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  • ndice

    Agradecimientos .......................................................... 9

    Nota para el lector ....................................................... 13

    Introduccin ................................................................ 15

    Captulo 1 Era Pablo realmente judo? ......................................... 21

    Captulo 2 Pablo: el problema ....................................................... 29Los problemas de las pruebas ........................................ 30Hechos versus cartas de Pablo ......................................... 30Las cartas disputadas ..................................................... 39Problemas de interpretacin .......................................... 48Ambigedad .................................................................. 50Contradicciones ............................................................. 55

    Captulo 3 Cmo lleg Pablo a ser cristiano ................................. 61Antiguas visiones de Pablo ............................................ 61La vida ejemplar de Pablo .............................................. 65Agustn ........................................................................ 77Lutero .......................................................................... 85

  • PABLO NO FUE CRISTIANO

    Captulo 4 Leer a Pablo como un judo ......................................... 95Los intrpretes judos modernos de Pablo ..................... 95La nueva perspectiva sobre Pablo .................................. 102

    Captulo 5 La herencia juda de Pablo ........................................... 113Dios y culto .................................................................. 115Tor y eleccin ............................................................. 126Redencin .................................................................... 146

    Captulo 6 Quin es y quin no es judo? ..................................... 161

    Captulo 7 La flexibilidad de los fariseos ....................................... 189

    Captulo 8 Pablo, el (ex?) fariseo .................................................. 215

    Captulo 9 Un judo tpico ............................................................ 243Prejuicios ...................................................................... 243Dios, tica, pureza y sexo .............................................. 247Escritura y Tradicin .................................................... 268

    Captulo 10 Un monotesta judo radical ........................................ 277Dios: el centro del pensamiento de Pablo ...................... 285La fe de versus la fe en Jesucristo ............................. 304

    Captulo 11 Una misin encomendada por Dios ............................. 313Abrahn y los paganos .................................................. 319

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    Captulo 12 Al contrario, nosotros ratificamos la Ley! ............... 331

    Captulo 13 Justificacin mediante Jesucristo ................................. 377

    Captulo 14 Es el final del mundo tal como lo conocemos .............. 391

    Glosario ....................................................................... 399

    Bibliografa .................................................................. 403

    ndice de autores y materias ........................................ 419

  • Agradecimientos

    Creo firmemente que la investigacin es un esfuerzo de equipo, no una empresa realizada en solitario. Tengo una deu-da enorme con los especialistas que me han precedido, dema-siados para que pueda nombrarlos a todos. Pero faltara a mi deber si no doy las gracias a aquellos que han tenido una fun-cin relevante al ayudarme a desarrollar mi ref lexin sobre Pablo. El lector que mire las notas a pie de pgina ver que es-toy especialmente en deuda con la obra de cuatro especialistas: John Gager, Lloyd Gaston, Krister Stendahl y Stanley Stowers. Sin su trabajo pionero, no habra sido posible realizar esta obra. Lo mismo cabe decir de los tres especialistas judos que realiza-ron una importante investigacin sobre Pablo: Daniel Boyarin, Mark Nanos y Alan Segal. Su ejemplo me inspir para escribir este libro. Agradezco a todos ellos su compaerismo, su apoyo y su dilogo.

    Es mucho el tiempo que me ha llevado escribir esta obra. A lo largo de los aos he compartido fragmentos de ella con mu-chos de mis colegas, que la han comentado y han influido en ella de diversos modos, pero debo dar las gracias especialmente a quienes leyeron partes de este manuscrito conforme iba ter-minndolo: Neil Elliott, Dennis Haugh, Jonathan Klawans, Jeff Siker y Amy Erickson. Lo leyeron con suma atencin y, en muchos casos, me libraron de cometer errores problemticos. Mi muy sufrido editor, Roger Freet, permaneci a mi lado cuando otros se habran dado por vencidos y me ayud a que el libro fuera ms legible.

  • 10 PABLO NO FUE CRISTIANO

    Quiero tener en cuenta tambin a las organizaciones e insti-tuciones que me apoyaron en la escritura de este libro. La Association of Theological Schools Theological Research Fellowship, patrocinada por la Lilly Foundation, financi du-rante 2001-2002 la investigacin y el trabajo sobre la obra que posteriormente se introducira en este libro. La Association for Religion and Intellectual Life me dio la oportunidad de parti-cipar en el seminario de verano del Coolidge Fellows en Nueva York en 2004, donde pude relacionarme con varios especialis-tas que trabajaban en una variedad de proyectos interesantes. Ese verano tambin me posibilit trabajar durante un tiempo en la Lowe Library de la Universidad de Columbia y en la Burke Library del Union Theological Seminary, donde fui ayu-dada por el extraordinario manejo de las fuentes de Seth Kasten.

    Doy las gracias a la facultad, a los estudiantes y al personal de la Iliff School of Theology, donde he ejercido la docencia durante los ltimos catorce aos. Iliff ha sido siempre un lugar que ha apoyado la investigacin, y le estoy enormemente agra-decida. Muchos de mis colegas hicieron comentarios sobre esta obra, tanto informal como formalmente, en los coloquios de la facultad. Estas conversaciones me ayudaron siempre a aclarar mi pensamiento. Una mencin especial merece Richard Valantasis, compaero de departamento entre 1999 y 2006, que me apoy acadmica y personalmente a lo largo del desa-rrollo de este libro. Y sera una negligencia por mi parte no mencionar a las Scribbling Women, que me dieron el apoyo, la energa y el consejo que necesitaba para terminarlo.

    Los estudiantes de la Iliff School of Theology han jugado un papel muy importante en el desarrollo de este libro. En cada clase dedicada a Pablo he aprendido bastante de sus preguntas e intuiciones. Estoy especialmente en deuda con los estudiantes del programa conjunto de doctorado de la Universidad de Denver y de la Iliff School of Theology. Se encuentran entre los mejores a quienes he enseado en cualquier lugar y es un privi-

  • AGRADECIMIENTOS 11

    legio para m ser su profesora. Varios estudiantes de mster y de doctorado me ayudaron como asistentes de investigacin en diversos momentos de este proceso; me refiero a Megan Ramer, Ann Dunlap, Derek Krebiel, Selena Billington, Mark Maxwell y, especialmente, a Erich Smith, que permaneci conmigo hasta el final y trabaj duro para localizar las referencias bibliogrficas.

    Para terminar, deseo dar las gracias a mi familia tanto a los Eisenbaum como a los George con ese tipo de profunda gratitud que resulta difcil de expresar. Quinn y Ryan, mis hi-jastros, tuvieron que soportar hasta un grado mximo la dura-cin e intensidad de mi dedicacin a este proyecto, y les agradezco su paciencia. Finalmente, nadie merece tanto mi agradecimiento como mi marido, Mark. Ley la totalidad del manuscrito con su agudo ojo editorial y, lo que es ms impor-tante, cre el ambiente carioso y comprensivo que me permi-ti escribirlo. Mark, sin ti no lo habra logrado. Te amo, y a ti te dedico este libro.

    Lamento que el profesor Stendahl muriese antes de acabar esta obra. Fue mi tutor durante mis estudios en Harvard y, en cierto sentido, mi viaje con Pablo comenz con l hace ms de veinticinco aos. Lo echar de menos.

    Pamela EisenbaumDenver, Colorado

    11 de abril de 2009Pesaj, da 3

    Ao Jubilar dedicado a san Pablo por Benedicto XVI

  • Introduccin

    Una vez, visitando una iglesia grande y rica de la ciudad el Domingo de Pascua, escuch a un hombre que estaba dando un testimonio de su conversin al cristianismo. Hablaba de cmo anhelaba un sentido espiritual y de cmo buscaba ansio-samente la verdad religiosa a largo de su vida (me pareca que tendra unos cuarenta o cincuenta aos), pero deca que siem-pre le decepcionaban las respuestas que le daban, hasta que re-cientemente haba descubierto a Cristo. De pronto, se dio cuenta de que su vida anterior era una vida de pecado. Antes de convertirse, explic, haba sido judo. Pero ahora haba acepta-do la gracia del amor incondicional de Dios en Jesucristo y haba dejado el pecado del judasmo.

    La verdad es que ya no puedo recordar los detalles de su discurso, que era bastante largo, pero estoy segura de que aso-ciaba, si es que no llegaba a identificar, una vida juda con una vida de pecado. Cuando comenz a hablar de su srdido pasa-do, me esperaba algo ms estereotpico al menos, tal como yo me imaginaba el estereotipo de los testimonios cristianos que se dan en el contexto de las iglesias evanglicas protestantes de Norteamrica. Pens que dira que haba sido alcohlico o dro-gadicto, o que haba abusado de miembros de su familia o bien que haba estado obsesionado con el dinero y el prestigio, y que, por consiguiente, viva una vida superficial y vaca; sin embargo, no mencion ninguna de estas cosas. La descripcin de su vida anterior, denominada vida de pecado, me pareci perfectamente respetable. La mencin del judasmo y del peca-

  • 16 PABLO NO FUE CRISTIANO

    do en la misma frase me produjo un impacto doloroso, por decirlo suavemente.

    Como juda que soy, me resulta profundamente ofensiva la idea de que el judasmo es una religin imperfecta inherente-mente vinculada al pecado. Desafortunadamente, se ha unido esta idea con el apstol Pablo, pero en realidad procede de una larga historia de intrpretes cristianos del apstol. Mientras que prcticamente los cristianos de todo tipo, catlicos y protestan-tes (tanto los histricos como los evanglicos), aceptan sin ma-yor problema que Jess era judo, Pablo es tpicamente considerado como el primer verdadero cristiano. Esta imagen de Pablo tambin exige que sea el primer verdadero converti-do al cristianismo. La historia que tradicionalmente se cuenta de Pablo es la siguiente: era un judo celoso que persegua a la Iglesia hasta que sucedi algo totalmente milagroso, a saber, Jess resucitado se le apareci. Esta revelacin hizo que Pablo se convirtiera del judasmo al cristianismo y que de ser un fariseo celoso pasara a ser un predicador imparable del Evangelio de Jesucristo. Una vez convertido, se dio cuenta de la futilidad del judasmo, con sus interminables exigencias le-gales, y lo rechaz.

    Al combinar estos supuestos sobre la biografa de Pablo con la teologa de sus cartas, tal como ellos las entendan, los intr-pretes cristianos llegaron a creer que la experiencia de conver-sin de Pablo le condujo a formular la doctrina de la justificacin por la fe, una doctrina que se encuentra en el cen-tro del cristianismo y que, al mismo tiempo, define a este como la anttesis del judasmo, considerado tpicamente como la reli-gin de las obras. Segn esta concepcin, el cristianismo reco-noce correctamente el inevitable fracaso de los seres humanos para obtener la justicia y, por consiguiente, la necesidad de aceptar la gracia de Dios en la forma de Jesucristo, mientras que el judasmo pone errneamente su fe en la capacidad de los seres humanos para obtener la salvacin mediante sus propios esfuerzos. A lo largo de los siglos, los telogos cristianos han

  • INTRODUCCIN 17

    oscilado entre ver a los judos como meramente equivocados o como obstinadamente insolentes, pero estaban totalmente de acuerdo en que una teologa que apoya la salvacin por las obras refleja una mala religin, porque niega la gracia de Dios. As pues, aquel hombre que describi su conversin del judas-mo al cristianismo como un paso del pecado a la gracia haba seguido casi a la perfeccin el guin paulino tradicional.

    Puesto que la imagen negativa del judasmo est tan estre-chamente unida a Pablo, la mayora de los intrpretes judos del apstol no han dicho nada bueno a su favor. Sin embargo, mi inters por escribir un libro sobre Pablo no surgi por un resen-timiento vengativo, sino porque me identifico apasionadamen-te con su perspectiva sobre el mundo. Al igual que Pablo, yo vivo como una juda entre paganos. Aunque soy juda, mi espe-cializacin en los orgenes del cristianismo me hizo aterrizar en el campo de la enseanza dentro de un instituto de teologa cristiana. Estoy segura de que no todos mis estudiantes son cristianos ni estn estudiando todos para dedicarse al ministe-rio, pero muchos s. Si bien nunca contempl la posibilidad de ensear en una institucin de este tipo al comenzar mi carrera acadmica, actualmente lo considero un privilegio. Estar en una institucin cristiana me ha hecho ms autoconscientemen-te juda y, de manera bastante sorprendente, ha contribuido tambin a que desarrolle mi capacidad de ver a Pablo como un judo. Adems, he llegado a considerarlo como un judo que se enfrent con una cuestin con la que enfrentan muchos judos norteamericanos de hoy: cmo conciliar el hecho de vivir como un judo con el hecho de vivir en y entre el resto del mundo que no es judo?

    Pienso que es seguro afirmar que esta cuestin trasciende la peculiar situacin de los judos norteamericanos de nuestro tiempo. Formulado genricamente, el problema al que me re-fiero concierne a la relacin entre la particularidad y la univer-salidad. Todo el que desee mantener la particularidad de su identidad tnica o religiosa sin negar la validez de la identidad

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    particular del otro, afronta este problema. Creo que Pablo re-flexion sobre este problema y finalmente desarroll unas in-tuiciones de gran calado, unas intuiciones que en gran medida se han pasado por alto debido a la imagen tradicional del Pablo cristiano. No podemos ver cmo afront Pablo el problema de la diferencia humana a menos que reconozcamos en primer lu-gar que l era un judo, tanto antes como despus de su expe-riencia de Cristo, y que luch con la disonancia fsica y cognitiva de ser judo en un mundo de no judos. As pues, este libro es un intento de resucitar, por as decirlo, a Pablo como judo para ofrecer una lectura constructiva y alternativa de sus cartas que los cristianos y los judos y, tal vez, otros van a encontrar convincente.

    Yo tambin escribo este libro como un reto al retrato de Pablo que ha reinado durante casi dos milenios. Pretendo sacar a la luz la parcialidad incrustada en el retrato tradicional de Pablo y los modos en los que ha contribuido a las grandes dis-torsiones del judasmo y ha jugado un papel nada desdeable en la historia del antisemitismo. Al mismo tiempo, y con igual importancia, tengo la intencin de demostrar que pue-do explicar las cartas de Pablo convincentemente y construir as un retrato del apstol ms creble y fidedigno para aque-llos lectores que estn interesados en entender mejor su vida y obra.

    La imagen de Pablo que presentamos en este libro es la de un hombre que, parafraseando a Krister Stendahl, fue llama-do, ms que convertido1. Dicho con otras palabras, Pablo fue llamado por Dios para cumplir una misin particular, una mi-sin que haba sido anunciada por los profetas hebreos, a saber, la de llevar el conocimiento del nico Dios el Dios de Israel a todas las naciones del mundo. Pablo crea que el reconoci-miento del nico Dios por los paganos era necesario para que pudieran participar en el mundo venidero. As pues, Pablo no

    1 Krister Stendahl, Paul Among Jews and Gentiles, Fortress, Filadelfia, pp. 7-23.

  • INTRODUCCIN 19

    fue un cristiano palabra que en todo caso desconoca, porque an no se haba inventado. l era un judo que se entenda involucrado en una misin divina. Como judo, Pablo se crea encargado del conocimiento especial que Dios solo haba dado a los judos. Sin embargo, Pablo tambin crea que la resurrec-cin de Jess indicaba que el mundo venidero estaba ya llegan-do y que era el momento de reconciliar a los no judos con Dios. La reconciliacin de los no judos con Dios tambin sig-nificaba reconciliar a los no judos con los judos, y no porque fueran necesariamente hostiles unos con otros, sino porque, si todas las personas eran potencialmente hijos de Dios, los ju-dos y los paganos tenan que considerarse ahora parte de la misma familia; esto implicaba un nuevo nivel de interaccin e intimidad.

    En contra de la opinin dominante, pienso que la orienta-cin teolgica de Pablo con respecto al mundo puede usarse fructferamente para reflexionar sobre el pluralismo religioso. Espero demostrar bien esta afirmacin en las pginas que si-guen. Espero, adems, que este libro permita que los lectores judos y cristianos comiencen a apreciar el pluralismo teolgico de Pablo. Los judos han presentado tpicamente a Pablo como el gran traidor del judasmo. Creo que esta imagen es tan inco-rrecta como la imagen tradicional cristiana. La visin de Pablo como un judo hereje solo ha provocado el desconocimiento judo de un importante recurso teolgico. Atendiendo a la his-toria de las relaciones entre judos y cristianos, no sorprende la antipata de los primeros respecto a Pablo. Al mismo tiempo, me parece que la historia de las relaciones judeo-cristianas jus-tifica que crucemos la frontera entre las dos religiones junto con una remodelacin de lo que constituye la identidad juda y cristiana, y las relaciones interreligiosas en general. As como el Dios de la historia bblica es una fuerza dinmica y no esttica, de igual modo, tambin, lo son nuestras tradiciones religiosas.

  • 1Era Pablo realmente judo?

    Pablo vivi y muri siendo judo tal es la afirmacin fun-damental de este libro, algo que algunos lectores pueden pensar que es contradictorio. Quin podra ser posiblemente ms cristiano que Pablo? Para otros, especialmente para muchos es-pecialistas, clrigos y laicos cristianos admiradores de Pablo, la afirmacin de que era judo es una observacin trivial. Es evi-dente que Pablo era judo; l mismo lo deca (vase Gl 1,13; 2,15). Prcticamente, cualquier libro sobre Pablo que podamos hojear en una librera nos dir que era judo. Pero en general esto solo se menciona de pasada, tal vez a modo de introduc-cin o de contextualizacin. De hecho, quienes escriben sobre l lo denominan cristiano de forma abrumadora.

    As pues, qu significa exactamente leer a Pablo como un judo? En este libro significa principalmente tener en cuenta tres aspectos: (1) El ms bsico consiste en tomar en serio la identidad religiosa juda de Pablo, es decir, no darla por su-puesto sin realmente creer en ella. Significa leer sus cartas con la hiptesis de trabajo de que fueron escritas por un judo, es-pecficamente por un judo helenista, es decir, un judo de la poca grecorromana que hablaba griego y que haba sido in-fluido por la cultura y el pensamiento griego. (2) Recuperar a Pablo como judo significa recuperar una imagen histrica-mente plausible del judasmo, como tambin combatir la larga historia de la interpretacin paulina que ha reforzado el antiju-

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    dasmo cristiano. (3) Demostrar la cosmovisin juda de Pablo ayuda a aclarar muchos aspectos de sus cartas que son percibidos como incoherentes, contradictorios o simplemente confusos.

    De vez en cuando, he dado conferencias con este ttulo: Leer a Pablo como un judo, y la gente me ha preguntado: Las palabras como un judo se refieren a Pablo o a usted?. Dira que a los dos. Yo soy juda y Pablo tambin, as de simple, cierto? En cierto modo. Las etiquetas religiosas que asignamos a las personas, a las instituciones y a los textos son ms escurri-dizas de lo que pudiramos pensar, y la identidad religiosa es una cuestin ms compleja de lo que pudiera parecer a simple vista. Voy a explicarme.

    Mientras que intuitivamente la gente piensa que el Nuevo Testamento del que las cartas paulinas constituyen una parte significativa es cristiano, la inmensa mayora de los veintisiete documentos de los que consta actualmente fueron escritos por judos en un perodo anterior a que existiera algo llamado cris-tianismo. Debido a la posterior creacin del canon de estos textos, incluidas las cartas de Pablo, todos ellos son ahora con-siderados cristianos. Pero atendiendo a sus propios contextos histricos, los especialistas los consideran, o al menos la mayo-ra de ellos, como literatura sectaria juda.

    Pablo se identifica claramente como judo en sus cartas. Irnicamente, enfatiza especialmente su identidad juda en Glatas, la carta que con frecuencia se considera el ms antiju-do de sus escritos. Afirma que l es judo de naturaleza o de nacimiento, como se traduce habitualmente (Gl 2,15)1. Es muy importante subrayar que Pablo no usa su autodesignacin de ju-do como una etiqueta referida a su pasado religioso. Habla usando el tiempo presente; es decir, la autoidentificacin de Pablo es una descripcin que hace de s mismo cuando escribi la

    1 Vase tambin Rom 9,3, 11,1; Flp 3,5.

  • ERA PABLO REALMENTE JUDO? 23

    Carta a los Glatas. Los intrpretes han sostenido a veces que cuando Pablo se autodenomina judo se refiere solamente a su identidad tnica, no religiosa. Este punto de vista es incorrecto por varias razones. Cuando Pablo se autodenomina judo de naturaleza en su Carta a los Glatas, lo contrapone con otra identidad: afirma que no es un pecador pagano. Al hablar de este modo, Pablo no solo nos dice quin es, sino tambin quin no es. Afirma que no es un pecador pagano no simplemente que no es pagano, sino que no es un pecador pagano. Al decir-lo as, Pablo nos aclara que los trminos judo y pagano no se refieren meramente a la herencia tnica o cultural de uno, sino que tambin aluden a la moralidad y a la disposicin de cada uno con respecto a Dios.

    Desde el punto de vista de la identidad religiosa, Pablo es representativo de los judos que produjeron los escritos que aho-ra componen el Nuevo Testamento. Sin duda, eran judos que crean en Jess, pero no proclamaban su identidad religiosa como cristianos. Pensaban que Jess constitua el cumplimien-to de las esperanzas tradicionales de Israel y se consideraban a s mismos como el verdadero Israel o el resto fiel de Israel, si bien esas esperanzas se entendan de forma un tanto diferente entre los distintos grupos judos.

    Esta descripcin de la identidad religiosa de los textos del Nuevo Testamento en su contexto histrico, los hace anlogos a otros escritos sectarios judos del mismo perodo, como los Manuscritos del mar Muerto. Son muy numerosos los textos judos antiguos que poseemos, y muchos de ellos reflejan una perspectiva sectaria, es decir, una perspectiva diferente de lo que significa ser judo. Algunas veces, esta perspectiva coincide en parte con los puntos de vista de otros judos, y en otras oca-siones es estrictamente peculiar del grupo del que se trate.

    As pues, los mismos textos no poseen inherentemente una identidad religiosa esttica. Las cartas de Pablo se denominan apropiadamente cristianas porque los cristianos eligieron cano-nizarlas, y an siguen valorndolas como fuente de autoridad e

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    incorporndolas en su liturgia2. Correlativamente, los judos no las reconocen como autoritativas y no las usan en la liturgia. Por consiguiente, desde una perspectiva cristiana y juda, las cartas de Pablo son una caracterstica esencial del cristianismo y, en consecuencia, un indicador de la identidad cristiana.

    Ahora bien, es posible que en el siglo I las cartas pudieran no haber funcionado como un indicador distintivo de la iden-tidad cristiana. En primer lugar, por la obvia razn de que no exista la categora religiosa cristiano. Si tenemos en cuenta las investigaciones de los historiadores, los arquelogos y los exgetas, en el siglo I no haba instituciones, construcciones o smbolos especficamente cristianos, y algunos especialistas opinan que los cristianos no llegaron a distinguirse material-mente hasta finales del siglo III o comienzos del IV3. Adems, haba otros creyentes en Jess que no pertenecan al crculo paulino; algunos incluso parece que se oponan a Pablo. As pues, durante las primeras generaciones de los creyentes en Jess, Pablo y sus cartas no impregnaron la totalidad de la creencia de los cristianos en Jess. Pero an es ms importante el dato de que los paganos del mundo romano que no saban nada de Jess aquellos cuya prctica religiosa caera actual-mente bajo la imprecisa categora de la religin grecorromana consideraran las cartas paulinas como cartas judas, porque

    2 Algunos cristianos ven la Biblia como una obra que goza de la mxima autoridad dogmtica. Tal es el caso de los cristianos evanglicos, que otorgan a la Biblia un estatus muy elevado, y muchos piensan que el texto bblico es la Pala-bra perfecta e inerrante de Dios, mientras que muchas denominaciones cristianas histricas le conceden al texto bblico un estatus inferior. No obstante, todas las denominaciones cristianas que conozco tratan la Biblia con reverencia y respeto, reconociendo su papel fundacional en la tradicin cristiana.

    3 Graydon Snyder, Ante Pacem: Archaeological Evidence of Church Life before Constantine, Mercer Univ. Press, Macon 1985. Vase tambin Daniel Boyarin, Border Lines: The Partition of Judaeo-Christianity, Divinations: Rereading Late An-cient Religion, Univ. of Pennsylvania Press, Filadelfia 2004 (trad. esp.: Espacios fronterizos: cristianismo y judasmo en la Antigedad tarda, Trotta, Madrid 2013). Boyarin sostiene que el judasmo y el cristianismo eran un complejo religioso amalgamado.

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    estaban escritas por un judo y porque contienen un vocabula-rio, unas imgenes y unos asuntos judos.

    Si un centurin romano hubiera interceptado la Carta a los Romanos, inmediatamente la habra catalogado de juda. Pinsese en cmo comienza el escrito: Pablo dice que est al servicio de alguien llamado Jess, que es la forma griega del nombre hebreo Joshua, y que este Jess es descendiente de la dinasta davdica, la ms gloriosa de las antiguas monarquas de Israel. Y si las primeras pocas lneas no hubieran sido sufi-cientes para que se enterara el centurin, al ver los trminos judo y pagano que Pablo usa una y otra vez en Romanos (y en otros lugares), el centurin se hubiera percatado de que esta carta reflejaba una perspectiva juda sobre el mundo. Pues quin ms divida el mundo en su totalidad en estos dos tipos de personas, judos y paganos, los que son judos y los que no lo son? Ciertamente, no era el modo en que los romanos lo ha-can, pues, segn sus categoras operativas, el mundo estaba dividido entre romanos y brbaros.

    Adems, las cartas paulinas seran consideradas judas por otros judos de su tiempo, incluidos los fariseos. Podran ha-ber pensado que no contenan una visin correcta y que Pablo era un mal judo, pero que, no obstante, era un judo. El he-cho de que Pablo diga que recibi cuarenta azotes (menos uno) en cinco ocasiones por parte de las autoridades sinago-gales (2 Cor 11,24) significa que tanto estas autoridades, como tambin el mismo Pablo, entendan que estaba sujeto a la autoridad juda. Anlogamente al ejemplo del centurin ro-mano, las cartas paulinas habran sido consideradas judas por otros judos, puesto que su autor era judo. Aunque nunca lo hubieran conocido personalmente, los dems judos del si-glo I habran reconocido que el autor de estas cartas era uno de los suyos, debido a las numerosas marcas de ndole juda que aparecen en ellas.

    Los lectores modernos de Pablo tienden a suponer que los fariseos y otros judos consideraran que Pablo era un apstata,

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    un hereje, que ya no formaba parte de la comunidad juda por su fe en Jess, y que, por consiguiente, no era realmente judo. Sin embargo, en el contexto del siglo I, el hecho de que Pablo creyera en Jess no lo haca menos judo. La fe en un salvador mesinico es una idea propiamente juda, como puede demos-trarse por una analoga histrica. Solo medio siglo despus de que Pablo escribiera sus cartas, rab Aquiba, uno de los ms venerados de todos los rabinos de la antigedad, crea que el Mesas haba llegado en su poca, nicamente que su nombre no era Jess, sino Bar Kochba. No todos los judos pensaban entonces que Bar Kochba fuese el Mesas, y, despus de que este fracasara en su rebelin contra los romanos y muriese, qued claro que rab Aquiba se haba equivocado4. Pero nunca se ha calificado a rab Aquiba de hereje, y sus enseanzas siguen go-zando de autoridad hasta el presente, pues se conservaron en la Misn y en el Talmud. Por consiguiente, la fe de Pablo en Jess no lo habra tildado de hereje un incordio, tal vez, pero no un hereje. As pues, si nosotros, que pertenecemos al siglo XXI, queremos tener en cuenta las opiniones de los personajes del siglo I, como los romanos, los judos y el mismo Pablo, tenemos que concluir diciendo que Pablo vivi y muri siendo judo, porque su identidad juda est representada en sus cartas. Aun cuando, dado que se han convertido en documentos esenciales de la tradicin y autocomprensin cristianas, las cartas paulinas sean catalogadas apropiadamente como cristianas en nuestro contexto histrico, esta catalogacin no se les asignara en su propio contexto histrico, sencillamente porque no exista an esta etiqueta. Ms bien, las enseanzas contenidas en las cartas y tambin su autor habran sido considerados judos.

    No obstante, quiero aclarar un punto: es obvio que Pablo jug un papel esencial en el desarrollo del cristianismo, y sus cartas se consideran una parte esencial del canon cristiano. No

    4 Bar Kochba, tambin conocido como Bar Kosiba, lider una rebelin contra los romanos en los aos 132-135 d.C.

  • ERA PABLO REALMENTE JUDO? 27

    es mi intencin en absoluto negar la reivindicacin que los cristianos hacen de Pablo. Pero en este libro lo consideramos inequvocamente judo en todos los planos: tnico, cultural, religioso, moral y teolgico.