Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

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En la Manzana de San Pablo en Córdoba se está realizando un proyecto clave para en el urbanismo del casco histórico de Córdoba. Este libro nos explica las claves.

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IEL PALACIO CORDOBÉS DE LOS ORIVE: SOBRE

LA INTERVENCIÓN DE HERNÁN RUIZ II

IILA MANZANA DE SAN PABLO-ORIVE EN EL CONTEXTO DE LA EVOLUCIÓN HISTÓRICO-

URBANÍSTICA DE LA CIUDAD DE CÓRDOBA

IIIEL PALACIO DE ORIVE DE CÓRDOBA

IVEL PAPEL DE LA MANZANA DE SAN PABLO EN

EL CENTRO HISTÓRICO DE CÓRDOBA

VREFLEXIONES SOBRE EL ESPACIO JARDIN

HUERTO DE ORIVE

BIBLIOGRAFÍA

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255

295

Edita:Ayuntamiento de Córdoba. Delegación de CulturaGerencia Municipal de Urbanismo. Oficina Municipal del Casco Histórico

Autores de los Textos:Francisco Gómez DíazDr. Arquitecto. Profesor de Proyectos ETS de Arquitectura. SevillaAntonio Luis Ampliato Briones Dr. Arquitecto. Catedrático de Expresión Gráfica ETS de Arquitectura. SevillaMaudilio Moreno AlmenaraArqueólogo. Delegación de Cultura. Junta de AndalucíaJuan Francisco MurilloArqueólogo. Gerencia Municipal de Urbanismo. Ayuntamiento de CórdobaDolores Ruiz LaraArqueóloga. Gerencia Municipal de Urbanismo. Ayuntamiento de Córdoba

Silvia CarmonaArqueóloga. Gerencia Municipal de Urbanismo. Ayuntamiento de CórdobaRafael García CastejónArquitecto. Gerencia Municipal de Urbanismo. Ayuntamiento de Córdoba

Fotografías, planos y dibujos de los autores de los textos, excepto los señalados en el pie de cada imagen

© de los textos y las fotos: sus autores

Diseño, maquetación e impresión: puntoreklamo

I.S.B.N.: 978-84-89409-77-4

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EL PALACIO CORDOBÉS DE LOS ORIVE: SOBRE LA INTERVENCIÓN

DE HERNÁN RUIZ IIAntonio Luis Ampliato Briones

I

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Sobre el limitado recorrido historiográfico de este Palacio Cordobés

Comenzaremos este análisis de la presencia de Hernán Ruiz en

el Palacio de Orive con una síntesis de lo principal que sobre ella

se ha publicado hasta la fecha, tanto por lo que se refiere a los

escasos datos documentales disponibles, como al alcance real de

dicha intervención o su posible trascendencia conceptual.

La primera referencia bibliográfica conocida al Palacio de los

Villalones, o Palacio de Orive (fig. 1), es la publicada en 1873

por el erudito Teodomiro Ramírez de Arellano, quien identifi-

ca la portada como una obra del siglo XVII, afirmando también

que la casa llegó a pertenecer con posterioridad a “don Alonso

de Orive y Villalón, caballero de Alcántara, que vivía en 1718”,

en quien confluyen los dos apellidos. Casi un siglo después, en

1953, Fernando Chueca Goitia reconoce la fecha de 1560 en una

pequeña cartela de la fachada1, atribuyendo la obra al segundo de

los Hernán Ruiz. Ningún dato nuevo ha aparecido desde enton-

ces, y fecha y autor han sido desde ese momento universalmente

aceptados2.

En 1974, Antonio de la Banda y Vargas parte de la atribución de

Chueca Goitia y se extiende en algunas otras consideraciones:

identifica la propiedad como “una vieja casona cordobesa (…) de

la época mudéjar, que sufrió importantes reformas en los siglos

XVI y XVII”, menciona el hecho de que la portada “no ocupa el

centro”, identifica la intervención de Hernán Ruiz como una obra

que abarca toda la “crujía rectangular de piedra” que constituye

el frente del palacio, y describe pormenorizadamente todos los

(fig. 1)

1 Una pequeña cartela en la decoración de la ventana alta de la portada, en la franja exterior izquierda.

2 Ramírez de Arellano, Teodomiro, “Pa-seo 4. Barrio de San Andrés”, Paseos por Córdoba, Córdoba, 1873. Chueca Goitia, Fernando, Arquitectura del siglo XVI (Ars Hispaniae), Madrid, 1953, p. 201.

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elementos arquitectónicos que intervienen en la composición de

los distintos frentes, hacia la plaza y hacia el callejón. Un año des-

pués, en 1975, Antonio de la Banda añade que el mirador supe-

rior fue reformado en el siglo XVIII, aunque no aporta ninguna

referencia para esta afirmación, y que la intervención de Hernán

Ruiz alcanza, en el zaguán, a “la doble arcada que da acceso al

patio donde se percibe en él la típica ornamentación de perlas

y semiacanaladuras, y el arco escarzado que se abre a la actual

escalera” 3.

En 1990, Alberto Villar Movellán hace una interesante observa-

ción sobre el “divertimento formal” de las “columnas robadas de

la puerta, una suerte de arquitectura-huecorelieve”. En 1992, Mª

Dolores Puchol Caballero describe detenidamente la portada del

palacio, destacando su valor urbano en relación con la plaza. En

1996, Alfredo J. Morales insiste en la autoría del maestro cor-

dobés, y subraya la atribución de la portada con el análisis es-

tilístico de ciertos elementos como el ornamento de la ventana

principal, el diseño de la ventana lateral o el friso de ondas del

antepecho superior. Por mi parte, también en 1996, tuve ocasión

de publicar un breve análisis de esta obra, haciendo una lectura

de su arquitectura en relación con el recorrido de aproximación

de un observador. Por último, en este breve recorrido por la es-

casa bibliografía disponible sobre el palacio, cabe recoger la opi-

nión expresada por los autores del reciente estudio Las plazas

del casco histórico de Córdoba, en el sentido de que el trazado de

la plazuela de Orive pudiera también haberse debido al propio

Hernán Ruiz, en el contexto de la reforma del palacio4.

Apuntes para una delimitación de la Intervención de Hernán Ruiz

De todo lo anterior se deriva la necesidad de abordar en primer

lugar la cuestión, en absoluto cerrada, del alcance de la interven-

ción de Hernán Ruiz en el palacio, y en su entorno urbano in-

mediato, no tanto con la intención de alcanzar una conclusión

definitiva, que estimo hoy por hoy imposible, como de propiciar

una primera ordenación de las ideas y establecer algunas priori-

dades para el análisis. Aparte la ya mencionada escasez de noti-

cias documentales, la delimitación de lo atribuible a Hernán Ruiz

se ve notablemente dificultada por las reformas llevadas a cabo

en 1920 (fig. 2), que afectaron al menos al mirador y a los princi-

pales elementos arquitectónicos que articulan los accesos (prin-

cipalmente arcos murales), introduciendo con toda probabilidad

elementos nuevos cuyo mimetismo dificulta el esclarecimiento

de las relaciones que entre esos espacios pudiera haber planteado

originalmente Hernán Ruiz5.

Aceptando la más que probable inclusión de un mirador sobre la

entrada en el plan original de la obra, e independientemente de la

trascendencia que hayan podido tener ulteriores modificaciones

del mismo, cabría decir que tanto las imprecisiones constructi-

vas como, muy especialmente, el perfil neutro que ofrecen todos

sus detalles arquitectónicos, aconsejan establecer una prudente

distancia acerca de la posible autoría de Hernán Ruiz sobre este

elemento, más allá de la idea de su mero planteamiento gene-

ral. Algo similar podríamos decir de todo el extenso interior del

edificio (fig. 3) y especialmente de su patio principal, un espacio

irregular en su planta y en sus detalles arquitectónicos. En este

3 De la Banda y Vargas, Antonio, El arqui-tecto andaluz Hernán Ruiz II, Sevilla, 1974, p. 105. De la Banda y Vargas, An-tonio, Hernán Ruiz II, Sevilla, 1975, p. 41 y ss.

4 Villar Movellán, Alberto, “Arquitectura en Andalucía Occidental”, en Historia del Arte en Andalucía, IV, El Arte del Renaci-miento, Urbanismo y Arquitectura, Sevilla, 1990, p. 356. Puchol Caballero, Mª Dolo-res, Urbanismo del Renacimiento en la ciudad de Córdoba, Córdoba, 1992, p. 131 y ss. Morales Sánchez, Alfredo J., Hernán Ruiz “el joven”, Madrid, 1996, p. 103. Am-pliato Briones, Antonio Luis, Muro, orden y espacio en la arquitectura del Renaci-miento andaluz, Sevilla, 1996, p. 217 y ss. Valverde Fernández, Francisco, Loma Rubio, Miguel, y Sequeiros Pumar, Can-delaria, Las plazas del casco histórico de Córdoba. Córdoba, 2007, p. 147.

5 “De entre todas las intervenciones, es es-pecialmente destacable la que realizó en 1920 Bienvenida, un discípulo de Aníbal González, con la felicitación de la Comi-sión Provincial de Monumentos quien, en pleno furor regionalista, alteró la preexistencia hasta el punto en que hoy nos la encontramos, con una serie de contradicciones difíciles de digerir y que, por tanto, hacen necesario un estudio en profundidad para dilucidar el proceso de transformaciones sufrido”, dice el arqui-tecto Francisco Gómez Díaz en la memo-ria del reciente proyecto de restauración. Aparece la fecha de 1920 sobre una cruz en el hastial del mirador, y la de 1921 so-bre las rejas de los dos huecos interiores del zaguán.

(fig. 2)

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patio principal, no obstante, hay que reseñar la presencia mayo-

ritaria de columnas con un friso acanalado rematando el fuste

por debajo del capitel, un motivo decorativo recurrente en otros

lugares de la casa y que nos podría remitir, a su vez, a ciertos mo-

tivos decorativos de la fachada. La falta de homogeneidad de las

piezas es notoria y estos capiteles, o incluso columnas completas,

podrían haber sido el resultado de sustituciones puntuales, reali-

zadas tal vez en su momento con la intención de mejorar el efec-

to de conjunto sin recurrir a una obra de mayor alcance. Cabe

observar, finalmente, que las columnas de la galería oeste, la más

inmediata a la entrada, presentan una regularidad considerable-

mente mayor que las del resto del patio, circunstancia que es

compartida también por la estructura de muros que albergan los

espacios inmediatos a dicha galería, sin que sea posible extraer

de ello ninguna conclusión inequívoca.

Dejando aparte estos problemas de atribución del mirador y del

cuerpo principal del palacio, la posible intervención de Hernán

Ruiz se habría centrado en el ángulo noroeste de la propiedad,

el más cercano a la plaza, con la misión de ennoblecer la imagen

urbana de la casa y mejorar la organización de sus espacios de

acceso. En todo este sector noroeste, el elemento que con más

claridad podemos atribuir al maestro es la portada principal, y a

partir de ella empezaremos un nuevo razonamiento para tratar

de precisar un poco más el alcance de su intervención (fig. 4).

Desde un punto de vista constructivo, esta portada principal

presenta unas características bien diferenciadas de otras que,

por ejemplo, se colocan sobre un muro preexistente (en el que

se han dejado previamente las adecuadas esperas), con lo que

muro y portada pueden llegar a presentar tiempos de ejecución

o materiales muy diversos y un resultado final en el que, casi

inevitablemente, los elementos arquitectónicos adquieren un no-

table relieve sobre el paramento. En el Palacio de Orive, portada

y muro comparten un único material pétreo, cuya visibilidad (y

la de algunos otros fragmentos murales interiores) contrasta con

las fábricas enfoscadas y encaladas del resto de la casa. De hecho,

la extensión de la fábrica de piedra vista podría se un factor in-

teresante a considerar (aunque lógicamente de manera no deter-

minante) para establecer el posible alcance de la obra de Hernán

Ruiz. Cabe adelantar en este sentido que, en el caso concreto del

paramento de fachada, el perímetro irregular, escalonado, de la

superficie de piedra vista constituye un aspecto relevante en el

planteamiento arquitectónico de este frente.

Por su parte, los principales elementos arquitectónicos (pedesta-

les, columnas y entablamento) que enmarcan la puerta de entra-

da aparecen con un mínimo resalte sobre la pared y, de hecho,

en buena parte parecen estar labrados rebajando considerable-

mente el espesor del muro, dando lugar a esas “columnas roba-

das” o “arquitectura-huecorelieve” de las que nos hablaba Villar

Movellán. En la nueva fachada renacentista del palacio de Orive,

(fig. 3)

(fig. 4)

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considerando tanto su composición material como algunas carac-

terísticas concretas de su diseño, portada y muro fueron pensa-

dos y construidos de manera simultánea, estableciéndose entre

masa mural y orden arquitectónico una íntima relación cons-

tructiva que irá acompañada también de una profunda relación

conceptual, participando muro y orden en un único argumento

compositivo.

Al caracterizar la intervención de Hernán Ruiz como el trazado

y la disposición de un nuevo muro de piedra exterior al pala-

cio, la lógica constructiva nos lleva necesariamente a extender

la atribución a toda la primera crujía de fachada (fig. 3)6. Una

sencilla y austera ventanita abierta al patio de acceso, en el que

sería el muro interior de esta crujía (fig. 5), apoyaría la atribu-

ción a Hernán Ruiz de toda esta unidad constructiva frontal del

palacio. La planta baja albergaría el zaguán y algunos espacios

de servicio, mientras que en la planta alta se dispondría un gran

salón, hoy compartimentado, abierto a la plaza y a la calle lateral

a través de las ventanas de las fachadas. Es perfectamente posible

que la culminación de esta crujía con una galería abierta o mira-

dor en la parte superior formara parte de los planes originales

del maestro, siguiendo el modelo tradicional, pero, en cualquier

caso, el diseño concreto y la ejecución de la pieza parecen haber

escapado a su control.

En el dibujo de planta, el trazado geométrico de esta crujía de

fachada es bastante regular, y por eso resulta tal vez más llama-

tivo el considerable giro de su alineación con respecto a la del

muro lateral del palacio a la calle Villalones, perteneciente éste

a una de las crujías que rodean al patio principal. Este giro en

la alineación de la fachada va acompañado de un considerable

avance hacia la plaza de toda la crujía, de forma que el nuevo

frente llega a doblar en ángulo recto, permitiendo la aparición de

una pequeña fachada lateral.

A partir de la atribución a Hernán Ruiz de esta primera crujía,

por su coherencia material, geométrica y formal, las opciones se

complican y se diluyen conforme nos vamos adentrando en el

interior del palacio donde, como ya vimos al hablar del mirador

y del patio principal, podremos encontrar tanto indicios de una

posible presencia del maestro (en cualquier caso fragmentaria o

de carácter eminentemente práctico), como otros que aconsejan

ponerla en duda. En cualquier caso, estimo conveniente dejar a

continuación constancia de algunas observaciones sobre este sec-

tor, a la espera de que ulteriores estudios y análisis (hallazgos do-

cumentales, arqueología de paramentos, análisis de materiales,

etc.), pudieran aportar nuevos elementos de juicio.

Así, en la planta del pequeño patio de acceso (fig. 3) es signifi-

cativa la concordancia geométrica de su ala norte con la nueva

crujía de fachada, lo que podría suponer la existencia de alguna

coordinación constructiva (en uno u otro sentido). Por otra parte,

si bien la factura de la arquería inferior no parece relevante, en

la arquería superior nos volvemos a encontrar columnas con ele-

mentos decorativos (remates acanalados del fuste bajo el capitel)

similares a los que vimos en el patio principal y a algunos mo-

tivos de la fachada. Los muros que rodean a este patio de entra-

da están labrados también en su mayor parte en piedra, y sus

huecos, ventanas y puertas, están rodeados, de manera austera

pero significativa, con amplias franjas ligeramente realzadas en

relieve, que sobresalen del paramento gracias a unas sencillas

molduras de transición. Uno de estos huecos al parecer comuni-

caba originalmente los dos patios mientras que en la actualidad

se encuentra parcialmente cegado y convertido en ventana, y po-

6 Una crujía es una unidad constructiva tradicional básica, formada por dos mu-ros de carga paralelos y un forjado o cu-bierta.

(fig. 5)

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dría haber formado parte de la primitiva secuencia de accesos

al palacio posteriormente alterada. La regularidad del trazado

geométrico en planta y la continuidad del material pétreo son ca-

racterísticas compartidas por algunas estancias situadas entre los

dos patios, características que tal vez se puedan poner en relación

con la mayor regularidad que antes observábamos en la galería

oeste del patio principal7.

Dejamos para el final de estas reflexiones sobre el posible alcance

de la intervención de Hernán Ruiz, la relación entre el zaguán, el

patio de entrada y la escalera principal, en la que adquieren pro-

tagonismo tres arcos murales abiertos entre ellos: uno de paso

entre el zaguán y el patio menor, otro también de paso entre

éste y la escalera principal, y un tercero, sólo de comunicación

visual entre el zaguán y la escalera. En mi opinión, sólo uno de

estos tres arcos murales sería original del XVI: el que comunica

directamente el zaguán con el patio menor, siguiendo por tanto

la pauta del tradicional acceso en recodo (fig. 2). Creo, por el

contrario, que el otro arco existente en el interior del zaguán,

en el eje de la puerta principal y abierto a la escalera, puede ser

perfectamente fruto de la reforma de comienzos del XX, con un

trazado y unas aplicaciones decorativas realizadas con un espí-

ritu mimético con respecto al arco contiguo. Por último, el arco

escarzano que abre la escalera principal al patio menor, de trazo

y proporciones un tanto confusas, pudo ser labrado también en

la reforma de 1920, alterando al tiempo el trazado de la propia

escalera para alcanzar la extraña disposición actual. El único arco

que estimo original del XVI, el de conexión entre zaguán y patio,

es un arco rebajado, profusamente decorado, por cuyas dovelas

discurre el mismo friso de acanaladuras que remata la mayoría

de las columnas del patio principal y del patio de entrada, un

motivo decorativo similar al que aparece en el marco que rodea

la ventana alta que da a la calle Villalones.

Resumiendo todo lo dicho hasta aquí, podríamos estar ante

una intervención de Hernán Ruiz sobre un organismo en parte

preexistente y consolidado (que coincidiría básicamente con el

patio principal del palacio y al menos tres de las crujías que lo

rodean) centrando su trabajo en el ángulo noroeste de la pro-

piedad, donde habilita una nueva crujía de fachada con frentes

hacia la plaza y la actual calle Villalones, y ordena los espacios de

acceso con un paso en recodo a través del zaguán. Queda como

mucho más remota la posibilidad de la intervención del maestro

en la remodelación de los dos patios y en las estancias situadas

entre ambos, de mayor regularidad. Planteada esta propuesta

como hipótesis de trabajo, mi análisis se centrará especialmente

en los elementos de la nueva crujía de fachada, y especialmente

en la portada principal y en todos los elementos arquitectónicos

dispuestos sobre ambas fachadas, en los que la huella de Hernán

Ruiz resulta más evidente.

Desde mi punto de vista, y tal como iré desgranando a continua-

ción, Hernán Ruiz asume en su proyecto una serie de preexisten-

cias y pies forzados que convierte en elementos dinamizadores

de sus planteamientos arquitectónicos, a través de un interesante

juego de compensaciones de las notables asimetrías. Esta actitud

ante las preexistencias no es en absoluto extraña en el maestro

cordobés, como tampoco lo es un decidido juego de asimetrías,

de todo lo cual podremos encontrar otros ejemplos en su trayec-

toria profesional con los que ilustraremos, comparativamente,

esta delicada obra cordobesa.

7 Cabría considerar incluso, para este sec-tor, alguna reforma posterior al XVI y anterior a la conocida de principios del XX.

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Morfología urbana del entorno y posibles adaptaciones renacentistas

Resulta bastante probable que la configuración de los espacios

urbanos inmediatos al palacio de Orive, especialmente la calle

San Pablo, la plaza de Orive y la calle Villalones, fuera ya vir-

tualmente idéntica a la actual con anterioridad a la intervención

de Hernán Ruiz. Esta afirmación se refiere únicamente, como es

lógico, a la línea que define el contorno de las manzanas, es decir,

al característico perímetro irregular de la plazuela (ancha hacia

el palacio y angosta hacia la calle San Pablo), y a los trazados de

las calles San Pablo y Villalones, definida esta última en parte

por un largo muro lateral del propio palacio probablemente ante-

rior a la intervención de Hernán Ruiz. Las únicas modificaciones

significativas habidas con posterioridad al XVI habrían sido la

inevitable sustitución material de los distintos inmuebles, susti-

tución que habría mantenido básicamente las alineaciones de las

fachadas y, por tanto, el dibujo de los espacios urbanos, que es el

aspecto concreto que ahora nos interesa.

Existen indicios suficientes para apoyar esta hipótesis. Uno

bastante directo es el hecho de que la plaza de Orive y la calle

Villalones estén representadas con su configuración actual en

el plano más antiguo de Córdoba, conocido como Plano de los

Franceses y fechado en 1811 (fig. 6). Son evidentes los desajustes

técnicos que presenta este plano, entre ellos el ambiguo uso de

la escala en los detalles (anchuras de calles, ángulos, etc.), repre-

sentados con dimensiones poco fiables. A pesar de esto, el con-

torno de la plaza de Orive y su conexión con la calle Villalones

resultan perfectamente reconocibles con todas sus características

morfológicas principales, quedando recogidos especialmente dos

rasgos muy importantes para nuestra interpretación: uno, el ya

mencionado resalte volumétrico de la fachada del palacio y otro,

relacionado con el anterior y al que nos referiremos más adelan-

te, la entalladura angular en la fachada enfrentada a la del pala-

cio, justo en la transición entre el callejón y la plaza.

Por otra parte, cabe recordar que estamos en una zona de con-

solidación urbana relativamente temprana a lo largo de la edad

media, y posiblemente con anterioridad. La calle San Pablo, como

es bien sabido, se corresponde con la antigua Vía Augusta roma-

na y la puerta a la que ésta conducía, la puerta del Hierro, fue

una de las más importantes de la ciudad y siguió siéndolo mucho

tiempo, incluso cuando de puerta urbana pasó a ser sólo puerta

interior de comunicación entre la Medina (después la Villa cris-

tiana) y la Ajerquía. El entorno de esta calle de San Pablo, o calle

Real, y de la puerta del Hierro fue siempre lugar de gran activi-

dad artesanal y comercial, y dicha calle uno de los ejes principa-

les de la Ajerquía, a su vez principal arrabal de la ciudad tanto

en época musulmana como tras la reconquista. En la relación de

calles medievales cristianas de las que se tiene alguna constancia

documental, facilitada por José Manuel Escobar, no aparecen la

calle Villalones o la plaza de Orive, pero sí muchas otras cercanas

de este barrio de San Andrés, lo que nos habla de una estructura

urbana bastante madura8.

Durante el siglo XVI, el gran auge económico de la ciudad y su

intensa actividad constructiva no hacen sino apoyar la hipótesis

de que este sector urbano estuviera ya morfológicamente confi-

gurado en lo esencial hacia 1560. La construcción del nuevo ca-

bildo secular en la Plaza del Salvador, junto a la puerta del Hierro,

operación decidida en torno a 1575, nos confirmaría igualmente

8 José Manuel Escobar Camacho. Córdoba en la Baja Edad Media. Córdoba, 1989, p. 231 y ss.

(fig. 6)

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la pujanza económica y social y la consecuente consolidación ur-

bana de la zona9.

La actual calle Villalones fue uno de los límites que definían la

propiedad otorgada al convento de San Pablo en el momento de

su fundación, en el siglo XIII, según la relación de estos límites

que nos facilita también José Manuel Escobar10. En este sentido

la plaza de Orive es precisamente el punto en el que la propie-

dad del convento deja de lindar con la calle San Pablo y pasa a

retranquearse siguiendo la calle Villalones. Esta ultima calle es,

por tanto, la trasera de una manzana que, a partir de la plaza de

Orive, se interponía entre el convento y la calle San Pablo, man-

zana de dimensiones pequeñas que incluye, ya en las cercanías

de la iglesia de San Andrés, la conocida como casa de Fernán

Pérez de Oliva, o casa de los Luna, datada en torno a 1544. En

el contexto de todas estas relaciones urbanas, es posible que la

existencia de la plaza de Orive tuviera sentido, antes de la exis-

tencia del palacio, en relación con un acceso lateral a las huertas

del convento dominico. De ser así, la asimetría de la fachada el

palacio tal vez podría responder, entre otras cosas, a un intento

de establecer ciertas distancias con respecto a dicho acceso.

Una última información aportada por José Manuel Escobar

puede ser interesante para perfilar el posible origen histórico

de la propiedad del palacio, así como de otras edificaciones cer-

canas. Nos dice este autor que, tras la fundación del convento,

los padres dominicos procedieron en diversas ocasiones a ven-

der parte de sus propiedades a particulares para obtener algunas

rentas, especialmente en las cercanías de la calle San Pablo. El

solar ocupado por el palacio pudo ser en su momento fruto de

una o varias (caso de que su aparición no hubiera sido unitaria)

de estas transacciones.

Asumiremos por tanto, como hipótesis de partida, que el actual

trazado de la plazuela de Orive (con una estrecha embocadura

hacia la calle San Pablo y un ensanchamiento posterior hasta la

fachada del Palacio), así como el de la calle Villalones, constitu-

yen estructuras urbanas anteriores a la intervención de Hernán

Ruiz, a las que éste responderá con diversas determinaciones en

su proyecto. Ni la configuración irregular de la plaza, ni la dis-

posición concreta en ella del palacio, apoyan la idea, reseñada al

principio en el repaso historiográfico, de un trazado completo de

este espacio en el contexto de las reformas del XVI.

Situados idealmente en esta configuración urbana de partida,

creo que sí es posible identificar, sin embargo, algunas adecuacio-

nes morfológicas implícitas en la intervención de Hernán Ruiz.

La principal sería el ya mencionado giro en la alineación de la

nueva fachada con respecto al muro lateral de la calle Villalones,

acompañado de un apreciable avance hacia la plaza de toda la

crujía (fig. 3), como si ésta (especialmente en el extremo más cer-

cano a la calle Villalones) se hubiera añadido por delante de lo ya

existente. Esta disposición permite que la imagen urbana del pa-

lacio pasa a descansar más en la potencia de un volumen que en

el enriquecimiento plástico de un único plano frontal, al tiempo

que se consiguen dos importantes objetivos sobre cuya trascen-

dencia arquitectónica trataremos en el siguiente apartado: abrir

un nuevo frente de fachada enfrentada a la calle Villalones y con-

seguir que el frente principal hacia la plaza quede prácticamente

paralelo a la calle San Pablo y, por tanto, perpendicular al eje de

la plaza.

Algunas huellas del proceso constructivo seguido por el edificio

permiten avalar la hipótesis de que esta disposición avanzada de

todo un nuevo volumen de fachada es intencionada. Por una parte,

la esquina interior del zaguán inmediata a la calle de Villalones

9 Alberto Villar Movellán y Mª Teresa Dabrio González, “Relaciones urbanas del cabildo catedral en la Córdoba del quinientos”, en Laboratorio de Arte nº 5. Sevilla, 1992, p. 163. Alberto Villar Mo-vellán, “Esquemas urbanos de la Córdo-ba renacentista”, Laboratorio de Arte, nº 11. Sevilla, 1998, p. 102 y 106.

10 José Manuel Escobar Camacho. Córdoba en la Baja Edad Media. Córdoba, 1989, p. 228.

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(fig. 7) muestra una escasa trabazón en la fábrica, lo que puede

implicar que los dos muros perpendiculares pudieran ser, en este

punto, constructivamente sucesivos. Por otra parte, también en

este mismo rincón, un breve resalte mural actualmente moldura-

do presenta una extraña geometría angular con respecto a la or-

togonalidad del resto de los paramentos del zaguán. Este resalte

es una continuación material de la pared lateral del palacio a la

calle Villalones y pone de manifiesto su diferente alineación. La

presencia de este fragmento mural en el interior del zaguán no

tendría sentido de no tratarse de una preexistencia con respecto

a la nueva crujía de fachada renacentista.

Sobre la propiedad situada justo enfrente del palacio, en el co-

mienzo de la calle Villalones, y el curioso dibujo quebrado de su

fachada, cabe observar que éste se nos presenta como una espe-

cie de entalladura angular en el volumen, que parece responder

al avance hacia el frente de la nueva crujía del palacio (fig. 8). Esta

entalladura no coincide con un encuentro entre propiedades, lo

que tal vez disminuiría su singularidad, sino que aparece ínte-

gramente en la línea de fachada de una sola parcela (fig. 9). Se

trata de un dibujo extraño pero ya identificable, como veíamos,

en el Plano de los Franceses de 1811. Si no existiera esta entalla-

dura en la fachada frente al palacio, el acceso a la calle Villalones

desde la plaza resultaría excesivamente angosto y, sobre todo, la

nueva fachada del palacio quedaría muy ahogada al tener otro

plano prácticamente encima. La modificación de esta línea de

fachada al otro lado de la calle pudo haber constituido, en su

momento, una condición indispensable para poder desarrollar la

reforma propuesta por Hernán Ruiz, formando por tanto parte

de su planteamiento arquitectónico general.

La utilización arquitectónica del dibujo de alineaciones urbanas

es un recurso perfectamente coherente en el contexto histórico

que analizamos. Un ejemplo casi coetáneo lo encontramos en

el trazado de una nueva alineación en 1557, en este caso para

urbanizar una gran explanada de uso público fruto del antiguo

derribo del alcázar de Úbeda. La línea de fachada de las nuevas

manzanas completa y cierra la plaza perspectiva que Andrés de

Vandelvira traza delante de la iglesia del Salvador. La precisión

del trazado lleva a que una determinada parcela, asignada en su

momento a una familia noble, doble su fachada en ángulo obtuso

para responder con exactitud, en la embocadura de la plaza, a la

esquina final del palacio del Deán Ortega11.

Cabe decir, por último, que la obtención de una nueva peque-

ña fachada a la calle Villalones no debió ser en absoluto una

cuestión menor para sus propietarios, puesto que esta calle es

la vía de conexión directa del palacio con la cercana iglesia de

San Andrés, corazón espiritual del barrio, conduciéndonos casi

directamente a la hermosa portada lateral de dicha iglesia. En

sentido inverso, avanzando por la calle Villalones desde la iglesia

hacia el palacio, la pequeña fachada lateral ofrece una eficaz y

significativa presencia.

Elementos arquitectónicos y espacio urbano

Para la mentalidad renacentista de Hernán Ruiz, el problema a

abordar durante el diseño de las nuevas fachadas del palacio es,

por supuesto, la plasmación de una adecuada imagen simbólica

pero, también, el de la utilización de las formas arquitectónicas

como instrumentos que ejercen un papel activo durante el reco-

11 Ampliato Briones, Antonio Luis, “La obra de Andrés de Vandelvira en Úbe-da: arquitectura y espacio urbano”, en VV.AA., Úbeda en el XVI, Jaén, 2002, pág. 255 y ss.

(fig. 7)

(fig. 8)

(fig. 9)

Page 16: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

26 27

rrido de aproximación de un observador. Así, la formalización

concreta de los distintos elementos arquitectónicos, la relación

entre ellos y su distribución a lo largo de los paramentos, obede-

cen a la búsqueda de un equilibro interno en la composición y, al

tiempo, responden al deseo de llevar a cabo un control dinámico

de la experiencia espacial.

Al entrar en la plazuela de Orive desde la calle de San Pablo (fig.

10) podemos apreciar la frontalidad del nuevo muro de fachada,

ganada gracias al avance y al giro de todo el volumen, así como

la posición marcadamente asimétrica de la portada principal,

muy escorada hacia la izquierda. Aunque ya hayamos planteado

alguna hipótesis al respecto, es muy difícil establecer qué pies

forzados, o qué consideraciones sobre lo entonces existente o tal

vez sobre las condiciones del proyecto, llevarían a Hernán Ruiz

a asumir o a decidir esta posición escorada de la entrada con res-

pecto a la plaza. En cualquier caso, ya he señalado anteriormente

que las asimetrías parecen haber constituido siempre un estímu-

lo para su inventiva, y así lo podemos comprobar, por ejemplo,

en la naturalidad con la que queda resuelta la posición asimé-

trica de la fachada del Antecabildo en el patio del Mariscal de

la catedral de Sevilla (fig. 11), una composición sa-

tisfactoriamente equilibrada cuya imagen repite el

autor especularmente al otro lado del patio, ya sólo

con huecos fingidos12. La composición asimétrica

de estos dos frentes del patio es especialmente sig-

nificativa al contrastar notablemente con la de los

dos frentes restantes en los que se plantean estrictas

simetrías centrales. Patio y palacio presentan otros

interesantes paralelismos formales, que enseguida

repasaremos, lo que no resulta extraño al compartir

tiempos de proyecto y ejecución muy próximos.

Pero una vez establecida la posición asimétrica de la portada,

Hernán Ruiz no renuncia a controlar el eje central de la plaza, y

coloca sobre el paramento una ventana centrada sobre el espacio

(fig. 10 y 12), austeramente moldurada y de rotunda geometría,

que queda enlazada con la portada principal sólo mediante una

extensión o prolongación del entablamento. Para el observador

que accede a la plaza desde la calle San Pablo, esta ventana aislada,

colgada del entablamento como una señal, actúa como un reclamo

visual cuya presencia equilibra el espacio de la plaza, conducien-

do de inmediato nuestra atención hacia la entrada principal.

Los detalles de toda la operación formal de Hernán Ruiz en torno

a esta ventana son sutiles y muy precisos, y conviene recorrer-

los detenidamente para apreciarlos en su justa medida. Las tres

franjas que componen el entablamento (arquitrabe, friso y cor-

nisa) presentan relaciones independientes y diferenciadas con la

figura de la ventana. En primer lugar, la cornisa superior arropa

perfectamente el hueco y su marco, terminando sobre ellos con

una vuelta en ángulo como si realmente fuera, al menos por ese

lado exterior, su cornisa de remate. Este final de la cornisa marca

también la posición de la línea vertical que establece el límite

12 Ampliato Briones, Antonio Luis, Muro, orden y espacio…, p. 199 y ss.

(fig. 11)

(fig. 10)(fig. 12)

Page 17: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

28 29

por ese lado de la superficie de piedra,

cuya extensión, por tanto, no es arbi-

traria. Por su parte, la franja inferior

del arquitrabe choca de pleno contra el

marco del hueco y se interrumpe por

completo pero, al tiempo, aparece una

clara continuidad entre la moldurita

superior del arquitrabe y la moldurita

exterior del marco de la ventana, con-

tinuidad tanto de alineación geométri-

ca como de concreción formal. Entre

la cornisa y el arquitrabe discurre la

franja intermedia del friso, con una

decoración rítmica de círculos cajea-

dos, como platos que tuvieran un re-

lieve inverso. Uno de estos círculos se sitúa en la vertical del eje de

simetría de la ventana, mientras otros dos círculos enmarcan late-

ralmente esta conexión a una distancia adecuada, enriqueciendo

las relaciones geométricas entre la ventana y el entablamento.

Resulta relativamente fácil encontrar en la obra de Hernán Ruiz

gestos compositivos similares a los utilizados para la relación

entre esta ventana y su entablamento. Repasaremos algunos

ejemplos que nos permitan perfilar mejor esta avanzada concep-

ción arquitectónica del maestro cordobés.

Empezaremos por la última idea: una línea horizontal, normal-

mente perteneciente a un entablamento, sobre el que una pieza

sencilla y repetitiva va marcando un ritmo constante alrededor

del cual el resto de los elementos de la composición van quedando

enlazados y, al tiempo, variando libremente. Es el caso, por ejem-

plo, del entablamento dórico inferior de la iglesia del hospital

de la Sangre de Sevilla (fig. 13). Aquí, el protagonismo modular

lo asume una sucesión rítmica de

cabezas de leoncillos sobre la corni-

sa, que va marcando con exactitud

la posición de todos los elementos

murales y, especialmente, el punto

nodal en el que todo el orden dó-

rico inferior, disperso por el para-

mento, se concentra y se completa

para conectar con el jónico, que se

eleva sobre el espacio para sostener

los abovedamientos13.

El segundo recurso mencionado es

la posibilidad de que un elemento

estratificado, como el entablamen-

to, discurra completo o bien que algunas de sus franjas se vayan

interrumpiendo ocasionalmente en función de las necesidades

compositivas. También en el orden dórico de la iglesia del hos-

pital de la Sangre podemos observar cómo se interrumpe el ar-

quitrabe, y en este caso también el friso, al pasar sobre los arcos

de las capillas, quedando en estos tramos sólo la cornisa con los

leoncillos. Gracias a este recurso, se acentúa el contraste con otros

lugares del paramento, siendo más intensa la aparición del orden

completo en los puntos nodales de enlace con el jónico superior.

Pero también un testimonio documental y directo nos puede dar

fe del carácter intencionado de estos juegos de apariciones y des-

apariciones en la obra de Hernán Ruiz. Se trata de un dibujo de

su manuscrito de arquitectura, el de la portada del folio 124 (fig.

14), en el que vemos también cómo el entablamento dórico pier-

de algunas franjas al pasar sobre el arco central, recuperándolas

sobre los órdenes laterales. La fotografía al trasluz (fig. 15) nos

muestra cómo el diseño de esta portada tuvo una primera ver-

sión en la que el entablamento estaba completo también sobre la 13 Ampliato Briones, Antonio Luis, Muro,

orden y espacio…, p. 221 y ss.

(fig. 13) DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 14 y 15)

Page 18: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

30 31

entrada, siendo objeto después de una revisión, durante la cual el

autor superpuso un pequeño recorte de papel pegado y dibujó en

él las nuevas disposiciones14.

Volviendo al centro geométrico, que no simbólico, de la fachada

cordobesa (fig. 10), es evidente que una parte importante de la

potencia de esta ventana descansa sobre lo que podríamos es-

tablecer como tercer recurso: su rotundidad geométrica y sobre

la uniformidad del molduraje que la rodea. En esta austera ven-

tana, la abstracción geométrica es la vía utilizada por Hernán

Ruiz para conseguir una fuerte presencia del elemento sobre la

plaza, compatible al tiempo con el necesario protagonismo for-

mal y simbólico de la portada principal. En el patio del Mariscal

de la catedral de Sevilla podemos encontrar también, implicada

en otro argumento compositivo, una forma muy similar de en-

tender el diseño de un hueco. Los dos alzados, ahora perfecta-

mente simétricos (fig. 16), que completan el cuadrado del patio

junto con los que antes veíamos, parecen exigir la aplicación de

un esfuerzo especial para mantener su equilibrio interno y sus

elementos arquitectónicos, atrapados por la simetría, tienden sin

embargo enseguida hacia la descomposición. Así, los ornamentos

de puertas y ventanas man-

tienen una estructura clásica

y serena hacia el centro, pero

los frontispicios se llenan

de figuras mixtilíneas y dis-

continuidades cuando nos

alejamos hacia los laterales.

En este contexto, las ven-

tanitas más cercanas al eje

de simetría presentan una

composición compacta y

equilibrada (fig. 17), aunque

la forma cuadrada del hueco

queda ya en ellas reforzada

por la presencia de un marco

moldurado de considerable

autonomía. En contraste con ellas, las ventanitas más alejadas

del centro (fig. 18) se ven afectadas en un controlado juego de

desequilibrios: la forma cuadrada del hueco se ha desestabiliza-

do, girando 45 grados, y con ella todos los otros elementos se han

alterado, especialmente las dos estiradas molduras laterales que

todavía parecen esforzarse en sostenerla. Portadores de una fuer-

za interior latente, cada elemento de la composición, por separa-

do, se muestra permanentemente dispuesto a iniciar su propio

juego arquitectónico.

En este rastreo de analogías que nos ayuden a perfilar la compleja

articulación de recursos compositivos que convergen en la ven-

tana central del palacio cordobés, hemos visto el tendido de una

línea rítmica horizontal como soporte abierto a variaciones de

otros elementos, la ocultación y aparición selectivas de las franjas

de un entablamento y el recurso a una austera y rotunda plasma-

ción geométrica de una pieza sencilla. Atenderemos, por último,

14 Existe edición facsímil del manuscrito de Hernán Ruiz donde puede consultar-se este y otros dibujos del maestro de los que más adelante hablaremos: VV. AA., Hernán Ruiz II: facsímil y estudios, Sevi-lla, 1998

(fig. 16)

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 17 y 18)

Page 19: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

32 33

a la idea de una extensión o prolongación de carácter orgánico,

como un estiramiento del entablamento que, desde la portada,

alcanzara a sostener la ventana. Un gesto conceptualmente aná-

logo lo podemos encontramos en el diseño de unas hornacinas

para el ayuntamiento de Sevilla (fig. 19). En el ornamento que

las enmarca, las columnas jónicas a uno y otro lado del hueco

quedan enlazadas por la prolongación del paño de volutas de sus

respectivos capiteles. Los fustes de estas pilastrillas jónicas, ais-

ladamente considerados, mantienen con sus prolongados paños

de volutas una relación similar a la que la ventana cordobesa

mantiene con su entablamento. Por otra parte, aisladamente con-

siderados, los capitelitos jónicos sevillanos son también extraña-

mente asimétricos, una concepción insólita pero claramente viva

y activa en la mente de Hernán Ruiz, como podemos comprobar

en el folio 126 de su manuscrito (fig. 20). Las asimetrías y las

relaciones orgánicas entre los elementos, son dos aspectos ínti-

mamente relacionados en la avanzada concepción arquitectónica

de Hernán Ruiz15.

Volviendo a la fachada principal del palacio (fig. 10), cabe ob-

servar por último que el perímetro escalonado de la superficie

de piedra vista es el resultado de una disposición intencionada

del proyecto, pues los dos límites verticales quedan fijados por

sus respectivas cornisas. Ya vimos antes que al final del paño de

piedra inferior, la cornisa volvía en ángulo a modo de conclu-

sión. La misma disposición encontramos también en la cornisa

correspondiente al piso superior, que vuelve igualmente en án-

gulo sobre el borde vertical de la superficie de piedra. La delimi-

tación de la superficie de piedra vista juega un papel activo en el

reequilibro de toda la fachada, extendiéndose la mitad inferior

hasta englobar la ventana, centrada sobre la plaza, y acortándose

la mitad superior para que la portada aparezca también, al menos

parcialmente, centrada sobre el paramento de piedra.

Al otro extremo del espacio urbano afectado por el palacio, en la

perspectiva desde la calle Villalones nos encontramos con una

operación de naturaleza muy similar a la de la plaza, aunque

adaptada a las nuevas condiciones. Como en el caso anterior, una

ventana asume todo el protagonismo visual, ahora desde su po-

sición elevada en la primera planta (fig. 21). Esta pieza presenta

un aparato formal más complejo que la ventana de la plaza, in-

cluyendo un particular frontispicio. Esta ventana asume así una

mayor carga simbólica, probablemente para responder al hecho

de que, en la perspectiva desde la calle, la portada principal del

palacio no entra en el campo visual. Pese a esta mayor densi-

dad de elementos y aplicaciones decorativas, en el diseño de esta

nueva ventana resulta también perfectamente identificable un

marco rodeando el hueco con una gran autonomía formal con

respecto al resto de la composción.

Si tomamos como lógica referencia, tanto para esta última ven-

tana como para la centrada sobre la plaza, la ventana superior de

la portada principal (fig. 4), de composición clásica, podremos

observar que las dos laterales (fig. 12 y 21) aparecen como dos

estados intermedios de un único proceso evolutivo, en el que el

alejamiento del centro y la proyección sobre otros objetivos con-

duce a una desestructuración de las relaciones básicas, con una

mayor autonomía o incluso autosuficiencia de las partes.

Por la mitad inferior de la breve fachada a la calle Villalones dis-

curre el mismo entablamento que se prolongaba antes desde la

portada hacia el centro de la plaza (fig. 21 y 22), poniendo de

manifiesto, por tanto, que este lado, incluyendo la vuelta de la

esquina, también pertenece al ámbito de influencia del centro

simbólico de toda la composición. Pero, además del entablamen-

to, otro elemento de la portada ha avanzado hacia este lado: una

columna completa, que aparece prácticamente tallada en la es-

15 Para un análisis detenido del uso de los órdenes arquitectónicos por Hernán Ruiz, puede consultarse el capítulo 4,

“Los distintos géneros de columnas”, en Ampliato Briones, Antonio Luis, El pro-yecto renacentista en el tratado de arqui-tectura de Hernán Ruiz, Sevila, 2002, p. 95 y ss.

(fig. 19)

(fig. 20)

(fig. 21)

(fig. 22)

Page 20: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

34 35

quina del volumen, ocupa un lugar estratégico alrededor del cual

giramos cuando llegamos desde el callejón, para situarnos frente

a la puerta principal

Frente a la plaza de Orive, un único gesto arquitectónico resuelve

todos los conflictos espaciales: la austera ventana centrada en el

paramento. Hacia la calle Villalones, la arquitectura se desdobla

en dos niveles: en la lejanía, la ventana alta aparece como objeti-

vo mientras avanzamos por la calle, ya en las proximidades del

palacio, la columna tallada en la esquina nos conduce, tras el giro,

al encuentro de la portada.

La portada como expresión del espacio, entre el orden y la masa mural

Una clave importante para comprender el sentido arquitectónico

de la portada principal del palacio (fig. 23) radica precisamente

en la mencionada escasa proyección volumétrica que presentan

sus elementos con respecto a la superficie general del paramento,

que en el entorno inmediato de la puerta sólo se incrementa gra-

cias a un trabajo que Villar Movellán calificaba de huecorelieve.

Las semicolumnas dóricas de fuste acanalado y el entablamento

amensulado que rodean la puerta de entrada no aparecen super-

puestos al muro sino surgiendo orgánicamente de la propia masa

mural, que disminuye su espesor para cederles el paso. De hecho,

si no existieran los oportunos cajeados del muro previos a cada

semicolumna dórica, éstas apenas podrían manifestarse real-

mente como tales y sólo sobresaldrían del paramento un breve

tramo de su generatriz circular. La retirada del muro también

permite que el tramo central del entablamento gane en volumen

y en profundidad perspectiva (fig. 24). Los platos cajeados distri-

buidos rítmicamente por los frisos exteriores se convierten en el

centro, sobre la puerta, en volúmenes prominentes que llegan a

colmar las renacidas metopas. También los triglifos, inexistentes

en los tramos exteriores del entablamento, recuperan su presen-

cia y acentúan con su perfil amensulado la nueva profundidad

conquistada.

La portada principal del palacio no es un objeto estático, circuns-

crito compositivamente a unos límites físicos, sino el núcleo

abierto de un sistema que se extiende por los paramentos y actúa

sobre los espacios urbanos inmediatos (fig. 25). La portada es un

lugar de convergencias, un centro en el que todos los conflictos

se resuelven y del que todos los elementos emanan, y en ella

orden y muro aparecen en una relación orgánica, casi genética,

que conduce en última instancia a la manifestación espacial del

hueco de la entrada.

(fig. 23)

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 24 y 25)

Page 21: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

36 37

Entre todas las portadas construidas o dibujas por Hernán Ruiz,

esta cordobesa del Palacio de Orive ocupa un lugar muy especial,

pues en ella el maestro experimenta con un juego de relaciones

arquitectónicas muy característico de su obra, si bien normal-

mente desarrollado sólo en otros contextos. Las fecha que figura

en la cartela del piso alto, 1560, nos sitúa en un momento crucial

en la trayectoria profesional del maestro. Poco antes, recién obte-

nido el ansiado puesto de Maestro Mayor de la catedral de Sevilla,

así como el de Maestro Mayor del Hospital de la Sangre, también

en dicha ciudad, Hernán Ruiz había presentado ante ambas ins-

tituciones, a lo largo de 1558, los proyectos de las que llegarían a

ser sus tres grandes obras maestras: el nuevo campanario de la

Giralda, los espacios del consistorio de la catedral y la iglesia del

hospital. Estos tres proyectos supusieron la maduración definiti-

va de una forma muy personal de entender la arquitectura en la

que masa constructiva, órdenes arquitectónicos y espacio pers-

pectivo aparecen implicados e interrelacionados en desarrollos

argumentales de gran complejidad conceptual.

Prácticamente coincidente en el tiempo, su proyecto civil cordo-

bés, mucho más comedido en sus dimensiones pero no menos

ambicioso en sus planteamientos, se nos presenta como un sin-

gular testimonio, en su Córdoba natal, de toda la avanzada expe-

rimentación arquitectónica que está desarrollando simultánea-

mente en sus tres grandes proyectos sevillanos.

En la iglesia del hospital de la Sangre, que ya visitamos anterior-

mente (fig. 26), la tensión del proceso de generación espacial, a

través de las interrelaciones de muro y orden, no se produce en

un sentido horizontal hacia un hueco de paso, como en el palacio

cordobés, sino en un sentido vertical ascendente, hacia el desplie-

gue de los abovedamientos, pero el esquema conceptual desarro-

llado es exactamente el mismo. En la iglesia existen dos órdenes

superpuestos, uno dórico inferior y uno jónico elevado sobre el

anterior, ambos enlazados en una cadena lógica. El dórico infe-

rior es un orden cuya manifestación es incompleta, fragmentaria,

cuyas piezas se encuentras desperdigadas y fundidas con la masa

mural de las capillas, pero que aparece finalmente rigurosamente

completo en los puntos singulares en los que enlaza con el orden

superior. Éste, ahora jónico, emerge ingrávido y austero, perfec-

tamente perfilado, para recibir los abovedamientos y controlar

toda la amplia modulación espacial del templo.

A pesar de las numerosas portadas que aparecen dibujadas en

los diferentes folios de su manuscrito de arquitectura, son muy

escasos los diseños de fachadas completas con los que contamos

para poder establecer algunas referencias con el proyecto cordo-

bés. No obstante, al menos en una ocasión entre sus trazas pode-

mos observar con claridad el entendimiento del plano de fachada

como una especie de membrana osmótica, en el que se ponen de

manifiesto las tensiones y transiciones entre los espacios interio-

res y exteriores. El dibujo al que me refiero representa la facha-

da de un templo y aparece en el folio 95 (fig. 27). El paramento

de fachada de este templo se muestra extremadamente sensible

hacia el dibujo de la sección transversal interior, cuya sucesión de

arcos asoma provocando la desigualdad de los intercolumnios e

interfiendo incluso el discurso del entablamento para adentrarse

en el frontón. Los huecos que aparecen entre los fustes de las pi-

lastras transitan también desde la regularidad y el mayor tamaño

del central hacia la progresiva esquematización y disminución de

tamaño de los exteriores.

Para Hernán Ruiz la fachada es una membrana viva y cambiante,

en función de adaptaciones sensibles a los espacios inmediatos, que

modifica el entorno tridimensional e intenciona la percepción ar-

quitectónica de un observador inmerso en su ámbito de influencia.

(fig. 26)

(fig. 27)

Page 22: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

38 39

Otras intervenciones urbanas de Hernán Ruiz en Córdoba

Se conservan algunos otros casos de actua-

ciones puntuales de Hernán Ruiz sobre el

espacio urbano cordobés, como la fachada

del Palacio Páez de Castillejo, la puerta de

Santa Catalina de la catedral, una posible

implicación suya en las ventanitas esqui-

neras de la casa de los Luna, o también

su posible presencia en algunas fases del

largo y complejo proceso de reformas de

la plaza de la Corredera. Pero sus dos in-

tervenciones más interesantes, en las que

más claramente su arquitectura se proyec-

ta activamente sobre el espacio urbano,

son sin duda la reforma de la fachada de

la iglesia de San Pedro y el remate de la torre de San Lorenzo. En

ambos casos encontramos interesantes paralelismos conceptua-

les con algunos de los juegos compositivos vistos hasta aquí, con

una permanente tensión dialéctica entre equilibrio y desequili-

brio, entre unidad y disgregación.

La reforma de la fachada de San Pedro, fechada hacia 1542, es

una obra temprana en la que Hernán Ruiz ya investiga las posi-

bilidades de una variable configuración geométrica de los obje-

tos en relación con su posición relativa en el espacio (fig. 28). El

proyecto dispone en el centro una nueva portada monumental y

reviste también de un cierto aparato decorativo los grandes es-

tribos murales de la iglesia fernandina. Los dos estribos mayores

que flanquean la entrada quedan así envueltos en una serie de

elementos del lenguaje clásico: pedestales, pilastras, entablamen-

tos y remates, que estratifican su altura y objetualizan e indepen-

dizan su volumen. De esta forma, los estribos quedan conceptual-

mente muy alejados del carácter todavía puramente constructivo

del hastial del templo, que permanece detrás inalterado, y pasan

a tener un gran protagonismo figurativo frente al fondo neutro.

Este tratamiento de los estribos se extiende también a los dos

menores laterales (probablemente de nueva fábrica) ahora con

un solo piso de pilastras. Gracias a las más que evidentes relacio-

nes formales entre los estribos centrales y laterales, que se extien-

den incluso a la reinterpretación de los remates, podemos decir

que éstos son versiones simplificadas o adaptadas de aquéllos,

alterando la definición y la orientación geométrica de las piezas

en función de su lejanía o cercanía del centro compositivo. Así,

mientras los dos estribos centrales muestran una decidida fronta-

lidad y estabilidad, los menores en las esquinas adoptan un giro

de 45 grados, con una clara inflexión dinámica hacia los espacios

urbanos que rodean la iglesia (fig. 29). En la dirección contraria,

estos elementos de las esquinas recogen una variada casuística de

direcciones en el espacio urbano, conduciendo nuestra atención

hacia el centro del alzado, presidido por la portada principal.

Pero debemos detenernos todavía por unos instantes en estos ori-

ginales estribos angulares cuyo tamaño, más contenido que el de

los centrales, permite que sobre cada una de sus caras aparezca

una única pilastra centrada. Estos estribos no son ya fragmentos

murales revestidos de órdenes arquitectónicos, como es el caso

de los centrales, sino elementos unitarios que se aproximan por

sí mismos al concepto de orden arquitectónico, adquiriendo una

notoria autonomía volumétrica. Con su giro de 45 grados, estos

estribos laterales no sólo han cambiado su orientación sino que

dibujan una incipiente pero decidida independencia del muro

(fig. 28)

(fig. 29)

Page 23: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

40 41

del templo como si, de

tener ocasión, el siguiente

escalón fuera a ser inevi-

tablemente su constitu-

ción en figuras exentas.

Efectivamente, en el en-

cuentro de estos estribos

girados con la pared de la

iglesia (fig. 30), comproba-

mos cómo Hernán Ruiz

ha dejado un intersticio

imposible, apenas una ren-

dija, por el que penetran

y se pierden las distintas

molduras del estribo, decididas a rodear el volumen prismático

por todas sus caras, reales o imaginarias, para proclamar la inde-

pendencia de la pieza.

En el nuevo remate de la torre de San Lorenzo (fig. 31, 32 y 33),

del que una inscripción epigráfica nos informa de su conclusión

en 1555, Hernán Ruiz emplea recursos muy similares a los em-

pleados en la iglesia de San Pedro, adaptados ahora a una evolu-

ción en el espacio en sentido vertical. Así, el nuevo campanario

arranca con la propia geometría del templo, enlazando con la

caña de la torre por medio de unas sutiles pero eficaces cabecitas

de león bajo el primer entablamento, pero se libera muy pronto

girando 45 grados, casi en un acto de rebeldía, para aceptar final-

mente como ámbito de influencia sólo la totalidad del espacio de

la ciudad.

Tanto en estas dos intervenciones sobre parroquias fernandinas,

como en su proyecto para la fachada del palacio de Orive, la ar-

quitectura de Hernán Ruiz surge abierta al espacio que la rodea.

Los argumentos compositivos, variables de un proyecto a otro,

tienen siempre en común una intensa interacción con el entorno

urbano. Estas tres obras cordobesas, como prácticamente la to-

talidad de su amplia producción arquitectónica, ponen de mani-

fiesto un uso muy creativo de los recursos de la arquitectura, con

una avanzada, profunda, sensible y minuciosa modelación del

espacio tridimensional, características que revisten sus propues-

tas de una sorprendente modernidad. Pese a la parquedad de los

datos documentales disponibles, podemos afirmar que la fuerte

personalidad del arquitecto cordobés rezuma por todos los poros

de estas singulares pieles urbanas.

Sevilla, julio de 2009.

(fig. 30)

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 31, 32 y 33)

Page 24: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

LA MANZANA DE SAN PABLO-ORIVE EN EL CONTEXTO DE LA EVOLUCIÓN

HISTÓRICO-URBANÍSTICA DE LA CIUDAD DE CÓRDOBA

Juan F. Murillo, Dolores Ruiz, Silvia Carmona y Maudilio Moreno

II

Page 25: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

45

La manzana de San Pablo u Orive, muestra una serie de singu-

laridades de carácter histórico y urbanístico que permiten su ca-

racterización e individualización dentro del Conjunto Histórico

de Córdoba. Fruto de una transformación histórica bimilenaria,

la actual manzana no sólo se nos presenta como una de las más

extensas del caserío cordobés, sino que, además, su centralidad

desde al menos el s. XI la ha dotado de un indudable protagonis-

mo en el desarrollo de la ciudad en su conjunto y de la Axerquía

en particular (fig. 1).

(fig. 1)

Page 26: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

46 47

Situada sobre terrenos cuaternarios pertenecientes a la tercera

terraza del Guadalquivir, desde el punto de vista topográfico la

manzana de San Pablo se ubica en una posición caracterizada

por un declive poco pronunciado en sentido Norte Sur propi-

ciado por la disposición de los terrenos aluviales, si bien en su

borde occidental (a la altura de la actual calle Capitulares) en-

contramos un suave escarpe que fue aprovechado para marcar

el límite oriental de la ciudad romana fundacional, y que en ori-

gen probablemente estuvo delimitado por una vaguada utilizada

como cauce por uno de los numerosos arroyos tributarios del

Guadalquivir por su margen derecha.

Por la zona de Levante, el límite físico para estos terrenos debió

estar configurado por uno de los múltiples cauces del arroyo co-

nocido desde época bajomedieval como Arroyo de San Andrés.

El reborde meridional estaría definido por el salto o escarpe de

la terraza fluvial, aproximadamente a la altura de la actual calle

Pedro López. Por contra, en el lado Norte, donde la terraza debía

prolongarse sin grandes alteraciones, con un suave glacis, el lí-

mite vendría definido por un antiguo camino, posteriormente

adaptado como entrada de la Via Augusta hasta su remodelación

a mediados del s. I d.C.

La fundación de la Corduba romana y la primera ocupación en el entorno de la manzana de San Pablo

En el estado actual de la investigación arqueológica, los primeros

indicios de ocupación antrópica en la manzana de San Pablo o

en su entorno inmediato se corresponden con la fundación de la

ciudad romana, situada apenas una decena de metros al Oeste, al

otro lado de la C/ Capitulares.

En un momento del segundo cuarto del s. II a.C. (en el 169/168

o en el 152/151 a.C.), y probablemente tras varias décadas de

contactos entre las tropas romanas y los turdetanos asentados

en la vieja ciudad prerromana de Corduba, localizada en la coli-

na donde actualmente se emplaza el Parque Cruz Conde, Marco

Claudio Marcelo procede a la fundación formal de la nueva Cor-

duba romana, a escasos 750 m. al Noreste de aquella, con la que

coexistirá a lo largo del resto del siglo, hasta el total abandono del

asentamiento indígena en el tránsito del s. II al I a.C.1 (fig. 2).

Conformada como un polígono irregular de tendencia hexagonal,

con un perímetro amurallado de 2.650 m. que encerraba una su-

perficie de 47 ha., la nueva ciudad tuvo como principal elemento

caracterizador de su fisonomía urbana a una poderosa muralla.

La muralla fundacional estaba constituida por un muro exterior

de grandes sillares de calcarenita aparejados en hiladas alternas

a soga y a tizón, cimentados sobre una banqueta de mampostería.

Su anchura era de 3 m., y su altura hacia el exterior se situaría

1 Discernir sobre la fecha fundacional re-sulta imposible en el estado actual de la investigación arqueológica, siendo poco relevantes los argumentos ofrecidos en favor de una u otra. No obstante, y de-jando a un lado el valor “simbólico” de una fecha, lo que si parece claro es que el hecho fundacional propiamente di-cho no fue sino el colofón de una etapa previa de contactos entre la comunidad turdetana y las tropas romanas, posible-mente materializada en la instalación de un asentamiento militar previo a la ciu-dad propiamente dicha, fundada por M. Claudio Marcelo (MURILLO, 2006).

(fig. 2)

Page 27: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

48 49

entre los 7 y los 9 m. Al interior se le adosaba un agger de hasta 6

m. de anchura, conformado por un terraplén compacto de cantos

rodados, mampostería y tierra, contenido por otro muro de sille-

ría, más bajo y estrecho.

El conjunto, que en algunos sectores alcanzaba 10 m. de anchura

total, se encontraba precedido de un foso de 15 m. de anchura en

el frente septentrional, el más expuesto desde el punto de vista

topográfico, en tanto que los lados oriental y meridional estaban

protegidos por un escarpe de la terraza cuaternaria, y en el flan-

co occidental el cauce de un arroyo hacía las funciones del foso

del lado Norte. Torres semicirculares, y en algún caso cuadradas,

completaban el sistema defensivo (MURILLO-JIMÉNEZ, 2002).

Circunscribiéndonos a la traza del lienzo oriental de esta muralla

fundacional, la información arqueológica obtenida en las excava-

ciones practicadas en el nº 3 de la C/ Puerta del Rincón, en el nº 2

de la Calleja de los Afligidos y en los inmuebles del Ayuntamien-

to, permiten constatar que esta primitiva muralla romana se ha

mantenido como base de las posteriores refecciones efectuadas

a lo largo de los siglos. Consecuentemente, el lienzo se iniciaría

en el ángulo noreste ocupado por una torre octogonal que, en su

actual configuración data de época bajomedieval. La muralla con-

tinúa por la trasera de los inmuebles que actualmente definen

la acera occidental de la C/ Puerta del Rincón, habiéndose docu-

mentado en el nº 3, junto a una cloaca, posiblemente destinada a

drenar el agger, que evacuaba hacia el exterior2.

Más al Sur, la muralla aún es reconocible en las medianeras de

varios inmuebles, como es el caso del de la esquina de la C/ Car-

bonell y Morand con la Cuesta del Bailio3, o en la del antiguo

Convento del Cister, pero es en el nº 2 de la C/ Alfonso XIII (es-

quina con Plaza del Salvador) y en el nº 2 de la Calleja de los Afli-

gidos, donde recientes excavaciones han

permitido documentar no sólo su traza,

sino también fijar su construcción hacia

mediados del s. II a.C., así como las poste-

riores transformaciones experimentadas

durante la tardoantigüedad y la Edad Me-

dia (LÓPEZ REY, 2002).

También en el nº 2 de la Calleja de los

Afligidos es necesario destacar la localiza-

ción de una torre semicircular que pudo

pertenecer a la puerta, si bien la pérdida

del registro estratigráfico asociado impide

fijar su cronología, aunque por sus características edilicias y tipo-

lógicas podría corresponder más bien a una refectio imperial que

a la original de época republicana.

Finalmente, en el edificio de las antiguas Casas Consistoriales,

junto al actual Ayuntamiento, ha sido documentada la muralla

romana fundacional, posteriormente desmantelada con motivo

de la construcción del templo de culto imperial (fig. 3). Un son-

deo efectuado junto a los vestigios de la muralla que aún subsis-

ten entre el posticum del templo y el ángulo suroeste del edificio

del Ayuntamiento permitió fechar su construcción hacia media-

dos del s. II a.C. (JIMÉNEZ-RUIZ, 1994).

Más hacia el Sur, la muralla discurre entre las medianeras de los

inmuebles recayentes a las calles Diario de Cordoba-San Fernan-

do (extramuros) y Ambrosio de Morales (intramuros), habiendo

sido documentada en diversos seguimientos y en la excavación

arqueológica efectuada en el nº 9 de la C/ Ambrosio de Morales,

antes de girar con dirección suroeste a la altura del antiguo Tea-

tro Principal4.

2 La muralla fue documentada en la me-dianera del fondo del solar, frontero con el antiguo Convento de Capuchinos, en-contrándose la base de su cimentación un metro por encima de la cota actual de la C/ Alfaros, lo que indica los cambios operados en la topografía de este sector. En cuanto a la cloaca, se disponía en la misma base de la la muralla, debiendo desaguar algunos metros más al Este, probablemente en el cauce del Arroyo de la Fuenseca.

3 La Cuesta del Bailío se corresponde con una remodelación efectuada en la Edad Moderna para facilitar la permeabilidad entre Villa y Axerquía, aprovechando un portillo en la muralla que posiblemente datara de época tardoislámica, pues está documentado en el s. XIV como Portillo de Ferrant Yñeguez, y en el s. XV como Portillo de la Fuenseca (ESCOBAR, 1989). Idéntica operación fue acometida en 1537 en la Cuesta de Luján, si bien aquí fue preciso hacer un nuevo paso en la muralla (PUCHOL, 1992).

4 La traza del lienzo meridional de la muralla fundacional, demolida tras la refundación augustea de la ciudad y la ampliación hasta el río, sólo ha podido ser determinada muy recientemente, tras diversas excavaciones efectuadas en la sede de la Fundación Gala, el Museo Arqueológico y el Colegio Santa Victoria (MURILLO, 2004).

(fig. 3)

Page 28: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

50 51

La única puerta inicialmente abierta en este frente oriental, co-

nocida en época islámica como Puerta de Roma5, tuvo una espe-

cial importancia, tanto en la configuración interna de la trama

urbana de Corduba, al dar acceso a uno de los decumani maximi

de la ciudad6, como en la ordenación de la red de comunicacio-

nes del territorium circundante, pues a ella conducía un camino

que articulaba las comunicaciones longitudinales a lo largo de la

margen derecha del Guadalquivir y que, andado el tiempo, sería

incorporado al trazado de la Via Augusta7, la principal ruta de

comunicación terrestre entre las provincias hispanas y el resto

del Imperio.

Este camino, pronto transformado en vía, articuló todo el sector

suburbano próximo a la puerta oriental de la muralla fundacio-

nal romana. Y cuando hablamos de actividades suburbanas, de-

bemos referirnos en primer lugar a las funerarias. En efecto, la

más antigua información disponible para la zona, está relaciona-

da con contextos funerarios tardorrepublicanos y augusteos que

si aún no conforman las grandes necrópolis de época imperial, sí

que las anuncian (fig. 4).

Dejando a un lado confusos hallazgos de

materiales “ibéricos” en la Calle Maese

Luis, que llevaron a Santos Gener a plan-

tear la existencia en esta zona de un pobla-

do indígena vecino de su Urbs Quadrata

romana (SANTOS GENER, 1955; IBÁÑEZ,

1983), así como algunas urnas de incinera-

ción en el entorno de la Plaza de la Corre-

dera, las evidencias más fiables proceden

de las excavaciones realizadas en diversos

puntos a lo largo del trazado de la Via Au-

gusta.

Así, del nº 5 de la Plaza de San Lorenzo

procede una proa de nave con rostrum en forma de jabalí, fabri-

cada en piedra de mina local e interpretado como perteneciente

a un monumento funerario (VAQUERIZO, 2001: 126; MORENO

ROMERO, 2006).

Otros monumentos funerarios han sido documentados en la C/

Muñices esquina con la Plaza de la Magdalena, en la C/ Realejo

esquina con Enrique Redel, en el Palacio de Orive y en el nº 17

de la C/ San Pablo (fig. 5).

En el primer caso, nos encontramos ante varios monumentos tar-

dorrepublicanos alineados al Sur de un primitivo trazado de la

Via Augusta que sería amortizado con la radical transformación

urbanística que supuso la construcción del complejo de culto

imperial. La conservación de varios elementos de la decoración

arquitectónica ha permitido plantear la pertenencia de unos de

estos monumentos al tipo edícola, especialmente idóneo para el

efecto de autorrepresentación del comitente y su familia perse-

guido con su edificación junto a la vía. Fue precisamente el cam-

bio en el trazado de ésta (vid infra), lo que motivó la amortiza-

5 En época islámica, esta puerta se conoce-rá indistintamente como Puerta de Abd al-Chabbar, de Roma, de Toledo o de Zaragoza, en tanto que tras la conquis-ta cristiana se la denominará Puerta de Hierro o de San Salvador (OCAÑA, 1935; ESCOBAR, 1989).

6 Es muy probable que, ya desde el mismo momento fundacional, Corduba conta-ra con un doble decumanus maximus (MURILLO-JIMÉNEZ, 2002; MURILLO, 2004).

7 La importancia de esta vía de comunica-ción, sin duda de origen prerromano (la vieja Via Heraclea), es trascendental para la historia, no ya de Corduba, sino de la to-talidad de la Hispania Romana (CORZO-TOSCANO, 1992; SILLIÈRES, 1990). Su entrada en la ciudad a través de la Puerta de Roma o de Hierro es admitida por la

práctica totalidad de los investigadores. STYLOW (1990) reconstruyó su trazado en los alrededores de Colonia Patricia a partir de los hallazgos de sepulturas ro-manas recopilados por KNAPP (1983) y al trazado de las principales calles de la ciudad medieval, reflejado en el Plano de los Franceses de 1811. De este modo, el trazado propuesto seguiría las actuales calles San Pablo, Realejo, Santa María de Gracia y San Lorenzo, para alcanzar la puerta de la Axerquía conocida en época tardoislámica como Bab al-Farach y tras la conquista cristiana como Puerta de Plasencia (ESCOBAR, 1989). Desde aquí atravesaría la necrópolis de la Choza del Cojo, coincidiendo en este tramo con el trazado de la vía Corduba-Emerita, para poco después atravesar el Arroyo de Ra-banales por el puente aún conservado (MELCHOR, 1995).

(fig. 5)

(fig. 4)

Page 29: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

52 53

ción de estos monumentos funerarios en

un corto período de tiempo (LIÉBANA-

RUIZ, 2006).

En cuanto al monumento funerario do-

cumentado en la C/ Realejo esquina con

Enrique Redel, presenta una planta rec-

tangular y una fábrica de sillería, alber-

gando una sepultura de incineración fe-

chada por el excavador en el s. I d.C. Con

posibles recintos funerarios han sido re-

lacionadas diversas estructuras de sillería

localizadas en el Palacio de Orive y que

fueron amortizadas con la construcción

del circo. Flanqueaban la Via Augusta

“vetus”, cuya traza queda sepultada, trasla-

dándose su nuevo curso algunas decenas

de metros al Norte.

Finalmente, debemos reseñar la docu-

mentación, en el nº 17 de la C/ San Pablo, de otro monumento

funerario construido en época altoimperial sobre una necrópolis

previa de incineración de época republicana. Aunque no pudo

ser constatado, es muy probable que el monumento funerario,

cuya puerta se abría a la vía adyacente, pavimentada con grandes

losas de pudinga y dotada de una cloaca8, sea contemporáneo de

ésta (RUIZ NIETO, 2002: 157-163).

Además de esta necrópolis dispuesta en el recorrido de la Via

Augusta, contamos con la evidencia de otros dos sectores de de-

posición funeraria que la flanqueaban por el Norte y por el Sur

(fig. 6). El septentrional se articulaba a partir del trazado de la

Via Corduba-Emerita9, que penetraba en la ciudad por la Puerta

de Osario, en tanto que el meridional se disponía sobre el eje

marcado por las calles Lucano-Lineros-

Agustín Moreno, fosilización de otro anti-

guo camino que conducía a la conocida en

época medieval como Puerta Piscatoria o

de Hierro (MURILLO, 2004).10

Independientemente de la lógica existen-

cia de estas áreas funerarias, las más re-

cientes investigaciones arqueológicas han

permitido definir la presencia de zonas

con una ocupación doméstica y fabril en

un amplio sector al sureste de la Puerta

de Roma, desde la C/ Capitulares hasta la

C/ Lucano. Quizá los datos más concluyentes provengan de las

excavaciones realizadas en la C/ Capitulares. Aquí se documenta-

ron, amortizados por el posterior complejo de culto imperial de

época julioclaudia, varios muros con cimentación de mamposte-

ría y alzado de sillería que definían una serie de espacios, uno de

ellos pavimentado con un suelo de opus signinum decorado con

teselas de color blanco y negro que forman un sencillo motivo de

líneas que se cruzan en ángulo recto (fig. 7).

Este tipo de pavimentos es característico de la etapa tardorrepu-

blicana (ss. II-I a.C.), siendo su posible origen norteafricano, en

Cartago y su área de influencia, desde donde pasaría a Italia a

partir de la definitiva victoria romana de 146 a.C. El motivo de-

corativo presente en el pavimento de Corduba es el más antiguo

y de mayor difusión11, aunque en nuestro caso correspondería ya

a un momento avanzado, posterior a la destrucción de la ciudad

por las tropas cesarianas en el año 45 a.C. Así, el escueto contex-

to cerámico asociado a la construcción de estas estructuras nos

lleva a un momento de la segunda mitad del s. I a.C. previo a la

aparición de las primeras producciones de sigillata.

8 La cloaca y una reparación tardoantigua del pavimento de la vía fueron docu-mentadas en 2008 en un seguimiento de obras de alcantarillado en la C/ Realejo.

9 Que tras atravesar el Arroyo de Pedroche por el magnífico puente de época julio-claudia conservado a la altura del Moli-no de los Ciegos, discurría por un trazado que en su tramo final venía a coincidir, aproximadamente, con las actuales Ave-nidas Agrupación Córdoba y Ollerías. Un tramo de esta vía, flanqueada por un recinto funerario, ha sido documentado en la C/ Muro de la Misericordia esquina con San Juan de Palomares. Varios recin-

tos funerarios más han sido documenta-dos en una reciente excavación efectuada en un solar de la Avenida de las Ollerías esquina con la C/ San Juan de la Cruz.

10 Contextos funerarios vinculados a esta necrópolis se han documentado en el nº 25 de la Plaza de San Pedro, con tum-bas de incineración (MARCOS-VICENT, 1985: 242), en la propia Plaza, de donde procede la inscripción CIL II2/7 542, en la C/ Badanas 19, con una docena de se-pulturas de inhumación fechadas en el s. II, en la C/ Agustín Moreno nº 26, y en la Casa de los Caballeros de Santiago.

11 Lo documentamos, sin salir de Hispania, en Zaragoza (GALVE, 1991), Contrebia Belaisca y Azaila (BELTRÁN 1991), Ca-minreal (VICENTE, 1991) e Italica (KEAY, 1997). Para la propia Córdoba, contamos con pavimentos de este tipo, como es el caso del documentado en el nº 23 de la C/ Alfonso XIII (MORENA, 1991).

(fig. 7)

(fig. 6)

Page 30: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

54 55

Para tratar de definir la extensión de este

vicus oriental (fig. 8), contamos con las

excavaciones realizadas en la Plaza de la

Corredera, en la C/ Maese Luis y en la C/

Lucano.

En la Plaza de la Corredera, con indepen-

dencia del conjunto de mosaicos hallado a

mediados del pasado siglo, y con motivo

de la remodelación de la Plaza efectuada

hace algunos años, se documentaron va-

rios muros con cimentaciones de cantos

rodados y alzado de sillería que confor-

maban varios espacios, uno de ellos con

un suelo de opus spicatum. Este pavimento, y el conjunto de la

edificación, fue amortizado por un estrato en el que estaban pre-

sentes tanto sigillata itálica como gálica, lo que nos llevaría a una

cronología de mediados del s. I d.C. para su abandono, por lo que

parece lógico situar su construcción en época augustea (fig. 9).

En cuanto a la C/ Maese Luis 20, se documentó una domus y una

calle pavimentada con losas de pudinga, bajo la que discurría

una cloaca con orientación NW-SE. La domus es calificada por la

excavadora como “tardía”, si bien se le superpone una necrópolis

tardoantigua. VENTURA (1996: 99) sitúa, sin explicitar sus argu-

mentos, la construcción de la calle y de la cloaca en la segunda

mitad del s. I d.C., lo cual nos parece plausible si lo contextualiza-

mos en la profunda transformación urbanística experimentada

por este vicus con motivo de la construcción del gran complejo

de culto imperial.

También en la C/ San Fernando 89 se documentaron “pavimen-

tos de guijarros” romanos, acompañados de diversos paquetes

estratigráficos de igual cronología. Más al Sur, en excavaciones

realizadas en el Centro de Salud y en la antigua Posada de la He-

rradura, a ambos lados de la actual C/ Lucano, se han documenta-

do depósitos con desechos industriales, estructuras productivas

(hornos) y de almacenamiento, así como una domus con varias

estancias pavimentadas con mosaicos y paredes estucadas con

motivos geométricos (fig. 10).

Estructuras romanas altoimperiales, que incluían un pavimento

de opus signinum, fueron localizadas en el nº 20 de la misma C/

Lucano, así como en el nº 31 de la C/ Lineros, en tanto que en el nº

23 del Paseo de la Ribera se documentan muros de aterrazamien-

to romanos y en el nº 1 de la C/ Armas depósitos con materiales

cerámicos de idéntica cronología.

Todos estos datos apuntarían a la existencia, en época imperial

temprana, de un vicus suroriental de Colonia Patricia dotado ya

de una notable extensión y, lo que es más sorprendente, cuya

conformación e inicial urbanización podría retrotraerse a época

augustea, probablemente en un momento anterior a la amplia-

ción del pomerium y de la muralla de la ciudad hasta el río, con

motivo de la refundación augustea de la ciudad12.

La Colonia Patricia altoimperial. El complejo de culto imperial y el suburbio oriental

En efecto, la militancia pompeyana de Corduba en las fases fina-

les de las Guerras Civiles que enfrentaron a César y a los hijos

12 Tanto las características topográfico ur-banísticas como la edilicia y la funciona-lidad de los espacios nos permiten rela-cionar esta primera fase del vicus oriental con su homólogo occidental, dispuesto al Suroeste de la denominada Puerta de Ga-llegos, en el otro extremo del decumanus maximus (MURILLO et alii, 1999; VAR-GAS, 2000).

(fig. 10)(fig. 8)

(fig. 9)

Page 31: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

56 57

de Pompeyo, culminaría con el asedio de la ciudad durante la

“Guerra de Munda”, el incendio de la misma a manos de los pro-

pios defensores y el saqueo final por las tropas de César, en la

primavera del 45 a.C. (RODRÍGUEZ NEILA, 1988).

La información arqueológica de la que disponemos, escasa y

fragmentaria, no permite aquilatar la intensidad de estas des-

trucciones, que debieron ser cuantiosas, como demostrarían las

huellas del incendio localizadas en diversos puntos de la ciudad,

y la amortización de la mayor parte de las estructuras de época

republicana. Sin embargo, el pomerium se mantuvo incólume, al

igual que la red viaria, e incluso la propia articulación de espa-

cios públicos y privados, no documentándose ningún hiatus en

la ocupación de la ciudad (MURILLO, 2004).

Aún cuando la información, tanto literaria como arqueológica, es

de nuevo poco explícita, la reconstrucción de la ciudad debió co-

menzar de inmediato, ya en vida del propio César (CARRILLO et

alii, 1999). Sean cuales fueran los planes de César respecto a la

ciudad que tan obstinadamente se le opuso, lo cierto es que su

inesperada muerte y la nueva guerra civil lo frustrarían o apla-

zarían hasta que su heredero y sucesor, Augusto, proceda a la

deductio de la nueva Colonia Patricia13 y a la puesta en marcha de

un ambicioso programa urbanístico que, continuado a lo largo

de toda la dinastía julio-claudia, cambió de un modo profundo y

duradero la imagen de la ciudad.

La primera consecuencia de la refundación la encontramos en la

transformación del viejo pomerium, ampliándose los límites urba-

nos hasta alcanzar la orilla del Guadalquivir, con un incremento

de más de 31 ha. que elevaron a 78 ha. el espacio intramuros dis-

ponible. Dentro de este recinto, en el que se abrían nueve puertas14,

podemos distinguir tres grandes unidades urbanas (fig. 11).

La primera, o “Vetus Urbs”, coincide con la ciudad fundacional

romana, donde la traza viaria se mantendrá tanto en su orien-

tación como, en gran medida, en la modulación de las insulae.

En ella permanecerán los principales espacios públicos, con el

foro colonial a la cabeza (fig. 12). A diferencia de su predece-

sor republicano, con el que compartirá emplazamiento, el nuevo

foro imperial dejará de estar atravesado por el kardo maximus15

para disponerse en su totalidad al Oeste de aquél, al tiempo que

su límite oriental se desplaza en la misma dirección, hasta defi-

nir una gran plaza cerrada de 321 x 494 pies (CARRILLO et alii,

1999; MURILLO, 2004).

El segundo sector, o “Nova Urbs”, corresponde a la ampliación

augustea conseguida tras la demolición del lienzo meridional de

la vieja muralla republicana que, convenientemente reparada,

continuará enmarcando el pomerium fundacional por los restan-

tes lados. El trazado viario de este sector meridional parte de la

primitiva puerta meridional republicana, desde donde el kardo

maximus se bifurca en dos ramales (MURILLO, 2004). El primero

se va adaptando a la topografía con una orientación inicial NE-

SW para, una vez salvada la pendiente del escarpe de la terraza

cuaternaria, adoptar una orientación NW-SE que sirve de eje a

la limitatio de manzanas (de 2 x 1 actus) en la mayor parte de la

“Nova Urbs”. El segundo ramal del kardo maximus coincide con la

traza de la actual C/ Rey Heredia, generando con su orientación

una “diagonal” respecto a la traza anterior y segregando un pe-

queño sector en el que se dispuso el teatro de Colonia Patricia

(CARRILLO et alii, 1999).

El teatro representa, junto al Foro colonial, uno de los primeros

programas de monumentalización acometidos por las elites pa-

tricienses inmediatamente después de la refundación de la ciu-

dad. Dispuesto en el escarpe suroriental de la terraza cuaterna-

13 Cfr. RODRÍGUEZ NEILA, 1987 y STYLOW, 1996. Recientemente, M. P. García y Bellido ha sugerido la participa-ción en la misma de veteranos de la Le-gio I Augusta, en una fecha posiblemente coincidente con la creación de la ceca de Corduba por Agripa en el 19 a.C.

14 Tres de estas puertas (la de Gallegos, en el lienzo occidental, la de Osario, en el septentrional, y la de Roma, en el oriental) ya estaban en funcionamiento en época republicana, coincidiendo con el kardo maximus y con los decumani principales. A éstas, se añadirán ahora otra para la par-te Norte de la ciudad y cinco para la Sur. La primera se abrió en el ángulo noroc-cidental (CARRILLO et alii, 1999; ESCU-DERO et alii, 1999) en un momento que debemos situar, a falta de información arqueológica más precisa, entre la refun-dación augustea y finales del s. III. Por lo que respecta a la parte nueva de la ciudad, contamos con tres puertas seguras y dos probables: en el lienzo occidental se abría

la posteriormente conocida como de Al-modóvar, para la que se ha propuesto una data augustea o julio-claudia temprana a partir de un colosal capitel corintio de pilastra localizado en sus inmediaciones (MÁRQUEZ, 1998), data que coincide con la tiberiana que proporciona el lienzo de muralla adyacente (MURILLO, 2004); en el ángulo suroriental se abría la posterior-mente conocida como Puerta Piscatoria, que daba acceso al área suburbana re-cientemente localizada a lo largo de la vía fosilizada por las actuales calles Lucano y Lineros; y en la embocadura del Puente encontramos la puerta homónima, para la que recientes excavaciones asignan una cronología claudia temprana (CARRAS-CO et alii, 2002). Esta nómina de puertas seguras podría incrementarse con otras dos: la primera en el ángulo suroeste, en la actual C/ Caballerizas Reales, donde en época tardoantigua y medieval se emplazó la primitiva Puerta de Sevilla; la segunda, menos segura, al Norte de la Puerta Pisca-toria, junto al flanco oriental del Teatro.

15 Que ve ampliada su anchura hasta los 22 m. (75 pies), unas dimensiones muy importantes para una ciudad provincial de Occidente, disponiéndose bajo él dos grandes cloacas con cubierta a dos aguas. Al igual que el resto de las calles patri-cienses, estaba pavimentado con grandes losas de pudinga y debió disponer de pór-ticos a ambos lados (MURILLO, 2004).

(fig. 11)

Page 32: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

59

ria, sobre terrenos parcialmente liberados tras la demolición del

lienzo meridional de la muralla republicana, fue utilizado para

articular todo este sector de la “Nova Urbs” mediante una serie

de plazas escalonadas y de gradas que le confirieron un marcado

aspecto helenístico, iniciando el proceso de potenciación del ca-

rácter emblemático y monumental del flanco oriental de Colonia

Patricia. No obstante, se trata de un teatro concebido a la “mane-

ra romana” y no a la “griega”, pues con excepción de la ima cavea,

que apoya directamente sobre el terreno, el resto del edificio fue

levantado sobre substructiones de fábrica, alcanzando una altura

de más de 20 m. Apenas unos metros más pequeño que el Teatro

de Marcelo, su modelo, el teatro patriciense fue con sus 125 m.

de diámetro el mayor de los construidos en Hispania, mostrando

una fachada organizada de acuerdo con los órdenes canónicos

del Theater motiv augusteo (VENTURA, 2004).

En esta fase inicial de monumentalización augustea debemos

incluir también la construcción, en el foro colonial, de un gran

templo en el que aún se emplea la piedra caliza local, así como la

de un arco monumental posiblemente situado en el acceso desde

el kardo maximus (MURILLO, 2004).

Un segundo momento en la monumentalización de Colonia Pa-

tricia se corresponde con el reinado de Tiberio, cuando no solo

se culminan proyectos iniciados en la etapa anterior, sino que se

proyectan y ejecutan otros. Entre estos últimos destaca la apari-

ción de un gran espacio público que cabe poner en relación con

Divo Augusto, sin duda como resultado de las gestiones realiza-

das ante el propio Tiberio por la legación bética que visitó Roma

en el año 25 (LEÓN, 1999; GARRIGUET, 2002).

Este nuevo espacio cívico, que en cierto modo constituiría un

anexo del foro colonial, cuya superficie duplicaría con creces, ha PÁGINA IZQUIERDA

(fig. 12)

Page 33: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

61

sido denominado por C. MÁRQUEZ (1998b) forum novum o fo-

rum adiectum (fig. 13). Se emplazaría inmediatamente al Sur del

foro de la Colonia, en el espacio delimitado por los dos decumani

maximi. En el centro de esta gran plaza, sin duda porticada en

sus cuatro lados, se dispuso un gran templo construido en már-

mol, cuyo podium ha sido recientemente localizado en el nº 5 de

la C/ Morería.

A este templo corresponderían un conjunto de elementos de de-

coración arquitectónica que han sido considerados una réplica

del de Mars Ultor, lo que unido a los paralelos para el pórtico y

un posible altar (MÁRQUEZ, 1993), así como la interpretación

de TRILLMICH (1996) para una estatua loricata procedente de

la misma C/ Morería, ha llevado a considerar el modelo del Fo-

rum Augustum para este nuevo espacio público patriciense, cuyo

templo estaría probablemente consagrado al culto imperial de la

Colonia (MÁRQUEZ, 1998b).

Con un posible Augusteum ha relacionado P. LEÓN (1999) un

área sacra o atrio localizado en la zona conocida como Altos de

Santa Ana, junto al kardo maximus y a escasa distancia del teatro,

sector de donde procede un conjunto de retratos de Tiberio y

Livia, estatuas honoríficas y vestigios de un posible culto a Diana

y Apolo (vid infra). De este modo, y de confirmarse las hipótesis

propuestas, contaríamos con dos tempranas áreas vinculadas al

culto imperial en un contexto en el que las principales ciudades

del Imperio habían entrado en competencia por mostrar su ad-

hesión a la casa imperial mediante la construcción de espacios

cualificados en los que las elites locales encontraron un privi-

legiado escenario para el desarrollo de su actividad evergética

(MURILLO, 2004).PÁGINA IZQUIERDA

(fig. 13)

Page 34: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

62 63

También en la “nova urbs”

augustea se hizo patente

el programa de monu-

mentalización tiberiano y

primoclaudio con dos pro-

yectos que transformaron

la fachada del río. Así tras

concluirse la construcción

de la muralla bajo Tiberio,

en tiempos de Claudio

asistimos a la erección de

una monumental puerta

de triple vano en el puen-

te, de los que el central

daba acceso a éste en tan-

to que desde los laterales,

y mediante sendas escali-

natas, se descendía hasta

un dique o embarcadero

que discurría a lo largo de

todo el frente meridional

de la ciudad, protegiendo la muralla de los embates del río (fig.

14). Nada más flanquear la puerta, se accedía a una plaza por-

ticada en cuyo ángulo Noreste desembocaba el kardo maximus

(CARRASCO et alii, 2002).

Varios investigadores han relacionado la monumentalización de

este acceso a la ciudad con el tráfico fluvial y con las actividades

comerciales y fiscales que se desarrollarían en las proximidades

de un puerto que incrementaría su actividad en directa relación

con el auge económico experimentado por la ciudad a lo largo

del s. I d.C. (MURILLO, 2004). A ello se uniría un evidente deseo

de potenciación de la imagen urbana de la capital provincial en

un punto especialmente cualificado y en estre-

cha relación con la Via Augusta, de modo que

la primera imagen que tendría el viajero que a

ella llegara desde el Sur sería la del puente y, al

fondo, la puerta trífora dando acceso a la plaza

y, a través de ésta, al kardo maximus, que le

conduciría al centro cívico de la ciudad.

Será en esta confluencia de remodelación y

monumentalización de los accesos a la ciu-

dad -especialmente de los vinculados a la Via

Augusta- y de extensión del culto dinástico ya

visto para el área del forum coloniae/forum

adiectum, en la que debemos encuadrar el

que posiblemente quepa considerar como el programa edilicio

más ambicioso afrontado en la capital bética durante la época

julio-claudia. Con él, Colonia Patricia experimentó una completa

renovación urbanística que trascendió, rebasándolos, los ya por

entonces reducidos límites impuestos por las murallas, abrién-

dola al territorio suburbano circundante en un sector, el oriental,

en el que la topografía invitaba a una prodigiosa escenografía

(fig. 15).

Lo que en los últimos años ha podido definirse como el complejo

de culto imperial de la provincia Hispania Ulterior Baetica (MU-

RILLO et alii, 2003), es el resultado de varias décadas de investi-

gación arqueológica que han girado en torno a los sucesivos ha-

llazgos efectuados en el sector comprendido entre la confluencia

de las calles Claudio Marcelo-Capitulares y la manzana de San

Pablo u Orive.

Ya en el s. XVI, la zona adyacente a la actual C/ Capitulares era

conocida como “Los Marmolejos”. En 1574, el corregidor de la

(fig. 15)

(fig. 14)

Page 35: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

64 65

ciudad compró varias casas-tienda adosadas a la muralla, junto a

la entonces conocida como Puerta de Hierro y frente al Convento

de San Pablo, destinadas a edificar las nuevas Casas Consistoria-

les, hasta entonces situadas en la actual C/ Ambrosio de Morales.

Desde ese momento, y con motivo de las frecuentes obras, serán

constantes las noticias relativas al hallazgo de restos pertenecien-

tes a construcciones romanas.

En ese mismo siglo, y gracias a Ambrosio de Morales, quedó fir-

memente establecida entre la erudición cordobesa la identifica-

ción de los hallazgos operados en este sector extramuros de la an-

tigua ciudad romana con los restos del anfiteatro donde habrían

encontrado la muerte San Acisclo y otros mártires cordobeses.

De este modo, cada nuevo descubrimiento era identificado con

una parte del anfiteatro, convertido en tópico de la historiografía

local al que no se sustraería, ya en el siglo XX, ni el propio SAN-

TOS GENER (1950 y 1955).

La versión “canónica” de esta idea, que unía hallazgos reales con

una interpretación totalmente sesgada, quedó fijada por RAMÍ-

REZ DE ARELLANO (1985: 156) a finales del s. XIX: “en la mura-

lla que contiene el terraplén de la casa que habita la Sra. Condesa

viuda de Hornachuelos, se descubrió una puerta con dos escale-

ras que subían al muro por ambos lados, y delante unas gradas

anchas que descendían al plano del Anfiteatro, y a un lado un

muro ancho, tal vez paralelo al que (...) se ha visto en la calle de

San Pablo al reconstruir la cloaca (...). En este punto se supone

estaría la entrada de las fieras, y al final de la Iglesia de San Pa-

blo, las cárceles, como tradicionalmente se cree, erigiéndose una

capilla a los Santos Mártires Acisclo y Victoria en el lugar de su

prisión, donde existía un subterráneo o comunicación, que con

el derribo del convento ha desaparecido...”

Con anterioridad, en 1731, al construirse la escalera principal de

las Casas Consistoriales, también se descubrieron importantes

vestigios, entre ellos unos “muros y puertas (...) de comunicación

entre la basílica del Pretor y la entrada en el Anfiteatro” (SAN-

TOS GENER, 1950:140). En 1878, al iniciarse la apertura de la

nueva C/ Claudio Marcelo, fue preciso proceder al derribo de la

antigua muralla. Algunos años después, en 1916, con motivo de

la ejecución del segundo tramo de la apertura de la C/ Claudio

Marcelo, se localizaron, en la intersección con la C/ María Cris-

tina, unas basas alineadas. Otras basas, en este caso calificadas

como “colosales”, se encontraron en un solar en la esquina de las

mismas calles (SANTOS GENER, 1950).

En 1920 se encontraron diversas piezas con motivo de la cons-

trucción de los sótanos para la Oficina de Arbitrios, entre ellas

un capitel de “tamaño colosal”. Seis años más tarde, frente a la es-

quina de la C/ Alfonso XIII con Alfaros, se localizó una “columna

colosal” que no pudo ser extraída (SANTOS GENER, 1950).

En 1940, al edificarse la Farmacia y la Biblioteca Municipales en

la esquina de la C/ Calvo Sotelo (actual Capitulares) con la Plaza

del Salvador, aparecieron numerosos “sillares, arquitrabes y ba-

sas colosales”, además de un “lienzo de la muralla romana” (SAN-

TOS GENER, 1950).

Así, cuando en 1951 S. de los Santos Gener y F. Hernández ini-

cian sus excavaciones con motivo de diversas demoliciones y

edificaciones en las dependencias municipales adyacentes a la

C/ Claudio Marcelo, la comprensión de los restos era deficiente

dado el carácter fragmentario e inconexo en que se presentaban,

lo que explica tanto el poco ortodoxo procedimiento seguido en

la excavación como el que hasta la incorporación, en 1958, de A.

Page 36: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

66 67

García y Bellido a los trabajos no se establezca su relación con los

cimientos de un templo sobre podium.

No obstante la temprana identificación que del monumento hizo

GARCÍA Y BELLIDO (1961 y 1970), planteando su carácter quasi

gemelo respecto a la Maison Carrée de Nîmes (fig. 16) -lo que

permitió al arquitecto F. Hernández iniciar una anastilosis nunca

concluida-, los interrogantes sobre su cronología, funcionalidad e

inserción en el tejido urbano no comenzaron a despejarse hasta

varias décadas después merced a las excavaciones de J. L. Jimé-

nez en el propio templo y, con posterioridad, a las de la Gerencia

Municipal de Urbanismo-Universidad de Córdoba en la C/ Capi-

tulares y en la manzana del antiguo Convento de San Pablo.

Las labores arqueológicas desarrolladas durante los años cin-

cuenta del siglo pasado se circunscribieron al sector del pronaos,

la escalinata de acceso al templo, el altar y los grandes contra-

fuertes en abanico, siendo interrumpidas en 1959 para no ser

retomadas hasta 1985 de la mano de J. L. Jiménez, quien fijará las

características de la estructura del templo (JIMÉNEZ, 1992: 124

ss.) y su cronología precisa (JIMÉNEZ, 1996).

Ya en estos trabajos de Jiménez quedó claro que el templo ocupó

una privilegiada posición escenográfica inmediatamente al Sur

de la puerta urbana por la que la Via Augusta penetraba en la

ciudad, iniciándose la construcción en el reinado de Claudio y

prolongándose las obras, probablemente, hasta el final de la di-

nastía julioclaudia.

En relación con el proceso de construcción del templo se ha

traído a colación la construcción de un acueducto, el Aqua Nova

Domitiana Augusta (STYLOW, 1987; VENTURA, 1996), cuya in-

auguración se produjo en época domicianea y que, muy posible-

mente, supuso la conclusión del proyecto urbanizador y cons-

tructivo iniciado en época julioclaudia.

Por desgracia, la práctica total ausencia de material epigráfico

procedente del templo y la parquedad del de su entorno inmedia-

to han impedido determinar la dedicación del mismo, limitando

las posibilidades de interpretar la funcionalidad de un espacio

para el que, no obstante, siempre ha estado explícita la vincula-

ción con el culto imperial.

A mediados de los años noventa la investigación arqueológica

rebasa el perímetro del templo y de la plaza que lo albergaba

para centrarse en los terrenos situados inmediatamente al Este

del mismo, en el corazón de la manzana que, hasta la desamorti-

zación, estuvo ocupada por el Convento de San Pablo (fig. 17). En

1992 la Gerencia Municipal de Urbanismo acometió, en colabora-

ción con el Seminario de Arqueología de la Universidad de Cór-

doba, una primera campaña de excavaciones en el denominado

Huerto de Orive, que hasta la Desamortización había pertenecido

(fig. 17)

(fig. 16)

Page 37: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

68 69

al Convento de San Pablo. El principal objetivo de esta excava-

ción era comprobar la veracidad de las hipótesis que situaban en

esta zona el anfiteatro patriciense.

Formulada en su estadio final por SANTOS GENER (1950; 1955),

la localización del anfiteatro se basaba exclusivamente en las du-

dosas especulaciones de la erudición cordobesa establecidas des-

de la época de Ambrosio de Morales (SÁNCHEZ, 2002) y en la

incapacidad de interpretar el cúmulo de hallazgos romanos que

constantemente se producían en la zona (fig. 18).

Lejos de documentar la existencia del anfiteatro, la primera cam-

paña de excavaciones en Orive sólo pudo acceder parcialmente

a los estratos romanos, que se encontraban a más de 4 m. de

profundidad bajo un barrio tardoislámico cuyas casas fueron de-

molidas tras la Conquista cristiana de Córdoba en 1236 sin que

nunca más se volviera a edificar (fig. 19), lo que explica el excep-

cional grado de conservación que aún presentaban (MURILLO et

alii, 1995). No obstante esta dificultad, en varios sondeos efectua-

dos bajo las calles del barrio configurado en época almohade se

pudo alcanzar los niveles romanos. Así, en el denominado “Cor-

te 2”, se excavó la cimentación (U.E. 150) de un gran muro con

orientación Este-Oeste, de 1,65 m. de anchura y con una longitud

documentada en más de 8 m., pues continuaba en sus extremos

bajo los perfiles de las casas islámicas. La cimentación, que corta-

ba las arcillas rojas geológicas constitutivas de la terraza cuater-

naria, consistía en varias hiladas de un sólido conglomerado de

mampuestos calizos sobre los que se dispuso en origen un alzado

de sillares de calcarenita, de los que sólo persistían las huellas

sobre la cimentación y numerosos desechos abandonados en la

zanja de saqueo del muro (MURILLO et alii, 1995).

La cronología de esta estructura fue difícil de establecer dadas

las intrusiones islámicas y la ausencia de materiales diagnosti-

cables en el relleno de su zanja de cimentación. No obstante, se

pudo comprobar que al Norte del muro se disponían una serie de

rellenos fechables a comienzos de la segunda mitad del s. I d.C.

(fig. 20). Desgraciadamente, la zanja de saqueo impidió precisar

en esa campaña si este paquete de rellenos era contemporáneo

o anterior al muro U.E. 150, por lo que se optó por fechar, con

reservas, la estructura hacia mediados del s. II d.C. (MURILLO et

alii, 1995), datación que algunos años después, al reanudarse las

excavaciones, se demostraría errónea.

Por otro lado, en el Corte 1, situado algunas decenas de metros al

Sur del anterior, se documentó, también excavada en las arcillas

rojas cuaternarias, una estructura que si bien en esta primera

campaña fue de difícil interpretación, dado lo reducido de la su-

perficie sondeada en el ángulo del patio de una casa islámica

(MURILLO et alii, 1995), la reexcavación en 1996 de la zona per-

mitió su correcta atribución. Consiste en una cloaca con orienta-

ción Oeste-Este idéntica a la del Muro U.E. 150 del Corte 1. Pre-

sentaba una sección triangular con losas de calcarenita de más de

1 m. de longitud en la base y una cubierta constituida por losas

(fig. 20)

(fig. 18)

(fig. 19)

Page 38: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

70 71

del mismo material dispuestas alla cappuccina sobre su lado lar-

go, dejando una luz libre interior de 0,45 m. (fig. 21). A ambos

lados de la cloaca se disponían, sobre el terreno geológico, una

alternancia de estratos antrópicos, prácticamente estériles desde

el punto de vista arqueológico, y que debieron ser aportados con

posterioridad a la construcción de la cloaca, pues la zanja de ci-

mentación de ésta cortaba a las arcillas rojas geológicas y a un

paleosuelo, pero no a estos paquetes. Las peculiaridades de esta

“preparación” se acentuaron cuando pudimos comprobar que la

última capa, definible como un “suelo de ocupación”, estaba in-

tegrada por un “albero” muy compacto que incluía en su base

pequeños nódulos de calcarenita triturada y de cal. La cronología

de estas estructuras fue posible establecerla, grosso modo, a par-

tir del contexto cerámico asociado, con una secuencia encuadra-

ble a lo largo de la segunda mitad del s. I y la primera mitad del s.

II d.C. Por otro lado, la amortización del “suelo” U.E. 53 por unas

frágiles estructuras realizadas con cantos rodados y la refectio

de la cloaca, en la que se perforó la cubierta para colocar una

especie de bajantes constituidos por bocas de ánforas, permitió

datar a partir del primer tercio del s. III la transformación de este

espacio (fig. 22).

Finalizando ya con los resultados de esta primera campaña en

Orive debemos señalar la secuencia completamente distinta que

mostraba el Corte 3, situado al Norte de los anteriores y a muy

escasa distancia de la actual C/ San Pablo, donde estaban ausen-

tes los niveles islámicos e inmediatamente por debajo de las es-

tructuras contemporáneas se documentaron unos rellenos de

más de 4 m. de potencia. El primer conjunto de rellenos, que fue

denominado “Vertedero A” (MURILLO et alii, 1995; CARRILLO-

MURILLO, 1996), se disponía directamente sobre un paleosuelo

formado por la propia terraza cuaternaria, que presentaba un

ligero buzamiento Noroeste-Sureste. Los estratos que formaban

este relleno adquirían una manifiesta horizontalidad una vez

contrarrestada la pendiente natural del terreno e incorporaban

fundamentalmente sedimentos arcillosos que incluían un abun-

dante material cerámico junto a otros artefactos, restos de fauna,

materia orgánica carbonizada y material de construcción. Sellan-

do este paquete se disponía una “plataforma”, de entre 10 y 20

cm. de grosor constituida por gravas y arcillas compactadas. Por

encima, y sin solución de continuidad, se localizaba otro paquete

de rellenos (entonces denominado “Vertedero” B) que también se

encontraba sellado por una “plataforma” o “suelo” de caracterís-

ticas parecidas al ya observado a propósito del “Vertedero A” (fig.

23). Pese a la similitud en la composición y disposición de los

rellenos de ambos vertederos, el análisis de los contextos cerámi-

cos establecía una acusada cesura: el primer “vertedero” debía

fecharse poco después de los comedios del s. I d.C., en tanto que

el segundo se databa en el tercer cuarto del s. II d.C. (CARRILLO-

MURILLO, 1996).

La reanudación en 1996 de los trabajos en el Huerto de Orive

se hizo con el objetivo implícito de reinterpretar la secuencia

romana ya conocida desde la Campaña de 1992 bajo una nueva

perspectiva16. Una primera fase, realizada en 1996 en los ante-

riormente excavados Cortes 1, 2 y 3 permitió introducir algunas

correcciones en las conclusiones preliminares obtenidas en 1992,

lo que a su vez llevó a plantear, entre 1997 y 1998, una segunda

campaña en la que se excavaron varios cortes a lo largo de un eje

Norte Sur que unía el Corte 2 con el Corte 3 de la Campaña de

1992 (MURILLO et alii, 2001).

La excavación del Corte 4 de esta campaña, complementada por

la de los restantes, resultó decisiva para la comprensión de la

génesis y del proceso de configuración de este espacio en época

romana (RUIZ et alii 2003). Sobre el ya consabido terreno geo-

16 Desechada la hipótesis del anfiteatro, nos planteamos considerar el gran muro y la cloaca de la excavación de 1991 como pertenecientes a un campus o, más pro-bablemente, a un circo, de acuerdo con el conocido modelo de Tarraco y con las referencias, señaladas por A. VENTURA (1996), al supuesto hallazgo en el hipó-dromo de una inscripción (CIL II2/7 284) procedente de la Plaza de la Corredera.

(fig. 23)(fig. 21)

(fig. 22)

Page 39: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

72 73

lógico cuaternario se formó un paquete estratigráfico de escasa

potencia que en los cortes situados más hacia el Norte (S1, S3

y S4), estaban relacionados con varias estructuras, que podrían

vincularse con contextos funerarios, fechables en el s. I a.C, muy

próximos a la Via Augusta (fig. 24).

La fase siguiente se encuentra muy relacionada con la anterior,

destacando la estructura S1/53, interpretada como la pavimen-

tación de la Via Augusta en un punto muy próximo (apenas 200

m.) a su entrada en la ciudad por la Puerta de Roma (RUIZ et alii,

2003).Esta pavimentación consistía en lajas irregulares de caliza

y esquisto de medianas dimensiones, trabadas con arcilla y dis-

puestas sobre una subestructura o rudus de 0,60 m. de potencia,

constituida por cantos rodados y algunos guijarros de mediano

tamaño aglutinados con arcillas (fig. 25). Aparecían perfectamen-

te compactados y nivelados para servir de base a la summa crusta,

siendo depositados en una trinchera que cortaba el terreno geo-

lógico y los estratos de la fase anterior. Esta auténtica via silice

strata presentaba una alineación ligeramente noreste-suroeste

cuya prolongación hacia el Oeste embocaba la Puerta de Roma,

en tanto que hacia el Este había sido documentada años atrás en

un solar de la C/ Muñices (GODOY, 1991), si bien en este caso

no aparecía pavimentada, configurándose como una via glarea

strata. Al Norte de la vía, se disponían varias estructuras de si-

llería que fueron interpretadas como pertenecientes a posibles

recintos funerarios (vid supra fig. 5).

Esta Via Augusta “vetus”, cuya formalización a su entrada en Cor-

duba debemos fechar en el último tercio del s. I a.C., fue amorti-

zada hacia mediados del s. I d.C. bajo unos potentes rellenos simi-

lares a los del “Vertedero A” del Corte 3 y que muestran idéntico

contexto, formado por imitaciones de barniz rojo julioclaudio

tipo Peñaflor, paredes finas, terra sigillata italica y terra sigillata

gallica, volviendo a estar ausentes las sigillatas hispanas.

Algunos metros al Sur de esta vía, se estaba construyendo por

estos mismos años un vasto edificio al que correspondían las

estructuras documentadas en los Cortes 1 y 2 de la Campaña

de 1992 y las del nuevo Corte 4 (RUIZ et alii, 2003). Consistían

en una serie de tres cimentaciones paralelas (UU.EE. 216, 244

y 266) pertenecientes a potentes muros de carga (Muros A, B

y C) con orientación ligeramente noreste-suroeste (fig. 26), una

gran cloaca con su pozo de registro (UU.EE. 263/264), de igual

orientación, y dos alineaciones de gruesos pilares arriostrados

(UU.EE. 127/113, 229/228, 114 y 232) paralelas a las anteriores

(“Muros” D y E).

(fig. 26)

(fig. 24)

(fig. 25)

Page 40: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

74 75

Toda esta secuencia fue interpretada como la infraestructura del

graderío septentrional (fig. 27) de un gran edificio de espectá-

culos que por su disposición estructural y dimensiones sólo po-

día responder a un circo (MURILLO et alii, 2001; RUIZ et alii,

2003). En efecto, la sección transversal Norte-Sur mostraba una

anchura total de 15,25 m.

desde el Muro A, iden-

tificable con el podium

y documentado en una

longitud de más de 40 m.,

hasta el E, que conforma-

ba su fachada. Los Muros

A y C, de 1,64 y 1,34 m.

de ancho respectivamente, servían de contención a los rellenos

sobre los que se asentaba el graderío, actuando el Muro B, de 0,69

m. de anchura, como compartimentación intermedia (fig. 28).

A continuación se disponían dos corredo-

res. El primero, entre el Muro C y la línea

de pilares D, configuraría un espacio de

servicio de apenas 1,89 m. de ancho bajo

el que discurría una cloaca de 1,30 m. de

luz (fig. 29), registrable a través de pozos

de los que se ha documentado uno. Por úl-

timo, las líneas de pilares D y E (fig. 30)

formarían un ambulacrum de c. 3 m. de

anchura cubierto por una bóveda de cru-

cería y abierto al exterior mediante una

arquería (fig. 31).

La cronología del circo patriciense, al menos en este sector de

su graderío Norte, puede fijarse con cierta precisión. En primer

lugar, la datación ofrecida por los estratos

que serán cortados por las cimentaciones,

encuadrables en dos momentos sucesivos:

al primer paquete estratigráfico, directa-

mente formado sobre el terreno geológico

a lo largo del s. I a.C. se superpone otro

fechable en la primera mitad del s. I d.C.

Un segundo elemento de datación viene

dado por aquellos depósitos que, dispues-

tos entre los muros A, B y C, sirvieron de

relleno constructivo sobre el que disponer

las gradas. Los contextos cerámicos a ellos

asociados muestran una facies muy simi-

lar a los de la primera mitad del s. I d.C, que aparecen cortados

por las cimentaciones.

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 29 y 30)

(fig. 31)

(fig. 27)

(fig. 28)

Page 41: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

76 77

En cuanto a la génesis de estos rellenos, la mayor parte de los

mismos debieron obtenerse en la propia zona a edificar como

sobrantes de las nivelaciones del terreno, complementándose

con materiales aportados desde los vertederos de la ciudad más

cercanos, algunos de los cuales debían haberse dispuesto origina-

riamente en este sector dada la proximidad de una de las puertas

y las facilidades brindadas por la vía inmediata. Por lo que res-

pecta al desfase temporal entre la deposición original y su puesta

en obra resulta poco relevante, dado que el valor cronológico de

estos rellenos no está en los items aislados, sino en la homogenei-

dad de los contextos, dado que todos ellos incorporan materiales

residuales junto a otros contemporáneos a la fecha de formación,

que en todo caso parece haberse producido durante un dilatado

periodo de tiempo a lo largo de la primera mitad del s. I d.C.

Con todo, lo realmente significativo es la no aparición, en un

amplio espectro de depósitos separados por distancias aprecia-

bles, de producciones o tipos fechables en momentos avanzados

de la segunda mitad del s. I d.C. A este respecto es fundamental

la total ausencia de sigillatas hispánicas de Andújar, lo que inde-

fectiblemente nos lleva, en el estado actual de la investigación

ceramológica, a proponer una cronología claudia o neroniana

temprana para el inicio de la puesta en obra.

Un segundo conjunto de contextos que permiten precisar la

fecha de construcción del circo viene dado por los desechos

constructivos acumulados como preparación del pavimento del

ambulacrum, que nos llevan a un momento ligeramente más

avanzado, con presencia de marmorata y de terra sigillata hispá-

nica producida en Tricio y, en algún caso, en Andújar. Todo ello

permite apuntar una fecha avanzada del reinado de Nerón para

la finalización de la construcción del circo, esto es, en el tercer

cuarto del siglo.

En síntesis, con esta segunda campaña de excavaciones en Orive

quedó verificada la hipótesis de partida, demostrándose la exis-

tencia de un circo dispuesto extramuros inmediatamente al Este

de Colonia Patricia, a los pies del Templo de la C/ Claudio Marce-

lo, que lo dominaba en su extremo occidental desde una terraza

construida sobre la primitiva muralla, y enmarcado al Norte por

la Via Augusta. La asociación entre un recinto de culto y un edi-

ficio de espectáculos responde a un esquema bien conocido en el

mundo romano desde época republicana (GROS-TORELLI, 1992;

GROS, 1996) y que, con diversas matizaciones, tiene su expresión

más próxima a la que aquí nos interesa en Tarraco, con el com-

plejo de culto imperial de la provincia tarraconense (TED’A, 1989;

MAR, 1993). Un ejemplo similar aunque más temprano se consta-

ta en Ancyra, capital de Galatia, con el templo de Roma y Augus-

to, una plaza de representación (Panègyris) y un circo conocido

únicamente a través de un epígrafe. De este modo, se documenta

en tres capitales provinciales (Ancyra, Colonia Patricia y Tarraco)

un mismo esquema que, en última instancia, tiene su modelo en

la capital del Imperio, con la Aedes Apollinis, el Circo Maximo y la

propia residencia imperial en el Palatino (GROS, 1996).

Volviendo de nuevo a Córdoba, y entre los numerosos interrogan-

tes que se planteaban sobre este vasto complejo arquitectónico,

destacaba el referente al modo en que se solventó la articulación

entre el circo y la terraza del templo, dada la más que notable

diferencia topográfica existente entre la arena del circo (c. 98 m.

s.n.m.) y la superficie de la plaza que enmarcaba el templo (c.

116 m. s.n.m.). La oportunidad de comenzar a resolver esta cues-

tión se nos presentó en 1998 con la realización de un sondeo

estratigráfico en un solar municipal situado en el antiguamente

denominado Callejón del Galápago, en la misma C/ Capitulares,

a escasos 30 m. frente a la terraza del templo (MORENO et alii,

2003).

Page 42: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

78 79

Los resultados de esta excavación muestran una secuencia prácti-

camente idéntica a la ya vista en Orive. Sobre el terreno geológi-

co, que aquí presenta un fuerte buzamiento noroeste-sureste, se

localizaron dos paquetes estratigráficos de naturaleza diferencia-

da. El primero (Fase 1a) se adapta a la topografía mostrando la

misma inclinación del terreno, en tanto que el segundo (Fase 1b),

mucho más potente, presenta un aspecto típico de escombrera y

una mayor horizontalidad. El primer conjunto tiene una crono-

logía tiberiana, en tanto que el segundo se adscribe ya a tiempos

avanzados de Claudio (MORENO et alii, 2003), con un contexto

idéntico al de los rellenos constructivos de la cella del templo

(JIMÉNEZ, 1996) y muy similar al del denominado “Vertedero

A” de Orive.

Los depósitos de ambos conjuntos fueron cortados por las zanjas

de cimentación de las estructuras de la Fase 2, consistentes en

dos muros paralelos (UU.EE. 82 y 89) con orientación Noreste-

Suroeste contraria a la pendiente original del terreno, con una

anchura de 1,29 m. el más oriental y de 0,90 m. el más occidental.

Entre ambos se formaliza un espacio de 4,42 m. de anchura en el

que se disponen otros tres muros transversales a los anteriores

(UU.EE. 63, 75 y 79), con una anchura entre 0,93 y 1,24 m., y una

separación en torno a los 2 m. Del más meridional de éstos arran-

caba un tercer muro longitudinal que compartimentaba el espa-

cio entre las UU.EE. 82 y 89 (MORENO et alii, 2003). La técnica

edilicia es idéntica a la ya descrita a propósito de los muros del

graderío septentrional del circo: base de cimentación constituida

por mampuestos calizos dispuestos en las zanjas y sobre ella al-

zado de grandes sillares de calcarenita (fig. 32).

En este Corte no se localizaron conjuntos cerámicos directamen-

te relacionados con la construcción de las estructuras, debiendo

ésta inferirse de la data post quem proporcionada por la cronolo-

gía claudia de los depósitos de la Fase 1b en los que se excavan

sus zanjas de cimentación y la ante quem del último cuarto del

s. II (“Vertedero B” de Orive) que muestran los rellenos de las

zanjas de saqueo de los muros (Fase 3), dentro de una secuencia

idéntica a la ya conocida en Orive.

En todo caso, las características de estos muros y lo reducido de

los espacios resultantes obliga a considerarlos como contenedo-

res de rellenos constructivos para un aterrazamiento, de modo

que, una vez se iban alzando los muros, debió continuar el pro-

ceso de relleno con sedimentos muy similares a los conocidos en

el templo y en el circo hasta alcanzar el nivel previsto para una

plaza que debía situarse entre la plataforma del templo y la te-

rraza del circo, pues en modo alguno, por su posición topográfica,

orientación y características, estas estructuras del callejón del Ga-

lápago podían relacionarse con el graderío del circo en el sector

correspondiente a la curva (MURILLO et alii, 2001).

(fig. 32)

Page 43: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

80 81

Para las características de esta terraza intermedia, que permitía

interconectar los dos grandes elementos del complejo construc-

tivo, sólo podían aventurarse algunas hipótesis (MURILLO et alii,

2001), por lo que el siguiente paso lógico dentro de las investigacio-

nes en las que estábamos embarcados era efectuar un sondeo en

la misma, para lo que seleccionamos como ubicación más idónea

el sector adyacente a las anterides o muro de sustentación de la

terraza del templo recayente a la actual C/ Capitulares (fig. 33).

La ocasión propicia para realizar esta excavación nos la propor-

cionó la ejecución por la Gerencia Municipal de Urbanismo de

una actuación de restauración y puesta en valor de las anterides,

lo que además permitió eliminar definitivamente la vegetación

y estructuras parasitarias que ocultaban las fábricas romanas

y acometer la confección de una documentación planimétrica

completa de la que, hasta entonces, se carecía.

Estos trabajos se prolongaron desde Junio de 2001 hasta Octubre

de 2003, consistiendo en la apertura de un gran sondeo (Corte 1)

dispuesto junto al frente de las anterides desde la intersección

de la C/ Claudio Marcelo con la C/ Capi-

tulares hasta la medianera del edificio del

Ayuntamiento. Por otro lado, las labores

paralelas de documentación, limpieza y

mantenimiento en la totalidad del recin-

to del templo obligaron a efectuar varios

sondeos, inicialmente no previstos, muy

delimitados tanto en extensión como en

objetivos.

Los resultados de esta última campaña de

excavaciones permiten perfilar y comple-

tar la secuencia ya conocida en lo referen-

te a la construcción del templo y a las características de la “te-

rraza intermedia” constatada con la excavación del Callejón del

Galápago. Sin embargo, las mayores novedades corresponden a

la fase relacionada con el abandono y desmantelamiento del cir-

co, coincidente con una remodelación en profundidad de la plaza

superior que circunscribía el templo.

La reexcavación del interior de la cimentación de la cella (Son-

deo 8) y los trabajos junto al lienzo exterior de la muralla repu-

blicana (Sondeo 7) permiten evaluar las dificultades orográficas

con las que tropezaron los constructores romanos (fig. 34), que

debieron hacer frente tanto a una abrupta pendiente como a la

existencia de varios paleocauces, abiertos por las aguas de arro-

yada, que desaguarían inmediatamente al Este, en una vaguada

que seguiría, grosso modo, un eje paralelo a las actuales calles

Alfaros, Diario de Córdoba y San Fernando para desembocar en

el Guadalquivir a la altura de la Cruz del Rastro.

La primera fase antrópica detectada (B1 del Sondeo 8) está repre-

sentada por la construcción de la muralla sobre una superficie

(fig. 34)(fig. 33)

Page 44: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

82 83

totalmente virgen, en un momento que, de acuerdo con los resul-

tados de la Campaña de 1994 (JIMÉNEZ-RUIZ, 1994), habría que

fechar hacia mediados del s. II a.C. Para ello fue necesario acon-

dicionar el terreno mediante la creación de una plataforma irre-

gular que corta las gravas geológicas y sobre la que se dispuso un

encachado de cantos rodados y mampuestos de pequeño tamaño

destinados a garantizar, junto a un estrecho canalillo igualmente

excavado en las gravas, el drenaje de la muralla y a servir de apo-

yo a los sillares de su alzado, que se dispondrían directamente

sobre esta preparación (fig. 35).

Un segundo momento previo a la construcción del templo viene

dado por un conjunto de depósitos formados al exterior de la

muralla y documentados en el Corte 1 (Fase B2), a los que se

asocian unas estructuras de sillería que delimitan dos espacios,

uno de los cuales presenta un pavimento de opus signinum deco-

rado con una cuadrícula de teselas en las que alternan las líneas

con teselas sólo negras con otras en las que combinan negras y

blancas (vid supra).

El siguiente momento dentro de la secuencia (Fase C1) está pre-

sente en la totalidad de los sondeos excavados, correspondien-

do a los ya conocidos rellenos (“Vertedero A” de Orive) que, con

una cronología claudia o claudio-neroniana según los sectores,

están presentes tanto en el circo como en las terrazas intermedia

y superior. En el Corte 1, estos rellenos estaban amortizando las

construcciones de la fase anterior, fenómeno similar al detectado

en Orive y que nos indica cómo la ejecución del gran proyecto

edilicio llevado a cabo en esta zona requirió la obtención de una

enorme cantidad de suelo, parte del cual (próximo a la puerta y

a la vía) se encontraba ocupado por construcciones de diversa

índole.

Dentro de este paquete de rellenos se distinguen dos conjun-

tos bien diferenciados. El primero (C1a) está integrado por los

típicos materiales de la facies “Vertedero A” de Orive, con una

cronología claudia o neroniana temprana. El segundo conjunto

(C1b) muestra un contexto muy similar, si bien están presentes

las primeras producciones hispánicas de Andújar, lo que nos lle-

varía a un momento neroniano avanzado. Además, estos estratos

presentan, a diferencia de los anteriores, una gran cantidad de

desechos de mármol, tanto en forma de esquirlas como de frag-

mentos de losas de pavimentación.

De acuerdo con las características de los depósitos y sus contex-

tos, debemos diferenciar dos momentos en la configuración de

la plaza intermedia. El primero (Fase C1a) correspondería a la

nivelación del terreno mediante el aporte de unos rellenos que

sepultan las construcciones previas, demolidas hasta la base de

sus muros. En paralelo a esta deposición de rellenos, se excava-

rían las zanjas de los muros de contención localizados en el Ca-

llejón del Galápago (Fase 1b de la secuencia local del corte allí

excavado) y, finalmente (Fase C1b), se prepararía la superficie de

la plaza para recibir un pavimento que, de acuerdo con los dese-

chos documentados, debió consistir en un enlosado de mármol

dispuesto sobre una preparación de signinum, procedimiento si-

milar al observado para la plaza de la terraza superior.17

El saqueo del pavimento de la plaza registrado en la Fase C3 (últi-

mo cuarto del s. II) afectó tanto a las “camas” como a parte de los

estratos de preparación de la misma, razón por la que es difícil

establecer el nivel preciso del suelo de la terraza intermedia (fig.

36). No obstante, la cota máxima de los niveles de la Fase C1b y

la mínima de los de la C3 que se le superponen permite situarla,

provisionalmente, en torno a los 108 m. s.n.m., esto es, unos 3 m.

17 Si bien en este caso el material utilizado es la caliza nodulosa violácea, que gene-raría un evidente juego cromático con los pórticos y el propio templo.

(fig. 35)

Page 45: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

84 85

por encima de la “terraza” del circo (situada a c. 105 m.) y unos

8 m. por debajo de la plaza de la terraza del templo (situada a c.

116,30 m.).

Uniendo los datos obtenidos en esta última campaña de excava-

ción con los ya conocidos de las precedentes, estamos en condi-

ciones de reconstruir, en sus líneas básicas, tanto el diseño de las

distintas piezas del programa edilicio, como las fases del proceso

de construcción. A falta de una denominación más precisa, em-

plearemos el término de complejo de culto imperial para refe-

rirnos al conjunto de este proyecto urbanístico que supuso una

profunda transformación de la imagen de la ciudad a mediados

del s. I d.C., dejando para más adelante la discusión sobre su

posible funcionalidad.

Para ejecutar el proyecto fue necesario acondicionar y urbanizar

una superficie con unas dimensiones máximas de c. 550 x 200

m. (esto es de más de 10 ha.), demoler un tramo de muralla, mo-

dificar el trazado de la Via Augusta, desviar, encauzar y canalizar

varios arroyos y construir toda una red de cloacas para drenar

un terreno cuya topografía original, cier-

tamente complicada, fue profundamente

alterada.

Toda la labor de nivelación y acondicio-

namiento del terreno requirió un plazo

dilatado entre un momento avanzado del

reinado de Claudio (templo y terraza in-

termedia) y los primeros años de Nerón

(circo). El primer conjunto edificado fue el

constituido por el templo y la plaza por-

ticada que lo circundaba, asentados sobre

una terraza cuyos rellenos constructivos

estaban contenidos por potentes muros

(anterides) de acuerdo con un procedi-

miento constructivo que encaja perfecta-

mente con lo descrito por Vitruvio para

contrarrestar los periódicos cambios de

presión en los grandes rellenos de tierra

(fig. 37).

La excavación de los Sondeos 2 y 8, entre

dos contrafuertes de las anterides (fig. 38)

y en el interior de la cimentación de la ce-

lla han ratificado la cronología claudia ya

previamente asignada (JIMÉNEZ, 1996) a

estas construcciones, tanto en lo referente

a los rellenos constructivos como al mate-

rial asociado a las zanjas de cimentación,

que han podido ser documentadas por pri-

mera vez.

(fig. 37)

(fig. 38)

(fig. 36)

Page 46: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

86 87

De acuerdo con el nuevo levantamiento topográfico y planimé-

trico efectuado ex profeso y con los resultados de las últimas

excavaciones, la plaza tuvo una planta levemente trapezoidal

provocada por un desfase de 2 m. en las dimensiones, a nivel de

cimentación, de sus lados mayores: 84,17 m. para el occidental y

82,15 para el oriental. Los lados Norte y Sur presentan en cambio

idéntica medida: 66,82 m. Este descuadre fue corregido en la pla-

za, un rectángulo con 62,14 m. en sus lados mayores (Este y Oes-

te) y 53,08 m. en los menores. En cuanto a los pórticos, el oriental

muestra una anchura de 7,92 m., el septentrional de 6,39 m. y el

meridional oscila entre los 6,21 m. de su extremo oriental y los

7,91 del occidental. Es muy probable que estas diferencias obser-

vadas a nivel de cimentación fueran compensadas en el alzado a

la plaza. El templo, elevado sobre un podium cuya cimentación

presenta unas medidas de 31,27 x 14,72 m., no se encontraba en

el centro de la plaza, sino desplazado hacia el pórtico occidental

(separado en una distancia de 7 m.) con el fin de ampliar el espa-

cio situado ante él (14,72 m.), abierto hacia el Este (fig. 39).

En relación con la duración de las obras del templo, de los pór-

ticos y de la plaza no contamos con evidencias estratigráficas

ni, probablemente, lleguemos a obtenerlas nunca dado el agota-

miento de la secuencia. Por esta razón, los únicos indicios debe-

rán extraerse de un análisis exhaustivo de la decoración arquitec-

tónica, con las limitaciones que ello conlleva.

La cota original de la plaza ha podido ser fijada con cierta fiabili-

dad, a partir de las “camas” del pavimento, que se han conservado

in situ a una cota de c. 116,30 m. s.n.m. (fig. 40). A una altura

similar, se situaría el kardo minor fosilizado bajo la actual C/ Ma-

ría Cristina, cuya cloaca original ha podido ser documentada a

una cota máxima de c. 115,60 m18. La comunicación entre la pla-

za y la calle se realizaría a través del pórtico occidental, que era

doble, con un porticado hacia la plaza y otro hacia el kardo (fig.

41), siendo la anchura de este último notablemente inferior (4 m.

frente a los 7,92 del frontero con la plaza).

Este pórtico occidental constituye hasta el momento el único ac-

ceso claro a la plaza, si bien originalmente ésta debió contar con

un mayor número. En este sentido tiene una especial relevancia

la comunicación entre la terraza superior y el espacio situado

inmediatamente al Este, ocupado por la

que hemos denominado “terraza inter-

media”. Para salvar el desnivel existente

entre ambas plataformas se han pro-

puesto diversas alternativas (JIMÉNEZ,

1992; MURILLO et alii, 2001) que hasta

el momento no habían podido ser co-

rroboradas o rechazadas. No obstante,

los últimos trabajos realizados en la C/

Capitulares, aun cuando no han sido

definitivos en este sentido, permiten

centrar el abanico de posiblidades.

Esta plaza intermedia se configura

como un espacio aún poco conocido

para el que sólo se puede fijar de un

modo preciso su límite occidental, cons-

tituido por el muro de contención de la terraza superior (las de-

nominadas anterides) en un frente de 82,15 m. En su extremo

Norte muestra un quiebro en ángulo recto hacia el Oeste y un

profundo retranqueo de 30,54 m. que conforma el lado exterior

del pórtico septentrional de la terraza superior. Al cabo de la

citada distancia, el muro vuelve a girar en ángulo recto hacia

18 Una recientísima intervención arqueoló-gica efectuada en esta calle (2008) nos ha permitido documentar, aparte de la ali-neación de pilares del pórtico del kardo minor, restos del pavimento original de la calle romana, que presenta un suave

(fig. 40)

(fig. 41)

(fig. 39)

buzamiento Norte-Sur, de acuerdo con la topografía original del terreno, y una cota entre 116,42 y 116, 58 m. s.n.m., algunas decenas de centímetros más elevada que la de la plaza.

Page 47: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

88 89

el Norte, discurriendo paralelo a la

muralla y formando un corredor in-

terior de 6,69 m. hasta la altura de la

Puerta de Roma (fig. 42).

En cuanto al lado septentrional, no

cabe la menor duda que debió estar

conformado por el muro de conten-

ción del ager o rampa sobreelevada

sobre el que discurría la Via Augusta,

que salvaría un fuerte desnivel para

penetrar en la ciudad por la Puerta

de Roma y acceder al decumanus

maximus. Por lo que respecta al lado

meridional, vendría definido por un

muro de contención de la terraza intermedia cuya alineación de-

bía prolongar la del muro exterior de sustentación del pórtico

Sur de la terraza superior para ajustarse a la fachada meridional

del circo, cuya terraza o ático sobre el graderío se situaba a una

cota de c. 105 m.

Es precisamente el lado oriental, frontero con el extremo curvo

del circo, el que presenta una problemática más compleja, aun

cuando ahora sabemos que los muros de contención documenta-

dos en el Callejón del Galápago posiblemente marcaban el desni-

vel, de unos 3 m., existente entre la terraza intermedia y la parte

superior del graderío (vid supra fig. 36).

En cuanto a la comunicación entre la plaza intermedia y la su-

perior, la única plausible, a la espera de su confirmación arqueo-

lógica con una próxima excavación en el interior del edificio del

Ayuntamiento, es a través de cajas de escaleras o rampas ubica-

das en las subestructuras de sus pórticos Norte y Sur, que fun-

cionarían como criptopórticos, o mediante torres situadas en los

extremos orientales de éstos, con una solución equiparable a la

documentada en los accesos laterales a la plaza intermedia del

recinto de culto imperial de Tarraco (MURILLO et alii, 2001). Sea

cual fuera la solución concreta utilizada, lo innegable es que al

menos el pórtico Norte dispuso de una especie de criptopórtico

accesible desde la plaza intermedia, como lo demuestra la esqui-

na que presenta a la mitad de su trazado, con un muro de gran

grosor que quiebra en ángulo recto para dirigirse hacia la Puerta

de Hierro, configurando un corredor al que se accedería desde el

citado criptoportico por delante de la muralla.

Las cronologías precisas de esta terraza intermedia y del circo ya

han sido tratadas con detalle, atestiguando un proceso que iría

desde finales de época claudia para la preparación del terreno y

comienzo de las obras, hasta un momento avanzado del reina-

do de Nerón para la puesta en fábrica de la pavimentación en

mármol de la terraza intermedia y de los pavimentos del ambu-

lacrum del circo. Es incluso posible que algunas obras, como la

decoración de la fachada del circo, por ejemplo, no se remataran

hasta época flavia, momento en el que, en todo caso, se consta-

ta la inauguración de una nueva traída de aguas, el Aqua Nova

Domitiana Augusta (fig. 43), colofón a la ejecución de este vasto

programa urbanístico, posiblemente el más ambicioso afrontado

en la capital bética durante la época julioclaudia.

A la hora de determinar la funcionalidad de este conjunto arqui-

tectónico, la carencia de testimonios epigráficos hace que sólo

podamos movernos dentro del terreno de la hipótesis. Desde un

punto de vista estrictamente tipológico, es evidente que se trata

de un imponente complejo monumental en el que la articulación

de sus elementos, templo, terraza intermedia y circo responde

al esquema de lo que se entiende por “foro provincial” a partir

(fig. 43)

(fig. 42)

Page 48: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

90 91

de la acertada interpretación de P. Gros acerca del complejo del

Palatino como modelo escogido para las santuarios de ámbito

provincial en los casos de Ancyra y Tarraco (GROS, 1996). Un

modelo cargado de una precisa retórica formal y litúrgica desti-

nada a ensalzar a la familia imperial.

La hipotética vinculación de este aparatoso conjunto arquitectó-

nico patriciense con la vertiente provincial del culto imperial, su-

pone añadir un nuevo elemento a la debatida cuestión acerca de

la localización del “foro provincial” en el tejido urbano de Colonia

Patricia. Desde que STYLOW (1990) ofreciera su síntesis sobre

la Córdoba romana había quedado establecida como hipótesis

más verosímil la localización del “foro provincial” de Colonia Pa-

tricia en el entorno de la zona denominada Altos de Santa Ana y,

más en concreto, alrededor de la actual C/ Ángel de Saavedra (cfr.

v. gr. VENTURA et alii, 1996; MÁRQUEZ, 1998b; GARRIGUET,

2002). Sin embargo, esta identificación no deja de ser complicada

como consecuencia de la falta de evidencia arqueológica directa

tanto de la plaza como de los edificios con ella asociados.

En efecto, las únicas excavaciones de cierta extensión realizadas

en esta zona son las del Seminario de Arqueología de la Uni-

versidad de Córdoba en la denominada Casa Carbonell, amplio

inmueble que se extendía desde la C/ Ángel de Saavedra hasta la

Cuesta de Pero Mato, a espaldas del Museo Arqueológico. Allí, en

el denominado Corte 1, situado junto a la entrada principal por

la C/ Ángel de Saavedra, se documentó un posible edificio públi-

co construido en el tránsito del s. II al I a.C. y en funcionamiento

hasta época tardorrepublicana o augustea (LEÓN et alii, 1993).

Con posterioridad, la secuencia ofrece un vacío estratigráfico has-

ta comienzos del s. III, cuando se construyen diversos muros de

gran entidad pero en los que se emplea material reutilizado.

Un panorama idéntico ofrece el seguimiento arqueológico rea-

lizado por A. VENTURA (1991) a escasos metros del punto an-

terior, en el nº 10 de la C/ Ángel de Saavedra: vacío estratigráfi-

co entre los siglos I y III d.C., interpretado como prueba de la

existencia de un espacio abierto no edificado, y construcción de

varios muros, similares a los del Corte 1 de la Casa Carbonell, a

partir de comienzos del s. III.

Aun cuando tanto VENTURA (1991) como LEÓN et alii (1993)

identificaron este espacio abierto con el “Foro Provincial” tal y

como lo definiera Stylow, con posterioridad, y basándose en la

restitución de la traza del kardo maximus rectifican y señalan

cómo el edificio del s. III documentado en Ángel de Saavedra

10 se construyó ocupando la parte oriental del espacio abierto

y público del propio kardo maximus, momento en el que se des-

montarían los pórticos de este sector para permitir el tráfico ante

la reducción de anchura de la calle (VENTURA et alii, 1996).

Creemos que esta acertada rectificación es fundamental, por

cuanto define a la perfección las características de ese espacio

no edificado entre los siglos I y III d.C., permitiendo aquilatar

la realidad física del “Foro de Altos de Santa Ana”. En cuanto al

vacío observado en la excavación del Corte 1 de la Casa Carbonell,

puede estar motivado por varias razones, máxime si considera-

mos las reducidas dimensiones del mismo (4,40 x 4,40 m.), aun-

que lo más apropiado en el estado actual de la investigación es

ponerlo en relación con el área sacra o atrio, posible Augusteum,

que P. León ubica en esta zona (cfr. supra). Esta área sacra se ubi-

caría inmediatamente al Este del Kardo Maximus y al Oeste del

Teatro, con el que debió estar estrechamente relacionado dada

la proximidad física y la probada vinculación de estos edificios

de espectáculos con el culto a la familia imperial (GROS, 1990;

2002). Sus dimensiones no debieron ser considerables puesto

Page 49: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

92 93

que inmediatamente hacia el Sur se iniciaba un fuerte declive del

terreno, en el que se dispone el teatro, y hacia el Norte y Noreste

se documentan espacios domésticos.

Esto es cuanto podemos conceder de realidad física al supuesto

“Foro de Altos de Santa Ana” durante la etapa altoimperial, sin que

las restituciones de sus límites realizadas por MÁRQUEZ (1998b)

y por GARRIGUET (2002) puedan tener acomodo en la realidad

urbanística conocida de este sector de la ciudad romana.

Establecida en estos términos la cuestión, parece claro que las

primeras manifestaciones del culto imperial (GARRIGUET, 2002)

en Colonia Patricia debieron concentrarse en dos puntos: por un

lado el entorno del teatro, con el posible Augusteum de Altos de

Santa Ana, al que no cabe considerar como forum sensu stricto

y, por otro, el complejo formado por el viejo foro colonial, remo-

delado inmediatamente después de la destrucción de la ciudad

por César (CARRILLO et alii, 1999; CARRASCO, 2001) y el deno-

minado “forum adiectum“ o “forum novum“ (MÁRQUEZ, 1998b;

FISHWICK, 2000: 96-104), que concentrarán, desde momentos

tempranos de la dinastía julioclaudia, las manifestaciones rela-

cionadas con el culto dinástico a nivel local.

Dentro de esta secuencia, es lícito plantear la existencia de va-

rios lugares tempranamente vinculados a nivel local con el culto

dinástico hasta su probable concentración, a partir de época ti-

beriana o claudia, en un espacio dotado de la debida monumen-

talidad, en el denominado “forum adiectum”. La grandiosidad y

calidad de los materiales recuperados apuntan en esa dirección.

Algunos años después se iniciarían las obras, apenas 270 m. al

Este, del complejo cultual de la C/ Claudio Marcelo, de acuerdo

con el vasto programa que hemos analizado más arriba y que

probablemente fue promovido por la provincia Baetica como

muestra palpable de una adhesión a la casa imperial que, con

resultados poco claros, ya se había manifestado con anterioridad,

debiendo identificarse, consecuentemente, como “foro provin-

cial” de Colonia Patricia (MURILLO et alii, 2003), aun cuando

ello plantee determinados problemas cronológicos derivados de

la fecha vespasianea tradicionalmente asignada para la implan-

tación del culto provincial en la Bética (cfr. v. gr. ETIENNE, 1958;

FISHWICK, 1987 y 2002). Sin embargo, la contradicción entre la

cronología del “foro provincial” y la de la supuesta implantación

del culto provincial bético no es tal si consideramos éste como

el resultado de un proceso paulatino en el que las élites locales

y provinciales lo irán adaptando a sus necesidades y no como

fruto de una imposición brusca, lo que explicaría, siguiendo los

parámetros establecidos por LE ROUX (1994) para Tarraco y

Emerita Augusta y por GARRIGUET (2002) para Colonia Patricia,

el aparente desajuste cronológico entre los testimonios literarios,

epigráficos y arqueológicos.

Así, la asamblea provincial de la Bética ya existía antes de Ves-

pasiano (AMES, 1998; PANZRAM, 2003) con seguridad en el 25

d.C. y, quizá, desde el 2 a.C. Es probable que primero se dotara de

un espacio propio, construido durante un cuarto de siglo, entre

la época julioclaudia avanzada y la flavia, y después fijara de un

modo definitivo todos los detalles relativos a su organización y

modos de plasmar lo que, a la postre, se perseguía: la autorrepre-

sentación de las élites en cuyas manos recaían las obligaciones y

derechos del sacerdocio (PANZRAM, 2003).

A partir de este momento, en que quedaría organizado el culto

provincial, se iniciaría una serie epigráfica de flamines provincia-

les que tendría como marco privilegiado de exhibición la plaza

alrededor del templo de la C/ Claudio Marcelo. Sin embargo, los

sucesos acaecidos a partir del último cuarto del s. II, que acarrea-

ron tanto el abandono y desmantelamiento del circo (RUIZ et

Page 50: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

94 95

alii, 2003) como el de la plaza intermedia

(MORENO et alii, 2003) y una importante

transformación en el templo y en la plaza

de la terraza superior (vid infra), parecen

haber afectado a la funcionalidad de todo el

conjunto, de modo que, muy posiblemen-

te se produjo un desplazamiento, en este

momento, del culto provincial, por otro

lado muy mermado desde época severia-

na, hacia otros lugares de la ciudad, lo que

explicaría el sorprendente vacío epigráfico

del antiguo “foro provincial”, al trasladarse

los viejos epígrafes y esculturas junto con

el culto (MURILLO et alii, 2003).

De la ciudad clásica a la islámica. Corduba en la Antigüedad Tardía

Desde finales del s. III se aprecian importantes transformaciones

en la estructura urbana de Colonia Patricia, propiciando la pro-

gresiva disolución de la trama viaria, el abandono y/o transfor-

mación de espacios y edificios públicos e incluso la deposición

funeraria dentro del antiguo pomerium (fig. 44). Este gradual

proceso de transformación se manifiesta dentro de unos pará-

metros que, tanto si los consideramos desde la perspectiva de la

ciudad clásica como desde la de la islámica, podrían traducir una

cierta degradación e incluso crisis, pero que no son sino el reflejo

de unas profundas transformaciones económicas, sociales y po-

líticas de las que surge una ciudad diferente pero que mantiene

idénticas funciones a la de su antecesora.

Se ha discutido mucho en las últimas décadas sobre la “crisis” y

“decadencia” de las ciudades hispanas tardoantiguas, enmarcán-

dolas en un proceso general de ruralización que ofrecería un cla-

ro contraste con los siglos precedentes. Aunque los argumentos

aducidos en este sentido son en algunos casos concluyentes, es

necesario matizar el sentido general de esta crisis de las ciuda-

des, encuadrándolo en el contexto general de una nueva realidad

socio-económica, política e ideológica, cuando no cuestionarlo

de la mano de nuevos estudios que inciden en la continuidad y

diversidad del fenómeno urbano más allá del agotamiento del

modelo clásico.

De este modo, más que de crisis cabría hablar de mutación, de

la aparición de una ciudad diferente a la clásica dentro de un

proceso que, con las peculiaridades regionales e incluso locales

conduciría, a lo largo y ancho del antiguo Imperio, a la ciudad

cristianizada (RANSBORG, 1990), preludiando una dinámica si-

milar a la que, varios siglos más tarde, conducirá a la madina

islámica (KENNEDY, 1986; CHRISTIE-LOSEBY, 1996).

Tras haber concluido la dotación de todo su equipamiento urba-

no en la segunda mitad del s. I d.C., la imagen urbana de Córdoba

se mantendrá inmutable hasta el tránsito del s. II al III. En este

momento, el gran complejo de culto imperial de la C/ Capitu-

lares experimenta una profunda transformación. Se abandona

el circo, que pronto es utilizado como cantera, desapareciendo

su impronta hasta el nivel de los cimientos. Buena parte de los

terrenos sobre los que se había alzado quedarán ahora baldíos,

parcialmente ocupados por basureros y construcciones de carác-

(fig. 44)

Page 51: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

96 97

ter lumpénico19 en un

ámbito suburbano en el

que aún perdurarán, a

lo largo del s. III e ini-

cios del IV, algunos de

los espacios domésticos

situados tanto al Norte

como al Sur del antiguo

circo, además de la con-

tinuidad de algunas de

las antiguas necrópolis

y la aparición de nuevas

áreas funerarias, que se

mantendrán durante

este siglo, ampliándose

tanto que en algunos

puntos se localizan se-

pulturas de inhumación20 y algunas casas, posible expansión de

las áreas suburbanas existentes al Norte y al Sur desde época

imperial temprana21.

Desplazándonos hacia el Oeste, se aprecia el mismo panorama,

con la desarticulación de la terraza intermedia, cuyo pavimento

es desmantelado al igual que los muros de contención hacia el

lado del circo. Finalmente, la plaza de la terraza superior es clau-

surada en su lado oriental por un gran muro (fig. 45), que reinte-

gra el cerramiento de la muralla perdido con la construcción del

complejo de culto. También el templo experimenta una sustan-

cial transformación que probablemente conllevó una reconsagra-

ción, como atestiguaría la construcción de, al menos, dos nuevos

altares (fig.s 46 y 47).

Se opera de este modo una sustancial transformación respecto

a la imagen que la ciudad proyectaba de sí misma. Frente a una

Colonia Patricia del s. I d.C. orgullosa de su rango de caput Baeti-

cae, en plena expansión económica y que se proyecta sobre el te-

rritorio rompiendo el simbolismo del pomerium y el corsé de las

murallas para generar un potente eje Este-Oeste articulado sobre

dos de las principales vías (la Via Augusta y la Via Corduba-His-

palis), continuadas intramuros por los dos decumani maximi22,

encontramos ahora a una ciudad que se repliega sobre sí misma,

anunciando cambios aún más importantes que se operarán en

las centurias siguientes.

Así, en el tercer cuarto del s. III se produce el desplome de uno de

los muros de aterrazamiento de las plazas circundantes del tea-

tro, no sabemos si por un hecho traumático o por deficiencias en

el mantenimiento de la zona. Se ha sugerido un terremoto como

causa de este desplome (VENTURA 2004). Sin negar tal posibi-

lidad, consideramos que ésta sería una circunstancia anecdótica,

19 En Orive, este proceso está bien explicita-do en el Corte 4 (Fase 5), caracterizándose por una serie de refecciones en precario que afectan a lo que aún subsistía de la antigua fachada Norte del circo, comple-mentadas con la instalación de una cana-lización que corta la zanja de saqueo de uno de los pilares del ambulacrum para desaguar en el pozo de registro de la cloa-ca, que aún se mantenía en uso. La cro-nología de esta Fase V hay que situarla, a juzgar por la fecha post quem para la for-mación de la U.E. 208 que proporciona una moneda de Claudio II y por las pro-ducciones cerámicas presentes, desde los últimos años del s. III y a lo largo de todo el s. IV. La abundante representación de

producciones que habían dejado de fabri-carse desde hacía mucho tiempo (v. gr. te-rra sigillata hispánica) nos está indicado la presencia de un material residual que muy posiblemente procedía del arrastre y posterior acumulación de depósitos ori-ginalmente formados más al Norte.

20 Como es característico de estas áreas suburbanas de las ciudades romanas, se advierte una cierta indefinición y una patente mutación en la funcionalidad de los espacios. Así, nos encontramos con áreas funerarias tardorrepublicanas y primoimperiales abandonadas tras la construcción del complejo de culto im-perial, el cambio en el trazado de la Via Augusta y el desarrollo del vicus oriental. A la inversa, tras el desmantelamiento del circo y de la terraza intermedia del complejo de culto, nos encontraremos tanto con alguna domus edificada sobre la arena, como con algunas sepulturas de inhumación dispuestas sobre la col-matación, tras el saqueo de los muros, de las antiguas edificaciones, fenómeno similar al que se producirá a partir del s. IV tras el abandono de la mayor parte de las áreas residenciales. Los principales contextos funerarios tardíos de este sec-tor proceden del nº 13 y del nº 17 de la C/ San Pablo, del Callejón del Galápago, del nº 19 de la C/ Diario de Córdoba, de la Plaza de la Corredera (sobre uno de los mosaicos amortizados del vicus) del nº 16 de la Plaza de las Cañas, de la C/ Maese Luis, del Centro de Salud de la C/ Lucano, de la Plaza de San Pedro y de la C/ Badanas.

(fig. 47)

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 45 y 46)

Page 52: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

98 99

pues lejos de documentarse reparaciones, se constata el soterra-

miento de la plaza y de los restos del derrumbe bajo un acopio

de tierras. Es más, apenas unos años más tarde, a comienzos del s.

IV, se inicia el saqueo del propio teatro (VENTURA, 2004).

Por las mismas fechas, se produce el desmantelamiento del pórti-

co occidental de la plaza que circundaba al templo de la C/ Clau-

dio Marcelo, que es objeto de una precaria ocupación, probable-

mente de carácter doméstico, y poco después se produce la del

propio edificio de culto (JIMÉNEZ-RUIZ, 1999). Idéntico proceso

se documenta en el anfiteatro en el primer cuarto del s. IV, y en

el mismísimo foro colonial (MURILLO, 2004).

Los mismos cambios que observamos en los grandes espacios

y edificios públicos se advierten en el ámbito privado, tanto de

carácter residencial como funerario, dejándonos una cierta sen-

sación de crisis y decadencia que, sin embargo, contrasta con la

aparición de grandes villae en el entorno suburbano y periurba-

no, y con la construcción del magno complejo arquitectónico de

Cercadilla.23

En conclusión, debemos insistir, lejos de la idea de crisis, en la

mutación de la ciudad desde finales del s. III hasta, cuanto menos,

mediados del s. VI, momento en el que aparece ya plenamente

configurada la nueva ciudad cristianizada como resultado de una

nueva situación económica, social, política e ideológica.

Las consecuencias urbanísticas de estos cambios se plasman en

el abandono de los antiguos espacios y edificios públicos situa-

dos en la parte septentrional de la ciudad, desplazándose el cen-

tro neurálgico hacia el cuadrante suroccidental, junto a la Puerta

del Puente, donde se configura un extenso complejo episcopal

presidido por la basílica catedralicia de San Vicente, amén de un

recinto fortificado o castellum recientemente identificado bajo el

actual Alcázar Cristiano, destinado a garantizar el control y pro-

tección de los accesos a la cabecera del puente y posible germen

de un “complejo civil”, residencia del gobernador visigodo desde

el último cuarto del s. VI, sobre el que ulteriormente se confor-

mará el Alcázar Omeya (LEÓN-MURILLO, 1999).

Las transformaciones se suceden también en toda la corona su-

burbana con la aparición de centros de culto cristiano que, en

una primera fase, presentaban un patente sentido martirial, aso-

ciados a áreas cementeriales más o menos extensas. Quizá el más

paradigmático de todos estos núcleos lo tengamos en Cercadilla

con las transformaciones operadas en diversos sectores del gran

conjunto arquitectónico bajoimperial, pero podrían identificarse

varios más como los de la arena del anfiteatro, Paseo de la Victo-

ria, Cortijo de Chinales y Cementerio de la Salud, a poniente de

la ciudad, o el del Convento de la Merced, frente a la puerta de

Osario (vid supra fig. 44).

También en el sector extramuros situado al sureste de Corduba

se configuraría otro centro de culto cristiano, bajo la actual igle-

sia parroquial de San Pedro, donde se viene localizando el em-

plazamiento de la basílica de los Tres Santos24 desde que en 1575

se exhumara una inscripción que hacía referencia al traslado de

reliquias de varios mártires, y en torno a la cual se ha documen-

tado un importante cementerio tardoantiguo y mozárabe.

21 La continuidad en la ocupación residen-cial del vicus oriental está plenamente de-mostrada en el s. III, tras el abandono y obliteración del circo. Esta circunstancia ya podía ser intuida a partir del hallaz-go de varios mosaicos con motivo de las obras de remodelación del mercado de la Plaza de la Corredera (GARCÍA Y BE-LLIDO, 1965), si bien numerosos inves-tigadores tendieron a interpretarlos más como pertenecientes a una villa suburba-na que a una domus. Con posterioridad, intervenciones en diversos solares de las calles San Pablo y Alfaros han vuelto a documentar muros y mosaicos romanos. Para el caso de San Pablo 7-11, los exca-vadores proponen una cronología del s. III d.C., posiblemente en base al mosai-co. En cuanto a Alfaros 18-24 se propone una cronología posterior al s. II para una domus de la que se excavaron muros de sillería revestidos de estuco decorado. La amortización de estas estructuras es si-tuada por el excavador en época bajoim-perial. Gran interés tiene la documenta-ción de una domus en una excavación realizada en la C/ Huerto de San Pablo, con un mosaico geométrico fechado por el excavador en el s. III.Con todo, los hallazgos más notables en este sector continúan siendo los mo-saicos de la Plaza de la Corredera, que figuran entre lo más destacado de la musivaria romana cordobesa. GARCÍA Y BELLIDO (1965:184) los interpretó como pertenecientes, al menos, a dos vivien-das: la primera domus se articularía en torno a un patio central, probablemente un peristilo, pavimentado con un mosai-co bícromo de tema marino; a su alrede-

dor se dispondrían diversas estancias, a las que corresponderían los mosaicos con la Cabeza de Medusa y con la Cabe-za de Oceanus. El mosaico decorado con la representación de Polifemo y Galatea (BLANCO, 1959) debía cubrir el suelo del triclinium. García y Bellido vincula tam-bién a esta domus fragmentos de otros tres mosaicos.A otra domus pertenecerían el mosaico de Eros y Psyche, y otro de gran tamaño (10.45 x 5.55 m.) decorado con motivos geométricos. Por ultimo, pudo pertene-cer a una tercera domus, o tal vez a la de Polifemo y Galatea, un mosaico geomé-trico decorado con círculos secantes. Los mosaicos de la Plaza de la Corredera son fechados por BLÁZQUEZ (1981) en el si-glo II (Mosaico con motivo marino y Mo-saico con cabeza de Medusa), siglo II o III (Mosaico de Polifemo y Galatea, Mosaico de la guirnalda), segunda mitad del s. II o inicios del s. III (Mosaico con máscara de Oceanus y Mosaico con decoración geométrica), final del s. II o inicios del III (Mosaico del Actor Trágico), primera mitad del s. III (Mosaico con círculos se-cantes) y final del siglo III o inicios del IV (Mosaico con Eros y Psyche).

22 A lo largo de este eje se dispondrán los tres grandes centros monumentales y neurálgicos de la ciudad: el complejo de culto imperial de la C/ Capitulares, el con-junto Forum Coloniae/Forum Novum, y el anfiteatro, erigido extramuros, frente a la Puerta de Gallegos.

23 Inicialmente interpretado como pala-cio del emperador Maximiano Hercúleo, quien habría ordenado su construcción con motivo de la preparación de su cam-

Page 53: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

100 101

Madinat Qurtuba, capital de al-Andalus

Durante el dilatado y, en parte, oscuro período que discurre en-

tre la construcción del complejo monumental de Cercadilla y

el año 711, cuando el grupo de soldados bereberes comandado

por Mughit se apodera de la ciudad, hemos asistido, además de

a las transformaciones en la topografía urbana ya reseñadas, a

la desintegración de la administración provincial romana y a su

sustitución por el gobierno de una oligarquía urbana primero,

encabezada por el obispo, y a la incorporación de Corduba en

el reino visigodo de Toledo después, tras la definitiva conquista

de la ciudad en el año 584 y la pérdida de la virtual autonomía

política de la que había gozado durante dos siglos.

Para el s. VII, apenas contamos con información más allá de las

noticias textuales de la residencia en ella, por breves períodos de

tiempo, de algún rey visigodo, como es el caso de Egica, que en

702 promulga en Corduba una ley contra los esclavos fugitivos, o

la vinculación con la misma de la familia de Rodrigo, el último y

desafortunado rey visigodo.

En todo caso, este s. VII, tan desconocido y controvertido a ni-

vel histórico y arqueológico, tiene una enorme importancia, pues

representa el fracaso de la aristocracia guerrera visigoda -a dife-

rencia de la franca en Gallia- por constituir un estado nacional

capaz de integrar a la mayoritaria masa de población hispanorro-

mana, sin que actos tan políticamente realistas como el abando-

no de la fe arriana y la conversión al catolicismo llevada a cabo

por Recaredo alcanzaran su objetivo, anulados por la ineficacia

de las normas sucesorias de la monarquía y el permanente riesgo

de rebelión y guerra civil tras la muerte del soberano.

Es precisamente una de estas coyunturas, la que llevó a Rodrigo

al trono frente a las aspiraciones de los hijos de Witiza, el anterior

rey, la que posiblemente facilitó la rápida conquista y ocupación

de la mayor parte de Hispania por parte de las tropas de Tariq

y su inmediata incorporación al imperio musulmán gobernado

por los califas omeyas de Damasco.

Los cinco siglos largos de historia de Qurtuba, y especialmente

los casi trescientos años durante los que fue capital de al-Andalus,

marcaron de un modo indeleble la fisonomía y la topografía ur-

bana de la ciudad sobre la base heredada del milenio previo de

historia de Corduba. Junto a la Madina, antigua ciudad romana y

posterior Villa tras la conquista cristiana de 1236, se conformará

ahora la Axerquía como parte indisoluble de la realidad urba-

na de la ciudad, primero como parte del cinturón de arrabales

orientales de la capital omeya y, tras la fitna, como una segunda

“madina” fortificada.

Tomando Como punto de partida la situación existente en el mo-

mento de la conquista de la ciudad por Mughit en 711, y circuns-

cribiéndonos al recinto amurallado heredado que acabó confi-

gurando la Madina de Qurtuba, nos encontraríamos a mitad de

un proceso de transformación cuyo punto inicial sería el trazado

viario de la ciudad romana augustea, y el final la situación refleja-

da por el primer “callejero” de que disponemos para la ciudad, el

llamado “Plano de los Franceses” (1811), por cuanto, como ha de-

mostrado ESCOBAR (1989), las transformaciones en la red viaria

de la Villa no fueron, salvo en aspectos muy puntuales, significa-

tivas en toda la etapa bajomedieval. Y puesto que tampoco entre

paña norteafricana en los años 297-298 (HIDALGO, 1996), han surgido hipóte-sis alternativas, como la sustentada por ARCE (1997), que lo identifica con la sun-tuosa residencia suburbana de un poten-tado hispano o, más probablemente, de un importante personaje de la Corte, o la de MARFIL (2000), que lo atribuye a la iniciativa de Osio, obispo de Corduba y consejero personal del emperador Cons-tantino, y máximo exponente del triunfo de la nueva aristocracia cristiana, quien habría ordenado su construcción entre los años 325 y 343, constituyendo la sede episcopal cordobesa hasta el año 550, en el que se trasladará a San Vicente, intra-muros de la ciudad.

24 Los Tres Santos, o Tres Coronas como también se les conoce, serían Fausto, Genaro y Marcial, que habrían recibido martirio en Corduba durante las perse-cuciones tetrárquicas (GARCÍA RODRÍ-GUEZ, 1966).

Page 54: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

102 103

los siglos XVI y XVIII se operan cambios

importantes en este sector de la ciudad

(PUCHOL, 1992; CUESTA, 1985; MARTÍN,

1990), cabe extrapolar, con un aceptable

nivel de verosimilitud, la situación general

reflejada por el Plano de los Franceses al

menos para las últimas fases de la etapa

islámica (fig. 48).

De este modo se establecería una primera

jerarquización del viario urbano que ven-

dría determinada por los ejes que unían

entre sí las diferentes puertas de la medi-

na (OCAÑA, 1935; ZANÓN, 1989). Estas

calles principales que parten de las puertas aún conservan cierto

recuerdo de la traza viaria romana, configurando ejes articulan-

tes del espacio urbano desde unos extremos a otros. La principal

de ellas según Ibn Hawqal, la Surat al-Ard, unía la Bab al-Yahud

con la Bab al-Qantara, pasando entre el alcázar y la mezquita

aljama, siguiendo en buena parte de su trazado el viejo cardo

máximo de Colonia Patricia. Estas calles, además de constituir

las principales arterias de la Madina sirvieron, tras la conquista

cristiana, para vertebrar las collaciones. Por otro lado, es signifi-

cativo el hecho de que tres de las mezquitas llegadas hasta nues-

tros días se localicen en estas calles, al igual que las posteriores

parroquias cristianas.

A partir de estos ejes viarios principales se dispondría un dédalo

de calles secundarias destinadas tanto a unirlos entre sí como a

delimitar las manzanas del caserío. De longitud y anchuras varia-

bles, muestran por lo general un trazado mucho menos rectilíneo

que las calles que unían las puertas, con frecuentes cambios de

dirección, estrechamientos y ensanches. De ellas parten a su vez

numerosos callejones que penetran en el corazón de las manza-

nas con la exclusiva finalidad de articular el acceso a las unida-

des domésticas. Son los conocidos adarves o barreras (TORRES

BALBÁS, 1947), abiertos a una calle, de la cual se podían aislar

por la noche mediante una puerta, y cuya anchura se reduce con

frecuencia a medida que penetran en el interior de la manzana.

El Plano de los Franceses muestra que en la Madina cordobesa,

los adarves fueron especialmente frecuentes en su parte meri-

dional, en el entorno de la Mezquita aljama, donde aún se con-

tabilizaban más de una treintena. Es en cambio significativa su

escasez en el sector más septentrional, precisamente en la zona

donde tras la conquista cristiana se registrará una escasa po-

blación y la presencia de huertos, corrales y otros espacios no

edificados hasta momentos avanzados (ESCOBAR, 1989). Esta

anómala situación podría indicar unas especiales características

en la ocupación de este sector, precisamente el más alejado del

núcleo político-administrativo, religioso, judicial y económico

asentado en la fachada meridional de la ciudad, y en cuyo origen

pudo estar el virtual despoblamiento observable desde la etapa

tardoantigua, lo que la haría poco atractiva para el asentamiento

de los primeros musulmanes llegados con Mugit, que obtendrían

inicialmente casa en otros sectores más poblados.

Poco después, los agitados avatares que marcaron las primeras

décadas de la implantación islámica en Córdoba llevarían a una

posible instalación en esta zona septentrional de grupos gentili-

cios cuya huella podemos rastrear en la toponimia urbana, todo

ello en la línea de un proceso similar al que es de sobra conocido

en las primeras ciudades musulmanas, ya fueran creaciones ex

novo o superposiciones sobre núcleos preexistentes.

(fig. 48)

Page 55: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

104 105

Ya para un momento ulterior, del s. IX, habría que destacar tam-

bién la ubicación en esta parte alta de la Madina de grandes re-

sidencias urbanas, alejadas del bullicioso entorno de la Bab al-

Qantara y de la Mezquita aljama, y pertenecientes a las elites

cordobesas (MURILLO et alii, 2005).

Por tanto, podríamos definir un proceso inicial de ocupación y

transformación del espacio urbano caracterizado por la apropia-

ción de casas preexistentes por parte de los conquistadores mu-

sulmanes de acuerdo con las condiciones de los correspondientes

pactos o por simple derecho de conquista, iniciándose una etapa

de readaptación que posiblemente no desembocaría en nuevas

edificaciones hasta al menos la segunda mitad del s. VIII. En

todo este proceso se advierten signos de una posible incidencia

del factor tribal en relación con la configuración de determina-

dos sectores de la ciudad, aún cuando todo parece apuntar a que

ésta fue efímera y muy limitada, sin que en ningún caso supusie-

ra una aparente segregación entre elementos árabes y bereberes,

tal vez por lo que parece escasa incidencia de este último grupo

en Qurtuba.

Tras la etapa de los gobernadores dependientes del califa, carac-

terizada por la ausencia de un programa urbanístico y de direc-

trices claras en la articulación de la ciudad y de su territorio, un

cambio sustancial en la configuración de la nueva ciudad mu-

sulmana vendrá marcado por el acceso al poder, en 756, de ‘Abd

al-Rahman I, quien dejará de un modo indeleble su impronta

sobre el futuro de Qurtuba mediante un programa que, como

han subrayado ACIÉN-VALLEJO (1998), se desarrollará sobre

una triple vertiente: creación de la infraestructura básica del Es-

tado, fundación de la mezquita aljama y articulación del espacio

periurbano (fig. 49).

Con el inicio de la construcción de la Mez-

quita aljama en el 786 y la reconstrucción,

un año antes, del Alcázar, el emir dará a

Qurtuba una imagen urbana que ya será

una característica de su ulterior evolución,

configurándose un conjunto “central” en el

que, de acuerdo con la explicitación ideo-

lógica vigente en esos momentos, políti-

ca y religión se encarnan en la figura del

emir. En paralelo, los incipientes aparatos

del Estado (formalizados en este momen-

to en la Casa de Correos y en la Ceca) y el

papel reservado a la Oración del Viernes

en la mezquita aljama servirán de contrapunto, como factores de

integración, a la patente segmentación urbana.

En la articulación de ese espacio periurbano, sobre el que se de-

sarrolló la labor islamizadora prioritaria de los emires omeyas,

jugaron un papel primordial, junto a almunias y cementerios, los

arrabales, áreas extramuros especialmente destinadas al uso re-

sidencial y doméstico. En estos últimos habitaría inicialmente

población mozárabe y con posterioridad la creciente masa de

musulmanes de la ciudad.

Ibn Baskuwal e Ibn al-Jatib, que nos han transmitido una lista

de veintiún arrabales de la capital de al-Andalus anteriores a la

desintegración del Califato, sitúan nueve arrabales en el sector

occidental, tres en el septentrional, siete en el oriental y dos en

el meridional (CASTEJÓN, 1929; LÉVI PROVENÇAL, 1957; CAS-

TELLÓ, 1976; ZANÓN, 1989).

El más antiguo será el cementerio y arrabal de Saqunda, localiza-

do al otro lado del río, en el interior de un meandro (fig. 50). El

(fig. 50)(fig. 49)

Page 56: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

106 107

cementerio y una musalla anexa fueron acondicionados por el

gobernador al-Samh en 720, en tanto que el arrabal, probable-

mente constituido con posterioridad al 747-748 y con anteriori-

dad al 756, habría experimentado un notable desarrollo tras la

reconstrucción del puente por Hisam I (788-796) y la edificación

de una almunia en sus proximidades, todo ello antes de que, en el

818, el denominado motín del arrabal desencadenara su destruc-

ción a manos de las tropas del emir al-Hakam I, con numerosas

muertes, deportación de sus habitantes y la célebre prohibición

de que en el futuro volviera a ser poblado (CASAL, 2008).

Si la destrucción de Saqunda truncó la formación de lo que pa-

recía configurarse como el principal arrabal de Qurtuba, otros

focos incipientes de suburbios tomaron el relevo convirtiéndose

durante todo el siglo IX en receptores del incremento demográ-

fico de la ciudad y en claros exponentes de su proceso de islami-

zación. Al Este de la Madina se conocen seis arrabales, situados a

lo largo del trazado de las antiguas vías romanas que penetraban

en la ciudad por la Bab Rumiyya y la Bab al-Hadid. El de Sabular,

uno de los más antiguos de este sector, se extendía desde la Bab

al-Hadid a lo largo de un antiguo camino en uso desde época

romana y flanqueado por una necrópolis romana, tardoantigua

y mozárabe.

Este cementerio ha sido documentado frente a la propia puerta,

en los alrededores de la posterior parroquia de San Pedro (MAR-

COS, et alii, 1977; MARFIL, 2000:135), donde se tiende a situar la

basílica de los Tres Santos, y en las proximidades de la mezquita

sobre la que tras la conquista cristiana se alzaría la parroquia de

San Nicolás de la Axerquía. Otra mezquita de este arrabal, la de

‘Amir Hisam, posiblemente identificable con aquella cuyo alminar

se conservó en la posterior iglesia de Santiago (a 700 m. de la

Bab al-Hadid), muestra la notable extensión del rabad Sabular ya

en la primera mitad del s. IX, articulado por una calle principal

(al-Zaqaq al-Kabir) que no era sino la formalización urbana del

ya citado camino romano. Este arrabal, ya documentado desde

momentos muy tempranos, se conformaría de un modo paralelo

al de Sequnda, beneficiándose de la destrucción y abandono de

aquél y de su proximidad y accesibilidad a la parte meridional

de la Madina.

El resto de arrabales que las fuentes sitúan en la zona oriental

posiblemente tuvieron un origen y desarrollo ligeramente más

tardío, paralelo al observable en el sector septentrional y occi-

dental (MURILLO et alii, 2005). Para el arrabal del Horno de Bo-

rrel (Furn Burril), carecemos de cualquier indicación que pueda

orientar sobre su ubicación. Tan sólo contamos con la noticia,

transmitida por ‘Isa Razi, de que al-Hakam II lo atravesó para

coger una estrecha calle, que ordenó ensanchar, situada al norte

del foso (GARCÍA GÓMEZ, 1965). Es probable que el foso a que

se hace referencia en este texto fuese el cauce de uno de los arro-

yos que atravesaban la Axerquía. El nombre cristiano (Burril) del

arrabal vuelve a ponernos en la pista del origen mozárabe de

estos barrios.

En cuanto al de al-Bury (La Torre), se han propuesto dos localiza-

ciones. La primera se debe a CASTEJÓN (1929), quien lo identifi-

ca con el vico turris mencionado en el Calendario de Recemundo,

y en el que se ubicaba el sepulcro de los Tres Santos. Por su parte,

LÉVI PROVENÇAL (1957) y TORRES BALBÁS (1957) lo sitúan a

lo largo del trazado de la antigua Via Augusta, muy probablemen-

te en las inmediaciones de la Bab ‘Abbas (conocida como Puerta

de Plasencia desde el s. XIV), al exterior de la cual se ubicaba el

cementerio de Ibn Abbas, también denominado Maqbara al-Bury.

Creemos que las dos localizaciones no son excluyentes, pues en

ambos casos sitúan este arrabal en relación con dos hitos extre-

Page 57: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

108 109

mos: a Poniente, la Iglesia de los Tres Santos, cuya ubicación don-

de la posterior Parroquia de San Pedro parece aceptable, y a Le-

vante el cementerio de Ibn Abbas o de al-Bury, localizable entre el

Cuartel de Lepanto y el Cerro de la Golondrina. En consecuencia,

el arrabal ocuparía la parte nororiental de la posterior collación

de San Pedro y la meridional de La Magdalena, al Sur de la Vía

Augusta y al Norte de la actual calle Alfonso XII.

Respecto a los arrabales de Munyat ‘Abd Allah y Munyat al-Mugi-

ra, su localización está ligada a la de las almunias junto a las que

se formaron. LÉVI PROVENÇAL (1957) se inclinó, siguiendo a

CASTEJÓN (1929), por ubicarlas respectivamente en las huertas

de los posteriores conventos de San Pablo y de San Agustín. La

primera identificación es plausible, ubicándose la Munyat ‘Abd

Allah frente a la Bab Ibn ‘Abd al-Yabbar, sobre el emplazamien-

to de un circo romano (fig. 51) que formaba parte del complejo

de culto imperial de Colonia Patricia (MURILLO et alii, 2001;

MURILLO et alii, 2003)25, en tanto que para la Munyat al-Mugira

está documentada la existencia de una masyid al-Mugira en el

emplazamiento de la Iglesia de San Lorenzo (OCAÑA, 1963), al

Sureste del antiguo Convento de San Agustín, por lo que es fac-

tible la ubicación del arrabal, de la almunia y de la mezquita en

este sector próximo a la Vía Augusta26.

Estas almunias, junto a otras pertenecientes a las élites cordobe-

sas se entremezclaban con las zonas urbanizadas de los arrabales

para configurar un típico paisaje que será característico tanto de

Qurtuba como de otras grandes ciudades islámicas (GARCÍA GÓ-

MEZ, 1965; TORRES BALBÁS, 1985). Paisaje que sobrepasaba

la al-Sarqiyya para extenderse al Norte (al-Yanib al-Yawfi) y al

Oeste (al-Yanib al-Garbi) de la Madina.

Para un primer momento en la configuración de estos arrabales

de aprecia una patente continuidad entre época tardoantigua y

emiral temprana. Así, tanto para el rabad al-Rusafa como para

los arbad de Cercadilla, Balat Muguit, Saqunda, al-Bury y Sabu-

lar, encontramos como origen, a lo largo del s. VIII, una gran

propiedad, ya sea munyat o balat, un antiguo vicus o un centro

de culto cristiano. En una segunda etapa, ya a lo largo de la pri-

mera mitad del s. IX, a estos primitivos focos que actuaron como

catalizadores para la aparición de arrabales, inicialmente de po-

blación mozárabe y después musulmana, debemos añadir la fun-

dación de mezquitas, cementerios, baños y centros asistenciales

por parte de personajes vinculados a la familia omeya reinante y

a la aristocracia árabe. Todos ellos tienen en común la invariable

localización en el amplio sector que se extiende a poniente de la

Madina (MURILLO et alii, 2005).

Esta intensa actividad edilicia y asistencial vinculada al círculo

más próximo al emir no es en absoluto casual, estando en re-

lación directa con la profunda reorganización del Estado, de

inspiración abbasí, afrontada por ‘Abd al-Rahman II (LÉVI PRO-

VENÇAL, 1950; MANZANO, 2006) y con el patente incremento

demográfico de la capital de al-Andalus como punto de atracción

de una población procedente de un hinterland más o menos

próximo. En este proceso tuvo un papel relevante tanto la des-

articulación de la aristocracia mozárabe como la creciente con-

versión al Islam por parte de amplios sectores mozárabes, lo que

a su vez generaría tanto la necesidad de desarrollar una nítida

política de islamización por parte del emir, como la consiguiente

reacción de las elites cristianas, plasmada en el movimiento de

los mártires cordobeses y en las revueltas que caracterizarán el

final de siglo (ACIÉN, 1994).

25 Las excavaciones realizadas por la Ge-rencia Municipal de Urbanismo en el Huerto de Orive (MURILLO et alii, 1995; RUIZ LARA et alii, 2003), en el Callejón del Galápago (MORENO et alii, 2003) y en la C/ Capitulares demuestran una es-casa ocupación en época omeya, no pro-cediéndose a la urbanización de la zona hasta la etapa almohade. La significativa ausencia de edificaciones domésticas en una zona tan próxima a una de las puer-tas de la Madina y adyacente a la antigua Via Augusta, unida a la presencia de ver-tederos y muladares emirales y califales abundan en la probable identificación de la manzana de San Pablo con la citada Munyat ‘Abd Allah.

26 Recientes excavaciones dirigidas por E. Ruiz en la C/ Abéjar, a escasos 250 m. al Suroeste de la Iglesia de San Loren-zo, han exhumado parte de un patio de enormes dimensiones que podría corres-ponder a dependencias de la almunia de al-Mugira.

(fig. 51)

Page 58: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

110 111

Por las fuentes arabigo-andalusíes conocíamos diversas actuacio-

nes emprendidas ya desde la época del primer ‘Abd al-Rahman

y continuadas por Hixen I y por al-Hakam I. Con la fundación,

sobre un emplazamiento preexistente, de al-Rusafa, “el emigra-

do” inaugurará en Qurtuba un procedimiento que desde este mo-

mento será característico de toda la etapa omeya: una almunia

situada a cierta distancia de la medina actuará como foco para la

formación, en sus proximidades y junto al camino de conexión

con la ciudad, de un arrabal y su correspondiente cementerio. El

modelo se repite con su nieto al-Hakam I cuando su concubina

‘Ayab funda una almunia en la orilla izquierda del río, aguas aba-

jo de Córdoba, con el fin de dotar con sus rentas a una leprosería

adyacente. Años después, el emir ‘Abd Allah fundará al-Naura,

junto a la orilla derecha del río y también a Poniente de Córdoba,

bien comunicada con ésta a través de varios caminos junto a los

que pronto surgirán arrabales. Todas estas actuaciones parecen

responder a un modelo premeditado mediante el que los emires

cordobeses, por sí mismos o con el auxilio de su círculo familiar

y gubernamental, comienzan a dotar a la periferia de Qurtuba de

una incipiente ordenación urbanística capaz de responder tanto

al crecimiento demográfico como a las necesidades de infraes-

tructuras comunitarias que hicieran posible las formas de vida

genuinamente musulmanas, garantizando al mismo tiempo la

explotación agrícola y ganadera del territorio próximo a la ciu-

dad con el fin de asegurar su propio abastecimiento (MURILLO

et alii, 2005).

En paralelo con este modelo, hasta cierto punto planificado desde

palacio, parece haber existido otro de carácter espontáneo locali-

zado en las proximidades de las principales puertas de la ciudad

y que originará los más antiguos arrabales (Saqunda, Sabular y

Balat Muguit), junto a los específicamente mozárabes configura-

dos en torno a las basílicas cristianas (Tres Santos, San Acisclo,

San Zoilo...). Por el momento resulta imposible determinar la

confesión religiosa de los habitantes de estos arrabales. Aunque

las fuentes nos hablan de musulmanes residentes desde momen-

tos más o menos tempranos del s. VIII fuera de las murallas, en

Sabular o en Saqunda, parece lógico considerar que la mayor

parte de los primeros musulmanes recibieran casa en la Madina,

en tanto que la población cristiana se vería obligada a instalarse

fuera del recinto amurallado, junto a los lugares de culto que se

les permitió conservar y con una clara vinculación hacia la explo-

tación agropecuaria de las tierras que circundaban la ciudad.

La gran mutación urbanística de Qurtuba corresponde al s. X, y

fundamentalmente al reinado de ‘Abd al-Rahman III, primer ca-

lifa de al-Andalus. En este momento, la mayor parte del entorno

inmediato de Córdoba quedará convertido en un espacio densa-

mente urbanizado que rompe de un modo total con el concepto

de ciudad que había imperado durante la Antigüedad. La Madi-

na, aun conservando sus funciones religiosas y políticas, y pese

al simbolismo que mantienen las murallas, acaba convirtiéndose

en una parte más de una aglomeración urbana en línea con las

grandes ciudades del Oriente islámico. La transformación es to-

tal a partir de los primeros decenios del s. X, pudiéndose hablar

ahora de un desarrollo urbanístico que, en parte planificado e

impulsado por el propio Estado andalusí, cambia la fisonomía

de Qurtuba, generando un extenso tejido, en parte urbano y en

parte suburbano, en el que alternan densas áreas domésticas con

equipamientos comunitarios (zocos y mezquitas), amplias necró-

polis, instalaciones estatales, etc. Y todo ello dentro de un terri-

torio estructurado por una red de caminos, en buena parte de

origen romano, que actúan como elementos integradores de los

diferentes arrabales y de estos en su conjunto con la Madina.

Page 59: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

112 113

La red viaria, parcialmente heredada de época romana, tuvo una

especial relevancia tanto para la articulación de los arrabales

como para su conexión con las tres medinas que durante el úl-

timo cuarto del s. X conformaron un espacio urbano de más de

diez kilómetros de longitud27. Estos caminos, transformados en

calles a medida que avanzaba la urbanización, constituyeron la

espina dorsal de la aglomeración urbana cordobesa, confluyendo

a las diversas puertas de Madinat Qurtuba y tejiendo una red

jerárquica con el viario que, partiendo de ellos, estructuraba los

diferentes barrios. Del mismo modo, en sus inmediaciones, cuan-

do no junto a ellos, se ubicaron los principales equipamientos

comunitarios necesarios para la vida de los arrabales: mezquitas,

mercados y cementerios. Junto a estos caminos de raigambre ro-

mana, detectamos otros trazados en época islámica y concebidos

con la específica función de conectar la Madina con los nuevos

centros surgidos en su periferia.

Es en la creación y mantenimiento de esta red de caminos donde

se manifiesta de un modo muy claro la intervención del califa y,

consecuentemente, del Estado andalusí en la “planificación” ur-

banística de la ciudad. Frente a esta intervención estatal sobre la

red viaria principal, el resto del entramado de calles y espacios de

circulación de los arrabales, aunque nominalmente bajo la titula-

ridad de la Comunidad de creyentes, quedó en la esfera de la ini-

ciativa particular. A este respecto, tal vez sea conveniente recor-

dar la extrema caracterización que TORRES BALBÁS (1985:249),

siguiendo a Sauvaget, hizo de las calles islámicas: “son las casas

las que al irse yuxtaponiendo determinan las calles, tanto de las

que sirven de acceso a las viviendas, como de las de tránsito (…).

La evolución de la ciudad en la sociedad islámica, era, pues, fruto

de la iniciativa privada, con el sólo límite de no causar perjuicio a

ningún otro vecino”. Como origen de esta situación se ha aducido

con frecuencia la inexistencia de órganos de gobierno munici-

pal y de normativa sobre edificación. Sin embargo, y frente a la

radical definición que en su día hiciera SAUVAGET (1949) de la

ciudad islámica como la suma de iniciativas privadas que, al ca-

recer de leyes, se transformaban en anarquía, recientes trabajos

como los de VAN STAEVEL (1995) plantean una línea interpre-

tativa diferente, para la cual la red arborescente y jerarquizada

de las calles islámicas, en lugar de manifestar la incompetencia

de las autoridades y la inestabilidad del parcelario, responde en

mayor medida a “unas representaciones espaciales precisas y a

preocupaciones sociales coherentes, que ordenan las calles y so-

bre todo su uso en un sistema lógico, propio de la civilización

árabe musulmana”.

La génesis de buena parte de estos ensanches califales debió ser

muy diferente a la ya vista para la etapa anterior. En primer lugar,

esta auténtica urbanización parece afectar a grandes propieda-

des, por lo que lejos de encontrarnos con múltiples actuaciones

individuales, más o menos dilatadas en el tiempo y en el espacio,

nos hallamos ante un proceso dirigido por lo que, en términos

actuales y asumiendo el riesgo del evidente anacronismo, cali-

ficaríamos como “promotores inmobiliarios” que proceden a la

parcelación, apertura de viario, dotación de infraestructuras co-

munitarias e incluso a la construcción de los inmuebles. Aunque

las fuentes literarias no hacen mención implícita a esta cuestión,

sí que podemos interpretar en este sentido algunas referencias.

De ellas la más significativa es la que nos transmite Ibn Hayyan

en relación con la oposición de Hisam II al intento de su hayib,

‘Abd al-Malik al Muzaffar, de construir un nuevo barrio sobre el

emplazamiento del destruido arrabal de Saqunda (LÉVI PRO-

VENÇAL, 1957).

Aun cuando pudieran esgrimirse razones de Estado en dicho pro-

yecto, lo cierto es que en él posiblemente sólo se escondían los

27 Nos referimos, junto a Madinat Qurtu-ba, a Madinat al Zahra, fundada en 936 por ‘Abd al-Rahman III como símbolo de la creación del califato omeya occidental, y a Madinat al-Zahira, fundación del ha-chib al-Mansur en 979, y nuevo símbolo a su vez de la usurpación del poder omeya por parte de los amiríes.

Page 60: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

114 115

intereses lucrativos de un puñado de altos dignatarios y gran-

des propietarios que, en el momento de máxima expansión de la

urbe, veían un excelente negocio en la urbanización y edificación

de unos terrenos magníficamente situados frente a la fachada

meridional de la Madina. Este intento, aunque fallido, resulta

ilustrativo de la participación de las elites cordobesas, incluyen-

do miembros de la propia familia real, en el floreciente negocio

inmobiliario de una capital en la que la demanda de viviendas

parece haber sido intensa durante la segunda mitad del s. X.

Consecuentemente, es posible que parcelaciones y edificación

de viviendas por parte de altos dignatarios se tradujeran en una

mayor regularidad urbana y en una cierta estandarización de las

viviendas, muchas de las cuales estarían destinadas no a la venta,

sino al alquiler (CANO, 1993).

Por otro lado, y en relación con el funcionamiento de estos arra-

bales, es necesario tener presente cómo varios investigadores

han destacado su carácter autónomo, con prácticamente todas

las funciones de la Madina, garantizadas por una serie de equipa-

mientos urbanos característicos de la ciudad islámica. La función

religiosa vendría desempeñada por las numerosas mezquitas a

que hacen referencia las fuentes escritas. Algunas de estas mez-

quitas, edificadas a iniciativa de destacados miembros de la Corte,

tuvieron un importante papel en el nacimiento y desarrollo de

determinados arrabales. En cuanto a las funciones comerciales,

contaban con los zocos, que surtían de productos de primera ne-

cesidad a los habitantes de los diferentes arrabales, en tanto que

mercancías más especializadas serían adquiridas en el Gran Zoco

situado al Oeste del Alcázar de Córdoba. Un último equipamiento

comunitario lo constituían los baños, que según diversos autores

árabes eran muy numerosos en la ciudad, si bien en las elevadas

cifras que se dan debían estar comprendidos tanto los públicos

como los privados. Por los conocidos en la Madina y en la Axer-

quía tras la conquista cristiana, podemos deducir que los baños

públicos se situaban en las calles próximas a las mezquitas.

En el año 929, ‘Abd al-Rahman III decide arrogarse el título de

califa y en 936 inicia la construcción de una nueva ciudad. La

ciudad de al-Zahra se localiza al W. de la actual Córdoba, a unos 5

Km. de las murallas de la Madina. Para su ubicación se buscó una

posición claramente escenográfica, en un punto en el que el re-

borde de Sierra Morena se adentra en la Vega a modo de espolón,

permitiendo una excelente visibilidad hacia el W., S. y E. Esta

circunstancia, que no se repite en las proximidades de Córdoba,

fue determinante en la elección del emplazamiento de la nue-

va ciudad, a semejanza de lo que aconteció con sus precedentes

palaciegos abasíes (como las ciudades de Yawsaq o Balkuwara),

que buscan igualmente un terreno alto y con amplia visibilidad.

De este modo, ya se establecía una primera relación jerárquica

entre la fundación califal, situada por encima de la isohipsa de

200 m. s.n.m., y la vieja ciudad de Córdoba, cuya cota máxima

no supera los 120 m. Esta gradación jerárquica se aprecia en la

propia ciudad palatina. Aprovechando la conexión del reborde

montañoso con el valle fluvial, y adaptándose a la topografía, la

ciudad se articula en tres grandes niveles (con más de 70 m. de

desnivel entre el punto más elevado y el más bajo), definidos por

terrazas superpuestas de las que las dos superiores corresponden

al ámbito funcional del Alcázar, en una posición preeminente en

relación con la terraza inferior, ocupada por el caserío urbano y

la mezquita aljama (VALLEJO, 1995).

Coherentemente con cuanto venimos diciendo, queda claro que

‘Abd al-Rahman III se propuso erigir una ciudad en el pleno senti-

do del término, y no una mera residencia personal o un conjunto

Page 61: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

116 117

palaciego. La explicación del por qué de la fundación de al-Zahra

debemos buscarla en el contexto histórico de inicios del s. X, tan-

to en al-Andalus como en el resto del mundo islámico. Para el

año 936, momento en el que ‘Abd al-Rahman III decide iniciar

la construcción de la nueva ciudad, al-Andalus se encuentra to-

talmente pacificado tras superar los gobernantes cordobeses la

difícil prueba a la que los habían sometido las revueltas muladíes

y la resistencia de los señores territoriales a la organización ad-

ministrativa, de inspiración abbasí, que había introducido ‘Abd

al-Rahman II. La reconstrucción económica está en marcha y

desde los débiles reinos cristianos del norte fluyen los tributos

hacia Córdoba. Paralelamente, el estado andalusí reemprende su

política de intervención en los asuntos magrebíes, espacio estra-

tégico en el que se aprovisionaba de cereal y de oro, y sobre el

que comienza a proyectarse el creciente poder fatimí.

Es en esta coyuntura en la que tiene pleno sentido la decisión

de ‘Abd al-Rahman III de adoptar, en el 929, el título califal, rom-

piendo de este modo con la subordinación, por meramente no-

minal y teórica que fuera, que hasta entonces habían tenido los

emires cordobeses respecto al califa de Bagdad. Esto no es sino

un episodio más en la desintegración y fragmentación de la an-

tigua unidad política del mundo islámico, y una respuesta a la

constitución del califato fatimí en Egipto. Y Madinat al-Zahra

no es sino “la plasmación arquitectónica”, el símbolo del triunfo

del nuevo Estado, gobernado ahora por el Califa, por el “Prínci-

pe de los Creyentes”. La construcción de una nueva ciudad en

las proximidades de las antiguas urbes, junto a la acuñación de

monedas de oro, son acciones que en la ideología del poder por

entonces imperante se asociaban de un modo inequívoco con la

dignidad califal, siendo por tanto una práctica habitual (MAN-

ZANO, 2006).

La vocación de nueva capitalidad con que se dota de inmediato a

Madinat al-Zahra se aprecia en el traslado de la residencia califal,

de la Corte y de toda la administración del Estado, así como de

instituciones fundamentales como la ceca o las atarazanas rea-

les. Por otro lado, una red de caminos, en parte relacionados con

Córdoba y en parte independientes de la misma, destinados a

conectarla con las principales ciudades de al-Andalus, son bue-

na prueba de la concepción de Madinat al-Zahra como ciudad

plenamente independiente de Córdoba, y ello aún cuando, en la

práctica, la conurbación de los arrabales occidentales de ésta con

los de aquélla, las convirtiera en una única realidad urbana (fig.

52), tal y como se encargan de señalar los escritores de la época

(MURILLO et alii, 2005).

Pese a las riquezas invertidas en su construcción, la vida de al-

Zahra no dejó de ser efímera. Aunque al-Hakam II, hijo y sucesor

de ‘Abd al-Rahman, mantuvo en ella la capitalidad de al-Andalus,

el sometimiento del tercer califa, Hisam II, a los designios de su

primer ministro, al-Mansur, provocó el traslado de la Capital a la

nueva ciudad de Madinat al-Zahira, localizada al Este de Córdo-

ba28 (fig. 53) y creada con la misma finalidad: legitimar y demos-

28 La construcción de Madinat al Zahira por parte de al-Mansur supuso una re-vitalización de los viejos arrabales de la al-Yiha al-Sarqiyya, que se extenderán, siguiendo la red viaria, hasta las mismas puertas de la residencia amirí. Aunque por el momento no contamos con evi-dencias arqueológicas directas de su ubicación, todos los indicios apuntan a su localización en el actual meandro de El Arenal, junto a los terrenos conocidos como Tejavana.

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 52 y 53)

Page 62: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

118 119

trar el nuevo poder imperante en al-Andalus, poder en este caso

diferente al del Califa confinado en Madinat al-Zahra. Ambas

ciudades, al-Zahra y al-Zahira, constituyen un claro ejemplo de

centros palatinos con un alto grado de artificialidad, lo que les

llevó, inevitablemente, a sucumbir en el momento en que la co-

yuntura que las había propiciado desapareció (en ambos casos la

desintegración del Califato durante la fitna o revolución acaecida

entre el 1010 y el 1013). Frente a ellas, la vieja Qurtuba, surgi-

da como resultado de un milenario proceso histórico basado en

unos invariantes que la empujaban a su conformación como nú-

cleo urbano, conseguiría sobrevivir, una vez más, para integrarse

en una nueva etapa de su Historia.

La fitna y la fortificación de la Sarqiyya

La historia urbana de Qurtuba tras la desintegración del Califato

es un preámbulo de su posterior desarrollo a lo largo de los si-

glos bajomedievales y modernos. La ciudad queda circunscrita

a la antigua Madina y a una parte de los arrabales de la al-Yiha

al-Sarqiyya, encerrados desde la primera mitad del s. XI por una

muralla que experimentará transformaciones y refecciones a lo

largo del s. XII, durante la ocupación almorávide y almohade.

A nivel de la cultura material, esta etapa está caracterizada por

el tremendo marasmo subyacente a la desintegración del Cali-

fato, plasmado en un progresivo deterioro de la imagen urbana

de la ciudad al que únicamente escapan las murallas en cuanto

elementos que, frente a la etapa omeya, cobran

ahora un valor estratégico de primer orden en

un contexto político y social de gran inestabili-

dad. Este panorama general sólo experimentará

una cierta inflexión al comienzo de la etapa al-

mohade, cuando el emir ‘Abd al-Mu’min convier-

te de nuevo a Qurtuba, por unos meses (1162),

en capital de al-Andalus e inicia un programa

edilicio en el que participó el arquitecto Ahmad

ben Baso (fig. 54). Pruebas de esta renovación

urbana la encontramos en la construcción de

un nuevo barrio residencial en las proximida-

des de la Bab Rumiyya y junto a la vieja Via Au-

gusta, en el sector probablemente ocupado por

la munyat ‘Abd Allah, así como en determina-

das residencias suburbanas documentadas en

las proximidades de la Bab al-Yahud, Bab Amir,

Bab al-Yawz, y en la zona de talleres alfareros de Las Ollerías.

Igualmente, la defensa del puente será garantizada con la cons-

trucción de dos nuevas fortalezas situadas en su cabecera (en el

emplazamiento de la posterior Calahorra) y en al ángulo surocci-

dental de la Madina, donde el viejo Alcázar omeya será objeto de

una importante ampliación, añadiéndosele varios recintos fortifi-

cados que configurarán una extensa Alcazaba (LEÓN-MURILLO,

2009).

(fig. 54)

Page 63: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

120 121

Transformaciones en el espacio intramuros en época tardoislámica. El barrio almohade de Orive

Las excavaciones realizadas en el antiguo

Huerto de San Pablo y en el Palacio de Ori-

ve han sido decisivas para la definición de

este efímero “renacimiento” experimen-

tado por la vieja metrópoli andalusí, do-

cumentando una secuencia ocupacional

tardoislámica excepcionalmente bien con-

servada (MURILLO et alii, 1995).

Ya hemos indicado cómo tras el abando-

no y uso como cantera del circo romano,

todo este sector quedó configurado como un área poco poblada

y ocupada fundamentalmente por vertederos, situación que se

mantendrá durante las etapas emiral y califal, lo que ha llevado a

plantear la hipótesis de que estos terrenos formaran parte de los

jardines y huertos de la munyat ‘Abd Allah.

Sólo tras la fitna, comienza a detectarse cierta ocupación, con la

construcción de varios muros, pero sin que se pueda hablar de

una urbanización de los terrenos de la almunia. Esta urbaniza-

ción sólo se lleva a cabo hacia el final del segundo tercio del s. XII,

posiblemente en relación con la efímera revitalización de la ciu-

dad como consecuencia de su transformación en capital almoha-

de de al-Andalus en 1162. A esta etapa corresponden un conjunto

de casas con la característica disposición

en torno a un patio que se articula como

aglutinador de la misma (fig.s 19 y 55), y

con un conjunto de decoración pictórica

que incluye temas geométricos (fig. 56)

y, en algunos casos, vegetales aplicados a

los zócalos de los muros (CÁNOVAS et alii,

2007).

Tras su construcción, el barrio experimen-

tará un desarrollo ininterrumpido hasta la

conquista de la ciudad por Fernando III

en 1236, indicando las características de

los niveles de abandono que éste se pro-

dujo de modo no violento y relativamente

ordenado, sin duda como consecuencia de

la conquista cristiana y, más concretamen-

te a raíz de la constitución del Convento

de San Pablo en 1241.

Los siglos XI y XII, en los que se suceden la

taifa cordobesa, la subordinación al reino

taifa de Sevilla, la dominación almorávide

y la almohade, constituyen una etapa de enorme conflictividad

política y de desintegración de lo que al-Andalus había significa-

do en cuanto formación social y cultural. Las diversas coyunturas

políticas no logran ocultar el elemento substancial del momento:

el retroceso del Islam peninsular frente al avance de los reinos

cristianos del Norte. Avance en el que acabará cayendo Córdoba

en el año 1236.

(fig. 56)

(fig. 55)

Page 64: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

122 123

La Axerquía tras la conquista cristiana. Despoblamiento y reurbanización

Tras la conquista cristiana se establecerán, a lo largo

de los siglos XIII y XIV, las claves de lo que será la

“imagen” de la ciudad hasta, prácticamente, los albores

del presente siglo, con una intensa implantación de

la componente religiosa (mediante parroquias y con-

ventos) en la trama urbana. Un último florecimiento

en las décadas centrales del s. XVI no supondrá sino

una ligera transformación en una ciudad que, salvo

limitadas operaciones urbanísticas (v. gr. la plaza de

la Corredera) y de construcción de elementos “singu-

lares” en los siglos XVII y XVIII, llegó a la desinte-

gración del Antiguo Régimen y la configuración de

la nueva “ciudad burguesa” con un “aspecto” esencial-

mente medieval (fig. 57).

Una vez conquistada Córdoba en 1236, los monarcas castellanos

se aprestaron a reparar y fortalecer las defensas de la ciudad, si-

tuada en primera línea del frente durante muchos años y base

estratégica para las hostilidades con el reino nazarí de Granada.

Con independencia de las períodicas refecciones de las murallas

de la Villa (antigua Medina islámica) y, especialmente, de la Axer-

quía, la principal mejora consistirá en la construcción de sucesi-

vos recintos y baluartes en el frente del río y en el ángulo suroc-

cidental de la ciudad, emplazamiento de la Alcazaba almohade, a

la que se le añadirá un nuevo recinto: el de la Huerta del Alcázar.

Aguas arriba del puente, la muralla meridional de la Villa y de la

Axerquía, se reforzará, en parte sobre el antiguo dique romano

y el posterior arrecife musulmán, con la conocida como Muralla

del Adarve del Río. En la cabecera del puente, la denominada

Calahorra sustituirá a la primitiva fortaleza almohade tras las re-

formas emprendidas en 1369 por orden de Enrique II. Por último,

una serie de grandes torres albarranas, por lo general refuerzo

de antiguas torres almohades dispuestas en puntos estratégicos

de la cerca, contribuyeron a dar a Córdoba la imagen de ciudad

fortaleza que aún conservaba en la Edad Moderna.

En el momento de la conquista de la ciudad por Fernando III,

Córdoba se dividía en dos zonas perfectamente individualizadas:

la Madinat al-Atica (Medina), coincidente con el recinto amura-

llado de la ciudad romana, y la Madinat al-Sharqiyya (Axerquía),

correspondiente con los arrabales orientales de la ciudad califal,

fortificados con una muralla de tapial y con una extensión que

superaba a la de la propia Madina.

Ambos sectores urbanos se encontraban separados por el lienzo

oriental de la muralla de la Medina, ante la que se extendía una

amplia explanada desprovista de edificaciones, lo que contribuía

a la imagen de despoblamiento generalizado de la Axerquía que

nos transmiten las fuentes cristianas que narran la conquista de

Córdoba (ESCOBAR, 1989).

En esta misma idea incide J. M. Escobar cuando señala que la

Axerquía era “el sector (...) menos urbanizado de la ciudad cor-

dobesa”, existiendo en su interior numerosas zonas dedicadas

a huertas: “El caserío no se distribuía regularmente por todo el

recinto intramuros, pues existían amplias zonas sin edificación

alguna (...) Contribuía a esa imagen la amplia explanada occiden-

(fig. 57)

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124 125

tal que, extendiéndose paralela al lienzo oriental de la muralla de

la Villa, afectaba de Norte a Sur a las collaciones de San Andrés,

San Pedro y San Nicolás de la Ajerquía, así como la parte septen-

trional de las dos collaciones más extensas -Santa Marina y San

Lorenzo-, barrios en los que las huertas no sólo se extendían por

las zonas próximas a la muralla, sino también por el interior de

los mismos” (ESCOBAR, 1989).

De la lentitud con la que se desarrolla el proceso de urbanización

en la mayor parte de la Axerquía daría buena prueba el hecho de

que en la segunda mitad del s. XIV, aún continuaba la venta de

huertas en el interior de la collación de San Lorenzo (ESCOBAR,

1989). Según este mismo investigador, cuyos trabajos son funda-

mentales para esta etapa, la primera zona en urbanizarse tras la

Reconquista será la “amplia explanada existente en la Axerquía,

delante del sector oriental de la muralla de la Villa”. Los principa-

les hitos dentro de este proceso pueden sintetizarse del siguiente

modo:

En 1241, Fernando III dona sendos solares a los monasterios de

San Pablo y San Pedro el Real (posterior San Francisco). Sin em-

bargo, esto no afectó al espacio de separación entre Villa y Axer-

quía, que siguió existiendo algunos años más.

La completa urbanización de este sector se inicia a finales del

s. XIII con una serie de edificaciones que se mantendrán hasta

principios del s. XIV. Así, en 1281, Alfonso X concede al Obispo

don Pascual la instalación de una carnicería en la zona entre la

Puerta de Hierro y la del Rincón. Hacia 1312, ya se documenta la

existencia de casas, tiendas y un mesón lindantes con el adarve,

en torno a la Puerta de Hierro.

En 1284, Sancho IV concede a Córdoba dos ferias francas, que se

instalarán en el espacio libre ante la muralla, dentro del tramo

perteneciente a la collación de San Nicolás de la Axerquía (Calle

de la Feria, actual San Fernando). Gracias a ellas, en el último

decenio del s. XIII se encontraba urbanizada parte de esta zona,

pues en 1293 existían una serie de casas y tiendas lindantes con

la muralla, que pierde su estructura. Esta urbanización conlleva-

ría también la de la zona inmediatamente aledaña al Este.

Sin embargo, la parte oriental del despoblado, donde sólo se

ubicaban los monasterios, tendrá una urbanización más lenta y

algo más tardía (ESCOBAR, 1989). Así, en el tramo comprendido

entre la Puerta de Hierro y la del Rincón, la existencia del deno-

minado “corral de las vacas” supuso un obstáculo, encontrándose

ocupado por huertas parte del espacio (zona de la Fuenseca) a

fines del s. XIII. Hasta inicios del s. XV no tendremos las prime-

ras noticias sobre edificaciones en torno a esta zona; en el resto

de la explanada comprendida entre la Puerta de Hierro y la de

la Pescadería, sólo se documentan algunas tiendas a finales del s.

XII en las proximidades de ambas puertas.

A comienzos del s. XIV se inicia la urbanización de esta zona, que

recibe el nombre de Barrionuevo. Así, en las proximidades del

monasterio de San Pablo, unas edificaciones motivan la protesta

de los frailes, que se querellan ante Fernando IV porque unos

vecinos habían poblado el lugar por donde pasaba la atarjea que

llevaba el agua desde la muralla al monasterio, no respetando las

condiciones impuestas por Fernando III cuando le concedió una

parte de dicha agua. Esta última zona se conoce por entonces

como Barrionuevo de Tundidores.

Page 66: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

126 127

La nueva organización eclesiástico-ciudadana: las collaciones

Tras la conquista castellana, Córdoba fue dividida en catorce co-

llaciones, siete para la Madina, a partir de ahora conocida como

Villa, y otras siete para la Axerquía, de acuerdo con un modelo

que combinaba la organización parroquial con la concejil similar

al existente en el resto de ciudades castellanas. En el caso de Cór-

doba, y como señala ESCOBAR (1989), esta división alcanzaría

valor jurídico con el fuero concedido por Fernando III en 1241,

perdurando durante toda la Baja Edad Media por lo que respecta

a la organización concejil, y mucho más allá, prácticamente hasta

la actualidad, por lo que respecta a la eclesiástica.

Dentro de esta nueva organización del espacio urbano, la man-

zana de San Pablo quedaba encuadrada en la Collación de San

Andrés, documentada ya desde mediados del s. XIII (fig. 58). El

principal eje viario estaba constituido por la C/ Mayor de San

Pablo y su continuación en el Realejo, que mantenían el trazado

de la Via Augusta y unían la Puerta de Hierro (o de Roma) con

la de Plasencia (en el extremo oriental de la Axerquía, ya en la

collación de San Lorenzo). Junto a ella se ubicaban, además de

la iglesia parroquial, el Monasterio de San Pablo, el Convento de

Santa Marta y el Hospital de la Sangre de Cristo.29 Junto a esta

calle principal Oeste-Este, que en su primer tramo concentraba

los principales establecimientos comerciales, la collación conta-

ba con otros dos importantes ejes viarios Norte-Sur: el conforma-

do por las calles Carnicerías (actual Alfaros) y de la Escribanía

(actual Capitulares), y el definido por las calles Ocaña, de los Lo-

dos30 y de las Cámaras Altas (actual Gutiérrez de los Ríos, que la

comunicaban con las vecinas collaciones de Santa Marina y de

San Pedro.

El papel de los conventos en la articulación del nuevo tejido urbano

La conquista de Córdoba y su incorporación a la monarquía cas-

tellana supuso una ruptura radical respecto a las estructuras de

propiedad existentes en la etapa islámica. Este sustancial cambio

tuvo su reflejo en el Repartimiento de bienes urbanos y rústicos,

en el que el propio rey se reservó una parte sustancial, repartien-

do el resto entre los nobles y plebeyos que habían participado

en la conquista. Una parte importante de los bienes obtenidos

por derecho de conquista sirvieron para dotar al obispado de la

ciudad y al cabildo catedralicio, así como al clero parroquial de

las catorce collaciones.

Junto a estos bienes del clero secular, las órdenes religiosas co-

menzaron de un modo casi inmediato a asentarse en la ciudad,

recibiendo bienes inmuebles, primero de la monarquía y luego

de particulares, hasta alcanzar una notabilísima impronta en la

topografía de la ciudad, como documenta el momento final refle-

jado por el “Mapa de los Franceses” tras la exclaustración decre-

tada por José I (fig. 59).

En el proceso de implantación del clero regular en Córdoba es

necesario distinguir varias fases. La primera correspondería a los

siglos XIII y XIV, estando caracterizada por la instalación de los

29 Otros edificios religiosos y asistenciales emplazados en otras calles de la collación eran los hospitales de Santa María de la Concepción, de Martín González de An-dújar, de los Tejedores y de San Andrés.

30 El nombre de esta calle, la actual Isaac Peral, es indicativo, de uno de los prin-cipales problemas que ha tenido la colla-ción hasta prácticamente el primer tercio del s. XX, derivado del hecho de que todo su cuadrante nororiental estuviera atra-vesado por las aguas de un arroyo que, desde la Fuenseca, bajaba por las actua-les calles de Juan Rufo, Enrique Redel y Arroyo de San Andrés, llegando a formar en algunos puntos verdaderos lodazales e incluso a inundar la Plaza de San An-drés (ESCOBAR, 1989).

(fig. 59)

(fig. 58)

Page 67: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

128 129

grandes monasterios de San Pablo y de San Pedro el Real (1241),

y de San Agustín (1277 y 1328), todos ellos en la Axerquía,31 abar-

cando una gran superficie y actuando como núcleos de urbaniza-

ción y poblamiento en sus respectivas collaciones.

En el siglo XV, las grandes fundaciones se realizarán fundamen-

talmente extramuros (NIETO, 2003), siendo de menores dimen-

siones las efectuadas en la ciudad, tanto las seis registradas en la

Axerquía (Santa Marta, 1464; Santa Inés, 1471; Santa Cruz, 1474;

Santa Isabel de los Ángeles, 1483; Santa María de Gracia, 1498;

Regina Coeli, 1499), como el único de la Villa (Nuestra Señora de

la Concepción, 1487).

El siglo XVI conocerá un gran desarrollo del fenómeno monásti-

co como consecuencia de la confluencia de varios factores, como

son el desarrollo demográfico y económico operado a lo largo

de la centuria, el patronazgo de importantes familias y, a partir

de las últimas décadas del siglo, el rearme ideológico que supu-

so la Contrarreforma (ARANDA, 2003), dentro de una dinámica

fundacional que se mantendrá pujante durante el s. XVII,32 para

desaparecer en el XVIII, centuria en la que no se registra ningu-

na nueva fundación conventual en la ciudad (ARANDA, 2003).

Estas nuevas fundaciones de la Edad Moderna diferirán de las

Bajomedievales por su menor extensión y por concentrarse es-

pecialmente en la Villa, sobre “casas principales” donadas por los

patronos fundadores.

Circunscribiéndonos al Convento de San Pablo, aunque el pro-

yecto de fundación posiblemente date de 1236, no será hasta

1241, cuando los frailes dominicos elijan este solar entre los

que les ofrece San Fernando, para su convento33. Según Santos

Gener (1950), los frailes debieron aprovechar para la primitiva

construcción las numerosas columnas, sillares y otros elemen-

tos constructivos que aquí aparecían con abundancia. Según este

mismo autor, en la fecha en que escribe aún se conservaban fus-

tes y capiteles (MÁRQUEZ, 1990) de columnas ante el pórtico de

la iglesia y en el huerto34.

El solar concedido por el rey abarcaba una amplia superficie si-

tuada al Sur del eje viario configurado por la antigua Vía Augusta

(Calle San Pablo) y delimitado al Oeste por la actual C/ Capitula-

res y al Sur por la C/ Pedro López, en tanto que al Este no llegaba

a alcanzar la C/ Gutiérrez de los Ríos (fig. 60).

Las primeras edificaciones documentadas fueron viviendas (pro-

bablemente algunas de las pertenecientes al barrio almohade ex-

cavado en el Huerto), erigiéndose con posterioridad, en su extre-

mo occidental, el monasterio propiamente dicho, y en el ángulo

noroeste la iglesia. Ésta, finalizada en el s. XV, fue en principio

de reducidas dimensiones, experimentando diversas ampliacio-

nes con posterioridad. La parte oriental de la manzana, estaba

ocupada por la huerta y por un corral, que se utilizaba como

cementerio (RAMÍREZ DE ARELLANO, 1985).

31 También en la Axerquía se fundan el de San Acisclo y Santa Victoria (1332), y en la Villa los de los Caballeros Trinitarios (1262), Santa Catalina (1267) y Santa Ma-ría de las Dueñas (1372).

32 En el s. XVI no se registra ninguna nue-va fundación en la Axerquía frente a cinco en la Villa (Jesús Crucificado, 1506; Espíritu Santo, 1521; Nuestra Sra. de las Nieves, 1532; Jesús María del Socorro, 1538; Santa Catalina, 1554; Nuestra Sra. de la Paz, 1590). En el s. XVII contamos con una fundación en la Axerquía (Trini-tarios-Padres de Gracia, 1607), y con seis en la Villa (Corpus Christi, 1609; Capuchi-nos, 1629; San Martín, 1635; Capuchinas, 1655; Císter, 1682; San Felipe Neri, 1696).

33 Con la fundación de los Conventos de San Pablo y de San Pedro el Real, Fernan-do III quizo conmemorar el día en que Córdoba fue conquistada, el 29 de Junio de 1236, festividad de San Pedro y de San Pablo.

34 Y también en el interior de la propia igle-sia conventual, a la izquierda de la entra-da principal, donde se conservan varios fustes de columna y un capitel de los pór-ticos de la plaza de la terraza superior del complejo de culto imperial.

(fig. 60)

Page 68: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

130 131

La iglesia de San Pablo (fig. 61) constituye uno de los mejores

ejemplos de la “arquitectura fernandina” cordobesa, con notables

valores arquitectónicos a los que se une su peculiar implanta-

ción actual en el interior de la manzana, con un acceso a través

de dos “compases” (fig.s 62 y 63). Las edificaciones del convento,

de diversas épocas y con un carácter heterogéneo, se anexionan

a la iglesia, articulando patios y zonas ajardinadas (JORDANO,

1996).

Sería el propio monasterio el que edifique en su solar desde fina-

les del s. XIV, vendiendo posteriormente las casas a medida que

necesitaba recursos para llevar adelante las obras de la iglesia o

de las distintas dependencias monásticas (fig. 64). Estos inmue-

bles previamente enajenados volvían con frecuencia al monas-

terio como consecuencia de donaciones para la construcción de

capillas o como dote de las mismas (ESCOBAR, 1989).

El especial favor que el Monasterio de San Pablo gozó entre la so-

ciedad cordobesa superó los siglos medievales, siendo favorecido

por numerosas mandas testamentarias durante los siglos XVI a

XVIII, viendo al mismo tiempo incrementado su patrimonio con

la construcción de capillas y altares.

En 1810, el Convento fue desamortizado y convertido en cuartel.

En 1848, se encontraba en estado ruinoso, lo que determinó su

derribo, conservándose sólo la iglesia, objeto de una “profunda”

restauración a principios del siglo XX. También en 1848, se pro-

cede a la enajenación de los terrenos del Huerto del Convento,

que son registrados a nombre de D. Luis Bertrán de Lis y Rives35.

35 Dada la enorme superficie que llegaron a ocupar estos monasterios, es compren-sible que la exclaustración primero y la desamortización después dieran lugar a un enorme mercado de suelo y de inmue-bles que permitieron a la ciudad afrontar, junto a la transformación de antiguas

“casas principales” en casas de vecinos, el importante incremento demográfico ex-perimentado a lo largo de toda la segun-da mitad del s. XIX y el primer tercio del s. XX sin necesidad de desarrollar ensan-ches extramuros.

(fig. 64)

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 61 y 62)

(fig. 63)

Page 69: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

132 133

Uno de los elementos conservados más notables del antiguo Con-

vento es la Sacristía (fig. 65), obra inacabada de Hernán Ruiz III.

La edificación fue financiada por Fray Martín de Córdoba, obis-

po de la ciudad entre 1578 y 1581. A la muerte del obispo, las

dificultades económicas de la comunidad dominica impidieron

la continuación de las obras, de modo que jamás llegó a cubrirse.

No obstante, los frailes la usaron como panadería del convento, y

tras la venta del Huerto, pasó a convertirse en propiedad particu-

lar. En Diciembre de 1919, el denominado Huerto de San Pablo

y del Almezo fue adquirido por D. Gregorio García Mateo, con lo

que el destino del Huerto quedó indisolublemente unido al del

Palacio de Orive o de Los Villalones.

El palacio de Orive o de los Villalones

Diversos datos sobre la familia Villalón son proporcionados por

M. D. Puchol, quien extracta la inédita Historia de Córdoba, de

Maraver y Alfaro36. La primera referencia documental al solar

sobre el que se generará el Palacio de Orive o de Los Villalones

se remonta al 23 de Marzo de 1508, fecha en la que un tal “Juan

García de Villalón, trapero, (...) vecino de San Andrés” otorga tes-

tamento. El 9 de Marzo de 1516, en una sentencia de los Inquisi-

dores de Córdoba, se hace referencia a unas “casas de Juan García,

trapero”, que eran “linderas” con las de Pedro Sillero (situadas en

la C. Carretas) y con las del monasterio de San Pablo. El 31 de

Mayo de 1529, está registrado el testamento de “Francisco García

Villalón, hijo de Juan García Villalón, vecino de San Andrés”. (...)

“Manda a su hijo Francisco de Villalón las casas principales de su

morada en la calle del pilar de San Pablo y dos casas-tienda en

forma de vínculo para sus hijos y descendientes”.

Estas casas de Juan de Villalón conformaron el núcleo de la pos-

terior “casa principal” de Los Villalones, como quedó de manifies-

to en las excavaciones realizadas en el patio principal de la actual

casa-palacio (Fase XII de la Campaña de excavación de 1996-

1998), donde en la Fase 6 del Sondeo 1 y en la Fase 4 del Sondeo

3, se documentaron una serie de estructuras (piletas) destinadas

a procesos textiles (fig. 66), además de posibles infraestructuras

para calentar agua (fig. 67). El material cerámico asociado se fe-

cha entre los siglos XIV y XV. Corresponden sin duda a la vivien-

da previa a la configuración de la actual casa palacio, quedando

clara la profesión de “trapero” que conocemos para Juan García

de Villalón, que otorga testamento en 1508.

La otra denominación por la que se conoce al Palacio, la de Orive,

se debe a la unión de ambas familias en la figura de D. Alonso

de Villalón y Orive, Caballero de Alcántara y dueño de la casa en

1718.

De estos datos se infiere la vinculación de la familia Villalón con

este sector de la ciudad, teniendo su casa en la entonces llamada

Calle del Pilar de San Pablo (ESCOBAR, 1989). Del mismo modo,

destaca la temprana presencia de varios Jurados pertenecientes

a la familia, así como los matrimonios con miembros de la no-

bleza ciudadana (Caballeros Veinticuatro), todo lo cual indica

que la misma pertenecía a la elite urbana del estamento llano,

gozando, consecuentemente, de una buena posición económica

que se hará patente, en la segunda mitad de la centuria, con la

construcción de la portada monumental (PUCHOL, 1992). Con

el Renacimiento se impone una nueva concepción de la “imagen”

urbana, tendente al embellecimiento de las plazas con edificios

36 M. D. Puchol Caballero, “Palacio de los Villalones” informe mecanografiado, s/f. Este Informe se encuentra incluido en el expediente de compra de la propiedad por parte del Ayuntamiento de Córdoba, en los años noventa del pasado siglo.

(fig. 66)

(fig. 67)

(fig. 65)

Page 70: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

134 135

monumentales y fuentes. El nuevo afán de

ostentación se manifestará fundamental-

mente en las fachadas, ricamente decora-

das y con grandes escudos.

La actual fachada del palacio de Orive (fig.

68) fue construida hacia 1560 por Her-

nán Ruiz II (1508-1569). El estilo de

este arquitecto, uno de los más importan-

tes del Renacimiento español, se inicia

en una formación plateresca que pronto

se decantará hacia unas formas puristas

para finalizar, por influencia de Vandelvi-

ra, en el manierismo, que caracteriza sus

obras de madurez. Su influencia sobre los

arquitectos andaluces de finales del XVI y

principios del XVII fue grande.

La existencia de una casa previa condicio-

nó en parte la reforma de Hernán Ruiz,

que se centra, fundamentalmente, en la fachada, construida con

sillares de piedra caliza miocénica y estructurada en tres cuerpos.

La puerta aparece flanqueada por columnas acanaladas remata-

das por capiteles corintios, disponiéndose en el dintel un clípeo

con la representación del busto de una mujer que sostiene una

cinta con la inscripción: Bona Fides est Magna Virtus.

El segundo cuerpo está articulado por una cornisa que apoya so-

bre siete ménsulas y un friso decorado con florones, escudos y

rosetas, y sobre la que se disponen acroteras alineadas con las

columnas del primer piso. En este nivel se abre una ventada en-

marcada por columnas con capiteles corintios y rematada por un

frontón triangular con acroteras. Junto a la columna izquierda se

aprecia una cartela con la fecha de construcción (1560).

El tercer cuerpo se dispone a modo de loggia, construido en

ladrillo y formado por tres arcos ligeramente peraltados que apo-

yan en columnas. El antepecho presenta una decoración geomé-

trica a base de espirales.

El sometimiento del arquitecto a la disposición previa de la casa

se advierte en el hecho de que la portada no esté centrada res-

pecto a la totalidad de la fachada. Puchol ve en esta disposición

una pervivencia de la casa mudéjar, igualmente apreciable en el

zaguán de ingreso, con las puertas no situadas en eje, y dispuesto

en un ángulo del patio y no en su centro. Este patio, el principal

de la casa, presenta una fuente en el centro. Por lo que respecta

a las crujías, presentan arcos de medio punto, peraltados en el

primer cuerpo y rebajados en el segundo, fabricados en ladrillo y

enmarcados por un alfiz.

Consecuentemente, la casa de Los Villalones, o de Orive, consti-

tuía un claro ejemplo de “casa principal” tal y como era definida

en las Ordenanzas de Sevilla recopiladas en 1527. Durante el s.

XIX, el Palacio de Orive estuvo ocupado por diversas dependencias

públicas: Administración de Correos y Escuela de Artes y Oficios.

En 1919, la casa fue adquirida por D. Gregorio García Mateo, quien

procedió a su restauración y ampliación. Para la restauración de la

fachada contó con un cantero enviado por Aníbal González, reci-

biendo la felicitación de la Comisión Provincial de Monumentos.

(fig. 68)

Page 71: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

EL PALACIO DE ORIVE DE CÓRDOBAMaudilio Moreno Almenara

III

Page 72: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

139

Introducción

Las profundas transformaciones que el continuo uso ocasiona en

los edificios históricos pueden alterar notablemente su estructu-

ra y fisonomía convirtiéndolos en subproductos de la idea origi-

naria gestada con motivo de su construcción. No es el caso del pa-

lacio de Orive. Los sucesivos inquilinos de este espacio dejaron

huella en algunas de las estructuras primordiales, aunque no en

su impronta general, que aún hoy guarda una notable proximi-

dad al concepto arquitectónico pergeñado en la Modernidad.

En muchos aspectos, el palacio de Orive es un verdadero para-

digma de un palacio renacentista, de un espacio diseñado en dos

direcciones: hacia dentro y hacia fuera. Abandonado el hermetis-

mo de los viejos palacios mudéjares1 que proliferaron en la ca-

pital cordobesa como herencia indudable de las intimistas casas

árabes, los palacios renacentistas se construyeron hacia espacios

abiertos. Este nuevo concepto, que jugó a transformar la ciudad,

buscó la creación de la fachada como pieza arquitectónica desta-

cada, abierta habitualmente a una plaza de la que a menudo se

convirtió en protagonista.2 Esta aportación a la ciudad supuso en

muchos casos un análisis profundo de su inserción en el tejido

urbano, que de esta forma adquirió otro nivel de comprensión,

ordenación y transformación.

En la mayoría de las ocasiones las fachadas de los palacios se

conformaron en auténticos escenarios instalados en puntos es-

tratégicos, donde contaban con un eje visual claro, adquiriendo

así una preponderancia acorde con las novedosas ideas que con-

tagiaban a la nobleza y a la incipiente burguesía surgida a finales

del Medioevo (fig. 1).

1 En Córdoba los palacios mudéjares no contaron, por lo general con fachadas ostentosas, sus aspectos arquitectónicos más sobresalientes se centraron en los patios y en los salones adyacentes como ocurre en la “casa de las Campanas” del barrio de Santiago o la Casa Mudéjar de la calle Samuel de los Santos (JORDANO, 2002, 194-225).

2 No sólo es el caso de la Plaza de Orive, sino también del palacio de los Páez de Castillejo, del de Viana o de la casa de los Pérez de Oliva.

(fig. 1)

Page 73: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

140 141

La fachada de las casas señoriales se con-

virtió de este modo en un símbolo, en

una característica primordial que rela-

cionaba en los ojos del viandante el edi-

ficio con la familia que lo hizo construir

(NIETO, MORALES y CHECA, 2001, 35).

Esta relación se intensificó con el lengua-

je heráldico, a través del cual se identi-

ficaba claramente un linaje nobiliario (fig. 2). No obstante, du-

rante el siglo XVI coexistieron dos poderes importantes: la vieja

nobleza medieval y una pujante burguesía que, al amparo de un

comercio boyante, acrecentó su poder económico y por ende su

primacía social.

El nuevo papel social asumido por las clases adineradas condu-

jo inexorablemente a que mantuviesen en muchos casos ciertos

paralelismos con un estamento nobiliario bien asentado en la

sociedad moderna. Evidentemente, este novedoso status, alcan-

zado en el contexto de un nuevo orden económico, más dinámi-

co, pudo lograr una clara influencia sobre el poder establecido,3

aproximándose incluso a la monarquía4 a través de la cultura por

un lado y de préstamos bancarios por otro. Es en la globalidad

de este contexto histórico social en el que hemos de entender el

denominado palacio de Orive o de los Villalones.5

La ausencia de un lenguaje heráldico claro en la fachada del pa-

lacio que analizamos nos lleva a pensar que los Villalones no

disponían en el siglo XVI de escudo propio, ya que de otro modo

habría sido materializado en piedra en su casa principal cordo-

besa. Esta peculiaridad coincide con el hecho de que el solar ya

perteneciese a la familia en el siglo XV, cuando instalaron en él

unas tenerías (fig. 3), oficio relacionado con los conversos. Estos

hechos parecen apuntar hacia un origen “innoble” de la familia,

cuestión que después será ampliada. Por tanto, el edificio adquie-

re, más aún, ese carácter de paradigma renacentista al ser cons-

truido por un linaje, que contando con recursos económicos por

sus negocios textiles, decidió en el siglo XVI emular a la propia

nobleza construyendo un palacio que por sus proporciones era

propio de nobles. Creemos, además, que en el aparente salto al

estamento nobiliario jugó un importante papel la formación hu-

manística de los propios Villalones o su conexión con estos am-

bientes, ya que la fachada denota en su configuración plástica el

conocimiento de principios básicos del Humanismo, algo que di-

fícilmente podría atribuirse en exclusivo a su arquitecto sin que

concurriese, además, algún tipo de participación del comitente.

El engaste del palacio en la trama urbana

Envuelto en un halo de cierto misterio, que incluso le ha pro-

porcionado una leyenda,6 como decíamos, esta casa señorial no

cuenta con un lenguaje heráldico claro, al contrario de otros se-

ñeros ejemplos de la capital cordobesa como las de los Páez de

Castillejo, Viana o el próximo de los Luna (fig. 4). Este singular

hecho ha podido complicar la investigación sobre el origen de la

familia que promovió su construcción, de tal modo que la espe-

cial configuración de la fachada se ha venido interpretando tra-

dicionalmente como consecuencia del aprovechamiento de una

casa mudéjar anterior (DE LA BANDA, 1974). Sin embargo, no

creemos que sea ésta la causa del aparente desplazamiento de la

fachada.

3 Iglesia, administración, universidad, etc. 4 La monarquía también supo rodearse de

los intelectuales de su tiempo. En este sentido, buena parte de los más desta-cados pensadores fueron humanistas de origen burgués y no de noble cuna.

5 El palacio originalmente perteneció a los Villalones, a partir del siglo XVIII esta familia emparentó con el apellido Orive, por lo que también es conocido actual-mente con este nombre.

6 La leyenda es conocida como de la Encan-tada, de Doña Blanca o del Corregidor de la Casaca Blanca y es recogida por Ramí-rez de Arellano (1995, 609).

(fig. 2)

(fig. 3)

(fig. 4)

Page 74: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

142 143

A nuestro juicio, las transformaciones del entorno, junto con la

ubicación del edificio, han complicado la correcta interpretación

de este singular palacio, en el que se insertó de manera admira-

ble. Sólo un arquitecto de la categoría de Hernán Ruiz II podía

solventar lo que podía ser un problema espacial importante.

Construido en una plaza de segundo orden que estuvo ubicada

junto a un importante espacio de tránsito, un eje viario heredero

de la antigua Vía Augusta romana, como es la calle de San Pablo,

el palacio no ocupa un escenario de primer nivel. Relativamente

escondido y condicionada su ubicación por las casas tinte del

siglo XV, la Plaza de Orive no ha sido nunca un espacio señero, lo

que de algún modo persiste en la falta de ornamentación actual.

Aunque este lugar fuese elegido para otro edificio, las antiguas

tenerías7 que en el siglo XV tenían los Villalones, se convirtió, sin

embargo, en el lugar destinado a albergar el gran palacio del siglo

XVI por deseo expreso del comitente. No obstante, las transfor-

maciones de su entorno han enmascarado de tal forma su com-

posición original que era lógico el planteamiento sobre que su in-

serción dentro del tejido urbano no podía ser sino consecuencia

del reaprovechamiento de un viejo caserón mudéjar.

Desde que en 1974 D. Antonio de la Banda planteó esta hipótesis

tras adscribir la traza de su fachada al insigne arquitecto cordo-

bés Hernán Ruiz II, los sucesivos investigadores han retomado

la misma idea, siempre desde el legado urbanístico actual y siem-

pre también con las limitaciones propias de su análisis exclusiva-

mente externo, meramente superficial. El desplazamiento de la

fachada torre hacia un lateral de la plaza (fig. 5), hasta el momen-

to, sólo se basaba en la hipótesis de que la obra renacentista, tan

solo revistiese de apariencia nueva la vieja fábrica del presunto

palacete mudéjar (AMPLIATO, 1996, 217).

El carácter externo y a veces un tanto su-

perficial de los estudios realizados sobre el

edificio, englobados siempre en la obra de

Hernán Ruiz y el desplazamiento incom-

prensible de la fachada respecto a la plaza

han sido, por tanto, un gran inconvenien-

te a la hora de explicar las singularidades

del palacio. Hemos intentado, sin embargo,

dar una solución convincente al problema

a través de la investigación realizada con

motivo de la rehabilitación del edificio, de-

biéndose descartarse hoy en día la idea de

readaptación de un caserón preexistente,

de tal modo, que fuese ésta la causa de las

“incoherencias” arquitectónicas visibles en

la plaza de Orive. Creemos, por tanto, que las causas de tal singu-

laridad hay que buscarlas en una dirección ajena al propio edifi-

cio para su correcta interpretación.

Además de la noticia de las casas tinte y su descubrimiento ar-

queológico, lo que imposibilita la existencia de un caserón mudé-

jar previo al palacio,8 no hemos localizado ni tan siquiera un úni-

co elemento mudéjar reaprovechado dentro del edificio: ningún

capitel árabe o romano,9 ningún resto de pilares ochavados o de

algún muro preexiste recrecido o reaprovechado. En definitiva,

nada nos impide pensar que todo el palacio, en esencia, fuese

concebido y construido de nueva planta en el siglo XVI. Desde

luego que en el patio, como analizaremos más adelante, hay ma-

teriales pétreos heterogéneos, (fig. 6) pero ninguna pieza similar

al resto de palacios mudéjares existentes en la ciudad.

El análisis arqueológico tanto de la planta, como del alzado del

edificio deja claro que no hubo ningún condicionamiento pre-

7 Las tenerías o casas tinte, término em-pleado en la época bajomedieval, eran establecimientos dedicados al tintado de los paños, de esta forma se conseguía cambiar el color azulado de la lana una vez tratada, para obtener el tono de co-lor deseado (CÓRDOBA DE LA LLAVE, 1990, 77-79).

8 La planta y el uso de estos espacios in-dustriales, en nada se parecen a las casas mudéjares, que lógicamente tienen una función totalmente distinta y una confi-guración espacial también diferente.

9 En la magnífica panoplia de patios mu-déjares cordobeses se comprueba la in-sistente presencia de capiteles romanos y árabes reutilizados en las arcadas, algo que no se da en el palacio de Orive.

(fig. 5)(fig. 6)

Page 75: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

144 145

existente para la configuración del palacio, que no fuese la lógica

adaptación a una propiedad previa y al tejido urbano heredado.

Es posible incluso, a tenor de estas evidencias, que todo el volu-

men arquitectónico fuera ideado por el propio Hernán Ruiz II,

independientemente del hecho de que su plasmación material

fuera asimismo herencia de dicho arquitecto. No debemos olvi-

dar en este sentido que el afamado constructor del remate de la

Giralda, murió sólo nueve años después de que se labrara en la

fachada del palacio de Orive la fecha de 1560. (fig. 7) En cual-

quier caso, la configuración del propio patio, no a nivel de diseño,

sino de ejecución,10 dista mucho de las formas del maestro, lo que

en ningún caso debe ser óbice para cuestionar su traza. En este

sentido y con las premisas de las que partimos, obtenidas tras

un análisis arqueológico intenso, (fig. 8) hemos de buscar expli-

caciones a la singularidad que supone el desplazamiento de la

fachada con respecto al entramado urbanístico actual, problema

en el que, como decíamos, se basaba primordialmente la teoría

del reaprovechamiento de un caserón mudéjar. Es así como la

lectura histórica del entorno se nos hace realmente necesaria, ya

que de otra forma transportaríamos artificialmente una realidad

histórica, a una apariencia actual que sería condicionante claro

para la justificación del problema.

No cabe duda, que la alteración de los ejes viarios anteriores a la

disposición del palacio ha de tenerse en consideración a la hora

de hacer un correcto análisis de su plasmación en la trama urba-

na. Sabemos que la vieja y vecina iglesia de S. Andrés cambió su

orientación allá por el siglo XVIII (JORDANO, 1996, 101). Esta

circunstancia no fue una singularidad, otras parroquias con si-

milar orientación y ejes viarios principales próximos, como la de

Santiago, vieron transgredidas como resultado del paso del tiem-

po, si no sus orientaciones originales, sí sus accesos principales,11

anulando otros urbanísticamente caducos o poco prácticos tras

el transcurso de los años.

Así, la puerta gótica existente en los pies de la primitiva igle-

sia de Santiago está fosilizando un eje actualmente eliminado

como consecuencia de reformas ejecutadas en el siglo XVI (IBID.,

1996, 98). Lo mismo ocurrió con la iglesia de San Andrés, de tal

modo que hoy en día es incomprensible la ubicación de la anti-

gua puerta principal respecto del callejón de los Villalones. Este

callejón, angosto en la actualidad, (fig. 9) debió ser en su día más

ancho, propuesta que tan solo cuenta con el problema de la dis-

posición de la parte posterior de la Casa de los Luna. Sin em-

bargo, sabemos que esta casa, originaria del siglo XVI, fue muy

transformada a mediados del siglo XX por el arquitecto Carlos

Sáenz de Santa María (DAROCA, YLLESCAS y DE LA FUENTE,

2003, 175) partiendo de un edificio complejo, probablemente am-

pliado y reformado a lo largo de sus cuatro siglos de existencia.

Es muy posible, por tanto, que la angostura actual del callejón de

los Villalones sea fruto del cambio de orientación de la iglesia de

San Andrés en el siglo XVIII, con lo que tomaría sentido la dispo-

sición de la fachada-torre del palacio de Orive hacia Oriente.

10 Como veremos, el patio principal ha per-dido buena parte de su impronta original en la actualidad. No obstante, pensamos que el concepto primigenio se encuentra en la esquina Nordeste, donde se dispo-nen dos elegantísimas columnas marmó-reas genovesas. El resto da la impresión de ser una pura experimentación hasta llegar a concluirse con un tipo de colum-na en arenisca local que provocó, por su fragilidad, muchos problemas de estabi-lidad a la estructura.

11 En muchas ocasiones la puerta principal está situada a los pies del tiempo, pero la disposición de una plaza u otras circuns-tancias pudieron propiciar en algunos casos la mayor preponderancia o incluso la reforma de una puerta lateral (la Mag-dalena o San Nicolás son ejemplos ilus-trativos). Muy distinto es el caso de los conventos, especialmente de los femeni-nos, en los que de forma mayoritaria se comprueba que la entrada principal es lateral (Capuchinas, Santa Isabel, Santa Cruz, Regina, Santa Marta...).

(fig. 7)

(fig. 8)

(fig. 9)

Page 76: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

146 147

Un aspecto que parece redundar en

esta coincidencia entre anulación de la

antigua puerta de San Andrés, apertu-

ra de la nueva fachada hacia su plaza

y estrechamiento de la calle Villalones

por invasión del palacio de los Luna

puede apreciarse en el lateral de la calle

Fernán Pérez de Oliva. En este cuerpo

constructivo del palacio de los Luna

se observan unas ventanas recercadas, rematadas en la parte

superior por orejetas y en la inferior por dos salientes a modo

de colgaduras verticales (fig. 10). Este tipo de ventanas está pre-

sente en la actual fachada de San Andrés (fig. 11), finalizada en

1733 (JORDANO, 1996, 101), también muy similares las hay en el

palacio del Vizconde de Miranda, obra del año 1766 (DAROCA,

YLLESCAS y DE LA FUENTE, 2003, 164), en el hospital de San

Jacinto, cuya iglesia y enfermería fue construida entre 1728 y

1730 (IBID., 2003, 198) o en la iglesia de las Capuchinas, edificada

en 1725 (IBID., 2003, 201) entre otros ejemplos. Parece, por tanto,

que esta peculiar morfología del recercado de las ventanas puede

constituirse en un cronotipo claro que apunta a un elemento de-

corativo propio del barroco dieciochesco. El empleo de estos cro-

notipos como medio de datación en el ámbito de la Arqueología

de la Arquitectura es una práctica habitual, siendo las tipologías

de las aperturas12 las que mejor definición muestran por su carga

simbólica y decorativa (QUIRÓS, 1995, 180-181).

Aclaradas las reformas acaecidas en el siglo XVIII en el entorno

de San Andrés, consideramos que adquiere especial interés la

hipótesis de que Hernán Ruiz II, en pleno siglo XVI, hubiese en-

sanchado la fachada hacia un espacio más diáfano que en la ac-

tualidad, permitiendo una vinculación visual y espiritual con la

propia iglesia, en la que los difuntos Villalones tenían descanso

eterno en una de las

capillas laterales

previas a la gran re-

forma dieciochesca

(JORDANO, 1996,

102).

Si ello ocurre hacia

el Este, sólo queda

por dar una convin-

cente respuesta al

“desplazamiento” de la fachada del palacio respecto de la plaza

que lo preside.13 En este sentido, la cuestión resulta a nuestro jui-

cio aún más clara, sólo hemos de analizar la panoplia de planos

de la Córdoba de los siglos XIX (fig. 12) y principios del siglo XX,

sin los cambios urbanísticos acaecidos con motivo del desarro-

llismo generado en la segunda mitad de la última centuria. Así,

si observamos detenidamente el plano de 1851 (fig. 13) (GARCÍA

y MARTÍN, 1994, 82-83), la plaza de Orive estaba más cerrada

hacia el Norte, lo que indica que desde la calle de San Pablo, por

aquellas fechas, lo primero que veríamos desde un estrecho eje

visual sería la fachada del palacio, completamente centrada con

respecto a su disposición originaria, hoy alterada. Como conse-

cuencia, escondida la plaza, sólo contemplaríamos de ella, en un

punto focal rectilíneo, la fachada del palacio desde el principal

espacio de tránsito: la calle de San Pablo. El resultado de esta ob-

servación es que no fue Hernán Ruiz quien desplazó la fachada

del palacio condicionado por un caserón previo, muy al contrario

buscó el mejor eje visual desde la vía principal de tránsito evitan-

do así que la fachada quedase escondida. Lo que ha llevado a esta

conclusión errónea es el hecho de que a nosotros nos resta un

urbanismo alterado, lo que nos impide comprender la intención

del arquitecto. De esta forma, y tras este proceso de análisis, el

12 Este tipo de cronotipología, para su vali-dación dentro del ámbito de esta discipli-na, requiere de un estudio local (QUIRÓS, 1995, 180), que es precisamente lo que hemos hecho en esta primera aproxima-ción, planteando tan sólo paralelos del casco histórico cordobés. 13 Nos referimos a la actual Plaza de Orive.

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 10 y 11)

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 12 y 13)

Page 77: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

148 149

presunto desplazamiento focal de la fachada no se habría produ-

cido por un condicionamiento previo asumido por Hernán Ruiz

II, sino por la modificación del urbanismo actual, del que here-

damos unas formas con las que no contaba el propio arquitecto

para la ejecución de su proyecto. Obviamente, para conocer este

palacio en su justa medida y la intención de su artífice a la hora

de legárnoslo, hemos de aproximarnos no la urbanística modifi-

cada entre los siglos XVIII y XX, sino a la que él se ajustó, es decir,

a la del siglo XVI.

Tras esta argumentación, necesaria para comenzar el análisis de

un edificio complejo en sí mismo, pero que no debe contar con

cargas que no le corresponden, hemos de pensar, que el edificio

se hizo de nueva planta.14 Este hecho no es óbice para que con

el tiempo se convirtiese en un palimpsesto como consecuencia

de un uso prolongado, que tuvo como resultado la adecuación a

las nuevas necesidades de sus inquilinos, la compartimentación

de espacios amplios, la construcción de múltiples infraestructu-

ras que minaron sus débiles cimentaciones,15 que en definitiva

pusieron al palacio al borde del colapso en diferentes momentos.

Felizmente recuperado del olvido y salvado de su pérdida irrepa-

rable, el edificio ha sido adaptado para Concejalía de Cultura del

Excmo. Ayuntamiento de Córdoba.

Las conclusiones que presentamos son, por tanto, fruto de la in-

vestigación desarrollada con motivo de esta obra. Sin embargo,

nuestro análisis, no pretende ser definitivo, ya que no hemos en-

contrado referencias directas a las obras de construcción o de

reforma, contratos o escrituras de compraventa de los diferentes

inmuebles que lo componen y de muchos otros aspectos que ha-

brían hecho este estudio más completo. En definitiva, un cúmulo

tal de interrogantes, que nuestro trabajo no pretende sino aproxi-

marnos a este bello palacio cordobés, con un método científico16

que por el momento sólo nos acerca y no

nos permite descubrir todos los entresijos

que dieron como fruto la consecución de

este magnífico reducto de arte.17

Los Villalones como comitentes del palacio

Han sido muchos los inquilinos del palacio desde el siglo XVI

hasta la actualidad. A día de hoy la información es muy completa,

especialmente la referida al linaje de los Villalones, comitentes

de la obra de Hernán Ruiz y propietarios hasta el siglo XVII de

dicho inmueble. El día 1 de Octubre del año 1649 Dª Beatriz de

Villalón, a la sazón poseedora del mayorazgo fundado por Juan

García Villalón (PORRAS, 2004, 633) se casó con D. Fernando

de Orive Salazar y Ulloa, de su unión nació D. Alonso Tomás de

Orive Villalón, que sería el primer Orive que poseería la casa.

Esta situación se prolongó durante todo el siglo XVIII y el primer

tercio del siglo XIX.

En su monumental obra sobre algunos linajes cordobese Porras

incluyó entre sus bocetos genealógicos el de los Villalones (2004,

585-678) (fig. 14). A pesar de tratarse de una obra esencial de re-

ferencia, de su lectura no deducimos prueba testimonial expresa

sobre quiénes fueron los propietarios de la casa de los Villalones o

de Orive.18 Ciertamente tampoco era éste el objetivo del trabajo, de

ahí que hayamos indagado, en especial, en intentar aportar prue-

14 Es posible que exista algún elemento anterior reutilizado en el propio palacio, aunque se trata de piezas que no pudie-ron condicionar ni la organización ni el aspecto del palacio. Así, en el lateral Oeste, en la zona de fachada que recae al acceso al huerto, junto al pilón, existe un muro que por su aspecto pudo ser ante-rior al propio palacio.

15 Como veremos, las cimentaciones de un palacio de estas características son sorprendentemente débiles, aspecto éste que se comprueba en especial en el patio, donde las columnas que sustentan las ar-cadas se apoyan tan solo en una laja de calcarenita local.

16 El método científico tampoco ha podido desarrollarse desde el purismo de la Ar-queología de la Arquitectura por cuestio-nes de obra, aunque sí hicimos algunos ensayos a finales del siglo pasado sobre los paramentos del inmueble, que nos han sido realmente útiles.

17 En menos de cien metros contamos con el palacio de los Luna, atribuida a Her-nán Ruiz I, el palacio de los Villalones de Hernán Ruiz II y la sacristía mayor de los dominicos, actualmente en el jardín del palacio de Orive o de los Villalones, comenzada a construir por Hernán Ruiz III y su hermano Jerónimo Ordóñez en 1580 (DAROCA, YLLESCAS y DE LA FUENTE, 2003, 174). Este enorme cú-mulo de arte de siglo XVI existente en la Axerquía cordobesa debe considerarse, por tanto, una de las más sobresalientes muestras de la maestría de la mejor saga de arquitectos con la que ha contado An-dalucía.

18 Para ser sinceros, hemos de decir que nuestro trabajo de investigación acerca de los Villalones arranca de los prime-ros años de nuestra década, por lo que algunos de los datos obtenidos fuesen previos a la publicación de los Bocetos. En cualquier caso, algunas de las fuentes documentales no son coincidentes con las compiladas en la obra, de ahí que ten-gan un interés complementario.

(fig. 14)

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150 151

bas fehacientes sobre quienes, de las cuatro ramas que compusie-

ron los Villalones, fueron los propietarios de la casa, aunque de

una lectura detallada podría derivarse que ésta era la rama cuarta.

En el primer libro de bautismos de la parroquia de San Andrés,19

con motivo del bautizo de una niña llamada Inés, el 12 de Di-

ciembre de 1556, actuó como testigo “...el Señor jurado Juan Gar-

cía Villalón....”.20 Desde el primer momento pensamos que este

personaje debió ser el comitente de la casa, debido a que era

prácticamente contemporáneo a ella. A través de su testamento,

fechado el 26 de Mayo de 1573, sabemos que este jurado era hijo

de Alonso García de Villalón “...quiero que sea manifiesto a todos

quantos la presente escritura de testamento y ultima dispusicion

vieren, como yo Juan Garzia de Villalón hijo de Alonso García de

Villalón,21 defunto, vecino que soy de esta muy noble y muy leal

ciudad de cordova dela collacion de San andres e jurado22 de esta

dha ciudad de la collación de Omnium sanctorum....”23 También

detalla que su tío se llamaba igual que él, dejando mandado en

su testamento que se le diesen unas misas “...mando que en la

dha iglesia de san andres, en la capilla que alli tenemos por Juan

Garzía de Villalón mi tio difº...”

Además de la contemporaneidad a la construcción de la casa, y

de su condición de vecino de la collación de San Andrés, el testa-

mento añade otros datos interesantes, 24 como que se le mencione

como jurado.25 En este sentido, sabemos que la compra de oficios

fue aprovechada por los mercaderes como medio de promoción

social en el final de la Edad Media, para ya en el Quinientos ha-

berse introducido dentro de algunos órganos de poder. Así, en

1554, el cabildo cordobés solicitó al Rey que no autorizara la elec-

ción de jurados en personas que hubiesen tenido oficio mecánico

o fuese confeso, es decir, que no gozaran de la consideración de

cristianos viejos. Esto indica que se quería evitar una práctica

habitual.26 El asunto saltó en 1560 como consecuencia de la aspi-

ración de Luís Rufo, tintorero de profesión como los Villalones,

para ser jurado de la ciudad, siendo respondido negativamente

en su petición por Diego Fernández de Córdoba en los siguien-

te términos: “… uno de los más grandes atrevimientos que perso-

na del trato y oficio que él tenía podía pretender, por el notable

perjuiçio y ofensa grande que dello resultaba a la nobleza desta

çiudad e a su grande reputaçión e abtoridad...” (FORTEA, 1981,

387). Incluso llegó a acusarse a Luis Rufo de ser descendiente

de conversos, algo frecuente en los dedicados a su oficio. Esta

acusación también salpicó a su hijo, Juan Rufo, insigne poeta de

primer orden y autor de La Austriada, que estudió en Salamanca

enviado por su padre y viajó mucho, aunque a la muerte del mis-

mo volviese a Córdoba para encargarse de la tintorería familiar

(CRIADO, 1999, 356).

Vemos en este caso, cómo la prosperidad del tintorero Luís Rufo,

posiblemente descendiente de conversos y con pocas opciones,

por tanto, de promocionarse socialmente, llevó a formar a su hijo

en el ambiente humanista, con el ánimo de aprovechar esta nue-

va fórmula del Quinientos para mejorar la posición de la familia.

Ciertamente, un paradigma de lo que acontecía en la España Re-

nacentista. Pensamos, que la familia Villalones guarda también

cierto paralelismo con la de Juan Rufo. De hecho, el origen de

ambas coincide en las labores del tinte de paños, posiblemente

en su condición de descendientes de conversos por este hecho,

y quizás también en el intento de promoción de su saga en los

ambientes humanistas. De hecho, la fachada de Orive rezuma

este humanismo, aunque no sabemos si es debida totalmente

a su autor Hernán Ruiz II o en parte a las directrices marcadas

por el evergeta. La ausencia de escudos en su fachada, deja claro

su carácter innoble en el sentido medieval de la palabra. La pre-

sencia por otro lado de un lema, de fuerte carácter mercantil y

humanista, la Bona Fides, parece indicar un carácter culto, enfati-

zado en el hecho de aspirar y poder encargar a un arquitecto de

19 Archivo Parroquial de San Andrés. Libro de bautismo de Mayo de 1555 a Julio de 1562, pág. 17. Queremos agradecer muy enfatizadamente la amabilidad y las faci-lidades dadas por el Sr. Párroco de dicha iglesia, D. Juan León, que siempre desta-ca como persona próxima a los demás y con constante vocación de servicio.

20 En 1546 ya aparece como jurado de Cór-doba. Archivo Municipal de Córdoba. Fondos especiales. Libro de Cabildos de los Sres. jurados de Córdoba. J-0021 Doc. 008. Años 1546-1548. Pág. 28.

21 Su madre se llamaba Leonor Fernández de Requena (PORRAS, 2004, 618).

22 Los jurados eran los defensores de las causas públicas, en especial de las de-mandas de los vecinos. Las juradurías sirvieron para catapultar hacia la caba-llería y la nobleza a muchas personas que pertenecían a profesiones liberales, como abogados, procuradores, licencia-dos, doctores, etc. (CENTENO, 2000, 75).

23 Archivo Histórico Provincial de Córdoba. Sección Protocolos. Oficio 13. Legajo 8. Escribano Andrés Sánchez Espejo.

24 Los jurados eran elegidos por collacio-nes. En el caso de D. Juan García Villalón, sabemos que a pesar de tener domicilio en la collación de San Andrés, era jurado por la del Omnium Sanctorum. Ésta era una práctica habitual que llevó a poner como condición que para ser jurado de determinada collación se tuviese domici-lio allí, al menos desde seis meses antes de la elección (CENTENO, 2000, 81). La collación del Omnium Sanctorum estaba en la zona suroccidental de la villa (ES-COBAR, 1989, 153).

25 En las listas de jurados existentes duran-te el siglo XVI aparecen como tales va-rios personajes de apellido Villalón. En el de Agosto de 1554 se reflejan hasta tres: Juan García Villalón, Jerónimo de Villalón y Francisco de Villalón. Archivo Municipal de Córdoba. Fondos especia-les. Libro de Cabildos de los Sres. jura-dos de Córdoba. J-0022. Doc. 009. Años 1553-1559. Pág. 47. Para comprobar quié-nes eran cada uno de ellos vid. PORRAS, 2004.

26 Está claro que Juan García Villalón fue jurado, y descendía de familia de tinto-reros.

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152 153

la talla de Hernán Ruiz, en lo más espléndido de su carrera, una

obra “menor”.

Como decíamos, además de la condición de jurado y de la co-

incidencia de años, sabemos que Juan García Villalón fundó un

mayorazgo a través de su testamento, fechado el día 26 de Mayo

de 1573, ante el escribano Andrés Sánchez Espejo.27 El dato lo

conocemos además por un memorial presentado en Córdoba en

1772 por Alfonso Tomás de Orive Villalón y Ríos sobre la compra

de media paja de agua de la Fuenseca.28 La causa de que aparezca

en dicho documento es que Alfonso Tomás de Orive era heredero,

entre otros, del mayorazgo fundado por el jurado Juan García Vi-

llalón dos siglos antes y pretendía vender tres solares29 pertene-

cientes al mayorazgo para poder pagar con su importe la media

paja de agua de la Fuenseca. Este mayorazgo era indivisible, y

tan sólo mediante licencia real30 podían segregarse de él algunas

de las propiedades. Los inmuebles que tenía intención de segre-

gar eran: “...entre los Vienes de que se compone se comprenden los

tres solares, sitos en la mencionada Ciudad, uno en la pescadería,

en las Callejas llamadas del Pozo de Cueto, otro en la Rivera del

Guadalquivir, inmediatto al Molino de Martos y el otro ala puerta

de Baeza...” 31

Pero quizás lo más interesante, y es la causa por la que finalmen-

te se concedió por el rey licencia para que se vendiesen estos tres

solares, no era el mal estado de los mismos, cuestión también

apuntada en el documento, sino que se pretendía dotar de agua

a las casas principales del mayorazgo, ocupadas en 1772 por Don

Alfonso Tomás de Orive Villalón y Ríos “...agregarla a las cassas

del Mayorazgo que fundo Juan Garzia Villalón, de que sois posee-

dor...”. En otra parte del documento se confirma tal hecho, en la

memoria de intenciones de D. Alfonso: “...Que por estos motivos,

y que al mismo Mayorazgo pertenecen las casas de ntra. morada,

que carezen de agua para su servidumbre:

será muy combeniente la Venta de los sola-

res y emplear su importe enla compra de la

media paxa de agua...”

Por tanto, y a pesar de que D. Alfonso To-

más de Orive Villalón y Ríos era heredero

de varios mayorazgos (PORRAS, 2004, 660-661), las casas de su

morada pertenecían, en concreto, al mayorazgo fundado por D.

Juan García Villalón, según se desprende de este documento, y su

domicilio no era otro que el palacio de Orive o de los Villalones,

ya que así aparece reflejado, entre otros, en el padrón municipal

de 1791.32

Este documento del siglo XVIII, es clave, por tanto, para demos-

trar a ciencia cierta quién fue el promotor del palacio,33 y a través

de los datos aportados en los “Bocetos”, conocer a sus sucesores,

que no fueron otros que los herederos del mayorazgo fundado

por Juan García Villalón o del Cortijo del Pozo Serrano, es decir,

la rama cuarta (PORRAS, 2004, 619).

Por tanto, queda confirmado que el palacio conocido hoy como de

Orive, fue edificado por el jurado D. Juan García Villalón, quien

debió contratar con Hernán Ruiz su construcción, culminándose

ésta en 1560, según reza en su fachada. A modo de resumen, en

1573, con motivo de la escritura del testamento de este personaje

se crea un mayorazgo, al que se vincula el palacio y otras propie-

dades, de tal modo que se legaron, indivisibles, hasta 1772, año

en el que D. Alfonso Tomás de Orive Villalón y Ríos, como here-

dero del mayorazgo, recibe del Rey permiso para vender tres de

las propiedades, para que con su beneficio, adquiriese media paja

de agua para surtir de agua al Palacio, que por aquel entonces era

su morada (fig. 15).

27 Archivo Histórico Provincial de Córdoba. Sección: Protocolos. Oficio 13. Legajo 8. Escribano: Andrés Sánchez Espejo. Que-remos agradecer a todo el personal del ar-chivo provincial su amabilidad a la hora de facilitarnos nuestra investigación.

28 Archivo Histórico Municipal de Córdoba. Sección 8. Caja 0274. Doc. 005.

29 La causa de esta venta era la ruina de estas casas, ya que el documento men-ciona que “...solo tienen sus Zercas...” La reparación de dichas casas era, asimismo, muy costosa: “...Que si llegase el caso de su reedificacion costaria cien mil rs y q. Entonces tampoco corresponderían sus reditos por los malos parajes...” . Es decir, no se veía ninguna rentabilidad posible a su reedificación. Del mismo modo pa-rece que estaban ocupadas por gente humilde y que las zonas en las que se encontraban, en especial el de la ribera era insalubre: “...por ser enfermo el dela Rivera, y abitados todos de gente pobre...”

30 Así se concedió: “...como Rey y sr. natural, no conociente superior en lo temporal; doy y concedo licencia y facultad a vos el expresado Dn. Alfonso de Orive Villalón y Rios pª que para el referido efecto de comprar lamedia paja de agua que vende la enunciada ciudad de cordova y agre-garla a las cassas del Mayorazgo que fun-do Juan Garzia Villalón, de que sois pose-hedor, y no para otro alguno...”

31 La tasación de los tres solares fue: “...se han reconocido y tasado por Ynteligent-tes el primero en quatro mil quinientos ochenta y nueve rs. von; el segundo en Zinco mil trescientos doce, y el terzero en Tres mil y ochocientos; cuias tres partidas componen Trece mil ciento y un rs....”

32 Archivo Histórico Municipal de Córdoba. Sección 12.09. Caja 1099. Doc. 001. Pa-drón del año 1791 de San Andrés.

33 Junto a las casas principales existieron otras que pertenecieron a otra rama fa-miliar, en concreto a los herederos de D. Francisco de Villalón, citado en el tes-tamento de D. Juan de Villalón cuando alude a la situación de su casa (PORRAS, 2004, 619), de ahí la duda que podía cer-nirse sobre este hecho.

(fig. 15)

Page 80: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

154 155

Otro dato interesante que refleja el documento mencionado es

que el primer heredero del mayorazgo fundado en 1573 fue el

hermano de Juan García Villalón: “...de todos los vienes a favor de

Alonso Garcia de Villalón, su hermano, con varias clausulas y con-

diciones y absoluta prohivicion de su enagenazion...”.34 El hecho

de que fuese el primer heredero del mayorazgo llevó al insigne

archivero López Amo a confundirse y creer que éste y no su her-

mano, había sido el fundador de dicho mayorazgo (LÓPEZ AMO,

1997, 53). Alonso García de Villalón aparece citado en 1552 en el

archivo parroquial de San Andrés, como padrino en el bautizo de

un niño llamado Marcos “...miércoles veynte y nueve del dcho mes y

año baptizo el Sr. Juº de barrios a marcos, hijo de pascual escrivano

y de Beatriz lopez, fueron padrinos alº Hernández de Valençuela y

alº García Villalón...”.35

A través de su testamento,36 conocemos algunos datos del jurado

Juan García Villalón,37 promotor de la construcción del palacio de

Orive. Así, sabemos que estuvo casado con María de Mesa “...Ítem

digo e declaro que a tiempo y sazón que yo casse legítimamente

con doña maría de mesa, mi muger...” De este matrimonio nacieron

dos hijos que fallecieron antes que sus progenitores, pues en dicho

testamento manda que se hagan varias misas en San Andrés por “...

francisco de Villalón y Jerónimo de Villalón, mis hijos...”. Este hecho

posiblemente debió ser importante para que dispusiera crear un

mayorazgo, ya que se vio obligado a testar en favor de su hermano

por carecer de sucesión directa.

A pesar de contar con capilla en San Andrés “...en la dha iglesia de

san andres, en la capilla que alli tenemos...”, el jurado Juan García

Villalón, quiso enterrarse en San Francisco “...Y quando Dios Ntro

Sor. fuese servido e Pluguiere que de mi acaezca finamiento, mando

que mi cuerpo sea sepultado en la iglesia monasterio del Sor. San

francisco deesta Ciudad en la capilla y sepultura que yo alli tengo

que es la dha capilla de la advocación del Sr. S. antonio de Padua...” 38 Mandó asimismo que recibiese sepultura con el hábito de San

Francisco: “...Ítem mando que me entierren con el abito del Sr. San

francisco...” El testamento es desde luego un valioso documento

que nos indica la personalidad de D. Juan, cuando en la hora de

testar se acuerda de sus esclavos: “...Ítem es mi voluntad y mando

que desde el día de mi fallecimiento en adelante queden libres mis

esclavos que son Alonso y maria y Juan y mando que a la dha maria

le den su cama en que duerme...” Tenía también un ama llamada

Catalina Díaz. Estas cuatro personas debieron ser los sirvientes de

la casa.

Se acordó también de algunos detalles relativos a algunos sobri-

nos, como Andrés,39 que debía estar estudiando para sacerdote, y al

que dejó un dinero para sus estudios, o Juana, a la que además de

algunas otras cosas legó “...una cama de madera de nogal con sus

cortinas y cielo de raso verde....” Pero el grueso de los bienes, sobre

todo los inmuebles, se los dio a su hermano “...a mi hermano Alonso

garcia de Villalón, jurado dela villa de la rambla, mi heredero y sub-

cesor El vinculo de mis bienes...” Estos inmuebles eran muy nume-

rosos, al palacio había que añadir, en Córdoba, varias casas linderas

con el palacio, ocupadas por Pedro y Francisco Jiménez Vera, unas

casas tinte en Santiago, la mitad de unas tenerías (la otra mitad

eran de su hermano Alonso) junto al Peso de la harina del marqués

de Contadero, dos casas tienda en la calle del Potro, otra en la calle

de la Feria y otra junto a la Puerta del Hierro. Además, contaba con

cinco casas más: una en el Potro, otra en la collación de Santa Ma-

ría, otra en la calle Armas, otra en Azonaicas y la última en la calle

Carreteras, más una parcela de tierra en el Marrubial.40 Es curioso

que en La Rambla, donde mandó que se le dedicaran misas en

prácticamente todas las iglesias y conventos, tenía también cuatro

tiendas, un mesón en la plaza de la villa, diez casas y un molino

de aceite. Del mismo modo contaba con un cortijo en Santaella.

34 Archivo Histórico Municipal de Córdoba. Sección 8. Caja 0274. Doc. 005.

35 Archivo Parroquial de San Andrés. Libro 1 de Bautismos.

36 Archivo Histórico Provincial de Córdoba. Sección: Protocolos. Oficio 13. Legajo 8.

37 En su testamento se acordó de sus pri-mos Juan García de Villalón, Francisco de Villalón y Jerónimo de Villalón, hijos, todos ellos de su tío Juan García Villalón (PORRAS, 2004, 618).

38 Esta capilla se estaba labrando en 1380 y había pertenecido a Pedro Díaz (JORDA-NO, 1996, 123-124). Allí habían recibido sepultura los padres del jurado D. Juan García Villalón (PORRAS, 2004, 616-617).

39 Según V. Porras podría tratarse de algún hijo ilegítimo (PORRAS, 2004, 621).

40 Para mayor información vid.: PORRAS, 2004, 619-620.

Page 81: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

156 157

Como vemos, el número de propiedades era realmente extenso, de

tal modo que no es de extrañar que pudiese construir tan relevante

palacio.

Una vez aclaradas las singularidades del palacio, que llevaron a

varios autores a considerarla fruto de la reutilización de un case-

rón mudéjar y probado el nombre de quien encargó la construc-

ción del palacio a Hernán Ruiz II, pasaremos a describir buena

parte de la estructura primigenia, sus partes fundamentales.

Análisis de las piezas principales del palacio

La fachada del edificio

La fachada del palacio es una argumentación pétrea41 impresio-

nante de la plena madurez del insigne arquitecto cordobés (fig.

16).42 Es ella la que sirve como pauta para identificar su autoría y

es el eje exterior del edificio. Sin lugar a dudas en esta espléndida

obra se resumen buena parte de la estética de Hernán Ruiz II,

con unos contrastes formales ciertamente atractivos. Se trata de

una magnífica aproximación a lo que Chueca llamó “arquitectura

suspendida” (SEBASTIÁN, 1978, 207), es decir, un tratamiento

somero en el piso inferior que se complica en el inmediatamente

superior.43

En primer lugar llama la atención su configuración, avanzada

respecto del perímetro exterior del edificio. Adquiere así un as-

pecto de torre, de discurso vertical, frente a la horizontalidad del

bloque constructivo que preside. Este hecho, enfatizado por el

remate superior a modo de balconada o mirador, es frecuente en

las construcciones nobiliarias del siglo XVI. Son numerosos los

ejemplos que ilustran este esquema. Así, en Úbeda, el palacio del

Conde de Guadiana (NIETO, MORALES y CHECA, 2001, 238), en

Andújar, el de los Gome de Valdivia (fig. 17), más conocido como

“de los Niños de D. Gome” (CÓRCOLES de la VEGA, 1987, 93-96) o

la Casa del Sol de Valladolid (NIETO, MORALES y CHECA, 2001,

236) son señeras muestras de este tipo de fachada, que forman

parte de una panoplia mucho más extensa.

Este afán por sobresalir del tejido urbano, de disponer un gigante

que destaque sobre el caserío vecino, provoca un impacto visual

importante, en un juego similar al de las torres de las iglesias,

verdaderos colosos ciudadanos que presiden, a modo de testigos

mudos, la propia historia de los espacios en los que se insertan.

Este gigantismo intencionado se enfatiza a veces con lemas que

apoyan la edilicia, es el caso del palacio de los Valdivia en An-

41 Prácticamente toda la fachada está reali-zada en calcarenita local, excepto el mi-rador superior, que es principalmente de ladrillo.

42 En 1560, fecha que aparece en una car-tela de la fachada, Hernán Ruiz ya había proyectado la mayoría de sus grandes obras.

43 A pesar de que existen diferentes grada-ciones en este concepto, consideramos que el tratamiento ornamental de la fa-chada es mucho más complicado y rico en el primer piso que en el bajo, hecho a considerar en cuanto a lo que se refiere a la adjudicación del palacio a esta cate-goría.

(fig. 16)

(fig. 17)

(fig. 18)

Page 82: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

158 159

dújar, sobre cuya puerta principal se dispone el lema: “Dominus

edificat et custodiat” (fig. 18) (CÓRCOLES de la VEGA, 1987, 95).

La dimensión trascendental que adquiere la construcción, evi-

dencia el misticismo que afecta a la nueva arquitectura y a sus

gestores, muy lejana del gusto intimista que caracteriza la edi-

licia civil mudéjar y su discreción a la hora de engastarse en la

trama urbana.

Esta configuración volumétrica se ve apoyada por el simbolismo

que inunda la ornamentación de las fachadas, a menudo de com-

pleja interpretación. En numerosas ocasiones, el vano de entrada

a la casa marca el inicio de un espacio necesariamente custodia-

do, lo que no deja de ser una muestra del poder. Con frecuencia

se disponen guerreros con armas, como los telamones del andu-

jareño palacio de los Gome de Valdivia (CÓRCOLES de la VEGA,

1987, 95), el palacio de los Condes de Morata, en Zaragoza, en-

marcado por las figuras de Teseo y Hércules (SEBASTIÁN, 1978,

220), los guerreros del cercano palacio cordobés de Viana (fig. 19)

o los posibles militares Escipión y Alejandro Magno en el Palacio

de los Páez de Castillejo, también de Córdoba, diseñado en 1540

por el propio Hernán Ruiz II (IBID, 1978, 81). En otras ocasiones,

sin embargo, el tratamiento es más tenue, siendo animales psico-

pompos los responsables de la función protectora. Es el caso de

los leones situados sobre la jamba de la puerta principal de Ori-

ve. Estos leones, cuyas fauces

sustentan unos aldabones en

forma de anilla (fig. 20), cuen-

tan con numerosos paralelos

en sarcófagos romanos, don-

de a menudo ornan la puerta

simbólica del Hades (fig. 21)

(VAQUERIZO, 2001, 232-236).

En la propia Córdoba, el mar-

móreo sarcófago del Alcázar

de los Reyes cristianos es un

ejemplo ilustrativo de esta

trasposición de ideas (fig. 22),

de esta readaptación de ele-

mentos plenamente romanos

incorporados ahora a la edili-

cia renacentista. Estas figuras

ya fueron empleadas años an-

tes por el propio Hernán Ruiz

II en el coronamiento de la to-

rre de la cordobesa parroquia

de Santa Marina (fig. 23), levantada hacia 1550 (PÉREZ CANO,

1998, 88) y en la de la iglesia de San Lorenzo, finalizada en 1555

y que constituye el primer ensayo para la solución aportada en la

Giralda44 (MORALES, 1996, 16).

Estas dos cabezas de león, a modo de aldabones dispuestos sobre

un fondo de cuero recortado, propio del lenguaje heráldico, enmar-

can una figura femenina con la mirada elevada.45 Esta representa-

ción, cuyo vestido se engancha sólo en uno de los hombros dejan-

do un pecho al descubierto, sustenta una cinta con un lema: “Bona

fides est magna virtus”, la lealtad46 es una gran virtud (fig. 24).

44 Recordemos que tanto en un caso como en otro, Hernán Ruiz II se encargó de ha-cer los remates de sendas torres islámi-cas pertenecientes a las mezquitas sobre las que se construyeron ambos recintos sacros.

45 Recuerda en este sentido a algunas escul-turas helenísticas como el Laocoonte.

46 La buena fe, también puede traducirse por lealtad.

(fig. 21) VAQUERIZO, D. (2001): “El sarcófago de la Puerta del Hades”, en D.

VAQUERIZO (Coord.), Funus Cordubensium. Costumbres funerarias en la Córdoba

romana, pags. 232-236, Córdoba.

(fig. 22) VAQUERIZO, D. (2001): “El sarcófago de la Puerta del Hades”, en D. VAQUERIZO (Coord.), Funus Cordubensium. Costumbres funerarias en la Córdoba romana, pags. 232-236, Córdoba.

(fig. 23)

(fig. 24)

(fig. 19)

(fig. 20)

Page 83: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

160 161

Estos lemas son fre-

cuentes en las cons-

trucciones nobiliarias

del XVI, además del

ejemplo anteriormente

expuesto del andujare-

ño palacio de los Gome

de Valdivia, existe otro

en la misma localidad,

el de los Cárdenas (fig.

25), atribuido al arqui-

tecto Francisco del Cas-

tillo (CÓRCOLES de la

VEGA, 1987, 100), que

reza: “Altiora petims”

(fig. 26). Estas frases,

que a menudo cuentan

con un carácter edi-

ficante y moral, aparecen a veces acompañando a elementos o

figuras aisladas, como animales, plantas u objetos diferentes a

los que contienen los escudos de sus linajes. De este modo, los

emblemas se convierten en signos de identidad o indicios de la

personalidad de su portador, apareciendo entre fines de la Edad

Media y toda la Modernidad como frases o iniciales de reconoci-

miento o contraseña para su clientela.47

Volviendo a la descripción de la fachada, en la esquina aparece

una esbelta columna toscana con fuste liso que sirve para comu-

nicar el frontal con el lateral (MORALES, 1996, 103). En el frente

el piso bajo se alarga sorprendentemente para disponer a occi-

dente de la puerta adintelada, una pequeña ventana que tiene

como marco una moldura. Este vano parece colgado de la cornisa

y de la banda ornada de tondos que se dispone bajo ella (fig. 27).

Su posición, desplazada del eje visual, y el pequeño formato es

firma personal del arquitecto. Algo más refinadas en su decora-

ción y de dimensiones más reducidas aún, las encontramos en el

llamado Patio del Mariscal en la catedral metropolitana de Sevi-

lla (AMPLIATO, 1996, 107), elegantísimo espacio que conforma

una auténtica lección de perspectiva.

La primera planta de la fachada es desde luego la más rica en lo

que atañe a ornamentación. Destaca el juego que contrapone los

laterales Norte y Este, es decir, el frente de la Plaza de Orive y el

de la calleja de los Villalones. Resulta sorprendente la búsqueda

de un contraste en el que se mezclan esquemas decorativos supe-

rados en el momento de construcción de la fachada, con formas

novedosas características de Hernán Ruiz II. Así, hacia el calle-

jón de los Villalones se abre una elegante ventana enmarcada

por una moldura (fig. 28). A modo de dosel, se dispone por en-

cima de ella una cornisa construida sobre tres ménsulas, una de

las cuales -la central- invade osadamente el marco de la ventana.

Sobre la cornisa, se dibuja una ornamentación que visualmente

alarga el vano: se trata de la trasgresión formal de un frontón.

La estructura triangular de este esquema clásico es sustituida en

esta ocasión por un rectángulo más pequeño, que recerca un óva-

lo cuya conexión con la cornisa se realiza mediante dos formas

sinuosas contrapuestas. Este segundo rectángulo se remata a su

vez por otra cornisa independiente de la que separa el primer

piso del segundo. Sobre ésta, y rompiendo la división de plantas,

Hernán Ruiz decidió diseñar un singular elemento decorativo:

una concha alada. Este auténtico capricho ornamental pretende

aportar una culminación al vano, aun cuando su hermético sig-

nificado pueda aportar una complejidad mayor.48 La ruptura del

marco que separa ambos pisos juega a resaltar la ventana y a con-

figurarla como un elemento independiente de la propia fachada.

Así, la ordenación del espacio queda rota por la disposición de

48 La concha es un elemento de gran sim-bolismo a lo largo de la Historia. Es el atributo de Venus, aunque también de las deidades marinas como Neptuno. En el cristianismo, puede asimilarse a la Vir-gen María o a la acción de bautizar, apa-reciendo habitualmente en las manos de San Juan Bautista (AA.VV., 2003, 351). Siempre se ha considerado como un ele-mento vinculable al agua, y por tanto a la purificación y a la perfección.

47 Las divisas efímeras y personales, a me-nudo bordadas en la ropa o grabadas en las armas, produjeron una aguda crisis en la heráldica tradicional por su fuerte incidencia, especialmente y sobre todo, en el mundo de la empresa (GARCÍA ARRANZ, 1998, 349).

(fig. 25)

(fig. 26)

(fig. 27)

(fig. 28)

Page 84: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

162 163

elementos ornamentales,

que en lugar de quedar

constreñidos por la rígida

ordenación en altura, ad-

quieren un logrado pro-

tagonismo propio. Esta

ruptura del orden, de la

simetría, se convierte en

una muestra de madu-

rez del arquitecto que

elabora un universo for-

mal y conceptual propio,

distante del hermetismo

que debió caracterizar su

periodo de aprendizaje.

La idea de sustituir el frontón por una composición volumétri-

ca semejante pero más rica formalmente, ya fue practicada con

enorme exquisitez por Hernán Ruiz en el Patio del Mariscal de la

catedral hispalense (IBID., 1996, 205-208), aunque en este caso el

geometrismo es el absoluto protagonista. La intención es resaltar

la originalidad compositiva de la ventana, quedando aún más

acentuada al disponerse sobre el muro rotundo, casi desnudo, de

la planta baja (fig. 29).

Si en este lateral, relegado en importancia frente a la suprema-

cía de la fachada de la Plaza de Orive, se muestra el auténtico

sello de un arquitecto como Hernán Ruiz II, el primer piso de la

fachada principal se nos antoja muy lejano de la aparente sim-

plicidad y el geometrismo del cordobés. En esta ocasión, parece

disponerse un homenaje a la generación anterior (fig. 30), a su

propio padre Hernán Ruiz I y como veremos, a algunos elemen-

tos simbólicos propios del humanismo. En el inmediato Palacio

de los Luna, que preside la Plaza de San Andrés, el primero de

la saga de los afamados arquitectos cordobeses dispuso sobre las

jambas de la puerta (fig. 31) el precedente inmediato de los moti-

vos que vemos en el Palacio de Orive o de los Villalones. Hernán

Ruiz padre diseñó esta portada en 1544, inspirándose en algunos

motivos recogidos en el Codex Escurialensis.

Las jambas de la ventana central del palacio de los Villalones

están decoradas con iconos superpuestos en los que destacan las

máscaras y los elementos propios de la panoplia guerrera clásica

(fig. 32). Estas características ornamentales ya podían ser consi-

deradas anacrónicas en 1560, fecha que aparece en una inscrip-

ción de la fachada. Este tipo de motivos guerreros son frecuentes

en palacios del centro de la Península como el de los Mendoza en

Guadalajara, o el abulense de Polentinos, atribuido a la escuela

de Zarza, que incorpora armaduras y yelmos cruzados (CHUE-

CA, 1953, fig. 97). También en la fachada de la Universidad de

Salamanca, acabada hacia 1529, se disponen armaduras y arreos

militares (IBID., 1953, 98), o en la Casa del Sol de Valladolid, del

año 1540. Mucho más próximo geográfica y temporalmente son

los ornamentos pétreos del Ayuntamiento de Sevilla, construido

a partir de 1527 y debido en buena medida a Diego de Riaño

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 29 y 30)

(fig. 32)

(fig. 31)

Page 85: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

164 165

(IBID., 1953, 190). El consistorio hispalense tardó mucho en cul-

minarse y aunque hoy en día está muy transformado, es posible

encontrar motivos decorativos semejantes a los que ornan el pri-

mer piso del palacio cordobés de Orive. El edificio sevillano pudo

servir también de inspiración para la decoración de las jambas

de Orive, ya que, aparte de la similitud formal, está atestiguada la

participación de Hernán Ruiz II, al menos en la compleja cúpula

de la escalera (IBID., 1953, 194).

A través de un estudio pormenorizado previo a la documentación

fotogramétrica de la fachada, hemos podido recoger datos que

nos indican claramente la participación de, al menos, dos cante-

ros en la fachada (fig. 33). Este detalle es especialmente percep-

tible en las jambas decoradas de la ventana del primer piso.49 En

ellas puede advertirse que la jamba oriental muestra una mayor

soltura en la interpretación de los dibujos, de tal forma que el re-

sultado es de una gran calidad, con un realismo importante. Por

el contrario, la jamba opuesta incorpora unos detalles ciertamen-

te toscos, perceptibles, en especial, en los putti dispuestos de ma-

nera heráldica a ambos lados de una columnita, y en la armadura

(fig. 34). Este hecho parece indicar que el lateral más tosco, es

decir, el occidental, debe ser producto de una restauración barro-

ca, ya que el resto de la decoración muestra una elevada calidad

y una soltura propia

del quinientos. Ade-

más de estas caracte-

rísticas estilísticas, los

aparejos pétreos de la

fachada inmediatos a

las respectivas jam-

bas son diferentes,

tanto en su despiece50

como en la variedad

de calcarenita empleada en su construcción.51 Del mismo modo,

sabemos por el estudio paramental de la habitación interior, que

el lateral occidental no es un muro pétreo propiamente dicho,

con cara a ambos lados (interior y exterior), sino que se configura

como un simple forro de piedra que hacia el interior es de ladri-

llo y tapial, en contraposición a la cara externa, que sí es un muro

de sillería.

En la jamba oriental existen armaduras, cartelas, máscaras, una

lechuza y parejas de putti cruzados en forma de aspa. En la orien-

tal también hay armaduras y máscaras, una calabaza atada a un

cayado, y otra pareja de amorcillos en posición heráldica y simé-

trica respecto al centro conformado por una columna. Las medias

columnas a modo de pilastras que sostienen el frontón cerrado,

son corintias y estriadas, con cabezas de leones de las que pen-

den guirnaldas de frutos en la oriental y cabezas con grandes mo-

fletes de las que cuelgan motivos similares a los del lado opuesto

(fig. 37). Tanto en los laterales como en el remate del frontón se

disponen formas pseudocilíndricas que se asemejan a jarrones o

más bien a faroles,52 presentes también en la fachada de la vecina

iglesia de San Pedro (fig. 38), iniciada en 1542 y que también se

debe a Hernán Ruiz II (AMPLIATO, 1996, 150).

49 La diferencia de calidad en la obra de ambos canteros es muy evidente, sobre todo en lo que se refiere a la ejecución de los relieves, observándose unos motivos muy toscos frente a otros en los que se aprecia una interpretación del dibujo de alta calidad.

50 El módulo del aparejo claramente rena-centista, el oriental, es de mayor tamaño y muestra una uniformidad en su ritmo a soga y tizón y en el tipo de calcarenita empleado (fig. 35). En el lateral occiden-tal, las hiladas son más estrechas y no cuentan con un ritmo uniforme (fig. 36).

51 Nos referimos a la existencia de una calcarenita más porosa, quizás del tipo lumaquella, con variedades cromáticas más heterogéneas que van desde el ama-rillo ocre al rosado.

52 Existen en la obra de Hernán Ruiz II es-tos elementos pétreos que se configuran como lámparas o grandes faroles. Puede apreciarse esta idea en el convento de Santo Domingo de Sanlúcar de Barrame-da (AMPLIATO, 1996, 53), o en proyectos como el de una fachada de su manuscrito de arquitectura (MORALES, 1996, 154).

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 33 y 34)DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 37 y 38)

Page 86: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

166 167

El último piso está confor-

mado por un mirador que

muestra dos caras, como el

resto de la fachada. En la

oriental, es decir, la que abre

al callejón de los Villalones

sólo tiene dos arcos sujetos por una columna central.53 Hacia la

fachada principal se disponen, sin embargo, tres arcos carpane-

les apoyados en dos columnas con capiteles de estilo genovés.

Llama la atención que este cuerpo está construido preferente-

mente en ladrillo, aunque los elementos arquitectónicos se labra-

ron en piedra.54 Una de las piezas principales son los pretiles que

actúan como barandas de estas arcadas (fig. 39). En esta ocasión

Hernán Ruiz II repitió un motivo también presente en la vecina

iglesia de San Pedro (MORALES, 1996, 11),55 auténtica “catedral”

de la Axerquía cordobesa. Se trata de la base con elementos es-

pirales sobre la que se dispone el segundo cuerpo de la fachada,

precisamente aquel que sirve de gran peana a la imagen de San

Pedro (fig. 40). Más motivos interesantes de la fachada, deudores

de otros presentes en el ámbito de actuación del segundo de los

Hernán Ruiz, son las “olas” (fig. 41), que aparecen también en el

exterior de la capilla Real de la Metropolita Catedral Hispalense.

No cabe duda que el Palacio de Orive, a nivel ornamental, es una

magnífica síntesis de la carrera del maestro.

Otro aspecto interesante observado en este estudio es la existen-

cia de restos de pigmentación en los fondos de algunos moti-

vos.56 Esta pintura, apreciable también en algunos elementos del

interior,57 es de color rojo y amarillo principalmente, mientras

que hay algunos puntos donde puede intuirse la existencia de

zonas pintadas en azul claro. Creemos que estas aplicaciones cro-

máticas fueron consecuencia de las reformas barrocas que apun-

tábamos, periodo en el que el color cobra un protagonismo en los

exteriores que con antelación no había adquirido.

Si todo lo desarrollado hasta el momento nos aproxima a la des-

cripción formal y ornamental de la fachada, con algunas incur-

siones en el plano de su evolución histórica, podemos incluso

intentar hacer una lectura más profunda y simbólica de la mis-

ma, ya que parece claro que las reformas barrocas no alteraron

sustancialmente su fisonomía ni apariencia,58 sino que, a nues-

tro parecer, estuvieron configuradas como una recomposición o

restauración historicista que tan sólo transgredió la fachada a

nivel cromático.59

En este sentido los estudios sobre el Renacimiento hace años que

dejaron de restringirse a las apariencias formales para adentrar-

se en el riquísimo mundo simbólico que inundaba los ambientes

humanistas. De hecho, los motivos característicos del quinientos

hispano -los grutescos- a pesar de su apariencia simple y exclusi-

vamente ornamental, hoy en día sabemos que no están compues-

tos por un número ilimitado de imágenes y tipos iconográficos,

gestados a capricho y fantasía de un artista. Al contrario, la prác-

tica totalidad de las creaciones grutescas reiteran constantemen-

te un número definido de iconogramas, cuya presencia se obser-

va en obras pertenecientes a ámbitos geográficos, cronológicos

y tipológicos diferentes, aunque generalmente dentro del arte

53 En este lateral puede observarse una cruz bajo la cual se dispone la fecha de 1920, referida a las reformas realizadas a principios del siglo XX por D. Gregorio García.

54 Este mirador muestra ciertas particulari-dades que nos han llevado a pensar que podría tratarse de un añadido o corona-miento posterior al resto de la fachada, aunque no hemos encontrado prueba fehaciente que lo demuestre.

55 Estos relieves con espirales también los repite el arquitecto cordobés en la facha-da de la iglesia de Nuestra Señora de las Virtudes de Villamartín (Cádiz), (MORA-LES, 1996, 69), en la portada del conven-to de San Agustín de Sevilla (IBID., 1996, 89) y en la fachada de la Antigua Casa de Cuentas de la Catedral hispalense (IBID., 1996, 39).

56 En la propia Córdoba, la policromía de la Plaza de la Corredera, felizmente re-cuperada en los últimos años, así como la fachada de la ermita del Socorro o la del palacio del Vizconde de Miranda son claros ejemplos de esta práctica.

57 Nos referimos en concreto a algunas de las columnas del patio principal y que deben responder a una aplicación de co-lor propia del Barroco.

58 Tal es así que hasta el momento no se ha-bía percibido la desigualdad entre ambos laterales, de tal modo que en apariencia y sin las fotografías de detalle que hemos realizado y el análisis paramental inter-no, habría sido realmente complicado apreciar estas diferencias.

59 Este cromatismo debió ser eliminado ya en el siglo XX quedando tan sólo peque-ños restos inapreciables desde el suelo.

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 39, 40 y 41)

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168 169

renacentista europeo. El grutesco supone así, en su percepción

profunda, un testimonio plástico de la dualidad escindida carac-

terística de las aspiraciones de la cultura renacentista (GARCÍA

ÁLVAREZ, 2001, 279).

Si ello ocurre exclusivamente con los grutescos, el resto de em-

blemas e iconos, que no motivos, reflejados en forma de lenguaje

pétreo en la fachada del palacio de los Villalones, deberían tener

también en teoría otro significado no aparente. De hecho, es fre-

cuente que las fachadas de los palacios renacentistas se convier-

tan en auténticos símbolos, con lecturas profundas ciertamente

complejas que merecen una atención y estudio especial.60 Uno

de los más importantes maestros de la conversión de las formas

en símbolos fue, sin lugar a dudas, Hernán Ruiz II.61

Así, la figura femenina que corona la puerta principal, enfatizada

por su divisa “Bona fides est magna virtus”, deja claro que se tra-

ta de una representación de la lealtad, que suele aparecer en el

Renacimiento como una mujer vestida de blanco que descubre

el pecho, mostrándonos así el corazón. La lealtad es la correspon-

dencia del ánimo con las palabras y las acciones, con el fin de que

demos fe a lo que se dice o se hace (RIPA, 1987, 14). Ciertamente

la representación de la lealtad enmarcada por los leones con al-

dabas que custodian la puerta del Hades parece indicarnos que

ésta es la virtud principal que puede acercarnos a otra dimensión,

muy posiblemente la dimensión del conocimiento, para lo que

es necesario un viaje, representado en la calabaza atada al calla-

do de la jamba occidental del primer piso, que tiene su pendant

en la jamba opuesta, donde se aparece curiosamente la lechuza,

símbolo de Atenea,62 diosa de la sabiduría. Parece, por tanto, que

Hernán Ruiz II quiso dejar un hermético mensaje en la fachada:

la lealtad es la llave que abre las puertas del largo camino que

conduce a la sabiduría. Dentro del contexto del Renacimiento, en

el que la investigación científica y el humanismo chocaba fron-

talmente con el tamiz religioso y con la acción de muchos tribu-

nales inquisitoriales (ALCALÁ, 1984, 292-303), la lealtad mante-

nida entre algunas castas intelectuales debió ser crucial para su

supervivencia.

Este concepto humanista de sabiduría quedó incluso más enfa-

tizado por la presencia explícita del término virtus.63 La virtus es

algo que el hombre debe conquistar con sus estudios, el tiempo

no perdido en este estudio es como la persona se manifiesta en

su divinidad (PRIETO, 1998, 23). En este sentido, no hemos de

soslayar que la fachada del palacio de Orive es un ejemplo, qui-

zás algo matizado, de arquitectura suspendida, cuyo exponente

más claro es la fachada de la Universidad de Salamanca, templo

renacentista por excelencia de la sabiduría. Las concomitancias

conceptuales llegan a tal juego de sutilezas, que el doble vano de

la portada salmantina se traduce también en Córdoba en un do-

ble vano en el zaguán de entrada del palacio cordobés. Esta dico-

tomía, enfatizada en Salamanca por una simbología ciertamente

compleja, lleva a interpretarlo como el “Palacio de la Virtud y del

Vicio”64 (SEBASTIÁN, 1978, 207-215). Así, una puerta simboliza

el bien65 y la otra el mal,66 ésta última materializada en la famosa

calavera sobre la que se dispone una rana (IBID., 1978, 207-208).

La brillante lección salmantina del humanismo español del siglo

XVI se debe al cordobés Hernán Pérez de Oliva (IBID., 1978, 215),

que como recordaremos, no sólo fue rector de la Universidad

salmantina, sino que además, según la tradición, tuvo la casa de

su familia a unos metros del palacio de Orive,67 y al que el padre

de Hernán Ruiz pudo conocer.

60 Es muy frecuente que la descripción de los motivos de las fachadas, sobre todo civiles, se circunscriba a su apariencia, sin profundizar en la carga simbólica con la que cuentan, tanto muchos de los elementos ornamentales, como los lemas.

61 Valga como muestra su intervención en el antiguo alminar de la mezquita mayor almohade de Sevilla, “bautizada” como Giralda, merced a su magnífica aporta-ción, y convertida en auténtico faro de la cristiandad.

62 “El animal simbólico de la diosa es la lechuza, que por vivir de noche puede simbolizar la inteligencia que disipa las tinieblas. Como inventora del barco, la brida y el trabajo de la lana, e introducto-ra del cultivo del olivo. El neoplatonismo la asoció igualmente con la paz y la sabi-duría, como complemento de la diosa Ve-nus. La diosa ayudó en la creación de la nave Argos, cuyo objetivo era la captura del vellocino de oro, símbolo de la per-fección espiritual” (GARCÍA ÁLVAREZ, 2001, 135).

63 La virtud fue una de las características del Humanismo (SEBASTIÁN, 1978, 223).

64 Esta interpretación está basada en los proyectos de Filarete, en concreto en el descrito en su tratado en el libro XVIII, donde llegó a proyectar teóricamente la llamada Casa de la Virtud y del Vicio, que no era otra cosa que la transposición a formas volumétricos de aquello que suponía la primera concepción simbóli-ca de la universidad humanista (SEBAS-TIÁN, 1978, 203). La vinculación de Her-nán Ruiz con los proyectos de Filarete ya fue planteada con relación al Hospital de la Sangre de Sevilla (MORALES, 1996, 105, nota 5), actual sede del Parlamento de Andalucía.

65 Esta puerta se llamaría puerta Areti y tras ella se dispondría una escalera que simbolizaría el esfuerzo con gozo (labor cum gaudio) (SEBASTIÁN, 1978, 203).

66 Esta segunda puerta recibiría el nombre de puerta Chachia a través de la cual se llegaría a una fácil y suave rampa, que simbolizaría el placer con tristeza (vo-luptas cum tristitia) (SEBASTIÁN, 1978, 203).

67 Esta casa debió ocupar el espacio de la casa de los Luna.

Page 88: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

170 171

Las concomitancias con el frontal salmantino son tan destaca-

bles, que incluso las veneras68 aparecen en varias ocasiones en la

fachada del palacio cordobés. En la ventana que mira a la actual

calle Villalones esta pieza, incluso fue dotada de alas, en un ca-

pricho ornamental o en la idea de cargarla de un simbolismo más

acentuado, más elevado. La venera es el símbolo de Venus,69 de

donde nació. Venus es la encarnación de la Belleza y del Amor,70

que en el lenguaje neoplatónico, y al decir de Ficino,71 es el don

de la Venus celestial, el deseo de la Belleza divina y el ardor por el

Bien, en definitiva es el concepto y esencia de Dios (GOMBRICH,

1983, 272). De este modo, el símbolo visual no es un símbolo con-

vencional, sino que queda íntimamente unido a sus correspon-

dencias con la esencia supracelestial que encarna (IBID., 1983,

274), o lo que es lo mismo, la acción y consecuencia de las imáge-

nes sobre nuestro espíritu puede considerarse una prueba válida

del efecto mágico que nos producen (IBID., 1983, 276). Esta pro-

puesta de lectura profunda de la fachada debió ser totalmente

hermética para buena parte de los cordobeses, quedando sólo al

amparo de algunas élites muy instruidas, cuando no, al exclusivo

conocimiento de comitente y arquitecto. La riqueza simbólica de

la fachada de la casa de los Villalones guarda aún hoy numerosos

enigmas, como los personajes tocados con gorros “orientales” de

la parte superior de las jambas del primer piso o los motivos en

forma de olas que inician el primer piso. Un universo formal

e interpretativo en el que tan sólo hemos querido proponer un

ensayo, aun cuando, estamos seguros que la combinación de ele-

mentos, nada casual, tienen una interpretación más compleja.

El zaguán de entrada

Constituye una pieza esen-

cial para ordenar el trán-

sito en el edificio. Se trata

del cuerpo inferior de la

fachada, que queda abierto

a modo de distribuidor. Si

hacia la fachada el edificio

tuvo una sola puerta adin-

telada, hacia el interior se

dividió en dos, gemelas

y con arcos carpaneles

(fig. 42). Hoy en día este

espacio está parcialmente

transformado, sobre todo

por la disposición de la es-

calera, hecho que creemos tiene lugar como consecuencia de las

reformas del siglo XVIII. Antes de esta reforma el vano oriental,

es decir, el de la izquierda daba directamente al patio principal

aunque estuvo cerrado mediante una puerta, ya que la decora-

ción del arco es sólo exterior. Hacia el interior contó, por tanto,

con un portón, que impedía la visión del patio principal, zona

privada de la casa. El otro vano, que en ángulo desde la puerta de

la fachada da al patio de caballerías, está constituido por un arco

de doble cara. Esto significa que no tuvo puerta originalmente,

aunque pudo contar con algún tipo de cancel. En cualquier caso

esta zona está muy alterada en la actualidad debido a la disposi-

ción de la escalera antes mencionada, de dos canceles fechados

en 1921 y de algunas reparaciones barrocas. Es probable que los

tondos situados en las enjutas del arco Oeste, hacia el propio

zaguán sean fruto de alguna de estas restauraciones, debido a la

diferente estructura y al movimiento de su esquema.72

68 Estas piezas fueron habitualmente em-pleadas en la arquitectura renacentista.

69 “La diosa grecorromana del amor ocupa una posición privilegiada en el sistema neoplatónico enunciado por Ficino y Pico, derivada de la importancia capital del concepto de amor que se encuentra bajo su advocación (GARCÍA ÁLVAREZ, 2001, 124). Otro de los episodios funda-mentales, asimilado por el pensamiento neoplatónico, es el del nacimiento de Venus. Aparte de la la trascendencia de este pasaje para el sistema cosmológico de Ficino, este relato mitológico permi-tía entre otros aspectos dignificar los seres y objetos conectados con el relato, y asignarles profundos significados sim-bólicos (entre ellos destaca la concha ve-nera) (IBID., 2001, 125).

70 De hecho el tema del amor será uno de los estímulos más poderosos del hom-bre renacentista, estando presente en numerosas obras del primer tercio del siglo XVI en España (SEBASTIÁN, 1978, 194-197).

71 Muchas opiniones acuñadas por el flo-rentino Marsilio Ficino sobre la virtud de la imagen visual derivan a su vez de algunos otros autores neoplatónicos como Plotino y Yámblico (GOMBRICH, 1983, 275).

72 Se trata de unas cintas entrelazadas en la cara del zaguán, mientras que la opuesta, la del patio de caballerías es totalmen-te diferente y mucho más similar al del arco oriental del zaguán.

(fig. 43)

(fig. 42)

Page 89: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

172 173

Del mismo modo, existe una habitación al Oeste que hacia el

exterior cuenta con una pequeña ventana. Ni la reja (fig. 43) ni

el muro son originales, la primera de principios del siglo XX y

el segundo posiblemente de la segunda mitad del siglo XVIII.73

No obstante, el muro debió ser rehecho entero sobre la base o

cimiento de otro antiguo, y posiblemente original, ya que tiene

toda la lógica constructiva que así fuese. En cualquier caso el

muro, servía para dividir el zaguán, creando un espacio tras este

vano y la pequeña reja. Podría tratarse de la antigua portería que

en el siglo XVI estuvo igualmente separada del zaguán por la dis-

posición de la torre, cuyos apoyos tuvieron que situarse aproxi-

madamente donde se encuentra este muro. En estas porterías

solía haber criados que se encargaban de estar pendientes de

quien entraba a la casa o si el señor llegaba a caballo o con silla

para atenderlo convenientemente. También la cuadra debió estar

en este piso bajo, aunque desconocemos si en la zona de fachada

o hacia el interior. Estas cuadras solían tener ventanas a una cier-

ta altura, algo que se observa en este espacio hacia la fachada y

hacia el patio de caballerías. Su función era la de airear la cuadra,

detalle que se observa con claridad en las caballerizas reales de

la propia ciudad, por lo que no sería descabellado pensar que

este espacio dedicado a portería con posterioridad, originalmen-

te constituyese el lugar apropiado para el o los caballos.74

Este zaguán tiene un artesonado de madera, con algunas repara-

ciones. No sabemos en qué punto se disponían los escudos de la

familia cuando en 1699, con motivo de las pruebas para acceder

a caballero de Alcántara de D. Alonso de Orive y Villalón, se co-

pia el escudo de los Villalones75 existente en el zaguán (PORRAS,

2004, 584). Este escudo posiblemente estuviese pintado en algu-

na de las paredes, lo que explicaría que hoy no se conserve, ya

que los paramentos se limpiaron a principios del siglo XX.

El patio principal

En planta el patio dibuja un rombo alargado por su vértice no-

roeste, manteniéndose en la actualidad tal y como fue diseñado

en el siglo XVI. Sin embargo, el alzado del patio está transforma-

do. Originalmente estuvo conformado por cuatro arcos en dos

de sus lados76 y cinco en los otros dos.77 Hoy en día uno de sus

laterales, el ubicado al Sur, no cuenta con arcos sino que se nos

ofrece como una crujía opaca con tres vanos de medio punto en

la planta inferior y otros tres arquitrabados en la superior. Este

lateral del patio fue transformado en la segunda mitad del siglo

XVIII, dotándolo de un aspecto más opaco. Durante las labores

de excavación arqueológica del interior se detectaron los pies de

apoyo de las columnas que originalmente cerraban por este la-

teral, en concreto los correspondientes a cuatro arcos originales.

Por tanto, hasta el siglo XVIII el patio estuvo circundado comple-

tamente por arcos sustentados mediante columnas.

Todo el patio excepto este lateral transformado está compuesto

por arcadas de medio punto ligeramente peraltadas en la planta

baja y arcos carpaneles en la segunda, todos ellos realizados en

ladrillo. Las columnas inferiores están soportadas por basas apo-

yadas directamente sobre el suelo, mientras que las superiores lo

hacen por basas y plintos. Hoy en día los plintos están cosidos

mediante un pretil de ladrillo y unas vidrieras (fig. 44), añadidos

que obedecen a la restauración realizada en 1920.78 Originalmen-

te las galerías superiores debieron estar circundadas tan sólo por

barandas de hierro forjado a modo de pretiles. Estas transfor-

maciones nos aportan una visión menos elegante del patio, que

en su día ofreció una imagen completamente transparente, en

la que el ritmo de las arcadas y la perspectiva cobraban especial

protagonismo.

73 Cuando se picó para su posterior en-foscado se observó que todo él era de ladrillo macizo, muy similar a los apare-jos existentes en la crujía Sur del patio principal.

74 Para ello sería necesario que el muro sustituido en el siglo XVIII, es decir, el actual, en origen tuviese un portón, así, conforme llegaba el señor a caballo, éste, se pasaba a la cuadra desde el propio zaguán, e igualmente estaría completa-mente disponible en el caso de salir a la calle.

75 “El escudo tiene en el primer campo, so-bre fondo de oro, un pino al natural. En el segundo un pino natural con un le-brel atado al tronco por una cadena de hierro (sable). El tercer cuartel, en cam-po de plata siete franjas de sable. Toda la bordadura general, que enmarca los tres cuarteles, de azur cargada de 8 estrellas de oro, cada una de ellas con 16 puntas. Al timbre yelmo de hidalgo” (PORRAS, 2004, 584).

76 Laterales Sur y Oeste. 77 Laterales Norte y Este.78 Así queda reflejado en los papeles de D.

Gregorio García.

(fig. 44)

Page 90: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

174 175

El eje de acceso al patio es el vértice mayor del rombo que confi-

gura su planta, lo que provoca un efecto de perspectiva que alar-

ga el patio (fig. 45). Este aspecto entronca con el palacio de Viana

en el eje visual (fig. 46), y con muchas otras obras coetáneas que

buscan estos efectos esquinados, pero que también sirven para

salvaguardar la intimidad de los habitantes de la casa al no estar

centrado el patio respecto al eje de la fachada..

En cuanto a las columnas, hecho que ha servido para plantear

o afirmar el aprovechamiento de un palacio anterior, la cues-

tión es compleja. Por un lado, es frecuente la reutilización de

materiales heterogéneos en los palacios mudéjares de Córdoba,

especialmente con anterioridad a mediados del siglo XV. Estos

elementos arquitectónicos proceden mayoritariamente de cons-

trucciones romanas, visigodas y omeyas.79 Sin embargo, en Orive

no hay ni un solo capitel anterior en cronología al Renacimiento.

Los fustes, aunque no son homogéneos, tampoco tienen por qué

ser reciclados. No obstante, en esta ocasión es mucho más difícil

comprobar tal hecho.80 Los hay de mármol blanco,81 caliza nodu-

losa violácea local, calcarenita, mármol veteado gris82 e incluso

granito, material escasamente empleado en Córdoba. La esquina

Nordeste del patio está formada por mármol blanco83 de fustes

estilizados y basas de estilo genovés (fig. 47).84 Creemos que po-

drían ser parte de la idea original, aunque no llegara a culminar-

se. Ese hecho pudo provocar una experimentación o una idea de

acabar el patio con materiales diversos, hasta que finalmente se

llegó al resultado de unas débiles columnas de calcarenita,85 un

tanto desproporcionadas, que dieron bastantes problemas.86 Otra

posibilidad es que algunas de las columnas fuesen sustituidas a

lo largo del tiempo. Al menos tenemos constatado este proceso

en la columna del ángulo noroeste, junto a la actual escalera, ya

en el siglo XX, tal y como nos trasmitió D. Gregorio García (vid.

infra).

En cualquier caso, la debilidad de las columnas de calcarenita,87

combinada con una cimentación poco consistente,88 produjo

79 En la mayoría de las ocasiones suele tra-tarse de capiteles de mármol blanco que proceden de construcciones de la propia ciudad.

80 Todos los fustes son lisos, por lo que no cuentan con elementos formales o esti-lísticos claros que nos indiquen su cro-nología.

81 Aparentemente este mármol blanco se aproxima en su aspecto al de Carrara, aunque sabemos que existen variedades marmóreas en el sudeste andaluz que guardan gran similitud aparente con el mármol italiano.

82 Este mármol se corresponde con la co-lumna del ángulo noroccidental del pa-tio, que sabemos fue sustituida por D. Gregorio García en la tercera década del siglo XX.

83 Posiblemente se trate de mármol de Ca-rrara.

84 Este tipo de columnas está inspirado en las realizadas por Antonio María Aprile de Carona a partir de 1532 para el pala-cio de Juan de Almanza en Sevilla (OLI-VA, 1993, 247).

85 Se trata de una variedad de grano muy fino con escasos fósiles.

86 La calcarenita, por su escasa cohesión y su permeabilidad es extremadamente débil para este tipo de elementos sus-tentantes, por lo que fue necesario que se engrosaran para aguantar el peso de la galería.

87 Algunas de estas columnas muestran re-paraciones antiguas e incluso huellas de los calzos de madera que se emplearon en su construcción.

88 Las columnas no se arriostraron, es de-cir, no se hizo una cimentación corrida para todas ellas. Muy al contrario, cada una de estas columnas se dispuso sobre un único apoyo a modo de sillar o laja de calcarenita, que en principio fue su-ficiente para mantener el patio. No obs-tante, los movimientos telúricos y la re-moción de la tierra que cohesionaba las cimentaciones para disponer algunas canalizaciones de desagüe, provocaron la rotura de algunos de estos apoyos, lo que hizo que toda la estructura sufriese graves patologías.

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 45 y 46)

(fig. 47)

Page 91: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

176 177

una inestabilidad estruc-

tural al patio (fig. 48), que

ha logrado llegar a nuestros

días, aunque fuese repa-

rado en los siglos XVIII y

XX.89 Excepto estos materia-

les pétreos y la cornisa que

separa el piso bajo de la pri-

mera planta, lo demás está

realizado con ladrillo (fig.

49).90 Los arcos inferiores y

superiores están enmarca-

dos por alfices y la moldura

de coronamiento del primer

piso también está realizada

con piezas cerámicas que desarrollan un juego de contraluces

mediante dos líneas trocadas de dentículos de frente curvo. El

juego arquitectónico es similar al de otro patio conservado en

Córdoba, nos referimos al que en la actualidad pertenece al Hos-

pital de San Jacinto, aunque en origen fue del palacio de los Fer-

nández de Córdoba,91 conocida como Casa del Bailío (DAROCA,

YLLESCAS y DE LA FUENTE, 2003, 196). Otro ejemplo similar

en la propia Córdoba es el actual patio de la Delegación Provin-

cial de Cultura que conformó uno de los claustros del convento

de los Dominicos, debido posiblemente a Juan de Ochoa (IBID.,

2003, 167).

Por tanto, el patio principal, aunque reformado y restaurado tan-

to en el siglo XVIII como a principios del siglo XX, es una pieza

original del siglo XVI que no aprovecha ninguna casa anterior,

como mucho, cabría pensar que para su culminación debieron

transcurrir años.92 De hecho, lo que se ha localizado en las ex-

cavaciones practicadas con motivo de su restauración, han sido

algunas de las estructuras

correspondientes a las casas

tinte (fig. 50) que ocupaban

el solar hasta la construcción

del palacio93 y que también

pertenecieron a los Villalo-

nes.94 Del mismo modo, tanto

las evidencias bajomedievales

cristianas como las islámicas,

que aunque más escasas que

en el huerto también apare-

cen en el patio, muestran que

las plantas de los edificios an-

teriores son muy diferentes a

la del patio del XVI. De ello

podemos deducir, sin temor a errar, que el patio principal fue

diseñado y dispuesto, ex novo, en la segunda mitad del siglo XVI,

sin tener ninguna deuda, ni formal ni en planta, de estructuras

anteriores.

El patio de caballerías o de recibo

El patio de caballerías,95 tal y como hoy lo conocemos, no co-

incide con lo que originalmente se diseñó para la propia casa.

Si observamos con detenimiento los paramentos pétreos que lo

enmarcan por tres de sus lados, las diferentes molduras de las pi-

lastras en las que descansan los arcos, el tipo de piedra empleada

en las columnas y los arranques de los arcos, a modo de cimacios,

se puede apreciar una morfología de detalle, distinta a la de los

mismos elementos del patio principal. Difícilmente podríamos

intentar aproximarnos al aspecto original de este espacio, ya

que la alteración provocada por las sucesivas obras de reforma,

89 Muy probablemente el excesivo deterio-ro del ala meridional del patio fue lo que hizo que se determinase derribar este lateral y reconstruirlo a principios del siglo XX.

90 Hoy en día estos aparejos de ladrillo es-tán ocultos por pintura tras la restaura-ción desarrollada recientemente.

91 Una parte del palacio fue vendida en 1710 por los Marqueses de Almunia, he-rederos de los Fernández de Córdoba, al obispo Siuri para la fundación del Hos-pital de San Jacinto (DAROCA, YLLES-CAS y DE LA FUENTE, 2003, 196-198)

92 La culminación del proyecto no lo trans-gredió en planta y aspecto general, aun-que sí en materiales.

93 Se trata de bases de planta circular que servían para soportar depósitos para agua fría y caliente con los tintes disuel-tos. En ellos se iba introduciendo la lana para que adquiriese el color deseado.

94 Los antecesores del jurado Juan García Villalón fueron tintoreros de profesión, tal y como queda reflejado en la Historia de Córdoba de Maraver y Alfaro. Así, el 23 de Marzo de 1508 Juan García de Vi-llalón, trapero vecino de San Andrés otor-gó testamento. Del mismo modo, el 9 de Marzo de 1516, en una sentencia de los Inquisidores de Córdoba, se hace referen-cia a unas “casas de Juan García, trapero”, que eran “linderas” con las de Pedro Sille-ro, situadas en la calle Carretas, y con las del monasterio de San Pablo.

95 Este patio no recibió ningún nombre a lo largo de la Historia, o por lo menos no lo conocemos. Se trata de un patio secundario en el que se conservaban al-dabas para atar caballos en el muro Sur. Es por ello que hemos decidido ponerle el nombre de patio de caballerías.

(fig. 50)

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 48 y 49)

Page 92: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

178 179

han dejado tan escasa huella

en los paramentos próximos

(fig. 51), que se nos hace real-

mente complejo imaginarnos

su impronta primitiva si no

lo hacemos de manera am-

plia, a modo de hipótesis.96 Lo

que nos queda claro es que

su configuración no fue la de

una doble arquería en ambas

alturas por los laterales Este

y Norte. Esta plasmación

material es consecuencia del

devenir histórico del propio

edificio que nos ha sido legado transformado en varios aspectos.

Es precisamente este patio, junto con la ubicación original de la

escalera los lugares más complejos de analizar.

Los paramentos pétreos, casi inexistentes en el patio principal en

todo su derredor,97 donde se combinan con las tongadas de ladri-

llo, parece indicarnos una fisonomía diferente e incluso distinto

concepto espacial para ambos patios. Estos espacios abiertos sue-

len estar comunicados a nivel visual sólo en altura en el siglo

XVI.98 En efecto, es frecuente la opacidad de estos patios secun-

darios o de servicio en la planta baja,99 lo que permite una total

privacidad, frente a la permeabilidad visual existente en altura en

el punto de unión con el patio principal, que actúa como mirador.

Esta opacidad otorga un concepto de espacio semipúblico a estos

patios, pero permite que el habitante de la casa pueda asomarse

desde el patio principal, completamente abierto, para interesarse

por la persona recién llegada. Existen numerosos ejemplos de

este esquema, para no cansar al lector citaremos tan sólo el del

palacio de los Valdivia en Andújar o el de los Almanza en Sevilla

(OLIVA, 1993, 373). Estos patios secundarios, por tanto, actúan

como recibidores, contando con un esquema arquitectónico más

próximo al de las fachadas que al de los patios abiertos o princi-

pales. Quizás sea ésta la causa de un cuidado despiece pétreo en

el piso bajo, con molduras que enmarcan algunas de las ventanas

y en otros casos llegan a cubrir con cierta continuidad un testero

completo. Este cuidado parece indicar que originalmente estos

aparejos estuvieron a la intemperie, sin techar, y que incluso al-

gunos de sus caras, en concreto la Norte, se tuviese que reparar

en varias ocasiones. A pesar de ello, muestra mayor deterioro

que otras zonas como consecuencia de la disolución de la calca-

renita.100

La construcción de las arcadas (fig. 52) debió ser, por tanto, con-

secuencia de una reforma posterior, aunque la fidelidad aparente

en los elementos arquitectónicos a las formas propias del Renaci-

miento101 nos llevan a pensar que se produjeron pocos años más

tarde de la culminación del edificio. Quizás ya en el siglo XVII.102

Es así como un espacio realmente simple y austero se convierte

96 En este patio las actuaciones fueron muy someras, debido a que la mayoría de los aparejos eran pétreos. Además, el patio es original de la casa, aunque creemos que es ligeramente posterior al patio principal y a la fachada. Así parece evi-denciarlo las arcadas de medio punto y la morfología de los capiteles que guarda cierta similitud con otros de la Plaza de la Corredera. Es por ello que pensamos que este patio se culminó en su configu-ración actual ya en el siglo XVII.

97 Tan sólo son visibles en los marcos de las ventanas existentes en el lateral Oes-te. En este caso, sin embargo, se trata tan sólo de marcos, es decir, no se configuran como paramentos pétreos continuos.

98 El actual punto de comunicación entre el patio principal y el de caballerías es una puerta abierta tras la disposición de la escalera en el siglo XVIII. Es justo el arco carpanel por el que se alcanza en la actualidad la escalera el que antaño fue el único acceso al patio principal, exis-tiendo tan sólo alguna ventana original en el piso bajo que puede comprobarse por su aspecto abocinado y recercado pétreo en el patio principal.

99 En el cuerpo Sur del patio de caballerías hemos comprobado la presencia de una antigua puerta, posiblemente original, convertida con posterioridad en venta-na. No obstante, hacia este lado se dis-ponían habitaciones de servicio de tal modo que es más que lógica la presen-cia de puertas en planta baja para que el personal adscrito a la misma pudiese entrar en estas zonas menos nobles.

100 Encontramos igualmente algunas va-riedades de calcarenita de tono rosado, más porosas y de menor calidad que las empleadas en otras zonas del pala-cio, claramente enmarcadas en el siglo XVI.

101 Existe también una diferencia clara res-pecto al patio principal ya que los arcos de la galería superior del patio de caba-llerías son de medio punto frente a los carpaneles del patio principal.

102 En la propia plaza de la Corredera, cuya construcción fue promovida por el co-rregidor Ronquillo Briceño en 1683 (DAROCA, YLLESCAS y DE LA FUEN-TE, 2003, 168), se observan capiteles en el arco occidental muy similares a los de las columnas de este patio.

(fig. 51) (fig. 52)

Page 93: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

180 181

en un auténtico patio con corredores altos y bajos en los laterales

Norte y Este.

A modo de resumen, creemos que los paramentos pétreos de este

patio constituyen en buena medida elementos originales, aun-

que no así las arcadas del patio, generadas probablemente en el

siglo XVII, cuando el palacio pudo ampliarse hacia el Oeste. Este

costado ha sido en el inmueble que analizamos el que tradicio-

nalmente fue destinado a servicio. En este sentido, no podemos

olvidar que el desarrollo de los carruajes, siguiendo la moda ita-

liana, se produce a partir de finales del siglo XVI (OLIVA, 1993,

262). La sustitución de las tradicionales sillas de mano en el Ba-

rroco obligaría en muchos casos a la transformación de las zonas

de servicio de los palacios, adaptándolas a los nuevos tiempos

y necesidades. Consideramos, de hecho, que debió ser en este

momento cuando se construyó una nueva puerta a la fachada, la

del cuerpo Oeste, que incorpora ya en la base de los muros, los

típicos mojones que los protegen de la acción de las ruedas.

Es probable, como decíamos, que sobre el muro pétreo oriental

se dispusiese originalmente una arcada a modo de mirador ha-

cia este patio,103 aunque en la actualidad avanza y sobresale más,

configurándose en una doble arcada, tanto en el piso superior

como inferior. En cuanto al vano que hoy en día recae a la esca-

lera, debió estar por estos tiempos cerrado por una reja, como

indica el hecho de que sea un arco carpanel a dos caras, lo que

impide de algún modo, la disposición de un portón. Este hecho

no supone ningún menoscabo en el concepto de intimidad, ya

que ni tan siquiera se podría ver en un ángulo de visión normal

la galería norte del patio, sino un muro, que limita con las habi-

taciones de esta crujía, y que fue parcialmente eliminado, para la

disposición de la escalera ya en el XVIII. De este modo, la comu-

nicación entre ambos patios se dispondría en recodo.

La escalera original

Evidentemente la escalera actual no pudo ser construida en el

siglo XVI ya que rompe el discurso del doble vano original exis-

tente en el zaguán (fig. 53). Hoy en día la escalera constituye un

obstáculo que anula uno de estos vanos, en concreto el occiden-

tal, que originalmente serviría para entrar en el patio principal

de modo ocasional. Durante las labores de excavación no hemos

encontrado datos concluyentes sobre la ubicación original de la

escalera, que no obstante debió estar en una zona más profunda

del palacio.

En la mayoría de los palacios del siglo XVI que hemos analizado

la escalera se dispone en el fondo del patio, justo en el extremo

opuesto al acceso, de este modo se garantiza la privacidad de la

zona más íntima del palacio. Por lo general, las plantas altas de

las casas solariegas y palacios renacentistas son espacios desti-

nados a la vida familiar, mientras que determinadas zonas de

la planta baja pueden tener un carácter más público, accesible

para personas vinculadas no familiarmente con los titulares de

la casa. Es por ello que suele ser norma la ubicación de la escalera

en un lugar distante de la fachada, frecuentemente en el lugar

más profundo del patio, de tal modo que el acceso es mucho

más difícil para las personas que no estén autorizadas a subir al

primer piso.

En Córdoba, y a pesar de las transformaciones sufridas, el pala-

cio de los Páez de Castillejo -actual Museo Arqueológico- guarda

buena parte de su impronta original en sus piezas principales.

Como sabemos se trata de una construcción civil en la que está

atestiguada la participación de Hernán Ruiz II, al menos en lo

que se refiere a la fachada, elevada entre 1543 y 1545 (MORA-

LES, 1996, 101) a modo de arco de triunfo. En él observamos la

103 En la esquina suroeste del piso alto del patio principal hay una columna rena-centista embutida en un muro, elemen-to que no se repite en una posición simi-lar dentro del mismo patio. Tan sólo en otro lateral, el Oeste, aparece de nuevo un capitel embutido en la pared que pa-rece, de nuevo, reutilizado o ubicado en esta posición en un momento posterior al siglo XVI. Ambos elementos, singula-res como decíamos en el resto del patio, debieron disponerse tras la reparación del patio secundario. Es posible que es-tas piezas, originalmente formasen par-te de este presunto mirador alto.

(fig. 53)

Page 94: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

182 183

escalera en el fondo izquierdo del patio principal, con magnífico

barandal labrado en piedra e impresionante techumbre mudéjar

realizada posiblemente a partir de 1555 (JORDANO, 2002, 215).

Pensamos que esta situación de la escalera se repitió en el caso

del palacio de Orive, ya que es el lugar más adecuado y uno de los

pocos posibles para ubicar esta estructura. Por tanto, debió locali-

zarse en el ángulo suroccidental del patio, que lamentablemente

es también la zona más afectada por restauraciones posteriores.

Como recordaremos este lateral porticado del patio desapareció,

sustituyéndose por una crujía más regular104 que la original.105

Durante las labores de excavación de una de las habitaciones del

ángulo mencionado apareció una extraña estructura perpendicu-

lar a la crujía meridional del patio, consistente en una pequeña

bóveda de ladrillo que no era ningún tipo de canalización, ya

que habría sido incompatible en su alzado original con la cota

de la habitación. Tampoco tenía el suelo impermeabilizado ca-

racterístico de estas estructuras, y hacia el exterior se observaba

una lechada de cal, a modo de base, sobre la que construir algo

que había desaparecido. Por su técnica edilicia y por los mate-

riales encontrados no creemos que fuese anterior al palacio,106

de ahí que pensemos que esta estructura, originalmente pudo

servir para sostener el cuerpo de escalera, de un modo parecido

a como se dispone en la actualidad, con vano bajo ella. Aunque

somos conscientes de que el argumento es ciertamente débil, las

transformaciones sufridas en este ángulo nos impiden ser más

precisos. En cualquier caso, el modelo de la casa de los Páez de

Castillejo, en el que intervino el mismo arquitecto, el deterioro

de este ángulo, la evidencia negativa en el resto del palacio y el

sentido de privacidad expuesto, nos invitan a mantener que este

ángulo fue el más adecuado para disponer la antigua escalera.

Pensamos que sus proporciones debieron ser modestas, tratán-

dose sólo de un elemento funcional en el que difícilmente habría

cabido alguna pieza destacada desde un punto de vista ornamen-

tal. El desplome de esta crujía del patio, y su posterior recons-

trucción, habría provocado la reubicación de la escalera junto al

zaguán de entrada, es decir, en el ángulo noroeste del patio. Es

muy probable que estas reformas y la escalera actual obedezcan

a las reparaciones producidas tras el terremoto de Lisboa, que

obligó a intervenir especialmente en la fachada y en la crujía Sur

del patio.

Las transformaciones barrocas Podemos entender que la culminación del palacio debió prolon-

garse durante años. Sin embargo, estos aspectos son muy difíciles

de concretar y demostrar a nivel arqueológico dado que no se tra-

ta propiamente de reformas, sino de ampliaciones y adaptaciones

del inmueble a las necesidades de sus propietarios. Este problema

es muy frecuente en los edificios históricos, abundando en concre-

to en los edificios civiles donde resulta más difícil su rastreo. En

muchos casos las obras parecen constantes, de tal modo que no

hay casi una generación que no emprenda alguna obra en la casa.

A menudo se trata de ampliaciones por compra cuando es posible,

sin embargo, en el caso del palacio de Orive esta posibilidad esta-

ba muy condicionada por situarse junto a la enorme propiedad de

los dominicos: el convento de San Pablo. Es por ello que el palacio

no pudo ampliarse mucho en superficie hasta la Desamortización

del convento de San Pablo. Por tanto, creemos que el aumento de

superficie habitable entre los siglos XVI y XIX debió producirse

principalmente en altura y volumen constructivo.

104 En el fondo de esta crujía, colindante ya con el huerto, se disponía el muro origi-nal de cierre, que no era paralelo a este costado del patio sino que conformaba con él una crujía de planta trapezoidal. Esta “deficiencia” fue corregida en el si-glo XVIII anulando este cierre hacia el aún huerto de los dominicos y convir-tiéndola en rectangular, tal y como he-mos comprobado durante el proceso de picado de los muros. Con posterioridad, y ya a principios del siglo XX, D. Grego-rio García construyó una terraza hacia el jardín que hoy en día se conserva.

105 Estas transformaciones serían conse-cuencia de los efectos producidos en la casa por el terremoto de Lisboa, a me-diados del siglo XVIII.

106 No pudimos excavar por debajo de esta cimentación. Los materiales de relleno, aunque muy escasos, eran muy recien-tes.

Page 95: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

184 185

El terremoto de Lisboa

Durante algún tiempo los Villalones habían mantenido la casa,

sin grandes alteraciones. Sin embargo, sabemos que el sábado

día 1 de Noviembre de 1755, aproximadamente a las diez de la

mañana se produjo un brutal movimiento telúrico, conocido his-

tóricamente como terremoto de Lisboa. Este cataclismo afectó

enormemente al Oeste de la Península Ibérica, con especial vio-

lencia en Portugal, cuya capital, Lisboa, quedó parcialmente des-

truida. Las consecuencias de dicho terremoto se manifestaron

dramáticamente en la capital onubense. También Cádiz sufrió

los devastadores resultados del seísmo y fueron muy pocas las

ciudades aledañas que no viesen afectados algunos de sus princi-

pales edificios. Ramírez de Arellano, tan minucioso como en tan-

tas otras cuestiones, recogió un escrito realizado por el secretario

del Cabildo de Universidad de Córdoba, Gabriel Vicente Jurado,

el 16 de Diciembre de 1755.

Esta crónica del suceso es realmente dramática “instantáneamen-

te se comenzó a estremecer la tierra, y todos los edificios, con tan-

ta violencia y vaivenes que no hubo persona que no se persuadiera

que todos quedaríamos sepultados entre las ruinas de las propias

habitaciones, durando todo este primer estremeciemiento medio

cuarto de hora, en cuyo tiempo se vieron flaquear todos los más

fuertes y eminentes edificios, unos abriéndose por sus techumbres,

otros bamboleándose de uno a otro lado, como si fueran débiles

cañaverales” (RAMÍREZ DE ARELLANO, 1995, 129-130).

En este primer comentario se puede comprobar la extrema vio-

lencia del terremoto en Córdoba y sus consecuencias previsibles

sobre los edificios, aunque el historiador sigue en su crónica para

especificarnos más en lo que se refiere a los daños producidos

sobre algunos edificios singulares: “ La Torre mayor de las cam-

panas (la de la catedral) se maltrató muy mucho, cayéndose sobre

la sala de la Audiencia Eclesiástica un barandal de piedra del se-

gundo cuerpo, quedando éste y el tercero condenados enteramen-

te y sin que puedan tocarse las campanas. El resto de la iglesia

padeció también, aunque no tanto. En el Palacio Episcopal queda-

ron inhabitables los cuartos del Provisor y del Fiscal, y la escalera

ordinaria condenada. La mitad de la bóveda de la capilla mayor

del convento de San Francisco se cayó y derribó el tercer cuerpo

del retablo. La torre de la parroquia de San Lorenzo quedó con-

denada a derribarla. La de Santa Marina muy mal tratada. En la

iglesia y bóveda de la Compañía se abrió por varias partes, y cayó

una o dos piedras por el altar de San Javier. En la Puerta de Pla-

sencia se cayó un pedazo de muralla. Estos fueron los daños más

considerables y conocidos. Otros muchos más se experimentaron

en casas particulares, dejándolas inhabitables, por todo el casco

de la Ciudad, cayéndose algunas paredes y tejados, pero con tan-

ta felicidad, que ninguna persona pereció...” (IBID., 1995, 130-131).

Esta crónica, aunque no es exhaustiva en lo que se refiere a los

daños pormenorizados en los edificios de la ciudad, centrándose,

sobre todo, en los de carácter eclesiástico es, no obstante, muy

significativa en lo que se refiere a los perjuicios causados en la

ciudad. De hecho, podemos derivar de este relato que muchas

de las reparaciones en edificios existentes en este momento se

debieron producir como respuesta a los destrozos ocasionados

por el terremoto. Además de aquellos edificios que sufrieron des-

plomes y hundimientos, muchos otros debieron resentirse, ame-

nazando una ruina o un colapso más o menos inmediato, si no se

realizaban algunas obras de emergencia.

No queremos ahora ahondar en muchas reformas acaecidas en

edificios antiguos cordobeses en este momento, como es el caso

Page 96: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

186 187

del antiguo seminario de San Pelagio, ya que merecen un estu-

dio específico. Lo que queda claro es que, teniendo en cuenta las

débiles cimentaciones del palacio de Orive, comprobadas con la

intervención arqueológica en dicho espacio, sería inaudito que

la antigua casa de los Villalones no quedara seriamente afectada

por este violento movimiento.

Un caso muy significativo es el de otro palacio, éste sevillano,

que sufrió igualmente los destrozos ocasionados por el terremo-

to, nos referimos a la denominada Casa de D. Miguel de Maña-

ra. En esta ocasión se cuenta con el expediente de la visita que

realizaron el diputado, los dos maestros de obras y el alguacil a

principios de Noviembre de 1755, especificándose lo siguiente:

“....presisa derrivar el pretil de la azotea i parte del cuerpo del

suelo hollado, i asimismo derrivar una linea de arcos del corredor

alto, y asimismo hacer de nuevo una pared de la calle, la que oi

es de tierra y presisa haserse de material... i los arcos del mirador

rremediar distintas quiebras, y derrivar un cielo razo, i derrivar

distintos tabiques que están amenasando ruina... “ (OLIVA, 1993,

336). En este momento, además, se cubre la fachada con enlucido,

decorado mediante arquitectura fingida. Por todas estas noticias

que los escritos nos devuelven cuando ya las generaciones han

borrado de su memoria estos hechos, creemos que algunas de las

obras de reforma documentadas en el palacio de Orive son conse-

cuencia de las reparaciones obligadas por los daños. No tenemos

una prueba documental irrefutable, como en el caso del palacio

sevillano de D. Miguel de Mañara, aun cuando hemos extrapola-

do genéricamente y a modo de hipótesis esta circunstancia.

La reparación de la fachada

Aparentemente la fachada del palacio de Orive es homogénea,

aun cuando una observación detallada nos permite encontrar

ciertas diferencias entre las jambas de la ventana central (fig. 54).

Así, se puede observar en la fachada, en la jamba opuesta a la que

figura la inscripción de 1560, otra inscripción que podría ser una

fecha, aunque en posición retrógrada. La misteriosa inscripción,

difícil de leer, podría poner: 1760. El único dígito que no está

en dicha posición es el 6, aunque esto no es infrecuente.107 Esta

cartela y la fecha, según nuestra interpretación, harían referencia

a la restauración de la fachada realizada tras el terremoto de

Lisboa, acaecido, como sabemos, en 1755.

Aunque desconozcamos quién se puso al frente de la repara-

ción del palacio de Orive, pensamos que ésta debió producirse

a continuación del terremoto.108 El hecho de que se mantuviese

el esquema de la casa y que las reparaciones exteriores fuesen

a reconstruir, en esencia, lo afectado, parece indicar que hubo

una intención de no transgredir en exceso el espíritu primigenio

107 Lo mismo ocurre a veces con el cinco o el dos que son números cuya represen-tación al revés es más complicada.

108 Pudo ser tanto D. Fernando de Orive Villalón y Valenzuela, que como hemos indicado murió en 1758, o su hijo Alon-so Tomás de Orive Villalón y Gutiérrez de los Ríos, que sabemos que en 1762 pasaba por premuras económicas por la prematura muerte de su padre cuan-do él contaba con tan sólo 24 años. Este hecho llevó a algo inusual, el arrenda-miento del palacio a Andrés Baena y Hermoso, por 1.200 reales de vellón du-rante tres años. No sabemos si el pala-cio quedó abandonado durante algunos años como consecuencia del terremoto de Lisboa, aunque es realmente curiosa la coincidencia aproximada de fechas entre ambos sucesos (1755 el terremoto y 1762 el arrendamiento de la casa).

(fig. 54)

Page 97: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

188 189

del palacio. No obstante, se produjo al mismo tiempo, un plan

arquitectónico, en el que, con motivo de la debacle, se intentaba

adaptar la casa a los nuevos tiempos. Así, se debieron reparar

buena parte de las cubiertas eliminándose muchos artesonados,

se rehizo el lateral occidental de la fachada, se recompuso -ya sin

arcadas- el cuerpo sur del patio (fig. 55), se abrieron nuevos vanos

en la fachada. Del mismo modo se repararon grietas de muchos

muros, especialmente los de tapial, se trasladó la escalera a su

lugar actual, se tabicó el arco oriental del zaguán y se reparó con

nuevos tondos el otro arco. En el patio de caballerías se cegaron

algunos vanos, recomponiéndose el sistema de circulación hacia

el patio principal y se hicieron varias de las rejas que hoy vemos

tanto en la fachada como en el interior. Algunas de estas pie-

zas debieron quedar prácticamente inservibles tras el terremoto.

Creemos que es el caso de la que preside la magnífica ventana del

primer piso de la fachada y de otras semejantes localizadas en el

cuerpo occidental, algunas ya, con los típicos tejadillos de ladrillo

tan característicos del Barroco.

También debió ser en este momento cuando se procede a orna-

mentar toda la portada con color, así como muchas de las zonas

interiores. En la fachada hemos encontrado numerosos restos

de pigmentación, principalmente en color rojo y amarillo en los

elementos pétreos. Aunque en época contemporánea se lijaron

todas estas zonas, las irregularidades de la piedra propiciaron

la conservación de zonas en la que la pintura aún es visible. Las

pigmentaciones no nos permiten nada más que saber algunos de

los colores empleados, como el amarillo albero y el color almagra.

Esta capa de policromía, aunque pudo realizarse con antelación,

afectó también a las partes rehechas en la segunda mitad del

siglo XVIII, por lo que o son inmediatamente posteriores, o la

restauración incluyó también el repintado de la fachada.

En la parte interna, las columnas del patio

también fueron pintadas, los cimacios, por

ejemplo recibieron el color amarillo y los

capiteles el rojo, los fustes amarillos, las

basas rojas... Este fenómeno de aplicación

de color a los edificios fue muy común en

el Barroco, tratándose de una moda que

gozó de gran predicamento en muchos lu-

gares de nuestra geografía. Era común que

la dermis de la mayor parte de los edificios

sevillanos, granadinos o gaditanos con-

tasen con aplicaciones de color (OLIVA,

1993, 343). Córdoba no fue una excepción,

uno de los más significativos es el de la Co-

rredera, que ha recuperado parte de su co-

loración original con la última restauración La plaza comenzó a

construirse en 1683, fechándose en el mismo periodo la fachada

de la ermita del Socorro (DAROCA, ILLESCAS y DE LA FUENTE,

2003, 168), que también muestra una fachada en la que destacan

el color albero y almagra. La iglesia de los Trinitarios o convento

de los Padres de Gracia fue fundado en 1608 (IBID., 2003, 180),

conservando igualmente restos de policromía y de simulación

arquitectónica en la fachada. De mediados del siglo XVIII es la

impresionante arquitectura del antiguo convento de la Merced,

actual Diputación Provincial, en cuya fachada destaca el juego

de imitaciones marmóreas (IBID., 2003, 222). También muestra

policromía en su fachada, con predominio del rojo y amarillo,

el palacio del Vizconde de Miranda (fig. 56), obra del año 1766

(IBID., 2003, 164), así como muchas otras construcciones menos

destacadas, claustros de conventos, torres, etc. Muchos de estos

elementos, sin embargo, fueron eliminados en época contempo-

ránea, permaneciendo otros ocultos aún hoy bajo capas de cal.

(fig. 55)(fig. 56)

Page 98: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

190 191

Lejos, por tanto, de ser una singularidad, la fachada y principa-

les elementos arquitectónicos del palacio de Orive recibieron en

el Barroco una policromía, que obedecía a una moda genérica y

muy extendida por toda Andalucía.

La transformación del patio principal

Fue a mediados del siglo XVIII cuando se produjo el desplome

de la crujía sur del palacio. Pensamos que la causa pudo ser, como

apuntábamos anteriormente, el terremoto de Lisboa, acaecido

en 1755. En esta ocasión, nos sirve de argumento cronológico

los elementos observables en la decoración interna de las habi-

taciones de la crujía, realizadas en yeso. Se aprecian tanto en el

techo como en los marcos interiores de puertas y hornacinas (fig.

57) algunos motivos de clara filiación tardobarroca.109 Se trata

de sencillas decoraciones en las que se aparecen hojas y frutos

sobre molduras contrapuestas en forma de “C”. Estas hojas por

sus formas y la combinación moldurada son características del

siglo XVIII, estando presentes en la fachada del convento de San

Pablo hacia la calle homónima, con un cuerpo constructivo en el

que se combina el ladrillo y la piedra (fig. 58). Esta construcción,

fechada en 1753 (fig. 59),110 muestra un magnífico relieve de la

Virgen del Rosario (fig. 60), tan apreciada por los dominicos. En

el tondo que la circunda se vislumbra un copete en forma de hoja

en la parte baja, que es idéntico a algunos de los remates de las

labores en yeso del palacio de Orive (fig. 61). Estas concomitan-

cias, nada desdeñables, nos invitan a proponer una cronología

similar para la reconstrucción de la crujía sur del patio principal

de Orive.

Fue en este momento cuando se regularizó la crujía, aprove-

chándose parte del muro anterior, aunque otro tramo, quebrado

respecto al antiguo, debió ser construido de nuevo. El aparejo

es exclusivamente de ladrillo aglutinado con yeso (fig. 62), muy

frecuente en Córdoba durante el ochocientos. Hacia el interior, se

sustituyó el anterior artesonado por una bóveda de cañón reali-

zada en ladrillo dispuesto en plano y no con rosca (fig. 63). En la

fachada de esta crujía lateral del patio, tan sólo se abrieron tres

vanos de medio punto en el piso inferior y cinco más, arquitra-

bados, en la superior. El patio adquirió así un aspecto más opaco

y para evitar ulteriores problemas la crujía se construyó con una

gran anchura.

Debió ser en este momento cuando se eliminó la escalera ori-

ginal111 para llevarla a la ubicación actual.112 Para ello, hubo de

109 La formas neoclásicas comienzan a apa-recer en Córdoba con la construcción del emblemático conjunto del conven-to de Santa Victoria, a partir del 1761 (DAROCA, YLLESCAS y DE LA FUEN-TE, 2003, 207), aunque es más que pro-bable que las formas del Tardobarroco aún tardaran más de una década en sus-tituirse por la sencillez neoclásica.

110 Es la fecha inscrita en el remate de la portada del compás.

111 Aunque no contamos con prueba defi-nitiva de la ubicación de esta escalera, creemos que se debió situar en el án-gulo sureste del patio, es decir, en un punto afectado por esta reforma, de tal modo que este realojo de la escalera fue consecuencia del alcance de la reforma. Es también una ubicación frecuente en las casas señoriales, ya que así se consi-gue alejar el acceso al cuerpo alto, más privado, de las zonas más próximas a la calle.

112 La reforma realizada conllevó la cons-trucción de dos amplios salones muy del gusto de la época, con vistas al jar-dín posterior y mayor luminosidad que los oscuros salones del siglo XVI.

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 57, 58 y 59)DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 60, 61 y 62)

(fig. 63)

Page 99: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

192 193

cegarse uno de los arcos del zaguán,113 deján-

dose tan sólo el que comunicaba con el patio

de caballerías.

Las transformaciones contemporáneas

Podemos dividir este apartado en dos bloques: el referido a los

diferentes usos y modificaciones de la parcela en el siglo XIX y

la gran restauración emprendida a principios del siglo XX por

el matrimonio García-Courtois. Mientras que del primer perio-

do no contamos con casi ninguna documentación novedosa, del

segundo sí que disponemos de un valioso grupo de hojas meca-

nografiadas114 en las que D. Gregorio García nos relata las inter-

venciones emprendidas por él una vez adquirida la casa.

Durante el siglo XIX la casa pasó por diferentes propietarios,

como Luis Beltrán de Lis, Francisco Solano Rioboo o Cacirela

Rizzi, estuvo algunas temporadas cerrada e incluso sirvió como

oficina de Correos, Atarazana Municipal, escuela de Artes y Ofi-

cios115 y escuela francesa (fig. 64). Todos estos usos generaron

una serie de añadidos, especialmente tabiques, que comparti-

mentaron algunas de las habitaciones para adaptarlas a las suce-

sivas funciones.

En estos años el devenir arquitectónico y urbanístico del palacio

y su parcela quedarían definidos en dos sentidos: por un lado la

parcela, es decir, el espacio que hoy en día constituye el palacio

y su jardín, se configurarían en la forma como lo conocemos hoy,

a excepción de algunas propiedades compradas por D. Gregorio

a principios del siglo XX116 y unos metros de terreno vendidos a

principios del siglo XX y segregados de la misma para la construc-

ción del cine de verano conocido como Coliseo de San Andrés.117

Por tanto, fue a lo largo del siglo XIX cuando el espacio ocupa-

do por el palacio y sus jardines adquirió una mayor extensión,

en buena medida como consecuencia de la Desamortización del

convento de San Pablo, aunque el deterioro del monasterio domi-

nico se hubiese iniciado ya con la invasión francesa (PALENCIA,

1995, 142).

Este hecho propició que la inconclusa sacristía mayor,118 comen-

zada a construir en 1580 por Hernán Ruiz III y su hermano Jeró-

nimo Ordóñez quedara incorporada definitivamente a los jardi-

nes del palacio (fig. 65). Debió ser también en estos años cuando

se dio salida al Huerto por el portón ubicado al Sur, recayente a la

calle Huerto de San Pedro el Real, y que fue erigido por los domi-

nicos hacia el siglo XVII (fig. 66). Es probable, incluso, que duran-

te este siglo se añadiesen al perímetro del palacio otros inmuebles

aledaños, tanto al Este como al Oeste, en concreto algunas casas

que sabemos fueron independientes antaño y que D. Gregorio

113 Sabemos que a principios del siglo XX, D. Gregorio García se encontró tabica-do este arco, eliminando el cegamiento para disponer en su lugar una reja, que es la que actualmente podemos ver.

114 Estas hojas formaban parte del testa-mento de D. Gregorio García, según aclaración realizada por alguno de sus herederos. En ellas hace memoria de los trabajos emprendidos en el palacio por su familia a partir de la adquisición del inmueble el 27 de diciembre de 1919. Es un documento cuya proceden-cia exacta desconocemos, habiéndose manejado una fotocopia del original, es por ello que lo citamos genéricamente como “Memoria de D. Gregorio García”.

115 En los padrones municipales se mencio-nan a numerosos inquilinos, unos artis-tas y otros estudiantes, entre ellos des-taca el célebre escultor Mateo Inurria, del que se dice que por aquel entonces tenía 29 años y había sido bautizado en San Andrés. Archivo Histórico Munici-pal de Córdoba. Sección 12.09. Padrones Municipales. Año 1898 de la collación de San Andrés. Legajo: 1437. Pág. 73.

116 Este testimonio lo conocemos por co-municación verbal de algunos de sus herederos, aunque no nos especificaron cuáles fueron éstas. Es probable que fuese algún inmueble de la zona orien-tal, lugar donde D. Gregorio efectuó una actuación arquitectónica más intensa.

117 “...Vendí ciento y pico de metros a Cabre-ra para el cine...” Memoria de D. Grego-rio García. Documento mecanografiado.

118 Hoy en día se ha culminando su adapta-ción a Sala Municipal de Cultura.

(fig. 64)

(fig. 65)

Page 100: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

194 195

García compró como par-

te del palacio. Es el caso

del denominado patio

de los Gallos, o las casas

situadas en el callejón de

los Villalones.119 La facha-

da de estas casas, hoy en

día constituidas en una

alta tapia, se picaron para

su posterior enlucido con

motivo de la restauración del palacio (fig. 67), comprobándose

la existencia de un complejo entramado de aparejos, a partir de

un inmueble construido probablemente en época bajomedieval,

antes, por tanto, que el propio palacio de Orive.

Del mismo modo, el palacio quedó muy alterado como conse-

cuencia de numerosas obras, muchas de ellas parásitas y que

no afectaron a los elementos principales del edificio. Tan sólo

se dividieron algunos de los corredores de los patios, cegándose

algunas de las arcadas para habilitarlas como clases durante el

periodo en el que el palacio se destinó a colegio. También en el

zaguán de entrada se construyeron pequeñas habitaciones para

los guardeses del inmueble. Estas noticias las conocemos a tra-

vés de la descripción de D. Gregorio García, aludiendo a estos

elementos como piezas que fueron eliminadas durante su inter-

vención, con el objetivo de devolver en buena medida la antigua

impronta al palacio.120

También debieron construirse en este momento los parterres del

jardín, con la alberca, después transformada en piscina, presidi-

da por la escultura del galápago que actuó como surtidor (fig. 68)

y que dio nombre al callejón de acceso desde la calle Capitulares

al claustro principal de los dominicos (LÓPEZ AMO, 1997, 45).

119 Constituyen en parte lo que hoy es sede de la Agencia EFE.

120 “...A la entrada, por la puerta actual, que hubo que ponerle muchos clavos, había un cuartillo a la izquierda de dos metros, donde guisaba la portera...” Memoria de D. Gregorio García. Documento meca-nografiado.

(fig. 68)

(fig. 67)

PÁGINA IZQUIERDA

(fig. 66)

Page 101: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

196 197

Poco más podemos añadir a las intervenciones desarrolladas en

el siglo XIX, ya que en muchos casos éstas fueron eliminadas

por D. Gregorio García. Asimismo, tanto el lateral Oeste, como el

opuesto, han sido zonas en las que prácticamente no ha existido

intervención arqueológica, por lo que no podemos abundar en la

cuestión.

La restauración de D. Gregorio García y Dª Paz Courtois a principios del siglo XX

Las figuras de D. Gregorio García y de su esposa Paz Courtois

fueron esenciales a la hora de mantener el antiguo palacio y que

haya llegado hasta nosotros. Si bien es cierto que las obras de me-

jora no afectaron a sus cimentaciones y a los problemas estruc-

turales121 que arrastraba el palacio desde hacía años, el simple

hecho de que se habitase y se invirtiese una importante cantidad

de dinero en su restauración,122 ha permitido que este palacio

se conserve en la actualidad. Del mismo modo, su celo, no sólo

en lo que se refiere al amor demostrado hacia lo antiguo, sino

también su intento porque perdurase su legado escribiendo unos

folios mecanografiados en los que se especifican las obras que se

acometieron, constituyen un valioso documento hoy en día. En

estas escuetas noticias y en la forma de redactarlas, D. Gregorio

demostró que realmente disfrutó reparando y devolviendo al pa-

lacio de Orive un esplendor que los años y los diferentes usos

le habían arrebatado.123 Simplemente podemos decir que tal y

como él describe lo que se encontró, el palacio de Orive estaba

en un lamentable estado de conservación.124 Muchos de sus ele-

mentos esenciales, estaban tabicados, aprovechando buena parte

de estos espacios para clases. Del mismo modo, el piso inferior

de la fachada estaba carcomido125 por la debilidad y porosidad

de la piedra calcarenita, amenazando una ruina más que segura.

121 Quizás uno de los aspectos que más cuidó fue que el patio principal no se desplomara, cuestión desde luego esen-cial para que hoy podamos verlo: “...Al-gunas columnas rajadas que se pusieron nuevas y otras se sacaron de pie para enderezarlas...” Memoria de D. Gregorio García. Documento mecanografiado. .

122 “...La obra costó mucho, pero disfrutamos haciendola, y todo esto ha sido en los cincuenta años en que la hemos vivido el matrimonio...”. Memoria de D. Grego-rio García. Documento mecanografiado.

123 “...La arquitectura de la parte artística fue Paz, con mucho gusto e inteligencia, y disfrutamos haciendo la obra, pues vi-viamos con mis padres, aunque yo abre-viaba las cosas, pues se hizo muchisimo, pero si no se hace se hubiese caido mu-cho...”. Memoria de D. Gregorio García. Documento mecanografiado.

124 “...Yo creo que si no hubiese comprado la casa se habria caido poco a poco...”. Memoria de D. Gregorio García. Docu-mento mecanografiado.

125 “...Desde la ventana para abajo (se refie-re a la ventana que hay sobre la puer-ta principal de la fachada) estaban las piedras carcomidas...”. Memoria de D. Gregorio García. Documento mecano-grafiado.

La columna de la es-

quina se encontraba

dañada por la acción

de los carros que tran-

sitaban entre la calle

Villalones y la Plaza

de Orive.126 La venta-

na de la fachada que

da al callejón de los

Villalones estaba tabi-

cada,127 posiblemente

por la peligrosidad

de algunas grietas. La

humedad se había

adueñado de los pisos

bajos,128 corroyendo

los muros e incluso propiciando el deterioro de los artesonados,

que se verían, a posteriori, seriamente dañados como consecuen-

cia de las termitas.129 Si bien es cierto que D. Gregorio, en su afán

por devolver al palacio su antiguo esplendor alteró alguno de sus

espacios de tránsito, abriendo varios vanos,130 el hecho de que

nos legase este escrito nos aporta una información valiosísima

que nos permite en la actualidad hacernos una idea de lo que él

someramente transformó, pero sobre todo, nos dejó un bosquejo

bastante esclarecedor del estado tan lamentable en el que se en-

contraba el edificio. Asimismo, su acción evitó que la humedad

siguiese afectando a las cimentaciones del edificio, permitió una

ventilación mejor al eliminar la tabiquería parasitaria, e incluso

sustituyó elementos sustentantes que, de otro modo, habrían ge-

nerado el desplome de alguna de las crujías del patio, valga su ex-

presión “Hace cinco años.... puse nueva la columna del ángulo del

patio primero que se rajó y dio un crujido” (fig. 69).131 En todo este

trabajo se supo rodear de magníficos artesanos y técnicos, cuyos

126 “...Puse la columna, de la esquina que es-taba rota de los carros...”. Memoria de D. Gregorio García. Documento meca-nografiado.

127 “...La parte de la calleja, también de pie-dra, estaba algo deteriorada y se repasó y descubrió la ventana que estaba tapa-da....”. Memoria de D. Gregorio García. Documento mecanografiado.

128 “...Las habitaciones bajas muy húmedas, porque hasta en “Los paseos por Córdo-ba” lo dice, pero toda la casa baja vieja se asfaltó el suelo y a dos metros de altu-ra las paredes...”. Memoria de D. Grego-rio García. Documento mecanografiado.

129 “..Hace cinco años puse nuevo el en-tresuelo de nuestros cuartos de dormir que tenian unas hermosas vigas pero algunas pudriéndose...”. Memoria de D. Gregorio García. Documento mecano-grafiado.

130 Es lógico que adaptara la casa a una magnífica vivienda de aquel tiempo.

131 Memoria de D. Gregorio García. Docu-mento mecanografiado.

(fig. 69)

Page 102: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

198 199

nombres nos ha dejado,132 aportando al propio palacio elementos

del siglo pasado realmente bellos. Sin lugar a dudas, el nombre

de D. Gregorio está indefectiblemente unido a la conservación de

la antigua casa de los Villalones, de tal modo, que no podemos

sino agradecer su amor hacia el patrimonio de Córdoba y su celo

por legarnos el proceso de restauración de uno de los más señe-

ros ejemplos de casa palaciega andaluza. Una joya que sin él, no

habría sobrevivido.133

Las transformaciones del patio de juego

Este patio estaba localizado en el extremo más oriental de la

parcela. Su medianera hacia la calle, su antigua fachada, daba al

callejón de los Villalones, mientras que hacia el extremo opuesto,

hacia el Sur, recaía al huerto. Era un conjunto de habitaciones

que originalmente no pertenecieron al palacio del siglo XVI y

que fue agregándose conforme fue ampliándose su perímetro.

Es posible que se tratase de una sola casa, de modesta fábrica

y sabor popular, construida, con probabilidad en el siglo XVII.

Hacia la calle Villalones presentaba una fachada construida

principalmente por aparejos de ladrillos y tramos en los que

alternaba el ladrillo y el sillarejo. Al interior tenía un patio, muy

transformado a principios del siglo XX, aunque no se conservaba

ningún elemento que indicase que estuviese porticado.

Como piezas destacables tan sólo debemos citar la presencia

de un brocal de pozo realizado en un solo bloque de piedra de

mina.134 Este brocal de pozo posiblemente sea de época romana

siendo muy similar a otros existentes en la ciudad. Son denomi-

nados puteales, y su morfología y material son prácticamente

idénticos a una pieza conservada en el Museo Arqueológico Pro-

vincial de Córdoba (VENTURA, 1996, 72), aunque éste de Orive

132 Por ejemplo, el rejero que realizó los dos canceles del zaguán de entrada fue Domingo de la Prida de Sevilla, Miguel Pavón la reja situada en el lado oriental del zaguán, según diseño de Paz Cour-tois, Antonio Caballo las vidirieras que cierran la galería superior del patio principal, la restauración de la piedra corrió a cargo del cantero Bienvenida. Todas estas labores fueron dirigidas desde un punto de vista técnico por el arquitecto Félix Caballero.

133 En sus propias palabras “Yo creo que si no hubiese comprado la casa se habria caido poco a poco”.

134 Aparte de época romana, en pocos mo-mentos de la Historia de Córdoba exis-tieron canteros capacitados como para extraer un bloque de micrita de este tamaño y vaciarlo con posterioridad con esta calidad en el trabajo. Se trata de una pieza extraordinaria, que en ningún caso parece propia de la arqui-tectura modesta. Con total seguridad este puteal debe ser de acarreo, es decir, se trataría de una antigüedad reaprove-chada posteriormente en una casa del siglo XVII de carácter popular.

es de mayores dimensiones. Suelen fecharse, atendiendo al mate-

rial empleado en su ejecución, entre época republicana y altoim-

perial, aunque es más frecuente el empleo de la caliza micrítica

gris antes del cambio de Era. Hoy en día, desplazado unos metros

de su situación original, está expuesto en un patio de la actual

sede de la Agencia EFE, aunque sin pozo bajo él.

Aparte de esta singular pieza, existieron dos pilas de calcarenita

labradas en un solo bloque de piedra, aunque muestran algunas

reparaciones. Estas pilas estuvieron originalmente en una de las

habitaciones de esta casa, añadida a partir del siglo XVIII al pala-

cio de Orive. Son pilas populares de cierto interés por su antigüe-

dad, ya que creemos que fueron talladas en los siglos del Barroco.

D. Gregorio nos informó de su ubicación al hablar de la fachada

del Huerto: “En la fachada del huerto había una pared que salia

de la que hoy es Comedor, pero dos metros más adentro y llegaba

hasta las pilas que era el final.”.135 Durante la excavación de estas

habitaciones se encontraron las bases en las que apoyaron dichas

pilas.

Esta zona fue muy transformada por D. Gregorio hacia 1920 eli-

minando buena parte de las fábricas originales, de las que tan

sólo quedaron dos o tres habitaciones y las medianeras recayen-

tes al callejón de los Villalones y al Huerto. En su memoria de la

restauración nos indica lo siguiente: “hice otra a los seis metros

de la de adentro y salió comedor alto y bajo (con más de seis

metros) despensa pequeña, cuarto de plancha y cocina (todo esto

alto y bajo) con una escalera de servicio y hasta la torre, despensa,

bodeguilla y patio de pilas y para colar etc... lo que hay”.136

Por estos años iniciales, y con motivo de esta primera reforma,

D. Gregorio trasladó la fuente del patio principal a su lugar de

origen, ya que él se la había encontrado dispuesta en este patio

135 Memoria de D. Gregorio García. Docu-mento mecanografiado.

136 Memoria de D. Gregorio García. Docu-mento mecanografiado.

Page 103: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

200 201

secundario “La fuente se la habían llevado al otro patio y la puse

donde está.”137

Con posterioridad esta zona volvió a ser reformada: “En la parte

del Este hice una nave de seis metros y de todo lo largo de la casa

con habitaciones altas y bajas, y achiqué el tercer patio y dejé

cuatro moreras, de las seis que habia puesto. Conforme crecían

algunos de los hijos, D. Gregorio quiso hacer viviendas casi in-

dependientes dentro de la propia casa, destinando este lateral

Este del antiguo patio de juego a uno de sus hijos, en concreto

a Rafael: “Hace seis años hice una terraza de todo el largo y una

nave lateral a la derecha con cocina alta y baja, cuarto de servicio,

despensa, azotea y torre cubierta. Esto fue para Rafael,138 pero

mientras no se vendiera la casa principal. Quedan dos moreras y

jardin”. 139

La reparación de la fachada y el zaguán de entrada En ningún momento la fachada fue alterada por las obras pro-

movidas por D. Gregorio. De hecho, todas sus actuaciones fueron

encaminadas hacia la consolidación y sustitución de elementos

dañados como consecuencia del tiempo. Tan sólo añadió un vano

o acceso al palacio en la parte Oeste, tras el derribo de unas casas

que originalmente no pertenecían al palacio aunque con el tiem-

po se fueron agregando a la propiedad. En la reparación de la

fachada trabajó el cantero Bienvenida, resanando especialmente

las piedras del piso inferior.140 No obstante, también rehizo algu-

nos detalles de la ornamentación escultórica de la fachada, como

una de las cabezas de los leones y uno de los brazos de la figura

femenina a la que escoltan.141

137 Memoria de D. Gregorio García. Docu-mento mecanografiado.

138 Rafael fue uno de los diez hijos de D. Gregorio. Sus nombres los conocemos a través de esta memoria en las que se citan al principio del documento: Gregorio, Concha, Manolo, Luis, Diego, Pepe, Paz, Fernando, Rafael y Teresa.

139 Memoria de D. Gregorio García. Docu-mento mecanografiado.

140 “...vino un cantero fino de Sevilla, reco-mendado por Anibal González, el arqui-tecto que hizo las obras de Exposición de Sevilla, y se llamaba Bienvenida, y tuvo que poner todas las piedras, porque estaban carcomidas y ahondarlas vein-te ctmos., y meterle otra pieza de piedra nueva.” Memoria de D. Gregorio García. Documento mecanografiado.

141 “...El marco de la puerta la hizo nueva, una de las cabezas de los leones y el brazo de la Dama, y tenia casi borrado el Lema “Magna Fides est Gran Virtus”...” Memoria de D. Gregorio García. Docu-mento mecanografiado.

En cuanto al zaguán de entrada, D. Gregorio eliminó algunas

obras que habían transgredido el sentido de la pieza, dejándolo

más diáfano, e instalando en ella dos rejas realizadas en Sevilla

por Domingo de la Prida,142 cuya firma consta aún a modo de car-

tela. Estas dos rejas muestran las iniciales GG de Gregorio García

y PC de Paz Courtois. Asimismo, aprovechó una hornacina situa-

da en un lateral para instalar en ella una imagen de un crucifica-

do que adquirió a la familia de Lagartijo y que en la actualidad

no está en el palacio. Esta hornacina quedó cerrada por una reja

realizada por el rejero Miguel Pavón.143

La transformación del patio principal

La débil cimentación de las columnas del patio principal provocó

no pocos problemas como consecuencia de la construcción de di-

versas infraestructuras que alteraron la compactación del terreno

sobre el que se disponían. A través de los trabajos de excavación

desarrollados en el patio, hemos comprobado que las basas de

las columnas sólo se apoyaban sobre un sillar.144 En algún caso

142 “...El arco ese, tabicado y mucho más cerrado el de debajo de la escalera, que luego agrandé para dar vista al patio por debajo. El otro arco con un porton-cillo malo que servía de entrada y tabi-cado el resto. Había una escalerilla a la derecha (que no era la de Doña Blanca) y dos cuartos uno debajo de otro, donde está ahora el de las porteras, Descubrí los dos arcos que estaban encalados con todas las cosas bonitas de piedra, y le puse las dos cancelas (fig. 70) que me hizo en Sevilla Domingo de la Prida...” (fig. 71) Memoria de D. Gregorio García. Documento mecanografiado.

143 “...A la entrada, por la puerta actual, que hubo que ponerle muchos clavos, había un cuartillo a la izquierda de dos metros, donde guisaba la portera y tenia la ala-cena tan bonita (donde está “El Cristo del Pretorio” que compró Paz (q.e.p.d.) a la familia de Lagartijo), blanqueada y con tablas para platos y cosas y que después Miguel Pavón le hizo la reja, dándole Paz el dibujo...”. Memoria de D. Gregorio García. Documento mecano-grafiado.

144 Es decir, la cimentación de las columnas no estaba arriostrada, como habría sido recomendable para evitar movimientos posteriores.

(fig. 70)

(fig. 71)

Page 104: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

202 203

el sillar de calcarenita estaba incluso resquebrajado como conse-

cuencia del peso de la estructura y de la acción de la humedad

que altera notablemente la cohesión de este material pétreo. Esta

ausencia de arriostramiento en la cimentación provocó un asien-

to diferencial para cada uno de los soportes de los arcos aunque

parece que ello no supuso un problema, en principio, debido a

la estabilidad de buena parte del terreno. No obstante los movi-

mientos telúricos, especialmente los acaecidos en el siglo XVIII,

junto con la disposición de una gran cloaca que recorrió este es-

pacio abierto en sentido Oeste-Este supusieron una alteración de

la ya débil base de sustentación de las arcadas del patio. Si a todo

ello añadimos la heterogeneidad de los materiales empleados en

los fustes de las columnas, con unos diferentes grados de dureza

y por tanto diverso nivel de permeabilidad a la acción del tiempo,

la situación de colapso sólo era cuestión de tiempo. Ello ocurrió

a mediados del siglo XVIII, cuando se reforma toda la crujía Sur,

incluyendo la eliminación de las arcadas en ambos pisos, dándo-

le un aspecto más opaco, que rompe, por tanto, la transparencia

visual y los efectos de perspectiva buscados en origen.

A pesar de estos hechos, el patio se mantuvo en pie, casi milagro-

samente, hasta finales del siglo XX, cuando se procedió a acome-

ter la restauración del edificio. El lateral occidental llegó muy da-

ñado como consecuencia de los hechos antes expuestos. El nivel

de desplome aún hoy es evidente, ya que desde uno de los late-

rales se observa la curvatura de la cornisa que separa la primera

planta y la segunda. Esta patología ha sido fijada mediante una

serie de tirantas a la altura del primer piso y el arriostramiento

de la cimentación.

Las rejas originales que unían los plintos del piso superior, así

como las distintas fábricas parásitas del siglo XIX fueron elimi-

nadas para ser sustituidas a principios del siglo XX por los an-

tepechos de ladrillo que actualmente se conservan. Del mismo

modo, el sevillano Antonio Caballo hizo unos cierres acristalados

a los arcos superiores.145

No sabemos si la fuente que hoy en día está en el centro del patio

es original o pertenece a una reforma posterior. Lo que sí sabe-

mos es que a la llegada de D. Gregorio se encontraba en el patio

de juego, es decir, en el oriental, justo donde hoy está la sede de

la Agencia EFE.

Del mismo modo, D. Gregorio mando limpiar todos los ladrillos

de la fábrica original146 e incluso lijar las columnas originales,

que habían sido pintadas en color amarillo y rojo en las postri-

merías del Barroco, devolviéndoles su primitivo aspecto. El pavi-

mento, que conservaba restos del original realizado con ladrillos

de canto,147 fue sustituido por baldosas de barro rectangulares

colocadas a espiga,148 con alternancia de olambrillas policromas.

Estas baldosas fueron realizadas en alfarerías sevillanas.149

La transformación del patio de caballerías y aledaños. Construcción de las caballerizas

El patio de caballerías o de recibo estuvo cerrado originalmente

por su lado occidental, como ha pudo comprobarse en uno de

los sondeos realizados durante las obras en el palacio (fig. 72) y

como menciona D. Gregorio: “Un muro que impedía el paso a las

cocheras de hoy, antes patio de “los gallos” que se entraba por el

huerto”.150

El patio de carruajes, por tanto, se comunicó a principios del si-

glo XX mediante un gran arco, a tenor de los datos proporcio-

nados por D. Gregorio García que adquirió la casa en 1919 “...

145 “...se picó la cal que tenía los arcos y se hicieron los antepechos que tiene hoy de ladrillo limpio se pusieron las vidrieras que hizo Antonio Caballo, el de Medina-Azahara que fue el primer trabajo que hizo en Córdoba, pues vino de Sevilla, llamado por el de la fachada...” Memo-ria de D. Gregorio García. Documento mecanografiado.

146 En la última intervención se encalaron los ladrillos vistos del patio.

147 “...El piso de ladrillos de canto pero muy pocos y por eso se quitó...”. Memoria de D. Gregorio García. Documento meca-nografiado.

148 Este suelo fue eliminado en la última intervención, siendo sustituido por el actual, que es de mármol blanco.

149 Especialmente en la fábrica trianera de Mensaque.

150 El acceso se realizaba a través de un gran arco, con su reja, hoy desaparecidos, que se disponía junto al pilón que aún conservada. Este arco debió construirse con motivo de las reformas producidas a partir de la Desamortización del con-vento de los dominicos en el siglo XIX, ya que el acceso desde el huerto se rea-lizaba a través de la calle Huerto de San Pablo, cuya entrada está presidida por el escudo de los teatinos.

Page 105: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

204 205

Hice un arco en el muro

entre los patios...”. Este

nuevo vano sirvió para

conectar el patio de ca-

ballerías con el de los

Gallos, que posiblemen-

te se había anexionado a

la propiedad en el siglo

XIX, transformándose

éste último en la zona de

servicio del palacio. Allí

se construyeron “...co-

chera, cuadras para seis

caballos (fig. 73), habita-

ciones sobre los sótanos

(que estaban casi ruino-

sas) pajar grande sobre la cuadra, cuarto de cocheros...”. Esta casa,

independiente originalmente del palacio fue derruida hacia 1920

“...derribé todo lo que había...” para que sirviera de salida de los

coches, tanto motorizados como de caballos: “...Hice una puerta

cochera151 al Oeste, por la que han entrado y salido hasta seis

caballos enganchados y toda clase de autos. Duró un año la res-

tauración...” Durante estos trabajos de derribo y construcción de

los pabellones de servicio para cocheras y carruajes, D. Gregorio

descubrió un pozo, posiblemente bajomedieval cristiano: “Descu-

brí un pozo al hacer la cuadra, lo limpié y no sube el nivel, pero no

baja”. 152

151 En esta zona se dispondrían las crujías de la casa cuyo patio recibió el nombre de los gallos. Se trataba de una casa in-dependiente que pasó a formar parte de la propiedad, bien en los siglos del Barroco, bien en el siglo XIX. Hoy en día es un solar que sirve para aparca-miento.

152 Memoria de D. Gregorio García. Docu-mento mecanografiado.

Reformas en el huerto. La transformación en jardín

Como ya indicamos con anterioridad, el espacio posterior del

edificio debió pasar a formar parte del palacio a partir de la Des-

amortización. En el siglo XIX, los frailes dominicos abandonaron

su convento, y con él buena parte del espacio que habían ocupa-

do los frailes en forma de viviendas o de terrenos destinados a la

producción de víveres para el propio cenobio. Aunque no conta-

mos con datos documentales que lo confirmen, esta gran super-

ficie ajardinada situada en el centro de la manzana de San Pablo,

quedó incorporada al palacio en forma de huerto. Su propiedad

originalmente perteneció a los teatinos, como nos indica el nom-

bre de la calle Huerto de San Pablo el Real. Esta calle, situada

junto a la actual Pedro López, desembocaba a través de un gran

portón en dicho jardín. Este portón, construido en el Barroco, se

mantiene aún hoy, aunque en mal estado de conservación. Lo

preside el escudo de la orden (fig. 74) y en las jambas se aprecian

aún isletas con policromía simulando un despiece de ladrillo (fig.

75).

Del mismo modo, la inconclusa sacristía mayor del monasterio,

comenzada en 1580 por Hernán Ruiz III y su hermano Jerónimo

Ordóñez (DAROCA, YLLESCAS y DE LA FUENTE, 2003, 175),

quedó también incluida en la parcela, sobre una terraza artifi-

cial contenida por sencillos muretes de piedra. Esta enorme y

magnífica pieza arquitectónica, que estaba sin techar, había sido

aprovechada por los dominicos en precario, para disponer en ella

algunas instalaciones de servicio a la comunidad. Esta reutiliza-

ción en precario también afectó a algunas pequeñas estancias

situadas en la cabecera del inmueble. Fueron reutilizadas como

establos durante la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad

del XX, conservándose hasta hace poco los pesebres que debie-

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 72 y 73)

(fig. 74)

(fig. 75)

Page 106: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

206 207

ron servir para que los trabajadores del huerto guardasen allí sus

acémilas.

La extensión de este huerto era enorme, de ahí que el propio

Gregorio García vendiese parte de él. Así, según su propio testi-

monio, sabemos que vendió “...ciento y pico de metros a Cabrera

para el cine...” Este cine no es otro que el Coliseo de San Andrés,

cuyo escenario teatral original, hoy en desuso, fue proyectado en

1938 por Enrique García Sanz (IBID., 2003, 175).

El huerto debió ser considerado enorme para el servicio de la

familia García Courtois, de ahí que, además de la segregación de

un trozo de su extensión, D. Gregorio hiciese algunos espacios

destinados al ocio “...hice frontón, Tenis y para patinar...” Estas

instalaciones deportivas se dispusieron al Este, no conservándo-

se en la actualidad, ya que fueron demolidas para la construcción

de almacenes de servicio de la Escuela Taller y con posterioridad

han sido incluidas en el jardín. También construyó una serie de

dependencias para el servicio de los hortelanos: “Hice al final

del huerto una nave para la casa del hortelano y cuadra grande.

Tres cocheras seguidas...” También arregló la alberca, que posi-

blemente fuese construida en el siglo XIX para servicio del huer-

to, disponiéndose en ella una escultura, hoy en día pintada de

color verde, de un galápago en piedra.153 Esta escultura, como

decíamos anteriormente, debe ser la misma que ornó una fuente

situada en el claustro principal del convento de los dominicos y

que dio nombre a un callejón que hoy da acceso a la Delegación

Provincial de Cultura. Por concesión de la ciudad, los teatinos

gozaban de un tercio del agua de un antiguo acueducto con la

condición de permitir al público acceder a la fuente del claus-

tro principal para proveerse de agua (PUCHOL, 1992, 124), esta

fue la causa de la apertura del callejón, que tomó el nombre del

animal que ornaba la fuente. El claustro principal de San Pablo,

construido por Juan de Ochoa fue derruido en 1848 debido a su

estado de ruina (RAMÍREZ DE ARELLANO, 1995, 157). Hoy en

día tan sólo subsiste parte de un lateral de este gran patio junto

a la mencionada Delegación de Cultura.

153 La escultura, aunque tiene muy deterio-rada la cabeza, justo en el punto donde se dispone el surtidor de plomo, es de calcarenita local. Se observa en zonas del caparazón, donde la pintura está desgastada, los típicos fósiles de con-chas marinas de la calcarenita local.X

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EL PAPEL DE LA MANZANA DE SAN PABLO EN EL CENTRO HISTÓRICO DE CÓRDOBA

Francisco Gómez Díaz

IV

Page 108: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

211

El Barrio de la Axerquía

Cuando Fernando III conquista Córdoba en 1236,1 descubre una

de las principales ciudades del mundo occidental, que había

sido capital de la provincia Bética romana, y sede del Califato

Omeya.

Se trataba de un territorio antropizado desde la prehistoria,2 gra-

cias a su estratégica ubicación, con un río –el Betis romano, pos-

terior Guadalquivir, “el río grande”-, que fue hilo conductor de

civilizaciones: un enclave con un vado que permitía su cruce y

que fue el lugar elegido por los romanos para construir el puente

que conectaba las dos orillas justo en el punto hasta el que era

navegable, propiciando así las conexiones no sólo a lo largo del

río, sino a su través, uniendo Sierra Morena –y, al norte de ella,

la meseta castellana-y la campiña cordobesa, a través de un valle

fértil. (fig. 1)

La ciudad contaba con un conjunto de murallas que delimitaban

la Medina, la Alcazaba y la Axerquía, arrabal este último produc-

(fig. 1) Vista de Córdoba, de A.Guesdon, 1853.

1 Daroca Bruño, Francisco, María Ylles-cas Ortiz, Felipe de la Fuente Darder y otros. Guía de Arquitectura de Córdoba. Sevilla: Consejería de Obras Públicas y Transportes-Colegio Oficial de Arquitec-tos de Córdoba, 2003, p. 27.

2 Se establece como hipótesis el inicio del III milenio a.C. Daroca Bruño, Francisco, María Yllescas Ortiz, Felipe de la Fuente Darder y otros. Guía de Arquitectura de Córdoba. Op. cit., p. 18.

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212 213

to de la expansión urbana de la Córdoba musulmana en la parte

oriental de la Medina, cuya muralla fue construida por los almo-

rávides en el siglo XII (fig. 2).

El periodo almohade había desdibujado el esplendor del Califato,

dando al traste con la coexistencia pacífica de las tres religiones

monoteístas, pero seguía siendo cuna de buena parte de los avan-

ces científicos y culturales del momento.

No sólo no se va a hacer tabla rasa de la ciudad conquistada –em-

pezando por su gran Mezquita Aljama-, sino que se va a producir

un proceso de sincretismo territorial, urbano y arquitectónico

que tal vez sea de los más interesantes ejemplos de este tipo de

mestizaje.

No me refiero sólo a la inserción de la primera iglesia y después

de la catedral dentro de la traza de la mezquita –realizada siem-

pre por arquitectos de primer nivel, desde la saga de los Hernán

Ruiz a Juan de Ochoa-3, sino que este sincretismo se va a extender

como forma de apropiación a iglesias y conventos, que van a ir

signando la trama urbana (fig. 3).

Se producen tanto reconversiones de mezquitas en iglesias, como

construcciones de otras de nueva planta, en un breve periodo de

tiempo inmediato a la conquista cristiana –lo que hizo que igle-

sias se bautizan como fernandinas-, que se van a convertir en

hitos referenciales de la trama edilicia, dando lugar a un nuevo

estrato superpuesto a los anteriores, primando el sistema de rela-

ciones del caserío con su parroquia (fig. 4).

Pero también los terrenos vacíos del glacis de la muralla de la

Medina, va a propiciar una corona de conventos como mecanis-

3 Daroca Bruño, Francisco, María Yllescas Ortiz, Felipe de la Fuente Darder y otros. Guía de Arquitectura de Córdoba. Op. cit., pp. 86-99.

(fig. 4) Dibujo de la ciudad de Córdoba en el siglo XVII. Colección Vázquez Venegas.

Archivo Catedral de Córdoba.

(fig. 2) Lienzo oriental de la muralla de la Axerquía, en la ronda del Marrubial, hacia

1950. Archivo municipal

(fig. 3) Vista de Córdoba desde la torre de la Calahorra, con el puente romano

en primer término, hacia 1910. Archivo municipal.

mo de articulación urbana entre la Medina y la Axerquía:4 a los

fernandinos San Francisco, San Pablo, La Merced, San Agustín y

la Trinidad,5 seguirían otros como Santa Marta, Santa Isabel, el

Colodro, o de San José, formando un sistema de asentamientos

de las distintas órdenes religiosas en una posición de centralidad

que, reciclando en algunos casos parte del caserío preexistente,

impulsaba una estrategia de cristianización de la población que

habitaba la ciudad.

En todos ellos, el compás daba paso a la iglesia abierta al culto

público, así como a la zona conventual privada, pivotando siem-

pre sobre una estructura claustral que permitía igualmente un

gradiente entre los usos comunitarios y las celdas privadas. Al

ser destino ineludible de algunos de los hijos e hijas de la aristo-

cracia dominante, en muchos casos no se respetaba la austeridad

predicada por las normas, realizándose obras impresionantes, a

mayor gloria de Dios y de quienes los habitaban. (fig. 5)

4 Daroca Bruño, Francisco, María Yllescas Ortiz, Felipe de la Fuente Darder y otros. Guía de Arquitectura de Córdoba. Op. cit., p. 28.

5 Ramírez de Arellano y Gutiérrez, Teodo-miro. Paseos por Córdoba. Córdoba: Imp. Rafael Arroyo, 1873. Reedición de Libre-ría Luque y Editorial Everest, 1995, pp. 156.

(fig. 5) Acceso al Convento de San Pablo a fines del siglo XIX. Archivo Municipal.

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214 215

Convento de San Pablo

Uno de estos conventos de la corona referenciada es el de San

Pablo, ubicado en un lugar privilegiado, en la romana puerta del

Hierro –transformada en la plaza del Salvador- (fig. 6), justo en

la llegada a la Medina de la Vía Augusta romana, bautizada como

calle San Pablo,6 si bien el transcurso de los más de mil años trajo

consigo la superposición de estratos históricos hasta alcanzar una

cota actual de unos cinco metros sobre la citada Vía Augusta.

Este Convento de San Pablo, construido entre los siglos XIII y

XVIII,7 asumía en su ámbito no sólo algunas infraestructuras ro-

manas de primer nivel, sino también un barrio musulmán, con

una extensión que coincidía con la práctica totalidad de la ac-

tual manzana de San Pablo,8 cuya superficie alcanzaba 43,71 Ha,

entre las calles Capitulares, Espartería, Pedro López, Fernán Pérez

de Oliva y San Pablo, con un adarve -la actual calle Huerto de San

6 Daroca Bruño, Francisco, María Yllescas Ortiz, Felipe de la Fuente Darder y otros. Guía de Arquitectura de Córdoba. Op. cit., p. 20.

7 La fundación se establece en 1236, justo tras la conquista de la ciudad por Fernan-do III. Ramírez de Arellano y Gutiérrez, Teodomiro. Op. Cit., pp. 155-173.

8 Escobar Camacho, José Manuel. La ciu-dad de Córdoba en la Baja Edad Media: aproximación a su estudio desde el punto de vista urbanístico. Córdoba: Universi-dad de Córdoba, 1988, pp. 231-233.

(fig. 6) Plaza del Salvador, en una postal de fines del XIX. Archivo Municipal

Pablo- que permitía el acceso directo a este gran vacío central,

cultivado por la orden dominica (fig. 7).

Un doble compás, desde la calle Capitulares –antigua calle

Ayuntamiento- y desde la calle San Pablo, permitía el acceso a

la zona pública del convento, donde destacaba la iglesia, de tres

naves con una esbeltez inusual, que se cubría con una armadura

de madera de tradición mudéjar. Estas naves se remataban con

tres ábsides cubiertos con bóvedas de crucería, mestizaje típico

de un renacimiento construido desde la confluencia de vecto-

res estilísticos diversos que coexistían en la mayor parte de los

casos.

La importancia que llegó a adquirir este convento lo demuestra la

inacabada sala capitular –a la que Ramírez de Arellano se refiere

como sacristía-, trazada a eje con la iglesia en su lado oriental, ad-

judicada a Hernán Ruíz III y a su hermano Jerónimo Ordóñez y

cuya construcción se inició en 1580.9 La planta, de 20x12 m., y la

altura de sus muros de 13 m., la convierten en una de las mayores

salas capitulares emprendidas por una orden, lo que exigía una

inversión de tal magnitud que, tras la muerte del obispo Martín

de Córdoba, impulsor de la obra, quedó inconclusa.

La desamortización de Mendizábal trajo consigo la demolición de

la mayor parte del conjunto conventual en 1848,10 pasando una

parte a propiedad de la Diputación Provincial –librería y casa de

novicios-, momento en el cual presumiblemente una parte del

mismo, incluido el huerto y la inacabada sala capitular, fue adqui-

rido por los propietarios del Palacio de Orive.

Las reformas viarias realizadas en el barrio de San Andrés, afec-

taron a las calles del Ayuntamiento, Alfaros, Enrique Redel, Santa

Isabel y Huerto de San Andrés,11 no alterándose la trama viaria

9 Daroca Bruño, Francisco, María Yllescas Ortiz, Felipe de la Fuente Darder y otros. Guía de Arquitectura de Córdoba. Op. cit., p. 174.

10 Anguita González, Julio. La desamortiza-ción eclesiástica en la ciudad de Córdoba (1836-1845). Córdoba: Editorial Albola-fia, 1984, pp. 86-90.

11 Martín López, Cristina. Córdoba en el siglo XIX. Modernización de una trama histórica. Córdoba: Ayuntamiento de Córdoba, 1990, pp. 214-223.

(fig. 7) Ortofoto del entorno urbano de la manzana de San Pablo, en la actualidad.

Page 111: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

216 217

en el resto de la Axerquía, al menos a partir de la existencia de

cartografía en los archivos históricos. Es el caso de la plaza de

Orive, que ha permanecido inalterada desde el primer plano de

Córdoba, fechado en 1811 y realizado por el Barón de Karsvinsky

y Joaquín Rillo,12 hasta la actualidad.

No obstante, parece bastante verosímil la interpretación que, a

partir del apunte realizado en el libro Las plazas del casco históri-

co de Córdoba,13 realiza en este mismo libro Antonio L. Ampliato,

en el sentido de que la construcción de la crujía de fachada del

Palacio de Orive en el siglo XVI por Hernán Ruiz II, podría haber

modificado el anterior trazado, al adelantarse sobre el espacio

público y provocar el retranqueo homotético en la alineación del

inmueble de la acera norte –“entalladura angular en la fachada

enfrentada a la del palacio, justo en la transición entre el callejón

y la plaza”.14 De hecho, en muchas ciudades, incluidas las que en

ese momento se estaban construyendo en América, a muchos de

los grandes palacios se les permitía adelantar una crujía, especial-

mente cuando se producía en una plaza, con el objetivo de singu-

larizar el espacio público, si bien en muchos casos se obligaba a

no interrumpir el tránsito peatonal en planta baja, adquiriendo

así una cierta ambigüedad entre espacio público y privado.15

El ámbito del primitivo Convento de San Pablo, fue colonizándo-

se en su perímetro con parcelas privadas, a la par que en el tránsi-

to del siglo XIX al XX, al instalarse en él los misioneros Hijos del

Corazón de María, se hicieron algunas ampliaciones en su zona

sur junto al callejón del Galápago. De esta manera, la manzana

fue generando una nueva piel doméstica, conservándose el dis-

minuido convento y el huerto de San Pablo –en manos privadas-,

un gran vacío interior claramente reflejado en los planos de 1851

y 1910.16 (fig. 8 y fig. 9)

12 Conocido como “Plano de los franceses”. Archivo de la Gerencia Municipal de Ur-banismo.

13 Loma Rubio, Miguel, Candelaria Sequei-ros Pumar y Francisco Valverde Fernán-dez. Las Plazas del Centro Histórico de Córdoba. Córdoba: Universidad de Cór-doba-Ayuntamiento de Córdoba, 2007, pp. 147-148.

14 Ampliato Briones, Antonio L. “El Palacio cordobés de los Orive: sobre la interven-ción de Hernán Ruiz II”, en este mismo libro.

15 En La Habana, por ejemplo, se da este caso con una cierta profusión, sirviendo esta ocupación del espacio público para acotar perspectivas y generar soportales en los que guarecerse del sol del trópico. Ver Gómez Díaz, Francisco. Aprendien-do de La Habana. Sevilla: Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía, 2004.

16 El plano de 1851, de José María Montis Fernández, mantiene la toponimia de “Huerto de San Pablo”, mientras que el de 1910, “Córdoba Artística y Útil” edi-tado en el Prontuario del Viajero por A. Guichot, el huerto aparece con una tra-ma verde, diferenciada de los huertos de naranjos que el propio convento conser-vaba.

El Huerto de San Pablo, en la trama del centro histórico

El Palacio de Orive, igual que la antigua Sala Capitular del

Convento de San Pablo se encuentran enclavados en la manzana

de San Pablo, contando con un vacío excepcional: el Huerto de

San Pablo (fig. 10), perteneciente como hemos comentado tras la

desamortización de Mendizábal, al Palacio de Orive. Se trata de

un espacio libre de casi 7.400 m2 en el corazón de esta manzana,

que es una de las que cuentan con mayor contenido patrimonial

y cuya escala encierra un potencial muy significativo del Centro

Histórico de Córdoba.17

Esta manzana supone una macroestructura que escinde la escala

normal de las existentes en el entorno, de aquí que la propiedad

municipal sobre este suelo propiciara una estrategia de permeabi-

lidad de recorridos que conectaran la plaza de Orive con la calle

del huerto de San Pablo, permeabilidad que se correspondía con

17 Es de reseñar que la Plaza de la Corre-dera cuenta con 5.460 m2, casi 2.000 m2 menos que el Huerto de San Pablo, hoy de Orive.

(fig. 10) Vista aérea desde el sur del Convento y el Huerto de San Pablo.

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 8) Fragmento del plano de Córdoba de 1851, de José María Montis Fernández.

(fig. 9) Fragmento del plano de Córdoba de 1910, “Córdoba Artística y Útil” editado en el Prontuario del Viajero por A. Guichot.

Page 112: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

218 219

el pasaje peatonal previsto desde la calle

Pedro López hasta la plaza de la Corredera

(fig. 11), a través del Estudio Unitario nº 8

actualmente en construcción.

De esta manera, se conseguía mantener la

secuencia de calles dentro de la estructu-

ra urbana del centro histórico de Córdoba

que bajaban en trinchera hasta el río, y

que en este ámbito se veía interrumpida

por la dimensión de esta manzana de San

Pablo (fig. 12).

Este itinerario norte-sur –San Pablo, plaza

de Orive, huerto de San Pablo, Estudio

Unitario nº 8, plaza de la Corredera, plaza

de las Cañas,…-, se completaba con el otro

eje en sentido este-oeste (fig. 13). Hacia

el oeste para resolver la conexión peatonal con el callejón del

Galápago y, a través de Capitulares, con el templo romano de la

calle Claudio Marcelo. Hacia el oriente se conectaba con la calle

Arroyo de San Andrés a través del cine Coliseo, propiciando así

el desarrollo de actividades durante todo el año, y no sólo en el

periodo estival como cine de verano.

Estas conexiones descritas, la norte-sur y la este-oeste permitían

incorporar el Huerto de San Pablo como un gran espacio público

para la ciudad, de una escala mayor que la plaza de la Corredera,

pero mientras la primera se trata de un espacio duro y confor-

mado de una manera escénica, éste tiene el valor de su carácter

de huerto, espacio blando y ajardinado, con sombras y agua para

la estancia cotidiana. Un lugar, sin duda, para descubrir por los

ciudadanos (fig. 14).

(fig. 13) Plano de situación de la Manzana de San Pablo en el Centro Histórico de Córdoba. Equipo F. Gómez.

(fig. 11) Plaza de la Corredera, hacia 1960. Archivo Municipal

PÁGINA IZQUIERDA

(fig. 12) Itinerarios en el Centro Histórico de Córdoba y estudio comparativo de espacios públicos. Equipo F. Gómez.

Page 113: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

220 221

Estrategia de intervención sobre el Huerto de San Pablo

Tres eran los elementos claves que el Plan Especial de la Manzana

de San Pablo abordaba: por una parte, el destino como espacio

público del Huerto de San Pablo –rebautizado ya como de Orive-,

de acuerdo con el análisis urbano realizado previamente, y que

pretendía su incorporación a la trama urbana a través de dos ejes

peatonales: norte-sur y este-oeste (fig. 15).

En segundo lugar, la rehabilitación del propio Palacio de Orive,

con el objetivo de destinarlo a Delegación Municipal de Cultura.

Y en tercer lugar, la rehabilitación de la antigua sala capitular

del Convento de San Pablo, preexistencia renacentista, cuya ima-

gen romántica se había consolidado en el extremo occidental del

huerto.

Estos tres elementos, de una importancia urbana reseñable, han

seguido un curso diverso a lo largo de estos quince años. El Huerto

en sí, fue objeto de una propuesta por parte del arquitecto Gabriel

Ruiz Cabrero, que fue después reconducida por el Departamento

de Proyectos de la Gerencia Municipal de Urbanismo, bajo la di-

rección de Rafael García Castejón. Aunque no han finalizado las

gestiones con los propietarios afectados para conectar el huerto

con al trama urbana en el sentido este-oeste, sí se ha conseguido

PÁGINA IZQUIERDA

(fig. 15) Emplazamiento en la Manzana de San Pablo: Palacio de Orive, Huerto de San Pablo –o de Orive- y Sala Capitular. Equipo F. Gómez.

(fig. 14) Sistema de vacíos y llenos en el entorno de la Manzana de San Pablo. Equipo F. Gómez.

Page 114: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

222 223

abrir al tránsito peatonal el eje norte-sur, que se completará cuan-

do el Estudio Unitario nº 8 que se está ejecutando bajo la direc-

ción del arquitecto Pedro García del Barrio, concluya. El huerto

en sí, está prácticamente concluido como se expone en el capí-

tulo correspondiente, encontrándose en periodo de apropiación

por parte de la población cordobesa (fig. 16).

Los otros dos, el Palacio de Orive y la antigua sala capitular

del Convento de San Pablo, son objeto de los dos capítulos

siguientes.

(fig. 16) Vista panorámica del Huerto de Orive desde la Delegación de Cultura.

(Foto Miguel Gentil)

Palacio de Orive

Apuntes históricos

El denominado Palacio de Orive, o de los Villalones (fig. 17), es

en realidad una casa palaciega cuya construcción comenzó en el

siglo XVI a manos de Hernán Ruiz II, autor de la portada que

preside la plaza, si bien su proceso de configuración ha sido su-

mamente complejo, sufriendo transformaciones radicales a lo

largo de su vida, tanto para dar respuesta al programa de nece-

sidades que se ha ido planteando en cada momento, como para

hacer frente a presuntas patologías sufridas en el pasado.

No existe un estudio histórico verosímil, sino más bien un conjun-

to de leyendas y datos inconexos, recogidos en los dos libros de

Ramírez de Arellano: Paseos por Córdoba,18 Romances Históricos

de Córdoba, y en la Guía de Arquitectura de Córdoba.19

Ramírez de Arellano cita a D. Alonso de Orive y Villalón, Caballero

de Alcántara, quien “vivía allí en 1718 y era dueño de unas casas

principales que ocupaban el frente de dicha plazuela (Orive), y en

la que estuvo la Administración de Correos allá por el año 1830”.

En 1896 se convirtió en Escuela de Artes y Oficios, más tarde

Atarazana Municipal y Colegio Francés, hasta que en 1919 es

adquirido por la familia García Courtois,20 que mantiene la pro-

piedad como residencia privada hasta que el Ayuntamiento la

adquiere en 1993.

De entre todas las intervenciones, es especialmente destacable la

que realizó en 1920 Bienvenida, un discípulo de Aníbal González,

con la felicitación de la Comisión Provincial de Monumentos

18 Ramírez de Arellano y Gutiérrez, Teodo-miro. Paseos por Córdoba. Op. Cit., pp. 142-143.

19 Daroca Bruño, Francisco, María Yllescas Ortiz, Felipe de la Fuente Darder y otros. Guía de Arquitectura de Córdoba. Op. cit., p. 174.

20 Loma Rubio, Miguel, Candelaria Sequei-ros Pumar y Francisco Valverde Fernán-dez. Las Plazas del Centro Histórico de Córdoba. Córdoba: Universidad de Cór-doba-Ayuntamiento de Córdoba, 2007, pp. 147-148.

(fig. 17) El Palacio de Orive, visto desde la calle San Pablo.

Page 115: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

224 225

quien, en pleno furor regionalista, alteró la preexistencia hasta

el punto en que hoy nos la encontramos (fig. 18), con una serie

de contradicciones difíciles de digerir y que, por tanto, hacen ne-

cesario un estudio en profundidad para dilucidar el proceso de

transformaciones sufrido, estudio que no ha de limitarse exclu-

sivamente a la casa-palacio sino a la totalidad del ámbito que

incluye su titularidad.21

No obstante, las excavaciones arqueológicas realizadas en el ám-

bito del palacio, además de la Vía Augusta que atraviesa la plaza

de Orive a unos 10 metros paralela a la calle San Pablo, sacaron a

la luz un barrio almohade en el ámbito del huerto, junto con unas

grandes estructuras romanas, con una espina central, que se ha

adjudicado a un segundo circo.

Pero en el interior del edificio, aparecieron restos de una casa pre-

existente del siglo XIV –que puede justificar algunas de las trazas

del edificio-, y unas tenerías en la parte occidental del patio prin-

21 Existen unas notas manuscritas por el propietario a partir de 1919, Gregorio García Mateo, pero no aportan otra cosa que las obras que fueron haciendo du-rante el periodo de su propiedad, para adaptarlas a las necesidades funcionales de la familia.

(fig. 18) Fachada meridional del Palacio de Orive, desde el huerto.

cipal. Estos hallazgos y su repercusión se abordan en este libro

por parte de los arqueólogos Juan Murillo y Maudilio Moreno.

Por último, también son reseñables las hipótesis que realiza

Antonio L. Ampliato respecto a algunas trazas hoy visibles en el

Palacio de Orive, previas a la intervención de Hernán Ruiz, espe-

cialmente en la configuración de los pórticos del patio principal,

en el muro que articula los dos patios, y en las huellas existentes

en la crujía exterior, atribuida a Hernán Ruiz II.22

Palacio de Orive, su estructura

La estructura arquitectónica del Palacio de Orive es de una cierta

complejidad, pues si bien tipológicamente se trata de un edificio

en torno a un patio principal con galería perimetral, con otro

patio como apeadero, la disposición y número de las crujías peri-

metrales, la posición de su escalera principal y el decalaje de usos

desde los más públicos a los más privados, hacen que su lectura

planimétrica no sea evidente (fig. 19 a 26).

El acceso se produce a través de una crujía proyectada por

Hernán Ruíz II en 1560,23 cuya puerta principal se ubica en su

parte oriental (fig. 27), con una portada renacentista, asimétrica

respecto a la plaza (fig. 28), que ha sido analizada por Antonio L.

Ampliato en este libro.24 Esta portada se remata con un torreón

en su tercer nivel (fig. 29), enfatizando aún más la composición

pétrea del acceso. Sin embargo, en planta baja, el zócalo de sille-

ría se proyecta hacia el lado oriental, para recoger una ventana

que centra la composición en la plaza según Ampliato (fig. 30).

En el otro extremo, aparece la puerta de acceso al patio de carrua-

jes, un hueco desnudo en un muro ejecutado con fábrica de tapial

22 Ampliato Briones, Antonio L. “El Palacio cordobés de los Orive: sobre la interven-ción de Hernán Ruiz II”, en este mismo libro.

23 Daroca Bruño, Francisco, María Yllescas Ortiz, Felipe de la Fuente Darder y otros. Guía de Arquitectura de Córdoba. Op. cit., p. 174.

24 Ampliato Briones, Antonio L. “El Palacio cordobés de los Orive: sobre la interven-ción de Hernán Ruiz II”, en este mismo libro. “La portada principal del palacio no es un objeto estático, circunscrito compositivamente a unos límites físicos, sino el núcleo abierto de un sistema que se extiende por los paramentos y actúa sobre los espacios urbanos inmediatos. La portada es un lugar de convergencias, un centro en el que todos los conflictos se resuelven y del que todos los elemen-tos emanan, y en ella orden y muro apa-recen en una relación orgánica, casi ge-nética, que conduce en última instancia a la manifestación espacial del hueco de la entrada”.

Page 116: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

(fig. 24) Estado actual. Alzado al huerto del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 25) Estado actual. Sección norte-sur por el patio principal y alzado lateral a calle Villalones del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 26) Estado actual. Sección este-oeste por el patio principal del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 19) Estado actual. Planta baja del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 20) Estado actual. Planta primera del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 21) Estado actual. Planta de torreones del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 22) Estado actual. Planta de cubiertas del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 23) Estado actual. Alzado a plaza de Orive y calle Villalones del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

Page 117: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

228 229

con verdugadas y pilastras de ladrillo. Posiblemente, la puerta de

acceso al patio de carruajes, igual que la división interna exis-

tente en esta primera crujía –dejando la ventana enmarcada por

el zócalo dentro de un espacio accesorio, al margen del zaguán-,

corresponden a la reforma realizada por Bienvenida en la déca-

da de 1920, pues no parece lógico que un elemento compositivo

y simbólico de primera magnitud, no tenga su correspondencia

funcional en el interior.

La portada se proyecta en planta en un eje que, a través del hueco

existente en el muro paralelo que conforma la crujía exterior,

atraviesa la galería occidental del patio principal y conduce hasta

el huerto (fig. 31), convirtiéndose en un elemento estructural al

escindir virtualmente el edificio. Sin embargo, el hueco comenta-

do, aparece como una réplica del preexistente a su derecha según

Ampliato, sin la delicadeza de su estereotomía, y con una car-

pintería emplomada que lo cierra, para ocultar la escalera que

aparece trasdosada.

(fig. 30) Detalle de la ventana recogida por el zócalo asimétrico de sillería.

(fig. 27) Fachada del Palacio de Orive a la Plaza del mismo nombre.

(fig. 28) Detalle del dintel de la puerta principal, con la amazona centrando el

relieve.

(fig. 29) Portada de acceso al Palacio de Orive, con el torreón rematando la fachada.

El hueco original, en cambio, de este zaguán propiciaba una en-

trada en recodo hasta el patio del apeadero (fig. 32). Este patio,

cuenta con galería en dos de sus lados: norte, el de acceso, y este,

el de articulación con el patio principal (fig. 33), abriéndose a

través de un arco con el huerto en el lado oriental y dando acceso

a las dependencias de su lado meridional (fig. 34). La relación

visual entre este patio y el principal y, sobre todo, la intuición del

gran espacio vacío existente en la zona meridional de la casa, lo

hacen sumamente interesante por el juego de luces que en él con-

fluyen y las transparencias, siempre

veladas, que se producen (fig. 35).

De estas galerías parte la escalera

principal comentada, ejecutada

completamente en piedra, pero

con una configuración extraña,

tanto por su trazado en “L” como

por el hueco del que parte (fig. 36),

rematado con un arco que parece

una mera configuración formal

en arco escarzano, para ocultar el

dintel recto que realiza la función estructural. También su (fig. 35) Transparencia entre el patio principal y el del apeadero.

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 31) Eje que se proyecta desde la puerta principal hasta el huerto, a través de la galería occidental del patio principal. (Foto F. Gómez).

(fig. 32) El zaguán del Palacio de Orive, con el acceso en recodo.

(fig. 33) Patio del apeadero. (Foto F. Gómez).

(fig. 34)Conexión del zaguán con el patio del apeadero y la escalera principal.

Page 118: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

230 231

disposición, trasdosando el hueco que comentábamos enfrenta-

do a la portada, hace que esta intervención no se pueda adjudicar

sino a Bienvenida, en el conjunto de actuaciones realizadas en la

década de 1920.

En esta misma fecha debió cerrarse el primitivo hueco de comu-

nicación entre ambos patios –el del apeadero y el principal-, para

abrirse a continuación de la escalera. No obstante, el hueco origi-

nal, aunque cegado y convertido en horna-

cina, conserva su recercado de sillería, que

llega hasta el nivel del pavimento.

El patio principal, por su parte (fig. 37

y 38), aparece porticado en tres de sus

lados, mientras que en el meridional la ga-

lería se transforma en un muro de fábrica

con alguna columna de esquina embutida

en el mismo, y con tres huecos rematados

con arcos de medio punto. Los pórticos

que configuran los otros tres lados están

conformados con material reciclado de procedencia romana

y árabe (fig. 39), pues basas, fustes y capiteles obedecen a tra-

(fig. 39) Conjunto de columnas heterogéneas de los pórticos que

conforman el patio.

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 36) Arco escarzano del que arranca la escalera principal.

(fig. 37) Patio principal, con la galería meridional conformada por un muro

troquelado.

(fig. 38) Patio principal, desde la galería occidental en dirección a la puerta de

acceso.

zados, dimensiones y materiales diversos, si bien los arcos de

medio punto que los coronan le confieren una cierta unidad.

En la planta superior, una arcada con arcos carpaneles sobre un

pretil, todo ejecutado en fábrica de ladrillo visto, evidencia el ca-

rácter regionalista de la intervención realizada en 1920. Esta ar-

cada se cierra con una carpintería emplomada, con un despiece

en diagonal (fig. 40). Igual que ocurre en planta baja, en la galería

meridional, la arcada se sustituye por un muro con cinco balco-

nes adintelados, enfatizando de nuevo la proporción del muro

sobre el hueco.

Básicamente, podríamos hablar de que cada una de estas galerías

cuentan con una crujía adosada en cada uno de sus lados (fig.

41), que albergan en sus dos plantas las principales dependencias

de la casa (fig. 42). La crujía septentrional es la que configura la

fachada antes descrita que se adelanta sobre la presunta alinea-

ción previa –evidenciada por un testigo existente en el zaguán,

(fig. 41) Ángulo noroccidental de la galería de planta alta.

(fig. 40) El patio principal, entoldado, en dirección este.

Page 119: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

232 233

que aparece girado, coincidiendo con la alineación de la calle

Villalones- (fig. 43).

Sin embargo, en esta última calle (fig. 44), esta crujía asume su

alineación exterior y la de la galería del patio principal en su in-

terior, dando como resultado una geometría abocinada que se va

reduciendo en dimensión hacia el este. Entiendo que esta crujía

irregular es producto de la preexistencia de la casa antes de la in-

tervención del siglo XVI que conformó el patio regular, según las

geometrías impuestas en ese momento, toda vez que no resulta

habitual construir una crujía irregular, que conlleva que todos

sus elementos estructurales –alfarjes y armaduras de cubierta-,

tienen dimensiones distintas.

En la zona occidental del Palacio de Orive es donde mayor com-

plejidad presenta, pues sus dos crujías –dependientes funcio-

nalmente entre sí-, están unidas transversalmente en su lado

septentrional por la crujía de acceso desde el patio del apeadero

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 42) La galería meridional de planta alta, con los huecos adintelados en el muro.

(fig. 43) Ventana cegada en 1920, existente en el zaguán en dirección a la calle

Villalones, cuya alineación se observa a través de la huella existente en el ángulo

derecho.

(fig. 44) Vista del muro de la calle Villalones, con la fachada lateral de la

crujía exterior del Palacio de Orive.

(fig. 45). Además, la cru-

jía exterior, cuenta con

tres plantas en lugar

de las dos habituales,

ya que su planta baja

se subdivide a su vez

en dos, para albergar

dependencias acceso-

rias con entrada desde

el huerto. Sin embargo,

la crujía interior con

acceso desde la galería,

albergaba el dormitorio

principal, con una esca-

la importante rematada

por un friso perimetral (fig. 46).

Por su parte, la zona oriental de la casa es caótica, tanto tipo-

lógica como constructivamente, pues obedece mas bien a una

serie de adiciones en torno a un pequeño y doméstico patio con

un brocal de pozo interesante, sucediéndose un sinfín de niveles

mal conectados entre sí con un elevado número de escaleras para

resolver las comunicaciones, siempre parciales, entre ellos.

En esta zona oriental es sugerente un patio actualmente segre-

gado del resto recayente a la calle Villalones, de la que lo sepa-

ra una tapia. A él dan precisamente parte de estas edificaciones

añadidas aludidas anteriormente y cuya cualidad arquitectónica

es nula. En él son bien visibles las medianerías de las casas colin-

dantes, conjunto de muros y tapias muy dispar, con la tapia del

frontón existente en el huerto como telón de fondo.

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 45) Galería de planta alta del patio del apeadero.

(fig. 46) Sala meridional, actual sala de juntas, que se abre al huerto a través de los balcones que conducen a la terraza meridional.

Page 120: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

234 235

La edificación de esta zona, a partir de la crujía adosada a la gale-

ría oriental del patio principal carece de otro interés que no sea

el meramente documental.

La fachada meridional es producto de la reforma comentada al

amparo de las modas regionalistas (fig. 47), con todo tipo de ele-

mentos característicos: tejas de cerámica vidriada, huecos con

guardapolvos y rejas voladas (fig. 48), un gran balcón en la sala

noble de planta primera sobre un porche en la baja, etc. Singular

interés tiene el torreón del cuerpo de lavaderos, que confiere una

imagen un tanto romántica a la composición de la fachada en

esta zona y que valoramos positivamente.

Pero lo mejor de esta fachada no está en sí misma sino en el espec-

táculo que, desde ella, se contempla: un vacío de una escala visual-

mente indeterminada (fig. 49), mayor que la plaza de la Corredera

como hemos dicho, poblado de todo tipo de especies vegetales:

jacarandas, naranjos, limoneros, plátanos orientales, etc (fig 50).

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 48) Vista del Palacio de Orive desde el huerto.

(fig. 47) Detalle de una de las rejas incorporadas en la intervención de 1920.

En él hay tres elementos clave desde nuestro punto de vista: el

primero, la Sala Capitular inacabada del Convento de San Pablo

(fig. 51), estructura romántica de muros sin cubierta que, pese a

las contradicciones que encierra, es de notable interés; el segundo,

la infraestructura de agua existente, el pozo, la noria abandonada,

la alberca, el abrevadero, etc., y el tercero, la riqueza arqueológica

del subsuelo evidenciada a través de las excavaciones practicadas,

que se abordan en otros capítulos de este libro.

Pero, a nuestro entender, a estos valores innegables añadidos al

propio y más importante del espacio en sí -vacío de construccio-

nes-, hay que añadir el que le corresponde a su carácter de pieza

dentro de la trama del Centro Histórico. Y es que la manzana

en la que se inserta supone una macroestructura que escinde la

escala normal de manzanas existente en el entorno, de aquí que

la propiedad municipal sobre este suelo ha de propiciar la per-

meabilidad de recorridos norte-sur y este-oeste comentada, de

manera que se recupere este espacio como un elemento clave del

patrimonio público de Córdoba.

(fig. 51) La Sala Capitular, vista desde la terraza meridional.

(fig. 49) El Huerto de Orive, con la Iglesia de San Andrés al fondo.

(fig. 50) Otra vista de la vegetación existente en el huerto.

Page 121: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

236

La recuperación del Palacio de Orive

Tras la adquisición del Palacio de Orive por parte del Ayuntamiento,

se planteó su recuperación para incorporar el conjunto al patri-

monio municipal rehabilitado (fig. 52 a 58).

La primera intervención de rehabilitación se centró en las cubier-

tas para evitar el deterioro progresivo que su abandono había

generado por la falta de mantenimiento, sin plantearse otra cosa

que la consolidación de la estructura existente.

A partir de ese momento, se puso en marcha una Escuela Taller

que tuvo tres fases de formación e intervención, lo que unido

a dos Talleres de Empleo, permitió el traslado de la Delegación

Municipal de Cultural al mismo, pese a la necesidad de concluir

su rehabilitación integral con una segunda fase, una vez que la

Agencia EFE que ocupaba la parte oriental del edificio, liberara

esta zona.

La estrategia de intervención se basaba en una serie de premi-

sas básicas, entre las que se encontraba el esponjar el palacio de

Orive, amortizando todas aquellas construcciones fuera del perí-

metro incoado BIC que respondían a adiciones recientes y que

no habían hecho sino colmatar y segregar la estructura principal

de la casa, dificultando su lectura, realizadas con una cualidad

arquitectónica ínfima.

Rehabilitadas las cubiertas, había que dotar al conjunto del edifi-

cio de una estructura sólida, exenta de patologías, sin hacer tabla

rasa con los sistemas constructivos y materiales existentes, pues

forma y construcción se entendían como una unidad indisoluble.

Esto se traducía tanto en eliminar las patologías detectadas como

en prevenir frente a la reproducción de las mismas, garantizan-

(fig. 52) Estado reformado. Planta baja del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 53) Estado reformado. Planta primera del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 54) Estado reformado. Planta de torreones del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

Page 122: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

239

do un adecuado funcionamiento de los elementos constitutivos

del edificio sin recurrir, en la medida de lo posible, a prótesis no

deseadas.

Otro objetivo era permeabilizar el conjunto de patios existentes,

conectándolos entre sí de forma que el sistema de transparen-

cias permita unas relaciones más complejas y ricas, para tejer

visualmente el entramado de vacíos, permitiendo que el palacio

respirara.

También se hacía necesario sellar algunos muros medianeros con

edificación para controlar la forma y escala de algunos vacíos,

especialmente del patio situado en la zona oriental tras la tapia

que lo divide de la calle Villalones. El mecanismo era una inser-

ción de nueva planta que expresara su autonomía respecto a la

edificación rehabilitada, a la vez que respondía a los criterios de

una arquitectura contemporánea donde el espacio y la luz predo-

minaban en su configuración respecto a cuestiones estilísticas.

Una vez amortizadas las adiciones de menor cualidad y sus

múltiples escaleras de conexión, se hacía necesario conformar

un segundo núcleo de acceso, toda vez que el principal contaba

con una potencia formal y constructiva que, aunque de una solu-

ción tipológica extraña, entendíamos preferible asumirla en este

momento. El segundo núcleo, en cambio, buscaba una situación

estratégica que sustituyera al mencionado conjunto de escaleras

mínimas, asumiendo la accesibilidad para minusválidos median-

te la incorporación de un ascensor.

Para recuperar la estructura portante y formal había eliminar el

conjunto de divisiones de tabiquería existentes y que respondían

a un esquema funcional doméstico para conseguir espacios am-

plios, delimitados exclusivamente por los muros estructurales y

(fig. 57) Estado reformado. Sección norte-sur por el patio principal y alzado lateral a calle Villalones del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 58) Estado reformado. Sección este-oeste por el patio principal del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 56) Estado reformado. Alzado al huerto del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 55) Estado reformado. Alzado a plaza de Orive y calle Villalones del Palacio de Orive. Equipo F. Gómez.

Page 123: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

240 241

que, en caso necesario, podían articularse mediante sistemas de

mobiliario para poner claramente de manifiesto su carácter aña-

dido a la preexistencia.

El carácter público del uso asignado, exigía resolver la ubicación

de unos núcleos de aseos de carácter público, sin interferir las

dependencias principales del Palacio. Estos aseos habían de dar

respuesta igualmente a las condiciones de accesibilidad para

minusválidos.

Lógicamente, había que dar respuesta a las necesidades a nivel

de instalaciones que un edificio de estas características plantea

en la actualidad, sin que ello conllevara la alteración sustancial

de sus elementos y espacios básicos, ni que éstas recabaran para

sí el protagonismo del paisaje interior del edificio.

Este conjunto de cuestiones se entendía como centrales del pro-

ceso rehabilitador, dilatado en el tiempo y, por tanto, abierto a la

reflexión y al debate, de forma que criterios o actuaciones que en

un momento pudieran parecer imprescindibles, se modularan a

lo largo del tiempo. En este sentido, la intervención no pretendía

ser cerrada, exclusiva, terminada.

Y todo ello, a partir de escuchar al edificio, aprender de él, no

sólo en sus grandes temas espaciales, estructurales y compositi-

vos, sino también en aquellos otros componentes que nos hablan

del paso del tiempo y de su historia particular: materialidades,

texturas, sistemas constructivos, colores, asumiendo el carácter

de la intervención como de una etapa dentro de la trayectoria

amplia y compleja que el edificio ha vivido a lo largo de los últi-

mos siglos.

La Antigua Sala Capitular del Convento de San Pablo

Algunos datos históricos

Al hablar del Convento de San Pablo, nos hemos referido al

hecho de que la Desamortización de Mendizábal trajo consigo la

enajenación de una parte importante del convento, incluyendo

el huerto y la inacabada sala capitular (fig. 59), yuxtapuesta a la

cabecera de la iglesia y vinculada ahora al huerto, donde se había

consolidado como una ruina romántica en su lado occidental (fig.

60).

La traza de la Sala Capitular, iniciada en 1580 se adjudica a Hernán

Ruiz III, y posteriormente a su hermano Jerónimo Ordóñez,25

promovida por el obispo D. Martín de Córdoba,26 si bien entien-

25 Daroca Bruño, Francisco, María Yllescas Ortiz, Felipe de la Fuente Darder y otros. Guía de Arquitectura de Córdoba. Op. cit., p. 174.

26 “a su muerte quedó con los muros levan-tados, que aun se ven desde muchos pun-tos; estaban en terrenos de la huerta, y faltando aquel virtuoso Prelado, los frai-les, no contando con fondos suficientes, abadonaron el pensamiento y pusieron en aquel sitio la panadería, para lo cual hicieron algunos colgadizos. Después se vendió con la huerta y quedó perdida para siempre una obra tan importante, a juzgar por la firmeza y elevación de los muros edificados”. Ramírez de Arellano y Gutiérrez, Teodomiro. Paseos por Cór-doba. Op. cit., p. 168.

(fig. 60) La Sala Capitular, desde la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía.

(fig. 59) Vista de la Sala Capitular desde el Huerto de Orive.

Page 124: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

242 243

do que la portada de piedra que cierra la nave en su lado oriental

pudiera tratarse de una preexistencia (fig. 61).

Esta sala capitular, de una escala desproporcionada para el

Convento de San Pablo, es realmente un alarde estructural para

demostrar el poder que la orden dominica tenía en ese momento,

en nada ajena a la Inquisición.

Se trata de una estructura de nave-cajón de 12 metros de ancho

por 20 de largo y una altura de 13 metros, a la que se antepone en

lado oriental un volumen de menor altura que cobija una exedra

–que pretendía hacer las funciones de altar-, y dos pequeñas salas

laterales que completan el prisma rectángular (fig. 62 a 65).

Los muros, desnudos, están ejecutados con fábrica de ladrillo con

contrafuertes exteriores, excepto el que la delimita en su zona

oriental ya comentada –justo la opuesta al paramento de co-

nexión con el convento-, conformado mediante una gran portada

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 62) Estado actual. Plantas nivel 0 y 1 y sección transversal 1. Equipo F. Gómez.

(fig. 63) Estado actual. Plantas nivel 2 y 3 y sección longitudinal 1. Equipo F. Gómez.

(fig. 64) Estado actual. Plantas nivel 4 y secciones transversal 2 y longitudinal 2.

Equipo F. Gómez.

(fig. 65) Estado actual. Alzados exteriores. Equipo F. Gómez.

(fig. 61) Interior de la Sala Capitular, desde la primitiva conexión con el

Convento de San Pablo.

27 Ramírez de Arellano y Gutiérrez, Teodo-miro. Paseos por Córdoba. Córdoba: Imp. Rafael Arroyo, 1873. Reedición de Libre-ría Luque y Editorial Everest, 1995, pp. 129-130.

de piedra presidida por un arco de medio punto y un frontón

partido cuya factura apunta al siglo XVII. Esta portada no tiene

ningún tipo de traba con las fábricas laterales como hemos dicho

(fig. 66), excepto en el cuerpo de remate, donde una imposta de

ladrillo recorre todo el perímetro de la sala para dar paso a un

muro opaco ejecutado con fábrica de tapial con verdugadas y

pilastras de ladrillo.

Puede entenderse que esta portada se trasladó desde otra posible

ubicación previa, o incluso que se debiera a dos trazas distintas

ejecutadas en momentos distintos –tal vez por los dos arquitec-

tos a los que se les adjudica-, pero no existe dato alguno que lo

corrobore. Tan sólo algunas anastilosis similares realizadas con

otras portadas, a las que se les asignaba un cierto carácter móvil,

como si de un retablo pétreo se tratara puede avalar esta hipóte-

sis sin verificar.

De los tres muros restantes, el que se enfrenta a la portada des-

crita es el de conexión original con el resto de la estructura con-

ventual, presidido por un gran arco actualmente cegado (fig. 67)

igual que el resto de los huecos, en el que existe una grieta impor-

tante, cuyo origen se atribuye al terremoto de Lisboa acaecido en

1755.27 Los muros laterales, simétricos entre sí, tienen un zócalo

sin decoración de 3 metros de altura, que correspondería con el

espacio destinado a la ubicación de la sillería.

Por encima de este zócalo, se establece una composición triparti-

ta articulada con dobles pilastras de piedra (fig. 68), cuyo primer

cuerpo de 7,50 metros de altura presenta sendas ventanas adin-

teladas enmarcadas en piedra con frontones partidos de remate,

y una hornacina central rematada con un arco rebajado, toda eje-

cutada en sillería. Por último, el cuerpo de remate de 2,50 metros

de altura, con tres óculos enmarcados por arcos de medio punto

(fig. 68) Detalle de uno de los muros laterales.

(fig. 66) Detalle de encuentro de la portada occidental con el muro lateral.

(fig. 67) Interior de la Sala Capitular en dirección al Convento de San Pablo.

Page 125: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

244 245

que se apoyan sobre la

cornisa de ladrillo, se

corresponden con la es-

tructura tripartita del

cuerpo inferior.

La estereotomía de estos

muros evidencia no sólo

su materialidad y proce-

so constructivo, ya que

se conservan todos los

mechinales de anclaje de

los andamios utilizados,

sino que son testigo de

todo su proceso históri-

co (fig. 69), durante el cual se utilizó de panadería, de cuadra, e

incluso de cuartel. Los mechinales, además, han servido de cobijo

a dos especies bien distintas: las palomas, que han anidado en

ellos dando lugar a una colonia importante y que se hace nece-

sario controlar, y los cernícalos –cernícalos primilla-, que anidan

igualmente y como especie protegida ha necesitado de la ade-

cuación de los mechinales para garantizar que siguieran anidan-

do, de acuerdo con las instrucciones de la Consejería de Medio

Ambiente.

La escala y potencia espacial de la nave, sobrecoge al atravesar

sus muros, siendo fácil intuir el volumen proyectado a través de

los arranques de los dobles arcos fajones que existen en el cuerpo

de remate. Sin embargo, la austeridad de la imagen consolidada

de ruina romántica en el huerto es algo a conservar, igual que

el carácter de espacio exterior, con la luz inundándolo todo (fig.

70).

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 69) Uno de los huecos, con los mechinales y el resto de las huellas testigo

del complejo proceso histórico sufrido.

(fig. 70) Vista de la Sala Capitular desde el ángulo sureste del Huerto de Orive.

La rehabilitación de la Sala Capitular

La necesidad planteada por el Ayuntamiento de Córdoba de ade-

cuar esta ruina para sala polifuncional, a modo de contenedor lo

más neutro y flexible posible, de manera que puedan celebrarse

en ella actividades culturales de todo tipo -exposiciones, confe-

rencias, conciertos, presentaciones de libros, lecturas de poesía,

etc.- siempre condicionadas a la escala de la misma, hizo que nos

planteáramos en el concurso huir de decisiones que fosilizaran

cualquiera de ellas eliminando otras posibilidades (fig. 71).

Además, esta adecuación polifuncional –y, junto con ella, la

construcción de un espacio introductorio, que funcionara como

vestíbulo y al cual estuvieran vinculados los elementos impres-

cindibles de apoyo, como los aseos, el almacén y una pequeña

barra-ambigú para poder apoyar las actividades-, no debía nunca

menoscabar la idea básica que era la de conservar la ruina y su

ambiente en el huerto. Es decir, tanto la estructura de muros

–con todas sus huellas y texturas-como la luz que permitía su

lectura como espacio exterior, eran dos claves ineludibles para su

rehabilitación. Y, junto a ello, la reversibilidad de la intervención,

es decir, optar por materiales y sistemas que, lejos de imitar un

sistema constructivo tradicional, optara más por el carácter de

una instalación, en la que todos los elementos, atornillados y

desmontables, no impidieran otra posible actuación futura (fig.

72 a 76).

La intervención, a partir de estas premisas, parte de la valoración

de esta ruina en su estado actual, es decir, tanto en su configu-

ración formal como material, incorporada al paisaje urbano con

una significación ineludible. Por tanto, nos limitaremos a aque-

llas actuaciones imprescindibles sobre la ruina que garanticen su

conservación (fig. 77 y 78).

(fig. 71) Esquemas funcionales de la propuesta de la Sala Capitular. Equipo F. Gómez.

Page 126: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

247

(fig. 72) Planta de la propuesta de intervención. Equipo F. Gómez.

(fig. 73) Planta de cubiertas. Equipo F. Gómez.

Esto no impide que hagamos una propuesta de ordenación del

huerto, en relación con la lectura urbana antes descrita (fig. 15),

propuesta que trata de consolidar el paisaje del huerto, huyendo

de la formalización precisa que un jardín conlleva, para trazar

unos caminos de enlace entre todos los puntos de acceso pre-

vistos e implantar texturas, colores, olores, propios de un huer-

to, donde el agua acompañaría los caminos, como acequias que

fluyen desde la estructura hidráulica de captación, para irrigar

todos los cultivos. El objetivo era buscar una mayor vinculación

de la Sala Capitular con el huerto, como un elemento más dentro

de la rica traza del mismo, construido a base de enclaves específi-

cos apoyados por las especies autóctonas correspondientes.

En la ruina en sí, nos limitamos a realizar una labor de limpieza

general, retirando los materiales ajenos a la misma, consolidando

los muros en su coronación con hormigón de cal, debido a que

es el lugar que más ha sufrido la situación de abandono. Hemos

cuidado que la pátina de líquenes se conserve, evitando así una

(fig. 78) Otra vista de la maqueta. Equipo F. Gómez. (Foto Héctor Romero)

(fig. 77) Maqueta de la propuesta de intervención. Equipo F. Gómez. (Foto Héctor Romero)

(fig. 74) Estado reformado. Alzado al Huerto de Orive. Equipo F. Gómez.

(fig. 75) Estado reformado. Alzado norte. Equipo F. Gómez.

(fig. 76) Estado reformado. Sección longitudinal. Equipo F. Gómez.

Page 127: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

248 249

apariencia de muros recién construidos, ya que como sostenía

Goya “el tiempo también pinta” (fig. 79).

Los huecos existentes se acristalan mediante un vidrio laminar

sin carpintería (fig. 80). En la parte inferior, el gran hueco re-

matado por un arco de medio punto se trata como un retablo,

estucado, de manera que pueda recibir una escultura que centre

la composición de ese paramento frente a la fuerza de la portada

de piedra que tiene enfrente (fig. 81).

Los mechinales se han limpiado a fondo, sellando aquellos que

pasan del exterior al interior. Para permitir que aniden los cerní-

calos primilla y evitar que lo hagan las palomas, con un marco

que deja un hueco de 6,5 centímetros de altura para el acceso al

interior del nido, que se retranqueará 2 centímetros respecto del

paramento exterior.

Dada la rotundidad espacial de la sala capitular, se proyecta en

primer lugar una cubierta que responde a dos cuestiones básicas:

(fig. 81) Vista interior nocturna, con el zócalo que oculta las instalaciones.

(fig. 79) Fotomontaje del proyecto sobre la Sala Capitular.

(fig. 80) Encuentro interior en el ángulo nororiental de los muros.

la consecución de una luz similar a la existente actualmente, y la

evacuación del agua de lluvia de una superficie como la que nos

ocupa. La solución es una retícula de vigas en “V” conformadas

por perfiles metálicos que actúan de estructura y de canal de eva-

cuación de aguas a la vez, dejando entre ellas unos casetones acris-

talados, con un vidrio laminar con control de radiación (fig. 82).

El otro tema en el que se interviene dentro de la sala es el zócalo

y el suelo. El zócalo es un paramento liso ligeramente retran-

queado respecto al superior, preparado para recibir la sillería.

Por tanto, planteamos la recuperación de este zócalo como un

“muro grueso” de tablero perforado de madera fonoacústico que

alberga en su interior todas las instalaciones, debidamente regis-

trables para permitir de una manera flexible su adaptación a las

diversas actividades que se contemplan (fig. 83).

El suelo por su parte se ejecuta con una piedra negra al corte, sin

pulir, de manera que se huye intencionadamente de superficies

brillantes para generar un marco neutro donde lo que realmente

(fig. 82) La retícula estructural de cubierta, proyectada sobre el muro. (Foto Miguel Gentil).

(fig. 83) Vista del ángulo nororiental.

Page 128: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

250 251

protagonice el espacio sea la propia sala, buscando así el aspecto

de espacio exterior (fig. 84).

A la intervención sobre la preexistencia, se le yuxtapone en su

lado septentrional un volumen de una sola planta que da cabida

al foyer de la sala (fig. 85), junto con unos aseos, un almacén y

una pequeña barra de ambigú (fig. 86). Esta pieza se configura

como exenta, con una geometría ortogonal propia, dejando un

recorrido libre en su perímetro, de manera que se pueda regis-

trar, desvinculándose de las complejas tapias y medianeras que

configuran un palimpsesto, producto del paso del tiempo.

Este foyer, se conforma con un volumen prismático de doble es-

cala, de manera que el vestíbulo en sí tiene 4 metros de altura

libre (fig. 87), mientras que en la banda de servicios se reduce

hasta 2,5 metros, lo que permite albergar las instalaciones de cli-

matización, protegidas de las vistas exteriores mediante una piel

complementaria.

(fig. 87) Vista de la yuxtaposición del volumen acristalado del foyer, junto a los contrafuertes de la Sala Capitular.

(fig. 86) Interior del foyer, en dirección al acceso.

(fig. 85) Otra vista, con el paramento oriental de la Sala Capitular.

PÁGINA IZQUIERDA

(fig. 84) Interior de la Sala Capitular, desde el ábside. (Foto F. Gómez).

Page 129: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

252 253

Esta pieza participa del carácter de elemento pseudo-prefabrica-

do, en el sentido de que su construcción es seca, una especie de

mecano cuyos materiales permitan montarse y desmontarse con

una cierta facilidad, huyendo así de la fosilización de una obra

convencional (fig. 88). El sistema de cerramientos y particiones

es a base de paneles ensamblados sobre perfilaría auxiliar, fenó-

licos en el interior y panel-sandwich de alumnio en el exterior

(fig. 89). De esta forma, entendemos que no compite ni con la

escala ni con la materialidad de la ruina, buscando una escala

más próxima al mundo que rodea al huerto en esa zona (fig. 90

y 91).

Exposición de Arquitectura Española Actual

En febrero de 2009 la Embajada de España en Cuba y la Oficina

del Historiador de la Ciudad de La Habana, organizaron una ex-

posición bajó el título: “La Ciudad Extensa. Arquitectura Española

Actual” en el Convento de San Francisco de Asís de La Habana.

(fig. 89) Espacio intersticial entre las tapias medianeras y el volumen del foyer,

ejecutado con panel sándwich de aluminio. (Foto Miguel Gentil).

(fig. 88) Vista del foyer, en dirección al Convento de San Pablo, con el volumen de

los aseos a la derecha.

(fig. 90) Interior nocturno de la Sala Capitular en dirección al ábside.

(fig. 91) Vista nocturna de la intervención, con el volumen del foyer en primer término.

Junto a obras de Rafael Moneo, Enric Miralles, Santiago

Calatrava, Alejandro Zaera, Tuñón y Mansilla, Ávalos y Herreros

o RGMR, figuraba la rehabilitación de la antigua Sala Capitular

del Convento de San Pablo en Córdoba, obra que igualmente se

incorporó a la valla que rodea la sede de la Cancillería mientras

duren las obras de rehabilitación (fig. 92 y 93).

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 92) Edificio de la Embajada de España en Cuba, con una síntesis de la exposición de Arquitectura Española actual, realizada en La Habana en febrero de 2009.

(fig. 93) Algunos de los paneles de la valla, con obras de RGMR, S. Calatrava, E. Miralles, F. Gómez y R. Moneo.

Page 130: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

REFLEXIONES SOBRE EL ESPACIO JARDIN HUERTO DE ORIVE

Rafael García Castejón

V

Page 131: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

257

Del inicio: EL COMIENZO

Sin intentar hacer un recorrido histórico, exhaustivo y pormeno-

rizado de la transformación de este espacio interior de la ciudad,

si me gustaría comunicar las sensaciones y experiencias desde

el punto de vista personal del que suscribe a partir del momen-

to que contactamos con este lugar “mágico”, dejando para otros

profesionales en sus respectivas áreas de entendimiento y cono-

cimiento aquellos aspectos más académicos.

Lo decimos así porque cuando conocimos este espacio (y de-

cimos espacio, pues todavía no tenia ninguna cualificación, es

más, diríamos que tenía cierta “descualificación”), lo primero que

sentimos fue una gran sorpresa, que creo será, y así me consta,

la misma que han experimentado personas que desconocían la

existencia de este enorme vacío en pleno centro de la ciudad.

Teníamos un encargo que llevar a cabo: ¡la apertura de este te-soro a la ciudadanía!.

El PLAN ESPECIAL DE LA UA5 (denominada posteriormente en

el PEPCH de Córdoba y PGOU como AU6,) había sido aprobado

por el Excmo. Ayto de Córdoba en Abril de 1999.Este documen-

to redactado por los Arquitectos Gabriel Ruiz Cabrero y Jorge

Silveti, viene a recoger las líneas principales de actuación en el

futuro Jardín. Quisiera reproducir aquí parte de la memoria de

este documento que refleja muy adecuadamente la percepción

del lugar en su inicio:

“…del plano dibujado de la Manzana de S. Pablo, entorno que so-

brepasa los limites de la Unidad de Actuación,...Una cuadrícula

se impone a la topografía del lugar hasta el límite de lo posible…,”,

Page 132: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

258 259

“Sobre esta cuadricula se levanta un caserío irregular, que puebla

los bordes de la manzana, fruto del repartimiento, vaciando su

interior en huertas diversas. El caserío queda dominado por la

nave de la Iglesia de S. Pablo, pieza central en la posesión con-

ventual que una vez caracterizó a la manzana y le dio la impor-

tancia religiosa y cultural que trajeron los dominicos. Acompañan

a esta pieza singular algunos palacios, entre los que sobresale el

de Villalones por su importancia arquitectónica y su relación con

la huerta que le da su otro nombre, Orive (que en realidad es un

segundo apellido de la familia Villalones). La Huerta de Orive, que

habrá que convertirse en el Jardín de Orive, y es la pieza central

de este trabajo.

El plano describe la huerta como un gran vacío. Tal vez sea esta

la característica, el rasgo más importante de la manzana de S.

Pablo…”

Este espacio, que ha sufrido tantos avatares y que por fin la ciu-

dad recupera después de tantos años de esfuerzo (quedan atrás

todas las negociaciones, estudios, catas arqueológicas, etc.) se ve

cualificado con el nuevo uso público, el tránsito de una propie-

dad particular a esta nueva propiedad social. Es esta nueva si-

tuación lo que hace esta operación trascendente para la ciudad,

que desconoce de su existencia. Es por eso que la administración

local se marca como principal objetivo inmediato, a corto plazo,

abrir este espacio y “enseñarlo”. (fig. 1)

Cuando se abordan las obras que recoge el Proyecto Jardín de Orive 1ª Fase (Redactado por el Arquitecto Gabriel Ruiz Cabrero,

y ejecutadas y finalizadas por la Gerencia Municipal de Urbanis-

mo en 2004):

Nos encontramos allá por el año 2003. Las obras de Rehabili-

tación del Palacio de Orive, se han llevado a cabo por distintas

escuelas Taller, y se ha realizado la adaptación para sede de la

Delegación Municipal de Cultura. La Manzana de S. Pablo está

ya en ebullición, hay movimiento, nuevos inquilinos ocupan las

renovadas instalaciones.

Sin embargo el aspecto del “antiguo” espacio libre es desolador:

(fig. 2-5)

Por tanto, diríamos que esta 1ª Fase es una operación de una tras-

cendencia tal que marcará el futuro de la ordenación del Jardín

de Orive.

(fig. 1) Manzana de San Pablo. Situación jardín y relación con entorno

(fig. 4 y 5) Imágenes del interior Jardín

(fig. 2 y 3) Atrio entrada norte

Page 133: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

260 261

Tenemos un documento de trabajo, que entendemos como un

Proyecto de Intenciones (De hecho sufrirá modificaciones técni-

cas, pero que no se alejarán del objetivo del plan especial):

- Mostrar el espacio recuperado a la ciudad

- Comunicar dos zonas de la ciudad por la distancia más corta(eje

Norte sur C/ S. Pablo-Plaza de la Corredera)

El presupuesto de esta 1ª fase es limitado, pero es el momento

de toma de decisiones que no hipotequen el diseño del Jardín,

todavía por definir en este momento, y que permitan acometer

los objetivos previstos en el Plan Especial:

- Eje Norte-Sur Con el establecimiento de las Puertas septentrio-nal (Puerta Norte,junto a la Plaza de Orive) y meridional (Puer-

ta Sur “…Rematando la C/ Huerto de S.Pablo y aprovechando la

actual servidumbre de paso al huerto, potenciando este acce-

so con la restauración del Arco o portón de entrada. Tras esta

entrada quedaría un espacio rectangular, a modo de atrio que

garantizaría la servidumbre de acceso al solar que queda entre

este lugar y la sede de Cultura de la Junta de Andalucía…”

- Eje Transversal Este-Oeste: “..La propiedad del cine coliseo y

las viviendas que lo acompañan deberían incorporarse al jardín

siguiendo el procedimiento jurídico más conveniente: compra o

expropiación. Esta operación es fundamental pues proporciona

la Puerta Oriental de acceso al jardín y garantiza la conexión

del mismo y a su través del centro urbano, con la Axerquía. Se

conformaría así en el actual límite entre la Propiedad del Huer-

to de Orive y el espacio del coliseo con la Puerta de levante del

futuro parque urbano…” En la actualidad aún no se ha puesto

en marcha esta iniciativa.

La Puerta occidental se ubicaría en el actual callejón del Ga-

lápago… esta puerta permitiría el acceso al jardín, a través de

la propiedad del Convento de S. Pablo, que sería de libre acceso

público en una estrecha franja que habría de prolongarse hasta

la Delegación de Cultura. Para hacer posible el acceso al jardín

es imprescindible que tanto el huerto de naranjos del convento (lo

que llamamos Patio de Claretianos), que se sitúa entre la zona que

estamos describiendo y el jardín , como la esquina noroeste del

edificio de la Delegación pasarán a ser de uso público….Esta puer-

ta occidental permitiría además la conexión por la C/ Galápagos

con las traseras de las casas de la C/ Capitulares y acceder a la

Iglesia de S. Pablo, y hacia el este y luego girando hacia el sur con

la C/ Pedro López, una quinta entrada muy conveniente”.

Por consiguiente y puestos mano a la obra lo primero que tenía-

mos que hacer es una limpieza total, que nos permitiera ver y

entender el espacio, no como algo residual, sino como generador

de nuevas sensaciones.

Y así fue, empezamos a ver las posibilidades que nos ofrecía este

nuevo descubrimiento, y que nos servirían para formalizar el

nuevo jardín que algún día se trazaría.

Y empezamos a tomar decisiones:

- Materiales para la pavimentación: un continuo de bolo tradi-

cional, sobre el que extender una alfombra de piedra (adoqui-

nes) que marque el camino, la senda que recorrer, hasta llegar

a nuestro destino: el otro lado, lo desconocido.

- Nuevas luminarias que permitan la incorporación de cuantos

elementos se precisen para iluminar esta senda y recrear distin-

Page 134: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

262

tas escenas, iluminando medianeras

y confines del espacio por colonizar.

- En jardinería se planteó mostrar, con

distintas direcciones de las plantas

aromáticas, lo que podría ser una

abstracción del huerto. Además se

plantaron frutales ornamentales.

- Empezaron a vislumbrarse perspec-

tivas y puntos de interés.

- Las medianeras, según el plan especial, debían conservarse y

ponerse en valor, por lo que pensamos en darles color, pero con

un objetivo doble: a corta distancia iluminaba su entorno y si el

espectador está retirado se confunden con el horizonte próxi-

mo, los ocres con las torres, los azules con el cielo, los blancos

con las medianeras próximas, consiguiendo de esta manera

que la sensación espacial sea mayor, que el espacio trascienda

más allá de sus límites físicos. (fig. 6-9)

Creemos que llegados a este punto, hemos dejado abiertas las

líneas de lo que podría ser el futuro trazado del jardín completo.

Todavía quedaba mucho por hacer, pero en la mente de todos

estaba el sentimiento de que aquello era imparable, solo era cues-

tión de tiempo. (fig. 10)

(fig. 8 y 9) Interior Jardín

PÁGINA DERECHA

(fig. 10) Imagen del Caserío de la Manzana de S. Pablo

(Sobre impreso la 1ª fase de actuación)

(fig. 6 y 7) Atrio entrada norte

Page 135: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

264 265

De la Idea (LA CONTINUIDAD: 2ª Fase y sucesivas)

JardÍn de Orive 2ª Fase :ORDENACIÓN DEL CONJUNTO

Se planteó como objetivo primordial de esta fase, la creación de

unas condiciones idóneas de todo el espacio que garantice la ade-

cuada conexión ESTE-OESTE prevista en el PLAN ESPECIAL de

PROTECCIÓN DEL CASCO HISTÓRICO (Pech), y concretamen-

te de la AU-6.

Para ejecutar plenamente este objetivo es necesario que conclu-

ya la fase de expropiaciones prevista en la ficha catálogo del Plan

especial. Dentro de este apartado hay que señalar como priorita-

rios:

- Callejón del Galápago.

- Expropiación parcial jardines y patio de la comunidad de los

Claretianos (iniciado el expediente por el Servicio de Patrimo-

nio de esta Gerencia Mpal de Urbanismo.

- Parcela correspondiente a C/ Huerto de S. Pablo 5. (Ha sido ex-

propiado y ha permitido la actuación de la Conexión Sur de S.

Pablo, actualmente en ejecución).

- Expropiación del Coliseo S. Andrés, para salida a C/ Fernán

Pérez de Oliva.(aún no ha comenzado)

Para abordar la ordenación y continuación del trabajo desarro-

llado en la fase 1ª y terminado en 2004, es necesario independi-

zarse de argumentos presupuestarios, e intentar, en la medida de

lo posible establecer unas pautas de actua-

ción, que de manera organizada se pue-

dan acometer en fases terminadas, que al

final es lo que ha ido sucediendo.

Como ya apuntábamos en las páginas

anteriores, las lineas generales de ordena-

ción estaban revoloteando ya en nuestra

cabeza, faltaba formalizar y concretar en

el papel, por lo que pusimos en marcha la

metodología propia para este reto:

- Emplazamiento y posible faseamiento

- Antecedentes y reseñas históricas.

- Análisis de actuaciones municipales.

- Objetivos del Plan Especial ( relectura crítica del documento).y

su relación con el PGOU

- Justificación y zonificación de la Propuesta de Ordenación.

3ª Fase Conexión Sur de la Manzana de S. Pablo

(se corresponde con las zonas 3(Espacio Conexión Sur) y 4 Espa-

cio Sur Este) Proyecto y Ejecución 2009)

- Fases sucesivas - Conexión Eje Oeste-Este Pasaje Claretianos y Coliseo S. An-

drés- Restauración Arco Sur y muro soporte.

Ámbito de actuación 2ª Fase. (año 2005. Ejecución 2007-2009)

(fig. 11)

(fig. 11)

Page 136: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

266 267

EMPLAZAMIENTO

El Jardín de Orive se encuentra dentro

de la denominada Manzana de San Pablo,

concretamente abarca lo que denomina-

mos huerto del Palacio de Orive. (fig. 12)

Actualmente se accede a él a través de las

aperturas Norte y Sur realizadas en la 1ª

Fase de intervención inaugurada en al año

2004.Estas puertas de acceso se encuen-

tran en Plaza de Orive (Puerta Norte) y C/

Huerto de S.Pablo (Puerta Sur).

La delimitación interior del jardin es variada y compleja, abarcando

servidumbres de paso y de vistas, medianeras, fachadas, ruinas, etc.

ANTECEDENTES. RESEÑAS HISTORICAS

Las excavaciones arqueológicas de 1992 en Orive pusieron en

relieve la existencia de un conjunto de casas de época islámica

tardía, superpuestas a diversas estructuras romanas. De todo el

análisis de estos trabajos, expuestos en la memoria del documen-

to aprobado por el Excmo Ayto de Córdoba (8 de Abril de 1999),

se concluye con la existencia de un barrio almohade en cuadrí-

cula que da pie al planteamiento como hipótesis de la fundación

exnovo de la urbanística islámico-española, en contraposición a

la ciudad existente de retorcidas callejuelas, consecuencia de una

lenta transformación urbanística sobre la trama heredada.

Con la llegada de los cristianos en el siglo XIII, el rey Fernando

III, concedió a los frailes el sitio para que fundaran el Convento

de S.Pablo. Una gran parte del terreno concedido se destinó a

huerto. A finales del sigloXIII se encuentran

urbanizados los alrededores de la vía de S. Pa-

blo.La urbanización definitiva de esta zona de

S.Andrés se realizará durante el sigloXV con

motivo de la construcción de edificios en la

huerta y corral del Monasterio de S. Pablo, si

bien desde finales del XIV existen casas lin-

dando con el convento siendo los frailes los

que propiciaron esta ubicación.

La red viaria de la collación de S. Andrés se con-

figuró en dos épocas distintas, la parte oriental

se urbaniza justo a la llegada de los cristianos,

por lo que la herencia musulmana sería más

clara. El resto del barrio es de creación plena-

mente cristiana destacando como calles princi-

pales Capitulares y S.Pablo. El Convento de S.

Pablo data de 1236, siendo a principios del XIV

cuando se levantó la actual Iglesia de S. Pablo.

Tras diversas reformas en el siglo XIX (1810)

con la desamortización de Mendizábal se con-

virtió en cuartel, cayendo más tarde en ruina,

siendo ordenada la demolición del convento

en 1848, dejando el templo, que a finales del

siglo paso a manos de los misioneros Hijos del

Sagrado Corazón de María. La denominación

del Jardín de Orive, se debe a su pertenencia,

tras los diferentes procesos de desamortización,

al Palacio de Orive o de los Villalones, nombre este doble que se

produce a partir de la unión de ambas familias en la persona de

D. Alonso de Villalón y Orive, dueño de la casa en 1718.El espacio

interior ha permanecido vacío excepcionalmente hasta nuestros

días debido a su uso histórico de huerto. (fig. 13 y 14)

(fig. 12) Situación

(fig. 13 y 14)

Page 137: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

268 269

ACTUACIONES MUNICIPALES

Centrándonos en las actuaciones realizadas en el ámbito del Jar-

dín, podemos indicar

- Obras realizadas en la fase 1ª (2003-2004) por la Gerencia Mu-

nicipal de Urbanismo, que han conseguido la conexión NORTE-

SUR atravesando la manzana de S. Pablo y permitiendo el trán-

sito peatonal entre la C/ S. Pablo y la Plaza de la Corredera.

- Dentro del ámbito de actuación se han realizado obras de remo-

delación de la C/ Huerto de S. Pablo (2004-2005). (Gerencia Mu-

nicipal de Urbanismo), como continuación del eje Norte- Sur

antes citado.( Según proyecto redactado por los arquitectos mu-

nicipales de la GMU R.L.García Castejón y Mª R.Lara Jiménez )

Esta intervención viene a reforzar el concepto de camino, senda

que se dibuja en su pavimento.

- Limpieza de la zona sin intervenir para utilización provisio-

nal como aparcamiento restringido de los vecinos afectados

por las obras de remodelación que se están realizando en la C/

S.Pablo.

Parte de la edificación del Palacio de Orive se encuentra en es-

tado de abandono, al no haberse actuado en ella tras la remo-

delación y adaptación a sede de Cultura del Excmo Ayto de

Córdoba.

- La Sala Capitular, ha sido rehabilitada recientemente para albergar

actividades culturales y expositivos, a través de Fondos Europeos,

gestionados por el Área de Cultura Municipal y Gerencia de Ur-

banismo.(Según proyecto redactado por el arquitecto Francisco

Gómez Díaz)

- El arco Sur de acceso a la parcela nº 5 está apuntalado y preci-

sa de restauración especializada y puesta en valor, así como el

muro a que pertenece, derruido para evitar desplome.

RELACIÓN CON EL P.G.O.U.

ORDENANZAS DE EDIFICIOS PROTEGIDOS.

PLAN ESPECIAL DE PROTECCION DEL CONJUNTO HISTORI-

CO DE CORDOBA.

FICHA DE ACTUACION AU6

1. IDENTIFICACION

- Denominación: San Pablo

- Identificación: Parcelas catastrales 41473/02/03/08/33/34/41/48

/55/68

- Tipo de intervención: Asistemática

- Superficie delimitada: 21.462m2

2. REGIMEN URBANISTICO

- Clasificación del suelo: Sistema General

- Calificación del suelo: Equipamiento

3. OBJETIVOS

- Los definidos en el planeamiento aprobado:

- Incorporar al sistema de áreas libres el mayor huerto interior

de la ciudad.

- Puesta en uso para equipamiento social, cultural o administra-

tivo del palacio de Orive.

- Equipamiento de aparcamiento con edificio exclusivo en el so-

lar de plazuela de Orive.

- Incorporación a la F. Gran Teatro del cine Coliseo manteniendo

la programación estival.

Page 138: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

270 271

- Resolver conexiones entre Callejón del Galápago y huerto.

- Puesta en valor de la sacristía inacabada de Hernán Ruiz III.

- Establecer nuevas alineaciones interiores.

- Estudiar alternativas de uso, para edificio en solar de Capitula-

res.

- Dotación de otro aparcamiento público en ubicación a deter-

minar.

- Estudio de posible puesta en valor de restos arqueológicos.

4. DETERMINACIONES DE ORDENACION Y USO

- Equipamiento.

- Areas libres.

- Fichas de catálogo MA2, MA20 y MA26

5. DESARROLLO

- Planeamiento de desarrollo: Plan Especial

- Sistema de Actuación: Expropiación

- Programación: 1º Cuatrienio

- Relación con otras actuaciones: -----

- Titularidad del suelo: Privada, municipal y Junta de Andalucía

6. DETERMINACIONES DE APROVECHAMIENTO

- Aprovechamiento (m2t): Según Plan Especial San Pablo.

- Aprovechamiento propietario: 100%

- Cesión Áreas libres: Según Plan Especial San Pablo.

- Cesión Equipamiento: Según Plan Especial San Pablo.

7. VALORACION ECONOMICA

- Adquisición de suelo: 252.444 €- Adquisición de edificación: -----

- Urbanización: 1.307.350 €

- Edificación: 2.438.096 €- TOTAL COSTE OPERACIÓN: 3.997.890 €

8. DISTRIBUCION DE INVERSIONES

- Ayuntamiento: 3.997.890 €- Otras Administraciones: -----

- Aportación privada: -----

JUSTIFICACIÓN DE LA PROPUESTA DE ORDENACIÓN Y ZONIFICACIÓN DEL JARDIN

Del análisis de las reseñas históricas y de la memoria del Plan

Especial aprobado en 1999 por el Excmo Ayto de la Manzana de

S. Pablo, así como de lo apuntado en la 1ª fase de intervención

terminada en 2003/2004., se desprenden las pautas que van a

dirigir la ordenación del lugar.

Efectivamente, la historia nos indica de la existencia de un ba-

rrio almohade, de nueva creación, sobre un espacio vacío, cuya

hipótesis de trazado nos sorprende, porque lejos de ser un labe-

rinto de calles estrechas, aparecieron en las excavaciones indicios

de trama ortogonal en direcciones Norte-Sur, (calle alineada con

la actual C/ Huerto de S. Pablo) y Este-Oeste, se nos vislumbra

una nueva forma de ocupación del espacio urbano de trazado

más regular. En el plan Especial se hacía una propuesta de orde-

nación del jardin basada en esta teoría.

Esta posibilidad se descartó, pues suponía una puesta en valor

de los restos documentados en las catas, y la necesidad de hacer

un jardín arqueológico, que no era uno de los objetivos del plan.

Nuestra propuesta de ordenación se fundamenta, principalmen-

te, en el desarrollo de los recorridos o itinerarios necesarios para

colonizar y vertebrar el territorio vacío y sin preexistencias nota-

bles. De estos caminos destacan principalmente dos:

Page 139: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

272 273

A-Eje Norte-Sur (desarrollado en fase 1ª) que conecta plaza de

Orive con C/ Pedro López

B-Eje Este-Oeste(a desarrollar en fases 2ª y sucesivas) que conec-

tará C/Capitulares con C/ Fernán Pérez de Oliva.

El resto serán caminos que fragmentan el jardin y conectan dis-

tintas zonas del mismo.

El pleno desarrollo del camino B será operativo cuando se ex-

propie y resuelva el acceso por la calle Galápago y patio de los

Claretianos (S.Pablo) y se inicie el expediente de expropiación

del Cine Coliseo S.Andrés. Hasta tanto y en cuanto se produzca

esta última operación se opta por dotar de nueva entrada-salida

a la C/ Villalones por apertura en muro colindante a la puerta

actual de acceso a la Agencia EFE(dependencias del Palacio de

Orive). De esta manera se resuelve un problema de fondo de saco

de toda la zona oriental del jardín.

Para acceder a esta salida opcional, se plantea desde la encrucija-

da de los caminos principales, un camino sinuoso de madera que

es fácilmente reconocible con el material utilizado en las rampas

de acceso desde el este. (Entarimado de madera).

Tomando estas premisas como punto de partida, irán aparecien-

do recorridos (considerados como “acción de andar”), e itinera-

rios secundarios que organizarán el espacio vacío (“espacio nó-

mada”, según Francesco Careri).

Este espacio, considerado como recinto cerrado, de paso, es el

líquido amniótico en el vientre de la ciudad, que debe ser lo sufi-

cientemente atractivo para retener al huésped el tiempo necesa-

rio para madurar, reflexionar, caminar...

Muchos utilizarán el espacio como “vehí-

culo” de conexión de distintas zonas de

la ciudad, otros simplemente pasearán,

pero todos retendrán en su memoria un

lugar nuevo, una sorpresa inesperada en

el corazón de la ciudad y el habitante de

tan hostil invento humano, regresará por

unos instantes al paraíso, al reencuentro

con la naturaleza, tan necesario para la fe-

licidad del individuo, como miembro de la

colectividad urbana.

Intentaremos desde nuestra disciplina, la

de arquitectos, paisajistas, y por qué no , ingenieros , atrapar al

visitante y retenerlo el máximo posible en este “pairi-dae´za”

que significa vallado en iraní antiguo.

A través de la formalización, enfatizaremos perspectivas, traza-

remos caminos que nos inviten a pasear, se diseñarán espacios

para la estancia, para el juego. Se plantarán especies ornamenta-

les, que además nos den sombra, perfumen el espacio, nos ofrez-

can espectáculo de color. Se iluminarán los puntos de interés ar-

quitectónico y paisajístico.

Utilizaremos tretas, artimañas para seducir al visitante: con los

juegos tradicionales vendrán los ñiños y los mayores, con las

nuevas tecnologías podremos atraer y distraer a los jóvenes. Con

la lectura pausada al aire libre podemos embriagar al ciudadano.

Con la cultura afianzaremos a nuestro “cliente” y con la música

lo “fidelizaremos”.

Este debería ser un espacio para todos, y con ese objetivo nos

proponemos su ordenación.

(fig. 15) Perspectivas principales

Page 140: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

274 275

De la observación del lugar, de forma reposada, surgen las pers-

pectivas privilegiadas, las relaciones de los objetos de interés:

desde un ejemplar de Jacaranda, a la percepción de hitos de pie-

dra (torres de S. Andrés y de S. Pablo), ruinas de interés, media-

neras de color, en definitiva piezas que desdibujan los límites del

espacio, incorporándose al paisaje, logrando una percepción más

amplia de la real. (fig. 15)

El territorio se va colonizando y surgen las necesidades de distri-

bución del mismo, tan inherente al ser humano. Destinamos un

espacio a la contemplación, otro a la representación, al juego, al

aprendizaje, a la relación, etc...

(fig. 18) Zonificación

(fig. 20) Relación jardín espacios vacíos de la manzana S. Pablo

(fig. 19)

Es objetivo principal, que todo el espacio pueda ser recorrido,

creando así muy diferentes opciones de vistas y permitiendo el

facil acceso entre las distintas zonas.

Los caminos siguen las directrices Norte-Sur y Este Oeste, desdi-

bujando la trama ortogonal al acomodarse a medianeras y muros

muy patentes en la imagen aérea de la manzana, como el caso de

la medianera del Coliseo de S. Andrés, que busca la encrucijada

de los ejes principales, propiciando así una alternativa de acceso

al citado edificio. (fig.16)

En este esquema se representan los distintos tipos de caminos

que se proyectan y su cualificación:

- Los ejes principales se identifican con pavimento de granito

sobre fondo de bolo, así como las servidumbres de paso.

- Los caminos intermedios son de picadura de granito rosa. Estos

recorren cada rincón del jardín y homogenizan el jardín.

- Los caminos opcionales y las zonas de estancia más didáctica se

representan con madera. (fig.17)

Esquema de zonificación resultante de la ordenación general del

Jardín. Se observan los caminos principales, así como las puertas

Norte y Sur (Eje Norte-Sur), Este y Oeste (eje Este-Oeste) (fig.18, 19,

20 y 21)

Como consecuencia de ello se establecen las distintas zonas que

dan contenido al jardín:

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 16) Esquema de itinerarios

(fig. 17) Jerarquización de caminos

Page 141: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

277

- Zona 1 Estanque - Mirador Norte (EMN)

Espacio elevado donde actualmente existe una alberca. Se pre-

tende su recuperación creando un espacio con el estanque, pér-

gola y zona de estancia para contemplación relajada del jardin.

Incluye esta zona una pieza triangular, incrustada en el terreno

que albergará los servicios de jardinería necesarios para el man-

tenimiento del jardín.

El pavimento es de mármol cenia y bolos. (fig. 22 y 23)

(fig. 22) Planta espacio estanque mirador norte (1)

(fig. 23) Sección longitudinal por estanque

PÁGINA IZQUIERDA

(fig. 21) Ordenación del jardín

Page 142: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

278 279

Se pretende que el agua del estanque se derrame sobre pilón

existente en la parte baja, adosado al muro sur.

El pavimento del estanque es de bolo, y se pretende que el sonido

del agua, de manera constante, contribuya a hacer de este lugar ,

una pieza imprescindible en este jardín. (fig. 24)

Se recupera la imagen de lugar dominante, desde el jardín. El

triángulo destinado a los jardineros queda integrado bajo pérgo-

la y cubierta vegetal. (fig. 25)

(fig. 24) Alzado sur

(fig. 25) Detalles constructivos de la pérgola

Se accede desde el norte al Estanque- Mirador mediante una sua-

ve rampa incorporada al camino de tránsito norte-sur. (fig. 26)

- Zona 2 Espacio Escénico norte (EEN)

Zona situada junto a soportal de fachada sur del Palacio. Se con-

cibe como lugar de representaciones al aire libre, para actos cul-

turales relacionados con el Palacio de Orive.

Se ejecutará escenario entarimado y gradas de piedra de mampues-

to, a modo de pequeño teatro, aprovechando le desnivel existente.

El ejemplar magnífico de Jacaranda existente sirve de telón de fon-

do a las actividades que se desarrollen en este ámbito. (fig. 27)

Este espacio se sitúa junto al soportal de la fachada sur del Pala-

cio de Orive, y servirá de apoyo a las actividades de la concejalía

de cultura. También se encuentra junto al ejemplar magnífico de

Jacaranda , por lo que consideramos un lugar privilegiado para

cualquier actividad didáctica y cultural que se organice.

(fig. 26) Alzado norte

Page 143: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

280 281

Formalmente se trata de un triángulo. Las gradas, de piedra, se

adaptan a la curva del camino de madera que discurre a su espal-

da. (fig. 28, 29 y 30)

- Zona 3 Espacio de Conexión Sur (ECS)

Ubicado en la zona sur del jardín, concretamente en la parcela de

C/ Huerto de S. Pablo, 5.

En este espacio se desarrollan los elementos necesarios para co-

nectar el jardín (+104,05) con el patio de los Claretianos que se

encuentra a una cota superior (+106,84).Esta operación requiere

la conformación de rampas y escaleras, que envuelven el muro

medianero que de esta manera se conserva, tal como establece el

plan especial. Sobre esta medianera se practican huecos a modo

de ventanas que permiten la conexión visual y por tanto la am-

pliación de la percepción espacial del Jardín. (fig. 31 y 32)

(fig. 27) Planta espacio escenico norte (2)

(fig. 28) Imagen de este espacio desde el acceso a C/ Villalones

(fig. 29 y 30) Distintas visiones de este espacio

En esta imagen se puede observar claramente como el elemen-

to generador del espacio es el muro medianero existente. Sobre

él se articulan las rampas de acceso para alcanzar las cotas que

paulatinamente debemos conseguir para alcanzar las existentes

en C/ Capitulares.

Este muro además determina las alineaciones del camino trans-

versal o eje ESTE-OESTE. (fig. 33)

(fig. 31) Planta de espacio conexión sur (3) y espacio sur este

(fig. 32) Espacio conexión sur

Page 144: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

282 283

Desde este camino se accede a la Delegación de Cultura , mante-

niéndose así la servidumbre de paso existente. También se trata

del acceso a la comunicación con el lado occidental, buscando

el transito a través del patio propiedad del Convento de S. Pa-

blo (actualmente en proceso de expropiación de servidumbre de

paso).

Una rampa de madera recorre el muro a ambos lados del mismo,

unificándose en la parte intermedia para continuar hacia el oeste,

buscando la puerta Occidental, en Capitulares. (fig.34)

En el muro medianero existente se han realizado perforaciones,

algunas existentes, como este arco y otras de manera intenciona-

da que conectan visualmente ambas zonas del jardín. (fig.35)

(fig. 33) Entrada desde el atrio de acceso por la puerta sur (Servidumbre de paso a

la Delegación de Cultura)

(fig. 34)

(fig. 35)

- Zona 4 Espacio Espacio Sur Este (ESE)

En este espacio se recrearán parterres, recipientes a distintas al-

turas de acero CORTEN, para facilitar el acceso a las tareas hortí-

colas de niños y mayores, y personas con discapacidad para que

puedan recrear huertos y plantaciones ornamentales A la pla-

taforma más elevada se accede por dos rampas en sus extremos.

Desde aquí se contempla gran parte de la zona meridional del

jardín.

Se conforma todo este espacio como remate de la zona lúdico de-

portiva ( el juego se transforma en actividad didactico-educativa).

(fig. 36, 37 y 38)

- Zona 5. Espacio lúdico-deportivo (ELD)

Zona de orientación Norte-Sur que discurre desde la fachada del

Palacio de Orive hasta la zona sur del espacio, fragmentándose

en distintos episodios desde espacio deportivo, juegos infantiles,

juegos de mayores, laberinto vegetal que conecta la zona de jue-

gos con zona más didáctica del jardín.

En paralelo con este espacio discurre un paseo de naranjos que

aprovecha la plantación existente que se encontraba en este lu-

gar. Se han realizado algunas reposiciones y se observa que el

canalillo se adecua a la disposición irregular de los pies vegetales.

(fig. 39 y 40)

(fig. 36) Espacio sur este (4)

(fig. 37)

(fig. 38)

Page 145: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

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CUADRO DE SUPERFICIES por zonas y fases de actuación

SUPERFICIE TOTAL JARDIN DE ORIVE 7.749.52 M/2Superficie de actuación (1ª fase 2003/2004) 2.137.00 m/2

Superficie actuación (2ª Fase 2007/2009) 4.112.52 m/2

ZONA 1 EMN (Estanque Mirador Norte) 256.00 m/2ZONA 2 EEN (Espacio Escénico Norte) 250.00 m/2ZONA 5 ELD (Espacio Lúdico Deportivo) 833.00 m/2 Superficie central (caminos y jardines) 2.773.52 m/2

Superficie actuación (3ª Fase 2009)

CONEXIÓN SUR

1.308.00 m/2

ZONA 3 ECS (Espacio Conexión Sur) 728.00 m/2

ZONA 4 ESE (Espacio Hortícola Sur-este)

Adaptación fase 1ª

580.00 m/2

192.00 m/2

(fig. 39) Espacio lúdico deportivo (5)

(fig. 40) Imagen zona lúdico deportiva 1ª FASE:

PRESUPUESTO DE ADJUDICACIÓN: 180.000 €

CONTRATISTA: CONSTRUCCIONES SERRANO S.L.

EQUIPO:

Gabriel Ruiz Cabrero

Arquitecto Redactor 1ª fase

Rafael L. García Castejón

Arquitecto de la GMU. Redactor del Proyecto Modificado

Ignacio Montero Portabella

Técnico Paisajista de la GMU

Máximo Ojeda Macías

Ingeniero Tco. de Obras Públicas de la GMU

Rafael Sánchez Trincado

Ingeniero Tco. Industrial de la GMU

2ª FASE:

PRESUPUESTO DE ADJUDICACIÓN: 592.000 €CONTRATISTA: UTE JARDIN DE ORIVE

Instalaciones Eléctricas: PERCI S.A.

Jardinería y plantaciones: INZOVER

EQUIPO:

Rafael L. García Castejón

Arquitecto de la GMU. Redactor del Proyecto

Máximo Ojeda Macías

Ingeniero Tco. de Obras Públicas de la GMU

Ignacio Montero Portabella

Técnico Paisajista de la GMU

Mª Dolores Bastón Talavera

Arquitecto Técnico Mediciones y Presupuesto

Antonio Pérez Ortega

Ingeniero Industrial de la GMU

Page 146: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

286 287

Gregorio Martínez Torres

Delineación de la GMU

Manuel López Jiménez

Topógrafo Unidad de Topografía de la GMU

3ª FASE (CONEXIÓN SUR DE LA MANZANA DE S.PABLO):

PRESUPUESTO DE ADJUDICACIÓN: 450.000 €CONTRATISTA: UTE PAVIMCOSA S.L.- POVEDA S.A.

Instalaciones Eléctricas: POVEDA S.A.

Jardinería y plantaciones: DOMENECH

EQUIPO:

Rafael L. García Castejón

Arquitecto de la GMU. Redactor del Proyecto

José Mª Carnicero Luján

Arquitecto Tecnico de la GMU

Ignacio Montero Portabella

Técnico Paisajista de la GMU

Mª Dolores Bastón Talavera

Arquitecto Técnico Mediciones y Presupuesto

Antonio Pérez Ortega

Ingeniero Industrial de la GMU

Instalación eléctrica y Alumbrado Público

Gregorio Martínez Torres

Delineación de la GMU

Manuel López Jiménez

Topógrafo Unidad de Topografía de la GMU

TOTAL INVERSION REALIZADA EN JARDIN -HUERTO DE ORIVE : 1.220.000 €

DATOS DE INTERÉS:

Los materiales a utilizar vienen expresados en el plano de planta

reformada y en el capítulo correspondiente se especificarán con

mayor detalle. Principalmente son:

En pavimentación, serán:

- De adoquín de granito rosa flameado y bolo marrón en caminos

principales.

- De madera (entarimado).

- De picadura de granito en caminos secundarios y zonas de pa-

seo.

- Enlosado de mármol zenia en zonas de estancia junto al palacio.

Encintados de granito rosa en los caminos.

Chapa de acero corten para revestir paramentos verticales y jar-

dineras.

Barandillas de acero galvanizado rampas y escaleras.

Bordillos de granito rosa y de piedra arenisca calcarenita.

Revestimientos verticales medianeros con mortero bastardo y

pintura a la cal.

JARDINERÍA

No obstante debemos decir aquí que el planteamiento general

es de sencillez y obviedad: debe ser funcional y bello y buscar el

equilibrio entre paisaje y utilidad.

Por tanto se desarrolla una interpretación actual de lo que sería

un Jardin-Huerto, haciendo compatible tres parámetros siempre

presentes en esta tipología:

- Especies ornamentales: Con funciones de acento en perspecti-

vas, focalizaciones y estancias

Page 147: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

288 289

- Especies útiles: Con funciones de autosuficiencia en el consumo

de frutas y hortalizas unidas a Casas- Palacio, aprovechamiento

y ocupación sistemática de la superficie y conceder textura al

plano no observado.

- Establecimiento de la infraestructura necesaria para un buen

funcionamiento, compatibilizada con un aspecto decorativo.

Zona de pradera de gramíneas:Modo: Siembra directa.

Especies: Cynodon dactylon 10%, Lolium perenne 15%, Pennise-

tum clandestinum 5%, Festuca arundinacea 70%.

Previo: Erradicación de la vegetación espontanea y las semillas

de malas hierbas antes de entrar a preparar el lecho de siembra

con herbicida no residual.Suelo. Labor de alzar, fresado de 15

cm de profundidad, hasta mullido del terreno, despedregado.

Abonado: Aporte de abono mineral y organico en fondo.

Acabado: Nivelación, rulado, siembra, rulado y riego. Verificación: Tras el primer corte.

Mantenimiento: Según pliego.

Vegetación arbórea:Especies:Almezos “Celtis Australis”, Naranjos amargos “Citrus aurantium”,

Sóforas “Sóphora japónica piramidales”, Granados “Punica gra-

natum”, Majuelos “Crataegus azarolus”,Jacarandas “Jacaranda mi-

mosifolia” Palmeras “Phoenix datylifera”, perales silvestres“, Ci-

preses” Cupresus sempervirens”, cerezos ornamentales, “prunus

pisardii”, “chaenomeles”

Vegetación arbustiva:Como especies arbustivas que se han plantado en los parterres

“lavanda , pitosporos “pitosporum tenuifolium”, romero rastre-ro “rosmarinus oficinale” , “berberis atropurpurea”, escalonias

y olivillas ”tecrium fruticans” en la formación de laberinto

vegetal,etc.

MOBILIARIO URBANO

- Bancos de madera de 1,80 cm

- Bancos de piedra calcarenita (sillares existentes) y de obra.

- Juegos infantiles y para personas mayores

Alumbrado:Luminarias de Iguzzini tipo maxi Woody sobre báculos de 5/7m

que permiten la cualificación de la iliminación.

Luminarias de Philips.sobre báculos de 6m

De los MATERIALES Y TEXTURAS

Los materiales a utilizar vienen expresados en el plano de planta

reformada y en el capítulo correspondiente se especificarán con

mayor detalle. Principalmente son:

En pavimentación, se utilizarán las texturas como elementos

identificativos:

- De adoquín de granito rosa flameado y bolo marrón en caminos

principales. (fig. 41)

- De madera (entarimado), en los caminos opcionales, en ram-

pa de conexión en muro medianero y de estancia en las zonas

didáctico-culturales. (fig. 42 y 43)

(fig. 41)

(fig. 42)

(fig. 43)

Page 148: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

290 291

- De picadura de granito en caminos secundarios y zonas de paseo. Una capa de picadura de granito rosa de 10 cm compactada so-

bre 15 cm de zahorra, permite un paso cómodo y transpirable.

eEl drenaje se resuelve con pendientes hacia los parterres que

disponen de red de tubos drenantes a la red de alcantarillado.

(fig. 44)

- Enlosado de mármol zenia en zonas de estancia y junto al palacio de Orive.El mármol zenia flameado en formato de 50x50 cm se ha ele-

gido por ser material de mármol junto al palacio , pero dife-

renciando interior (mármol blanco) de exterior (tonos ocres

suaves). (fig. 45)

- Chapa de acero corten para revestir paramentos verticales y jardineras. (fig. 46)

- Barandillas de acero galvanizado rampas y escaleras. (fig. 47)

(fig. 44)

(fig. 45)

DE IZQUIERDA A DERECHA

(fig. 46 y 47)

Encintados de granito rosa en los caminos.

- Bordillos de granito rosa y de piedra arenisca calcarenita. (fig.

48)

- Revestimientos verticales medianeros con mortero bastardo y pintura a la cal. (fig. 49)

(fig. 48)

(fig. 49)

Page 149: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

292

En jardinería

Las texturas que se han

buscado son las propias

que recuerdan a huertos,

a la vega cordobesa y a la

campiña, con variedad

de colores y de especies.

Con diferentes direccio-

nes que fragmentan y

unifican espacios. (fig.

50-53)

(fig. 50-53)

Page 150: Orive: la clave del espacio público en el centro histórico de Córdoba

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VENTURA VILLANUEVA, A. (1996): El abastecimiento de agua a la Córdoba romana II. Acueductos, ciclo de distribución y urbanismo, Córdoba.

IVEL PAPEL DE LA MANZANA DE SAN PABLO EN EL CENTRO HISTÓRICO DE CÓRDOBA

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Ampliato Briones, Antonio Luis. Muro, Orden y Espacio en la Arquitectura del Renacimiento Andaluz: Teoría y Práctica en la Obra de Diego Siloe, Andrés de Vandelvira y Hernán Ruiz II. Sevilla: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla-Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía. Colección Kora, 1996.

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García Mateo, Gregorio. Notas manuscritas sobre las obras realizadas por el propietario a partir de 1919, bajo la dirección del maestro de obras Bienvenida. Copia facilitada por la Gerencia Municipal de Urbanismo.

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Martín López, Cristina. Córdoba en el siglo XIX. Modernización de una trama histórica. Córdoba: Ayuntamiento de Córdoba, 1990.

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