Pablo Guerra

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ECONOMÍA DE LA SOLIDARIDAD: Consolidación de un concepto a veinte años de sus primeras elaboraciones (1) Introducción. Desde hace unos veinte años se viene divulgando en el mundo de las ideas y las prácticas económicas alternativas, el concepto de economía de la solidaridad, economía solidaria, o como hemos preferido llamar nosotros mismos, socioeconomía de la solidaridad (3), para dar cuenta de numerosas experiencias de hacer economía (en sus diversas fases de producción, distribución, consumo y acumulación) que se caracterizan por movilizar recursos, factores, relaciones económicas, y valores alternativos a los que hegemonizan tanto en el sector privado– capitalista, como estatal–regulado. En síntesis, se puede decir que la economía de la solidaridad se caracteriza por demostrar en los hechos que es posible (y necesario) incorporar la solidaridad como elemento vertebral de nuestros comportamientos económicos. A pesar de que el concepto de economía de la solidaridad es reciente, y de cuño latinoamericano, la idea misma hunde raíces en los orígenes de la especie humana. Lejos del principio del homo oeconomicus (4), según el cuál somos por naturaleza egoístas e individualistas, lo que muestra la historia (y prehistoria) de la humanidad, es que sin solidaridad no hubiera sido posible sobrevivir como especie. Estudios clásicos de la antropología económica, además, subrayan que las culturas ágrafas organizaron sus economías en torno a instituciones fundamentalmente solidarias. Las tesis de Karl Polanyi, finalmente, apuntan que no fue sino hasta la revolución industrial que los mecanismos de mercado de intercambios comienzan a primar por sobre las relaciones de reciprocidad y redistribución. En tal sentido, algunos autores contemporáneos nucleados en torno a visiones más socioeconómicas de estos fenómenos, nos anuncian que nuestros “mercados determinados” están conformados no solo por la racionalidad maximizadora de ganancias propia del sector capitalista, o por la racionalidad propia del aparato estatal, sino que también están presentes otras racionalidades de cuño solidario, activadoras de recursos de la sociedad civil y sectores populares. Para dar

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ECONOMÍADE LA SOLIDARIDAD:

Consolidación de un concepto a veinte años de sus primeras elaboraciones (1)

Introducción. Desde hace unos veinte años se viene divulgando en el mundo de las ideas y las prácticas económicas alternativas, el concepto de economía de la solidaridad, economía solidaria, o como hemos preferido llamar nosotros mismos, socioeconomía de la solidaridad (3), para dar cuenta de numerosas experiencias de hacer economía (en sus diversas fases de producción, distribución, consumo y acumulación) que se caracterizan por movilizar recursos, factores, relaciones económicas, y valores alternativos a los que hegemonizan tanto en el sector privado–capitalista, como estatal–regulado. En síntesis, se puede decir que la economía de la solidaridad se caracteriza por demostrar en los hechos que es posible (y necesario) incorporar la solidaridad como elemento vertebral de nuestros comportamientos económicos.A pesar de que el concepto de economía de la solidaridad es reciente, y de cuño latinoamericano, la idea misma hunde raíces en los orígenes de la especie humana. Lejos del principio del homo oeconomicus (4), según el cuál somos por naturaleza egoístas e individualistas, lo que muestra la historia (y prehistoria) de la humanidad, es que sin solidaridad no hubiera sido posible sobrevivir como especie. Estudios clásicos de la antropología económica, además, subrayan que las culturas ágrafas organizaron sus economías en torno a instituciones fundamentalmente solidarias. Las tesis de Karl Polanyi, finalmente, apuntan que no fue sino hasta la revolución industrial que los mecanismos de mercado de intercambios comienzan a primar por sobre las relaciones de reciprocidad y redistribución.En tal sentido, algunos autores contemporáneos nucleados en torno a visiones más socioeconómicas de estos fenómenos, nos anuncian que nuestros “mercados determinados” están conformados no solo por la racionalidad maximizadora de ganancias propia del sector capitalista, o por la racionalidad propia del aparato estatal, sino que también están presentes otras racionalidades de cuño solidario, activadoras de recursos de la sociedad civil y sectores populares. Para dar cuenta de estas “economías alternativas”, sin embargo, un primer desafío consiste en criticar las categorías analíticas más comúnmente manejadas por la economía clásica, así como proponer otras. En esta construcción de una nueva economía desde el punto de vista teórico, es que confluyen disciplinas otrora distantes como la economía, sociología, antropología e historia, para citar solo las más importantes.Por otra parte, la idea de una economía de la solidaridad, debería contextualizarse en una muy rica historia propositiva, doctrinaria y científica, que en conjunto ofician como fuentes del concepto manejado. Es así que asoman como fuentes científicas, los trabajos clásicos de la sociología, la sociología económica, la teoría de la acción comunicativa, la sociología del tercer sector, la sociología del medio ambiente, los estudios sobre el capital social, los estudios sobre el desarrollo local, la economía

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institucionalista, la economía de la autogestión, la economía de las donaciones, la economía ecológica, la antropología económica clásica, la antropología económica sustantivista, la antropología urbana, y la historia económica. Entre las fuentes doctrinarias, podemos citar al socialismo utópico, el movimiento cooperativista, el solidarismo francés, el pensamiento libertario, la economía humana de Lebret, el personalismo comunitario, además de la Doctrina Social de la Iglesia. También la economía de la solidaridad recibe influencias de la filosofía, especialmente de la filosofía ética, y de la filosofía política de corte comunitaria. Más allá de esta necesaria contextualización del proyecto de la economía de la solidaridad en el plano de la teoría, lo cierto es que el mayor desafío tiene lugar en el campo de las prácticas económicas: rescatar y promover aquellas experiencias con sentido alternativo para la economía, de gran relevancia en momentos donde se hace imposible esconder las “externalidades” generadas por la oleada neoliberal en todo el mundo: creciente pobreza, creciente iniquidad, creciente marginalización y desempleo, creciente precarización general, creciente deterioro del medio ambiente, etc., sobre todo visibles en aquellos pueblos donde la economía de mercado fue impuesta para hacer frente a tradiciones culturales basadas en mecanismos que subsumían lo económico a lo social. Atendiendo a lo anterior, podemos decir que la economía de la solidaridad, en la historia de las ideas, se presenta como una corriente absolutamente original, ya que presenta diferencias estimables con respectos a ideas y escuelas como las anteriormente citadas a la hora de precisar sus fuentes. El objetivo principal de esta ponencia será justamente dar cuenta de esos elementos distintivos que presenta la economía de la solidaridad y mostrar cómo ha evolucionado en los últimos años, y cómo se ha ido incorporando la idea en el campo universitario, social, sindical, eclesial, y de las políticas públicas. Ello en un contexto donde justamente es observable la necesidad de numerosos grupos sociales, por generar espacios, unidades e instrumentos económicos con un sentido diferente y alternativo al que predomina en la actualidad.

2. La historia reciente de la economía de la solidaridad.En los últimos años el concepto de “Economía de la Solidaridad” se ha vuelto protagónico en diversos ámbitos de las ciencias sociales y de la reflexión sobre modelos de desarrollo, tanto desde enfoques macro como microeconómicos. Entre las muestras de tan particular protagonismo, debemos citar la constitución de numerosas Cátedras de Economía Solidaria en varias Universidades del continente dando lugar a redes académicas, como Unitrabalho, en Brasil; la adhesión de muchas organizaciones sociales, sindicales y cooperativas al postulado de una Economía Solidaria, desarrollando numerosos encuentros en la materia, entre los cuáles destacan sin duda los acontecidos en el marco del Foro Social Mundial; la penetración de este concepto en el seno de la Iglesia Católica, fundamentalmente a través de sus Pastorales Sociales; la presencia en algunos programas de gobierno de fomento a la economía solidaria, como ha sucedido notoriamente en Río Grande do Sul, pero también en otras regiones y países; o la movilización por parte de ciudadanos de diversos

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países de América para ver incluido en las Constituciones de sus respectivas Naciones, la voluntad de apoyar las iniciativas provenientes de la Economía Solidaria.

De acuerdo a nuestros estudios, podemos decir que existen dos vertientes teóricas con respecto a la economía de la solidaridad: la latinoamericana y la europea, aunque con variantes cada una de ellas. Es en América Latina que se acuña el término, en un sentido específico y con fundamentos teóricos, sobre principios de los años ochenta. En esa década, Razeto, entonces profesor e investigador del Programa de Economía del Trabajo (PET), de Chile, escribiría su obra "Economía de la Solidaridad y Mercado Democrático", en tres volúmenes. Sobre fines del 2000 culmina su obra con un cuarto volumen titulado Desarrollo, Transformación y Perfeccionamiento de la Economía en el Tiempo, un enjundioso estudio de la economía solidaria, presentado en un voluminoso texto de aproximadamente 600 páginas que sería editado y publicado en Colombia y Chile. Un año después inaugura un espacio en la red (www.economiasolidaria.net), donde se encuentra buena parte de su producción, además de artículos de otros investigadores, foros de debate, y una sección para el intercambio epistolar con su promotor.La obra de Razeto ha tenido especial cabida en el ámbito de las organizaciones económicas populares, así como en diversas instancias de la Iglesia Católica del continente. Es un secreto a voces, que el llamado de Juan Pablo II a "construir una economía de la solidaridad", con motivo de su visita a la sede de la Conferencia Económica para América Latina (Cepal) en 1987, se hizo en obvia referencia a los escritos del autor chileno.

Desde otras tiendas también se han realizado esfuerzos para desarrollar la idea y el proyecto de una economía solidaria. Es así que se pueden distinguir otros focos de divulgación en el continente. Uno de ellos lo constituyen los escritos del entorno de la Confederación Latinoamericana de Cooperativas de Trabajadores (Colacot), con sede en Colombia. El mérito de la Colacot reside en haber divulgado estas temáticas en ambientes cooperativistas y laborales (Colacot es un organismo funcional de la Central Latinoamericana de Trabajadores -Clat- que optó en su X Congreso, por la construcción de una economía de la solidaridad en su estrategia de desarrollo), y haber realizado numerosos encuentros en la materia, desde fines de los ochenta. Su Director, Luis Verano Paéz, por lo demás, es asiduo participante de diversas reuniones internacionales en la materia, lo que convierte a la Colacot en uno de los actores con mayor presencia en la temática. Sin embargo, a diferencia de los escritos de Razeto, es obvio que no ha habido por parte de esta organización un intento acabado en elaborar una teoría comprensiva que explique las principales características del sector. Salta a la vista, en tal sentido, una intención más militante que analítica en estas materias más allá de esfuerzos como el de la elaboración en 1997, de un ambicioso programa de planificación macroeconómica de largo plazo conducente a llevar al sector solidario de la economía desde una incidencia del 5.2% del PBI, hacia el 33.6% en ocho años (5). En un intento por mostrar la valía del

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quantum de la economía solidaria en el continente, estiman que el sector está integrado por sesenta mil empresas y 60 millones de asociados en América Latina, con incidencia sobre un total de 300 millones de latinoamericanos (6).

La tercera fuente latinoamericana es la que proviene de Brasil. En este coloso del continente, la irrupción del término es más tardía. Recién sobre mediados de los noventa, empieza a divulgarse la idea de la economía de la solidaridad, por parte de algunas ONGs. y diversas organizaciones populares, e incluso sindicales como es el caso de la primera central de trabajadores, la Cut, que constituyó un programa de trabajo en ese sentido, que de alguna manera se parapeta como vanguardista en materia de modernas políticas sindicales (7). Los términos que más han prendido en estos años en Brasil han sido los de economía popular de la solidaridad, economía solidaria, e incluso socioeconomía de la solidaridad. A diferencia de otros países de América Latina, la economía de la solidaridad en Brasil, ha sido retomada por muchas Universidades, e incluso se ha creado una Red de Universidades con líneas de investigación en la materia (Unitrabalho). Además, algunos gobiernos estaduales, como es el caso del Gobierno de Río Grande do Sul, han organizado diversos seminarios e instaurado programas sociales para desarrollar las experiencias de economía popular solidarias. Un nuevo paso, y muy significativo por cierto, ha sido la creación por parte del gobierno encabezado por Lula, de una Secretaría de Economía Solidaria, dependiente del Ministerio de Trabajo, a cargo de uno de los autores más relevantes de la economía autogestionaria en el continente, el economista Paul Singer. Deberíamos agregar finalmente, que en el esquema de la Iglesia latinoamericana, ha sido la de Brasil la más activa en estos asuntos: la labor de la Cáritas brasilera en este ámbito viene precedida de la consecución de sus “Proyectos Alternativos Comunitários” (PACs), surgidos a inicio de la década de los ochenta como instrumento de acción de Cáritas para hacer frente a la exclusión. En los años noventa es que se hace un giro hacia la economía de la solidaridad, de manera que la “economía popular de la solidaridad” pasa a ser un elemento vertebral en sus Líneas de Acción 2000–2004 (8). No hay en Brasil, sin embargo, escuelas propias, en el sentido de corrientes que hayan desarrollado una concepción determinada de este fenómeno con respaldo científico. Más bien, las investigaciones cuentan con una amplia gama de orientaciones tanto bibliográficas como de paradigmas teóricos. Los esfuerzos de construcción teórica, en tal sentido, provienen por lo que hemos podido advertir, de tres principales ambientes: la Unisinos, la Universidad Jesuíta más grande del mundo, con sede en el Estado de Río Grande y que cuenta con un programa de economía popular solidaria, luego acompañado por otro programa desarrollado por la Universidad Federal de Río Grande do Sul; los trabajos de Paul Singer, Profesor de Economía en la Universidad de Sâo Paulo e integrante de la Asociación Nacional de trabajadores en empresas de Autogestión y Participación Accionaria (Anteag); y los trabajos del Instituto Políticas Alternativas para el Cono Sur (PACS) con sede en Río de Janeiro, dirigido por Marcos Arruda, un incansable promotor de estas ideas. De

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todos estos centros de divulgación, la Unisinos ha logrado dar un importante paso en el 2003 al constituir una Cátedra UNESCO sobre Trabalho e Sociedade Solidaria, con la pretensión de influir en toda la región por medio de diferentes actividades e investigaciones.Sin intención de ignorar las diferencias que encontramos entre tantas posturas, podríamos decir que les une a cada una de ellas, la lectura especialmente crítica que hacen de las estructuras económicas contemporáneas, y el rescate de la autogestión y el asociacionismo en las clases populares. En ese sentido, la economía de la solidaridad adquiere características más radicales que las que se encuentran en otros contextos, y por lo general con un discurso marcadamente más político. Claramente, sus defensores ubican esta corriente y sus experiencias, como contrareferentes al neoliberalismo, e incluso al capitalismo. Veamos como se refieren en este sentido, las diversas organizaciones participantes del Encuentro Brasilero de Cultura y Socioeconomía Solidaria:“Partimos de una crítica vehemente al capitalismo, sobre todo en su forma neoliberal que ha propiciado una producción cada vez más rápida de bienes junto a una intensa concentración de tierras, riqueza, control de recursos, poder y saber en la mano de un número siempre menor de grandes banqueros, empresarios, latifundistas y especuladores” (9). Por su parte, Paul Singer señalaba en la exposición sobre economía solidaria que tuvo lugar en el Foro Social Mundial de Porto Alegre (con un público récord de 1500 participantes): “La autogestión es una opción profundamente revolucionaria, anticapitalista, porque ella exige la integración de cada uno de los individuos en un colectivo libremente escogido /.../ Estamos construyendo en medio de contradicciones, en las fallas del capitalismo, un nuevo tipo de sociedad y de economía. Es difícil, más no imposible...” (10). Dando un nuevo paso, sostendrá en otro artículo que las experiencias de economía de solidaridad no solo son anti–capitalistas, sino también, expresiones socialistas: “Yo creo que cualquier empresa democrática, igualitaria y autogestionaria –cooperativa o no- ya es socialista. Es una experiencia socialista, aunque sea puntual...” (11).Las referencias contrarias al neoliberalismo se suceden en numerosos artículos sobre el tema, recurriendo para ello a múltiples factores, no solo estructurales sino también de corte ético: "Hablar de economía popular solidaria es resignificar la propia economía en el sentido de recuperar su dimensión ética, flagrantemente negada por las posiciones neo-clásicas de matriz liberal y de alguna forma también por las posiciones marxistas ortodoxas" (12). Desde estas posturas, sin embargo, no se pierden los referentes revolucionarios de la propuesta: "Lo revolucionario de la organización de la economía popular solidaria está en mezclarse en la estructura productiva, contraponiéndose al sistema capitalista por la construcción en su seno de condiciones para su superación, por la organización social de productores y consumidores, recuperando de alguna forma todo el sentido de los socialistas utópicos" (13).

Como podemos observar, más allá de los paradigmas teóricos manejados por los autores, suele primar a la hora de esgrimir argumentos a favor de la economía solidaria, un discurso fuertemente opositor al capitalismo neoliberal. Armando de Melo Lisboa, por ejemplo, señala que la economía

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solidaria "busca superar la sociedad de mercado a través del propio mercado". Para ello, distingue una sociedad de mercado con respecto a una sociedad con mercado; y luego explica que mercado y capitalismo no son sinónimos. El desafío de la economía de la solidaridad consiste entonces en superar esa sociedad de mercado sin renegar de los mecanismos mercantiles: ello solo será posible por medio de la "construcción de circuitos de intercambios solidarios entre emprendimientos, de forma de ir configurando otro mercado" (15).

Estas posturas propias de una cultura de izquierda no son solo patrimonio de las elaboraciones del Brasil. Algunos autores centroamericanos, desde posiciones que podríamos vincular a un marxismo heterodoxo, también recurren a este nuevo paradigma para hacer frente a la hegemonía neoliberal (15). Finalmente, para el caso brasilero, cabe señalar que el volumen de información y actividades vinculadas a la economía solidaria, llevó a que se creara –al igual que en otros países- una Red Brasilera de Economía Solidaria, de gran aporte para las actividades del Foro Social Mundial. Esta Red publica un periódico titulado “O Girasol”. Además, en los últimos días del mes de Junio de 2003, se crea el Foro Nacional de Economía Solidaria, lanzado en la ciudad de Brasilia, en reunión que congregara a unas 800 personas representantes de miles de emprendimientos solidarios y organizaciones promotoras.En otros países de América Latina, el manejo del concepto de “economía de la solidaridad” ha sido más tardío, a pesar de lo cuál vale la pena realizar un breve paneo. En Argentina, por ejemplo, recién sobre el 2000 es que diversas organizaciones sociales comienzan a utilizar masivamente el concepto. Hasta entonces, el manejo quedaba reservado de manera muy acotada a las labores de Cáritas, que en diversas ocasiones supo recibir el aporte y la asesoría de Luis Razeto. Luego, probablemente motivado por el crecimiento de los clubes de trueque reunidos en torno a la Red Global del Trueque y la Red de Trueque Solidario en primer lugar, por el desarrollo de las corrientes de comercio justo luego, y por el crecimiento de las empresas recuperadas (autogestionadas) finalmente, algunas organizaciones comienzan a recurrir al concepto de “economía de la solidaridad” como el más ventajoso para describir experiencias tan disímiles. Por lo demás, en el seno de la carrera de Relaciones del Trabajo de la Universidad de Buenos Aires, se crea un módulo optativo en economía solidaria que sirve de plataforma para nuclear a diversos actores en torno a una red de economía solidaria que conduce, entre otras cosas a la realización de un exitoso Foro Social temático sobre economía social y solidaria en Junio de 2004. A nivel teórico el principal referente en estas materias es sin duda el Prof. José Luis Coraggio, un economista especializado en economía popular urbana, que sin embargo ha preferido a lo largo de su amplia y rica producción, utilizar otros conceptos para hacer referencia a la economía de la solidaridad. El Prof. Coraggio fue Rector de la Universidad Nacional General Sarmiento, coordinador del espacio virtual Urbared, y principal impulsor de una muy interesante maestría en economía social (viejo anhelo de muchos impulsores de la

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economía solidaria en el continente) que comenzó a funcionar en el 2003 con 40 alumnos inscriptos. En el marco de esta maestría, la Universidad Sarmiento ha iniciado también una interesante línea de publicaciones que recoge, por ejemplo, la traducción de algunos textos claves escritos estos últimos años en Europa. A nivel de movimiento sindical, los primeros pasos fueron dados en el 2002, fundamentalmente por parte de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), atendiendo fundamentalmente a la nueva realidad de las empresas recuperadas, una experiencia en crecimiento. Finalmente cabe consignar que a nivel de políticas públicas funciona desde hace unos años un Instituto Nacional de Economía Social (Inais) en el seno del Ministerio de Desarrollo Social de Argentina, desde donde se presta apoyo a diversas iniciativas que van desde las experiencias clásicas de cooperativismo hasta otras iniciativas de carácter asociativo más novedosas. A nivel local, finalmente, ya existen secretarías de economías solidarias en varias ciudades como ser Buenos Aires o Rosario. En Perú, la economía de la solidaridad comienza a ser divulgada a partir de una serie de seminarios internacionales organizados por un grupo constituido especialmente para divulgar este tipo de prácticas: Grupo Red de Economía Solidaria del Perú (Gresp), de activa participación en el plano nacional y también en el plano internacional, siendo promotor de algunas reuniones específicas en la materia. El Gresp, además, tiene una línea propia de publicaciones, destacándose una serie de manuales sobre comercio justo. La Iglesia Católica del Perú también ha organizado seminarios específicos para dar cuento de este fenómeno.En Uruguay, mientras tanto, la economía de la solidaridad comienza a desarrollarse como tal a partir del interés manifestado por ciertas instituciones de la Iglesia Católica hacia la mitad de los noventa. Dicho interés coincide con las primeras investigaciones y cursos que dictáramos tanto en la Universidad de la República como en la Universidad Católica. Deberá esperarse sin embargo hasta el 2000, con el inicio de la mayor crisis socioeconómica del Uruguay contemporáneo, para que las organizaciones sociales y populares tomaran para sí el discurso de una economía solidaria, en el marco de diversas prácticas innovadoras como las de los clubes de trueque, huertas comunitarias, o pequeños emprendimientos productivos. Surgen de esta manera, numerosos seminarios para tratar el tema, programas universitarios, ferias organizadas por diversos colectivos populares, etc.

En Ecuador, Colombia, y Venezuela hubo un avance notorio de estas ideas en los últimos años hasta el punto que sus respectivas Constituciones nombran específicamente a la economía de la solidaridad. Además, en estos tres países existen experiencias muy significativas que van más allá del cooperativismo tradicional, como es el caso de Maquita Cuschunchic, las Ferias Populares de Barquisimeto, el sistema cooperativo de San Gil, o el recientemente premiado por las Naciones Unidas, proyecto Nasa, un municipio rural de raíz nativa en Colombia que muestra en los hechos cómo la racionalidad indigenista propicia modelos alternativos de desarrollo con gran eficiencia económica. Por lo demás, en Colombia se han multiplicado en los últimos años las organizaciones promotoras en

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economía solidaria, caso de la Escuela Iberoamericana para el Desarrollo de la Economía de la Solidaridad y Trabajo, de Medellín, la Fundación Luis Amigó, etc. También hubo un proceso de modernización de la legislación muy interesante que culmina con una ley de economía solidaria, además del establecimiento de organismos estatales preocupados por el desarrollo de las prácticas económicas solidarias en el país (16). En Venezuela, por su parte, el gobierno de Chávez ha comenzado también a crear grupos de estudio conducentes a implementar las primeras políticas públicas en la materia. En Europa, el desarrollo que ha tenido el concepto de economía de la solidaridad ha sido distinto y más tardío. Con una tradición mucho más rica en otras variantes, como es el caso de cooperativismo y economía social, los europeos recién comienzan a manejar este término sobre fines de los ochenta. Aquí deberíamos hacer referencia a dos niveles distintos en los que se manejan estos temas. Un primer nivel es el teórico, desarrollado por académicos; y otro es el nivel práctico, desarrollado fundamentalmente por ONGs, que trabajan en el área de la llamada economía de la inserción. A nivel teórico, debemos mencionar el aporte de Jean Louis Laville. Este sociólogo francés parte al igual que nosotros del esquema de Polanyi, para dar cuenta de la pluralidad de formas que adquiere la economía. En ese sentido, hace referencia a la importancia que tuvo el siglo XIX en la materia, admitiendo diversos principios y prácticas distintas a las del mercado, desde posturas más centralistas (Cabet y Blanc) hasta otras más comunitarias (Fourier, De Bonnard). Los últimos años del Siglo XX, son testigos de prácticas similares a las del siglo anterior, aunque con características muy diversas entre sí. Algunas de ellas han sido motivo de análisis particulares por parte de Laville y su equipo de colaboradores, caso de las experiencias de inserción, las experiencias comunitarias de Quebec, las organizaciones populares de Chile, o el sistema de intercambios de bienes y servicios conocido como Sel, etc. ... "A pesar de las diferencias, dichas prácticas comparten características que permiten establecer paralelismos: todas ellas intentan introducir la noción de solidaridad en las actividades económicas, abogando de esta manera por una economía solidaria" (17).Ahora bien, el hincapié que hace el autor al momento de situar lo específico de la economía solidaria, es sobre las "dimensiones no monetarias" de las prestaciones económicas, ya que partiendo del esquema de Polanyi, reserva las actividades de intercambio al sector capitalista, las de redistribución al estado, quedándole al sector solidario las propias de la reciprocidad, también llamado polo relacional por Nyssens y Larraechea (18). Las experiencias solidarias de la moderna economía del trueque, son especialmente significativas para el investigador del CNRS de Francia: "Sin mistificarla, la existencia de un componente no monetario en determinadas actividades económicas puede ayudar a superar la despersonalización inherente a la economía monetaria" (19). Como se comprenderá, este perfil no monetarista que rescatan los autores franceses, es el que hace distanciar sus esquemas con el de la escuela latinoamericana, aunque los ricos intercambios generados en los últimos

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años han acercado en términos de reflexión y análisis a autores de ambos lados del Atlántico (20).Otros autores, también de Francia, circunscriben la economía solidaria a la economía informal. Philippe Adair, por ejemplo, señala que los tres componentes de la economía informal son la economía subterránea, la economía doméstica y la economía solidaria. Esta última se caracteriza por producir bienes y servicios no monetarios que circulan en ámbitos de sociabilidad según los principios de reciprocidad y redistribución (21).El periódico Le Monde tuvo mucha importancia en la divulgación de estos conceptos en Francia y otros países del entorno. De hecho, por iniciativa del citado medio, se constituyó en 1997 una red de economía solidaria, conocida por la sigla Ires, de militante actividad en la búsqueda de fórmulas que no imiten las del mercado ni las del estado.Desde el nivel de las prácticas, la economía de la solidaridad ha adquirido status propio, sobre todo con el desarrollo de la nueva economía de inserción (22) y los llamados “servicios de proximidad”. En España, por ejemplo, se han creado redes como la Red de Economía Alternativa y Solidaria (Reas), la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria (Aeress), o la Red de Promoción e Inserción Laboral (Repris), encargadas de la Revista Imagina, y vinculadas con unas 300 empresas de inserción. Desde este punto de vista, la economía de la solidaridad quedaría recluida a experiencias de trabajo muy concretas en el marco de las nuevas políticas sociales gubernamentales practicadas en el viejo continente luego de la crisis del modelo más clásico de estado benefactor. Otras conceptualizaciones comunes son las que equiparan a la economía de la solidaridad con la economía social, integrando a las cooperativas, mutuales, fondos de empleados, empresas comunitarias y "demás formas organizativas de propiedad y gestión de los trabajadores" (23). Una conceptualización de este tipo, sin embargo, no integra las experiencias que justamente Laville ubica en el polo de la reciprocidad, o las que Adair cataloga como integrando el sector informal.A nivel multilateral, finalmente, cabe mencionar el esfuerzo emprendido por la “Alianza por un mundo responsable, plural y solidario”, y concretamente por el Polo de Socioeconomía Solidaria, al nuclear decenas de intelectuales de todo el mundo para avanzar en propuestas económicas concretas orientadas con sentido solidario; además de los esfuerzos generados en el marco del Foro Social Mundial, aglutinando a expertos y militantes en estas temáticas, provenientes desde todo el mundo, aunque especialmente desde América y Europa. Concluyendo.Más allá de los antecedentes y puntos de encuentro que la economía de la solidaridad tiene con otras realidades y conceptos, caso de economía social, tercer sector, cooperativismo, economía popular, etc.; lo cierto es que se trata de un término nuevo, elaborado con identidad propia, que da cuenta de uno de los mayores cambios ocurridos en los últimos años en todo el mundo, esto es, la irrupción de experiencias económicas solidarias guiadas por una racionalidad alternativa en el contexto de una fuerte crisis de legitimidad del modelo de desarrollo imperante.

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Si los últimos años han sido testigos de una imperiosa necesidad por contar con herramientas y experiencias económicas alternativas, esa necesidad fue también compartida por el mundo académico y en menor medida por las políticas públicas. Hemos querido insistir en este artículo en el dinamismo establecido en estas materias por parte de diferentes organizaciones sociales, sindicales, universitarias y eclesiales. Veinte años atrás surgían los primeros escritos sobre economía solidaria. Diez años atrás, eran muy pocos los que hacían mención a este concepto para dar cuenta de las experiencias de economías alternativas. Desde entonces, sin embargo, el crecimiento de esta noción ha ido a la par del crecimiento de experiencias alternativas en base a la ayuda mutua, la cooperación, las monedas sociales, o la participación democrática de los trabajadores. Seguramente el próximo paso tenga que ver con el crecimiento de las políticas públicas dirigidas a fortalecer estas prácticas, como ya ha estado sucediendo en países como Argentina, Brasil, México y Venezuela entre otros. Notas1. Publicado en Revista OIKOS, Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez, Santiago de Chile, 2004.2. Sociólogo. Profesor e investigador en el Instituto de Relaciones Laborales, Facultad de Derecho, Universidad de la República y Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Católica del Uruguay.3.Cfr. Guerra, P. Teoría y Prácticas de la Socioeconomía de la Solidaridad. Alternativas a la globalización capitalista, Montevideo, Nordan, 2002.4. Bien llamado por Hinkelammert “sujeto billetera”. Cfr. Hinkelammert, F.: El grito del sujeto, Costa Rica. Dei, 1998.5. Cfr. Bernal, A. y Bernal, L.: “El desarrollo del sector solidario. Hacia un modelo alternativo de la economía nacional”, ponencia presentada en el VI Congreso de la Asociación de Economistas de América Latina y el Caribe, La Habana, junio de 1997.6. Cfr. Verano Paez, L.: “La economía solidaria: una alternativa frente al neoliberalismo”, paper presentado en el Foro Latinoamericano sobre Economía solidaria, cooperativismo, mutualismo y sindicalismo frente a los retos del siglo XXI, Santa Fé de Bogotá, Colombia, Agosto de 1997.7. Cfr. Cut: “Sindicalismo e economia solidária. Reflexôes sobre o projeto da Cut”, Sâo Paulo, Cut, Setembro 2000.8. Para un análisis de la Economía Popular de la Solidaridad en el marco de las Líneas de Acción de Cáritas Brasil, Cfr. Cáritas Brasilera: “Relatorio Geral de Sistematizacâo. Uma trajetória da Cáritas Brasilera: Projetos Alternativos Comunitarios, Economia Popular Solidária e Desenvolvimento Sustentável”, Paper, maio de 2001.9. Cfr. Encontro Brasileiro de Cultura e Socioeconomía Solidárias: “Carta de Mendes”, RJ, 11 al 18 de Junho de 2000, O Girasol Ano 1, No. 1, Janeiro de 2001.10. Cfr. Autogestào No. 6, fevereiro 2001, pág. 9.11. Cfr. Singer, P.: “Possibilidade da Economia Solidaria no Brasil”, en CUT, Op. Cit., p. 54.12. Cfr. Carbonari, P.: "Economía Popular Solidária: possibilidades e Limites", paper presentado en el Seminario Regional Passo Fundo de

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Trabalho e Economia Popular e Solidaria, Passo Fundo, 1 y 2 de Dezembro de 1999, p. 1.13. Idem. Ant., p. 2.14.Cfr. de Melo Lisboa, A.: "Economía Solidaria: similia, similibus curentur", en www.milenio.com.br/ifil/res/bblioteca/lisboa1.htm, p. 1. También véase Geiger, L.: “As microexperiências populares: novas malhas de um tecido social?”, en Tempo e Presença Nro. 282, Brasil, 1995.15. Para el desarrollo de estas y otras corrientes de la economía solidaria, Cfr. Guerra, P.: Op. Cit.16. Me refiero a la Ley 454 de 1998, por la cual se determina el marco conceptual que regula la economía solidaria, se transforma el Departamento Administrativo Nacional de Cooperativas en el Departamento Administrativo Nacional de la Economía Solidaria, se crea la Superintendencia de la Economía Solidaria, se crea el Fondo de Garantías para las Cooperativas Financieras y de Ahorro y Crédito, se dictan normas sobre la actividad financiera de las entidades de naturaleza cooperativa y se expiden otras disposiciones.17. Cfr. Laville, J.L.: "Economie et Solidarité: esquisse d´une problématique", en Laville, J.L.: L´economie solidaire. Une perspective internationel, París, Desclée de Brouwer, 1994.18. Cfr. Nyssens, M.: "El germen de una economía solidaria: otra visión de la economía popular. El caso de Santiago de Chile", en Ciriec No. 25, Madrid, 1997. También Cfr. Nyssens, M. y Larraechea, I.: “L´économie solidaire: un autre regard sur l´économie populaire au Chili", en Laville, J. (1994) Op. Cit. El marco teórico de estos autores, sin embargo, y tal como se desprende del título de los artículos, es básicamente el de Razeto.19. Cfr. Laville, J.L.: "Cohesión social y empleo: las nuevas relaciones entre economía social y el Estado de Bienestar", en Ciriec No. 25, Madrid, Abril de 1997.20. Me refiero, por ejemplo, a las actividades desarrolladas por el Polo de Socioeconomía Solidaria, las actividades del Foro Social Mundial, y la reciente constitución de un Consejo Consultivo Internacional en el marco de la Cátedra Unesco en Trabajo y Sociedad Solidaria, ejecutada por la Unisinos.21. Cfr. Adair, P.: "L´economie informelle en France:économie alternative ou socété civile?", en VVAA: L´autre economie. Una économie alternative?, Quebec, Presses de l´Université du Quebec, 1989.22. Para un completo análisis de este fenómeno en Europa, Cfr. Defourny, J. Favreu, L. y Laville, J.: Inserción y nueva economía social, Madrid, MTSS y Ciriec, 1997. 23. Cfr. García Müller, A.: "Distribución de competencias en las empresas solidarias", en Anuarios de Estudios Cooperativos de 1997, Bilbao, Universidad de Deusto, 1998.  

PROLOGO AL LIBRO   "LAS EMPRESAS  

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ALTERNATIVAS" de Luís Razeto, Editorial NORDAM, Uruguay.

Por Pablo A. Guerra         Me complace especialmente, y por varias razones, prologar este didáctico y a la vez fértil libro que pone la Editorial Nordan a disposición del público uruguayo. Se trata del primer libro de Luís Razeto que se publica en el país, y eso es un primer motivo de alegría, a la vez que indicador de una importante y esperada renovación para las ciencias sociales en Uruguay, preocupadas por el desarrollo de los cada día más necesarios paradigmas alternativos.       Un segundo motivo de complacencia, es provocado por el autor de la obra. A Luís Razeto lo considero uno de los pensadores sociales contemporáneos más brillantes del continente. Sus estudios sobre economía popular y de la solidaridad, que se remontan a principios de los ochenta en Chile, han ido abriendo, casi sin quererlo, una especie de nueva sensibilidad en estudios sociales que perduran hasta hoy en día, entre otras cosas, por el impacto generado en materia de nuevos conceptos y categorías de análisis social. Luis Razeto, con sus estudios de grado en filosofía y de postgrado en sociología, incursionaría luego en el estudio de las prácticas de hacer economía de los sectores populares, lo que lo llevó necesariamente a intentar conceptualizar nuevas categorías de análisis, que por distintas razones, o no existían o no eran utilizadas, en el marco de la teoría económica más convencional. Razeto, además de prestigioso investigador, profesor y conferencista de lo que él llamaría por primera vez "Economía de la Solidaridad", no se quedó, como muchos otros, en el rol de académico, sino que supo por varios años, destinar además de una parte de su tiempo a esta labor más académica, otra parte no menos importante, a estimular la creación y el desarrollo de lo que el lector aquí encontrará definido como "Empresas Alternativas". Prologar entonces, una obra de este gran autor, quien además fuera profesor del abajo firmante en el Programa de Economía del Trabajo de Santiago de Chile, no deja de ser un motivo de especial alegría       Otra de las motivaciones para prologar este texto, se vincula al estilo de redacción que aquí desarrolla el autor. De todos los libros de Razeto vinculados a la Economía de la Solidaridad (Empresas de Trabajadores y Economía de Mercado, de 1982, Economía de la Solidaridad y Mercado Democrático, Tomos I, II y III, de 1984 a 1988, Las organizaciones económicas populares, de 1986, Economía Popular de la Solidaridad, de 1986, Economía Popular de solidaridad. Identidad y proyecto en una visión integradora, de 1986, De la Economía Popular a la Economía de la Solidaridad en un Proyecto de Desarrollo Alternativo, de 1993, Los caminos de la Economía de la Solidaridad, de 1993, Las donaciones y la economía de solidaridad, de 1994, Crítica de la Economía, Mercado Democrático y Crecimiento, de 1994, y Desarrollo, Transformación y Perfeccionamiento de la Economía en el Tiempo, de 2000), el que aquí nos presenta la Editorial Nordan probablemente sea el más ilustrativo y ágil para la lectura del interesado en las prácticas concretas que puedan conducir a la construcción de una verdadera economía solidaria. Razeto

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en este libro, prefiere detenerse no tanto en la construcción de la teoría económica, como en la presentación de las diversas modalidades que expresan valores, identidades, culturas, principios y recursos alternativos a los hegemónicamente presentes en nuestros mercados determinados. Esto lo hace un libro especialmente sugerente para quienes quieran incursionar en estos nuevos paradigmas sin enfrentarse a ese leguaje técnico tan común entre la mayoría de los libros de economía.       Pero indudablemente, el motivo central que nos lleva a prologar el libro, es sin duda la temática expuesta: el lector tendrá una oportunidad propicia para introducirse en la Economía de la Solidaridad. Lentamente este concepto ha ido ingresando en el vocabulario de los uruguayos, sobre todo por la labor de difusión que hemos estado realizando tanto en el campo académico, como a nivel de organizaciones sociales y populares, seculares y de Iglesia. A pesar de ello, posiblemente domine en el público general una imagen algo difusa sobre el alcance de un término que justamente ha sido especialmente desarrollado por el autor chileno. En ese sentido, queremos recordarle a nuestros lectores, que la Economía de la Solidaridad la podemos entender hoy como una verdadera corriente de pensamiento genuina de nuestro continente. Efectivamente, a diferencia de buena parte de las doctrinas e ideologías, así como de las grandes teorías en ciencias sociales, que imperaron en nuestros países a lo largo de este siglo, la Economía de la Solidaridad no nace en los países centrales, sino que es fiel expresión del análisis que nuestros cientistas sociales han realizado sobre los concretos dramas económicos y de las respuestas sociales que se han generado desde los pueblos de América Latina. La expresión nace a comienzos de los ochenta en Chile, cuando en medio de un desempleo avasallante, un grupo de investigadores se propone estudiar cómo hacían los sectores populares para subsistir. El contacto con ellos, permitió a los académicos observar prácticas económicas alternativas a las hegemónicas, basadas en valores y racionalidades muy distintos a los que la economía neoclásica nos hacía creer que guiaban nuestras acciones.       De la noción de economía popular a la de economía de la solidaridad solo habría un paso, aunque sin caer en estériles romanticismos que en algún momento el mismo Razeto intenta descartar (en este sentido, nunca está de más señalar que no toda economía popular es expresión de economía de solidaridad; y que no toda economía de la solidaridad se enmarca en lo que llamamos economía popular). A partir de entonces, quienes hemos dedicado buena parte de nuestros esfuerzos profesionales, a estudiar y asesorar en estas temáticas, consideramos que la Economía de la Solidaridad, de la mano de Razeto, persigue al menos dos objetivos. Uno de carácter más práctico: rescatar las formas de hacer economía (esto es, de producir, consumir, distribuir y acumular) que podemos considerar alternativas a las formas que predominan en nuestros mercados. El otro es más teórico: difícilmente podamos rescatar en su plenitud estas experiencias, con el herramental conceptual (categorías de análisis) que nos ofrece la economía más convencional (tanto en sus variantes clásicas, neoclásicas, keynesianas o marxistas), lo que hace ineludible pensar a la Economía de la Solidaridad, también como un esfuerzo de reconceptualizar y reelaborar la teoría macro y

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micro económica.       De esta manera, la Economía de la Solidaridad, munida de nuevas categorías de análisis, fruto de un riguroso y plural análisis en materia de teoría de producción, distribución, consumo, etc., logra conformar un corpus teórico propio, que en definitiva va en auxilio de estas experiencias concretas que son fieles testimonios de que existen formas distintas de hacer economía, y por lo tanto, de expandirse estas racionalidades alternativas, probablemente logremos llegar a esa utopía de un mercado verdaderamente democrático, integrador y solidario(1) .       Sin duda que la Economía de la Solidaridad no ha estado sola en estos intentos por reformular la ciencia económica y rescatar las experiencias alternativas. En tal sentido, hemos sido testigos en las últimas décadas, del surgimiento desde diversos ámbitos académicos, de serios intentos por reelaborar los principales supuestos teóricos con los que parte la economía más convencionalmente divulgada. Indudablemente esta ciencia económica comienza a desarrollar sus nociones más abstractas con John Stuart Mill a mediados del siglo pasado. La escuela neoclásica (originalmente concebida por Gossen, Jevons, Walras, Böhm Bawerk, y Pareto), al romper con una tradición economicista más ligada a las ciencias sociales, como la que tiene lugar con Smith, Ricardo, Castillón, (e incluso el propio Mill), que intenta descifrar el origen de la riqueza a través de un fenómeno evidentemente social como lo es el trabajo humano; empieza a construir un modelo interpretativo del comportamiento, donde se sustituye el trabajo por el mercado, como objeto básico de análisis, y se pasa a una concepción del hombre como "homo oeconomicus", que desconoce los aportes de otras disciplinas.       Por su lado, casi sistemáticamente, en el análisis de formas alternativas a las más propiamente capitalistas y estatales, los actores encargados de llevarlas adelante, ante la ausencia de teoría que logre explicar razonablemente sus acciones, han preferido negar de la economía. El resultado más contundente en la materia es que muchos sectores han preferido construir una especie de discurso "anti - económico", que recoge antecedentes incluso en algunas versiones escritas.       Evidentemente, al provenir de las ciencias sociales, el objeto de la economía de la solidaridad no ha sido ni será atentar contra la economía, sino lograr una crítica lo más acertada posible a los efectos de comprender mejor la lógica de acción de una inmensa cantidad de sujetos que no se comportan de acuerdo a modelos preestablecidos por la economía neoclásica, como se encargará de demostrar Razeto a lo largo de este libro.       Frente a estos acontecimientos, somos de la idea de enfrentar los estudios de la economía neoclásica, volviendo a las fuentes de la economía política. Fruto de esta búsqueda es que numerosos investigadores de Norteamérica y Europa, han desarrollado una nueva disciplina a la que han llamado "socio-economía", y que quisiera citar en este momento, justamente para demostrar la sintonía con quienes trabajamos en el marco de la economía de la solidaridad. Más allá de la pluralidad de concepciones en una corriente que reúne a prestigiosos

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economistas y sociólogos como Boulding, Hirchman, Galbraith, Sen(2) , Simon, Bordieu, Etzioni, etc., la socio-economía parte de ciertas premisas:       1.- las personas no son entendidas como seres calculadores, caracterizables por su racionalismo, sangre fría y propio interés. 2.- la modificación del argumento de racionalidad. 3.- la imbricación societal del mercado, y el consecuente papel en él de las instituciones y el poder político; y 4.- el incremento de elementos empírico-inductivos en el estudio del comportamiento económico (3).       La "Economía de la Solidaridad", por su lado, como ya dijimos, nace en Latinoamérica, siendo su más celebre expositor el autor del libro que el lector tendrá seguramente el gusto de leer. La "Economía de la Solidaridad", ya convertida en verdadera escuela de pensamiento en América Latina (4), comienza su análisis separando acertadamente las cuatro partes de un acto económico (producción, distribución, consumo y acumulación), a partir de lo cuál construye diversas categorías y teorías que nos ayudarán a comprender mejor a la economía popular y solidaria.       Podríamos en tal sentido definir a la Economía de la Solidaridad como un modo especial y distinto de hacer economía, que por sus características propias consideramos alternativas respecto de los modos capitalista y estatista predominantes en los mercados determinados.       Al respecto, en el plano de la producción, el elemento sustancial definitorio de esta particular racionalidad económica, está dado por la presencia central del factor C como categoría organizadora.      El factor C tiene expresiones variadas. Como señala Razeto, "se manifiesta en la cooperación en el trabajo, que acrecienta la eficiencia de la fuerza laboral; en el uso compartido de conocimientos e informaciones que da lugar a un importante elemento de creatividad social; en la adopción colectiva de decisiones, en una mejor integración funcional de los distintos componentes funcionales de la empresa, que reduce la conflictividad y los costos que de ésta derivan; en la satisfacción de necesidades de convivencia y participación, que implica que la operación de la empresa proporciona a sus integrantes una serie de beneficios adicionales no contabilizables monetariamente, pero reales y efectivos; en el desarrollo personal de los sujetos involucrados en las empresas, derivados de la comunicación e intercambio entre personalidades distintas, etc.".      En el plano de la distribución, lo distintivo y definitorio de la economía solidaria consiste en que los recursos productivos y los bienes y servicios producidos, fluyen, se asignan y distribuyen, no solamente por medio de las relaciones de intercambio valoradas monetariamente (como sucede en el sector más propiamente capitalista), sino también mediante otras relaciones económicas que permiten una mayor integración social. En concreto:      a) Donaciones: esto es, transferencias unilaterales por la cual una parte (donante) transfiere a otra (beneficiario) un bien o un servicio sin esperar nada a cambio. Las donaciones, desconocidas por la economía convencional en sus análisis mercantiles, sin embargo, constituye una relación absolutamente fundamental en cualquier mercado. En EUA, por ejemplo, para el año 1994, el dinero donado representó 144 mil millones de dólares, de los cuáles sólo el 5.1% correspondió a empresas(5) . En

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empresas y grupos humanos alternativos las donaciones constituyen un hecho normal.       b) Reciprocidad: transferencias bidireccionales entre sujetos ligados por lazos extraeconómicos de amistad y confianza, que no implican el establecimiento de equivalencias formales entre los valores.      c) Comensalidad: transferencias pluri-direccionales entre distintos sujetos que constituyen un grupo humano integrado por vínculos familiares, religiosos, sociales, culturales, etc. Los bienes, señala Razeto, fluyen libremente en términos de compartir, distribuir y utilizar en función de necesidades individuales o comunes.       d) Cooperación: transferencias bidireccionales múltiples, de bienes aportados por sujetos individuales a un sujeto colectivo del que forman parte. A posteriori, el sujeto colectivo compensa a cada uno según su contribución. Es el esquema de la distribución en cooperativas.       En el proceso de consumo la solidaridad se verifica en una particular forma de consumir que se apoya en una cultura diferente a la predominante en cuanto satisfacción de las necesidades. Algunos rasgos distintivos en la materia son la preferencia por el consumo comunitario sobre el individual; la integridad en la satisfacción de las necesidades de distinto tipo; en algunas formas populares de economía solidaria se destaca la proximidad entre producción y consumo; y finalmente, debemos señalar que en estos casos el consumo tiende cualitativamente a la simplicidad y austeridad. Incluso esto lleva a una valoración mucho mayor de los "problemas ecológicos" de tal forma que la Economía Solidaria muestra un compromiso mayor no solo en la producción, sino también en el consumo, por los frutos de la naturaleza.       De tal manera lo anterior, que en algunos de nuestros últimos trabajos, hemos preferido llamar al nuevo paradigma, en nuestro intento de conciliar la socioeconomía por un lado y la economía de la solidaridad por el otro, paradigma "socio-económico solidario".     Evidentemente, estas dos líneas académicas vienen respaldadas por una historia muy rica tanto en lo práctico como en lo teórico, de impulso a formas diferentes y solidarias de hacer economía. Entre las fuentes, cabe rescatar el aporte de los socialistas utópicos, del movimiento cooperativo, la economía humana de Lebret, el comunitarismo de Mounier, los movimientos autogestionarios, la práctica del socialismo libertario, la acción de vida en comunidades, la Doctrina Social de la Iglesia Católica, los aportes de un "Desarrollo a Escala Humana", etc.     Invitamos al lector entonces, a disfrutar de este libro y a interpretar con "lentes" distintos a los usuales, las diversas formas de "hacer socioeconomía". Estamos convencidos, que estas líneas de acción y reflexión serán fundamentales en este siglo que comienza, para superar ese "desorden establecido" del que hablaba Mounier, y empezar a construir "desde el pié", una sociedad más justa y solidaria.       Notas      (1)Recordemos que las utopías no significan, como piensan los conservadores, algo imposible, sino más bien algo difícil, no cabe ninguna duda, pero también alcanzable o realizable. Recordemos también que los mercados no tienen "una lógica", sino todas las que la sociedad les quiera

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dar: lo que sucede es que hoy la predominante -no la única- según nuestras propias tesis, es la lógica desintegradora e individualista que se resume en la figura neoclásica del homo oeconomicus.       (2)Galardonado como Premio Nóbel de Economía 1998. Este profesor nacido en la India hace 65 años, rompe con diez años de Premios otorgados a la escuela neoclásica. Quizá exprese una evidencia más de los cambios culturales que se están operando en esta materia sobre fines de siglo.     (3)Cfr. Etzioni, A. en Pérez Adán, J.: Socioeconomía, Madrid, Ed. Trotta, 1997, pág. 9-10.     (4)Así lo muestra el hecho que numerosas Universidades del continente hayan instaurado Cátedras de Economía Solidaria. Además, muchas organizaciones sociales, sindicales, comunitarias y cooperativas han adherido al postulado de una Economía Solidaria. La Iglesia Católica, por su lado, fundamentalmente a través de sus Pastorales Sociales se ha definido, a la luz de las últimas Encíclicas Sociales, por esta línea. Finalmente, ciudadanos de diversos países de América han promovido -y logrado- que en las Constituciones de sus respectivas Naciones, figure la voluntad de apoyar las iniciativas provenientes de la Economía Solidaria.     (5)Cfr. Giving USA 1996, sobre datos del Council for Aid in Education, Foundation Center y The Conference Board. En Revista Tercer Sector, Año 3, No. 15, Bs. As., Mayo 1997.Lic. Pablo A. Guerra, Profesor e Investigador en Economía de la Solidaridad y Socioeconomía.

  

Ecología y SocioeconomíaPor Pablo A. Guerra

Introducción.      La economía y la ecología, como disciplinas de estudio, tienen muchas más cosas en común que las que ecólogos y economistas han puesto a sus respectivos servicios durante mucho tiempo. Con ello, no han deparado en una misma raíz etimológica. Nótese en tal sentido que "ecología" deriva del griego oikos (casa) y logos (estudio), de forma tal que la ecología vendría a ser el "estudio de la casa", o del ambiente. El término "economía", por su lado, también se deriva de la raíz oikos, a lo que agrega nomos, que significa administración. De esta forma, la economía vendría a ser la "administración de la casa".       Si ambas disciplinas, sin embargo no tuvieron mayor interrelación, se debe al hecho que por un lado, Haeckel hizo hincapié en torno a 1866 en el estudio de las relaciones entre un ser vivo y su entorno, para la ecología. Los seguidores del fundador de la disciplina, básicamente empezaron a desarrollar investigaciones en el marco de las ciencias biológicas, divorciándose casi absolutamente de las ciencias humanas. Los seguidores de la economía, por su lado, fueron desarrollando su ciencia hacia modelos de matematización que prácticamente dejaban de lado las

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interesantes reflexiones sociales y morales de sus fundadores, que tanto aportan para explicar ciertos comportamientos económicos. Un caso claro en la materia es Wilfred Beckerman, para quien planteamientos del tipo "desarrollo sostenible" (o incluso "economía de la solidaridad") carecen de sentido al mezclar las características técnicas de un camino de desarrollo concreto con un mandamiento de orden moral(2) .       Ambos términos y disciplinas, sin embargo, deberían tener una interrelación mucho mayor a la que existe actualmente. De hecho, éste es uno de los principales desafíos que proponemos desde la corriente socioeconómica-solidaria cuyos principales elementos constitutivos intentaremos abordar en el presente artículo.       Nuestra tesis fundamental, ya presentada en otras ocasiones(3) , será que en definitiva, los problemas ecológicos que hoy preocupan a toda la humanidad, responden a la forma de hacer economía de los seres humanos, lo que a su vez, deriva de los valores sociales que imperan en nuestros mercados determinados.       La socioeconomía.       La socioeconomía es una nueva concepción sobre la economía y la sociología, que nace con el propósito de analizar los comportamientos económicos en el marco de un determinado contexto social. Su origen se remonta a los años ochenta, cuando un grupo de notables sociólogos y economistas fundan la Sociedad Mundial de Socioeconomía (SASE) en Harvard, 1989. Entre sus miembros figuran científicos de la talla de K. Boulding, A. Hirschman, J. Galbraight, A. Sen, H. Simon, R. Boyer, P. Bourdieu, N. Smelser, L. Thurow, R. Solow; además de su máximo promotor, el sociólogo norteamericano Amitai Etzioni.       Como señala este último, más allá de las diferencias que existen entre tantas personalidades de la academia reunidos bajo esta nueva "meta-disciplina", todos comparten ciertas premisas que se catapultan como una base fundacional de la nueva perspectiva, que se pueden reducir a tres principios axiales: en primer lugar, que la manida maximización de los sujetos no depende de un solo arco de utilidades, sino que responde al menos a dos recursos de evaluación, esto es, la satisfacción, y los valores morales. Desde este punto de vista, las personas ya no serán vistas como seres meramente calculadores y de sangre fría. En segundo lugar, que las metas o fines racionales asumidos en sociedad, están afectados por los citados valores, además de emociones, y otros obstáculos a la racionalidad pura que defienden ciertas corrientes. Finalmente, la socioeconomía no entiende al individuo como centro del universo social, sino como miembro de grupos y colectividades, o sea, entendiendo a la persona como eminentemente comunitaria, de lo que se desprenden diversas implicaciones éticas que el comunitarismo moderno viene trabajando desde hace tiempo(4) . A esta escueta lista podríamos agregarle un cuarto punto que ha sido citado con mucha frecuencia desde ámbitos socioeconómicos, cuyo análisis en las ciencias sociales se remonta a los primogenios estudios de Polanyi, a saber, la imbricación societal del mercado, o dicho de otra manera, entender a la economía como una esfera de la sociedad, y no como un área de acción autónoma a los valores imperantes en determinadas sociedades.

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      El elemento central que intentaremos desarrollar en las siguientes páginas, es justamente en atención al cuarto punto, la imbricación de los comportamientos económicos en una sociedad que es portadora de determinados valores, instituciones y comportamientos que en definitiva explican el funcionamiento de los mercados determinados.       En este sentido, la socioeconomía propugna una revalorización de los estudios pioneros de la economía, que fueron desarrollados sin descuidar los contextos morales y sociales donde tenían lugar los diferentes fenómenos económicos. Adam Smith, en ese sentido, expresa en sus obras una particular imbricación de lo económico en lo social. Contra los presupuestos neoclásicos acerca de que "la sociedad no existe", Adam Smith le concedía en sus obras una importancia mayúscula. Tales apreciaciones pueden observarse en su célebre Riqueza de las Naciones, y con más propiedad, en su anterior Teoría de los sentimientos morales. Resulta particularmente sugerente, en medio de un contexto donde pareciera que el desarrollo se relaciona con el crecimiento material, las elaboraciones de Smith acerca de la calidad de vida, definida no sólo en términos materiales, sino también morales. Estas características de los pioneros de las ciencias económicas (entre los cuáles también deberíamos citar a Ricardo, Sismondi, J. S. Mill, etc.) han sido relegadas por los modernos sucesores que sólo recuerdan la centralidad de la búsqueda de beneficio en sus teorías. A tal punto lo anterior, que actualmente el economista Paul Omerod señala, en tono sarcástico, que hay pocos insultos tan ofensivos en el arsenal de un economista ortodoxo como el de "sociólogo" aplicado a uno de sus colegas.       La historia de ambas disciplinas, economía y sociología en el Siglo XIX, muestra cómo se desarrolló la separación entre ambas. Así se inició un proceso por el cuál la sociología pasaba a analizar aquellos fenómenos sociales que podríamos llamar sobrantes o sin dueños, caso de la familia, la pobreza, la educación, etc.(5) .       La consolidación de la sociología, sin embargo, una vez que, sobre todo Durkheim, expusiera los instrumentos metodológicos por los cuáles la disciplina adquiría su status científico, empieza a aproximarse nuevamente a la economía. Prueba de ello han sido los trabajos de Karl Marx y Max Weber, y a partir de éste, de Simmel, Pareto, Veblen, etc. La obra de Parsons finalmente, trata de suponer la esfera de lo económico como un sistema social integrado a la sociedad en general.       Tales reflexiones sirvieron como base a Karl Polanyi, fundador de la antropología económica. Su tesis la podemos resumir de la siguiente manera: lo que demuestra la historia de las civilizaciones y pueblos antiguos, es que la economía está sumergida por regla general a las relaciones sociales que ocurren entre los hombres. En ese sentido, tanto en una pequeña comunidad como en una vasta sociedad despótica, el sistema económico será administrado por motivaciones no económicas.      Veamos algunos ejemplos concretos al respecto: en una comunidad tribal, el interés económico de los individuos es raramente predominante, pues la comunidad protege a todos sus miembros con el alimento suficiente. Por otra parte, dice Polanyi, el mantenimiento de los lazos sociales es fundamental, ya que si el individuo viola el código de honor o de generosidad aceptado, provocará su destierro y separación de la

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comunidad. Esto es un elemento que pesa para que el sujeto no piense en términos individualistas. A ello se agregan las actividades comunales como la obtención de alimentos de la pesca común, o la participación en el botín de alguna expedición tribal remota y peligrosa. El premio otorgado a la generosidad del individuo hacia la comunidad es tan grande en términos sociales (prestigio), que no es razonable otro tipo de motivaciones.      En eso parecen convenir los etnógrafos modernos, al señalar algunas características comunes a las sociedades pre-industriales: ausencia de motivación de ganancia; ausencia del principio de trabajar por una remuneración; ausencia del principio del menor esfuerzo; y ausencia de "cualquier institución separada y distinta basada en motivaciones económicas".      En tales circunstancias, las relaciones económicas no estaban basadas, como en las modernas sociedades, en las relaciones de intercambio, sino que hegemonizaban otros dos tipos de relaciones económicas: la reciprocidad y la redistribución. El primer tipo, dice Polanyi es de mayor uso en las relaciones familiares; y el segundo en el ámbito social o comunitario.      Todas estos antecedentes, unidos a otros que esta vez preferimos no analizar, se entroncan con la socioeconomía moderna que busca fundamentalmente reunir ambas disciplinas, aunque -como señala Pérez Adán- no de cualquier manera. El citado profesor de la Universidad de Valencia, propone en tal sentido, desechar la concepción del imperialismo económico; en segundo lugar poner en cuestión el "intento de los estructural-individualistas en su deseo de proponer modelos a la investigación sociológica que han aceptado sin el necesario criticismo". En tercer lugar, rechazar la perspectiva de la político económica, "que incorporan muchas racionalizaciones económicas que no cuentan con el estudio de los condicionamientos sociales y que por tanto desechan algo que tiene valor crítico y operativo"(6) .       Así llegamos a la conformación de una Sociedad Mundial de Socioeconomía, que, reuniendo principalmente economistas y sociólogos, fundamentalmente persiguen superar el paradigma neoclásico, intentando la reelaboración de la teoría económica, ahora imbricada en los contextos sociales.       Socioeconomía y Economía Solidaria.      En ese sentido, la Economía de la Solidaridad muestra una aproximación notable a los esfuerzos emprendidos por los socioeconomistas. La Economía de la Solidaridad, a diferencia de la socioeconomía que nace en los países centrales, es una producción teórica que surge en América Latina, a principio de los ochenta, persiguiendo al menos dos objetivos: en primer lugar, rescatar las formas alternativas de hacer economía (de producir, distribuir, consumir y acumular); y en segundo lugar, reelaborar la teoría económica construyendo el herramental necesario para comprender estas economías alternativas que funcionan con parámetros, valores y principios diferentes a los típicamente "privados-capitalistas" y "estatal-regulado".

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      Siguiendo a Polanyi, los economistas solidarios, rescatan en los "mercados determinados"(7) , diferentes racionalidades que se expresan en múltiples Relaciones Económicas y múltiples Factores de Producción. Entre las relaciones económicas, podemos distinguir las integrantes del sector de intercambios, esto es, básicamente las relaciones de intercambio, hoy hegemónicas y que habrían adquirido especial relevancia a partir de la Revolución Industrial. En segundo lugar, el sector regulado (estatal) pone en funcionamiento relaciones de Tributación y Asignación Jerárquica. El sector solidario, o tercer sector, por su lado, se manejaría sobre la base de relaciones económicas más integradoras como las de donaciones, reciprocidad, redistribución y comensalidad. Las relaciones de donación, de fundamental importancia para comprender los comportamientos socioeconómicos, han sido increíblemente dejadas de lado por las ciencias económicas hasta que Kenneth Boulding, sobre fines de los sesenta fundara junto a otros investigadores la Association for the estudy of the grants economy, y publicara su The economy of love and fear - A preface to grants economy(8) . Las donaciones, las relaciones de gratuidad, el trabajo voluntario, etc., son expresiones en tal sentido, que aportan su cuota de integración y solidaridad a los mercados determinados. Muchos de los trabajos sobre el "Tercer Sector", sobre todo los de origen norteamericano, han hecho hincapié en este "nuevo" fenómeno que implica la puesta en movimiento de miles de millones de dólares en todo el mundo, además de la energía y trabajo voluntario de tantos cientos de miles que dedican una parte de su tiempo a causas no atendidas por las meras relaciones de intercambios. Las relaciones de reciprocidad, por su lado, también desconocidas por la ciencia económica neoclásica, han sido fundamentalmente desarrolladas teóricamente por la antropología económica (Marcel Mauss, Malinovski, Polanyi), e investigadas por numerosos autores en América Latina, que han comprobado cómo la sobrevivencia de numerosos grupos populares es posible en virtud de la puesta en práctica de este tipo de relaciones(9) . Las relaciones de redistribución, por su lado, han sido principalmente desarrolladas por Polanyi y su grupo de investigadores de la Universidad de Columbia. Las relaciones de comensalidad, por último, operan con la lógica de las anteriores, pero referida a grupos pequeños o comunidades, y su autonomización teórica responde a los estudios del chileno Luis Razeto.       Finalmente, la Economía Solidaria, no sólo analiza las diferentes relaciones de distribución, sino también los diferentes comportamientos económicos visibles en las etapas de la producción, consumo y acumulación, todo lo cuál conforma una matriz teórica donde ubicamos tres grandes sectores de la economía: sector de intercambios, sector regulado y sector solidario.       La elaboración que surge al interior de la Economía de la Solidaridad en América Latina(10) , unido a las diferentes teorizaciones que surgieron en los países centrales (fundamentalmente EUA y Europa) en el marco de la socioeconomía, nos faculta a analizar desde una perspectiva socioeconómica solidaria, diferentes fenómenos sociales entre los cuáles, el que nos interesa en esta ocasión: los problemas ecológicos.       

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La Ecología desde una perspectiva socioeconómica solidaria.      En el marco de la socioeconomía solidaria los temas ecológicos se han vuelto especialmente importantes al menos por dos razones que repasaremos a continuación. Una de ellas, tiene que ver con la conceptualización de la sociedad como sujeto diacrónico(11) . Un segundo aspecto central en el debate socioeconómico-solidario vinculado al tema medioambiental, es la puesta en tela de juicio del concepto de desarrollo económico, tanto desde el punto de vista teórico como desde el punto de vista de sus prácticas más habituales. Veamos estos asuntos.      La sociedad, según la entendemos nosotros, no solo actúa en el presente, y recoge una tradición del pasado (hasta aquí nada novedoso en la sociología clásica), sino que además trasciende hacia el futuro, de manera que el tiempo que vendrá, también forma parte de nuestras reflexiones, actuando en el presente por medio de todas las acciones de efecto diferido a largo plazo.      Las generaciones contemporáneas han sido testigos de la importancia de la diacronía social, justamente por el impacto que están causando los efectos del pasado más cercano sobre nuestro presente; y los efectos de nuestro presente sobre el futuro próximo, en materia ambiental. El ambiente natural, de esta manera, estaría ubicándose como una especie de blanco inevitable por parte de la sociedad contemporánea y de su cultura de la modernidad que impregna lo económico, lo que hace inevitable la reflexión sobre los alcances que tendrá para las generaciones futuras, las hipotecas del presente, pero además, las responsabilidades que tenemos en el presente con respecto a las generaciones de futuro.      Y esto último, por cierto, nos sitúa en las antípodas de la cultura individualista, tan en voga en determinados círculos neoliberales, que popularizan frases del tipo "sólo tenemos que rendir cuentas a nosotros mismos de lo que nos suceda en la vida". Algunos popes del management, como Drucker, o de la economía liberal, como Friedman, van más lejos al señalar que los negocios son los negocios, y por lo tanto no tienen obligaciones sociales (12).       Nosotros, por el contrario, somos de la idea que los individuos forman parte de una sociedad, de donde se desprenden no solo derechos, sino también obligaciones, que en una perspectiva plural en los tiempos, debe incluir también a las generaciones futuras. Etzioni habla en ese sentido, de la virtud de la responsabilidad respecto a la tierra, o sea, el compromiso con el medio ambiente como bien común, de cuño netamente comunitario, contra ciertos argumentos ecologistas principalmente utilitarios, instrumentalistas y centrados en las consecuencias .(13)      El otro tema central se vincula a la noción de desarrollo entendido como crecimiento económico. Esta idea, muy propia del modernismo(14) , que recoge antecedentes directos en las posturas de la incipiente economía, pero que además sigue siendo muy visible en los discursos concretos de buena parte de los actores del sistema político de nuestros días, ha provocado en los hechos durante las últimas décadas, importantes desajustes y catástrofes ambientales. Algunas indicios de ésto pueden ser mejor entendidos al analizar el impacto de ciertos agentes químicos en nuestras economías.

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      El Dióxido de carbono, por ejemplo, es producido especialmente por la quema de combustibles fósiles, aunque actúan además la agricultura(15) y la deforestación. Además de problemas de smog, la enorme cantidad de carbono lanzada a la atmósfera, altera los ciclos de otros nutrientes. Para hacerse una idea de su incremento en la concentración atmosférica, vale citar que hacia principios de la Revolución Industrial, la concentración de CO2 en la atmósfera era de unas 290 ppm. En 1958, la concentración pasó a ser de 315 ppm; y en 1980, de 335 ppm. El efecto más claro de este proceso, es el recalentamiento de la tierra, ya que su concentración en la atmósfera impide que una parte importante de la radiación solar salga reflejada hacia el espacio exterior. De esta manera se produce lo que los ecólogos han llamada efecto invernadero, esto es, una elevación de las temperaturas del planeta (se calcula que la temperatura podría subir entre 3 y 7 grados Celsius para el año 2030) que ocasionará una subida de los mares y un cambio en los patrones de producción agrícola. Hay quienes sostienen, desde una postura apocalíptica, que este fenómeno podría conducir a uno de esos grandes hitos climáticos de la historia de la vida en el planeta, que por ejemplo, en el paleolítico, habría eliminado a los dinosaurios de la faz de la tierra. Finalmente, señalemos que la concentración de monóxido de carbono (CO) en las grandes urbes, producto del tráfico automovilístico, por ejemplo, añaden "nuevas enfermedades" a las que deben enfrentarse los ciudadanos de un mundo que sigue creciendo a ritmos alocados.       Por otro lado, tenemos que el propio modelo de desarrollo está produciendo en cantidades alarmantes, gases como el anhídrido sulfuroso, el monóxido de carbono, el óxido de nitrógeno, el plomo, etc., que en su conjunto ya sea por la combustión de combustibles fósiles en la industria como por los automóviles, ayudan a la contaminación ambiental. Los óxidos de nitrógeno (N2O y NO2) y de azufre (SO2), a diferencia de los nitratos y sulfatos, son tóxicos en grados variables. La combustión de combustibles fósiles ha incrementado notablemente las concentraciones de esos óxidos en el aire. Para el caso del SO2, una de sus principales causales es la quema del carbón. Mientras tanto, los escapes de los automóviles que cada día circulan en mayor número en el planeta, unida a otras combustiones industriales, son fuente del NO2. El dióxido de azufre daña la fotosíntesis, y además, en combinación con el vapor de agua, produce ácido sulfúrico diluído (H2SO4), más comúnmente conocido como "lluvia ácida", un fenómeno tan actual como actuante en muchas regiones industriales, que causa estragos, fundamentalmente sobre los arroyos o lagos de aguas blandas y sobre los suelos ácidos, que carecen de amortiguadores del PH. Por su lado, los óxidos de nitrógeno irritan las membranas respiratorias de los animales superiores, incluido el ser humano. En contacto con otros agentes, se generan sinergismos que elevan los peligros. Es el caso del NO2 en combinación con los rayos ultravioletas del sol, y los hidrocarburos no quemados (resultado de la proliferación de automóviles), dando origen a un smog fotoquímico que además de lagrimeo (fenómeno visible en ciudades como Santiago o México) puede provocar enfermedades mayores.       Por otro lado, algunos gases (cloroflurocarbonados y otros), producidos en gran escala desde los años veinte por la industria, sobre todo de los

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EUA, han provocado la destrucción de las moléculas de ozono, produciendo la disminución en el espesor de la capa de ozono. Resultado: aumento de la radiación de rayos ultravioletas, lo que provoca la destrucción de parte de la biodiversidad, a la vez que afecta la fotosíntesis de las plantas, ayudando por esta otra vía a aumentar la concentración de dióxido de carbono. Para el hombre, las consecuencias directas ya son plenamente visibles: aumento de casos de cáncer a la piel; prohibición en tomar baños solares a las horas pico, etc. La industria del turismo en países como Uruguay podrían resentirse fuertemente por este fenómeno, aunque ésta sea una consecuencia marginal con relación a otras.       La disminución de la biodiversidad es otro de los problemas más actuales. Hoy son millares las especies catalogadas en peligro de extinción, lo que se une a las aproximadamente 400 que se habrían extinguido desde la revolución industrial. Este problema se une al hecho que la mayoría de las especies biológicas sin descubrir, residen en los bosques tropicales, los que sabemos han disminuido aproximadamente en un 50% en los últimos treinta años. El lector ya habrá notado que por la vía de la extinción de bosques, el monóxido de carbono sigue concentrándose en la atmósfera. Los desiertos, mientras tanto, aumentan considerablemente, ganando aproximadamente 8 millones de hectáreas por año. Unido a ello, sabemos que anualmente se pierden 11 millones de hectáreas de bosques. En Uruguay, por su lado, también hay evidencia de pérdida de biodiversidad fruto de la acción humana, y de su mano, se constatan posibles consecuencias en nuestra economía basada en el sector agropecuario, y con gran peso en el turismo, áreas especialmente críticas en la materia.       En cuánto al agua, elemento indispensable para la vida humana, se constata que su suministro al medio urbano es cada vez más complicado. Por otra parte, casi el 25% de la agricultura de riego ha sido afectada por la salinización, contaminación o sobreexplotación de los acuíferos. A la par de ello, es notorio que están en aumento el número de lagos y ríos considerados biológicamente muertos.       Los métodos actuales utilizados para deshacerse de los residuos tóxicos, suponen riesgos muy importantes. Incluso, en el caso de los desechos nucleares, esa peligrosidad durará siglos. No en vano, los países ricos envían muchos de estos residuos a los países pobres, lo que se entiende como un acto más, entre tantos que ocurren dentro de una lógica puramente mercantil.       Podríamos seguir citando indicadores de deterioro ambiental, pero con los expuestos creo que tenemos suficientes. Los mismos han sido revelados desde hace algunos años por numerosos grupos ecologistas, además de la labor de la comunidad científica que cooperó para entender con mayor exactitud lo que estaba ocurriendo con el planeta. El Estado no tardó en intervenir, y por medio de políticas más o menos convencionales en la materia (incentivar el uso de tecnologías no contaminantes, o aumentar los impuestos a quiénes sí las utilizan, etc.), entró a la escena para paliar algunos problemas.       Sin embargo, la labor de los grupos ecologistas, de los Estados, de las reuniones internacionales, e incluso de la comunidad científica, creemos poco pueden hacer, ya que partimos de la base que el problema es grave,

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y las soluciones debieran ser muy radicales. Por eso, la labor de estos actores no alcanza: la propia particularidad de los problemas ecológicos trasciende los ámbitos de la acción nacional. ¿Esto significa que tengamos una opinión pesimista sobre el futuro de nuestro planeta?. Intentaremos construir la mejor respuesta posible con una teoría que relaciona la ecología con la forma de hacer economía de nuestra especie, fundamentalmente luego de la Revolución Industrial.      La relación entre la socioeconomía y la ecología.       A diferencia de los animales, que se comportan "naturalmente" y "directamente" en relación con su entorno, los seres humanos nos caracterizamos por comportarnos de manera distinta, esto es, relacionándonos con la naturaleza mediante nuestros actos económicos.       La economía, podemos entenderla entonces, como un singular proceso de intercambio entre el hombre y la naturaleza, donde ambas partes resultan modificadas. Es con relación a esta vinculación, que la ecología se convierte en un problema económico(16) ; y este dato podría resultar alentador, ya que si ponemos nuestras miras en el eje de la economía, y no en el de la naturaleza, entonces, podremos concluir que un cambio de actitudes económicas en los seres humanos podría contribuir a una mejora clara del entorno donde vivimos. La otra posibilidad sería actuar directamente sobre la naturaleza, lo que tiene un riesgo mucho mayor, por el dato insoslayable de que el hombre puede controlar sus actos, pero no la fuerza y los comportamientos todavía no plenamente comprendidos de ella.       Ahora bien, ésta vinculación del hombre con la naturaleza, mediada por la economía, puede resultar positiva o negativa: esos vínculos pueden generar procesos significativamente positivos para el hombre y su hábitat (como supuso siempre la modernidad), o por el contrario, puede dar lugar, como vimos, a numerosos problemas y dramas.       Dicho de otra manera, existiría un modo ecológico y otro anti-ecológico de hacer economía.      Entendiendo a la economía como el conjunto de los actos de producción, distribución, consumo y acumulación, intentaremos señalar los aspectos antiecológicos de todas estas etapas, para ver luego cómo es posible exponer modos alternativos.      En el plano de la producción, nuestra tesis es que las unidades económicas basadas en el factor capital son mayormente contaminantes. El gran tamaño de muchas de éstas empresas conducen a un uso altamente ineficiente de algunos recursos, lo que da lugar a la producción de desechos, que sobre todo cuándo no tienen valor crematístico, no se consideran en la racionalidad de los productores. En base a tal Categoría, las grandes empresas suelen utilizar enormes masas de energía altamente concentradas en espacios reducidos. Por fin, un modo antiecológico de producir está íntimamente relacionado con lo que se produce. La perspectiva egoísta e individualista en que se basan los presupuestos neoclásicos, potencia la producción de todo aquello que tenga demanda, contamine o no contamine, destruya o no las posibilidades de desenvolvimiento de las generaciones venideras. Un ejemplo claro en el sector primario, para nuestro continente es el de los monocultivos,

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denunciado en múltiples oportunidades por diversos movimientos indigenistas.      En el plano de la distribución una de las causas de los problemas ecológicos reside en la desigual distribución de los ingresos, palpable ya sea en el ámbito de clases en el plano nacional, o en relación entre países ricos y pobres, en el plano internacional. Somos de la idea que tanto la extrema riqueza como la extrema pobreza son contaminantes. Con esto, nos distanciamos de la tesis comúnmente manejada, según la cuál, la pobreza es causa de los problemas ecológicos . Los ricos contaminan por el uso excesivo de energías, además de los desechos que generan, la mayoría de los cuáles de nula reutilización (los residuos inorgánicos son sostenidamente mayores a los orgánicos en estos países). La pobreza extrema, por su lado, contamina utilizando los recursos energéticos de bajo rendimiento, a la vez que de alto impacto ecológico, a lo que se suma no contar con los medios para cuidar su entorno. Esto no supone que los pobres, sin más, sean contaminantes. Vayan en tal sentido, como prueba, la innumerable cantidad de movimientos populares-ecológicos que han surgido desde los cuatro puntos cardinales (18); o la cultura de respeto hacia la "Pachamama" (Madre Tierra; pero también hacia el Padre Sol, o la Abuela Luna), de las culturas andinas en nuestro continente; pasando por el respeto hacia la tierra que muestran los asentados del Movimento Sem Terra en Brasil (19); etc.       Utilizando nuestro herramental teórico, desde la Economía Solidaria concluiremos que el principal factor anti-ecológico, desde la distribución, está dado por la hegemonía de las relaciones de intercambio en los mercados determinados, sustituyendo las relaciones económicas más integradoras y solidarias, que fueron además, propias de los pueblos nativos de nuestro continente(20) .      Desde el proceso de consumo, la explicación es evidente: la sociedad consumista en la que estamos insertos genera comportamientos de consumo que, basados en las instituciones y el uso desmedido de la publicidad y las tarjetas de crédito, impactan y determinan la producción sobreabundante de bienes y servicios que -aunque cada día más sofisticados- pasan a ser prontamente obsoletos.       Desde el proceso de acumulación, que en realidad forma parte del proceso de consumo, el comportamiento hegemónico en nuestros mercados determinados es acumular en bienes materiales, propiciando una cultura del "tener", con sus efectos perversos sobre el medio.       Así como existen modos y formas "antiecológicas" de hacer economía, sabemos de prácticas "ecológicas" de producción, distribución, consumo y acumulación.      En materia de producción, las unidades económicas basadas en el Trabajo, son más ecológicas que las basadas en el capital. Indudablemente existen excepciones. Si construyéramos un tipo ideal de los sectores de la economía, veríamos cómo el Sector Solidario razona sobre las consecuencias comunitarias de lo producido. Esto, lleva a que dudosamente encontremos unidades económicas solidarias produciendo, por ejemplo, armamentos o alimentos en base a productos tóxicos.       Como señalan Max Neef y Razeto, entre otros, la producción a escala humana genera un proceso de desconcentración de la producción que

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redunda en beneficios palpables. Veamos como observa este último autor la producción ecológica en pequeña escala: "las actividades productivas no se concentran en reducidos espacios de alta densidad energética pues se diseminan en las casa, barrios y comunidades. Como estos lugares constituyen el medio ambiente inmediato de quienes organizan y ejecutan la producción, los efectos medioambientales de ésta recaen directa e inmediatamente sobre quienes lo causan, llevándolos a preocuparse y responsabilizarse de ellos, porque los sienten, perciben y sufren en carne propia. La producción desconcentrada y efectuada en pequeña escala, implica asimismo un uso diferente de los recursos naturales y de las fuentes energéticas. Por un lado, los elementos materiales no son utilizados indiscriminada y masivamente, sino aprovechados atendiendo a sus características y cualidades particulares. Por otro, el proceso elaborativo se verifica mediante procesos transformadores de menor intensidad mecánica y química, y se hace posible el aprovechamiento de fuentes energéticas alternativas y renovables. Además, las emanaciones y desechos de la producción son menores en cada lugar y pueden ser controlados y canalizados de mejor manera, o son directamente reciclados. La actividad productiva se adapta mejor al medio ambiente local y aprovecha los microclimas sin alterarlos"(21) .       En materia distributiva, parecería claro que el privilegio de las relaciones más integradoras por sobre la lógica pura de intercambios, reduciría las brechas entre ricos y pobres, y de esta manera se paliaría una de las principales causas de deterioro ambiental. Tales relaciones integradoras, superan el modelo del "homo oeconomicus", de manera que las decisiones son tomadas no sólo atendiendo a la propia utilidad, sino a otros valores que también están en juego en todas las sociedades humanas.       En cuánto al proceso de consumo, creemos que una forma más ecológica pasaría por cambiar el "consumismo" por lo que se ha dado en llamar "consumo crítico". Tal consumo crítico, se basa en dos principios: disminuir el consumo de cierto tipo de bienes y cambiar el modo de consumo.       Estos principios se basan, a su vez, en una concepción más integral de las necesidades humanas que las explicitadas por las corrientes psicologistas norteamericanas (22). Por esta vía, entenderemos que consumir más no es idéntico a aumentar la calidad de vida. Los excesos en las grandes comilonas, y sus efectos sobre nuestros sistemas digestivos es un ejemplo a pequeña escala de lo que queremos señalar. En este sentido, el "nuevo consumo" o "consumo crítico", lejos de bajar la calidad de vida de los sujetos, propende a un consumo más humano, saludable, ecológico, y por cierto, solidario.       Emparentado a esta línea, en el plano de la acumulación, existe también una "acumulación crítica" y una "nueva acumulación". La primera tiene que ver con una serie de actos de acumulación alternativos privilegiados en varios países del mundo(23) . La segunda se relaciona con un tema más profundo: la acumulación hegemónica en el sector de intercambios, basada en lo que definíamos como una "cultura del tener", obedece a un individualismo exagerado que acrecienta nuestra inseguridad al ponernos unos frente a otros como competidores (24).Ello

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nos conduce a la necesidad de acumular cada vez más poder y riquezas. La existencia de una más alta solidaridad en nuestras sociedades, por su lado, conduciría a una reducción patente de las inseguridades e incertidumbres frente al futuro, lo que naturalmente llevará a un cambio de actitudes frente a la acumulación(25) .       Concluyendo.      Los problemas ecológicos derivan, en definitiva, de la forma de hacer economía. Esta a su vez, no debería interpretarse sin desconocer el papel que las normas y valores sociales tienen en el comportamiento económico. Tal afirmación, se corresponde con la necesidad de considerar estos asuntos desde un punto de vista socioeconómico, al cuál agregamos la perspectiva de la Economía de la Solidaridad.       Con su inclusión, pudimos analizar las diferentes etapas de la economía (producción, distribución, consumo y acumulación), y munidos de un herramental teórico que nos permitiera distinguir al menos tres lógicas de operar, analizamos los modos ecológicos y antiecológicos de hacer economía.       Concluimos en tal sentido, que la incorporación de comportamientos, actitudes, valores y arsenal solidario en las diferentes etapas de la economía, abren una nueva perspectiva de estudio sobre los problemas ecológicos; a la vez que muestran un camino por donde se podría transitar para el logro de una socioeconomía solidaria y ecológicamente sustentable.       Diversas experiencias contemporáneas avalan, finalmente, que es posible, además de deseable, que hagamos economía de forma alternativa y solidaria. Las futuras generaciones seguramente sabrán reconocer nuestros esfuerzos.       Notas      (1) Sociólogo, Magister en Ciencias Sociales del Trabajo y Doctorando con Tesis en Socioeconomía de la Solidaridad. Profesor de la Universidad de la República y Universidad Católica del Uruguay      (2)Cfr. Beckerman, W.: "Lo pequeño es estúpido", Debate, Madrid, 1996.      (3)Cfr. Guerra, P.: "Un marco socioeconómico solidario para la interpretación de los problemas ecológicos", Revista de Ciencias Sociales No. 15, Montevideo, Mayo de 1999; "Une planete en sursis. De la socio-èconomie à l´ècologie", Foi et Development No. 273, París, Avril 1999.      (4)Cfr. Etzioni, A.: "The Socio-Economics of Work," Frederick C. Gamst (Ed.), Meanings of Work, Considerations for the Twenty-First Century, SUNY Press, Albany, (1995). pp. 251-260.      (5)Cfr. Pérez Adán, J.: Socioeconomía, Madrid, Trotta, 1997, pág. 23.      (6)Cfr. Pérez Adán, J.: Ibidem, pág. 27.      (7)Término de origen gramsciano, que hace referencia a la particular forma que adquiere cada mercado en virtud de las diferentes fuerzas que operan a su interior.      (8)Traducida al español, Cfr. Boulding, K.: La economía del amor y del temor. Una introducción a la economía de las donaciones, Alianza Ed., Madrid, 1976.

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      (9)Véase al respecto los estudios de Larissa A. De Lommitz, para el caso mexicano, donde se rescatan las relaciones de "compadrazgo" y de "cuates"; o los estudios del Programa de Economía del Trabajo (PET) sobre las Organizaciones Económicas Populares en Chile.       (10)Cuyos antecedentes teóricos pueden ser vistos en Guerra, P.: Crisis y Empresas Alternativas en Uruguay: el caso de las cooperativas de producción como emergentes de un sector solidario de hacer economía, Montevideo, Depto. De Sociología, Serie Investigaciones No. 18, 1997.      (11) Cfr. Pérez Adán, J.: La Salud Social. De la socioeconomía al comunitarismo, Madrid, Trotta, 1999, p. 128-130.      (12) Cfr. Friedman, M.: Capitalism and Freedom, Chicago, University Press, 1962, p. 133-136; y Druker, P.: Management: Tasks, Responsabilities, Practices, New York, Harper & Row, 1985, p. 343-345.      (13) Cfr. Etzioni, A.: La Nueva Regla de Oro. Comunidad y Moralidad en una sociedad democrática, Barcelona, Paidós, 1999, p. 291.      (14) En tal sentido, el discurso del modernismo iba de la mano de la idea del progreso, y de las filosofías positivistas que dominaron la escena intelectual de buena parte del S. XVIII y XIX. Estas ideas europeas también tuvieron su peso entre varios intelectuales del Uruguay, caso de José P. Varela, entre otros. Cfr. Gudynas, E.: "Progreso y Naturaleza", Relaciones No. 158, Montevideo, 1997, p. 10-12.      (15) "Podría resultar sorprendente el hecho que haya una pérdida neta de CO2 en la agricultura (es decir, incorporación de más CO2 a la atmósfera de la que se extrae de ella), pero esto se debe a que el dióxido fijado por los cultivos (muchos de los cuáles sólo están activos durante una parte del año) no compensa la cantidad de dicho gas que es arrojado a la atmósfera por el suelo, sobre todo el que resulta del arado frecuente". Cfr. Odum, E.: Fundamentos de Ecología, México, Interamericana, 1986.      (17) Eso parecería exponer el Informe de la Comisión Mundial del medio ambiente y del desarrollo (Informe Bruntland, de 1987). También nos preocupa del citado Informe, el concepto vago de "desarrollo sostenible", que va unido inexorablemente al de crecimiento económico. Consideramos absolutamente imprescindible, en las actuales circunstancias, llamar la atención sobre la redistribución de las riquezas, más que en la receta del crecimiento económico, que sabemos aumentará la gravedad de los indicadores de deterioro arriba citados. Por lo demás, considerar a la pobreza como causa de problemas ecológicos, impide un análisis dialéctico de la riqueza-pobreza, que creemos es el más adecuado para referirnos a estos problemas.      (18) Cfr. Martínez Alier, J.: De la economía ecológica al ecologismo popular, Barcelona, Icaria, 1992.      (19) Además de una postura claramente ecologista en el trabajo con la tierra, de este movimiento que aglutina a miles de familias desheredadas en Brasil desde hace años, debemos señalar que además fueron clave en 1999 para que el Gobernador de Río Grande do Sul, Olivio Dutra, proclamara su Estado libre de transgénicos.      (20) Cfr. Girardi, G.: Máscaras del Poder. Rostros de Liberación. Las luchas de los pueblos y la construcción de alternativas, Montevideo, Nordan, 1999.

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      (21) Cfr. Razeto, L.: Los caminos de la Economía de la Solidaridad, Santiago, Vivarium, 1994, pág. 119.      (22) Al respecto, Cfr. Max Neef, et alt.: Desarrollo a escala humana, Montevideo, Nordan, 1993.      (23) Para un consumo y acumulación "crítica", Cfr. Centro Nuovo Modello di Sviluppo: Rebelión en la tienda. Opciones de consumo, opciones de justicia, Barcelona, Icaria, 1997.      (24) Vaya en tal sentido la siguiente "moraleja" que se enseña a los estudiantes hábidos de conocer técnicas empresariales para tener cabida en este mundo competitivo: "Cada mañana en Africa, despierta una gacela. Ella sabe que debe correr más ligero que el más rápido de los leones, o bien morirá. Cada mañana en Africa, despierta un león. El sabe que debe superar a la más lenta de las gacelas o bien el hambre lo matará. Moraleja: no importa lo que seas, si un león o una gacela. Cada mañana, cuando sale el sol, sería mejor que comiences tu carrera". El mensaje es claro: en nuestras relaciones económicas, sólo existe la Ley de la Selva, y debemos aprender a jugar con esas reglas, so pena de quedar excluídos.      (25) El lector sabrá juzgar lo interesante que resultaría utilizar este marco teórico para interpretar los cambios ocurridos en nuestros sistemas de seguridad social. 

ANÁLISIS SOCIOECONÓMICO-SOLIDARIO DE LAS ECONOMÍAS ALTERNATIVASPor Pablo A. Guerra (1)    

Sorprendentemente para quienes creían que la caída del Muro de Berlín, como figura representativa del derrumbe de los socialismos

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reales, vendría a significar la consiguiente victoria de su rival a lo largo del siglo, esto es, la organización capitalista de las economías, dando lugar a innumerables conceptos de corte postmodernista, como "el fin de la historia" o "el fin de las ideologías" , nuestros tiempos presentan, todavía, innumerables formas de organización económica que por sus características, podemos catalogarlas como verdaderas "economías alternativas", a las lógicas imperantes.      Efectivamente, a lo largo de las últimas dos décadas, en todo el mundo ha tenido lugar un desenvolvimiento específico en el análisis y respaldo a lógicas socio-económicas distintas a las que operan conforme a los patrones clásicos de la economía capitalista-privada, y economía estatal-regulada. En muchos países, y para diversas escuelas, esas formas han sido catalogadas como pertenecientes a un "tercer sector" de la economía, otros prefieren hablar de economía social, economía popular, o incluso economía solidaria(2) . En el plano sociológico-académico, tal dinamismo es visible a través de la labor de la International Communal Studies Association (ICSA), en los grupos de discusión de la Asociación Internacional de Sociología (AIS) sobre "Sociología de colectividades y comunidades", y "Participación social y Autogestión", y en los innumerables Congresos y Seminarios Internacionales reunidos con motivo de reflexionar estas cuestiones, además de las Cátedras que en todo el mundo son formados con la intención de hacer presente en los currículums universitarios esta realidad.      Hay, para los diferentes actores (sociales, académicos y universitarios, del mundo popular, etc.), una explicación fundamental para explicar ese desarrollo tan importante de la temática visto en los últimos años: nos referimos indudablemente, a la crisis, tanto en lo teórico como en lo práctico, del concepto de desarrollo.      Efectivamente, desde las perspectivas de quienes vienen analizando estas formas económicas alternativas, el modelo de desarrollo vigente, que apunta exclusivamente al crecimiento económico, en base a los mecanismos mercantiles de intercambios; estaría mostrando signos inequívocos de crisis. Crisis que se expresa en desigualdades crecientes entre los sectores más ricos y los más pobres en todas las sociedades; desigualdades crecientes además, entre los países más ricos y los más pobres; crecimiento en términos absolutos e incluso relativos de la masa de pobres e indigentes; el surgimiento de nuevas formas de marginalización; y los perjuicios visibles y "vivibles" por todos de un sistema ecológico notablemente perjudicado por la carrera economicista que desata este modelo.

     1. Una alternativa en materia de desarrollo.     En los últimos años ha sido un hecho muy relevante para los científicos sociales, observar la necesidad que cada vez mayor cantidad de personas tienen, de contar con un concepto diferente al que ha sido paradigmático las últimas décadas sobre el desarrollo.     En concreto, diferentes grupos sociales de diversas partes del mundo, del norte y del sur, se vienen movilizando para cambiar el sentido que la

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propia sociedad le ha dado al desarrollo, sobre todo luego de la II Guerra Mundial.     En ese sentido, la simple alineación desarrollo-crecimiento, pareciera estar sumergida en una enorme crisis, al menos si las sociedades toman -alumbradas por la labor de las ciencias sociales- las externalidades provocadas por el crecimiento en todos los países del mundo. Los problemas ecológicos, vienen a sintetizar de esa manera, una expresión real a la vez que alarmante, que trajo consigo un paradigma que denota una seria ausencia de la necesaria pregunta del ¿para qué? que debe acarrear todo objetivo perseguido por las sociedades. Por su lado, este fin de siglo, también presenta como rasgo característico el problema del desempleo aún en países que logran exitosas tasas de crecimiento. De esta manera, tenemos que el mero aumento del PBI no necesariamente conduce a mayores tasas de empleo, o a mejorar la calidad de los mismos, a la vez que pone en jaque la sustentabilidad del planeta.     En el plano estrictamente teórico, ese modelo de desarrollo, que se igualaba al crecimiento, fue impuesto por los países "centrales" a los llamados "periféricos", partiendo del presupuesto que las relaciones económicas que lo debían regir eran las de "intercambios", esto es, las relaciones económicas más propiamente mercantiles, al menos partiendo de un concepto de mercado determinado como el que empezó a primar con fuerza a partir de la Revolución Industrial inglesa del Siglo XVIII. En tal sentido, puede comprenderse cómo para los voceros del desarrollo en nuestros países, sobre todo desde mediados de siglo, cuando se desata en América Latina una fermental discusión acerca de las políticas que debían regir el desarrollo de nuestros pueblos, el mercado debía catapultarse como la gran institución reguladora, y bajo su amparo, debían constituirse las unidades económicas que darían origen a las relaciones de compra - venta, supuestamente las más eficientes y correctas en aras del promocionado crecimiento.      De hecho, la ciencia económica pareció desconocer a lo largo de este siglo, la existencia de unidades económicas que funcionaban con reglas de juego independientes a las estipuladas por el mercado, constituyendo relaciones económicas diferentes a las de compra-venta, esto es, relaciones de intercambio. La ciencia económica se convertiría de este modo, al menos en sus visiones más neo-clásicas y/o simplistas, en una ciencia de una forma particular de hacer economía, que no era otra que la predominante en el mundo occidental luego del Siglo XVIII. De esta forma, desconocía la riqueza de formas, modos y maneras de hacer economía, que luego revisaremos, distintas a las que coincidían con su modelo establecido como el único posible en sociedades complejas.      Craso error, lo anterior, al menos si nos detenemos, como cientistas sociales que somos, en las formas reales de hacer economía de muchas unidades económicas que se comportan de acuerdo a normas, actitudes y valores desconocidos o minimizados por las visiones más neo-clásicas de la economía.      En efecto, las ciencias sociales, y aquí por cierto incluyo no solo a la sociología, sino además, fundamentalmente a la antropología económica, y la historia económica (sin desconocer, evidentemente, los esfuerzos todavía marginales en el propio campo de la economía), han sido testigos

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de prácticas económicas que van más allá del paradigma del mercado que ha regido los modelos de desarrollo más insistentemente implementados en buena parte del mundo.      Quizá con relación a los antecedentes de esta temática, y a la concepción que le queremos dar a los comportamientos económicos en nuestras sociedades, podríamos llamar "socio-economía solidaria", al esfuerzo por rescatar, analizar y estudiar las lógicas alternativas de hacer economía.      Socio-economía solidaria, de esta forma, incluye dos perspectivas analíticas muy pertinentes a estos efectos. Por un lado, la "socioeconomía", y por otro, la "economía solidaria".      En las últimas décadas han surgido desde diversos ámbitos académicos, intentos serios por intentar una reelaboración de los principales supuestos teóricos con los que parte la economía. Indudablemente, la ciencia económica comienza a elaborar sus nociones más abstractas con John Stuart Mill a mediados del siglo pasado. En este esfuerzo, seguido por otros célebres filósofos-economistas, la ciencia económica empieza a construir un modelo interpretativo del comportamiento, basado en una concepción del hombre como "homo oeconomicus", que desconoce los aportes de otras disciplinas.      Frente a estos acontecimientos, surge la necesidad de enfrentar los estudios de la economía neoclásica, volviendo a las fuentes de la economía política. Fruto de esta búsqueda es que numerosos investigadores de Norteamérica y Europa, han desarrollado una nueva disciplina a la que han llamado "socio-economía". Más allá de la pluralidad de concepciones en una disciplina que reúne a prestigiosos economistas y sociólogos como Boulding, Hirschman, Galbraith, Sen, Simon, Bordieu, Etzioni, etc., la socio-economía parte de ciertas premisas:      1.- las personas no son entendidas como seres calculadores, caracterizables por su racionalismo, sangre fría y propio interés. 2.- la modificación del argumento de racionalidad. 3.- la imbricación societal del mercado, y el consecuente papel en él de las instituciones y el poder político; y 4.- el incremento de elementos empírico-inductivos en el estudio del comportamiento económico(3) .      En forma paralela, incorporamos a nuestro análisis, otra óptica central y fundamental en el intento de crear un marco teórico alternativo al neo-clásico. Nos referimos a la incorporación del marco teórico que comprende a la "Economía de la solidaridad", corriente teórica que nace en América Latina, y que promueve fundamentalmente el rescate de formas concretas de operar y hacer economía en base a factores, relaciones económicas y valores alternativos y solidarios, a la vez que intenta una reconceptualización de la economía, a los efectos de comprender mejor y analizar con un herramental teórico más fermental aquellas experiencias reales que se comportan conforme a modelos alternativos de hacer economía (4).

     ¿Qué son las organizaciones económicas alternativas?.      Quisiéramos detenernos en la pregunta de este capítulo: ¿Qué son las organizaciones económicas alternativas?. Una primer respuesta, que surge de los sectores sociales que promueven este tipo de formulaciones,

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entiende a la "alternatividad" en relación a las lógicas y valores que distinguen al comportamiento mercantil. De esta manera, se parte de la base que "el mercado es cruel", "genera externalidades negativas", "aumenta la desigualdad", etc.      Nuestra elaboración "socio-económica", sin embargo, nos obliga a entender a la economía concreta como resultado de las acciones sociales; de esta manera el mercado estará imbricado a las lógicas sociales. Dicho de otra manera, el mercado es siempre un constructo social, no un ente que está por encima de las múltiples relaciones sociales. Por ello, puede ser constructivo partir del concepto de "mercado determinado", de raíces gramscianas: cuando nos referimos a "determinado", queremos hacer mención a las relaciones y flujos reales que operan en "ese mercado", alejándonos por tanto de concepciones abstractas. De esta manera un mercado determinado se constituirá por todas las lógicas existentes en la sociedad, por todos los valores, todos los flujos, todas las relaciones, etc. En definitiva, desde esta perspectiva, no podemos catalogar a nuestra mercado determinado como meramente capitalista. Para ser precisos, deberíamos decir que estamos insertos en un mercado determinado que "hegemónicamente" es capitalista, pero donde también operan racionalidades distintas a las capitalistas, a saber, la estatal, y la perteneciente a ese "tercer sector", que cobijan a su interior las diferentes formas alternativas de hacer economía. Volviendo a lo anterior, entonces parece excesivo señalar que, por ejemplo, "el mercado es cruel" (5). Más bien, somos de la idea que las formas hegemónicas de tipo "intercambio" generan esa crueldad. Más allá de esa lógica, es teóricamente posible equiparar el mercado, por ejemplo, a valores como la solidaridad, o la justicia, etc.     De esa manera, llegamos con el concepto de mercado determinado a la necesidad de incluir en la heterogeneidad de fuerzas que se desenvuelven en el mismo, a los sujetos, flujos y actividades que se comportan no solo conformes a los patrones que privilegia el pensamiento neo-clásico (Intercambios) y a los patrones estatales que luego se incorporan a la teoría, a influjos fundamentalmente del Keynesianismo; sino también, aquellos que operan de acuerdo a una tercer lógica que en modelos típico-ideales, consideramos solidaria.     Veamos entonces cómo podemos construir esos tres sectores, y cómo podemos aproximarnos al concepto de economías alternativas. Para ello, podríamos partir del esquema de Razeto, quien distingue cuatro instancias fundamentales de la economía: producción, distribución, consumo y acumulación. Al mismo, sin embargo, deberíamos incorporarle algunas contribuciones provenientes de la llamada "economía ecológica" (6). De esta forma, incorporando lo ecológico en nuestro modelos, tendríamos que considerar una instancia previa a la producción, y por lo tanto previa al acto económico propiamente dicho, esto es, la instancia donde el productor se pregunta qué producirá y de qué forma. En segundo lugar, deberíamos incorporar la etapa de los desechos en la economía, la que sin embargo preferimos incluirla como parte del consumo.

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     Así distinguiremos, como lo hace Razeto en su Economía de Solidaridad y Mercado Democrático, tres sectores de la economía, que analizaremos a continuación, desde una perspectiva netamente teórica.     Empecemos a analizar entonces, estas diversas etapas de la economía. En primer lugar, estudiando qué producir y de qué forma. No obstante el escaso desarrollo que sobre estos temas realizó la economía convencional, en ese campo se han distinguido dos grandes criterios de producción: uno de tipo "mercantil privado", y otro de tipo "Estatal". En el primer sentido, las ciencias económicas han insistido que el mercado es el espacio donde se encuentran compradores y vendedores. Toda producción de un bien o servicio, desde este punto de vista, será bienvenida en la medida que exista una demanda que haga satisfactoria económicamente su producción y puesta a la venta. Las consideraciones éticas, como es posible comprobar en nuestros mercados determinados, juegan un rol secundario. Es así, entonces, que el sector de la economía de intercambios no se interroga ni sobre las externalidades, ni sobre las valoraciones éticas que conlleva la producción. No es de extrañar, entonces, que con el ánimo de lucro, se produzcan armamentos, agentes químicos, etc.; o no se contemple el efecto que la producción pueda tener sobre terceros y sobre las futuras generaciones. Las externalidades además (definidas para esta ocasión como aquellas derivaciones no monetarizadas por la economía), justamente al no tener un alcance monetarizado (crematístico), no son consideradas, salvo excepciones, por los productores del mercado de intercambios.     El Estado, por su lado, operará con otros criterios y racionalidad. A la hora de preguntarse qué producir, ha surgido en el seno de las doctrinas estatales, la diferencia entre los fines primarios y secundarios de los Estados. En ese sentido, habría algunos servicios fundamentales, que la sociedad entiende no puede dejarse en manos de agentes privados, y otros que -dada su importancia para "el bien común", el Estado debería patrocinar o desarrollar. Ejemplo de lo primero, son las actividades de seguridad externa y ciudadana; actividades que confieren seguridad jurídica, etc.. Ejemplo del segundo caso, son los servicios de salud, educación, etc. Sobre los modos (maneras) de producción, el Estado no cuenta con la movilidad y agilidad del sector privado-capitalista, debiendo seguir estrictos controles que forman parte de lo que conocemos en sociología de las organizaciones como mecanismos burocráticos del Estado.      Hay sin embargo, una tercer lógica de comportamiento sobre qué producir y de qué modo. Un tercer sector solidario de hacer economía, en ese sentido, al no guiarse necesariamente por los criterios exclusivos de fines de lucro, pondrá en la balanza criterios economicistas con otros comunitarios y ecológicos. Difícilmente encontremos, entonces, organizaciones económicas alternativas y solidarias, produciendo contaminantes, armamentos o manejando tecnología nuclear(7) . De hecho, como veremos luego, en las organizaciones económicas solidarias hay una especial propensión a producir con criterios de autosustentabilidad, lo que es lógico si se consideran estas prácticas como "alternativas" en su conjunto, y contextualizadas en un estilo de

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desarrollo a "escala humana", donde los efectos sobre la comunidad son más directos.     Luego de decidir qué producir, y diseñar una estrategia en tal sentido, viene la etapa de producción. Esta etapa podría definirse como el fenómeno de transformación que experimentan los elementos sustantivos participantes en la economía, desde que se incorporan al proceso económico como recursos, hasta que se configuran como bienes o servicios aptos para la satisfacción de necesidades humanas" (8). Aquí, manejando conceptos derivados de la teoría de los factores económicos, incluimos en la lógica privada-capitalista, aquellas unidades de producción cuya categoría (definida como el factor preponderante que subsumen a los demás) sea fundamentalmente el Capital. El sector Estatal, por su lado, opera con la Categoría que llamamos Administración (visible sobre todo en las actividades no industriales del Estado). El sector solidario, por su lado, estaría integrado por aquellas unidades económicas basadas en las categorías Trabajo y Comunidad. La primera, es suficientemente conocida por la teoría económica convencional, que fundó su análisis de factores, en base al Trabajo y Capital, por lo que no nos extenderemos. La Categoría Comunidad, sin embargo, es novedosa, constituyéndose en una de las principales aportaciones de Luis Razeto. Entre los diversos factores de producción, además de los clásicos, dice el autor chileno, se puede observar la contribución económica a los procesos de producción que produce el Factor C, esto es, una serie de valores que comienzan con la letra c: compañerismo, cooperación, comunidad, etc. Hemos notado, en ese sentido, cómo en varias unidades económicas del sector solidario, este factor tiene una importancia fundamental, que incluso se expresa elevándose a Categoría organizadora.      Luego de la producción de bienes y servicios, podemos incorporar la etapa de distribución, que en esencia se refiere a la asignación de los recursos y factores económicos a las distintas actividades y sujetos que la utilizan, y la distribución de los productos entre quienes lo habrán de consumir; desplazando la observación hacia los flujos de diversos elementos, dando origen a un conjunto amplio de Relaciones Económicas. Con este término queremos designar las variadas formas y modalidades de asignar y distribuir ya sean factores o productos.      La teoría económica convencional fundó su análisis de la distribución exclusivamente en las relaciones de Intercambios. Sin desconocer que estas Relaciones son fundamentales en los actuales Mercados Determinados, un análisis más riguroso de las actividades económicas societales, nos permitirá distinguir otras formas de asignar y distribuir, más allá de la lógica de intercambios mediante dinero. Quién sentó las bases para incorporar distintas formas de distribución, fue el antropólogo-económico, Karl Polanyi.     Efectivamente, según la tradición de la antropología económica, donde Karl Polanyi se constituyó como uno de los voceros más connotados, el comportamiento competitivo mercantilista, que hoy se pretende declarar como normal para todas las sociedades, es solo uno de los posibles entre las tres formas básicas de relaciones de cambio. Más allá de la lógica de los intercambios, han insistido numerosos

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investigadores (9), llamativamente silenciados por los voceros más neoliberales de la ciencia económica, han existido y existen la lógica de la reciprocidad, y la lógica de la redistribución.      La tesis de Polanyi, es que en la historia de las civilizaciones y pueblos antiguos, la economía está sumergida por regla general a las relaciones sociales que ocurren entre los hombres. En ese sentido, tanto en una pequeña comunidad como en una vasta sociedad despótica, el sistema económico será administrado por motivaciones no económicas.      Distinguirá de esta manera, tres grandes sistemas de distribución: Intercambios, reciprocidad y redistribución. "la reciprocidad supone movimientos entre puntos correlativos de agrupaciones simétricas; la redistribución consiste en movimientos de apropiación en dirección a un centro primero y, posteriormente, desde este centro hacia fuera otra vez; por intercambio entendemos movimientos recíprocos como los que realizan los sujetos en un sistema de mercado. La reciprocidad, pues, presupone un trasfondo social de agrupaciones distribuidas simétricamente; la redistribución depende de la presencia de cierto grado de centralización en el grupo; el intercambio para producir integración, necesita un sistema de mercados creadores de precios"(10) .     Lo interesante del análisis de Polanyi, es que explica cómo las Relaciones de Intercambio, tan "normales" en nuestras sociedades, sólo fueron fundamentales en términos económicos luego de la Revolución Industrial.      Un análisis más detenido de las diversas formas en que se asignan y distribuyen "valores", sin embargo, nos incorporan otras relaciones de fundamental importancia desde nuestra óptica socioeconómica-solidaria. Así debemos hacer mención a las que tienen lugar en el comportamiento Estatal. En este caso, notamos la presencia de Relaciones de Tributación y Asignaciones Jerárquicas, de notable parecido a lo que Polanyi llamara "redistribución". En el sector solidario, por su lado, tienen lugar Relaciones de carácter más integrativo, a saber: relaciones de cooperación (por las cuáles diversos sujetos aportan en común y reciben de acuerdo a dicho aporte, como sucede en las cooperativas); relaciones de comensalidad (donde algunos sujetos aportan y luego se redistribuye de acuerdo a las necesidades de cada integrante del grupo; como sucede en las familias, comunidades, etc.); relaciones de reciprocidad (donde se aporta sin esperar a cambio un aporte de igual valor; como sucede en las relaciones de vecindad); y relaciones de donación, increíblemente dejadas de lado por las ciencias económicas hasta que Kenneth Boulding, sobre fines de los sesenta fundara junto a otros investigadores la Association for the estudy of the grants economy, y publicara su The economy of love and fear - A preface to grants economy (11). Las donaciones, las relaciones de gratuidad, el trabajo voluntario, etc., son expresiones en tal sentido, que aportan su cuota de integración y solidaridad a los mercados determinados. Muchos de los trabajos sobre el "Tercer Sector", sobre todo los de origen norteamericano, han hecho hincapié en este "nuevo" fenómeno que implica la puesta en movimiento de miles de millones de dólares en todo el mundo, además de la energía y trabajo voluntario de tantos cientos de miles que dedican una parte de

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su tiempo a causas no atendidas por las meras relaciones de intercambios.     Una tercer etapa en la economía es la de consumo. En principio podemos definir al consumo como el proceso que implica la utilización de bienes y servicios para la satisfacción de alguna o algunas de las diversas necesidades humanas que redundará en un posterior beneficio o deterioro de su integridad. En esta definición estamos haciendo referencia a algunos elementos centrales. En primer lugar, nos referíamos al objeto de consumo, que definimos como el conjunto de bienes y servicios que son consumidos por el sujeto de la acción. Creo que hasta aquí no se presentan dificultades de comprensión. Quizá lo más dificultoso podría ser definir con precisión los objetos de consumo, de acuerdo a la clasificación entre bienes y servicios, sin embargo creemos que esta es una discusión muy amplia que nos alejaría demasiado de algunas cuestiones más relevantes(12) . El otro asunto que dejaremos pendiente es si el consumo es una actividad propiamente humana. En ese sentido, y discrepando con lo manejado por Razeto, entendemos que no podemos reducir el concepto de consumo a la especie humana. De hecho, en la economía, resulta gravitante el grado y forma en que "consumen" los diferentes "medios de trabajo" que dispone el hombre, desde animales hasta máquinas. Sin embargo, a pesar de ello, y a los efectos de nuestra armazón teórica, debemos establecer con claridad que el consumo adquiere una particular distinción entre los hombres: la posibilidad de elegir, optar y decidir, sobre el tipo de objeto a ser consumido, el grado de satisfacción de las necesidades, las diversas formas de lograrlo, etc. De esta forma, además, el hombre podrá decidir, de acuerdo a sus criterios, cómo y de qué forma "consumirán" los diferentes medios de trabajo que él dispone.      En cuánto al sujeto activo de la acción, surgen algunos elementos de fundamental importancia. En efecto, tenemos que de acuerdo a la definición, el consumo, si bien satisface necesidades, puede beneficiar o perjudicar al sujeto en su integridad. En este sentido, los sujetos pueden clasificarse en primarios y secundarios. Un sujeto primario es el que consume voluntaria y directamente un objeto; habiendo muchas veces sujetos secundarios, esto es, aquellos que consumen de forma indirecta, muchas veces sin quererlo. Es posible advertir cómo los efectos negativos serán más probables entre sujetos secundarios que primarios (aunque en estos existan casos muy particulares), ya que en aquellos, no hay una voluntad explícita de consumo.      Este fenómeno, ha sido estudiado por la economía convencional quien lo catalogó como las "externalidades" del consumo, esto es, los efectos secundarios, muchas veces positivos, pero tantas otras negativos, que produce un objeto en el acto (y posteriormente) del consumo primario. Cuando un sujeto decide prender un cigarrillo para satisfacer una necesidad determinada, estará generando externalidades; tanto a su interior (en este caso externa a la necesidad), como es el caso de las posibles enfermedades que le provoque; como a su alrededor, cuando aparece la figura del "fumador pasivo". Por otro lado, un cableado de alta tensión en un barrio populoso puede generar la satisfacción de algunas necesidades explícitas, como ser el tener una suficiente cantidad de

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energía eléctrica, no obstante lo cuál, también aparejará "externalidades" negativas en el plano ecológico, como prueban las movilizaciones ocurridas en ocasión del lanzamiento de la central de la Tablada, en Montevideo, a comienzos de los noventa.      El concepto de las "externalidades" se vuelve entonces particularmente importante, sobre todo desde la óptica ecológica que le queremos dar a nuestro planteo. Por "externalidades", como ya se dijo, entendemos todos los efectos que produce el consumo de un determinado bien o servicio por algún sujeto o unidad económica, más allá de aquellos coherentes con sus objetivos explícitos, y que no suelen ser monetarizados. Como vemos, tal definición, nos permite incorporar tanto los efectos negativos como los positivos. La correcta utilización de esta categoría económica, servirá también especialmente, a la hora de hacer un balance adecuado de las necesidades reales (explícitas e implícitas; directas e indirectas) que ocasiona el consumo de determinados bienes. Si así fuera, la medición del PBI vuelve a aparecer como insuficiente para tal correcto balance de una economía nacional(13) .      El consumo, además, tiene una particular importancia para estos esquemas alternativos. A pesar de ser la etapa decisiva de la economía, pues toda producción y distribución tiene como finalidad el consumo, nos encontramos con un importante desconocimiento por parte de las grandes escuelas en las diferentes ciencias que estudian el fenómeno económico. Ello sin embargo no quita que en los últimos años, y fundamentalmente a raíz de lo que algunos han llamado "crisis ecológica", y otros han ampliado al concepto de "crisis de modelo" hayan circulado una mayor cantidad de teoría abordando directamente estos asuntos desde la fase del consumo.      Indudablemente nosotros en la construcción de nuestra teoría, incorporaremos estas reflexiones que creo acentúan su crítica, en forma acertada, en los valores y racionalidades que la "lógica mercantil" ha impregnado al consumo, convirtiéndose la nuestra, de esta manera, en una sociedad básicamente "consumista" de un conjunto cada vez mayor de bienes y servicios. Una socio-economía solidaria, por su lado, intenta superar este estilo de consumo, de forma que desde este punto de vista, el consumo se vuelva "no consumista": en múltiples experiencias de la economía popular y solidaria hemos notado en tal sentido, una mayor valoración por un consumo crítico, mayor austeridad, y satisfacción del complejo integral de las necesidades humanas.      Evidentemente, una correcta teorización de esta etapa, debe ir unida al desarrollo alternativo de una teoría de las necesidades humanas que rescate lo subjetivo. El esquema de Max Neef en su Desarrollo a Escala Humana, puede ser una interesante base en tal sentido (14).     Antes de pasar a la última etapa deberíamos referirnos al tema de los desechos. Consideramos en tal sentido que aquel consumo que definíamos como "consumista", al forzar a un crecimiento desmedido e irracional de la producción, contribuye por esa vía a la dilapidación de enormes masas de energía, y a una sobreabundancia de desechos que se vierten a la naturaleza, muchas veces dando lugar a daños irreversibles para el ecosistema. Por lo tanto, el consumo es una etapa fundamental

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para entender la cantidad y la calidad de los desechos. El consumo ecologista, va de la mano con las premisas desarrolladas teóricamente (teoría de la satisfacción de necesidades)y vivenciadas en la práctica por una importante cantidad de personas que entienden que un mayor consumo no es idéntico a un mayor nivel de vida.      Una cuarta etapa en el análisis de la economía, es la acumulación. Aquí compartimos nuevamente con Razeto, que la acumulación (ahorro, inversión, acumulación) deben ser analizados en el plano de la teoría del consumo. De hecho, ampliando este concepto, nos negamos a considerar como señalan algunos economistas convencionales, que "se acumula lo que no se consume". Más bien somos de la idea que "se acumula lo que se consume de determinada forma". El ahorro, de esta manera, lo podemos entender como una determinada distribución del consumo en el tiempo. Por su lado, este ahorro satisfacerá algunas necesidades "presentes" como, por ejemplo, la seguridad ante eventualidades. Visto de esta manera, dice Razeto, el ahorro es visto no como una mera postergación del consumo, sino como una forma alternativa de consumo. La "inversión", por su lado, puede ser comprendida como una especie de "consumo productivo". No nos extenderemos sobre estos conceptos ahora, sino en la racionalidad de cada sector. De esta manera, el sector de Intercambios privilegiará una acumulación de riquezas monetarizables, el Estado privilegiará una acumulación de poder; en tanto el sector solidario muestra dos tendencias: una aproximación a la "acumulación de relaciones sociales", por un lado(15) , y por otro, una tendencia hacia lo que podríamos llamar "ahorro e inversión crítica"(16) .     Pues bien, tomando en cuenta estas diferentes etapas de la economía, podemos sintetizar lo visto en el siguiente cuadro. Intentando un sustento metodológico a dicha construcción, debemos señalar contundentemente que la conformación sectorial se constituye en base a los mencionados "tipos ideales", tal como los define Weber(17) . De esta manera, los sectores, tal como los describiremos, no necesariamente se constituirán en nociones empíricas. Como buenos tipos-ideales, sin embargo, ello no quita que sean modelos adecuados para lograr una mejor comprensión de la realidad.    

Criterio de producción

Fase productiva

Distribución ConsumoAcumulación

Sector

Ecológico y humanista.

En base a Trabajo y Comunidad

Relaciones de cooperación, comensalidad, donaciones y reciprocidad.

Consumo crítico.

Criterios sociales priman sobre los económicos

Sector Solidario

Ley de Oferta y Demanda

En base a Capital.

Relaciones de intercambio

Consumista EconómicaSector de Intercambios

Teoría de los fines del Estado.

En base a la Administración

Relaciones de Tributación y Asignación Jerárquica.

BurocráticaLógica del poder político.

Sector regulado Estatal.

    

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De acuerdo entonces, a esta clasificación, podemos decir que el Sector Solidario es aquel integrado por las unidades económicas basadas en las categorías Trabajo o Comunidad, que se organizan interna y/o externamente de acuerdo a las Relaciones de Cooperación, Comensalidad, Donaciones y Reciprocidad, produciendo con criterios ecológicos y acumulando conforme los patrones de consumo. Por otra parte, el sector de Intercambios estará integrado por aquellas unidades económicas basadas en la categoría capital (también la Categoría Tierra), que se organizan interna y/o externamente de acuerdo a las relaciones de intercambio, produciendo todo aquello que tenga demanda y acumulando con criterios fundamentalmente económicos-monetarios. El Sector Estatal es, por su lado, aquel integrado por las unidades económicas basadas en la categoría Administración, que se organiza interna y/o externamente de acuerdo a las relaciones de Tributación y Asignación Jerárquica, dependiendo sus criterios de producción de los fines del Estado y acumulando con la lógica del poder político.      Otras variables pueden ser agregadas al modelo. Es el caso de la propiedad, que tiende a ser individual en el sector de intercambios, grupal y comunitaria en el sector solidario y colectiva en el sector regulado.      Puede suceder (y evidentemente sucede) que algunas unidades se basen en el trabajo, pero se organicen por medio de relaciones de intercambio. Por su lado, también puede suceder (y evidentemente sucede) que una unidad económica de propiedad individual distribuya con criterios de comensalidad. Sin embargo, nuestra intención es mostrar cómo todos estos conceptos tienen un relacionamiento más o menos lógico que los lleva a privilegiar sus implicaciones. Así, por ejemplo, la categoría capital tendrá un alto nivel de concordancia con la propiedad privada individual. Por su lado, la lógica de la categoría Comunidad, se asimila a las lógicas de distribución más integradoras. Así sucesivamente hasta construir el cuadro arriba presentado.      ¿Dónde ubicar los "casos híbridos"?. Evidentemente las circunstancias concretas nos ayudarán en la práctica para la ubicación de estos. Al menos, sabemos que existe una cantidad importante de unidades económicas y sujetos que -de integrar las diferentes variables como expusimos- conformarán el comportamiento típico de su sector. Luego, podremos ubicar a aquellas unidades donde se note concordancia en al algunas de ellas, etc.      Esto es muy importante señalarlo, pues lamentablemente para quienes construimos categorías de análisis, la realidad siempre nos resulta más compleja. En ese sentido, la realidad en los mercados determinados, nos señala que las actividades y unidades económicas raramente se organizan y comportan siempre de acuerdo a los parámetros expuestos. En tal sentido, notamos cómo muchas empresas del sector de intercambios realizan donaciones; empresas estatales comercializan con criterios de intercambio; o unidades basadas en el trabajo tienen propiedad individual. El modelo, sin embargo, presenta la virtud de exponer con claridad cómo no existe una sola forma de hacer las cosas (una especie de "one best way" a la usanza taylorista), sino cómo conviven diferentes lógicas y valores en el comportamiento

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económico, de los cuáles podemos sugerir los más congruentes para la construcción de un nuevo modelo de desarrollo.      Notas     (1)Sociólogo, docente de la Universidad de la República y Universidad Católica del Uruguay.     (2) Cfr. Guerra, P.: Crisis y empresas alternativas en Uruguay: el caso de las cooperativas de producción como emergentes de un sector solidario de la economía, Montevideo, Depto. De Sociología, Serie Investigaciones No. 18, 1997.      (3)Cfr. Pérez Adán, J.: Socioeconomía, Madrid, Ed. Trotta, 1997, pág. 9-10.     (4) Esta corriente ha sido fundamentalmente teorizada por el chileno Luis Razeto. En el plano académico, ha sido introducida en varias Cátedras de diversas Universidades del Continente. En el plano de los movimientos sociales y religiosos, vale anotar la labor de desarrollo de esta corriente impulsadas, entre otros, por la Confederación Latinoamericana de Cooperativismo (Colacot), Cáritas de América Latina, diversas Pastorales Sociales del Continente, movimientos populares y ecologistas, etc.      (5)El ex presidente chileno, Patricio Aylwin, al final de su mandato abrió una fuerte polémica al señalar en esta línea que: "El mercado puede impulsar el consumismo, la creatividad y la creación de riqueza, pero no es justo en la distribución de esa riqueza. El mercado suele ser tremendamente cruel y favorecer a los más poderosos, a los que compiten en mejores condiciones, agravar la miseria de los más pobres".     (6) El escasamente conocido economista Nicholas Georgescu-Roegen, de origen Rumano es considerado por muchos, "el principal fundamento de la crítica ecológica de la ciencia económica convencional". Cfr. Martínez Alier, J.: De la Economía Ecológica al Ecologismo Popular, Barcelona, Icaria, 1992. Siguiendo a este autor, el campo de estudio de la economía ecológica, comprende (desde un enfoque reproductivo) las condiciones (sociales o de distribución de los patrimonios e ingresos, temporales, espaciales) para que la economía (que chupa recursos y excreta residuos) encaje en los ecosistemas, y (desde un enfoque asignativo) valora los servicios prestados por este ecosistema al subsistema ecológico.      (7)Indudablemente puede haber excepciones, ya que estamos hablando de comportamientos "típico-ideales".      (8)Cfr. Razeto, L.: Economía de la Solidaridad y Mercado Democrático, Tomo Tercero, Santiago, Pet, 1988, pág. 245.      (9)Básicamente la antropología ha trabajado estos temas con mucha rigurosidad. En su obra maestra, Essai sur le Don, Marcel Mauss analizó la "forma y razón del intercambio en las sociedades arcaicas", descubriendo la importancia de las donaciones en la historia de la humanidad. Thurnwaald y Malinowsky, por su lado, a principios de siglo, descubrirían la reciprocidad como forma dominante en varias culturas antiguas.      (10)Cfr. Polanyi, K.: "La economía como actividad institucionalizada", en Polanyi. K. (comp.): Comercio y mercado en los imperios antiguos, México, Labor Universitaria, pág. 296.

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     (11) Traducida al español, Cfr. Boulding, K.: La economía del amor y del temor. Una introducción a la economía de las donaciones, Alianza Ed., Madrid, 1976.      (12)Aún así, se puede consultar del mismo autor, Sociología del Trabajo, donde incursionamos en esta materia.     (13)Para una crítica al PBI como instrumento idóneo de medición, Cfr. Ormerod, P.: Por una nueva economía. Las falacias de las ciencias económicas, Barcelona, Anagrama, 1994.      (14)Se distinguen así nueve categorías axiológicas de necesidades (subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad)y cuatro categorías existenciales (ser, tener, hacer y estar), dando lugar a 36 tipos de satisfactores que varían de cultura a cultura. Cfr. Max Neef, M.: Desarrollo a Escala Humana, Montevideo, Nordan, 1993.      (15) Cfr. Razeto, L.: Op. Cit. Pág. 516 y ss.      (16)Sobre diferentes campañas realizadas en procura de lograr mayor transparencia de los bancos, o las diferentes experiencias de "inversión ética", "títulos verdes", accionistas críticos, accionistas ecológicos; experiencias de ahorro alternativo, etc., Cfr. Centro Nuovo di Sviluppo: Rebelión en la tienda, Barcelona, Icaria, 1997.     (17) Vale la pena, en tal sentido, insistir con Weber, que "los cuadros de pensamiento que tratamos aquí de ideales en sentido puramente lógico, deben estar rigurosamente separados de la noción del deber ser o modélico. Se trata de la construcción de relaciones que a nuestra fantasía le parecen suficientemente motivadas y, en consecuencia, objetivamente posibles y que a nuestro saber nomológico le parecen adecuadas". Cfr. Weber, M.: "La objetividad del conocimiento en las ciencias sociales y la política sociales", en Sobre la teoría de las ciencias sociales, Madrid, Planeta, 1985, pág. 15.

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CRISTIANISMO Y COMUNIDADES:La construcción  de la utopía

  Por Pablo A. Guerra (1)

        Sumario:

       1.- Introducción       2.- Las diferentes lecturas de lo comunitario.       3.- Cristianismo, Comunidad y Utopía       4.- Las comunidades cristianas en el siglo XX: economía de comunión y kibbutz cristianos.       5.- Conclusiones.       6.- Bibliografía.

(Palabras claves: comunitarismo, comunidades, socioeconomía solidaria, Cristianismo, Utopía, economía de comunión, personalismo comunitario, Comunidades Eclesiales de Base).

       1.- Introducción.       El objetivo que perseguimos al escribir este artículo, es demostrar cómo desde el cristianismo hubo siempre intentos por construir experiencias concretas de carácter comunitario, y cómo estas tuvieron como proyecto realizable y posible, o sea como utopía, las formas de vida de las primeras comunidades cristianas que describen los Hechos de los Apóstoles. Es especialmente interesante en ese sentido, analizar la raíz profundamente crítica a lo culturalmente predominante por parte de las diferentes experiencias comunitarias. Nuestra lectura será entonces desde las ciencias sociales, y más concretamente de lo que hemos definido en otra oportunidad como una visión socioeconómica - solidaria.

       2.- Las diferentes lecturas de lo comunitario.       Cuando empezamos a estudiar el fenómeno de las comunidades religiosas, nos encontramos con usos diferentes de lo comunitario, según el contexto de nuestro objeto de estudio. Es así que entiendo pertinente marcar una distinción de acuerdo al tipo de mirada que hacemos desde las ciencias sociales, que a su vez es diferente al uso que se le da desde una lectura teológica. En el primer caso, las ciencias sociales hacen

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referencia a lo comunitario al menos desde dos puntos de vista muy distintos que llamaremos en esta ocasión, puntos de vista macro y micro social.El concepto de lo comunitario desde el punto de vista macro social ha tenido un amplio uso en el campo de las ciencias sociales, que llega hasta nuestros tiempos(2) , y como no corresponde hacer una arqueología del término, preferimos mencionar la visión que acerca del fenómeno tenían dos clásicos de la sociología, Weber y Tönnies, para luego analizar sus repercusiones contemporáneas. En ambos clásicos, el concepto de comunidad surge como contrapartida del fenómeno más contemporáneo, racionalista y contractual que definían como sociedad. Dice Weber:               "Llamamos comunidad a una relación social cuando y en la medida en que la actitud en la acción social -en el caso particular, por término  medio o en el tipo puro- se inspira en el sentimiento subjetivo (afectivo o tradicional) de los partícipes de constituir un todo.               Llamamos sociedad a una relación social cuando y en la medida en que la actitud en la acción social se inspira en una comprensión de  intereses por motivos racionales (de fines o valores) o también en una unión de intereses con igual motivación" (3). A continuación, precisa los tipos más puros en las relaciones de comunidad y sociedad. De esta forma, los tipos más puros de sociedad son:              "a) el cambio estrictamente racional con arreglo a fines y libremente pactado en el mercado. Un compromiso real entre interesados contrapuestos que, sin embargo, se complementan; b) la unión libremente pactada y puramente dirigidas por determinados fines (Zweckverein), es decir, un acuerdo sobre una acción permanente, orientada en sus propósitos y medios por la persecución de los intereses objetivos (económicos u otros) de los miembros partícipes en ese acuerdo; c) la unión racionalmente motivada de los que comulgan en una misma creencia (gessinungsverein): la secta racional, en la medida en que prescinde del fomento de intereses emotivos y afectivos, y sólo quiere estar al servicio de la "tarea" objetiva (lo que ciertamente, en su tipo puro, ocurre sólo en casos muy especiales)". A diferencia de los diferentes tipos de comunidades, una de las características fundamentales de la actividad societaria racional es que tiene su escenario de socialización en el mercado(4)La comunidad, en tanto, expresa para Weber, fundamentos afectivos, emotivos y tradicionales. Es el caso de una cofradía religiosa, de una relación erótica, o incluso de una tropa unida por lazos de camaradería. La comunidad familiar, es sin embargo, quien mejor representa estas relaciones. Weber expresa, además, que las relaciones comunitarias, que dan lugar a valores afectivos, tiene lugar incluso entre las relaciones sociales. Lo inverso también es cierto, lo que -fiel a todo el pensamiento Weberiano- da lugar a conceptos muy amplios que abarcan una inmensidad de posibles situaciones. Aún así, Weber luego señala que "la comunidad es normalmente por su sentido la contraposición radical de la lucha... por otro lado, las sociedades son con frecuencia únicamente meros compromisos entre intereses en pugna...". Notemos, a manera de

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crítica inicial, cómo más allá de las contribuciones notorias en la materia, esta tipología es de difícil aplicación para aquellas actividades económicas que se realizan con vínculos comunitarios, lo que lleva claramente también en este clásico, nuevamente al predominio del mercado de intercambios como paradigma y sistema que subsume las relaciones de tipo solidario. Por su lado, en el año 1919, el sociólogo alemán Ferdinand Tönnies publica su obra máxima, "Gemeinschaft und Gesellschaft", de notable parecido en cuánto estilo literario, a los textos de su compatriota Max Weber. En su Introducción, luego de definir el objeto de estudio de su obra (las relaciones recíprocas), comienza a definir los términos que entendemos fundamentales en la historia del pensamiento sociológico, y particularmente importantes para nuestro objeto de estudio. Es así que señala:               "la relación misma, y también la unión, se concibe, bien como vida real y orgánica -y entonces es esencia de la comunidad-, bien como formación ideal y mecánica- y entonces es el concepto de sociedad" (5). Estos términos, señala luego el autor, presentan evidentes contradicciones. En ese sentido, señala que:               "toda vida en conjunto, íntima, interior y exclusiva, deberá ser entendida, a nuestro parecer, como vida en comunidad. La sociedad es lo público, el mundo. Uno se encuentra en comunidad con los suyos desde el nacimiento, con todos los bienes y males a ello anejos. Se entra en sociedad como en lo extraño". Los argumentos se suceden. Así, la vida en el campo sintetizará para Tönnies la vida comunitaria, más viva, auténtica y duradera. La sociedad, por su lado, producto de la cultura urbana de principios de siglo, se presenta como una vida pasajera y aparente. El primer capítulo de su obra, es titulado "Teoría de la Comunidad". Desarrolla allí las características de esta organización societaria, enraizada fundamentalmente en relaciones de carácter familiar. No obstante ello, distingue tres especies originarias de comunidad: de parentesco, de vecindad y de amistad. En todos estos casos está presente el concepto de "consenso", entendido como la inclinación recíproca-común, unitiva, en cuanto voluntad propia de una comunidad. Es, de otra manera, la "fuerza y simpatía social especial que mantiene unidos a los hombres como miembros del conjunto". De esta forma, el consenso se plasma en las relaciones comunitarias como un acuerdo tácito acerca de los deberes y facultades de cada uno, de lo considerado bueno y malo, etc. De suerte que este tipo de relaciones no está fundado en los contratos, sino en el consenso. Notemos como Tönnies ya está identificando las diferencias notorias en el plano social que introdujo la lógica mercantil capitalista. Citando investigaciones contemporáneas a su obra, se refiere al régimen agrario hindú, donde se señala que los precios están sujetos a una tasa tradicional de la que no se podían apartar; lo que indica la sujeción de lo económico a los intereses sociales, tal como luego insistiría Polanyi. Estos clásicos darían pié algunas décadas después a la irrupción en las ciencias sociales de corrientes que insistirían en la necesidad de profundizar los mecanismos comunitarios por sobre los individualistas. En el plano de la historia de las ideas, este fín de siglo muestra en tal sentido

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un interesante debate académico entre liberales y comunitaristas; y justamente desde la Communitarian Network, fundada por el sociólogo Etzioni, surge un concepto diferente de lo comunitario que también conviene señalar, aunque más no sea brevemente. En su The Moral Dimension: Towards a New Economics (6), de 1988, Etzioni desarrolla un complejo concepto de lo comunitario, siempre en el plano que hemos llamado macro social, que nos aproxima más bien a una entidad orgánica, a un "nosotros" de normas, valores y principios, que funcionaría como soporte privilegiado de toda acción individual. El individuo, de esta manera, depende relacionalmente de su medio, pero a diferencia de las concepciones totalitarias, existe una especie de tolerancia social, de donde emerge la importancia de lo consensual no solo en materia de derechos, sino también de deberes. En su último libro en la materia y continuando en esta línea, señalaría que el paradigma de lo comunitario implica entonces una delicada combinación de orden social y autonomía (7). Los comunitaristas, de esta manera, se separan radicalmente de la concepción liberal acerca de los vínculos entre individuo y sociedad; existiendo de esta manera un notable acercamiento teórico con ideas que tuvieron mucha influencia en los ambientes católicos (aunque también entre los cristianos en general) europeos y latinoamericanos en los años de postguerra: nos referimos a las contribuciones fundamentalmente, entre otros, de Mounier y Maritain (8). Mounier, por ejemplo, sentenciaba en su Manifeste au Service du Personalisme de 1936, que el liberalismo había impuesto la visión de               "un individuo abstracto, buen salvaje pacífico y paseante solitario, sin pasado, sin futuro, sin vínculos, sin carne, provisto de una libertad sin norte, ineficaz juguete embarazoso con el que no se debe dañar al vecino y que no se sabe como emplear si no es para rodearse de una red de reivindicaciones que le inmovilizan con mayor seguridad aún en su aislamiento. En tal mundo, las sociedades no son más que individuos agigantados, igualmente replegados sobre sí mismos, que encierran al individuo en un nuevo egoísmo y le consolidan en su suficiencia..." .(9)En el plano propositivo, y luego de repasar el valor de la Persona y los vínculos del yo - nosotros que retomaría luego Etzioni, comprueba la imposibilidad de fundar la comunidad esquivando la persona, de donde surge su concepto de comunidad personalista, o dicho de otra manera, una persona de personas. En íntima conexión con los planteos de los modernos comunitaristas continuaba señalando:               "Si fuese preciso dibujar su utopía, describiríamos a una comunidad en la que cada persona se realizaría en la totalidad de una vocación continua fecunda, y la comunión del conjunto sería una resultante viva de estos logros particulares. El lugar de cada uno sería, en ella, insustituible, al mismo tiempo que armonioso con el todo. El amor sería su vinculo primero, y no ninguna coacción, ningún interés económico o vital, ningún mecanismo extrínseco. Cada persona encontraría allí, en los valores comunes, trascendentes al lugar y al tiempo particular de cada uno, el vínculo que los religaría a todos" . (10)Maritain, por su lado, llega al concepto de comunidad luego de distinguir filosóficamente el individuo de la persona, y de señalar que "por

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naturaleza" la persona exige vivir en sociedad. Pero, lo importante y sustancial de su análisis es que el fin de esta sociedad no es el bien individual, sino el bien común; distanciándose por tanto de la visión individualista que destruye la sociedad, y de la totalitaria que destruye la dimensión personalista. Llegamos entonces a una conceptualización de lo comunitario como aquello relacionado al bien común, en el marco de un "humanismo integral".En América Latina, uno de los discípulos más reconocidos de éstos autores ha sido sin duda el arquitecto y sociólogo uruguayo, Juan Pablo Terra. En su clásico libro "Mística, Desarrollo y Revolución" de 1969, basa su análisis propositivo, pleno de humanismo cristiano, en dos grandes pilares: el ideal democrático y el ideal comunitario. Este último, consiste fundamentalmente "en la idea de convivir compartiendo, por una consciente aceptación fraternal. Ese convivir y compartir, supone poner en común los derechos sobre muchas cosas, manejar, administrar, usar y gozar muchas cosas fraternalmente, sin tuyo ni mío" (11). Recalca luego, que lo comunitario es básicamente un modo de relación entre personas, más que de relaciones con las cosas, en alusión al fenómeno muy discutido en la década del sesenta sobre la propiedad, que en este caso prefiere el autor manejar sin dogmas, admitiendo la necesidad de una pluralidad de combinaciones posibles. De manera que lo que comparten estos autores al hacer mención a lo comunitario es una mirada "macro social" en el entendido que privilegian el conjunto de los atributos sociales, dirigiendo sus miradas a un proyecto de cambio más general ("Sociedad Comunitaria" vs. "Sociedad Individualista", etc), ya sea de connotaciones conservadoras ("vuelta al pasado", como sugiere por momentos Tönnies), ya sea de corte progresista, como claramente se presenta en los autores contemporáneos citados. Una segunda lectura de lo comunitario que nos servirá para entender el impacto de estas ideas en las prácticas religiosas, es la que se puede hacer desde una mirada más micro sociológica: nos referimos a la mirada privilegiada por las categorías de análisis de la socio - economía solidaria. Aquí lo comunitario adquiere nuevas características, entre las cuáles no se pueden dejar de lado las económicas. En tal sentido consideraremos técnicamente comunidad, a aquella unidad económica, que posee, gestiona, produce, distribuye, consume y acumula, de acuerdo a una lógica y racionalidad alternativa, donde lo común predomina sobre lo individual. Desde este punto de vista, las comunidades se constituyen en objeto preferencial para estudiar las economías alternativas, pues representan las experiencias de mayor radicalidad antimercantilistas (entendiendo al mercado en este caso, solo como el mercado hegemónico de intercambios, donde predomina la lógica del homo oeconomicus)A diferencia de la lectura sociológica anterior, de carácter más macro social, ahora estamos en presencia de una lectura micro que incluye los ingredientes también microeconómicos. Desde este punto de vista no tiene sentido hablar de "sociedad comunitaria", sino más bien de "experiencias comunitarias" en lo social y económico(12) . De alguna manera, esta nueva lectura es heredera de la anterior, pues las numerosas experiencias contemporáneas de comunidades suelen tomar

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en consideración el debate sociedad - comunidad; y liberalismo - comunitarismo. Es nuestra hipótesis además, que estas comunidades, organizadas y gestionadas de acuerdo a nuevos parámetros socioeconómicos, donde lo solidario se vuelve central, deben su éxito a un marco doctrinario especialmente fuerte que les da consistencia y fundamentalmente legitima lazos, valores y relaciones que en la cultura hegemónica son considerados anormales cuando no ridículos. En el caso de las comunidades religiosas, ese marco está dado por los idearios religiosos, de mayor perdurabilidad que los no religiosos, según se comprueba en el siguiente inventario de aproximadamente 250 experiencias comunitarias desde mediados del S. XIX a mediados del presente siglo (13):

SistemasDe base religiosa

De base no religiosa

Sobrevivientes al cabo de un año 90% 50%

Sobrevivientes al cabo de 25 años

50% 3%

Sobrevivientes al cabo de 100 años

Varios Ninguno

Fuente: J. Williams y E. Deets; citado por Desroche, H. Op. Cit.

En el primer mundo, esta lectura de lo comunitario, ha dado lugar a numerosas experiencias que intentaron privilegiar las relaciones primarias sobre las secundarias, y se posicionaban críticamente frente al avance de la racionalidad mercantilista. En América Latina, por su lado, ha existido una continuidad histórica, más o menos "contaminada" que viene desde las comunidades indígenas, y que hoy en día nos siguen enseñando cómo es posible organizarse económicamente desde una posición más igualitaria, solidaria y humana.Finalmente, una tercer lectura que podemos hacer del fenómeno comunitario, y que debemos hacer en el marco del presente trabajo, viene propiamente desde la teología. Cuando se habla de la Iglesia como comunidad, evidentemente la noción macro y micro sociológica, está dejando su lugar a una nueva proposición. Lo comunitario aquí adquiere una connotación más de principio teórico, teológicamente vinculado por un lado, al hecho que todos somos hermanos e hijos del Padre, y por otro lado, al hecho que Dios eligió un Pueblo y no individuos aislados. El Concilio Vaticano II señala en ese sentido que "La vocación humana, en el plan de Dios, tiene un carácter esencialmente comunitario" (GS, 32). En la Conferencia de Medellín por su lado leemos:               "La Iglesia es ante todo un misterio de comunión católica, pues en el seno de su comunidad visible, por el llamamiento de la Palabra de Dios y por la gracia de sus sacramentos, particularmente de la Eucaristía, todos los hombres pueden participar fraternalmente de la común dignidad de hijos de Dios, y todos también, compartir la responsabilidad y el trabajo para realizar la común misión de dar testimonio del Dios que los salvó y los hizo hermanos en Cristo" .(14) En el plano propositivo, esta idea de comunidad no ha dado lugar claramente a una línea determinada de acción, sino al menos a tres fenómenos distintos.

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a) una primer reacción eclesial, ha sido la práctica de la caridad. Anota Chenu en una reflexión quizá algo generosa:               "Es indiscutible que a lo largo de su historia, la Iglesia ha sido siempre el refugio de los débiles, de los privados de voz, de los pobres. Ella tomó a su cargo las necesidades sociales que los poderes públicos no sabían o no podían subsanar. Educación de los niños, organización de las instituciones de enseñanza, cuidados de los enfermos, alojamiento de los ancianos y, más recientemente, ayuda a los minusválidos, funciones todas ellas que, todavía hoy, en plena civilización industrial, son realizadas por la Iglesia en algunas regiones subdesarrolladas" .(15)b) Una segunda reacción ha tenido lugar en el plano de la acción pastoral, con el desarrollo de dinámicas de trabajo de tipo "relaciones primarias", que dieron lugar, entre otras experiencias a la constitución de Comunidades de Base, o a considerar las Parroquias como "comunidad de comunidades". En esta línea podemos ubicar también las dinámicas de trabajo de los nuevos movimientos surgidos dentro de la Iglesia en los últimos años, dándole a lo comunitario -acotado a estos términos- una particular preeminencia. Especial mención merece en América Latina, el hincapié realizado en Medellín y Puebla, de la Pastoral de Conjunto y el rol de las Comunidades de Base. Sin duda fue en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968), donde se dio el primer puntapié:              "La vivencia de la comunión a que ha sido llamado, debe encontrarla el cristiano en su "comunidad de base": es decir, una comunidad local o ambiental, que corresponda a la realidad de un grupo homogéneo, y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros. Por consiguiente, el esfuerzo pastoral de la Iglesia debe estar orientado a la transformación de esas comunidades en "familia de Dios", comenzando por hacerse presente en ellas como fermento mediante un núcleo, aunque sea pequeño, que constituya una comunidad de fe, de esperanza y de caridad. La comunidad cristiana de base es así el primero y fundamental núcleo eclesial, que debe, en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y expansión de la fe, como también del culto que es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de estructuración eclesial, y foco de la evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo" .(16)c) Una tercer línea, en la que basaremos nuestro análisis en las próximas páginas, tiene que ver con una mayor radicalidad en el uso del término, que nos ubica en la dimensión socioeconómica - solidaria de lo comunitario: nos estamos refiriendo a la constitución de verdaderas comunidades integrales de vida, donde -a la luz de las primeras comunidades cristianas- se comparten las riquezas, se distribuye de acuerdo a las necesidades, se vive físicamente en un mismo lugar, y se practica una espiritualidad en común. De hecho, como veremos enseguida, intentaremos demostrar que han sido numerosas las corrientes dentro del cristianismo a lo largo de la historia, que han logrado articular la visión teológica a la socioeconómica solidaria, fomentando la creación de unidades integrales de carácter comunitario.

       3.- Cristianismo, Comunidad y Utopía.

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Entre los cristianos, la recurrencia a la vida de comunidades, de acuerdo a esta última noción, se remonta a los tiempos de los primeros apóstoles. En el Libro de los Hechos, se relata la vida comunitaria de los primeros agrupamientos de cristianos, donde se vislumbran algunos de los valores puestos en práctica:               "Todos los creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y propiedades y se repartían de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba. Acudían diariamente al Templo con mucho entusiasmo y con un mismo espíritu y compartían el pan en sus casas, comiendo con alegría y sencillez" (Hech. 2, 44-46). Sin duda que estos pasajes son centrales para comprender la organización y desarrollo de posteriores comunidades cristianas, dejando material suficiente para establecer ciertas normas básicas: la residencia unitaria, la comunidad de bienes, el cumplimiento de los ritos religiosos con entusiasmo, el desprendimiento material, el predominio del don y de la redistribución, y un estilo de vida a la vez alegre y austero. Indudablemente estos valores e ingredientes marcarían a fuego los futuros experimentos comunitarios de base religiosa. Luego de la Paz de Constantino, la vida de comunidades da lugar a la organización eclesial por parroquias, lo que hace de la vida de Iglesia, un estilo más masificado y menos personalizado. El propio crecimiento además, iría de la mano de una mayor acumulación de riquezas, otro rasgo que la diferenciará de la Iglesia primitiva y al que intentarán retornar diversos movimientos. Justamente en el rescate de aquella personalización y vida simple presente en las primeras comunidades, y a la luz de los valores que irradiaban, se empiezan a fundar algunas experiencias comunitarias que tendrán una característica particular: el celibato de sus integrantes. La de mayor alcance en tal sentido, es la establecida por Benito de Nursia (480-547) en los alrededores de la montañosa Subiaco. En su Regla escrita hacia el 527, con la fundación de la abadía de Monte Cassino, San Benito describe las características y normas de la vida monacal. Con respecto a la propiedad señala lo siguiente:              "Por encima de todo, éste vicio debe extirparse del Monasterio: nadie se atreva a dar o recibir cosa alguna sin permiso del abad, ni a poseer nada en propiedad, absolutamente nada...`Que todo sea común a todos´, como está escrito, y `nadie diga o considere que algo es suyo´" .(17)Sobre la distribución de los bienes, y en consonancia con los Hechos de los Apóstoles, también señala el Santo:             "Como está escrito, `se distribuirá a cada uno según sus necesidades´" .(18)Sobre la división del trabajo señala:             "Los hermanos han de servirse mutuamente, y nadie será dispensado del servicio de la cocina, a no ser por enfermedad, o bien por estar ocupado en alguna cosa muy importante..." (19).Al igual que en algunas de las más conocidas obras de la literatura utópica, y lo observado en los kibbutzim, parecería ser que el trabajo en la cocina es el menos valorado por el común de la gente, lo que obligó en su momento a San Benito, a señalar la necesidad de que todos pasaran por

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esta instancia. La obligatoriedad del trabajo menos agradable, es la solución más recurrente. Véase, por ejemplo, cómo Tomás Moro en su Utopía, señalaba que en la isla, el trabajo agrícola era obligatoriamente realizado por cada familia durante dos años. Pero volvamos a la Regla de San Benito: sobre el trato al prójimo valgan dos referencias. Con respecto a los enfermos se señala que            "ante todo y sobre todo ha de cuidarse de los enfermos, de modo que se les sirva como a Cristo en persona..."Sobre los forasteros, por su lado, explica:            "A todos los forasteros que se presenten, se les acogerá como a Cristo, ya que él un día ha de decir: ´era forastero y me acogisteis´. Y a todos se les tributará el honor correspondiente, sobre todo a los hermanos en la fe y a los peregrinos" . (20)Las comunidades monásticas han tenido no solo un gran peso en la conformación cultural de Europa(21) , sino además, y especialmente en lo que respecta a nuestro trabajo, en lo concerniente a proyectos de vida alternativa. No debe llamarnos la atención en ese sentido que por un lado, el citado Moro haya experimentado por algunos años la vida monacal, y que el otro gran utopista del Renacimiento, Tomasso Campanella, en 1582 ingresara como fray Tommaso en el convento de Santo Domingo de Placanica, en Italia. Efectivamente, la vida monacal se puede considerar como un antecedente de las búsquedas de proyectos utópicos y alternativos. La idea de huir de un mundo insoportable, creando una nueva realidad, es algo que tienen en común los utopistas y los monásticos. Por otro lado, como señala el estudio de Frank Manuel, las imágenes monacales se repiten en diferentes utopías, caso de las de los citados autores, o incluso en La Nueva Atlántida de Bacon, etc. Ahora bien, la vida comunitaria de tipo monacal tiene antecedentes con respecto a la órden religiosa de Benito. En el marco del cristianismo, podemos remontarnos al caso de los eremitas cristianos (de eremos = desierto), constituyendo primero núcleos de ascetas dedicados a la oración en el desierto, y luego comunidades propiamente dichas a las orillas del Mar Rojo. También llamados cenobitas, los iniciados por San Antonio el Grande (considerado por muchos el patriarca del monaquismo), derivan su nombre del griego (koinos bios), o sea, vida común. Nótese la evolución de los estilos de vida y de los términos utilizados: de un estilo de vida "solitario"(22) , dedicado a la ascesis y contemplación (de donde se obtiene el nombre de monje, del griego monachos, o sea, solitario), pasamos a una etapa donde se siente la necesidad de la vida en común, lo que da lugar a la vida en conventos de tipo cenobita. Uno de sus discípulos, Pacomio, luego canonizado, fundaba en el año 320 la primera sociedad comunal enclaustrada, en la isla de Tabenna, sobre el Nilo. Con ello instituyó la primer regla monástica que se conserva por escrito (la santa koinonía), rescatándose la prohibición de la propiedad privada, la obligatoriedad del trabajo manual diario y de la oración en común. .A la muerte de Pacomio ya existían nueve cenobios de varones y dos de mujeres, aunque llegaron también a existir conventos mixtos. Estas reglas que podemos catalogar como propias del monaquismo oriental, fueron especialmente divulgadas en occidente entre otros, por San Atanasio en Italia, y San Agustín de Hipona, en el Norte de Africa. Pronto empezarán a

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conformarse entonces, colonias de varones y mujeres que empezaban a llevar una vida común, de la mano de personajes como San Ambrosio, Rufino, San Jerónimo, San Paulino de Nola y otros(23) . Será recién luego de esta ola primaria de fundaciones de conventos, que San Benito funda los suyos. En el Siglo XI, una nueva ola de fundaciones de comunidades conventuales se vinculará con la actividad y liturgia de los Cartujos (Orden fundada en 1084 por San Bruno) y de los Cistercienses (Orden fundada por San Roberto de Molesmes en el 1098); ésta última con el ánimo de volver a las raíces benedictinas, aparentemente distorsionadas por el gran poder acumulado por parte de los Monjes con el correr de los siglos, producto de su "mundanización" y mayor dependencia con respecto a los Señores Feudales. Este clima será propicio además, como veremos luego, a la proliferación de numerosos colectivos contestatarios, de base laica y popular. En lo concerniente a la vida monacal en otras culturas, digamos que en la cultura arábica, las comunidades monásticas se remontan al origen del islamismo y a las actividades de los Sufí. En efecto, los Sufí derviches se establecerían sobre todo a partir del Siglo IX, en comunidades monásticas llamadas tekkes o khanagahs. Más antigua es la tradición hindú por parte de los eremitas quienes se constituían también en comunidades religiosas (ashrams); o el monaquismo budista (sangha), de fundamental importancia en esta religión; o la posterior tradición monástica taoísta, que a diferencia de la budista (y de la cristiana), no exigía el celibato.Pero volvamos al caso de la Iglesia Cristiana. Allí notamos en los primeros siglos de la Edad Media, una serie de cambios socioeconómicos y políticos que afectarían a las instituciones eclesiales y al pensamiento económico de los cristianos. La Edad Media se caracterizaría entre otras cosas, por el incremento del poder secular de los príncipes y su relación de dependencia con las jerarquías eclesiásticas, y por un fenómeno de desmoralización general que también afectaría a la iglesia, sumida en escándalos de simonía y nicolaísmo, y a sus jerarquías, donde no se salvaría la institución papal(24) . Las diferencias empezaban a surgir, y con ellas, emergían movimientos de distinta índole, pero todos con gran participación de los laicos, donde se intentaba rescatar rasgos como el retorno al espíritu de pobreza y fraternidad de la iglesia primitiva, vida en común, literalismo evangélico, denuncia evangélica de las estructuras eclesiales, participación seglar en la gestión eclesial, aspiración a la libertad y responsabilidad, crítica a instituciones vigentes en la Iglesia, etc(25) . Indudablemente, como señala Chenu, en este marco, también se originaron varias de las consideradas entonces "herejías", entre las cuáles encontramos experiencias muy interesantes en materia económica alternativa, como veremos enseguida.Vale la pena detenernos en este contexto entonces, para señalar tres grandes tendencias de especial importancia para comprender el desarrollo de una nueva oleada de comunidades religiosas: el surgimiento de movimientos apocalípticos y liberadores; el desarrollo de diversos movimientos de base laica y popular; y el movimiento que podemos llamar monasterial - crítico.

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Entre los primeros sin duda alguna Joaquín de Fiore ha sido el de mayor resonancia. Gran impacto generó su libro Evangelio Eterno, publicado en París hacia el 1254. Allí explicaba que el mundo debía atravesar por tres etapas o estadios: la edad del Padre o de la Ley Antigua, ya terminada; la Edad del Hijo o de la Ley Nueva que inaugura Jesús; y la Edad del Espíritu Santo que comenzaría a operar, según sus cálculos, en el año 1260. En esta tercer edad, reinará el amor y la paz en el mundo, y todos se comportarán como monjes perfectos (Joaquín era monje cisterciense). Joaquín fallece en el año 1202, en un convento calabrés por él fundado. Años después es condenado por el Papa Alejandro IV y declarados sus textos como herejes. Ello no fue obstáculo para que sus seguidores, que los tuvo y muchos, fundamentalmente franciscanos, fueran reconocidos públicamente como espiritualistas. Estos se caracterizaron entre otras cosas, por el desprendimiento material, la vocación por construir una sociedad alternativa, y en algunos casos por la crítica a la jerarquía eclesiástica, lo que les valió la persecución e incluso la ejecución de algunos de sus miembros. El joaquinismo, a pesar de todo, cumplió un rol trascendente, entre otras cosas, en el establecimiento de experiencias utópicas (inspiradas en la Edad del Espíritu) en la Iglesia del Nuevo Mundo. También el joaquinismo inspiró movimientos heréticos como el de los Hermanos Apostólicos, que durante el Siglo XIII terminaron tomando las armas para sostener sus reivindicaciones contra la jerarquía eclesial y sus riquezas . (26)En segundo lugar, debemos hacer referencia al surgimiento de diferentes movimientos laicales de base popular, y de importante contenido social. La llamada "reforma gregoriana"(27) , abriría un nuevo campo de acción a los laicos, tal como fue el espíritu de las primeras comunidades. Entre los movimientos comunitarios que pudieron mantenerse dentro de la Iglesia, y en el marco de una ola de efervescencia por diversas experiencias de vida comunitaria, surgen las órdenes hospitalarias, dirigidas por laicos; una enorme cantidad de confraternidades que todavía hoy siguen teniendo un rol importante en el área del voluntariado en varios países europeos; surge una corriente de laicos y clérigos que rescataban el valor de la pobreza que recibe el nombre de patarinos; el caso de las comunidades de las beguinas en los Países Bajos, que vivían en común sin ser monjas y lograron trascender por sus obras de caridad y amplia cultura; la rama varonil de los begardos; los Hermanos y Hermanas de la Vida Común, fundadores de escuelas populares y casas en común; etc. En todos estos casos, si bien hubo persecución e incomprensión por parte de las jerarquías eclesiales, lograron conservarse pese a todo dentro de la Iglesia (28). Otro es el caso de movimientos que fueron conformando una teología distinta a la ortodoxa. Entre ellos merece especial atención el movimiento de los Cátaros (del griego, katharos, 'puro'). Su acción social contestativa y sus anhelos de perfección cristiana son visibles durante los siglos XI y XII, cuando por ejemplo, los habitantes de Milán, adheridos a esta "herejía" junto a otros cristianos a los que aludíamos recién, recibían peyorativamente el nombre de patarini, por su procedencia de Pataria, una calle de la ciudad muy frecuentada por grupos de vagabundos y menesterosos. Este movimiento de los patarines cobraría cierta importancia en el siglo XI, como movimiento reformista, enfatizando la

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acción de los laicos enfrentados a la corrupción del clero; aunque en él intervinieron importantes figuras de la jerarquía, caso de quien luego fuera el Papa Alejandro II.La radicalidad del movimiento, sin embargo, unido a sus dogmas dualistas y maniqueos que nos recuerda al primitivo gnosticismo, generó tendencias claramente anti-eclesiales, lo que llevaría a que la fracción de los albigenses (localizados al Sur de Francia), fuese condenada y perseguida duramente por la Iglesia luego del Concilio III de Letrán. Sus anhelos de una sociedad e Iglesia diferente, inspirada en la vida apostólica de la Iglesia primitiva, sin embargo, quedarían presentes en la historia, y serían retomados entre otros, por las nuevas órdenes de los mendicantes. Otro antecedente a éstas, sin embargo, es el que se observa por parte del acaudalado Pedro Valdés, quien luego de "convertirse" y distribuir su fortuna, funda junto a otros clérigos de Lyon, el movimiento de los Valdenses, fuertemente inspirado en la espiritualidad de la pobreza, y que contaba entre sus principios, los vinculados al celibato, el ayuno y la propiedad en común. Señala el historiador García Villoslada que "este comerciante lugdunense, puede considerarse como un precursor del Poverello, hijo a su vez de un comerciante de Asís" (29). El clima de la época, por tanto, conduciría a la concreción de algunas órdenes mendicantes (Franciscanos, Dominicos, Carmelitas y Ermitaños de San Agustín) que pudieron mantenerse al amparo de la Iglesia Católica, a la vez que reivindicaban con su acción comunitaria, un estilo de vida divergente con respecto al que estaba emergiendo en el seno de las diferentes sociedades sobre finales de la larga Edad Media.En ese sentido, los siglos XII y XIII fueron testigos además, de un tercer movimiento, en este caso de dura crítica a la riqueza y fastuosidad en la que se encontraban los monasterios de la época, incluido Clunny que justamente se erigía en el Siglo IX para recuperar las reglas austeras de tiempo atrás. En ese sentido habíamos ya comentado la fundación de los Cartujos en el 1084 por parte de San Bruno, quien pronto se dedicaría con sus seguidores a una vida de oración, trabajo y penitencia. Dada la extrema rigidez de sus Reglas, se dice que ha sido la única Orden que no ha necesitado reformarse pues nunca se ha deformado. El otro caso es el de la Orden de los Cistercienses, fundada sobre fines del siglo XI por una serie de monjes benedictinos que se retiraron a la soledad del bosque Cîteaux (de allí el nombre) para fundar una nueva abadía con nuevas reglas que pretendían retornar a la primitiva vida de simplicidad y austeridad. En el Siglo XVI y XVII, sin duda que el pensamiento comunitario dentro del cristianismo se vio reforzado por las literaturas utópicas que emergían del humanismo renacentista. Este género literario justamente surge como reacción a una sociedad más individualista y mercantilizada(30) , a la vez que toma como referente el descubrimiento del Nuevo Mundo y las posibilidades de hacer posible con sus habitantes ("no contaminados" con ese individualismo que ya reinaba en Europa), el sueño de una sociedad realmente justa que se perfilara como mojón de una etapa histórica cercana a lo que Joaquín de Fiore llamó la Edad del Espíritu Santo, que tanta influencia tuviera entre los primeros misioneros en la Iglesia Indiana. Estos estudios utópicos, sin embargo, también generaron sospechas y en

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algunos casos ciertas posturas fueron tildadas de herejías. Podríamos en ese sentido detenernos en el caso de Campanella, quien precisamente fue uno de los autores acusado de herejía, al sostener diversas instituciones en su Ciudad del Sol, consideradas "anormales" por el establishment de la época. Véase, por ejemplo, cómo este monje dominico, defiende sus tesis de la comunidad de bienes. En efecto, Campanella fue acusado en su momento de hereje, al negar -entre otras cosas- que sea justa la propiedad individual de bienes. Campanella, sin embargo, recurre al Papa San Clemente, quien señalara en la Epístola 4ª citadas por Graciano en el Can.2, cuestión 1ª..             "Queridísimos: el uso de todas las cosas que hay en este mundo debía ser común; pero justamente uno se apropió esta cosa; el otro, la de más allá, etc.". Continúa señalando Campanella, que en el Génesis, Dios no entregó nada en propiedad, sino que todo lo dejó en común.             "Lo mismo dice San Isidoro en el capítulo que trata del derecho natural; y afirma que los Apóstoles y todos los primeros cristianos vivieron de esa forma, como se echa de ver en San Lucas, San Clemente, Tertuliano, San Juan Crisóstomo, San Agustín, San Ambrosio, Filón, Orígenes, y otros. Este género de vida quedó luego limitado únicamente a los clérigos que vivían en comunidad, según atestiguan las personas citadas y además San Jerónimo, Próspero, el Papa Urbano y otros. Pero, hacia el año 470 y bajo el pontificado del Papa Simplicio, éste hizo que la Iglesia estableciera la propiedad de bienes, correspondiendo una parte al Obispo, otra al Templo, otra al Clero y otra a los pobres. Poco tiempo después, el Papa Gelasio y San Agustín se negaron a ordenar a los clérigos si antes no ponían en común todos sus bienes. Más tarde y para evitar la existencia de hipócritas que ocultaban sus bienes, se permitió, aunque no de buen grado, la propiedad individual. Por eso es una herejía condenar la vida en común o decir de ella que va en contra de la naturaleza. Antes al contrario, San Agustín opina que la supresión de la propiedad individual da lugar a un mayor esplendor. Por consiguiente, la comunidad de bienes es preferible, así en la presente vida como en la futura" . (31)Continúan en su alegato, citas a San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Basilio, Santo Tomás, San Clemente, Cayetano, San León Papa, etc. Esos siglos fueron testigos también de la Reforma y Contra Reforma, y con ellos, como vimos, del surgimiento de numerosos colectivos que impulsaban estilos de vida alternativos. La influencia de los anabaptistas en este campo fue muy importante; y quizá la Guerra de los Campesinos sea el hecho histórico de mayor relieve. Buena parte de los anabaptistas y de los pietistas, sin embargo, deberían emigrar hacia los Estados Unidos, en lo que constituye otro hito en la historia de las comunas de bases religiosas. En ese sentido, la persecución de algunas sectas durante la Reforma protestante provocó una ola de movimientos emigratorios hacia los Estados Unidos de América. Estas tierras, libres de persecuciones de carácter religioso (al menos de la forma como se estaba desarrollando en Europa), serían testigo del florecimiento de diversas experiencias comunales. Las primeras en establecerse y en expandirse fueron comunas de cuáqueros y amish.

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Los Amish son una secta protestante de origen menonita. Entre sus rasgos más llamativos destaca la forma como han mantenido en el tiempo su propio y conservador modo de vida. Su economía se basa en el trabajo agrícola, alejándose de las influencias de la sociedad industrializada de hoy en día.El nombre de los Amish se lo deben al obispo menonita suizo Jakob Amman, quien en su momento luchó por mantener una estricta disciplina dentro de la Iglesia, so pena de excomunión. Durante el siglo XVIII, los amish fueron víctimas de persecuciones en toda Europa, por lo que se vieron forzados a emigrar a Pensilvania, Estados Unidos. Sus descendientes reciben el nombre de Holandeses de Pensilvania. La rama amish más conservadora recibe el nombre de Vieja Orden Amish. Se visten de un modo extremadamente sencillo, utilizando corchetes en vez de botones. Viajan en coches tirados por caballos en vez de utilizar vehículos, y todos los hombres adultos llevan barba. Los servicios religiosos se celebran en los hogares; el lavado de los pies se practica unido al servicio de la comunión; como forma de mantener la disciplina, todo aquel que no cumpla con ella es despreciado, y el matrimonio con personas extrañas a la comunidad está absolutamente condenado. Existen también otros grupos amish menos estrictos en cuanto a su disciplina, y están menos distanciados del resto del mundo. Todos comparten las prácticas de creyentes, o adultos, el bautismo y generalmente no toman parte de los asuntos civiles del país, tales como el votar, servir a las fuerzas armadas, y así sucesivamente. Es probable que el número total de miembros, según informa la Enciclopedia Encarta de 1998, no supere los 50.000.El otro grupo fuerte ha sido el de los Cuáqueros o Sociedad de los Amigos, que hunde raíces entre los anabaptistas y otros movimientos religiosos laicales como los vistos. Formalmente sus inicios se remontan al año 1647 cuando en torno al predicador inglés George Fox comenzó a difundirse la doctrina de "Cristo adentro". Desde entonces, sus seguidores se caracterizarán por cumplir al pié de la letra determinados mandatos bíblicos, y por el intento de emular al Cristo en sus hábitos de simplicidad. Integrando comunidades, otras características a destacar son la inexistencia de división sexual del trabajo, y la solidaridad entre sus miembros que más tarde se expandió al resto de la sociedad al punto de recibir en 1947 el Premio Nobel de la Paz por las labores desarrolladas en torno a los comités de Socorro Internacional. Finalmente, hubo otra serie de experiencias comunales a lo largo de los siglos XVIII y XIX. En 1735, Johann Conrad Beissel funda Efrata, una comunidad pietista en Pensilvania, que sería antecedente de otras comunas pietistas que por su carácter célibe sólo durarán hasta 1786.En 1774 Ann Lee y sus Shakers (tembladores), ex cuáqueros, comienzan a fundar una serie de comunas en todo el país. Para 1830 ya representaban 30 comunas y 5.000 miembros. Nuevamente el celibato, pero además la muerte de su líder, llevará a una reducción importante a partir de 1875. Los Shakers se han caracterizado, además de por sus danzas, por el especial gusto en la industria del mueble. Llama la atención en el estilo de vida de esta gente, su simplicidad que nos recuerda a los actuales movimientos por una "simplicidad voluntaria" que se multiplican sobre

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finales de este siglo. En este sentido, es ilustrativa la siguiente canción popular de la época, cantada por sus miembros:

            'Tis the gift to be simple, 'tis the gift to be free,             'Tis the gift to be simple, come down where we ought to be,             And when we find ourselves in the place just right,             'Twill be in the valley of love and delight.             When true simplicity is gain'd,            To bow and to bend we shan't be asham'd,             To turn, turn will be our delight             'Till by turning, turning we come round right...(32)

En 1804 George Rapp comienza la fundación junto al resto de los rapistas, de sus "comunidades de igualdad", en Pensilvania. Estas son disueltas en 1905. En 1819 Joseph Baumler, de origen alemán, funda en Ohio las comunidades de los zoaristas. Entre sus miembros había muchos enfermos y pobres, lo que obligó a un esfuerzo comunitario y solidario que permitiera la supervivencia del grupo. La experiencia durará 80 años, y su disolución ocurrió cuando el enriquecimiento comunal llevó a los miembros a querer una división de bienes.En 1841 Humphrey Noyes funda la comunidad de Oneida (hoy importante productora de acero), predicando la tesis teológica perfeccionista. Esta comunidad, sin embargo adquirió notoriedad por la práctica de una comunión total, ya sea de bienes, ya sea de amantes, por la vía de los "matrimonios agrupados". La oposición pública fue muy fuerte y su líder terminó entonces radicándose en Canadá.En 1842 Christian Metz y sus inspiracionistas fundan aldeas comunales en Buffalo, Nueva York y luego la conocida Amana Society, hoy importante cooperativa agrícola en el estado de Iowa, con alrededor de 1.400 miembros.La lista de experiencias comunales religiosas que se establecieron en Estados Unidos luego de la Reforma podría ser interminable. Entre ellos, mencionemos finalmente a las hermandades moravia y bohemia, que han seguido teniendo una poderosa influencia en el pensamiento protestante en esta línea; y a los 20.000 hutteranos que todavía hoy se encuentran distribuidos en Norteamérica.

       4.- Las Comunidades Cristianas en el siglo XX: economía de comunión y kibbutz cristianos. El siglo XX ha contribuído al fortalecimiento de una línea muy diferente a las vistas hasta ahora en materia de comunidades. Desde el ambiente religioso, la generación de comunidades se da en un plano mucho más pastoral que socioeconómico. Aún así, las contribuciones han sido importantes, y merece especial reconocimiento dos fenómenos. En primer lugar, el desarrollo y fortalecimiento de la doctrina social de la Iglesia a partir de la Rerun Novarum de León XIII (1891), que legitimó la acción social de numerosos movimientos católicos que impulsaban un rol más activo de la Iglesia sobre la "cuestión social". En segundo lugar, el Siglo XX es testigo de otro fenómeno de mucha importancia, como lo es la

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promoción de los laicos, y de su mano, la constitución de la Acción Católica con sus núcleos especializados en el ámbito estudiantil y obrero. En ese marco, los nuevos aires en la Iglesia se ven plasmados en el Concilio Vaticano II y en la constitución de numerosos movimientos dentro de la Iglesia volviendo a rescatar la importancia de lo comunitario, como ser el caso de los Cursillos de Cristiandad, los Neocatecumenales, las comunidades carismáticas, el Movimiento Familiar Cristiano, Comunión y Liberación, Movimiento de los Focolares, y grupos EAS. Salvo estos últimos dos casos, que veremos enseguida, en el resto, sin embargo, su especial mirada a lo comunitario, no implicaba generar experiencias de carácter socioeconómico, sino más bien se apoyaban en lo comunitario para defender una dinámica de trabajo que podría estimular una mejor evangelización. Un paso más allá fue dado, sin embargo, por los grupos EAS y el Movimiento de los Focolares. Estos movimientos, además de basar su dinámica de trabajo en la composición de pequeñas comunidades de oración y evangelización, han sido promotores de experiencias alternativas de hacer economía. El Movimiento de los Focolares es fundado por Chiara Lubich en Trento, en el año 1943. Actualmente, desde sus oficinas centrales en Roma, Lubich junto a un selecto grupo de mujeres y en menor grado de hombres, dirige con éxito a un movimiento actualmente difundido en 198 naciones, con 2.220.000 adherentes. La espiritualidad, de claras connotaciones ecuménicas, esta compartida entre 50.000 cristianos de distintas denominaciones, entre ellos ortodoxos, anglicanos, luteranos; 30.000 fieles de otras religiones, entre ellos hebreos, musulmanes, budistas, induistas, y 73.000 personas que se declaran no religiosas. Inspirados en la Doctrina Social de la Iglesia, y meditando la Encíclica Centesimus Annus (1991) el Movimiento da un nuevo paso en el aspecto socioeconómico de su espiritualidad, subrayando el concepto de la comunión de bienes, que venían practicando desde sus orígenes, para dar lugar comenzada la década del noventa, a una serie de ciudadelas donde pudieran operarse y vivenciarse la forma de vida de las primeras comunidades cristianas, practicando de esta manera la economía de comunión. Si bien la primer ciudadela nace en Italia, la primera en incorporar la noción de economía de comunión surge en las afueras de San Pablo, luego de una visita que realizara a aquella ciudad, la fundadora del Movimiento, Chiara Lubich:             "Pues bien, en estos días nació en la ciudadela Araceli una idea: la de que tal vez Dios llama a nuestro Movimiento en Brasil, donde lo siguen 150 mil personas, a realizar la comunión de bienes, enriquecida por todos los principios de la doctrina social de la Iglesia, pero "globalmente", todo el Movimiento junto. Y pensamos que ese testimonio se podía llevar a la práctica concretamente comenzando por la ciudadela de Araceli" . (33)Esto ha llevado a que el Gobierno brasileño otorgara a Chiara Lubich, la Orden Nacional de la Cruz del Sur, en Octubre de 1997; justamente en momentos que diversas Universidades de dicho país, empezaban a mostrar interés por la economía de comunión. Los antecedentes de esta "economía de la comunión" que estaba naciendo de forma tan práctica, se remontan a la fundación de la

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cooperativa "Loppiano Prima", situada en la ciudadela internacional de Loppiano, Italia. La utopía del Movimiento, al arrancar con la experiencia, que hoy reúne otras catorce ciudadelas en todo el mundo, consistía en recrear una ciudad moderna, con todo lo que la caracteriza, pero donde además se dé testimonio de la espiritualidad focolarina y de la comunidad de bienes. Continúa diciendo Chiara Lubich:             "Nosotros hemos explicitado lo congenial que es a la vida cristiana la comunión de bienes... Si todo el mundo la actuara, no existirían más las desigualdades sociales, los pobres, los que sufren el hambre, los enfermos, los marginados" . (34)El punto de partida sería Araceli, donde deberían convergir diferentes empresas, expresamente dirigidas y gestionadas de forma eficiente, donde "cada uno tenga la posibilidad de una participación propia"; y donde las utilidades deberían ser puestas en común, de forma que una parte se destine a los necesitados, otra a la "formación de hombres nuevos", y una tercera parte naturalmente para reinversión empresarial. Se daba de esta forma, al decir de Quartana, el primer paso de una comunión de bienes a una economía de comunión. Haciendo uso de nuestros conceptos socioeconómicos solidarios, podríamos decir que los Focolares empezaron a hacer economía alternativa y solidaria en el plano de la distribución (comunión de bienes), para pasar luego al plano de la producción (economía de comunión)con el proyecto de las ciudadelas. Las comunidades cristianas comprometidas EAS, por su lado, son fundadas en Francia sobre fines de los años cincuenta. La diferencia con respecto a otra serie de movimientos, además de dinámicas de trabajo propias que no vienen al caso analizar, es que la propia constitución de pequeños grupos de trabajo pastoral, llevó a algunos a fundar en 1992, en México, el primer kibbutz cristiano del que se tenga referencia. Dejemos que lo explique uno de sus fundadores, el P. Antonio Hortelano:             "EAS, Comunidades Cristianas Comprometidas, consciente de los graves problemas sociales de nuestro tiempo y de que para solucionarlos no basta ni el cambio de los individuos uno por uno, ni las reformas legislativas desde arriba, sino que es cada vez más necesario hacer experiencias concretas fuertes en plan piloto para formar lideres y ensayar cambios estructurales a nivel humano, se ha decidido a hacer una cadena de comunidades agropecuario-industriales en Iberoamérica y Africa. Y para ello se han inspirado los EAS en el kibbutz judío por ser la experiencia más fuerte y mejor lograda en su estilo..." (35). Hoy el Kibbutz tiene seis hectáreas y media, un área común de tres pisos donde viven sus integrantes y los invitados; zona de invernaderos altamente tecnologizadas, además de árboles frutales y espacio para algunas microempresas. Un dato interesante es que el tiempo de trabajo se distribuye entre lo productivo (recordemos que es una comunidad agro-industrial) y actividades de promoción social entre las poblaciones más desfavorecidas de la zona, lo que hace que el proyecto no sea cerrado como era la característica de las comunidades protestantes del Siglo XIX. Por cierto que al igual que en la experiencia israelí, todos los ingresos se ponen en común y se distribuyen de acuerdo a las necesidades de cada

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uno, lo que convierte a esta comunidad en una experiencia realmente alternativa en el plano de la distribución.

       5.- Concluyendo. Lo comunitario y lo utópico han ido de la mano a lo largo de la historia del cristianismo. Iluminados por la radicalidad de las primeras comunidades cristianas, a lo largo de todos estos siglos, siempre han existido expresiones del cristianismo tentadas a hacer del Reino de Dios una utopía posible y concreta. Así lo demuestran las notables experiencias de economía alternativa que se fueron tejiendo a su interior, donde los lazos de solidaridad se constituyeron en factores dinamizadores de primer orden: desde las primitivas experiencias de vida cenobítica, pasando por la República de los Guaraníes, hasta llegar a las modernas comunidades cristianas; tenemos ejemplos y modelos que demuestran claramente cómo es posible hacer socioeconomía más allá de la lógica individualista, atomizada y racionalista instrumental que caracteriza el modelo de homo oeconomicus que pretende llevar adelante el neoliberalismo.

       Notas(1)Sociólogo. Profesor de la Universidad de la República y Universidad Católica del Uruguay. Investigador en socioeconomías solidarias. Contactos con el autor: [email protected](2) De hecho, este material multidisciplinario sobre comunidades, producido al comienzo de un nuevo milenio es fiel testigo de tan rica historia. (3)Cfr. Weber, M.: Economía y Sociedad, México, FCE, 1969, cap. I, tomo I, pág. 32.(4) Lamentablemente Weber dejó inconcluso su capítulo sobre el mercado en la obra arriba citada. Algunas cosas, sin embargo, son especialmente útiles para nuestro repaso. El mercado a diferencia de las comunidades, por ejemplo, "que siempre suponen confraternización personal, y casi siempre, parentesco de sangre, es, en sus raíces, extraño a toda confraternización". Cfr. Ibidem., pág. 494. (5)Cfr. Tönnies, F.: Comunidad y Sociedad, Bs. As., Losada, 1947, p. 19. (6)Cfr. Etzioni, A.: The Moral Dimension:Toward a New Economics, New York, Free Press, 1988. (7)Cfr. Etzioni, A.: La Nueva Regla de Oro, Madrid, Paidós, 1999. Allí, Etzioni en un esfuerzo de síntesis define a la comunidad mediante dos características: "la primera, una oleada de relaciones cargadas de afecto entre un grupo de individuos, relaciones que a menudo se entrecruzan y se refuerzan recíprocamente (antes que meras relaciones de uno a otro o una cadena de relaciones individuales); la segunda, una cuota de compromiso con un conjunto de valores compartidos, normas y significados, así como una historia y una identidad compartidas, esto es, en una palabra, con una cultura".(8) A diferencia de los autores anteriores, a éstos más bien correspondería encasillarlos como filósofos sociales. No obstante ello, creemos que sus nociones de lo comunitario continúan formando parte de esta primer visión que hemos llamado macro social.

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(9)Cfr. Mounier, E.: Manifiesto al Servicio del Personalismo, Madrid, Taurus, 1976, p. 27. (10)Cfr. Mounier, E.: Idem. Ant., p. 79. (11)Cfr. Terra, J.P.: Mística, Desarrollo y Revolución, Montevideo, Ed. del Nuevo Mundo, 1969, p. 74. (12)Aunque indudablemente, una sociedad será más comunitaria en la medida en que existan más y mejores experiencias en este campo microsociológico.(13) El relevamiento excluye a los kibbutzim. Aquí lo que se observa es una reducida cantidad de kibbutzim religiosos, y similar comportamiento en materia de perdurabilidad. Para afianzar nuestra tesis, podríamos hacer mención a la experiencia alternativa de mayor perdurabilidad en el tiempo: la "República de los Guaraníes", de base eminentemente religiosa; al igual que las experiencias comunitarias benedictinas, que se remontan al S. VI. (14)Cfr. Medellín, Conclusiones 15,6(15). Cfr. Chenu, M.D.: "La Iglesia de los pobres en el vaticano II", en Gastaldi, I.: Síntesis histórica del pensamiento de la iglesia sobre la pobreza y la justicia social, Santiago, Icheh, 1989. (16)Cfr. Medellín, Conclusiones 15,10(17)Cfr. Regla de San Benito, Cap. XXXIII, Santiago, Cal y Canto, 1995.(18) Idem. Ant., Cap. XXXIV (19)Idem. Ant., Cap. XXXV (20)Idem. Ant., Cap. LIII (21)Al respecto el clásico estudio de Montalembert (notable orador, escritor y político, que junto a Lamennais contribuiría a consolidar el catolicismo social sobre mediados del siglo pasado), Monjes de Occidente, muestra el papel que le cupo a esta orden en la conservación y transmisión de la cultura greco-latina en toda Europa. Recordemos además, los numerosos Papas que salieron de esta Orden: Silvestre II, Gregorio VII, Urbano II, etc., además de filósofos, estadistas y artistas de primer relieve.(22) Estilo de vida que parece haber sido influenciado por San Pablo de Tebas, sobre mediados del Siglo III, quien se retirara al desierto en busca de la paz y tranquilidad necesaria para su re-unión con Dios; seguido luego por muchos discípulos. (23)Cfr. Hernández, F.: La iglesia en la historia, Madrid, Col. Síntesis, 1984, Tomo I, p. 136-137. (24)Desde Juan VIII hasta León IX (872-1049) hubo treinta y nueve papas legítimos y cuatro o cinco ilegítimos; varios de ellos fueron elegidos por la fuerza o anticanónicamente; diez de ellos no lograron reinar más de medio año, otros fueron obligados a abdicar, mientras que dos o tres renunciaron a la tiara para volver a exigirla; en tanto siete murieron de muerte violenta. Cfr. Idem. Ant., p. 184.(25) Cfr. Hortelano, A. : Comunidades Cristianas, Salamanca, Sígueme, 1987, p. 24-25. (26)Guignebert, Ch. : El cristianismo medieval y moderno, México, FCE, 1957. (27)Gregorio VII (1073-1085) como archidiácono había sido inspirador de las reformas iniciadas por Alejandro II, un ex patario que destinó sus

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esfuerzos a corregir la vida licenciosa de los poderosos y de los clérigos indignos. Gregorio VII continuará en esa línea y será además uno de los precursores de la separación entre Imperio y Pontificado.(28) Para el caso de las beguinas, ya su nombre (al-bigen-sis) sonaba provocativo para la ortodoxia y eso les valió persecuciones. Además, algunas de sus miembros fueron acusadas de tomar contacto con los Hermanos del Libre Espíritu, otra herejía panteísta de la época que perseguía la Inquisición. Aún así Juan XXII protegió a aquellas que quisieran continuar con sus tareas caritativas y comunitarias, siempre que se mostraran claramente ortodoxas. Un buen relato de la labor de estas mujeres puede leerse en Epiney-Bugard, G. y Zum Brunn, E.: Mujeres trovadoras de Dios. Una tradición silenciada de la Europa Medieval, Barcelona, Paidós, 1998. (29)Cfr. Hernández, F. Op. Cit., p. 180. (30)Inspirados en Moro, por ejemplo, y en medio de la Guerra Civil de 1642 en Inglaterra, tuvo lugar la experiencia de los liderados por Gerrard Winstanley, quienes bajo el nombre de los Diggers (cavadores),impulsaron reformas sociales y la práctica de la vida comunal. Finalmente son disueltos en 1650 por los terratenientes. (31)Cfr. Campanella, T.: "Cuestiones sobre la República ideal", en Utopías del Renacimiento, Op. Cit., p. 212-113. (32)Cfr. Tower Sargent, L.: "Dreams and Other Products of Nineteenth-Century Communities", the Fellowship for Intentional Community, USA, 1996. (33)Cfr. Entrevista a Chiara Lubich, en Quartana, P. Et alt.: Economía de Comunión. Propuestas y reflexiones para una "cultura del dar", Bs. As., Ciudad Nueva, 1992, p. 12.(34) Cfr. Quartana, P.: "Un programa: Economía de Comunión", en Idem. Ant., p. 23.

        Bibliografía Campanella, T.: "Cuestiones sobre la República ideal", en Utopías del Renacimiento, México, FCE, 1980. Epiney-Bugard, G. y Zum Brunn, E.: Mujeres trovadoras de Dios. Una tradición silenciada de la Europa Medieval, Barcelona, Paidós, 1998.Etzioni, A.: The Moral Dimension:Toward a New Economics, New York, Free Press, 1988. Etzioni, A.: La Nueva Regla de Oro, Madrid, Paidós, 1999. García, M.: Regla de San Benito, Santiago, Ed. Cal y Canto, 1995.Gastaldi, I.: Síntesis histórica del pensamiento de la iglesia sobre la pobreza y la justicia social, Santiago, Icheh, 1989. Guignebert, Ch. : El cristianismo medieval y moderno, México, FCE, 1957.Hernández, F.: La iglesia en la historia, Madrid, Col. Síntesis, 1984, Tomo I. Hortelano, A. : Comunidades Cristianas, Salamanca, Sígueme, 1987.Hortelano, A.: "Kibbutz Cristiano EAS", mimeo, s/f. Mounier, E.: Manifiesto al Servicio del Personalismo, Madrid, Taurus, 1976. Quartana, P. Et alt.: Economía de Comunión. Propuestas y reflexiones para una "cultura del dar", Bs. As., Ciudad Nueva, 1992. Terra, J.P.: Mística, Desarrollo y Revolución, Montevideo, Ed. del Nuevo Mundo, 1969.

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Tönnies, F.: Comunidad y Sociedad, Bs. As., Losada, 1947.Tower Sargent, L.: "Dreams and Other Products of Nineteenth-Century Communities", the Fellowship for Intentional Community, USA, 1996. Weber, M.: Economía y Sociedad, México, FCE, 1969.

EMPRESAS   ALTERNATIVAS" de Luisditorial NORDAM, Uruguay.

Por Pablo A. Guerra

        Me complace especialmente, y por varias razones, prologar este didáctico y a la vez fértil libro que pone la Editorial Nordan a disposición del público uruguayo. Se trata del primer libro de Luís Razeto que se publica en el país, y eso es un primer motivo de alegría, a la vez que indicador de una importante y esperada renovación para las ciencias sociales en Uruguay, preocupadas por el desarrollo de los cada día más necesarios paradigmas alternativos.       Un segundo motivo de complacencia, es provocado por el autor de la obra. A Luis Razeto lo considero uno de los pensadores sociales contemporáneos más brillantes del continente. Sus estudios sobre economía popular y de la solidaridad, que se remontan a principios de los

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ochenta en Chile, han ido abriendo, casi sin quererlo, una especie de nueva sensibilidad en estudios sociales que perduran hasta hoy en día, entre otras cosas, por el impacto generado en materia de nuevos conceptos y categorías de análisis social. Luís Razeto, con sus estudios de grado en filosofía y de postgrado en sociología, incursionaría luego en el estudio de las prácticas de hacer economía de los sectores populares, lo que lo llevó necesariamente a intentar conceptualizar nuevas categorías de análisis, que por distintas razones, o no existían o no eran utilizadas, en el marco de la teoría económica más convencional. Razeto, además de prestigioso investigador, profesor y conferencista de lo que él llamaría por primera vez "Economía de la Solidaridad", no se quedó, como muchos otros, en el rol de académico, sino que supo por varios años, destinar además de una parte de su tiempo a esta labor más académica, otra parte no menos importante, a estimular la creación y el desarrollo de lo que el lector aquí encontrará definido como "Empresas Alternativas". Prologar entonces, una obra de este gran autor, quien además fuera profesor del abajo firmante en el Programa de Economía del Trabajo de Santiago de Chile, no deja de ser un motivo de especial alegría       Otra de las motivaciones para prologar este texto, se vincula al estilo de redacción que aquí desarrolla el autor. De todos los libros de Razeto vinculados a la Economía de la Solidaridad (Empresas de Trabajadores y Economía de Mercado, de 1982, Economía de la Solidaridad y Mercado Democrático, Tomos I, II y III, de 1984 a 1988, Las organizaciones económicas populares, de 1986, Economía Popular de la Solidaridad, de 1986, Economía Popular de solidaridad. Identidad y proyecto en una visión integradora, de 1986, De la Economía Popular a la Economía de la Solidaridad en un Proyecto de Desarrollo Alternativo, de 1993, Los caminos de la Economía de la Solidaridad, de 1993, Las donaciones y la economía de solidaridad, de 1994, Crítica de la Economía, Mercado Democrático y Crecimiento, de 1994, y Desarrollo, Transformación y Perfeccionamiento de la Economía en el Tiempo, de 2000), el que aquí nos presenta la Editorial Nordan probablemente sea el más ilustrativo y ágil para la lectura del interesado en las prácticas concretas que puedan conducir a la construcción de una verdadera economía solidaria. Razeto en este libro, prefiere detenerse no tanto en la construcción de la teoría económica, como en la presentación de las diversas modalidades que expresan valores, identidades, culturas, principios y recursos alternativos a los hegemónicamente presentes en nuestros mercados determinados. Esto lo hace un libro especialmente sugerente para quienes quieran incursionar en estos nuevos paradigmas sin enfrentarse a ese leguaje técnico tan común entre la mayoría de los libros de economía.       Pero indudablemente, el motivo central que nos lleva a prologar el libro, es sin duda la temática expuesta: el lector tendrá una oportunidad propicia para introducirse en la Economía de la Solidaridad. Lentamente este concepto ha ido ingresando en el vocabulario de los uruguayos, sobre todo por la labor de difusión que hemos estado realizando tanto en el campo académico, como a nivel de organizaciones sociales y populares, seculares y de Iglesia. A pesar de ello, posiblemente domine en el público general una imagen algo difusa sobre el alcance de un término que justamente ha sido especialmente desarrollado por el autor chileno. En

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ese sentido, queremos recordarle a nuestros lectores, que la Economía de la Solidaridad la podemos entender hoy como una verdadera corriente de pensamiento genuina de nuestro continente. Efectivamente, a diferencia de buena parte de las doctrinas e ideologías, así como de las grandes teorías en ciencias sociales, que imperaron en nuestros países a lo largo de este siglo, la Economía de la Solidaridad no nace en los países centrales, sino que es fiel expresión del análisis que nuestros cientistas sociales han realizado sobre los concretos dramas económicos y de las respuestas sociales que se han generado desde los pueblos de América Latina. La expresión nace a comienzos de los ochenta en Chile, cuando en medio de un desempleo avasallante, un grupo de investigadores se propone estudiar cómo hacían los sectores populares para subsistir. El contacto con ellos, permitió a los académicos observar prácticas económicas alternativas a las hegemónicas, basadas en valores y racionalidades muy distintos a los que la economía neoclásica nos hacía creer que guiaban nuestras acciones.       De la noción de economía popular a la de economía de la solidaridad solo habría un paso, aunque sin caer en estériles romanticismos que en algún momento el mismo Razeto intenta descartar (en este sentido, nunca está de más señalar que no toda economía popular es expresión de economía de solidaridad; y que no toda economía de la solidaridad se enmarca en lo que llamamos economía popular). A partir de entonces, quienes hemos dedicado buena parte de nuestros esfuerzos profesionales, a estudiar y asesorar en estas temáticas, consideramos que la Economía de la Solidaridad, de la mano de Razeto, persigue al menos dos objetivos. Uno de carácter más práctico: rescatar las formas de hacer economía (esto es, de producir, consumir, distribuir y acumular) que podemos considerar alternativas a las formas que predominan en nuestros mercados. El otro es más teórico: difícilmente podamos rescatar en su plenitud estas experiencias, con el herramental conceptual (categorías de análisis) que nos ofrece la economía más convencional (tanto en sus variantes clásicas, neoclásicas, keynesianas o marxistas), lo que hace ineludible pensar a la Economía de la Solidaridad, también como un esfuerzo de reconceptualizar y reelaborar la teoría macro y micro económica.       De esta manera, la Economía de la Solidaridad, munida de nuevas categorías de análisis, fruto de un riguroso y plural análisis en materia de teoría de producción, distribución, consumo, etc., logra conformar un corpus teórico propio, que en definitiva va en auxilio de estas experiencias concretas que son fieles testimonios de que existen formas distintas de hacer economía, y por lo tanto, de expandirse estas racionalidades alternativas, probablemente logremos llegar a esa utopía de un mercado verdaderamente democrático, integrador y solidario(1) .       Sin duda que la Economía de la Solidaridad no ha estado sola en estos intentos por reformular la ciencia económica y rescatar las experiencias alternativas. En tal sentido, hemos sido testigos en las últimas décadas, del surgimiento desde diversos ámbitos académicos, de serios intentos por reelaborar los principales supuestos teóricos con los que parte la economía más convencionalmente divulgada. Indudablemente esta ciencia económica comienza a desarrollar sus nociones más abstractas

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con John Stuart Mill a mediados del siglo pasado. La escuela neoclásica (originalmente concebida por Gossen, Jevons, Walras, Bohm Bawerk, y Pareto), al romper con una tradición economicista más ligada a las ciencias sociales, como la que tiene lugar con Smith, Ricardo, Castillón, (e incluso el propio Mill), que intenta descifrar el origen de la riqueza a través de un fenómeno evidentemente social como lo es el trabajo humano; empieza a construir un modelo interpretativo del comportamiento, donde se sustituye el trabajo por el mercado, como objeto básico de análisis, y se pasa a una concepción del hombre como "homo oeconomicus", que desconoce los aportes de otras disciplinas.       Por su lado, casi sistemáticamente, en el análisis de formas alternativas a las más propiamente capitalistas y estatales, los actores encargados de llevarlas adelante, ante la ausencia de teoría que logre explicar razonablemente sus acciones, han preferido negar de la economía. El resultado más contundente en la materia es que muchos sectores han preferido construir una especie de discurso "anti - económico", que recoge antecedentes incluso en algunas versiones escritas.       Evidentemente, al provenir de las ciencias sociales, el objeto de la economía de la solidaridad no ha sido ni será atentar contra la economía, sino lograr una crítica lo más acertada posible a los efectos de comprender mejor la lógica de acción de una inmensa cantidad de sujetos que no se comportan de acuerdo a modelos preestablecidos por la economía neoclásica, como se encargará de demostrar Razeto a lo largo de este libro.       Frente a estos acontecimientos, somos de la idea de enfrentar los estudios de la economía neoclásica, volviendo a las fuentes de la economía política. Fruto de esta búsqueda es que numerosos investigadores de Norteamérica y Europa, han desarrollado una nueva disciplina a la que han llamado "socio-economía", y que quisiera citar en este momento, justamente para demostrar la sintonía con quienes trabajamos en el marco de la economía de la solidaridad. Más allá de la pluralidad de concepciones en una corriente que reúne a prestigiosos economistas y sociólogos como Boulding, Hirchman, Galbraith, Sen(2) , Simon, Bordieu, Etzioni, etc., la socio-economía parte de ciertas premisas:       1.- las personas no son entendidas como seres calculadores, caracterizables por su racionalismo, sangre fría y propio interés. 2.- la modificación del argumento de racionalidad. 3.- la imbricación societal del mercado, y el consecuente papel en él de las instituciones y el poder político; y 4.- el incremento de elementos empírico-inductivos en el estudio del comportamiento económico (3).       La "Economía de la Solidaridad", por su lado, como ya dijimos, nace en Latinoamérica, siendo su más celebre expositor el autor del libro que el lector tendrá seguramente el gusto de leer. La "Economía de la Solidaridad", ya convertida en verdadera escuela de pensamiento en América Latina (4), comienza su análisis separando acertadamente las cuatro partes de un acto económico (producción, distribución, consumo y acumulación), a partir de lo cuál construye diversas categorías y teorías que nos ayudarán a comprender mejor a la economía popular y solidaria.

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      Podríamos en tal sentido definir a la Economía de la Solidaridad como un modo especial y distinto de hacer economía, que por sus características propias consideramos alternativas respecto de los modos capitalista y estatista predominantes en los mercados determinados.       Al respecto, en el plano de la producción, el elemento sustancial definitorio de esta particular racionalidad económica, está dado por la presencia central del factor C como categoría organizadora.      El factor C tiene expresiones variadas. Como señala Razeto, "se manifiesta en la cooperación en el trabajo, que acrecienta la eficiencia de la fuerza laboral; en el uso compartido de conocimientos e informaciones que da lugar a un importante elemento de creatividad social; en la adopción colectiva de decisiones, en una mejor integración funcional de los distintos componentes funcionales de la empresa, que reduce la conflictividad y los costos que de ésta derivan; en la satisfacción de necesidades de convivencia y participación, que implica que la operación de la empresa proporciona a sus integrantes una serie de beneficios adicionales no contabilizables monetariamente, pero reales y efectivos; en el desarrollo personal de los sujetos involucrados en las empresas, derivados de la comunicación e intercambio entre personalidades distintas, etc.".      En el plano de la distribución, lo distintivo y definitorio de la economía solidaria consiste en que los recursos productivos y los bienes y servicios producidos, fluyen, se asignan y distribuyen, no solamente por medio de las relaciones de intercambio valoradas monetariamente (como sucede en el sector más propiamente capitalista), sino también mediante otras relaciones económicas que permiten una mayor integración social. En concreto:      a) Donaciones: esto es, transferencias unilaterales por la cual una parte (donante) transfiere a otra (beneficiario) un bien o un servicio sin esperar nada a cambio. Las donaciones, desconocidas por la economía convencional en sus análisis mercantiles, sin embargo, constituye una relación absolutamente fundamental en cualquier mercado. En EUA, por ejemplo, para el año 1994, el dinero donado representó 144 mil millones de dólares, de los cuáles sólo el 5.1% correspondió a empresas(5) . En empresas y grupos humanos alternativos las donaciones constituyen un hecho normal.       b) Reciprocidad: transferencias bidireccionales entre sujetos ligados por lazos extraeconómicos de amistad y confianza, que no implican el establecimiento de equivalencias formales entre los valores.      c) Comensalidad: transferencias pluri-direccionales entre distintos sujetos que constituyen un grupo humano integrado por vínculos familiares, religiosos, sociales, culturales, etc. Los bienes, señala Razeto, fluyen libremente en términos de compartir, distribuir y utilizar en función de necesidades individuales o comunes.       d) Cooperación: transferencias bidireccionales múltiples, de bienes aportados por sujetos individuales a un sujeto colectivo del que forman parte. A posteriori, el sujeto colectivo compensa a cada uno según su contribución. Es el esquema de la distribución en cooperativas.       En el proceso de consumo la solidaridad se verifica en una particular forma de consumir que se apoya en una cultura diferente a la

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predominante en cuanto satisfacción de las necesidades. Algunos rasgos distintivos en la materia son la preferencia por el consumo comunitario sobre el individual; la integridad en la satisfacción de las necesidades de distinto tipo; en algunas formas populares de economía solidaria se destaca la proximidad entre producción y consumo; y finalmente, debemos señalar que en estos casos el consumo tiende cualitativamente a la simplicidad y austeridad. Incluso esto lleva a una valoración mucho mayor de los "problemas ecológicos" de tal forma que la Economía Solidaria muestra un compromiso mayor no solo en la producción, sino también en el consumo, por los frutos de la naturaleza.       De tal manera lo anterior, que en algunos de nuestros últimos trabajos, hemos preferido llamar al nuevo paradigma, en nuestro intento de conciliar la socioeconomía por un lado y la economía de la solidaridad por el otro, paradigma "socio-económico solidario".     Evidentemente, estas dos líneas académicas vienen respaldadas por una historia muy rica tanto en lo práctico como en lo teórico, de impulso a formas diferentes y solidarias de hacer economía. Entre las fuentes, cabe rescatar el aporte de los socialistas utópicos, del movimiento cooperativo, la economía humana de Lebret, el comunitarismo de Mounier, los movimientos autogestionarios, la práctica del socialismo libertario, la acción de vida en comunidades, la Doctrina Social de la Iglesia Católica, los aportes de un "Desarrollo a Escala Humana", etc.     Invitamos al lector entonces, a disfrutar de este libro y a interpretar con "lentes" distintos a los usuales, las diversas formas de "hacer socioeconomía". Estamos convencidos, que estas líneas de acción y reflexión serán fundamentales en este siglo que comienza, para superar ese "desorden establecido" del que hablaba Mounier, y empezar a construir "desde el pié", una sociedad más justa y solidaria.       Notas      (1)Recordemos que las utopías no significan, como piensan los conservadores, algo imposible, sino más bien algo difícil, no cabe ninguna duda, pero también alcanzable o realizable. Recordemos también que los mercados no tienen "una lógica", sino todas las que la sociedad les quiera dar: lo que sucede es que hoy la predominante -no la única- según nuestras propias tesis, es la lógica desintegradora e individualista que se resume en la figura neoclásica del homo oeconomicus.       (2)Galardonado como Premio Nobel de Economía 1998. Este profesor nacido en la India hace 65 años, rompe con diez años de Premios otorgados a la escuela neoclásica. Quizá exprese una evidencia más de los cambios culturales que se están operando en esta materia sobre fines de siglo.     (3)Cfr. Etzioni, A. en Pérez Adán, J.: Socioeconomía, Madrid, Ed. Trotta, 1997, pág. 9-10.     (4)Así lo muestra el hecho que numerosas Universidades del continente hayan instaurado Cátedras de Economía Solidaria. Además, muchas organizaciones sociales, sindicales, comunitarias y cooperativas han adherido al postulado de una Economía Solidaria. La Iglesia Católica, por su lado, fundamentalmente a través de sus Pastorales Sociales se ha definido, a la luz de las últimas Encíclicas Sociales, por esta línea.

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Finalmente, ciudadanos de diversos países de América han promovido -y logrado- que en las Constituciones de sus respectivas Naciones, figure la voluntad de apoyar las iniciativas provenientes de la Economía Solidaria.     (5)Cfr. Giving USA 1996, sobre datos del Council for Aid in Education, Foundation Center y The Conference Board. En Revista Tercer Sector, Año 3, No. 15, Bs. As., Mayo 1997.

Lic. Pablo A. GuerraProfesor e Investigador en Economía de la Solidaridad

y Socioeconomía

SOCIOECONOMÍA PARA AMÉRICA LATINA.

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Por Pablo A. Guerra (1)

      Sumario:1.- Introducción; 2.- La práctica socioeconómica en América Latina; 3.- La teoría socioeconómica en América Latina; 4.- Activación socioeconómica de los pobres: la economía popular; 5.- Hacia un nuevo concepto de desarrollo en América Latina; 6.- El consumo y las necesidades humanas desde una óptica alternativa;7.- Pluralidad de necesidades y desarrollo.        1.- Introducción.      En los últimos años hemos observado desde las ciencias sociales la necesidad que cada vez mayores cantidades de personas tienen, de contar con un concepto diferente al que ha sido paradigmático las últimas décadas en materia de desarrollo.       En concreto, diferentes grupos sociales de diversas partes del mundo, del norte y del sur, se vienen movilizando para cambiar el sentido que la propia sociedad le ha dado al desarrollo, sobre todo luego de la II Guerra Mundial.      En ese sentido, la simple alineación desarrollo-crecimiento, pareciera estar sumergida en una enorme crisis, al menos si las sociedades toman en cuenta -alumbradas por la labor de las ciencias sociales- las externalidades provocadas por el crecimiento en todos los países del mundo. Los problemas ecológicos, vienen a sintetizar de esa manera, una expresión real a la vez que alarmante de la anotada alineación, a la vez que trajo consigo un paradigma que denota una seria ausencia de la necesaria pregunta del ¿para qué? que debe acarrear todo objetivo perseguido por las sociedades. Por su lado, este fin de siglo, también presenta como rasgo característico el problema del desempleo aún en países que logran exitosas tasas de crecimiento. De esta manera, tenemos que el mero aumento del PBI, indicador ya de por sí escasamente relevante a la luz de nuestro marco teórico, no necesariamente conduce a mayores tasas de empleo, o a mejorar la calidad de los mismos, a la vez que pone en jaque la sustentabilidad del planeta.       En el plano estrictamente teórico, creemos que ese modelo de desarrollo, que se igualaba al crecimiento, fue impuesto por los países "centrales" a los llamados "periféricos", partiendo del presupuesto que las relaciones económicas que debían regir a los segundos, eran las de "intercambios", esto es, las relaciones económicas más propiamente mercantiles, al menos partiendo de un concepto de mercado determinado como el que empezó a primar con fuerza a partir de la Revolución Industrial inglesa del Siglo XVIII. En tal sentido, puede comprenderse cómo para los voceros del desarrollo en nuestros países, sobre todo desde mediados de siglo, cuando se desata en América Latina una fermental discusión acerca de las políticas que debían regir el desarrollo de nuestros pueblos, el mercado debía catapultarse como la gran institución reguladora, y bajo su amparo, debían constituirse las unidades económicas que darían origen a las relaciones de compra - venta, supuestamente las más eficientes y correctas en aras del promocionado crecimiento.

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      De hecho, la ciencia económica pareció desconocer a lo largo de este siglo, la existencia de unidades económicas que funcionaban con reglas de juego independientes y/o ajenas a las estipuladas por el mercado, constituyendo relaciones económicas diferentes a las de compra-venta, o relaciones de intercambio. La ciencia económica se convertiría de este modo, al menos en sus visiones más neo-clásicas y/o simplistas, en una ciencia de una forma particular de hacer economía, que no era otra que la predominante en el mundo occidental luego del Siglo XVIII. De esta forma, desconocía la riqueza de formas, modos y maneras de hacer economía, esto es, de producir, consumir, distribuir y acumular, distintas a las que coincidían con su modelo establecido como el único posible en sociedades complejas.       Craso error, lo anterior, al menos si nos detenemos, como cientistas sociales que somos, en las formas reales de hacer economía de muchas unidades económicas que se comportan de acuerdo a normas, actitudes y valores desconocidos o minimizados por las visiones más neo-clásicas de la economía.      En efecto, las ciencias sociales, y aquí por cierto incluyo no solo a la sociología y a la economía "heterodoxa", sino además, fundamentalmente a la antropología económica, y la historia económica, han sido testigos de prácticas económicas que van más allá del paradigma del mercado que ha regido los modelos de desarrollo más insistentemente implementados en buena parte del mundo.      Según la tradición de la antropología económica, donde Karl Polanyi se constituyó como uno de los voceros más connotados, el comportamiento competitivo mercantilista, que hoy se pretende declarar como normal para todas las sociedades, es solo uno de los posibles entre las tres formas básicas de relaciones de cambio. Más allá de la lógica de los intercambios, han insistido numerosos investigadores, llamativamente silenciados por los voceros neoliberales de la ciencia económica, han existido y existen las lógicas de reciprocidad, y de redistribución.      En este sentido, la socioeconomía se convierte en una particular mirada de estos fenómenos sociales, valiéndose de un argumento central, cuál es, que toda economía se halla imbricada en una sociedad (2).

      2.- La práctica socioeconómica en América Latina.      La evolución de la historia de las ideas, y las prácticas sociales en la humanidad han sido testigos, desde el comienzo de la edad moderna, aunque más acentuadamente a partir de la Revolución Industrial, dadas las enormes consecuencias en los estilos de vida de la gente, de diferentes intentos por pensar y hacer economía de forma alternativa.      En América Latina, estos intentos encuentran sus raíces luego de la conquista por parte de los europeos de tierras americanas. Las formas concretas de producción, distribución, consumo y acumulación, que componen las fases de la economía, impulsadas por los europeos en estas tierras, chocaban directamente contra los valores y formas concretas que en la materia desarrollaban las diferentes culturas precolombinas. Valga en tal sentido, la famosa carta enviada al Presidente Franklin por parte del Jefe Seattle de la tribu de los Suwanish, donde se evidencian notorias diferencias acerca de lo que se compra y vende, de lo que puede ser

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intercambiado, y de lo que forma parte de valores superiores a los mercantiles.       Decíamos que desde ese momento de la conquista, se sucedieron diversos intentos por preservar las particulares culturas económicas de nuestros pueblos, a la par de lograr novedosas formas y unidades económicas que basadas en los principios y valores nativos, hicieran posible su supervivencia, alejados de los circuitos mercantiles que se intentaban plasmar en estas tierras. La labor que en la materia han tenido las órdenes franciscanas, dominicas, y sobre todo jesuitas, ha sido fundamental en tal sentido. Las misiones jesuitas establecidas en las regiones de Itatin, Guayra y Tape, entre principios del siglo XVII hasta el año 1768 (3), que dieron origen a la llamada "República de los Guaraníes" (en obvia alusión a la utópica construcción Platónica en su República), lograron no solo conservar el grueso de su cultura autóctona, sino además la supervivencia de la etnia en los peores años de la institución de la encomienda. Pero sobre todo, lograron establecer de forma muy eficiente, un ordenamiento socioeconómico, de base comunitaria, que durante más de un siglo y medio, satisfizo a éstos guaraníes una pluralidad de necesidades en base a relaciones de reciprocidad y redistribución.       Hasta el día de hoy son conservados rasgos de estas formas alternativas, que nosotros podemos llamar, sin duda, prácticas socioeconómicas. Es particularmente visible, por ejemplo, en las diferentes culturas nativas de nuestro continente: la cultura andina, los mapuches, las culturas caribeñas, los indígenas chiapanecos, levantándose contra la opresión política y económica; los asentamientos comunitarios del Movimiento Sin Tierra en Brasil, etc., son algunos ejemplos categóricos de cómo decenas de miles de hombres y mujeres aspiran a hacer socioeconomía, esto es, de incorporar todo su bagaje cultural, valores y ritos, en el quehacer económico, para hacer de éste, un subsistema incorporado a lo social, y no como quieren hacernos creer desde el neoclasicismo, un orden superior más allá de lo socialmente instituido.       Se tratan además, de formas no solo alternativas, sino además eficientes si se las analiza desde una óptica socioeconómica, como es nuestra intención. En el caso del Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, en Brasil, ya son 140.000 las familias asentadas en tierras, antes improductivas por parte de grandes latifundistas, ahora produciendo alimentos vitales para todo el país. Gran parte de estos asentamientos, además, se organizan en torno a cooperativas de producción, asociadas a la Confederacâo das Cooperativas de Reforma Agraria do Brasil (Concrab), bastante crítica a las tendencias mercantilistas de muchas cooperativas tradicionales nucleadas en torno a la ACI. En el caso de estos asentamientos, no solo notamos un aumento notable de la productividad de los suelos, unido a las prácticas de producción sino ecológicas, al menos autosustentables; sino además, se puede observar una inversión muy importante en educación; un status de la mujer mucho más equitativo con respecto al imperante en el resto del campo en Brasil; y una concientización política que sin duda contribuye al fortalecimiento de la ciudadanía.

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      Podríamos seguir sumando experiencias exitosas a lo largo de todo el continente, que han intentado ser no sólo eficientes en el plano económico (condición excluyente en nuestros mercados globalizados), sino además en el plano social, involucrando en definitiva, la satisfacción de diversas y plurales necesidades humanas como veremos más adelante.

      3.- La teoría socioeconómica en América Latina.      Nos interesa resaltar los intentos provenientes desde las ciencias sociales para interpretar estos fenómenos, rescatarlos desde sus propias racionalidades, y construir una teoría que logre dar cuenta de sus características más específicas.       Surge de esta manera, en América Latina, sobre comienzos de la década del ochenta, una corriente de pensamiento llamada Economía de la Solidaridad, que luego es divulgada por todo el continente hasta ser hoy referente para múltiples movimientos sociales, la Iglesia Católica, los Estados, y el propio mundo académico.      Ya hemos hecho referencia en múltiples oportunidades a la vinculación que existe entre la socioeconomía, nacida en los países centrales, y la economía de la solidaridad, de origen latinoamericano. De hecho, la economía de la solidaridad puede ser entendida como una de las escasas líneas de reflexión que han dado paso a verdaderas "escuelas", con origen en nuestro continente. En la escasa lista de antecedentes, figuran el estructuralismo cepalino, la teoría de la dependencia, y la teología de la liberación.      Así como la socioeconomía impulsa la necesidad de entender al mercado imbricado en la sociedad, y a las motivaciones humanas no entendidas en los términos meramente egoístas e individualistas, impulsando para ello una nueva teorización que superara la hegemónica visión neoclásica; la economía de la solidaridad nace en nuestro continente persiguiendo dos grandes objetivos: en primer lugar, rescatar las formas económicas alternativas a las meramente mercantiles, basadas en valores solidarios, tanto en el plano de la producción, como de la distribución, consumo y acumulación. En segundo lugar, reinventar la teoría económica, construir nuevos presupuestos y categorías de análisis, que justamente pudieran dar cuenta de esas formas alternativas.       Efectivamente, la teoría económica neoclásica, difícilmente puede dar cuenta de las formas solidarias de hacer economía, basada en sus presupuestos, y munida de categorías de análisis ajenas a esta realidad. Desde el concepto de empresa, hasta la teoría de factores, pasando por el análisis de las relaciones económicas y las motivaciones para el consumo, obtenemos la necesidad imperiosa de construir un nuevo herramental que permita situar en el lugar justo, a las formas económicas que se basan en el trabajo y la cooperación, sobre el capital; que distribuyen de acuerdo a relaciones de donación, reciprocidad, redistribución y comensalidad; a diferencia de las meras relaciones de intercambio por el cuál se da a cambio de algo, razón por la cuál, los que no tienen nada valorado por el mercado, simplemente no tienen derecho a recibir nada, fenómeno por demás común, en los procesos de marginalización crecientes en nuestro continente; que consumen de forma ecológica y crítica, sin caer en el

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galopante consumismo; que prefieren acumular en sociabilidad y no en poder y materialidad.      En este sentido, decimos que esta nueva teorización no se basa en la nada. Caeríamos, si así fuera, en un ideologismo muy común en esta línea de reflexión alternativa. En este caso, se propone hacer ciencia, y elaborar teoría en base a realidades presentes frente a nuestros ojos, que no obstante, pueden pasar desapercibidas, si usamos los anteojos neoclásicos. Con suerte, sino pasan desapercibidas, darán lugar a comentarios como que se tratan de formas de transición hacia el capitalismo, de escaso impacto en el mercado, etc.       Craso error lo anterior si nos atenemos a algunas de las formas más frecuentes de socioeconomía - solidaria, como sucede con las donaciones. Efectivamente, las donaciones tuvieron un escaso desarrollo en la teoría económica, hasta que el socioeconomista Kenneth Boulding, fundador de la Association for the study of the grants economy, publicara en 1973 su "The Grant Economy of love and fear"(4) . Luis Razeto, en América Latina, afina la teoría, abriendo una gama más amplia de relaciones económicas. Sin embargo, lo que importa ahora es señalar, la importancia fundamental que tiene para todos los pueblos, especialmente los de más bajos ingresos, las donaciones económicas, ya sea en términos materiales, monetarios, o incluso por medio del trabajo, dando origen a oleadas importantísimas de trabajo voluntario. También podemos decir lo mismo de las relaciones de reciprocidad. Estas han sido ampliamente estudiadas en nuestro continente, ya sea aplicada a casos concretos de experiencias históricas exitosas basadas en este tipo de relacionamiento(5) , ya sea aplicado al caso de las comunidades nativas(6) , ya sea aplicadas al trabajo cotidiano de las familias pobres del Sur del continente(7) . La institución social del "cuate" en México, del "compadre" en amplias regiones del continente, o de las "gauchadas" en el Río de la Plata, son solo algunos ejemplos de ello.       Evidentemente que estas relaciones van a tener escasa relevancia en el mercado, si nos guiamos por el criterio tradicional e insuficiente del PBI. Como se sabe, pero no se dice, el PBI lejos de medir las riquezas de un país, solo cuantifica las relaciones que tienen lugar bajo formas de intercambio. Deja de lado, por tanto, una enorme cantidad de relaciones extramercantiles, de indudable importancia en nuestro continente: desde el autoabastecimiento, pasando por las donaciones, las relaciones de reciprocidad, o incluso el trueque, institución que lejos de desaparecer, está teniendo nuevo auge en numerosas barriadas populares de nuestros países(8) .

      4.- Activación socioeconómica de los pobres: la economía popular.       Creemos que uno otro de los fenómenos interesantes en los últimos años, en América latina, es la activación socioeconómica de los sectores populares, dando origen a nuevas prácticas promovidas a raíz de los nuevos procesos de marginalización. Señala el citado Luis Razeto que "prácticamente en todos los países de América Latina, en los últimos cincuenta años se han verificado sucesivos procesos de activación y movilización de las clases y sectores sociales subalternos; procesos que,

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como en ondas sucesivas, han ido determinando el surgimiento de sujetos y movimientos sociales cuya presencia y acción han sido muy importantes en la configuración de los procesos y conflictos ideológicos, políticos, sociales y económicos" (9).       En primer lugar, estos sectores populares se han movilizado desde un punto de vista geográfico, pasando del medio rural al medio urbano, atraídos por las supuestamente mejores condiciones de vida que otorgaba la ciudad (sistema de salud, educación, plazas de trabajo, etc.). Esta masa de población, movilizada geográficamente, se iría estableciendo en los cinturones de las grandes ciudades, dando origen a mediados de siglo, a los "cantegriles", "villas miserias", "favelas" o "callampas", como se dieron en llamar las poblaciones marginales en varios países latinoamericanos.      Debido a que esa movilización geográfica fue mayor a la demanda efectiva de mano de obra por parte de las ciudades, es que se van constituyendo grandes núcleos de pobreza extrema, que según Razeto obliga a una nueva movilización, esta vez llamada movilización social, que presenta dos dimensiones: "por un lado es un esfuerzo por constituir sociabilidad, relaciones humanas, vínculos comunitarios, entre pobladores que dejaron atrás sus tradicionales relaciones humanas y sociales... Por otro lado, implica procesos de organización en torno a un conjunto de reivindicaciones específicas, todas ellas formando parte de una misma búsqueda de inserción, integración y participación en la vida moderna: acceso al trabajo y estabilidad en el mismo, acceso a la vivienda, acceso a los servicios públicos de salud y educación..." (10).       Es en este marco que surgen los primeros actores sociales emergentes del mundo popular: junta de vecinos, comités de vivienda, centro de madres, grupo de cesantes, etc.      Paralelamente al involucramiento del Estado, por medio de Leyes y promoción social para dar solución a estos problemas, es que se da paso a una nueva oleada de movilización, esta vez, una movilización política. Es decir, los sectores populares son activados políticamente. Partidos conservadores, junto a partidos reformistas, social cristianos y de bases marxistas, se disputan este sector considerado para unos "estratégicos", para otros como mera "masa electoral", para unos terceros "agentes propicios para el cambio" y finalmente "actores privilegiados para su propio desarrollo" para el resto.       Ahora bien, el fracaso del Estado de Bienestar por un lado, inoperante para dar soluciones a masa humanas tan importantes, y por otro, la crisis institucional que irrumpiría en escena a principios de los setenta, echaba por tierra este proyecto de activación política de los sectores populares      Aislados de los agentes políticos una vez implantadas las dictaduras en el continente, y caídas o por lo menos rebajadas, las políticas sociales del Estado protector, el sector se vio obligado a dar un paso más allá e implementar la llamada movilización económica del mundo de los pobres.       Esta activación económica del mundo popular se da al margen de la actividad de los partidos políticos y del Estado por las causas señaladas. Da origen a la "economía popular", esto es, "el conjunto de formas (individuales, familiares, grupales) y niveles (de sobrevivencia, subsistencia o desarrollo)" que se dan los sectores populares para hacer

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economía, "combinando recursos y capacidades (laborales, tecnológicas, organizativas y comerciales) de carácter tradicional con otras de tipo moderno, dando lugar a un increíblemente heterogéneo y variado multiplicarse de actividades orientadas a asegurar la subsistencia y la vida cotidiana" de los más pobres      De esta manera, los sectores populares, pasaron de expresarse en términos meramente reivindicativos y presión, a hacerlo de forma más activa y autónoma, creando ellos mismos los mecanismos necesarios para hacer frente a sus dramas diarios, es decir, haciendo economía por sus propios medios.       Esta particular movilización popular, a su vez, ha ido generando en muchas ocasiones, experiencias de producción, distribución y consumo, basados en valores, principios, recursos y mecanismos distintos y alternativos a los hegemónicos en nuestros mercados determinados.       Al igual que lo sucedido con los otros fenómenos socioeconómicos arriba señalados, la marginalización y escaso desarrollo en el plano mercantil de la economía popular, llevó a una paralela marginalización del plano académico, resultado de lo cuál, la ciencia económica más convencional, no podía (o no quería) con sus categorías y supuestos, interpretar adecuadamente sus formas de organización.

      5.- Hacia un nuevo concepto de desarrollo en América Latina.      Vimos cómo el concepto de desarrollo está en pleno proceso de revisión por parte de un número importante de personas en nuestros países. En los últimos años hemos comprendido que el mero crecimiento no contribuye por sí mismo a un verdadero desarrollo de los países. Es notorio observar cómo la evolución positiva del PBI no se relaciona con mejores indicadores en materia social: el desempleo sigue siendo preocupante; las condiciones de empleo se orientan a un mayor precarización; la pobreza sigue aumentando en números absolutos, y por momentos históricos también en términos relativos; la reforma de los sistemas de seguridad social, otrora basados en el principio de solidaridad, da lugar a una proporción importante de ciudadanos sin cobertura; los campesinos y pequeños productores caen a pasos agigantados en nuestros campos a expensas del avance capitalista; los cordones de marginalización son cada vez mayores en las principales ciudades del continente; en fín, la violencia ciudadana campea, y los gobiernos se ven obligados a aumentar sus gastos en represión de delitos, a la vez que los sectores pudientes llenan de rejas sus casas y se mudan a barrios más seguros, dando lugar a ciudades verdaderamente fragmentadas desde el punto de vista social (11). Sin embargo, reiteramos, el PBI sigue mostrando avances. Es momento de preguntarnos dos cosas. Una, más relacionada al campo de lo académico, consiste en preguntarnos si realmente el PBI puede seguir siendo la reina de las estadísticas oficiales en nuestros países, y el horizonte permanente de los ministerios de finanzas. La otra, de carácter más ciudadano, si acaso no fuera necesario relanzar un nuevo concepto del desarrollo, que realmente se haga carne en la ciudadanía.      Detengámonos en este último asunto. Quizá en nuestro continente, la máxima contribución en la materia haya sido la elaboración de Manfred

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Max Neef y su equipo, del concepto de "Desarrollo a Escala Humana". Muy al estilo de las elaboraciones europeas de Schumayer (The small is beautiful), estos autores chilenos proponen un desarrollo "que se concentra y sustenta en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, en la generación de niveles crecientes de autodependencia y en la articulación orgánica de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de los procesos globales con los comportamientos locales, de lo personal con lo social, de la planificación con la autonomía, y de la sociedad civil con el Estado" .(12)      En consonancia con esta línea, debemos sostener que una correcta interpretación del desarrollo es la que vincula éste con el tema de las necesidades humanas. Efectivamente, nuestro concepto de desarrollo necesita de una correcta teorización de las necesidades humanas, uno de los temas, además, de mayor relieve en el ámbito académico de la socioeconomía.       Para llegar a las necesidades humanas, desde el concepto del "desarrollo a escala humana", se debe estipular con claridad que el desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos. Esta premisa, nos recuerda las elaboradas desde la Doctrina Social de la Iglesia, por medio de la notable Populorum Progressio de Pablo VI, inspirada en el ideario Lebretiano de la Economía Humana, difundida ampliamente en América Latina en los fermentales años sesenta.      Ahora bien, partiendo de la premisa anterior, podemos volver a la primer pregunta arriba formulada: ¿puede el PBI medir el desarrollo personal, o más bien se trata de un indicador de la evolución de las cosas?. La respuesta es clara, y de allí la necesidad de contar con nuevos indicadores, en este caso, quizá menos cuantitativos que cualitativos; por tanto más difíciles de elaborar, pero mucho más rigurosos en términos estrictamente científicos.      Siguiendo a Max Neef en esta lógica de crear indicadores válidos metodológicamente para acercarnos al concepto de desarrollo a escala humana, obtenemos que lo más apropiado sería evaluar el desarrollo en correspondencia con la evolución de la calidad de vida de las personas. Esta, a su vez, dependerá de las posibilidades y capacidades que tengan las personas para satisfacer adecuadamente sus necesidades. Surge de esta manera, la necesidad de preguntarnos cuáles son y cómo operan esas necesidades en la persona humana y en las sociedades y culturas en que se desarrolla.

      6.- El consumo y las necesidades humanas desde una óptica alternativa       Indudablemente la construcción de una adecuada teoría de las necesidades humanas ha sido un pilar básico para la socioeconomía, lo mismo que para la Economía de la Solidaridad. Concluyamos que para un enfoque socioeconómico solidario, entonces, el tema de las necesidades humanas es central. Parafraseando aquello de que "todo camino conduce a Roma", estamos en condiciones de señalar que todos los caminos en materia socioeconómica conducen a la definición y adecuada conceptualización de las necesidades humanas.

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      Ahora bien, antes de desarrollar nuestras ideas al respecto, debemos relacionar las necesidades humanas, con la teoría económica, de donde obtenemos que éstas se relacionan con la fase culminante del proceso económico: nos estamos refiriendo a la fase del consumo, quizá la de mayor importancia para la socioeconomía solidaria, a pesar de la ausencia de construcción teórica al respecto.       Efectivamente, el consumo, a pesar de ser la etapa decisiva de la economía (pues toda producción y distribución tiene como finalidad el consumo), se presenta como escasamente teorizada por parte de las grandes escuelas en las diferentes ciencias que estudian el fenómeno económico. Ello sin embargo no quita que en los últimos años, y fundamentalmente a raíz de lo que algunos han llamado "crisis ecológica", y otros han ampliado al concepto de "crisis de modelo" haya circulado una mayor cantidad de teoría abordando directamente estos asuntos desde la fase del consumo.       Indudablemente nosotros en la construcción de nuestra teoría, incorporaremos estas reflexiones que creo acentúan su crítica, en forma acertada, en los valores y racionalidades que la "lógica mercantil" ha impregnado al consumo, convirtiéndose la nuestra, de esta manera, en una sociedad básicamente "consumista".       Pero volvamos sobre la necesidad de hacer hincapié en esta fase. En ese sentido, hay al menos dos razones que nos mueven a propiciar un estudio detenido del consumo en la economía. Una razón teórica y otra práctica. En este último sentido, creemos que desde el punto de vista de la difusión de una socioeconomía solidaria, el consumo adquiere una importancia fundamental: mientras que la producción y la distribución son fases que ocupan a una porción determinada de la población, y muchas veces las posibilidades de incorporar elementos alternativos son particularmente difíciles; en el consumo todos somos partícipes a lo largo de nuestras vidas, y -al menos teóricamente- las posibilidades de actuar de manera alternativa son mayores con respecto a las otras fases. De hecho creemos, que buena parte de los cambios necesarios en nuestros países vendrán ya no desde el sistema político, como era esperable hasta hace unos años, sino más bien desde una sociedad civil que logre "hacer economía" desde una racionalidad y con valores alternativos, donde el consumo se constituye en una piedra angular .(13)      La razón más teórica ha recibido muchas adhesiones a pesar de la escasa relevancia posterior, y se refiere al hecho que la economía debe apuntar siempre a sus fines, en este caso el consumo (entendido como la última fase del largo proceso que incluye a la producción y distribución). Si la economía pierde de vista estos fines, corre el riesgo observable en los procesos prácticos de muchos de nuestros países, de atender a los instrumentos y los medios con una fuerza inusitada que la mayor de las veces no deja espacio para la pregunta que debe guiar todas estas clases de acciones; esto es, preguntarnos el ¿para qué?.      En principio podemos definir al consumo como el proceso que implica la utilización de bienes y servicios para la satisfacción de alguna o algunas de las diversas necesidades humanas que redundará en un posterior beneficio o deterioro de su integridad. En esta definición estamos haciendo referencia a algunos elementos centrales. En primer lugar, nos

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referíamos al objeto de consumo, que definíamos como el conjunto de bienes y servicios que son consumidos por el sujeto de la acción. Creo que hasta aquí no se presentan dificultades de comprensión. Quizá lo más dificultoso podría ser definir con precisión los objetos de consumo, de acuerdo a la clasificación entre bienes y servicios, sin embargo creemos que esta es una discusión muy amplia que nos alejaría demasiado de algunas cuestiones más relevantes(14) .       En cuánto al sujeto activo de la acción, surgen algunos elementos de fundamental importancia. En efecto, tenemos que de acuerdo a la definición, el consumo, si bien satisface necesidades, puede beneficiar o perjudicar al sujeto en su integridad. Si bien esto lo comprenderemos mejor cuando analicemos en las próximas líneas la clasificación de los objetos de consumo, hay una primer anotación que nos introduce a este complejo tema. Los sujetos pueden clasificarse en primarios y secundarios. Un sujeto primario es el que consume voluntaria y directamente un objeto; habiendo muchas veces sujetos secundarios, esto es, aquellos que consumen de forma indirecta, muchas veces sin quererlo. Es posible advertir cómo los efectos negativos serán más probables entre sujetos secundarios que primarios (aunque en estos existan casos muy particulares), ya que en aquellos, no hay una voluntad explícita de consumo.       Este fenómeno, ha sido estudiado por la economía convencional quien lo catalogó como las "externalidades" del consumo, esto es, los efectos secundarios, muchas veces positivos, pero tantas otras negativos, que produce un objeto en el acto (y posteriormente) del consumo primario. Cuando un sujeto decide prender un cigarrillo para satisfacer una necesidad determinada, estará generando externalidades; tanto a su interior (en este caso externa a la necesidad), como es el caso de las posibles enfermedades que le provoque; como a su alrededor, cuando aparece la figura del "fumador pasivo". Por otro lado, un cableado de alta tensión en un barrio populoso puede generar la satisfacción de algunas necesidades explícitas, como ser el tener una suficiente cantidad de energía eléctrica, no obstante lo cuál, también aparejará "externalidades" negativas en el plano ecológico, como prueban las cada vez mayores movilizaciones ocurridas al respecto.      El concepto de las "externalidades" se vuelve entonces particularmente importante. Por tal entenderemos todos los efectos que produce el consumo de un determinado bien o servicio por algún sujeto, más allá de aquellos coherentes con sus objetivos explícitos. Como vemos, tal definición, nos permite incorporar tanto los efectos negativos como los positivos. La correcta utilización de esta categoría económica, servirá también especialmente, a la hora de hacer un balance adecuado de las necesidades reales (explícitas e implícitas; directas e indirectas) que ocasiona el consumo de determinados bienes. Si así fuera, la medición del PBI volvería a aparecer como insuficiente para tal correcto balance de una economía nacional.       Continuando con nuestro esquema, decíamos que ese bien, en definitiva, debía satisfacer necesidades humanas. Ya es tiempo de analizar este apasionante tema de las necesidades.

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      Han sido muchos los esfuerzos, durante los últimos años, para superar desde las ciencias sociales, la visión psicologista y a veces mecanicista de las necesidades humanas. Entre ellos, creemos que la teoría desarrollada por Max Neef y su equipo, presente logros verdaderamente trascendentes. En primer lugar, diferencian las necesidades de los satisfactores de esas necesidades. La persona es un ser de necesidades múltiples, las que pueden ordenarse en términos existenciales (necesidades del ser, tener, hacer y estar) y en términos axiológicos (necesidades de subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, e identidad). De esta manera, podemos decir que las necesidades humanas son finitas, pocas y clasificables. Estas, a su vez, no varían de cultura en cultura, ni con el paso del tiempo. Lo que está culturalmente determinado son los satisfactores de esas necesidades; de manera que el cambio social vendrá de la mano del cambio de satisfactores. Un tercer nivel lo componen los bienes y servicios que permiten afectar la eficiencia del satisfactor.      Incluimos a continuación, la matriz que sintetiza los vínculos entre las necesidades finitas, y los satisfactores múltiples. A nuestro criterio, la excelente clasificación, deja de lado, no obstante, una necesidad que ha sido fundamental a lo largo de la historia de la humanidad y que pareciera no estar debidamente contemplada en la clasificación; nos referimos a las necesidades espirituales o de trascendencia.        Cuadro1: Matriz de satisfactores y necesidades

Ser Tener Hacer Estar

Subsistencia

Salud física, salud mental, equilibrio, humor.

Alimentación, abrigo, trabajo

Alimentar, procrear, descansar, trabajar

Entorno vital y social

Protección

Cuidado, adaptabilidad, autonomía, solidaridad

Sistemas de seguros, ahorro seguridad social, sistema de salud, derechos

Cooperar, prevenir, planificar, cuidar, curar, defender

Contorno vital y social, morada

Afecto

Autoestima, solidaridad, respeto, tolerancia, generosidad, sensualidad

Amistades, parejas, familia, animales domésticos, plantas

Hacer el amor, acariciar, expresar emociones, compartir

Privacidad, intimidad, hogar, espacios de encuentro

Entendimiento

Conciencia crítica, receptividad, curiosidad, asombro, racionalidad

Literatura, maestros, políticas educacionales y comunicacionales

Investigar, estudiar, experimentar, educar

Ambitos de interacción formativa

Participación

Adaptabilidad, receptividad,

Derechos, responsabilidad

Afiliarse, cooperar,

Ambitos de interacción

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respeto es, obligaciones compartir, opinar, dialogar

participativa

Ocio

Curiosidad, receptividad, imaginación, despreocupación, humor, tranquilidad

Juegos, espectáculos, fiestas, calma

Divagar, abstraerse, soñar, fantasear, jugar

Espacios de encuentro, privacidad, tiempo libre, ambientes

Creación Imaginación, inventiva, curiosidad

Habilidades, destrezas, método, trabajo

Trabajar, inventar, construir

Ambitos de producción

Identidad

Pertenencia, coherencia, autoestima

Símbolos, lenguaje, costumbres, grupos de referencia, memoria histórica

Comprometerse, integrarse, reconocerse

Ambitos de pertenencia

Libertad

Autonomía, determinación, rebeldía, tolerancia

Igualdad de derechos

Discrepar, optar, diferenciarse, desobedecer, meditar

Plasticidad espacio-temporal

      Fuente: Max Neef et alt, 1986.

      Creemos que este esquema de las necesidades presenta, sin embargo, algunas dificultades que nos llevarán a intentar otra clasificación entre las tantas posibles. En ese sentido, creemos que el esquema de Max Neef es poco práctico, pues del cruce entre las dos dimensiones resulta una matriz con 36 tipos de necesidades distintas que hacen poco comprensible el fenómeno. El otro problema es la dificultad que se nos presenta para distinguir plenamente los conceptos de necesidades, satisfactores y bienes. En tal sentido, parece muy genérico, por ejemplo, catalogar la "subsistencia" como una necesidad, siendo sus satisfactores la alimentación, el abrigo y el trabajo. ¿El problema?: creemos que en realidad muchas veces se confunden las necesidades con los satisfactores. Parecería en tal sentido más lógico pensar en la alimentación y el abrigo como necesidades. Por lo demás, el pasaje a los bienes tampoco resulta claro. En ese sentido, vale la pena releer la matriz para observar cómo se presentan muchos bienes como si fueran satisfactores. Manteniendo estas críticas, apoyamos la intención de los autores por superar los análisis simplistas de las necesidades humanas, a la vez que intentaremos otra clasificación.       Razeto, por ejemplo, coincide con Max Neef en englobar las necesidades en categorías abstractas. Ahora bien, en un esfuerzo de simplificación, que encontramos absolutamente pertinente, el citado autor escoge dos ejes fundamentales en la vida humana que intentan cobijar todas las necesidades, aspiraciones y deseos humanos: se trata del eje

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cuerpo-espíritu, y por otro lado el eje individuo-comunidad. De tal forma lo anterior, que habrá cuatro grandes categorías de necesidades: las fisiológicas (cuerpo), las psico-culturales (espíritu), las de autoconservación (individuo) y de participación en la vida colectiva (comunidad).       Podemos observar ahora cómo muchas de las necesidades que se cobijan bajo estas cuatro categorías no implican actos de consumo desde el punto de vista mercantil. Por ejemplo, una conversación agradable es una acción que afortunadamente suele correr por carriles extra-económicos(15) , y que satisfacen las necesidades de tipo espiritual y colectivas. Ya volveremos sobre esto. El otro asunto interesante que nos parece fundamental rescatar, es que las personas no están motivadas solamente por las carencias, como suele suponerse cuando se maneja el concepto "necesidad". En ese sentido, son motivo a la acción las potencialidades de los sujetos, de manera que, guiados por la búsqueda de "ser más", las personas suelen perseguir diferentes medios para tales fines.       De esta manera, el consumo se presenta como un proceso dinámico, que lejos de inmovilizar las culturas, las modifica dando lugar a los procesos de desarrollo cultural y material de los pueblos.       Decíamos sobre los bienes, que, al satisfacer múltiples necesidades humanas, evidentemente no tendrán la forma únicamente de mercancías. De hecho dudosamente podamos satisfacer necesidades espirituales en base a objetos comprados en el mercado, aunque indudablemente el mercado hoy en día ofrece una variedad muy completa de mercancías para tales efectos, tanto en su forma de bienes como de servicios. Nuestra perspectiva, sin embargo, no pretende ser -como el lector seguramente habrá comprendido a lo largo de estas páginas- de corte mercantilista. En tal sentido, habrá una enorme variedad de bienes y servicios que no asumen la forma de mercancías, y que por lo tanto es posible integrar más allá de la lógica de los intercambios.       Una tal pluralidad, entonces, necesita de una clasificación adecuada. Razeto en tal sentido, afirma que de acuerdo al tipo de necesidades que satisfacen, es posible distinguir las siguientes:

Tipo de bienes y servicios

Necesidad que satisface Ejemplos

Materiales Básicamente fisiológicas Alimentos, vestidos, medicinas

Culturales Básicamente espirituales Enseñanza, religiosos, etc.

Proteccionales Básicamente de autoconservación

Policía, armas, viviendas, etc.

Relacionales Básicamente de convivencia Clubes, fiestas, asociaciones.

      Por otro lado, según el modo en que son transformados por el consumo, distinguimos: Tipo de bienes

y serviciosModo en que se transforman Ejemplos

Perecibles Se consumen una sola vez AlimentosDurables Se consumen en forma sostenida en el Viviendas, autos.

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tiempo

Potenciables Se perfeccionan a medida que se consumen.

Actividades creativas

Variables Existen en la medida que se mantengan las actividades que los crean.

Actividades de convivencia

      Finalmente, cabe analizar esos bienes, de acuerdo a los efectos que producen sobre el sistema de necesidades humanas.       Este último cuadro, que tomamos del análisis de Max Neef, nos ilustra sobre algunos elementos claves en nuestra teoría del consumo. En primer lugar, tenemos que hay una pluralidad de formas de satisfacer nuestras necesidades, aspiraciones y deseos. Ello nos conduce a pensar que podemos, efectivamente, consumir de forma alternativa. En segundo lugar, las personas tienen la posibilidad al optar entre diferentes cruces, de incidir directamente sobre la oferta (o producción de bienes y servicios). Finalmente, desde el momento que un bien o servicio satisface diferentes necesidades y tiene (o puede tener) efectos en terceros sujetos, entonces, las opciones de unos inciden (o pueden incidir) en la forma en que satisfacen sus necesidades otros. Tipo de bienes

y serviciosEfectos Ejemplo

Violadores o destructores

Al ser aplicados con la intención de satisfacer una necesidad, aniquila la posibilidad de futuras satisfacciones, e imposibilitan la satisfacción de otras necesidades

El armamentismo, por ejemplo, al satisfacer la necesidad de protección, destruye otras como el afecto, la subsistencia de terceros, etc.

Pseudosatisfactores

Estimulan una falsa sensación de satisfacción

Las drogas muchas veces son utilizadas para satisfacer necesidades que van minando otras. La prostitución es otro buen ejemplo de cómo estimula la falsa sensación de satisfacer el afecto.

Inhibidores Sobresatisfacen una necesidad y dificultan la satisfacción de otras

La televisión, en muchos casos pretendiendo satisfacer la necesidad de ocio, mina las necesidades de recreación comunitaria, familiar, etc.

Singulares Satisfacen una sola necesidad y son neutrales con las otras.

Los programas de suministro de alimentos satisfacen las necesidades fisiológicas. Y punto.

Sinérgicos Satisfacen una necesidad y contribuyen a la satisfacción de otras.

El ejemplo más bonito parecería ser el de la lactancia materna. Al tomar teta, el bebé no solo se nutre de lo necesario para su subsistencia, sino además de protección, afecto, etc.

      Ahora bien, probablemente el lector esté recordando la Ley de Say (según la cuál, en definitiva la oferta determina la demanda) y su crítica por parte de la literatura post-fordista de los setenta. Preferiría en tal sentido, advertir que no creemos que la demanda pase a determinar la oferta. De hecho, es perfectamente constatable en las sociedades modernas el papel que la publicidad cumple para imponer determinados

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bienes en la población, modificando pautas habituales de consumo y valores asentados en el tiempo .(16)       El papel de la publicidad como institución fundamental para el mantenimiento de una sociedad consumista es un tema que merecería mayor detenimiento. En numerosas intervenciones en el marco del desarrollo de estas ideas, hemos planteado a nuestro público que la sociedad consumista en la que estamos insertos, se nutre de dos grandes instituciones: en primer lugar la publicidad, que como vimos tiene el suficiente poder como para "imponer" mediante un bombardeo a veces francamente inusitado de mensajes por los medios masivos de comunicación, determinados bienes y servicios, cuyas características además, son finamente manipuladas por los expertos(17) . Este factor, unido a otros elementos que no analizaremos en esta ocasión, han llevado a que hoy en día se estén produciendo y comercializando un número gigantesco de productos (bienes y servicios tradicionales, y otros nuevos que se han incorporado al mercado) que parecen ir de perillas con una sociedad de consumo, que como nunca ha visto llenar los hogares con hornos microondas, lavadoras de todo tipo, teléfonos de todo tamaño, color ¡y forma!; portones que se abren y cierran automáticamente; celulares que suenan en los lugares más insólitos, juguetes con costos que ningún padre de familia soñó en su juventud poder comprar a sus hijos, etc. ¿Hay dinero suficiente para comprar todo esto?. Si no lo hay, se quita de los ingresos del futuro. Aquí surge la segunda institución funcional a la sociedad de consumo: el sistema de crédito, nunca antes tan extendido. El crédito emerge en las sociedades de consumo como la gran institución salvadora del poder de compra de los consumidores, al costo claro está, de gastar más de lo que uno tiene, generando endeudamientos que quizá nunca va a poder pagar por completo, sino hasta el momento en que el acreedor embargue sus bienes .(18)

      7- Pluralidad de necesidades y desarrollo.      Hemos visto cómo las necesidades, más allá de la clasificación que utilicemos son plurales. Esta pluralidad, por su parte, debe ser correctamente representada, a los efectos de poder ser utilizada como instrumento político dirigido a un verdadero concepto de desarrollo humano.      Deberíamos preocuparnos, entonces, de diseñar, por ejemplo, correctos indicadores de satisfacción de cada una de las necesidades humanas. La tendencia, sin embargo, es a dirigir las baterías estadísticas hacia indicadores de materialidad. En nuestro continente, estos indicadores muestran por lo general un paulatino crecimiento económico y una mayor estabilidad de las economías, esto último relativizado por diversas sacudidas en el mundo de las finanzas que, cuán eficaz alergia, rápidamente afectan al conjunto de los países más vulnerables. Sin embargo, es tiempo de señalar que nuestra intención de construir indicadores de inmaterialidad no le resta un ápice de importancia a los indicadores de materialidad. En ese sentido, observamos cómo también existen indicadores materiales que muestran agudos desafíos para los socioeconomistas en América Latina. El primero de ellos es la desigualdad social. Efectivamente, América Latina muestra los promedios más altos del

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mundo en materia de desigualdad social. Los índices de concentración del ingreso (índice Gini) para nuestro continente muestran un promedio del 0.53. La variabilidad al interior del continente es amplia; por un lado tenemos a Uruguay con un 0.43, y por otro lado tenemos a Brasil, campeón mundial de la desigualdad, con 0.59. Notemos sin embargo, cómo el país con menor desigualdad en la región (Uruguay), presenta un índice superior al promedio mundial, otro dato que muestra a las claras la agudeza del problema. Por lo demás, como señala un reciente informe del BID, "el problema no muestra señales claras de mejoramiento". Si los años setenta manifestaron un mejoramiento, éste se vio fuertemente afectado en la llamada "década perdida" de los ochenta, para no registrar cambios visibles en la última década del milenio(19) . Pero además, y esto se relaciona con el fenómeno de la globalización, es notorio el aumento en las diferencias de ingresos entre países ricos y países pobres. La cada vez mayor brecha, no es sólo un fenómeno económico: la creciente desigualdad impacta duramente en los diferentes indicadores sociales. Nótese, por ejemplo, la distribución de las causas de muerte según niveles de desarrollo. El dato más impactante que surge del último informe de la OMS es que en los países en desarrollo el 43% de las muertes obedecen a casos de infecciones y parásitos; en tanto esa causal sólo representa el 1% en los países desarrollados (20). Por si esto fuera poco, sabemos además que estos fenómenos impactan en otras esferas de la vida pública: sabido es que la desigualdad se transforma en uno de los componentes fundamentales que condicionan el funcionamiento del sistema democrático. Así lo perciben además, los ciudadanos latinoamericanos, según se observa en las encuestas del latinobarómetro realizadas en los últimos años en 17 diferentes países, que veremos más adelante. Otros indicadores de materialidad muy cuestionados de las vías para el desarrollo de nuestros países, son la pobreza, las condiciones de trabajo y el deterioro medioambiental, para señalar sólo tres fenómenos alarmantes en la región.       En tal sentido, los invito a hacer el ejercicio de comparar diversas estadísticas de varios de los países latinoamericanos. Nuestra intención aquí, es incluir algunas variables que expresaran directa o indirectamente la pluralidad de necesidades anteriormente señaladas; partiendo para ello de las estadísticas más manejadas en materia comparada. Estableciendo las respectivas correlaciones, estaremos en condiciones de apoyar empíricamente algunas de las afirmaciones arriba expuestas.       Matriz de correlaciones  V2 V3 V4 V5 V6 V7 V8 V9 V10 V11 V12V2 ----- ,06 -,34 -,07 ,44 -,71 ,51 ,73 ,36 -,36 -,43V3 -,08 -,40 -,33 ,18 -,09 ,01 -,75 ,13 -,29V4 ,08 -,06 ,60 -,17 -,36 -,02 ,05 -,10V5 ,03 ,02 ,18 ,15 -,25 -,07 ,02 V6 -,43 ,34 ,48 ,61 -,17 -,12V7 -,64 -,80 -,66 ,50 -,02V8 ,81 ,29 -,76 ,41

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V9 ,24 -,56 -,04V10 -,47 -,43V11 -,38V12 -----

Correlación en base a R de Pearsons V2: PBI/hab; V3. Coef. Gini; V4: Deuda externa/PBI; V5: Inflación; V6: Desempleo; V7: Hogares bajo línea de pobreza; V8: Esperanza de vida; V9: IDH; V10: Indice de percepción de la democracia, V11: % de niños con bajo peso; V12. Tasa de desforestación. Elaboración propia en base a datos de: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.       Como se observa el PBI per cápita ofrece una interesante correlación con dos variables: hogares bajo el nivel de pobreza (en el sentido inverso) y el Indice de Desarrollo Humano. Sin embargo, presenta baja correlación con otras variables importantes a la hora de extender nuestra visión del desarrollo: claramente eso ocurre con el coeficiente Gini y con los niveles de inflación. Detengámonos en los niveles de pobreza: aquí se observa una fuerte correlación no solo con el PBI per cápita, en el sentido que a mayor PBI per cápita, menores niveles de pobreza, sino además con el impacto de la deuda externa, medida en esta ocasión no en términos absolutos, sino en relación al producto interno de cada país. También es notoria la correlación de la pobreza con el Indice de Desarrollo Humano (-,80), con el Indice de percepción de la democracia (-,66) y lógicamente con la esperanza de vida (-,64). En todos estos casos, a mayor pobreza, menor "desarrollo humano", menor percepción de democracia en sus respectivos países, y menor esperanza de vida. El citado Indice de Percepción de la Democracia (219, es fruto de la aplicación de encuestas de opinión pública en diferentes países de la región sobre la cuestión democrática. Obsérvese el siguiente cuadro:

      Cuadro2: Opiniones sobre la democracia en ocho países latinoamericanos (% que responde afirmativamente), año 1995.

Argentina

Brasil Chile México Paraguay Perú Uruguay

Venezuela

La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno

82 48 54 57 58 58 86 64

Satisfacción con el funcionamiento de la democracia en el país

53 31 34 24 31 47 59 38

La democracia permite que se solucionen los problemas del país

59 51 51 52 39 71 63 53

Las elecciones en el país son limpias

78 26 82 13 10 64 83 19

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Todos los grupos y partidos políticos tienen iguales oportunidades de dar a conocer sus opiniones en TV

42 27 48 31 56 45 57 40

Los senadores y diputados se preocupan de lo que piensa la gente como uno

19 16 24 24 28 29 38 16

La manera como uno vota puede hacer que las cosas sean diferentes en el futuro

75 53 56 53 62 75 77 52

Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base al Reporte 1995: Encuesta latinobarómetro, Mayo de 1996.

      Pues bien, la percepción de los ciudadanos sobre la democracia en sus países, está correlacionada con las desigualdades medidas por el coeficiente Gini (-,75) y con los niveles de pobreza (-,66). Este dato no es menor, y estaría demostrando cómo la democracia política no será sustentable en la medida que no se avance en la democracia social. Lamentablemente para el caso de este Índice, no contamos con suficiente evidencia empírica, ya que las encuestas se han aplicado en escasos países.      Otra de las correlaciones fuertes ocurre entre la esperanza de vida y el porcentaje de niños con peso por debajo de lo normal (-,76). En nuestro continente, ese porcentaje no baja del 8% en los países más adelantados, y se dobla ese porcentaje en la mayoría de los países centroamericanos. Indudablemente la correlación con la esperanza de vida, se cruza con otras variables como la tasa de mortalidad infantil (86/1000 para Haití), y la tasa de mortalidad de menores de cinco años (130/1000 en Haití, y 114/1000 en Bolivia, a manera de ejemplo).      En resumidas cuentas, a lo largo de estas páginas hemos querido reivindicar la pertinencia de indicadores alternativos, que en conjunto con los anteriores nos permitan una mejor aproximación al concepto fundamental de la calidad de vida. Estos indicadores alternativos, más allá del análisis técnico que no realizaremos en esta ocasión, deben partir de la premisa que un pueblo "desarrollado" no es quien más tiene, sino quien más feliz se sienta. ¿Cómo lograr una aproximación a ello?. La primer tarea y el primer desafío para los socioeconomistas, es tomar en consideración la pluralidad de necesidades humanas arriba expuestas. Y en ese sentido, observar qué ocurre en materia de integración social, en el campo de la convivencia vs. la violencia; en el uso de espacios públicos vs. el predominio de lo privado; en el acceso igualitario a los diferentes servicios fundamentales; o lo que sucede en el plano familiar, con índices crecientes y alarmantes de divorcios, que nos deben conducir a pensar si realmente estamos viviendo o no de una manera más feliz. Incluir indicadores de carácter ambiental y otros de alcance comunitario.

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Finalmente, no olvidemos la cuestión de género, pues ésta es una dimensión fundamental en la calidad de vida, o parafraseando a J.S. Mill, sabremos cuán avanzado es un pueblo conforme cuánto se igualen los derechos de hombres y mujeres.       Notas      (1)Uruguayo, Sociólogo, Magister en Ciencias Sociales del Trabajo y Doctorando en Socioeconomía de la Solidaridad. Profesor en la Universidad de la República y Universidad Católica del Uruguay. Correo electrónico: [email protected]      (2)Cfr. Amitai Etzioni, en el prólogo a Pérez Adán, J.: Socioeconomía, Madrid, Trotta, 1997.      (3)Año en que se expulsa a los Jesuitas de los territorios de ultramar de España, cerrando de esta manera una de las experiencias de economía alternativa más importante a lo largo de la historia de nuestro continente. Efectivamente, los franciscanos y el clero regular, encargados de continuar la obra jesuita, no fueron capaces de establecer esos particulares lazos que existieron solamente entre los misioneros de la Compañía de Jesús y los Guaraníes.      (4)También publicado en español. Cfr. Boulding, K.: La economía del amor y del temor. Una introducción a la economía de las donaciones, Madrid, Alianza, 1976.       (5)Cfr. Meliá, B.: "La reciprocidad de palabras en los guaraníes y la economía de la reciprocidad", en Irrupción del pobre y quehacer filosófico. Hacia una nueva racionalidad, Bs.As., Bonum, 1993.       (6)Cfr. Temple, D.: "La reciprocidad" y "Fraternidad y reciprocidad", en Revista Iberoamericana de Autogestión y Acción Comunal, No. 31, Segunda Epoca, Inauco, Primavera de 1997.      (7)De Lommitz, L.: Cómo sobreviven los marginados, México, Siglo XXI Ed., 1987.      (8)Efectivamente, tenemos conocimientos de implementación de clubes de trueque en los barrios populares afectados por la falta de dinero. De esta manera, millones de personas, se proveen de bienes y servicios sin hacer uso del dinero. Numerosas experiencias han sido implementadas al menos en México, Centroamérica, Perú, Chile, Argentina y Uruguay. En este marco, diversas organizaciones no gubernamentales orientadas al desarrollo han estado promoviendo monedas alternativas en varios países, basadas en la confianza (caso de los "créditos" en los clubes de trueque de Argentina y Uruguay), basadas en el trabajo (caso del "tlalock" en México D.F.) etc.       (9)Cfr. Razeto, L.: De la Economía Popular a la Economía de la Solidaridad en un Proyecto de Desarrollo Alternativo, Santiago, PET, 1993.      (10)Cfr. Razeto, L.: Idem. ant., pág. 28.      (11)Permítaseme una pequeña anécdota. Visitando Caracas hace unos años, me sorprendió observar el grado de fragmentación que sufría la ciudad. El proceso comenzó con claras distinciones entre barrios de clase alta, de clase media, y de clase baja. Los primeros, edificando enormes barreras en los contornos de sus terrenos, incluso con cortinas de hierro separando los dormitorios del resto de la casa ante la eventualidad de un copamiento. Con el correr de los años, algunos de los barrios más pudientes, agregaron verdaderas "fronteras" físicas, con murallas de

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piedras, controles cuasi - militares y constante vigilancia. Lo que parecía ser una expresión cruel de la desigualdad y violencia en un país determinado, sin embargo, resultó ser un proceso que iría lentamente tomando las principales ciudades del continente: Lima, Santiago, Buenos Aires, San Pablo, Río, e incluso Montevideo, ven crecer los barrios marginales al tiempo que los sectores medios y altos, pagan una proporción alta de sus ingresos para vivir en zonas protegidas y vigiladas las 24 hs.      (12)Cfr. Max Neef, M. Et al: Desarrollo a Escala Humana, Montevideo, Nordan, 1993, pág. 26      (13)De hecho, esta es una constatación por parte del mismísimo sistema político. Hemos observado cómo cada vez que gana una fracción progresista en nuestro continente, se suceden discursos señalando la "imposibilidad" de realizar grandes cambios, conforme nuestros países sigan profundizando la ya inexorable globalidad que resta márgenes de libertad a los diferentes gobiernos nacionales.      (14)Aún así, se puede consultar del mismo autor, Sociología del Trabajo, publicado por la FCU de Montevideo, donde incursionamos en esta materia.      (15)Nótese sin embargo cómo en nuestras sociedades donde cada día se mercantilizan más bienes y servicios, se han instalado servicios telefónicos del tipo "0900", donde por determinada cantidad de dinero una persona tiene acceso a conversar telefónicamente con otra, con el fín -dice la publicidad- de "hacer amigos".       (16)Nótese en tal sentido la historia de la Coca Cola en nuestros países. Nuestros abuelos nos cuentan que el procedimiento de marketing utilizado por la Coca Cola, fue regalar miles de botellas a los colegiales. Tan distante era el sabor de la bebida al paladar de los jóvenes, que éstos no encontraron mejor forma de mostrar su vínculo con el regalo, que agitar la botella para hacer saltar su contenido. Algunas décadas más tarde, parece inconcebible reunir un grupo de amigos sin la presencia de la -ahora- tradicional bebida. ¿La diferencia?. Varios millones de dólares en publicidad, no hay duda.      (17)El análisis de la publicidad desde este punto de vista es particularmente sugerente. Véase por ejemplo el grado de manipulación que tienen los objetos ofrecidos, que para publicitar una caja de cigarrillos, se utilizan modelos de hombres y mujeres tipo californianos, con movimientos atléticos, desbordando erotismo, en un marco natural envidiable; cuando sabemos por estudios científicos que el cigarrillo produce los efectos contrarios: limita la acción física, altera los organismos, reduce la potencia sexual y contamina el ambiente.      (18)La masificación de los créditos al consumo además, permitió que muchas Instituciones Financieras colocaran intereses usureros de alrededor del 600% anual, como fue denunciado en su oportunidad en el seno del Parlamento Uruguayo.      (19)Cfr. BID: América Latina frente a la desigualdad. Informe 1998-1999, Washington, Noviembre de 1998.       (20)Cfr. OMS, datos obtenidos en su página web oficial: www.who.int/whr/1998/

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      (21)Aclaro que es así llamado por el autor de este artículo, ante la ausencia de un nombre oficial y convencionalmente usado.

CRISIS Y EMPRESAS ALTERNATIVAS EN URUGUAY:

  EL CASO DE LAS COOPERATIVAS   DE PRODUCCION COMO EMERGENTES

  DE UN SECTOR SOLIDARIO DE LA ECONOMIA.

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  Por Pablo A. Guerra1 *Departamento de sociología

Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de la Republica

Montevideo, Marzo de 1997..

I N D I C E

Prologo del autor pág. 3 Introducción pág. 5 Objetivos de la Investigación pág. 7 Qué es la economía de la solidaridad pág. 9 - La economía social pág. 9

- El socialismo utópicopág.11

- El cooperativismo pág.13

- La economía comunitaria o el "comunitarismo"pág.15

- La economía humana pág.15

- Otros antecedentespág.16

- Las relaciones económicas pág.18

- El sector solidario de la economía pág.22

- Destruyendo mitos: ¿es la nuestra una sociedad capitalista?. pág.26

¿Qué es el cooperativismo? pág.29

Cooperativismo en Uruguay pág.34

Principales resultados de investigación pág.42

- Caso 1: Barraca Cooperativa Sergio Zeballos pág.43

- Caso 2: Librería Cooperativa del Cordón pág.45

- Caso 3: Cooperativa Radio Taxi del Cerro pág.46

- Caso 4: Cooperativa UCAR pág.48

1 Licenciado en Sociología, Magister en Ciencias Sociales del Trabajo. Actualmente se desempeña como Profesor Adjunto de Sociología del Trabajo y Sociología de las Organizaciones en las Facultades de Ciencias Sociales (carrera de Sociología) y Derecho (carrera de Relaciones Laborales y Postgrado de Derecho Laboral) de la Universidad de la República. Investigador del Departamento de Sociología.

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- Análisis de la Encuesta pág.55

Síntesis y Conclusiones pág.68

Bibliografía pág.76

 

Prologo del autor      La investigación que a continuación se presenta, pretende ser solamente una contribución inicial al análisis teórico y práctico del modo de hacer economía de algunos agentes de la sociedad, que por sus características, podríamos entenderlos formando parte de lo que habremos de llamar economía alternativa o de la solidaridad.       La contribución teórica, se enmarca en la búsqueda todavía muy "en pañales", pero absolutamente necesaria, de una "refundación" de la economía tradicional, que pudiera contemplar a pié de igualdad, una serie de agentes, relaciones y circuitos que presentan recursos, factores, valores y formas distintas de hacer economía, con respecto a los agentes, relaciones y circuitos que privilegió la mayor de las veces, la economía convencional a todo nivel.      La contribución en el plano práctico, es mucho más humilde. En íntima consonancia con el marco teórico, pretendemos analizar el fenómeno del cooperativismo de producción en Uruguay, con sus limitantes y potencialidades, a partir de las experiencias de algunas de las cooperativas fundadas en los últimos años luego de la quiebra de sus empresas "madres", organizadas en el capital.       Quisiera confesarle al lector dos cosas que serán plenamente visibles a lo largo de estas páginas. En primer lugar, que si bien se parte de una análisis científicamente riguroso de una realidad social muy destacable, no creemos en la frialdad de las ciencias sociales. Por ello, el autor escoge un tema de análisis con la espectativa y la esperanza de estar contribuyendo no solo a engrosar biblotecas cada vez más desbordadas de material académico; sino fundamentalmente, con el sincero anhelo de que algunas de las ideas aquí manejadas pudieran ayudar en la búsqueda de caminos viables de superación de la crisis económica, social, cultural y moral en la que se encuentran la mayoría de nuestros "prójimos" en el mundo entero.       En segundo lugar, confesarles que estas páginas no me pertenecen. Tan solo, desde mi rol de cientista social, he intentado prestar atención a diversas lecturas de la sociedad contemporánea, escogiendo las que he entenido más oportunas para interpretar algunas experiencias de organización económica de gente uruguaya, que son en definitiva, los verdaderos autores de este trabajo.       La presente investigación fue realizada en el Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, con el apoyo de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) en el marco de su Programa de Retornados Científicos.

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Dicho Programa, por tanto, ha sido fundamental para poder llevar a cabo este trabajo.       He contado para la elaboración de ésta, con la colaboración de la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay (FCPU), que resolvió considerarla de interés cooperativo. Agradezco en especial a las autoridades del Consejo Directivo y a su secretaria ejecutiva, Raquel Castro, quien estuvo en todo momento dispuesta a lograr la mayor coordinación posible con nosotros.       Quisiera agradecer además, al Director del Departamento de Sociología, Prof. Gerónimo De Sierra, quien siempre se mostró interesado en la evolución de este trabajo; y a todos quienes colaboraron de alguna forma u otra, con sus ideas, aportes, comentarios y recomendaciones: a Marcos Supervielle del Departamento de Sociología; Jorge Bertullo, Lilián Morales y Silvia Amado del Centro Cooperativista del Uruguay; Juan P. Martí del Centro de Participación Popular; y a Carmen Alonso, Beatriz Canta, Isabel Rodriguez, Andrea Storace y Lidia Torrieri, quiénes en calidad de estudiantes del Seminario de Sociología del Trabajo del segundo semestre de 1996, se interesaron especialmente en esta investigación y dedicaron valiosas horas a analizar las hipótesis de trabajo aquí expuestas y realizar importantes trabajos de campo que hemos utilizado como insumos.       Finalmente, como no podía ser de otra manera, agradecer a los verdaderos protagonistas de este trabajo: a los socios cooperativistas de las empresas seleccionadas, que pudieron brindarnos parte de su valioso tiempo de trabajo para contarnos las experiencias y vivencias recorridas en estos años de trabajo alternativo.

Introducción.

     Empezaremos este trabajo con una reflexión general acerca de la condición humana, que al menos al principio, a muchos lectores les parecerá extraña: no cabe duda que cada una de nuestras visiones acerca de la sociedad y sus variados comportamientos, residen en una particular composición genética y psicológica (que ha dado lugar al campo de análisis del comportamiento individual), pero además de un conjunto de normas, valores, ritos, etc. que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestras vidas, y que en definitiva han servido como campo de análisis del comportamiento para los sociólogos.      De esta manera, podemos decir, encontraremos tantas visiones particulares como sujetos existan, en tanto cada uno de ellos tomó y adoptó esas normas de acuerdo a sus propias capacidades y limitaciones.      Sin embargo, cada una de estas visiones estarán influidas por ese conjunto normativo al que hacíamos referencia, esa particular cultura del "momento" y del "lugar" que indudablemente moldea nuestras acciones y comportamientos.      Detengámonos en el campo económico: sostengo que todos quienes nos movemos en el plano de una sociedad como la nuestra, estamos básicamente influidos en nuestros análisis económicos por un conjunto de premisas que hemos ido recibiendo constantemente

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de lo que podemos llamar la "economía convencional", en sus más variadas manifestaciones (economía clásica, neo-clásica, marxista, etc.).      En ese sentido, y a manera de ejemplo, cuando intentamos definir con un nombre el tipo de economía en la que estamos viviendo, contestamos sin más "economía capitalista". Incluso, nuestra particular forma de ver y analizar esa "economía capitalista", está fundamentalmente sesgada al punto de no percibir formas empresariales que no comulgan con la actividad económica propiamente capitalista. A lo más, una vez detectadas esas particulares formas de operar, creemos que en realidad funcionan en última instancia con la misma lógica que el resto -la mayoría de las unidades económicas-.      En el plano académico, uno de los indicadores de este encapsulamiento teórico que se refleja en la práctica investigativa, es la relativa ausencia(1) de investigaciones sobre el fenómeno del cooperativismo. Otro de los indicadores, ya no sólo a nivel nacional sino mundial, es la escasa relevancia que han tenido elaboraciones teóricas que hayan intentado o estén intentando reformular algunos conceptos y nociones de esa "economía convencional" a la que hacíamos referencia.      En ese sentido, aquí intentaremos hacer frente (aunque más no sea en forma primaria) a esos dos problemas. La presente investigación tiene como objetivo analizar el caso de las empresas de producción que han entrado en quiebra en los últimos años y que han pasado a manos de los trabajadores constituyéndose en cooperativas. Este análisis se hará en el marco de las tesis de reconceptualización de la economía, intentando redefinir algunos elementos claves que permitirán obtener una visión más clara del fenómeno cooperativo en Uruguay, intentando aportar en tal sentido, una reflexión que ubique a estas unidades económicas como diferentes en sus formas de operar, a las que se desarrollan en el marco de las relaciones de intercambio.

Objetivos de la Investigación.

     Sobre todo desde el año 1946 en Uruguay, cuando se legisla en materia cooperativa con la Ley 10.761, empiezan a surgir con fuerza una serie de organizaciones económicas que inmediatamente se irán diferenciando de las empresas tradicionales en sus modos de hacer economía. Nuestro país daba un importante paso al legislar sobre aspectos relativos a las empresas cooperativas, lo que sin duda contribuyó para que varios miles de uruguayos pudieran depositar sus esfuerzos en el marco de una serie de principios universalizados por los Pioneros de Rochdale, desde la mitad del siglo pasado.      Pero una evidencia empírica salta a los ojos de cualquier investigador que se introduzca en el tema. Las cooperativas de producción no solo se originan luego de un proceso de racionalización que implique la puesta en práctica de un conjunto de valores determinados: nos asombramos en tal sentido, con un conjunto importante de cooperativas de producción que surgen como última posibilidad ante el cierre de empresas tradicionales de todo tipo. Al decir de Juan P. Terra, luego de analizar meticulosamente el sector cooperativo en Uruguay:

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     "Yo diría que aproximadamente el 50% de las cooperativas de producción se forman a partir de empresas fundidas o de empresas que al Estado les resulta demasiado gravosas, buscando desprenderse de ellas. Entonces, la cooperativa nace en condiciones muy adversas, porque el dueño anterior quiere librarse de ella por algún motivo, y por no cerrarla, por evitar el conflicto con la gremial correspondiente, o dar una solución de ocupación a la gente, esta empresa generalmente problemática, en situación muy difícil, se traspasa a una cooperativa de los propios trabajadores"(2) .      Nuestro estudio se detendrá en el análisis de esas empresas cooperativas, analizando su historia de transformaciones, sus particulares formas de trabajo, qué tipo de recursos utilizan para la producción, cómo vivencian los principios del cooperativismo, y cómo conviven luego de haber trabajado en empresas tradicionales.      Para ello, nos valdremos de una muestra de cooperativas que se hayan formado entre los últimos once años, poniendo como fecha inicial de nuestro marco, el reingreso a la vida democrática, en 1985.      El trabajo con ellas consistió en el análisis de "historias organizacionales" relatadas por algunos socios, y en la ejecución de una encuesta a un conjunto más amplio de socios de las cooperativas seleccionadas.      Como la batería de conceptos y teorías que emanan de la "economía tradicional" no nos resultan compatibles con nuestro análisis, nos valdremos del marco teórico de la llamada "Economía de la Solidaridad", escuela fundada por el sociólogo y economista chileno Luis Razeto, que como veremos más adelante hunde raíces en otras importantes escuelas y líneas teóricas relacionadas a la búsqueda de alternativas en el plano de la economía desde el punto de vista teórico, y desde el punto de vista práctico, esto es, desde las formas en que realmente se hace economía: se produce, consume, distribuye y acumula en nuestras sociedades.      El trabajo estará dividido en tres partes. En primer lugar expondremos brevemente el marco teórico, presentando los postulados de la Economía de la Solidaridad. En segundo lugar, expondremos el marco contingencial, donde se analizará el fenómeno del cooperativismo en el Uruguay. En tercer lugar se expondrán los principales resultados de la investigación, fruto de las entrevistas y encuestas mantenidas con los socios de las cooperativas de producción. Finalmente, se adjunta en los anexos, listado de empresas cooperativas de producción relevadas, y entrevistas a ex-socios de cooperativas que no lograron desarrollarse y por tanto no figuraron en el análisis minucioso de esta investigación.

Que es la Economía De La Solidaridad

      El concepto de economía solidaria o economía de la solidaridad, si bien surge con las tesis de Razeto al respecto, a pricipios de los ochenta, no es algo absolutamente original en la historia del pensamiento, presentando

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muchas coincidentes líneas teóricas y de pensamiento con escuelas de diversos orígenes: la llamada economía social, el socialismo utópico, con la economía comunitaria, la economía humana, y notoriamente con el cooperativismo(3) y las líneas de reflexión autogestionarias. Veamos detenidamente algunas de estas líneas teóricas(4) :

La economía social.

    Es medianamente claro en la lectura y análisis de la realidad, que el término de mayor arraigo para referirse a algunos de los fenómenos económicos que reconocemos bajo la óptica de la "Economía de la Solidaridad", actualmente es el de la Economía Social, término que se viene utilizando con mucha fuerza en algunos países -fundamentalmente europeos- desde hace unos quince años, dando origen incluso a políticas gubernamentales tendientes a patrocinar y apoyar este "tercer sector" constituído por aquellas actividades económicas que no giran en torno a los sectores públicos y privados tradicionales. Vale en tal sentido hacer referencia a la creación de una Unidad de "Economía Social" en el seno de la Comisión de las Comunidades Europeas, y a la constitución de diversos organismos nacionales en Francia, España y Bélgica(5) , entre otros, destinados a los mismos objetivos.     Los primeros documentos de la Europa Comunitaria al respecto(6) definían a las actividades económicas pertenecientes a la Economía Social, integrada por cooperativas, mutualistas y asociaciones no lucrativas (el nonprofit sector del que nos habla la lectura inglesa al referirse a las asociaciones que producen servicios que o bien no pueden expresarse en términos monetarios, o bien no ofrecen una rentabilidad suficiente para atraer a empresas con fines de lucro), lo que, a pesar de las grandes coincidencias, nos marca ya algunas diferencias con respecto a las elaboraciones de Razeto para quién el sector solidario está compuesto también por las actividades (mal)llamadas por algunos, informales o subterráneas, que quedan explícitamente descartadas en la composición de la Economía Social, por lo menos tal cuál lo entienden los organismos gubernamentales europeos.     El concepto de Economía Social, sin embargo, recoge antecedentes en el siglo pasado, que podemos ubicar en el plano académico, con divulgaciones desarrolladas en la Universidad de Lovaina en la década del 30, con la publicación por parte de Charles Dunoyer de su Tratado de Economía Social(7) , fuertemente influenciado por los costos sociales todavía evidentes de la Revolución Industrial; y por Constantin Pecquer autor de Economía Social en 1839.     Siguiendo a Desroche(8) podemos señalar que a partir de allí se abrieron tres grandes escuelas: una orientada hacia las ideas socialistas, otra hacia las ideas social-cristianas, y otra hacia las ideas liberales.     Entre los primeros destacan Constantín Pecquer (1842) y Francois Vidal (1846), de gran influencia en la Revolución de 1848, y luego Benoit Malon y Marcel Mauss, defensor de una economía de socializaciones voluntarias.     La Economía Social es desarrollada por los social-cristianos a través de la obra de Fréderic Le Play, quien crea una sociedad de economía social en

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1856 y una revista titulada "La Economía Social". También aquí podemos incluir a uno de los fundadores del moderno cooperativismo de ahorro y crédito, Fréderic Guillaume Raffeisen. "De esta manera, los cristianos sociales del siglo XIX apelan a los cuerpos intermedios para luchar contra el aislamiento del individuo, tara del liberalismo, y contra la absorción del individuo por el Estado, trampa del Jacobinismo. La valoración de estas microestructuras, al mismo tiempo que la afirmación de la autonomía de los individuos, nos llevan al concepto de subsidiaridad el cual implica que la instancia superior no acapara las funciones que la instancia inferior, más cercana al usuario, puede asumir"(9) . Esta línea de subsidiaridad, luego conectada a la solidaridad constituiría un dúo fundamental en la concepción social-cristiana sobre la relación de lo público y lo privado en la vida económica, al punto de figurar en algunas de las últimas Encíclicas Papales como uno de los ejes interpretativos del deber ser económico.     La Escuela Liberal tuvo en Charles Dunoyer y Fréderic Passy a dos de sus clásicos exponentes. También León Walras podría pertenecer a esta línea(10) , al igual que Hermann Schulze en Alemania y Luigi Luzatti en Italia.

El socialismo utópico.

    Bajo este nombre se engloba a una serie de autores que, a pesar de las diferencias entre sí, plantearían con fuerza la necesidad de tomar "la cuestión social" como la más importante de las tareas de los hombres en el marco de un creciente industrialismo que generaba pobreza y desempleo a raudales en el viejo continente. El término "socialismo" es utilizado por estos autores por primera vez en la historia, aunque con un sentido bastante vago, y en todo caso, muy distinto al que se iría a popularizar con las tesis de Marx. El socialismo para los "utópicos" se definía fundamentalmente en oposición al individualismo, y en muchos casos, en relación al asociasionismo cooperativista(11) . El término "utópico" fue impuesto por Marx y Engels, de forma algo despectiva, para referirse a aquellos autores que, por el momento histórico que vivían, ni pudieron enfrentarse al pleno desarrollo de la industria, del proletariado y de la lucha de clases. Sin embargo, como señala Buber, "luego se aplicó el concepto sin distinción a todos aquellos que -según Marx y Engels, no querían, o no podían -o no podían ni querían- tomar en cuenta esos factores" (12). Sea como fuera, el término fue acuñado y hoy se les designa de la misma forma como fueron catalogados por Marx. Entre los autores más notorios, nosotros manejaremos a Robert Owen, Charles Fourier, Pierre-Joseph Proudhon y Philippe Buchez (13).     Para Fourier, adelantándose a las reflexiones que acerca del "buen trabajo" hiciera Gandhi a mediados de este siglo, el trabajo debería ser en sí mismo agradable y atractivo, además de beneficioso desde el punto de vista económico. Para ello, este verdadero adelantado, sostenía la tesis de que todo trabajador debería realizar más de una tarea a los efectos de evitar la rutina en el trabajo. En las pequeñas comunidades de Fourier, de hecho, cada trabajador tenía derecho a elegir el trabajo que quisiera de acuerdo a sus necesidades. Las comunidades, para ello, debían cumplir

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con una serie de requisitos: un número ideal de 1600 personas, con una determinada cantidad de tierra para explotar, un sistema de educación que permitiera que los niños siguieran naturalmente sus inclinaciones, vida tan en común como las familias quisieran (lo que habilitaba la propiedad privada), etc. Sin embargo, en vida, Fourier nunca recibió apoyo económica para fundar estas comunidades. De hecho, los primeros falansterios se desarrollaron en Norteamérica, a influjo de Albert Brisbane (1809-1890), quien logro fundar junto a otros discípulos de Fourier algunos de éstos sin mayores éxitos, salvo en los casos en que se basaron más en los lineamientos cooperativos propiamente dichos.     Robert Owen fue uno de los verdaderos antecesores del movimiento cooperativo, no sólo por lo que hizo en vida, sino además por el hecho que algunos de sus discípulos fundaron la sociedad cooperativa de los "Rochdale Pioneers"(14) . Este reconocido empresario de la época, iría desarrollando sus ideas de lo que Touchard llama "filantropía patronal" hacia un "mesianismo social". Owen soñaba con comunidades de trabajo donde se disolviera por completo la propiedad privada, lo que lo diferenciaba de Fourier claramente. A diferencia de este último, además, la base de producción debía ser agrícola, en tanto para Fourier era necesaria la poliactividad productiva. Sus ideas, no obstante, se irían tiñendo de notorias referencias religiosas (El nuevo mundo moral), lo que lo alejaría de una reflexión más objetiva sobre las potencialidades reales de las comunidades de trabajo.     Philippe Buchez puede ser considerado ciertamente el "padre del cooperativismo francés". Siendo discípulo de Saint Simón, abandonó sus tesis cuando aquel incursionara en el plano religioso. Buchez, de fuerte formación católica, señala en su libro Introduction à la science de l'histoire que la etapa de la humanidad iniciada con la venida del cristianismo, estaba destinada a desarrollar los valores de igualdad, fraternidad y caridad. La Iglesia Católica, y las asociaciones de obreros y productores tendrían en tal sentido un alto nivel de responsabilidad para que ello ocurriera así. Su notorio acercamiento a las clases trabajadores queda testimoniado con el periódico L'Atelier, "órgano de los intereses morales y materiales de la clase obrera". Este órgano, que saldría entre 1840 y 1850, tenía por lema las palabras de San Pablo "el que no trabaja no come". Buchez, es considerado por muchos, uno de los fundadores del pensamiento social-cristiano, o socialista-cristiano, como se divulgaba en la época.     Para Pierre Joseph Proudhon, tanto el Estado como las Asociaciones contribuían a limitar la libertad del individuo. Para el autor de la "Filosofía de la Miseria" la clave era la familia. Sin embargo, Proudhon salto a la fama por algunas de sus consignas radicales ("La propiedad es un robo", "Dios es el mal", etc.), las que sin embargo se relativizan una vez que se conoce la obra suya completamente. Por ello es que Touchard señala que "nada resulta más fácil que oponer a un texto de Proudhon otro de Proudhon". De hecho, la propiedad privada era admitida por el autor, sólo que criticaba duramente la forma en que era utilizada en la época. A diferencia de otros autores del "socialismo utópico", Proudhon era firme partidario del igualitarismo en la sociedad: "La igualdad de las condiciones, he aquí el principio de las sociedades; la solidaridad

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universal, he aquí la sanción de esta ley", declara en su primer ensayo sobre la propiedad (15). Para este autor, la asociación mutualista se erige como la posible solución de los problemas sociales, en la cuál los miembros asociados se garantizan recíprocamente "servicio por servicio, crédito por crédito, retribución por retribución, seguridad por seguridad, valor por valor, información por información, buena fe por buena fe, verdad por verdad, libertad por libertad, propiedad por propiedad"

El cooperativismo.

    El movimiento cooperativo se entiende formalmente originado con los Pioneros de Rochdale, más concretamente en 1844, año en el cuál un grupo de trabajadores tejedores de franela, luego de haber perdido una huelga y de pasar a ser desocupados, decidieron unirse para "cooperar". Se trazaron de esta manera tres metas: la organización inmediata de una cooperativa de consumo; la organización a mediano plazo de una cooperativa de producción y vivienda; y la constitución de una colonia "tan pronto como se pueda". Este exitoso ensayo cooperativista tendría algunos antecedentes en la misma Gran Bretaña de manos del Dr. William King, y en Francia de manos del también médico Buchez. Bajo la influencia del primero se constituye en 1827 la primer cooperativa de consumo; y en 1832 bajo la influencia de Buchez se funda la primer Cooperativa de Producción en Francia. Si bien para 1830 en Inglaterra King supervisó el nacimiento de unas 300 asociaciones(16) , no será hasta las actividades en Rochdale, que el cooperativismo tendrá su mayor fuerza. Sin embargo, no comparto totalmente la idea que en Rochdale se hayan sentado las bases de los Principios Cooperativistas, como se sostiene comúnmente. Buchez, no sólo fue fundador de cooperativas en los años treinta, sino que también reflexionó sobre las mismas y trazó algunos de los principios en el Journal des Sciences Morales et Politiques (1831) que trece años después se harían famosos por los Pioneros de Rochdale.     Entre los antecedentes más anteriores a este movimiento que desde entonces se arraigaría con fuerza en todas partes del mundo, se puede citar los "Artels" que datan de San Petesburgo en 1714, integrados por pilotos y marineros(17) . A nivel americano, la cultura precolombina supo de organizaciones de tipo cooperativo que tuvieron lugar en las principales civilizaciones, tanto entre los Aztecas como los Incas.     Pero decíamos que fue a partir de los años treinta y cuarenta del siglo pasado donde se establecieron los principios del cooperativismo y se fue desarrollando una muy interesante reflexión teórica sobre los alcances del movimiento y sus potencialidades en el marco de la economía capitalista.     Es así que Kaplan y Drimer(18) distinguen dos grandes concepciones: la integral, compuesta por aquellos que confían en la paulatina extensión de las cooperativas a todos los campos de la economía, en busca de una necesaria hegemonización de las relaciones económicas; y la concepción sectorial, que afirma la necesaria limitación de las cooperativas a determinados aspectos de la actividad económica y la coexistencia del sector cooperativo, público y privado.

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    En ese sentido, el máximo exponente de los integrales habría sido Charles Gide quien acuñó el término "República Cooperativa" en 1889 para referirse a la necesidad de conformar un gran espacio nacional organizado económicamente por las fuerzas cooperativistas. Fundador de la Escuela de Nimes, ésta también aportó sus conocimientos en la línea de reflexión integral, formulando el famoso programa de desarrollo del Movimiento Cooperativo que preveía la paulatina y pacífica extensión de las cooperativas de consumo para abarcar luego el comercio minorista, el comercio mayorista, la producción fabril y finalmente la producción agraria. Los esposos Synney y Beatrice Webb también formarían parte de esta concepción "integral".     Indudablemente el autor más representativo de la concepción sectorial fue G. Fauquet, fundador junto a H. Dubreuil y Ch. Maraux, en París, 1924, de la Asociación para el Fomento de Contratos Cooperativos de Trabajo. En su obra máxima de 1942, "Le secteur coopératif" distinguió cuatro sectores: el público, el capitalista, el propiamente privado (integrado por la economía familiar, campesina y artesanal), y el cooperativo. Su tesis, hermanada a la de Razeto, era que el sector cooperativo podía componer junto al propiamente privado, un nuevo y gran sector que se distinguiría fundamentalmente de las formas de hacer economía de los capitalistas y del Estado. Otros autores que siguieron esta línea fueron A. Thomas y E. Milhaud. De alguna manera nosotros podríamos incluir a Razeto en esta línea en tanto sus posturas, lejos de intentar hacer hegemonizar a algún sector sobre otro, parten de la necesidad de articular un Mercado Determinado con fuerzas equitativas de los tres sectores, lo que en tal caso nos acercaría al concepto de Mercado Democrático (o Mercado Perfecto de acuerdo a la terminología de los economistas neo-clásicos)

La Economía Comunitaria, o el "Comunitarismo".

    Sostengo que una de las líneas antecesoras a la Economía de la Solidaridad, es la fundada por Emmanuel Mounier (1905-1950), uno de los pensadores franceses de mayor relevancia de este siglo.

    Mounier se vió empujado a fundar Esprit movido por "el sufrimiento cada vez mayor de ver a nuestro cristianismo solidarizarse con el "desorden establecido", y el deseo de romper con éste".

    Para este singular francés que muriera muy joven (con tan sólo 45 años de edad), la persona humana debía anteponerse al concepto de individuo y la sociedad comunitaria frente al Estado. Nace así la concepción del "personalismo-Comunitario", de gran resonancia, sobre todo en movimientos políticos y sociales vinculados al cristianismo progresista de post-guerra. Sostendrá la abolición de la "economía anárquica, basada en la ganancia, por una economía organizada sobre las perspectivas totales de la persona; la socialización sin la estatización", etc.

La Economía Humana

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    En los años cincuenta, un Dominico francés, de nombre Louis Joseph Lebret, abría de marcar a fuego a un grupo de investigadores de diversos países de América, divulgando en el continente una escuela conocida como "economía humana". El Padre Lebret, por cuya obra comenzaron los trabajos sociológicos en Uruguay a partir de los Equipos del Bien Común, funda en 1941 en Francia el centro "Economie et Humanisme", que incluyera entre otros, a Francois Perroux, entonces uno de los economistas más renombrados en materia de desarrollo. "Durante muchos años, Economía y Humanismo produjo mucho y estuvo estrechamente entrelazada no sólo con corrientes sindicales francesas sino con otros movimientos sociales, en especial con los movimientos comunitarios, que fueron muy importantes en la postguerra" (19). Ese entrelazamiento entre la ciencia social, la economía y el trabajo con las comunidades y los sectores más desamparados, incluido los sectores que ahora conocemos como "Organizaciones Económicas Populares", creo que identifica a ésta corriente con la Escuela de la Economía Solidaria. De hecho, uno de sus textos más recordados lleva por título "Manifiesto por una Civilización Solidaria".     Lebret fue sacerdote, sociólogo, teólogo, escribió varios libros y asesoró en materia de desarrollo en varios países y a varios gobiernos. Su objetivo final era "pasar de una fase menos humana a una más humana", en profundo contacto con el más necesitado, lo que lo auto-marginó de las grandes Universidades, para dedicarse a una vida que conjugaba la reflexión con la acción.

Otros antecedentes.

    En el plano teórico, no queda demasiada duda acerca de la importancia de algunos textos del Renacimiento, que supieron penetrar en las grandes utopías que moverían a tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia. En ese sentido, el texto "Utopía" de Tomás Moro (1478-1535), o "La Ciudad del Sol" de Tommaso Campanella (1568-1639), o incluso "La Nueva Atlántida" de Francis Bacon (1561-1626), se pueden considerar como algunas de las primeras elaboraciones teóricas con impacto en este conjunto de ideas y elaboraciones aquí abordadas.    En el plano práctico, las obras de los Jesuítas en las Misiones, o las formas económicas que asumieron los trabajos de evangelización de los Franciscanos en América Latina(20) , también han envuelto gérmenes de lo que más tarde se daría en llamar Economía Solidaria.     En el plano más macro-doctrinario, sin duda que las líneas de reflexión del humanismo (liberal, marxista y cristiano(21) ), tuvieron y tienen una intensa relación con algunos de los postulados de la Economía de la Solidaridad.     Cada una de las citadas líneas de reflexión y escuelas de pensamiento tuvieron sus propios esquemas teóricos, marcos valorativos y análisis de la realidad. Lo importante es relacionar la nueva perspectiva que vamos a ver con elaboraciones que vienen de mucho antes, y que buscan cambiar las formas de hacer economía de la gente y las formas de pensar la economía como ciencia. Eso es lo que tienen en común el socialismo

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utópico, el cooperativismo, la economía humana, el personalismo comunitario, o el desarrollo a escala humana, con la Economía de la Solidaridad.     Sin embargo, la Economía de la Solidaridad, como la presenta Razeto, posee a mi entender, nuevas categorizaciones y visiones que la emerge como fundamentalmente novedosa.     En tal sentido, podemos decir que si bien la economía de la solidaridad hunde sus raíces en estas y otras escuelas, presenta un marco teórico que por lo original y por su carácter científico, nos lleva a tratarlo específicamente a través de los principales postulados de su fundador.    Las próximas líneas se basarán en sus siguientes textos: "Los caminos de la economía de la solidaridad", "Economía de la Solidaridad y Mercado Democrático", "Empresas de Trabajadores y Economía de Mercado" y "Las Donaciones y la Economía de la Solidaridad".     Para Razeto, imponer el término "Economía de la Solidaridad", no fue nada sencillo. Por lo general se han tratado ambos términos como absolutamente distanciados: uno formando parte del acervo de lo científico y lo fáctico, el otro imbuído de lo valórico y lo ético.     De hecho, hasta que se originan los primeros escritos de Razeto en los ochenta, ha sido imposible encontrar en los textos científicos de la economía, referencias a la solidaridad. Lo más cercano fue sin duda el análisis sobre el cooperativismo, que indudablemente ha tenido grandes dificultades para imponer sus ideas sobre el carácter ético que debía comprender a la economía, y algunas reflexiones como las vistas con anterioridad, que sin embargo no pretendían describir la relación entre estos conceptos desde la ciencia económica. Por otro lado, los discursos sobre la solidaridad raramente incluyeron a la actividad económica, resultando de ello, el divorcio evidente entre los dos términos.     Cuando hablamos de economía de la solidaridad, nos referimos a la necesidad de incorporar la solidaridad en la teoría y en la práctica de la economía.     Veamos esto más detenidamente, comenzando por lo que no es economía solidaria: economía solidaria no es incluir la solidaridad luego que la economía jugó su papel. Este es el concepto más burdo y quizá el más extendido, por lo cuál es necesario desterrarlo del acervo de esta corriente. No se trata que la economía cumpla su ciclo produciendo y distribuyendo para que luego aparezca la solidaridad dándole algo al más desfavorecido. Sin menospreciar a quienes entienden ésto como lo idóneo, diremos que el planteo de la economía de la solidaridad es distinto: se trata de introducir la solidaridad en la economía misma, esto es, producir, distribuir, consumir y acumular solidariamente. Como veremos más adelante, numerosos grupos humanos efectivamente producen, distribuyen, acumulan y consumen con solidaridad. Luego veremos quiénes son. Pero la economía solidaria tiene otro desafío: introducir en la teoría económica la solidaridad, llenado un espacio casi virgen en la reflexión de la economía, superando de esta manera a la economía convencional, de gran hegemonía como paradigma interpretativo científico de la realidad.     Antes de sumergirnos en la reflexión de la teoría económica, indiquemos que la economía de la solidaridad se puede vivenciar de dos

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formas distintas. En primer lugar, hay economía de la solidaridad en la economía global cuando presenciamos la existencia de la solidaridad promovida por los diferentes actores económicos. En tal sentido podemos afirmar que la solidaridad siempre está presente, en mayor o menor grado, en el conjunto de los sectores que comprenden lo que llamamos "Mercado Determinado", y que más adelante explicaremos. En segundo lugar, es posible detectar, y éste es el rasgo más original de las tesis de Razeto, un sector muy particular dentro de la economía, compuesto por aquellas actividades, sujetos, empresas y circuitos económicos donde la solidaridad se haya hecho presente de manera intensiva y donde opere como elemento articulador de los procesos de producción, distribución, consumo y acumulación. En este caso estaremos hablando de un Sector Solidario presente, con mayor o menor fuerza, en ese "Mercado Determinado", en conjunto con un "Sector de Intercambio" (al que por ahora podremos llamar propiamente sector capitalista), y el "Sector Regulado" (Estado).     Veamos a continuación como podremos construir la teoría económica para identificar la presencia de la solidaridad como elemento central de análisis.

Las Relaciones Económicas.

    No es necesario ser un científico para observar cómo los bienes y servicios económicos de las sociedades modernas fluyen y transitan entre los individuos, grupos, unidades económicas e instituciones a través de muy distintas y variadas formas y modalidades. No obstante ello, paradójicamente, la ciencia económica ha sido fundamentalmente reacia a analizar estas diversas modalidades, basando su corpus teórico en algún tipo específico de relación económica. La Economía de la Solidaridad tendrá como uno de sus primeros cometidos teóricos, conceptualizar las diversas relaciones económicas que se establecen en la vida real.     Entenderemos por relación económica, "cualquier acto o proceso a través del cual se verifica una transferencia o un flujo de bienes, entre personas, grupos u organizaciones determinadas, las que en tal relación se nos manifiestan como sujetos de actividad económica".     En tal sentido vale consignar que en la economía no sólo existen productores, comerciantes, ofertantes y oferentes y consumidores, sino también donantes y beneficiarios (22), recaudadores, comensales, etc.; y que los bienes no sólo se presentan como mercaderías(23) , sino también como regalos, tributos, etc.     Para distinguir las diferentes relaciones económicas se partirá de un criterio múltiple de distinción: se observarán los sujetos de la relación, los elementos que establecen relaciones entre ellos y las direcciones en que fluyen esos elementos.    En tal sentido, podemos distinguir las siguientes relaciones económicas:

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Relaciones de Comensalidad y Relaciones de Cooperación:

    En una familia por lo general se consumen una serie de bienes que han sido aportados por algunos de sus integrantes para ser compartidos por todos y repartidos en función de las necesidades de cada uno. Podemos llamarle a este tipo de relación, relación de comensalidad.     Diferente a ésta es cuando observamos, por ejemplo a un grupo de personas libres que se reúnen con la explícita intención de realizar en común determinadas actividades económicas, de las cuáles se benefician todos los participantes de modo equitativo, en proporción a los aportes que cada uno haya realizado. A éstas podemos llamar relaciones de cooperación.     Dada la pluralidad de formas que adquiere (puede haber cooperación para el ejercicio de actividades económicas de abastecimiento o de comercialización, de ahorro o préstamo, de consumo, de trabajo, etc.), entendemos por relaciones de cooperación "aquellas que implican flujos económicos al interior del grupo de cooperadores en cuanto cooperadores, mientras que el grupo como sujeto económico organizado puede mantener con el exterior relaciones de cooperación o de otro tipo".     En ambos casos, estamos haciendo referencia a flujos económicos que se efectúan al interior de grupos definidos por personas, respecto de las cuáles las relaciones económicas son socialmente integradoras. Mientras que en el caso de las relaciones de comensalidad el grupo es constituido en base a nexos generalmente extra-económicos (en el caso de la familia por nexos de consanguinidad), en el caso de las relaciones de cooperación, éstas suelen ser constitutivas del grupo.

Relaciones de Tributación y de Asignaciones Jerárquicas.

    Cuando los habitantes de un Estado o Municipio pagan sus impuestos, cuándo los jóvenes en ciertos países al cumplir determinadas condiciones deben realizar su servicio militar obligatorio, cuando los fieles de un Iglesia contribuyen con su diezmo, o cuando el simpatizante político paga su cuota de afiliación al Partido de sus amores, se están desarrollando una serie de flujos de bienes, servicios y recursos que proceden conforme a un cierto tipo característico de relaciones económicas al que damos el nombre de relaciones de tributación.     En este caso, el sujeto receptor de los flujos económicos es un centro de poder decisional que se constituye y presenta como distinto de los sujetos que tributan. Además, los flujos tributarios encuentran su contrapartida en flujos que transitan en sentido inverso, desde los centros recolectores y decisionales hacia la colectividad en su conjunto o hacia sujetos particulares de ella. Al asignar fondos hacia determinados sectores, se constituyen las llamadas relaciones de asignación jerárquica. Se verifica entonces un proceso bi-direccional: el que va de los contribuyentes al centro decisional y el que va de éste (una vez conformado el fondo) hacia los integrantes de la colectividad.

Las relaciones de intercambio.

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    En realidad, la mayor parte de los flujos económicos que se observan en las sociedades como las nuestras, se verifican entre sujetos distintos que permanecen independientes, esto es, que se vinculan solamente durante el acto en que se efectúa la relación económica.    En las relaciones de intercambio, los sujetos se presentan uno ante el otro como propietarios o poseedores de determinados bienes económicos distintos que se transfieren recíprocamente. Por lo general la transacción opera mediante dinero (la compra-venta), aunque por mucho tiempo el intercambio tenía lugar por medio del trueque.     Como veremos más adelante, las relaciones de intercambio son la base de un circuito económico relativamente integrado y altamente complejo que da lugar al mercado de intercambios.

Las relaciones de donación.

    Cuando una persona da una limosna a otra, cuándo un grupo de jóvenes se dispone a trabajar voluntariamente por una causa determinada, como proporcionar vivienda a los más necesitados, cuándo un país destina un porcentaje de su PBI a otros menos desarrollados, en todos éstos casos se verifica un flujo de bienes y servicios de un sujeto a otro que no implica un correspondiente flujo en sentido inverso (que es lo que caracteriza al intercambio). Esto constituye las relaciones de donación, donde existe un donante y un beneficiario.

Otros tipos de relaciones entre sujetos independientes.

    Muchas veces cuando una persona presta un servicio que implica un cierto flujo económico sin cobrar por ello, está esperando de parte del otro una cierta correspondencia a actuar de igual manera cuando el primer sujeto esté en situación de solicitar ayuda. En el mismo sentido, es absolutamente reconocido que muchas veces se hacen regalos no con la intención de realizar una donación, sino esperando una actitud recíproca de parte del sujeto receptor. Otro ejemplo: la pareja de novios que invita a su fiesta de casamiento a gente con la que no se tiene una relación demasiado estrecha, a los efectos de que se le retribuya la invitación con un apetitoso regalo de bodas. En todos estos casos estamos frente a un esquema de relacionamiento que podemos denominar relaciones de compensación o reciprocidad.     Se puede decir que las anteriores constituyen la mayoría de las relaciones económicas que tienen lugar en una sociedad determinada. Una vez demostrada la existencia de un conjunto importante de ellas, con sus características específicas, vale señalar que una vez que éstas alcanzan cierto grado de difusión, tiende a configurarse en el seno de la economía en su conjunto, una especie de circuito económico, o "mercado particular", conformado por el entralazamiento de las operaciones, flujos y sujetos involucrados en esas relaciones económicas. Pero además de estos circuitos, las tesis de Razeto señalan la constitución de verdaderos sectores de la economía, donde se entrelazan comportamientos y relaciones económicas afines. Es así, que por ejemplo, nace un sector con

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una particularidad muy importante que los distingue de otros, al que llamamos sector solidario de la economía.     El análisis de la realidad económica indica también, que las diferentes relaciones económicas se entremezclan entre sí, se influyen y condicionan recíprocamente. Se llega a la conclusión, de esta manera, que "en toda sociedad concreta existe un complejo sistema de relaciones a través de las cuales los bienes, servicios y factores económicos fluyen, dando lugar a una determinada distribución de la riqueza y asignación de los recursos, que denominamos mercado determinado", constituido como vimos, por el conjunto de relaciones y flujos relevados.     A nivel económico, el antecedente más importante de estas tesis ha sido K. Boulding, autor de "The Economy of Love and Fear. A preface to Grants Economy" (24). Este reconocido economista norteamericano puede decirse, funda la escuela de la "Economía de las Donaciones", al constatar que los intercambios no constituyen sino una parte limitada de las formas y procesos en que los bienes, servicios y factores económicos se asignan, distribuyen y circulan entre los integrantes de una sociedad determinada.     Partiendo de ello, Boulding formula una distinción dicotómica entre las "relaciones de intercambio" y las "relaciones de donación": se concibe al intercambio como "una relación económica bipartita que implica la redistribución de activos de igual valor entre las partes involucradas. Se realiza a través de una transacción comercial o de un contrato, en que se fija para cada caso un precio; el conjunto de transacciones y contratos determina un complejo sistema de precios relativos". La donación, por su parte, sería una "relación unidireccional entre dos o más partes, donde el flujo de bienes, servicios o factores va de un donante a un beneficiario, donde no hay ni se espera reciprocidad, si bien se reconoce un cierto flujo de retorno extraeconómico, que va del beneficiario al donante y que compensa de algún modo a este último, motivando su decisión".

El sector solidario de la economía.

    Para Razeto, "el sector solidario puede ser empíricamente detectado en las economías concretas, a partir de los nexos e interacciones que se observan entre algunos tipos de relaciones económicas que se caracterizan por ser especialmente integradoras" (subrayado nuestro).     Es así que distingue un sector solidario, "integrado principalmente por los sujetos, actividades y flujos económicos correspondientes a las relaciones de comensalidad, de cooperación, de reciprocidad y de donación".     Luego distingue el sector de intercambios, constituido por los sujetos, actividades y flujos donde se establecen relaciones de intercambio.     En tercer lugar surge el sector regulado, constituido en base a las relaciones de tributación y de asignación jerárquica.     Estos tres sectores, sin embargo, son antes que nada, sectores analíticos, o al decir de Weber, "típico-ideales", en el sentido que la realidad los muestra como altamente entremezclados, a saber: un mismo

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sujeto puede hacerse presente en diferentes sectores actuando y estableciendo relaciones de distinto tipo.     Aún así, siempre es posible detectar precisos e identificables referentes empíricos en cada uno de los sectores. Teniendo en cuenta esas advertencias, pasemos a identificar los componentes del sector solidario:     En base a las relaciones de comensalidad y reciprocidad, se estructuran las actividades económicas que se dan al interior de las familias (la llamada "economía doméstica"), la "economía de las comunidades", "economía de los grupos étnicos tradicionales", la "economía campesina" y la "economía popular de subsistencia".     En base a las relaciones de cooperación, se conforma la "economía cooperativa" y algunas formas de "economía comunitaria". Nuestro trabajo hará especial referencia a este tipo de relaciones, al tener como objeto de análisis el cooperativismo de producción.     En base a las relaciones de donación, se organizan actividades económicas de diverso tipo llevadas a cabo por Fundaciones, Agencias, Instituciones de servicio y promoción, etc. También debemos mencionar las diversas formas de "Trabajo Voluntario", que canalizan energías solidarias de grandes grupos, fundamentalmente juveniles.    El sector solidario presente una serie de características que lo ubican como articulador de una racionalidad propia. Entre esas características Razeto cita el vínculo estrecho que se establece entre producción y consumo: en la mayor parte de las unidades económicas que componen el sector se realizan simultáneamente las actividades y funciones de producción, distribución y consumo, debido a que en ellas no se establecen generalmente relaciones de intercambio y mediaciones monetarias. Esta característica más bien reservadas a ciertas "Organizaciones Económicas Populares" (OEPs), veremos más adelante que no necesariamente es desarrollada en el marco de las unidades cooperativistas.     Otra de las características del sector señalada por Razeto es la búsqueda simultánea de satisfacción de necesidades de distinto tipo, a través de un complejo integrado de actividades desplegadas en una misma organización. Es propio en ese sentido, que una organización económica solidaria, satisfaga al mismo tiempo necesidades fisiológicas y espirituales, de convivencia e integrales, etc. En el cooperativismo es posible detectar esta característica. Creemos que muchos cooperativistas no sólo trabajan en cooperativas para satisfacer una necesidad material (de trabajo, ingresos, etc.) sino que además de ello, que es básico, el cooperativismo potencia la satisfacción de otro tipo de necesidades más "espirituales" como el trabajo en conjunto, la convivencia, cooperación, etc.     La especial relación entre los objetivos y los medios, los beneficios y los costos es otra de las características de la economía solidaria. El concepto de eficiencia es notablemente confuso en estas unidades, ya que los factores utilizados son muchas veces desechados en otros sectores de la economía, y la pluralidad de objetivos que persiguen muchas unidades de la economía solidaria hace especialmente difícil contabilizar la relación objetivos/medios. En nuestro objeto de estudio, las cooperativas fundadas como consecuencia de la crisis de la empresa

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madre, esta característica estará plenamente visible en todos los casos. Se tratan de unidades de producción que empezaron y a veces continúan, trabajando con medios desechados por la economía convencional, los que sin embargo son reactivados por los trabajadores y utilizados para el desarrollo económico de esas unidades.     Otro elemento de racionalidad es que los intereses, objetivos y aspiraciones de cada miembro no se encuentran en oposición con los que tienen los demás integrantes. En las empresas tradicionales, si bien las modernas técnicas de gestión están buscando la implicación de todos los actores, lo que redundaría en un sistema de relaciones laborales no basado en los antagonismos sino en los intereses comunes(25), parecería lógico pensar que la organización tradicional del trabajo (léase las empresas basadas en el Taylorismo o Neo Taylorismo), tiende a marcar grandes diferencias de intereses entre trabajadores y decisores o empresarios. En las organizaciones solidarias ello no ocurre así, y en el cooperativismo, teóricamente, en tanto basado en las relaciones de cooperación, los intereses individuales estarán íntimamente relacionados a los del colectivo, o dicho de otra manera: al ser el colectivo integrado por cada una de las individualidades, éstas se encuentran integradas a aquél y no en oposición.     Otra de las características es que, debido a la racionalidad propia del sector, muchas unidades tienden a trabajar con un número de integrantes, que desde el punto de vista técnico, de relación entre medios, puede resultar excesivo. Sucede en este caso, que el recurso disponible para los sectores más populares, es el de la mano de obra, y en ese sentido, no hacen más que utilizar el recurso más a mano. Ello significa, que no tienen la posibilidad de flexibilizar el uso de los factores para hacer de la unidad económica más eficiente. Sin embargo, los costos en materia de desempleo que lleva el sector de intercambios nos hace pensar que esa particular "ineficiencia" del sector solidario contribuye en gran forma a no generar mayores niveles de desempleo de los que ya existen. En las cooperativas estudiadas este no deja de ser un gran problema, que sin embargo, como dijimos se ve mitigado por las razones sociales expuestas.    El carácter integrativo del sector es otra de las características, que se relaciona con la particular forma de ejercer el poder. A diferencia del sector de intercambios, donde cada uno utiliza su poder intentando obtener ventajas sobre su oponente (en muchos casos el "patrón", pero no necesariamente, sino que muchas veces pueden ser trabajadores de otro sector, etc.), en el sector solidario eso no tiene mayor sentido en tanto los objetivos de uno comulgan de forma más efectiva con los del colectivo.     Otro de los aportes sustantivos de Razeto es que el sector solidario presenta un modo de crecimiento y desarrollo particular. Veamos que significa eso: como vimos, las unidades económicas organizadas solidariamente, tienden a satisfacer conjuntamente las llamadas necesidades fisiológicas y espirituales, de autoconservación y de convivencia(26) . Si eso es realmente así, entonces es claro que las potencialidades de crecimiento del sector estarán condicionadas por la concreta estructura de necesidades que predomine en cada contexto social determinado. En ese sentido, en la medida que las necesidades

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llamadas espirituales y las de convivencia sean altamente valoradas, entonces el sector solidario se desarrollará con mayor fuerza. En cambio, si las necesidades fisiológicas y de autoconservación priman sobre las otras, las posibilidades serán menores. Claro que ello en definitiva dependerá también del grado de desarrollo global. En tal sentido, sabemos que las necesidades espirituales y de convivencia comienzan a tener demanda luego de un cierto nivel considerado esencial de satisfacción de las necesidades de subsistencia. Al decir de Razeto "la pobreza (no la miseria), en muchos casos determina el desarrollo de valores culturales solidarios, de convivencia y generosidad notables, lo que a menudo encuentra expresión en las distintas formas de economía solidaria".    En este caso, el futuro del sector Finalmente debemos señalar que el sector solidario presenta un modo de acumulación particular. solidario no queda asegurado tanto por la posesión de riquezas, sino principalmente por la riqueza de las relaciones sociales y por el potenciamiento de las capacidades y recursos humanos a los efectos de poder enfrentar de mejor forma los constantes desafíos de la economía.

Destruyendo mitos: ¿es la nuestra una sociedad capitalista?.

    Para responder a esta pregunta deberemos ir por partes. En primer lugar intentaremos distinguir con Razeto, los recursos económicos de los factores económicos y éstos de las categorías económicas.     Consideraremos como recursos económicos, "todos aquellos elementos y fuerzas, materiales e inmateriales, naturales y humanas, que tengan la potencialidad de ser aprovechados en algún proceso o actividad económica de cualquier tipo". En ese sentido, difícilmente podremos hablar -como lo hacen muchos economistas- de recursos escasos, cuando en todas partes encontramos elementos y fuerzas físicas, humanas, sociales, etc. que no habiendo sido utilizadas, podrían estar empleadas en la actividad económica.    Distinto es el caso de los factores económicos, "aquellos elementos y fuerzas materiales e inmateriales que participan actualmente en los procesos y actividades económicas", o dicho en otros términos, recursos que se encuentran organizados económicamente.     Los factores son los recursos con los que cuenta la empresa en tanto unidad económica de cualquier tipo. En tal sentido, podemos decir que los recursos entran en la esfera de lo económico cuando un sujeto los decide emplear en alguna actividad racionalmente organizada, en la distribución de bienes y servicios que satisfagan necesidades específicas. Ahora bien, la economía convencional sólo ha distinguido entre el capital y el trabajo como factores de producción, cuando en realidad es posible identificar varios. Razeto, en particular, nos presenta seis principales tipos:     a) El factor trabajo, esto es, "las capacidades físicas e intelectuales de las personas, que las hacen aptas para ejecutar una serie de actividades laborales participando directamente en el proceso económico".     b) El factor tecnológico: "el conjunto de los conocimientos e informaciones relativos a -y objetivados en- unos procesos y sistemas técnicos de producción, organización del trabajo, comercialización, etc.".     c) El factor medios materiales: "el conjunto de los elementos físicos, instalaciones, instrumentos, equipamiento, insumo y materias primas, etc.".

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    d) El factor financiero: "constituido normalmente por una cierta cantidad de dinero, o por una capacidad de crédito, que permite contratar factores y establecer relaciones económicas (de intercambios) en el mercado".     e) El factor administrativo y gerencial: "sistema de coordinación y dirección unificada de las funciones y actividades económicas".    f) El factor C, más propio de las empresas alternativas, donde priman una serie de valores que comienzan con la letra C: "cooperación", "comunidad", "colectividad", "colaboración", etc., lo que propiamente se transforma en un factor fundamental sobre todo en aquellas empresas que operan cooperativa y coordinadamente "proporcionado un conjunto de beneficios a cada integrante, y un mejor rendimiento y eficiencia a la unidad económica".     De acuerdo a esta clasificación, es notorio que podemos distinguir distintos tipos de empresas de acuerdo, por ejemplo, a la intensidad con la que usen los distintos factores. Es más, algunos pueden sustituir o hegemonizar claramente a otros: "lo más interesante aquí es que ciertos factores pueden sustituirse mejor a unos que a otros. Por ejemplo, existen mayores facilidades de sustitución entre los siguientes pares de factores: medios materiales de trabajo y fuerza de trabajo; tecnología y financiamiento; administración y Factor C".     A través de la historia de la economía hemos podido detectar muchas discusiones tendientes a priorizar algunos factores sobre otros (Fisiócratas que postulaban a la tierra como el factor más importante, los clásicos que elevaron el trabajo al primer rango, y los neo-clásicos postulando la primacía del capital). En tal sentido vale afirmar que los seis factores señalados son todos necesarios para que la actividad económica se efectúe. Esto nos lleva de la mano a un interesante análisis: los factores son organizados a nivel empresarial, esto es, se encuentran combinados conforme a cantidades y proporciones diferentes. Estas distintas combinaciones implican intensidades diferentes en el uso de cada factor, pudiéndose así hablar de "factor más intensivo". A esta organización de factores la podemos llamar "organización técnica".    Pero sucede, que además, es posible detectar otro tipo de organización de factores a la que llamamos "organización económica de factores", que consiste en integrar a los distintos sujetos que aportan los factores(27) en una unidad de gestión que opere racionalmente tras la consecución de determinados objetivos generales de la empresa. Esa capacidad de integrar los factores es desarrollada siempre por algún factor en particular, lo que nos permite distinguir entre el factor organizador y los factores organizados. El factor organizador es el que pone los objetivos generales de la empresa, mientras que los objetivos e intereses de los otros factores se presentarán subordinados. De hecho, y esto será central para comprender nuestras tesis, cualquiera de los factores puede transformarse en factor organizador.     En las empresas capitalistas, el factor organizador es el financiero, capaz de combinar a los otros para la obtención de ganancias que signifiquen la máxima rentabilidad del financiamiento invertido. Pero los otros factores también pueden contratar al resto y subordinarlos a su lógica. Detengámonos en el factor trabajo: éste puede ponerse como factor organizador formando cooperativas de trabajo o talleres autogestionados: "en tales casos los trabajadores asociados estarán utilizando en forma autónoma sus capacidades laborales, en vez de contratarlas por un salario fijo en empresas que no controlan".     Es así que, en relación al factor que se disponga como organizador podremos distinguir diferentes tipos de empresas: empresas capitalistas, empresas de rentas, empresas de tecnología, empresas de administración, empresas de trabajadores, empresas comunitarias.     Llamaremos categoría económica a aquellos factores que participan en cuanto organizadores de unidades económicas. En una economía capitalista el factor finaciero es el que predomina, constituyéndose el capital en la categoría más importante    Contestando la pregunta que hacía de título a este apartado, diremos que la nuestra no es una economía capitalista, sino principalmente capitalista, pues el capital predomina teórica y prácticamente. Sin embargo, en la práctica es posible advertir empresas organizadas por otros factores, y relaciones económicas distintas a las del intercambio. En el plano teórico, tesis como las que estamos repasando, con sus virtudes y defectos, contribuirán sin duda a democratizar el pensamiento económico. .     Decíamos que en la práctica es posible observar cómo algunas empresas podían organizarse en torno a factores distintos al capitalista. En ese sentido, trataremos de

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demostrar que el cooperativismo de producción que surge como fruto de la crisis de empresas capitalistas (pero el cooperativismo en general también), se distingue económicamente de las empresas tradicionales fundamentalmente por el hecho de estar organizadas por categorías distintas a las del capital, en concreto, por las categorías Trabajo y Factor C. Diremos con Razeto que "el hecho de estar constituidas en base a categorías económicas y a factores que son inseparables de las personas que las realizan (a diferencia del capital que estando también asociado a personas se basa en un factor económico separable de sus poseedores), confiere a las empresas cooperativas un carácter personalizado, comunitario y solidario original" (subrayado nuestro).

¿Que es el Cooperativismo?

    Veamos desde el punto de vista organizacional que entendemos por cooperativa. Desde la disciplina de la sociología de las organizaciones debo admitir que poco se ha analizado estas formas organizacionales alternativas. Creo sin embargo en la validez de hacer actuar la sociología de las organizaciones para comprender más y mejor el fenómeno cooperativo.     Una definición operativa amplia de la organización formal es comprenderla como "un sistema de actividades coordinadas de un grupo de personas que cooperan en procura de una meta común bajo la autoridad y el liderazgo"(28) . No cabe duda que las cooperativas son una organización integrada por esos cuatro elementos:     1.- Un sistema de actividades coordinadas. La organización se comprende como sistema integrado por partes que deben coordinarse para su puesta en marcha y mejor funcionamiento. Esas partes pueden ser entendidas como subsistemas para su comprensión en relación al conjunto. Desde ese punto de vista, la organización formal, como sistema, integrado por partes o subsistemas, empieza a funcionar como tal cuando se sincronizan sus actividades en una relación lógica    2.- Un grupo de personas. Obviamente la organización se hace con personas. Tal "perogrullada", no deja de lado, como señala Perrow, que la organización también se compone de cosas inanimadas. Sin embargo el objeto fundamental de análisis es la acción e interacción de esas personas al igual que su relación con las "cosas" con que se encuentran.     3.- Cooperación en persecución de una meta. Las organizaciones tienen objetivos explícitos hacia los cuáles apuntan todas las funciones. La cooperación, al igual que el conflicto, es un comportamiento humano absolutamente normal, íntimamente relacionado con la consecución de esos objetivos.    4.- Dirección y liderazgo. La dirección es una función que se hace necesaria en cualquier organización con diversos niveles. e liderazgo, a su vez, es una propiedad o cualidad personal de una persona, de rango ejecutivo, "que promueve el esfuerzo voluntario de colaboración en procura de una meta"(29).     Estos elementos, definidos en varios textos clásicos de las organizaciones, nos pueden servir para comenzar nuestro análisis del cooperativismo como fenómeno organizacional diferentes al del resto de las organizaciones productivas, u organizaciones productivas tradicionales. En efecto, analizando uno a uno los elementos encontramos algunas características distintivas del fenómeno cooperativo.

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    En el último Congreso de la Alianza Cooperativa Internacional, realizado recientemente en Manchester, se definió una cooperativa como "una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada". Tal definición nos sumerge en sus características organizacionales más típicas. La cooperativa es un sistema de actividades coordinadas, formada por personas asociadas que cooperan para hacer frente a diversos tipos de necesidades y aspiraciones, bajo una dirección y liderazgo definidos conjunta y democráticamente. Las diferencias con las organizaciones productivas clásicas ya empiezan a avizorarse. Lo hacen fundamentalmente en la forma en que se coordinan las actividades, pero mucho más claramente en el tipo de grupo de personas que integra la organización (cooperativistas que se unen voluntariamente y buscan con su trabajo hacer frente a diversas necesidades (30)), el tipo y grado de cooperación entre los miembros, que se constituye no sólo en una función, sino además en un principio operativo; la consecución de metas definidas entre los miembros y no impuesta externamente, y finalmente por formas de dirección y liderazgos definidos y controlados democráticamente.     Todo ello hace de la organización cooperativa, una alternativa empresarial diferente a otras organizaciones. En materia de fines, por ejemplo, podríamos coincidir que no hay diferencias formales entre la búsqueda de lucro por parte de una empresa tradicional y otra cooperativa. Hay diferencias sin embargo en la relación existente entre esos fines organizacionales y los fines de cada uno de los miembros que conforman la organización. Como señalábamos más arriba, una de las características de las OEPs., y también de las cooperativas, es la inexistencia de antagonismos o diferencias entre los fines de las organizaciones y de los miembros, ya que los primeros fueron definidos e implementados entre todos. En este caso, un éxito económico de la cooperativa redundará directamente en un mayor bienestar de sus miembros. En un régimen asalariado, a un éxito de la empresa le suceden diferencias en cómo se repartirán las ganancias, debido a que capital y trabajo residen en manos diferentes. En una cooperativa de producción, como las que analizamos en este estudio, el trabajo organiza el capital y adquiere su forma. Reinvertir en el local, máquinas, etc., en definitiva es incrementar un capital formado por el trabajo y subsumido a sus intereses.     Pero la cooperativa como organización no puede tomarse aisladamente desde el punto de vista normativo. Una cooperativa tiene principios y valores que la orientan de una forma francamente distinta a cómo se lleva ideológicamente adelante una empresa tradicional.     El Cooperativismo, en tal sentido, se desarrolla en medio de una serie de valores, también definidos por la ACI, entre los que se distinguen la ayuda mutua, la responsabilidad, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad.     En base a esos valores se establecen una serie de principios que deben regular la vida de estas organizaciones. En el mencionado encuentro de Manchester, se enumeraron siete principios:

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    1. Membresía abierta y voluntaria: "Las cooperativas son organizaciones voluntarias abiertas para todas aquellas personas dispuestas a utilizar sus servicios y dispuestas a aceptar las responsabilidades que conlleva la membresía sin discriminación de género, raza, clase social, posición política o religiosa".    2. Control democrático de los miembros: "Las cooperativas son organizaciones democráticas controladas por sus miembros, quienes participan activamente en la definición de las políticas y en la toma de decisiones. Los hombres y mujeres elegidos para representar su cooperativa responden ante los miembros. En las cooperativas de base los miembros tienen igual derecho de voto (un miembro, un voto) mientras en las cooperativas de otros niveles también se organizan con procedimientos democráticos". Esta última anotación da pié para que cooperativas de segundo grado puedan aplicar sistemas de votación proporcional.     3. Participación económica de los miembros: "los miembros contribuyen de manera equitativa y controlan de manera democrática el capital de la cooperativa. Por lo menos una parte de ese capital es propiedad común de la cooperativa. Usualmente reciben una compensación limitada, si es que la hay, sobre el capital suscrito como condición de membresía. Los miembros asignan excedentes para cualquiera de los siguientes propósitos: el desarrollo de la cooperativa mediante la posible creación de reservas, de las cuáles al menos una parte debe ser indivisible; los beneficios para los miembros en proporción con sus transacciones con la cooperativa; y el apoyo a otras actividades según lo apruebe la membresía".     4. Autonomía e independencia: "Las cooperativas son organizaciones autónomas de ayuda mutua, controladas por sus miembros. Si entran en acuerdos con otras organizaciones (incluyendo gobiernos) o tienen capital de fuentes externas, lo realizan en términos que aseguren el control democrático por parte de sus miembros y mantengan la autonomía de la cooperativa". Este principio regula entonces los vínculos de la organización cooperativa con el entorno no cooperativo (sector regulado y de intercambios, al decir de Razeto).     5. Educación, entrenamiento e información: "Las cooperativas brindan educación y entrenamiento a sus miembros, a sus dirigentes electos, gerentes y empleados, de tal forma que contribuyan eficazmente al desarrollo de sus cooperativas. Las cooperativas informan al público en general -particularmente a jóvenes y creadores de opinión- acerca de la naturaleza y beneficios del cooperativismo"    6. La cooperación entre cooperativas: "Las cooperativas sirven a sus miembros más eficazmente y fortalecen el movimiento cooperativo trabajando de manera conjunta por medio de estructuras locales, nacionales, regionales e internacionales".     7. Compromiso con la comunidad: "la cooperativa trabaja para el desarrollo sostenible de su comunidad por medio de políticas aceptadas por sus miembros".     Más allá de esos principios, que son fundamentales para entender el desarrollo del cooperativismo en todo el mundo, y que indudablemente guían a muchas empresas de este tipo, y las distinguen de las empresas

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tradicionales o fundadas en el capital; la característica mayor en el plano económico y organizacional del cooperativismo, reiteramos, es el estar fundado en categorías económicas distintas. Este hecho es el que hace compresible toda la batería de principios que el movimiento ha desarrollado desde el siglo pasado. De alguna manera podemos decir que la alternatividad económica del cooperativismo se basa en el uso de categorías organizadoras distintas, asociadas a una estrategia en el marco de una serie de principios voluntariamente asumidos entre los miembros.     En una empresa tradicional, la actividad empresarial comienza cuando el factor financiero se erige en categoría contratando y subsumiendo a los otros factores necesarios para la actividad económica. De tal manera, el capital contrata trabajo, tecnología, gestión administrativa, etc. para hacer marchar a la unidad toda. Económica y subjetivamente esta forma de organizar la unidad económica tiene una serie de connotaciones que no desarrollaremos en este trabajo, que cambian notoriamente cuando al comienzo, el factor económico que da pié a la unidad, es distinto al financiero. Es lo que sucede cuando el factor trabajo se erige en categoría Trabajo y pasa a dominar la forma de hacer economía. El Trabajo en este caso contrata y subsume al resto de los factores. El Trabajo (factor íntimamente ligado al trabajador, y por tanto mucho más personalizado que el resto de los factores) se transforma en organizador y sale a contratar al resto de los factores. Obviamente, necesitará del factor financiero, el que conseguirá luego de operacionalizar cuánto de trabajo se necesitará invertir para conseguirlo. Lo mismo con el resto de los factores.     De tal forma lo anterior, que el Cooperativismo de Producción nace de la unión de trabajadores, quienes muchas veces sin mayores recursos que su propia fuerza de trabajo, logran montar una empresa que les brinda la seguridad de un empleo y de una forma de organizarlo más personalizada y solidaria. Las propias connotaciones de este fenómeno lleva a que se vayan construyendo a su interior una cultura que irá desarrollando y vivenciando -con mayor o menor fuerza- los principios a los que hacíamos referencia. Conforme se va avanzando, sin embargo, esos principios luego se pueden transformar en verdaderas metas y objetivos a perseguir entre todos. Por lo tanto, lo que alguna vez nació como fruto de una actividad determinada, conforme va avanzando y desarrollándose, puede dar lugar a un horizonte a alcanzar.

Cooperativismo en el Uruguay

    En 1986, Juan Pablo Terra realizaba un análisis sociológico e histórico del movimiento cooperativo en el Uruguay que abarcaba todos los tipos de cooperativas. Dicha clasificación y análisis nos servirá de base para comprender el amplio espectro de este tipo de organización económica y social en el país.

1.- Las cooperativas de consumidores.

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    Al decir de Terra, las cooperativas de consumo son "aquellas asociaciones que, ajustadas a los principios generales cooperativos, tienen por fín específico proveer a los asociados de los bienes de consumo que estos requieran, comprándolos y organizando el suministro en común".     La de consumo fue la primer forma cooperativa que se dio en lo internacional si se establece como fundacional de lo cooperativo la "Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale", en Inglaterra, 1844.     En Uruguay, las primeras experiencias cooperativas de consumo, tuvieron su origen en los años ochenta del siglo pasado: la "sociedad Cooperativa de Consumo" de 1888, la "Sociedad Cooperativa de Consumo de la Carne" en 1889 (31). En 1909, se forma la "Sociedad Cooperativa de Consumo La Unión", en Juan Lacaze, conformada por 47 obreros de la textil "Salvo, Campomar y Cia.", que habría de durar hasta nuestros días.     A partir de allí, son innumerables las cooperativas de consumo que se conforman a lo largo y ancho del país.     En cuanto a los niveles de participación, es común afirmar que en estos tipos de cooperativas es bajo, ya que se tratan de asociaciones con muchos integrantes a los efectos de aprovechar las economías de escala. Para 1981, la mayor cooperativa sería la de la Previsión Social con 41.329 socios. de acuerdo al primer relevamiento nacional de entidades cooperativas de 1989, fueron relevadas 62 cooperativas de consumo.

2.- Las Cooperativas de Ahorro y Crédito.

    Podríamos definirlas como aquellas asociaciones que basadas en los principios del cooperativismo tienen como objetivo permitir y facilitar el ahorro de sus socios y beneficiarlos con créditos y otros servicios financieros.     A nivel internacional encontramos sus orígenes en los bancos populares de H. Schulze en Alemania y las cooperativas de ahorro y crédito rural de F. W. Raiffeisen, por la mitad del siglo pasado.     En Uruguay su origen se relaciona con los militantes católicos congregados en los Círculos Católicos de Obreros, quienes a partir de 1902 impulsarían las primeras cajas populares: La Caja Obrera (luego constituida en banco), y cajas populares en diversas localidades del interior del país. Luego de pasar por diversas etapas, en 1971 se aprueba la Ley 13.988 que establece el régimen jurídico de las cooperativas de ahorro y crédito, lo que inaugura una nueva etapa en este tipo de cooperativismo. En 1972 se funda FUCAC y COFAC. En 1976 se funda FECOAC. Para 1989, fueron relevadas 63 cooperativas de ahorro y crédito.

3.- Las Cooperativas de Vivienda.

    Podríamos definirlas como aquellas asociaciones que, basadas en los principios del cooperativismo, buscan proveer de alojamiento y servicios conexos a sus asociados por diversos medios que incluyen el esfuerzo propio, la ayuda mutua, el contrato con terceros, etc.    En Uruguay los primeros gérmenes de cooperativismo de Vivienda los encontramos en los años sesenta, promovidos por el centro Cooperativista Uruguayo. Pero será sin duda a partir de la promulgación de la Ley de

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Vivienda (Ley No. 13.728 del 17 de Enero de 1969), que el cooperativismo en esta rama tendrá un gran desarrollo, sobre todo en las de ayuda mutua, que nuclearían a sectores básicamente populares. Las cooperativas de vivienda relevadas en el censo de 1989 fueron 473.

4.- Las Cooperativas Agropecuarias.

    Estas, como señala Terra, "se definen por el medio", más que por sus objetivos que pueden relacionarse con la producción (aunque básicamente a la fase de comercialización) o con el consumo (fundamentalmente la adquisición de bienes en conjunto).     En Uruguay el movimiento empieza a cobrar forma con las sociedades de fomento rural, lo sindicatos agrícolas y otras formas. Las cooperativas propiamente dichas, no aparecerán sin embargo, hasta los años 30, y cobrarán mayor peso luego de promulgada la Ley de Cooperativas Agropecuarias de 1941.     Siguiendo a Terra, podemos destacar cuatro variables que distinguen tipos al interior de las cooperativas agropecuarias. De acuerdo a los productos con los que opera, el grupo más numeroso es el de las cooperativas ganaderas, pero también figuran cooperativas cerealeras, lecheras, arroceras, etc.. De acuerdo a las operaciones que realiza, la gran mayoría se dedica a la comercialización y servicios. De acuerdo al rol que juega el estado se pueden distinguir las cooperativas propiamente dichas, de las mixtas (caso más notorio Conaprole). De acuerdo al grado, finalmente, podemos distinguir las de primer y segundo grado.     El censo de 1989 relevó entre las cooperativas agrarias y las Sociedades de Fomento Rural, un total de 206 para todo el país.

5.- Las Cooperativas de Producción.

    Preferimos dejar éstas para lo último, ya que nuestro estudio estará basado en las de Producción.     Una primer definición clásica las distingue como "asociaciones de trabajadores que producen con sus propios medios de producción y por su propia cuenta, repartiéndose el producto en proporción al trabajo aportado".     Hay dos características que son propias de las cooperativas de producción y que quiséramos destacar: la participación activa de los socios en la producción de los bienes o servicios que realiza la cooperativa, y la búsqueda de lucro. Esto último es fundamental señalarlo, ya que indudablemente en torno a esta característica se han presentado diversas opiniones. Sin embargo, resulta claro que estamos hablando de empresas cooperativas que estarán buscando imputs más importantes que outputs para hacerse viable económicamente. En torno al marco teórico en el que nos inscribimos, diremos que la empresa cooperativa buscará hacer rendir el factor invertido que se transforma en organizador, esto es, el factor trabajo. La actividad económica llevará a que los ingresos de la empresa sean divididos entre los distintos factores. Las utilidades finales corresponderán al factor organizador, en este caso el Trabajo; en el caso de las empresa tradicionales el Capital (32).

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    Las cooperativas de producción aparecen formalmente en Uruguay luego de aprobarse la Ley General de Cooperativas en 1946. Sin embargo, de hecho, y bajo otras formas jurídicas, existen en Uruguay desde el siglo pasado. Recientemente Yamandú Gonzalez Sierra, detectó gérmenes del cooperativismo de producción ya en 1878 con la "Sociedad Tipográfica Cooperativa La Capital", entre otras que irían surgiendo a partir de entonces(33) . A nivel internacional, sin dudas los primeros brotes surgen en Francia en los años 40 del siglo pasado a impulsos de Buchez.    El relevamiento de 1989, más allá de algunos problemas en la definición del objeto de estudio(34) , detectó unas 210 cooperativas de producción con un total de 8.815 socios, lo que hace un promedio de 47 socios por cooperativa. En Montevideo el promedio ascendía a 79 socios por cooperativa. En Uruguay la Federación de Cooperativas de Producción (FCPU) agrupa para 1996, a alrededor de 100 cooperativas.     En lo que respecta a los objetivos de la investigación, cabe reiterar que según los datos de dicho censo, buena parte de estas cooperativas surgían en procesos de crisis de sus empresas originales y tradicionales, lo que obligaba a los trabajadores a continuar la producción en forma cooperativa y bajo malas condiciones originales. El ya citado relevamiento de 1989, indica que alrededor del 15% de las cooperativas de producción nacieron luego de la liquidación de la empresa madre.     De acuerdo al relevamiento realizado en el marco de la presente investigación, surge que en Montevideo y Canelones hay 115 cooperativas de producción cuya discriminación por Sector de Actividad figura en el Cuadro No. 1.     Allí se observa la gran incidencia que tienen las cooperativas de taxistas, de nobel aparición a partir de la política municipal dirigida al sector durante la administración en Montevideo del Dr. Tabaré Vazquez. Otros sectores de importancia son el de la Salud y los Servicios.

Cuadro 1: cooperativas de producción en Montevideo y Canelones, según Sector de Actividad.

SECTOR DE ACTIVIDAD NRO. DE COOPERATIVAS

Industria Manufacturera 6

Artesanía 5

Pesca 1

Taxis 56

Transporte colectivo 6

Transporte de mercadería 1

Salud 15

Enseñanza 5

Comercio 4

Medios de Comunicación 3

Servicios varios 10

Asistencia e investigación 2

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Otros sectores 1

Total 115

Fuente: DS/FCS/Udelar, 1997.

En cuanto al nivel de socios, la información recogida es expuesta en el Cuadro No. 2.

Cuadro 2: Número de socios en Cooperativas de Producción en Montevideo y Canelones según Sector de Actividad.

SECTOR DE ACTIVIDAD NRO. SOCIOS

Industria Manufacturera 81

Artesanía 76

Pesca 12

Taxis 633

Transporte Colectivo 2201

Transporte mercadería 50

Salud 447

Enseñanza 50

Comercio 57

Medios de Comunicación 180

Servicios Varios 166

Asistencia e investigación 21

Otras sectores s/d

Total 3974

Fuente: DS/FCS/Udelar, 1997.

    Como se puede observar, las cooperativas de transporte colectivo son las que reúnen mayor cantidad de socios. Le siguen las de taxis y de Salud.     Según nuestra información entonces, son alrededor de 4.000 los socios de unas 115 cooperativas de producción en los dos Departamentos más caudalosos del país (Montevideo y Canelones). Además de esta información, como se puede observar en los Anexos, figuran una docena de cooperativas que no se pudieron encuestar, y de las cuáles no se sabe con certeza si estuvieron activas en el momento de la investigación.    Volviendo al Cooperativismo en general, otro de sus aspectos relevantes es el que concierne a su gran desarrollo en los últimos años. De acuerdo a los trabajos de Terra, y a los datos del relevamiento de cooperativas de 1989, se puede obtener una estimación de la evolución que ha tenido el cooperativismo a partir del número de socios que nuclea.

ESTIMACION DE SOCIOS COOPERATIVISTAS EN 1950, 1970 Y 1989(35) .

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Modalidades Alrededor de 1950

Alrededor de 1970

Relevamiento 1989

Agrarias y SFR 7.000 (10.3%) 40.000 (17.5%) 48.930 (8.0%)

De Producción 1.000 (1.5%) 2.000 (0.9%) 8.815 (1.4%)

De ahorro y Cr. 10.000 (14.7%) 17.000 (7.4%) 302.127 (49.2%)

De Consumo 50.000 (73.5%) 165.000 (72.3%)

239.297 (39.0%)

De Vivienda ------ 4.300 (1.9%) 14.829 (2.4%)

TOTAL 68.000 (100%) 228.300 (100%) 613.998 (100%)

Porcentaje en la población del país

2.7% 8.5% 20.5%

 

    Como se puede observar, el crecimiento es continuo desde los años 50, pero con especial énfasis en lo que ocurrió en los últimos años. El crecimiento espectacular que se registra desde los setenta hasta el relevamiento del 89, se explica fundamentalmente por el desarrollo masivo que adquiere el cooperativismo de ahorro y crédito, y en menor medida por el cooperativismo de consumo. En términos relativos, el cooperativismo de producción pega un gran desarrollo en los últimos años, donde pasa de 2.000 socios a casi 9.000, convirtiéndose, luego del de Ahorro y Crédito, en el de más desarrollo relativo, con un crecimiento de más del 400%.     Las cifras, elocuentes de por sí, lo son aún más si tomamos en cuenta el marco en el que se inscriben, de estancamiento en la actividad productiva, de limitaciones en el campo político, y de enormes dificultades en el campo asociativo y colectivo. De alguna manera, el del cooperativismo se convierte así en uno de los hechos de mayor relevancia en el campo social y económico de los últimos veinte años.     Ahora bien ¿qué tipo de socio es el que muestra un mayor crecimiento?. Esta pregunta es la base de una interesante caracterización que realizan Errandonea y Supervielle, en el análisis del relevamiento censal del 89. Teniendo en cuenta el desarrollo masivo del Cooperativismo de Ahorro y Crédito y del Consumo, y dadas sus características a nivel participativo (son generalmente cooperativas con bajo nivel de participación y de adscripción a los valores cooperativos, en relación a las otras cooperativas), los autores citados deducen que el gran crecimiento se explica por el surgimiento de un tipo de socio para el cual el cooperativismo constituye "un medio, mejor que otros, para resolver cierto tipo de problemas o para encarar cierto tipo de actividades"(36) . A ese actor se le denominó "externo pasivo", "de orientación específica parsoniana de la acción, cuya pertenencia a la entidad no es involucrante sino destinada a la mejor satisfacción de un servicio...reclutado para la incorporación mediante estrategias que tienen en cuenta la lógica instrumental de adhesión" (37). Este tipo de socio sería el que explica, de acuerdo a las tesis de Errandonea y Supervielle, el gran crecimiento del cooperativismo: "Para cada socio cooperativista, la entidad cooperativa parece constituir una pieza en su estrategia de supervivencia,

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individualistamente concebida. Vale decir que desde una perspectiva individualista, se apela para alguna o algunas áreas a un instrumento de acción colectiva, visto como medio de disminuir el riesgo para un fin individual. Es la vocación por el "free rider" de Olson: o sea, el aprovechamiento de la acción colectiva para definir individualmente la mejor oportunidad. Por lo menos, está claro que ello es así para la inmensa mayoría de los cooperativistas uruguayos"..."O sea que para las representaciones generalizadas de los integrantes del movimiento cooperativo, en su perspectiva de partícipes como actores colectivos, las cooperativas son vistas instrumentalmente. Más aún: como instrumentos colectivos al servicio de fines individuales" (38).     Creo que efectivamente este tipo tan bien descrito, encaja a la hora de explicar el desarrollo masivo que ha tenido el cooperativismo en el campo del ahorro y crédito, y del consumo. Sin embargo, creo no logra llegar al meollo del comportamiento en otros tipos de cooperativismo, donde se ve con mayor claridad la participación y la adhesión a ciertos principios. Incluso, al decir de Razeto, creemos que el cooperativismo impacta en las necesidades más individuales y fisiológicas (ámbito donde se detiene el "tipo" desarrollado por Errandonea y Supervielle), pero también en las más colectivas y espirituales. ¿Qué tanto?, eso lo sabremos sólo al analizar cada una de las experiencias. En este trabajo, rescataremos algunas de ellas, aunque sin duda no las más claras en el ambiente nacional, no obstante lo cuál es posible detectar ese múltiple satisfacción de necesidades. En definitiva, creemos que si bien el comportamiento "free rider" tiene cabido en el movimiento cooperativo, es mayor en algún tipo de cooperativa, y nunca único, ya que bajo esa estrategia indudablemente no se abrían generado las cooperativas. Es decir, el tipo descrito, es funcional al desarrollo y aumento del cooperativismo, pero nunca a su génesis, para la cuál han tenido importancia otro tipo de estrategia en la cuál se desarrollan valores y principios propios al Movimiento. De hecho, otros tipos está presentes en el cooperativismo y deben ser tenidos en cuenta puesto que son los que orientan las decisiones y el comportamiento de las unidades económicas.

Principales Resultados de Investigación

    Como venimos sosteniendo en estas páginas, el fenómeno cooperativo es muy extenso y más allá de sus características en común, presenta algunas diferencias dependiendo de varios factores, entre ellos, uno de mucha importancia cuál es el motivo que llevó a fundar una cooperativa. En ese sentido, estando en deuda con una investigación que lo confirme, creo que las cooperativas fundadas por hombres y mujeres con una visión determinada, plagada de valores comunitarios, comprende con mayor fuerza algunas de las características desarrolladas en el marco teórico a la hora de definir y conceptualizar la economía solidaria. Sin embargo, esta investigación no se hará cargo del relevamiento de esas cooperativas, sino de aquellas que son fundadas como única alternativa para asegurar algunas fuentes de trabajo antes dependientes de una empresa tradicional. La hipótesis de la investigación

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es que también encontraremos elementos integradores, componentes de una nueva forma de hacer economía, que permite satisfacer varias necesidades humanas a la vez, en concreto, las más primarias, conservando las fuentes de empleo, y otras dependientes del eje espiritual y comunitario, como la satisfacción de tomar participación de un proyecto, trabajar en conjunto, en un ambiente agradable, etc.     Para contrastar estas hipótesis con la realidad, escogimos cuatro cooperativas de producción que fueron fundadas en los últimos años, como consecuencia de la crisis en el sector tradicional de intercambios (o sector capitalista). Se mantuvieron varias sesiones de trabajo con estas cooperativas y se aplicó un cuestionario de encuesta a todos los trabajadores, a los efectos de medir algunas variables estimadas de importancia.     Para comprender el marco en el que actúan estas cooperativas, el trabajo de investigación también contó con una actualización del directorio de cooperativas de producción a los efectos de saber a ciencia cierta la cantidad de las mismas y sus características más relevantes.     En tal sentido, y como fue adelantado en el capítulo anterior, fueron relevadas en Montevideo y Canelones 115 cooperativas, la mitad de las cuáles son de taxistas. En total son alrededor de 4.000 los socios que trabajan en ese cooperativas: más de la mitad se ocupan en el transporte colectivo. A esa cantidad habría que sumar el número de asalariados que emplean las cooperativas.     El trabajo de actualización del padrón no comprendió el resto del interior del país, pero a juzgar por la experiencia de Montevideo, se puede manejar grosso modo que en el interior del país (excepto Canelones) habría otras 68 cooperativas de producción, lo que arrojaría un número total de aproximadamente 182 cooperativas de producción funcionando en todo el país.    Aquí cabe hacer una aclaración. Teniendo en cuenta estos números y los arrojados por el Censo del 89, ¿se podrá concluir en una pérdida de incidencia del cooperativismo de producción en los últimos años?. En tal sentido creo que la respuesta al menos no debe ser afirmativa. Como habíamos señalado antes, el Censo del 89 contempló como cooperativas de producción algunas que en realidad son cooperativas de productores, a la vez que incluía en la cuantificación a cooperativas inactivas al momento del Censo. Por el contrario, en nuestro relevamiento sólo figuran cooperativas de producción, entendidas éstas en su sentido más general y conocido, como aquellas donde los socios son -al menos en una proporción importante- los trabajadores de la empresa cooperativa(39) . Por ello, creemos, los números del 89 con los del 96, no pueden brindar un margen de comparación de sustancial confiabilidad.    En cuanto al origen, el censo de 1989 señalaba que el 15% había nacido luego de la crisis de las empresas madres. Como se podrá observar en el Anexo, de acuerdo a nuestras estimaciones, existirían en Montevideo y Canelones unas 15 cooperativas que nacieron a partir de la crisis de sus empresas madres. Exceptuando el caso de las cooperativas de taxis, esa cifra ascendería al 26% de las cooperativas de producción.

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Análisis de casos:

Caso 1. Barraca Cooperativa Sergio Zeballos. Nombre de la empresa: Barraca Cooperativa Sergio Zeballos Dirección: Francisco Simon 2232Tel: 47 47 47 Rama de Actividad: Barraca de materiales de construcción. Número de integrantes: 27Año de fundación: 1993     La Barraca Sergio Zeballos para 1992 era la más grande del país. Su presupuesto publicitario era enorme, al punto que su nombre era conocido y reconocido por todos. Para entonces solía facturar más de un millón de dólares mensualmente. El crecimiento venía siendo del 100% anual, y la plantilla de trabajadores superaba las 130 personas. Ante ese panorama ¿qué fue lo que sucedió para que diera quiebra?. Aparentemente el caos administrativo, la mala performance gerencial, el hincapié en las ventas desatendiendo los otros sectores, aparecen como las explicaciones más de fondo. La huelga de la construcción de Junio de 1993, fue la gota que desbordó el vaso de agua. La empresa perdía más de 70 mil dólares mensualmente. La situación para el momento del crack era la de una empresa con un dueño paternalista, con 130 empleados muy bien pagos, trabajando en una gran empresa sin controles y sin gerenciamiento. La profesionalización no existía. A manera de ejemplo y para explicitar ese mal funcionamiento valen dos botones de muestra: la empresa no era socia del Clearing cuando el 70% de las ventas eran a crédito; y no se estimaban costos de producción sino que se cobraba "a ojo".    En medio de la crisis que llegaba a su climax con la huelga de la construcción que deprimía la demanda de productos de Barracas, y cuando empezaban a rebotar los primeros cheques de la empresa, los trabajadores deciden empezar a moverse para buscar alguna solución. Ante el eminente cierre, los trabajadores le solicitan al dueño, Sr. Zeballos, un acuerdo por el cuál éste pagara a los trabajadores sus deudas con bienes de la empresa a los efectos de que éstos pudieran continuar con la producción. El momento histórico coincidía con el de otras empresas que pasaban por la misma situación y para la cuál empezaban a asomarse soluciones de tipo cooperativo, siendo los casos más notorios el de Phuasa, Torino y La Aurora. El mecanismo activado por los trabajadores una vez asesorados técnicamente consistió en que los 110 trabajadores entonces de la empresa, cedieran sus créditos laborales a la cooperativa. Por su lado, la empresa pagó con una serie de activos y pasivos que fueron equivalentes al crédito laboral. El conjunto de bienes y deudas, obviamente, debían tener una cierta unidad económica que permitiera continuar con la actividad productiva y comercial.     Entre los trabajadores, por su lado, se desarrolló un convenio por el cuál los que quisieran trabajar cooperativamente lo podían hacer y quienes no quisieran pactaran cobrar en cuotas la totalidad de sus créditos laborales con los primeros. Esa era la única salida habida cuenta del retraso judicial para liquidar los créditos en este tipo de casos. Esta última posibilidad fue elegida por 40 trabajadores, los empleados fundamentalmente en las sucursales. De esta forma, la cooperativa empezó a funcionar casi

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enseguida, con 70 trabajadores, en un momento particularmente difícil, pues a los problemas del traspaso administrativo y comercial, y al caos interno de la empresa, había que sumar una huelga de la construcción que se alargaría dos meses más a partir de la reapertura. En esos dos meses los cooperativistas trabajaron sin cobrar sueldos. Obviamente pocos pudieron soportar eso, y el año 93 culminó con 40 socios. A partir de allí la cifra siguió descendiendo hasta llegar a los 27 socios actuales más 9 trabajadores asalariados. Sólo con mucha tenacidad, la cooperativa logró avanzar en ese árido panorama, pagando deudas, y haciendo frente a múltiples problemas y desafíos.     La austeridad fue absoluta. La gerencia (elegida en elecciones de socios) se capacitó al igual que el resto de la empresa, y se modernizaron las relaciones comerciales y de atención al cliente. Ello permitió un cierto despegue: "Este período significó un enorme esfuerzo que nos llevó a conquistar la confianza del conjunto de proveedores, del circuito bancario, consolidar una importante clientela, y estar hoy en una situación similar a muchas otras empresas, luego de haber acarreado esa doble cruz comercial de provenir de una empresa quebrada y ser cooperativa con todas las desconfianzas que ello genera" (40). Caso 2: Librería Cooperativa del Cordón.Nombre de la empresa: Librería Cooperativa del Cordón Dirección: Tristán Narvaja 1278 Tel: 41 56 54 Rama de Actividad: Librería.Número de integrantes: 13. Año de fundación: 1994.

    La librería Ruben de la calle Tristán Narvaja, que en su momento llegó a tener 200 empleados, es largamente conocida por todo el público Montevideano, ya que catapultó el servicios de compra-venta de libros y revistas usadas. La misma tiene su origen en el año 1965, fundada por el Sr. Ruben, que como se comprenderá centró en su persona no solo el nombre de la librería sino además la mayoría de las funciones. Al igual que en el caso anterior, ello derivó en una falta de profesionalismo muy importante al punto que la empresa nunca tuvo contadores y no habían otros profesionales en la planilla. El fuerte personalismo del dueño se plasmó en varios hechos que fueron pautando la historia de la librería, uno de los cuáles fue la no afiliación a la Cámara del Libro.

    Las buenas ventas de la librería fueron tapando esas lagunas empresariales. Sin embargo, como era de esperar, en momentos de crisis se empieza a hacer agua por varios lados. Un hito en la misma es el cambio de textos escolares del año 77. Los efectos de la tablita terminan por dejar en evidencia los descontroles absolutos de la librería: "no se sabía ni cuánto dinero entraba ni cuánto salía de la caja". Los funcionarios empiezan a preocuparse de este estilo de liderazgo, y para el año 88 la empresa pasa a manos de los familiares de Ruben, quienes se percataron de las grandes deudas de la empresa con los distribuidores, el Estado, el BPS, etc. Los cambios sin embargo no generan un mejor estilo de dirección, y luego de varias hechos notorios que fueron pautando la dinámica de la empresa, se llega al año 1993, en el cuál, dada la alta

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deuda de la librería, los trabajadores empiezan a preguntarse si no sería posible autogestionarla en forma de cooperativa. Para entonces la empresa no admite esa posibilidad. Sin embargo las deudas y los problemas no hacen más que crecer. El punto culmimante de la historia es en Noviembre de 1994, cuando luego de otra crisis de dirección, que roza lo ilícito, la empresa decide cerrar iniciándose así las gestiones para conformar la cooperativa. Es así que para Febrero de 1995 se otorga la personería jurídica y se constituye formalmente la cooperativa con 13 socios. Para Junio del mismo año ya se habían pagado todas las deudas de la empresa. Para ello los cooperativistas decidieron no cobrar el salario vacacional y trabajar los Domingos por el mismo salario a los efectos de lograr ese objetivo. Como se aprecia, el ausentismo de los sucesivos dueños, y los problemas de administración hicieron que el personal desde mucho antes de constituirse en cooperativa ya manejara por su cuenta los hilos de la empresa, lo que permitió su supervivencia en medio del caos directivo. De esta forma la cooperativa viene a depositar en manos de quienes hicieron posible la librería en los últimos años, la propiedad y control que haría posible su supervivencia tras varios años.

Caso 3: Cooperativa Radio Taxi del Cerro (41).Nombre de la empresa: Cooperativa Radio Taxi del Cerro (COOPCE) Dirección: Grecia 4140 Tel: 31 10 30 Rama de Actividad: Radio Taxi. Número de integrantes: 12. Año de fundación: 1994.     Esta cooperativa empieza a conformarse a principios de 1994, luego que Radio Taxi Cerro SRL. se desfinancia y funde. En ese momento quedaban cinco operarias sin trabajo, razón por la cuál, junto al sindicato de taxistas, analizan la posibilidad de constituir una cooperativa a la que se unirían otras operarias de otras empresas de Radio Taxis.     La SRL tenía en el momento del cierre sólo 20 unidades, lo que la hacía inviable económicamente. Ello, unido a problemas de comercialización derivó en el cierre de la empresa.     Es así que en Abril de 1994, las cinco operarias en conjunto con otras siete, constituyen la cooperativa.     Para su constitución las trabajadoras debieron pasar etapas muy duras, ya que se constituía la empresa sin capital y con grandes deudas que fueron totalmente canceladas a los dos años de funcionamiento. Al comienzo, por ejemplo, debieron pasar diez meses sin cobrar sueldos, lo que sólo fue posible por el apoyo de las familias y los deseos de iniciar esta actividad económica que como se demostró, tenía futuro en cuanto posibilidades de desarrollo económico.     El éxito de la cooperativa se corrobora con el pasaje de 20 taxis en el 94 a 260 en el momento de realizarse la entrevista. La mayoría de esos taxis son de cooperativistas, hecho que demuestra las potencialidades que

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tiene el movimiento cooperativa al integrarse en redes de trabajo y comercialización solidaria.    La empresa ha tenido una política de servicio de atención al cliente muy clara que les ha servido para ganar adeptos. Es el caso de bajar la bandera del taxi en la puerta del cliente, ofrecer algunos servicios gratuitos, etc.     En 1996, la cooperativa recibe el premio Hard Producciones al mérito empresarial. Caso 4: Cooperativa UCAR . (42)Nombre de la empresa: Cooperativa Unidad Cardiorespiratoria Emergencia Movil. Dirección: Av. 8 de Octubre 2481 Teléfono: 47 47 24 Rama de Actividad: Salud Número de socios: 200 Año de fundación: 1987.     El 1o. de Marzo de 1984 es fundada por un grupo de médicos y contadores la sociedad anónima UCAR. El proyecto original consistía en invertir grandes sumas de dinero en un servicio de emergencia móvil que sería costeado fundamentalmente por un convenio con Anda que le reportaría a la empresa unos 60.000 socios en forma compulsiva. Sin embargo eso no llegó nunca a concretarse, y los cuantiosos gastos en infraestructura y capital empezaron a ser difíciles de sustentar.    Por su lado, los primeros meses de trabajo fueron, de acuerdo a lo señalado en entrevistas, cordiales en el ámbito de las relaciones jerárquicas.     Durante la existencia de la S.A. los funcionarios fundan el sindicato Afucar, que se lanzaría en conjunto con la FUS, a ocupar los lugares de trabajo durante varios días.     A pesar de ello, las relaciones no se rompen, y una vez constatado que las cuantiosas pérdidas serían difíciles de absorver, los dueños proponen:     a) al personal hacerse cargo del servicio,    b) vender toda la infraestructura y pagar las deudas contraídas con el personal en materia de despidos, licencias, etc., así como también pagar las multas por incumplimiento en concepto de daños y perjuicios de los contratos comerciales y arrendamientos.     Esto último no resultaba viable ya que la escasa infraestructura no lograría cubrir tantas deudas. Sin embargo, luego de varias negociaciones, los empleados deciden asumir la gestión de la empresa, comenzando la etapa cooperativa en medio de una gran crisis económica.     En primer lugar se elige la forma de SRL, donde participan en la dirección delegados de los trabajadores y directivos de la ex S.A., y en 1987 obtienen la personería jurídica y se constituyen en cooperativa. En ese momento, algunos médicos que formaron parte del proyecto original se retiraron. Sin embargo algunos ex-directivos continuaron en le directiva lo que resultó enriquecedor para todos los socios.     La primer etapa fue dura ya que tuvieron que trabajar con deudas y déficit, debiendo renunciar, como sucedió en los otros casos, a parte de los ingresos para salir del mal momento.    Con el paso de los años, esta cooperativa con más de 200 socios trabajadores, logró consolidarse y hoy se encuentra trabajando en buena forma a pesar de ciertos sacrificios en los ingresos, y contando con los

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mismos niveles de calidad que su competencia, a pesar de ser un rubro difícil de manejar.    Los casos analizados nos arrojan interesantes datos sobre la vivencia de la economía solidaria. Los mismos serán analizados primeramente en forma individualizada para acabar con un panorama global de las cooperativas seleccionadas.

1.- Barraca Cooperativa Zeballos.

    ¿La solidaridad se ha hecho presente de forma más intensiva en la cooperativa con relación a la empresa anterior?.

    En esta cooperativa el resultado de las entrevistas marca la existencia de grados de solidaridad mayores a los vividos en la empresa anterior, que sin embargo no llegan al punto deseable por los miembros. La Cooperativa Zeballos a diferencia de otras, presenta algunas características específicas que dificulta la puesta en marcha de un sistema plenamente solidario: tamaño, secciones diversas, distintos orígenes sociales, diversos grados de educación, etc.

    A pesar de ello, "en términos generales la solidaridad ha avanzado muchísimo. En la época de la SRL aquí se trabajaba en chacras, cada uno tenía su trabajo, trataba de cumplirlo y lo que salía fuera de ese entorno ya no le importaba. Inclusive el patrón buscaba la 'pica' entre los empleados...".

    Uno de los hitos que marcó un espíritu de grupo en la Cooperativa fue el día en que se iba a realizar el embargo de la empresa: "nos organizamos en diez minutos, y todo el mundo estaba haciendo algo: llamando a la prensa, cruzando los camiones en la calle para que no puedan pasar los embargadores, movilizándonos porque el objetivo era clarísimo: no nos podían cerrar". A partir de entonces empieza a forjarse ese espíritu de unidad que le da cimientos a la cooperativa. No obstante ello, los cooperativistas son conscientes que con el pasar del tiempo los problemas empiezan a asomar y la solidaridad no se muestra lo fuerte que todos desean: "hay algunos que se van cerrando en sus `cuevitas` de confort".

    ¿Se satisfacen en el trabajo cooperativo diversas necesidades?.

    En este caso, los entrevistados eran conscientes de la existencia de varias dimensiones de las necesidades, pero a la vez, asumían que el trabajo en la cooperativa no generaba mayores satisfacciones si no se cumplía con la básica: recibir un salario que permitiera vivir. "Desde ese aspecto yo creo que el cooperativismo ayuda a satisfacer varias necesidades más allá de la material, pero depende de como lo entienda cada uno. Y muchas cosas como los principios y valores del cooperativismo se desvirtúan si no contemplamos las necesidades materiales de las personas".

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    ¿Se persiguen una pluralidad de objetivos o son básicamente económicos?.

    Para esta cooperativa, los objetivos en una primer etapa son básicamente económicos, lo que es explicable dada la situación en la que se encuentra luego de una quiebra tan importante de la empresa madre. "Los otros objetivos más allá de los económicos todavía no están claros".

    ¿Hay antagonismos de intereses entre los miembros?.

    La cooperativa presenta diferencias en cuanto nivel de ingresos, las que han sido comprendidas por la gran mayoría de los miembros, luego de discutir acerca de los conceptos de productividad y remuneración. La discusión en conjunto, unido a la capacitación de todos los miembros, derivó en que no existieran los antagonismos a pesar de las diferencias.

    ¿Cuál es la relación de los factores?.

    La Cooperativa vivió a principios una situación en la que existían más trabajadores de los estrictamente necesarios. A diferencia de una empresa privada "donde el patrón puede echar", se continuó con esa dotación de personal. La solución vino por el lado de un compromiso mayor de los trabajadores con la producción.

    ¿Prima el carácter integrativo o los intereses individuales?

    En la entrevista hubo unanimidad en cuanto a que "la empresa es más integrada que antes, pero no lo suficiente para lo que realmente la empresa necesita".

    El factor C.

    La existencia del factor C fue corroborada en este caso: "Creo que está operando y positivamente. No estoy seguro que todos tengan claro que es un factor de producción, pero creo que existe, y que opera más ahora que años antes, pero habría que ponerlo arriba de la mesa como un factor más e incentivarlo".

    "Yo creo que existe más factor C que antes, o sea más compañerismo, cooperación y corazón. Pero creo que falta corazón, el corazón cooperativo, de compañerismo. No todos tenemos dentro de uno esa palabra, pero yo la agregaría. Tenemos más que antes pero no es suficiente".

2.- Librería Cooperativa del Cordón.

    ¿La solidaridad se ha hecho presente de forma más intensiva en la cooperativa con relación a la empresa anterior?.

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    La percepción de los entrevistados en esta Cooperativa muestra grados crecientes de solidaridad en el marco de la empresa cooperativa: "La anterior patronal había concentrado en una sola persona todo el poder. Como no lo relegaba en nadie, pasó a ser casi imprescindible. De ahí que en la relación obrero-patronal, y entre los compañeros, existieran siempre resquemores. Es decir, en nuestra tarea diaria, siempre estábamos agitados por algo...Lo que vemos en esta segunda etapa es que, si bien la convivencia siempre es difícil, porque venimos incluso con mañas de nuestra propia formación, hemos aprendido de la experiencia restableciendo otra actitud; hay otra alegría de trabajo. En este momento en que nosotros somos los dueños de nuestro propio trabajo y de nuestro propio futuro, podemos decir que trabajamos contentos".

    ¿Se satisfacen en el trabajo cooperativo diversas necesidades?.

    En este caso, surge de las entrevistas una mayor vivencia de la satisfacción de múltiples necesidades con el trabajo cooperativo: "Indudablemente la estamos viviendo. No solamente los ingresos son iguales a los de antes, con la diferencia que ahora se pagan regularmente, sino que también las decisiones que tomamos en conjunto nos dan satisfacciones a todos".

    "Tampoco se da aquello de cumplir un horario y un régimen para recibir luego un salario. Creo que pasa también por el hecho de estar conviviendo mejor. Hay mucha libertad: si alguien quiere escuchar radio lo hace, si hay ganas de hablar o comentar algo, sobre un libro o sobre fútbol, se habla; se pasa bien".

    ¿Se persiguen una pluralidad de objetivos o son básicamente económicos?.

    En la misma línea con lo anterior, los socios persiguen en su trabajo varios objetivos entre los que se encuentran el económico: "Creo que en el fondo de cada uno de nosotros está el crecimiento espiritual. Es decir, que más allá de tener la alegría de llevar mes a mes nuestro sueldo, está la alegría de ver que estamos haciendo algo bueno, que estamos cumpliendo un bien social".

    Además del objetivo económico "que es lo más importante", surgen también como objetivos, el trabajo con alegría, el crecimiento espiritual, o el tomar decisiones en conjunto: "compartimos las decisiones y eso es bueno: decidimos entre todos si hay que comprar algo, si hay plata, etc. Siempre se hace todo entre todos".

    ¿Hay antagonismos de intereses entre los miembros?.

    Los antagonismos se perdieron al no existir más un dueño por un lado, y asalariados por otro. Ello no quita, según los entrevistados, que se pierdan los intereses de la cooperativa en sí misma, "pues si nos aumentamos los sueldos en forma indiscriminada, terminamos como

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muchas cooperativas ¿verdad?. El riesgo ese lo tenemos bastante controlado". Los antagonismos se perdieron al no existir más un dueño por un lado, y asalariados por otro. Ello no quita, según los entrevistados, que se pierdan los intereses de la cooperativa en sí misma, "pues si nos aumentamos los sueldos en forma indiscriminada, terminamos como muchas cooperativas ¿verdad?. El riesgo ese lo tenemos bastante controlado".

    ¿Cuál es la relación de los factores?.

    La relación de factores siempre ha sido la adecuada. La anécdota es que el viejo dueño afirmaba que la empresa no caminaba por la cantidad de empleados, a lo que éstos contestaban que en realidad lo que no funcionaba era la administración del negocio.

    ¿Prima el carácter integrativo o los intereses individuales?

    La cooperativa tiene un carácter integrativo según los entrevistados, aunque falta mucho recorrido para llegar a los niveles óptimos: "Los momentos difíciles que hemos vivido han ido fomentando un espíritu integrativo entre nosotros, aunque no todo lo que quisiéramos. Estamos carente, por ejemplo, de una caja de auxilios. Ese es un vacío que todavía no hemos podido llenar".

    El factor C.

    Los entrevistados afirman la existencia de un factor al que llamamos C. "Yo estoy seguro de que existe. Por ejemplo, dada nuestra organización del trabajo, donde cada uno opera en una sección determinada, hay momentos en que uno no tiene trabajo y en vez de estar aburriéndose en su sección (como se hacía antes), ayuda en otra". "La diferencia con el sistema anterior es que antes el patrón no podía decirme nada porque yo trabajaba en mi sección y listo".

    "Ciertamente el factor C ha tenido mucha más importancia en la cooperativa que antes. Es decir, el sentirse respaldado por otro compañero, implica una mejoría. Una de las cosas contra la que luchábamos antes de nuestra etapa cooperativa fueron los 'compartimentos estancos'".

3.- Radio Taxi Cooperativo Cerro.

    ¿La solidaridad se ha hecho presente de forma más intensiva en la cooperativa con relación a la empresa anterior?.

    La respuesta es afirmativa entre las operarios de la Cooperativa. "Si una compañera se enferma tiene cubierto su salario sin ningún problema, se le ayuda con los medicamentos, porque sabemos que si uno está enfermo se

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complica todo mucho más. Antes eso era totalmente distinto, totalmente comercial. Sólo les importaba el rendimiento en el trabajo y no tomaban en cuenta otros aspectos del entorno del trabajador.

    ¿Se satisfacen en el trabajo cooperativo diversas necesidades?.

    Las trabajadores corroboran la satisfacción de múltiples necesidades. "Antes algunas ganábamos más del doble de lo que ganamos acá, pero igual así estamos muy contentas, aunque al principio pasamos mucha necesidad estamos muy bien. Es que ¿sabés cuál es el verdadero negocio?: saber que lo que estás haciendo es para vos".

    ¿Se persiguen una pluralidad de objetivos o son básicamente económicos?.

    Más allá de lo económico, en la cooperativa se trazaron objetivos personales, grupales, e incluso de servicio a la comunidad, intentando conocer al cliente para brindarle un mejor servicio y más barato.

    La Cooperativa está relacionada con cooperativas de taxímetros, por lo que uno de sus objetivos es la interrelación y servicio con los trabajadores agremiados de forma cooperativa. Esa pluralidad de objetivos, unido al anterior punto, esto es, la satisfacción de diversas necesidades, queda ejemplificada en la concepción del cooperativismo como una "forma de vida", que va más allá del lugar de trabajo, para inscribirse también en los vínculos con la familia y con otras cooperativas.

    ¿Hay antagonismos de intereses entre los miembros?.

    Definitivamente no hay antagonismos visibles entre los miembros.

    ¿Cuál es la relación de los factores?.

    La cantidad de socios es mayor a la que había de empleados, logrando por tanto ampliar las fuentes de trabajo.

    ¿Prima el carácter integrativo o los intereses individuales?

    Al igual que en las restantes entrevistas, se vislumbra una organización del trabajo básicamente integrativa, donde, no obstante sobreviven intereses individuales. La dificultad mayor para esta cooperativa, sin embargo no lo son tanto los intereses individuales de los socios, como el "sistema capitalista".

    El factor C.

    La entrevista con las socias corroboran la existencia del factor C: "Esos valores en la cooperativa se dan todos. Lo que sí te puedo contar es que quizá nos costó más al principio". La participación de las cooperativistas de taxis fue fundamental para la constitución de la cooperativa de radio

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Taxis. Ellos pudieron aportar recursos en base a la confianza depositada en el cooperativismo.

4. Cooperativa UCAR.

    ¿La solidaridad se ha hecho presente de forma más intensiva en la cooperativa con relación a la empresa anterior?.

    En este caso, el clima de trabajo de la empresa como S.A. no era malo. Las relaciones entre las jerarquías y los empleados estaban basadas en la confianza. El escaso tiempo en que funcionó como S.A., sin embargo, no permite sacar conclusiones gruesas.

    No obstante ello, la solidaridad desde el comienzo de la cooperativa se presentó de forma muy fuerte. Según se detalla en las entrevistyas mantenidas, en los primeros meses, sin la presencia de la solidaridad, difícilmente se hubieran cubierto las deudas y se hubiera salido de la crisis: "todos colaborábamos para que las cosas funcionen". "En las guardias no había horarios. Si un médico no podía ir, el otro se quedaba sin problemas". "Se ve claramente la solidaridad: son una constante las colectas, los apoyos...".

    ¿Se satisfacen en el trabajo cooperativo diversas necesidades?.

    Como es lógico, el motivo fundamental de constituir la cooperativa en estos casos es el de conservar la fuente de trabajo. Sin embargo, al hacer cooperación, otras necesidades se satisfacen como el trabajo en conjunto, la convivencia, la cooperación y el crecimiento personal y solidario: "cuando empecé a recibir clases de cooperativismo descubrí que era lo que yo siempre hacía y nunca lo había visto así. La cooperativa no era solo un trabajo sino una satisfacción e identificación personal y nunca lo había canalizado por ese lado". El cooperativismo le ayudó a crecer en otros aspectos de la vida.

    ¿Se persiguen una pluralidad de objetivos o son básicamente económicos?.

    Si sólo se persiguieran objetivos económicos en los sujetos no se explicaría que muchos de los socios continuaran en la cooperativa. "un médico de UCAR tiene el orgullo de ser de aquí, en cambio un médico de otro lugar quiere trabajar lo menos posible y ganar más...esa es la diferencia que parte del punto de vista filosófico".

    ¿Hay antagonismos de intereses entre los miembros?.

    Más allá de las diferencias normales entre los sujetos, algunas anécdotas reflejan la relación entre los objetivos comunes y los individuales. Las renuncias materiales y sacrificios de diversa índole,

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contribuyeron a mantener la empresa. "No queríamos ver terminada una empresa que era todo un sueño. Intentamos ver a través de la cooperativa si podía haber una continuidad y tratar de que no se rompiera lo que habíamos hecho con gusto".

    ¿Cuál es la relación de los factores?.

    UCAR es una de las cooperativas de producción más grandes del país. El tamaño sin duda dificulta la necesaria personalización que existe en el marco de la cooperación. Sin embargo, el tipo de tarea requiere de grandes cantidades de trabajadores

    Como se señalaba en materia de hipótesis, las empresas solidarias tienden a trabajar con niveles de empleo mayores a los que presenta una empresa privada. Ello queda comprobado en el hecho que, mientras la competencia despidió mucha gente en los últimos años, UCAR no ha enviado a un solo trabajador al seguro de paro.

    ¿Prima el carácter integrativo o los intereses individuales?

    Si bien en la S.A. no había problemas entre patronal y trabajadores, las decisiones la tomaban los primeros. El cooperativismo cambió esa lógica, y las decisiones se manejan entre todos en las asambleas. Ello provoca un igualdad entre los miembros, que sin embargo no supone desconocer los conflictos. la diferencia es que los intereses son los mismos entre socios. "La cooperativa ha mejorado mucho, se va asentando, va haciendo experiencia, mejora sus direcciones aunque la lucha interna y las críticas se siguen dando, eso siempre se da. Pero saben que no está el patrón, la mayoría sabe que el que está arriba es como vos. Aunque a veces te dicen cualquier cosa, en el fondo saben que no sos ningún patrón".

    El factor C. Los entrevistados destacan con fuerza la vigencia del factor C, que permitió revertir situaciones desventajosas con las que había nacido la empresa. El bien colectivo llevó a que "en el 85 renunciáramos en un 30% al magro sueldo. Lo hacíamos todos porque necesitábamos sacar un móvil más...en la cooperativa todo es de todos y no es de nadie". "Por eso el que entra a una cooperativa tiene que tener un concepto filosófico y de valores y principios muy distintos a los de otro lado, aunque trabaje en otro lado. En una cooperativa siempre hay que poner lo que se pone en todos lados y un poco más".

Análisis de la Encuesta

    La encuesta se realizó en las cuatro cooperativas seleccionadas. En todos los casos se encuestó a la totalidad de los socios presentes los días en que se realizó el trabajo de campo. La única exepción fue la cooperativa UCAR, donde se estableció extraer una muestra de los socios. Aún así, solo respondieron cuatro de ellos. De tal forma lo

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anterior, que la composición de los encuestados según cooperativa es la siguiente: Cuadro 1: Nro. de socios encuestados según cooperativa.Cooperativa Zeballos 21 Librería Coop. del Cordón 13Cooperativa Operadoras del Cerro 11 Cooperativa UCAR 4 Total 49 Fuente: DS/Udelar/1997.    De acuerdo al sexo, el 64% de los encuestados eran varones contra un 36% de mujeres.En cuanto al nivel educativo de los socios, la información es disponible en el cuadro 2. Primaria incompleta 4.0 Primaria Completa 10.2 Secundaria incompleta 14.3 Secundaria completa 20.4UTU incompleta 18.4UTU completa 2.0 Universidad incompleta 22.4 Universidad completa 8.2Fuente: DS/Udelar/1997.    En cuanto a las edades, decidimos hacer los cortes de acuerdo a la categoría juvenil (hasta 29 años de edad), adultos (30 a 59) y adultos mayores (60 años y más). De acuerdo a estos tres cortes, los resultados se exponen en el siguiente cuadro: Cuadro 3: Estratos etarios de los socios encuestados (n=49). En porcentajes. Hasta 29 años 18.4 Entre 30 y 59 años 77.6 60 años y más 4.1Fuente: DS/Udelar/1997.    Finalmente, a los efectos de entender las siguientes opiniones de los socios, se les consultó sobre su auto-percepción ideológica. Los resultados, en una escala del 1 al 10, siendo 1 de extrema derecha y 10 de extrema izquierda, se encuentran en el siguiente cuadro. Cuadro 4: Autopercepción ideológica de los socios (n=49). En porcentajes. Derecha (1 a 4) 2.0 Centro (5) 18.4 Izquierda moderada (6 a 8) 57.1 Extrema izquierda (9 y 10) 16.3 NS/NC 6.1Fuente: DS/Udelar/1997.

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    Vayamos ahora a los resultados de las preguntas de opinión. Una de las hipótesis del trabajo era que la forma de hacer economía de las empresas cooperativas se diferenciaba de las empresas organizadas por el capital. Un primer set de preguntas intentaban incursionar en estas líneas, preguntándoles a los socios sobre cómo vivenciaban las diferencias en diversas dimensiones del trabajo, de acuerdo a lo que habían vivido en la empresa anterior, y lo que estaba ocurriendo en la empresa cooperativa. Veamos entonces cómo aprecian los socios la evolución de algunas variables, tomando como referencia el trabajo en la empresa anterior del trabajo en la cooperativa. Cuadro 5: Evolución de la relación con los compañeros de trabajo (n=49). En porcentajes.

Ha mejorado 51.0

Es más o menos igual que antes 42.9 Ha empeorado 4.1 NS/NC 2.0 Fuente: DS/Udelar/1997.    Esta primer pregunta marca como hecho destacable que para la mayoría de los socios encuestados (51%), la relación con los compañeros de trabajo ha mejorado en la empresa cooperativa. tan sólo para un 4.1% esa relación había empeorado.     Cruzando las respuestas por las variables iniciales no encontramos mayores grados de asociación. De acuerdo a los coeficientes Tau-B y Tau-C de Kendall, la mayor asociación de esta respuesta se encuentra con el nivel educativo de los socios (0.16 de tau-B), esto es, una asociación debil aunque mayor que con el resto de las variables, donde a mayor nivel educativo, mejor opinión sobre la evolución en la relación con los compañeros de trabajo.     El análisis continuó con preguntas que pautaran la evolución de las formas de trabajo en otras áreas de destaque. En el cuadro No. 6, se exponen las respuestas en cuanto la evolución de los salarios. Cuadro 6: Evolución de los niveles salariales (n=49). En porcentajes. 

Ha mejorado 30.6

Es más o menos igual que antes 51.0 Ha empeorado 16.3 NS/NC 2.0 Fuente: DS/Udelar/1997.    En este caso podemos comprobar cómo las calificaciones sobre los niveles salariales varían considerablemente en comparación con el anterior punto. Sólo un 30.6% estimó que los niveles salariales habían mejorado en comparación con la empresa anterior. La mayoría (51%) prefiere señalar que no hubo ni mejora ni empeoramiento de la situación, y un 16.3% estima que los salarios han empeorado.     Sin duda el de la retribución económica a los socios en este tipo de cooperativas que nace de la quiebra de las empresas madres, es uno de

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los problemas principales que deben enfrentar para obtener un creciemiento sin conflictos. Como veremos más adelante al señalar las conclusiones de la investigación, el problema económico y financiero de estas cooperativas no se encuentra solucionado, y hasta que ello no ocurra, las retribuciones a los socios seguirán siendo bajas.     Otra de las dimensiones que queríamos medir, era la de las ganas de realizar el trabajo. Cuadro 7: Evolución de las ganas con las que realiza el trabajo. (n=49). En porcentajes.

Lo hace con más ganas 77.6

Más o menos como antes 16.3 Lo hace con menos ganas 2.0 NS/NC 4.0 Fuente: DS/Udelar/1997.    Surge de la lectura del cuadro, la altísima proporción de socios que contestaron que el trabajo lo realizaban con más ganas en su cooperativa, que en la empresa tradicional. Esta es sin duda una de las características plenas del trabajo cooperativio, y una de las razones para potenciarlo. En momentos en que el trabajo se trsnsforma para millones de personas en una carga, las lecciones de cooperativismo nos muestran una salida posible, con un contenido muy importante de humanismo hecho carne en su propia lógica interna.     En cuarto lugar, nos interesaba saber como había evolucionado el apoyo de los compañeros de trabajo.Cuadro 8: Evolución del apoyo recibido por los compañeros de trabajo (n=49). En porcentajes. El apoyo es mayor que antes 38.8 Es más o menos igual 49.0 Es menor que antes 10.2NS/NC 2.0Fuente: DS/Udelar/1997.    Aquí las cifras muestran que para un 49% no hubo mayores avances en la materia, en tanto sí lo hubo para un 38.8%. Por último, para un 10.2% el apoyo es menor que cuando se trabajaba en empresas tradicionales.     Uno de los aspectos centrales de la investigación, era encontrar evidencia de formas de hacer economía basadas en la solidaridad. Por ello, es que se les consultó a los socios sobre si la solidaridad se hacía presente de forma más intensiva en el trabajo cooperativo con respecto a la empresa anterior. Cuadro 9: Evolución de la solidaridad en el lugar de trabajo. (n=49). En porcentajes.Solidaridad es mayor que antes 40.8 Es más o menos igual 49.0 Es menor que antes 4.1 NS/NC 6.1

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Fuente: DS/Udelar/1997.    Las respuestas fueron relativamente positivas: sólo un 4,1% contestó que la solidaridad es menor a la que existía con anterioridad. La mitad de los encuestados opinó que no había mayores cambios, y un 40.8% cree que hay más solidaridad en la cooperativa. Al igual que en anteriores dimensiones, la condición que más se asocia a estas respuestas, es el nivel educativo de los socios; en este caso, a mayor nivel educativo, opinión más favorable sobre la evolución de la solidaridad.    Con estas dimensiones del clima de trabajo se perseguía obtener la opinión de los socios acerca de la evolución que había tenido la empresa desde su origen en manos privadas, hasta su constitución en cooperativa. En tal sentido, como se puede observar, en general se aprecia una evolución favorable. Las dimensiones con mayor evolución favorable fueron las ganas con las que se realiza el trabajo y la relación con los compañeros. Otras dimensiones, como la solidaridad en el lugar de trabajo, y el apoyo de los compañeros, se mantienen en más o menos los mismos niveles que antes, aunque con un grupo importante de socios que estiman positiva su evolución. Por su lado, la dimensión con menos evolución favorable, fue la de los ingresos salariales. En este plano se aprecia que no hubo un mejoramiento para cerca del 70% de los entrevistados.    Siguiendo con la misma lógica de las anteriores preguntas, en la encuesta se le consultó a los socios sobre si se sentían más valorados que antes trabajando en la cooperativa, las respuestas fueron mayoritariamente positivas.Cuadro 10: Opinión sobre si se siente más valorado que antes trabajando en la cooperativa (n=49). En porcentajes.

Si 55.1

No 38.8

NS/NC 6.1

Fuente: DS/Udelar/1997.     Otra de las intenciones de la encuesta, era relevar las condiciones de trabajo en la que operaban los socios. Para ello, se les consultó en torno a las siguientes variables: valoración del trabajo realizado, monotonía, iniciativa, control, apoyo, reconocimiento, compañerismo, remuneración, y solidaridad. Todas éstas son expuestas en los siguientes cuadros. Cuadro 11: Opinión sobre si su trabajo es valorado y estimado (n=49). En porcentajes.  trabajo siempre es valorado y estimado 14.9A veces es valorado y estimado 61.7Nunca es valorado y estimado 23.4 Fuente: DS/Udelar/1997.Cuadro 12: Opinión sobre si su trabajo es monótono (n=49). En porcentajes.trabajo nunca es monótono 48.9 A veces es monótono 44.7

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Siempre es monótono 6.4 Fuente: DS/Udelar/1997.Cuadro 14: Opinión sobre el control de su puesto de trabajo. (n=49) En porcentajes.

Puede tomar decisiones propias 40.8

A veces puede tomar decisiones propias 49.0 Nuca puede tomar decisiones propias 10.2Fuente: DS/Udelar/1997.Cuadro 14: Opinión sobre el control de su puesto de trabajo. (n=49) En porcentajes. No se siente vigilado en su trabajo 64.6 A veces se siente vigilado en su trabajo 25.0Nunca se siente vigilado 10.4 Fuente: DS/Udelar/1997.Cuadro 15: Opinión sobre el apoyo que recibe en su trabajo (n=49). En porcentajesSuperiores apoyan en situaciones problemáticas 77.3 No siempre apoyan 18.2 Nunca apoyan 4.5 Fuente: DS/Udelar/1997.Cuadro 16: Opinión sobre el reconocimiento a su capacidad (n=49): En porcentajes.Estima que le reconocen su capacidad 48.9 Solo a veces le reconocen su capacidad 40.4 Nunca le reconocen su capacidad 10.6 Fuente: DS/Udelar/1997Cuadro 17: Opinión sobre al ambiente de trabajo (n=49). En porcentajes. El ambiente con sus compañeros es bueno 62.5 El ambiente con sus compañeros es regular 37.5 El ambiente con sus compañeros es malo 0.0 Fuente: DS/Udelar/1997.Cuadro 18: Opinión sobre las remuneraciones (n=49). En porcentajes. Tiene una remuneración adecuada 26.5 "Por ahora no me quejo" de la remuneración 51.0 Su trabajo tiene una mala remuneración 22.4 Fuente: DS/Udelar/1997. Cuadro 19: Opinión sobre el grado de solidaridad en su trabajo (n=49). En porcentajes.la cooperativa se respira cierto aire solidario 41.7 La solidaridad no es mucho mayor al de otras empresas 57.1

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No existe solidaridad 0.0 Fuente: DS/Udelar/1997.Veamos detenidamente la información hasta aquí recabada. A continuación ordenaremos las variables de las condiciones del trabajo, en tres grupos: de positiva valoración, valoración media y negativa valoración. De positiva valoración: Monotonía, Control, Apoyo, Reconocimiento, y Ambiente de trabajo. De valoración media: Valoración del trabajo, Iniciativa, Remuneraciones, y Solidaridad. De negativa valoración: ninguna.    Lo anterior indica que hay una buena valoración de las condiciones de trabajo en las que se opera en la cooperativa. Se observa que la mayoría (relativa en algunos casos) de los socios estiman que su trabajo no es monótono, no perciben un control exacerbado, reciben apoyo, se sienten reconocidos, y disfrutan del ambiente de trabajo.     Las dimensiones en las que hay que seguir trabajando son valoración del trabajo, iniciativa, remuneraciones y solidaridad. Los porcentajes mayores de respuestas negativas se econtraron en la valoración del trabajo ("mi trabajo nunca es valorado y estimado", respuesta que llegó a representar el 23.4% de los casos), y en las remuneraciones, donde el 22.4% de los socios señalaron recibir una mala remuneración.     Otras preguntas insistían sobre el grado de valoración que los socios tenían sobre su trabajo cooperativo. En todas las respuestas se comprueba un alto grado de valoración del trabajo cooperativo por parte de los socios. Cuadro 20: Opinión sobre si ganando lo mismo que en la cooperativa, aceptara un trabajo en una empresa tradicional (n=49). En porcentajes. No se cambiaría 85.7 Se cambiaría 14.3

Fuente: DS/Udelar/1997.     Con esta pregunta se intentaba medir hasta que punto el socio está en una cooperativa solo como fuente de empleo, o valorando alguna otra ventaja que ofrece el sistema. A entender por las respuestas categóricas expuestas, somos de la idea, que más allá de los problemas que existen a nivel cooperativo, el socio aprecia algunas de las características de su trabajo. Si no fuera así no se explicarían cifras tan altas en la respuesta anterior.    Otra forma de medir el impacto de la experiencia cooperativa en los socios es consultándole sobre si recomendaría el sistema a un amigo. A juzgar por las respuestas del cuadro 21, podemos afirmar que hay una valoración positiva del trabajo cooperativo entre los socios encuestados. Cuadro 21: Opinión sobre si le recomendaría a un amigo ser cooperativista (n=49). En porcentajes.No 28.6NS/NC 2.0

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Fuente: DS/Udelar/1997.    Consultados sobre qué cosas rescataría del trabajo cooperativo desarrollado en cada una de las experiencias, las respuestas fueron:Cuadro 22: Factores relevantes del trabajo cooperativo, en orden según número de menciones. frecuencia hacer una empresa con nuestro esfuerzo 43 El cobrar en tiempo y forma 30 El tener una fuente de trabajo saneada 30 El ambiente de trabajo más integrativo 26El poder hacer lo que la mayoría decida 23 La mayor solidaridad entre todos 19 La mayor responsabilidad de los trabajadores 17 El compañerismo reinante 8 Fuente: DS/Udelar/1997.    La respuesta con mayor número de frecuencia hace mensión a una dinmensión del trabajo poco desarrollada por las empresas tradicionales, que sin embargo cobra real importancia entre las empresas alternativas: el hacer una empresa y un trabajo en base al esfuerzo de cada uno. Nos llama la atención que esa respuestas esté por encima de otras más comunes y que son fundamentales en la vida humana, como el salario cobrado en tiempo y forma, y el tener una fuente de trabajo saneada. En cuarto lugar figura el ambiente de trabajo más integrativo, otra dimensión que hace a la forma de hacer economía de este tipo de empresas, al igual que el resto de los factores enumerados.    Es evidente que el sistema cooperativo tiene muchas trabas, algunas que son propias a la lógica cooperativa, y otras que vienen del sistema, a lo que hay que sumar las trabas propias de las experiencias analñizadas, esto es, cooperativas que nacen de empresas fundidas. Es por ello que se les consultó a los socios sobre cuáles son las trabas que ofrece el sistema cooperativo. Las respuestas (de carácter abierto en esta ocasión) fueron agrupadas y expuestas en el siguiente cuadro. Cuadro 23: Principales trabas del trabajo cooperativo (n=49). En porcentajes.saber diferenciar socio de empleado 16.3 La falta de experiencia e información 14.3No haber logrado cambio de mentalidad 12.2 Los problemas económicos-financieros 10.2 La dirigencia y otros problemas internos 8.2 El creerse todos iguales cuando no es así 4.1El sistema capitalista 4.1 El Gobierno no apoya 4.1 No existen trabas 4.1 Fuente: DS/Udelar/1997.    Uno de los problemas más señalados por los socios fue el que mucha gente no sabía diferenciar los roles de socio con el de empleado. En las

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entrevistas mantenidas con algunos cooperativistas, se nos señaló ésto como un grave problema, en cuanto que algunos trabajadores no cumplían su trabajo y no aceptaban las reglas impuestas, escudándose en su rol como socio. Este creemos que es un problema más atinente a las cooperativas grandes donde debe operar cierta división del trabajo resistida por algunos. El tema éste está atado a las lógicas del poder que existen en las cooperativas, un tema bien interesante que es posible estudiar con suma atención en el marco de algunas teorías organizacionales que mucho han adelantado en la materia.     En segundo lugar se ubica la falta de experiencia y capacitación, un tema lógico para estas cooperativas dado su particular origen. Pero mientras la experiencia es una cosa que da el paso del tiempo, la capacitación es absorvible en un lapso de tiempo determinado y variable segun las dificultades del proceso de enseñanza; y por lo tanto es un factor que se puede neutralizar con políticas de capacitación como las llevadas adelante por las entidades gremiales (tipo FCPU) como de asistencia y apoyo (CCU, etc.).    En tercer lugar aparece el cambio de mentalidad, un tema recurrente entre los cooperativistas, lo que además es lógico, teniendo en cuenta la particularidad del origen de estas cooperativas, que debieron nacer de un día para el otro, y pensadas por cabezas que probablemente nunca hubieran imaginado la posibilidad de montar una cooperativa como forma de sustentar su trabajo. El pensar con "cabeza cooperativa" es pues, uno de los problemas justamente detectados por los socios.     En cuarto lugar aparecen los problemas económicos y financieros, que para muchos son el problema fundamental, pero para los socios no tanto como los anteriores. Creemos interpretar en tal sentido, que lo económico si bien es una traba, es menor comparándola con otras que hacen a la convivencia y a la habilidad y mentalidad con la que se encara el proyecto.    En otro orden de cosas, era de importancia relevar la opinión de los socios en cuanto a brindarnos explicaciones sobre porqué es posible el funcionamiento de una cooperativa que no podía funcionar en manos del capital. En tal sentido, las respuestas, como muestra el Cuadro 24, hicieron hincapié en señalar que una mejor administración era la causa de tal desarrollo.Cuadro 24: Razones por las que funciona la cooperativa (n=49). En porcentajes. Por una mejor administración 46.9 Por mayor sacrificio y/o auto explotación 6.1 otras respuestas (menos del 5%) 40.8Fuente: DS/Udelar/1997.    Quienes se inclinaron por la razón de una mejor organización, representaban a casi el 47% de los socios. Un 6.1%, por su lado, estimó que la razón fundamental es un mayor sacrificio que incluso puede ser leído como "auto-explotación" por parte de algún socio. Indudablemente el sacrificio y la auto-explotación son dos conceptos diferentes, y creo que ontológicamente contrapuestos. El sacrificio hace mensión a un gesto voluntarioso por parte del socio tendiente a obtener mayores logros

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en algún plano, en este caso, sanear a la empresa para hacerla viable. Otra cosa es la auto-explotación, lo que en realidad creo debiera ser motivo de un estudio particular. Realmente la pregunta que asalta ante este dato es ¿existe la auto-explotación por parte de un socio integrante de una cooperativa que es suya, o cabría asignar el término únicamente a empresas donde existe una división de jerarquías entre propietarios y trabajadores?. La pregunta es válida en el entendido que en una cooperativa las decisiones se toman entre todos los socios, quienes son a su vez beneficiarios de los frutos de esas decisiones(43) .     Ligado a lo anterior, se les consultó a los socios sobre los factores que a su entender fueron preponderantes para explicar el desarrollo que tuvo la cooperativa. Las preguntas en este caso fueron cerradas, y los resultados se exponen en el cuadro 25.Cuadro 25: Factores principales que explican el desarrollo de la cooperativa (n=49). En porcentajes. Primera mención Mejor organización interna 63.3 La cooperación de todos los socios 16.3 El ingreso de nuevos capitales 14.3 Mejor uso de los recursos 4.1 NS/NC 2.0Segunda mencióncooperación de todos los socios 34.7 Mejor uso de los recursos de la empresa 30.6 Mayores niveles de tecnología 8.2 Mejor organización interna 2.0 NS/NC 24.5 Tercera mención Mayores niveles de tecnología 24.5 Mejor uso de los recursos de la empresa 22.4 La cooperación de todos los socios 2.0NS/NC 51.0

Fuente: DS/Udelar/1997.

    A juzgar por las respuestas, varios son los factores que operaron en el desarrollo del cooperativismo. La respuesta "mejor organización interna" que recibió la mayor cantidad de adeptos en la primer mención, es un referente de lo que denominábamos "factor administración", cuya importancia es congruente con lo manejado en el Cuadro 24. La respuesta "cooperación entre todos los socios" que llega al segundo lugar en la primer mención, y al primer lugar     Por su lado factores como el "capital" y "tecnología", a diferencia de lo que ocurre en las empresas tradicionales, no fueron objeto de interés por

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los socios al enumerar los factores que habrían concurrido para el desarrollo cooperativo.     En cuanto a la hipótesis manejada en su oportunidad, de que el trabajo cooperativo satisface de forma más integral una serie de necesidades, a diferencia de lo que ocurre en otros tipos de trabajo, se interrogó a los socios, consultándoles si creían que en la cooperativa, más allá de satisfacer una necesidad material (empleo, salario , etc.), se satisfacían otro tipo de necesidades humanas como ser el trabajo en conjunto, la cooperación y la participación. Las respuestas son fundamentalmente positivas en cuanto a la integralidad de la satisfacción de necesidades:Cuadro 26: Opinión sobre si se satisfacen en la cooperativa necesidades que van más allá de lo material (n=49). En porcentajes.

Si 77.6No 16.3 NS/NC 6.1 Fuente: DS/Udelar/1997.    En efecto, tres de cada cuatro cooperativistas estima que en su trabajo se satisfacen varias necesidades. Sólo un 16.3% creyó satisfacer solo las necesidades primarias, lo que se traduce en que trabajan en la cooperativa solo por el salario que reciben    Este grupo de socios, coincide en buen grado con quienes respondieron estar dispuestos a cambiarse a una empresa tradicional. Obviamente se trata de trabajadores con menor adaptabilidad al sistema cooperativo, lo que se explica no tanto por razones de edad, sexo, u otras variables de ese tono, sino más bien por las experiencias en concreto desarrolladas en cada cooperativa. De tal forma ello, que en las cooperativas donde el proceso de cooperativización fue más grupal y solidario, los lazos de cooperación se mantienen, y los socios ya se perciben de buena gana como integrantes del sistema cooperativo. Por otro lado, en las experiencias de fundación cooperativa más traumáticas, y donde se generaron roces, algunos socios estarían dispuestos a abandonar una fomra de hacer economía que no se "hizo carne" en ellos. .

Síntesis y Conclusiones     En el marco de fortalecer una teoría del cooperativismo, decimos que es necesario pensar en las características comunes que presenta una empresa cooperativa que nos permita diferenciarla de las otras empresas existentes en un mercado determinado.     En tal sentido, creemos con Razeto que la definición que utiliza la ciencia económica tradicional de empresa, debe ser repensada para darle un sentido propio al fenómeno cooperativo.    La ciencia económica define la empresa o unidad económica como la organización básica del sistema económico que, mediante una determinada combinación de capital y trabajo, permite y garantiza a los titulares la unidad de gestión de un conjunto de actividades económicas de producción, adquisición, venta y consumo de bienes y servicios, con el

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fin de obtener de ello una ganancia(44) . Esta definición bastante amplia y abarcativa, sin embargo cae en la tentación clásica de la economía tradicional, olvidando la existencia de unidades económicas que no se comportan conforme los patrones de racionalidad capitalista. La trilogía "capital-empresario-ganancia", es tan sólo uno de los nexos posible en las actividades mercantiles.     A lo largo de éstas páginas hemos tratado de presentar la racionalidad y características de otra forma de hacer economía, que parte de un concepto distinto de unidad económica: el cooperativismo. Este, presenta un rasgo de particular importancia que mucho ha trabajado la sociología de las organizaciones dedicada al fenómeno: la cooperativa presenta una gama amplia de aspectos, a saber, económicos, culturales, sociales, etc. Sin embargo, fue nuestro deseo detenernos en la cooperativa como unidad económica, sin perder de vista, claro está, las otras dimensiones. En tal sentido, la cooperativa se entendió básicamente como una empresa, y al igual que el resto de las empresas no cooperativas, se organiza en procura de obtener beneficios. A partir de este dato, sin embargo, empiezan a articularse las diferencias con las empresas tradicionales.     Creemos que el cooperativismo es distinto a otras formas empresariales. En nuestra explicación de la teoría, señalábamos algunos criterios de diferenciación. Nos detendremos en dos ejes: la identidad de los sujetos organizadores, y las relaciones que liga a esos sujetos.     Bajo el primer criterio, entendimos pertinentes estudiar qué tipo de recursos se transformaban en categorías económicas organizadoras. En nuestro caso, las cooperativas de trabajo, el factor organizador es el Trabajo y el factor C. Como señala Razeto: "A la base de una empresa, como categoría organizadora puede estar cualquiera de los seis factores económicos que hemos identificado. Un tipo de empresa lo constituye la empresa de Trabajo (o de trabajadores), en la cual los sujetos que aportan el factor fuerza de trabajo contratan en el mercado o consiguen de algún otro modo los demás factores necesarios pagando por ellos con los ingresos de la empresa" . (45)    Ello nos lleva a confirmar que las cooperativas se distinguen sociológica y económicamente de las otras empresas, por estar constituidas y organizadas en base a las categorías del Trabajo y Factor C, lo que les da un carácter personalizado y solidario, consecuencia justamente de estar organizado por factores subjetivos. Y a diferencia de otras empresas (basadas en otras categorías), los beneficios y utilidades actúan a favor de las categorías Trabajo y Factor C.    A lo largo de estas páginas hemos podido analizar el funcionamiento de diferentes casos de cooperativismo donde efectivamente las categorías organizadoras no fueron el capital ni las finanzas. De hecho, estos fueron recursos que no se poseían ya que las cooperativas estudiadas fueron articuladas luego de la quiebra de la empresa madre y capitalista. ¿Cómo pudieron funcionar con ausencia de capitales?. Si a la base de la organización de la empresa se encuentran los aportes efectuados en dinero por cada socio (como ocurrió con alguna S.A. estudiada), esa empresa hubiera sido capitalista. Ante la falta de ello, y

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teniendo los trabajadores su factor fuerza de trabajo disponible, pusieron esa categoría a la base de la empresa. ¿Cómo se plasmó en los hechos esta organización basada en el Trabajo?. Los trabajadores contrataron los otros factores adelantando trabajo. En las cuatro cooperativas analizadas, los trabajadores debieron renunciar a parte de sus ingresos para contratar otros factores (comprar un móvil, pagar una deuda, pagar la cuota de un préstamo, etc.).     La lógica clásica de acumulación de capital K-M-K', es suplantada por la nueva fórmula T-M-T`. "Aquí la fuerza de trabajo se convierte en Trabajo (categoría) al invertirse en la empresa, y a través de un proceso productivo de mercancías y de su venta en el mercado (más ampliamente, a través de un proceso generador de valor económico), proporciona un ingreso neto adicional de dinero que da lugar a la reproducción ampliada del Trabajo"(46) .     No es sencillo imaginarse cómo el Trabajo puede contratar los otros factores, pues ello ha escapado a la visión clásica de la economía. Sin embargo basta observar el modo en que las categorías se encuentran en el mercado para explicar el asunto.     En el caso del dinero, éste se ofrece en el mercado en forma de crédito. Al contratar el crédito, los trabajadores en realidad están invirtiendo trabajo adelantado. Este se expresa en cobrar menos de lo que estaba estipulado, por un período determinado de tiempo, como ocurrió en todos los casos analizados. La contratación de los otros factores tiene la misma lógica.En los casos analizados hemos descubierto cómo, efectivamente, es el Trabajo la categoría a cargo de la empresa. Lo decía uno de los entrevistados en forma clara: "en una cooperativa el capital sale de las horas de trabajo de los trabajadores, pero repartido entre todos". Siguiendo con esa lógica, los beneficios de la empresa cooperativa, serán en definitiva, creación pecualiar de la categoría organizadora. Ya no se trata de ganacias del capital, sino del trabajo. Y como sucede siempre, los beneficios que se originan al realizar las cuentas, se distribuyen entre los organizadores de la actividad económica, en este caso los trabajadores. Tenemos por tanto, que la trilogía expuesta más arriba de las unidades empresariales (capital-empresario-ganancia), da lugar en el caso de las empresas cooperativas, a otra tríada compuesta por "Trabajo-empresarios/trabajadores-Ganancia" donde ésta asume características distinta a las empresas capitalistas, ya que los beneficios son distribuídos entre quienes invirtieron su trabajo. O dicho en otras palabras: las ganancias ya no irán a un factor objetivo y despersonalizado como el capital; sino a un factor poseído por un grupo de personas, lo que evidentemente le otorga caracteríticas distintas a la lógica capitalista. La investigación , sin embargo, lejos de caer en la tentación de describir el fenómeno cooperativista desde un punto de vista ideológico, ha descubierto ciertas inconsistencias en las fórmulas cooperativistas que debieran ser analizadas, además de problemas que a cierta altura pueden ser calificados como "estructurales" en el funcionamiento cooperativo.

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En ese sentido, si bien surge de la investigación, que numerosas empresas que no pueden funcionar bajo la tutela del capital lo pueden hacer organizadas por el trabajo, bien es cierto que los ingresos de los trabajadores todavía no han podido ser notoriamente mejores que los de las empresas tradicionales. Detengámonos un poco en este asunto. Si la empresa cooperativa operara con una función tecnológica equivalente (en dotación de factores) a la de otras empresas capitalistas del mismo rubro y similar tamaño y con una gestión adecuada, los ingresos netos medios de los trabajadores deberían ser más altos que los que estén obteniendo los trabajadores asalariados en las empresas capitalistas, ya que no existiría la remuneración extra al capital, y los ingresos netos totales serian repartidos entre los miembros del colectivo laboral .(47) Lo que muestra la investigación es que en tres de los cuatro casos, los socios no perciben mejores ingresos que los asalariados de empresas capitalistas del sector de actividad. ¿Qué es lo que opera para que la teoría deje el lugar a hechos incontrastables como el mencionado?. La explicación obedece a la remuneración extra de otros factores contratados por el Trabajo, que se originaron al haberse tomado la empresa en condiciones de precariedad y desfinanciamiento (costes de contratación de créditos, de pago de deudas, reposición extra de capital, etc.). Si ello no logra ser corregido en el corto plazo, creemos que estas experiencias no van a tener un crecimiento adecuado. ¿Y ésto porqué?. Más allá de las múltiples satisfacciones que promueve la actividad cooperativa, lo que fue confirmado en nuestra investigación, las necesidades básicas son fundamentales en toda persona humana. Como se puede observar en el Anexo al leer las explicaciones que daban los entrevistados de las cooperativas que no tuvieron posibilidades de éxito, se puede comprobar cómo más allá del deseo de cooperativizarse, si no existen beneficios económicos mínimos, la gente va deshaciéndose del proyecto. En un contexto de crisis o al menos de incertidumbre como las que operan en estas cooperativas analizadas, sería altamente inconveniente restar pagos a terceros factores para incrementar los ingresos del Trabajo. Ello conduciría aún más al deterioro de otro de los aspectos que el movimiento cooperativo tradicional todavía no ha podido superar de forma clara: el proceso de acumulación del capital, innovación tecnológica y crecimiento del tamaño de la empresa. Estos según Razeto, son los problemas más acusiantes del cooperativismo tradicional, por lo cuál propone nuevas fórmulas que serán luego analizadas. Si ello es así, las cooperativas corren el riesgo de ser gradualmente exluídas del mercado. "Los handicaps negativos de este tipo de empresas cooperativas pueden, sin embargo, ser mitigados y en ciertos casos anulados, si en ellas actúan eficazmente criterios más amplios que el simple cálculo de la maximización de los ingresos corrientes de los trabajadores. En efecto, numerosas son las cooperativas que desarrollan una política activa de ocupación de fuerza de trabajo, y en ellas opera una dimensión social y solidaria que mueve hacia la incorporación de nuevos miembros al movimiento cooperativo". Esta tendencia a pesar de los esfuerzos es escasamente desarrollada ya que la incorporación de socios puede provocar inflexibilidades en tiempos de baja actividad, lo

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que pone al cooperativismo en un brete: si necesita más factor trabajo, y no lo incorpora como socio, en definitiva puede estar "explotando" factor trabajo externo como sucede con las empresas organizadas en torno al capital, lo que anularía en parte nuestra hipótesis de entender el cooperativismo como integrante de un sector solidario de la economía. Para un desarrollo de estas cooperativas es necesario contar con mayores grados de inversión, lo que es uno de los problemas del cooperativismo. Si una cooperativa se limita a reponer sus equipos sin incremantar su eficiencia, es altamente probable que tengan vida corta, ya que las necesidades de los trabajadores van en aumento (dada la "creciente propensión al consumo", incluso de bienes espúreos, que promueve el mercado), por lo que la inversión es necesaria. Sin embargo, como señala el economista yugoslavo Jaroslav Vanek al denominar las "fuerzas de autoextinción", en las cooperativas hay una tendencia a "nunca invertir" y otra a"nunca emplear". En base al supuesto de irrecuperabilidad de los aportes, que opera en la mayoría de nuestras cooperativas, el colectivo de trabajadores se verá beneficiado por el retiro de socios, ya que el mismo permitirá el incremento de la relación capital/socio sin costo adicional para éstos últimos. Sin embargo, como se comprenderá, los socios tenderán a no retirarse, ya que no existirían mayores incentivos para ello, por lo cuál, lo que realmente sucedería es que esta tendencia se iría apreciando a largo plazo al no sustituir los socios que naturalmente abandonan la cooperativa. El citado autor yugoslavo llamó a esta tendencia, "efecto de nunca emplear". Paralelamente a ello, éste economista avizoró una segunda tendencia algo más compleja. Dado que entonces la productividad marginal del "capital" es menor al costo marginal para los socios, el colectivo decidirá vender el "capital" que esté en exceso, puesto que el dinero obtenido les resulta mas rentable en sus economías domésticas que en la cooperativa. De este modo, además de una reducción en el número de socios, se reduciría el "capital", lo que llevó a Vanek a plantear qu este tipo de empresas manifiesta un equilibrio "entrópico y decreciente" . (48)Más allá de eso, la propia lógica del cooperativismo tradicional, que parte de la irrecuperabilidad del capital por parte de los socios, lleva a que existan pocos incentivos para emprender mejoramientos tecnológicos mediante la adquisición de maquinarias y activos. Sí se observa una mayor propensión a priorizar la inversión en capacitación de recursos humanos, lo que en definitiva es razonable si entendemos que éste es un bien plenamente recuperable por parte de los trabajadores.Lo anterior llevó a Razeto a hablar de "una contradicción lógica interna, entre los objetivos que persiguen los socios (incremento individual de sus ingresos derivados del trabajo) y la forma de propiedad del patrimonio de la empresa (que es social) .(49)Este comportamiento fue señalado en las entrevistas como una de las dificultades que encontraban los directivos de las cooperativas ante algunos socios que proponían restar ingresos a la inversión, a los efectos de pagar mejor el Trabajo.La solución a este problema podría venir por la constitución de cooperativas donde el socio puede rescatar sus aportes, de acuerdo al

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total de su trabajo acumulado y actual que ha volcado a la empresa . De tal forma lo anterior, que ya el objetivo no será la maximización del capital (empresas capitalistas) ni de los ingresos netos del socio (cooperativismo tradicional), sino la valorización máxima del trabajo, que incluye las inversiones de los socios en trabajo acumulado (factores materiales y financieros, que implican costos monetarios) y en trabajo actual (factores humanos propios) . (51) NOTAS    (1) Me refiero a "relativa ausencia" en el sentido que el cooperativismo reúne en Uruguay a un conjunto muy importante de socios: 1 de cada 3,5 uruguayos pertenecen a algún tipo de cooperativas. Sin embargo, esa proporción es sustancialmente inferior al analizar el objeto de las investigaciones que refieren a entidades empresariales u organizacionales.     (2) Cfr. Terra, J. P.: "El Movimiento Cooperativo en el Uruguay", en "Cooperativismo y Sociedad" No. 4, Vol. 1, Montevideo, Universidad de la República y FCU, 1988.    (3)Quizá George Fauquet pueda convertirse en un antecedente más que preciso de Razeto, al adelantar en los años cuarenta, la idea del "sector cooperativo", el que se integraría por la identidad de intereses y objetivos comunes de las unidades y actividades no capitalistas, citando el caso de la economía familiar y de la economía aldeana y artesanal. Más adelante nos remitiremos a este singular e importante autor.     (4)Entre otras, también tiene relación con la corriente del "Desarrollo a Escala Humana" que inauguran Max Neef, Elizelde y Hoppenhaym en Chile, también en la década del ochenta.     (5)A manera de ejemplo, la Delegación Interministerial para la Economía Social (DIES), en 1991 rebautizada Delegación para la Innovación Social y la Economía Social (Francia), el Consejo Valón de Economía Social del Ejecutivo Regional Valón (Bélgica), etc.    (6)Cfr. "Panorama de la Industria Comunitaria", edición 1991-92.    (7)Cfr. Defourny, J.: "Orígenes, contextos y funciones de un tercer gran sector", en Revista Economía & Trabajo No. 3, Santiago, PET, 1994    (8)Cfr. Desroche, H.: "Mouvement coopèratif et economie sociale en Europe", Revue de l'economie sociale No. 2, París, 1987.    (9)Cfr. Defourny, J.: Ob. Cit, pág. 11.     (10)A este respecto Desroche prefiere ubicarlo en una cuarta escuela, y Defourny en la liberal.    (11)En el primer caso destaca Pierre Leroux (1833, Revue Encyclopédique) y en el segundo, las ideas de Robert Owen (What is Socialism?, 1841). Cfr. Touchard, J.: "Historia de las ideas políticas", Madrid, Tecnos, 1993, pág. 423.    (12)Cfr. Buber, M.: "Caminos de Utopía", México, FCE, 1987.    (13)Todos estos autores nacieron entre 1760 y 1809, lo que le da una cierta unidad histórica a sus elaboraciones. En este rico período histórico, otros autores no pertenecientes a lo que se conoce como "socialismo utópico", cobraron gran notoriedad por sus elaboraciones relacionadas al fenómeno cooperativista. Es el caso, entre otros, de Lamennais (1782-

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1854), uno de los más notorios fundadores del pensamiento social-cristiano del Siglo XIX.    (14)Cfr. Cole, G.: "Historia del pensamiento socialista", Tomo 1 "Los precursores", México, FCE, 1964.    (15)Cfr. Touchard, J.: Ob. Cit, pág. 436.     (17)Cfr. Buber, M.: Ob. Cit., pág. 86. .- Al respecto    (17) Cfr. Raymond, L.: "Cooperativas de Mano de Obra ¿en regresión o expansión?", Madrid, Col. Informes de la OIT, 1982.     (18)Cfr. Kaplan, A. y Drimer, B.: "Las Cooperativas. Fundamentos, historia, doctrina", Bs. As., Intercoop, 1973.    (19)Cfr. Terra, J.P.: "Militancia social, economía y desarrollo humano: el pensamiento vivo de Luis Joseph Lebret", en "Homenaje a Lebret, Theilard de Chardin y Mounier", Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1988.    (20)Cfr. Cayota, M.: "Siembra entre brumas", Montevideo, Cipfe, 1990.     (21)Las dos últimas corrientes, en relación al concepto del trabajo, están desarrolladas en Guerra, P.: "Gestión Participativa y Nuevas Relaciones Laborales en empresas uruguayas", Montevideo, FCU, 1996.    (22)Increíblemente la donación ha estado casi marginalizada del análisis económico convencional, a pesar de constituir una pieza fundamental en la economía de todos los tiempos. De hecho, los niños y jóvenes de las clases medias y altas suelen vivir hasta edades inusualmente altas en base a las donaciones provenientes de sus hogares (vivienda, alimentación, vestimenta, etc.). Sobre este fenómeno Cfr. Razeto, L.: "Las Donaciones y la Economía de la Solidaridad", santiago, Pet, 1994    (23)Como lo hace creer la economía convencional que consumimos a diario.    (24)También en español: Boulding, K., "La economía del amor y del temor. Una introducción a la economía de las donaciones", Madrid, Alianza Ed., 1976.    (25)Ver al respecto Guerra, P.: Ob. Cit.    (27)Todo factor es aportado concretamente por sujetos. Ej: el factor tecnológico aportado por los técnicos, el factor trabajo aportado por los trabajadores, el factor financiero aportado por el capitalista, etc.    (28)Cfr. Scott, W. y Mitchell, T.: "Sociología de la Organización", Bs. As., Ateneo, 1978, pág. 21    (29)Cfr. Scott, W. y Mitchell, T.: Idem. ant., pág. 21. .    (30)Además de los cooperativistas, lógicamente las cooperativas están conformadas en algunos casos por personal asalariado. Las especiales y diferentes relaciones entre ambos niveles debería conducir a una investigación específica dada la rica diversidad de elementos que la configuran.    (31)Cfr. Sierra, Y.: "Orígenes y primeras experiencias cooperativas en el Uruguay", en "Apertura Económica...la respuesta cooperativa", Montevideo, Cudecoop, 1996, pág. 24.    (32)Esta búsqueda de la ganancia, eminentemente compatible con los principios cooperativos, y que desarrollaremos más adelante, no es compartida por otros estudiosos del fenómeno cooperativo. Por ejemplo: "Una cooperativa, no tiene por finalidad distribuir ganancias, sino

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satisfacer la necesidad económica de los socios, mejorando sus economías individuales pero no a través del reparto de utilidades o de ganancias en proporción al capital invertido, sino a través de la organización de una empresa que le permita a los socios trabajar en común, etc.". Cfr. Cazeres, J.: "Derecho Cooperativo 1", en "Cursillo sobre Cooperativismo de la Universidad de la República", Montevideo, FCU, 1988, pág. 92. Se puede observar cómo en definitiva, más que una reflexión económica sovbre el concepto de la ganancia, se manejan preconceptos muy usuales en el plano de la reflexión cooperativa, que no ayudan a una comprensión más objetiva de nuestro objeto de estudio.    (33)Cfr. Gonzalez Sierra, Y.: Ob. Cit., pág. 24.    (34)Aunque se trata sin duda del mayor trabajo estadístico sobre cooperativismo hecho en el país, no aparece claramente distinguida una definición del tipo de cooperativa a la que se busca cuantificar. Ello condujo a que se incluyeran entre las cooperativas de producción, algunas que en realidad no operan como tales. El número de cooperativas, incluyó además, aquellas que al momento de la investigación estaban inactivas, lo que pudo haber distorsionado el panorama real de cooperativismo a este nivel.    (35)Cfr. Errandonea, A.: "Actores cooperativos en un contexto de retracción del sector público. El caso uruguayo", en Revista de Ciencias Sociales No. 9, Montevideo, FCS-FCU, 1993.    (36)Cfr. Errandonea, A. y Supervielle, M.: "Las Cooperativas en Uruguay", Montevideo, FCU, 1992, pág. 95.     (37)Cfr. Errandonea, A.: Ob. Cit., pág. 14.    (38)Cfr. Errandonea, A. y Supervielle, M.: Ob. Cit., pág. 90.    (39)Quizá la excepción en el relevamiento nuestro haya sido considerar a las cooperativas médicas como cooperativas de producción. En tal sentido, el cuestionamiento es válido, aunque al final se optó por su inclusión, previniendo al lector de las diferencias a veces sustanciales con el resto del cooperativismo de producción.    (40)Párrafo extraído de solicitud de crédito de la Barraca a la FCPU. 1996.    (41)Este caso ha sido analizado y estudiado por Beatriz Canta en el marco de las monografías finales del Seminario de Sociología del Trabajo, DS, FCS, UDELAR, Diciembre de 1996.    (42)Este caso ha sido analizado por Andrea Storace en el marco de las monografías finales del Seminario de Sociología del Trabajo, DS, FCS, UDELAR, Diciembre de 1996.    (43)La parte de beneficio que reciba el socio, sin embargo, podría explicar este aparente sin-sentido de la auto-explotación. Sobre ello nos detendremos en el capítulo de las conclusiones.    (44)Cfr. Razeto, L.:"Empresas de trabajadores y Economía de Mercado", Santiago, Pet, 1994, pág. 28.    (45)Cfr. Razeto, L.: Idem. ant., pág. 41.     (46)Cfr. Razeto, L.: Idem. ant., pág. 67.     (47)Al respecto, Cfr. Razeto, L.: Idem. ant. pág. 247 Bibliografia

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    Boulding, K.: "La economía del amor y del temor. Una introducción a la economía de las donaciones", Madrid, Alianza Ed., 1976.     Buber, M.: "Caminos de Utopía", México, FCE, 1987.     Cayota, M.: "Siembra entre brumas", Montevideo, Cipfe, 1990.     Cazeres, J.L.: "Derecho Cooperativo 1. Las características jurídicas de las cooperativas",     Cole, G.: "Historia del pensamiento socialista", Tomo 1, "Los precursores", México, FCE, 1964.     Cudecoop: "Identidad y Principios Cooperativos", Montevideo, Cudecoop, 1995.     Defourny, J.: "Orígenes, contextos y funciones de un tecer gran sector", en Revista Economía & Trabajo No. 3, Santiago, PET, 1993    Desroche, H.: "Mouvement coopèratif et economie sociale en Europe", Revue de l´economie sociales No. 2, París, 1987.    Errandonea, A.: "Actores cooperativos en un contexto de retracción del sector público. El caso uruguayo", en revista de Ciencias Sociales No. 9, Montevideo, FCS-FCU, 1993.     Errandonea, A. y Supervielle, M.: "Las Cooperativas en Uruguay", Montevideo, FCU, 1992.     Guerra, P.: "Gestión Participativa y Nuevas Relaciones Laborales en Empresas Uruguayas", Montevideo, FCU, 1996.    Kaplan, A. y Drimer, B.: "Las Cooperativas, fundamentos, historia, doctrina", Bs. As., Intercoop, 1973.     Raymond, L.: "Cooperativas de Mano de Obra ¿en regresión o expansión?", Madrid, Col. Informes de la OIT, 1982.     Razeto, L.: "Economía de Solidaridad y Mercado Democrático", Tomo I,     Santiago, Pet, 1993. ----------: "Empresas de Trabajadores y Economía de Mercado",     santiago, PET, 1993. ----------: "Las donaciones y la Economía de la Solidaridad",     santiago, PET, 1994. ----------: "Los caminos de la Economía de la Solidaridad",     Santiago, Vivarium, 1994.     Scott, W. y Mitchell, T.: "Sociología de la Organización", Bs. As., Ateneo, 1978.    Sierra, Y.: "Orígenes y primeras experiencias cooperativas en el Uruguay", en "Apertura económica...la respuesta cooperativa", Montevideo, Cudecoop, 1996.     Terra, J.P.: "El movimiento cooperativo en Uruguay", en Cooperativismo y Sociedad No. 4, Vol 1, Cursillo sobre cooperativismo de la Universidad de la República, Montevideo, FCU, 1988.     ----------: "Militancia social, economía y desarrollo humano: el pensamiento vivo de Luis Joseph Lebret", en "Homenaje a lebret, Theilard de Chardin y Mounier", Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1988.     Touchard, J.: "Historia de las ideas políticas", Madrid, tecnos, 1993.