17/11/13 Oda al gin tonic - Para comerte mejor | Blogs | Peru21

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Oda al gin tonic

Yo, que soy un gran bebedor de pisco, tengo una nueva religión: hoy soy unsacrílego devoto del gin, un destilado inglés que, en principio, se obtiene de ladestilación de la cebada sin maltear, y que, luego, es "rectificado con bayas deenebro y aromatizado con cardamomo".

Mi culto por esta bebida nació hace tres años, mientras recorría las principaleszonas vitivinícolas argentinas. Era un viaje intenso de 15 días y, para hacerlofiesta, como es debido, había llevado mucho pisco.

Pero, ay, no contaba con que la tropa viajera -integrada por tres colombianos,un costarricense, una venezolana y dos peruanos más- era tan o más bebedoraque yo.

Así, las ocho botellas de pisco que llevé se acabaron en una semana... ¡y aúnquedaba una semana de viaje!, todo un dilema para este grupo que, de díacataba (y, a veces, bebía) entre 150 y 200 vinos, pero de noche lo único quequería era escapar de los tintos, de los blancos y de los rosados... pero queríaseguir bebiendo y la cerveza no le bastaba.

Después de un día de abstinencia pisquera, llegamos a Siete cocinas, el buenrestaurante de Pablo del Río y allí, a D, mi bellísima musa venezolana, se leocurrió pedir un gin tonic para abrir la noche: me enamoré de inmediato, deella y del gin tonic.

Descubrí una bebida -y una mujer- elegante y perfumada, seca y con carácter,rotunda y delicada. Sí, un tanto amarga, pero deliciosa... ya lo he dicho, comola vida.

Y esa noche, perdón Pablo, más que a comer, nos dedicamos a beber: gin tonictras gin tonic, hablando de afectos y desengaños, porque así como el vino esideal para hablar del amor y de la melancolía, el gin ayuda a abrir el corazón ya recordar lo sublime y lo patético, la alegría y la tristeza.

Y alrededor de un gin tonic, D y yo descubrimos que nos parecíamos, quehabíamos vivido a mil y que habíamos tenido más golpes que caricias, pero queeso no nos disgustaba, que nuestros caracteres estaban condenados haciacierto fatalismo pues preferíamos morir de amor antes que ser rescatados porél... pero que siempre buscábamos un salvavidas, y que este, ay, hasta entonces-y hasta hoy- no había llegado, pero que íbamos a morir peleando hastaencontrarlo.

Los días de confesiones y de gin tonic se prolongaron una semana más. Y, cadadía, cada noche, copa tras copa, D y yo nos fuimos conociendo y queriendo más

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Me dedico a entrevistar a variopintos personajes: escritores, artistas, cocineros, actores y demás. También me dedico a viajar y a comer,

dos de mis placeres favoritos, porque estoy convencido de que es mejor conocer el mundo, comiendo. Y para contar todas estas

experiencias decidí crear un blog.

Mi inspiración nace, sobre todo, de la sensibilidad que, desde niño, mis abuelas instalaron en mí. Por eso, no me pidan orden, que me

centre en un tema, yo escribo de lo que me conmueve, de lo que amo y también de lo que odio, de lo que he vivido y de lo que me han

contado... y si eso les resulta picante, mejor.

Para comerte mejorGonzalo Pajares

Oda al gin tonic

Cocinando para dos

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y más, al punto de, al final de la travesía, declararnos amor incondicional eimperecedero... promesa que hemos sabido cumplir hasta hoy.

Y a Lima me traje esta nueva devoción (por D y por el gin tonic), y empecé abuscar sus sagrados templos en esta Lima gris que cada vez está aprendiendo abeber mejor. Así, de la mano de F, conocí Art Deco.

El bar, regentado por un español, acababa de abrir y, como el coctel está demoda en tierras hispanas, era uno de los pocos espacios donde lo preparabancon decencia. Porque, si bien la bebida tiene muchísimos años -con un infamegin de hechura nacional- acá se servía, a pesar de su perfume natural, de unamanera tan simple que hasta resultaba infame: el destilado que usaban era elmás comercial, el más barato, y el agua tónica una que, descuidadamente,fabricaba una cervecería local.

Y decimos 'descuidada' e 'infame' porque no es posible que, en la tierra dedonde proviene la quinina (materia prima base del agua tónica), se hiciera unatónica tan mala.

Pero, felizmente, así como fueron llegando mejores gin, también han idoapareciendo, poco a poco, mejores tónicas.

Y allí íbamos con F, a bebernos la vida y, otra vez, como me pasó con D, ahacernos, noche tras noche, confesiones de invierno, de verano, de otoño y deprimavera. Al principio quisimos querernos pero, gracias al gin tonic, notamosque mejor nos iba de amigos, que besarnos nos gustaba, pero que preferíamosconversar, sacarnos el alma en cada sorbo, conocernos en cada copa, adorarnosen cada despedida. Y hoy, gracias al gin tonic, F es mi mejor amiga, porque conella descubrí que sí, que sí me es posible tener una amistad desinteresada conuna mujer y que, como dicen muchos de los que me quieren (y casi todos losque no me quieren), que mi espíritu es femenino y que, aunque me acusen desexista por esto, mi alma tiende hacia la fatalidad.

Y así, gracias a mi nueva afición por el gin tonic, fui visitando bar tras bar enbúsqueda del mejor gin tonic de la ciudad. Los de Art Deco son muy buenos,sobre todo los que hacen con cítricos y con pepino, dos elementos que estánpresentes en algunas de las marcas de gin que han ido llegando a Lima como elHendricks y el The London N° 1.

Y en esta exploración llegué a Central, donde conocí a Carlos Mondragón,notable barman limeño, cuyo gin tonic debe ser uno de los mejores de la queen estas tierras pisqueras se sirven. Vino a mi mesa, carrito en mano, aprepararme el que, por entonces, fue el gin tonic que más me gustó. Su técnicaimpresiona por vistosa. Lo vi, con delicadeza extrema, seleccionar el gin,escoger los hielos, enfriar la copa, añadir los cítricos, verter el destilado y, alagregar el agua tónica, usar una cucharilla larga, de requiebres infinitos: elresultado, un gin tonic que, me dan ganas de decirlo, debería ser el últimotrago que tome en mi vida.

Ahora Carlos tiene bar propio, se llama Hado, y siempre es un placer y unasorpresa visitarlo, pues el hombre, sí sé cómo -con mucho empeño y mejoresamistades viajeras-, se preocupa por tener siempre nuevos gin en su barra. Allíprobé el Botanic, el Beefeater 24, el Graanjenever, el Citadelle y varios más quemi memoria no registra... el nombre, pero sí su intensidad (y calidad).

Y luego busqué a Luis Flores, otro gran barman limeño, quien está detrás de lagran barra de Amaz, el restaurante de Pedro Miguel Schiaffino. La creatividadde Flores es inmensa y se atreve a probar, una y otra vez, con las frutas y flores,hierbas y granos, que tienen como descriptores a los gin que consigue... que noson pocos.

Y a Hado y a Amaz he ido siempre en mejor compañía, porque, repito, el gin esuna bebida que abre el corazón, suelta la lengua y hace que las emocionesfluyan.

Y, así, mirando y bebiendo, he ido aprendiendo. Hoy en mi casa, así comopreparo un buen pisco tonic y un gran chilcano, ya me salen muy decentes gintonic. Si la billetera me lo permite, me hago de un Hendrick's, de un Tanqueray10, de un Beefeater 24 y hasta de un The London N° 1 y, con ellos, trato deimpresionar a quien me quiere (y si aún no me quiere, de ganarme su cariño).

Hace poco compré un The London N° 1, uno de los gin más caros del mercado.Lo abrí, me deslumbré con su perfume, me preparé un trago con tónica SanPellegrino, y olvidé la botella en la cocina, al lado de los detergentes líquidospara lavar platos y sartenes, ollas y demás trastes caseros. Llego Rossy, el ángelque me ordena la vida y la casa, destapó la botella y, creyendo que era unnuevo y muy perfumado detergente, lo usó para limpiar toda mi vajilla. "Uy, no

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tiene mucha espuma", se dijo, y le puso más y más gin a su mezcladesinfectante... botando, literalmente, muchos soles al desagüe. Pero quéimporta, hoy tengo las ollas y los platos mejor perfumados de Lima.

Pero así como he probado los mejores gin tonic de Lima, Mendoza y BuenosAires, el que más he disfrutado ha sido uno que preparé yo, con un humildeGordon's. El escenario, el hotel H, en Lima.

Atosigado de la vida había decidido refugiarme en ese espacio por unos días.Justo acababa de llegar una grandísima banda inglesa a tocar a Lima, e invité ami musa de aquellos días al concierto. Cuando le dije que pasara por mí no ami casa sino a un hotel, se sorprendió. Le conté mis desventuras cotidianas yentendió... y hacia mi hotel fue. Subió a mi habitación, la hice pasar y le servíun gin tonic, pues al hotel además de mis penas, había llevado dos botellas degin y mucha agua tónica.

Allí, como ya anuncié, primero con timidez y luego con confianza, le conté misproblemas y, luego, ella me contó los suyos y, por esa noche y gracias al gintonic, imaginamos que algo podíamos construir juntos.

A esto ayudó lo bien que la pasamos en el concierto -tocaba una banda puramelancolía, experta en los avatares más desgarradores del alma humana-, alque llegamos bebidos y con el alma dispuesta. Luego volvimos al hotel y conmás gin tonic en el cuerpo, nos amamos y nos prometimos control... y nochesinfinitas por venir.

Esas noches han terminado. Hoy cada uno camina en aceras distintas, ella enbusca de paz, yo en busca de consuelo. La botella se terminó, pero no losafectos. Y hoy que escribo estas líneas, gin tonic preparado con Gordon's en lamano, yo me digo que aunque nuestros desencuentros nos separen cada díamás y el control no sea parte de mi vida, yo mataría porque esa promesa denoches infinitas juntos se hiciesen realidad, porque con ella a mi lado la vidapodrá seguir siendo seca y amarga como un gin tonic, pero siempre deliciosa (einfinita).

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