Obituario de Rafael Melgarejo

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Relato corto de Javier Velasco

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Obituario de Rafael Melgarejo

Javier Velasco

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Mi buen amigo Diego Jorquera me llama con una voz irreconocible. “¿Conocís a un tipo

que se llama Rafael Melgarejo?” me pregunta. Le respondo que me suena bastante el nombre,

pero que no recuerdo quién es. Entonces, Diego me lee el obituario aparecido en Las Últimas

Noticias de ese día; un diario que me atrevo a juzgar, denuncia a Diego como un entusiasta de

la farándula y la opinología.

“Me quité la vida por culpa de Javier Velasco”

- ¿Cómo dijiste weón? – Le pregunto a Diego, riendo un poco.

- “Me quité la vida por culpa de Javier Velasco”

- ¿Me estai webiando?

- No, por eso te llamo ¿Lo conoces?

Me quedé de una pieza, como dicen por ahí. Lo digo en serio, sentí que era

completamente una sola pieza sólida de algo; algo inmóvil contra el tiempo. La conversación

sigue durante unos segundos más; le aseguro a Diego que no conozco a este tipo Melgarejo,

que creo que escuché ese apellido alguna vez en el colegio, y que no estaba preocupado por

cargar la culpa de ningún suicidio. Insisto en que pueden haber más Javieres Velascos que

pueden, eventualmente, ser el objeto del odio de tal o cual suicida. Deslizo prolijamente, que

es mejor no mencionar esto en público. Finalmente, riendo mientras discutimos cómo es que

los diarios permiten obituarios tan agresivos, nos despedimos. Cuelgo, me siento en el suelo y

prendo un cigarrillo. Sé perfectamente quién es Rafael Melgarejo.

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“Señora” Le digo “No me pregunte cómo, pero conseguí su número de teléfono; mi

nombre es Javier Velasco…” Me contesta con una serie irreproducible de improperios,

mientras trato de explicarle que su hijo y yo no nos conocimos nunca. Finalmente, aprovecho

un paréntesis de llantos y contraataco.

- Escuche – Le digo calmadamente –Yo soy escritor. En realidad, escribo; para ser

escritor, hay que tener editorial, sacar copias y todo eso. Bueno, es difícil, yo siento que soy

escritor, de todos modos…

- ¡Eres un hijo de puta, Velasco, le cagaste la vida a mi hijo!

- No señora, escúcheme, yo escribí un cuento que se llama “Melgarejo, Eyaculador

Precoz”, pero no conocí nunca a su hijo, en verdad el cuento se trata de mí.

- ¿O sea que eres eyaculador precoz?

- No, claro que no… he tenido días malos; pero no saquemos conclusiones

apresuradas…

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- Teniendo el mismo problema que mi hijo, no comprendo cómo pudiste exponerlo de

esa manera, eres un mal nacido, un infame, un…

- Quiero dejar en claro que no tengo ese problema y que no he recibido quejar, y en el

caso de haberlas recibido, hipotéticamente...

- Un maricón…

- Señora, entienda, es una metáfora acerca de la vida en esta época; del capitalismo, el

campo de batalla, todo eso… Usé la eyaculación precoz como símbolo de los roles de género y

las exigencias a las que nos somete la vida moderna…

- ¿Porqué mataste a mi hijo? ¡Dímelo! ¿Qué te hizo?

En ese momento, descubrí que llamar no fue la mejor idea. Me lo advirtieron varias

personas; pero yo, tozudamente, decidí que necesitaba explicarle a esa mujer cómo ocurrieron

las cosas, y cómo yo estaba exento de toda responsabilidad. No quería seguir mi vida

culposamente. Hablando lentamente, proseguí mi explicación, pero ella insistía con que dejara

en paz a su hijo “¿No te bastó con matarlo?” Remató.

- Señora – le digo, finalmente – Váyase a la chucha – Y cuelgo.

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- No vas a creer lo que me pasó – Le digo con el tono más sarcástico que encuentro.

- Pruébame – responde con total tranquilidad (puedo asegurarles que eso es lo que

más ensaya frente al espejo)

- Un tipo se mató por culpa mía, aparentemente. Sucede que escribí un cuento, no se

lo mostré a nadie, pero lo escribí, y en Coquimbo, este sujeto, que se llama igual que mi

personaje, se mata al verse expuesto a la humillación pública por mi relato.

- Interesante ¿De qué se trataba el cuento?

- Déjame que te lea un trozo;

“Melgarejo se sienta en su silla habitual y mira su entorno poniéndose a distancia de

todos. Es un hombre tensionado entre la autosuficiencia del intelectual promedio y la

profunda miseria de un animal herbívoro entre depredadores. Melgarejo es profundamente

inofensivo y vive en el centro mismo del campo de batalla. Ve pasar a las mujeres, las

oficinistas, las escolares, las carabineras y las universitarias. Puros maniquíes fetichistas que se

pasean como recordándoles que no puede hacerles nada. Nada. Es un eyaculador precoz en un

mundo de grandes batallas, hombres velludos y letreros luminosos; cargando con el deseo

enorme de hacer reír y encontrar la paz. Pero ahondemos en lo interesante, porque todo

eyaculador precoz tiene una primera eyaculación precoz, y vamos a dedicarnos a esa

manifestación de la miseria en el paradigma de la eficiencia.”

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- Tan mal como siempre, parece un informe en derecho.

- Si, si. Mira, la cosa es que el tipo se mató, y yo estaba narrando una historia de

ficción, para ilustrar el problema de los roles, de la virilidad y de la modernidad. En algún

momento… déjame buscarlo… no importa; en algún momento sale el tema de cómo se mide la

virilidad, entendiendo que es la forma de la humanidad que le corresponde a los hombres; y

alguien le dice a Melgarejo “en tiempo y espacio” refiriendo a lo que se dura en la cama y al

largo del pene.

- Velasco ¿Estás teniendo problemas? Sería una pena en realidad, porque…

- No, claro que no; cómo se te ocurre. Mira, es una metáfora acerca de… varias cosas,

uso la eyaculación precoz como símbolo para graficar varias weás; el tema son los roles, el

capitalismo, la eficiencia… mira, aquí la cosa es que…

- Te pasó algo… algo lamentable… y te sensibilizaste con el tema, y lo ocultas detrás de

un diagnóstico social. Es típico en ti. A mí no me molesta.

- No, no, no. Se murió un hombre, un inocente, por la chucha, y yo también soy

inocente, y la sociedad moderna nos está haciendo pedazos ¿No te das cuenta? Mata gente,

con sus valores, su eficiencia, su placer y sus roles y sus weás ¿Por qué a nadie le importa?

¿Por qué a nadie le interesa preguntarse las razones por las que pasan cosas como ésta?

- ¿Qué cosa exactamente? ¿Qué alguien se vea damnificado por un cuento tuyo que

por lo demás no pudo nunca haber leído, o que estás teniendo… problemas?

- ¿Sabís qué? Me meto el cueto en la raja y nos olvidamos de ese weón de Melgarejo.

No hablo más de Melgarejo, y se murió, y mala cueva. Que lo llore su vieja, y que se mueran

todos los demás que no cumplen con las expectativas de tus programas de televisión y tus…

weás. Y si tenís dudas acerca de mi pico, sabís perfectamente dónde encontrarme.

Le cuelgo.

Ahora, lo extraño es que eso último hizo que después de tanto tiempo viniera por fin a

verme a mi casa. El timbre sonó a los tres curtos de hora, más o menos. Pudo ser por lo

provocativo de mi desafío (yo mismo me sentí u poco más rudo profiriendo esas frases); pudo

ser por simple curiosidad acerca de mis capacidades sexuales. El hecho es que vino y por

primera vez la literatura metió una mujer a mi cama. Nada de heroísmos ni de epopeyas

literarias; nada de otras historias posibles, de ficciones detectivescas ni de paradigmas

revolucionarios. Nada de eso. Al menos ese Melgarejo sirvió para algo.