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Impreso en Bolivia I Printed in Bolivia

Queda prohibida la reproducción total o parcial <le esta obra por cualquier medio o procedimiento, sea mecánico o electrónico, sin la autorización por escrito del titular del copyright.

Tapa)' concratapa: composición s~bre la base del mapa Maris Pacifi, 1589 (1590-1592], dc Abraharu Orrelius, obtenido de http:/lwww.zonu.com/full.,i,.c/2009- l l-05-!0835/Mari~-Padflci-1589.hanl.

ISSN 1819-7981 0.l .. 3-1-387-091'.0.

Director Joaquín Loayza Valda Edición al cuidado de Alfredo Ballersraedc G.

Diseño <le la tapa y contratapa Rodrigo Medina R. I Alfredo Ballcrsraedr G.

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El Anuario de Estudios Bolivianos, Arcbiuisticos y Bibliográficos del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia es una tribuna para el libre ejercicio de los estudios históricos,

archivísrícos y biblíográficos, en él pueden participar codas las personas que, con interés científico, deseen contribuir al conocimiento, desarrollo y difusión de la historia de Bolivia, la

archivística y la bibliogr-.i.ffa. Los textos que se publican comprometen exclusivamente la responsabilidad de sus autores.

Anuario de Estudios Bolivianos, Archivíslticos y Bibliográflcios I Archivo y Biblioteca Nacionales <le Bolivia. - nº 19. - 2013- . - Sucre: ABN B, 2013. 23 cm Anual lSSN 1819-7981..- o.t, 3-1-387-09 P.O. l. Bolivia-Hisroria. T. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.

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Am,. ,stud. boú. an:hi. biblio .. o' 19, 524 págs. 2013. ISSN: 1819-7981

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11111111•1,1 parte: temas generales

M,1110 CASTRO TORRES: Justicia en tiempos turbulentos: el proceso ¡,,11,1 r111b11rg11r bienes de patriotas en .la Plata (1818-1819) . 1 1l11·lk COMBfls: Antes de Kuruyuki. Historia e historiografía , /,11~~///l//tt ··············································-··············-············· V1vl,111.1 E. CONTI: Comercio y comerciantes en el espacio surandino /,. /it t11/1111i11 a fa república. Texanas Pinto y Cía. ----------------------····· t\l.1rl.1 jo~é 011~2 G.: El aporte del desarrollo material en el 111111111111lrnt1> de las misiones franciscanas de Guarayos, 1790-1920

i\ 11.1 Mn rfa PRESTA: El Charcas de [osep M Barnadas y su recepción r 11{/!l((mria en la historiografía argentina ··········-·-······················-- l11wp M. 8ARNADAS: "40 arios de mi 'Charcas'" --························-·

ll,1l.111cc historiográ.6.co. A cuarenta años de la publicación de Charcas. f }1 lxmes históricos de una sociedad colonial 1535-1565, de Josep M. Barnadas

I conardo GARCÍA PAflóN: josep M. Barnadas y la literatura l111lfllit111/l •.•••••••.•• ···- •• ·- •.. -··· _ ••••.•••.•.••••••••••••••• __ • _ ••• _. -- ••• ---- _ •••• \'. lmcna MEDINACELLI: ¿Conquista o' invasión? Los proyectos de 111rll'rlr1rl en Charcas, 1535-1542 -----·----·······························--·-···· Andrés OR'fAS BLEICHNER: La cartografía de Charcas como origen .'(l'llhlrtórico de Bolivia. Eclipse y reaparición de un nombre evocador

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Páginas

l'!r,r11111l'ión, Joaquín LOAYZA VALDA ·····-···········································

Sumario

Anuario Estudios Bolivianos, Archivísticos y Bibliográficos

ISSN 1819-7981, nº 19, 2013, Sucre

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Anu. t<tt,d. boli. archi. bib/M .. n" 19, 524 págs, 2013. ISSN, 1819-7981

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Índices

Josep M. BARNADAS: La Bibliografía Eclesiástica Boliviana: una sorprendente realidad .........................................•.................... josep M. BARNA.DAS: El renacimiento cultural cataldn (siglo XX). Nota bibliogrdfica ····-··-··························································

Bolivianos, Archivísticos y Bibliográficos, n:" 1-XVJJJ, años 1994- 2012

Segunda parte: fuentes, ensayos archivísticos y bibliográficos

Alfredo BALLERSTAEDT G.: Índice del Anuario de Estudios

M.,rla Concepción GAVTRA MÁRC~UEZ: Don Pedro Francisco de Arismendi, juez real subdelegado del partido de Chayanta: Estudio y transcripcián de su hoja de servicios . Ana María LEMA GARRETT: ¿Una frontera en movimiento o movimientos en la frontera? Bolivia-Brasil en la época del Tratado de Ayacucbo . William LOViTROM M.: Jaime de Zuddñez; abogado, revolucionario, y ¿azoguero? . Irrna LOIUNI: Testimonio para la historia: lo sucedido con el doctor Jorge Villauicencio Calderón . Mario Gustavo PARRÓN I Ana Alejandra BÁEZ: Narrativas de la Guerra del Chaco: interacción social y mestizaje cultural . Ana María PRESTA: Redes de tinta. y poder. Escribanos, clero e indígenas en la ciudad de La Plata, siglos XVI-XVII . Huascar RODRIG\JEZ G,\RCÍJ\: Cholos, esbirros y ciudadanos. Elecciones y violencia política en Cochabamba (1883-1925) . Walcer SANCHEZ C. / Fernando GARCÉS V.: El difusionismo antropolágico y arqucolágico en Dick Ibarra Grasso. Homenaje a los cincuenta años de la creación de la primera Escuela de Antropología en Bolivia

SUM,\RJO l'

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• Cornenrarios: waltcryambaegehorrnail.com. "'Comentarios: [email protected].

KEY\'vORDS: Ibarra Grasso: Diffusionism; Anrhropology: Archeology.

PALABRAS cuw~;: Ibarra Grasso; Difusionismo: Ancropología; Arqueología.

ABSTRACT: Evolurlonísrn and diffusionisrn are two social theories chac have had a profound impact in che archeological and anrhropological scudies in Bolivia during thc lasr 100 years. This arricle refcrs ro diffusionism and rhe way in which a researcher with an imporraru influence in che Bolivian archeology and anchropology srudies has used it during die XX century. His name was, Dick Edgar Ibarra Grasso, and he was an archeologist of Argenrinian origin, thar worker anti devcloped im- porranr researches <luring 60 years.

REsUMEN: El evolucionismo y el dilusionismo son dos reorías sociales que han tenido un profundo influjo en los estudios arqueológicos y antropológicos en Bolivia en los últimos cien años. La presen- te comunicación rrata sobre el difusionismo y la manera cómo fue asumido por una persona que ha ejercido una imporranre ascendencia en el ámbiro de la arqueología y la antropología bolivianas durante la segunda mitad del siglo XX. Se traca de Dick Edgar !barra Grasso, arqueólogo de origen argentino, quien trabajó e invesrigó en Bolivia durante sesenta años.

Walrer SÁNCHEZ C.• Fernando GARCÉS V.**

Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Mayor de San Simón, Cochabamba, Bolivia

EL DIFUSIONISMO ANTROPOLÓGICO Y ARQUEOLÓGICO EN DICK IBARRA G~SSO

Homenaje a los cincuenta anos de la creación de la primera Escuela de Antropología en Bolivia

ANTHROPOLOGICAL ANO ARCHAEOLOGICAL DIFFUSIONISM IN DICK !BARRA GRASSO

In Tribute to the 50th year of the Founda.tion of the First School of Anthropology in Bolivia

A1m11d.o ele E,wdius Bolivü111os, Archioisticos y Bibliogrdficu,, n•19, 40.,-42(,, Sucre, 20 U

ISSN: 1819-7981

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Anu. nmd. l>oL<. 1m:/.ti. lJiblio., nº 19, 403-426., 2013. JSSN: l819-7?8l

Esto no tenía por qué ser así de manera necesaria: en caso de existir una verdadera disimilitud mental no sería posible la inceligibilidad mutua entre culturas, lo cual, a su vez, impediría cualquier proceso de difusión. Parece ser, con todo, que diver- sos evolucionistas pensaron que la creatividad humana se evidenciaba en la inven- ción independiente, como manifestación de la unidad psíquica de hombres y mu- jeres (Malefijr, 1983).

Así, la aparente antinomia del difusionismo frente al evolucionismo se cen- traba en la unidad psíquica. Los difusionístas afirmaban que el ser humano carecía de inventiva y que las invenciones importantes ocurrían solo una vez y luego se extendían por difusión o migración. Se trata de dos modelos de cambio diferentes, aunque con frecuencia se los ha unificado en uno. La difusión "implica la adop- ción de rasgos por imitación" (Maflefijr, 1983: 142), mientras que la migración hace referencia a los portadores de cultura que "se separaron de sus asentamientos originales y se marcharon a otras partes del mundo, llevando consigo su bagaje cultural y adaptándolo a la nuevas condiciones ambientales" (Malefijt, 1983: 143).

Reconocían claramente que la difusión era un hecho innegable; ninguno de los evolucionis- ras sostuvo siquiera que en materia de ra.~gos culturales la invención fuera más frecuente que la imitación. La difusión no interfería necesariamente en la evolución, pero sí quitaba nitidez a los esquemas y -según pensaban muchos evolucionistas- parecía debilirar los argumen- tos en favor de la unidad psíquica (Malefijc, 1983: 142).

El difusionismo es una corriente antropológica que surge corno opositora del evo lucionisrno, razón por la que se los considera antagónicos.

Los evolucionistas tenían la idea de que las diferencias culturales se basaban en desigualdades en el ritmo de marcha del progreso, aunque reconociendo el valor de la influencia exterior y la adaptación al medio, mientras las similitudes culturales se debían a la unidad mental de las personas. Ello hacía que los indivi- duos reaccionen de manera similar en circunscancias parecidas. A~í, si había rasgo~ comunes en áreas culturales distantes, ello se debía a la unidad mental del ser hu- mano. Dice Malefijt que para los evolucionistas "si aparecían rasgos similares en áreas muy distantes, sin contactos históricos conocidos, admitían que esos rasgos habían evolucionado por separado pues las invenciones similares y paralelas eran la prueba más convincente de su preciada doctrina de la unidad psíquica" (Malefíjt, 1983: 142).

En estricto, los evolucionistas no negaban el fenómeno de la difusión.

El difusionisrno en el debate antropológico

WALTER SANCH.EZ / FERNANDO G,\ RCl1S 404

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llm, muti l,cJI,. ,rrdu, bibho .. n'' 1<>. •103~2<.. Jo 1 :"\. ISS'\J: l~I '> 7')R I

De igual manera, Wissler, por la década de 1920, desarrolló la idea de que había centros culturales a parcir de los cuales los rasgos antropológicos se difundían en codas las direcciones (véase Harris, 1979).

La noción de Kulturkreis o círculos culturales se desarrolló, por contraparti- da, en Alemania. Se refería a "complejos de rasgos culturales que han perdido su inicial unidad geográfica y se presentan dispersos por codo el mundo" (Harris, 1979: 323). Hacían hincapié en la migración, a diferencia de la idea norteameri- cana de área de cultura que se basaba en el principio de difusión (Harris, 1979; Malefijt, 1983).

Un detalle importante es que las tres escuelas (hiperdifusionistas, áreas cul- turales y kulturkreis) eran de orientación histórica y trataban de reconstruir los contactos entre pueblos y la diseminación de los distintos elementos culturales Malefíjt, 1983).

Al interior del difusionismo se desarrolló también la idea de la degeneración ultural. Es decir, pensar que desde un núcleo cultural más desarrollado, la imita-

Nada es tan obvio como la utilidad de un mapa etnográfico que agrupe a las entidades triba- les en relación con algunos aspectos geográficos del entorno. Pero suponer que tal agrupa- ción gcográflc;;i, en si misma y por sí misma, contribuye a la explicación de las diferencias y de las semejanzas culturales, eso ya es algo disrinro (1979: )24).

El concepto de áreas culturales se desarrolló fundamenralmente en Estados Unidos y aludía a "unidades geográficas relativamente pequeñas basadas en la distribución contigua de elementos culturales" (Harris, 1979: 323). Esta corriente tuvo su origen en las exigencias de la práctica etnográfica estadounidense de clasificar a los llamados grupos tribales de norte y sudamérica. Así, Mason y Kroeber, según Ha- rris (1979), elaboraron listas de diferentes áreas culturales. Dice Harris que se trataba de una idea simple de la que, sin embargo, se podían obtener conclusiones erróneas:

El detecto de los hiperdifusionisras era que utilizaban la hipotética falta ~e inventiva del homhre como principio explicativo de codo cuanto deseaban demostrar, sin investigar nin- guna otra evidencia ni tornar en cuenta que los rasgos de culcura usados para el diagnóstico diferían completamente en sus funciones y significados culcurales (Malefíjr, 1983: 147).

Dentro del difusionismo se puede distinguir tres tendencias: el hiperdiíu- sionismo, el trabajo relacionado con las áreas de cultura y la escuela del Kulturkreis o círculo cultural.

Los hiperdifusionistas sostuvieron que la civilización había surgido en un solo lugar y desde ahí se había irradiado al resto del mundo mediante procesos de difusión o migración. Dice Malefijr que

405 EL DIFUSJONISMO ANTROPOLÓCLCO Y ARQUEOI.ÓCICO

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Amr. e.<t;ul. b,,lr. archt. biitlw .. n" 19. 40}-426, 2013. ISSl'\': IRl'J ,,.,-¡

EMa idea pareció a los Evans Meggers sumamente novedosa y el 63 viajaron a Tokyo > Kyushi y al examinar la cerámica jomón encontraron notables similitudes con la Valdlvinnu, por lo cual decidieron a.poyar a Estrada en el XXXVI Congreso l nrernacional de Arnericauix tas celebrado en Sevilla. De todo esto resultó c¡u<: numerosos aventureros tanto del J:1p<'i11 corno de los Fsrados Unidos, organizaron expediciones marírirnas para probar la facribilid,,d

Una de las figuras destacadas en el difusionisrno sudamericano fue Bctty Meggers (1921-2012). Ella, junto a su esposo Clifford Evans, hizo la periodización prehis pánica de la cerámica de la costa ecuatoriana. Su amigo Emilio Estrada, el 1mh imporranre arqueólogo ecuatoriano de formación autodidacta y descubridor de l.1 cultura Valdivia, postuló la teoría de los contactos transoccánicos, la cual fu( rápidamente suscrita por los esposos Evans-Meggcrs.

Todas las escudas de pensamiento csnHli;Hh, en esre capitulo criricaban al evolucionismo del siglo X.JX, pero comparrían su interés permanente por la historia )' el desarrollo de la cul rura. l .ox difusionisras británicos y los partidarios del Kulutrhreis tendieron hacia el degenc racionismo, pero la escuela norteamericana del área de cultura no lo consideró un tema d, discusión: en cambio, subrayó t¡ue cada cultura experimentaba sus propias adaptaciones y que por lo tanto era inútil pregunrarse cuál de ella progresaba más (Malcfijt, l 983: 158).

Como ya se adelantó:

Le parecía que los rasgos culturales podían simplificarse o complicarse durante su difusión o migración, conforme ;1 las condiciones locales y la relativa sofisticación de la tecnología local. Probablemente pensaba así in/luido por el concepto biológico de la irradiación adaptable. según el cual podían hallarse relaciones y un origen común entre variedades de especies no ncccsariamcnrc idénticas, porque ranro las especies como los elementos de cultura habrán de adaptarse a las condiciones locales (Malefijr, 198): 148).

ción o difusión iban degenerando los rasgos primigenios. Tres difusionistas "dege- nerativos" eran Grafron Elliot Srnirh (1871-1937), William James Perry (1887- 1949) y H. R. Rivers (1864-1922).

Ellior Smich era un difusionisra que planteaba una teoría panegipcia dege- nerativa. Para é.l "había sido destruida la edad de oro del 'hombre natural', pacífico y feliz, y los logros egipcios se había deteriorado durante la migración. Srnith no daba otra explicación al cambio cultural; creía que los egipcios fueron los únicos dorados de inventiva" (Malefijr, 1983: 145). De igual forma Perry planteaba que "la transmisión de cultura siempre va acompañada de una degradación" (Pcrry, en Malefijr, 1983: 145). En el caso de Rivers, "hizo de la degeneración y la falca de inventiva de la mente humana los principales instrumentos explicativos de su Historia de Ia sociedad melanesia (1914)" (Malefijt, 1983: 146).

El inspirador del grupo del Kulcurkreis era F ricd rich Rarzcl (1 844-1904). No era un degeneracionista absoluto.

W.-i1:rim SANCI IEZ / l'FRKANllO (;ARCl'S 406

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Anu. estud. bols. ,,rchi. bihlio., n" I?, 40'}-426. 20J3. ISSN: 18)9·7981

I El problema de si la existencia de características culturales análogas en diversos pueblos se debe a procesos de difusión o a procesos de "invención independiente" -es decir de un tipo de invención que

El difusionismo como modelo de cambio social en el pasado

Es conocido que uno de los debates más importantes hasta la segunda mitad del siglo XX es el que enfrentó a arqueólogos evolucionistas quienes plantean que el origen de la alta cultura indígena americana tuvo una evolución independiente' y

De tal manera y a pesar de los fuerces debates, no hay que considerar al evolucio- nismo y al difusionismo como cuerpos teóricos homogéneos sino como lugares donde cohabitaban diversas perspectivas.

La comunicación es esencial para desarrollar otra ventaja potencial del comportamiento cul- tural sobre el biológico: su capacidad de conservación y acumulamiento. Cuando las especies o las poblaciones de Otros animales se extinguen, su comportamiento desaparece junco con sus genes. Entre los humanos, sin embargo, los componentes culturales y biológicos son in- dependientes. El surgimienco y la declinación de las civilizaciones, la asimilación de culturas más simples por otras más avanzadas, la substitución de una religión por otra -codos éstos y orros eventos históricos- pueden ocurrir sin destruir a la población ni alterar la composi- ción genérica/ local significativamente. l:.11 forma similar, la desaparición de una configura- ción cultural local no necesita afecrar substancialmente el acervo general debido a que los elementos se han compartido con otros grupos, o han sido registrados o incorporados en una nueva incorporación (Meggers, 1985: 86-87).

En términos teóricos, Meggers (1985) postulaba la difusión como facror de evolu- ción. Así mismo, planteaba que la comunicabilidad es la base de la difusión ya que permite el incremento de ésta por sobre la invención independiente. La confirma- ción de esta idea la encontraría en el contraste entre los procesos biológicos y cul- turales de innovación y transmisión. Así, las mutaciones de l~s genes, que serían los equivalentes biológicos de los inventos y descubrimientos, ocurren al azar y las posibilidades de surgimiento de una innovación adaptativa en espacio y tiempo favorable son pequeñas. Es decir, la evolución biológica es lenca. En cambio, "la posibilidad de dispersar información proporciona un fondo común de innovacio- nes culturales que reduce la necesidad de reinventar y la demora en aplicar la nue- va información" (Meggers, 1985: 86).

Este proceso se da, según Meggers, gracias a los procesos comunicativos de los seres humanos:

de un viaje ran largo y peligroso entre ambas costas del Pacífico, buscando respuestas para el origen de la Cerámica y los procesos Agrícolas; pues, aunque Jomón floreció enrre el 8.000 y 500 A. C. estuvo formada por pescadores y cazadores sedentarios con cerámica y piedra pu- lida y perros domesticados pero no conocían la agricultura (Pérez 1987).

407 EL 1 )l l'lJSIONISMO A..'JTR.OPOI .ÓCJCO Y ARQUEOLÓGICO

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puede ser realizada en dos lugares al mismo riempo- "desarrollo paralelo" y/o "invención convergente" e~ ceru ral y ha sido un rema de debate también dentro de otras disciplinas como la Antropología. Este debate teórico dentro de la Arqucologíu era central en la década de 1960 en Norteamérica, aunque mayormenrc centrado entre aquellos que posrulaban la invención independiente y aquellos que veían los adelamo- como fruro de procesos de difusión (Ekholm. 1964: 73). La ubicación en una u otra posición ceórk.r supuso, en rodo caso, ubicarse rarnhién en cómo se concebían los procesos de cambio social y, por lo tanto, la (prelhisroria.

' Meggers enlariza las "conexiones y convergencias culturales .. en varias zonas, no sólo de Arnérk ,1 sino con otros espacios con los que se habría dado contactos rranspacííicos. Según esta autora CL.1:11111 criterios son imponanrcs dentro del modelo de evolucionismo cultural y sobre los potenciales flujos dil11 sionistas: unicidad de rasgo, ausencia de antecedentes locales, carencia de causalidad funcional, preseru 111 en común de otros ele meneos que apoyen tales contactos ( 1964: 112). En términos internos, destaca d,11 ripos de difusión: "la derivada de la dispersión de poblaciones pre-agrícolas por sobre todo el _co,11i111•11 re ... y la que emanó de centros de alta civilización de América Nuclear" (1964: 126). Áreas cul1111.ilr, importantes dentro de América, desde donde se habrían desarrollado difusiones, habrían sido Mc~o:1111rd ca y la parte central <le los Andes.

·I Eva ns intentó complementar tanto el modelo evolucionista corno el ditirsionisra. Su mo,ldtl 111 regra una perspectiva temporal (evolucionista) y espacial (difusíonísra). Es importante por su influen. h1 111 trabajos realizados en Bolivia, principalmenre aquellos vinculados a las tierras bajas. Su modelo, I"" lrr ra1110, debe ser encendido a partir de dos componentes: geográfico (espacio) y cronológico (ric,11¡10) ,11 propuesta de lectura cronológica se basa en un proceso evolucionista lineal de larga duración que .rl 1,H1 1

desde "los cazadores primitivos hasta la llegada de los europeos" (Evans, 1964: 140 y 143). Dos 1·011, < 11111 son importantes en esre modelo: el de "estadio" y el de "grados de desarrollo". A parcir de ahí 11·11111111, cuatro "esradios evolutivos" que corresponden a disrinros "grados <le desarrollo" al que habrían lkg,1110 1,., pueblos tJUe habitaron las tierras bajas sudamericanas: 1) el Estadio de Cazadores y Recolccrorcs (<,11 111 1

los arqueólogos que postulan la difusión como el elemento central para compren- der el desarrollo de las civilizaciones y las culturas en América (Ibarra Grasso, 1965; Ekholm, 1964; Orquera, I 964). Como ya se adelantó, tanto las propuestas de los evolucionistas como de los difusionistas no f ueron (ni son), sin embargo, cuerpos teóricos homogéneos; más al contrario, dentro de cada una de ellas exis- tieron perspectivas diversas que, en algunos casos, alcanzaron ribetes de polémica.

El debate de los difusionistas en América del Sur, alcanza su plenitud en la segunda mitad del siglo XX, a parcir de dos énfasis: 1) la comprensión sobre los contactos transpacíficos vistos como centrales para comprender los procesos socio- culturales y tecnológico en las sociedades locales; y, 2) la comprensión de los pro- cesos de difusión internos, dentro de "áreas culturales" en las Américas. De hecho, tal debate será una suerte de extensión de los debates que se realizan en los EEUU.

Relevantes interpreraciones difusionisras, por su influencia en la arqueolo- gía sudamericana, son los trabajos de Estrada y Meggers (I 961) y de Estrada, Meggers y Evans (1962) en los cuales se diseña contactos trans-pacíficos entre el Ecuador y el Japón, así como procesos difusionisras dentro de las tierras bajas de Sudamérica (Mcggers, 19642; Evans, 19643). Tales postulaciones tendrán una

WAI :rER SANCI I EZ / fEfu's1\NDO GAflCf., 408

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siones llamado Paleoindio o Arcaico); 2) el Estadio de Agricultura Incipiente; 3) el Estadio de Agricultura de Roza de Selva Tropicalr y, 4) el Estadio Subandino con agricultura más intensiva (Evans, 1964: 143). Evans no enfatiza en las difusiones rrans-oceanícas, sugiere más bien procesos evolutivos endógenos )' de difusión denrro de áreas culrural-naturalcs.

4 Ibarra Grasso parte del hecho comparativo entre las Ciencias Sociales )' las Ciencias Naturales, destacando que así como no existen dos orígenes para las especies vivas, tampoco existen dos orígenes para un mismo invento: "ninguna invención humana (invención, no 'descubrimiento') ha tenido más de un origen, en otras palabras, ella fue el producto de un solo individuo, que la inventó en base a sus conocí- mienros anteriores, que forman sus necesarios antecedentes" (1964: 13) y "cuyo invento, más pronto o más carde, se difundió a todos los lugares en que llegarnos a encontrarlo en los distintos pueblos" (op. cit.: 14). En tal sentido, "Ninguna invención (no descubrimiento repetimos) ha podido realizarse en dos luga- res distintos, ya sea en la misma o en distinta época" (ibíd.).

s Este autor destaca eres oleadas de influencias transpacíficas: 1) entre el 3000 y el 1000 A.C. con la llegada de gente desde Asia Sudoriencal )' desde la Melanesia, con influencias en los indios de las llanuras tropicales; 2) entre el 1000 a.C. y el 200 d.C., con influencias de la China y de Indochina, con influencias en Chavín y en México; y, 3) posteriormente con influencias de la cultura Hindú sobre Meso América y sobre las áreas andinas.

importante influencia principalmente en los trabajos de los arqueólogos vincula- dos al estudio de los llanos amazónicos (Donald Brockington, David Pereira y Ramón Sanzetenea, para el caso boliviano).

En la parte andina, hay que destacar el trabajo de Ibarra Grasso, quien a fi- nes de la década de 1950 tiene ya perspectivas sólidas. Convencido de los contac- tos crans-oceánicos, plantea que el nivel alcanzado por las civilizaciones en la Amé- rica indígena no pudo realizarse por "generación espontánea", sino que se habría "producido merced al aporte de esos rasgos culturales traídos por navegación transpacífica" (1964a: 14-15)4 planteando, a partir de esta 'argumenración, proce- sos de difusión interna que incluye los Andes peruanos, bolivianos y argentinos. Tales postulaciones hay que comprenderlas dentro de un debate más amplio que se da en la Argentina y que involucra a destacados difusionisras como Imbelloni (1926) y Menghin (1967)5.

Otro autor importante es Ekholm, quien postula los contactos transpacífi- cos desde dos posturas: 1) sería evidente que muchos de los elementos materiales, tecnológicos, estéticos, etc. del Nuevo Mundo serían producto de la difusión des- de Asia o de otras partes del mundo; 2) no obstante, no todo sería producto de la difusión; más al contrario, las "culturas del Nuevo Mundo evolucionaron tal co- mo las demás" y se adaptaron "a sus particulares ambientes físicos y culturales, e indudablemente realizaron muchas innovaciones que pueden ser consideradas como descubrimientos o invenciones" (1964a: 84). Esto lo lleva a plantear que se dieron "desarrollos exclusivos" en el Nuevo Mundo (por ejemplo con el caucho, la

El. l>lrlJSIONISMO 11.KTROPOLÓGICO Y ARQUEOLÓGICO

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/u1u. asud. bol,.,,,..¡,¡, bibüo .. u" l?, 103-126, 2013. lSSN: 181~·7')81

6 Sobre los resultados de esa primera investigación, véase Ibarra (1953). También el capítulo "Las formas de escribir de los indígenas", en lbarra (1967a: 475-4.93).

La figura de Díck Ibarra Grasso

Edgar Dick Ibarra Grasso (Concordia, Entre Ríos, 1914-Buenos Aires, 2000) llegó a Bolivia en 1940 (Querejazu, 2000: 3). Su primer lugar de destino es Poco- sí. A los veintiséis años Ibarra Grasso viene a Bolivia a buscar la existencia actual de una escritura ideográfica andina que había visto mencionada en textos de Nor- denskióld, Tschudi y Wiener (Ramón Sanzerenea, entrevista, 05.06.12).6

En 1963 crea, en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), la Escuela de Anrropología y Arqueología, la primera en Bolivia y la tercera en Latinoaméri- ca, con dieciocho estudianres (Noya, 2000: 1). Sin embargo, no se quiso homolo- gar el nivel de licenciatura de la nueva carrera por problemas de personal y de financiamiento.

En el trabajo de campo de los estudiantes de la Escuela se obtenía abundan- te material arqueológico (tejidos, objetos de piedra, cerámica) incrementando

pipa, la confección de cigarros, etc.) y que por difusión inversa afectaron al Viejo Mundo.

Estos pocos pero influyentes autores -que no son todos, ni mucho me- nos- muestran parecidos de familia a pesar de sus diferencias:

1. Aceptan la idea de la difusión a partir de contactos trans-pacíflcos como importante para comprender los procesos de cambio tecnológico, social e incluso político en el Nuevo Mundo.

2. Plantean procesos de difusión interna de muchos de los adelantos tecnoló- gicos -sin duda también socio-políticos, aunque es más difícil visualizar- los en el regisrro arqueológico- dentro de "áreas culturales" en las Améri- cas.

3. Toman en cuenca la posibilidad de invenciones independientes en el Nuevo Mundo que en algún otro momento se habrían difundido hacia otras zo- nas.

4. Aunque no explicitado por muchos autores, adoptan como idea central la imposibilidad de que un "descubrimiento" o "invención" sea hecha en dos lugares al mismo tiempo, por lo que cualquier descubrimiento fue realizado en un solo lugar, desde donde se habría difundido. Por lo tanto,· rechazan de manera contundente a la idea de "desarrollos paralelos" "independien- tes" y/o "desarrollos endógenos".

WALTER SANCHEZ ! FERNANDO GAltCl\s •I 1 ()

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Am,. r,tud. bots. nrd,;. hib/;q., .,. 19. 403-426, 2013. ISS'J: 1819-7981

7 El l.NJAM-UMSS posee en su página web (www.rnuseo.umss.edu.bo) una importante colección de artículos de Ibarra, puestos a disposición del público en formato pdf

notablemente la colección del Museo <le la UMSS que había fundado en 1951. Ibarra y sus estudiantes trabajan en Mizque, Aiquile, Omereque, Tiwananku, Tncarrakay e lncallajta. Durante su estadía en Bolivia, fundó tres museos arqueo- lógicos: el de la Casa de la Moneda de Potosí (1940), el de la Universidad San Francisco Xavier (1944), y el de la UMSS (1951) (Arze, 1987; Querejazu, 2000; Sanzerenea, 2000). La Universidad Mayor de San Simón le otorgó el Doctorado Honoris Causa y el Estado boliviano el Cóndor <le los Andes.

De formación autodidacta, aparte de su dedicación al amplio campo de la ancropología -en áreas relacionadas con la arqueología, lingüística, antropología física, etnografía, etnología- este investigador abarcó también ámbitos de la ge- nética, la botánica, astronomía y la navegación trans-oceánica (Sanrezerenea, en- trevista, 05.06.12). Dice Sanzetenea: "Era una visionario. Él cocaba las cosas que nadie ha cocado. Ha hecho cosas que nadie ha hecho. 'No voy a zapatear sobre el mismo balde. Yo voy a zapatear sobre mi propio balde', decía. Le preguntaban: 'Usted, ¿en qué universidad ha estudiado?'. 'En la universidad de ahí de la vida', decía" (Sanzerenea, entrevista, 05/06/12). Roy Querejazu, por su parce señala que Dick Ibarra fue "quizá el último representante de aquellos arqueólogos multidisci- plinarios que se dedicaron a investigar varios temas" (Querejazu, 2000: 3).

Entre sus principales obras se pueden contar: La escritura indígena andina (1953), Tiahuanaco (1956), Copacabana (en colaboración con Marks Porcugal, 1957), Mapa Arqueológico de Bolivia (1962), Lenguas Indígenas de Bolivia (l 964b), Prehistoria de Bolivia (1965), Introducción a la Americanística (1967), Argentina lndígena y PrehistoriaAmericana,(1967), La Verdadera Historia de los Incas (1969), Ciencias Astronómica y Socio logia Incaica ( 1982), Sin Atldntida ni Ovnis ( 1984) (Arze, 1987). Sin embargo, su producción fue muy amplia, pudiéndose contar treinta y cinco libros sobre las temáticas previamente enunciadas (Noya, 2000)7.

Uno de los principales aportes de Ibarra Grasso fue ampliar la mirada sobre las culturas prehispánicas de Bolivia, en aquel entonces reducida a una perspectiva tiahanacocéntrica. Dice su discípulo, Ramón Sanzetenea, "Ese su libro, 'Prehisto- ria de Bolivia', todavía está vigente después de 50 años" (Ramón Sanzetenea, en- trevista 05.06.12).

Una anécdota que nos sirve para comprender su espíritu investigativo es la que narra el arqueólogo Ricardo Céspedes, uno de sus discípulos:

411 El.1)1Ft;SIOKl$.'vl0 ANTROPOI ÓGJCO Y ARQUEOLÓGICO

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Am,. rnud: hols. r.rchi. bibliv .• 11' 1 <), tí.03~426, 20 i 3. JSSN: 1 a 19-798 l

8 Y que posrericrmente serán asumidos por los arqueólogos nacionalistas bolivianos. ? Esto es can cierto que en 1952 escribe: "nuestro interés estaba dirigido hacia lo n<r Tiahuanaco

de Bolivia, (por lo que) aislábamos de nuestra investigación a todo lo <¡ue nos parecía riahuanacora (!952: 14). Es en realidad un rechazo a eso que Ekholm llama "arqucoccnrrismo" y que lleva a proclamar a los arqueólogos que la zona en la que están trabajando "es el centro de codas las cosas" (1964: 74).

Debe ser situado a partir de dos aspectos: 1) su incorporación al debate interna- cional entre los que postulan el desarrollo auróctono8 y los dífusioniscas, con una propia propuesta que él denomina interpretación "Monogenista-Evolucionista". 2) Una visión "internacionalista" que contrasta tanto con el Tiahuanaco- cen trismo de la arqueología de La Paz9 de las décadas 1940-1950 como con el nacionalismo y anti-internacionalismo arqueológico desplegado a partir de la década de 1960.

En el primer aspecto, Ibarra Grasso se introduce directamente al debate teórico no desde la arqueología donde ya coloca sus evidencias, sino desde la an- tropología. Este hecho es coherente, en el sentido que consideraba que la Arqueo- logía era parce de la Antropología. Así, en su texto La "imagen del mundo" en los Antropólogos (1964a) separa la aguas entre evolucionistas y difusionistas. De mane- ra interesante, aunque se afilia a la corriente difusionista -seúalando incluso que tal idea estaba "ganando completamente la batalla, en contra de la tesis del <lesa-

El difusionismo de Ibarra Grasso

La relación con Ponce Sanjinés (máxima autoridad del nacionalismo arqueológico de Bolivia en aquel entonces y, especialmente, de Tiahuanaco) la llevaba de mane- ra cordial pero distante. Este estudioso le habría dicho a Oick lbarra: "si usted quiere trabajar en Bolivia, no se meca con Tiahuanaco" (Ramón Sanzetenea, en- trevista 05.06.12).

En nuestras investigaciones arqueológicas en Potosí. durante 1995-96, recorrimos lejanas lo- calidades, hallando en ellas varios sidos y objetos precolombinos. Pero eso no fue lo que más nos sorprendió. Nuestro verdadero asombro estuvo al saber que otro investigador ya había pasado por ahí hace 50 años atrás. Tan lejanos parajes, que pensamos haber sido los únicos forasteros que habían llegado a escas tierras. Conversamos con los pobladores ancianos del lugar como Don Ju venal. Don Antonio quie- nes, por su madura edad, nos proporcionaron relatos interesantes sobre ese aventurero que anduvo por el lugar. Ellos guardaban como un miro, la exrraña visita de un singular persona· je hace varias décadas atrás; recodaban a un "chullpero" de negra, larga y tupida barba, de acento argentino, de andar tranquilo y de fuerte voz. Aunque fue fkil identificar al persona- je, por nuestra formación en arqueología boliviana, nos fue muy cxtraúo imaginar a Dick jo- ven, ya <1ue cuando lo conocimos personalmente estaba sin barba y, hace más de dos décadas atrás el tiempo ya había encanado su sien (Céspedes, 2000: 7).

WA1;rr.R .SANCHEZ / l'ERNANDO G.~RCÉS tí 12

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A,iu. ,.wd. bvl,. arcln: bibli• .. 11' 19. 403-42G. 2013. l~SN: 1819-7981

'º Aunque en escritos posteriores también incorporará la idea de emigraciones transpacíficas. 11 Tal Tiahuanaco-cenrrismo de la arqueología boliviana es, sin duda, pre-52, así corno los en-

frentamientos de Dick Edgar Ibarra Grasso. En un temprano texto escrito junto :1 Vignale, importante debido al rono de reproche y de denuncia que hace al monopolio generado por Juan Vellard, ex director del Museo Tiahuanaco, señala que "la reglamentación discrecional que el Dr. Juan Vcllard, ex director del Museo Tiahuanacu, ideara para su monopolio de las investigaciones arqueológicas en Bolivia, nos impidió realizar un trabajo más detenido acerca de los yacimientos exisrenres en el rerrirorio de Potosí. El distin- guido naturalista olvidando, precisamente, los antecedentes franceses y la tradición liberal de su país, impuso limitaciones a toda labor que no fuere dirigida por su propia persona, creando un reglamento antojadizo, sin valor jurídico alguno. Lo tendría sí el Dr. Vcllard --o quien ocupare su cargo- acompa- ñara al reglamento con una labor efectiva, sisrematizada, de investigación en todo el territorio. Pero sucede que en el Musco Tiahuanacu sólo se preocupan por la arqueología tiahuanacora, desechando oficialmente lo que no atinge a ella" (Vígnale e Ibarra Grasso, 1944: 3-4). F.n el caso de Cochabamba, se destaca que "el Dr. Macedonio Urquidi ha tenido oportunidad de insistir en este mismo sentido durante la reciente reunión de representantes de sociedades geográfica.~, revelando la importancia arqueológica del Departa- mento de Cochabamba y la ninguna preocupación investigadora de la ciencia oficial del país. Las propias autoridades de la Sociedad Geográfica de esta ciudad acudieron oportunamenre al ministerio de Educa- ción, y a pesar de que el pedido no importaba erogación por las labores a realizarse, no obtuvieron otra respuesta que una rotunda negativa fundada en aquella reglamentación monopolísra a que aludimos" (Vignale e Ibarra Grasso, 1944: 4).

Esta visión difusionista, con fuertes ribetes "internacionalistas", a parcir de la dé- cada de 1950 comenzó a chocar con las postulaciones de los arqueólogos naciona- listas -"nacionalismo arqueológico" como él lo denomina- quienes postulan la existencia de desarrollos endógenos y autóctonos que, en el caso de Bolivia, co- mienza a centrarse en Tiahuanaco" (Ibarra, 1965: 11-15). De manera clara, Ibarra Grasso sostenía que el "pasado local", no era sino "un aspecto ... del pasado general

(1) "ninguna invención humana (invención, no 'descubrimiento') ha tenido más de un origen, en otras palabras, ella fue el producto de un solo individuo",

(2) "no hubo sino una sola evolución cultural de la humanidad, produciéndose cada una de las invenciones hechas por el hombre en un solo lugar de la Tierra y por obra de un solo inven- tor, cuyo invento, más pronto o más tarde, se difundió a codos los lugares en que llegamos a encontrarlo en los distintos pueblos", '

(3) "significa que codo el desarrollo cultural que se produjo en la región central del continente. sobrepasando el nivel alcanzado por los elementos culturales que llegaron aquí mediante las emigraciones producidas por el estrecho de Bcring'". no pudo producirse en este continente mediante una generación espontánea ... sino que se ha producido merced al aporce de esos rasgos culturales traídos por navegación transpacífica",

(4) "en esta forma, el conjunto de la evolución cultural del mundo se presenta como una sola unidad" (1964a: 13-17).

rrollo autóctono" - marca su distancia con ellos proponiendo su tesis de "La con- cepción verdaderamente monogenisca-evolucionisca sobre las invenciones huma- nas" (1964a: 13-14). Su tesis se basa en cuatro postulados básicos:

4L3 El DlfUSIONISMO ANTROPOLÓGICO Y ARQUEOLÓGln>

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,hu. es:u.d. hol,. archt. biblia., n" 19, 403-126, 2013. ISSN, 181•1 7•1KI

12 Eso no supone que desde la antropología no haya realizado también otros esfuerzos, que inclu yen la lingüística (1952; 1964b).

1' En Tharra (1967h: 20-24) el autor dice que el primer poblamiento se produjo hace alrededor ti, los 60 000 años,

14 Véase también Ibarra (1959: 30-31).

americano" y que no podía ser separado de él (Ibarra, 1965: 19). Es esca visión filosófica e incluso política la que lo lleva a trabajar en las zonas arqueológicas "periféricas" (Cochabamba, Chuquisaca, Potosí y Tarija).

Así mismo, la arqueología lo lleva a buscar evidencias materiales para su reoría12 y es en estos textos donde plasma sus dos interpretaciones: el de la difusión trans-oceánica y el de la difusión dentro de áreas culturales concretas. De hecho, cales interpretaciones, con distintos matices e incluso cambios, debido a nuevos hallazgos, son planteados en varios textos. Por lo que ahora presentamos un pri- mer acercamiento.

¿De qué manera se habría realizado el poblamiento americano según Ibarra Grasso? Por dos vías: la primera por el estrecho de Bering, la cual es la tesis más conocida: la segunda, por medio de una serie de migraciones transpacíficas (Iba- rra, 1965; 1967a).

La migración por el estrecho de Bering se habría producido desde las re- giones siberianas. Sin embargo, autores como A1ex Hrdlicka postulaban una anti- güedad máxima de I O a 15 000 años, señalando que con pruebas de Carbono 14 se. ha llegado un rango de 30 mil años (en: Ibarra 1965: 19-20). En opinión de Ibarra (1965) el primer poblamienro se habría dado anees de producirse el último glacial, es decir, hace más de 50 000 años.'? Esos prímeros pobladores se habrían distribuido por roda América, llegando incluso a la Paragonia. Equivalen al muste- riense del Viejo Mundo (período final del paleolítico inferior), es decir, al hombre de Neanderrhal.14 Luego, durante el intcrstadial (período menos frío del último glacíal) entran nuevos pueblos a América. Son los portadores de primeras puntas de lanza de piedra. Equivalen al musteriense final. En México las puntas de lanza de este período han dado 26 000 años. Hace unos 15 000 años llegaron nuevos pueblos por esa misma vía. Eran cazadores con lanzas de propulsor. Equivalen al final del paleolítíco superior.

Estas serían las disrinras oleadas de la migracíón por el Estrecho de Bering. Sin embargo, posteriormente habría habido varios delos migratorios de otros pueblos más desarrollados (véase Ibarra, 1965: 19-30). Se traca de una migracíón trans-oceánica proveniente del Asia Anterior y del Mediterráneo Antiguo, con agregados hindúes y chinos posteriores.

W ÁL TER SÁNCHE.Z f FERNANDO GARCÉS 414

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!Jtm. mutl bo/$. drthi. bib/i(J., n• 19. 403·426. 2013. l,"~N: 18l9·798 I

El segundo grupo llega por la misma vía y se difunde por América Central y la zona andina. Se difunde también, por la misma zona andina, hasta la Argen- tina central con derivaciones hacia la costa y la Paragonía. En Bolivia se ha encon- trado en su forma primera en el sur de Potosí y Tarija. Estos grupos tienen bas- tante relación con la cultura boliviana difundida desde el Titicaca a Villazón, pasando por Cochabamba y Chuquisaca (cultura llamada Megalítica por Ibarra). Corresponde a la Edad de Bronce pero aparece más como F.neolítica (trabajo de cobre y piedra). Su antigüedad probable es de 1600 a.C.

El tercer grupo tiene puntos de arribo en el occidente de México y la zona norte de la costa peruano-ecuatoriana. Se trata de un conjunto de pueblos de aira cultura con elementos de las más altas civilizaciones de la antigüedad del Viejo Mundo: mesoporámicos, egipcios, egeo-anarólicos, y particularmente fenicios. Llegan hacia el 1500 a.C. Luego se agregan influencias hindúes y chinas.

Posteriormente continúan relaciones transpacíficas pero ya realizadas por ocasionales viajes de comerciantes gue duran hasta los tiempos de la conquista. forma la cultura de los primeros tiempos riahuanacotas y nuevas culturas de los Valles. A partir de ahí se da la expansión de Tiahuanaco, sigue la cultura Colla empobrecida y finalmente la conquista incaica.

A manera de esquema, el cuadro 1 presenta los procesos de difusión trans- oceánica propuestos por Ibarra.

El primer grupo <le este segundo momento de difusión habría llegado, siguiendo la contra-corriente ecuatorial, a las costas ecuatoriano-colombianas. Se difunde a la Amazonía y llega al norte y oriente de Bolivia. Probablemente también llegó a México y a la América Central. Esto se habría dado hace 3000 años a.C, Equivale al Neolítico de base del Viejo Mundo con influencia de la primera edad de bron- ce. En Bolivia estarían representados por los pueblos Moxos, Baures y Chirigua- nos.

Mapa 2: Segundo momento de difusión . Mapa 1: Primer momento de difusión

415 El OIFU~IONISMCl 1\1\:TRClPOLÚCICCl Y A1uiuEOL()(;tCO

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Anu. ettud. bots. nrchi. bib/io., n' 19, ,¡o.3,426. 201'1. JSSN: 1819-7981

Conjunto de pueblos de alta culrura, cou elementos inclusu derivados de las m,h altas civilizaciones de l., a nti¡.,o-ücdad del Viejo Mundo [Mcsoporáml cos. egipcios, cgc~J anarólicos, indostanos y chinos, codos reunido" en una amalgama nuev« en las regiones dr J ndochina e Indonesia). El conjunto de eleme« tos culturales corres ponde principalmente :l

los de la Edad del Bronce del Viejo M undo, apareciendo demento que ya son propios de la Edad del Hierro.

Organización social con reyes tcocniricos y la división de la sociedad en casias sociales, etc. Cerámica con Ana pintura y figuras.

hmnan las culturas <le los primeros perlodos ele Tiahuanaco y <le los Valles. Nuevas influencias <le la Costa peruana Jan origen a I Tiahunacu Clásico, ya nuevas culturas en los Valles. Luego se produce la gran expansión de la cultura tic Tiahuanaco, la cultura ( 'olla y luego la conquista Incaica.

Puente: Ibarra Grasso (1965: 24-28).

Llegan por la misma vía. Panicularmeme con "punro de arribo a al Occ:iclcn te de México y hi zona None de la costa peruana (195: 27).

mismos, aunque a la inversa, que la cultura anterior. no llegó directamente la región Andina" (1965: 26).

Procedencia Oceánica

.k

Corresponde a r\\l grupo la cultura <JII• llama en Bolivl I

Mcgalírica o de los 'I ,//, Andinos. Su nh, 1

comparad ve con t ~ prehistoria de Eu,·up, es el Encolírico (cobre 1

piedra).

Su cerámica CHCCC de pintura, no obsuuue posee adornos inciso y modelados.

Los pueblos que difundieron esta cultura por la zona Andina fueron cubiertos por las emigraciones posteriores.

sino en pequeñas

los

Amazonía,

forma de influencias,

Llega por la misma vía c1uc el primer gnipo y se difunde por Améri- ca Central y la zona Andina: "no pasa a la

Procedencia Oceánica

2do.

"comparándolo cou 1, prehistoria de Et110111 es un Ncolitico ... ,1111

algunas influencia, 1 ,

ueolíricas".

Agricultores con cerámica y organización social con jefes y aldeas.

Tribus de Mojos, Baurcs, Tacanas, Chacobo», Chiri- guanos, etc.

Liega a la América del Sur. las costas ecuatorianas y colom­ bianas, de donde se difunde posrcriormen- te por la Arnazonía y llega al Norte y Oricn re de Bolivia (1965: 25).

Procedencia Oceánica. siguiendo la contra- corriente ecuatorial

l cr,

Nível Cultural Cultura material

Grupos pertene- cientes a esta

influencia

Difusión

Cuadro 1 Interpretación de difusión muis-oceánica y grupos humanos

WAJ:n,R SANc:t IEZ / FERNANDO GARCÉS

Vía de difmión

Grupo

416

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15 Recién en 1955 se iniciará la datación radiocarbónica en Bolivia. En un Informe de Labores in- remo elaborado para la Universidad Mayor de San Simón, ese año, por Dick Edgar lbarra Grasso, señala: "La estadía en Tiahuanaco (en una misión presidida por el Dr. Alfred Kidder), fue valiosa pues permitió ver el procedimiento de extraer muestras para el Carbono 14 sin que se contaminen, cosa que el subscrico conocía en reoria pero no en práctica".

16 Constituye el actual Arcaico o Pre-cerámico.

Viscachanense (Paleoll- "Para nosotros rico). corresponde a una Cazadores primitivos y cultura del Paleoliri- agriculrores incipientes co inferior> una (1959a: 31). especie de Pre-

solutrense contem- poráneo al Musere- riense, o, para decirlo en forma mi, clara y comprensible: un Musceriense de

Viscachani, Provincia Sica Sica (La Paz)

"Creemos que sobre estas dos culturas se puede hacer la siguiente interpre- ración de conjunto: Dentro del conjunto de la segunda de ellas, la Ayam- piríncnse, se puede reunir también las puntas Folsorn y las Y1Una de Norreaméri- ca, considerándolas como pertenecientes a un Paleolí-

Culturas Periodo Paleolirico'?

hipótesis difosionjsta Localidad

Cuadro 2 Interpretación de periodos con relación a la difusión intra-continental

Siguiendo a G.D. Howard (1947) y Bennet (1936), plantea tres periodos para comprender el proceso pre-histórico de Cochabamba: 1) Primitivo, 2) Medio y 3) Posterior (cf Ibarra 1952a: 10-12). Con respecto al "Período Primitivo de Co- chabamba" ya en una publicación destacaba sus primeras apreciaciones, señalando que este período "se ubica hacia el año 1000 de C." (1952a: 11), momento en el que "se producirán las influencias que dan origen a la civilización de Tiahuanaco, y corno difusión posterior de él se produciría, en el Período Medio, las culturas de Cochabamba, hacia el año 1000. Todas las otras culturas conocidas de Bolivia, no superarían esta antigüedad" (l952a: 11). Queda claro que estos descubrimientos del Periodo Primitivo se refieren a Periodos conocidos en la actualidad como el Arcaico o Pre-cerámico y Formativo, por lo que sus fechados son, hasta ese en- tonces intuitivos 15• En 1959, con respecto al Periodo Primitivo, presenta sus des- cubrimientos de las culturas Viscachanese y Ayampitinense -perteneciente al Paleolítico y realizadas en 1954- así como de otras culcuras (la de los "túmulos" de Cochabarnba, por ejemplo), destacando que hasta ese entonces, ningún autor había descubierto, "ni en forma teórica e imaginativa siquiera, restos arqueológicos anteriores a la civilización de Tiahuanaco en Bolivia" (l 959a: 30). En su texto de 1965, Prehistoria de Bolivia, realizará un tratamiento más detallado sobre los ha- llazgos realizados en el yacimiento Paleolítico de Viscachani y las Megalíticas en los Andes (1965: 31-98).

417 EL Dll'USJONISMO ANTROPOLÓGICO Y ARQUEOLÚG!CO

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A11u. mud. huis. arthí. biblw., n• 19, 403·426. 2013. fSSN· 1 R 19 l•!M I

de Cristo. más o mcno-, según lo, primeros agricul rores <tue aparecieron en rl sudo americano" JJ 95')., 31). "La procedencia de C\I ,,

cultura -la hallada r11 Oruro, La Paz y Coclu bainba- la considera 111,,. directamente oceánica, , decir. proveniente d1 emigraciones oceánicas ., través del Océano Pacifhn

"Estos a¡;riculcotes mesclí ricos habrían penetrado ,, América pasando rarnbién por el estrecho <le Berinfl, aprovechando el optimum climático correspondieruc u los anos 4000-2000 ante-

europeos W1 uscrcriense ( l 95%: 30-31).

rico superior Solusrrense. que· ha entrado a América, por Alaska, hace no menos de I O 000 años, según la, fechas del Carbono 14 para las más antiguas puntas Folsorn. Para la primera cultura, la Viscachancnse, postulamos una entrada mucho m;h antigua por la misma vía de Bering, posiblcrnen te se remonte a las primeras épocas de la última glacia ción, según procuraremos demostrarlo en otro traba jo. Puntas similares :1 las de Viscachani han sido hallo das en T renron y Californ i:i en Esca dos U 11 idos (para estas últimas se ha postuln do incluso una antigüedad pre-glaciar por sus dcscu bridores). en Taleal .,1 Norte de Chile, y en l.1 Patagonia (Argentina); esta, últimas fueron postulada- como de tipo de transición entre el Acheulense y ~I

El "Ayampitiuense, cu¡•a antigüedad se ba calculado en la t\rgcntina en unos 6.000 años ames de Crisro para la época l (con análisis de Carbono 14)" (1959a: 30).

17 Consriruye el actual Periodo Pormauvo.

Ayampirinense (Paleolí- tico). Cazadores primitivos y agricuhotes incipientes (1959:1: sosn.

"No se erara ya de un 4000-2000 a.C. pueblo de cazadores primitivos, ni de agri- cultores incipientes. Ha sido un pueblo ya alramente desarrollado, con buena agricultura, cerámica de formas variadas, piedra rnuy bien pulida e, i ncluso, con conocimiento del cobre" ( l 959a: 39). - Cochabamba, llamada "Cultura de los Túrnu- los", "también, cornpa- rarivarncnrc, la hemos denominado "Cultura Megalítica" y "Civiliza- ción Pre-Tiah uanaco". - Tiahuanaco.

bifaciales" (l 959a: 30).

• Belén (Oruro) - Valles de Cochabarnba ..- Tiah u anaco (lo, [)az)

Mesolítico 17.

"Después ele las culturas anterio- res, paleolíticas, parece presentarse en Bolivia u na cultura que corresponde a un Mesolítico agrícola basta 11 re desarrollado, o acaso, más bien. a los comienzos del Neolítico agríco- la, con agricultura pero sin ccrárni- c-a" ( l 959a: 31).

hipótesis difusionista Periodo Culturas

WALTFR SANCl-1 l'Z I FERNANDO GARCÉS

Localidad

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En resumen, dejando de lado otros tipos de cerámica menores, de Cochabamba mismo y acaso anteriores, creemos que nos hallamos ante coda una corriente de antigua difusión, que partiendo del Perú y con base Chavín, pero con influencias posteriores de Nazca, ctc., ha atravesado Bolivia, donde dio origen a la cultura de Tiahuanaco Clásico; en Cochabamba la misma llegó a su región Este, lo mismo que a Chuquisaca y Valle Grande, y allí dio origen ,1 la culcura Yampará, cuyas influencias llegaron hasra Mojos en donde, como resultado, habría que atribuir mayor antigüedad a sus yacimientos; luego, posiblemente por el territorio Cha- né se dirigió a la Argentina y dio allí origen a las culcuras Draconiana y Tucumana. En con- junto no se la debe interpretar como una sola emigración de pueblo, sino como una corrien- te continua desde su foco de origen en el Perú (1952a: 19).

Con respecto a Tiahuanaco propone una periodización cultural a partir de tres periodos: Antiguo Tiahuanaco (Old Tiahuanaco), Tiahuanaco clásico (Classical Tiahuanaco) y Tiahuanaco expansivo (Expansive Tiahuanaco) (1959b), donde argumenta procesos de difusión desde el Perú.

Fuente: Ibarra Grasso (1959a: 30-31).

Con respecco al Periodo Medio tenemos ya un acercamiento hecho ya en 1952a, mostrando los procesos de desarrollo a partir de procesos de difusión dentro de amplias áreas culturales y que tiene sus núcleos centrales en el Perú. Más que desa- rrollos locales separados, Ibarra Grasso propone procesos conjuntos y paralelos en el tiempo y que podían ser rastreados a partir de la evidencia material en los luga- res de recepción.

y en época que puede remontarse hasta un millar de años anees de Cristo ... vemos en esta cultura una serie de relaciones cou restos de antiguas culturas que aparecen en diversos lugares de las islas oceáni- cas, incluso presenta relaciones claras en el estilo de algunos de los ídolos de piedra dichos, de Cocha- bamba, también las formas de las hachas, que son de dos upo, corresponden a cipos oceánicos y especial- mence rnclanesio. Incluso en Polinesia existen ele- mentos relacionados con esca cultura, y que no pueden ser sino superviven- cias de: épocas anteriores". (1959: 32).

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Periodo Culturas hipótesis difusionista Localidad

ElDJFUS10Nl$M() ANTROPOLÓGICO Y ARQUEOLÓGICO

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Auu. mud. bql<. archt. bib/iQ .. n" 19, 403-426, 2013. ISSN: 181'>·79RI

18 Actualmente es conocida dentro de la arqueología regional de Cochabarnba como Omereque. Esca "cultura arqueológica" se ubica en los valles rnesorérrnicos de Cochabarnba y Sanra Cruz, aunque se han hallado evidencias en otras parces como el altiplano e incluso la cosca.

19 Los trabajos realizados en 1942 en Potosí, le permiten hallar diversas "culturas locales" con evi- denres lecturas difusionisras entre diversos espacios. Destacan parricularmente aquellas que llama "Huru

Si bien sus ingresos en Bolivia son detectados ya en la década de 1940, se traslada a vivir a Cochabarnba -principios de la década de 1950- luego de desencuen- tros con las autoridades de la Universidad Nacional de Tucumán-Argentina. Sus trabajos de investigación se sitúan en el Periodo denominado por él Medio, cen- trándose fuertemente en los valles de Cochabamba y Mizque (1952). Con sus primeras incursiones y sus conocimientos de los valles de Potosí, Tarija y Chuqui- saca", ensaya en 1952 una primera aproximación cronológica y difusíonisra para Bolivia.

El esrilo Clásico de Tiahuanaco tendría sus fuentes, posiblemente, en formas originadas en el llamado Estilo Andino del Centro y del Sur, del Perú, (en parce de él, mejor dicho, pues ha- bría que separar una fase antigua y orra posterior, si derivada ya de Tiahuanaco), en donde se habría formado merced a diversas influencias; posteriormente ruvo su brillante desarrollo en la región de Tiahuanacu. F.ncre los elementos formadores hay que reconocer elementos de Chavín, particularmente lo, referidos al trabajo de la piedra, elementos de Nazca y posiblernenre del Proro-Lima de Uh- le; no falcaría tampoco Rccuay, aunque es posible que el Recuay fuese un derivado posterior de lo mismo. lo fundamental de codo esto es Jo siguiente: es posible que en la región Andi- na del Perú, en los aledaños de las culturas de Nazca, se formase una cultura nueva, muy po- co conocida hasta ahora, con todas las influencias dichas. Los vasos ruchos, llamados "Nazcoidcs" IM provisionalmente por nosotros, nos presentan una imagen de esca inrerpreración. Uno de los que hemos hallado úhimamenre presema relación inmediara con Nazca y Proto-Lima, el orro presenta una rara combinación: su ornamenta- ción se compone de tres franjas: la del cuello sería Yampará, la de la parce superior del cuer- po presenta un cipo riahuanacoide y la cenera! es netamente Nazcoidc ... Sobre esto, la interpretación inmediata sería que aquella cultura Andina peruana, que sin duda ha renido que rencr largo período de formación, influyó sobre Bolivia; uno de sus pri- meros períodos nos daría el nazcoide y posteriormente ya con un aspecto más riahuanacoide, formaría fundamentalmente el Tiwanaco Clásico; las fases más primitivas y también algunas posreriorcs entrarían más en Bolivia y podrían haber servido perfectamente para la forma- ción del Yampará. De este modo la relación del Yampará con Tiahuanaco no sería la de una derivación directa con el periodo Decadente, sino de origen en una misma cultura originaria (1952a: 16).

Algunos años anres, en 1952, describe los complejos procesos que habría dado lugar a su formación en los que no son menos importantes aquellos deveni- dos de procesos difusionisras y con importante influencias sobre otras culturas locales como Yampara y/o Nascoíde (actual Omereque).

WAl:rER SANCHEZ / cERNANDO (;i\RCÉS 420

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quilla, Yura, y Chaqui, además de objetos de la cultura Chicha y algunos Aracameños. La cultura Chaquí parece relacionarse más con la Acaca.meña, en tanto 4ue la Huruquilla y la Yuca esrán relacionadas entre sí y parece que también con la Chicha; estás tres últimas presentan formas de dibujos y formas de vasos que son t.ipos amazónicos; los dibujos se relacionan particularmente con la cerámica Chiríguana actual, de origen Chané (Arawak), y con diversas culturas del Noroeste Argentino. También aparece una forma de vasos que llamamos "campaniforme" que sólo hemos visco igual en algunas piezas de Rurrenabaque (Beni). r.n general son culturas bastante pobres, con urnas funerarias en la zona Huruquilla, y con LUI mayor desarrollo del trabajo de la piedra en Tarija, Las influencias de Tiahuanacc faltan completamente, o están can transformadas que no se las reconoce. la impresión recibida sobre codas estas culturas es que son relauvamenre recientes y que, codas, son conquistadas en su periodo úlcimo por los Incas" (1952a: 12-13).

Su interpretación de la cultura Nazcoide (actual Omereque de Cochabamba) es, sin duda, el elemento más importante de su lectura difusionista ya que lo conside- ra como fruto de procesos de difusión de la cultura Nazca hacia Cochabarnba, comparando no sólo las formas de las vasijas sino incluso el sofisticado uso del color (según lbarra Grasso, más de una decena), no hallado en otras partes de Bolivia.

en Potosí hallamos dos vasos evidentemente alógenos a las culturas locales: eran de forma nueva y policromos, cosa que no se presenca en Potosí. Luego de trasladarnos a Chuquisaca, pudimos constatar que eran importados de esta región ... Así es que nos enfrentamos con una cultura complemenre nueva para nosotros ... El material que apareció entonces en nuestras investigaciones era de formas muy variadas, con una abundancia extraordinaria de vasos trí- podes, una policromía en la cerámica que llegaba a los ocho colores, aunque nunca más de cuatro o cinco sobre un mismo vaso. También el trabajo de la piedra presentaba un grnn desarrollo, con presencia de vasos trípodes magníficamente pulidos y diversos placos y fuen- tes ... Sobre datos históricos de los pueblos que habían habitado allí, llamamos a esca cultura Yampará, del nombre de la rribu local que parece ha sido la más importante y central. La di- fusión de esca cultura ha comprendido todo el Departamento de Chuquisaca, menos la pro- vincia de Cinri ... El esrilo de los dibujos Yarnpará, lo mismo que muchas de las formas de los vasos, denunciaba una independencia completa de los vasos tiahuanacoras locales, y también para nosotros una mayor anrigüedad de origen. Algunas piezas, particularmente vasos trípo- des, señalaban más bien una relación cierta con los mounds de Mojos (l 952a: 13).

Con respecto a la "cultura Yarnpara", Ibarra Grasso señala sus hallazgos rea- l izados en 1942, sus características y sus propias difusiones hacia zonas aledañas, aunque destacando su independencia de los objetos materiales Tiwanaku local:

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Dick Ibarra complejiza la mirada del poblamiento americano, superando el reduc- cionismo <le una migración siberiana única. Esto de por sí ya es un aporte impor- tante para pensar la pluralidad de las conformaciones culturales americanas. El evolucionismo y el diíusionismo son dos teorías centrales para la interpretación del pasado que realizan arqueólogos y antropólogos durante el siglo XX. En algu- nos casos existió una separación entre ambas; en la mayor parte de los casos, uno y otro fueron complementarios. No deja de ser interesante, por otro lado, constatar la vinculación de lbarra con el lenguaje y hasta ciertos postulados evolucionistas, lo cual muestra que las aparentes ideas opuestas de escas dos corrientes (difusío nismo y evolucionismo), en muchos casos, no superaban el nivel declarativo.

La separación de las dos corrientes se halla, no obstante, en el núcleo del debate entre aquellos que consideran los procesos de desarrollo como fruto de factores internos (endógenos, autóctonos; dicho de otra manera, como evolución independiente) o, debido a factores externos (como producto de procesos de diru sión).

Conclusiones

Un elemento importante de destacar en rodas estas interpretaciones, es que siendo lo material lo relevante, las evidencias culturales de este tipo -mayor o menor complejidad en el uso de los colores, tecnología de uso por ejemplo de metales, etc., etc.- no sólo son determinantes para comprender el nivel alcanzado por una sociedad, sino que con ello sería posible determinar la estructura social y política de estas sociedades. Es decir, a mayor complejidad tecnológica, decorativa, de uso de colores, erc., le correspondería una mayor complejidad societal.

Mapa :l. Difusión desde Nazca hacia la "cultura" Nazcoidc

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Anu. ,s1ud, bol;, 11rcln, bibl,q,, n" 19. ife)}.,12(,, 20H. ISSN: HU .. J­7981

Los que asumen la postura de que las sociedades americanas no son en su plenitud fruco de procesos de desarrollo independiente sino de procesos de difu- sión de un adelanto, descubrimiento o invención, se dividen de acuerdo a sus énfasis en: aquellos que postulan los viajes trans-pacíficos para entender los proce- sos de cambio tecnológico y socio-cultural -denominados también "hiperdiíu- sionistas" o "ulrradifusioniscas"- y aquellos que postulan ideas evolucionistas pero aceptan las difusiones internas, dando lugar a áreas culturales. De ahí que los difusionisras consideren que si bien la mayor parte de los cambios son exógenos, aceptan que en algunos momentos pueden ser endógenos.

En Bolivia, el difusionismo es importante principalmente en la segunda mi- tad del siglo XX. Ibarra Grasso fue, sin duda, su máximo exponente. Sus interpre- taciones sobre el pasado son relevantes en la medida que se oponen a las ideas planteadas por los arqueólogos evolucionistas que postulan desarrollos autóctonos, independientes o endógenos en Bolivia. De hecho, muchas críticas de los difusio- nistas se han referido al hecho que los arqueólogos evolucionistas serían funciona- les a los presupuestos políticos del nacionalismo. No obstante, muchos plantea- mientos difusionístas han sido planteados también en la consolidación de presu- puesros políticos de tipo más regionalista.

En términos teóricos, puede considerarse que las lecturas difusionisras po- seen muchos "parecidos de familia", a pesar de sus diferencias. Consideran que el cambio es producto de las necesidades humanas materiales. Una vez que una so- ciedad y/o un individuo descubren cómo satisfacer una necesidad, inmediatamen- te difunde dicho descubrimiento -determinismo tecnológico- y las sociedades receptoras la incorporan -eso supone como lo señala Ibarra Grasso que codo descubrimiento es hecho por una sola vez y por un solo individuo en codo el mundo-, generando de esca manera procesos de cambio y alcanzando con tal descubrimiento un nuevo grado de desarrollo. De ahí que los difusionisras consi- deran el cambio social como direccional y que va de lo simple a una mayor com- plejidad. En este sentido, no son importantes las influencias que puedan hacer los grupos o sociedades menos avanzadas tecnológicamente sobre las más avanzadas. El cambio es siempre hacia delance; no hacia atrás.

En tal sentido, las sociedades más "adelantadas" tecnológicamente son las que difunden estos adelantos. De ahí que los estudios y las interpretaciones difu- sionistas incidan más en las sociedades receptora~ que en las emisoras.

Los arqueólogos diíusionistas consideran que codo proceso de difusión es cognoscible y puede descubrirse con excavaciones sistemáticas y en base a compa- raciones con otras áreas. Metodológicamente, no importa el azar de los hallazgos,

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Recibido el J de septiembre de 20 l l Aceptado el 1 de ocru brc de 20 1 1

siempre que después cumplan el requisito de la equiparación temporal (principal mente cronológica, para lo cual son importantes las dataciones con C-14, ya que Jan una constatación temporal) y la comparación espacial factible (continuidad espacial) en el que se destacan una seria de variables (atributos, rasgos, posibilidad real de desplazamientos, etc.).

Todos estos elementos esbozados a pan ir de las propuestas e in rerpreracio nes analizadas, no son monopolio de estos arqueólogos difusionisras. Más aún, las ideas difusionisias se hallan de manera implícita en una gran parte de los rrabajos r interpretaciones de actuales arqueólogos que vinculan sus interpretaciones a mo delos de ripo "centro-periferia".

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