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Nuevas formas de expresión de la opinión ciudadana y la disputa
de los poderes por el espacio público
INTRODUCCIÓN
En este ensayo se buscará indagar en cómo se compondrá el espacio público en
las décadas venideras. Para ello, se hará foco en las formas y posibilidades de
expresión de la opinión de los principales actores sociales: los ciudadanos, las
instituciones y las corporaciones.
A partir del sustento teórico de diversos autores (provenientes de los campos
de la Sociología, Antropología, Filosofía, las Ciencias Políticas, entre otros) se buscará
demostrar que en las próximas décadas la opinión de los ciudadanos se orientará
mucho más hacia los intereses propios que hacia los colectivos.
Se cree que hoy estamos atravesando por un proceso de individualización de la
opinión. Pero este proceso seguirá exacerbándose a lo largo del tiempo. En el siguiente
desarrollo, se expondrán ideas de diferentes pensadores que permitirán tener un
panorama de hacia dónde se encamina ese proceso.
¿QUÉ SE ENTIENDE POR ESPACIO PÚBLICO Y CÓMO NOS INFLUYE?
EL ESPACIO PÚBLICO
El espacio público es aquél lugar de uso y dominio público. Es decir, todas las
personas de una sociedad pueden acceder a él porque tienen el derecho a hacerlo.
Además, en este espacio se relacionan las personas, es un lugar de socialización y de
carácter simbólico, ya que en él se interactúa dando lugar a la construcción de los
significados de la vida social.
Por otro lado, el espacio público tiene una noción política. Zygmunt Bauman, en
su libro “En busca de la política”, habla del espacio público describiendo la concepción
que los griegos tenían del ágora. Este espacio público era una tercera esfera que unía a
2
las dos primeras esferas sociales: el oikos, el hogar, y la ecclesia, el lugar de la política.
El espacio público es el lugar donde se une el interés privado de los ciudadanos y el
interés público. A través del espacio público, los ciudadanos expresan su opinión y se
discuten los asuntos públicos (los que atañen a todos). Esto permite consensuar las
acciones políticas que se deben llevar a cabo para lograr el bien común (Bauman,
2001).
El principal aspecto a estudiar para conocer cómo se compondrá el espacio
público es la posibilidad y las formas de expresión que tienen los ciudadanos, las
corporaciones y las instituciones en ese espacio donde se presentan sus intereses.
LA IMPORTANCIA DE LA INFORMACIÓN EN NUESTROS COMPORTAMIENTOS
La cultura se construye a través de la interacción de las personas de una
sociedad. Ella nos predetermina comportamientos y nos da una forma de ver al
mundo. Con respecto a esto Geertz (1988), nos dice:
Vivimos, como un autor formuló claramente, en una <<brecha de
información>>. Entre lo que nuestro cuerpo nos dice y lo que tenemos que
saber para funcionar hay un vacío que debemos llenar nosotros mismos, y lo
llenamos con información (o desinformación) suministrada por nuestra cultura
(Geertz, 1988, p.55).
En consonancia con esa idea, el autor citado determina que la cultura es un
mecanismo de control “extragenético” de nuestro comportamiento. Es decir, que la
información que predetermina nuestros comportamientos se encuentra fuera de
nuestro organismo biológico porque nos la proporciona la cultura.
A lo largo de la historia, hubo en la cultura del hombre modelos a seguir que
configuraban a la sociedad y le daban orden. Se trata de aquel “Gran Otro”, al decir de
Dufour (2003). Esos grandes otros eran seres a los cuales los hombres se sometían
para configurar su vida, sus comportamientos y su forma de vivir. Estos seres eran
creaciones ficticias y simbólicas pero que le daban al sujeto un orden moral en toda su
vida. Ejemplos de esos seres son la Naturaleza, las Ideas, Dios, etc.
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Las instituciones eran las que mediaban entre los sujetos y los Grandes Otros.
Por ejemplo, la Iglesia como institución tenía el papel de lograr que los seres humanos
se comporten de acuerdo a ciertos lineamientos morales que se sustentaban en Dios,
como Gran Otro.
Como podrá advertirse el lector, estas líneas se están escribiendo en tiempo
pasado. Esto se debe a que en la Posmodernidad hay un gran quiebre que hace caer la
legitimidad de las instituciones y, por ende, los Grandes Otros. Éstos y las instituciones
que los sustentan, cada vez se deslegitiman más. Asimismo, no se trata de un quiebre
en el cual se extirpa al ser humano de esos Otros, sino que siguen estando en los
vestigios de las generaciones anteriores que todavía buscan convivir en las sociedades
actuales.
Si se observan a las nuevas generaciones, la Posmodernidad está caracterizada
por el agotamiento y desaparición de los grandes relatos de legitimación, como los
discursos religiosos y políticos. Es un contexto que carece de un “enunciador colectivo
creíble”, que pueda establecer referencias morales a los sujetos posmodernos (Dufour,
2003). Las nuevas generaciones responden más al concepto durkheimiano de la
“anomía” pero con un reparo al concepto. No estamos atravesando un proceso de
debilitación moral, que deteriora la posibilidad de poseer un camino a seguir o que
lleva al comportamiento “no social”. Sino que los caminos que marcaban las
instituciones se debilitaron. Hoy los caminos se eligen, excluyendo a las instituciones
como referente para ello (este tema se retomará en el siguiente apartado).
Las sociedades democráticas en general no son anómicas concretamente, es
decir, la situación principal no es que hay objetivos culturales que son inalcanzables
para los sujetos. La situación principal es que hay una gran diversidad cultural o
subculturas dentro de las culturas nacionales, que tienen sus propios caminos a seguir
y sus propios objetivos culturales. Esto genera comportamientos sociales de diversa
índole.
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Si bien la actual crisis europea generó una gran cantidad de “individuos por
defecto” (Castel, 2009), los medios para alcanzar los objetivos culturales en los países
democráticos están al alcance de la mayoría. Siguiendo las ideas de Castel, los
individuos por defecto son los que carecen de los soportes o medios para ser lo que
desean ser. Pero esos medios, según el autor mencionado, también son los que
permiten ejercer su ciudadanía. Desde esta concepción los individuos pueden ejercer
su ciudadanía si poseen capitales privados.
Para Castel, esos capitales son los que menciona Bourdieu (capital simbólico,
capital cultural, capital social, etc.), los cuales son fungibles y puede convertirse en
capital económico. Hoy existe un capital social que permite establecer relaciones en el
ciberespacio. Además, son relaciones que se pueden materializar en el “campo”
(espacio físico). Ese capital social, que proveen las redes sociales, permite ejercer la
ciudadanía a la mayoría de los individuos de los países democráticos, a través de la
expresión de sus opiniones.
Según “Internet World Stats”, las cifras que van hasta el 31/12/2011 Argentina
tiene 67% de usuarios de internet, Chile un 59%, Colombia un 55,9%. En cuanto hasta
el 30 de junio de 2012, Europa el 63,2%, Norteamérica el 78,6% y Oceanía y Australia el
67,6%1. En estas regiones hay posibilidades de ejercer la ciudadanía. Entonces no
estamos en una situación en la cual no hay un camino a seguir. El problema es que
cayeron los grandes relatos y, con ellos, las instituciones y los grandes Otros. Esto
genera que se encuentre una gran diversidad de caminos a seguir, que pueden ser
elegidos y que no se adquieren como herencia de la cultura que nos precede.
Ya no se cree en los relatos de las instituciones, como para configurar la moral a
partir de ellos. Ya no hay una autoridad legitimada en nuestras vidas cotidianas.
Incluso en el trabajo suele no haber autoridades. En las empresas privadas
1 Consultado en: <http://www.internetworldstats.com/stats.htm>.
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principalmente se trabaja en grupos que no tienen una autoridad real que dé órdenes
a cumplir, sino que las decisiones las toman dichos grupos (Sennett, 2006).
Para Lyotard, “se tiene por «postmoderna» la incredulidad con respecto a los
metarrelatos. (…) La función narrativa pierde sus functores, el gran héroe, los
grandes peligros, los grandes periplos y el gran propósito” (Lyotard, 1979, p.4). Ya
no hay relatos legitimados que fomenten grandes propósitos, ni héroes que guíen a las
nuevas generaciones para obrar en función de ellos.
En resumen, esa caída de los grandes relatos de las instituciones que nos
transmitían Grandes Otros, genera que estemos en un nuevo mundo cada vez menos
homogéneo. Es un mundo más individualista y diversificado.
PENSAR EN SÍ MISMO
No es correcto considerar, como se suele decir, que las nuevas generaciones no
tienen valores o lineamientos morales por los cuales juzgan y llevan a cabo sus
comportamientos. Lo que sucede realmente es que las personas comparten cada vez
menos valores comunes con sus pares inmediatos (familias, amigos, vecinos, etc.).
Cada persona comprende las acciones y las lleva a cabo teniendo en cuenta sus
propios valores, pero éstos no son compartidos con los colectivos con los cuales
comparte un espacio común. Ahí radica la idea de una supuesta inmoralidad. Cuanto
más se tienen valores diferentes con respecto a los otros inmediatos, se suele creer
que se es menos moral. Este es el motivo por el cual las generaciones pasadas juzgan
de inmorales a los jóvenes. Sin embargo, el problema de esta Posmodernidad se basa
en preguntarse ¿hasta dónde se comparten valores?
En su texto inédito, “La dictadura del sí mismo”, Tato Contissa nos dice que la
causa de la diferencia del mundo actual con respecto a las épocas pasadas, como la
Modernidad, radica en el proceso de adopción de los valores. Antes, los valores eran
heredados en el lugar en el que uno nacía. Era en aquellos “lugares antropológicos” de
Augé donde se adquirían los valores.
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Según Augé (1993), los lugares antropológicos son identificatorios (otorgan
referencias identitarias, como el lugar de origen), relacionales (los individuos
comparten un lugar común con sus pares) e históricos (los individuos viven en un lugar
construido por antepasados que les dejaron una herencia identitaria, social y cultural).
A partir del lugar social donde se nacía, los individuos modernos ingresaban a un
mundo que poseía una superestructura que organizaba valores que dichos individuos
adquirían como “obligaciones contraídas” (Contissa).
En la Posmodernidad hay múltiples universos de valores individuales. Las
personas organizan sus universos eligiendo los valores por capricho. Los modelos a
seguir que conviven en los sujetos posmodernos se basan en sus preferencias. Según
Contissa, se pasará del proceso de socialización disciplinario moderno a un “proceso de
personalización”. Entonces, las colectividades están disgregándose de a poco y los
individuos siguen sus propios modelos. Es un proceso que puede llevar a que en el
futuro se estudien las sociedades desde la microhistoria, ya que los comportamientos y
costumbres pueden ir cambiando para ser menos compartidos. Entonces, la
microhistoria podrá ayudar a que futuros historiadores comprendan los
comportamientos individualistas o casos atípicos y no comunes de una sociedad
(Ginzburg, 2006).
El mundo de la política que se concebía en la Modernidad está cambiando. La
participación en el espacio público se hace cada vez más diferente. Antes, la presencia
de las colectividades activamente políticas se hacían sentir más. Hoy las colectividades
se redujeron. La militancia en los partidos políticos cada vez es menor, aunque por
momentos puede parecer que dicha participación levanta vuelo. Pero ello es solo parte
de una fluctuación que no dura mucho tiempo. Si se cree que esto no es así hay que
preguntarse entonces: ¿cuántos jóvenes militan en partidos políticos? Y ¿cuánto dura
su militancia? No es muy grande el sentimiento de ideales políticos que antes se tenía
con respecto a hoy.
La expresión de la opinión en el espacio público se lleva a cabo, como dice
Bauman, en las protestas que buscan un escape a la angustia. Esto se puede
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ejemplificar con las marchas en las que se pide “justicia” para que el peso de la ley
caiga sobre un tercero reconocible, como lo puede ser un violador.
Con esa idea de Bauman, se quiere decir que disminuyeron las colectividades
que luchan por una causa o interés común2. El pueblo sólo sale al espacio público
porque hubo hechos reconocibles que violaron los preceptos por los que vela el
Estado. Esos preceptos, según Bauman, son las tres aristas del pacto con el Estado:
protección, seguridad y certidumbre.
Bauman toma el concepto freudiano de “renuncia pulsional” para entender las
protestas. Por el hecho de pertenecer al contrato o pacto que se hace con el Estado,
nosotros renunciamos a nuestra propia felicidad, nuestra absoluta libertad.
Renunciamos a nuestra felicidad a cambio de algo: la seguridad y protección para
salvaguardar nuestras vidas y tener bienestar, y la certidumbre de que eso va a
suceder porque somos parte del contrato.
El problema es que cuando el Estado no garantiza esos preceptos surge la
angustia, porque renunciamos a la felicidad por algo que no recibimos a cambio. Esto
lleva a protestas sociales, en las que se reúnen personas que tienen valores muy
diferentes. Se necesita sólo una cuestión de incumplimiento grave de los tres
preceptos del Estado para que esas personas de universos de valores diferentes se
unan. Ejemplos de esto pueden ser los cacerolazos porque se atienta al bienestar, las
protestas porque hay presos que salen por buen comportamiento, o marchas con
motivo de exigir la captura de asesinos y prófugos que generan inseguridad y
sentimiento de desprotección.
En resumen, en esta Posmodernidad los individuos tienen valores más
individualizados con respecto a sus pares. Esto disgrega a las colectividades y provoca
que la actividad en los espacios públicos (como las plazas en los que antes se reunían
2 Aunque, hay que reconocer que hay grupos como las ONG que suelen manifestarse por una causa y
asociaciones sindicales que hacen uso de sus derechos de manifestación.
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las colectividades para discutir sobre el bien común) se realice mayormente para hacer
protestas sobre un hecho concreto de inseguridad, incertidumbre y desprotección.
LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN: EL ÁGORA DE LOS PODERES
Los medios de comunicación tradicionales (gráficos, radio y televisión)
intervienen en el espacio público de una manera informativa y simbólica. Ellos son los
medios por los cuales los grupos de interés, élites, políticos, instituciones, empresas
locales y grandes corporaciones transnacionales buscan influir en el espacio público.
Para Manuel Castells (2002), en la sociedad hay una disputa por la información
entre los poderes ya que esta es fundamental para la toma de decisiones ciudadanas.
Para influir en esa toma de decisiones ciudadanas, los medios además utilizan tres
mecanismos de construcción del mensaje: establecimiento de agenda, priorización y
enmarcado.
El establecimiento de agenda se basa en que los medios de comunicación
influyen sobre los temas que los ciudadanos consideran como relevantes para la vida
social y política. Básicamente, se trata de la influencia de la agenda mediática en la
agenda pública. Además, la misma teoría, fundada por Maxwell McCombs, establece
que el trato que los medios les dan a esos temas influye en cómo piensan las personas.
Desde esta teoría se puede pensar en que las corporaciones y las instituciones
buscan disputarse el espacio público, en el sentido de que se busca establecer los
temas que son importantes para ellas. Los medios de comunicación le dedican espacio
a los temas que son más relevantes para ellos y de esta manera se lograría impactar en
la agenda pública. Esto está relacionado con la posibilidad de acceso a los medios de
comunicación por partes de los poderes, ya que les permite instalar temas de agenda
como si estuvieran expresando sus propias opiniones a través de periodistas.
Para ser un poco más simple, conviene trasladar al ágora la ecuación de
poderes-espacio público-ciudadanos. En el ágora una persona se paraba frente a los
ciudadanos y esgrimía sus argumentos. El orador presentaba los temas que afectaban
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a su interés propio y se buscaba unirlo al interés público. Se aplicaban todo tipo de
técnicas basadas en la oratoria para persuadir a los pares ciudadanos.
Ahora pensemos en la actualidad. Hoy no hay pocos ciudadanos como sucedía
en Grecia. Hoy no sólo los pocos nacidos con la sangre correcta, mayor de 18 años y
hombre pueden ser ciudadanos. Hoy se cuentan de a millones las personas que tienen
acceso a la ciudadanía. Entonces, ¿Cómo se puede hoy llegar a todos o la mayoría de
los ciudadanos de una determinada sociedad? La respuesta es simple: a través de los
medios de comunicación. Quizás, no sería tan descabellado pensar en los medios de
comunicación como el nuevo ágora.
Hemos llegado aquí a un aspecto fundamental de este trabajo, porque ya
conocemos la posibilidad de expresión de los poderes. Tanto las instituciones como las
corporaciones tienen la posibilidad de expresar sus opiniones en los medios de
comunicación. Además, el acceso a ese espacio está en constante disputa entre ellos.
Para Hallin y Mancini (2004), el control de los medios de comunicación puede adoptar
cuatro diferentes formas de acuerdo a la intervención que ejercen el Estado, las
corporaciones y los grupos sociales. Esos modelos de regulación de los medios de
comunicación son:
Gubernamental: la radiotelevisión pública es controlada principalmente por la
mayoría política que está en el poder.
Profesional: la radiotelevisión es independiente del sistema político.
Parlamentario: el control de los medios está repartido entre los partidos políticos
que están el poder.
Cívico: el control de los medios de comunicación está repartido entre grupos
sociales relevantes.
En la mayoría de los países democráticos, la disputa por el control de los
medios de comunicación se da generalmente entre el Estado y las corporaciones.
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Además, es común que exista una hibridación de estos modelos. Por ejemplo, en
Argentina con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual se crea un modelo de
regulación que es principalmente parlamentario pero que tiene un tinte del modelo
cívico, ya que incluye a comunidades aborígenes.
Con respecto a la teoría de la priorización, esta plantea que los mensajes que
transmiten los medios de comunicación sugieren ciertos asuntos para evaluar la
política. “Así, cuanto más frecuentemente se hable de un asunto, con más
probabilidad la gente se basará en la información presentada para realizar sus
evaluaciones políticas” (Castells, 2002, p.217). Por otro lado, el enmarcado implica
resaltar y presentar ciertos aspectos de los asuntos y establecer relaciones entre ellos
para generar una determinada evaluación e interpretación.
Si acceder a los medios de comunicación y presentar los temas de agenda
mediática conforman la posibilidad de la expresión de la opinión, la priorización y la
enmarcación son la forma de expresión. Éstas serían como el empleo del arte de la
retórica que hacían los que se paraban en el ágora para convencer y persuadir al resto
de los ciudadanos.
Seguramente, el estadio de persuasión más elevado es lograr que los demás
vean el mundo como nosotros los vemos. Esto permitiría que los otros hagan lo que
uno quiere pero no solo una vez sino que sería parte de su cotidianidad. Si bien, como
establece la retórica de la Antigua Grecia, apelar a las emociones y, como dijo Nicolás
Maquiavelo, generar miedo y esperanza pueden persuadir a los gobernados,
establecer un marco (Lakoff, 2006) es una herramienta tan eficaz como aquellas. Este
es el juego de la disputa del espacio público, es exponer el punto de vista propio a los
demás y luego hacer que lo apoyen. Es una disputa de poder en sí mismo. Es la disputa
del espacio donde los actores sociales se hacen escuchar para convencer.
Lakoff dice que un “marco” es una estructura mental que conforma nuestro
modo de ver el mundo. Estos marcos son inconscientes, determinan nuestras formas
de razonar y nuestro sentido común. Ellos conforman las metas que nos proponemos,
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nuestra forma de actuar y determinan si las acciones que llevamos a cabo son buenas
o malas. Incluso, hay marcos a través del lenguaje que generan que cuando
escuchamos palabras nuestro cerebro relacione a la misma con los marcos
conceptuales establecidos en la sociedad (Lakoff, 2006).
Un ejemplo de marco en nuestra realidad local puede ser el siguiente. Quien
desarrolla el presente trabajo estaba hablando un día con sus pares. Fue una situación
muy particular porque el marco tuvo una gran fuerza en la opinión de quienes eran
susceptibles a aquel. Tres personas decían que la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual favorecía al gobierno de turno y que las señales que se le sacaban al Grupo
Clarín se las iba a quedar el gobierno. Cuando se les decía que se abrían señales para
otros grupos sociales como las universidades, ellos decían que eso era mentira y
tampoco comprendían que la ley reduce la cantidad de señales a todo tipo de grupos
de poder. Ellos creían que las señales que le sacan a Clarín eran para el Gobierno y “sus
amigos”. En un momento se les hizo la sugerencia de que busquen y revisen la ley.
Frente a esto uno respondió: “para qué voy a revisar lo que ya sé, el Gobierno le quiere
sacarle señales a Clarín para quedárselas”,… “no hace falta leer la ley para entender
eso”. Si nos ponemos a pensar bien esta cuestión, nos daremos cuenta que ahí
funcionó un marco.
Las ideas de esa ley se acomodaron al marco establecido en esas personas que
no necesitaban revisar dicha ley para saber de qué se trata. Seguramente, “enunciados
performativos” (Lyotard, 1979) como “la ley K” pudieron establecer un marco. Ese
enunciado performativo, siguiendo a Lyotard, genera un efecto sobre el referente
(aquello a lo que se refiere) que coincide con el mismo enunciado. Lo que dice el
enunciado es legitimado por el destinatario en el contexto que se dice y no requiere de
verificación por parte de él. Si vemos el comportamiento de esas personas frente a la
ley, ese enunciado estaba incorporado a ellas y no requerían más información sobre el
asunto.
La performatividad trabaja reduciendo la capacidad crítica y da por entendido
un montón más de información que la expuesta literalmente (Lyotard, 1979). “La ley
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de medios” o “la ley de medios k”, son enunciados performativos que vienen
circulando desde hace mucho tiempo, desde que se hizo pública la cuestión. Esos
enunciados establecieron el marco en esas personas, quienes dan por sobreentendido
lo que la ley representa y no buscan aumentar su capacidad crítica obteniendo más
información sobre el asunto.
Por otro lado, podemos tomar el enunciado “Clarín miente”. Quien escribe
estas líneas escuchó muchas veces “si Clarín miente porque no va a mentir este
medio”. El Gobierno supo establecer un marco en el cual logró disminuir la legitimidad
de los medios o, como diría Rodrigo Alsina (2003), logró romper el “contrato
pragmático fiduciario” con los periodistas. Ahora se sabe que los medios también
tienen intereses al informar. Además, pareciera que hay una polarización marcada
entre oficialismo vs corporaciones mediáticas. Si hay algo que supo hacer el gobierno
de turno es que contagió la falta de credibilidad en los políticos hacia los medios de
comunicación. Asimismo, hay que hacer una salvedad y decir que la elección de los
medios de comunicación por parte de los ciudadanos se basa en las posturas que ellos
tienen en común.
En definitiva, las corporaciones y las instituciones (en especial el Estado) tienen
la posibilidad de expresión en los medios de comunicación y se disputan
constantemente ese espacio. En esa disputa, los ciudadanos quedan fuera de ese
posible espacio de expresión de su opinión. Solo pocas veces el ciudadano accede a los
medios de comunicación, como por ejemplo en las protestas y asuntos que violan
preceptos del pacto con el Estado. Por lo tanto, la gran parte del espacio público se la
reparten los poderes. Por último, la forma de expresión de la opinión que habilitan los
medios de comunicación permite que los poderes puedan establecer una visión del
mundo manipulada en la sociedad para lograr sus propios intereses.
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LA ERA DIGITAL Y UN NUEVO ESPACIO DE EXPRESIÓN DE LA OPINIÓN
CIUDADANA
La Posmodernidad pasó por un proceso de cambio con respecto a la
Modernidad, que principalmente gira en torno a lo económico y la idea de ser libre. La
hegemonía de la ideología occidental se basa en lograr que el mundo sea libre en un
ámbito, que ella considera perfecto para las relaciones entre los hombres. Ese ámbito
es el Mercado, en el cual los hombres son libres porque adquieren e intercambian
bienes por dinero de acuerdo a las capacidades de cada uno de ellos y no interviene
ninguna norma que les diga a los hombres como interactuar en sus relaciones.
Si la Modernidad introdujo la innovación de un imperialismo basado en la
interdependencia con un esquema de centro-periferia, la Posmodernidad dio un paso
más hacia la invasión ideológica-cultural. En esta última etapa, se introdujo una serie
de cambios a partir de estrategias imperialistas, de las cuales podríamos desarrollar
dos.
La primera estrategia imperialista que podemos mencionar se impone por lo
físico y podría llamarse “el capitalismo del desastre” (Klein, 2007). Esa estrategia
permitió que el pensamiento liberal se introduzca en gran parte de Occidente. Desde
lo que dejaron las guerras mundiales en Europa, pasando por las dictaduras en
Latinoamérica y hasta las catástrofes naturales (tsunamis, terremotos, etc.) Estados
Unidos demostró su capacidad maquiavélica de mostrarse como “la esperanza” para
reconstruir las sociedades frente al “miedo” generalizado.
Esta forma de imposición ideológica se presenta como una alternativa para
restaurar los desastres. Frente a un “shock” colectivo se presenta, en la desesperada
situación, la opción de que un Estado se abra al pensamiento liberal para convertirse
en un Estado Corporativista. De esta manera el Estado privatiza parte de los servicios
que ofrecía para que los brinden las corporaciones.
Por otro lado, se puede mencionar otra estrategia imperialista que es más
blanda, de las ideas: el pensamiento “racionalista e individualista” (Mouffe, 2007).
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Durante la etapa posmoderna, surgieron pensadores liberales que no solo teorizaban
sobre las bondades que producía este nuevo régimen para la economía, como lo hizo
Milton Friedman, sino que hicieron del liberalismo toda una filosofía política. Bourdieu
y Wacquant (2000), en “La nueva vulgata planetaria”, escriben que un “caballo de
Troya de dos cabezas” introdujo el nuevo pensamiento neoliberal en Europa. Una
cabeza es la de Tony Blair y, la otra, la de Anthony Giddens. Este último escritor junto
con Ulrich Beck proponen una “democracia dialógica” y “reflexiva” en la que
individuos, y no grupos, deciden sin conflictos.
Desde esta óptica individualista, estos escritores liberales eliminan la
posibilidad de conflicto e identidades colectivas y, por ende, lo que Mouffe denomina
“lo político”. Este concepto establece que la constitución de la sociedad se basa en el
antagonismo y el conflicto, que existe como consecuencia de la diferencia de intereses
entre distintos grupos (Mouffe, 2007).
Mouffe establece que en la actualidad hay una incapacidad de pensar
políticamente. Esto se debe a la hegemonía del pensamiento liberal que, al ser
racionalista e individualista, no reconoce la las identidades colectivas y considera que
existen diversos valores y perspectivas que se vinculan “armoniosamente”.
Esas dos estrategias imperialistas reflejan el pensamiento y la cultura
individualista actual. El individualismo aparejado al sistema liberal generó la
disgregación de las asociaciones y las colectividades. La mayoría de las generaciones
que vivieron las últimas dictaduras argentinas, enseñaron a sus hijos que militar en un
partido político “no es bueno”, que “a las escuelas y universidades se va a estudiar, y
no a protestar”. Además, como se dijo en el apartado anterior, el arraigo a los ideales
políticos actuales no son fuertes como los que se adoptaban en la Modernidad y los
intereses cada vez son más diversos. Por lo tanto, la cantidad de matices de los ideales
de los partidos políticos son enormes y ellos reflejan la heterogeneidad del
pensamiento político y social. Quien quiera refutar esta idea pregúntese: ¿cuánta
cantidad de partidos políticos y afiliados existen en comparación a décadas pasadas? Y
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¿cuánto nivel de arraigo existe en los ideales políticos si hay coaliciones y alianzas de
diversa índole para conseguir un lugar en el poder?
Según dos estadísticas de los años 2008 y 2009 de la Cámara Nacional Electoral
de Argentina se reflejan datos que pueden responder a esas preguntas. En el año 2008
había 8.448.419 afiliados y 686 partidos políticos3. Luego, en el 2009 hubo 746 partidos
políticos y 8.372.167 afiliados4. Es decir, aumentó la cantidad de partidos políticos, por
ende la heterogeneidad, y disminuyó la cantidad de afiliados.
Al haber cada vez más heterogeneidad, parece que estamos yendo por un
camino en el cual las personas tenemos menos cosas, e ideas, en común. Cada vez
somos más diferentes y disminuye la participación en las colectividades para buscar
una causa común en lo que atañe al aspecto político.
Además, la cultura individualista nos invita al consumo para llegar a ser alguien
y ejercer nuestra ciudadanía. Según Castel, en la Posmodernidad surgen “individuos
por exceso”. Estas personas se exceden en su individualismo, son narcisistas y
hedonistas y no poseen referencias ni referentes colectivos o afiliativos. Tienen en sí
mismos soportes (bienes, capitales relacionales, sociales, culturales, etc.) para su
independencia social. (Castel, 2009).
La aparición de individuos en exceso y la falta de referentes colectivos hace que
en esta cultura posmoderna e individualista se piense más en uno mismo. Para
Contissa, el valor más importante de la Posmodernidad es la libertad, el
“ensanchamiento electivo”. Es la libertad de elegir los contenidos con los que el
individuo diseña su propia existencia. Desde esta concepción, los individuos
posmodernos pueden seleccionar sus propios referentes culturales, dando como
resultado una gran diversidad de identidades conformadas por un gran número de
referentes culturales que incluso pueden contradecirse.
3 Ver: <http://www.cij.gov.ar/scp/include/showFile.php> [consultado el 3/12/2012, a las 15:09].
4 Ver: <http://www.pjn.gov.ar/02_Central/ViewDoc.Asp?Doc=35799&CI=INDEX100> [consultado el
3/12/2012, a las 14:48].
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Esta elección es favorecida también por los medios de comunicación y las
nuevas tecnologías asociadas al internet. Los medios masivos de comunicación y la
internet ponen a disposición de los individuos posmodernos toda clase de referentes,
que provienen de distintas partes del mundo.
Además de transmitir referentes culturales, los medios de comunicación, como
ya se hizo mención, muestran la opinión de los poderes que se disputan el espacio
público. La televisión, la radio y los diarios son parte de ese espacio público en el cual
los ciudadanos casi no tienen participación. Pero siempre surge una alternativa para
todo. En este caso la internet es la opción para que los ciudadanos expresen su
opinión, tengan su voz, en el espacio público (el cual pareciera que cada vez es menos
físico).
Según Contissa, el espacio público, como la plaza, donde se expresaba lo
público cesó. Ahora, las nuevas tecnologías cumplen un rol de “embrague” entre lo
público y lo privado. Es un rol similar al espacio público. Si recordamos la concepción
de espacio público que Bauman describe, dicho espacio es el que une lo público con lo
privado. Por lo tanto, se podría pensar que la internet cumpliría la función de espacio
público. Pero en realidad no es una función igual ya que la forma de expresión de la
opinión difiere en la internet.
Por lo expuesto hasta aquí, podemos decir que la internet en general, y en
especial las redes sociales, permiten que los ciudadanos puedan expresar su opinión.
Aquí encontramos una nueva posibilidad de expresión de la opinión de los ciudadanos,
que sería la alternativa a los medios tradicionales de comunicación. Pero hay una gran
diferencia con la expresión de la opinión que se hacía hasta antes de la
Posmodernidad. Hasta la Modernidad, inclusive, la opinión se expresaba en el espacio
público a través de colectividades. Era una opinión homogeneizada de las
colectividades. En cambio hoy, la opinión que se expresa en las redes sociales y en la
internet es más individual que colectiva. Esa opinión no pasa por el filtro de
homogeneización que pueden otorgar las colectividades, sino que ella representa
intereses propios e individuales.
17
Siguiendo a Contissa, esta nueva modalidad genera que la expresión individual,
que recorre las redes informáticas, tome el lugar de la expresión colectiva. Por lo
tanto, la nueva forma de expresión de los ciudadanos es la opinión individualizada,
personalizada y no colectiva.
En resumen, las diferentes estrategias imperialistas de pensamiento liberal
lograron imponer una cultura individualista en Occidente. Por lo tanto, la participación
en las colectividades disminuye. El surgimiento de internet permitió la nueva
posibilidad de expresar la opinión ciudadana pero su forma de expresión es
individualista y no colectiva.
CONCLUSIÓN
Como se expuso al presentar este trabajo, el mismo se enfocó en estudiar la
posibilidad y las formas de expresión que tienen los ciudadanos, las corporaciones y las
instituciones en ese espacio. Esto permitiría conocer cómo se compondría el espacio
público en el futuro. Para indagar sobre ese panorama se estudiaron los siguientes
tópicos:
1) En primer lugar, se estudió el rol de las instituciones en la cultura para
comprender los comportamientos del hombre. Esto permitió conocer que la caída de
las instituciones, los grandes relatos y los Grandes Otros reduce la homogeneidad en
cuanto a los aspectos morales de los hombres y los “caminos a seguir” comunes.
2) En segundo lugar, se indagó sobre los valores de los individuos posmodernos
y en cómo ellos se expresan en los espacios públicos. Se encontró que las
colectividades se disgregan porque los individuos tienen valores más individualizados
con respecto a sus pares. Además, la actividad en los espacios públicos físicos se realiza
mayormente para hacer protestas sobre un hecho concreto de inseguridad,
incertidumbre y desprotección, que para debatir y buscar una causa común.
3) En tercer lugar, se analizó quiénes y cómo se expresa la opinión en los
medios de comunicación masivos tradicionales (televisión, radio y medios gráficos). Las
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teorías estudiadas muestran que las corporaciones y las instituciones (en especial el
Estado) tienen la posibilidad de expresión en los medios de comunicación y se disputan
constantemente ese espacio. En esa posibilidad de expresión, los poderes pueden
establecer agendas que poseen temas importantes para estos, a través de los medios
de comunicación. Esto deja afuera parte de la agenda ciudadana y a los ciudadanos
para expresarse en esos medios, a excepción de los casos de protestas y asuntos que
violan preceptos del pacto con el Estado. Por último, este tópico estudiado nos
permitió conocer que la forma de expresión de la opinión que los poderes utilizan
puede establecer una visión del mundo manipulada en la sociedad. Esta visión permite
a los poderes lograr sus propios intereses, y se logra instalar a través de mecanismos
como la priorización y el enmarcado.
4) Por último, se examinaron los cambios políticos, culturales e ideológicos de
la Posmodernidad. Distintos pensadores permitieron dar a conocer que se realizaron
diferentes estrategias imperialistas para imponer el pensamiento liberal en Occidente.
Entre ellas podemos mencionar el “capitalismo del desastre” y el pensamiento
racionalista e individualista. Esto generó que la participación en las colectividades se
disminuyera, dando lugar a una cultura individualista. Esta cultura sumada a la nueva
alternativa que posibilita la expresión de la opinión, a través de las redes sociales y la
internet, componen una nueva forma de expresión individualista y no colectiva.
Para ir terminando, es necesario resaltar que los medios de comunicación
conforman un espacio público no físico porque es un bien público (la señal es gratis) y
de acceso para todos. Ese espacio se los disputan las corporaciones y las instituciones
(principalmente el Estado) quienes tienen la mayor parte de las posibilidades para
expresarse, y lo hacen por medio de mecanismos persuasivos. Por otro lado, los
ciudadanos expresan su opinión por la internet basándose en intereses privados, que
serán más difíciles de conciliar en la política cuanta más diversidad exista en el tiempo.
No hay indicios de que los poderes se queden fuera del espacio de los medios
de comunicación en las siguientes décadas. Si bien pueden aprobarse leyes que
regulen los medios de comunicación, desconcentrando el poder de grupos de interés
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como sucede en Argentina, habrá nuevos poderes y nuevas asociaciones que serán
instancias de poder más grandes que seguirán en la disputa.
Se cree que este proceso de individualización de la expresión de la opinión,
orientada a intereses particulares, se seguirá exacerbando aún más y la opinión de los
ciudadanos se orientará mucho más hacia los intereses propios que hacia los
colectivos.
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Referencias
Libros
Augé, Marc (1993). Los no lugares.
Bauman, Zygmunt (2001). En busca de la política.
Castel, Robert (2009). El ascenso de las incertidumbres.
Castells, Manuel (2002). Comunicación y poder.
Contissa, Tato (inédito). La dictadura del sí mismo.
Dufour, Robert (2003). El arte de reducir cabezas.
Geertz, Clifford (1988). La interpretación de las culturas.
Ginzburg, Carlo (2006). El hilo y las huellas.
Hallin, Daniel y Mancini, Paolo (2004). Sistemas mediáticos comparados.
Klein, Naomi (2007). La doctrina del shock.
Lakoff, George (2006). No pienses en un elefante.
Lyotard, Jean (1979). La condición postmoderna.
Mouffe, Chantall (2007). En torno a lo político.
Sennett, Richard (2006). La corrosión del carácter.
Páginas web
Cámara Nacional Electoral de Argentina. En: <http://www.cij.gov.ar>.
Internet World Stats. En: <http://www.internetworldstats.com/stats.htm>.
Artículo de Revista
Alsina, Rodrigo (2003). Confianza en la información mediática. Revista cidob d'afers
internacionals Universitat Autònoma de Barcelona, pp. 61-62, mayo-junio.