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  LOS OBJ ET OS“ a  E N L A EXP ER IENCIA ANALÍTICA. J acq ue s-A l ain Mil l e r [1] Voy a romper el secreto: el título del próximo congreso de la AMP. Rompo el secreto con la indulgencia de la Delegada General. Después del "Nombre-del-Padre", será "Los objetos a  en la experiencia analítica". De lo Uno (el Nombre-del-Padre), a los otros (los objetos a ); la consecu enc i a es buena. Y é sta no lo es m enos po r que tom a al revés la con secu enc i a qu e s e percibe al final del sem inari o L a an g ustia  y que va del "a ", en singular, a los "Nombres- del-Padre" en plural. Padre freudiano, padre la cani ano  En las páginas finales del seminario L a an g us ti a  resu ena un h om enaj e m u y s i n gular a l padr e, u n m u y sin gu lar elogi o del padr e. El n om bre de padre decora allí u n a fu n ción que parecería ser más bien la del analista. Es necesario releerlo para creerlo. El padre (cito a Lacan en la ú l ti m as página s de su s em in ari o X), es ese "su j eto qu e ha i do l o su fi cientem ente lejos en la real ización de su dese o c om o para rein tegrarlo a su cau s a", para rein tegrarlo "a lo que hay de irreductible en la función del a ". [2] E s ta frase es s u fi cien te para ver que el padre lacaniano no es de ninguna manera el padre freudiano. El padre freudiano, es aqu el que s e sitúa en la es cen a de Tótem y tabú y que en esta escena aplasta el deseo de cada quien, que domina ese deseo, lo elimina. Se trata de un mito. En tanto que el padre lacaniano quiere ser algo mucho más cercano de la experiencia. El padre lacaniano es aquel que realiza la normalización, la humanización del deseo en las vías trazadas por la ley, y eso supone en efecto que haya cesado de desconocer la función que tiene el objeto a  en su deseo. ¿Es absurdo decirlo? El padre que se erige al final de La an g u stia  es lo que llamamos hoy el Analista de la Escuela. Nada niega que Lacan no haya concebido el Analista de la Escuela como un Padre de la Escuela, en el sentido de que hay Padres de la Igles i a. Es un h om en a j e al l u gar e n el cu a l estam os, a Roma . No es n eces a rio tomar todo al pie de la letra, sino que el "sujeto que ha ido lo suficientemente lejos en la real ización de s u deseo c om o para rein tegrarlo a su cau s a"… No veo m ejor definición de l o qu e esper am os de los An a listas de la Es cu ela que n om bram os. El Nombre-del-Padre, en primer lugar, ha sido encontrado y retomado por Lacan a nivel antropológico, bajo el estandarte de Lévi-Strauss, soporte de la función simbólica que, desde el inicio de los tiem pos h istóricos , i dentifica su per s on a a la figu ra de l a Ley. Se h a retenido eso. Pero veamos lo que es to im pli ca com o corto cir cu i to cu ando se r ecu erda que la Ley y el deseo son solidarios. El padre de la Ley es necesariamente también el padre del deseo, y la Ley de l a cu al s e trata es aquell a que es la con di ción m isma de la prosperidad del deseo. Ciertamente, evocando estas frases de Lacan que leemos hoy, es tam os lej os del cu es ti on a m ien to de la f u n ción pate rna qu e ocu pa el prim er pl ano de n u estras sociedades l u ego de algun os años . El form al i sm o lacani ano  ¿ Qu ién n o s abe que el Nom br e- del-Padre fu e ins ertado por L acan en u n a fórm u la lin güística d e su cos echa, la de la m etáf ora? Esta i n scri pció n val e, com o tal, com o

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LOS OBJETOS “ a”  EN LA EXPERIENCIA ANALÍTICA. Jacques-Alain Mi ller [1]

Voy a romp er el secreto : el título d el p róx imo congreso d e la AM P. Rompo el secreto con laindulgencia de la Delegad a G enera l. Después del "Nombr e-del-Pad re", será "Los objetosa en la exp eriencia a nalítica" . De lo Uno (el Nombre-d el-Pa dr e), a los otro s (los ob jetos a );la consecuencia es b uena . Y ésta no lo es menos p or q ue toma a l re vés la consecuencia q uese percibe al final del seminario La a ngustia y q ue va del " a ", en singular , a los "Nombr es-de l-Pad re" en plural.

Padre freudiano, padre lacaniano En las páginas finales del seminario La a ngustia resuena un homenaje muy singula r a lpa dr e, un muy singular elogio d el p ad re. El nombr e d e p ad re d ecora allí una función quepa recería ser más bien la d el a nalista . Es necesar io relee rlo p ar a creer lo. El p a dr e (cito aLa can en la últimas pá g inas de su seminar io X), es ese " sujeto q ue ha id o lo sufi cientementelejos en la re al ización de su d eseo como p ar a reinteg ra rlo a su causa" , p ar a reintegrar lo"a lo q ue hay d e irred uctible en la f unción del a ". [2] Esta f ra se es suficiente p ar a ver q ueel pa dr e lacaniano no es de ninguna manera el pa dr e f reudiano. El pa dr e f reudiano, esaquel que se sitúa en la escena de Tótem y tabú y q ue en esta escena ap la sta el d eseo d eca d a q uien, que domina ese d eseo, lo elimina . Se tra ta d e un mito. En tanto que el p a dr e

lacaniano q uiere ser a lgo mucho más cercano de la exp eriencia.

El p ad re la caniano es aq uel que rea liza la norma lización, la humanización de l d eseo en lasvías tra zad as por la ley, y eso supone en efecto que hay a cesad o d e d esconocer la f unciónque tiene el ob jeto a en su deseo. ¿Es absurdo decirlo? El padre que se erige al final de La angustia es lo q ue llamamos hoy el A nalista d e la Escuela. Na da niega q ue Lacan no hay aconcebido el Analista de la Escuela como un Padre de la Escuela, en el sentido de que hayPadres de la Iglesia. Es un homenaje al lugar en el cual estamos, a Roma. No es necesariotomar tod o a l p ie d e la letra , sino que el "sujeto que ha id o lo suficientemente lejos en larea lización de su d eseo como pa ra reintegr ar lo a su causa" … No veo mejor d ef inición delo que esperamos de los Analistas de la Escuela que nombramos.

El Nombre-d el-Pad re, en primer luga r, ha sido encontra do y retomad o p or Lacan a nivelantrop ológ ico, ba jo el estanda rte de Lévi-Stra uss, sop orte de la f unción simbólica q ue,de sd e el inicio d e los tiempos históricos, identif ica su persona a la f igura de la Ley . Se haretenido eso. Pero veamos lo que esto implica como corto circuito cuando se recuerda quela Ley y e l d eseo son solid a rios. El p ad re d e la Ley es necesa ria mente ta mbién el pa dr ede l d eseo, y la Ley d e la cual se tra ta es aq uella q ue es la condición misma d e lapr osp erid ad d el d eseo. Cierta mente, evoca ndo esta s f ra ses de Lacan q ue leemos hoy,esta mos lejos d el cuestionamiento de la f unción pa terna q ue ocupa el p rimer p la no denuestra s socieda des luego de a lg unos a ños.

El formalismo lacaniano ¿Q uién no sa b e q ue el Nombre -d e l-Pad re fue inserta do po r La can en una fórmulalingüística de su cosecha , la d e la metá fora ? Esta inscripción va le, como ta l, como

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f ormaliza ción. Cierta mente esta f ormaliza ción está , si se q uiere, aun en po tencia , per oinvita ya a la distinción del luga r y del elemento.

En pr imer luga r, el luga r de nota la f unción; en seg und o luga r, el elemento e s sustituible, enel mismo luga r, po r otr o elemento. Y se p od ría de cir q ue ya se encuentra al lí en po tencia la

inscripción d el N ombre-d el-Pad re como f unción de l síntoma. Por ta nto, el Nomb re-d el-Pad re, si hemos p od id o p onerlo en el p rimer p la no, con los guiones q ue ha cen de él unsig nificante en bloq ue, es p or q ue ya es una f unción for maliza d a.

Es a llí q ue es necesa rio d a rse cuenta q ue en el seminario La angustia, donde se desplieganen su cuarta pa rte, la s cinco f ormas primord iale s d el ob jeto a , se encuentra una teor ía d elf orma lismo q ue se hall a construida p ar a hacer va cilar con ella la noción común. Elf ormalismo, dice Lacan, no sería pa ra nosotros ab solutamente na da sin esta p ar te d enuestra car ne que per manece necesa ria mente tomad a en la máq uina f ormal. Este p ed a zo,si se quiere, circula en el formalismo lógico. Es una parte de sí mismo que está tomada porla máq uina y que pa ra siempr e es irrecupera ble.

Esta pa rte, q ue lla mamos a , po ne en cuestión el f orma lismo como ta l. Desig na un límiteinterior ir red uctib le a los p ode res del f ormalismo. Dig amos en nuestro lenguaje q ue estaparte –a  – se inscrib e en el f or ma lismo, en la lóg ica , en ta nto que éx timo, es d eci r que a  vale como lo informalizable de la estructura.

Este límite, que él había puesto, que lo había hecho ver, sin embargo Lacan lo sobrepasa.Se puede decir que los diez seminarios que siguen, del seminario XI al seminario XX, estánconsag ra dos a la edif icación de una lóg ica p rop ia d el objeto a . ¡Que inversión!

Y me decía que podría mostrar bien que Lacan ha perdido su ruta luego del seminario X,que este semina rio hab ía colocad o un límite a los po de res de la f ormaliza ción, el cual en

seg uida ha sid o imprudentemente sob rep asado . Pero no lo d iré p or q ue no es eso lo q uepienso.

Está n ya en el seminario La a ngustia  las coordenadas de una formalización posible delobjeto a . No será sino por el entrecruzamiento de los círculos de Euler que sirve allí paradisting uir la s cinco f ormas del ob jeto a , del cual Lacan dará en el seminario XI, con laconstrucción de a lienación y sep ar ación, la f orma p rop iamente lógica a lo q ue se teje y aen el seminar io X.

Sin embargo, hasta el seminario X, y especialmente en este seminario, el objeto a , en suscinco f ormas, goza de un b rillo p a rticular , precisa mente p or q ue él no engra na a un en la

maquinar ia lógica y , al contra rio, representa la pa rte irr eductible d e este f ormalismo.

Sab en ustedes que el ob jeto a será tomado en los seminarios XVI y XVII en un juegopermutativo de los discursos, donde desparece toda heterogeneidad de a ; y e so se p ag aen la enseñanza de Lacan con una va cilación, con un rechazo , que consiste e n encontra r endef initiva en el seminario XX Aun , que a  es una f unción de masia do p ál id a, muy estrecha,demasiad o significante, demasiad o déb il pa ra designar lo que hay en él de goce. Mesuced ió a l d a r un curso sob re este cap ítulo d el seminar io XX, dond e se lee con tod as lasletras, que el objeto a es insuficiente p ar a da r cuenta d el g oce y q ue así viene a inscribir se,en med io d e un triá ngulo, una p rotube ra ncia informe sob re la cual está escrito sola mente"g oce". Y los seminar ios q ue seg uirán a este seminar io XX dejar á n de r ecurrir a l

formalismo, pacientemente construido durante los 20 años precedentes. Restan fragmentos,p ieza s d isp ersas, como si La can reempeza ra , luego d e su seminar io XX, con una

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perspectiva que había dibujado ya en su seminario X.

La lógica encarnada de los objetos a  Entonces, para nuestro congreso próximo, estaremos en medio de esta biblioteca, puestoque es en Lacan que vamos a buscar cómo proceder allí con los símbolos que nos dejó.

Y bien: pro p ongo q ue pa ra este congr eso nos de jemos más b ien guiar po r el semina rio La angustia , y en particular por su cuarta parte, "Las cinco formas del objeto a " .

Allí, cad a una de la s f ormas está deta llad a, per o está deta llad a en el cuerp o. Cad a unade estas formas del objeto a  deta llad a como un ped azo d el cuerp o. El a  no aparece comoel producto de una estructura articulada, sino como el producto de un cuerpo fragmentado.Sin duda estos objetos responden a una estructura común, estructura de borde, estructurade acodo, pero en el seminario La a ngustia , esta s estructura s está n enra iza d a s en el cuerp o.

Se p uede ir más lejos a un, hasta mar car q ue el cuerpo está recorta do p or la estructura

lingüística, se pueden revelar los isomorfismos entre el cuerpo y la estructura, pero es en elseminario La a ngustia q ue se ven los ob jetos a ca p turad os p or La can en el cuerp o mismo.Entonces, si va mos a hab la r d e los ob jeto s a  en la ex pe riencia ana lítica, intentemos da rcuenta de la p resencia de l cuerp o en el d iscurso a nalizante.

Eso no es menos lógico, pero es una lógica encarnada.

El seminar io XI al cual hag o a lusión, p rop one una f ormaliza ción de los ob jetos a y unapa rtición que coloca en un lad o la s f unciones simbólicas de la ide ntificación y d e larep resión (es lo q ue reconocí en el tér mino d e a lienación), y en el otr o, respo nde a lainscrip ción en intersección d el ob jeto a . A p ar tir d e a llí, en esta construcción de la a lienacióny d e la separa ción, q ue es como el resumen d e los resulta d os d el seminar io La angustia yde los pe queños círculos de Euler, allí comienza la historia d e la log if icación del ob jeto a .

Los cinco objetos a naturales En el seminario La a ngustia , si estamos más acá de este límite, la lista de los cinco objetosestá hecha de los tres objetos freudianos –el objeto oral, el objeto anal, el objeto fálico– ylos dos objetos lacania nos –el o b jeto escópico y el ob jeto voca l–, y estos cinco son enconjunto lo que Lacan llama los objetos a "natura les". Lacan ha d esesta biliza do ba sta ntenuestra comprensión de la naturaleza pa ra que se tenga que p recisa r lo q ue se entiendepor ello, sin perder el beneficio de esta palabra "natural". Es necesario entender por elloque p rovienen de un cuerpo f ra gmentad o, de l cua l son los restos. Por ta nto, no voy arehacer la lista de los cinco ob jetos po niendo a llí mi g ra no de sal; me contentaré con

señala r a q uí a lgunas lig era s modif icaciones en la e la bo ra ción de Lacan, puesto q ue es amenudo en estos intersticios que encontramos lo nuevo.

Por ejemplo, el ob jeto ora l. En el seminar io La a ngustia , la escisión es efectuada por Lacanentre el pezón, la punta del seno, y el seno como nutriente. Ve allí dos puntos originales:ag ar ra do d el pezón, la p unta d el deseo erótico, y a ga rra do a l seno nutriente (soy y oquien añad e "nutriente", pero en fin, esto va d e suyo), el punto d e a ngustia quedesap ar ece p or la sa tisf a cción de nutrición esp era da d el seno. Y entonces está aq uí lafa lta de la sat isfa cción que ha ce d istinguir el p unto en el cual la a ngustia pued e surgir , delpunto en el cual es el deseo el que se encuentra atrapado. Encontrarán esto en su lugar enel seminario La a ngustia , pero en la ver sión escrita que Lacan d a d e este p a sa je en su texto

Posición del inconsciente no se encuentra presente ya el pezón, y es el seno como tal lo queaparece como ese fragmento de cuerpo retirado al niño en el momento del destete y en la

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perspectiva de la castración. Estas dos versiones no se superponen exactamente, y por otrapa rte p uedo aun precisar que p or lo que concierne a esta lista de los objetos a , el pezónen tanto que diferente del seno, continúa figurando en el texto anterior, Subversión del sujeto y dia léctica del deseo .

En cuanto al ob jeto a nal, record ar é sola mente q ue Lacan pr ivilegia su ab ord a je en lape rspe ctiva d el id ea l, es de cir d e la sublimación. Pa ra el ob jeto f álico, está ta n inserto enel cuerpo, que Lacan presenta en La angustia una fisiología del pene y enlaza suconstrucción con la natura leza eva nescente de la erección.

Los otros dos objetos debidos a Lacan, ellos, deben situarse en la dialéctica del deseo y noal nivel de la de manda , y como si estuviera n, d e a lg una manera, en rela ción directa con lad ivisión d el sujeto , como si hiciera n cuerp o con esta d ivisión, como p resentif icando , en elcampo de la percepción, la parte libidinal que le está eludida. Es necesario notar aquí unpeq ueño vaivén entr e el ojo y la mira da : es la función del ojo la que es pr ivilegia da en La angustia , mientra s que en el semina rio XI es el ob jeto mira d a a quel q ue es d esta cad o comoobjeto inmanente de la pulsión escópica. En Lacan esto comporta una crítica al estadio delespejo, en tanto que el valor de la mirada, como el de la voz, se hallan recubiertos por larelación especular, y si Lacan ha vuelto a esto tan a menudo, en una especie depr ed ilección por lo escóp ico, es pr ecisa mente p or q ue ve allí, si me atr evo a de cirlo , larela ción más enga ñosa d el sujeto en cuanto al ob jeto a , que se halla como desaparecido,eclipsado en la visión, de tal manera que el sujeto desconoce, más que nunca, lo que élpierde en lo que él cree ser contemplación.

Y entonces Lacan, de seminario en seminario ha perseguido este objeto escópico, inmanentea la p ulsión, y este ob jeto, en el campo más ab ierto de la visión, se convierte justa mente ensu parte escondida. Se halla en Lacan también una crítica precisa de la posición especular,posición en la cual me reconozco, yo, en el espejo y donde yo me reconozco con otro, como

compartiendo las calidades de seres semejantes. Este reconocimiento, que compartimosnuestra calidad de ser semejantes, tiene como consecuencia lógica el desconocimiento del a ,de l "no sé q ué objeto soy p a ra el O tro" . Los reenvío sob re este p unto p recisa mente a lúltimo capítulo de La angustia .

Y está el objeto vocal, del cual Lacan indica un ejemplo mayor, la guía para laexp loración, dad o p or la voz psicótica, p recisamente p or la voz inaudib le.

He ahí cuales son los cinco objetos a , dig a mos, de la naturaleza. Es este uno de los reg istrosde los objetos a .

Objetos de la cultura, objetos de la sublimación El segundo registro está hecho de eq uiva lentes de los p rimeros en la cultura . Al la d o d e losobjetos naturales del cuerpo f rag mentad o, cad a uno da luga r a una fa br icación de ob jetospe recederos, lo que se p rod uce a pa rtir d e los ob jetos naturales.

Y es así que se reproducen las imágenes, que se las guarda; de la misma manera, setransmite la voz, se la registra. Y sobre el ojo y sobre la voz se han edificado hoy grandesindustrias.

Lo anal es lo perecedero por excelencia y se puede decir que todo lo que esta aquíguard ad o, depositad o, tomad o en masa, se torna hacia el ob jeto a nal.

En cuanto al ob jeto oral, se sa be b astante el de terior o d e la rela ción del sujeto con el

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ob jeto ora l inducido po r la s costumbr es alimenticias de la modernida d contempor ánea .

Finalmente se puede agregar ahora, en lo relativo al objeto fálico, el complemento quereclama esta lista: toda una industria farmacéutica se ha edificado desde ahora sobre losfenómenos de la de tumescencia, que p ar a Lacan está n en el corazón d e su elab ora ción d el

falo evanescente.

En un tercer registro, luego de los objetos a naturales y de los equivalentes de los primerosen la cultura, haremos entrar todos los objetos de la sublimación, todos los objetos quepueden llega r a l luga r d el objeto per did o como tal, es decir que pueden llegar al lugar d ela Cosa . Allí es necesario reconocer a Duchamp , su genio de ready-made , que muestra loque el arte debe a su reconocimiento en un contexto.

He a hí los tres registros que me p a recen distinguirse en el a bo rd aje d e los objetos a .

El objeto causa 

Y el objeto causa ¿dónde está? Lo que Lacan llama "el objeto causa" en su diferencia conel objeto intención, el cual guarda su valor al nivel de lo conciente, es lo que en Freud sellama la zona e róg ena. El ob jeto causa, a l contrar io d el ob jeto intención, por estructura,está escond id o y desconocido.

Y se hab lará también del analista. Si el analista puede ser a similad o a l ob jeto a , es enta nto objeto causa de un a nálisis y en tanto q ue ha leva ntad o el d esconocimiento delobjeto a , es d ecir, aq uí el d escono cimiento d e su acto.

El ob jeto a  tiene como ta l, la p riorida d en el campo de la rea lización subjetiva, el p rimerode los ob jetos a ceder, en lo rela tivo a l a cto, es lo q ue desd e siempre , nota La ca n, se lla mólas obras en la teología moral.

Y bien, par a volver al comienzo de esta presentación, para un analista, sus analizantes, auncoronados con el título de Analista de la Escuela, no son sus obras. La obra, si hay alguna,el opus , está más a llá .

Gracias.

Notas 

1-Presentación hecha en Roma el 15 de julio del 2006, del tema del próximo Congresode la AMP.

2-Jacques Lacan, Le Séminaire, livre X, l’Angoisse , Paris : Seuil, 2004, p. 389. (Para ladif usión de esta conf erencia ver a ntes la p ág ina en la ed ición en esp añol).

Traductor: Juan Fernando Pérez