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OSVALDO A. SIMARI

REFLEXIONESSOBRE LA

EVANGELIZACIÓN

ROSARIO – ARGENTINA2012

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REFLEXIONES SOBRE LA EVANGELIZACIÓNDerecho de autor — Copyright © 2012 Osvaldo Antonio SimariTodos los derechos reservados. All rights reserved.

Edición al cuidado deEduardo Sánchez Gauto

Revisión editorial, diagramación y diseño de [email protected](0991) 755-355

Impreso en enero–febrero 2012en los talleres de ETIGRAF SRL - Tel. 503 425

Impreso en Paraguay — Printed in Paraguay

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DEDICATORIA

Con la presentación de este trabajo, deseo expresar mi gra-titud a Dios por contar durante 15 años con la inspiración yayuda ministerial de Juan Mura y Eduardo Sánchez, fieles com-pañeros de milicia y eficientes colaboradores en el ministerio deevangelización y misiones (urbanas, sub-urbanas y rurales).

Ambos hermanos en la fe fueron de inspiración y gran ayu-da en mi vida. Aprendí mucho de ellos. Gracias al Señor quenos permite ver ahora con nuestros propios ojos mucho de loque el Señor ha hecho con el poder de su Espíritu Santo, insus-tituible y principal protagonista del ministerio.

Nos unió la pasión de predicar el evangelio de Nuestro Se-ñor Jesucristo; de alcanzar, ganar vidas, buscando que cambiensu estilo de vida, a través de una transformación integral. Nosunió el cumplir la misión que Dios nos encargó.

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PRÓLOGO

¿Y cómo oirán si nadie les predica?

Romanos 10:14c

El apóstol Pablo, preocupado por que todas las personaslleguen a conocer a Cristo y sean justificados por Él por me-dio de la fe, nos exhorta a difundir la palabra de Dios en to-do sentido y propósito: enseñando, hablando a una personao a una multitud, testificando con la vida; siendo ejemplo devida, en el templo, en la calle, en la radio, en la televisión, ocualquier otro medio que se pudiera utilizar para proclamar,más que nunca, el Evangelio de Verdad a tantas personas quela necesitan en nuestro tiempo.

Vivimos en un tiempo en que muchas iglesias predicany enseñan la «Gran Comisión» (Mateo 28:18–20), pero muypocas son las que cumplen a cabalidad con este mandatode nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Creo que algunasiglesias han perdido «el primer amor». El cuerpo de Cristo,la iglesia del Señor, está enfrentando en este tiempo una si-tuación decadente y catastrófica de la sociedad en que vive.Por ello, es urgente y pertinente retomar nuestra misiónevangelizadora, considerando seriamente la exhortación delapóstol Pablo a su hijo Timoteo de no descuidar esta tarea:«Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzga-rá a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo;

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redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (2Timoteo 4:1,2).

Para reencauzar y reflexionar sobre la evangelización, es-te material nos ayudará a repensar en la tarea de sembrar lapreciosa semilla del evangelio en los corazones de las per-sonas. Para ello nos muestra que la evangelización debe serinteligente; debe ser vivida y encarnada, porque no pode-mos dar lo que no tenemos. Debe ser una labor desarrolladaen equipo, con el acompañamiento del cuerpo de Cristo. Ypor supuesto, la metodología infalible es realizarla paciente-mente y con Amor.

El Pr. Osvaldo Simari no solo ha hecho una relectura delos materiales mencionados, sino que ha encarnado la evan-gelización en su propia vida y en su ministerio. Sus reflexio-nes y sugerencias prácticas salen de un corazón apasionadopor las almas perdidas. Es un ejemplo de vida para mí y mu-chos otros consiervos y líderes.

Es mi oración que este material sea un manual didácticoy práctico para la obra del Señor en general; y especialmentepara aquellos quienes, como su autor, sean apasionados enproclamar el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

PR. LEONARDO ÁLVAREZ RAMOSCopastor, Iglesia Bautista Luz

Profesor de Antiguo Testamento e Historia de la IglesiaUniversidad Evangélica del Paraguay

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ÍNDICE GENERAL

Dedicatoria III

Prólogo V

Índice general VII

1 Introducción 1

2 Somos embajadores de Cristo 32.1. El embajador no obra por cuenta propia . . . 42.2. El embajador no tiene un mensaje propio . . 52.3. El embajador no vive en su propia patria . . . 7

3 Evangelización y adaptación 93.1. La idiosincrasia de América Latina y los la-

tinoamericanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

4 El anuncio de la Palabra de Dios 134.1. Lo que no dice el texto . . . . . . . . . . . . . . 144.2. Lo que no podemos hacer . . . . . . . . . . . . 144.3. El doble propósito de la predicación . . . . . 154.4. El fondo de la cuestión . . . . . . . . . . . . . . 16

5 Sólo para pecadores 19

6 Todo el evangelio a toda la persona 23

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6.1. Un Evangelio reducido . . . . . . . . . . . . . . 256.2. La conversión, un punto de partida . . . . . . 256.3. Harvest/DNA (Discipulando naciones) . . . 276.4. Una salvación total . . . . . . . . . . . . . . . . . 286.5. Una salvación positiva . . . . . . . . . . . . . . . 286.6. Las perspectivas de la salvación . . . . . . . . . 296.7. Una salvación paradójica . . . . . . . . . . . . . 306.8. Una proclamación total . . . . . . . . . . . . . . 316.9. La predicación que salva . . . . . . . . . . . . . 326.10. El misterio de la predicación . . . . . . . . . . 33

7 Nuevas realidades y nuevos problemas 357.1. La postmodernidad . . . . . . . . . . . . . . . . 357.2. Otros grandes desafíos de nuesro tiempo . . . 36

8 Revisión de nuestro testimonio evangélico 41

9 Conclusiones prácticas 45

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CAPÍTULO 1

INTRODUCCIÓN

Hace un tiempo atrás, mi esposa Azucena Martín escri-bió una serie de devocionales llamada La Visión de la Misión.Esa serie de devocionales fue parte de la edición 2005 de Jun-tos en tu Presencia, un clásico libro devocional argentino.Tanto en esa serie de devocionales, como en otro devocionalque mi esposa escribió como parte de la Biblia devocionalpara la mujer, publicada por Editorial Vida, ella mencionael ministerio de la evangelización y las misiones; e identificaa ambas como la pasión de su vida.

Hace poco estaba recorriendo los títulos de mi bibliote-ca pastoral, y me encontré con varios libros que se publica-ron hace varias décadas, y que precisamente tratan acerca delministerio de la evangelización. Son libros que me han traí-do gran bendición, y sin duda quienes aún cuenten con esoslibros en sus Bibliotecas o lo hayan leído estarán de acuerdoconmigo. Son trabajos serios, bíblicos, que son la expresiónde la vivencia de sus autores en la misión y la promesa bíbli-ca de «irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas» (Sal-mo 126:6).

Después de orar, y de considerar la gran tarea de la evan-gelización y las misiones, pensé que la transcripción resu-mida y adaptada de estos escritos podrían llegar a ser demucha bendición para hombres y mujeres que tienen estamisma pasión que hemos experimentado en nuestra vida, yestán deseosos de obedecer el mandato del Señor Jesucristo.

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Por tal razón, solicité a mi colaborador y consiervo EduardoSánchez —quien trabaja conmigo desde hace 14 años— queque me ayudara a releer nuevamente estas obras, transcribir-las, adaptarlas y comentarlas, y a veces, añadiendo trabajosde otros autores que podrían completar el mensaje. El deseoes que estos resúmenes puedan inspirar y ayudar de formapráctica muchos que como nosotros hemos vivido la pasióncasi desde nuestra adolescencia.

Iniciamos, pues, esta tarea que se irá extendiendo conel tiempo, si Dios permite, con el resumen contextualizadodel trabajo de José Grau «La Evangelización, aquí y ahora».Dedicamos este trabajo a todos los hermanos y hermanas deAmérica Latina que buscan cumplir la comisión del SeñorJesucristo.

PR . OSVALDO A . SIMARI

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CAPÍTULO 2

SOMOS EMBAJADORES DE CRISTO

Dios estaba en Cristo reconciliando consigo almundo, no tomándoles en cuenta a los hombressus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra dela reconciliación. Así que, somos embajadores ennombre de Cristo, como si Dios rogase por mediode nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Re-conciliaos con Dios. Así que, somos embajadoresen nombre de Cristo, como si Dios rogase por me-dio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo:Reconciliaos con Dios. (2 Corintios 5:19,20)

El apóstol Pablo presenta la tarea evangelizadora de laIglesia como una embajada. Cada cristiano es un embajadorde Dios, con una misión concreta que realizar. A cada cre-yente se le encarga el ministerio de la reconciliación, paraque los demás también puedan tener todo lo que él ya halogrado por la gracia de Dios.

Evangelizar es deber de todos los cristianos, y no sola-mente de algunos pocos especialistas. La misión es tarea detoda la Iglesia, es decir: de todos los creyentes.

La evangelización, según Pablo, se parece a la tarea deun embajador. Entonces, estas son las características princi-pales:

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2.1. EL EMBAJADOR NO OBRA POR CUENTA PROPIA

Todo embajador se halla al servicio de su gobierno. Noactúa por cuenta propia. Todo embajador es acreditado porel jefe de Estado de su nación para que le represente a don-dequiera que sea enviado. Es portador de «credenciales», demanera que siempre pueda demostrar la representación queostenta y dejar fuera de toda duda la autoridad que asume.

Todo cristiano es un embajador de Cristo; enviado porsu Salvador, acreditado por Él, protegido por Él, y con ple-nos poderes para proclamar los derechos de Dios y su Reino.Puede, con toda la autoridad de Dios mismo, hablar a loshombres, acusarlos, denunciar su incredulidad, su injusticia,y ofrecerles la gran salvación de Jesucristo. Por tanto, tienederecho a meterse en la vida del prójimo.

Si interfiere en las vidas ajenas, no lo hace por placer sinocomo embajador de Aquel a quien ha sido dada toda potes-tad en los cielos y en la tierra. En última instancia, pues, noes el creyente el que habla, sino Dios a través de Él.

Un embajador se caracteriza por su cortesía, su pruden-cia, y su habilidad diplomática, y eso también debe caracte-rizar al creyente.

Lo que impulsa al creyente a testificar será, primeramen-te, la seguridad de su propia salvación (2 Corintios 5:17,18),y luego como consecuencia, el llamamiento divino por elcual «a nosotros» se nos encarga «la palabra de la reconcilia-ción». Si carecemos de esta motivación, nos moriríamos demiedo, miedo a no parecer loco, miedo a las burlas de losincrédulos, y desperdiciaremos las continuas oportunidadesque tenemos de testi?car de Cristo.

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2.2. EL EMBAJADOR NO TIENE UN MENSAJE PROPIO

Que un embajador «no tenga un mensaje propio» noquiere decir que no tiene ningún mensaje. Un embajadortiene muchísimos mensajes; pero lo que se destaca es que nose trata de sus propios mensajes, sino de las órdenes de suGobierno. En su trabajo, el mensaje se les da bien hecho,para que lo transmitan con fidelidad. Repiten las indicacio-nes recibidas. Ningún embajador se atrevería a añadir nada—ni a quitar nada— a las órdenes recibidas.

El mensaje del embajador cristiano es el «Evangelio deDios» (Romanos 1:1). Es un «Evangelio», una «buena noti-cia» de Dios. La buena noticia es la reconciliación que Diosha obrado por medio de Cristo (2 Corintios 5:18,20).

Poderes e instrumentos del embajador. El poder del emba-jador de Cristo reside en su lealtad a la Palabra de Dios ysu obediencia al Espíritu de Dios, que es quien le envía. ElEspíritu Santo obra por medio de la palabra, y la Palabra yel Espíritu obran por medio del testimonio del creyente queanuncia delante de toda la humanidad: RECONCILIAOSCON DIOS. Ése es el mensaje que el cristiano debe dar almundo.

Los instrumentos son dos: La Palabra y el Espíritu. Omejor, el creyente es instrumento en manos del Espíritu yla Palabra que el Espíritu ha dejado en la Biblia.

Por eso es que es tan importante la fidelidad del emba-jador al mensaje que hay que transmitir. Hay que ser fiel almensaje en todas partes. No está permitido elegir o entresa-car esas partes que gustan más, o que atraigan mas, y callarsobre los demás. El embajador tiene que ser fiel a todo el en-cargo que ha recibido. Sólo así podrá hablar con autoridad;sólo así podrá esperar un fruto de su misión.

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La verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad. És-te, y no otro, es el comunicado que el embajador de Cristodebe hacer llegar a toda la humanidad. Pero no se trata de«su» verdad o de «mi» verdad, sino la verdad de Dios, la Pa-labra de Dios. Es decir: la Biblia, toda la Biblia, y nada másque la Biblia.

Este es el fundamento de nuestra autoridad: «Así ha di-cho Jehová» «Es palabra de Dios». Si es así, los que rechazanel mensaje, que no es nuestro sino que es de Dios, son cul-pables de despreciar al Señor que nos envía a ellos. El querechaza nuestro mensaje no rechaza algo nuestro, sino quedesprecia la gran obra de Dios.

Preparación del embajador. Como embajadores de Cristo,somos portadores del mensaje del Evangelio. Por tanto, seimpone un aprendizaje a fondo de este mensaje; un domi-nio profundo y amplio de todo el contenido del mismo. Enresumen, el embajador tiene que conocer todos los docu-mentos de los cuales es portavoz. ¿Qué impresión causaríaun diplomático que no sabe nada acerca de los documentosque son parte de su misión o?cial ante el gobierno? ¿Qué cla-se de embajador sería? De esa manera, conocer la Biblia y lasana doctrina es indispensable en el cristiano. La ignoranciaes madre de la superstición, no de la devoción.

El cristiano necesita la doctrina. Hubo un escritor quetenía mucha razón cuando dijo: «El error y el desastre delmundo cristiano es que busca más los efectos que las cau-sas». Por eso, un estudio serio de la Biblia es algo que nose puede reemplazar y es una necesidad. Nada lo puede re-emplazar: ni el entusiasmo, ni la fuerza de los sentimientos,ni la actividad, ni nada que quiera camuflar una ignoranciabíblica imperdonable.

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Muchas veces, no sólo es necesario proclamar la verdad,sino que hay que atacar el error. Hay que matar el error paradar cabida a la verdad.

Proclamar la verdad, atacar el error. No olvidemos que en-tre los que nos van a oír va a haber mucha oscuridad y mu-cha mentira espiritual. En América Latina hay gente quenos escucha, y que incluso asiste a nuestros cultos, sólo por-que rechazan la iglesia católica. Si estas gentes se quedany se hacen miembros de iglesia, mezclan en la iglesia doc-trinas extrañas que perjudican grandemente el testimonio.Muchas veces, el anti–catolicismo de estas personas es enrealidad anti–cristianismo. Otras veces, la conversión de es-tas personas es sólo el aceptar dos o tres doctrinas que nisiquiera son importantes, para poder decir «me fui con losevangélicos, ya no soy católico». Pero detrás de eso, incons-cientemente, siguen todos sus errores.

Es una tarea urgente. Estamos orando por un avivamien-to, renovamos nuestros esfuerzos de evangelización, desea-mos despertar a las grandes responsabilidades misionerasque tenemos que asumir. Pero todo será inútil si no conoce-mos la Biblia, porque todavía no hemos aprendido el ABCdel Evangelio.

En resumen: El embajador cristiano debe recordar quetiene un mensaje que no es el suyo. Es el mensaje de la Biblia,que debe conocer, estudiar, dominar, exponer, e inculcar alos demás.

2.3. EL EMBAJADOR NO VIVE EN SU PROPIA PATRIA

El embajador no vive en su propia patria. Tiene que sa-lir. Tiene que viajar al extranjero, y vivir en tierra extraña,

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porque debe llevar el mensaje del cual es portador a ese país.Va a vivir en ese país por algún tiempo, va a aprender sulengua y sus costumbres. Si no lo hace, puede fracasar total-mente.

Eso también vale para el cristiano. Si la Iglesia va a ser laluz del mundo, no puede esconderse. Hay que ir allí dondese encuentran aquellos a quienes que predicar la Palabra. Nohay que esperar a que los pecadores se interesen; es la Iglesiala que debe interesarse por los pecadores, del mismo modoen que Dios fue el que tomó la iniciativa en la salvación.

El cristiano tiene el deber de ir al mercado, al parque,al shopping, a las oficinas, a la chacra, a los garitos, a losestadios, a los balnearios (en verano) y confrontar a la gentecon las exigencias de Cristo.

Ser embajador es a veces una tarea peligrosa. No siem-pre se siente seguro el embajador. El enviado de Cristo vaa vivir muchos momentos de angustia, y le esperan jorna-das amargas. Pero su trabajo es glorioso. ¿Qué otra cosa haymás noble que predicar el Evangelio? ¿Qué cosa más grataque la de proclamar el amor de Dios?

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CAPÍTULO 3

EVANGELIZACIÓN Y ADAPTACIÓN

Es necesario no sólo cuidar el contenido del mensajeevangelizador, sino también el deber que tenemos de pre-sentarlo según la idiosincrasia de los oyentes a quienes va di-rigido en cada ocasión. Pero esto no debe llevarnos al puntoen que la adaptación se convierta en adulteración. Hay dosaspectos de suma importancia que tenemos que apreciar sies que vamos a evangelizar nuestro país y nuestro continen-te:

3.1. LA IDIOSINCRASIA DE AMÉRICA LATINA Y LOSLATINOAMERICANOS

El latinoamericano en general, incluso los que son indi-ferentes y hasta los ateos, tienen al templo como un lugarserio. No conciben payasadas en el culto religioso, sea cualsea. Por eso, aunque sea sólo en teoría, la mayoría de los la-tinoamericanos está de acuerdo con que las cosas de Diosson cosas que hay que tomar muy en serio, o directamentese pasan por alto y se ignoran. Por eso, nuestro esfuerzo mi-sionero debe llevar a los latinoamericanos desde el principioteórico de la seriedad de todo lo que se relaciona con Dioshasta el camino de la Verdad, realmente seria, del Evangelio.

Eso nos hará descartar ciertos «métodos» y «estilos»que no van con nuestra manera de ser. Está bien quetratemos de hacer que nuestros cultos sean amenos, y aveces simpáticos, por las personas nuevas que vienen a

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escuchar el mensaje de la Palabra. Pero hay que tenersiempre en cuenta que el pueblo latinoamericano exigeseriedad, y por tanto, una presentación digna y reveren-te del mensaje redentor. Y eso, al final, también esperade nosotros el mismo Señor que nos llamó a servirle.

Ello tampoco implica que no haya lugar para la es-pontaneidad, u otras expresiones que sean muy «entu-siastas». Siempre habrá oportunidades para ello; pero noen nuestros púlpitos, no en nuestros cultos.

La predicación según el modelo de los apóstoles«La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios».Según el modelo del Nuevo Testamento, la predicación

evangelística es una declaración fiel del mensaje bíblico. Bas-ta leer los sermones de Pedro y Pablo en el libro de los He-chos.

El ejemplo de la predicación apostólica no nos au-toriza a servirnos de un poco de Evangelio para «ilus-trar» un mucho de anécdotas, oratoria o demagogia.Más bien, podemos servirnos de un poco de anécdotaso cosas de actualidad para ilustrar un mucho de predica-ción del Evangelio. Si hacemos lo primero corremos elriesgo de no lograr «nuevos nacimientos» normales, sino«cristianos» cuya conversión siempre resulta un enigma.

Presentar el Evangelio es algo más que la mera insisten-cia en invitar a las almas a que acepten a Cristo como suSalvador. Hay que explicar el cómo y el por qué deben acu-dir a Cristo. En realidad, todo el mensaje evangelístico debeser una constante invitación al pecador y debe llevar al pun-to en que éste se vea movido a exclamar: «¿Qué haremos paraser salvos?» (Hechos 2:37).

No hay nada malo en el hecho de hacer una invita-ción al final del sermón para que las personas se decidan

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a aceptar a Cristo como su Salvador. Lo que es realmen-te importante es la naturaleza de estas decisiones. Por-que si entendemos que la invitación es una «muletilla»que sirve para hacer más eficaz el sermón, entonces es-tamos pisando terreno falso. Acabamos de predicar, ylanzamos una serie de invitaciones totalmente desconec-tadas del tema y la acción que proclamaban la Palabradel sermón. Ponemos toda nuestra energía carnal, todanuestra capacidad propagandística, a lo humano, comosi no con?áramos en el poder del Evangelio predicado. Esun error que se comete quizás sin que uno se dé cuenta,involuntario; pero que hay que corregir.

Lo importante no es si hay que hacer invitaciones o no,o si deben alargarse mucho o no, sino de cuál es la naturalezade las invitaciones que hagamos. Esta es una cita del granpredicador Spurgeon que sigue vigente:

Al parecer, algunos predicadores no creen queel Señor esté con su Evangelio, porque, paraatraer y salvar a los pecadores, su evangelio esinsu?ciente y han de añadirle invenciones hu-manas... yo transmito el mensaje en el nombredel Señor, y los pecadores muertos creen y vi-ven... Ahora bien, si tu Evangelio no tiene elpoder del Espíritu Santo, no puedes predicar-lo con confianza y eres tentado a organizar unafunción en el aula grande para atraer a la gentea quienes Cristo crucificado no atrae. Si depen-des de las reuniones musicales, los violines y lasfunciones semiteatrales, estás desacreditando lareligión que pretendes honrar.

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CAPÍTULO 4

EL ANUNCIO DE LA PALABRA DE DIOS

Mas a Dios gracias, el cual nos llevasiempre en triunfo en Cristo Jesús, ypor medio de nosotros manifiesta entodo lugar el olor de suconocimiento.

2 Corintios 2:14

Siendo manifiesto que sois carta deCristo expedida por nosotros, escritano con tinta, sino con el Espíritu delDios vivo; no en tablas de piedra,sino en tablas de carne del corazón.

2 Corintios 3:3

Si todo creyente estudiara con cuidado el profundo sig-nificado de estas palabras del apóstol Pablo, su testimoniopodría verse libre de frustraciones inútiles y, por tanto, sermás dinámicos y efectivos. El problema es que a veces loscristianos también nos dejamos llevar por las modas y co-rrientes de pensamiento del mundo. Imaginamos en muchasocasiones que estamos actuando bíblicamente, cuando enrealidad no hacemos más que movernos al dictado de merasopiniones humanas.

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4.1. LO QUE NO DICE EL TEXTO

En demasiadas ocasiones el éxito de la evangelizaciónse mide por la cantidad de personas que se han puestode pie o han alzado la mano al finalizar los cultos, o encuántas decisiones se hayan logrado. Pero en la época delos apóstoles lo fundamental era ver que la predicaciónera fiel al mensaje de la palabra de Dios; que el men-saje dado al mundo no era mensaje de hombres sino laverdadera Palabra de Dios vivo (1 Tesalonicenses 2:13)que puede transformar a los que están muertos en estemundo.

El triunfo en la evangelización para San Pablo no depen-día de la aprobación de los hombres, incrédulos o creyentes,sino a la convicción de haber anunciado el Evangelio en todasu pureza; es decir: sin mezcla de ideas humanas (2 Corintios4:5). Manifestar este conocimiento es la tarea primordial delcristiano.

4.2. LO QUE NO PODEMOS HACER

El pueblo de Dios no está llamado a convertir a las al-mas, puesto que nadie puede convertirse por otra persona,ni puede provocar la experiencia del nuevo nacimientoen otra alma ( Juan 1:13; 3:5). La Iglesia debe dar el conoci-miento del Salvador al mundo para que por medio del mis-mo las peronas tomen una decisión que será la suya propia:decisión de vida o de muerte, según acepten o rechacen elEvangelio.

Lo que la Iglesia no puede hacer es tomar la decisiónpor esas personas, o darles el nuevo nacimiento. Nuestramisión hoy día consiste en extender el conocimiento deCristo (2 Corintios 2:14) independientemente de la recep-

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ción que su mensaje tuviese en aquellos que le escucha-ban. Es decir: Pablo no se sentía frustrado, como siervo delEvangelio, si no veía frutos para vida eterna. Pablo predi-caba un mensaje que solo por ser anunciado ya «nos llevasiempre en victoria en Cristo Jesús», pues cumple una mi-sión divina.

Sin duda, como hombre Pablo podía sentirse amar-gamente dolido al ver cuántas personas se condenabanpor rechazar el Evangelio (Romanos 9) pero como testi-go, como ministro de Jesucristo y apóstol, no debía sentirsedesalentado; pues si predicaba a Cristo y su Palabra, esta-ba cumpliendo el propósito que Dios tiene al enviar a susmensajeros: salvar y condenar al mundo por medio de lapredicación.

4.3. EL DOBLE PROPÓSITO DE LA PREDICACIÓN

Es antibíblico pensar que el único objetivo de la evan-gelización es la salvación de las almas. También es antibíbli-co el sentimiento de derrota que a veces siente el misionerocuando no ve resultados visibles de conversión.

El ministerio de la predicación es doble: salvar y conde-nar. Es como el ministerio de Moisés delante del pueblo:

«Mira, yo he puesto delante de ti hoy la viday el bien, la muerte y el mal... A los cielos y ala tierra llamo por testigos hoy contra vosotros,que os he puesto delante la vida y la muerte, labendición y la maldición; escoge, pues, la vida,para que vivas tú y tu descendencia; amando aJehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguién-dole a él; porque él es vida para ti, y prolonga-ción de tus días; a fin de que habites sobre la

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tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham,Isaac y Jacob, que les había de dar». (Deutero-nomio 30:15–20)

Salvar a los que aceptan el mensaje redentor de Cristo yadvertir a los que lo rechazan que se condenan; ese es el mi-nisterio de la predicación (Juan 12:48). Redargüir de pecadoal mundo incrédulo para que quede sin excusa delante delSeñor no es algo sin importancia. Jeremías no tuvo otro mi-nisterio que el de condenar el pecado de un pueblo que noquería arrepentirse. Si queremos ser bíblicos, no olvidemosque hay un ministerio de condenación además del ministe-rio de salvación. Quizás este ministerio no sea tan agradablecomo el de salvación, pero a los ojos de Dios, y en los pla-nes y propósitos eternos, es tan importante el uno como elotro.

No tenemos que dar un mensaje que solamente seasensacional o imaginativo, que conmueva y mueva a unasimple decisión emocional y momentánea. Ha de ser unapredicación plena, no superficial, de la Palabra de Dios.

4.4. EL FONDO DE LA CUESTIÓN

Nuestra predicación y nuestro testimonio en generalno tiene que apuntar solamente al logro del mayor nú-mero de conversiones. No hay que depender tanto de laopinión humana como de la aprobación divina. Hay quebuscar solamente la gloria de Dios. Es ahí cuando entende-remos por qué, incluso cuando el mundo rechaza a Cristo,la Palabra de Dios no vuelve vacía, sino que cumple aquellopara lo cual fue enviada (Isaías 55:11; Hebreos 4:12).

La Palabra siempre cumple su misión cuando se predi-ca fielmente. Nuestra misión consiste en ser verdaderos ad-

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ministradores de la misma. Nuestra preocupación debe serque, a través de palabras humanas, Dios halle un medio parapoder expresarse. Nuestra tarea es invitar a las almas a haceruna decisión frente a las exigencias del mensaje de la Palabrade Dios, y nunca pretender provocar esa decisión. No te-nemos que hacerle la competencia al Espíritu Santo. ElEspíritu y la Palabra deben poder servirse de nosotrospara realizar esa doble misión.

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CAPÍTULO 5

SÓLO PARA PECADORES

En la puerta de cada lugar donde va a predicarse el Evan-gelio debería haber un letrero con esta inscripción: «SOLOPARA PECADORES». El mensaje de la Palabra de Diosgira alrededor de dos grandes verdades fundamentales:

1. Dios es justicia, y no puede pasar por alto el pecadodel hombre, y tiene que condenarlo.

2. Dios es amor, y con su gracia desea salvar al pecador.

Predicar solamente la justicia de Dios sólo haría más de-sesperante la situación del pecador, más terrible y trágica superdición; y si tan sólo enfatizamos el amor de Dios, des-pertaríamos en las almas una admiración sentimental o in-telectual hacia la persona de Cristo, pero no ofreceríamosel verdadero camino de la salvación que ha de pasar inelu-diblemente por la experiencia de la convicción de pecado yarrepentimiento.

Muchas veces hemos presentado el Evangelio de mane-ra inadecuada. Nos hemos olvidado de testificar acerca delpecado y los pecadores.

Olvidamos que la cruz de Cristo habla no sólo delamor o la misericordia de Dios. También habla de la jus-ticia y de la ley. Es que Dios no perdona ni salva pormedio de la anulación de su justicia. Al contrario, Él es«el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús»

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(Romanos 3:26). Esta justificación del pecador que Dios ha-ce posible en Cristo manifiesta precisamente la justicia deDios (Romanos 3:21,25,26) tanto como su perdón y miseri-cordia. Eso tiene que llevarnos a considerar lo terrible quees quebrantar la ley divina: el pecado. En la cruz vemos loque Dios hace con el pecado.

La ley y la cruz, la justicia y la misericordia, debenformar parte de nuestro anuncio del Evangelio. Pero hoydía muchas veces preferimos no hablar de la ley, del pecadoo de la condenación cuando justamente son esos conceptoslos que pueden ayudar al pecador a ver su total miseria espi-ritual y necesidad de Cristo.

No queremos que nadie caiga en la esclavitud de la ley;advertimos contra el error del legalismo. Pero a veces olvi-damos que una persona no puede creer con una fe viva, realy salvadora, hasta que se haya dado cuenta por propia con-vicción de su impotencia espiritual. Según Pablo, por la leyes el conocimiento del pecado (Romanos 3:20). Dios mataantes de dar vida (1 Samuel 2:6), y es por la Ley que Diosmata (Gálatas 2:19; Romanos 7:9).

Cuando no cuidamos el anuncio de la ley de Dios, laspersonas desprecian la ley y no la tienen en cuenta, y al final,terminan despreciando la misma gracia. Es necesario que lasalmas lleguen a la desesperación del que sabe que no puedesalvarse por sí mismo, y que ha de clamar a Dios con todassus fuerzas. Ése es el momento en que el pecador comprendeque el Evangelio no es para los que se creen justo, sino sola-mente para pecadores. Ahí es cuando el alma no sólo recibecapacidad para comprender el Evangelio, sino para creerlocon fe salvadora.

En innumerables casos hemos predicado un Cristoque es más Maestro que Redentor, más ejemplo que sal-

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vación, y más capaz de levantar un cierto grado de sim-patía o un suave sentimiento antes que una profundavergüenza por nuestro pecado, error y depravación. Deeste modo, el fruto muchas veces pudo haber sido con-versiones dudosas, por falta de verdadera convicción depecados. Como dice Oswald Smith: «Esta moderna teo-ría de “aceptar a Cristo”, sin más ni más, sin una profun-da convicción de pecado, es una creencia mortal, jamásfruto de un nuevo nacimiento auténtico».

Hay que predicar ambas cosas: Ley y Evangelio, pecadoy salvación. Hay que darle tiempo a Dios para que Él actúeen el alma, convenciéndola de pecado, y haciéndole ver quepor sí misma no podrá salvarse nunca. Solamente la convic-ción de pecado es la adecuada antesala de la fe salvadora.

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CAPÍTULO 6

TODO EL EVANGELIO A TODA LA PERSONA

Porque no he rehuido anunciarostodo el consejo de Dios.

Hechos 20:27

El pastor bautista español Don Vicente Tafalla decía:

Nuestro problema es que no predicamos to-do el Evangelio a los inconversos. Para hacer es-ta afirmación tan rotunda me baso en que ennuestros cultos de predicación, en los que invi-tamos a los inconversos a tomar una decisiónrespecto a su alma, les hablamos del pecado quereside en todo ser humano, de la expiación vica-ria de Cristo, el arrepentimiento, perdón, justi-ficación, etc., pero ¿les hablamos de lo que vie-ne después?

Hablamos muy poco de toda esta experien-cia que llamamos conversión. Parece como sitodo el Evangelio se acabase en este punto: co-mo si tendiésemos una trampa al inconverso,llevándole hasta esta experiencia que deseamossea genuina, pero silenciándole todo lo que unconvertido tiene que hacer después. Aunque nolo pensemos, quizás en el fondo de nuestro sub-consciente esté la idea de que, una vez en «el sa-

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co», después ya será más fácil hacerle que apren-da «lo otro».

Es un defecto muy grave: presentar la conversión comola meta final en lugar de proponerla como punto de partida.Sigue diciendo el pastor Tafalla:

El libro de los Hechos habla de los primerosconvertidos de la Iglesia, y dice: «Así que losque reciberon su palabra fueron bautizados... yse añadieron aquel día como tres mil personas».Ahora viene “lo de después”: «Y perseverabanen la doctrina de los apóstoles, en la comuniónunos con los otros, en el partimiento del pan yen las oraciones».

Hay cuatro cosas que dice este pastor acerca de las carac-terísticas de los nuevos convertidos:

1. Perseveraban en escuchar y aprender la enseñanza delos apóstoles.

2. Perseveraban en la unión fraterna.

3. Perseveraban en la participación de la Santa Cena.

4. Perseveraban en el culto a Dios mediante la oración.

Entonces, es bueno preguntarse: si usted hubieras sabi-do que necesariamente tenías que hacer todo esto, ¿hubierausted aceptado la invitación que te hacían para que seconvirtiera y se hiciera cristiano? Quizás esto explica elhecho de que algunos llegan a la conversión... y se que-dan allí por toda la vida, porque nadie les dijo que «lo queviene después» también es necesario que se haga.

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Hay que explicar TODO a los inconversos. La perso-na que se decida, completamente consciente de lo que hace,será un fiel servidor de Dios y la Iglesia. Si fallamos, se con-vertirá en un problema cuyas tristes consecuencias vamos asufrirlas en nuestra experiencia congregacional.

6.1. UN EVANGELIO REDUCIDO

Nuestro problema no es el de predicar «otro Evangelio»,sino proclamar un Evangelio reducido, incompleto, e im-perfecto. Hay un cuádruple defecto:

1. Considerar la conversión como si fuese todo el planredentor de Dios en Cristo.

2. Considerar la conversión como una meta y no comoel punto de partida, el comienzo de una nueva vida enCristo por el Espíritu Santo.

3. Considerar que el nuevo nacimiento se limita a «ladecisión por Cristo» en el momento de la conversión.

4. Olvidar la paradoja del Evangelio: es algo sencillo ycomplejo al mismo tiempo, fácil e imposible, al alcan-ce de todos pero más allá de cualquier posibilidad hu-mana.

Y nos olvidamos muchas veces de algo más. Antes denuestro comienzo con Cristo, se da otro momento muy an-terior: la iniciativa de Dios que decide salvarnos por su gra-cia.

6.2. LA CONVERSIÓN, UN PUNTO DE PARTIDA

En Romanos 8:29,30 Pablo presenta tres grados o etapasde la redención:

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1. Llamamiento2. Justificación3. Glorificación

En Romanos 6:17,18,22 Pablo añade otras etapas más:

Obediencia al EvangelioLiberación del pecadoEntrar al servicio de DiosSantificaciónGlorificación (vida eterna)

Si una conversión no rinde esos frutos, se puede dudarde que sea genuina. Se suele citar mucho Romanos 6:23, pe-ro hay que tener en cuenta que ese versículo es la culmi-nación de los versículos 17–22. Es decir: El don de la vidaeterna en Cristo Jesús pasa en su realización por el caminode la santificación y el servicio hasta alcanzar la meta de laglorificación. Por supuesto, eso no quiere decir que nuestrasalvación es un «trabajo» que tenemos que realizar a lo largode toda la vida. Eso es confundir justificación con santifica-ción. La santificación es el fruto, no la causa de la justifica-ción.

Todo el texto se opone al concepto de la conversión co-mo una meta después de la cual no es necesario esperar mu-cho más aparte de la muerte y la vida eterna. Todo el NuevoTestamento se opone a esta tentación fácil. El Nuevo Testa-mento nos enseña que aparte de la salvación por pura gracia,y nos enseña también que esta salvación es un árbol frondo-so con muchos frutos que se manifestarán a su debido tiem-po en la vida cristiana.

Dios no nos saca del mundo al convertirnos; nos dejaen él para dar fruto, para servirle, para que mostremos

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la acción de su gracia en nuestra vida individual y co-munitaria, en nuestro testimonio personal y eclesial; pa-ra ser, en resumen, ejemplos vivos de la gran salvación queDios quiere hacer con Cristo para quienes responden con feal mensaje del Evangelio. Por eso, una predicación verdade-ra bíblica tiene que hablar de la totalidad de vida que sale dela liberación inicial.

6.3. HARVEST/DNA (DISCIPULANDO NACIONES)

Quisiéramos compartir el enfoque proporcionado porla organización Harvest/DNA, que brinda una forma prác-tica de compartir la gracia de Dios de forma práctica en latransformación personal, familiar, comunitaria y nacional.Ya hemos trabajado con ellos en varios proyectos conjuntos,y podemos recomendar este enfoque como algo efectivo yconsistente con la doctrina bíblica (Romanos 12:1,2; Colo-senses 1:9?12; 2 Corintios 5:17; Proverbios 31:23; Hechos1:8; Jeremías 29:7; 2 Crónicas 7:14; Isaías 58)

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6.4. UNA SALVACIÓN TOTAL

El estudio de 1 Corintios 1:30 y 1 Corintios 6:11 indicaclaramente que la salvación no sólo se limita a la conver-sión, sino que es toda una experiencia de vida, una carrera(Filipenses 3:8-14). En las cartas de Pablo el énfasis no estásolo en el punto inicial. Si bien somos justificados por la fey desde ese momento somos sellados por el Espíritu Santo(Efesios 1:13,14) y tenemos la seguridad perfecta de nuestrasalvación, lo importante es proseguir para alcanzar aquellopara lo cual fuimos alcanzados. La vida cristiana debe serpuesta a la consideración de cuantos escuchan el Evangelio,y debe ser presentada en términos dinámicos, de tensión, si-guiendo el ejemplo de Pablo, para quien la justificación esun punto de partida, la largada de una carrera que hay quecorrer a lo largo de toda la vida.

6.5. UNA SALVACIÓN POSITIVA

La salvación no tiene que ver únicamente con los aspec-tos pasivos o negativos; no significa únicamente liberacióndel infierno, no es sólo perdón o solucionar el problema denuestra justificación. La salvación incluye elementos positi-vos, afirmativos, y dinámicos.

Hemos sido salvos para ser santos. La salvación exige lasantificación. En esta experiencia la conversión es un punto,mientras que la santificación es una línea que llega hasta laeternidad.

La conversión se realiza en un momento; es una inter-vención única de Dios en nuestra vida que nos transforma.La santificación es una carrera; es progresiva y se renuevacada día, cada instante. Quien es salvo y ha tenido una ex-periencia de conversión con el sello del Espíritu Santo, debe

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prepararse a recorrer las etapas de la santificación que culmi-narán en la glorificación final. A eso se refiere Pablo en Fi-lipenses 2:12 cuando dice «Ocupaos de vuestra salvación»:hay que poner en movimiento nuestra salvación, hay quetraducirla en vida de cada día. Es una exhortación parallevar a la práctica aquello para lo cual Dios nos ha llamadoy nos sigue llamando.

6.6. LAS PERSPECTIVAS DE LA SALVACIÓN

La salvación tiene una doble perspectiva:

1. Es algo inmediato y presente: «He aquí ahora el díade salvación», cuando la Palabra de Dios llega hastanosotros (2 Corintios 6:1,2; Hechos 4:12; 13:26).

2. La salvación también cuenta con una perspectiva fu-tura, porque nos aproximamos al día de nuestra glo-rificación. Por eso Pablo dice que fuimos sellados porel Espíritu Santo «para el día de la redención» (Efesios4:30).

Entonces, los horizontes del plan de la salvación se ha-cen infinitos. Nos damos cuenta de la gran carrera que cadaredimido debe correr.

Esto es lo que tenemos que proclamar. No existe ra-zón válida para reducir el Evangelio, para minimizarlo hastaquedar convertido en una fórmula fría, mecánica, encasilla-da y fácil. Traicionamos el Evangelio cuando lo convertimosen droga espiritual, en tranquilizante religioso. El mensajede los apóstoles nos marca un mensaje totalmente distinto(1 Pedro 1:3-7).

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6.7. UNA SALVACIÓN PARADÓJICA

La Biblia presenta dos conceptos paralelos y paradójicosacerca de la salvación:

1. Es fácil ser salvo. Sólo hace falta creer. Es suficientecon aceptar a Cristo como Salvador personal.

2. Pero el reino de los cielos se resiste, y sólo los valienteslo arrebatan. Muchos querrán entrar y no podrán. Eljusto con gran dificultad se salva.

¿Por qué decimos que el justo con gran dificultad se sal-va? Si se salva, lo hace gracias a Dios. Pero cada persona tienevarios enemigos: la vieja naturaleza y el mundo son conti-nuos obstáculos en el proceso de salvación. Pero Dios obracon nosotros, y por ello mismo, el discípulo de Cristo debeponer en marcha, actualizar y vivir realizando la salvaciónque ya posee y disfruta. Surgen obstáculos, se producen caí-das, hay fracasos; pero Dios acaba perfeccionando lo quecomenzó en cada uno de sus hijos.

No tenemos que producir nuestra salvación con nuestropropio esfuerzo. Cristo lo hizo todo por nosotros. Por eso,la salvación también es algo fácil. Pero es difícil al mismotiempo, incluso desde el comienzo, por cuando el hombrenatural no sólo no entiende las cosas del Espíritu, sino quelas desprecia y las tiene por locura (1 Corintios 2:14; Roma-nos 8:7). La única forma de salir victorioso en esta lucha espor medio del Espíritu Santo, que obra con la palabra deDios como único instrumento para culminar la salvaciónobrada por Cristo (Santiago 1:18; 1 Pedro 1:23; Romanos10:17).

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6.8. UNA PROCLAMACIÓN TOTAL

Lo que necesitamos hoy es dar un nuevo impulso a la ex-posición de la Palabra de Dios. Como evangélicos, creemosque la verdadera Iglesia de Cristo es la que da prioridad abso-luta a la predicación de la Palabra de Dios. Toda la vida de lacongregación gira en torno al mensaje que Dios hace llegarhasta nosotros desde la Biblia por medio de su Espíritu.

La predicación es lo primero; incluso las ordenanzas vie-nen después están condicionados a la misma palabra. Pero,¿somos conscientes de esa realidad? ¿Nos damos cuenta delo que Dios nos pide?

Desgraciadamente hay muchos sustitutos de la predica-ción de la palabra de Dios. El peor de todo se llama orato-ria. No es que la oratoria sea cosa mala. Pero el peligro estácuando el siervo de Dios trata de encontrar en la oratoriala eficacia espiritual que solamente se puede esperar de laexposición de la Palabra de Dios. La oratoria busca la frasebrillante antes que la exactitud, aun cuando haya que forzartextos bíblicos, o esconder muchas verdades. Así, la Bibliaes una excusa, un trampolín, para el juego de la oratoria.

Lo primero que el buen predicador debe saber es la Bi-blia. Antes de estudiar el modo de predicar bien, primerotiene que conocer la Biblia y haberla leído varias veces. Haymuchos oradores, pero pocos predicadores. El que sabe ex-poner la palabra de Dios, puede con?ar en que todo lo demásle será añadido. Pero el que sólo sabe decir lindas palabrassin ponerse nervioso, no puede estar seguro. El gran predi-cador Spurgeon decía: «Me temo que nuestros púlpitos noestén exentos de esos vendedores de palabras al por mayor».

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6.9. LA PREDICACIÓN QUE SALVA

Lo que salva no es nuestra oratoria, sino la Palabra deDios. Lo que salva no son nuestras frases ingeniosas y di-vertidas, nuestros chistes, sino el poder de la Palabra. Noson nuestras ilustraciones, nuestras «muletillas», ni los efec-tos preparados de antemano. Todo esto puede estar bien, ypuede ayudar mucho. Pero nada de esto salva, nada de es-to es prioritario, nada de esto debe reemplazar a la fielexposición del mensaje total de la Palabra de Dios.

Un sermón evangelístico en el que sólo haya imagina-ción y dramatismo para contar historias bíblicas es oratoriay no merece el nombre de predicación. Un sermón en elque los textos bíblicos sólo sirvan de ilustraciones para latesis del predicador es una conferencia, un ejemplo de ora-toria, pero nunca será predicación en el sentido bíblico. Lasilustraciones, el drama, la oratoria, son ayudas a la exposi-ción, esclavas al servicio del texto bíblico. Invertir el ordenes traicionar el Evangelio. Tampoco la simple repetición deversículos y más versículos, ni el apasionado llamamiento alfinal pueden sustituir la ineludible, necesaria e irreemplaza-ble exposición de la Palabra de Dios. Si la predicación noes exposición de la Biblia, deja de ser predicación. Es simplepalabrería que no salva, aunque haga levantar a mucha gentede sus bancos.

Tampoco hay que olvidar que la predicación tiene unelemento de misterio. Hay que evitar los dialectos de nues-tros círculos, y hemos de traducir el mensaje cristiano entérminos comprensibles para las personas que nos rodean.Pero hay que tener en cuenta, también, que no es la Bibliala que tiene que adaptarse al hombre, sino el hombre a laBiblia.

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6.10. EL MISTERIO DE LA PREDICACIÓN

Muchas veces olvidamos el significado del «misterio dela predicación»; es decir, que en toda auténtica predicaciónde la Biblia hay algo que va más allá de lo humano: la obradel Espíritu que trabaja por su Palabra en el corazón de losoyentes.

Siempre hubo dificultades para que la gente acepte elEvangelio. Hoy no es más difícil predicar el Evangelio quelo fue para Pablo. Ahora bien, tenemos que comprendercuáles son nuestras oportunidades y nuestra situación; y así,el impulso para una predicación del Evangelio que sea atre-vida, dinámica y gozosa vienen sólo por la «renovación denuestro entendimiento» y la búsqueda de la «buena volun-tad de Dios, agradable y perfecta» revelada en la Biblia.

La predicación que es el centro vital de la Iglesia no esel breve ensayo moral, ni el discurso elegante, ni la cita su-perficial de una cadena de versículos, sino la presentaciónde todo el consejo de Dios, la explicación de la multifor-me sabiduría y bondad de Dios, la exposición de todas lasdoctrinas de la Biblia, y, especialmente, la proclamación deCristo crucificado en la totalidad de la redención de la cruz.

Para lograr esto, hacen falta tres condiciones:

1. Aceptar la Biblia como palabra de Dios y regla únicade fe y práctica, sabiendo que solamente por mediodel conocimiento de la Biblia es que se puede llegar ala verdad y la salvación.

2. Hay que desconfiar bastante de la razón, el corazóndel hombre, o la sabiduría humana (1 Corintios 2:1–5).

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3. Vivir una vida consecuente, una existencia inspiraday sostenida por la verdad bíblica.

Los que viven esas vidas están al borde del milagro. Sonllenos del Espíritu Santo e instrumentos idóneos para co-municar el mensaje de Cristo a los perdidos.

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CAPÍTULO 7

NUEVAS REALIDADES Y NUEVOSPROBLEMAS

7.1. LA POSTMODERNIDAD

La postmodernidad es un fenómeno que se viene dandocon gran fuerza desde la Segunda Guerra Mundial y se pue-de definir como la mentalidad de la gente de nuestro tiempo.Es un conjunto de convicciones que se caracteriza por estosrasgos:

Énfasis en lo emocional antes que en lo racional. Lo impor-tante no es hacer lo correcto, ni lo más conveniente, o lomás eficiente, o lo que dice la razón. Lo importante es haceraquello que me hace sentir bien. Si consumir drogas me ha-ce sentir bien, lo hago. Si dejar a mi esposa por otra mujerme hace sentir bien... ¡lo hago!

Énfasis en lo individual antes que en lo comunitario. Lo im-portante es lo que me gusta a mí, no lo que mis padres, o miiglesia me aconseja. Lo que busco no es lo mejor para el país,ni para la familia, ni siquiera para mi pareja, sino para mí.

Pluralismo: Todos los caminos son válidos. El pluralismo esla convicción de que hay varios caminos a la verdad, y variasverdades, y que es falso decir que hay errores o faltas en esoscaminos.

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Relativismo: Ningún camino es mejor que otro. El relativis-mo es la convicción de que todo depende del cristal con quese mira. Algo que es bueno, puede ser bueno sólo ahora;mañana todo puede cambiar.

Regreso a lo espiritual, pero como algo privado, nada público.Lo espiritual se reconoce como algo valioso para la perso-na, pero también se convierte en mercadería de consumoindividual. Uno elige sus creencias como elige una marca dedetergente en el supermercado. Se ven todas las variedadesde religión, el cristianismo evangélico, catolicismo, brujería,budismo, islam, nueva era, etc. Sin embargo, hacer exhibi-ciones públicas de fe es algo escandaloso, que avergüenza.Lo religioso pasa a lo privado, a la intimidad de la persona.

Búsqueda de lo rápido, inmediato, instantáneo. El posmo-derno no tiene tiempo para cosas que exijan tiempo y es-fuerzo, o dedicación. Todo tiene que estar listo YA, todotiene que estar AHORA, sin trámites, gestiones, o años deestudio.

7.2. OTROS GRANDES DESAFÍOS DE NUESRO TIEMPO

Crisis de valores tradicionales. La religión es cada vez másconsiderada como algo inútil y sin valor práctico. No se creeque pueda tener la solución a los problemas de la gente. Estaindiferencia no sólo tiene que ver con respecto a la religiónoficial, sino con todas las formas y expresiones de la fe.

En América latina la religión ha estado unida a interesesseculares por demasiado tiempo, y muchas veces ha servidocomo un medio para mantener ciertas estructuras y defen-der ciertas realidades sociales.

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Un nuevo materialismo. Ahora ya hay personas que se nu-tren del pensamiento marxista ateo moderno, y se burla detodo lo religioso, de la Biblia, y de todo tipo de creencia.

Un nuevo catolicismo más atrayente. Las personas que tie-nen alguna inquietud espiritual prefieren el catolicismo re-novado o progresista antes que las iglesias evangélicas. Larazón puede ser que resulta más cómodo satisfacer las nece-sidades espirituales en la religión oficial. Ir a otros grupospodría significar perder prestigio y otras molestias.

También podría ser que nuestras estructuras no atraenal latinoamericano, y porque quizás el anhelo del latinoame-ricano, cuando quiere profundizar en una creencia, es másbien eclesiológico; mientras que nuestras iglesias enfatizancasi exclusivamente la experiencia de salvación. Quizá hacefalta renovar y vivir mejor nuestra doctrina eclesiológica.

La revolución técnica y los medios de comunicación. Se tra-ta de un fenómeno que está afectando de forma creciente yprogresiva a todos los latinoamericanos.

1. Afectan al latinoamericano medio. Todos los lati-noamericanos son asiduos telespectadores, aun cuan-do muchos de ellos son analfabetos culturales: sabenescribir su nombre, firmar, leer muy lentamente algo,pero ninguna otra preparación. Juntamente con el ci-ne, la televisión es un factor que actúa en la transfor-mación del carácter del latinoamericano. De la TV vaa recibir sus ideas, sus ídolos, su vivencia sentimentaly humana.

2. Afectan a todos en algún grado. Los medios de co-municación hacen llegar hasta todos los públicos (in-

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cluyendo a los hermanos de la iglesia) todas las noti-cias y todas las corrientes de pensamiento, buenas ymalas. Internet y la TV están difundiendo líneas depensamiento que un obrero cristiano nunca aconseja-ría a nuestros miembros.

3. Sin duda va a afectar nuestra capacidad de adap-tación. Tenemos que encontrar métodos más diná-micos y desechar lo rutinario, lo estático. Debemosbasarnos en la madurez espiritual de los creyentes ysu discernimiento más que en que no se enteren delas corrientes de confusión que circulan por nuestromundo de hoy.

Nuevos desafíos surgidos de esta problemática. Podemos verlas siguientes conclusiones prácticas:

1. A una mejor y mayor encarnación en el seno del pue-blo latinoamericano al que hemos sido llamados a ad-ministrar la palabra de Dios.

2. A hablar un lenguaje (no sólo en lo gramatical, sinotambién en lo teológico/doctrinal y vital) que se en-tienda.

3. A simpatizar, por lo menos, con los problemas de laspersonas que viven junto a nosotros; a comprenderlas,y a hacerles sentir que no somos extraños a ellas ni asus inquietudes.

4. A entender la problemática moderna —o bien, dadasu complejidad, aquella que más afecta a quienes tene-mos que llevar el Evangelio—, a la luz de la Palabrade Dios. Discernir qué es lo característico de nuestrotiempo a la luz de la Biblia y su mensaje eterno.

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5. A usar, en la medida de lo posible —y tenemos que lo-grar que sea lo máximo— los modernos medios de co-municación de masas e Internet. Si no los alcanzamos,tampoco vamos a alcanzar a nuestra región y nuestropaís con el evangelio. O acaso, si nos quedamos dor-midos, podríamos llegar demasiado tarde.

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CAPÍTULO 8

REVISIÓN DE NUESTRO TESTIMONIOEVANGÉLICO

El apóstol Pablo nos muestra una exigencia: «A todosme hecho de todo, para que de todos modos pueda salvar aalgunos» (1 Corintios 9:22). Más que nunca, esta exigenciadebe ser vivida auténticamente.

1. Nuestro testimonio debe lograr una adaptación di-námica a la realidad en donde vivimos y moldearlacon un entendimiento profundo del Evangelio, queen verdad se trata de la única respuesta válida. ¿Cree-mos realmente que la Palabra de Dios tiene la respues-ta para los problemas básicos de cada persona? Enton-ces, tenemos que esforzarnos en discernir la voluntadde Dios para cada situación, proclamando en mediode ella el eterno Evangelio de Cristo.

2. Nuestro testimonio debe ser consecuente con lasexigencias de la vida cristiana. Esto requiere refle-xión y voluntad de renovación.

a) Un problema de eclesiología. El gobierno denuestras Iglesias Bautistas es congregacional, pe-ro el individualismo (en Paraguay se dice «ser ar-gel», «ser avá») de nuestra cultura afea muchasveces la práctica de esta forma de gobierno de laiglesia entre nosotros: discusiones, falta de auto-ridad, divisiones, una democracia muy mal en-

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tendida, falta de respeto, localismos, partidismo,etc. Esto perjudica muchísimo nuestro testimo-nio. Hay que esforzarse por ver cuál es el sentidodel gobierno de la Iglesia por los miembros, talcomo el Señor lo quiere.

b) Hay que colaborar. El gobierno congregacionalde la Iglesia debe buscar la manera de armonizarcon las grandes necesidad de colaboración y tra-bajo unido que exige la nueva situación, la nuevaproblemática, y el costo de ciertos medios de co-municación.Solos no vamos a hacer nada; encerrados en lostemplos de nuestras iglesias locales, planeandoestrategias, cursillos, enseñanza, evangelización,etc., en el plano solamente local va a significar,cada vez más, arrojar una gota de agua en el ríoque apenas va a notar nuestra presencia. Quizásotros que estén mejor organizados, y con mejorcoherencia, nos pasen por delante y consigan ha-cerse escuchar mucho mejor que nosotros. Másque renovar estructuras, lo que hace falta es re-novar la mentalidad.

c) Las «capillitas», los «conventillos», deben serdesterrados de nuestra mentalidad. Tenemosque cooperar y trabajar junto con todos aque-llos que tienen el mismo propósito de extenderel reino, y son hermanos en la fe.

d) Por ello, es necesario educar a la Iglesia endos cosas: Estudio de la Biblia, y ver las circuns-tancias en medio de las cuales vivimos.

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3. Nuestro testimonio debe ser una evangelizaciónpaciente. Fe en el poder de la Palabra y del EspírituSanto más que en nosotros mismos.

4. Nuestro testimonio debe ser una evangelizaciónamorosa. Las personas de nuestra época están sedien-tas de amor. Si viven en las ciudades, se hallan en laangustia de la soledad, en medio de cientos de miles depersonas. Pero el latinoamericano es bastante descon-fiado y no gusta que le «tomen el pelo». No podremosevangelizar si nuestra evangelización no va cargada decomprensión y amor por el individuo total. Los per-didos tienen que ver nuestro interés genuino por supersona, y no sólo la meta evangelística de convertir-lo. Hay que hacerle comprender que nuestro deseo esllevarle el Evangelio, compartir con el lo mejor quepodemos darle. Sin amor no podemos hacer nada.

5. Nuestro testimonio debe ser una evangelizacióninteligente. La estrategia misionera no tiene que serimprovisada. Tenemos que buscar colaborar unos conotros, y la ?delidad al Evangelio debe ser el único lími-te. Hay que buscar entender dónde están las mayoresnecesidades: la migración interna, la urbanización, lasvillas miseria, los problemas en el campo, etc.

6. Nuestro testimonio debe ser una evangelizaciónencarnada y entendida en la idiosincrasia particulardel hombre latinoamericano. Ver cuál es la predica-ción que necesita nuestro pueblo.

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CAPÍTULO 9

CONCLUSIONES PRÁCTICAS

1. Confianza en la gracia de Dios y en el poder de laPalabra de Dios por encima de todo.

2. Debemos renovar nuestra mentalidad, así como nues-tras estructuras, nuestros sistemas.

3. Testimonio de vida personal y comunitaria. Pre-sentar la vida cristiana como algo práctico e inspira-dor. Mostrar cómo el Evangelio se vuelve realidad ennuestras vidas de cada día.

4. Solidaridad y colaboración. Dejar de lados los secta-rismos. Evitar las «capillas». Mostrar la comunión delos creyentes en Cristo.

5. Pasión por las almas. Amar al mundo como Dios loamó: para redimirlo y transformarlo. Dar un espíritumisionero a todas nuestras actividades.

Olvidando ciertamente lo que queda atrás, yextendiéndome a lo que está delante, prosigo ala meta, al premio del supremo llamamiento deDios en Cristo Jesús (Filipenses 3:13,14).

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