-nado en sus hijos y sus nietos, pues tambin hacen parte del presente.No es necesario imaginar, con este fin, alguna nueva tica, exceptosi las generaciones futuras que motivan la preocupacin van msall de algunas dcadas y se entierran en el futuro lejano. El problemaest ah: se tratara, segn algunos, de tener en cuenta hoy las necesi-dades de los que vivirn dentro de un siglo o ms. La nica seguridadaportada por semejante ambicin es que el tomarla en serio tendrun impacto muy importante sobre nuestro modo de vida presente ysobre el de nuestros hijos. Porque en lo que se refiere a los humanosque vivirn en dos siglos o mil aos (y la biologa, la geologa, lacosmologa invitan a perspectivas infinitamente ms lejanas: queser del hombre en cien mil aos, en uno o diez millones de aos?),la anticipacin racional no permite prcticamente ninguna afirma-cin. No sabemos nada de las necesidades, de los deseos, de lascreencias, de los estilos de vida, de las organizaciones polticas, delas ciencias y de las tcnicas de las generaciones del ao 2200 o2500: ni siquiera sabemos de que manera(s) se reproducirn.

    Sin embargo, con el fin de tomar hoy decisiones justificadas (noslo con base en buenas intenciones gobernadas inconscientementepor fantasmas), sera necesario poder realizar un clculo de costos ybeneficios al menos probable. Infortunadamente (o afortunadamen-te), es imposible tener en cuenta el futuro distante. Podemos calcularcules son para nosotros (mundo desarrollado y mundo en vas de

    (Cf. Lomborg, o.c., p. 320ss). Es la hybris humana del hombre moderno en particular la que se debecontener, pues es culpable (pecaminosa) y entre ms lejos vaya, ms catstrofes ineluctables traercomo castigo.

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    desarrollo) los costos de decisiones restrictivas, pero no podemosanticipar cules sern los beneficios (o los costos) de las consecuenciasde estas decisiones en uno o dos siglos. Un problema enunciado confrecuencia es el de la oposicin entre las exigencias de la justiciaintrageneracional e intergeneracional. Se debe, so pretexto de unagotamiento irreversible de las riquezas naturales o del riesgo deevoluciones perjudiciales (demografa, contaminacin, deforestacin,etc.) impedir o frenar a los pases en desarrollo sobre la va del nivelactual de consumo de los pases ricos? Los sacrificios exigidos en elpresente son a la vez certeros e injustos; los beneficios futuros espe-rados permanecen opacos.

    Los partidarios de ticas del futuro maltusianas postulan implcita-mente una proyeccin muy lineal del porvenir: el futuro tan lejoscomo se pueda imaginar- no ser muy diferente del presente: loshombres tendrn las mismas necesidades, los mismos problemas,los mismos medios. Una breve mirada retrospectiva sobre la historiade los ltimos siglos muestra que esta visin lineal es totalmentecontrovertible, sobre todo en lo que se refiere a los recursos (mate-rias y energas) y los medios (tcnicos) que han cambiado completa-mente. La visin lineal rinde testimonio de una confianza nula o deuna gran desconfianza con respecto al ingenio humano.

    Otra actitud cultiva, con respecto a las generaciones futuras, unaproyeccin abierta y confiada. Reafirma la preocupacin moral tra-dicional sobre el bienestar de los hijos y de los nietos, pero rechazasacrificarlos al mismo tiempo que el presente, a temores y anticipa-ciones de penurias o de problemas distantes un siglo o ms, cuyoagravamiento probable se basa por completo sobre una continua-cin lineal de los modos de vida actuales. El principal peligro con-siste en dudar gravemente del ingenio creador de la especie, de sucapacidad de inventar soluciones a los problemas que encuentra yengendra. Lo primero que hay que legar a las generaciones futurases esta libre capacidad de invencin y de exploracin, al mismotiempo que la memoria de las experiencias pasadas.

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    5. Presuposiciones y dilemas filosficos

    Algunos presupuestos implcitos, vagos y poco criticados relaciona-dos con la concepcin de la naturaleza y del hombre (antropologafilosfica, filosofa social y poltica), motivan y gobiernan de manerasombra las posiciones presentadas como ticas, las informacionesseleccionadas, los criterios, las proyecciones y las elecciones. En estesentido, est justificado el nfasis concedido desde hace tiempo (LynnWhite Jr, John Passmore) a las races religiosas y metafsicas de losproblemas relacionados con el mundo viviente. Se pueden reconocerdos orientaciones muy generales: (a) las presuposiciones a favor delcierre y del equilibrio; (b) las presuposiciones a favor de la aperturay de la evolucin. Corresponden a formas de civilizacin a socie-dades- muy diferentes.

    5.1 Cierre y equilibrio

    La metafsica de la finitud y la escatologa de la homeostasis apoyana la mayora de las ticas ambientales. Se caracterizan por el cierreespacial: la Naturaleza nuestro hbitat, nuestro nico recurso - esla Tierra; una buena metfora es la Tierra concebida como unaastronave finita y cerrada (Kristin Shrader-Frechette16). Tambin secaracterizan por el cierre temporal: el Tiempo es el estado presente yse debe conservar, preservar, repetir indefinidamente con los nicosobjetivos de luchar contra su degeneracin y mejorar el equilibrioglobal17. La problemtica de los lmites est omnipresente (desde elinicio de los aos 1970 con el clebre: Halte la croissance o TheLimits to Growth, de Meadows y colaboradores18). Los lmites son fsicosy biolgicos (naturales), sociales (econmicos, polticos) y tcnicos(cientficos). Aunque sean de naturaleza emprica (y, por tanto,

    16 (1981), Environmental Ethics, Pacific Grove, The Boxwood Press; p.29ss.17 Desde este punto de vista la temporalidad ecologista no es muy diferente del tiempo de los mitos (Cf.

    M. Eliade).18 Meadows D.H. et D.L., Randers J, Behrens W. (1971), Halte la croissance, Fayard; en anglais :

    (1972), New York, Universe Books.

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    contingentes), se presentan como insuperables en un sentido casi onto-lgico (incluso teolgico), de tal forma que su superacin es a la vezimposible y prohibida. Intentar superarlas debe conducir a la cats-trofe, justamente al castigo de la hybris.

    El mito o la utopa subyacentes es el estado constante o estacionario(steady o stationary state), un ideal de homeostasis, fluctuante alrede-dor del equilibrio19. Se refiere a la economa, la sociedad en general,as como a los intercambios hombre-naturaleza. Encerrados en unsistema finito, no evolutivo, estos intercambios deben dirigirse alideal del reciclaje tecnobiolgico perfecto, sin prdida. En el planosociopoltico, se debe velar nicamente por suprimir las inequidades(gracias a une redistribucin de los recursos), pues son causas dedesequilibrio.

    El ideal del estado estacionario anuda de forma espontnea fuertescomplicidades con un abanico extendido del imaginario natural ysocial, premoderno y moderno, religioso y laico. Va desde La Edadde oro hasta el Jardn del Edn original o paraso final cristiano ocomunista y pasa por utopas totalitaristas y tecnocrticas, o inclusoalgunos paradigmas fsicos y cosmolgicos. Una fuente contempo-rnea de este ideal filosfico-tico es la ecologa misma que describea los seres vivientes en un medio, el ecosistema. Este se caracterizapor la interdependencia de todos sus componentes, por la estabilidadhomeosttica (capacidad interna de reequilibrio), el cierre (une inter-vencin externa muy fuerte es desestabilizadora y destructora) ypor procesos cclicos. Aldo Leopold, considerado el padre espiritualde la tica del mundo viviente, afirmaba que una accin justa pre-serva la integridad, la estabilidad y la belleza de la comunidad bitica.

    19 Cf, por ejemplo, Holmes Rolston III (1986), Philosophy Gone Wild. Essays in Environmental Ethics,New York, Prometheus Books; p. 14ss. Para un enfoque crtico: Grard Bramoull, Malthusiana,in Krisis, n15, sept. 1993 (volumen sobre el tema: Ecologa?).

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    5.2 Apertura y evolucin

    La otra actitud, casi antittica de la que acabo de describir, rechazala idea del cierre espacio-temporal. La naturaleza es el universo (ysus recursos infinitos) y no solamente la naturaleza terrestre ellamisma abierta, por cierto, a los aportes y las intrusiones del cosmos(Sol, Luna, cometas, meteoritos) y profundamente evolutiva-, en losantpodas de un sistema cerrado y congelado. En cuanto al tiempo,la historia natural y humana no ha cesado de manifestar la creatividadimposible de anticipar que el porvenir, abierto, prolonga. No haylmites necesarios; el universo est lleno de energas y de recursos.Entre estos, se encuentra el ingenio humano: experimentador, explo-rador, inventivo, curioso, capaz de resolver los problemas, de viviry de sobrevivir transformando(se). La confianza en el hombre, espe-cialmente en su creatividad simblica y tcnica aplicada al medio ya s mismo, se encuentra en el corazn de esta filosofa de la conquis-ta indefinida de nuevas fronteras. Esta confianza no niega la existen-cia de problemas y de lmites circunstanciales: se opone a volverlosabsolutos y a leer en ellos la obligacin de detenerse.

    6. Algunas observacionesy recomendaciones de conclusin

    1. Las ticas del mundo viviente cubren un conjunto de proble-mas muy controvertidos, a propsito de los cuales es discutibleafirmar que exigen un enfoque tico radicalmente nuevo, enruptura con la tradicin occidental y la modernidad.

    2. El antiantropocentrismo o la nocin de valor en s mismo debenser criticados como contradictorios en el plano lgico y peligro-sos en el plano tico-poltico. La ficcin jurdica de los dere-chos de los animales apela a reservas anlogas.

    3. La sensibilidad la capacidad de sufrir de los seres vivos debeestar en el centro de las preocupaciones llamadas ticas frente

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    a la naturaleza. Esta preocupacin debe traducirse en un dere-cho matizado que reglamente nuestras relaciones con los seresvivos capaces de sufrir y nos imponga deberes, especialmenteen el marco de la experimentacin y de la I&D (ver sobre estetema el principio de las 3R20).

    4. De manera general, se debe promover la preservacin ex situ,nica realista pues es compatible con el desarrollo y la evolucin,y tambin est en sinergia con las nuevas tecnologas genticas ynumricas.

    5. Las cuestiones relativas al mundo viviente tambin son proble-mas sociales: su referencia a la naturaleza no puede estar aisladadel contexto sociolgico, econmico, tecnolgico y poltico.

    6. Sin negar la importancia del anlisis sistmico, el holismo am-bientalista debe considerarse de forma crtica; generalmente esparcial y parcializado pues no tiene en cuenta las dimensionessociales; a veces es excesivo, irracional y niega peligrosamentela racionalidad analtica, objetivadora y cuantificadora.

    7. La metodologa de enfoque de los problemas del mundo vivientedebe ser interdisciplinaria y pluralista. La tica es la de las buenasprcticas cientficas y tcnicas, del utilitarismo y de la discusinargumentada. Mantener y propagar la sospecha injustificadasobre la experticia cientfica competente, sobre el esfuerzo deevaluacin de todos los costos y beneficios o sobre la discusinpluralista es peligroso para nuestra civilizacin compleja, cien-tfico-tcnica y multicultural.

    20 "Disea los tres objetivos que inspiran un enfoque tico de la experimentacin en animales; primero, sies posible, Remplazar los animales por sustitutos; en todos los casos, Reducir el nmero al mnimoindispensable; por ltimo, Refinar los procedimientos experimentales (Hottois G. et Missa J-N. eds,Nouvelle Encyclopdie de Biothique. Mdecine-Environnement-Biotechnologie, Bruxelles, DeBoeck, 2001; p. 851).

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    8. La dificultad central es la de dar prioridad a los problemas y asus soluciones. Para resolverla, se debe poder compararlos desdeel punto de vista de sus costos y beneficios, teniendo en cuentatodos sus aspectos. Con este fin, la cuantificacin es importante.Cuando encuentra sus lmites, debe ser reemplazada por la dis-cusin pluralista entre todos los interesados.

    9. Se debe salir del callejn sin salida que opone economa e I&Dde una parte, y tica y proteccin de lo viviente de otra parte.Este callejn sin salida es una ilusin debida a la simplificacinmaniquesta abusiva de los problemas y de las soluciones.

    10. No se debe disimular ni atenuar la complejidad ni el carcterprobabilstico o estadstico de los hechos, de los problemas, delos escenarios.

    11. Tener en cuenta el futuro distante es imposible. La preocupacinpor el futuro no requiere una nueva tica. La consideracindel futuro debe preocuparse por transmitir a las generacionesfuturas tanto el ingenio creador de nuestra especie como la me-moria de las experiencias pasadas. El mayor peligro consiste endudar del ingenio humano; el crimen ms grande, en ahogarlo.

    12. La adhesin a la apertura espacio-temporal del futuro es prefe-rible a la metafsica de la finitud y a la escatologa del equilibrio.Slo hay lmites empricos, es decir, contingentes.

    13. El pesimismo catastrofista y el moralismo poco humanista deciertas ticas de lo viviente impiden una visin clara de los he-chos, de los problemas y de los posibles. La hiperprecaucin yel idealismo moralizador tambin tienen costos (econmicos,sociopolticos) y no son totalmente desinteresados.

    14. No se trata de negar la existencia de numerosos problemas am-bientales y relativos a lo viviente en general; se trata de abordarlosy resolverlos de manera pragmtica. Con este fin, es conveniente

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    denunciar la utilizacin de estos problemas -confirmados ofantaseados- con miras a una oposicin global a nuestra civiliza-cin (moderna, tecnocientfica, pluralista, liberal, bajo la econo-ma de mercado pero tambin: materialista, consumista, mvil,procesal, evolutiva, etc). Dicha oposicin puede desembocar enlos espejismos reaccionarios de retornos a las sabiduras, meta-fsicas o religiones espiritualistas, tradicionales u orientales; oen los seuelos revolucionarios de una nueva sociedad, deotra poltica, de una nueva ciencia y de otras tcnicas,en ruptura completa (incluso violenta) con los aportes de lamodernidad.

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    21 En el seno de una literatura inmensa, retomamos las obras utilizadas en este estudio o que permitenprofundizar en ciertos puntos.

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