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NOVELAS EJEMPLARES. CUESTIONES ECDÓTICAS (III) Carlos Romero Muñoz La experiencia adquirida durante la preparación de los dos primeros artículos de esta breve serie' me había hecho imaginar que el índice de "problematicidad textual" de las restantes relatos de la colección cervantina sería lo suficientemente alto como para poder programar, sin excesivas preocupaciones, tres nuevas contri- buciones del mismo tipo, a partir de la dedicada a Rinconete y Cortadillo, La española inglesa y El Licenciado Vidriera. Contra lo esperado, una primera sistemática "cala", llevada a cabo hace pocos meses, redimensionó las cosas de manera radical. De ella saqué la conclusión de que, si deseaba llevar adelante mi proyecto, no habría podido ignorar varios factores fuertemente adversos. Por un lado, de Rinconete y El Licenciado existen, desde hace mucho tiempo, sendas ediciones críticas (sin duda superadas en no poco detalles, pero todavía en buena parte validísimas) 2 lo que, por sí solo, comporta una sensible reducción del índice de lo aún "discutible" en el nivel que ahora me interesa; por otro, si de La española cabe decir que, en este sentido, resulta más descuidada por los estudiosos, no es menos cierto que la aparente ventaja queda en seguida equilibrada por la escasez y poca relevancia de los problemas _precisamente_ ecdóticos en ella identificables. Desanimado, hubo un momento en que decidí cambiar el tema de la ponencia. Haberlo mantenido, tras tantas dudas, se debe sobre todo a motivos de coherencia personal, aunque más de una vez me haya sonado en los oídos interiores cierta fatídica frase de Gracián: "No todo lo que se prosigue se adelanta". Hoy por hoy, a cuentas hechas, he de confesar que me alegro de haber "proseguido" y hasta confío en que un _mínimo, pero objetivo_ "adelanto" justifique de algún modo las si- guientes páginas ante los interesados en la materia. Es un deber recordar aquí la feliz "oportunidad" de la publicación de un libro de positiva importancia, del que que tenido conocimiento algo _por suerte, no demasiado_ tarde: me refiero a la edición de las Novelas firmada por Jorge García López, con toda probabilidad destinada a convertirse en "la de referencia" durante los próximos años 3 . Poder disponer de ella me ha permitido prescindir _creo que con absoluta legitimidad_ de las precedentes a 1901, que él tiene, como es natural, presentes en el "aparato" de la suya 4 y hasta, dentro de las del siglo apenas termi- nado, de varias que, aun habiendo sido por mí consideradas en 1995 y 1996, ahora no me parecen imprescindibles. Siguiendo el orden natural de aparición, examino aquí pasajes de las tres novelas citadas de uno u otro modo enmendados en las eds. modernas, en los que resulta posible tener en cuenta una "restitución" a la lección de la princeps, y otros en que, por el contrario, más bien cabe pensar en la conveniencia _siquiera hipotética_ de una "enmienda", a decir verdad ya propuesta por algún editor, incluso mucho antes de 1901; tengo ocasión de referirme a las siempre opinables acentuaciones y trans- cripciones de las formas de los siglos XVI-XVII a las modernas; no dejo de poner en evidencia la poca felicidad (en su caso, claro está que el acierto) de determinadas CERVANTES EN ITALIA. Carlos ROMERO MUÑOZ. «Novelas ejemplares». Cuestiones ecdóticas (iii)

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NOVELAS EJEMPLARES. CUESTIONES ECDÓTICAS (III)

Carlos Romero Muñoz

La experiencia adquirida durante la preparación de los dos primeros artículos de esta breve serie' me había hecho imaginar que el índice de "problematicidad textual" de las restantes relatos de la colección cervantina sería lo suficientemente alto como para poder programar, sin excesivas preocupaciones, tres nuevas contri­buciones del mismo tipo, a partir de la dedicada a Rinconete y Cortadillo, La española inglesa y El Licenciado Vidriera. Contra lo esperado, una primera sistemática "cala", llevada a cabo hace pocos meses, redimensionó las cosas de manera radical. De ella saqué la conclusión de que, si deseaba llevar adelante mi proyecto, no habría podido ignorar varios factores fuertemente adversos. Por un lado, de Rinconete y El Licenciado existen, desde hace mucho tiempo, sendas ediciones críticas (sin duda superadas en no poco detalles, pero todavía en buena parte validísimas)2 lo que, por sí solo, comporta una sensible reducción del índice de lo aún "discutible" en el nivel que ahora me interesa; por otro, si de La española cabe decir que, en este sentido, resulta más descuidada por los estudiosos, no es menos cierto que la aparente ventaja queda en seguida equilibrada por la escasez y poca relevancia de los problemas _precisamente_ ecdóticos en ella identificables. Desanimado, hubo un momento en que decidí cambiar el tema de la ponencia. Haberlo mantenido, tras tantas dudas, se debe sobre todo a motivos de coherencia personal, aunque más de una vez me haya sonado en los oídos interiores cierta fatídica frase de Gracián: "No todo lo que se prosigue se adelanta". Hoy por hoy, a cuentas hechas, he de confesar que me alegro de haber "proseguido" y hasta confío en que un _mínimo, pero objetivo_ "adelanto" justifique de algún modo las si­guientes páginas ante los interesados en la materia.

Es un deber recordar aquí la feliz "oportunidad" de la publicación de un libro de positiva importancia, del que que tenido conocimiento algo _por suerte, no demasiado_ tarde: me refiero a la edición de las Novelas firmada por Jorge García López, con toda probabilidad destinada a convertirse en "la de referencia" durante los próximos años 3. Poder disponer de ella me ha permitido prescindir _creo que con absoluta legitimidad_ de las precedentes a 1901, que él tiene, como es natural, presentes en el "aparato" de la suya 4 y hasta, dentro de las del siglo apenas termi­nado, de varias que, aun habiendo sido por mí consideradas en 1995 y 1996, ahora no me parecen imprescindibles.

Siguiendo el orden natural de aparición, examino aquí pasajes de las tres novelas citadas de uno u otro modo enmendados en las eds. modernas, en los que resulta posible tener en cuenta una "restitución" a la lección de la princeps, y otros en que, por el contrario, más bien cabe pensar en la conveniencia _siquiera hipotética_ de una "enmienda", a decir verdad ya propuesta por algún editor, incluso mucho antes de 1901; tengo ocasión de referirme a las siempre opinables acentuaciones y trans­cripciones de las formas de los siglos XVI-XVII a las modernas; no dejo de poner en evidencia la poca felicidad (en su caso, claro está que el acierto) de determinadas

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notas al texto cervantino y, en fin, la falta de anotación en lugares que, siquiera a mi parecer, la están pidiendo y aun exigiendo.

Con vistas a facilitar la verificación de cuanto aquí se dice, doy siempre, ante cada pasaje examinado, junto al folio y las líneas de la princeps, la página y las líneas de la ed. de García López.

SIGLAS DE LAS EDICIONES CONSULTADAS

princeps = Madrid, Juan de la Cuesta, 1613. RM1 = Rinconete y Cortadillo y El licenciado Vidriera, en Novelas ejemplares,

ed. de Francisco Rodríguez Marín, Madrid, "La Lectura", 1915: I, 131-218 y II, 7-83, por la reimpresión de 1965.

RM2 = Rinconete y Cortadillo, ed. de F. Rodríguez Marín, Madrid, Tip. de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1920: 2 a ed., "muy aumentada" (la I a es de 1905).

AC = El Licenciado Vidriera, ed. de Narciso Alonso Cortés, Valladolid, Imprenta Castellana, 1916.

S-B = ed. de Rudolf Schevill y Adolfo Bonilla, Madrid, Gráficas Reunidas, 1922-1925, 3 vols.

S = ed. de Harry Sieber, Madrid, Cátedra, 1980, 2 vols. AA = ed. de Juan Bautista Avalle-Arce, Madrid, Castalia, 1982, 3 vols. SA-RH1 = ed. de Florencio Sevilla Arroyo y Antonio Rey-Hazas, Madrid, Espasa-

Calpe, 1993, 2 vols. SA-RH2 = ed. de F. Sevilla Arroyo y A. Rey Hazas, en Cervantes, Obras

completas: II (Galatea, Novelas ejemplares, Persiles y Sigismundo), Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1994, pp. 413-693.

L = ed. de Francés Luttikhuizen, Barcelona, Planeta, 1994. ND = ed. de Rosa Navarro Duran, Madrid, Alianza Editorial, 1995, 2 vols. SA-RH3 = ed. de F. Sevilla Arroyo y A. Rey Hazas, en Cervantes, Obras

completas, Madrid, Alianza Editorial, vols. 6-11, 1996-1997. GL = ed. de Jorge García López, con un estudio preliminar de Javier Blasco,

Barcelona, Critica, 2001.

RINCONETE Y CORTADILLO

1. Fol. 66, 5-9 del texto (p. 161, 8-10): ...se hallaron en ella a caso dos muchachos de edad de catorze a quince años; el vno, ni el otro no passauan de diez y siete, ambos de buena gracia...

Ninguno de los editores tenidos en cuenta discute, al menos en nota, la posi­bilidad de que en la información dada por el narrador acerca de la edad de los dos protagonistas se haya podido deslizar un errata. Más aún: GL nada dice ni siquiera en el aparato, donde debería constar _y no consta_ que ya Aribau 5 lee: dos muchachos de hasta edad de catorce o quince años el uno, y el otro no pasaba de diez y siete, ambos de buena gracia...

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A favor de la lección de la princeps cuenta el doble hecho _por sí solo decisivo en la tradición editorial examinada_ de que es difícil suponer un descuido tan vistoso precisamente al comienzo de la novela y de que, tal y como está, el párrafo resulta de todo en todo intelegible y "correcto". Cabe, de cualquier manera, pre­guntarse si las cosas están de veras así. Si un narrador comienza animando que dos muchachos tienen de catorce a quince años ¿por qué ha de caer, a renglón seguido, en la obviedad de declarar que el uno y el otro no pasaban de diecisiete! Porque _se me contestará_ se trata de Cervantes, quien por medio de semejantes decires y no decires, adelantos, retrocesos y nuevos adelantos, consigue expresar toda una visión del mundo tambaleante, incierta, radicalmente problemática. También yo estoy dispuesto a dar por buena esta explicación, pero no creo que tal aserción baste para explicar la formulación de las frases en la impresión de 1613, si se tiene en cuenta la evidencia de que, tras la _más bien ligera_ intervención emendatoria, ellas mismas ofrecen una mucho más lógica distribución de los datos relativos a las edades de los dos protagonistas y, sobre todo, que, hasta el momento en que ambos acaban revelando sus propios nombres (o, si se prefiere, los que quieren hacer pasar por tales), el narrador se complace una y más veces en poner de relieve la diferencia _de tiempo vivido_ existente entre los dos muchachos:

1) el q parecía de mas edad dixo al mas peq ño: (fol. 66 v°, 15-16; p. 164, 2-3); 2) Pues e verdad, dixo el mayor [...] Assi es, respo dio el mediano, (18-21; 8-

i i ) ; 3) Y sabe vuessa merced algún oficio, preguntó el grade, y el menor respodio:

(27-28; 17-18); 4) Todo esso es muy bueno, vtil, y prouechoso, dixo el grade, [...] No es mi

corte dessa manera, respondió el menor, (30-34; 21-25); 5) Todo esso, y mas acoteze por los buenos, respondió el grade, [...] Si te go,

respodio el peq ño, pero no son para en publico [...] A lo qual replicó el grade: (fol. 67, 7-14; 165, 6-13).

No sólo: a lo largo de toda la novela, Rincón (a quien Monipodio ha alterado el apellido en Rinconete, sin duda diminutivo, pero no tanto como -illo) se comporta siempre como el personaje más maduro, en parte porque posee algunos instru­mentos de cultura de que Cortado (no por nada rebautizado Cortadillo por el mismo "padre de ladrones") carece por completo, pero ante todo porque es probable que supere a su nuevo amigo no ya en unos meses, sino en más de un año y medio. Diferencia de veras notable en el paso de la niñez, por muy resabiada que ésta sea, a la adolescencia propiamente dicha, a mi entender declarada de manera algo más clara por el propio narrador cuando, en la conclusión de la novela, abandona a Cortadillo y pasa a referirse exclusivamente a la continuación de la historia del mayor de todas veras. Quien _no lo olvidemos_ es también el primero en aparecer ya en el título de la misma (no creo que haya que pensar en puros motivos de "eufonía" para explicar el orden con que los dos muchachos resultan presentados).

Repito: estoy lejos de proponer la enmienda como algo "necesario", pero sí aconsejo que no se olvide enteramente su objetiva existencia en una ed., como es la Aribau, digna, a pesar de los pesares, de sistemática consulta.

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2. Fol. 72 v°, 22-24 (p. 181, 3-6): No es peor ser herege, ó renegado, ó matar a su padre, y madre, ó ser solomico? Sodomita querrá dezir v. m., respondió Rincón. Esso digo, dixo el moco.

Ni un solo editor osa no ya intervenir en el texto, sino expresar, siquiera en nota, una opinión a propósito de la "forma aberrante" usada por el joven que acompaña a los protagonistas de la novela a casa de Monipodio y de la "forma correcta" en seguida empleada por Rinconete. Con todas las cautelas del caso, me atrevo a decir que en este pasaje muy bien podría haberse introducido una errata, a cuya presencia se debe el chocante "desequilibrio" fonético constatable en la pareja solomico / sodomita. Regla fundamental de las deformaciones populares es mantener una iden­tidad casi total en las vocales y un fuerte parecido entre las consonantes del término de partida y del de llegada. En nuestro caso, la regla resulta respetada hasta llegar a uno de los elementos decisivos para hacer eficaz la manipulación: me refiero a la vocal final, que aquí, inesperadamente, falla. Si el primer personaje hubiera dicho solomica, el sodomita que le sigue no nos sorprendería en absoluto. Pero la princeps registra solomico y a más de un lector le habría parecido más natural que la corrección de Rinconete hubiera sido Sodomito querrá dezir v.m.

Si uno de los dos términos podría constituir una auténtica errata, ¿de cuál de ellos cabe imaginarlo con mejores argumentos?

Será inútil buscar en los diccionarios solomico. Lo mismo ocurre con sodomico. Hay, sin embargo, diferencias entre ambas ausencias. La de solomico se justifica pensando en una creación personal cervantina, que no tiene por qué haberse lexi-calizado. Y que, por tanto, muy bien podría aparecer en la princeps equivocada, en lugar del verosímil _pero, repito, tampoco documentado_ solomica.

El caso de sodomico es, en principio, más complicado pero, al mismo tiempo, no menos "posible", ya que no "probable" ni, menos aún, "probado". Por una parte, dicha forma está testimoniada en la redacción de la propia novela contenida en el manuscrito de Porras de la Cámara 6. Por otra, no sólo en el corpus cervantino, sino en el español general de los siglos XVI y XVII, están presentes sustantivos terminados en -o (y sólo _o sobre todo_ en -o), que desde hace mucho solemos usar como terminados en -a. (Para no ser más prolijo, aquí me limitaré a recordar compatrioto, usado durante mucho tiempo _a decir verdad, acompañado de la variante compatriote^ hasta que, más bien tarde, se impuso compatriota)1. Ahora bien, sodomito es forma italiana, documentada en el siglo XV 8 . En principio, nada obsta a que el uso de la misma haya continuado, por lo menos a nivel dialectal, y que C. haya podido conocerla durante su estancia en Roma, Ñapóles, Sicilia.

En ausencia de otros datos, es por demás atrevido proponer, sencillamente, la enmienda de uno u otro de los dos términos en cuestión, pero insisto en la con­veniencia de tenerla presente.

3. Fol. 73,3-4 (p. 182, 1-2): ...vn pequeño patio ladrillado, y de puro limpio...

RM1,RM2, Si, AA, ND, GL: que de puro limpio S-B, SA-RH1, SA-RH2, L, como la princeps

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La lección de la princeps (mantenida, como indica GL, hasta la ed. de Valencia 1769), no parece en principio corrompida. Por otra parte, la simple constatación de que la leve enmienda mejora el texto no es, por sí sola, persuasiva. De cualquier modo, reconozco la complementaria validez de la explicación ofrecida por GL en el aparato: "El relativo abreviado con signo diacrítico (q) explica, en términos gráfi­cos, la aparición de la conjunción copulativa".

4. Fol. 73, 4-5 (p.182, 2): y algimifrado, parecía que vertía carmín de lo mas fino:

Es, por lo menos, curioso que RM, andaluz, guarde un clamoroso silencio ante algimifrado, que, si no me equivoco, constituye hasta el presente un auténtico hapax legomenon no sólo en el corpus cervantino sino en el de la lengua española9. Comprendo que hoy por hoy nadie se atreva a intervenir, pero conste que lo hizo, y de manera nada inverosímil, Aribau, sin duda a partir del manuscrito Porras de la Cámara, que lee aljofifado, término todavía hoy vivo en Andalucía 1 0. (GL hace mal no indicando en el aparato esta enmienda, con toda probabilidad procedente de alguna de las innovadoras eds. de finales del siglo XVIII o de principios del XIX, cuando ya se disponía de la edición del manuscrito en cuestión). Aun conservando la forma de la princeps, S indica en nota 1 1 que tal vez se trate de.. . aljofifado.

En situaciones como ésta, llega a ser cómico constatar que varios editores (AA, SA-RH1, SA-RH2, ND, SA-RH3, GL) dan por buena una vieja definición del DA]Z

("afeitado y arrebolado"), basada precisamente en este pasaje cervantino (es el caso de ND), o en la más reciente, pero no más persuasiva, del Diccionario Histórico de la Lengua Española13 (así hacen AA, SA-RH1, SA-RH2, SA-RH3, GL).

5. Fol. 74, 8-11 (p. 185, 1-4): le hizieron vna profunda, y larga reuerencia, excepto los dos brauos (que a medio magate, como entre ellos se dize) le quitaron los capelos, y luego boluieron a su passeo

RM1, RM2, S-B, SA-RH2, SA-RH3, GL leen como la princeps 5, AA, SA-RH1, ND: se quitaron

Según indica GL en el aparato, aparece ya en la ed. de Valencia, 1769. RM2 indica el doble valor de la construcción cervantina, citando muy oportunamente unos versos de Jerónimo de Cáncer. 1 4 El error de quienes, después, siguen corri­giendo el le de la princeps en se reviste cierta gravedad. 1 5 De todos modos, si se es generoso, perdonable. No cabe decir lo mismo de la increíble nota de L acerca de la reverencia de los bravos. 1 6

6. Fol. 74 v°, 21-23 y 30-33 (p. 186, 18-20, y 187, 1-4): y por todos estos que he dicho haze nuestra hermandad cada año su aduersario, con la mayor popa, y solenidad que podemos. [...] o esse aduersario que v. m. dize, con la solenidad y pompa acostumbrada: si ya no es, que se haze mejor con popa y soledad, como también apuntó v. m. en sus razones.

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RM1, RM2, S-B: con la mayor popa y soledad S, AA, SA-RH1, RA-RH2, L, ND, SA-RH3, GL: como la princeps

Ya la ed. de "Madrid, 1614" 1 7 y, p. ej., Aribau, se atreven a corregir lo que sin duda constituye una errata de la princeps. La nota de AA ("Pero C. tiene que haber escrito soledad") tendrá fortuna, pero... en otras notas. No cabe duda: los editores de finales del siglo XX y comienzos del XXI privilegian la prudencia, relegando al comentario _cuando lo hay_ lo que es claro como día. Más sensato habría parecer corregir el texto y dejar la imprescindible constancia de la intervención en nota.

7. Fol. 77, 16-18 (p. 193, 4-5): Hijo Monipodio, yo no estoy para fiestas, porq tengo vn vaguido de cabeqa dos dias ha, que me trae loca:

S, L, GL: váguido AA, SA-RH1, SA-RH2, ND, SA-RH3: vaguido

No habría sido inoportuno que, al menos GL, con espacio suficiente a dispo­sición, hubiera recordado la definición de DA, cierta nota de RM (a quien debemos la primera puntual precisión del justo acento del término en su ed. del Quijote de 1928) 1 8 y el DCELC, donde se hallará una auténtica mina de datos al respecto. 1 9

8. Fol. 81 v°, 33-34- 82, 2 0 1-2 (p. 204, 25-27): ...ni el Negrofeo, que sacó a la Arauz del infierno, ni el Marión, que subió sobre el Delfín, y salió del mar, como si viniera cauallero sobre vna muía de alquiler...

No me interesa tanto considerar la serie de disparates presentes en el pasaje, descifrada sin mayor dificultad ya en RM1, sino llamar la atención sobre la pérdida de un elemento cómico, que debería haber sido conservado, pero que, en realidad, ningún editor tiene en cuenta Marión, en efecto, no agota su función en la deformación grotesca de Arión, sino que, de paso, constituye un inconsciente, gratuito insulto al personaje mitológico griego, a quien llama, con la fórmula de la época, ni más ni menos que 'maricón'.2 1

9. Fol. 82 [por error, indicado como 74], 22-23; p. 205, 19-20): Por un morenico de color verde, Qual es la fogosa que no se pierde.

L ha dejado una nota bien poco persuasiva acerca del tal morenico.22 Más inte­resante parece la de GL: "de ojos verdes". Pero este último no sólo podría sino que debería haber mostrado, por extenso, los argumentos en que se basa para tan esti­mulante aclaración. Yo confieso ignorarlos, pero declaro que no se pueden dejar caer las cosas del cielo. Obrando de esta manera, incluso las afirmaciones más plausibles terminan por parecer amenas invenciones.

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LA ESPAÑOLA INGLESA

1. Fol. 92, 33-92v°, 3; p.228, 1-4): Seys dias nauegaron los dos nauios con prospero viento, siguiendo la derrota de las islas Terceras, parage, donde nunca faltan, ó ñaues Portuguessas de las Indias Orientales, ó algunas derrotadas de las Occidentales.

Fol. 93, 8-9 (p. 229, 6): Creyeron los Turcos ser ñaues derrotadas de las Indias

GL aclara de esta manera el primer pasaje: "derrotadas en el sentido de 'procedentes'". Y el segundo: "derrotadas: _procedentes"'. Pero, si es indudable que proceden de las Indias (Occidentales), no lo es menos que se hallan en la citada derrota de las islas Terceras o Azores porque _han perdido la originaria'. (Derrota significa lo mismo que rota o ruta, pero no así derrotar, que, según DA, equivale a _sacar o arrojar el viento u tempestad a la embarcación del rumbo que llevaba').

2. Fol. 92 v°, 10-12 y 19-22 (p. 228, 10-11 y 17-19): arribó la ñaue de Ricaredo á su Capitán, para saber de su General, si quería embestir á los tres nauios [...] dieron vozes de la ñaue Capitana, diziendo, que el Capitán Ricaredo passasse á ella, porque el General la noche antes auia muerto de vna apoplegia.

Todos los editores por mí examinados conservan la lección de la princeps. Pienso que al menos los que ilustran el pasaje con una nota (L ["A su nave capitana"] y GL ["Es decir, _a la nave capitana', donde iba el comandante de la flota"]) habrían debido explicar que, en este caso, hay que entender _navío [o bajel] capitán'. Y autorizarlo satisfactoriamente. Cosa, a mi parecer, nada fácil, pues, por cuanto me consta, en castellano el capitán no ha sido usado nunca en esta acepción. Parece evidente que, entre tanto Capitán / Capitana y General, se ha deslizado una errata, que debe ser enmendada de la manera más sencilla, como ya hicieron, p. ej., la ed. de "Madrid, 1614" y Aribau.

3. Fol. 93 v°, 20-22 (p. 230, 18-20): y que aquellas dos galeras, que eran del Cosario Amautemami, el dia antes la auian rendido

SB y L conservan el Amautemami de la princeps. El hecho carece de la menor relevancia, pero creo que habría sido mejor separar lo que, siquiera en apariencia, está unido por error. O explicar en nota el motivo de la decisión de conservar esta insólita aglutinación. Podría haberla.

S, AA, SA-RH1, ND, GL: Arnaute Mamí (con sendas notas sobre el personaje _en alguna de las cuales se recuerda su origen albanés_, pero no sobre la acen­tuación del primer término).

SA-RH2 y SA-RH3 acentúan Arnaúte Mamí, pero sin aclarar el motivo de esta nueva transcripción.

La auténtica explicación consiste en que arnaút / arnaúte / arnaúto significa precisamente 'albanés'. Lo dejó bien claro RM ya en su ed. de 1928 del Quijote.23

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4. Fol. 96, 14-22 (p. 235, 18-236, 1): Era Ricaredo alto de cuerpo, gentil­hombre, y bien proporcionado, y como venia armado de peto, espaldar, gola, y bragaletes, y escarcelas, con vnas armas Milanessas de onze vistas, grauadas y doradas, parecía en estremo bien à quantos le miravan: no le cubría la cabega morrión alguno, sino vn sombrero de gran falda de color leonado, con mucha diuersidad de plumas, terciadas à la balona: la espada ancha, los tiros ricos, las caigas à la Esguizara.

S-B escriben que "en la mente de C , lo de las _once vistas' podía ser un recuerdo vago de que antiguamente las armaduras tenían once piezas", que en seguida pasan a enumerar.

AA, tras resumir la precedente nota, añade en la suya que no consigue docu­mentar vista como sinónimo de pieza de armadura. La acepción antigua vista = _visera', registrada en la Enciclopedia Espasa, "no cuadra con el texto cervantino".

SA-RH1, 2 y 3, prudentemente, remiten a S-B. GL, en fin, aventura "vistas: posiblemente en el sentido de _hendedura hori­

zontal que en los yelmos quedaba a la altura de los ojos y servía para ver'". Por desgracia, tal ilustración, ya de por sí no demasiado persuasiva (once hendiduras parecen demasiadas para una celada) queda invalidada por el propio narrador, en las líneas que siguen precisamente a vistas. Está claro, clarísimo, que el sustantivo no puede referirse a una pieza que Ricaredo ha sustituido con un sombrero, y sí solamente al peto o la coraza que realmente le cubre el torso y, tal vez, también al resto de las piezas destinadas a los brazos. Al llegar a este punto, cabe recordar que los propios S-B, en la nota arriba citada, indican que "N. Maccoll, en su versión inglesa de las Novelas [para mí, enteramente desconocida] traduce _of eleven surfaces'. No hallamos la explicación del término en los glosarios de voces de armería que hemos consultado. Quizá se alude al número de launas del faldaje". Ignoro si estas surfaces pueden ser interpretados en español como brillos o reflejos. Me lo hace pensar la nota que Antonio Gasparetti escribió para su trad. italiana de las Novelas24 donde se lee: "L'interpretazione più semplice ed evidente pare quella suggerita dall'analogia. Il cilindro [= _el sombrero de copa'], che si accompagna all'abito da cerimonia, si considera di buona qualità quando la luce, riflettendosi sulla cupola, crea _sette riflessi', disposti a raggiera; l'armatura milanese (e quindi di ottima qualità) era cosi lucente che dava undici riflessi". Añadiré, para concluir, que el tal arnés debía de ser ligero, más de parada que de combate.

5. Fol. 100, 8-13 (p. 243, 6-10): Con todo esso, como madre, a quien es natural dessear, y procurar el bien de sus hijos, prometió al suyo de hablar a la Reyna, no con esperanga de alcangar della el impossible de romper su palabra, sino por no dexar de intentar, como en salir desafuziada, los vltimos remedios.

S-B lee como la princeps S, AA, SA-RH1, SA-RH2, SA-RH3, GL: deshauciada L: desasuciada

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ND: por no dejar de intentar cómo en salir desafuciada [de] los últimos remedios

La lección de L (con el añadido de la nota: "Evidente errata, pues debería leerse .desahuciada'") no pasa de ser un descuido. La más compleja intervención de ND parece de todo punto innecesaria.

Es verdad que Cervantes usa dos veces desahuciar en el Persiles?5 de todos modos, en este caso, como en tantos otros, la doble forma puede y aun debe conservarse. En 1613, la que mantiene la -/- debía de parecer ya un tanto arcaica, pero arcaizante por definición es el lenguaje jurídico. Y, en efecto, con consciencia más o menos plena de que se trata de un término "especializado", sigue siendo usado por autores de la segunda mitad del siglo XVI y de la primera del XVII. 2 6

Todo puede depender de la circunstancia en el autor que recurre a ella. 2 7

6. Fol. 103, 15-18 (p. 248, 21-23): Por la Fe Catholica, que mis Christianos padres me enseñaron, la qual, si no está en la entereza que se requiere, por aquella juro, que guarda el Po tifice Romano,

SB, S, AA, SA-RH1, SA-RH2, ND, SA-RH3 leen como la princeps L: por aquella [fe] juro

La lección de la princeps resulta perfectamente inteligible. El añadido de L parece, pues, del todo innecesario. En fin, cierta perplejidad puede crear la nota de GL: "Ricaredo promete por la fe tal como la entiende la Iglesia, depósito (juro) de la salvación".

7. Fol. 104, 4-9 (p. 250, 5-10): La Reyna llamó a vn mercader rico, que habitaua en Londres, y era Francés, el qual tenia correspondencia en Francia, Italia, y España: al qual entregó los diez mil escudos, y le pidió cédulas, para que se los entregassen al padre de Ysabela en Seuilla, ó en otra playa de España.

Todos los editores leen como la princeps.

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372 Carlos Romero Muñoz

GL escribe, en nota: "playa es probable errata de la príncipe por _plaza"'. ¿Probable? Para mí tengo que probada, inequívoca _sobre todo si se tiene presente que el ms. habrá traído plaga, tan próxima a la forma realmente impresa. ¿Qué acepción aceptable cabe dar a la playa... de Sevilla, p. ej.? Es cierto que se podría pensar en playa = _puerto' o, por lo menos, J u g a r del litoral que hace posible un desembarco', pero Sevilla, aunque puerto, lo es fluvial y no creo que se pueda aducir seriamente el famoso arenal como prueba de su parecido con el término registrado en la princeps. Más aún: ¿por qué iba a limitarse el mercader francés residente en Londres a tener relaciones con sus homólogos españoles de las ciudades costeras? A mi parecer, la elemental _y ya experimentada_ enmienda (plaza lee, por ejemplo, Aribau) no sólo no es imprudente sino que resulta impres­cindible _siquiera mientras no se demuestre de manera fehaciente lo contrario.

8. Fol. 104, 12-15 (p. 250, 12-14): Que el escriuiria a París , para que alli se hiziessen las cédulas, por otro correspondiente suyo, a causa que rezassen las fechas de Francia, y no de Inglaterra,

AA recuerda, por primera vez, que "el calendario gregoriano (marzo 1582) fue adoptado casi de inmediato por los países católicos, pero no por los protestantes. Gran Bretaña no lo adoptó hasta 1751".

L, por su parte, explica: "Para que llevasen sellos de Francia". ND, SA-RH3 y GL reiteran, simplificando, la buena nota de AA, justamente

"entrada en circulación" (lado positivo de estos hallazgos), pero, como suele ocurrir, sin dejar huella explícita del autor (lado absolutamente negativo y censurable). En realidad, las notas forman _o deberían formar_ parte de la propiedad intelectual. No tenerlo en cuenta es indicio, por lo menos, de desenvoltura y, en particulares ocasiones, incluso de falta de probidad.

9. Fol. 104, 15-18 (p. 250, 15-17): ...por el contrauando de la comunicación de los dos Reynos, y que bastava lleuar vna letra de auiso suya, sin fecha, con sus contraseñas, para que luego diesse el dinero el mercader de Sevilla...

L anota: "Por la prohibición impuesta por Felipe II de tener relaciones comerciales con Inglaterra". La ilustración es acertada en cuando a la sustancia, pero la formulación no satisface del todo, puesto que no define claramente la acep­ción del término contrabando en este pasaje.

GL, por su parte, escribe: "Debido a la prohibición del comercio, el único tráfico posible era el contrabando". Hemos dado un paso atrás. Lo que, sin duda, convenía dejar bien claro no es tanto el hecho de que el comercio que, a pesar de las prohibiciones, se realizaba era, precisamente, de contrabando, sino que contra­bando equivale aquí exactamente a _delito de contravención del bando'' que, en este caso, prohibía la comunicación entre España e Inglaterra.

Véase, si no, cuanto el propio C. escribe en La ilustre fregona (fol. 162, 20-26; p. 381, 15-21): ...me has marauillado mucho cd lo que me has contado, de que el Conde ha ahorcado á Aloso Genis, y á Ribera, sin querer otorgarles la apelado: O

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pecador de mi, replicó el Seuillano, armóles el Códe gacadilla, y cogiólos debaxo _ su jurisdició, q era soldados, y por cotrabado se aprouechó dellos, sin que la Audie cia se los pudiesse quitar.

GL ilustra este por contrabando del siguiente modo: "_ilegalmente\ ya que eran soldados y estaban fuera de su jurisdicción, y no debajo de ella". Con lo que el editor demuestra por segunda vez no haber entendido claramente el valor del vocablo que nos interesa. Bastante mejor lo vio RM, en su ed. crítica de la citada novela, 2 8 donde anota: "Por contrabando, es decir por contraventores del bando que conminaba la pena de muerte a los que dejasen la bandera". (Genis y Ribera formaban parte de las campañías levantadas con motivo de la toma de Cádiz por los ingleses el 17 de abril de 1597). Y el mismo personaje de la novela precisa que eran soldados?9

10. Fol. 108, 5-8 (p. 257, 30-32): venid señor á la casa de mis padres, que es vuestra, y allí os entregaré mi possession, por los términos que pide nuestra santa Fe Catholica.

Ninguno de los editores siente la necesidad de precisar en qué consiste ese os entregaré mi possession. He hecho la prueba con varios hispanistas no españoles. Todos dicen entender _hacer entrega' de sus bienes, y basta. Sólo que en el presente pasaje el verbo parece estar usado en la acepción originaria de _integrar', de _dar enteramente'. En otras palabras, creo que aquí Isabel alude, sí, a la entrega o donación de todo lo que es suyo, pero incluyendo, de manera explícita, la más característica de las posesiones de una persona: la de su propio cuerpo. Por eso redondea la declaración aclarando que tendrá lugar por los términos que pide nuestra Santa Fe Catholica.

11. Fol. 108, 26-28 (p. 258, 12-13): Con estas razones se alborotó la gente, y se auiuó el desseo, que todos tenían de saber, y ver la claridad de tan intricadas cosas.

S, AA y L: intrincadas; (30)

Ninguno de los editores que enmiendan ha sentido la necesidad de explicar el porqué de su intervención; al mismo tiempo, ninguno de los editores que _acerta-damente_ conservan la lección de las princeps justifican su respeto. Habría valido la pena hacerlo, porque en el corpus cervantino está registrado un solo testimonio _intrincada_ de la variante hoy usual en castellano 3 1 (lo que, siquiera en teoría, excusa a los "enmendadores"), otro de entricadas32 y nada menos que veinticuatro de la etimológica (intricado, intricada, intricar).33 La cual no sólo resulta sin lugar a duda la forma preferida por nuestro autor, sino que, en último análisis, desautoriza intrincada, que viene a resultar una casi segura errata, atribuible al copista del manuscrito autógrafo o al cajista. En casos más dudosos, por la compresencia de dobles formas en muchos lugares de la obra editada o en todo corpus del autor, la única solución sensata consiste en la sistemática conservación de cuanto escrito en la princeps (con la precisa indicación de la antes aludida oscilación), pero en la

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374 Carlos Romero Muñoz

princeps de las Novelas ejemplares hay unanimidad en el uso de la forma etimo­lógica. 3 4 Por desgracia, no ocurre así en las eds. arriba citadas, que se comportan de una manera _a decir poco_ undívaga, incongruente, creando las condiciones para que la precisión se haga absolutamente necesaria, testimonio por testimonio, aunque en la realidad ello no ocurra, ni de lejos. 3 5

12. Fol. 109, 21-24 (p. 260, 10-12): mas poco después de la media noche me despertard, para hazerme dormir el eterno sueño: quatro pistoletes, como después supe, dispararo cotra mi el Conde, y sus criados,

S-B leeen y puntúan como la princeps S, AA, SA-RH1, SA-RH1, SA-RH2, ND y SA-RH3: me despertaron, para

hacerme dormir el eterno sueño, cuatro pistoletes, que, como después supe,36

L: sueño. Cuatro GL: sueño: cuatro Tiene perfecta razón GL cuando (en el aparato, donde no indica el precedente de

L) declara: "La interpunción adecuada convierte en ociosa la enmienda".

EL LICENCIADO VIDRIERA

1. Fol. 113, 31 (p. 271, 9): Alli conocieron la suauidad del Treuiano,

AC, S-B, S,AA, SA-RH1, SA-RH2, L, ND, SA-RH3, GL: elTreviano RM: el Trebiano

Con la única excepción de RM, los editores insisten en la conservación de la -v-presente en nombre del "suave vino". Entendámonos: no se trata de nada grave, pero el hecho me sorprende, como me sorprendía, hasta hace poco, p. ej., la de la -b- del Corsicurbo del Persiles.31 A propósito del cual yo afirmaba: 3 8 "C[ervantes] escribía su apellido con -b-, pero nosotros usamos normalmente la forma etimológica, con -v-. Para colmo, los curbo(s) y curba(s) de las principes cervantinas (cfr., p. ej., el Vfocabulario de] Cjervantes])39 hace mucho que se transcriben con -v-." 4 0

Treviano es la forma que C. _o el cajista_ dio al vino denominado desde tiempo inmemorial, en su país de origen, trebbiano.41 Sería inútil _y pedante_ pretender que hoy se conserven las dos -bb-, pero sí parece sensato transcribir Trebiano o, mejor aún, trebiano, puesto que de nombre común se trata.

2. Fol. 113, 32-33 (p. 271, 10-11): la generosidad de los dos Griegos, Candía y Soma,

AC, RM, SA-RH2, L, SA-RH3: Candía S, AA, SA-HAI, ND, GL: Candía

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Novelas ejemplares. Cuestiones Edcóticas (III) 375

La sensata nota de AC ("Escribo Candía, y no Candía, porque de aquel modo se pronunciaba entonces", como demuestra con un testimonio de Tirso de Molina) 4 2

fue acogida tan sólo por RM. Tras largos años de abandono, hay un nuevo regreso a lo que considero la forma "correcta", a partir de SA-RH2. 4 3 Pero ya vemos que, con ND y GL, volvemos al viejo uso, sin que, para justificarlo, los editores consideren necesaria la menor explicación.

3. Fol. 113 v°, 3 (p. 271, 13-14): la baxeza del Romanesco.

Para AC, no cabe duda de que se trata de un vino de la Romanía, es decir, de la parte oriental de la actual región italiana de Emilia-Romagna. Y, siguiéndolo, también S-B. Parece evidente que se equivocan. Con toda probabilidad C. indica al vino (blanco) del castelli romani, aquí llamado por antonomasia romanesco. Como, en passant, indica GL.

4. Fol. 117, 34-117 v°, 1-5 (p. 280, 23-27): Estando á la puerta de vna Yglesia, vio que entraua en ella vn labrador de los que siempre blasonan de Christianos viejos, y detras del venia vno, que no estaua en tan buena opinión como el primero, y el Licenciado dio grandes vozes al labrador, diziendo: Esperad Domingo a que passe el Sábado.

AC, RM., S, AA, SA-RH1, SA-RH2, ND, y SA-RH3 mantienen Sábado S-B:sábado L y GL: domingo [...] sábado

A mi ver, L y GL yerran sin más al considerar domingo y sábado como puros "soportes" de dos días santos, correspondientes al cristianismo y al judaismo. No cabe duda de que, aún sí, la frase mantiene su fuerza satírica, pero se pierden otros valores. Que, por cierto, no se recuperan en ninguna de las notas de que dispo­nemos. La verdad es que el Licenciado llama al labrador Domingo no sólo porque, como tal, se da por descontado que es _y se enorgullece de ser_ cristiano viejo, sino también porque este nombre (o su diminutivo Mingo, inutilizable en esta ocasión, porque habría comprometido el juego de palabras), estaba fuertemente connotado. En la época, sonaba sin más "a campo". Como Antón, Blas, Gil, Pascual, Blas, Antón y otros. 4 4

5. Fol. 119 v°, 11-18 (p. 285, 21-27): Acaeció este mismo dia, que passaron por la plaga seys agotados, y diziendo el pregón: Al primero por ladrón, [...] Y quando el pregonero llegó a dezir al trasero, dixo: Aquel deue de ser el fiador de los muchachos.

Como ya anota AC, el trasero "es el que responde, con la consiguiente azotaina, cuando los niños hacen alguna travesura". (Si acaso, el estudioso podría haber recordado que, muy poco más atrás [fol. 117, 29-34; p. 280, 17-22], se lee: Dixole vn muchacho: Señor Licenciado Vidriera, yo me quiero desgarrar de mi padre,

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porque me acota muchas vezes. Y respondióle: Aduierte, niño, que los acotes q los padres dan á los hijos, honran: y los del verdugo afre tan).

Lo mismo viene a repetir L. GL, en cambio, siente la desconcertante necesidad de explicar que se trata de un

"Chiste equívoco de significación sodomítica, basado en el doble sentido de trasero".

6. Fol. 122, 12-21 (p. 291, 23-292, 6): De los titereros dezia mil males: dezia, q era ge te vagamu da, y q trataua co indecencia de las cosas diuinas, porque con las figuras, que mostrauan en sus retratos, boluian la deuocion en risa [...] En resolucio, dezia q se marauillaua, de como quien podia, no les ponia perpetuo silencio en sus retablos, o los desterraua del Reyno.

AC, RM, Si, AA, ND: retablos S-B, SA-RH1, SA-RH2, L, 2, SA-RH3 y GL siguen la lección de la princeps.

La sensata nota de AC en favor de la enmienda _que, personalmente, me parece aceptable_ no ha convencido, como se ve, a todos los editores, quienes, en más de un caso, citan la definición que Covarrubias da de retrato ("figura contrahecha de alguna persona principal y de cuenta") para mantener la lección de 1613. Desde luego, la cuestión queda todavía de algún modo abierta. Lo que no me parece en absoluto persuasivo es el comentario de GL (en el aparato), que me resulta muy poco apropiado para la circunstancia, en un trabajo de la notable envergadura que sin la menor duda tiene el suyo: "La enmienda se ha generalizado en nuestro siglo a partir de RM, si bien la mayor parte de lecciones anteriores se reparte entre las dos anteriores posibilidades". Y basta.

NOTAS

1 Cfr. C. Romero Muñoz, "Novelas ejemplares. Los paratextos y La gitanilla. Cuestiones ecdóticas" (en Actas del II Congreso Internacional de la Asociación de Cervantistas [Ñapóles, 4-9 de abril de 1994], publicadas por Giuseppe Grilli, Napoli, Annali del'Istituto Universitario Oriéntale, Serie Romanza, XXXVII, 2 [1995], pp. 549-568), y "El amante liberal. Cuestiones ecdóticas" (en Rassegna Iberistica, 51 [1994], pp. 3-17).

2 V. inf.: Siglas de las ediciones consultadas. 3 Ibidem. 4 En el prólogo de la ed. de García López se hallarán una buena historia del texto (pp.

xcv-cvii), indicativa, entre otras cosas, de satisfactorios conocimientos en el campo de esa "bibliografía material" hoy tan en boga en España, y los criterios por los que se rige para presentar "el suyo" (cvii-cx). Las introducciones a cada una de las novelas constituyen quizá la parte más notable de la empresa. Las notas _a pie de página, o "complementarias", en sección aparte_ son numerosísimas y, en general, acertadas, bien medidas, interesantes. (Si acaso, cabe decir que dependen demasiado de "otras notas a otras obras de Cervantes"). Menos persuasivo resulta el aparato crítico (pp. 715-729). Dentro del mismo, tiene interés la puntual enumeración de las erratas presentes tan sólo en las ediciones facsimilares de la princeps. Todo sumado y ponderado, en ningún caso son éstas tan graves como para comprometer el trabajo del confiado editor que no se remonta, ni siquiera en nuestros días, a

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Novelas ejemplares. Cuestiones Edcóticas (III) 377

los auténticos ejemplares de la primera edición de Juan de la Cuesta. Todos sabemos que haberlos, haylos, pero, por suerte, van siendo cada día más raros. El valor de estas listas de "erratas del siglo XX" es ya, pues, ejemplar _o admonitorio_ más que otra cosa.

5 En Obras completas de Cervantes, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, n. 1, Rivadeneyra, 1846.

6 Ed. de Isidro Bosarte, publicada en el Gabinete de lectura española, n. IV (Madrid, Antonio Fernández, 1788), p. 23 (cfr. también la del propio GL: p. 660): ¿no es peor ser herege ó renegado, ó matador de su padre, ó ser solomico? Solomito querrá decir vmd., dixo Rincón.

7 Cervantes no usó nunca la forma con -a. Ya lo notó RM en sus ed. del Quijote (cfr., en la postuma [Madrid, 1947-1949], II, 380, y III, 365).

8 Cfr., p.ej., el monumental Dizionario della lingua italiana de Nicolò Tommaseo-Bernardo Bellini (Torino, UTET, 1865 y ss.), a. v.

9 El caso me recuerda no poco el de los famosos afos del Persiles (1. IV, c. 1), que yo mismo creo haber resuelto en Para la edición crítica del P- (Milano, Cisalpino-La Goliar­dica, 1977), pp. 203-205.

1 0 El ms (en la ed. de Bosarte) trae: patio ladrillado, limpísimo, porque estaba aljofifado, como dicen en Sevilla...

1 1 Basándose en el Diccionario Crítico Etimológico de la Lengua Castellana [= DCELC] de Joan Coraminas, Madrid, Gredos (y Berna, A. Franke), 1955-1957, 4 vols.

1 2 Es decir, la primera ed. del Diccionario de la Lengua Castellana (...) compuesto por la Real Academia Española, más conocido como Diccionario de Autoridades (Madrid, Francis­co del Hierro, 1726-1739, 6 vols.).

1 3 Publicado por el Seminario Lexicográfico de la Real Academia Española, fase. 14 (Madrid, 1979). La definición reza: _nimiamente pulcro, acicalado'.

1 4 "Murmura el mundo severo, / a quien nada se le escapa, / que a todos quitáis la capa, / pero a ninguno el sombrero".

1 5 SA-RH2 concluyen una sensata nota (innovadora, en relación con SA-RH1) escri­biendo: "Incluso es normal el uso de le referido a otras prendas de vestir: "Y, diciendo esto, llegóse el uno y quitóle la capa, y dijo: -_Descanse v.m., mi señor', y púsola en un poyo" (Buscón I-IV, Rey, 175). Pero está claro que la cita es inoportuna, porque no ilustra lo que pretende. De hecho, SA-RH3 precinde de la desafortunada coletilla.

1 6 "Si es un italianismo, de los muchos que emplea Cervantes, se refiere simplemente al sombrero; si, en cambio, se emplea en el significado estricto castellano, se refiere al sombrero rojo, insignia de los cardenales. El hecho de llevar el capelo (distintivo del cardenal) los exhimía de hacer reverencias". Nada más- ni nada menos.

1 7 Que entrecomillo porque ni es de Madrid ni de Juan de la Cuesta. En realidad, fue impresa en Sevilla o Lisboa por un desaprensivo. Acerca del valor atribuido a la misma y a su incidencia en la tradición del texto a partir de la segunda mitad del siglo XVII hasta bien entrado el XX, cfr. GL, pp. xcvii-xcviii.

1 8 Madrid, Imprenta de la "Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos", 1927-1928, 7 vols. Por la postuma (Madrid, Atlas, 1947-1949, 10 vols.), cfr. especialmente voi. III, 158, 24.

1 9 GL remite a La Gitanilla (fol. 17 v°, 28-29; p. 67, 11-12: donde había escrito: _vahídos, vértigo') y de allí, correctamente, a una nota complementaria, donde indica pasajes de Herrero García y de la ed. del Quijote dirigida por Francisco Rico (Barcelona, Instituto Cervantes-Crítica, 1998).

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2 0 El número del folio de la princeps está equivocado: en el recto aparece 74. El error acaba aquí. (Antes consta el 81 e, inmediatamente después, el 83).

2 1 Cervantes usa este término, con idéntico significado, también en El rufián dichoso, acto I: "De miedo hace todo cuanto hace / aqueste marión".

2 2 "Un negrito vestido de verde". 2 3 Más claro aún resulta en la postuma: vols. III, 158,24 y VI, 149, 1; 200, 11). Arnaúte

es, por supuesto, la acentuación del término en la ed. de la obra maestra cervantina dirigida por F. Rico.

2 4 Milano, Rizzoli, 1948 Uso la reimpresión (con introducción de Monique Joly) de 1994. 2 5 En el "Prólogo al lector" (por mi propia ed., Madrid, Cátedra, 1997, p. 112) y en el 1.

II, c. 13 (p. 361). 2<i Yo la hallo documentada, p. ej., en la Exposición del libro de Job, de Fray Luis de

León (en Obras completas castellanas, ed. del P. Feliz García, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1959, p. 1040 b), pero también en cfr. Las harpías de Madrid y Tiempo de regocijo, de Alonso del Castillo Solórzano (ed. de Emilio Cotarelo y Mori, Madrid, E. Maestre, 1907, p. 278).

2 7 Cfr., p. ej., en El amante liberal, el humilmente (registrado en el fol. 65, 14-15; p. 158, 23-24) que, a mi parecer, se debe conservar, dato el contexto, aunque el autor use en el resto de su corpus la forma humildemente (como tuve ocasión ocasión de comentar en mi art. de 1995, pp. 16-17) o, en el Quijote (I, 21 y 28: por la ed. postuma de RM, pp. 152 y 347, respectivamente) y en el Persiles (1. IV. c. 11: por la ed. cit., p. 709) el legítimo, -a que, en los tres casos, aparece seguido de esposo, -a.

2 8 Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1917, p. 28. 2 9 En la nota al pie de las pp. 27-28, el propio RM resume algo ya dicho en El Loa_sa de

"El celoso extremeño", pp. 144-145) y hasta en la que yo acabo de reproducir, de la p. 28: "Como entre estos soldados quintados figuraban muchos de la peor gente de Sevilla, rufianes y picaros, pronto el Conde tuvo ocasión de aplicar su bando [...], según se echa de ver al hojear los Sucesos de Sevilla de 1592 a 1604, por Francisco Ariño (Sevilla, 1873)".

3 0 S y AA leen, sin más, intrincada; L indica la "enmienda": intri[n]cadas. 3 1 En el Persiles, 1. III, c. 9: la intrincada seta del duelo (por mi ed., p. 517). 3 2 En el Quijote, Parte I, c. 1, se lee: .. .aquellas entricadas razones suyas le parecían de

perlas (Parte I, c. 1: por la ed. de F. Rico, p. 38). 3 3 En La Galatea hay seis testimonios de la forma respetuosa de la etimología: 1.1 (por la

ed. de Francisco López Estrada y María Teresa López García-Berdoy, Madrid Cátedra, 1995), pp. 187 y 225); III (p. 351); IV (pp. 413 y 450) y VI (p. 610).

En el Quijote aparecen once: Parte I, prólogo (por la ed. de F. Rico, p. 18), c. 29 (p. 337); c. 37 (p. 434); c. 50: (p. 570); c. 50 (p. 575); Parte II, c. 17 (p. 770); c. 22 (p. 814); c , 44 (p. 981);c. 45 (p. 992); c. 51 (p. 1046); c. 71(p. 1204).

En las Novelas ejemplares, tres: cfr. nota n. 35. En el Viaje del Parnaso, uno: c. VII (v. 190). En El rufián dichoso, uno: acto III (vv. 2644-46). En el Persiles, dos: 1. II, c. 1 l(por la ed. cit., p. 347) y 1. III, c. 4 (p. 465). 3 4 Se hallan: en el pasaje que nos ocupa; en Las dos doncellas (fol. 191 v°, 19-21; p. 445, 17-18): Que camino es el mió, ó que

salida espero tener del intricado laberinto donde me hallo?

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Novelas ejemplares. Cuestiones Edcóticas (III) 3 7 9

en La señora Cornelia (fol. 223 v°, 18-20; p.503, 16-18): Oyendo lo qual el ama (como si el demonio se lo mandara, para intricar, estoruar, ò dilatar el remedio de Cornelia) dixo...:

3 5 En el pasaje que nos ocupa, S "enmienda", sin dejar la menor indicación de haber intervenido; lo mismo hace AA; L lee, por lo menos, intri[n]cadas;

en el de Las dos doncellas, S, AA y la propia L intervienen, sin advertir que lo hacen; en el de La señora Cornelia, S interviene y no lo declara; AA respeta la lección de la

princeps y anota: "intricar. 'Intricado. Lo rebuelto, como la madexa de hilo desbaratada' (Covarrubias, s. v.)"; L también la respeta e ilustra con un escueto "Enredar".

3 6 Sólo SA-RH1 y 2, ND y SA-RH3 3 indican correctamente el añadido [que]. 3 7 L. I, c. 1 (por la ed. cit., p. 117). 3 8 P. cit., nota 2. 3 9 De Carlos Fernández Gómez, publicado por la Real Academia Española, Madrid, 1962. 4 0 El elemental argumento ha surtido efecto: SA-RH, en su última ed. de la novela

postuma de nuestro autor (dentro de la colección de Obras completas de Cervantes, publicada ahora por Alianza Editorial (voi. 18: Madrid, 1999), escriben ya Corsicurvo.

4 1 Más que hablar de un vino procedente de una no bien identificada localidad llamada Trebia _en italiano, Trebbia_, a que se refiere AC y, siguiéndolo, RM y el propio Gasparetti, convendrá tener presente cuanto se lee, p. ej., en el Dizionario della Lingua Italiana de G. Devoto e G. C. Oli (Firenze, Le Monnier: 1971): "Denominazione di diversi vitigni dell'Italia sett. e centr., dai quali si ricavano buoni vini bianchi da pasto, [lat. Trebulanus, da Trebula, nome di parecchie città dell' area già osco-umbra dell' Italia antica]".

4 2 "Ya con Falernos de Italia / y ya con Candías de Grecia" (en Tanto es lo de más como lo de menos, acto I, esc. I a).

4 3 Los propios SA-RH, ilustrando (en el voi. II de las Obras completas de Cervantes de su ed. de Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1994) un pasaje del Persiles, 1. I, c. 5, en que también hay una referencia al vino de Candía, escriben: "Así debe acentuarse, según Romero, [Para la edición critica del "Persiles", [p]p. 93[-95], y no Candía". 4 4 Acerca, al menos, de Gil y Pascual, con frecuencia llamado por algunos ingenios de la Edad de Oro "nombres de villancico", cfr. mi ya cit. Para la edición crítica del "Persiles", p. 170, con testimonios de Espinel, Tirso de Molina y Quevedo.

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