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    A N O D E G R A C I A

    AO DE LIBERACIN

    U na Sem ana Bblica sobre el Jubileo

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    f a Ca s a d e kBiblia

    Ao de grac ia . Ao de l iberac in

    Una Semana Bbl ica sobre e l Jubileo

    Animador

    SEGUNDA EDICIN

    EDITORIAL VERBO DIVINO

    Avda. de Pamplona, 41

    31200 Estella (Navarra)

    2000

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    Estos mater ia les han s ido e laborados a par t i r de un estudio

    real izado por Francisco Ramis . En su preparacin han colabo

    rado: Florencio Abajo, Roco Garca, Juan Stefanw, Irene Vega

    y Emilio Velasco, bajo la direccin y coordinacin de Santiago

    Guijarro . Las celebraciones han s ido preparadas por Mara

    Jess Fe rnndez .

    Dibujos de portada e interior: Mar Medina

    2

    a

    edicin

    La Casa de la Biblia 2000

    Editorial Verbo Divino

    Avda. de Pamplona, 41, 31200 Estella (Navarra)

    ISBN 84-8169-351-0

    Fotocomposicin: La C asa de la Biblia

    Mayor,

    8 1,

    280 13 Madrid

    Impresin: GraphyC ems, V illatuerta (Navarra)

    Depsito legal: NA. 131-2000

    Impreso en Espaa

    PRESENTACIN

    En noviembre de 1994, el papa Ju an Pablo II hizo pblica

    una ca r ta apos t l i ca t i tu lada Tertio millennio ad veniente .

    En el la convocaba a toda la Igles ia para preparar y celebrar

    en e l ao 2000 un nuevo ao s an to conm em orando e l s e

    gundo milenio del nacimiento de Jesucris to. En dicha carta ,

    e l papa, adems de proponer e l i t inerario a seguir en los

    tres aos precedentes , dedicados suces ivamente a l Hijo, a l

    Espri tu y a l Padre , expl ica el sent ido de es te ao jubi lar ha

    ciendo referencia en v arias o cas iones a l jubi leo bbl ico.

    Desde en tonces han s ido m uc has l a s in ic iat ivas p ropu es

    tas para celebrar es te acontecimiento, as como las publica

    ciones aparecidas en torno a l Jubi leo. Pero no s iempre se

    ha tomado como punto de referencia lo que la Bibl ia dice

    acerca de es ta celebracin. Muchas de es tas inic ia t ivas y

    publicaciones parecen haber olvidado las ra ces bbl icas del

    ao jub i l a r , que pued en ay udarno s a descubr i r e l s en t ido

    profundo del Jubi leo que vamos a celebrar

    Los materia les que ofrecemos a cont inuacin pretenden

    ofrecer un camino para l legar has ta las ra ces del jubi leo

    cris t iano. Es tas ra ces se encuentran en a lgunos cdigos le

    gales del Antiguo Tes tamento, en los orculos de a lgunos

    profetas y, sobre todo, en la predicacin de Jess . De e l los

    queremos part i r para comprender mejor e l espr i tu del ao

    jubi lar que es tamos celebrando, de modo que es ta mayor

    comprensin nos l leve a proclamar y hacer presente e l re i

    nado de Dios anunc iado por J e ss .

    Ofrecemos es ta propues ta , sobre todo, a los grupos cris

    t ianos que s ienten la inquietud de vivir es te ao jubi lar en

    clave de compromiso. Creemos que de es ta forma podrn dar

    un sent ido ms hondo a las celebraciones l i trgicas con las

    que vamos a conmemorar e l segundo milenio de la encarna-

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    cin del Seor. Con es ta propues ta nos sumamos a una ini

    ciativa de la Federacin Bblica Catlica, que en su ltima

    Asamblea General , ce lebrada e l ao 1996 en Hong Kong, re

    comend a s us m iembros la promocin de inic ia t ivas encami

    nadas a descubrir los re tos que nos plantean hoy es tos vie jos

    textos en los que se en cue ntra n las ra ces del Jubi leo.

    Como la situacin de los grupos a los que nos dirigimos es

    muy variada, nues tra propues ta quiere ser tambin plural .

    Por eso, a la hora de pre parar es tos materia les , hemos pensa

    do en dos s i tuaciones t picas : la de una parroquia que quiere

    celebrar una semana bbl ica para un amplio grupo de part ic i

    pantes , y la de un grupo reducido de personas (agentes de

    pastoral o no) que quieren dedicar algunos encuentros a refle

    xionar y profundizar sobre el sentido del Jubileo. Estas dos

    s i tuaciones t picas son, segn creemos, representat ivas de

    dos posibles formas de utilizar estos materiales, sobre las que

    ofrecemos a cont inuac in a lgu nas orientaciones .

    S i vais a usar es tos materia les en un grupo pequeo, po

    dis prescindir de la primera parte y pasar directamente a

    la segunda, donde se encuentran los materia les para los en

    cuentros . Se proponen cinco ses iones , ms una celebracin

    que podis elegir entre las dos que se ofrecen en la tercera

    parte . S i no podis dedicar se is encuentros a es te tema, en

    tonces tendris que e legir entre las ses iones propues tas . En

    nues tra opinin, las ses iones segunda, tercera y cuarta son

    las ms importantes , pero la e leccin depender mucho de

    vues t ros in te re ses .

    P a ra cada encuen t ro os suge r im os una m e todolog a m uy

    senci l la . Veris que hay dos t ipos de materia les : una expli

    cacin ms amplia , que viene a l comienzo, y una f icha de

    lectura sobre un texto, que viene a cont inuacin en pginas

    rec uad rad as . La explicacin inic ia l es par a qu e la lea y refle

    xione cada uno en casa antes de la reunin, mientras que la

    ficha de lectura es t pensada para servir de gua en e l en

    cuentro de grupo. Cabe tambin la pos ibi l idad de que e l

    grupo dedique e l encuentro a comentar la expl icacin le da

    en casa , centrndose sobre todo en la tercera parte , que es

    la que apunta ms hacia e l compromiso. Conviene que e l o

    la responsable del grupo considere todas es tas pos ibi l idades

    y se las proponga a l grupo antes de comenzar.

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    En caso de que vues tra intencin sea preparar y real izar

    una s em ana b b l i ca des t inada a un grupo ms amplio, en

    tonces debis empezar leyendo la primera parte , en la que

    hemos recogido una serie de orientaciones concretas apren

    didas de nues tra experiencia y de la de otros . Conviene pro

    gramar la semana con t iempo, porque de es te proyecto de

    pende r m uch o e l im pac to de la m ism a . Es m uy im por tan te

    preparar a un grupo sufic ientemente amplio de colaborado

    r e s , pa ra que acom paen a los pa r t i c ipan te s en los m om en

    tos en los que tendrn que compart i r con otros las respues

    tas a a lgunas preguntas de las f ichas de lectura .

    En es te caso, los materia les de la segunda parte podrn

    servir para la preparacin de es tos colaboradores , s iguien

    do l a s pau ta s que hem os s ea lado m s a r r iba . En los en

    cuentros de la semana bbl ica slo ut i l izaremos las f ichas

    de l ec tu ra , que apa recen en l a s pg inas recuadradas , pe ro

    contaremos con e l apoyo de todos es tos colaboradores y co

    laboradoras que previamente han reflexionado y meditado

    personalmente y en grupo sobre los diversos aspectos del

    Jubi leo en la Bibl ia .

    Es probable que tampoco en es te caso puedan tenerse las

    seis ses iones , y por tanto habr que e legir entre las que se

    proponen. En ningn caso deber fa l tar la celebracin del

    lucernario que encontraris en la tercera parte . Sera de

    gran ayuda que todos los part ic ipantes pudieran tener e l

    guin de cada encuentro, incluida la celebracin, para poder

    part ic ipar mejor.

    Esperamos que es tos senci l los materia les s i rvan de ayu

    da para que la celebracin del ao jubi lar sea un aconteci

    m ien to renovador en nues t ra s com unidades y ac rec ien te en

    ellas la sensibilidad ante el expolio de la Tierra, la explota

    cin de las personas y e l sometimiento de unos -pueblos o

    personas- a otros por causa de la deuda. El ao de gracia y

    de l iberacin anunciado por Jesucris to t iene mucho que ver

    con todas es tas esclavi tudes , y por eso los cris t ianos no po

    demos quedarnos a l margen de los procesos de l iberacin

    que Dios es t haciendo brotar en nues tro mundo de hoy.

    E l e q u ip o d e L a C a s a d e l a B ib li a

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    PRIMERA PARTE

    Q U E S

    U N A S E M A N A

    BBLICA

    Y C MO

    P R E P A R A R L A ?

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    9U ES UNA SEMANA BBLICA?

    Las semanas bbl icas t ienen una larga t radic in entre

    nosotros . En los aos pos teriores a l Conci l io la Casa de la

    Bibl ia organiz varias en diversas c iudades espaolas . En

    otros pases , sobre todo de Amrica la t ina , las semanas b

    bl icas se han convert ido en una act ividad habi tual , y cada

    ao los departamentos bbl icos de las diferentes conferen

    cias episcopales ofrecen materia les para celebrarlas en pa

    r roqu ias y g rupos c r i s t i anos .

    Con ocas in del ao jubi lar queremos ofrecer unos mate

    ria les senci l los que puedan servir para real izar una semana

    bbl ica de sens ibi l izacin en una parroquia o en un grupo

    cris t iano. El materia l que ofrecemos pued e ut i l izarse tambin

    en u n peq ueo g rupo, s i todava no ha l legado el mom ento de

    real izar es ta sens ibi l izacin en toda la comu nidad.

    1.

    CMO ES LA SEMANA BBLICA QUE PROPONEMOS

    Hay m uchas m aneras de hace r una s em ana b b l i ca . Una

    muy comn consis te en una serie de conferencias sobre la

    Bibl ia , que se imparten a lo largo de varios das . Es te mode

    lo de semana bbl ica busca, ante todo, ofrecer informacin a

    unas comunidades que saben poco acerca de la Bibl ia . Su

    objet ivo es t ransmit i r conocimientos . S in embargo, e l resul

    tado de es te modelo suele ser que los part ic ipantes fci l

    mente olvidan la informacin que recibieron en las charlas .

    Por eso, queremos ofrecer otro t ipo de semanas bbl icas

    ms senci l lo, que es t centrado en e l encuentro directo con

    el texto ledo, que parta de la vida y vuelva a ella, que tenga

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    en cuenta la comunidad de los creyentes y se real ice desde

    la fe en Jess resuci tado.

    Un encuentro vivo con la Palabra de Dios

    El objet ivo de la semana bbl ica que proponemos no es ,

    en primer lugar, ensear ni t ransmit i r conocimientos , s ino

    provocar una experiencia viva de encuentro con Dios a t ra

    vs de su Palabra . Con es ta experiencia queremos despertar

    e l "gus to", el deseo de con t inu ar leyendo la Escri tur a porq ue

    se ha tenido la experiencia de que en e l la se encuentra una

    Palabra viva, que s igue hablando hoy. Lo que se pretende

    en este tipo de semana bblica es abrir el libro de las Escri

    turas en medio de la comunidad. Se t ra ta de abrir lo en do

    ble sentido: primero fsicamente, pero tambin, y sobre to

    do,

    en e l sent ido de empezar a romper los se l los que man

    t ienen encerradas las r iquezas de la Palabra de Dios . Para

    ello es necesario abrir los ojos y el corazn, pues de otra

    m an era e s im pos ib le com prender l a s Esc r i tu ra s .

    Se trata, pues, de una actividad de sensibilizacin, del

    primer paso en un proceso que t iene otras e tapas y busca,

    en l t ima ins tancia , devolver las Escri turas a nues tras co

    munidades , que han vivido le jos de e l la durante s iglos . Des

    pertando el "gus to" por la Palabra y e l deseo de conocerla

    mejor y leerla ms , se ponen las condiciones para la segun

    da etapa: la creacin de grupos de lectura de la Biblia, en los

    que ,

    con ayuda de un an im ador , unos m a te r ia le s adecuados

    y las aportaciones de todos los miembros del grupo, se real i

    zar un encuentro ms duradero con la Palabra de Dios , se

    alcanzar un mayor conocimiento de la misma y se aprende

    r a leerla . Es ta segunda e tapa puede durar dos o t res aos ,

    a l cabo de los cuales los miembros del grupo bbl ico sern

    invi tados a integrarse en otros grupos de la comunidad para

    hacer presente en e l los la experiencia de encuentro con la

    Biblia que ellos han vivido.

    Abrir e l l ibro de las Escrituras para toda la comunidad

    La intencin de la semana bbl ica es l legar a todos . Ha

    de ser una verdadera act ividad mis ionera , que busca a las

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    personas a l l donde se encuentran. Por eso, es importante

    subrayar que los des t inatarios son todos los miembros de la

    comunidad, incluso aqul los que es tn a le jados , pero pue

    den sent irse a tra dos por la Palabra de Dios . Para l legar a

    ellos es conveniente que se diversifiquen las actividades y

    que se acceda a los diversos grupos en su propio ambiente .

    Habr a que pensa r , pues , en p repa ra r a lgunas ac t iv idades

    para los diferentes niveles y grupos de personas que compo

    nen l a com unidad :

    La pa r roqu ia g loba lm ente cons ide rada : encuen t ros en

    la Iglesia.

    Los diversos grupos parroquiales : catequis tas , colabo

    radores de Cari tas , animadores de la l i turgia , e tc .

    Los diversos niveles de edad: nios , jvenes , adul tos ,

    m ayores .

    Los diversos mbitos: iglesia, salones, casas (familia),

    etc.

    La naturaleza popular y mis ionera de la semana de la Bi

    bl ia implica una metodologa que debe pract icarse a lo largo

    de varios das en todo t ipo de encuentros . Ha de ser una

    metodologa part ic ipat iva , plural , de grupo, que parta direc

    tamente de la lectura de la Bibl ia y que fomente sobre todo

    la escucha. Ha de ser , por tanto, una experiencia :

    Participativa:

    habr un equ ipo enca rgado de p repa ra r y

    animar la semana, y en todas las act ividades se conta

    r s iempre con la colaboracin de los miembros de los

    diversos grupos .

    Plural:la sem ana debe tener actos diferentes, p ens and o

    en la divers idad de los des t inatarios : reuniones de gru

    po en la parroquia o en las casas , ac t ividades para los

    nios o para la tercera edad, actos l i trgicos , ses iones

    de lectura de la Biblia en la iglesia, etc.

    De grupo:

    en t re los d ive rsos ins t rum entos pa ra apren

    der a leer la Bibl ia , e l grupo ofrece unas grandes venta

    j a s , pues e s en e l pequeo grupo donde s e pueden

    compart i r las experiencias personales y donde se puede

    penetrar mejor en e l mensaje de la Palabra de Dios .

    En contacto d irecto con el texto de la Biblia :

    no se t ra ta

    de hablar acerca de la Biblia, sino de ponerse a leerla y

    escuch arla . La gente sencil la ent iende mejor un e jemplo

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    concreto que las expl icaciones abs tractas . Como deca

    mos al principio, se trata de abrir el libro de las Escritu

    ras en medio de la iglesia, y esto slo puede hacerse a

    part i r de la lectura de textos concretos .

    Q ue f om e nte la e s cucha:

    Es te aspecto es tambin impor

    tante . E n la lectura de la Bibl ia es necesario comp render

    y compart i r , pero tambin es muy importante aprender

    a escuchar. No hay que tener miedo a los silencios. La

    Palabra se escucha sobre todo en el silencio, y por eso es

    tan importante educar es ta capacidad de escuchar.

    Leer e l texto de forma que nos ayude a i luminar la vida

    En la s em ana b b l i ca no buscam os conver t i rnos en e ru

    di tos de la Escri tura . Queremos leer la Bibl ia para que nos

    ayude a entender la vida , para que nos ofrezca luz y orien

    tacin en e l camino de cada da .

    Buscando es ta conexin texto-vida, seguimos en cada

    encuentro e l mismo i t inerario, que es t inspirado en la

    lectio divina

    ( la forma ms ant igua de lectura creyente de la

    Biblia en la Iglesia) aplicada a la lectura bblica en grupos y

    adaptada a la neces idad de expl icacin que t ienen los part i

    c ipantes en una semana bbl ica . Tiene cuatro pasos que van

    precedidos de una senci l la ambientacin:

    M ir am os nue s tr a v ida .

    P a r t im os s iem pre de una p regun

    ta re la t iva a la vida , para que todo e l mundo pueda par

    t ic ipar. Cuando se empieza a hablar de teoras muchos

    quedan excluidos de la conversacin, pero si el dilogo

    gira en torno a experiencias de vida, todos tienen algo

    que aportar . Es ta pregunta inic ia l pre tende sens ibi l izar

    a la gente , ponerla en s intona con e l tema que se va a

    desarrol lar en la ses in. Se responde entre las dos o

    tres personas ms cercanas . La duracin de es te primer

    paso es muy breve.

    Es cucham os la P alabr a d e D ios .

    El objetivo fundamental

    de es te segundo momento es descubrir la experiencia de

    fe que se encuentra refle jada en e l pasaje . Cabe subra

    yar la importancia de una buena explicacin del texto

    que motive la meditacin per sonal y e l dilogo en grup o,

    as como la posibilidad de compartir con otros la fe. Es

    14

    conveniente que esta explicacin la realice, para todo el

    grupo, una persona que haya es tudiado y reflexionado,

    con dedicacin, el pasaje bblico que se va a comentar.

    V olve m os s obr e nue s tr a v ida .

    En es te tercer momento se

    tra ta de descubrir lo que la Palabra dice a nues tra real i

    dad de hoy. Para ello, ponemos en dilogo la experiencia

    de la que hemos hablado a l principio con lo que hemos

    descubierto en la Palabra de Dios . Las preguntas que

    proponemos en las f lchas de lectura pretenden ayudar a

    mantener un di logo s incero y desde la fe . Sera conve

    niente que es te paso se real izara en pequeos grupos de

    unas c inco o se is personas y que terminara con una

    breve pues ta en comn, en la que cada grupo compar

    t iera sus conclus iones con los otros miembros de la

    asam blea .

    O r am os .

    Todos los encuentros f inal izarn con una bre

    ve oracin re lacionada con lo que hemos descubierto

    en e l pasaje para nues tra vida. Es una oracin breve de

    todos los part ic ipantes , que da respues ta a la Palabra

    escuchada y m edi tada .

    Las reun iones de cada d a pueden dura r en t re una hora

    y cuarto y una hora y media . Es importante que motiven a

    una reflexin personal y desemboquen en un compromiso

    concreto.

    2 . CMO ORGANIZAR UNA SEMANA BBLICA

    La organizacin de una semana bbl ica no es muy com

    plicada, pero requiere la colaboracin de diversas personas .

    Conviene implicar a un buen nmero de e l las para que sea

    de verdad una act ividad de toda la comunidad.

    Primera etapa: Acuerdo del Consejo Pastoral

    de la parroquia

    Se exponen al Consejo Pas toral de la parroquia la idea

    y las implicaciones de la celebracin de la semana bbl ica ,

    pa ra que :

    tome conciencia de lo que supone su celebracin;

    15

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    asuma es tas implicaciones y las integre dentro del pro

    gram a pas to ra l ;

    part ic ipe en la programacin concreta : fechas , tema y

    duracin de la misma;

    busque un lema para la semana de acuerdo con la s i tua

    cin de la com unidad.

    Es muy importante que e l Consejo Pas toral de la parro

    quia part ic ipe muy act ivamente en la programacin de la

    semana bbl ica , porque es ta act ividad no es especf ica de

    ningn grupo, s ino que toca a lgo que es bs ico en todas las

    act ividades parroquiales : la Palabra de Dios . Debe quedar

    claro que no se t ra ta de una act ividad marginal , programa

    da por a lgunos " interesados en e l tema", s ino que es a lgo

    centra l en la vida de la parroquia .

    Es ta p r im era e tapa debe com enza r unos t re s m eses an

    tes de la celebracin de la semana.

    Segunda e tapa: P lani f i cac in concre ta

    Una vez asumido el proyecto por e l Consejo Pas toral de

    la parroquia , se pasa a una segunda fase , que pretende:

    sens ibi l izar a un mayor nmero de personas dentro de

    la comunidad sobre la importancia y neces idad de cele

    brar una semana en torno a la Bibl ia .

    organizar una serie de equipos que colaborarn en su

    preparacin y real izacin.

    Las diversas personas disponibles se organizarn, de

    acuerdo con sus capacidades y sens ibi l idad, en los s iguien

    tes grupos:

    P r o p a g a n d a

    Su tarea consis t i r en informar a toda la comunidad so

    bre la celebracin de la semana bbl ica y en motivar la par

    ticipacin:

    preparando carte les anunciadores para colocarlos a la

    ent rad a de la igles ia y en otros lu gares ;

    informando de la celebracin de la semana a t ravs de

    la hoja parroquial , de hojas volantes , en los medios de

    comunicacin. . . ;

    16

    dando a conoce r l a s em an a en l a s m isas de dos dom in

    gos anteriores y en los diversos grupos de la parroquia .

    Ambientacin y recepcin

    Si no se cuenta con mucha gente disponible , es te grupo

    puede e s ta r fo rm ado por l a s m ism as pe rsonas que e l an te

    r ior . Su tarea consis te en crear un c l ima de acogida para

    que los pa r t i c ipan te s en l a s em ana s e encuen t ren a gus to .

    Este grupo se encargar de:

    ambientar la igles ia con motivos de la semana bbl ica

    (pueden hace rse pane le s pa ra los d i s t in tos encuen t ros

    e i r colocando cada da uno has ta completar todo e l

    proceso descrito en el texto);

    fotocopiar e l materia l para los part ic ipantes ;

    recibir a los que van l legando, darles las hojas e indi

    carles dnde se pueden sentar ,

    organizar los grupos ( ta l vez colocando un nmero en

    la s ho ja s que s e repa r ten y p repa rando e spac ios pa ra

    que puedan reun i rs e los g rupos en los l a te ra le s de l a

    igles ia o en los diferentes locales , segn dnde tenga

    lugar la semana).

    Animacin

    Su tarea consis t i r en crear e l ambiente apropiado duran

    te las ses iones . Tend ran q ue:

    preparar y e jecutar los cantos de acuerdo con e l que

    lleva cada sesin;

    combinar luces y msica de fondo en los diversos mo

    mentos de cada ses in;

    convoca r a un g rupo de an im adores y p repa ra r los pa ra

    que acompaen a los grupos en e l momento del di logoen grupo, dndoles orientaciones bs icas sobre la din

    mica y sobre las preguntas de cada da .

    D e s a r rollo de la s s e s ione s

    Lo forman las personas que desarrol larn las ses iones .

    Pueden ser dos personas , pero e l ideal es que sean t res o

    m s :

    es conveniente que una de ellas lleve el desarrollo de

    los diversos pasos en cada ses in. Las dems haran las ex

    pl icaciones del texto. Adems, es te grupo se encargar de

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    buscar a los que van a proclamar la Palabra de Dios , pidin

    doles que lean y mediten e l texto que van a proclam ar varios

    das ante s de la celebracin de la sem ana.

    O tr as act iv idade s

    Este grupo tendr como objet ivo implicar en la semana

    bbl ica a las diferentes reas pas torales de la parroquia: ca

    tcques is , l i turgia , caridad, movimientos , e tc . , proponindo

    les que orienten las act ividades de los dis t intos grupos pa

    r roqu ia le s duran te e s ta s em ana hac ia un con tac to d i rec to

    con la Bibl ia , para subrayar la centra l idad de la Palabra de

    Dios en la comunidad cris t iana.

    La formacin de los grupos se har con antelacin sufi

    c iente para que todos e l los puedan planif icar las act ividades

    de las que se responsabi l izarn. El ideal es que los miem

    bros de todos es tos grupos -o a l menos los que forman parte

    de los grupos tercero y cuarto- real icen antes las ses iones de

    es tudio, ta l como se proponen en la segunda parte de es tos

    materia les . En todo caso, todos debern tener una reunin

    antes de poner en marcha e l plan para dis tr ibuirse las ta

    r e a s ,

    y o t ra reun in l a s em ana an te r io r pa ra coord ina r sus

    acciones . Tambin pueden tener un encuentro de evaluacin

    un a vez t e rm inada l a s em a na .

    Tercera etapa: Celebracin de la semana bbl ica

    La real izacin de la semana es e l momento ms importan

    te , en el que deben coordinarse los diversos grupos. Para ello

    es conveniente tener un pequeo encuentro de evaluacin

    cada da, media hora antes del encuentro general o al final de

    las ses iones .

    En las eucaris t as del domingo anterior tendr lugar una

    sencilla entronizacin de la Biblia-; para comenzar la semana

    como una act ividad de toda la comunidad. Pueden hacerse

    unas preces pidiendo que la Palabra de Dios tenga el puesto

    que le corresponde en nues tra vida personal y comunitaria .

    Debe subraya rse que duran te e s ta s em ana nues t ra com uni

    dad estar presidida por la Palabra de Dios, invitando a todos

    a orar para que a lo largo de ella la tengamos ms presente.

    18

    Las diversas ses iones de lectura de la Bibl ia se harn se

    gn lo acordado por e l Consejo Pas toral de la parroquia . Los

    materia les que se ofrecen ms adelante es tn pensados pa

    ra c inco ses iones , pero s tas pueden reducirse segn la pro

    gram ac in de cada pa r roq u ia .

    Es conveniente que la semana concluya con una celebra

    cin comunitaria de la Palabra . En e l la los textos se leen,

    meditan y oran en un contexto celebrat ivo. S i la part ic ipa

    cin en e l la es numerosa, puede ut i l izarse la primera de las

    celebraciones que se proponen en la tercera parte .

    A lo largo de la semana pueden organizarse otras dos ac

    c iones com plem enta r ia s :

    Entrega de una f icha de inscripcin para aquel las perso

    nas que deseen continuar en grupos de lectura de la Bi

    blia. El coordinador de la semana debe motivar a los

    as is tentes para que se inscriban. La f icha se entregar

    dos das antes de que finalice la semana y se recoger los

    dos l t imos das o despu s en e l despacho p arroquial .

    Entrega de una hoja de evaluacin para que la re l lenen

    el ltimo da.

    Cuarta e tapa: Seguim ien to d e la s em ana b b l i ca

    La semana bblica no es un fin en s misma, sino que in

    tenta poner en marcha una dinmica de recuperacin de la

    Palabra de Dios en la comunidad parroquial . Por eso, la con

    t inuacin de dicha semana es muy importante y debe cuidar

    se mucho. Es ta cont inuacin puede real izarse de diversas

    m aneras :

    Puede hacerse una evaluacin de la semana e informar

    a toda l a com unidad , pa ra que qu ienes no hayan pod i

    do part ic ipar tengan not ic ia del acontecimiento y de lo

    que supone. Para e l lo:

    - e l equipo que ha colaborado en la preparacin y rea

    l izacin evala la semana bbl ica a la luz de las opi

    niones de los part ic ipantes recogidas en la hoja de

    evaluacin.

    - en la eucaris t a del domingo s iguiente se hace men

    cin de lo que ha supues to la semana bbl ica y se

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    11/67

    lanza una l t ima invi tacin a aquel los que deseen

    formar parte de los grupos bbl icos .

    Para poder comenzar con es tos grupos de lectura de la

    Bibl ia , la parroquia debe tener previs tas a lgunas cosas :

    - personas dispues tas a desempear e l servic io de ani

    madores de los grupos;

    - una pe rsona re sponsab le de l acom paam ien to de los

    an im adores ;

    - materia les que puedan ut i l izarse en los grupos que se

    formen de acuerdo con las preferencias de los intere

    sados .

    La pues ta en marcha de los grupos de lectura de la Bi

    bl ia , que han de ser e l principal fruto de la semana,

    puede real izarse a t ravs de:

    - un pequeo curs i l lo pa ra que los an im adores puedan

    empezar a t rabajar .

    - la a tencin a l grupo de los animadores . Lo ideal es

    que e l los formen un grupo bbl ico y desarrol len pre

    v iam ente l a s s e s iones que despus an im arn en su

    grupo (el s ace rdo te o un an im ador p repa rado pued en

    responsabi l izarse de es te grupo).

    3 .

    UNA SEMANA BBLICA SOBRE EL JUBILEO

    Todo lo que hem os s ea lado has ta aqu sobre l a s em ana

    bbl ica y su organizacin es apl icable a la semana bbl ica

    sobre e l Jubi leo que ahora proponemos. Para su real izacin

    habra que tener presentes los s iguientes objet ivos :

    Poner en las manos del pueblo cris t iano la Palabra de

    Dios , despertando el deseo de conocerla mejor y leerla

    m s . Es to supone :

    - Presentar la Bibl ia como el l ibro fundamental en la

    vida del cris t iano y de la comunidad, como la Palabra

    de Dios que se nos comunica.

    - Responder a las inquietudes del cris t iano de hoy en

    su bsqueda por descubrir la re lacin entre la Bibl ia

    y la vida , ayudando a encontrar cri terios para actuar

    ante los interrogantes que la vida plantea .

    2

    - Ayudar a los individuos y a los grupos a adquiri r e l

    hbi to de leer la Bibl ia con un espr i tu de oracin

    que susc i t a ac t i tudes nuevas y un com prom iso m s

    real y concreto .

    - Promover una experiencia inic ia l de la Palabra de

    Dios com par t ida en com unidad , pa ra que e s ta expe

    riencia es t imule a los part ic ipantes a reunirse regu

    larmente en grupos , s iguiendo un proceso de lectura

    creyente de la Palabra de Dios .

    Descubrir e l mensaje bbl ico que encierra la celebracin

    del Jubi leo y su implicacin en nues tra real idad actual .

    Para e l lo nos proponemos:

    - Con ocer las races de las leyes jub ila res y su signifi

    cado en la Biblia, especialmente lo que se refiere al

    descanso de la t ierra , a l perdn de las deudas y a la

    liberacin de los esclavos.

    - Reflexionar sobre e l contenido del Jubi leo en la pre

    d icacin de J e s s .

    - Actualizar el significado del Jubileo en el contexto de

    la vida act ual del mun do y de la Iglesia .

    - Promover acciones concretas , individuales y comuni

    t a r i a s ,

    como respues ta a la Palabra de Dios que nos

    interpela .

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    12/67

    SEGUNDA PARTE

    U N A

    S E M A N A

    BBLICA

    E N T O R N O

    A L JU B IL E O

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    13/67

    1 L A E X P E R I E N C I A D E L X O D O

    Y EL A O J U BI LA R

    1. CONVOCADOS AL JUBILEO

    Much as pe rson as s e so rprend ie ron a l en te ra rse de que e l

    papa J u an P ab lo II anunc i l a ce lebrac in de un Gran J ub i

    leo para e l ao 2000. Otras , s in gran re lacin con la Igles ia ,

    se preguntaban qu querra decir eso del "Jubi leo" . Tam

    bin hubo quien lo cata log como "una cosa ms dentro del

    delirio provocado por el fin del milenio". Ciertamente, el Ju

    bi leo puede pres tarse a es ta c lase de interpretaciones . Por

    eso conviene que aclaremos brevemente a qu nos referimos

    cuando hab lam os de Jub i leo .

    Podemos comenzar expl icando el s ignif icado de es ta pa

    labra . "Jubi leo" procede del trmino la t ino iubilaeus, que a

    su vez viene de

    iiibum,

    que significa "gozo", "alegra desbor

    dante" . El

    iubilaeus

    es , por tanto, un acontecimiento gozo

    so . Es ta palabra la t ina fue ut i l izada por san Jernimo para

    t raduc i r un t rm ino hebreo que s e p ronunc iaba de fo rm a

    muy parecida pero que tena un s ignif icado muy diferente .

    La palabra en cues t in es

    yobel.

    El

    yobel

    era e l cuerno de

    carnero que se haca sonar a l comienzo de c iertas f ies tas , y

    25

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    14/67

    muy especia lmente a l comienzo del ao jubi lar , que acab

    llamndose as por su re lacin con e l ins trumento que

    anunciaba su comienzo. A san Jernimo debi de parecerle

    que es ta celebracin era verdaderamente un motivo de a le

    gra y por e l lo no dud en t raducir tan l ibremente aquel tr

    mino hebreo, que adems tena la ventaja de reproducir

    bas tante f ie lmente e l sonido del trmino original . As pues ,

    d e

    yobel

    se pas a

    iubilaeus,

    de donde v iene nues t ra pa la

    bra "jubileo".

    En la Igles ia catl ica romana la t radic in del Jubi leo se

    remonta a l ao 1300, en e l t iempo de las cruzadas . Por

    aquellas fechas, el papa Bonifacio VIII public una bula

    promoviendo la peregrinacin como s igno de peni tencia .

    Propuso tambin que cada c ien aos -despus sera cada

    cincuenta- se celebrara un Ao Santo, un Ao de Jubi leo.

    Desde entonces se ha venido celebrando en Roma un Ao

    Santo cada veint ic inco, t re inta o c incuenta aos . El papa

    inicia el Ao Santo abriendo en la baslica de San Pedro la

    gran Puerta Santa -como lo hizo e l 24 de dic iembre del ao

    pasado- y lo c lausura cerrando dicha puerta a l f inal del ao

    jubi lar .

    El Ao Santo que es tamos celebrando coincide por pri

    mera vez con el final de un milenio, y por ello ha adquirido,

    desde su convocatoria , un carcter muy especia l . Muchos

    grupos milenaris tas de diversas denominaciones cris t ianas

    han aprovechado es ta ocas in para hablar , una vez ms ,

    del f in del mundo y de la neces idad de es tar preparados pa

    ra la llegada del juicio divino. En otros sectores, sobre todo

    de la Iglesia catlica, se aprovecha esta ocasin para llevar

    a cabo todo un proceso de reflexin y renovacin. Hay final

    mente quienes se dejan a traer por las ofertas de las agen

    cias de via jes y cons ideran e l Jubi leo del ao 2000 como

    una buena oportunidad para hacer una via je a Roma, Tierra

    Santa o a lgn otro lugar re lacionado con e l Jubi leo.

    Conviene que nos p reguntem os s e r iam ente qu Jub i leo

    queremos celebrar . Para faci l i tarnos la respues ta a es ta pre

    gunta , conviene que conozcamos antes e l sent ido que tena

    la celebracin del Jubi leo en Is rael . Slo as podremos des

    cubrir e l sent ido que t iene para nosotros hoy su celebra

    cin.

    2 6

    2 .

    EL PROYECTO SOCIAL NACIDO DE LA EXPERIENCIA

    DEL XODO

    Cuando se habla del Jubi leo, cas i todas las personas fa

    mil iarizadas con la Bibl ia piensan enseguida en e l cap tulo

    25 del libro de Levtico, un escrito elaborado por los sacerdo

    tes durante o inmediatamente despus del Exil io en Babilo

    nia . Ciertamente , es te texto es una expres in bas tante c lara

    y s is temtica del espr i tu del Jubi leo. Hay que tener en

    cuen ta , s in em bargo, qu e tanto los valores e ideales como los

    principios doctr inales en los que se fundamenta e l Jubi leo

    hunden sus ra ces en e tapas de la his toria de Is rael anterio

    res a esta poca, y muy especialmente en la experiencia del

    xodo. Por eso, s i queremos tener una vis in ms amplia

    del Jubi leo, debemos famil iarizarnos con a lgunos aspectos

    de la organizacin socio-econmica a que dio lugar es ta ex

    periencia y conocer las principales convicciones teolgicas

    que brotaron de e l la . Es te i t inerario nos ayudar a descu

    brir e l Jubi leo como un e lemento dentro de la tota l idad de la

    historia de Israel y a reconocer la extraordinaria vigencia y la

    fuerza l iberadora que t iene para no sotros hoy.

    La organizac in s oc io -eco nm ica

    La liberacin de la esclavitud de Egipto y el asentamiento

    en la tierra de Canan fue la experiencia que dio lugar al

    pueblo de Is rael. Es la experiencia del xodo, que se t ransm i

    ti en forma de recuerdos, leyendas y, sobre todo, en clave

    religiosa. La confesin "el Seor nos sac de Egipto" (Dt 6,21)

    atraviesa todo el Antiguo Testamento y es el ncleo de la fe

    de Israel, que reconoce la existencia de un Dios liberador que

    los sac de la esclavitud y los constituy como "el pueblo de

    Dios".

    El recuerdo del xodo como experiencia fundante hizo que

    los is rael i tas introdujeran cambios notables en la sociedad

    tradicional cananea con la finalidad de nivelar las desigual

    dades y permit i r que todas las famil ias y c lanes tuvieran un

    acceso igualitario a los recursos bsicos y a los medios de

    produccin. Es tos mecanismos no e l iminaron todas las dife

    rencias sociales en el desarrollo posterior del pueblo. Pero las

    2 7

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    15/67

    es tructuras ins t i tucionales creadas a part i r de la experiencia

    del xodo permitan siempre corregir los errores y restablecer

    la igua ldad . En t re e s ta s e s t ruc tu ras des tacan l a s l eyes re s

    pecto a la poses in de la t ierra , la prohibic in de prs tamos

    con inters , as como l imitaciones del poder de reyes y sa

    cerdotes .

    El Jubi leo, que es e l obje to principal de nues tro es tudio,

    se comprende principalmente como una de es tas ins t i tucio

    nes correct ivas para mantener la igualdad del pueblo. Como

    las dems ins t i tuciones de es te t ipo, t iene sus ra ces en la

    organizacin familiar del pueblo de Israel y en el sistema de

    poses in de t ierra basado en es ta forma de organizacin.

    La organizacin fa milia r

    La organizacin famil iar en Is rael giraba en torno a t res

    crculos concntricos : la t r ibu, e l c lan y la casa paterna. En

    el l ibro de los Jueces , en la respues ta de Geden al ngel

    que lo vis i ta , encontramos los t res e lementos de es ta es truc

    tura familiar: "Mi clan es el ms pobre de [la tribu de] Ma

    nases y yo e l l t imo en la casa de mi padre" (Jue 6,15). Las

    dos l t im as un idades de e s ta e s t ruc tu ra t en an m ayor im

    portancia socia l y econmica que la t r ibu en cuanto a bene

    fic ios y responsabi l idades re lacionadas con e l individuo. La

    casa paterna era e l centro de autoridad, incluso para los

    adultos casados , como Geden (Jue 6,27; 8,20). Era tam

    bin e l lugar de proteccin y seguridad (Jue 6,30-32). El

    c lan era un conjunto ms amplio de casas paternas y una

    importante unidad inferior de la t r ibu. Tuvo una responsa

    bi l idad des tacada en la conservacin de la t ierra as ignada a

    las casas (familias) que lo constituan. El principal objetivo

    de la ley del Jubileo era la proteccin econmica de las ca

    sas pa te r nas m s db i les , pues t r a taba de ev i t ar que una de

    las casas del c lan acumulara las propiedades de las otras

    ejerc iendo el derecho de rescate , del que hablaremos ms

    adelante .

    L a pos e s in de t ie r r a

    Cuando los is rael i tas se asentaron en Canan, pus ieron

    en marcha un s is tema de poses in de la t ierra que tena co

    mo base las unidades de parentesco. As , e l terr i torio era

    28

    as ignado a las t r ibus "de acuerdo a sus c lanes" , y dentro de

    los clanes cada casa tena su porcin de "heredad". Al final

    del libro de los Jueces se describe cmo los soldados israeli

    tas regresan "cada uno a su t r ibu, a su c lan y a su heredad"

    (Jue 21,24). Es ta dis tr ibucin se rega por dos principios ,

    que no encont ram os en l a s cu l tu ra s c i rcundan tes : l a d i s t r i

    bucin equita t iva de la t ierra , y una serie de dispos ic iones

    para evi tar que s ta pasara a otras famil ias .

    En la organizacin social con la que se encontraron los is

    raelitas, la tierra era propiedad de los reyes y de las ciudades-

    es tado. La mayor parte de los habi tantes de Pales t ina vivan

    como arrendatarios que pagaban impuestos a los propieta

    rios. Los israelitas, sin embargo, repartieron la tierra entre

    los c lanes y casas paternas dentro de las t r ibus , con e l cri te

    r io general de que cada uno recibiera la t ierra de acuerdo a

    la cant idad de sus miembros y a sus neces idades . La eviden

    cia escri ta de es ta prct ica se encuentra en las l is tas de las

    tr ibus de Nmeros 26,52-56 y en la deta l lada divis in terr i

    toria l descri ta en Josu

    13-21 .

    En es te l t imo caso, la repe

    t ic in de la expres in "por c lanes" indica la gran preocupa

    cin por la dis tr ibucin de la t ierra entre toda la es tructura

    del parentesco.

    Para asegurar es te s is tema de dis tr ibucin famil iar , la t ie

    rra de cada familia se consideraba intransferible. Es decir,

    no poda ser comprada ni vendida como mercanca , s ino que

    tena que permanecer como poses in de la famil ia paterna o,

    al menos, dentro del crculo de las familias del clan. Este

    principio es e l que es t detrs del rechazo de Nabot a ven

    der su patr imonio a Ajab (1 Re 21), y es t expresado ms

    expl c i t am ente en l a s de ta l l adas reg lam entac iones econ

    micas de Levtico 25.

    E l de r e cho de r e s cate y la s f uncione s de l goe l

    Dentro de este principio de posesin inalienable de la tie

    rra hay que s i tuar la f igura de

    goel.

    La principal tarea del

    goe l

    cons is t a en socorrer a un pariente que se hal laba en ne

    ces idad. Se t ra ta d e un a ins t i tucin que se act ivaba bajo con

    diciones muy especficas y que materializaba la solidaridad

    del grupo de parentesco. El libro del Levtico define clara

    mente las personas que han de actuar como goe l a favor de

    29

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    16/67

    un neces i tado en un caso concreto: uno de sus hermanos , o

    su to u otro miembro de la familia (Lv 25,25). Las funciones

    propias del g o el en e l ant iguo Is rael pueden resumirse en es

    tas cuatro:

    - cuando una pe rsona quedaba reduc ida a l a pobreza y

    se vea obl igada a vender parte de su t ierra , e l g o el te

    na el derecho, y en cierta forma la obligacin, de com

    prarla (Lv 25,25);

    - cuando a lgu ien t en a que vende rse com o esc lavo a

    causa de sus deudas , e l

    g o el

    com praba l a l ibe rac in

    de su famil iar o pagaba su deuda para que no cayera

    en esclavi tud (Lv 25,47-49);

    - cuando ocur r a un hom ic id io , e l g o el vengaba l a s an

    gre de l a v c t im a adm in i s t rando jus t i c ia a l cu lpab le

    (Nm 35,19-21);

    - c uan do el jefe de un a familia mora s in dejar h eredero s

    varones , e l g o el se casaba con la viuda a f in de procrear

    un hijo para el difunto (Dt 25,5-10).

    La actuacin del g o el en es tas cuatro s i tuaciones pona

    en prct ica los valores que unificaban y motivaban a l pue

    blo de Is rael en su lucha por asegurar para cada famil ia e l

    control y acceso a sus propios recursos , sobre todo a la t ie

    rra . El pel igro de la concentracin de la t ierra en manos de

    unas pocas famil ias es t detrs de cada una de las acciones

    sol idarias del g o el en defensa de una de las familias de su

    clan:

    - Cuando se vende una parcela , s ta sa le del control del

    grupo de parentesco. La accin del

    g o el

    a l comprarla

    re t iene la propiedad dentro del mismo clan.

    - La esclavitud por deudas y el trabajo forzado eran carac

    ters t icas de la sociedad es ta ta l cananea, donde campe

    s inos endeudad os , privados de medios independ ientes de

    subsistencia, eran reclutados como trabajadores forza

    dos. La accin de rescate efectuada por el g o el ac tuaba

    contra el modo feudal de produccin y promova un mo

    do de produccin familiar.

    - El goel, como vengador de sangre , e jerc a una funcin

    policial cuyo fin era disuadir las posibles tentativas del

    ases in ato del jefe de famil ia pa ra qu eda rse con s us bie

    nes y su propiedad.

    3

    - Si el linaje de una familia terminaba definitivamente, su

    t ierra pasaba a otras manos , en e l mejor de los casos

    las de a lgn famil iar , miembro del c lan. Pero aun as ,

    la dis tr ibucin de recursos se vea perturbada. Una de

    las res tantes famil ias del c lan poda benefic iarse por

    encima de los otros . Adems, las viudas de la "casa

    pa te rna" ex t ingu ida quedaban desam paradas .

    .

    Las con v icc ion es teo lg ica s

    El sistema socioeconmico de Israel tena su base firme

    en la experiencia del xodo, en la fe en Yav, el Dios libera

    dor. Para el pueblo de Israel, Yav era el nico Dios, que ha

    ba actuado en la his toria para l iberar de la servidumbre de

    Egipto a los esclavos oprimidos. Como liberador del pueblo,

    Yav exiga que todos los israelitas fueran iguales ante l.

    Es ta igualdad, que derivaba de la fe en Yav, fue impuesta

    como precepto en Is rael a t ravs de leyes que aseguraban la

    es t ruc tu ra igua l i t a r i a de l a com unidad y conse rvaban su

    unidad. La observancia de es tas leyes y la f idel idad a l Dios

    l iberador garant izaba la supervivencia del Is rael como pue

    blo.

    Yav, que haba actuado una vez en e l xodo, seguira

    actuando tambin en e l futuro en favor de su pueblo. Es ta

    conviccin bs ica se expresa en dos aspectos que t ienen

    que ver con la ley del Jubileo: Yav es el nico propietario

    de l a t i e r ra y e s , adem s , e l ga ran te de una jus ta d i s t r ibu

    cin de la misma.

    L a t ier r a e s m a

    Uno de los pilares centrales de la fe de Israel era la convic

    cin de que la tierra que ellos habitaban era la tierra de Yav.

    En Levtico 25,23 leemos: "La tierra no puede ser vendida a

    perpetuidad, porque la t ierra es ma , y vosotros sois 'huspe

    de s ' y ' residentes ' en mi propiedad". La tierra perteneca a

    Yav antes de que Israel entrara en ella (x 15,13.17). Fue

    Yav quien se la prometi y entreg a Is rael en e l t ranscurso

    de la historia de salvacin. sta fue su "heredad". De ah

    que en la Biblia se designe muchas veces a Israel como el

    heredero de Yav. S i tenemos en cuenta que la economa y

    las es tructuras socia les de Is rael es taban re lacionadas con

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    17/67

    el cultivo de la tierra, este dato teolgico es de suma impor

    tancia. Si la tierra pertenece a Yav, todo lo que ella produ

    ce , todo lo relacionado con ella, pertenece a Yav. l es el

    dueo absoluto del mundo. l es quien vigi la para que todos

    part ic ipen por igual de sus bienes .

    Esta doble t radic in de la t ierra -propiedad de Dios y don

    de Dios- aparece constantemente en la Bibl ia y es propia de

    Israel. La promesa de la tierra fue la parte esencial de la tra

    dicin patriarcal sobre la eleccin. La tierra fue la meta de la

    tradicin salvifica del xodo. El mantenimiento de la Alianza

    y la seguridad de vida en la t ierra es taban es trechamente

    unidos. El juicio y el castigo divino equivala a la expulsin

    de la t ierra , mientras e l res tablecimiento de la Alianza era

    simbolizado por el regreso a la tierra. La tierra era el com

    probante de la relacin entre Dios e Israel (Lv 26,39-45). Pa

    ra el israelita, vivir con su familia en la porcin de la tierra

    de Yav que le fue as ignada era la prueba de pertenencia a

    la "familia" de Dios. Por eso, en la esta que celebraban al fi

    nal de cada cosecha, los is rael i tas daban gracias a l Dios po

    deroso que los liber de Egipto y les entreg la tierra, y le

    ofrecan con sentimiento de gratitud los frutos de esa tierra

    (Dt 26).

    Yo soy un Dios celoso

    El xodo fue la experiencia fundante del pueblo de Israel,

    y por eso la fe en Yav, Dios liberador, estaba ntimamente

    relacionada con las es tructuras socia les . Cualquier forta leci

    miento o debilitamiento de la fe en l se reflejaba en la so

    ciedad, y lo mismo a la inversa. Yav representa el poder de

    es tablecer y asegurar la sociedad fra terna frente a las ten

    dencias opues tas fuera y dentro de e l la . As como Israel pro

    hibe otros modelos socia les dentro de su organizacin t r ibal ,

    as tambin Dios es celoso y prohibe otros dioses . La lucha

    de Dios -y de sus enviados , los profetas- contra la idola tr a

    se explica com o defen sa de la fe en Yav, el nico Dios, y del

    modelo social de convivencia que deriva de esta fe. El enfren-

    tamiento ms frecuente se da con el culto de Baal, la divini

    dad cananea responsable de la fertilidad de la tierra. En la

    religin de Baal, el rey era el representante de la divinidad,

    e l nico mediador entre e l la y los hombres . Es una vis in de

    32

    la sociedad tota lmente opues ta a la es tructura igual i taria del

    pueblo de Israel derivada de la fe en Yav.

    El re la to de Nabot (1 Re 21), que ya hemos mencionado,

    presenta es tas dos formas de concebir la poses in de la t ie

    rra : la del creyente en Yav, para quien la t ierra es un don

    de Dios , sagrado e inal ienable , y la de la monarqua idol tr i

    ca que se s iente con derecho a poseerlo todo manejando a su

    favor la ley, aun a costa de la vida del pobre. Las palabras de

    Nabot , " Lbreme el Seor de darte la hereda d de m is an tepa

    sados ", reflejan la concepcin tradicional israelita de que la

    t ierra es don de Dios , un don que se convierte en patr imonio

    de la casa paterna por s iempre. Al vender la t ierra de sus

    antepasados , habra perdido su condicin de hombre l ibre :

    se habra convert ido en s iervo del rey y habra t ra ic ionado a

    Dios y a su s propios des cendie ntes . El rey Ajab, influenciado

    por su esposa Jezabel , tena ideas diferentes : l cre a que se

    podan comprar y vender todos los bienes , con arreglo a los

    principios mercant i l is tas de los cananeos . El profeta El ias

    ataca la injus t ic ia ases ina del rey denunciando su idola tr a .

    En es te caso, como en muchos otros , la lucha del profeta

    con tra la idola tr a t iene un carcte r re l igioso, pero t iene tam

    bin una profunda dimensin pol t ica de lucha por la jus t i

    c ia y por la auto nom a cu l tural de Is rael .

    3. RENO VAR EL PROYECTO DEL X ODO

    Con la l legada de la monarqua , Is rael fue asumiendo po

    co a poco la cul tura urbana de los cananeos . El control cen

    tra l se e jerc a desde c iudades como Jerusaln y Samara ; e l

    gobierno local se debi l i t y las es tructuras famil iares fueron

    perdiendo su fuerza ante la burocracia de funcionarios y las

    divis iones adminis tra t ivas real izadas por los reyes . Las es

    t ruc tu ras t r iba le s fue ron sus t i tu idas por d i s t r i tos t r ibu ta

    r ios , t r ibunales centra les y toda la maquinaria del Es tado.

    Con el t iempo comenzaron a aparecer des igualdades econ

    micas en e l seno del pueblo. Se fue abriendo el abismo que

    separaba a r icos y pobres : los pobres de las zonas rurales

    fueron incesantemente vc t imas de los r icos de las c iudades .

    Ya a part i r de los t iempos de David, se entabl una lucha

    33

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    18/67

    entre los cri terios monrquicos y los vie jos valores t radic io

    nales de Is rael .

    La ins t i tucin del ao jubi lar hay que s i tuarla dentro de

    esta lucha, como una forma de recuperar el ideal de la socie

    dad igualitaria nacida de la experiencia del xodo. La mayor

    parte de los comentaris tas creen que e l Jubi leo era una vi

    s in utpica de esperanza proyectada por los sacerdotes del

    tiempo del destierro, que emplearon motivos e ideas corrien

    tes en aquella poca. As pues, las leyes del Jubileo parecen

    representar intentos tardos e ideal is tas por res taurar e l ao

    sabtico. Segn el libro del Levtico, el Ao del Jubileo deba

    celebrarse al final del ciclo de siete aos sabticos (Lv 25,8-10).

    Es te ao se proclamaba la l ibertad de los is rael i tas que ha

    ban s ido vendidos como esclavos por sus deudas y la devo

    lucin de tierras a las familias que se haban visto forzadas a

    venderlas a causa de problemas econmicos en los c incuenta

    aos precedentes .

    1 ao sabtico

    El ao sabt ico const i tuye una de las ins t i tuciones pro

    pias y ms excelentes de Israel. Segn los antiguos cdigos

    legales, deba celebrarse cada siete aos. El septenario se

    inspiraba en la semana de s ie te das : haba un da de reposo,

    e l sbado, cada s ie te das , y haba un ao de descanso, e l

    ao sabtico, cada siete aos. En esta celebracin se prescri

    ba el reposo de la tierra, la liberacin de los esclavos y la

    condonacin de las deudas .

    La regulacin del ao sabt ico aparece dispersa en dis t in

    tas colecciones de leyes del Pentateuco. El

    C d i go d e l a A li a n

    za (x 20,22-23,33) prev la liberacin para los esclavos he

    breos el ao sptimo (x 21,2-6) y el barbecho de los campos

    de cul t ivo, dejando aquel lo que produzcan espontneamente

    para los pobres y los animales (x 23,10-11). Por su parte,

    el C d i g o D eu t er o n m i co prescriba cada s ie te aos la de

    volucin de prendas personales re tenidas para sa t is facer

    deudas (Dt 15,1-6) y la l iberacin de los esclavos hebreos

    (Dt 15,12-18). Es ta "remis in" tena carcter general y

    aconteca en fechas fijas (Dt 15,7-11), en las que se procla

    maba solemnemente la ley (Dt 31,10-11).

    34

    La ley sobre e l reposo de la t ierra (x 23,10-11), reapare

    ce en Levtico 25,2-7: cada siete aos la tierra debe disfru

    tar del descanso sabt ico, segn un c ic lo que se supone ini

    c iado a l conquis tar la Tierra Prometida . La t ierra no se

    s iembra e l spt imo ao, pero e l ao sexto Dios bendice a Is

    rael de ta l manera que la t ierra produce lo sufic iente para

    comer durante e l ao de reposo y e l ao s iguiente , y todava

    sobr a (Lv 25,18-22).

    El ao sabtico, por la exigencia de las leyes que lo regu

    lan, era una ocas in privi legiada para vivir comunitaria

    mente la jus t ic ia y la l ibertad de Dios : res tableca la igual

    dad entre todos los hebreos , l iberaba a los esclavos , otorga

    ba reposo a la t ierra y cancelaba las deudas .

    El ao sabt ico es una ant igua y genuina ins t i tucin de

    Israel . Un excelente programa y una magnfica utopa . La

    oportunidad de vivir como pueblo, un ao de cada s ie te ; la

    experiencia de jus t ic ia , l ibertad e igualdad nacida del recuer

    do liberador del xodo. Es cierto que esta ley no pudo apli

    carse siempre, pero recordaba a Israel la necesidad de vivir

    como pueblo en l ibertad, igualdad y jus t ic ia . Dios haba l ibe

    rado a su pueblo, e Is rael deba vivir su vida como comuni

    dad salvada por Dios .

    El ao jubilar

    El ao jubi lar deba celebrarse cada c incuenta aos , a l

    expirar las s ie te semanas de aos . Era t iempo de l iberacin

    para todos los habi tantes de Is rael : "Declararis santo es te

    ao c incuenta y proclamaris la l iberacin para todos los

    hab i tan te s de l pa s . S e r pa ra voso t ros ao jub i l a r y po

    dris volver cada uno a vues tra propiedad y a vues tra fami

    lia" (Lv 25,10). El trmino "liberacin" (Lv 25,10) indica el

    cese del sometimiento de toda persona a l capricho arbi t rario

    de un amo, sumis in que impide a l ser humano su real iza

    cin personal: Alude, expresamente, a la liberacin de los

    cautivos (Is 61,1) y esclavos (Jr 34,8.15.17). La fundamenta-

    cin religiosa del ao jubilar reposa en el principio de que Ya-

    v es el Dios de Israel y no hay otro: "Yo soy el Seor vuestro

    Dios" (Lv 25,55). De esa raz nacen las dos experiencias bsi

    cas de la fe israelita: La certeza de que Yav liber a Israel de

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    19/67

    Egipto (Lv 25,42.55) y la seguridad de que Yav es Seor de

    la tierra (Lv 25,23), por ser su creador (Gn 1,1-2,4a .

    El ao jub i l a r enc ie r ra una de l a s u top a s soc ia le s y hu

    m anas m s im pres ionan tes de todo e l Ant iguo Tes tam ento .

    Sin embargo, no tenemos ningn indicio, en la Bibl ia , de

    que sus p resc r ipc iones fue ran pues ta s en p rc t i ca a lguna

    vez. La referencia a l ao jubi lar se encuentra en Levt ico

    25 como ley general , y en dos leyes menores (Lv 27,16-25;

    Nm 36,4) que matizan aspectos legales de la ley principal .

    P e ro n inguna na r rac in re f i e re e l cum pl im ien to de e s ta s

    presc r ipc iones . Cuando Je rem as m enc iona l a l ibe rac in

    de e sc lavos acon tec ida en J e rusa ln duran te e l a sed io de

    Nabucodonosor ( J r 34 , 14) , l a fundam enta en l a s p re sc r ip

    ciones del ao sabt ico (Dt 15,12-18), y no en las normas

    del ao jubi lar (Lv 25,39-55). Nehemas ordena la obser

    vancia del ao sabt ico (Neh 10,32), pero no menciona e l

    ao jubi lar . Ezequiel y e l Tercer Isa as (Is 56-66) describen

    el ao jubi lar como proyecto de futuro, pero no a modo de

    real ida d p ue s ta en prc t ica . La ley jub i lar (Lv 25) y las po

    s ib le s a lus iones de Ezequie l 46 , 17 e I s a a s 61 , 1 -2 inducen

    a pen sar qu e e l ao jub i lar fue un proy ecto de l ibertad,

    iguald ad y jus t ic ia socia l para todo Is rael , que en la prct i

    ca no l l eg a rea l i za rse p lenam ente nunca : s lo pe rm anece

    en las leyes que lo regulan y en la utopa de Ezequiel y el

    Tercer Isa as .

    Las nor m a s de l ao jub i l a r , red ac ta das de spu s de l

    des t i e r ro (587-538 a . C) , rad ica l i za ron l a s ex igenc ia s de l

    ao s ab t i co . Los p recep tos jub i l a re s no pud ie ron ap l i ca r

    s e nunca de fo rm a porm enor izada , pe ro su u top a encam i

    n a l pueb lo de I s rae l hac ia l a cons t rucc in de un m undo

    m ejor y con t r ibuy a m antene r v iva l a e spe ranza de l pue

    blo .

    El Nuevo Tes tamento l leva a pleni tud las exigencias de

    la Antigua Alianza, y la l iberacin anunciada por Isa as

    (Is 61,1-3) hal la su pleni tud en Jess de Nazaret : "El esp

    r i tu del Seor es t sobre m, porque me ha ungido para

    anunc ia r l a buena no t ic ia a los pobres ; m e ha env iado a

    proclamar la l iberacin a los caut ivos y dar vis ta a los c ie

    gos, a l ibertar a los oprimidos y a proclamar un ao de

    gracia del Seor. . . Hoy se ha cumplido e l pasaje de la Es

    c r i tu ra que acab i s de e scucha r" (Le 4 , 18-21) .

    36

    4 .

    RECUPERAR LA UTOPA DEL JUBILEO BBLICO

    Nunca cesaron en e l pueblo de Is rael los intentos de po

    ner en prct ica e l ideal del xodo, asegurar la convivencia

    pacf ica de un pueblo igual i tario. Tambin hoy, con ocas in

    de l Jub i leo 2000 , m uchos qu ie ren anunc ia r buenas nuevas

    a los pobres : perdn de deudas , devolucin de t ierras , l ibe

    racin de la esclavi tud. . . Cuando hablamos de Jubi leo debe

    mos tener presente la real idad concreta en la que vivimos:

    deudas , pobreza, desempleo, violencia , discriminacin, ex

    clus in, confl ic tos , t r is teza , consumismo deshumanizante ,

    situacin de letargo de las iglesias. . . En la carta apostlica

    Tertio millennio adveniente,

    e l pap a deca: "La Puerta San ta

    del Jubi leo del 2000 deber ser s imblicamente ms grande

    que l a s p receden tes , porque l a hum anidad , a lcanzando es ta

    meta , se echar a la espalda no slo un s iglo, s ino un mi

    lenio. Es bueno que la Igles ia d es te paso con la c lara

    conciencia de lo que ha vivido en e l curso de los l t imos

    diez s iglos . No puede a travesar e l umbral del nuevo milenio

    s in animar a sus hi jos a purif icarse , en e l arrepent imiento,

    de errores , infidel idades , incoherencias y lent i tudes . Reco

    nocer los fracasos de ayer es un acto de leal tad y de valen

    t a que nos ayuda a re fo rza r nues t ra fe , hac indonos capa

    ces y dispues tos para afrontar las tentaciones y las dif icul

    tades de hoy" .

    El Jubi leo es , una vez ms , una excelente oportunidad

    para que nos p reguntem os de qu m anera e s tam os pon iendo

    en prct ica nues tra fe , cmo respondemos a los apremiantes

    desafios que e l mundo en e l que vivimos nos plantea a dia

    rio. Por eso su celebracin no puede reducirse a un calenda

    rio de peregrinaciones . Es c ierto que las peregrinaciones , so

    bre todo la peregrinacin a Roma, han tenido una gran im

    portancia en la his toria de los aos santos , pero entonces se

    vivan como un camino de convers in. S in es ta dimensin,

    las peregrinaciones pueden convert i rse fci lmente en una

    forma ms de turismo y de consumo.

    La celebracin del Jubi leo no puede reducirse tampoco a

    una serie de actos l i trgicos . La celebracin mira sobre todo

    hacia e l pasado, haciendo una memoria agradecida. Es to es

    muy importante , pero no es sufic iente . La celebracin del

    37

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    20/67

    Jubi leo debe mirar tambin hacia e l futuro, y no slo en c la

    ve de celebracin, s ino tamb in e n c lave de com promiso.

    S i que rem os rea lm ente que e s te ao 2000 sea un ao

    jubi lar , debemos adentrarnos en las pginas de la Bibl ia ,

    empaparnos del espr i tu de la leyes e ideales jubi lares del

    pueblo de Is rael y darles vida de nuevo en e l contexto con

    creto de nues tro barrio, nues tra parroquia , la sociedad y e l

    mundo en que vivimos.

    EL SEOR NOS SAC D E EGIPTO ...

    Canto de entrada:

    Slo D ios e s gr ande .

    1. Miramos nuestra vida

    Estamos inic iando hoy la semana bbl ica sobre e l tema

    del Jubi le o. El pu nto d e referencia de nue s tr as reflexiones es

    el Gran Jubi leo convocado por e l papa Juan Pablo II para e l

    ao 2000. Mucho se ha escri to y mucho se ha hablado acer

    ca de es te acontecimiento. En es te primer momento, en un

    pequeo grupo , con l a s pe rsonas que s e encuen t ran a nues

    tro lado, recogemos nues tras ideas y conocimientos acerca

    de es te tema.

    -

    Q u s a be s de l Jubile o? C m o pie ns as ce le br ar lo?

    2 .

    Escuchamos la Palabra de Dios

    El Jubi leo en la Bibl ia quiere mantener viva la memoria

    del xodo, el acontecimiento central de la historia y la fe del

    pueblo judo. Los is rael i tas recuerdan continuamente que

    Dios los ha liberado de la esclavitud de Egipto y que todo lo

    que son y todo lo que tienen se lo deben a l. Por esta razn

    tambin, e l recuerdo del xodo se t ransm ite de pa dres a hi jos

    y se conserva como el tesoro ms precioso y el principal punto

    de referencia p ara to das las leyes y cos tum bres del pueblo.

    - Nos p repa ram os con unos m om entos de s i l enc io pa ra

    escuchar la Palabra de Dios .

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    21/67

    -

    Proclamacin de Deuteronomio

    6,10-25

    L

    1 0

    Cuando el Seor tu Dios te haya introducido en la tierra

    ^ que ha de darte segn jur a tus antepasa dos Abrah n, Isaac

    y Jacob; una tierra con grandes y hermosas ciudades que t no

    edificaste,

    n

    con casas repletas de toda clase de bienes que t no

    llenaste, con cisternas excavadas que t no excavaste, co n vias y

    olivos que t no plantaste; entonc es com ers y te saciars.

    12

    Cu

    date de no olvidar al Seor que te sac de Egipto, de aquel lugar

    de esclavitud.

    13

    Respetars al Seor tu Dios, a l le servirs y en

    su nombre jurars.

    14

    No sigas a otros dioses, los dioses de las na

    ciones que te rodean,

    15

    porque el Seor tu Dios, que est en me

    dio de ti, es un Dios celoso; su ira se encendera contra ti y te ha

    ra desaparecer de la faz de la tierra.

    16

    No tentis al Seor vues

    tro Dios como hicisteis en Masa.

    17

    Observad cuidadosamente los

    mandamientos del Seor vuestro Dios, las normas y las leyes que

    os ha dado.

    18

    Haz lo que es justo y bueno a los ojos del Seor,

    para que seas dichoso y entres a tomar posesin de la tierra

    buena que el Seor prometi a tus antepasados,

    19

    expulsando

    delante de ti a todos tus enemigos, segn ha dicho el Seor.

    20

    Cuando te pregunte tu hijo el da de maana: "Qu signifi

    can estas normas, estas leyes y preceptos que os ha dado el Se

    or?".

    21 T le respond ers: "Nosotros r amo s esclavos del fa

    ran de Egipto y el Seor nos sac de Egipto con mano fuerte.

    2 2

    El Seor hizo a nuestros ojos milagros y prodigios grandes y terri

    bles en Egipto, contra el faran y toda su corte.

    2 3

    Y a nosotros

    nos sac de all para introducirnos y darnos la tierra que haba

    prometido a nuestros antepasados.

    2 4

    El Seor nos m and enton

    ces poner en prctica todas estas leyes, respetando al Seor

    nuestro Dios, para que seamos siempre dichosos y tengamos vida

    como hasta hoy.

    25

    Nuestra justicia consistir en guardar y poner

    en prctica todos estos mandamientos en presencia del Seor

    nuestro Dios, como l nos ha mandado".

    Explicacin del texto

    La memoria del xodo es el ncleo de la tradicin y la fe

    del pueblo de Israel. Su convivencia y organizacin social te

    nan su base firme en la experiencia de la liberacin de Egip-

    to , en la fe en Yav, el Dios liberador. Yav era el nico Dios,

    que haba actuado en la his toria para l iberarlos de la servi

    dumbre de Egipto y les haba entregado la t ierra de Canan.

    Como liberador del pueblo, Yav garantizaba y exiga la igual

    dad de todos los is rael i tas . Es ta igualdad fue impuesta como

    precepto en Is rael a t ravs de leyes que aseguraban la unin

    y la es tructura igual i taria de la comunidad. La observancia

    de estas leyes, la fidelidad a Dios liberador, garantizaba la

    supervivencia de Is rael como pueblo. Yav, que hab a actua

    do una vez en e l xodo, seguira actuando tambin en e l fu

    turo en favor de Israel. Los grandes festivales de la pascua, la

    es ta de las semanas celebrada cada primavera y la f ies ta de

    los tabernculos que se celebraba en otoo tenan la f inal i

    dad de recordar, celebrar y actualizar la prodigiosa interven

    cin de Yav en favor de Israel.

    El xodo es tambin e l tema c entra l del pasaje del Deute

    ronomio que acabamos de leer. Este texto (Dt 6,10-25) es la

    explicacin del origen de las leyes fundamentales vigentes en

    Israel y se presenta en forma de enseanza que e l padre im

    parte a su hijo. A la pregunta del hijo sobre el significado de

    las leyes prescri tas por e l Seor, e l padre responde recor

    dando la prodigiosa actuacin de Dios en la salida de Israel

    de Egipto (Dt 6,20-25). En este recuerdo de la liberacin de

    Egipto se encierra la ident idad del pueblo y e l porqu de la

    observancia de la ley. Cada vez que surgen problemas , cuan

    do la convivencia del pueblo se llena de dificultades e injus

    t ic ias , s te recurre a la memoria del xodo para corregir sus

    errores .

    El padre recuerda que e l Seor ha sacado a los is rael i tas

    de la esclavi tud de Egipto "con mano fuerte y brazo podero

    so "

    (Dt 5,15) y les ha entregado en posesin la tierra y todos

    los dems bienes , s in que e l los se lo merecieran. El mismo

    Seor est tambin en el origen de las leyes que rigen en Is

    rael y que todo e l pueblo debe observar. La Palabra de Dios

    contenida en es tas leyes se t ransmite a t ravs de la his toria

    y es a lgo ms que un texto, una idea o una doctr ina . Es

    tambin un acontecimiento que no puede separarse de los

    dem s acontecim ientos de la his toria del pueblo de Dios . Del

    mismo modo qu e la intervencin de Dios en la his toria de Is

    rael ha trado la salvacin al pueblo, as tambin las leyes

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    22/67

    que Dios ha ordenado cumplir tienen valor salvfco. La ac

    tuacin de Dios , tanto en la l iberacin de la esclavi tud co

    mo en la donacin de la ley, pers igue una f inal idad concre

    ta : "P a ra que s eam os s iem pre d ichosos y t engam os v ida

    como has ta hoy" (Dt 6,24). Del mismo modo, las leyes s i r

    ven para que e l pueblo viva bien, es to es , para que viva

    dignamente y en l ibertad, para que no vuelva a caer en

    n inguna c la se de e sc lav i tud y pa ra que ende rece a t i em po

    su camino en caso de que se haya apartado del proyecto

    original asumido en e l xodo.

    Este ideal de bsqueda de una vida digna, libre e igualita

    r ia debe inspirar tambin nues tra celebracin del Jubi leo, s i

    queremos dejarnos guiar por el espritu del Jubileo bblico.

    3 . Volvem os s obre nues tra v ida

    Hemos visto cmo el recuerdo del xodo, transmitido de

    generacin en generacin, constituye la base de la fe y de las

    leyes de Israel. Este ideal de un a convivencia igualitaria, pr s

    pera y pacfica, bajo la proteccin de Yav, el Dios liberador,

    es tambin el punto de referencia obligatorio para nuestra ce

    lebracin del Jubileo. No podemos reducirnos a visitas a cate

    drales, indulgencias y peregrinaciones, sino que debemos de

    jarnos interpelar por el espritu del Jubileo bblico.

    -

    D e q u es c l a v i tu d e s n o s ha l ib er a d o a no s o t ro s e l

    Seor?

    - Q u e f e c t os t ien e e n n ues t ra v id a l a l ib er a c i n q u e

    h em o s ex p er i m en t a d o ?

    4 . Oramos

    Term inam os nues t ra reun in p resen tando en fo rm a de

    oracin lo que la Palabra de Dios ha susci tado en nosotros .

    Durante unos momentos de s i lencio, dir igimos nues tro co

    razn y nues tra mente a Dios , quien se ha comunicado con

    nosotros a t ravs de su Palabra . Despus , expresamos nues

    tra oracin comunitariamente .

    - En forma de oracin o compromiso, expresamos en voz

    al ta lo que la Palab ra de Dios nos in spira .

    - Todos jun tos rezam os e l P adre nues t ro .

    Te rm inam os can tando Escucha, hermano... u otro canto

    conocido por todos.

    42

    2 EL DESCANSO DE LA TIERRA

    1. LA MADRE TIERRA EST CANSADA

    La Tierra es fundamental para nosotros : es e l planeta

    donde habi tamos, e l que nos sus tenta , e l soporte de nues tra

    v ida . P e ro ac tua lm ente e s un p lane ta cansado . Cansado de

    ser sobreexplotado y contaminado, agredido y esqui lmado.

    Basta abrir los ojos y afinar los odos a la creciente concien

    cia ecolgica que es t surgiendo, para darse cuenta de a lgu

    nos s ntomas de es te agotamiento:

    - La zona de la a tmsfera que nos protege de radiaciones

    solares pel igrosas ,

    l a ca p a d e o z on o ,

    disminuye rpida

    mente , y en a lgunas regiones cercanas a los polos se

    han formado agujeros donde es ta capa ha desaparecido

    por completo. Uno de e llos , s i tuad o sobre la zona anta r

    t ica , tan grande como Estados Unidos , es t dejando a

    los seres que viven a ll expu es tos a cnce r de pie l , ca ta

    ra tas en los ojos , incluso ceguera . Es ta capa de ozono

    es t afectada, entre otros , por los gases que proceden

    de los tubos de escape de nues tros vehculos , de las

    43

    chimeneas de nues tras fbricas , de las sus tancias de

    do el mundo. Pero la mayora de su poblacin

    s e m u e r e

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

    23/67

    los aerosoles y de los incendios agrcolas y forestales.

    - Los humos de las fbricas y los gases desprendidos

    por los automviles forman, a l mezclarse con las l lu

    vias ,

    un com pues to qu m ico , l l am ado

    l luvia acida ,

    que

    va abrasando la vege tac in de fo rm a len ta pe ro p ro

    gresiva.

    - La concen t rac in en l a a tm s fe ra de va r ios com pues

    tos de ca rbono y o t ros gases ha aum entado en los l

    t imos c ien ao s e l 25 %. A con secu enc ia de e l lo hay un

    proceso de ca len tam ien to g loba l l l am ado efecto inver

    n a d e r o :

    el clima se vuelve ms clido y seco, con efec

    tos im predec ib le s . E l cam bio que s e e s t cons ta tando

    en e l c l im a hace que aum enten ca t s t ro fes na tu ra le s

    como las sequas y las inundaciones . La capa de hie lo

    de los polos se va descongelando. Como consecuencia

    aum enta e l n ive l de los m ares que cubren pa r te s de

    t ierra f i rme en las que hoy habi ta e l ser humano. S i

    no s e pone rem edio , reg iones cos te ra s com o Bangla -

    desh y m uchas i s l a s de l P ac f i co sur queda rn hundi

    da s e n el siglo XXI.

    - La industr ia l izacin de las grandes potencias ha l levado

    a la

    explotacin sin interrupcin de las regiones frtiles.

    La tierra se est fertilizando con abonos qumicos y se

    sulfa ta con plaguicidas . Aparentemente , es ms produc

    t iva , pero a la larga es tos productos la es tn dejando

    es tri l . Para que las cosechas crezcan ms rpidamente ,

    s e ensaya en cu l t ivos con s em i l l a s m anipu ladas gen

    t i cam ente . Ya s e e s tn p roduc iendo los p r im eros re su l

    t ados de m uer te s o m utac iones en l a cadena de l

    mundo animal , sobre todo en los insectos y en los ani

    males que se alimentan de ellos.

    El problema del cansancio de nues tro planeta no se c ierra

    con la cues t in ecolgica . La Tierra tambin es t es tresada

    de ser explotada slo por los ms fuertes, de que la obliguen

    a es tar mal repart ida; es t agotada de tener que sos tener

    s is temas insol idarios , poco racionales y nada respetuosos

    con ella ni con los seres que alberga:

    - La Tierra ofrece suficientes recursos para alimentar a to-

    44

    d e h a m b r e y una minora vive en el lujo y el despilfarro.

    Estas diferencias estn, con frecuencia, sostenidas por

    un sistema econmico y poltico internacional injusto.

    - Exis te una constante complicidad entre los grandes po

    deres econmicos y los gobiernos , quienes , en nombre

    del "bien pblico", confiscan espacios naturales, reser

    vas ecolgicas y terr i torios indgenas para luego entre

    grselos a

    multinacionales.

    En esos espacios , verdaderos

    pulmones de la t ierra , no slo se explotan y saquean los

    recursos mineros , se ta lan o queman los bosques , se

    destruye la fauna y la flora; adems, se pisotea el dere

    cho de los pueblos nat ivos a poseer su pedazo de t ierra

    pa ra v iv i r y su hab i ta t pa ra l a au tode te rm inac in . De

    es te modo se rompe la armona de la Tierra y se a ten

    ta con t ra l a d ign idad de l a pe rsona hum ana , a l a que

    se re lega a l grupo de los "s in" : s in-t ierra , s in-techo,

    s in -hogar , s in -m aana .

    - El

    s i s te m a ne olibe r al

    en el qu e es t inm erso e l l lama

    do Primer Mundo, y la global izacin econmica que

    defiende, es responsable de gran parte de es ta fa t iga

    de l p lane ta , inc lu ida l a de l s e r hum ano . Las t i e r ra s

    que exp lo ta son pa t r im onio de toda l a hum anidad ;

    tam bin los m ares y los r os que envenena cuando los

    ut i l iza , por e jemplo, como basurero de desechos txi

    cos; los ocanos en los que se des truye una especie

    t ra s o t ra ; l a b ios fe ra , am enazada de con tam inac in

    radioact iva por las centra les nucleares . . . La "sociedad

    de l b ienes ta r" a lbe rga en su in te r io r pe rsonas ca ren te s

    no slo de t ierra , s ino tambin de lo que s ta daba a

    sus p rop ie ta r ios en una soc iedad agra r ia . En t re qu ie

    nes v iven en e l l a c rece a la rm antem ente e l nm ero de

    ind igen tes , pe rsonas s in - t raba jo , s in -d ine ro , s in -casa ,

    s in - fu tu ro .

    Dec i r que l a m adre T ie r ra e s t cansada supone , pues ,

    hab la r de dos p rob lem as , uno eco lg ico y o t ro hum ano . La

    creacin, que, segn el proyecto del Creador, era "muy bue

    na" (Gn 1,31 , e s t ago tada y nos a r ra s t ra en su cansanc io

    a todos los que vivimos en ella.

    2 .

    LECTURA DE LOS TEXTOS

    Pales t ina es una pequea regin s i tuada en e l Oriente

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

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    Los cris t ianos creemos que las Escri turas s iempre t ienen

    algo que decirnos en nues tra s i tuacin actual porque son

    "palabra viva y eficaz" (Heb 4,12), Palabra de Dios. Acuda

    mos a e l las . Veamos lo que prescriban las leyes del Jubi leo

    sobre e l descanso de la t ierra . Antes de acercarnos a los tex

    tos bbl icos , hemos de tener en cuenta dos cosas . Primero,

    que los problemas no pueden ser idnt icos , porque la del AT

    era una sociedad agraria preindustr ia l que dif iere en gran

    medida de nues tras sociedades industr ia l izadas y, en su

    mayora , de carcter urbano. La segunda cosa que no pode

    mos olvidar es que nos enfrentamos a un texto legal. Por

    tanto, debemos descubrir la vida , los intereses y confl ic tos

    del pueblo que se esconden tras la le tra . S in duda, e l esp

    r i tu de es ta ley, es decir , los valores perennes que s iguen

    mantenindose ms a l l del t iempo y del espacio, pueden

    ofrecernos vas de solucin para la real idad concreta del

    planeta cansado en e l que nos ha tocado vivir .

    La tierra de la Biblia

    Para entender la legis lacin del ao jubi lar sobre e l des

    canso de la t ierra , es importante que nos s i tuemos en la t ie

    rra de Pales t ina , que recordemos brevemente su s i tuacin

    geogrfica y sus lmites.

    EL CRECIENTE

    FRTIL

    EGIPTO

    6

    Medio, en la zona denominada "Creciente frtil". Se llama

    as a la franja de terreno en forma de media luna que pode

    mos t razar s i unimos las t ierras cul t ivables de Egipto con

    las del golfo Prs ico, pasando la parte superior por e l Medi

    terrneo y la inferior por los bordes del des ierto de Arabia .

    Este territorio es un corredor frtil regado por los ros Nilo,

    Jordn, Tigris y Eufrates , que fue en la ant igedad lugar de

    paso de ca ravanas y e j rc i tos y t i e r ra deseada por m uchos

    pueb los .

    Pales t ina se encuentra , adems , en e l punto de confluen

    cia de tres continentes: Asia, frica y Europa. A lo largo de

    su his toria ha servido como puente de unin entre Oriente y

    Occidente , tanto en e l terreno econmico, a t ravs de los

    puertos que daban a l Mediterrneo, como en e l cul tural y e l

    religioso. Es un territorio pequeo. La Biblia establece las

    fronteras de es te pas con una frase conocida: "Desde Dan

    has ta Berseba" (Jue 20,1). En l nea recta y de norte a sur,

    t iene una longitud de 240 ki lmetros . Cuatro franjas geo

    grficas lo recorren en e l mismo sent ido: la cos ta mediterr

    nea, e l s is tema montaoso centra l , e l val le del Jordn y la

    meseta t rans jordnica que se pierde por e l es te en e l gran

    des ierto s i ro-arbigo.

    P a le s t ina e s un pa s donde e l agua no e s m uy abundan

    te . Sobresale e l r o Jordn, que, despus de 16 ki lmetros

    de recorrido desde su nacimiento, se precipita en el lago Ti-

    berades , l lamado tambin de Genesaret o mar de Gali lea . A

    par t i r de aqu , e l Jo rdn t ranscur re por un e s t recho va l l e

    has ta desem b ocar en e l m ar Muer to .

    En l a an t igedad , su econom a e ra fundam enta lm ente

    agraria . El norte , Gali lea , y e l centro, Samara , gozaban de

    buenas cosechas , m ien t ra s que e l su r , Judea , e ra pobre . La

    pesca era abundante en e l mar de Gali lea , pero e l mar

    Muerto era improduct ivo debido a su a l ta sa l inidad, y los

    des iertos , a l es te y a l sur , l im itaban e l terren o cul t ivable .

    La tierra, un don para real izarse como pueblo de Dios

    Nos cos tara ente nde r la ley jubi lar so bre e l desc anso de

    la t ierra s i no comprendiramos lo que s ta s ignif icaba en

    7

    aquel la poca y la connotacin que adquiri para e l pueblo

    tierra ya no era un espacio donde vivir libremente y cumplir

  • 7/24/2019 palabra y vida 11 - ao de gracia y liberacion

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    de Is rael a part i r del acontecimiento del xodo.

    En una sociedad agraria , tener t ierra era a lgo imprescin

    dible para que una famil ia pudiera subs is t i r y dis frutar de

    un lugar en la vida socia l . La t ierra no era poses in de un

    individuo, s ino de una famil ia . De e l la sacaba su sus tento,

    que normalmente se reduca a l consumo famil iar y poco

    m s ,

    de modo que un ao de escasez en la cosecha supona

    un duro golpe para la familia.

    Para los is rael i tas la t ierra era , adems , un don, un rega

    lo de Dios. Desde la experiencia de la esclavitud en Egipto

    tener una t ierra propia , no es tar sometidos , fue para Is rael

    una continua aspiracin. Neces i taban un espacio para vivir

    y cumplir el proyecto de ser pueblo libre. Desearon de tal mo

    do la tierra que, en la Biblia, aparece idealizada y se habla de

    ella como "una tierra que mana leche y miel" (x 3,7-8),

    cuand o la rea l idad e s m ucho m s m odes ta .

    Tras la salida de Egipto, el Seor entrega a Israel "la tie

    rra que haba prometido a nues tros padres" (Dt 6,21-23).

    Pero la perm anen cia en e l la depen da de la f idelidad. del