Obstáculos y Oportunidades en el Descubrimiento de la Mentira verbal y No Verbal

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Obstáculos y Oportunidades en el Descubrimiento de la Mentira verbal y No Verbal

Pitfalls and Opportunities in Nonverbal and Verbal Lie Detection

Aldert Vrij1, Pa¨ r Anders Granhag2, and Stephen Porter3 1University of Portsmouth, 2University of Gothenburg, 3University of British Columbia, 2010

Traducción libre de investigaciones en inglés.

Resumen

La pregunta de si existen diferencias perceptibles

entre mentirosos y personas que dicen la verdad, ha

interesado a los profesionales en detección de mentiras y a

personas deceptivas durante siglos. En este artículo hablamos

de, si la persona puede descubrir si está observando el

comportamiento no verbal de alguien, o, analizando el

discurso de la otra persona. Un artículo sobre la detección de

mentiras por medio de la observación de las pistas verbales o

no verbales es atrasado. Los diarios científicos con

regularidad publican descripciones de artículos de

investigación en cuanto a las señales no verbales y verbales

sobre el engaño, pero los mismos no ofrecen ninguna

dirección explícita sobre lo que los detectores de mentiras

deberían hacer y deberían evitar hacer para capturar a los

mentirosos. Presentaremos tal dirección en el presente

artículo.

El artículo consiste en dos partes. La primera

sección se concentra en los obstáculos para evitar y explica

los principales factores que llevan al fracaso en la captura de

los mentirosos. Diez y seis razones se contienen dentro de

tres categorías: (a) carencia de motivación para detectar

mentiras (porque la aceptación de la fabricación de una

mentira podría ser a veces más tolerable o agradable que la

comprensión de la verdad), (b) dificultades asociadas con la

detección de mentira, y (c) los errores más comunes que

hacen los detectores de mentiras. Sostendremos que la

ausencia de señales no verbales y verbales únicamente

relacionadas con el engaño (similar al crecimiento de la nariz

de Pinocho), la existencia de pequeñas y típicas diferencias

entre las personas que dicen la verdad y las que no la dicen, y

el hecho de que los mentirosos tratan activamente de parecer

creíbles, contribuye a que la tarea de la detección sea una

tarea difícil. Otros factores que se agregan a esta dificultad es

que las mentiras se encuentran dentro de la verdad, los

detectores de mentira no reciben el adecuado retorno sobre

los juicios y por lo tanto no se puede aprender de sus errores,

y algunos métodos para detectar la mentira, viola las reglas

de la conversación y por lo tanto dificulta la aplicación a la

vida real. El factor final a discutir en esta categoría, es que

algunas personas son simplemente excelentes mentirosos.

Los errores comunes de los detectores de mentira,

hacen que tengamos que examinar las pistas equivocadas (en

parte, porque los profesionales tienen que mostrar las pistas

equivocadas); poniendo gran énfasis en las pistas no verbales

(en parte porque el entrenamiento hace tal énfasis); con

tendencia a la fácil interpretación de ciertos comportamientos,

particularmente los signos de nerviosismo, como diagnóstico

de la decepción; poniendo gran énfasis en simples reglas de

un punto, y negando las diferencias inter e intrapersonales.

Hemos discutido dos errores finales: que muchas estrategias

de entrevista defendidas por los manuales de policía, pueden

afectar la detección de la mentira, y que los profesionales

tienden a sobrestimar su habilidad para detectar la decepción.

La segunda sección de este artículo discute las

oportunidades para maximizar las oportunidades para la

detección de las mentiras y las estrategias para mejorar las

habilidades para detectar mentiras. Dentro de esta sección,

proveemos cinco recomendaciones para evitar los errores

más comunes en la detección de mentiras que he identificado

en este artículo. Luego, se discute la reciente oleada de la

innovación en la investigación en la detección de la mentira

que va un paso adelante e introduce estilos de entrevista

nuevos apuntando a la obtención y realzando las diferencias

verbales y no verbales entre mentirosos y las personas que

dicen la verdad por el aprovechamiento de sus diferentes

estados psicológicos. En eta parte del artículo, nos animamos

a utilizar la ventana de información de los detectores de

mentira, más que un enfoque acusatorio a los

cuestionamientos que menos esperan las personas que

mienten. También nos animamos a utilizar cuestionamientos

temporales en el detector de mentiras – las preguntas

relacionadas con el tiempo particular en que el entrevistado

afirma haber estado en cierto lugar- cuando se espera una

respuesta planeada (ej., “Fui al gimnasio”). Para las tentativas

de descubrir la mentira sobre las opiniones, se introdujo el

enfoque del abogado del diablo, en el cual los investigadores

primero piden al entrevistado discutir a favor de su opinión

personal, y luego se le pide hablar en contra de su propia

opinión. Las técnicas se basan en el principio de que es fácil

para las personas acercarse con argumentos a su favor que

en contra de su criterio personal. Para situaciones en las que

el investigador posee información potencialmente

incriminatoria sobre el sujeto, se introduce la técnica “uso

estratégico de pruebas”. En esta técnica, las entrevistas

estimulan el discurso de sus actividades, incluyendo aquellas

relativas a la información incriminante, siendo inconsciente

que el entrevistador posee esta información. La técnica final

que se discute es el acercamiento a la “imposición de la carga

cognitiva”. Aquí se asume que mentir es mucho más difícil de

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quedar la verdad. Los investigadores pueden incrementar las

diferencias en la carga cognitiva de los que dicen la verdad, y

los mentirosos (página 2) experimentan introduciendo

intervenciones mentalmente difíciles que imponen una

demanda cognoscitiva adicional. Si la persona normalmente

requiere más recursos cognitivos para mentir que para decir la

verdad, puede tener menos recursos cognitivos de sobra para

agregarlos a las categorías mentalmente al mentir que cuando

se dice la verdad. Se discuten dos posibles vías que imponen

una carga cognitiva durante las entrevistas: preguntarle para

que cuente su historia en orden inverso y preguntarle

manteniendo el contacto visual con el entrevistado.

Se concluye el artículo perfilando la futura dirección

de la investigación. Se argumenta que la investigación

necesita examinar (a) las diferencias entre las personas que

dicen la verdad y los mentirosos cuando estos discuten sus

futuras actividades (intenciones) más que sus actividades

pasadas, (b) las mentiras dichas por los actuales sospechosos

en situaciones de alto riesgo más que los escenarios de los

estudiantes de universidad, y (c) las mentiras dichas por un

grupo de sospechosos (redes) más que las individuales. Una

fructífera e importante línea de investigación adicional es

examinar las estrategias utilizadas por las personas que dicen

la verdad y las que utilizan los mentirosos cuando son

entrevistados. Como se argumenta en el presente documento,

las técnicas de entrevista eficaces sobre el descubrimiento de

las mentiras, aprovechan los procesos psicológicos que

distinguen a las personas que dicen la verdad y a los

mentirosos, y la perspicacia en la obtención en estos procesos

es vital para desarrollar instrumentos de entrevista eficaz para

la detección de las mentiras.

Introducción

“El engaño entró en el pensamiento Occidental en

un aspecto narrativo cuando el autor del Génesis colocó una

serpiente en el Jardín del Edén. Mintiendo, la serpiente atrajo

a Eva para cometer del pecado original’’. La mentira siempre

ha sido un problema moral. Por ejemplo, San Agustín creía

que cada mentira es un pecado, y Aristóteles y Kant

expresaron similares observaciones. En contraste, Maquiavelo

elogió mucho la decepción al servicio del yo. La naturaleza de

la mentira es un ataque de ambos lados o dos flancos, y como

se siente alguien por la mentira depende de la razón por la

que se le dijo la misma. Muchas mentiras se dicen por

razones psicológicas, y las personas no se sienten mal por

decir este tipo de mentiras. No tenemos el gusto de expresar

todos nuestros pensamientos (ej., “Encuentro a esa mujer más

atractiva que mi propia compañera”), y así, se prefiere mentir.

En vez de mostrar siempre nuestra verdadera identidad,

preferimos censurarnos de modo que seamos percibidos por

otros en una luz positiva. Decimos mentiras psicológicas por

cierto número de razones: para proteger nuestro yo, para

evitar la tensión y el conflicto en la interacción social, y para

minimizar nuestros sentimientos heridos y rencor.

Sin embargo, a veces la situación es diferente, tal

como cuando a las personas realmente les gustaría saber la

verdad; estas situaciones pueden darse durante actividades,

como cuando se ven las noticias de la tarde o durante la

entrevista de un candidato para empleo. Por ejemplo, el

observador desea conocer si la negación de un político en la

participación de un escándalo sobre un soborno es realmente

verdad, un maestro desea saber si un estudiante ha hecho

trampa durante el examen que él ha realizado; una madre

puede querer saber si su hija realmente ha terminado su tarea

del colegio: el cliente potencial comprador de un auto usado

desea saber si el vehículo es realmente bueno como lo dice el

vendedor; un entrevistador puede querer saber si el candidato

en efecto es tan capaz como él o ella dice ser; un agente de

aduana puede querer saber si el viajero realmente no tiene

nada para declarar; un oficial de seguridad de un aeropuerto

desea saber si el pasajero realmente no tiene ninguna

intención dañina al entrar en el avión; y un investigador quiere

saber si la coartada de un sospechoso es confiable. La

detección exitosa de las situaciones de mentira como estas,

puede beneficiar a individuos y a la sociedad en general.

Durante siglos, la pregunta de si las diferencias

discernibles existen entre los mentirosos y aquellos que dicen

la verdad ha interesado a profesionales y personas

deceptivas. A través de la historia, las personas han asumido

que la mentira se acompaña por la actividad fisiológica del

cuerpo del mentiroso. Por ejemplo, en el año 1,000 A.C., los

chinos forzaron a sospechosos de mentir a masticar polvo de

arroz y luego escupirlo. Si el consiguiente polvo estaba seco,

se juzgaba que la persona estaba mintiendo. Existen ciertas

bases fisiológicas para esta asunción. Los mentirosos tienen

miedo de ser capturados, y el miedo se asocia a la

disminución de la salivación y a la boca seca. Hoy día, la

tecnología se utiliza para medir reacciones fisiológicas (y

neurológicas) en particular el polígrafo; tensión de la voz por

analizadores, electroencefalogramas (EEG); y más

recientemente, la representación de resonancia magnética

funcional (fMRI). La promoción de tales herramientas puede

ser agresiva. Por ejemplo, existen compañías que empiezan a

utilizar los servicios de investigación sobre detección de la

mentira en fMRI. Dos compañías —Cephos Corporation en

Massachusetts y No Lie MRI, Inc. en California— aseguran

que pueden llegar a conocer en un 90% de exactitud si una

persona miente. Sin embargo, un pequeño número de

estudios publicados han estudiado las funciones cerebrales

durante la decepción, y el asegurar así que se encontrará la

mentira, tiene un fundamento empírico. Específicamente

Spence (2008), apuntala los problemas con replicación, largas

diferencias cerebrales individuales, y no hay regiones claras

asociadas con decir la verdad. También, la actividad cerebral

en la mentira varía dependiendo de la situación. Ganis,

Kosslyn, Stose, Thompson, y Yurgelun-Todd (2003), han

encontrado que decir mentiras espontáneamente equivale a la

activación en diferentes áreas cerebrales que indican que está

ensayada la mentira; los sentimientos fuertes sobre el tópico

se encuentran bajo investigación y las consecuencias

negativas de ser capturado, también equivale a diferente

activación cerebral y el sentimiento es menos fuerte.

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En este artículo, ni hablamos de señales

fisiológicas o neurológicas del engaño, ni nos concentramos

en los instrumentos que descubren la mentira utilizando

equipo. Preferentemente, nos enfocamos en el

comportamiento no verbal individual o el discurso que percibe

el humano y se puede discernir sin agregar equipo alguno.

Más allá, dirigimos a las personas a que puedan comprobar y

detectar las mentiras cuando se observa el comportamiento

no verbal o cuando se analiza el discurso de alguien. Esta

técnica de observación, es la forma más común de la

detección de la mentira; en muchas situaciones, las

tecnologías que utilizan las medidas de pistas fisiológicas o

neurobiológicas son inaccesibles o imposibles de

implementar.

Desde nuestra perspectiva, la investigación través

de la observación de las pistas verbales y no verbales se

encuentra atrasada. Las revistas científicas con regularidad

publican descripciones de artículos de investigación en cuanto

a señales verbales y no verbales del engaño (ejemplos

recientes, ver DePaulo et al., 2003; Masip, Sporer, Garrido, &

Herrero, 2005; Sporer & Schwandt, 2006, 2007; Vrij, 2005).

Estos meta análisis proveen información invaluable sobre

cómo los mentirosos se comportan y sobre las historias que

ellos cuentan, pero no ofrecen ninguna dirección explícita

sobre lo que los observadores que desean detectar las

mentiras deberían hacer y/o evitar hacer a fin de descubrir el

engaño.

El artículo consiste en dos secciones. La primera

sección focaliza en los obstáculos que hay que evitar y perfila

los principales factores que llevan al fracaso en el

descubrimiento de los mentirosos: agrupamos 16 motivos en

tres categorías (Vrij, 2007, 2008a): (a) la pobre motivación

para detectar mentiras, (b) las dificultades asociadas con la

detección de la mentira, y (c) los errores más comunes en los

que incurre el que quiere detectar una mentira. Discutir los

obstáculos es importante porque provee el nivel de

comprensión para que las personas que tienen que descubrir

la mentira en el otro, puedan mejorar su ejecución (ej.,

reconociendo tendencias comunes y evitando errores de juicio

comunes). La segunda sección del artículo discute las

oportunidades para maximizar las oportunidades para detectar

mentiras, y se explican las estrategias para mejorar las

habilidades para el descubrimiento de la mentira de una

persona. En esta sección primero se proveen cinco

recomendaciones para evitar los errores más comunes para la

detección de mentiras. Estas recomendaciones están

firmemente basadas en una rica investigación psicológica

tomada de las últimas décadas. Luego se discute la relativa,

innovadora y reciente investigación del descubrimiento de la

mentira, la cual va un paso adelante introduciendo nuevos

estilos de entrevista, apuntando a la obtención de las

diferencias verbales y no verbales entre mentirosos y las

personas que dicen la verdad, aprovechando sus diferentes

estados psicológicos. Las recomendaciones son relevantes en

varios pasos de la vida, desde el nivel individual (ej,.

“¿Realmente trabaja mi compañero tarde para llegar a la

fecha límite?”), al nivel social (ej., “¿Podemos confiar en este

informador, cuándo él afirma que puede revelar información

sobre una célula terrorista activa en Londres?”).

Antes de que se hable de los obstáculos más

comunes asociados con el descubrimiento de la mentira, tres

cuestiones merecen la atención: (a) la definición de engaño,

(b) las premisas subyacentes al engaño de las señales

verbales y no verbales y su descubrimiento, y sus métodos de

investigación (c) los métodos de investigación utilizados para

la detección del engaño.

Definir el engaño o mentira no es una tarea

sencilla. La decepción ha sido estudiada a través del lente de

varias disciplinas, incluyendo la psiquiatría, lingüísticas y la

filosofía, y en consecuencia, diversas definiciones se han

obtenido (Granhag & Stromwall, 2004). En el presente

contexto se considera suficiente la definición de Vrij (2008ª, p.

15): “una tentativa con o sin éxito, sin previo aviso, para crear

en otra persona una creencia, la cual el comunicador

considera que es falsa”. Es importante notar que mentir es un

acto intencional, y que recordar inapropiadamente no es lo

mismo que mentir.

Los investigadores han propuesto diferentes

enfoques teóricos para predecir qué señales verbales y no

verbales del engaño pueden ocurrir, en particular Ekman y

Friesen (1969) acercamiento a las pistas de fuga y decepción;

Zuckerman, DePaulo, y Rosenthal (1981) modelo de multi-

factor; Ekman (1985/2001); el enfoque de la emoción; teoría

del engaño interpersonal de Buller y Burgoon (1996); y la

teoría de la auto-presentación de DePaulo (DePaulo, 1992;

DePaulo et al., 2003). Estas aproximaciones tienen tres

elementos en común que han influenciado la detección de la

mentira verbal y no verbal: la noción que, comparado con las

personas que dicen la verdad, los mentirosos (a) pueden

experimentar emociones fuertes (particularmente el miedo,

como resultado la aprensión de ser descubierto, (b) puede

experimentar niveles más altos de carga cognoscitiva, y (c)

puede inclinarse a utilizar más estrategias diferentes para

lograr una impresión convincente en los demás.

Tradicionalmente, la detección de la mentira verbal

y no verbal se ha enfocado en las diferencias emotivas que

experimentan los mentirosos y los que no lo son. Ekman

(1985/2001) analiza las micro-expresiones en su ejemplo

principal, pero también promueve técnicas en la detección de

mentiras en los manuales de la policía basados primariamente

en la noción de que los mentirosos se preocupan más y se

muestran más nerviosos que las personas que dicen la verdad

(Vrij & Granhag, 2007). Estas aproximaciones tienen

limitaciones. Primero, experimentar emociones no es del

dominio único de las personas mentirosas; las personas que

dicen la verdad de igual manera experimentan las mismas

emociones, en particular si ellos saben que se les está

escudriñando y/o tienen miedo de que no les crean (ej., leer

más adelante la discusión del error de Otelo). Si las

demostraciones emocionales o pistas de nerviosismo en sí

mismas no se distinguen entre mentirosos y los que no lo son,

el siguiente paso es hacer preguntas que obtengan tales

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pistas en los mentirosos pero no en las personas que dicen la

verdad, o, alternativamente, que puedan realzar tales pistas

más en las personas mentirosas que en las personas que

dicen la verdad. Tal técnica de entrevista no existe a la fecha,

y se duda de que alguna vez sea creada (National Research

Council, 2003). Por la última razón, en los estudios más

recientes sobre la detección de mentiras, los investigadores

se han concentrado en el peso cognitivo. La premisa acá es

que la mentira requiere de un esfuerzo mental más que decir

la verdad. Esta aproximación comparte una limitación con la

explicación emocional. Las pistas de la carga emocional

tampoco no son del único dominio de los mentirosos; las

personas que dicen la verdad también tienen que hacer un

esfuerzo fuerte, y por tanto, pueden mostrar pistas de que

realizan un esfuerzo mental. No obstante, a diferencia de la

aproximación emocional, se puede desarrollar los protocolos

de entrevista que puedan obtener pistas de la carga cognitiva,

más en mentirosos que en quienes dicen la verdad, haciendo

la discriminación entre ambos. Se ha elaborado este concepto

después de la sección “El aprovechamiento de los procesos

mentales de quienes dicen la verdad y los que mienten”. En la

misma sección también discute otra reciente tensión en la

investigación sobre el descubrimiento de la mentira, la cual

pretende aprovechar el hecho de que los mentirosos utilizan

más y diferentes estrategias para evitar que les descubran, de

lo que hacen las personas que dicen la verdad. En suma, la

detección de la mentira verbal y no verbal, ha movido el

énfasis en años recientes del descubrimiento de la mentira en

base de las técnicas basadas en la emoción, a, la carga

cognitiva que se concentra en los mentirosos y los diferentes

estados psicológicos de las personas que dicen la verdad, y

toman en cuenta las diferentes estrategias diferenciales.

El análisis se ha basado en los obstáculos y

oportunidades en la investigación científica de la detección

científica. Estudios en los cuales los investigadores han

examinado las pistas de la decepción verbales y no verbales,

personas entrenadas observan secuencias de video o

analizan las transcripciones de tales secuencias haciendo el

comparativo entre personas que han dicho la verdad y

personas que mienten. Hemos analizado con sistemas

codificados la frecuencia de la ocurrencia o la duración de

varias pistas verbales y no verbales, las cuales se han

mostrado en personas que dicen la verdad y personas que

mienten (ej., todos los movimientos cortos –pequeños-, el

contacto visual, sonrisas, pausas, la cantidad de detalles, tipo

de detalles, contradicciones), y se han comparado con las

respuestas veraces y las respuestas deceptivas. Existen os

tipos de estudios –los cuales han sido conducidos en el

campo y en un laboratorio. Se han hecho análisis en estudios

de la vida real, típicamente llamados “estudios de campo”, en

secuencias de los escenarios de la vida real, tales como la

entrevista del sospechoso policíaco (Mann, Vrij, & Bull, 2002).

En estudios de laboratorio, las secuencias de video y/o las

transcripciones, han sido de los participantes a quienes se les

ha instruído por los investigadores a decir la verdad o a mentir

con el propósito de analizar el experimento. Los estudios de

campo probablemente parecen más importantes por el

contenido real. Sin embargo, conducir los estudios de campo

es problemático, particularmente en establecer la gran verdad

–los investigadores pueden a analizar sólo las respuestas que

se sabe son verdaderas o falsas. Para establecer esta gran

verdad satisfactoriamente, se necesitaron hechos de casos

independientes, tales como evidencia médica, material de

evidencia, evidencia en ADN, o testigos fiables.

Desafortunadamente, tales hechos a menudo no se

encuentran disponibles. En los estudios de laboratorio (a) se

les pidió a los participantes (en su mayoría estudiantes

universitarios) que dijesen la verdad o una mentira, y (b) se

midieron sus respuestas verbales y no verbales durante

ambas actividades. En los estudios publicados a la fecha, los

participantes tienen que decir la verdad o mentir sobre

diferentes tópicos –una película que vieron, posesión de cierto

objeto en su bolsillo, encontrarse envuelto en la desaparición

de cierto dinero, el número de puntos que aparece en una

pantalla, los sentimientos que tienen en relación a cierta

persona, o sus opiniones sobre temas controversiales. En

estudios más recientes, los investigadores han introducido

escenarios que reflejan bien las situaciones forenses de la

vida real. En un estudio realizado por Hartwig, Granhag,

Stromwall, and Kronkvist (2006), los participantes que dirían la

verdad fueron enviados a comprar un artículo, o a los que

tenían que mentir, se les envió a robar una billetera, luego se

les entrevistó sobre la visita a la presunta tienda de compras.

En un estudio realizado por Vrij, Leal, Mann, and Granhag (en

impresión), a los participantes se les envió a recibir un

paquete a cierto lugar y entregarlo a otro lugar, cuando fueron

entrevistados sobre la misión (los mentirosos tuvieron que

mantener ocultos los detalles de qué fue lo que hicieron). En

un estudio realizado por Stromwall, Granhag, and Jonsson

(2003), los participantes (a) las personas que debían decir la

verdad fueron enviadas a un restaurante a almorzar, o (b) las

personas que debían mentir debían cometer el crimen al ser

entrevistados, simulando el haber tenido un almuerzo en un

restaurante. En otro estudio conducido por Vrij, Granhag,

Mann, and Leal (en impresión), los pasajeros de un

aeropuerto internacional fueron instruídos en decir la verdad o

a mentir sobre su próximo viaje. La ventaja de estudios de

laboratorio consiste en que los investigadores pueden

establecer la verdad por manejo experimental. Sin embargo,

se encuentran limitaciones en este tipo de estudios. Los

participantes no eligen la mentira, se les instruye para ser

partícipes de un experimento, se supone que la mentira es

condonada. Otra restricción en la participación (las

consecuencias negativas de ser capturado, o las

consecuencias positivas de que les tengan credibilidad) nunca

serán realmente elevadas (Ekman, 1985/2001; Malone &

DePaulo, 2001; Miller & Stiff, 1993). Para mejorar la

participación en los experimentos de laboratorio, se les ha

ofrecido dinero a los participantes si tienen éxito en la mentira

(Vrij, Akehurst, Soukara, & Bull, 2002; Vrij, Edward, & Bull,

2001). En otros estudios, los participantes han dicho que

pueden ser observados por sus compañeros, quienes pueden

juzgar su sinceridad (DePaulo, Stone, & Lassiter, 1985), o han

dicho que ser un buen mentiroso es un importante indicador

para tener éxito en su futura carrera (DePaulo, Lanier, &

Davis, 1983). Tales estudios proporcionan ejemplos útiles de

como las personas se comportan cuando mienten en la vida

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cotidiana, porque muchas de las mentiras que dicen las

personas son mentiras de poca participación (DePaulo et al.,

1996).

Sin embargo, los sospechosos en las entrevistas

policiales, contrabandistas en los aeropuertos, políticos

corruptos en conversaciones con periodistas de prensa, y

esposos que engañan a sus esposas, dicen mentiras de alta

participación. En un intento para crear ejemplos de tales

mentiras, muchos investigadores han planteado más la

participación en los estudios de laboratorio. Por ejemplo, los

experimentos de Frank y Ekman (1997), se les dio la

oportunidad de “robar” $50.00 dólares americanos. Si ellos

lograban convencer al entrevistador de no haber tomado el

dinero, podían quedarse con el. Si tomaban el dinero y el

investigador juzgaba que había mentido, debía retornar el

dinero y a la vez, perder $10.00 dólares adicionales por hora

participada en el experimento. Adicionalmente, algunos

participantes debían encarar un castigo adicional por

encontrárseles mintiendo. Se les indicó que debían estar

sentados en una fría silla de metal, dentro de una habitación

obscura e inquietantemente denominada “XXX”, donde al

iniciar el experimento ellos recibirían al azar de 10 a 40

ráfagas de ruido blanco de 110 decibeles en el curso de una

hora.

Un estudio, como él que sólo se ha mencionado,

provoca inquietudes éticas. Aún y apartándonos de esta

preocupación, se puede argumentar que la preocupación en

tal estudio no compite con la preocupación de las situaciones

de la vida real. Proveyendo grandes incentivos a los

participantes siempre es posible. Por ejemplo, los

participantes del estudio de Frank y Ekman (1997) podrían

haber ofrecido $500.00 dólares en vez de $50.00 si ellos

tenían éxito en convencer al entrevistador de que ellos decían

la verdad. Introducir severos castigos para aquellos que

fallaran en convencer al entrevistador de que decían la verdad

no es posible, porque ningún comité de ética universitario

aprueba tales experimentos. También los castigos nunca son

reales, y los participantes pueden ser conscientes de eso. Los

lineamientos éticos requieren que se les informe a los

participantes antes de su participación, que pueden retirarse

del estudio en cualquier momento. Por lo tanto, cuando los

participantes fueron amedrentados con entrar a una fría y

obscura habitación por una hora para recibir una hora las

descargas del sonido blanco por una hora, como dice en

estudio de Frank y Ekman, podrían haber alegado que

estaban libres de retirarse del estudio. En otras palabras,

puede no ser posible introducir ajustes de participación

realmente elevadas en experimentos de laboratorio, y de este

modo, la única opción de examinar como es el

comportamiento de los mentirosos de elevada participación

sea en situaciones de la vida real (Barrett, 2005; Riggio,

1994).

En un estudio típico sobre detección de la mentira,

se muestra a observadores (a menudo estudiantes no

licenciados, pero a veces profesionales como policías o

investigadores) fragmentos de video cortos de personas a

quienes no conocen y de quienes no saben su posición, si

dicen la verdad o se encuentran mintiendo. Los fragmentos

que los observadores tienen que juzgar son típicamente

sacados de los estudios de que han hablado en el párrafo

anterior. A los observadores les piden indicar después de

cada fragmento si la persona (a menudo llamaba el emisor)

decía la verdad o mentía. Típicamente, la mitad de los

mensajes enviados son verdad y la otra mitad son falsos. (A

los observadores típicamente no se les informa qué

porcentaje de mensajes indican la verdad y qué porcentaje es

información falsa, porque esto puede hacer un sesgo y

terminar en que intenten deliberadamente lograr un número

equitativo de respuestas falsas y verdaderas). En tal estudio,

simplemente se invita al emisor a que hable de forma veraz o

mienta, cuanto resulte en una correcta clasificación del 50%

de verdad (índice de exactitud de verdad) y un 50% de

información falsa (el índice de exactitud de la mentira), la

detección verbal y no verbal de la mentira resulta en el índice

total de exactitud del 50% (índice combinado de exactitud de

verdad y mentira).

En los estudios de la detección de la mentira, a los

observadores típicamente no se les da ninguna información

de la historia del emisor y de su declaración, así la única

fuente de información disponible sobre el emisor, es el

comportamiento verbal y no verbal. (Exceptuando en los

estudios de “utilización de evidencia estratégica, la cual se

discute más adelante en el presente artículo). Situación tal no

es típica en la detección de la mentira en la vida real. En un

estudio conducido por Park, Levine, McCornack, Morrisson,

and Ferrara (2002), se les preguntó a estudiantes

universitarios; (a) que recordaran un instante de su vida en el

cual han detectado que otra persona les ha mentido, y (b) que

ellos indiquen cómo han descubierto la mentira. Los

participantes descubrieron menos del 2 % de las mentiras

confiando exclusivamente en comportamiento no verbal de los

mentirosos o del contenido de la conversación en el momento

en que les dijeron la mentira. Más comúnmente, los

participantes descubren las mentiras a través de la

información de terceras partes (38%), evidencia física (23%), y

confesiones (14%). Más del 80% de las mentiras son

detectadas en una hora o más después de que han sido

dichas, y el 40% son detectados más de una semana

después.

Obstáculos en la detección de mentiras

Carencia de motivación para capturar a los mentirosos: El

efecto de avestruz

Las mentiras se mantienen sin detectar porque las

personas no intentan encontrar la verdad (Ekman,

1985/2001), un fenómeno etiquetado como el “Efecto de

avestruz” (Vrij, 2008a). Su fabricación puede ser algunas

veces más tolerable o placentera que la verdad del mensaje

que se recibe, la ignorante interpretación prefiere esta opción.

¿Por qué molestarse en intentar descubrir si los falsos

Page 6: Obstáculos y Oportunidades en el Descubrimiento de la Mentira verbal y No Verbal

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cumplidos sobre la forma del cuerpo, estilo del cabello,

sentido del vestir, o los logros obtenidos son verdad?

Por esta razón, el efecto avestruz se extiende a las

mentiras más serias, así que también se mantienen sin

descubrir. Por ejemplo, Betty Currie, quien formó parte de las

secretarias del presidente de Estados Unidos, trató de evitar

conocer los detalles de la relación entre el presidente y

Monica Lewinsky (Vrij, 2008a). En efecto, más bien que ganar

algo al saber la verdad, habría sido colocada en la difícil

posición de decidir qué hacer con dicho conocimiento. No

saber qué hacer cuando se ha descubierto la verdad, puede

ser la razón de por qué algunas personas miran la evidencia

de la posible infidelidad de su pareja, y en vez de ello lo

mantienen negando (Feldman & Cauffman, 1999). Si un

individuo descubre que su pareja ha tenido un romance, el

descubrimiento puede crear una difícil situación para la pareja

que ha traicionado. Por ejemplo, existe el riesgo de que la

pareja engañada abandone a la pareja que le ha traicionado

con tal evidencia. Si también tienen niños, la persona

traicionada puede sentir que la disolución marital sea

indeseable por el efecto sobre los niños. En tal situación, vale

la pena utilizar tales mecanismos de defensa para negar en

orden de evitación del reconocimiento de la verdad. En

resumen, aunque la solución pueda ser peor que el problema,

ignorarlo puede ser la felicidad.

Dificultad en la detección de la mentira: Ausencia del

crecimiento de la nariz de Pinocho

En el cuento clásico de Pinocho, la nariz de

Pinocho crece cada vez que miente, pero no se altera cada

vez que dice la verdad, entonces su creciente nariz era una

señal confiable del engaño. El meta análisis publicado a la

fecha ha de dejar claro que no hay pistas únicas verbales o no

verbales para la mentira. En otras palabras, las pistas

fidedignas sobre la decepción semejante al crecimiento de la

nariz de Pinocho no existe (DePaulo et al., 2003; Masip et al.,

2005; Sporer & Schwandt, 2006, 2007; Vrij, 2005). El hecho

de que no existe ninguna pista singular que detecte la mentira

en la que se pueda confiar consistentemente, hace que la

detección de la misma sea muy difícil.

Los siguientes meta análisis revelan que la mayoría

de las señales no verbales y verbales que los investigadores

típicamente examinan en estudios sobre el engaño no está

relacionada con el engaño en absoluto. Por ejemplo, en el

meta-análisis de DePaulo (2003) –el más extenso que hay a

la fecha- los investigadores analizaron 158 pistas, en las

cuales 118 (75%) mostraron que no tenían ninguna asociación

con la decepción para nada (incluso señales de las personas

que a menudo se han asociado con la decepción, como

mirada fija aversiva, cambios de postra, pausas, y

autoreferencias). Muchas de las pistas que se han

encontrado, hasta cierto punto relacionadas con el engaño,

son examinadas esporádicamente, y es importante para los

investigadores replicar el valor diagnóstico de tales pistas

antes de sacar conclusiones.

Diferencias sutiles

Otra de las dificultades con las que se encuentra la

persona que debe reconocer la mentira, es que cualquier

diferencia comportamental entre las personas que dicen la

verdad y las que mienten, es muy pequeña. Por ejemplo, en

meta análisis de DePaulo et al (2003), 14 de 50 (28%) pistas

que habían sido examinadas en seis o más estudios revelaron

un asociación significativa con la decepción, incluyendo

mentirosos que proveyeron pequeños detalles y respuestas

menos plausibles que las personas que dijeron la verdad, y de

mentirosos que fueron menos ilustrativos (ej., pequeños

movimientos de las manos que acompañaron el discurso y lo

ilustran), que las personas que dijeron la verdad. Sin

embargo, el tamaño del efecto medio de la relación de varios

comportamientos con engaño fue sólo de ¼ .25, el cual es

considerado muy pequeño o un efecto modesto (Cohen,

1977). Porque estas relaciones son modestas, los manuales

policíacos que describen las pistas verbales y no verbales de

la mentira desorientan. También, tales manuales a menudo

ofrecen breves advertencias sobre la inconstancia de las

señales del engaño, estas advertencias se pierden fácilmente

en las consiguientes detalladas y entusiastas descripciones de

cómo el comportamiento y el discurso se diferencian entre las

personas que mienten y las que dicen la verdad (ver Moston,

1992). Estas descripciones algunas veces se acompañan de

fotografías para demostrar “la veracidad de la descarada

postura“, y los “comportamientos deceptivos adaptativos”

(Inbau, Reid, Buckley, & Jayne, 2001, pp. 145, 149), así se

sugiere lo siguiente, que a) las pistas fidedignas del engaño

existen, y b) las diferencias entre las personas que dicen la

verdad y las que engañan son sustanciales y así fáciles de

descubrir. Sin embargo, ninguna investigación científica apoya

estas promesas: las Señales del engaño generalmente no son

fiables y son débiles.

El hecho es que las pistas de la decepción son

poco fidedignas y se alinean poco con la previa opinión de las

emociones y la carga cognitiva –dos indicadores de la

decepción- ya que se pueden mostrar en ambos, las personas

que dicen la verdad y las que no. Una imagen más promisoria

puede surgir cuando los investigadores intentan obtener y

realzar pistas sobre el engaño. Tales estudios –que se

discuten luego en este artículo- escasean y tienen muy poco

tiempo de ser conducidos; de hecho, ninguno de ellos se

publicó antes del 2003, el año en que el meta análisis de

DePaulo fue publicado.

Contramedidas

Una complicación adicional para quienes desean

detectar la mentira es que los mentirosos -particularmente

aquellas que se comunican con mentiras de alto nivel- que a

menudo deliberadamente intentan parecer creíbles para evitar

ser detectados; las estrategias para lograr esta meta se llama

contramedidas. Un instrumento de evaluación de veracidad

verbal extensamente utilizado por las personas que buscan la

detección de mentira profesionales, es la evaluación de la

validez de la declaración. Las evaluaciones de la validez de la

Page 7: Obstáculos y Oportunidades en el Descubrimiento de la Mentira verbal y No Verbal

[7]

declaración, son aceptadas como pruebas en algunos

tribunales norteamericanos (Ruby & Brigham, 1997) y en

juzgados de lo penal en varios países europeos de Oeste,

incluso Austria, Alemania, Suecia, Suiza, y Los Países Bajos

(Köhnken, 2002, 2004). Estas evaluaciones de validez se

originan de Suiza (Trankell, 1972) y de Alemania (Arntzen,

1970, 1982, 1983; Undeutsch, 1967, 1982, 1984, 1989), y han

sido diseñadas para determinar la credibilidad de los

testimonios de testigos infantiles en juicios de abuso sexual.

La fase principal de la evaluación de la validez de la

declaración, s el análisis del contenido basado en criterios,

una lista de 19 criterios pensados más en los verdaderos

acontecimientos presentes que en los falsos (incluyendo la

mención de espacio-tiempo, replicación de las

conversaciones, recuerdo de las interacciones,

complicaciones inesperadas, y explicación del estado mental;

para revisiones de la evaluación de la validez de la

declaración, ver Vrij, 2005, 2008ª). Sin embargo, los niños (y

adultos) quienes aprenden como trabaja el contenido de los

criterios, pueden contar historias que suenen plausibles a los

expertos si utilizan tal análisis (Caso, Vrij, Mann, & de Leo,

2006; Joffe & Yuille, 1992; Vrij et al., 2002, Vrij, Akehurst,

Soukara, & Bull, 2004b; Vrij, Kneller, & Mann, 2000). Así, es

posible que se vuelva una “sofisticada” mentira por la

utilización del conocimiento basado en las contramedidas.

Los mentirosos van más allá, hacen que las

personas que les observan pongan atención a sus reacciones

comportamentales para que verifiquen su veracidad. Los

mentirosos por tanto pueden intentar controlar el

comportamiento que podría engañar con sus mentiras (Buller

& Burgoon, 1996; Burgoon & Buller, 1994; Burgoon, Buller,

Floyd, & Grandpre, 1996; Burgoon, Buller, White, Afifi, &

Buslig, 1999; Krauss, 1981). En particular, pueden evitar

mostrar comportamientos que crean pueden crear una

impresión deshonesta, en cambio, pueden mostrar

comportamientos en los que creen pueden parecer creíbles

(Hocking & Leathers, 1980; Leary & Kowalski, 1990). La

mirada aversiva y los gestos entrenados se encuentran entre

los comportamientos que generalmente se consideran como

signos de comportamiento engañoso (ver la siguiente

sección), y por tanto, los mentirosos pueden evitar hacer un

despliegue de los mismos. Parecen tener éxito en la evitación

porque la mirada aversiva y los gestos no los relacionan entre

sí (DePaulo et al., 2003).

Mentiras encajadas

Otra dificultad que se encara para detectar

mentiras, es que las mismas se introducen en las verdades.

Es decir, más que decir una completa y flagrante mentira, el

mentiroso tiende a cambiar detalles vitales y específicos en

una historia por otra parte verídica. Así, cuando un hombre

quiere ocultar sus actividades ilícitas, supongamos, el martes

por la noche, él podría dar detalles de lo hizo el lunes por la

noche. Así, la mayora parte de la declaración es verídica, con

sólo un diminuto que es vital, miente (habiendo cometido

infidelidad o asesinato) encajando (en este caso, por omisión

o desmintiendo). Los criminales sospechosos a menudo dicen

mentiras que encajan (ver Hartwig, Granhag, & Strömwall,

2007; Porter & Yuille, 1995; Strömwall, Granhag, & Landström,

2007). De semejante manera, cuando se examinan las falsas

identidades adoptadas por los criminales Wang, Chen, y

Atabakhsh (2004), encontraron que tales estafadores

típicamente alteran sólo una pequeña porción de su identidad

original. Las personas no criminales, utilizan a menudo una

estrategia similar (DePaulo et al., 2003; Turner, Edgley, &

Olmstead, 1975); lo cual también ha sido demostrado en la

investigación experimental. Por ejemplo, en el experimento de

Bell y DePaulo (1996), a los estudiantes de arte se les

preguntó sobre el trabajo de un estudiante. Cuando les

desagradaba un trabajo, favorecieron factores del trabajo

(como los colores utilizados) e hicieron de menos lo que no les

gustó. En este tipo de estrategia de mentira, muchos de los

participantes dicen la verdad.

Las mentiras encajadas obstaculizan el uso de las

evaluaciones de validez de la declaración y otras

herramientas de evaluación de la veracidad verbal para

monitorear la realidad, porque ellos típicamente examinan la

cantidad y la calidad de detalles en una declaración (Masip et

al., 2005; Vrij, 2005). Las mentiras que se encajan en

declaraciones predominantemente verídicas, pueden ser ricas

en detalles de alta calidad típicamente asociadas con

declaraciones creíbles, lo cual puede dar a la persona que

intenta detectar la mentira, la errónea impresión de que es

verídica. Si de igual manera se concentran en la comunicación

no verbal, pueden cometer un error similar si el elemento

engañoso de la historia de un mentiroso permanece

desapercibido (ej., cuando esa persona fue al gimnasio) y si el

mentiroso sobre atiende la parte verdadera (ej., lo que la

persona hizo en el gimnasio).

Retroalimentación inapropiada

Otra complicación en el descubrimiento de mentira

consiste en que los detectores de mentiras a menudo no

reciben la retroalimentación apropiada sobre sus juicios y por

lo tanto no pueden aprender de sus errores. Para que la

retroalimentación pueda ser provechosa, esta debe ser

proporcionada frecuentemente, de fuentes fidedignas e

inmediatamente. Así, los observadores deberían ser

informados inmediatamente después de cada interacción con

la otra persona si esta persona mentía. Así se podría aprender

cómo realmente los mentirosos se comportan, lo que

realmente dicen e incorporar tal conocimiento estratégico

dentro de las técnicas de reconocimiento de la mentira. Sin

embargo, la adecuada retroalimentación a menudo no se

encuentra disponible (DePaulo & Kirkendol, 1989). Las

personas a menudo nunca descubren que ellos han sido

engañados, o tal conocimiento llega mucho después de la

interacción (Park et al., 2002). En muchos casos de

encarcelamiento injusto, la policía y/o el juez, sólo reconocen

su credibilidad y lo valoran muchos años o décadas después

de que han ocurrido. Por el tiempo que les ha tomado

aprender el atribuir la honestidad a la decepción a una

persona o viceversa, es muy tarde para que ellos hagan

cambios significativos en las estrategias de toma de decisión.

Page 8: Obstáculos y Oportunidades en el Descubrimiento de la Mentira verbal y No Verbal

[8]

Los agentes de aduana también afrontan

problemas de retroalimentación (DePaulo & Pfeifer, 1986). De

la numerosa cantidad de pasajeros, los personeros que deben

descubrir a los contrabandistas entre los viajeros, deciden no

buscar, ya que virtualmente no reciben retroalimentación en lo

absoluto. Algunos de ellos pueden ser contrabandistas, pero

una vez que los oficiales les han dejado pasar sin revisión,

nunca averiguarán que cometieron un error. Puede que no

obtengan la apropiada retroalimentación de las personas que

realmente buscan. Entre estos pueden encontrarse

contrabandistas cuyos bienes ilegales permanecen pasados

por alto a pesar de la búsqueda.

Violación de las reglas de conversación

Como se muestra en la sección “Aprovechamiento

de los diferentes procesos mentales de las personas que

dicen la verdad y los mentirosos”, el acto de mentir se hace

cada vez más difícil cuando la persona que busca la verdad

hace preguntas de sondeo adicionales que siguen de la libre

memoria inicial del objetivo (Toris & DePaulo, 1984; Vrij,

2008a). Sin embargo, se prueba en las conversaciones de la

vida diaria que violan las normas de la vida social, siendo

vistas como inadecuadas, extrañas, o descorteses. ¿El

compañero/a de conversación puede oponerse a solicitudes,

tales como ‘‘podría explicar esto?’’, y ¿‘‘podría repetirme sólo

esto qué dijo?’’ y hasta puede terminar la conversación.

Más adelante, aunque nos concentramos en los

movimientos del cuerpo de un orador, los cuales pueden

beneficiar la detección de mentiras porque el disertador puede

revelar señales de su engaño (DePaulo et al., 2003; Sporer &

Schwandt, 2007), tal exploración de movimientos puede

parecer extraña e inapropiada en situaciones de la vida

cotidiana. Las reglas de conversación dictan que un oyente

debería examinar los ojos de un orador, pero los ojos en sí

mismos generalmente no revelan información fidedigna sobre

el engaño (DePaulo et al.; Sporer & Schwandt). Por lo tanto,

estas reglas de conversación — (es decir, preguntas de

prueba del discurso y mantener la mirada fija) puede

obstaculizar la detección de la decepción.

Buenos mentirosos

Un factor final que contribuye a la complejidad del

descubrimiento de la mentira, consiste en que algunas

personas son mentirosas muy competentes. Aunque

sorprendentemente, una pequeña porción de la investigación

se ha dirigido a los rasgos del buen mentiroso, se cree que

seis rasgos pueden ser sobre todo importantes. Los mejores

mentirosos son aquellos individuos que (a) cuyo

comportamiento natural desarma la sospecha; (b) quienes no

encuentran dificultad cognitiva para mentir; (c) quiénes no

experimentan emociones como miedo, culpa, o encantan a la

otra persona cuando mienten; (d) quienes son buenos actores

–actrices- y quienes muestran un comportamiento

aparentemente honesto; (e) cuyo atractivo puede llevar a una

inferencia de virtud y honestidad; y/o quiénes son “buenos

psicólogos” –sin pertenecer a la ciencia-.

Con respecto a la primera característica del

mentiroso eficaz –comportamiento natural-, ciertos patrones

de comportamiento son asociados con la honestidad y la

agradabilidad. Tales modelos comportamentales incluyen la

mirada fija dirigida a un compañero de conversación, sonrisa,

saluda con la cabeza, inclinarse hacia adelante, orientación

directa al cuerpo, postura de espejo, brazos sin cruzar, gestos

articulados, conversación moderada, (Buller & Aune, 1988;

Ekman, 1985/2001; Tickle-Degnen & Rosenthal, 1990).

Algunas personas que mienten, muestran un comportamiento

absolutamente natural (ej. Intérpretes naturales; Ekman,

1997). Los intérpretes naturales son como los buenos

mentirosos, porque su comportamiento natural probablemente

apaciguará las sospechas. El ex-presidente estadounidense

Bill Clinton fue dotado de esta característica, siendo

naturalmente cálido y encantador, tuvo la capacidad de decir

mentiras altamente convincentes para su audiencia. Para

ilustrarlo, recibió una ovación en respuesta a su asertiva

negativa de haber tenido relaciones sexuales con Mónica

Lewinsky.

En segundo lugar, los mentirosos eficaces

encuentran el acto de mentir cognitivamente poco gratificante.

Pueden planear sus afirmaciones y comportamiento con

mucha anticipación del acto de la mentira y este ensayo

probablemente facilita la facilidad de engaño. Aunque sea

obvio que los mentirosos deben preparar una historia que

parezca plausible, esta tarea es difícil para muchas personas.

Vrij y Mann (2001b) describieron cinco casos en los cuales,

personas de las que se sospechaba haber matado a un

pariente y al principio negaron tal hecho. Algunas personas,

describieron haber cometido serios errores cuando planearon

sus historias, lo cual hizo que fácilmente se comprendiese que

probablemente escondían la verdad. Por ejemplo, un

individuo informó haber sido noqueado y haber estado

inconsciente durante 10 horas, pero médicos profesionales

determinaron que este escenario era imposible. Incluso los

mentirosos que típicamente están bien preparados, pueden

afrontar situaciones inesperadas que requieren una

explicación. Por ejemplo, una esposa puede confrontar a su

esposo por el número de teléfono y la dirección de una mujer

desconocida para ella –la cual encontró en el bolsillo; o un

investigador puede decir al sospechoso que él fue visto por un

testigo en la escena del delito directamente después de que

este ocurrió. Para que la mentira sea exitosa en estas

situaciones o similares, el mentiroso necesita ser muy

convincente y dar una respuesta plausible. De un invento

espontáneo a una respuesta plausible es probablemente difícil

para muchos mentirosos, pero los pensadores originales,

quienes son mentalmente creativos pueden tener éxito al

tratar con tales demandas cognoscitivas inmediatas.

En tercer lugar, los mentirosos se diferencian en las

emociones que experimentan comunicando una mentira. Un

candidato de trabajo puede sentirse culpable o preocupado

exagerando sus calificaciones, mientras que el otro puede no.

Un sospechoso puede experimentar ansiedad extrema

presentando una coartada falsa, mientras que otro

sospechoso puede permanecer tranquilo. Un estudiante

Page 9: Obstáculos y Oportunidades en el Descubrimiento de la Mentira verbal y No Verbal

[9]

puede sentirse entusiasmado, considerando que el profesor

cree su excusa por llegar tarde (placer referido por embaucar),

mientras que el otro puede sentir agitación y culpa. Engañar a

otros se hace más fácil si el mentiroso no experimenta

sentimientos de culpa, miedo, o placer (deleite), porque en

este caso, ningún comportamiento emocional tiene que ser

suprimido. Una ausencia de emociones durante el engaño

puede estar relacionada con (a) una ausencia de

remordimiento acerca de un incidente específico (p. ej.,

defraudar a una rica corporación), (b) estar practicándolo y

sentirse confiado cuando miente, o (c) una carencia de

emoción en general. Los individuos psicopáticos, por ejemplo,

pueden tener un daño emocional profundo y, en

consecuencia, pueden experimentar poco miedo o

remordimiento, aun cuando dicen mentiras de alto nivel (p.ej,

Liebre, 2006; Porter & Woodworth, 2007). Por otra parte, son

personas con una fuerte imaginación y la capacidad de creer

que por lo que ellos dicen, con poca probabilidad

experimentarán culpa o miedo. Algunas veces, tales personas

pueden desarrollar una falsa creencia en sus mentiras

originales, después del paso del tiempo, así no son, hablando

estrictamente, mentirosos (p.ej, Pickel, 2004).

Cuarto, aunque los mentirosos naturales y aquellos

que experimentan poca carga cognitiva o pocas emociones

cuando mienten los haga los mejores mentirosos; aquel que

puede enmascarar efectivamente signos de poca carga

cognoscitiva, pocas emociones y demostrar al mismo tiempo

comportamiento que parece creíble probablemente también lo

hace un buen mentiroso. Esta proeza requiere de buenas

habilidades para actuar. Si tales individuos no son actores

naturales, sus mentiras pueden caer bajo sospecha, y deben

adaptarse a sí mismos apropiadamente para desarmar la

sospecha.

Más pronto ellos se adaptan, más accidental ellos

tienen de la sospecha con éxito encantadora. Es así crucial

notar la sospecha rápidamente, que requiere habilidades de

descifre buenas. Mientras más rápido se adapta a sí mismo,

tiene más éxito en desarmar exitosamente la sospecha. Es

crucial reconocer la sospecha rápidamente, la cual requiere

buenas habilidades de decodificación.

Quinto, elementos de la apariencia física pueden

promover la mentira eficaz. Por ejemplo, el atractivo y ciertas

características de los rostros, pueden llevar a inferencias de la

honradez que facilitan el éxito del mentiroso (ej., Porter,

England, Juodis, ten Brinke, & Wilson, 2008; Porter, Gustaw,

& ten Brinke, 2010).

Para terminar, los buenos mentirosos

probablemente también tienen una buena introyección del

proceso de pensamiento de la otra persona. Tienen sentido de

lo que la otra persona quiere oír y cómo le conviene

persuadirle. A este respecto, la mentira exitosa puede

relacionarse a la inteligencia emocional. Sin embargo, no

tenemos pruebas que hayan examinado este fenómeno (para

discutir en profundidad los factores que hacen a los sujetos

buenos mentirosos, ver Vrij, 2008a; Vrij, Granhag, & Mann, in

press).

Errores comunes que cometen las personas que quieren

detectar mentiras

Las personas fallan en capturar a los mentirosos no

sólo porque ellos se encuentran desmotivados, o porque la

tarea de la detección de la mentira sea tan difícil; también

porque cometen errores sistemáticos en el proceso de

evaluación. Creemos que ocho son los errores más comunes

que se pueden identificar, los cuales se examinan en esta

sección.

Examinar las pistas erróneas

Existen amplias creencias sobre cómo las personas

se comportan y qué es lo que dicen cuando mienten. De

manera abrumadora, las tanto las personas que mienten

como las personas que intentan detectar la mentira, esperan

que las personas que engañan actúen nerviosamente,

exhiban una mirada aversiva (“también los mentirosos miran

hacia lo lejos”) y mostrar gestos preparatorios (“inquietud del

mentiroso”), estos están dentro de las creencias más

populares (Strömwall, Granhag, & Hartwig, 2004; Taylor &

Hick, 2007; The Global Deception Team, 2006; Vrij, 2008a;

Vrij, Akehurst, & Knight, 2006). Charles F. Bond condujo un

proyecto ambicioso “las creencias sobre las pistas de la

decepción”, el cual publicó bajo el nombre “El equipo global de

detección - The Global Deception Team-“ El equipo

compuesto por un grupo internacional de investigadores de 58

países, cada uno recolectó datos de 20 hombres y 20 mujeres

adultos, residentes de su país. A los participantes se les pidió

que escribieran su respuesta a la pregunta, “¿Cómo puede

usted decir cuando una persona está mintiendo?” Los

participantes mencionaron 103 creencias diferentes, 9 de las

cuales fueron dadas por más del 15% de los participantes.

Una pista en particular fue la “predominante mirada aversiva”,

y un 64% de los participantes expresaron esta creencia. La

mirada aversiva fue la creencia que con mayor frecuencia se

mencionó sobre el comportamiento de la decepción en 51 de

58 países. La mirada aversiva mostró la menor prevalencia en

los Emiratos Árabes Unidos, donde fue mencionado por el

20% de los participantes, haciéndola la octava creencia más

prevalente en ese país.

A pesar de la abrumadora aprobación internacional,

las pistas de la mirada aversiva y los gestos preparatorios

(ansiosos) no son pistas fidedignas de la decepción (DePaulo

et al., 2003; Sporer & Schwandt, 2007). Sin embargo, la

policía y otros legítimos profesionales se animan a utilizar

tales señales incorrectas en la detección del engaño

(Johnson, 2006a, 2006b). Por ejemplo, en el influyente

manual policial, Inbau et al. (2001) propugnan serias pistas no

verbales que son diagnósticas de la decepción, incluyendo la

evitación del contacto visual y los gestos preparatorios, así

como los frecuentes cambios de postura, colocar las manos

sobre la boca o los ojos y carencia de ilustraciones. De estas

pistas, sólo la carencia de ilustraciones se han encontrado

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[10]

empíricamente asociadas con la decepción (ej., DePaulo et

al.). De este modo, esto no es sorprendente, en el estudio de

la detección de la mentira en el cual los oficiales de la policía

vieron fragmentos de video de sospechosos diciendo la

verdad o mentira durante las entrevistas, había una relación

inversa entre (a) la aprobación de las pistas de la mentira

promovidas por el manual de Inbau et. al., y (b) la capacidad

de distinguir las verdades y mentiras de los sospechosos

(Mann, Vrij, & Bull, 2004). En otro estudio, los estudiantes

universitarios que habían sido entrenados en las señales

comportamentales descritas por Inbau et al., funcionaron peor

en una prueba del descubrimiento de la subsecuente mentira

de lo que lo hicieron los participantes no entrenados (Kassin &

Fong, 1999). Los manuales de policía a menudo aconsejan

que los investigadores presten atención a las señales de

nerviosismo intentando descubrir el engaño (Vrij & Granhag,

2007), consejo que podría llevar fácilmente a los errores de

Otelo (ver la siguiente sección).

¿Cómo se desarrollan tales creencias sobre la

mentira? Un factor que probablemente contribuye es el

razonamiento moral. El estereotípico pero muchas veces

incorrecto escenario de que la mentira es “mala” (Backbier,

Hoogstraten, & Meerum Terwogt-Kouwenhoven, 1997; Bok,

1989; DePaulo, 2004; DePaulo et al., 1996; Kowalski, Walker,

Wilkinson, Queen, & Sharp, 2003; Robinson, 1994;

Schweitzer, Hershey, & Bradlow, 2006). C.F. Bond argumenta

que el prominente mito de la mirada aversiva de la mentira

encaja bien con el mal estereotipo de que la mentira es mala

(The Global Deception Research Team, 2006). Como las

personas evitan el contacto visual cuando se avergüenzan, se

asume que toma parte del acto reprensible del acto de la

mentira (DePaulo et al., 2003). Más allá, porque la mentira es

mala, los mentirosos deberían sentirse nerviosos sobre el

potencial de ser descubierto, y ellos pueden exhibir signos de

ansiedad tales como evitar el contacto visual, incrementando

la inquietud y moviéndose alrededor. Porque la asociación de

la mentira y la inmoralidad es aprendida a temprana edad, los

niños de 5 o 6 años de edad, ya asocian la evitación de la

mentira y el movimiento de miembros con el engaño

(Rotenberg & Sullivan, 2003).

Después de que tales creencias estereotipadas se

han establecido, estas persisten por serias razones,

incluyendo correlaciones ilusorias, o la percepción de

asociaciones que no existen, se desarrollan, se fortalecen, y

causan que los observadores distorsionen su procesamiento

de información. Por ejemplo, en el experimento de intriga de

Levine, Asada y Park (2006), los observadores quienes se les

pidió creer en que alguien mentía subsecuentemente

sobrestimaban la cantidad de la evitación del contacto visual

que supuestamente el que mentía debía mostrar. Un segundo

factor es el fenómeno del prejuicio de confirmación, la

tendencia a seguir información que confirma la existencia de

tales creencias (Darley & Gross, 1983); en este caso, sobre

atender las observaciones supone, validar la relación entre la

mentira y la mirada aversiva/nerviosismo. Tercero, cuando las

personas hacen observaciones que pueden confirmar estas

falsas creencias, a menudo desatienden o minimizan en vez

de interpretar nuevas pruebas correctamente, un fenómeno

llamado perseverancia de las creencias (C.A. Anderson,

Lepper, y Ross, 1980). Investigadores han encontrado que tal

fenómeno influencia y hace que falle la detección de la

decepción y la evaluación de la evidencia en la mayor parte

de casos legales (Porter, Gustaw, & ten Brinke, 2010). Cuarto,

después de que los observadores han formado una fuerte

opinión que tiene sentido para ellos, a menudo crean motivos

adicionales para apoyar su opinión (Strömwall et al., 2004). De

hecho, una opinión a menudo es reforzada simplemente

pensando en el tema (Tesser, 1978). Quinto, como se

mencionó anteriormente, las personas reciben

retroalimentaciones inapropiadas sobre la validez de sus

juicios sobre la detección de la mentira, desestiman, anulan o

rechazan el aprendizaje y las mejoras con la experiencia.

Irónicamente, las oportunidades de aprendizaje eficaz,

pueden estar disponibles para delincuentes criminales

inteligentes más que para las personas que toman decisiones

legítimas. Los criminales probablemente necesitan mentir más

frecuente y efectivamente en orden a tener éxito en sus

carreras criminales (ej., Porter & Woodworth, 2007), y reciben

con frecuencia al mentir, inmediata retroalimentación en sus

tentativas de tener éxito. En consecuencia, los delincuentes

tienen opiniones más precisas sobre las señales del engaño

de lo que tienen los profesionales quienes buscan detectar la

mentira (Strömwall et al., 2004; Vrij & Semin, 1996). Por

ejemplo, la opinión estereotípica errónea de que los

mentirosos incrementan sus movimientos no es común entre

los criminales (Vrij & Semin).

La combinación de como provienen las creencias

incorrectas y por qué las mismas duran, podría explicar la

defensa de tales creencias en muchos manuales de policía.

Estas opiniones están basadas en impresiones subjetivas

sobre el comportamiento verbal y no verbal que muestran los

sospechosos durante la entrevista más que en investigación

científica. La investigación científica y la teoría sugieren que

las impresiones pueden fácilmente convertirse en una

distorsión. Nuestro consejo a los autores de los manuales de

policía, así mismo, es que se basen sus escritos en la ciencia

y no en impresiones subjetivas.

Énfasis excesivo en señales no verbales

En la minoría de los casos, los observadores

confían en el lenguaje cuando intentan detectar el engaño.

Esto puede ocurrir por ejemplo con observadores que han

sido informados sobre los hechos que se discuten por la

persona objetivo. En tales casos, el observador típicamente se

enfoca en la narrativa y la compara con el conocimiento de la

historia que la persona objetivo provee (ej., Reinhard, Sporer,

& Marksteiner, 2009). Segundo, los observadores

ocasionalmente tiene acceso a más de una declaración –

múltiples declaraciones de la misma persona de declaraciones

de diferentes personas- y así se enfoca en el nivel de

consistencia entre declaraciones (Granhag & Strömwall, 1999,

2000a, 2000b, 2001; Strömwall & Granhag, 2005, 2007;

Strömwall, Granhag, & Jonsson, 2003). También, los

observadores pueden confiar en las pistas verbales cuando

Page 11: Obstáculos y Oportunidades en el Descubrimiento de la Mentira verbal y No Verbal

[11]

son distintivas, particularmente cuando la declaración parece

estar en contra de los intereses de quien cuenta la historia

(Noller, 1985), tal como una confesión.

Cuando el observador no posee ninguna

información actual, no tiene ninguna declaración para la

comparación, y cuando el contenido de discurso no es

distintivo, los observadores se inclinan a prestar la mayor

atención al comportamiento no verbal que al comportamiento

verbal. Por ejemplo, Mann et al. (2004) mostró a 99 policías

británicos 54 fragmentos de vídeo que grabó de entrevistas

policíacas con individuos que fueron sospechosos de

violación, incendio provocado, o asesinato. A los oficiales se

les solicitó que evaluaran la veracidad de los juicios en cada

fragmento, y que reportaran las pistas en las cuales ellos

basaron sus decisiones. La mayoría de las pistas reportadas

(78%) eran no verbales ((also see Porter, Woodworth, y Birt,

2000). También, cuando los oficiales notaron el

comportamiento no verbal de alguien y cuando el contenido

del discurso discrepaba, ellos aparentemente confían

típicamente en el canal de comunicación no verbal. Por

ejemplo, un candidato de trabajo con un comportamiento

reservado que afirma encontrarse entusiasmado por el

trabajo, será percibido mucho menos interesado sobre el

mismo por la persona que lo entrevista ((DePaulo, Rosenthal,

Eisenstat, Rogers, y Finkelstein, 1978; Hale y Stiff, 1990;

Zuckerman, Driver, & Koestner, 1982; Zuckerman, Speigel,

DePaulo, y Rosenthal, 1982).

Las personas que buscan detectar la mentira por

medio de la comunicación no verbal, lo hace por razones de

peso. Primero, las personas son utilizadas para hacer

inferencias de la conducta no verbal, inclusive expresiones

faciales. Por la sola observación, las personas sacan, con

razonable exactitud, muchas conclusiones sobre la otra

persona, incluso sus rasgos de personalidad (ej., extraversión,

sociabilidad), masculinidad, femineidad u orientación sexual.

Del comportamiento, también es posible reconocer la

información sobre su estado, dominio, participación romántica,

y potencial de relación (Ambady, Bernieri, & Richeson,

0women, son capaces de estimar exactamente el interés de

los niños varones basados sólo en la inspección de sus caras

(Roney, Hanson, Durante, & Maestripieri, 2006). Sólo por

observar 5 segundos el extraño comportamiento de alguien,

puede resultar fiable la inferencia de que posee una

personalidad psicopática, caracterizada por insensibilidad,

manipulación y persistente comportamiento antisocial

((Fowler, Lilienfeld, & Patrick, 2009). Los observadores

pueden permanecer inconscientes del comportamiento no

verbal específico que guía sus evaluaciones de credibilidad.

En el caso legal en Canadá, R. vs. Lifchus (1997), el juez Cory

hizo la siguiente anotación:

Es posible que el jurado sea incapaz de señalar al

aspecto preciso del comportamiento del testigo que fue

encontrado de ser sospechoso… El jurado no se ha

conformado para sentir en términos generales, posiblemente

intangible, el efecto del comportamiento de un testigo no

debe tomarse en consideración en la evaluación de

credibilidad.

Segundo, las expectativas sobre la veracidad de

una persona puede influenciar la atención de un observador.

Por ejemplo, los análisis de las entrevistas de la policía de

Inglaterra muestran que estaban ''seguros'' de la culpa del

sospechoso antes de entrevistarle a él o a ella en el 73 % de

los casos (Moston, Stephenson, y Williamson, 1992). Saul M.

Kassin (2005, p. 216), quien le preguntó a numerosos policías

norteamericanos si se encontraban preocupados de si sus

métodos de interrogatorio puedan evocar falsas confesiones,

reportó que la mayor cantidad de respuestas fueron “No,

porque no interrogo personas inocentes”. Cuando se espera

una mentira, los oficiales de policías pueden mostrar poco

interés en escuchar puede tener poco interés en escuchar las

monótonas negaciones de un sospechoso y preferir observar

signos corporales para confirmar el engaño.

Tercero, formular y preguntar las mejores

preguntas en algunos contextos, particularmente en

entrevistas de sospechosos, pueden ser una tarea

cognitivamente exigente. Constantes intentos de detectar la

mentira durante estas entrevistas puede incrementar más allá

las demandas cognitivas de los entrevistadores (Patterson,

1995, 2006). De acuerdo a esto, los entrevistadores pueden

sentirse inclinados a detectar la mentira por los canales de la

vía no verbal, porque el procesamiento de las pistas no

verbales requiere de menos recursos cognitivos que las pistas

verbales (Reinhard y Sporer, 2008).

Cuarto, la preferencia de los indicadores no

verbales de comportamiento de la mentira puede ser resultado

del entrenamiento, el cual anima tal énfasis. Por ejemplo, los

manuales de entrenamiento policíaco, colocan gran énfasis en

las pistas no verbales que en las pistes del contenido verbal

como las pistas de la decepción (para una revisión de las

pistas mencionadas en los manuales de policía, ver Vrij y

Granhag, 2007). Esta dominancia no verbal va más allá

enfatizando con declaraciones explícitas. Por ejemplo, Inbau

et al. (2001) declara en su manual de formación extensamente

utilizado que ‘‘tanto como el 70 por ciento de un mensaje que

se comunica entre personas ocurre a nivel no verbal’’ (p. 143).

Los libros de texto académicos más populares también

promueven la dependencia en los comportamientos no

verbales para capturar a los mentirosos. Por ejemplo, Paul

Ekman (1985/2001) en su libro “Como detectar mentiras: una

guía para utilizar en el trabajo, la política y la pareja”, se le

pone mucha atención a las pistas no verbales de la

decepción, pero ninguna a las de la narración del habla.

También esto puede justificarse porque cuando se publicó la

primera versión de este libro fue en 1985; los pasados 25

años han sido testigos de la generación de un largo cuerpo de

investigación relacionado con la narrativa de la decepción,

particularmente concerniente a al criterio base del análisis de

contenido (para revisión ver, Vrij, 2005, 2008ª) y monitoreo

real (para revisar ver Masip et al., 2005; Sporer, 2004; Vrij,

2008a).

Este sobre énfasis en las pistas no verbales de la

decepción es problemático. Los meta análisis de las pistas

verbales y no verbales de la decepción, ha mostrado que

Page 12: Obstáculos y Oportunidades en el Descubrimiento de la Mentira verbal y No Verbal

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muchos de los relatos narrativos son mucho más diagnósticos

de la decepción que las pistas no verbales (DePaulo et al.,

2003; Vrij, 2008ª). Adicionalmente, los observadores que sólo

prestan atención a las pistas o señales no verbales,

discriminan mucho menos la verdad de la mentira de

aquellos que consideran el contenido del habla (C.F. Bond &

DePaulo, 2006; Burgoon, Blair, & Strom, 2008; Lindholm,

2008). Además, prestar atención a las pistas visuales puede

dar ánimo a preferir la mentira, o la tendencia a juzgar que

alguien es mentiroso (C.F. Bond & DePaulo). Una explicación

para esto es que las personas tienen creencias estereotípicas

sobre el comportamiento de los mentirosos (ej., mirada

aversiva, inquieta) más que en las personas que dicen la

verdad (The Global Deception Research Team, 2006;

Strömwall et al., 2004; Vrij et al., 2006). En otras palabras, las

personas pueden juzgar la decepción basados en la presencia

de lagunas pistas, pero necesitan juzgar la verdad basadas en

la ausencia de algunas pistas. Las personas normalmente

responden a la presencia de signos más que a la ausencia de

los mismos. La inclinación a la mentira aumenta el riesgo de la

sospecha falsa, aún para condenar de sospechosos inocentes

(Kassin, 2008a, 2008b; Kassin, Appleby, & Torkildson-Perillo,

2010; Kassin & Gudjonsson, 2004).

Continúa en próximo documento final