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NUEVA ESPAÑA EN EL SIGLO XVIII POR J. IGNACIO RUBIO MAÑE . \ Complicadas son hasta hoy para el estudioso las jurisdicciones del vi- rreinato de Nueva España. Para acla- rarlas faltan largos años de investi- gáción en los archivos. Amplísimo era el territorio que se puso bajo el mando del Virrey y pocas naciones del mun- do han tenido tan vasta extensión en cierta unidad de gobierno como el vi- rreinato de Nueva España, que se extendía desde las Filipinas hasta las Antillas y desde el de Panamá hasta más allá de California. Había cierta autonomía las fun- ciones de algunas audiencias, nomi- nalmente sujetas al virreinato, como Santo Domingo y, Gúatemala; pero era menor esa autonomía en las de Guadalajara y El Virrey mismCl era Presidente de la Audiencia de México, que tenía el alto carácter de Chanchillería, es decir, con la fa- cultad de extender órdenes reales y usar el sello de las provisiones de la corona. Están para estudiar aún las com- plicadas conexiones entre el Virrey y los gobiernos y capitanías genera- les. El mismo Virrey era gobernadQr y capitán general de un distrito que llevaba el mismo nombre de Nueva España. Las líneas septentrionales de los límites del virreinato no estaban fija- dos con certidumbre. Nuevo México era la avanzada hacia el norte; pero California, Texas, Sonora, Tamauli- pas, Sinaloa. Nayarit y Chihuahua se hallaban todavía en poder de indíos no conquistados. El mismo Nuevo México estaba sustraído der dominio español a ,principios del siglo XVIII por una rebelión de indios que había logrado expulsar a las autoridades del régimen virreinal. En la península de El Marqués de Croix Yucatán tampoco era general el do-' minio español. porque las costas del Caribe se hallaban totalmente en po- der de los indios mayas que resistían el vasallaje español. Muy cerca se ha- llaba Belice. establecimiento 1;}ritánico. que había sido arrancado ocultamente' del dominio de la capitanía general de Yucatán. Y la Isla de Términos y las costas de Tabasco se hallaban tam- bién en poder de los ingleses. Puede así afirmarse que la vasta ex- tensión del virreinato de Nueva Espa- ña no era exacta y absolutameqte un dominio español, porque había mu- chas regiones no conquistadas. aunque ya exploradas por españoles. Bucareli El esfuerzo español había sido ad- mirable en el siglo XVI por su empuje y el vastísimo campo que pretendió abarcar; faena gigantesca que requería milenios para realizarse y que preten- dió en vano vencerla en pocos lustros el arrojo característico del espíritu his- pánico. Además, le correspondió a esa empresa el campo más densamente po- blado de indios con profundas tradi- ciones culturales, pagados de su linaje y que fieramente defendíanse contra cualquier ajeno dominio. No le cupo al español más que la convivencia con los aborígenes. adaptarse a su medio ambiente é iniciar una enorme labor de cooperación social a muy largo pla- zo .. y. en estas labores se hallaba el esfuerzo español cuando los aconte- cimientos mundiales comenzaron a precipitarse de tal modo, que no tuvo otra alternativa que suspender aquella empresa y consagrarse a resolver pro- blemas internacionales intensos •. en qu'e llevó España la peor parte. .Al iniciarse el siglo XVIII observa- mos que a la organización virreinal le ajustes para que funcionaran sus conexiones concierta regularidad. Necesitaba el sistema una unidad más firme y que arraigase. El ímpetu del siglo XVI estaba ya en decadencia en el XVII y muchas de las rutas abiertas quedaron abandonadas, especialmente en el amplísimo territorio del norte.' Entre los mismos centros ya instala- dos había ciertas exigencias regionales, frulos del carácter individualista que imprimieron a sus obras los capitanes españoles que conquistaron aquellas comarcas, y en no pocas las influen- cias vigorosas de las razas indígenas que en muchas ocasiones resultaron las conquistadoras y no las conquistadas. De allí las constantes competencias de jurisdicción que fueron la neuralgia crónica de los virreyes de Nueva Es- paña con tan vastísimo territorio. Todo esto. si se considera con el enor- me problema de convivencia social de intereses en pugna. de orgullos de li- naje hispánico por un lado e indíge- nas por el otro. ambas partes muy agresivas en defenderlos, hostiles todos entre sí, puede uno darse cuenta del teatro de los acontecimientos virrei- nales y de la inmensa labor que tenían encima aquellos virreyes, a cuyo fin de período debían ser sometidos a rigorosos juicios de residencia en que no pocos quedaron mal parados por esa serie de intereses en pugna que no pudieron conciliar, veces. o por- que se rebelaban a cooperar en un . plan unificador, en no pocas circuns- tancias. Repetimos. en síntesis. que a toda esa magna obra española de unifica- ción de intereses. base de una naciona- lidad, le faltó mayor atención en el siglo XVII, y si en el XVIII comenzó a prestársela, fué con una política fatal de querer sujetarla a planes que más obedecían a intereses extraños, los que se ventilaban en Europa en los con- flictos internacionales, muy ajenos a la tradición española. La dinastía francesa en la corona española im- plantó esos sistemas extraños que lue- go se trasladaron al virreinato y que trastornaron más el engranaje' defec- tuoso de antes. Si se compara el ritmo de la vida virreinal entre la primera mitad del siglo XVIII con la segunda, resulta una diferencia notabilísima y muy signi- ficativa por los acontecimientos que así obligaban desde Europa. Y más aún si comparamos esa primera mitad con la anterior, es decir, con la.segun- da del XVII, resulta un tanto más ace- lerado el ritmo en aquélla, pero en la siguiente lo acelerado se torna en corriente agitada que se va precipitan- do rumbo a la convulsión y de allí a la caída del régimen virreinal, que es ya irremediable a principios del XIX. Cada uno de los virreyes del XVIII tuvo algún esfuerzo que desplegar en ese ritmo de acontecimientos, reCono- ciendo en todos ellos un gran esfuerzo por revi:vir el espíritu del XVI, pero sin lograr alcanzar su 'ímpetu creador. Hay una consagración a mayor es- fuerzo hacia la región septentrional. enviando expediciones a Texas hasta tener contacto con la colonia france- sa de Luisiana y conectando' esa co- marca con las costas de, Veracruz en otra expedición que estableció la nia del Nuevo Santander. Los ingleses son expulsados de la Isla de Términos y de las costas de Tabasco. y 10 fueron también de Belice, mas los esfuerzos de la capitanía general de Yucatán fueron inútiles porque los británicos retornaron amparados con tratados que la corona española celebraba con la inglesa. Debe reconocerse como punto de partida de los sucesos agitados del vi- rreinato de Nueva España, 'la caída de la plaza de LaHabana, año de 1761, . en poder de los ingleses. Con gran sentido de previsión, Inglaterra obli- gaba más y más a la contienda euro- pea a trasladar el campo principal de las hostilidades con las otras dos po- tencias coloniales, Francia y España, hacia el terreno de América. Así des- plaza al imperio francés y pueden las trece primitivas colonias inglesas ex- pansionar sus limitados territorios a costa de las posesiones francesas. Car- los III acude en auxilio de Francia. siguiendo una política de identifica- ción entre las dos dinastías borbóni- cas y rompiendo la acertada neutrali- dad que había seguido su hermano Fernando VI, compromete los desti- nos españoles y comienzé\ a recibir el i!Operio español golpes directos por- que ya no hay intermedio entre las posesiones británicas y españolas, más aún cuando Luis XV cede a su primo Carlos III la Vuisiana, como remune- ración por haber perdido la Florida y ésta entregada en pago de la devolu- ción de Cuba y Filipinas, que habían caído en manos británicas. Todas es- tas cesiones traen' un conflicto grave para Nuev.a España y preparan la se- rie de acontecimientos precipitados que hubo en el virreinato. El Visitador Gálvez Tales cambios y tal expansión in- glesa repercute sensiblemente en Nue- va España, cuando todavía no se ha podido desarrollar plenamente la obra de unificación. Se precipitan los vi- rreyes en una carrera de defensa. El toque de atención fué la pérdida del puerto de La Habana, la pérdida. de UNIVERSIDAD DE MÉXICO * 25

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NUEVA ESPAÑA EN EL SIGLO XVIIIPOR J. IGNACIO RUBIO MAÑE

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Complicadas son hasta hoy parael estudioso las jurisdicciones del vi­rreinato de Nueva España. Para acla­rarlas faltan largos años de investi­gáción en los archivos. Amplísimo erael territorio que se puso bajo el mandodel Virrey y pocas naciones del mun­do han tenido tan vasta extensión encierta unidad de gobierno como el vi­rreinato de Nueva España, que seextendía desde las Filipinas hasta lasAntillas y desde el I~tmó de Panamáhasta más allá de California.

Había cierta autonomía ~n las fun­ciones de algunas audiencias, nomi­nalmente sujetas al virreinato, comoSanto Domingo y, Gúatemala; peroera menor esa autonomía en las deGuadalajara y Manila~ El VirreymismCl era Presidente de la Audienciade México, que tenía el alto carácterde Chanchillería, es decir, con la fa­cultad de extender órdenes reales yusar el sello de las provisiones de lacorona.

Están para estudiar aún las com­plicadas conexiones entre el Virreyy los gobiernos y capitanías genera­les. El mismo Virrey era gobernadQry capitán general de un distrito quellevaba el mismo nombre de NuevaEspaña.

Las líneas septentrionales de loslímites del virreinato no estaban fija­dos con certidumbre. Nuevo Méxicoera la avanzada hacia el norte; peroCalifornia, Texas, Sonora, Tamauli­pas, Sinaloa. Nayarit y Chihuahua sehallaban todavía en poder de indíosno conquistados. El mismo NuevoMéxico estaba sustraído der dominioespañol a ,principios del siglo XVIII

por una rebelión de indios que habíalogrado expulsar a las autoridades delrégimen virreinal. En la península de

El Marqués de Croix

Yucatán tampoco era general el do-'minio español. porque las costas delCaribe se hallaban totalmente en po­der de los indios mayas que resistíanel vasallaje español. Muy cerca se ha­llaba Belice. establecimiento 1;}ritánico.que había sido arrancado ocultamente'del dominio de la capitanía general

de Yucatán. Y la Isla de Términos ylas costas de Tabasco se hallaban tam­bién en poder de los ingleses.

Puede así afirmarse que la vasta ex­tensión del virreinato de Nueva Espa­ña no era exacta y absolutameqte undominio español, porque había mu­chas regiones no conquistadas. aunqueya exploradas por españoles.

Bucareli

El esfuerzo español había sido ad­mirable en el siglo XVI por su empujey el vastísimo campo que pretendióabarcar; faena gigantesca que requeríamilenios para realizarse y que preten­dió en vano vencerla en pocos lustrosel arrojo característico del espíritu his­pánico. Además, le correspondió a esaempresa el campo más densamente po­blado de indios con profundas tradi­ciones culturales, pagados de su linajey que fieramente defendíanse contracualquier ajeno dominio. No le cupoal español más que la convivencia conlos aborígenes. adaptarse a su medioambiente é iniciar una enorme laborde cooperación social a muy largo pla­zo.. y. en estas labores se hallaba elesfuerzo español cuando los aconte­cimientos mundiales comenzaron aprecipitarse de tal modo, que no tuvootra alternativa que suspender aquellaempresa y consagrarse a resolver pro­blemas internacionales intensos•.enqu'e llevó España la peor parte.

.Al iniciarse el siglo XVIII observa­mos que a la organización virreinal lefal~aban ajustes para que funcionaransus conexiones concierta regularidad.Necesitaba el sistema una unidad másfirme y que arraigase. El ímpetu delsiglo XVI estaba ya en decadencia enel XVII y muchas de las rutas abiertasquedaron abandonadas, especialmenteen el amplísimo territorio del norte.'Entre los mismos centros ya instala­dos había ciertas exigencias regionales,frulos del carácter individualista queimprimieron a sus obras los capitanesespañoles que conquistaron aquellascomarcas, y en no pocas las influen­cias vigorosas de las razas indígenas

que en muchas ocasiones resultaron lasconquistadoras y no las conquistadas.De allí las constantes competencias dejurisdicción que fueron la neuralgiacrónica de los virreyes de Nueva Es­paña con tan vastísimo territorio.Todo esto. si se considera con el enor­me problema de convivencia social deintereses en pugna. de orgullos de li­naje hispánico por un lado e indíge­nas por el otro. ambas partes muyagresivas en defenderlos, hostiles todosentre sí, puede uno darse cuenta delteatro de los acontecimientos virrei­nales y de la inmensa labor que teníanencima aquellos virreyes, a cuyo finde período debían ser sometidos arigorosos juicios de residencia en queno pocos quedaron mal parados poresa serie de intereses en pugna que nopudieron conciliar, un~s veces. o por­que se rebelaban a cooperar en un .plan unificador, en no pocas circuns­tancias.

Repetimos. en síntesis. que a todaesa magna obra española de unifica­ción de intereses. base de una naciona­lidad, le faltó mayor atención en elsiglo XVII, y si en el XVIII comenzó aprestársela, fué con una política fatalde querer sujetarla a planes que másobedecían a intereses extraños, los quese ventilaban en Europa en los con­flictos internacionales, muy ajenos ala tradición española. La dinastíafrancesa en la corona española im­plantó esos sistemas extraños que lue­go se trasladaron al virreinato y quetrastornaron más el engranaje' defec­tuoso de antes.

Si se compara el ritmo de la vidavirreinal entre la primera mitad delsiglo XVIII con la segunda, resulta unadiferencia notabilísima y muy signi­ficativa por los acontecimientos queasí obligaban desde Europa. Y másaún si comparamos esa primera mitadcon la anterior, es decir, con la.segun­da del XVII, resulta un tanto más ace­lerado el ritmo en aquélla, pero enla siguiente lo acelerado se torna encorriente agitada que se va precipitan­do rumbo a la convulsión y de allí ala caída del régimen virreinal, que esya irremediable a principios del XIX.

Cada uno de los virreyes del XVIII

tuvo algún esfuerzo que desplegar enese ritmo de acontecimientos, reCono­ciendo en todos ellos un gran esfuerzopor revi:vir el espíritu del XVI, pero sinlograr alcanzar su 'ímpetu creador.Hay una consagración a mayor es­fuerzo hacia la región septentrional.enviando expediciones a Texas hastatener contacto con la colonia france­sa de Luisiana y conectando' esa co­marca con las costas de, Veracruz enotra expedición que estableció la'colo~nia del Nuevo Santander. Los ingleses

son expulsados de la Isla de Términosy de las costas de Tabasco. y 10 fuerontambién de Belice, mas los esfuerzosde la capitanía general de Yucatánfueron inútiles porque los británicosretornaron amparados con tratadosque la corona española celebraba conla inglesa.

Debe reconocerse como punto departida de los sucesos agitados del vi­rreinato de Nueva España, 'la caída dela plaza de LaHabana, año de 1761,

. en poder de los ingleses. Con gransentido de previsión, Inglaterra obli­gaba más y más a la contienda euro­pea a trasladar el campo principal delas hostilidades con las otras dos po­tencias coloniales, Francia y España,hacia el terreno de América. Así des­plaza al imperio francés y pueden lastrece primitivas colonias inglesas ex­pansionar sus limitados territorios acosta de las posesiones francesas. Car­los III acude en auxilio de Francia.siguiendo una política de identifica­ción entre las dos dinastías borbóni­cas y rompiendo la acertada neutrali­dad que había seguido su hermanoFernando VI, compromete los desti­nos españoles y comienzé\ a recibir eli!Operio español golpes directos por­que ya no hay intermedio entre lasposesiones británicas y españolas, másaún cuando Luis XV cede a su primoCarlos III la Vuisiana, como remune­ración por haber perdido la Florida yésta entregada en pago de la devolu­ción de Cuba y Filipinas, que habíancaído en manos británicas. Todas es­tas cesiones traen' un conflicto gravepara Nuev.a España y preparan la se­rie de acontecimientos precipitadosque hubo en el virreinato.

El Visitador Gálvez

Tales cambios y tal expansión in­glesa repercute sensiblemente en Nue­va España, cuando todavía no se hapodido desarrollar plenamente la obrade unificación. Se precipitan los vi­rreyes en una carrera de defensa. Eltoque de atención fué la pérdida delpuerto de La Habana, la pérdida. de

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ALGOCRATINE

Rhin número 37

México, D. F.

OBLEAS

ANALGESICO

ESTAB~ECIMIENTOS

Reg. NO 13703 S. S. A.

MAX' ABBATS. A.

potismo ilustrado, se~uido suceSlva­xpente por las ideas de libertad y co­munidad de los revolucionarios fran­ceses, puestas en práctica en una nuevanación vecina que progresaba rápida­mente, encendieron en los mexicanosel espíritu de independenci~ y liqui­daron los planes a largo plazo de laobra española. Y esto se manifiestaclaramente cuando en España ya nohay autoridad legítima en la corona y

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, Calma la intensidad del dolor.

El segundo Conde de Revillagigedo

cuando la guerra civil.en España nopermite esperar normas políticas deestabilidad.

Se desintegra entonces la obra espa­ñola como una repercusión clara delos acontecimientos internacionales,que no le permitieron terminar sugrandiosa empresa de convivencia so­cial en el mundo nuevo.

de Nueva España. disfrazándolo conel nombre de Comandancia Generalde Provincias Internas. Gálvez vis­lumbra el peligro en que se hallabatoda esa vasta extensión de tierras noconquistadas, con el avance inglés des­de las costas de Nueva Inglaterra. Perono logra Gálvez que Bucareli acepteel plan de intendencias, obsesión delMinistro de Indias en su afán de li­

'mitar la hegemonía del virrey en elgobierno total de tan vasta extensiónde territorios.

Gálvez. entonces, proyecta colocara parientes suyos en el virreinato que

. obedezcan sus planes; mas le falla ronsus cálculos en los cambios de Gobier­no de Guatemala <t México. primer pa­so de sus proyectos. porque Mayorgale gana la instancia a don Matías deGálvez, hermano del ministro; y porúltimo. don Matías. ya en el virreina­to, muere poco después. y también suhijo, don Bernardo, 'que le sucede. Alfin consigue Gálvez enviar con la r~al

confirmación el plan de las intenden­cias y se establece en 1788 por elvirrey-arzobispo Núñez de Háro yPeralta.'"

El ~istema de intendencias reduce launidad de gobierno de Nueva Españaa una más clara extensión geográfica,

, limita el régimen virreinal y regulari­za con centralización excesiva las re­laciones entre la sede virreinal y lasprovincias. Se establece en la ciudadde México una Intendencia Generalcomocabeza del sistema y once inten-

o dencias de provincia..No pudo el virrey Flores hacer an­

dar ese mecanismo de las intendenciasy cupo al virrey II Conde de Revilla­gigedo, ser el gran motor d.el nuevoorden de cosas, desarrollando una ac­tividad espantosa, con un admirableafán y una enorme capacidad de traba- L

jo. que creo' no se ha visto en todoslos anales de la historia mexicana.Revillagigedo inicia esas funciones delas intendencias, pero defiende y re­conquista las facultades virreinales,recuperando la jefatura absoluta de laadministración. Pudo hacerlo porqueya Gálvez había muerto.

Pero los esfue,rzos de Revillagigedocoinciden con la revolución francesa.Mientras él se afana en implantar enMéxico las instituciones del despotis­mo ilustrado, en Francia se proclamanla libertad y comunidad. Todos s"dsesfuerzos para ordenar las cosas en elvirreinato se malogran con el ambien­te revolucionario que viene de Fran­cia . Paradoja al parecer: sistemas fé­rreos de administración importadosde Francia y doctrinas de libertad ycomunidad suc~sivamente trasplanta­das de Francia a México. Y coincidetodo con los desaciertos de virreyesque llegaron a México para represen­tar la descomposición de la corte deCarlos IV.

Las reformas de Gálvez, la expul­sión de los jesuitas, el ejército per­manente, las funciones excesivamentecentralizadas de las intendencias y to­das las fases que representaron el des-

México, D. F.

Te!. Ericsson 12-47-98.

MARHX

cuarteles. como profesional. por elnuevo orden de cosas. Los virreyes ygobernadores y capitanes generales ha- .bían desempeñado sus administracio­nes con alguna autonomía y ahoraeran vigilados estrechamente por Gál­vez y sus delegados.

Con Gál~ez y Villalba se represen­ta en Nueva España. en toda su fuer­za. el despotismo ilustrado: Las fa­cultades virreinales son atropelladaspor Gálvez. El virrey Cruillas quedadesplazado y se envía en su lugar a unfrancés sumiso. el Marqués de Croix.quien se convierte en ciego instrumen­to de las reformas. Gálvez cumplecon la orden misteriosa de expulsar alos jesuítas. ahoga en sangre las rebe­liones que tal disposición provoca. vaal norte para vigilar de cerca que lasmisiones de esos religiosos en Cali­fornia se entreguen a los franciscanosy ensaya en Sonora el sistema francésde las intendencias. Enferma por ex­ceso de trabajo, vuelve a España. Car­los 111 lo hace Marqués de Sonora ylo llama al Ministerio de Indias, encuya cartera continúa su plan de re­formas de la administración colonialespañola, extendiéndola a toda Amé­rica, con las experiencias obtenidas enNueva España.

El virrey Bucareli resiste las re­formas de Gálvez. pero no puede evi­tar que se le suprima la presidencia dela Audiencia, colocándose en su lugara .un regente, como tampoco que seerija un nuevo virreinato en el norte

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MEXICO, p. F.

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cito permanente, conforme a las nor­mas prusianas que Federico el Grandehabía enseñado al Cond,e de Aranda.Hasta entonces no -se había experi- .meiltado en Nueva España un con­trol tan excesivo de la corte española.Las milicias eran voluntarias y se lesexigió una v;ida permanente en los

las colonias francesas en América delNorte y la cdión de Luisiana. queacercaba más y más con los intetesesingleses. Es entonces cuando Carlos111 se da cuenta de la importancia quedebe dar a sus posesiones en Indias ydespliega una atención especial al vi­rreinato de Nueva España. Envía al

• visitador Gálvez para reorganizar lasfunciones virreinales y al teniente ge­neral Villalba para establecer un ejér-

26 * UNIVERSIDAD DE MEXICO . \