Oportunidades y Obstáculos de la Insercion Laboral

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Revista de tRabajo • año 4 • NúmeRo 6 • agosto - diciembRe 2008 103 Oportunidades y obstáculos. Las características de la inserción laboral juvenil en economías en expansión Jürgen Weller* El empleo continúa siendo la base material principal de la inclusión social y, por lo tanto, la disponibilidad de empleos de calidad juega un papel clave para la cohesión social. Esto vale muy marcadamente para los jóvenes, pues la inserción laboral productiva les permite inte- grarse de manera crecientemente autónoma a la sociedad. Además, facilita el desarrollo interper- sonal, la autoestima y el reconocimiento mutuo en colectivos con características comunes. Las últimas décadas no han facilitado estos procesos, pues los jóvenes, al prepararse a en- trar al mercado laboral, encontraron grandes obstáculos para conseguir primeros empleos según sus expectativas y para desarrollar trayectorias laborales ascendentes. Específi- camente, entre inicios de los años noventa y los primeros años de la década siguiente, los problemas de la inserción laboral juvenil se profundizaron, sobre todo como consecuencia de las crisis económicas que golpearon a la re- gión a partir de mediados de los noventa. En este contexto se registraron aumentos de la tasa de desempleo y de la proporción de jóve- nes insertos en el sector de baja productividad (CEPAL y OIJ, 2004). La inserción de los jó- venes empeoró de manera similar a la de los adultos, de manera que en términos generales no se cumplieron las expectativas –basadas en consideración sobre la evolución demográ- fica, las mejoras en los niveles de educación y cambios tecnológicos y en el funcionamiento de los mercados de trabajo– según las cuales los jóvenes deberían mejorar su inserción, por lo menos en comparación con los adultos. Por otra parte, la situación relativa de los jóvenes, en comparación con los adultos, tampoco empeoró, a pesar de que frecuentemente se argumenta que en un contexto de crisis económica ellos se ven más afectados que otros grupos etarios (Weller, 2006). De esta manera, la evolución del empleo fue lejos de satisfactoria, mientras se registra- ron algunas tendencias positivas por el lado de la oferta, específicamente la reducción de la brecha entre las tasas de participación de los hombres y las mujeres, un aumento de la proporción de los estudiantes entre los jóvenes y una reducción de la proporción de los otros inactivos (oficios del hogar, otros). A partir del año 2004 América Latina vivió un período de crecimiento económico sin preceden- tes durante las últimas décadas. Beneficiadas por un entorno global favorable que incrementó la demanda por productos latinoamericanos y por un manejo macroeconómico generalmente prudente, casi todas las economías de la región se expandieron de manera significativa, lo que tuvo un impacto favorable en los mercados la- borales. En efecto, a nivel regional entre 2003 y 2008, la tasa de ocupación aumentó en 2,3 pun- tos porcentuales, la tasa de desempleo descendió * Oficial de Asuntos Económicos de la División de Desarrollo Económico de la CEPAL. Este artículo se basa parcialmente en un texto preparado por el autor como insumo para CEPAL/ AECID/ SEGIB/ OIJ (2008). Sin embargo, las opiniones presentadas en él son exclusivamente del autor y no necesariamente reflejan la posición de estas instituciones.

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Revista de tRabajo • año 4 • NúmeRo 6 • agosto - diciembRe 2008

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Oportunidades y obstáculos. Las características de la inserción laboral juvenil en economías en expansión

Jürgen Weller*

El empleo continúa siendo la base material principal de la inclusión social y, por lo tanto, la disponibilidad de empleos de calidad juega un papel clave para la cohesión social. Esto vale muy marcadamente para los jóvenes, pues la inserción laboral productiva les permite inte-grarse de manera crecientemente autónoma a la sociedad. Además, facilita el desarrollo interper-sonal, la autoestima y el reconocimiento mutuo en colectivos con características comunes.

Las últimas décadas no han facilitado estos procesos, pues los jóvenes, al prepararse a en-trar al mercado laboral, encontraron grandes obstáculos para conseguir primeros empleos según sus expectativas y para desarrollar trayectorias laborales ascendentes. Específi-camente, entre inicios de los años noventa y los primeros años de la década siguiente, los problemas de la inserción laboral juvenil se profundizaron, sobre todo como consecuencia de las crisis económicas que golpearon a la re-gión a partir de mediados de los noventa. En este contexto se registraron aumentos de la tasa de desempleo y de la proporción de jóve-nes insertos en el sector de baja productividad (CEPAL y OIJ, 2004). La inserción de los jó-venes empeoró de manera similar a la de los adultos, de manera que en términos generales no se cumplieron las expectativas –basadas en consideración sobre la evolución demográ-fica, las mejoras en los niveles de educación y

cambios tecnológicos y en el funcionamiento de los mercados de trabajo– según las cuales los jóvenes deberían mejorar su inserción, por lo menos en comparación con los adultos. Por otra parte, la situación relativa de los jóvenes, en comparación con los adultos, tampoco empeoró, a pesar de que frecuentemente se argumenta que en un contexto de crisis económica ellos se ven más afectados que otros grupos etarios (Weller, 2006).

De esta manera, la evolución del empleo fue lejos de satisfactoria, mientras se registra-ron algunas tendencias positivas por el lado de la oferta, específicamente la reducción de la brecha entre las tasas de participación de los hombres y las mujeres, un aumento de la proporción de los estudiantes entre los jóvenes y una reducción de la proporción de los otros inactivos (oficios del hogar, otros).

A partir del año 2004 América Latina vivió un período de crecimiento económico sin preceden-tes durante las últimas décadas. Beneficiadas por un entorno global favorable que incrementó la demanda por productos latinoamericanos y por un manejo macroeconómico generalmente prudente, casi todas las economías de la región se expandieron de manera significativa, lo que tuvo un impacto favorable en los mercados la-borales. En efecto, a nivel regional entre 2003 y 2008, la tasa de ocupación aumentó en 2,3 pun-tos porcentuales, la tasa de desempleo descendió

* Oficial de Asuntos Económicos de la División de Desarrollo Económico de la CEPAL. Este artículo se basa parcialmente en un texto preparado por el autor como insumo para CEPAL/ AECID/ SEGIB/ OIJ (2008). Sin embargo, las opiniones presentadas en él son exclusivamente del autor y no necesariamente reflejan la posición de estas instituciones.

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de 11,0% a 7,5% y los indicadores de informali-dad y subempleo mejoraron (CEPAL, 2008).

¿Cómo afectó esta recuperación a la in-serción laboral de los jóvenes? ¿Contribuyó a superar o mitigar los problemas estructurales de la inserción laboral juvenil?

A continuación se presentan los resultados de un procesamiento de las encuestas de hoga-res que refleja la mejoría de las condiciones de inserción a mediados de la década actual, mos-trando la situación de economías en expansión y mercados de trabajo en recuperación. En la segunda sección se destacan los problemas es-tructurales que persistentemente obstaculizan la inserción laboral productiva, de manera va-riada para diferentes colectivos de jóvenes. La tercera sección introduce una perspectiva más dinámica al analizar cómo se generan las eleva-das tasas de desempleo juvenil y cómo cambian las características de inserción al acumular los jóvenes más conocimientos y experiencia, y en la cuarta sección se presentan las conclusiones.

La evolución reciente de la inserción laboral de los jóvenes

En general, la mejoría observada en los merca-dos de trabajo en el agregado también benefició la inserción laboral de los jóvenes, y varios indicadores que habían empeorado significa-tivamente entre inicios de los años noventa e inicios de la década del 2000, hacia mediados de la presente década volvieron a un nivel si-milar a aquel de 15 años antes. Por otra parte, se mantuvieron algunas tendencias de largo plazo y persistieron algunos aspectos dignos de preocupación. A continuación se hace un breve resumen de los cambios recientes más rele-vantes, basado en los promedios simples de la información disponible de 17 países (véase el Cuadro 1).

Se mantuvo la tendencia decreciente de la participación laboral de los hombres jóvenes, a causa de una mayor permanencia en el sis-tema educativo. Esto subraya que se trata de

Cuadro 1América Latina (17 países, promedios simples)Indicadores laborales para jóvenes (15 a 29 años)

Total Hombres Mujeres

Medición alrededor de: 1990 2000 2005 1990 2000 2005 1990 2000 2005

Tasa de participación 56,6 58,1 57,8 74,7 71,6 70,7 39,7 45,1 45,4

Tasa de ocupación 49,3 49,3 50,6 66,5 62,8 63,6 33,1 36,2 38,0

Tasa de desempleo 12,8 16,1 12,5 10,9 13,6 10,2 15,9 20,0 15,8

Porcentaje de desempleados que buscan 17,8 15,8 10,9 17,2 15,5 9,7 18,2 16,1 12,0desde hace un año o más1

Tasa de desempleo relativo a tasa 2,68 2,30 2,73 2,54 2,25 2,63 2,80 2,36 2,89de desempleo adultos

Porcentaje estudiantes2 22,0 23,9 25,4 21,6 23,0 24,1 22,8 24,9 26,7

Porcentajes inactivos que no estudian 4,4 3,7 4,1 4,8 3,9 4,1 3,7 3,5 3,8ni se dedican a oficios de hogar2

Porcentaje de ocupados en el sector 48,7 50,7 45,7 47,0 48,8 43,2 51,1 53,2 49,0de baja productividad3

1 Sólo incluye Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y Uruguay. 2 No incluye Brasil y Perú.3 No incluye Argentina, Colombia, México, Nicaragua y República Dominicana. Fuente: Elaboración propia con base en un procesamiento de las encuestas de hogares de los países, realizado por Carlos Daroch (División de Estadística y Proyecciones Económicas, CEPAL). La cobertura es el total nacional para Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela; el total urbano para Bolivia, Ecuador y Uruguay y el Gran Buenos Aires para Argentina.

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una tendencia estructural y ni situaciones de crisis –que podrían obligar a los jóvenes a de-jar sus estudios para contribuir a los ingresos del hogar– ni situaciones de reactivación –que podrían estimular una mayor inserción laboral por medio del surgimiento de nuevas oportuni-dades de trabajo– la han interrumpido.

Por otra parte se atenuó la tendencia de un aumento de la participación laboral de las mujeres jóvenes, y esta tasa se mantu-vo prácticamente estable. Esto indicaría que el incremento previo se debía en gran parte a las urgencias de las familias de contar con ingresos adicionales – y de hecho, en los años noventa el aumento de la participación la-boral de las mujeres jóvenes se concentró en aquellas pertenecientes a hogares con los in-gresos per cápita más bajos. Igual que entre los hombres jóvenes, se continúa registrando un incremento de la proporción de las mujeres jóvenes en el sistema educativo; esta mayor inserción educativa de las mujeres jóvenes se “nutre” de la reducción de las jóvenes que se dedican a labores domésticas. Cabe señalar que la tasa de participación cayó para las mu-jeres jóvenes urbanas, mientas subió para las mujeres rurales de 20 a 29 años (como tam-bién para las adultas).

Como resultado de un marcado descenso de la tasa de participación de los hombres jóvenes y un muy leve aumento de la tasa de las mu-jeres, la brecha de participación entre ambos continuó cerrándose y la tasa de participación de los jóvenes en su conjunto cayó levemente, en contraste con el período anterior cuando se observó un moderado aumento. La caída de la tasa de participación ha sido mas pronunciada entre los más jóvenes (15 a 19 años, tanto hom-bres como mujeres), lo que es coincidente con el aumento de la asistencia al sistema educativo que ha sido mayor en este grupo de edad.

Por otra parte, después de una reducción de la proporción de los “otros inactivos” (los que no trabajan, no buscan trabajo, no estudian y no se desempeñan en oficios domésticos) entre los jóvenes durante la fase anterior, durante el primer lustro de la década de 2000 este porcen-taje se incrementó. Si bien no volvió al nivel

de inicios de los años noventa, es una señal de alerta, pues una importante proporción de es-tos jóvenes se encuentran en riesgo social y con dudosas perspectivas respecto a sus trayecto-rias futuras.

La tasa de ocupación subió tanto para los hombres como para las mujeres jóvenes y, en consecuencia, para los jóvenes en su conjunto. Sin embargo, congruente con la mayor perma-nencia de los hombres jóvenes en el sistema educativo, en el caso de ellos el aumento de la tasa de ocupación fue moderado y no compensó la caída previa de manera que los niveles de ocupación se mantienen por debajo de los regis-trados a inicios de los años noventa. En el caso de las mujeres jóvenes, en contraste, la tasa de ocupación media supera en cinco puntos por-centuales al nivel de inicios de los noventa. En consecuencia, también la brecha entre las ta-sas de ocupación de hombres y mujeres jóvenes continúa achicándose.

El desempleo juvenil es similar al nivel de inicios de los años noventa, con una tasa media levemente menor que en aquel entonces. A la vez, se amplió la brecha entre la tasa de desem-pleo de los jóvenes y aquella de los adultos, con lo cual volvieron los niveles de los inicios de los años noventa, lo que subraya el hecho de que ha sido la mejora general de los mercados laborales que determinó la caída del desempleo juvenil. Por otra parte se mantuvo estable la relación entre la tasa de desempleo de los hombres jóve-nes y aquella de las mujeres jóvenes.

La mejora en el desempleo se refleja en la composición de los jóvenes desempleados según su tiempo de búsqueda: bajó el porcentaje de los jóvenes desempleados con menos de un mes de búsqueda, lo que podría reflejar una menor in-tensidad de pérdidas de empleo1. También bajó la proporción de jóvenes (y adultos) desemplea-dos que están buscando empleo desde hace un año o más, otra reducción positiva en el contex-to de una caída de la tasa de desempleo global, pues este porcentaje representa personas con graves problemas de inserción laboral. En con-traste, el grupo que subió su participación son aquellos que buscan trabajo desde hace un mes y hasta cuatro meses.

1 En la fase anterior, esta proporción había aumentado marcadamente.

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Otro campo que indica una mejora de la in-serción laboral es la composición del empleo. En efecto, en el promedio se registró una marcada caída de la participación del sector de baja pro-ductividad en el empleo juvenil. Esta caída ha sido más fuerte para los jóvenes de 20 a 29 años que para los adultos y para los más jóvenes (de 15 a 19 años) y la proporción del empleo en este sector cayó por debajo del nivel de los años no-venta. Esta mejora fue más marcada para los hombres que para las mujeres jóvenes.

Mientras los indicadores de empleo, en ge-neral, muestran mejoras, no se puede constatar lo mismo para los ingresos laborales (véase el Cuadro 2). Estos se mantuvieron estables en términos reales (medidos por la respectiva línea de pobreza) y se redujo levemente la bre-cha respecto al promedio de los adultos, con lo que se revirtió la leve ampliación de esta bre-cha entre inicios de los años noventa e inicios de la década de 2000. Cabe señalar, sin embar-go, que cada uno de los diferentes sub-grupos (15 a 19, 20 a 24 y 25 a 29 años) registran un leve empeoramiento de sus ingresos labora-les, y la estabilidad del promedio del conjunto provendría de la recomposición del empleo ju-venil, donde los peor pagados, los más jóvenes, redujeron su participación en el empleo juve-nil al registrarse una leve caída de su tasa de ocupación, proceso que no se observó entre los jóvenes de 20 a 29 años.

Respecto a la brecha de ingresos entre hom-bres y mujeres jóvenes, se constata una leve mejoría de los ingresos relativos para las muje-res con 20 a 29 años de edad, mientras las más jóvenes (15 a 19 años) sufrieron un marcado aumento de esta brecha.

En resumen, la inserción laboral de los jó-venes se benefició de la mejoría general de los mercados laborales, en el contexto de un mayor dinamismo de las economías de la región. Como para los adultos, esta mejoría se expresó en el empleo, donde se revirtió el empeoramiento re-gistrado en la fase previa. Por otra parte, los ingresos laborales reales –que se habían man-tenido relativamente estables entre los inicios de los años noventa y principios de la década ac-tual– no se beneficiaron del repunte económico.

Problemas estructurales de inserción

Para que los jóvenes puedan tener acceso a oportunidades laborales se requiere, por un lado, que surjan estas oportunidades de empleo y, por el otro, que los jóvenes puedan aprove-char estas oportunidades. En breve, se trata de crear condiciones favorables desde la demanda y desde la oferta, las cuales, además, están vin-culadas y pueden estimularse mutuamente.

Por el lado de la demanda, la experiencia re-ciente de América Latina ha confirmado que la

Cuadro 2América Latina (15 países) Ingresos laborales de los jóvenes, según grupos de edad

Total Hombres Mujeres

1990 2000 2005 1990 2000 2005 1990 2000 2005

Ingreso en líneas de pobreza, según grupo de edad

15-19 1,63 1,58 1,57 1,71 1,67 1,68 1,49 1,38 1,34

20-24 2,70 2,66 2,66 2,93 2,87 2,86 2,30 2,31 2,35

25-29 3,70 3,60 3,66 4,10 3,96 3,99 3,06 3,07 3,19

Proporción del ingreso medio de todos los ocupados remunerados, según grupo de edad

15-19 39,8 37,7 38,0 36,5 34,9 35,8 49,3 43,3 41,0

20-24 66,9 65,7 66,4 63,4 62,4 62,7 77,9 72,8 73,6

25-29 92,1 89,4 90,8 89,1 86,6 87,3 103,1 96,4 98,8

Fuente y cobertura: Véase el Cuadro 1. No incluye Guatemala y Nicaragua.

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región no se encuentra en una situación de “cre-cimiento sin empleo”. En efecto, la evolución de la tasa de ocupación ha estado estrechamente relacionada con el crecimiento económico, de manera que la seguidilla de crisis económicas registradas a partir de mediados de los años noventa afectó negativamente la generación de empleo, y el desempleo se incrementó. Al ini-ciarse una fase de mayor crecimiento económico a partir del año 2003, la tasa de ocupación em-pezó a crecer continuamente, lo que contribuyó a bajar el desempleo de manera significativa (CEPAL, 2008). Como se mostró en la sección anterior, esta mejora general del mercado de trabajo también favoreció a la inserción labo-ral de los jóvenes. En resumen, el crecimiento económico ha estimulado la demanda laboral, lo que implica el surgimiento de nuevas opor-tunidades para los jóvenes.

Por otra parte, factores como el cambio tec-nológico y precios relativos que desestimulan la contratación de la mano de obra pueden reducir la intensidad laboral del crecimiento económico, y la experiencia reciente también ha enseñado que en ciertas situaciones (por ejemplo en una pro-funda reestructuración sectorial) puede coincidir un crecimiento significativo de la producción sin una mayor contratación de mano de obra. A ni-vel agregado, sin embargo, se ha podido observar que el crecimiento económico ha coincidido con un aumento razonable del empleo, sobre todo del empleo asalariado que refleja más exactamente la demanda laboral.

En situaciones de crisis, medidas especia-les pueden fomentar la demanda laboral, por ejemplo programas de emergencia de empleo o subsidios a la contratación. Sin embargo, estas medidas tienen debilidades reconocidas, y es-pecíficamente los programas de emergencia no parecen ofrecer una opción para trayectorias laborales ascendentes para los jóvenes.

De todas maneras, sin una demanda laboral vigorosa, los jóvenes no tienen oportunidades para una inserción laboral productiva. Sin em-bargo, así como la experiencia reciente confirma la relevancia del crecimiento económico para el surgimiento de estas oportunidades, también confirma que por sí sólo no es suficiente para garantizarle a todos los jóvenes una inserción laboral productiva y trayectorias laborales as-

cendentes. Por el lado de la oferta, los jóvenes deben estar en condiciones para aprovechar las oportunidades existentes, lo que implica que deben tener el grado de empleabilidad reque-rido. Los mercados de trabajo son segmentados y la definición de la empleabilidad varía entre los segmentos. Específicamente, las posibilida-des de acceder a los segmentos que prometen mejores condiciones de empleo y trayectorias laborales ascendentes dependen del capital humano, capital social y capital cultural de los jóvenes. Mientras que como capital humano se entiende al acceso a educación y capacitación de buena calidad, el capital social representa relaciones sociales basadas en la confianza, la cooperación y la reciprocidad y capital cultu-ral el manejo de los códigos establecidos por la cultura dominante. El acceso a estas formas de capital es segmentado, por lo que la situación, los problemas y las perspectivas de los jóvenes son heterogéneos, aspecto al que volveremos más adelante.

Cabe señalar que entre la demanda y la oferta laboral existen múltiples formas de re-troalimentación. Específicamente, una demanda para mano de obra específica puede incentivar a jóvenes de estudiar o capacitarse en el campo requerido, atraídos por los beneficios ofrecidos. Una mano de obra educada y capacitada facilita el aumento de la productividad y la introducción de nuevas tecnologías, promoviendo de esta ma-nera el crecimiento económico y un incremento en la demanda laboral. Lo mismo vale para relaciones laborales basadas en respeto, recono-cimiento de derechos y confianza mutuos, por lo que más allá de las características de la oferta y de la demanda laboral, la manera como se re-lacionan el capital y el trabajo juega un papel significativo por su contribución al desarrollo económico. Esto no implica denegar los intereses a veces opuestos de las partes, sino desarrollar prácticas que reconocen su legitimidad y que los tomen en cuenta para alcanzar los mejores re-sultados en el interés de ambas partes.

Más allá de los cambios en las variables de inserción laboral de los jóvenes, generados por la coyuntura económica y laboral, se observan serios obstáculos para la inserción en empleos de calidad. Todos los grupos etarios son suma-mente heterogéneos al respecto, y eso también

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vale para los jóvenes. En consecuencia, los pro-blemas de inserción son muy variados, como se ve con más detalle a continuación.

1. La educación y los problemas de inserciónNo hay ninguna correlación simple entre nivel de educación e inserción laboral que sea vigen-te para todos los indicadores relevantes. En efecto, los diferentes grupos educativos tienen problemas específicos.

Los jóvenes que salen tempranamente del sistema educativo para insertarse al mercado de trabajo con bajos niveles de educación for-mal, sólo tienen acceso a los peores empleos, generalmente en el sector de baja productivi-dad, y con bajos ingresos (véase el Cuadro 3).

Durante el primer lustro de la década de los 2000, este indicador ha mejorado para todos los grupos educativos. Sin embargo, si bien todos los grupos educativos mejoraron su inserción en esta fase, casi todos registraron una mayor inserción en el sector de baja productividad que a inicios de los años noventa. Por consiguiente, el resultado más favorable en el agregado se desprende de un efecto de composición, pues la inserción en este sector cae con un mayor nivel de educación, y la composición de la fuerza la-boral por nivel educativo tiende a mejorar.

Además, los menos calificados quedan atra-pados en este tipo de actividades, y el mercado no premia el tipo de experiencia laboral que lo-

gran acumular de esta manera, por lo que, como se verá más adelante, a lo largo de su vida labo-ral sus ingresos suben menos que los de los más calificados. En este contexto llama la atención el continuo aumento de los jóvenes que estudian y trabajan o estudian y buscan trabajo (véase el Cuadro 4). Mientras en algunos casos esto puede tener un impacto positivo, al posibilitar la ad-quisición de calificaciones y experiencias útiles para su futura trayectoria laboral, en otros es un proceso muy desgastador que puede afectar los resultados en ambas áreas.

Los jóvenes con educación secundaria han ido incrementando su participación en este gru-po etario. Una proporción importante de ellos no consigue un empleo acorde a sus expectativas, lo que se expresa en que típicamente tienen la tasa de desempleo más alta de los diferentes grupos educativos. Además, sus ingresos relativos están bajando, lo que refleja la gran competencia por los puestos adecuados para este grupo educati-vo, así como, posiblemente, la creciente presión para personas con elevados niveles de estudio de tener que trabajar en empleos que requieren niveles de educación inferiores2.

Los jóvenes con los mejores niveles educati-vos típicamente tienen las mejores perspectivas de trayectorias laborales ascendentes. Sin em-bargo, también pueden encontrar obstáculos importantes para la inserción inicial. Específica-mente durante los años noventa y la década del

Cuadro 3América Latina (12 países, promedios simples): La proporción de jóvenes ocupados insertos en el sector de baja productividad, por sexo, según nivel educativo

Total Hombres Mujeres

Años de estudio 1990 2000 2005 1990 2000 2005 1990 2000 2005

Total 49,6 51,5 46,8 47,8 49,2 44,3 52,0 54,5 50,1

0-3 68,3 72,8 68,8 63,2 65,8 62,6 78,9 85,5 76,8

4-6 62,8 65,7 62,7 57,2 60,5 56,2 74,6 77,2 75,5

7-9 51,2 58,8 55,1 46,6 52,9 49,0 61,0 70,4 67,8

10-12 33,5 40,4 37,6 32,3 37,2 33,9 35,7 45,2 43,3

13 y más 15,9 19,1 17,4 16,0 19,4 17,0 15,7 18,9 18,0

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. No incluye Argentina, Colombia, México, Nicaragua y República Dominicana.

2 Véase, por ejemplo, “Graduado ocupa emprego de nível médio”, Folha Online, 4.2.2008.

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año 2000, la tasa de desempleo de los más califi-cados ha empeorado su nivel relativo a las tasas de otros grupos educativos. Durante los años noventa este fenómeno estuvo vinculado con la baja demanda laboral y la tasa de ocupación de los jóvenes más calificados cayó levemente, contrario a lo que ocurrió para los jóvenes en su conjunto para los cuales esta tasa subió de ma-nera moderada. Diferente fue la situación en la primera mitad de los años 2000, cuando la tasa de ocupación subió más para los más calificados que para los jóvenes en su conjunto. Sin embar-go, al mismo tiempo se incrementó la entrada de jóvenes con niveles educativos altos, lo que in-cidió en que el desempleo cayó menos que para otros grupos etarios y que sus ingresos empeo-raron en relación con los otros jóvenes (si bien obviamente siguen percibiendo los ingresos más elevados, como se verá más adelante).

En consecuencia, se observan de manera prematura tasas de participación y ocupación re-lativamente elevadas en los niveles de educación baja, las cuales descienden posteriormente para los jóvenes de nivel educativo intermedio, lo que refleja que una proporción elevada del grupo etario conti-núa en el sistema educativo (véase el Gráfico 1).

Con los niveles de 10 a 12 y 13 y más años, estas tasas nuevamente suben, reflejando

principalmente el término de los estudios y la orientación hacia el mercado laboral. La tasa de desempleo muestra un comportamiento casi opuesto, como resultado de dispares oportu-nidades laborales y expectativas de inserción. La tasa de desempleo es relativamente baja para los menos calificados quienes no tienen mayores alternativas de inserción, más allá de ocupaciones que generan ingresos pero que requieren pocas calificaciones. Los jóvenes con niveles de estudios intermedios tienen expec-tativas de conseguir un empleo que es acorde con sus calificaciones mayores; sin embargo, en vista del fuerte aumento reciente de jóvenes con este nivel educativo, el acceso a estos pues-tos no es fácil, con lo cual el desempleo se eleva significativamente, como ya se señaló. Algo similar ocurre, finalmente, para los más cali-ficados quienes tienen, en general, las mejores perspectivas de inserción como lo refleja la tasa de ocupación y la proporción de los ocupados en actividades de productividad media o alta. Sin embargo, el fuerte aumento proporcional de este grupo de jóvenes también dificulta esta inserción, por lo que la “u invertida” de la tasa de desempleo se ve truncada, con un descenso muy limitado de la tasa de desempleo para los más calificados3.

Cuadro 4América Latina (12 países, promedios simples): Proporción de jóvenes que estudian y trabajan y estudian y buscan trabajo, por sexo, según grupos de edad

Total Hombres Mujeres 1990 2000 2005 1990 2000 2005 1990 2000 2005

Proporción de jóvenes ocupados que estudian, como proporción de jóvenes ocupados, según grupo de edad

15-19 25,9 32,6 34,9 25,1 30,0 32,9 29,3 38,2 39,1

20-24 14,9 19,6 21,0 13,4 16,7 17,6 17,5 25,2 26,8

25-29 7,9 11,0 11,5 7,1 9,0 9,9 9,5 14,0 14,1

Proporción de jóvenes desempleados que estudian, como proporción de jóvenes desempleados, según grupo de edad

15-19 30,4 28,4 32,0 30,8 26,8 31,8 30,3 32,9 32,4

20-24 19,4 21,2 24,6 19,1 21,2 24,3 19,7 22,1 25,2

25-29 9,5 11,8 13,3 10,3 13,3 14,2 9,3 11,0 13,7

Fuente y cobertura: Véase cuadro 1. No incluye Brasil, Guatemala, México, Nicaragua y Venezuela.

3 Obviamente hay grandes diferencias respecto a las perspectivas de inserción y sus condiciones para jóvenes altamente educados de diferentes carreras.

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Gráfico 1 América Latina (18 países): Participación, ocupación y desempleo entre jóvenes, según nivel de educación, 2005/2006

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. Incluye, además, Paraguay.

90

80

70

60

50

40

30

20

0 - 3 4 - 6 7 - 9 10 - 12 13 y más

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Gráfico 2 América Latina (16 países): Participación, ocupación y desempleo entre jóvenes por quintil del ingreso per cápita de su hogar, 2005/2006

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. Incluye, además, Paraguay. No incluye Guatemala y Nicaragua.

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Revista de tRabajo • año 4 • NúmeRo 6 • agosto - diciembRe 2008

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Oportunidades y obstáculos. Las características de la inserción laboral juvenil en economías en expansión

2. La relevancia de la procedencia social Si bien suele existir una correlación positiva entre el nivel de educación de los miembros del hogar y los ingresos per cápita medios de los hogares, las características de inserción obser-vadas en el acápite anterior no se repiten en el análisis de la inserción de los jóvenes pro-venientes de hogares de diferentes niveles de ingreso. En efecto, como lo muestra el Gráfico 2, contrario a lo observado respecto a la educación los indicadores de inserción mejoran continua-mente con un incremento del ingreso per cápita del hogar. A saber, las tasas de participación y ocupación son muchos más altas para jóvenes provenientes de hogares acomodados que para los de hogares con ingresos bajos, y lo opuesto vale para la tasa de desempleo.

Cabe señalar, que la mejora en los mercados laborales constatada en la sección anterior se sin-tió en todos los quintiles. Por ejemplo, se registró un aumento de la tasa de ocupación en todos ellos, y a mediados de la década del 2000 la tasa de desempleo juvenil volvió a los niveles de ini-cios de los noventa para todos los quintiles, con la excepción del quintil más rico, donde se mantuvo en un nivel levemente superior.

Como lo indica el Cuadro 5, también la pro-babilidad de acceder a un puesto de trabajo en los sectores de productividad media o alta está estrechamente relacionada con la procedencia

del hogar y aumenta marcadamente para los jóvenes provenientes de hogares de ingresos más altos. Si bien durante el primer lustro de la década actual en todos los quintiles se regis-tró una caída de la proporción de los jóvenes ocupados insertos en el sector de baja produc-tividad, esta mejora fue mucho más moderada en los dos quintiles más bajos que en los otros, con lo cual la brecha correspondiente entre los quintiles más bajos y los más altos incluso se amplió entre 1990 y 2005.

Como hemos señalado previamente, las des-ventajas en la acumulación de capital humano, social y cultural influyen decisivamente en este problema de acceso al empleo de calidad4.

3. Género e inserción laboralLas mujeres jóvenes suelen tener tasas de par-ticipación y ocupación más bajas y tasas de desempleo más altas que sus coetarios mascu-linos. Los Gráficos 3 a 6 revelan algunos de los factores que estarían explicando esta situación.

Primero, respecto a las tasas de participa-ción se observa, para los hombres jóvenes, la misma pauta que para el conjunto de jóvenes (véanse los Gráficos 1 y 3), si bien de mane-ra mucho más marcada, sobre todo respecto a los altos niveles de estas tasas para los me-nos calificados, con tasas de participación por encima del 80%, mientras las tasas de los más

4 Se ha encontrado que incluso si se aísla el factor educativo, la procedencia de hogares pobres reduce la probabilidad de inserción en sectores de media o alta productividad (Weller, 2003).

Cuadro 5América Latina (12 países, promedios simples): La proporción de jóvenes ocupados insertos en el sector de baja productividad, según quintil de ingreso per cápita del hogar

1990 2000 2005

Total 47,7 49,8 44,3

Quintil 1 65,8 68,1 65,0

Quintil 2 53,8 56,2 52,1

Quintil 3 46,8 49,6 43,1

Quintil 4 39,9 42,1 35,8

Quintil 5 38,3 34,8 27,4

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. No incluye Colombia, Guatemala, México, Nicaragua y República Dominicana.

Page 10: Oportunidades y Obstáculos de la Insercion Laboral

112

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Gráfico 3 América Latina (18 países): Participación, ocupación y desempleo entre hombres jóvenes, según nivel de educación, 2005/2006

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. Incluye, además, Paraguay.

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Gráfico 4 América Latina (18 países): Participación, ocupación y desempleo entre mujeres jóvenes, según nivel de educación, 2005/2006

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. Incluye, además, Paraguay.

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0 - 3 4 - 6 7 - 9 10 - 12 13 y más

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Nivel de educación (años de estudio)

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Revista de tRabajo • año 4 • NúmeRo 6 • agosto - diciembRe 2008

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Oportunidades y obstáculos. Las características de la inserción laboral juvenil en economías en expansión

Gráfico 5 América Latina (16 países): Participación, ocupación y desempleo entre hombres jóvenes (por quintil del ingreso por cápita de su hogar), 2005/2006

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. Incluye, además, Paraguay. No incluye Guatemala y Nicaragua.

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Gráfico 6 América Latina (16 países): Participación, ocupación y desempleo entre mujeres jóvenes (por quintil del ingreso por cápita de su hogar), 2005/2006

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. Incluye, además, Paraguay. No incluye Guatemala y Nicaragua.

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calificados no alcanzan estos niveles, reflejando el hecho de que una proporción relevante de es-tos jóvenes todavía sigue estudiando.

En contraste, para las mujeres jóvenes, las curvas correspondientes se ven muy dife-rentes, con tasas bajas y similares para las jóvenes de calificación baja y media, y recién con 10 a 12 años de estudio se incrementan significativamente (Gráfico 4). Respecto a la tasa de desempleo llama la atención los niveles proporcionalmente altos del desempleo de los hombres jóvenes más calificados, mientras un alto nivel educativo claramente facilita la in-serción laboral de las mujeres jóvenes.

Analizando la inserción según la pertenen-cia a hogares de diferentes niveles de ingreso, se observan curvas similares para las tasas de desempleo de hombres y mujeres jóvenes –similares a aquella para los jóvenes en su conjunto–, pero marcadas diferencias para las tasas de participación. En efecto, para los hom-bres jóvenes se observan tasas relativamente similares para los diferentes quintiles, con la excepción de la tasa de ocupación de los jóvenes del primer quintil (Gráfico 5).

Mientras tanto, para las mujeres jóvenes se observan tasas de participación y ocupación muy bajas para los primeros quintiles y crecien-tes posteriormente (Gráfico 6). En esto influye que muchas mujeres jóvenes forman parte de hogares con predominancia de roles tradiciona-les respecto a la división de trabajo por género. La importancia de estas pautas culturales está en descenso, pero todavía muchas muje-res jóvenes no pueden insertarse al mercado de trabajo por las restricciones impuestas por su familia. Esto se ve reforzado en situaciones en que la familia no dispone de alternativas en que la sociedad en su conjunto contribuya a ha-cerse cargo de tareas de cuidado, como respecto a los niños pequeños, discapacitados o familia-res mayores, o si las alternativas existentes no están al alcance de estas familias5.

Un aspecto que frena la inserción labo-ral de las mujeres jóvenes es la presencia de niños pequeños en el hogar. Por ejemplo, en Guatemala, entre las mujeres de 20 a 24 años, la tasa de participación es de 53,8% en el caso de que no haya niños pequeños en el hogar, tasa que desciende con un número cre-ciente de niños en el hogar y llega a 33,3% para las mujeres con 3 o más niños menores de tres años6.

Esta situación afecta sobremanera a madres jóvenes, que frecuentemente no tienen alter-nativa para el cuidado de sus niños pequeños y, por lo tanto, ven obstaculizado el acceso al mercado laboral. A mediados de la década ac-tual, sólo un 69,2% de las mujeres jóvenes que eran jefas de hogar participaron en el mercado de trabajo, en comparación con un 96,4% de los hombres jóvenes jefes de hogar7.

4. Otros grupos con problemas específicos de inserciónLas oportunidades de inserción laboral produc-tiva son menos auspiciosas en las zonas rurales que en las urbanas, lo que se expresa, entre otros, en los elevados niveles de trabajadores pobres en las zonas rurales (CEPAL, 2007: 311-312), y en las migraciones hacia las zonas urbanas, que es más marcada entre los jóvenes que entre los adultos.

Nuevamente las mujeres enfrentan proble-mas especiales de inserción. Por ejemplo, para las mujeres rurales de 20 a 24 años, la tasa de participación es de 46,3%, lo que se compara con 55,1% para las mujeres urbanas y 88,9% para los hombres rurales8.

Jóvenes indígenas y afroamericanos suelen tener problemas adicionales de inserción labo-ral productiva, en parte por un acceso desigual a una educación de calidad.

Los jóvenes que son “otros inactivos” (no es-tudian, ni se dedican a labores del hogar) son un grupo de riesgo especial, dado que por lo

5 Aquí se puede constatar un causalidad bidireccional, pues mientras en los hogares pobres los obstáculos para la inser-ción laboral de las mujeres suelen ser más altos, el menor número de perceptores de ingresos laborales contribuye a mantenerlos en la pobreza.

6 Para las mujeres de 25 a 29 años, las tasas de participación correspondientes son 69,6% y 37,2%, respectivamente (datos procedentes de un procesamiento especial de la Encuesta Nacional sobre Empleo e Ingresos, 2004).

7 Promedio simple de 18 países, para 2005/2006.8 Promedio simple de 12 países, para 2005/2006.

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Revista de tRabajo • año 4 • NúmeRo 6 • agosto - diciembRe 2008

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Oportunidades y obstáculos. Las características de la inserción laboral juvenil en economías en expansión

menos una parte de ellos carece de perspectiva de inserción laboral y, algunos de ellos se orien-tarían hacia actividades ilícitas. Su proporción es significativamente más elevada en los hoga-res con menores ingresos (Cuadro 6).

Finalmente, los jóvenes discapacitados tienen dificultades especiales para su inserción laboral, dado que pocos lugares de trabajo cuentan con instalaciones adecuadas y no se preocupan por contratarlos aunque haya opciones de ocupacio-nes que pueden ser desempeñadas por ellos.

Algunos de estos problemas específicos de inserción laboral están relacionados con com-portamientos discriminatorios, por ejemplo, por razones de etnia, género o discapacidad. Limi-taciones al acceso a ciertas posiciones y un pago menor por el mismo trabajo son factores clara-mente presentes en la región, si bien es difícil cuantificar su efecto, en comparación con otros factores, como los mencionados previamente9.

Obviamente en muchos casos diferentes si-tuaciones de riesgo coinciden lo que refuerza los problemas de inserción, por ejemplo en el caso de mujeres jóvenes rurales de bajo nivel educativo. Algunas de estas coincidencias se vinculan típicamente con el trasfondo socio-económico, a saber hogares de bajos ingresos, padres de bajo nivel educativo, etc. Sobre todo en el contexto de sociedades muy segmentadas,

la pertenencia a hogares pobres no sólo di-ficulta la superación intergeneracional de estas características desventajosas para la inserción laboral, sino que representa un obs-táculo adicional (Weller, 2003), lo que puede relacionarse con factores como la escasez de capital social y cultural, la cual se suma a la debilidad del capital humano relacionada, entro otros, con la segmentación del sistema educativo que afecta la calidad de educación que reciben estos jóvenes. Indicadores para ello son el mayor porcentaje de jóvenes de ho-gares de bajos ingresos que no estudian, ni se integran al mercado de trabajo, ni se desem-peñan a oficios del hogar, y la mayor tasa de repetición escolar de estos jóvenes.

Dinámicas de la inserción laboral de los jóvenes

Frente a las “fotos” que describen la inserción laboral juvenil en un momento dado, conviene una mirada complementaria a una “película” que refleja entre otros el hecho de que “ser jo-ven” más que una situación puede entenderse como un proceso con múltiples facetas. A conti-nuación se presenta, en una primera sección, el desempleo juvenil como resultado de procesos

Cuadro 6América Latina (13 países, promedios simples): Proporción de inactivos que no estudian ni se dedican a oficios del hogar, según quintil de ingreso por cápita del hogar

1990 2000 2005

Total 4,0 3,9 4,1

Quintil 1 6,5 6,0 6,4

Quintil 2 4,5 4,2 4,6

Quintil 3 3,5 3,6 3,7

Quintil 4 2,9 2,8 2,9

Quintil 5 2,4 2,4 2,2

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. No incluye Brasil, Guatemala, Nicaragua y Perú.

9 Cabe señalar, que se pueden combinar aspectos de discriminación de afuera del mercado laboral, por ejemplo respecto al acceso de educación de buena calidad, con aquellos específicos del mercado de trabajo, por ejemplo el pago desigual para el mismo trabajo.

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dinámicos, y posteriormente se analiza la in-serción laboral juvenil como trayectoria.

1. La dinámica del desempleo juvenilEl elevado desempleo juvenil, en comparación con el desempleo de los adultos, es un fenómeno generalizado y con la excepción de países con es-quemas especiales de transición entre el sistema educativo y el mundo laboral el desempleo de los jóvenes (con la definición de 15 a 24 años) suele duplicar al promedio (Tokman, 2008). Esta bre-cha se explica, por una parte, con los problemas específicos revisados en la sección anterior y que requieren medidas de intervención pública-pri-vada. Por otra parte, sin embargo, hay aspectos estructurales que solamente pueden superarse con los mencionados mecanismos de transición escuela-mundo laboral10, con los cuales sería prácticamente imposible que el desempleo juve-nil sea similar a aquel de los adultos, lo que a continuación se ilustra con algunos datos prin-cipalmente de la Argentina:

Una parte importante de los desempleados • buscan trabajo por primera vez, y la gran mayoría de la primera búsqueda de trabajo se realiza en la juventud. En efecto, según la Encuesta Permanente de Hogares del segundo semestre de 2005, un 20% de los jóvenes desempleados buscan trabajo por primera vez, frente a sólo 2,5% entre los desempleados adultos. En el grupo etario de 15 a 19, este porcentaje llega incluso a 29,8%. De esta manera, los jóvenes repre-sentan un 91,9% de los desempleados que buscan trabajo por primera vez. Este grupo “adicional” obviamente sube la tasa de des-empleo frente a los adultos.Los jóvenes que buscan empleo por primera • vez tienen problemas especiales de inserción, como lo refleja el mayor tiempo de búsque-da, en comparación con sus coetarios quienes ya cuentan con cierta experiencia laboral y que suelen conseguir empleo de manera más rápida. En efecto, como lo indica el Cuadro 7, los jóvenes con experiencia laboral suelen permanecer menos tiempo desempleados que

los buscadores por primera vez, entre los cua-les el porcentaje de una búsqueda prolongada es más frecuente. La mayor permanencia en el desempleo de los buscadores por prime-ra vez, quienes se concentran en los grupos etarios jóvenes, es otro factor que tiende a aumentar la tasa de desempleo juvenil. De todas maneras, las dificultades especiales de los nuevos entrantes al mercado laboral indi-ca la importancia de la combinación entre un nivel de educación adecuado y prácticas labo-rales o algún otro tipo de experiencia laboral tipo “primer empleo”, que sirvan como opor-tunidad de aprendizaje (learning on the job) y también como “señal” para las empresas de que el o la joven ha conocido la realidad del mundo laboral, lo que debería haber asumido en sus valores y actitudes11.

Este problema, nuevamente, es más marcado entre las mujeres jóvenes. Por ejemplo, entre los buscadores por primera vez de los tres grupos etarios, el porcentaje de hombres que buscan empleo desde hace más de un año fue 10,3%, 36,0% y 56,6%, respectivamente, mientras las proporcio-nes correspondientes a las mujeres fueron 23,0%, 42,1% y 63,4%.Finalmente, los jóvenes que consiguen un • empleo suelen salir de él más rápidamen-te que los adultos. En el Cuadro 8 se indica como proxy para esta velocidad de salida la relación entre los cesantes recientes (es-trictamente hablando, las personas con experiencia laboral que buscan empleo desde hace menos de un mes) y el número de ocu-pados, para los diferentes grupos etarios.Se observa claramente las proporciones re-• lativamente elevadas entre los cesantes con una búsqueda reciente y los ocupados entre los jóvenes, mientras que estas proporciones descienden con la edad, reflejando una mayor estabilidad laboral. Llama la atención que la tasa es mayor para las mujeres jóvenes que para sus coetarios masculinos, mientras que esta relación desaparece e incluso se revier-te para los grupos de más edad.

10 El ejemplo más conocido es el sistema dual de aprendizaje de Alemania. Cabe señalar, sin embargo, que un porcentaje creciente de los jóvenes no está cubierto por este sistema (y tampoco atiende sistemas de educación terciaria), con lo cual la brecha de desempleo entre jóvenes y adultos se está ampliando también en ese país.

11 Además permite pedir referencias del empleo anterior.

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Revista de tRabajo • año 4 • NúmeRo 6 • agosto - diciembRe 2008

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Oportunidades y obstáculos. Las características de la inserción laboral juvenil en economías en expansión

Es de suponer que la causa de las mayores tasas de salida del empleo, indicadas por los da-tos del Cuadro 8 son mixtas, desde el peso de contratos a corto plazo entre los jóvenes y más frecuentes despidos después de un breve perío-do de trabajo hasta la preferencia de algunos jóvenes de cambiarse con cierta frecuencia de un empleo a otro y el interés en empleos tempo-rales, intercalados con el estudio.

En efecto, en el Cuadro 9, con información de Chile, se indica, nuevamente, una mayor tasa de salida del empleo para los jóvenes que

para los adultos y, además, que una mayor pro-porción de los jóvenes que salen del empleo no van al desempleo sino a la inactividad económi-ca, específicamente al estudio.

El cuadro indica los flujos entre diferentes condiciones de actividad entre un momento dado y tres meses después. Se observa, entre otros, que un menor porcentaje de los ocupados jóvenes –en comparación con los adultos– per-manece ocupado al transcurrir tres meses; que tanto entre jóvenes como entre adultos un ma-yor porcentaje de los antiguos ocupados pasa a

Cuadro 7Argentina: Desempleados jóvenes según tiempo de búsqueda, por grupo etario, segundo semestre de 2005 (en %) Tiempo de búsqueda

Tipo de Entre uno desempleados Edad Hasta un mes y tres meses Más de un año

Cesantes 15 a 19 años 20,8 28,9 14,3

20 a 24 años 16,4 31,5 20,0

25 a 29 años 18,5 31,9 28,7

Buscadores por primera vez 15 a 19 años 11,6 29,7 17,8

20 a 24 años 10,4 22,8 39,3

25 a 29 años 8,9 11,6 60,6

Nota: Las líneas no suman 100%, ya que no se presentan todos los rangos.Fuente: Elaboración propia con base en un procesamiento de la Encuesta Permanente de Hogares, realizado por Carlos Daroch (División de Estadística y Proyec-ciones Económicas, CEPAL).

Cuadro 8Argentina: Relación entre cesantes con búsqueda de menos de un mes y ocupados, según grupo de edad, segundo semestre de 2005 (en %)

Edad Total Hombres Mujeres

Total 1,8 1,8 1,7

15 a 19 años 6,5 6,2 7,1

20 a 24 años 3,4 3,1 3,8

25 a 29 años 1,6 1,7 1,6

30 a 64 años 1,2 1,3 1,1

Fuente: Elaboración propia con base en un procesamiento de la Encuesta Per-manente de Hogares, realizado por Carlos Daroch (División de Estadística y Proyecciones Económicas, CEPAL).

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118

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la inactividad que al desempleo, siendo el por-centaje mayor entre los jóvenes; que un menor porcentaje de los jóvenes desempleados logra insertarse a un empleo, pasando un porcentaje no despreciable a la inactividad; y, finalmen-te, que un porcentaje bastante elevado de los “otros inactivos” deja de serlo, lo que indica que no todos los jóvenes que se encuentran en esta condición en una medición específica necesa-riamente se encuentran en riesgo social, dado que cierto porcentaje puede estar simplemente en transición a otra condición de actividad.

En resumen, el elevado desempleo juvenil se explica en gran parte porque entre los jóvenes se concentran los individuos que buscan trabajo por primera vez, estos buscadores por primera vez tienen problemas especiales de encontrar trabajo, y los jóvenes tienden a permanecer me-nos tiempo en el trabajo y muchos –aunque no todos– de estos jóvenes vuelven al desempleo.

2. La dinámica entre los jóvenes de diferentes grupos de edadA lo largo de este artículo hemos insistido en la

heterogeneidad entre los jóvenes, a causa del peso de factores como la educación, el nivel so-cio-económico del hogar, el sexo, etc., mientras que hemos enfatizado poco las grandes diferen-cias de inserción entre los diferentes sub-grupos etarios, como las que indica el Gráfico 7.

Si bien existen diferencias individuales entre los miembros de los diferentes grupos etarios, las diferencias entre los tres grupos pueden leerse como las tendencias de cambio al acumu-lar los jóvenes experiencia y conocimientos12.

En el grupo más joven (15 a 19 años), la tasa de participación es baja, pero aún así la tasa de desempleo es elevada, lo que se explica principalmente por la poca experiencia labo-ral, relacionada con la importante proporción de buscadores de empleo por primera vez en este grupo. Dado que estos jóvenes tienen ba-jos niveles de educación formal, no sorprende que tengan que insertarse mayoritariamen-te en actividades de baja productividad. Sin embargo, dado que un porcentaje elevado de los jóvenes de este grupo de trabajo que tra-bajan o buscan trabajo continúan estudiando

Cuadro 9Chile: Flujos entre condiciones de actividad, adultos y jóvenes, en 3 meses (en %)

Ocupado Desocupado Estudiante Quehaceres Otro econ. Total domésticos Inactivo

Adultos Total 59,3 3,4 0,1 32,0 5,2 100

92,1 2,9 0,0 3,9 1,1 100

49,8 32,8 0,3 13,8 3,3 100

15,6 10,3 46,7 23,0 4,4 100

7,1 1,2 0,1 90,1 1,6 100

11,0 2,0 0,1 10,1 76,9 100

Jóvenes Total 34,9 6,8 39,5 15,8 3,0 100

84,7 6,8 3,2 4,1 1,3 100

38,6 38,4 6,0 12,3 4,6 100

3,6 1,7 90,0 2,6 2,1 100

9,3 5,1 5,1 79,0 1,5 100

17,6 11,4 22,2 8,7 40,0 100

Nota: El período de análisis es del cuarto trimestre de 1996 al cuarto trimestre de 2003.Fuente: Schkolnik (2006).

12 En Weller (2003) se analizan los cambios en la inserción laboral a lo largo del tiempo para grupos etarios específicos de Argentina, Costa Rica y Venezuela.

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Revista de tRabajo • año 4 • NúmeRo 6 • agosto - diciembRe 2008

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Oportunidades y obstáculos. Las características de la inserción laboral juvenil en economías en expansión

TP TO BP TD

Gráfico 7 América Latina (18 países): Tasa de participación (TP), ocupación (TO), empleo en actividades de baja productividad (BP) y desempleo (TD) de los jóvenes, según grupo de edad

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. Incluye, además, Paraguay.

90

80

70

60

50

40

30

20

10

0

15 - 19 20 - 24 25 - 29

Tasa

s de

par

tici

paci

ón, o

cupa

ción

, ba

ja p

rodu

ctiv

idad

y d

esem

pleo

(%

)

Gráfico 8 América Latina (16 Países): Ingreso laboral de los/las jóvenes según nivel educativo, expresado en múltiples de la línea de pobreza, según grupo etario (en promedios simples, 2005)

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. Incluye, además, Paraguay. No incluye Guatemala y Nicaragua.

6

5

4

3

2

1

0 0-3 años 4-6 años 7-9 años 10-12 años 13 y más

15-19 años 20-24 años 25-29 años

Líne

as d

e po

brez

a

Años de estudio

(véase nuevamente el Cuadro 4), algunos de ellos tendrán la posibilidad de una mejor in-serción futura.

Los grupos de más edad se caracterizan en promedio por mayores niveles tanto de educación como de experiencia laboral. En consecuencia, su inserción al mercado laboral muestra caídas tanto de la tasa de desempleo como del empleo en actividades de baja productividad.

Como se observa en el Gráfico 8, el cambio

de la dinámica de la inserción que ocurre con la adquisición de más educación y más experien-cia también se expresa en los ingresos.

En efecto, como ya se vio en el Cuadro 2, los ingresos medios aumentan con la edad, a causa de mayores niveles de educación (como efecto de composición, al salir del sistema edu-cativo jóvenes con más estudios, pero también al aumentar sus niveles de estudios jóvenes ya insertos al mercado laboral) y experiencia. Sin

Page 18: Oportunidades y Obstáculos de la Insercion Laboral

120

jüRgeN WeLLeR

embargo, este incremento no es igual para to-dos los grupos de educación. Específicamente, sube poco para los menos educados, quienes se desempeñan en actividades menos sofisti-cadas, donde la fuerza física juega un papel importante en el desempeño y la experiencia lo mejora sólo de manera limitada. El aumen-to de los ingresos sube con el nivel educativo, y es más grande en el grupo con la educación más alta, donde la combinación entre estudios y experiencia genera los más altos premios en el mercado laboral. De la misma manera, el premio a la educación –casi irrelevante en el grupo más joven– da el mayor salto en este nivel educativo, de 13 años y más, tanto en el grupo de 20 a 24 años como en el de 25 a 29 años. En conclusión, el premio a la experiencia está positivamente correlacionado con el nivel de estudios, y las brechas salariales entre más y menos educados se amplían a lo largo de la vida laboral.

¿Cómo se presentan las dinámicas respecto a las brechas de inserción entre mujeres y hombres jóvenes? Como muestra el Gráfico 9, la brecha de las tasas de participación se reduce gradualmen-te, y en el subgrupo de 25 a 29 años la tasa de las mujeres alcanza dos tercios a la de los hombres.

También la brecha de la tasa de ocupación se reduce, pero en menor grado, por lo que se amplía la brecha respecto a la tasa de desem-pleo, y en el subgrupo de 25 a 29 años la tasa

de desempleo de las mujeres supera a la de los hombres en más de 70%. También empeora, si bien levemente, la brecha respecto a la inser-ción en actividades de baja productividad, y la proporción de las mujeres insertas en activida-des supera en el grupo de más edad a la de los hombres en 18%.

Como lo indica el Gráfico 10, los ingresos rela-tivos de las mujeres jóvenes respecto a los de sus coetarios masculinos, son objetos de dos tenden-cias contrapuestas. Por un lado, con la excepción parcial de las más jóvenes, la brecha salarial tiende a achicarse con mayores niveles de edu-cación, de manera que el premio a la educación es mayor para las mujeres que para los hombres, lo que puede reflejar, nuevamente, la escasez de opciones laborales productivas para mujeres de bajos niveles educativos. Por otro lado, sin em-bargo, con los mismos niveles de educación la brecha salarial se amplia con más edad.

Esto puede reflejar que las mujeres interrumpen su carrera laboral por razones fa-miliares, sobre todo la maternidad, y durante este tiempo surge una “brecha de experiencia” respecto a los hombres, por lo que estos au-mentarían más rápidamente sus ingresos que las mujeres. También puede ser que haya dis-criminación, por ejemplo, en los ascensos, lo cual conlleva a que los hombres obtengan un mayor premio a la (misma) experiencia (medi-da en años de trabajo).

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Gráfico 9 América Latina (18 países): La brecha entre mujeres y hombres jóvenes en la participación, la ocupación, el empleo en actividades de baja productividad y el desempleo, según grupo de edad (en %)

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. Incluye, además, Paraguay.

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Revista de tRabajo • año 4 • NúmeRo 6 • agosto - diciembRe 2008

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Oportunidades y obstáculos. Las características de la inserción laboral juvenil en economías en expansión

Conclusiones

Una exitosa inserción laboral sigue jugando un papel clave en el desarrollo individual de los jó-venes, su integración social, económica, política y cultural y, por lo tanto para la cohesión social. La inserción laboral de los jóvenes está fuertemen-te condicionada por el contexto macroeconómico y del mercado laboral en su conjunto. Tal como las crisis de los años ochenta y de fines de los noventa e inicios de la década del 2000 empeo-raron los indicadores laborales tanto de adultos como de jóvenes, años de mayores tasas de cre-cimiento económico, como a partir del año 2004, han favorecido a esta inserción, generando nue-vas oportunidades laborales, con el resultado de menores tasas de desempleo y una mejoría de la composición del empleo para los jóvenes.

En consecuencia, se mantiene como tarea cla-ve de la política económica la de favorecer altas y estables tasas de crecimiento económica. Sin embargo, más allá del impacto de la situación económica de coyuntura, persisten tendencias de largo plazo y situaciones estructurales que determinan la inserción laboral de los jóvenes. Por un lado, encontramos como tendencias po-sitivas de largo plazo la mayor permanencia de jóvenes, tanto hombres como mujeres, en el sistema educativo, y las crecientes tasas de

participación laboral de las mujeres, vinculada a un descenso del porcentaje de mujeres jóve-nes que se dedican a los oficios de hogar.

Por otro lado, la inserción laboral de los jó-venes sigue enfrentando una serie de tensiones estructurales (Weller, 2007) y diferentes colecti-vos de jóvenes enfrentan problemas específicos para su inserción laboral, entre ellos los menos calificados, las mujeres, jóvenes rurales, jóvenes con estudios secundarios y, en general, jóvenes procedentes de hogares de bajos ingresos. Ade-más, un contexto económico y laboral volátil para muchos jóvenes crea precariedad e incerti-dumbre y dificulta el desarrollo de trayectorias laborales ascendentes. De todas maneras, un enfoque más dinámico nos ayuda a entender mejor los problemas específicos de inserción y de desarrollo de trayectorias ascendentes para estos diferentes colectivos de jóvenes.

Para mejorar la inserción laboral de los jó-venes, más allá del fomento del crecimiento económico, habría que tomar en cuenta el lado de la demanda, la oferta y la institucionalidad laboral. Respecto al estímulo de la demanda, las medidas de incentivo directo suelen tener un impacto pasajero y son adecuadas en situa-ciones específicas. El fomento laboral de los jóvenes en general debe verse en el contexto de una estrategia de desarrollo de largo plazo,

Gráfico 10 América Latina (16 países): Ingreso laboral de las mujeres jóvenes como porcentaje del ingreso medio de los hombres, según nivel educativo y grupo etario (en promedios simples, 2005)

Fuente y cobertura: Véase Cuadro 1. Incluye, además, Paraguay. No incluye Guatemala y Nicaragua.

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la cual aspiraría a un crecimiento económico basado en innovaciones y conocimiento y que toma en cuenta la segmentación de la estructu-ra productiva (CEPAL, 2004). De esta manera, no se crearían puestos de trabajo, sino mejores puestos de trabajo, en términos de producti-vidad y sostenibilidad. Una institucionalidad laboral que fomente un funcionamiento efi-ciente del mercado de trabajo y que protege los

derechos de los actores menos fuertes en este mercado no sólo apoyaría esta estrategia sino garantizaría que sus frutos se distribuyan de manera equitativa. Finalmente, por el lado de la oferta persiste el reto de mejorar la em-pleabilidad de los jóvenes por medio de mejorar su capital humano, social y cultural, de mane-ra ajustada a las dificultades específicas de los diferentes sectores de la juventud.

Bibliografía

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