P. Dávila (Las Huellas de Un Pescador. Comunicado de La Secretaria Del Estado Del Vaticano)

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LAS HUELLAS DE UN PESCADOR

Dr. César A. Dávila G. Durante setenta y dos horas el Ecuador ha sido regalado con la presencia de Juan Pablo II, el 264 sucesor del humilde pescador del Mar de Tiberíades, apóstol Pedro. Cada época de la historia, cada hombre que por la fuerza de las circunstancias que le rodean, están llamados a desempeñar alguna misión importante, tienen que ser ubicados de acuerdo con los hechos que los caracterizan. Cuando se trata de hechos que trascienden los límites del mundo material, necesariamente hay que reconstruirlos sin olvidar su alcance atemporal. Cuando un comentarista tenga que referirse a un hombre como Juan Pablo II, cuya misión no es la de un rey, la de un monarca, la de un príncipe, la de un gobernante, de un estadista, de un político, de un filósofo, de un científico, etc., no puede olvidar que se trata de algo que no tiene parangón en la historia. Ser Papa es ser cabeza visible de una sociedad fundada por Dios que se hizo visible encarnando, naciendo, predicando, muriendo y resucitando. Ser Papa es ejercer una misión “en la persona de Cristo”. Esto quiere decir, más que “en nombre de Cristo”, más que “en vez de Cristo”, “en la Persona”, es decir, en la identificación específica sacramental con el Sumo y Eterno Sacerdote, identificación que resalta singularmente en la Celebración Eucarística. Antes de Juan Pablo II, la figura de un Pontífice estaba demasiado lejos del hombre común, del hombre del pueblo, del hombre inmerso en todos los problemas de la existencia humana. Antes de Juan XXIII, de Paulo VI, de Juan Pablo I y de Juan Pablo II, la figura de un Papa estaba demasiado sacralizada. Si bien, desde Roma, desde la Ciudad del Vaticano, a través de los papas, la misma luz que se hizo visible en Belén, continúa iluminando no solamente a la Iglesia sino a la raza humana; esa luz reflejada en Juan Pablo II y a través de él, sigue encarnándose en el corazón del hombre de hoy. Después de la pesca milagrosa, cuando cae de rodillas a los pies de Jesús el pescador Pedro y le dice: “Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador”, Jesús le dice: “No temas, Pedro, vas a ser pescador de los hombres” (Lc. 5,10). Juan Pablo II en la persona de aquel humilde pescador, continúa realizando el mandato de Cristo: “ser pescador de hombres”. Cuando el hombre común puede sentarse con un Papa para compartir su misma mesa, cuando un niño rico, pobre, andrajoso, negro, indio, puede escuchar los latidos del corazón y recibir el ósculo de un Papa, cuando una multitud puede corear un slogan, compartir una ocurrencia, caminar, cantar con un Papa, cuando un hijo de la Iglesia puede compartir en la mesa eucarística el mismo pan celestial con un Papa, cuando el hombre de hoy siente de cerca que por las venas de un Papa circula la misma sangre de una humanidad doliente, traumada por el hambre, por la guerra, por las desigualdades sociales, por la amenaza de un genocidio universal: cuando un Papa hace todo para todos: cuando se presenta como un hermano más aquel que condensa una tradición de dos mil años, aquel que encarna la unidad de una misma doctrina, de una misma esperanza, de un mismo amor que vienen de lo alto, aquel prototipo de la ciudad terrestre y celeste… ¿no se estará realizando por medio de Juan Pablo II esa gran redada de hombres para Cristo? Así lo creemos, así lo hemos visto.

Luz en el Sendero Publicado en el Diario “Últimas Noticias”

Quito, sábado 23 de febrero de 1985

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COMUNICADO DE LA SECRETARÍA DEL

ESTADO DEL VATICANO

La ASOCIACIÓN E. DE AUTORREALIZACIÓN, con motivo de la última visita realizada por S.S. Juan Pablo II al Ecuador, hizo entrega de una artística tarjeta trabajada por los orfebres de Cuenca y de uno de sus libros LAS LLAVES DE TU REINO, CONCENTRACIÓN Y MEDITACIÓN. La Secretaría de Estado del Vaticano ha dirigido a nuestro Director Nacional la comunicación que publicamos, expresando el vivo agradecimiento de Su Santidad por esta delicada prueba de afectuosa cercanía a su persona y ministerio.

Revista “Yoga para Hoy”,

Nº 21, págs. 356-357