PALABRAS EN EL ACTO HOMENAJEA JOAQUÍN SÁNCHEZ-COVISA EN EL MARCO

DE LOS 50 AÑOS DE LA PROMOCIÓNDE AGOGADOS DE 1961 DE LA UCV

(02-08-2011)

Carlos Villalba*

* Miembro de la promoción “Joaquín Sánchez-Covisa (1961).

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BOLETÍN DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES N° 150 – ENERO-DICIEMBRE 2011Páginas: 67-69 ISSN: 0798-1457

Cuando nos graduamos, desconocíamos el resentimiento y la vanaglo-ria, sintiéndonos, no obstante, insatisfechos, tanto del conocimiento que generosamente habíamos recibido, como de la sociedad en la que habríamos devivirytrabajar.Estainsatisfacción,porloqueatañealconocimiento,era, más que insatisfacción, temor. Sentíamos que nos amenazaba, no la enseñanzareciénadquirida,sinolainseguridadennosotrosmismos.Yporloqueatañealasociedadenlaquehabríamosdevivirytrabajar,tampocose trataba simplemente de insatisfacción, sino, nuevamente, de temor. Miedo repetido, insistente, esta vez a la inseguridad en la propia capacidad para mejorar las cosas, lo cual únicamente es posible alcanzar si se estrecha el egoísmo y se amplía el corazón.

Con esos dos miedos nos graduamos. Y serían, propiamente, tales sen-timientos,losquecontribuiríanaagruparnosentornoadosfiguras,que,paraelconjuntoresultabanejemplares.Comonoesdeextrañar,éramosentonces jóvenes y vehementes, y, por fortuna, la mayor parte de los que constituíamos la promoción, no éramos soberbios, y, menos aún, insolen-tes, condición que nos facilitaría la forma de desatar el lazo. Resolvimos votar,yelegirasí,entrelasdosfiguras,laque,deacuerdoconlatradiciónde nuestra facultad convertiríase en el “padrino”, que de un modo directo osimbólicohabríadeacompañarnosarecibirelgrado.

Por escasísimos votos, –acaso, entre dos y tres– el elegido entonces resultaríaFidelCastroRuz,votosconqueésteaventajaríaalafiguradeJoaquín Sánchez Covisa, excepcional profesor, a cuya sabiduría debíamos nuestra formación en derecho internacional privado.

Bajoesaformareunimos,hacecincuentaaños,ambosmiedos,preten-diendo conciliar, a pesar de no tenerlo claro todavía, por una parte, la an-gustia que al primer sector lo dominaba, ante el recelo de no poder alcanzar

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una calidad profesional que llevase a asegurar, sin rodeos, una contribución amplia, escrupulosa, a la historia inquietante de nuestra justicia; y, por otra parte, la viva ansiedad del otro sector ante la naturaleza y características de la sociedad en que habitábamos, y en la que se encontraba la mayoría de la población centro y suramericana. Aquél temblor y aquél respeto, de unos y otros, explicaría parcialmente aquellos pasos.

Albert Camus evocaba, que, después de todo, “verdaderamente no vi-vimos sino unas pocas horas de nuestra vida”. Pues bien, esto, de ser así, en esos días de la graduación, y en los que la precedieron o amanecieron luego, poca duda cabe de que, en efecto, pudimos vivir algunas de dichas horas, intensas, emocionantes, y fuimos, pese a la tensión que nos embargaba, capaces de mantener una relación abierta y considerada. Con la solución democrática descubrimos, de no haberlo sabido, que las diferencias no se alzan para hacer enemigos. Resolver no es odiar. Donde permanezca la inquina y el desprecio, la solución no ha aparecido.

Arriba he apuntado que nos dividimos, y que el nombre del padrino quenosacompañaríafueresueltomedianteunaelección.Porelejerciciohonesto y competente del derecho, la debida formación ciudadana y una justicia para la convivencia; la mitad designaría el nombre ilustre del profesor Joaquín Sánchez Covisa, en tanto que la otra mitad (más dos) acudiríamos al nombre del abogado Fidel Castro Ruz, que venía de en-frentar la tiranía de Fulgencio Batista, y que ofrecía entonces democracia yjusticiasocial.Deesamaneraocurrióhacecincuentaaños.ElnombredeJoaquín Sánchez Covisa, prosigue siendo un símbolo de la corrección y de la aptitud profesional. El de Fidel Castro Ruz no resistiría en la actualidad una confrontación con las verdades que ofreciera. Estamos al tanto de que en los días que corren, su comunidad continúa sin estar fundada sobre los hombrosdelalibertadylapluralidadqueélprometiera,finalizandoporincluirsupuebloenloqueCamusllamáse“Unarevolucióndesfigurada”.Y es que la ideología no basta para forjar una sociedad próspera.

Hantranscurridocincuentaaños.Conesteoconaquélnoshemostopa-do accidentalmente. Con éste o con aquél mantenemos una sólida amistad o un fresco recuerdo. De éste o de aquél hemos perdido la huella. Otros han muerto, y con algunos de ellos, sin embargo, nos tratamos aún, porque su evocación, cuando es persistente, es parte de ese trato. Para todos, ellos están aquí, a su manera. Esa, que Walt Whitman revelara. Siendo así, la

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promoción continúa moviéndose, entre el derecho, la ciudad, sus hombres, y el trato que hace vivientes a los que se nos fueron.

Y no nos preguntemos ¿Qué es el porvenir? Si lo hacemos, tendremos que decir “esto que pasó, que dejamos pasar”. Y si nos preguntan hoy, ade-más, cómo hacer para que no nos suceda lo mismo, habrá que responder: “el porvenir siempre es ahora, si se tiene valor”.

Gracias.

Palacio de las AcademiasCaracas, 02 de agosto de 2011