PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación...

56
1 PALEOPATOLOGIA HUMANA La Paleopatología es una disciplina relativamente nueva, descrita como tal en el año 1882 por Schufeldt, y publicado como un nuevo vocablo en el Standard Dictionary, Vol. 2, en 1885, donde se la definía como “La ciencia de la condiciones patológicas presentes en los órganos de los animales extintos o petrificados”. Este primer concepto, bastante restrictivo por cierto, pronto evolucionó a otros más ambiciosos, surgidos tras la comprobación de que la enfermedad y la muerte son consustanciales a la vida, y no sólo en el ámbito de la existencia humana, sino también en todas las formas de vida conocidas. En el año 1913, Sir Marc Armand Ruffer definió esta especialidad del siguiente modo: “Paleopathology is the science of the diseases which can be demostrated in human and animal remains of ancient times”. Sin embargo, tan sólo podrá conocerse la Paleopatología de aquellos seres vivos que dejen fósiles de sus restos. Por ejemplo una especie de microorganismo, sin un caparazón calcáreo o silíceo, cuyos restos fósiles, apenas sean una impronta, una sombra en un estrato sedimentario, será poco menos que imposible poder conjeturar fuera de toda duda que algunos hallazgos de su estructura se deban a alguna patología, independientemente de que dicha patología pudiese o no causarle la muerte. De forma genérica, podríamos decir que la Paleopatología, a su vez, se divide en otras tres ramas: Paleofitopatología: como su nombre indica, se dedicaría al estudio de la enfermedad en fósiles y restos vegetales antiguos. Zoopaleopatología: dedicada al estudio de la enfermedad en fósiles y restos animales antiguos. Paleopatología Humana: dedicada, evidentemente al estudio de la enfermedad en seres humanos de la antigüedad. Por dicho motivo, la Paleopatología es, necesariamente, una rama del saber multidisciplinar, podríamos decir casi holística, pues será preciso tener amplios conocimientos de biología, veterinaria, paleontología, geología, geografía, historia,

Transcript of PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación...

Page 1: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

1

PALEOPATOLOGIA HUMANA

La Paleopatología es una disciplina relativamente nueva, descrita como tal en el año 1882 por Schufeldt, y publicado como un nuevo vocablo en el Standard Dictionary, Vol. 2, en 1885, donde se la definía como “La ciencia de la condiciones patológicas presentes en los órganos de los animales extintos o petrificados”. Este primer concepto, bastante restrictivo por cierto, pronto evolucionó a otros más ambiciosos, surgidos tras la comprobación de que la enfermedad y la muerte son consustanciales a la vida, y no sólo en el ámbito de la existencia humana, sino también en todas las formas de vida conocidas. En el año 1913, Sir Marc Armand Ruffer definió esta especialidad del siguiente modo: “Paleopathology is the science of the diseases which can be demostrated in human and animal remains of ancient times”. Sin embargo, tan sólo podrá conocerse la Paleopatología de aquellos seres vivos que dejen fósiles de sus restos. Por ejemplo una especie de microorganismo, sin un caparazón calcáreo o silíceo, cuyos restos fósiles, apenas sean una impronta, una sombra en un estrato sedimentario, será poco menos que imposible poder conjeturar fuera de toda duda que algunos hallazgos de su estructura se deban a alguna patología, independientemente de que dicha patología pudiese o no causarle la muerte. De forma genérica, podríamos decir que la Paleopatología, a su vez, se divide en otras tres ramas:

• Paleofitopatología: como su nombre indica, se dedicaría al estudio de la enfermedad en fósiles y restos vegetales antiguos.

• Zoopaleopatología: dedicada al estudio de la enfermedad en fósiles y restos animales antiguos.

• Paleopatología Humana: dedicada, evidentemente al estudio de la enfermedad en seres humanos de la antigüedad.

Por dicho motivo, la Paleopatología es, necesariamente, una rama del saber multidisciplinar, podríamos decir casi holística, pues será preciso tener amplios conocimientos de biología, veterinaria, paleontología, geología, geografía, historia,

Page 2: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

2

arqueología y antropología. Pero si de entre todas las especies biológicas nos interesa en especial el ser humano, serán la Medicina, más concretamente la Historia de la Medicina, así como la Odontología, las que más información pueden aportar para su conocimiento, máxime en cuanto que son los restos óseos los hallazgos más habituales, mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las piezas dentales, al constituir la parte más dura del cuerpo, y por lo tanto, la que es razonable suponer que resista mejor las condiciones ambientales y el paso del tiempo tras la muerte de su propietario. Esta situación limita considerablemente su ámbito y posibilidades, pues a no ser que dispongamos de un cadáver momificado, congelado, o conservado de algún modo, permitiendo disponer de parte, o de la totalidad de sus tejidos blandos, lo que no nos engañemos, no es demasiado frecuente, no seremos capaces de conocer la presencia de enfermedades o lesiones que no dejen algún tipo de huella en el esqueleto o los dientes. Pero no sólo eso, tanto los huesos como los dientes, aun siendo tejidos vivos, y por lo tanto con capacidad de reacción, tienen unas formas de reaccionar ante las agresiones más limitadas que en el resto de los tejidos, pero además, en la mayoría de los casos, necesitan más tiempo para manifestarse que en el caso de los tejidos blandos, a excepción de lesiones del tipo de fracturas y fisuras, que se producen de forma más o menos instantánea cuando la etiología es un mecanismo traumático, el resto tarda semanas, cuando no meses en dejar una impronta reconocible en el tejido óseo, del que los dientes no dejan de ser en realidad una especialización del mismo. Si una enfermedad ocasiona la muerte de forma rápida, es muy probable que no deje ningún tipo de impronta en los restos óseos, por lo que no podremos conocer su existencia. Lo mismo ocurre con la mayoría de las enfermedades benignas, aunque de evolución crónica, que permiten una prolongada supervivencia de su anfitrión. Un ejemplo de este último caso serían la mayoría de las parasitosis intestinales por gusanos, tales como oxiuros, áscaris, duelas del hígado, tenias, etc., que, excepto en el caso de la presencia ocasional de algún cisticerco en un hueso, en un coprolito, o en restos momificados o conservados, con algunas de sus partes blandas, no podremos comprobar su presencia, aun a sabiendas de que la inmensa mayoría de la población humana, por no decir su totalidad, padecen este tipo de parasitosis, incluso en las poblaciones actuales en medios ambientes considerados muy higiénicos.

Page 3: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

3

Y finalmente, debemos contar con un nuevo handicap, y es que, ante una impronta en un hueso, podemos plantearnos un amplio abanico de diagnósticos diferenciales, puesto que el tejido óseo reacciona de forma muy similar a agresiones muy diferentes, e incluso podemos confundir efectos tafonómicos sobre el hueso con patologías previas en su propietario. Por ejemplo, si el resto óseo están enterrado en un medio muy ácido, habrá perdido una parte importante de su componente mineral, por lo que fácilmente podríamos deducir, erróneamente, que su poseedor padecía algún tipo de osteoporosis u osteopenia, cuando tal vez, no ocurrió nada de esto. No sólo la Tafonomía tiene mucho que decir, también los hábitos culturales de las poblaciones humanas, y sobre todo, el trato que daban a los cadáveres es determinante, pues en el caso de cremaciones, o de fragmentaciones del esqueleto, difícilmente podremos llegar a conclusiones fiables sobre la presencia o ausencia de lesiones en los restos óseos. No debemos olvidar que, en la mayoría de las ocasiones, desconocemos por completo la identidad de la persona a quien pertenecieron unos restos en concreto, pero además, tampoco tendremos ningún dato sobre su historial clínico, como mucho, podremos conocer algunas pinceladas del medio en que se desenvolvió su vida. Sobre este particular, la Paleopatología puede abrirnos nuevos horizontes, al aportarnos datos sobre los aspectos ecológicos (Paleoecología) y epidemiológicos (Paleoepidemiología) de la adaptación humana, permitiéndonos incluso reconstruir la dieta consumida por los distintos grupos humanos a lo largo de la historia, máxime si tenemos en cuenta que enfermedad y nutrición están estrechamente vinculadas, en el sentido de que déficit nutricionales totales o parciales predispondrán a determinadas patologías, y disminuirán la esperanza de vida, mientras que el exceso de determinados nutrientes, ocasionará problemas similares, e incluso intoxicaciones agudas y crónicas.

PALEOFITOPATOLOGIA La Paleofitopatología estudia la etiología de las enfermedades de las plantas que han quedado preservadas en el registro fósil, así como aquellos síntomas que ocasiona

Page 4: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

4

anormalidades en la estructura, función y/o morfología. Como era de esperar, a lo largo de la evolución, las plantas han desarrollado mecanismos de defensa ante las agresiones externas, tanto morfológicos como fisiológicos, que podemos clasificar de forma genérica en dos tipos principales, la protección mecánica, y la protección química. Entre los mecanismos de protección mecánica, podemos reseñar la presencia de espinas y/o pelos, destinadas a evitar su consumo por parte e animales herbívoros, o al menos a reducir su palatabilidad y hacerlas menos apetecibles, así como al crecimiento de tejidos destinados a aislar las zonas dañadas; como ejemplos de protección química podemos señalar la producción de cristales, compuestos orgánicos macromoleculares y toxinas destinadas a intentar evitar el ataque o reducirlo a los niveles menos lesivos posible para la propia planta. Sin embargo, esta disciplina cuenta con grandes limitaciones, puesto que es muy probable que no se fosilicen ejemplares con determinadas patologías que incluso pueden acelerar su proceso de autolisis y/o de putrefacción tras su muerte, mientras que aquellas patologías que no dejen señales detectables en los fósiles, no podrán ser diagnosticadas, como por ejemplo aquellas enfermedades que causan cambios en la pigmentación de las plantas. Tampoco son detectables las patologías de las plantas que sólo se fosilizan en circunstancias excepcionales, como es el caso de las plantas herbáceas. El primer autor que describe una patología en una planta fósil fue Goeppert en 1836, quien observó en un ejemplar de Hymenophyllites Zobeli la presencia de estructuras compatibles con una infección fúngica. Desde entonces, se han descrito multitud de patologías, que pueden deberse a diversas actividades de otros organismos vivos, que, como agentes causales, se alimentan de plantas, o se refugian en ellas, o las utilizan para fines tales como reproducirse, es el caso de aves que hacen nidos con restos vegetales. Todas estas actividades, además de producir sus propias improntas en los vegetales, pueden ocasionar de forma secundaria, la transmisión de enfermedades a las propias plantas, enfermedades que a su vez, ocasionarán nuevas improntas, que si dejan huellas en el registro fósil, son susceptibles de ser detectadas y descritas por la Paleofitopatología. Tampoco es fácil asignar un daño concreto a la acción de una determinada especie biológica, y con frecuencia, ni siquiera podremos ser capaces de discernir si se trata de un artrópodo, o de un gasterópodo. Los hallazgos más comunes son las huellas de alimentación en hojas y tallos, sobre todo las ocasionadas por artrópodos, pueden tratarse de huellas marginales en las hojas, en forma de marcas semicirculares o escotaduras, continuas o discontinuas. También podemos encontrar huellas no marginales, las más frecuentes son pequeños orificios circulares en las láminas de las hojas, ocasionadas por la acción de gasterópodos y artrópodos. Menos frecuentes son los hallazgos de huellas en las zonas entre los nervios, suelen estar ocasionadas por la acción de larvas de insectos, que se alimentan de las capas más externas de la cutícula y epidermis de las hojas, sin llegar a interesar el mesófilo, ni penetrar en la capa cuticular adaxial de las áreas existentes entre los nervios dejando intactas la nerviación secundaria y terciaria. Otro tipo de hallazgos son las galerías o canales de alimentación, ocasionadas con mayor frecuencia por artrópodos, son túneles producidos por larvas de insectos en los tejidos de hojas y tallos. Se encuentran con mayor frecuencia en angiospermas, pero también han sido descritas en gimnospermas, helechos y briofitos. En las estructuras leñosas también podemos encontrar daños, son las huellas de xilofagia, consecuencia de la acción de otras especies biológicas con intencionalidad nutricional, pero también de autoprotección, refugiándose así de la acción de

Page 5: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

5

predadores. En ocasiones, han dejado registro fósil incluso las heces fecales de los agentes causales de estas perforaciones, se trataría pues de coprolitos. También podemos encontrar tejido de reacción de la propia planta ante estos ataques, lo que permitiría desestimar la hipótesis de que estos daños sean consecuencia de cambios tafonómicos que no tendrían nada que ver con la acción de otras especies biológicas durante el proceso vital de la planta fosilizada. Otros hallazgos menos frecuentes son las huellas de reproducción, como ejemplo podemos citar las agallas o zoocecidias, se trata de estructuras morfológicas patológicas semejantes a tumores, producidos por una reacción fisiológica de los tejidos de la planta que rodean directamente a un parásito, intentando aislarlo para minimizar su capacidad lesiva, lo que en ocasiones es beneficioso para el propio parásito, al encontrar protección y alimento en este tejido vegetal. También podemos encontrar coprolitos en su interior. Las infecciones por hongos, pueden ocasionar en las plantas acciones de parasitismo, o por el contrario de saprofitismo, en Paleofitopatología, lo más frecuente es que los hongos dejen señales de pudrición en los tejidos vegetales afectados.

PALEOZOOPATOLOGIA La Paleozoopatología es la disciplina que tiene por objetivo descubrir, describir y diagnosticar aquellas anomalías y enfermedades presentes tanto en la fauna fósil, como en aquella que tenga interés histórico y de la que se conserven restos susceptibles de ser estudiados. Es decir, nos encontramos con dos orígenes de especimenes de interés para la Paleozoopatología:

• Restos Animales Arqueológicos: habitualmente se trata de fauna actual, o extinguida muy recientemente, hablando en términos histórico-arqueológicos.

• Restos Animales Paleontológicos: en la mayoría de los casos se trata de restos fosilizados, habitualmente huesos libres de partes blandas, pertenecientes a géneros y especies de animales extinguidos en la actualidad.

Aunque lo habitual es investigar sobre restos óseos, en ocasiones, puede hacerse sobre restos momificados de forma natural, como es el caso de grandes mamíferos como el caso de los Perezosos gigantes localizados en Argentina, o aquellos otros mamíferos de gran porte encontrados en los pozos de brea de Estados Unidos, también encontramos casos de animales momificados de forma premeditada por seres humanos, como es el caso de gatos, monos, ibis y cocodrilos en el antiguo Egipto, así como ejemplares congelados, como es el caso de los Mamuts Siberianos. En estos momentos, no parece tener especial interés la Paleozoopatología, incluso entre los investigadores, encontrando pocas referencias bibliográficas, así como también pocas comunicaciones a congresos. Por otra parte, a veces, se producen situaciones curiosas, dando más importancia al hallazgo de una lesión osteomielítica en un hueso largo de la extremidad inferior de un Tiranosaurio Rex que a la misma lesión en un roedor extinguido en el Mioceno. La realidad es que la Paleozoopatología precisa de un equipo multidisciplinario más numeroso y especializado, si cabe, que la Paleopatología Humana, donde tienen cabida arqueólogos, paleontólogos, antropólogos, biólogos, médicos y veterinarios. Otro problema añadido es que, como es evidente, no se conoce en profundidad la patología de todas y cada una de las especies extintas, por lo que debe hacerse un paralelismo con las patologías presentes en las especies vivas, y de las que si se tiene conocimiento, lo que dificulta aún más la posibilidad de realizar diagnósticos de certeza, lo que viene agravado por los efectos del tipo de fosilización, el sustrato en que se encuentra cada fósil, los fenómenos tafonómicos y diagenéticos, así como un rescate

Page 6: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

6

incorrecto, un trasporte inadecuado, o una manipulación desafortunada, pueden invalidar cualquier tipo de investigación posterior. Aún más complejo es el diagnóstico de enfermedades en invertebrados. Con el fin de hacer una escueta revisión de hallazgos de interés patológico en fauna, se hará una clasificación según los periodos geológicos a que pertenecen los hallazgos:

• Precámbrico: hasta la fecha no se han mencionado restos de enfermedad, por la sencilla razón de que la inmensa mayoría de la fauna era unicelular, lo que dificulta en extremo su estudio patológico.

• Cámbrico: casi todos los hallazgos descritos corresponden a lesiones de tipo predatorio, y en casi todos los casos, se trata de diferentes especies de trilobites, lesiones en ocasiones, seguidas de fenómenos regenerativos, lo que indica supervivencia del espécimen a la agresión.

• Ordovícico: los hallazgos más habituales siguen siendo las lesiones predatorias en trilobites, aunque también, en menor medida, se encuentran documentadas en otros grupos zoológicos.

• Silúrico: en la bibliografía no se documenta ningún hallazgo paleozoopatológico de este periodo geológico.

• Devónico: además de lesiones secundarias a predación, se encuentran hallazgos compatibles con procesos infecciosos, o parasitarios, es el caso de los abscesos dentales descritos en peces primitivos como el Neoceratodus (Sacoptherigio).

• Carbonífero: se han descrito lesiones pseudotumorales posiblemente secundarias a parasitismo en algunos Rinoideos encontrados en Norteamérica, así como fracturas consolidadas en costillas de un pez pulmonado, lo que denota supervivencia tras la agresión.

• Pérmico: además de los abscesos dentales en peces descritos por Moodie en el año 1917, encontramos fracturas diafisarias en diversos reptiles mamiferoides primitivos como el Dimetrodon y el Edaphosaurus.

• Triásico: en la bibliografía encontramos descritas fracturas de mandíbula en un pez pulmonado sarcopterigio, el Protopterus, así como osteítis en reptiles como el Dilaphosaurus, un carnosaurio, o el Stegoceras, un pachycefalosaurio, y también fracturas en un ejemplar de Phytosaurus, un parasaurio, e incluso una fusión vertebral de etiología discutida, posiblemente degenerativa, en un Eurhinosaurus, un ictiosaurio.

• Jurásico: se han descrito las habituales lesiones de origen predatorio en invertebrados tales como ammonites y belemnites, se han descrito lesiones de este tipo en un cangrejo Limulus, junto a las huellas fósiles erráticas que se han descrito como posibles huellas erráticas periagónicas. También encontramos documentadas fracturas de huesos largos en Allosaurus, lesiones osteíticas de ilion en Camptosaurus, un iguanodóntido, lesiones tumorales en la escápula de un Allosaurus, fusiones vertebrales en la región caudal que algunos autores atribuyen a traumatismos repetidos durante la cópula, paquiostosis generalizada en Thaumatosaurus, un plesiosaurio, así como diversos casos de enfermedad degenerativa osteoarticular, como artrosis.

• Cretácico: en la bibliografía encontramos abscesos mandibulares, osteomielitis en huesos diafisarios y necrosis avasculares vertebrales en Mosasaurios, reptiles acuáticos. Un caso interesante es el de un ejemplar de Clydastes que presenta la fusión de siete vértebras asociada a un proceso infeccioso con calcolitos en su interior, y la preservación en el interior de la lesión de un diente de tiburón atribuido a Squalicorax. Se describen multitud de fracturas en Triceratops, Hadrosaurios, Deynonichus, Tyranosaurus, Pteranodon, un reptil volador. Otro

Page 7: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

7

caso interesante es el hallazgo de alteraciones por sobreposición de capas que presentan algunos huevos de dinosaurios localizados en Tremp (Lérida).

• Paleoceno: no se han descrito hallazgos de interés Paleozoopatológico. • Eoceno: además de los hallazgos descritos en líneas anteriores, podemos

destacar los abscesos dentales descritos en mamíferos, tales como el Ryphodon, un ungulado, la osteomalacia generalizada en un ejemplar de Lymnocyon, un carnívoro, una lesión craneal en un Coryphodon, un pantodonta, así como el descubrimiento de una larva de mosca fosilizada, tipo miasis, en un ejemplar de Lophiodon, un tapiroide, una asimetría en el xiphyplastron de una tortuga Noechelys encontrada en Salamanca, o una lesión mandibular en un prosimio europeo, un ejemplar de Adapis.

• Oligoceno: encontramos descritos casos de osteomielitis vertebral en un ejemplar de Brontops, la fractura de un incisivo inferior en Amphicanopus, un rinoceróntido, o una osteocondromatosis múltiple hereditaria en un elevado porcentaje de cánidos primitivos, tales como Hesperocyon, Cynodictis, Daphoenus, Nothocyon y Thomarctus.

• Mioceno: se han descrito multitud de lesiones en invertebrados, tales como fracturas en el caparazón de gasterópodos como Turritela, y frecuentes anomalías congénitas en equinodermos Clypeaster que presentan cuatro o seis pétalos en vez de cinco. En vertebrados, además de las frecuentes fracturas, encontramos una actinomicosis mandibular en un precursor del caballo, el Merychippus, lesiones pseudotumorales en mandíbulas de un sirénido Metaxytherium localizado en Barcelona, lesiones paquiostolíticas en Lorancamenys, un jiráfido, o una anquilosis ipsilateral de los huesos del carpo y el tarso de un Hiparión encontrado en Teruel, se trata de una enfermedad ósea anquilosante del carpo y el tarso típica de los équidos.

• Plioceno: podemos encontrar la descripción de una fractura en el hueso crural de una Rana Temporaria, o la fractura bilateral del isquion de una Rana Mugiens, un caso de paquiostosis en un ejemplar de Neobalena, una fractura humeral en un lobo Aenocyon, una osteomielitis mandibular en un pequeño roedor Ondrata.

• Pleistoceno: en este periodo geológico encontramos un verdadero aluvión de hallazgos en la bibliografía especializada, podemos reseñar fracturas en Pezophas, una columbiforme, lesiones craneales traumáticas sanadas en Mammuth y Mastodon, fracturas consolidadas en Lagopus, (conejo), Crocuta, (hiena), una pseudoartrosis en la tibia de un Vulpes, un zorro, casos de fractura del baculum u os penis en úrsidos y pinnípedos, una anomalía congénita, la notocordodisrafia en un atlas de Ursus, un oso, osteofitosis vertebrales en Bos, un bóvido, o la fusión congénita talo-calcánea de un Ursus.

• Periodo Histórico: además de los hallazgos arqueológicos, contamos con representaciones artísticas de patologías en animales domésticos y salvajes, así como animales momificados, en los que se han descrito lesiones craneales tales como anencefalia y osteomalacia, lesiones odontoestomatológicas, artrósicas, traumáticas, osteomielíticas con periostitis, tumorales, tales como Condrosarcoma pelviano, en enfermedades metabólicas, como osteomalacia.

¿CÓMO DEBEN MANIPULARSE LOS RESTOS CON INTERÉS

PALEOPATOLÓGICO? Como ya se ha mencionado, en la inmensa mayoría de las ocasiones, nos encontraremos estrictamente con restos óseos, que, en sus dos terceras partes, están constituidos por

Page 8: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

8

materia mineral, integrada por sales de fosfato tricálcico, carbonato cálcico y fosfato de magnesio de forma predominante. El tercio restante está formado por materia orgánica, constituida de forma mayoritaria por una trama tridimensional de fibras de proteínas, sobre todo colágeno, siendo estas en definitiva las que proporcionan al hueso su forma, a la vez que le confieren cierta elasticidad, mayor que si no dispusiera de ellas. Una prueba de ello es que los huesos calcinados, en los que se ha eliminado la mayor parte de la materia orgánica, son extremadamente frágiles y quebradizos, aunque conserven su estructura mineral. Cuando se observan huesos antiguos, la primera impresión que nos dan es que se trata de un material inerte, impresión muy alejada de la realidad, pues el hueso seco es un material higroscópico, que absorbe o pierde agua de forma relativamente rápida, manteniendo así un equilibrio con la humedad del medio en que se encuentra. Pero además, el hueso seco también es un material anisotrópico, en cuanto a que es capaz de expandirse y contraerse en las tres direcciones del espacio, de forma muy diferente, aunque estos cambios no sean especialmente llamativos. La prueba de que no es un material inerte la encontramos en que a pesar de su relativa abundancia, si no se degradasen, todos los seres vertebrados que han vivido a lo largo de la historia del planeta Tierra, nos habrían dejado su esqueleto para que pudiésemos estudiarlo. Hecho que, evidentemente, no ha ocurrido. Lo habitual es que pasado un tiempo más o menos prolongado, termine por destruirse, como hicieron mucho antes los tejidos blandos. Sólo en las escasas ocasiones en que los huesos llegan a un equilibrio estable, aunque precario, con el medio en que se encuentran, pueden conservarse durante largo tiempo. De hecho, los huesos sólo se conservarán cuando las condiciones ambientales sean favorables para ello, de lo contrario, se destruirán sin dejar rastro tras el paso de unos pocos decenios. La Tafonomía es pues fundamental. Si se mantienen en el exterior, expuestos a los elementos, el efecto continuado de las condiciones climatológicas, junto con la acción trófica de multitud de seres vivos, terminarán por hacer que la totalidad de la materia ósea, tanto la materia orgánica, como la materia mineral, se disgreguen y se incorporen a los ciclos pertinentes, por lo que, salvo en casos de temperaturas extremas bajo cero durante largos periodos de tiempo, es de esperar que desaparezcan completamente en un plazo relativamente corto. Por el contrario, si se mantienen en un medio subterráneo, sufren una serie de transformaciones que, en la mayoría de las ocasiones, también causan su destrucción, aunque en general, los plazos son más prolongados que si se abandonan a su suerte en el exterior. Sólo se conservarán durante periodos muy prolongados de tiempo, si el material óseo llega a un equilibrio con el medio que propicie su conservación. Para ello, tienen influencia factores como el tipo de suelo, sus características físico-químicas, y las condiciones medioambientales durante el tiempo que los huesos estén enterrados. Por otra parte, durante el propio periodo de enterramiento, los huesos también pueden sufrir transformaciones físicas, tales como deformaciones o fracturas, ocasionadas por la presión ejercida por el peso de los sedimentos, así como por los movimientos tectónicos del terreno. Los factores que influyen en estos fenómenos son el tamaño relativo de los granos de roca y sedimento, así como el grado de compactación del terreno. Si los granos son gruesos, se conservan relativamente bien los huesos de gran tamaño, pero se destruirán los más pequeños y frágiles, así como los posibles materiales a ellos asociados. De forma contraria, una elevada compactación del terreno destruirá las piezas de gran tamaño, pero se conservarán mejor las pequeñas, especialmente las de forma plana. La propia textura del terreno puede ser determinante, al influir en el grado y velocidad de penetración de los gases atmosféricos, de modo que un suelo arenoso,

Page 9: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

9

resulta más aeróbico que otro arcilloso. Cuanto menos oxígeno tenga un terreno, mejor se conservará la materia orgánica. El ph del suelo también es importante para la conservación o destrucción de los restos óseos. Los terrenos ácidos, es decir, con un ph menor de 7, disuelven la fracción mineral de los huesos, por lo que éstos, en general, se conservan mejor en terrenos alcalinos. La humedad relativa del suelo también es importante, en general los huesos se conservan mejor en terrenos secos, pues la humedad permite el crecimiento de microorganismos, y también de vegetales multicelulares que degradarán los huesos. Por otra parte, la propia humedad hidroliza la porción orgánica de los huesos. En cualquier caso, un terreno excesivamente seco tampoco hace que los huesos se conserven eternamente, puesto que aparecerán fisuras y grietas que permitirán la actuación del resto de elementos que degradan la materia ósea. Si llega materia vegetal viva a los huesos, inevitablemente, en su crecimiento vegetativo podrán provocar grietas y fisuras en los huesos, sobre todo en los de gran tamaño, además de producir degradaciones biológicas al crecer. Pueden ocasionar marcas en la superficie de los huesos, que reproducen las raíces que las ocasionaron, y si se introducen en un orificio nutricio, una lesión en su cortical, o en la cavidad medular, finalmente, harán una función de palanca que disgregarán el hueso en fragmentos cada vez más pequeños, acelerando así su proceso de degradación, aunque el medio tal vez no sea tan adverso teniendo en cuenta el resto de factores implicados, y de no haber llegado ahí la vegetación, podría haber permitido una conservación mucho más prolongada. La salinidad del terreno también es importante, pues las sales presentes, pasado el tiempo, penetrarán en los huesos, y cuando se produzcan cambios en la humedad relativa, como por ejemplo, un secado rápido, dichas sales se cristalizarán en la superficie del hueso. Ya hemos mencionado que el hueso es un material poroso, y que no es en absoluto inerte, por lo que también puede teñirse del color de las sales del medio en que se encuentra, por ejemplo, si existen sales de cobre, o fue enterrado con un ajuar de bronce, o cobre, los huesos podrán teñirse, total o parcialmente de un color verde. Esto quiere decir que cuando desenterramos unos huesos, estamos rompiendo el medio en que se encontraban, modificando pues las condiciones de conservación de los mismos, favorables o desfavorables hasta ese momento, pero estables, para pasar a otro medio con condiciones variables, esto supone un evento potencialmente traumático para la materia orgánica que pueda acompañar a los restos óseos, lo que incluye a la parte orgánica de los propios huesos. Por este motivo, durante el propio proceso de extracción de los huesos, pero especialmente durante su manipulación posterior, embalaje, transporte y almacenamiento, deben mantenerse lo más fielmente posible las condiciones iniciales en que se encontraron los huesos. De no mantenerse la temperatura, los huesos pueden sufrir dilaciones o contracciones, que pueden ocasionar fisuras más o menos importantes, así como permitir reacciones químicas que dañen al hueso, e incluso, permitir que el propio hueso sufra ataques biológicos. Otro tanto ocurre si no se mantienen las condiciones de humedad, si aumenta la humedad de un hueso seco, se dilata, si disminuye su humedad se contrae, por lo que también puede sufrir fisuras, grietas, roturas más o menos importantes, e incluso en condiciones muy adversas, su desintegración total. Temperatura y humedad están con frecuencia estrechamente relacionadas, pues las temperaturas elevadas suelen disminuir la humedad relativa, y viceversa.

Page 10: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

10

De forma indirecta, la luz, a corto plazo también puede ser lesiva para los huesos, pues si es lo suficientemente intensa como para elevar la temperatura, disminuirá su humedad relativa, por lo que ya estará ocasionando un perjuicio. Además, por sí sola, la luz ya daña los huesos, al provocar un cambio en su coloración, se amarillea y pierde así su color natural. Durante la propia excavación, para evitar dañar los huesos, se usarán instrumentos que no los dañen, por lo que se proscribe el uso de herramientas duras y puntiagudas que pueden rayar o dañar la superficie del hueso. Lo más recomendable es usar herramientas de madera, como las usadas para modelar arcilla, así como pinceles suaves, por supuesto, siempre que la dureza del terreno lo permita. Desde que son descubiertos los huesos, deben documentarse, mediante esquemas y fotografías, y si es posible, incluso mediante grabaciones de vídeo. Conviene extraerlos lo más rápido posible, para evitar que sufran cambios ambientales, sin embargo, la minuciosidad con que debemos actuar, no siempre permite hacerlo con la celeridad que la fragilidad de los huesos aconseja. Si el estado de los huesos lo permite, se puede iniciar el proceso de limpieza in situ, retirando los restos de sedimento que tenga adheridos con cepillos suaves, palillos de madera blanda y herramientas de madera, antes de que dichos sedimentos se endurezcan. Si están húmedos, se dejaran secar en un lugar ventilado, pero protegido de la luz y del calor. Sin embargo, en ocasiones, se aconseja preservar estas mismas condiciones de humedad para evitar que se resquebrajen, será la experiencia del responsable de la excavación quien determine en que casos conviene permitir que se sequen los huesos, y en cuales otros no debe permitirse. Si los huesos están secos, se limpiarán con cepillos y pinceles suaves, ayudados incluso por peras de goma. En el caso de que tengan restos de sedimento adheridos, no deben rascarse, sino que se ablandarán previamente, humedeciéndolos con un hisopo empapado en alcohol, para a continuación retirarlos con un palillo de madera blanda, por ejemplo, madera de naranjo. La utilidad del alcohol estriba en que al ser altamente volátil, no aporta humedad al hueso de forma significativa. Si se trata de un cráneo colmatado de tierra, lo ideal es no retirarla de forma inmediata, pues esta tierra permite que el cráneo sea menos frágil y soporte mejor las condiciones de transporte. Se vaciará cuidadosamente cuando el cráneo ya esté en el laboratorio.

Page 11: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

11

En ocasiones, sobre todo si el enterramiento se realizó en un terreno calcáreo, los huesos están íntimamente concrecionados. Este material calizo se retirará sin hacer fuerza, y sin usar instrumentos duros, cortantes, ni puntiagudos. Lo ideal será hacerlo en el laboratorio con medios humanos y materiales especializados en estas labores. Una vez extraídos de su emplazamiento, deberán embalarse también lo más rápidamente posible en las condiciones adecuadas. De ningún modo debe permitirse que unos huesos queden expuestos a la intemperie durante unos días, y ni siquiera durante unas horas. Con frecuencia, el estado de los huesos es tal, que lo más aconsejable, dada su extrema fragilidad es consolidarlos también in situ, antes incluso de su levantamiento, lo que permitirá manipularlos minimizando sus daños, sin embargo, si se considera necesario hacer dataciones o determinaciones de ADN, debemos conservar parte de los huesos sin consolidar, pues el proceso podría interferir, invalidando cualquier investigación posterior de este tipo. En ocasiones, cuando es posible, se aconseja la extracción en bloque del hueso o huesos junto con la tierra que le rodea, lo que contribuye a su protección. Otra técnica de protección de los huesos, que puede usarse sola, o en asociación con otras es el engasado, para lo cual, se envuelve en gasas, que se consolidan con materiales que no dañen el hueso, tales como resinas especiales, por ejemplo Paraloid B-72. En la antigüedad, los arqueólogos utilizaban vendas empapadas en escayola, lo que dificultaba su extracción y manipulación en el laboratorio, actualmente, nuevas técnicas y materiales han venido a ayudar en estas tareas. Por ejemplo la espuma de poliuretano puede sernos útil para hacer una cama rígida que proteja los huesos. Ni que decir tiene que todos los hallazgos, así como los materiales asociados a los huesos, deben etiquetarse convenientemente, para evitar su confusión y pérdida.

Page 12: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

12

Para evitar que los huesos sufran daños durante el transporte, deben embalarse en recipientes rígidos, del tamaño adecuado para permitir que los huesos puedan ser introducidos sin ser forzados, para a continuación inmovilizarlos, de lo contrario, se golpearán entre sí, o contra las superficies interiores del contenedor, y sufrirán daños, llegando incluso a desintegrarse.

Una manipulación insuficientemente cuidadosa en el yacimiento, durante su extracción, limpieza, transporte y desembalaje, puede ocasionar el deterioro de los restos hallados, lo que, en el mejor de los casos, supondrá un esfuerzo suplementario para reconstruirlos, esfuerzo que siempre pudo haberse evitado. Con frecuencia, los restos sufren daños irreversibles que los invalidan para casi la práctica totalidad de investigaciones ulteriores. Una vez en el laboratorio, se abrirán los contenedores, registrando su contenido, y el estado de conservación en que se encuentran, así como las manipulaciones y tratamientos que parezcan haber sufrido hasta ese momento, dejando constancia escrita de todo ello en una ficha a tal efecto. Conviene limpiar completamente los huesos, pues con frecuencia, si conservan tierra adherida, puede ocultar datos relevantes, tales como marcas de manipulaciones postmortem, detalles de interés, o evidencias de patologías sufridas en vida por su poseedor. Nunca debe sumergirse en agua un hueso para su limpieza, pues aumentará su humedad relativa, se expandirá, y podrá sufrir daños. Por el contrario, lo más recomendable, llegado el caso, es usar hisopos humedecidos con una mezcla al 50 % de agua destilada y alcohol, que se aplicarán en áreas muy localizadas del hueso, frotando suavemente, y retirando a continuación el líquido de limpieza con otro algodón seco. De esta forma la

Page 13: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

13

poca humedad que aporta la mínima cantidad de agua utilizada, queda contrarrestada por la volatilidad del alcohol. La limpieza conviene que sea exhaustiva, pero no abrasiva ni excesiva, por lo que se desaconseja el uso de productos detergentes o ácidos. En el caso de los dientes, no debemos confundir la posible presencia de restos de placas dentarias con suciedad. En este caso, no debe retirarse el sarro dental. Si los huesos están húmedos, una vez en el laboratorio, deben secarse de forma controlada y lenta. Lo ideal es reducir paulatinamente la humedad relativa de 5 % en 5 %, sin que nunca esté por debajo del 45 %, tal y como aconsejan Botfeldt y Richter (1998). Con frecuencia, una vez secos son más fáciles de limpiar.

En el caso de las concreciones calcáreas que se mencionó anteriormente, lo ideal es que personal especializado libre a los huesos de dicho material extraño con un torno de dentista o un lápiz percutor de forma extremadamente cuidadosa. En general se desaconseja el uso de ácidos, aunque algunos autores defienden el uso ocasional de ácido acético muy diluido para ablandar estas concreciones. A tal efecto, se usara u hisopo de forma reducida y puntual, para neutralizar el ácido de forma inmediata con agua destilada aplicada también de forma puntual en la misma zona. La tendencia actual es la de no consolidar los huesos si no es estrictamente necesario, por el contrario, se prefiere conservarlos de la forma más adecuada, y reducir al mínimo las consolidaciones. Lo que si suele ser necesario con frecuencia es el pegado de los huesos. Esta tarea se realizará de forma minuciosa, evitando cometer errores que nos llevarán a modificar el aspecto y tamaño reales del hueso pegado, lo que nos llevará luego a errores de interpretación. Se usarán productos que no dañen los huesos, sean duraderos y fáciles de retirar llegado el caso en el futuro. Si faltan porciones importantes de hueso, como es el caso de los cráneos, o de determinados huesos largos,

Page 14: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

14

puede reconstruirse la porción perdida, a tal efecto, se usarán materiales que reúnan los mismos requisitos que para pegar los huesos. Finalmente, los restos, si no se va a realizar de forma inmediata una investigación sobre ellos, deberán embalarse nuevamente, y almacenarse adecuadamente, a una temperatura de entre 10 y 25º centígrados, sin sufrir cambios bruscos, sino graduales, la humedad relativa conviene que esté entre el 45-65 %, puesto que si es inferior al 45 %, los huesos se secarán excesivamente, y se resquebrajarán, y por encima del 65 %, crecerán microorganismos que los dañarán. Ni que decir tiene que deberán protegerse de la luz.

ESTUDIO PALEOPATOLÓGICO DE MOMIAS Y RESTOS HUMANOS MOMIFICADOS

Como ya se ha mencionado, aunque lo habitual es que el Paleopatólogo trabaje exclusivamente con restos óseos, en ocasiones, se da la feliz circunstancia de que puede hacerlo con restos humanos que conservan la totalidad, o una porción de sus partes blandas, por lo que sus observaciones podrán ser más profundas. El término momia, habitualmente se refiere a los cadáveres conservados mediante algún proceso de desecación que los priva de gran parte de sus líquidos corporales, sin embargo, en la actualidad es un concepto más amplio, y se aplica a cualquier cuerpo preservado tras la muerte del individuo, independientemente del proceso que haya hecho posible su conservación. Los cadáveres, tanto de seres humanos, como de animales, pueden preservarse en las siguientes circunstancias:

• Conservación por Momificación Natural: el cadáver se deseca por deshidratación natural, sin intervención humana, de forma que se retrasa o se impide la putrefacción del mismo, para ello, es preciso que el medio en que se encuentre el cadáver presente de forma constante, una humedad relativa muy baja, y una elevada temperatura ambiental, superior a 25-30 º, todo ello asociado a una elevada proporción de aire circulante que “arrastre” la humedad retirada del cadáver, alejándola del mismo. Si la desecación del cadáver ocurre de forma rápida, se impide la proliferación de los gérmenes de la putrefacción. Estas condiciones se dan de forma natural en medios desérticos. Otra posibilidad es el contacto del cadáver con determinadas sales minerales, como el nitrato potásico, que permiten la desecación de los tejidos blandos, sin necesidad de temperatura elevada y humedad relativa baja, es decir, en ambientes no necesariamente desérticos. La momificación puede ser total, o parcial, comenzando por la porciones acras del cuerpo, tales como las manos, los pies, los pabellones auriculares, o la nariz, y desde aquí, si las condiciones se mantienen de forma adecuada, la momificación se extiende al resto del cadáver. Los cuerpos que han experimentado una momificación natural presentan una coloración pardusca en la piel, con una consistencia similar a la del cuero curtido, los globos oculares han perdido turgencia y perdida de su forma esférica, otro tanto ocurre con el resto del cuerpo, que verá disminuido su volumen corporal, mientras que los órganos internos se endurecen, adoptan un color pardo oscuro o negruzco, y se vuelven difíciles de reconocer; el pelo y las uñas pueden estar bien conservados.

• Conservación por Fijación: en ocasiones, los cadáveres abandonados en los pantanos, no se descomponen, sino que se conservan, como consecuencia de las propiedades antibióticas del musgo esfagno, lo que en ocasiones facilita una conservación de los cadáveres extraordinariamente buena, incluyendo sus vestidos y algunos objetos, tales como la cuerda con la que fue ahorcado. Con

Page 15: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

15

frecuencia se produce una desmineralización y descalcificación ósea hasta tal extremo que pueden doblarse los huesos sin romperse. En la antigüedad, se pensaba que este mecanismo de conservación se debía a las condiciones de anaerobiosis ácida asociada a la presencia de tanino, presentes en los pantanos y turberas. Son los llamados cuerpos de los pantanos, bog bodies, o peat bodies.

• Conservación por Saponificación: el término saponificación significa literalmente “formación de jabón”, y consiste en la trasformación de la grasa corporal del cadáver en una sustancia denominada adipocira, constituida en gran parte por ácido palmítico. El mecanismo químico es una hidrólisis postmortem, con hidrogenación de la grasa corporal contenida, mayoritariamente en el tejido adiposo del cadáver. Cuando la adipocira es reciente, su consistencia es untuosa, moldeable, puede cortarse con facilidad, y en su interior presenta restos de músculos, y otras partes blandas. Con el paso del tiempo, se vuelve dura, granulosa, quebradiza y de color gris claro. Los órganos internos no sueles conservarse, y suelen desaparecer al sufrir una putrefacción algo más lenta de lo habitual. Como en el caso de la conservación por momificación natural, el fenómeno comienza también por las partes acras, para avanzar por las extremidades hasta alcanzar el tronco. Suele ocurrir preferentemente en cadáveres de sexo femenino, al presentar éstas mayor cantidad de grasa corporal. Esta circunstancia se da cuando los cadáveres son enterrados en fosas comunes, especialmente si el terreno es húmedo, aunque esta condición no es indispensable, a veces, parece bastar con la propia humedad corporal. A veces, un mismo cadáver puede presentar áreas momificadas de forma natural, junto a otras saponificadas.

• Conservación por Corificación: este mecanismo fue descrito por el autor italiano Dalla Volta en el siglo XIX, y se produce en cadáveres que han sido introducidos en féretros de zinc soldados. En estas condiciones, los cadáveres presentan características similares a las momias, consistentes en una piel similar al cuero curtido, de color amarillento y resistentes al corte, aunque son relativamente rígidos, conservan cierta flexibilidad en las articulaciones, superior a la de las momias. Los órganos internos, se reducen de tamaño, aunque se conservan, con lo que el abdomen se deprime. Las masas musculares también se reducen de tamaño. En este mecanismo intervienen fenómenos de coagulación, deshidratación, polimerización y acidificación de las grasas, en el ambiente reductor producido por el medio anaerobio del féretro soldado, aunque durante los primeros momentos, mientras queda algo de aire, puede darse cierto grado de putrefacción, que se interrumpe a continuación.

• Conservación por Congelación: se da cuando el cadáver permanece en un ambiente con temperaturas por debajo del grado de congelación del agua, lo que impide la putrefacción. Si la situación cambia y se eleva la temperatura del cadáver, se inicia la putrefacción de forma inmediata y acelerada. El aspecto de los cuerpos es el mismo que si la congelación se hubiese producido de forma intencional con medios artificiales.

• Conservación por Momificación Antropogénica: es la momificación de forma intencional con el fin de mantener el cadáver lo más parecido posible al aspecto que presentaba en vida. Existen numerosos métodos, aunque todos ellos pretenden deshidratar el cadáver para evitar la putrefacción. La técnica más antigua, data de hace unos 8.000 años antes de Jesucristo, y consistía en eviscerar completamente los cadáveres, incluyendo los músculos y el tejido subcutáneo, a veces incluso el esqueleto, conservando sólo la piel, para sustituir

Page 16: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

16

todo el material orgánico extraído por barro y madera. Este método podemos observarlo en las momias Chinchorro de Chile. Otra variante mejorada de esta técnica, consiste en extraer tan sólo las vísceras más susceptibles de sufrir la putrefacción, salando el resto del cadáver con sales desecantes como el natrón, es la técnica usada en el Egipto faraónico. Algunas momias canarias tan sólo han sido tratadas externamente con sustancias desecantes, tales como ciertas plantas, polvo de brezo, resinas y piedra pómez, todo ello asociado a la acción del sol y del humo de fogatas. En otras ocasiones, no se produce manipulación alguna del cadáver, tan sólo se aprovechan las condiciones climáticas y medioambientales para facilitar una momificación por entero natural, como ocurre con las momias de los indios Basket-Makers del suroeste de Estados Unidos.

Indudablemente, el estudio de restos humanos preservados, es más interesante que el de los huesos secos, sin embargo, debemos contar con cuatro importantes obstáculos de los cadáveres preservados, especialmente en los momificados:

1. Las proteínas se han degradado. 2. Se han perdido las células epiteliales, y los núcleos de la mayoría de las

células corporales. 3. Los lisosomas de las células se han roto, liberando su contenido rico en

enzimas, que degrada el resto de las estructuras celulares. 4. A pesar del mecanismo conservador, el cuerpo no es del todo inmune a

la acción de bacterias, hongos, artrópodos, e incluso vertebrados, que pueden destruir los tejidos blandos con el paso del tiempo.

Además, siempre debemos contar con la posibilidad de que un hallazgo concreto, no sea más que una pseudopatología, y que no se trate de una lesión real, sobre todo porque algunas prácticas funerarias sustituyen partes del cadáver original por otras procedentes de otros cadáveres, o moldes de resina, cabello de otras momias, relleno subdérmico con arena y otras sustancias conservantes, anudado de tejidos, obturación de orificios corporales, desecación cadavérica mediante el fuego, con lo que al coagular las proteínas musculares, el cuerpo adopta la denominada “posición del pugilista”. Siempre deberemos estar atentos a esta posibilidad. En ocasiones, podrá realizarse incluso una autopsia reglada de la momia, aunque lo habitual es que no se practique, al ser una técnica mutilante, por el contrario, se pueden realizar endoscópias a través de los orificios naturales, o practicando incisiones mínimas a través de las cuales puede introducirse el instrumento óptico, que, además nos permitirá tomar muestras para su estudio histopatológico, mediante técnicas, una vez rehidratado el tejido a estudiar, muy similares a las de la Histopatología convencional, aunque las conclusiones deberán realizarse con las debidas cautelas, ante la posibilidad de que, nuevamente nos encontremos ante una pseudopatología. Lo más habitual sin embargo es realizar un estudio de imagen con Radiología Simple, y si es posible, con Tomografía Computerizada, e incluso con Resonancia Magnética. En el año 1986, Piepenbrink y colaboradores aconsejan sumergir las piezas patológicas en una solución acuosa de acetona al 20 %, a la que se ha añadido timol para evitar su putrefacción, durante un periodo de dieciocho días. El estudio de las momias, nos permitirá desarrollar investigaciones impensables en el caso de que contemos tan sólo con huesos secos, como es el caso de la reconstrucción de dietas antiguas, los estudios genéticos con ADN antiguo, que nos permitirá hacer estudios paleodemográficos, o los estudios inmunohistoquímicos, que nos permitirán detectar por ejemplo lesiones tumorales no visibles con medios histopatológicos o de diagnóstico por imagen.

Page 17: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

17

Otra posibilidad no menos interesante es la Investigación de drogas de abuso en cabello humano, tales como cocaína, nicotina, cannabis u opiáceos, así como sus metabolitos, usando técnicas de toxicología forense, tales como el radioinmunoensayo. El estudio de los coprolitos humanos, permite no sólo detectar la presencia de restos alimenticios en su interior, sino también el polen, con lo que puede averiguarse en un individuo concreto, en que estación del año se produjo la última ingesta de alimentos. También es posible detectar huevos de parásitos, como las tenias de pescado, concretamente Diphylobohtrium Paccificum descritos por Reinhard y Bryant en el año 1992. Posteriormente, en el año 1998, Reinhard utilizó la microscopía electrónica de barrido, observando la superficie de estos mismos huevos, pudiendo así determinar si los alimentos se ingerían crudos o cocinados. El estudio inmunológico de los coprolitos, puede incluso permitir identificar el origen de la carne consumida, es decir, la especie animal concreta.

METODOS DE ESTUDIO DE LA ANTROPOLOGIA, Y OTRAS CIENCIAS AFINES, DE INTERES EN PALEOPATOLOGIA

Cuando se encuentran unos restos humanos, parece razonable esperar que sea la Antropología Física quien primero evalúe el hallazgo, determinando el número de individuos a quienes pertenecen los restos, si se encuentran o no restos de animales o plantas asociados, así como otros hallazgos de interés, relacionados o no con esos restos humanos. De este modo podremos conocer no sólo el número de individuos, sino sus edades, sexos, talla, constitución física, perfil poblacional, cronología del yacimiento y su contexto etno-histórico, y por supuesto, los hallazgos paleopatológicos. Para ello, deben limpiarse los restos, e individualizarlos cuando pertenecen a varios individuos, lo que no siempre es fácil, sobre todo cuando las edades, sexos, y condiciones físicas de los individuos son muy similares, la dificultad es extrema en el caso de individuos subadultos. En general puede afirmarse que cuanto más joven es un individuo, mayor problema se tendrá en reconstruir su esqueleto, al estar constituido por huesos inmaduros con grandes porciones no osificadas que no se habrán conservado, así como huesos con múltiples centros de osificación que se habrán individualizado, y serán difíciles de diferenciar entre sí, mezclados en un verdadero amasijo de huesecillos en que desafortunadamente, todos parecen prácticamente iguales. Si los estudios poblacionales son complejos en sí mismos, cuando pretendemos obtener conclusiones válidas en estudios poblacionales paleopatológicos, aún encontramos mayores dificultades. La primera limitación es el número de individuos, pues cuanto más antiguo es el yacimiento, más difícil es que podamos contar con un número suficiente de individuos que garanticen una validez de las conclusiones a que se pueda llegar. Estadísticamente, se menciona que el número mínimo debería ser de veinte (20) individuos, lo que en la mayoría de las ocasiones es simplemente inasequible. El segundo obstáculo es que no siempre se conserva la totalidad de los esqueletos, sino que por el contrario, han desaparecido gran parte de los huesos de menor tamaño, sobre todo en individuos infantiles, así como grandes porciones, o la totalidad incluso de algunos huesos largos. Por último, con frecuencia, los grupos de edades no suelen estar igualmente representados, es muy frecuente que los individuos infantiles estén muy deteriorados, o que incluso no se encuentren en ese mismo enterramiento. Todas estas dificultades no significan que el estudio paleopatológico de una población sea una quimera inalcanzable, simplemente, deberán ser tenidas en cuenta sus limitaciones.

Page 18: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

18

Como más recientes aplicaciones técnicas, tenemos los estudios paleogenéticos, así como los estudios paleoinmunológicos. Los marcadores nutricionales suelen ser relativamente asequibles. Los más conocidos y estudiados son los estudios de las alteraciones y patologías orales. La causa es muy sencilla, tanto los dientes, como su soporte óseo son los indicadores esqueléticos relacionados más directamente con la dieta y nutrición de su poseedor, al ser la primera parte del aparato digestivo que entra en contacto con los alimentos. La caries es la patología oral más conocida. Su frecuencia en una población refleja los cambios en la dieta mejor que otros marcadores, aunque no deben olvidarse factores modificadores de su presencia, tales como la higiene oral, así como factores constitucionales y culturales. La perdida de soporte óseo de los dientes suele estar relacionada con la presencia en la dieta de alimentos pegajosos, lo que facilita que colonicen microorganismos responsables de la infección periodontal. Los cálculos dentales han supuesto opiniones encontradas para los paleopatólogos, pues mientras algunos mantenían que aparecían en etnias con un gran consumo de alimentos de origen animal, otros opinaban que prevalecían más en etnias que consumían predominantemente alimentos de origen vegetal. Lo cierto y verdad es que el estudio microscópico de los cálculos, refleja la presencia de microrresiduos vegetales, tales como fitolitos, microcarbones y almidones, pero también microrresiduos de origen animal, tales como fragmentos de espinas de pescado, espículas, pequeñas escamas, etc. Los abscesos periodontales suponen la entrada de gérmenes a través de caries, fracturas dentales o desgaste extremo del esmalte, y suponen la pérdida antemortem de la pieza dental afecta. Como puede deducirse, se dan ante la presencia de patologías dentales previas. La hipoplasia del esmalte dental es una interrupción temporal o definitiva del desarrollo del diente, suele asociarse a estrés fisiológico sistémico de cualquier etiología, tales como enfermedades agudas, cambios en la dieta, destete, o cualquier problema de salud, agudo o crónico.

También pueden hacerse estudios poblacionales en el resto del esqueleto. Por ejemplo, un equivalente esquelético de la hipoplasia del esmalte dental, son las llamadas Líneas de Harris, ocasionadas por una detención transitoria del crecimiento como consecuencia de un estrés fisiológico. Este marcador debe interpretarse con precaución, pues en casos de supervivencia prolongada del individuo, la remodelación ósea puede atenuar o incluso hacer desaparecer las líneas de Harris. En poblaciones antiguas, uno de los marcadores nutricionales más usados es la presencia de osteoporosis hiperostótica, suele relacionarse con la anemia entre otras

Page 19: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

19

causas, y es bien visible en huesos planos, por ejemplo al criba orbitalia, o adelgazamiento del techo de las órbitas. Los datos métricos del esqueleto también son de interés, si encontramos tasas bajas de crecimiento o un retraso en su evolución normal, respecto de otras poblaciones que puedan considerarse comparables, serán datos muy significativos, aunque por sí solos no nos indiquen las causas responsables. En este sentido, es muy interesante el cálculo de la estatura de la población infantil calculada a partir de la longitud de los huesos largos, aunque pueden usarse otros métodos, tales como los perímetros o diámetros, también de los huesos largos, así como la masa de hueso cortical. Con una elevada probabilidad, una población de niños de talla baja, será en el futuro una población de adultos de talla baja. También son de interés el desarrollo, erupción y talla dental de una población. Otros marcadores nutricionales de interés, al reflejar estados carenciales durante el crecimiento, son la platibasia (Ángel, 1982), la deformación antero-posterior de la pelvis (Ángel, 1978, 1984, Sibley et al., 1992), y la forma arqueada (Kennedy, 1984) o en sable (Buxton, 1938) de las diáfisis de los huesos largos.

No sólo podemos inferir el estado nutricional de una población, también pueden estudiarse los marcadores de actividad y estilo de vida, así como los marcadores de estrés ocupacional. Ambos se basan en el estudio de las remodelaciones óseas desarrolladas por los individuos estudiados para permitirles soportar mejor las fuerzas ejercidas sobre su esqueleto, cuando estas se producen de forma continuada durante periodos de tiempo muy prolongados. Estos estudios tienen su origen en la Medicina del Trabajo, así como en la Medicina Deportiva. En casos extremos, esta remodelación no es suficiente, y se produce una pérdida ósea por atrofia, tales como osteoporosis o reorientación de las trabéculas óseas. Un ejemplo sería el denominado squatting, al estar mucho tiempo en cuclillas, se producen nuevas carillas articulares como extensión de las ya existentes, por ejemplo, en las tibias y fémures. Otras lesiones óseas con un origen similar son los microtraumatismos de las vértebras, el desgaste y eburneación de las articulaciones, e incluso la ausencia de fusión de los núcleos de osificación, como es el caso del hueso acromial en arqueros, tal y como describió Stirland en 1991.

Page 20: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

20

Las hipertrofias musculares ocasionadas por los esfuerzos continuados, tienen su representación en el esqueleto en sus inserciones, ocasionando entesopatías, del tipo de irregularidades y osteofitos en las inserciones musculares de dichos huesos. El desgaste dental también puede ser un factor ocupacional, especialmente si se encuentra localizado de forma exagerada en determinadas piezas dentarias, por ejemplo, un excesivo y desproporcionado desgaste en las piezas dentarias anteriores, asociado a un desgaste moderado en las piezas posteriores, en ausencia de maloclusión, nos habla a favor de un trabajo extraalimentario con las piezas dentarias, como por ejemplo, masticar de forma continuada cuero para ablandarlo y/o curtirlo.

Una elevada presencia de enfermedades infecto-contagiosas, nos habla de probables factores nutricionales adversos, así como condiciones de vida insalubres, e incluso de un medio de vida adverso por factores climatológicos, catástrofes naturales, conflictos armados, etc. Aunque también puede ser un dato a favor de convivencia con animales domésticos, o del consumo de sus productos, tales como el caso de enfermedades como la tuberculosis y la brucelosis. Estamos hablando de los indicadores esqueléticos de infección. Se trataría del ámbito de aplicación de la Paleoparasitología. También son de interés las tasas de traumatismos registrados en los restos óseos, sin embargo, debemos ser cautos, pues muchas de estas lesiones no son antemortem, sino que se han producido postmortem, ocasionadas por las condiciones tafonómicas con el paso del tiempo, o incluso durante la propia excavación, incluso en condiciones cuidadosas, a veces no es posible evitar completamente este tipo de daños en los huesos, y que pueden confundirse con fisuras y fracturas sufridas antemortem. Por el contrario, hay lesiones que no es fácil confundir, es el caso de las trepanaciones craneales, cuando el individuo ha sobrevivido, y los bordes de la lesión presentan signos evidentes de regeneración, es decir, actividad osteoblástica. Con frecuencia, algunas lesiones

Page 21: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

21

traumáticas en los huesos, e incluso avulsiones dentales antemortem, pueden ser consecuencia de comportamientos culturales muy concretos. Para poder apreciar este tipo de marcadores, no basta un estudio macroscópico de los restos encontrados, con frecuencia, serán necesarios estudios de imagen, tales como estudios radiológicos y tomográficos, así como estudios histológicos y microscópicos. Pero tampoco esto es suficiente, conviene hacer una determinación bioquímica de los compuestos y elementos químicos que aparecen en los restos, tanto los que aparecen por causas fisiológicas, como los que aparecen como contaminantes. La inmunología también encuentra su aplicación en la paleopatología. El estudio de elementos químicos traza, así como isótopos radiactivos estables es de interés en estudios poblacionales sobre su dieta y nutrición. También la biología molecular, con el estudio del ADN es de interés, no sólo para permitir investigar grupos humanos, familias, e incluso individuos concretos y sus posibles patologías, tales como determinados cánceres o enfermedades hereditarias trasmisibles, sino también infecciones bacterianas, víricas, fúngicas, protozoarias, o por parásitos multicelulares, sino también de elementos constituyentes de la dieta, tales como alimentos de origen marino en poblaciones muy alejadas del mar, y que supondría la posible presencia de algún tipo de comercio, o en su defecto de movimientos poblacionales. Desafortunadamente, estos estudios aún están muy limitados por su elevado precio, y la escasa diversificación de los kits comerciales existentes, que sin duda, se verán ampliados considerablemente en el futuro.

Los datos, una vez obtenidos, deberán sufrir un análisis estadístico, y en ocasiones también, un análisis paleoepidemiológico. De lo contrario, no podrán ser validados. También deberemos tener en cuenta el marco geográfico, así como el marco temporal de la población objeto de estudio, para poder comparar las conclusiones con otros estudios similares en poblaciones próximas en el tiempo y en el espacio, con lo que podremos deducir posibles interacciones entre ellas. Todo ello sin olvidar los estudios paleodemográficos. De lo contrario, no podremos detectar la existencia de grupos de riesgo en una población, ni podremos suponer cual era la esperanza de vida dentro de ese grupo humano. Otro ámbito de la Paleopatología que cada vez cuenta con mayor número de publicaciones son los relacionados con el conocimiento de las fuentes alimenticias en el pasado la Paleodieta, lo que proporciona el contexto necesario para evaluar los efectos de la nutrición en el crecimiento estaturo-ponderal de los individuos, y su desarrollo posterior, así como la valoración de los indicadores paleopatológicos de los diversos tipos de estrés y enfermedades, así como el papel que desempeña la actividad física en la búsqueda de comida, entre otros aspectos. Son múltiples las disciplinas que nos pueden servir de ayuda en estos aspectos, analizando los restos de fauna y flora hallados, así como el estudio de del utillaje empleado para la recolección, captura o elaboración de los alimentos, aunque estos medios sólo nos permiten cierto grado de aproximación, pues no nos informan sobre la proporción entre los distintos tipos de

Page 22: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

22

alimentos, sólo de su presencia o ausencia. En estos momentos, los métodos que nos permiten un mayor acercamiento son los estudios químicos sobre los huesos. El motivo es simple, muchos de los nutrientes, cuando se incorporan en exceso en la dieta, se acumulan en diferentes tejidos, incluido el tejido óseo bien como reservorio primario, bien de forma secundaria; por el contrario, si la dieta es deficitaria en algún nutriente esencial, dicho déficit se verá también reflejado en el tejido óseo. Los nutrientes más útiles en este tipo de investigaciones son los aminoácidos y los elementos minerales, cuya presencia u ausencia el los huesos son fiel reflejo de que se incorporen o no en cantidad adecuada en la dieta. La mayoría de estos estudios combinan ciertas determinaciones químicas en los huesos, con estudios morfológicos y patológicos, macroscópicos y microscópicos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que, como ya se ha mencionado, el tejido óseo está vivo, tiene su metabolismo, sufre cambios y se adapta, no todo lo que entra al hueso se queda allí eternamente, puesto que éste, sufre continuamente lo que se conoce como remodelación ósea, aunque se trate de un individuo adulto, cada año, renueva aproximadamente un 2-3 % de su tejido óseo compacto, y un 25 % de su tejido óseo esponjoso, es decir, que en plazo aproximado de diez años, cualquiera de nosotros ha renovado completamente su esqueleto. También deberemos tener en cuenta otros factores, la composición del terreno en el lugar del enterramiento, puede aportar o sustraer algunos de los elementos que nos interesa investigar, lo que modificará la interpretación de los resultados. El paso del tiempo puede ser así mismo fuentes de distorsión, pues, por ejemplo, se estima que todo el colágeno del hueso desaparece cuando pasan 100.000 años, por lo que si determinamos el Carbono 13 en la creencia de que medimos la fracción proteínica de la hidroxiapatita del hueso, en realidad, puede que estemos determinando el carbono de origen lipídico y no el colágeno. En todo caso, los resultados obtenidos, deberán interpretarse adecuadamente en el contexto particular de cada investigación, sin asumir los resultados analíticos como verdades inamovibles. Los estudios químicos más habituales son el análisis de isótopos estables en el colágeno, y el análisis de elementos traza en la hidroxiapatita. Los elementos traza de mayor interés en al actualidad son el Calcio y el Estroncio, así como el Bario, aunque en menor medida. Las aplicaciones bioantropológicas de los elementos traza son las siguientes:

1. Posibilidad de estudiar la dieta, su tipo y origen. 2. Predicciones del efecto posible sobre la salud de los individuos, déficits o

excesos de elementos traza. 3. Posibilidad de realizar correlaciones conductuales, tales como migraciones,

enlaces matrimoniales, y estratificación social. 4. Presencia de indicios del tipo de medioambiente en el que vivió un individuo

concreto. 5. Predicción de la edad aproximada en que se produjo el destete de un individuo

concreto. El estudio de los isótopos estables, permite conocer la proporción de proteínas presentes en la dieta, orientándonos hacia la presencia de alimentos de origen marino en la misma. Por otra parte, el estudio de los elementos traza, inicialmente servían para orientar entre la herbivoracidad o carnivoracidad de la Paleodieta, facilitando datos sobre el origen de los diferentes alimentos, y su proporción. Con posterioridad, se han abierto nuevas líneas de investigación, permitiéndonos conocer paleodietas ricas en fibras, proteínas, hierro, y posiblemente, grasas.

Page 23: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

23

Actualmente se están abriendo nuevas líneas de investigación, tales como la determinación de C13 no en el colágeno, sino en el colesterol, así como los estudios sobre la composición de hidratos de carbono y grasas en la Paleodieta, lo que permitiría atribuir algunas lesiones en los huesos a enfermedades metabólicas. Estos análisis nos permiten también obtener información paleodemográfica, puesto que si en un mismo ámbito geográfico, encontramos dos grupos humanos coetáneos, donde los hallazgos químicos de sus huesos nos indican que sus dietas eran muy diferentes, podemos presumir que uno de ellos ha realizados movimientos migratorios, o como comenta Ericson en 1985, podemos presuponer que se trataba de un grupo de soldados muertos durante una batalla en tierras extranjeras. Sin embargo, también en el pasado existieron cambios en la dieta de un mismo grupo humano en función de sus estratos sociales, en general aquellos que contaban con un status más elevado tenían en su dieta mayor proporción de proteínas de origen animal, mientras que por el contrario, los grupos humanos eminentemente agrícolas, con un menor status socio-económico, presentan mayores niveles de estroncio en sus huesos. Otros elementos de interés serían el cinc y el hierro, aunque su importancia es cuestionada por algunos autores, al considerar que la variabilidad individual, a consecuencia de sus metabolismos específicos, es tan elevada que difícilmente puede ser tenido en cuenta sus cifras en restos óseos. También debemos tener en cuenta que la dieta no tiene que ser forzosamente igual en todos los miembros de un mismo grupo humanos, con frecuencia, es sustancialmente diferente entre los individuos de sexo masculino y femenino, así como entre individuos adultos, infantiles y adolescentes, sobre todo en sociedades cazadoras-recolectoras, pero también en sociedades agrícolas, ganaderas o mixtas. Y todo ello sin olvidar la posible presencia de cambios dietéticos diacrónicos, puesto que es frecuente que la dieta haya variado en un mismo ámbito geográfico con el paso del tiempo, ya sea por cambios en los hábitos alimenticios, de tipo cultural, por ejemplo, o por modificaciones en la disponibilidad de los recursos naturales. Otros elementos como el plomo, nos orientarían hacia el tipo de utensilios utilizados para cocinar los alimentos. El mercurio por ejemplo podría aportarnos también datos de interés, pues es posible hallarlo en algunas momias, se usó en vida para tratar infecciones como la sífilis, y con frecuencia, la causa de la muerte fue la intoxicación por mercurio, y no la infección sifilítica (Aufderheide y Rodríguez 1998).

LAS TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN DE ADN ANTIGUO, LA PALEOGENÉTICA

En primer lugar, comenzaremos por definir el concepto de ADN antiguo, se trata del ADN recuperado de restos biológicos preservados natural o artificialmente, y que haya sufrido un proceso autolítico y/o diagenético, e incluiría los siguientes tipos de ADN:

• ADN Forense: obtenido de todo tipo de muestras del ámbito forense. • ADN envejecido: obtenido de material biológico archivado, como herbarios,

muestras incluidas en parafina, cortes histológicos, etc. • ADN antiguo: obtenido de muestras de considerable antigüedad, normalmente

del ámbito arqueológico y paleoantropológico, aunque también puede incluir especimenes de museo.

• ADN geológicamente antiguo: de millones de años de antigüedad, recuperado de muestras fosilizadas, en el caso de que pueda demostrarse su existencia.

Page 24: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

24

La extracción del ADN antiguo es especialmente completa en cuanto que no es posible su preservación completa, se encuentra muy fragmentado y con entrecruzamientos moleculares, debido, probablemente al daño hidrolítico, y con modificaciones de sus bases pirimidínicas, debido principalmente, al daño oxidativo. Aunque en ocasiones las condiciones ambientales pueden reducir la tasa de degradación del ADN, la imposibilidad de detener los daños que sufre la molécula hacen prever un límite temporal para la preservación del ADN bajo cualquier condición. En base a los conocimientos científicos actuales, parece muy improbable la persistencia de algún fragmento informativo de ADN en restos biológicos de más de 100.000 años (Lindahl 1993), y esto en regiones fría, en regiones cálidas se reduciría a pocos miles de años (Poinar et al. 1996). Por otra parte, la persistencia de ADN en tejidos blandos exige la preservación de la estructura celular, lo que puede conseguirse a través de momificación artificial o natural. En el caso de los restos óseos y dientes, puede producirse un fenómeno de momificación celular rápida, debido a la baja cantidad de agua que contienen, y a la protección de la matriz inorgánica (Hummel y Hermann, 1994). La microscopia confirma que en los huesos persiste la estructura celular y subcelular (Hagelberg et al. 1991 y Hummel, 1994). Un interesante campo de investigación del ADN antiguo es el diagnóstico molecular de enfermedades infecciosas presentes en restos humanos de notable antigüedad. En el ámbito de la botánica, y también de la zoología, la investigación del ADN antiguo permite ayudar a esclarecer relaciones filogenéticas entre algunas especies y sus predecesores evolutivos, así como a esclarecer cuestiones de ecología de animales ya extintos, a partir de los restos hallados en sus coprolitos, permitiendo determinar que especies animales y/o vegetales se encontraban en su dieta, esta técnica se denomina coproscopia molecular (Poinar et al., 1998). Los éxitos más mediáticos de las investigaciones con ADN antiguo, sin lugar a dudas, son los surgidos en el ámbito de la Medicina Forense, donde de forma cotidiana se esclarece la identidad de personas desaparecidas, e incluso la de delincuentes que perpetran delitos graves a través de sus restos biológicos depositados en el lugar del crimen, o sobre los cuerpos de sus víctimas. Pero volviendo al ámbito que nos ocupa, el estudio de ADN antiguo en arqueología y antropología, permite ayudar a obtener datos importantes de un yacimiento en particular, enmarcándolo en el contexto de la población, y también puede ayudar a esclarecer o a construir teorías generales sobre grupos de poblaciones, incluyendo sus relaciones y migraciones. Se puede así determinar el sexo en casos en que no sea factible la determinación morfológica, por ejemplo en el caso de restos óseos muy fragmentarios y deteriorados, o de individuos infantiles, en los que no se han definido aún las diferencias sexuales a nivel anatómico. También es posible establecer relaciones de parentesco entre distintos individuos de un mismo yacimiento, genealogías entre diferentes poblaciones emparentadas entre sí, movimientos migratorios. Otra posibilidad es conocer el periodo y lugar en que pudo domesticarse algún tipo de especie vegetal con la agricultura, o animal con la ganadería. Sin embargo, no debemos olvidar otro grave problema, además de lo frágil que resulta el ADN antiguo, y lo complejo que es su aislamiento e investigación, debemos considerar la posibilidad de contaminación con ADN exógeno, incluso moderno, como consecuencia de una manipulación inadecuada desde el propio yacimiento, hasta el laboratorio de investigación.

Page 25: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

25

Por todo ello, los estudios de ADN antiguo son muy costosos, consumen gran cantidad de tiempo y los resultados son escasos. Al menos en la situación actual, por lo que se reservan para detectar enfermedades de alta incidencia, que dejen una huella morfológica o que puedan ser utilizadas como marcadores poblacionales. Actualmente, se han conseguido resultados interesantes en enfermedades genéticas como la fibrosis quística, o la Beta Talasemia, así como en la investigación de agentes infecciosos tales como Mycobacterium Tuberculosis, Mycobacterium Leprae, Yersinia Pestis, Bacillus Antracis, o el virus de la Hepatitis E. Esto ha dado pie a que se hable de nuevas disciplinas, la Paleobacteriología, la Paleoepidemiología y la Paleogenética. A pesar de las dificultades metodológicas anteriormente comentadas, el Diagnóstico Paleopatológico Molecular Positivo, tiene la ventaja única de que el nivel de confianza alcanzado será difícilmente superable por otros criterios, si se demuestra que los resultados son correctos.

UTILIDAD DE LAS TECNICAS DE DIAGNOSTICO POR LA IMAGEN EN PALEOPATOLOGÍA

Desde que se inició a finales del siglo XIX el diagnóstico por la imagen mediante el uso de los Rayos X, la Paleopatología se ha servido de los recursos que la técnica ponía a su disposición, y pronto, a la radiología convencional siguieron otras técnicas. Por el contrario, los ultrasonidos, no parecen tener, de momento, grandes aplicaciones, algo parecido a lo que ocurre con la Resonancia Magnética, pues con dicha técnica, la imagen se forma a partir de los núcleos de hidrógeno, relativamente escasos en los huesos secos. En cualquier caso, podría ser que el estudio de otros núcleos atómicos si fuese de interés en Paleopatología, el devenir de los acontecimientos nos lo dirá. En el momento actual, tan sólo tendrían cierta aplicación sobre restos de partes blandas convenientemente rehidratados, y ello con unos resultados bastante limitados. Aún a fecha de hoy, la radiología convencional es la técnica de imagen más utilizada en el estudio de restos esqueléticos, así como en cuerpos momificados, donde posibilita la comprobación de la estructura esquelética, lo que nos aportará datos orientativos sobre el sexo y edad del individuo, así como de la presencia o ausencia de órganos o vísceras. Sin embargo, esta técnica es bidimensional, por lo que deberemos tener en cuenta que las imágenes de diferentes estructuras se nos superpondrán en un único plano. También es la técnica más económica, pues podemos hacer uso de los servicios de radiodiagnóstico de cualquier hospital o consulta, incluso clínicas veterinarias llegado el caso, siendo perfectamente válidos los equipos portátiles, aunque, de forma preferente, se usarán aquellos equipos que dispongan de diferentes focos de emisión de radiación, con el fin de obtener de ellos mayor rendimiento. Habitualmente se utilizan las proyecciones convencionales en radiodiagnóstico humano, siendo aconsejable no radiografiar conjuntos de huesos, pues al tener diferentes tamaños y densidades radiológicas, precisarán diferentes exposiciones, tan sólo cuando pretendamos radiografiar una articulación, donde los huesos están desarticulados, podrían colocarse en posición anatómica, en el resto de ocasiones, es preferible radiografiar huesos de uno en uno en cada placa radiográfica. Cuando el estudio radiológico se registra en un soporte digital, en vez de en una placa radiográfica, estaremos hablando de Radiografías digitales, por lo demás, la técnica es prácticamente idéntica a la radiología convencional. La diferencia más significativa es la posibilidad de usar haces de rayos X atenuados, donde el equipo registrará la intensidad de las diversas atenuaciones sufridas por las estructuras atravesadas en forma numérica, posibilitando así reducir las interferencias ocasionadas por la superposición

Page 26: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

26

de estructuras en una misma proyección. También es posible almacenar muchísimas imágenes en un espacio muy reducido. Dada la importancia de la dentadura, su estudio radiológico también podrá aportarnos datos de interés, es por esto que la ortopantomografia puede utilizarse en Paleopatología. Con esta técnica, pueden visualizarse de forma panorámica ambas arcadas dentarias, superior e inferior, incluso en una misma proyección si se conserva el cráneo y la mandíbula inferior de un mismo individuo, y se coloca en posición anatómica. De este modo, podremos apreciar el grado de desgaste dentario, la posible existencia de malposiciones, inclusiones dentarias, tumores, abscesos, etc. E incluso, en individuos subadultos, podremos estimar su edad cronológica aproximada al comprobar que piezas dentarias definitivas y/o deciduales han hecho su aparición, y cuales aún permanecen en sus alvéolos si hacer aún su erupción. En sujetos vivos, esta técnica también es válida para estudiar las articulaciones témporo-mandibulares, sin embargo, en el caso de los restos óseos, con frecuencia desarticulados, no siempre se conservan todas las porciones óseas, pueden haberse perdido, deformado, o dañado con el paso del tiempo. Ya se ha hecho mención del problema que supone para la radiología convencional la superposición de diferentes estructuras en una misma imagen, este problema desaparece si utilizamos la Tomografía Computerizada, con esta técnica, el haz de rayos X no incide sobre una placa fotográfica, sino que se convierte en un código numérico que, procesado por un ordenador, permite reconstruir imágenes de planos tomográficos del objeto investigado. Es decir, es como si viésemos delgados cortes transversales de dichos objetos. Con esto se evita la superposición de estructuras, a la vez que nos permite visualizar objetos y detalles que escaparían a otras técnicas. A pesar de su utilidad, en la actualidad, continúa siendo la radiología convencional la técnica de imagen más utilizada, muy posiblemente por lo asequible y barato que resultan sus instalaciones. A estas técnicas, ha venido a unirse el análisis de imagen computerizado. Se trata de ordenadores especialmente diseñados para medir dimensiones espaciales y densidades de grises en imágenes tomadas mediante un dispositivo periférico. Las imágenes así obtenidas serán después analizadas mediante un software especialmente diseñado para estos fines. Una vez que la imagen ha sido, de este modo, discriminada, posee una naturaleza binaria que nos permite cuantificarla, generando los siguientes parámetros:

• Parámetros morfométricos, relacionados con la extensión, forma y dimensiones de las estructuras investigadas.

• Parámetros porcentuales, con indicación del porcentaje ocupado por las zonas discriminadas.

• Parámetros densitométricos, con información cromática. • Parámetros evaluativos, con tratamiento matemático o estadístico de la

información anterior. De este modo, podemos estudiar con más comodidad lesiones óseas, pero también aproximarnos a la edad cronológica de un individuo en el momento de su muerte estudiando huesos largos, por ejemplo un fémur, e incluso su sexo. En sujetos juveniles, pueden realizarse estudios histomorfométricos en su cresta ilíaca, lo que nos permitirá conocer su edad cronológica en individuos menores de veinte años. Como puede imaginarse, también es de utilidad en el caso de momias. Dentro del ámbito de estas técnicas, debemos mencionar el análisis de imagen tridimensional, lo que nos permite realizar una reconstrucción tridimensional de imágenes de cráneo con el fin de establecer, a partir de éstas, la métrica craneal con un elevado grado de precisión, sin necesidad de usar métodos invasivos y destructivos. De

Page 27: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

27

este modo, podemos reconstruir las facciones que tendría en vida un cráneo, lo que no es sólo de interés en Antropología Física, sino también en Antropología Forense, de cara a identificar de forma positiva al propietario de los huesos investigados.

UTILIDAD DE LA PALEOHISTOPATOLOGÍA Aunque pueda parecer lo contrario, la Paleohistopatología no sólo tendría interés en el caso de restos momificados, donde podríamos efectuar cortes en sus partes blandas, teñirlos con las técnicas adecuadas, y observarlos al microscopio. También los huesos son susceptibles de ser estudiados al microscopio, pero al igual que ocurre en la Histopatología convencional, es preciso descalcificarlos previamente utilizando ácidos, aunque con algunas modificaciones a tener en cuenta sobre huesos secos, pues estos son más quebradizos y sufren daños con más facilidad que los huesos recientes. Otra técnica utilizada es cortarlos cuidadosamente en finas láminas que a continuación son lijadas o esmeriladas con polvo de diamante, hasta obtener láminas de unas cincuenta micras, aptas para ser tratadas con colorantes. Como vemos, se tratan de técnicas destructivas, por lo que su utilidad será limitada. Sin embargo, también tiene una ventaja, puede aplicarse en fragmentos óseos muy pequeños, no necesariamente sobre huesos grandes intactos, de hecho, pueden usarse fragmentos sobre los que casi no podremos hacer otro estudio. También nos permite diferenciar huesos humanos de huesos animales. Finalmente, puede ser útil para conocer, dentro de ciertos límites, la edad cronológica y tafonómica de los restos óseos, contribuyendo así a conocer mejor la historia de las sociedades humanas. Podremos así diagnosticar los llamados síndromes osteoarqueológicos. Los más conocidos son la hiperostosis porótica, los callos de fracturas óseas, la osteoartropatía hipertrofiante néumica de Pierre-Marie Bamberg, déficit de vitamina C, infartos óseos, tumores y pseudotumores, displasias fibrosas, osteítis, periostitis, osteoperiostitis, osteomielitis, eburneización periostótica, sífilis, hiperostosis espongiótica, osteomielitis hematógena esclerosante, osteítis casificante tuberculosa, condrodistrofia, raquitismo, osteogénesis imperfecta, enfermedad marmórea de los huesos, osteopatías endocrinas, tales como los hiper e hipoparatiroidismos, osteomalacia, osteoporosis, síndrome de Cushing, raquitismo, cretinismo, hipertiroidismo, acromegalia, etc. Sin embargo, deberán ser tenidos en cuenta los posibles cambios pseudopatológicos postmortem sufridos por el esqueleto, bien por causas tafonómicas, o bien por fosilización de los restos óseos, que con frecuencia, sufren el fenómeno conocido como recristalización, sobre todo en la superficie que estuvo en contacto con el suelo, al aumentar de tamaño los cristales de hidroxiapatita con el curso de la fosilización. El calor procedente de cremaciones humanas también produce cambios en los restos óseos, cambios como la fusión y recristalización de los compuestos derivados de la hidrólisis térmica de la hidroxiapatita, que ocasionan retracción, figuración, formación de vesículas en la matriz ósea, estallido-canalización de los conductos de Havers, así como excoriación y formación de aglomerados en el tejido óseo. Siempre será necesario hacer un diagnóstico diferencial correcto entre los síndromes osteoarqueológicos y los cambios pseudopatológicos postmortem. Con la Paleohistología también podemos conocer los procesos de descomposición ósea ocasionados por agentes microbianos y fúngicos a lo largo del tiempo. Pero donde verdaderamente la Paleohistopatología posee un campo de aplicación sumamente interesante es en el estudio anatomopatológico de los tejidos blandos procedentes de cadáveres momificados total o parcialmente. Incluso el gran patólogo del siglo XIX Virchow tuvo ocasión de estudiar algunas momias egipcias. Las técnicas

Page 28: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

28

básicamente son las mismas que las usadas en patología clínica, con la única salvedad de que conviene rehidratar previamente las muestras a utilizar. Una vez rehidratadas, el procesamiento de las muestras, corte, tinción y preparación es prácticamente idéntico a los métodos usados por cualquier patólogo, sin embargo, para interpretar los posibles hallazgos, es precisa cierta experiencia, pues el proceso de momificación, así como el paso del tiempo, indefectiblemente, introducen “artefactos” que pueden confundirse con patologías para el ojo del patólogo no prevenido contra estas contingencias. Por ejemplo, el núcleo de las células ha desaparecido, o es prácticamente irreconocible en la práctica totalidad de los tejidos. Los órganos con reducido componente estromal y muy ricos en fluidos, tales como el encéfalo, hígado, páncreas suelen ser prácticamente irreconocibles, por el contrario, aquellos con un menor componente acuoso, y una mayor proporción de fibras conjuntivas, se conservan relativamente bien, es el caso del músculo esquelético, corazón, útero, e incluso la pared del intestino. En el caso de que se estime conveniente practicar este tipo de pruebas a las momias, conviene tener en cuenta que con frecuencia, no es necesario ocasionar grandes daños a las mismas para obtener las muestras necesarias, ni que decir tiene, el examen externo no ocasiona perjuicio alguno, y con frecuencia, pueden usarse técnicas endoscopicas a través de orificios naturales para obtener las muestras. No debemos olvidar que las momias artificiales, como es el caso de las egipcias, en la mayor parte de las ocasiones, habrán sido evisceradas, por lo que no podremos disponer de prácticamente ningún órgano interno, pero si de piel, tejido celular subcutáneo, músculos y huesos. Esta situación limita los posibles hallazgos, pero no imposibilita obtener datos interesantes sobre Paleopatología, Paleoepidemiología y Paleodemografía. Otra técnica mínimamente invasiva consiste en abrir pequeñas “ventanas” en diferentes localizaciones, en la piel y tejidos de la cavidad torácica, cavidad abdominal, o donde se considere conveniente, para, a través de ellas acceder al interior del cuerpo momificado, realizar un estudio macroscópico, e incluso obtener muestras susceptibles de ser utilizadas para su estudio Paleohistopatológico. Algunos autores incluso utilizar gruesas agujas para obtener cilindros de tejido, lo que minimiza los daños ocasionados en la momia, sin embargo, el pequeño volumen de tejido obtenido, limita considerablemente su utilidad. Los métodos más lesivos para las momias, pero a la vez, los que permiten conocer en profundidad las posibles patologías, exponiendo todas las cavidades corporales, con sus respectivos órganos, son las técnicas autópsicas. A la hora de interpretar los resultados, deben tenerse en cuenta algunas posibles causas que modifican las momias, tales como la posible pérdida de sustancia por traumas naturales o artificiales ocurridos postmortem, tales como los derrumbamientos, ataques de animales carroñeros y/o fauna cadavérica, arrancamientos producidos durante el propia excavación por manipulaciones poco cuidadosas, etc. Con frecuencia, los cadáveres, aun momificados, sufren cambios postmortem que deben ser tenidos en cuenta para no confundirlos con patologías. Con frecuencia, la momificación no ha sido del todo eficaz, y se producen ciertos fenómenos cadavéricos, con liberación de gases, y putrefacción parcial, lo que puede ocasionar falsas herniaciones, con protrusión completa o parcial de algunos órganos, tales como la lengua, el útero y el recto, o incluso la salida del contenido gástrico al interior de la cavidad abdominal por autodigestión postmortem de su pared. También debe ser tenida en cuenta la posibilidad de encontrar esporas u hongos contaminantes sin reacción tisular alguna. A veces se encuentra material del terreno, arenoso, o pulverulento en el interior de las vías aéreas, e incluso en los espacios alveolares de los pulmones, materiales que han

Page 29: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

29

penetrado hasta ahí postmortem, como consecuencia de la presión negativa generada por el colapso del tórax, que succiona aquellos materiales que, por su tamaño, pueden penetrar por los orificios respiratorios o la boca. Para rehidratar los tejidos, Ruffer, en el siglo XIX utilizó la primera fórmula, constituida por:

• Alcohol, 30 partes. • Agua, 50 partes. • Carbonato Sódico al 5 %, 20 partes.

Otra fórmula más reciente, es la de Sandison, constituida por: • Alcohol, 30 partes. • Formol al 1%, 50 partes. • Carbonato Sódico al 5%, 20 partes.

La Inmunohistoquímica también encuentra su campo de aplicación en Paleopatología, lo que permite diagnosticar tumores, cuando la Histopatología no es capaz de precisar su presencia o ausencia fuera de toda duda. También puede así extraerse ADN de las momias, para lo cual, deberán manipularse con extremo cuidado, usando los medios adecuados para no contaminarlas con ADN extraño, procedente, la mayor parte de las ocasiones de los propios investigadores y sus auxiliares. De este modo, no sólo podrá estudiarse el ADN de los cuerpos momificados, sino también el de posibles enfermedades infecciosas y parasitarias, no sólo de sus tejidos, sino también de su contenido intestinal, así como de las heces presentes en su intestino grueso. E incluso, en su contenido gástrico, podrá, mediante el estudio de ADN del material extraído, conocer la composición de los alimentos que ingirió en su última comida. La Microscopía Electrónica, con sus limitaciones, también puede ser utilizada en tejidos procedentes de momias. Algunas de las técnicas más usadas con el microscopio electrónico de transmisión, el microscopio electrónico de barrido, la espectroscopia de la energía dispersiva de los rayos X (EDS, EDX), la microscopia de barrido confocal, la microscopia electrónica de barrido de emisión de campo (MEBEC), así como la espectrometría de la longitud de onda dispersiva de rayos X (WDS). Si la microscopía óptica ya tenía limitaciones en el sentido de que los núcleos celulares suelen desaparecer, así como apreciarse una destrucción más o menos evidente de la estructura microscópica, como puede imaginarse, la ultraestructura celular también sufre profundas modificaciones que deben ser tenidas en cuenta a la hora de interpretar las imágenes ampliadas que nos aportan estas técnicas, la mayoría de las ocasiones, muy artefactadas. La mayoría de los autores coinciden en la conveniencia de realizar simultáneamente un estudio histopatológico convencional del mismo tejido que se estudia con técnicas de microscopía electrónica, para así poder identificar fuentes de artefactación, tales como la presencia de pigmentos, materiales inorgánicos añadidos, presencia de parásitos o microorganismos, así como huellas de su actividad. Como en casi todas las ocasiones, será conveniente que quienes realizan este tipo de investigaciones, posean suficiente experiencia, así como un importante archivo bibliográfico, y una considerable recopilación iconográfica, de este modo, se evitará perder mucho tiempo en búsquedas infructuosas, o por el contrario, se evitará encontrar más hallazgos de los que realmente existen.

PALEOPATOLOGIA ODONTOESTOMATOLOGICA La Paleodontología, también conocida como Paleoestomatología, es la rama del conocimiento humano que estudia las estructuras, funciones y enfermedades del aparato

Page 30: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

30

o sistema estomatognático, a partir de restos humanos procedentes de tiempos antiguos, sin concretar un periodo de tiempo concreto, como todas las ciencias relacionadas con la Paleopatología es una ciencia de carácter retrospectivo. Los dientes son la estructura corporal más resistente del organismo humano, y de hecho, son los que mejor resisten el paso del tiempo, aun en condiciones adversas de conservación, siendo habitualmente los últimos en desaparecer si no se fosilizan o conservan. Incluso en casos de intento de calcinación de un cadáver con fines criminales para intentar ocultar el cadáver, o al menos de dificultar la identificación positiva de la víctima, se conservarán con frecuencia, obligando a realizar un esfuerzo suplementario en el intento de hacerlos desaparecer. Por este mismo motivo, la cavidad pulpar de cada una de las piezas dentarias, es el espacio más protegido del organismo, especialmente si se encuentra dentro de su alveolo, por tal motivo, el contenido de dicha cavidad pulpar en un medio magnífico para estudiar el ADN nuclear, así como el ADN mitocondrial de su propietario. Estas técnicas tienen cada vez más aplicación, especialmente en odontología forense. Mediante la Paleodontología podemos conocer el sexo y edad de un individuo, así como aproximarnos al contenido de su dieta habitual, de ciertas características de su cultura, y por supuesto, los posibles procesos patológicos y alteraciones diversas. Con respecto a la determinación del sexo, es preferible el uso de los huesos del anillo pélvico, sin embargo, la dentadura puede ser útil en ausencia de los mismos, puesto que desde el punto de vista antropológico, los dientes de los varones suelen ser de mayor tamaño que los de las mujeres, lo mismo ocurre con la robustez de la mandíbula, así como en las inserciones musculares maxilares y mandibulares. Sin embargo, en parte de la población no es posible establecer diferencias significativas en su dentadura entre ambos sexos, son los denominados individuos alofisos. Tampoco podremos establecer el sexo de dentaduras pertenecientes a individuos infantiles o subadultos. Por el contrario, mediante la dentadura, podremos conocer la edad de un individuo con más exactitud que con el resto del esqueleto, es decir, la edad ósea es menos fiable que la edad odontológica. A tales efectos, utiliza los siguientes criterios:

• La cronología de la erupción de las piezas dentarias, con sus tres denticiones, decidual, mixta y permanente.

• El grado de mineralización de los dientes. • La aposición de dentina y cemento secundarios. • El grado de desgaste oclusal de los dientes. • El grado de desgaste interproximal de los dientes. • El número de pérdidas dentarias y su causa (caries, periodontopatías,

traumatismos,…). El desgaste dentario puede darnos mucha información sobre el modo de vida del individuo, en la superficie del esmalte dentario, se produce cierto grado de atrición ocasionada por el desgaste fisiológico durante la masticación, pero también podemos encontrar abrasión, ocasionada por el desgaste patológico debido a parafunciones como el bruxismo, o el contacto con sustancias abrasivas, y finalmente podemos encontrar erosión, consistente en un desgaste químico por contacto con sustancias ácidas, no por la presencia de bacterias. El desgaste puede estar relacionado con los hábitos alimenticios, pues los vegetales crudos contienen fitolitos, y como consecuencia, con el paso del tiempo, rayan paulatinamente los tejidos duros, pero también con los hábitos culturales, mostrando mutilaciones dentarias, incrustaciones de metales preciosos, así como de piedras preciosas y semipreciosas, pero también, del uso de la dentadura como “tercera mano”,

Page 31: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

31

lo que incluso podría orientarnos hacia el tipo de actividad que realizaba de forma predominante. Con respecto a las alteraciones, anomalías y patologías de mayor interés en Paleopatología, podemos destacar las siguientes:

• Alteraciones del desarrollo óseo y dentario: lo que incluiría las anomalías congénitas, pero también las adquiridas, tales como las maloclusiones, o las malposiciones dentarias, no sólo de los dientes, sino también de los huesos de los maxilares y de la mandíbula.

• Alteraciones de carácter infeccioso o inflamatorio: es el caso de fístulas o lesiones compatibles con procesos infecciosos dentarios y periodontales, así como la pérdida del soporte óseo periodontal atribuible a periodontopatías, caries coronarias o radiculares.

• Alteraciones de carácter quístico o tumoral: pueden descubrirse directamente en la observación macroscópica de los restos, o bien mediante el uso de técnicas radiográficas. Con frecuencia se observan lesiones compatibles con quistes o tumores en los maxilares o en la mandíbula. Ni que decir tiene, el diagnóstico será de presunción, puesto que no podremos hacer un diagnóstico histopatológico definitivo.

• Pérdida de tejidos duros dentarios: lo que incluiría no sólo las caries, sino también el desgaste de los dientes, sea cual sea su etiología.

• Traumatismos óseos y dentarios: con frecuencia, las condiciones de vida en la antigüedad eran considerablemente más duras que las actuales, los hábitos culturales, las luchas tribales, las guerras, la dieta alimentaria, así como la supervivencia en un medio ambiente habitualmente hostil facilitan este tipo de lesiones, tales como fracturas mandibulares, y con más frecuencia, de piezas dentarias.

• Patología de la articulación témporo-mandibular: como consecuencia de procesos degenerativos, pero también de traumatismos, directos o indirectos.

• Por la acción humana (Yatrogénia): son relativamente frecuentes las avulsiones dentarias o exodoncias con finalidad estética, las mutilaciones y adornos de los dientes por motivos culturales, no sólo en restos históricos, sino en culturas actuales.

Con frecuencia, cuando descubrimos un cráneo, o una mandíbula aislada, no se conservarán algunas piezas dentarias, lo que nos puede plantear el diagnóstico diferencial entre si la perdida se produjo antemortem, o postmortem. Lo habitual es que sea relativamente fácil llegar a una conclusión válida, para ello, deberemos observar el estado del alveolo de la pieza ausente, si está reabsorbido, la pérdida fue antemortem, si se conserva intacto, habrá sido postmortem. También podemos encontrar casos de hipoplasia dental, sus causas más habituales son genéticas o por trastornos alimentarios, habitualmente por déficit nutricionales de vitaminas y/o oligoelementos. Si la hipoplasia afecta sólo al esmalte sería un caso de amelogénesis imperfecta, y si afecta a la dentina, una dentinogénesis imperfecta. En ocasiones, se evidencia un cambio de coloración del diente como consecuencia de la hipoplasia. Para que el estudio paleoestomatológico sea completo, la mayoría de los autores aconsejan medir los diámetros mesio-distal y vestíbulo-lingual de cada una de las piezas dentarias halladas.

Page 32: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

32

PALEOPATOLOGÍA DEL CRÁNEO Y DE SU CONTENIDO En primer lugar, debemos tener en cuenta que estudio paleopatológico de un individuo, debe realizarse sobre su esqueleto completo, sin embargo, guiados por un interés puramente descriptivo, de alguna manera, conviene dividir el esqueleto es segmentos para facilitar la exposición sistemática de los posibles hallazgos. Por otra parte, conviene recordar también que el hueso no reacciona de una forma única ante una misma lesión, por el contrario, puede hacerlo de diversos modos, que conviene conocer. Un mismo mecanismo lesional puede ocasionar diferentes patrones de lesión, y por el contrario, un mismo patrón de lesión puede estar ocasionado por mecanismos lesionales muy diferentes, no relacionados entre sí. Si ignoramos estos principios, a pesar de la experiencia, se pueden cometer errores diagnósticos importantes. Otro dato genérico que debemos tener en cuenta, es la toma minuciosa de cuantos datos podamos recoger, a tales efectos son útiles los diagramas al uso que pueden encontrarse en la bibliografía especializada, de este modo, podremos hacer estudios comparativos con otros investigadores, e incluso con otros yacimientos de poblaciones relacionadas o no con la que estemos investigando en cada momento. Si nuestro método es demasiado creativo y personalizado, no se podrán comparar los resultados obtenidos con otros individuos, lo que limitará la utilidad de los posibles hallazgos y su interpretación. Para evitar este riesgo, basta con adaptarse a los criterios de clasificación al uso para cada segmento corporal. Y finalmente, es investigador deberá conocer la pseudopatología, es decir, todos aquellos hallazgos que pueden parecer lesiones premortem o perimortem en el hueso, pero que en realidad, son postomortem, bien ocasionadas por mecanismos tafonómicos, bien por variaciones de la normalidad en la anatomía de un individuo concreto, sin que esto represente necesariamente una patología, como sería el caso del hallazgo de un hueso epactal, o hueso inca, en un cráneo, hallazgo que nunca debe confundirse con una fractura, por ejemplo, sino como una variante de la normalidad. Los huesos del cráneo, con excepción de la dentadura, no son los más resistentes del cuerpo humano, pero si son los que aportan más información sobre el individuo en la mayoría de las ocasiones, de ahí su interés en la Arqueología, y como no podía ser de otra manera, también ocurre en Paleopatología. Uno de los hallazgos más llamativos, con las trepanaciones, lo que, en la mayoría de las ocasiones, no son propiamente hallazgos paleopatológicos, en realidad son consecuencias de la actividad consciente y voluntaria de quienes las practicaron y/o se sometieron a ellas, y no siempre con finalidad terapéutica para no sabemos muy bien que trastornos, en ocasiones, la finalidad fue puramente ritualística, y sobre la que no tenemos datos objetivos, es decir, sólo podemos especular sobre ella. Son frecuentes los hallazgos de lesiones sobre el esqueleto del cráneo ocasionadas por la actividad humana, lesiones ocasionadas durante la búsqueda de alimento, los traumatismos accidentales, el ataque de animales, o incluso la actividad violenta, ritualística o guerrera ocasionada por terceras personas, con o sin supervivencia de la víctima. También son extremadamente frecuentes los tumores benignos primitivos de los huesos del cráneo, seguidos en orden de frecuencia por los tumores malignos primitivos también de hueso, y en menor medida, los tumores metastáticos procedentes de otros órganos. Los más frecuentes parecen ser los localizados en las fosas nasales. La estirpe celular más frecuente de tumores benignos en el cráneo son los osteomas osteóides, aunque fácilmente se pueden confundir con meningiomas osteogénicos.

Page 33: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

33

Otros tipos de tumores que podemos encontrar referenciados en la bibliografía son los tumores epidermoides, a veces en forma de reloj de arena, afectando tanto al exocráneo como al endocráneo, fibromas, angiomas, aneurismas arteriovenosos, sinus pericranii, neurinomas del nervio acústico. A veces se observan patologías poco frecuentes, tales como la osteítis hipertrofiante difusa, también conocida como Leontiasis ósea. En cuanto a las infecciones infecciosas y parasitarias que pueden dejar su huella en los huesos del cráneo, además de las patologías más frecuentemente documentadas, la brucelosis, sífilis, lepra y tuberculosis, podemos encontrar otras, tales como la osteomielitis, otitis, sinusitis, rinosinusitis, etmoiditis y mastoiditis, que tantos estragos realizaron entre la población humana en la era preantibiótica. Con respecto a las anomalías congénitas y hereditarias, son relativamente frecuentes los hallazgos de cráneos con evidentes cambios volumétricos, del tipo de microcefalia y macrocefalia, e incluso hidrocefalia, pero también encontramos cambios morfológicos, tales como la trigonocefalia (sinostosis o fusión prematura de la fontanela metódica que ocasiona un abombamiento mediofrontal del cráneo), la acrocefalia o acrobraquicefalia (ocasionada por la sinostosis prematura de la sutura coronal, con lo que el cráneo gana el altura), la oxicefalia (sinostosis prematura de todas las suturas, con lo que el cráneo no puede ya crecer, y se ocasiona la microcefalia craneosinostósica), la plagiocefalia (sinostosis precoz de la hemisutura coronal, asociada a veces con la hemisutura lambdoidal contralateral, lo que distorsiona el cráneo y en ocasiones también la cara), la paquicefalia (sinostosis de la sutura lambdoidal poco frecuente que ocasiona el aplanamiento de la región occipital) y la más frecuente de todas, la escafocefalia (sinostosis prematura de las sutura sagital que ocasiona la elongación del cráneo conocida como hiperdolicocefalia, e incluso la aparición de una cresta sagital, similar a la de algunos simios superiores como el gorila, lo que hace que el cráneo parezca el casco de una barca invertida, lo que le da su nombre). En la base del cráneo podemos encontrar anomalías tales como la platibasia (cuando la apretura del ángulo de Welcker es superior a 140º), asociada con frecuencia a la impresión basilar (penetración de la apófisis odontoides del axis por encima de la línea de Chamberlein, a veces se asocia también a la asimilación del atlas o sinostosis del atlas con el occipital) y la convexobasia, cuya causa no suele ser congénita, sino ocasionada por la enfermedad de Paget del hueso craneal. El esqueleto refleja con facilidad las enfermedades metabólicas, por lo que el cráneo, como una parte del esqueleto más, puede ser asiento de hallazgos que nos hagan pensar que su poseedor, presentó en vida determinadas patologías, tales como la anemia, dichos hallazgos son la criba orbitaria, y la osteoporosis hiperostótica. Como causas más frecuentes son las hipovitaminosis C, y en menor medida, B y A, las intoxicaciones, las enfermedades crónicas inflamatorias o no, diversas parasitosis crónicas, tales como paludismo, helmintiasis, amebiasis, tripanosomiasis, leishmaniosis, la conspicua lepra, las carencias de hierro, la anemia falciforme, e incluso trastornos alimentarios y nutricionales, tales como las hipoproteinemias o el fabismo (intolerancia al consumo de habas). Algunos hallazgos son casi específicos del sexo femenino, tales como la hiperostosis frontal interna, ocasionada por una disfunción hipofisaria durante el climaterio, y el adelgazamiento biparietal, que también suele relacionarse con la menopausia. Esta lesión no debe ser confundida por las lesiones perimortem ocasionadas por scalp, en este último caso, al intentar cortar la cabellera, se raspa la tabla externa de la bóveda craneal, dejando marcas características.

Page 34: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

34

HALLAZGOS PALEOPATOLÓGICOS EN LA COLUMNA VERTEBRAL El primer problema con que se encuentra el Paleopatólogo es que, con frecuencia, no dispone de la columna vertebral completa, suelen faltar vértebras, e incluso pueden haberse perdido grandes porciones de algunas de las vértebras de que dispone, y además, es posible que estén todas revueltas, incluso con las vértebras de varios individuos diferentes. En primer lugar, deberá identificar cada vértebra, y si esto no es posible, al menos, conocer a que grupo pertenece, cervical, dorsal, lumbar o sacro-coccígea. Por tal motivo, conviene conocer profundamente la anatomía de cada una de las vértebras humanas, de este modo, será más fácil su diferenciación. En segundo lugar, son frecuentes los hallazgos pseudopatológicos, para evitar errores diagnósticos, el investigador deberá considerar las siguientes posibilidades:

• Todo hallazgo sospechoso de considerarse una lesión, cuya morfología es muy similar a un rasgo considerado normal en hueso de otras localizaciones, debería considerarse un variante normal, a no ser que se demuestre lo contrario.

• Salvo en casos excepcionales, es infrecuente que dos lesiones patológicas localizadas en una misma vértebra se encuentren perfectamente delimitadas y sean muy simétricas.

• El hallazgo de un carácter no claramente patológico, que se repite insistentemente en diferentes vértebras del mismo individuo, o en vértebras de diferentes individuos, tiene más posibilidades de estar relacionado con una variante normal que con una patología.

• En los individuos infantiles y juveniles, debemos ser extremadamente cautos al emitir impresiones diagnósticas.

• Las vértebras de transición entre los diferentes segmentos vertebrales presentan mayor variabilidad morfológica que el resto de vértebras.

• Durante un búsqueda bibliográfica de variantes anatómicas consideradas normales, es decir, no patológicas, conviene consultar ediciones antiguas, incluso del mismo autor, pues con frecuencia, las sucesivas ediciones, amplían algunas de sus secciones, pero también pueden haberse reducido otras, al considerarlas suficientemente conocidas, o de menor interés.

Los hallazgos más frecuentes y variados, son las malformaciones congénitas del raquis. Se localizan con mayor facilidad en las zonas de transición, concretamente, en la charnela occipito-cervical, así como en las regiones dorso-lumbar y lumbo-sacra. Las causas más frecuentes son la falta de desarrollo, así como la ausencia de fusión de uno o varios segmentos durante el complejo desarrollo embrionario. Entre las anomalías de la charnela occipito-cervical podemos reseñar la Platibasia, o aplanamiento de la base del cráneo, la Impresión Basilar, o ascenso anómalo de las estructuras situadas en la región del agujero magno al interior de la fosa posterior de la cavidad craneal, lo que reduce el volumen de la capacidad craneal, puede ser congénita o adquirida, y es posible que se asocie a otras malformaciones cráneo-vertebrales congénitas. Las Malformaciones del agujero occipital incluyen hallazgos tales como cambios en su diámetro, e incluso vertebralización del occipital, que puede manifestarse como un tercer cóndilo occipital, o un proceso paracondíleo, entre otras posibilidades. Las Malformaciones del Atlas incluirían el arco bífido del Atlas, consistente en una falta de osificación del tercio medio del arco posterior del Atlas, y también la occipitalización o asimilación del Atlas, a veces asociada con la fusión de la segunda, e incluso la tercera vértebras cervicales. Las Malformaciones de la apófisis odontoides del Axis incluyen la agenesia, o falta completa, la hipoplasia, o desarrollo deficiente, e incluso la presencia del os odontoideum, o presencia de la apófisis odontoides como un

Page 35: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

35

hueso independiente del resto del Axis; otra posibilidad es encontrar una apófisis odontoides bífida, si está segmentada en sentido longitudinal. Bajo el término Síndrome de Klippel-Feil se suele incluir la presencia de una fusión completa de dos o más vértebras cervicales, es un defecto congénito del desarrollo que se produce por una falta de segmentación entre la tercera y octava semanas del desarrollo embrionario intrauterino, y suele asociarse a fusiones en otros segmentos vertebrales, así como a elevación congénita de la escápula, presencia de costillas cervicales supernumerarias, espina bífida, fisura del paladar óseo, cifosis y escoliosis. Con respecto a las anomalías de los cuerpos vertebrales, los hallazgos más frecuentes son las Hemivértebras, consistente en que una vértebra está constituida tan sólo por la mitad de un cuerpo vertebral normal, encontrándose el resto ausente, suelen ocasionar escoliosis y defectos del arco vertebral, con o sin consecuencias neurológicas, las Vértebras en mariposa ocasionan una constricción central del cuerpo vertebral sin afectación del canal medular, y los Bloques vertebrales congénitos consecuencia de la falta de segmentación de las protovértebras o somitos vertebrales durante el desarrollo embrionario, aunque también pueden producirse de forma adquirida, lo que reduce la talla y movilidad del individuo. Las anomalías del arco vertebral pueden ser consecuencia de alteraciones en la formación, segmentación, maduración y osificación de esta región anatómica, y los posibles hallazgos son la Raquisquisis o Espina Bífida, considerada la más frecuente de todas las malformaciones vertebrales, consiste en la falta de fusión del arco vertebral en su línea media, y puede afectar a una o a varias vértebras. Si este defecto afecta sólo al segmento óseo, manteniéndose intactas las estructuras que cubren la médula espinal, es posible la supervivencia del indivíduo, pero si se produce una espina bífida abierta, es decir, con exposición de la médula espinal al exterior, las posibilidades de supervivencia en épocas históricas es ínfima, por lo que no suelen ser hallazgos frecuentes, no porque no se diesen en la antigüedad, sino porque su diagnóstico es sumamente difícil en huesos perinatales; por el contrario, es un hallazgo frecuente, lo que denota que una espina bífida oculta, con frecuencia, si no se asocian complicaciones neurológicas, es compatible con una supervivencia prolongada. La Espondilolisis, puede ser unilateral o bilateral, y consiste en un defecto localizado en el istmo o pars interarticularis de una vértebra, y consistente en una solución de continuidad, o en una elongación que suele acompañarse de un deslizamiento del cuerpo vertebral afecto sobre el inmediatamente inferior, lesión conocida como Espondilolistesis. La causa más frecuentemente admitida son microtraumatismos repetidos sobre una región genéticamente predispuesta por defectos congénitos, o por posturas que faciliten esta lesión, y la posición erecta es, en sí misma, un mecanismo predisponente. Esta última lesión es difícil de diagnosticar en un esqueleto desarticulado. Otro posible hallazgo son las Barras vertebrales congénitas, o fusión congénita de las láminas o pedículos vertebrales de varias vértebras adyacentes. Otros posibles hallazgos son la Agenesia lumbo-sacra, de diagnóstico infrecuente al no permitir una supervivencia prolongada. Más frecuentes son los hallazgos de Costillas accesorias o supernumerarias, presentes en la región cervical, o lumbar. Las Anomalías transicionales se producen cuando una vértebra incorpora alguna de las características morfológicas de las vértebras adyacentes, y que no le correspondería presentar. Puede ser un hallazgo unilateral o bilateral, parcial o completo, simétrico o asimétrico, y suele ser más frecuente en la región lumbo-sacra. El hallazgo más frecuente es la sacralización de la quinta vértebra lumbar, seguido de la sacralización del cóccix, y la lumbarización de la primera vértebra sacra. A veces estas

Page 36: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

36

sacralizaciones no son completas, lo que ocasiona un gran desarrollo de la apófisis transversa de la vértebra sacralizada, lo que se denomina megaapófisis transversa. La Escoliosis es una deformidad caracterizada por la presencia de una curvatura lateral y una rotación vertebral sobre el eje fisiológico de la columna vertebral y es un hallazgo muy frecuente. Otros hallazgos frecuentes son la Cifosis, o aumento de la curvatura fisiológica del raquis a nivel dorsal, con lo que ya deja de ser fisiológica, y termina por ser patológica, al disminuir la movilidad y la estatura del individuo, así como por la posibilidad de ocasionar una estenosis del canal medular, o una compresión de los nervios raquídeos en sus agujeros de conjunción, o bien por una inversión de la curvatura fisiológica del raquis a nivel cervical o lumbar, así como la Hiperlordosis, o aumento de la curvatura fisiológica del raquis a nivel cervical o lumbar, con las mismas consecuencias. Como era de esperar, las enfermedades degenerativas se encuentran ampliamente representadas en los restos óseos históricos, hasta el extremo de que son los hallazgos más frecuentes, puesto que a partir de la tercera y cuarta décadas de la vida, ya se produce un proceso involutivo del esqueleto, más acentuado en individuos con una condiciones de vida duras o difíciles, lo que puede ocasionar, si además se asocia a déficit nutricionales, o defectos congénitos, que se presente a edades más tempranas. Por estos motivos, la presencia de hallazgos compatibles con enfermedades degenerativas, no siempre nos permite hacer un cálculo correcto de la edad de los individuos. La Artrosis Vertebral se inicia con una degeneración del cartílago articular intervertebral, que con el paso del tiempo, se extiende a otras estructuras, ocasionando Discartrosis si se afecta la articulación disco-vertebral, una Artrosis Interapofisaria si se afecta dicha articulación en exclusiva, o una Espondiloartrosis cuando se afecta la articulación disco-vertebral y la articulación interapofisaria. El término Espondilosis suele ser un concepto genérico que englobaría de forma general, cualquier tipo de lesión degenerativa de la columna vertebral. Las regiones más afectadas son las que soportan mayores presiones, tales como la transición Cerviño-dorsal, y la región lumbar baja. Los hallazgos más frecuentes son la presencia de unas excrecencias óseas en posición más o menos horizontal en los bordes articulares de los cuerpos vertebrales, denominados osteofitos marginales, así como la eburneación o esclerosis ósea, consistente en una mayor densidad ósea del hueso adyacente al disco vertebral o cartílago previamente lesionado; su aspecto, liso y pulido, recuerda al marfil. La Hiperostosis Anquilopoyética vertebral, también conocida como Hiperostosis esquelética difusa idiomática (DISH), asimismo denominada Enfermedad de Forestier y Rotés Querol, es una osificación progresiva del periostio, ligamentos y tendones del esqueleto raquídeo y axial, con extensión a los huesos pélvicos, y debe diferenciarse de la Espondilitis Anquilosante y de la Artrosis Vertebral. Puede localizarse en toda la columna, pero afecta más a los segmentos dorsales medio e inferior, en su cara inferior, y especialmente en el flanco derecho. Su distribución no suele ser uniforme en un mismo individuo, y podemos encontrar dos o más vértebras osificadas y fusionadas entre sí, junto a otras zonas intactas entre las afectadas, lo que no ocurre en la Espondilitis Anquilosante, tampoco se observan erosiones, esclerosis y fusión de las articulaciones sacroilíacas, tan frecuentes en esta última patología. No suelen afectarse tampoco las apófisis articulares de las vértebras. Con respecto a las enfermedades metabólicas que pueden afectar al raquis, si consultamos un texto de clínica humana, encontraremos referenciadas tres grandes enfermedades, la Osteoporosis, o disminución de la masa ósea, con alteración de la microestructura de los huesos, lo que condiciona una mayor fragilidad, y por tanto, un

Page 37: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

37

incremento de la posibilidad de sufrir fracturas óseas. No está pues deteriorada la composición ósea, pues los huesos están debidamente mineralizados, sólo disminuye su volumen, la masa ósea, en definitiva. Si lo que disminuye es la mineralización, estamos hablando de una Osteomalacia, lo que también supone una mayor fragilidad ósea. Por el contrario, si el hueso sufre un crecimiento anárquico, con una renovación ósea acelerada y caótica, estamos hablando de la Enfermedad de Paget, donde de forma continuada, se produce una destrucción ósea u osteoclastosis, con una inmediata remodelación con crecimiento de hueso nuevo u osteoblastosis, con un predominio claro del crecimiento sobre la destrucción, a pesar de lo cual, los huesos no son necesariamente más resistentes. Sin embargo, en paleopatología, no siempre es tan fácil hacer un diagnóstico diferencial, máxime cuando estas patologías pueden darse de forma coincidente en un buen número de individuos, por motivos nutricionales, culturales, genéticos, medioambientales, tafonómicos, climáticos, etc. Por tal motivo, la paleopatología ha acuñado el concepto Síndrome osteoarqueológico de osteoporosis (Campo, 1999), y engloba en un mismo esqueleto, hallazgos compatibles con osteoporosis y osteopenia. Otro hallazgo muy frecuente en los restos óseos históricos son las lesiones de etiología traumática. Como consecuencia de las difíciles condiciones de vida, son frecuentes los hallazgos de lesiones traumáticas en raquis, donde en ocasiones, incluso encontramos signos de regeneración total o parcial, lo que indicaría una supervivencia prolongada tras sufrir la lesión. En ocasiones también se encuentran fracturas patológicas, es decir, sin etiología traumática, ocasionadas por desmineralizaciones de etiología nutricional-carencial o metabólica, y con mayor frecuencia, por la presencia de tumores en el hueso vertebral, tumores que a su vez pueden ser, primitivos de la columna, o metastásicos procedentes e otros órganos y sistemas. Como en todo hallazgo de una fractura ósea, deberemos ser minuciosos en la exploración, para no confundirla con lesiones postmortem, por causas tafonómicas, o por manipulaciones inadecuadas durante la excavación, embalaje, transporte y estudio posterior. Tanto en el caso de restos históricos, como en la actualidad, son frecuentes los hallazgos de Hernias Discales, así como de Nódulos de Schmörl, no son infrecuentes las Hernias intraesponjosas, en estos casos, el núcleo pulposo del disco intervertebral no protruye fuera del disco en un plano perpendicular a su eje, sino que se impacta en el interior del cuerpo vertebral de una de las dos vértebras contiguas; todas estas lesiones son consecuencia también de esfuerzos físicos continuados realizados en actividades relacionadas con la supervivencia, agricultura, recolección, caza, guerra, comportamientos culturales, etc. Como en cualquier otra localización, las enfermedades infecciosas también pueden dejar su impronta. Las que con mayor frecuencia se diagnostican en restos óseos encontrados en nuestro medio, son las siguientes:

1. Espondilodiscitis Brucelósica, ocasionada por una bacteria, la Brucella Mellitensis, que ocasiona una antropozoonosis, siendo su reservorio habitual animales domésticos, tales como el ganado ovino, caprino y porcino, pero también camélidos como las llamas y alpacas del nuevo mundo, por este motivo, es frecuente en sociedades ganaderas, y en restos prehistóricos, en aquellas que han iniciado la domesticación de animales salvajes para su aprovechamiento lácteo y cárnico; también podemos encontrar esta bacteria en animales salvajes. El hallazgo más frecuente es el conocido como Signo de Pedro-Pons, consistente en una necrosis delimitada del borde antero-superior del cuerpo vertebral con signos reactivos de proliferación ósea, a veces se desprende dicha zona

Page 38: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

38

lesionada, que afecta, de forma mayoritaria al borde supero-anterior de las epífisis vertebrales de la región lumbar, aunque también podemos encontrarla en otras localizaciones, e incluso en las articulaciones sacro-ilíacas.

2. Espondilodiscitis Tuberculosa o Mal de Pott, ocasionada por la bacteria Mycobacterium Tuberculosis, y en menor medida por otras, cuyo reservorio habitual es el ganado vacuno, y que, en un 25-50 % de los casos, afecta a la columna vertebral. Se localiza preferentemente en la región dorsal inferior, y en la región lumbar superior. Con frecuencia se afectan varias vértebras en diferente grado, coexistiendo vértebras intensamente destruidas, con incluso aplastamientos masivos de sus cuerpos vertebrales, con otras que a pesar de su cronificación y larga evolución, predomina la regeneración ósea sobre la destrucción. Con mucha frecuencia se osifica el ligamento vertebral común anterior, lo que anquilosa las vértebras afectas y reduce su movilidad. También es frecuente que ocasiones escoliosis y cifosis importantes al aplastar significativamente varios cuerpos vertebrales contiguos con integridad de los arcos posteriores.

3. Espondilodiscitis Piógena, ocasionada en la mayoría de las ocasiones por la bacteria Staphylococcus Aureus, y ocasiona destrucción ósea de menor grado, y con menos deformidad que la tuberculosis, asimismo, presenta una mayor proliferación ósea con mayor número de secuestros óseos, sin embargo, con frecuencia, no es posible realizar un diagnóstico diferencial definitivo con la etiología tuberculosa, por lo que no dejará de ser un diagnóstico de presunción.

Los tumores también son frecuentes en el raquis, el tumor benigno más frecuente es el Hemangioma, que puede llegar a ocupar todo el cuerpo de una vértebra sin ocasionar sintomatología alguna, y que si no ocasiona el colapso de dicha vértebra, no llega a diagnosticarse en vida de su poseedor. Los tumores que con mayor frecuencia encontramos en la columna vertebral son las Metástasis de tumores que no son originarios del hueso, ni siquiera del esqueleto axial, sino de otras estructuras y órganos. El siguiente tumor más frecuente, es el Mieloma, aunque deberíamos decir los Mielomas, al ser varios los tumores de esta familia los implicados. En esqueletos de individuos infantiles y juveniles el tumor primario de hueso más frecuente es el Quiste óseo aneurismático, y se localiza preferentemente en los elementos posteriores de las vértebras, es decir, en los pedículos y láminas vertebrales. Las metástasis de tumores mamarios y pulmonares afectan de forma mayoritaria a las vértebras torácicas, y suelen ser de tipo osteolítico, sin reacción perióstica, por el contrario, las metástasis de tumores de próstata suelen afectar a las vértebras lumbares, y suelen ser de tipo osteoblástico, a veces con una reacción perióstica de aspecto especulado. Con frecuencia, la reacción del tejido óseo a la presencia del tumor hace que presente un aspecto radiológico que se ha denominado Vértebra de Marfil (Kricun, 1993). Un hallazgo muy frecuente en restos óseos de individuos de raza caucasiana es la Espondilitis Anquilopoyética o Rizomélica, se trata de una enfermedad inflamatoria crónica, cuya etiología es desconocida, que se inicia en las articulaciones sacro-ilíacas en la segunda o tercera décadas de la vida, y va extendiéndose de forma ascendente por el esqueleto axial, de forma continuada, y sin respetar ningún segmento, limitando su movilidad y ocasionando grandes molestias, al producir una fibrosis y osificación de los ligamentos y cápsulas articulares. En sus estadíos más avanzados, después de una supervivencia prolongada, es frecuente la fusión de las articulaciones interapofisarias y la osificación de los ligamentos interespinosos y supraespinosos a lo largo de la

Page 39: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

39

totalidad de la columna vertebral, lo que en el estudio radiológico del esqueleto axial ofrece una imagen típica, como de un vía férrea con tres raíles (Resnick, 1996). En esqueletos de individuos varones muy jóvenes, es relativamente frecuente encontrar casos de Enfermedad de Scheuermann o Cifosis del Adolescente, una osteocondritis en la que se produce una epifisitis del esqueleto axial por una etiología desconocida, y que predomina en la región dorsal, aunque se han descrito casos en la región lumbar (Resnick, 1996), uno de sus signos distintivos es el Signo de Edgren Vaino, consistente en un crecimiento exuberante de la plataforma vertebral adyacente en oposición al nódulo de Schmörl. Ocasiona una intensa cifosis al tratarse de huesos en crecimiento.

LA PATOLOGÍA TRAUMÁTICA EN PALEOPATOLOGÍA

Cuando nos representamos mentalmente el tipo de vida que deberían llevar los diferentes grupos humanos en los primeros periodos de la historia del hombre, nos los imaginamos sometidos a todo tipo de peligros en medio de una naturaleza adversa a la que había que arrancar trabajosamente los recursos necesarios para sobrevivir, siempre en pugna continua con otras especies competidoras, poderosos depredadores, y en un estado permanente de alerta, por no decir, prebélico con otros grupos humanos vecinos o con los que convivían en el mismo territorio. Sin embargo, sorprende comprender que las lesiones traumatológicas son más frecuentes y graves en sociedades tecnificadas y modernas que en las que podríamos denominar primitivas. Parece juicioso suponer que las lesiones de partes blandas debían ser más frecuentes que las fracturas, sin embargo, estas lesiones difícilmente dejan su impronta en el esqueleto, por lo que sin duda, están siendo infradiagnosticadas por este motivo. Es por esta causa que los hallazgos traumatológicos más frecuentes en Paleopatología son las fracturas, lesiones que se producen cuando un segmento de hueso no es capaz de resistir la fuerza de una acción mecánica ejercida contra él, lo que finalmente rompe su estructura. Aquí más que nunca deberemos ser cuidadosos en su diagnóstico, pues, como ya se ha dicho anteriormente, son frecuentes las fracturas postmortem que nada tienen que ver con los acontecimientos vividos por el propietario de esos huesos, sino con lo ocurrido a lo largo de la historia con sus restos. Cuando el lesionado pudo sobrevivir a la fractura, y se comprueban signos de regeneración en la lesión, el diagnóstico diferencial si aparece de forma clara, pudiendo afirmar sin temor a equivocarse que se trata de una fractura antemortem. Por este motivo, ante la presencia de una fractura en un hueso, además del estudio macroscópico de la misma, es conveniente practicar un estudio radiológico, e incluso, si es posible, otro microscópico. Además, conviene conocer el estado de las articulaciones próximas, pues en caso de fracturas no consolidadas, o que lo han hecho en una posición que se aleja de la posición anatómica del hueso, con una supervivencia prolongada, lo habitual es que algunas de estas articulaciones, hayan sufrido un desgaste suplementario, fácilmente objetivable si se han producido en regiones simétricas, como los miembros, de este modo, podremos establecer comparaciones con el miembro contralateral, si es que se ha conservado y podemos disponer de él. A pesar de todo, en ocasiones, no seremos capaces de determinar si una fractura se ha realizado perimortem, sin supervivencia de la víctima, o postmortem, tal y como ocurre en huesos planos, tales como las costillas, o las escápulas. Por otra parte, hay signos que pueden orientarnos hacia la data de la fractura, en general, se considera que si la fractura sigue una trayectoria espiroidea que incluso puede alcanzar a otros huesos vecinos, se ha producido estando viva la víctima. Otro ejemplo interesante es que, si en el momento de encontrar el esqueleto, los fragmentos de la

Page 40: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

40

fractura se encuentran acabaldados, se considera que es produjo antemortem, y que la contracción muscular vital produjo dicho acabalgamiento. En cuanto a la etiología de las fracturas, podemos decir que donde hay una fractura ósea, hubo un traumatismo, sin embargo, debemos recordar la posibilidad de que se haya producido una fractura sin traumatismo, es el caso de las Fracturas Patológicas, por ejemplo, los aplastamientos vertebrales que se producen en los cuerpos vertebrales de los individuos añosos, sobre todo de sexo femenino, como consecuencia de una intensa osteoporosis cuasi fisiológica, ocasionada por la propia edad avanzada, factores hormonales, y nutricionales, que disminuyen la mineralización ósea, haciendo el esqueleto más frágil, e incluso sufriendo fracturas sin traumatismos, o ante traumatismos mínimos que no justificarían por sí solos estas lesiones. Algo parecido podría ocurrir ante la presencia de un tumor en un hueso, si debilita su estructura, puede ser responsable de la aparición de fracturas patológicas. A su vez, los traumatismos responsables de las fracturas pueden ser de etiología accidental, o provocada, en este caso, se incluirían todas aquellas ocasionadas en conflictos individuales o colectivos, como consecuencia de los cuales, al menos uno de los contendientes ha sufrido lesiones que interesan a su esqueleto. En ocasiones no podremos realizar un correcto diagnóstico diferencial, pero en otras, encontraremos un fragmento del instrumento impactado en el hueso, sobre todo en el caso de instrumentos líticos, o incluso si se produjo por un arma de fuego, en otros encontraremos cortes en el hueso, especialmente si se produjo la muerte del individuo de forma más o menos inmediata, con lo que no se produjeron los fenómenos de remodelación ósea que, sin duda, habrían modificado el aspecto de la lesión, dejándola irreconocible. En los casos en que encontramos fracturas graves, como puede ser una fractura de fémur mal consolidada, o una fractura de tibia que sufrió una osteomielitis a continuación, y a pesar de ello, la víctima sobrevivió, nos permite aventurar que durante un periodo de tiempo, recibió cuidados de terceras personas, pues no podía valerse por si mismo, ni atender a sus necesidades básicas. Por otra parte, esta etapa de dependencia podía ser considerablemente prolongada, pues la fractura podía no consolidar, ocasionando una pseudoartrosis del hueso, o hacerlo en una posición no fisiológica, que dificultase la funcionalidad del miembro, o en otras articulaciones funcionalmente relacionadas, o la deambulación, o incluso provocando una sobrecarga en dicho miembro. En estos casos, las posibilidades de supervivencia de un individuo abandonado a sus propios medios, con frecuencia eran muy limitadas.

LA REUMATOLOGÍA EN PALEOPATOLOGÍA En su origen, la Reumatología Clínica Humana, dedicaba su esfuerzo al estudio y tratamiento de las enfermedades del aparato locomotor de etiología no traumatológica, que por definición, en su mayoría, afectaban de un modo u otro a las articulaciones. Etimológicamente, el vocablo rheuma significa “algo que fluye” en el idioma griego clásico, por lo que en puridad, podría aplicarse a todas las afecciones de los distintos fluidos corporales, aunque desde que en el año 1398, Jhon Trévise publicó su obra Sometyme rewmatyk humors, considerada la primera obra que se refiere a las enfermedades reumáticas en lengua anglosajona, se concretó su ámbito de aplicación a las afecciones de las articulaciones. Sin embargo, en la actualidad, se incluyen también la gran mayoría de las enfermedades autoinmunes, aunque, al no dejar algunas de ellas huellas inequívocas en los restos óseos, con frecuencia, no seremos capaces de detectar a estas últimas en los restos de interés paleopatológico, a no ser que conserven partes blandas.

Page 41: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

41

Por tal motivo, en Paleopatología, se clasifican las enfermedades reumáticas en cinco grandes grupos:

• Enfermedades reumáticas infecciosas definitivas. • Enfermedades reumáticas probablemente infecciosas. • Enfermedades reumáticas degenerativas. • Enfermedades reumáticas traumáticas. • Enfermedades reumáticas metabólicas.

La patología reumática degenerativa más extendida en los seres humanos es la Osteoartritis, incluso se encuentra en restos de neandertales (Ortner y Putschar, 1981). Es una vieja conocida en la Historia de la Medicina, aunque hasta el siglo XX, se confundía con la Artritis Reumatoide y la Gota. La Osteoartritis es una enfermedad crónica y lentamente progresiva que podemos encontrar en la totalidad de las articulaciones, afecta al cartílago articular, pero también al hueso subcondral. Con el tiempo, se rompe el cartílago en zonas puntuales, aquí, el hueso subcondral queda sin protección ante la fricción, inevitable durante el movimiento de las articulaciones, por tal motivo, el hueso se erosiona, y si el proceso continúa, el hueso reacciona esclerosándose en esta zona, e incluso, puede aumentar la superficie articular proliferando hueso de nueva creación, acompañado de cartílago articular en la periferia de la articulación, es lo que se denomina osteofitos o en radiología picos de loro, como consecuencia de su aspecto. Los primeros signos que puede detectar un Paleopatólogo son la nueva formación de hueso, con ensanchamiento relativo de la articulación afectada, asi como su porosidad. En casos muy evolucionados se puede encontrar porosidad severa, esclerosis del hueso subcondral, e incluso eburneación. Con frecuencia se considera que la Osteoartritis es una consecuencia inevitable de la edad avanzada, lo que no es del todo cierto. Todos sabemos que cuanto más longeva es una población, más probabilidades tendremos de encontrar con frecuencia casos de Osteoartritis, pero olvidamos que las causas que determinan su aparición, tienen más posibilidades de manifestarse en una persona añosa que en otra joven. Junto al envejecimiento per se, no debemos olvidar otras etiologías probables, tales como el efecto mecánico continuado que sobrecarga la capacidad de adaptación del aparato locomotor, los trastornos hereditarios, inflamatorios, metabólicos y autoinmunes. La Osteoartritis de rodilla parece tener con frecuencias causas ocupacionales y posturales, tales como la flexión continuada de rodillas, o la genuflexión prolongada. La Artritis Reumatoide es una enfermedad autoinmune muy frecuente en la clínica humana, sin embargo, en Paleopatología, no siempre es fácil de diagnosticar, por la sencilla razón de que incide con mayor frecuencia en las pequeñas articulaciones de las manos y pies, para con el paso de los años, extenderse a otras articulaciones. Estos huesos son especialmente frágiles, y se deterioran con facilidad, por lo que no siempre podemos encontrarlos, al ser infrecuente encontrar el esqueleto completo de un mismo individuo. Autores como Rotschild y Ro (1988) la describen en grupos poblacionales precolombinos de más de cinco mil años de antigüedad, mientras que Ortner y Theobald (1993), así como Brothwell (1973) la describen en restos humanos neolíticos. Los hallazgos paleopatológicos que nos orientan hacia la presencia de una artritis reumatoide son pequeñas erosiones destructivas que surgen en zonas yuxtaarticulares de las falanges y huesos del carpo y el tarso. En casos más severos, podemos encontrar lesiones osteoporóticas asociadas, así como cavidades líticas o geodas en los extremos de las superficies articulares descritas. Al contrario de lo que ocurre con otras enfermedades reumáticas, no es frecuente que ocasionen una fusión articular periférica, aunque este hallazgo, no descartaría de forma definitiva en algunos casos el diagnóstico de la artritis reumatoide. Con frecuencia el diagnóstico diferencial con otras

Page 42: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

42

enfermedades reumáticas será causa de no pocos “dolores de cabeza” para el paleopatólogo. Las espondiloartropatías ya fueron descritas en el capítulo de las lesiones específicas del esqueleto axial, es decir, de la columna vertebral. Aun así, recordaremos la Espondilitis Anquilopoyética, dada su frecuencia. La Artritis Psoriásica, es también difícil de diagnosticar, puede afectar a articulaciones sinoviales y cartilaginosas, generalmente es poliarticular, y afecta al esqueleto axial simultáneamente con el esqueleto apendicular, aunque presenta un claro predominio con las pequeñas articulaciones de manos y pies, lo que nos puede confundir con la artritis reumatoide. Resnick y Niwayama (1988) describen las lesiones de las articulaciones interfalángicas con un aspecto redondeado, que presentan una erosión en forma de taza en el extremo del hueso, cuyo final se asemeja a la forma de la punta de un lápiz por un proceso erosivo osteolítico. Otra causa que limita su diagnóstico, es que suele presentarse en sujetos mayores de cincuenta años, por lo que en poblaciones poco longevas, no será un hallazgo frecuente. El Síndrome de Reiter, además de afectar a las articulaciones sinoviales, sínfisis y zonas de inserción de los músculos, puede afectar a otros órganos y estructuras no articulares. Muestra preferencia por las articulaciones de los miembros inferiores, y en especial, de los pies. También puede afectar al esqueleto axial de forma no uniforme, respetando amplios segmentos, los sindesmofitos no son marginales habitualmente. El hallazgo más frecuente que nos orienta hacia este diagnóstico es la anquilosis articular periférica. La Hiperostosis Esquelética Idiopática Difusa, se confunde con frecuencia con la artritis reumatoide, aunque Aufderheide y Martín (1992) la describen como osificación de los ligamentos que rodean las vértebras, especialmente en su cara antero-lateral, produciendo una anquilosis de las mismas sin enfermedad intervertebral, y respetando la altura del cuerpo vertebral. Autores como Crubézy y Trinkaus (1992) la describen ya en restos neandertales. También afecta a las entesis o inserciones osteomusculares del resto del esqueleto axial y apendicular. LOS MARCADORES DE ESTRÉS OCUPACIONAL EN PALEOPATOLOGIA

Según Edynak (1976), los posibles estilos de vida de poblaciones humanas antiguas, se pueden sugerir a partir de la interpretación de los marcadores de estrés y las evidencias etnográficas. Las causas de estos marcadores de estrés son múltiples, e incluiríamos, según Kelley y Angel (1983) las dietas inadecuadas, diversas enfermedades, ocupaciones habituales, alumbramiento, traumatismos diversos, así como violencia en todos sus tipos. Los hallazgos más frecuentes se pueden observar en segmentos óseos donde existen fuertes inserciones musculares, aunque también podemos encontrar modificaciones cualitativas y/o cuantitativas de la curvatura, longitud o grosor de los huesos, así como patologías relacionadas con el estrés mecánico. Molleson en 1987 describió cambios en la forma del cráneo ocasionados por el uso habitual de una banda en la cabeza para el acarreamiento de cargas pesadas. La exostosis del meato auditivo, ha sido atribuida a la exposición prolongada del canal auditivo a aguas frías, presumiblemente por actividades de buceo habitual en pueblos costeros para explotar los recursos marinos. De forma similar, la hipertrofia o neumatización de los turbinadores (concha bullosa), se produce como reacción de la mucosa nasal a agentes muy irritantes, tales como el polvo, la humedad, o temperaturas extremadamente altas o bajas.

Page 43: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

43

Merbs (1983) describe la Osteoartritis de la articulación temporomandibular en poblaciones que mastican pieles para su reblandecimiento y curtido. Esta causa también es responsable de la pérdida de piezas dentales anteriores con mucha frecuencia. Si se describe un fuerte desgaste en las piezas anteriores, sin una correspondencia adecuada en las piezas dentales posteriores, nos orienta a un uso continuado de dichas piezas como herramientas de forma ocupacional prolongada. De este modo la presencia de surcos en las superficies oclusales de las piezas dentales anteriores, según Molnar y Schulz orientarían hacia actividades tales como la manufactura de cuerdas y la cestería. Por el contrario, Formicola (1988), considera que algunos surcos interproximales podrían estar relacionados con la preparación de fibras animales, tales como tendones, o incluso fibras vegetales, para fabricar arcos u otros instrumentos. Hallazgos como nódulos de Schmörl, Osteoartritis, Espondilosis, Cifosis, Escoliosis, Ensanchamientos de los procesos articulares vertebrales, Espondilolistesis lumbar con compresión de los discos lumbares asociado a osteofitos, Osteoartritis, hernias intratecales y alteraciones del grosor de los cuerpos vertebrales, con frecuencia, de deben a causas de estrés ocupacional. Autores como Lane (1987) asocian la erosión de la articulación esterno-clavicular a la carga habitual de objetos pesados. Asimismo, Merbs (1983) asocia la erosión de las articulaciones costo-vertebrales con movimientos intensos de elevación de objetos pesados. Otro tanto ocurre con la presencia de defectos corticales en la clavícula, con o sin formación de fuertes impresiones del ligamento costo-clavicular, o la prominencia de la inserción del músculo pectoral mayor, descrita en quienes usaban con frecuencia hondas. Otro hallazgo frecuente en honderos es la convexidad lateral de las diáfisis, junto con una prominencia posterior de la tuberosidad deltoidea y la invasión de la superficie articular de la cabeza en el cuello anatómico del húmero. Por el contrario, en arqueros, Merbs describe Osteoartritis de la cavidad glenoidea, y Stirland (1991) describe fusión del proceso acromial. La Osteoartritis bilateral de la articulación acromio-clavicular se ha descrito en remeros, y cazadores-pescadores que usan arpones o lanzas. Estas mismas poblaciones presentan con frecuencia hipertrofia de la cresta formada por la inserción del supinador corto en el cúbito, así como origen marcado para el músculo pronador cuadrado. En lanzadores de jabalina encontramos exostosis del epicóndilo con formación de osteofitos en la articulación del codo. Por el contrario, en quienes usan el propulsor o “atlatl elbow”, presentan lo que se ha descrito como codo del propulsor, y consiste en cambios degenerativos en la superficie del codo, incluyendo porosidad, eburneación, destrucción e intensa remodelación ósea. Leñadores y herreros presentan con frecuencia exostosis plana, amplia y débilmente curvada en la región posterior del olécranon. Los albañiles, panaderos, y quienes transportan cargas pesadas presentan con frecuencia osteofitos, espículas y rugosidades en la tuberosidad braquial del Radio. La molienda de cereal de forma manual, frecuentemente ocasiona incremento significativo de las dimensiones de las diáfisis de todos los huesos del brazo, junto con un arqueamiento y fuerte torsión del húmero, asociada a una disminución de la simetría bilateral de las articulaciones humero-radiales y radio-carpales. También en arqueros, se han descrito lesiones unilaterales y osteofiticas de la tuberosidad radial, especialmente en brazo derecho, así como una banda osteofítica en el proceso coronóides del cúbito, pequeñas lesiones en la cara distal de la fosa olecraneana del húmero, asociada a una profunda asimetría de las inserciones musculares entre los húmeros.

Page 44: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

44

La Faceta de Poirier del fémur se produce en sujetos que mantienen una postura de extensión de la cadera con flexión de la rodilla, al usar asientos bajos y rodillas flexionadas. De forma similar, si se mantiene una postura en cuclillas, se producen facetas o impresiones osteocondríticas en la región postero-superior de los cóndilos femorales, asociada a un surco en la línea intercondilar, hallazgo que se produce desde poblaciones neandertales hasta poblaciones modernas orientales que practican el squatting o acuclillamiento, que además, ocasiona retroversión de la cabeza tibial, surco cuadricipital, surco para el tendón del ligamento patelar, facetas de squatting, y una mayor concavidad en la superficie articular inferior, todo ello en las tibias. En el astrágalo, esta conducta ocasiona prolongación de la parte externa de la superficie articular de la tróclea, elevada dorsiflexión de la articulación talo-crural, expansión de la tróclea, aumento del ángulo de torsión y de inclinación del astrágalo, así como expansión y fusión de las carillas subarticulares. En el calcáneo ocasiona la formación de la faceta de sulcus talis. En el pie encontramos facetas o pequeñas extensiones óseas en la superficie superior de la primera falange proximal. La equitación frecuente ocasiona desarrollo de las crestas para los músculos adductores en los fémures. Las poblaciones que recorren largas distancias, sobre todo en lugares agrestes, presentan entesopatías que afectan al tendón de Aquiles, al adductor del hallux y exostosis en la zona posteroinferior de la tuberosidad del calcáneo. El uso de calzados inadecuados, finalmente, ocasiona distorsión del pie con desarrollo del hallux valgus, también conocido como “juanete”.

LAS INFECCIONES OSTEO-ARTICULARES EN PALEOPATOLOGIA A pesar de la dureza y resistencia del aparato osteo-articular, no está libre de verse afectado por el ataque de organismos infecto-contagiosos. Este hecho es extensible a todos los vertebrados, no sólo al hombre, de hecho, Renault en 1899 describió un caso de caries en mandíbulas de peces no digeridos, presentes en coprolitos de hiena. Las infecciones osteo-articulares descritas con mayor frecuencia son las Treponematosis, y las Micobacteriosis, es decir, infecciones ocasionadas por Treponemas y Micobacterias. Las Treponematosis ocasionan, tanto en el cráneo como en el esqueleto postcraneal dos tipos de hallazgos, la periostitis gomosa, y la osteítis sifilítica, predominando en cráneo, tibia y húmero. Son frecuentes las perforaciones naso-faciales. En neonatos, podemos encontrar signos de sífilis congénita, tales como las tibias en sable, y los molares con aspecto de moras. El organismo responsable es sobre todo el Treponema Pallidum, conocido también como Sífilis. Con respecto a las Micobacteriosis, el caso conocido más antiguo de tuberculosis pulmonar lo encontramos en momias egipcias y nubias que datan del II milenio antes de Cristo, lo que no descarta que pueda encontrarse en restos más antiguos. Autores como Morse, refieren encontrar Tuberculosis en restos que datan de 3700 años antes de Cristo. Como es habitual en la Paleopatología, con frecuencia, desafortunadamente, el diagnóstico es de presunción, no de certeza, pero en el caso de la tuberculosis, si no se trata de un Mal de Pot en el raquis, el diagnóstico diferencial con otras lesiones es muy difícil, por lo que se debe ser muy cauto antes de emitir juicios de valor. El germen responsable más frecuente es Mycobacterium Tuberculosis. El cualquier caso, la tuberculosis muestra predilección por el esqueleto axial, los huesos del pie y de la mano, así como por las costillas. Con respecto a las articulaciones, afecta

Page 45: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

45

preferentemente a rodillas, caderas, codos, y en menor medida, tobillos, hombros y muñecas. Continuando con las Micobacteriosis, debemos mencionar la Lepra, ocasionada por el microorganismo Mycobacterium Leprae, que como es habitual en Paleopatología, ocasiona lesiones de difícil diagnóstico, la certeza sólo nos vendrá con técnicas tales como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), con la que Rafi et al. en 1994 diagnosticaron un caso de lepra en unos metatarsianos procedentes de un yacimiento de Jerusalén datado hacia el año 600 después de Cristo. Ocasiona lesiones destructivas en el pie, cráneo y cara, dichas lesiones son osteomielitis y periostitis, con artropatías de causa neurógena, puesto que se dañan los nervios sensitivos periféricos, con lo que quien sufre esta enfermedad, no siente dolor en algunas partes de su cuerpo, por lo que puede lesionar el esqueleto de estas regiones por sobrecarga, al no existir el mecanismo de protección que constituye el dolor. Entre las Osteomielitis Bacterianas, el germen más habitual es Staphylococcus Aureus, y su localización más frecuente es en los huesos largos de las extremidades inferiores, especialmente en niños y subadultos. Ocasiona osteolisis, junto con zonas de periostitis, cloacas, nombre con que se conocen las fístulas de drenaje hacia el exterior, no sólo del hueso, sino con frecuencia también de la piel. El hallazgo más antiguo corresponde a un peroné procedente de una mujer neandertalense del Pleistoceno medio, hace aproximadamente 60.000 años (Reverte, 1996). En opinión de algunos autores, como por ejemplo Capasso, estas lesiones aparecen con más frecuencia tras la aparición de la agricultura. La Brucelosis está ocasionada por la Brucella Mellitensis, coloquialmente es conocida como Fiebres Maltesas, y el hallazgo más frecuente, es el Signo de Pedro-Pons, consistentes en una epifisitis anterior del esqueleto axial. Las articulaciones más afectadas son las caderas y las rodillas. El caso más antiguo, lo describió en 1996 Brothwell en un individuo de la Edad del Bronce procedente de una excavación en la ciudad de Jericó. El germen conocido como Actynomices Israelli, ocasiona una enfermedad sistémica conocida como Actinomicosis, provocando una reacción periostótica con una característica erosión en el hueso cortical externo, podemos encontrar estas lesiones en el hueso frontal, pelvis, fémur y mandíbula. No sólo las bacterias pueden ocasionar lesiones en el aparato osteo-articular, también pueden hacerlo hongos, virus y parásitos. Entre los virus, los más frecuentes en la literatura son la viruela, y en menor medida, la rubéola. La Viruela suele afectar a niños, y afecta a la articulación del codo, sobre todo a la región metafisaria. Entre los parásitos, encontramos descritos platelmintos del género Taenia, así como nematelmintos de los géneros Ascaris, Trichiurus y Diphylobotrium. Ocasionan hallazgos tales como la Criba Orbitaria o la Osteoporosis Hiperostótica. También encontramos huevos de Schistosoma o de Bilharzia Haematobium en túbulos renales de momias egipcias de la XVIII a la XX dinastías, según describió Ruffer en el año 1910. En cualquier caso, el parásito que más afecta al esqueleto es el Echinococcus Granulosus, que ocasiona la Hidatidosis o Quiste Hidatídico. Ocasiona quistes calcificados de diverso tamaño que pueden aparecer en cualquier órgano, y por tanto también en huesos. Entre los hongos, y pendientes de la confirmación del diagnóstico, Morse en 1969, y Poswall en 1976, han descrito coccidiomicosis y blastomicosis en huesos de indios norteamericanos precolombinos.

Page 46: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

46

Pero no sólo podemos encontrar las lesiones ocasionadas por los microorganismos, sino también intentos de tratar quirúrgicamente dichas lesiones o sus consecuencias, con técnicas relativamente incruentas, como son los intentos de reducción de fracturas mediante manipulaciones no quirúrgicas, la apertura de forúnculos o abscesos con instrumental más o menos sofisticado, pero siempre punzante, cortante, o corto-punzante, trepanaciones craneales, el uso de moldes de pieles de animales, chicle o arcilla para inmovilizar fracturas patológicas, etc.

LA PALEOPATOLOGÍA Y LA PATOLOGÍA TUMORAL ÓSEA Cuando observamos un hueso, lo último que se nos pasa por la imaginación es que se trata de una estructura viva, y por tanto, con un metabolismo propio, que es capaz de crecer, reproducirse, intentar adaptarse al medio, y si no lo consigue, morir. Por ese motivo, es capaz de enfermar, de sufrir infecciones, y también de desarrollar tumores, no sólo tumores propios de la estructura ósea, sino también tumores metastásicos procedentes de otros tejidos y estructuras que llegan al hueso por contigüidad, por vía hemática, o linfática, y una vez llegadas la hueso las células tumorales, se reproducen como si se tratase de un tumor óseo primitivo. La clasificación más simplista que podamos imaginar de los tumores que pueden afectar a los huesos es la siguiente:

• Tumores primitivos del hueso. • Tumores metastásicos o procedentes de otras estructuras anatómicas.

Esta clasificación no nos orienta hacia la potencial gravedad de los mismos, pues en ambos tipos encontramos tumores benignos, compatibles con una muy larga supervivencia de quienes los padecen, y por el contrario, otros con una elevada tasa de letalidad a muy corto plazo. Si consultamos la bibliografía, podemos encontrar multitud de clasificaciones que no contribuirán a orientarnos en este campo de investigación. Como suele ocurrir, debemos ser cautos, pues los hallazgos macroscópicos y microscópicos son muy similares en tumores de tipos muy diversos, e incluso con lesiones pseudotumorales, o con patologías que no tienen nada que ver con los tumores, siendo por el contrario procesos infecciosos destructivos del hueso, como vimos en el capítulo anterior, y que se pueden confundir con las lesiones osteolíticas que ocasionaría un mieloma en un cráneo, por poner un ejemplo. También patologías no tumorales pueden ocasionar estas lesiones y hacer que el Paleopatólogo emita un diagnóstico de tumor óseo, cuando en realidad, estaría ante un proceso degenerativo, o un trastorno metabólico. Por este motivo, con frecuencia, los diagnósticos serán muy amplios, y lo más genéricos posible. Pero sin generalizar en extremo. Si la experiencia personal, y la bibliografía nos dicen que determinados hallazgos son compatibles con un grupo de patologías, el que estadísticamente sea más habitual en un grupo de edad, étnia, y tipo de hueso, cierta patología en concreto, eso no hace que todos los casos posibles, automáticamente, puedan ser diagnosticados de dicha patología. Conviene dejar pues a la imaginación (a la que alguien definió como “la loca de la casa”) fuera de la investigación. En caso de duda, lo mejor es describir y documentar las lesiones observadas, es posible que nuevas técnicas diagnósticas, en el futuro, permitan arrojar luz sobre los casos dudosos. La clasificación más aceptada es la propuesta por la OMS, basada en los rasgos histopatológicos, a pesar de que varios de los tipos reseñados no son diferenciables en el hueso seco. A continuación recogemos de forma simplificada dicha clasificación:

Page 47: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

47

1. Tumores Formadores de Hueso: • Tumores Benignos:

o Osteoma: posee un crecimiento lento, y forma masas de hueso esclerosas, compacta, de bordes definidos, radioopaca, a veces de gran tamaño, y aunque no es maligno, si crecen en el interior del cráneo, puede comprometer estructuras vitales, u ocasionar hipertensión intracraneal. Si se sitúa en la cortical y esta muy bien delimitado, se denomina osteoma ebúrneo.

o Osteoma Osteoide: es el tumor benigno más frecuente, se suele dar en sujetos jóvenes, con especial predilección por huesos largos como la tibia, fémur, y en menor medida cráneo. Afecta más a varones que a mujeres, puede ocasionar dolor, y por convención sólo se diagnostica si mide menos de dos centímetros de diámetro.

o Osteoblastoma: es muy similar al Osteoma Osteoide, pero afecta más a las vértebras y en menor medida a las diáfisis de los huesos largos de manos y pies. El aspecto radiológico es el de un hueso desordenado, pero traveculado.

• Tumores Malignos: o Osteosarcoma: tras el mieloma y el linfoma, es el tumor maligno

primitivo de hueso más frecuente. Afecta preferentemente a varones en edad de crecimiento de entre diez y veinticinco años, pero también en las edades avanzadas de la vida, especialmente en sujetos afectados por la Enfermedad de Paget. Se asienta sobre huesos largos, sobre todo la zona próxima a la rodilla, húmero, fémur, peroné, mandíbula y en menor medida, sobre huesos planos. Se han descrito hasta doce variedades de este tumor, las más habituales en Paleopatología son Osteosarcoma Condroblástico, Osteosarcoma Intraóseo bien diferenciado, Osteosarcoma Paraostal, Osteosarcoma Periostal, Osteosarcoma Telangiectásico, Osteosarcoma de células pequeñas y Osteosarcoma Multifocal.

o 2. Tumores Formadores de Cartílago:

• Tumores Benignos: o Osteocondroma: es uno de los tumores benignos más frecuentes,

puede ser múltiple o solitario, y suele darse en adolescentes y adultos jóvenes de ambos sexos, preferentemente en las regiones metafisarias de huesos largos, pero también en huesos planos como costillas, escápula y pelvis, y en mucha menor medida en huesos cortos de manos y pies.

o Condroma: es el tumor cartilaginoso más frecuente. Se localiza en las regiones metafisarias de huesos largos de manos y pies, y en menor medida en costillas, fémur y húmero. Si es múltiple y mayor de tres centímetros, se denomina Encondromatosis o Enfermedad de Ollier.

o Condroblastoma: suele afectar preferentemente a varones adolescentes o en la primera etapa de la edad adulta, y afecta a las epífisis de los huesos largos, habitualmente próximos a la rodilla. Por el contrario, en ancianos, afecta a pelvis, costillas o húmero de forma

Page 48: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

48

preferente. Es difícil realizar el diagnóstico diferencias con el Condrosarcoma y el tumor de células gigantes.

o Fibroma Condromixoide: es el menos frecuente de los tumores cartilaginosos. Se localiza en las metáfisis de los huesos largos, aunque puede aparecer en cualquier localización esquelética.

• Tumores Malignos: o Condrosarcoma: es el segundo tumor maligno primitivo de hueso

por orden de frecuencia, y tiene preferencia por varones de edad media y avanzada, siendo infrecuente en adultos jóvenes. Suele afectar a los huesos planos, más concretamente a los huesos de la cintura pélvica, cintura escapular y costillas, así como a los huesos que forman la rodilla. A diferencia de los Encondromas, es inusual en los huesos de manos y pies. Su crecimiento es lento, y a veces alcanza gran tamaño, terminando por invadir las estructuras próximas. Su aspecto macroscópico es el de un ensanchamiento del hueso con engrosamiento de la cortical ósea y trabéculas desordenadas. Dentro de este tumor existen variedades, las más frecuentes en Paleopatología son el Condrosarcoma desdiferenciado, Condrosarcoma de células claras, Condrosarcoma mesenquimal y Condrosarcoma yuxtacortical.

o Tumores de Células Gigantes u Osteoclastoma: se trata de un tipo de tumor que destruye la estructura ósea, afecta a sujetos de entre veinte y cuarenta años, y parece tener una ligera predilección por el sexo femenino. Microscópicamente está constituido por multitud de células gigantes multinucleadas muy similares a osteoclastos de gran tamaño. Tiene especial predilección por las epífisis y diáfisis de los huesos largos, sobre todo los de la rodilla y el radio, aunque puede encontrarse en cualquier hueso. Si evoluciona sin tratamiento, origina frecuentes fracturas patológicas, sin antecedente traumático previo, aunque sin afectar al cartílago articular, por lo que las articulaciones vecinas suelen estar intactas. El borde del tumor no presenta reacción ósea osteoblástica.

o 3. Tumores de la Médula Ósea:

• Sarcoma de Ewing: es el sarcoma óseo que presenta una predilección por sujetos de edades más tempranas, especialmente en sujetos de sexo femenino, y preferentemente leucodermos. Puede aparecer en cualquier hueso, pero es más frecuente en los huesos de la cintura pélvica y en el fémur. Su especto es el de un tumor osteolítico con una reacción osteoblástica en su perímetro a expensas del periostio, lo que le confiere un aspecto radiológico en capas de cebolla, lo que supone una frustración para el Paleopatólogo, pues su aspecto en hueso seco no suele permitir un diagnóstico de certeza, al ser muy similar a los linfomas, neuroblastomas, y otros tumores malignos, con los que se confunde fácilmente.

• Linfoma Maligno del Hueso: en la literatura antigua, se describía como Reticulosarcoma y también como Linfoma Histiocítico. Es muy infrecuente en sujetos jóvenes, y muestra preferencia por individuos maduros de entre cincuenta y setenta años, asentándose sobre huesos ricos en tejido hematopoyético, tales como las costillas, vértebras y pelvis. Su aspecto

Page 49: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

49

muestra áreas osteolíticas junto a otras osteoblasticas, por lo que puede confundirse en el caso de huesos secos con osteosarcomas y osteomielitis.

• Mieloma Múltiple: es el tumor maligno primitivo de hueso más frecuente, pues es responsable de la mitad de este tipo de tumores. Está constituido por células plasmáticas originarias de la médula ósea, es decir del tejido hematopoyético, por lo que también se denomina plasmocitoma y afecta a sujetos maduros de entre cincuenta y sesenta años. Puede ser un tumor único, pero lo más frecuente es que nos encontremos con múltiples tumores en un mismo indivíduo. Tiene predilección por huesos ricos en médula ósea, tales como esternón, vértebras, pelvis y cráneo. Si asienta sobre las vértebras, ocasiona frecuentes fracturas patológicas, si asienta sobre el cráneo, produce lesiones similares a las que produciría un sacabocados, y que los radiólogos han definido como cráneo apolillado.

4. Tumores Conjuntivos: son tumores malignos cuyo diagnóstico

diferencial en la práctica clínica es anatomopatológico, por lo que en hueso seco, no es posible diferenciarlos, su aspecto es el zonas líticas con bordes desflecados e irregulares, pero sin reacción osteoblástica periférica, que asienta en las zonas medulares de la pelvis y regiones metafisarias de huesos largos, que con frecuencia ocasiona fracturas patológicas. Los más habituales son: • Fibrosarcoma • Histiocitoma Fibroso Maligno

5. Otros Tumores: • Cordoma: procede de restos de la notocorda primitiva, presente en el

embrión, por lo que aparece en el esqueleto axial, especialmente en las vértebras sacro-coccígeas, la sincondrósis esfenobasilar, y en menor medida, otras localizaciones de la columna vertebral, muestra una clara preferencia por sujetos varones de entre cuarenta y sesenta años. Su aspecto es el de una lesión osteolítica de contornos irregulares que a veces presenta calcificaciones en su interior.

• Adamantimoma: es un tumor maligno infrecuente que afecta a los huesos largos de individuos de entre treinta y cincuenta años, muestra especial predilección por las diáfisis de las tibias, dicha localización supone un 90 % de los casos conocidos, con menor frecuencia lo encontramos en fémur, húmero y radio. Su aspecto es el de múltiples lesiones osteoblasticas que aparecen en las diáfisis de los huesos largos, de tamaños variados, irregulares, que a veces se agrupan, y cuyos bordes presentan una reacción osteoblástica. No suele afectar a la cortical ósea.

6. Lesiones Pseudotumorales: son lesiones no tumorales todas ellas.

Las más frecuentes en Paleopatología son la siguientes: • Quiste Óseo Simple: se trata de un proceso quístico no neoplásico, es

decir, no es un tumor, sino un simple trastorno del crecimiento óseo normal. Es una lesión única con predilección por sujetos varones jóvenes de entre diez y veinte años de edad. Suele situarse en las metáfisis de los huesos largos, sobre todo en la proximidad de la placa metafisaria de crecimiento con las epífisis proximales de húmero, y en menor medida, del fémur.

Page 50: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

50

• Quiste Óseo Aneurismático: es una malformación vascular dentro del hueso lo que le da un aspecto quístico multilocular irregular que aparece en las metáfisis de huesos largos, así como en la columna vertebral, y que a veces recuerda el aspecto de un panal de abejas. En hueso seco con frecuencia es difícil hacer el diagnóstico diferencial con el Osteosarcoma.

• Ganglión Intraóseo: es conocido también como Quiste óseo yuxtaarticular, y cursa como una lesión quística benigna osteolítica con un borde que presenta una reacción ligeramente osteoblástica, y que se localiza en la proximidad de las articulaciones, en su región yuxtacortical o subcondral. Por definición no mide más de dos centímetros, y muestra especial preferencia por los huesos largos de sujetos adultos de entre veinte y sesenta años de edad.

• Defecto Fibroso Cortical: no se considera un verdadero tumor, sino una alteración del normal desarrollo del esqueleto. Muestra especial predilección por los huesos de la rodilla, y suele ser bilateral. En algunas étnias aparece en casi la mitad de sujetos mayores de dos años. Su aspecto es el de una lesión de baja densidad ósea, rodeada de una cubierta más densa.

• Fibromas No Osificantes: cuando un defecto fibroso cortical crece mucho, se considera que es un Fibroma no osificante, suelen tener gran tamaño, por lo que ocasionan frecuentes fracturas patológicas. No se malignizan, y suelen desaparecer con el paso de los años.

• Displasia Fibrosa: aunque puede encontrarse en sujetos de cualquier edad, es más frecuente en niños y adolescentes, y cursa como una lesión hamartomatosa en la que se mezclan de forma anómala múltiples elementos titulares, y se localiza preferentemente en fémur, tibia, cráneo, húmero, costillas, peroné y mandíbula. Su aspecto es el de imágenes de baja densidad ósea, con restos trabeculares en su interior, que a algunos autores les recuerdan grafismos chinos.

• Miositis Osificante: es una lesión no inflamatoria ocasionada por el crecimiento de nuevo tejido después de un antecedente traumático, y que no siempre está relacionado con el músculo, aunque asienta en las masas musculares de miembros superiores e inferiores, en forma de nódulos irregulares de aspecto heterogéneo, más densos en su periferia, y menos conforme profundizamos en su interior, donde podemos encontrar tabiques e irregularidades. Con seguridad, en el pasado se ha sobrediagnosticado de forma errónea, en la actualidad, se tiende a ser cautos, y sólo se diagnostica una vez desechadas otras posibilidades, tales como el Osteosarcoma.

• Histiocitosis de Células de Langerhans o Histiocitosis X: se trata de un trastorno de la regulación inmunológica que puede afectar a uno o varios huesos. Se localiza de forma preferente en cráneo, mandíbula, húmero, costillas y fémur en individuos jóvenes de sexo masculino de entre cinco y quince años de edad. Existen tres variedades, la Histiocitosis unifocal o granuloma eosinófilo unifocal, la forma Multifocal o Enfermedad de Hans-Schuller- Christian y la forma diseminada aguda o Enfermedad de Letterer-Siwe. Los dos primeros son más frecuentes en Paleopatología, y cursan como lesiones de apariencia destructiva que pueden manifestar o no reacción osteoformadora esclerosante perióstica. En hueso seco es muy difícil de diferenciar de un linfoma o una metástasis.

Page 51: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

51

7. Alteraciones de los huesos debidas a otros tumores contiguos: se trata de un crecimiento desordenado de masas tumorales procedentes de partes blandas, benignas o malignas, que se extienden por contigüidad a los huesos próximos. Es un grupo abigarrado de lesiones, donde podemos encontrar cualquier aspecto, osteolítico u osteoblástico, y que puede confundirse con las alteraciones tafonómicas de naturaleza química sobre huesos previamente sanos, pero también con metástasis, o con carcinomas.

8. Metástasis: los procesos neoplásicos que pueden asentar sobre el hueso, son, en su mayor frecuencia, metástasis procedentes de tumores malignos localizados en tejidos extraóseos, y que llegan al hueso por vía hematógena o linfática. Las causas más habituales en sujetos adultos son carcinomas procedentes de la mama, el pulmón, la próstata, el riñón y la glándula tiroides. Por el contrario, en sujetos en edad pediátrica, proceden de neuroblastomas, osteosarcomas, sarcomas de Ewing y rabdomiosarcomas. Pueden afectar a cualquier hueso, y suelen mostrar una acción osteolítica, con frecuencia múltiples y diseminados por gran parte del esqueleto.

LAS ENFERMEDADES METABÓLICAS Y CARENCIALES EN

PALEOPATOLOGÍA El metabolismo de los seres humanos, al igual que ocurre con el resto de seres vivos, no sólo está codificado genéticamente, lo que lo convierte en algo constante e inmodificable, o a lo sumo, modificable sólo en casos excepcionales sometidos al azar de la evolución. Por el contrario, el metabolismo está íntimamente relacionado con las condiciones de vida de todo ser vivo, su ecosistema, la climatología su situación emocional, y su situación social. Por este motivo, este tipo de enfermedades es de gran importancia en Paleopatología, pues aporta información sobre las condiciones de vida de poblaciones humanas antiguas, información que sería muy difícil, por no decir imposible de conseguir por otras vías. Las Metabolopatías es un abigarrado grupo de patologías de difícil clasificación, por lo que de forma simplificada, las distinguiremos desde el punto de vista funcional del siguiente modo:

• Metabolopatías dismórficas: son aquellas que modifican la estructura corporal, como es el caso de la Obesidad.

• Metabolopatías disenergéticas: son aquellas que se deben a perturbaciones en el recambio calórico, como por ejemplo el edema ocasionado por la desnutrición.

• Metabolopatías disrreguladoras: el mecanismo que produce estas enfermedades está relacionado con trastornos de los factores de regulación. El ejemplo más habitual es la Diabetes.

Como es habitual, el Paleopatólogo, sólo dispone del esqueleto para averiguar algo de las poblaciones humanas históricas, en pocas ocasiones tiene acceso a partes blandas, o cuerpos más o menos conservados, lo que ampliará sus posibilidades. Por ese motivo se ve limitado en la mayoría de las ocasiones a investigar aquellas metabolopatías que dejan algún tipo de impronta en el esqueleto, es lo que se ha venido a llamar Osteopatías Metabólicas. Dichas improntas, de forma resumida, son el crecimiento y metabolismo esquelético, tanto por exceso, como por defecto, con frecuencia, están implicadas diferentes hormonas, como es el caso del Gigantismo, Acromegalia, distintos tipos de Enanismos, Osteogénesis Imperfecta, etc.

Page 52: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

52

Otra forma de clasificar las metabolopatías, es según los nutrientes afectados, por su simplicidad, es muy útil en Paleopatología. De este modo, podemos reseñar las siguientes patologías:

1. METABOLOPATÍAS POLIMETABÓLICAS: en este grupo, están implicadas aquellas metabolopatías que afectan a dos o más tipos de nutrientes. Las más habituales en Paleopatología son las siguientes:

• OBESIDAD: se define como el acumulo de adipocitos que ocasiona un sobrepeso superior al 15 % del biotipo normal, puede estar ocasionada por sobrealimentación, es decir, por causas exógenas, o endógenas, concretamente, de tipo endocrino, aunque en ocasiones las causas son mixtas. La obesidad ocasiona artropatías trofoesqueléticas en las rodillas, lo que se denomina Lipoartritis, así como deformaciones esqueléticas por sobrecarga, tales como cifosis, lordosis, pies planos, etc. En niños puede ocasionar incurvaciones de las diáfisis de los huesos largos, y deformaciones de los miembros inferiores, al ser estos lo que soportan en mayor medida el peso del cuerpo, como es el caso del genu varo, o genu valgo.

• DESNUTRICIÓN: también conocida como delgadez extrema o marasmo. Puede estar ocasionada por causas exógenas, como es el caso de la carencia alimentaria, con o sin hipermotilidad, o endógenas, como es el caso de la delgadez constitucional, endocrina, metabólica, vitamínica, asociada a procesos consuntivos, etc. En ocasiones puede ser debida a causas mixtas. Con frecuencia es un indicador de malas condiciones de vida, al darse en épocas de privación, tales como guerras, malas cosechas, migraciones o bajo nivel social. El hallazgo más habitual son las líneas de Harris, se trata de líneas de condensación ósea, horizontales y verticales que se encuentran en las diáfisis de los huesos largos próximos a las metáfisis, sobre todo en tibia, fémur, radio, metacarpianos y metatarsianos. También podemos encontrar daños en la dentadura por desnutrición u otras metabolopatías, como es el caso de la pérdida de piezas dentarias por hipotiroidismo.

2. METABOLOPATÍAS DE LOS PRÓTIDOS:

• METABOLOPATÍAS DE LAS ALBÚMINAS Y LAS GLOBULINAS: se producen por trastornos el metabolismo de las proteínas de la sangre que mantienen la presión coleidosmótica y el sistema inmunológico, también sirven de medio de transporte de oligoelementos como el hierro, cobre, e incluso sustancias medicinales, y que en ocasiones, están producidas por procesos consuntivos o carenciales son las Disproteinemias Extrínsecas. También encontramos Disproteinemias Intrínsecas, como es el caso de infecciones tuberculosas, Disproteinemias Neoplásicas, asociadas a procesos tumorales, y las denominadas Pandisproteinemias, el ejemplo paradigmático es la Amiloidosis. Las más interesantes en Paleopatología son la Hipoalbuminemia, y a la Hipoglobulinemia.

• METABOLOPATÍAS DE LAS NUCLEOPROTEÍNAS: las nucleoproteínas son aquellas proteínas que se encuentran conjugadas con ácidos nucleicos. Las más habituales en Paleopatología son la Gota o artritis úrica o Podagra, y la Uraturia y Litiasis Renal. Ambas están

Page 53: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

53

ocasionadas por un metabolismo inadecuado del ácido úrico, el último eslabón en la cadena del metabolismo de las purinas. La Gota ocasiona depósitos de cristales de urato sódico en las articulaciones, así como en otras estructuras anatómicas, puede limitarse a una sola articulación, especialmente tarso, tobillo, rodilla, dedos de las manos, o a varias articulaciones, de forma simultánea o alternante. El signo patognomónico son los tofos gotosos, y que no son otra cosa que nódulos extraarticulares de aspecto perlado y blanquecino, duros y a veces móviles sobre el plano subyacente, constituidos por depósitos de urato sódico, que resultan indoloros fuera de las fases no agudas, pero que resultan extremadamente dolorosos en los episodios de reagudización. En las articulaciones ocasiona precipitaciones de uratos en la superficie del cartílago articular, lo que ocasiona su degeneración, con destrucción de la sustancia ósea en forma de subluxaciones, fibrosis, anquilosis, y deformaciones, lo que en conjunto se denomina Osteoartrosis Úrica. Sin embargo, en el caso de los huesos secos, el diagnóstico diferencial con procesos degenerativos osteoartrósicos, o con poliartritis crónicas infecciosas. La Gota Satúrnica está ocasionada por la intoxicación crónica con plomo. Por el contrario, la Uraturia o litiasis renal está ocasionada por la acumulación de sales de ácido úrico, concretamente sales sódicas, potásicas o amoniacales. En este caso, no encontramos estigmas en los huesos secos, sino que, si la excavación ha sido cuidadosa, podemos encontrar los cálculos urinarios, si somos capaces de diferenciarlos de las piedrecillas que sin duda encontraremos mientras cribamos la tierra. También podemos encontrar litiasis vesical, aunque con frecuencia la etiología no está relacionada con el metabolismo del ácido úrico. Otras posibles litiasis urinarias pueden estar constituidas por oxalato cálcico, ocasionado por la ingesta de alimentos como la uva o espinacas, fosfatos, en hiperparatiroidismos, enfermedad de Cushing, enfermedad de Basedow, dietas ricas en calcio, fósforo, o en infecciones urinarias frecuentes carbonato cálcico, también en infecciones urinarias, o de cistina, por acumulo de este aminoácido.

• METABOLOPATÍAS DE LAS CROMOPROTEÍNAS Y DE LA FUNCIÓN RESPIRATORIA CELULAR: son trastornos del metabolismo de la hemoglobina, mioglobina y de las citocromo-peroxidasas, moléculas relacionadas con la respiración celular. Su diagnóstico en Paleopatología es muy limitado en la actualidad. Los hallazgos más frecuentes son las denominadas osteopatías anémicas, constituidas por zonas de osteoporosis hiperostótica, tales como la criba craneal y la criba orbitaria.

• METABOLOPATÍAS DE LAS PORFIRINAS: de muy difícil diagnóstico en Paleopatología, sin embargo, autores como Lüthy, consideran que hallazgos como la turricefalia, con frecuencia, podrían estar relacionados con las porfirinosis.

3. METABOLOPATÍAS DE LOS LÍPIDOS: las más interesantes

en el ámbito de la Paleopatología son las Tesaurismosis, al ser las que dejan estigmas en el hueso seco. Las más habituales son: • TESAURISMOSIS COLESTERÍNICAS (XANTOMATOSIS

ESENCIAL GENERALIZADA O ENFERMEDAD DE HANS-SCHÜLLER-CHRISTIAN): que produce depósitos de una mezcla de colesterol, y en menor medida otros lípidos en las células del retículo

Page 54: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

54

endotelial, ocasionando osteoporosis en los huesos craneales, exoftalmia, retraso del desarrollo somático y anemia. El hallazgo más habitual son zonas de osteoporosis craneal lacunar con posibles fracturas patológicas, sin traumatismo asociado. Radiológicamente, estas lesiones cursan como focos de geodas óseas policíclicas y descalcificadas que interesan a las dos láminas óseas, y que presentan imágenes que recuerdan un mapa, por lo que se denomina cráneo cartográfico.

• TESAURISMOSIS DE LOS FOSFOLÍPIDOS O ENFERMEDAD DE NIEMANN-PICK: se produce cuando se acumulan fosfolípidos en las células del sistema retículo-endotelial, concretamente lecitina y esfingomielina, y cursa con lesiones muy inespecíficas, tales como osteoporosis ósea y lesiones similares a las producidas por la tuberculosis miliar respiratoria, lo que dificulta su diagnóstico diferencial.

4. METABOLOPATÍAS DE LOS GLÚCIDOS: los glúcidos

constituyen la fuente calórica más habitual en la dieta de los seres humanos a lo largo de la historia, sin embargo, su metabolismo, no suele dejar estigmas óseos, por lo que su diagnóstico es infrecuente en Paleopatología, sería el caso de la diabetes, pentosurias, glicosurias, galactosurias, levulosurias o lactosurias. Por el contrario los mucopolisacáridos o glucosaminoglicenos, cuando sufren un trastorno en su metabolismo, ocasionan las conocidas como Mucopolisacaridosis, que dejan estigmas óseos tales como el gargolismo, caracterizado por rasgos faciales toscos y grotescos, así como vértebras ovoides, silla turca en J e hiperplasia de las apófisis odontoides del Atlas.

5. METABOLOPATÍAS DE LOS OLIGOELEMENTOS:

en clínica humana, son frecuentes los trastornos del metabolismo hidroelectrolítico, tales como la acidosis, la alcalosis, la deshidratación intra y extracelular, así como la hiperhidratación, pero al no dejar impronta alguna en el hueso seco, no son susceptibles de diagnosticarse en la actualidad en Paleopatología. Por el contrario, el metabolismo de las vitaminas, sobre todo su carencia, las avitaminosis o hipovitaminosis, y en menor medida su exceso, las hipervitaminosis, si son susceptibles de diagnosticarse en hueso seco. Las más habituales son: • ESCORBUTO O AVITAMINOSIS C: está ocasionada por una carencia

dietética, o malabsorción de ácido ascórbico o vitamina C. En niños ocasiona el raquitismo escorbútico o Enfermedad de Möller-Barlow. En hueso seco se aprecian los rastros que dejan los hematomas subperiósticos, en forma de hematomas calcificados y periostitis secundarias, así como caída precoz de los dientes con reabsorción de los alvéolos. Los hallazgos radiológicos más frecuentes son la línea escorbútica, o rarefacción inmediatamente posterior a la zona de calcificación preparatoria, el signo de Wimberger o banda ancha o irregular de sombra oscura alrededor del centro de osificación con rarefacción en su parte central, la línea blanca de Fraenkel, consistente en una matriz ósea muy calcificada, ancha y finamente irregular en la porción epifisaria de los huesos largos, el signo de Pelkan, un pequeño espolón en el borde lateral de las epífisis, desprendimientos epifisarios, aspecto de vidrio esmerilado de la parte central de las diáfisis óseas con perdida de las trabéculas óseas, adelgazamiento de la cortical

Page 55: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

55

ósea, fracturas subperiósticas de los extremos de las diáfisis, así como ensanchamiento del ángulo costo-vertebral y costo-cartilaginoso.

• RAQUITISMO O AVITAMINOSIS D: ocasionada por un trastorno del metabolismo calciofosforado, secundario a factores exógenos, nutricionales o ambientales, como falta de luz solar, pero también encontramos etiologías constitucionales y hereditarias. Tiene dos formas clínicas de presentación, el raquitismo infantil, y el raquitismo tardío o juvenil. Las lesiones óseas más frecuentes son la craneotabes o reblandecimiento difuso o circunscrito de los huesos de la bóveda craneal, el tórax infundibular también llamado tórax en quilla, o de palomo, el rosario raquítico, o abultamiento de las articulaciones condro-costales, especialmente de la quinta, sexta y séptima costillas, genu varo, genu valgo, ensanchamiento “en copa” de las epífisis, fracturas “en tallo verde”, y anomalías de la dentición, sobre todo, retraso en su erupción. Radiológicamente, cursa con retraso en la aparición de los puntos de osificación, por lo que la edad ósea aparente es inferior a la edad cronológica del sujeto, este dato es importante en Paleopatología, pues puede ocasionar un error al atribuir la edad a los sujetos estudiados. También ocasiona una mayor transparencia de los huesos, zonas de calcificación irregulares, con aspecto dentellado, irregular y borroso en el límite de separación entre las epífisis y las diáfisis, así como irregularidades y deformaciones óseas, y fracturas frecuentes, ocasionadas por la mayor fragilidad ósea.

• OSTEOMALACIA U OSTEOPOROSIS SENIL: más frecuente en sujetos de sexo femenino, sobre todo multíparas, ocasiona deformaciones óseas y frecuentes fracturas, dada la mayor fragilidad ósea, y aunque es una patología muy frecuente en clínica humana, su difícil diagnóstico diferencial supone un handicap en Paleopatología.

• OSTEOPOROSIS: es frecuente en mujeres caucásicas, y afecta preferentemente a huesos largos y vértebras, ocasionando una pérdida de masa ósea con rarefacción de los huesos, aspecto bicóncavo de las vértebras y frecuentes cavidades de Schmörl, así como fracturas patológicas, o ante traumatismos mínimos.

• OTROS DÉFICIT VITAMÍNICOS: aunque son frecuentes en las poblaciones más desfavorecidas, al no dejar improntas en hueso seco, su diagnóstico en Paleopatología es testimonial. Podemos citar el déficit de tocoferol o vitamina E, vitamina F, vitamina K, vitamina A, y las vitaminas del grupo B.

BIBLIOGRAFIA

• ANATOMIA HUMANA. (Volúmenes I, II y III). Orts Llorca F. 4ª Edición. Barcelona, Editorial Científico-Médica, 1970.

• ANTROPOLOGIA FORENSE. José M. Reverte Coma. Ministerio de Justicia. Madrid 1999.

• ATLAS DE ANATOMIA HUMANA. (Volúmenes I, II y III). Sobota/Becher. Ediciones Toray. 1974.

Page 56: PALEOPATOLOGIA HUMANA - FICEM | Fundación …ficem.es/wp-content/uploads/2013/04/PALEOPATOLOGIA-2013_03_26 … · mucho más frecuentes que las partes blandas, y en especial, las

56

• BIOMECANICA CLÍNICA DE LAS PATOLOGÍAS DEL APARATO LOCOMOTOR. Rodrigo C. Miralles Marrero. Iris Miralles Rull. Editorial Masson, 2007.

• DIRECTRICES PARA EL DIAGNOSTICO DIFERENCIAL. F. J. Laso, J. L. Pérez-Arellano, G. Luna, C. Martín. Ediciones Doyma.

• ENTERRAMIENTOS HUMANOS. EXCAVACION, ANALISIS, INTERPRETACIÓN. Douglas H. Ubelaker. Smithsonian Institution. Editado por Sociedad de Ciencias Aranzadi Zientzi Elkartea. 2003.

• ESQUEMAS CLÍNICO-VISUALES EN PATOLOGÍA BUCAL. I. Maura, S. Flores. Ediciones Doyma S.A. 1987.

• ESQUEMAS DE HISTOLOGÍA. Diego Ferrer. Editorial Espaxs. 4ª Edición, 1975.

• LESIONES DEL DEPORTISTA. Daniel N. Kulund. Salvat Editores, S.A. 1986. • MEDICINA DE LA CAZA. Ramón Sancho Fuertes. • MEDICINA LEGAL Y TOXICOLOGICA. Gisbert Calabuig. E. Villanueva

Cañadas. Editorial Masson. 6ª Edición. 2004. • ORTOPEDIA Y TRATAMIENTO DE FRACTURAS. A. Graham Apley, Louis

Solomon. Salvat Editores, S.A. 2ª Edición, 1985. • PALEOPATOLOGÍA. LOS PRIMEROS VESTIGIOS DE LA ENFERMEDAD

(Volúmenes I y II) Fundación Uriach, Barcelona. 1993. • PALEOPATOLOGIA. LA ENFERMEDAD NO ESCRITA. Albert Isidro,

Assumpció Malgosa. Editorial Masson, 2003. • PATOLOGÍA de Muir. COMPENDIO DE ANATOMIA PATOLOGICA Y

PATOLOGÍA GENERAL. J. R. Anderson. Editorial Espaxs S.A. 1979. • PATOLOGÍA ESTRUCTURAL Y FUNCIONAL. Robbins y Cotran. Vinay

Kumar, Abul K. Abbas, Nelson Fausto. Editorial Elsevier. 7ª Edición. • PRINCIPIOS DE MEDICINA INTERNA. (Volúmenes I, II y III). Harrison.

Varios Autores. Editorial Interamericana. MacGraw-Hill. 13ª Edición. 1994. • PROBLEMAS BUCODENTALES EN PEDIATRÍA. Margarita Varela.

Ediciones Ergon S.A. 1999.

Alfonso Sánchez Hermosilla