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Siglo nuevo 18 Sn Siglo Siglo nuevo nuevo P ara encontrar el ori- gen del brasier hay que remontarnos muy atrás en el pasado, pues e- xisten registros antiquísimos de que las mujeres recurrían a diversos materiales, telas y dispositivos para cubrir, sos- tener o elevar su busto. Quizá el antecedente más antiguo es el de las atletas de la civiliza- ción minoica, quienes alrede- dor del año 1400 a.C. portaban algo similar a un chaleco pa- ra mantener los senos pega- dos al cuerpo. Siglos después, las mujeres acostumbraban hacer un rudimentario ama- rre debajo del busto, con la fi- nalidad de darle soporte y e- vitar su movimiento excesivo, permitiéndoles una mayor a- gilidad corporal durante las actividades físicas que debían desempeñar, por ejemplo las del campo. Posteriormente aparece- ría el corsé, precursor del bra- sier ‘moderno’ -si bien muy distinto del que conocemos actualmente. Este último data de 1889 y fue creación de la modista francesa Herminie Cadolle; de hecho la palabra brassière viene a su vez del francés antiguo bracière, que significa protector de brazo. Inicialmente el término desig- naba una placa de uso militar que salvaguardaba el pecho, pero luego se le llamó así a un tipo de corsé. Otro dato in- teresante es que a pesar de dicha raíz, en Francia el sos- tén se denomina soutien-gorge, que literalmente se traduce algo así como ‘soporte de gar- ganta’. Sin embargo, a pesar de los antecedentes europeos, la historia cita más común- mente como inventora de la prenda a la norteamericana Mary Phelps Jacob, pues fue ella quien la patentó en 1914 luego de hacerle significativas mejoras al diseño, logrando que los senos lucieran más naturales. En cuanto a la medida de las copas, se la debemos a la inmigrante de origen ruso I- da Rosenthal, quien con ayu- da de su esposo William creó el sistema estandarizado de tallas de la A a la D. LEVANTAR, SEPARAR, SOSTENER Al principio, la utilización del brasier era solamente por mo- tivos prácticos. Pero confor- me se dieron los cambios en la civilización y la sociedad, los cánones de belleza fueron imponiéndose y el empleo de esta pieza de ropa interior se volvió imprescindible para fi- nes estéticos: ya no sólo era necesario conservar el busto ‘en su lugar’, había que pro- nunciarlo hacia el frente, su- giriendo siempre mayor volu- men. Así, durante los sesenta los brasieres se hacían con gabardina, con las costuras centrípetas (hacia adentro) y en forma de cono, dando la impresión de que los senos estaban erectos. Aunque para muchas mu- jeres el sostén era una herra- mienta indispensable, para otras -en esa época de libera- ción y revolución- represen- taba un símbolo de atadura, y buscaron promover que se dejara de usarlos. Pero ya sea porque era parte de una etiqueta social, por gozar su practicidad o por ambos moti- vos, la mayoría continuó por- tándolo y lo convirtió en parte vital del vestuario femenino. Al igual que el resto de la ropa, el brasier fue evolucio- nando y adaptándose a las modas, las costumbres y a las necesidades de cada gene- ración. Poco a poco fueron aumentando los diseños, es- tilos y materiales, a fin de que las mujeres podamos escoger un ‘bra’ para cada ocasión, a- tuendo y necesidad. Como en todos los rubros, los fabrican- tes constantemente están tra- bajando en mejoras que favo- rezcan la comodidad y el es- teticismo; eso sí, hasta en los brasieres hay ‘clásicos’, como el famoso Wonderbra, sostén push-up que aunque fue lanza- do en 1961 conserva un diseño casi idéntico al original. Actualmente existen ‘bras’ ergonómicos y terapéuticos, ‘serios’ y atrevidos, para cubrir ‘lo que hay’ y para aumentar el volumen (con gel, con aire o esponja). Eso sí, todos buscan mantener la base fundamen- tal: evitar que el busto luzca caído y flácido. En cuanto al material, hoy los sostenes se producen en una inmensa va- riedad de textiles, aunque el algodón -puro o combinado- es el favorito, porque permite que la piel ‘respire’, lo cual es esencial para la comodidad. Aunque si de lencería sexy se trata, la seda -usada en la pri- mera prenda que hizo Jacob- sigue siendo la elección por excelencia.

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Siglo nuevo

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Para encontrar el ori-gen del brasier hay que remontarnos

muy atrás en el pasado, pues e-xisten registros antiquísimos de que las mujeres recurrían a diversos materiales, telas y dispositivos para cubrir, sos-tener o elevar su busto. Quizá el antecedente más antiguo es el de las atletas de la civiliza-ción minoica, quienes alrede-dor del año 1400 a.C. portaban algo similar a un chaleco pa-ra mantener los senos pega-dos al cuerpo. Siglos después, las mujeres acostumbraban hacer un rudimentario ama-rre debajo del busto, con la fi -nalidad de darle soporte y e-vitar su movimiento excesivo, permitiéndoles una mayor a-gilidad corporal durante las actividades físicas que debían desempeñar, por ejemplo las del campo.

Posteriormente aparece- ría el corsé, precursor del bra- sier ‘moderno’ -si bien muy distinto del que conocemos actualmente. Este último data de 1889 y fue creación de la modista francesa Herminie Cadolle; de hecho la palabra brassière viene a su vez del francés antiguo bracière, que significa protector de brazo. Inicialmente el término desig-naba una placa de uso militar que salvaguardaba el pecho, pero luego se le llamó así a un tipo de corsé. Otro dato in-teresante es que a pesar de dicha raíz, en Francia el sos-tén se denomina soutien-gorge, que literalmente se traduce algo así como ‘soporte de gar-ganta’. Sin embargo, a pesar de los antecedentes europeos, la historia cita más común-mente como inventora de la prenda a la norteamericana Mary Phelps Jacob, pues fue ella quien la patentó en 1914

luego de hacerle signifi cativas mejoras al diseño, logrando que los senos lucieran más naturales.

En cuanto a la medida de las copas, se la debemos a la inmigrante de origen ruso I-da Rosenthal, quien con ayu-da de su esposo William creó el sistema estandarizado de tallas de la A a la D.

LEVANTAR, SEPARAR,SOSTENERAl principio, la utilización del brasier era solamente por mo-tivos prácticos. Pero confor-me se dieron los cambios en la civilización y la sociedad, los cánones de belleza fueron imponiéndose y el empleo de esta pieza de ropa interior se volvió imprescindible para fi -nes estéticos: ya no sólo era necesario conservar el busto

‘en su lugar’, había que pro-nunciarlo hacia el frente, su-giriendo siempre mayor volu-men. Así, durante los sesenta los brasieres se hacían con gabardina, con las costuras centrípetas (hacia adentro) y en forma de cono, dando la impresión de que los senos estaban erectos.

Aunque para muchas mu-jeres el sostén era una herra-mienta indispensable, para otras -en esa época de libera-ción y revolución- represen-taba un símbolo de atadura, y buscaron promover que se dejara de usarlos. Pero ya sea porque era parte de una etiqueta social, por gozar su practicidad o por ambos moti-vos, la mayoría continuó por-tándolo y lo convirtió en parte vital del vestuario femenino.

Al igual que el resto de la ropa, el brasier fue evolucio-nando y adaptándose a las modas, las costumbres y a

las necesidades de cada gene-ración. Poco a poco fueron aumentando los diseños, es-tilos y materiales, a fi n de que las mujeres podamos escoger un ‘bra’ para cada ocasión, a-tuendo y necesidad. Como entodos los rubros, los fabrican-tes constantemente están tra-bajando en mejoras que favo-rezcan la comodidad y el es-teticismo; eso sí, hasta en los brasieres hay ‘clásicos’, como el famoso Wonderbra, sostén push-up que aunque fue lanza-do en 1961 conserva un diseño casi idéntico al original.

Actualmente existen ‘bras’ ergonómicos y terapéuticos,

‘serios’ y atrevidos, para cubrir ‘lo que hay’ y para aumentar el volumen (con gel, con aire o esponja). Eso sí, todos buscan mantener la base fundamen-tal: evitar que el busto luzca caído y flácido. En cuanto al material, hoy los sostenes se producen en una inmensa va-riedad de textiles, aunque el algodón -puro o combinado- es el favorito, porque permite que la piel ‘respire’, lo cual es esencial para la comodidad. Aunque si de lencería sexy se trata, la seda -usada en la pri-mera prenda que hizo Jacob- sigue siendo la elección por excelencia.