Origen y construcción en el acto creativo
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ORIGEN Y CONSTRUCCIÓN EN EL ACTO CREATIVO
Todas las palabras, elementos claves como frutos del conocimiento, a la hora de
fundar o cimentar nuestra propia manera de ver y dar a conocer nuestra literatura.
Todo texto literario antes de ser publicado debe estar bien escrito, sin errores
ortográficos que lamentablemente se está haciendo una mala costumbre, lo observo
constantemente en el uso de las redes sociales y en los publicitados blogs, ni que
decir de las molestas erratas. El profesional rigor de la edición y la posterior
impresión deben salvar este infeliz percance. Crear y recrear dos aspectos básicos
en el demiurgo intento de enfrentarse con la página en blanco. Me explico: uno crea
y luego recrea todo lo escrito dándole una fuerza interior y una luz emocional para
que toda la elevada arquitectura de las palabras no se derrumbe. Eso se consigue
diariamente con la terca disciplina, con el ser metódico, para que ‘el brazo no se
enfríe’ como alguna vez dijo el escritor Gabriel García Márquez.
El buen uso de las palabras es prioridad uno, y que los lectores sigan leyéndonos
no es magia sino que el disparador motivacional es escribir sin aburrirse ponerle el
mayor empeño, entonces los lectores no se aburrirán, la cuestión es que no suelten
el libro, y para llegar a esa instancia feliz el escritor necesita madurar los frutos de
las ideas, y después cuando están escritas las páginas, las necesarias, los lectores
van alimentándose de la disponible lectura de un libro y si es valorada o
comprendida volverá a ser leída.
El acto creativo visto como el viaje más solitario del escritor, es lo que él visiona a
su alrededor, pero visto desde otro punto de vista él en verdad nunca está solo
siempre está acompañado por una multitud de palabras sólo que él no las ve, y a
medida que su voluntad, su estado emocional, su intelecto, se va sumergiendo
dentro de las páginas en blanco como si estuviera buceando hacia lo más profundo
de su hábitat literario, donde se encontrará con una multitud de palabras de las
cuales las necesarias quedarán escritas, impresas, iluminadas en el libro.
El escritor como autor del libro debe asumir que dentro del concepto total de la
creatividad hay tres puntos de partida: la imaginación, el ingenio y la inventiva.
Desligadas entre sí no hay escritor por lo tanto no hay libro. Ambas tienen que
buscar asociarse y complementarse eficazmente dentro del proceso creativo. Se
entiende que la contra creatividad es el mismo desánimo que deriva en el miedo por
sucesivas frustraciones ante una inesperada sequía de palabras.
Un escritor como autor de un libro tiene sus propias exigencias y su particular
forma de paisajear narrativamente el escenario de todo lo escrito. Y es en ese
tránsito paulatino de las ideas latentes hasta que son encapsuladas en el continuo
viaje escritural y febril del autor. No hay acto creativo si hay permanente bloqueo de
imágenes, de ideas, de sonidos, sino están entusiasmadas y disponibles todas las
palabras, el inmejorable estado anímico de ellas permite que el escritor no se caiga
ante el futuro inmediato de un libro que puede ser leído con sumo interés o
evidente desgano. El autor y el libro como un solo enlace donde se justifique la
aventura imaginativa, donde se procese la calidad de las obras que merecerán ser
recordadas para siempre.
© Adán de Maríass