Palestra Orgullo y Humildad

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Orgullo y Humildad Pedro Gaia – Madrid, Marzo 2015 Buenas noches! Que la paz de Jesús sea con nosotros! Sentía el peso de la caída. Mucho más que el dolor físico, me angustiaba el gran vacío de respuestas que sentía. ¿Quién soy? ¿El hebreo de pura cepa, hijo de la ciudad de Tarso y por lo que toca a la ley, fariseo? ¿Soy el hombre culto, sabio, respetado y temido, el orgullo de Jerusalén? ¿Qué hago aquí, arrodillado? Mi poder, mi espíritu de justicia, mi lucha en la aplicación de las leyes, ¿de que me sirven ahora? ¿Qué luz es esa, que me perturba y fascina? 1

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Conferencia sobre el Orgullo y la Humildad, en el CEyDE, Madrid, marzo de 2015.

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Orgullo y HumildadPedro Gaia – Madrid, Marzo 2015

Buenas noches! Que la paz de Jesús sea con nosotros!

Sentía el peso de la caída. Mucho más que el dolor físico, me

angustiaba el gran vacío de respuestas que sentía.

¿Quién soy? ¿El hebreo de pura cepa, hijo de la ciudad de Tarso y

por lo que toca a la ley, fariseo? ¿Soy el hombre culto, sabio,

respetado y temido, el orgullo de Jerusalén?

¿Qué hago aquí, arrodillado? Mi poder, mi espíritu de justicia, mi

lucha en la aplicación de las leyes, ¿de que me sirven ahora?

¿Qué luz es esa, que me perturba y fascina?

¿Quién sois, Señor?

¿Qué queréis que haga?

Como Saulo de Tarso en la entrada de la ciudad de Damasco,

también en nuestro día, vislumbramos al Cristo. Pasmados por

su luminosidad, sentimos el corazón llenarse de una claridad

tranquilizadora.

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Como San Pablo, nos encontramos en el momento decisivo.

Luchamos para superar a nuestro Yo conocido, egoísta, y aceptar

el nuevo Yo, sustentado por la enseñanza de Jesús, donde la

humildad y la comprensión sirven de guía.

Todavía somos como el fariseo, orgulloso y inflexivo, tomados

por dudas, perdidos en nuestra oscuridad interior. Llenos en

nuestro orgullo, insatisfechos en nuestra sed de respuestas.

Ciegos, gateamos en un nuevo camino, sin sentir la arena que

quema bajo las manos. Inseguros, tanteamos en la sombra,

alternándonos entre el sufrimiento y el jubilo, llenos de lagrimas

a caer por las mejillas.

Cautivos de los problemas inmediatos, apenas percibimos la vida

alrededor.

Pero, si!, mismo que débilmente, creemos!

Hay un Sol de Amor sobre nuestras cabezas!

Pero, para verlo necesitamos de ayuda, como la ayuda de

Ananías a Saulo, la ayuda del portador de la Verdad que nos

socorre y finalmente nos permite reabrir los ojos.

Ayuda que nos amplia la visión espiritual. Que nos hace

consientes de la nueva realidad. La verdadera realidad, donde

entendemos porque la felicidad no es de ese mundo. Y que para

alcanzarla, debemos hacernos humildes.

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Acordando de lo que nos ha enseñado Jesús, “Bienaventurados

los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos”, en

el séptimo capítulo del Evangelio según el Espiritismo, Kardec

hace un análisis del orgullo y de la humildad. Por ejemplo del

orgullo, vemos al sabio, al rico, al noble. Y por ejemplo de

humildad, al servidor, al pobre, al desdichado.

Antes de la segunda mitad del siglo XX, a lo largo de su historia,

la humanidad estuvo marcada por una enorme y muy bien

definida separación económica y social. Amos y esclavos, nobles

y miserables apenas compartían los mismos espacios.

Cuando de la codificación espirita, la clase media era aun muy

incipiente y casi no existía la movilidad social tal cual la

conocemos hoy en día. El que nacía rico o noble, así se quedaría

hasta la muerte, sin que tuviera que hacer mucho esfuerzo para

eso. Al pobre, le tocaría trabajar y sufrir en sus necesidades.

En la Francia de 1850, casi mitad de la población adulta era

analfabeta. El acceso a la información, a la cultura, a la educación

era demasiadamente restricto y caro. En ese contexto, a alguien

con el poder del dinero, del conocimiento, con el poder de los

contactos sociales y políticos, podría resultar difícil controlar a

sus instintos de dominación y de creencia en su superioridad.

Si ponemos atención, casi podemos escuchar al rico francés del

siglo XIX decir:

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“Soy un semidiós! Disfruto de una vida de confort, y ¿por que

no?, de una vida de excesos! Dime, ¿por qué no voy a cultivar el

orgullo, la soberbia, por que no voy a creerme un elegido de los

cielos? Pues, ¿no es en la glorificación de si mismo que el

aristócrata se reconoce? Si vivo como quiero, en mi mundo,

protegido de la ignorancia, de la privación, me da igual que el

otro nada tenga. Huérfano, enfermo, deforme, hambriento, ¿que

mas me da? Esa fue la vida que le tocó.

Ya ya, me dices que el otro existe. Pues claro, para servirme. Leo

en la Biblia las palabras de Jesús, que debo pensar en el otro, que

el es mi hermano, mi semejante. ¿Cómo mi semejante? Míralo

con esas ropas, con esa tos, con ese hambre que no imagino cual

sea.

¡Que humillante! Que cobarde, como se rebaja! Y me suplica una

ayuda, de ojos bajos, arqueado.

Y dicen que Jesús fue humilde, para salvarnos… Por lo que veo en

el mundo, además de llevarlo a su vía crucis, no le ha servido de

mucho eso de la humildad.”

Cuantas veces no hemos escuchado a alguien decir eso? Por

tantos que se creían muy sabios, muy nobles y ricos. Y otras

veces, ¿no fuimos nosotros mismos a decir y a pensar, de esa

manera?

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Sin embargo tantas veces ya escuchamos también el mensaje de

Amor Supremo de Jesús! Y porque insistimos en ignorarlo y

olvidarlo, la Bondad Divina, que es infinitamente mas

perseverante que el mal, ofrécenos una y otra oportunidad.

Con sus palabras, y su ejemplo, Jesús vino aproximar el hombre a

Dios, enseñando que la humildad, la misericordia y la caridad

equivalen a un acto de amor a Dios y al prójimo.

“Luego que Jesús hubo pronunciado esta divina palabra: Amor,

hizo con ella estremecer a los pueblos. El Espiritismo, a su vez

viene a pronunciar la segunda palabra del alfabeto divino, la

‘Reencarnación’ ”.1

El Espiritismo viene aclararnos lo que no querríamos entender.

Su “palabra levanta la piedra de las tumbas vacías, y revela al

hombre ofuscado la razón de ser hermano de su prójimo”.

Explícanos que el otro, iracundo o servil, odioso o perezoso,

ignorante o orgulloso, ese otro, con sus defectos y errores, es hoy

lo que fuimos en otras vidas. La lógica del espiritismo nos hace

ver que ese prójimo esta mas cerca de nosotros de lo que nos

gustaría admitir.

El Espiritismo nos hace aceptar que el prójimo soy yo mismo.

La doctrina espirita nos ayuda a transformar el ser pesado de

antaño en el espirito liberto, conocedor de que la muerte no

existe. Permítenos escapar del sufrimiento moral que a tantos

aflige. 1

ESE cap XI - A lei de amor - Lazaro

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“El Espiritismo bien entendido, cuando identificado con las

costumbres y creencias, transforma los hábitos, usos y

relaciones sociales”2 , permitiendo descubrir la capa que recubre

los mitos, que nada más son que la representación de la

experiencia humana.

--------------------------- 10 min ---------------------------

En la mitología griega, Hércules y sus 12 tareas reflejan la

transformación del ego inferior en espíritu elevado, a través de

sus caídas, superaciones y éxitos.

En una de sus pruebas, Hércules debió vencer a la Hidra de

Lerna, una serpiente acuática con numerosas cabezas. Un

monstruo de tal fealdad, que parecía hecho de todos los peores

pensamientos y miedos de la humanidad. Una bestia que

mientras devoraba a la población, arruinaba los campos con su

respiración venenosa, transformándoles en estériles pantanos.

La atmósfera odiosa de Lerna desalentaba a todos los que ahí

llegaban. Al inicio, Hércules casi fue vencido por el terrible olor

del lugar. Más de una vez, el temió ser succionado por su

peligrosa arena movediza.

2 LE preg 917

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Después de encontrar la guarida de la Hidra, una caverna donde

reinaba la noche perpetua, en vano Hércules esperó el momento

en que ella saldría.

Entonces el hizo llover flechas ardientes dentro de la caverna y

la Hidra emergió. Rápidamente Hércules se puso en batalla. Para

su sorpresa, a cada cabeza que el cortaba, dos otras nacían en su

lugar.

Percibiendo que era imposible vencer solo y a través de la

fuerza, Hércules pidió ayuda a su sobrino, Yolaus. Ahora con

ingenio, mientras Hércules cortaba las cabezas a la Hidra, Yolaus

quemaba sus cuellos, para que no volvieran a crecer.

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El orgullo es nuestra Hidra, un horrible monstruo formado por el

espectro de los males que acumulamos del pasado, que se

esconde dentro de las oscuras cavernas de nuestra mente. Solo

después de descubrirlo, y enfrentarlo con valor y razón, es que

podremos vencerlo.

Si nos fijamos en el cuerpo del orgullo, vemos destacarse las

cabezas de la autosuficiencia, de la independencia, de la

soberbia, de la arrogancia y de la autorreferencia.

Autosuficiente, el orgullo nos hace creer que ya tenemos todas

las respuestas y soluciones. Guiados por el orgullo pasamos a

creer que ya no necesitamos ayuda. Y nos desconectamos del

mundo, transfiriendo nuestra atención del alrededor hacia

nuestras capacidades, que nos parecen superiores a lo que de

verdad son.

Desconectados del mundo, nos desconectamos también del otro.

Independientes, nos aislamos en la búsqueda de la satisfacción

de nuestros propios intereses. Adentrados en la autosuficiencia,

creemos que no necesitamos del otro, olvidados de la ley de la

interdependencia, explícita en la naturaleza.

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Egocéntricos y Aapartados del prójimo, impedimos que ese

nossu ayudea y desperdiciamos oportunidades de ayudarle, en

sus necesidades. Denegamos entrada a nuestras vidas, por

miedo de mostrarnos como de verdad somos, por miedo de que

veamos nuestras limitaciones y fallas expuestas y reconocidas

por el otro.

Infalibles en la soberbia, pendientes de las apariencias,

suponemos ser los merecedores naturales de lo que sea, por

sentirnos muy grandes e importantes. En la ilusión de

superioridad, pasamos a compararnos con el otro. Ensalzamos

nuestros méritos y criticamos al prójimo, ignorando que somos

tan susceptibles de faltas como nuestro hermano.

Arrogantes, creemos tener más razón que un santo,

minimizando el aporte de los demás. Olvidamos que jamás el

éxito es el resultado de un esfuerzo solitario, sino el reflejo de

múltiples factores, donde hemos sido apenas un instrumento

más para su realización.

Despistados en la autorreferencia, nos sentimos imprescindibles

y no confiamos en nadie más que en nosotros mismos.

Pretendemos que si todos fueran como nosotros, el mundo seria

el paraíso. Deslumbrados en la quimera del Yo distorsionado,

negamos el obvio: que el trabajo, la familia, el mundo ya existía

antes de nuestra llegada y sobrevivirá a nuestra partida.

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Al impedir que uno se reconozca como de verdad lo es, al nos

alejar de la realidad, el orgullo se torna el gran enemigo de

nuestra felicidad.

--------------------------- 15 min ---------------------------

Decía Hipocrates, y lo han reiterado Paracelso y Hahnemann,

que sin embargo, la diferencia entre el veneno y la medicina está

en la dosis.

Si el orgullo está incorporado en el espíritu, debemos emplearlo

como fuerza motriz para dominar nuestras debilidades y de esa

forma, subir poco a poco, hasta llegar a la cumbre de nuestro

desarrollo.3

Sentirse orgulloso de si mismo por algo que se hizo bien es

saludable, porque genera la confianza positiva que nos fortalece

para intentar algo nuevo.

El orgullo bien aplicado, nos permite valorarnos a nosotros, a lo

que somos capaces, a nuestros propios logros, y también a los

logros y acciones de los demás.

Sin el orgullo, no hay deseo de avanzar. Sin ese deseo, no hay

manera de aspirar a algo mejor, y sin esa aspiración no hay

esfuerzo en mejorarse.

En la alquimia del espíritu, el veneno del orgullo se transforma

en la medicina de la perseverancia, que potencia la capacidad de

trabajo del espíritu, y le ayuda en el desarrollo de sus virtudes.

3 Ceu inferno cap IV – Principe Ouran – Guia do medium

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Según Aristóteles, toda virtud es una potencia, una fuerza de

acción que confiere a la persona su verdadero valor, y se

transforma, al final, en su forma de ser, adquirida y duradera. La

virtud es lo que somos en esencia, porque hemos llegado a serlo.

Por eso en los hombres y mujeres virtuosos, sus virtudes se

revelan con naturalidad.

A través de nuestras vidas y experiencias, alcanzamos y

sumamos múltiples virtudes, que conforman, en nuestro

espíritu, nuestro conjunto de valores morales.

Personales y intransferibles, esos valores se manifiestan de

manera singular en cada individuo. Lo mismo ocurre con los

vicios, que las virtudes vienen a combatir en una dura pelea.

Imaginaban los griegos antiguos que toda virtud es una cumbre

entre dos vicios, como la cresta de una montaña entre dos

abismos.

El abismo del orgullo es uno de los lugares más oscuros del

espíritu, donde se originan muchas enfermedades de la psique

humana. Cuando, en una marcha incansable, logramos salir de

ese sombrío valle, al sobrepasar las nubes del egoísmo,

encontramos una de las más luminosas cumbres de la moral:

¡La Humildad!

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No por casualidad, la humildad es una virtud humilde. Antes que

nada, la humildad enseña que ningún portador de virtudes debe

vanagloriarse de sus valores morales. La humildad hace a las

otras virtudes discretas, convierte el humilde en un Ser

consiente de sus limites, de todo lo que es y, principalmente, de

lo que no lo es.

Cuando nos creemos más de lo que somos, desdeñamos de la

verdad, y de esa manera despreciamos a Dios y a nosotros

mismos. Cuando no reconocemos lo que somos, nuestro entorno,

nuestra vida, nuestro lugar en la eternidad, caemos en el

autoengaño y permanecemos en la ignorancia. Y en la ignorancia

está viva la semilla del orgullo.

Descuidados, nos hundimos en un terrible circulo vicioso. Sobre

la semilla del orgullo, echamos el fertilizante del poder, que

volverá a alimentar aun más nuestro orgullo.

Atrapado en una adicción psicológica, nuestro subconsciente nos

avisa que necesitamos el poder para aplacar nuestra sed de

superioridad.

--------------------------- 20 min ---------------------------

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Como me imagino que pocos aquí sufren de ese mal, me gustaría

invitaros a un ejercicio de imaginación.

Imaginemos que entra ahora en esa sala el genio de los deseos. Y,

muy simpático diga a cada uno: “Buenas noches! ¿Te gusta el

poder, si? Entonces te voy a conferir un deseo. Si, solo uno, pues

con eso de la crisis… ya lo sabes, las opciones se fueron

acortando. Bueno, piensa en alguien con muchísimo poder! Un

político, un artista, un financiero, un futbolista; tu jefe. Que te

parece esa persona, sus actos, su conducta? Ya está? Pues te voy

a poner en el lugar del otro, te otorgo ese puestazo! Listos? Ah,

no lo estas? Y tu tampoco? Da igual…. Vámonos!!!!”

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En general, cuando uno se imagina en una posición de poder,

suele creer que podría hacer distinto, y mejor, claro, que el otro.

No obstante, condescendientes, repetimos que “el poder tiende a

corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”4. O sea,

pensamos que además de incapaz, la persona ya tenia una

tendencia a ser de esa manera, orgullosa, soberbia, arrogante.

Pero estamos seguros que con el poder se le fue la olla…

Sin embargo algunas investigaciones psicosociales sostienen que

cuando uno tiene mucho poder, decidiendo sobre muchas cosas

y muchas vidas, su relación con la realidad se pierde. El que

detiene el poder termina por crear su propio mundo, una especie

de realidad virtual, donde es muy difícil evadirse.5 Immanuel

Kant, en el siglo XVIII ya afirmaba que “El disfrute del poder

corrompe de manera inevitable el juicio de la razón y pervierte

su libertad.”

Sin importar el nivel de poder que detenemos, cuando nos

sentimos en una posición de superioridad, con un familiar, un

empleado, un encargado, un indigente en la calle, reiteradas

veces somos tomados por nuestras propias limitaciones. Sordos

al bien, nos olvidamos de tratar a los demás como un fin y no

como medio para lograr nuestros objetivos6.

4 Lord Acton

5 Alonso Salazar - escritor colombiano

6 Kant

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Nos olvidamos, principalmente, del mayor mandamiento de

Jesús, recordado por el apóstol Pablo, en su carta a los romanos:

“El que ama al prójimo ha cumplido la ley. En efecto, todo se

resume en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es la ley en su

plenitud”7

Jesús, el gran psicólogo de la humanidad, conocía como nadie

nuestras limitaciones morales y el esfuerzo que debemos

emprender en el camino hacia la redención. Recordando la

preocupación que debemos tener en el control de nuestra índole,

nos alentó diciendo: “Velad y orad para que no entréis en

tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.”8

--------------------------- 25 min ---------------------------

Atento al potencial corruptor del poder, el papa Francisco en su

discurso a la Curia Romana, en vísperas de la Navidad de 2014,

hizo un llamamiento a sus cardenales para “mejorarse, a

mejorarse siempre y a crecer en comunión, santidad y sabiduría

para realizar plenamente su misión”.9

El mensaje del papa al corazón intelectual y administrativo de la

Iglesia, es tan poderoso y universal que lo podemos trasladar

para nuestra evaluación personal de conducta.

7 (Rm 13, 8-10)

8 Mateo 26:41

9 http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/december/documents/papa-francesco_20141222_curia-

romana.html

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Diciendo que “todo cuerpo está expuesto a los males, al mal

funcionamiento y a la enfermedad”, el papa presentó un listado

de 16 enfermedades psicológicas del espíritu. Aquí destacamos 8

de esas molestias, todas frutos del orgullo:

• Primero está el mal de sentirse «inmortal», «inmune», e incluso

«indispensable». El que no se autocrítica, que no se actualiza,

que no busca mejorarse, es un cuerpo enfermo. Una simple visita

a los cementerios podría ayudarnos a ver los nombres de tantas

personas, alguna de las cuales pensaba quizás ser inmortal,

inmune e indispensable.

Es el mal también de aquellos que se convierten en amos, y se

sienten superiores a todos, y no al servicio de todos. Esta

enfermedad se deriva a menudo de la patología del poder, del

«complejo de elegidos», del narcisismo que mira

apasionadamente la propia imagen y no ve la imagen de Dios

impresa en el rostro de los otros, especialmente de los más

débiles y necesitados.

• Segundo, existe el mal de la «petrificación» mental y espiritual,

es decir, el de aquellos que tienen un corazón de piedra y son

«duros de cerviz»10; de los que, a lo largo del camino, pierden la

serenidad interior, la vivacidad y la audacia.

10 (Hch 7,51);

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Es peligroso perder la sensibilidad humana necesaria para

hacernos llorar con los que lloran y alegrarnos con quienes se

alegran. Ser cristiano, en efecto, significa tener «los sentimientos

propios de Cristo».11 Sentimientos de humildad y entrega, de

desprendimiento y generosidad.

• También existe la enfermedad del «Alzheimer espiritual», el

olvido de la «historia de la salvación», de nuestra historia

personal con lo espiritual. Es una disminución progresiva de las

facultades espirituales que, en un período de tiempo más largo o

más corto, causa una grave discapacidad de la persona, que pasa

a vivir un estado de dependencia absoluta de su manera de ver el

mundo, a menudo imaginaria. Lo vemos en los que han perdido

el recuerdo de su encuentro con el Señor; en los que dependen

completamente de su presente, de sus pasiones, caprichos y

manías; en los que construyen muros y costumbres en torno a sí,

haciéndose cada vez más esclavos de los ídolos que han fraguado

con sus propias manos.

• El cuarto es el mal de la rivalidad y la vanagloria. Es cuando la

apariencia, el color de los atuendos y las insignias de honor se

convierten en el objetivo  principal de la vida, olvidando las

palabras de san Pablo: «No obréis por vanidad ni por

ostentación. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad

el interés de los demás».12

11 (Flp 2,5).

12 (Flp 2,3-4).

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• Existe también el mal de la indiferencia hacia los demás. Se da

cuando cada uno piensa sólo en sí mismo y pierde la sinceridad y

el calor de las relaciones humanas. Cuando el más experto no

pone su saber al servicio de los colegas con menos experiencia.

Cuando uno tiene conocimiento de algo positivo y lo retiene para

sí. Cuando, por celos o pillería, se alegra de la caída del otro, en

vez de levantarlo y animarlo.

--------------------------- 30 min ---------------------------

• El sexto es el mal de la cara fúnebre. Es decir, el de las personas

rudas y sombrías, que creen que, para ser serias, es preciso

untarse la cara de melancolía, de severidad, y tratar a los otros –

especialmente a los que considera inferiores – con rigidez,

dureza y arrogancia. En realidad, la severidad teatral y el

pesimismo estéril son frecuentemente síntomas de miedo e

inseguridad de sí mismos. Hay que esforzarse por ser una

persona educada, serena, entusiasta y alegre, que transmite

alegría allá donde esté.

Un corazón lleno de Dios, se le nota a simple vista, es un corazón

feliz que irradia y contagia la alegría a cuantos están a su

alrededor. No perdamos, pues, ese espíritu alegre, lleno de

humor, e incluso autoirónico, que nos hace personas afables, aun

en situaciones difíciles.

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Page 20: Palestra Orgullo y Humildad

• En séptimo, el mal de acumular que se produce cuando se

busca colmar un vacío existencial con la acumulación de bienes

materiales, no por necesidad, sino sólo para sentirse seguro.

En tiempos pasados, los jesuitas españoles describían la

Compañía de Jesús como la «caballería ligera de la Iglesia». En un

traslado, un joven jesuita, mientras cargaba en un camión sus

numerosos haberes: maletas, libros, objetos y regalos, oyó decir

a un viejo jesuita de sabia sonrisa que lo estaba observando: «¿Y

esta sería la “caballería ligera”?».

Cuando de la muerte, no podremos llevarnos nada material con

nosotros y todos nuestros tesoros terrenos nunca podrán llenar

ese vacío existencial, es más, lo harán cada vez más exigente y

profundo. La acumulación solamente hace más pesado el camino

y lo frena inexorablemente.

• Y el último: el mal de la ganancia mundana y del

exhibicionismo, cuando se transforma el servicio en poder, y su

poder en mercancía para obtener beneficios mundanos o más

poder. Es la enfermedad de las personas que buscan

insaciablemente multiplicar poderes y, para ello, son capaces de

calumniar, difamar y desacreditar a los otros.

Estos males pueden afectar tanto en el plano individual como en

el comunitario y son naturalmente un peligro para toda persona,

y también para toda familia o grupo social.

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Page 21: Palestra Orgullo y Humildad

Es preciso curar toda enfermedad. Además de una decisión

personal y comunitaria, la curación es también fruto del tener

consciencia de la enfermedad, y de soportar el proceso de cura

con paciencia y perseverancia.

Jesús afirmo que son “Bienaventurados aquellos que lloran,

porque serán consolados”. Enseño Jesús, en palabras y ejemplos,

que debemos vivir el dolor aceptando la realidad de la vida con

confianza y esperanza, colocando también en el sufrimiento el

amor de Dios y del prójimo.

Mientras en el poder encontramos la semilla del orgullo, en el

interior del dolor, encontramos la semilla de la humildad.

--------------------------- 35 min ---------------------------

Todo sufrimiento es la ocasión de practicar y fortalecer la

humildad. Cuando tomamos consciencia de una enfermedad, es

también cuando nos hacemos conocedores de nuestras

limitaciones, de cómo somos falibles. Es la gran oportunidad de

entender y aceptar que no somos dioses. Es la dura confirmación

del limitado control que podemos ejercer sobre nuestras vidas.

Si no llegamos a la humildad por la vía del esfuerzo, de la labor

moral, no hay otro remedio que llegar a la humildad a través del

dolor. Pues solo de esa manera es que pasamos a percibir con

mayor claridad lo pequeño que somos.

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Page 22: Palestra Orgullo y Humildad

Ya consciente de su misión como apóstol del evangelio, san

Pablo escribió que “si yo quisiera gloriarme, no sería insensato,

porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí

más de lo que en mí ve.

Y para que la grandeza de las revelaciones de Jesús no me

exaltase en demasia, me fue dado un aguijón en mi carne, para

que yo no me enaltezca sobremanera.”13

“Soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser

llamado apóstol, porque perseguí a Jesús. Pero por la gracia de

Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo,

antes he trabajado más que todos los otros apóstolos.”14

San Pablo demuestra el orgullo conciente por contentarse con si

mismo y valora a sus logros. Aun así, manteniendo el espíritu

humilde, el acepta a su éxito como el fruto de un formidable

esfuerzo, porque sabia que hay que reconocerse sin ilusionarse.

Sabia que no hay que creerse el más grande, tampoco el peor de

los seres. Pues en ese caso, en nuestro esfuerzo de escapar del

valle del orgullo, rodeamos la cumbre de la humildad para volver

a caer en otro valle, el de la bajeza.

En ese desolado valle, encontramos la falsa humildad, un

monstruo de dos cabezas: el menosprecio y el desprecio de uno

mismo. El poder hipnotizador de la falsa modestia lleva el

espíritu a rebajarse sin razón, a privarse de su propia dignidad.

13 San Pablo, 2 Corintios, v 12

14 San Pablo, - 1 Corintios, v 15.1-58

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Uno pasa a desconocer su valor real, hasta llegar a anularse de

cualquier acción elevada, por no sentirse capaz de realizarla.”15

Para el filosofo Espinoza, “aquellos que parecen estar más llenos

de menosprecio hacia si mismos y de humildad, generalmente

son los que están más llenos de ambición y de envidia.”

El falso humilde contestaría a Espinoza diciendo: “Me conozco

demasiado bien como para glorificarme de lo que soy. Más bien

necesito toda la misericordia de la que soy capaz para poder

solamente soportarme…” Pero, al fin y al cabo, no seria eso

rebajarse para afirmarse como un superhombre? En su vana

pretensión de exhibirse muy humilde, uno se revela muy

orgulloso.

El que se cree conocedor en plenitud de si mismo, en su íntimo

se cree un semidiós. En ese autoengaño, el falso humilde

subvierte el sentido de la humildad, de reconocerse tal como lo

es, en sus defectos y virtudes. Pasa a creer que el limitado

conocimiento de su Yo ya le basta y menosprecia su real

divinidad. Con esa actitud, el falso humilde se convierte tan ateo

con respecto a sí mismo como el no creyente lo es con respecto a

Dios.16

--------------------------- 40 min ---------------------------

15 Andre comte – pequeno tratado virtudes

16 Andre comte – pequeno tratado de las virtudes

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Page 24: Palestra Orgullo y Humildad

¿Cómo es posible que uno valga desvalorizándose?, si la

humildad es la conciencia y el sentimiento del poco valor que

uno tiene en comparación con la Ley. La verdadera humildad es

la conciencia de nuestra pequeñez frente al divino que un día

podremos llegar a ser y, principalmente, frente a Dios. 17

La falsa humildad es el reflejo del orgullo, que ocurre, según

Kardec, cuando la persona empieza a tener tan alta opinión

formada de si mismo y de su superioridad que empieza a mirar

las cosas divinas como indignas de su atención.18 Abrazarse a la

falsa modestia no es subir a la cumbre de la humildad, es alejarse

del principal mandamiento del Cristo: amar a Dios sobre todas

las cosas y al prójimo, como a uno mismo. Pues ¿cóomo puede

alguien puede uno amar a Dios sin amar al prójimo? Y como

amar al prójimoa su hermano sin primero amar primero a unosi

mismo?

Para ser de verdad humildes, hemos de admitir nuestras faltas.

Debemos abrirnos y sincerarnos conozco, con el otro, con la

vida. Porque “la sinceridad sin ilusiones, es para el sincero una

continua lección de modestia. Y viceversa, la modestia favorece

el ejercicio del autoanálisis sincero.”19

En ese ejercicio seguramente llegaremos a un punto clave, en un

momento de crisis, de revisión de lo que realmente somos. Y

también aquí el genio de los deseos nos acuerda que no nos

17 Kant

18 El evangelio según el Espiritismo - CAPÍTULO VII - Bienaventurados los pobres de espíritu

19 andre comte – pequeño tratado de las grandes virtudes

24

Page 25: Palestra Orgullo y Humildad

restan muchas opciones: hay que elegir entre amar a la Verdad o

amarse a si mismo.

Ser humilde es elegir a todo momento amar a la verdad más que

a si mismo. Es trabajar en la búsqueda de la Verdad Divina. Por

lo más doloroso que sea, es aceptar que es justo ese esfuerzo que

nos hace libertos de las ilusiones. Ser humilde es ante todo

reconocernos como en realidad somos. Ser humilde es entender

y aceptar Es aceptar la vida, los sufrimientos, l. Las causas y

efectos.

Cuando seamos consientes de nosotros mismos, llegaremos a

entender también al otro. Y es en la comprensión y aceptación

del otro que encontraremos las claves para un día llegar a

entender a Dios.

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En el bellísimo libro Jesús y el evangelio, Joanna de Angelis hace

un estudio sobre el legado psicológico de la enseñanza del Cristo

y cómo alcanzaremos la liberación de nuestros espíritus a través

del amor. Según Joanna, “toda la esencia de la vida se encuentra

establecida en el amor. El ser vive para amar y ser amado,

iluminar la oscuridad y hacer prevalecer su individualidad.

El amor es la terapia eficiente para la superación de la sombra,

es la medicina para el ego enfermo.

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Page 26: Palestra Orgullo y Humildad

Amar es abrir el corazón sin reservas, sin sentimientos de

oposición, siempre favorable al bien. Amar es nunca ofenderse.

El amor es un mecanismo de compasión y misericordia para

consigo y principalmente para con el prójimo.

El amor es el lazo sutil que une el interior al exterior del ser.

Es gracias al amor que las relaciones alcanzan su plenitud,

porque el egoísmo cede lugar al altruismo. Cuando amamos,

superamos nuestra propia humanidad, elevándonos hacia el

mundo espiritual.

Jesús, el Ser más notable de la Historia, es el ejemplo más

elocuente del amor. Vivió en una época en que predominaba la

ignorancia individual y colectiva, como ocurre también en

nuestros días. Así mismo, Jesús separo el lado oscuro de la

sociedad y de las criaturas, iluminando las conciencias con la

propuesta de liberación por medio del conocimiento de la

Verdad e integración en los postulados soberanos del amor.

El Cristo nos ha demostrado como en la existencia terrena el ego

cede lugar a favor del prójimo. Jesús luce el amor, en su ejemplo

de abnegación, transformando una condición existencial efímera

hacia otra espiritual y eterna.

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Page 27: Palestra Orgullo y Humildad

Sometido a las pruebas por las cuales pasan todas las criaturas,

su trayectoria quedó marcada por las más vigorosas paginas de

la comprensión y de la mansedumbre para con todos, ejerciendo

la autoridad y el cariño en perfecta armonía, sin perder el

equilibrio ni la afectividad.

Su revolución por medio del amor suplantó todo cuanto antes

fuera presentado por el pensamiento humano, invirtiendo las

propuestas sociales y políticas que primaban por la superioridad

del ego dominante.

Jesús exalta el nacimiento del Yo profundo, de carácter eterno y

muy por encima de todas las obligaciones transitorias del

mundo físico.”20

Jesús nunca ha desperdiciado la oportunidad de enseñar la

misericordia y la caridad implantadas en el “amarás a tu prójimo

como a ti mismo”.

20 Joanna de Angelis - Jesus y el evangelio - Liberacion por el amor

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Page 28: Palestra Orgullo y Humildad

En una potente metáfora de nuestra ascensión espiritual, el

Maestro Jesús elige subir al Monte para ofrecer a la humanidad

un nuevo código de conducta, ahora basado en el Amor y en la

Justicia, resumido en esas palabras21:

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu Reino;

hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy

nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

Amén.

21 Mateo, cap 6 – v 9-13

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Ojala podamos a todo momento, superando el orgullo y siendo

conscientes de nuestra humildad, reflejar esas palabras en

nuestros pensamientos, palabras y conducta.

Ojala a lo largo de nuestra caminada, tengamos la felicidad de un

día decir, como el Convertido de Damasco: “ya no soy yo el que

vive, sino es el Cristo quien vive en mí!”22

Que la paz de Jesús siga con nosotros, hoy y siempre.

22 Gálatas 2:20

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