Paisajes Cultivados en Los Valles Altos de La Paz, Una Introducción_Ballivián Julio a. RAE 2008.

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______________________________________________________________________ PAISAJES CULTIVADOS EN LOS VALLES ALTOS DE LA PAZ: UNA INTRODUCCIÓN A LA PROBLEMÁTICA 1 Julio Alejandro Ballivián Torrez 2 Resumen El ensayo examina un tópico de investigación muy poco desarrollado por la arqueología en Bolivia y que en la actualidad es relevante. Se propone el paisaje en los valles altos y Yungas de La Paz, regiones cultivadas hace varios siglos atrás como centros de producción local y regional que han transformado la distribución vegetal, animal y edáfica a partir de las actividades agrícolas y las tecnologías de producción. La arqueología de patrones de asentamiento no considera el estudio de estos sistemas y aleja nuestra comprensión de la relación ser humano-medioambiente. Sin embargo, enfoques como la arqueología del paisaje o la ecología histórica perfilan una visión integral que permite comprender la compleja estructura de la evidencia arqueológica de estos sistemas en las laderas de la cordillera Real. Se considera los sistemas de organización que modificaron el paisaje vegetal y el relieve a través del tiempo y se indaga sobre el aprovechamiento de pisos ecológicos y la composición multiétnica del territorio como una posible solución a los actuales problemas ambientales y de capacidad de producción en la economía andina campesina. Palabras clave: paisaje cultivado, tecnología andina, pisos ecológicos, ayllu, territorio multiétnico. Durante los últimos años el enfoque positivista en la arqueología boliviana ha dominado los estudios regionales basados en la descripción e interpretación de sitios arqueológicos entendidos estos como unidades discretas de información sobre el pasado dispersas en un espacio predefinido 3 . Este tipo de análisis espacial en arqueología se conoce como “Patrones de Asentamiento”. Los patrones de asentamiento hacen referencia al asentamiento y su locación centrando su interés en los “sitios” en tanto que manifestación material o física de la actividad humana contenida en vasijas, vestimentas, herramientas y casas y otro tipo de arquitectura 4 . Sin embargo, las huellas más evidentes de actividad humana en el pasado, son aquellas diseñadas en el paisaje que incluyen no sólo los diferentes tipos de sistemas agrícolas sino también una gran variedad de rasgos asociados tales como acequias, canales, estanques, esclusas, represas, acordonamiento de campos, terrazas, camellones, jardines, etc. 5 . 1 Ponencia presentada a la XXII Reunión Anual de Etnología, MUSEF. La Paz – 2008. 2 Universidad Mayor de San Andrés, Facultad de Ciencias Sociales – Arqueología. e-mail: [email protected]. Telef. (591) 715-17141 – 720-49588. 3 Para una revisión más amplia ver Orton y Hodder 1978; Plog 1990; Plog y Wait, 1978. 4 Ballivián 2007. 5 Denevan 2001.

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Artículo referido a la importancia de las Ciencias del Paisaje en el estudio de la Relación de la Naturaleza y el Ser Humano a través del tiempo

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PAISAJES CULTIVADOS EN LOS VALLES ALTOS DE LA PAZ: UNA INTRODUCCIÓN A LA PROBLEMÁTICA1

Julio Alejandro Ballivián Torrez2

Resumen

El ensayo examina un tópico de investigación muy poco desarrollado por la arqueología en Bolivia y que en la actualidad es relevante. Se propone el paisaje en los valles altos y Yungas de La Paz, regiones cultivadas hace varios siglos atrás como centros de producción local y regional que han transformado la distribución vegetal, animal y edáfica a partir de las actividades agrícolas y las tecnologías de producción. La arqueología de patrones de asentamiento no considera el estudio de estos sistemas y aleja nuestra comprensión de la relación ser humano-medioambiente. Sin embargo, enfoques como la arqueología del paisaje o la ecología histórica perfilan una visión integral que permite comprender la compleja estructura de la evidencia arqueológica de estos sistemas en las laderas de la cordillera Real. Se considera los sistemas de organización que modificaron el paisaje vegetal y el relieve a través del tiempo y se indaga sobre el aprovechamiento de pisos ecológicos y la composición multiétnica del territorio como una posible solución a los actuales problemas ambientales y de capacidad de producción en la economía andina campesina. Palabras clave: paisaje cultivado, tecnología andina, pisos ecológicos, ayllu, territorio multiétnico.

Durante los últimos años el enfoque positivista en la arqueología boliviana ha dominado los estudios regionales basados en la descripción e interpretación de sitios arqueológicos entendidos estos como unidades discretas de información sobre el pasado dispersas en un espacio predefinido3. Este tipo de análisis espacial en arqueología se conoce como “Patrones de Asentamiento”. Los patrones de asentamiento hacen referencia al asentamiento y su locación centrando su interés en los “sitios” en tanto que manifestación material o física de la actividad humana contenida en vasijas, vestimentas, herramientas y casas y otro tipo de arquitectura4. Sin embargo, las huellas más evidentes de actividad humana en el pasado, son aquellas diseñadas en el paisaje que incluyen no sólo los diferentes tipos de sistemas agrícolas sino también una gran variedad de rasgos asociados tales como acequias, canales, estanques, esclusas, represas, acordonamiento de campos, terrazas, camellones, jardines, etc.5.

1 Ponencia presentada a la XXII Reunión Anual de Etnología, MUSEF. La Paz – 2008. 2 Universidad Mayor de San Andrés, Facultad de Ciencias Sociales – Arqueología. e-mail: [email protected]. Telef. (591) 715-17141 – 720-49588. 3 Para una revisión más amplia ver Orton y Hodder 1978; Plog 1990; Plog y Wait, 1978. 4 Ballivián 2007. 5 Denevan 2001.

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Además de estos rasgos agrícolas se hallan aquellos que coordinan las actividades productivas tales como los caminos y senderos, lugares de almacenamiento, lugares sagrados y venerados, y áreas de asentamiento. De esta compleja construcción y transformación material del entorno se deduce la aprehensión simbólica del territorio, como un espacio construido por contingencias históricas particulares de cada lugar, región y sociedad. Como ejemplo podríamos citar la montaña sagrada como metáfora de vida para los ayllus de Yanawaya6.

Figura 1. Representación esquemática de la estructura del paisaje al este de los Andes.

Basado en Erickson 1992. Etnohistoria, Clima y Biogeografía de los valles altos de La Paz.

Los valles altos se encuentran en la parte central del departamento de La Paz, al este del lago titicaca y de la Cordillera Real. Ocupan las provincias Larecaja, Muñecas, Bautista Saavedra, Sud yungas e Inquisivi en cuyas serranías en los siglos XVI-XVII habitaban grupos étnicamente diversos en las provincias de Kallawaya (Larecajas), Chuncho (Lekos, Aguachiles, Arabaonas, Toromonas), Moxos Chachapoya, y de los indios Yungas que compartían el territorio con grupos Lupaqa y Pacaxa del Omasuyo Qolla altiplanico7. En base a esta importante referencia histórica se conoce de los intercambios de productos y con estos el intercambio tecnológico entre grupos amazónicos del piedemonte y grupos de las tierras altas que marcó la pauta para el desarrollo cultural de esta importante y amplia región.

6 Bastien 1996. 7 Saignes 1985

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Estos escenarios culturales se hallan ubicados al interior de las unidades fisiográficas de La Cordillera Oriental y el Subandino, cortadas transversalmente por ríos que transitan en el fondo de los valles sinclinales, angostos y anchos rodeados por serranías paralelas que coinciden con grandes alineamientos anticlinales8. El clima reinante es muy variado y depende fundamentalmente de la circulación de los vientos alisios. Las precipitaciones anuales de lluvia sobre los primeros contrafuertes del pie de monte y subandino alcanzan los 6.000 mm producto de las masas de aire caliente cargadas de humedad provenientes del nor-noreste y que disminuyen hacia el sur. Este flujo de aire regular se ve normado por el clima tropical, es decir verano lluvioso e invierno seco.

Este sistema persiste con regularidad hasta alcanzar la inflexión sur –

sureste de la cadena o el codo cordillerano. Al norte de este punto los vientos alisios aportan con la humedad originada en el atlántico y al norte del Ecuador acrecentada por la evapotranspiración de la foresta y de la zonas inundadas de Moxos. Hacia el sur del codo cordillerano los aportes provienen sólo de los alisios del sector sureste. Este fenómeno se produce por el cambio de orientación de las laderas, es decir la exposición hacia el noreste y el cambio de ubicación de los trópicos9.

A lo largo de los Andes la variabilidad climática, ecológica y edáfica ha marcado la presencia de centros o núcleos de importante biodiversidad. Sin embargo, este amplio rango de variaciones altitudinales y latitudinales desde los 500 hasta los 6.000m implica el riesgo agrícola propio de la variación en las temperaturas del aire, la radiación, la luz, y la disponibilidad del agua. Las temperaturas del suelo y del aire varían como resultado de la radiación solar captada en las distintas estaciones del año. La temperatura de congelación o las heladas son otro factor importante a tomar en cuenta por que reduce drásticamente la temperatura del aire, congelando el agua en el interior de las células de los tejidos vegetales. A pesar de estos riesgos, este complejo escenario climático y fisiográfico es el inicio de una larga trayectoria cultural y tecnológica en la agricultura andina. Paisajes cultivados: sistemas agrícolas, sistemas hidráulicos e inventiva.

Un trabajo de reconocimiento a la zona permite apreciar la escala y la intensidad con la que las cuencas que forman los valles fueron transformadas y aprovechadas. Cada microcuenca posee una capacidad de aporte en agua, una distribución de suelos con distintas potencialidades orgánicas y químicas, y cierta apertura de la pendiente en ladera. Es común que la base de los valles se encuentren encajonados para dar paso a terrazas aluviales, que se hallan algunas veces disectadas por el cauce de los ríos.

8 Montes de Oca 1995 9 Ibíd.

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Inmediatamente trasponiendo las cumbres nevadas es posible apreciar sistemas agrícolas descendiendo las laderas desde los 4.500 m de altura. Los sistemas agrícolas más comunes en topografía de ladera son los escalonamientos artificiales. Existe una gran variedad de obras escalonadas en los Andes que implican la transformación de la relación original entre el suelo y la vegetación, así como de la pendiente de ladera con la estabilización de suelos (Aplanar).

Es posible que la variedad de terrazas y escalonamientos se deba a una

exagerada adaptación local a ciertas circunstancias climáticas, edáficas o topográficas. Por otro lado también se debe a diferencias en los procesos culturales espaciales y temporales que inciden en los materiales utilizados en su construcción y la función alcanzada. A pesar de dicha variabilidad podemos intentar una clasificación general de los escalonamientos artificiales en10:

1. Terrazas de banco con muros de retención de piedra, entre estos: a. Terrazas rectangulares simétricas, rectangulares asimétricas b. Terrazas rectangulares onduladas, cóncavas y convexas

Fotografía 1. Terrazas de Banco. Río La Paz. (Foto Julio A. Ballivián)

2. Plataformas excavadas con muros de piedra y muros vegetados

10 Basado en Aguilar y Vilches 2002, Schulte 1996, Schulte et al 1998, Chilón 1997, 1995 y CONAFOR (México) 2007

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Fotografía 2. Plataformas corte Terraplén. Inquisivi. (Foto PROMARENA)

3. Terrazas de formación lenta o formación sucesiva (bordos)

Fotografía 3. Terrazas de formación lenta a 4500m próximo a Pongo (Foto PROMARENA)

4. Terrazas grada o gradería de alta pendiente para control y nivelación de

aguas

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Fotografía 4. Gradería. Desde la cumbre hasta Italaque. (Foto Julio A. Ballivián)

5. Terraza corral cerco o purej.

Fotografía 5. Terrazas Corral. Cuenca Sur Lago Poopó. (Foto Julio A. Ballivián)

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6. Terrazas contorno de ladera (curva de nivel) ubicadas en las partes bajas y fondos de ladera

Fotografía 6. Terrazas de Contorno. Charazani. (Foto Julio A. Ballivián)

Regularmente los sistemas agrícolas de terrazas incluyen sistemas

hidráulicos de irrigación o drenaje, que se clasifican en diferentes tipos dependiendo de la disponibilidad ó la cantidad de agua. En los valles altos de La Paz se registraron en las proximidades de Quiabaya, Sorata, Collpani, Mocomoco, Aucapata, Ayata, así como también en Cerro Potrera en Inquisivi. Aparentemente, el riego hacía posible 2 o más cosechas anuales. En la actualidad muy pocas comunidades (Kallawaya) conocen el manejo de estos sistemas por lo que muchos de estos canales, matrices y estanques se hallan erosionados (Quiabaya-Wayrupakari; Coya-Inquisivi) y en abandono.

La intensidad y extensión con la cual aparecen estos rasgos en el paisaje al

interior de las cuencas de los ríos nos permiten apreciar un manejo integrado de suelos, vegetación y agua que demuestra un régimen de administración y tenencia de tierra muy particular y distinta al actual. Parece que sus constructores comprendían que el equilibrio ambiental de una cuenca depende de la comprensión de la capacidad de producción que se pueda desarrollar en ella, que la demanda energética sea igual o menor a la oferta de la cuenca. Transformaciones Observadas.

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Suelos. La transformación más evidente en los suelos es la presencia de una capa arable con altas proporciones de material orgánico11, elementos como fósforo, potasio, oxígeno y nitrógeno12. Si bien este uso es mejor conocido para cultígenos de los campos de ladera, en las partes más altas de las cuencas es posible apreciar canales de irrigación en pequeñas praderas para el cultivo de pastos de altura muy requeridos para la crianza de ganado (camélido y otros). Lo que nos propone la existencia de agricultura para pastoreo como una forma de complemento, dado que según datos estudiados por Sebill13 en los siglos XVI y XVII en el repartimiento de los Ayllus de Chaqui en Potosí y la hacienda Llanqueuma en los valles de La Paz, en las parcelas agrícolas se guardaba el ganado (camélido) para “hacer abonar” o fertilizar con grandes cantidades de estiércol la superficie arable. De manera paralela el ganado se encargaba de desyerbar las parcelas en las terrazas o en los campos. La estabilización de la pendiente es una transformación en el relieve y la estabilización de los suelos mejora el drenaje de aguas. Vegetación. La transformación de la vegetación se puede medir a través de cambios en los patrones de distribución zonal sobre la pendiente14. Zonas de descanso agrícolas presentan una clara sustitución de las series de vegetación del bosque original lo que afecta el desarrollo de la vegetación silvestre15. Siguiendo los grados de transformación propuestos por el profesor Denevan16, la transformación vegetacional puede distinguir tres escalas:

a) Los cultígenos o plantas domesticadas propiamente. Se trata de especies vegetales que han sufrido transformaciones fisiológicas o morfológicas y que como alimento, su desarrollo depende en gran medida de la acción humana. Son los vegetales que los últimos 50 años han recibido mayor atención de los investigadores. Muchos estudios abundan sobre temas tales como el origen de la domesticación, historia, distribución, características, la domesticación de ciertas especies, su antigüedad, etc., por el contrario muy pocos han intentado estudiar las técnicas, herramientas, ecología de plantas y la reproducción del entorno utilizadas en tales procesos. En Bolivia, en el presente los cultivos como la papa (Solanum tuberosum) y la quinua (Chenopodium quinoa) son alimentos involucrados en reivindicaciones políticas, sociales y culturales, sin embargo los paisajes donde estos se han domesticado y cultivado tradicionalmente son ignorados desmereciendo su trascendencia histórica.

11 Próximamente publicaremos resultados de análisis químico de suelos en terrazas precolombinas provenientes de la región. 12 Schulte 1996 13 Sebill 1989 14 Navarro y Maldonado 2005 15 Ídem. 16 Denevan 2001.

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b) Las plantas semi-domesticadas en las cuales se encuentran cierto grado de modificación producto del manejo o selección intencional o involuntaria. Las palmas son un caso ejemplar. Entre estos la etnobotánica17 ha descrito las plantas utilizadas en la elaboración de vestimentas o aquellas de uso medicinal-ritual.

c) Una tercera categoría planteada son plantas silvestres las cuales son

algunas veces plantadas o protegidas (domesticación incidental) para usos domésticos como leña, material de construcción en viviendas, armas, herramientas, como alimento y medicina.

Todos estos procesos vegetales pueden ser cotejados en los paisajes de los

valles altos de La Paz donde los últimos 100 años hubo una fuerte sustitución forestal de especies nativas como Queñua (Polylepis ssp y Polylepis Tarapacana), Qeswara (Buddleja incana y Buddleja spp) por especies introducidas tales como los Pinos (Podacarpus oleifolius) y los Eucaliptos (Eucaliptus globulus). El manejo inadecuado de estas especies da como resultado un déficit en el agua en la cuenca, y una competencia desigual con cultivos locales. Adicionalmente podemos mencionar que al momento del contacto y la colonización, España tenía en el Viejo Mundo una larga trayectoria comerciando mercancías en el mediterráneo, tecnologías18, plantas y animales domesticados que fueron paulatinamente adaptados e introducidos en los ecosistemas del Nuevo Mundo19 y que hoy pesan en la configuración del paisaje resultado de la acumulación de eventos y ciclos históricos. Sistemas hídricos. La importancia del agua y su manejo es un indicador clave para entender los sistemas de administración de tierra. Dependiendo la demanda de producción el acceso al agua podría asegurar el rendimiento de varias cosechas al año en un sistema climático predecible20. Sin embargo, no todas las laderas requieren irrigación dependiendo de la orientación cardinal de la ladera hacia las masas de aire húmedo del noreste y de la presencia de tomas de agua como manantiales o encañadas y ríos. Pude constatar que cuando el suelo o los cultivos así lo requieren, el agua es transportada por canales (acueductos, zanjas, acequias) por varios kilómetros21. Este patrón de riego hoy abandonado en la región, implica una utilización comunitaria o macro comunitaria de los recursos hídricos ya que la construcción, mantenimiento y manejo de los sistemas hidráulicos requiere la intervención de varias familias o comunidades. El sistema

17 Moraes et al. 2006 18 Arado de Tiro (yunta y bueyes), Molinos de viento y otras herramientas agrícolas que no tienen paralelo en la agricultura andina o amazónica. Especies vegetales comerciadas con el sur del Asia, la India y Medio Oriente. 19 Denevan 1992, 2001, Gade 1992 20 Una característica muy interesante de la tecnología agrícola en los Andes es que su desarrollo se halla marcado por la aparición del fenómeno climático El Niño (sequía) y La Niña (inundación) 7.000 AP. 21 Entre las localidades de Sorata y Quiabaya observamos que existe una acequia-canal excavada en superficie y rellenado en los laterales que recorre entre 15 y 20 km de distancia a media ladera de montaña (ver foto).

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de minifundio y parcelado22 involucra la propiedad individual de la tierra, hecho que a dado lugar a un uso desordenado de los recursos naturales, conduciendo a veces al deterioro del suelo y de los recursos hídricos.

Figura 2. Canales de irrigación en Quiabaya asociados a campos de cultivo (Fotos Julio A. Ballivián)

22 En uso desde la reforma agraria de 1953

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Figura 3. Vista panorámica del trazo de los canales. (Fotos Julio A. Ballivián)

Control de pisos ecológicos, complementariedad alimentaria y territorios multiétnicos.

Una característica importante en la sociedad colonial de los siglos XVI y XVII fue la presencia de las Haciendas en los repartimientos de cada provincia. A pesar que la pertenencia de la tierra cambio a manos españolas, la fuerza de trabajo se mantuvo organizada independientemente con la continuidad de los Curacas o Caciques que gobernaban los reinos que encontraron los españoles cuando pagaban tributo al Inca. Los individuos se organizaban en familias nucleares, los jóvenes eran empadronados como familias inmediatamente contraían nupcias para tener un aproximado de la tasa en las unidades productivas económicamente activas23. Cada familia pertenecía a un ayllu, cada repartimiento podría variar el número de ayllus que contenía (12, 10. 8, 7). Según los textos coloniales, el ayllu precolombino formaba parte de un segmento superior proveniente de una mitad o parcialidad ubicada arriba o abajo en un esquema geográfico (Anansaya – Urinsaya, Umasuyo - Urcosuyo). Amabas parcialidades formaban parte de una sola entidad reconocida por los españoles como Reino o Señorío. Existen muchas menciones coloniales de estas entidades Killakas, Soras, Cuis, Charcas, Pacaxas, Lupaqas, Uruquillas, etc.24.

23 Unidades productivas económicamente activas como contraste a aquellos declarados “reservados” (Sebill 1989: 23) 24 Espinoza 2003; Saignes 1985

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Fotografías. 7 y 8 Manejo comunitario de Recursos Naturales. (Fotografías PROMARENA).

El conocido control de pisos ecológicos propuesto por Condarco y Murra,

reconoce la importancia del acceso a diferentes recursos naturales que se hallan a diversos niveles altitudinales o pisos ecológicos. Así, los habitantes de la puna tenían acceso a tierras en los valles orientales, costeros y yungas. Dado que los ayllus no son entidades completamente autónomas el acceso a las tierras en otras zonas ecológicas de producción se llevaba a cabo mediante lazos de parentesco, reales o ficticios, entre familias procedentes de distintos ayllus como se ha documentado etnográficamente de manera amplia en los ayllus del norte de Potosí25.

Desde esta perspectiva, si trazaríamos un mapa sobre los territorios de los ayllus enfrentaríamos una gran dificultad tratando de encontrar la ubicación de las tierras “temporales” de cada Unidad Productiva26 y sus sayañas27 ubicadas en alguna zona ecológica: puna, valle o yungas. Esto se debe a que el acceso a la tierra era asegurado por varios medios sociales como la fiesta según calendario agrícola, los matrimonios entre lejanos y la redistribución productiva en las diferentes zonas intermedias que componen el escenario andino. Como resultado de este proceso podríamos afirmar que el ayllu como unidad social es paradójicamente similar a las empresas transnacionales modernas en el sentido de poseer una locación desterritorializada, es decir que se halla en varios lugares a la vez y no representa la identidad de varias naciones excepto la propia.

Con esta breve introducción sobre el ayllu, podemos entender la presencia de territorios multiétnicos que no solo mantienen una relación vertical en el sentido de los pisos ecológicos, sino que además horizontal con el acceso de poblaciones

25 Platt 2006. 26 Siguiendo la caracterización de Sebill para el caso colonial 27 Sayaña es lo que en el presente se conoce como un conjunto de parcelas que puede medir varias hectáreas de tierra (Schulte 1996, Chilón 1997)

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provenientes de diferentes latitudes al norte y al sur. Esto ha dado paso a un gran número de dinámicas sociales y culturales que se han resuelto en diferentes periodos de la historia en marcados procesos de contracción y de expansión agroecológica hoy manifiestos y grabados en los paisajes cultivados tan visibles no solo en los valles altos de La Paz, sino en toda la región andina. A modo de conclusiones: algunas problemáticas Según experto del banco mundial (Willem Janssen28) 41% de la pobreza en Latino América se halla en las zonas rurales, 36% de la población total en Bolivia es rural y hasta un 43% vive de la agricultura (FIDA 200829). Esta situación se debe al desarrollo económico en el cual se halla el área rural, los alimentos y la agricultura se perfilan como un espacio muy necesario debido al aumento sustancial de la población, de la pobreza y la escasez del alimento producto de la presión ecológica ejercida por el despegue económico del primer mundo. Debido a la demanda creciente por combustibles, (ahora biocombustibes) las malas cosechas reportadas el 2007 en Australia, el crecimiento geométrico de las economías agrícolas de China e India han desarrollado una tendencia a largo plazo de incremento en los precios de los alimentos.

La agricultura es el medio de subsistencia del 86% de la población mundial,

de los 5.500 millones de habitantes 55% son campesinos, de estos 2.200 viven con menos de 2 $us al día y 800 millones con menos de 1 $us al día.

En Bolivia en los 80 municipios más “pobres” 1 de cada 2 niños presenta

desnutrición. Según entrevista con el mismo experto del banco mundial la solución pasa por la subvención de los alimentos en las zonas rurales. Este hecho representa una notable inseguridad alimentaria y una creciente deuda externa sujeta al crédito internacional.

Quizás el éxito alcanzado por las sociedades andinas y amazónicas al este de los Andes no se halle centrado únicamente en la tecnología desarrollada adecuada a la alta variabilidad climática, altitudinal y latitudinal, ya que a través del tiempo fueron los paisajes quienes se adaptaron a las actividades humanas. Es posible que la verdadera riqueza productiva se halle en las instituciones sociales creadas para manejar y administrar la tierra y todos los recursos naturales que esta posee. La organización comunal, el ayllu y todas las acciones y dispositivos culturales al interior de estos han creado un tipo de desarrollo productivo sostenible en el ecosistema andino.

Por otro lado, todo efecto positivo/negativo en torno a la conservación de la

biodiversidad natural, paisajes vivos o por el contrario la existencia hoy de paisajes esquilmados o suelos degradados se trata de una externalidad a los sistemas de producción desarrollados. Es poco aceptable que exista el indígena ecológico en

28 Informe del Banco Mundial. LANACION.COM 29 Ibíd.

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el sentido de “el buen salvaje protector de la naturaleza, cosmovisionista” al contrario parecen ser otros los que se benefician de esta visión industrialista de la cultura y la naturaleza y los mismos indígenas los que se perjudican en un juego de supuestos desigual30.

En la base de la economía campesina aún se halla la agricultura y la ganadería como actividades legendarias y tradicionales del habitante rural. Otros ciclos culturales se han iniciado al interior de la sociedad andina que es absorbida y a la vez expulsada por la urbanidad o la sociedad peri urbana. La economía mercantil y la ecología del capitalismo, la mecanización del agro y la agroindustria ponen en el filo la sostenibilidad ecológica de los ecosistemas cultivados en los Andes.

Investigaciones demuestran un uso excesivo de fertilizantes químicos, pesticidas, herbicidas e insecticidas y de sus efectos nocivos para la salud en diferentes regiones del país31. Dichos efectos no solo repercuten en la salud de los productores sino también inevitablemente en la de los consumidores ingresando no solo en la cadena productiva sino en la cadena trófica en la cual también participan los suelos y los micro organismos que los crean. El sistema minifundio de tenencia individual y privado de tierra (parcelas) en la región andina desarrollado en la república, fomenta el manejo desordenado de los recursos naturales en desmedro de un manejo de las cuencas hidrográficas. El agua en el presente en algunas laderas andinas es motivo de muchas disputas comunales en función al control y manejo, dado que las tomas de agua principales y vertientes son de propiedad privada y ya no pertenecen a la comunidad o el ayllu. ¿Será la reconstitución de los antiguos sistemas de tenencia de tierras una solución plausible al problema actual de la mala administración de los recursos naturales? ¿Será la recuperación de tierras del latifundio y de los grandes terratenientes en el oriente boliviano la necesidad más imperiosa para la reposición de antiguos o nuevos sistemas de tenencia de tierras? ¿En qué trabaja la arqueología como ciencia para plantear posibles respuestas y soluciones?

Es posible que el trabajo multidisciplinario entre arqueólogos, agrónomos, ecólogos, geógrafos y antropólogos, pueda crear los insumos necesarios para promover políticas estatales en torno a estas problemáticas y la arqueología recupere la importancia social que desde los tiestos, las ollas o las ruinas le hemos negado. Referencias Citadas. Aguilar Martín y Ruth Vilches. Terrazas Agrícolas Una Estrategia cultural y tecnológica de desarrollo rural andino. ISALP – PIEB. Fundación PIEB, Entrelíneas. COMUNICACIÓN EDITORIAL, La Paz 2002.

30 Morán 2008. 31 La Razón, marzo 2008

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Ballivián, Julio A. Senderos y Caminos: Arqueología del Paisaje en la Cuenca Alta del Río Pilcomayo. Ponencia presentada en “Primer Seminario de Caminos Precolombinos de Bolivia”. IIAA – UMSA. La Paz, 2007. Bastien Joseph. La Montaña del Cóndor. Metáfora y ritual en un ayllu andino. Hisbol 1996. Chilón Eduardo. Terrazas Precolombinas, Taqanas, Quillas y Wachus. Ediciones CIDAT, UNIR - UMSA. La Paz 1997. __________ El “Hardware” de la tecnología andino-amazónica. De Sukakollus, Taqanas, Tarazukas y Q’otañas, en: Pro Campo, # 61, 1995. Denevan William. Cultivated Landscapes of Native Amazonia and the Andes. Oxford Geografical and Enviromental Studies. Oxford Press. 2000 _________ The Pristine Myte: The Landscape of the Americas in 1942. Annals of Association of American Geographers, 82(3) Madison 1992. Erickson Clark. Prehistoric Landscape Management in the Andean Highlands: Raised field agriculture and its environment impact. Population and Environment. Vol. 13 Nº4. 1992 _________ The Lake Titicaca Basin a Precolumbian Built Landscape. En: Imperfec Balance: Landscape Transformations en the Precolumbian Americas. Columbia University Press. New York. 2000. Hodder, Ian y Clive Orton. Spatial Analysis in Archaeology. Cambridge University Press, Cambridge. 1976 La Razón. Periódico de circulación Nacional. Reportaje de la semana “Agrotóxicos en Bolivia”. Marzo de 2008. La Paz. Montes de Oca, Ismael Geografía y Clima de Bolivia. Boletín del Instituto Francés de estudios andinos. 24(3): 357-368, 1995. Moraes Mónica, Prem Jai Vidaurre y Narel Paniagua. Etnobotánica en los Andes de Bolivia. En: Botánica Económica de los Andes Centrales. Moraes et al. Editores. Universidad Mayor de San Andrés, La Paz 2006. CONAFOR. Protección, restauración y conservación de suelos forestales. Manual de Obras Prácticas. Ramón Cordaza et al. Jalisco, 2007.

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